La regla de abstinencia fundamento de la receptividad del analista. Este texto recorre los iniciales fundamentos de la regla de abstinencia, los

La regla de abstinencia fundamento de la receptividad del analista Rodolfo Moguillansky Este texto recorre los iniciales fundamentos de la regla de ab...
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La regla de abstinencia fundamento de la receptividad del analista Rodolfo Moguillansky Este texto recorre los iniciales fundamentos de la regla de abstinencia, los posteriores

cuestionamientos

y

plantea,

tomando

en

cuenta

esos

cuestionamientos, la necesidad de mantenerla como garantía de la especificidad de nuestra práctica. 1-La regla de abstinencia da las condiciones del diálogo analítico, genera transferencia. El método psicoanalítico al limitar – mediante la

regla de abstinencia - la

relación entre analista y analizando a un intercambio de decires inauguró una modalidad de diálogo con propiedades inéditas, desconocida hasta ese momento; enmarcó un diálogo que crea excepcionales condiciones de posibilidad para el despliegue y recolección de la transferencia, más aún es un motor de la transferencia, genera transferencia. La regla de abstinencia cumple además, en ese diálogo, una función similar a la del dormir respecto del sueño ya que - por la preservación de la relación entre analista y analizando al sólo intercambio de decires - inhibe la acción, privilegiando el despliegue del deseo en la transferencia sin su realización inmediata. 2-El aparato psicoanalítico genera una relación… El diálogo analítico – por eficacia de la regla de abstinencia - transcurre entonces en un nicho circunscrito por una serie de disposiciones en el que formamos parte de una relación en la que se suspenden las reglas habituales de la cultura y de la cortesía: el analista se compromete a renunciar a poner en juego un sistema valorativo que avale sus intervenciones. Esa renuncia implica que no debiera realizarse otro intercambio que no apunte a develar y descifrar

una verdad inconsciente, en esto reside buena parte de el propósito no sugestivo del psicoanálisis. 3-En la situación analítica se despiertan deseos insatisfechos al limitarse la descarga de la pulsión El régimen que instaura el encuadre analítico, en particular la regla de abstinencia, hace que se despierten deseos insatisfechos, no cumplidos y aparentemente resignados. El método encuentra uno de sus fundamentos en la restricción que plantea a la descarga directa de la pulsión en tanto acentúa el despliegue de la transferencia; por las prescripciones que impone ese diálogo - al perderse la ilusión de participar de un sentido común basado en un intercambio de palabras con significados unívocos - logra que el analista y analizando ya "no se entiendan": las palabras adquieren en este contexto un valor que habitualmente no tienen, sufren un cambio cualitativo que permite oír detrás de su trivialidad una serie de connotaciones, no una jerga. El encuadre entonces "desenluta al lenguaje", la penumbra de sentido que portan las palabras deja de ser un privilegio de la poesía; en la situación analítica, al son de la transferencia, vuelve a revitalizarse el deseo. Convengamos que, en cambio, en nuestros diálogos cotidianos, con frecuencia “nos entendemos”, sofocándose la vitalidad emocional del hablar con una palabra insípida. 4-La inclusión de la persona del analista en el diálogo analítico. En los textos técnicos iniciales Freud presumió que en el diálogo psicoanalítico el analista era un “observador imparcial”. Sin embargo se fue reconociendo la participación de la mente del analista en el proceso analítico. Se cuestionó entonces la metáfora del cirujano y la del espejo que desechaba la participación subjetiva del analista. El analista, no solamente observa e

interpreta lo que percibe en el paciente, sino que incluye en su comprensión los datos provenientes de la observación respecto de si mismo, de sus reacciones emocionales y de la posible conexión entre éstas y lo que existe en el mundo interno del paciente. 5-Algunas objeciones que han surgido en torno a la “regla de abstinencia” Desde hace tiempo se ha discutido la pertinencia de seguir manteniendo la “regla de abstinencia” como corazón de nuestra práctica. Resumiré algunas objeciones: Ferenczi propuso descartarla al plantear la “técnica activa”; Alexander implícitamente la relativizaba al formular la “experiencia emocional correctiva”. Distintos trabajos sobre relatos de análisis de Freud mencionan que Freud no era muy respetuoso de la regla de abstinencia. Es imposible cumplir con el dictum que prescribe el rehusamiento que el analista debiera realizar para que no intervengan sus teorías, creencias y su saber racional e irracional. La situación analítica no es una "situación social cero"; al contrario, la participación de la persona del analista (dada por su personalidad y biografía, su ecuación personal, su contratransferencia, su teoría personal, su pertenencia a una escuela, en fin su cosmovisión y la antropología latente en la que vive, etc.) es constituyente intrínseco de la situación psicoanalítica; el analista inevitablemente participa dentro del campo de la situación analítica. Se ha patrocinado dado del mayor espectro de problemas que tenía nuestra práctica - un cuidado

menos rígido de la

abstinencia y la reserva, ya que una excesiva pulcritud, no siempre contribuía a un mejor análisis. Incluso

con similares fines, se propuso introducir

parámetros: modificaciones, alteraciones en el modelo clásico. Los analistas

“intersubjetivistas” no sólo afirman que Freud no cumplía estrictamente con la regla, sino que han cuestionado su utilidad, y vienen discutiendo los límites de la neutralidad, de lo inadecuado que puede resultar para la buena marcha de la relación entre paciente y analista “un rigor excesivo de la abstinencia y del anonimato del analista”. Algunos analistas que insisten que es necesario dar cuenta de la realidad circundante. Se han alzado en los últimos años innumerables voces que previenen sobre la omisión que hace el psicoanálisis, por sus prescripciones, sobre la realidad en la que está inserto. 5-En síntesis: tres cuestionamientos a la regla de abstinencia: 1- Es necesario operar en una realidad más amplia que la realidad psíquica, que hay que ocuparse de la construcción del sujeto inmerso en ese contexto socio-cultural 2-Ante la pregunta si es necesario para que un analizando cambie, hacer algo más que interpretaciones. ¿Hay que hacer algo más? Frente a la pregunta: ¿qué es lo produce el cambio en el psicoanálisis?. Se responde desde el polo de los analistas intersubjetivistas que es necesario “algo más” –un momento de encuentro – para que se produzca el cambio en un analizando. En otro polo, el psicoanálisis, llevó en el centro de su escudo de armas, producir cambios a través de intervenciones no sugestivas. A mi juicio, no ser sugestivo sigue siendo parte de la identidad del psicoanálisis. ¿Tendríamos que renunciar a esta aspiración, y por ende a la regla de abstinencia? Si bien sabemos que en toda interpretación hay una sugerencia de acción, no habría porque convertir este efecto en virtud. En ese sentido, a pesar de que tenemos que reconocer que no podemos no ser sugestivos, que el analista está siempre influenciando al paciente y el paciente

está siempre influenciando al analista, sugeriría que esta mutua influencia que no puede ser evitada, si puede ser interpretada. 3-La regla de abstinencia no ofrece la continencia que hoy se necesita en la situación analítica. Se reclama la renuncia a observar la regla porqué se dice, que suele ser necesaria una mayor continencia - en particular frente a las llamadas patologías de déficit -, que la que ofrece la situación creada por la regla de abstinencia. Se insinúa que los beneficios que trae la regla de abstinencia por denegar la demanda pulsional paga el precio de la incontinencia emocional y a la par se pierden las supuestas ventajas que traería “un sentimiento de encuentro”. 6-La discusión en torno a la regla de abstinencia requiere hoy examinar los supuestos que la sustentan y tiene además que responder a los que la cuestionan. La discusión en torno a la regla de abstinencia plantea hoy las siguientes preguntas: ¿la imposibilidad de cumplir con la regla justifica los inconvenientes que trae el abandono de la abstinencia en nuestra práctica?, ¿para contemplar la relación que el psicoanálisis debiera establecer con el campo ideológico y social, debiéramos dejar de intentar ser “neutrales”? La regla de abstinencia es la que garantiza al analista que en su relación con el paciente, a una distancia posible, pueda observar. La relación que el psicoanálisis establece con el campo ideológico y social debe tomar en cuenta los cuestionamientos que provienen de las ciencias sociales y del propio psicoanálisis. Sólo mediante la confrontación continua y constante de la perspectiva que asume la radical individualidad del hombre con la perspectiva sociológica podremos dar validez a nuestros planteamientos.

7-La regla de abstinencia fundamento de la receptividad del analista La regla de abstinencia implica no sólo la interdicción del intercambio que exceda lo verbal sino, a la vez, que el analista ejerza cierta suspensión de sus convicciones y teorías; incluye que reciba en la mayor medida posible lo que provenga del paciente. Resalto “cierta” y “en la mayor medida posible” porque la suspensión de convicciones y la capacidad para recibir lo que proviene del paciente son disponibilidades con límites personales. Que el analista suspenda en la mayor medida de lo posible sus creencias, convicciones y teorías - que nunca rechace alguna conducta de sus pacientes es lo que sigue preservando la cualidad central del psicoanálisis: la regla de abstinencia es condición de posibilidad de su receptividad.

Receptividad y

continencia son desde esta perspectiva dos caras de una misma cuestión. La receptividad es la continencia que puede y debe dar el psicoanálisis, en esa línea contener es ser receptivo, evitando una rápida e irritada búsqueda de causas y razones que ilusoriamente creemos nos brindan las teorías. La abstinencia del analista no implica ausencia de espontaneidad o naturalidad, pero sí el reconocimiento que es bueno mantener una cierta distancia posible ya que ella es la que nos permite no confundirnos en ese propósito con nuestros propios anhelos. Plantear una distancia posible, resalta que es necesaria una distancia pero a la vez reconoce con “posible” que estamos intentando mantener un lugar y una posición que aunque posible, está permanentemente amenazada por influjos del medio o de la misma situación analítica; en ese sentido intentamos mantener a pesar de esa fragilidad la abstinencia dentro de nuestras posibilidades.

Sin la regla de abstinencia, nuestra práctica se diluye porque la transferencia incluye la aspiración a un completamiento unificador en todas las alternativas de la vida, que en la situación analítica

está impedida por la regla de

abstinencia. Descriptores: regla de abstinencia, neutralidad, transferencia Resumen Este texto propone que por eficacia de la regla de abstinencia el diálogo analítico transcurre en un nicho circunscrito por una serie de disposiciones en el que formamos parte de una relación en la que se suspenden las reglas habituales de la cultura y de la cortesía: el analista se compromete a renunciar a poner en juego un sistema valorativo que avale sus intervenciones. Se exploran tres cuestionamientos a la regla de abstinencia. La suposición de que es necesario operar en una realidad más amplia que la realidad psíquica, que hay que ocuparse de la construcción del sujeto inmerso en ese contexto socio-cultural; que es necesario hacer algo más que dar interpretaciones para que un analizando cambie; que la regla de abstinencia no ofrece la continencia que hoy se necesita en la situación analítica. Se responde ante esas objeciones que la regla de abstinencia es condición de posibilidad de la receptividad analítica. Receptividad y continencia son desde la perspectiva del autor dos caras de una misma cuestión. La receptividad es la continencia que puede y debe dar el psicoanálisis, en esa línea contener es ser receptivo, evitando una rápida e irritada búsqueda de causas y razones que ilusoriamente creemos nos brindan las teorías.