"LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA Y LOS FASCISMOS."

UNIDAD 9 "LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA Y LOS FASCISMOS." 1.- LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA. En 1914, los regímenes democráticos se asentaban en un reducid...
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UNIDAD 9

"LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA Y LOS FASCISMOS." 1.- LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA. En 1914, los regímenes democráticos se asentaban en un reducido numero de países, en una Europa dominada por las monarquías conservadoras. En 1919, con la derrota de los Imperios centrales y de sus aliados, una gran parte de estas monarquías europeas desaparecieron. A imitación de los países vencedores de la guerra (Reino Unido, Francia y Estados Unidos), la mayoría de ellos instauraron sistemas republicanos parlamentarios. Pero el auge de la democracia no evitó la existencia de corrientes ideológicas que la cuestionaban total o parcialmente. Parte de los antiguos combatientes de la guerra manifestaban su desconfianza hacia el sistema parlamentario, al que acusaban de debilitar la unión de la nación, presentando posiciones antidemocráticas. En el lado opuesto a esta ideologías se situaba la extrema izquierda, influida por el bolchevismo, que propugnaba otro tipo de dictadura, la del proletariado.. El ejemplo de la revolución rusa propició el surgimiento de partidos comunistas adscritos a la III Internacional, escindidos de los partidos socialistas. Por otra parte, la inestabilidad gubernamental se generalizó por toda Europa. Su capacidad de respuesta ante los graves problemas de la posguerra era escasa, como también se verían profundamente afectadas por las consecuencias de la Gran Depresión. En este ambiente político, las tendencias antiparlamentarias aumentaron. La falta de tradición democrática en muchos de los nuevos Estados europeos hizo que sus gobiernos tendieran a limitar las libertades o a eliminarlas. Así, desde 1925, numerosos países europeos impusieron regímenes dictatoriales. En contra de lo que podían esperar las clases dominantes, el peligro para la democracia no vino del comunismo, sino de la derecha y de la extrema derecha. Antes de que se produzca la crisis económica de 1929 el régimen parlamentario había dejado de existir en países como España con la dictadura de Primo de Rivera (aunque se recuperaría en el período 1931-36 con la II República), Portugal, Bulgaria y Grecia. A partir de la depresión económica, los regímenes dictatoriales se generalizaron en toda la Europa oriental, central y meridional. En todas estas zonas sólo Checoslovaquia permaneció fiel al sistema democrático. Pero todos estos regímenes eran dictaduras clásicas basadas en ideologías conservadoras, con un menor grado de movilización y control social que los nuevos regímenes fascistas, que habían tenido su origen en Italia, extendiéndose con mayor o menor intensidad por países como Alemania, Austria y Hungría. En definitiva, los regímenes parlamentarios sólo perduraron en las naciones más desarrolladas y con mayor tradición democrática: Europa occidental y nórdica, Norteamérica y Oceanía.

2.-TOTALITARISMO Y FASCISMO. El uso de los conceptos de totalitarismo y fascismo para caracterizar a las dictaduras “modernas” del siglo XX y diferenciarlas de las dictaduras tradicionales y conservadoras es muy controvertido y equivoco. El concepto de totalitarismo es más amplio y suele aplicarse a los regímenes de Mussolini, Hitler y Stalin, los cuales, a pesar de sus indudables diferencias ideológicas, tienen varias características comunes: el principio de liderazgo, , la existencia de un partido único, un control y manipulación de todos los medios de comunicación y un dominio burocrático de la economía y de las relaciones sociales. En definitiva, el totalitarismo se traduce en un Estado omnipotente y policíaco que recurre al terror para imponerse en todos los ámbitos de la vida. Por su parte, la palabra fascismo no tiene en si misma una significación política concreta como liberalismo, democracia o comunismo. Procede del término italiano fasci (del latín fasces, término que evoca el haz de varas de madera atada que llevaban los lictores delante de ciertos magistrados romanos como símbolo de autoridad en la Roma antigua). En cuanto a su significado es conveniente analizar sus características para llegar a un entendimiento de lo que se entiende por fascismo.

3.- PRINCIPIOS IDEOLÓGICOS Y MÉTODOS DE ORGANIZACIÓN DE LOS REGÍMENES FASCISTAS. A diferencia del liberalismo o del marxismo, no existe una exposición coherente y sistemática de los principios doctrinales del fascismo. No obstante podemos extraer los siguientes a partir de su propio desarrollo histórico: A) La exaltación del Estado nacional que pretende organizar en un Estado totalitario y absoluto. Esta idea de la primacía del estado sobre el individuo implica la negación de los principios clásicos del liberalismo (derechos individuales, separación de poderes y soberanía nacional). A ello, el nazismo agrega la idea de un Estado sustentado en supuestos étnicos y racistas. Para Hitler el fin supremo del Estado nazi es preservar la pureza racial, lo cual justificaría la política racista y antisemita del Tercer Reich. B) El antiigualitarismo y antiparlamentarismo, a cambio defienden la idea de un gobierno detentado por una élite y bajo la dirección de un jefe (duce o Führer), carismático, infalible y vértice de toda una organización jerárquica de la que se deduce la desigualdad natural de los individuos. La sociedad debe estar dirigida por “los mejores y más fuertes”, con lo que se niega el principio del gobierno representativo. Además, esa jerarquización se extiende a otras esferas: el hombre es superior a la mujer, el militar al civil y el miembro del partido al que no lo es. C) La defensa de un Estado autoritario-corporativo que integre en él a todos los individuos y todos los intereses sociales frente a los regímenes democráticos, partidos y sindicatos que dividen y enfrentan a la sociedad. D) De otro lado, al presentarse como un movimiento revolucionario anticomunista, contrapone al socialismo internacionalista, un “socialismo nacional” con un demagógico programa anticapitalista en defensa del nacionalismo económico y de la autarquía. E) El nacionalismo extremo, ligado inevitablemente al racismo y al imperialismo militarista. Estos componentes conectan, de un lado, con la idea de la superioridad racial (que lleva al profundo antisemitismo nazi) y, de otro, al objetivo nazi de una “Gran Alemania” que abarque a todos los miembros de esa comunidad racial con independencia de las fronteras políticas establecidas y en la exigencia de un “espacio vital” (lebensraum) para la supervivencia de la raza aria. En el caso italiano la agresividad imperialista se sustenta en alas aspiraciones territoriales nacionalistas y coloniales. F) El fascismo, por último, afirma la primacía de lo irracional, del fanatismo, de la violencia y de la intolerancia, y rechazan los valores de la tradición liberal y racionalista que consideran decadentes. Para lograr sus objetivos el fascismo desarrolla formas de organización y acción capaces de movilizar, encuadrar y manipular a las masas. El Partido único, centralizado, jerarquizado y militarizado (Partido Nacional Socialista Alemán o el Partido Nacional Fascista) y la organización de fuerzas paramilitares (Squadre d´azione, las SA y las SS) fueron el instrumento primordial para la toma y el control del poder. Otro de los métodos para organizar y movilizar a las masas, especialmente a la juventud, es la creación de agrupaciones juveniles (balillas en Italia, juventudes hitlerianas en Alemania). Asimismo, los regímenes fascistas supieron utilizar para sus fines los modernos medios de propaganda (la radio, el cine) para insertar su programa de valores negativos (antiparlamentarismo, anticomunismo, antisemitismo). A ellos se añade la importancia de la escenografía fascista, con desfiles, símbolos, discursos que causaron un gran efecto emocional en las grandes concentraciones.

4.- LA ITALIA FASCISTA. 4.1. La crisis del sistema liberal italiano y el nacimiento del fascismo: Durante la Primera Guerra Mundial, el coste de la vida en Italia había subido mucho más rápidamente que los salarios. Éste fue el origen de un amplio movimiento huelguístico, junto con ocupaciones de fábricas y tierras. Todas estas actuaciones fueron reprimidas, pero el temor a la bolchevización y al estallido de la revolución se extendió entre la burguesía. En el ámbito político, la monarquía constitucional atravesaba una situación de fuerte inestabilidad y ningún partido conseguía mayorías estables. El régimen empezó a verse fuertemente contestado por el Partido Socialista (del que se escindió el Partido Comunista Italiano en 1921, liderado por A. Gramsci), como por el Partido Popular, de inspiración católica y antisocialista.

A todo ello se sumaba el nacionalismo exaltado, derivado de la frustración al no obtener más territorios (Irredentismo). Este nacionalismo estaba muy arraigado entre los excombatientes, quienes liderados por el poeta G. D’Annunzio, ocuparían el Fiume en 1924. En 1919, Benito Mussolini, un exsocialista expulsado del partido, fundó los llamados Fasci di Combattimento, un movimiento que agrupaba a excombatientes y que tenía un programa populista y nacionalista. En 1921, Mussolini transformó los Fasci en el Partido Nacional Fascista, con un programa que mezclaba un discurso populista en lo social, pero claramente defensor de la propiedad privada, con un fuerte nacionalismo y un proyecto expansionista y militarista. El partido adquirió una simbología propia como la camisa negra y el saludo a la romana. Las bases del partido se nutrieron de sectores obreros descontentos, pero sobre todo de la pequeña burguesía, atemorizada por la crisis y el ascenso de las fuerzas revolucionarias. El partido fue bien visto por los grandes propietarios y sectores del ejército, al considerarlo un buen instrumento para frenar el socialismo. Las escuadras fascistas protagonizaron numerosos actos de violencia contra políticos y periódicos de izquierda, contando con la complicidad de la policía y de la justicia. Sólo en el año 1921 fueron asesinadas más de 600 personas, mientras que el partido alcanzaba ya los 700.000 afiliados. 4.2. La marcha al poder del fascismo: El PNF demostró que contaba con una organización eficaz en la huelga de agosto de 1922. Los escuadristas mantuvieron en funcionamiento muchos servicios, demostrando su fuerza y ganándose la simpatía de muchos. Pero el golpe definitivo para hacerse con el poder llegó con la Marcha sobre Roma en octubre de 1922. Los fascistas anunciaron que si el gobierno era incapaz de restablecer el orden y la autoridad, ellos marcharían sobre Roma y reclamarían el poder. Miles de “camisas negras” ocuparon los edificios públicos de la capital y del norte. El gobierno quiso proclamar el estado de excepción el 28 de octubre pero el rey se negó y el gobierno dimitió. Asumiendo toda responsabilidad Víctor Manuel III pidió a Mussolini el 30 que constituyese un nuevo gobierno. Esta entrega de poder también fue responsabilidad de los militares que aconsejaron al rey que no pusiera al ejército en la situación de reprimir a los fascistas. A partir de entonces se inició un proceso gradual de recorte de libertades que conduciría a la dictadura fascista. 4.3. El Estado corporativo-totalitario Inicialmente, un gobierno de coalición mantuvo formalmente la vida parlamentaria. El viraje definitivo hacia la dictadura tuvo lugar en 1924, a raíz del asesinato del diputado socialista Matteotti, quien había denunciado los crímenes perpetrados por los fascistas, el fraude con que el PNF había conseguido ganar las elecciones y exigía, por tanto, la anulación de las elecciones. El asesinato de Matteotti por bandas fascistas provoca la llamada de la oposición a la nación y al rey exigiéndole la vuelta a las normas constitucionales y la prohibición de la milicia fascista. El abandono del parlamento por parte de la oposición, con la pretensión de que el rey destituyera a Mussolini, resultó un gravísimo error estratégico que puso las instituciones en manos de los fascistas. A finales de 1925 se aprueba una ley que otorga plenos poderes a Mussolini. En 1926 se suprime el derecho de huelga y se establece el sindicato fascista como el único representante de los trabajadores. Y , por último, con la "Ley de Defensa del Estado" son eliminados, de hecho, los partidos políticos y el Partido Nacional Fascista se constituye en el partido único. Hasta 1929, Mussolini buscó afianzar su régimen, sometió a un estricto control burocrático al partido, quedando éste al servicio del Estado y no a la inversa. Con gran oportunismo, un anticlerical como él, se atrajo a la iglesia católica, con la que firmó los Pactos de Letrán en 1929. En este concordato se hicieron grandes concesiones a la Santa Sede: enseñanza religiosa obligatoria y catolicismo como la única religión del Estado. A partir de entonces, la Iglesia se convertiría en uno de los grandes soportes del régimen. Por otra parte, los patronos y obreros fueron asignados en organizaciones o corporaciones de militancia obligatoria, a través de las cuales podían negociar con la tutela del Estado. Con esta actuación se pretendía encuadrar a la sociedad entera según la función o actividad de sus miembros: corporaciones de artistas, transportes, etc., suprimiendo la lucha de clases. En la práctica, el régimen concedió libertad a los capitalistas para reducir los salarios y aumentar los beneficios. En economía se comenzó con un estricto liberalismo, para fomentar después el proteccionismo y las grandes concentraciones empresariales, para lograr un autoabastecimiento y un aumento de la producción interna.

En los años treinta, el régimen se volvió más autárquico e intervencionista y aumento su presencia en toda la sociedad italiana. Esto se debió a un triple objetivo: proteger al país de los efectos de la Gran Depresión, imitar a la nueva Alemania nazi y militarizar y rearmar al país para sucesivas guerras. El sistema fascista fomentó un importante crecimiento industrial, a costa del bajo nivel de vida de los trabajadores y de altos índices de desempleo. Desarrolló la burocracia estatal, dando así empleo a las agradecidas clases medias, y puso en marcha tímidas medidas de asistencia social (salario mínimo, asistencia familiar), con la intención de atraerse a los obreros.

5.- LA ALEMANIA NAZI. 5.1. La República de Weimar y la ascensión del nazismo (1918-1933). Alemania fue vencida en la Primera Guerra Mundial y el régimen surgido tras la derrota era totalmente nuevo y desconocido para los alemanes. En lugar del Imperio tradicional, en torno al cual se había creado el Estado alemán, surgió una República parlamentaria y democrática conocida como la “República de Weimar” (llamada así por el nombre de la ciudad donde se reunió la Asamblea Constituyente en 1919). Este régimen político tuvo numerosos problemas desde su nacimiento, los cuales alimentaron y permitieron el desarrollo del nazismo. Entre ellos cabe destacar: A) La derrota y el Tratado de Versalles: El nuevo Estado se responsabilizó de negociar y firmar la Paz de Versalles con los vencedores, que para la mayoría de los alemanes supuso una humillación y una imposición. El ejército y los conservadores acusaron al régimen de traidor e, incluso le responsabilizaron de la derrota. Muchas fuerzas políticas (especialmente entre la derecha) pretendían revisar ese Tratado, sobre todo en lo referente a la desmilitarización y a las amputaciones territoriales en el este. En este ambiente surgió Adolf Hitler, fundador del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP o Partido Nazi), en Munich, 1921, apoyado en sus inicios por excombatientes de la guerra. B) El desorden económico de la posguerra: En Alemania la guerra supuso una catástrofe económica sin precedentes y uno de los mejores ejemplos de hiperinflación. El pago de las reparaciones de guerra y las deudas contraídas por ello agobiaron al país. El año 1923 fue el más grave de la crisis: el dinero se devaluó y quienes más padecieron esta situación fueron los modestos ahorradores, pensionistas, viudas de guerra, funcionarios y asalariados. Generalmente, se acusaba a grupos sociales de conspirar para enriquecerse y a veces se personificaba todos estos ataques en la figura del judío, ya que el antisemitismo era muy fuerte en Centroeuropa. C) La debilidad del régimen ante los intentos de derrocarlo: La República de Weimar tuvo que hacer frente a los intentos revolucionarios promovidos por el nuevo Partido Comunista (KPD), a los de separación de varios Estados (Baviera) y a los golpes de estado de grupos de extrema derecha .El gobierno se derechizó y fue más duro reprimiendo al movimiento obrero que al golpismo y al propio partido nazi, consintiendo la violencia callejera de sus milicias paramilitares (SA y SS), quienes con el terror amedrentaban a sus rivales y en general a todos los ciudadanos. D) Un parlamento dividido y gobiernos inestables: El nuevo sistema electoral alemán impedía a los partidos la obtención de mayorías suficientes para gobernar en solitario. Esto condujo a gobiernos de coalición inestables, donde asumían un importante papel el Partido Socialdemócrata alemán (SPD) y el Zentrum (partido católico de centro). Por encima del gobierno se encontraba el Presidente de la República. El Partido Nazi al principio fue rechazado por radical, pero posteriormente resultó útil debido a su implacable antimarxismo. El propio Hitler abandonó en sus discursos todo aquello que sonase a “revolucionario” y terminó recibiendo el apoyo y la financiación del gran capital. E) Una demoledora crisis económica a partir de 1929: Alemania fue uno de los países más afectados por la Gran Depresión. Ésta aumentó el malestar social y el desempleo y amenazó con arruinar a la temerosa clase media alemana, la cual se volcó en el nazismo. De este desastre se beneficiaron los partidos contrarios al sistema (comunistas y, sobre todo, nazis). Por el contrario, el SPD y el Zentrum se estancaron o retrocedieron. En las elecciones de 1932 el Partido Nazi fue el más votado. El presidente de la Republica, el militar y conservador general Hindenburg, tras varios gobiernos invitó a Hitler a la cancillería el 30 de enero de 1933 para presidir un gobierno de coalición derechista.

5.2. Los nazis en el poder (1933-1945). Hitler, a pesar de presidir un gobierno de coalición en el que sólo había dos ministros nazis, pronto constituyó un régimen a su medida, del que son aspectos destacables los siguientes: A) La supresión de la democracia y el exterminio de toda oposición: La primera medida de Hitler en el poder fue disolver el Reichstag y convocar nuevas elecciones. En febrero, un oscuro incidente (el intento, por parte de un desequilibrado holandés, de incendiar el parlamento, del que se acusó a los comunistas) sirvió para decretar el estado de excepción en el país. Esta medida suprimía todos los derechos democráticos e impedía que los partidos políticos hicieran una campaña sin ser acosados por los paramilitares nazis. Los miembros del KPD fueron encarcelados. Sin embargo, en las elecciones de marzo de 1933 los nazis sólo obtuvieron el 44% de los votos. Otra medida fue la prohibición de todos los partidos y asociaciones políticas (excepto el partido nazi), gracias a la “Ley de Unificación”. También logró que dos tercios del Reichstag votaran la “Ley de Defensa del Estado”, por la que se permitía al gobierno aprobar leyes sin contar con el parlamento. En noviembre convocó nuevas elecciones con una única lista nazi, que fue votada por más del 90% del electorado. Tras la muerte de Hindenburg, en 1934, Hitler asumió la presidencia, autodenominándose fúhrer. Los trabajadores tuvieron que afiliarse al “Frente Alemán del Trabajo” y se toleró a las distintas iglesias con tal que prestasen apoyo al régimen, algo que por lo general hicieron. Hitler se deshizo del ala más radical del partido, liderada por las SA, que rivalizaban con el ejército y solicitaban la sustitución del capitalismo en la “noche de los cuchillos largos”(1934), con lo que se atrajo al ejército y al gran capital. Desde ese momento la represión la realizaron las SS y la Gestapo (policía política). Hitler, junto con sus colaboradores más íntimos, Goering, Goebbels y Himmler, ya no tuvo rival. La represión de personas de ideología izquierdista, gitanos, eslavos, homosexuales, deficientes mentales, etc... fue brutal. Pero a todo sobrepasó la persecución de los judíos: se les aisló del resto de la población, se les acosó con persecuciones periódicas, como en la “noche de los cristales rotos”, de 1938, se les robó y utilizó como mano de obra esclava en los campos de concentración, y, finalmente, durante la guerra, a partir de la llamada “solución final”, fueron aniquilados en masa. B) Una economía de guerra y una política exterior agresiva: La economía se supeditó a los objetivos nazis y conservó su estructura capitalista y de propiedad privada. Estos objetivos eran: rearmar al ejército de forma acelerada y preparar al país para la guerra, haciéndole autosuficiente. Los nazis se apoyaron en el gran capital, fomentando la concentración empresarial, la creación de monopolios y los bajos salarios para aumentar los beneficios. A cambio, este estricto control suprimió el desempleo de forma radical, lo que proporcionó al régimen cierto apoyo popular. Se aplicó un rigurosos proteccionismo económico con el fin de que Alemania se procurase alimentos y materia primas. Como esto no fue posible se importaron de Europa del este. En política exterior, el régimen no respetó las disposiciones de Versalles, lo que le procuró grandes éxitos en Alemania, realizando una política exterior agresiva y provocadora, la cual condujo de forma inevitable a la guerra y a una catástrofe de dimensiones mundiales. 6. OTROS FASCISMOS. El fascismo no se circunscribió sólo a Italia y Alemania. Durante el período de Entreguerras se extendió por Europa, si bien nunca alcanzó tanta importancia como en esos estados. Durante la Segunda Guerra Mundial se propagó el fenómeno por los países bajo ocupación alemana, calando en ciertos sectores de la población que colaboraron con los invasores. El fascismo europeo (con sus particularidades) reprodujo en gran medida las maneras del nacionalsocialismo alemán y el fascismo italiano. ACTIVIDAD: è Consulta la página web claseshistoria.com y determina otros movimientos fascistas en Europa durante el período de entreguerras.