LA GRAN MURALLA. de Ignacio del Moral

LA GRAN MURALLA de Ignacio del Moral A continuación y poniendo en obra el ofrecimiento de la AETIJ de publicar en su Boletín el texto ganador del 1er...
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LA GRAN MURALLA de Ignacio del Moral

A continuación y poniendo en obra el ofrecimiento de la AETIJ de publicar en su Boletín el texto ganador del 1er Concurso de Obras de Teatro Infantil convocado por la Ciudad de Badajoz bajo el lema "Teatro Infantil sobre medio ambiente'' publicarnos la obra "La Gran Muralla" de Ignacio del Moral. Su autor nacido en San Sebastián en el año 57se sintió atraído por el Teatro desde su infancia y tanto en el instituto como en la universidad organizó funciones de aficionados. Creó después el "Aula de Teatro" en la Universidad Autónoma y finalmente abandonó sus estudios para dedicarse al teatro plenamente. Trabajó primero con Francisco Nieva y luego entró en el "Teatro Libre" de Madrid. Allí tuvo su primer contacto con el Teatro Infantil. La que publicamos es su primera obra de teatro para niños. - 5 3 -

LA GRAN MURALLA Para Samuel, inventor de Ninis y Capitatas. PERSONAJES EL EMPERADOR EL BUFÓN DE LA CORTE LOS DOS GUARDIAS QUE PUEDEN SER TRES EL ADIVINO LA ABUELA ANIMALES KAKADU, loro EL GALLO REAL UNA SERPIENTE UN BUHO OTROS, a elegir. NOTA PRELIMINAR Como se observará al leer la obra, aparecen una serie de personajes que son animales, principalmente en el segundo cuadro. Como sugerencia personal, estos personajes pueden ser muñecos de tipo guiñol (guante), que pueden ser manipulados por los actores que no están en ese momento en escena. Su número y especie quedan al albedrío del Director o actores, excepto quizá la serpiente. También quedan a elección los sexos de los principales personajes de la obra, ya que el Emperador podría ser Emperatriz, el Bufón, Bufona; o la Abuela, Abuelo. Por otra parte, los Guardias pueden ser más de dos, y de distinto sexo. En realidad, mi pretensión (mi esperanza) es que el texto se convierta en pretexto de un juego alegre y divertido para los que lo hacen y los que les toca mirar. Que lo paséis bien. Ignacio del Moral Madrid, Septiembre 1982 - 5 4 -

CUADRO PRIMERO (SALÓN DEL TRONO. EN EL TRONO DUERME EL EMPERADOR, CON GORRILLO DE DORMIR. DOS GUARDIAS DUERMEN APOYADOS EN SUS LANZAS. EN UN COJÍN A LOS PIES DEL TRONO DUERME EL BUFÓN. POR DETRAS DE ALGUNA COLGADURA ASOMA EL GALLO REAL Y CANTA). ¡Kikirikiiiii! Las siete. ¡Kikirikiiiii...! GALLO: (LOS GUARDIAS SE DESPEREZAN. SE INCORPORAN)

GUARDIA:

(SE ACERCA AL EMPERADOR. CARRASPEA). Con el debido respeto, Majestad: ¡Kikiriki! Son las siete, según el gallo real. (EL EMPERADOR SE REMUEVE).

EMPERADOR: ¿Las siete ya? No es posible... ¡Si me acabo de acostar!. Con la venia, Majestad: el gallo real no se equivoca nunca. GUARDIA: EMPERADOR: ¡Está bien! Pues apunta. Esta es mi primera orden de hoy: No son las siete; son las seis. El gallo real está adelantado. (EL EMPERADOR SE VUELVE A ACURRUCAR EN EL TRONO. TODOS DUERMEN DE NUEVO). (VUELVE A CANTAR EL GALLO).

GUARDIA:

Con el debido respeto, Majestad: Otra vez Kikiriki. Vuelven a serlas siete. (TODOS SE DESPEREZAN. EL EMPERADOR SE QUITA EL GORRO Y SE PONE LA CORONA).

EMPERADOR:

¡Ali...! Esto ya es otra cosa... Así si que se puede encarar el día... (Al BUFÓN, QUE SIGUE DURMIENDO). Y tú, ¿por qué no te levantas, como todo el mundo?

BUFÓN:

Quería estar seguro,Majestad, Imaginad que me levanto, me lavo, me peino, hago pis, y cuando voy a desayunar, me decís que me acueste otra vez porque son las seis, o las cinco o las cuatro, o que me ponga a cenar, o que estamos en Nochebuena... ¡Hay que actuar sobre seguro, para no perder el tiempo en acciones vanas! Es lo que siempre me decía mi padre, antes de salir por la ventana.

EMPERADOR: ¿Tu padre salía por la ventana? Sólo una vez cada cuarenta días, que es lo que tardaban en quitarle BUFÓN: la escayola.

EMPERADOR: Nunca sé si hablas en serio o en broma... No es tan difícil saberlo: Sumergidme la cabeza en una palangana BUFÓN: llena de agua, y si digo: "¡Socorro! Glu, glu, glu", entonces tened la seguridad de que hablo en serio. En cambio, si os pido que me subáis el sueldo, será mejor que supongáis que se trata de una broma.

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EMPERADOR:

¿Y si dices "Majestad, os seré siempre fiel"? ¿Sería en serio o en broma? BUFÓN: En ese caso deberíais fijaros bien, porque a lo mejor quien habla es mi loro Kadadú, que siempre imita mi voz, y como está tan loco como yo, no conviene fiarse... Pero os sugiero que os dejéis de charla, y pidáis el desayuno, para ir sacudiendo el sueño. EMPERADOR: El sueño... Ahora que lo mencionas... he soñado una cosa muy extraña, algo extraordinario... (A LOS GUARDIAS). ¡Que venga el Adivino! BUFÓN:

ADIVINO: BUFÓN: ADIVINO: BUFÓN: ADIVINO: BUFÓN: ADIVINO: EMPERADOR: BUFÓN:

ADIVINO: EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR: ADIVINO:

—56-

¿Oh, Majestad, no estropeéis el día tan pronto! ¡No hagáis comparecer a ese fantoche, a ese luto riguroso! Sólo verle me produce escalofríos... reconozco que es casi agradable en verano, cuando los pajaritos se quedan fritos en los árboles... pero así, tan de mañana... (ENTRA EL ADIVINO. CON PROFUNDA REVERENCIA SALUDA AL REY). Majestad... ¡ Atchís! Ya me he acatarrado... Veo, Majestad, que seguís rodeándoos de malas compañías. Eso no es bueno para vuestro destino... ¡Cierren las puertas, por favor, que hay corriente...! Mi mente se concentra, se agudizan mis sentidos, toda mi persona se dispone a serviros... (A UN GUARDIA). Tú, enciende el fuego, que me hielo... Os advierto, Majestad, que no sé si con tantas interferencias podré serviros como desearía... ¡Basta ya! (AL BUFÓN). ¡Vete!. Vos mandáis y yo humildemente obedezco, Majestad. Pero deberíais mandar que os trajeran la bufanda. (LE HACE UNA MUECA AL ADIVINO Y VASE). Y ahora, Majestad, si os dignáis decirme para qué me requerís... Acércate, acércate... Necesito de tu ciencia. Mi ciencia se honra y congratula por ello, Majestad; claro que ya lo sabía... ¿En qué puedo serviros? ¿No lo sabes? Preferiría que meló dijeseis vos mismo,Majestad... Está bien. Escucha: He tenido un sueño... Excelente, Majestad. Los sueños son signo de intensa vida interior. Estamos tejidos de idéntica tela que los sueños y nuestra propia vida no es más que un sueño, como dijo no sé quien.

EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR:

Es precisamente por eso por lo que quiero que interpretes mi sueño. Será un placer... un honor, Majestad. Será tu obligación, ni más ni menos. Ahora atiende: He soñado que vivía en el centro de un pastel y, cual si fuese una guinda estaba sentado en él.

ADIVINO:

Excelente, Majestad... vais muy bien.

EMPERADOR: Pero de pronto, me espanto: Alrededor de la tarta se arremolinan golosos cien dragones y una vaca. ADIVINO ¡ Qué apasionante! Proseguid, os lo ruego... EMPERADOR: ¡Todos quieren un pedazo! ¡Todos se abalanzan dentro...! ADIVINO: ...Y por golosos murieron presos de patas en él. EMPERADOR: ¿Cómo dices? ADIVINO: Nada, nada, Majestad... cosas mías... proseguid, que ibais muy bien. EMPERADOR: No hay más. Me he despertado sudando y angustiado, y he tardado muchísimo en volver a dormirme... Esta mañana estaba hecho polvo... no había quien me levantase. Bueno, venga: ¿Qué significa ese sueño tan perturbador? ADIVINO: No es tan fácil de decir, Majestad: tendré que consultar mis libros, vuestra carta astral, entrañas de animales, el vuelo de las aves, el Almanaque Zaragozano, ya sabéis, los pequeños auxiliares con que contamos los astrólogos, adivinos, pitonisos, en fin, el sindicato de lo esotérico. EMPERADOR: Ya. Y ¿cuanto tiempo te llevará eso? ADIVINO: ¿Debo considerarlo urgente? EMPERADOR: La satisfacción de mis deseos y curiosidades es siempre urgente. ADIVINO: Sí, claro... en fin; calculo que me llevará un par de horas... EMPERADOR: ¡Un par de horas! ¡Y a eso le llamas tú urgente! ¿Pretendes que me muera de impaciencia? ¡Un par de horas! ¿Acaso ignoras que en un par de horas se puede cambiar el curso de la historia? ¿Qué ocurriría si te estuvieras ahogando en un río y te digo "aguanta un par de horas"? ¡Un par de horas! ADIVINO: Pero Majestad, el problema propuesto requiere profundo y detenido estudio... -57-

EMPERADOR: GUARDIA: EMPERADOR: GUARDIA:

ADIVINO: EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR: ADIVINO:

EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR:

ADIVINO: EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR: — 58-

¡Un par de horas! Está bien. Sea. Vete corriendo. (VASE EL ADIVINO) (A UN GUARDIA). Tú, ¿qué hora es? Las nueve, Majestad. Pues apunta. Decreto ley. Son las once. Llama al Adivino. A la orden. Tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, ¡Las once! !Que venga el adivino! (ATURULLADO ENTRA EL ADIVINO. SE INCLINA HASTA QUE LE CRUJEN LOS RÍÑONES). Majestad... Bien; el plazo ha concluido. ¿Qué tienes que decirme? Pero, Majestad, apenas he podido... ¡Silencio! Dijiste dos horas. Acaban de dar las once. Habla. Está bien. Veamos... (PIENSA). El pastel es... ¡Nuestro reino! Eso es... y en medio vos, como una guinda... El símbolo es evidente... No sé, no sé... No me gusta muchos, eso de la guinda... El subconsciente, Majestad, cosa del subconsciente... Permitid que continúe: El pastel, o sea vuestro reino, despierta la gula, es decir, la codicia de los dragones y la vaca, que son vuestros enemigos... Un momento, un momento... Claro... la vaca debe de serla reina de Saba, que está gordísima... ¡ah, traidora! nunca me fié de ella. Exacto, Majestad; por lo tanto, la guinda, o sea, vos, debéis prepararos para los mordiscos, o sea el ataque, un ataque inminente. Suerte que me tenéis aquí para advertiros... Espera un poco, que me pierdo. Vamos a ver: ¿quién era la guinda? Vos, Majestad. Y ¿no podría salir de otra cosa? No me hace mucha gracia lo de la guinda. Cosas del subconsciente, Majestad... No sé, no sé... no me hace muy feliz. Claro que siempre es más digno que salir de vaca... (SE OYE UNA CARCAJADA). ¿Quién osa reírse? Por cierto, que con tanto trajín no he desayunado, y con esto del pastel, me está entrando hambre. Justo lo que me imaginaba,Majestad... Yo tampoco he desayunado... Vaya, cuánto lo siento. Espero que puedas desayunar mañana. Hala, hala, retírate, que la guinda tiene que pensar. Os beso las plantas, Majestad... ¿En serio? A ver, a ver... (COGE UNA MACETA CON UN GERA-

NIO. EL ADIVINO TIENE QUE BESARLO). Eres muy gentil. (SALE EL ADIVINO ENTRE REVERENCIAS). (A UN GUARDIA). A ver, tú. El desayuno. Un chocolate con churros. (VASE EL GUARDIA QUE, COMO PODEMOS OBSERVAR, ES MAS BIENPLURIEMPLEADO). EMPERADOR: ¡ Qué cosas tiene el poder! ¡Qué disgustos! ¡Qué pesares! Y, sin embargo, me gusta... La vocación, ya se sabe. Tiene un algo placentero saber que tu voluntad es ley para los demás. Que con decir "yo lo quiero" todos echarán carreras a ver quién lo hace primero. Y a pesar de algún disgusto no hay cosa que más me guste cosa que me dé mas gusto que esa sensación gustosa que da el poder absoluto. (GRITA). Pero ¿vienen esos churros? (SE OYE NUEVAMENTE UNA CARCAJADA) EMPERADOR: ¿Quién tiene el atrevimiento de reírse? (POR DETRAS DEL TRONO ASOMA EL LORO KAKADU). KAKADU: ¡Que vengan esos churros, Ka-ka-dú! EMPERADOR: ¿Qué haces aquí? Sin mi permiso, no se puede permanecer en esta sala. KAKADU: En un rincón de la sala se ha dormido Kakadú con el pico bajo el ala. ¡Ka-ka-du! ¡Ka-ka-dú! (ENTRA UN GUARDIA CON EL DESAYUNO). KAKADU: ¡Churros, churros, Kakadú! EMPERADOR: (AL GUARDIA). Déjalo por ahí. (EL GUARDIA DEJA LA BANDEJA Y VUELVE A SU POSICIÓN CON EL OTRO GUARDIA). ¿Quieres un churro, Kakadú? (LE DA UN CHURRO. KAKADU LO COGE Y DESAPARECE). KAKADU: ¡Ka-ka-dú! ¡Ka-ka-dú! (VASE). EMPERADOR: (A UN GUARDIA). Acércate, acércate... (EL GUARDIA SE ACERCA. EL EMPERADOR DESAYUNA. EL GUARDIA IRA MOJAN-59-

DO LOS CHURROS EN EL CHOCOLATE Y SE LOS IRA DANDO AL EMPERADOR). ¿Qué te parece todo esto? GUARDIA: EMPERADOR:

Hombre, pues en mi opinión... No hace falta que contestes... es una pregunta meramente retórica ¿Sabes? Lo que más me preocupa es lo de la guinda. Porque vamos a

GUARDIA:

Pues, si he de decirle la verdad...

EMPERADOR:

Pero ¿quieres dejar de interrumpir? ¿Por dónde iba?

GUARDIA: EMPERADOR:

Por la guinda... ¡perdón! Hum... Está bien. Eso es, la guinda... ¿en qué me parezco yo a una guinda? Una cosa tan... tan... vulnerable. Apunta. Decreto ley Todo aquél que se coma la guinda de los pasteles será acusado de alta traición. Que se publique de inmediato. (AL OTRO GUARDIA). Tu. retira todo esto y llama al Ministro de Defensa.

GUARDIA 1:

Con la venia, Majestad... no tenemos Ministro de Defensa. ¿Verdad tú? Sí... digo no. Pero, ¿cómo es posible? ¿El reino en gravísimo peligro de invasión y

ver: ¿en qué me parezco yo a una guinda?

(LOS GUARDIAS INTERCAMBIAN UNA MIRADA).

GUARDIA 2: EMPERADOR:

no hay Ministro de Defensa? ¿Y quién está al mando del Ejercito? GUARDIA 1:

Pues, con la venia, Majestad, como el ejército somos este y yo, pues, nos arreglamos muy bien sin ministro.

GUARDIA 2:

Y cuando hay alguna pega, pues consultamos con la abuela.

EMPERADOR:

¿Con la abuela de quién?

GUARDIA 1: EMPERADOR:

De los dos... es que somos primos. Bueno, pues apunta. Decreto ley. Tu abuela queda nombrada Ministro de Defensa. ¿Cuánto cobras? Nada, señor. Pues a partir de ahora cobrarás el doble, con carácter retroactivo; y tu primo igual. Gracias, Majestad. Se lo agradecemos mucho. ¿Verdad, tu? Sí. Haced venir a vuesta abuela.

GUARDIA 1: EMPERADOR: GUARDIA 1: GUARDIA 2: EMPERADOR:

(VANSE LOS GUARDIAS, LLEVÁNDOSE EL DESAYUNO). EMPERADOR:

60-

Qué barbaridad, qué mañana más agitada... (DA UNAS PALMADAS, LLAMANDO). A ver... ¿no viene nadie? (ENTRA EL BUFÓN).

BUFÓN:

KAKADU: BUFÓN: KAKADU: BUFÓN:

No sé qué os habrá dicho ese espectro quiromántico, me tiene todo el palacio como una jaula de grillos. El ejército va y viene como una pareja de pingüinos, y el cocinero ha huido al exilio, porque, al parecer, alguien le acusa de haberse comido una guinda mientras preparaba un helado... En resumen, que ya no sé si estoy en el palacio o he ido a caer por fin en un manicomio, que es donde siempre debí estar. ¿A ti qué te parece, mi buen Kakadú? ¡Ka-ka-dú! No es mucho para ayudar, pero tú siempre fuiste loro de pocas palabras... ¡Ka-ka-dú! Tienes razón, pero cierra ahora el pico, que va a hablar su Majestad, y por cierto que no parece de muy buen humor...

EMPERADOR:

Algún día te cortaré la lengua...

BUFÓN:

BUFÓN:

¡Callad, callad, por Dios, Majestad, no digáis esas cosas, que hay (POR EL PUBLICO) niños delante. Disponed de mi persona: si queréis que hable, seré todo lengua; si queréis que calle, seré todo silencio; si queréis que corra, seré todo pies, y si queréis un perrillo faldero, compraos uno. ¡Calla y escucha! No es momento de bromas. La situación es grave... Temo por el futuro... la guinda corre peligro... ¿La guinda, Majestad?

EMPERADOR:

No sólo la guinda, sino todo el pastel...

BUFÓN:

¿El pastel? (LE HACE SIGNOS DE EXTRAÑEZA A KAKADU).

EMPERADOR:

(APARTE). Creí que el loco era yo... EMPERADOR:

¡Todo! ¡Todo caerá sin remedio bajo la voracidad délos dragones...!

BUFÓN: EMPERADOR:

Pero Majestad... Y aún peor... ¡También la vaca! (SIN PENSÁRSELO DOS VECES EL BUFÓN SE SIENTA EN EL TRONO). Pero, ¿qué haces ahí?

BUFÓN:

La verdad, pensé que habíamos cambiado los papeles... si me dais la corona, os doy mi gorro de cascabeles.

EMPERADOR:

¡Baja de ahí, insensato!

GUARDIA:

(ENTRA ANUNCIANDO) ¡Majestad... el Ministro de Defensa!

EMPERADOR:

¿Eh? ¡ Ah, si! Que pase, que pase... (ENTRA LA ABUELA. EL BUFÓN SE FROTA LOS OJOS).

EMPERADOR:

Adelante, adelante...

ABUELA:

Bien, bien pequeño... lo primero de todo, a ver esas uñas... (EL -61—

EMPERADOR: ABUELA: BUFÓN: ABUELA: EMPERADOR: ABUELA: EMPERADOR:

ABUELA: EMPERADOR: ABUELA: EMPERADOR: ABUELA: EMPERADOR: ABUELA: EMPERADOR:

GUARDIA 2: GUARDIA 1: GUARDIA 2: GUARDIA 1: GUARDIA 2: ABUELA: EMPERADOR: -62-

EMPERADOR SE LAS ENSEÑA). Hum... a ver esas orejas... (ÍDEM) ayayay... guarrete... (LE DA UN PESCOZÓN). Pero, señora... ¿es así como le habla usted a su Emperador? ¡Un respeto a una viuda de guerra, mozalbete! ¡Tengamos la fiesta en paz! (REPARA EN EL BUFÓN). ¿Y ese "jipi" qué hace ahí? Pues con la venia, señora, hasta este momento creía ser el loco de la corte, pero le juro que ahora ya no sé lo que pinto en esta historia. ¡Silencio! ¡Fuera! ¡Paso ligero! ¡Un, dos, un, dos...! (SALE EL BUFÓN A LA CARRERA). ¡Vaya corte que tienes, chaval!. Y usted que lo diga: ¡Vaya corte! Al grano, pequeño, al grano... Punto uno: ¿Para qué se me requiere en esta leonera? Buena pregunta, señora... (A LOS GUARDIAS). A ver, el mapa real. (SALEN LOS GUARDIAS. VUELVEN A ENTRAR CON UN GRAN MAPA QUE DESPLIEGAN). Señora, tiene usted antes sus ojos el pastel. (LE MIRA). ¿Has bebido, pequeño? Ahí donde lo ve, corre gran peligro: ¡La invasión! ¡La barbarie! ¡El saqueo! ¡El reparto! ¡El exilio! ¡La ruina! En fin: un desastre. Vamos, vamos... ¡Lo que oye! El enemigo se prepara para engullir el pastel. ¡Y dale con el pastel! Como Ministro de Defensa, tiene usted el deber de hacer algo. ¡Huy, hijo! ¿Y yo qué voy a hacer? Como no te haga unos calcetines... ¡Cumpla con su obligación, señora, y déjese de calcetines. Le encomiendo la defensa del reino. (ABARCA EL MAPA CON AMPLIO ADEMAN). ¡Así que ésto es el reino? ¿Pero no era un pastel? ¡Pero qué bruto eres, primo! Es el reino. Mira, aquí se ve nuestra casa... ¡Sí! ¡Y ese soy yo! ¡Anda, es verdad! ¿Y yo no salgo? ¡ Que sí, hombre, que sí sales! Mira, ese que saluda eres tú. ¡ Abuela, mira...! ¡Tú también sales! ¡Venga, venga! (REPARTE CAPONES). No enredéis... Como ve (SEÑALANDO EL MAPA) este es el palacio. Este puntito rojo soy yo.

GUARDIA:

Mismamente; la guinda.

EMPERADOR:

Aquí está la ciudad y ¿ve usted? todo alrededor los huertos, el bosque, los lagos, el valle... (LA ABUELA MIRA EL PLANO ATENTAMENTE. DE PRONTO LANZA UNA EXCLAMACIÓN QUE CAUSA A TODOS GRAN SOBRESALTO).

ABUELA:

¡Ya lo tengo! ¡Ah pequeño! (ABRAZA AL EMPERADOR). ¡Estamos salvados! (HEROICA). El enemigo, ¡no pasará! La verdad es que no sé por qué no me he dedicado antes a esto. Tantos años perdidos haciendo calceta...

EMPERADOR: ABUELA: EMPERADOR: ABUELA:

Expliqúese, señora... se lo ruego. ¡Una muralla! ¿Cómo dice? ¡Una muralla! ¡Una enorme muralla! ¡Ah, cuánto le hubiera gustado esto a mi Nicolás...!

EMPERADOR: ¡Señora, haga el favor! ¿Qué muralla? ¿Dónde? ¡Vamos a ver, hijo que parece que no te enteras...! ¿No se trata de ABUELA: proteger el reino?

EMPERADOR: Claro que sí... sólo con acordarme de la vaca, me dan escalofríos... Pues entonces... construiremos una gran muralla alrededor del reino. ABUELA: (SEÑALANDO EN EL MAPA). Por aquí, por aquí y por aquí...

EMPERADOR: ABUELA:

Hala! ¿Así, por todo el bosque? Hay que cortar por lo sano, pequeño! Ese bosque, fuera! Esas encinas, fuera! Esos campitos de remolacha, fuera! Muralla y más muralla! ¡La guerra es la guerra! Ese lago ¡lo tapamos! Ese río ¡lo desviamos! Ese bosque ¡lo talamos! Esc huerto ¿lo asfaltamos! Es la guerra! ¡Muralla y más muralla! Desde el monte hasta la playa! De Algericas a Estambul!

EMPERADOR:

Muralla y más muralla! Es cuestión fundamental la Defensa Nacional.

ABUELA:

No te importe machacar el entorno natural. ¡Es la guerra y la defensa! - 6 3 -

ABUELA Y EMPERADOR: (SALEN DEL BRAZO) ¡Es la guerra! ¡Muralla y más muralla! (VANSE). (POR DEBAJO DE ALGÚN MUEBLE SALE A RASTRAS EL BUFÓN). BUFÓN:

¿Has oído, Kakadú?

KAKADU:

(SALIENDO DE ALGÚN SITIO). ¡Ka-ka-dú!

BUFÓN:

¡Y que lo digas! (A LOS GUARDIAS). ¿Habéis oído?

GUARDIA 1:

Sí. Es muy lista la abuela, ¿verdad?

BUFÓN:

¡Pero está loca!

GUARDIA 2:

Oye, tú, mucho ojo con insultar a mi abuela, que es la más lista de la familia.

GUARDIA 1:

Además, mira tú quién fue a hablar de locos... (SE RÍEN).

BUFÓN:

Pero ¿es qué no os habéis enterado? Quieren arrasarlo todo... el bosque, los huertos... Todo ocupado por la muralla...

GUARDIA 1:

Pero es que va a llegar el enemigo...

BUFÓN:

Pero ¿qué enemigo?

GUARDIA 2:

Pues... los dragones... la vaca...

BUFÓN:

¡Me vais a volver loco!

GUARDIA:

¡Hay que proteger la guinda!

BUFÓN: GUARDIA 2:

Vamonos, Kakadú... Tenemos mucho que hacer... (VANSE). (AL GUARDIA 1). Oye, tú... Creo que éste tiene algo de razón: la muralla no va a servir de nada...

GUARDIA 1:

¿Por qué?

GUARDIA 2:

Pues porque... si te fijas bien... ¡la verdad es que no tenemos enemigos! (OSCURO) (FIN DEL CUADRO 1°).

CUADRO SEGUNDO (UN CLARO DEL BOSQUE. SE ENCUENTRAN REUNIDOS EN ASAMBLEA EL BUFÓN Y UNA SERIE DE ANIMALES). (ALGARABÍA Y GUIRIGAY). BUFÓN:

¡Silencio... silencio!

KAKADU:

¡Silencio! ¡Rrr!

VARIOS:

¡Silencio!

—64-

UN BUHO:

(A UN GRUPO DE PAJARITOS O RATONES). ¡A callar, gente menuda!

UNA SERPIENTE: Pues no sé por qué nos tenemos que callar... después de todo, no se trata más que de un hombre... ganas me dan de morderle un pie. KAKADU:

¡Calla, víbora! ¡Rrr! ¡Silencio! ¡Qué poca educación! (SE HACE POR FIN EL SILENCIO. TODOS AGUARDAN).

BUHO:

En fin... empiece, joven... hable sin miedo. Le escuchamos.

BUFÓN:

(CARRASPEA). Ante todo, gracias por admitirme entre vosotros...

SERPIENTE:

Mal comienzo. Cuando los hombres empiezan con diplomacias, nada bueno cabe esperar.

BUFÓN:

Tiene usted razón, señora...

SERPIENTE:

Señorita, si no le importa...

BUFÓN:

Perdone... señorita... en fin, iré al grano.

UN RATÓN:

¡Si, si, al grano...! Ya quisiéramos nosotros poder ir directos al grano... pues no se ha puesto difícil con tantos gatos...

UN LEÓN:

Gatos, gatos... el caso es que creo que somos parientes.

KAKADU:

¡Pero qué animales sois y qué poca educación tenéis! ¿Queréis dejarle hablar?

BUFÓN:

Gracias, Kakadú. ¡Me parece que no va a ser nada fácil!

VARIOS:

¡Silencio, por favor!

BUFÓN:

Gracias. El caso es que traigo muy malas noticias para todos vosotros... (CONMOCIÓN GENERAL). Todo el mundo parece haberse vuelto loco en la ciudad... una especie de manía destructora... quieren arrasarlo todo, todo el bosque, los campos... quieren hacer una muralla. Están dispuestos a acabar con todo...

SERPIENTE:

Lo que yo decía. ¿Le pico ya?

KAKADU:

¡Calla, reptil, que estoy al loro y te oigo!

BUHO:

Vamos a ver, joven, y disculpe la confianza... ¿Cómo es eso? No será para tanto... No sé qué pueden hacer los hombres que nos pueda perjudicar tanto... después de todo, la Naturaleza es sabia, y sabrá defenderse...

SERPIENTE:

Ese carcamal no conoce a los hombres...

(VUELVE A HACERSE EL SILENCIO).

UNA VOZ PROFUNDA: En eso tiene toda la razón la serpiente... BUFÓN:

¿Quién habla?

LA VOZ:

Soy yo, el árbol en que te apoyas... ¿Te sorprende? no me choca...

- 6 5 -

Nosotros somos gente de pocas palabras. Por lo general nos quedamos años y años sin decir ni pío... ¿Cómo diría? Vegetando... Pero hoy debo decir que en mis muchos años de vida he visto al hombre cometer barbaridades que os sorprenderían. El hombre es capaz de destruir sin provecho para nadie... ni siquiera para sí mismo... a menudo él mismo es el perjudicado. Cree obtener un beneficio, pero él mismo se condena a la miseria. ¿Por qué? No lo sé... supongo que por ignorancia... Pero ya he hablado bastante... me fatiga hablar. Y, ya que hay confianza, permitid que me siente... un día es un día. (Y EL ÁRBOL SE SIENTA). BUFÓN:

Todo eso que dice el árbol es verdad. Y ahora será mucho peor: Todo cuanto veis peligra. Mirad a vuestro alrededor... vuestros cubiles y madrigueras, el bosque, el lago... el lugar donde transcurren vuestras vidas... donde tienen que nacer vuestras crías, donde lucháis por vuestras vidas... todo quedará destruido... todo arrasado para constuir esa estúpida muralla...

BUHO:

Vamos, vamos, joven... no se pase usted.

SERPIENTE:

¡Ya me empieza a mí a fastidiar este humano...! No le hagáis caso: le pico y en paz.

KAKADU:

¡Anda con ojo, lombriz! (EL BUFÓN SACUDE LA CABEZA CON TRISTEZA).

BUFÓN:

¿Sabes porque cuando alguien

una cosa, Kakadú? Ya no sé que pensar... Aquí no me creen soy un ser humano... Y los hombres tampoco me creen hablo con ellos porque estoy loco... Y hoy quisiera que me creyera...

SERPIENTE:

Eso me da ya más confianza... Si los suyos no le creen, puede que sea sincero...

KAKADU;

Ya era hora de que hablases con sentido común, culebra.

BUFÓN:

Tenéis que creerme. Todo esto que nos rodea se va a llenar de cemento, piedra, polvo... Primero las excavadoras después las perforadoras después apisonadoras, constructoras, batidoras, las locas locomotoras todo machacado en pocas horas.

KAKADU:

¡Muralla y más muralla, colegas! ¡Muralla y más muralla!

CORO DE ANIMALES: Destrucción. Polución,

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con ta-conta-min ación: El progreso entendido por los hombres no es más que eso: repartirse bien el queso. Comerse pieza por pieza la madre Naturaleza sin meterse en la cabeza que madres no hay más que una porque no hay vida en la Luna. Destrucción, polución, conta-conta-minación. Siempre la misma canción... KAKADU:

¡Muralla y más muralla, chavales! ¡Muralla y más muralla!

BUHO:

(TRAS UN SILENCIO). Pues sí que es preocupante...

LOS RATONES : Muy preocupante... LEÓN:

Bueno, ¿y,qué hacemos?

SERPIENTE:

Pues ¿qué vamos a hacer? Emigrar... qué vida más arrastrada.

UN PAJARITO Pero los árboles no pueden emigrar... ni las crías. TMIDO: BUHO:

¿Y los domésticos? Podemos pedir ayuda a los domésticos...

SERPIENTE:

¿Los domésticos? Se me llena el cuerpo de nudos sólo de pensarlo... perros, gatos, ovejas, vacas... esos traidores que se pasaron al enemigo...

LEÓN:

Vamos, vamos, querida amiga...

SERPIENTE:

Yo elijo muy bien a mis amigos, así que mida usted sus palabras...

LEÓN:

Era un decir naturalmente...

RATÓN:

Pero qué antipática eres...

SERPIENTE:

Mira, pequeño, más vale que no te metas...

BUHO:

Compañeros, unidad.

VARIOS: BUHO:

Muy bien, muy bien. Unidad. Los domésticos están cerca de los hombres... tienen gran libertad de acción...

SERPIENTE:

¿Libertad? No saben lo que es eso...

KAKADU:

¡Cállate de una vez, gusano! Eres el mismísimo demonio...

SERPIENTE:

(MODESTA) Eso dicen...

BUFÓN:

Perdonad que me meta, pero creo que el señor Buho tiene razón... - 6 7 -

KAKADU: BUHO: KAKADU:

BUHO:

EMPERADOR: GUARDIA: EMPERADOR: GUARDIA: EMPERADOR: ADIVINO: EMPERADOR: BUFÓN:

los domésticos pueden hacer grandes cosas. Sin ir más lejos, ahí tenéis a Kakadú. Bueno, bueno, no confundamos las cosas. Yo soy doméstico sólo a medias... Entonces estamos de acuerdo. Señor Kakadú, le ruego se sirva aceptar el papel de intermediario entre los salvajes y los domésticos. Será un placer. Pero que conste en acta que no soy un doméstico. Hay grandes diferencias entre Kakadú y un jilguero... (SE OYEN RUMORES). ¡Rrrr! ¡Ka-ka-dú! ¡Viene alguien! ¡Se levanta la sesión! (TODOS LOS ANIMALES DESAPARECEN EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS. QUEDA EN ESCENA EL BUFÓN). (ENTRA EN ESCENA EL EMPERADOR SEGUIDO DEL ADIVINO Y LOS DOS GUARDIAS. UNO DE ELLOS LLEVA UN HACHA. EL OTRO VA APUNTANDO EN UN PAPEL). ¿Has apuntado? Un millón de toneladas de cemento. Sí, Majestad. ¿Cuánto hemos dicho que medía el reino? Pues así todo alrededor, unos doce kilómetros, Majestad. Es muy poco... Una birria... una vergüenza. Apunta. Decreto ley. El reino mide cien kilómetros; ni uno menos. Sabia medida, Majestad. Estaba seguro. (REPARANDO EN LA PRESENCIA DEL BUFÓN). ¿Y tú qué haces ahí? Pues tomaba un poco el sol, hasta que (POR EL ADIVINO) se acercó ese nubarrón negro. De paso charlaba un poco con la fauna de vuestro reino... ¿os sorprende? Pues no es tan raro... sin ir más lejos, vos mismo mantenéis estrecha amistad con ese burro...

Verdaderamente, Majestad, no sé cómo os obstináis en mantener en vuestra nómina a este sujeto. EMPERADOR: Callad los dos. No te consiento que insultes así a mi arquitecto. BUFÓN: ¿Cómo, vuestro arquitecto? ADIVINO: Su Majestad me ha hecho el honor de encargarme la ejecución del magno proyecto... BUFÓN: Pues ya que encargáis al arquitecto la ejecución del proyecto, deberíais encargarme a mí la ejecución del arquitecto... lo haría muy bien. (EN ESTO EL ÁRBOL SE LEVANTA, ANTE EL ASOMBRO DE LOS SOLDADOS). ADIVINO:

-68-

GUARDIA 1:

Majestad, ese árbol se ha levantado...

ADIVINO:

Hacedme caso, Majestad. Expulsad a este sujeto, mandadlo lejos... su locura es contagiosa.

EMPERADOR:

Bueno, bueno, no me amarguéis la tarde... Voy a dirigir una pequeña alocución al pueblo. (MIRANDO AL PUBLICO). Veo que se han congregado para presenciar el comienzo délas obras. Eso está bien... ¡Ejem! Amadísimo pueblo, vamos a proceder a dar el primer golpe de hacha para la construcción de la muralla que nos hará invencibles. Nuestros descendientes se sentirán orgullosos de nosotros y en fin, etcétera, etcétera... Ya he hablado bastante... Total, no se enteran de nada... (A UN GUARDIA). Tú, saca la bandera.

(EL GUARDIA DESPLIEGA UNA GRAN BANDERA, EN LA QUE FIGURA UN PASTELILLO CORONADO POR UNA GRAN GUINDA, RODEADO TODO ELLO POR UNA GRAN MURALLA). EMPERADOR:

¡Ciudadanos...! ¡He aquí nuestra nueva bandera! (AL BUFÓN) Es bonita, ¿eh?. Se me ha ocurrido a mí... (AL GUARDIA QUE LLEVA EL HACHA). Proceda. (EL GUARDIA EMPUÑA SU HACHA Y SE DIRIGE AL ÁRBOL).

BUFÓN:

¡No, Majestad! ¡Por favor!

EMPERADOR:

¡No es momento de excentricidades, Bufón!

BUFÓN:

¡Por favor, Majestad! ¡No lo hagáis!

ADIVINO:

Realmente, Majestad, no sé cómo permitís esto...

EMPERADOR:

¡Apártate, Bufón!

ADIVINO:

¡Os desobedece!

BUFÓN:

¡Pensadio bien!

EMPERADOR:

¡No abuses de mi paciencia!

ADIVINO:

Y delante de toda la plebe...

BUFÓN:

¡Majestad, no, por favor! (LLORA).

EMPERADOR:

¡Se acabó mi paciencia, Bufón! ¡Quedas desterrado! (AL OTRO GUARDIA). ¡ECHADLO DE AQUÍ! ¡Desterrado para siempre!

GUARDIA:

Hala, vamos. (SE LLEVA AL BUFÓN).

EMPERADOR:

(AL GUARDIA DEL HACHA). Procede. (EL GUARDIA LA EMPRENDE A HACHAZOS. EL ÁRBOL CAE. EN ESE MOMENTO DA COMIENZO UNA GRAN ALGARABÍA DE RUGIDOS Y LAMENTOS. LA SELVA EN PLENO LLORA).

EMPERADOR:

¡Silencio! ¡A callar! (AL GUARDIA). ¡Que se callen!

GUARDIA:

¡Venga, jo, callaos! -69-

ADIVINO:

Creo, Majestad, que sería prudente retirarnos... estaremos más seguros. (ENTRE LOS RUGIDOS DE LA SELVA Y, CONFIAMOS, EL ABUCHEO DEL PUBLICO SALEN TODOS. SE HACE EL SILENCIO). (ASOMA KAKADU).

KAKADU:

¡Rrrr! ¡Ka-ka-dú! (AL ÁRBOL CAÍDO) ¿Te ha dolido mucho? Dime, ¿te ha dolido mucho? (CON LAS CARITAS TRISTES VAN ASOMANDO LOS ANIMALES FIN DEL C U A D R O S E G U N D O

C U A D R O TERCERO (NUEVAMENTE EL SALÓN DEL TRONO, COMO AL PRINCIPIO DE LA OBRA, TODOS DUERMEN, AUNQUE EL SITIO DEL BUFÓN PERMANECE VACIO). (UNO DE LOS SOLDADOS SE DESPIERTA Y MIRA UN RELOJ). GUARDIA 1:

(AL OTRO GUARDIA). ¡Eh tú! ¡Que son las doce!

GUARDIA 2:

(SE LEVANTA DE UN SALTO). ¡Las doce! ¡Nos la hemos cargado! (TEMBLOROSO SE DIRIGE AL EMPERADOR). Con la venia, Majestad... son las doce.

EMPERADOR:

(SE DESPIERTA SOBRESALTADO). ¿Cómo las doce?

GUARDIA 2:

Lo que le digo, Majestad, con la venia y el respeto...

EMPERADOR:

Pero, ¿qué pasa con el gallo real?

GUARDIA 2:

Pues que no ha cantado... (AL OTRO). ¿Verdad, tú?

GUARDIA 1:

Sí... digo no.

EMPERADOR:

Y ¿por qué no ha cantado? exigo saberlo. Es la primera vez en un montón de años.

GUARDIA 2:

Con la venia, Majestad... puede que se haya quedado mudo.

GUARDIA 1:

O por lo menos afónico. (ASOMA EL GALLO).

GALLO:

-70-

¡Kikirikiiii! ¡No estoy afónico! ¡No estoy agónico! ¡Estoy pletórico! ¡ Kikirikiiii!

EMPERADOR:

¿Cómo?

GUARDIA 1:

Dice que no está afónico...

GALLO:

No estoy afónico ¡Kikirikiiii!

EMPERADOR:

(IRACUNDO Y AL BORDE DE LA APOPLEJÍA. AL GUARDIA). Tú. Apunta. Ese ciudadano queda acusado de alta traición. Por lo tanto, es condenado a morir en pepitoria.

GALLO:

¡Kikirikiiii!

GUARDIA:

Pero si no estás afónico, ¿por qué...?

GALLO:

Porque no me da la gana, porque no me ha salido de los espolones,

EMPERADOR:

¡ Detenedlo!

GALLO:

¡Kikirikiiii! ¡Este pollo se va de aquíííííí!

¡Kikirikiiii!

(VASE). EMPERADOR:

¡No puedo creerlo! ¡Ese gallo se me ha subido a las barbas!

GUARDIA 1: EMPERADOR:

Sí... se ha puesto muy gallito... Ya lo resolveré más tarde... Tráeme el desayuno. (SALE UN GUARDIA). ¡Hay que ver...! Que se me hable a mí así... ¡A mí, que soy el rey de la casa! ¡A mí, que voy a hacer este reino famoso en todo el mundo! (AL GUARDIA). Y tú ¿qué miras? ¿Dónde está el desayuno? (ENTRA EL OTRO GUARDIA CON UNA BANDEJA). ¡ Ah, ya era hora...! Pero (MIRA LA BANDEJA) aquí sólo hay churros... ¿Y el chocolate?

GUARDIA:

Perdone su Majestad, pero no ha sido posible...

EMPERADOR:

¿Cómo que no...?

GUARDIA:

No hay leche, Majestad...

EMPERADOR:

Pero, ¿y el ordeñador real? ¿es que tampoco se ha levantado?

GUARDIA:

Sí, sí se ha levantado. El hombre lleva toda la mañana tratando de sacarles leche a las vacas, y no hay forma. Se ponen así, como apretando, y no sueltan la leche...

EMPERADOR:

Pero, cómo... ¿las vacas también? ¿Es posible?

VOZ DE LA VACA: VOZ DE LA VACA: EMPERADOR:

¡Muuuu! ¡No nos da la gana! ¡Nohay leche que valga! ¡Muuuu!

¡Pero esto es inaudito! ¡Sin precedentes! ¡Las vacas! ¡Las dulces y apacibles vacas, dadas a la subversión! ¡Apunta! Se declara a las vacas personas non gratas. Hay que ser inflexibles. ¡Que venga el Adivino! (SALE UN GUARDIA A POR EL ADIVINO). -71

-

EMPERADOR:

ADIVINO:

Todo esto es cosa de locos... Mira tú por dónde, mi bufón le habría encontrado la gracia... casi le echo de menos... estaría en su ambiente... (ENTRA EL ADIVINO, QUE LLEGA LLENO DE VENDAJES Y COSTURAS). Majestad...

EMPERADOR: Pero, ¿qué pinta es esa? (A UN GUARDIA). Tú: apunta... ADIVINO: ¡No, Majestad! ¡Esperad! ¡Si es que no sé qué es lo que pasa hoy...! No lo comprendo. Veréis: salgo de casa tan contento y, ya de entrada, pasa un pájaro y ¡plach! ¡en toda la cabeza! (LOS GUARDIAS SE RÍEN). Después voy a acariciar a un perro y me muerde; me encuentro con un gato, y me salta a los ojos. Pasa un caballo y me pega una coz. Una cabra que había por allí me arrea un topetazo, un ganso me ha corrido a picotazos por toda la calle, y, en fin, no sé cómo he llegado vivo. Pero siempre a vuestro servicio... EMPERADOR: Pues sí que está hoy bueno el reino... en fin, ¿cómo van las obras? ADIVINO: Tengo que decirle que no van todo lo bien que quisiéramos... están surgiendo muchos problemas... EMPERADOR: ¡Problemas, problemas! ¡No quiero oir hablar más de problemas! ¡Que borren esa palabra del Diccionario! ADIVINO: Como mandéis, pero la construcción está resultando muy problema... muy enojosa. Por todas partes surgen proble... obstáculos. Los pájaros nos atacan, hasta los más pacíficos. El otro día un gorrión casi me arranca una oreja. Las hormigas se comen los bocadillos de los trabajadores, se oyen unos rugidos espantosos... no avanzamos nada, con tantos pro... tropiezos. EMPERADOR: ¡No puede ser...! ¡A mí me da algo! (A UN GUARDIA). Tú: ve a llamar al Ministro de Defensa. (SE OYEN GRANDES LADRIDOS DE PERRO EN JAURÍA Y ENTRA LA ABUELA VESTIDA DE ALMIRANTE CON UNA PIERNA ESCAYOLADA). ABUELA: No te molestes, hijo, que ya estoy aquí... ¡Ay, hijo, qué día! EMPERADOR: ¡Pero, señora! ¿Qué le pasa? GUARDIAS: ¿Qué le pasa abuela? ABUELA: ¡Huy, hijos, ayudadme a sentarme... así! ¡Qué barbaridad! Ochenta años montando a caballo y es la primera vez que me pasa esto... ADIVINO: Permítame, señora Ministro... ¿le duele aquí? ABUELA: ¡Ay! ¡Quita esas manazas, vampiro! Ya me he curado yo con el ungüento de mi tía Ambrosia... — 72-

EMPERADOR: Pero, ¿qué ha pasado? No me metas prisa, pequeño... Lo que pasa es que los caballos se han ABUELA: vuelto locos, o algo por el estilo... EMPERADOR: ¿Los caballos también? ¡Huy, hijo! Y todo el mundo. Nada más salir de casa, un pájaro... ABUELA: No diga más: ¡plach! ADIVINO: EMPERADOR: En la cabeza. Justamente. Y me voy a subir al caballo, y salgo por las orejas. ABUELA: EMPERADOR: (A UN SOLDADO). Tú. Apunta. Quedan desterrados los caballos. Bien hecho, Majestad. Sabia medida. Es lo que iba a sugerirle. ADIVINO: Y falta lo de los perros... ABUELA: EMPERADOR: ¿Los perros? ¿Qué les pasa a los perros? ¿Qué qué les pasa? Escucha, escucha... ABUELA: (EN EFECTO, SE OYE GRAN ALGARABÍA DE PERROS). Nada, nada. Vigor. (A UN GUARDIA). Tú. Que salga el ejército. EMPERADOR: Sí, Majestad. Vamos, tú. (SALEN LOS DOS GUARDIAS A PASO GUARDIA 1: LIGERO, INMEDIATAMENTE EL RUIDO ARRECIA. ENTRAN DE NUEVO). ¡Majestad, majestad! GUARDIAS: EMPERADOR: ¿Qué pasa? (LOS GUARDIAS HACEN GESTO DE QUE ES TREMENDO). EMPERADOR: ¿Y qué es eso que llevan en el casco? (QUITÁNDOSE EL CASCO). Pues... no sé. GUARDIA: Déjame que adivine: un pajarito... ADIVINO: EMPERADOR: A ver... pues no. Es cierto... parecen pegatinas. ADIVINO: EMPERADOR: ¿Qué dice? (LEYENDO). Muralla... no... gracias. ADIVINO: Con permiso, Majestad. Ha cesado el ruido. GUARDIA 2: (EN EFECTO EL RUIDO SE HA ACALLADO. ENTRA UNA VIEJECITA). VIEJECITA: Buenos días... ¡qué tranquilitos están ustedes aquí! EMPERADOR: Pero, ¿quién es usted? - 7 3 -

VIEJECITA:

Aquí tiene mi tarjeta. (SE LA DA). Corneja Plantío. Recolectora, botánica... bueno, bruja, para qué voy a engañarles a ustedes.

ADIVINO:

Majestad, esta mujer no puede quedarse aquí...

VIEJECITA:

Es sólo un ratito... qué nerviosos estaban los perros... menos mal que me han hecho caso, y ahora duermen todos.

EMPERADOR:

¿A usted le hacen caso?

VIEJECITA:

Es fácil... los conozco bien... y los quiero.

ADIVINO:

No hagáis caso, Majestad... es una embaucadora.

ABUELA:

Pero ¿se quiere usted callar, Cirio Pascual?

EMPERADOR:

Y ya que tiene usted tanta mano, ¿No podría usted...?

ABUELA:

Eso, dígales usted algo...

VIEJECITA:

Ayayay... que les veo venir... tienen ustedes miedo, ¿no? Tienen miedo de esas criaturitas. (SEÑALA AFUERA). Esas pobres criaturas que sólo están manifestando su disconformidad... ¿Les preocupa que la Naturaleza se vuelva loca...? La locura de la naturaleza les asusta...

EMPERADOR:

Hombre, pues...

ADIVINO:

Majestad, no comprendo cómo no la mandáis callar...

VIEJECITA:

¿Y la locura humana? ¿No ha tenido que padecer la Naturaleza la

ADIVINO:

Pero ¿qué dice esta mujer?

ABUELA:

(POR EL ADIVINO). Pero ¿por qué no haces callar a este lapicero respondón? (A UN GUARDIA). Ya lo has oído. Procede. (EL SOLDADO LE TAPA AL ADIVINO LA BOCA CON UN ESPARADRAPO).

locura de los seres humanos? Durante siglos... sin rechistar.

EMPERADOR: ADIVINO:

¡Mmmmm!

EMPERADOR:

¡Silencio! (A LA VIEJECITA). Prosiga, por favor...

ABUELA:

¡Muy bien, pequeño! Acabaré por cogerte cariño...

VIEJECITA:

Gracias... ahora, mire por la ventana. ¿Qué ve? Observe cómo avanza la destrucción del bosque. Y ¿para qué?

EMPERADOR:

La Defensa...

ABUELA:

Calla, chaval, calla, que me parece que hemos metido la pata.

VIJECITA:

Usted lo ha dicho, señora Ministro: meter la pata. Pero eso ha ocurrido ya demasiadas veces. La Humanidad se permite meter la pata, y la naturaleza es la que tiene que sufrir las consecuencias. Se mete la pata y se tala un bosque; se mete la pata y se deseca un pantano donde tenían su nido un millón de patos silvestres; se mete la pata y

•74 —

se rocía el mundo con DDT; se mete la pata y se llena el mar de residuos radiactivos... y el mundo se estropea un poquito más cada día, sólo porque la humanidad mete la pata... y esta vez, la Naturaleza ha protestado...

EMPERADOR: Entonces... Hemos hecho el ridiculo con nuestra murallita. ABUELA: Pues sí que nos hemos lucido... (A UN GUARDIA). Tú: apunta. EMPERADOR: Decreto ley: Se deshace la muralla. Apunta otra vez: Nunca ha habido muralla. Apunta otra vez: Queda prohibido meterla pata... ¡Pero qué vergüenza, Dios mío, qué vergüenza! (LA VIEJECITA SE QUITA EL VELO Y RESULTA SER EL BUFON QUE RÍE A CARCAJADAS).

BUFÓN:

¡Os habéis puesto colorado, Majestad! ¡Ahora sí que parecéis una guinda! (AHORA DEBEN APARECER TODOS LOS ACTORES CON LOS MUÑECOS QUE HAN MANEJADO PARA CANTAR LA CANCIÓN FINAL).

CORO:

Así acabó la batalla en contra de la muralla. Vaya, vaya, vaya. Vaya con la muralla. Hay que tener cuidado con lo natural que el mundo sin lo verde se va a quedar fatal. Hay que tener cuidado con la Naturaleza amarla con el corazón y pensar con la cabeza. Los bosques y los mares son tus grandes amigos: te dan vida y calor, te dan aire y abrigo. Tenemos que cuidarlos, no debemos ser guarros porque si no la Tierra se volverá un guijarro. Cuidar lo natural, cuidar la ecología, cuidarlo un poco más, un poco cada día. Cuidar el medio ambiente, que es bello y delicado porque el es nuestro hogar, nuestro bien más preciado. Vaya, vaya, vaya. Vaya con la muralla: Y donde veas algo feo como la muralla ponte tu casco verde y lánzate a la batalla.

EMPERADOR:

Tú apunta. Se acabó la función. Todo el mundo a aplaudir.

FIN -75 -