La cultura es también una responsabilidad social empresarial

La cultura es también una responsabilidad social empresarial Horacio Rodríguez-Pénelas* Recibido: 21-2-2008 - Aceptado: 28-05-2008 La empresa, en ta...
91 downloads 4 Views 12MB Size
La cultura es también una responsabilidad social empresarial Horacio

Rodríguez-Pénelas*

Recibido: 21-2-2008 - Aceptado: 28-05-2008 La empresa, en tanto que organización social, debe cooperar con el bien común. Como la cultura provee las condiciones para el bien común, debe ser considerada como una responsabilidad social empresarial porque las empresas pueden afectarle de diversas maneras. La gente construye cultura, pero también la cultura construye a la gente y afecta a su desarrollo. Las empresas deben asumir la cultura como un desafío. Los puntos considerados son: cultura empresarial sustentada en valores, cultura del trabajo y del mérito, cultura de la solidaridad y la confianza, la empresa como generadora de conocimientos y la cultura en el marketing. Palabras clave: Cultura, Responsabilidad Social Empresarial,

Valores, Solidaridad,

Conocimientos, Marketing. The Corporation as a social organization must cooperate with common good. As culture provides conditions for common good, it must be considered a corporate social responsibility because corporations may affect culture in many ways. People build culture but also culture builds people and affects people development. Corporations must assume culture as a challenge. The points considered are: corporate culture based on values, culture of work and merit, culture of solidarity and trust, the corporation and the creation of knowledge, culture in marketing. Keywords: Culture, Corporate Social Responsibility, Values, Solidarity,

Knowledge,

Marketing. . . . Horacio Rodríguez Pénelas es Profesor Titular Ordinario de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas y del Programa de Investigación y Docencia en Etica de los Negocios de la Universidad Católica Argentina (Buenos Aires). ([email protected]). *

109

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

I. La empresa y su responsabilidad social E m p r e s a es u n sustantivo que deriva del verbo e m p r e n d e r , sinónimo de acometer, de comenzar alguna acción de importancia para el sujeto agente, una acción que resulte significativa para la persona. C o m o todo acto h u m a n o , es deliberado, o sea que necesariamente el h o m bre persigue lograr u n fin a través de ese acto, de esa empresa. Ese fin será diverso como diversa sea la índole de la empresa encarada: de defensa o de conquista en una empresa militar; de desarrollo en una empresa social; de lucro en una empresa económica. P e r o éste es el fin del h o m b r e que actúa, no el fin de la empresa en cuanto acción h u m a n a . E s lo que se d e n o m i n a finís operantis, fin del agente. P o r otro lado, hay u n fin de la acción misma, que en u n a acción militar, por ejemplo, es la derrota del adversario, y que se d e n o m i n a finis

ope-

ris. Así, si bien el finis operis de la acción militar es derrotar al adversario, el finís operantis será distinto según se trate de defender o de conquistar. Tras esta aclaración vamos a centrarnos en analizar qué ocurre con la empresa como acción orientada a la producción de bienes y servicios. C u a n d o u n h o m b r e se p r o p o n e e m p r e n d e r u n a acción e c o n ó mica, como es la provisión de bienes y servicios, u n o de sus posibles fines personales puede ser el beneficio, la utilidad, el lucro. D i g o "puede ser" porque también hay otros fines personales, c o m o la autorrealización, la contribución al bien c o m ú n , etc. Ese es el fin del agente, pero el fin propio de la acción e m p r e n d i d a es la producción de bienes o servicios, acción m e d i a n t e la cual el h o m b r e logra su fin personal. C u a n d o u n grupo de h o m b r e s se organiza para lograr la producción de bienes y servicios nace la empresa c o m o sociedad intermedia. E l fin de la empresa, pues, no será el lucro sino la p r o ducción de bienes y servicios, como se consigna en el objeto social de todo contrato constitutivo de u n a compañía. E n tanto que fin propio, la producción de bienes y servicios es la forma específica en que la empresa contribuye al bien c o m ú n , e n t e n dido como "el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada u n o de sus m i e m b r o s el logro más Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

pleno y más fácil de la propia perfección" . Si bien ésa es su forma 1

específica de cooperar para construir el bien c o m ú n , n o es la única, pues t a m b i é n crea puestos de trabajo en los cuales los h o m b r e s se desarrollan y perfeccionan, genera tecnología a través de la innovación, ayuda a sustentar al E s t a d o m e d i a n t e el pago de impuestos y contribuciones, solventa el sistema de seguridad social merced a las aportaciones que realiza, etc. Ello significa que la dirección e m p r e sarial n o debe limitarse a considerar criterios técnicos y económicos en la t o m a de decisiones, sino t a m b i é n criterios h u m a n o s , sociales y éticos. N o obstante, lo económico es soporte del resto de los aspectos inherentes a u n a empresa. H a b i e n d o conceptualizado ya a la empresa, consideremos ahora el concepto de responsabilidad social empresarial ( R S E ) . L a C o m i s i ó n E u r o p e a lo define c o m o "un concepto a través del cual la empresa integra de forma voluntaria las dimensiones social y m e d i o a m b i e n tal en sus relaciones con los grupos de interés" . L a R S E implica, por 2

tanto, u n a visión integral de los negocios y de la actividad e c o n ó m i ca que respeta a las personas, a la sociedad y al m e d i o a m b i e n t e , insp i r a n d o decisiones que c o n t e m p l e n los valores morales. C u a n d o u n a empresa asume su responsabilidad social dirige la t o m a de decisiones a través de esa pluralidad de criterios, único c a m i n o para preservar la dignidad de las personas y el desarrollo sostenible, valorando los intereses de todos. D e la repercusión social que conlleva la gestión directiva dice Alvira: "El directivo empresarial, a través de su trabajo, organiza la sociedad: la externa a él, por la influencia que despliega, y, sobre t o d o , la interna, la referida a los propios h o m b r e s de la empresa. E s este aspecto el más i m p o r t a n t e de su trabajo, sin duda" . 3

1 Pontificio Consejo Justicia y Paz (2005), n. 164, p. 115. 2 Perdiguero, T . y García Reche, A. (2005), p. 72. 3 Alvira, R. (1989), p. 12. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRIGUEZ-PENELAS

A partir de la caracterización del fin de la empresa se deducen las responsabilidades que ella tiene para con los clientes, el personal, los proveedores, los acreedores financieros, el E s t a d o , los accionistas y la sociedad en general. Estas responsabilidades se c o n t e m p l a n en el concepto de R S E , dentro del cual, el objeto de este artículo es m o s trar en qué medida la empresa es responsable de construir o destruir u n a cultura que es la impronta de u n a sociedad. P a r a ello, lo p r i m e ro será exponer el concepto de cultura.

II. Noción de cultura La cultura puede verse desde dos perspectivas: desde u n a dimensión objetiva, c o m o desarrollo de la h u m a n i d a d o de u n a d e t e r m i n a d a sociedad; desde u n a dimensión subjetiva, c o m o desarrollo de u n a persona concreta. E n su primera acepción p u e d e definirse c o m o "conjunto de formas de vida, valores, condiciones de vida configuradas por la actividad h u m a n a en u n a población y en u n espacio h i s t ó rico y geográfico delimitado" . Se refiere al a m b i e n t e p l a s m a d o por 4

el h o m b r e , a aquello que el h o m b r e hace de la naturaleza que lo rodea, y recibe también el n o m b r e de h u m a n i s m o . Implica la instauración en el m u n d o de u n orden más h u m a n o , más acorde con esa dignidad única que sólo pertenece a la persona h u m a n a . Respecto de este concepto de h u m a n i s m o , resulta de interés la apreciación que hace Alvira: " M e parece, entonces, que el famoso h u m a n i s m o es, sobre todo, u n societarismo: el h o m b r e es h u m a n o si y sólo si, c o m o diría u n lógico, es capaz de tomarse en serio la sociedad" . 5

E l sentido subjetivo se refiere al desarrollo del h o m b r e , de su totalidad h u m a n a , abarcando tanto los aspectos corporales c o m o espirituales. E l fundamento de la acción cultural del h o m b r e , bajo esta dimensión, es que la persona h u m a n a n o es u n a realidad acabada,

4 Hillmann, K.H. (2001), p. 198. 5 Alvira, R. (1989), p. 6. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

plena, estática, sino u n a realidad dinámica en constante devenir. E n virtud de que la persona h u m a n a es u n ser-en-relación, podría decirse que cultura es la forma en la que u n h o m b r e se relaciona con D i o s , con los demás h o m b r e s , con el cosmos y aun consigo m i s m o ; en otras palabras, es la forma en la que el h o m b r e se c o m p r e n d e , se posee y se expresa. L a grandeza o la p e q u e n e z de u n h o m b r e radica en su realización h u m a n a , en el mayor o m e n o r desarrollo de su personalidad. E s e desarrollo se logra a través de sus acciones, que son expresión de su libertad y reflejo de su responsabilidad ante la realidad que lo circunda, pues m e d i a n t e ellas la persona desarrolla su inteligencia adquiriendo más y mejores conocimientos y ejercita la voluntad en el despliegue de la libertad hacia u n mayor a u t o d o m i nio. D e s d e esta perspectiva p u e d e verse la cultura c o m o algo n a t u ral, ya que procede de la naturaleza h u m a n a que busca su perfección, pero t a m b i é n p u e d e entenderse c o m o algo n o - n a t u r a l debido a que, gracias a la libertad propia del espíritu h u m a n o , el h o m b r e se va transformando y va c a m b i a n d o su m o d o de ser y de comportarse, y así va g e n e r a n d o u n a personalidad diferente. L a d i m e n s i ó n subjetiva de la cultura implica el acceso de cada h o m bre a la conciencia plena de ser persona, de su dignidad y de la igualdad esencial que deriva de ella. L a d i m e n s i ó n objetiva es reflejo y a su vez p r o d u c t o de la d i m e n s i ó n subjetiva a la que aquélla deber servir en función del bien c o m ú n , c o m o dice Scarponi: "La cultura, en cuanto que tiene c o m o fin el bien c o m ú n t e m p o r a l de los h o m b r e s , es u n a obra realizada p o r la c o m u n i d a d formada por las personas h u m a n a s que consienten en unirse para realizar dicho acto en c o m ú n " . L a cultura reviste, entonces, u n a cierta c o n n o t a c i ó n n o r 6

mativa pues influye en el estilo de vida de la c o m u n i d a d a la que da forma; p o r lo t a n t o , repercute sobre el bien c o m ú n de u n a sociedad. A l respecto dice M e s s n e r : "La cultura de u n a sociedad, e n t e n d i d a en

6 Scarponi, C.A. (1996), p. 551. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

sentido amplio, no es otra cosa que la realidad del bien c o m ú n que se extiende a todas las esferas del valor. E l h o m b r e individual, al p a r ticipar en ella, se convierte en el ser cultural que está d e t e r m i n a d o a ser por su naturaleza" . A h o r a bien, como los h o m b r e s se relacionan 7

entre sí de m o d o diverso, el bien c o m ú n dependerá de u n conveniente pluralismo social que respete esa diversidad. N o es posible disociar cultura de bien c o m ú n , pues la cultura es el m e d i o en el que la sociedad debe hallar sus caminos de concreción del bien c o m ú n . La cultura es al m i s m o tiempo proceso y estado p o r q u e es c o n s t a n te la actividad con la que el h o m b r e la genera mientras él m i s m o se enriquece. Se trata, por t a n t o , de u n proceso bidireccional porque mientras el h o m b r e construye la cultura -sentido objetivo- ella t a m bién lo forma a él -sentido subjetivo-, permitiéndole transitar de u n estado cultural hacia otro, pues toda situación es potencia de la futura y acto de la pasada. E l h o m b r e recibe el ser personal c o m o algo que le es dado sin mérito de su parte, pero el perfeccionamiento para labrar u n a personalidad determinada requiere de su esfuerzo c o n s tante y paulatino, y eso es lo que consigue m e d i a n t e el proceso cultural, que p u e d e ser facilitado o dificultado p o r la cultura imperante. Convergen aquí los dos sentidos de la palabra cultura, lo cual demuestra que, necesariamente, deben tenerse en cuenta ambas dimensiones -la subjetiva y la objetiva- en forma simultánea. E n efecto el h o m b r e se desarrolla o se envilece al t i e m p o que, con su obrar h u m a n o , perfecciona o deteriora a la c o m u n i d a d en la que vive, pues mientras el h o m b r e edifica o destruye u n a cultura, esa m i s m a cultura lo está influyendo a él. Resulta m u y difícil para el h o m b r e permanecer ajeno a las influencias culturales; por lo t a n t o , la cultura no es sólo u n a responsabilidad personal sino t a m b i é n social ya que es en la c o m u n i d a d h u m a n a en la que el h o m b r e se autorrealiza y plenifica como ser social, llamado a la trascendencia hacia otras personas, con quienes construye u n "nosotros".

7 Messner, J. (1967), p. 208. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

Para exponer la relación entre cultura y empresa he escogido algunos tópicos que m e parecen de interés particular: cultura empresarial sustentada en valores, cultura del trabajo y del mérito, cultura de la solidaridad y la confianza, la empresa c o m o generadora de conocimientos y la cultura en el marketing.

III. Cultura empresarial sustentada en valores Siendo la cultura empresarial u n p u n t o de ineludible responsabilidad para las empresas, c o m o para cualquier organización intermedia, parto de esta definición de cultura organizacional: " C o n j u n t o de objetivos, convicciones básicas, valores, símbolos, n o r m a s , pautas de conducta y de sus objetivaciones materiales que otorgan a u n a organización u n carácter d e t e r m i n a d o y u n a idiosincrasia

incon-

fundible" . E l t e m a de los valores define m a r c a d a m e n t e el tipo de 8

cultura que se instaura en u n a organización. Para que la cultura empresarial contribuya eficazmente al desarrollo de quienes c o m p o n e n u n a empresa es preciso consolidar u n a escala de valores que respete la supremacía de lo espiritual sobre lo material. C u a n d o prevalece lo espiritual se da u n a tendencia cultural ascendente; por el c o n trario, cuando prevalece lo material, la tendencia es descendente. E l ser h u m a n o ofrece j u s t a m e n t e esa ambivalencia que ha sido d e m o s trada t a n t o en el esplendor de ciertas culturas c o m o en su d e c a d e n cia; la historia b r i n d a abundantes ejemplos en a m b o s sentidos. Para que la tendencia cultural sea ascendente es preciso que se sustente en valores. E n u n a correcta escala de valores aparecen en p r i m e r lugar, en o r d e n creciente de jerarquía, los valores naturales (sensibilidad, placer, gozo, salud); en segundo lugar e n c o n t r a m o s los valores e u d e m ó n i c o s (felicidad, éxito, prosperidad), los valores n o é ticos (verdad, profundidad, consistencia), los valores estéticos (belleza, elegancia, b u e n gusto) y los valores sociales (identidad, cohesión, autoridad, patriotismo). E n u n tercer nivel, p o r encima de los

8 Hillmann, K. H . (2001), p. 199. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRIGUEZ-PENELAS

demás, aparece el valor moral, que alude al bien querido por sí m i s m o , por la perfección que aporta al sujeto y n o p o r la utilidad o deleite que le proporciona. L o s valores de los dos primeros niveles pueden ser postergados en su consecución, aunque el valor moral no, pues el h o m b r e n o puede permanecer neutral respecto a su desarrollo y crecimiento c o m o persona. Si n o crece, se traiciona, p o r q u e el buscar siempre u n grado de ser superior, u n a mayor perfección de su personalidad, es de su esencia. C u a n d o el h o m b r e se orienta hacia el bien moral, los valores inframorales preparan el camino, pero cuando el h o m b r e pierde de vista el sentido de su vida que proporciona el valor moral, los valores inframorales pasan a ser u n obstáculo para la consecución del bien moral. E l progreso h u m a n o se realiza en la ley de la libertad pero también en la de la responsabilidad, en la respuesta concreta que el h o m b r e da a su condición de perfectible, y esa respuesta se halla en el valor moral. Desarrollo será sólo aquel cambio que perfecciona al sujeto según su naturaleza h u m a n a , p o r eso tiene su centro en el p e r feccionamiento moral. P o r esta razón, la cultura sólo sirve al h o m bre cuando lo conduce hacia los valores morales, que son los que dan sentido a la existencia h u m a n a , e n t e n d i e n d o por sentido t a n t o dirección como significación. Los h o m b r e s tienen el derecho a vivir en u n a sociedad cuya cultura no ignore los valores esenciales de la persona h u m a n a ni los relacionados con su convivencia en c o m u n i d a d : la vida h u m a n a , la d i g n i dad, la familia, la amistad, el respeto, la verdad, el amor, la belleza, el trabajo, el conocimiento, la confianza y tantos otros que enaltecen las condiciones en las que el h o m b r e desarrolla su existencia p e r s o nal en u n clima de justicia y solidaridad. L a cultura organizacional debe promover estos valores a fin de generar u n clima que enaltezca lo h u m a n o . Este es u n p u n t o esencial a la h o r a de elaborar códigos de ética, que deberían apuntar más al reconocimiento de aquellos valores compartidos que nutren las decisiones y acciones de los m i e m b r o s de u n a empresa que a la formulación h e t e r ó n o m a de Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

acciones impuestas, carentes de sentido moral para quien las ejecute.

IV. Cultura del trabajo y del mérito A través del trabajo, la persona p o n e a prueba sus potencias específicamente

h u m a n a s , la inteligencia y la voluntad, gobierna la n a t u -

raleza y la transforma, i m p r i m i é n d o l e u n a dimensión cultural. A l respecto dice Mirabella: "El fin del trabajo trasciende la perfección de la obra y se ubica en el sujeto actor y receptor de la operación, al m o d o c o m o t o d a actualización potencial supone el ser y se ordena a él" . Efectivamente, m e d i a n t e su inteligencia y su voluntad el h o m 9

bre modifica las realidades terrenas haciendo del m u n d o creado u n m u n d o cultural, incorporando conocimientos y habilidades que t a m b i é n lo perfeccionan a él; de esa m a n e r a el trabajo trasciende la perfección de la obra hacia la perfección del sujeto actuante. A l transformar los elementos puestos a disposición p o r la naturaleza, el h o m b r e los devuelve a la sociedad h u m a n i z a d o s , o sea, en u n estado superior a aquél en que los recibió. E l trabajo h u m a n o es la acción por la que el h o m b r e aprovecha y enriquece la creación de D i o s en el m i s m o escenario previsto por É l . C u a n d o la persona h u m a n a modifica la naturaleza le incorpora su dimensión espiritual, a ñ a d i e n d o a la naturaleza algo que es propio del h o m b r e : el valor. L o natural es ontológicamente b u e n o , pero es el h o m b r e quien le asigna la b o n d a d particular del valor, la estimación h u m a n a de algo. E n t o d o trabajo se advierten dos dimensiones: la subjetiva, que alude al h o m b r e c o m o sujeto de esa actividad, y la objetiva, que refiere a la acción concreta, a lo que el h o m b r e hace. Si se considera la d i m e n sión subjetiva del trabajo, se advierte su aspecto unificador: sólo el h o m b r e trabaja, y es su naturaleza racional la que le dota de ese cariz

9 Mirabella, M . A . (2006), p. 123. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

unificador, pues detrás de cada trabajo hay siempre u n a racionalidad en acción. M a s si se observa la dimensión objetiva aparece el aspecto diferenciador del trabajo, la tarea que cada u n o realiza, que p o n e de manifiesto la interdependencia entre los h o m b r e s fundada en la natural complementariedad que reina entre ellos. C u a n d o lo objetivo p r e d o m i n a sobre lo subjetivo, la actividad deja de ser u n valor para convertirse en u n disvalor, pues lo h u m a n o queda relegado. Se pierde el carácter unificador y permanece sólo el carácter diferenciador que proporciona la división de tareas. E l respeto a la dimensión subjetiva promueve la autorrealización, el desarrollo familiar y la identidad de la persona a nivel social. Para lograrlo, es preciso impregnar esa interdependencia entre los h o m b r e s de una vivencia de la solidaridad, no declamada sino efectivamente vivida. C u a n d o el h o m b r e realiza alguna obra m e d i a n t e su trabajo, t a m bién le asigna u n valor, y es ahí d o n d e convergen ambas d i m e n s i o nes, la objetiva y la subjetiva, al valorar tanto el p r o d u c t o de sus esfuerzos -dimensión objetiva- cuanto la acción que se ejecuta para lograrlo -dimensión subjetiva-. E l trabajo se hace cultura c u a n d o el h o m b r e logra percibir que mediante su ejercicio incorpora valor h u m a n o a las cosas; si no es así, su acción pierde el sentido h u m a n o y se transforma en acción mecánica, carente para él de significación cultural. D e l análisis de ambas dimensiones surge que el trabajo es también u n m o d o idóneo de encuentro entre los h o m b r e s , de d o n d e nace el carácter unitivo del trabajo. P o r eso, trabajar es trabajar con otros hombres y para otros hombres, ya que el h o m b r e produce n o sólo para sí m i s m o sino también para los demás. L a cultura del trabajo debe reposar sobre la concepción del trabajo como valor, no como u n valor económico, propio de visiones m a t e rialistas que empobrecen la consideración h u m a n a , sino c o m o u n valor moral, fuente de perfeccionamiento y desarrollo de la personalidad. L o opuesto a la cultura del trabajo es la incultura de la pereza pero también la incultura del trabajo como fin de la existencia h u m a na. Decir que el trabajo debe orientarse a la persona y subordinarse Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

a su realización implica reconocer la importancia que reviste en el proceso de desarrollo h u m a n o , t a n t o a nivel individual c o m o colectivo, pues el p a t r i m o n i o de u n a sociedad, y aun de la h u m a n i d a d en su conjunto, es el trabajo acumulado p o r generaciones y generaciones: los medios de producción, las obras de arte o los bienes culturales fueron producidos a lo largo de la historia p o r el esfuerzo m a n c o m u n a d o de h o m b r e s que gestaron ese p a t r i m o n i o y lo legaron a las generaciones posteriores. Nuestros avances actuales se basan siempre en el desarrollo logrado p o r quienes nos precedieron. Este es otro aspecto a señalar con especial énfasis en la cultura del trabajo: el de la solidaridad en ambas direcciones, la horizontal, que nos vincula con nuestros coetáneos, y la vertical, que nos c o m p r o m e t e con quienes nos sucedan en este m u n d o que habitamos. L u e g o retomaré este aspecto particular de la cultura de la solidaridad para desarrollarlo con mayor d e t e n i m i e n t o . E n la economía actual, m u c h o s h o m b r e s encuentran en la empresa su espacio apto para el ejercicio del trabajo, por eso, la empresa es u n ámbito privilegiado para gestar la cultura del trabajo. Ya no se trata sólo de brindar empleo -forma particular de ejercer el trabajo- sino de proporcionar los medios para configurar u n a verdadera cultura del trabajo, es decir, condiciones de valoración y a m o r hacia el trabajo en t a n t o que expresión y testimonio de la dignidad h u m a n a . E n virtud de que la cultura del trabajo se vincula estrechamente con el esfuerzo h u m a n o que t o d o trabajo lleva consigo, debe contemplar t a m b i é n el desarrollo de u n a cultura del mérito. E l mérito puede definirse c o m o el conjunto de bienes intrínsecos de u n a persona; guarda estrecha relación con la perfección h u m a n a y se vincula con las virtudes que h a desarrollado en el transcurso de su vida, puesto que el mérito se conquista m e d i a n t e el esfuerzo. L a mejora y la perfección sólo p u e d e n ser obra del m i s m o h o m b r e que las procura, lanzándose a andar el c a m i n o del crecimiento personal. E l mérito radica en la constante mejora de la personalidad, en luchar por mejorar el ser, por alcanzar los valores propuestos y plasmar ideales elevados; Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

por eso n o radica en el reconocimiento externo y es independiente de la fama. M u c h a s veces sólo atrae adversarios, aquéllos que se sienten agredidos por el mérito ajeno. Su m e d i d a es de índole cualitativa, n o cuantitativa. L a cultura del facilismo y del éxito ostentoso, hoy imperante, atenta contra el mérito y, en consecuencia, contra el auténtico desarrollo de la sociedad en su conjunto, pues u n a sociedad n o puede mejorar si no mejoran de forma personal sus integrantes.

V. Cultura de la solidaridad y de la confianza C o m o la cultura en sentido objetivo es precisamente el marco en el que cada h o m b r e desarrolla su propia cultura -sentido subjetivocolaborar con la promoción y afianzamiento de los valores c o m o disposición constante implica contribuir a p r o m o v e r la solidaridad como virtud social, como virtud constitutiva del e n t o r n o cultural. E l primer paso para desarrollar la solidaridad consiste en reconocerse deudor de los demás, al ser innumerables los beneficios que t o d o h o m b r e recibe de la sociedad. Se fomenta así u n a cultura de la solidaridad en la que los ciudadanos se hacen responsables de la cultura que generen. E l ejercicio de esta virtud significa luchar contra t o d o aquello que la degrade. L a empresa, c o m o creación h u m a n a , t a m bién es deudora de aquellas generaciones que h a n acumulado capital y desarrollado conocimientos científicos y técnicos, p o r lo cual, t a m bién le cabe la responsabilidad de retribuir a la sociedad p o r los beneficios recibidos de ella, cooperando en la construcción de la cultura. L a empresa puede ser p r o m o t o r a de solidaridad n o sólo en la difusión de mensajes que la impulsen y la consoliden, sino t a m b i é n , d e n tro de sus propias fronteras organizacionales, en la creación de u n clima que favorezca la cultura de la solidaridad en pos del objetivo c o m ú n . L a generación de equipos de trabajo sustentados en el esfuerzo m a n c o m u n a d o en busca de u n objetivo que cohesione al equipo es u n m o d o idóneo y específico de fomentar la solidaridad. Y Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

al m i s m o t i e m p o se a u m e n t a la eficiencia en el trabajo, u n aspecto que la empresa debe cuidar para lograr la mayor productividad social de sus recursos. Para promover u n a cultura de la solidaridad t a m b i é n es preciso construir confianza d e n t r o de las organizaciones, c o m o señala Guillen Parra cuando, después de mencionar el respeto hacia los demás, la flexibilidad, la sinceridad, la lealtad y la generosidad, c o m o factores que hacen a la calidad h u m a n a de las personas que trabajan, agrega lo siguiente: " U n o de los efectos más importantes que p r o d u c e n los c o m p o r t a m i e n t o s éticos es precisamente la construcción de confianza" . 10

L a palabra confianza viene del latín cum-fide,

que significa fe c o m -

partida. E n principio es u n t é r m i n o que implica cierta reciprocidad, a u n q u e en la actualidad se emplea frecuentemente de m o d o u n i d i reccional, sin que necesariamente conlleve u n a actitud recíproca. E n el marco de la organización, la confianza p u e d e estar basada t a n t o en la idoneidad o capacidad técnica de alguien c o m o en su integridad o solvencia moral. E n el p r i m e r caso se reconoce lo que el otro sabe sobre u n d e t e r m i n a d o aspecto y se le respeta en lo profesional o en lo técnico. E n el s e g u n d o sentido, lo que i m p o r t a es la persona en cuanto tal, su c o m p o r t a m i e n t o personal, n o ya su d e s e m p e ñ o en u n d e t e r m i n a d o c a m p o del saber. E l reconocimiento de la autoridad requiere de ambas dimensiones, pues las relaciones que se generan en u n a empresa deben c o n t e m p l a r t a n t o lo profesional cuanto lo personal. A m b o s aspectos influyen fuertemente en la validez del liderazgo, que se ejerce siempre a partir de lo que el líder es. P o r eso, si n o se edifican c o n v e n i e n t e m e n t e relaciones de confianza, se p r o duce u n deterioro en la autoridad del líder que i m p i d e la integración de las personas en equipos de trabajo orientados a alcanzar u n objetivo c o m ú n . A l g o similar ocurre en las relaciones horizontales entre

10 Guillen Parra, M . (2006), p. 11. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

los miembros de u n equipo, que esperan de los demás u n c o m p o r t a m i e n t o predecible. La confianza se relaciona también con el grado de c o m p r o m i s o que asumen los integrantes de cualquier organización, p o r q u e c o m p r o miso implica capacidad de sacrificar u n interés particular infravalente cuando se enfrenta con el interés del equipo. Se genera entonces u n clima de cooperación que, en definitiva, se exterioriza fuera de la organización y conquista la fidelidad de terceros, de clientes y de proveedores internos y externos. L a transparencia es otra de las actitudes que construyen confianza. E l h e c h o de decir la verdad y, más aun, de vivir en conformidad con los propios valores, de convalidar lo que se dice con lo que se hace, con la m a n e r a de vivir, genera en los demás la percepción de que la persona se adhiere a los valores que expresa. P o r el contrario, la desconfianza hace que las personas se encierren y eviten el contacto fluido y la generosidad en la provisión de información. Y así es como se generan conflictos, puesto que los aspectos h u m a n o s repercuten favorable o desfavorablemente en lo psicosocial y t a m b i é n en lo económico. Los c o m p o r t a m i e n t o s y actitudes personales se difunden, creando una cultura de la confianza o u n a incultura de la desconfianza y la insidia.

VI. La empresa como generadora de conocimientos T o d a organización social participa en mayor o m e n o r grado en la génesis de conocimientos de u n a sociedad. L a empresa, o mejor dicho, las empresas en sus variadas modalidades operativas, en la diversidad de productos y servicios que ofrecen, en la generación de tecnología y en su adaptación a las nuevas exigencias, ocupan u n lugar i m p o r t a n t e en la creación de cultura. Son u n á m b i t o más que propicio para el ejercicio de actividades vinculadas con la técnica; por ello, brindar u n e n t o r n o adecuado para que el c o n o c i m i e n t o p u e d a desarrollarse sin inconvenientes es inherente a su responsabilidad. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

Múltiples autores señalan la importancia que el conocimiento reviste para la actividad empresarial en la generación de ventajas c o m p a rativas, y observan la necesidad que tienen las empresas de prestar atención a la creación de conocimientos para n o declinar en su crecimiento. Stiglitz, p r e m i o N o b e l de economía, dice: "Los países que no invierten g e n e r o s a m e n t e en educación e n c u e n t r a n dificultades a la h o r a de atraer inversiones extranjeras para negocios que d e p e n d e n de trabajadores cualificados -y en la actualidad cada vez son más los negocios que d e p e n d e n en parte del trabajo cualificado-" . E s t o que 11

afirma Stiglitz respecto a los países p u e d e aplicarse t a m b i é n , y q u i zás con mayor incumbencia, a las empresas, puesto que están s o m e tidas a u n a dura competencia nacional e internacional que no puede ignorarse. E l desarrollo del conocimiento y las formas en que las compañías lo logran hacen a la cultura organizacional, hasta el p u n t o de que h a n generado nuevas concepciones de la empresa en tanto que creadora de conocimientos. U n n ú m e r o considerable de autores h a observado que u n a c o m p a ñ í a es sustentable sólo cuando logra crear y aplicar nuevos conocimientos. A l respecto, dicen N o n a k a , T o y a m a y Nagata: "El c o n o c i m i e n t o y las habilidades d a n a u n a firma u n a v e n taja competitiva [...] L a raison d'étre de u n a c o m p a ñ í a es crear c o n t i n u a m e n t e c o n o c i m i e n t o " . Aclaran luego que ven el c o n o c i m i e n 12

to, n o desde la tradicional perspectiva epistemológica occidental, sino específicamente vinculado al contexto, desde u n a visión relacional, dinámica y humanística, "esencialmente relacionado con la acción h u m a n a " . P o n e n de manifiesto t a m b i é n su convicción de 13

11 Stiglitz, J. (2006), pp. 76-77. 12 Nonaka, I.; Toyama, R. y Nagata, A. (2000), p. 2: "Knowledge and skills give a firm a competitive advantage [...] T h e raison d'etre of a firm is to continuously create knowledge". 13 Nonaka, I.; Toyama, R y Nagata, A. (2000), p. 2: "essentially related to human action". Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

que tanto las personas c o m o las organizaciones tienen u n amplio potencial para crecer juntas a través de la creación de conocimientos, y que la organización es u n lugar d o n d e las personas p u e d e n trascender gracias a esta actividad. E s i m p o r t a n t e que m e n c i o n e n la trascendencia, factor esencial del c o m p o r t a m i e n t o h u m a n o , a pesar de que muchas veces suele negarse o, al m e n o s , eclipsarse en el tratam i e n t o de estas cuestiones. D e n t r o de las formas del saber a las que contribuye la empresa se hallan tanto la técnica, entendida como conjunto de conocimientos que conducen a hacer determinada cosa, c o m o la experiencia que surge del trabajo y de la producción. C o m o el quehacer artístico-técnico se subordina a lo moral, aparece entonces la prudencia como orientación del h o m b r e hacia el bien en pos de su propio perfeccionamiento. L a empresa es u n ámbito especial para la generación de esas diversas formas de conocimiento que hacen a la evolución cultural de los h o m b r e s y, por ende, de las sociedades que ellos conforman.

VII. La cultura en el marketing L a economía de empresa ha producido u n asombroso i n c r e m e n t o de la cantidad y de la calidad de bienes disponibles, pero es necesario admitir que u n a mayor cantidad de bienes n o significa necesariam e n t e mejor calidad de vida ni u n a vida más acorde con la dignidad h u m a n a . Los bienes son instrumentos de perfección para el h o m b r e , necesarios para su desarrollo, pero ofrecen t a m b i é n cierta ambivalencia cuando se convierten en el fin de la existencia h u m a n a . E l consumo debería ser u n m e d i o para satisfacer necesidades y n o c o n s tituir el fin de la existencia, ya que entonces se transforma en consum i s m o , pasión p o r consumir; u n c o n s u m o sin sentido, sin

finalidad.

E l afán de vivir no debe privar al h o m b r e del sentido de vivir porque entonces su existencia se convierte en u n vértigo consumista en el que el h o m b r e no es sujeto activo de u n a acción sino sujeto pasivo de impulsos que lo llevan a comprar y consumir y, en m u c h o s casos, Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

sólo a c o m p r a r sin siquiera disfrutar de aquello que compra. L a p o n deración de las verdaderas necesidades, la comprensión y distinción de qué bienes son necesarios y convenientes y cuáles son sólo superfluos, constituye u n sano freno a los impulsos de compra. Si frente a cada posibilidad de c o m p r a el h o m b r e se preguntase si aquello que desea le es necesario o n o , si le es conveniente o n o , el c o n s u m o sería m u c h o más racional, m u c h o más sano y mayor expresión de a u t o d o minio personal, propio de quien dirige su vida hacia u n fin superior y n o de quien se ve dirigido hacia metas inferiores que perjudican su elevación personal. P o r lo general, las actitudes consumistas van de la m a n o de estilos de vida en los que el trabajo se convierte en el fin de la existencia h u m a n a , p o r q u e ambas perspectivas se n u t r e n de u n a visión materialista del h o m b r e . L a cultura debe contribuir a que las personas consoliden u n a escala de valores que h u n d a sus raíces en la profunda c o m p r e n s i ó n de la naturaleza h u m a n a , reconociendo la primacía de lo espiritual sobre lo material, contribuyendo a que evalúen a d e c u a d a m e n t e sus necesidades, distinguiendo las reales de las ficticias -originadas sólo en el deseo de poseer o de ostentar, o en actitudes compulsivas de c o m p r a que, lejos de posibilitar o facilitar el desarrollo de las personas hacia su perfección, desvían la atención hacia objetivos infravalentes, que velan los fines existenciales exigidos p o r la dignidad h u m a n a - . L a sustitución de ideales, propios del á m b i t o espiritual, p o r ambiciones, propias del á m b i t o material, deja a los h o m b r e s sumidos en la sensación de desconcierto, de constante insatisfacción, de falta de desafíos, de incapacidad para elaborar y sostener u n proyecto de vida que realmente valga la pena. L a sociedad h u m a n a pasó de estilos de vida centrados en D i o s a otros basados en el h o m b r e . L u e g o se orientó hacia esquemas centrados en los objetos materiales, en los que el núcleo de la existencia ya n o lo representaba el h o m b r e , ni m u c h o m e n o s D i o s , sino las cosas. M o d o s de vida en los que el tener prevalecía sobre el ser. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

Cabría preguntarse si, actualmente, nuestra sociedad n o h a h e c h o de las sensaciones el centro de la existencia de m u c h o s h o m b r e s . U n término que podría aplicarse para este perfil de personas es el de filautos (de filia -amistad, afición o a m o r - y autos - d e sí m i s m o - ) que se traduciría como "enamorado de sí mismo", en el sentido negativo de quien n o puede despegarse de sí para salir al e n c u e n t r o de los demás. El h o m b r e se descentra cuando pierde el sentido de trascendencia y se vuelca hacia u n autismo espiritual m u y similar al autism o psicológico. L a persona se halla patológicamente encerrada, vive en una rígida clausura interior en lugar de vivir en la apertura hacia Dios y hacia el prójimo, se encierra en u n a suerte de e n c a n t a m i e n t o inmanente que le impide m a n t e n e r relaciones de amistad con otras personas, aun con las más allegadas. E l f e n ó m e n o de la inmanencia se desarrolla en la esfera del m o n ó l o g o ; el de la trascendencia, en cambio, en la del diálogo. C o m o lo primero que cae bajo la p e r c e p ción del h o m b r e es la dimensión sensible, razón por la cual el c o n o cimiento, aun el intelectual, comienza por la percepción sensible, también aquí los sentidos o las sensaciones n o son sólo lo primero que vive el autista psicológico sino lo único, g e n e r a n d o u n bloqueo que le impide trascender. D e m o d o semejante, el autista espiritual queda encerrado en sus sensaciones y n o logra percibir cabalmente las cosas exteriores. Se genera así u n c o m p o r t a m i e n t o i n m a n e n t e que impide su desarrollo en cuanto persona. A nivel cultural puede advertirse u n modus vivendi

fuertemente

i n m a n e n t e pues muchos h o m b r e s se encierran en sí m i s m o s para vivir encapsulados en sus propias sensaciones, sin advertir la presencia, los sentimientos, las necesidades, las aflicciones ni las angustias de los demás. E l grave peligro de esta tendencia es la generación de sociedades de coexistencia sin convivencia. O b v i a m e n t e , en tal c o m portamiento n o hay espacio para la solidaridad. U n a empresa puede afianzar tal tendencia cuando exacerba sensaciones mediante la publicidad comercial, c o m o ocurre frecuentemente en la promoción de bebidas alcohólicas, cigarrillos u otros p r o d u c Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

tos, sugiriendo actitudes que f o m e n t e n fugas y escapismos m e d i a n te niveles de c o n s u m o que configuran u n a peligrosa adicción. U n a m o d e r a c i ó n en el c o n s u m o , especialmente de los sectores más favorecidos del plexo social, p u e d e a u m e n t a r la capacidad de ahorro de u n a sociedad, y con ella, la capacidad de inversión en nuevos p r o yectos que i n c r e m e n t e n el nivel de empleo, con los beneficios sociales que esto supone. L a utiÜzación de la riqueza debe basarse en criterios n o sólo económicos sino t a m b i é n morales, c o m o son los referidos a la justicia para con todos y a la solidaridad más estrecha con los integrantes m e n o s favorecidos de la c o m u n i d a d a la que se pertenece, e incluso, de la c o m u n i d a d internacional. N o hay que olvidar que la naturaleza entera está al servicio de todos los h o m b r e s m e d i a n t e u n uso j u s t o y o r d e n a d o de sus dones. A través de los mensajes publicitarios, y t a m b i é n m e d i a n t e el auspicio de d e t e r m i n a d o s programas, la empresa p u e d e contribuir al desarrollo de u n a cultura más h u m a n a , pero t a m b i é n p u e d e ayudar a su descomposición f o m e n t a n d o estilos de vida que n o c o n t e m p l a n la primacía de lo espiritual sobre lo material.

VIII. Conclusión L a empresa es u n a organización creada p o r el h o m b r e para satisfacer necesidades m e d i a n t e la producción de bienes y servicios. E s a es la forma específica en que ella, c o m o sociedad intermedia, colabora en la construcción del bien c o m ú n , e n t e n d i d o c o m o el conjunto de condiciones que hacen posible que t a n t o los h o m b r e s c o m o las asociaciones alcancen su perfección. Si bien ése es su m o d o particular de contribuir con el bien c o m ú n , n o es el único. O t r a de las formas posibles de construir el bien c o m ú n es m e d i a n t e la construcción de cultura, c o m p r e n d i d a c o m o conjunto de creencias, valores, formas y estilos de vida de u n a sociedad. E n este concepto de cultura se advierte la estrecha relación que tiene con el bien c o m ú n , pues sus valores, creencias y formas de vida Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

pueden contribuir o perturbar las condiciones para el perfeccionam i e n t o h u m a n o . Los hombres y las organizaciones intermedias como la empresa p u e d e n enriquecer la cultura pero t a m b i é n p u e d e n deteriorarla. A m e d i d a que los h o m b r e s se perfeccionan -sentido subjetivo de cultura- también mejoran la cultura social -sentido objetivo de cultura- que se enriquece cuando se da preeminencia a la dimensión espiritual sobre la material y se envilece cuando se dan las condiciones inversas. D e este m o d o , p o d e m o s inferir que la cultura forma parte de la R S E . E s t o puede apreciarse especialmente en algunos aspectos: cultura empresarial sustentada en valores, cultura del trabajo y del mérito, cultura de la solidaridad y la confianza, la empresa c o m o g e n e r a d o ra de conocimientos y la cultura en el marketing. U n a cultura empresarial sustentada en u n a correcta escala de valores privilegia lo espiritual sobre lo material, lo cual n o significa, para u n a organización económica como es la empresa, olvidar la racionalidad económica en la búsqueda de la mayor eficiencia empresarial, sino no postergar el bien moral por alcanzar metas económicas. Significa también no caer en el falso dilema que o p o n e decisiones éticas a decisiones técnicas, pues lo que efectivamente se o p o n e n son las decisiones basadas en el largo plazo con aquéllas que sólo c o n t e m plan el corto plazo y hacen insostenible el desarrollo futuro. E n las decisiones fundadas en u n horizonte de largo plazo convergen la racionalidad técnica y la racionalidad ética. M á s aun, m e atrevería a decir que ellas son el resultado de u n a única y g e n u i n a racionalidad. E n cambio, las decisiones que se atienen al corto plazo d e n o t a n la pseudorracionalidad de lo no sustentable. La empresa, como organización productora de bienes y servicios, ofrece u n ámbito privilegiado para desarrollar u n a cultura del trabajo y del mérito, creando condiciones para que se valore adecuadam e n t e el trabajo h u m a n o c o m o valor moral, vinculado a la perfección del h o m b r e y orientado a preservar la dignidad h u m a n a de todos los que se d e s e m p e ñ a n en la organización. E n relación con ello Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

t a m b i é n se destaca la o p o r t u n i d a d de generar u n a cultura del m é r i to que estimule el esfuerzo y la creatividad en pos de u n desarrollo integral de todos los h o m b r e s . E n relación con la cultura de la solidaridad y la confianza, la e m p r e sa debe c o m e n z a r por reconocerse ella m i s m a c o m o deudora de la sociedad por los múltiples beneficios que recibe. U n a m a n e r a de retribuir esos beneficios y consolidar u n a actitud solidaria es la de cooperar con la construcción de cultura, en p r i m e r lugar g e n e r a n d o ella m i s m a su propia cultura empresarial fundada en la solidaridad de su gente. Para consolidar tal cultura es preciso generar u n clima de confianza en el que los h o m b r e s sientan la proximidad de los demás y se dirijan a ellos con apertura y generosidad, instaurando formas de liderazgo sustentadas en u n a genuina confianza recíproca. L a importancia de la empresa c o m o generadora de conocimientos es reconocida h o y por innumerables autores que destacan su relevancia en la gestación de ventajas competitivas. L a empresa es responsable de crear condiciones de desarrollo de conocimientos que no sólo la benefician a ella sino que producen, además, u n enriquecimiento social estrechamente vinculado con la cultura en sentido objetivo. E l ú l t i m o de los tópicos analizados en el artículo es la cultura en el marketing, d o n d e h a de advertirse la importancia de los mensajes publicitarios para consolidar u n a cultura de los valores, según se vio en el p r i m e r o de los aspectos. L a acción de marketing, necesaria para el desarrollo comercial y económico de la empresa, n o p u e d e contradecir la escala de valores que garantice el respeto p o r la dignidad h u m a n a , el desarrollo social y la preservación del m e d i o ambiente. Los p u n t o s considerados p e r m i t e n advertir que la empresa, en tanto que organización intermedia, se halla en u n m e d i o cultural al cual debe servir, pues sirviéndolo, sirve t a m b i é n al desarrollo cultural de los h o m b r e s que la c o m p o n e n , ya que la cultura nos forma al m i s m o t i e m p o que contribuimos a su construcción. P o r lo t a n t o , h a de observarse el t e m a cultural c o m o u n a de las responsabilidades a las Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

que la empresa debe atender si desea contemplar a d e c u a d a m e n t e su dimensión social.

Bibliografía Acción Social Empresarial (2002), La empresario. Aportaciones

a la Doctrina

responsabilidad

social del

Social de la Iglesia,

ASE,

Madrid. Alvira, Rafael

(1989), "¿Qué es el h u m a n i s m o

Cuadernos del Instituto Empresa y Humanismo, A n d r é s - G a l l e g o , José y Barba, D o n a t o Empresarial:

50 años de empresariado

empresarial?",

n ° 17, P a m p l o n a . ( 2 0 0 2 ) , Acción

cristiano

en España,

Social ASE,

Madrid. Balián de T a g t a c h i a n ,

B e a t r i z ( 2 0 0 5 ) , Responsabilidad

Social

Empresaria: un estudio empírico de 147 empresas, U C A , Buenos Aires. Bañares, Leticia (1994), La cultura del trabajo en las

organizaciones,

Rialp, M a d r i d . Barraca Mairal, Javier (2000), La clave de los valores: fundamentos

y

aplicaciones, U n i ó n Editorial, M a d r i d . Bongiovanni, Maximiliano (2005), " M a r k e t i n g cultural y responsabilidad

social empresaria",

Revista

Científica,

vol.

9, n°

1,

Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, B u e n o s Aires, p p . 57-64. Casares, T o m á s (1967), Naturaleza

y responsabilidad

económico-social

de la empresa, Itinerarium, Buenos Aires. Debeljuh, Patricia (2004), La conquista de las virtudes en la empresa, T e m a s G r u p o Editorial, Buenos Aires. Derisi, Octavio Nicolás (1963), Filosofía de la cultura y de los valores, E m e c é Editores, Buenos Aires. Fernández, F e r n a n d o (1986), " E m p r e s a y cultura", Cuadernos Instituto Empresa y Humanismo,

del

n° 5, P a m p l o n a .

Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

Ferrer Arellano, J o a q u í n (1998), Metafísica

de la relación y de la alte-

ridad, E U N S A , P a m p l o n a . Fitte, H e r n á n (1996), "La primacía de las personas en el gobierno de la empresa", Etica en el gobierno de la empresa: V coloquio de ética Empresarial y Económica, E U N S A , P a m p l o n a . Foss, Nicolai J. (ed.) (2000), The Theory of the Fìrm. Criticai perspectives on Business and Management,

Routledge, N u e v a York.

García F o n t i , Inés (2006), Responsabilidad contables sobre su cumplimento,

informes

E d i c o n , Buenos Aires.

Guillen P a r r a , M a n u e l ( 2 0 0 6 ) , Ética Construyendo confianza,

social empresaria:

en las

organizaciones.

Pearson E d u c a c i ó n S.A., M a d r i d .

G ü n t h ó r , A n s e l m (1987), Chiamata

e risposta, una nuova

teologia

morale, E d i z i o n e Paoline, R o m a . Hàring,

Bernhard

( 1 9 8 5 ) , Etica

de la manipulación,

Herder,

Barcelona. H i l l m a n n , Karl H e i n z (2001), Diccionario enciclopédico de sociología, H e r d e r , Barcelona. L a u r e n t , Philippe (1985), Pour l'entreprise, création et

responsabilité,

L e C e n t u r i ó n , París. L l a n o Cifuentes, Carlos (2002), "Caracterología del directivo al inicio del siglo X X I " , Revista Empresa y Humanismo,

vol, 2, n ° 2 , p p .

321-344. M a r i t a i n , Jacques (1966), Le Paysan de la Garonne. Un vieux laïc s'interroge à propos du temps présent, Desclée de Brouwer, Paris. M a r i t a i n , Jacques (1981), La persona y el bien común,

C l u b de

Lectores, Buenos Aires. M e l é , D o m é n e c (1997), Etica en la dirección de empresas, Folio, Barcelona. Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134

HORACIO RODRÍGUEZ-PÉNELAS

M e l e n d o G r a n a d o s , T o m á s (1994), "El trabajo, m e d i o de desarrollo personal", Ética, trabajo y empleo: III Coloquio de Ética Empresarial

y

económica, E Ü N S A , P a m p l o n a , p p . 4 7 - 6 6 . Messner, J o h a n n e s (1967), Etica social, política y económica a la luz del derecho natural, Rialp, M a d r i d . Mirabella, M i g u e l Á n g e l (2006), Fundamentos

defilosofía

económica,

E D U C A , Buenos Aires. N o n a k a , Ikujiro; T o y a m a , Ryoko y Nagata, Akiya (2000), "A F i r m as a Knowledge -creating Entity: A N e w Perspective o n t h e T h e o r y of the Firm", Industrial

and Corporate Change, voi. I, n° 1, Oxford

University Press, Nueva York. Paladino, Marcelo (2004), La responsabilidad de la empresa en la sociedad. Construyendo la sociedad desde la tarea directiva, G r u p o Editorial Planeta - Ariel Sociedad económica, Buenos Aires. Perdiguero, T o m á s y G a r c í a - R e c h e , A n d r é s (eds.) (2005), La responsabilidad

social de las empresas y los nuevos desafíos de la gestión

empresarial, P U V , Valencia. Pérez López, Juan A n t o n i o (2002), Fundamentos

de la Dirección de

Empresas, Rialp, M a d r i d . Pezoa Bissières, Alvaro (2003), "La clave del b u e n éxito para la empresa contemporánea: el espíritu de servicio", Revista Empresa y Humanismo,

voi. V I , n° 2 , p p . 3 7 3 - 3 8 5 .

Polo, L e o n a r d o y L l a n o , Carlos (1997), Antropología

de la acción

directiva, A e d o s - U n i ó n Editorial, M a d r i d . Pontificio Consejo Justicia y P a z (2005), Compendio de la

Doctrina

Social de la Iglesia, Conferencia Episcopal A r g e n t i n a , B u e n o s Aires. Scarponi, Carlos Alberto (1996), La filosofía de la cultura en Jacques Maritain.

Génesis y principios

fundamentales,

EDUCA,

Buenos

Aires. Revista Empresa y Humanismo Voi. XI, 2/08, pp. 109-134

LA CULTURA ES TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

Schein, E d g a r

( 1 9 9 2 ) , Organizational

Culture

and

Leadership,

Jossey-Bass, San Francisco. Solomon, R o b e r t (1993), Ethics and Excellence - Cooperation Integrity

and

in Business, Oxford University Press, Oxford.

S o l o m o n , R o b e r t (1999), A Better Way to Think about Business:

How

personal Integrity Leads to Corporate Success, Oxford University Press, Oxford. Stiglitz, J o s e p h (2006), Cómo hacer que funcione

la

globalización,

T a u r u s , B u e n o s Aires. Taylor,

Charles

( 1 9 9 4 ) , La

ética

de la autenticidad,

Paidós,

Barcelona. Videla, Ludovico y C r e s p o , Ricardo (comp.) (2004), Etica de los negocios, E D U C A , Buenos Aires. Wojtyla, Karol (1982), Persona y acción, B A C , M a d r i d . Wojtyla, Karol (1993), Mi vision del hombre, Palabra, M a d r i d .

Revista Empresa y Humanismo Vol. XI, 2/08, pp. 109-134