Los Antiguos, recuerdos que hacen historia La vida en la localidad desde el establecimiento de los colonos hasta la llegada del cerezo Romina Apóstolo, Fernando Manavella y Liliana San Martino Índice Prólogo I Introducción II Un poco de historia III La llegada de los primeros colonos IV Las primeras chacras V La economía en los comienzos La chacra como proveedora de alimentos La alfalfa como producto comercial Los Antiguos como centro de la actividad comercial VI El trabajo en la chacra VII El agua VIII Las vías de comunicación y la relación con otras localidades IX La mano de obra rural X La vida en la estancia La esquila XI El petróleo XII La llegada de la cereza XIII Las experiencias asociativas XIV Las chacras en la actualidad XV Un poco más para contar Las construcciones La calefacción Los festejos La primera escuela Antes había más XVI Consideraciones finales Bibliografía Agradecimientos

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Los Antiguos, recuerdos que hacen historia

© Copyright 2012 Centro Regional Patagonia Sur INTA Estación Experimental Agropecuaria Santa Cruz LOS ANTIGUOS, RECUERDOS QUE HACEN HISTORIA La vida en la localidad desde el establecimiento de los colonos hasta la llegada del cerezo ISBN: 978-987-679-174-8 Diseño Rafael Carranza Diseño y Servicios [email protected] Imprenta Kolores Sarmiento 347 • Río Gallegos Teléfono : +54 (02966) 433733 Email : [email protected] Tirada: 500 ejemplares Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Impreso en Argentina

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Prólogo El entorno y la historia van moldeando el futuro, y a nosotros nos toca detenernos un instante y preguntarnos por nuestro presente. Siempre nos gana esa curiosidad de imaginarnos cómo era antes y cómo se fue modificando hasta llegar a hoy, qué cosas hicieron posible la elección en esa dirección, y sin duda la propia historia, que se hace común en un pueblo, va dando forma a ese destino. Cuando nos detenemos en ese momento, que sólo es un instante del futuro que está viniendo, y recreamos esas historias, empezamos a comprender muchas costumbres, tradiciones y relaciones, que permitieron construir este presente. A la vera de uno de los lagos más grandes de Sudamérica, el Lago Buenos Aires, en el noroeste de la Provincia de Santa Cruz, enclavada a los pies de los Andes, se encuentra la localidad de Los Antiguos. En esta publicación se rescatan las historias que forjaron los colonos para dar forma a este pueblo y al valle que lo contiene y le da sentido. Med. Vet. Roberto Iglesias Director Centro Regional Patagonia Sur

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I.- Introducción La localidad de Los Antiguos se encuentra ubicada en el noroeste de la provincia de Santa Cruz (Figura 1). Contrariamente a gran parte del resto de la provincia, caracterizada por un clima árido, frío y con una geografía de meseta, la localidad está enclavada a los pies de la cordillera de los Andes en un valle irrigado por dos ríos cuyo cauce aumenta en primavera a causa de los deshielos provenientes de la cordillera. A su vez, se encuentra a la vera de uno de los lagos más grandes de Sudamérica, el Lago Buenos Aires, compartido con el vecino país de Chile.

Figura 1. Mapa de la provincia de Santa Cruz. Elaborado por Área de Monitoreo Ambiental y SIG. INTA- EEA Santa Cruz.

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El valle ofrece una situación favorable para el desarrollo de actividades agrícolas gracias al microclima presente. Este resulta de la escasa altura sobre el nivel mar (200 metros) y de la cercanía al lago, que actúan como moderadores de los cambios de temperatura. Las ventajas que brinda la zona para el desarrollo de este tipo de actividades han permitido que, desde hace más de 30 años, se destine gran parte de la tierra cultivable del valle a la fruticultura, principalmente al cultivo de cerezos. Esta actividad se organiza en chacras y su relevancia en la vida económica y social de la comunidad, junto con el reconocimiento nacional que ha ganado en el tiempo, se reflejan en el hecho de que desde hace 23 años el valle es sede de la Fiesta Nacional de la Cereza. Otro hecho que marca la valoración del valle desde el punto de vista agrícola, es la presencia en la zona del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), a través de una Agencia de Extensión Rural (AER), desde hace aproximadamente 24 años. La misma trabajó en un primer momento desde la localidad de Perito Moreno, distante 60 km de Los Antiguos, y luego, a partir del año 2000, ya contó con sede en Los Antiguos. Desde la AER se llevan a cabo actividades de extensión e investigación tanto en el valle, relacionadas principalmente con el cultivo de cerezo, como en otras áreas, como la ganadería, la horticultura y la agroindustria dentro de la zona de influencia. A partir del trabajo que se realiza en el valle, sobre todo en lo referido a extensión, con las visitas a las chacras y el contacto frecuente con los productores para el intercambio de información y conocimientos para el desarrollo de las capacidades de innovación (1), se detectó un componente histórico en las formas de producción. Es decir, se observó que algunos productores, sobre todo aquellos con más años, recurren a un rememorar constante sobre “cómo” se hacían las cosas “antes”. A partir de esto, surgió la inquietud desde la AER por rescatar “esas” formas de producción. Para ello primero se establecieron límites temporales a fin de enmarcar el período sobre el que se iba a hacer el rescate. Ese “antes” se fijó, entonces, desde la llegada de los primeros colonos hasta el establecimiento del cultivo de cerezo como producción comercial, principalmente porque la información disponible sobre dicho período era de tipo general. El término “colonos” en este trabajo hace referencia a aquellas personas que, llegadas desde otros lugares, se asentaron en la zona del valle de Los Antiguos desde el año 1910. Se tomó dicha fecha debido a que los antecedentes disponibles indican que la llegada de los colonos data de la primera década del siglo pasado. Luego se determinó que se iba a trabajar mediante entrevistas de tipo abiertas sobre la base de un eje temático (2) dado por la vida productiva del valle desde la llegada de los colonos hasta la llegada del cerezo. Los protagonistas de las mismas serían algunos de los primeros colonos que aún se encuentran en la localidad y algunos de los descendientes de los mismos, por lo que el rango de edad de los entrevistados fue desde los 50 años aproximadamente hasta los 96 años. Una vez establecidos estos parámetros, durante el año 2010 comenzó el trabajo de entrevistar y, junto con este, el de buscar y leer bibliografía que permitiera ubicar los relatos en tiempo y espacio, tanto a nivel local, como regional y nacional.

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Al momento de comenzar a escribir este rescate, se planteó la intención de contar la historia del valle en general y no de las personas o familias en particular. Es por ello que en este escrito los relatos son anónimos en su mayoría, no sólo por la razón de presentar una historia común, sino también a los fines de facilitar la lectura (para no repetir constantemente los nombres ni colocarles números o letras de identificación), aunque cuando se refieren a cuestiones de índole personal sí son identificados. A partir de esto, los relatos de vida, entendidos como la transcripción del material recogido con mínima intervención del investigador (2), se han estructurado como un texto común donde las palabras de los protagonistas se encuentran transcriptas tal y como las expresaron. En el marco de esta dinámica de trabajo sólo se buscó asignar un orden a los relatos en función de los distintos temas que fueron surgiendo con los sucesivos encuentros. Por ello, para diferenciar los relatos del texto que los ordena, los primeros están transcriptos utilizando cursiva y comillas. Este trabajo pretende constituirse en instrumento para que el público en general, y sobre todos los niños y jóvenes de la localidad, comprendan que cada rincón del valle, con sus casas, sus chacras, sus árboles y sobre todo su gente, quizás tan cotidianos para quienes lo transitan y viven a diario, representan y guardan una parte importante de la historia.

II.- Un poco de historia… Ya se encuentran descripciones de los alrededores del lago Buenos Aires desde el año 1894, que nos llegan a través de los diarios del explorador Llwyd ap Iwan(3) en su recorrida por la Patagonia sur: “El campo en los alrededores del lago Buenos Aires y el valle del Deseado es sumamente pobre, con rocas basálticas (…). Hay abundancia de manantiales de deliciosas aguas que emanan continuamente de los costados de las lomas del valle y junto a esas vertientes acampábamos” (p. 188). Más tarde, en 1897, el entonces Perito Argentino, Francisco P. Moreno incursiona también en la zona del lago Buenos Aires, recorriendo palmo a palmo la zona cordillerana y tomando nota de accidentes geográficos, lagos y ríos, no sólo con el fin de fijar los límites con Chile, sino también guiado por el interés de dar a conocer la zona austral del país. En este sentido, en sus apuntes preliminares sobre una excursión al Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz (4) manifiesta: “(…) la población comienza a extenderse a los territorios del Sur y conviene alentarla con la divulgación de su geografía y de los recursos naturales que ofrece a la actividad de nuestros colonos” (p. 25). La porción oeste del lago Buenos Aires y todo hasta el lago San Martín hacia el sur, es mapeado por primera vez por la comisión de límites en las campañas de 1898 en adelante. A partir de esto, se reconocen y se nombran casi todos los accidentes y topónimos que se conocen en la actualidad. A nivel provincial, para promover la ocupación de las tierras por parte de colonos, el estado reglamentó su distribución, lo que dio lugar a distintas legislaciones que regularon este proceso entre los años 1878 y 1915.

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En el año 1903 se sancionó la Ley General de Tierras, que puso énfasis en el conocimiento de los terrenos (5). A partir de la misma, se establecieron 6 zonas dentro de Santa Cruz. La más grande y la menos poblada fue la Zona 1 Río Deseado (1904). Posterior a esta Ley, la Ley de Fomento de los Territorios Nacionales, sancionada en 1908, partió de la valorización de las tierras por medio de la construcción de obras de comunicación (ferrocarril e infraestructura en puertos). Las obras que se contemplaban en esta ley eran el tendido de líneas de ferrocarriles que unirían los valles cordilleranos con los puertos y los valles entre sí. En la obra de Barbería (2001) se plantea que “en cada territorio se fijarían las Zonas de Influencia de los Ferrocarriles, en las que se efectuarían las reservas de los lotes (…) para la conformación de núcleos urbanos (…) y también serían reservados los ubicados en los valles cordilleranos que se destinarían a la agricultura, cuando los alcanzaran las líneas férreas” (p.118). Para la zona norte, correspondía la línea Puerto Deseado – Lago Buenos Aires, por lo que una vez promulgada la ley se efectuó la exploración y mensura de casi todo el territorio. Como resultado, hacia el año 1908, la zona 1 río Deseado fue subdividida en cinco colonias pastoriles, cada una de una superficie aproximada de 5.000 has, con el fin de atraer pobladores (6). La parte noroeste de la zona 1, donde hoy se encuentra ubicado el valle, no fue considerada colonia en ese momento, y siguió denominándose zona 1. El 11 de julio de 1921 el gobierno nacional creó la colonia Leandro N. Alem. La misma incluyó, junto con otros poblados, al asentamiento ubicado sobre la margen sur del lago Buenos Aires. Este pueblo fue rebautizado en el año 1941 como Los Antiguos. En relación con el nombre de la localidad, la tradición oral plantea que es la traducción del vocablo tehuelche “I keu kenk” o “I keu konk” que significa “mis antepasados” o “los

Figura 2. Mapa del ramal Puerto Deseado-Colonia Las Heras, con la ubicación de las estaciones intermedias. Elaborado por Área de Monitoreo Ambiental y SIG. INTA- EEA Santa Cruz. Mosaico de imagen Landsat ETM

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antiguos” y que recibió esta denominación porque debido a su microclima, era elegida por los tehuelches para pasar sus últimos años de vida (7). También se plantea que el nombre se debe al del río Los Antiguos, nombrado hacia el año 1898 por la Comisión de Límites, si bien dicha comisión no indica su significado ni de dónde provenía dicho nombre (8). Según datos extraídos de una placa otorgada a los integrantes de la primera Comisión de Fomento o a familiares de los mismos en el año 1974, en conmemoración del 26º aniversario de su creación (gentileza de la Sra. Elisa Acevedo de Mimica), se conoce que en el año 1948, el día 5 de febrero, se creó esta primera Comisión de Fomento, que estuvo integrada por las siguientes personas: Presidente: Jesús Larrañaga Vicepresidente: Pedro Mimica Secretario: José Bardagui Tesorero: Jorge Seguel Vocal: Ariel Williams

III.- La llegada de los primeros colonos Los primeros colonos que llegaron a la zona con intenciones de establecerse, lo hicieron cerca del año 1910. Da cuenta de esto el relato de las hermanas Martínez, hijas de Tristán Martínez y Ana Lacalle: “Mi padre es el primero, llegó en 1910 creo (…)”. A partir de allí llegaron las primeras familias: “(…) los Ávila, los Beroiza, los Muñoz, los Aroca, los Neira, los Sastre, los Mimica (…)”. Otra de las primeras familias que se estableció en el valle en el año 1918, y que no fue nombrada en el relato, fue la familia Soto. La dinámica general de poblamiento observada en la provincia de Santa Cruz se caracterizó por movimientos de sur a norte, que tuvieron por protagonistas a personas que resultaban atraídas por la disponibilidad de tierras y que se movilizaron desde el sur de Chile y desde las islas Malvinas, con el objetivo de ampliar su horizonte ovejero. En el caso del poblamiento en la zona del valle de Los Antiguos, este tuvo como protagonistas a personas que provenían del “norte”, término que denota a la vecina provincia de Chubut y el límite con la República de Chile. En general se trataba de familias que viajaban a lomo de burro y/o caballo, otros lo hacían en carros tirados por bueyes o carros de sulky trayendo nada más que colchones, ropa y algunos víveres. Muchos de quienes poblaron esta zona eran chilenos afincados en el territorio de Neuquén. Con la puesta en vigencia de la ley de la repatriación de los colonos residentes en la República Argentina (1896) (9) y ante el hostigamiento del que eran protagonistas por parte de las fuerzas argentinas, las familias chilenas optaron entre dos salidas: la primera, la nacionalización forzada que les permitió permanecer en los territorios donde se habían afincado, y la segunda, encarar el retorno a Chile.

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Muchos de quienes optaron por esto último, iniciaron su regreso por territorio argentino con rumbo hacia el sur, reingresando a Chile en función de las zonas donde tenían conocimiento de tierras libres y susceptibles de ser ocupadas. Un caso de tierras chilenas desocupadas fueron las ubicadas sobre la margen sur del Lago Buenos Aires (10), cercanas al actual valle de Los Antiguos. Es probable que en este peregrinar muchos chilenos, y también argentinos que se sumaron a la disponibilidad de tierras, hayan ido quedándose en el camino, en lugares intermedios. De la misma manera, es probable que uno de esos lugares fuera Los Antiguos. “Todo lo que es la cuenca del Lago Buenos Aires, es toda una zona que fue colonizada desde la Argentina, no siempre por argentinos, pero si aún siendo chilenos que venían desde Neuquén bajando con carros, con lo que fuera y buscaban campos y se metieron acá. Y les daba igual, que fuere La Ascensión o que fuera a la vera del otro lado del río”. Tal como en el resto de la región, los caminos utilizados coincidieron con las antiguas rastrilladas indígenas. En la zona del lago Buenos Aires había una huella –hoy ruta 40- que unía Río Mayo con Nacimiento - Perito Moreno en la actualidad- y desde allí entraba a territorio chileno hacia Chile Chico. Desde Río Mayo también salía una huella que, pasando por Colonia Ideal, hoy Sarmiento, unía con Comodoro Rivadavia (11) (Figura 3). Las razones que explican la instalación en esta zona, son variables. Previo a citar las que expresaron los entrevistados, se pone en consideración que lo que hoy se observa del valle, sus cortinas corta viento, sus calles, la forestación en general, las chacras, difiere mucho del paisaje que encontraron los colonos. Respecto a esto, algunos comentan que esto era todo virgen, puro monte, matorral, todo duraznillo, molle y chacay.

Figura 3. Caminos entre localidades de la zona noroeste de la provincia de Santa Cruz y zona sur de la provincia de Chubut. Elaborado por Área de Monitoreo Ambiental y SIG. INTA- EEA Santa Cruz. Mosaico de imagen Landsat ETM

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“Tan salvaje era que los leones bajaban a la casa para comer la carne”. Con la palabra león se identifica al puma (Felis concolor), depredador autóctono distribuido en gran parte del país. Aún en un espacio descripto como virgen y salvaje, algunas razones explican la instalación: “Yo pienso que han venido acá porque no había nada, entonces vinieron a poblar.” “Ellos se quedaron en Los Antiguos por el agua y porque era mejor tierra (…).” “Los Antiguos es un rejunte de gente de a caballo, de ovejeros de las estancias de los alrededores, que se han ido afincando en el pueblo por el período de invierno (…) porque podían tener el caballo (…) y darle pasto para que no enflaqueciera durante el invierno y estuviera listo para las tareas de la primavera”. “Llegaron acá y les gustó y acá se quedaron”. Lo cierto es que en el año 1913, se fundó la Estancia La Ascensión (Figura 4). Es decir, la llegada de los primeros pobladores al valle, coincidió con la fundación de la estancia más grande de la zona, lo cual era sinónimo de fuentes de trabajo: “Vinieron acá porque no había nadie, pero estaba la estancia que manejaba todo”. La Ea. La Ascensión era de Jesús Larrañaga, un contador de nacionalidad española. Este hombre, previo a hacerse cargo de la estancia, trabajaba para la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, propiedad del grupo Menéndez-Behety. Este era uno de los grupos más poderosos y más influyentes en la región dedicado a la actividad ganadera, industrial, comercial y financiera. Quizás por esta relación, existe entre las personas entrevistadas la convicción de que la estancia estaba en sociedad entre Larrañaga y el grupo Menéndez-Behety, siendo este último el socio capitalista.

Figura 4. Ubicación del casco de la estancia La Ascensión. Elaborado por Área de Monitoreo Ambiental y SIG. INTA- EEA Santa Cruz. Imagen Landsat 7 ETM, fecha de toma: 20 de marzo de 2001.

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“Esto era un puesto que tenían ellos [- Menéndez Behety]…y ellos eran los dueños de toda la Patagonia tanto en Chile como acá (…)”. “Los Menéndez Behety tenían todo acaparado (…) toda la Patagonia casi (…) hicieron mucho capital (…)”. Con respecto a las fuentes de trabajo que la estancia suponía para la zona, se comentó que la estancia era “(…) muy grande, ahí se esquilaban 14.000 ovejas y había 50 peones todo el año”. A la demanda de mano de obra rural, se le sumaba la disponibilidad de tierras fiscales en la zona de Los Antiguos. Esta versión, sin embargo, no es compartida por todos los entrevistados, ya que algunos señalan que no se trataba de tierras fiscales, sino que pertenecían a la estancia. Más allá de esta diferencia, los entrevistados coinciden en indicar que la instalación resultaba sencilla dada la abundancia de tierras sin ocupación. “Agarrabas un pedazo y listo. No había conflictos, nada, ninguna cosa. El respeto era que cada uno sabía hasta donde estaba el vecino. Ni alambrabas, así nomás estaba”. “Venían y agarraban un pedazo de campo, no había leyes, agrimensor que empezara a medir. No, cada uno le gustaba y empezaba a alambrar, compraba alambre, postes, varillas (…) que venían en barco a Puerto Deseado”. “Poblaban y no había límites, cada uno poblaba el espacio que quería y después de muchos años, cuando empezó a venir más gente se tuvo que delimitar”.

IV. -Las primeras chacras Los primeros asentamientos se establecieron en la zona del valle que consideraron más conveniente. “Los asentamientos más antiguos eligieron buena la tierra, porque después pudimos probar que los mejores suelos están ahí”. Una constante fue la de establecerse entre el río Jeinimeni y el río Los Antiguos (Figura 5). “Las chacras, del otro lado del río, esas son las primeras (…)”. Pero a medida que la tierra entre los ríos fue ocupada, “(…) se hizo más difícil tener un lugar, y la gente se fue desplazando” hacia el otro lado del río Los Antiguos. Algunos de los entrevistados consideran que la elección de los primeros sitios estuvo dada tanto por el fácil acceso al agua para el riego como por el reparo natural. En la actualidad la traza del casco urbano se refleja como consecuencia de esta primera disposición y se encuentra cercana a los ríos y alejada del lago. Respecto del agua, uno de los entrevistados cree que fue porque era más fácil sacar agua del río Jeinimeni, y comenta: “Siempre se hizo poca el agua del río Los Antiguos”. En cuanto al reparo, otro cuenta que “(…) era una zona muy montosa. Es decir, el monte autóctono, llámese calafate, chacay, molle, duraznillo eran lo más denso y lo más alto en ese lugar (…). Duraznillos con una altura de hasta tres metros que yo recuerdo haber visto”. En cuanto al reparo, los vientos predominantes en el valle son estivales, con dirección noroeste-sureste, y provienen de la cordillera, por lo tanto, “lo que tendían a hacer los

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pobladores era poner las cortinas así (de noreste a suroeste), por la dirección predominante de nuestros vientos (…). Ese despelote, era un despelote que tenía sentido”. “Estas primeras chacras, hoy en día se pueden reconocer porque vamos a encontrar muchas chacras que tienen una forma rectangular orientada de una determinada forma y cortinas adentro que no coinciden con esa forma (…)” (Figura 6). “Cada vez que veamos eso, es señal, sobre todo si son cortinas muy viejas, que estamos encontrando un asentamiento que es anterior a la mensura”. La mensura original, que incluyó la planta urbana y toda la zona de chacras, fue realizada por el agrimensor Bonserio en el año 1941. En la zona de chacras, estas se trazaron en su mayoría con una forma cuadrada o rectangular y con orientación norte-sur o este-oeste, es decir, dentro de algunas de estas primeras chacras que luego de la mensura tuvieron forma cuadrada o rectangular, quedaron cortinas orientadas de manera oblicua, de noreste a suroeste (Figura 6). Las cortinas cortaviento del valle fueron hechas en general de álamo criollo. Una de las entrevistadas recuerda que los primeros podos de álamos llegaron de Sarmiento y los

Figura 5. Mapa de Los Antiguos donde se observan los cauces del río Los Antiguos y del río Jeinimeni, el que a su vez fija el límite con Chile. Se marcó la zona noroeste donde se ubicaron las primeras chacras y la zona este-sudeste donde están las chacras post-mensura (año 1941). También se remarcó el área urbana actual. Fuente: © Digital Globe (USA) 2011. Imagen provista por SIT SantaCruz . www.sitsantacruz.gob.ar

Figura 6. Zona entre los ríos Jeinimeni y Los Antiguos. Aún hoy se observan cortinas de álamo en dirección noreste-suroeste (en la figura, marcadas con recuadro blanco). Fuente: © Digital Globe (USA) 2011. Imagen provista por SIT SantaCruz. www. sitsantacruz.gob.ar

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trajeron en carro, “porque esto lo compramos pelado, sin nada”. Otro comenta que cuando compraron la chacra, allá por la década del 50, los álamos tendrían a lo sumo 4 o 5 metros de alto. Y que “Los Antiguos sin arboleda es totalmente otra cosa” (Fotos 1 y 2). Algunos de los entrevistados marcan una diferencia, en cuanto a superficie, entre los asentamientos ubicados entre los ríos y aquellos que surgieron años más tarde con la mensura, que se refleja a nivel de los términos que utilizan para identificar a los mismos. Llaman “chacra” a los ubicados entre los ríos y que ocupan superficies iguales o mayores a 10 hectáreas cada uno, y “quintas”, a los que se encuentran al este del río Los Antiguos y que corresponden a lotes en su mayoría de 5 has. Sin embargo, en este trabajo se utiliza el término chacra para hacer referencia a las unidades familiares de producción, sin tener en cuenta la superficie de las mismas o el destino que se le daba a lo que en ellas se producía.

Foto 1 (a la izquierda). La casa de la chacra El Paraíso en la década del 50. Gentileza del Sr. Claudio Amand de Mendieta y la Sra. Miryam de Smet D´Olbecke. Foto 2 (a la derecha). La casa de la chacra El Paraíso en la actualidad. Nótese la diferencia de altura de la cortina de álamos y cómo éstas cambian la fisonomía del lugar. Gentileza del Sr. Claudio Amand de Mendieta y la Sra. Miryam de Smet D´Olbecke.

V.- La economía en los comienzos La chacra como proveedora de alimentos Las chacras se constituyeron en las unidades productivas del valle y la vida se organizó en torno a los trabajos que en ella se realizaban. La obtención de materias primas en esas chacras podía tener dos orientaciones: para la vida familiar y para abastecer a las estancias que se fundaron en la zona noroeste de la provincia (la mayoría se fundó entre 1910 y 1930 aproximadamente). La primera se corresponde con un modelo económico de subsistencia, donde se cultivaba pensando en la alimentación familiar y en la de los animales, siempre funcionales también a las necesidades de las familias. Lo que se sembraba principalmente eran verdeos de invierno como avena, trigo, cebada, con miras a alimentar a los animales. En relación con esto, algunos de los entrevistados comentaron: “La avena o trigo para las gallinas, la avena también para los caballos”.

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Sin embargo, no era la única utilidad que se le daba a estos cereales: “la cebada se sembraba para hacer el café. La tostaban, la limpiaban y quedaba el granito nomás, yo de eso me acuerdo, de cómo tomábamos café de cebada con bombilla (…). Teníamos unos jarros grandes y en eso a la noche le poníamos café y era una costumbre que tomábamos toda la vuelta”. Otro ejemplo del consumo por parte de las familias de los verdeos sembrados es el trigo, que ”(…) también servía para la olla (…). La fabricación de ñaco casero era común tostando el trigo y moliendo con dos piedras, podés hacer tortillas para comer con el asado, todo”. El ñaco es un postre bebible, elaborado con trigo pelado mezclado con duraznos deshidratados y cocidos en el almíbar de la cocción. También se utilizaba el trigo para elaborar “mote (…) eso es un postre (…) es el postre típico chileno (…) el trigo entero se hierve con cenizas. Hay un árbol, ahora ya ni queda, que es el chacay que es especial para pelar el trigo, queda limpito”. En otras ocasiones el trigo era procesado hasta obtener harina debido a que “A veces se terminaba el harina, que iban a Deseado a buscar el harina para todo año, y molían el trigo con el molinillo. (…) Hacían el harina, no quedaba un harina refinada pero tenías un pan”. En relación con la elaboración de pan, como fermento “(…) se dejaba un poquito del pan que se estaba amasando y eso servía para hacer un nuevo pan, como levadura”. En lo que a huerta se refiere, “(…) había mucha huerta”, allí se sembraban además de arvejas, papa, lechuga, acelga “(…) con unas hojas inmensas”, tomate, zanahoria, repollo, lentejas, porotos, habas, chauchas, “(…) hasta ají se sembraba”. La mayoría de las verduras que se obtenían tienen la capacidad de no perecer rápidamente, de manera que podían “(…) conservarse para el invierno”. “Los chacareros hacían eso, sembraban para tener para el invierno, porque el invierno era muy duro antes, y tampoco llegaba nada, así que se cosechaba todo y se lo almacenaba para todo el invierno”. Para almacenar las hortalizas hasta su consumo se utilizaban sitios destinados a tal fin. En este sentido, uno de los entrevistados comenta “Había un lugar donde se juntaban todas las bolsas de papa, la zanahoria, el nabo, el zapallo”. En relación con la conservación de la papa, otras familias, además de un lugar determinado, tenían prácticas de conservación específicas como la de hacer “(…) un sótano, un pozo en la tierra, donde se las colocaban y luego se tapaba, para conservarla”. Respecto a prácticas de conservación utilizadas también para otras verduras, comentan que el repollo “se arrancaba cuando ya llegaba el tiempo de abril, por ahí, se cosechaba y se enterraba en la arena con la raíz para arriba, bien envuelto en las mismas hojas (…)”. De ese modo “(…) cuando querías un repollo sacabas uno de esos, lo desenterrabas y estaba como fresco. Se mantenía todo el invierno de lo más bien”. Una de las formas en la que se conservaban los tomates que se obtenían de la huerta, era elaborando “(…) salsa de tomate que duraba para todo el año”. La planta de tomate “primero se sembraba (…) en un cajoncito hasta que crecía, después lo transplantaba a la quinta en el campo. Tenía mucho reparo, muchas plantas”. Con respecto a los animales, y retomando su alimentación, algunos entrevistados comentaron: “(…) gallinas teníamos muchas (…) huevos por todos lados, y se mantenían porque como no se podía ir a comprar maíz, nada, se compraba a los chacareros arvejas,

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unas arvejitas verdes y les desparramaba y engordaban”. El maíz para alimento de los animales “(…) no se conocía, no había para la venta”. Las arvejas también se utilizaban “(…) para criar chanchos. Con los chanchos hacíamos chorizos, jamón, todo”. Se puede agregar que se criaban, además de gallinas y cerdos, pavos para huevo y carne, ovejas para carne y vacas para carne y leche. A partir de la leche “(…) se obtenía el queso, la manteca, la crema, todo”. En relación con la raza de bovinos que se utilizaba para obtener leche, una de las entrevistadas comenta que “La vaca de leche era común, no había una raza determinada, ordeñábamos nosotros. Después ya vendrían comprando toros de mejor raza, pero las primeras deben haber sido así nomás (…)”. Para la elaboración de quesos “Había moldes (…) y el cuajo se hacía con cordero, con el cuajo, con sal y lo dejaba secar. Las partes de la pared del cuajo seco se lo mezclaban con la leche para que la corte. Tenía que ser cordero que mamaba todavía, que tenía leche. Eso se guardaba para después tener”. La carne era principalmente de vaca y oveja. En cuanto al manejo de la primera especie comentan que “(…) vaca hubo siempre acá (…), nadie se ocupaba de ellas, se cuidaban solas”. “Andaban por toda la costa del río hasta allá arriba (por la pampa de Sastre) unas 100, 200 vacas andaban sueltas (…). La costa del río era puro monte”. Respecto del manejo que se hacía sobre las majadas de ovinos, estas “(…) también andaban por la costa del río, carneros, pero nadie te mataba un animal, se respetaba, se cuidaba entre los mismos vecinos”. Estos animales, al estar sueltos, se alimentaban principalmente del monte y pastizal natural, pero además “(…) se alimentaban, sobre todo en el invierno, de avena, pasto de trigo, alfalfa”. Para ello, se acopiaba el forraje. Los entrevistados comentan: “Teníamos un galpón grande donde guardábamos el pasto, todo eso lo guardábamos arriba en un techo que teníamos para darle cuando no tenían que comer”, otros también tenían “(…) la parva (…) afuera tapada con algo, una lona”. En términos generales, vacas, ovejas y también caballos de trabajo se alimentaban “en el verano en el campo y en el invierno comían el forraje que estaba guardado”. La oferta estacional de pastizal natural en cantidad y calidad, concentrada entre mediados de primavera hasta fin del verano, determinaba que los animales alimentados con el mismo ingresaran al otoño con el mejor estado corporal del año. Durante el otoño e invierno, debido a que la oferta natural decaía, los animales se mantenían en ese estado o bien perdían peso, aún cuando eran suplementados con forraje conservado. Esto generaba que para el consumo de carne, la mejor época de faena fuera a fines de verano principios de otoño. Con ello, la disponibilidad de carne fresca se concentraba en ese período. En otros momentos del año, también se consumía carne de animales faenados a fines del verano pero conservada, ”(…) se salaba para hacer charqui”. En relación con este tema, un entrevistado comenta que las familias que tenían campos, carneaban entre 20 y 30 animales a principios de otoño y los “charqueaba” para el invierno. En estos casos particulares, había personas dedicadas exclusivamente a esta tarea. El proceso fue explicado de la siguiente manera: “Se despostaba el animal, que es despojarlo de todos los huesos, que quede la pura carne y los huesos aparte (…) Esto por separado iba a recipientes, que eran esas bordalesas de vino que venían antes de lapacho (…)”. Iban despostando e iban colocando la carne con la sal dentro de la bordalesa, “(…) sin ajo, sin nada”. Con los huesos se hacía lo mismo y se usaban “(…) para la sopa. Después de no sé cuanto

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tiempo que lo tenían ellos en sal, lo secaban en un fogón de varitas de álamo (…). Con el fogón se ahumaba, vos sabes lo rico que eso queda”. “(…) Después si querías hacer un guiso, un estofado, ponías a remojar un pedacito de ese charqui y al otro día estaba blandita la carne”. A menor escala, a nivel de las chacras, también se ponía en práctica el mismo proceso de conservación, sólo que con menos volumen de carne y sin contar con personas afectadas de manera exclusiva a dicha tarea, sino que se hacía a nivel familiar. Quienes no criaban animales iban “(…) al campo a buscar carne (…)”, la cual se cambiaba por pasto. Hacia la década de 1940, la primera Comisión de Fomento abrió una carnicería en el pueblo. La misma se abastecía con los animales de los campos cercanos. “Cuando yo tenía el campo, en marzo iba el recolector de animales para la población de Los Antiguos, a mí me llenaba las planillas un contador en Las Heras, una declaración jurada (…). Por ley uno tenía que dar animales para las carnicerías del pueblo, de acuerdo a la cantidad de animales que vos tenías”. Además de verdura y animales, los pobladores de Los Antiguos contaban con árboles frutales para el consumo doméstico. Respecto a esto, un entrevistado comenta “Los trajo un señor que andaba vendiendo en un camioncito, andaba vendiendo plantitas (…) nosotros empezamos con 40 plantitas, entre manzana, cereza, pera, ciruelos, un surtido de todo. (…) Cosechaba las manzanas en unos cajones grandes, los forraba adentro, le ponía hojitas y todo bien ordenado, y ahí ponía mis manzanas, y hasta noviembre tenía manzanas, las deliciosas”. Aún cuando “(…) la fruta daba muy linda acá, andaba muy bien” la producción se destinaba al consumo familiar, no a la venta.

La alfalfa como producto comercial “Previo a la cereza, las chacras se dedicaban a la alfalfa, que era más fácil, era un producto que se guardaba, que más se utilizaba en la zona, en las estancias. Todas las chacras eran alfalferas” (Foto 3). Es decir que se sumó un destino comercial a la producción de forraje para la suplementación invernal de animales propios en las chacras. Este estuvo definido por la demanda generada por el sector ganadero ovino que hacia 1920 se afianzaba en la zona. El siguiente relato define esta relación entre la demanda y la oferta: “Estamos en una zona eminentemente ganadera, había mucha producción de lanares, la lana en el 1900 era el boom, se aprovechó al máximo todo esto”.

Foto 3. Las hermanas Amand de Mendieta en un cuadro de alfalfa de la chacra El Paraíso. Nótese atrás la altura de las cortinas de álamos (1966). Gentileza del Sr. Claudio Amand de Mendieta y la Sra. Miryam de Smet D´Olbecke.

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El principal forraje que se producía con destino comercial era la alfalfa. Si bien en el apartado anterior se menciona que una de las formas de conservación de esta leguminosa era en parvas protegidas del ambiente, esto era a nivel familiar y para el consumo de animales dentro de la chacra. Para su comercialización, la alfalfa se conservaba y se vendía en fardos. En relación con la elaboración de los mismos, uno de los entrevistados indica: “Se cortaba y se llevaba así de a montones (la alfalfa), en rastras de madera, y se va amontonando al lado de la enfardadora. Esa es una enfardadora con un timón largo y ahí había dos caballos que iban dando vueltas, malacate le dicen. (…) Pah!! Cuando cerraba el fardo, pegaba un golpe fuerte, como un estampido” (Foto 4). La demanda de fardos por el sector ganadero se mantuvo y creció hacia la década del 50 y hasta fines de la década del 60. Un entrevistado comenta en relación a la cantidad de fardos que se producían y se vendían: “La chacra vendía todos los años la cantidad de 7 a 8.000 fardos por temporada (…)”. Con la crisis del sector ovino y la disminución del stock que tuvo lugar a finales de la década del 70, esta relación comercial entre las chacras proveedoras de pasto y las estancias compradoras se vio afectada: “(…) no hubo más necesidad de pasto y nuestra producción de 7-8.000 fardos quedaron sin mercado”. A esta disminución de la demanda, se le sumó la aparición de otros mercados competidores debido a la mejora en las vías de comunicación. “Sumémosle a eso la mejora de los caminos de la ruta 3 de la costa, que nos conectaba con el valle de Chubut, con Trelew. Con la posibilidad de que la gente de Trelew, que es muy grande, otros volúmenes, competían con este valle en cuanto a pasto también. Entonces, ya a muchos estancieros les resultaba más conveniente ir a comprarlo a Trelew que comprarlo acá. Acá era poco y se vendía caro”.

Los Antiguos como centro de la actividad comercial La localidad de Los Antiguos se encuentra a 7 km de la localidad de Chile Chico (Chile). Ambas comparten un mismo lago, que del lado argentino recibe el nombre de lago Buenos Aires y del lado chileno lago Gral. Carreras (esto desde el año 1973, ya que antes se llamaba lago Buenos Aires en ambos países).

Foto 4. Malacate en funcionamiento. Nótese el caballo girando el timón y, hacia la derecha, la parva de alfalfa cómo de a poco es colocada “a mano” en una especie de embudo en un extremo y la salida del fardo ya elaborado. Gentileza Archivo fotográfico del Área Comunicaciones de la EEA Alto Valle

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La vía de comunicación que tuvo y tiene la localidad de Chile Chico con el resto de la nación hacia el norte es cruzando el lago en barco, navegación dependiente de las condiciones climáticas, o bien por tierra bordeándolo en 200 km hasta un puente que lo cruza en un estrecho donde el lago cambia el nombre a lago Bertrand. Este camino es conocido como Paso de Las Llaves y hasta fines del siglo XX fue un sendero peligroso de montaña, en algunos sitios estrecho, con peligro de derrumbe y con precipicios (11). Esto deja entrever la dificultad para relacionarse con los centros urbanos chilenos –por ejemplo hacia el sur, Punta Arenas, en la Región Magallánica, y hacia el norte Coyhaique, en la Región de Aysén- a la que estaban expuestos los habitantes de Chile Chico. “Pero que antes Chile Chico quedaba muy aislado, no tenía caminos para salir, tenían que entrar a Argentina siempre, de ahí era la relación”. En esta relación, Los Antiguos se constituyó en un punto dentro del circuito comercial que tenía que recorrer la producción chilena hasta llegar a los puertos argentinos. Es decir, la producción chilena se retiraba con dirección a Los Antiguos, de allí a Las Heras y luego en tren hacia la costa. Claudio Mendieta, entrevistado cuya familia primero se instaló del lado chileno con un aserradero, comenta: “Chile nos dio la concesión de los bosques. Vendíamos la madera a Comodoro, la pasábamos en barco propio (llamado Helga) por el lago, de ahí un camión que lo llevaba a Deseado y de ahí se exportaba” (Foto 5). A este rol de Los Antiguos dentro del tránsito comercial chileno, se le sumó el de centro de abastecimiento propiamente dicho. En este sentido dos relatos describen ambos tipos de relaciones, el primero plantea que “El comercio era importante en Los Antiguos desde la primer gente que hubo, porque era un paso a Chile y eso generaba siempre un comercio bastante importante, porque toda la zona ganadera también de Chile, se abastecía por este lugar”. El segundo, resume “De manera que si el eje era Deseado-Los Antiguos todo pasaba por aquí. Y en esa intermediación era donde ganaban nuestros bolicheros”. También a nivel de la población argentina, Los Antiguos funcionaba como centro de abastecimiento, reunión y servicio básico de las personas empleadas en las Foto 5. La traída de El Helga, barco utilizado por la familia Amand de Mendieta para cruzar la madera por estancias de la zona (6). el lago Buenos Aires desde Chile. Gentileza del Sr. En relación con los comercios, exis- Claudio Amand de Mendieta y la Sra. Miryam de Smet tían los “ramos generales”. Una entrevistada D´Olbecke.

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los define así: “Ramos generales se llamaban, que tenían todo, todo para el campo y todo para el pueblo; alimento, ropa, y lo que compra el campo, sogas, y desde el campo le vendían cuero, animales”. Puntualmente “El primer negocio fue en lo de Bugarín, Don Casiano Bugarín, se instaló ahí, en un ranchito de adobe puso un boliche, un ramo generales” y “También el Hotel El Chacay, en lo de Sastre, eso fue un gran hotel, un hotel y ramos generales”, ambos ubicado sobre la margen oeste del río Los Antiguos. Otro negocio que estaba también a la vera del río Los Antiguos, pero en la margen este, era el de Don Pedro Mimica y su señora, Doña Elisa Acevedo. Respecto de su negocio, ella comentó: “Primero lo teníamos en ese saloncito y bueno, empezamos a hacer de a poco, con dos albañiles, mi marido les ayudaba a pegar ladrillos”. Con respecto a la provisión de mercadería también relató: “Mi marido se iba a comprar mercadería a Las Heras o a Comodoro en unos camioncitos, antes no eran menos de 15 días que no volvía y yo quedaba en el negocio, a atender a gente que venía de lejos” (Fotos 6, 7 y 8). Foto 6. La Sra. Elisa Acevedo de Mimica frente al negocio de la familia junto a su hijo mayor, Miguel, en brazos. Año 1941. Gentileza del Sr. Raúl Mimica

Foto 7. Familia Mimica frente al nuevo local, año 1954. El mismo está ubicado al costado del negocio original de la foto 6 (el edificio que se observa detrás, es el negocio original). Gentileza Sr. Raúl Mimica.

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Los Antiguos, recuerdos que hacen historia Foto 8: Edificio de la familia Mimica, año 2004. En el mismo funcionaba la AER INTA Perito Moreno – oficina Los Antiguos. Archivo Fotográfico AER Perito Moreno.

VI.- El trabajo en la chacra El trabajo en las chacras era de tipo familiar, sobre todo en lo que respecta a las tareas en la huerta y con los animales de consumo. Los siguientes relatos cuentan cómo “el trabajo se repartía entre toda la familia” (Foto 9): “Rastrillaba todos los árboles, hacía los regueros, regaba, tenía cualquier cantidad de fruta”. “Yo tenía seis años, y todos mis hermanos igual trabajaban, trabajábamos la tierra (…)”. Pero las tareas no se terminaban acá, también para las hijas mujeres: “El campo era para los varones. Nosotras la quinta y la casa”. “Antes una semana cada uno tenía el encargue de lavar la ropa. Estaba todo reglamentado, quién cocinaba, quién planchaba, quién lavaba, etc”. Para las tareas más demandantes en cuanto a fuerza se utilizaban animales. Un ejemplo eran los trabajos de nivelación, en relación a lo cual se mencionó que “La nivelación fue una necesidad de siempre. Porque los suelos en general eran muy ondulados, no eran parejos.”. El “(…) trabajo mecánico se hacía con caballo y bueyes. Con palas con Foto 9. Familia Seguel sobre un carro tirado por bueyes. Foto bueyes o con palas con una yunta de tomada a la entrada de la actual chacra El Tambito. Gentileza caballos o cuatro caballos. Aperos, Sr. Jorge Seguel.

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los aperos en el caso de los caballos, una cadena y al final de la cadena una herramienta que tenía la forma de una gran pala, como esa pequeña palita de basura, sólo que un ancho de un metro y medio y una soguita en la punta. Si soltabas la soga caía y la pala iba a la rastra, cuando no yo tiraba de la soga y la pala tiraba, cuanto más tiraba más se clavaba y cuando era necesario aflojarle, la ibas aflojando e iba descargando tierra, mientras los caballos o bueyes iban tirando… y así, días enteros de trabajo se lograba emparejar un cuadro”. Con el tiempo se incorporaron maquinarias, sobre todo para preparar la tierra para la siembra. Sin embargo, el trabajo apoyado en los animales se mantuvo, de manera que se complementaron maquinarias y animales. “Hace 30 años me aran y rastrean toda la chacra con tractor. (…) Después ahí mismo sembramos avena, arveja y plantamos una hectárea y media de papa. Para esa papa (…) se trabajó con caballos que me prestaron. Con caballo y arado, primero hice el surco, después le pasaba el palo para emparejar, se trabajaba a pulmón”. Junto a quienes realizaban las tareas y a la manera en que se hacían, se encuentran los conocimientos que se pusieron en práctica en el trabajo sobre la tierra. La inquietud sobre cómo surgieron los mecanismos y la puesta en práctica de ciertos cultivos, surgió al pensar que los colonos que arribaron a la zona lo hicieron provenientes de otras regiones de Patagonia, con otros suelos y otro clima. Indudablemente viajaban con su rico bagaje de conocimientos y experiencia, ¿pero cómo aplicaron aquellos en esta tierra? Algunos relatos hacen referencia a este tema, por ejemplo, “La gente que vivía del campo al ver la tierra, el clima, ellos de acuerdo a cómo estaba el invierno, el calor que hacía en verano, sabían qué se iba a dar en la zona”. Otros hablan de tradición en la manera de realizar las tareas, “las tareas de las chacras se aprendieron por tradición” y apoyando esta idea se encuentra el siguiente relato “Eso lo aprendió mi madre de sus padres y eso nos pasó a nosotros”. Por último, existe la idea de que el cómo y el qué se hacía, surgía del ingenio de los colonos, de probar constantemente y a partir de ello aprender qué se podía realizar y qué no. “Antiguamente había que ingeniarse para hacer todo, había que hacer todo”. “Estamos en un lugar de frontera, se sabía, no se sabía, se dejaba hacer, porque estamos tan lejos de la primera ciudad que era Comodoro” (se probaba, indica que en su momento todo era prueba y error).

VII.- El agua En la actualidad, el pueblo tiene un sistema de distribución de agua por medio de canales que abarca una superficie de aproximadamente 1270 hectáreas (12). Hay dos tomas, una en cada río, la del río Jeinimeni lleva agua a las chacras entre los ríos (sector noroeste) y la del río Los Antiguos a las chacras ubicadas al este del mismo (sector sureste). Esta diferente localización, ha determinado una partición casi natural de las tierras del valle.

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¿Pero cómo se obtenía el agua antes? Antes se señaló que los primeros asentamientos se ubicaron entre el río Jeinimeni y el río Los Antiguos, debido a la cercanía a los mismos y a la posibilidad de utilizar el agua. Además, el río Los Antiguos, en la época de verano cuando su cauce aumentaba por los deshielos, también ampliaba su recorrido. Un entrevistado comenta “Sabemos que por aquí corre un arroyo, por donde está el colegio secundario que es la parte más baja apuntando en dirección noreste…en crecidas ahí había un brazo del río” (Figura 7). Tal como sucede hoy en gran parte de las chacras, el agua para riego se obtenía de los ríos mediante canales. La diferencia está en que aquellos primeros canales se construyeron “(…) sólo con pala, pico, caballos y bueyes (…)”. La distribución de agua dentro de cada chacra también se hacía por medio de canales “(…) hechos por nosotros y eran relimpiados todos los años”. Una de las entrevistadas recuerda lo que tenía que hacer cuando no contaban con agua para riego proveniente de los canales: “A veces no teníamos agua porque no teníamos pozo, no había agua potable, era un canal que corría allá nomás para regar todo. Y a veces se cortaba, así que estaba el río nomás. Yo tenía dos tambores de 20 litros y todas las tardes 40 litros me traía y a cada arbolito (frutales) le echaba un tambor de esos de agua”. Figura 7. Recorrido que tenía un brazo del río Los Antiguos, que se formaba en época de crecidas. Fuente: © Digital Globe (USA) 2011. Imagen provista por SIT SantaCruz. www.sitsantacruz.gob.ar

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VIII.- Las vías de comunicación y la relación con otras localidades Las vías de comunicación eran caminos de tierra y los medios de locomoción, carros o carretas. La relación con otras localidades se basaba principalmente en lo comercial. En general los carros o carretas viajaban hacia las ciudades de la costa cargados con fardos de lana provenientes de las estancias, que eran vendidos y luego embarcados para su exportación. A su regreso, los mismos volvían cargados con mercadería, entre ellas comida y ropa. “La lana y todo se fletaba en carro para Comodoro, tardaban 3 meses. Llegaban a una parte y descansaban cuatro a cinco días, después seguían cuatro a cinco días y descansaban otros cuatro a cinco. Volvían con carga, con alimento (…)”. Ya con el tren funcionando, los viajes se hacían en carro hasta Las Heras y desde allí los fardos eran transportados en tren hasta la costa. La provisión anual de mercadería, también hacía el mismo viaje en tren primero y luego en carro, ya que hacía el camino de regreso. “Cuando estuvo el tren, la lana se llevaba hasta Las Heras en carro, de ahí en tren hasta Deseado. Embarcaban la lana, los fardos de lana, y después en el tren traían hasta Las Heras las cosas para comer y de ahí de vuelta en carro. Se traía la mercadería para todo el año, todo el año tenía que durar, entonces nosotros ahí veíamos fideos, arroz, harina, aceite, azúcar todas esas cosas”. El trasporte estaba a cargo de “carreros”, personas dueñas de tropas de “chatas”, por ejemplo Don Benito Magani “trashumaba de Comodoro a la cordillera”. Sin embargo, algunas personas, sobre todo estancieros, tenían su propio medio de transporte. Un caso es el de la Ea. La Ascensión, que contaba con “un camión, un chofer y un ayudante de chofer estables en la estancia. Iba y venía el camión, tardaba como 5 días hasta Deseado. Le daban la lista de lo que había que comprar y el camión venía con una carga para la estancia”. Otro caso donde el transporte estaba a cargo de los dueños de la estancia era en la Ea. La Aurora, de Don Tristán Martínez. Sus tres hijas entrevistadas comentaron respecto de estos viajes donde se vendía la lana y se compraban víveres: “La lana se vendía en Deseado, la llevaba en carreta mi padre y cuando venía compraba para todo el año, venía unos cajones enormes en la misma carreta. Cajones con fideos. Teníamos una despensa que era exclusivamente para los alimentos, las bolsas de harina llegaban hasta el techo, azúcar, yerba, las cajas de pasas de uva, de frutas secas y demás. Y de paso traía la fruta fresca que había en el momento, me acuerdo del cajón de naranjas. La lata de dulce de batata, las cajas de dulce de membrillo. Todo en cantidad, tenía que aguantar el año. Cuando iba mi mamá compraba ropa, zapatos”.

IX.- La mano de obra rural Los mayores empleadores de mano de obra rural durante el período de tiempo en que nos centramos en este trabajo, fueron las estancias. Las mismas, abocadas a la producción ovina extensiva con miras a la producción de lana, utilizaban gran cantidad de mano de obra de forma permanente y también temporaria.

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Cerca de la zona del valle de Los Antiguos, la principal estancia que ocupaba a las personas que habitaban en el mismo, era La Ascensión, “con 14.000 ovejas en esquila, había 50 peones ahí, todo el año, casi toda esa gente era de acá”. “Larrañaga tenía mucho, porque era el campo más grande de la zona. Tenía peones, encargados, el administrador (…) tres jardineros y uno que cuidaba a las gallinas. Tenía dos mucamas, cocinera, ayudante de cocina, lavandera, planchadora y una mucama personal de la patrona”. Esta cantidad de empleados se mantenía durante todo el año, excepto en el invierno, época en donde debido a que no había muchas tareas a realizar con las ovejas, quedaban en el campo sólo quienes estaban de manera permanente trabajando. “En invierno no había tantos, quedaban como 30 nomás, que eran los que cuidaban, les daban de comer a los carneros, a los planteles”. Más allá de esta estancia, en la zona había otras, que aún con menos superficie de tierras y por ende una menor cantidad de animales, también empleaban mano de obra del valle. En general tenían dos o tres personas en forma permanente y contrataban trabajadores diarios para tareas como la esquila o la señalada. Uno de los entrevistados resume: “Y por ahí el jefe de familia, de ahí la importancia de los campos adyacentes, era muy común que el jefe de familia, que vivía en esa economía de subsistencia, a partir del mes de noviembre se iba por cuatro o cinco meses a la campaña de esquila. Era un clásico de aquella época, “papá está en la esquila”, por cuatro meses no volvía. Cuando volvía, traía mucha plata”. Si bien se destaca el rol de las estancias de la zona como empleadoras, algunas chacras del valle también ofrecían fuentes de trabajo remunerado. Estas eran aquellas dedicadas a la producción de fardos, es decir, las que tenían un objetivo comercial, ya que como se describió antes, a nivel de huerta y cría de animales para el autoconsumo, el trabajo se repartía entre los miembros de la familia. En relación con esto, un entrevistado comentó que entre la década del 50 y 60 “(…) papá tenía once hombres empleados en la chacra”.

X.- La vida en la estancia En las estancias, la principal actividad era cuidar al ganado lanar. “El trabajo en el campo era agarrar un caballo y recorrer todos los días. Antes si había un animal caído se bajaban del caballo, si estaba muerto le sacaban el cuero y a lo mejor llevaban la carne para los perros”. En los comienzos (nos situamos en 1920 aproximadamente), algunas estancias no tenían alambrado perimetral debido a que quienes explotaban la tierra no contaban con la mensura o con el capital necesario para realizar la obra. Esto determinó que la tarea de recorrer resultara indispensable y que para ello se destinaran muchos trabajadores. “Mis hermanos eran peones, porque al principio hasta que alambraron tenían que tener muchos para cuidar los animales”. La importancia de esta tarea se mantuvo, aún cuando ya se contaba con alambre, debido a que la economía de la familia del estanciero dependía primariamente de sus animales,

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de su cantidad y de su producción de lana. “Después de que pusieron los alambrados también se salía todos los días para ver si había alambrados caídos, si alguno para robar había cortado el alambre, por ahí los animales saltaban para el otro campo”. “Antes se recorría más. Es que costaba mucho traer el animal y costaba mucho ir a vender la lana y había que vivir todo el año con la venta de la lana”. A nivel de las familias propietarias, el trabajo no difería mucho del que se realizaba en las chacras. La mayoría de las estancias tenían cerca de la casa su zona de “chacra”, es decir, un lugar con disponibilidad de agua destinado a una huerta y también contaban con animales de granja para el consumo familiar. En estos trabajos participaba la familia. Retomando la producción ovina, los campos de la zona noroeste de la provincia de Santa Cruz se dedicaron principalmente a la producción de lana. Esto fue así debido a la distancia con los puertos y el problema con la conservación de la carne (recordemos que sólo se utilizaba charqui para el consumo familiar). “Antes no había otra cosa, o sea la carne no se vendía, porque no se podía congelar ni conservar. Cada uno la conservaba con saladero, como pudiera”. “Cuando empezó a haber pueblo, se empezaron a vender corderos y capones, también a la Municipalidad (1941, primera Comisión de Fomento), tenía el matadero municipal, la carnicería municipal. Ahí sí todas las estancias vendían algo de capón. Pero ya cuando el pueblo creció”. En relación con la comercialización de la lana, los fardos se vendían anualmente. “Acá no se guardaba la lana, la vendía año tras año (…)”. Esto se marca debido a que en la actualidad la cosecha anual se guarda, a veces hasta un año, a la espera de buenas cotizaciones para su venta. Esto tiene sus excepciones según la necesidad de cada productor. Cuando se hacía mención a la costa como lugar donde se transportaban los fardos, se hacía referencia a ciudades como Puerto Deseado o Comodoro Rivadavia, ciudades con puerto y donde se encontraba armado el circuito para la venta de lana. “(…) La llevaba sin vender, y allí como estaba la Rural y demás compradores de lana, ahí hacían las ventas”. A partir de esto surgían los ingresos que permitían la manutención de las familias de los estancieros durante todo un año. En relación con esto, una de las entrevistadas comentó: “Mi familia siempre pudo vivir del campo. Cuando fuimos chicos o jóvenes siempre del campo (…) en la época del inicio que se vivía bien, no había tecnología pero dentro de lo que había se vivía muy bien”. Sin embargo esta situación se fue modificando con el tiempo. En general, los precios de la lana luego de la primera guerra mundial (1918) siempre fueron fluctuantes. Para compensar esto y mantener el nivel de ingresos, muchos productores ganaderos aumentaron el número de ovinos. Este incremento alcanzó su techo en la década del 50, época en que se alcanzó el mayor stock ovino provincial. Este crecimiento en cantidad se hizo a expensas del cuidado y preservación del medio ambiente. Una gran superficie de tierras sufrió los efectos de la sobrecarga animal y del sobrepastoreo, lo cual se reflejó en la degradación de la misma (desertificación). La superficie afectada fue sobre todo aquella de peores condiciones en cuanto a calidad e inestables en cuanto a su naturaleza por las características del clima, fisiografía y materiales originales (13)

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(zona costera de los departamentos Magallanes y Deseado, la zona norte y la meseta central). Al respecto, una entrevistada manifestó que llegaron a tener (…) “hasta 6000 ovinos (…) Después más no porque no se podía mantener (…)”. Esta situación crónica de menor precio de la lana, mayor cantidad de animales para compensar y mayor degradación de los ambientes, condujo a que los campos ya no pudieran sostener el número de cabezas para que la explotación generara ingresos suficientes para las familias. El estado de crisis se agudizó con los fenómenos climáticos (nevadas de los años 1983 y 1984), la aparición en el mercado de fibras de origen sintético, que no hizo más que mantener la tendencia en baja del precio internacional de la lana, y sobre todo la incorporación de Nueva Zelanda y Australia como países productores y exportadores de lana. “Yo pienso que a partir del 84 comenzó a decrecer el precio de la lana después de la gran nevada, que se perdieron muchos animales, y fue generalizado en toda Santa Cruz; la lana no tenía precio, China dejó de comprar, porque China era el comprador, o si compraba lo hacía a menor precio. Otros países comenzaron a producir más lana. Australia fue el gran productor de lana. Entonces ya le quitó un poco a… sobre todo a Santa Cruz, porque no era todo oveja la Argentina, era Patagonia”. Este panorama llevó a los establecimientos a trabajar al límite de la rentabilidad, al punto de que algunos campos se abandonaron, sobre todo aquellos más afectados por procesos de desertificación. El abandono de los campos se acentuó luego del año 1991, con la erupción del volcán Hudson. Una gran cantidad de animales murieron y a pesar de los subsidios y créditos del Estado para que los productores pudieran recomponer sus majadas, muchos, ante la crisis que se vivía con anterioridad, optaron por no seguir en la actividad. Al acentuarse la crisis del sector ovino, otras actividades pasaron a liderar la economía y a ofrecer puestos de trabajo a los pobladores. A nivel provincial, estas actividades fueron las extractivas (petróleo y minería) y las vinculadas con el sector público. En el caso particular de Los Antiguos, hacia 1970 el valle comienza a vislumbrar una nueva actividad, la fruticultura. A partir de esta década comienzan a instalarse las primeras plantaciones comerciales de cerezos y de a poco se produjo una reconversión total: ante la crisis del sector demandante del producto que se hacía en valle, los chacareros optaron por generar un nuevo producto.

La esquila Esta actividad era (y es) la que permitía obtener el producto de las explotaciones: la lana. El trabajo de esquila era realizado por personas que llegaban al campo formando parte de una “comparsa”. Esta no era más que un grupo de trabajadores que se movía de estancia en estancia esquilando durante la época de la zafra lanera. Entre los integrantes estaban los esquiladores propiamente dichos, el o los encargados del galpón, los agarradores y nunca faltaba el cocinero, encargado de preparar las comidas para sus compañeros de viaje. Estos dependían del contratista, que era el dueño de la comparsa y quien arreglaba con los dueños de los campos precios y fecha de trabajo.

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En los primeros años de la actividad ovina los viajes los hacían en carros tirados por caballos que de a poco se fueron reemplazando por camioncitos que llevaban a las personas, a los materiales de trabajo y también colchones, frazadas y comida. La herramienta era una tijera de esquilar. Luego esta se fue reemplazando por máquinas, por lo que el trabajo se agilizó. “Esquiladores iba mucha cantidad de gente, ahora no porque con la máquina eléctrica lo hacen rápido. Al comienzo esquilaban a mano”. El tiempo que permanecían en una estancia dependía de la cantidad de animales que esta tenía. “Y estarían un mes esquilando. Una larga temporada”. La época del año era “a fines de diciembre-enero”. En la actualidad, el trabajo se realiza de la misma manera, a través de comparsas que llegan al campo ya organizadas en sus tareas y que se quedan en el mismo durante el tiempo que dure el trabajo con los animales. Se han producido algunas transformaciones, sin embargo, en lo relativo a la cantidad de gente que trae cada una y al tiempo de permanencia, debido a que con la máquina ya no se necesita tanto tiempo para esquilar un animal y también porque al disminuir la cantidad de ovinos en los campos el tiempo que se demanda es menor. Otra característica que se mantiene hasta la actualidad es la época del año en la que se realiza la esquila, aunque no así la señalada, ya que la misma “se hacía más temprano, en noviembre”, mientras que hoy en día esta se lleva a cabo posterior a la esquila, en enero-febrero.

XI.- El petróleo La actividad petrolera comenzó en la zona cercana a Comodoro Rivadavia en el año 1907, cuando a partir de trabajos de perforaciones que se realizaban para resolver el problema de la falta de agua, se descubrió la presencia de petróleo. Desde ese momento la región adquirió un perfil propio y el crecimiento constante de la actividad, unida a una fuerte presencia estatal, provocó la atracción de capitales y de mano de obra (14). Respecto de cómo influyó el auge del petróleo en Los Antiguos, hay distintas percepciones entre los entrevistados. Las mismas se centran en la movilización, o no, de personas desde la localidad hacia la zona petrolífera. Luego de analizar bibliografía sobre la actividad petrolera en la zona de Comodoro Rivadavia, se puede inferir que estas percepciones difieren porque hacen referencia a distintas etapas. Para comprender los distintos relatos, a continuación se describirá resumidamente el origen de la mano de obra que se empleó en la actividad petrolera en el transcurso del tiempo. A partir del descubrimiento de la existencia de petróleo en Comodoro Rivadavia y hasta el año 1922, la mano de obra fue principalmente de origen europeo. Luego, y hasta 1960 aproximadamente, se emplearon trabajadores provenientes del noroeste argentino que llegaban atraídos por las fuentes de trabajo que se generaban y aumentaban debido a la expansión de las explotaciones hacia otras zonas. Una de estas zonas, hacia mediados de la década del cuarenta, fue el noreste de la provincia de Santa Cruz, a las localidades de Cañadón Seco y Caleta Olivia. Hacia fines de la década del 60, ya se habían formado

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verdaderos asentamientos en toda la zona petrolífera, con viviendas y todos los servicios para las familias de los trabajadores, lo que resultó en un mayor atractivo para la llegada de personas dispuestas a emplearse en esta industria (14). Retomando la influencia del petróleo en Los Antiguos, una entrevistada comenta que “El petróleo no influyó en la vida de esta zona, y en Las Heras llegó hace muy pocos años, antes era Comodoro. Ya cuando estuvo en Pico Truncado empezaron a ir de Los Antiguos, los jóvenes comenzaron a irse a trabajar. Pero primero cuando era Comodoro todo Catamarca se vino. Cuando se extendió más, Caleta, Cañadón Seco, Pico Truncado ahí sí comenzó a ir la gente de acá también”. Sobre esto último se mencionó que el petróleo “influyó negativamente, por lo menos si aceptamos que la gente se va”. En esta misma línea, un entrevistado comenta que “muchos hijos de los chacareros se fueron con el petróleo. En muchos casos se fueron todos, padres, hijos, vendieron y se fueron o dejaron un encargado o abandonaron”. Es decir, queda planteado que hasta mediados de la década del 40, el petróleo no significó una movilización de personas desde Los Antiguos debido a que la mano de obra que empleaba provenía de otros lugares. A partir de ese momento y con la expansión de la actividad hacia otras zonas y en magnitud también, tuvo lugar el impacto del éxodo de personas en busca de fuentes de trabajo. Por último, se transcribe un relato que describe la influencia de la actividad en términos demográficos y cómo, si bien en Los Antiguos no tuvo significación, sí la tuvo en las localidades abocadas al petróleo, “cuando comenzó a funcionar todo lo del petróleo se armó un remolino, ahí cambió todo. En Caleta había 4 o 5 casas y en dos años ya había como 5000 personas. Porque con el petróleo todo crece. Pero acá no influyó, ni en Perito, en Caleta sí, ni en Las Heras influyó”.

XII.- La llegada de la cereza Al mismo tiempo que decrecía la demanda de fardos de alfalfa producidos en el valle por parte del sector ganadero ovino, surgía como potencial actividad comercial la fruticultura, fundamentalmente el cerezo. A principios de la década del 70, se plantaron los primeros cerezos con objetivo comercial. “El primero que trajo la cereza desde el punto de vista comercial, fue Sigman. Él trajo esa idea, cerezas ya había un montón acá en Los Antiguos”. Entre los frutales plantados tiempo antes para el consumo familiar había cerezos, pero fue en esta época que se instaló la primera plantación en un número y con un manejo acorde con la comercialización. “Sigman pensó un poco más a fondo y él ya con su tecnología que traía de Mendoza nos ganó por años. (…) Sobre nosotros tenía la gran ventaja de que él conocía la tecnología de Mendoza, conocía el mercado central de Buenos Aires, tenía conexiones con aerolíneas. (…) Ya venía mucho más ligada la cosa, entonces, paso que él daba era un paso en firme”.

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El resto de los chacareros en su mayoría, atraídos por los ingresos que representaba la venta de cerezas, incursionaron en la actividad. Sin embargo, estos no contaban con los conocimientos necesarios para realizar una producción a gran escala, por lo que el inicio en la actividad se hizo de a poco y sobre la base de observar a quienes ya estaban produciendo. En relación con esto, un entrevistado comentó: “Los demás estábamos acostumbrados a plantar manzanos, una pera, un damasco acá, no le daba la dimensión como tiene que ser, hasta que vino la plantación de cerezo”. Otro relata: “Y nosotros que veníamos añares atrás, sin conocimiento del asunto y hemos ido observando cómo a él le iba y nos dimos cuenta, realmente nos convenció por las cifras, nos convenció por el movimiento”. La cereza que se producía en el valle estaba disponible para su venta en fresco en un momento del año en el que no había competencia con cerezas producidas en otros lugares (Mendoza, Trelew). Esta ventaja, junto con un circuito comercial planteado para la venta en Buenos Aires, resultó en un buen negocio y, como se mencionó antes, en una motivación para el resto de los chacareros. “Después planta cereza todo el mundo, porque era buen negocio. Andaba muy bien, se veía como un negocio brillante. Antes éramos los únicos en contraestación, eso nos favorecía y nos diferenciaba”. Sin embargo, el circuito para la venta no fue igual para todos. Mucha de la fruta cosechada no podía ser vendida a Buenos Aires o a otros mercados, debido a que los chacareros no contaban con la posibilidad de hacer uso de medios de transporte y de conservación necesarios para que la fruta llegara en buen estado a destino. “Siempre la producción se pensó para la venta afuera, pero nosotros no teníamos la opción ni siquiera de dónde íbamos a meter (vender) la fruta y se llegó a un momento que sobran las cerezas para el mercado local y no había capacidad para sacar todavía a Buenos Aires. Ahí nace la fiesta de la cereza, para poder sacar la cereza, fundamentalmente para que venga gente y nos compre la cereza”. Es desde entonces, año 1989, que anualmente y durante la época de cosecha, tiene lugar la Fiesta Nacional de la Cereza.

XIII.- Las experiencias asociativas En el año 1967 se fundó la Cooperativa Agrícola Limitada Los Antiguos. La misma surgió porque “los chacareros nos hemos ido juntando de a poquito (…) de ahí surgió la cooperativa agrícola”. El financiamiento estuvo a cargo del Ministerio de Asuntos Sociales de la Nación, “que trajo plata para formar una cooperativa, comprar maquinarias (…)”. “En la Cooperativa Agrícola, ahí teníamos de todo. Hasta trilladoras teníamos. Allá trillaron un año la avena. Iban trillando, embolsando y nosotros íbamos cosiendo la bolsa. Todo eso para vender. Y todas esas máquinas las rompieron todas”. El fin de esta asociación de productores se dio en el año 1970. Algunos dicen que no se mantuvo porque “nadie se sentía dueño de la Cooperativa”. Años más tarde, en julio de 1988, tuvo lugar un nuevo intento de asociación entre productores, pero esta vez de la mano de la cereza. “La Cooperativa El Oasis es consecuencia de la primera, y también se crea con fomentos que hace el Estado”. Esta cooperativa inició sus actividades comerciales recién en

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el año 1993, momento en el que la venta de cerezas representaba el 95% de sus ventas totales. Luego, ya a principios del año 2000, se comenzó a procesar el descarte como cerezas al marraschino para darle un destino comercial a la fruta no apta para la venta en fresco. En la actualidad esta Cooperativa sigue funcionando, aunque con menos socios que los originales, ya que no sólo se ha ampliado la gama de plantas de empaque donde los productores pueden vender la cereza, sino que muchos venden la fruta fresca de forma directa en sus chacras.

XIV.- Las chacras en la actualidad Actualmente, casi la mayoría de las chacras (87%) cuentan con plantaciones de cerezo , aunque cada una es manejada con distinta intensidad en la incorporación de tecnología, por lo que difieren en la cantidad y calidad de fruta producida. Es el cultivo distintivo de la localidad, por ello en mayor o en menor grado la tierra está afectada al mismo, a lo que se sumó en los últimos años la fruta fina (frutillas, frambuesas y otros berries). (15)

Además, se mantienen otras explotaciones, aunque en menor cantidad, como por ejemplo la cría de ovejas, con majadas carniceras pequeñas destinadas al consumo familiar. También se tienen aves de corral (gallinas, patos, pavos) con el mismo destino. La fruticultura, pero no a gran escala, de especies como peras, damascos, manzanas y ciruelos también se mantiene, pensando en el consumo local en fresco o bien en la elaboración de dulces y frutas al natural. La mayoría de estos árboles son los originales, es decir los plantados por los pioneros que se mantienen hasta el día de hoy en las chacras. Las huertas siguen estando presentes para el autoabastecimiento pero ya no como antes, “que cada uno tenía su quinta”. “Ahora traen todo de afuera, ahora todo se compra”. “Antes no se conseguía porque no venía un frutero a traerte fruta, tenías que hacerlo o no comías”. Solamente cerca del 30% de las chacras poseen en la actualidad pasturas de alfalfa (15) en su mayoría para la venta o para satisfacer el consumo de los propios animales. Esto muestra cómo de un valle “alfalfero” se pasó a un valle netamente “cerecero”. La actividad comercial cambió, pero las actividades dentro de algunas de las chacras siguen a un mismo ritmo: los que tienen huerta siguen sembrando lo mismo y bajo las mismas formas de antes, pensando en el consumo de su familia; los pocos que tienen animales, también se manejan de la misma forma aunque ahora con menos libertad en cuanto al uso de los recursos (alambres que delimitan) y también pensando en la familia. En estos casos lo que varió fue la cantidad de unidades dedicadas a estas tareas, pero no el cómo hacerlas.

XV.- Un poco más para contar… Si bien las entrevistas se desarrollaron en torno al eje temático (2) de este trabajo, centrado en las formas de producción en el valle desde la llegada de los primeros colonos hasta el establecimiento comercial del cultivo de cerezos, en los distintos encuentros y a

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medida que las entrevistas se desenvolvían fueron muchas las historias y los temas que los entrevistados relataron. Estos recuerdos, aún cuando no tienen que ver estrictamente con la historia productiva del valle, sí forman parte de lo que ellos quisieron contar y dan cuenta del modo de vida de los colonos que se instalaron en la zona, por lo que se incluyen a continuación.

Las construcciones La mayoría de las construcciones realizadas por los colonos eran de adobe. “Acá se usaba adobe, era más caliente”. Para elaborarlos “Se cortaban los adobes, que se hacían con barro. Los cortamos nosotros los adobes, que era un molde. Vos preparabas el barro, lo pisabas bien con caballos, le echabas bosta de caballo y eso quedaba como un puré de papas. Entonces se llenaban los moldes, esos que eran así de largos y una división en el medio, entonces llenabas este lado y este lado, bien mojaditos los moldes de madera, lo prensabas bien y bien prensadito sacabas el molde y quedaban. Los dejabas secar y seguías haciendo, hasta 100 por día”. Otras eran de chapa. “Ahí era todo un caserón de chapa, mi marido había traído los materiales para hacer el salón todo de chapa”. Hacia 1950, ya se contaba con materiales como ladrillos y cemento, un reflejo de esto es cuando se comenzó a construir la Escuela Nº17 “Policía Federal Argentina” de nivel primario. “Cuando Perón comienza a hacer las escuelas, Don Neno viene de albañil, él tenía una calera, fabricaba cal, y él hace la escuela 17”, cuenta Walter Treffinger, quien hoy vive en la chacra que le legara Don Neno.

La calefacción Para calentar las viviendas, el principal medio combustible era la leña. La misma “(…) se sacaba de los molles, del chacay. Había mucho monte. Pero sacaban en verano, otoño, que había mucho para cortar. Cortaban la leña seca y la iban amontonando y después la iban a buscar y la guardaban”. Se salía a caballo a recorrer para cortar la leña de los “árboles que ya estaban secos” y la traían luego con bueyes. “En algunos lugares antiguamente ponían braseros en los dormitorios para calentar. Se usaba mucho con los bebés”.

Los festejos Generalmente, no se compartían muchas actividades entre los vecinos, sin embargo existían ocasiones especiales en las que el encuentro tenía lugar: “los vecinos estaban todos lejos, nos veíamos para los cumpleaños”. En estos eventos “(…) se festejaba afuera, había glorietas de álamos y parrales, no había uvas ni nada, pero ahí abajo se hacían los bailes. Se bailaba la ranchera, se bailaba paso doble, tocaban acordeón, guitarra (…)”.

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El escenario generalmente era al aire libre pero con reparo. “Mi abuelo tenía una ramada, era un quincho de duraznillo. Eran paredes así con puertas, con piso de tierra, el techo todo de duraznillo. Vos entrabas y era una habitación, y ahí en la punta hacían los asados y se bailaba”. Otro motivo para juntarse y festejar era la señalada de los corderos durante el mes de noviembre. “(…) En cada lugar que tenía ovejas se hacía la señalada, el que más tenía eran 200, 300 ovejas e igual se festejaba la señalada. Era famosa porque se carneaban corderos, se bailaba, se jugaba a la taba, se corrían carreras cuadreras”. Al respecto, Sara Martínez menciona que en la estancia La Aurora “Para la señalada se hacía una gran fiesta, iba todo el pueblo a La Aurora”.

La primera escuela “La primer escuela, antes que hicieran esta que debe ser del plan quinquenal de Perón (…) era ahí mismo pero chiquita y antes era la de Mimica”. En este relato se hace referencia en primer lugar a la Escuela Nº 17 de nivel primario construida en la década del 50. Luego refiere a la escuela que funcionó en el mismo lugar pero con otro edificio y por último, la primera escuela, que funcionó en la casa de Don Mimica y Doña Elisa Acevedo, sobre la orilla este del río Los Antiguos.

Antes había más… Una constante en todas las entrevistas es la referencia que hacen los entrevistados a elementos que en la actualidad ya casi no se encuentran o a circunstancias que cambiaron. Un ejemplo es el chacay, arbusto al que se nombra en varias ocasiones. La importancia queda plasmada en el recuerdo constante del mismo en distintas situaciones de la vida cotidiana: “para pelar el trigo”, “para alimentar a las vacas cuando nevaba”. Cuentan que este arbusto se encontraba en todos lados y en gran cantidad en el valle, pero lo cierto es que hoy en día resulta difícil encontrar ejemplares. Pero sin lugar a dudas el recuerdo del chacay como “arbolito de navidad de los chicos en la escuela”, es el que mejor indica su valor para la vida de ese entonces. Otro ejemplo, es el clima y dentro de este lo referido al frío y la nieve. En varios momentos se hace hincapié en que “antes nevaba más”. “Era mucho más frío antiguamente, los inviernos mucho más crudos, nevaba mucho”. Este tema de la nieve es recurrente en la población de la localidad en general, y sobre todo a nivel de los campos, donde se asume que por el cambio en el clima ya los campos no soportan las mismas cargas de ovinos que hace unos años atrás.

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XVI.- Consideraciones finales Este trabajo surgió como inquietud al ver que muchos de los productores que se asesoran desde la Agencia de Extensión Rural del INTA ubicada en Los Antiguos, siempre comentan sobre lo de “antes” y cuentan con una carga de conocimientos desde la experiencia que consideramos debían ser rescatados. Debido a que hay disponibilidad de diversos materiales escritos desde el establecimiento de la cereza como cultivo comercial en el valle en la década del ’70, a que se cuenta sólo con información de tipo general sobre el tipo y formas de producción previo a ese momento y con el fin de “rescatar” esa historia previa, se planteó como momento histórico de estudio el que se comprende entre la llegada de los primeros colonos hasta el establecimiento del cerezo como cultivo comercial. A medida que se realizaban las entrevistas, se pudo advertir que hay mucho más para contar, que cada persona tiene “su” historia y que si bien el entorno natural, social y económico fue el mismo, cada uno lo internalizó de distintas maneras. Durante las entrevistas, el diálogo seguía solo su curso y los temas iban surgiendo según lo que cada uno quería contar respecto del tema eje, según lo que cada uno recordaba y consideraba más relevante en su vida. De allí que a partir de cada historia en singular, se construyó una historia de voces plurales, rescatando los recuerdos puestos en palabras (2). Para finalizar compartimos palabras de los protagonistas sobre el valor de la historia, y sobre todo, el contar con el tiempo y el medio para rescatar la de cada uno y así poder compartirla: “Lo que no es escuchar a esas personas, porque si nosotros lo hubiéramos escuchado hubiéramos anotado todo, los nombres, eran conversaciones nomás”. “Que lástima que a nuestros padres no le preguntamos más, más cosas. A lo mejor él por ahí contaba y le llevábamos el apunte”. “No preguntamos a tiempo como para tener más datos”.

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Agradecimientos Sin lugar a dudas el principal agradecimiento es para quienes desinteresadamente brindaron su tiempo, entusiasmo y confianza para compartir sus recuerdos. Ellos son (según el orden en el que se hicieron las entrevistas): Luisa Larrea de Vázquez, Elisa Acevedo de Mimica, Jorge Seguel, Claudio Amand de Mendieta, Clementina Beroiza de Vallejos, Valentín Soto, Isabel Beroiza de Soto, Walter Treffinger, Norma Treffinger, Sara Martínez, Elisa Martínez, María Aurora Martínez y Miryam de Smet D´Olbecke. A la Secretaría de Turismo de la Municipalidad de Los Antiguos y a las familias Amand de Medienta, Seguel y Mimica por prestarnos material fotográfico para esta publicación. A la Ing. RRNN Paula Paredes, del Área de Monitoreo Ambiental y SIG de la EEA INTA Santa Cruz y al Ing. Ftal. Boris Díaz, de SIT Santa Cruz, por la provisión de las imágenes. Al Lic. Carlos Surraco y al Sr Patricio Lovera, del Área de Comunicaciones de la EEA Santa Cruz, por las gestiones realizadas para concretar esta publicación. También a la Lic. Celina San Martín del Instituto de Arqueología de la UBA, quien compartió las primeras entrevistas, acompañamiento que resultó guía para el resto de las entrevistas realizadas. A la Lic. María José Figuerero Torres y a la Dra. María Victoria Horwitz, del Instituto de Arqueología de la UBA, que sumaron una mirada objetiva y académica al momento de las correcciones. A la Lic. Marina Basalo, Secretaria de Turismo de la Municipalidad de Los Antiguos, que realizó aportes y compartió información y fotos que permitieron darle el formato final al trabajo. Por último, a la Dra. Laura Torres, investigadora del CONICET que en medio de sus tareas se hizo un tiempo para guiar el trabajo, leer los avances y realizar aportes invalorables en función de su formación como doctora en antropología.

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