Los Cerros como elemento estructurante del desarrollo territorial

RELACIONES REGIONALES Autor: Germán Camargo Ponce de León Disponible en: www.cerrosdebogota.org Con miras a la zonificación y reglamentación del área ...
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RELACIONES REGIONALES Autor: Germán Camargo Ponce de León Disponible en: www.cerrosdebogota.org Con miras a la zonificación y reglamentación del área de estudio, es preciso tener en cuenta las relaciones regionales de los Cerros Orientales bajo tres aspectos: 1. Su papel como elemento estructurante del desarrollo territorial. 2. Su función y valor como fuente de oferta ambiental para la ciudad y la región. 3. Las relaciones biofísicas que los integran como pieza ecológica dentro de una estructura ecológica regional.

Los Cerros como elemento estructurante del desarrollo territorial Los Cerros Orientales han funcionado hasta hoy como el principal elemento estructurante del asentamiento bogotano y, por este medio, de la organización regional de la Sabana y la región circundante. Este hecho, no reconocido con frecuencia, se explica fácilmente como sigue. Los Cerros Orientales han sido reconocidos como barrera geográfica y acentuados en su función aislante desde tiempos precolombinos. Los primeros asentamientos muiscas y anteriores se emplazan en el pie de las laderas que rodean la sabana, evitando las pendientes empinadas por encima de ellos y las tierras inundables por debajo. Desde esta localización favorable pueden explotar, de un modo típico chibcha, un gradiente ecológico que abarca desde el páramo hasta los humedales, pasando por la franja de suelos ondulados, fértiles y bien drenados de los pies de los Cerros. Si bien, con el tiempo el manejo hidráulico de las planicies aluviales permitió concentrar la población y la produción agrícola en torno a los humedales de Funza hasta Soacha, las primeras localizaciones fueron de pie de Cerro y la mayor parte de la red de asentamientos del Altiplano continuó siéndolo hasta hoy: Usaquén, Suba, Usme, Tabio, Tenjo, Subachoque, Cajicá, Cota, Facatativa, etc. El reino del Zipa se desarrolla como un denso tejido de asentamientos (cercados) y vías a través del altiplano, defendido-aislado por las cadenas montañosas circundantes y comunicado por una red de caminos regionales con el valle del Magdalena, el valle de Ubaté, el Valle de Tenza y los Llanos Orientales, convirtiéndose en el centro de una red comercial activa y extensa. Esta situación geográfica es determinante, desde entonces, del desarrollo histórico de Bogotá y la Sabana. El Oriente fue sinónimo de aislamiento. El trasfondo de los Cerros Orientales, es decir, el valle del Teusacá, se convirtió en comarca de destierro, una de la máximas penas aplicadas en el reino del Zipa. La fundación española confirma este patrón: se emplaza en el pie de ladera fértil, de relieve suave y bien irrigado, mirando hacia la populosa Sabana de los muiscas y

tomando los escarpados Cerros como contrafuerte, una barrera que protege la retaguardia de la reducida hueste de Quesada. Para el momento de su expansión urbana, Bogotá desarrolla su típica polaridad con base en los Cerros Orientales, repitiendo el patrón histórico del Zipasgo: -

Un crecimiento temprano hacia el Norte y hacia el Sur, sobre la franja favorable del pie de ladera, estirándose paralela a los Cerros Orientales. Este crecimiento lleva a la conurbación con otros asentamientos de pie de Cerro: Usaquén, Usme y, recientemente, Soacha.

-

Una expansión posterior pero acelerada lleva al crecimiento hacia la Sabana y los humedales. Este crecimiento se da continuo hasta la conurbación con Suba, Engativá, Fontibón, Puente Aranda y Bosa; o salta a los asentamientos más separados como Funza, Madrid y Mosquera.

-

Hacia el Oriente el desarrollo de los accesos y los asentamientos es, en cambio, lenta y difícil. A través de las sierras orientales la Sabana comercia con ricas tierras templadas como el valle de Tenza (provincia de Guateque) y el valle de Choachí. Pasan años de quiméricos e infructíferos proyectos de caminos a los Llanos hasta que el caserío más improbable, Villavicencio, se convierte en interfase de Bogotá con la Orinoquia y pasa, por ello, a ser el principal centro urbano de dicha región.

Desde el análisis ecológico de la dinámica de transformación territorial de la Sabana, puede verse como los Cerros Orientales son parte importante de un sistema de centros, franjas de transformación, periferias y barreras (Camargo, 2005). Dado que los asentamientos y los cambios físicos y socioeconómicos tienden a concentrarse en ciertos nodos de la red de sistemas de integración (cuencas, redes viales, redes de servicios, etc.), se forma un gradiente de alteración desde las zonas más ocupadas y transformadas (centros) hasta las menos (periferias). A través de dicho gradiente de adecuación, se distribuyen los distintos sistemas de alteridad 1 según sus requerimientos específicos (mayor o menor accesibilidad, precio de la tierra, proximidad a mercados, infraestructura, control político, etc.). Aunque la variación espacial es más o menos gradual, pueden distinguirse franjas con una composición socioeconómica y un nivel de alteración característico cada una. En el esquema anterior se ejemplifica con un caso hipotético de franjas de transformación territorial en torno a un centro urbano.

1

Un sistema de alteridad es un modelo de la forma típica como un grupo humano socioeconómicamente diferenciado representa, ocupa, utiliza y transforma el paisaje, convirtiéndolo en territorio; es un sistema autopoyético capaz de establecerse, desarrollarse y reproducirse en el espacio geográfico, reproduciendo un patrón característico de relaciones y transformaciones, estableciendo relaciones ecológicas con otros y operando la mayor parte de las transformaciones que reconocemos como cambios y estructuras territoriales (Camargo, 2004). Ej: minifundio, barrio de desarrollo progresivo, cantera, fundo colono, etc.

URBANO

PERIURBANO SUBURBANO

RURAL INTENSIVO

RURAL EXTENSIVO

SILVESTRE

En cada franja, sus sistemas de alteridad característicos generan presión en dos direcciones: por una parte, acumulan adecuaciones sobre su propia franja y, por otra, presionan la alteración biofísica y socioeconómica de la franja inmediata externa. Estos cambios aumentan las probabilidades de que los sistemas de una franja se establezcan sobre la inmediata externa. Ej: en algunas zonas de la región andina, los fundos colonos cordilleranos presionan las áreas naturales vecinas al tiempo que adecuan las zonas ocupadas, facilitando el reemplazamiento por fincas ganaderas; las fincas presionan sobre los frentes de colonización y acumulan adecuaciones sobre su propia localización, facilitando el avance de los minifundios, los cuales, a su vez pueden ser reemplazados por usos suburbanos (en vecindad de grandes urbes) o por fincas de alto insumo. En la figura anterior, se vería así: Presión sobre la franja externa: impactos ambientales, culturales y socioeconómicos.

Adecuaciones en cada franja

En un momento siguiente, el resultado podría verse así: SILVESTRE URBANO

PERIURBANO

SUBURBANO

RURAL INTENSIVO

RURAL EXTENSIVO

Por supuesto, hay que anotar que no todas las franjas se expanden con igual falibilidad y velocidad. El retardo de unas con respecto a otras puede generar expansiones y contracciones.

Eventualmente, la expansión de las franjas enfrenta barreras. En la ilustración, la barrera es física (pendiente) pero podría ser socioeconómica: valor del suelo, exclusión social, sistemas que no se dejan reemplazar ni desplazar, etc. barrera presión

adecuación

Los sistemas y franjas que ven limitada su expansión por una barrera al mismo tiempo que se ven presionados por la expansión de otros, tienen dos posibilidades: saltan a otros territorios (usualmente siguiendo las redes humanas: parientes, paisanos, relaciones comerciales, etc.) o se desintegran bajo la presión y son asimilados a los sistemas en expansión, como sucede en la campesinización de algunas comunidades indígenas y en la proletarización de muchas comunidades campesinas periurbanas. La siguiente gráfica presente una imagen probable del desarrollo ulterior del ejemplo hipotético. SILVESTRE PRESIONADO CIUDAD CONSOLIDADA

PERIURBANO EXTENDIDO

SUBURBANDO DENSIFICADO

RURAL INTENSIVO CONTRAIDO RURAL EXTENSIVO EXCLUIDO

Esto da lugar a la reconocida dinámica de fronteras móviles internas que caracteriza el territorio Colombiano a través de toda su historia. Por lo mismo, en la planificación del territorio es importante no sólo describir y delimitar las zonas transformadas, sino, además, tener en cuenta su movilidad. La siguiente ilustración muestra otro ejemplo hipotético con diferentes conductas frecuentes en la transformación de las franjas del gradiente territorial.

barrera

Franjas excluidas

Franjas contraídas Franjas expandidas

Franjas fusionadas

Franjas saltadas Franja urbana

Franja rural intensiva

Franja periurbana

Franja rural extensiva

En la gráfica se ilustran: -

Franjas expandidas: que se han dilatado rápidamente a través de áreas que por su oferta ambiental presentaban la mayor permeabilidad a la ocupación.

-

Franjas contraídas: que se han replegado contra barreras o áreas de baja permeabilidad de ocupación.

-

Franjas excluidas: que han desaparecido al no poder expandirse a la misma velocidad que sus sucesores.

-

Franjas saltadas: que se han producido no por el desarrollo del centro en torno al cual aparecen, sino por inmigración de sistemas procedentes de otra área. En la ilustración puede suponerse que los sistemas de alteridad periurbanos y suburbanos alrededor del centro urbano menor (abajo a la izquierda) han “saltado” desde las franjas correspondientes en torno al centro mayor.

En la dinámica territorial característica de Colombia, de franjas y fronteras móviles, es preciso tener en cuenta que las franjas no sólo ruedan unas sobre otras en un continuo, sino que, además, pueden saltar, adoptando una distribución discontinua en torno a nuevos focos de transformación.

La oferta ambiental de los Cerros Orientales Desde los inicios del poblamiento indígena, los Cerros han sido un territorio de escaso poblamiento y poca alteración, por lo que su diferencia geográfica se ha acentuado en

el curso de la historia de transformación del territorio. Esta diferencia acentúa, así mismo, el valor de los Cerros dentro de la diversidad de la oferta ambiental para el desarrollo. Tal oferta se resume en: -

Agua, dado que los cordones de páramo y bosque sostienen las principales microcuencas abastecedoras para la corona de asentamientos de pie de ladera. Materiales de construcción, desde minerales de cantera hasta madera para las vigas y chusque para el bareque. Combustible. El llamado “tren de La Calera” (una cadena permanente de mulas y bueyes) proveyó de leña a Bogotá hasta bien entrado el Siglo XX. Paisaje. Como paisaje diferenciado los Cerros han sido desde el período precolombino un escenario de recreación, ritualidad e identidad.

Menos mencionado, los Cerros Orientales han ofrecido algo más: aislamiento. De modo que han sido también un medio físico empleado para la creación de espacios de privilegio y de marginalidad. Espacios como Las Delicias, fueron zonas de recreación y cotos de caza privilegiados para el Zipa y sus güechas (especie de nobleza guerrera). Mientras que el Teusacá se convirtió en zona de exclusión y castigo. La historia subsiguiente ha venido confirmando esta polaridad social. La historia de marginalidad y desplazamiento en las montañas periurbanas también tiene antecedentes tempranos en la Colonia. La población indígena despojada de las mejores tierras con frecuencia fue forzada a cultivar laderas hasta entonces vírgenes. Posteriormente, algunos de estos poblamientos periféricos se convirtieron en asentamientos mestizos que heredaron la relación de servidumbre con los señoríos urbanos, convirtiéndose en proveedores de agua, leña y materiales de construcción extraídos de las montañas vecinas. Desde aquellos tiempos, un “indio”, término cargado por siglos de uso despectivo, es “uno que vive en una montaña”. Estamos hablando de los primeros pobres urbanos de cuando Colombia no había sido aún “liberada” y re-bautizada por los señores criollos, descendientes blancos de conquistadores y encomenderos. El significado de los Cerros Orientales en el territorio urbano-regional podría resumirse en los siguientes aspectos (DAMA, 2003): - Encierran ecosistemas con valores biológicos importantes para el patrimonio natural de Bogotá y la región. - Son el principal referente paisajístico de la Capital, por su calidad escénica, dominancia visual y por los valores intrínsecos (naturales) y los adquiridos (históricos y culturales). - Contienen una gran oferta ambiental para la recreación y la educación, en su mayor parte desaprovechada. - Cumplen un importante papel en la regulación del acuífero de la Sabana a sus pies.

- Contribuyen a la regulación del clima y la depuración del aire del oriente de la ciudad. - Su estructura ecológica original, un encadenamiento vertical de páramo, subpáramo y distintas franjas de bosque altoandino (ecoclina), se encuentra extensa, profunda y diversamente alterada. - Preservan algunos remanentes de bosque altoandino (11.7 % del área total, incluyendo rastrojo alto) y un extenso cordón de páramo (18.3% del área total, concentrado en las cimas al Sur). - La mayor parte de su cobertura forestal corresponde a plantaciones de especies introducidas (17.3% del área total). - Contienen enclaves profundamente degradados, principalmente por la minería de materiales de construcción (62 canteras, sumando 104 hectáreas, 0.75% del área total de Cerros y 43 más, cerca del borde), y otras áreas más extensas deterioradas por siglos de agricultura, fuego y pastoreo. - Sostienen diversos usos y formas de ocupación ajenos al régimen de reserva forestal protectora, que van desde establecimientos educativos y comercio formal (bares, discotecas, tiendas) y veredas con pequeñas producciones agropecuarias tradicionales, hasta pequeñas actividades extractivas de diversos elementos del entorno natural (piedra, tierra, musgo, paja, leña, flores). - Sostienen asentamientos rurales tradicionales, urbanos en distintos grados de consolidación (incluyendo 76.000 personas en 51 desarrollos progresivos) y asentamientos suburbanos más recientes y con alta presión de expansión que involucra los municipios vecinos en la unidad ecológica regional. - Contienen áreas deslizamientos)

altamente

expuestas

a

amenazas

naturales

(incendios

y

- Cerca del 57% de su suelo pertenece al estado y el área restante está sometida a una presión permanente de ocupación y especulación inmobiliaria en condiciones de alta concentración de la propiedad. - Han representado la principal barrera geográfica que ha orientado el crecimiento urbano de Bogotá. - Son la interfase que media las relaciones de la Capital con el Oriente cundinamarqués. Dado el patrón histórico arriba expuesto, los Cerros han permanecido comparativamente menos ocupados y mucho menos alterados que el altiplano y sus valles aledaños, convirtiéndose en uno de los últimos relictos que brindan paisaje natural y servicios ambientales cerca de la demanda concentrada en las urbes. De esta manera, se han convertido en elementos centrales del patrimonio ambiental y

paisajístico de estas ciudades, al punto que los términos “naturaleza” y “ambiente” para una gran parte de las mayorías urbanas de Colombia se asocian a los “cerros”. Este es uno de los principales significados regionales de los Cerros Orientales: son la principal oferta ambiental de la principal ciudad de la región y el país. El manejo que se haga de la misma y las soluciones que se desarrollen para armonizar su conservación con el crecimiento urbano, constituyen un modelo para el desarrollo de otros asentamientos de pie de ladera en la región y en todo el país. Bogotá construye el significado del término “Cerros” para Colombia.

Relaciones biofísicas Dentro de la estructura ecológica regional, los Cerros Orientales son una pieza ecológica central, cuyo significado puede resumirse en los siguientes puntos. • Unidad Ecológica Regional Cerros – Teusacá Aunque los límites municipales y la declaratoria de la Reserva Forestal Bosque Oriental de Bogotá, hayan fraccionado la percepción y el manejo de los Cerros Orientales, desde una perspectiva ecológica éstos no pueden ser vistos como una franja arbitrariamente delimitada. Las relaciones ecológicas más estrechas permiten definir una “unidad ecológica regional de los Cerros Orientales” que abarca la cuenca del río Teusacá y los Cerros Orientales de Chía, como se reconoció en el Convenio 12 de 2001 entre las autoridades ambientales del orden nacional, regional y distrital, como marco de desarrollo del POMCO. Esta unidad ecológica permite englobar la estrecha relación funcional entre las franjas de páramo, subpáramo, encenillales y comunidades vegetales de cañada y pie de ladera. Es esta unidad la que se relaciona con el resto de la estructura ecológica regional y es a partir de la misma que se hace el siguiente análisis. • Los Cerros como corredor ecológico Los Cerros Orientales contienen una estructura de distintos ecosistemas organizados en franjas altitudinales desde los bosques de aliso de las partes bajas hasta el páramo de las cimas, pasando por los bosques de cedro, los bosques de Lauráceas, las distintas franjas del encenillal, el cordón de Ericáceas y el subpáramo. Este encadenamiento de ecosistemas o franjas ecológicas a través del gradiente ambiental altitudinal es lo que se denomina ecoclina. Por lo tanto, como corredor biológico regional es importante tener en cuenta las relaciones ecológicas verticales (entre distintas franjas de la ecoclina) y transversales (dentro de una misma franja ecológica).

No es posible, por tanto, hablar de conservar solamente de una determinada cota para arriba. Es preciso mantener la conectividad ecológica vertical proveyendo corredores verdes de vegetación nativa desde las cimas hasta el pie de las laderas. Esta conexión vertical preserva procesos ecológicos esenciales que siguen esta dirección espacial, tales como: - El ciclo hidrológico depende estrechamente del encadenamiento vertical de los ecosistemas altoandinos, donde cada franja cumple una función especializada: los páramos y subpáramos operan la retención e infiltración que recarga los acuíferos desde las partes altas y alimenta los cursos de primer orden; los bosques de ladera operan la condensación de las nieblas de ladera (cinturón de condensación de los 3000 m.s.n.m.) y la protección de la infiltración y el balance hídrico de las microcuencas; los bosques de pie de ladera protegen las principales zonas de descarga del acuífero de los cerros. - El proceso erosivo o de modelado del gradiente geomorfológico desde las cimas y hombros de los cerros, a través de laderas y cañadas de fuerte pendiente, hasta los coluviones y colinas del pie de ladera, depende para su regulación del encadenamiento vertical de distintas comunidades vegetales, cada una de las cuales presenta adaptaciones al control de la forma e intensidad de erosión propias de cada tipo de suelo y geoforma. La ruptura en una franja del gradiente vertical implica el desmoronamiento del control de erosión hacia arriba (erosión remontante) y hacia abajo, con los consecuentes riesgos para los asentamientos subyacentes. - La regulación del ciclo de nutrientes depende del mismo encadenamiento continuo de comunidades vegetales a través de la ecoclina vertical de los Cerros. Esta regulación permite hacer mucho más lento el tránsito de los nutrientes hacia los humedales (lo que acarrea la eutrofización y colmatación de los mismos) y contrarrestar la tendencia de los ecosistemas de cimas y laderas a perder elementos químicos escasos, como el fósforo. La ruptura del encadenamiento ecológico vertical representa una fuga de nutrientes claves que vulnera críticamente la sostenibilidad de estos ecosistemas, al comprometer directamente su capacidad para autosostenerse y autorregenerarse. - La capacidad de regeneración del ecosistema depende del encadenamiento vertical de las franjas, dado que suelen ser las especies de una franja superior las que colonizan los sitios que han sido deteriorados en la franja subyacente. De este modo, por ejemplo, el proceso de sucesión ecológica depende de que las zonas de bosque destruidas cuenten con zonas de subpáramo vecinas en la franja inmediata superior que les ayuden a regenerarse. - Los desplazamientos diarios o estacionales de la fauna. Muchas especies dependen de la posibilidad de desplazarse a través del gradiente vertical y utilizar distintos recursos y ambientes del mismo en diferentes estaciones o en diferentes etapas de su ciclo vital.

Por su parte, la conectividad horizontal o transversal representa la continuidad de cada una de las comunidades biológicas correspondientes a las distintas franjas. El contar con una continuidad de las masas de vegetación nativa a través de una de dichas franjas permite que los organismos vegetales y animales puedan desplazarse y reproducirse a través de la misma, lo cual amplía su hábitat, permitiendo poblaciones mayores y más resistentes a los impactos antrópicos. Esta conectividad horizontal también permite la recolonización biológica de las áreas donde la comunidad biótica ha sido perturbada, de modo que los individuos sobrevivientes en otra área pueden restablecer la población en el área afectada pasando a través del corredor biológico horizontal. La conexión o la fragmentación de los cerros dentro de una misma franja altitudinal, significa la conexión o fragmentación de una comunidad biológica y repercute en la supervivencia de la misma a mediano y largo plazo. Los Cerros Orientales representan, por tanto, un importante corredor ecológico regional, en la medida en que se pueda preservar y restaurar su conectividad vertical y horizontal, atributos inherentes al concepto mismo de estructura ecológica principal, según fuera enunciado por Van der Hammen (1998). • Los Cerros como archipiélago biológico El importante concepto de conectividad ecológica no puede llevar a desconocer la importancia ecológica de los aislamientos. El funcionamiento ecológico de los Cerros Orientales no es sólo el de un corredor continuo. También presenta rasgos importantes de insularidad ecológica, en la medida en que condiciones ambientales naturales, cambios geológicos y climáticos milenarios y, más recientemente, la intervención antrópica han generado enclaves aislados donde sobreviven determinadas especies. En este sentido, los Cerros Orientales son una especie de “archipiélago ecológico” conformado por numerosos pequeños enclaves en los que sobreviven poblaciones más o menos aisladas de ciertas especies de plantas, vertebrados e invertebrados. Esto es algo característico de la historia evolutiva de los ecosistemas andinos y de la Sabana en particular, en la cual se han alternado períodos de mayor conectividad o aislamiento, impulsando la evolución de las especies y la sucesión de los ecosistemas. De modo que los Cerros Orientales son un archipiélago junto a otros alrededor del altiplano, de cuya conservación depende críticamente el mantenimiento del patrimonio biológico de la región y el país y el curso de la evolución biológica en los Andes. Bien sea como corredor ecológico transversal y vertical o como archipiélago ecológico, los Cerros Orientales cumplen una importante función dentro de la estructura ecológica principal de la región dada su situación geográfica en la misma, como a continuación se resume.

• La conexión Chingaza – Cruz Verde – Sumapaz Una de las principales características de la estructura ecológica regional en torno a Bogotá es la presencia del mayor complejo de páramos del planeta al Oriente de la ciudad, de cuya integridad ecológica depende la seguridad hídrica del altiplano a corto y largo plazo y, por ende, su viabilidad histórica como región. Los Cerros Orientales forman el corredor ecológico que une el extenso páramo de Chingaza (que va desde la Orinoquia hasta las vertientes orientales de la cuenca del Bogotá) con el páramo más grande del planeta, el Sumapaz (que abarca los páramos del Tunjuelo hasta las cabeceras del Duda y el Ariari en el Meta y el Huila). Esta conexión no es continua sino que se da a través de un sistema insular (archipiélago ecológico) de páramos y subpáramos que unen a Chingaza a través de la cuenca de Cimaya al páramo de Cartagenita y el páramo del Verjón, en la cuenca del Teusacá, y el macizo de Cruz Verde. Cruz Verde, a su vez, por medio de la cuenca paramuna de la Yomasa (San Cristóbal) es vecino del subpáramo de Los Soches (Usme) y la Parada del Viento (Usme, cuenca alta de la Requilina y la Chiguasa)), donde se conecta en continuo con la cuenca alta del Tunjuelo y las lagunas del Alar ya dentro del Sumapaz. Por tanto, uno de los elementos más importantes de los Cerros Orientales como parte de la estructura ecológica regional es la cadena discontinua de páramos de la cuenca del Teusacá (La Calera, Chapinero y Santa Fe) y el macizo paramuno de Cruz Verde (Santa Fe, San Cristóbal, Usme). • La conexión Río Blanco – Río Bogotá (Orinoquia – Magdalena) El mismo corredor arriba mencionado une a través de distintas franjas de bosque altoandino, las cuencas del río Blanco (vertiente de la Orinoquia) y del río Bogotá (vertiente del Magdalena). Con distintos grados de conectividad, este corredor abarca los bosques de niebla de la zona de amortiguación del PNN Chingaza en La Calera, Choachí y Fómeque, con los bosques de La Polonia, Chíquiza y Tunjaque (en La Calera) Esta conexión es, junto con las cuencas de los ríos Sumapaz, Guavio y Chivor, uno de los principales corredores ecológicos de la región central de la Cordillera Oriental. Y esta región es el nodo de conexión entre las unidades biogeográficas de la Orinoquia, el Magdalena (Chocó – Magdalena) y Norandina. • La conexión Cerros – Río Bogotá De las conexiones ecológicas provistas por los Cerros Orientales, la de mayor relevancia para el presente trabajo (concentrado en la franja del pie de ladera de los Cerros) es la conexión vertical entre los ecosistemas de las cimas y laderas altas y los ecosistemas de la planicie y el valle aluvial del río Bogotá. Esta misma conexión es la principal destacada por Van der Hammen (1998) en su modelo de estructura ecológica principal para la cuenca alta del río Bogotá, razón por

la cual la gestión de la CAR y otros entes ha estado encaminada a promover la preservación y la restauración de los corredores que la garanticen, lo cual se refleja en varios de los POT de los municipios de la Sabana. Tanto en su planificación desde el POT, como en los mayores esfuerzos e inversiones de su gestión, la estructura ecológica principal de Bogotá se concentra en el fortalecimiento de dicha conexión: Cerros – Río. Por tanto, la forma como se desarrolle la franja objeto del presente trabajo tiene la mayor importancia en el momento de definir la existencia y funcionalidad de una estructura ecológica principal en el Distrito Capital.

LITERATURA CITADA CAMARGO, Germán. 2005. Análisis ecológico de la dinámica de transformación de los bordes urbanos en Bogotá D.C. Informe final de investigación. Universidad Piloto de Colombia. Bogotá. DAMA. 2003. Plan de Ordenamiento y Manejo de los Cerros Orientales. Germán Camargo, compilador. Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente. Bogotá. VAN DER HAMMEN, Thomas. 1998. Plan ambiental de la cuenca alta del río Bogotá. Análisis y orientaciones para el ordenamiento territorial. Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca. Bogotá.