LA EXPORTACION DEL ACEITE DE OLIVA

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Tradicionalmente, parte de la oferta oleícola se de ^tinó al exterior. Este hecho, por insignificante que fuera el volumen comercializado, tuvo notoria relevancia en el desarrollo de la economía oleícola hispana, siempre abierta a la coyuntura externa. Hubo momentos de intensa relación como los años de la crisis finisecular o el período bélico de la Primera Guerra Mundial. Pero no todo se originaba en el exterior. Las dificultades impuestas a la libre entrada de semillas oleaginosas o aceites vegetales también intervinieron en la evolución olivarera. De ahí, la conveniencia de esrudiar, detenidamente, la exportación del caldo español y la entrada de otras grasas vegetales en nuestro país. Ambos puntos, además de referir un sinfín de aspectos relacionados con la coyuntura económica general y la oleícola en particular, mostrarán la importancia del mercado internacional, tema abordado en el siguiente capítulo.

LA EXPORTACION DEL ACEITE DE OLIVA. 1850-1935 Desde mediados del siglo XIX el comercio exterior del aceite no hizo sino aumentar en términos absolutos y relativos. Las 10.000 toneladas, promedio anual de la década de 1850, llegaron a ser más de ochenta mil en los últimos años estudiados. Mientras tanto, se llevaron a cabo sustanciales transformaciones en las características del producto cuyo signo más evidente fue el cambio de mercados en los lustros iniciales del nuevo siglo. 243

De igual forma, el estudio de las aduanas de salida y el tipo de envase utilizado muestra algunos aspectos de la competencia entre los distintos sectores comerciales. En fin, el lugar ocupado por lo productos del olivo (incluida la aceituna de mesa) en la balanza comercial española será el último de los aspectos considerados en la siguiente exposición. CUADRO 1 Exportación erpañola de aceite de oliva por rubperíodor. 1850-1933 Dator abrolutor (Tmr) y númeror índicer. 14.787 19.082 46.23G 65.435

1850-1879 1880-1897 1898-1919 1920-1935

100 129 313 443

Fuente: Ertadútica(r) de! Comercio Fxterior de Erpaña.

GRAFICO 1 Exportacioner erpañola.r de aceite. (Milet/Tmr). 1850-1935

200 -J 100 80 60 40 20 -^

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1850

244

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1870

1880

1890

1910

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^ 1930

_^ 1935

Tendencia y niveles Por el Cuadro 1 y el Gráfico del mismo número se cólige una clara tendencia alcista de 1850 a 1935. Las exportaciones de aceite trazaton una línea ascendente entre ambas fechas límites, observáridose en su recorrido cuatro niveles o subperíodos. El primero lo hago llegar hasta 1879 con el objeto de que el año final coincida con el señalado en el capítulo de precios. El segundo abarca 18 años, uno más que los establecidos en las curvas de cotizaciones y ello se debe a la mala cosecha de 189697 que repercutió, sin duda, en la baja de las exportaciones y subida de los valores: EI tercero se inició con el alza de 1898 y terminó con la también espectacular subida de la guerra europea. Aunque en su interior se observan dos niveles he creído conveniente subsumirlos en uno solo, por tratarse de una época originada por el latgo movimiento expansivo del olivar español. El últimó (1920-1935) no hizo sino mantener el nivel alcanzado en los años finales del anterior. Cada uno de los cuatro subperíodos presentan características que le diferenciaron de los demás. Durante la primera época (1850-1879), la exportación creció a un ritmo considerable y los máximos y mínimos se presentaron con intervalos aproximados de 10 años que bien pueden reflejar el movimiento cíclico de las cosechas. Pese a la falta de datos, creo que, en este período, se estableció una relación porcentual mínima entre el volumen exportado y la cuantía de la producción, signo de una demanda interior equilibrada y de unos precios superiorés a los europeos. La ausencia del caldo español en las cotizaciones del mercado londinense hasta la década de 1870 no hace sino confirmar el predominio de los aceites de otras procedencias (fundamentalmente italiana) y la dependencia española de la mayor o menor producción de aquellos países. Sin embargo, la expansión de la supe^cie olivarera y el mayor consumo dé petróleos, breas y betunes en nuestro país 245

(1) ocasionó una sobreoferta déstinada, en su mayor parte, a los metcados exteriores. Como consecuencia, los precios del interior se equipararon a los internacionales y el producto empezó a competir con el de otros países. Aun cuando una parte delas exportaciones se destinaba al consumo alimenticio, otra, la mayor, se gastaba en diversos usos industriales. Por esta razón sobrevino la crisis finisecular al subsector olivarero tepresentada en este caso por el estancamiento de las exportaciones. (1880-1897). El anterior ritmo alcista desapateció y durante 18 años las salidas permanecieron estables. Estabilidad que no refleja la verdadera naturaleza de la crisis: caída y mantenimiento a la baja de los precios del aceite. La masiva oferta de otras grasas y caldos vegetales, más baratos, en el mercado internacional originó una fuerte competencia a los ya existentes que registraron una profunda depreciación en sus valores. Las exportaciones continuaron pero a precios inferiores. Los (1) La Ettadútica de! Comercio Fxterior de E.rpaña muestra con claridad el auge creciente de dichas importaciones que desde 1868 no dejaron de aumentar. Las entradas de petróleos brutos y otros aceites minerales rectificados por toneladas y trienios fueron: 1868-1870 1871-1873 1874-1876

11.351 19.128 22.183

1877-1879 1880-1882 1883-1885

27.240 39.680 45.580

El argumento utilizado por la Asóciación Genetal de Agticultores de España en contra de los que pretendían una reserva del mercado intetior ante las crecientes entradas de petróleos y otras grasas minerales fue significativo: sRespecto. a procurar la amplitud del consumo interior en el alumbrado, es una idea que los que suscriben apenas consideran que merezca refutación. No hay que pensar en el hecho indudable de que si se lograta encarecer el petróleo en el extranjero, se fomentaría la obtención de aceites minerales en nuestro propio país, y si esto tardara en tealizarse, el empleo del gas y aún de las luces eléctricas, lucharían siempre con ventaja contra el alumbrado del aceite de oliva que si pata nosotros merece gtan consideración histórica, por las obras de toda clases escritas con esta luz en nuestro país, ha pasado su época y para rehabilitarlo sería preciso, por lo menos que, los dueños de las almazaras andaluzas no_empleasen, como lo verifican, el petróleo para las mismas opetacio❑es de moler la aceitunam. La cri.rir agrícola y pecuaria, tomo II, pág. 502.

246

mercados se diversificaron y crecieron las salidas con destino a posesiones españolas de ultramar. A finales de los años noventa, «lo que era origen de un mal nacional constituyó para la región olivarera medida protectora». La depreciación de la peseta creó una excelente coyuntura en el olivar español y sirvió de acicate para los cambios que venían produciéndose. Las exportaciones tendieron al alza desde 1898 y sólo se vieron interrumpidas por las sucesivas malas cosechas de 1904 a 1907. Este aumento enlazó sin solución de continuidad con el período bélico de 1914-1918 que procuró al exportador hispano la opottunidad de dominar mercados anteriormente en manos italianas. Los mínimos de 1907 y 1913 se debieron a la escasa producción española y el de 1918 a la aplicación de la ley de subsistencias.,El porcentaje de la cosecha expottado llegó a ser casi del 20 por ciento. Los cámbios introducidos en la elaboración del caldo han transformado la naturaleza del producto. Ahora, la exportación, en su mayor parte, se utiliza para la mesa o puede ser preparada para la misma. Finalmente, el período 1920-1935 mantuvo el nivel alcanzado por los años de la guerra. A lo largo del mismo destacaron tres momentos: el primero, de baja en la exportación, refleja los inevitables trastornos de la vuelta a la normalidad del comercio internacional; en el segundo destaca el zig-zag de 19261930 originado por las grandes cosechas de 1927 y 1929. Por último, la.baja de 1931-1935 se telaciona con la crisis de 1929 y sus consecuencias en la circulación mundial de mercancías. Así descrita, la curva de exportaciones parece ofrecernos una información raquítica y falta de contenido. Sin embargo, un estudio más pormenorizado de la misma ofrece novedades dignas de ser consideradas. Esto ocurre al analizar los países compradores de aceite español. Los «viejosn y«nuevosA compradores del aceite español Durante la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX seis naciones se repartieron las principales salidas del caldo 247

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hispano. Estas fueron: Cuba, Inglaterra, Francia, Italia, AtgenYina y Estados Unidos. Cada una tuvo una evolución diferenciada y consumió el líquido de diversa forma. (La base cuantitativa de los comentarios se encuentra en los Cuadros 2 y 3).

CUADRO 3 Principalet paírer de dertino delaceite de oliva erpaño! 1860-1934. Participación (%) robre e1 total.. Cuba

Inglaterra

Francia

ltalia

18G0-18G4 1865-í869 1870-1874 1875-1879 1880-1884 1885-1889 1890-1894 1895-1899 1900-1904

24,9 13,1 14,7 30,4 1G,2 18,1 27,0 12,9 9,1

15,9 26,3 33,4 15,5 17,8 11,3 10,3 18,9 19,2

14,2 16,6 1G,4 15,1 19,G 17,5 21,5 28,2 14,8

0,4. 0,1 0,2 0,9 0,4 3,6 0,G 11,1 25,9

1905-1909

14,7

7,0

9,0

1910-1914 1915-1919 1920-1924 1925-1929 1930-1934

10,5 7,G 8,5 8,8 8,3

6,6 7,1 4,7 3,7 4,0

13,G 21,7 G,0 3,4 5,1

Argentina EE.UU.

Total

3,1 2,7 3,8 1,3 1,3 1,4 1,2 1,2 2,4

0,2' 1,4 0,5 0,3 0,5 0,7 1,2 0,2 2,2

100 100 100 100 100 100 100 100 100

29,4

13,5

3,9

100

25,5 1G,4 17,2 25,3 18,0

16,2 12,8 19,0 14,2 15,5

3,8 16,6 14,G 17,1 17,3

100 100 l00 l00 100

Fuente: Ertad'utica(J) de! Comercio Fxtenór de Erpaña.

Cuba, posesión española hasta 1898, constituyó un mercado regular y firme. La estabilidad de sus compras se mantuvo, desde fecha temprana, destacando el ligero aumento de las importaciones entre 1885 y 1894, años centrales de la crisis finisecular. Sin duda, se trató por aquellos años de aprovechar las ventajas de un mercado protegido ante la difícil y depreciada salida europea (2). Su pérdida en 1898 no significó la desapari(2) EI alto ptecio del aceite en la ptovincia de Cádiz pudo estar relacionado con las exportaciones del caldo a las Antillas. Gtan parte del comercio con Cuba se hizo desde el puerto gaditano y ya antes de salir no extraña que el aceite allí arribado se cotizara por encima de los valores medios de las provincias limítrofes. De todas formas, esto es solo una hipótesis a verificar.

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ción de un buen cliente. Al contrario, a partir de 1910-19141as salidas a dicho destino aumentaron auñque en una propor' ción menor a la registrada en el volumen total. De ahí, la disminución de los porcentajes. El consumo debió ser muy parecido al español, ocupando el uso culinario una buena parte del mismo. En las «notas de mercado» de la revista Los I^inos y los Aceites hay una continua referencia del comercio con aquella isla y la salida hacia allí de caldos listos para la me^a. Este uso se mantuvo después de su independencia como lo muestra el Cuadro 4. Las importaciones cubanas se realizaban; fundamentalmeilte, en pequeños envases, señal clara de una demanda cual^cada.

CUADRO 4 Principaler paíre.r de de.rtino de! aceite de oliva español. 1926-1935. Tipo de enva.ret utilixador. Media aritmética por quinquenio.r. ("I'mt).

1931-1935

1926-1930 Bidones

Latas

Bidones

Latas

Cuba Inglaterra Francia Italia Argentina Estados Unidos

2.977 3.087 3.256 20.370 4.050 8.497

3.642 138 47 7 7.464 3.651

425 2.437 2.978 9.443 2.677 10.336

5.459 334 52 46 6.586 3.290

Total

59.871

25.713

41.440

21.44$

Fuente: Fstadútica(r) del Comercio Fxterior de Etpaña.

Inglaterra fue otro tipo de mercado. Sus comprás registraron grandes oscilaciones y el consumo fue, con preferencia, el industrial. Una demanda poco rígida y la presencia de aceites de otras áreas explican los altibajos de las impottaciones. Hasta 1890, al menos, los caldos italianos fueron más abundantes y baratos que los propios españoles en las ciudades inglesas. EI promedio anual de las exportaciones italianas con destino a In250

glaterra durante el decenio 1876-1885 fue de 145.783 quintales métricos mientras el español era de 36.170. Las cifras no admiten tergiversaciones. Solo una gran cosecha en nuestto país, abaratando precios o una malá en los demás oferentes, encareciendo el producto, propiciaba masivas compras de aceite hispano. Esto debió ocurrir en 1885 en que la exportación española fue de 91.972 quintales métricos por 80.576 de la vecina península. En ese mismo año, el aceite italiano, resultó más caro, que el español en el mercado londinense. Una situación parecida .se dio entre 1895 y 1904, arite la caída del precio internacional del aceite español. Tras la última fecha, Inglaterra dejó de ser uno de los destinos preferentes de las exportaciones hispanas y, salvo el quinquenio de la primera Guerra Mundial, sus compras se estancaron entre las dos y tres mil toneladas que le suponían una pérdida continua sobre el total. Las causas de comercio tan reducido las explicó acertadamente un corresponsal del Boletín del Centro de Información Comercial del Ministerio de Estado en Liverpool: «El consumo de aceité de oliva no es grande. En este páís no se emplea para uso doméstico y para usos industriales resulta muy caro, comparado con el aceite de algodón y similares. Mientras el aceite de oliva sostenga los precios tan altos que rigen, no es de esperar que se pueda aumentar el consumo del mismo. No es cuestión de reformas, ni de forma de envase, ni de transporte; es simplemente cuestión de precio^. (3)

Francia fue otro país comprador, pero de mayor regularidad y firmeza que el inglés. Entre 1865 y 1894, las exportaciones apenas variaron y ello pese a la crisis de finales de siglo. Francia consumía nuestro caldo en la industria, pero también lo usaba para sostener su floreciente comercio oleícola. Desde las décadas centrales del siglo pasado, el agricultor galo redujo la su-

(3) Boletín de! Centro de Información Comercia! del Ministerio del Estado, n° 271, 1913, pág. 5. 251

pe^cie olivarera y optó por ottos cultivos más rentables. En consecuencia, el país vecino llevó a cabo una política importadora de grasas con el fin de abastecer el propio mercado y mantener la actividad comercial. En este contexto deben situarse las compras de aceite español que, desde finales de siglo, encontraron dura competencia en los aceites vegetales y en los de oliva procedentes de otras naciones. Túnez y Argelia, colonias francesas, oftecieron con regularidad cantidades crecientes de este líquido con lo que la procedencia española tendió a reducitse. Marsélla y Niza fueron los principales mercados y a ellos concurrió la mayor parte de las importacione^ galas. En el primero, la presencia española fue siempre notoria y en él se cotizaban diversos tipos de caldo: «Las clases preferidas son los aceites de Borja y Alcañiz para la alimentación; los andaluces para la industria y alimentación según clase. El aceite se destina, además de su empleo en la alimentación, como «coupage» con los industriales y para la.s fábricas de jabón» (4).

De esta forma resumía el Sr. Yebra, cónsul en Marsella, los usos del caldo español en dicha ciudad. Este mismo mercado se encontró en una situación precaria una vez concluida la Ptimera Guerra Mundial, y, tal vez ello, simbolice las dificultades que empezó a tener el cultivo en la década de 1920: «El mercado de aceite de oliva va perdiendo lenta y paulatinamente su impottancia. A ello contribuye su mezcla con otros aceites vegetales, lo que ha habituado el gusto del consumidor hasta el punto de llegar éste a preferir esas mezclas de sabor nada desagradable y desde luego preferibles a los legítimos aceites de oliva no refinados; que los aceites sustitutivos se venden cuatro y cinco veces más baratos que los de oliva... A los acéites españoles le hacen gran competencia en

(4) Ibidem, n° 265, 1913, pág. 4. 252

Mazsella los procedentes de Túnez que se ofrecen con un buen tanto por ciento de ventaja ocurriendo lo mismo con los de Grecia, muy similares a los de Andalucíaa. (5)

Francia, tradicional distribuidor de aceites de calidad, redujo su comercio en las últimas décadas del período analizado ante la competencia italo-española, y.la cada vez mayor presencia de caldos extraídos de semillas oleaginosas. Italia empezó a importar en el quinquenio 1885-1889 y sólo a partir de 1895-1899 sus compras alcanzaron cierta entidad (6). Décadas atrás los precios italianos resultaton inferiores a los de nuestro país y ello explica la ausencia de dicha corriente comercial. Sin embargo, la baja de los valores españoles en el mercado internacional acompañada por una mayor calidad del producto propició un cambio en la política de grasas del vecino país. Se optó por reducir la cosecha y aumentar las importaciones con el fin de mantener su activo comercio. Desde entonces, grandes cantidades de caldo (un 20 por ciento sobre el total) se dirigió ,a los puertos francos italianos donde se adecuaban para la exportación. Igual ocurría con los de otras procedencias. De esta forma, Italia mantuvo la primacía en el comercio oleícola. Sin duda, fue el principal comprador de nuestro líquido durante el primer tercio del siglo XX, y todo él se enviaba en grandes envases, señal de una exportación a granel y anónima. (5) Ibidem, n° 463, 1921, pág. 9. (6) La memoria de licenciatura de Julia Aguado Santos El Comercio marítimó malagueño en el.riglo XIX, 1833-1870. Una etapa de expanrión, presentada en la Universidad de Málaga en 1974, señala que la razón de nuestro cometcio aceitero con Europa ano se debe únicamente a un mercado de^consumo mayor, sino a que gran parte, sin refinar, era comprado por Italia que, una vez realizado el refino, exportaba el aceite al continente americanoD (pág. 11). Tal información se ve contestada por la (s) Ettadútica (.r) de! Comercio Exterior de Erpaña cuyos datos evidencian que las compras italianas sólo fueron cuantiosas a partir de los últimos años del siglo XIX. También la estadística italiana cuestiona dicha afirmación pues, sólo a partir de la última década del siglo, tuvo importancia la corriente comercial con Sudamérica y no en el decenio de 1870 como indica la referida autora.

253

Este hecho originó frecuentes y numerosas críticas de los comerciantes hispanos que encontraban graves dificultades para introducirse en mercados dominados por sus más directos competidores: los italianos. Tras la Primera Guerra Mundial surgió una agria polémica entre los exportadores-marquistas y el sector de la producción oleícola. Los primeros pidieron al gobierno la prohibición o la puesta en vigor de fuertes gtavámenes a la libre salida de cualquier clase de aceite mientras los segundos defendían la libertad del comercio. Se trataba, en suma, de romper la tradicional corriente con Francia e Italia e impedir la recuperación exportadora de aquellas naciones. Sin embargo, los intereses de los propietarios olivareros prevalecieron sobre las peticiones de los comerciantes que, de nuevo, una vez finalizado el conflicto bélico, perdieron la primacía conquistada durante el mismo. El resultado fue el mántenimiento de la libre exportación y el aumento, incluso, del volumen despachado hacia aquel país (7). (7) Ministerio de Trabajo, Cometcio e Industria (1924). E19 de Noviembre de 1923, ante la inminente mala cosecha de Italia y otros países ribereños, los comerciantes exportadores de aceite de oliva en envases de hojalata y cristal con marcas españolas registradas d ^igieron al Ptesidente del Directorio Militar y al también Presidente de la Junta Nacional del Comercio Español en Ultramar un telegrama en los siguientes términos: «Los comerciantes exportadores de aceite que suscriben creense deber exponer V.E. y D ^ectorio (Junta) de su digna presidencia, gravedad supone hecho constante disminución exportación marcas nacionales en atención a que franceses e italianos adquieren nuesuos caldos Ilevándoselos a los depósitos francos sus países para reexportarlos luego mercados américanos con marcas propias, gozando ventajas positivas y facilidades les otorgan gobierno, todo lo cual catecemos nosottos. Stop. Esta inferioridad condiciones nos coloca situación tan ctítica que estamos amenazados con perder aquellos mercados cuya conquista o inuoducción matcas españolas costó grandes sacrificios^ (pág. 7). Entte sus peticiones estuvo la de imponer un derecho de exportación de 20 a 25 pesetas los 100 kilogramos «a todo aceite que salga de España a gtanel, es decir, en envase que no sea de hojalata o de cristal con marcas españolas^ debidamente regisuadasp. (Pág. 11). El 22 de Diciembre de 1923 una Real Otden del Ministerio de Trabajo, Comercio e Industriá dispuso se abriese una información pública al respecto. Las posiciones quedaron fijadas tal como he reflejado fuera de nota. EI 5 de Febtero de 19241a Comisión Permanente de la Junta Na-

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Argentina fue el principal marco de la competencia hispano-italiana, aunque, a decir verdad, la presencia española, en la segunda mitad del siglo XIX, era puramente testimonial. (Cuadro 2). A partir de 1900, el comercio tomó envergadura y llegó a tener una gran importancia. La guetra europea propició el monopolio de dicho mercado que, una vez cóncluída, se perdió por la renovada presencia de la oferta italiana. «Los aceites españoles son desalojados por los italianos porque los importadores consiguen en Italia mejores precios de los que rigen en España; en el comercio, dígase lo que se quiera, las conveniencias siempre pesarán más que el patriotismo (S).

La devaluación de la lira (un 400 por cien en 1921) y las mezclas con otros de semillas abarataron los caldos italianos en el mercado internacional. No obstante, las exportaciones hispanas se mantuvieron con creces durante la década de 1920. Las salidas hacia la antigua colonia española fueron, en su mayor parte en

cional del Comercio Español en Ultramar facilitó un dictamen, referido pot el citado Ministerio, en el que se puede leer: «...ha estimado esta Comisión procede respetar el principio de libre exportación sin reservas, diferencias ni restticciones de ninguna clase...p para más adelante añadir ^... el hecho de que la exportación nacional del aceite de oliva, en la forma específica indicada, (envases pequeños) no alcanza, de momento, a rebasar un 30 por ciento del cupo medio total de que España puede disponer para su exportación, no puede por menos de reconocer que una medida restri^tiva de la salida del aceite en envases de madera simplemente, implicatía hoy más grave daño para la economía nacional, que el que significa, en realidad, el respeto absoluto a la libre exportación:. (Págs. 254-255). Sin embargo, el gobierno decretó el 9 de Febrero una escala móvil de gravámenes según el precio del aceite. Esta ley dejó de surtir efectos al año siguiente por las presiones de los olivareros que en adelante tecuperaron el conttol del negocio oleícola, con la protección del mercado nacional y la absoluta libertad de comercio. (8) eDel informe de la Cámara Oficial Española de Comercio, Industria, Navegación y Bellas Attes de Buenos Aires al Primer Congreso Nacional del Comercio Español en Ulttamar:, ibidem, pág. 80.

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latas o recipientes de pequeño volumen, evidencia de un comercio cualif"icado (9). Por último, los Estados Unidos de América fue el cliente más joven de los que he analizado. Sus importaciones no resultaron voluminosas hasta 1915-1919 en que la guerra europea impidió el normal desenvolvimiento de la oferta italiana. El Cuadro 5 prueba lo antedicho de una manera muy elocuente. CUADRO S Importacionec de aceite de oliva come.rtible en lo.c E.rtadoJ Unidor. 1913-1922 (Tm.r). Italia

Espai^a

Total

14.900 18.062 420 24

1.462 1.516 5.351 27G

21.831 25.998 G.115 716

1919

1.053

35.782

37.734

1920 1921

4.700 12.999

10.121 5.147

17.055 27.715

1922

18.4G2

8.516

33.842

1913 1914 1917 1918

Fuente: Cámata Española de Cometcio de Nueva York, en Ministetio de Trabajo, Comercio e Industria (1924).

El final bélico renovó la presencia italiana tal como sucediera en Atgentina, pero sin que las expottaciones se tedujeran ostensiblemente. A1 contratio, en 1925-1929, se alcanzó una cifra similar a los años de guerra, aunque en esta ocasión el caldo a granel tuvo mayor importancia. (En 1925-1929 representó nada menos que un 70 por ciento). En este mercado circularon con abundancia aceites de semillas que, por su baratura, entorpecían la venta del de oliva. La reOlive Oil Importers Associa(9) El comercio con Argentina pronto se vib afectado por la cteciente industria nacional del aceite que, ante los ptecios fabulosos qué alcanzó el de oliva, logtó un auge inesperado. Esta industria ttabajaba con caldos de aceituna importados y con los de semilla, exttanjeros o no, con los que tealizaba diversos tipos de cortes o^coupagesa. De nuevo la presencia de caldos vegetales más baratos, desplaza a nuestro producto a lugates secundatios.

25G

tionp de Estados Unidos, en una circular de 1921, dirigida a los productorés españoles, decía lo siguiente: tDadas las condiciones del mercado, la venta del aceite de oliva está paralizada disminuyendo rápidamente sin que los distribuidores puedan encontrar salidas para sus existencias. Está generalmente aceptado que ésto es debido a los precios altos predominantes en los aceites de oliva, en pugna con los precios sumamente bajos de sus sucedáneosb (10).

En cambio Norteamética fue el principal consumidor de la aceituna de mesa (Cuadro 6). Desde.1900 la demanda ultramarina ocupó el primer lugar, y así se mantuvo hasta el final de los años veinte. Además de España, surtían ^. los Estados Unidos de este producto Grecia e Italia, por el orden indicado. CUADRO G Fxportación de aceituna de mera. 1871-1920. Media añtmética por decenior. (1'm.r).

1871-1880 1881-1890 1891-1900 1901-1910 1911-1920

(1)

(2)

(3)

125 40G 1.309 4.741 10.357.

1.381 2.5G2 4.GG3 9.047 15.289

9,1 15,8 28,1 52,3 G7,7

(1) Estados Unidos. (2) Total. (3)(1)/(2) x 100.

Furnte: Ertaa°utica (r) del Comerrio Fxteizor de Erpaña.

Si atendemos al Cuadro 3 y tecordamos algunas ideas sobre los ptincipales países de destino, percibiremos que algo cambió en el comercio exterior del aceite (Cuadro 7 y Gráfico 2). (10) La cita está recogida de un aExtracto de un informe de la Casa de América de BarcelonaD publicado en Julio de 1922, que a su vez fue incluido en Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria (1924), pág. 126.

257

CUADRO 7 Principale.r paúe.r de de.rtino de! aceite de oliva erpañol. 1860-1934: Particpación (%) tobre el total. (1)

(2)

(3)

1890-1894 1900-1904

58,7 43,1

3,1 30,5

100 100

1910-1914

30,7

45,5

l00

1920-1924

18,2

50,8

100

(1) Francia, Inglaterra y Cuba. (2) Fstados Unidos, Atgentina e Italia. (3) Total expottado. Fuence: elaboración propia a pattir del Cuadro 2.

GRAFICO 2 Fxportación de aceite de oliva. Paítet de dertino.

100 ^

80 ^

60 ^

121 ^

40 ^

20 -^ 11 ^ 0 1860-64

1880-84

1900-04

1920-24

Porcentajes de exportación a(1) Cuba + Francia + Inglaterra (2) Argentina + Italia + Fstados Unidos

258

Primero, los altos porcentajes de Cuba, Inglaterra y Francia cedieron ante la creciente participación de Italia, Argentina y Estados Unidos. Segundo, el consumo preferentemente industrial de una primera época se redujo por el mayor uso culinario que hicieron del caldo los nuevos países compradores. Tercero, la exportación de marcas registradas españolas supuso, a finales de los años veinte, un tercio de la exportación total. Los mayores compradores del primer tercio del siglo XX consumían nuestro caldo en la alimentación, y esto indica, como ya manifesté, una mejora en la calidad del producto. La antigua creencia de que el aceite español podía competir en los distintos mercados mundiales con los de procedencia francesa e italiana se hizo realidad durante los primeros lustrós del actual siglo. Un texto recogido del Boletín de! Centro de Información Comercial del Ministerio de Estado hace ver las transformaciones en curso: ^Si bien de unos años a esta parte el consumo de aceites españoles ha aumentado notablemente, aún hay margen a aumentar mucho más.., Sin embargo, hace de ésto quince años, el 90 por ciento de los pattoquianos que entraban en una casa de comestibles y pedían aceite por el solo hecho de ofrecerles aceite español la contestación era: ah, no; aceite español no quieto. Son aceites gruesos, aceites pesados, aceites mal tefinados y en fin aceites que a las tres o cuatro veces de haberlos comido producen eruptos y aún están repitiendo el fruto. Desde esa época a hoy las cosas han cambiado; ya los aceites españoles vienen mucho más refinados y a éso se debe su mayot consumoa. (11)

Pero tampoco se quiere decir con esto que las cosas hayan llegado a tal punto que el antiguo objetivo de fabricar cuanto más mejor se haya tornado ahora en obsesión por el acabamiento del producto. No olvidemos que un 25 por ciento de la exportación se dirigía a Italia como aceite a granel. Allí se preparaba, (11) Boletín de! Centro de Información Comercial, n° 289, 1914, pág. 2-3.

259

se refinaba y envasaba con destino, principalmente, a los mercados de ultramar donde competía con el caldo español. Este cambio de mercados adquiere sentido como respuesta del sectot oleícola a la crisis finisecular. Reducidos los usos industriales, el olivicultor español optó por una mejora del producto y una afanosa búsqueda de nuevos consumidores, lo que se logró durante las tres primeras décadas de la centuria actual. Paralelamente a estos hechos se desarrolló en el interior una fuerte pugna por el control de la exportación aceitera. Algunos aspectos de lá misma los he estudiado a través de las aduanas de salida. Aduanas de salida: primacía de los puertos sureños Como corresponde a la distribución de la cosecha, los puertos de embarque estaban situados junto a las zonas productoras. Málaga, Sevilla y Cádiz daban salida a los aceites del sur y Barcelona y Tarragona constituían las principales aduanas del área levantina. Estas últimas despachaban, también, buena parte de las grasas andaluzas transportadas hasta allí. Durante la segunda mitad del siglo XIX, Málaga fue la tradicional salida europea de los caldos del ^mediodía. Entte 1866 y 1887, casi el 80 por ciento de las exportaciones andaluzas con destino a Europa salieron por esta aduana (Cuadro 8). El ferrocarril Córdoba-Málaga hacía llegar a dicha ciudad las copiosas producciones ^de las comarcas del interior andaluz, cuyo sobrante se repartía por el norte y centro del viejo continente. De ahí, los altibajos anuales e, incluso, por decenios que muestran las cifras de exportación. EI Cuadro 9 señala el predominio cuantitativo de aquella estación marítima, al tiempo que su intensa caída en la participación sobre el total. De set, con mucho, el puerto de mayor salida pasó a igualarse con los de Sevilla y Barcelona, sedes de las principales compañías exportadoras. En 1930-1935, el puerto costasoleño seguía siendo el de mayor exportación a granel de España aunque, en conjunto, había cedido el primer lugar a Sevilla. 260

CUADRO 8 Ezpostación de aceite de oliva. Aduanar de talida (Tmt) 1. A Europa

186G-1876 1877-1887

A

B

TA

V

CA

MA

SE

219 883

271 321

101 216

159 423

182 228

954G 8652

2135 2341

2. A América

1866-187G

2

1516

I15

37

863

717

395

1877-1887

2

1445

9

30

1024

657

561

3. A Europa y Amérira según áreas exportadoras América

Europa

186G-187G 1877-1887

C

A

C

A

751 1844

11863 11200

1671 1486

1975 3241

Fuente: Ertaa%rti^a (r) de1 Comercio Fxterior de Erpaña. C = puertos dellevante peninsular. A = puertos andaluces.

CUADRO 9 Fxportación de aceite de oliva e.rpañol. Principaler aduanat de ralida 1865-1920. Media aritmética por quinguenior (Tm.r) Barcelona

Tarragona

2.915

1.597

--

3^785

2.153

354

4.677 9.859

1.875 3.168

2.389 2.153

260 164

4.G41

9.564

2.408

2.383

--

5.G89 3.894

4.190 10.397

1.692 3.239

2.133 2.669

-2.330

1900-1904

2.577

20.033

5.973

2.53G

10.417

1905-1909 1910-1914

746 960

5.G11 10.342

5.438 9.230

3.782 7.759

7.306 10.943

1915-1919

1.940

22.757

18.053

17.985

12.451

Cádiz

Málaga

Sevilla

1865-1869

945

12.811

1870-1874

1.225

13.256

1875-1879 1880-1884

964 1.996

1885-1889

1890-1894 1895-1899

Fuente: Ertad"uticaJ de1 Comercio Ezteñor de Erpaña.

261

Sevilla fue otro gran centro exportador. La diferencia cuantitativa respecto a Málaga, de gran magnitud en una primera época, se redujo a partir de 1900-1909 y se invirtió en la década de 1930. EI comercio hispalense operó, fundamentalménte, con un producto de mayor calidad que, desde fecha temprana, se dirigió a mercados consumidores europeos y de ultramar. En el quinquenio 1930-1934, Sevilla embarcó nada menos que el 64, 5 por ciento del total exportado en envase pequeño, lo que muestra a las clatas su importancia en dicha actividad. Cádiz ocupó lugar destacado entre 1885 y 1899 y fue el primero durante el quinquenio 1890-1895. Por su tradición, tuvo un importante comercio con ultramar a donde envió un alto volumen de aceite durante el período de la crisis finisecular (Cuadto 9). Con el nuevo siglo su participación sobre el total descendió a niveles mínimos. Barcelona y Tarragona, junto a Valencia y Alicante, constituían las salidas naturales de la otra gran área productora. La regularidad del puerto barcelonés deja entrever un comercio diferente al andaluz. La probable calidad de los caldos despachados por aquella aduana habría originado una demanda constante a fin de abastecer el consumo europeo y americano. La producción del levante surtió a los centros consumidores y redistribuidores del viéjo continente al par de sus envíos directos al otro lado del Atlántico. El nuevo siglo trajo consigo una intensa actividad en la costa tarraconense que, durante tres lustros superó los embarques de la provincia limítrofe. La Primera Guerra Mundial devolvió a la capital catalana la perdida primacía que compartirá con la otra provincia, Tarragona, en los años siguientes. A partir del Cuadro 10 he confeccionado el 11 con el objeto de tener una visión de conjunto (Véase igualmente Gráfico 3). En primer lugar, se observa una gran diferencia entre las exportaciones sureñas y las de la costa del levante mediterráneo durante la segunda mitad del siglo XIX. Sin duda, el predominio de un comercio poco cualificado y sometido a los altibajos de la cosecha era manifiesto en dicha época. En segundo lugar, des262

CUADRO 10 Fxportación de aceite de oliva e.rpairol. Principalet aduanara de .ralida. 1865-1920. Participación (%) tobre el tota! Barcelona

Tarragona

14,3

7,8

--

1G,1 15,G 15,8 10,8 10,4 12,7

9,1 19,9 10,8 10,7 13,1 10,5

1,5 2,2 0,8 --9,1

13,9

5,9

24,2

22,3 21,5 23,2

15,5 18,1 23,1

30,0 25,5 1G,0

Cádiz

Málaga

Sevilla

t865-1869

4,G

G2,9

1870-1874 1875-1879 1880-1884 1885-1889 1890-1894 1895-1899

5,2 8,0 10,0 20,9 35,1 15,3

56,3 39,0 49,3 43,0 25,8 40,8

1900-1904

G,0

4G,5

1905-1909 1910-1914 1915-1919

3,1 2,2 2,5

23,1 24,1 29,2

Fuente: Ertad":rtica(r) de! Comercio Fxterior de Etpaña.

GRAF7C0 3 Ezportación etpañola de aceite de oliva. Pñncipalet aduanar de .ralida. Participación (%) .robre e! total.

70 ^ Málaga, Sevilla y Cádiz

60 ^ 50 ^

/

40 ^ Barcelona y Tarragona

30 ^ 20 ^, 101 i 1865-1869

i

^

^

^

^

1875-1879 1885-1889 1895-1899 1905-1909 1915-1919

2G3

taca el acercamiento porcentual de ambas agrupaciones entre 1900 y 1915. Aunque sólo sea a título de hipótesis, parece que las exportaciones levantinas desempeñaron un papel relevante en la salida de la crisis finisecular, articulada, fundamentalmente, en la producción y comercio de caldos cualificados. Las transformaciones en olivicututa y elayotecnia andaluzas fueron lentas y de ahí la pérdida relativa en el volumen de aceite despachado. Por último, a partir de 1920, se observa una recuperación de los embarques sureños. Málaga y Sevilla hicieron salir más de las dos terceras partes de la exportación en el quinquenio 1930-1934, durante el cual los «envases pequeños^ llegaron a significar casi e140 por ciento del total. Los cambios en el olivar andaluz parecen realidad durante la tercera década del nuevo siglo lo que originó un desplazamiento de la actividad comercial a sus centros urbanos por las ventajas comparativas de la localización del producto y las consecuencias de la política de libre comercio establecida por aquellos años. CUADRO 11 Fxportación de aceite de oliva erpañol. Principale.r aduanat de Jalida. 1865-1920. Participación (%) tobre el tota! (i)

(2)

(3)

1865-1869 1870-1874 1875-1879 1880-1884 1885-1889 1890-1894 1895-1899 1900-1904 1905-1909 1910-1914

81,8 77,6 62,G 75,1 74,7 71,3 G8,8 G6,4 48,5 47,8

7,8 10,6 22,1 11,G 10,7 13,1 19,6 30,1 45,5 43,G

100 100 100 100 100 100 100 100 100 100

1915-1919

54,9

39,1

100

(1) Cádiz, Málaga y Sevilla. (2) Barcelona y Tarragona. Fuente: elaboración propia a partir del Cuadro 9.

Países de destino y aduanas de salida señalan, pues, importantes novedades en el comercio exteriot del aceite de oliva 2G4

muy telacionadas con las variaciones llevadas a cabo en el sector olivareto español.

Los productos del olivo en la balanza comercial española La estructuta de las exportaciones españolas cainbió a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado y primer tercio del actual (12). Los derivados del olivo representaton un papel rele. vante en tal cambio pues de un lugar secundario pasaron a un segundo puesto en el comercio exterior del quinquenio 19301934. Atrás quedaron intensas oscilaciones y una participación porcentual reducida. El Cuadro 12 muestra dicha evolución en la que se observan distintos períodos. El primero (1850-1869), con un crecimiento superior al total expottado, alcanzó una participación moderada. Más adelante, (1870-1899) se redujeron los puntos relativos ante el aumento de las partidas de minerales y vino y las dificultades exportadoras de las décadas finales de siglo. E14,9 por ciento del^ quinquenio 1900-1904 abrió una tercera época (1900-1914) de frecuentes altibajos pero de indudable recuperación. A partir de entonces, la aceituna de mesa..empezó a tener cierta entidad en el valor de los productos comercializados. Pot último, Ia Primera Guerra Mundial propició una excelente coyuntura a los esquilmos del olivo cuyas salidas tuvieron un alza sin precedente, que les llevó a ocupar los primeros lugares en el comercio de exportación. Así, el aceite y las aceitunas, en 1930-34, logtaron el 12,1 por ciento, inmediatamente detrás del 17,8, alcanzado por el sector naranjero. Sin embargo, las importaciones de otros aceites y semillas oleaginosas redujeron, sensiblemente, dicha participación al valorarla en el conjunto de las grasas vegetales en nuestro país. El

(12) Angel García Sanz ( 1980-81); Gabriel Tortella Casares (1980) y G. Tonella Casates y otros (1978); L. Prados de la Escosura (1982).

265

CUADRO 12 Participación de lor derivador de! olivo en !a exportación tota! erpañola. (Milloner de peretar y porcentajer) Aceite

Aceituna

Naranja

( 1)

(2)

(1)

(2)

(1)

(2)

8 18

4,7 G,6

-

-

1 3

0,6 i,i

306

IS

4,9

-

-

4

1,3

294 485 484 485 G70 778

22 18 11 18 20 16

7,5 3,7 2,3 3,7 3,0 2,1

1 1 2 3

0,2 0,3 0,3 0,4

5 7 10 19 17 17

1,7 1,4 2,1 3,9 2,5 2,2

1895-1899 1900-1904

937 87G

24 43

. 2,G 4,9,.

3 S

0,3 0,6

42 52

4,5 5,9

1905-1909 1910-1914

982 1.092

24 43

2,4 3,9

7 11

0,7 1,0

58 61

5,9 5,G

1915-1919 1920-1924

1.25G 1.449

78 89

6,2 G,1

12 -

1,0 -

39 44

3,1 3,0

1925-1929 1930-1934

1.87G 1.095

137 109

7,3 10,0

39 23

2,1 2,1

222 195

11,8 17,8

Exp. Total 1850-1854 1855-1859

169 274

1860-1864 1865-1869 1870-1874 1875-1879 1880-1884 1885-1889 1890-1894

(1) Valor medio del quinquenio. (2) Participación (%) sobte el total. Fuente: Ertaairtica (r) de! Comercio Fxterior de Erpaña.

valor de las entradas de aquellos productos creció a lo largo del primer tercio del siglo XX con lo que disminuyeron los efectos favorables de las exportaciones oleícolas en la balanza comercial (Véase Cuadro 13).

LOS DEMAS ACEITES VEGETALES EN ESPAÑA Y LA POLITICA DE GRASAS ^ Excepto el cacahuet en la región valenciana, y un poco de lino en el Páramo leonés, España no producía ningún tipo de aceite vegetal, al margen, claro está, del de oliva. Tal déficit, en consecuencia, era cubierto por las importaciones de caldos 266