Las habilidades sociales, base de la convivencia

El-Mimeh García S. SaludMental.es. 2012; 1:2. http://hdl.handle.net/10401/5484 Las habilidades sociales, base de la convivencia Sami El-Mimeh García1...
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El-Mimeh García S. SaludMental.es. 2012; 1:2. http://hdl.handle.net/10401/5484

Las habilidades sociales, base de la convivencia Sami El-Mimeh García1* * Correspondencia: [email protected] 1 Maestro. Casa de Niños "Y Colorín, Colorado...". Parla (Madrid)

Las piedras coexisten, las personas convivimos. Esta inevitable relación es fuente de posibilidades y fuente de conflictos, contradictorio manantial de dichas y desventuras. Nuestro proyecto de felicidad es siempre privado, pero necesita integrase forzosamente en un proyecto de felicidad compartida. Por eso hay que aprender a convivir, es decir, a aumentar las alegrías y disminuir las asperezas de la convivencia. La calidad de nuestra vida va a depender del sistema de relaciones que consigamos establecer, y trenzarlo bellamente es el arte supremo. Aprender a convivir es un arte en el que la psicología, la cultura y la ética van a intervenir y a interferirse continuamente.

SaludMental.es – ISSN: 2254-3481 © 2012 El-Mimeh García S.

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Pero, ¿quién puede enseñar a convivir sin caer en una presunción ridícula?. El comportamiento de los adultos demuestra que lo hacemos muy mal. Hay demasiados conflictos, agresividad, fracasos afectivos, falta de compasión y malentendidos en nuestra vidas como para sentar cátedra de sabios. Unos adultos desconcertados tienen que enseñar a vivir a unos niños y niñas, y tal vez aquí radique el problema. “El Roto”, un filósofo gráfico, presenta en una de sus viñetas a dos jóvenes, uno de los cuales dice: “Nuestros padres no nos entienden porque pertenecen a otra degeneración”. También los adultos tendríamos que aprender a convivir, porque somos fuente de conflictos, los conflictos de la convivencia evolucionan y, por ello, tenemos que estar aprendiendo siempre. Si hay una etapa evolutiva con mala prensa esa es la adolescente. Sin embargo, no debemos olvidar que el adolescente no es un ser muy diferente al niño que fue hace unos años, a pesar de que la etapa adolescente es un momento evolutivo de cambios, prima más la continuidad que la ruptura con el mundo anterior del chico o la chica. En la actualidad, la adolescencia es una etapa ambigua en el curso vital. A los adolescentes no se les considera completamente adultos, pues no pueden votar ni conducir un automóvil hasta los 16 o 18 años; no se espera de ellos independencia económica, pero tampoco se les ve como niños/as; tienen cuerpos y hábitos de adultos, pero se les considera sin experiencia. Las teorías convencionales sostienen que la adolescencia es un periodo de tormentas y tensiones. El adolescente típico es caprichoso, rebelde y egocéntrico. Los adolescentes, según estas teorías, intentarán cualquier cosa para impresionar a sus iguales y para perturbar a sus padres. Margaret Mead fue una de las primeras en oponerse a la idea de que el modelo de tormentas y tensiones de la adolescencia sea “natural”. Esta antropóloga estudió conductas de niñas adolescentes en la isla de Samoa, en el Pacífico, y encontró que la transición de la niñez a la edad adulta era gradual y tranquila. Sus conclusiones fueron cuestionadas, pero estudios posteriores han permitido afirmar que ella sea aproximó más a la verdad que muchos de sus contemporáneos. Numerosas investigaciones se aproximan más a las ideas de Mead que a las ideas de crisis. Los resultados de 2

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esos estudios sobre los comportamientos de adolescentes se pueden resumir así: 1. Son propensos a alta y bajas emocionales de breve duración 2. Afirman que son felices la mayor parte del tiempo 3. Se llevan bien con sus padres y sus iguales 4. Dicen ser capaces hacer frente a sus problemas 5. Su actitud respecto a su futuro es positiva 6. Tienden a arriesgarse, a probar los límites de sus habilidades 7. Pueden desarrollar el mito o la creencia de que son, de algún modo, protegidos mágicamente de las consecuencias de sus acciones 8. Suelen ser activos en actividades comunitarias 9. Valoran positivamente las relaciones con los iguales 10. La gran mayoría respetan a sus padres

La adolescencia es la época de la vida que transcurre entre la infancia y la edad adulta. Comienza con la pubertad, cuando se empiezan a dar una serie de cambios físicos que modifican el cuerpo humano y lo preparan para la reproducción, y suele finalizar cuando se asumen tareas y responsabilidades propias de la edad adulta o la juventud como el trabajo, la independencia de los padres, etc. Se trata de un período marcado por muchos cambios que se reflejan tanto en la apariencia física como en el pensamiento y la vida social. Respecto de los cambios físicos, las variaciones hormonales provocan un rápido crecimiento de los órganos sexuales que permiten la reproducción –características sexuales primaria- y de otros órganos asociados a los hombres y las mujeres aunque no directamente relacionados con la reproducción –características sexuales secundarias-. Como hemos mencionado, este periodo en el que se alcanza la madurez sexual y la capacidad de reproducirse se denomina pubertad y marca el comienzo de la adolescencia. No obstante, la edad de comienzo de la pubertad varía mucho. Puede darse entre los ocho y los catorce años y, en general, aparece uno o dos años antes en las chicas. La nutrición, los factores genéticos y el

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medio social y familiar que pueden retrasar o acelerar la aparición de la pubertad. Estos cambios físicos junto con otros cognitivos y sociales marcan el inicio de una etapa compleja, muy distinta de las anteriores y con unos rasgos especiales. La maduración sexual, la importancia de la imagen corporal, las relaciones con padres y amigos y la nueva forma de pensar son alguno de los elementos específicos de la adolescencia. Muchos factores influyen en cómo afrontan tanta novedad: el tipo de relación familiar, la forma de interactuar con los iguales, la propia aceptación de la maduración y los valores culturales tienen mucho que ver con la manera de reaccionar.

A grandes rasgos…

En primer lugar, a medida que el niño o niña se hace mayor, sus actividades dejan de estar centradas en casa para desplazarse al grupo de iguales y a la comunidad, por lo que, además del cambio de las relaciones ya existentes, se produce una ampliación y diversificación de su red de relaciones sociales, es decir, se exponen a un amplio abanico de nuevas situaciones sociales durante las cuales se relacionan con personas desconocidas o no allegadas. En segundo lugar, adquieren una autonomía cada vez mayor respeto a sus padres. Este hecho ha dado lugar a que durante años se considerase la adolescencia una etapa caracterizada por el conflicto entre los adolescentes y sus padres. Pero la mayoría de los estudios consideran que estos cambios en la adolescencia no tienen por qué suponer necesariamente la aparición de conflictos graves: - La adolescencia temprana es una etapa de perturbaciones temporales en las relaciones familiares. En esta etapa se vuelven más asertivos, pasan más tiempo fuera de la casa y disminuye el número de interacciones positivas con los padres. Los conflictos suelen relacionarse con aspectos de la vida cotidiana como las tareas de la casa, las amistades, la forma de vestir o la hora de volver a casa.

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- Las relaciones entre hermanos tienen una gran influencia porque proporcionan amistad y compañía y satisfacen mutuamente su necesidad de contar con relaciones significativas y afecto. Actúan como confidentes mutuos, comparten muchas experiencias y están dispuestos a brindarse ayuda en los problemas.

En tercer lugar, a pesar de que la familia sigue ocupando un papel importante en el contexto socializador, a medida en que se van desvinculando de sus padres las relaciones con los compañeros ganan importancia, intensidad y estabilidad y el grupo de iguales se convierte en el contexto de socialización más influyente. Como consecuencia de la madurez cognitiva y del tiempo que dedican a hablar de sí mismos, irán comprendiéndose mejor unos a los otros, lo que va a repercutir en que las relaciones con los amigos estén marcadas por la reciprocidad y el apoyo mutuo. También aumentará sustancialmente la intimidad de las relaciones. En cuarto lugar, el experimentar una evolución a una serie de etapas, desde la temprana, hasta la aparición adolescencia media-tardía.

grupo de iguales también va a lo largo de la adolescencia, pasando pandilla unisexual, en la adolescencia de las relaciones de pareja, en la

Finalmente, durante la adolescencia temprana se produce el cambio de la institución escolar. Va a suponer una dispersión o ruptura del grupo de amigos. Esta desestructuración puede repercutir negativamente en la adaptación a la nueva situación. Además, con la llegada al instituto, se van a producir cambios importantes en el funcionamiento de las aulas: papel más activo y participativo, se hacen conscientes de facetas relacionadas con la autoimagen, autoidentidad adquiriendo gran relieve y motivo de preocupación aspectos relativos a la apariencia física, la competencia social y el miedo a la evaluación negativa que pueden hacer los demás. La maduración cognitiva proporciona que se vuelva más sensible que antes a lo que piensan otras personas, y las necesidades de pertenencia al grupo hacen que se preocupe de causar buena impresión. Además, este desarrollo cognitivo permite ser mucho más consciente de la discrepancia entre cómo se ve a sí mismo y cómo cree que lo ven los demás.

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El estudio de las habilidades sociales es una de las áreas de investigación más fecundas en la psicología contemporánea. Varias son las razones por las que el tema de las habilidades sociales está cobrando una dimensión extraordinariamente importante en distintos contextos. Las razones las podemos clasificar en: 1. Relaciones entre la habilidad social y los trastornos comportamentales 2. Los programas de entrenamiento en la población infantil y juvenil 3. Ampliación de las áreas de aplicación. Por ejemplo, en el ámbito estrictamente laboral, relaciones familiares… 4. Funcionalidad de las habilidades sociales: mayor y menor conocimiento de uno mismo, mejora autoestima, aprendizaje de la reciprocidad, de roles, control de situaciones, comportamientos de cooperación, autocontrol y regulación de la conducta, apoyo emocional de los iguales…

Se podría afirmar sin temor a equivocarnos que todos sabemos lo que significa el constructo de las habilidades sociales pero no damos una definición correcta que satisfaga a todos y este libre de controversia. Se puede decir que en la comunidad científica todavía no existe un acuerdo universalmente aceptado por lo que se refiere a una definición de la expresión habilidades sociales. Ante este semejante estado son muchas las expresiones empleadas para hacer referencia al tema de las habilidades sociales. De todas ellas, tres rivalizan con mayor frecuencia en lo referido a sus definiciones y aplicación: competencia social, habilidades sociales y asertividad. A nivel coloquial podrían definirse como la forma en que nos comportamos y lo que decimos cuando estamos con los demás ó como un conjunto de comportamientos eficaces en las relaciones interpersonales.

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Por lo que se refiere a cómo se aprenden las habilidades sociales, la infancia es un período crítico para su adquisición. Los mecanismos de aprendizaje son: reforzamiento directo (el individuo con su experiencia directa incorpora a su repertorio conductual aquellas destrezas sociales que han sido reforzadas), aprendizaje por observación o modelado (observación de modelos reales y/o simbólicos para ser socialmente competente), retroalimentación (contribuye decididamente a adquirir destrezas sociales) y las expectativas cognitivas (son predicciones sobre la probabilidad percibida de afrontar con éxito una determinada situación).

Las habilidades sociales constituyen un aspecto fundamental en el desarrollo infantil, son condiciones que facilitan su crecimiento en otras áreas cognitivas y afectivas: permiten un aprendizaje significativo y aprende normas y reglas sociales básicas en su socialización. Por estas razones es importante iniciar lo antes posible el entrenamiento en habilidades sociales. Todo lo que hace un sujeto configura sus comportamientos y conductas. Las habilidades sociales son conductas aprendidas por eso es importante ofrecerle modelos adecuados, unicidad en la accíon de todos los agentes educativos, valorar todas las conductas positivas, ayudarle a utilizar un pensamiento divergente y proporcionarle situaciones variadas de aprendizaje social. La mayor parte de los autores coinciden en señalar que, a partir de la adolescencia, es preferible utilizar el aprendizaje estructurado como medio de adquisición o reforzamiento de estas habilidades. Esta tecnología proviene del campo de la Psicología y de la Pedagogía, pretende educar en valores y normas para aumentar la competencia social de los individuos. Se planteo, en principio, como un procedimiento clínico para resolver y curar conductas asóciales o antisociales. Pero también se pretende que sirva como mecanismo preventivo para la aparición de dichas conductas. Es especialmente 7

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útil con adolescentes, pero puede servir para adultos. La metodología incluye cuatro momentos con objetivos específicos para cada uno de ellos: MODELAMIENTO. Se trata de utilizar modelos adecuados para enseñar una determinada conducta. Este modelo suele inducir al sujeto a aprender conductas nuevas por observación, a inhibir o desinhibir otras que el sujeto nunca ha llevado a cabo, pero conoce, y a facilitar otras positivas que ya están presentes en su repertorio conductual. El individuo aprende en tres etapas, a saber, atención, para la que deben existir unas condiciones de motivación adecuadas, retención, que debe contar con instrumentos de memoria asociados a instrucciones verbales, autoinstrucciones o representaciones prácticas en simulación, y reproducción, en condiciones reales, asociadas a reforzadores de conducta, principalmente positivos. ROLE PLAYING. Es una técnica de animación grupal que consiste en la simulación de situaciones en las que el individuo debe representar un papel que le permite representar sobre su actuación, sobre los motivos que la estimulan y sobre las consecuencias que tiene. Suele utilizarse para el desarrollo de valores y normas sociales o grupales. Requiere compromiso con las condiciones de actuación y situación. Unida al modelamiento, trata de que el individuo simule la aplicación de las conductas aprendidas, situándose en un lugar que no es el suyo propio y procurando que pase por distintos papeles de la representación para que puede analizarla desde varios puntos de vista, obteniendo conclusiones de qué hacer y qué consecuencias tiene lo que hace. Al finalizar se le debe informar para que pueda retroalimentar su conducta. GENERALIZACIÓN DEL APRENDIZAJE. Se trata de que aplique lo aprendido en distintas situaciones, con sentido discriminativo: no todas las situaciones son iguales y nuestra conducta no puede ser la misma. ENSEÑANZA DE LAS HABILIDADES EN RESOLUCÍON DE CONFLICTOS. Se basan en al consideración de que las habilidades sociales deficitarias son el resultado de estrategias cognitivas inapropiadas que aplican en situaciones interpersonales. Ello mejora la adaptación social

Durante los últimos veinte años, ha habido una gran proliferación de programas de entrenamiento en habilidades sociales, aprendizaje estructurado, habilidades de solución de problemas sociales, autocontrol emocional, etc., encaminados a corregir y/o prevenir dificultades interpersonales de los adolescentes. El trabajo inicial en este campo se centró principalmente sobre adolescentes con trastornos externalizantes (agresividad, conducta antisocial) e internalizantes (timidez, fobia social) en contextos residenciales tales como internados, psiquiátricos, centros de menores, etc., aunque en los últimos años ha aumentado, de manera significativa, el número 8

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de intervenciones diseñadas con el fin de promover la competencia social de los adolescentes en contextos educativos. Algunas de las habilidades para trabajar con adolescentes serían: Escuchar Empatizar Mostrar interés Ser positivo y recompensante Enviar mensajes yo o en primera persona Hacer frente a obstáculos Ayudar a pensar y hacer preguntas Hacer reír Defender los derechos propios Recibir críticas

En nuestro país contamos, hoy día, con varios programas de enseñanza de habilidades sociales y competencia social para niños y niñas en edad escolar, aunque aún son escasos los esfuerzos realizados para mejorar las habilidades interpersonales de los adolescentes en el ámbito educativo. Con el objetivo de dar respuesta a esta necesidad presentó, a continuación, el PROGRAMA DE REFUERZO DE HABILIDADES INTERPERSONALES PARA ADOLESCENTES: PEHIA Es un programa de enseñanza directa y sistemática de habilidades interpersonales cuyos objetivos generales consisten en potenciar relaciones interpersonales adecuadas y prevenir problemas desadaptativos, así como eliminar y/o reducir posibles dificultades interpersonales durante la adolescencia. Todos los seres humanos desarrollan, a lo largo de su vida, capacidades que les permiten relacionarse con los demás de forma adecuada. Estas habilidades comienzan a formarse en la infancia, 9

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pero es en la adolescencia cuando se produce su manifestación más intensa y su fijación. Su aprendizaje es una constante a lo largo de la vida.

Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver): El-Mimeh García S. Las habilidades sociales, base de la convivencia. SaludMental.es [Internet]. 2012 [citado 04 Abr 2012];1:2. Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/5484

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