LA METAMORFOSIS FRANZ KAFKA Tomado del documento del mismo título de Javlangar, supone un buen resumen de los aspectos más relevantes de la obra. Lo complemento con propuestas para el desarrollo de preguntas habituales en la PAU sobre La metamorfosis, algunos aspectos de interés para valorar los temas centrales de la novela, su trascendencia y significación en la Literatura Universal (tomados de un trabajo desarrollado por el profesor José Antonio García Fernández) y un documento de la Junta de Andalucía, que nos proporciona una buena biografía del autor y propuestas de interpretación de la obra. 1.- PERSONAJES Gregor Samsa es el protagonista de este relato. Vive con sus padres y con su hermana Grete y lleva cinco años trabajando en la misma empresa, desde que el negocio de su padre quebró. En ese momento, Gregorio tuvo que empezar a trabajar como dependiente para pagar la deuda que sus padre tenía con su jefe y rápidamente se convirtió en viajante de comercio; su trabajo es el único sustento de la familia. Ante su transformación, duda, no lo cree, pero al final lo acepta. En este proceso, Gregor muestra su preocupación por su familia, porque sabe que todos dependen de él. Busca la aceptación de sus padres y hermana, pero sólo obtiene el rechazo por ser lo que es. Al intentar comunicarse con los seres humanos, provoca asco, rechazo e incomprensión, efectos que le llevarán a la muerte. Grete Samsa es la hermana de Gregor, tiene inquietudes musicales y algo más de carácter que su madre. Adoraba a su hermano. Hasta la metamorfosis su única tarea era la costura con lo que le quedaba mucho tiempo para hablar con Gregor. Después de que su hermano se transforma en un insecto, se ve obligada a trabajar de dependienta. Su carácter dulce e inocente cambia. Es la que se encarga de su hermano aunque siente asco cuando lo ve. Se ocupa de que tenga espacio suficiente, de que tenga la comida que le gusta e intenta que su madre no vea a Gregor para que no se asuste. Pero cuando empieza a trabajar estas atenciones desaparecen y acaba rechazando a su hermano, cuya transformación representa el final de los ideales musicales de Grete. El señor Samsa tuvo su negocio hasta cinco años antes, cuando quebró, tras lo cual no volvió a trabajar, por lo que es Gregor quien mantiene a la familia. Cuando ocurre la metamorfosis de su hijo vuelve a trabajar de ordenanza en un banco, lo que al principio toma como una humillación. Muestra un carácter autoritario, y es quien castiga a su hijo por su transformación, al arrojarle la manzana. Lo rechaza hasta el punto de que no quiere que salga de su habitación. Cuando su hijo

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muere solo se siente aliviado hasta tal punto que al día siguiente reanuda su vida normal en familia. La señora Samsa tiene una salud irregular puesto que se cansa con facilidad y le falta la respiración. Desde que lo ve transformado, siente un enorme asco y repulsión hacia Gregor, como demuestra desmayándose constantemente; poco a poco se va acostumbrando a su hijo, aunque acaba dejando los cuidados en manos de su hija Grete. Muestra una cierta comprensión maternal, pero, como todos, la muerte de Gregor la alivia. Criadas: Ana, la primera criada, al descubrir la transformación de Gregor, pide a sus señores el despido porque no puede soportar esa situación debido a la repulsión que le causaba y prometió ser discreta. La segunda criada, una mujer de unos 60 años, pide no salir de la cocina, pero acaba siendo despedida. La tercera criada es totalmente diferente a las anteriores; no solo porque acepta la presencia de Gregorio sino que además se muestra dispuesta a cuidarle, aunque lo desprecia. Huéspedes: eran tres señores muy formales, de barba, a los que molestaban los trastos inútiles y la suciedad; eran muy exigentes. Al conocer la existencia de Gregorio se ven notablemente molestos y se despiden. Son expulsados de la casa por el señor Samsa. Representan la moral burguesa. 2.- ESPACIO La metamorfosis de Franz Kafka es una obra en la que el espacio es clave para el desarrollo de la trama. El lugar donde suceden la mayoría de los hechos es uno: la casa de la familia Samsa. Esta se divide en varios cuartos o habitaciones de los cuales hay que destacar el dormitorio del protagonista, el hijo mayor, Gregor, que es donde pasará el resto de su vida tras la repentina y desafortunada transformación; igualmente, la cocina, y el salón tienen su relevancia, pues son lugares de confluencia para los distintos miembros de la familia. En general, la casa de los Samsa es propia de una familia burguesa, pues Gregor, que posee un puesto importante (representante) en una empresa dedica gran parte de sus ganancias para poder vivir sin el menor inconveniente. Los espacios que aparecen a lo largo de la historia son descritos de manera realista y detalladamente, a través de diferentes elementos fundamentales, ya sea los muebles (sofá, estantería, armario…) o por medio de los recorridos de ese “monstruoso bicho” en el que se convierte Gregor (por ejemplo cuando corretea de un lado a otro nos va haciendo el camino en nuestra imaginación como si nosotros mismos estuviéramos viendo a una cucaracha o escarabajo por la pared). Es necesario apuntar también que predominan los espacios interiores, ya que toda la historia tiene lugar dentro de la casa, y la única vez que se habla de espacios exteriores son meramente nombrados al recordar que antes de la metamorfosis de Gregor, la familia Samsa acostumbraba a dar paseos por el parque. Sólo al final del relato aparece el

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espacio exterior, lleno de luz, como corresponde al “futuro prometedor” que espera a la familia Samsa. La conexión entre los distintos lugares que aparecen en el relato se hace a través de los personajes, especialmente por medio de la hija pequeña, Grete Samsa, la hermana de Gregor. Los recorridos que realiza Grete para dar de comer a su hermano y limpiar su cuarto son la principal vía de conexión entre las distintas habitaciones. Sólo con la llegada de los tres hombres como inquilinos de una habitación- que los Samsa habían alquilado para obtener alguna ayuda económica para cubrir los gastos de la casa- y, finalmente, cuando Gregor decide salir de su cuarto, aparecen descritos los pasillos que recorre Grete. Por último hay que decir que el espacio en esta obra, no es un mero marco que carece de protagonismo en la historia, sino que tiene gran relevancia con respecto al estado de ánimo del personaje principal (Gregor), ya que, cuando su habitación permanece cerrada, sólo es capaz de pensar en aspectos negativos y sus sentimientos se empiezan a volver en contra de su familia con ánimo de aislarse todavía más, pero durante el tiempo en que deciden abrirle las puertas para que pueda escuchar todo lo que hablan, sus pensamientos e ideas de cerrarse en su “mundo” desaparecen. Debido a esto se podría considerar el dormitorio donde vive Gregor como un espacio simbólico, cerrado y asfixiante, y que por ello representa el aislamiento del mundo humano, al cual ya no puede volver, pero por otro lado, las puertas abiertas pueden simbolizar la unión o intención de acercamiento del resto de la familia hacia su hijo. Al final, cuando el insecto muere, la casa de los Samsa pasa a simbolizar la desgracia de la familia, por lo que deciden mudarse a otro piso más asequible y que les haga olvidar todo lo sucedido. 3.- TIEMPO El relato no tiene marcas temporales externas, aunque, por la localización en un medio burgués y por el trabajo del protagonista, podemos deducir que se desarrolla a finales del siglo XIX o principios del XX. Por otro lado, el tiempo interno de la obra es lineal, sin digresiones, que proporciona un fácil entendimiento en el transcurso de los acontecimientos. El relato dura aproximadamente cuatro meses, como podemos comprobar por ciertas alusiones que encontramos respecto a la estación del año o a las condiciones metereológicas a las que se hace referencia. En el comienzo de la obra el narrador nos hace saber que estamos a finales de noviembre, pues a través de nuestra lectura podemos apreciar que el cielo está encapotado por las lluvias de finales de otoño que anuncian el invierno. Asimismo, su final, que coincide con la muerte del protagonista, tiene lugar en un día primaveral de finales de marzo. Resultan relevantes ciertos momentos del día: la mañana, poco después del mediodía y la tarde. Los dos primeros momentos hacen referencia al tiempo fijado para darle la comida a Gregor, que coinciden, precisamente, con aquellos momentos en que sus padres duermen. Lo que el

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protagonista pretende conseguir con esto es aliviar a sus padres del dolor que les causa ver su estado. Igualmente, la tarde es también relevante a partir del día en que el padre le lanza manzanas, porque se decidirá abrirle la puerta del comedor todos los días para que Gregor pueda ver a su familia alrededor de la mesa sin que ellos le vean, pues éste necesitaba sentir su presencia. Por otro lado, no podemos hablar de flashbacks propiamente dichos, pero sí que encontramos los recuerdos de Gregor de otros tiempos mejores. 4.- TEMAS Las obras de Kafka muestran la problemática esencial de la época: la soledad, la alineación y la desorientación del individuo en la complejidad del mundo moderno, su inseguridad, desesperación e impotencia ante poderes imprecisos y desconocidos que lo degradan y destruyen psíquica y físicamente. En estas narraciones, el ser humano es incapaz de comprender lo que acontece a su alrededor, se siente perdido, confundido y desconcertado. Es un ser sin trascendencia metafísica, cuyas aspiraciones y pretensiones se circunscriben exclusivamente a la inmanencia terrenal. La metamorfosis se sustenta en un conflicto padre-hijo. Esta narración muestra, a raíz de la inesperada metamorfosis del hijo en un insecto, la deformación y la destrucción del individuo que provocan las estructuras autoritarias y jerárquicas de la familia. La narración se inicia con la transformación, en un insecto de enormes proporciones, del viajante de comercio Gregor Samsa, un ser solitario, introvertido y sumiso, que mantiene a su familia con su trabajo; cuando trabajaba, era apreciado por todos, pero, ahora que no puede trabajar, es despreciado. Poseído por un profundo sentido de la responsabilidad, Gregor teme la reacción que su espantoso aspecto provocará en su familia. Se siente culpable por no poder seguir siendo útil a los seres que sustentaba. Su propia familia, sin embargo, se avergüenza y huye de él, y hasta lo tiraniza y lo rechaza. El padre, de carácter severo y despótico, lo humilla y lo trata con suma crueldad. Todos sus intentos por escapar de la reclusión a la que es sometido fracasan ante el rechazo hostil de los seres que lo rodean. Prisionero en su habitación e imposibilitado para continuar desempeñando la única función de ganar dinero que tenía encomendada, opta finalmente, con el consentimiento de sus padres y hermana, por morir de inanición. Con ello se libera de una existencia servil e infeliz. Narrada desde la perspectiva del protagonista, el narrador no reproduce la realidad, sino que la construye. Recrea una metamorfosis imaginada, vivida de manera figurada por el protagonista en un estado de somnolencia tras un agitado sueño. Decepcionado de una profesión que contra su voluntad lo obliga a viajar de continuo, incapaz de dejarla en la vida real por consideración hacia su familia y por sometimiento a la autoridad del padre, el protagonista concreta su profundo desagrado en su ficticia transformación en un insecto, un parásito con el que el mismo

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Kafka fue comparado en repetidas ocasiones por su propio padre. La figura repugnante en la que se convierte Gregor es exponente grotesco no sólo de la manifestación, largo tiempo deseada pero reprimida, de una disconformidad y de un descontento, sino también de una existencia desdichada y esclavizada. El inconsciente, sin poder controlar los deseos reprimidos, se rebela contra una situación alienante y se expresa a través de la imaginación de una circunstancia figurada, de un estado supuesto que libera al sujeto de sus obligaciones profesionales. Pero esa liberación conlleva inevitablemente el miedo a la dura sanción que su familia le impone: el aislamiento y la exclusión; en especial, empero, la condena del padre. La narración expone así la relación dialéctica que se da entre la destrucción del individuo y la consecución de la anhelada utopía liberadora, entre la degradación del ser humano y la esperanza emancipadora.

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PREGUNTAS SOBRE LA METAMORFOSIS EN ANTERIORES CONVOCATORIAS PAU La incomunicación en La metamorfosis de Franz Kafka. En la pregunta sobre La metamorfosis se valorará la apreciación de la paulatina desaparición de la palabra hablada en Gregor Samsa (diálogo, monólogo) y su sustitución por otras formas de expresión acordes con su nueva condición animal: lenguaje ininteligible, lenguaje de los sentidos (el oído, que sustituye a la vista); a menudo los otros personajes se dirigen a él preguntándole, obteniendo por respuesta el silencio o un ruido ininteligible; entre los demás personajes el diálogo tampoco fluye, como si estuvieran condenados a no entenderse; hay muchos momentos de silencio; lo que ello revela de dificultades de comunicación entre los seres humanos es evidente. También se valoraría muy positivamente, aunque no es esencial, que el alumno relacionara la incomunicación en la novelita de Kafka con la incomunicación en Muerte de un viajante. Los personajes femeninos en La metamorfosis, de Franz Kafka. En la pregunta sobre La metamorfosis se valorará la atención a la caracterización de la madre y al hermana de Gregor, y a la actitud y relación que con él mantienen; cambiante la de la hermana (de la complicidad y comprensión al enfrentamiento y finalmente al extrañamiento), de temor y negación la de la madre; actitudes enfrentadas con respecto a Gregor: de valentía la de Grete, de cobardía la de la madre. También la caracterización de la asistenta, cuya relación con Gregor está absolutamente desprovista de afecto y es incluso agresiva, descarnada. También se valoraría muy positivamente, aunque no es esencial, que el alumno relacionara los personajes femeninos de la novelita de Kafka con los de Muerte de un viajante. El espacio en La metamorfosis de Franz Kafka. En la pregunta sobre La metamorfosis se valorarán la descripción del espacio físico en que se mueven los personajes, sobre todo Gregorio Samsa, los cambios de disposición de mobiliario que experimenta la habitación de este y el significado de los mismos, la oposición interior/exterior y su significado, y entre viaje y permanencia y su sentido en el relato. El personaje del padre en La metamorfosis de Franz Kafka. En la pregunta sobre La metamorfosis se valorará la figura del Sr. Samsa, su actitud dominante, su carácter pragmático, su incapacidad para aceptar el cambio del hijo, el aislamiento y su distanciamiento con respecto a este, su recuperación para la vida a costa de la vida de su hijo, que muere como consecuencia de las graves heridas infligidas por el padre al arrojarle una

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manzana. La conflictiva relación de Kafka con su padre se trasluce en la distante y tensa relación entre el Sr. Samsa y Gregor. Las relaciones familiares en La metamorfosis de Franz Kafka En la pregunta sobre La metamorfosis se valorarán las distintas relaciones entre los miembros de la familia de Gregor Samsa, que se ponen a prueba como consecuencia de la transformación experimentada por Samsa: este ha sido durante un tiempo el sostén económico de la familia, en tanto el padre permanecía en cama y ni la madre ni la hermana trabajaban; cuando Samsa pasa a un segundo plano el padre parece rejuvenecer y vuelve a trabajar; también buscarán trabajo Grete y Anna; poco a poco todos acaban abandonando a Gregor y, cuando fallece, emprenden una nueva vida llena de esperanzas. Las relaciones de Samsa con todos ellos son diferentes, pero sus intereses acaban convergiendo: la relación de complicidad y comprensión con su hermana Grete, la protectora, luego quejumbrosa y más tarde aterrorizada de la madre, Anna, la distante y ajena del padre; la valentía de Grete frente a los padres. Las relaciones se establecen de un lado por la palabra del padre, la madre y la hermana, por otra a través del silencio de Samsa cuyos pensamientos no obstante conocemos.

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EJES TEMÁTICOS EN LA METAMORFOSIS Existencialismo, angustia existencial, el absurdo, lo “kafkiano” Las obras de Kafka muestran la problemática esencial de la época: la soledad, la alineación y la desorientación del individuo en la complejidad del mundo moderno, su inseguridad, desesperación e impotencia ante poderes imprecisos y desconocidos que lo degradan y destruyen psíquica y físicamente. En estas narraciones, el ser humano es incapaz de comprender lo que acontece a su alrededor, se siente perdido, confundido y desconcertado. Es un ser sin trascendencia metafísica, cuyas aspiraciones y pretensiones se circunscriben exclusivamente a la inmanencia terrenal. No es un héroe, sino un ser anodino, intrascendente, insignificante, común y corriente. Lo “kafkiano” es, precisamente, lo relacionado con el absurdo, la angustia, la opresión de lo individual y su sometimiento a la maquinaria ciega e infernal de una sociedad burocrática, despersonalizada, inhumana. Conflicto generacional, conflicto padre-hijo, las relaciones de familia La metamorfosis se sustenta en un conflicto padre-hijo. Esta narración muestra, a raíz de la inesperada metamorfosis del hijo en un insecto, la deformación y la destrucción del individuo que provocan las estructuras autoritarias y jerárquicas de la familia. La narración se inicia con la transformación, en un insecto de enormes proporciones, del viajante de comercio Gregor Samsa, un ser solitario, introvertido y sumiso, que mantiene a su familia con su trabajo; cuando trabajaba, era apreciado por todos, pero, ahora que no puede trabajar, es despreciado. Poseído por un profundo sentido de la responsabilidad, Gregor teme la reacción que su espantoso aspecto provocará en su familia. Se siente culpable por no poder seguir siendo útil a los seres que sustentaba. Su propia familia, sin embargo, se avergüenza y huye de él, y hasta lo tiraniza y lo rechaza. El padre, de carácter severo y despótico, lo humilla y lo trata con suma crueldad. Todos sus intentos por escapar de la reclusión a la que es sometido fracasan ante el rechazo hostil de los seres que lo rodean. Prisionero en su habitación e imposibilitado para continuar desempeñando la única función de ganar dinero que tenía encomendada, opta finalmente, con el consentimiento de sus padres y hermana, por morir de inanición. Con ello se libera de una existencia servil e infeliz.

Realidad e imaginación: el inconsciente y el sueño Narrada desde la perspectiva del protagonista, el narrador no reproduce la realidad, sino que la construye. Recrea una metamorfosis imaginada, vivida de manera figurada por el protagonista en un estado de somnolencia tras un agitado sueño. Decepcionado de una profesión que contra su voluntad lo obliga a viajar de continuo, incapaz de dejarla en la vida real por consideración hacia su familia y por sometimiento a la autoridad del padre, el

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protagonista concreta su profundo desagrado en su ficticia transformación en un insecto, un parásito con el que el mismo Kafka fue comparado en repetidas ocasiones por su propio padre. La figura repugnante en la que se convierte Gregor es exponente grotesco no sólo de la manifestación, largo tiempo deseada pero reprimida, de una disconformidad y de un descontento, sino también de una existencia desdichada y esclavizada. El inconsciente, sin poder controlar los deseos reprimidos, se rebela contra una situación alienante y se expresa a través de la imaginación de una circunstancia figurada, de un estado supuesto que libera al sujeto de sus obligaciones profesionales. Pero esa liberación conlleva inevitablemente el miedo a la dura sanción que su familia le impone: el aislamiento y la exclusión; en especial, empero, la condena del padre. La narración expone así la relación dialéctica que se da entre la destrucción del individuo y la consecución de la anhelada utopía liberadora, entre la degradación del ser humano y la esperanza emancipadora. El capitalismo: la importancia del dinero, el materialismo burgués La familia aprecia a Gregor mientras él cumple las expectativas. Pero cuando se ve incapacitado para seguir ganando dinero, se convierte en un problema, en una vergüenza, y las relaciones familiares empiezan a tensarse, hasta hacer imposible la convivencia. La metamorfosis es un alegato contra una sociedad que solo valora a las personas por su capacidad monetaria, por su habilidad para tener o ganar dinero: “Tanto tienes, tanto vales”. El sionismo, el problema judío en un mundo antisemita Este tema no está tan claro en la obra de Kafka, se discute mucho. Hay críticos que consideran la obra desde el punto de vista de los esfuerzos de una familia judía para salir adelante y ser aceptada, de ahí que se exija una fidelidad absoluta a los miembros de la misma, que se ejerza una autoridad indiscutible y se eduque a los hijos en la obediencia ciega y en el sentido de responsabilidad hacia los otros, en la sumisión al jefe o cabeza de familia. También estaría aludido el problema de la aculturación, de la pérdida de la identidad (judía) en un mundo dominante que es más bien antisemita. El primer paso para la alienación cultural consiste en asumir una lengua extraña (en el caso de Kafka y de Samsa, el alemán) como propio. Sin embargo, otros críticos consideran que La metamorfosis plantea problemas universales del hombre moderno: la soledad, la alienación, la angustia, el miedo al fracaso…, de manera que la procedencia judía del escritor es una simple circunstancia vital de menor relevancia. La obra no habla de una ciudad concreta (aunque se entiende que está ambientada en la Praga natal del escritor) ni de un tiempo específico (pero se trata de una época contemporánea de la fecha de edición, 1915) ni, por consiguiente, se plantea el problema de una raza concreta (a pesar de que el autor y el protagonista sean judíos). En La metamorfosis hay una apuesta evidente por la universalización, por la deslocalización espacio-temporal, para permitir que los lectores de

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cualquier lugar o tiempo puedan identificarse con el drama de Gregor Samsa.

TRASCENDENCIA Y SIGNIFICADO DE LA METAMORFOSIS Kafka es un precursor de la literatura del absurdo. Partió del realismo decimonónico, admiró a Flaubert y a Dickens y, desde ellos, desde las técnicas narrativas que aprendió de sus maestros, lo desmonta radicalmente. Roland Barthes y otros autores lo consideran posmoderno. Cronológicamente, su Metamorfosis, escrita en 1912 y publicada en 1915, coincide con el expresionismo. Pero él era un espíritu solitario, ajeno a modas. El realismo en literatura se gestó paralelamente a la noción de objetividad científica durante el siglo XIX. Es una teoría positivista, tiene fe en el lenguaje y en la ciencia, en el progreso del hombre, en la Modernidad. Kafka transgrede el realismo. Su manera de ver el mundo refleja la crisis del pensamiento occidental de principios del siglo XX, que también encontramos en Nietzsche, Einstein y Freud. Una crisis que conduce a las dos guerras mundiales, al fin del optimismo y a una Modernidad revisándose a sí misma y terminada en Posmodernidad. Kafka es un lúcido observador del mundo. Parte del pacto de lectura realista y lo desmonta. Reduce el mundo a la perspectiva de un hombre aislado, sin pasado y sin futuro, sin origen ni sentido de pertenencia, sin proyectos ni esperanzas trascendentes. Y no lo hace sólo desde la fábula que cuenta, mediante lo que le sucede al protagonista, sino que va más allá: convierte la experiencia de la lectura en una sima de inseguridad e indefinición, como si la lectura fuera como la realidad: inasible e incierta, limitada, patéticamente esforzada en ser legible. En ese sentido, podríamos decir que La metamorfosis es la novela de todos los que se sienten inadaptados, seres monstruosos, marginales, apestados por la sociedad: Gregor Samsa puede ser cualquier ciudadano que se siente mal con su cuerpo: una persona obesa, una chica anoréxica o bulímica, un travesti que quiere cambiar de sexo, un minusválido físico o psíquico… La literatura de Kafka no afirma sino la duda. Negatividad. De ahí su lugar de preeminencia en el canon del siglo XX. Malestar vital. El “spleen” de Baudelaire, el “tedium vitae”, el absurdo, la angustia existencial. Kafka escribía con la famosa impasibilidad de Flaubert, nos cuenta sucesos terribles como si fuera incuestionable que estuvieran ocurriendo, apuntala su veracidad con descripciones detalladas; aceptamos esta realidad kafkiana como aceptamos los sueños antes de despertarnos. La familia Samsa reacciona con horror, en La metamorfosis, cuando ve a su hijo transformado en un gran escarabajo. El viajero de “En la colonia penitenciaria” ve con repugnancia el sistema judicial que va a ejecutar a un hombre, pero no se plantea si se encuentra en una pesadilla. En El proceso, Joseph K. no duda de que exista realmente el tribunal que lo condena a muerte. En “Investigaciones de un perro”, escuchamos

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las elucubraciones del chucho sin mayor sorpresa… La mayoría de sus obras se publicaron póstumamente, con la llegada de los nazis al poder (en 1933). Su amigo y albacea, Max Brod, publicó sus obras completas, primero en el exilio, en New York, y después en Alemania, en los años cincuenta. Hemos tenido la suerte de que Brod no hizo caso a su amigo, cuya última petición fue: “Todo lo que se encuentre de mis escritos cuando yo muera debe ser quemado de forma inmediata, sin ser leído. El par de ediciones [ya realizadas en vida de Kafka] de Contemplación puede quedar; no quiero que nadie tenga que tomarse la molestia de hacerlos trizas, pero en ningún caso deben ser editados de nuevo”. Todo debía ser pasto de las llamas “a la mayor brevedad posible”. Brod no hizo caso y así podemos leer todo lo que Franz dejó sin publicar: su correspondencia, sus diarios, legajos con narraciones, aforismos y prosas, sus novelas El desaparecido, El proceso y El castillo… En uno de sus diarios decía: “Como no soy, ni puedo ni quiero ser otra cosa que literatura, es imposible que mi actividad laboral atraiga mi interés; al contrario, más bien puede sacarme por completo de quicio”. La influencia de Kafka ha sido enorme, es un precursor del existencialismo y de la literatura del absurdo, influye en Sartre, en Camus, en García Márquez, en Cortázar, en Onetti… Es un clásico indiscutible del siglo XX e incluso se le ha llegado a considerar padre de la literatura actual. Su obra fue prohibida durante el nazismo. En octubre de 1935 fue incluida en la infame “Lista de literatura nociva e indeseable” de los nazis. Pero la prohibición no impidió que Kafka ocupara en los manuales de historia literaria el lugar que le corresponde. El nazismo, que exterminó a las tres hermanas de Kafka (Gabrielle, Elli, nacida en 1889; Valerie, Valli, nacida en 1890; Ottilie, Ottla, nacida en 1892) en el campo de concentración de Auschwitz, también persiguió la obra de aquel joven judío. Y en 1968, su obra fue nuevamente anatemizada, esta vez por los tanques soviéticos en la “primavera de Praga”de Dubcek. ¿Qué tendría aquel hombre de salud tan frágil para que se fijaran tanto en él los represores de la libertad? Por otro lado, ni siquiera el nazismo pudo evitar que un escritor judío de nacionalidad checa que escribía en alemán se convirtiera en uno de los grandes maestros de las letras germanas. Como el judío berlinés Walter Benjamin (1892-1940), ensayista, crítico y traductor. O como la filósofa judío-alemana Hannah Arendt (1907-1975), convertidos también en maestros de la literatura alemana. En tiempos de Kafka, las ideologías nacionalistas y racistas consideraban un truco de los judíos la asimilación cultural, un intento semita de robar la identidad nacional alemana y de contaminar su cultura con elementos foráneos y despreciables. Los nazis defendían que ningún judío podía escribir grandes obras en prosa o poesía en alemán, como no podían componer

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grandes piezas musicales o ser grandes cantantes. Sencillamente, eran una raza inferior, no aria, y carecía de creatividad. Kafka anticipó muchas de las pesadillas que atormentaron después a los hombres: el horror de la Guerra Mundial, la serpiente de los fascismos, la impiedad de una burocracia paquidérmica, el autoritarismo bajo la máscara del progreso, el falso sueño americano, la soledad, la insolidaridad… El lugar natural de la escritura de Kafka es, como dice Ricardo Menéndez Salmón, “la noche, el insomnio, las tinieblas” (“1912, viaje al ‘big bang’ creador de Kafka”, El País, viernes, 9 de marzo de 2012, p. 44). Él mismo explicó en un fragmento de uno de sus diarios su mayor deseo: “Una vez, hace muchos años, me senté, sin duda bastante triste, en la ladera del Laurenziberg, y me puse a examinar lo que esperaba de la vida. El deseo más importante o más atractivo resultó ser el de obtener una visión de la vida (y –condición indispensable- poder convencer de ella a los demás por escrito) en la que la existencia mantuviese sus altibajos naturales, pero al mismo tiempo apareciera, con no menor claridad, como una nada, como un sueño, como algo flotante”. Y en una carta del 27 de enero de 1904, decía a su amigo Oskar Pollak: “Pienso que solo deberíamos leer libros de los que muerden y pinchan”. “Si el libro que estamos leyendo no nos espabila de un mazazo en la cabeza, ¿para qué lo leemos? (…) Necesitamos que los libros nos afecten igual que una catástrofe, que nos duelan en lo más hondo, como la muerte de alguien a quien queremos más que a nuestra propia vida, como ser desterrados a un bosque alejados de todos, como un suicidio. Un libro debe ser el hacha para el mar helado de nuestro interior”.
 Justamente es lo que consigue con sus obras, especialmente con La metamorfosis. Todas sus obras son “novelas en clave”. Louis Begley lo explica muy bien en su ensayo El mundo formidable de Franz Kafka: “Dado que todos sabemos, por ejemplo, que las personas no se transforman en insectos, y que los simios no se dirigen a las academias [como en “Informe para una academia”], nos preguntamos: ¿qué quería decirnos Kafka en realidad? Esforzarse en profundizar para dar con el significado que uno cree oculto en una obra de ficción es beneficioso siempre que conduzca al lector a tratar el texto con el respeto que merece” (p. 161). El pensamiento de Kafka está muy influido por el filósofo danés Soren Kierkegaard (18131855): la angustia existencial, la lucha sin esperanza, la muerte como única salida, el “retorno al padre en el gran día de la reconciliación”… En carta a su editor Kurt Wolff, tras acabar de escribir “En la colonia penitenciaria”, le dice que el dolor no caracteriza únicamente sus relatos, “…sino que estos tiempos nuestros en general y también mi propio tiempo han sido dolorosos y siguen siéndolo, y el mío con más persistencia que los tiempos”. Puro existencialismo. Kafka lucha por encontrar un sentido a la vida, en la que él se sentía

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“más extranjero que un extranjero”. Un judío que hablaba alemán y estaba enfermo, un hombre aislado de su comunidad y que solo encuentra la respuesta del silencio. Un inadaptado, solitario y angustiado ser humano que aspira a la normalidad y que intenta aferrarse desesperadamente a la mujer. Una víctima del mundo deshumanizado y alienante en que le tocó vivir. Él mismo dudó de su identidad judía: “Mi pueblo, suponiendo que tenga uno”. En una carta a Max Brod, le dice: “¿Cómo es que los judíos se sienten tan irresistiblemente atraídos por la lengua [alemana]?”. Y le explica a su amigo que los jóvenes judíos asimilados que deseaban escribir querían, por un lado, alejarse de la identidad judía de sus mayores (con la complicidad de sus progenitores), pero… “por sus cuartos traseros seguían pegados a la identidad judía de sus padres, y con sus cuartos delanteros pataleaban sin encontrar nuevo suelo en que apoyarse (…) De modo que el resultado era una literatura imposible de todo punto, una literatura agitanada que había secuestrado de su cuna al niño alemán y lo había sometido a toda prisa a algún tipo de entrenamiento, porque alguien tenía que bailar en la cuerda floja”. Sobre Kafka existe infinita bibliografía crítica, se ha estudiado hasta la saciedad su obra y su vida. Pero aún no se ha encontrado una clave interpretativa única, una panacea crítica universal. Y es que la obra de Kafka está como ninguna vinculada a la plurisignificación y la ambigüedad, de manera que cada lector puede hacer su lectura. Quien mejor lo ha entendido es Milena, su amante, quien escribió el siguiente elogio fúnebre, el 6 de junio de 1924, en Národni Listy, un diario de Praga: “Aquí le conocía poca gente, pues era un ermitaño, un hombre sabio al que la vida aterraba. [...] En una ocasión escribió en una carta: «Cuando el corazón y el alma ya no pueden soportarla, el pulmón se echa encima la mitad de la carga, para que quede un poco más repartida»; y así sucedió con su enfermedad. Le dio una ternura casi milagrosa y un refinamiento intelectual intransigente casi hasta el espanto. [...] Era tímido, ansioso, manso y bueno, y, sin embargo, los libros que escribió son truculentos y dolorosos. Veía un mundo repleto de demonios invisibles que desgarran y aniquilan a los indefensos seres humanos. Era demasiado clarividente, demasiado inteligente para poder vivir y demasiado débil para luchar. Era débil del modo en que lo son las personas nobles y bellas, incapaces de combatir su miedo a la incomprensión, la malicia o el engaño intelectual porque reconocen de antemano su propia indefensión; someterlas no arroja sino vergüenza sobre el vencedor. Comprendía a la gente como sólo puede hacerlo alguien de sensibilidad grande y nerviosa, alguien capaz de reconocer a los demás al primer golpe de vista, casi como un profeta. Su conocimiento del mundo era extraordinario y hondo; él mismo era un mundo extraordinario y hondo. [...] Era un artista y un hombre con una conciencia tan ansiosa que podía oír incluso cuando otros, sordos, se sentían seguros.”

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LA METAMORFOSIS

FRANZ KAFKA "Lo cotidiano en sí mismo es ya maravilloso. Yo no hago más que consignarlo."

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Fecha de publicación: 16 de septiembre de 2008

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BIOGRAFÍA Kafka nace el 3 de julio de 1883 en un viejo edificio situado en el límite del ghetto judío de Praga, a dos pasos de la iglesia rusa ortodoxa de San Nicolás. Es hijo de Hermann Kafka (1852-1931) y Julie Löwy (1855-1934). Hermann (originario de una aldea de la Bohemia checa meridional, e instalado en Praga en 1881, en el gueto judío de Josefstadt) regentaba desde 1882 un negocio de pasamanería o mercería en la Zeltnergasse 12, que transformaría más tarde en unos grandes almacenes que le dieron reputación de ciudadano respetable. Se le da el nombre de Franz en honor al emperador Francisco José I. Era checo, aunque su idioma materno fue el alemán. Julie Löwy había nacido en el seno de una familia germano-israelita, cultivada y rica, fabricante de cerveza. Kafka aprendió el idioma checo, ya que su padre procedía de Osek cerca de Písek, donde era un miembro de la comunidad judía checohablante ("Kafka" significa "grajo" en checo: ave que serviría de emblema para el negocio familiar) y quería que su hijo hablara con fluidez ambos idiomas. Sin embargo, la familia adoptó la cultura y la lengua alemana en la formación de sus hijos ya que de la relación con ellas dependía en buena manera el progreso económico y el reconocimiento social. Kafka también conocía el idioma y la cultura francesa. Algunos de sus autores favoritos fueron: Flaubert, Dickens, Cervantes y Goethe. De 1889 a 1893, Kafka asistió a la escuela primaria en la calle Masná. en Praga y posteriormente al instituto en Staroměstské náměstí (situado en el Palacio de los Kinsky), donde completó su examen de Bachillerato en 1901. A continuación estudió Derecho en la Universidad Carlos Fernando de Praga, y obtuvo el doctorado en leyes en 1906. De estudiante tuvo un papel activo en la organización de actividades literarias y sociales; promocionó representaciones para el teatro judeoalemán, a pesar de los recelos por parte incluso de sus amigos más íntimos, como por ejemplo Max Brod, quien habitualmente le apoyaba en todo lo demás. Contrariamente a su temor de ser percibido de manera repulsiva tanto física como mentalmente, impresionaba a los demás con su aspecto infantil, pulcro y austero, su conducta tranquila y fría, y su gran inteligencia, además de su particular sentido del humor. Después de sus estudios, en 1907 ingresó como pasante, sin ser retribuido, en una agencia italiana de seguros de accidentes laborales (Assicurazione Generali); fue entonces cuando comenzó a escribir. Al año siguiente obtuvo un contrato fijo en otra agencia de dicho ramo. El padre de Kafka se refirió a este trabajo como "Brotberuf" —un empleo tan sólo para pagar las facturas. En 1913 escribe su libro inicial Consideración y en 1915 el famoso relato La metamorfosis. En 1917 se le diagnosticó tuberculosis, lo que le obligó a mantener frecuentes períodos de convalecencia, durante los cuales recibió el apoyo de su familia, en especial de su hermana Ottilie, con quien tenía mucho en común. En 1919 finaliza los catorce cuentos fantásticos (o catorce lacónicas pesadillas) que componen Un médico rural.

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Un tema de gran importancia en su obra es su relación con un padre autoritario. En la intimidad, éste no dejó nunca de menospreciar a su hijo y hasta el año 1922 lo tiranizó. De ese conflicto y de sus tenaces meditaciones sobre las "misteriosas misericordias" y las ilimitadas exigencias de la patria potestad, declaró el propio Kafka que procedía toda su obra, incluyendo en particular su célebre Carta al padre, nunca publicada en vida. Su relación tormentosa con varias mujeres fue determinante. La más familar con Felice Bauer dio origen a una correspondencia fundamental, analizada por Canetti. A principios de 1920, mantuvo una relación amorosa con la escritora, traductora y periodista checa Milena Jesenskà. En 1923 se trasladó a Berlín, con la esperanza de distanciarse de su familia y centrarse en su obra; se reunió con Dora Diamant, una joven de 25 años descendiente de una familia judía ortodoxa, que había huido de su pueblo natal, a la que había conocido en el verano del mismo año en una colonia judía de vacaciones a orillas del Báltico. Dora se convirtió en su compañera y tuvo mucho que ver en el interés de Kafka por el judaísmo. En sus diarios y cartas se queja frecuentemente de insomnio y dolores de cabeza. Fue partidario de la dieta vegetariana y del naturismo. Se dice que consumía grandes cantidades de leche sin pasteurizar, lo que pudo ser el factor desencadenante de su tuberculosis, en 1917. No hay coincidencia de pareceres sobre los más que probables trastornos psicológicos de Kafka. En sus cuadernos íntimos él habla de "demonios", "derrumbamiento", "embates", "desamparo", "persecución", "soledad", "asalto a las últimas fronteras terrenales", "agobiante observación de uno mismo" y muchas otras expresiones más que aluden a un mundo oscuro, desconcertante y desconocido. La interpretación médica que se haga de estos pasajes no dejará de ser arriesgada y sobre todo simplificadora. Kafka fue un ser atormentado y complejo, pero también, a su manera, gozó de la vida con una intensidad fuera de lo común. El estado de salud de Kafka empeoró sensiblemente en años posteriores con el avance de la enfermedad. Regresó a Praga, acudiendo posteriormente a un sanatorio cerca de Viena para recibir tratamiento. Los problemas físicos le causaron molestias en la garganta, lo que hacía que el tragar los alimentos le resultara muy doloroso, de manera que en sus últimas semanas se alimentó principalmente de líquidos. Murió en el sanatorio el 3 de junio de 1924. Su cuerpo fue llevado a Praga, donde fue enterrado, el 11 de junio de 1924, en el Nuevo Cementerio Judío de PragaŽižkov. Kafka sólo publicó algunas historias cortas durante toda su vida, una pequeña parte de su trabajo, por lo que su obra pasó prácticamente inadvertida hasta después de su muerte. Con anterioridad a su fallecimiento, dio instrucciones a su amigo y albacea Max Brod de que destruyera todos sus manuscritos; Brod hizo caso omiso de esas instrucciones, y supervisó la publicación de la mayor parte de los escritos que obraban en su poder. Biblioteca Pública de HUELVA Avda. Martín Alonso Pinzón, 16 · 21003 Huelva ℡ 959 650 397  959 650 399  [email protected]

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La compañera final de Kafka, Dora Diamant, cumplió sus deseos pero tan sólo en parte. Dora guardó en secreto la mayoría de sus últimos escritos, incluyendo 20 cuadernos y 35 cartas, hasta que fueron confiscados por la Gestapo, en 1933. Actualmente prosigue la búsqueda de los papeles desaparecidos de Kafka a escala internacional. Los escritos de Kafka pronto comenzaron a despertar el interés del público y a obtener alabanzas por parte de la crítica, lo que posibilitó su pronta divulgación, hasta el punto de que marcaría el proceso posterior de la literatura del siglo XX. Todas sus páginas publicadas, excepto varias cartas en checo dirigidas a Milena, se encuentran escritas en alemán. En su obra, a menudo el protagonista se enfrenta a un mundo complejo, que se basa en reglas desconocidas, las cuales nunca llega a comprender. El adjetivo kafkiano se utiliza precisamente a menudo para describir situaciones similares. Una curiosidad: En ocasiones usaba el pseudónimo de Yerba amarga, supuestamente los días de mayor hastío o desazón. Harold Bloom ha escrito en 1995: «Desde una perspectiva puramente literaria, ésta es la época de Kafka, más incluso que la de Freud. Freud, siguiendo furtivamente a Shakespeare, nos ofreció el mapa de nuestra mente; Kafka nos insinuó que no esperáramos utilizarlo para salvarnos, ni siquiera de nosotros mismos». LA CRÍTICA La mayoría de los escritores y críticos del siglo XX han hecho referencias a su figura. Ha habido multitud de estudiosos que han intentado (e intentan) encontrarle sentido a la obra de Kafka, interpretándola en función de distintas escuelas de crítica literaria, como por ejemplo la modernista, la realista mágica, etc. La desesperación y el absurdo de que su obra parece estar impregnada se consideran emblemáticos del existencialismo. Aparte, unos han intentado hallar la influencia marxista en la satirización de la burocracia, en obras tales como En la colonia penitenciaria, El proceso y El castillo, mientras que otros apuntan al anarquismo como el fundamento de inspiración para el individualismo antiburocrático de Kafka (tomando en cuenta también su breve militancia en una organización de este tipo y su apoyo a algunas campañas promovidas por los anarquistas checos). Sin embargo, una parte importante de la crítica ha interpretado su obra bajo el prisma del Judaísmo; también se ha intentado darle una interpretación a través del Freudismo (debido a sus conflictos familiares); o como alegorías de una búsqueda metafísica de Dios, según propuso (Thomas Mann). Más modernamente, Walter Benjamin habló de su tensión entre la tradición mística y la modernidad metropolitana. Hay quien considera, con todo, que bajo los renglones de Kafka no se encuentra ningún sentido oculto, que sólo son historias y cuentos. Pues el mundo que desea Kafka no es nada oculto, es un mundo de los hombres, construido por ellos mismos (Arendt). Biblioteca Pública de HUELVA Avda. Martín Alonso Pinzón, 16 · 21003 Huelva ℡ 959 650 397  959 650 399  [email protected]

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Y, en definitiva, nunca se enciende en Kafka el aura de lo infinito: cada frase vale literalmente lo que se dice en ella Adorno. Más aún, Barthes, de acuerdo con la crítica y traductora kafkiana Marthe Robert, defiende ante todo fijarse en su técnica "alusiva", técnica que apela a algo defectivo por fuerza, pues el sentido del mundo no es enunciable. Se pone énfasis repetidamente en el tema de la alienación y de la manía persecutoria en Kafka; dicho énfasis se halla inspirado, en parte, en la contra-crítica de Gilles Deleuze y Félix Guattari, quienes mantenían que Kafka representa mucho más que el estereotipo de figura solitaria que escribe movida por la angustia, y que su trabajo era mucho más deliberado, subversivo y, aun así, "alegre" de lo que parecía ser. Los biógrafos han comentado que Kafka, como otros grandes escritores, tenía costumbre de leer capítulos del libro en el que estaba trabajando a sus amigos más íntimos, y que la situación llegaba a ser cómica y concluia en risas de todos. Su obra es expresiva, como ninguna otra, de las ansiedades y la alienación del hombre del siglo XX. También viene a expresar las relaciones entre literatura y amenaza, como señala Blanchot. Su importancia es tal que en varias lenguas se ha acuñado el adjetivo «kafkiano» para describir situaciones que recuerdan a las reflejadas por él. De modo análogo ha acontecido con «borgiano» acerca de la temática y el estilo de Jorge Luis Borges, traductor y devoto de la obra del checo. Lo que ocurre, como señala Coetzee, es que siendo el menos psicológico de los escritores, Kafka tuvo un sentido penetrante de las obscenas interioridades del poder. Pero es cierto que puede entenderse de otro modo: Sebald describe la llegada de K. al Castillo como la elección del país de la muerte.

SU OBRA Narrativa: •

Descripción de una lucha (1904). • •



Conversación con el suplicante Conversación con el ebrio

Contemplación (1913) • • • • • • • • •

Niños en un camino de campo Desenmascaramiento de un embaucador El paseo repentino Resoluciones La excursión a la montaña Desdicha del soltero El comerciante Contemplación distraída de la ventana Camino de casa

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Un médico rural (1919) • • • • • • • • • • • • • •

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Transeúntes Compañero de viaje Vestidos El rechazo Para que mediten los jinetes La ventana a la calle El deseo de ser piel roja Los árboles Desdicha

El nuevo abogado Un médico rural En la galería Un viejo manuscrito Ante la ley (Repetido en El Proceso) Chacales y árabes Una visita a la mina El pueblo más cercano Un mensaje imperial Preocupaciones de un jefe de familia Once hijos Un fratricidio Un sueño Informe para una academia

La Condena (1912) En la colonia penitenciaria (1914) Una mujercita (1923) Josefina la cantora o el pueblo de los ratones (1924) Un artista del hambre (1924) Un artista del trapecio La metamorfosis (1915)

Obras publicadas póstumamente: • • • • • •

América. Novela comenzada en 1912. Se publicó en 1927. El proceso (1925). Novela inconclusa. El Castillo. (1922). Novela inacabada. La edificación de la Muralla China. Relato. Carta al padre (1919). Ricardo y Samuel. Capítulo de una novela, escrito en colaboración con Max Brod.

Escribió también relatos y una importante colección de aforismos, cartas y diarios.

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KAFKA EN EL CINE • • • • • • • • • • • • •

El proceso - Orson Welles (1963) The Castle - Rudolph Noelte (1968) Informe para una academia - Carles Mira (1975) The metamorphosis of Mr. Samsa - Caroline Leaf (1977) Informe per a una acadèmia - Quim Masó (1989) Kafka, la verdad oculta - Steven Soderbergh (1991) El proceso - David Jones (1993) La Metamorfosis de Franz Kafka - Carlos Atanes (1993) Amerika - Vladimir Michalek (1994) Das Schloss - Michael Haneke (1996) La metamorfosis - Josefina Molina (1996) Metamorfosis - Fran Estévez (2004) El deseo de ser piel roja - Pablo Di Luozzo (2006) LA METAMORFOSIS

Narra la historia de Gregorio Samsa, un comerciante de telas que vive con su familia a la que él mantiene con su sueldo, quien un día amanece convertido en una criatura no identificada claramente en ningún momento, pero que tiende a ser reconocida como una especie de cucaracha gigante. En ocasiones el título es traducido como La transformación. Esto se debe a que en cualquier diccionario de alemán, la voz Verwandlung corresponde a "cambio", "transformación", "conversión", "reducción", "mutación", y solo como "Metamorfosis" cuando apunta al lenguaje de la mitología clásica. De hecho, la palabra en alemán para denominar Metamorfosis, es Metamorphose, término que registra claramente su equivalencia. Esto supone además, la existencia de otro sustantivo con valor semántico independiente. Por ello, y además, optar por la palabra metamorfosis podría significar elegir un sustantivo muy concreto y atinente a cierto sector de la literatura, como es en este caso, la griega. SOBRE LA NOVELA En su libro The Commentator's Despair (La desesperación del comentarista) Stanley Corngold da cuenta de más de 159 interpretaciones. Entre las más obvias están las referidas al trato de una sociedad autoritaria y burocrática hacia el individuo diferente, donde este queda aislado e incomprendido ante una maquinaria institucional abrumadora y monótona que ni él comprende ni esta lo comprende a él. Otros temas incluyen el de la soledad de las relaciones rotas y las esperanzas desesperadas y poco realistas que crea tal aislamiento. Biblioteca Pública de HUELVA Avda. Martín Alonso Pinzón, 16 · 21003 Huelva ℡ 959 650 397  959 650 399  [email protected]

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Algunos autores han querido ver también en esta historia, a un mismo tiempo absurda, cruel, conmovedora y con pinceladas cómicas, una alegoría de las diversas actitudes que toma el ser humano ante la enfermedad grave e irreversible y de cómo a pesar de todo, la vida continúa. Una interpretación reconocida se refiere a la identidad desdoblada de Kafka, quien por un lado siente nostalgia por la identidad judía de sus abuelos y por otro siente que no logra hacer pie en el mundo "gentil" de Praga a la que pertenece su padre. Otra interpretación podría ser la de que la obra plasma el egoísmo humano ante el bienestar de los demás. Esto lo podemos identificar en la obra en la situación en la que se encontraba Gregorio, ya que sobre él recaía todo el peso de mantener económicamente a su familia. Cuando la situación cambia es la familia la que tiene que hacerse cargo de Gregorio, ésta rehúye responsabilidades dejándolo morir. También se dice que Kakfa escribió La metamorfosis en forma de autobiografía, obviamente tergiversada, autobiografía de sus sensaciones anímicas y de un exagerado percibir físico. Precisamente el apellido del personaje, "Samsa", es a su vez similar del propio "Kafka", con el cambio de consonantes correspondientes.

PARA SABER MÁS SOBRE EL AUTOR http://www.geocities.com/Athens/9505/kafka.html http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1878 http://www.kafka.org/ FUENTES http://es.wikipedia.org/wiki/franz_kafka

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