Las fiestas de moros y cristianos de Murcia

Las fiestas de moros y cristianos de Murcia Ricardo Montes Bernárdez Las fiestas de moros y cristianos de Murcia. Raíces históricas medievales 1....
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Las fiestas de moros y cristianos de Murcia

Ricardo Montes Bernárdez

Las fiestas de moros y cristianos de Murcia. Raíces históricas medievales

1.ª edición septiembre del 2011

Copyright © Ricardo Montes Bernádez, 2011 Copyright © de la edición, Federación de Moros y Cristianos de Murcia, 2011

Fotografía de portada: Abbul Abbas de Luis García

Reservados todos los derechos. De acuerdo con la legislación vigente, y bajo las sanciones en ella previstas, queda totalmente prohibida la reproducción o transmisión parcial o total de este libro, por procedimientos mecánicos o electrónicos, incluyendo fotocopia, grabación magnética, óptica o cualesquiera otros procedimientos que la técnica permita o pueda permitir en el futuro, sin la expresa autorización por escrito de los propietarios del copyright.

isbn: 978-84-15162-11-7 depósito legal: MU-1219-2011 Impreso en España - Printed in Spain Impreso y encuadernado por Nausícaä, S.L.

Índice

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Primera parte. Fiestas y grupos desfilantes . . . . . . . . . . . . . . 11 Primeras fiestas de moros y cristianos en la ciudad de Murcia. 1426-1943 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Fiestas y grupos desfilantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Crónica festera a través de la prensa 1983-2010 . . . . . . . . . . . . 53 Las fiestas de moros y cristianos en la Región de Murcia . . . . 101 Segunda parte. Bases históricas de las fiestas . . . . . . . . . . . 129 Errores sobre convivencia y conquistadores . . . . . . . . . . . . . . . 131 Errores en torno a Nuestra Señora de la Arrixaca (Murcia) . 143 La destrucción de las puertas medievales de Murcia en el siglo xviii . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155 Armas y armamento durante la edad media en Murcia . . . . . 175

Introducción

La fiesta de moros y cristianos de Murcia nace como tal en el año 1983, pero su gestación se produjo en 1981 con motivo de los actos conmemorativos de la Fundación de Murcia, acontecimiento que se creía erróneamente sucedido el 21 de abril del año 831 y que fue celebrado gracias a los esfuerzos de la sección de Murcia de la Asociación de Amigos de los Castillos en colaboración con la Defensa del Patrimonio de la Región de Murcia. Lograron interesar a diversos Organismos de la Administración para conseguir una fiesta digna –el cumpleaños de la ciudad-, lo que ciertamente se consiguió. El año 1982 desfilaron los moros y cristianos de Orihuela y dado el beneplácito de los murcianos, se pidió con insistencia que en años sucesivos esta fiesta perdurara. En junio de 1983 se creó la Asociación de Fiestas y ese mismo año, en el mes de septiembre, dieron comienzo los desfiles propios. Cinco fueron los grupos fundadores de esta Asociación: Mudéjares, Abderramán II, Ibn Arabí, Ibn Mardanish, por el bando moro y los Caballeros del Temple, por el cristiano. En ese primer desfile del año 1983 se recibió el apoyo de grupos procedentes de Abanilla y Orihuela. A partir de aquí se inició una andadura que nos ha conducido a un magnífico presente, gracias a la labor de los presidentes que me han precedido y a la ilusión y trabajo de todos los festeros. Por ello auguramos un futuro prometedor, con un continuo crecimiento de los grupos y el fortalecimiento de todo el camino andado. Todo ello con la ayuda inestimable de aquellos que apoyan desinteresadamente la fiesta: Ayuntamiento de Murcia, El Pozo, Estrella Levante, Fernando Hijo, Cajamar, La Caixa, CAM, Cajamurcia y El Corte Inglés. Alfonso Gálvez

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Primera parte. Fiestas y grupos desfilantes

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Primeras fiestas de moros y cristianos en la ciudad de Murcia. 1426-1943

Las Actas capitulares de la ciudad fechadas en marzo de 1426 aportan un interesante dato. Con motivo de la fiesta de aniversario del rey Juan II, se organizó una celebración, que se repetiría en diversas ocasiones, durante la primera mitad del siglo XV, en las que se incluyeron pasacalles con músicos y pendones “junto a los cuales desfilaba un cuantioso número de juglares, moros y cristianos”. Por cierto que estos moros no eran sino moriscos procedentes del Valle de Ricote que cobraban por su participación1, viniendo en ocasiones otros moriscos de Lorquí. El 17 de marzo de 1452 Alfonso Fajardo dirigía las tropas cristianas del Valle del Guadalentín para hacer frente a las granadinas comandadas por Abibdar. La victoria se inclinó del lado cristiano con 800 bajas del lado moro y 400 prisioneros. En agradecimiento, el Concejo de Murcia decidió nombrar al santo de ese día, san Patricio, patrono de la ciudad y del Reino ordenando festejos en su honor. Estos consistían en una función religiosa y el desfile de niños con banderas y lanzas de caña (Frutos: 1988: 122). El dato queda completado gracias a las actas capitulares de la ciudad fechadas en marzo de 1495 en las que se especifica que: “los muchachos vayan vestidos de moros, como se solía hacer” (Capel: 2000: 68). En marzo de 1510 el propio Concejo se quejaba de que desde 1507 1

Archivo Municipal de Murcia. AC 2-03-1426. Agradecemos al historiador Luis Lisón los datos aportados.

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esta procesión conmemorativa ya no se celebraba y, decidido a rescatar esta tradición con más de medio siglo de existencia, determinaba aportar el presupuesto necesario. Como vemos, hasta ese momento no se trataba de escenificaciones, sino de un mero desfile. El lunes 5 de diciembre de 1541, a las 6 de la tarde –según Cascales-, entraba en la ciudad Carlos I, siendo recibido por Francisco de Molina, Andrés Dávalos, Luis y Esteban Pacheco, el deán Sebastián Clavijo, etc. Así, ante las autoridades locales el rey juraba guardar las costumbres y usos de la ciudad, tras este acto se celebró en su honor una danza de moros y cristianos (Fuentes: 1872:330). Será la segunda mitad del siglo XVI la que aporte otras innovaciones. Estas llegaron de la mano de Ginés Pérez de la Chica, conocido como Pérez de Hita, zapatero, historiador, poeta y esmerado organizador de las fiestas del Corpus en la ciudad de Murcia hacia finales de siglo. Sus montajes, muy populares y del gusto del Concejo, se enriquecieron con la inclusión en los desfiles de gigantes que representaban personajes anónimos pero alusivos al tema como: un sultán, una sultana, un rey negro…, y la incorporación de gitanos danzarines, moriscos, trompetas y maceros. Existe al respecto un magnífico estudio (Muñoz; Guirao: 1987) cuya consulta recomendamos. Luego llegaron danzas y premios obtenidos incluyendo los de Abanilla en 1591. Pero cinco años antes, en 1586, ya había logrado del Concejo murciano la aprobación de una “fiesta de moros y cristianos para el día de Santiago” 2. También existe alguna referencia de las fiestas que tratamos en el Siglo XVII. En 1579 los agustinos abandonaban a su suerte la ermita de san Sebastián instalándose en la de Nuestra Señora de la Arrixaca. Vinculada a ellos se fundó en 1600 la Cofradía de Jesús Nazareno. Cuando ésta recibió en 1602 la bula pontificia, para celebrarlo se organizó una corrida de toros y una fiesta de moros y cristianos (Montojo: 2001:48). En el S. XVIII, con motivo del nacimiento de los gemelos Carlos y Felipe, hijos de la princesa de Asturias, la ciudad de Murcia celebró los días 26, 27 y 28 de enero de 1784 unos festejos a cuyo propósito escribía el presbítero Ripa que sobre un tablado dispuesto en el Arenal, una comparsa, vestida de moros, fingía una reñida batalla 2

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Archivo Municipal de Murcia. Legajo 2383.

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cada una de aquellas tres tardes. Se trataba del popular “juego de la espada” que según parece se representaba con destreza, gusto y tretas muy particulares (Reyes: 1984: 164). En la plaza de san Juan los tejedores de lienzo levantaron incluso un castillo y se organizaron una serie de cabalgatas en las que participaban todos los gremios. Los alarifes, caldereros y pasamaneros se disfrazaban de musulmanes, en tanto que los panaderos y talabarteros lo hacían de turcos (Fontes: 1994: 254). No tenemos ninguna constancia de que en el siglo XIX se celebrara en la ciudad de Murcia ningún evento relacionado con fiestas de moros y cristianos, aunque este tipo de festejos eran bien conocidos por las visitas que los murcianos hacían a los pueblos de Alicante, así como por algunas noticias de prensa. También en más de una ocasión bandas de música murcianas fueron contratadas para tocar en los desfiles alicantinos. Fue el caso de la banda de la Casa de Misericordia que, en abril de 1885, marchó a Villena para actuar3 durante tres días en sus fiestas de moros y cristianos. Otra fecha sobre Murcia, relativa al tema, se remonta curiosamente a 1243 cuando la Región, mediante el Tratado de Alcaraz, pasó a ser protectorado castellano aunque las plazas de Lorca, Cartagena y Mula tuvieron que ser sometidas por las armas cuando aún Alfonso era sólo infante. Pues bien, en el siglo XX se decidió celebrar éste acontecimiento con una procesión de la Virgen de la Arrixaca con objeto de conmemorar el VII centenario de la reconquista de Murcia. Estas fiestas alfonsinas incluían también un desfile con hábitos de moros y cristianos. La prensa del momento se volcó en el evento que tuvo lugar la tarde del sábado 1 de mayo de 1943, estando ligada a la Virgen de la Arrixaca. El tema fue comentado y descrito, entre otras plumas, por las de José Pérez Mateos, Nicolás Ortega Pagan y Andrés Sobejano que llenaron páginas y páginas de La Verdad4 con la historia de Alfonso X, la reconquista, la Virgen, origen y avatares. El citado día, a las tres de la tarde, Murcia se cerró al tráfico y to3 4

El Diario de Murcia del 11 y 15 de abril de 1885. Esta visita quedó reflejada también en el periódico de Villena “El Ruiseñor”. La Verdad: 1, 2, 3 y 4 de mayo de 1943.

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dos los balcones y calles, desde san Andrés a la Catedral, se adornaron y engalanaron. A las siete de la tarde, el alcalde salió de la iglesia con el Pendón Real, al tiempo que el orfeón Fernández Caballero entonaba una cantiga, acto que repetiría al llegar el cortejo a la plaza de Belluga. El desfile, con cientos de personas, estuvo compuesto por unas huestes cristianas acompañadas por bandas de timbaleros, clarines, trompeteros, palafreneros, ballesteros, lanceros, mesnadas con mazas, pajes, caballeros y guerreros. Tras ellos desfilaron los moros. Un tercer grupo estaba compuesto por hombres de leyes, damas, pajes, clero y la carroza de la Virgen de la Arrixaca. Cerraban el cortejo decenas de asociaciones religiosas, militares e incluso el propio Ministro de Educación Nacional, Ibáñez Martín. En esos días se proyectó también la construcción de un monumento dedicado a la memoria de Alfonso X y se celebraron concursos de carteles alusivos al tema.

Bibliografia CAPEL SÁNCHEZ, J.J. 2000: La vida lúdica en la Murcia bajomedieval. Biblioteca de Estudios Regionales nº 32. Academia Alfonso X El Sabio. Murcia, 318 págs. FRUTOS BAEZA, J. 1988: Bosquejo histórico de Murcia y su Concejo. Biblioteca Murciana de Bolsillo nº 95. Academia Alfonso X El Sabio de Murcia. 468 págs. FUENTES Y PONTE, J. 1872: Murcia que se fue. Madrid, 439 págs. MONTOJO MONTOJO, V. 2001: “En el origen de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús: El convento agustino de Murcia”. Murgetana 105. Murcia, pp.: 31-55. MUÑOZ BARBERÁN, M.; GUIRAO GARCÍA, J. 1987: De la vida murciana de Ginés Pérez de Hita. Biblioteca Murciana de Bolsillo nº 83. Academia Alfonso X El Sabio. Murcia, 226 págs. REYES, A. 1984: Murcia y Carlos III. Biblioteca Murciana de Bolsillo nº 59. Ed. Academia Alfonso X El Sabio. Murcia, 252 págs.

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Fiestas y grupos desfilantes

Grupos desfilantes en la actualidad Adentrarse en la Edad Media murciana es una auténtica aventura si uno está dispuesto a “vivenciar” las experiencias de los grupos y personajes que construyeron su historia. Tras aguzar la sensibilidad en la frecuencia e intensidad adecuadas, incluso pueden llegar a percibirse sensaciones, olores, atisbos de todo tipo que, con el espíritu sosegado, permiten observar desde esa atalaya, más allá de tiempo y el espacio a la que a veces somos capaces de encaramarnos a través de nuestra mente. Aquellos seres que nos precedieron dejaron plasmado en la atmósfera, en las piedras, en la tierra: su lucha, los sucesos e incluso las emociones sentidas en cada momento clave, determinante para su futuro, nuestro presente. Quizás por eso, los festeros han querido y sabido retomar y rescatar del polvoriento recuerdo escrito, a los personajes que fueron principales protagonistas de nuestra historia. Pues bien, continuando con la intuición festera, que duda cabe que merece la pena rendirles unas páginas de merecido homenaje por cuanto hicieron a favor de esta ciudad y de sus gentes, aunque ahora nos separen físicamente de ellos un salto temporal de algunos centenares de años. Han sido diversos los grupos de moros y cristianos que han ido integrando la Fiesta en Murcia y abandonándola, cabe citar entre ellos a gente tan querida y emblemática como: Aben Hud, Cora de Tudmir, Daisam ben Ishac, los Mozárabes de la Arrixaca o los gru17

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pos de Alfonso X, dando la impresión de que esos personajes estuvieran buscando a otros representantes entre las gentes de la encarnación actual. Hoy día son quince los grupos festeros existentes y, entre ellos, se puede distinguir, según el protagonismo histórico del personaje al que representan, gobernantes como: Abd al Rahman II; Abeniyad; Ibn Mardanish, Fernando III y Jaime I; cuerpos de elite de guerreros-religiosos de uno y otro bando como: Almorávides, Almohades, Templarios, la Orden de Santiago y la de san Juan de Jerusalén; místicos de la talla y renombre internacional de Ibn Arabí y Abul Abbas al Mursi, el murciano. Pero también está representado por un grupo festero el escritor Infante Juan Manuel; los Mudéjares parece que se resistieran a pasar página y continúan presentes como una reminiscencia del pasado. Y puestos a rescatarlo todo o casi todo, incluso hay un grupo que representa los restos de un culto antiguo: santa María de la Arrixaca. Sobre todos ellos vamos a analizar algunos aspectos de su trayectoria vital con la modestia y la prudencia de quien sabe que es bien poco lo que se puede aportar de novedoso a cuanto ya tienen dicho los numerosos especialistas en el tema que existen en Murcia. 18

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Abderraman II (792-852) Nacido en 792 accede al poder el 25 de mayo de 822 con treinta años de edad permaneciendo otros tantos dirigiendo los destinos de al-Ándalus. Nos encontramos ante un guerrero valiente, generoso, culto y equilibrado. Casi al tiempo que asume el destino de los musulmanes, estallaba un grave conflicto en nuestras tierras, pobladas por yemeníes y mudaríes, tribus árabes enfrentadas. La chispa saltaba en Lorca, donde tuvo lugar el célebre combate de “al Musara” (lugar de esparcimiento cerca de la ciudad; se ubicaba extramuros, coincidiendo con puertas). Se maneja la cifra de 3.000 rebeldes muertos (Gaspar: 1980:66) que eran comandados por el yemení Abu Samaj.

Las tropas de Abderramán destruyeron entonces la ciudad-refugio de los rebeldes: Ello, enigmática ciudad que aún no se ha localizado y que ha sido situado por diversos investigadores en Algezares, Cieza y Hellín. Destruida esta importante ciudad decide entonces construir una nueva, junto al río, Mursiyya (leído Múrsia). Su fecha 19

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de fundación también ha sido motivo de controversias, fijándose equivocadamente por algunos el 21 de abril de 831, cuando en realidad la fecha fue el domingo 25 de junio de 825 (Pocklington: 1989:61). Otro problema de interpretación ha sido el significado de Murcia. Se ha identificado con textos latinos (Murciae, Murcie), con deidades romanas (Venus Murcia), con plantas arbustivas (mirtos). Diversos eruditos transcriben el término relacionándolo con: firme, afincada, fija, fondeadero, agua perezosa. Estudios recientes apoyan la idea de los términos Murtea (lugar de mirtos) y Murtia (villa de Murtius), lo que indicaría que la ciudad se asentó sobre una preexistente villa romana y lo hizo con un objetivo estratégico y militar. De todo ello se concluye que la ciudad de Murcia se funda en 825 sobre un caserío agrícola de origen romano y el nombre que toma deriva del latín con traducción en mirto. Como vemos, un halo de misterio rodea los primeros pasos de esta nueva ciudad, enmarcada entre almajares, zonas pantanosas y playas de arena. De ella nos hablaron al-Udri, al-Himyari, Ibn- Idari y Yaqut, al-Qartayanni (Hazin Ibn al – Awsi), y por supuesto, numerosos historiadores actuales. Al-Qartayanni decía de la ciudad (Vallvé: 1986:498):” ¡Campamento de la felicidad, Murcia, mansión de mi solaz y morada de mis placeres! ¡Oh, Murcia mía!, ¡Cuánta delicia y cuanta alegría había en ti, entre arrayanes y bosquecillos”!. La fundación fue mandada realizar por Abderramán II a Gabir Ibn Malik Ibn Labid. Disponemos de magníficas descripciones y reconstrucciones de la ciudad del siglo XIII (con unos 300.000m2), pero para entonces ha crecido y mejorado mucho de aquella primera fortaleza del siglo IX. Evidentemente, su extensión fue menor, con una cerca que podría englobar no más de 200.000 m2, aunque las fuentes nada dicen al respecto, pero las excavaciones arqueológicas detectan el crecimiento en los siglos XI y parte del XII, ampliándose, por tanto, el recinto murado. Casas, alfares, mezquitas, cementerios y baños fueron apareciendo aquí y allá, mezclándose, no sin problemas, cristianos, árabes, bereberes y judíos. Destacaron en Murcia, por aquel entonces, familias como los Bau Amira y los Banu Jattab. Antes de morir, Abderramán II aún tuvo que sufrir otra revuelta murciana. El año 849 un tal Mohamed, hijo de Sabic se levantó en armas, por lo que tuvieron que venir tropas 20

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bajo el mando de Abbas, hijo de Ualid, que lograron vencer a los sediciosos. Siete años después de morir Abderramán, la Región sufría el ataque de los vikingos que el 859 asaltaban Orihuela…, ¡por mar!

Almorávides (1091-1145) Eran bereberes, moradores de las rábidas, antecesores de los Tuareg. Su grupo era sinhaya-lamtuna y se formó como secta guerrero-religiosa cuatro décadas antes de que llegara a Murcia; el jefe espiritual era un tal Ibn Yasin. A pesar de que dominaron nuestra Región durante medio siglo, cuando marcharon no dejaron otro rastro de su paso que las noticias que el historiador puede hallar en las crónicas sobre lo que eran e hicieron. Se sabe que practicaban una estricta austeridad y rigidez de vida, tipo espartano, que sirvió para acabar temporalmente con los decadentes reinos de taifas en los que estaba sumida Al-Ándalus. Llegaron a la Península llamados por una parte del clero que anhelaba un retorno a la estricta letra de la doctrina coránica y por la

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población que temía a las tropas cristianas. La ciudad de Murcia fue tomada en junio de 1091 por Muhammad Ibn Aisa (Abenaixa) quien desde aquí llevó a cabo diversas campañas en la frontera septentrional del territorio murciano perdiendo el juicio en una de las batallas (Molina: 1986: 270), por lo que el gobierno de Murcia fue pasando de unas manos a otras sucesivamente: Ibn Tifilwit, Ibn Tasufin, Ibn Warca e Ibn Ganiya. Pero poco antes tuvo lugar un interesante acontecimiento bélico en Sierra Espuña. En 1086 García Jiménez había tomado la fortaleza de Aledo; un par de años más tarde se halló sufriendo un importante asedio musulmán en 1088 con el mismísimo Yusuf al frente. Se salvó gracias a que entre las filas musulmanas se corrió el rumor de que se acercaba el Cid (Rodrigo Díaz de Vivar) y, levantando el cerco, abandonaron la empresa. Sin embargo, al final cayó en 1092, precisamente a manos de los Almorávides que al año de tomar la capital consiguieron recuperar la fortaleza y expulsar a los cristianos. En 1120 los Almorávides sufrieron el mayor de los reveses. En Cutanda se enfrentaron Alfonso I el Batallador e Ibrahin Ibn Yusuf. En la batalla murieron muchos murcianos (entre ellos el maestro en creencias coránicas Abu Ali al-Sadafi, afincado en Murcia desde 1102, defensor de la guerra santa) y marcó el inicio del declive almorávide (el gobernador de Murcia era en esos momentos Abu Yaqub Yintan Ibn Ali) que incluso vieron atravesar las tropas de Alfonso I por tierras murcianas en 1125. Cinco años después, a partir de 1130 el poder murciano fue perdiendo rápidamente importancia a favor de Valencia. El férreo control almorávide, en ocasiones asfixiante (llegaron a quemar libros sufíes), les fue granjeando enemistades en la propia población musulmana que llegó a sublevarse en 1144. Los murcianos proclamaron entonces gobernador a Ibn al-Hayy, pero por desgracia dimitió pronto y la situación derivó en el desgobierno y el caos hasta 1145, momento en el que se hizo con el poder Abeniyad.

Abeniyad (1145-1147) Abd al-Rahman ben Yyad tuvo un corto pero intenso protagonismo a mediados del siglo XII en el Levante español y especialmente 22

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en Murcia. Se trataba de un oficial del ejército de gran carisma y muy valorado entre sus hombres por valiente y buen estratega, por sus cualidades religiosas e incluso por razones sentimentales. Corría el año de 1145 y en Valencia las tropas de Aben Abdelaziz se mostraban descontentas con su jefe ya que prestaba más atención a la corte que a la seguridad y a los ataques que los cristianos venían infringiendo a la población. Así las cosas, decidieron dar un golpe de mano y sustituirle por Abeniyad, acantonado en aquellos momentos en la cercana Murcia. Pues bien, era noviembre cuando partió nuestro protagonista hacia Valencia para hacerse cargo del mando y de la situación. Regresó el 7 de enero de 1146 dejando a su cuñado Abdalá a cargo de Valencia. Al mes siguiente, en febrero, Abeniyad y su protector Zafadola fueron derrotados por tropas cristianas en Chinchilla, batalla de la que escapó vivo casi de milagro.

Y es entonces precisamente cuando es proclamado rey independiente de Murcia y Valencia aunque con la oposición de Abdalá el Zegri que conspiró con Alfonso VII para arrebatarle el poder en Murcia, lo que logró en mayo de 1146 tras expulsar de la ciudad al lugarteniente de Abeniyad. Pero semejante felonía le duró poco ya 23

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que murió en diciembre de ese mismo año a manos de las tropas de Abeniyad que asaltaron la ciudad y lo persiguieron en su precipitada huida hasta la puerta de Alfarica (puerta de Orihuela, en santa Eulalia). Abeniyad retomó el gobierno y lo mantuvo hasta su muerte en agosto de 1147 acaecida por herida de guerra infringida en su enfrentamiento con la familia de los Banu Yamayl.

Ibn Mardanish (1147-1172) Marca el inicio de la mayor época de apogeo de Murcia en toda su historia. Fueron nueve décadas consideradas como “el siglo de oro” murciano que alcanzarían casi hasta el momento en el que hubo de rendirse vasallaje a Fernando III. La presión cristiana y las sucesivas conquistas produjeron cierta emigración hacia Murcia que fue favoreciendo diversos aspectos, no solo demográficos. Muhammad ben Sad Ibn Mardanish, el Rey Lobo, sucedió en 1147 a Abeniyad y se declaró vasallo de Alfonso VII de Castilla para poder frenar los embates almohades. Este guerrero y agricultor, curtido al sol mediterráneo e investido de una fuerza explosiva y una energía arrolladora, fue capaz de gobernar grandes extensiones del enorme territorio de Al-Ándalus desde la propia Murcia, en un período tan convulso, lo hizo durante un cuarto de siglo.

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Pero el enemigo no siempre portaba una cruz por emblema; a partir de 1157, cuando Mardanish llevaba diez años en el poder fueron los almohades quienes lo acorralaron ocupando Almería. Sin embargo, nuestro Rey Lobo (Lope) se rehízo en 1159 y tomó Jaén, Baza, Úbeda atacando incluso Córdoba y Sevilla; y, en apenas un año más, se atreve con la mismísima Granada ganándola, pero en 1165 los almohades se le enfrentan de nuevo y lo hacen por sus propias tierras murcianas. La batalla decisiva se libró en Alhama; el rey no consiguió frenar las tropas enemigas y éstas saquearon los alrededores de Murcia incluida la fortaleza de Mardanish en Monteagudo (Carmona: 1992). El cronista de aquella terrible batalla fue Ibn Sahib al-Sala quien relata cómo Ibn Mardanish salió de Murcia con sus huestes para enfrentarse a los hermanos de Yusuf I: Umar y Utman, que estaban en Lorca. El encuentro bélico tuvo lugar al anochecer del 15 de octubre de 1165 en Fahs al-Yallab (Molina: 1986:275). Ibn Mardanish luchó con arrojo y decisión pero no logró frenar al enemigo que llegó hasta las puertas de Murcia devastando la huerta. Cuatro años después, influencias e intereses provocaron que el suegro de Ibn Mardanish, un tal Ibn Hamusk, se posicionara del lado almohade en 1169, por lo que las campañas contra Murcia se intensificaron a partir de 1170. Fueron cayendo poco a poco las ciudades del entorno bajo el poder almohade y en 1171 es la propia Murcia la que cae bajo asedio. Resistió hasta marzo de 1172, momento en el que muere Ibn Mardanish pues sus hijos no fueron capaces de mantener con la energía necesaria la defensa de la ciudad.

Ibn Arabí (1165-1240) Nacido en Murcia el 28 de julio de 1165, nuestro paisano fue contemporáneo de Averroes y Maimónides pero intelectualmente se le consideró hijo de Platón. Sin lugar a dudas, se trata del murciano más universal y uno de los españoles más importantes de todos los tiempos. Filósofo y místico por excelencia, estuvo ligado a los sufíes, bebiendo de las fuentes del mazdeísmo persa y el budismo hindú, siendo además precursor de Dante o del propio san Juan de la Cruz. 25

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Cuando vino al mundo gobernaba en Murcia el “Rey Lobo”, es decir, Ibn Mardanish, y lo hizo en el seno de una familia religiosa. Pronto se trasladó a Sevilla donde contrajo matrimonio con Marian Abdún, una intuitiva mujer que orientó mejor el camino de Ibn Arabí. Sus hijos se llamaron Sadodin, Imadodin y Zeinab. En Sevilla fue conociendo a numerosos maestros-as y seres evolucionados que le ayudaron en estos primeros años de formación. Para 1198 lo vemos de nuevo en Murcia, si bien partió para Oriente y no volvería a pisar las calles de su ciudad. Viaja por Alejandría, El Cairo, La Meca, Bagdad, Mosul, Medina, Jerusalén y poco a poco va teniendo fuertes experiencias místicas y visiones, realizando además diversos milagros. Ya en 1223 fijaba su residencia en Siria.

Tiempo después, en 1579, el hijo de Solimán el Magnífico mandaba construirle una mezquita cuyo mausoleo aún existe en Damasco. Ibn Arabí recomendaba que tras iniciarse con un maestro el camino de búsqueda debía ser en solitario, con silencio, practicando ayunos y pidiendo la iluminación divina. El combate contra los vicios requiere: complexión física fuerte, propósito firme, recta inten26

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ción y vida interior, no debiendo buscarse los poderes, ya que desvían de la meta final, la evolución, el conocimiento de uno mismo. Para llegar a la meta es preciso la abstinencia, la humildad, la fe y la ruptura con el mundo exterior. Esta búsqueda de la perfección se ve facilitada por la meditación, dudar de la razón y realizar un examen de conciencia continuo. Los carismas o poderes pese a no buscarlos llegó a conocerlos llegando a realizar una división de los mismos. Los dividía en externos (volar, andar sobre las aguas…) e internos (revelaciones de los misterios). La posesión de carismas no son un signo infalible de perfección ya que muchas veces no son sino ocasiones propiciadas por Dios para probar nuestro desapego a las cuestiones mundanas. El verdadero místico evolucionado los suele mantener ocultos. Abenarabi describió, en sus más de 250 libros, la intuición mística, definida en tres etapas: revelación, iluminación y contemplación. La revelación, tras el combate ascético consigue descorrer los velos de los misterios si bien no permite captar la esencia. La iluminación consigue que descifremos los enigmas. Por último la contemplación es el momento en el que el alma es alumbrada. También las obras de Ibn Arabí describen el éxtasis y los sentimientos de beatitud y todo lo que este estado implicaba. Todos los estudiosos han considerado a Ibn Arabí “el mayor de los jeques”, “el más grande maestro”, siendo su misión la de esparcir la doctrina sufí, llevándola a sus más altas cotas. Sus escritos son verdaderos poemas de amor, llegando a decir: La visión de Dios en la mujer es la más perfecta de todas. Su poesía es tan sublime, encierra tantos significados posibles, está tan llena de fantástica imaginería que puede ejercer un efecto mágico sobre el lector (Shah: 1984:152). Ibn Arabí veía en la belleza humana una expresión de la realidad divina y supo expresarla con delicadeza y amor siendo la mujer la máxima expresión de esta realidad, por ello, algunos de sus escritos parecen poesías eróticas. Para terminar, queremos reflejar algunas de sus afirmaciones: • “Que la verdad eterna te despierte del sueño…, y te haga consciente del origen al cual debemos volver todos”. • “El mundo no es malo…, lo que es malo es tu modo de servirte del mundo cuando te vuelves ciego para la verdad”… 27

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“Debes saber que conocer y obedecer a tu Creador es el único camino que te conducirá a la paz y a la felicidad”. …”Cuando leas, reflexiona sobre el significado de lo que hayas leído…, existen infinidad de significados dentro de las frases…” “Abre tu corazón para que puedas recibir la benevolencia divina”, “Aprende a dar, tengas mucho o poco, estés contento o estés sufriendo”, “No te quedes satisfecho con tu estado espiritual: avanza”. “Debes encontrar el amigo adecuado que te servirá de apoyo y será un buen compañero de viaje en el camino de la verdad”.

Almohades (1172-1228) En árabe el vocablo es: Al-muwahhidun. También ellos eran una especie de orden de guerreros-religiosos. Su fundador fue Ibn Tumart formado intelectualmente en Córdoba pero obligado por presiones de otros intelectuales y religiosos almorávides a exiliarse marchó hacia Oriente. Al final acabó convirtiéndose en otro predicador contra las costumbres decadentes y la “corrupción” religiosa, ardiente defensor del regreso más estricto a las fuentes primigenias del pensamiento coránico. Los almohades desembarcaron en la Península en 1146 como un torrente que todo lo anega lo que en este caso se tradujo en tomar rápidamente todos los territorios excepto Valencia y Murcia y no porque lo desdeñaran sino porque Ibn Mardanish los mantuvo a raya impidiéndoselo durante veinticinco años. Estos intransigentes bereberes centralizaron su poder en Sevilla y se mostraron prepotentes y déspotas desde el primer día de pisar la Península, si bien rebajaron sus humos cuando fueron derrotados en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212). Al margen de lo relatado y refiriéndonos a su relación con Murcia, conviene saber que cuando los almohades por fin tomaron la ciudad Ibn Arabí tenía nueve años y que bajo el mandato de este gobierno puritano nació el famoso poeta al-Qartayanni (1209). El medio siglo que duró la Murcia almohade supuso una continuación de la labor 28

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de Ibn Mardanish prolongándose la etapa de esplendor cultural, político y económico (Carmona: 1992). En aquél período gobernaron Murcia, entre otros, personajes como al Rahman Yaqub, Said b. Abd al Mumi (1183), Abu Abd Allah y Umar al Rasid (1188), que destacó por su rebeldía y mala gestión.

En 1224 dio comienzo una etapa oscura, fue la descomposición del poder almohade, a base de sublevaciones y conjuras como la que protagonizó el noble al-Adil marchando sobre la capital del “Imperio”. Dos años más tarde, leoneses y castellanos realizaron incursiones por Murcia y en 1227 los desastres se cebaron en nuestras tierras. El golpe final resultó ser la sublevación de Ibn Hud al Yudami producida el 15 de junio de 1228 que se levantó en el Valle de Ricote e inició una nueva etapa en la historia de la España musulmana.

Abul-Abbas “El Murciano” (1219-1287) La duda sobre la realidad que percibimos, como método de indagación al estilo platónico, arraigó en las fértiles tierras murcianas 29

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con el nombre de Abul-Abbas al Mursi. Este sufí aseguraba que los ojos nos engañan por ello han de ser otras las facultades de percepción, internas, las que debemos despertar para poder Ver. Ver con los ojos del alma, avanzar y evolucionar aprovechando las experiencias que la vida ofrece a cada ser humano. Su vida transcurrió inmersa en el siglo XIII, un periodo especialmente convulso en Murcia, su tierra natal. De manera que cuando el dominio musulmán tocaba a su fin por la presión castellana, Abul-Abbas decidió abandonar su tierra, en 1242, a la búsqueda de experiencias místicas y de un maestro que guiara sus pasos espirituales. Parece ser que lo halló en Túnez en la persona de AbulHasan, fundador de la escuela Sadili, de la que el murciano acabaría haciéndose cargo. Entre los sufíes se le conocía por el sobrenombre de Sihabaddin, que significa “la llama de la religión”.

A diferencia de Ibn Arabí, no dejó legado escrito por lo que es necesario acudir a sus discípulos para poder aproximarnos a su doctrina, sólidamente fundamentada en la austeridad y el recogimiento, en la soledad, la introspección y el silencio. La mitad de su vida transcurrió en Alejandría, ciudad que a su muerte acaecida en 1287 30

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le dedicó el más sentido de sus homenajes y hoy alberga sus restos en un mausoleo instalado en la mejor de sus mezquitas, construida en 1775.

Mudéjares (1264-1614) La llegada de un nuevo poder, el cristiano, transformaría a los musulmanes de señores de un territorio, en pueblo sometido por la fuerza de las armas a otras ideas y otra religión. El año de 1243 supuso un revés para los fundadores de Murcia, sus dueños y señores, pero el golpe de gracia no llegó hasta los primeros meses de 1266. El día más triste y aciago de la Murcia musulmana tuvo lugar el 31 de enero cuando Jaime I dividió la ciudad en dos partes y se repitió el 5 de junio del mismo año, día en que Alfonso X decretó de nuevo la separación de las comunidades mudéjar y cristiana. Así, puede decirse que literalmente “de un plumazo”, con un golpe de firma, desapareció lo que podía haber significado un paso hacia la interculturalidad, ésa que se da por hecho, pero que nunca existió como la convivencia en armonía que hoy se imagina.

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Las normas cristianas fueron estrechando los derechos, las libertades, encerrando la vida mudéjar en un estrecho corsé que acabaría por asfixiar cultural y religiosamente a la población musulmana cuya situación se degradaba económica y socialmente a gran velocidad. Los moriscos fueron enviados a La Arrixaca, antes ocupada por la escasa población cristiana, y de aquí fueron marchándose poco a poco, emigrando sobre todo a la próxima Granada, hacia Aragón o a los señoríos existentes a lo largo y ancho de la Región. Para evitar el despoblamiento Fernando IV otorgó a los mudéjares en 1305 una serie de derechos y concesiones (Veas: 1992:14), confirmadas por otros monarcas, pero no siempre respetadas. En el platillo opuesto se hallaban los Ordenamientos del rey Juan II dictados a comienzos del siglo XV y por los que se anularon algunas concesiones y se obligaba además a la población morisca a llevar ciertas marcas sobre la ropa que les diferenciase. Este aspecto de la normativa estaba inspirado por las predicaciones de fray Vicente Ferrer y el resultado fue realmente discriminatorio y humillante. Si tenemos en cuenta que al Alcalde de la Morería (asesorado por un consejo de ancianos, los “Viejos de la Aljama”) lo elegía el Concejo cristiano, la presión del día a día, llegó a ser muy fuerte; pero si además a esta circunstancia añadimos la inundación en 1424 que destruyó 600 casas en el área extramuros de La Arrixaca, no debe extrañar que a finales del siglo XV apenas quedaran en la ciudad 150 mudéjares de los diez a doce mil que la habían habitado a mediados del siglo XIII. Teniendo en cuenta que en 1501 se había ordenado la conversión obligatoria, para 1610 había en las pedanías de la ciudad algo más de 660 moriscos que se concentraban sobre todo en La Raya, Javalí Nuevo, La Ñora, Era Alta y La Puebla. En el resto de la región existían unos 12.000 distribuidos entre Abanilla-Fortuna, Valle de Ricote (Ricote, Villanueva, Blanca, Abarán), Pliego y Alcantarilla (Lisón: 1992: 163). En estas aldeas los mudéjares desarrollaban las siguientes profesiones: agricultores, pescadores (en la zona costera), arrieros, carniceros, albañiles, carpinteros, esparteros, herreros, juglares, mesoneros y jornaleros. Volviendo a los problemas que sufrían los moriscos o mudéjares bajo el gobierno cristiano (Montes: 2000: 67), veamos algunos ejemplos ilustrativos de esas ya mencionadas normas que tan difícil les hacía la convivencia: 32

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Ningún morisco podía tener autoridad alguna sobre los cristianos fuese cual fuese su condición y categoría social. Tenían prohibido compartir mesa o vivir bajo el mismo techo con cristianos. Las penas eran tan severas que las relaciones sexuales con cristianos de cualquier sexo eran impensables. Tampoco se permitía a los moriscos tener tiendas fuera de la aljama.

Pasaron los años y, finalmente, en enero-febrero de 1614 se expulsaba por el puerto de Cartagena a los que aún quedaban en la región. Es difícil imaginar la dársena poblada por decenas de barcos saliendo cargados de pasaje y entrando vacíos a recoger más familias de miles de murcianos, lanzados contra su voluntad a la aventura de un destierro ignoto. Sus principales destinos fueron las islas Baleares y Cerdeña, pero también de ellas serían arrojados rumbo a otros países como la actual Italia, Francia y sobre todo el Norte de África. Al otro lado de Gibraltar les fue mal, no tenían en común con aquellas gentes más que la religión y llegaban empobrecidos. Les trataron mal, de hecho, muchos de ellos fueron esclavizados u obligados a enrolarse en barcos de piratas berberiscos o de corsarios que luego atacarían las costas de la región, desde Águilas hasta Cartagena (Montes: 2001: 69). Salieron unas 1.700 personas oriundas de Abanilla-Fortuna, más de 2.500 del Valle de Ricote, 1.000 de Pliego y otros tantos de las pedanías de Javalí, La Ñora o La Raya. Quedaron vacías poblaciones como Albudeite, Ceutí, Campos, Lorquí, Cotillas… y todo pese al informe favorable que firmara fray Juan de Pereda en 1612 para que se les permitiera quedarse. Clandestinamente, muchos de los expulsados acabaron volviendo y a escondidas se instalaron y ocultos permanecieron durante siglos en el Valle de Ricote, Albudeite, Fortuna y Abanilla. Tanto es así que Jerónimo Medinilla, visitador de la Orden de Santiago, redactó un informe en 1634 en el que hacía constar su sorpresa al constatar la gran cantidad de moriscos que había en algunos pueblos de Murcia. Así fue como algo de todo aquel acervo cultural pervivió y se 33

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transmitió a través de las generaciones ejerciendo su influencia en aquellas localidades que recibieron el modesto regreso morisco. Fruto de su herencia son determinadas tradiciones y prácticas rituales cuyo origen morisco hemos podido constatar y se han mantenido en los valles de los ríos Segura y Mula hasta bien entrado el siglo XX (Montes: 2000: 70). También el culto a san Roque y al Niño de Mula surgió en los siglos XVII y XVIII en localidades con abundante población descendiente de mudéjares. Un poema de Vicente Medina viene a ilustrar esta herencia y resumimos así: Moriscos los atavíos y moriscas las maneras y moriscas las costumbres son en mi tierra. Ver moras y ver judías es ver con sus vestimentas y ver con sus ojos negros las mujeres de la huerta… Las mujeres en el suelo como las moras se sientan, y los hombres en cuclillas se están las horas enteras. Los bailes, cosa de moros… Cosa de moros sus fiestas, y de moros sus pasiones y venganzas y peleas. ¿Qué le podría faltar pa ser morisca a mi tierra? Por no faltarle, ni el habla, de palomas moras llena.

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Huestes de Fernando III de Castilla (1201-1252) A san Fernando correspondió la unión de los reinos de León y Castilla. Este personaje y sus huestes, con el apoyo de la Orden de Santiago, fueron los artífices que hicieron posible que el rey moro Ibn Hud hiciera una primera entrega de la Murcia musulmana al poder cristiano en 1243. Fernando fue la herramienta de la que se sirvió la Historia para fraguar lo que sería el futuro de la Región, vino a resultar el catalizador necesario para el cambio que aquellas gentes, nuestros ancestros, necesitaban en un momento concreto y en este lugar determinado.

En su juventud, cuando apenas contaba 16 años ya tuvo que hacerse cargo nada menos que de las riendas de Castilla, un reino en alza que a partir de 1232 y de su mano, protagonizó un importantísimo avance en la reconquista contra el orbe musulmán peninsular, conquistando Córdoba, Jaén, Cádiz y Sevilla. Sus gestas militares (recordemos la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 contra los almohades) y sus presiones políticas lograron la firma del tratado de Alcaraz en 1243 gracias al cual el rey murciano Muhammad Ibn 35

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Hud (Aben Hudiel) capitulaba poniendo la soberanía del reino en manos cristianas. El infante Alfonso entró en Murcia justamente el día primero de mayo de ese mismo año. Desde 1241 la Orden de Santiago había estado desarrollando inteligentes estrategias en esta dirección hasta lograr que Murcia cayera casi como fruta madura. Sin embargo, la capitulación fue sólo nominal porque Ibn Hud sólo controlaba la ciudad y prueba de ello fue el levantamiento en armas de aldeas y villas disconformes con lo pactado por su rey. Lorca, Cartagena y Mula gozaban de un importante peso económico y militar en si mismas de manera que se declararon en rebeldía abierta casi de inmediato, a pesar de que la capitulación reconociera explícitamente el respeto a propiedades, instituciones, lengua, usos y costumbres (Molina: 1995: 43). La campaña militar contra estas plazas tuvo lugar en la primavera de 1244. Fernando III falleció en 1252 como rey de una Murcia cristiana que legó a su hijo Alfonso junto con la responsabilidad de su evolución y desarrollo. Desde un punto de vista eminentemente cultural podemos señalar que impulsó las ciencias, fundó la Universidad de Salamanca, instauró el castellano como lengua oficial y bajo su reinado se iniciaron las catedrales de Burgos, León y Toledo. Fue ascendido a los altares en 1671. Pero desde otra perspectiva, más casera y humana, comentar que era un melómano, o que se casó dos veces teniendo, reconocidos, trece hijos. Él mismo fue fruto de los amores incestuosos de tío y sobrina.

Caballeros y Damas de Don Jaime I (1208-1276) Fuerza, seguridad, belleza y profundidad se amalgamaban en una fuerte personalidad capaz de causar un gran impacto. Su carismática presencia surgió ante las puertas de la ciudad de Murcia una fría mañana de enero del año de gracia de 1266, dispuesto a someterla a su voluntad y brindársela a su joven yerno, el infante don Alfonso. Su formación fue, como su temperamento, ambivalente: formado para la guerra y en la cultura, por Templarios y Santiaguistas. Su actuación sobre el reino de Murcia da comienzo en la primavera de 1264 cuando los musulmanes se sublevan contra el protec36

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torado castellano en un intento frustrado de lograr de recuperar la independencia. Desde 1257 Alfonso X había ido realizando cambios que provocaron un descontento generalizado que un tal al-Watiq supo canalizar y coordinar en forma de revuelta armada. En un principio obtuvo un gran éxito pues logró levantar con rapidez y sigilo (Torres-Fontes: 1987: 82) y tomar casi todas las poblaciones y castillos del reino con la excepción de Lorca y Orihuela, entre alguna otra. Además pidió apoyo al rey granadino Ibn al-Ahmar pero éste pronto tuvo problemas propios que atender en sus dominios y dejó al murciano abandonado a su suerte. Así las cosas, la reina castellana doña Violante, hija del aragonés, solicita la intervención de su padre y Jaime I, responde lo antes que puede iniciando su campaña en noviembre de 1265. Hay que tener en cuenta que previamente tuvo que convencer a las Cortes catalanas y a las aragonesas de la necesidad de esta expedición.

Conforme se acercaba a nuestras tierras al frente de su imponente ejército, las villas moriscas se le iban rindiendo y negociando una capitulación incruenta. Estando en Orihuela, sus espías le informaron de que tropas granadinas galopaban en apoyo de la ciu37

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dad de Murcia para intervenir en su resistencia. Sin dilación salió hacia nuestra ciudad con el firme propósito de impedir a las fuerzas musulmanas su propósito. Se instaló a esperarlas en Buznegra (Voz Negra), junto a Alcantarilla. En avanzadilla envió a Guillén de Rocafull, en tanto que las tropas eran dirigidas por sus hijos y el maestre de la Orden de Santiago, Pelay Pérez Correa. Ni siquiera llegó a producirse la batalla ya que los moros huyeron, al verse descubiertos, a refugiarse en Alhama. Jaime I partió entonces hacia Alcaraz para entrevistarse allí con Alfonso X. El encuentro tuvo lugar en torno a los días 8-9 de diciembre de aquel 1265 y al poco, concretamente el día 2 de enero de 1266 daba comienzo el asalto final. Jaime I, de regreso en Orihuela, partía hacia Murcia al frente de las tropas que había mantenido en ella acantonadas. Le acompañaban el maestre de la Orden de Santiago y el lugarteniente del Temple. El día 5 la ciudad quedó cercada y el rey instaló su campamento (y particular harén) a la vista de Murcia. Mantuvo el sitio durante quince días y luego mandó a una primera comisión de emisarios a negociar. Se ocuparon del tema Domingo López y el judío Astrugo, como intérprete (Torres-Fontes: 1987:147). El miércoles 20 de enero se reunieron los emisarios árabes con Jaime I y el monarca les prometió que se les respetarían sus costumbres si realizaban la entrega de la ciudad sin lucha. Volvieron a reunirse los días 23 y 26 y, por fin el 30 de enero, cincuenta caballeros con sus escuderos y ciento cincuenta ballesteros de Tortosa se instalaban junto al alcázar Nasir. Al día siguiente, domingo 31 de enero fue el propio rey aragonés Jaime I quien entraba en el alcázar dividiendo la ciudad en dos partes. Dos días más tarde se celebró una procesión solemne con la imagen de santa María que partiendo del campamento real, penetró en la ciudad. A lo largo del mes de febrero tuvo lugar el reparto de posesiones y gratificaciones entre los caballeros de Jaime I: Beltrán de Villanueva, Blasco de Aragón, Guillén de Rocafull, Nicolás de Valvert, Bernardo de Albalat…, y por supuesto, las Ordenes de Santiago y el Temple. Finalmente, el día 4 de marzo, Jaime I dio por terminada su misión y su estancia en Murcia y dejando el reino en manos de su yerno y su hija, regresó a Aragón. 38

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Caballeros y Damas del Infante Don Juan Manuel (1282-1348) El Adelantado del Reino, Don Juan Manuel, representa el saber y la belleza en dos de sus expresiones cultas, poesía e historia. De castillo en castillo, desde Lorca a Cartagena, pasando por Molina o Yecla. Juan Manuel luce su inteligencia y sus nobles facciones, presume de cazador y escribe hermosas páginas sobre nuestras tierras. Nieto de Fernando III, sobrino de Alfonso X y primo de Sancho IV, era hijo del Infante don Manuel y de Beatriz de Saboya, fue un buen soldado como le correspondía por alcurnia y por la época que le tocó vivir, pero también fue un hombre inteligente, diestro en la diplomacia y la buena pluma. A la temprana edad de catorce años las posesiones que tenía en Murcia fueron ocupadas por tropas aragonesas que talaron e incendiaron sus tierras. Jaime II y sus representantes acabaron firmando una tregua hasta que Juan Manuel cumpliera los veinte años (López: 1999: 21).

Aquella experiencia le sirvió de lección, de manera que también él fue capaz de intervenir en los enfrentamientos sucesorios que se 39

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produjeron a la muerte de Alfonso X. Por línea paterna podía haberle correspondido la corona de Aragón, pero al final se quedó sin las dos: ni Castilla, ni Aragón, habiendo de conformarse con los Señoríos de Villena y Alarcón además del cargo de Adelantado Mayor del Reino de Murcia, que constituyeron el premio de consolación para sus aspiraciones de gobernante. Se le ha apodado, con justicia, el príncipe-escritor y es que llegó a ser un verdadero intelectual de su época. Contrajo matrimonio en tres ocasiones: con Isabel, Infanta de Mallorca; a la muerte de ésta se casó con Constanza de Aragón, hija de Jaime II y, por último desposó a Blanca Núñez. Sus relaciones extramaritales también contribuyeron a su fama de galán conquistador. Cansado de tan intensa vida, decidió retirarse del mundo y dedicar el resto de sus días a la meditación y el recogimiento, lo que hizo en 1345 y mantuvo hasta que le llegó la muerte en Córdoba en 1348. Dejó una importante obra escrita de la que hay que destacar títulos como: el “Libro de los Estados”, “El Conde Lucanor”, “Libro de la Caballería” o “El Libro de la Caza”. Había heredado el cargo de Adelantado Mayor del Reino de Murcia en 1284 cuando todavía era un niño. En 1294 tuvo que intervenir con sus tropas para defender su gobierno y a partir de ese momento son numerosas las referencias que dan cuenta de sus actuaciones en la vida pública y política, recuperando Murcia en 1304. Con gentes de Murcia incorporadas a sus huestes participó en la toma de Gibraltar en 1310, sin embargo, también tuvo serios reveses en el gobierno de Murcia pues en varias ocasiones tuvo enfrentamientos de consideración; tanto es así, que incluso el Concejo atacó su propiedad de Molina, lugar donde se refugiaban forajidos y salteadores, por no hablar de los severos altercados producidos en la propia ciudad de Murcia. También se disgustó con el rey Alfonso XI por rechazar a su hija para esposa, lo que le granjeó la enemistad del monarca que concedió la autoridad de Adelantado de Murcia a Pero López a fin de que combatiera a Juan Manuel (Díez; Molina: 1973: 25). Durante aquellos convulsos años fue cuando el Infante escribió el mencionado “Libro de la Caza”, que fue su obra más relacionada con Murcia. En ella habla de Cartagena, Lorca, Totana, Librilla, Sangonera, Churra, Monteagudo y Yecla. De Monteagudo comenta 40

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el almarjal muy rico en grullas y garzas. Pero también el área pantanosa de Cartagena albergaba a gran cantidad de flamencos y garzas, además de mencionar en otros puntos de la Región la existencia de bitores (aves zancudas del tamaño de la codorniz). Sobre Cartagena y su costa comenta cómo debe cazarse con halcón e insiste en la abundante caza de perdiz y liebre que hay en todo la región, finalizando con una descripción considerablemente importante del Reino.

San Juan de Jerusalén (1244-1851) El apoyo y ayuda a los desfavorecidos fue el motor que movía a los caballeros de esta Orden que también incluía entre sus tareas la educación. Los antecedentes que con el tiempo dieron paso a su fundación fueron los mercaderes de Amalfi que a mediados del siglo XI fundaron un hospital para peregrinos en Jerusalén, pero el nacimiento oficial de la Orden, bajo la advocación de san Juan Bautista, tuvo lugar en 1113. Utilizaban como emblema la cruz blanca de ocho puntas en memoria a las ocho bienaventuranzas (Medina: 1990:115). Según sus estatutos, estos monjes-guerreros debían tener noble linaje, complexión robusta y hacer votos de pobreza, castidad y obediencia.

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Por lo que respecta a Murcia, en 1248 (Serra: 1981:572) la Orden recibió la iglesia de san Juan y algunos heredamientos situados en la huerta. También se le donó Archena en 1244 y Calasparra en 1289. Pero en España el ideal de la Orden no fueron las campañas bélicas –casi siempre en manos de Templarios y Santiaguistas- sino las empresas colonizadoras, es decir, de repoblación de los territorios reconquistados. En 1291 el comendador Fernán Pérez obtuvo en Murcia casa, venta y la propiedad de la corona de Abenazarcen. Avanzando en el tiempo, ya a mediados del siglo XV, compraron 300 tahúllas de riego en la huerta de Murcia a un tal Fernán Núñez, por cierto, copero mayor del rey Sancho IV; también le cambiaron tierras de Murcia por otras que la Orden poseía en Sigüenza. Todas estas posesiones en la capital o su entorno eran administradas desde su sede en Calasparra. Sin embargo, Archena fue la primera cesión que recibió la Orden en el reino de Murcia, siéndole otorgada por el Infante Alfonso X cuando estaba en Lorca el 15 de junio de 1244 (Lisón: 2002: 13). Pese a la conversión obligatoria de 1501, en 1515 el comendador de la Orden, García Bermúdez, seguía cobrando a la población de Archena los mismos impuestos que cuando su población era mora; por ello, el Concejo inició un pleito contra la Orden con el propósito de liberarse de ciertos pagos. Durante este siglo la localidad contaba con unos cien vecinos (1579), siendo propiedad de los monjes el molino harinero, el horno de pan, iglesia, venta, algún cortijo y diversos bancales, además del balneario. Era Archena en aquél momento una especie de sub-encomienda de Calasparra. Durante el siglo XVII las propiedades de la Orden habían aumentado aún más ya que poseían gran parte de La Algaida, 20 tahúllas en Los Baños y numerosas tahúllas en las huertas y tierras de secano. Además era suyo el molino harinero y otro de “hacer arroz”, (Medina: 1990: 248), posesiones que parecen mantenerse durante el siglo XVIII. Para 1818 su riqueza estaba valorada en poco más de 286.000 reales y desaparecerían de la localidad a mediados del S. XIX. La villa de Calasparra se hallaba prácticamente despoblada cuando fue concedida a la Orden de san Juan, de manera que durante los siglos XIII y XIV sus rentas eran casi nulas. Hay que aguardar a 1412 para que se asienten en sus tierras cincuenta familias que comienzan a generar cierta riqueza y permiten a la Orden percibir diezmos, por42

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tazgos, veintena y aprovechar los ingresos del horno y el molino (Rodríguez:1990). El comendador de aquellos años, Gonzalo de Saavedra impartía justicia y controlaba los aspectos económicos, políticos y religiosos con un férreo control de la población a pesar de que residía en Murcia desde 1409 (en 1445 todavía seguía ostentando el cargo). En 1530 el número de familias había aumentado a 224 aunque la mayoría eran pobres. El edificio de la Encomienda sirvió como cárcel, tiempo después, y luego, pósito de granos, albergando hoy día un museo.

Caballeros del Temple (1266-1310) La condición de monjes-guerreros de los caballeros del Temple, como los de otras muchas Ordenes (Hospitalarios, Calatrava, Santiaguistas, etc.) no fue un fenómeno en exclusiva del mundo cristiano, sino general de la época pues también en el lado musulmán e incluso antes que del lado cristiano, existían los cuerpos de elite de guerreros-religiosos. Sin embargo, la leyenda que envuelve el trágico final del Temple añade un velo de misterio y profundidad sin parangón que ha perdurado hasta nuestros días. La capital murciana y la frontera del Noroeste se rindieron a sus pies y quedaron durante un tiempo bajo su sabia tutela.

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Los templarios ejercieron de consejeros de Jaime I y Alfonso X en la toma de grandes decisiones que afectarían al desarrollo histórico de la Región. La Orden del Temple, de origen francés, llegó a la Península en torno al 1129, ya en plena Reconquista, para colaborar activamente en ella. Sus actuaciones les granjearon muy pronto un merecido prestigio de buenos guerreros, interviniendo en Murcia a partir de 1266. En la capital la capitulación se llevó a cabo ante Jaime I, pero sus condiciones apenas se mantuvieron unos meses ya que pronto se hizo cargo de la responsabilidad Alfonso X. Pues bien, durante ese corto espacio temporal que fue de febrero a junio de 1266 de influencia del aragonés, los Templarios recibieron en propiedad el Alcázar Nasir. Posiblemente cuando se hallaba al frente de ellos Pedro de Queralt, lugarteniente del Maestre de Aragón (es probable que también la fundación del Hospital de santa Catalina sea de este momento). Además del magnífico Alcázar, Jaime I donó al Temple otras muchas posesiones, según reza la real carta fechada el 7 de marzo de 1266 y escrita en la misma Murcia: “… Damos y concedemos a Dios y a la Orden del Temple Militar para siempre por herencia propia, franca y libre, casas que son de Abu Kalach, Aben Mahomat y Algonfan, de las mismas casas, la que está edificada delante de aquél, que ciertamente están en Murcia, en la parte de los cristianos y se enfrentan de una parte ( a unas casas que) se dice de Rebot Alahuet y a las casas de Abenabdalacid. Damos y concedemos a Dios y a la Orden antedicha, para siempre, todo lo que fue de Alfofaxer, y se enfrentan desde dos partes al (muro) y de otra parte a la vía pública y de otra a las casas Alfacham. Predichas asi las casas y huertos…” Estas casas son de extramuros y podrían situarse hoy aproximadamente, desde Las Claras hasta la calle de Jaime I el Conquistador. Aquel mismo año, pero ya desde Barcelona, Jaime I dispone lo siguiente: “…Por la gracia de Dios, el Rey de Aragón, de Mallorca y de Valencia, los compañeros de Barcelona y de Urgel y el Señor de Montispessulani, por nosotros y por el ilustre rey de Castilla y los suyos, damos y concedemos a Dios y a la Orden Militar del Temple, para siempre, por herencia propia, franca y libre, casas 44

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que fueron de Abdelhac Alimahomet Abnibiniambra y el granero de las mismas casas que están ante la puerta de éste. Ciertamente las casas que están en Murcia, en la parte de los cristianos que se enfrentan de una parte a la vía pública que se dice de Rabac Alahubet y a las casas de delante, y de otra a la vía que se dice de Navat, de otra a las vías que se dicen de Zarhan y de otra a las casas de Aben Abdelaziz. Damos después que las asignaramos y dimos a la Orden antedicha para siempre el huerto que fue de Dalfossayex y se enfrenta desde las dos partes al muro de la ciudad”… Como puede verse, en esta segunda carta de donación el Rey confirma las propiedades otorgadas meses antes y añade algunos datos destacando los referidos a las vías de Zarhan y de Navat, que se suman a la ya citada en Marzo y denominada Rabac Alhubet. Reinstaurado el poder y la influencia castellana, se rectificaron las capitulaciones aragonesas con la hábil diplomacia del Maestre del Temple Lope Sánchez. Concede entonces Alfonso X grandes señoríos a las Ordenes Militares en zonas fronterizas de escasa población, con lo que se ganaba seguridad para el reino y el desarrollo de ciertas actividades económicas. A los Templarios se les había donado la bailía de Caravaca que abarcaba Cehegín y Bullas. Desde el primer momento se les respetó la posesión de la Alcazaba con Dar-ax-Xarife (Ayuntamiento actual) y el alcázar Nasir, la Torre de Caramajul, jardines, huertos, baños y una mezquita. En 1282 el Ayuntamiento de Valladolid depuso a Alfonso X y nombró regente a su hijo Sancho, pero los Templarios continuaron fieles a don Alfonso, tanto en la ciudad de Murcia como en la bailía, lo que no resultó del agrado del futuro Sancho IV quien poco después intentaría quitarse esta espina clavada en su orgullo. En 1283 falleció Alfonso dejando claro en su testamento el deseo de ser enterrado y custodiado por los Templarios de Murcia. Fue albacea y encargado de llevar a buen término los deseos testamentarios del monarca el templario Fray Juan. Tres años después, concretamente en 1285 cuando era alcaide de la fortaleza templaria Bermudo Méndez, Bullas cayó en manos de tropas musulmanas. Pudiera ser que se tratara de un tal Zaen (Abenbu45

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car Abuzayen), capitán de unos cientos de jinetes que tuvo en jaque en toda la frontera a las tropas cristianas hasta fines de siglo. El caso es que al pobre Bermudo se le acusó de tener la fortaleza mal defendida y aunque en última instancia sus tropas lograron reconquistarla, al final el mal estado en el que quedó aconsejó fuese derruida. El resultado final fue que Sancho IV acabó castigando a los Templarios mediante la anexión de sus tierras a la Corona, temporalmente. En 1296 el reino de Aragón se hizo con el territorio murciano en detrimento de Castilla y así lo mantuvo en su poder durante nueve años. De este período existe noticia de la mediación de Jaime II entre los Templarios y el caballero Guillén de Anglesola, así como dos interesantes cartas que afectan directamente al Temple en Murcia. Ambas misivas están firmadas por el rey y en ellas se pretender dar solución a un contencioso pecuniario con influyentes prestamistas en el que tiene parte indirecta la Orden. La primera de las cartas está fechada el 3 de agosto del año de gracia de 1296 y va dirigida al Comendador Templario de Caravaca, fray López Pays, a quien el monarca conmina para que la Orden restituya sus bienes a dos personajes del colectivo judío: Moisés Yuzett y su hermano Albolazat, vecinos de Mula. Dos años después, un 26 de mayo, Jaime II vuelve a enviar otra misiva; esta vez dirigida al Procurador General del Reino de Murcia, Jaime Xericá, en la que se menciona a los Templarios en relación con otro contencioso de parecido corte en contra del hidalgo Guillén de Anglesola. En 1304 tuvo lugar un interesante acontecimiento cuando unos cuatrocientos caballeros templarios, en unión con Ibn Rahhu de Lorquí llevan a cabo una expedición a tierras granadinas que resulta todo un éxito, recorriendo todo el valle de Almanzora. Poco después, en 1307, el Temple fue perseguido por la corona de Francia en la persona de Felipe el Hermoso, persecución que rápidamente se fue extendiendo geográficamente hasta alcanzar a todo el ámbito templario, incluida Jerusalén. En la bailía templaria murciana destacaba entonces como cabeza visible el Maestro Rodrigo Yánez. A partir de 1309 y hasta 1313, poco a poco, la Orden de Santiago fue apropiándose del territorio templario, desplazando al Temple y consiguiendo sus propiedades de manera definitiva y de forma oficial en 1344, con Alfonso XI. 46

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Caballeros y Damas de santa María de la Arrixaca Se barajan al menos dos teorías con respecto al origen de santa María de la Arrixaca. Una se asienta en la existencia de un barrio cercado, situado extramuros de la Murcia islámica, conocido como Arrixaca que coincidiría con los actuales san Antolín, san Andrés y san Miguel. Esta hipótesis se vería apoyada por la posible presencia de una iglesia en la que se hallaba “la Reina sin par dentro de la Arrixaca… a la que acudían genoveses, pisanos y sicilianos”; (contrapuesta a esta teoría se halla otra que defiende fueron los Templarios quienes construyeron la primera iglesia cristiana en la ciudad, según Hermosino Parrilla en 1735). La otra teoría afirma que fue traída por el rey sabio. En cualquier caso, Alfonso X le dedica la Cantiga 169, escrita después de 1270 y está claro que la Arrixaca está ligada a la ciudad, al menos, desde mediados del siglo XIII, aunque la Mezquita mayor fue consagrada por Jaime I como templo cristiano en febrero de 1266, bajo la advocación de santa María de Gracia y no de la Arrixaca.

Aunque semánticamente hay varias versiones sobre el vocablo Arrixaca, en origen parece que viene de al-Rasqa y significaría ele47

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gancia, distinción, o bien arrabal murado, adjetivos dados al mencionado barrio que se hallaba extramuros de la ciudad. La pequeña iglesia de la Arrixaca fue cuidada por el municipio hasta 1514, momento en que se ocuparon de ella la Orden de los Agustinos (existiendo desde 1489 una Cofradía dedicada). En 1545 la zona sufrió una terrible inundación que destruyó unas cuatrocientas casas. No está claro el momento en que la imagen de la Arrixaca fue sacada en rogativa propiciatoria de lluvias. En 1619 se recurría a la Virgen de los Remedios existiendo constancia de que en 1623, es decir, cuatro años más tarde, ya era la de la Arrixaca la que era llevada a la catedral en procesión de rogativas. En 1628 el ayuntamiento agradecía su intercesión financiando una capilla, andas y tabernáculo para la imagen por valor de 50.000 reales (Antón: 1996). A partir de esta fecha es frecuente hallar referencias a las rogativas. Tanto nobles como el Marqués de Corvera en 1630, como el pueblo, en 1648, le harían nuevas ofrendas y regalos. Pero años después, algunas fricciones entre agustinos, Cabildo y Concejo impidieron las rogativas a la Arrixaca en 1694, así es que el 15 de enero se dio orden de traer a la ciudad a la Virgen de la Fuensanta. El resultado de la rogativa fue que no solo llovió a mares sino que incluso nevó. Y poco a poco, en un proceso que duró, como mínimo, hasta 1738, la nueva advocación fue desplazando a la anterior sin que existiera ningún documento del cambio de patronazgo de la Arrixaca por la Fuensanta. Pese a dejar de ser patrona, siguió siendo venerada en la Era Alta y Aljucer. La Arrixaca fue llevada al nuevo templo de san Agustín, luego san Andrés, iniciado en 1749 y recibió culto hasta 1835. Una vez demolido el convento en 1846 para construir una plaza de toros, el Marqués de Corvera mantuvo el culto de su capilla hasta 1875, pero a partir de 1882 acaba cayendo en el olvido. Posteriormente, sólo dos eventos la recuperaron. El primero fue un intento de robo que se produjo en 1909 y el otro la conmemoración del VII Centenario de la conquista de la ciudad en 1943. Entretanto, desde 1884 funcionaba casi en el anonimato una Hermandad de Devotos de santa María de la Arrixaca, creada por Javier Fuentes y Ponte.

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Orden de Santiago (1243-1856) Poder, obediencia, independencia, vasallaje, formulismo, fidelidad, armas y cruces. Todo se mezcla, pero en las dosis apropiadas, en esta Orden que es capaz de simultanear y hacer compatible la lucha física con la espiritual pero con un estilo propio, diferente del templario. Su implantación en Murcia se realiza a lo largo de casi cien años. La orden de Santiago recibió de manos de Jaime I el castillo de Moratalla en 1243 y la plaza fuerte de Aledo en 1257 lo que facilitaría su futura instalación en el Reino murciano a partir de 1266. También recibió Abanilla, pero fue permutada en 1281 por Cieza y, cuatro años después, los santiaguistas se habían instalado en el Valle de Ricote (1285). Recibiendo Ceutí en 1295, temporalmente.

Las poblaciones bajo su dominio fueron verdaderas colonias de mudéjares (Gil: 1986:213), dedicadas a la agricultura. A lo largo del siglo XIV se anexionarían Pliego (1305), Yéchar (1304), Fortuna, Lorquí (1304), Canara (1335), Caravaca, Cehegín y Bullas (1344). Estas últimas habían pertenecido a la Orden del Temple. También disfru49

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taron de numerosas posesiones en la Sierra del Segura pertenecientes en aquellos momentos al Reino de Murcia. El inicio de su expansión en Murcia se debe a su maestre Pelay Pérez Correa que nombró un comendador al frente de cada Encomienda: Cieza, Ricote, Aledo y Moratalla, investido con poder político, económico y militar. Entre estos comendadores cabría citar a Rodrigo de Ulloa, Juan Pérez de Barrados, Gonzalo Fajardo, Manuel de Benavides, Pedro López Fajardo…, entre los maestres fueron famosos: Rodrigo Yánez y Juan Osórez. La Orden tuvo sus fricciones con el obispo de Cartagena ya que aquel intentaba cobrar los diezmos en las villas santiaguistas (Rodríguez: 1986). En sus encomiendas se hicieron con la casi exclusividad de los molinos de harina, almazaras, hornos y batanes, controlando la producción y la transformación de los productos agrícolas. También intervinieron en la producción de manufacturas textiles, especialmente en Aledo, Caravaca y Cieza. A lo largo de los siglos XV y XVI el culto de las villas santiaguistas se dirige especialmente a santa María, Santiago y san Sebastián, apoyando y fomentando a santa Eulalia (Aledo-Totana), Casa de Jesucristo (Moratalla) y la Vera Cruz (Caravaca). También tuvieron cierta representación san Cristóbal y san Bartolomé. En la huerta de Murcia explotaron numerosas tahúllas y poseían algunas casas en el casco urbano otorgadas sobre todo por el rey castellano Sancho IV. Entre sus iglesias destacó la de Santiago, en el lugar conocido hoy día como “Pasos de Santiago”.

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Crónica festera a través de la prensa 1983-2010

El bautismo con vino 1983 El primero de septiembre de 1983 los festeros murcianos ya tenían dispuestos sus propios arcabuces, limpios y relucientes, ansiosos por verse estrenados. Fue entonces cuando saltó a las páginas de La Verdad una extraña noticia. Un tal Diego Barrionuevo proponía una fiesta de Moros y Cristianos en Cartagena, no para conmemorar las que nunca existieron, tampoco la fundación de la ciudad, sino un mero desembarco en Cartagena del sultán de Túnez. Su propuesta no tuvo eco y al día siguiente Murcia estalló de pólvora y alegría en el transcurso de una primera batalla escenificada que causó auténtica sensación. De nuevo, los hermanos festeros de Orihuela y los de Abanilla acompañaron a los nuestros por calles y plazas. Alberto Castillo fue quien esta vez pugnaba por hacer oír su locución, retransmitida en directo, entre el fragor de tambores, clarines, cornetas y pólvora. A Jesús Sánchez, Álvaro Garona y Antonio de Béjar les tocó la representación de personajes históricos. No sólo gustó, entusiasmó y el domingo siguiente, día 5 de septiembre, se celebró el gran desfile propiamente dicho. Aunque resultó lucido para ser un debut, la inexperiencia de sus participantes provocó algún pequeño desacierto que la prensa comentaba con cariñoso desenfado: “… desfile regado con alcohol… Muchos moros y cristianos se movían de un lado a otro de la Gran Vía y no precisamente al son de la música”. Y pese a ello, la propia prensa les animaba a 53

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continuar con la Fiesta, convencida, como el público, de que merecía la pena; prueba de ello fueron las cartas de apoyo y de ánimo que se vertieron a través de los periódicos locales. El destino lo sabía bien, el paso más difícil ya estaba dado y la Fiesta no tendría marcha atrás. La prensa, algo exagerada, hablaba de “miles de personas ataviadas con atuendos de época” y de los mil kilos de pólvora empleados, a la vez que se quejaba del retraso en el inicio del desfile. Las fiestas de Murcia nacían sin advocación religiosa, como fiestas civiles. Otra característica es el respeto y la igualdad hacia las mujeres, algo de lo carecían esté tipo de eventos en el resto del Levante.

Cultura y Fiestas 1984 Los organizadores dieron otro paso firme. Asumieron su responsabilidad con ánimo decidido y muchas ganas de trabajar en impulsar y enraizar la todavía naciente Fiesta. El lunes día 3 de septiembre abrieron las jornadas con una faceta cultural que bajo la denominación: “MURSIYA 84” brindó una serie de exposiciones e interesantes eventos entre los que cabe mencionar: obra pictórica procedente de Qatar, una exquisita muestra del trabajo de José María Falgas basada en sus vivencias personales durante su estadía y recorrido por países del Magreb, muestras de artesanía popular, una interesante exposición de fotografía, el recital de música medieval del grupo Iluni Música e incluso una conferencia a cargo del profesor Emilio Molina. Se daba, de este modo, un sólido soporte cultural a los desfiles de tropas y mesnadas; con habilidad encomiable supieron implicar a políticos y artistas eligiendo como escenarios propicios incluso algunos edificios públicos en una perfecta imbricación de personajes, personalidades y elementos escénicos. Por cierto, las mejores fotografías obtuvieron los premios Cimitarra y Tizona en el seno de un oportuno certamen. El presupuesto de aquel año rozó los 30 millones de pesetas e incluía un desfile de cinco cabilas y tres mesnadas. La Secretaria de aquella Junta, Pilar de las Heras, quería un desfile más que digno y confiaba en alcanzar muy pronto el nivel de calidad que los murcianos envidiábamos de alicantinos y valencianos. La noche previa al gran desfile amenazaba lluvia pero el entu54

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siasmo de los participantes no se amilanó. Los pasacalles comenzaron el sábado 8 de septiembre tras pasar la noche de sabrosa convivencia en campamentos y cuarteles. Y llegó el domingo y aquel magnífico recorrido “salvó las fiestas”, según la prensa. Recordemos que los días previos, dedicados a la tradicional feria de septiembre, habían resultado realmente flojos, faltaba alegría y “vida” en la calles, por eso aquél año fueron las cabilas moras y las huestes cristianas, con sus charangas y su colorido buen hacer quienes despertaron la ciudad. También aquel año comenzaron a llenarse de contenido histórico las actividades programadas y con este talante entró Alfonso X El Sabio (Martín Cárceles) con su cortejo en la ciudad del Segura. Hay que decir que el propio Aben Hud, encarnado en Antonio Albaladejo, participó en un paseo rememorativo de la urbe medieval que acabó en la plaza Mayor cuando ésta fue tomada, aunque no por tropas, sino por el numeroso público que acudió a presenciar el acto solemne de la entrega de llaves de la ciudad que el monarca destronado hizo al rey cristiano.

Consolidación de la Fiesta. 1985 La presentación de la Revista Festera constituyó el pistoletazo de salida. Estuvo coordinada por Alfonso Riera y se entregaron pequeños pero emotivos detalles a los colaboradores de las fiestas. El pregonero de MURSIYA 85 fue Juan José Capel, en un acto alegre y hermoso en el que se presentaba también a las nuevas encarnaciones de Alfonso X y Aben Hud, es decir, Ángel Belmonte y Francisco Henríquez, respectivamente. Aquel año se vistió culturalmente con una muestra artesanal de jóvenes creadores que habían empleado antiguas técnicas árabes en la realización de sus trabajos. Un cine-fórum relativo al tema, conferencias y actuaciones musicales, entre las que merece especial mención el grupo Calamos con su recital de música arábigo-andaluza, completaron esta parte de la programación cuyo broche de oro fue la representación del auto sacramental de Gonzalo de Berceo, titulado “Los milagros de Nuestra Señora”, del que disfrutamos gracias a la colaboración de José Manuel Garrido. 55

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La prensa claudicó definitivamente rindiéndose a los pies de la Fiesta y se volcó con ella en una forma sin precedentes. Era evidente que superadas las mínimas ediciones de inexperiencia y probaturas, los moros y cristianos de Murcia caminaban con paso firme. También fue un año de consolidación en la implicación de autoridades y políticos. Al presidente de la Comunidad Autónoma, Collado Mena, se le nombró Abderramán II y al alcalde capitalino, Bódalo, Fernando III el Santo, en el transcurso de un acto público lleno de imaginación y simpatía que tuvo una gran acogida. Prueba inequívoca de que la Fiesta prosperaba en popularidad y lo hacía en todas direcciones fue que nacían nuevos grupos festeros que iban engrosando sus huestes. Aquel año fueron los Mozárabes de la Arrixaca quienes debutaron. Y es que los elogiosos comentarios de los medios de comunicación alimentaban más y mejores expectativas invitando con ello a la participación tanto desde dentro como desde fuera. Así llegó el gran desfile de aquel año fechado para el día 15 de septiembre, auspiciado de prometedoras novedades sugeridas en los diarios del día anterior que alababan, entre otras cosas, la originalidad de la cabila de Ibn Arabí en la anterior edición y se preguntaban qué depararía aquél año. Los caballos, en número considerable, fue una de aquellas sorpresas esperadas y sus paradas, carreras de trote airoso, pasos y piruetas ejecutadas con asombrosa maestría, dejaron boquiabiertos al entusiasta público e hicieron comentar a la prensa: “…El gentío… parecía querer disfrutar las fiestas minuto a minuto y llenó el recorrido de los moros y cristianos… No fue sólo el desfile, también la entrega de llaves que este año se celebró en la plaza del Romea, fue presenciada por tanto público que resultó pequeña. “Mira, la pelos”. -decía la gente al ver pasar a caballo a la actriz Beatriz Carvajal. El fin de fiesta tuvo lugar en san Esteban con una verbena que también gozó del favor popular. La Fiesta estaba consolidada.

Pasos firmes 1986 Los moros estuvieron de moda; la prensa comentaba el caso del futbolista magrebí del Real Murcia, Timoumi, se explayaba con el 56

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grupo de folclore egipcio que recorría Murcia y pregonaba las festividades preparadas del 8 al 15 de aquel mes de septiembre. Se estrenó la III edición de MURSIYA con un acto de apertura a cargo de Salvador Jiménez López, la presentación de la Revista y la inauguración de una exposición de trajes festeros presentados al público en desfiles pretéritos. El campamento se establecía en los Jardines del Palacio de san Esteban. Los días siguientes presenciaron conferencias de Pedro Martínez Montávez, José García Antón, Ferid Mahresi. Estos eventos estrictamente culturales enmarcaron pasacalles, verbenas y actos como la presentación oficial de los reyes moro y cristiano de aquella edición. Los desfiles se preparaban para el sábado 13 con la participación de once grupos que incluían timbaleros, tambores y trompeteros. Destacaron Aben-Hud, Ibn Mardanish, Mudéjares, Abderramán II, Ibn Arabí, Almorávides, Alfonso X, Jaime I, Daisan ben Isaac, Mozárabes y Templarios. El día siguiente se invirtió en los enfrentamientos y salvas de rigor y se innovó conmemorando la fundación de la ciudad de Murcia con el apoyo y la colaboración de la compañía de teatro Tespis. El lunes se representó la entrega de llaves en la Glorieta y se coronó con un desfile de final de fiesta que se disolvió en medio de una gran verbena en los Jardines de san Esteban. El entonces Vicepresidente de la Asociación, José Luis Hernández Arenas, pronunció ante la prensa unas elogiosas declaraciones en las relataba con detenimiento y detalle cómo se originó el resurgir de las Fiesta, el apoyo de Orihuela y Abanilla recibido en sus comienzos, el nacimiento de la Asociación de Moros y Cristianos, el carácter familiar de la Fiesta y las emociones y sentimientos que despertaban los desfiles y su música. Y hablando de música, los Almorávides estrenaron aquel año dos marchas moras compuestas por los maestros Díaz Cano y Carchano Moltó. La convivencia entre cabilas y mesnadas se vio apoyada en el Campamento medieval con un presupuesto de 4 millones de pesetas que se invirtieron en 12 espectaculares tiendas instaladas en los Jardines de san Esteban. La prensa iba relatando, con detalle, el día a día de cuanto sucedía, pero además, si hoy hacía mención especial de los Mudéjares, 57

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por ejemplo, al día siguiente se extendía en la exposición de trajes y de cerámica; otro comentaba especialmente la Revista o bien hablaba sobre Aben-Hud, el grupo de Ben Isaac y su personaje histórico. El pregón de aquella edición recayó en el verbo y simpatía de Antonio Bódalo que animó a los festeros y destacó su voluntad, sus virtudes y la importancia del rescate etnográfico e histórico. También el alcalde fue testigo de excepción en el nombramiento de los reyes: Martín Cárceles para el moro y Santiago Barceló para el cristiano. Hay que decir que era en esos momentos presidente de la Asociación Pedro Fernández quien destacó en sus palabras, la juventud de los recién nombrados. El sábado día 13, así como el domingo por la mañana, tal como estaba previsto, se celebraron diversos pasacalles. Pero la tarde fue para la entrega de llaves de la ciudad, acto que se representó en La Glorieta. Desde ella arrancó el desfile que llegó hasta la verbena de clausura de san Esteban. Setecientos moros y cristianos hicieron aquel año las delicias de un público extasiado con su espectáculo lleno de color, gracia, luz y belleza. Prueba de ello fue que, como en ocasiones anteriores, algunos espectadores, de reconocido prestigio, como Paco Carles Egea y José Brotons Picó, dedicaron espontáneos elogios a la Asociación y a los festejos.

Cantos de guerra 1987 Fue testigo de otra bien recibida edición de Mursiyya que llenaba de cultura e interés el inicio de su mes de septiembre. El programa contenía en esta ocasión una exposición de fotografía a modo de crónica de las propias fiestas, se presentó la Revista y se pronunció un lucido pregón a cargo de Joaquín Soler Serrano. Aquel año se escuchó por primera vez el himno de la Asociación, especialmente compuesto por Manuel Massotti y Manuel Villanueva que estrenó en un hermoso y emotivo acto nada menos que el Orfeón Fernández Caballero. La Unión Musical Torrevejense ofreció un concierto de música festera, completando la oferta la representación de la pieza teatral titulada “La venganza de don Mendo”. Adaptada por Gregorio García, Gustavo Pérez Puig, intervenían en su represen58

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tación personajes del calibre de Alfonso Ussía y estuvo coprotagonizada, entre otros populares actores, por Rafaela Aparicio y José Sazatornil. El pregonero, Joaquín Soler, alabó Murcia calificándola de paraíso perdido y elogió la Fiesta definiéndola como una mezcla de “magia, espectáculo, cultura, historia y arte”. Pero hay que decir que tampoco el alcalde se quedó precisamente corto aquel año en su inspirado discurso el día de la inauguración oficial, es decir, el 10 de septiembre. Concretamente, decía José Méndez ante el presidente de la Asociación, Antonio Reyes: “Valerosos moros y aguerridos cristianos, aquí estáis dispuestos a conquistar esta hermosa ciudad con vuestros cantos de guerra, con el resonar de tambores y el estruendo de la pólvora”. Se presentaron en el mismo evento los reyes moro y cristiano para 1987 cuya elección recayó en José Alarcón y Antonio Navarro, respectivamente. También se brindó como primicia el nuevo texto para la escenificación de las embajadas, texto que preparó el infatigable festero e historiador Juanjo Capel. Los embajadores elegidos para estrenarlo fueron Ángel Belmonte y el recordado Miguel Tarín. Aquel año incluso el Tío Pencho bajó desde Las Torres de Cotillas a presenciar las batallas y desfiles dando cuenta de ello en una viñeta realmente tan graciosa como cariñosa. El mismo día 13 se dieron a conocer los actos que tendrían lugar ese domingo y el lunes. El primero amaneció con diana, continuó con una corrida de rejones, tuvo lugar el pasacalles de rigor y concluyó con la representación de la fundación de Murcia a cargo del grupo de Teatro del Matadero; se cerró con una suculenta cena medieval. El lunes también tuvo su pasacalles además del desfile que realizaba un Alfonso X para entrar en la ciudad y recibir las llaves de manos de Aben Hud. La verbena de clausura superó ediciones anteriores. Durante estos años nace La Opinión, un diario que con el tiempo será la plataforma periodística más importante de la Fiesta puesto que Diario 16 acabaría por desaparecer y La Verdad prestaría sólo una atención esporádica dada su escasa implicación en los temas murcianos, en aquellos momentos, quizás por una cierta vocación de convertirse en periódico de corte nacional. 59

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Paso hacia la Federación 1988 En marzo de 1988, en pleno Medio Año Festero, la Federación planteaba al Ayuntamiento la posibilidad de realizar un monumento al fundador de la ciudad, Abderramán II. El tema fue defendido por Antonio Reyes y Juanjo Capel, aunque se equivocaban al atribuir la fecha de fundación al 831 pues los datos históricos parecen indicar que el hecho se produjo en el año 825. En esos momentos la Asociación de Fiestas pasó a denominarse Federación y estaba constituida por trece grupos. En septiembre se contrataron para atender musicalmente los desfiles la friolera de 20 bandas de música al tiempo que se inauguraba una muestra de arte islámico procedente de Egipto. Acudió también el grupo Reda, de El Cairo y se contó con la presencia nada menos que del embajador de Egipto en España. Se preveía entonces el hermanamiento de Alejandría y Murcia. En los actos intervino el entonces presidente de la Comunidad Autónoma, Carlos Collado que aludió al mito de la gran estima y respeto que existió siempre entre árabes y cristianos. Virginia Mergelina disertó sobre el arte islámico egipcio. Jesús López y Ramón L. Valcárcel, en su calidad de reyes moro y cristiano, respectivamente, tuvieron un protagonismo especial al igual que los datos históricos, dados a conocer en prensa por María Dolores Martínez de la Vieja. Entre los periodistas que firmaron crónicas estaban Antonio López, García Raymundo, Celia Quijano, Diego Vera y JH.L. Salanova. El desfile, celebrado el sábado día 10, fue lucido por su riqueza y vistosidad. La entrega de la ciudad se realizó en el Jardín de san Esteban que se quedó pequeño ante la afluencia masiva de murcianos.

Apoyo de la UNDEF 1989 La UNDEF celebraba en marzo de 1989 su reunión anual en Murcia y aprovechaba la ocasión para cambiar de Presidente. Dejaba el cargo Amador Linares y daba paso a Primitivo Gil. Sin embargo, según otro periodista el presidente cesante era Francisco Mira. En este enriquecedor y fructífero encuentro participaron 300 60

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personas de 32 localidades diferentes de las 44 que en esos momentos conformaban la UNDEF. Coincidió con esos días la celebración en Murcia del Medio Año Festero, haciéndose entrega por vez primera de los premios Civitas Murciae. Como dijera la propia prensa, aquellas jornadas Murcia fueron la capital de moros y cristianos de toda España. Se contó además con la participación de la Cuadrilla de animeros de Aledo y la magnífica actuación del Orfeón Fernández Caballero. Aprovechando todo este arrope de eventos y ocasiones, se dieron a conocer al rey moro, Carlos Torregrosa, y cristiano, Jesús Albarracín, además de la abanderada anual, Ana María Arróniz. La revista y su presentación abrieron una serie de noticias, saliendo a la palestra y asumiendo sus responsabilidades como tal el Presidente de la Federación en 1989, Antonio de los Reyes. Comentaba por cierto la presencia para el desfile de dos grupos que vendrían de Marruecos con setenta danzarinas y la extraordinaria participación de casi un centenar de caballos que acompañarían a los 12 grupos que en aquella edición de las fiestas compondrían el cuerpo del gran desfile. El pregón festero fue pronunciado por el alcalde, José Méndez que lo fundamentó en documentos históricos sobre la ciudad y sus personajes. Además, aprovechó para recordar que se realizaría un hermanamiento con la ciudad egipcia de Alejandría. El sábado día diez, cabilas y mesnadas tomaban la ciudad llenándola de vida, música y color en un desfile que fue calificado como el mejor desde los inicios de la Fiesta en 1982. También dedicó la prensa importantes alabanzas al acto que cerraba la escenificación de eventos históricos, la conquista de la ciudad. Sin lugar a dudas, fue La Opinión y la periodista María Dolores Martínez de la Vieja quienes dieron a conocer con esmerada atención los actos celebrados a lo largo de las fiestas. La Verdad, dedicó al tema breves referencias a través de la pluma de Belén Elguea.

Mayor implicación de la cultura 1990 El Medio Año Festero brindó en 1990 dos conferencias y un concierto de música festera a cargo de la Unión Musical de Cocentaina en El Almudí. También, como en ocasiones anteriores, se organizó 61

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una matanza que aquel año tuvo como escenario el Club Hípico de Salabosque. Las conferencias fueron impartidas por Juan Vicente Rubio y Juan José Capel. Estas celebraciones incluyeron además una fiesta de disfraces y la cena festera en el Royal Place. El pistoletazo de salida se dio en aquella ocasión el 3 de septiembre. El pregón fue de Alfonso Riera, antiguo festero que en esos momentos estaba vinculado a la Expo 92. En sus palabras pasó revista a la historia y los personajes más señalados de Murcia. Poco después se inauguró el campamento medieval en el Jardín de san Esteban. Si algo diferencia las fiestas de moros y cristianos murcianas de otras localidades es su marcado aspecto cultural. Así, Mursiyya 90 presentó una interesante muestra cerámica de los artesanos murcianos que vino a tomar el relevo a la del año anterior de artesanía castellana. Se pronunciaron también en aquella edición dos conferencias que versaron esta vez sobre arte islámico. En el momento de la presentación de las fiestas se hicieron propuestas de cara al siguiente año como la construcción de un castillo con almenas en san Esteban que enriqueciese la escenografía de 1991. Los primeros días de las fiestas transcurrieron como otros años entre: juegos infantiles, conciertos, concursos de dibujo, presentación de cargos festeros, recepciones o pasacalles. Destacó el ritual de presentación formal del rey moro, José Maylín. Aquel año se incorporó al recorrido del gran desfile el Barrio del Carmen. Destacaba también la prensa a la morisma que conformaba el contestatario grupo de Aben Hud. En el desfile colaboraron en esta ocasión miembros de la UNDEF y vecinos de la ciudad francesa de los perfumes Grasse que esparcieron aroma a jazmín. También hubo torres humanas de los “castelles” y se contó con la participación de un ballet medieval de Burgos. Se calificó el evento como: el desfile del “Color y el olor”, volviendo a ser considerado como el más vistoso hasta el momento. Al día siguiente, con la ausencia de los moros y cristianos, se estrenó en san Esteban una pieza teatral escrita en 3.000 versos de octava real, titulada “Ad Murcia Condita”, del autor Luis Federico Viudes, que escenificaba la fundación de la ciudad de Murcia. El desfile de entrada de Alfonso X cerró la edición de estas lucidas fiestas. Los periodistas que cubrieron los eventos fueron A. López, M. D. Martínez de la Vieja y C. Campos. 62

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La prensa se vuelca 1991 El Medio Año Festero tuvo lugar como siempre en marzo. En 1991 ofrecía una conferencia sobre medicina en la Murcia medieval a cargo de Pedro Marset y un concierto en la Plaza de la Cruz interpretado por la banda de Relleu, como platos fuertes. El programa septembrino abarcaba del 9 al 16 y la prensa se volcó de forma aún más decidida de lo que lo había hecho hasta entonces, especialmente por lo que se refiere a Diario 16 y La Opinión. Los periodistas que cubrieron los actos celebrados fueron T. Guillén, J.A. Hinojosa, F. Ortega, R. Suarez, N. Saiz, M.D. Martínez de la Vieja, A. López, M.J. Montesinos, J.L. Vivas, B. Zamora y Sánchez Carrasco. El presupuesto de este año ascendió a casi 50 millones de pesetas, siendo nombrado pregonero Gustavo Pérez Puig. Salieron a la calle 14 grupos y la novedad principal consistió en la construcción de un castillo en la plaza de san Esteban y una serie de actos dirigidos por Luis Marín. Los reyes de la edición eran Pedro Mateo Igual, por el bando cristiano y Joaquín Roses por el moro. Por cierto que este rey luciría un espectacular traje almorávide. Por su parte, el rey cristiano destacaba el aspecto cultural de la fiesta. La abanderada fue María Elena Valcárcel. Otra novedad fue la ofrenda a la Virgen de la Arrixaca en la iglesia de san Andrés. Además se brindaron dos conferencias cargo de A.L. Molina y A. Carmona y se realizó un alarde de arcabucería. Aquel año se representó también la obra sobre la fundación de Murcia de L. Federico Viudes bajo la dirección de Luis Liberto y se escenificó la Entrega de llaves de la Ciudad, de Juan José Capel, con Ángel Belmonte en el papel principal, junto a Miguel Tarín. El campamento medieval se inauguró con la presencia destacada de un grupo egipcio. Adquirió un relieve especial la interpretación de las cantigas del Rey Sabio a cargo del grupo Diabulus in Música. Pero la prensa se quejaba de la escasa vida que inicialmente ofrecía el campamento medieval en sus inicios. La larga semana de fiestas llenó estos días numerosas páginas de prensa pasando revista a todos sus acontecimientos, pequeños y grandes. Desde el concurso de dibujo infantil, financiado como siempre por El Corte Inglés, al contenido de las entrevistas realizadas a los reyes, al pregonero o la recepción del alcalde José Méndez. 63

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Diario 16 y La Opinión dedicaron un extra a las fiestas, con importantes contenidos históricos de gran interés además de recoger las palabras de los protagonistas principales, crónica de la fundación de los grupos desfilantes, etc. El día 13 de septiembre sonaban los clarines en el balcón del Ayuntamiento y los moros y cristianos tomaban al asalto la ciudad. Al día siguiente tenía lugar el gran desfile con un boato tal que fue capaz de superar el listón del año anterior. Marcialidad, lujo y espectáculo fueron las notas predominantes. Cerraron los actos las mencionadas obras dramáticas de Luis Federico Viudes y Juanjo Capel, en san Esteban. Terminadas las fiestas, ya en noviembre, se anunciaba la dimisión de Luis Marín Selva y la convocatoria de elecciones, si bien volvía a presentarse a las mismas como candidato al puesto.

A la Expo de Sevilla 1992 La Prensa abría el año informativo sobre el tema que nos ocupa a finales de enero con motivo de la participación de un grupo de moros y cristianos murcianos en la Exposición Universal de Sevilla; el desfile tendría lugar el 9 de mayo y supondría un espaldarazo de reconocimiento a tan pujantes fiestas. Entre una y otra fecha se celebró, el Medio Año Festero con actividades deportivas, lúdicas y una conferencia de José Emilio Iniesta sobre los escritores en la Murcia musulmana. El Presidente de la Federación fue recibido por el Alcalde y el Presidente de la Comunidad que le prometieron más apoyo para los 15 grupos que desfilarían aquel año. Tal como se esperaba, en mayo desfilaron en Sevilla los componentes del grupo Templario en representación de la Fiesta de Murcia que en aquella edición presentó el cartel el mismo día primero de septiembre. La semana grande cayó del 7 al 14 del mismo mes y el pregón recayó en el periodista Ignacio Fontes. Se estrenaban dos grupos nuevos, uno cristiano: Infante Juan Manuel y otro por el bando moro: Abul Abbas, a pesar de que el presupuesto bajó un 20% con respecto al año anterior. Se nombró abanderada a Fuensanta Egea; rey moro fue Antonio Sánchez; y el 64

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cristiano fue representado por José Fernando Dormal. Se cumplía el décimo aniversario de la Fiesta y existía un interés especial en esmerarse en la vistosidad de los desfiles, música aparte. En el ranking de importancia por lo que a prensa se refiere, destacaron Diario 16 y La Opinión quedando en tercer lugar, a considerable distancia de ambos, La Verdad. Los periodistas que cubrieron los diferentes eventos fueron: M. J. Montesinos, R. Suárez, J.M. Galiana, P. Benito, M. D. De la Vieja, M.C. Pleguezuelo, J.L. Salanova, A. de Celestino, J.M. Gil y T. Guillén. No sólo informaron sino que también se extendieron en los días previos al desfile sobre cada una de las mesnadas y de las cabilas, destacando aspectos significativos de cada uno de los grupos. También se hacía hincapié sobre el talante cultural que envolvía una gran parte de la programación festera. Se dedicó importancia a los cargos festeros pero tras de informar sobre su nombramiento, asumía mayor protagonismo Ángel Belmonte, el embajador moro por excelencia… Más adelante, la tradicional cena medieval fue capaz de reunir a seiscientos comensales que proclamaron a sus reyes y distinguieron a La Opinión por su apoyo y aliento, presentes desde el inicio de la Fiesta en Murcia. Se inauguró el Campamento medieval el día 11, tras la recepción matinal que realizó el alcalde quien declaró en su discurso que la Feria de septiembre ya no se entendía sin Moros y Cristianos. Quizás por llevarle la contraria, la lluvia amenazó el desfile del día siguiente, pero finalmente no pasó a mayores, y los reyes de ambos bandos, con sus séquitos y cortes respectivas, pudieron desfilar en medio de gran lujo y boato haciendo las delicias de los murcianos que llenaban las calles. La alegría y la música fueron elementos dominantes en una ocasión en la que participaron nada menos que treinta y cinco bandas. Los numerosos caballos contribuyeron también en gran medida a dotar de una espectacularidad especial al desfile. Aquel año interpretó “La Fundación de Murcia” (Obra de L.F. Viudes) la compañía Juan de Ibarra y la escenificación de la Entrega de Llaves, cerró unas fiestas que la prensa calificaría de sobresalientes. También fueron noticia aquellos días Antonio Albaladejo, director de Mursiyya y, poco después, la segunda y definitiva dimisión de Luis Marín Selva. 65

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Las mujeres y los políticos “cogen” peso 1993 Nuevas ideas iban surgiendo, en este décimo aniversario. Para febrero se organizaba un baile de máscaras en el Casino. Era presidente, de nuevo, Antonio Reyes que contaba en su equipo, entre otros, con Carmen Galian, Loli Reyes, Maruja Torres y Magdalena Ibáñez. Se habla ya de redactar un reglamento de régimen interno y de abrirse más a la sociedad murciana, recibiendo el espaldarazo del presidente de la comunidad Carlos Collado. Al Medio Año Festero acudían representantes de Lorca, Caravaca, Jumilla, Abanilla y Santomera, en lo que sería el Ier encuentro regional festero. Entre el 19 de febrero y 12 de marzo se desarrollaron múltiples y variados actos, siguiendo un patrón preestablecido de cena de gala, presentación de reyes y abanderada, entrega de premios Civitas Murcie, competiciones deportivas. Se incluían una conferencia de historia y un concierto de música festera en el teatro Romea. Se solicita entonces el reingreso de la Asociación de Moros y Cristianos en la Undef, organismo que se abandonó siendo presidente Luis Marín. Por otra parte, se implicó a los políticos en las fiestas, dándoles un protagonismo poco saludable. Al ministro Juan Manuel Equiagaray (paracaidista vasco) se le nombra pregonero, en tanto que al concejal Carmelo González se le otorgaba el personaje Alfonso X, como rey cristiano. El rey moro lo encarnaría Joaquín Román. El cargo y honor de abanderada recaía en Sonia Sánchez Abellán. En los primeros Civitas salían triunfadores los grupos Infante Juan Manuel e Ibn Arabí. Ya en estos días los políticos intentaban trasladar el campamento de san Esteban al Malecón, sin conseguirlo en ésta ocasión. En abril se participaba en una exposición festera, organizada en santa Isabel, organizada por el ayuntamiento, con unos resultados muy positivos. Se convoca, en mayo, el concurso para realizar el cartel de las fiestas, con un premio de 200.000 pesetas para el ganador, que resultaría ser Claudio Pamies. Pero como era año de crisis las subvenciones, por parte del ayuntamiento, se congelan. En positivo se daba la noticia del nacimiento del primer ballet que desfilaría en las fiestas, dirigido por Mara Cuenca. Una muestra egipcia y un 66

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mercado medieval completaban, en septiembre, el campamento de san Esteban. Tanto el infante Alfonso, Carmelo González, como Aben Hud, Joaquín Román mostraban su alegría por ser los protagonistas elegidos. Junto a ellos el pregonero Juan Manuel Eguiagaray convocaba al disfrute de la fiesta. Como siempre, se mostraba gran interés por el boato del embajador moro, Ángel Belmonte. Se estrenaba este año la obra, escrita por Juanjo Capel, sobre la lucha entre mudaríes y yemeníes y la fundación de Murcia. También se convocaba la VII edición del concurso de dibujo infantil, gracias al apoyo del El Corte Inglés, con Arturo Andreu al frente. Murcia recuperaba el sabor y los tiempos medievales, con sus cabilas y mesnadas tomando las calles, con seis ballet, carrozas, caballistas, reyes, escoltas y os doce grupos festeros. Aben Hud desfiló a pie, ya que tuvo “sus mas y sus menos” con el carrocista. La ofrenda a la Arrixaca era leía por Luis García, de Los Templarios, en un ritual que inició Pedro Mateo Igual, en 1991. Problemas de salud llevaban a Antonio Reyes a tomar la decisión de abandonar la presidencia de los Moros y Cristianos al terminar los festejos, al tiempo que se denunciaban los incumplimientos de Ginés Rosa, Director General de Turismo.

Las representaciones toman importancia. 1994 Francisco Melgar era elegido este año para representar a Aben Hud y se estrenaba pidiendo más ayuda de las instituciones para las fiestas. El infante Alfonso X sería este año Manuel Jiménez. Le acompañarían, como abanderadas, Manuela López Peláez y Mª Dolores Hernández, siendo presidente de la Federación Vicente José Serradell. En septiembre la ciudad volvía a retumbar, con los alardes de arcabucería, donde se quemaron quinientos kilos de pólvora en solo dos horas. Ofrenda a la Arrixaca, concurso infantil de dibujo y cena medieval sirvieron de prolegómenos al pregón, que este año pronunciaría Elena Quiñones, Consejera de Cultura. Se confesó cristiana de apellido y mora de sentimientos (sic). Más acertada estuvo 67

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en sus referencias a Antonio Gala y a la herencia histórica de los murcianos. En el campamento, Luis Liberto organizaba la presentación de las abanderadas al tiempo que se ofrecían platos árabes en los distintos bares instalados en las sedes de mesnadas y cabilas. Miguel Tarín, embajador cristiano y su homónimo Ángel Belmonte, por el bando moro, volverán a ser uno de los aspectos neurálgicos de las fiestas. La prensa calificará el majestuoso desfile por la Gran Vía como “las mil y una noches”, un cuento fabuloso hecho realidad. Colaborarían grupos de Alicante y Lorca, destacando el oasis que acompañaba a Ángel Belmonte. Terminaban las fiestas con la representación de la Fundación de Murcia, donde destacó el ballet dirigido por Belén López y la entrega de las llaves de la ciudad.

Torneo medieval. 1995 En marzo se elegían a las abanderadas, cuyo honor recayó en Mª Carmen López Almansa y Aránzazu Arce Muñoz, en un acto celebrado en el teatro Romea con la actuación de la tuna y el ballet de Ana Calvo. Los cargos festeros eran proclamados en la cena medieval. Este año Aben Hud será representado por Francisco Corbalán Fernández, en tanto que la figura de Alfonso X estaba encarnada por Antonio Martínez Sánchez. Ya en septiembre, el pistoletazo de salida lo daba el pregón, pronunciado por el Delegado del Gobierno, Eugenio Faraco, en una continuidad de nombra a cargos políticos para darle protagonismo. Apoyó las fiestas de Moros y Cristianos, como unión de pasado y presente, marcando el pasado moro de la ciudad. El presidente de la Federación, Vicente Serradell, con mucho ánimo, vislumbro un futuro prometedor para la fiesta, a la que se llegaría a equiparar al Bando de la Huerta. Trescientos niños participaban éste año en el concurso infantil de dibujos y como novedad se celebró un Torneo Medieval con profesionales venidos de Alfaz del Pi. La periodista M. de la Vieja realizaba los mejores y más detalladas crónicas de las fiestas, con una implicación digna de admiración. 68

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En ocho de septiembre, tras la ofrenda a la Arrixaca, se presentaban todos los cargos, oficialmente, en el ayuntamiento de Murcia, con la presencia del presidente regional, Ramón Luis Valcárcel, terminando la noche con marchas y desfiles hasta el campamento medieval. En el gran desfile destacó la carroza del rey cristiano y la puesta en escena del embajador Ángel Belmonte. Ballet diversos, dromedarios, serpientes, jinetes, luchas medievales y las carrozas de abanderadas y Miguel Tarín venían a completar en magnifico desfile de las cabilas y mesnadas, lleno de fantasía y colorido. Se cerraban las fiestas con la rememoración de los hechos históricos de Murcia en los siglos IX y XIII, con la fundación y la entrega de llaves de la ciudad.

El campamento toma fuerza. 1996 El Medio Año Festero comenzaba con un pregón a cargo del alcalde, Miguel A. Cámara y la presentación de las diecinueve candidatas a abanderadas. Este año se renovaba el campamento, vallado, con un gran escenario, trece casetas, ocho jaimas y dos puestos egipcios. El rey cristiano fue Sergio Sánchez Ferrer, en tanto que Aben Hud estaba encarnado por Enrique Martínez Belmonte. Las fiestas, que recuperan la historia de la ciudad, en palabras de González Barnés, estaban cambiando gracias a la acción del presidente, Vicente Serradell. Las abanderadas de este año fueron Inmaculada Guarinos y Ana Cano, si bien no pudieron lucirse el primer día debido a la lluvia. Si lo hizo el pregonero, Carlos Valcárcel Mavor, conocedor de la ciudad. El 14 de septiembre cabilas y mesnadas partían hacia san Andrés a realizar la ofrenda floral a la virgen de la Arrixaca, un culto metido con calzador años antes, ya que las fiestas nacieron “paganas”, no religiosas. Esto las diferenciaba del resto de fiestas de moros y cristianos del Levante, consagradas, extrañamente, a vírgenes y santos. La fiesta tomaba ese día las calles de Murcia, acudiendo a presentar sus tropas al alcalde. El sábado además, se realizaba una entrada espectacular y triunfal con bailarinas, traga fuegos, reparto de monedas, magnificas plataformas y un espectacular caballo de cartónpiedra, de gran altura…, durante cuatro largas horas. La fundación 69

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de Murcia fue cantada en octosílabos, con un montaje de Antonio de Béjar, destacando Pareja y Tarín en sus interpretaciones.

Ángel Belmonte, siempre majestuoso. 1997 De nuevo volvían moros y cristianos a reunirse en marzo, en el convocado Medio Año Festero, una buena idea para no pasar un año completo sin actividad, ni comunicación entre festeros. En el teatro Romea se presentaban las diecisiete candidatas a abanderadas, con una coreografía de Luis Liberto, y la participación del ilusionista Domingo Artés. En esta noche resultarían elegidas Eloísa Griñán y Marina Costa, interviniendo, para dar más realce, Ángel Belmonte y Miguel Tarín (a) Miguelo. Este año José González López era el infante Alfonso y Juan José Capel hacía de Aben Hud. En la cena medieval todos ellos fueron desvelando sus boatos, trajes, carrozas y recuerdos. Este año se “tiraba la casa por la ventana”. El pregón lo realizaba el ministro de Trabajo, Javier Arenas, tras el cual se inauguró el campamento, que contaba con un mercadillo de artesanía regional y dos fortalezas correspondientes a los reyes. La presentación de las abanderadas fue realmente espectacular, en tanto que el XI concurso infantil de dibujo estuvo muy participativo. Carmen Galian, la nueva presidenta, era recibida por el alcalde que alabó el esfuerzo de Moros y Cristianos por compatibilizar diversión y descanso vecinal, moderando el sonido del campamento. A partir de ese momento cabilas y mesnadas ocupan la ciudad. Se presentaba una revista para la ocasión, a cargo de JJ Capel. El desfile del sábado mostró un lujo oriental que sorprendió con sus espectaculares carrozas o mercenarios negros, un gigante pavo real. Este la ofrenda floral a la Arrixaca contó con una coral que hizo el acto más lucido, saliendo la virgen en procesión entre antorchas. La animación callejera del domingo dio a la entrada nocturna del infante Alfonso, la fundación de Murcia, con un gran espectáculo visual y musical y la posterior entrega de la ciudad, por parte del Aben Hud, a Alfonso y su acompañante, a la sazón su amante, que no doña Violante, que en aquellos momentos era solo una niña de unos siete años. 70

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Sentimientos en el hospital. 1998 Catorce eran las candidatas a abanderadas éste año, siendo presentadas de nuevo, en el teatro Romea. En este Medio Año Festero Ricardo Montes impartía una conferencia sobre Murcia en el siglo XIII y tenía lugar un concierto musical. Carmen Galian había contratado para la elección de abanderadas al famoso presentador Constantino Romero. Se daba a conocer estos días el nombre del pregonero de Medio Año, el consejero de Industria, José Pablo Ruiz. Ya en septiembre se montaba el campamento con algunos cambios en su diseño, iluminación y mercado medieval. La muralla crecía y se instalaban las figuras de un moro y un cristiano, en cartón-piedra. La mesnada de Jaime I, con el infante Alfonso de este año, Julián Fernández, visitaban a los niños ingresados en el hospital de la Arrixaca, con “lagrimas irreprimibles”. Aben Hud era representado éste año por Alfonso Gálvez, hombre tremendamente implicado en la fiesta siendo su favorita Mª Ángeles Casas. Por otra parte tenía lugar la presentación de la revista y una fastuosa cena medieval. En ella se lucieron el concejal de cultura, González Barnés y las abanderadas, Mª Isabel Monje y Mª Isabel Cutillas. La Opinión se sumaba al esplendor de las fiestas, regalando a sus lectores un ajedrez con figuras de Moros y Cristianos. El pregón lo pronunciaba este año Miguel A. Cámara, tras el cual se inauguraba el campamento renovado, con una vida medieval propia: traga fuegos, artesanos, saltimbanquis y bailarinas orientales. La revista numero 15 la presentaba Carmen Galian, incluyendo diversos artículos de historia medieval de la ciudad, con una portada coincidente con el cartel, obra de Nicolás de Maya. Para los más pequeños se volvía a convocar el concurso de pintura y se les ofrecía un espectáculo infantil de animación. Por su parte, el rey moro organizaba una fiesta para cientos de invitados en El Pertiguero, animada por una bailarina traída de Marrakech, en tanto que el infante Alfonso repartía juguetes a los niños de La Milagrosa. Mientras, moros y cristianos seguían calentando motores y animando el centro de la ciudad de cara al desfile del sábado. La his71

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toria salía ese día a las calles, con todo tipo de detalles y la prensa de hacía eco de la historia de la Virgen de la Arrixaca con el rigor preciso. A ella se le ofrecía un niño “moro” y otro cristiano. Murcia recuperaba un pasado con el gran desfile y las carrozas, caballos y claveles se adueñaban de la Gran Vía. El rey moro con una carroza de un genio gigante causaba sensación, debido a un lujo de leyenda. Los arcabuceros hicieron sus alardes a orillas del Segura durante la mañana del domingo y por la noche volvían a ponerse en escena la obra de Capel sobre la fundación de la ciudad, narrando los enfrentamientos previos entre mudaríes y yemeníes. Al día siguiente Miguel Tarín y Ángel Belmonte representaban la entrega de la ciudad.

La televisión nacional entra en escena. 1999 El Medio Año se abría en ésta edición con buen concierto de música en la plaza de santo Domingo, a cargo de la banda Santa Cruz, de Abanilla. Conferencias y convivencias completaban el programa festivo cultural. Ya que televisión española retransmitía el desfile, todos los grupos se esforzarían este año un poco más. Las abanderadas serán Alma Mª Cerezuela y Miryam Prior, en tanto que Sergio Iborra y Antonio Cánovas representarían, respectivamente, al infante Alfonso y Aben Hud. El gran visir, Enrique Martínez, y el gran caíd, Ángel Belmonte, se esforzaron en las vestimentas y carrozas. De cara a los más pequeños, este año no solo se organizaba el concurso de pintura, sino que se abría una ludoteca y se organizaban juegos y talleres. En el campamento el rey Aben Hud instala un león, símbolo de una de las puertas de la Murcia medieval. Este rey anunciaba que en su desfile presentaría un sequito con más de 500 metros de longitud, estrenando la marcha mora “Rey Lobo”. El rey cristiano traería a los tamboristas de Mula y caballos. El pregón, siguiendo la estela de otros años, corría a cargo de otro político. Esta vez era el ministro Ángel Acebes, recibido y agasajado por Carmen Galian, como presidenta de la Federación. La revista y su presentación también fueron importantes en este año. La 72

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portada y cartel eran de Fernández Molero. La presentación contó con Luis García, el mejor presentador de actos de la Federación, en compañía de González Barnés. La lluvia hizo acto de presencia en el campamento, desluciendo su vida y actividades. Pero la vida continuaba y los protagonistas ponían su esfuerzo económico en los caros tajes y el boato, sin olvidar la música. Por otra parte, los reyes visitaban de nuevo a los niños de La Milagrosa y la Arrixaca. Por la noche, en el campamento, actuarían el grupo M Clan. El gran desfile del sábado once de preparaba ya con nueve carrozas, caballos, camellos y el ballet del Rey Lobo…, rindiéndose, Murcia a los Moros y Cristianos por su fasto, lujo, y exóticas danzas, durante tres largas horas. Por la mañana un nuevo bautizo en san Andrés, ante la virgen de la Arrixaca, tenía lugar al tiempo que se hacía la ofrenda de flores. Al decir de la prensa, “Murcia fue un sueño” durante estos días, no sólo por los desfiles, sino también por la pólvora, teatro, música y representaciones teatrales de los hechos históricos del 825 y 1243.

De nuevo Luis Liberto. 2000 Se presentaban, en el Medio Año Festero, a las abanderadas mayor, Mari Ángeles Luján, e infantil, Enma López Puerta, en una gala organizada por Carmen Galian en el Auditorio y presentadas por Luis García y Mª José Alarcón. La coreografía, como en otras ocasiones, la dirigió Luis Liberto. Otro político, siguiendo ya la “tradición”, se ocupaba de pregonar las fiestas en septiembre. Se trataba de Ana Mato, diputada nacional. La tradicional cena medieval tenía lugar éste año en una carpa, ubicada en el Cuartel de Artillería. Se preparó, además, una entrada triunfal con fuegos artificiales para Aben Hud (Francisco Morales) y el infante Alfonso X (Francisco Hernández). Como siempre, diversos concejales compartieron la velada con cabilas y mesnadas, asistiendo también el alcalde Miguel A. Cámara y representantes de otras agrupaciones festeras. Miguel Tarín dejaba este año sus cargos y entre ellos el de emba73

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jador cristiano. Al tiempo Luis García recibía un merecido homenaje por su trabajo en pro de la fiesta. Al iniciarse la semana de nuevo la lluvia hacía acto de presencia, causando ciertos desperfectos en el campamento. El día de las abanderadas, con Joaquín Lisón entre bastidores, resultó de gran atractivo, especialmente debido a las bailarinas del Rey Lobo. No se quedaba corto Ángel Belmonte, entregando regalos o con sus buscados y únicos trajes. Concurso de dibujo infantil, con espectáculo incluido; bautizo festero en san Andrés, con pasodoble de estreno; recepción del alcalde a los festeros y verbena popular se cedieron sin dar respiro ni descanso a los festeros, sobre todo por los continuos pasacalles. Tras un desfile espectacular, destacó el marco elegido para representar las luchas de yemeníes y mudaríes y la correspondiente destrucción de Ello y la fundación de Murcia. Se trató de la plaza Cardenal Belluga. Un escenario histórico e inmejorable. Caco Garbin, Juanjo López y Eduardo Gil de Pareja engrandecieron el acto.

Un viejo templario. 2001 Se pregonaba el Medio Año mediante las palabras de José A. Ruiz Vivo, secretario de Comunicación del Gobierno Regional, presentándose en el acto las candidatas a abanderadas. A fines de marzo se entregaban los premios Civitas Murciae. La cena medieval de septiembre volvía a realizarse en el patio de armas del Cuartel de Artillería. Eran reyes este año Luis García Martínez, el “viejo templario” y Vicente Martínez García, en el papel del infante Alfonso. Castillo de fuegos artificiales y 150 palmeras adornando el recinto engrandecieron la noche. Las abanderadas eran este año Iris Tomás Alarcón y Alba Mª Abab, siendo embajadores Ángel Belmonte y Virginio García, que heredaba cargo de Miguel Tarín. Diez intensos días transcurrieron a continuación. Campamento, múltiples actos, espectáculos, Medievalia 2001, ballets en continua actuación. Carlos Iturgaiz, político vasco, pregonaba las fiestas ante los quince grupos. El alcalde inauguraba el lucido campamento, dete74

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niéndose especialmente en la cabila Abeniyad y en el patio de armas de las Templarios. Estrenaban sede e indumentaria los recién llegados Caballeros de la Arrixaca y Huestes de Fernando III. Jaimas, pasteles, té, leche de camella hacían olvidar los comentarios de una tal Martínez Abarca en la prensa sobre las fiestas de moros y cristianos: consideraba un peloteo aquello de llamar a políticos peperos para pregonar la fiesta…, unas fiestas que nacieron socialistas…, nunca disimulan lo que buscan…, algo pornográfico. Por otra y gracia de Luis García, se presento la revista Moros y Cristianos, con investigaciones de Ricardo Montes y Juanjo Capel (último acto del querido y apreciado festero). De cara al desfile del sábado acudían los templarios de Caravaca, Muladíes de Lorca y Muzalén de Abanilla. En la recepción previa en el ayuntamiento, el alcalde estuvo especialmente lúcido, pronunciando una bienvenida en castellano medieval. La prensa alabó el desfile grande con términos como: lujo, fantasía, belleza, estilo…, alabando los grandes boatos de Vicente Martínez y Luis García, los grandes protagonistas de este desfile de ensueño. Dieciocho actores ponían en escena la fundación de la ciudad, en la plaza Cardenal Belluga, coordinada por Pedro Guirao. En el mismo escenario se realizaba la entrega de llaves, con Ángel Belmonte y Virginio García como actores principales. Los espectáculos fueron muy emotivos y supusieron un broche de oro para la fiesta, en una plaza abarrotada de interesados espectadores.

Congreso Nacional y fallecimiento de Juanjo Capel. 2002 Con una cena organizada a mediados de marzo, en un restaurante de renombre, se daba el pistoletazo de salida del Medio Año. La entrega de los galardonados Civitas Murciae y la proclamación de los cargos festeros daban vida a los cientos de festeros que esperaban con ansia estos días. Juan José Soria era nombrado rey moro, Aben Hud, en tanto que el infante Alfonso sería Francisco García Lorenzo. 75

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En marzo tenía lugar el III Congreso Nacional de la Fiesta de Moros y Cristianos, con la presencia de 5000 festeros de 60 poblaciones de todo el Levante. Los temas festeros fueron dirigidos por Francisco Soto, en tanto que el lado científico lo coordinó Ricardo Montes. El volumen de las ponencias y comunicaciones se publicó a los pocos meses, quedando el Congreso inacabado al no editarse las conclusiones por extrañas negociaciones entre festeros y la Undef, aún sin aclarar. Juan José Capel, alma y vida de la fiesta fallecía este año, dejando huérfanos no sólo a su grupo, sino a toda la Federación. Por ello en septiembre se le tributaba un merecido homenaje durante la cena medieval. El pregón correspondió este año a Lourdes Méndez, consejera de Trabajo y Política Social. Este año se introducía un juego llamado War Hammer, basado en batallas antiguas. Comenzaron, ya en la cena, a tomar protagonismo las abanderadas, Victoria Martínez y Jerónima Lorente, con el apoyo de Carmen Galian. Pilar Jorquera anunciaba el bautizo de Ángela e Irene, dos lobitas, en la iglesia de la Virgen de la Arrixaca. No faltó a ninguna cita Antonio González Barnés, acompañado de otros concejales. El campamento renovaba de nuevo este año, con jaimas, iglesias y castillos medievales, comida marroquí. En esta edición se introdujo un extraño pregón moro, leído por José Ballesta, rector de la Universidad. Entre los actos que se fueron sucediendo a lo largo de estos días destacó la ya habitual visita a los niños enfermos de la Arrixaca, concurso de dibujo infantil, alarde de cabos y el “calentamiento de motores” de los reyes, que anunciaban poco a poco como iban a ser sus boatos. La ofrenda floral en san Andrés y la recepción institucional en el ayuntamiento daban paso a la algarabía por las calles murcianas. El desfile del sábado puso una imagen bella y sensual a la Gran Vía, con unos vistosos trajes que entusiasmaron a los espectadores. Una verdadera apoteosis. La fundación de Mursiyya, con un montaje multimedia, con actores que salían, como de la boca de un dragón, del Palacio Episcopal. Al día siguiente se representaba la Entrega de Llaves, con medio millar de participantes dirigidos por José Ferrer. Un broche de oro de los festeros. 76

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Se nombra cronista 2003 A pesar de que nada más terminar los festejos del 2002 todos los grupos comenzaban ya a pensar en la organización de los desfiles del año siguiente, el verdadero pistoletazo de salida se dio en junio de 2003. Precisamente en ese momento nacía, de la mano de Tomás Guillén, un nuevo grupo que vino a enriquecer a los moros murcianos. Eran nada menos que los Almohades. Esta cabila se presentó a bombo y platillo en prensa, circunstancia que sirvió para llamar la atención de lo que sería el acontecer de la Federación durante la primera quincena de aquel septiembre. Casi coincidiendo con la presentación Almohade lo hizo el cartel anunciador de las fiestas, obra de Ángel Haro, que se dio a conocer en un acto oficial celebrado en el Casino de Murcia. Durante el sofocante julio se desarrollaron varios acontecimientos novedosos en la Fiesta: torneos, concursos y actividades. Además, se aprobó que hasta las doce de la noche sólo se escucharía música medieval en el campamento; acuerdo que a la hora de su práctica resultaría como ponerle puertas al campo. También se dieron entonces a conocer los nombramientos de Paloma Reverte, como pregonera de las fiestas y el de Ricardo Montes como cronista oficial. Aunque la semana grande sería aquel año del 8 al 15, desde el día tres de septiembre los periódicos regionales se lanzaron a dar fiel noticia de cuantos acontecimientos y declaraciones se producían al respecto. El presidente, Julián Fernández, destacaba de la Fiesta su espíritu participativo y familiar al tiempo que daba a conocer los aspectos culturales que se irían desarrollando en el campamento. A partir de ese momento comenzaba el verdadero trabajo de los reyes, moro: Juan José Mármol; y cristiano, Juan Carlos Pérez que sabrían conducir las fiestas de forma admirable junto a las abanderadas, Juani López y Ana Tarena Vera. Por su parte, la prensa se hacía eco de aspectos históricos de la Murcia del siglo XIII dados a conocer por el Cronista de las Fiestas. A partir del sábado 6 de septiembre van saltando a la palestra los protagonistas. El rey cristiano destacaba en una entrevista el carácter cultural e histórico de la Fiesta, en tanto que el rey moro resaltaba la convivencia como uno de sus principales valores y describía su 77

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campamento. Mientras, el Presidente de la Federación, Julián Fernández, al igual que hacía la pregonera, Paloma Reverte, hablaban de la historia de Murcia y de la importante contribución de las fiestas de moros y cristianos a su conocimiento de cerca y en vivo. También se habló de la atención dedicada a los jóvenes, de la variedad de la música contratada para acompañar los desfiles y de la aportación de la Concejalía de Parques y Jardines en macetas y palmeras con las que se embelleció y adornó la cena medieval anual y el campamento. De la cena hay que destacar precisamente su gran boato, magníficamente organizado y presentado que hizo de ella todo un vistoso y solemne espectáculo. Reyes y favoritas, así como ambas cortes, mora y cristiana, estuvieron a la altura de las circunstancias. El lunes ocho leyó el pregón la directora del diario La Opinión, Paloma Reverte que hizo referencia a la filosofía sufí de Ibn Arabí y habló de la historia de la ciudad, así como del origen de sus desfiles, mostrando un profundo cariño a los festeros y su implicación personal en las tradiciones de Murcia. Tras el pregón, se inauguró el campamento medieval en los jardines de san Esteban dando comienzo real las fiestas de moros y cristianos de 2003 y el verdadero contacto con los espectadores en lo que se ha consagrado como una auténtica interpretación teatral de la Murcia medieval. Como curiosidad, apuntar que la mesnada de san Juan ofrecía como novedad: bebidas bajo la denominación de “sangre mora” y “sangre cristiana”. Si la prensa escrita, radio y televisión, se habían volcado en los días previos, a partir del 8 de septiembre, las noticias sobre la Fiesta llenarían espacios informativos como jamás antes había ocurrido. Los periodistas que cubrieron los eventos fueron legión: Alberto Castillo, Mª José Alarcón, Pedro Soler, Manuel Madrid, Yayo Delgado, Nieves Barnuevo, Marta Cano, Julia Albaladejo, Paco García, Ana Guardiola, M. Morote y, evidentemente sus protagonistas preferidos serían los grupos, presidencia, reyes, abanderas…, que irían desgranando su visión a diestro y siniestro. El campamento que cobraba trepidante vida, noche a noche, fue visitado por los directores de los diversos medios informativos, cargos políticos y murcianos de a pie que disfrutaron de música y baile, buenas pitanzas, espectáculos varios, mercadillo medieval e incluso teatro. 78

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El martes, día nueve, se presentaron las abanderadas y la excepcionalidad de un abanderado en un acto de gran belleza, al tiempo que el rey Aben Hud agasajaba a los grupos festeros. El miércoles comitivas representantes de moros y cristianos visitaban a los niños ingresados en La Arrixaca y al día siguiente finalizaba en el campamento el torneo de Warhammer, un juego de rol que simula una batalla entre dos ejércitos. También ese día tuvo lugar el rapto simulado de dos bebés por la cabila del rey Lobo y una exhibición de cabos. Las mañanas de aquellos días entretuvieron a los más jóvenes con el célebre Concurso de Dibujo Infantil, referido siempre a temas festeros y patrocinado por El Corte Inglés que estuvo representado por Arturo Andreu. El once de septiembre tuvo lugar la gran cena medieval tras haber sido presentada la Revista el día anterior. El acto tuvo lugar en el Casino de Murcia con la presencia de Antonio González Barnés. Una auténtica memoria gráfica y escrita de todo lo realizado por cabilas y mesnadas en el año anterior y todo un alarde de buen hacer en las tareas de coordinación desempeñadas por Paquita Alcázar y Antonio Pedro Seguí. El alcalde de Murcia recibió a las tropas el día doce poniendo a su disposición las calles para que aquellos las llenaran de vida, música y luz. Y fieles a su ofrecimiento, el sábado trece moros y cristianos celebraron su gran y magnífico desfile. La prensa había anunciado diversas novedades al gran público: maquinaria de guerra, cañones de confeti e incluso la participación en el desfile de cargos políticos destacados como el Concejal de Cultura y el propio Alcalde, incluidos en una escuadra de senegaleses. El desfile fue un auténtico espectáculo de color, elegancia y belleza. Fue retransmitido por TVE con una gran calidad de imagen y comentarios. Reyes, cabos, tropas, músicos, bailarinas, embajador (Ángel Belmonte), Ibn Arabí (Clemente Mirete), abanderadas…, todos estuvieron magistrales en sus papeles e interpretaciones ganando admiración y adeptos para la Fiesta. Del día trece hay que destacar también el homenaje de la mesnada del Infante don Juan Manuel a Alfonso X, acto en el que se interpretó la cantiga 169 al son de un estupendo grupo de gaiteros. El domingo catorce, se celebró una misa de campaña, la ofrenda a 79

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Ntra. Sra. de la Arrixaca y, por la noche, la conmemoración de la ciudad de Mursiyya. La Fundación, representada en la plaza del cardenal Belluga tuvo una magistral puesta en escena con bailarinas, guerreros y efectos de luz y fuego simulado que sorprendieron a los embelesados espectadores. Todo un broche de oro para unas fiestas que de año en año se superan en calidad y participación. Federación y festeros pueden sentirse satisfechos e ilusionados.

Vallelado “el grande” 2004 La presentación del Medio Año Festero tuvo lugar el 19 de febrero en el Casino de Murcia. Supuso el inicio de los actos del pasado año, bastante intenso por cierto. En este majestuoso acto se dieron a conocer las candidatas a abanderadas y Antonio Vallelado brindó a todos los presentes una hermosa pero no por ello menos rigurosa, visión de las fiestas. El Medio Año se desarrolló a través de diversas convivencias programadas con motivos culturales como: el concierto de la Primitiva de Alcoy, una conferencia sobre “Las puertas medievales de Murcia” a cargo de Ricardo Montes y en abril, fueron elegidas las abanderadas: María Luisa Pérez y Cristina Mármol. Desde ese momento hasta los desfiles de septiembre, diversas noticias fueron saliendo en prensa: Ibn Arabí divulgó algunos detalles sobre su futuro boato; fueron elegidos los reyes, personificados por Eduardo Gil de Pareja (Aben Hud) y Francisco Benedicto (Alfonso  X). Entre tanto la cabila del Rey Lobo entregaba sus ya tradicionales premios. A finales de marzo tuvo lugar la entrega de los premios Civitas Murcie, resultando ganador Ibn Arabí, aunque también obtuvieron importantes galardones: Fernando III, la Orden de Santiago e Infante Juan Manuel. El festero del año recayó en la persona de Virgilio García. La mesnada de Jaime I, para no ser menos, organizaba un buen sarao en Algezares agasajando al recién nombrado infante Alfonso. Ya entrados en agosto, algunas noticias sobre el mercado medieval o los ballets de la Federación van abriendo boca entre los 80

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murcianos y dando toques de atención. Y comienza septiembre con la presentación de la revista, un verdadero esfuerzo de diseño y coordinación por parte de Paqui Alcázar. El día 3 tuvo la tradicional y magnífica cena medieval con la entrega de un mini libro sobre la Murcia del siglo XIII, escrito por el cronista. A partir de estos momentos, las noticias y la actividad festera se dispararon vertiginosamente. Desde el día 4 de septiembre se trabajaba de forma intensa en el montaje del campamento, preparándose al tiempo las bebidas novedad de este año: “leche de camello” y “meados de loba”. Mientras tanto la vocalía de Relaciones Públicas y el Presidente de la Federación fueron recorriendo despachos, salas de redacción y emisoras de radio concediendo entrevistas a diestro y siniestro. Tienen claro que esta plataforma es la que da publicidad y conocimiento de las Fiestas y la llave que abre el apoyo de los gobernantes. Frenética actividad soportaban igualmente los reyes, moro y cristiano, es decir: Eduardo Gil y Francisco Benedicto. Por fin, el lunes 6 de septiembre dieron comienzo las esperadas fiestas y lo hicieron con toda su pujanza a través del Pregón que pronunció Arturo Andreu y de la inauguración del campamento. Arturo animó a disfrutar de la fiesta haciendo un poético recorrido sobre su historia, los grupos festeros, la tolerancia y otros valores manteniendo el tipo a pesar de que las malas pasadas que la luz y el sonido le jugaron hasta en seis ocasiones. A sus palabras le siguió la protocolaria inauguración del campamento a cargo de reyes y abanderadas; en resumen, toda una noche de gala y esplendor. El concurso de dibujo infantil entretuvo a 800 participantes y la inauguración de dos mercados medievales contribuyeron, por otra parte, a dar el típico ambiente medieval y bullicioso a la ciudad. También, como ya es tradicional, los festeros visitaron y obsequiaron a los niños ingresados en La Arrixaca. La sorpresa la protagonizaría el rey moro, Eduardo Gil, que tuvo que ser operado aprisa y corriendo de una peritonitis sustituyéndole temporalmente su hijo. El día diez de septiembre cabilas y mesnadas invadían con sus ritmos y marcialidad las calles de la ciudad y el ayuntamiento mientras en el Jardín de san Esteban se celebraban diversos actos infantiles. Al día siguiente, moros y cristianos en sus mejores galas, 81

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recorrían las calles escenificando el Gran Desfile anual por las arterias principales de la ciudad, desde el barrio carmelitano. La prensa calculó que unas 15.000 personas acudieron a presenciar el “revivir de la Murcia medieval”, a pesar de la amenaza de lluvia. Favoritas, abanderadas, filá de negros, caballos, dromedarios y una enorme y majestuosa mano de rey mago sobre la que saludaba al público el gran embajador, Ángel Belmonte. Como noticia puntual de ese día, especialmente alegre, la incorporación al desfile del convaleciente Aben Hud y en calidad de homenaje póstumo, la apertura de una calle con el nombre del insigne y querido festero Juanjo Capel; todo un delicado detalle por parte del ayuntamiento en favor de quien tanto hizo por la Fiesta. Tras el vistoso y triunfal desfile, el domingo día doce tuvo lugar el homenaje a Alfonso X entre alardes de pólvora y la Plaza del Cardenal Belluga fue el escenario idóneo para representar la fundación de Mursiyya (pronunciado Múrsia, no Mursiyá), la entrega de llaves de la ciudad y la ofrenda a la virgen de la Arrixaca. A pesar de haber concluido todos los actos festeros del año, moros y cristianos continuaron siendo noticia de prensa.

Renovación y tecnología. 2005 Comenzaba el año la Federación “estrenando presidente”. Julián Fernández que defendía la permanencia en el cargo durante seis años. Casi al tiempo Sebastián Ortiz era elegido, con adelanto temporal, rey Aben Hud. Su compañero cristiano será este año José Carbonell Caravaca. A finales de enero una representación de Moros y Cristianos acudían al Fitur (Madrid), para promocionar las fiestas y visitaban al alcalde Cámara para hablar sobre el traslado del campamento, desde san Esteban al Malecón. Diecinueve candidatos y candidatas se presentaban este año a la elección de abanderadas en el teatro Romea. En esos días Virginio García, Embajador Cristiano y Festero del Año de 2004, realizaba el pregón del Medio Año, centrándose en la historia y en las Embajadas. 82

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Destacó en marzo la presentación de la página web de la Federación y el que la Undef abría sede en el palacio del Almudí y la convivencia de los grupos en el Llano de Brujas. El 12 de marzo se presentaban oficialmente a los reyes y se entregaban los premios Civitas Murcie, arrasando la cabila Ibn Arabí. Ya comenzando el verano se presentaba el cartel anunciador de las Fiestas, obra de Víctor Rosique y a la pregonera de este año, Pity Alarcón, directora de TVE, rompiendo la racha de nombramientos de políticos para éste evento. Llegado septiembre el campamento volvía a instalarse en san Esteban. En los primeros días se presentaba la revista festera, tenía lugar la cena medieval y se realizaba el concurso de War Hammer. Paqui Alcázar demostraba su buen hacer. En el campamento algunos grupos renovaban su decoración o estrenaban tronos. Tras el emotivo pregón, con tintes históricos, de Pity Alarcón, se izaron las banderas siendo agasajados los políticos asistentes. Las abanderadas serían este año Lucrecia Muñoz López y María Martínez Martínez y coincidían con la creación de la banda de música de los Almohades. El jueves 8 de septiembre se realizaba un festival infantil y se realizaba un mercadillo medieval. Los moros “secuestraban” a cuatro bebés cristianos, tras enconada lucha, para ser bautizados por el rito árabe y se realizaba una exhibición de cabos y el concurso de dibujo infantil, gracias al apoyo de Arturo Andreu. El viernes se realizaban los primeros pasacalles y en el campamento se degustaba “meado de loba” y “leche de camella”, dos brebajes preparados por los festeros. De vibrante calificativo el desfile del sábado, lleno de colorido, con la entrada triunfal de cabilas y mesnadas, arropadas por numeroso público. La fantasía se apropio de la Gran Vía, retornando a la Edad Media. Siguió la fiesta, al día siguiente, con los arcabuceros y el bautizo de cuatro niños ante la Virgen de la Arrixaca. Juan José López, Carlos Torregrosa y Eduardo Gil llevaron el peso de la representación de la fundación de Murcia, ante 3000 espectadores. Destacaron los ricos ropajes y el juego de luces. La Entrega de llaves puso un final feliz de las fiestas, que incluyó, de nuevo, el traslado a caballo de la Virgen de la Arrixaca hasta san Esteban. 83

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Año de tensiones. 2006 El mes de marzo se presentó este año con mucha actividad: presentación de abanderadas, concursos y reuniones en el cuartel de artillería, entrega de los premios Civitas, juegos de salón, nombramiento de los reyes… Carlos Torregrosa era nombrado la “Voz del Festero”. Aben Hud lo encarnaba éste año Jesús Garnés y el infante Alfonso sería José L. Muñoz Abellán. Se rindió homenaje a Belén López, nombrada Festera del Año, en tanto que el pregonero será José Ballesta. En abril se luchaba denodadamente contra el posible traslado del campamento desde san Esteban al Malecón. Pero “donde digo digo, digo Diego”. En junio ya se aceptaba el traslado. También se cerraba el foro de expresión de la página web, por lo que se produjo cierta tensión durante la presentación del cartel festero en julio. Por su parte Luis García abandonaba la directiva de la Federación. Dicho cartel era obra de Álvaro Peña. La llegada del mes de septiembre trajo consigo la adaptación a la nueva ubicación, diseños y distribuciones diferentes. Pero al mal tiempo, buena cara. Y así trabajaron todos los grupos, intentando dar un aire nuevo. La inauguración tuvo lugar tras el pregón, acu-

Ofrenda floral a Alfonso X

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diendo Miguel A. Cámara, José Luis Muñoz, Rafael González y las abanderadas Marta Murcia y María Hernández, desde el Almudí. Concursos, War hammer, pólvora, pasacalles y alegría se adueñaron del Malecón y ciertas plazas y calles d Murcia. Pero a las tensiones vividas en junio y julio se iba a sumar otra en el desfile. El rey Aben Hud tuvo sus mas y sus menos con su propio grupo, del que acabó siendo expulsado, pese a que el desfile resulto apoteósico, las discusiones y tensiones saltaron a prensa. La ofrenda floral, los alardes de arcabucería y las Embajadas hicieron olvidar los problemas. En la Fundación destacaron la banda de la cabila Al-mohades, Pilar Jorquera, Juan José López o Eduardo Gil.

Un moro, rey cristiano 2007 En este año que se cumplen los veinticinco años, “más uno”, de los desfiles de moros y cristianos, pasamos revista a las últimas fiestas, verdadero pistoletazo de salida de todo lo que ha de acontecer este año. Calentábamos motores, a fines de febrero de 2.007, con la presentación de las candidatas a abanderadas para las fiestas de septiembre. Representantes del Temple, Jaime I, Ibn Mardanish y Huestes de Fernando III se presentaban por partida doble, en tanto que sólo presentaban candidata los grupos Infante Juan Manuel, Orden de Santiago, Ibn Arabí, Mudéjares y Abul Abbas. Un total de trece bellezas moras y cristianas eran coordinadas por Paquita Alcázar. Durante mes y medio realizaron diversos encuentros, jornadas de convivencia con el jurado, visita al alcalde de la ciudad, etc. Por fin, a comienzos de abril eran nombradas Marisol Cánovas Martínez y Natalia Díaz Jiménez, pertenecientes a Fernando III y Orden de Santiago, respectivamente. La gala de toma de posesión era dirigida por Virginio García y Carmina Abellán en el incomparable marco del Teatro Romea. De forma paralela, los grupos de Mudéjares y Fernando III daban a conocer a los reyes moro y cristiano. Por el bando moro, representando a la figura de Aben Hud, el nombrado era José Francisco Vera, que se proponía, además, contraer matrimonio durante las fiestas. 85

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El caso del rey cristiano, representando la figura de Alfonso X, recayó en el marroquí Mohammed Lamriss, al que cariñosamente se la conocería como el moro-cristiano. Un verdadero ejemplo de integración en Murcia y en sus fiestas. La gala tendría lugar a fines de marzo en el hotel “Siete Coronas”. Tras conocer a las abanderadas y a los reyes, sólo faltaba conocer al pregonero. Este año el honor recayó en Oscar Castro, presidente de los Odontólogos y Estomatólogos de Murcia. Con el verano encima, los distintos implicados fueron adelantando algunos aspectos de los futuros desfiles, boatos o cambios en el campamento. A fines de agosto se presentaba el programa de actividades, que abrirían el 31 de dicho mes con la presentación de la revista, magnifica revista, coordinada por Paquita y Antonio Pedro, a los que algún día habrá que hacerles un monumento. El cartel se presentaba también en estos días en los que los actos y noticias se disparaban en un frenético día a día bien coordinado por la Junta Directiva. Prensa escrita, radio, televisión, presidentes de grupo, políticos…, todas han de ser atendidos por el bien de la fiesta. Un caos controlado que provoca descargas de adrenalina; una tensión esperada. Los reyes, mientras tanto, velan armas y coordinan con sus grupos sus declaraciones y los desfiles en los que han de ser protagonistas. Por fin, el día tres de septiembre, tenía lugar la lectura del pregón en el Almudí y tras él, se inauguraba el campamento, ante la mirada extrañada de los asistentes a los huertos. Pero esto sucedía tras la cena del día anterior en el Siete Coronas, donde, tras cortar el tráfico, hubo un lucimiento espectacular de los grupos y reyes. Toda una vuelta al pasado, con el tiempo detenido en el siglo XIII. El recinto festero presentaba este año un cerramiento amurallado, simulando almenas y un magnifico pórtico de entrada. Julián Fernández presidió los actos, acompañando a las autoridades municipales y reyes, con unas buenas noticias bajo el brazo, la posible declaración de las Fiestas de Interés Turístico Nacional y la futura entrega de la medalla de plata de la ciudad para las mismas. La ciudad, nuestra Murcia, quedaba inundada, desde el día tres de septiembre por las huestes de Alfonso X y las tropas de Aben Hud. Vistosos trajes de Cabilas y Mesnadas; la magia de dulzainas y tim86

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bales; las luces, pórticos y murallas del campamento. Por supuesto la intensidad de todos los participantes, de los protagonistas anónimos y silenciosos que conforman los quince grupos de la Federación. Los días van pasando y las calles son tomadas por moros y cristianos. También, el día 5, visitaran a los niños ingresados en la Arrixaca, un gesto solidario que se viene celebrando cada año, tiene lugar una nueva edición de dibujo infantil, patrocinado por El Corte Inglés, implicado, como siempre, en nuestras fiestas gracias a la sensibilidad cultural de Arturo Andréu. Quinientos dibujos tuvieron que ver los miembros del tribunal para seleccionar a los mejores. Pablo Monteagudo, Luís García y la propia Junta Directiva. Tal como prometió, el rey Aben Hud, se casaba el día siete de septiembre. José F. Vera y Elisabeth López marcaban la apoteosis festera y de sus propias vidas. Trasladaban después la fiesta al campamento. Esa tarde además, tendría lugar la bienvenida de los Moros y Cristianos en el Ayuntamiento, con un mini desfile posterior. La prensa calificaría de “Boatos de ensueño para escribir la historia de Murcia” el desfile de sábado ocho de septiembre. Se rescataba, como otros años, la Murcia medieval, con sus olores y sonidos. Indumentaria de fantasía, bordados, ricas telas y adornos. Camellos, aves exóticas, bailes, danzas…, un verdadero sueño hecho realidad y puesto en escena. La alegría hecha desfile, la música inundando la atmósfera, el tiempo pasado recuperado. Tropas, danzarinas, la ruta del marfil recreada por Ángel Belmonte, el estruendo, todo se hace realidad deslumbrando a los murcianos de a pie. En el desfile pudimos disfrutar también de la carroza de los reyes cristianos, de sus cálidas y bellas indumentarias, del boato de antiguos bailes palaciegos, escuadras de guerreras, marcialidad templaría, elefantes, un magnifico ariete. Todo un espectáculo. No podía faltar en las fiestas los arcabuceros, la visita a la tumba de Alfonso X, ofrenda de flores a la Virgen de la Arrixaca y las representaciones histórico-teatrales de la plaza de Belluga, con la Fundación de Murcia, por orden de Abderramán II, tras la destrucción de Ello, por las luchas internas entre yemeníes y mudaríes. Posteriormente tenía lugar la rendición de la ciudad y la entrega simbólica de las llaves. Murcia deja de ser Mora y pasa a ser Cristiana. 87

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En octubre de 2007, siguiendo una buena senda, las Cabilas y Mesnadas desfilaban en Alguazas, en la reinauguración de la Torre Vieja. Este tipo de colaboraciones, realizada también con Cieza, dan a conocer la fiesta en la región, engrandeciéndola. Como colofón cierro la crónica con alguna opinión personal para que sirva se tema de reflexión con el ánimo de que la Fiesta siga avanzando: • La actual ubicación del campamento lo hace confundirse con otra fiesta, de tradición encomiable, pero que nada tiene que ver con la tradición y la historia que Moros y Cristianos representan. • La Embajadas son importantísimas, magnificas, pero convocan a 2000 personas, frente a las 40000 que ven el desfile. Este debe seguir creciendo en importancia y apoyo. • Pequeños errores históricos deben ser corregidos. El nombre de la ciudad de Murcia procede de Mursiyya. Pero no se lee tal cual, sino que se pronuncia Múrsia. Por ello cuando alguien grita Mursiyá se está equivocando. El escritor inglés Shakespeare, como ejemplo, se leería como Sespir. Nadie diría Saquespeare. • Alfonso X no vino a Murcia con Doña Violante, aún no se conocían, vino con su amante. Por ello debe revisarse el texto actual, falta a la verdad histórica. • Los grupos moros se denominan cabilas o qabilas, no cábilas y menos aún kabilas. El que otros pueblos o fiestas escriban erróneamente no les confiere autenticidad lingüística. El diccionario de la real Academia no es un adorno de estantería.

Otro apoyo de la Undef 2008 Comenzaba el año 2008 con el nombramiento, por parte de los Almohades de la festera del año, galardón que recaía en Mercedes Rojo. Casi al tiempo la Federación acudía a la feria de Fitur, en Madrid, con el fin de promocionar nuestras fiestas, dándolas a conocer y buscar al tiempo el reconocimiento nacional. A la vuelta de este viaje los cargos directivos iniciaban la preparación del XXV ani88

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versario de los desfiles en Murcia. Entre las celebraciones, a modo de pistoletazo de salida, se inauguraba un monumento dedicado al fundador de la ciudad, Abderramán II, en la plaza de la Cruz Roja. También se presentaba el “pasaporte festero”, con el fin de animar a los murcianos a visitar todas las cabilas y mesnadas durante las fiestas de septiembre. En febrero se presentaban las candidatas a abanderadas, con la participación de cinco grupos para las infantiles y diez de las adultas. Daba comienzo de esta forma el Medio Año Festero, poniendo su “voz” Antonio Pedro Seguí, con un sentido discurso. Al iniciarse el mes de marzo cabilas y mesnadas se reunían en el cuartel de Artillería en una intensa jornada de convivencia en la que no faltó la música y el buen yantar, congregando a unas mil personas. En la cita se entregaron los premios de los diversos juegos de mesa celebrados días antes. Los días siete y ocho de marzo las abanderadas realizaban una jornada de convivencia y los festeros realizaban una cena comunitaria en la que se entregaron los premios Civitas Murcie correspondientes a los desfiles de 2007. Los triunfadores fueron las Huestes de Fernando III, Jaime I, Ibn Arabí y Abul-Abbas al-mursi. También esa noche mágica se elegían al rey moro, José Ortuño Bermúdez, y al rey cristiano, Antonio Miguel Pérez Molera. Ambos diferían sustancialmente respeto a la ubicación del campamento, en el Malecón o en san Esteban. Para abril la cabila Ibn Mardanish imponía el título de abanderada a Caridad Rodríguez, al tiempo que todas las candidatas a abanderadas de la Federación eran recibidas por el alcalde, Miguel Ángel Cámara, visitando posteriormente la base aérea de Alcantarilla. Tras diversas reuniones el jurado nombraba abanderada mayor e infantil a Caridad Rodríguez (Ibn Mardanish) y a Lucía García (Infante Juan Manuel), en un festejo muy lucido en el que actuaron los ballets y se homenajeó a diversas ex abanderadas. Días después el grupo de Templarios estrenaba sede, ubicada en Monteagudo, con una fiesta en la que invitaron a todos los moros y cristianos. Este grupo, como uno de los fundadores de las fiestas, preparaba además numerosos actos culturales para celebrar su particular veinticinco aniversario: muestras de fotografías, conferencias, concierto de 89

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música festera e incluso una cena medieval en el patio del instituto Cascales. También en abril se inauguró una exposición sobre la Murcia medieval, en el Museo Arqueológico, con la edición de un libro sobre la misma. Pese a que la misma se hizo a petición de la Federación, ni los participantes, investigadores, organizadores y prensa se enteraron que era un acto de Moros y Cristianos. En junio Murcia era sede de la realización de la asamblea extraordinaria de la Undef para elegir a su presidente. El acto estuvo presidido por Julián Fernández y las recién nombradas abanderadas. El presidente de la Undef será Francisco López, natural de Petrel, que defendió un mayor uso de la pólvora y los arcabuces. Como vicepresidente se confirmo a Antonio Reyes, de Murcia. También este mes de junio se daba a conocer quién sería el pregonero de las fiestas, honor que recayó en el alcalde Miguel Ángel Cámara. A comienzos de julio, marcando bien los tiempos, tenía lugar la presentación del cartel de las fiestas de septiembre, con Rafael Gómez de maestro de ceremonias. Este año la obra elegida era del acuarelista Zacarías Cerezo, con un cartel de “cine”. Días antes de la fiesta, a fines de agosto, se acordaba molestar lo menos posible a los vecinos, centralizando la música de todas la Cabilas y Mesnadas, marcándose la cronología de nuestras fiestas en septiembre entre el 4 y el 15 de septiembre. Pasaporte festero, sonido ambiental unificado, nuevas decoraciones en el campamento, novedades en las escenificaciones, cambios en el desfile, con mas boatos y más presencia de bandas de música eran presentados por Julián Fernández a los medios de prensa, promocionando nuestras fiestas históricas. A partir de aquí tomaban más protagonismo los reyes, José Ortuño y Antonio M. Pérez, representando a Aben Hud y Alfonso X. La revista se presentaba el cuatro de septiembre, con trescientas páginas que pasaban revista a los quince grupos desfilantes y al día a día del año anterior. Alcalde y Concejal de Festejos arropaban a Antonio y Paqui, artífices de la publicación durante varios años, con esfuerzo y entrega encomiables. A la presentación seguía la cena medieval, en el restaurante Ranga II, con el boato y lujo acostumbrados, tributando el rendido homenaje a los reyes y sus favoritas, Ana Pérez y Aurelia Peña. También tuvieron su protagonismo las 90

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abanderadas, acompañadas por los embajadores, Virginio García y Ángel Belmonte. La cena se sirvió en vasija de barro, al más puro estilo medieval y Los Templarios regalaron un comic relativo a Alfonso X. El día ocho de septiembre Miguel A. Cámara pregonaba las fiestas e inauguraba el campamento en el Malecón, una ubicación que no se nos antoja como la más idónea para la fiesta. El alcalde, con un pregón templado e histórico, con música medieval incluida, pidió para las fiestas el reconocimiento de Interés Histórico Nacional y prometió la Medalla de Plata de la ciudad para la misma. Tras su intervención, acompañado de los cargos festeros y una charanga visitó los campamentos reales. A partir de esa noche los actos se fueron sucediendo en el campamento: presentaciones de abanderadas, disfrute infantil en el parque instalado para la ocasión, entrega de juguetes a los niños ingresados en La Arrixaca, concurso de dibujo infantil, etc.… El día doce de septiembre el ayuntamiento recibía a los Moros y Cristianos en la Glorieta, con un desfile posterior hasta el campamento. Aquí había tenido lugar una representación teatral para los más pequeños. El sábado día trece salía a la calle un fastuoso desfile, derroche de lujo y espectáculo, con más carrozas y bandas de música que otros años, así como con diversos grupos de bailarinas animando y dando color al desfile. Abría el cortejo la carroza conmemorativa del XXV aniversario, abanderadas, con ricas vestiduras, caballos, carrozas diversas, filás en perfecta armonía, los reyes espectaculares…, sorprendiendo a los numerosos espectadores. (Por la mañana se había realizado un homenaje a Alfonso X, en la catedral). Al día siguiente, a las seis de la tarde tenía lugar la ya tradicional ofrenda de flores a La Arrixaca, con el posterior alarde de arcabucería. Por la noche tenía lugar la representación teatral conmemorativa de la Fundación de Mursiyya, en la plaza de Belluga, a cargo de Abderramán II. El decorado, totalmente nuevo y actualizado del ballet Mardanish marcaron las innovaciones de este año de 2008. El lunes se cerraban los actos con la entrega de la ciudad a los cristianos. Ángel Belmonte y Virginio García, como siempre, estuvieron magistrales. 91

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Ofrenda a Alfonso X

Tras la resaca de septiembre, algunos grupos retomaron la actividad. Así, Los Templarios organizaron una muestra de carteles, en noviembre. Casi al tiempo la Cabila Ibn Mardanish entregaba sus propios premios y a los pocos días el ayuntamiento entregaba a la Federación la Medalla de Plata. Al llegar diciembre se presentaban dos candidaturas para sustituir a la Junta presidida por Julián Fernández. Se trataban de Alfonso Gálvez y Juan J. Rodríguez, representantes de Abul Abbas y Ibn Mardanish. En las elecciones, celebradas el ocho de enero de 2009, resultó ganadora la candidatura de Alfonso Gálvez, formando parte del nuevo equipo: Juan Carlos Pérez, Félix Tortosa, Arantxa Arce, Jorge Martín, Maribel Cánovas, Víctor Rosique, Francisca Rigal, José L. Muñoz, Agustín Belda, José Martínez y Francisco Benedicto.

Nuevo giro en la fiesta 2009 Tal como decíamos el año de 2009 se iniciaba con las elecciones a Presidente, resultando elegida la candidatura de Alfonso Gálvez Pérez, perteneciente a la cabila Abul Abbas al Mursi y uno de sus 92

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fundadores. Obtuvo un amplio respaldo. Pero las ideas y ganas de trabajar de la nueva Junta se iba a encontrar pronto con el problema de la crisis económica que afecta, indiscutiblemente, a cualquier acto cultural y festero, con los consiguientes recortes por parte de entidades públicas y privadas. Los nuevos cargos, nada más tomar posesión, sin tiempo casi para reunirse, tenían que viajar a Madrid, a la Feria de Turismo, con el fin de mostrar en ella nuestras fiestas. Unos días después eran recibidos por Rafael Gómez, Concejal de Fiestas y Cultura Popular, con el fin de coordinar el Medio Año Festero y comenzar a hablar de los desfiles de septiembre. El Medio Año Festero, pese a todos los problemas, comenzaba a mediados de febrero, perdurando hasta el catorce de marzo, cuatro largas semanas, en las que destacaran diversos actos. La voz del Festero era puesta en esta edición por Enrique Fernández, en un acto en el que también se presentaban las candidatas a abanderadas, en el edificio Moneo. En los días siguientes se realizaban dos fiestas en el Cuartel de Artillería y en la discoteca Pirámides. Pero en el Medio Año Festero, por tradición, también se celebran actos culturales relacionados con nuestra historia. En ésta edición se impartieron dos conferencias, a cargo del Cronista Oficial y el Médico José Luis Martínez. La primera charla versó sobre los errores históricos (hoy se diría leyendas urbanas), sobre la convivencia y la Virgen de la Arrixaca. Un invitado de honor a ésta conferencia fue el judío Salomón Aluleig. La segunda trató sobre el arte de sanar en la Edad Media. Continuaron los actos con la convivencia, cena de gala y la elección de abanderadas. Este último acto tenía lugar en la Facultad de Medicina. Las candidatas fueron Deyanira Ruano, Fuensanta García, Ana Guerrero, Saray Castejón, Mª Jesús Lacárcel, María Pérez y Lorena Lucas. En cuanto a las infantiles mencionamos a Tania Ruano, Aitana Lizán, Zaida Capel e Irema Muñoz. Las noticias se iban sucediendo en la prensa, desgranadas por diversos periodistas, entre los que destacaban María Dolores de la Vieja, que en ocasiones se muestra como una autentica festera, por su implicación personal. No estaría de más rendirle, en su momento, un merecido homenaje. 93

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Como novedad de este Medio Año, destacaba de desfile de cabilas y mesnadas, con sus reyes, por las calles de la ciudad, repartiendo el programa de actividades. Convivencia, visitas de las abanderadas, su recepción por parte del alcalde Miguel Ángel Cámara, se iban sucediendo de forma cotidiana. El siete de marzo tenía lugar la cena de gala y la entrega de los premios Civitas Murciae, nombrándose a los nuevos reyes. En los premios resultaron vencedores las Huestes de Fernando III, y la cabila Mudéjares y los Caballeros Templarios, que coparon casi todos los premios. Como reyes cristianos los cargos recayeron en Javier Arenas y Mercedes Pérez, en tanto que los reyes moros fueron Raúl Luján y Mª Dolores Sánchez. Ellos se encargarán de dar vida al Infante Alfonso y a Aben Hud. En cuanto a las abanderadas, mayor e infantil, resultaron elegidas María Pérez y Zaida Capel, ambas de la cabila Almorávides. En el acto pudimos disfrutar de los bailes y espectáculos de Abul Abbas, Ibn Mardanish y Templarios. En junio, la Junta Directiva, organizaba la primera exposición de trajes festeros de Moros y Cristianos en el centro comercial Nueva Condomina, firmándose en el acto los carteles por su autor, Alberto Sevilla. Previamente había sido presentado en el salón de plenos del ayuntamiento de Murcia. Al mes siguiente, se daba a conocer al pregonero de las fiestas, el médico archenero Pedro Guillén, adelantándose también la realización de una exposición de fotografía sobre temas medievales murcianos, en El Corte Inglés. Y por fin llegó septiembre. El mes esperado y deseado por todos los festeros. El trabajo de todo un año, los nervios, el sentimiento, la acción se unen en una coctelera y sale como resultado una magnifica y esplendorosa fiesta, envidia de muchas poblaciones levantinas. Por cierto que nuestros desfiles, desde el Año Uno, son las únicas donde existe la igualdad entre hombres y mujeres, tanto en desfiles como en cargos festeros. Un ejemplo a seguir. El día tres y cuatro de septiembre se inauguraba la exposición de fotografía (obras de Francisco Martínez y José Luis) y se presentaba la revista oficial de las fiestas. Un grueso volumen que presentaba a todas las cabilas y mesnadas, actos y aspectos históricos con 1300 94

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fotografías, en una magnifica coordinación a cargo de sus responsables a cuyo frente estaba Josefa Ballester. El día cuatro se celebraba la cena medieval en el hotel Nelva, dando protagonismo a los reyes y abanderadas. Durante la cena se nombro caballeros del rey Alfonso X, con entrega de espada incluida, a todos los presidentes de las mesnadas cristianas, en un acto presentando por el locuaz Luis García “viejo templario caravaqueño” y “joven templario murciano” y Arantxa Gálvez, esbelta y bella presentadora. El siete de septiembre el doctor Guillén pronunciaba el pregón festero en El Almudí, un acto magnifico “donde tienen más cabida los políticos que los festeros”. El doctor Guillén, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Murcia, es un prestigioso médico, hijo adoptivo de Murcia, cuyo ayuntamiento le ha dedicado una calle y uno de los murcianos más famosos. Está bien dar apoyo a quien te apoya, pero los festeros apenas dispusieron de espacio, siendo unos convidados de piedra debido al protocolo municipal al que parece interesarle poco los verdaderos artífices de las fiestas de Moros y Cristianos. El pregonero, no nos hemos olvidado de él, habló de convivencia, tradición, luz, economía y paro, de forma intimista y cercana. Intervino después la coral Discantus. Tras el acto Alfonso Gálvez, Guillén y Cámara inauguraban el campamento, un recinto algo constreñido para las necesidades de los grupos festeros. En los días siguientes se sucedieron vertiginosamente los actos: presentación de todas las abanderadas, visita al hospital de la Arrixaca, curso de dibujo infantil, pasacalles, actos diversos en el campamento. Las noticias, poco a poco, se van sucediendo. Así, el once de septiembre se daban a conocer detalles de las embajadas. En ésta edición los actores estrenarían vestuario de tipo mudarí, y Juan Navarro diseñaba un decorado inspirado en los restos arqueológicos de Monteagudo y Medina Siyasa (Cieza), en tanto que Luis Paniagua componía la música. Al día siguiente, sábado, Moros y Cristianos tomaban con fuerza y energía las calles de Murcia, siendo el bando cristiano quien encabeza el desfile, a él se sumaban la Escuadra de Moros Nuevos de Petrel, el ballet de Elena del Muro de Alcoy, banda de gaiteros, magníficos corceles y concejales del ayuntamiento, se sumaban a la fiesta. 95

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Destacaría, como novedad, una representación de un torneo medieval, con gran realismo. Las mejores galas, bailes sensuales, desfile regio y espectacular de moros y cristianos, color… Magnifico. Pero si atractivo y atrayente fue el desfile no lo fueron menos el alarde de arcabucería, la ofrenda floral a la Arrixaca, con José Antonio Cobacho, rector de la Universidad, al frente. Y por supuesto la representación de la Fundación de Murcia, en el marco incomparable de la plaza Cardenal Belluga, testigo del paso de nuestra historia a lo largo de mil años. La música, las palmeras, el narrador, los actores dirigidos por Joaquín Lisón hicieron la noche agradable e histórica. Terminaban nuestras fiestas con la entrega de la ciudad al Infante Alfonso, con texto de Juanjo Capel, interviniendo unas ciento setenta personas, Raúl Luján, Javier Arenas, Ángel Belmonte (alma de la fiesta), Virginio García, con su rigor y seriedad pusieron el broche de oro.

Arantxa, Arancha, Aránzazu. 2010 Con la colaboración de Caja Mediterráneo se organizaba una gran exposición sobre Alfonso X a comienzos del año, invitando a la Federación de Fiestas de Moros y Cristianos a una visita exclusiva, coincidiendo con el inicio del Medio Año Festero. Trece eran las candidatas a abanderadas, presentadas en el edificio Moneo. Este año surgían nuevas iniciativas, como la de repartir miles de programas de mano por las calles de la ciudad con el fin de invitar a los murcianos a participar en las diversas actividades. Otra novedad era el desfile de modelo de indumentaria festera y la exposición de los mismos en el centro comercial Thader. En la CAM tenía lugar un concierto en el que intervenían la coral Discantus y la banda de música de Guadalupe. Este programa de actividades lo presentaba el presidente Alfonso Gálvez y el concejal Rafael Gómez. También se incluyeron las conferencias de Fernando Ríos, Ángel Iniesta y José A. Cobacho. El día 12 de febrero las abanderadas eran recibidas por Miguel A. Cámara, alcalde de Murcia, tal como viene siendo tradicional. Al día siguiente partían, en una jornada de convivencia, a visitar la ciudad de Caravaca, con un frio invernal acompañado de nieve. 96

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El sábado día 20 tenía lugar la entrega de los premios Civitas Murcie, destacando entre los premiados Arantxa Gálvez, Luis García, la cabila Ibn Arabí y los Caballeros del Temple. También se dieron a conocer los nombres de los reyes. Aben Hud sería este año Manuel Pérez, en tanto que el infante Alfonso será encarnado por José Viudes. Por otra parte, el festero del año será el nombramiento honorifico de Antonio Reyes. El acto estuvo presentado por Arantxa Gálvez, Luis García y Arantxa Arce de forma viva, entretenida y festera. Y hablando de Arantxas o Aranchas, en Aránzazu Dato recaía el nombramiento de abanderada de la Federación, siendo Silvia Martínez la abanderada infantil, elegidas en un acto realizado en la Facultad de Medicina. Finalizaba marzo cuando el ayuntamiento daba el espaldarazo a la Federación de cara a conseguir el reconocimiento de Fiestas de Interés Turístico Nacional. Por su parte, los Templarios de Murcia se reunían en Caravaca otros grupos Templarios de toda España, en una cena de hermanamiento. En 28 de mayo se presentaba en el ayuntamiento el cartel de las fiestas septembrinas, con la presencia del alcalde y la plana mayor de la Federación. El autor, Fernando Segura, explicó la simbología del mismo. Días después la cabila del Rey Lobo celebraba su particular fiesta de “imposición de bandas”. Sin perder comba, con una magnifica organización preparada para ser noticia en prensa de forma más continuada, en junio se daba a conocer el nombre del pregonero de 2010. El honor recaía en el rector de la Universidad, José A. Cobacho. Los Almohades, tal como los grupos de Templarios y Aben Mardanish, organizaban días después su particular cena de gala, un día de convivencia de los que unen. Al mes siguiente, en plenos calores estivales se presentaba la revista de fiestas dando a conocer los actos, conferencias, crónicas y otros detalles. En esta ocasión la revista ya la dirigía una nerviosa Josefa Ballester, que realizó un magnifico trabajo. Y llegó septiembre, la marabunta, los nervios, ultimando detalles, trajes, atalajes, campamento, bandas de música. Del 1 al 13 serán trece días intensos en los que nada podía fallar. El primer día se in97

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auguraba la exposición de fotografía y pintura de José L. Martínez, Francisco Martínez y el ilustrador Juan Navarro “Saino”. Moros y Cristianos se citaban estos días con la historia de forma colorida y espectacular. Los reyes, Manuel Pérez y José Viudes ya llevaban veinte años de festeros. Sus ganas y su implicación eran un buen síntoma de que harían un buen papel. Todo lo tenían preparado, hasta el último detalle. Frente a ellos y con ellos sus favoritas y unas nerviosas y simpáticas abanderadas. Cena medieval el viernes, magnifica y el domingo día cinco se realizaba un pasacalles, luciendo las mejores galas y repartiendo los programas de fiestas, sin música, siendo la base el Cuartel de Artillería, un escenario privilegiado y apto para las tropas y el armamento. Por fin el lunes se daba el verdadero pistoletazo de salida, con la lectura del pregón en el Almudí, a cargo de José A. Cobacho. El rector ensalzó la mezcla de culturas, la identidad solidaría y la historia medieval murciana. Asistió la plana mayor del gobierno municipal así como la coral Discantus y Las Musas de Guadalupe. Tras esta reunión, casi intimista, se paso a la inauguración del campamento medieval, base de cabilas y mesnadas. El recinto había sido decorado por Víctor Rosique, artista y artesano que consiguió un buen resultado. Cada grupo adornó, por otra parte, su propia sede, participando en un concurso de decoración convocada por El Corte Inglés, que a través de Arturo Andreu lleva años colaborando con la fiesta organizando el concurso de dibujo infantil. Y como el campamento es una familia y las fiestas son familiares, por él discurren adolescentes, padres, abuelos u nietos, en una armonía. Unos moros, otros cristianos…, y me siguen faltando los judíos. Los reyes ofrecieron el día ocho de septiembre un ágape a las autoridades en el campamento y la mesnada de Jaime I visitaba el hospital Virgen de la Arrixaca, repartiendo alegría y juguetes a los niños. También fueron protagonistas los niños, unos quinientos, en el concurso de dibujo infantil. Para ellos se representó una obra de teatro. Las calles de Murcia fueron una algarabía el viernes día diez, anticipando cabilas y mesnadas el desfile del día siguiente, siendo 98

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recibidos por el alcalde y el concejal. Por su parte Alfonso Gálvez se mostraba satisfecho en el acto “tenemos una fiestas maravillosas, y todos los cargos festeros están representando su papel con gran maestría y entusiasmo”. La Opinión publicaba, como apoyo a las fiestas, su historia desde el siglo XV, en un artículo firmado por el Cronista de las fiestas. Por fin el sábado dos de las culturas de la Murcia medieval se mostraban ante miles de espectadores. Tambores y cruzados abrían el desfile, con gran despliegue de música y coreografía. Manuel Pérez, Milagros Pérez, José Viudes y Francisca Clemente Mirete, Arantxa Dato, Silvia Martínez y cientos de festeros cautivan con su magia a los murcianos. El domingo la plaza Belluga acogía la embajada de la fundación de Murcia en el 825, por orden de Abderramán II, tras realizar previamente los soldados el alarde de arcabucería y la ofrenda de flores a la Arrixaca. Por cierto que la ciudad de Ello, destruida por las luchas entre yemeníes y mudaríes no se encuentra en Algezares, como algún aficionado a la historia comenta impunemente. Las últimas investigaciones arqueológicas parecen situarla en Hellín. Se cerraban las fiestas con la entrega de llaves de la ciudad, por parte de Aben Hud al infante Alfonso en 1243. El decorado fue obra de Juan Navarro y la puesta en escena correspondía a Joaquín Lisón, con textos de Juanjo Capel. Destacaron en las Embajadas Miguel Pérez (narrador), José Martínez (Pepón), Virginio, Ángel Belmonte y los propios reyes. Tras las fiestas, representantes de cabilas y mesnadas desfilaron en Alcobendas (Madrid), invitados por la Casa Regional de Murcia.

Las consecuciones. 2011 Por fin esté año se terminaba el Reglamento y la fiesta se hace más nacional, visitando Alcobendas con las cabilas y mesnadas o participando en la Semana Cultural del Centro Murciano en Mataró. Un mayor apoyo a los aspectos culturales marca las nuevas pautas de la junta directiva formada entre otros, además del mencionado presidente, por Juan Carlos Pérez, Felix Tortosa Ortiz y 99

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Arantxa Arce Muñoz. Ellos han conseguido también que se cerrara el IIIer Congreso Nacional y que el Museo de Moros y Cristianos fuera una realidad gracias al apoyo del ayuntamiento de Murcia y la Universidad.

Bautizo ante la Arrixaca

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Las fiestas de moros y cristianos en la Región de Murcia Ricardo Montes Bernárdez y Liborio Ruíz Molina

Introducción El deseo de castellanos y catalano-aragoneses por extender su influencia al Levante y Sur peninsular llegó a ser realidad pero, tras numerosas batallas, avances y retrocesos, alegrías alternadas con el dolor de las razias, los secuestros, escaseces y penalidades. Tan alto costo debió impulsar a las tropas de Jaime I y de Alfonso X a querer conmemorar, pasado el tiempo, sus victorias, entre ellas la reconquista de Murcia acaecida en 1266. Es muy posible que en sus comienzos no fuesen más que unos simples desfiles de tropas con Misa y procesión en honor de la patrona, pero con el correr del tiempo, se les fueron añadiendo otros elementos hasta convertirse en una especie de representación teatral de la lucha entre moros y cristianos. Es el caso de lo acaecido en julio de 1309 en Ceuta, para conmemorar la toma de la ciudad en mayo por parte de las tropas catalano-aragonesas y la onomástica del rey, con batalla simulada de moros y cristianos (González: 1999:140). Este proceso debió ser muy similar en todo el Levante, por lo que hallar el año exacto y el pueblo concreto donde se originaron este tipo de celebraciones es tarea poco menos que imposible y el esfuerzo, carente de sentido. Pese a las profundas raíces históricas de la fiesta, llama la atención las escasas investigaciones y publicaciones existentes al respecto a fecha de hoy. De modo que como este fenómeno debió ser 101

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común a muchas poblaciones de Murcia, con el presente estudio sólo pretendemos realizar un primer tanteo de aproximación a la interesante tarea que puede representar este tipo de investigación. El primer dato hallado sobre Murcia es de 1426 pero, desfiles aparte, las batallas, castillos, etc., se remontan a 1571 y tienen lugar en Lorca. Una característica importante es que este tipo de festejos no se celebraban anualmente sino que servían para conmemorar algún hecho importante o agasajar alguna visita ilustre. Otra cuestión a resaltar es que, de momento, en ninguna localidad costera murciana existen referencias históricas de alguna conmemoración o celebración sobre moros y cristianos, concentrándose éstas en el interior de la Región: Lorca, Caravaca, Alhama, Calasparra, Jumilla, Mula o Yecla. Son más recientes las incorporaciones a este tipo de festejo de Abanilla, Santomera o Cieza, a tenor de la documentación existente.

La fiesta durante los siglos XV al XVIII Lorca En Lorca era tradicional, durante el siglo XVI, recibir a las autoridades que la visitaban con alardes de escopetería mediante dos compañías de arcabuceros, auténticos juegos de moros y cristianos, que se acompañaban de una agrupación musical, la zambra, formada por cristianos nuevos vestidos de moro que interpretaban sones festivos. Ya se documentaron en la ciudad en 1524, regularmente provenientes de Antas (Almería) y Albatera (Alicante), siendo la base instrumental las flautas y las dulzainas. Existen referencias escritas que desde 1568 atestiguan las genialidades en Lorca de Ginés Pérez de Hita organizando las fiestas del Corpus y alguna otra fijada para los meses de agosto. Para 1582 contenían, además de los actos religiosos de rigor, batallas de caballeros aventureros a los que se enfrentaba él mismo disfrazado de nigromante (Muñoz; Guirao: 1987: 59). Por cierto que cobraba cuarenta y seis reales por actuación. Y no sólo las preparaba sino que también escribió sobre ellas: “…Banderas, estandartes y peones, por toda la ciudad se descubrían; trompetas sin cesar siempre tocando, ni un solo momento descansando”.

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Años antes, para conmemorar el nacimiento del príncipe Fernando de Austria (1571), levantó un castillo de madera y organizó escenas caballerescas (Muñoz; Guirao: 1987:54) que resultaron auténticas batallas en plena urbe y que causaron auténtico estupor en la población. Según cuenta el propio Pérez de Hita en un libro5 que publicó en 1595, se trataba de entablar un combate o juego de cañas en el que se desplegaba tanto celo y calor que incluso llegaban a producirse heridos. El juego o danza armada no era otro que el “jerid”, siendo la voz y el origen puramente árabes. Tras el desfile de las cuadrillas de caballeros disfrazados con marlotas moriscas (especie de sayo) y costosas libreas, por toda la ciudad, se hacía una solemne entrada en la plaza Mayor (Munuera: 1991:66). Al final de la batalla y tras el mencionado juego, los moros de a caballo eran hechos cautivos, comentaba el propio Ginés Pérez de Hita. No sabemos si todos esos moros eran caballeros cristianos disfrazados o si para los actos se hacía participar a algunos de los 900 moriscos que a la sazón vivían todavía en Lorca y continuaban hablando su “algarabía”. Los festejos duraron nada menos que 30 días de sucesivos asaltos al castillo, batallas, grandes comidas, desfiles y alardes. Al fin y al cabo, de forma mucho más modesta y coste más reducido proporcionalmente, todavía hoy se continúan celebrando así este tipo de fiestas en la Sierra de Las Alpujarras. Considerando la importancia del documento que da cuenta de tan singular acontecimiento, no podemos resistir la tentación de transcribir una selección de los versos más descriptivos. …”Luego la Ciudad manda que se hiciese un castillo muy grande… … hacer aquel castillo fue acertado en el hicieron cosas tan famosas que muchos las creyeron milagrosas.” “…Dentro de aquel castillo estaba armado un jayán muy grande y temeroso, a Alibarte rey éste ha tomado, y lo ha puesto en prisión”… 5

Guerras civiles de Granada.

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“…Andaba una doncella por el mundo buscando caballeros valerosos, para que aquel jayán tan furibundo saliese de esta vida y sus reposos; y andando la doncella según fundo, halló dos caballeros muy famosos que estaban muy metidos en batalla y ambos a dos se ofrecen a ayudalla”. …”Después de ser las lanzas ya rompidas y puestas las espadas en las manos, se hacen por todas partes mil heridas”. …”A grandes voces dice que abran luego, que al punto aquel castillo sea entregado.” Se describe a continuación el rapto de una doncella encerrada en el castillo y las luchas que los caballeros realizaron terminando, tras los rudos combates y rotos los bastones a la alcancía que no eran sino bolas de barro rellenas de flores que se arrojaban unos a otros. Se transcribe a continuación el canto treinta y dos, casi completo, por su particular interés. Lleva por título: “de la extraña fiesta que hizo la ciudad por sí en el mismo castillo”. “Fuera de la Ciudad ha parecido un grande Campo todo concertado, de moros se mostraba en el vestido y en banderas que había tremolado; de gaitas resonaba gran ruido: de tiendas todo el campo está sembrado: parecen muchas tiendas pabellones; de moros se mostraban mil legiones. La Ciudad que vio el Campo tan armado, en el Castillo luego Alcaide ha puesto en un libro misal juramentado de defender la fuerza y todo el resto. El Alcaide así todo lo ha jurado y hasta perder la vida lo ha propuesto, 104

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colocando en el Castillo compañía de muy lucida y brava infantería. Tres piezas de batir luego ha metido por defender mejor la fortaleza… Defiéndese la fuerza bravamente, pero el morisco bando no repara, el batir por de dentro bien se siente que punto ni momento nunca para. Los moros se partieron al presente viendo que la fortuna le es avara, y dentro en su Real fueron tornados de los Cristianos yendo amedrentados. Mas todo el campo junto determina poner cerco al Castillo muy furioso, mas el cristiano bando se avecina. a la fuerte muralla poderoso. Es cosa bien extraña y peregrina ver el campo morisco riguroso como hacia la Ciudad vienen marchando, sus zambras y sus gaitas resonando. A la Puerta Nogalte son llegados: en la Ciudad entrar quieren de hecho mas los Cristianos bravos y esforzados mostraban el valor de su gran pecho. Los moros arremeten denodados y los cristianos muestran duro pecho; no aprovechaba allí ser esforzados los moros con gran fuerza son entrados. Ibanse retirando los cristianos; los moros van tras ellos muy furiosos hasta el castillo van siempre perdiendo y dentro se encerraron temerosos. 105

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El moro bando con furor horrendo al Castillo batían poderosos, más éste se defiende con cuidado y al fin el moro bando lo ha cercado. Armanse luego tiendas, pabellones, por todas partes hacen sus trincheras. Carnaje hacen luego allí a montones y también por mil partes sus banderas. Tres piezas de batir por los cantones el castillo batían muy de veras. Son muchos los cristianos cautivados y al fin por sus dineros rescatados. En la tienda del Rey moro pujante se hace una comida muy costosa, los jefes siempre allí puestos delante comieron su comida muy sabrosa… Hicieron el zalá todos cumplido y el Castillo batían fuertemente, defiende el buen Castillo su partido porque dentro tenía buena gente. Tres veces el gran turco ha arremetido perdiendo cada vez muy buena gente, así quedó el Castillo de este entrado y el Alcaide en su cima degollado. El Castillo del turco ya ganado, su Alcaide degollado crudamente, la cabeza del triste la han clavado en una basta lanza reluciente; mas luego un gran socorro hubo llegado de gente de a caballo muy valiente; venía capitán de ellos nombrado Martín de Arriola el licenciado. 106

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Costosos vienen todos bravamente de damascos y sedas muy labrados, con mucha plata y oro reluciente; : bien muestran ser varones esforzados. Al castillo llegaron prestamente a do los moros fueron requestados de parte de Arriola el licenciado que dejen el castillo a su mandado. No quiere el turco dar aquella fuerza, antes sí defenderla crudamente; el bando del Cristiano más se esfuerza para ganarla pronta y brevemente. Entra luego un socorro con gran fuerza de moros de a caballo prestamente; allí una escaramuza se ha trabado que nunca tal se ha visto ni pensado. A modo de batalla hacen un juego de cañas tan horrendo y espantoso, que hacen de las piedras salir fuego, cada cual se mostraba muy furioso. Sonaban las trompetas sin sosiego, revuelto andaba el juego peligroso, mas iba en todo punto concertado que en verlo cualquier hombre es espantado. Al fin en la batalla y en el juego los moros de a caballo son cautivos, los moros del castillo echaban fuego viendo a sus contrarios tan esquivos; los infantes cristianos entran luego, quemar los del castillo quieren vivos, batían el castillo fuertemente y el turco que está dentro mal se siente.

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El Castillo fue luego allí ganado; los moros todos hechos prisioneros, fue allí cualquiera moro luego atado… Las fiestas treinta días han durado, porque se hicieron cosas que no escribo, por no ser muy prolijo ni pesado… Calasparra A finales del siglo XVI Calasparra adoptó como patronos a san Abdón y san Senén (de origen persa). Las festividades en su honor tenían programada como actividad reina “correr los toros”, aunque también incluían comedias, danzas y “alardes de moros y cristianos”. Y…”Para celebrar todas las fiestas con la decencia justa es necesario gastar mucho más de trescientos reales cada año” (García: 2001: 24). A fin de recaudar los fondos necesarios, en junio se nombraba a los mayordomos de fiestas que eran elegidos de entre las familias notables. Las fiestas de moros y cristianos se celebraban en 1608 en honor del Comendador Jerónimo Pimentel, según reza el acta capitular del 3 de agosto (García: 2001:40): “…y en treynta dias del mes de Jullio deste presente año, vino a esta villa y entro en ella la primera vez después que encomendo; y para dicha entrada y por orden de este ayuntamiento, se hicieron fiestas de moros y cristianos…”. Para 1625 estas celebraciones contaban con una dotación de 176 reales, dato que se completa con las actas capitulares de 30 de julio de 1658 en las que se añaden 50 reales para montar el castillo. Llegado el siglo XVIII estos festejos desparecieron. Alhama El 20 de septiembre de 1613 los regidores del Concejo acusaban recibo de una misiva en la que se les imponía obligación de realizar fiestas de moros y cristianos en la villa con objeto de celebrar el casamiento de doña Mencía Fajardo en los siguientes términos:

…”mandan que se hagan fiestas en esta billa, y para comisarios dellas nombraron a Bartolomé 108

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de Cayuela y a Xinés de Alaxarín, regidores, para que acudan a lo necesario y señalaro (sic) el día que se an de hazer para qinze de otubre del presente año. Y para hazer el juego de moros y cristianos nombraron a Cristóbal de Almansa por capitana (sic) y Francisco Martínez Romer(a) alférez”. Eran alcaldes de la villa, en aquellos momentos, Andrés Cerón y Ginés de Alarcón y regidores: Francisco Martínez, Bartolomé de Cayuela y Ginés de Alajarín. Caravaca El primer documento relativo a fiestas de moros y cristianos se remonta al domingo 20 de agosto de 1538, cuando el concejo acuerda celebrar misa por la mañana y fiesta de moros y cristianos por la tarde (escaramuça de moros e cristianos). Se ordenó a los regidores Francisco López y Alonso de Reina para que consiguieran la gente precisa para tal evento. Se obligó, asimismo, a que los vecinos limpiaran las calles y colocar luminarias por la noche en las puertas de las casas. (Fernández: 2006) Jumilla Gracias al trabajo de José María Lozano, publicado en 1989, conocemos de la existencia de un documento sobre fiestas de moros y cristianos en Jumilla en el año 1614. Estaban vinculadas a la Asunción y se mencionan incluso los nombres de los que hacían de capitanes, alféreces y sargentos de ambos bandos aquél año. Más recientemente (González, H: 1999: 219), se han publicado los gastos ocasionados por la realización del castillo de madera y los toriles. El total fue de cien reales, pagados a los maestros carpinteros Diego Ruíz y Esteban Lozano. Los actos volvieron a repetirse en 1616. Mula Las fiestas de moros y cristianos celebradas a finales de agosto en Mula se remontan al S. XVII y estaban relacionadas con la Virgen del Carmen. Duraban cinco días y fueron fomentadas por el marqués de los Vélez desde 1634. La Hermandad nombraba a los capi-

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tanes de las facciones que habrían de enfrentarse. En los combates simulados se gastaban seis arrobas de pólvora que se iban en salvas (González: 1991:36). Sobre estos festejos se decía en 1695: “…quieren hacer esta celebración con comedias y representación de batallas de moros y cristianos, que se quieren correr toros en la plaza del mercado de esta villa”. Los vecinos tenían obligación de limpiar las calles bajo pena de doce reales de multa. Para la representación de las batallas se erigía un castillo de madera, castillo que sería tomado por los cristianos tras ganar la contienda escenificada en las gradas de la iglesia del Carmen. Los vencidos moros eran hechos cautivos y su rescate hacía las veces de limosna. Durante los siglos XVIII y S. XIX no se celebraron estas festividades. Yecla La historiografía local nos había hecho estar en el convencimiento de que en Yecla no había indicios históricos de celebraciones de fiestas de moros y cristianos, porque se partía del supuesto que las fiestas patronales en honor a la Purísima Concepción (8 de diciembre) se habían mantenido a lo largo del tiempo y, desde su origen en el año 1642, en su esencia, tal y como las podemos observar en la actualidad: una compañía constituida en soldadesca, ataviados con uniforme homogéneo y con una clara estructura militar que disparan, en acción de gracias, salvas con arcabuces en honor a la patrona de la villa. Este supuesto venía respaldado por la primera reglamentación de la fiesta en el año 1786, con la aprobación de la Reales Ordenanzas de la Fiestas Patronales donde se regulaba con detalle, cómo y de qué manera debían de realizarse las fiestas, haciendo hincapié en el buen manejo de la pólvora. Recordemos que en el año 1771 Carlos III había prohibido el uso de la pólvora en las fiestas, lo que obligó a numerosos pueblos y villas a reglamentarlas, al objeto de levantar tal prohibición. Así pues, y desde 1786, las fiestas patronales de Yecla se han venido celebrando anualmente sin interrupción, a excepción de los años 1932 y 1933, y del periodo comprendido entre los años 1936 y 1938, en el primer caso por razones políticas y en el segundo por la Guerra Civil Española, guardando la observancia de estas ordenanzas.

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Sin embargo, desde 1642, año que se considera como arranque de las fiestas patronales, y hasta 1771, quedan vacíos y lagunas que la historiografía local no ha subsanado hasta la fecha. Es, por tanto, nuestra pretensión abrir con este trabajo una nueva vía o línea de investigación, de la que se ofrece esta aproximación, con el propósito de seguir trabajando en ella en el futuro, ya que para el caso de Yecla, los antecedentes históricos más antiguos de sus actuales fiestas patronales hunden sus raíces en los antiguos alardes festivos en el que participaban compañías de moros y cristianos, desapareciendo el componente “moro” de la escena festiva a partir de la segunda mitad del XVIII. Tenemos noticias, a comienzos del siglo XVI que durante la festividad de la Asunción, titular de la Parroquia Mayor de la villa, parece ser que se procesionaba por sus calles disparando con arcabuz. (Ruíz: 1994). Nada sabemos nada del modo y forma de hacerlo, y mucho menos de su periodicidad en el tiempo. Debía responder a lo que se denomina alarde festivo6, en el que incluso los participantes podían desfilar uniformados, formado compañías de arcabuceros, tal y como se documenta en numerosos pueblos levantinos. A este tipo de esquema respondería la existencia en Yecla de compañías de moros y cristianos durante la primera mitad del siglo XVI, de las que se conocen los nombres de sus capitanes, Francisco Almarcha y Juan Mínguez, respectivamente, y que parecen quedar asociadas a la festividad de san Roque y san Sebastián. (Blázquez: 1988: 92). Este tipo de alardes evolucionará, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, a formas más complejas, pasando a denominarse “soldadesca”, que a diferencia del alarde, el componente militar primará y condicionará el desarrollo de la fiesta (González: 1999: 33). Parece, pues, evidente que este sea el caso de las fiestas patro6

El alarde festivo derivaría del originario alarde militar de época medieval, concebido como fiesta en la que nobles y caballeros mostraban en público su destreza con armas y caballos, distintivos, por otra parte, de su posición social. La evolución del alarde militar en la baja edad media abre la participación al pueblo en general, lo que permitirá mantener una infantería preparada y adiestrada ante cualquier contingencia militar. Véase al respecto GONZALEZ HERNÁNDEZ, Miguel Ángel. Moros y cristianos. Del alarde medieval a las fiestas reales barrocas (siglos xv-xviii). Monforte, 1999, p. 7-9.

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nales de Yecla (8 de diciembre), que se reglamentarán por primera vez como ya se indicó en el año 1786.7 En estas ordenanzas queda definida una organización marcadamente de corte militar, donde de manera explícita la soldadesca, integrada en una sola compañía, obedece a un escalón de mando jerarquizado: Capitán, Oficiales o Ayudantes Mayores, Alférez abanderado, sargentos alabarderos y la cédula básica, como es la escuadra, integrada por cinco números, en la que uno de ellos actúa como cabo, definiéndose igualmente las escuadras de vanguardia y retaguardia de dicha compañía. Este carácter militar se acentúa más, si cabe, por la uniformidad en la vestimenta de sus participantes: todos los miembros de la soldadesca visten igual, con traje de época del siglo XVIII, consistente en gorro bicornio negro, casaca o levita negra, camisa blanca y pantalón o calzón corto negro, medias blancas y zapatos negros. La indumentaria ha sufrido algunas modificaciones y añadidos en la segunda mitad del siglo XX: el pantalón o calzón corto será sustituido por pantalón largo y se incorporará un fajín de color azul celeste con borlas en sus extremos. La tradición sostuvo hasta hace poco tiempo que el origen de la fiesta era antiquísimo, refiriéndonos a una gesta protagonizada por ochenta yeclanos al frente de un capitán, llamado Martín Soriano Zaplana, que acudieron en defensa de la costa levantina, concretamente a Vinaroz, azotada por continuos ataques de piratas berberiscos. Su actuación valerosa y su regreso sin bajas, motivarían el festejar anualmente tal acontecimiento, cumpliendo con el voto ofrecido a la Virgen del Castillo, previo a su partida, implorándole su protección. Sin embargo, la historiografía reciente ha venido a demostrar que el tal Martín Soriano Zaplana aparece como capitán en los repartimientos de milicias del año 1642, con motivo de la campaña militar de ese año en la Guerra de Cataluña. Que no fueron ochenta, sino sesenta y uno, y que para reunirlos no resultó nada sencillo. Además de eso, parece ser que estuvieron acantonados en Vinaroz y no llegaron a entrar en combate. A su regreso a la villa de Yecla, es muy probable que se organizaran festejos para celebrarlo y que se realizara lo que era costumbre, 7

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Reales Ordenanzas de las Fiestas de la Virgen del Castillo de Yecla. Año 1786. Yecla, Asociación de Mayordomos de la Purísima Concepción, 1986.

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un alarde festivo con disparo de arcabuces. Sin embargo, no ha quedado ni rastro documental de tal acontecimiento. La celebración de alardes festivos extraordinarios durante los siglos XVI, XVII y buena parte del siglo XVIII, era relativamente frecuente, cuando se trataba de conmemorar acontecimientos de especial relevancia para una villa o ciudad. Estos podían ser por un suceso militar, bien por haber salido indemnes de una epidemia o plaga, bien tras realizar rogativas para que lloviese en periodos de extrema sequía, etc. También se realizaban con relativa frecuencia los denominados alardes reales, en conmemoración del nacimiento de un príncipe, matrimonio de un monarca o para celebrar la coronación de un rey. Tuvieren el carácter que tuvieren, en buena parte de las ciudades y villas levantinas iban aparejados al disparo de arcabuz con pólvora, a la presencia de compañías de moros y cristianos, como clara reminiscencia de los alardes bajo medievales, a festejos taurinos, saraos, representaciones teatrales, fuegos artificiales, carros triunfales (carrozas), danzas, etc. La falta de datos nos impide por el momento precisar el cómo y de qué manera se celebraban los alardes festivos en Yecla durante los siglos XVI y XVII, aunque suponemos que de manera no muy distinta al resto de poblaciones circunvecinas, en las que si se han podido documentar los elementos más arriba expuestos. Será en el siglo XVIII cuando contemos con más información al respecto. En concreto son tres las noticias que tenemos de alardes festivos en los que se emplean las salvas con pólvora y el arcabuz. En dos de ellos aparece la participación de compañías de moros y cristianos, y de cristianos y turcos, y en el tercer caso una compañía denominada “soldadesca”. Los alardes en cuestión son los siguientes:

Fiestas de turcos y cristianos. 28 de septiembre de 1747 De este alarde solo tenemos la noticia de su celebración y el motivo fue la conmemoración de la proclamación del rey Fernando VI (Ortuño: 1991: 299). Correspondería, por tanto, a un alarde o fiesta real. La parición del elemento “turco” también se documenta en poblaciones alicantinas como Benilloba, donde intervienen en un alarde celebrado en el año 1747 moros “vestidos a lo turco” o en Con113

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centaina donde en las fiestas patronales del año 1766 se escenifican enfrentamientos entre turcos y cristianos. (González H.: 1999: 299).

Fiestas de moros y cristianos 19 al 26 de septiembre de 1723 Comentamos en último lugar este alarde festivo, aunque no guarde el orden cronológico con respecto a los dos anteriores, por tratarse del que más información tenemos y porque hasta la fecha era inédito. Durante los trabajos de ordenación del Archivo Histórico de Yecla, en concreto del Archivo Histórico de Protocolos Notariales, entre los documentos del escribano Pedro del Real (1723-1726)8 apareció un folio suelto donde se describe de manera bastante detallada la celebración de este alarde. El documento en cuestión no viene firmado, aunque no caben dudas que es contemporáneo a los acontecimientos. El motivo del por qué se redacta y con qué intención lo ignoramos por el momento. No ocurre lo mismo, sin embargo, con la razón que motivó la celebración de los festejos. El 24 de junio de 1723 el concejo acuerda crear una comisión para organizar los actos conmemorativos con motivo de la construcción de un camarín destinado a la Inmaculada Concepción en la Ermita del Castillo, cuyas obras, al parecer, se encontraban en esas fechas muy avanzadas. Los comisionados fueron: Fernando Ibáñez, Antonio Ortega Muñoz, José Ortega Serra, José Ortega Serra, Francisco Ortega Soriano y Juan Ortuño Serra.9 La trascripción literal del documento es la que sigue: >

La fiesta se realiza en honor a la Inmaculada Concepción y transcurre durante ocho días, coincidiendo con el octavario con ocho sermones que se celebran durante este tiempo. La antigüedad de la imagen de la Inmaculada Concepción, que para la historiografía local se admitía como obra anónima realizada e instalada en la Ermita del Castillo en el año 1695 a expensas de la Cofradía de la Purísima (Ortuño: 1981: 118), ha sido cuestionada en tiempo reciente, al considerar que la antigua imagen de vestir de la patrona, desaparecida durante la Guerra Civil (1936-1939), databa del primer tercio del siglo XVIII (Delicado: 1996:93). De manera que el documento que mostramos podría corroborar esta apreciación, en el sentido de que no se nos informa de que se celebre durante las fiestas una “bajada” de la imagen desde su santuario a la iglesia o parroquia de la Asunción. Podemos suponer por tanto, que al motivo conocido de la construcción de un camarín se añadiría la adquisición de la imagen de la Purísima Concepción, sufragada por la Cofradía de la Purísima, constituida como tal a fines del siglo XVII y que debió alcanzar un claro protagonismo en la vida social de la villa a lo largo del primer cuarto del siglo XVIII.10 La recepción en la villa de Yecla de la nueva imagen y la construcción del camarín debieron ser sin dudas motivos más que sufi10 Debieron tener especial incidencia en la Cofradía de la Purísima y su calado o arraigo popular en la villa. tanto la declaración de la fiesta de la Inmaculada Concepción de carácter universal en la cristiandad por parte del papa Clemente XI en el año 1708, como el expreso deseo del monarca Felipe V de conmemorar la festividad de la Purísima Concepción (8 de diciembre) en celebración del triunfo de las tropas borbónicas en la batalla de Villaviciosa de Tajuña en el año 1710. Algo similar a lo que había ocurrido con la festividad de san Marcos (25 de abril) en relación con la batalla de Almansa (1707).

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cientes como para organizar tan fastuosos festejos. De manera que el día 21 de septiembre, festividad de san Mateo, se procesionó con la imagen por las calles de la villa y el día 26 de septiembre, festividad de los santos Cosme y Damián, se procedió a la “subida” a la ermita del Cerro del Castillo para colocarla en el nuevo camarín. Resaltamos con entrecomillados palabras-concepto que constituyen en la actualidad los elementos vertebradores de las fiestas patronales de Yecla: bajada, solemne procesión, subida, marcando el principio y el fin de las fiestas la celebración del octavario, novenario a partir de la última década del siglo XVIII, en honor a la Purísima Concepción, tiempo en que la imagen permanecía en la Parroquia de la Asunción, desde 1868 en la Basílica Arciprestal de la Purísima, para retornar a su conclusión a la Ermita del Castillo. La diferencia de aquel alarde de año 1723 con respecto a lo que actualmente puede presenciarse en las fiestas patronales de Yecla es la propia estructura organizativa de los participantes. Creemos que con la institucionalización de la fiesta, a través de las ya citadas ordenanzas de 1786, se adopta de manera definitiva la denominación de “soldadesca”, que por otra parte y como hemos visto ya parecía una realidad en el año 1752, que con motivo de la llegada de la imagen titular de la Cofradía de la Virgen de la Aurora, participa disparando bajo la denominación “soldadesca de la Purísima Concepción”. El paréntesis sufrido, tras la prohibición en el año 1771 del manejo de pólvora, obligó a villas como Yecla a reglamentar sus fiestas. Es en ese momento, cuando se opta por el establecimiento de una compañía única de participantes, organizada a imagen y semejanza de lo que era el cuadro de mando de una compañía militar y que ya se explicó con anterioridad, quedando fuera otros elementos y aditamentos festivos que habían sido hasta entonces tradicionales. El compromiso adoptado en el año 1786 es el que se ha venido respetando y cumpliendo fielmente hasta nuestros días, con algunas variaciones que no han supuesto cambio sustancial en el mismo. La “soldadesca” como cuerpo militar queda definido también por su uniformidad homogénea. La indumentaria del “tiraor”, que así se define al soldado que integra la compañía, tiene su origen en un traje de época del siglo XVIII: gorro bicornio negro, casaca o levita 116

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negra, pantalón o calzón corto negro11, medias blancas y zapatos negros. Resulta de interés, resaltar que en poblaciones limítrofes o próximas a Yecla como Abanilla, Sax o Caudete muestran una indumentaria similar en sus fiestas. El caso de Caudete (Albacete) nos parece el más significativo. La denominada Comparsa de la Antigua (bando cristiano), que participa en las fiestas patronales de moros y cristianos en honor a santa María de Gracia, adopta prácticamente el mismo uniforme que el “tiraor” yeclano, manteniendo aquellos el calzón corto. Con ello queremos plantear que este punto de conexión no se ha producido por azar, sino que está mostrándonos un elemento que ha pervivido y coexiste, en el caso de Caudete, como parte de las fiestas de moros y cristianos y que probablemente sea el reflejo de lo que podían ser las antiguas compañías de cristianos en los alardes festivos, que de manera extraordinaria se venían celebrando en estas localidades a lo largo de buena parte del siglo XVIII. Así pues, en el año 1723 se celebraron en Yecla fiestas de moros y cristianos en honor a la Inmaculada o Purísima Concepción, sin que estas tuvieran una continuidad en el tiempo, por la sencilla razón de que este tipo de festejos quedaba relegado o circunscrito a la celebración de un acontecimiento muy puntual y de especial relevancia para la vida social de la villa. Junto a las compañías de cristianos y moros, participa también una tercera compañía denominada de alarbes. Este vocablo procede del término norteafricano al´arbi, cuyo significado sería “árabe”. También, este término empleado como adjetivo en el ámbito territorial murciano identifica a una persona inculta o brutal. Fuere como fuere es evidente que hay una clara diferenciación con respecto al componente “moro” que definiría al morisco de origen magrebí. Al frente de cada una de las compañías se encuentran dos oficiales y es solo en referencia a la compañía de cristianos de la que se indica que “disparaban mucho”, quizá por que solo a éstos correspondiera en la fiesta el manejo de la pólvora y el arcabuz. 11 El calzón corto aún se mantenía en la vestimenta del “tiraor” en la década de los cuarenta del siglo XX, desapareciendo progresivamente para ser sustituido por el pantalón largo. A la indumentaria también se le incorporó a partir de 1957 el fajín de color azul celeste con borlas en sus extremos.

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Además de la presencia de moros y cristianos la fiesta se acompañaba de representaciones teatrales, en este caso comedias, probablemente de carácter profano, frecuentes en las fiestas de pueblos y villas a partir del siglo XVI y que progresivamente fueron sustituyendo a lo largo del siglo XVII a los tradicionales autos sacramentales. Ignoramos el lugar de celebración de estas representaciones, pero nada tendría de extraño que se construyera en la plaza mayor un cadalso de madera a tal efecto.12 También se llevaron a cabo tres castillos de fuegos artificiales. Dos de ellos se celebraron en los ejidos13 y el tercero en la plaza mayor. Además de ser frecuente, aunque el documento en cuestión no lo explicite, colocar colgaduras, bien de terciopelo bien de telas de colores, para engalanar las fachadas, también se colocaban luminarias, elaboradas con pequeños recipientes llenos de aceite y una mecha de lino o con grupos de velas, lo que procuraba la iluminación de las calles durante la noche. La misma función debían tener las hogueras. La propia torre de la Parroquia de la Asunción fue iluminada siguiendo este sistema. El documento nos indica que el día de la festividad de san Mateo (21 de septiembre) se llevó a cabo la solemne procesión con la imagen de la Inmaculada o Purísima Concepción a la que debió asistir el concejo y el clero de la villa en pleno. La comitiva la abría un grupo de danzantes con dos dulzaineros y dos tambores. El empleo del danzante, la dulzaina y tambor era frecuente en las fiestas, documentándose su presencia para el caso de Yecla ya a comienzos del siglo XVI, durante la festividad de Corpus Christi. (Ruiz: 1995: 72-75). Nada se sabe, sin embargo, del tipo de danzas ejecutadas durante en el transcurso de la procesión a la que se refiere nuestro documento. Conocemos para el caso de Jumilla que desde el siglo XVI se practicaban, también para el Corpus, danzas al estilo de los “sises” de Sevilla, en este caso los danzantes actuaban en número de ocho junto a un maestro de ceremonias, acompañados de un dulzainero. (Hernández: 1997/98:114.) 12 Para el caso de Monforte (Alicante) se documenten el año la construcción del denominado cadafal (cadalso) pata las representaciones teatrales. (Véase GONZALEZ HERNÁNDEZ: 1999: 242). 13 El término ejido se refiere a las afueras de la villa. Se trata de terrenos de uso común destinados por general a eras.

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Este tipo de danzas podía celebrarse tanto en el interior de las iglesias como en la calle. Serán suprimidas en 1780 por prohibición expresa de Carlos III. Sabemos también, que en ocasiones los danzantes eran contratados en el reino de Valencia para participar tanto en Jumilla como Yecla. (Lozano: 1995:44-45) Probablemente, las danzas a las que se refiere el texto sean de las denominadas de “moros y cristianos” o de “espadas”, que vinieron a desarrollarse con relativa profusión en el reino de valencia durante los siglos XVII y XVIII. (Pitarch: 1996: 57-58) Un aspecto que resulta de interés resaltar es la información referente a quienes actuaron como oficiales en cada compañía, pues nos indica de manera clara la diferenciación social de sus integrantes. Así, los oficiales de la compañía cristiana pertenecían a la élite social y económica de la villa, viniendo sus nombres precedidos del “don”. No cabe duda de ello cuando comprobamos que D. Francisco Ortuño Serra fue regidor en el concejo entre los años 1711 y 1742, llegando a ostentar el cargo de Alcalde de la Santa Hermandad. Debió ser hombre muy respetado y de prestigio, sobre todo a raíz de su participación como capitán en la defensa de Alicante en el año 1707. De D. Pedro Serra, pariente del anterior, solo conocemos, por el momento, que fue regidor en el conejo. (Ortuño: 1981: 179). Curiosamente, y volviendo al caso de la Comparsa de la Antigua de Caudete (Albacete), se considera que antiguamente solo podían formar parte de ella miembros de las familias adineradas de la villa. Por último, el texto que hemos presentado se cierra indicando que el último día de las fiestas, y previo a la subida de la Reina de los Ángeles a su camarín en la Ermita del Castillo, hubo vítores u ovaciones a los predicadores del octavario y a los denominados “encamisados”. Este término puede definir un tipo de festejo público, que atiende a la escenificación de una pequeña obra o pieza dramática de corte jocoso, donde se introducen, para hacer reír, figuras grotescas o extravagantes. Sin embargo, también podría estar refiriéndose, y nos inclinamos por ello, a las denominadas “encamisadas”, que vendría a ser una especie de puesta en escena de un ataque ficticio por sorpresa, en el que los soldados se ponían una camisa blanca para distinguirse del enemigo. 119

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Recuperación de la fiesta S. XIX e inicios del S. XX A finales del siglo XIX e inicios del S. XX se produce un fenómeno interesante como es la recuperación temporal de las fiestas de moros y cristianos. Es el caso de Abanilla y Caravaca que, pasado el tiempo, acabarán perdiendo la ilusión y, por lo tanto, desaparecerán para volver a resurgir años después. Abanilla Existe en esta localidad, como en Caravaca, un especial culto a la Cruz a la que se dedican fiestas en mayo en cuyas actividades se mezclan tradiciones, religiosidad y diversión. De forma quizás poco ortodoxa, un historiador local, tras “interrogar a personas senectas” llegó a la conclusión de que la Cruz había aparecido en 1631. Sin embargo, la historia precisa que a comienzos de ese siglo, concretamente en los inicios de 1614 cuando se produjo la expulsión de los moriscos, Abanilla perdía los 1.007 mudéjares que formaban la mayor parte de su población en la que sólo permanecieron 40 cristianos viejos. En aquellos años se celebraba con especial devoción la festividad de san Vicente Ferrer. Existían cuatro ermitas, tres cofradías y una iglesia pequeña (González: 1992: 228). A finales del siglo, una vez recuperada en habitantes, Abanilla comenzó a construir el actual templo parroquial que se consagraría en 1712, siendo obispo Luis Belluga. Con motivo de la aparición de la santa Cruz a un tal Pedro Lozano, desde 1770 se viene celebrando una romería a Mahoya, escoltada por soldadesca. Estas referencias no permiten asegurar que en aquellos desfiles participasen “moros y cristianos”. Es muy posible que encontremos algún documento aclaratorio en cuanto al origen del culto a la Cruz, la romería y el desfile con batallas de tropas moras y cristianas pero, hoy por hoy, la referencia más antigua corresponde a la prensa regional en 1902 cuando el gobernador prohíbe hacer disparos dentro de la población14, dado el fragor y el entusiasmo que se ponía en ello. 14 Las Provincias de Levante del 2 de mayo de 1902.

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Los datos hallados de 1914 son algo más explícitos al mencionar a capitanes, pajes y tiradores15, así como el simulacro de combate efectuado “a la antigua usanza”. En 1922 se habla también del juego de “rodar la bandera”16, además de las fiestas de moros y cristianos. La desilusión y frustración que la República había causado en la clase trabajadora, originó la revolución de octubre de 1934 que se saldó con 3.500 muertos, 7.000 heridos y 35.000 personas encarceladas en todo el territorio nacional. En Abanilla se detuvieron por disturbios a más de 30 personas y temiendo otros asaltos, se confiscaron todos los trabucos y carabinas de chimenea, dejando a la localidad sin los “instrumentos” para hacer las salvas. Por eso, el día 2 de noviembre se manifestaron adhiriéndose al Gobierno y pidiendo la recuperación de sus trabucos (Lisón: 1988: 45). Lo consiguieron y la fiesta continuó realizándose hasta 1948. Caravaca La salida procesional de la Reliquia para su baño ceremonial has ido histórica y tradicionalmente escoltada por arcabuceros pero, al igual que en otros casos, no presupone en absoluto la existencia entre ellos de tropas moras. En 1722 se hablaba de comparsas aunque sin concretar si se trata o no de moros y cristianos. Hay que aguardar a mediados del S. XIX para poder atestiguar el tema que nos ocupa. En 1846 Madoz redactaba los datos que se publicarían en 1850 con respecto a las fiestas del 3 de mayo en Caravaca. A este respecto menciona ya a los moros como desfilantes frente a los arcabuceros: “…un número considerable de arcabuceros, vecinos del pueblo y campos, improvisan una compañía, según costumbre antiquísima, mandada por un capitán retirado y un alférez que lleva la bandera destinadas al efecto…, van también comparsas de moros a caballo y a pie, otros vestidos a la española antigua, con peto, espaldar y casco adornado de flores contrahechas…”. En 1881 la prensa regional17 decía: “la lucha de moros y cristianos es un espectáculo nuevo de mucho efecto”, lo que se contradice 15 El Tiempo del 3 de mayo de 1914. 16 Renovación del 3 de mayo de 1921. 17 El Diario de Murcia del 4 de mayo de 1881.

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con la información de Madoz. Cuatro años más tarde, en 1885, el Cabildo se hacía eco de la existencia de moros y cristianos en este festejo (Melgares: 1986: 283) y aceptaba como cofrades a personas que habían contribuido en estas “comparsas de moros y cristianos”. Pero en 1891, se intentó eliminar el desfile pero como ya hubiera arraigado con fuerza en el gusto de la población, la comisión de fiestas tuvo que rectificar su decisión18 y mantenerlo. Así las cosas, en 189619 todavía la prensa se hacía eco de ellos. En 1932 la prensa dedicaba dos líneas al tema: “…Lucidos grupos de moros y cristianos que reñían en enconada batalla20”. Pero la Guerra civil y las penurias posteriores aletargaron los festejos temporalmente. Lorca Al igual que sucede actualmente en Cieza, en la Lorca de finales del siglo XIX se estuvo representando la reconquista de la villa mediante actuaciones teatrales. Pero en 1944, con objeto de celebrar el séptimo centenario de la toma cristiana del lugar se recuperó temporalmente la batalla de moros y cristianos. Como hiciera Murcia en mayo de 1943, Lorca celebró en noviembre de 1944 el VII Centenario de su reconquista. No organizó un día sino una semana completa de actos que duraron del 19 al 26 de dicho mes y una nutrida programación que incluyó conciertos, conferencias, bailes en trajes regionales, pasacalles de gigantes y cabezudos, procesiones y romerías. Pero, sin lugar a dudas, fue el miércoles 22 cuando conmemoró las gestas bélicas con mayor esplendor. A las cinco de la tarde inició su recorrido una procesión con la Patrona a cuyo término se celebró en la Plaza de España una batalla alegórica de moros y cristianos en la que se representaba la entrega de Lorca, rendida al infante Alfonso.

La fiesta en la actualidad (segunda mitad S. XX) Bien avanzado el S. XX las perdidas fiestas de moros y cristianos fueron reapareciendo constituyendo un fenómeno que se ha ido 18 El Diario de Murcia del 9 de abril de 1891. 19 El Diario de Murcia del 23 de abril de 1896. 20 El Liberal del 6 de mayo de 1932.

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multiplicando y extendiendo de población en población. Renacen en Caravaca en el año 1958, Abanilla las restituye en 1973, Santomera en 1979, Murcia lo hace en 1983, Jumilla se suma a éstas en 1987 y Mazarrón se decide en 1993. El caso de Cieza es más reciente. Y, así, esporádicamente, como el Río Guadiana, apareciendo y desapareciendo, se han ido celebrando estos festejos, a modo de desfiles, en otras poblaciones como Archena, Puerto Lumbreras o Torre Pacheco. Abanilla En 1972 el alcalde de Sax, de origen abanillero, quiso colaborar en la revitalización de las fiestas de su pueblo natal organizando un desfile con algún grupo de moros y cristianos de Sax. Al año siguiente, Abanilla ya había fundado una serie de cabilas que desfilaron junto con los de Castalla cuyo alcalde también procedía de Abanilla. Hoy en día son una veintena de cabilas y mesnadas las que forman la Asociación local que disfruta de una capacidad de implicación y proyección encomiables. Desfiles, rodar de banderas, arcabucería y la música, llenan cada año las calles de la localidad. Desapareció, sin embargo, la batalla que en otros tiempos tenía lugar al pie del castillo. Caravaca Tras años sin celebrarse, se recuperan en 1959, con los grupos de Templarios y Abul Katar. Poco a poco se le fueron sumando otros grupos y creciendo en majestuosidad, hasta convertirse en las mejores fiestas de Moros y Cristianos de Murcia. Cieza En Cieza las fiestas de moros y cristianos son recientes, hace una docena de años. Se basan en dos hechos históricos importantes: el Patronazgo de san Bartolomé y en la Invasión de 1477. Dos realidades ligadas a la población. san Bartolomé está constatado como patrón desde 1579, si bien es posible que su patronazgo sea cien años anterior a ese documento. La invasión fue un hecho real que tuvo lugar en la madrugada del 6 de abril de 1477. Abul-I-Hasán entró en Cieza, ciudad sin amurallar, arrasando la villa, matando a 60 ciezanos y tomando como pri-

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sioneros a los supervivientes. Los moros vencieron a los cristianos. El hecho histórico es así y por ello celebran una fiesta única en el Levante, donde siempre ganan los cristianos, a diferencia de lo que ocurrió en Cieza. El desfile guerrero se inicia en el Puente de Hierro, (inaugurado en 1861, donde se enfrentaron, según la leyenda los ciezanos con los moros granadinos, es el pistoletazo de salida festero. Los hechos, acompañados de música, recreaciones y desfiles, bajo el lema “Por pasar la puente nos dieron la muerte”, que figura en su escudo, dan como resultado una magnifica fiesta. Lorca En 1985 dentro del marco de las fiestas patronales de san Clemente se reiniciaron las de moros y cristianos. Continuaron en parte el modelo iniciado por Pérez de Hita. Procesiones de antorchas, noche de vela en la alcazaba, escaramuzas bélicas en el propio castillo, danzas armadas, juegos ecuestres y las “suizas de moros y cristianos” (Munuera: 1991: 69). Mazarrón A lo largo del siglo XVI las costas de Mazarrón eran muy inseguras debido a las batidas sistemáticas que ejercían sobre ellas los piratas berberiscos. Entre los innumerables asaltos perpetrados hubo uno que dejó memoria indeleble en la población tomando ribetes de leyenda. Se produjo la noche del 16 de noviembre de 1585. Una horda compuesta por unos 500 “moros” desembarcó en la playa de Calnegre y tras enviar espías a la población, ya se disponían a atacarla convencidos de la sorpresa y superioridad de sus fuerzas cuando sufrieron la aparición de una hermosa doncella que sembrando el terror en ellos los puso en desordenada huída. El milagroso acontecimiento se atribuyó a la intervención de la Virgen María bajo la advocación de la Purísima Concepción (Alonso: 1974: 89). No parece que aquél mítico suceso ocasionara una celebración o representación especial, pero en nuestros días, con la intención de fomentar las fiestas relacionadas con la romería a Bolnuevo y desde 1993, se celebran de forma esporádica, unas fiestas de moros y cristianos.

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Santomera En 1979 un grupo de vecinos de la calle del Molino Viejo decidieron organizar la fiesta de moros y cristianos, si bien ese año sólo desfilaron los Almorávides. Se celebran en octubre y están ligadas a la festividad de la Virgen del Rosario. Se representa en ellas la toma del castillo por las huestes moras, un parlamento de embajadores, batalla con disparos de arcabucería, desfiles, reconquista del castillo por las tropas cristianas, nuevo parlamento, más arcabucería y, finalmente, la conversión de los moros y un solemne desfile de la victoria. Sobre sus comparsas hay que decir que han logrado tener los mejores grupos de huríes de la Región.

Fuentes documentales Manuscritas: Archivo histórico de la Provincia de Murcia:



Yecla: Escribano Pedro del Real (1723-1726) Legajo 130.

Archivo histórico de Murcia:



Yecla: Actas capitulares. Libro 2; Años: 1718-1726. Sesión de 24 de junio de 1723.

Archivo municipal de Alhama de Murcia:



Libro 1. Actas capitulares: 1575, 1578 y otros documentos.

Archivo municipal de Murcia:



Actas Capitulares: 07-03-1426. Legajo 2383. Cuentas de Propios. Fiestas del Corpus Christi (14-06-1586).

Impresas Reales ordenanzas:



Fiestas de la Virgen del Castillo de Yecla. 1786. Asociación de Mayordomos de la Purísima Concepción, 1986. 125

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Prensa:

Provincias de Levante: 2-05-1902 El Tiempo: 3-05-1921 Diario de Murcia: 4-05-1881; 11 y 15-04-1885; 9-04-1891; 23-04-1893. El Liberal: 6-05-1932. La Verdad: 1, 2, 3, y 4 de mayo de 1943; 09-09-1944; 19 al 26 de noviembre de 1944.

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Segunda parte. Bases históricas de las fiestas

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Errores sobre convivencia y conquistadores

El deambular humano por esta tierra a lo largo de los siglos no puede reducirse sólo a datos y hechos históricos, de sobra conocidos, porque también está compuesto de sensaciones y percepciones que, a fin y al cabo, son las que nos acercan o alejan de una realidad, supuesta que nos envuelve y nos ha tocado vivenciar; así ha sido, antes y ahora. Por consiguiente, de cómo percibimos nuestro entorno y de según sepamos o no asimilarlo, dependerá la evolución personal y en definitiva, nuestra grandeza o nuestra miseria. Pues bien, precisamente en eso, en percepciones personales basadas en datos concretos se sitúa esta pequeña y modesta aportación que, a modo de flash, intentaré hacerles llegar sin otro propósito que el de procurar acercarles para compartir, a través del tiempo, ese paso del mundo islámico al mundo cristiano. Paso que no se produjo de un día para otro, sino lentamente, entre avances y retrocesos, como si de una nebulosa se tratara, sin contornos que permitiesen apreciar con nitidez dónde empezaba o terminaba cada uno de esos mundos. Al final del proceso, en realidad, estamos nosotros, los murcianos de hoy que hemos sabido mezclar pensamientos, cultura y expresiones de ambos…, pero nos ha costado más de siete siglos.

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¡Viva la interculturalidad! Cristianos, musulmanes y judíos vivían juntos, si, pero no revueltos. En realidad lo hacían de espaldas los unos a los otros, como rivales. La ciudad de Murcia estaba dividida en tres barrios, muy bien delimitados, en los que vivían separados y se cerraban de noche para impedir toda posible relación entre sus habitantes.

Los judíos Antes y después del poder cristiano, vivían encerrados en el seno de su comunidad, evitando mezclarse para no perder su pureza de raza, cultura, costumbres, religión, lo que no les impedía trabajar fuera, comerciar, relacionarse, prosperar, en definitiva. Sin embargo, después, bajo el poder cristiano, al estar sometidos a la condición de la pureza de sangre, tenían vedado el acceso a cargos públicos de importancia. Su grado de emancipación les permitió tener tribunales independientes de los cristianos. En la ciudad eran unos 2000 habitantes entre los que existían algunos cargos de importancia, sobre todo relacionados con el cobro de impuestos y la administración. Esta circunstancia ocasionó que los cristianos asaltaran la judería (ubicada en lo que hoy es el barrio de santa Eulalia) en más de una ocasión a lo largo del siglo XIV y eso a pesar de que el gobierno dictara normas para su protección. Con motivo del asalto perpetrado en 1370 el rey Enrique II, a propuesta del Consejo de Hombres Buenos de la Ciudad, perdonó, sin ningún tipo de pena ni compensación alguna, a todos los asaltantes. La persecución de 1391 contra ellos fue tan sangrienta que sólo en Sevilla fueron pasados a cuchillo 4.000. En una época en la que la esclavitud estaba tan bien vista como hoy lo está el servicio doméstico, bajo gobierno cristiano, sólo la comunidad cristiana tenía derecho a poseer esclavos, moros. A la judía y la musulmana ni siquiera les estaba permitido comprar heredamientos a los cristianos. Y en cuanto a la justicia, evidentemente no era igual para todos, por ejemplo, en 1370 se dejó escapar, con nocturnidad y alevosía, a un cristiano juzgado y convicto por haber asesinado a un judío. En cuanto a las relaciones amorosas, siempre estuvieron prohibi132

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das de una y otra parte, tanto bajo gobierno musulmán como bajo el cristiano. Por razones obvias, la mayoría de la información conservada se refiere al segundo. Una protesta del siglo XV decía así: … yacían judios con cristianas, lo quan non plasia ni plase a Dios, antes era cosa muy aborreçible de Dios e de la nuestra Santa Fé”. Desde el primer momento de la toma del poder por los cristianos, se dictaron ordenanzas para que ninguna mujer cristiana, ni siendo pública de profesión, entrara en recintos de judíos o de moros sin permiso de la Justicia, so pena de cien azotes y expulsión de la ciudad. Ni siquiera existía permisividad para los conversos, por consiguiente, había una decidida voluntad de discriminación racial y cultural reflejada en algún que otro caso de lo más ilustrativo. Sirva de muestra lo sucedido en 1412 a un infeliz judío converso sorprendido con una mujer pública cristiana por un grupo de hombres protectores de las buenas costumbres. El pobre desgraciado fue apaleado e introducido en un saco cosido con el propósito de arrojarlo después al río para que muriese ahogado. Al parecer salvó la vida por poco. Otro dato indicativo de la voluntad que el gobierno y la comunidad cristiana tenían a este respecto de la interculturalidad que tanto nos ocupa y preocupa hoy día, fue la expulsión definitiva entre marzo y julio de 1492. La voluntad de su carácter definitivo, fue tal, que una provisión real fechada siete años después (1499), ordenaba se castigase con la pena de muerte a todo aquél judío que se atreviera a regresar. Así pues, se repartieron por diversos países, pero a pesar de ello y de las generaciones y el tiempo transcurrido, ahí está el romántico fenómeno sefardí. Una pequeña comunidad que a pesar de hallarse disgregada, todavía se siente judeo-española, descendiente de aquella a la que hace 500 años se obligó al “exilio” y que aún hoy se empeña en preservar, como un tesoro y una seña de identidad, la lengua castellana que usaba en el siglo XV en el seno de un país que consideraba su patria.

Los moros El término “moro” procede del latín maurus-mauri, significa “moreno, de piel oscura” refiriéndose a los habitantes norteafricanos que así daban nombre a la Mauritania, es decir, a la provincia 133

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romana que abarcaba lo que hoy es Argelia y Marruecos. Pues bien, los “moros, mudéjares y moriscos” no lo tuvieron mejor bajo el gobierno cristiano. Ya en 1271 se dictaba una provisión para que ningún judío o cristiano nuevo (morisco) tuviera autoridad sobre los ciudadanos cristianos. Y la prohibición para los moros o moriscos de tener propiedades data de 1293. Pero era en el tema sexual donde mayor énfasis se ponía en las tres comunidades por mantenerse separadas. Sin embargo, a pesar de todo, hay que decir que entre el pueblo llano surgieron intentos de establecer relaciones mixtas, por un lado y por otro, pero la legislación lo prohibía por una parte y por la otra, justicia y sociedad, lo perseguían y castigaban severamente. Ya las Partidas de Alfonso X, que eran muy “benignas”, penaban a los infractores con la friolera de 100 azotes y, con el transcurrir del tiempo, la legislación se fue endureciendo, de modo que en 1315 la misma infracción costó a una pareja morir en la hoguera, caso que se repetiría en 1397 con idéntico resultado. Sin embargo, cuando se trataba de mora con cristiano, el pecado se consideraba menor y la pena de los 100 azotes de rigor bastaba. También estuvieron a la orden del día las vejaciones. Por ejemplo, los guardias de las aduanas –y había una en cada una de las puertas de la ciudad- manoseaban descaradamente a las moras que eran sometidas a tratos humillantes: “haciéndoles mostrar las tetas y otras partes vergonzosas”- dicen las crónicas de las denuncias pertinentes. Pues bien, aún se pusieron peor las cosas a partir de la predicación de fray Vicente Ferrer en Murcia, a comienzos del S. XV. Desde ese momento se prohibió a la comunidad mora: • Tener tiendas fuera de sus aljamas • Practicar la medicina. • Convivir con cristianos • Compartir la mesa con cristianos. Y a la cristiana: • Entrar en las juderías y morerías • Comprar carne o vino a los judíos Con todo lo mal que pudieran pasarlo moros y moriscos capitalinos por tanta prohibición, la peor parte la llevaron los mudéjares 134

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que vivían fuera de la capital pues eran asaltados y saqueados impunemente. Discriminación y humillaciones fueron aumentando gradualmente. En 1438 se obligó a judíos y mudéjares a llevar distintivos en las ropas, lo que provocó además vejaciones y mofas. Otras normas, también de este siglo, les obligaban a viajar “sólo mientras luzca el sol” y acompañados de algún cristiano. En 1526 se acordó multar a los nuevos cristianos que no fuesen a misa, prohibirles que bailasen en el cementerio en las bodas, las algarabías de los entierros, se perseguía y penalizaba a quienes no bautizasen a sus hijos así como a quienes se juntasen sin casarse, el uso del “arábigo”, su lengua, e incluso en 1567, de sus vestimentas tradicionales.

Por otra parte, se les fue asfixiando fiscalmente poco a poco. Los mudéjares pagaban impuestos por los mismos conceptos que los cristianos pero la cuantía de su diezmo real, por ejemplo, era más elevada y, además estaban obligados a mantener a la iglesia cristiana en sus gastos. Pero a estas cargas añadían, tanto en su caso como en el de la comunidad judía, nuevos impuestos directos en razón de su raza y credo así como otras muchas contribuciones con carácter extraordinario. 135

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De todo lo expuesto se deduce que esa supuesta interculturalidad de otrora, entendida como armoniosa convivencia que algunos autores –en su mayoría literatos- se empeñan en desear, imaginar y difundir equívocamente, llevó a los cristianos a obligar a la comunidad musulmana a convertirse en 1502. Y no contentos con ello, en 1614, por aquello de igualarles la situación, pero con los judíos, los expulsaron del país. Pues bien, a pesar de todas las medidas y normativas gubernamentales encaminadas a echarlos, primero haciéndoles la vida difícil, luego imposible y, al final desterrándolos definitivamente, hay que decir que su peor y principal hostigador, desde 1562, fue el Tribunal del Santo Oficio. A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI fueron encausados en la Región nada menos que 1250 moriscos a los que se procesó por la continuidad de sus prácticas religiosas musulmanas en secreto. El rigor de las penas osciló entre la simple confiscación de bienes y la muerte en la hoguera, pasando por los azotes, el terror de los interrogatorios, la vergüenza y la tacha social para ellos y sus descendientes por varias generaciones. De aquella obligación de bautizarse aún queda en la tradición murciana la frase de “este niño es moro”, para referirse a los que aún no han sido bautizados.

La expulsión de los moriscos y su regreso En abril de 1609 se confirmó su expulsión de forma voluntaria. El bando data de octubre de 1611. En octubre de 1613 ya se habían nombrado los agentes encargados de controlar la expulsión en cada uno de los pueblos de la Región. La salida masiva tuvo lugar en enero de 1614 por el puerto de Cartagena. Sólo se quedaron los ancianos, impedidos y algunos niños menores de 10 años. Es difícil imaginarse el Puerto de Cartagena con decenas de barcos viajando ajetreados de un lado al otro del Mediterráneo para desterrar a miles de murcianos que no comprendían la situación. Al fin y al cabo llevaban más tiempo en Murcia que quienes los expulsaban. Los principales destinos fueron las islas de Mallorca y Cerdeña, pero también de ellas fueron arrojados rumbo a otros 136

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países como Italia, Francia y el Norte de África. Pero al otro lado de Gibraltar les fue mal; muchos de ellos fueron condenados a vivir como esclavos u obligados a enrolarse en barcos de piratas berberiscos o de corsarios que luego atacarían las costas de la Región, desde Águilas hasta Cartagena, gracias a su información. Unas 1.700 personas oriundas de Abanilla-Fortuna, más de 2.500 tuvieron que abandonar el Valle de Ricote, 1.000 eran de Pliego, otros tantos de las pedanías de Javalí, La Ñora o La Raya, donde se concentraban especialmente los moriscos de la ciudad de Murcia, prácticamente quedaron vacías poblaciones como: Albudeite, Ceutí, Campos, Lorquí,… Y todo pese al informe favorable para que pudieran quedarse, realizado por fray Juan de Pereda en 1612. Ajenos a judíos y moriscos una minoría étnica hizo su aparición en Murcia en julio de 1470, al menos ésa es la fecha de la primera referencia hallada sobre ellos. Se trata de los gitanos, denominados “egipcianos”, que casi cien años después todavía se decía de ellos que andaban vagando, de un lado para otro, y sin oficio, motivo por el que también Murcia decreta orden de expulsión contra ellos entre, primero en 1566 y luego en 1591, bajo penas de azotes y galeras a quienes se resistieran a la orden. Fue en vano, de hecho, doscientos años después, todavía se les continuaba persiguiendo por su forma de vida, trajes y “jerigonza” (lengua).

El regreso Algunas poblaciones quedaron literalmente deshabitadas. Fue el caso de Campos, por ejemplo, que en 1617 y 1618 se hallaba completamente abandonado y sus terrenos acabaron siendo comprados por dos muleños que iniciaron su repoblación con varias familias entre las que destacaron los Garrido. Un caso opuesto fue Albudeite, la localidad más próxima, que junto con Fortuna-Abanilla y el valle de Ricote acogieron a los “regresados”, donde permanecieron encerrados y ocultos en ese pequeño mundo, sin contacto con el exterior, durante más de 200 años, temerosos de represalias o una nueva expulsión. ¿Qué visitante no ha percibido imágenes de otro tiempo, congela137

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das en el tiempo, al visitar el valle de Ricote? La huella morisca sigue viva, aprisionada e impresa aún en los rincones, en los huertos, el color de las casas, el trazado de las calles, el relieve del valle, el aire y su atmósfera. Pero sobre todo, en la forma de ser, las costumbres, el habla de las gentes. Se aprecia especialmente en Albudeite donde el reloj del tiempo se detuvo hace quinientos años y, al igual que los judíos sefardíes mantienen el castellano de entonces, los albuiteros de hoy conservan costumbres, dichos, palabras propias e incluso la misma entonación y cantinela en el lenguaje que empleaban sus antepasados, así como términos y formas verbales diferentes. En febrero de 1614 un tal Francisco Buitrago visitó Albudeite y la describió vacía. Pero, poco después, un estudio sobre la población censó 318 habitantes, ni más ni menos que los mismos que había antes de la expulsión general. De esos 318 se decía en el estudio que “…hablan tan cerrada y bárbaramente el castellano que se conoce su procedencia”…, siendo tachados de “papasales” (insignificantes). Jerónimo Medinilla, visitador de la Orden de Santiago, redactó un informe en 1634 en el que hacía constar su sorpresa al constatar la gran cantidad de moriscos que había en algunos pueblos de Murcia.

La Religión. Creencias Pero, realmente ¿aquél mundo morisco llegó a desaparecer? Esta sería la pregunta que cabría hacerse a estas alturas de lo que sabemos. ¿Acabaron los cristianos imponiendo sus ideas urbanísticas, culturales, religiosas, y erradicando todo el poso del acervo islámico asentado en la población?. Parece ser que no. Una revisión histórica y etnográfica del tema puede depararnos más de una sorpresa ya que muchos de los logros cristianos no fueron más allá de maquillar hábitos y costumbres e incluso enmascarar creencias islámicas, y el resultado fue un sincretismo digno de admirar y, por demás, interesante. El gobierno castellano puso todo el celo posible en imponer, poco a poco, el cristianismo política y administración. Así, en lo religioso, cuando las tropas de Jaime I entraron en Murcia, lo que hicieron de 138

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inmediato fue cristianizar las mezquitas, no construyeron templos nuevos, ni siquiera desmantelaron los musulmanes, simplemente los reutilizaron y, con el tiempo, cuando edificaron de nuevo o reconstruyeron, aprovecharon los mismos enclaves. Por ejemplo, la catedral, tal como la conocemos, no empieza a levantarse hasta las postrimerías del S. XV, casi 240 años después de que Murcia fuera cristiana. Y otro tanto ocurrió con las mezquitas de barrio, que acabaron siendo las iglesias-parroquias, que todavía hoy dan nombre a cada barriada de la capital. Tampoco salen bien parados en esta postrera lucha intercultural, sorda e incruenta, determinados patronos locales. No deja de ser curioso que el culto a san Roque se dé especialmente en localidades donde la población morisca era enorme mayoría: Archena, Blanca, Ceutí, Fortuna y Villanueva dedican su atención al santo en los siglos XVI y XVII. Y hay más, gracias a un magnífico trabajo de investigación de Juan González Castaño, puede afirmarse que el culto al Niño de Mula “aparecido” en el S. XVII, es un culto especialmente querido de las localidades de origen morisco más que cristianas. Su piedad aglutina todo el fervor religioso de esas mismas localidades ya mencionadas y de alguna otra, de similares características, como Las Torres de Cotillas, Campos del Rio o La Puebla. Se echan en falta en esta relación Abanilla y Fortuna, algo entendible por estar demasiado alejadas como para acudir a pie hasta Mula. Pero también se mantienen costumbres poco conocidas y a pesar de ello todavía vigentes en pequeños núcleos, relacionadas con su origen morisco, y no deja de ser curioso que aparezcan como rituales recomendables en el Corán (Azora xiv, versículo 17: “Lapidado sea el demonio”. Azora lxvii, versículo 5: “Hemos adornado el cielo del mundo con candilejas que hemos colocado como piedras para lapidar a los demonios”). Se trata de “atar los huevos al diablo” o “tirarle piedras”. La versión murciana es conocida como “atar al diablo” y se celebra el día de La Encarnación, es decir, el 25 de marzo, o lo que es lo mismo, en torno al nacimiento de la primavera, con todo lo que ello sugiere sobre la fertilidad, el renacimiento y otros conceptos similares. Quizás el sentido o propósito sería algo así como sujetar el mal o ahuyentarlo para que el bien, representado por la bondad de la primavera y la abundancia del verano. 139

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Centrándonos en el significado semántico del término, atar es reducir a alguien, restarle movimiento, impedir su acción y, como el diablo simboliza el mal, de ahí la conveniencia de atarlo mediante ligaduras mágicas, simbólicas. Precisamente en un librito, apenas algo más que un folleto, pero muy conocido, que lleva por título: “La Santa Cruz de Caravaca. Tesoro de oraciones” y cuyo origen se remonta al siglo XVII, se recoge esta tradición en oraciones que se han venido recitando en Murcia desde entonces. En ellas se habla de quedar “ligados”, de “atar en obediencia”. Un indicio sobre el origen no cristiano de esas prácticas rituales es que la Inquisición, siempre tan suspicaz, mantenía sus sospechas al respecto pues se dieron algunos casos de persecución de tales costumbres. En fin, historia aparte, todavía hoy estas ceremonias siguen practicándose en poblaciones como Moratalla, Calasparra, Albudeite, Aledo, Villanueva, Abarán, Cehegín o Cieza. El rito es especialmente femenino pues son las mujeres ancianas quienes han de realizar la ligadura o atadura del diablo; para ello se alejan del pueblo recitando cien avemarías y persignaciones. A continuación atan hierbas, trigales, recitando la fórmula: “Diablo, diablo, de los huevos te ato. Hasta el año que viene no te los desato”. En ocasiones se recogían cien piedras y éstas se iban arrojando por cada avemaría rezada. Esta variante enlaza con la de tirar piedras al diablo, que se practica en Aledo. También allí se celebra el 25 de marzo. Esa tarde, un grupo de mujeres se reúne en la villa y solas, van caminando hasta un lugar llamado “Piedra del Viento”. Durante el trayecto van recitando “la oración de las cien avemarías”. Una de las mujeres dirige los rezos y, una vez llegadas al paraje y lugar antes mencionado, cada una de las integrantes del cortejo arroja una piedra al vacío contra el diablo escondiendo el brazo inmediatamente. Pues bien, la totalidad de las localidades que practicaron en el pasado estos rituales y todavía los conservan, fueron núcleos de fuerte presencia morisca, ¿casualidades?

La magia de la palabra …”Y el Verbo se hizo carne…, o lo que es lo mismo: la palabra se hizo realidad, tomó forma. La voz, la palabra, utilizadas con la 140

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fuerza y profundidad precisas, tienen un poder especial y a este respecto debemos decir que la impronta islámica se grabó en Murcia de tal modo que ha pervivido hasta nuestros días como el reflejo del mundo que nos precedió y del que no nos hemos desprendido. ¿Quién no emplea en la vida cotidiana palabras como alhábega, tapial, almanaque, alquería, almudí, almena, aljibe, adarve, alcantarilla, alcacil, zagal, atoba, leja, tahúlla, zaragüelles, ceña, ñora, zafa, jarapa, cequieta, azud, garrofa y garrofero, aliacán, almazara y frases como “no hay tu tía” para expresar que algo no tiene remedio. Pero es que también nombres de pueblos y pedanías sugieren idénticos orígenes, veamos algunos con su significado: Abarán: tribu bereber Albatalía: la del empedrado Albudeite: la del agua escasa Alcantarilla: la del puentecillo Algameca: desfiladero prolongado Algezares: la del yeso Alguazas: la de en medio Alhama: la fuente termal Aljorra: con privilegio Alquerías: villa, aldea. Alquibla: mediodía, Sur. Beniaján: Hijo de caña de bambú. Beniel: descendiente de Yah Ya Beniscornia: descendiente de Iskurna Calasparra: Castillo del Esparragal Cehegín: tribu bereber Sinhaya Ceneta: ladera, falda de monte Ceutí: el de Ceuta. Cotillas: la goda. El Algar: la de la cueva. Javalí: monte del ciervo. Jumilla: Yumalla, personaje. La Alberca: la del estanque La Azohia: ermita, monasterio. Lorquí: originario de Lorca. 141

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Mazarrón: puerto romano Ojós: huertos, caseríos. Raal: finca rústica Ricote: zona rocosa, peñasco Ulea: alta Zaraiche: alberca, estanque Zeneta. Ladera, falda de monte Y qué decir de los ríos y lugares con una melodía y traducciones de encanto casi mágico, como: NOMBRE ARABE

TRADUCCIÓN

NOMBRE CRISTIANO

Guad al – Abyad

Río Blanco

Río Segura

Guatazales

Río de la miel

Río Mula, Riacho

Guadalentín

Río del barro

Sangonera, Reguerón

Al – Buhayrat

Mar chico

Mar Menor

Guadal – Hasa

Río de guijarros

Rambla

Jub Abençalet

Aljibe de Ibn Salt

Jimenado

Al – Gamiqa

Profunda

Algameca

Al – Sara

Bosque

San Ginés de la Jara

Yazirat al – Firan

Isla de los ratones

Isla Grosa

Fue mucho lo que tardamos los cristianos en asimilar el mundo que conquistamos, pero como vemos, el resultado fue una amalgama de la que todavía hoy emergen, como islas culturales, voces, costumbres, tradiciones y acontecimientos de nuestros orígenes: un crisol cultural en el que la huella islámica, a través de lo morisco, es patente y todo ello sin descender a otros aspectos como el carácter de nuestras gentes, tema que dejo en el aire para que cada cual haga sus reflexiones.

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Errores en torno a Nuestra Señora de la Arrixaca (Murcia)

Sobre el nombre La Virgen de la Arrixaca presenta una grafía que varía según la época y los autores, del siguiente modo: Arreixaca, Arrexaca, Arrijaca, Arrejaca, Rejaca…, desde el siglo XIII al XVIII. No menos enrevesadas han sido las traducciones que se le han dado: Barrio de las afueras, arrabal elegante, tiro de saeta, buen arco e, incluso, “arre, jaca” (grito dado por un agricultor…). Según estos datos, podríamos hablar de Nuestra Señora de las Afueras, Nuestra Señora del Buen Arco, Virgen del Tiro de Saeta o santa María la Elegante. A todas las acepciones y traducciones se les puede hallar una falta de rigor. Por ejemplo, resulta poco serio atribuir como origen el “arre, jaca” para el nombre dado a una advocación de la Virgen. Virgen de la Arrixaca. Luis García

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La hipótesis se apoya en la supuesta ocultación de la imagen en el fondo de un pozo con agua durante años. Un buen día, un agricultor vio que su caballería se detenía cuando tiraba de la ceña pues al parecer ésta se atrancaba en la sacralizada talla. Con gritos de “arre, jaca” consiguió al fin el hombre sacar del pozo la imagen. Además de la primera consideración, es evidente que un 100% de humedad durante años hubiera deformado cuando no destruido la imagen. La acepción de “Elegante” cae también por su propio peso. Veamos, si bien es cierto que la zona extramuros de la Arrixaca, también cercada, era rica y disfrutaba de jardines en el entorno del alcázar Shaguir, sito junto a la actual plaza de santo Domingo y a espaldas del teatro Romea, también lo es que el resto del barrio, pobre y poblado de casas pequeñas y calles abigarradas, estaba habitado por los cristianos. Me refiero a los actuales barrios de san Miguel, san Andrés y san Antolín. Era precisamente ahí donde se hallaba la ermita de Nuestra Señora, justo en el área no elegante.

Orígenes La conocida Cantiga 169 de Alfonso X el Sabio alude a la iglesia que contenía la imagen en el barrio de la Arrixaca, extramuros de la Murcia musulmana, en la zona ocupada por los mozárabes. Las ilustraciones de la Cantiga, en una magnífica miniatura policromada, muestran además la imagen de una reconstrucción del barrio y de las murallas de la ciudad, lo que le confiere un valor especial. El monarca narra, en lengua galaico-portuguesa, un prodigio realizado por la virgen sucedido con anterioridad a su presencia en Murcia, en 1243, lo que nos proporciona una fecha de culto a esta virgen que forzosamente ha de ser anterior a dicho año. Por tanto, queda anulada la hipótesis que defendía su llegada de la mano de Alfonso X. A decir del propio rey, a la citada iglesia acudían a rezar: comerciantes italianos de Pisa, Génova y Sicilia. “…Füa eigrej’ antiga, deque sempr’ acordar s’ yan que ali fora, 144

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da Reÿna sen par dentro na Arreixaca, e yan y orar genoeses, pisäos e outros de Cezilla. A que por nos salvar…” Cuando en 1266 vuelven Jaime I y Alfonso X por Murcia y los cristianos pasan a vivir intra-muros, los musulmanes son los que se desplazan al barrio de la Arrixaca y solicitan que la iglesia sea eliminada del lugar pese a encontrarse entonces recién restaurada. Esta petición fue escuchada y atendida en un intento de compensación religiosa ya que la mezquita mayor fue cristianizada y dedicada a santa María por Jaime I el primer día que entró en la ciudad rodeado de ballesteros de Tortosa y de tropas templarias. Sin embargo, a pesar de las intenciones, nunca llegó a ejecutarse el derribo. “… Que enton a Aljama lle vëeron pedir que aquela eigreia fezessen destroir que na Arraixaca era; e marcar consentiro foi él, non poderon nen Tánger en cravilla. A que por nos salvar… Depo (i)s aquest’ avëo que fui a Murça eu, e o maiss d’ Arreixaca a Aljama mi deu que tolless’ a eigreja d’ ontr’ eles; mas muy greu

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me foi, ca era toda de novo pintadilla. A que por nos salvar..”. En cuanto a la fecha de creación de la cantiga, vemos una sucesión cronológica en los hechos narrados que va desde una fecha imprecisa anterior a 1243 hasta el ataque del Benimerín de Cádiz, Abu Yusuf21. “…Depois, quand’ Aboyuçaf, o sennor de Çalé, passou con mui gran gente, aquesto verdad’ é que cuidaron os mouros, por eixalçar ssa fe, gäar Murça per arte. Mais sa falss’ armadilla. A que por nos salvar…” La cantiga fue escrita según diversos autores en fechas que oscilan entre 1272 y 1279. Pero, teniendo en cuenta que el monarca se enfrenta al tal Yusuf entre 1277 y 1279, es lógico suponer que dicha cantiga fue compuesta en una fecha posterior y, dado que Alfonso X fallece en 1284, las fechas que se pueden manejar para el documento parecen poder concretarse entre 1280 y 1283. Por otra parte y antes de continuar avanzando en el tiempo, cabría preguntarse por qué si tan importante era la Arrixaca entre los cristianos de Murcia, Jaime I en 1266 consagró la mezquita aljama a santa María de Gracia en vez de hacerlo a la Arrixaca.

Apropiación agustina de la imagen A lo largo de los dos siglos y medio siguientes fue el municipio de Murcia el encargado del cuidado y mantenimiento de la iglesia y del 21 No existe dato alguno que permita suponer siquiera que las tropas benimerines llegaron hasta Murcia y por lo tanto, la afirmación sobre un intento de ataque contra la ermita de La Arrixaca nos parece más simbólica que real.

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culto a la Arrixaca. Pero a partir de noviembre de 1514 se produce una inflexión y un cambio importante en su historia. Desde ese momento sería la Orden de los Agustinos22 quien se ocuparía del tema a pesar de que el Concejo murciano seguía aportando medios económicos en 1578 (Antón: 1996:37) e incluso un tabernáculo y su peana en 1628. Otros documentos demuestran que el Ayuntamiento no se desentendió por completo y que se produjeron ayudas sucesivas. Así, en septiembre de 1725 se libraba una partida económica para la fiesta “como se acostumbra”. Otro tanto sucedió en 1732, 1733, 1734…, y en 1803 de nuevo hallamos consignada la entrega de 88.000 maravedís para atender a los gastos de la festividad23. Es posible que la apropiación de capilla y culto por parte de los frailes agustinos y de los Marqueses de Beniel y de Corvera, sucesivamente, parece haber contribuido a su posterior decadencia en popularidad.

Rogativas Es difícil no encontrar a lo largo y ancho de la Región de Murcia, rogativas para solicitar la lluvia durante los últimos cuatro siglos, algo que de por si ya echa por tierra la romántica idea de que antes llovía más o esa otra más interesada sobre el cambio climático en Murcia y su desertización. Sin embargo, como no es éste el objeto del tema que nos ocupa, ya tratado convenientemente en otro lugar, pasemos a destacar la importancia histórica del fenómeno de la rogativa, es decir, de “pedir al cielo” un agua que de forma natural no se prodiga. La procesión en rogativa se dedicaba siempre a un santo o virgen y es raro hallar algún año en esos últimos cuatrocientos, que decíamos, en el que no se celebraran. Por consiguiente, también es engañosa esa falsa impresión popular de unos años a esta parte en la que se afirma que tal o cual virgen ha sido la patrona de la ciudad de Murcia por semejante motivo, ya que el espectro de dedicación ha sido amplio. Por ejemplo, en el siglo XVI se llegó a pedir la lluvia a los Reyes Magos y no por ello se pensó en dedicarles el patronazgo de la ciudad. 22 Los Agustinos llegaron a Murcia en 1397, procedentes de san Ginés de la Jara. 23 Archivo Municipal de Murcia. AC.: 16.09.1727 y Junta de Propios y arbitrios 1-10-1803; 21-10-1732; 11.11.1733 y 5.11.1734.

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En el siglo XVII las rogativas se encomendaron al Lignum Crucis, a Nuestra Señora de la Concepción, la Virgen del Rosario, Virgen de los Remedios, La Arrixaca y La Fuensanta. Ya en el siglo XVIII La Arrixaca va desapareciendo a pesar de que todavía se la saque en procesión para interceder por la lluvia en 1748 y La Fuensanta toma su relevo. Pero también vemos rogativas a Nuestra Señora de Gracia, a la Purísima Concepción, a Nuestro Padre Jesús Nazareno, al Lignum Crucis, nuevamente, a las Reliquias de los Patronos, Ánimas Benditas e, incluso, a la “Leche Virginal de María Santísima” que al parecer existía en un relicario de cristal conservado en la catedral desde 1715. Durante el siglo XIX las rogativas se dedicaron de manera alterna a La Fuensanta, Nuestro Padre Jesús Nazareno y las Benditas Ánimas

Patronazgo Con estos escuetos pero clarificadores datos, unidos a la inexistencia de documentación que acredite la hipótesis, parece que puede afirmarse taxativamente que ni La Arrixaca ni tampoco La Fuensanta fueron nombradas nunca patronas de la ciudad de Murcia y menos aún de la Región pero que en la práctica han ejercido como tales por intereses diversos y una soterrada “aclamación popular”. Otro error muy popularizado es la creencia de que en 1694 se sacó en rogativa a Nuestra Señora de La Arrixaca y que al no obtener el beneficio solicitado, se decidió sacar en procesión a la Virgen de la Fuensanta quien si propiciaría el milagro y, por consiguiente, a partir de ese momento la ciudad cambió de patrona. Como ya hemos visto, la leyenda contiene en si misma dos errores. Podríamos decir que a partir de 1694 La Fuensanta pasa a formar parte del amplio espectro de advocaciones recurridas con este propósito, sustituyendo lentamente en el tiempo a La Arrixaca que al fin y al cabo fue sacada en procesión, que sepamos, hasta 1748 y no 1731 como también se había afirmado. En cuanto al por qué salió en rogativa La Fuensanta por vez primera, la realidad nada tiene que ver con la leyenda ya que fueron problemas internos de desacuerdo entre sectores de la propia Iglesia: Obispado, Cabildo y Orden de los Agustinos, los que ocasiona148

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ron el cambio. Teniendo en cuenta que casi todas las imágenes dependían de alguna Orden religiosa, el obispo se fijó en La Fuensanta por no estar sometida a ningún interés religioso partidista y a ella acudió para realizar una rogativa. Dado que la misma tuvo cierto éxito, se comenzó a darle importancia a la imagen y su ermita acabó transformándose en santuario gracias a fuertes inversiones.

El Marqués de Corvera entra en acción Desde mediados del siglo XVI la familia Molina tenía derecho a enterramiento en la capilla de la Arrixaca, surgiendo ciertas fricciones con los agustinos. Los Molina son en esos momentos Marqueses de Beniel pero con el tiempo una rama familiar lograría además la posesión del título de Marqués de Corvera y como también éstos pretendían el derecho a enterramiento, acabaron pleiteando24 en 1721 por el patronato de la capilla de Nuestra Señora de la “Rejaca”. El primer litigio entre Antonio Molina Carrillo y los agustinos se solucionó en 1604, comprometiéndose aquel, entre otras cuestiones, al pago de una misa cantada todos los sábados, en la capilla de la Arrixaca. A cambio, continuaría ejerciendo su derecho de enterramiento en el suelo de la misma. Los Marqueses de Corvera contribuyeron económicamente en la restauración de la capilla de la Arrixaca que se realizó en 1630 y a ella quedaron vinculados casi 250 años. Los primeros fueron Pedro de Molina y su esposa, Francisca de Guevara que se apropiaron del patronazgo de la capilla gracias al apellido Molina coincidente con el de la línea hereditaria de los Marqueses de Beniel que ostentaban tal derecho desde 1553. Los de Corvera lograron desplazarles oficialmente en 1678, ratificaron el nombramiento en 1689 y mantuvieron el derecho hasta 1875-76 a pesar del pleito interpuesto por la Casa de Beniel, como ya hemos visto, en 1721.

24 Archivo Histórico Provincial. Protocolo 2484.

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El largo final Son varias las crónicas faltas de rigor que afirmaron la desaparición de las rogativas a la Arrixaca en 1731 y prueba de ello es que en 1748 todavía se celebraban. También cuando se corona la iglesia de san Agustín, en 1762, se coloca la inscripción dedicada a la Arrixaca como “Titular de este convento y patrona de la ciudad”. Un personaje como Fernando Hermosino Parrilla que vivió en Murcia hasta su fallecimiento en 1737, escribió25 dos años antes que la Arrixaca era la primera advocación que se sacaba en rogativa cuando se precisaba agua añadiendo como dato nuevo para nosotros que además, salía en procesión el cada Viernes Santo con el resto de los pasos. Lo que parece cierto es que poco a poco el culto a esta imagen fue decayendo quedando relegada al simple cuidado cotidiano de la Orden de san Agustín y al patronazgo de la capilla por cuenta del Marqués de Corvera quien tradicionalmente, le dedicaba una misa todas las semanas. Cuando en 1835 se producen en Murcia los asaltos a conventos nada parece indicar que se librara el de san Agustín, sin embargo si podemos afirmar que no cesó el culto a la Arrixaca ni se abandonó en esta fecha como se ha repetido en diversas publicaciones, sino que muy al contrario pervivió hasta 1880, fecha en la que el Marqués, acusado de carlista por sus actuaciones durante el Sexenio Democrático, abandonó su apoyo a la Arrixaca. A partir de ese momento se ocupó de la capilla la Asociación del Sagrado Corazón de María quienes retiraron la imagen que en torno a 1882 guardaron en un armario en mal estado. Tres años después, en 1885, Fuentes y Ponte la rescata quedando manifiesta la falsa creencia mantenida durante largo tiempo sobre la pérdida de la Arrixaca y su culto desconocido.

25 Manuscrito inédito existente en la Real Academia de la Historia de Madrid.

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La intervención de Fuentes y Ponte Javier Fuentes y Ponte fue nombrado en diciembre de 1885 mayordomo de santa María de la Arrijaca por el Obispado. Con el ánimo de recuperar el culto a esta Virgen que en esos momentos se hallaba bajo la custodia del presbítero Bartolomé Cánovas Casanova, Fuentes y Ponte decidió restaurar la imagen que estaba muy deteriorada. Encargó la tarea al escultor Francisco Sánchez Araciel. Gracias a su iniciativa, desde 1886 y a lo largo de medio siglo la Arrixaca volvió a ser objeto de culto celebrándose su fiesta anual en mayo, a pesar de que tradicionalmente había sido en septiembre. A partir de entonces, el Diario de Murcia primero y El Liberal, después, se hicieron eco de esos festejos en su honor: música, predicaciones, discursos…, incluso se compuso una misa especial y en 1893 se le designó y dedicó el 14 de mayo en el santoral. En febrero de 1903 falleció Fuentes y Ponte pero en mayo nacía una asociación artístico-literaria bajo la advocación de la Arrixaca. Se nutría de poetas, artistas y literatos; “arrijacos” todos ellos encabezados por Luis Peñafiel, Andrés Baquero, Mariano Palarea y José Martínez Tornel. En enero de 1909 un curioso suceso vino a impulsar su fama cuando un anticuario madrileño quiso comprar la cabeza y las manos de la imagen al sacristán pero como éste no accediese a sus pretensiones, algunos días después intentó incluso robarla. A partir de 1936 de nuevo parece declinar durante unos años el culto a esta Virgen para reaparecer en procesión en 1943 de cara a la celebración del VII Centenario de la reconquista de Murcia.

A modo de conclusiones Para terminar, no queda sino pasar somera revista a algunas de las afirmaciones que hemos realizado en las páginas precedentes. En primer lugar no está claro el significado de Arrixaca; no se conoce la fecha aproximada del inicio del culto a ésta imagen aunque parece que ya existía en la ciudad de Murcia antes de la llegada de Alfonso X el Sabio. 151

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El que fuera sacada en rogativa no le confiere el título de patrona ya que fueron muchas y variadas las imágenes de santos y vírgenes a los que se hacía procesión con el propósito de pedirles lluvia. El cambio del interés popular por la Virgen de la Fuensanta en detrimento de la Arrixaca fue lento y paulatino, de hecho, el proceso se alargo desde 1694 a 1748, como mínimo y se debió al enfrentamiento entra el Obispado, Cabildo y los Agustinos. No existe ningún documento que atestigüe que La Arrixaca o La Fuensanta hayan sido nombradas patronas en algún momento. El clamor popular no le confiere título oficial. En ningún momento se abandonó el culto a la Arrixaca puesto que se mantuvo por los sucesivos Marqueses de Corvera hasta 1880. La imagen sólo permaneció guardada en un armario de la iglesia de san Agustín un máximo de tres años.

Fuentes documentales Manuscritas:

Fernando Hermosino Parrilla (1735): “Fragmentos históricos, eclesiásticos y culturales del obispado de Cartagena”. (Manuscrito existente en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid).

Archivo histórico de Murcia: AC. 16.09.1727;



Junta de Propios y Arbitrios 01.10.1803; 21.10.1732; 11.11.1733; 5.11.1734.

Impresas Prensa:



EL DIARIO DE MURCIA: 18-04-1886; 07-05-1886; 08-05-1886; 1905-1886; 23-05-1886; 01-06-1886; 10-07-1886; 26-05-1889; 05-071893; 07-07-1893; 23-05-1894; 13-05-1902; 06-03-1903. EL LIBERAL: 25.05.1903; 17.05.1906; 22.05.1906; 20.05.1907; 152

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16.05.1908; 31.01.1909; 17.05.1909; 02.02.1909; 15.05.1909; 18.05.1909; 17.05.1914; 21.05.1914; 26.05.1914; 22.05.1916; 21.05.1917.

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La destrucción de las puertas medievales de Murcia en el siglo xviii Ricardo Montes Bernárdez y José Sánchez Pravia

El siglo XVIII fue relativamente rico en cuanto a recopilación histórica y descripciones sobre el Reino de Murcia. A mediados de siglo redactaba fray Pablo Manuel Ortega su “Descripción Corográfica” y años después le seguían: Bernardo Espinalt García (Atlante Español), Juan Lozano (Bastitania y Contestania), fray Pascual Salmerón (La antigua Cartosía o Cartesa, hoy Cieza…), Vargas Ponce y Antonio Valdés. También realizaban planos: Vicente Tofiño de san Miguel, para Cartagena, y Vidal Pinilla para todo el territorio del obispado de Cartagena. Otra obra interesante fechada en el mismo siglo fue la de fray Leandro Soler, sobre Cartagena, en la España Ilustrada y las Efemérides históricas de Ramos Rocamora26, que quedaron inéditas aunque afortunadamente Fuentes y Ponte tomaría abundantes referencias de su obra. Pero sin lugar a dudas, quedó en el anonimato uno de los autores más interesantes, Fernando Hermosino Parrilla, cuya importante obra de investigación quedó archivada sin que jamás viera la luz. En sus manuscritos se basó después gran parte del trabajo de Abelardo Merino Álvarez, en 1915 quien sorprende no dedicara ni una sola palabra a la mención de la persona y la vida de Hermosino. Años antes, en 1889, Gregorio Vicent y Portillo había publicado la parte de la obra histórica que Hermosino dedicaba a Cartagena, especificando 26 Alguaceño que fue recogiendo el día a día de la Región durante el S. XVIII, especialmente por lo que al Cabildo se refiere.

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la fuente27. También bebieron de la información del manuscrito de Hermosino, directa o indirectamente, Díaz Cassou y Frutos Baeza. La familia de este desconocido escritor llegaba a Murcia de la mano de Nicolás Rodríguez Hermosino, obispo de Astorga (León) entre 1662 y 1669, que arribaba a nuestra ciudad como Fiscal del tribunal de la Inquisición de Murcia. Canónigo doctoral escribió 16 volúmenes, impresos en León en 1662, que fueron depositados en el oratorio de los padres de san Felipe Neri de Murcia. Sus padres fueron Fernando Hermosino (hermano del citado obispo)28 y Claudia Parrilla Almodóvar, naturales de la Mota del Toro, posteriormente llamada Mota del Marqués (Valladolid). El nace en 1665, siendo confirmado a finales de 1673 en Murcia por el obispo Francisco de Rojas. Vivió bajo el mandato de Belluga29, falleciendo cuando era obispo Tomás José Montes, si bien, como vamos a ver, visitó Murcia en escasas ocasiones, hasta que decidió retirarse. Estudió derecho civil en Salamanca. A los 30 años, en 1695, se encontraba en la tierra paterna, Valladolid. De aquí pasará a Alcalá de Henares (Madrid) como estudiante y posteriormente aparece ejerciendo como juez en la comarca del Deza (Pontevedra). Continuó su periplo en La Coruña, como teniente de gobernador y en Hellín, como Corregidor desde 1712 a 1715, reparando en esta ciudad las minas de azufre. Tras su estadía en esta población pasó a Iniesta (Cuenca) y a Villanueva de Jara (Cuenca), de donde saldría en 1719. A partir de entonces, ya en Murcia, comenzó a escribir sus “Fragmentos históricos….” que habrían de servir para completar el mapa de la diócesis que había mandado realizar el obispo Belluga a Vidal Pinilla, pu27 Esta publicación, de 760 páginas, era el primer volumen de una pretendida colección que no tuvo continuidad. Era editada en la imprenta Montegrifo de Madrid. 28 Hasta 1820 no existirá normativa obligatoria respecto al orden de los apellidos. 29 En pleno desmonte de puertas y murallas, en 1715, tiene lugar un hecho insólito. El 28 de agosto Belluga recibía, con gran pompa y boato, nada menos que la reliquia de la leche de la Virgen, donada por Dª Mariana Engracia de Toledo y Portugal (Díaz: 1977: 167). Esta “celestial reliquia” se guardó en la capilla de los Vélez de la Catedral, en un relicario con tres llaves. En éste viril de cristal la leche se licuaba la víspera de la Asunción. (Ortega: 1994: 202). Pero debemos imaginarnos la escena, no la de la pompa y el boato con que fue recibida la reliquia en plenos calores estivales, sino la de la Virgen hace más de dos mil años quitándole el alimento al Niño para guardarlo en pequeños tarritos a fin de que cientos de años después se le rindiera culto. Sin comentarios.

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blicado en 1726. Fernando Hermosino terminaba su obra en 1735, tras dieciséis años de trabajo, siendo adicionada en los márgenes por el padre jesuita Paxarilla30. El manuscrito original se encuentra depositado en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid31. Casó en Murcia con Andrea del Villar. No sabemos la descendencia que tuvieron pero si que un hijo suyo, Nicolás Hermosino, acabó como franciscano en santa Catalina del Monte32 (Murcia). Otorgó testamento ante José Ramos el 1 de abril de 1736, falleciendo el 14 de septiembre de 1737. Fue enterrado en la parroquia de san Antolín. Fundó un vínculo en favor de su nieto, José del Villar Hermosino. El año que nuestro escritor fallecía fue el último que la Virgen de la Fuensanta se bajaba en rogativa a la parroquial de san Juan, siendo llevada a partir de esa fecha a la Catedral. Fiel al ambiente en el que se crió y a los estudios realizados, decidió escribir una interesante aproximación histórica de Murcia a la que tituló: “FRAGMENTOS HISTÓRICOS, ECLESIÁSTICOS Y CULTURALES DEL OBISPADO DE CARTAGENA Y REINO DE MURCIA; CON NOTICIAS BREVES DE LAS CIUDADES, VILLAS Y LUGARES QUE AL PRESENTE LO COMPONEN, Y DE ALGUNOS OTROS PUEBLOS QUE ANTES TUVO Y AL PRESENTE NO EXISTEN. HÁCESE TAMBIÉN SUCINTA MEMORIA DE ALGUNAS PERSONAS ESPECIALES EN VIRTUD, LETRAS, DIGNIDADES Y EMPLEOS.”

En su manuscrito pasó por alto algunas localidades de la Región y a otras tan sólo dedicó unas líneas, siendo especialmente interesantes los apartados que se refieren a Murcia, Cartagena y Lorca, con apéndices sobre algunos de sus personajes. Por vivir durante el primer tercio del siglo XVIII presenció la destrucción y el desmantelamiento de la muralla medieval de Murcia, circunstancia que otorga un valor especial a sus comentarios33 en el 30 Baltasar Pajarilla y Moya (1684-1750) predicador y profesor, en 1734 había escrito su propia historia del obispado. 31 Colección Vargas Ponce, Tomo IX. 32 Convento fundado en 1443. En 1755, tenía 15 sacerdotes, 20 legos, 10 novicios, 9 donados y 1 sirviente (Catastro de Ensenada. 1755). 33 El desmantelamiento mencionado, sobre todo de las puertas medievales, fue realizado por particulares con el permiso consistorial oportuno.

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estudio que nos ocupa así como para una hipotética reconstrucción. También aclara los datos aportados por las actas capitulares de la época y que extrañamente no habían sido consultadas hasta el día de hoy. Según Hermosino, Murcia disponía de: Casa de Comedias, casa de la Carretería, Pescadería, Lonja (para librar justicia), Carnicería, Casa del Contraste, etc. Todo parece indicar que fue el crecimiento urbano lo que forzó el derribo de las murallas y sus puertas. Aquellos años la ciudad de Murcia se hallaba en plena efervescencia constructiva. Durante la primera mitad del siglo se construyó el puente de piedra (1718-1740), el imafronte de la catedral (1734-1754), o el palacio episcopal, iniciado en 1748. Asimismo, en esas fechas se trataba de edificar una nueva plaza de toros conocida como plaza de Camachos que acabaría siendo inaugurada en 1769. Una ciudad viva y bulliciosa con numerosas parroquias, conventos y colegios (san Fulgencio, Nunciata y Purísima Concepción). También se trabaja en el Malecón (1733) y Salzillo producía numerosas de sus magníficas obras. A este respecto, decía Hermosino que en aquellos años: “…se echaron abajo «por la mayor exención del vecindario» con tal ardor «que en pocos años hemos visto demoler cinco principales puertas y un postigo de ellas» y de las que quedan están tan malas que fuera acertado gobierno el demolerlas aunque más ajustado fuera el repararlas”.

Muralla de Murcia. José Rubio

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La demolición continuó tras lo reseñado por Hermosino; de hecho, Bernardo Espinalt decía en 1778: “aunque tuvo esta ciudad, en tiempo antiguo, buenos muros… Al presente es abierta”. La picoleta intervino por tercera vez y de manera definitiva en 1821. “Los muros tenían 3.260 pasos de circunferencia34 ; de altura 35 codos; y de ancho 15, con profundo foso que la circunvalaba que hoy llaman Val de la lluvia porque por el corre y desagua todo el agua que en ésta ciudad a tiempos llueve; 95 torres, en días se contaban y de la una a la otra 26 pasos se medían; salíase de la ciudad por diez35 puertas y dos postigos”.

Según éstas medidas, el perímetro de la muralla tendría 4.820 m., con una altura de 14,70 m y un ancho de 6,30 m.; sus noventa y cinco torres estaban distanciadas entre si a 38,5 m una de otra. Uno de los estudiosos de las murallas, concretamente José García Antón (1933:40), comenta que la altura era de unos 14 m., en lo que coincide con Hermosino; sin embargo, discrepa en lo demás, ya que para García Antón el ancho era de 4m (quizá Hermosino se refiera al ancho de las torres). Para García el perímetro debió alcanzar en torno a 2.700 m. Por su parte, Hermosino debió medir la segunda muralla, que incluía otros barrios externos a la gran muralla torreada (la cerca de la Arrixaca abarcaba los barrios de san Miguel, san Andrés y san Antolín). “Quatro de ellas salían al mediodía : la primera se llamaba la puerta de las Siete Puertas, que todavía permanece con su nombre pero con este número de puertas las que hacían más dificultosa la entrada y la salida”.

34 La medidas y nombres de las puertas también vienen dados, o más bien copiados, por fray Pablo Manuel Ortega, en su Descripción Corográfica de 1754. 35 Coincide Hermosino en el número de puertas con lo dicho por Ginés Rocamora en el siglo XVI.

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Las Siete Puertas. Pedro san Martin

La puerta de las Siete Puertas estaba en santa Eulalia, por ella penetró en la ciudad Jaime I, en febrero de 1266. Acabaría siendo derruida en marzo de 1803 (Frutos: 1988: 282), teniendo en esos momentos el nombre de arco de Belén. Recibió el primer “golpe” en 1723 cuando Manuel Sánchez comenzó a construir su casa sirviéndose, como tantos otros, de materiales del derribo de la muralla. “Seguían hacia el poniente otra llamada de el Toro, ya difunta aunque para memoria ha quedado de el orden del Ayuntamiento una azul lápida construida la que publica su situación y demolición pues dice: En este sitio estaba la Puerta de el Toro, y de orden de los muy ilustres Señores, Murcia mandó poner esta piedra año 1716. Estaba esta puerta contigua a la suntuosa y no igual casa en España de comedias”.

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La puerta fue derruida por Juan Fernández Ojeda en abril de 1716 porque amenazaba ruina. Junto a ella se ubicó en el siglo XVIII la Casa de Comedias y posiblemente fue demolida al tiempo que ésta se construyera. La lápida de su “defunción” de 1716, echa por tierra que esta puerta, de Bab al-Kibla, estuviera en píe a mediados del siglo XIX como afirmaban algunos bien intencionados eruditos. Hermosino describe La Casa de Comedias como la más grande de España, “toda ella de madera, menos las paredes francas”, mejor que la de Valladolid. Era ovalada y el público podía ver la escena desde cualquier punto, sin estorbarse, disponía de gradería espaciosa y dos “aposentos”, además de estancias para mujeres con acceso independiente, al pie de las gradas para los hombres. De pilar a pilar existían bancos con barandillas, comprados por varias familias. En el patio, el primer banco era de varias familias nobles. La Casa de Comedias se abrió en 1612, siendo Corregidor Luis Godoy Ponce de León. “Síguese después la tercera puerta llamada de el Sol, la que hace frente al espacioso paseo llamado del Arenal”.

Es conocida por éste nombre a partir de la mitad del siglo XVI y se mantuvo en servicio durante otros doscientos años para aquellos que accedían al Arenal. Derruida en enero de 1735, su nombre pervivió gracias al concurrido Café del Sol. Su demolición permitió una buena salida de coches y carruajes… “a la plaza del Arenal, que es el paseo de la nobleza y donde se celebran los mercados en tiempo de invierno”. “Después está la puerta que llaman de la Puente, á la que sirve de copete la fortificación del suntuoso Alcázar nuevo. hoy cárceles Secretas del Santo tribunal de la Inquisición, el cual se erigió en esa ciudad por el primer Inquisidor General, el Sr. D. Fray Tomás de Torquemada, cerca de los años de 1483 construyendo por primer Inquisidor del Reino de Murcia a el Bachiller Juan de Villalobos (día 29 Abril)”.

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Puerta del Puente. García Antón

El Tribunal del Santo Oficio de Murcia se estableció, de hecho, el 29 de mayo de 1488. Al parecer, Juan de Villalobos fue enviado a tomar posesión de su cargo en plaza el 15 de diciembre de 1497. El famoso Alcázar, que ocuparía La Inquisición hasta 1820, fue levantado por Enrique III y era todavía propiedad del Marqués de Vélez en 1522 (Blázquez: 1986). La puerta de la Puente sería la que en el siglo XVIII diera acceso al puente diseñado por Jaime Bort y construido entre 1718 y 1742, sustituyendo a otros de madera y barcas previos y mejorando el acceso al cada día más populoso barrio de san Benito. Tras acuerdo tomado entre el Ayuntamiento y el Santo Oficio, la puerta y su famoso torreón fueron derribados definitivamente en 1737, tras un proceso iniciado en 1733. “Las otras cuatro puertas que al Septentrión miran la primera se decía del Azogue, porque serbia de salida á una plaza donde los moros tenían su comercio cuando bibían en aquel arrabal juntos y los cristianos en la ciudad solos y los moros en su idioma llaman zoco a la plaza, ésta después se llamó de santa Florentina desde que entraron por ellas las religiosas de esta santa, la que está ya

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l a s f i e s t a s d e m o r o s y c r i s t i a n o s d e mu r c i a demolida y con otro padrón señalada, que dice puerta de Santa Florentina, año 171236 .

Las reliquias de santa Florentina y san Fulgencio llegaron a Murcia el dos de enero de 1594, de la mano del franciscano Diego de Arce, por iniciativa del obispo Sancho Dávila. Para celebrar tal acontecimiento, se organizaron numerosos fastos que incluyeron una procesión bajo diversos arcos de triunfo que terminó su recorrido en la catedral. Los festejos duraron varios días en el transcurso de los cuales se programaron corridas de toros, torneos y representaciones literarias, especialmente en la plaza de santa Catalina (Frutos: 1988: 156). Destacaron las ingeniosas creaciones del escritor murciano Roque Marín. La puerta, que ya amenazaba ruina, fue derribada en mayo de 1712 a petición de Jerónimo Pedros, presbítero y administrador de la “Casa de mujeres recogidas”, llamada de santa Florentina. “Seguíase la puerta de los Porceles la que el año 1725 han derruido… el cual dice en marmólea blanca piedra aquí estuvo la puerta del Porcel”.

Detalle de muralla. Mokhles 36 Este año se funda en Murcia la Casa de niños y niñas huérfanos.

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Debido a su mal estado, en mayo de 1705 fue inspeccionada por el Regidor, Antonio de Yepes (García: 1993: 115) que no debió hallarla para derribo puesto que todavía se mantuvo en pie otras dos décadas. Con anterioridad a esta denominación se la conocía como la Bab al-Jufiya. El nombre al que alude Hermosino parece provenir de Juana Perea, casada con Juan Porcel, que dio a luz a los siete niños llamados Porceles. Ya viuda, en 1443 fundó el convento de monjas de santa Isabel. La puerta fue derriba a partir de agosto de 1725 a petición de Cristóbal Lisón y de otros vecinos que se proponían ampliar la calle del mismo nombre. “La tercera es la llamada antiguamente la puerta de Bebalminen, hasta en tiempo los Reyes Católicos, concedieron el mercado franco todos los jueves del año en la plaza de Santo Domingo, por lo que la llamaron del Mercado a esta puerta, por donde a él se salía y en donde por su dilatación y anchura se ejecutan las fiestas de toros, cañas y otras tales, demolíose también el año de 1732 no tanto para la mejor bista, y espaciosa comunicación quanto por la ruina que amenazaba la antigua sala de Ayuntamiento, que sobre ella estaba construida, la que después sirvió para cárcel de las nobles familias, pero estando en estado de reparar vistosamente esta demolición, ocurrieron diferentes circunstancias, que han detenido al adorno por sus diferencias”.

La celebración de corridas en esta plaza se autorizó el 23 de agosto de 1681, fecha en la que Antonio Balboa solicitaba también la construcción de un porche (Fuentes y Ponte 1881). Denominada como de Bab al-Munen, se traduce y conoce después como puerta de las almunias. Sobre ella se habilitó la cárcel de caballeros y sala de armas. Para el autor R. Pocklington esta puerta de Beb al-Munen es otra diferente a la del Mercado (1989: 219). Así pues, podemos hablar de la puerta de santo Domingo, derribada en 1717 para construir casas y de la del Mercado o de Bab al-Munen “caída” en septiembre de 1732, al tiempo que se derruía la cárcel de caballeros. “La cuarta se llamaba la puerta Nueba, por haberse abierto, para

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l a s f i e s t a s d e m o r o s y c r i s t i a n o s d e mu r c i a dar más desaogo a la ciudad, luego que en ella se hizo dueño el Rey Sabio, por el año mismo de 1732 se ha demolido para dar anchura, y mejor bista a las contiguas casa, que se han fabricado, pero una lápida negra que lo pregone han construido que dice: Aquí estubo la puerta Nueba, año 173237”.

“A el oriente cae la puerta llamada antiguamente del León38 , porque sobre ella abía un simulacro de esta real fiera, pero después se denomino la puerta de Origuela39 por ser por ella la salida de esta nuestra ciudad, para aquella”.

Puerta de El León o de Orihuela

37 En esos años también era conocida como Arco del santo Cristo y es derruida a petición de José Herrera en mayo de 1732. 38 Esta puerta resistiría a la piqueta hasta 1821, momento en el que caen el resto de postigos y muralla. 39 Bab Oriola.

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ricardo montes bernárdez “La última cae a el occidente la qual llaman de los Vidrieros por entrarse por ella á una inmediata calle40 , donde se les señaló sitio para su vivienda á los comerciantes en vidrios y vidriados; ésta puerta es la que entre todas permanece más lucida por haber sido para la entrada del emperador Carlos quinto, reparada, quien entró en esta ciudad el día lunes cinco de diciembre del año de 1541 a las seis de la tarde, después de la desgraciado jornada de Argel, donde no permitió la dibina Magestad que se lograre sus católicos deseos, alabemos siempre sus inescrutables juicios. Entró por ella como digo Carlos 5º, donde ambos cabildos le recibieron, y para este fin la repararon, colocando en lo superior de ella las Armas Reales con todos los blasones de los Reynos, que aquella Majestad poseía, y a los colaterales grabo esta ciudad las que en aquel tiempo obstentaba, y oy unas y otras permanecen muy hunidas, por estar en piedra firme cincelada”.

Dos días permaneció el monarca Carlos V, en Murcia. Hermosino asegura que entró a la ciudad por la puerta de Vidrieros, pero Frutos Baeza (1988: 139) dice que fue por la del Puente y después pasó a la de Vidrieros. En cualquier caso, ésta fue adornada con tapices, banderas reales y un altar y allí juró el monarca respetar las costumbres y tradiciones de la ciudad ante el Deán Don Sebastián Clavijo. Tras el solemne acto, se dirigió bajo palio a la catedral. En su honor se celebraron danzas de moros y cristianos (Montes, Ruiz: 2002: 223). “Los dos postigos de la referida muralla que serbían para desaogo de los vecinos de nuestra ciudad y sus arrabales que el uno cae a el medio día, y se llama de la Verónica por estar a el contiguo un convento de religiosas franciscas su advocación la Verónica, las que sobre él han fabricado unos lucidos miradores que la dan para su hermosura mayores realces, hace frente a la portería del combento de N.P.S. Francisco, pero como son hoy hermanas, a los religiosos no se les da en pósito, pues las asisten en todo lo espiritual que se les ofrece”. 40 Actual calle del Pilar.

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Puerta de Murcia. Muñoz Barberán

Este postigo se abrió al tiempo que Enrique III edificaba el alcázar (1404–1406) y se le llamó puerta de la Aduana. Ampliada en 1569, fue convertida en pasaje años después y como tal se mantuvo hasta mediados del siglo XX. Hay que decir que se trataba de una entrada menor, contigua al convento de religiosas. “El otro postigo caía a el Septentrión, el qual en nuestro día se ha demolido y se llamaba de Santo Domingo41 por estar frontero de la puerta del Real Combento de este Guzmán Español Santo, en cuyo obsequio debido, una fija lápida ha quedado, que dice, puerta de Santo Domingo y sobre ella en un nicho de lienzo en él pintado el santo, y una lámpara que de noche lo manifiesta, para que a todas luces quede la memoria clara”.

Fuera de la gran muralla (Adarbe Viejo), en el arrabal de la Arrixaca, también existieron diversas puertas. Sobre ellas, dice Hermosino: “Otras tres puertas tubo esta ciudad abanzadas fuera de sus principales mu41 Fue demolido a comienzos de 1717 con barrenos, lo que motivó no pocas quejas del vecindario.

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ros en otros segundos42, que circundaban el espacioso arrabal llamado de la Arrijaca para de éste salir por aquella parte a la huerta, una se llamaba de la Traizión ignoro el motivo de este nombre, pero estaba sita frente de la extremidad de la calle que oy llaman del Rosario, parroquia de san Antolín, y de ella no hay memoria alguna”.

Cerca de la Arrixaca. Miguel Lucas

La denominación de “puerta de la Traición”, aparece ya en 1567 con motivo de ponerle cerraduras. Se hallaba al final de la calle del mismo nombre (posteriormente llamada Lealtad y Muñoz de la Peña, en el barrio de san Antolín). En realidad el nombre no parece aludir a una traición sino al típico pequeño postigo que sirve para entrar o salir sin tener que abrir puerta principal, es decir, se trataría de una puerta de escape, de huída (Torres: 1971:88). Por otra parte, hay que decir que no pertenecía a la muralla propiamente dicha sino al recinto murado que protegía la zona de la Arrixaca. 42 La cerca, adarve o muro de las arrixacas envolvía los arrabales de la ciudad disponiendo también de torres. Se extendían por los actuales barrios de san Antolín, san Andrés y san Miguel.

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l a s f i e s t a s d e m o r o s y c r i s t i a n o s d e mu r c i a “La otra estaba junto a la hermita de san Roque, que en nuestro tiempo han derribado, y de ello en una blanca piedra queda señal que lo publica pues dice: Aquí estubo la puerta de Molina año 1725. Llamábase así por salirse por ella a la villa de Molina Seca”. “La tercera y más inmediata a la ciudad permanece muy derruída de piedra labrada, y la llaman de Castilla por salir por ella para la Corte, y otros la llaman de san Andrés por estar inmediata a la Iglesia Parroquial de este Santo Apóstol, en donde ya quedó ofrecido, fue por la misericordia de Dios aquí bautizado; pero esta puerta más propiamente, por los que algo han leído se llama de san Patricio, aunque algunos la digan de san Fulgencio, y para que con propiedad de ella se hable digo: que intentando la ciudad hermosear la salida para el Reyno de Castilla, ideó en el referido puesto hacer una puerta hermosa de piedra labrada con las armas que obstenta, y colocar sobre ella una efigie del Sr. San Patricio43 obispo de Irlanda patrón suyo cuya fábrica se empezó año 1589 como constaba de una lápida que oy no permanece, pero se halla en papeles curiosos que un becino que lo bió en su tiempo dejó anotado, cuya fábrica se finalizó año 1591 como consta en la marmórea blanca piedra, que en ella subsiste que dice: Reynando felipe 2º nuestro Señor Murcia mandó hacer esta obra, siendo corregidor de este Reyno Don Diego Argote y Aguayo veinte y quatro de Córdoba, año 1591 Poco después año 1594 entraron en esta ciudad las religiosas de los Dos santos hermanos San Fulgencio y Santa Florentina, y para recibirlas, Murcia prebino barias obstentaciones, como ya dijimos, y una fue adornar esta puerta con ricas colgaduras sumptuosas alajas, y construir en ella un Altar que coronaba la imagen del Santo Obispo allí puesto, y como en lo aparente de la dignidad uno y otro no se distinguen, y como si el uno es Patrón de la ciudad el otro lo es de todo el obispado, y la puerta a San Fulgencio era tan plausible, unos tenían aquella 43 Patronazgo tomado por la victoria de los Alporchones (Lorca) el 17 de marzo de 1452. La colegiata de san Patricio de Lorca se erigió en 1533 en recuerdo de dicha batalla.

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ricardo montes bernárdez echura por el uno, y otros por el otro Santo, cuya equibocación oy permanece, y de la que se podrá salir con lo que aquí se dice, desde esta puerta, que está sobre casi de la Acequia Mayor, empieza a correr por toda ella mientras para por la ciudad, el hermoso pretir que se sirbe de adorno, y resguardo del qual en su debido lugar puede ser trasemos (¿?)”.

Con respecto a las fortalezas existentes, se comentaba a comienzos del S. XVIII: “A éstas ya dichas murallas, cuyas direcciones han sido precisas, abía contiguas dos fortalezas, que a la una llamaban los moros era de ellos el castillo y fortaleza (a la una llaman Alcazar biejo) que circundaba una gran cerca de la misma robustez y material que la muralla y en él había una puerta por donde se comunicaba con la población la que queriendo desmontar para que corriesen mejor los haires, y purificasen el hospital general de esta ciudad, no se si impediría de los manipulantes, ella se acabó de caer, causando ruina a cinco contiguas casas no barias, no hubo desgracia de ningún personal bibiente, cosa que se atribuyó a superior causa”. “Dentro de las zercas de este castillo abía ocho torres de las cuales quedan todabía algunas moribundas señales, conserbándose solo más erquida que las otras, pero no como debiera reparada, la que llaman de Caramajul sin duda fabricada, o a expensas de algún mahometano así llamado, ésta está en forma que hace cinco esquinas, y en ella guardaban los moros las Armas, Municiones, a los cautibos cristianos para más segura, y fuente. Léese que esta torre y una palma fueron las principales Armas de Murcia, la Torre significaba la fuente de esta ciudad, y la palma el triunfo que de ella logró el Rey Don Alfonso el Sabio que la obtubo, como ya queda referido quando de las Armas de Murcia emos tratado”.

La mencionada torre de Caramajul, en el Alcázar Nassir fue ocupada por los Templarios y toma éste nombre a partir de 1388, deri170

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vando de un guerrero que allí estuvo preso llamado Ubacar Maxud (Pocklington: 1989: 231), aún conservada en tiempos de Hermosino, pasaría a la historia en 1786. Tanto es así que el ayuntamiento decidía instalar una lápida en el lugar, ya que por amenazar ruina era derribada a fines de septiembre de ese año, concediéndose el espacio que quedó libre al hospital de san Juan de Dios44. “Ay otro fuerte que se llama el Alcázar Nuevo el qual el Rey Don Enrique Tercero mandó fabricar después de los años de 139045 , con que se borra la bulgaridad de que Andrés García Lara hombre noble y poderoso, procurador General de esta ciudad la construyó para defensa de su persona, pues es exento que de Orden Real fue fabricado, y ya que aquí nos hallamos diremos que junto a éste gigante, y robusto edificio, estubo fabricado una puente desde el año de 1303…”

El Alcázar Nuevo era reparado en torno a 1750 (Ortega: 1994: 189), renovándose la pared frontal, donde estaba la puerta, instalándose otro escudo con las armas de la Inquisición, sin la orla del cordón de san Francisco que había sido colocado por Enrique III. En 1794 Juan Lozano describía la posible extensión de la muralla, partiendo de la Puerta de Orihuela. De su recorrido comentaba que aún podía verse en la Carbonería, Puerta del Pilar, cocina del Seminario de san Fulgencio, usadas en ese momento como enfermería del hospital de san Juan de Dios. En ese punto de su relato decía que la torre de Caramajul fue demolida a fuerza de barrenos y de acero. Más adelante, a la altura del Oratorio de san Felipe Neri aún podía verse la muralla en buen estado, conservándose las Siete Puertas. Calificaba la obra de firme y robusta, formada por piedra con argamasa y mucho hormigón y describía el color como térreo. Pero en sus descripciones comete errores importantes al atribuir zonas de la segunda muralla o la época romana, en un eufórico alarde de invención y reinterpretación.

44 Arch. Mun. Murcia A.C. 30-10-1786. 45 Se construyó entre 1404 y 1406 como ya hemos indicado.

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Muralla y puerta. Mokhles

Esta segunda muralla, que envolvía a la primera, descrita por Hermosino, desde las enfermerías de san Juan de Dios, desaparecía para volver a reaparecer en el barrio de las Ericas del Belchí. Encerraba también en su interior el Convento de san Agustín. De forma esporádica, volvían a aparecer pequeños lienzos entre Murcia y la Torre de la Marquesa, en los huertos de las Dominicas y Claras.

Fuentes y bibliografía Manuscritas: ARCHIVO MUNICIPAL DE MURCIA José Ramos Rocamora, Noticias de varias cosas que han acontecido en diversos pueblos y en particular en esta muy noble ciudad de Murcia (ms. Conservado en el Archivo Municipal de Murcia). 172

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A.C.: 07-05-1712; 04-05-1715; 11-05-1715; 28-03-1716; 31-03-1716; 19-01-1717; 31-03-1717; 04-05-1723; 07-08-1725; 11-08-1725; 2204-1732; 10-05-1734; 08-01-1737; 12-01-1737; 03-10-1786; Legajo 4.128,19

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Juan José Capel

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Armas y armamento durante la edad media en Murcia

Introducción La Edad Media en Murcia ha sido estudiada a fondo por historiadores y arqueólogos, completando sus investigaciones un vacio histórico de una etapa de la que hace una treintena de años casi no se sabía nada. Juan Torres Fontes, Francisco Veas Arteseros, Ángel Luis Molina, Luis Rubio, Alfonso Carmona, Robert Pocklington, María Martínez, José García Antón o Denis Menjot, por parte de los historiadores, pusieron las bases de la investigación. Poco después se le sumaron los arqueólogos Indalecio Prieto, Josías Sánchez, Julio Navarro, José Manzano, José Domingo López, Pedro Jiménez, Alfonso Robles, J. Eiroa, Joaquín Salmerón, Andrés Martínez o Francisca Bernal que han aportado los datos precisos para completar la visión de la Murcia medieval. Sus estudios han visto la luz a través de diversas monografías, las publicaciones de la Real Academia de la Historia Alfonso X el Sabio, Miscelánea Medieval Murciana, las series de Memorias de Arqueología de la Comunidad Autónoma y los CODOM. La información de la que disponemos es abundante, pese a que aún quedan lagunas por rellenar. Y una de esas lagunas es precisamente la relativa al armamento. Los documentos históricos casi ni los mencionan y los restos arqueológicos son inexistentes. Ni Mursiyya (léase Múrsia), Cartagena, Siyasa (Cieza) o Villavieja (Calasparra) han aportado ni un arma medieval “que llevarse a la boca”. Las excavaciones han 175

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aportado todo tipo de objetos utilizados por los murcianos medievales, de todo…, menos armamento. La excepción de la regla son unos restos hallados recientemente en Lorca, aún en proceso de estudio.

Alfonso X con espada. Catedral de León

Puñales, espadas, escudos, lanzas, ballestas, cañones, “armas de trueno”, cotas, cascos o ingenios de defensa de la ciudad. Absolutamente nada se ha encontrado…, de momento. Tan sólo alguna referencia en cartas reales o actas capitulares municipales nos pueden guiar por este sendero del armamento, que llegó a representar hasta el 14% de los gastos de la ciudad de Murcia y aún mayor en Lorca. Numerosos fueron los castillos y fortalezas construidas a lo largo y ancho de la región. Muchas las batallas que tuvieron lugar y además fuimos tierra de frontera, llena de ejércitos y hombres de armas, durante unos doscientos cincuenta años. Por ello las armas debieron ser abundantes, pero pese a todo han desaparecido, como el humo. 176

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Primeros datos Algunas armas, las menos, se fabricaron en Murcia, en tanto que la mayoría las importamos de Génova, Barcelona, Aragón o de otros puntos de Castilla, como Alcaraz. De hecho a ésta población fueron los murcianos a comprar armas en 1266, obteniendo franquicias tributarias por ello en 1276, gracias a Alfonso X. En 1295 el rey Sancho IV de Castilla confirmaba ésta exacción de impuestos a los mercaderes que trajeran armas y caballos a Murcia. En la cercana Liétor (Albacete), en una cueva, se encontró el ajuar completo de una casa musulmana. En todo el conjunto el dueño, en su huida, escondió una espada y un escudo que nos ilustran al respecto del armamento moro de nuestras tierras en los siglos X y XI. A los siglos XI-XII corresponden una espada y una punta de flecha encontradas al pie del castillo de Moratalla. También son musulmanas las armas encontradas en el castillo de Tirieza, perteneciente al reino nazarí hasta que en 1433 es conquistado y pasa a depender de Lorca. En éste castillo rural de la vanguardia granadina se han encontrado un virote (puntas de flecha de ballesta), dos ejemplares de nuez de ballesta (pieza del disparador donde apoya la zona posterior del dardo), punta de lanza, punta de flecha y proyectiles de piedra de un trabuquete (catapulta), atribuibles a los siglos XIII-XIV. En el castillo de Feli en Purias, también de Lorca, se encontró una punta de virote y en el casco urbano lorquino se han encontrado una nuez de ballesta y un proyectil de piedra. En cuanto a los cristianos, de la segunda mitad de siglo XIII, sabemos que los caballeros no usaban mallas para sus caballos y solían llevar escudo, espada y lanza. Una imagen de ello la hemos encontrado grabada en las paredes de las casas de Siyasa (Cieza). Un grafitero de la época nos dejó dos imágenes mediante incisión y carboncillo. En esos años estaban obligados a mantener armas y caballo aquellos que tuvieran una fortuna superior a 12000 maravedíes. Ésta cifra variará con el correr del tiempo. La primera referencia escrita sobre armas en Murcia se remonta al sábado 30 de enero de 1266, cuando se describe a ciento cincuenta ballesteros de Tortosa que venían con Jaime I, situándose extramuros, cerca del alcázar Nasir. Ellos fueron, junto a otros 50 caballeros y los monjes guerreros templarios, los primeros en entrar 177

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Cotas de malla. A. García y Pedro Lillo

en la ciudad de Murcia, tras la capitulación realizada el martes 26 de enero. El anagrama templario nos muestra a dos caballeros compartiendo caballo, con sendas lanzas y una leyenda mezcla de griego y latín que traducida viene a decir “El sello de los soldados de Cristo”. Las siguientes referencias nos las ofrecen las Cantigas de Alfonso X el Sabio, algunas de ellas compuestas en Murcia. Sus ilustraciones nos muestran ingenios y máquinas de guerra (pertrechos), ballestas de varios tipos, espadas, lanzas, jabalinas, escudos, arcos, cotas de malla o cascos. Imágenes completadas por los datos de Las Siete Partidas. Todo éste armamento debió ser común en la Murcia del siglo XIII, pese a la falta de hallazgos que lo corroboren. La ballesta, que será muy común en Murcia en el siglo XIV, se introduce en España a comienzos del siglo XIII. Los principales núcleos de fabricación se ésta arma estarán en la Córdoba musulmana y en Baleares. Su producción será común, además, en Barcelona, Zaragoza y Vizcaya. Alfonso X menciona en Las Siete Partidas los tipos y tamaños de la ballesta, quedando reflejada en Las Cantigas. Los tres tipos eran los siguientes: de estribera pequeña, para tensar 178

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Lanzas. Cantigas de Alfonso X

con el pie por un hombre; de estribera grande, que precisaba de un gancho en el cinturón del guerrero para poder tensarla y la ballesta de torno, precisaba una estructura de madera (Cureña) o un carro.

Ballestas y catapulta. Cantigas de Alfonso X

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Armamento en el siglo xiv Datos concretos nos ofrecen los documentos de diciembre de 1364, cuando el concejo de Murcia compra armas en Alcaraz. Ya en esos años trabaja en Murcia el herrero moro Mahomat Borraz, que hace puntas de lanza. Dado el trabajo que tiene, pide al concejo que permita venir de Hellín a Eça Carancon, para que le ayude en la fabricación de armas. Al tiempo, el judío Yahuda también fabrica puntas de lanza y algún cuchillo. Ese mismo año de 1364 Pedro I ordenaba que cien ballesteros de Murcia acudieran a Elche, con Enrique Enríquez al frente. El monarca enviaba al tiempo a Murcia a Mahomat con su hermano y sus hijos, para reparar los ingenios bélicos de defensa de Cartagena, pagándoles a cinco maravedíes diarios al jefe y tres a los ayudantes (Al parecer la artillería comenzó a utilizarse en la Península a partir de 1340). Sin cambiar de año, sabemos que el concejo de Murcia recibía la orden de enviar a Alicante diez caballeros y veinte ballesteros, pagándoles respectivamente seis y dos maravedíes diarios. Al tiempo se están arreglando en Murcia, bajo la supervisión de Pascual Pedriñán, los ocho ingenios bélicos existentes y se construye un trabuco nuevo (se trata de un tipo de cañón). Los expertos reparadores los dirigía el ingeniero real Abrahim, al que ayudaron diversos carpinteros llegados de Alcaraz, Chinchilla y el castillo de García Muñoz (Cuenca). Al año siguiente los cien ballesteros de Murcia, mantenidos con fondos reales, eran enviados temporalmente a Elche y Callosa. Para 1367 se ordenaba al responsable militar murciano Pascual Pedriñán que enviara a Segura de la Sierra los hierros y pertrechos de un trabuco, al alcaide de dicho castillo, Juan Ferrández de Mena. Meses después se ordenaba a Lope García de Villodre que enviara a la fortaleza de Lorca dos trabucos y los hombres y bueyes precisos para su traslado. Sabemos que en 1374 el alférez de los cien ballesteros reales afincados en Murcia era Buenaventura Montagug que los dirige hacia Burgos, pagándoles cuatro maravedíes diarios. De nuevo tropas murcianas salían, en 1385, a otras batallas. En ésta ocasión partían 180

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Escudos. Cantigas de Alfonso X

hacia Portugal algo más de trescientos ballesteros y lanceros, procedentes especialmente de: Ballesteros Lanceros Murcia 60 60 Valle de Ricote 10 10 Mula 6 6 Caravaca 6 6 Cartagena 6 6 Moratalla 5 5 Cehegín 5 5 En esos momentos también Cartagena pedía ayuda militar, solicitando el envío desde Murcia, de cuarenta ballesteros para defenderse de doce galeras de moros que rondaban la costa y se dirigían desde Guardamar a Cartagena.

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Ballestas. A. García y Pedro Lillo

En 1391 las armas blancas las fabricaba el mencionado judío Yahuda, que no contento con su trabajo en Murcia se traslada a Callosa, con tan mala fortuna, que debido a la persecución contra los judíos de ese año, volvió rápidamente a refugiarse a Murcia, abandonando allí todo su material de trabajo. En torno a octubre de 1392, encontramos al murciano Diego Alfonso viviendo en Orihuela a donde había huido para librarse de la justicia murciana, por falsas acusaciones. Resultaba que era experto en fabricar lombardas (cañones de gran calibre), pólvora e incluso reparaba el tipo de cañón conocido como trabuco y otros ingenios militares. El concejo le pidió y rogó que volviera a su tierra, cosa que hizo. En abril de 1395 Murcia, para equipar de armas a la Hermandad, enviaba a comprarlas, a Barcelona, al escribano Fernando Tacón. En ésta ciudad compró armas catalanas y otras de Génova que allí se vendían. Trajo 132 escudos, 30 ballestas genovesas, 100 ballestas blancas con sus cintos, 100 bacinetes genoveses, cotas de malla, brazales e incluso una armadura completa para Andrés García de Laza, que no llego ni a estrenarla porque el adelantado murciano le cortó la cabeza de un tajo ese verano. Las armas llegaron por mar hasta Cartagena y de aquí, en carros, hasta Murcia. 182

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Cascos. A. García y Pedro Lillo

Los ballesteros eran comunes en los ejércitos de Murcia y entre los vigilantes fronterizos. Estos mojaban la punta de sus ballestas en un líquido venenoso extraído de las raíces de eléboro, planta que crecía en los bosques del interior y que el concejo de Murcia mandaba comprar con cierta asiduidad. Actuaba sobre el corazón y el aparato digestivo, provocando al final una parada cardiaca. En 1395 llegaban a Murcia cuatro inmigrantes, fabricantes de armaduras, puntas de lanza, cotas de mallas y bacinetes. Con el fin de que se quedaran, la ciudad les eximió de pagar impuestos. No sabemos qué sería de ellos, ya que entre 1395 y 1396 la peste mató en Murcia a 6.088 personas, de los 12.000 habitantes que entonces la poblaban. Del uso de las lanzas nos documenta una extraña costumbre murciana, que tenía aterrorizados a moros y judíos de Murcia. Era la de visitar las cabezas cortadas, en la calle de Los Descabezados, situada a caballo entre la sinagoga y el inicio del barrio de la Arrixaca (parroquia de san Lorenzo). Algo tétricos si eran los cristianos. Llenaban una calle de orejas y cabezas cortadas, sobre lanzas, acudiendo los murcianos a visitarlas, como si de una diversión se tratara.

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Escudos. A. García y Pedro Lillo

Ballesteros de monte y los descabezados La frontera era un lugar peligroso, por donde los almogávares y renegados penetran, secuestrando, violando, robando y asesinando. Por ello creó el concejo el grupo de “ballesteros de monte”, con el fin de controlar sus terribles acciones. Muchos aventureros seguían sus pasos, sin control. Ellos cortaban cabezas a diestro y siniestro en tierras de Mula, Carrascoy o Abanilla y volvían a la capital con sus cabezas en ristre, sobre sus lanzas, paseando por las calles de Murcia, y el concejo les entregaba cientos de maravedíes. Destacaron varios casos a comienzos del siglo XV. El renegado lorquino Alfonso Savando, hijo de García Savando, se había tornado moro en Huéscar. Asaltó en Mula a Francisco Tortosa, mientras adobaba paños en un batán, a las afueras de la población. Tras perseguirlo, lo localizaron y dieron muerte, cortándole la cabeza. Otro tanto hicieron poco después con Pedro Palomino y Juan Cintar. Por ello el concejo pagó quinientos maravedíes. Otro caso fue el del moro almotacén que robaba, saqueaba y mataba por tierras de Fortuna y Abanilla. Además, él era el responsable de 184

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que cayera prisionero de las tropas granadinas Juan de Malos Yantares, natural de Fortuna. Fue perseguido por medio reino acabando por refugiarse en la fortaleza de Aledo. El concejo de Murcia envió a detenerlo al regidor Juan Tomás y a Guillén Pujalte, miembro del consejo de hombres buenos. Una vez que entregaron al prisionero lo condujeron a Murcia, donde fue juzgado y, una vez condenado, llevado al castillo de Monteagudo. Aquí lo degollaron y arrojaron su cuerpo a una sima, conduciendo su cabeza a Murcia, para que sirviera de escarmiento.

Sobre el armamento en el siglo XV Entre 1404 y 1418, sabemos quién fabricaba algunas armas en Murcia. Los cuchillos eran de José de Martín de Molina, Juan de Villarreal y Alfonso de Albacete. Las dagas eran la especialidad de Alfonso de Valladolid. Eran ballesteros Juan García, Juan de Alcocer, Nicolás Ballesteros y Nicolás González. Las lanzas eran fabricadas por Francisco de Mayorga y Ferrer de Miralles, apareciendo como armeros Pedro Cabrit, Diego Fernández, Alfonso Fernández, Pedro Sánchez y Miguel de Miralles. Todos ellos están exentos de pagar impuestos, dada la importancia del tema y escasez de especialistas.

Espadas. A. García y Pedro Lillo

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Llegado el año de 1407 el concejo de Murcia invertía 41135 maravedíes en material de guerra, comprando escalas, dos quintales de pólvora, quinientas docenas de piezas para el almacén y una arroba de “yerba de ballesteros”, para fabricar veneno. Como en la frontera de Lorca temían un ataque moro se enviaban, poco después, trescientos ballesteros durante quince días, si bien ya les pagaban entonces a ocho maravedíes diarios. En octubre de 1411 el rey Juan II ordenaba que se le enviaran desde Murcia cuarenta y cuatro hombres de a pie, dos ballesteros y veintidós lanceros. Especificaba que quería “buenos mancebos”, que no fueran viejos, y que acudieran con sus viratones (flechas), escudo, lanza y espada. Los guerreros partieron, en ésta ocasión, de Alhama, Mula, Molina la Seca, Cieza, Jumilla, Pliego y Abanilla.

Puntas de lanza. A. García y Pedro Lillo

Pocos años después, en 1432, las espadas y cuchillos los hacían en Murcia Pedro González y Alfonso Pérez de Escanilla. Algunos 186

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herreros hacían puntas de lanza. Son los casos del judío Abrahim Alfellini y los moros Abdala Alhajar y Cad Alcaçes. Los armeros eran Alfonso y Miguel de Miralles. En este gremio destacaron el moro Dubiato, que fabricaba lombardas y truenos y el cristiano Pedro Simón, experto también en fabricar “armas de trueno”. En el verano de 1442 se construía en Murcia una lombarda siendo sus artífices el cristiano Juan Vizcaíno, el judío Salomón Calema, y los moros Cad Alcaçes, Abrahim, Alhajar, Tenblus y Dico. Para 1448 el concejo de Cartagena pedía, de nuevo, ayuda militar al de Murcia, solicitando dos lombardas para defenderse de una incursión de corsarios venecianos. De muy interesante podemos calificar un inventario de armas realizado en Jumilla, en diciembre de 1564, por los alcaides ordinarios Esteban Lozano y Juan Bernal. El armamento descrito, todo en mal estado, es relacionable con el siglo XV, ya que está inservible y coincide con los utilizados cien años antes de realizar dicho informe. Se mencionan dieciséis ballestas de torno, una ballesta común, catorce arcabuces viejos, coseletes sin brazaletes (armaduras), un cañón de arcabuz corto, viejas corazas inútiles, ruedas de artillería inservibles, restos de un falcón, cascos de hierro no aprovechables, veintidós espingardas (cañones), dos viejas espadas cortas, tres culebrinas (pieza de artillería), cuatro tiros de hierro sin aderezos, tres lombardas sin las cureñas (tipo de cañón) y tres cañones para defender la puerta. En julio de 1469 los armeros murcianos Alfonso de Miralles, Pedro de Peñafiel, Juan Inglés y Gil Sánchez, en representación de todos los fabricantes de armas pedían al concejo la redacción de unas ordenanzas que pusieran orden y control en su gremio, para que ningún aprendiz o forastero comenzara a fabricar sin ser examinado, inspeccionado y se sometiera a las reglas que ellos quisieran imponer. En resumen, consiguieron un monopolio y la exclusividad. En su cofradía de armeros se acabarían englobando, a comienzos del siglo XVI, en 1502, los herreros y cerrajeros. Esto molestó a los armeros, ya que, decían, perdían categoría, honra y autoridad, denigrando su oficio. Esta lucha la llevaron a cabo las maestres Guillen y Alfonso, que consiguieron para los suyos seguir manteniendo su estatus social. 187

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Corría el año de 1477 cuando Cieza era asaltada y destruida por tropas granadinas. Contra ellas partieron los cristianos, siendo el capitán de los piqueros Francisco Serrano, mientras que su sobrino Miguel Lozano lo era de los ballesteros. Corría el año de 1480 cuando el alcaide del alcázar murciano, Pedro Fajardo, ordenaba desmantelar una lombarda, dejando el lugar sin defensa. Ante tamaña e injustificada osadía el corregidor, Alfonso de Almaraz, iniciaba una investigación. Finalizando el siglo, los Reyes Católicos piden al concejo de Murcia que envíe tropas de apoyo para conquistar definitivamente Granada. Corría el mes de marzo de 1491, partiendo cincuenta caballeros, quinientos cincuenta peones (ciento cincuenta de ellos eran especialistas en los cañones conocidos como espingardas), ciento setenta y cinco lanceros y otros tanto ballesteros. Casi mil hombres de armas partieron de tierras murcianas.

Armas en las tierras de la Orden de Santiago Destacan los datos que nos ofrecen, respecto al tema tratado, las visitas realizadas por “inspectores” de la Orden de Santiago a sus propiedades de Moratalla, Caravaca, Cehegín, Cieza, Ricote, Aledo y Lorquí, ya que en ellas describen o relacionan las armas que existían en sus fortalezas. Estos datos se centran entre los años 1468 y 1498. Las fortalezas mencionadas tenían la obligación de servir a la seguridad con un mínimo de lanzas, siendo las de Caravaca y Ricote las que más tenían, con diez cada una de ellas, en 1468. En 1480 se relacionan en Moratalla dos truenos viejos, cuatro ballestas de acero, cuatro ballestas de palo y defensas para “tiros de pólvora”. En Cehegín se describen ese año las saeteras para tiros de pólvora y las ballestas. En Caravaca existían cincuenta y dos hombres con la obligación de mantener caballo y armas, haciéndose alusión a los dos alardes de armas que se realizaban anualmente, siendo cuatro en el caso de la capital. En 1481 la información aportada por la visita pertinente nos aporta muchos datos. En Ricote había numerosos pertrechos militares, con pasavolantes, truenos y piedras para los cañones, corazas, ca188

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pacetes (cascos), lanzas, ballestas de acero y de madera, garranchas (espadas) y espingardas (cañones). También se mencionan petos, escudos, tornos para armar ballestas y tres truenos grandes (cañones). En Moratalla, en 1494, existían cuarenta hombres con armas y caballos, constatándose en el castillo tiros de espingardas y de pólvora (balas de cañón), ballestas de acero y de madera, así como ballestas manuales y otras armas, sin especificar. Ese año había en Cehegín dos espadas, un trueno bueno, cinco corazas y tres ballestas de acero, así como una cerbatana de hierro (pieza de artillería cuyos proyectiles eran bolas de hierro). Finalizando el siglo XV las visitas de inspección y control nos hablan de Aledo, Cieza y Ricote. En Aledo destaca la presencia de ocho hombres con caballo y armas, existiendo en la torre diversas ballestas y tiros de pólvora. En Cieza eran veintitrés los hombres obligados a mantener armas, disponiendo la fortaleza de corazas, capacetes, espingardas (cañones), ballestas de acero y de madera y muchos tiros de pólvora. Más completa es la relación que se dio del material de guerra existente en Aledo en 1495. Son muchas las armas, decía el informe, “bien ordenadas”: corazas, cascos, cañones, lanzas, ballestas de acero, de palo y de cuerno turco, junto a tornos para armar las ballestas, un cebratán (cerbatana tipo ballesta) con dos truenos (cañones) y numerosos paveses (escudos) y bolas para cañones.

Prohibiciones Tanto a fines del siglo XIV como a inicios del siglo XV, el concejo de Murcia sacó a la luz diversas normativas prohibiendo el portar armas por las calles, incluidas las pelotas de hierro y de piedra, ya que se producían numerosos incidentes, especialmente durante las fiestas. La de 1438 amenazaba con requisar las armas y encerrar al infractor durante cincuenta días en la cárcel, contemplado castigos de azotes para los reincidentes. Diversos vecinos pidieron la autorización pertinente para no tener que obedecer la prohibición. Así, en 1409 Mahomad Aliatar pide permiso para llevar armas ya que está amenazado por los asesinos de su hijo, otros moros de la Arrixaca, 189

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por no retirar la denuncia. En 1421 son los ganaderos de Sangonera y los agricultores de las pedanías los que solicitan poder ir armados, ya que los moros de Alcantarilla, Santaren (Puebla de Soto), Javalí y morería de la Arrixaca los asaltan y roban con sus lanzas, dardos, puñales y espadas, mientras que ellos sólo usaban cuchillos. Años después, 1480 y 1483, Alfonso Esteban de Villena y Alfonso Soler piden permiso para ir armados, ya que temen por sus vidas.

Los cambios del siglo XVI Acabada la Edad Media, ya en el siglo XVI, el comercio de armas parece ser controlado en nuestra tierra por los comerciantes genoveses aquí afincados. En torno a 1560-1570 destacó Francisco Botario, un intermediario que trae armas de Italia.

En esos años ya existían los arcabuces manuales en nuestras tierras, hasta el punto que en Murcia funcionaba una compañía de trescientos arcabuceros, si bien su compra era cara y difícil. (Su uso lo vemos en España desde la batalla de Pavía en febrero de 1525, donde participaron de 1500 a 3000 arcabuceros; tenían un alcance de cincuenta metros, distancia escasa respecto a la ballesta que 190

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era útil hasta los doscientos cincuenta metros). En 1569 el concejo de Murcia repartía 154 arcabuces entre los diez barrios y ordenaba comprar otros 723 en los años 1569 y 1570. Cada arcabucero llevaba dos docenas de balas de plomo en unas taleguillas, frascos de pólvora (mezcla de salitre, azufre y carbón vegetal) y dos libras de mecha (fabricada con lino o cáñamo y bañada en una solución de agua y salitre). En la armería de la ciudad de Murcia se guardaban en 1475, 469 kilos de pólvora y 276 kilos de mecha. Los arcabuces habían sustituido a las ballestas, de hecho, en 1588 había en Murcia 1138 arcabuces frente a 33 ballestas. En estos años, en Mula, las ballestas descienden de 254 a sólo 48, siendo desplazadas por los arcabuces. También se contabilizaban en Murcia 611 picas y 46 alabardas, siendo abundantes las celadas (cascos). En el siglo siguiente los trabucos se comprarán en Vizcaya.

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