La historia de los Ceroni

Mons. Giancarlo Menetti La historia de los Ceroni Stefano Casanova – Editor 1 La traducción de Mons. Menetti, en el texto de Mita escrito en latín...
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Mons. Giancarlo Menetti

La historia de los Ceroni

Stefano Casanova – Editor 1

La traducción de Mons. Menetti, en el texto de Mita escrito en latín, está hecha literalmente. Es mi ambición de hacer la mía tratando de conservar en lo posible, el estilo bastante arcaico del Mita, teniendo siempre presente que sólo soy una aficionada a la lengua italiana que tanto amo. Y esta traducción es mi legado. Lo dejo con mucho amor a mis hijos, mi nieto Guillermo que hizo posible encontrar las antiguas huellas de nuestros antepasados en Italia, y para todos sus descendientes. Con este empeño, creo haber logrado rescatar a través de los siglos, el recuerdo de nuestro origen Ceroni. Margarita Ceroni La Serena, 15 de junio de 2003.

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A todos mis parroquianos de Casola Valsenio junto a los cuales ha transcurrido la mitad de mi vida, como testimonio del apasionado amor que comparto con ellos por nuestro pueblo.

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Presentación Al entregar este pequeño trabajo para su impresión, permítanme presentarlo brevemente para justificar la forma un tanto periodística en su desarrollo debido a lo poco claros de algunos documentos que habrían requerido una atención mayor y citas más detalladas. Este es un trabajo que nació para una publicación casolana mensual llamada “El Espejo”, que aparece, o más bien, aparecía casi regularmente desde hace unos treinta años. Fue fundada aquí en la Parroquia por un grupo de muchachos scout que un buen día me pidieron conocer algo más de la historia del pueblo. Inmediatamente pensé en Mita quién, para muchos, era un Carneade y me dije que sin empezar por este documento base, no se podía escribir de historia local. Por todo un verano me dediqué a la traducción del texto más antiguo hasta entonces conocido, que era la edición de 1827. A medida que hacía este trabajo, me entusiasmaba más, y así fue como a la vez me dediqué a hacer averiguaciones más profundas. Aparecieron algunos árboles genealógicos, como asimismo revisé un poco todos los archivos parroquiales de la zona. También consulté a viejos notarios de la localidad. Verdaderamente es este un trabajo que dura hasta hoy y que da también una rara satisfacción. Lo comparo al trabajo de los Tartufos, claro que ahí hay también un perro que colaboraba, mientras que yo tengo que guiarme sólo por la intuición. Si la obra de Mita, que fue terminada alrededor de 1630-1634, es hoy familiar para nosotros, se debe al cariño del Cardenal Giovanni Soglia Ceroni por el que era también su propio terreno. Encontrándose el Cardenal en trágicas circunstancias, prisionero de Napoleón I junto al Papa Pío VII, fue confinado a Casola Valsenio después de haber estado un año preso en las cárceles de la Finestrelle en Piamonte, encontró entre los papeles de su difunto maestro, Don Antonio Linguerri Ceroni, una de las pocas copias 4

manuscritas del pequeño libro de Mita que estaba celosamente custodiado por familiares Ceroni y Mita. Una vez de regreso a Roma, la publicó para los diarios de Filippo y Nicolás de Romanis, en su texto original latino, en 1827 He tenido la suerte como diré más adelante al iniciar mis “notas”, de tener a mano la misma copia que el Cardenal Soglia encontró aquí en Casola en 1811-1912 y basándose en ella, he revisado toda mi versión. Lamentablemente hay pocas huellas sobre la figura de este benemérito sacerdote sobre el cual, extrañamente el pueblo de Casola Valsenio ha sido muy ingrato. No hay una lápida en su honor, una calle, ni siquiera un recuerdo. Que sirva esta publicación para reparar en parte este olvido. Informaciones sobre Don Domenico Mita. Don Domenico Mita nació el 20 de enero de 1590, hijo de Roberto Mita y Bartolomea Bertozzi, en Fontanelice donde el padre estaba viviendo provisoriamente con sus primos Gabriello y Fabricio, notarios hijos de Raffaele. Sin embargo, se le considera de Tossignano porque la familia se trasladó a ese lugar después de la muerte del padre. Hizo como cabeza de familia su hermano César, hombre de leyes y bastante mayor que Don Domenico, ya que en 1592 tenía una oficina en Tossignano. Un nefasto día, Cesar fue asesinado en las cercanías de S. Giovanni en el campo. Domenico, después de sus primeros años en una escuela de Fontanelice fue llevado a Imola, donde los Jesuitas, donde completó sus estudios, también en leyes, abandonándolos luego por la carrera eclesiástica. En 1622 fue nombrado párroco de la iglesia S. Margherita de Stifonti, territorio de Ceruno. En Settefonti murió su madre Bartolomea el 3 de octubre de 1623. Ha quedado el registro de su muerte, hecho por el hijo sacerdote, con hermosa caligrafía y una invocación: “Que el Señor le conceda la luz y la paz”. Don Domenico permaneció en Stifonti (hoy Settefonti) hasta 1627. Luego fue trasladado a la iglesia parroquial de S. Agnese de Goccianello. Es aquí,

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donde un par de años después, emprende la tarea de escribir en buen latín, la historia de los Ceroni. Fue párroco abnegado y caritativo. Se hizo cargo de un sobrino, hijo de una hermana que había enviudado. Se dedicó a los estudios patrióticos, publicando para los impresores, Carlo Zenero, en Bolonia, una obra sobre los sermones de S. Pier Crisologo que tuvo una halagadora acogida. Murió en 1648, a la edad de 58 años. Giulio Pappotti en sus “memorias históricas imolesas”, en el tomo VI, y Benacci en sus “memorias históricas de Tossignano”, lo mencionan entre los hombres ilustres. El cardenal G. Soglia Ceroni, en el prólogo a una pequeña biografía, escrita en latín sobre la vida del siervo de Dios, el casolano Giovanni Battista Ridolfi, (1588-1621) monje Fuliense, dice textualmente: “Hace poco he entregado para editar algunos recuerdos de la familia Ceroni, obra de D. Domenico Mita... libro pequeño de porte pero en cambio bastante celebrado y juzgado digno de ser inscrito en “Monumentis Rerum Italicarum” di A. Ludovico Muratori”. De verdad no me parece poco. Casola Valsenio, 20 de enero de 1998, en el 408 aniversario del nacimiento de Mita. Sac. Giancarlo Menetti Arciprete di Casola Valsenio

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Algunos antiguos recuerdos y memorias sobre la estirpe de los Ceroni deducidas de viejas tradiciones y documentos muy antiguos encontrados entre los papeles de esta familia o en escritos conservados en los archivos de Imola, Tossignano, Brisighella, Casola y Riolo, presentadas ordenadamente por Domenico Mita, en año del Señor de 1634.

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Prólogo Para rescatar la memoria de los Ceroni. He oído contar muy a menudo cual es el origen de los Ceroni que desde los tiempos más remotos han habitado en la Emilia como asimismo de sus empresas memorables, que han sido tantas y sobre las cuales no hay mucha claridad, que he pensado que sería muy grato a mis conciudadanos si buscara los viejos documentos que han quedado escondidos y repartidos en manos de privados. Una vez encontrados y examinados con el mayor cuidado, confrontándoles entre ellos, podría reunir cuanto había de verdad para salvarlos a través de mis escritos del olvido de los hombres. Y así, como pueda lograrlo, y con la ayuda de Dios, intentaré con mi estilo un poco rústico, transmitirlos a la posteridad.

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Situación geográfica y política de Ceruno 1.- Ravenna, capital y metrópoli del Emilia, tiene en su jurisdicción, a Faenza e Imola. El territorio de estas diócesis se extiende hasta los Apecinos desde los cuales nacen los ríos Amona y Senio que descorriendo, el primero junto a las murallas de Faenza y el segundo a distancia igual entre las dos ciudades, se vacían en el Po. (de Panaro). 1.- (original) Ravenna caput, et metropolis Aemiliae Inter-alias urbes Faventiam habet, ac Forocornelium. Harum dioecesanus ager ad Alpes Apenninas producitor ex quibus Ammonius et Senius amnes progressi infleunt in Padum alter secus moenia Faventiae, alter inter utrasque urbes pari distantia prolapsus. Nota: (mía) En esta forma comienza el texto de Mita. 2.- De allá del Senio, hacia Aquilone, entre esas montañas alpestres, se extiende la aldea de Casola al sur de la cual, en el valle de Amone y bajo las diócesis de Imola, algo distante y un poco fuera de mano, se levanta sobre un monte el villorrio de Ceruno. Este tiene como su parroquia, la iglesia de Santa Margherita di Stifonti. Confinan con ella otras seis parroquias, esto es, Foso, S. Andrea in Sintria, Pagnano, Casola, Valsenio y Mongardino. De las memorias de la familia Ceroni que nos han llegado por ininterrumpida tradición, se llega a la conclusión que aquella aldea en los tiempos remotos, se llamaba Monte Cervino.

La Leyenda del Ciervo 3.- En tiempos cuando Carlomagno expulsó a los Longobardi de Italia y entregó el reino a su hijo Pipino, un noble y valeroso soldado, (si era forastero o de la provincia, se ha perdido el recuerdo a lo largo de los siglos) para sacarse de encima las grandes fatigas del servicio militar ejercido desde la juventud hasta la madurez, ya fuera en tiempos de guerra o de paz, abandonó su oficio para retirarse a vivir junto a los hijos en estas tierras.

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4.- Poco tiempo después, este soldado que se había iniciado en la caza de bestias salvajes junto a sus vecinos, en el lugar donde hoy está el pueblo (Ceruno) que era de su propiedad, capturó un ciervo maravilloso que sus perros habían correteado en vano, fuera de los bosques. El ciervo, casi sin aliento, se detuvo, como en un acto de súplica, a los pies de aquel hombre, agachando la cabeza. El noble soldado, que era de buen corazón, lo domesticó con gran cariño y lo mantuvo vivo por muchos años. Poco después, construyó en el lugar un villorrio con una fortaleza bien sólida, eligiéndola como morada para él y su familia, y tomando como buen auspicio al ciervo, quiso que el lugar fuera conocido por todos como Monte Cervino.

El Escudo Luego, eligiendo un nuevo escudo de armas gentilicio, pintó un ciervo alzado en campo azul (sobre sus patas posteriores) teniendo en alto, en la pata derecha anterior, un lirio. Era como si de este escudo, de manera muy gentil, quisiera traer a los habitantes de Monte Cervino buenos augurios, para que gozaran gracias a la bondad del lugar y de su clima, una vida larga y feliz, y pudieran perseguir a las serpientes, vale decir a los enemigos, a la manera de las bestias salvajes; como al contrario, deberían honrar y recibir con los brazos abiertos y de corazón, a sus señores y amigos. La posteridad recuerda muy bien, por tradición secular, todo lo que aconteció, ya sea en la guerra como en la paz, entre los habitantes de Monte Cervino. Con el pasar de los años, cambiados los tiempos y las costumbres, sucedió que, por degeneración de la palabra, el villorrio fue comúnmente llamado Ceronio, mientras el escudo permanece invariable, y la gente que aquí tuvo su origen fue nombrada como Ceronio o de Cervino.

La fidelidad y el valor de los Ceroni 6.- Esta gente, a pesar de estar siempre sometida a la misma autoridad, aún estaban conformes de sacrificar libremente a sus señores sus bienes y su vida; por tanto, altaneros en su posición y además poderosos por el lugar que ocupaban y los bienes que poseían, se dieron cuenta a través del favorable

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curso de los acontecimientos, y siendo dotados de cierta rudeza de caracteres y modales que bien podrían ser jueces en diversas partes, adquirió autoridad sobre sus vecinos y obtuvo con ellos ventajosos matrimonios, vengando de este modo las propias ofensas y las de sus amigos, siendo así reconocidos por su indiscutible liderazgo. 7.- De esta estirpe salieron, en épocas diversas, capitanes y prefectos militares, que a menudo lograron reunir entre los propios parientes una nutrida compañía que unieron al ejército de los príncipes. Estamos, sin embargo obligados a dejar bajo el silencio sus valerosas gestas porque a pesar de ser meritoriamente dignas de mención, debido al fuego de los enemigos que muchas veces incentivaron los escritos y las casas de los Ceroni, no se ha podido tener conocimiento de la mayoría de estos hechos en la posteridad.

La fusión de los Ficchi 8.- Sobre la base de documentos que han permanecido y de una constante tradición, se tiene la certeza que hacia el año 1225 de esta fusión, (o emparentamiento) se unieron a la familia de los Ceroni, algunos hombres oriundos de Perugia que fueron igualmente llamados “de Ceruno”. Eran de la noble familia de los Ficchi, del rango de Senadores en su ciudad de origen, llenos de riquezas y eminentes por su ingenio y poder. Porque muchas veces habían vengado con las armas los antiguos rencores, aprovechándose de las discordias ciudadanas, andaban día a día allegándose a nuevas facciones. Y así sucedió que una vez que algunos de los Ficchi asesinaron unos enemigos en una riña, fueron encarcelados y no se veía el modo de librarlos para impedir que fueran conducidos al suplicio por el Pretore (juez de paz) los otros, los que quedaron libres, decidieron de sacarles de la prisión a viva fuerza, y formando una cuadrilla de parientes y amigos, asaltaron a los guardias, matando a cuantos se resistían, echaron abajo las puertas y los liberaron. 9.- Huyendo rápidamente de la ciudad, no sólo se echaron encima la ira de los enemigos sino también la mas viva indignación del príncipe. Por esta causa,

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desterrados de su propia patria, Guido, Ettore y Silvestro más algunos allegados, después de haber buscado en su exilio varias veces un lugar donde establecerse, terminaron por fin en Emilia, y en Val d’Amone se instalaron con gran cantidad de dinero. Aquí fueron acogidos con gran cordialidad por los señores Manfredi, primados de la ciudad de Faenza. Por su seguridad, se les ordenó que subieran a los montes Amonii, y se establecieran una parte en la antiquísima fortaleza de Calamello que era propiedad de los señores de Fantolini, y la otra en Monte Albergo que estaba al frente.

Comportamiento de los recién llegados Estos extranjeros con mucha prolijidad tomaron conocimiento del lugar y de sus moradores, en principio disimulando de dónde venían y sus nombres, para evitar que sus enemigos y el indignado príncipe se enteraran de su nuevo asilo, sobre todo, trataron de ganarse el favor de los poderosos y el cariño de los nobles que habitaban las ciudades vecinas, esto es, con majestuosidad, lealtad y laboriosidad. Estaban prontos a socorrer de palabras y obras a sus coterráneos, de modo de ganarse la buena voluntad de todos. 11.- Los Ceroni, considerando que todo esto pudiera ser provechoso para ellos, pensaron bien en hacerlos socios, dividiendo cada fortuna con ellos y haciéndoles corteses invitaciones les prometieron de unirse con estos Ficchi para comprar casas y poderes, declarando a la vez que gustosos estrecharían lazos de parentesco si esto fuera requerido. Estos forasteros, considerando convenientes estos lugares, decidieron con firmeza de aceptar la propuesta de estrechar lazos con los Ceroni, concertando matrimonios, adoptando el mismo escudo, apellido y patria, y estrechando así con ellos una alianza perenne. 12.- Desde este momento, la aldea de Ceruno empieza a ser habitada por los Perugini, quienes de a poco y acrecentando su patrimonio gracias a los campos tan fértiles de Casola y monte Oliveto, ya no quieren llamarse más Perugini, sino Ficchi Ceroni.

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En seguida, para que la alianza entre las dos familias fuera aún más duradera, un hombre llamado Ceruno, muy rico, dio en matrimonio a su única hija a Antonio Ficchi a quien declaró heredero de todo su patrimonio, con la condición que los hijos de ese matrimonio, aún conservando el apellido paterno, se consideraran y fueran realmente de descendencia Ceroni.

La sociedad de los Ceroni 13.- En torno a aquel período, los Ceroni, que eran a menudo reclutados por los florentinos y los Venecianos como capitanes y jefes de tropas, combatieron contra los enemigos de modo valerosos logrando a menudo óptimos botines con los cuales aumentaron su patrimonio notablemente. Empujados por la esperanza de acrecentarlo aún más, se ganaban de este modo la gloria que los distinguía. No muchos años antes de esta fecha, alrededor del año 1309, la República de Florencia empezó a ser convulsionada ferozmente por las desavenencias civiles entre guelfos y gibelinos. Los guelfos fueron expulsados de la ciudad y gran parte de ellos se refugió junto a los Ceroni, sus viejos amigos, allegados a los cuales y acogidos con toda cortesía pensaron permanecer ahí hasta que cambiaran los vientos. Pero sucedió que un poco después, Uguccione de la Faggiola, valeroso guerrero y capitán de la soldadesca gibelina; armó un ejército con la intención de abatir a los guelfos, preparándose para destruir Ceruno.

Uguccione de la Faggiola es rechazado por los Ceroni 14.- Para defenderse en la mejor forma posible, tanto ellos como sus nobles huéspedes ya de tanto tiempo beneméritos, los Ceroni que habían formado un pequeño ejército con los amigos que acudieron prontamente al llamado como también con los prófugos florentinos, saliendo con gran ímpetu del villorrio, se precipitaron sobre las cuadrillas de los enemigos armados que ya estaban a mitad del cerro produciéndose un feroz encuentro; muchos quedaron heridos, otros muertos, y el resto retrocedió en vergonzosa fuga a través de los boscajes sin caminos. Uguccione, que combaría con encarnizamiento,

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abandonado por los suyos y además rodeado de enemigos (son palabras de Paolo Giovio que en los “Elogios de los hombres ilustres”, dejó escritas estas cosas sobre Uguccione), mientras se retiraba, herido en una pierna y con el yelmo medio desarmado, logró reunirse con los suyos, llevando incrustadas en su escudo pedestre cuatro jabalinas y unas trece flechas disparadas por pequeños arcabuces. Entre los nuestros, los heridos fueron muchos; pero poco los muertos. Los florentinos que con tan pocas esperanzas lograron escapar al eminente peligro, quedaron aún más agradecidos con los Ceroni, sea de corazón o con los hechos, participando en sus guerras según sus fuerzas, cumpliendo los principales encargos; ya sea para guiar tropas como para reclutarles. Los nuestros, luego de combatir con valor y el mayor empeño por sus señores regresaban a la familia cargados de loas y bienes.

La afiliación de los Ceroni de Serina 15.- No mucho tiempo después, fueron los mismos habitantes de Florencia provocados por el Emperador Enrique y los Milaneses con una dura guerra. Muchos de nuestros Ceroni combatían para la República florentina; entonces, mientras los prefectos pasaban revista al ejército llamando por su nombre a los soldados, se notó que un centurión con algunos otros, se arrogaba el apellido Ceroni. Este hecho empujó a los nuestros, apenas tuvieron permiso para hablar; a preguntar quienes eran, de quién habían obtenido ese apellido y de qué lugar eran. Cuentan que el centurión respondió así: “nosotros descendemos de una antigua familia de Serina alta en el Bergamasco, en la Lombardia al otro lado del Po, de dos hermanos fundadores de la propia Serina y que eran originarios de Germania, precisamente de la ciudad de Eniponte. (Innsbruck). Según una tradición difundida entre los germánicos se cree que los primeros habitantes de Eniponte habían sido los judíos dispersos por varias partes del mundo por la persecución del emperador Tito Vespasiano”. Como hallan sido las cosas, queda claro que nuestros primeros antepasados ya habían llegado a ser, desde muchísimo tiempo atrás, dueños de Serina, posesión que tienen hasta hoy; así como también es cierto que algunos de ellos tomaron el apellido de un ilustre hombre llamado Bentione. Estos de Bentioni se quedaron por un tiempo en la ciudad de Crema. Así en efecto se puede leer con letras muy claras en una

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lápida de mármol puesta en la iglesia de San Giacomo de Serina alta. Y así sigue el relato del centurión.

Escudo de los Ceroni de Serina Batalla de Lepreno 16.- “Nosotros, según la tradición de nuestros padres, tenemos como emblema una encina (de variedad cerro) sobre un fondo rojo con un ciervo echado sobre sus raíces. En tiempos pasados; los Torriani de Milán, cabecillas de la parte guelfa, juntaron un gran ejército para venir a apropiarse de nuestras posesiones pero los nuestros los rechazaron rápidamente se mataron a algunos, quedaron muchos heridos y el resto retrocedió en vergonzosa fuga. Debido a esto, los enemigos que cada vez se enfurecían más, aumentaron de número y de fuerzas a sus tropas y amenazaron con perseguir con mayor rigor a nuestra facción gibelina. Y así fuimos obligados a abandonar la patria y nuestras casas para evitar las frecuentes perversidades de los prepotentes y a combatir bajo el mando de príncipes extranjeros hasta que con la ayuda de Dios finalizaran nuestras desgracias”. 17.- Nuestros Ceroni, sintiendo piedad por aquellos hombres y por su situación se pusieron de acuerdo para que una vez terminada la guerra, los acogerían como amigos, haciéndose partícipes de sus infortunios a cambio que abandonaran el partido gibelino cambiándose a los guelfos y aceptaran su escudo tomando el nombre y todos sus derechos Ceroni de Romagna. Así podrían probar en el futuro una suerte más benigna, y fue así como los Lombardi después de consultarse entre ellos aceptaron las condiciones y establecieron un recíproco pacto de sociedad y amistad, viniéndose a vivir junto a los nuestros, en Ceruno. Aquí recibieron buenas casas y dignos enseres y más allá de la estrecha relación de la nueva sociedad junto a la hospitalidad recibida, se agregó también aquella del parentesco, gracias a felices matrimonios. 18.- Algunos entre los más antiguos de los Ficchi, viendo cómo andaban las cosas, en principio no los miraron con buenos ojos, porque temían quizás que estos nuevos Ceroni, por amor al antiguo partido de los Lombardi (=Serina) se unieran la los gibelinos, o bien que estos recién llegados, a causa de

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desavenencias debidas a sus toscas costumbres, obligaran a los propios nativos a emigrar. Pero cuando quedó claro que los pactos de alianza establecidos y sancionados si se desvanecían se habían hecho bajo juramento a perpetuidad, los nuevos fueron aceptados por todos como de la casa. Por lo tanto los Ceroni a pesar de ser de patrias diferentes de linajes diversos y de facciones contrarias, se unieron espontáneamente para formar una sola familia y porque día a día llegaron a ser más notables ya sea por cantidad o fuerzas, se convirtieron en personas aún más molestosas para los adversarios pero muy del agrado de los Príncipes.

Ceroni ilustres en Roma y Sezze (Latina) 19.- En aquélla época fueron también algunos oriundos de Ceruno que se dedicaron al estudio de las leyes y con mucho celo al conocimiento de las buenos disciplinas. Estos lograron llegar hasta la Curia Romana para servirla según su capacidad, y en Roma establecieron su colonia. Entre estos como dan fe, Vilano y Sansovino, hubo un Giovanni Ceroni que en 1351, por votación popular, fue elevado al honorífico cargo de Gobernador de la ciudad. En nuestros días, algunos de estos Ceroni Romani, viven en la pequeña ciudad de Sezze y se encuentran entre ellos hombres ilustres y de valor en las ciencias, los cuales, según la ocasión, se dedican a la educación de los jóvenes, a las actividades forenses o al gobierno de poblados.

Los Ceroni empeñados en la defensa de Imola 20.- Volviendo a hablar de los nuestros, debo registrar que en la época en que el Rey Roberto de Nápoles fue Rector de la provincia Flaminia (= de la Romagna) a nombre del Papa, y la tradición lo señala hacia el año 1311, tuvo gran temor que la ciudad de Imola fuera asediada por las armas del Vizconde de Milán y como le fuera negada toda ayuda a la República Florentina, para dispersar el asalto de los enemigos y salvar al pueblo, mandó que todo el trigo y el forraje fueran llevados a la ciudad. Después, enroló a 350 soldados bien armados entre los más valerosos además de pedir la ayuda

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de unos 300 civiles entre los montañeses más audaces. Estos últimos casi fueron elegidos en su totalidad entre los Ceroni, que se unieron a los de la ciudad y de este modo juzgó que había procedido con suficientes ventajas para enfrentar los hechos y así fue confirmado plenamente después.

La Señoría de los Manfredi sobre Ceruno 21.- En aquellos años, sucedió que Francesco Manfredi, Señor de Faenza, vendió a sus hijos ya emancipados, Ricardo y Tino, los derechos y la Señoría de mercado de Frattaglia, la fortaleza de Monte Mauro, de la colina de Pozzo y del villorrio de Ceruno. En 1340, murió Francesco y el heredero del principado paterno fue su hijo Riccardo. Tino en cambio, quedó conforme con la señoría de Ceruno y los lugares ya señalados en los cuales podía pasar una vida tranquila y sin preocupaciones. Los Ceroni fueron muy atentos y corteses con este personaje, tanto que les dieron una de sus hijas como esposa para uno de ellos, Silvestro Ficchi. Si era hija legítima o natural, el tiempo ha borrado la posibilidad de recordarlo. Silvestro era un hombre de bien, bastante rico, y tuvo con ella, entre otros hijos, uno llamado también Tino.

Tino Ficchi de Ceruno 22.- Pero este nieto de índole noble y clara inteligencia murió cuando aún era adolecente. Otro nieto también fue llamado Tino, valeroso y fuerte soldado tan admirado que quedó el dicho popular “es acaso Tino de Ceruno?” cuando alguien adquiría cierta importancia en una empresa. Este Tino fue a lo largo de casi toda su vida un soldado valeroso, ya fuera en la defensa o en batallas de campo abierto, siempre desdeñoso de los peligros. Fue muy apreciado por Alfonso de Aragón, duque de Calabria, para el cual trabajó Tino como capitán de infantería, desde 1472 hasta 1490, combatiendo en varias batallas con coraje indómito y probado valor.

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23.- Los últimos cinco años de su vida transcurrieron al servicio del ejército del Papa Alessandro VI. Ya sintiéndose acabado por las fatigas de las armas y de la edad, confió su compañía militar que estaba formada en gran parte por sus Ceroni, a Dionisio Naldi de Brisighella que era su sobrino por parte de una hermana. Los Ceroni y los Naldi, gracias a unos cuantos matrimonios, eran parientes. Dionisio, aunque joven, era su lugarteniente al mando de la compañía. Muy pronto falleció Tino, colmado de glorias. Dionisio Naldi, se licenció después del ejército pontificio y se trasladó con su compañía a los Venecianos, siendo acogido favorablemente por la Serenísima República que al tanto de sus experiencias en el arte militar, lo nombraron capitán general de infantería. Combatiente valeroso y de gran capacidad, Dionisio fue la gloria y la esperanza de la familia Naldi. Murió en 1510 a la edad de 45 años. Sus restos descansan en Venecia, en la iglesia de los santos Giovanni y Paolo. Pasado el año 1455, Marsimilia Sforza esposa de Tadeo Manfredi, mujer de carácter fuerte y orgullosa por haber ascendido a la nobleza de Signoria (tenía en efecto el gobierno de Imola y Tossignano), creía ser provocada por los Ceroni por el hecho de haber dado muerte a cuatro de sus caballeros; presentó un edicto público, ordenando dar muerte a cualquier Ceroni que se encontrara en sus dominios. Los Ceroni, burlándose de este bando, se dedicaron entonces a causar daños en las tierras de Imola y Tossignano, persiguiendo y matando con más énfasis a sus adversarios. La Signora no soportaba la audacia de estas ofensas que consideraba dirigidas a ella de parte de sus enemigos y no sabiendo cómo poderlas reprimir, le pidió al Duque de Milán que era su pariente, doscientos lanceros y al mismo tiempo le escribió a Astorre Manfredi, príncipe de Faenza y de Val de Amone, invitándole a unir con ella sus fuerzas para acabar con el insoportable atrevimiento de los Ceroni. Astorre los llamó y aconsejó amigablemente, les rogó con afecto paternal y muchas buenas razones persuadiéndoles a desistirse de seguir haciendo daño. Los Ceroni que amaban a este único príncipe que tenían, reconociendo lo mucho que le debían, no sólo le obedecieron sino que además hicieron una alianza con los de Tossignano, ratificada en un documento público el año de 1459, comprometiéndose a cambiar el odio por el amor y la ferocidad por el respeto. 18

El asesinato de Galeotto Manfredi cometido por su esposa 25.- No habían pasado muchos lustros desde que Galeotto, después de la muerte de Astorre III, se había hecho cargo del poder en Faenza y Val de Amone, cuando fue asesinado por su esposa Francesca, hija de Giovanni Bentivoglio, tirano de Bolonia. Ofendida por una bofetada que le había dado el marido. La mayoría pensó que había actuado de acuerdo con su padre, por lo que los Faentini, temerosos a causa de este asesinato quisieron que fueran llamados los Ceroni, conociendo el respeto que éstos le tenían a los Manfredi. Se les pidió que defendieran la ciudad. Los Ceroni tomaron inmediatamente las armas, preparando una escuadra entre parientes y amigos de Val de Amone de alrededor de 300 soldados y partieron inmediatamente a Faenza donde recibieron la misión (del Senado) de custodiar el palacio del príncipe y la Plaza. 26.- Un día después, Giovanni Bentivoglio, los Rangoni de Modena, con una turba de hombres armados entraron por la puerta de la fortaleza ocupada por la mujer asesina, invadieron la ciudad y trataron de tomarse la plaza. Todo el pueblo se levantó al grito de “muerte a los enemigos”y los rodeó por todos lados decididos a exterminarlos. Bentivoglio se dio cuenta entonces que él y los suyos corrían un serio peligro de vida porque el pueblo estaba armado y enfurecido. Entonces hizo llamar a los Ceroni para negociar, poniéndose así en sus manos junto con los suyos, protestando antes que todo, que había traído consigo a gente amiga y no a tropas enemigas, para que lo ayudaran a hacerse cargo de la Plaza y dijo estar pronto a retirarse de la ciudad si esto era más grato al Senado y al pueblo. Poco le creían los Faentini. Los Ceroni, que tenían un buen ascendiente sobre los Faentini, ya fuera por amistad o autoridad, calmaron con habilidad a la plebe y al ánimo de los nobles y abriendo las puertas, dejaron salir de la ciudad a Giovanni con su gente. De este modo evitaron a los ciudadanos una matanza inminente. Bentivoglio, salvado del peligro se sintió muy agradecido con los Ceroni, enviándoles, si la ocasión lo requería, dinero y soldados como ayuda contra los enemigos. Los Rangoni, después ya en amable familiaridad con ellos, no pocas veces aprovecharon esta relación para honorables misiones.

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Empiezan las venganzas entre las familias: crimen Rondanini. 27.- Hacia el año 1490, un sacerdote de la familia Ceroni regresaba desde la Roma hacia su patria llevando un diploma en el cual lo nombraba el sumo pontífice, párroco de la iglesia de la Pideura (Apro). En los Apeninos lo asaltaron unos maleantes, robándole el diploma; persiguiéndolo e injuriándolo. Los Ceroni, convencidos que este ataque era obra de la familia Rondanini que aspiraba a esa parroquia, resolvieron no pasarse a llevar ni tolerar por más tiempo una injuria tan grave y así, le encargaron a César, hijo de Rinaldo, para tomar venganza. Este entonce, con 11 hombres armados entró en Faenza; en la plaza se enfrentó a Sisto Rondanini, hombre de corte y secretario de los príncipes Manfredi. Lo mató a flechazos y huyó de la ciudad. Uno de los suyos sin embargo, en la retirada, se equivocó de camino, y sus compañeros al no verlo, retornaron a la ciudad para darle una mano. Pero el asunto no resultó como lo habían proyectado. Por orden del Pretor, se cerraron las puertas y fue dada la alarma. Los soldados corrieron a las armas y los culpables fueron arrestados y conducidos por los guardias a las cárceles de la fortaleza. Para liberarlos, los Ceroni acudieron donde Lorenzo de Medici, el Magnífico (en Florencia) gobernante de la República, porque él era, por decreto, tutor del príncipe Astorre IV, sucesor de Galeotto. Los Ceroni eran muy apreciados por Lorenzo, por lo tanto dio órdenes para que sólo cuatro de los detenidos permanecieran en la cárcel y se liberaran a los otros, bajo garantía; mientras se estudiaban los pro y los contra de los acusados, de acuerdo a las leyes. A los Ceroni les pareció que las cosas iban para largo y entonces Brunorio Ceroni que era oficial estable de la República de Florencia, capitán de infantería, con algunos de los suyos se presentó de nuevo ante Lorenzo rogándole humildemente para que liberaran a los cuatro prisioneros bajo convenientes condiciones.

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Medici entonces sentenció la liberación de los Ceroni, pero para satisfacer a la justicia y a la ley, ordenó, fuera ajusticiado un amigo forlivece (de Forli) que estaba junto a ellos en la cárcel. Al oir todo esto, los Ceroni exclamaron a una sola voz: “lejos de nosotros una venganza así tan detestable a querer salvarnos a costa de un amigo; por lo tanto, condénanos a muerte cruel a cada uno, a cambio que sea liberado nuestro amigo”. Lorenzo quedó maravillado como también los cortesanos que le hacían compañía, los cuales compararon a los Ceroni con los antiguos Damone y Pizia. Corrió la voz que el mismo Lorenzo indicó en secreto a Brunorio el modo de librar de la muerte a los prisioneros. Los Ceroni retornaron entonces a sus casas, llenos de fe, juntaron una cuadrilla de hombres, fueron a Faenza y asaltaron de improviso a dieciocho personajes de corte que se trasladaban a la iglesia de la Observanza, fuera de los muros de la ciudad; los secuestraron y condujeron inmediatamente bajo escolta, como rehenes, a la fortaleza de Monte Mauro mientras fueran liberados los prisioneros y canjeados sin condiciones, con estos personajes.

Compadretto Rinaldi defensor de Monte Mauro 28.-Dirigía la defensa de esta fortaleza, Compadretto de Rinaldi, desde 1500 a nombre de Val de Amone, hermano de César, ya nombrado, el cual junto a unos cincuenta de sus hombres estaba de guardia en la fortaleza cuando Vitellozzo, prefecto de las tropas de César Borgia, llega con su ejército en posición de combate con la intención de tomarla. Compadretto con éxito, rechazó a los enemigos, mueren algunos y con muy poco daño dentro de los suyos logran dispersarlos, dándose a la fuga. César Borgia, al enterarse de la derrota, preso de una ira ciega se prepara con todas sus fuerzas para asaltar la fortaleza, la asedia, jurando masacrar hasta el último de sus defensores. Como al décimo día de este acoso, cuando faltaron los víveres y la esperanza de una ayuda, Compadretto con su gente abandonó la fortaleza y a través de caminos desconocidos aprovechando la oscuridad de la noche, lograron ponerse a salvo. La fortaleza, sin un solo

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defensor fue tomada y destruida. Compadretto, tiempo después y bajo el pontificado de Giulio II como capitán de infantería, cayó combatiendo valerosamente en la Bastía** y quedó herido; luego de una corta convalecencia fue distinguido con grandes honores por el Pontífice.

Los Ficchi: gente trabajadora y frugal 29.- Al llegar a este punto de la historia será conveniente referirse a las vivencias de la familia Ceroni en general, antes de tocar otros temas. Diré por lo tanto que con el pasar del tiempo, los Ficchi se multiplicaron y crecieron en número tal que muchos de ellos se separaron de los parientes y formaron varias colonias. Ocuparon de esta manera, algunos poderíos de Monte Romano, en la Señoría de Val de Amone, donde construyeron hermosas casas. Nuccio y Ficchio, suplantando casi del todo a la estirpe de Maghinardo Pagani, casi extinta y con su castillo desmantelado, llegaron a ser propietarios de casi todo el territorio, además de tener algunos terrenos en el Villorrio de Baffadi. Otros se establecieron en Monte Oliveto en Pagnano, en San Ruffillo, en Stifonte (= Settefonti) en Pozzo y en S. Andrea donde compraron tierras y construyeron numerosas casas. Aquellos poseedores de mayores bienes, reconstruyeron en la llanura, hacia el río Senio, con mayor amplitud, la aldea de Casola que en un tiempo estaba sobre la colina (Iglesia de arriba) y que había sido destruida en 1200 por los Faentini. Vivieron aquí en la aldea, instalándose un mercado, ejercitándose en varios oficios de artesanía, y en parte, también en el comercio. No eran entonces de aquellos que se dejan corromper por el lujo o por el ocio, sino al contrario, eran de aquellos que con valentía y fuerzas, se dedicaron con pasión al arte de las armas y cuando se presentaba la ocasión, servían con valor en la milicia, iban de caza, cabalgaban y se preocupaban de las necesidades de sus señores y de sus amigos. Acogían con cordialidad a muchos que para distraerse iban al campo y los visitaban, u otros que, por temor a los castigos o exilio, se refugiaban

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Nota mía: creo que la palabra Bastía, que no aparece en el diccionario, puede significar bastión.

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junto a ellos en busca de asilo. A todos les daban hospedaje y alimentos en conformidad con su rango social. El poder que poseían en el teriitorio de Val de Amone, de Imola y lugares aledaños, los proveía de todo lo necesario, tanto para los víveres como para el ropaje. Su riqueza aumentaba cada día, gracias a su frugalidad. A los huéspedes que llegaban de improviso, les preparaban una mesa no sólo sobria, sino que además espléndida, y los alojaban en buenas casas decoradas con bellos enseres y vajilla de plata, todo fruto del botín logrado en la ciudad. Si alguno se destacaba por su inteligencia o piedad, trataba de entrar a la carrera eclesiástica y de conseguir el ministerio de las parroquias vecinas o de consagrarse a la disciplina monástica. Otros, interesados en las leyes, ejercitaban el oficio de abogados, jueces o notarios. Los restantes, que sólo eran campesinos, y pobres de medios, cultivaban como mucho los bienes de los parientes. Las mujeres, por naturaleza, se dedicaban a trabajos de lino, de lana y como tantas Caie en el gobierno y manejo de la casa eran superiores a muchas otras. Y así sucedió que los Ficchi, llegaron con facilidad a ser los más ricos de los Ceroni.

Los descendientes de Matteo Ceroni 30.- Aquellos Ceroni que se habían trasladado aquí desde Serina Alta, no eran por carácter o costumbres diferentes a los otros, sino porque eran muy prolíficos, tanto, que sólo Matteo que estaba en 1390 en la flor de su edad, tuvo tres hijos gracias a los cuales, en un solo siglo, fue cabeza de familia de nueve generaciones. En efecto, engendró a Cecco y este a Salvuzio del cual nació Brunorio el primogénito de los Brunori: Cecco por otra parte engendró a Silvestro quien fue padre de Baldassarre del cual derivan los Baldassarri. El segungo hijo de Matteo fue Cristoforo del cual nació Laulo que dio origen a la familia Lauli. (Lolli o Loli) finalmente, el tercer hijo de Matteo fue Giovanni, llamado “El Lanciere” por su valentía y pericia en el lanzamiento de la lanza. Éste, además de Melchiorre quien fue sacerdote, tuvo a otros seis

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hijos los cuales dieron origen a otras tantas diferentes familias, i Ravagli de Bartolomeo llamado con el sobrenombre de Ravaleo, los Rinaldi de Rinaldo, los Berti de Bertone, los Poli de Paolo, los Giacometti de Giacomo y los Marándoli de Michele llamados el Marandolo. Todos estos se multiplicaron y crecieron en número tal, que se vieron obligados a abandonar el villorrio de Ceruno y a ocupar los caseríos repartidos y una parte de la aldea de Casola.

Los Brunori y los Ficchi 31.- Los Brunori fueron poco prolíficos pero superaron a los parientes en prestigio y riquezas, y como tenían buenas residencias en Casola, prefirieron siempre vivir unidos a varios de los Ficchi, en Ceruno y en el vecino caserío de Renzuno. Además, de común acuerdo con los Ficchi y con los Mita, sus parientes por vía de los matrimonios, construyeron también en Ceruno una Iglesia dedicada a S. Giacomo imitando así la de Serina Alta. Aquí podían asistir a misa y sepultar a sus muertos, por lo cual convinieron un suculento estipendio anual con el sacerdote oficiante. Nuccio, valeroso hombre de armas que por largo tiempo había militado en Francia, bajo la bandera de su Rey y había obtenido la aprobación real para agregar a su escudo familiar los lirios de oro que son la insignia recibida del cielo para los Reyes franceses, se enriqueció lo suficiente como para eregir en la Iglesia de Santa Lucía en Casola un altar dedicado a la Asunción de la Santísima Virgen, que dotó de una finca llamada Turricchia (en la parroquia de Pozzo) para el mantenimiento del Rector, reservándose el derecho de patrimonio para sus descendientes. Pero, con el transcurso de varias generaciones, la mayor parte de los antiguos Ceroni se extinguió, confirmando así la sentencia de Sallustio: “Todo aquello que nace y crece, está destinado a envejecer y a morir”. Quedaron sin embargo algunos que eran llamados Galli, Linguerri y de la Soglia, y todavía sobrevive un número pequeño, de modestas condiciones, de

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aquellos que no habiendo sido reconocidos como descendientes de Matteo de Serina, declaran ser provenientes del antiguo origen primitivo (indígena).

Los Mita 32.- Ya que más arriba hemos nombrado al pasar a los Mita, no estaría además referirse a cómo el apellido Ficchi se transformó en Mita. Entre los más notables de aquellos que por primra vez llegaron a Romagna desde Perugia ( y fueron los primeros) hubo uno que fue importante, ya sea por sus riquezas o por su valor militar que tuvo un hijo al cual llamó Fecchio del cual descendieron después los Ficchi que han vivido en Casola hasta hace pocos años. Tuvo luego un segundo hijo de nombre Silvestro, que vivió en el villorrio de Ceruno y del cual a través de ininterrumpidas generaciones (seis) dieron origen a otros tantos personajes llenos de valor, fuertes en las batallas y capitanes de compañías. De Silvestro nació Antonio que fue el padre de Cerunio y que recibió el sobrenombre de Midas por analogía con Midas, rey de Frigia, quien superaba en riquezas a todos los reyes. Sus coetáneos que lo comparaban con todos los otros como el más rico en propiedades y dinero, le pusieron este sobrenombre, que ya sea por error de traducción o por ignorancia popular, se transformó en Mita. Mita fue el padre de Tommiaso, del cual nació Pietro que se casó con Claradia, hija de Berto que era el hermano de Riccardo Alidosi, Conde de Tossignano, Fontana y Castel del Río. Pietro fue el padre de Ceruno, que al llevar el nombre de su abuelo, también fue llamado Mita, y así este apellido fue heredado por sus descendientes.

El caso de Raffaele Brunori 33.- De Brunorio nació Raffaele, que siguiendo sus inclinaciones se dedicó a la profesión de las armas al servicio de la República Veneciana y se especializó en varias batallas como capitán de infantería en los tiempos en que había entre los príncipes de la alianza de Cambrai un pacto contra la propia República. (10-12-1508).

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Por un cierto período de tiempo, Raffaele estuvo en Bolonia bajo las órdenes militares de Ramazzotto, hijo de Alessandro de Scaricalasimo (el nombre de Ramazzotto era por demás odioso a los Ceroni). Aquí se enamoró de su hija Lucía y la pidió en matrimonio. Muy complacido Ramazzotto accedió a la petición de Raffaele, ya sea porque consideraba bien colocada a la hija, o como hombre astuto que era, veía ofrecérsele con este parentesco, el modo de meterse tranquilamente entre los Ceroni para espiar y conocer el modo de vivir de esta gente, partidaria de los guelfos. Este matrimonio, fue el principio de la ruina de nuestros Ceroni. Los Ficchi, que conocían mucho mejor que otros parientes, la dudosa naturaleza de Ramazzotto, su fuerza en las armas y que sabían que tenía parte del comando sobre Apeninos de todos los gibelinos, recibieron la noticia del matrimonio con más desilusión y aprehensiones de lo que se pudiera pensar. Quizás temían que Raffaelo que estaba a cargo de la fortaleza familiar, cambiara y fuera atraido por las facciones gibelinas del suegro, abandonando a los suyos, o que a través de una conjura, se destruyera el poder y el buen nombre de los Ceroni. Las discusiones y desavenencias entre las dos partes, tenían los ánimos de los Ceroni divididos en dos frentes. 34.- Apenas Ramazzotto tuvo índicios de esta situación, le pareció que se le ofrecía un óptimo pretexto para arruinar a sus nuevos parientes, para lo cual puso todo en manos de su amigo y socio de armas Guido Vaina, con quien, de común acuerdo, hizo el juramento de destruir a los nuestros, pensando así debilitar la fuerza de los Ceroni partidarios de los guelfos y atajar la insolencia de Raffaele, que con insistencia y según lo convenido, exigía del suegro la dote de la esposa como se había pactado. Vaina entonces asume la tarea de proceder a cara descubierta, mientras Ramazzotto tramaba en las sombras las insidias. Guido, capitán de milicias y en buenas relaciones con los Señores, era de Imola. Rico y poderoso, era el capo indiscutible del partido gibelino en nuestras comarcas: después de la derrota sufrida en Ravena donde combatieron también y murieron algunos de los nuestros (Ceroni) y donde el 26

propio Ramazzotto había sido herido y derribado a tierra medio muerto, salvado por los Españoles que tenía cerca, aún así persistía en su manía de dominio, pensando que difícilmente podría realizar sus proyectos sin someter a todos los guelfos de la montaña como lo había hecho con los de la llanura. Tenía también miedo de los Ceroni, porque sabía que ningún enemigo hasta entonces había podido dominarlos y confinarlos. La rabia hacia ellos crecía continuamente, sobre todo por el hecho que los Ceroni eran aliados con los Sassatelli, sus enemigos declarados, por lo cual creía que lo odiaban en forma acrecentada. Mientras Vaina va rumiando todo esto, con su inquieta manera de ser, comprende que lo mejor que se puede hacer es denunciar al Rector de la provincia a los Ceroni, como renuentes a pagar los impuestos al Papa y de haber maltratado y arrojado de sus tierras a los encargados de cobrar estos impuestos. Aprovechándose de la oportunidad, Ramazzotto y Vaina sugirieron al Rector que mandara tropas para asediar el pueblo de los Ceroni como el remedio más saludable y de exigir así, por medio de las fuerzas, el pago de los impuestos. Con este consejo, esperaban que fueran asesinados todos los que se opuesieran como a la vez incendiadas sus casas. El Rector aprobó la sugerencia, y llamando a Chiappino Vitteli, capitán de la caballería ligera que militaba para el Papa, le ordenó de formar un batallón y con la ayuda de los aliados proceder tal como se lo habían aconsejado.

El intento para destruir Ceruno 35.- Fue así como el 4 de diciembre de 1522, (Santa Bárbara) Vitelli con cien caballos y Vaina con otros tantos hombres armados del partido gibelino, llegaron a Casola del Senio y desplegaron las tropan contra los Ceroni. Apenas entrados en los campos de Casola, debieron detenerse a orillas del río porque nuestros Ceroni rechazaron gallardamente a los primeros que avanzaban y amenazaron de muerte a los que se acercaran. En seguida mandaron embajadores a Vitelli para informarse a qué se debía todo ese aparato militar en su contra. Vitelli responde que no había sido mandado por la autoridad para hacer la guerra, sino para discutir las justas razones que

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querían exponerles pacíficamente. Los embajadores se comprometieron voluntariamente a aceptar cuantas peticiones hicieran con el compromiso que se alejara inmediatamente Guido Vaina y los otros hombres armados del partido gibelino, que eran sus enemigos. Al oir esto y viendo que sus trampas no daban resultado, Vaina abandonó libremente la empresa y también porque un poco antes, con un disparo de ballesta, le habían volado el sombrero, tiro hecho desde una pequeña colina por el experto Galbetto, cosa que los había atemorizado a todos ante el peligro de una emboscada a las filas de los gibelinos. Así pues Vaina regresó rápidamente con los suyos al lugar de donde había venido. Cuando vieron partir a Vaina, los Ceroni encargaron a Chiappino a dos rehenes que habían tomado: Gian Pietro Ficchi y Babino de la Soglia, los que fuieron conducidos a Riolo Secco (Riolo Terme) para ser ustodiados en la fortaleza. Vitelli con toda la caballería, se detuvo después por tres días como huésped de los Ceroni, siendo tratado espléndidamente y dando después al Rector una justa relación y favorable a nuestras familias.

Un nuevo intento de asaltar Ceruno 36.- Ramazzotto y Vaina ardiendo de rabia porque sus planes no habían resultado, saliendo los Ceroni sin ningún daño después del encuentro, se pusieron, inútilmente, a tramar nuevas insidias. Habiendo fallecido recientemente el Papa Adriano VI, en Romagna, el 14 de septiembre de 1523, dada la situación del momento, se recurría a las armas por el más mínimo motivo. Ramazzotto y Vaina, viendo que el camino del engaño no les resultaba, decidieron declarar la guerra abiertamente a los Ceroni con el pretexto ya señalado de los impuestos pendientes.

Preparativos para la Batalla Por lo tanto, Guido Vaina armó una escuadra de unos 4.000 gibelinos entre los cuales se podían contrar los componentes de por lo menos cuarenta linajes diversos que participaban por lo demás voluntariamente, mientras los soldados adiestrados en la guerra, no eran más de doscientos. Estaban armados de arcabuces que lanzaban bolas de plomo, (terrible tormente de plomo de demoledoras consecuencias!) y que habían traído escondidos desde

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los arsenales de Ramazzotto. Hechos todos los preparativos para la expugnación y la guerra, el 27 de octubre del mismo año 1523, el batallón salió de Imola y por el camino más corto llegó a Casola. A lo largo del viaje, los soldados obligaban a los campesinos que encontraban a gritar junto a ellos: “Que viva Guido que va a exterminar a los Ceroni!).

La estrategia de los Ceroni 38.- Apenas los Ceroni tuvieron noticias de este nuevo ataque, se volcaron en masa donde Raffaele (Brunori) que custodiaba la fortaleza (di Ceruno) y llenos de indignación como si fuera él la causa de esa desgracia, lo enfrentaron con duras palabras, amenazándolo hasta de muerte si no se lanzaba inmediatamente contra los enemigos armados. Rafaelle, experto en la guerra y muy acostumbrado al riesgo de las armas, los tranquilizó, diciéndoles que no era necesario tomar las cosas tan trágicamente como lo estaban hciendo los pobladores. Les asegura que está convencido que aquel tropel de bandido no hubieran osado a adentrarse en aquellos lugares áridos donde era imposible desplegar su artillería pesada si hubieran estado al tanto de esas condiciones adversas y si lo hubieran intentado, se podría detenerlos con un puñado de hombres y dispersarlos gracias a la aspereza del lugar donde ellos no tenías práctica alguna para desplazarse. Finalmente, les dijo que Dios omnipotente, primer hacedor de todas las cosas, está acostumbrado a castigar las injusticias de manera tremenda.. Les aconseja no tener miedo de esa gentuza que se acerca, porque, según él, los enemigos se derrotan más con la habilidad que con la fuerza y número de hombres. Sabe, como a menudo en el pasado, con pocos pero valerosos soldados, se habían sostenido victoriosas batallas contra una multitud de enemigos y afirma tener fe en la ayuda de Dios porque ahora sucedería lo mismo ya que los Ceroni se empeñarían a derrotarlos, dado su reconocido valor, tanto del corazón como de sus fuerzas. Recomienda que se reúnan los amigos en el mayor número posible para formar compañías de batalla, de manera tal que unida la habilidad a la fuerza, sea posible con pequeñas escuadras derrotar la preponderancia numérica de los enemigos, inexpertos en aquellos lugares

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montañosos y obligarlos a la fuga. Por su parte, estaba dispuesto a hacer frente a cualquiera prueba y a soportar fatigas y peligros. Los Ceroni acogieron con aprobación estas palabras y gritaron a una voz de querer combatir con valor si los hechos le daban la razón a las palabras de Raffaele, de pelear por la patria, los hijos, las mujeres y la gloria, hasta la victoria o la muerte, eligiendo luego el lugar de la batalla. Decidido esto, todos unidos se dedicaron a fortificar su aldea y la fortaleza donde amontonaron todos sus enseres más preciosos. Llamaron en ayuda a sus amigos de las montañas prepararon el lugar de las celadas y reunieron a todas las mujeres con sus niños en una habitación vecina a la fortaleza, después dehaber colocado debajo de esta casa montones de leña para que, en el caso de que los enemigos ocuparan el pueblo, los cuidadores de las mujeres incendiarán el lugar antes que dejarlas en las manos lujuriosas de estos enemigos. Aunque casi todos los amigos llamados para ayudar acudieron al monte de los Ceroni (= a Ceruno), hay una parte que no usa las armas y miedosa había tomado camino a las montañas vecinas en espera o de volverse a juntar con sus propios familiares o de buscar refugio sobre las cumbres. Apenas 300, entre Ceroni y socios, todos armados, siguieron a Raffaele quien los repartió en tres grupos, asignando a cada uno sus tareas.

Se preparan en espera de los asaltantes 39.- Los Ficchi, que por motivos señalados más atrás se habían destanciado de Raffaele, en esta ocasión tan peligrosa, poco se fían de él. Por este motivo eligieron la tarea de defender la fortaleza y el villorrio de Ceruno. Y para reforzar a los combatientes, reclutaron a Francesco de Pietramala, hombre idóneo y experto en armas quien llegó con 40 vigorosos y valientes ballesteros. Gian Battista, hijo de Ravaleo, (Bartolomeo llamado Ravaglia) se escondió en el boscaje con 60 hombres, como en una trinchera, hacia el poniente, poco lejos del pueblo con el objeto de tender trampas en el camino de los enemigos.

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Luego Raféale con 130 de las más valerosos, se instaló cerca de Meleta, escondido por las colinas y los árboles para atajar la retirada. Había llevado a su esposa Lucía, la hija de Ramazzotto, quien estaba armada de una larga pica, dispuesta a lanzarla contra los enemigos y hasta sobre su mismo padre, como era presumible en caso que lo hubiera encontrado. De este modo, los centinelas en sus puestos, esperaban la llegada de los enemigos.

Guido Vaina ocupa e incendia Casola 40.- El 28 de octubre, fiesta de los apóstoles, santos Simone y Tadeo, se vió a Guido Vaina, con tropas desplegadas, ocupar la llanura del Senio y sembrar por todos lados el terror entre los campesinos. Luego de haber mandado adelante a exploradores hasta el caserío de Casola, y haberse informado que sus habitantes habían abandonado sus casas, las ocupó y permitió que sus soldados robaran todo lo que los nuestros, por el apuro, no habían podido llevarse. En este punto, dividió a su ejército en dos partes, ordenando a los de armadura ligera a adelantarse atravesando el puente sobre el río y enfrentando en órden la subida del monte hasta Ceruno donde tenían que tratar de saquear el villorrio. Pronto los seguiría él con la otra parte del ejército y con los cañones para abatir la fortaleza y destruir las casas. Con el fin de hacer daño e infundir terror a los Ceroni, empezó a incendiar las casas del pueblo, que eran como unas ochenta, pero esta acción sirvió para aumentar aún más la ira de los Ceroni contra los propios enemigos.

La batalla de los toneles Mientras tanto, estos enemigos habían llegado casi a la cima del monte, por una subida árida y difícil, cuando Ravaleo, saliendo de la emboscada, disparó sobre ellos con gran estruendo un poco de la artillería. Los gibelinos se detuvieron, devolviendo el fuego y cuando se preparaban para perseguirlos, del alto de la colina empiezan a rodar toneles llenos de piedras dirigidos expresamente a los atacantes. Esta escaramuza de los Ficchi, los hizo huir espantados. Y de improviso, del lado izquierdo del monte, aparece Raffaele con sus hombres, sembrando el terror entre los enemigos y fulminando con disparos de arcabuz a los que tenía más cerca. Al mismo tiempo, desde fuera y

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con toda su gente, aparece nuevamente Ravaleo, gritando amenazas de exterminio a los enemigos que estaban más cerca y ya con los arcabuces cargados, los cuales huyen llenos de pánico (ya habían sufrido la experiencia de los toneles), siendo perseguidos por disparos de arcabuz y flechas. Los gibelinos, heridos y rodeados por todas partes no pudieron sostener el ataque; pusieron marcha atrás y como un torrente impetuoso, saltando entre despeñaderos y lugares desconocidos para ellos, se precipitaron hacia el bajo. No hubo precipicios, grandes saltos ni despeñaderos que los detuvieran. No tenían otro temor fuera del que tenían a los Ceroni. Fue así como la mayor parte se precipitó en el río desde gran altura, donde perecieron. Los nuestros, gracias también a las particulares condiciones del terreno, los persiguieron en la fuga causando estragos y dispersándoles.

La ira de Vaina 42.- Guido Vaina, montando su caballo y todo cubierto con una armadura de coraceros, apenas había cruzado el puente (de la Soglia) cuando se percató de la precipitada fuga de sus hombres. Se lanzó inmediatamente contra ellos con toda la guardia de escolta, ordanándoles detenerse y volver a combatir. Les echó en cara el haber tenido miedo de cuatro campesinos dándose a la fuga; amenazó con exterminarlos a todos si no regresaban y ordenó a sus guardias de pasar por las armar a los primeros que trataran de huir y de empujar nuevamente a la turba a reanudar el combate mientras él, con esa pesada artillería, estuviera listo para combatir con todo el rigor en la cuesta. El temor más grande, venció el menor. Se detuvieron y regresaron para pelear. Pero he aquí que los Ceroni los perseguían nuevamente y los aliados de los Ficchi bajaban en grupos chicos, para hacerles creer que eran muy numerosos. Descendían desde Ceruno, gritando salvajemente. El valle retumbaba con el tronar de los cañones, y grandes piedras rodaban a lo largo del declive golpeando a los enemigos. Los imoleses se espantaron en tal forma, que volvieron a huir, mientras eran perseguidos por las flechas lanzadas desde lejos. Guido Vaina no logró por sí solo detener a la turba que ya huía aterrorizada y desordenadamente, y poco faltó para que en su indignación obligara a los cañoneros a disparar contra los fugitivos, volcando así contra

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los suyos, todos sus deseos de exterminio que tenia para los nuestros (Ceroni). Aplacó como pudo su ira, y habiendo quedado solo, tuvo que retirarse de la batalla. Dejó en el lugar cuanto había llevado para el asalto, y atravesando las escarpadas colinas, fue hasta Tossignano. Los otros, siguiendo por el fondo del valle, retornaron a su ciudad de donde habían salido.

Osada maniobra de los Ficchi 43.- Cuando los Ficchi se aseguraron que ningún otro peligro amenazaba su villorrio, sacaron a sus mujeres de la casa donde las habían recluido y para intimidar a los enemigos, rodearon por todos lados la fortaleza con soldados armados, una defensa de pocos soldados de las más antiguos, para cerrarles la entrada en vez de perseguirlos. Esta idea había sido de Tessuccio y Galbetto. Luego, el resto de los hombres vadearon el río bajo Casola y avanzando rápidamente entraron en los campos de Buratta, enfrentándose cara a cara con los fugitivos. Los gibelinos se detuvieron. No se habían enfrentado hasta entonces y el terreno era plano, así que confiados en el hecho de ser mucho más numerosos, tomaron las armas. Inmediatamente, de uno y otro bando, empieza el combate, Raffaele, mientras tanto, estaba al otro lado del río, entretenido con el abundante botín que habían dejado en su huída los enemigos, y pensaba mientras tanto si perseguirlos o no, ya que consideraba que se había hecho bastante para derrotarlos. Y así aconsejaba a sus hombres que cesaran en la persecución. Pero cuando llegó la noticia que los Ficchi habían empezado a pelear de nuevo, dejaron a unos pocos cuidando los enseres, y emprendieron de carrera a través de los campos de Casola, la sorpresa de atacarlos por la espalda. De este modo los enemigos, entre dos frentes, muchos heridos y amenazados, fueron nuevamente abatidos. Los que lograron salvarse, confiando más en sus piernas que en las armas, buscaron las guaridas más cercanas, y así con la complicidad de la noche y por senderos imprevistos, fueron regresando como pudieron a sus casas. Con la derrota y fuga de los enemigos se dio fin a la batalla y los Ceroni tocaron retirada.

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La aventura de Ravaleo 44.- Ravaleo, (Giambattista Ravaglia) tomó un caballo y con un grupo de los suyos salió a la caza del Vaina para capturarlo. Lo tuvieron a la vista, lanzándole mucha artillería, pero no lograron su objetivo porque el hombre estaba protegido por una sólida armadura. Sin embargo, Vaina corrió un peligro de muerte cuando el caballo lo llevó dentro de una zanja profunda y larga y luego sobre una escarpada roca. Se dio cuenta de lo peligroso que era retroceder, con los nuestros pisándole los talones, y no encontraba una via de escape. Mientras daba vueltas y vueltas; uno de los Ceroni le clavó la punta de una larga lanza (o cuchillo corvo) entre las junturas de la armadura, tratando de derribarlo del caballo. Cuando Vaina se dio cuenta del peligro; soltó los estribos y con un gran salto al otro lado del ataque y aún con la punta del cuchillo clavado en la armadura, pudo librarse y volver sano y salvo a su casa. Debido a este hecho, esa larga zanja lleva el nombre de: “Salto del Vaina”. Entre los nuestros, hubo quienes acusaron a Ravaleo de avaricia e incapacidad porque había tenido más de una ocasión para tomar priosionero a Vaina, ya que había bastado derribar su caballo con un disparo de arcabuz; pero Ravaleo pretendía adueñarse de la hermosa bestia, por lo tanto no quiso matarla. De esta forma, así perdió, ya sea por incapacidad o por avaricia, la posibilidad de conquistar la gloria más amplia; el preciso caballo y también el noble caballero. Desbaratados los enemigos, se recoge el botín de guerra. Había dos pesadísimos cañones de bronce, llamados “bombarde” cada uno arrastrado por cuatro pares de bueyes. El primero con el escudo del Senado de Imola y el segundo con aquel de la estirpe de los Vaina. Había además ocho cañones de fierro, cada uno montado sobre un carro. Todos fueron acomodados en la fortaleza de Ceruno donde estuvieron custodiados hasta el año 1610 cuando Mario, el nieto de Raffaele, desarmando en trozos los de bronce los hizo transportar a Florencia (regalados o vendidos) al Gran Duque. En cuanto a los de fierro fueron destinados a varios usos por Stefano, el hijo de Mario.

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Además de los cañones, hay que agregar al botín las vituallas, las municiones para la artillería, los arcabuces, los carros, los bueyes y varios otros tipos de armas dejadas por los muertos y los fugitivos; las banderas militares, las elegantes vestiduras además de todos los enseres robados en nuestras casas, aún intactos. De acuerdo con los soldados, Raffaelle dividió todo entre los socios. Se dejó para él los bueyes y los objetos más valiosos para compensar en parte la promesa de la dote no cumplida por el suegro,y también se dejó las banderas militares. Los cadáveres de los enemigos fueron sepultados en el mismo lugar donde cayeron. En el campo de la Buralta habían muerto unos 300 hombres y otro centenar había caido al otro lado del río, vecino a la Soglia. De los nuestros hubo unos cuantos heridos pero solamente cuatro muertos: Virgilio y Federico Giacometti, Tolomeo de Cilotto Ficchi y Massotto de Pietramala. Sus cuerpos fueron transportados solemnemente a la Iglesia de Santa María de Casola para una honorable sepultura. Se decretó finalmente con voto público, como agradecimiento a Dios, de hacer solemne la fiesta de los Santos Apóstoles, Simone y Taddeo (28 de octubre) todos los años a perpetuidad.

Carta de Vaina 45.- Pocos días después, Vaina le escribió una carta a Raffaele en la cual lo calificaba, como coronándolo el mismo, como Pequeño Rey (Regulus) de estas montañas y con calurosas expresiones le pedía de estrechar lazos con él y los Ceroni, haciendo un pacto de amistad. De esta forma, se apaga desde ese momento casi toda la enemistad que había entre los Vaina y los Ceroni.

Felicitaciones de los vecinos 46.- Varias personas de las ciudades vecinas vinieron a felicitar y alegrarse con los nuestros por la bella victoria lograda y otras mandaron cartas en las cuales magnificaban la gloria de los Ceroni. En Toscana, , hubo quien parangonó a los Ceroni con los Fabbii de Roma, comentando que así como

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éstos habían volcado toda su capacidad al cultivo de las tierras, logrando tener tanto poder en Roma que podían vencer en pequeñas contiendas sólo con la ayuda de los esclavos y parroquianos, así también los Ceroni, en su mayor parte agricultores, habían sido capaces de derrotar y desbaratar a los ejércitos enemigos sólo con su fuerza y habilidad, llegando a dominar en esas montañas no por señorías, sino por su gran autoridad y poder. Por tanto se confiaba en que este poderío aumentara cada día, y así se mantuviera en el tiempo en tanto sus descendientes siguieran siendo los legítimos hijos de sus padres y no se destruyeran entre ellos a costa de discordias y partidismos. Y como ejemplo de cuanto se había comentado, sucedió que Jacopo, un florentino de la noble familia de los Salvati, cuando se enteró de la querella que los de Imola había propiciado contra los Ceroni, se dirigió donde el Papa Clemente VII ( que por entonces se encontraba en Bolonia para la coronación del Emperador Carlo V) y con estas palabras hizo su defensa: “Beatísimo Padre, se sabe muy bien que los Ceroni, en momentos de necesidad, siempre han estado dispuestos a favor de los Señores y los Príncipes; puedo asegurarle a vuestra Santidad, que ellos, como un cantón suizo, están arriba de sus montañas, siempre en defensa de la Santa Sede y de la casa de los Medici, listos para lo que se les ordene, no importándoles los peligros, atentos al más mínimo llamado de sus señores”. “Pienso por tanto que no debiera seguir siendo perseguido por una tan leve falta”. No hay dudas que también muchos otros que estaban a nuestro favor, actuaron y hablaron de manera solidaria para ayudarnos.

La aventura de Ramazzotto 47.- Ramazzotto en cambio, enemigo declarado de los Ceroni, y alimentando contra ellos sentimientos malvados, se preparaba con perversidad a proseguir con todo lo que de tan mala manera había comenzado. Había sido elegido por el Pontífice Clemente VII, en 1530, Conde de Tossignano, Fontana y Sassoleone y ya se había acercado mucho a los nuestros, primero con frecuentes entrevistas con Raffaele y otros de sus hombres, haciéndoles creer que, sobre todo, la sospecha de haber conjurado con Vaina era una falsedad,

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luego intrigado con los Ficchi para enemistarlos con sus parientes Ceroni, echándole la culpa a ellos de maquinaciones secretas contra Raffaele y otros Ceroni. Esta falsedad podía tener cierta apariencia de verdad, porque los Ficchi eran considerados como gentes de ánimo belicoso, de manos siempre listas y que no soportaban las injurias. Además eran superiores a todos los otros miembros de la familia, por la gloria, las riquezas y los favores de los Príncipes debido al arte militar al que por largo tiempo estaban dedicados. No había entre los nuestros ninguno más, salvo Raffaele, que pudiera estar a la altura de ellos. Debido al incendio de las casas y de sus bienes de lo cual ya hemos hablado, habían tenido un daño avaluado en por lo menos ocho mil escudos, además que en el enfrentamiento con el Vaina, habían perdido un pariente y un socio, miraban con rencor a Raffaele, considerándolo la causa de sus desgracias y otro hecho que empeoró las cosas fue que uno de los Poli, como solían hacer los jóvenes, entró de noche a un huerto a robar fruta o grano. Fue sorprendido y apaleado por unos desconocidos en tal forma despadiada que murió a los dos meses. Como no se pudieron descubrir a los culpables, se les echó la culpa a los Ficchi, porque como se sabía, los hechos habían ocurrido en sus terrenos. Todo esto sirvió de gran manera para la venganza. Ramazzotto mientras tanto, andaba aseverando a sus más íntimos que para poder vadear un río, había que dividirlo en arroyos, si este río era ancho y profundo. Del mismo modo podía debilitar el poder de los Ceroni si lograba dividirlo en facciones. Dios quiso que su deseo fuera ampliamente satisfecho.

Los crímenes de S. Lucia y S. Cassiano 48.- Aquellos Ceroni oriundos de Serina, llamados también Lancieri, se conjuraron para matar a los Ficchi que vivían en Casola, y fue sobre todo Raffaele (Brunori) que por su autoridad y riquezas, lideraba este proyecto. Como primera cosa, simularon una gran amistad y familiaridad hacia los Ficchi; invitaciones a comer, negocios en común, encendidas palabras de repudio contra los enemigos y proyectos para realizar juntos todo esto cubierto por una absoluta falsedad. Una vez acordado el día propicio,

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Morando de Salvuzio, Ottaviano de Brocolo, Gabrone de Federico, Relicco de Mero, Ottaviano de Berto, Uguzzone de Rinaldo, Ottaviano de Sforzino, Balbino Poli (de Paolo) y otros completando unas 25 personas, asesinaron a traición a sus víctimas, (Raffaele no participaba porque estaba enfermo con fiebre). Tesuccio de Catone y Ser Mengotto de Alessandro, ambos de la familia Ficchi. Fueron asesinados como víctimas sacrificadas en el altar, cuando venían saliendo junto con otros de la iglesia de Santa Lucía, justamente después de la misa. Los asesinos se dieron a la fuga inmediatamente. Por este delito, los Ficchi y los Lancieri se convirtieron en acérrimos enemigos, y no es fácil enumerar los tumultos y sediciones debidos a esta rivalidad. De uno y otro bando, se tramaban toda suerte de intrigas hasta que, por mandato del Presidente de Romagna, Bartolomeo Valori, se hizo un tratado de paz, una tregua que si no era cumplida, tenía una multa de 1000 escudos de oro, que se repartirían por mitades entre el fisco y los ofendidos; todo esto bajo garantías y tiempo determinado. Nació en aquella época una división también entre los Ficchi. Aquellos que eran descendientes de aquel Ceruno llamado Mida, habiendo contraído lazos familiares conlos Brunori, el 13 de julio de 1532, se separaron de los otros (Ficchi), haciendo un pacto de tregua por 25 años con los otros Ceroni, y prometiendo no ayudar de ninguna manera a los Ficchi de Casola. Todo esto, gracias a la astuta perfidia de Ramazzotto. Otro pacto, dos meses después, de mantener a perpetuidad dicha tregua entre ellos, bajo pena de mil escudos de oro a quién la rompiera, y como garantía los bienes (terrenos y casas) que poseían. El resto de los Ficchi, con sentimientos más de orgullo que de prudencia, juraron vengar la muerte de sus parientes, sobre todo eliminando a Raffaele que consideraban el gestor de toda la conjura. Era como castigar el origen de todos los delitos. Y fue así como un año después, el 14 de mayo de 1533, los hermanos Antonio, llamado Gabetto, y Annibale, hijos de Simone Ficchi de Ceruno, en compañía de Ettore Temprone, Battista y Baronio, atacaron a Raffaele Brunori en Imola, cerca del Duomo de S. Cassiano. Raffaele caminaba junto a un pequeño grupo de hombres armados, y siendo sorprendido, lo asesinaron en medio de una riña. También hirieron de gravedad, en su brazo derecho, a

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Ottaviano de Berto, quien falleció después de un mes de sufrimientos. Los atacantes en cambio, sin sufrir bajas, huyeron de la ciudad.

Mediación entre amigos y enemigos 49.- El triste caso conmovió a un gran número de amigos los cuales decidieron intervenir para impedir que estos hechos tan desgraciado entre parientes, se prolongaran indefinidamente. Trataron de convencer con buenas razones a las dos partes a fin de establecer una paz decorosa entre todos. Cuando las partes estaban por llegar a un acuerdo, gracias a esos buenos oficios, Ramazzotto que pretendía apagar el incendio no con agua sino con la ruina, convocó inmediatamente a todos los Lancieri en la iglesia de Santa María del Corso, mandando a la punta del cerro a cualquier proyecto de paz. Con lágrimas y falsas palabras, deploraba el asesinato de Raffaele y les prometía toda clase de ayuda contra los Ficchi. Se dedicó en cuerpo y alma a excerbar los ánimos en tal forma casi hasta llevarlos a la locura, como se verá más adelante. Como ejemplo, los hizo comprometerse en muchos pactos injustos y estúpidos como que ningún Ceroni podría pretender hacer un armisticio con los Ficchi o ser inducidos a alianzas o tratados para defenderse de los enemigos sin la unánime aprobación de Ramazzotto, Morando, Marcantonio y Giacomo Brunori. Otro, que cualquier ofensa que recibiera cualquiera de ellos, debía considerarse como si hubiera sido hecha a todos de modo que recíprocamente, el uno por el otro, debía comprometerse con su patrimonio, su vida y su honor en defender el honor y los intereses de los otros. No podían pertenecer ni a los guelfos ni a los gibelinos, solamente prestar devoción incondicional a la Iglesia Romana y a la casa de los Medici, obedeciendo a los Ministros nombrados por la autoridad. El que no cumpliera estas reglas, debía pagar una multa de 200 monedas de oro a la Cámara (vale decir a Ramazzotto). Y así finalmente, lisonjeando a los nuestros en sus beneficios y aún más, en su honor, (en el ardor de las pasiones, todo buen sentido había abandonado

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sus mentes) hizo redactar por Alessandro Bassi, un compromiso notarial, acta que fue firmada el 24 de abril de 1535 y con tantas otras cláusulas repugnantes y vergonzosas que he preferido silenciar, para no mover a risa y hasta al asco a mis lectores.

Codicia y sordidez de Ramazzotto1 50.- No mucho tiempo después, el carácter infame de Ramazzotto se manifestó en su avidez por devorar también nuestros bienes. Había adquirido del fisco un amplio poder sobre Montecatono, pagándolo con la mísera suma de 1127 escudos de oro. Este mando se le había confiscado a Gian Pietro de Alessandro Ficchi por la ruptura con los Lancieri. Como Gian Pietro debía pagar a los Brunori y a los Berti 700 escudos y el resto al fisco como ya se había acordado, Ramazzotto adquirió de este último el derecho de 1.000 escudos que los Lancieri (los mismísimos!) debían reembolsar a la Cámara Apostólica por el asesinato de los Ficchi y satisfacer a nombre de los Lancieri con otros 700 escudos de oro. De este modo, Ramazzotto profitó aumentanto casi cuatro veces de su adquisición.

El delito de Biforco de Marradi 51.- Los Ficchi se encontraron entonces viviendo entre enemigos de su propia familia. No soportaban la señoría de Ramazzotto, su enemigo neto, y no queriendo incurrir en las iras del Papa o en el furor de sus consanguíneos, decidieron abandonar su pueblo. Tomaron la decisión de refugiarse en los territorios del Gran Duque de Toscana, Alessandro de Medici, y con la mediación de algunos amigos, trataron de conseguir este asilo Antonio Galbetto y Ettore Temprone eran ya conocidos desde hacía tiempo por la Serenísima y les fueron enviados rápidamente los nombramientos como capitanes de infantería. Otros parientes fueron llamados a otros cargos militares. Mientras se preparaban para el traslado se alojaron por algunos días donde los Fabroni, de Maradi. Nota mía: a veces tengo dudas que mi traducción no alcance a revelar hasta qué punto la maldad de Ramazzotto, enquistado en la familia por parentesco político, fue la mano infame que destruyó a gran parte de nuestros ancestros. 1

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Los Lancieri, ayudados por espías, muy pronto estuvieron al tanto de estos movimientos, y luego de estudiar todas las posibilidades y consultado Rammazzotto que también estaba informado sobre la partida y el recorrido de los Ficchi, emprendieron su plan de ataque. Salieron de noche con un pelotón de hombres rumbo a Maradi, (sobre las colinas) y en un lugar que tiene el triste nombre de Biforco (horca de dos dientes) se prepararon para el asalto, escondiéndose entre los bosques a la espera de los Ficchi que tendrían que pasar por el lugar al día siguiente. Al amanecer, aparecen los Ficchi, unos catorce hombres, armados sólo de espadas y acompañados de un pequeño grupo de campesinos que llevaban el equipaje, y donde menos sospechaban encontrar una celada, fueron repentinamente atacados con disparos de fusil y de ballestas. No obstante la enorme desproporcion de fuerzas, los Ficchi se defendieron valerosamente con las espadas, combatiendo por largo rato, hasta que Galbetto y Cristoforo cayeron acribillados a tiros. Temprone, valientemente como ningún otro Ceroni, combatía con una flecha clavada en su espalda. Los Lancieri cuando vieron que casi todos sus deseos se habían realizado, temiendo ser rodeados por los lugareños ya al tanto de los hechos, si se demoraban más en su ataque, en orgullosa retirada con el estandarte en alto, regresaron a sus casas. Temprone con sus propias manos se sacó la flecha de la espalda y regresó a Maradi sin pensar que la herida podría ser mortal. Estaba tranquilo, sin embargo a los cuarenta días murió a causa de la flecha que estaba envenenada. Con su muerte, prolongó la vida de los Lancieri.

Los Ficchi y los Mita abandonan el valle 52.- Los Ficchi sobrevivientes del atentado y sus parientes, buscaron aquí y allá en Italia, un lugar donde vivir, confiándose en la suerte, y no regresaron nunca más a su pueblo. Un gran número de familias, perseguidas por el infortunio doquiera que fuesen, y llenas de temor ante la ferocidad de los

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enemigos los cuales, con la fuerza del derecho, por medio de la injuria, la delación y toda clase de atropellados trataban de adueñarse de sus bienes, decidieron partir con sus hijos. Fue así como abandonaron en los valles del Senio y del Lamone, sus casas y sus campos, empobreciéndose después de haber sido ricos y enriqueciéndo con sus bienes a sus enemigos. Los Mita y sus familiares, no confiando para nada en los pactos estipulados y para evitar las intrigas de los Ceroni (Lancieri) se fueron por algunos años a vivir en la fortaleza de monte Battaglia que estaba bajo la jurisdicción del Conde Alessandro Bonmercati de Imola.

El escudo con la venda 53.- Los Lancieri se dieron cuenta que se habían comportado de un modo vergonzoso e indigno con sus propio congéneres y para limpiar su honor, decidieron publicar un documento, completamente falso, testificando que los Ficchi no eran oriundos del Ceruno, sino que descendían de un soldado llamado Silvestro Calamelli y que a los Ceroni se habían unido sólo por pactos sociales, como si por ejemplo ellos, los Lancieri, si hubieran vivido en Ceruno, según el recuerdo de las gentes, no podrían llamarse Lancieri. Por instigación de Ramazzotto, cambiaron entonces el escudo que había sido hasta entonces común a las dos ramas familiares, agregándole al suyo una venda de lino atravesando el ciervo por la mitad, de manera de distinguir claramente los Ceroni de los Ficchi y de los Mita y promulgaron un decreto por el cual se disponían que éste sería el emblema reservado a los Ceroni también en el fututo; con los Mita y los Ficchi excluidos. El señor Ricardo Alidosi, señor de Castel del Río, al enterarse de estos hechos, parece haber salido desdeñosamente con este contraataque: “después de esto, que otra cosa les falta a los Lancieri que no sea devorarse entre ellos?” La modificación del ciervo, si no me equivoco, simboliza el odio mortal dentro de la propia familia y cada cual se dará cuenta que ha sido justamente

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añadida una venda al escudo para vendarse las mutuas heridas. Y esta suposición se hizo realidad como lo demostraré más adelante. Pero, principalemente hablaré de Ramazzotto, al cual la justicia devina y como realizando en gran parte nuestros deseos, no le permitió ni adueñarse gozosamente de lo ajeno, ni huir de las merecidas penas por sus perfidias.

La caída y el fin de Ramazzotto 54.- El Papa Paolo III fue informado que Ramazzotto, para castigar la violación de su hija Attilia, atribuida Francesco Montino de Val Abate, le había dado muerte colgándolo de los pies desde una ventana de la fortaleza de Tossignano y al mismo tiempo había ordenado el exterminio de toda esa familia, incluyendo hasta los hijos lactantes. También fue acusado de otras acciones criminales por el Presidente de la Provincia; se le llamó a declarar pero no se presentó. Fue condenado en rebeldía y todos sus bienes confiscados. A la vez, el Presidente organizó una compañía de cinco mil hombres en armas, y en el mes de octubre de 1536 marcharon contra Tossignano, tomando el poblado fácilmente debido a la espontánea rendición de sus habitantes. En cambio, durante varios días debieron atacar la fortaleza porque el Vizconde de Ramazzotto, a pesar de no oponer mucha resistencia, se negaba a abandonarla sin primero informar a su primo Ramazzotto de los hechos sucedidos en sus dominios. El Presidente fue obligado con esta actitud a prolongar el asedio, pero finalmente, irritado por la demora, dio órdenes de abatir la fortaleza, desde una altura adecuada, con la artillería pesada desmantelando y destruyendo sin tregua con proyeciles de fierro, los muros de protección. Pocos días después, el Vizconde, lleno de temor logró un acuerdo con el Presidente, y abandonó e lugar que fue asaltado por la tropas y destruido antes de su retirada. Mientras tanto, Ramazzotto ya sin salvación, se había refugiado en las montañas de Pietramala, donde su hija Attilia, tuvo que llevar una vida llena de sufrimientos, entre los escondrijos más oscuros y fétidos de la casa para librarse del castigo del Príncipe. Castigado por la

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censura eclesiástica hasta el día de su muerte, no tuvo sepultura cristiana hasta que fue reconciliado con la iglesia. Volviendo a los nuestros, puedo asegurar que demasiado tarde esta mala bestia puso el pié en la trampa. Y también demasiado tarde habían cesado las intrigas de tan cruel enemigo. De ahora en adelante el dado ya había sido tirado y también nuestras fuerzas se encontraban debilitadas.

Continua venganza entre Rinaldi contra Ravaglia 55.- Al alejarse los Ficchi como ya se ha señalado, sólo quedaron los Ceroni habitando sus lugares patrios. Cuando el Cardenal Sangiorgio, legado Pontificio de la Romagna tuvo que renovar en 1552 el séquito de soldados para la Sede Apostólica, enroló a los Ceroni entre veinte y cincuenta años de edad y apenas pudo juntar a 300 hombres. Al difundirse este golpe de suerte, prendió el temor entre los que se habían alejado, envidia entre los exliados y encendió aún más la prepotencia y belicosidad de estos Ceroni (sobre todo a causa de Gellino, Relicco y Garrino resentidos vástagos naturales de nuestros antepasados) dándose la paradoja que mientras más ascendían, tanto más vergonzosamente rodaban cuesta abajo. Se despertaron entre ellos enemistades, feroces envidias y repentinos odios generados por fútiles motivos, sin que ninguno estuviera dispuesto a apagar el incendio cuando recién empezaba y esta rivalidad creció a tal punto, que los Lancieri que eran los más poderosos se dividieron también en dos partes, por un lado los Ravagli, apoyados principalmente por los Loli y los Poli y por el otro los Rinaldi con los Giacometti y los Berti a su favor. Recelaban entre ellos mirándose de reojo, y no pocas veces se desafiaban enredándose en pleitos por los más mínimos motivos. La situación llegó a tal punto, que no sólo fueron llamados al orden por ejércitos forasteros, sin ceder ni dejar de pelear encarnezidamente y sin tregua, hasta que en el breve espacio de un año y medio hubo por lo menos veinte víctimas de uno y otro bando, en su mayoría entre las gentes de más edad abatidas con ferocidad.

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Se hacen aborrecibles al Papa y al Gran Duque 56.- Los unos y los otros presentaban continuamente denuncias, ya sea ante el Papa Pio IV o ante el Gran Duque de Toscana, Cosimo I acusando al adversario de numerosos delitos cometidos en sus principados. Se echaron encima por lo tanto, también la indignación de aquellos señores que no obviaron ninguna ley con el fin de castigarlos, ya fuera a las personas o en los bienes. Se los citaba a juicio y no comparecían. De esta forma se ganaban el exilio y la confiscación de sus bienes.

El delito de Possente Poli precipita el final 57.- Pero el delito más funesto fue aquel que cometió insensatamente Possente Poli. Debido a que, según él, había sido profundamente ofendido por los Fabroni (de Maradi), familia a la que pertenecía su esposa, estudiaba la forma de vengarse. Llevó hasta Marradi a veinte de sus hombres con la intención de eliminar a cualquier Fabroni que encontrara en su camino, pero como le fue mal, antes de retirarse con sus hombres, atacó a Pelinguerra que era hijo de Zanotto y vigilante de la fortaleza, y lo asesinó, dándose después a la fuga. Pero esta víctima era muy apreciada por el Gran Duque de Toscana, además eran compadres, así que cuando se enteró del bárbaro asesinato, profundamente golpeado, decidó de vengarlo en la forma menos pensada. En efecto, después de una entrevista con el Papa (Pio IV) informándolo de este hecho, confió a Angelo Guicciardini el comando de dos mil soldados, con órdenes bien precisas. Guicciardini bajó de las montañas alpinas con su ejército que iba acrecentándose con la afluencia de voluntarios, enemigos de los Ceroni, o atraídos por el milagro del botín y saqueos que de vez en cuando les caían del cielo.

La Derrota 58.- Guicciardini llego a Susinana el 10 de septiembre de 1563. Aquí lo esperaban, según lo acordado, alrededor de mil hombres entre guardias y soldados de las milicias Pontificias que el Prefecto había enrolado en los pueblos vecinos con el objeto de ayudarlo. Las tropas se juntaron y durante 45

cuatro días estuvieron estacionadas en el valle, sometiendo a fierro y fuego todo lo que se encontraba entre Baffadi y Sassatello. Violando los derechos humanos y divinos al igual que los Turcos o los sin Dios, sin omitir ninguna maldad. Un centenar de las casas de los Ceroni, fueron saqueadas e incendiadas, siendo éstos totalmente inocentes y sin que hicieran resistencia. (Los nuestros, evadiendo a los soldados, se habían refugiado en otros lugares, para no incurrir, si combatían, en las más severas represiones del Pontífice). Finalmente capturaron a Bartolomeo y Lorenzo Ravagli ya desde hacía tiempo desterrados y que se refugiaban en Castel del Río, junto a Ciro Alidosi fueron conducidos encadenados a Florencia donde fueron decapitados. Toda esta chusma, que más bien debiera llamarse de bandidos en vez de militares, recibió finalmente del Prefecto las órdenes de retirarse. Lo que hicieron lentamente, cargados como iban con todo lo robado. El daño de tanta ruina fue estimado en ochenta mil monedas de oro. En seguida fueron enviados a Roma, a los pies del Papa, Pietro Poli y Annibale Ungania como embajadores del Ayuntamiento, para presentar una querella por las injurias y daños tan injustificadamente sufridos. El Papa, que se enteró demasiado tarde de los hechos, quedó impactado al saber como se habían desarrollado los acontecimientos, e hizo enviar cartas en las cuales se condenaba a los depredadores a la excomunión, si no devolvían, hasta el tercer aviso, los bienes robados. Cuando fueron divulgadas estas órdenes en Toscana por intermedio de los párrocos, los embajadores fueron amenazados por los sicarios, y debieron retirarse con las manos vacías. De este modo los Ceroni, para los cuales la fortuna y sus costrumbres habían cambiado, privados de bienes y cansados de ánimo y fuerzas, obligados por la necesidad depusieron las armas, se dedicaron intensamente a las labores agrícolas y a reconstruir sus casas y estrechar nuevamente entre ellos los lazos familiares. Muerto el Gran Duque, Cósimo el Grande, le sucedió Francesco I. Éste trató con bondad a los Ceroni, acogió sus súplicas e indultó a los 120 de ellos que habían sido desterrados de sus dominios, siendo todos nuevamente admitidos como sus súbitos. 46

Paolo (o mejor dicho Aldo) Manuzio, descubre todos estos acontecimientos en un documento escrito el 4 de julio de 1577. Por lo tanto, desde entonces, los Ceroni retornaron a su antigua obediencia hacia aquellos Serenísimos Príncipes, les sirvieron ya sea en la guerra como en la paz, obteniendo así de estos príncipes favores y dignidad.

Conclusión Creo suficientes por ahora haber recopilado estos pocos hechos referentes a la historia de los antiguos Ceroni; habrá otros que escriban sobre los más recientes. Querría sobre todas las cosas, que estas viejas historias que con mucha fidelidad y con la ayuda de Dios he recogido, se grabaron en el alma de mis coterráneos, para que así conozcan, por lo menos en parte, quiénes fueron nuestros antepasados en esa antigua época, y aprendan a lo que puede conducir el hacer alianzas y parentela con los enemigos. Por ejemplo, seguir sus consejos, no cumplir con los compromisos jurados, negar la paz a quien la invoca, ser cruel con los propios consanguíneos tachándolos de enemigos, la desobediencia a la autoridad, el cometer nefastas acciones que se había jurado no cometer, destruir los emblemas, todas estas malas acciones condujeron a la decadencia del linaje. Si para nuestros contemporáneos ha cesado toda grandeza, este daño fue hecho con las propias manos y transmitido a las generaciones posteriores, inocentes a todos estos errores. Finalmente, si en el futuro alguien más quiere conocer con más minuciosidad otros hechos acaecidos, los busque con más prolijidad de la que yo en mi incapacidad he podido transmitir. Ojalá los encuentre y perfeccione este trabajo. Sean por siempre alabados, Dios, la Santísima Virgen María y todos los Santos. Amén.

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Presentación de apuntes Esta historia del Mita que has podido leer en las páginas procedentes, tiene algo singular. Había sido traducida de la edición de 1828, del Cardenal Giovanni Soglia Ceroni, varios años antes, para nuestra revista pueblerina “Lo Specchio”, (El Espejo) con el objeto que los parroquianos conocieran este documento fundamental para la historia del pueblo y de los Ceroni. Se había tratado también de comentarla, según nuestras posibilidades. Pero nos había quedado un deseo secreto; poder meter mano en el texto original. Sabíamos que Monseñor Giovanni, posteriormente Cardenal, había tenido en sus manos los papeles de su maestro don Giovanni Antonio Linguerri, fallecido en Casola en 1811, y entre estos, había encontrado el manuscrito de don Domenico Mita “Ceroniae Gentis in Emilia vetusta aliquot Monimenta”... que había publicado después; pero, donde terminaba aquel manuscrito? Nuestras averiguaciónes en las bibliotecas de Imola, di Faenza y del Colegio Campana di Osimo, no había llegado a nada. Quedaba la publicación del texto latino y una traducción de don Filippo Lanzoni de 1884 (sobre los orígenes y la gesta de la familia Ceroni memorias del Sacerdote Domenico Mita, traducidas por primera vez del latín al italiano. Tip. Marabini, Faenza.) y que no se referían al texto del Soglia. Para nuestra traducción, escogimos referirnos a aquella del texto de 1827. Por lo tanto, publicamos por varios meses en “Lo Specchio” esta nueva traducción, y todo habría terminado ahí si no hubiera sido por la insistencia de un Ceroni, el ingeniero Pier Giacomo Rinaldi Ceroni que me ha obligado aa hacer una publicación aparte. Un trabajo que requirió una completa revisión. Mientras se hacían todos los preparativos para editar el libro, sucedió que una noche, en el invierno de 1997, justamente cuando estaba revisando mis papeles, tocaron a mi puerta. Se presentaron dos gentiles personas, marido y mujer, algo incómodas pidiendo disculpas por la molestia. Venían de Bolonia, por primera vez a este lugar, y decían ser descendientes del Cardenal Soglia Ceroni. Me sonreí levemente, porque conociendo la vida del Cardenal, sabía que sólo tenía dos hermanas. Con pocas preguntas quedé plenamente convencido: estaban delante de mi, los hijos de los bisnietos de la hermana del Cardenal, la Anunziata, casada Bona (apellido Boni?) Conversamos

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largamente del ilustre antepasado y así supe que una tía le había dejado de herencia una valija con documentos y un cuadro al óleo del Cardenal. Curiosidad de mi parte, consentimiento de ellos, interesados en el libro, la cosa es que en menos de una semana tenía el cuadro y los papeles en mi poder. Entre diversos documentos, preferentemente de órden económico; contratos, testamento, etc. Me encuentro con un librito titulado “ Ceroniae gentis... ya demasiado conocido para mi. Me emocioné. El original? no eso no, pero si la copia más antigua que había visto, aquella de 1719, debidamente autenticada (legalizada) por el Notario Spannocchia de Tossignano. Más abajo otro manuscrito, para mi también precioso; la traducción del librito hecha por un cierto Giuseppe Negri al cual había acudido el Cardenal para aclarar el latín del seiscientos del Mita. El traductos había hecho lo mejor que pudo, y además hizo un pequeño volumen, todo escrito a mano, con una dedicatoria altisonante: “Quod digesta mili latio Sermone Ceronum contigit ilalicis facta referee modis in tenue labor est sed cum te Soglia spectet laus mili de tenué magna labore venit”. “El trabajo que me ha tocado de traducir del latín, al italiano, las empresas de los Ceroni, ha sido para mi fatigoso, pero, como cosa que tanto te concierne, oh Soglia, de un leve trabajo recibiré grandes elogios”. La traducción había sido hecha, pero en un italiano arcaico indigerible. El propio Cardenal se empeñó en corregirlo, pero luego dejó el trabajo a la mitad y sólo publicó el texto latino. A lo mejor lo hizo en consideración por Giuseppe Negri... Teniendo entre mis manos tanto el texto como las correciones, he tenido la sensación de recibir un mensaje singular, que me ha llegado después de 172 años: “continúa el sutil trabajo”! Podría ser una fantasía, pero a veces conviene creer en estas circunstancias extraordinarias. Yo no creo en fantasmas, pero si creo en el amor, y aquel del Soglia por su pueblo fue siempre muy grande, sin lugar a dudas, inmensamente grande.

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Casola Valsenio, 1998 D. Menetti

D.O.M A Dios bien supremo Nota a la introducción: Mita, hablando de los Ceroni, parte con la convicción de que son originarios de una sola familia; una de las más antiguas de la Emilia Romagna. Familias Ceroni, en realidad, se encuentran un poco en toda Italia y en todas las épocas. Un Zaccaria Ceroni, secretario episcopal de Cesena, es recordado en la Regesta Pontificum Romanorum, en 1182; un fraile llamado Keroldo Ceroni, oriundo de Tossignano, vivió hacia el año 755 en el monasterio de S. Gallo en Suiza, y parece haber sido un hombre de letras porque a él se le atribuyen traducciones en Alemán y obras en prosa y en versos. Los historiadores Curzio y Villani, se refieren a que en Roma, en el año 1350, fue elegido rector de la ciudad Giovanni Ceroni, hombre de gran prestigio. El apellido Ceroni, por tanto, no es exclusivo del valle del Senio (río) ciertamente en el lugar se originaron sobrenombres, como de Ceruno, fue Zirone en la antigüedad, también Cirrone o Cerrone tomados con toda vericimilitud de “cerro” una variedad de encina de gran tamaño. Otros sobrenombres son: “Castagno”, “Querceto”, “Faggeto”, etc. y que perdurarán hasta hoy. Mis comentarios a los puntos 1, 2 y 3 (del Mita) Con el nombre de Emilia, Mita se refiere a la provincia de Romagna. El Senio se vacía en el Reno y no en el Po, pero en 1634 todavía desembocaba en el Padovetere. La descripción del número 2 corresponde a las divisiones eclesiásticas vigentes en el año de 1634. Sólo en 1818, todo el territorio comprendido entre el Senio y la Sintria pasó a depender del gobierno de Casola. Justamente

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Mita afirma que Ceruno está en el Val d’Amone, vale decir, bajo la jurisdicción de Brisighela, aunque, como diócesis, también bajo la de Imola. La leyenda del ciervo, de donde nace monte cervino y del guerrero de Carlo Magno, es tal como la describe. Mita confunde a Carlo Magno con Carlo Martello, su abuelo, y Pipino es el padre de Carlo Magno, no su hijo. Según la leyenda el origen de Ceruno sería hacia el año 750, pero, en realidad, es mucho más reciente. Ceruno no se menciona, y menos como castillo y fortaleza en los tiempos de Maghinardo como en cambio es recordado el castillo de Seteffonti, que está sólo a pocos cientos de metros de distancia. El episodio del ciervo tuvo origen como se relata y probablemente la inspiración para el antiguo escudo de los Ceroni que tiene a un ciervo alzado sobre campo azul. El hecho de representar un ciervo en el emblema, indicaba que correspondía a una familia que vivía en medio de las selvas, en lugares alpestres, como lo era Ceruno en esa época. La misma leyenda de un ciervo capturado en los bosques de la Pila, en Mugello se puede encontrar en la historia de la familia ubaldini (G.B. Ubalini: “Storia di sua famiglia”. Firenza 1588), esta célebre familia que por siglos dominó sobre nuestros Apeninos (El Poder) y que se ha emparentado con la de Maghinardo Pagani. Sobre su escudo, los Ubaldini han colocado dos astas de ciervo igual como dan fe los escudos del Cardenal Ottaviano Ubaldini y del Arzobispo Ruggeri, el mismo representado como el conde Ugolina en la Divina Comedia. Si además queremos dar total crédito a la leyenda, podemos formular la hipótesis que en la antigüedad, aquella zona se llamaba Monte Cervino y que con el pasar del tiempo y alteración de la palabra llegó a llamarse Monte Ceruno. Un amigo me ha hecho notar que tomando en consideración el hecho que se habla de un guerrero de Carlo Magno como el fundador del apellido, en francés ciervo, se dice chevron (o suena así) y de ahí derivarían Cerono Cerone. También puede ser!

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Puntos 4-5 Ceruno fue efectivamente un pueblo fortificado. Actualmente sólo permanece legible la parte central con la torre y la iglesita de S. Giacomo construida mucho después, pero, tanto a la izquierda de la torre como al lado oriente de la misma, todavía se notaban hacia la mitad del 1800 los restos de numerosas habitaciones particulares de lo que dan fe las pinturas de Romolo Liberan. Sobre el origen verdadedo de Ceruno sólo hay conjeturas. Nuestra zona está llena de castillos fortificados. Por lo menos se encontraba uno sobre cada colina importante. Según la opinión de Fortunato Cortini, Ceruno podría ser una de las tantas fortificaciones necesarias para la Abadía de Valsenio, como protección delas numerosas incursiones de bandas de montañeses que bajaban de las montañas de Toscana (y de montibus tuscis viene el apellido de montuschi) dispuestos a depradar a los campesinos del bajo valle, más afortunados que ellos. Es una hipótesis que por lo menos explica la causa de tantas fortalezas, pero aún falta para confirmarla. Algunos de los castillos eran de mayor importancia, como la fortificada Settefonti. Asediada varias veces por el propio Maghinardo. Se puede fijar el nacimiento de Ceruno hacia fines del 1200 y la primera mitad del 1300, como lo refiere el Padre Serafino Gaddoni en un documento de 1292. Allí vivían un cierto número de familias que, como el lugar, tomaban el mismo apellido: de Ceruno o Ceroni.

Notas: 6-7-8-9-10-11. Los Ceroni, como es natural, eran súbditos de la Santa Sede, una sujeción que no les motivaba grandes sentimientos. El Papa estaba lejano, en Avignon y en Romagna mandaban como patrones los principotes. Especialmente en Val de Lamone, la familia Manfredi de Faenza que ya desde 1309, estando en Tonduzzi, había adquirido aquellos territorios de Fantolino de Zerbugnano. (Storie di Faenza di G. C. Tonsuzzi 1675, per Giuseppe Zarafagli).

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Francesco Manfredi, desde fines de 1313, se hace dueño de Faenza y es así también dueño de todo el valle de Lamone. Hacia mediados de 1300, el Papa envía al Cardenal Albornoz para recuperar el territorio de la Santa Sede entonces en manos de la señoría (Signorie) y en esa ocasión fue expulsado de faenza Giovanni, el nieto de Francesco Manfredi, pero logró, con el consenso del Cardenal Albornoz, conservar la propiedad del valle del Lamone y de sus fortalezas (rocche=ciudadelas, fortalezas). Los Ceroni fueron constantemente fieles a los Manfredi, incluyendo también la facción guelfa. Esta fidelidad fue recompensada por la familia Manfredi con las frecuentes misiones como encargados de la seguridad de las fortalezas entre miembros de las familias Ceroni. Pronto los Ceroni llegaron a ser un grupo de cierta importancia en la zona, de modales un poco rudos y desenvueltos, pero un grupo muy unido y siempre dispuesto a vender sus servicios ya sea a los Manfredi de este lado de los Apeninos, o a Florencia, del otro lado. Rápidamente se convirtieron en una verdadera compañía exitosa, una sociedad de parientes, amigos, vecinos, al mando de cualquiera de ellos ya práctico en las artes militares. Eran conocidos como Compañía de Ceruno o, simplemente “Los Ceroni”. La necesidad de poder contar con un mayor número de combatientes, obligaba al grupo a estar abierto a recibir más adhesiones, como lo será con la familia de los Ficchi. Pero, los Ficchi, son de Ceruno? Las averiguaciones hechas en la Biblioteca de Perugia no han tenido éxito. No parece que allá hubiera vivido alguna vez una familia Ficchi, Fichi, Fechi o algo parecido, por lo menos de extracción noble o senatorial. Por lo tanto, estamos en espera prudente de poder enganchar con otras pistas. Ciertamente que en lo que se refiere al relato de Mita, se pueden adelantar algunas dudas, sobre todo en relación con las fechas. Sobre el año de la fusión de estas familias, tenemos reservas. No estaríamos aceptando de 1225 como fecha, dado que por entonces los Manfredi no tenían aún ningún poder en Faenza ni sobre las ciudadelas de Val Lamone. En 1224 en Faenza, la 53

autoridad era Uberto di Uzina de Milán, y no existía entonces ningún Manfredi que pudiere proteger a estos fugitivos enviándolos a la fortaleza de Calamello. Es posible que Mita halla leído mal, y la fecha sea alrededor de 1325. Es como para dudar que fueran presos políticos de Perugia, pero todo puede ser posible, como la hipótesis que fueran una de las tantas familias dedicadas a las armas, quizás con algunas cuentas con la justicia o que los Manfredi hubieran contratado desde allá, lejos de la ciudad, a gente para custodiar Calamello o Monte della Vecchia como es llamado hoy. Lamentablemente, de las dos fortalezas, quedan apenas unas pocas ruinas. De todos modos los Ficchi no son de aquí. Eran gente muy hábil, buenos administradores y sobresalían en el comercio. Hicieron muy luego cierta fortuna que les permitió llegar a ser propietarios de terrenos en la zona de Valsenio. De ellos, sin embargo, no se sabe más que el nombre de los primeros instalados en el lugar: Guido, Ettore y Silvestro. Esto nos permite crear un árbol genealógico gracias a Mita que se considera uno de sus descendientes. En el árbol se destaca un nombre en particular: Ciruno, llamado con el sobrenombre de Mida o Mita, que tiene como padra a Tomasso de Antonio, hijo del primer llegado, Silvestro. Un par de cálculos nos permiten aceptar como válida la llegada de los primeros Ficchi alrededor del año 1325. Hay un documento del Notario Lancia de los Lancia de Tossignano que oficializa la compra de un terreno hecha por Mita en 1492 (S.A.S.1. Lancia delle Lancie I c.n. 27-12-1492) “Marchus quondam Pauli olim Marchi Fabri de Baffado comitatus Imolae vendidit Ciruno alias Mita filio Tomasii olim Antoni de Ciruno petian térrea”. Este Marco (Marchus) adoptará posteriormente el apellido de Poli (Pauli) dando origen a los Poli de Baffadi.

En relación a los puntos: 12-13-14-15-16-17, Hablando siempre de los Ficchi, tenemos documentos notariales de sus actividades en la zona de Monte Oliveto. La riqueza de la familia emergente, la posibilidad de acrecentar el poderío de los componentes del grupo,

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(consortería) son buenas razones que motivan a los Ceroni para aceptar compromisos matrimoniales. Se hace también mención a un escudo abandonado, pero sin dar ninguna descripción y esto me refuerza en la duda que se trate de una familia noble. En cambio, en la segunda sociedad con el tronco de los Ceroni, no hay dudas. Se unen con el grupo de Serina, ahí encontramos un indicio del escudo original. Los matrimonios existieron, y desde ese momento los Ficchi pasan a formar parte de la familia Ceroni y como parientes poseedores de todos los beneficios y efectos relacionados con el clan. Así este grupo está aumentando en número y riquezas. En relación a Ceruno, hay que señalar que los Ceroni habían recibido esas tierras en eufitensis, (arriendo) los de Abbazia de Valsenio ubicadas en el plano del Monte Olivetto, llamado después Castelvecchi hacia el siglo XI. Lo podemos deducir de un pasaje del libro de don Giovanni Antonio Linguerri, “Storia della Valle del Senio” (inédita) donde se relata: “se revoca una absolución hecha en 1373 por el prior del Monasterio de S. Giovanni de Valsenio, Cola de Versa, a Cecco, figlio del fallecido Tura (Bonaventura) de la villa de Cerone, curia de Casola, condado de Imola, y se le conmina a devolver los bienes que tenía en arrendamiento de dicho Monasterio, en la curia de Casola y de Stifonti, según escrituras notariales de Matteo, en lo que fue Banconventio de Cavina, notario. (Matteo)”. Como sucederá también por parte de los Sassatelli, hay un reclamo porque los Ceroni profitaban impunemente de los bienes del Monasterio, (gracias a la gestión del Prior de Valsenio) sin pagar la renta correspondiente. Es indudable que se refiere a los antiguos Ceroni, porque el árbol genealógico del Abate Ferri, se inicia justamente desde Bonaventura, Cecco, etc. En cuanto a lo relatado en el punto 13, diremos que efectivamente en los primeros años de 1300, Florencia fue teatro de feroces discordias entres Guelfos y Ghibelinos, Negros y Blancos. Basta recordar a Dante Alighieri. Muchas familias de los negros (guelfos) se refugiaron a este lado de los Apeninos, y algunas en Ceruno. El episodio de Ugoccione de la Faggiola, jefe de los gibelinos, que habría venido a asaltar Ceruno, inicialmente me ha hecho dudar. Es demasiado parecido a un análogo episodio de Guido Vaini en 1523. Pero luego, con sorpresa he vuelto a leer el mismo episodio narrado por Paolo Giovo (1483-1552) en su obra “Elogios de los hombres ilustres” 55

(Elogi degli uomini illustri) que Mita leyó con prolijidad: “... quadam in pugna ad Caeronium pagum a suis dosertas et ab hostibus prope circumventus quum sese fortites receperet, vulnerato altero erure, el collisa vehamenter galea, in oblongo pedestri sento quatuor trgulas et tredeeim veruta ex minorubus balistis in fixa ad suos retulit”. También Scipione Ammirato (1531-1601) en sus “Istoria Fiorentine” (Historias Florentinas), retoma paso a paso el párrafo de Giovo y habla de “una cierta batalla librada en Cerone”. Y llegó al resultado que, de Cerone, sobre nuestros Apeninos, sólo hay esto. El episodio de Ugoccione della Faggiola, (que no tiene nada que ver con el monte del mismo nombre en Palazzuolo) tuvo por cierto una connotación y consagró a los Ceroni como paladines guelfos, defensores aguerridos de las fortalezas y esta fama se extendió en sus tiempos por Ceruno y sus alrededores. Puedo hacer una disgresión? Quizás en este tema, se puede remontar hasta la familia Ozzani, llamados después Tozzoni que, partiendo de Bologna en 1330, eligieron Casola Valsenio para establecerse por varios años en ese lugar. Y bien, el escudo de los Tozzoni es idéntico al de los Ceroni. Probablemente, si eran partidarios de los guelfos, esta familia tuvo que abandonar sus lugares de origen para librarse de las venganzas de los adversarios. Aquí en Casola, han creído hacer lo correcto al adoptar el emblema de los Ceroni si no queremos pensar en algún matrimonio entre ellos y nuestro clan en Ceruno. El historiador Luigi Angeli en sus “Memorie biografiche di pui uomini Imolesi” (Imola-Galeati 1828) la hace oriunda de Ozzano y afirma que después de una veintena de años, esta familia Tozzoni dejó Casola para trasladarse a Imola, donde subieron de rango. Basta recordar el espléndido palacio Tozzoni en calle Garibaldi. Me agrada citar aquí cuanto ha escrito un moderno Ceroni.

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Tozzoni de Imola Se retiene con una cierta seguridad que la noble familia Tozzoni de Imola, por haber vivido por cerca de cuarenta años en Casola, formaron parte de la familia Ceroni y luego adoptaron su escudo. Los Tozzoni, familia rica pero no noble de Lucca, fueron expulsados de la ciudad por los guibelinos ya que ellos eran partidarios de los guelfos. En un principio se refugiaron en Ozzano, cerca de Bologna y sucesivamente, no sintiéndose más seguros, ni menos en esa zona, se trasladaron a Casola Valsenio que por entonces era refugio seguro para los guelfos y ahí vivieron por algunos decenios. En el árbol genealógico de los Tozzoni, queda en evidencia que algunos miembros de la familia habitaban en Casola Valsenio, queriendo destacar con esto que fue un periodo importante para sus familias. Pietro Bono (III) de Tozzoni de Ozzano, vivió en Casola alrededor del 1340, padre de Giacomo y Bartolomeo. Bartolina (Bartolomeo III) de Pietro Bono de Tozzoni de Ozzano, habitante en Casola distrito de Imola. Giacomo (IV) de Tozzoni, habitante en Casola alrededor de 1376 Terminado el peligro de las candentes divisiones entre guelfos y gibelinos, se trasladaron a Imola donde prosperaron en el comercio. Pero les faltaba aquella nobleza necesaria para poder figurar bien en la buena sociedad de esa época. Cuando adquirieron el título nobiliario, adoptaron el escudo que para ellos era más familiar, el de los Ceroni con quienes habían convivido por tantos años: un ciervo alzado (sin lirio en la pata) de color natural sobre un campo rojo y en la parte superior los tres lirios de Francia sobre campo azul. (de un estudio de P.G. Rinaldi Ceroni “Lo Stemma dei Ceroni de Romagna). Si para los Ficchi las investigaciones han dado pocos frutos, no ha sido así para el grupo de los Ceroni de Serina. De ellos hay una amplia

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documentación y todavía hoy, tanto Ceroni como Carrara son de los apellidos más conocidos y frecuentes en la zona. Serina, en la Val Brembana está sobre el lago de Iseo, una espléndida cuenca de montañas, en la provincia de Bergamo. Ahora es un gran centro, pero antiguamente no se extendía más allá de un pequeño villorrio llamado Lepreno. Es la cuna de los Ceroni de Serina2. Tiene una iglesia dedicada a San Giacomo en la cual está esculpido en piedra, un escudo con un ciervo echado bajo una encina (una cerro?) y una fecha: 1551. Una antigua publicación del 1668, posterior a la de Mita, lleva el título “Campidoglio di guerreri et altri illustri personaggi de Bergamo” escrita por el padre Donato Calvi, editada en Milano para Francesco Vigone, en las páginas 38-40, reporta noticias de Serina y Lepreno que coinciden perfectamente con cuanto ha referido Mita. Además, esta publicación asevera que el origen del pueblo se atribuye a dos hermanos venidos desde Alemania: Ceronio y Carrerio. Otra publicación, “Historia quadripartita di Bergamo et suo territorio” del Padre Celestino capp. Editada en Bergamo para Valerio Ventura en el año de 1617, en el capítulo XIX hay una minuciosa descripción de un hecho de armas que resumimos aquí. En un año no bien preciso de la segunda mitad de 1200, los Dalla Torre o Torriani de Milán, poderosa familia milanesa con propiedades también en Valbrembana, decidieron adueñarse del territorio de Serina, o mejor dicho Lepreno y que entonces se llamaba Rovere. Armaron por tanto un pequeño ejército al mando de un cierto Ambrogio Tiraboschi, natural del lugar y emparentado con los Ceroni. Al enterarse de la invasión, un valeroso Ceroni de nombre Antonio, se alió con sus propios parientes de Brescia. los Brusati, dispuestos a una defensa desesperada. Podían contar apenas con unos 400 hombres mientras el ejército enemigo era mucho más fuerte (El padre Celestino habla de miles, quizás exagerando). Repitiendo la gesta bíblica de Gedeón, Antonio con sus soldados atacó en la noche y de improviso a sus 2

Nota: entienden mis descendientes que somos de los Ceroni de Serina – Lepreno, en el bergusco, prov. de Bergomo hoy.

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enemigos, agitando antorchas y tocando tambores. Desde el campanario de la iglesia se tocaba a rebate. Los enemigos se arrancaron atropelladamente, muy asustados, y la victoria tuvo algo de milagrosa porque desde la figura pintada sobre el muro de San Giacomo, que había sido golpeada por un furioso enemigo con su lanza, empezó a brotar sangre. Al alba, se vio a una liebre blanca huir hacia el campo enemigo, lo que fue tomado como un buen auspicio. Desde entonces, el lugar Roveré se llamó Leverè, y de este último nombre viene Lepreno. El Mita, ciertamente nunca estuvo en Serina, y es difícil que pudiera leer estas historias locales, y del resto, mucho antes que el Padre Celestino escribiera, en Serina ya estaba la iglesita de S. Giacomo (1475) como (testimonanza) testimonio de cuan vivo estaba el recuerdo de la tierra de origen de los Ceroni de Serina. El Mita seguramente oyó la historia de viva voz de los antiguos Ceroni o la leyó en documentos relacionados con la familia. También por lo que concierne a la familia De Bentioni de Crema, es tal como la relata el padre Celestino. Son Cerroni descendientes de un cierto Benzone. Quisiera recordar a uno menos joven que el obispo de Imola, Benigno Carrara, que era precisamente de Serina. Hemos tenido la oportunidad de consultar una apasionada búsqueda hecha por el señor Renato Ceroni, de Mestre, en base a documentos notariales, un hermoso número para citarlos todos, en que demuestra como, con las modificacones constantes de los apellidos, los Ceroni de la alta Italia, descienden del mismo tronco de Lepreno: Cerón, Zirón, Cerroni... Que la familia es de antiquísimos orígenes está por lo demás comprobado; ya no existen dudas. Lo prueban documentos que se remontan al 1100. Querer en fin remontar su presencia en Bergamo, como la descendencia alemana noble, no es totalmente comprobado, aunque hay que admitir que el nombre Gero y Gerone (de aquí Cerone) es bastante repetido en los árboles genealógicos de los Magravi, de Brandeburgo.

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La tradición sin embargo, los hace derivar del Tirol, de la zona de Innsbruck (Eniponte en latín), y las tradiciones siempre tienen su peso. Extrañamente, también la familia de los Ubaldino alarga sus propias raíces hasta tierra alemana y dice descender de nobles Tedeschi (alemanes) llegados a Italia con Ottone y emparentados con Carlo Magno. Nadie puede prohibir a pensar que realmente se trate de auténticos alemanes. Diversas familias, para nosotros mucho más conocidas omo los Manfredi de Faenza, debían tener ascendencia alemana. No por nada, el lema de la familia Manfredi era: “Wann ich Mach”vale decir “hago cuanto puedo). Desde el siglo X se radicaron ciertamente en Italia excombatientes que pertenecieron a las comitivas de los emperadores. De alemanes residentes en los confines de la Diócesis de Bergamo y de los lugares de Serina, tenemos noticias en el Codice Diplomático (archivo de la Catedral de Bergamo) a partir del siglo VIII. Los Ceroni de Serina junto a los de Carrara, eran sin duda gentes que se aliaban para redondear la balanza, y así tuvieron muy pronto en el valle de Serina una cierta supremacía. Desde Lepreno, las varias familias se repartieron en la zona, perdiendo o diversificando el apellido. Desde un cierto Vincenzo, en Oltre il Colle, un alegre pueblito a los pies dell’Albeu, sus descendientes se harán llamar Vincensi. Siguiendo la investigación de Renato Ceroni, aceptamos como ramas más antiguas aquellas de los Cochi o Quoqui, asentadas en comunidad con los Beloli. No es fácil enganchar a una de estas ramas al grupo de Ceruno; pero sabemos que el cabecilla se llamaba Matteo y que en 1390 todavía era un joven y que uno de sus hijos, Giovanni, sería llamado posteriormente de Lanciere. Mita dice que lo apodaron así porque era un experto con la lanza, pero a nosotros nos consta que también una rama de los Ceroni de Brescia, precisamente los que vivían en Nave, a las puertas de la ciudad, también se llamaron Lancieri. El nuevo grupo de Ceroni se arraigó en el tronco de nuestros antiguos Ceroni del Valle del Senio al cual se integraron de maravilla, ciertamente mucho mejor que aquellos correspondientes a los Ficchi que se mantuvieron siempre un poco reservados sin integrarse demasiado a los Ceroni de origen, y fueron 60

sin duda alguna más prolíficos que estos. De Matteo nació Cristóforo cabeza de familia de los Loli o Lolli, Francesco, respectivamente de los Brunori desendientes de su hijo Sabuccio y de los Baldassari de su hijo Silvestro. Giovanni Lancieri formó una hermosa familia, con por lo menos siete hijos varones. Estos tomaron inicialmente el apellido Lancieri Ceroni, para después subdividirse en seis bien definidas estirpes, según el nombre del jefe de familia: De Alberto o Bertone: los Berti Ceroni De Paolo o Polo: los Poli Ceroni De Michele, llamado Marondolo: los Marondoli De Bartolomeo nombrado Ravaglio: los Ravagli De Giacomo o Giacometto: los Giacometti, y De Rinaldo: los Rinaldi Ceroni

Notas sobre los puntos: 18-19-20-21-22-23 La actitud desconfiada de los Ficchi es más que natural y nos confirma que para la estirpe de nuestros Ceroni del Senio debemos pensar en una fusión de troncos diversos. (ceppi). En cuanto a la controversia de la facción gibelina que tendría su origen en los Ceroni de Serina, hay algunas reservas y se sigue investigando. En el Cronicon Bergomense, se recuerda una batalla en Albino Superior, el 19-21 de mayo de 1398 en la cual resultaron muertos como una treintena de guelfos; pues bien, entre estos hay dos Ceroni y por supuesto de Lepreno: un hijo de Francesco Cochi y el otro de Giovanni Beloli. Cómo imaginarlos entonces gibelinos? Pero lo que hace cavilar es el hecho que también los Torriani o Dalla Torre, de Milán, eran guelfos, por lo tanto, la batalla de Lepreno, más que por motivos políticos, pudiera haber tenido otros menos nobles, simplemente económicos. En cuanto a los hombres ilustres en que se hace mención en al punto 19, es verídico que Villani registra la noticia de Giovanni Ceroni, Prefecto de Roma, pero que este Giovanni y los Ceroni pertenecientes a la Curia Romana

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procedieron justamente de Ceruno, es un tema que aún no se ha aclarado bien. Resulta bastante interesante y significativo un documento que me mostró el ingeniero Pier Giacomo Rinaldi Ceroni y que incluye en el trabajo que editó sobre el escudo de los Ceroni y que se los dio a conocer cuando se reunieron en Casola Valsenio en 1997. “El escudo de los Ceroni de Romagna”. Mi amigo Pier Giacomo tomó una fotografía de un escudo en la sala de guardia del Castel S. Angelo en Roma que sin duda alguna es de los Ceroni. Representa a un ciervo alzado bajo un árbol y tiene los tres lirios de oro en su parte superior. Se puede colegir que el árbol sea una encina cerro en tanto que la posición del ciervo es idéntica a la de nuestro escudo, solamente que ya no tenemos el árbol. Se podría tratar del escudo más antiguo?? En 1310, el Papa Clemente V, alarmado por las insurrecciones de los Gibelinos, nombró por ocho años al rey Roberto de Napoli como Rector de Romagna. El rey Roberto envió hacia allá a su vicario Nicolo Caracciolo. Era protector de los gibelinos el vizconde de Milano. Caracciolo recurrió a los Ceroni porque temía un inminente asalto a Imola. Este episodio sucedió mucho antes que se instalaran ahí los Ceroni de Serina. Hay testimonios ya desde entonces de la fama que tenían los Ceroni como valientes y temibles combatientes, aliados en el clan y se documenta también la fuerza de sus hombres de armas en más o menos trescientas unidades. Francesco Manfredi, hijo de Alberghettino, era señor de Faenza, como lo atestiguan en sus escritos Tonduzzi y Zama, por el año 1313. Además Ricardo y Malatestino, (llamado Tino) tenía otro hijo que llevaba el nombre de su abuelo, Alberghetino. Este último acusado de conspirar para consignar Bologna a Lodovico el Bavaro, fue arrestado y decapitado junto con otros conspiradores en 1329. Francesco quizás porque estaba dolido por esta muerte o por motivos políticos, decidió ese mismo año vender a sus dos hijos restantes, una gran parte de sus bienes, entre los cuales estaba el territorio de los Ceroni.

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En lo que se refiere al año de la muerte de Francesco Manfredi, Mita está equivocado. Francesco sobrevivió a sus dos hijos. Tino murió en 1336 y Ricardo en 1340. Francesco, en cambio, murió el 29 de mayo de 1343. No sabemos si Malatestino llamado Tino hubiese tenido hijas naturales, puede ser probable. Sin embargo no consta que las hijas legítimas fueran: Margherita casada con el conde Guido de Batifole y Anna aún soltera a la muerte del padre. Silvestro Ficchi, después de hacer un par de cálculos, podría ser el primero que llegó de Perugia. Por lo tanto, desde sus orígenes, los Ceroni han tenido conflictos de sangre con los Manfredi (hanno avuto addentallati di sangue con i Manfredi) El tan famoso Tino de Ceruno, tío del todavía más célebre Dionisio Naldi, habría muerto alrededor de 1495, ateniéndonos a lo aseverado por Mita que debía tener a mano documentos que así lo acreditaban. Tino había combatido a las órdenes del Papa Innocenzo VIII y también de Alessandro VI. Se cita el nombre de Alfonso, duque de Calabria, triste figura de hombre y de político. Era hijo del rey Ferrante de Aragón y sucedió a su padre en el reino de Nápoles en 1494. Su hija Sancia, se casó Jofré Borgia, el hermano de Valentino. Un cronista francés de la época (Filippo de Commines), escribe que Alfonso era el hombre más cruel, más perverso vicioso y vulgar como jamás se había visto. Dicho por un francés, su opinión había que medirse, pero era, y sin exageraciones, un digno hijo de su padre. Eso si que en relación con las armas, sabía harto. Tino de Ceruno está entre sus capitanes y junto a Gian Giacomo Trivulzio, capitán general de Ferrante, forma parte con su compañía formada mayoritariamente por habitantes de Ceruno, Brisighella y Casola, en hechos de armas notables, como aquel de mayo de 1485en Montorio, donde fueron expulsadas las tropas pontificias guiadas por el capitán de soldados Roberto Sanseverino que era una autoridad en el campo militar.

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Tino murió alrededor de 1495, por lo tanto no podía ser el nieto de Malatestino Manfredi muerto 159 años antes. Gracias a la “Storia de Brisighella”, de Metelli, que reporta algunas actas notariales de Giovanni Zardelli, llegamos a conocer el nombre del padre de Tino, que fue Nuccio. Tino, como hemos afirmado, fue el tío materno de Dionisio Naldi, el fidelísimo partidario de la República di Venecia y el creador de los famosos “Brisighelli” (soldados fogosos y sin miedos) que hicieron época por entonces Dionisio se había formado junto a su tío, y de él heredó su compañía, la que muy pronto reorganizó y potenció. Siempre, gracias a Metelli, descubrimos que Dionisio era hijo de Giovanni de Naldo y que su madre, Violante, era hija del Señor de Lozzano. Hoy no es fácil localizar dónde estaba Lozzano. Tengo una hipótesis. En vista que en un censo del 1850 se menciona a una localidad en la parroquia de Pozzo (sabemos que Lozano debía estar precisamente en el valle de la Sintria y en la susodicha parroquia), a maás o menos trescientos metros de la iglesia, poblado con un grupo de casas y “due torri” (dos torres) se puede llegar a pensar que Lozzano sea hoy aquella casa colonial “Torracce”. Quizás fue aquí donde murió Tino y aunque hubiera sido un Ficchi o un Ceroni, que es lo mismo, seguramente después de su muerte y a través de los años fuera nombrado como Lozano o Lozzani.

Notas, punto 24 El nombre de Dionisio Naldi merece un estudio en profundidad por la importancia histórica que tuvo en el campo militar y por haber sido por largo tiempo el leader indiscutido del clan Ceroni. Aún antes de pertenecer a la planta de oficiales pagados por la Serenísima, (Venecia) Dionisio ya era una autoridad en el campo de las compañías de alto riesgo. Mientras trabajó bajo las órdenes de su tío Tino, se ganó la fama de hombre vengador y despiadado. Tanto en Brisighella como en sus alrededores, constantemente se tenían noticias de las rivalidades que laceraban con continuos enfrentamientos a estas dos ramas; Caroli y Naldi. Por cada homicidio, se respondía con otro y así fue que familias enteras, de una y otra parte, se fueron exterminando.

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En relación al caso de Marsimilia Sforza, hay que hacer algunas rectificaciones. No se trata de una Sforza sino de una hija de Galazzo Pio de Carpi y no era por cierto emparentada con el duque de Milán. El padre Serafino Gaddoni en “I fratti minori in Imola”, editado por Quaracchi, 1911 – pag. 93, la llama Marsibilia Pia y la declara gran benefactora “dell’Osservanza di Imola” lugar donde fue sepultada. Por lo tanto, fue también una mujer dedicada a obras caritativas. La razón de la discordia con los Ceroni, debe encuadrarse en el disentimiento entre Tadeo, marido de Marsimilia y el tío Astorgio II, ambos Manfredi, uno señor de Imola y el otro de Faenza. Los Ceroni eran partidarios de Astorgio al cual ya le habían dado una mano en los asaltos de Montebattaglia, Baffadi, Riolo y Settefonti. Divertirse con los menosprecios y saqueos a costa de Tadeo, tenía que avivar demasiado el fuego de sus espíritus guerreros. En este punto, sin embargo, ya debía estar pactada la paz de 1462 entre los dos Manfredi y desde esto la aprobación de Astorgio a las cartas de Francesco Sforza y el consiguiente viraje por parte de los Ceroni, en su postura con aquellos de Tossignano. En estas incursiones y saqueos nada tenía que ver nuestro Dionisio.

Nota al punto 25 En el número 25, Mita da un salto excesivo de años, de 1460 al asesinato de Galeotto Manfredi, en 1488. No nos gusta porque, así, silencia completamente la vida y obras de Carlo II Manfredi, el hermano de Galeotto, que por lo menos merece una mención. Fue en realidad el fundador del condado de Valdisenio, y en este punto tampoco es muy preciso Mita en su relato. Carlo es hijo de Astorgio II y no III; para referirnos en un par de cosas a Carlo Manfredi II hemos recogido información en dos fuentes; una, del breve pero brillante trabajo del profesor Leonida Costa, el más documentado investigador de la historia del valle del Senio, (“Carlo II Manfredi y el Condado de Valdisenio”, Faenza – Tip. Lega 1979) y del manuscrito de don Giovanni Antonio Linguerri de fines de 1700 (inédito) y en vías de editar.

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Ya nos hemos referido a las rivalidades entre Tadeo y Astorgio II. Basta recordar aquí, a grandes rasgos, que toda la parte alta del Senio conlas fortalezas de Montebattaglia y Riolo, habían permanecido como propiedades de Astorgio. Pero cuando este se separó de su alianza con los Fiorentini para formar parte de la de los Veneziani, los Fiorentini saquearon el valle con las tropas del duque de Urbino. Quisieron castigar así la traición de Astorgio. De este modo, el valle fue devastado con ignominia, porque se asesinó, se robó de cada casa los enseres, el grano, los animales, hasta la ropa “le quali cose si vendiano cum poco presio, si che desfeceono una parte de quella vallata...” (editado en el libro de Costa: todas estas cosas fueron vendidas a bajo precio mientras destruían aquel valle...). Incluso se temió una epidema. Astorgio II trató como pudo de detener el asalto, pero, quizás porque ya no estaba muy bien de salud, tres meses después del saqueo, hizo su testamente a favor de su hijo Carlo para que lo sucediera. Murió el 12 de marzo de 1468 (ref. de Tonduzzi a la fecha) Carlo II gobernó el principado desde 1468 al 1477. Tenía la señoría sobre Faenza y sobre los valles del Lamone y del Senio, declarados condados. Nuestro condado empezaba desde el castillo de Montefiore, (prácticamente todo el valle de la Cestina) del ayuntamiento del Castel pagano (S. Apollinare, Mercatele) comprendiá el pueblo de Baffadi, de Casola, de Riolo Secco (Riolo Terme, Mazzolano, etc. vale decir todo, exceptuando Monte mauro, la Sintria, Valdifusa). Nunca el príncipe Manfredi fue tan solidario y preocupado del bienestar del valle como su hijo Carlo II. Restauró los castillos de Montebattaglia, y Riolo, contratando a los maestros constructores más famosos de la época, llamados “maestros comacini” porque eran originarios del lago de Cómo. Diversas familias de maestros se quedaron en el valle, tomando el apellido de Lombardi. Consiguió poner orden entre las rivalidades familiares, en el comercio y la agricultura. Creó el centro del Condado de Riolo donde construyó la casa de la comunidad donde se reunía el Consejo del Valle presidido por el “Massaro Generale” (recaudador). Cada comunidad elegía a su propio recaudador que tenía el 66

cargo de cobrar las tasas (los impuestos) y vigilar sobre eventuales delitos, dando cuenta al Massaro y al Consejo. Al término del mandato, tanto el jefe como los recaudadores de cada comunidad, podían ser reelegidos después que el “sindicato” juzgara su buen comportamiento y lo hiciera llegar al Consejo para su aprobación. A Riolo se trasladó el mercado más importante, manteniéndose en Casola el que se instalaba los martes en el Foro Boario. Por las escrituras del notario Cattani, sabemos que el área de Foro Boario, (donde hoy está la Canónica y las Escuelas Elementales) era propiedad del Hospital de S. Lucía y de la antiquísima fraternidad de Santa María erigida en la iglesia de Santa Lucía. Se trasladó también a Riolo el “Bancum Juris” a tribunal del Condado que veía las causas civiles y penales. Carlo II promulgó también los estatutos del Valle del Senio donde se podían fiscalizar los actos públicos. Con tan buen gobierno, todo hacía augurar una larga gestión, pero en cambio, al buen Carlo se le hacía la vida difícil por sus propios hermanos y parientes. Galeotto, el hermano más rudo e impulsivo, trataba de cualquier modo de suplantarlo en el principado: el otro hermano Federico, Obispo de Faenza, volcaba hacia la casa Manfredi su carga de demasiados rencores guardados a causa de su avidez y avaricia. El primo Tadeo de Imola, no cesaba de aspirar a adueñarse y hacer los intentos, de las fortalezas del condado. Por poco no obtuvo la de Calamello, conjurado con Ugolino de Viarana, que a último momento desertó, bandido como era, obteniendo refugio bajo la protección del Duque de Milán. Pero Carlo, por lo menos tuvo buena suerte dentro de su familia por haberse casado con una buena mujer: Constanza de Rodolfo Varano, de Camerino, quien le dio un hijo, Ottaviano. En 1477, una sublevación popular decretó el fin de su gobierno. Carlo, enfermo se exilió en Rimini donde falleció probablemente de peste.

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Lo reemplazó el secreto artífice de la rebelión, su hermano Galeotto. Mientras tanto en Imola, Guidaccio, el hijo de Taddeo Manfredi, presionado y envalentonado por su madre, encarceló a su propio padre para usurparle el poder.

Notas, punto 26 El asesinato de Galeotto Manfredi, ocurrió un día sábado, el 31 de mayo de 1488 el mismo año que en Forli fue asesinado Girolano Riario, marido de Caterina Sforza. Fue consumado en el dormitorio de su esposa, Francesca Bentivoglia, verdadera artífice de la conjura y también materialmente culpable de la puñalada que fue el golpe de gracia. Cómo se había llegado a este delito? Si Carlo II en la geneología de los Manfredri representó al príncipe sabio y pacífico y abierto a las influencias culturales del Renacimiento, Galeoto, en cambio, era el prototipo del hombre pasional e impulsivo, demasiado aficionado a las cábalas y a la astrología. Eran tiempos turbulentos, en Forli se había cometido el delito de Riario, en Florencia la conjura de los Pazzi contra los Medici, En Faenza, Galeotto tenía miedo de todos, pero su gran ambición era llegar a ser Vicario reconocido en la ciudad, seguramente pensando en la ayuda de Girolamo Riario que era sobrino del Papa. Sin embargo, las cosas salieron muy diferentes. Y qué pronosticaba la astrología? Galeotto que quería hacerse pasar por un conocedor, platicaba a menudo con una ambigua figura de fraile versado en la materia, Fray Silvestro de Forli, franciscano. Los dos pasaban horas y horas hablando de conjunciones de astros y pronósticos. Muy luego el fraile tuvo tal poder de influencia sobre el proceder y el alma del príncipe, que en el palacio Fray Silvestro llegó a ser el personaje más reverenciado e intrigante. Imponía sus propios puntos de vista incluso en el gobierno del principado. Francesca Bentivoglio lo veía como una mala sombra, ya que se sentía doblemente traicionada por el asunto de las

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adivinaciones y el desapego de su marido. Galeotto no hacía misterio de sus intrigas extramatrimoniales. Diversos hijos bastardos recorrían los salones dándose aires de dueños y una tal Cassandra, de Ferrara, que descendía de los Faentini, y señalada como la favorita del príncipe, paseaba por los salones vestida ostentosamente, lo que le valió el sobrenombre de “Pavona”. De ella tuvo Galeotto a su hijo Giovanni Evangelista. Francesca también tenía a su legítimo heredero, Astorgio, y no podía comprender que hubiera otros pretendientes a la sucesión. Una vez estando en Tonduzzi, Francesca espiaba, escondida, uno de los encuentros entre el fraile y su marido, donde quizás habló de una posible muerte violenta de Galeotto o del hijo a manos de una conjura (porque no de Bentivoglio de Bologna??) entonces salió muy ofendida de su escondrijo y se enfrentó al fraile y al marido con toda clase de improperios. A cambio, recibió una ofensa mayor: Galeotto la echó del lugar, dándole una bofetada. Este bofetón fue la gota que rebalsó la copa, la fatídica gota. En la casa Manfredi, un gesto similar había determinado el asesinato de Alberico “dalle fruta del mal orto”como lo recuerda la “Divina Comedia”. Francesca huyó con el pequeño Astorgio a Bologna, junto a su padre, e hizo todo lo que pudo por conseguir una reconciliación. Se pidieron pesadas excusas a Galeotto y la obligación de licenciar al fraile y recluir en un convento a Pavona. Francesca regresó, pero hasta qué punto fue válida la reconciliación, quedó precisamente demostrado en los hechos del 31 de mayo de 1488. Francesca hizo llamar a su marido a su dormitorio avisándole que estaba enferma en cama. Cuando entró, se encontró con una habitación casi oscura. Al acercarse a abrir las persianas, fue atacado por tres hombres que salieron de debajo de la cama. Pudo defenderse como un león, y cuando ya casi se libraba del ataque, la mujer salió del lecho y lo apuñaló mortalmente. El delito tuvo un efecto muy diverso a lo que había previsto Francesca. El pueblo no la apoyó en ese asesinato donde vieron las garras de Bentivoglio. 69

Por todas partes se gritaba: “Abajo el Bentivoglio que quiere adueñarse de Faenza!” Francesca, tuvo que refugiarse en la fortaleza. Efectivamente, desde Bologna partió Bantivoglio cuando se informó del caso, y se instaló a las puertas de Faenza con hombres armados de Modena y Forli. El consejo de la ciudad se reunió de urgencia y proclamó príncipe al pequeño Astorgio, y llamó a los Ceroni a defender la ciudad, aquellos de Val di Amone que eran, en realidad, casi todos Ceroni, bajo el mando de Dionisio Naldi. Estos acortaron el litigio, evitando lo peor, y salvaron al mismo Bentivoglio haciéndolo prisionero y así librándolo de una muerte segura. Hasta aquí estamos de acuerdo con el relato de Mita, pero encontramos que no concuerda con el relato de Tonduzzi en su “Historia de Faenza”, en página 533. Aquí se lee que Bentivoglio prisionero fue entregado en manos del embajador florentino Antonio Boscoli. Este lo habría llevado a Modigliana para evitar Val di Amone, donde, además de los Ceroni, Bentivoglio tenía muchos enemigos, De ahí a la villa de Cafaggiolo en Mugello, desde donde, Lorenzo el Magnífico finalmente lo hizo llegar a Bologna. También Metelli tiene esta tesis. Nosotros, sin embargo, tenemos amplias dudas, y la primera nace de la sospecha que las cosas, desenvolviéndose con todo honor a favor de los Ceroni, hallan sido voluntariamente tergiversadas. Los Ceroni, como es natural tenían numerosos adversarios, entre ellos los Cavina o de Cavina, originarios del valle de Sintria. Lo sabían muy bien los presidentes de Romagna (de la zona) que teniendo necesidad de mantener a freno a los Cavina, se valían de los Ceroni, como asegura Guidiccioni. También Guicciadini, el historiador, tenía antipatía hacia los Ceroni a quienes describe como “toscos y bestiales”. Pero, para no seguir en estas opiniones, tenemos que reconocer que estas descripciones de Tonduzzi, no son un relato histórico, no vienen de una pluma así, sino que de la de Pietro María Cavina que, a la muerte de Tonduzzi que aún no había terminado su trabajo, recibió el encargo de terminar la edición que quedó a la mitad. Está claro que Cavina no podía tolerar que los Ceroni se destacaran con tan bella figura. Mita escribe primero de Tonduzzi, (cuando es reemplazado por Cavina) apenas esta descarnada alusión: “... hicieron entonces armar al pueblo, y convocadas todas las milicias del Estado, especialmente de Valdelamone...” (pág. 533)... “entre todos, daban lástima... aquellos de Valdilamone, entre

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otros, metieron más bulla y se esforzaron más y lograron salvar a Bentivoglio de muchas manos que querían matarlo...” (pág. 534). Un vuelco más, por añadidura. Es un poco difícil para los historiadores, explicarse como entre Bentivoglio y los Ceroni, las relaciones hallan sido inmediatamente después cordiales cuando antes nunca lo habían sido.

Notas, punto 27. Se relata aquí un hecho acaecido en 1491: el asesinato de Sisto Rondanini. Quién había sido este sacerdote a quien le robaron el diploma y luego mataron en los Apeninos? En un litigio protocalizado por el notario (o en un pleito registrado por el notario) Ser Franco Macolini (folio 112), citado por Metelli en el año 1494, se hace relación a un pacto de paz firmado entre los Ceroni y los Carroli (o Caroli). Macolini relata que los Caroli, hijos y nietos de Dodo de Montecchio di Pozzo, habían reclamado el saldo de un crédito en dinero que tenían con los Ceroni, y como éstos no reconocieron el compromiso, los Caroli cerraron algunos caminos que pasaban por sus propiedades y de los cuales hacían uso los habitantes de Ceruno. Esto provocó una violenta reacción. Los Ceroni incendiaron las casas de los Caroli, y estos saquearon su iglesia, San leonardo, donde era prior don Melchiorre Rinaldi Ceroni. El anciano sacerdote tenía un sobrino también prete, y todo hace pensar que a este sobrino llamado Cristóforo, se le traía el diploma robado, o nombramiento para que se hiciera cargo de la iglesia de S. Lorenzo en reemplazo de su anciano tío. Pero los Rondanini en qué se interesaban? Entre los Caroli y Rondanini había un buen entendimiento. Si se trataba de venganza, todo servía a un Rondanini. Dirige el escuadrón de castigo Cesare Rinaldi Ceroni, que sería después el hermano de don Cristóforo, hijo de Rinaldo de Giovanni, el Lanciere, debiera de haberse llamado Lancieri, como en efecto se llamaron por un breve período. Rinaldo tenía una numerosa familia. Además de Cesare y don Cristóforo, sin

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contar las mujeres, se recuerdan como hijos de Rinaldo a: Benedetto llamado el Comparino, defensor de Montemauro; Filippo, llamado Doro, Pier Antonio, Achielle, Uggozzone o Gozone, Gentile y Giovanni. Habiendo sido Rinaldo un hombre de armas, ya había sido escogido en septiembre de 1481 por Galeott Manfredi para custodiar la fortaleza de los Calamello, también los hijos habían continuado en el oficio de las armas. (así lo registra Tonduzzi). A la familia Rinaldi, además de Montemauro, tambien se le entregó la custodia de montebattaglia. La familia pertenecía a la parroquia de Pagnano, y es muy probable que vivieran en el caserío de Castelleto, hoy llamado Casoletto, porque sólo a un centenar de metros, dominando sobre el cerro, estaba la fortaleza de Tana. (castillo) de la cual aún quedan las ruinas. En Pagnano, justamente en Castelletto, se legalizaron varios contratos en los cuales figura el nombre de casi todos los hijos de Rinaldi, que fue el jefe de la familia del ramo que se extendió por Casola y Valsenio y desde ahí emigró a Imola donde tuvo su origen la rama de los Compadretti-Ceroni. Volvamos al homicidio de Rondadini. Según Metelli, este crímen se cometió el 10 de septiebre de 1491. Fue un penoso hecho para el pobre Sisto; la única razón de pertenecer a la familia Rondanini era porque les trabajaba como secretario y a menudo era empleado en la casa Manfredi. Astorgio III sólo tenía 6 años, era el príncipe heredero, por tanto la cosa pública se manejaba por el Consejo, pero a la sombra del Comisario florentino, debido a que Lorenzo de Medici era el tutor de Astorgio III (y no IV como relata Mita). El hecho, a grandes rasgos, ocurrió como está descrito. Para salvarse, los Ceroni tenían una sola salida: pedir la intervención de Lorenzo el Magnífico ¿Qué halla sido así? De la diplomacia de los Medici también se podía esperar su aprobación en el secuestro de respetables faentinos. La hermosa vivencia que conmovió a Lorenzo, adornada de una imagen tan acorde con el

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Renacimiento, como aquella de Damone y Pizia* prevalece aquí, quizás en la duda de disfrazar un poco los hechos. ¿Cuándo se pidió la intervención de Lorenzo? En los primeros meses del año, después del asesinato, tomando en cuenta que poco después, el 8 de abril de 1492, el Magnífico entregaba su alma a Dios. Los faentinos secuestrados fueron transferidos a Montemauro, fortaleza inaccesible que era custodiada como ya se ha dicho, por Antonio Rinaldi Ceroni.

Notas al punto 28 Sobre el episodio de la defensa de Montemauro a cargo de Comparino, tenemos la confirmación de Tonduzzi que agrega además el número de enemigos muertos, que fueron doce por los defensores que en una atrevida hazaña lograron después abandonar la fortaleza. El asalto debe haber sido un noviembre de 1500, en ocasión de la primera tentativa de Valentino para tomarse Faenza. Cesare Borgia para esta empresa, se había rodeado de los más valerosos capitanes, como Paolo y Giulio Orsini, el Vitellozzo, Gianpaolo Baglioni, Onorio Savelli, Ferdinando Farnese y otros. Cesare Borgia había designado al Vitellozzo para que se hiciera cargo de la toma de todas las fortalezas en Val di Lamone. Dionisio Naldi y los suyos facilitaron las cosas, de manera que no hubo mayores dificualtades en las tomas de ninguna, salvo la de Montemauro. Vitellozzo la asedió con una tropa con quinientos caballos y se esperaba que también ese inexpugnable valuarte capitulara, pero Comparini, fiel a los Manfredi, no cedió ni siquiera a los halagos de los Naldi, por lo demás amigos de los Ceroni, Vitellozzo examinó la situación. Era impensable asaltar mientras se dedicaba a pensar como destruir a los asediados si no se rendían. Mientras tanto Comparino, con sus cincuenta hombres se atrevía a desafiar a un ejército mucho más numeroso. Con una salida improvisada logró hacer Damone y Pizia, filósofos y amigos, fueron calumniados en tiempos de Dionigi il Giovane, tirano de Siracusa. Pizia fue condenado a muerte, pero ante la necesidad de tener que alejarse momentáneamente para resolver graves asuntos de negocios pidió a su amigo que lo reemplazara en la cárcel, lo que aceptó Damone aún corriendo peligro su vida. Pizia, gran caballero, regresó a tiempo para liberar a su amigo. Dionigi, admirado de un gesto tan noble, indultó a Pizia y fue desde entonces amigo de los dos. *

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retroceder a Vitellozzo, dejando los muertos en el terreno. Como pequeño estratega, no lo hacía mal. Vitellozzo luego rodeó completamente la fortaleza y resolvió rendirlos por el hambre. Esperó. Sería cuestión de días. Pero los días pasaban y desde el lugar sitiado no habían señales de capitulación. Después, una hermosa mañana desde la fortaleza siempre rigurosamente cerrada ninguno respondió a las intimidaciones de rutina. Comparini con los suyos, se habían desaparecido en la noche, dejándola abandonada como un caparazón muerto. Cómo lo habían logrado? Misterio. Sólo sabemos que toda la montaña de Montemauro es rica en grutas y galerías subterráneas. Por alguna de estas, con seguridad, los defensores se pusieron a salvo, refugiándose en Ceruno. Borgia no atacó jamás Ceruno. Conocía a los Ceroni y, especialmente “a los Rinaldi”como escribe en una de sus cartas, como unos posibles adversarios de todo respeto: recomienda a sus capitanes que se hagan amigos con ellos. No se sabe mas. Volviendo a Comparini, sabemos de su combate en Bastia y que fue herido. Cuándo? Probablemente en 1509, en mayo, cuando llegó a Romagna el Duque de Urbino con el ejército pontificio. El Cardenal Francesco Alidosi de Castel del Río, era el Legato Pontificio. Estamos a las puertas de la lega di Cambrai y para Venecia comienza la decadencia en tierras de la Romagna. En las cercanías de la Bastia cayó herido Comparini, y probablemente recibió del mismo Legato los testimonios de honor que se citan. Se sabe que Comparini gozó de una serena vejez. Tenía casa también en Riolo, pero prefería vivir en Gozzo di Baffadi en casa de su hermano Achille. Murió soltero en 1510 y dejó a Achille como heredero. Y ha quedado como el campeón y la gloria de la familia Rinaldi.

Comentarios al punto 29 Se hace un elogio idílico sobre los Ficchi. Mita se considera uno de ellos y exagera un poco su admiración por esta familia. Que fueron como Virgilio

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tan frugales y modestos? Es como para dudarlo. También ellos estaban entregados en los manejos y conducción de la política del momento. Se habían adueñado de gran parte del territorio del Monte Romano y no es de creer que lo hubieran hecho por medios pacíficos. Es verdadero que Nuccio di Perusino tenía terrenos en Baffadi. Fecchio y los suyos habitaron de preferencia en Casola. Querer atribuir a los Ficchi la reconstrucción de Casola en 1216 (y no en el 1200) es una inexactitud grosera. En esos tiempos, los Ficchi aún no habían llegado a Casola. Pero el pueblo, visto que ya en 1216 tenía su “Castellazzo”, junto a la “Chiesa di sopra” (iglesia de arriba), a qué época se remonta? Ciertamente al año 1000/1100. Esto significa que, exceptuando quizá Palazzuola ya en el “Podere” de los Ubaldini, Casola Valsenio es considerada, pero lejos, el pueblo más antiguo del valle; más que Riolo y de Castelbolognese y más que la misma Brisighella que fue fundada por Maghinardo Pagani. El que venga a Casola, no puede dejar de fijarse en un esbelto campanario sobre la colina noroeste, el cual es un venerado monumento que testifica como allí, por muchos siglos, estuvo la parroquia, preservada aún en 1216 cuando fue destruida totalmente el castillo y las casas que lo rodeaban. La jurisdicción eclesiástica era entonces de la Pieve de Montemauro, la iglesia madre del valle; la otra jurídica, al menos en bastantes tierras sobre las que se extendía el pueblo, pertenecía a la Abadía S. Giovanni in Senno, centro espiritual de la zona; pero, la vida parroquial ya estaba en acción y se concentraba, en primer lugar, en “La Iglesia de arriba” (La Chiesa di Sopra) alrededor de la cual se enterraba a los muertos. Y cómo era el pueblo? Como lo indica su nombre; Casola, o caseríos repartidos trepando hacia la punta del Monte Fortino donde había otra parroquia en honor de San Michel Arcangelo, y con otras casas repartidas en su entorno y que se llamaba “Casola di Sopra” (Casola de arriba) distinguiéndola así de la nuestra que era más importante y que la nombraron como “Casola de los casolinos”. Es verdad que los Ficchi vivieron aquí cuando mucho después de la destrucción recordada, se empezó a construir sobre la orilla alta del río. También se dedicaron al comercio, y como eran trabajadores se enriquecieron lo que fue uno de los motivos de las desavenencias con sus parientes Ceroni 75

Notas al punto 30 El número 30 está dedicado a los Ceroni de Lepreno, y empieza con un pequeño árbol genealógico muy interesante para tantas familias casolanas y para el grupo de los Ceroni del valle del Senio. Hay una fecha bien precisa: el año 1390. En este año Matteo, en la plenitud de su madurez, se casa en Ceruno. Si esta es la fecha del emparentamiento, nuestros Ceroni pudieron conocer a aquellos de Serina con ocasión de la alianza que hicieron los Fiorentini, el Señor de Carrara y Astorgio Manfredi contra Gian Galeazzo Visconti para la defensa de Bologna. Fue como la unión de fuerzas que se desplegaban en pequeñas escaramuzas, sin ninguna verdadera batalla. Los nuestros eran pagados por Florencia y fue allí donde se encontraron con una compañía con su mismo apellido. La amistad, la compasión, la posibilidad de poder reforzar la compañía, fue lo que indujo al grupo a fusionarse. Y así Matteo se casa con una Ceroni del Senio, y tiene por lo menos, tres hijos varones: Cecco, Cristóforo y Giovanni, llamado el Lanciere. Para mayor claridad de estas fusiones familiares, remitámosno al árbol genealógico que pudimos reconstruir, gracias también a los apuntes del abate Ferri. Por éste y por los sucesivos árboles genealógicos, doy mis más profundos agradecimientos al Rag. Pascuale Beca, de Imola, el más deligente y detallista investigador de las genealogías de las familias imolesas y del condado. Sin su ayuda, no habríamos podido progresar mucho en este campo.

Notas, punto 33. El capitán Raffaele Brunori, nació alrededor de 1490, en una familia dedicada al oficio de las armas. Su hermano Alessandro, en 1505, fue capitán y custodio de la fortaleza de Montebattaglia, para la República Veneta. Giacomo, otro hermano fue también capitán en su propia compañía. El sueño de Raféale es, no digo imitar a Alberico de Barbiano o Attendolo Sforza, pero si más modestamente de seguir las huellas de Dionisio Naldi que por la época de esta historia ya trabajaba a tiempo completo, para la República de S. Marco. Una de las actividades de Naldi, era reclutar, especialmente en nuestra zona, soldados para la Serenísima.

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En una carta de S. Cansini publicada en el Dizionario Biografico Geografico Storico del Comune de Firenzuola (III volumen, pag. 37), el Consiglio degli Otto, (consejo de los Ocho) le escribe al Vicario de Firenzuola: “... empleados en encontrar reclusos para Dionizi Naldo y cualquier cosa que se averiguara , se avisaría...” (23-05-1502). Raffaele podría haber formado parte perfectamente bien de los reclutas de Naldi, cuando, con el mismo oficio de formar infanterías, y en el mismo tiempo, estaba Ramazzotto Ramazzati de Scaricalasino, esta vez peleando contra la República Florentina, y quien sería el enemigo número uno de los Ceroni. Era hijo de Alessandro que había sido asesinado, y sólo esperaba ser mayor para vengarse de los sicarios. Ramazzotto, desprejuiciado y despiadado, se había destacado como un fiel partidario de la casa Medici y trabajaba activamente para poder traer de regreso a Florencia a los dos hijos de Lorenzo el Magnífico; el Cardenal Giovanni que después fue el Papa Leone X y Giulano, ambos exiliados en Bologna. Nuestros valles eran un verdadero semillero de hombres de armas, y como es natural, se ponían a las órdenes de quien pagaba mejor. Raffaele fue seguramente contratado por Ramazzotto y viajó a Bologna con sus hombres. Raffaele que ya por entonces se empezaba a destacar como un pequeño estratega valeroso, frecuentando la casa de Ramazzotto se enamoró de su hija Lucía, y la pidió en matrimonio. Hubo promesas de dote matrimonial que luego no se cumplieron; se celebró una gran fiesta y luego después Lucía Ramazzotti hizo su entrada en Ceruno como la legítima esposa de Raffaele. Los otros Ceroni, muy especialmente los Ficchi, fueron decididamente contrarios a esta elección de Raffaele. Ramazzotto era conocido y su fama no era precisamente la de un caballero. Además era de la facción gibelina y con amigos como Gozzadini de Bologna y Vaini o Vaina de Imola, acérrimos jefes de compañíasde la misma fación. Los Ceroni, en cambio, eran partidarios de los guelfos y amigos de la casa Sassatelli, guelfa. Lucía trataba de congraciarse con sus nuevos parientes, pero sin embargo no lo conseguía.

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Quien en cambio empezó a hacerse detestable hasta de su propia hija fue Ramazzotto, distinguiéndose tristemente luego del famoso saqueo de Prato. Junto a sus soldados se unió a los Spagnoli de Cardona, causando exterminios al estilo turco. Los excesos perpretados en la ciudad de Prato, horrorizaban a Florencia por lo que abrió las puertas a los Medici. Entre los soldados que cometieron ese horrible saqueo, no sabemos si participaba Raffaele Brunori, pero es probable, a menos que ya hubiera estallado la grave discordia con el suegro a causa de la dote jamás pagada.

Notas, punto 34 Raffaele Brunori se encontraba entre dos fuegos; por una parte, sus Ceroni, que no aprobaban su matrimonio, y por la otra del suegro, quien enriquecido de modo desproporcionado, con las rapiñas descritas, se mostraba como un hombre de gran tacañería. En efecto, después del saqueo del Prato y sus alrededores, Ramazzotto había llenado su palacio de Bologna, con infinidad de obras de arte y platería. Además, se había preocupado de hacerse construir un espléndido supulcro de mármol en la iglesia de S. Michele in Bosco, obra de Lombardi, hoy en la pinacoteca de Bologna y un suntuoso palacio en Tossignano. Por lo tanto, no tenía ninguna dificultad para pagar lo convenido en el matrimonio de su hija. Raffaele insistía, quizás con cierta petulancia, y las relaciones se deterioraban día a día. Pero los motivos de la dote eran lo de menos. Ramazzotto, aliado doblemente con sus amigos gibelinos, consideraba a Raffaele y a la familia Ceroni como una peste, porque eran y seguirían siendo por siempre unos incurables guelfos. Su amistad con Guido Vaina, hizo el resto. Porque Guido era un enemigo jurado de los Sassatelli que en Imola eran los dirigentes del partido guelfo. Entre Vaina y Sassatelli había muchas cuentas por arreglar: destrucciones de casas, feroces asesinatos, en fin, desavenencias de todo tipo. En 1503, la República de Venecia había conquistado todo el valle del Senio, desde Baffadi a Gallistema, y sobre el torreón de Montebattaglia, flameaba el estandarte del león de S. Marco. Los Ceroni eran partidarios de Venecia. Más tarde, en 1505, con el Para Giulio II que no disimulaba de querer expulsar de las poseciones pontificias a todos los intrusos, Venecia se apuró

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en devolver al Papa Montebattaglia y el valle para contar con su amistad. Pero era mucho más lo que pretendía. Giulio II quería que le devolvieran Raverum Cervia, Faenza y todo el resto sobre la costa adriática. Por el momento aceptó Montebattaglia. El castellano que le entregó las llaves al delegado del Papa, Teodoli, era el hermano de Raffaele Brunori, Alessandro. Guido Vaini, mientras tanto, se había emparentado con el Cardenal Francesco Alidosi de Castel del Rio, casándose con la hermana de éste. El Cardenal Alidosi, era íntimo amigo del Papa. Un hermano del mismo Cardenal, se había casado con la hermana de Cagnaccio Sassatelli y así esta unión equilibraba un poco las fuerzas de las dos facciones. El 24 de mayo de 1511, sucedió un delito que dio mucho que hablar. En Ravenna, en la calle S. Vitale, el Cardenal Alidosi fue apuñalado a muerte por el sobrino del Papa, Francesco María della Rovere. El Cardenal sobrevivió unas pocas horas y murió asistido por una vieja señora que había acudido a ayudarlo. “Muero por mis pecados” había dicho el prelado, besando el crucifijo. Y de pecados, por lo menos atribuidos, tenía muchos por los que dar cuenta... como legado pontificio se había distinguido por lo poco justiciero, gran avidez y también una cierta cobardía. Había abandonado Bologna, ya invadida, atribuyéndole la culpa a Francesco Maria della Rovere. Junto a él, aquella mañana del asesinato, cabalgaba su cuñado Vaina, quien escapó ante el ataque de Dalla Rovere. Un año después, siempre en Ravenna, se llevó a cabo la terrible batalla de Pascua (Semana Santa), 11-04-1512; entre las fuerzas del Papa y los Francesi. Vencieron estos últimos, pero en la batalla perdió la vida su comandante Gastone de la Foie y este hecho fue como si hubieran perdido. Para el anciano pontífice fueron años dolorosos, sin embargo logró reponerse y reaccionar luego como un león. En Ravenna, Ramazzotto por poco no perdió la vida. En esta batalla, además de Naldi, estaba también Cagnaccio Sassatelli, que por ese entonces no era mirado con buenos ojos por el pontífice. Había dado a una hija en matrimonio a la casa de Bentivoglio y esto era un handicap a los ojos de Giulio II.

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En 1513 murió Giulio II y lo sucedió Leone X de la casa de los Medici. Gran triunfo para Ramazzoto e indirectamente para su amigo Vaini. En Roma, el nuevo Papa honra al pequeño aventurero de Scaricalasino, con las investiduras de solideo y estoque. Es la culminación de la gloria para Ramazzotto. En 1517 encontramos a Cagnaccio a dependencia de Venecia, y por lo tanto, lejos de casa. En Imola, los patrones eran los Vaini. El 1° de diciembre de 1521 murió el Papa Leone X a quien sucedió Adriano VI que estaba lejos de Roma. Se produce como una prolongación de sede vacante. En Bologna, los Bentivoglio hacen el intento de retomar la ciudad. A su lado está Cagnaccio. Giulio de los Medici, legado del Papa, autoriza a Ramazzotto para venir a Imola y encarcelar a los guelfos traidores. Estamos en mayo de 1522. Los Vaini se aprovecharon de estas circunstancias favorables para saldar cuentas del estropicio cometido contra ellos, en 1504, por los Sassatelli. Se consumó una venganza que tuvo el color de una verdadera masacre; más de cincuenta muertos. También perdió la vida el párroco de Croara, don Paride Corneta que era de los Poggi del lugar. Su hermano don Doménico, tenía a su cargo la parroquia de Casola Valsenio.

Notas, punto 35 Es en este contexto que se produce el primer intento de reducir a los Ceroni guelfos. Ahora es Guido Vaini el patrón de Imola y Cagnaccio no tiene la audacia para acercarse. Guido y Ramazzotto tramaron de hacer una cabalgata a Casola. Buscaron un pretexto. Parece que los Ceroni se habían negado a pagar ciertas contribuciones y se les había declarado culpables en los enfrentamientos con Alberto Orsi y Giovanni Marocchi, dos imoleses que habían sido ahorcados después del debido proceso. Era presidente de Romagna Monseñor Orlando Carretti, de Savona, pero como recién nombrado en el cargo, no estaba bien al tanto de los hechos, y se confió ciegamente en las palabras de Ramazzotto y Vaina. Ordenó al Capitán Chiappino Vitelli de marchar contra Casola, junto

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a los soldados deVaina; Ramazzotto trató de no hacerse ver. Para él, este ataque significaba pelear contra su propia hija. Un poco demasiado... La expedición se puso en marcha el 4 de diciembre de 1522. Capitán de Casola era Pantaleone de Giovanni Pantaleón, noble de Imola, que con toda seguridad vivía en la ciudad, limitándose a hacer una o dos escapadas al año a Casola. No intervino en lo más mínimo y quizás ni siquiera fue puesto al corriente de lo que tramaba. Todo ocurrió tal como lo cuenta Mita. Guido Vaina y Ramazzotto tras los bastidores, debieron avergondzados tomar el camino de retorno. Ramazzotto indignado y Guido con terror ante una aventura que podía haberle contado la muerte. Desde una torrecilla que sobresalía del puente levadizo de entrada al pueblo un tal Antonio Ficchi llamado el Galbetto, había desparado un tiro de ballesta magistral a la cabeza de Guido que estaba incitando a sus hombres a vadear el río para asaltar al pueblo. Montado en su caballo, no era un blanco fácil y salvó su vida sólo por unos pocos centímetros. El dardo le voló el sombrero de la cabeza, y pálido de terror enmudeció de golpe. Chiappino Vitelli que era un hombre sensato, quizo entrevistarse con los Ceroni antes de regresar y rápidamente le quedó claro que el enfrentamiento sólo se había perpetrado gracias a las intrigas urdidas por sus dos compadres. Permaneció como huésped de los Ceroni un par de días y luego regresó a informar al Presidente de cuanto había descubierto.

Comentarios, punto 36 El fracaso sufrido no los acobardó sino que más bien incendió las iras de estos dos enemigos de los Ceroni. Los Ceroni eran un hueso duro de roer, visto que nadie, hasta ahora, había logrado ponerlos de rodillas. El año 1523 empezó con la visita del Presidente Mons. Orlando Carretti a Imola. Ni Ramazzotto ni Vaini le volvieron a tocar el tema de los Ceroni. Vaini tuvo que trasladarse a Roma donde probablemente, enterándose de tantos homicidios y estropicios, había tenido oportunidad de hacerse un

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lavado de cerebro. Si es que se lo hizo, muy pronto se lo sacó de encima, porque el Papa murió el 14 de septiembre de 1523. Se abría así un nuevo vacío de gobierno lo que significaba en la práctica, que cada uno se vengaba y hacía justicia como mejor le gustara. Las crónicas registran una serie impresionante de estos abusos. En Tossignano, hubo muertos después de ser asaltados. El momento era demasiado atrayente para que Ramazzotto y Vaini no quisieran lavar la afrenta sufrida el año anterior en las aguas del Senio. La tensión era alta, y los Ceroni estaban alertas a cualquier soplo, espacialmente los que llegaban de los guelfos de Imola que también se transmitían hacia aquí arriba. El 24 de octubre de 1523, de parte de Cotignola y parece que también de Cagnaccio, los gibelinos dieron caza a unos diez guelfos a los que asesinaron y les quitaron sus banderas y tambores. Envalentonado con esta victoria y apoyado esta vez abiertamente por Ramazzotto, Guido Vaini decidió repetir el ataque a Ceruno. Se trataba de ahora o nunca. Aquí recurrimos profundamente al diario de G. Battista Catan de Toranello, guelfo, para informarnos. El hecho está registrado en el archivo de Sassatelli y citado con detalles por Sanzio Bombardini en “Il diavolo nel Tamburo”, (el diablo en el tambor) Universidad de Bologna, 1982. Guido, en gran secreto, hizo jurar al Consejo de no informar sobre sus intenciones de reducir a la obediencia a los Ceroni, y los hace aprobar una contribución para armar a su tropa. Hecho el juramento, el día señalado, martes 27 de octubre de 1523, la caballería se puso en marcha, al alba, por las montañas cercanas a Casola.

Punto 37 Con este corto capítulo se inicia el relato de la gesta épica de los Ceroni y de la gloria de Raffaele Brunori. Mita, en un latín al estilo de Tácito, untando su pluma con el más genuino entusiasmo, nos describe la memorable y patriótica aventura de la consortería: la defensa de Ceruno que ha sido popularmente transmitida como “la battaglia delle botti” (la batalla de los toneles).

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Nosotros, sin embargo, tenemos que sacarla un poco de los laureles y sobre todo, hacer cuentas sobre los muertos. Cuáles fueron las fuentes para este episodio? Ciertamente que Mita consultó los “Quaderni di Tossignano” (cuadernos de Tossignano), como lo confirma Linguerri, pero de dichos cuadernos, una especie de crónicas locales conservadas en los archivos, no queda ni rastro en la actualidad. Mucho se atiene a la tradición oral de los Ceroni, y éstos, se sabe, siempre agrandaban las cosas. Otros documentos escritos, como asevera en el prólogo, eran conservados en las familias, pero no se han dado a conocer hasta hoy. Creemos que sobre las cifras de los que participaron en el ataque, podemos aceptar unos doscientos hombres armados, no más. A estos, se sumaron ciertamente chacales como en todas las guerras respetables, y muchos curiosos. En los “Ricordi”, (recuerdos) familiares y urbanos de ser Battista di Ser Carlo, de Toranello (B.C.I, carte 27-60) “Recuerdo como Guido Vaini junto con la parte gibelina, fue a Casola de Val de Senio y empezaron a quemarse varias casas... inciendiaron la iglesia de Santa Lucía, (el viejo Sufragio en la calle Malteotti, donde justamente en aquellos años se habían asentado los padres de San Domenico) otra iglesia en Poggio (y aquí se trata sin dudas de la Iglesia de Arriba, o parroquial) y también la casa del Comune, (puede ser el municipio) y luego no saciados con el saqueo, tuvieron el atrevimiento de dirigirse a Ceruno”. 27-octubre-1523, el martes, al alba. Notas, punto 38 Cuántos fueron los muertos? Catan habla de unos treinta o cuarenta, aunque quizás fueron menos. Entre los Ceroni, apenas cuatro bajas: dos Giacometti, Virgilio y Federico, un Ficchi, Tolomeo de Cilotto, y un tal Masotto de Pietramala que pertenecía a un grupo de ballesteros. Pero volvamos a la descripción de los hechos. Aquí surge la figura de Raffaele con toda su capacidad de estratega y su fuerza de coraje. Organiza, reúne ayuda, estimula a los suyos y en la pluma de Mita, destacado sacerdote, se atribuyen a Raffaele las mismas palabras nobles que la Biblia 83

pone en boca de Giuda Maccabeo. Para la defensa de Ceruno, Raffaele ha concentrado todas las fuerzas sobre la colina, abandonando prácticamente el pueblo donde la defensa podía ser mucho más débil. Aquí no disponía ni de murallas ni de fortalezas. Singular la estratagema de recluir a las mujeres en una casa minada, vale decir, preparada para ser incendiada en caso de una derrota. Quería que los Ceroni se jugaran el todo por el todo. Estos preparativos nos convencen que el asalto de Vaini no era una sorpresa. Los Ceroni habían sido informados con tiempo, lo que justifica la presencia de ballesteros venidos desde afuera. Con cuántos hombres habrá contado Raffaele Brunori? A grueso modo con unos trescientos, que era la fuerza con que contaba la consortería.

Notas, punto 39 Sobre las disposiciones estratégicas, ciertamente Mita se ha basado en los relatos orales de los más viejos que conocían y transmitían los detalles de la empresa. El teatro de batalla está señalado: a la izquierda, hacia el noreste con el bosque de la Meleta y hacia el sur, suroeste con aquel de Smuraglio. Para subir a Ceruno, es el camino más corto, pero aquí se trata de una escarpada pendiente que desde el puente de la Soglia corta el vallecito de los Paverotti. Imposible arrastrar por ahí pesadas piezas de artillería: Y Raffaele ideó tomar a los enemigos en una especie de tenazas, cuando reción iban a mitad de la subida.

Punto 40 Auque Cattani ha registrado todos los hechos como acaecidos del 27 de octubre, a nosotros nos parece imposible que Vaini pueda haber terminado la batalla en un día y justamente en esa estación cuando son tan cortos; es más verosímil que la pelea verdadera se haya llevado a cabo el 28, como asevera

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Mita y como es recordada por tradición de los Ceroni que durante siglos han celebrado la fiesta de S. Simone y S. Giuda que cae el 28 de octubre. Desde los campos de Meleta los Ceroni presenciaron los incendios de sus casas e impotentes, acumularon desdén y rabia por tantos estragos.

Notas, punto 41 Entre las fuentes orales a las que ha echado mano el Mita, nos gusta imaginar a su viejo y primer maestro de Fontanelice: aquel don Sebastiano Carreti que tuvo historias con la Inquisición por haber contratado a un fraile del servicio doméstico que en Fontanelice había asegurado que el fruto del pecado de Adán y Eva había sido un higo, una verdadera tontería, pero que don Sebastiano no pasó por alto. Quizás fue un poco exagerado en la crítica, el hecho es que fue denunciado a Imola y en el Vescovado (Obispado) tuvo que soportar un poco de tortura, como recuerda Cortini, antes de ser absuelto. Era un sacerdote de una cierta cultura y Mita lo tuvo como su primer profesor. Don Sebastiano Carretti, varios años antes de Fontanelice, había dirigido la iglesia de S. Bartolomeo de Pagnano atrás de la cual está el pequeño valle, teatro de la “Batalla de los toneles”, y por lo tanto él, don Sebastiano, había oído contar miles de veces el épico encuentro de los Ceroni con Guido Vaini. Para subir a Pagnano, desde Casola, don Carretti debía rodear precisamente aquellos espolones que dominan el río; un salto de por lo menos treinta metros hacia el cual los Ceroni empujaban a la masa desordenada de los enemigos en fuga. Es entretenido imaginar las peripecias contadas con tanta vivacidad por el viejo maestro.

Notas, punto 42 La descripción del enojado gibelino que en su caballo corre hacia los que habían retrocedido conminándolos a regresar y amenazándolos, confirma el orgullo y la impetuosidad de este jefe. No es improbable que más de alguno le halla pedido cuentas. (?)

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Debe de haber sido de gran efecto la entrada al campo de batalla de Pietramola con sus ballesteros, más o menos unos cuarenta, que bajaban corriendo en pequeños grupos separados, lanzando gritos terroríficos. Estos eran el peligro más temido y contra ellos trata de subir Guido montado en su hermoso caballo. Notas, punto 43 La estrategia de Raffaele plenamente exitosa, hizo a los Ceroni sentirse más temerarios. Teruccio y Galbetto, ése que disparó la flecha al sombrero de Vaini, tomaron por su cuenta la iniciativa de cortar el camino al enemigo. Vadean el río bajo el Molino de Arsella, y llegan a la Burata. De esta manera, el enemigo queda entre dos fuegos. Este acto tuvo el mérito del coraje, pero no de la prudencia. Con poco, en realidad, el éxito obtenido podía transformarse en un desafío a la reacción de los Imolesi, viéndose tan acorralados. Por suerte entonces intervino Raffaele, dejando libre la colina por el lado de Prugno, desde donde los Ceroni empujaron y siguieron por largo rato a Guido y los suyos. La victoria fue completa, y como ya era bastante tarde Raffaele llamó a retirada. Guido y los sobrevivientes de su desventurada empresa, abandonando todo, armas y equipajes, se refugiaron maltrechos en Imola, vía Tossignano. Quedó en manos de los Ceroni todo el botín abandonado, los cañones con los varios pares de bueyes que los arrastraban, y las banderas y tambores ya conquistados en Cotignola. Raffaele se asignó en la repartición los bueyes, como parte de la dote que jamás le pagaron. Los Ficchi que por culpa de la bravata de Tesuccio y Galvetto se habían ganado una buena reprimienda, tuvieron que contentarse con repartir el resto entre los varios Ceroni.

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Notas a los puntos 44-45 Es verídico, se firmó la paz entre Vaini y los Ceroni, pero también es cierto que de alguna forma fue bajo presión que cumplieron las órdenes del buen Obispo de Chiusi, Mons. Nicolo Buonafede. La sinceridad que hubo en estas paces, cada cual puede imaginarla.

Notas, punto 46 Entre las cartas de congratulaciones que enviaron a Ceruno, se destaca la de la Comunidad de Tossignano, firmada por el notario Alessandro Bassi, mencionada por Pietro Salvatore Linguerri en su libro “Cenni Storici sulla valle del Senio”, Imola la imprenta de Giuseppe Beunacce. 1827 que en la página 14 confirma lo relatado en el cuaderno de Tossignano al que ya nos hemos referido. La carta está dirigida “a los ilustrísimos señores Capitanes Raffaele Brunori, Bartolomeo Ravaglio, Vincenso de Simone Linguerri y Taddeo Loli, consobrinos y parientes consanguíneos, señores de Cerone”Con este dato, queda bien definido cual era el pequño grupo más notable de la Consortería. Nos extraña no encontrar ninguna huella de los Ficchi. Ya había empezado la ruina? (¿estaban ya en la ruina?). Después de haber cumplido con las frases de protocolo, conviene releer esto en la carta... “rogando al cielo por cada glorioso avance, mientras esperamos complacidos las últimas instrucciones que nos llegarán por boca del portador mecer Luciano, nuestro conciudadano, quedamos respetuosamente a vuestros pies...” ¿Qué instrucciones? No es prudente darlas por escrito, mejor será a viva voz... La vaga respuesta de los Ceruno nos da pocas luces “... en cuanto a la solicitud por intermedio de vuestro enviado, cuando las circunstancias así lo requieran, estaremos siempre atentos a complacerlos”. “Rocca de Cerone, 1512-1523”. Una vaga promesa que intervendrán a su debido tiempo. No es necesaria mucha agudeza para comprender que los Tossignanesi hacían regularmente peticiones de ayuda para librarse del yugo de la Señoría de

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Ricciardo Alidosi. Ricciardo, como su gente de Castel del Rio, era un pequeño déspota. Afortunadamente para los de Tossignano, no era bien visto ni siguiera por el Presidente que recibía continuas quejas sobre él. Así pues, los Ceroni están en la cresta de la ola. Están en paz con los Vaini, en gracia con el mismo Presidente al mando del cual han obedecido su petición de paz, en buenas relaciones con la casa Sassatelli y como grupo han dado pruebas de unidad y habilidad. Pueden ser buenos mediadores. Pero lo que ni los Tossinanesi ni aquellos de Cerone han entendido, es que sobre el fuego de su rebelión ante Ricciardo, sopla nuestro Ramazzotto, que justamente un mes antes de la carta mencionada, ha tenido una gran satisfacción: la elección a Papa de Clemente VII de la casa Medici. Con tan importante protector, Ramazzotto que ya andaba por los 60 años, aspiraba a algo grande: ser investido con el título de Conde y Tossignano le venía muy bien. Sus aspiraciones fueron cumplidas al cabo de siete años. El presidente de Romagna, Lionello de Capri remueve a Alidosi usando del “beneficio de las armas de los señores de Cerone”. Una vez despedido Ricciardo. El Papa nombra a Ramazzotto conde de Tossignano, Fontanelice, Belvedere, Valmaggiore, etc. Con sus propias manos, los Ceroni le habían preparado el nido a la bestia venenosa que sería su ruina. El hecho que protagoniza Salviati, no está muy documentado, pero debió ser así. Tener altercados entre los ciudadanos, era demasiado invitante para los Ceroni.

Notas, punto 47 No hay dudas que Mita trata a Ramazzotto como a un maquiavélico señorote, que actúa en contra hasta de su propia sangre. En realidad, el nuevo conde de Tossignano, pretendía extender los dominio de su condado hasta Ceruno y su grupo. La llave para destruir el poder de los Ceroni, era dividirlos. Pero no alcanzó a vivir tanto como para hacerse dueño hasta de Casola. “Cuál era su desempeño como conde? Hay pocas referencia de Benacci, historiador de Tossignano: “... no muy diferente fue su gobierno del

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de Alidosi, de carácter prepotente, ambicioso, de costumbres disolutas, no podía ser otra cosa que un patrón duro y amargado.

Notas, punto 48 Quizás nos repetimos, pero es importante subrayar que el grupo de los Lancieri tiene su origen en Giovanni de Matteo (de Serina) a menos que se constate que era de los Lancieri de nave, cerca de Brescia. Giovanni tuvo una numerosa familia como lo prueba el árbol genealógico que incluimos. De los siete varones tuvieron su orige otros tantos linajes: de Alberto, llamado Berto, los Berti; de Paolo o Polo, los Poli, de michele llamado marondolo, los Marondoli; de Bartolomeo llamado Ravaglio, los Ravaglia; de Rinaldo, los Rinaldi; de Giacomo o Giacometto, los Giacometti. Melchiorre fue sacerdote. A este grupo se agregaron como últimos parientes los Brunori, los Baldassarri y los Loli. Es extremadamente interesante conocer los nombres de los aliados, especificando que: Morando de Salvuzio es un Brunori Ottaviano de Brucolo es un Ravaglia Gabrone de Federico es un Giacometti Relicho de Mero es un Loli Ottaviano de Berto es un Berti Uguzzone es un Rinaldi Ottaviano de Sforzino es un Baldassarri Babino es un Poli Otras familias de Ceroni como los Mita, los Soglia, los Linguerri, no participaron en la conjura ¿En qué año se produjo? Según los varios armisticios, podríamos hablar de 1530-1531. Seguramente un domingo o día festivo, y con muchas probabilidades en período invernal. Raffaele estaba en cama, con fiebre alta, y los conjurados, tomando en cuenta que se usaban largas capas con capuchón para el frío, no tuvieron problemas para esconder bien los puñales. Nada se sabe sobre las razones inmediatas, sobre las

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rencillas precisas, nada como se escogieron a las víctimas. Como a Mengotto se le da el calificativo de “Ser”, se puede pensar en un notario u hombre de cierta autoridad. A lo mejor es hermano de Gian Pietro Ficchi, propietario de aquel gran poder de Montecatone, y al cual se decía que Ramazzotto no lo podía tolerar. Se decía que lo tenía “atravesado en la garganta” Vemos que las sucesivas paces pactadas o mejor dicho juramentos sacrílegos, se hacían en la iglesita de S. Maria del Carmine al Corso. Estando en la jurisdicción de Ramazzotto, los pobres frailes no podían negar a su Señor de hospedar a las diferentes familias de Ceroni que convocaba al lugar. Aquí se firmó un tratado de paz el 10 de octubre de 1531. Los Ficchi y Mita se separan de los otros. El 13-7-1532 se firmó otro tratado, después del asesinato de Raffaele Brunori, y un tercero, dos meses después. Da lástima leer hoy cada uno de estos tratados. Se trata de compromisos jurados de destruir de la manera que sea a los Ficchi, a no prestarles ningún tipo de ayuda, empeñándose en eterno en un odio sin reservas. Asombra que para todos estos turbios manejos se usara una iglesia. El Convento del Corso, del cual sólo queda una fotografía de los años 30 de algunas ruinas y un viejo pozo en desuso a la derecha bajando de Sellectra hacia Fontana, y hacia el final de la bajada, había sido fundado hcia el XV siglo, como un lugar de retiro para la órden carmelita. Era el período de gran expansión de esta órden y había llegado hasta nuestras montañas. El convento se clausuró en 1783, no se sabe si con razón o por una tontería, la cosa es que los superiores de la órden consideraron que la vida religiosa transcurrida en una zona tan desolada, había perdido simpleza y frescura. Se recuerda que en los últimos años, los frailes se trasladaban a menudo sin ábitos y que se habían apasionado demasiado a la caza. Este convento tuvo su momento de gloria cuando el Papa Giulio II se detuvo ahí para reponerse un poco, en octubre del 1506, cuando vino con su corte de Cardenales desde Palazzuolo a Tossignano. Se reunió entorno mucha gente a quienes el Papa dio su bendición antes de proseguir su viaje al vecino Tossignano.

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Notas, punto 50 Sobre las movidas financieras de Ramazzotto, Mita parece un poco confuso. En el fondo, debía pagar al Fisco 1127 escudos por el poderío que compraba, pero al final, sacando dinero de las multas que conseguía por promesas no cumplidas de los Ficchi y los Lancieri, finalmente se guardó esos dineros y sólo pagó 700 escudos al Fisco.

Notas, punto 51 Ya hemos aludido al deseo de Ramazzotto de ser conde también del valle del Senio, pero no siempre se puede realizar todos los deseos y a pesar de todo su poder no le había resultado. El 14 de enero de 1532, el Papa nombró conde del Valle del Senio al los Calderini de Bologna, una ilustre familia que desde hacía tiempo tenía tierras en el valle. Al suprimirse la Abadía de Valsenio, habían quedado muchos terrenos que se dieron en arriendo transformándose así en propiedad privada. A lo mejor los Medici tenían compromisos con los Calderini y para Ramazzotto fue un duro golpe ver que su condado terminaba al Corso de Montebattaglia. A Domenico María Calderini y a su sobrino Lodovico, el Papa Clemente VII les asignó todo el territorio comprendido desde Caltelpagano, Montefiore, (valle de la Cestina) Baffadi, Casola, Prugno, Valsenio, Mongardino hasta Settefonti. Los Calderini tenían su palacio en la Buratta. Vinieron desde Bologna a tomar posesión de su nuevo condado, trámite que dejaron en manos, al inicio, de Valerio Passeri, de Tossignano y después fue su administrador el boloñese Urzo Caccianemici. Fue un condado de poca duración, debido a que Imola, que se había visto empobrecida a causa de las continuas divisiones de sus campos, había iniciado un litigio sin fin con la Santa Sede para recuperar la posesión de Casola para recuperar la posesión de Casola y sus alrededores. Después de apenas cinco años, el condado se acabó.

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Regresando al relato de los nuestros, la decisión de emigrar de los Ficchi, fue la correcta. Estaban entre demasiados enemigos, ya sea en Casola como en Tossignano. A Galbetto y Temprone, como líderes con buena fama, no les faltaban ofertas de trabajo y eligieron cruzar los Apeninos y establecerse en Toscana al servicio del Gran Duque. En Marradi, donde se detuvieron sólo un día y una noche, alojaron donde los Fabroni que eran sus parientes y amigos. Según un manuscrito inédito de don Giovanni Antonio Linguerri, fueron espiados por un cierto Giovanni María Manini (pág. 217) que se había encaramado en un parrón y llegado hasta la ventana de la pieza donde estaba el grupo poniéndose de acuerdo para su viaje. De este modo, los Lancieri fueron advertidos y ya desde algunos días les estaban siguiendo la pista como sabuesos. La matanza de Biforco impresionó a todos y en vez de aplacar los odios, los aumentó. En el valle no quedó ningún descendiente de los Ficchi y por lo que se, también actualmente no existen rastros een la provincia de esta familia. Hay recuerdos de un ingeniero Ficchi autor del proyecto de villa Spada de Brisighella, y de un pintor boloñés, citado por Meloni en sus memorias, que decoró la capilla de la Madonna del Rosario en San Domenico de Imola. Es difícil aseverar que descendieron de los nuestros.

Notas, puntos 52-53 Junto a los Ficchi, también emigraron los Mita. De estos, es un poco más fácil seguir sus rastros. Una parte se fue hacia el valle de Lamone y la otra hacia el de Santerno. Nuestro Mita, que conserva recuerdos de familia, asegura que por un breve período, los suyos permanecieron como custodios de la fortaleza de Montebattaglia, a las órdenes del conde Bonmercati.

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En 1538 los encontramos en Osta de Castel del Rio y más tarde en Fontanelice, y casi al mismo tiempo, en Tossignano. La dificultad en las investigaciones se ve aumentada debido a que diversas familias abandonaron el apellido Mita para asumir el de Vighi o Vicchi que viene de un cierto Vigo Ficchi. Sobre la discusión que en el siglo pasado se produjo entre Vesi de Fontanelice y Benacci de Tossignano, sobre la verdera patria de nuestro don Mita (“Dichiarazione de Giuseppe Benacci intorno al ragionamento di Antonio Vesi sulla vera terra natale del Sacerdore Domenico Mita”. Faenza, presso Montanari e Marabini 1840, debemos darle la razon a los dos, especificando eso si que si Tossignano fue su pueblo de adopcio’n por haber vivido allí desde su juventud, no es menos cierto que nació en Fontanelice y ahí fue bautizado. Lo que nos extraña es como los dos historiadores no han logrado conocer el verdadero apellido de la madre. Los dos se equivocan. La madre de don Domenico Mita era una Bertozzi, como su propio hijo lo escribe con su bella caligrafía en el registro de los difuntos de Settefonti, donde precisamente murió Bartolomea Bertozzi. Regresando a las hostilidades tenemos que constatar que los Ceroni no bromeaban. Según el juicio despiadado del historiador Francesco Guicciardini, que debió conocerlos por sus interminables disputas en los tiempos que el mismo fue Presidente de Romagna, Los Ceroni fueron: “bestiales, mortíferos... dispuestos a cualquier maldad”. (obra inédita, vol. IX, pág. 287). Cuando tiene oportunidad de hablar... echa pestes. Seguramente tuvo más de un desencuentro con ellos... En la furia de enlodar a los Ficchi, aparece ahora un nombre curioso: Silvestro Calamelli. ¿Sería éste el verdadero apellido de los Ficchi? Ciertamente, dicen los adversarios; así se llamaba un oscuro soldado. Pero probablemente la verdad es más simple. Entre un soldado de la fortaleza de Calamello, a lo mejor llamado Silvestro y una muchacha de Ceruno, hubo un matrimonio que unió a las dos familias, dando inicio a la Consortería. Y el escudo fue común y por supuesto sin la venda transversal. El escudo original del que dan fe los Tozzoni de Imola, era con fondo azul; más adelante, las diferentes familias quisieron distinguirse entre ellas, 93

cambiando el color: los Rinaldi con fondo rojo, los Poli, fondo dorado y los Soglia, fondo verde. El resto de las familias mantuvieron el azul, y los tres lirios en la parte superior y el cuarto en la pata del ciervo.

Notas, punto 54 1534. con el advenimiento al solio pontificio de Alessandro Farnese, (Paolo III) empieza a apagarse la buena estrella de Ramazzotto. El nuevo Papa es ciertamente contrario al pulular de tantos condes, condados y propiedades diversas que entorpecen el buen gobierno. Pronto suprimirá pacíficamente la de los Calderini, y un poco más bruscamente, aquella de Ramazzotto, el cual en verdad, ya estaba dando demasiados quebraderos de cabeza al Presidente Mons. Gregorio Magalotti obispo de Chiusi. Uno de los últimos delitos que hizo rebalzar el vaso, fue la matanza de la familia de Francesco Montino o Montini de Val de Abate de Belvedere. Este era un asesino de Ramazzotto que frecuentaba el palacio de Tossignano donde vivía el conde con su hija Attilia. Tendamos un piadoso velo sobre el comportamiento frívolo de la dama o del soldado, pero, el pobre Francesco, acusado de violencia en sus relaciones con la hija del conde, tuvo que soportar una muerte atroz por la presunta culpabilidad. Triste espectáculo, colgado de los pies desde una ventana de la fortaleza; pero lo peor se supo unos días después: toda la familia Montini había sido asesinada, incluso los ancianos, mujeres y niños. Llamado a comparecer ante el Presidente, por éste y otros varios delitos, Ramazzotto creyó librarse, alejándose más allá de los confines del estado pontificio. Condenado por rebeldía, escapó a la justicia pontificia, escondiéndose en casa de la hija de Attilia que se había casado mientras tanto con un Adamo de Baldo Pagnoni de los Valles cerca de Pietramala, vale decir, en territorios toscano. En Tossignano había dejado a un sobrino, Cornelio de Michelino quien intentó una cierta resistencia apenas las tropas del Presidente de Romagna, invadieron el pueblo. Luego, a los primeros disparos de artillería, Cornelio se rindió, y todo lo que había sido de Ramazzotto fue confiscado: el palacio, muebles, bienes, etc. Además Ramazzotto había sido excomulgado, así que cuando murió, probablemente en Scaperia, no encontró sepultura eclesiástica. Había hecho su testamento

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con el Notario Ser Bernardo de Benedetto Betti, el 13 de agosto de 1539. Murió un día después. Don Stefano Casini, en su “Dizionario Biografico, Geografico e Storico del Comune di Firenzuola” se refiere a este testamento. De él se desprende que Ramazzotto tuvo un hijo, Pompeo, muerto ya en 1539, el cual dejó una viuda, Gineva de Bologna, y dos hijos hombres: Alessandro y Ramazzottino. También dejó dos hijas Lucia la viuda de Raffaele Brunori Ceroni del cual tuvo a u hijo Marcantonio, muerto en 1590, padre de Mario, muerto en 1623. Attilia, esposa de Adamo de Baldi Pagnoni, tuvo cuatro hijos: Pompeo, Sforza, Cesare y Ramazzotto. Hijas y nietos serán sus herederos universales. Sólo después de mucho tiempo, Ramazzotto absuelto de la censura, pudo tener digna sepultura en Bologna.

Notas, punto 55 Con la muerte de Ramazzotto, se podría esperar un período de paz entre los Ceroni; pero ya la nefasta y mala planta de la discordia, había echado profundas raíces en la familia. En 1552 cuando el Cardenal de San Giorgio, Girolamo Ricenati, Legado, se vió en la necesidad de apaciguar a faenza, convulsionada con un intento de sublevación militar, acudió a las compañías del territorio. Y bien, los Ceroni enrolados aún llegaban a unas trescientas personas. Cuando los Ceroni tenían oportunidad de desahogarse de sus energías prepotentes en los campos de batalla, había paz entre ellos, pero cuando se encontraban tranquilos a orillas del Senio, se despertaban invariablemente feroces rivalidades entre los caseríos (aldeas). Ya alejados los Ficchi, quedaron dos familias en lucha permanente entre ellas. ¿era por la supremacía? ¿o por cualquier insignificante delito por fútiles motivos? Es difícil decirlo. Ahora se combatían ferozmente los Rinaldi y los Ravaglia. En 18 meses 20 muertos. Más de uno al mes. Los diferentes grupos se devoran entre ellos. Y así se cumple la profesía de Ricciardo Alidosi.

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Notas, puntos 56-57 Y así hemos llegado hacia el 1560. Recordemos brevemente que a Giulio III sucedió Marcello II por sólo 21 días y a este Paolo IV y luego Pio IV, un Medici de Milano, que se decía era pariente del Granduca de Toscana. Esta parentela permitó que con el trágico hecho en Marradi, el asesinato de Pellinguerra, amigo del Granduca, estallara la tempestad de la represión definitiva de los Ceroni. Hasta cuando las fuerzas pontificias y toscanas se mantuvieron disgustadas entre ellas, los Ceroni tenían buen juego, con su altanería burlesca. Si eran perseguidos de una parte, se trasladaban a otra, viviendo como caballeros entre los 2 estados. Pero sucedió que las fuerzas se pusieron de acuerdo, (pontificias y toscanas) y así llegó el fin. La represión se desencadenó desde el 1° al 14 de septiembre de 1563. Guiaba el operativo el Toscano Angelo Guicciardini, hermano del más conocido Francesco. Dalmonte comandaba las tropas pontificias. Ante lo inevitable de la invasión, hubo quienes hablaron de huir del valle, como los dos Ravaglia, Bartolomeo y Lorenzo, quienes confiados en la hospitalidad de esa triste figura que fue Ciro Alidosi, escaparon a Castel del Rio. Ciro los traicionó, entregándolos a los florentino que los decapitaron. Sobre esta explicación arrasadora, quedan algunas cartas que enviaba desde el lugar Guicciardini al Granduca de Florencia. Son interesantes porque revelan que de parte de las tropas pontificias eran más benevolentes y se dejaba escapar impunemente a los asaltados. En todo caso, se arrasó con todo, por las dos partes. El pueblo quedó postrado. Las casas incendiadas fueron muchas. La resistencia, si es que la hubo, tuvo que ser insignificante. Muchos prisioneros atravesaron los Apeninos para repletar las cárceles de Florencia. Sólo después de la muerte de Cosimo el grande, y con la llegada de Francesco I, los Ceroni reencontraron un poco de tranquilidad. Estaban ahora ligados doblemente a Florencia. Serán desde ahora en adelante uno de

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los tantos grupos válidos para el enrolamiento, pero la antigua gloria de la consortería de los Ceroni, se había apagado para siempre. Y así termina la vieja historia de Domenico Mita que hace la invitación a cuantos quieran completarla o profundizar más, a tratar de investigar con más deligencia. He tenido la tentación de secundarlo un poco.

Nota: no he creído necesario transcribir las cartas que se agregan al final del libro, mandadas los días de la represión por Guicciardini al Granduca de Firenza. Se encuentran en el archivo de estado de esa ciudad. Son cuatro cartas con detallados, latosos y dudosos relatos de las operaciones. Sigue la traducción de un apéndice (agregado). Margherita Ceroni

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Agregamos estos datos al texto original, precisando que probablemente son de otro autor. En la más antigua trancripción que se conocen del manuscrito de don Domenico Mita, que es del 3 de enero de 1719, protocolizada por el notario Giovanni Pánfilo de Giovanni Sannocchia de Tossignano que asegura de haberla controlado palabra por palabra del original, se encuentra un agregado escrito por la misma mano que dice: “Sequitur Catalogus Ceroniensium qui litteris, armisve insignes fuere quórum penes me memoria extal”. Quiere decir que como al traductor le quedan más memorias o documentación de insignes Ceronis que se han distinguido en las letras o en las armas, agrega esta información. Giovanni Ceroni, Rector de Roma en 1351

BRUNORI Brunorio: conductor de milicia en la República di Firenze en 1480. Raffaele y Giacomo, su hijo, capitanes de milicias, uno de Venecia y el otro para la iglesia contra los turcos en Pannonia Mario, segundo hijo de Marcantonio, comandante de milicias por tierra y por mar para el Granduca de Toscana. Gentile, tercer hijo de Marcantonio, prefecto de coraceros para la República Veneta. Morando, Capitán para la iglesia y el rey de Francia, bajo Pietro Strozzi.

RINALDI Compadretto y Rinaldo capitanes de soldados para la iglesia, Papa Giulio II, 1510. Dorio, padre e hijos doctores en leyes y a menudo magistrados. Orazio, hombre de gran autoridad y riqueza.

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Aurelio I.U.D.: abogado y magistrado. Camillo y Paolo, hijos de Rinaldo, doctores en leyes. Padre Pietro Martire, O.P. doctor en teología e inquisidor de Cremona y de la Romagna. Battista de Antenore, procurador en Roma. Lorenzo, procurador en Ravenna. Padre Gian Battista, conventual, doctor en Teología y famoso predicador en 1670

BERTI Tomassino, capitán de soldados, para Firanze Stefano, capitán para el rey de Francia en Liguria Andrea, J.U.D.: canónico de Loreto Angelo su sobrino, J.U.D.

FICCHI Son comandantes de militares: Peruccino por Venecia, alrededor de 1404 Nuzio y su hijo para el rey de Francia Tino, su nieto, para el duque de Calabria y la iglesia Gianantonio, llamado Bellone, bisnieto para Venecia, Lombardía y Ravenna, jefe de infantería, y nombrado en el libro rojo de la república Veneta. Nuzio, hijo del bisnieto para el rey de Francia, bajo Pietro Strozzi. Antonio llamado Galbetto y Ettore llamado Temprone, destinados como capitanes en Firenza. Tesuccio de Catone, para la iglesia y Venecia Sebastiano, llamado Checche, prefecto de soldados en la guardia de Leone X y Clemente VII, y castellano de Forli. Giovanni Battista, su hijo, para el rey de Francia, bajo Strozzi El reverendísimo padre Agostino de Castel Gidardo, famosísimo predicador y Obispo de Gravina, sobrino de Matteo Ficchi de Ceruno que había emigrado en el Piceno en 1531

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Bernardo Ficchi, hombre rico y piadoso, que había edificado un oratorio junto a las murallas de Modigliana, dotándolo de mucha tierras y dejando como heredero del oratorio a la congregación del Buon Gesú de Ravenna

MITA (que derivan del los Ficchi) Fra Angelo de Imola, de la órden franciscana de observancia estricta y santidad de vida. Fra Francesco, capellán, predicador Cesare, famoso procurador y hombre de leyes para la Curia de Bologna y con otro Cesare, abogado, en los años 1690. Vergone, de Dionisio, valiente soldado, célebre por la victoria del desafío de 1570.

POLI Marcello y Ottavio, hijos de Pietro, capitanes de tropa para Venecia, en Grecia y Creta. Orazio, J.U.D. y Canónico de la catedral de Imola Padre Pietro, O.P. célebre doctor en teología y predicador Bernando J.U.D. abogado en la curia de Imola Scevola, doctor en filosofía y medicina y hermano de Paolo J.U.D. abogado en la curia de Imola

RAVAGLIA Alessandro, capitán de tropas para Venecia Giovanni Battista, capitán en Venecia y Firenza Giacomo J.U.D. procurador en Bologna

BALDASSARRI Sforzino, párroco muy instruido

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LOLI Toniolo, conductor de soldados para el rey de Francia. Giacomo, jefe de tropas para la iglesia Domenico J.U.D. padioso y erudito párroco de Casola Valsenio

DA LA SOGLIA Girolamo, jefe de tropas para Venecia, valiente soldado en la batalla de Lepanto en 1571 Siempre como apéndice a la misma transcripción del 1719 se reportan un par de páginas donde se escribe minuciosamente cuanto ya se sabe sobre el origen del grupo de Cerina, (aquí se dice directamente de Lepreno en Val Brembana) y de la famosa batalla con los Dalla Torre de Milano, ganada por los Ceroni que eran guiados por Antonio, se relatan el episodio de la liebre blanca, de la estratagema de las antorchas y tambores, de los toneles llenos de piedra rodando cerro abajo, y sobre todo del milagro de la imagen de S. Giacomo que, golpeada por un soldado, empezó a sangrar. También se recuerda el parentesco con los de Brescia (Brusati) y aquellos de Crema (Benzoni). A nosotros nos queda finalmente, copiar el título de estas páginas: “Infrascriptam Chronicam fuisse a cap. Raphaele cap. Ni marci Antoni Ceroni filio de Lombardia de anno 1581 ad pagum Ciruni traslata ut refert P. Ángelus Jacometti ord. Min. Ob. S. Francisci in ejus manuscripta de Ceroniana Gente historia vulgari idiommate exposita anno 1608. Por lo tanto, dos cosas: 1.- que existía una crónica escrita en lengua latina antes de 1608, novedad absoluta. No es por lo tanto Mita el primer historiador de los Ceroni. 2.- que el padre Angelo Giacometti ha traducido en vulgar, esto es, en italiano, dicha historioa de la cual nadie ha visto una copia.

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Ni siquiera las traducciones son por lo tanto, una novedad. Si aceptamos la veracidad de esta crónica llegada a Ceruno a finales del 1500, debemos admitir que Mita no ha podido revisar tantos documentos conservados en el archivo de las familias Ceroni. ¿Dónde habrán ido a parar los documentos más antiguos relativos a los Ceroni? Por la historia de Mita tendremos que suponer que: o la familia Mita de Tossignano que ha conservado celosamente los originales o la familia Rinaldi de Tossignano a la cual pertenece la primera transcripción autorizada y protocolizada por el notario Spannocchia en 1719 y considerando que viene provista de un árbol genealógico que aquí se agrega incerto en dicha familia, ambas han poseído muchos documentos pero no han permitido su publicación. En el archivo de don Giovanni Antonio Linguerri, el Cardenal Soglia ha encontrado sólo esta traducción. Seguramente también él ha buscado en vano el original. Yo que igualmente he tenido en mis manos no menos de tres o cuatro transcripciones de la misma historia de Mita, no habría llegado a aquella de 1719, sino fuera por una curiosa circunstancia, como si el buen Cardenal hubiese querido darme una mano. Domenico Menetti

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