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La Voz De Dios “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas” Hebreos 1:1

Introducción: Estimado Lector: Antes que la primera pareja pecara en el huerto del Edén tenían la bendición de mantener un continuo coloquio con su Creador, Dios los bendijo en unión matrimonial y les ordenó que se reprodujeran: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” Génesis 1:27 – 28. Los dogmas religiosos han enseñado que el pecado del hombre fue tener relaciones sexuales entre ellos, pero eso no es así, Dios bendijo esa unión y en la Santa Palabra está escrito: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y los adúlteros los juzgará Dios” Hebreos 13:4. Antes que ellos pecaran oían claramente la Voz del Eterno sin

temor alguno, seguro han de haber sido momentos de indescriptible gozo cuando Dios se le acercaba a la primer pareja para platicar del proyecto que les había entregado en sus manos, el de engrandecer aquel huerto donde los había puesto; pero cuando ellos pecaron, fueron destituidos de aquella grandeza. Después que la primera pareja se rebeló deliberadamente contra su Creador, Dios buscó al hombre, pero estos se escondieron, ahora les daba vergüenza y miedo hablar con el que los había hecho a su imagen y semejanza: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y conocieron que estaban desnudos, entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales y oyeron la voz de Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Dios entre los árboles del huerto. Mas Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí” Génesis 3:7 – 10 Ya no eran el Adán y la Eva que Dios había hecho, ahora tenían miedo platicar con Dios, sus mentes estaban atrofiadas y sus sentidos corrompidos. Miraban las cosas de otra manera. Pablo nos proyecta una ligera luz de lo que sucedió cuando la primera 2

pareja ya no quiso hablar con Dios: “Pero temo que como la serpiente engañó a Eva con su astucia, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad que es en Cristo” 2 Corintios 11:3 En otras versiones de las Escrituras se lee que sus sentidos fueron desviados, trataron de esconderse de Dios para no oír su Voz, debido a la corrupción que había entrado en ellos y consecuentemente en toda la creación. Desde aquél fatídico momento hasta el presente, el hombre se sigue escondiendo de su Hacedor, está imbuido en su falsamente llamada ciencia, ha inventado tantos dioses y muchos razonamientos, los cuales les sirven para no oír la Voz de su Creador. Como dijo David: “…Son como el áspid sordo que cierra su oído, que no oye la voz de los que encantan por más hábil que el encantador sea” Salmo 58:4 – 5. Ese es el hombre actualmente, escondido en esta ruidosa civilización que él mismo ha creado, no se da cuenta que sigue desnudo, pobre, ciego y miserable. ¿CUAL ES EL MIEDO DE OIR LA VOZ DE DIOS? ¡Porque se encuentra desnudo! Por muy culto que crea se, y se envuelva en lujos trajes él sigue con aquellos delantales de higuera que creó en el huerto después de pecar, Dios mismo le dice: “Porque tú dices: yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tu eres un desventurado,

miserable, pobre, ciego y desnudo” Apocalipsis 3:18. Pocos han sido los hombres que han tenido la bendición y el valor de escuchar audiblemente la Voz del Eterno; podemos recordar el caso del joven Samuel, cuando el Señor lo llamó y el sacerdote Elí entendió que era Dios quien le hablaba: “El joven Samuel ministraba al Eterno en presencia de Elí; y la palabra del Señor escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo del Eterno, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, El Señor llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. Y el Señor volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y Samuel no había conocido aún a Dios, ni la palabra del Señor le había sido revelada. Dios, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Dios llamaba al joven. Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Señor, 3

porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. Y vino el Eterno y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. Y el Señor dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos” 1 Samuel 3:1 – 11 Dios sigue buscando al hombre entre los matorrales de este mundo y la bruma del tiempo. Le grita en el desierto, lo busca en las grandes ciudades y le dice: Adán ¿Dónde estás tú? Por cierto que muchos le han oído e hicieron alto en su vida y se volviéndose en amistad con su Hacedor. “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino...” Isaías 53:6 Hay un relato en la historia Sagrada el cual revela que Dios le habló a un pueblo, vino escoltado con diez mil ángeles y usó como púlpito el desértico monte del Sinaí, testigo mudo de este gran acontecimiento, pero cuando Dios y Moisés interactuaban, el pueblo tuvo miedo: “Y dijeron a Moisés: habla tu con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos” Éxodo 20:19. ¿Y qué fue lo que Dios habló con Moisés y al escucharlo el pueblo se llenó de pánico? Esto está descrito en el libro del Éxodo, capítulo 19 y 20:1 – 22 (Léalo)

Este acontecimiento fue una verdadera reunión cumbre, el hombre oyó hablar a su Hacedor, pero igual que sus ancestros tuvo miedo escucharlo. Dios le dictó al pueblo los diez mandamientos de su Santa Ley y hasta ahora el hombre le tiene miedo al decálogo divino, por su naturaleza humana, por su carnalidad y por todos esos atributos Teologales que el hombre perdió en el huerto del Edén, Pablo nos dice: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad con Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” Romanos 8:7 – 8 Pero amigo mío, en la multiforme sabiduría de Dios, Él le ha hablado al hombre de muchas maneras, por ejemplo, cuando un profeta se encontraba conturbado por la situación difícil e incomprensible que estaba viviendo: “Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo…” Job 38:1 Dios aprovecha los momentos de turbulencia que vivimos, pobrezas, soledades, enfermedades, y todos esos estados emocionales que atormentan al hombre, y Él se acerca con su suave y apacible Silbido y le habla al oído. Por último le ha cantado una dulce melodía para que éste no tenga miedo y entienda que Dios le ama, y 4

está dispuesto a perdonarle todos los pecados de su ignorancia, David comprendía bien esto, y con toda propiedad escribió: “Acuérdate, oh Señor, de tus piedades y de tus misericordias, Que son perpetuas. De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh Señor.” Salmos 25:6-7, pero aun así con esa ternura, con esa dulce sinfonía divina el hombre tiene tan corrompida la mente que se resiste oírle a su Creador; escuche lo que dice el Eterno acerca de cómo le va hablar al hombre: “Y he aquí que tu eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que cantas bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra. Pero cuando ello viniere (y viene ya) sabrán que hubo profeta entre ellos” Ezequiel 33:32 – 33. Ese dulce cantor de amores es Jesucristo, trajo la Canción de las canciones la cual vino cantando en clave de sol, en el sol de la Justicia y son “Las Buenas Nuevas del Reino de Dios”, es la canción que arrulla al corazón herido y anima el alma triste.

Bien escribió el profeta Isaías: “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución,

con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará” Isaías 35:3 – 4 El mundo hoy es un desierto, la única música que se escucha solamente son los estridentes graznidos de los cuervos, prototipo de los demonios, pero vendrá tiempo, y por cierto que no está lejos, cuando oigamos cantar al compás de los dulces acordes de las arpas celestiales cantares como este: “¿Dónde está, Oh muerte tu aguijón? ¿Dónde, Oh sepulcro tu victoria? 1 Corintios 15:55. Hoy todos lloramos cuando un sepulcro se abre y después se cierra, pero a la final trompeta todos cantaremos, cuando los sepulcros se abran y nunca más se van a cerrar; esta es parte de la canción divina. Jesucristo es el gran cantante de los amores divinos, de Él está escrito: “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; por tanto Dios te ha bendecido para siempre” Salmo 45:2 La primera vez que cantó la canción de las canciones fue en la sinagoga de Nazaret, en aquél triste pueblo olvidado por todos, en un glorioso sábado fue escuchada la canción de los puritanos labios del carpintero de Nazaret: “Vino a Nazareth, donde se había criado; y en el día de sábado entró en la sinagoga, conforme a su costumbre y se levantó a leer… el espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me 5

ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos; y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro lo dio al ministro y se sentó; y los ojos de todos en las sinagogas estaban fijos en Él” Lucas 4:16 – 20. Amigo, le animamos a que no le tenga temor a la Voz de Dios, no se siga escondiendo en los matorrales de su vida, ni en la sucia capa del pecado. Dios ciertamente a veces habla como trueno, o como cuando un León ruge, pero hoy en el tiempo de la gracia está hablando como un cantor de amores y nos dice que de tal manera ha amado al mundo, que hasta ha dado a su Hijo Unigénito para que el que en Él crea no se pierda, sino que tenga Vida Eterna, y este canto no solo es para el pobre ni el de baja suerte, es para todas las clases sociales. Oiga lo que Él dice: “Oíd esto, pueblos todos; escuchad, habitantes todos del mundo, así los plebeyos como los nobles, el rico y el pobre juntamente. Mi boca hablará sabiduría y el pensamiento de mi corazón inteligencia. Inclinaré al proverbio mi oído, declararé con el arpa mi enigma” Salmo 49:1 – 4. Somos portadores del canto del Amor Divino; estamos dispuestos y bien preparados para declararle a los oyentes con el arpa de Dios el enigma del Evangelio. ¡Sí!, el

Evangelio es un enigma, y se necesita manejar el arpa Divina para sentirle sabor a esos dulces acordes que salen de esa arpa, ella se toca así: “La palabra, pues, del Señor les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos” Isaías 28:13. Cuando usted entienda este cántico celestial va a decir como dijo el profeta, y como hemos dicho muchos: “El Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás” Isaías 50:5. Bienaventurado el hombre a quien Dios le abre el oído para escuchar su canto, para oír su dulce sinfonía del Evangelio Santo. Dígale al Eterno como un himnista le dijo en su plegaria: “Habla, Señor a mi alma, hable tu dulce Voz; háblame en tiernas notas, habla cual en lo antiguo diste tu santa Ley”.

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Con el ferviente deseo que usted se dé cuenta de las verdades eternas que se encuentran en los Documentos de Dios, hemos preparado abundante literatura, la cual le estamos ofreciendo completamente gratis, como los siguientes: Lo que cuesta seguir a Jesús. Los Nombres Sagrados La Casa del Alfarero. El Negocio con las Almas. El Camino que lleva a la Vida Eterna Sed salvos de esta perversa generación. Las Sagradas Escrituras. ¿Que estamos comiendo? Un Embajador entre Cadenas. Controversias sobre la ida al cielo. ¿Qué es Pecado? ¿Quién heredará el cielo? ¿Qué es el Infierno? ¿Cómo se justificara el hombre con Dios? Los Diez mandamientos en el viejo y nuevo pacto Y otros …

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