La Marcha De Los Topos

La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno ROLANDO ALVAREZ LJUBA BUSTOS SANDRA MOLINA KLAUS STUVEN La Marcha De Los Topos U...
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La Marcha De Los Topos

Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

ROLANDO ALVAREZ LJUBA BUSTOS SANDRA MOLINA KLAUS STUVEN

La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

© Ong ICAL / FRL Primera edición 2007 Registro de propiedad intelectual nº 167.572 Texto: Rolando Alvarez Vallejos Diseño y diagramación: Ljuba Bustos Lira Ilustraciones: Klaus Stuven Di Pede Coordinación: Sandra Molina Molina Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Avenida Ricardo Cumming 350, Santiago de Chile Fono (56-2) 6985844 Web:www.ical.cl

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Índice

Presentación............................................................................ pág. 5 Prefacio.................................................................................... pág. 7 Introducción............................................................................. pág. 9 Los orígenes en la colonia (Siglos XVI - XVIII)......................... pág. 12 Chile independiente y el proyecto capitalista de dominación oligárquico (1810-1920) ............... pág. 15 La resistencia popular: las mutuales y la cuestión social (1851-1890)........................ pág. 19 El movimiento obrero en la pampa salitrera: anarquismo y socialismo (1890-1920).................................... pág. 24 La crisis de la dominación oligárquica y la reforma del Estado en Chile (1920-1938)............................ pág. 29 La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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Industrialización del país y el movimiento popular: (1938-1946) ...........................................................................pág. 33 Crisis de la industrializacion y radicalizacion política (1955-1970) ...........................................................................pág. 36 El gobierno de la Unidad Popular .......................................pág. 42 La Dictadura Militar (1973-1990) .........................................pág. 48 Epílogo .................................................................................pág. 55 Bibliografía ..........................................................................pág. 57

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PRESENTACIÓN

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l Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL), con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo de Alemania, ha desarrollado desde el año 2002 un proyecto de Escuela Sindical, en la perspectiva de fortalecer las organizaciones sindicales desde un ángulo crítico al actual modelo socio-económico vigente en Chile. Para ello, se ha implementado un trabajo formativo que, desde una perspectiva teórico-práctica y recogiendo la experiencia de la educación popular como metodología de trabajo, ha recibido la participación y el aporte de dirigentes y dirigentas de distintos puntos del país. Junto a ellos hemos propiciado aprendizajes que tienen como objeto fortalecer sus organizaciones y luchas cotidianas.

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Una gran cantidad de trabajadores y trabajadoras han pasado por ella, y en base al intercambio crítico sobre sus resultados, surgió la idea de elaborar un material didáctico que acercara el conocimiento a los sectores populares. Así, la demanda por un texto de historia que resumiera de manera ágil y amena los éxitos y fracasos del movimiento popular chileno, se convirtió en una de las peticiones más frecuentes de los y las asistentes a las escuelas sindicales de ICAL. De esta forma, y como fruto de un esfuerzo desarrollado durante el año 2007, nuestro Instituto pone a disposición de las organizaciones populares este material, con el objetivo que sea útil para su trabajo de construcción de un tejido social crítico, capaz de responder y construir alternativas a las dominantes. De manera lúdica, expresado en el material gráfico que compone el libro, pero intentando ser riguroso en la reconstrucción del pasado, “La marcha de los topos. Una historia del movimiento popular chileno” aspira convertirse en una herramienta más para repensar el pasado y el futuro de Chile. Esperamos, igualmente, contribuir tanto a los procesos formativos de los dirigentes y dirigentas sociales de hoy y mañana, como también aportar desde una mirada histórica a la construcción de una sociedad más justa, participativa y democrática. Finalmente, nuestro reconocimiento a la Fundación Rosa Luxemburgo, que posibilita el desarrollo de esta iniciativa y, especialmente, a los y las participantes de la Escuela Sindical que con su valioso aporte retroalimentan a diario su desarrollo.

ICAL, diciembre de 2007 6

PREFACIO

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l historiador Gabriel Salazar ha planteado que el sentido de la historia y de la identidad propia es una labor autogestionada por los sujetos. En el caso de la memoria social de los sectores populares, esta no está determinada solo por la “memoria oficial” que se intenta imponer “desde arriba”, desde los sectores dominantes. Esta versión oficial del pasado ha intentado acribillar la memoria social popular, nos dice Salazar, con supuestos hechos objetivos que intentan borrarla de la historia. Sin embargo, fuera del control de las clases dominantes, los recuerdos del bajo pueblo hicieron su camino por debajo de la memoria oficial, generando “memoria para la acción”. Es decir, los sectores populares conspiran y preparan la resistencia interpretando autónomamente su pasado, asignándole un significado propio, distinto al oficial. En base a estos recuerdos surge la acción colectiva y asociativa popular, la resistencia y las demandas por una vida digna. Estos hechos no recogidos por la historia oficial pero si por la memoria social popular, Salazar los ha comparado con los topos, porque recorren -a veces imperceptiblementeLa Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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por debajo de la memoria oficial los caminos de la memoria popular, la cual se alimenta de ellos para dar forma a su accionar alternativo. Esta historieta intentará describir a estos topos, representantes de lo que los sectores dominantes quisieran que los sectores populares nunca recordaran para así eternizar su dominación.

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INTRODUCCIÓN

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xiste un sentido común de creer que la historia de Chile es una sola y que ya fue escrita. Con la llegada de los españoles, más tarde con la Independencia y luego con los próceres de la República, la historia de nuestro país parece que hubiese sido protagonizada por “grande personajes”. Nombres como O’Higgins, Carrera, Portales, Bulnes, Balmaceda, Alessandri, Frei entre muchos otros, pareciera que por arte de magia, determinaron la suerte de un país. Esto resulta por lo menos extraño, cuando cualquier persona se percata que la mayoría de los chilenos y chilenas quedan ausentes de estos relatos heroicos, que exaltan supuestos valores nacionales en la que todos nosotros estaríamos incluidos. En estas historias oficiales, difundidas masivamente de diversas maneras (por fascículos en la prensa de derecha, en folletos para hacer tareas para los escolares, etc.),

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han terminado por convertirse para el sentido común de millones de chilenos, en “la” historia de Chile. En ella, son debidamente silenciados los conflictos, abusos, injusticias, desigualdades y las luchas por emanciparse que desde siempre, distintos sectores de chilenos y chilenas han desplegado. Así, el nombre de una batalla o de una “obra” de tal o cual presidente siempre es más mencionado que el de una matanza o huelga obrera. En esta pequeña historieta, que pretende divulgar de una manera didáctica y entretenida una mirada distinta de la historia de Chile, pondremos de cabeza a la historia oficial, y narraremos las venturas y desventuras ya no de las minorías, sino de las personas que con su trabajo y existencia cotidiana, han dado forma a la historia de Chile. Partimos aclarando esto, ya que es necesario tener claro que no existe la historia objetiva, en el sentido que sea posible dejar a todos conformes. Así como lo ocurrido en 1973 es fuente de diferencias irreconciliables hasta el día de hoy, igual cosa pasa con muchos otros pasajes de nuestra historia. Por este motivo, son de tal magnitud las diferencias de miradas e interpretaciones sobre el pasado de nuestro país, que es posible afirmar la existencia de “otra historia”, la de las mayorías, la de l@s explotados, l@s marginados, l@s olvidados, l@s pobres, en fin, l@s chilen@s de carne y hueso. Cuando hablamos de una historia del movimiento popular, es necesario explicar un par de cosas. Primero que esta historieta busca dar a conocer a quienes dentro de los sectores populares, se han organizado para hacer frente a las adversidades laborales, de vida o a cualquier tipo de carencia. De ahí que la palabra movimiento hace referencia a los que se mueven, a los que hacen algo, no importa qué, para 10

crear lazos de solidaridad, resistir y algunos, querer transformar la realidad. Y decimos “popular”, porque veremos que han sido múltiples sectores sociales los que se han abocado a esta tarea de “moverse” en la historia. Por este motivo, no hemos querido hablar de “movimiento obrero”, pues esto reduce nuestra historia a solo un sector del mundo popular, sin duda importante, pero no el único. Así, artesanos, obreros, dueñas de casas, niños, arrendatarios, pobladores, campesinos, inmigrantes, entre tantos otros, son quienes dan vida a esta historia invertida, a la historia de la gente corriente, a la historia real de millones de compatriotas. Esta historieta, al centrarse en los sujetos populares, optará por hacer unas divisiones históricas basadas en cómo estos se comportaron ante las oleadas de cambios políticos y económicos que el desarrollo capitalista ha producido en nuestro país. Un primer corte comprenderá desde mediados del siglo XIX, cuando se produjeron los primeros movimientos populares, hasta 1891, fecha que consagra la unidad de las experiencias populares, en el contexto del inicio de la época oligárquica, la que se alarga hasta 1938. Durante esos casi cincuenta años, el movimiento popular desarrolló múltiples experiencias de organización y resistencia, reclamando desde fuera del aparato estatal una sociedad más justa. A partir de 1938 y hasta el triunfo de la Unidad Popular, se produce un proceso de integración de algunos integrantes del mundo popular –los obreros- al aparato estatal. El beneficio que esto les reportó, no se manifestó de igual manera para el resto de los sectores populares, apareciendo de la mano del proceso industrializador una nueva marginalidad urbano-popular: los pobladores. Asimismo, el campesinado irrumpe en esta época como protagonista, pugnando por ser oídos tras siglos de marginación. Entre 1970 y 1973, los sectores populares se unieron en torno a un proyecto que parecía cumpliría sus demandas de décadas. Sin embargo, errores propios y la conspiración opositora, dio al traste con estos sueños. Finalmente, la dictadura militar iniciada en 1973 fue la expresión de la derrota de un proyecto popular y la adaptación a nuevas condiciones de vida. La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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LOS ORIGENES EN LA COLONIA (SIGLOS XVI al XVIII) Cuando los españoles llegaron al territorio que hoy denominamos “Chile”, se encontraron con numerosos habitantes originarios de estos lugares. En el norte, a la altura de Calama, estaban los “Lican antai” o “atacameños”. Más al sur, en el “Norte Chico”, los “diaguitas”. Llegando al valle del río Mapocho y hasta la isla de Chiloé se ubicaban un conjunto de pueblos que hablaban una lengua en común –el mapudungun- y que si bien tenían otras características culturales en común, se dedicaban a distintas actividades económicas de acuerdo a su ubicación geográfica. Ubicados de cordillera a mar, los mapuches dominaban lo que hoy conocemos como el valle central y el sur de Chile. Carentes de una organización centralizada, a pesar de ello se caracterizaron por ofrecer una feroz resistencia a los conquistadores españoles. Estos primeros habitantes originarios de la faja de tierra conocida hoy como Chile, poseedores de sofisticados sistemas de organización socioeconómica y visiones de mundo, deben ser considerados la primera fuente del origen de los sectores populares en Chile. Luego de un siglo XVI en donde la lucha entre mapuches y españoles no se terminaba de definir, en 1598, luego del triunfo mapuche en Curalaba, se comenzó a estructurar el formato que dio origen al Chile tradicional. En efecto, luego de lo que ellos llamaron “desastre de Curalaba”, los españoles decidieron establecer la frontera con los mapuches en el río Bío-Bío. Así, la actividad económica fundamental de la colonia pasó a ser la agricultura y la ganadería, quedando atrás la efímera explotación de lavaderos de oro. A partir del siglo XVII

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y XVIII la “Hacienda” pasó a ser el eje de la actividad política, económica y social del reino de Chile. La hacienda se caracterizó por conformarse por grandes extensiones de tierra, en manos de un propietario (“patrón”), que la explotaba con el objetivo de exportar sus productos a los mercados coloniales, fundamentalmente al Virreynato del Perú. En su génesis, la hacienda se compuso obligando a mujeres, hombres y niños mapuches a instalarse en ella. Fue en este espacio físico en donde se produjo la mezcla entre conquistados y conquistadores, proceso conocido como “mestizaje”. El nombre que recibieron los habitantes de la hacienda fue “inquilino”, campesino que podía ocupar la tierra junto a su familia a cambio de trabajar las de su patrón. La relación entre ambos era del tipo paternalista, es decir, una vinculación directa y personal, en donde los inquilinos se encontraban subordinados a la dominación patronal. Además, en este Chile tradicional, anterior al desarrollo del capitalismo moderno, no predominaban las relaciones salariales. Junto a los inquilinos, existían, con distintos grados de independencia, una gama de labradores-arrendatarios y peones residentes, que aprovechando el auge exportador del trigo, vendían su pequeña producción a los mercaderes criollos Además, existía una faja de peones residentes, que perdían su independencia a cambio de algún tipo de regalías (alimentación, lugar para arrancharse). Sin embargo, durante la colonia, predominó la La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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dominación de los patrones de las haciendas, que presionaron exitosamente a los pequeños productores independientes, terminando por abortar su proyecto productivo autónomo, quedando reducidos a mano de obra barata para el trabajo en la hacienda. La frustración que esta situación provocó en estos sectores, explica porque no debemos pensar al mundo campesino colonial como un escenario de dominación pasiva. Por el contrario, a través de diversas maneras expresaron su descontento, abarcando desde los ingeniosos cuentos y refranes populares, pasando por las fiestas paganas, llegando hasta el bandolerismo, muy admirado entre los populares por su osadía y atrevimiento.

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CHILE INDEPENDIENTE Y EL PROYECTO CAPITALISTA DE DOMINACIÓN OLIGARQUICO (1810-1920) Hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX, la capitanía general de Chile, al igual que las otras colonias españolas en América Latina, se vio golpeada por la noticia de la detención del rey de España –Fernando VII- por las fuerzas del ejército francés comandadas por Napoleón Bonaparte. Como sabemos, este hecho ocurrido en 1808, desencadenó lo que corrientemente llamamos “la guerra de Independencia”. Acostumbrados al discurso oficial, normalmente no nos fijamos que “nuestros” héroes pertenecían o estaban relacionados a los sectores más acomodados de la sociedad criolla de la época. Entonces, ¿cuál fue el real significado de la Bernardo O ´Higgins Riquelme Independencia de Chile?. ¿qué papel jugaron los sectores populares?. Desde el punto de vista del sistema económico y de la dominación de los sectores más poderosos ante los débiles, no se registraron cambios. En efecto, con la Independencia, el modelo económico basado en la exportación de materias primas fuera del territorio, se profundizó, al conectarse e l naciente estado chileno con el desarrollo José Miguel Carrera del capitalismo europeo. Por otro lado, las clases dominantes tradicionales del país –los terratenientes propietarios de la hacienda- no vieron modificada su situación privilegiada dentro de la sociedad chilena. Por el contrario, se confirmó su dominación ,acrecentándose sus posibilidades de enriquecerse, al liberarse de la tutela y control del Estado español y desarrollar Manuel Rodríguez La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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libremente sus redes comerciales con las potencias económicas de la época. Es más, al expandirse los negociados capitalistas, surgieron “nuevos ricos” en el Chile republicano, asociados a la exportación de la plata y el cobre, lo que unido a la llegada de los comerciantes extranjeros, terminó por constituir en la segunda mitad del siglo XIX a la clase oligárquica chilena. De esta manera, la Independencia de Chile tuvo las características de una guerra civil entre las clases dominantes, en donde los sectores populares tuvieron un papel secundario. En el caso de los mapuches fue similar, pues prácticamente funcionaban como una administración aparte con el reconocimiento implícito de la Corona española. Por esto, la Independencia significó un quiebre profundo dentro de la elite dominante, en donde la Iglesia jugaba un papel muy conservador, pero en ningún caso la emancipación y justicia social para la mayoritaria población agrícola de Chile. A partir de la década de 1830, cesado a sangre y fuego el conflicto entre las clases dominantes, Chile comenzó un largo proceso de expansión económica, terminado 100 años más tarde con el colapso final del ciclo salitrero. Durante este largo periodo, el país vivió un notable proceso de modernización, demostrando las clases dominantes chilenas una enorme capacidad para producir riqueza. Dieron cuenta de este proceso las grandes construcciones viales, l a aparición de adelantos 16

tecnológicos, como el ferrocarril y la energía eléctrica, la expansión de la educación especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, el crecimiento urbano y la mecanización de los aparatos productivos. Pero el desarrollo del capitalismo se reflejó también en el expansionismo territorial del Estado chileno durante el siglo XIX. En efecto, el aumento del volumen comercial de los negocios capitalistas, junto a la primera crisis mundial del capitalismo, durante la década de 1870, fue el marco en que Chile terminó de constituir su territorio. Por una parte, la mal llamada “Pacificación de la Araucanía”, no fue sino la incorporación mediante un verdadero genocidio y saqueo de las productivas tierras mapuche a la lógica del modo de producción capitalista chileno. Así, el ejército chileno actuó como la herramienta a través de la que se usurpó a los mapuche su territorio. Por otra parte, instigados por los intereses empresariales de los capitalistas chilenos –y avivados por el imperialismo inglés- el Estado chileno se embarcó en una guerra expansionista en función de conquistar la riqueza salitrera en las entonces provincias bolivianas y peruanas de Antofagasta y Tarapacá. Sin embargo, a contrapelo de la imposición del proyecto de dominación capitalista y producto de su proceso de expansión, los sectores populares sufrieron la pérdida de sus formas tradicionales de vida, expresado en la imposición del desarraigo social y económico de la población. El naciente moderno capitalismo chileno necesitaba para su expansión una mano de obra igualmente moderna. ¿Qué significaba esto?. Que el antiguo peón independiente, el labrador-arrendatario, unidos a los inquilinos expulsados de la hacienda producto de la modernización de la La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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producción agrícola, debieron ser obligados a asumir una nueva disciplina laboral: la proletarización. Esto implicaba acostumbrarse a trabajar por un salario, cumplir un horario rígido y perder el contacto directo con lo que se producía. Los trabajadores de las crecientes ciudades, denominados “gañanes” (mano de obra no calificada), se resistieron a esta transformación que traía consigo el fin de su vida libre y por lo general licenciosa.

Gabriel Salazar ha señalado que la transformación de labrador y peón a proletario, puede ser considerado el hecho central que cruzó la historia social de Chile durante el siglo XIX. Este proceso fue parte –dice Salazar- de la lucha entre el proyecto capitalista de las clases dominantes y el proyecto popular, productivo y autonómico, orientado a los mercados locales y no foráneos. Por su parte, los artesanos –o trabajadores manuales- que también subsistían en base a su propia producción y venta a escala local, finalmente sucumbieron ante el libre mercado con el extranjero, que provocó la bancarrota del artesanado en Chile y su consiguiente proceso de proletarización. 18

Todo lo anterior, explica por qué en la historia del movimiento popular chileno, la resistencia contra la dominación no debe ser reducida solo a ciertos integrantes de este movimiento. Tradicionalmente, los historiadores hablaban de la “Historia del movimiento obrero”, reduciendo las experiencias anteriores a la aparición de los asalariados solo a precursores o meros antecedentes. Sin embargo, hoy se reconoce que el movimiento obrero fue un heredero de una tradición de resistencia y proyectos alternativos que se remontan a tiempos remotos. Es decir, con los obreros no se inició la resistencia a la dominación, sino que fue un eslabón –sin duda muy importante- de una larga marcha anterior.

LA RESISTENCIA POPULAR: LAS MUTUALES Y LA CUESTION SOCIAL (1851-1890) Luego de la Independencia, los primeros rastros de organizaciones se encuentran entre los artesanos. Estos trabajadores manuales, perjudicados

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por las políticas económicas basadas en el “libre mercado” con el capital extranjero, sentían la necesidad que se tomaran medidas que protegieran su actividad. En medio de los conservadores gobiernos de José Joaquín Prieto y Manuel Bulnes, los artesanos comenzaron a demostrar su malestar. Este cristalizó con ocasión de la coyuntura de las elecciones presidenciales que se celebrarían en 1851. Un año antes, frente a la inminente designación de Manuel Montt como candidato presidencial del oficialismo, surgió la Sociedad de la Igualdad, primera organización que incluyó entre sus integrantes a personas pertenecientes a los sectores populares, en este caso artesanos. Zapateros, sastres, talabarteros, carpinteros, entre otros, se incorporaron a la Sociedad de la Igualdad, que pese a su efímera existencia (duró solo 9 meses), debe ser considerado el inicio de las experiencias asociativas de los sectores populares en Chile. Sus inspiradores fueron dos personajes provenientes de la elite dominante, Francisco Antonio Bilbao y Santiago Arcos. Testigos presenciales de la revolución francesa de 1848 y opositores al autoritarismo que se vislumbraba traería consigo un eventual gobierno de Manuel Montt, Bilbao y Arcos representaron un discurso político que exigía se cumpliera lo que se prometía. En efecto, la Constitución de 1833 se inspiraba en el liberalismo político, cuyos contenidos se resumían en el supuesto imperio de la libertad, igualdad y confraternidad entre todos los habitantes del país. Como ello era un mero discurso que no tenía relación con la realidad, la Sociedad de la Igualdad exigió se cumplieran las promesas democratizadoras. Esto es lo que el historiador Sergio Grez ha denominado el “liberalismo popular”, que se extendió a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Como lo ha planteado la historiadora María Angélica Illanes, esto explica que 20

el proyecto político de los sectores populares chilenos tuvo desde sus orígenes la aspiración de la profundización democrática. Los “igualitarios”, luego de realizar una consulta entre sus asociados, inaugurando de paso una práctica de democracia de base dentro del movimiento popular, se abocaron a dos tareas: por un lado, promover la educación entre los socios y, por otro, proponer un proyecto de ley que creara los “montes de piedad”, es decir, un fondo de ayuda para los trabajadores. Luego de la disolución de la Sociedad de la Igualdad en 1851, determinado por los conflictos políticos que desembocaron en la guerra civil de ese año, estas dos demandas fueron retomadas por el movimiento mutualista, primero propiamente popular en la historia de Chile. Las sociedades de socorros mutuos desplegaron especialmente a partir de la década de 1860 estas dos actividades. Rechazado en el parlamento oligárquico los “montes de piedad”, las sociedades de socorro mutuo vinieron a rellenar la ausencia de la ayuda estatal. Basadas en el principio de la solidaridad, las mutuales acumulaban los fondos aportados por los socios, los que se repartían en caso de necesidad de éstos o su familia. Por otra parte, la preocupación por la educación derivó en lo que se denominó el proyecto de “regeneración del pueblo”, que traspasó desde las organizaciones de los artesanos a las obreras, convirtiéndose en otro de los principios fundantes del movimiento popular chileno. Así, la lucha contra los “vicios”, como el juego, la prostitución y el alcoholismo, junto a la tarea de auto-educarse, estuvieron en la génesis de las tradiciones organizativas populares en Chile. La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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El Norte Grande, incorporado a Chile luego de la Guerra del Pacífico, fue la cuna del proletariado chileno. Fue allí en donde se produjo la venta de la fuerza de trabajo de las personas a cambio de un salario, la separación entre el trabajador y el producto de su labor y el reconocimiento del carácter irreversible de este proceso. En efecto, ahora la protesta contra las condiciones de trabajo no sería la fuga o el robo, sino que la exigencia de reconocimiento d e los derechos de las personas. Es decir, a fines del siglo XIX, surgió en el Norte Grande la protesta “moderna” contra la explotación capitalista, simbolizada por los sindicatos y gremios que utilizaron el pliego reivindicativo y la huelga como forma de lucha. En este sentido, la huelga general de 1890, iniciada en Iquique por el Gremio de Jornaleros y Lancheros, representa el inicio de esta nueva era del movimiento popular chileno. En ella, se superaba la tradición mutualista, al incorporar la huelga como forma de lucha, aunque se preservaban sus tradiciones solidarias y de “regeneración del pueblo”. Este proceso se produjo en el marco de lo que las clases dominantes denominaron como “la cuestión social”. En efecto, desde las últimas décadas del siglo XIX, el aumento de habitantes en las ciudades junto a la proletarización de la mano de obra, generó hacia el 1900 lo que se ha denominado como “la crisis de la sociedad popular”. No solo desarraigados de sus tradiciones, sino que sometidos a un creciente empobrecimiento de sus condiciones materiales de existencia, esta crisis 22

social se manifestó de múltiples maneras. Una de las más evidentes era el problema de la vivienda en las ciudades. Los conventillos, en donde hacinadamente departían hombres, mujeres y niños, se convirtieron en sinónimos de enfermedades, violencia intra-familiar y enfermedades sociales como el alcoholismo. La higiene pública, en ciudades casi sin red de alcantarillado, era un problema dramático. Montañas de basura, carencia de agua potable y atención médica, provocaba que las enfermedades se convirtieran en epidemias incontrolables. Por otro lado, los bajos salarios eran la tónica, unido a la actitud especulativa de los dueños de los conventillos, que cobraban altos precios por el arriendo de estos precarios “hogares”. Especialmente dramática era la situación de la mujer pobre, la que si lograba trabajar en los nacientes sectores industriales, recibía un salario que apenas llegaba a la mitad que el de los hombres. Por ello, ante la obligación de cuidar a sus hijos, trabajaban en sus conventillos. Así el oficio de la mujer popular fueron las cocinerías y lavanderías, recibiendo una escasa remuneración.

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EL MOVIMIENTO OBRERO EN LA PAMPA SALITRERA: ANARQUISMO Y SOCIALISMO (1890-1920) Mientras tanto, en el Norte Grande los trabajadores de la pampa, si bien beneficiados por salarios más altos que los existentes en el Valle Central de Chile, se veían sometidos a arbitrariedades y abusos que incubaban el descontento. El salario no era cancelado con dinero sino fichas, que solo podían ser utilizadas en la oficina en donde trabajaban; los hirvientes “cachuchos”, en donde se refinaba el caliche para extraer el salitre, solían convertirse en lugares donde los pampinos encontraban horrible muerte; los estibadores del puerto eran forzados a cargar pesadas cargas de salitre, entre otras problemáticas. Toda esta situación se veía agravada por la actitud indiferente de la mayoría de la clase dominante, que reunida en el parlamento, más allá de discursos para la galería, en la práctica no se preocupó por aprobar leyes sociales que mitigaran los problemas de las clases explotadas. En este marco, no debe extrañar la aparición de la protesta social representadas por excelencia por las huelgas. En 1890 estalló la considerada primera huelga general de l a historia de Chile, iniciada por los trabajadores del puerto de Iquique y que escalonadamente se extendió al resto del país. En las décadas siguientes, numerosos movimientos de protesta sacudieron a todo Chile. 24

Asimismo, durante la última década del siglo XIX y la primera Alejandro Escobar y Carvallo del XX, se comenzaron a desarrollar entre los sectores populares ideologías que reivindicaban la emancipación de los sectores populares. La primera de ellas fue el anarquismo,que en el caso de Chile se caracterizó por la existencia de distintas corrientes. La que tuvo mayor influencia en Chile fue el llamado anarco-sindicalismo. Este repudiaba la intervención de las organizaciones populares en la política parlamentarista y oligárquica, por lo que nunca se presentaron a las elecciones a regidores o diputados. Consideraban que el arma fundamental de lucha de los trabajadores era la huelga, la cual promovían por medio de las Sociedades de Resistencia, que agitaban los movimientos de paralización laboral mientras estos transcurrían. Por otra parte, los anarquistas crearon los “Centros de Estudios sociales”, en donde promovían la educación de los trabajadores, como forma de generar conciencia entre los trabajadores. Hacia fines de la década de 1910, se conformó la “Internacional World Workers”, más conocida por su sigla IWW, que encabezó numerosas movilizaciones populares y representó un momento de desarrollo mayor del la “Idea” anarquista en Chile. Tuvieron influencia especialmente entre los trabajadores portuarios y las organizaciones de artesanos. Luis Olea A diferencia de otras partes, como en la Argentina en donde la presencia de extranjeros fue característica, el anarquismo logró una importante inserción en la base social de las organizaciones obreras producto que sus principales dirigentes fueron chilenos, tenían una trayectoria como dirigentes sociales reconocidos y que supieron introducir dosis de pragmatismo a Magno espinoza la teoría anarquista, facilitando la llegada con los trabajadores. Alejandro Escobar y Carvallo, Luis Olea y Magno Espinoza fueron algunos de los más característicos dirigentes anarquistas, que Luis Emilio Recabarren La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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fundaron numerosos periódicos, centros de estudios sociales y encabezaron huelgas contra la dominación patronal. La otra vertiente que tuvo una presencia importante al interior del movimiento popular fue el socialismo. Su principal dirigente fue Luis Emilio Recabarren, tipógrafo de oficio y militante del Partido Demócrata desde la última década del siglo XIX. Decepcionado de la línea pro oligárquica que este partido siguió, junto a otros, fundó en junio de 1912 el Partido Obrero Socialista (POS), considerado el primer partido obrero de la historia de Chile. Años más tarde, en 1922, el POS cambió su nombre por Partido Comunista de Chile. Pero la labor de Recabarren fue multifacética. Entroncado con la tradición del movimiento popular, fue u n entusiasta promotor de la “regeneración del pueblo”. Promovió la educación popular, contribuyendo con ella a través de charlas que daba para las organizaciones sociales a lo largo de Chile. Asimismo, fue un difusor de la prensa obrera, fundando numerosos periódicos. El más conocido de todos fue El Despertar de los Trabajadores, creado en Iquique y que fue la voz oficial del POS y la FOCH durante c a s i quince años. En sus numerosos escritos de prensa, junto con denunciar la explotación capitalista y las injusticias sociales en Chile, interpelaba al pueblo a autoeducarse y no 26

dejarse arrastrar por los vicios sociales, especialmente el alcoholismo, los juegos de azar y la prostitución. Durante aquellos años se promocionó entre los integrantes de las organizaciones de trabajadores la creación de filarmónicas, bibliotecas y compañías de teatro. Para “don Reca”, como le decían sus cercanos, la necesidad de dignificar a los trabajadores y trabajadoras, partía por la transformación individual. Por la dificultad que implicaba esta tarea, ganar conciencias no fue fácil, y muchas veces “don Reca” reclamó por la lentitud de los ritmos de la lucha contra las injusticias. Otra tarea que impulsó Recabarren fue la lucha político-electoral. A diferencia de los anarquistas –con quienes tenía duras polémicas por este tema- “don Reca” era un convencido que la lucha electoral era un espacio que podía ser ocupado por los sectores populares para denunciar los abusos de los capitalistas. Electo diputado en 1906 por Antofagasta, cuando aun militaba en el Partido Demócrata, fue despojado de su cargo. Más tarde fue candidato presidencial en 1920, cuando el populista líder de los sectores dominantes Arturo Alessandri Palma logró concitar respaldo popular. Solo en 1921 logró ser electo por primera vez diputado, junto al dirigente del POS Luis Víctor Cruz. La lucha sindical fue otro espacio fundamental en donde Recabarren y su generación desarrolló su quehacer político-social. En la década del 1900, la actividad de las mancomunales fue decisiva para la creación de conciencia de clase entre los trabajadores organizados. Junto con la creación y colaboración con cientos de sindicatos, un aporte decisivo fue la transformación de la Gran Federación de La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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Obreros de Chile, de origen mutualista, en la Federación de Obreros de Chile, la FOCH, que en 1919 se declaró partidaria de sustituir el capitalismo por el socialismo. De esta manera, el movimiento sindical adquirió una connotación revolucionaria, que buscaba un sistema político alternativo al instaurado por las clases dominantes. De esta manera, dirigida por anarquistas, socialistas y dirigentes sindicales proletarios, la época comprendida entre los últimos años del siglo XIX y la década de 1920, ha sido llamada “el período heroico” del movimiento popular chileno. En efecto, ante una clase dominante que mayoritariamente desconoció la existencia de la “cuestión social” y que utilizó básicamente la represión para detener el descontento social, miles de hombres,

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mujeres, niños y niñas, fueron asesinados por la metralla de los gobiernos oligárquicos. Son tristemente famosas las matanzas de la Escuela “Santa María” en Iquique (1907), San Gregorio (1921) y La Coruña (1925), todas ocurridas en el Norte Grande. Pero otras movilizaciones populares fueron igualmente sanguinarias, como la de Valparaíso en 1903, la “huelga de la carne” en Santiago durante 1905, entre otras. Asimismo, masivas movilizaciones sacudieron Chile en aquellos años, como las protagonizadas en Santiago por la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN) entre 1918 y 1919. En ellas, miles de personas –entre 60 a 100 mil- se manifestaron contra las alzas de precios de productos básicos y el flagelo del hambre. Este conjunto de movilizaciones, multiplicada por cientos de miles durante el período, unido a una crisis económica generada por los cambiantes precios del salitre, provocaron que alrededor de 1920 se creara un indesmentible clima de crisis nacional. Era la constatación que el régimen dominante en Chile vivía sus últimos días. Reforma o revolución serían las alternativas que coparon la agenda política chilena durante la década de los años veinte.

LA CRISIS DE LA DOMINACIÓN OLIGÁRQUICA Y LA REFORMA DEL ESTADO EN CHILE (1920-1938) Desde la segunda mitad del siglo XIX, en Chile se había consolidado en el poder un régimen oligárquico. Sus características fundamentales fueron su carácter excluyente, en el sentido que los beneficios de la acumulación de la riqueza se concentró en la minoría gobernante. La anexión al Estado chileno de la riqueza salitrera mediante la Guerra del Pacífico (1879-1883), significó que cuantiosos recursos económicos vinieron a repletar las arcas fiscales. Parte de esa riqueza se gastó en obras de modernización urbana y vial, y activó otras áreas de la economía chilena, como la agricultura. Sin embargo, existe consenso entre los historiadores en

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señalar que la oligarquía capitalista explotó y se benefició del trabajo de la mayoría del país. La oligarquía, compuesta por la fusión de intereses entre los terratenientes, los propietarios del sector minero y los comerciantes extranjeros, intentó durante los llamados años de la “República Parlamentaria” (1891-1920) sostener en el tiempo sus privilegios políticos y económicos. Incluso los sectores tímidamente reformistas dentro de las clases dominantes, como José Manuel Balmaceda, que intentó liberalizar el mercado monopolizado por algunos capitalistas británicos y realizar algunas medidas redistributivas de la riqueza, fueron avasallados por la fuerza de las armas. La guerra civil de 1891, con su imponente cifra de 10 a 15 mil muertos, es reflejo de la decidida acción de las clases dominantes en defensa de sus intereses. Sin embargo, las contradicciones de clases se fueron haciendo más notorias y la activación de la lucha entre ellas, dejó en evidencia la necesidad –de acuerdo a la convicción de algunos sectores dominantes- de reformar el estado oligárquico. La elección presidencial de 1920 entre Arturo Alessandri, representante de la Alianza Liberal, y Manuel Barros Borgoño, a nombre de la 30

conservadora Unión Nacional, simboliza el enfrentamiento entre las posturas reformistas y reaccionarias dentro de las clases dominantes. El triunfo de Alessandri fue el anuncio del fin del Estado oligárquico. Esto se produjo por la presión de militares reformistas, encabezados por Carlos Ibáñez del Campo, que visualizaban que al no modificarse el orden oligárquico, la opción revolucionaria podría ganar fuerzas dentro de los sectores populares. Así, en 1924 se aprobaron las primeras leyes sociales, que incluyó la legalización de la huelga y la creación de tribunales de arbitraje, entre otras. Esto se vio complementado cuando en 1931, bajo la dictadura de Ibáñez, se aprobó el Código del Trabajo, que con reformas, estuvo vigente hasta los tiempos de la dictadura militar de Pinochet. Esta ampliación del sistema social y político, basado en la modificación del Estado liberal por otro con sentido social, se efectuó en un contexto político y social agitado por la lucha de clases. La represión contra los sectores populares organizados fue la tónica durante la dictadura de Ibáñez (19271931), que se jugó por un proyecto de integración social regulado, que buscaba terminar con el conflicto de clases. A los comunistas les tocó vivir su primera clandestinidad y ocultarse para evitar la acción de la policía. A fines de 1932 asumió nuevamente la presidencia de Chile Arturo Alessandri Palma, cuyo régimen consolidó los cambios en el orden estatal, abriendo camino a la institucionalización del conflicto de clases. Destacó en esa época la actuación del ministro de finanzas de Alessandri, Gustavo Ross Santa María. En los primeros años de la década de 1930, Chile había sufrido de manera muy dramática los efectos de la Gran Depresión de 1929, estallada en octubre de ese año La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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en Estados Unidos. La economía nacional, basada todavía en la explotación del salitre, se vio de un día para otro sin compradores para su antiguo producto estrella, generando el desplome de la hacienda pública. La caída de Ibáñez y la crisis subsiguiente que azotó a Chile fue en medida importante producto de esta crisis. Antes estos hechos, el ministro Ross se abocó a superar los efectos de la crisis, en base a un plan de ajustes que implicó un alto costo social a los sectores populares. Teniendo como herencia un régimen represivo, los sectores dominantes enfrentaron las elecciones presidenciales de 1938.

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INDUSTRIALIZACIÓN Y EL MOVIMIENTO POPULAR: (1938-1946) El triunfo de la coalición del Frente Popular, encabezada por el Partido Radical y apoyada por los comunistas y los socialistas, representa el fin de una etapa en la historia del movimiento popular. Si hasta esa fecha había primado un régimen político, económico y social excluyente y represivo, basado en un modelo económico de libre empresa, con el triunfo de Pedro Aguirre Cerda el carácter de la dominación cambió. Con los llamados “gobiernos radicales”, comenzó a desplegarse un proyecto de modernización capitalista, protagonizado por las clases medias y tolerado por la antigua oligarquía dominante, puesta en posición defensiva preocupada de cuidar sus privilegios. Este cambio de modelo de desarrollo significó pasar de una economía de libre mercado, en donde el Estado no jugaba ningún papel activo, a otro de economía “hacia dentro”, que buscaba terminar con la dependencia extranjera, reemplazando la producción de los bienes que la población requería. Los cambios ocurridos en Chile en esta época formaban parte de un proceso a nivel mundial. La crisis del capitalismo liberal en 1929, unido al éxito de la industrialización acelerada de la Unión Soviética en tiempos de Stalin, provocó que se hiciera un sentido común la necesidad de

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la intervención del Estado en la economía. Desde los años treinta, para los europeos se convirtió en una verdadera obsesión no volver a repetir la tragedia social vivida en 1929, especialmente la cesantía, el hambre y la pobreza generalizada. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, se iniciaron los llamados “Años Dorados” del capitalismo basado en un estado interventor, cuyo eje fue el “Estado de Bienestar”, que se preocupaba de asegurar buenos sueldos a los trabajadores y garantías sociales en general. Por ello, no debe extrañar que en Chile a partir de 1938, el papel del Estado pasó a tener un carácter interventor en el desarrollo económico. La idea era industrializar el país y para ello el Estado, a través de la Corporación de Fomento Fabril (CORFO), financió la creación de las grandes industrias. ENDESA, ENAP, la usina de Huachipato, la fundición de Paipote, la CTC, entre otras, fueron obras de este “Estado empresario”. Asimismo, la CORFO financió empresas privadas, creando áreas mixtas en la economía, como así también entregó créditos blandos a la pequeña y mediana empresa. La necesidad de una mano de obra especializada, hizo que el estado también pasara a tener un papel social. 34

El diagnóstico de un “pueblo enfermo”, sumido en la ignorancia y la pobreza originó la implementación de una amplia política social, que incluyó mejoras salariales, derechos sociales (previsión, salud), educación, entre lo más destacado. Aunque evidentemente estas políticas significaron mejorías para los sectores populares, las desigualdades e injusticias sociales persistieron, concentrándose los beneficios especialmente en las clases medias.

Por otra parte, la industrialización trajo consigo nuevas problemáticas sociales. En efecto, la migración campo-ciudad provocada por la atracción laboral que ejercían las industrias, hizo que las ciudades de Chile tuvieran un explosivo aumento de población. En el caso de Santiago, comenzó a llenarse de las llamadas “poblaciones callampas”, expresión de la marginalidad urbana surgida al alero de la industrialización. A partir de la

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segunda mitad del siglo XX, la lucha por una vivienda digna y propia se convirtió en una de las causas más característica de los movimientos sociales en Chile. Durante este período, el movimiento sindical vivió una nueva etapa. En 1935 fue fundada la Central de Trabajadores de Chile (CTCH), que reemplazó a la fenecida FOCH. Creada por la influencia directa de los partidos de izquierda, la nueva central inmediatamente se unió al Frente Popular, que posteriormente encabezaría Pedro Aguirre Cerda. Electo éste, la CTCH se abocó a ayudar al éxito del gobierno. Esto es lo que se ha denominado como “sindicalismo paraestatal”, en alusión a que el sentido de la acción sindical era colaborar al éxito del proceso industrializador y no fomentar huelgas ni protestas. Por este motivo no debe extrañar que hasta 1945 el número de huelgas se redujo notablemente.

CRISIS DE LA INDUSTRIALIZACION Y RADICALIZACION POLÍTICA (1955-1970) En el contexto de un movimiento sindical fuertemente vinculado a los partidos de izquierda, es fácil comprender que las pugnas entre éstos repercutió en la principal central de trabajadores del país. Enemistados socialistas y comunistas por diferencias ante la Unión Soviética y la realidad política del país, a mediados de la década del cuarenta la CTCH se dividió, sumiendo en una crisis al movimiento sindical. Solo en 1953, con la creación de la Central Única de Trabajadores (CUT), liderada por el dirigente de la Asociación Nacional de

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Empleados Fiscal (ANEF) Clotario Blest, se superó la división del movimiento sindical. En su declaración de principios la CUT se definía como anticapitalista y, consecuente con su discurso, inauguró una nueva etapa de las organizaciones populares: el sindicalismo antiestatal. Este se caracterizó tanto por la promoción de paros nacionales –realizó doce entre 1953 y 1970- y como de huelgas ilegales, especialmente numerosas a partir de la década de los sesenta. L a s e g u n d a mitad del siglo XX conoció de la irrupción de nuevos actores sociales. Por un lado, la carencia de viviendas se tradujo en la aparición del “movimiento de pobladores”, cuya principal característica fueron las “tomas de terrenos”. La ocurrida en 1957 en la zona sur de la capital, conocida como “La Victoria”, abrió un ciclo en donde en base a la acción directa de los sectores populares, rompiendo con la legalidad, éstos lucharon por sus derechos. Santa Adriana, Guanaco, Lo Hermida, Herminda de La Victoria, Violeta Parra, Nueva La Habana, Pablo Neruda, Sara Gajardo, entre muchas otras, fueron algunas de las nuevas poblaciones surgidas gracias a las movilizaciones populares. Por otra parte, la década de los años sesenta La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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también vio surgir el movimiento campesino. Antes inclusive que se aprobara en 1967 la ley de reforma agraria y de sindicalización campesina, el mundo rural se organizó para obtener la propiedad de la tierra. Las corridas de cerco y las tomas de predio fueron un factor muy importante para el contexto de radicalización política que vivió Chile en aquellos años.

El movimiento de pobladores y el de campesinos no puede ser entendido sin detenerse en el contexto mundial y latinoamericano durante los años sesenta. El mundo vivía desde hace algunos años la llamada “Guerra Fría”, en el que se enfrentaban por el dominio mundial el capitalismo de Estados Unidos versus el “socialismo real” de la Unión Soviética. Impedidos de enfrentarse directamente por los riesgos de la guerra nuclear, esta conflagración se desarrolló en otras regiones, en donde si hubo sangrientos enfrentamientos, como la guerra de Corea a principios de los años ’50 y la de Vietnam en los ’60. Por su ubicación geográfica, América Latina quedó bajo la tutela norteamericana, lo que explica el impacto que tuvo la Revolución Cubana de 1959, que comenzó a construir una sociedad socialista a pocas millas de Estados Unidos.

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El ejemplo de Cuba popularizó en América Latina la guerra de guerrillas, la que se extendió por el continente durante la década de los sesenta. La muerte en 1967 de Ernesto “Ché” Guevara en Bolivia, simbolizó la nueva tendencia de la izquierda latinoamericana. Como respuesta a estos movimientos, Estados Unidos desarrolló la Doctrina de Seguridad Nacional, que establecía que los ejércitos tenían un “enemigo interno”, a saber, su propio pueblo, ahora considerado objeto de la represión militar. La Iglesia Católica, muy influyente en la sociedad latinoamericana, compuesta mayoritariamente por personas de ese credo, vivió en la década de los ’60 su propio proceso de cambio. El Papa Juan XXIII convocó a principios de la década al Concilio Vaticano II, evento en el que se estableció una nueva orientación de la Iglesia católica, ahora enfocada en la denuncia de las injusticias y a favor de las reformas sociales. En Chile esto fue muy influyente, porque la Iglesia católica, tradicionalmente ligada a las posiciones conservadoras y de derecha, se declaró partidaria de los cambios estructurales. Así, fue la Iglesia la que dio los primeros pasos La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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hacia la reforma agraria, cuando en 1962 entregó en Talca una hacienda de su propiedad a manos de los campesinos. El involucramiento de Estados Unidos en la guerra de Vietnam despertó una solidaridad mundial con dicho pueblo. Cientos de miles de personas se movilizaron para repudiar la invasión norteamericana. La juventud tuvo particular vigor en denunciar estos hechos. En Chile y el mundo, los jóvenes cobraron protagonismo político y social. En este sentido, la “Reforma Universitaria” iniciada en Chile en 1967 por los estudiantes de la Universidad Católica para exigir su democratización y una educación al servicio del pueblo, condimentó el clima político a favor del cambio social en el país. La música popular también se convirtió en esta época en un arma de la revolución. Bajo la figura precursora de Violeta Parra, numerosos jóvenes dieron forma al movimiento de la Nueva Canción Chilena, que combinó la música de raíz folclórica con letras de contenido social. Encabezados por Víctor Jara, Angel e Isabel Parra, Patricio Manns y los grupos Inti-Illimani y Quilapayún, la Nueva Canción Chilena jugó un importante papel cultural a favor del proyecto popular. El triunfo de Eduardo Frei Montalva en 1964 fue reflejo del clima político que vivía Chile en esta década. La 40

promesa de la “Revolución en Libertad” que hizo el representante democratacristiano implicaba desarrollar profundas transformaciones sociales. Destacaron la reforma agraria, la promoción popular y la “chilenización” del cobre. La primera, constituyó un cambio radical en la historia del país, porque significó la eliminación de la antigua Hacienda patronal, donde se originó la primera clase dominante del país. La ley de reforma agraria de 1967, usada más tarde por el gobierno de Salvador Allende para finiquitar la existencia del latifundio, afectó uno de los principios fundamentales del régimen capitalista: el derecho a la propiedad. En efecto, la ley de reforma agraria se basaba en el criterio de cantidad de tierras para confiscarlas. Es decir, más allá de lo productivo o improductivo que fuera el uso del suelo, lo que importaba era que no estuviese concentrada la propiedad de la tierra. Nadie podría poseer más de 80 hectáreas de riego básico en su poder. El viejo lema “tierra para el que la trabaja”, comenzó tímidamente a hacerse realidad. Durante el gobierno de Frei Montalva, las distintas fuerzas dentro del gobierno se enfrentaron por el curso que éste debía seguir. Impuesta el ala más derechista, el gobierno perdió su inicial impulso reformista. Expresión de eso fue que solo el 20% de las tierras por reformar efectivamente fueron expropiadas. Esto explica en parte el auge del movimiento campesino, impaciente ante la dubitativa política del gobierno. Unido a la crisis económica que sufría Chile, reflejada en una inflación galopante, el régimen democratacristiano culminó en medio de una sensación de fracaso. La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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EL GOBIERNO DE LA UNIDAD POPULAR

El 4 de septiembre de 1970 se produjo un hecho histórico en Chile. Por primera vez desde su Independencia, se impuso en las elecciones presidenciales un líder que representaba a una coalición política cuyo proyecto era modificar los fundamentos de la sociedad capitalista. En una elección a tres bandas, el derechista Jorge Alessandri, el democratacristiano Radomiro Tomic y el médico socialista Salvador Allende, éste último se impuso con el 36% de los sufragios. Su coalición estaba compuesta por el Partido Socialista, el Partido Comunista, el Partido Radical, el

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MAPU, el API y sectores socialdemócratas. En la figura de Salvador Allende y su extensa trayectoria política se resume una larga estrategia del movimiento popular, basada en la lucha contra la dominación y la pobreza que lo sumieron los proyectos oligárquicos y mesocráticos. La larga marcha por la profundización democrática, las reivindicaciones económicas, el derecho a una vivienda digna, por el reconocimiento de los derechos pisoteados, se vieron coronados ese 4 de septiembre de 1970. Como ha sido señalado, el triunfo de la izquierdista Unidad Popular fue vivido por los sectores populares como una fiesta, como un momento en que los sectores subalternos sintieron que al fin había llegado su momento. El programa de la Unidad Popular representaba una fórmula nueva para intentar sustituir al capitalismo. La llamada “Vía Chilena al Socialismo”, a diferencia de las experiencias históricas anteriores en Rusia, China o Cuba, se proponía avanzar hacia el socialismo sin mediar una guerra civil. A cambio, la tesis política de la Unidad Popular era copar desde dentro los espacios del Estado burgués, respetando la legalidad de éste, para así sumar a las mayorías sociales perjudicadas por el capitalismo en Chile. Las fuerzas armadas, tradicional instrumento utilizado para detener los procesos de cambios sociales en América Latina, serían integradas a éste, para así neutralizar un posible golpe militar.

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En términos prácticos, el programa de la Unidad Popular definía tres áreas que impedían el desarrollo nacional: la presencia imperialista, principalmente norteamericana; la existencia del latifundio y por último, los grandes monopolios nacionales. Para combatir la presencia del imperialismo, la Unidad Popular logró hacer aprobar la nacionalización del cobre, principal fuente de ingreso del país. Esta medida era estratégica, pues con los recursos que supuestamente generaría, el gobierno popular podría financiar la política económica dentro del país. E l boicot norteamericano sobre el cobre, que reclamaba el pago de indemnizaciones a las compañías expropiadas, echaría por la borda este plan. Por otra parte, la Unidad Popular procedió a nacionalizar la banca privada a través de la compra de acciones. Asimismo, inició el traspaso de las grandes industrias nacionales al control del Estado, para constituir la llamada “Área de Propiedad Social” de la economía, que debía convertirse en el eje del desarrollo nacional. Este proceso de traspaso de industrias constituyó uno de los grandes problemas políticos del período, ya que ni dentro del propio gobierno hubo acuerdo acerca de los alcances de esta medida. Para unos debían incorporarse la mayor cantidad posible de industrias al “APS”, sin importar su importancia estratégica; para otros –el propio Presidente Allende entre ellos- consideraban lo anterior una imprudencia, que impedía llegar a acuerdo con los sectores “progresistas” de la Democracia Cristiana. Esto era fundamental porque la coalición izquierdista era minoría en el parlamento, espacio en donde debían aprobarse los proyectos del gobierno. 44

El otro plano de la política económica del gobierno popular era la redistribución del ingreso. Para lograrlo se implementó una fuerte alza de los salarios. Para combatir las presiones inflacionarias que esta medida traería, el gobierno llamó a ganar la “batalla por la producción”, es decir, a ocupar la capacidad ociosa de las industrias y así satisfacer el aumento de la demanda que provocaría el alza de salarios. En este esquema, los sectores medios, particularmente los pequeños y medianos comerciantes, se deberían convertir en aliados del gobierno popular. El año 1971 el gobierno del presidente Allende logró importantes cifras económicas, como un descenso histórico de la tasa de cesantía, alzas de salarios, políticas sociales, etc., lo que se reflejó en un fuerte respaldo popular en las elecciones municipales de abril de ese año, cuando la coalición de gobierno se alzó levemente sobre el 50% de los votos. Todo esto acompañado por un movimiento social y político altamente organizado, en constante alerta movilizadora en defensa del gobierno. Un conjunto de factores fueron creando una situación adversa contra el gobierno, lo que hacia 1972 era un hecho manifiesto. Por un lado, en el contexto de

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la Guerra Fría, Estados Unidos se jugó desde un principio por la desestabilización del gobierno popular. La intervención de la CIA, la agencia de inteligencia del país del norte, se concretó en atentados terroristas, financiamiento de medios de prensa, movimientos huelguísticos, etc. La derecha, cauta de no sumarse de inmediato a una estrategia abiertamente golpista, desarrolló un estilo opositor desestabilizador, denunciando sistemáticamente al gobierno de estar “fuera de la legalidad” y boicoteando el normal funcionamiento del país por medio de la movilización callejera. Las fuerzas que apoyaban al gobierno, en vez de resolver sus diferencias, las profundizaron aún más, generándose un “empate catastrófico”, lo que con el tiempo condujo al gobierno popular a perder la iniciativa política.

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De esta manera, entre 1972 y 1973, en medio del desarrollo de una aguda crisis económica que obligó a hacer ajustes políticos al gobierno, la oposición logró ganarse a las clases medias. El “paro de octubre”, originado por la movilización de los dueños de camiones contra el gobierno, si bien demostró el respaldo y la capacidad del movimiento popular para defender la gestión del presidente Allende, dejó en claro también que la oposición había logrado ganarse a un importante sector, básicamente comerciantes y los colegios profesionales. Aunque en las elecciones parlamentarias de 1973 la Unidad Popular logró aumentar su votación respecto a la de 1970, obteniendo un 43% de la votación, la posibilidad de maniobrar políticamente se reducía de manera dramática. Conciente que legalmente no podría terminar con el gobierno popular, la oposición se unificó desde esa fecha en torno a la estrategia del golpe de estado. Aislado el gobierno, también el general Carlos Prats, representante del sector constitucionalista de las fuerzas armadas, sin iniciativa política los partidos que apoyaban a la Unidad Popular y desplegado en todo su esplendor la estrategia saboteadora de la CIA, el golpe militar parecía imposible detener. A fines de agosto de 1973, el parlamento declaró al gobierno “fuera de la ley”, dando luz verde a la intervención militar. Casi de manera paralela a esto, el general Prats renunció a la La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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Comandancia en Jefe del ejército. La designación del general Augusto Pinochet como su reemplazante, terminó de configurar los actores del 11 de septiembre de 1973, día que marcó para siempre la historia de Chile. La experiencia de la “Vía Chilena al Socialismo”, a sangre y fuego, llegaba a su fin. El bombardeo del palacio de La Moneda fue el símbolo de la destrucción de un proyecto y el inicio de una nueva etapa histórica del país.

LA DICTADURA MILITAR (1973-1990) El régimen militar que se tomó el poder desde septiembre de 1973, tuvo la capacidad de refundar el orden capitalista en Chile, terminando con el anterior “Estado Benefactor”. Instauró un nuevo modelo de acumulación denominado “neoliberal”, caracterizado por la desregulación de la economía y la supresión de los derechos sociales y laborales de los sectores populares. 48

Para instalar el nuevo modelo económico, la dictadura militar se abocó en primer lugar a destruir las organizaciones populares, ya fueran sindicatos, organismos territoriales de base, partidos políticos, centros de alumnos, etc. La represión política no fue un acto demencial perpetrado por un grupo de psicópatas, sino que una política de Estado destinada a destruir a un sector específico de la población. El crimen político, el secuestro y la desaparición de los cuerpos, la tortura, la desinformación, en el fondo, el terrorismo de Estado, reinó durante los 16 años y medio de la dictadura militar. El objetivo político de la represión fue contener y destruir el tejido social construido durante décadas por el movimiento popular. El modelo neoliberal fue implementado por un grupo de economistas formados mayoritariamente en Estados Unidos y que adscribían al paradigma de la escuela de Chicago. Su política económica era “monetarista”, es decir que por medio de la reducción del circulante (o sea, del dinero) estabilizaron los precios, originando un llamado “boom económico” a fines de los setenta. A corto plazo este “boom” entró en crisis, al colapsar el modelo a principios de los ochenta. A mediados de esa década el costo social de estas políticas fue pagado por los sectores populares, quienes perdieron su poder adquisitivo, sufrieron la cesantía y la pérdida de sus garantías sociales. En efecto, en el afán de imponer la lógica de libre mercado, La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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la previsión social, la educación, la salud, así como grandes empresas estatales, fueron total o parcialmente privatizadas. Por estos motivos, si bien la economía chilena se modernizó durante este período, lo hizo de tal manera que una minoría se benefició de la explotación de la mayoría y de la enajenación a bajo costo de las empresas del Estado.

El movimiento popular vivió un momento de repliegue luego del golpe militar. La CUT fue declarada ilegal y numerosos dirigentes sindicales y trabajadores fueron asesinados, encarcelados o enviados al exilio. Subsistieron algunas federaciones y sindicatos de base, pero con un restringido radio de acción. En 1978 se creó la Coordinadora Nacional Sindical, que junto a otras organizaciones encabezó en 1979 la resistencia contra el “Plan Laboral” de la dictadura. La nueva normativa debilitó al movimiento sindical, atomizándolo y 50

restándole poder de negociación a n t e los empleadores. A pesar de todo, en el marco de la crisis económica que azotó especialmente a los sectores populares en 1983, la Central de Trabajadores del Cobre (CTC) y otras organizaciones sindicales que posteriormente dieron origen al Comando Nacional de Trabajadores, convocó a la primera protesta nacional contra la dictadura. Hasta 1986 duró este ciclo de protestas, las que con el tiempo demostraron la debilidad del movimiento sindical, que cedió a los pobladores el protagonismo en las manifestaciones contra el régimen militar. En efecto, el movimiento poblacional tuvo un importante desarrollo en la década de los ochenta, especialmente en el ciclo de “las protestas” (1983-1986). Las comunidades cristianas de base, junto a los partidos políticos de oposición y un variado espectro de organizaciones de base, crearon un multifacético tejido social. Ollas comunes, centros culturales, grupos juveniles, comités de allegados, entre otros, convirtieron a los pobladores y pobladoras en protagonistas del proceso político de los ochenta. Asimismo, las expresiones más radicales de lucha, incluidas formas armadas, también tuvieron un importante desarrollo en las jornadas de protestas poblacionales. La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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El movimiento estudiantil cobró presencia nacional durante la década de los ochenta. Los ejes que movilizaron a los estudiantes fueron la democratización de las organizaciones estudiantiles y la lucha contra las reducciones presupuestarias que la política neoliberal aplicaba hacia el sistema educacional del país. En 1987, toda la comunidad universitaria de la Universidad de Chile, incluido los académicos, desarrollaron una exitosa movilización contra el rector designado por Pinochet, que pretendía acentuar los recortes de presupuestos a la más tradicional casa de estudios de Chile. Por su parte, los estudiantes secundarios se movilizaron contra la “municipalización” de los liceos fiscales, medida que formaba parte de la política que buscaba desarticular el sistema educacional público. Los “pingüinos” de la década de los ochenta, a través de tomas de liceos y lucha callejera, formaron parte del movimiento social contra la dictadura. La unidad fue el principal problema que registró la oposición a la dictadura durante “las protestas”. Por un lado, el ala más moderada, reunida en torno a la “Alianza Democrática” (Democracia Cristiana, socialistas “renovados”, radicales y otros grupos menores) si bien en 52

un principio promovieron el derrocamiento del dictador, optaron finalmente por una salida pactada con la dictadura. Esto implicaba reconocer la Constitución de 1980, aprobada en un plebiscito fraudulento, con su

largo itinerario institucional y la continuidad del modelo económico neoliberal. Por otra parte, la oposición más frontal contra la dictadura, reunida en torno al Movimiento Democrático Popular (socialistas, comunistas y miristas), se jugó por el término anticipado del régimen militar. Para ello, este sector estableció que “todas las formas de lucha”, incluida la militar, eran válidas para terminar con la dictadura. Hacia 1986 el régimen militar había logrado sobrellevar la fase más crítica de las protestas, coincidiendo con un mejoramiento relativo de la situación económica. El 2 y 3 de ese año, convocado por la más amplia y unitaria de las organizaciones sociales contra la dictadura, la “Asamblea de la Civilidad”, se realizó la última gran movilización de masas para intentar derrocar a la dictadura. A pesar de la masividad de la protesta, el ansiado término anticipado del La Marcha De Los Topos Una Historia Del Movimiento Popular Chileno

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régimen no se produjo. En septiembre de 1986, el fallido atentado contra el dictador terminó por cerrar esta posibilidad. En adelante, predominó la estrategia de la salida pactada. En 1988, ante la coyuntura del plebiscito que decidiría la continuidad o no del dictador, las organizaciones populares se movilizaron para promover el voto “No”, el que se impuso a pesar del intervencionismo militar, el miedo y la represión. Sin embargo, como era una salida negociada, el fin del régimen militar dejó un sabor amargo a sus más férreos opositores. En efecto, la continuidad de Pinochet como Comandante en Jefe del Ejército a partir de marzo de 1990, fecha que asumió como Presidente de la República Patricio Aylwin, implicó el inicio de un régimen civil, pero no plenamente democrático. No solo la exclusión de las fuerzas de izquierda, sino que la enorme deuda social, el cumplimiento de “verdad y justicia” en los casos de las violaciones a los derechos humanos, en definitiva, la realización de las promesas democratizadoras que habían alentado las movilizaciones contra la dictadura, quedaron como urgentes tareas pendientes para los nuevos movimientos social-populares de fines de siglo.

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EPÍLOGO

on la caída del Muro de Berlín en 1989 y el posterior fin de la Unión Soviética en 1991, las clases dominantes en el mundo entero, declararon finalizada los intentos de buscar modelos de sociedad alternativos al capitalismo. El evidente fracaso de los llamados socialismos reales en Europa Oriental así parecía confirmarlo. Se popularizó entonces la fórmula que proclamaba “el fin de la historia” y el triunfo definitivo del capitalismo. En Chile este debate, coincidente con la salida pactada de la dictadura, se tradujo en un nuevo golpe para el movimiento popular, el que se había desarrollado a lo largo del siglo XX bajo la convicción que era posible la sustitución del sistema capitalista. Así, la unión entre el fin del socialismo real y la imposición del continuismo post-dictadura, puso término a un ciclo de la historia del movimiento popular chileno.

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Sin embargo, los años posteriores, tanto en el mundo como en Chile, demostraron que estaba muy lejos el supuesto “fin de la historia”. En nuestro país y en América Latina, estudiantes, pobladores, obreros, dueñas de casa, pueblos originarios, entre otros, han agitado las aguas del orden capitalista. La larga marcha de los topos históricos no se ha detenido. En el presente y en el futuro se libran nuevas batallas por una sociedad más justa e igualitaria.

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Bibliografía Este libro tiene como objetivo iniciar el examen de la historia del movimiento popular chileno, el cual ha sido investigado desde distintas aristas por historiadores y cientistas sociales chilenos y extranjeros. A continuación entregamos una breve orientación bibliográfica de la extensa cantidad de trabajos que han abordado el pasado de las organizaciones populares en Chile. a) Obras de Historia de Chile -Correa, Sofía et al. “Historia del siglo XX chileno”. (Sudamericana, 2002). -Gómez, Juan Carlos . “La frontera de la democracia”. (Lom Editores, 2004). -Illanes, María Angélica. “La batalla por la memoria”. (Planeta, 2002). -Jocelyn-Holt, Alfredo. “El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar”. (Santiago, Editorial Sudamericana, 1998) -Moulian, Tomás. “Chile actual. Anatomía de un mito”. (Lom, 1997). -Salazar, Gabriel. Violencia política popular en las “Grandes Alamedas”. Santiago de Chile 19471987. (Una perspectiva histórico-popular). (Ediciones SUR, 1990). -Salazar, Gabriel; Pinto, Julio. “Historia Contemporánea de Chile”. 5 volúmenes. (Santiago, Lom ediciones, 1999).

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-Varios autores. “Memoria para un nuevo siglo. Chile, miradas a la segunda mitad del siglo XX”. (Lom, 2000). b) Movimiento obrero siglos XIX y XX -Angell, Alan. “Partidos políticos y movimiento obrero en Chile”. (ERA, 1972). -Artaza, Pablo. “Movimiento social y politización popular en Tarapacá 1900-1912”. (Ediciones Escaparate, 2006) -Campero, Guillermo; Valenzuela, José A. “El movimiento sindical en el Régimen Militar chileno, 1973-1981”. (ILET, 1984). -Devés, Eduardo. “Los que van a morir te saludan. Historia de una masacre. Escuela Santa María Iquique, 1907”. (Ediciones Documentas, 1988. Existe re-edición en Lom) -Garcés, Mario; Milos, Pedro. “FOCH-CTCH-CUT. Las centrales unitarias en la historia del sindicalismo chileno”. (ECO, 1988) -Grez, Sergio. “De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile” (1810-1890). (DIBAM-RIL, 1997) -Grez, Sergio. “Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la Idea” en Chile, 1893-1915”. (Lom, 2007). -Illanes, María Angélica. “Chile des-centrado. Formación socio-cultural republicana y transición capitalista (1810-1910)”. (Lom, 2003). 58

-Pinto, Julio. “Trabajos y rebeldías en la pampa”. (Universidad de Santiago de Chile, 1999). -Pinto, Julio. “Desgarros y utopías en la pampa salitrera. La consolidación de la identidad obrera en tiempos de la cuestión social (1890-1923)”. (Lom, 2007). -Pinto, Julio; Valdivia, Verónica. “¿Revolución proletaria o querida chusma?”. (Lom Editores, 2001). -Pizarro, Crisóstomo. “La huelga obrera en Chile”. (Ediciones Sur, 1986). -Rojas Flores, Jorge. “Los trabajadores y la nueva legalidad, 1924-1973”, en Sociedad, trabajo y neoliberalismo. Apuntes de las Escuelas de Formación Sindical. (RLS-ICAL, 2004). -Salazar, Gabriel. “Peones, labradores y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XIX”. (Lom, 2000). -Colectivo Oficios Varios. “Arriba quemando el sol. Estudios de Historia Social Chilena: Experiencias populares de trabajo, revuelta y autonomía (1830-1940)”. (Lom, 2004). -Winn, Peter. “Tejedores de la revolución. Los trabajadores de Yarur y la vía chilena al socialismo”. (Lom, 2004). c) Movimiento campesino y mapuche -Affonso, Almino et. al. “Movimiento campesino chileno”. (ICIRA, 1970).

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-Bengoa, José. “Historia social de la agricultura chilena. Tomo I: El poder y la subordinación”. (Ediciones SUR, 1988; 1ª edición). -Bengoa, José. “Historia del pueblo mapuche (siglo XIX y XX)”. (Lom 2000). -Huerta, María Antonieta. “Otro agro para Chile. La historia de la reforma agraria en el proceso social y político”. (CISEC-CESOC, 1989). -Mallone, Florencia. “La sangre del copihue. La comunidad Mapuche de Nicolás Ailío y el Estado chileno, 1906-2001”. (Lom, 2004). -Varios autores. Escucha winka. “Cuatro ensayos de Historia Nacional Mapuche y un Epilogo sobre el futuro. (Lom, 2006). d) Movimiento de pobladores -Baño, Rodrigo. “Lo social y lo político”. (FLACSO, 1985). -Campero, Guillermo. “Entre la sobrevivencia y la acción política. Las organizaciones de pobladores en Santiago”. (ILET, 1987). -de la Maza, Gonzalo; Garcés, Mario. “La explosión de las mayorías. Protesta Nacional 1983-1984”. (ECO, 1985). -Espinoza, Vicente. “Para una historia de los pobres de la ciudad”. (Ediciones Sur, 1988).

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-Garcés, Mario. “Tomando su sitio. El movimiento de pobladores de Santiago, 1957-1970”. (Lom, 2002). -Garcés, Mario; Leiva, Sebastián. “El golpe en La Legua. Los caminos de la historia y la memoria”. (Lom, 2005). -Weinstein, José. “Los jóvenes pobladores en las Protestas Nacionales (1983-1984). Una visión sociopolítica”. (CIDE, 1989). e) Movimiento popular y partidos de izquierda -Alvarez, Rolando. “Desde las sombras. Una historia de la clandestinidad comunista (1973-1980)”. (Lom, 2003). -Arrate, Jorge; Rojas, Eduardo. “Memoria de la izquierda chilena”. 2 volúmenes. (Javier Vergara Editor, 2003). -Drake, Paul. “Socialismo y populismo en Chile. 1936-1973”. (Editorial Universidad Católica de Valparaíso, 1993). -Faúndez, Julio. “Izquierdas y democracia en Chile, 1932-1973”. (Ediciones Bat, 1992). -Moulian, Tomás. “Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973)”. (Lom Ediciones, 2006). -Pinto, Julio, (coordinador). “Cuando hicimos historia”. (Lom, 2005). -Valdivia, Verónica; Alvarez, Rolando; Pinto, Julio. “Su revolución contra nuestra revolución. Izquierdas y derechas en el Chile de

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Pinochet (1973-1981). (Lom, 2006). -Yocelevsky, Ricardo. “Chile: Partidos políticos, democracia y dictadura. 1970-1990”. (Fondo de Cultura Económica, 2002). f) Dictadura y represión política

-Drake, Paul; Jaksic, Iván.

“El difícil camino hacia la democracia en Chile, 1982-1990”. (FLACSO, 1993).

-Garretón, Manuel Antonio. “El proceso político chileno”. (FLACSO, 1983)

-Huneeus, Carlos.

“El régimen de Pinochet”. (Editorial Sudamericana, 2000).

-Informe de la Comisión Nacional Verdad y Reconciliación.

3 Tomos. (Secretaría de Comunicación y Cultura-Ministerio Secretaría General de Gobierno, 1991).

-Valdivia, Verónica.

“El golpe después del golpe. Leigh vs. Pinochet. Chile 10960-1980”. (Lom, 2003).

-Varios autores.

“Los movimientos sociales y la lucha democrática en Chile”. (CLACSO-ILET, 1985)

-Verdugo, Patricia.

“Los zarpazos del puma”. (varias ediciones).

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g) Transición a la democracia -Alan Angel. “Elecciones presidenciales, democracia y partidos políticos en el chile post Pinochet”. (Instituto de Historia PUC-Centro de Estudios Bicentenario, 2005)

-Drake, Paul; Jaksic, Iván. “El modelo chileno”. (Lom, 1999). -Otano, Rafael.

“Crónica de la transición”. (Planeta, 1995. Existe re-edición ampliada por Lom, 2007).

-Rosas, Pedro.

“Rebeldía, subversión y prisión política. Crimen y castigo en la transición chilena. 1990-2004”. (Lom, 2004)

-Varios autores.

“Gobierno de Lagos: balance crítico”. (Lom, 2005).

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