LAS MUJERES DEL 27, EN EL EXILIO, ESCRIBEN SUS MEMORIAS

José Romera Castillo José Romera Castillo Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid LAS MUJERES DEL 27, EN EL EXILIO, ESCRIBEN SUS MEMOR...
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José Romera Castillo

José Romera Castillo Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid

LAS MUJERES DEL 27, EN EL EXILIO, ESCRIBEN SUS MEMORIAS Iniciaré esta exposición con unas advertencias previas. La primera, que este trabajo no surge ex nihilo, sino que se inserta dentro de las actividades del Centro de Investigación de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) –como puede verse en la página electrónica http://www.uned.es/centroinvestigacion-SELITEN@T–, que dirijo desde 1991, dentro de la producción crítica, llevada a cabo en España, en estos últimos años, de la que me siento muy ufano al haber sido uno de sus pioneros1. En efecto, en su seno hemos dedicado al tema cuatro2 de los XVII Seminarios Internacionales, que celebramos anualmente, la inclusión de diversos trabajos en nuestra revista Signa (editada en formato impreso por la UNED y electrónico)3, las diferentes tesis de doctorado (todas ellas publicadas)4, realizadas bajo mi dirección, y los numerosos trabajos tanto míos como de otros colaboradores. La segunda, que dentro del tronco del grupo del ‘27, que hasta no hace mucho se consideraba un núcleo cerrado, formado por una serie de escritores –hombres y poetas–, hay que considerar dos ramas más: la denominada La otra generación del ‘27 (la del humor) – compuesta por una serie de dramaturgos (Edgar Neville, Jardiel Poncela, López Rubio y otros)5– y la constituida por un grupo de escritoras que, afortunadamente, se están reivindicando en estos últimos años, y que produjeron una valiosa nómina de escritos autobiográficos, dentro del cultivo de esta modalidad de escritura practicado en España por las mujeres, según ha sido estudiado por la crítica6, como consecuencia de la terrible guerra (in)civil de 1936-1939 y el dramático exilio que sufrieron, que se unen a los producidos por hombres ilustres (Alberti, Ayala, Sender, Gil-Albert, Dieste, Jarnés, Moreno Villa, Corpus Barga, Manuel Andujar, Cernuda, Aub, Emilio Prados, Altolaguirre, Larrea, CansinosAssens, Max Aub, Arturo Barea, León Felipe y otros). Y la tercera, que no trataré aquí de una serie de autoras, de las que me he ocupado en “Testimonios autobiográficos de escritoras andaluzas en el exilio” y otros trabajos7. Con el fin 1

Ver Romera Castillo 2003a; así como Romera Castillo 1999 y Romera Castillo 2004; además Romera Castillo 2006. Romera Castillo 1993; Romera Castillo/Gutiérrez Carbajo 1998; Romera Castillo 2000 y Romera Castillo 2003b. 3 Signa. Revista de la Asociación Española de Semiótica, que dirijo, se edita anualmente en dos versiones: la impresa (por la UNED) –con 16 números publicados hasta el momento– y la electrónica –hasta el núm. 12– (). 4 Dos de ellas relacionadas con nuestro tema: Maillard García 1997 y Cedena Gallardo 2004; y otras dos de Alicia Molero de la Iglesia Molero de la Iglesia 2000 y Puertas Moya , que ha dado origen a varias publicaciones. Además de varias Memorias de Investigación (inéditas), entre las que traeré a colación la de María del Mar Pastor (Navarro 1985). 5 Como he estudiado en “Perfiles autobiográficos de la Otra generación del 27 (la del humor)”, en mi libro De primera mano. Sobre escritura autobiográfica en España (siglo XX) (Romera Castillo 2006). 6 Ver los estudios, entre otros, de Durán López 1997; Durán López 1999 y Durán López 2004; Caballé 1995 –obra en la que hay escasas referencias a este grupo de mujeres en el cuerpo del texto (Tercera parte, “El siglo XX (hasta 1975)”, salvo excepciones (M.ª Teresa León y Rosa Chacel, por ejemplo)– y Díaz-Diocaretz / Zavala 1998; o yo mismo en Romera Castillo 1991; Romera 1993; Romera Castillo 2006, respectivamente y otros estudios que señalaré después. 7 Que aparecerá en las Actas del Seminario Internacional “Escritoras andaluzas en el exilio”, celebrado en Córdoba (24-26 de abril de 2007), que serán publicadas por la Universidad / Diputación Provincial en 2007, en el que estudio la obra autobiográfica de las andaluzas: María Zambrano (Vélez-Málaga, 1904-Madrid, 1991), María Pérez Enciso (Almería, 1908México, 1949), Isabel Oyarzábal Smith (Málaga, 1878-México, 1974) -conocida como Isabel de Palencia, al tomar el apellido de su marido-, María Campo Alange (Sevilla, 1902-Madrid, 1996), Victoria Kent Siano (Lagunillas, Málaga, 1898Nueva York, 1987) e Isabel García Lorca (Granada, 1910-Madrid, 2002); de la parlamentaria por Granada, María de la O Lejárra García (San Millán de la Cogolla, Logroño, 1874-Buenos Aires, 1974) –conocida también por María Martínez 2

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de completar la visión de conjunto de este grupo de mujeres quisiera referirme brevemente, a algunos aspectos –que no todos– que completan estudios anteriores8 y que considero se deben tener en cuenta, centrándome en los siguientes tres aspectos. Las teóricas de esta modalidad de escritura Ante todo, destacaré que son dos mujeres, discípulas de Ortega y Gasset, pertenecientes al círculo de la Revista de Occidente (Mora 1987), las que hacen una sistemática reflexión teórica sobre el género autobiográfico, por vez primera en España y antes que ningún otro teórico, además de practicarlo. María Zambrano Alarcón (Vélez-Málaga, 1904-Madrid, 1991), discípula de Ortega y Gasset, Zubiri y García Morente –con una labor autobiográfica importante, muy especialmente en Delirio y destino. Los veinte años de una española (Zambrano Alarcón 1989)9, como he estudiado en el trabajo presentado en Córdoba–, en La confesión, género literario (Zambrano Alarcón 1941), contribuyó ampliamente a la teoría de esta modalidad de escritura, a cuyo estudio, fundamentalmente, dedicó su tesis de doctorado, bajo mi dirección, dentro de una de las líneas de trabajo de nuestro Centro de Investigación, mi alumna María Luisa Maillard (Maillard 1997)10, a la que remito. La filósofa Zambrano11, que, tras acuñar el concepto de la razón poética –creación de la persona a partir de una metodología que se articula en torno a ese tipo de razón, como alternativa a la crisis del racionalismo europeo de los inicios de siglo XX–, había reflexionado sobre el tema colateralmente, además, en escritos sobre el sujeto (el yo) y la confesión12, la existencia13, el tiempo14 y otros aspectos relacionados con el género autobiográfico. Asimismo, Rosa Chacel (Valladolid, 1898-Madrid, 1994), polifacética escritora15, cuya novelística está cargada de autobiografismo e impregnada de una recia vena filosófica – además de practicar el género en Desde el amanecer. Autobiografía de mis primeros diez Sierra–; de las casadas con maridos andaluces: Zenobia Camprubí (Malgrat, Barcelona, 1887-San Juan de Puerto Rico, 1956)7 -Juan Ramón Jiménez-, María Teresa León Goyri (Logroño, 1903- Madrid, 1988) -Rafael Alberti-, Concepción Méndez Cuesta (Madrid, 1898-México, 1986) -Manuel Altolaguirre-, Luisa Carnés Caballero (Madrid, 1905-México, 1964) compañera sentimental del poeta cordobés Juan Rejano- y de las relacionadas con escritores de Andalucía: Pilar de Valderrama Alday (Madrid, 1899-Madrid, 1979) -la Guiomar de Antonio Machado- y Ernestina de Champourcín (Vitoria, 1905-Madrid, 1999) -Juan Ramón Jiménez-. Ver además de Romera Castillo 2007. Los dos trabajos, más éste, ampliados, integrarán un capítulo de mi próximo libro, La textura de la memoria. Panorama de la escritura autobiográfica en España a finales del siglo XX. 8 Ver especialmente los estudios de: Mangini 1997 y Mangini 2001; Leggott 2001 y Leggot 2007; Rodrigo 1979; Rodrigo 2003, donde estudia 22 figuras femeninas de la época; Brown 1991; Nash 1999; así como Grillo 1995; Pacheco 2001, etc. Por su parte, Maryse Bertrand de Muñoz, en varios de sus trabajos sobre la guerra civil y la novela española, se ha referido al tema, como, por ejemplo, en “Memorialismo”, en su obra, La guerra civil española. Los años de la democracia (Muñoz 1994). Además de los trabajos a los que me he referido anteriormente y los que citaré después. 9 Ha sido traducida al francés por Nelly Lhermillier (Lhermillier 1997) y al inglés por Carol Maier (Maier 1999). Obra que ha generado una copiosa bibliografía que no puedo citar aquí. 10 En la mencionada publicación dedica parte del capítulo 3 a la “Aportación del pensamiento de Zambrano a la literatura intimista” (155-205), donde confronta las teorías modernas sobre lo autobiográfico con las reflexiones de María Zambrano sobre el tema. 11 Sobre su amplia labor como pensadora, ver los estudios reseñados en el compendio: Zambrano 2000. Entre los estudios publicados posteriormente reseñaré, entre otros, los de Ortega Muñoz 2004; Piñas Saura 2004; Macola 2004; Cerezo Galán 2004; Sánchez Cuervo 2004; Revilla Guzmán 2005; Silvestre 2005; Abellán-García González 2006. 12 Ver por ejemplo Zambrano 1994 Son de interés el fragmento primero, “El sujeto y su sombra: proyecto y método” y el tercero, “Saberes y géneros literarios”, en donde examina “la relación necesaria, obligada, entre filosofía y poesía, y los métodos experienciales y géneros literarios de los que ésta depende y a los que ha dado lugar: la tragedia, la novela, la confesión, la guía...” (Morey 1998). Ver además, Moreno Sanz 1995. 13 Ver la reflexión sobre la existencia de María Zambrano (Zambrano 1992). 14 Ver Maillard 1993; Eguizábal Subero 1999; Múgica 2001, etc. 15 Ver la Obra Completa de la autora: 1. La sinrazón y otras novelas, 2. Ensayo y poesía, 3. Artículos I, y 4. Artículos II, Valladolid, Centro de Creación y Estudios Literarios Jorge Guillén de la Diputación Provincial, 1989, 1989, 1993 y 1993, respectivamente (con edición de Ana Rodríguez-Fischer. El vol. 2 lleva un estudio de Félix Pardo).

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años (Chacel 1972) y en tres entregas diarísticas: Alcancía I. Ida; Alcancía II. Vuelta (Chacel 1982) y Alcancía III. Estación termini (Chacel1998) –, dedicó otro trabajo a esta modalidad de escritura, La confesión (Chacel 1971), en el que, siguiendo a Ortega16, examina algunos libros importantes de confesiones (como los de San Agustín, Rousseau y Kierkegaard). Por su parte, Shirley Mangini (Mangini 1997a) ha tratado de la concepción que tienen del género diversas mujeres, de este periodo, a través de sus textos autobiográficos. Defensoras del feminismo Es cierto que en los finales del siglo XIX –con voces preclaras como las de la socióloga Concepción Arenal (Ferrol, 1820-Vigo, 1893), la periodista Sofía Casanova (Almeiras, Culleredo, 1861-Poznan, Polonia, 1958) o las escritoras Emilia Pardo Bazán (La Coruña, 1851-Madrid, 1921), Concha Espina (Santander, 1877-Madrid, 1955) y otras– se inició un recio periodo de reflexión femenina; pero también lo es, que ha sido el siglo XX el que ha dado el impulso mayor a este empeño, gracias a una formación liberal. Fueron dos las instituciones que se destacaron en defensa de la equiparación de los derechos del hombre y de la mujer, fundadas por María de Maeztu Whitney (Vitoria, 1881-Mar del Plata, Argentina, 1948), con las que nuestras autoras, en general, tuvieron un estrecho contacto: la Residencia de Señoritas –equivalente a la Residencia de Estudiantes de Jiménez Fraud–, creada en 1915, en Madrid y el Lyceum Club Femenino, fundado en 1926, también en Madrid, a semejanza de los ya existentes en Europa (París y Londres) y Nueva York. En la nómina de mujeres, frívolas y perversas –como titulaba su obra Andrés González Blanco (González Blanco 1920)–, defensoras del feminismo, figuran las adelantadas Carmen de Burgos y Seguí (Rodalquilar, Almería, 1867-Madrid, 1932), Colombine; la aristócrata María Campo Alange (Sevilla, 1902-Madrid, 1996) con sus dos libros de memorias: Mi niñez y su mundo (1906-1917) (Campo Alange1956) –donde rememora sus quince primeros años en su Andalucía natal– y Mi atardecer entre dos mundos. Recuerdos y cavilaciones (Campo Alange 1983) –una continuación del anterior, escrito desde la madurez–; o Constancia de la Mora Maura (Madrid, 1906-Guatemala, 1950) con sus memorias, Doble esplendor. Autobiografía de una aristócrata española, republicana y comunista (Maura 1944)17 y dentro del exilio interior, ocasionado por la guerra civil, Carmen Baroja y Nessi (Pamplona, 1883-Madrid, 1950) –la única mujer del ‘98– con Recuerdos de una mujer de la generación del ‘98 (Baroja y Nessi 1998); Carmen de Zulueta (Madrid, 1916) con La España que pudo ser: memorias de una institucionista republicana (Zulueta 2000); Josefina Carabias y Sánchez Ocaña (Arenas de San Pedro, Ávila, 1908-Madrid, 1980) con Crónicas de la República: del optimismo de 1931 a las vísperas de la tragedia de 1936 (Carabias1997) y Los alemanes en Francia vistos por una española (Ocaña 1989) –en donde da cuenta tanto del exilio republicano español en la capital francesa como de la ocupación nazi de la misma– y otras más. Todas, desde sus escritos, desde el Parlamento o la calle, desde su casa o la docencia, tuvieron un gran protagonismo en el reclamo de la igualdad de derechos con los hombres, contribuyendo enormemente a la modernización de la España de entonces, aunque su labor y dedicación fuese anulada y aplastada por el régimen franquista. Pero eso sí, plantaron la semilla que germinaría con fuerza y justeza con la llegada de la democracia, tras la muerte de Franco. 16

Ver Scarlet 1992; Reyes Lázaro 1995, etc. Rosa Chacel en la novela Estación. Ida y vuelta, toma como argumento la filosofía del maestro (Chacel 1989). 17 La obra ha sido traducida a varias lenguas más: Maura 1948; Maura 1951; Maura 1961; Maura 1963, etc. Greene 1993; Pacheco 2001 y Fox 2004.

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a) Dos posturas enfrentadas ante el voto femenino Resulta contradictorio que dos mujeres destacadas en la defensa de los derechos de la mujer, en su activismo político, tuviesen una actuación divergente ante un hecho tan justo como el de dar el derecho al voto en las elecciones democráticas a su género18. Me refiero al caso de Victoria Kent y Clara Campoamor. De la primera, Victoria Kent Siano (Lagunillas, Málaga, 1898-Nueva York, 1987) y de su obra autobiográfica, Cuatro años en París (19401944) (Siano 1947), me he ocupado en un trabajo anterior. Destacaré de ella que, frente a ser una gran innovadora al frente de la Dirección General de Prisiones (1931-1934), se opuso como parlamentaria en las Cortes, por disciplina de partido, a que la mujer obtuviera el derecho a ejercer el voto, ya que –pensaba– al no tener una debida preparación votaría a favor de las posturas más conservadoras, en detrimento de las de la izquierda; hecho que le ocasionó una fuerte polémica con su colega de partido Clara Campoamor y, a su vez, una gran impopularidad19. Por su parte, Clara Campoamor Rodríguez (Madrid, 1888-Lausanne, Suiza, 1972)20, abogada y diputada en las primeras Cortes republicanas (1931), fue una gran defensora del feminismo21, así como también del derecho del voto de las mujeres en las Cortes –frente a la diputada Victoria Kent– y del divorcio, como dejó plasmado en sus memorias, Mi pecado mortal: el voto femenino y yo (Rodríguez 1936/2001) –ya que su ardorosa batalla le llevó a un aislamiento político–, en las que narra esta amarga pero extraordinaria victoria. Iniciada la guerra civil se instala en Lausanne –donde moriría, tras una estancia en Argentina, sin poder volver a España–, y escribe el ensayo de matiz autobiográfico La revolución española vista por una republicana22. Tesis a las que se unieron Margarita Nelken Mansberger (Madrid, 1894-México, 1968)23, política socialista (elegida parlamentaria en 1931, 1933 y 1936) y después comunista, periodista, escritora y traductora24 –exiliada en París, Moscú y México–, que fue una de las más destacadas representantes del feminismo, a través de sus obras25, muy especialmente en 18

Ver Fagoaga 1985; García Méndez 1979; Capel Martínez 1992; Mangini 1997; Mangini 2001 y Domingo Soriano 2004. Asimismo, le faltó sinceridad para poner de manifiesto su lesbianismo, quizás porque el debate sobre el tema todavía no se consideraba oportuno en la época. 20 Ver los estudios, entre otros, de Fagoaga/Saavedra 1981; (Mangini 2001; Díaz Sánchez 2006; Lafuente Zorrilla 2006; Capel Martínez 2007; Fariña 2007. Rodrigo 1999 -en la que se reproduce una carta, dirigida a Consuelo Berges, desde Lausanne (fechada el 6 de noviembre de 1957)- y la recreación teatral López Mozo 2005. 21 Rodríguez 2006. Además, prologó la obra de María Cambrils (Cambrils 1925) y el volumen El pensamiento vivo de Concepción Arenal (Rodríguez 1943); así como escribió un ensayo sobre una de las escritoras americanas destacadas (Rodríguez 1944). Entre su labor biográfica figura también la Vida y obra de Quevedo (Rodríguez 1945). 22 Publicado inicialmente, vertido al francés, como La revolution espagnole vue par une republicaine, París, Plon, 1937 (con traducción de Antoinette Quinche). Otras ediciones españolas: Barcelona, Universitat Autònoma, 2002 (con traducción de Eugenia Quereda Belmonte y edición de Neus Samblancat Miranda); Sevilla, Espuela de Plata, 2005 (con traducción española del francés y edición de Luis Español Bouché); con reedición en Sevilla, Renacimiento, 2007. No es extraño también que, en sus traducciones, dentro de su afición autobiográfíca, tradujese una de las piezas señeras de lo diarístico, Diario íntimo (Buenos Aires, Losada, 1949), de Henri Frédéric Amiel (1821-1881); además de otras traducciones de obras de Théophile Gautier, como La novela de una momia, Madrid, Espasa-Calpe, 1923, 1968 y 2000; Madrid, Valdemar, 1993 y Barcelona, Planeta-De Agostini, 2002. 23 Ver Martínez Gutiérrez 1997; Rodrigo 1996; Mangini 2001, etc. Sobre su hermana, Carmen Eva Nelken (Madrid, 1898México, 1966), conocida como Magda Donato, también escritora y actriz, ver el esbozo biográfico de Antonina Rodrigo (Rodrigo 1999). 24 Ver por ejemplo las narraciones, Nelken Mansberger 1913 y Nelken Mansberger 2000; Nelken Mansberger 1923; Nelken Mansberger 1924a; Nelken Mansberger 1924b; Nelken Mansberger 1924c; Nelken Mansberger 1924d; Nelken Mansberger 1925; Nelken Mansberger 1926. Escribió la biografía Nelken Mansberger 1917; así como tradujo obras de Shakespeare, Anatole France, Gustave Cohen, Oscar Wilde, etc. 25 En textos como Nelken Mansberger 1927; Nelken Mansberger 1929; Nelken Mansberger 1975 –obra clave de su producción feminista–; Nelken Mansberger 1930; Nelken Mansberger 1931; así como las conversaciones e ideario, recogidos por Margarita Nelken, de Santiago Ramón y Cajal –con quien trabajó–, Nelken Mansberger 1932, etc. Ver los estudios, entre otros, de Raúl Ianes (Ianes 1995); Borrachero 1998, etc. 19

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Por qué hicimos la revolución (Nelken Mansberger 1936), de matiz autobiográfico; así como, entre otras, la parlamentaria socialista por Asturias (elegida en las elecciones de 1933 y 1936), Matilde de la Torre Gutiérrez (Cabezón de la Sal, Cantabria, 1884-Cuernavaca, México, 1946)26 –novelista y folclorista27–, exiliada en México, que da cuenta de sus vivencias durante la guerra en tierras asturianas en el relato autobiográfico novelado, Mares en la sombra. Estampas de Asturias28. b) Dos contradictorias actitudes En todo el conjunto de escritura autobiográfica del exilio nos encontramos con una paradójica situación, al menos aparentemente. En efecto, algunas de estas damas que tuvieron un doble exilio, el político y el femenino –como ha estudiado Biruté Ciplijauskaité (Ciplijauskaité 1989)–, estas mujeres del ‘27, las silenciadas –según las llama Antonina Rodrigo–, atendieron tanto a su labor literaria o artística, como algunas de ellas fueron parejas de maridos ilustres. Pues bien, defensoras de los derechos de la mujer en sus escritos y en su actividad militante, algunas cayeron en una contradicción personal muy fuerte. Me referiré, para ejemplificar el aserto, a dos de ellas29, relacionadas entre sí: María Lejárraga y Zenobia Camprubí, a las que he prestado atención en otros trabajos anteriores. Señalaré ahora que María de la O Lejárra García (San Millán de la Cogolla, Logroño, 1874-Buenos Aires, 1974) –autora de una obra política autobiográfica importante, Una mujer por caminos de España, recuerdos de propagandista (Lejárra García 1952)–, que por amor o conveniencia no solamente perdió sus apellidos para tomar los de su marido, sino que escribió parte de la obra de éste, en una actitud contradictoria con sus planteamientos, al ser una gran defensora del feminismo (con abundantes escritos), como se constata en la biografía autobiográfica, Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración (Lejárra García 1953)30 –según ha develado la perspicaz investigadora granadina Antonina Rodrigo, en la certera biografía, ahora rescatada, de esclarecedor título, María Lejárraga. Una mujer en la sombra (Rodrigo 1992)– constituye un claro ejemplo de la contradicción –¿o de sibilino recurso para su sustento o para vivir a su aire?– en la que cayeron algunas de estas mujeres. Otro tanto le ocurrió a Zenobia Camprubí Aymar (Malgrat, Barcelona, 1887-San Juan de Puerto Rico, 1956) –de la que también me he ocupado en otras investigaciones–, quien en su obra autobiográfica Vivir con Juan Ramón (Camprubí 1985), epistolario31 y muy especialmente en sus tres entregas diarísticas Diario. Cuba (1937-1939) (Camprubí 1991), Diario, 2. Estados Unidos (1939-1950) (Camprubí 1995) y Diario 3. Puerto Rico (1951-

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Ver Mª del Carmen Calderón Gutiérrez, Matilde de la Torre, 1884-1946 -incluye una antología de textos- (Caderón Gutiérrez 1984a) y Matilde de la Torre y su época (Caderón Gutiérrez 1984b); la “postal” de Antonina Rodrigo, en su obra, Mujer y exilio 1939 (Rodrigo 1999: 381-382), etc. 27 Ver De la Torre 1917; De la Torre 1928; De la Torre 1930; De la Torre 1979, etc. 28 Ver De la Torre 1940 y De la Torre 2007; además: De la Torre 1936 y Trueba Mira 1939. 29 El caso no es exclusivo de ellas, piénsese, por ejemplo, en el de otra mujer, la almeriense Carmen de Burgos, Colombine, y su relación con Ramón Gómez de la Serna (con el que convivió veintiún años sin casarse desde 1908 a 1929), aunque con diverso final que las dos estudiadas aquí, como por ejemplo ha tratado (Núñez Rey 2005). 30 Reeditado en Valencia, Pre-Textos, 2000 (con edición de Alda Blanco). Vid. además de Patricia W. O'Connor, “Death of Gregorio Martínez Sierra’s Coautor”, Hispania, núm. 58 (1975), 210-211; Gregorio and María Martinez Sierra, Boston, Twayne, 1977; Gregorio y María Martínez Sierra. Crónica de una colaboración, Madrid, J. García Verdugo, 1987 (con traducción de Juan García Puente) y “Sortilegio de amor y los trágicos triángulos en la vida y obra de María Martínez Sierra”, en Juan Aguilera Sastre (ed.), María Martínez Sierra y la República: Ilusión y compromiso, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2002, 15-34; María Á. Salgado, “Gregorio y yo: la verídica historia de dos personas distintas y un solo autor verdadero”, Hispanófila, núm. 96 (1989), 35-43; V. Sánchez Rey, “Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración, de María Martínez Sierra”, Clarín: Revista de Nueva Literatura, núm. 31 (2002), 80, etc. 31 Se ha iniciado la edición completa de las misivas de Zenobia Camprubí (Camprubí 2006). Ver además Jiménez/Camprubí 1986 y otras entregas publicadas fragmentariamente.

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1956) (Camprubí 2006)32, da muestra de una entrega absoluta a la persona y obra de su marido, en detrimento de la suya. Otras escritoras de menor fuste Finalmente, haré una tercera cala. Muchas de estas mujeres, sin ser escritoras, además de producir una obra autobiográfica destacada, cultivaron la escritura literaria, con mejor o peor tino, así como fueron traductoras de diversas obras literarias; facetas de las que sería preciso hacer un exhaustivo estudio. Pondré solamente algunos botones de muestra, además de lo señalado anteriormente sobre Margarita Nelken, Carmen Eva Nelken –Magda Donato– y Matilde de la Torre. Federica Montseny Mañé (Madrid, 1905-Toulouse, Francia, 1994)33, dirigente anarquista de la CNT (Mañé 1991) y ministra de Sanidad y Asistencia Social (1936-1937) – siendo la primera mujer que ocupó un Ministerio en España, durante el mandato de Largo Caballero, regulando el derecho al aborto–, exiliada en el sur de Francia, además de sus incursiones literarias34, cultivó el género memorialístico en Mis primeros cuarenta años (Mañé 1987) –donde ha dejado el testimonio de una agitada vida política y sindical–; Seis años de mi vida (1939-1945) (Mañé 1978) –donde propugnó, frente al sexismo imperante en los movimientos obreros, la emancipación económica y sexual de la mujer–; la conferencia, pronunciada en el Teatro Apolo de Valencia, Mi experiencia en el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (Mañé 1937) y Cien días en la vida de una mujer (Mañé 1949). Otra anarquista Sara Berenguer (Barcelona, 1919), que luchó en la guerra civil en la CNT y en Solidaridad Internacional Antifascista, exiliada en Francia, además de escribir una serie de poemarios35, dejó testimonio de su dura vida y de muchas de sus compañeras en la obra Entre el sol y la tormenta: revolución, guerra y exilio de una mujer libre36. Silvia Mistral (La Habana, 1914-México, 2004) –de nombre verdadero Hortensia Blanch Pita–, con antecedentes catalanes y gallegos, colaboradora de revistas y autora de un libro de prosa poética (Madréporas) (Mistral 1967) y cuentos infantiles, en Éxodo (Diario de una refugiada española) (Mistral 1940), escrito en tercera persona, anota sus últimos días de la guerra en un barrio obrero, próximo a Barcelona, su exilio de cuatro meses en el sur de Francia y su travesía a bordo del Ipanema, que le llevaría a Veracruz (México). Carlota O’Neill Lamo (Madrid, 1905-México, 1990), esposa del capitán Virgilio Leret Ruiz –inventor del motor a reacción–, republicana progresista, periodista y escritora –bajo el seudónimo de Laura de Noves37, tomado para no ser reconocida por el franquismo–, en Una

32 Me he ocupado de esta entrega del diario en “Contexto autobiográfico de Juan Ramón Jiménez” (Diéz de Revenga/De Paco 2007). 33 Ver los estudios biográficos, entre otros, de Alcalde 1983; Mangini 1986; Sánchez Sánchez 1987; Morales 1992; Rodrigo 1996; Aymerich/Passarrodona 1998; Montseny 2003; Moa/Rodrigo 2004; Lozano 2005; Rodrigo 2006, etc. Además de Pons 1977. 34 En obras, editadas en Barcelona por Publicaciones de la Revista Blanca, como Mañé 1920; Mañé 1920a; Mañé 1920b; Mañé 1920c; Mañé 1920d; Mañé 1920e; Mañé 1920f; Mañé 1920g; Mañé 1920h; Mañé 1920i; Mañé 1920j; Mañé 1920k; Mañé 1928; Mañé 1930-con El hijo de Clara, como segunda parte- Mañé 1927-; Mañé 1930; Mañé 1951; y Mañé 1991;; Mañé 1931a; ; Mañé 1931b; Mañé 1934 y Mañé 1935; además de Mañé 1930; Mañé 1937; Mañé 194-?, etc. Algunas de estos textos se han recogido en el volumen colectivo Mañé 2003. 35 Escribió libros de poemas como Berenguer 1982 -bajo el nombre de Sara Guillén-; Berenguer 1986; Berenguer 1992 y Berenguer 2004. Algunos de sus poemas se han incluido en varias antologías. Así como recogió y anotó textos de diversas mujeres feministas (Conchita Liaño y otras), Berenguer 1999. Cf. el esbozo biográfico de Antonina Rodrigo, Rodrigo 1939. 36 Berenguer 1988 y (Berenguer 2004). 37 Novelas publicadas bajo su nombre auténtico: O’Neill Lamo 1920; O’Neill Lamo 1924; O’Neill Lamo 1930, etc. Posteriormente, bajo el seudónimo de Laura de Noves: de Noves 1964; de Noves 1966; de Noves 1960; de Noves 1960; de Noves 1960, etc. Además de obras de teatro como de Noves 1996 -obras últimas con grandes reminiscencias autobiográficasy de Noves 1982.

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mujer en la guerra de España38, plasmó sus vivencias durante los años 1936-1940, en Melilla, donde le sorprendió el inicio de la guerra civil, siendo encarcelada durante cinco años, exiliándose en Venezuela (1949) y México, cuya nacionalidad adquirió. En el relato Los muertos también hablan (O’Neill Lamo 1971), segunda parte de sus memorias, cuenta las peripecias que tuvo que hacer para que los papeles en los que se plasmaba el invento de su marido –fusilado en 1936– no cayeran en manos de los franquistas, entregándolos en la embajada de Inglaterra con el fin de que fueran útiles a los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Juana Doña Jiménez (Madrid, 1918-Barcelona, 2003) –militante del PCE y fundadora del Movimiento por la Igualdad y Libertad de las Mujeres, condenada a muerte por el franquismo, además de ser una escritora feminista (Jiménez 1977)– dejó testimonio novelado en Desde la noche y la niebla (mujeres en las cárceles franquistas) (Jiménez 1978) –fruto de su amarga experiencia, a través de Leonor, la protagonista, claro trasunto de la autora, presa en la cárcel de Ventas, en la Navidad de 1939–, Gente de abajo (no me arrepiento de nada) (Jiménez 1992) y Querido Eugenio (una carta de amor al otro lado del tiempo) (Jiménez 2003), dirigida a su compañero sentimental, Eugenio Mesón, como contestación a la última misiva de éste antes de ser fusilado en 1942. Ángeles García-Madrid (Madrid, 1918)39, de nombre Ángeles Ortega García-Madrid, en Réquiem por la libertad (García-Madrid 1982), testigo vivo del momento, da cuenta de las torturas físicas y humillaciones morales, vividas por las mujeres españolas en la guerra y, después, en las cárceles franquistas, a través de su experiencia personal (fue condenada a muerte, aunque se le conmutó la pena por la de cadena perpetua y, tras ser liberada, estuvo trece años en libertad vigilada), recogiendo la historia de las “Trece rosas”, fusiladas, con las que coincidió en la cárcel de Ventas40. María Luisa Elío Bernal (Pamplona, 1929)41 –que emigró a París y a México con sus padres y hermanos durante la guerra civil, escritora y agente literaria (García Márquez dedicaría a ella y a su marido Cien años de soledad)– deja huella de su vida en sus relatos y en el guión cinematográfico En el balcón vacío –la primera filmación, de la que fue guionista, que versa sobre los exiliados desde la óptica de ellos mismos, basada en uno de sus cuentos, de igual título, realizada bajo la dirección de su marido, el catalán José Miguel García Ascot (1927-1986), en la que intervino también como actriz–, así como en Tiempo de llorar (Elío Bernal1988)42, donde da cuenta, metafóricamente, de las penalidades y sufrimientos de los que vivieron el exilio, a través de la crónica de un imposible retorno a la ciudad natal de su infancia, después de treinta años. Por su parte, Angelina Muñiz-Huberman (Hyères, Provenza, 1936) –hija de padres republicanos españoles huidos a Francia, exiliada en México–, además del cultivo de la literatura43, ha dejado testimonio de su experiencia de vida en De cuerpo entero (Muñiz38

Publicada originalmente, bajo el título de Una mexicana en la guerra de España (O’Neill Lamo 1964). En España se publicó la obra en Madrid (O’Neill Lamo 1979) y Barcelona (O’Neill Lamo 2005). Rueda/Romero 1990; Moga Romero 2004; Sánchez Suárez 2004, etc. 39 Escribió algunos poemarios como García Madrid 1977; García Madrid 1993; García Madrid 1996; García Madrid 2001, etc. 40 El periodista Carlos Fonseca, en Trece rosas rojas (Fonseca 2004) ha reconstruido la detención, juicio -pleno de irregularidades- y ejecución, en agosto de 1939, por defender la libertad, de trece mujeres, en su mayoría menores de edad y militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, basándose en cartas que ellas mismas escribieron y en testimonios de familiares. Ver además la novela Ferrero (2003); la película de Emilio Martínez Lázaro, Las trece rosas (2007), etc. 41 Ver el relato de su vida, Ulacia/Valender 2004; así como el estudio de Pérez (2000), etc. 42 Relatos escritos tras su visita a España, entre los que se encuentra En el balcón vacío. 43 La autora ha cultivado diferentes géneros literarios en diferentes obras: Muñiz-Huberman 1983; Muñiz-Huberman 1990; Muñiz-Huberman 1992; Muñiz-Huberman 1995; Muñiz-Huberman 1997; Muñiz-Huberman 2000, etc. Es preciso destacar muy especialmente su novela de carácter autobiográfico, escrita en 1987 Muñiz-Huberman 1995. Ver lo que apunta sobre ella Bados Ciria (2005: 90-91), etc.

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Huberman 1991b), Cuadernos de apuntes (Muñiz-Huberman 1995) y, muy especialmente, en AM-H. El juego de escribir (Muñiz-Huberman1991a). Punto y seguido Estas mujeres adelantadas, examinadas aquí, como otras tantas, surgidas en los años veinte en España, que constituyeron la primera avanzadilla en la inserción en la vida social y cultural, y que se vieron, como consecuencia de la guerra civil, abocadas al exilio, formaron un grupo muy sólido tanto en el cultivo de la escritura feminista como en la autobiográfica. Pese a que, históricamente, el espacio autobiográfico femenino haya estado más recluido a la intimidad, por tradiciones sociales, y haya tenido poco margen para aparecer en los espacios públicos de la creación y edición, sin embargo, durante los años de la Segunda República y el exilio subsiguiente floreció de una manera inusitada. Un grupo de mujeres, en suma, que, además de prestar atención algunas de ellas a la teoría autobiográfica, produjeron la nómina más extensa de textos autobiográficos, nunca antes generada, y que, paralelamente, dieron a luz una serie de textos literarios (plasmados en diversos géneros) que esperan estudios amplios y rigurosos.

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