La imagen de Dios sobre la Tierra.

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egún lo expuesto por el diccionario electrónico Wikipedia (1) una imagen (del latín imago) es una representación visual que manifiesta la apariencia de un objeto real o imaginario. Aunque el término suele entenderse como sinónimo de representación visual, también se aplica como extensión para otros tipos de percepción. Es en base a dicho concepto que estaremos desarrollando el presente estudio, a efectos de comprender la importancia contenida en la Palabra de Dios en todo lo referente a convertirnos en la representación visual de Dios sobre esta tierra. Para comenzar, partamos diciendo que para nuestro Padre celestial el poner Su imagen sobre los hombres, ha sido uno de los aspectos de mayor importancia desde los mismos inicios de los tiempos y hasta el perdurar de nuestros días. Tan solo bastaría con recordar que esto fue lo primero que hizo inmediatamente después de haber culminado la recreación de los cielos y de la tierra y de haber formado a Adán, soplando en su nariz aliento de vida, veamos: Génesis 1:26-28: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen [tsélem], conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.28Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Por entero deseo de Dios, Adán fungió como Su primer representante oficial sobre la tierra. Esto pudo suceder gracias a que le fue provista la imagen de Dios a través del el espíritu santo a favor su vida (2). Cabe resaltar, que la palabra “imagen” utilizada en este registro, proviene del vocablo hebreo “tsélem”, que de acuerdo al diccionario de Strong, significa: hacer sombra, fantasma, ilusión, parecido o figura representativa. (1) http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen. (2) La Palabra de Dios afirma en Juan 4:24 que Dios es espíritu, por tal razón cuando hizo a Adan a Su imagen, significa que le suministró de Su espíritu.

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En concordancia con lo anterior, concluimos que Dios hizo de Adán su figura representativa sobre el mundo, pues el estatus espiritual conferido, le capacitó plenamente para señorear sobre toda clase de animal y para sojuzgarla tierra con toda sabiduría. Su bendición era por consecuencia plena!. Lastimosamente esta hermosa imagen adquirida por derecho, fue perdida debido a su grave desobediencia a Dios, consistente en comer del fruto del árbol prohibido (Génesis 3:6). A partir de entonces, la imagen de Dios dejó de ser perceptible de una forma constante sobre la humanidad; y únicamente llegó a mostrarse en casos muy especiales en donde nuestro Padre deseaba hacerse notar para el bien de las personas y sólo a través de hombres que reunieran especiales cualidades de fidelidad y de amor hacia Él. Uno de estos grandes hombres fue sin duda alguna Moisés.(3) Éxodo 4:15-16: Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo [Dios] estaré con tu boca [con la de Moisés] y con la suya [con la de Aarón], y os enseñaré lo que hayáis de hacer. 16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios. En este registro, apreciamos que buena parte de la majestad de Dios iba a ser expuesta ante los hombres a través de Moisés y de su hermano Aarón. El procedimiento para que esto sucediera, consistió en que las palabras de Dios debían ser transmitidas a Moisés, quien a su vez las tendría que compartir a Aarón, para que finalmente éste último las diera a conocer a todo el pueblo de Israel. Éxodo 4:29-31: Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.30. Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo.31. Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron. He aquí el resultado provechoso obtenido a través de la obediencia a Dios por parte de Moisés y Aarón: todo el pueblo de Israel creyó a Dios y se inclinaron y le adoraron. Nótese para este caso muy particular, estos dos grandes hombres tuvieron el privilegio y a la vez, la responsabilidad de convertirse en la imagen “visible” de Dios para el pueblo de Israel toda vez que obedecieron y creyeron a Dios y no agregaron ni quitaron a ninguna de Sus palabras, tal como ha sido siempre Su voluntad (Deuteronomio 4:2). (3) Para mayor información, puede descargarse la serie de enseñanzas números 306 a 314, tituladas: “Moisés, un varón de Dios”, del sitio web www.palabrasobreelmundo.com.ar

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Como se ha dicho antes, Dios y Su imagen continuaron mostrándose sobre este planeta siempre que existieran hombres que le creyeran y amaran. Algunos otros ejemplos también fueron el rey David (Salmos 89:20), los profetas (Isaías 61:1), Noé (Génesis 6:8), etc. No obstante lo anterior, el bello rostro de nuestro querido Dios no llegó a mostrarse con tanto esplendor y con tanda persistencia a través de un ser humano, como sucedió a través de la figura de nuestro Señor Jesucristo, veamos: Juan 14:7: Si me conocieseis [a Jesús], también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Llegar a interiorizarnos en la vida de Jesucristo, en sus dichos y en sus acciones registradas en la Biblia, es uno de los caminos más importantes para entender y conocer quién es Dios; y la importancia que tenemos para Él. Otros grandes hombres llegaron a lo sumo a mostrar una pequeña imagen de Dios, sin embargo nuestro hermano redentor lo mostró en cada palabra de dijo y en cosa que hizo. Juan 14:8-12: Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?10. ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.11. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismasobras.12. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Al comienzo de los tiempos la imagen de Dios sobre Adán le confirió la potestad espiritual de administrar la tierra y sojuzgarla (Génesis 1:28). Ahora en este impresionante registro apreciamos que la imagen de Dios sobre Jesús y su magnífica comunión con Él como fruto de su obediencia continua, le permitió hacer maravillosas obras en favor de los necesitados, mismas que nos alienta que nosotros también hagamos hoy. Esto nos pone en la perspectiva correcta, pues nos permite entender que estudiar la escaza información existente acerca de la vida de Adán antes de la irrupción de su gran pecado; e instruirse acerca de la gran cantidad de información disponible de la vida de Jesús a lo largo de los cuatro Evangelios, significaba adentrarnos a una de las exposiciones más profundas de la imagen de Dios que se pueden llegar a conocer.

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Al igual que a muchos de nosotros nos puede llegar a suceder, observamos que Felipe no logró dimensionar que Jesucristo dio a conocer a Dios casi como a través del reflejo de un espejo. Felipe erró en intentar apreciar el rostro de Dios a través de sus cinco sentidos, cuando la Biblia habla que Él llegó a mostrarse en el plano terrenal a través de las acciones de Jesucristo; y asimismo espera ahora lograr hacerlo a través de las nuestras. Romanos 8:29: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Por entera disposición de Dios, en todo lo atinente al Cuerpo de Cristo, la preeminencia la tiene Cristo (Colosenses 1:18), por lo que al llegar a convertirnos en sus verdaderos seguidores (quienes fueron llamados “cristianos” por primera vez en Hechos 11:26), mostraremos al mundo la imagen de Cristo nuestro Señor, quien es nuestro hermano mayor y quien a través de sus pisadas nos muestra el camino que debemos de seguir (1ª Pedro 2:21). 1 Corintios 15:47-49: El primer hombre [Adán], es de la tierra, terreno: el segundo hombre [Jesús], que es el Señor, es del cielo. 48 Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual el celestial, tales también los celestiales. 49 Y como trajimos la imagen del terreno [el Adán pecador], traeremos también la imagen del celestial [el Jesucristo redentor]. A partir de haber adquirido nuestra condición de hijos de Dios (por medio de confesar Romanos 10:9), debemos de obtener la firme convicción de desvestirnos de la imagen carnal heredada por el Adán pecador y comenzar a vestirnos de la nueva imagen celestial del Cristo redentor, la cual cumple todos los requisitos necesarios para representar dignamente a Dios sobre esta tierra. Sin duda alguna, esto solo lo lograremos a través de un proceso disciplinado de renovación de nuestro entendimiento, según lo establece Romanos 12:2. La Palabra de Dios claramente nos insta a mudar nuestra imagen carnal por otra de categoría superior: la espiritual. Esta fue la clave del éxito de nuestro maestro redentor y por medio de la cual pudo llegar a expresar con toda tranquilidad que el que le vio a él, vio también a Dios. Así de sencillo. Las Sagradas Escrituras afirman que Dios está en Cristo; y que Cristo está en nosotros (Romanos 6:11 y Colosenses 1:27), lo cual quiere decir que cada hijo e hija de Dios cuenta con la potestad espiritual para evidenciar la imagen Dios y la de Jesucristo. Sin embargo; y como se ha dicho antes, esto requiere del firme compromiso de nuestra parte de no continuar haciendo nuestra propia voluntad y salirnos de los confines establecidos en la Palabra de Dios.

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Juan 12:49-50: Porque yo [Jesús] no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.50. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho. He aquí una hermosa clave sobre el porqué Cristo llegó a resplandecer el rostro de Dios sobre su vida. Él no habló por su propia cuenta, sino que siguió al pie de la letra todas las instrucciones dadas por Dios a favor de la gente contenidas en Su Palabra. Esta es una razón fundamental por la cual las Escrituras afirman que Cristo llegó a convertirse en la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15) y en el resplandor de Su gloria (Hebreos 1:3). Qué bárbaro! Esto debe de servirnos de reflexión y aprendizaje, pues alejarnos de la voluntad contenida en la Palabra de Dios y acercarnos a cumplir la nuestra, nos roba poco a poco la posibilidad de mostrar la imagen de Dios y de recibir todo el provecho y toda la bendición que esto conlleva. Hechos 4:13: Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. Muy interesante!. Aplicando el mismo procedimiento por medio del cual la gente llegó a conocer que Pedro y Juan estuvieron al lado de Jesús gracias a sus obras, así también ahora la gente debería de llegar a conocer al Dios y al Cristo que llevamos dentro a través de las nuestras. Mateo 5:14-16: Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Nuestro amado redentor nos insta a reflejar toda la bendición espiritual que llevamos dentro, pues de la misma forma que Dios es luz y no hay tinieblas en Él (1ª Juan 1:5), nosotros debemos proyectar esa misma Luz ante el mundo. Tomemos conciencia que si nuestro Padre celestial no se puede “esconder” cada vez le oramos y le buscamos porque Su naturaleza es ser Luz, nosotros tampoco deberíamos de hacerlo cada vez que un hermano en Cristo (o aun no siéndolo) requiere de alguna ministración especial o consejería en todo lo relacionado a la Palabra de Dios, pues somos portadores de luz y no de tinieblas.

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No perdamos de vista el énfasis que se ha venido haciendo a través de esta enseñanza, consistente en que la Luz de Dios será manifiesta por medio de nuestras obras, lo cual quiere decir que nuestra bella imagen espiritual irá tomando forma siempre que comencemos razonar y actuar a la altura de la categoría del espíritu que llevamos dentro. A esto le llama la Palabra de Dios “revestirse del nuevo hombre”, el cual conforme a la imagen de Dios, se debe ir renovando hasta llegar a obtener el conocimiento pleno de todas las cosas espirituales (Colosenses 3:9-10). 2 Corintios 4: 7 y 9 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Cada hijo e hija de Dios lleva un GRAN tesoro dentro de sí, llamado espíritu santo. Esta excelencia se encuentra sujetada a “vasos de barro” totalmente imperfectos, como lo son nuestros cuerpos con herencia de pecado. Es por tal razón que cada vez que hablemos en lenguas o ejerzamos alguna sanidad a favor de alguien (por citar sólo unos ejemplos), entenderemos que ese gran poder manifestado no tendrá ninguna relación con nuestras habilidades o destrezas naturales, sino mas bien con nuestro querido Dios y con los logros del Señor Jesucristo. Consecuentemente, nunca deberíamos de olvidar que la imagen de gloria que debemos proyectar es la de Dios y no la nuestra. Fue por esto que Jesús nunca deseó recibir alabanza de los hombres (Mateo 19:16-17), asimismo personajes tan importantes como el José del libro de Génesis y el apóstol Pedro, aun viviendo en administraciones bíblicas totalmente distantes, tampoco desearon que se les venerase (Génesis 50:18-19 y Hechos 10:2526), pues comprendieron que la excelencia del poder que ellos manifestaron fue absolutamente gracias a Dios y no a ellos mismos. 2 Timoteo 2:21 Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra. Qué hermosa lección. Anhelemos cambiar el contenido del vaso!. Dejemos de ser vasos de barro para convertirnos en vasos para la honra de Dios y preparados para toda buena obra. Todo ello, siempre que permitamos ser transformados de gloria en gloria, conforme a la imagen de Dios, como lo dice 2ª Corintios 3:18. No llegar a tener un concepto más alto de nosotros mismos del que debamos llegar a tener es nuestro gran desafío. Pensar con cordura, conforme a la

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medida de fe que Dios repartió a cada uno debe ser la regla a seguir (Romanos 12:3). Una vez nos elevamos a esta categoría de renovación mental y de crecimiento espiritual, podemos proyectar dignamente la imagen del Padre celestial sobre esta tierra. Seremos también capaces de ser la Luz sobre el mundo, la Sal de la tierra (Mateo 5:13), el real sacerdocio, la nación santo y el pueblo adquirido de Dios para Su bendita gloria (1ª Pedro 2:9). Un buen punto a resaltar a estas alturas, consiste en que esta maravillosa bendición desea ser literalmente robada por nuestro Adversario, quien luchará incansablemente en el campo espiritual para llegar a esconder las grandes claves de la Palabra de Dios frente a nuestra vista, es por ello que debemos estar muy atentos a sus artimañas del mal y también a renovar nuestros entendimientos en este aspecto. 2 Corintios 4:4: En los cuales el dios de este siglo [seudónimo del Adversario] cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. El evangelio de la gloria de Cristo, son todas aquellas buenas nuevas que nos han sido disponibles gracias a la sangre derramada por Jesucristo. Este evangelio nos explica con todo detalle que ahora disponemos del mismo poder con el cual Cristo fue levantado de entre los muertos (Efesios 1:20). Nos muestra que hemos sido bendecidos con TODA bendición espiritual en los lugares celestiales con Cristo (Efesios 1:3); y nos enseña a cómo deshacer las obras del Adversario a través de las acciones triunfales de Cristo a favor de nuestras vidas (1ª Juan 3:8) (4). Si nosotros lo seguimos permitiendo, el Enemigo seguirá ganando ventaja y hurtando nuestra bendición a través de nuestro mismo desinterés y desatención a la maravillosa Palabra de Dios, aniquilando así todo ese potencial de impacto provechoso que produciría sobre los que practiquen su contenido, veamos otro ejemplo de esto: Mateo 13:19: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo [otro seudónimo del Adversario], y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. (4) Las Epístolas a la Iglesia son siete y cada una de ellas cumple una función: 1. Romanos (establece doctrina e instrucción), 2. Corintios (Redarguye el error práctico en el andar la enseñanza de Romanos), 3. Gálatas (Corrige el error doctrinal a la enseñanza de Romanos), 4. Efesios (Doctrina e instrucción), 5. Filipenses (Redarguye el error práctico en el andar la enseñanza de Efesios), 6. Colosenses (Corrige el error doctrinal a la enseñanza de Efesios) y 7. Tesalonicenses (Doctrina e instrucción). Tomado de “La interrelación de las siete Epístolas a la Iglesia” del sitio web: palabrasobreelmundo.com.arg

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El mismo Señor Jesús nos previno de todo esto cuando enseñó la hermosa parábola a través de la cual un hombre rico hizo un gran banquete con la intención de convidar a muchos, sin embargo, todos los invitados comenzaron a excusarse para no asistir al convite (Lucas 14:16-20). Si nos compartamos así, jamás seremos capaces de comprender (junto con todos los santos) cual es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo, para que seamos llenos de TODA la plenitud de Dios (Efesios 3:18-19). 1 Juan 4:12 Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. Tal como lo afirma el apóstol Juan en este gran registro, la imagen “física” de Dios no ha sido mostrada a la humanidad, precisamente porque Dios es espíritu (Juan 4:24). De todas formas, esto no es lo más importante, porque si nos amamos los unos a los otros con la clase de amor que enseña la Biblia, entonces, Su imagen de amor se PERFECCIONARÁ y proyectará en cada uno de nosotros. 1ª Juan 4:13-16: En esto conocemos que permanecemos en él [comunión], y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu [filiación].14Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. 15Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él [filiación], y él en Dios [comunión]. 16Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dos de los aspectos fundamentales para representar a Dios eficazmente sobre esta tierra son: la filiación y nuestra comunión. Esta cita confirma una vez más que a Dios no le podemos ver, sin embargo recalca que SI podemos experimentar con Él y comprobar Su buena voluntad porque permanece dentro de cada uno de nosotros. Es correcto que a Dios no le podemos ver, sin embargo SI podemos testificar ante el mundo que ha enviado a Su hijo Jesucristo a morir por cada uno de nosotros (Juan 3:16). Esta es una de las formas para mantener una comunión íntima con nuestro Padre celestial, no mediante una relación perceptible a través de los cinco sentidos como lo pretendió hacer Felipe según lo expuesto en Juan 14:8 (“Señor, muéstranos el Padre, y nos basta”). Sin embargo, podremos hacerlo a través de las pruebas irrefutables de Su amor a favor de cada uno de nosotros, mismas que nos encontramos obligados a evidenciar ante este mundo. Dios les bendiga.

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Marcos 16:15

Notas del Autor: Toda la Escritura utilizada en esta enseñanza corresponde a la Versión Reina Valera 1960 5 a menos que se especifique lo contrario. Cada vez que aparezca resaltada en negrillas alguna palabra dentro del texto de la Biblia, se trata del énfasis añadido por el autor. Si existen notas al final del texto, es porque se consideran una parte integral y necesaria del Estudio. Tienen el propósito de documentar, respaldar, ampliar, aclarar, o reforzar el tema que se trate. Asimismo, en algún momento de la enseñanza puede hacerse referencia a esquemas adjuntos a la misma, cuyo propósito es ilustrar en mejores términos la comprensión del tema que se está pretendiendo explicar. . Esta enseñanza somete a consideración del lector el tema que trata. Es mas bien en algunos casos un punto de partida que propone, orienta y -desde ya- concluye con lo que el autor ha estudiado y debido a eso presentado de las Escrituras. No obstante, la Palabra de Dios es simplemente inagotable. El único que no necesita revisión es Dios mismo y Su Palabra según fue originalmente inspirada. Pero nuestro conocimiento y entendimiento de las distintas maravillas presentadas en la Palabra de Dios siempre pueden ser y debieran ser sometidas al escrutinio 6 del estudiante. Entonces, el presente trabajo es presentado al estudiante Bíblico como una ayuda, una fuente mas de consulta, de referencia y de estudio de la Palabra de Dios. La obra está lejos de pretender ser la única ni mucho menos la más sobresaliente obra de este tipo que exista. Ella no posee eminencia sobre ninguna otra ni es autoridad última sobre el tema. La autoría de la Palabra de Dios es la exclusividad del Padre Celestial y como tal es la fuente de conocimiento y autoridad única e inapelable. www.palabrasobreelsalvador.jimdo.com brinda la oportunidad para que cualquier hijo de Dios pueda compartir enseñanzas a través de su sitio web, sin importar la Iglesia o denominación eclesiástica a la cual pertenezca, siempre y cuanto se haga con la intención de exaltar a Dios y bendecir Su nombre. Dios les bendiga.

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La Santa Biblia Antiguo y Nuevo Testamentos, Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569) Revisada por Cipriano de Valera (1602) Revisión de 1960. Sociedades Bíblicas Unidas, 1993 6 Hechos 17:11

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