"LA COMUNICACION SOCIAL EN BOLIVIA"

"OPINIONES Y ANALISIS" "OPINIONES Y ANALISIS" "LA COMUNICACION SOCIAL EN BOLIVIA" Primera edición, diciembre 1996 La Paz - Bolivia 1996 ©FUNDEMO...
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"OPINIONES Y ANALISIS"

"OPINIONES Y ANALISIS"

"LA COMUNICACION SOCIAL EN BOLIVIA"

Primera edición, diciembre 1996

La Paz - Bolivia 1996

©FUNDEMOS Calle Hermanos Manchego No. 2441 Teléfonos: 360346 - 392642 Telefax: 433539 Casilla: 2302 Número: 26 Impresión: Editorial "Garza Azul' Teléfono 232414 Casilla 11828 La Paz - Bolivia

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“¿EXISTE LA NECESIDAD DE UNA LEY DE COMUNICACION SOCIAL?” Carlos F. Toranzo Roca ---------------------------------------------------- 53 ANEXO I : COMENTARIOS ------------------------------------------ 69

C O N T E N I D O

ANEXO II : LEY DE IMPRENTA ----------------------------------- 91

Mario Maldonado Viscarra ASOCIACION DE PERIODISTAS DE LA PAZ ------------------ 7 “DERECHO DEL CIUDADANO A SER CORRECTAMENTE INFORMADO” Juan Cristobal Soruco Quiroga DIRECTOR DE “PRESENCIA” --------------------------------------- 11 “DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS PERIODISTAS” Oscar Peña Franco DIRECTOR DE A.T.B. --------------------------------------------------- 25 “ETICA PERIODISTICA” José Gramunt de Moragas DIRECTOR DE LA AGENCIA DE NOTICIAS FIDES ------- 33 “SOCIEDAD, PRENSA Y ACCION POLITICA” Salvador Romero Pittari ---------------------------------------------------- 41

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necesario dotarle de mecanismos de regulación para que ese poder posea límites y se eviten sus excesos.

P R E S E N T A C I O N

Los tiempos modernos demuestran que es creciente el rol de los medios de comunicación en la vida de la sociedad y, por supuesto, en el funcionamiento de la política y del Estado; en efecto, ellos se han convertido en un intermediador directo entre el Estado y la sociedad, compitiendo con los partidos en el cumplimiento de esa función. El poder de los medios es creciente, la conversión de comunicadores en políticos es incesante. Más aún, se asevera que para arribar al poder es preciso llegar, primero, a los medios de comunicación, pues sin éstos sería imposible tener viabilidad política. Es crucial el rol de los medios escritos, también de la radio, pero es tendencialmente más importante llegar a dirigir los mensajes por medio de la imagen, el papel de la televisión y del conjunto de los medios electrónicos es decisivo para cualquier definición política. Es más, es ya una costumbre el uso de los medios como trampolín para llegar a la política. Visto ese incremento de poder de los medios, lo que llama la atención es que paralelamente no existen marcos regulatorios legales definidos por el Estado para realizar la “accountability” de las actividades de los medios. Es obvio que ante el crecimiento de cualquier poder es

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Pensando en esos temas FUNDEMOS, la Asociación de Periodistas de La Paz y el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS), además con la mente puesta en que un derecho inalienable de la sociedad es la libertad de prensa, han decidido aunar esfuerzos para convocar a periodistas, políticos, analistas y otros sectores de la sociedad civil para reflexionar si en el tiempo presente se requiere o no de un marco legal que modernice la Ley de Imprenta y que pueda fijar un marco regulatorio para que los medios de comunicación puedan desarrollar sus funciones dentro de un contexto en el cual ellos deben rendir cuentas sobre su actuación. Dado lo difícil del tratamiento de esta problemática, se partió el 11 de octubre de 1996, realizando un Taller en el cual, con la ayuda de varios comunicadores, se pudo obtener las primeras pistas sobre el problema. Es intención de los organizadores del Taller seguir trabajando el problema, pero, por de pronto creemos que es importante entregar al lector los resultados del primer Taller. Esperamos que los propios lectores se involucren en este tema que tiene demasiada importancia para la sociedad.

Por los organizadores

Enrique Toro DIRECTOR DE FUNDEMOS

Thomas Manz DIRECTOR DEL ILDIS

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¿Es el periodismo una profesión digna y responsable que responde a los desafíos de la sociedad?. Este ha sido un cuestionamiento que la opinión pública se ha hecho con frecuencia, en todo tiempo.

I N T R O D U C C I O N

Mario Maldonado Viscarra ASOCIACION DE PERIODISTAS DE LA PAZ

Para la Asociación de Periodistas de La Paz es una gran satisfacción copatrocinar, junto al Instituto Latinoamericano de Investigación Social (ILDIS) y a la Fundación Boliviana para la Capacitación Democrática y la Investigación “FUNDEMOS”, la realización de este Foro cerrado sobre “La Comunicación Social en Bolivia”, en el que participarán distinguidos colegas e investigadores ligados a la actividad periodística. Los temas que se expondrán a continuación serán sin duda una importante contribución para realizar un análisis actual de la comunicación social en el país, de la labor que cumplen los comunicadores y del entorno en que se desenvuelven. El ser humano de estos tiempos ha levantado una complicada maquinaria multifacética con el objeto de transmitir mensajes que tienen que ver directamente con el desarrollo de la estructura política, social y económica del mundo actual. Por eso la trascendencia de los medios de comunicación y la responsabilidad del periodista en particular, para situarse a la altura de esas exigencias. 7

Ya en 1904, el famoso periodista Joseph Pulitzer, respondía al respecto, en una apreciación que tiene igual valor en nuestros días: “Una república y una prensa se elevarán juntas, o juntas perecerán. Una prensa capaz, desinteresada, poseída de espíritu cívico, que cuente con miembros inteligentes y adiestrados, conocedores de la verdad y con valor para apegarse a ella, podrá preservar esa virtud cívica sin la cual el gobierno popular es un engaño y una burla. Una prensa cínica, mercenaria, demagógica, producirá con el tiempo un público tan bajo como ella misma. En manos de los periodistas de las futuras generaciones descansará el poder de moldear la sociedad que quieren...”. Este foro, como se dijo, procurará dar respuestas o definiciones justamente para mostrar la realidad de nuestra comunicación social y de sus comunicadores, considerando aspectos tan importantes como el derecho a la información, los derechos y obligaciones de los periodistas, la ética periodística, la sociedad, la prensa y la acción política, la empresa de comunicación social en el país y el cuestionamiento de si existe la necesidad de una Ley de Comunicación, que norme toda esta actividad en nuestra nación. Es una lástima que no esté presente el Lic. Nazario Tirado que debía referirse al delicado tema de la actual Ley de Imprenta que, de una manera general, regula la actividad periodística en Bolivia. Consideramos que esa norma, preservando sus aspectos básicos y principistas, debería ser reformada y complementada, para que responda a las actuales exigencias tanto del periodismo escrito como del televisivo y radial, en nuestra sociedad.

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Al dar por inaugurado este foro, quiero agradecer a todos ustedes por su participación y presencia en este importantísimo debate.

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“DERECHO DEL CIUDADANO A SER CORRECTAMENTE INFORMADO”

mayor rigor, seleccionar arbitrariamente las informaciones u otros, que distorsionan nuestro deber informativo.

Juan Cristobal Soruco Quiroga DIRECTOR DE “PRESENCIA”

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PREAMBULO

Quiero empezar agradeciendo a los organizadores de este evento por la invitación que me han cursado para participar en él. La realización de este foro no podía ser más oportuna. Se trata de una excelente iniciativa -a la que ojalá sigan otras- en un tiempo en el que los medios de difusión masiva, especialmente los audiovisuales, concentran la atención privilegiada de la ciudadanía. Esta realidad debe hacernos reflexionar profundamente sobre el papel que estamos cumpliendo quienes hemos dedicado nuestra vida a este oficio. Este nos sitúa en un status muy particular, pues sin un mandato explícito de quienes nos leen, escuchan o ven, nos convertimos en sus mediadores con los hechos noticiosos que suceden. Además, poco menos que también somos algo así como guías para que ellos adopten decisiones sobre su diario vivir. No es poca, pues esa responsabilidad. Pero, nuestra práctica cotidiana hace que en algunas ocasiones la conciencia que tenemos de ella pase a segundo plano y, en el momento menos oportuno, surjan tendencias al sensacionalismo, temores a las represalias -políticas, económicas o sociales-, afectos o desafectos subjetivos, investigar sin

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Las consecuencias de ello no sólo nos afectan en lo personal sería, finalmente, lo de menos-; lo grave es que desvirtúan el papel de mediadores que motu propio hemos asumido y podemos conducir a la adopción de decisiones erróneas a quienes han confiado en nosotros. Aquí ingresa el tema que me han asignado: el derecho del ciudadano a ser correctamente informado. 2.-

DERECHO A LA INFORMACION

Catalogado como derecho de “tercera generación” (los de la primera son los civiles y políticos, y los de la segunda los derechos económicos y sociales), el de la información es aquel por el cual el ser humano tiene derecho a recibir información plural, verdadera y útil, pero también a ser fuente activa de los contenidos de la comunicación (MacBride et al:1981). La base conceptual de donde procede esa definición se encuentra en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, que dice: Todos tienen derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye la libertad de tener opiniones sin interferencias y de buscar, recibir e impartir información e ideas a través de cualquier medio y haciendo caso omiso de las fronteras” (Ruiz: 1979). En el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos suscrito en 1966, se precisa que el derecho a la libertad de expresión “comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda

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índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento a su elección” (MacBride:1980).

en muchas ocasiones, a creer, además, que los representamos y somos su voz y su conciencia. Más allá de la legitimidad o no de esta situación, la realidad muestra que así sucede. Y, obviamente, tenemos el deber de actuar en forma condigna, esforzándonos porque, así sea a través de nosotros, la gente reciba una información imparcial, verdadera y documentada.

Bajo esa línea, en el informe MacBride se afirma que el derecho del público a saber es lo que constituye la esencia misma de la libertad de información, y que el periodista no es sino el guardián de la misma.

4.-

LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

Por su parte, el especialista español José María Desantes sostiene que uno de los fines existenciales del ser humano es su participación en la cosa pública, para lo cual requiere, como condición sine qua non, información. Por ello, escribe, “informar es ayudar a participar a los demás, a promover la participación” (Desantes: 1974).

En ese proceso de obtener, seleccionar y difundir la información, son muchas las críticas que recibimos. Sin ir más lejos, citemos algunos titulares de prensa que han sido publicados desde el pasado mes de septiembre y seleccionados al azar:

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"Embajador norteamericano.- La prensa es la que narcotiza las relaciones entre Bolivia y EE.UU.”

-

“Goni preocupado por el poder de la prensa”

-

“Goni criticó a la prensa por manejar su “terrible poder” sin responsabilidad”

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“Goni lanzó un sorpresivo ataque a la prensa”

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“La prensa de cara a su responsabilidad”

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“Las cosas están cada vez más difíciles para el periodismo”

DE LA FORMULACION A LA PRACTICA

Los conceptos citados son complejos y difíciles de aplicar en este mundo en que la tecnología ha consolidado una relación unilateral entre centros emisores y los receptores, cuyo acceso a ellos, para difundir sus ideas, opiniones, etc., se hace cada vez más difícil, pese a los artilugios que utilizamos como las “cartas de los lectores” o las llamadas telefónicas. Así, el derecho a recibir e impartir información e ideas, se reduce a los propietarios de los medios y los periodistas. Ahí nace, precisamente, la posibilidad de convertirnos en mediadores. Con dos peculiaridades dignas de tomar en cuenta. Una, nadie nos ha elegido para cumplir esa misión, nos hemos apropiado de ella y hemos logrado que los receptores acepten esa mediación como algo natural. La otra, que pese a esa evidencia, normalmente nosotros mismos creemos que se trata de una cuestión natural y, por ello, nos atrevemos, 13

Ni qué decir de las críticas que se hacen a la programación de televisión o de radio: apología del delito, violencia y sexo excesivos, etc.

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Sin embargo, en las encuestas de opinión los medios masivos se encuentran sólo debajo de la Iglesia cuando se consulta por las instituciones que gozan de mayor confianza y credibilidad, situación que nos obliga a actuar aún con más responsabilidad.

Democracia en San Pablo/Brasil en agosto de 1995: “Los medios de comunicación (...) muchas veces obedecen a la defensa o promoción de sus propios intereses, con una incidencia decisiva en los valores culturales y una importante influencia en las conductas sociales y políticas de los pueblos”. En este marco, los “medios de comunicación, en tanto formadores de opinión, han pasado a tener características plebiscitarias, al definir en segundos por si o por no determinadas situaciones (...)”. Asimismo, los medios de comunicación han permitido el acceso rápido y generalizado “democrático” a diversas materias, con lo cual la población se siente con el derecho o el interés permanente a intervenir en ellas. ¿Cómo encontrar un equilibrio entre el liberarse del control de la minoría ejercido a partir del control de los medios de comunicación, sin afectar la libertad de prensa? (Diálogos: 1996).

Frente a ese panorama, ¿cómo podemos responder para cumplir con la misión que tenemos y posibilitar que el ciudadano esté correctamente informado?. Para respondernos, cabe hacer una especie de balance, sin ser exhaustivo, de lo que está pasando actualmente: -

-

Hay una creciente concentración de medios en manos de grupos de poder, lo que atenta contra la libre información y expresión, tanto a nivel nacional como internacional. Esto nos obliga a redoblar esfuerzos para difundir una información imparcial, respaldada fehacientemente, precisa, y a emitir una opinión propia valiente pero mesurada, convocando siempre al diálogo y no a la confrontación. El sistema democrático y el juego de poder de los distintos sectores sociales, obligan a estar siempre atentos para evitar el manipuleo de la información buscando la mayor imparcialidad en el tratamiento de las diferentes corrientes políticas, económicas y sociales que coexisten en la realidad, trascendiendo incluso nuestros propios intereses.

Conviene citar en esta parte una de las emergieron del Seminario Internacional sobre: política, grupos de poder y gobernabilidad en organizado por la Comisión Sudamericana de

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conclusiones que “Estilos de hacer América Latina”, Paz, Seguridad y

Habrá que escuchar estas críticas que provienen, es verdad, de sectores interesados, pero que no por ello dejan de tener razón. Sin embargo, hay que tener en cuenta que nuestras relaciones con los factores de poder siempre serán potencialmente conflictivas si de veras podemos difundir la verdad. -

Estamos asistiendo a la emergencia de nuevos actores sociales, los que, si bien siempre han estado presentes, comienzan, con toda justicia, a abrirse espacios de acción. Se trata fundamentalmente de los movimientos étnicos, mujeres y jóvenes, y los llamados “informales”, que van constituyendo una fuerza de expresión importante que no hay que minimizar. Si a ello añadimos que el modelo hegemónico es excluyente, hay que abrir espacio informativo a esos sectores que no pueden hacer conocer sus problemas y sus propuestas. No se trata sólo de “dar voz a los sin voz”, sino de apoyar procesos que les posibiliten adueñarse de su destino y que el resto de la población esté al tanto de ello. 16

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Por ese camino, debemos tomar en cuenta la mayor importancia que adquiere para el ciudadano la información sobre lo más próximo a él. Por ello, además de cubrir los hechos producidos en los centros urbanos más importantes hay que regionalizar la información hasta llegar a la circunscripción más cercana al ciudadano.

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Asistimos a un proceso de globalización de la economía y esto trae obligaciones muy importantes. Esta realidad puede ser enfocada desde dos perspectivas. Una, que la gran mayoría de los medios de comunicación dependen de las agencias internacionales de información por las debilidades económicas. Sin desmerecer su trabajo, es urgente crear mecanismos “informales” para acceder a otras fuentes de noticias que nos permitan tener -y por nuestro intermedio los ciudadanos- una visión más precisa de lo que sucede allende las fronteras. La otra, que la economía tiene un lugar privilegiado. Pero, recordando lo que dijo SS Juan Pablo II en la ex-Yugoslavia: “El capitalismo salvaje es tanto o peor que el totalitarismo”, deberíamos encarar una serie de temas bajo este rubro como insistir en que el objetivo último de la acción es el bienestar de la persona; denunciar los peculados y actos de abuso y superexplotación laboral; informar la influencia de los grupos de poder económico sobre la política y viceversa, etc. Asimismo, debemos pensar que uno de nuestros problemas es el desconocimiento que tenemos del mercado mundial; en muchas ocasiones nuestros productores no pueden crecer porque lo desconocen y pierden oportunidades que hay para la colocación de productos. Ahí podemos prestar un servicio de incalculable valor.

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No está demás reflexionar sobre algunas consecuencias de esta globalización en palabras de uno de sus representantes más lúcidos: Michael Camdesus, Director General del Fondo Monetario Internacional (FMI), quien en su última gira por América Latina reconoció el problema de la extrema pobreza, agravada por la también extrema dependencia que sufren nuestros países, y la urgencia de combatirlas si se quiere alcanzar un punto de equilibrio. Asimismo, explicitó la necesidad de encontrar caminos que permitan aliviar la deuda externa que mantenemos con los organismos multilaterales, y la inquietud en todos los sectores sociales porque después de más de una década de la aplicación del modelo de ajuste estructural en nuestra región, los resultados aún son exiguos. Frente a ese escenario propuso algunas tareas para mejorarlo, pero dentro del modelo de ajuste: Fortalecer al Estado para que asuma con decisión su papel de árbitro y vele por la equidad social y la justicia. Impulsar el concepto de solidaridad interna e internacional (cabe destacar su insistencia en que se “paguen impuestos” y se combata la corrupción, que es un “flagelo universal”). Además, ha prometido que el FMI no permitirá que la deuda externa del país obstaculice su desarrollo económico. Debemos reflexionar sobre estas señales que son novedosas y seguir con toda atención su evolución. -

Un tema que adquiere cada vez más importancia es el de la preservación del medio ambiente. Debemos ser defensores inclaudicables de esa posición, sin caer en el manipuleo al que nos quieren someter desde otras latitudes. Es fundamental preservar el medio ambiente, pero también es importante utilizar los bienes que nos ofrece la naturaleza para alcanzar mejores niveles de vida de nuestras poblaciones. 18

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Frente al pragmatismo y el olvido de los sentimientos de solidaridad que tratan de dominar la vida social, debemos ayudar a recuperar la cultura de la unión, el diálogo, el encuentro.

No están ausentes cierta rutina de trabajo y negligencia, que nos impiden esforzarnos por conocer más y mejor los acontecimientos y las realidades.

5.-

EL DEBE SER

Por otro lado, las empresas deben velar por proporcionar a los periodistas posibilidades de acceso a fuentes de formación, y hacerlo con desprendimiento y visión de largo plazo.

Nuevamente se puede afirmar que nuestras responsabilidades para que el ciudadano esté correctamente informado son grandes, y para encararlas correctamente hay que cumplir una serie de requisitos. Veamos algunos: a) Formación En la medida en que nos encontramos frente a hechos cada vez más complejos, se requiere la cada vez mayor especialización de los periodistas. Esta tarea es de doble vía. Por un lado, quienes nos dedicamos a este oficio debemos tomar conciencia de la importancia de nuestra propia formación. Por diversas causas, en algunos casos hemos limitado ese proceso formativo a las aulas universitarias o la sala de redacción. Sin embargo, el mundo nos depara cotidianas novedades sobre las cuales, si no encaramos con seriedad nuestra formación, sólo conocemos lo superficial.

b) Compromiso con la verdad y los principios El compromiso con la verdad exige, como escribió el fundador de PRESENCIA, Dr. Huáscar Cajías, que “... cualquier cobertura debe estar al margen de consideraciones personales, animadversiones, antipatías, consideraciones de tipo ideológico u otras que denoten un sesgo. Es muy común que personas o grupos que tienen intereses particulares traten de utilizar un medio. Es preciso ejercer un mayor profesionalismo para evitar caer en estos casos. La búsqueda de la verdad y la transparencia deben normar la tarea”. En palabras de José Gramunt (como seguramente nos detallará en su exposición), estamos obligados a tener como objetivos centrales de nuestra práctica cotidiana, la búsqueda de la verdad y la promoción de la justicia. Esto se traduce en: -

En otros casos, una excesiva ideologización nos hace buscar siempre lo malo de lo que sucede, desconfiar de lo novedoso y de lo “otro”, caer en prejuicios que nos impiden analizar con mayor rigor la realidad. Debemos pues buscar los mecanismos que nos abran la posibilidad de estar siempre al día.

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No subordinar al poder político ni económico, esferas desde las que se busca manipular la actividad informativa. Contribuir a elevar la cultura de la solidaridad en nuestros públicos: rescatar y defender la dignidad humana, rechazar la violencia, la injusticia, la frivolidad, el consumismo. Recordar que mientras informemos mejor, ayudaremos más a que la gente se forme mejor.

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No caer en la fácil tentación del sensacionalismo, la invasión a la vida privada, en las medias verdades, en los silencios cómplices. c) Respeto y tolerancia

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aprovechar el mismo para coartar la libertad de información –como lamentablemente ha sucedido en algunas oportunidades–, superando -en los límites que nos impone la realidad- las mutuas desconfianzas que hay especialmente entre los sectores político y económico respecto a quienes estamos en el campo de la información. Esta ocasión, creo que es una vía encaminada a ello.

Debemos abrirnos a una cultura del respeto a lo diferente y ser tolerantes (no permisivos) con valores diferentes a los nuestros. No es fácil. Somos tributarios de una cultura autoritaria, cimentada en forma sostenida. Además, tenemos miedo a lo diferente. Nuestro deber es, a partir de un conocimiento desprejuiciado, proceder al análisis riguroso y dar en nuestra información esos elementos de apertura. 6.-

COMENTARIOS FINALES

Quisiera reiterar que el tema es complejo y que amerita mayor discusión y análisis. En descargo, puedo decir que si bien nuestro oficio y las obligaciones que implica, nos obligan a seguir los fenómenos que están ocurriendo en el país y en el mundo y buscar algunas respuestas generales, nuestra metodología no tiene el rigor con la que los estudiosos y teóricos analizan estos temas. Así, más que preguntarnos sobre lo que está sucediendo, debemos encontrar respuestas a la diaria labor de mantener bien informados a nuestros respectivos públicos. En esa ruta, eventos como éste son de gran utilidad. Pero, si entendemos nuestra labor de informar como un servicio público -por los argumentos señalados anteriormente- es preciso que sea la sociedad la que debata sobre estos temas, evitando cualquier intento de

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“DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS PERIODISTAS”

Oscar Peña Franco DIRECTOR DE A.T.B.

BIBLIOGRAFIA CELAM. La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina.- Puebla.III Conferencia General de Episcopado Latinoamericano. Ediciones Paulinas, Editorial Don Bosco. Bolivia, 1979. CELAM. Nueva evangelización. Promoción Humana, Cultura Cristiana.- Santo Domingo.- Conclusiones.- IV Conferencia General de Episcopado Latinoamericano. Ediciones Paulinas, Editorial Lux. Bolivia, 1992 CEDOIN. Ley de Imprenta contra Ley Mordaza.- Materiales del Seminario sobre Legislación en Comunicación. Teddy Libros Ediciones S.R.L., La Paz, 1988. DESANTES, José María. La información como derecho. Editora Nacional, España, 1974. DIALOGOS. Comisión Sudamericana Paz-Seguridad-Democracia. Enero-Abril, Santiago de Chile, 1996. FERNANDEZ Areal, Manuel, Introducción al derecho de la información A.T.E. editores, México, 1977. MACBRIDE, Sean, et. al. Un solo mundo, voces múltiples.- Comunicación e información en nuestro tiempo.- Informe de la Comisión Internacional sobre problemas de la Comunicación. FCE-UNESCO, 1980. PONTIFICIA. Comisión para los Medios de Comunicación Social. Los medios de comunicación social. Ediciones Paulinas, Argentina, 1971.

Quisiera empezar acogiéndome a aquella eficaz recomendación que nos dice que es mejor curarnos en salud, para señalarles que admito que tampoco tengo demasiado talento en la tarea de la improvisación, pero que a veces se debe correr el riesgo y ahora sobre todo, que se nos otorga la oportunidad de corregirnos a nosotros mismos. Aunque, claro, dentro de un marco ético, de manera que las eventuales correcciones que hagamos de nuestra propia exposición no incurran en la injusticia de mellar a otros y respetando rigurosamente aquello de que nuestros derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás. El tema que me ha sido asignado es de gran amplitud y me ha parecido pertinente y apropiado tomar dos de esos varios aspectos; el uno, es el que se refiere al tema de la legislación, en el cual no haré consideraciones ni exposiciones profundas, y el otro tema es el que hace específicamente al rol del periodista dentro de la sociedad. Los derechos y responsabilidades de los medios, comunicadores y periodistas, están íntimamente relacionados con el tema de la libertad de expresión. Ambos se aluden constantemente entre si, andan juntos, a veces diría un poco revueltos y este es un fenómeno que se marca, se profundiza cada vez más en el marco del tremendo poder que han acumulado y continúan acumulando los medios de comunicación social.

RUIZ Eldredge, Alberto (compilador). El desafío jurídico de la comunicación internacional. ILET. Editorial Nueva Imagen, México, 1979.

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Todavía solemos escuchar la ya antigua definición de la prensa, como cuarto poder del Estado, discutible, por momentos creo que insensata. Me parece que en realidad de lo que se debe hablar es de la prensa o de los medios como una suerte de conciencia de la sociedad, un rol que creo no ha sido buscado por los medios sino que han tenido que asumirlo debido a la confluencia de una diversidad de factores, entre los cuales acaso haya que subrayar con mayor énfasis, el que se refiere al descrédito en el que han caído otros factores de poder y de modo particular, el político.

de informar, de alguna manera vistiendo los hechos con el color del ropaje del respectivo compromiso.

El anterior expositor hacía referencia al mensaje que nos entregan insistentemente las encuestas que se realizan en nuestro medio, acerca de los grados de confiabilidad de los diversos factores de poder en la opinión pública y, ciertamente, los medios de comunicación social sistemáticamente figuran en un segundo lugar sólo detrás de la Iglesia. Otros, como los partidos políticos, en el listado de las encuestas se encuentran cada vez más rezagados. Se dice que la misión del periodista consiste en informar objetivamente, y esta es una palabra que hay que tratarla con mucho cuidado, porque suele suceder que nada se presenta o nada es más subjetivo que la objetividad en el periodismo. Pero, de cualquier manera, es un dilema, es una alternativa que se plantea entre informar objetivamente o renunciar a esa objetividad en aras de un compromiso social o político, que al ser asumido obliga a la práctica del análisis y el comentario.

En ese punto, mi criterio personal está trasuntado en lo que hago cotidianamente y que me parece que es correcto; es decir, proporcionar al público televidente, un caudal de información lo más completo posible, con eventuales comentarios que no son la marca del estilo sino más bien un accesorio de alguna manera importante. Pero al mismo tiempo que sostengo que esta es la forma que me parece correcta de hacer periodismo, no me atrevo a decir que sea incorrecta cualquier otra forma de hacerlo, y no es esta una comodidad elusiva, sino más bien diría yo un respeto por lo que hacen los demás, en el marco de auge de poder e influencia a que han accedido los medios de comunicación frente a la desvalorización de otros factores de poder. El ejercicio de la fiscalización es uno de los temas sustantivos y que se hace particularmente significativo en el ámbito del sistema democrático. Pero esto ha conducido a algunas deformaciones, creo que ocurren casos con más frecuencia de los que debieran, en los cuales los comunicadores sociales, los periodistas, actúan algo así como una especie de árbitros de los sentimientos y de las aspiraciones de la sociedad. Pero resulta que son árbitros que no tienen a su vez un árbitro, hay una especie de impunidad para hacer lo que se hace.

El director de un diario romano “La República” dijo, en una ocasión, que “Periodista es gente que le cuenta a la gente lo que pasa a la gente”. Implícitamente, es una definición que se alinea en la información llamada objetiva, y en la vereda de enfrente está el estilo

En este punto es donde entramos a considerar un poco al paso el tema de la legislación, que se circunscribe básicamente a la Ley de Imprenta que data de 1925; o sea, que es una ley que trasunta el espíritu liberal de la época, un cuerpo jurídico que sustrae a los periodistas y a los medios del ámbito del Código Penal, que los privilegia con el fuero de unos jurados especiales constituidos por ciudadanos notables, que casi nunca se han reunido y definitivamente

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nunca han dictado una sentencia. Además, consagra el derecho a la inviolabilidad de las fuentes informativas.

Para llegar eventualmente a una nueva legislación, pongo, insisto, el énfasis en la necesidad de un amplio y real consenso, no ese llamado consenso a la boliviana del que nos ha hablado el Presidente de la República y que consiste en darnos leyes que a nadie satisfacen pero todos deben tolerar. Casi escandaliza el sólo pensar en una ley aprobada por un rodillo de cualquier color que fuera. En un ensayo de resumen de ésta parte, creo que admitiendo que la ley vigente tiene inmensos vacíos y que esos vacíos deben ser llenados, es una absoluta necesidad dotar al país de una ley que garantice los derechos de los actores, los derechos del público, pero que también consagre la vigencia de la libertad de expresión.

Personalmente, creo que ha llegado el momento de llenar el vacío que significa un legislación incompleta, obsoleta y que de alguna manera lo que intenta es garantizar inmunidades y a veces hasta impunidades. El problema se plantea cuando pensamos en el sistema o en el procedimiento a emplear para reemplazar esa legislación obsoleta. En varias oportunidades se han hecho intentos que nunca progresaron, nunca prosperaron, y esto se debió básicamente a una suerte de susceptibilidad en los medios y en los periodistas, una susceptibilidad que ha alcanzado un grado más profundo en los últimos tiempos, en forma paralela o acaso como consecuencia o resultado del auge de poder de influencia de los medios. Esta es una consideración que se ha hecho en varias oportunidades en el seno de las organizaciones de periodistas y de trabajadores de la prensa, resulta que quienes legislan son los componentes de un otro factor de poder en cuyo desmedro ha crecido la influencia de los medios de comunicación social. De ahí que exista un categórico rechazo a la imposición de leyes, en este campo, que no sean el resultado de amplios consensos construidos en el territorio de la confluencia de todos los sectores involucrados en esta cuestión. Hay el riesgo o al menos el temor de que al legislarse en este tema se incluyan sutiles mecanismos represivos que en vez de normar adecuadamente esta actividad limiten el ejercicio de la libre expresión en este campo; la conclusión, al menos inicial, es que es preferible una ausencia de legislación a una legislación limitativa.

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Esas carencias de alguna manera han tratado de ser subsanadas por algunas de las organizaciones de periodistas y de trabajadores de la prensa, a través de sus códigos internos de ética, que no han sido sencillos saludos a la bandera, porque han habido unos cuantos casos, en los que los tribunales de honor de las organizaciones han impuesto sanciones a periodistas por la comisión de actos irregulares o anormales. Consecuentemente, creemos que se debe cometer la tarea de dotar al país de una legislación moderna y adecuada en el campo de la comunicación social, pero como fruto de un consenso en el que participen de manera activa todos los sectores sociales involucrados, sin excluir por supuesto a los periodistas y a sus organizaciones naturales. El otro campo es el del ejercicio del poder y la influencia de los periodistas y de los medios en este territorio abonado por las falencias de otros grupos de poder. Ese poder y esa influencia que son capaces, perdón por la reiteración, de influenciar y de hacerlo mal o bien sobre las conductas individuales y sociales, sobre las decisiones

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del Estado y sobre las conductas y actitudes de los organismos representativos de la sociedad, es un hecho de nuestra realidad, es un dato que de esa realidad se extrae y un marco dentro del cual se manejan los medios y periodistas de diversas maneras. Y entre esa diversidad de estilos, ciertamente hay algunos que tienen que ser calificados como excesos en el uso de ese poder.

“... Javier, y ahora cómo te trato, de tú o de usted?” y Javier Solana le respondió: “Tráteme como usted quiera”.

Con notable frecuencia, y esto es lamentable pero real, los periodistas parece que estamos olvidando el ejercicio de la humildad en nuestra tarea de todos los días. José Gramunt que tengo aquí frente mío y a quien saludo muy cordialmente, dijo en la ocasión en que tan merecidamente se le otorgaba el premio nacional de periodismo, algo que yo me he permitido copiar para repetirlo: “... los periodistas se han convertido en una especie de semidioses que están por encima del bien y del mal...”. Y este, realmente, es un gravísimo error que puede conducirnos, y de hecho nos conduce, a resultados lamentables. A mi también me tocó estar en la misma circunstancia que el padre José Gramunt, con menos merecimiento sin duda alguna, en la recepción de ese galardón y me permití recordar una pregunta que hace algún tiempo había circulado en Madrid y que recogió un columnista del diario “El País” de Madrid. La pregunta era: ¿en qué se diferencia Dios y el periodista?, y la respuesta era que Dios sabe que no es periodista. Como un hecho de una cierta banalidad pero no carente de significación, quisiera también recordar acá una anécdota sucedida igualmente en Madrid, que refleja una cierta soberbia o abuso de confianza en que solemos incurrir los periodistas. Cuando Javier Solana fue nombrado Ministro de Informaciones del gobierno del PSDE, concedió su primera entrevista y el periodista que se la hizo, le dijo:

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El recuerdo de la anécdota viene a cuento, porque todos los periodistas prácticamente estamos enterados de que hay personajes centrales del quehacer público, que se sienten molestos y diría justificadamente molestos, por el trato de excesiva confianza con el que proceden frente a ellos algunos periodistas; repito, un hecho banal probablemente, pero lo suficientemente significativo para dejarlo anotado. He tenido la suerte de estar durante más de treinta años dentro de la historia del país, me cupo por ejemplo la suerte de asistir a la creación de la fundación de la Federación de Trabajadores de la Prensa, habiendo salido de un sindicato naturalmente. Me tocó igualmente asistir a un curioso proceso que se planteó dentro de las organizaciones de los periodistas, allá por los años 60, y que culminó con una especie de acto de renunciamiento por los periodistas que no más que hoy eran titulares de unas raras inmunidades. Pero de pronto bajo la influencia de una serie de hechos que se suscitaron por aquella época, aquí y en el mundo, las organizaciones de periodistas, por supuesto con el beneplácito o con la aquiescencia de sus propios miembros, hicieron una especie de compromiso en lo institucional y en lo personal, un compromiso que los llevó a militar decididamente en la llamada causa popular siendo parte efectiva de la Central Obrera Boliviana, participando incluso en errores históricos como la asamblea popular. Ese compromiso tuvo como resultado inevitable el ser despojados de los derechos y las inmunidades que hasta ese momento habían

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disfrutado, llegó la contracara de los hechos y los periodistas llegaron a algo que hasta poco antes había sido impensable: pagaron el precio del compromiso, vinieron persecuciones, prisión, exilio, etc. Considero pertinente recordar todo eso en este momento, porque esa experiencia me permite asegurar que en las buenas y en las malas la conciencia colectiva de los periodistas, y con esto quiero decir la que representa a su amplia mayoría, está absolutamente consciente de la necesidad de frenar los excesos, los abusos en los que se están incurriendo en el uso de esta tremenda maquinaria de poder en que se han convertido los medios de comunicación social.

personal porque creo que el periodista debe reunir básicamente dos requisitos: uno, humildad en el ejercicio del poder que tiene sin haberlo buscado; y dos, honestidad frente al público. Creo que si esos dos requisitos fueran cumplidos meticulosamente, el rol de la prensa y de los periodistas en el proceso democrático, sería mejor de lo que ha sido hasta el momento.

Pero, al mismo tiempo, son justas sus susceptibilidades, como aquella que citaba antes en el sentido de que quizás algunos de los sectores desplazados del territorio de la influencia que han copado ahora los medios, traten de cobrarse la factura pendiente. Acaso sea un exceso de susceptibilidad, pero creo que de todas maneras es permitido acunar algunas dudas o por lo menos tratar de asegurarnos de que cuando haya una nueva legislación en esta materia, sea, insisto, el resultado o la consecuencia de un amplio consenso que involucre a todos los sectores sociales comprometidos en esta tarea. Y cuando hablo de todos estos sectores sociales no hablo solamente del Poder Legislativo, de la clase política, ni siquiera solamente de los periodistas y los medios, hablo de instituciones, de los ciudadanos, globalizando el concepto y sentido de sociedad. Como decía al comienzo, creo que habría mucho más que tratar sobre el tema de los derechos y responsabilidades de los periodistas. Pero si mi capacidad de modesta improvisación todavía no se ha agotado, si me parece que se ha agotado el tiempo que se me ha asignado, de manera que doy por terminada mi breve exposición, insistiendo solamente en la expresión de lo más caro de mi compromiso

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c)

“ETICA PERIODISTICA”

Rvdo. José Gramunt De Moragas DIRECTOR DE LA AGENCIA DE NOTICIAS FIDES

En general, cuando se habla de la ética periodística solemos reducir el tema a la casuística: si es inmoral cobrar propinas por una información, si es lícito que por la competencia del ‘raiting’ los medios de comunicación hagan tabla rasa de los valores morales comunmente admitidos por la sociedad. Este es el método de aprendizaje por el error. No es pues el caso de enumerar casos, sino de sentar principios objetivos en los que sustentar la ética de la comunicación. De esos grandes principios se deducen las normas éticas para cada caso concreto. 1.

El ser humano está siempre a la búsqueda: a)

b)

En su dimensión individual, el ser racional busca la VERDAD absoluta: saber quién soy, de dónde vengo, a dónde voy; desvelar el misterio de la trascendencia; ¿Dios existe? ¿La trascendencia impone ciertas reglas de comportamiento personal?. Ahí está el origen de la VERDAD como elemento fundamental de la ética de la comunicación social. El ser humano no se cansa de entender la naturaleza en la que vive. La ciencia nos da elementos para descubrir cuáles han de ser las normas éticas de comportamiento. 33

2.

En su dimensión social, el hombre busca la racionalidad colectiva: cómo vivir en una sociedad ordenada en la que cada uno se comporte según sus derechos y deberes. O, dicho de otra manera, busca afanosamente la JUSTICIA. La ética comunicacional debe encuadrarse en un marco de justicia.

Como ser dotado de un alma racional, el ser humano: a)

Posee conciencia moral innata, capacidad de DISCERNIMIENTO natural para distinguir lo bueno de lo malo. El niño que pega a su hermanita sabe que está haciendo mal y el adulto que comete un delito sabe que está haciendo mal. Es pues legítimo deducir ciertas reglas de comportamiento objetivas, basándonos en la capacidad natural de discernimiento entre el bien y el mal. La conciencia moral innata se ilustra por medio del conocimiento por el conocimiento del propio ser y de su entorno. Pero esa conciencia moral puede ser obnubilada o desiada por factores internos o externos a la persona. V.g. Si el periodista ignora lo que trata, tiene el deber moral de informarse o, en caso contrario, mejor es que se calle. De ahí que el periodista tiene obligación moral de formarse una conciencia recta y de obtener los conocimientos necesarios sobre aquello sobre lo que informa u opina.

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b)

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La conciencia moral natural puede debilitarse o torcerse por las pasiones internas que se sobreponen a la recta razón.

comunicador a escamotear o falsear le VERDAD y, con ello, a cometer graves INJUSTICIAS, v.g mancillar honras ajenas, denunciar falsamente, desorientar a la opinión pública por medio de la desinformación, etc. El Decálogo prohibe mentir. El principio capital de la ética periodística es decir la VERDAD.

V.g. Por la codicia de poder, de dinero o de notoriedad a costa de esa conciencia moral; muchos medios de comunicación sacrifican los valores éticos de la sociedad por obtener poder sobre los demás, por ganar mayor audiencia y, consiguientemente aumentar sus ingresos. Los excesos de pansexualismo, permisividad, violencia, que tanto abundan, sobre todo en la televisión, son un ejemplo de lo dicho. 3.

Además de estos fundamentos antropológicos, el cristiano aporta otros elementos para reforzar su conciencia moral natural: la Revelación que contiene preceptos de conducta en el Decálogo. -

El primer Mandamiento ordena: “amarás a Dios sobre toda las cosas”; implica una “racional obsecuencia” a la VERDAD trascendente.

-

...”y al prójimo como a tí mismo”: hé aquí el fundamento de la JUSTICIA; no desear ni hacer al otro lo que no quieres que te hagan a tí. El dar a cada uno lo suyo, definición clásica de la justicia. -

-

Lo dicho hasta aquí es suficiente como para entender cómo los principios antropológicos de la ética - VERDAD Y JUSTICIA - se refuerzan con los teológicos. 4.

Además de lo ya indicado, el ser racional está dotado de LIBERTAD: a)

Puede hacer o no hacer, optar por hacer el bien o hacer el mal. El hombre se realiza plenamente en la libertad. La libertad de pensamiento, de expresión, de información son esenciales para la persona humana así como para la sociedad.

b)

La libertad tiene sus limitaciones: la libertad del otro, el bien común, el derecho a la intimidad, el secreto de Estado .... Estas son limitaciones legítimas y necesarias.

c)

Hay otras limitaciones a la libertad que son injustas:

El Decálogo manda: “No tendrán a otro dios más que a Mí”: condena la idolaría.

El mundo está sembrado de idolatrías V.g., la idolatría del poder. Los comunicadores han adquirido un creciente poder. Si no lo utiliza en forma ética, sea el periodista creyente o no, él creyente o no, puede cometer graves injusticias. Puede llevar al 35

El Evangelio de Jesús promulga el mandato del amor. La expresión más elemental del amor es la JUSTICIA.

V.g., la intimidación que ejercen los poderes políticos o

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las presiones económicas, para instrumentalizar o falsear la verdad o para que se obre contra justicia, contradicen el derecho a buscar la verdad, así como violan el derecho a vivir en justicia y a expresarse con libertad.

CONTRAVALORES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION SOCIAL No voy a ocuparme del importante papel que cumplen los medios de comunicación social en el mundo actual. El cambio, voy a mencionar los principales contravalores. -

La subordinación de los medios y/o de los periodistas al poder político o a las presiones económicas que suele pretender instrumentalizarlos en detrimento de la verdad y de la justicia.

Sabemos que los medios de comunicación necesitan dinero. Las maravillas de la tecnología al servicio de la comunicación social requieren fuertes sumas. Estos recursos deben ponerese al servicio de los valores más nobles de la condición humana y no al de los instintos más bajos como ocurre con demasiada frecuencia por la ley del ‘raiting’.

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DERECHO DE INFORMACION Vengamos ahora al derecho de información. Sabemos que el derecho de información es uno de tantos derechos queproclamamos desde que la democracia empezara a implantarse en el mundo. La “Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia” del 12 de Junio de 1873, decía: ‘la libertad de prensa es uno de los grandes baluartes de la libertad y no puede estar restringida jamás, a no ser por gobiernos despóticos’. En Francia, la libertad de expresión fue calificada en el artículo 11 de la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano” de 1789", como ‘uno de los derechos más preciados del hombre’. Un famoso autor decía: ‘la libertad de expresión sólo puede incomodar al hombre criminal, al juez arbitrario, al gobierno despótico, cuyas operaciones son siempre obscuras y aborrecen la luz. La verdad y la justicia jamás temen descubrir la cara’. John Stuard Mill escribía: ‘si toda la humanidad menos una persona, fuera de la misma opinión y esta persona fuera de opinión contraria, la humanidad seria tan injusta impidiendo que hablase como ella misma lo seria, si teniendo poder bastante impidiera que hablase la humanidad’.

Los comunicadores estamos llamados a promover la formación de los valores superiores. Esto no significa desconocer que una parte importante de la comunicación se destina al entretenimiento, a la diversión. Pero deben cuidar de los valores sociales, familiares, culturales...

En cuanto al derecho de la información que implica la obligación de informar, un ‘Ombudsman’ sueco afirmaba: ‘cuando el Gobierno obra con publicidad, los funcionarios están ansiosos de cumplir con sus obligaciones y los ciudadanos como compensación, mejor preparados para depositarles la confianza. La mera existencia de la regla de la publicidad (no se refiere a la publicidad comercial) purifica el ambiente’.

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Es lo que hoy día llamamos transparencia de los actos públicos. Pero el principio de publicidad tiene sus límites pues deben tutelarse dos categorías de intereses: los públicos y los privados. En relación a los interese públicos la publicidad encuentra una barrera en el llamado secreto de Estado. Los regímenes autoritarios amplian indebidamente el margen del secreto oficial, el secretismo para encubrir sus injusticias o sus arbitrariedades. Los sistemas democráticos deben garantizar el máximo de publicidad de los actos públicos y reducir al mínimo la información reservada. Hay otra limitación que esta relacionada con los intereses particulares: el derecho a la privacidad, el respeto a la vida privada, tanto más vulnerable cuanto el desarrollo de los medios técnicos hacen que se puedan meter hasta en la alcoba. El conflicto entre la máxima publicidad y las limitacio- nes dela misma tiene que ser regulada por ley. El hombre no es tan perfecto que pueda vivirsinregulaciónalguna. Teóricamente, la conciencia moral debería hacernos conducir en forma correcta. Pero esto es una utopía. De ahí que el hombre ha inventado un instrumento que se llama la ley que rige la convivencia social. Porque siempre hay intereses contrapuestos, cuya confrontación sólo encuentra un orden por medio de la ley.

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libertad a la difamación, a la denuncia falsa, a la violencia verbal, escrita o por medio de la imagen? De ahí entonces la necesidad de una regulación. Una vez oí que en una reunión de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) se había sostenido que la mejor ley de prensa es que no haya ley. Esto me parece una utopía tan irreal que, no merece comentario. Sabemos que la independencia que debemos tener los periodistas frente a las presiones externas es uno de los grandes orgullos de los cuales nos preciamos. La idependencia de la prensa debe ser asegurada frente al poder político y también con respecto a los poderes financieros y otros. En resumidas cuentas, tenemos suficientes fundamentos, antropológicos y para los creyentes también teológicos, para poder cimentar y afirmarnos en unos grandes principios que debe regir la comunicación social.

Locual no quiere significar luz verde para un ‘reglamentismo’ abrumador que termina coartando las libertades y las legítimas iniciativas. Cuando hablamos de la libertad de información, es la libertad para la verdad. No hay libertad para la mentira. ¿Habrá que reconocerle

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“SOCIEDAD, PRENSA Y ACCION POLITICA”

ser que en la realidad no sea cierto, mas para todos los fines prácticos se convierte en una verdad social. En otras oportunidades, algo que iba ha ocurrir, deja de ocurrir porque la gente ha dicho, que iba a suceder.

Salvador Romero Pittari

Muchísimas gracias por la invitación a participar en este Foro cerrado. Estoy encantado con la reunión porque me permite discutir con hombres de prensa temas de interés y porque, además, es la primera vez que veo a los comunicadores modestos, haciendo un acto de humildad, debatiendo acerca de su profesión. Ser el último expositor da ventajas, pues se tiene una idea clara de todo lo dicho, pero, por otro lado, tiene algunos bemoles, ya que varias de las cosas que pensaba presentar, de alguna manera, han sido tratadas en las exposiciones anteriores.

En otras palabras, se trata de la profecía que se puede autorealizar o de la profecía que se puede autodestruir; por ejemplo, para citar un caso el de K. Marx: ¿La predicción sobre el futuro del capitalismo no se cumplió porque su teoría estaba errada o porque los hombres al conocerla cambiaron sus comportamientos?. ¿No era también ese el caso de algunos profetas del Antiguo Testamento que alertaban a su pueblo sobre males por venir, debido al abandono de la Ley y cuando éste asustado volvía a la observancia de los mandamientos, recibiendo el perdón de Dios en su infinita misericordia, inconsciente de lo sucedido y malagradecido se burlaba de sus profetas, porque los castigos anunciados no llegaron?.

A mi también, como a los demás, me ha tocado un tema sumamente amplio, difícil, le he ido dando vueltas para entrar al tema y he pensado que la mejor manera de tratar el problema, que vincula la comunicación, la sociedad y la política, es a través del viejo teorema de Thomas, ¿Qué dice este señor?. Recuerda un principio muy elemental de las ciencias sociales y terriblemente olvidado o quizá descuidado, al punto que pocos toman en cuenta sus efectos. Thomas dijo: “Si los hombres definen una situación como real ésta se transforma en la práctica en realidad”. Vale decir que ella ha sido creada por los mismos hombres, al pensarla de una cierta manera.

El mismo mecanismo explica cómo en los pueblos pequeños se pueden fabricar genios o tontos, el opa del pueblo. Si cuando nace un niño todos afirman la inteligencia de sus mínimos gestos, la sabiduría de sus palabras, la prudencia de sus acciones, al final ese muchacho adquiere todas las cualidades socialmente reconocidas al hombre inteligente, incluso genial. ¿Cuál es la realidad?. Nadie lo sabe, pero todo en él expresa los atributos de la inteligencia. También el mecanismo puede producir el efecto contrario. En ese caso lo mejor que puede hacer ese muchacho es irse del pueblo.

Enunciado así parece un poco complicado pero es sumamente sencillo, ya que enuncia un mecanismo muy conocido. Todo el mundo sabe que a través de él se hacen genios o se hacen tontos, se producen o se frenan inflaciones, se ensalzan o se derrumban personajes, reputaciones. Sencillamente cuando la gente dice que algo es así, puede

La prensa hace esto. Genera muchas veces comportamientos políticos, a veces actitudes, opiniones respecto a la política que no se hubiesen producido si los periodistas, los comunicadores no intervenían. Vale decir que el hecho se produce por el sólo acto de haberlo anunciado y, en otras ocasiones, no se realiza por haberlo manifestado.

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Los medios de comunicación, hoy más que ayer, por su enorme penetración en la sociedad pueden contribuir, consciente o inconscientemente a producir profecías de uno u otro tipo. Sin exagerar tampoco, porque, desde luego, quien puede producir esas reacciones sociales tiene que tener una posición relativamente privilegiada en la sociedad: debe ser creíble, no cualquiera puede jugar el papel de profeta. En otras palabras, la sociedad tiene que darle esa facultad. Y hay, por supuesto, periodistas que la tienen. Otros, aunque no se los ha reconocido, a fuerza de machacar las cosas, también terminan produciendo el mismo resultado.

dice, ¿qué opina usted de la crisis de la democracia, de su incapacidad para resolver la pobreza crítica, para solucionar esto y lo de más allá?. Yo le respondo vamos con calma, si le doy de inmediato respuesta a su pregunta estoy aceptando su punto de vista. Se sorprendió cuando le dije que tratemos de deslindar lo qué es la democracia, lo que buenamente se le puede pedir y lo que no es privativo de ella o no tiene nada que ver con ella. Mínimamente separe usted lo que son políticas y lo que es el sistema democrático. Hay políticas que se pueden ejecutar en cualquier régimen, aunque tal vez la democracia tenga ventajas para llevarlas adelante. Las preguntas daban por sentado el fracaso de ésta. Así el público se convence de la verdad de las afirmaciones por verlas o escucharlas constantemente. Esto es una manera de hacer una realidad a fuerza de repetirla.

En oportunidades la profecía actúa a través de la introducción de novedades. La búsqueda de novedades hace novedades y cosas que no iban a pasar terminan pasando. Aquí radica una enorme responsabilidad. Tanto repetir, tanto machacar cierto tipo de afirmaciones, lleva a convertirlas en verdad, en sentido que la gente concluye por ver las cosas de esa manera. Uno, por ejemplo, se pregunta cuando escuchaba las exposiciones respecto al poder político y se señalaba que diversas encuestas colocaban como muy creíble a la prensa y muy poco confiable a los políticos, ¿cuánto han jugado los propios comunicadores en esta opinión pública que da muy poca credibilidad no solamente a los políticos, sino a las instituciones representativas?. Hay aquí, sin duda, un caso, de la profecía que se autorealiza. A fuerza de mostrar el comportamiento político de manera negativa se lo vuelve tal, y no digo que los políticos sean inocentes en esto, han hecho mucho para merecer esos juicios en la prensa. La insistencia los va convirtiendo en un hecho cierto y en general, sin otro tipo de prueba, en una verdad que todo el mundo admite.

El tema nos lleva a considerar las obligaciones del comunicador que son mucho más exigentes por la existencia de ese mecanismo social. Los intelectuales también se dieron cuenta del problema y le buscaron soluciones con mayor o menor éxito. Por eso criticaron o cuestionaron el papel de guía o de conciencia de la sociedad, que recibieron o se asignaron, tema sobre el que volveré enseguida. Pero antes quisiera terminar de redondear este problema de la profecía que se autorealiza o se autodestruye.

Mas, ¿cuán real es esto?. Quisiera dar un ejemplo. Ayer vino un joven periodista a hacerme una entrevista. De principio pensó que yo compartía las mismas coordenadas que él sobre la política y me

Algunos autores interesantes, relativamente poco discutidos en el país, buscaron enfrentar el problema. Por ejemplo, Leo Strauss, a quien considero uno de los filósofos contemporáneos más estimulantes, llama la atención sobre las propiedades de la escritura, pero que también se puede aplicar al tema discutido. Sostiene que los más grandes pensadores de la humanidad han tenido dos tipos de escritura, una esotérica y otra exotérica. Es decir que hay ciertas cosas que el escritor guarda para sí, por el tremendo impacto que pueden tener en la sociedad, en la opinión pública, en el bien común. No

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pretendo absolutamente sugerir al periodista ocultar la noticia, menos aún decirla a medias. Sólo hago la pregunta hasta dónde llegar, ¿quién fija el límite entre lo que se puede decir y lo que conviene no decir?. Ustedes han señalado con mucha razón que hay un deber de informar, transmitir la noticia. Y es cierto, nadie puede dudar de ello. Pero sucede con él como con el juez. ¿No hay un valor por encima del de la justicia?. Quizá no. Pero, ¿es justo el obrar del magistrado romano que pronunció la sentencia: hágase justicia y perezca la ciudad?. Puede el comunicador alcanzar ese límite: conozcase la noticia y perezca la ciudad.

muchos defectos, pero una de sus virtudes es su inclinación por la transparencia en los actos del gobierno. Aquí también se plantea el problema de los límites, pues como toda virtud empujada al extremo puede producir un daño mayor que el derivado de su inobservancia. El principio general no ofrece dificultad: la transparencia, por respeto al ciudadano, se la debe pedir de toda acción de los poderes públicos. El periodista tiene que revelarla cada vez que los intereses intenten esconderla. El dilema se presenta cuando su conocimiento puede poner en peligro la convivencia social. Otra vez la decisión no puede sino ser personal.

Cierto, nadie puede prescribir desde fuera la conducta apropiada del hombre de prensa. Tampoco, el mundo de hoy parece ofrecer una fundamentación metafísica, ética para resolver el dilema. Sólo queda el juicio propio, el entendimiento personal de la conducta apropiada, respetuosa del interés colectivo. La sensibilidad moderna desconfiada de los garantes externos de la verdad, nos deja desarmados frente al problema, sin más escudo que la convicción propia. Cada cual debe decidir el balance entre la ética de la responsabilidad y la de la convicción, en los términos de M. Weber. Nadie más que el periodista tiene que zanjar entre esos dos tipos de ética. Su compromiso, como bien lo han señalado ustedes, es con la verdad, pero también tiene responsabilidades sociales. De allí que su práctica deba reflejar el equilibrio de deberes. La primacía de uno sólo de ellos no permite un buen desempeño en ese tipo de funciones. José Gramunt ya ha tratado el tema que está muy vinculado con el problema de la transparencia, del secreto.

Y qué decir de la nuevas formas de secreto que impone el sistema científico-tecnológico, donde la falta de formación especializada del comunicador unida al carácter inapelable que parece residir en las decisiones fundadas en la ciencia o la técnica, velan los intereses en juego. A esta modalidad de secreto se le rinde culto en el mundo moderno, y es mucho más peligrosa que la del poder puro, pues proviene de una manipulación de la ciencia, de la tecnología. Así las decisiones aparecen encubiertas por esa ganga de los científicos, de lo técnico, que parece tornar innecesaria la acción de descubrir que es lo que hubo por detrás y que, en ocasiones, es imperativo hacerlo.

El secreto fue parte del poder político. Los gobiernos autoritarios abusaron de él. Parte de la majestad del príncipe radicaba en el uso que hacía del secreto en la toma de decisiones. La democracia tiene

A título de ejemplo, sin entrar en la casuística, deseo recordar un tratamiento dado, en algunos periódicos, a una noticia originada en Chuquisaca, donde unas comunidades pedían alfabetización en español y no en lengua vernácula. La noticia salió acompañada de algunas reacciones en la prensa. Una de ellas justamente nos muestra los límites que suele poner la ciencia a la información. El periodista poco adentrado en el problema y partidario de la educación intercultural, bilingüe, criticaba a los campesinos por no estar bien informados y desconocer las ventajas pedagógicas de esa modalidad de enseñanza.

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Aquí hay una toma de posición respecto a un hecho con relación al cual el periodista no estaba informado ni tenía la capacidad, aunque rendía culto a la ciencia. Si bien el campo es sumamente polémico y hay, por supuesto, investigaciones que niegan las ventajas de la alfabetización bilingüe y otras que la afirman, la falta de formación del autor conduce a atribuir el carácter de necesidad a lo que es un acto de política, pasando incluso por alto las aspiraciones y deseos de los interesados. Sacralización de las decisiones de la técnica unida al secreto de sus orígenes.

lo pluri-multi, etc. Este es otro tipo de sensibilidades escépticas frente a la verdad única y a la ética universal. Ellas chocan con la definición del periodista como conciencia de la sociedad.

Quisiera desarrollar, finalmente, dos aspectos que han sido tocados en las exposiciones precedentes, sin ningún ánimo polémico. El primero es el papel atribuido a los medios de comunicación de conciencia y de guía de la sociedad o, más modestamente, de guía de la opinión pública. Visión casi paradigmática del compromiso del intelectual, típica del siglo pasado, representante del interés común, cruzado de los derechos y libertades universales, ajeno a una concepción, más de ahora que de ayer, de la responsabilidad y capacidad de nuestros contemporáneos para formar criterio, aunque para ejercer esas potencialidades requiere de información antes que de adoctrinamiento.

A mi realmente me asaltan profundas dudas acerca de esa caracterización soberbia y despreciativa de los demás, equivalente a decirles: señores ustedes son incapaces de tomar conciencia de lo que sucede, yo les tengo que decir por donde va la cosa, les voy a revelar el significado de los hechos, de sus intereses. Nadie ha autorizado a los hombres de prensa para jugar ese papel. Tampoco se sabe en qué se basa la pretensión, en qué visión privilegiada de la sociedad se fundamenta. Ni siquiera el de guía que, por su parte, supone valores compartidos entre el guía y el guiado. Queda siempre la pregunta: ¿qué procedimiento particular les permite acceder a una interpretación más cabal de los valores en consideración?.

Lo curioso es que este tipo de planteamientos se hacen en una sociedad donde han comenzado a penetrar lo que se suelen llamar las sensibilidades posmodernas, y la verdad es que yo comparto los puntos de vista de J. Gramunt, porque no soy un hombre posmoderno, pero indudablemente la sociedad se ha ido volviendo posmoderna. Una sociedad que comienza a dudar que exista una sola verdad, una sola forma de ética. Personalmente no comparto la opinión, pero tampoco puedo negar que en el mundo moderno se están manifestando otras percepciones que son justamente las que respaldan el multiculturalismo,

Voy al fondo del problema, al segundo aspecto que tocaré: el poder político y la prensa. Cierto, el periodista no debe subordinarse al poder político ni al económico y todos quisiéramos que así sea. Concedamos que en la práctica no se somete al poder político, pero intenta transformarse en poder político, sin los riesgos que conlleva ejercerlo. En un mundo democrático el que desempeña un papel político algún riesgo tiene, aunque sólo fuera el de someterse a elecciones, de ser votado, por la población a favor o en contra por las decisiones que tomó. En cambio, el periodista sustituye al político en muchas ocasiones, pero sin ninguna responsabilidad social. Al límite puede ser objeto de crítica o tener algún problema, cuando no es el propietario del medio, con su empleador, pero no tiene la responsabilidad del político en la sociedad. De ahí que reemplazarlo, y muchas veces lo hace, o concebir su tarea en antagonismo, en competencia con aquel, desarrollando un plan político alternativo porque está convencido que es el guía, que

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es la conciencia de la sociedad desde una posición resguardada, no es correcto ni apropiado. Sólo arriesga alguna crítica de alguien que recordó el error de su propuesta, pero desde luego no va a pagar ninguna factura por la equivocación.

por supuesto, todos lo sabemos, puede entrar la demagogia, pero también hay los mecanismos para exigir el cumplimiento de la propuesta. Los medios, no en exclusividad, han favorecido el predominio del político débil. El ideal sería aquél que equilibre la convicción con la responsabilidad. Y no es distinto al comunicador, en cuanto exigencias. ¿No se trata en los dos casos de figuras que se mueven en la esfera pública?. Un político sin convicción no puede ser un buen político, pero también tiene que tener responsabilidad, si no se convierte en un individuo de equilibrios, de combinaciones, de puros medios, indiferente al fin, sencillamente en un político maniobrero. Lo uno sin lo otro da lo que a veces se llama despreciativamente la política del pacto, que también ha sido sumamente atacada. En parte la imagen negativa de la democracia proviene de los pactos. Si bien la gobernabilidad ha reposado en buena medida en ellos. Reducirlos al rodillo es también una caricatura. Obviamente, y todos estamos de acuerdo, somos ciudadanos conscientes, queremos la mayor discusión, el mayor debate que no siempre hay, ni en la prensa ni en el Parlamento. Sin embargo, si no hay decisiones también la opinión pública reacciona negativamente. ¿Cómo no volver a los medios para recordar su función en la preservación del orden democrático sometido a exigencias tan dispares?.

A propósito del tema conviene decir una palabra acerca de la conformación de la opinión pública y del desmedido papel concedido a la encuesta. Desde luego la opinión no sólo se forma por medio de la prensa, si bien es un mecanismo fundamental en el mundo moderno, sin duda no único. La encuesta a la que ahora se recurre tanto es una técnica totalmente atomizada, opera a través de preguntas a individuos, que después se las sacan de contexto y se pretende presentarlas como la opinión, cuando ésta no es una sumatoria de posiciones individuales, sino el resultado de interacciones en espacios específicos. Desconocer su interés no tiene sentido, tampoco abusar de ella, reduciendo el papel de la política, diría a un oficio totalmente triste y ceremonial. La insistencia en señalar un carácter de mandato a la opinión recogida en las encuestas, ha subordinado al político, lo ha transformado en un lector de encuestas en base a las cuales modifica sus proposiciones. Ha comenzado a desaparecer el verdadero político, capaz de asumir responsabilidades, de decir a la sociedad, les propongo estos fines, estos valores, que significan tal organización de la sociedad, frente a este otro tipo de valores que conllevan a otra sociedad. Y con razón se queja el elector por la falta de diferencias entre los partidos, entre los políticos, por la pobreza de las convicciones. ¿Cómo lamentarse de que esto suceda si por otra parte se está forzando al político a mostrarse de la manera más pálida posible, menos personalizada?. Todos son victimas de lo que se llama opinión pública, quizá complacientes. Así, el político que debería ser el hombre que propone, que debería tener la fuerza y la audacia de afirmar lo que quiere, y someterlo al voto, porque allí se halla el último arbitrio de la acción política. En eso

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La imagen de la política, de los políticos, de las instituciones representativas no es positiva. Hay en ella elementos objetivos y definiciones subjetivas. Los políticos han hecho su parte en este estado de cosas, la prensa también ha contribuido. Ya lo dijo O. Peña la noticia no es objetiva, no es una copia de la realidad, ella implica un proceso de selección, la adopción de puntos de vista. El periodista tiene que saber qué ha seleccionado, que no nos está mostrando “el hecho tal cual es”. La realidad es infinitamente rica e infinitamente inagotable, todo lo que de ella mostramos es producto de una elección. Y en esto

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no conviene esconder los hilos de la trama. Una cosa, sin duda, es la opinión y otra la noticia, incluso si ella obedece a ese proceso de reconstrucción de los hechos. En el último caso el deber de orientar la selección por las necesidades de informar debería ser un imperativo. Todo lleva una coloración, pero cuando se informa, los colores no tendrían que exhibir nuestras pasiones, sino una vocación de servicio, a menudo proclada, no siempre observada. La conciencia propia de la situación nos llevaría a todos a ser mucho más humildes, mucho más modestos y sobre todo a reconocer que ese papel de conciencia de la sociedad o de guía no se lo puede desempeñar con tal tranquilidad, en especial si, por el otro lado, se proclama que la tarea fundamental es la de observar y la de transmitir las noticias, porque como acabamos de ver, a través del famoso teorema de Thomas, muchas de las cosas que ocurren en la sociedad son resultado de la manera como se las presentaron. En oportunidades lo que no iba a suceder se produjo y aquello que iba a ocurrir finalmente no se dio, por la manera como interactúa la noticia con el público. Por eso, la charla se ha centrado sobre la ética. Creo que una redefinición de las tareas del hombre de prensa, de la forma como concibe el oficio sería saludable para la democracia, la sociedad y los medios de comunicación en un mundo de cambios permanentes.

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"¿EXISTE LA NECESIDAD DE UNA LEY DE COMUNICACION SOCIAL?”

poderosa mediación política entre el Estado y la sociedad, fenómeno a partir del cual los medios vienen a sustituir o, intentar reemplazar a los partidos en la función de mediación política.

Carlos F. Toranzo Roca

Luego del conjunto de exposiciones realizadas, la tarea que me compete, más que fijar si hay o no la necesidad de una ley de comunicación social, es tratar de hacer una suerte de resumen de la discusión, destacando los elementos salientes. Serán los expositores o los lectores quienes deban concluir si existe la necesidad de ese instrumento jurídico. La síntesis será desarrollada haciendo el seguimiento a estos puntos: 1.-

Aspectos globales o de marco de la discusión

2.-

Sobre objetivos y ética

3.-

Acerca de las modalidades de la información o del informar

4.-

Aspectos relativos a la ley

1.-

Aspectos globales o marco de la discusión

Primero que nada, hay un elemento de marco o de punto de partida que se refiere a la situación contemporánea que muestra la conversión de los medios de comunicación en una nueva o, quizá, en la más

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Pero, inmediatamente después de haberse constituido en ese mediador político surge la pregunta de quién les otorga autoridad que poseen para hacer esa mediación y cómo se administra ese poder, pues hasta ahora parecería que no existe ningún mecanismo jurídico o de otra naturaleza, a partir del cual realizar un control o seguimiento de la forma en que realizan la mencionada mediación. Vivimos en un marco en el cual aumenta la informalidad política, por tanto, eso explica los fenómenos de expropiación de los espacios de la política a los partidos políticos, en efecto, lo que en el pasado era manejado de manera monopólica por los partidos, ahora pasa a ser administrado por otras instituciones u organismos, justamente por eso crecen los espacios de acceso a la política que son manejados o dominados por los medios de comunicación, ese proceso ha conducido a un incremento de la influencia de los medios de comunicación para definir los resultados de la política. Empero, paralelamente no han crecido las responsabilidades que deberían poseer esos medios para moverse con cautela en el espacio que se les abrió. Los fenómenos mencionados conducen a la sociedad a exigir a los medios comunicación y a los comunicadores la toma de conciencia de la ampliación de su poder que, seguramente, es paralela al incremento de la cobertura que poseen, no se olvide el aumento del espacio de cobertura que poseen los medios electrónicos en el presente. La norma de convivencia de toda sociedad expresa que el poder de cualquier institución debe ser controlada o, cuando menos, regulado, cuestión que no sucede aún en este campo.

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El incremento del poder de los medios de comunicación va de la mano con la deslegitimación de las instituciones tradicionales de la democracia, se ilustra por medio de la deslegitimación de los partidos, del parlamento, lo cual, por ejemplo, conduce a que se acreciente el rol de fiscalización de los medios de comunicación. Pero lo curioso es que aumentando el rol fiscalizador que poseen los medios de comunicación, existe la paradoja de que es poco posible fiscalizar a los medios de comunicación, cuando menos es un hecho que no existen mecanismos para efectuar el accountability de sus actos.

Un elemento que se sugiere tenerlo siempre como premisa en el análisis de este tema, es la posibilidad de una subordinación de los medios y de los comunicadores al poder político y la tensión que surge entre ambos para evitar que ese influjo se materialice. La verificación empírica de lo que sucede en varios países expresa que es creciente la influencia del poder político en los medios, sin que todavía estén muy claras las formas para evitarlo.

Hay quienes sugieren que no se debe creer a pie juntillas el grado elevado de legitimidad que podrían poseer los medios de comunicación, en especial respecto de otras instituciones, pues se expresa que en un análisis más fino sería posible advertir que muchos medios no poseen legitimidad y no son vistos con consideración por la población. Más todavía, se cree que se debería des-sacralizar la opinión de los medios, pues ella, como cualquiera otra está sujeta al error; se postula, además, que una buena opción es la de entenderlos no como una institución “sagrada” sino, más bien, únicamente como un institución que realiza una función de utilidad pública. Una pregunta que no deja de tener importancia es la que expresa la necesidad de realizar investigaciones para conocer en qué medida los propios medios influyen en la deslegitimación de algunas instituciones de la democracia, pues se expresa que normalmente los medios aumentan el volumen respecto de las carencias, por ejemplo, de los partidos o del parlamento, sin reconocer las virtudes que puedan tener, razón por la cual aumentarían la visión negativa que sobre esas instituciones pueda tener la población. Más todavía, hay quienes insisten que debe haber un control social respecto de la relación de competencia que se podría dar entre los partidos y los medios de comunicación, en su intento de ser los mediadores de la sociedad con el Estado. 55

Otro tema que surge en la discusión es que algunos medios de comunicación o muchos comunicadores insisten en el hecho de que ellos han devenido, por la fuerza de las circunstancias, en la conciencia de la sociedad, pero, paralelamente se insiste en que quizás, de manera equivalente, no han tomado conciencia del poder que han alcanzado, para así administrarlo con plena pulcritud. De todas maneras, respecto de este tema se insiste en saber si esa consideración de conciencia de la sociedad, o de modo más tenue, guías de la opinión pública, parte de los comunicadores como una autodefinición o es, evidente y realmente, una forma de comprensión de la sociedad respecto de los medios. En cambio, en lo que habría menos conflicto, es en la comprensión de los medios y de los comunicadores, no necesariamente como conciencia de la sociedad, sino como formadores de opinión pública. De todas formas, se insiste en que aunque los medios de comunicación no se crean a sí mismos como la conciencia de la sociedad, esto es, que aún sin creerlo, de modo fáctico asumen ese papel sin que nadie les haya delegado el cumplimiento de esa función. El incremento del grado de participación de los medios en la política, o su conversión en el mediador por excelencia entre el Estado y sociedad, está generando otro problema, la conversión de los 56

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comunicadores en políticos o la transición del comunicador a político; ese hecho, de alguna manera, estaría elitizando la política o, cuando menos, le estaría quitando su carácter democrático, puesto que la competencia entre quienes poseen medios o el acceso a éstos, frente a los que no poseen esa facilidad, se resolvería en favor de los primeros, debido a esa asimetría que los premia. Se señala que el óptimo sería ubicar a los contendientes en igualdad de condiciones en cuanto toca al acceso a los medios.

Sin embargo, se discute cuál puede ser la verdad, esto es, la verdad única en un mundo postmoderno, en una realidad multicultural y de una diversidad social tan extensa como la existente en Bolivia; es más, se plantea la posibilidad de que en realidades tan diversas como la boliviana, bien se podría hablar de verdades relativas, correspondientes a cada actor social, a cada forma cultural de mirar la realidad.

Analizando esta temática hay quienes insisten en que se debería limitar o, por lo menos regular, la acción de los comunicadores como políticos, pues los primeros estarían asumiendo las tareas de los políticos sin cargar el peso de los costos o de las responsabilidades que eso implica.

En cambio, hay quienes ubican objetivos más modestos como los referidos a la búsqueda de una conducta honesta y humilde en la actividad de la información. Esto se asocia a una necesidad cotidiana de respeto por los distintos actores respecto de los cuales se da información, de demostración de tolerancia por las opiniones de esos actores diversos que conforman la sociedad.

Otro hecho que merece análisis es el correspondiente al influjo que tienen en definición de la titularidad del poder, pues es conocido que muchos medios de comunicación actúan con desmesura en las campañas políticas, influyendo de manera determinante en los resultados electorales. Se cree que las distorsiones del voto popular causadas por esa actuación de los medios deberían ser reguladas legalmente mediante disposiciones jurídicas cuyo objetivo se dirija a obtener un uso adecuado de los medios.

Se sostiene que un elemento importante de la ética es aquel que conduce a que la conducta esté normada no por el rating, como tendencialmente suele ocurrir, sino por la necesidad de brindar información; en los casos en que la acción de los medios de comunicación sólo se estaría guiando por el rating, se estaría despreciando una actitud ética.

2.-

Sobre objetivos y ética

En este ámbito se insiste en que los comunicadores y los medios de comunicación debiesen estar apuntalando la búsqueda de la verdad y la justicia o, por lo menos, no deberían promover la injusticia, para ser consecuentes con esto, su trabajo debería consistir en generar actitudes racionales de la audiencia, de los lectores. Hay quienes insisten que a esa actitud racional se le debería agregar la necesidad de formar una opinión pública sensible al tema social. 57

Se anota que los medios de comunicación están constantemente frente a presiones dirigidas a cortar la plena libertad que se debería tener para entregar información, estarían frente al poder público que es creciente y, claro está, también frente a múltiples poderes privados que tienden a comprimir la libertad de información. Es más, se expresa que el poder de estos últimos es creciente, razón por la cual la compresión de la libertad al informar podría venir más de estos últimos. Justamente, se apunta el hecho de que tendencialmente los contenidos de la información se dirigen a asociarse a la propiedad de 58

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los medios de comunicación. Hay muchas ilustraciones prácticas de esto, pues muchos comunicadores han perdido o pueden perder su fuente de empleo, en los casos en que no han sido concordantes con la emisión de los contenidos propuesta por los propietarios de los medios de comunicación. Esta va a ser una tensión constante de los comunicadores en la cual vivirán, inclinados a informar de manera imparcial, frente a una necesidad de los propietarios que prefieren cierto tipo de sesgos. En un mundo en que se privatiza cada vez más, en que se monopoliza cada vez más la propiedad, incluso de los medios de comunicación, es posible que se vayan perdiendo las libertades que poseían en el pasado los comunicadores para informar, por tanto, el futuro abrirá un terreno de disputa más fuerte entre comunicadores y los propietarios.

Otro elemento que se apunta como una necesidad es el de limitar los grados de autoritarismo con los cuales actuarían diversos medios de comunicación, pues se señala que su actitud dura, a veces autoritaria, genera fuertes grados de inhibición en muchos actores políticos, o ciudadanos que no pueden discutir de igual a igual con quienes tienen acceso a los medios. Una noticia mal dada, sin fuente de información, no siempre genera disculpa del medio, sino que puede perjudicar al ciudadano, pero éste posee temor de discutir con los medios o de pedir aclaraciones sobre la incorrección de las informaciones vertidas.

Se sugiere que una comprensión del trabajo de los medios es aquella que se inclina por darles un rol pedagógico de la sociedad, que los inclina a informar sobre aquello que es relevante y posee importancia para el país, eludiendo o disminuyendo la jerarquía de aquello que da rating, pero no es formativo. En esta medida la labor informativa sería de acompañamiento y de refuerzo a la labor educativa. Asimismo, se cree que una labor de los medios consistiría en transparentar la información para que los agentes sociales puedan actuar mejor o puedan tomar decisiones, pero esa acción de transparentar chocaría con el secretismo público de la información, este último, por ejemplo habría sido clave en el ocultamiento de la corrupción. Quizás el tratamiento poco serio de esta última, su manejo, muchas veces amarillista, haya incidido en el reforzamiento del secretismo público. Por ello, se cree que se debe avanzar paralelamente en dos direcciones, por un lado, generar seriedad en la información y, por el otro, lograr que la información sea un bien público, rompiendo el secreto de la información. 59

El caso que explotó en Condepa, habría mostrado un ejemplo en el cual muchos políticos y ciudadanos habrían logrado romper, quizás por un instante, inhibiciones frente a un medio de comunicación que normalmente penalizaba de modo excesivo a quienes discrepaban con él. En efecto, en ese episodio, muchos políticos y ciudadanos devolvieron las adjetivaciones que habían recibido por mucho tiempo, pero a las cuales no podían responder por el temor que pueden generar algunos medios. Al analizar este tema se plantea un problema mucho más general, se refiere a la discordancia que existe entre la aceptación discursiva de la democracia y la subsistencia de actitudes cotidianas antidemocráticas. Esto abarcaría a los medios, a los partidos, a la casi totalidad de nuestras instituciones y estaría expresando un déficit de cultura democrática. Algunos insisten en que uno de los objetivos de los medios debería ser el de crear voz para los actores que no tengan voz, buscando un destino hacia adelante para ellos, si bien esa idea plantea la existencia de una alta sensibilidad social, sin embargo, conduce a preguntarse si un objetivo de esa naturaleza no estaría politizando demasiado la labor de los medios de comunicación. 60

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Paralelamente se plantea que es una evidencia que en todas las sociedades crecen demasiado algunos poderes, incluidos los de los comunicadores y de los medios, por tanto, se cree que la labor de informar debería dirigirse a morigerar esos poderes excesivos, incluidos los de los comunicadores. Por ello, conociendo que no hay una verdad objetiva, sin embargo, sería preciso no hacer la apología de esos poderes que creen tener la propiedad de la verdad objetiva, ni tampoco dar acceso únicamente a las verdades subjetivas del comunicador o de la posición de los propietarios de los medios. En suma, esto implicaría informar sobre la realidad, sin absolutizar la opinión o la verdad del comunicador. Esto implicaría rescatar la ética de la responsabilidad y de la convicción.

En la medida en que se masifican los medios de comunicación sería una necesidad generar una información para los más y no una información cifrada para sectores minoritarios de la población, eso exige un esfuerzo adicional de los comunicadores desplegando una labor didáctica de entrega de la noticia. Es más, inclusive el reto no consistiría solamente en dar una información global y general, que mal que mal es elaborada por muchas cadenas informativas, sino que el desafío consistiría también en entregar una información regionalizada.

3.-

Acerca de las modalidades de la información o del informar

Un tema crucial que sale en la mesa de discusión y que tiene que ver con todas la esferas profesionales, es el hecho de ausencia de formación con plena calificación para desarrollar cualquier tarea, y lo grave es que en la esfera de los comunicadores esas carencias tienen impactos demasiado nítidos sobre la población. La ausencia de formación profesional en los comunicadores lamentablemente devendría en faltas a la ética, en efecto, se puede violar fácilmente la ética cuando se tiene ausencia de profesionalismo y falta de calificación para informar. Curiosamente la reivindicación de los comunicadores de mejorar sus condiciones profesionales no sólo devendría en la generación de una mejora en la información, sino que podría traducirse también en resultados positivos en el plano ético.

En muchos países del extranjero una de las malas costumbres de los medios de comunicación ha sido penetrar en la vida de los políticos o, en general, de los ciudadanos, para el caso boliviano se expresa que una norma de oro debería consistir en el respeto de la vida privada de los sujetos. Asimismo, se postula que es necesario generar mecanismos en los medios de comunicación dirigidos a romper la inermidad que poseen los políticos o todos los ciudadanos ante la entrega de noticias equivocadas o mal intencionadas. Hasta hoy esa inermidad ha conducido a que los ciudadanos opten por asumir una actitud “sagaz”, no discutir, no disentir contra los medios, para no verse más perjudicados, lo cual obviamente avala la actitud autoritaria que tuvieron muchos medios. Aunque es evidente que la privatización y la presencia del monopolio toca también a los medios, se cree que es conveniente, para una buena entrega de información, diversificar las fuentes de información con las cuales se trabaja, para así garantizar el acceso a diferentes puntos de vista.

La mejora de la calificación profesional de los comunicadores puede acercarse a la entrega de información objetiva, más concordante con lo que sucede en la realidad, alejando así las visiones subjetivas o los prejuicios con los cuales operan los comunicadores.

Un plano de la discusión se ubica en la necesidad de eludir el secretismo público, incrementando la transparencia de la información. Pero, paralelamente se conoce que las formas más sofisticadas del

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secretismo usadas por el Estado consiste en la entrega cifrada o “técnica” de la información, para lo cual el antídoto consistiría en la mejora de la calificación profesional de los comunicadores y el trabajo didáctico que deben realizar éstos para entregar la información al público. Pero paralelamente se insiste en que el comunicador debe conocer muy bien cuáles son los límites éticos de la transparencia, pues en muchos casos el mal uso de los derechos de la transparencia habrían conducido a perjudicar a la propia población.

cambiado los medios de información, por tanto, existe certeza al aseverar que la mencionada Ley no puede normar a cabalidad una realidad de fenómenos contemporáneos, más allá de cualquier percepción ética o de valor, es preciso reconocer que los tiempos han cambiado, por tanto, los instrumentos legales junto a la modernización del Estado debiesen avanzar también en esa dirección, esto es totalmente válido para los medios de comunicación, y para la propia Ley de Imprenta.

Un elemento en el cual se insiste mucho es el referido a no mezclar juicios de valor con información, la práctica normal consistiría en confundirlos, con resultados nítidos de desinformación y, muchas veces, de manipulación de la información.

En el presente no se está sólo frente a la prensa escrita del pasado, hoy existe una proliferación de medios electrónicos, no cabe duda que la revolución tecnológica ha llegado al plano comunicacional, pero lo curioso es que los instrumentos jurídicos no han tenido una evolución equivalente. Para asumir los retos del presente, los mecanismos legales requieren ser actualizados, mucho más conociendo los excesos de poder en los que incurren y podrían incurrir los medios, que como se ha dicho, se han convertido en uno de los principales mediadores entre la sociedad y el Estado.

Otra recomendación clave es la que señala no considerar al rumor como información, costumbre demasiado arraigada en la conducta de los comunicadores. De otra parte, para informar sobre el presente, no descalificar a los sujetos o instituciones sobre las cuales se da la información, enfatizando sus datos sobre el pasado. Asimismo, evitar el uso de estereotipos que conducen a desinformar. Por último, se insiste en que en la actualidad se trata de generalizar todos los juicios sobre los medios de comunicación, acudiendo a lo que sucede con la televisión, sin advertir las especificidades que poseen otros medios como los radiales y en especial los escritos. 4.-

Aspectos relativos a la ley

Si por otro lado, la reforma política obliga a formular mecanismos legales para normar la vida de los partidos políticos, sería también necesaria la existencia de ciertas normas para el funcionamiento de los medios, ante todo, para evitar algunos excesos que debiliten al sistema político y que garanticen los derechos de los ciudadanos. Esta claro que partidos y medios, instrumentos-clave de la mediación entre Estado y sociedad, requieren normas para funcionar, reglas que regulen su campo de acción, lo cual no debe ser entendido como compresión de la libertad de los partidos para actuar en política, ni limitación de la libertad de información.

Desde 1929, época en que se aprobó la Ley de Imprenta ha pasado mucho tiempo, se han modificado y sofisticado las tecnologías, han

En el país se ha convertido en una costumbre que las instituciones públicas, ya sea del gobierno central o municipal, de la justicia o,

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incluso, las universidades, no rindan cuentas a nadie sobre el desarrollo de sus funciones. A la par, se conoce que no puede haber Estado ni administración moderna sin accountability, sin rendición de cuentas sobre lo obrado. Pero este último concepto también debe ser utilizado para los medios de comunicación, pues éstos que concentran un poder tan elevado no pueden quedar exentos de dar cuentas sobre lo que informan o sobre la globalidad de funciones que realizan. Se afirma que, precisamente, hacia eso debe dirigirse la existencia de una norma que regule la actuación de los medios.

partidos, pues no cabe duda que los políticos sienten que los medios les están expropiando su campo de acción y sus funciones.

La paradoja de la realidad es que los medios de comunicación se han convertido en los árbitros de la actividad cotidiana de las instituciones y de los ciudadanos, pero, simultáneamente, no existen árbitros que los juzguen o que den opinión institucionalizada sobre el cumplimiento de sus funciones. De lo que se trataría es de avanzar hacia ámbitos de equidad donde todos posean instituciones a las cuales deben rendir cuentas. Pero, se apunta con toda exactitud que en este tema hay demasiada sensibilidad o hipersensibilidad, pues en general y en el pasado cuando se trataba de normar la actividad de los medios de comunicación, éstos y los comunicadores sentían que lo que se trataba de hacer es de cortar la libertad de información. Esa percepción puede haber sido dominantemente correcta, pero no se descarta que pueda ser también una actitud defensiva de los medios para evitar que hayan reglas a las cuales deban regirse.

El hecho señalado conduce a la necesidad de evitar provocaciones, invita a impulsar una concertación abierta entre esos actores y otros que no estén involucrados en esa “disputa”, para adoptar la sensibilidad de que es necesario regular la actividad de los medios, es más, estos últimos deben llegar al convencimiento por sí mismos de que eso es necesario para el avance de nuestra democracia. Sin una actitud positiva de los medios poco se podrá avanzar, pero asimismo, sin la cautela de los partidos, sin el desprendimiento de los políticos tampoco se podrá llegar a buen puerto. El punto de partida de los consensos seguramente deberá ser el del respeto absoluto a la libertad de información, pues éste es uno de los pilares de la democracia sobre esa base se puede fundar el estudio de los mecanismos legales de regulación de una actividad tan complicada como la que realizan los medios de comunicación. Pero, en lo que hay que insistir es en que no se trata de fundar mecanismos legales para dicha regulación, sino que lo que se pretende es actualizar para los tiempos contemporáneos normas que se dictaron en el pasado.

Hoy en día la hipersensibilidad puede ser mayor, dado que a quienes tocaría fijar la leyes o instrumentos legales de regulación, es a los parlamentarios, es decir, a los políticos, que son, precisamente, quienes sienten que los medios compiten u ocupan los espacios de los

De otra parte, también se debe tener cuidado con el concepto de consenso, pues, en cierta forma, esa idea ha sido utilizada como el poder de veto que tienen algunos actores para llegar a acuerdos concertados. Por ejemplo, ése es el caso del veto (impedimento del consenso) que han impuesto los sindicalistas del magisterio de La Paz para impedir la aplicación de la Reforma Educativa por algún tiempo. Así pues, conocida esa lección, de lo que se trata es de avanzar a grandes concertaciones, que no son iguales que consensos absolutos, para acordar mecanismos regulatorios de la actividad de los medios.

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Una cuestión que requiere mayor tratamiento es la relativa a lo siguiente, ¿quién fija el límite a las acciones y/o informaciones de los comunicadores, eso depende de un mecanismo legal o, más bien, tendría que ver con la ética de la responsabilidad del comunicador?. Como se podrá apreciar, el problema es demasiado complejo, pero ya es una buena señal que se comience a discutir sobre él.

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A N E X O

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I

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C O M E NTAR I O S

Cuando se mezclan la información con el juicio de valor, entonces se esta agregando un ingrediente subjetivo que aleja cada vez más la información de su objetividad.

Rvdo. José Gramunt De Moragas DIRECTOR DE LA AGENCIA DE NOTICIAS FIDES

¿ESOTERISMO DEL PERIODISTA?

Sabemos que la objetividad absoluta no es posible. Pero sí es posible acercarse más o alejarse mucho de élla. La prensa de los Estados totalitarios se aleja de la objetividad porque informa con una fuerte carga de subjetividad propagandística.

Salvador Romero atribuye a los periodistas mucho esoterismo y “exoterismo”. Yo le voy a añadir a esta acusación otros vicios de algunos periodistas.

En general, los medios de comunicación bolivianos hacemos una distinción neta entre información y juicio de valor. Pero todavía existen algunos periodistas que prefieren mezclar ambos. Lo cual está muy cerca de la subjetivización de la noticia y de la manipulación de la opinión pública.

Uno de los más perversos es el de las medias verdades. Estas te cuentan sólo una parte del hecho. El público se forma una idea incompleta y frecuentemente errónea. La media verdad es una total falsedad.

Esta manipulación es más dañina cuando la información va cargada con interpretaciones ideológicas subjetivas.

Otra forma más sutil de trampear la información es la de los silencios. Como acaba de decirnos Enrique Toro, una forma de manipular los hechos que deben ser conocidos es aquella de restarles publicidad a fin de que el público no se dé por enterado: “si un hecho no es noticia, el hecho no ha existido” ha dicho Toro. Otra práctica perversa es la de mezclar la información con el juicio o valor. Un medio de comunicación boliviano ha expresado muy bien - aunque no sin cierta ironía - la diferencia que debe existir entre la información y la opinión cuando nos repite: “nosotros informamos, Usted opina” .

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La otra forma de desvirtuar la objetividad de la información es el dar los rumores sin base, como una información real. Porque trata de hacer creer como verdadero lo que no es comprobable. Semánticamente hablando, el rumor generalmente no es comprobable. Hay otra forma de instrumentalizar la información. Es la manipulación del pasado. Se mencionan hechos pretéritos, dándoles actualidad como si continuaran siendo actuales. Un ejemplo: es objetivo afirmar que Banzer fue dictador. Acabo de oir que Banzer se ha convertido a la democracia. Yo lo he dicho muchas veces cuando esto todavía no estaba de moda. Cargarle ahora una situación que fue superada es manipular el pasado y una falta de objetividad. Recordemos aquel refrán: “porque a un perro maté, mataperros me llamaron”.

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La otra manipulación es la que se practica con ciertos sondeos de opinión. Hay encuestas cuyas preguntas conllevan una respuesta inducida. Oí una vez a un entrevistador de radio en El Alto, que preguntaba a una vendedora del mercado si el Fondo Monetario Internacional era o no imperialista ... Díganme Uds. si esto no es una manipulación de la supuesta ‘encuesta’.

EL PERIODISTA, CONCIENCIA DE LA SOCIEDAD

Lo dicho no implica que yo desconfíe de toda clase de encuestas. Las hay que son científicas y merecen confianza. Aún así hay que leerlas con sentido crítico.

Estoy de acuerdo. La imagen que aparece en la pantalla concentra la atención del televidente. Este no pierde ni el más pequeño detalle de lo que está mirando. Un pequeño giro de la cabeza, un rictus de los labios, un leve parpadeo, son suficientes para manifestar una opinión subjetiva del presentador que no se limita a dar sólo la información pura y simple.

He leído hace poco un libro titulado “La Borrachera Democrática” del francés Alain Minc. Encuentro coincidencias con lo que acaba de comentarse en esta reunión. Minc afirma que el político está más pendiente de los índices de popularidad que reflejan las encuestas que de llevar a cabo un programa político que se han propuesto y que supuestamente es para bien común. Esos políticos ‘culipandean’ (expresiva palabra cruceña) al son de lo que dicen las encuestas; hacen de todo, con tal de seguir estando en la cresta de la popularidad. Estos equilibrios desacreditan al político y a la democracia Otro instrumento perverso de la manipulación informativa es la del abuso de los estereotipos: se repite por ejemplo la empresa oligárquica”, “la COB anarcosindicalista”, el Fondo Monetario Imperialista”, etc. Me ha gustado que Carlos Mesa haya repetido el concepto de la responsabilidad del periodista. Yo no me he extendido en ese concepto porque no se puede decir todo en corto tiempo. Pero suscribo la insistencia de Carlos.

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Salvador Romero ha mencionado la manipulación de la ‘objetividad’ informativa que practican algunos presentadores de televisión cuando acompañan a la narración de la noticia con una “caída de cabeza” que comporta un virtual comentario.

Hace algunos años en Italia se produjo una polémica sobre este abuso. La conclusión ‘ética’ fue que el presentador debe limitarse a informar y debe evitar todo rictus y gesto del rostro que implícitamente comporte un juicio subjetivo de valor. Salvador Romero (padre), que ha hecho aquí pública profesión de humildad, nos ha censurado a los periodistas que, según él, pretendemos constituirnos en “guías de la opinión” o en “conciencia de la sociedad”. Como dije antes, somos muchos los que diferenciamos la información de la opinión. Creo que, a mayor y mejor información, mayor oportunidad estamosdando al ‘respetable’ para que se forme,por sí mismo,una opinión correctadela realidad. Y en cuanto a las opiniones que emitimos en artículos o columnas, no pretendemos ser ni “guías” ni “conciencia” de nadie. Al menos este

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es mi caso. Sí pretendemos servir a la conformación libre de una opinión pública, dentro del pluralismo democrático. No pretendemos poseer el monopolio de la ortodoxia. Y si a veces nos expresamos con arrogancia, tendremos que arrepentirnos. Si nos expresamos con sencillez y, a pesar de esto, nos califican de arrogantes, allá ellos. Yo no me siento arrogante.

Repito lo que dije antes. La búsqueda de la verdad es una tendencia propia, intrínseca, de la naturaleza humana. Otra cosa será si encuentro esa verdad o no. Una conciencia moral natural ‘honrada’ lleva a buscar ‘mi’ verdad. Otra cosa es que no encuentre ‘la’ Verdad. Lo que no es honrado ni puede conducir a ninguna ética razonable es el autoengaño consentido. Lo que afirmé al inicio de miexposición es válido para cualquier cultura, porque es parte esencial de la naturaleza racional del ser humano.

Salvador Romero ha dicho, creo que con un tono sutilmente peyorativo, que hay una diferencia entre el político y el periodista: el primero corre riesgos y el segundo no. ¡Caramba! El político asume riesgos porque pretende “el maravilloso instrumento del poder” o ya lo tiene. Los periodistas no tenemos poder efectivo. Aunque es cierto que en estos últimos años hemos ganado un gran espacio de poder formar corrientes de opinión. Los avances de la tecnología han aydado. Por lo demás, nosotros sólo ofrecemos nuestras opiniones al público. En cambio, el político toma las decisiones sobre cómo va a marchar el país. De modo que no hay proporción sino desproporción entre las desventajas del político y las ventajas del periodista. El político busca el poder para traducirlo en decisiones concretas. El periodita se limita a opinar y punto. Un tema muy sugestivo y es el de la realidad multicultural. Supongo que Salvador Romero se ha referido a mi exposición sobre las raíces teológicas de la ética, en las que he mencionado el Decálogo. De ninguna manera he querido imponer mis convicciones cristianas como las únicas valederas para todos. Por otra parte, creo que no son distintas de quienes estamos aquí. He dejado claro que también por la vía del análisis antropológico se llegan a identificar unos principios éticos que no difieren de los cristianos.

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Oscar Peña Franco DIRECTOR DE A.T.B.

Yo voy ha hacer un par de apuntes muy rápidamente. Uno de los temas que me gustaría comentar, es el que se refiere a la prensa o a los medios como “conciencia de la sociedad”. Creo que cuando hablamos de este concepto hay la tendencia a sacralizar en demasía. El concepto “conciencia de la sociedad”, al menos como yo lo entiendo, no es el de asumirse como dueños de la verdad, sino más bien es el cumplimiento de nuestro rol de intermediarios entre el Estado, el poder o los poderes y la sociedad. En realidad, se trata de tomar conciencia de las necesidades y aspiraciones de la sociedad a la que se sirve y transmitirle de manera adecuada; se trata, insisto, de no erigirse en propietarios monopólicos de la verdad, y esto hace alguna relación con el tema de las encuestas que también ha sido acá un poco objeto de anatema. La encuesta periodística, del reportero que hace determinada pregunta al común de la gente en la calle, creo que es legítima, creo que eso es válido porque al final de cuentas, a quién se va a pedir opinión sobre lo que

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hacen los políticos si no a quienes los votan con v corta, o los botan con b larga, o sea los ciudadanos de la calle. Eso, creo que está permitido.

reprochamos prensa y sobre todo políticos. Debemos asumir con valentía nuestros errores propios y a partir de ahí establecer una especie de pacto político periodístico, en los límites que nos obliga la búsqueda de la verdad y todo lo que hemos dicho. Los políticos nos acusan a los periodistas, en general, de la tragedia del país, y nosotros tendemos a ver en los políticos, en un sistema democrático, la tragedia del país. No es ni lo uno ni lo otro. Me parece una ilusión creer que el descrédito del Parlamento y los políticos se deba, en gran parte a la prensa. El gran ingrediente, el fundamental ingrediente es el actuar del Parlamento y de los políticos. No podemos informar otra cosa en estas tres semanas, que hay receso o no hay quórum .... Por ahí no va el camino.

Finalmente, con el mayor respeto y afecto, yo me permitiría un poquito reprocharle a Salvador porque ha incurrido en una generalización que se hace injusta, cuando formulaba reproches y hablaba globalmente de la prensa. Creo que es una generalización injusta, creo que se trata de reproches que deben ser dirigidos a determinados comunicadores o periodistas, pero no generalizarlos injustamente con toda la prensa. Y como debo retirarme, me salvo de la mordaz contraréplica que segura-mente está concibiéndose aquí. Les ruego, por favor, que me permitan retirarme.

Otro elemento, que a mi me preocupa es el desencuentro entre periodistas y políticos. No realizaremos ningún camino si nos

Respecto a la legislación de una ley de comunicación, soy un convencido de su necesidad. Debe haber un cuerpo jurídico global que norme este rubro. El problema es que, lamentablemente, las experiencias que hemos vivido al respecto han sido fatales, desde la perspectiva de quienes estamos en la prensa. En 1988, si no me equivoco, se realizó un seminario del cual salió el libro Ley de Imprenta contra Ley Mordaza, editado por CEDOIN, para debatir la iniciativa legislativa del entonces concejal Medardo Navia de Cochabamba y rápidamente acogida por el H. Senador Mario Rolón Anaya en La Paz. Se habló de una ley modernizante, etc., que tenía sólo dos artículos: derogar en la Ley de Imprenta todo aquello que iba al jurado de imprenta y someterlo al Código Penal. Esa no es ley, y eso obviamente nos motivó a saltar, como teníamos que saltar, y pedir que no se consuma lo que claramente se buscaba: crear un mecanismo de coerción al periodista. Por eso debemos tener una visión de largo aliento. Es muy difícil y por eso hablaba en mi ponencia del servicio público. Tenemos que partir de eso, y reconocer que la sociedad tiene el derecho de fiscalizar y arbitrar ese servicio público. Por tanto, el debate no puede reducirse a las cuatro paredes del Parlamento ni a los periodistas ni

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Juan Cristobal Soruco Quiroga DIRECTOR DE “PRESENCIA”

Hay una visión a analizar el fenómeno de la información a partir fundamentalmente de la televisión y la radio. No es un camino errado, porque son los medios que más presencia tienen. Pero, es una parte del fenómeno comunicativo en esta sociedad. En radio y especialmente en televisión la posibilidad de manipuleo es mayor. Primero, porque no pasa que los “papelitos cantan” y segundo, estos medios en manos inexpertas constituyen un peligro, como se puede comprobar al ver algunos programas. Insisto en que hay una tendencia a hacer todo el análisis a partir de esos dos medios; los análisis van hacia allá, y creo que eso hay que evitar en una discusión como la nuestra.

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a los políticos, porque sólo nos vamos a parar. Hay que impulsar un proceso participativo, que de una u otra manera ha sido teóricamente diseñado a partir de la historia del nuevo orden mundial de la información y la comunicación con UNESCO, que lamentablemente cayó en saco roto por la falta de visión fundamentalmente de los sectores empresariales, que veían ahí un serio peligro a su actividad empresarial, no tanto informativa. Fue también una comedia de equivocaciones, pero se podría empezar a retomar para llegar a acuerdos que normen esta actividad.

a tardar mucho, es un elemento que hay que trabajar a fondo. El autoritarismo es uno de los factores que nos impide llegar a acuerdos para una buena legislación en comunicación. Cuando se trata mal este tema surge un Condepa. No sé si estarían dadas las condiciones políticas para que surja un movimiento de ese tipo, con las características que tiene Condepa, pero el elemento objetivo que dio el impulso fue la clausura de R.T.P., en una actitud que fue entendida como represalia política. Esto dio pie a que aparezca Condepa, que al mismo tiempo, creo que ha servido para canalizar gente que podía haber ido por caminos violentos. Es decir, tenemos que trabajar el autoritarismo en todos los sectores. Quiero suscribir plenamente lo que dijo el Dr. Romero sobre la democracia.

Respecto a la legitimidad de nuestra misión, yo no hablaba de crear conciencia. Diré que a veces caemos en el error de creernos conciencia y además, hice referencia a que nos hemos apropiado del papel de mediadores por nuestra vocación y la vocación empresarial, y eso lleva a equívocos, pero resulta que es así y la sociedad contemporánea se está moviendo así. Discrepo con el Dr. Romero porque no es cuestión que nos creamos la conciencia, repito, aunque podemos caer en ese error. Más bien, me suscribo a lo que dijo el Padre Gramunt, somos un factor fundamental de este sistema, la cuestión es cómo lo hacemos mejor. Comparto plenamente con Toranzo sobre el fenómeno del autoritarismo, tengo la convicción de que somos tributarios en nuestras vertientes española indígena de una profunda cultura autoritaria, que la reproducimos periodistas y la reproducen fundamentalmente los políticos. Vean ustedes el accionar de los políticos, y disculpa Enrique, cuando están en oposición o en el oficialismo, simplemente se debe cambiar el nombre de quien habla y se reproducen las mismas reacciones. Recién estamos entrando a una cultura democrática; va

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Por último, hay que anotar que las tendencias que nos lean son cada vez más bajas. La gran prensa en general está ofreciendo cada vez más añadidos para poder vender su producto, no para que se lean. En Quito, por ejemplo, "Hoy", que es un buen periódico, cada dos semanas, si no me equivoco, regala un “CD”, por el precio del periódico. Es otro tema que habría que estudiar, los niveles de lectura están bajando dramáticamente y eso nos plantea también puntos para una legislación. Doy un ejemplo, a nivel de prensa pagamos impuestos por ingreso de tinta, papeles, etc.; pagamos impuesto por venta de periódicos, pagamos impuesto por publicidad, pagamos impuesto por donación e intercambio, lo que encarece nuestros costos. La televisión y la radio pagan el impuesto por publicidad y por importación de equipos, nada más. Y estamos frente a propuestas que buscan incentivar la lectura. Eso entra, obviamente, en una política de comunicación nacional. Entonces hay elementos en los que podemos concertar. El problema es que los políticos buscan como controlarnos y nosotros nos evitamos ese control.

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Salvador Romero Ballivián

periodistas), radica en la miopía que engendra. Desde el Olimpo, la mayoría de los actos humanos parecen tener raíces bajas.

Intervengo no como periodista, sino como lector y como lector un poco forzado en el sentido que no me siento muy a gusto con la prensa boliviana en general. Quisiera exponer algunas de las razones, aprovechar la oportunidad para señalar ciertas fallas que encuentro en el periodismo boliviano actualmente.

El provincialismo constituye un problema más serio, con dos vertientes. Por un lado, el interés por las noticias internacionales resulta escaso y a menudo anecdótico. Se reduce con frecuencia a los países fronterizos, que pueden merecer una portada de tiempo en tiempo, y algunas veces se extiende hasta los Estados Unidos. Para los medios de comunicación, el Africa, el Asia e incluso Europa se asemejan a la terrae icognita del pasado. Por otro lado, el encierro intelectual se traduce en una ausencia de análisis comparativo. Las realidades nacionales no se juzgan a la luz de otras experiencias, que permitirían resaltar las originalidades locales o, por el contrario, banalizar ciertos fenómenos que ocurren en el país. Se pierde la oportunidad de comprender las experiencias bolivianas en marcos amplios, que autorizarían conclusiones fuertes.

El primer problema que detecto nace de la mirada autocomplaciente que tienen en general los periodistas sobre su propia función y trabajo. Supongo que la auto-estima no debe ser un sentimiento en déficit.... La relativamente alta credibilidad de la que gozan en la opinión pública, el sentimiento de ocupar un papel de fiscalizadores de los actos de los políticos, la apertura cada vez mayor de los programas a la libre expresión de los oyentes o televidentes, la creencia de representar fielmente el sentir de la población pueden explicar la autocomplacencia, difícilmente justificarla.

El problema central que plantea el egocentrismo, muchas veces acompañada del desdén abierto por los políticos (quienes curiosamente concienten en recorrer el camino de Canosa en dirección de los

Por último, menciono una cierta superficialidad en el tratamiento de las noticias. Rescato lo expuesto por varios disertantes en sentido de que faltan periodistas especializados, que puedan opinar con real solvencia sobre el tema que abordan, sin caer en estereotipos, prejuicios o juicios de valor. Cualquier periodista comenta cualquier tema. Si las columnas de personas ajenas a la práctica diaria del periodismo palia un poco esta carencia, el grueso de las noticias son transmitidas sin análisis. Y no entiendo por análisis el comentario de una noticia, sino el ponerla en perspectiva, situar con claridad los antecedentes del problema, esclarecer el debate que está en juego, las estrategias de los actores. A veces, los periodistas para superar estas deficiencias que seguramente intuyen, recurren al moralismo fácil, al comentario superficial y rápido, a la audacia del criterio personal sin más respaldo, a la hora de dar (y comentar) un acontecimiento. Existe, con demasiada

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Se puede ilustrar el punto señalado. Desde un periodista ridiculizando a un político al obligarlo a leer resultados electorales adversos para su partido hasta la portada de un periódico dedicando su edición del 21 de agosto de este año a los recuerdos de periodistas, dejando de lado a actores más significativos de ese acontecimiento, pasando por una sucesión de primeras páginas dedicadas a un periodista herido en los últimos conflictos sociales. Hecho lamentablemente cierto, pero con una cobertura quizá desproporcionada.

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frecuencia, un entrecruzamiento entre la presentación de los hechos y el comentario, sin verdadera distinción entre dos fases importantes de la actividad periodísticas, pero muy diferentes.

un poder que gravita en la política, sin vuelta que dar. Pero es distinto lo que dijo uno de ustedes cuando señaló claramente a los políticos como nuestros competidores, y añadió y son ellos que nos van a dar la ley de prensa, entonces de ninguna manera fue un invento mío, es algo que salió aquí. ¿Competidores en qué?, se pregunta uno. Sin duda la presencia de los medios en la vida política se acrecienta día a día. Pero eso no implica aceptar el punto de vista referido. Que se combata a los políticos como políticos es aún discutible en las dictaduras, con mayor razón en las democracias. Otra cosa es el comentario firmado. No conviene, pues, confundir las misiones. De ahí proviene la peligrosa mezcla de juicio de valor, proposición y hecho. En muchas ocasiones, y no hablo de programas políticos, el comunicador considera que su función es hacer una contra-política, oponerse a aquélla que ha ganado en el voto. Está en su derecho, siempre y cuando la parte que corresponde a la opinión se halle claramente separada de la noticia o el hecho, que no se haya mezclado en la presentación, la propuesta con la descripción del acontecimiento. Estas maneras de hacer periodismo tienen que superarse para no disminuir ni la política ni la comunicación social. A cada uno su responsabilidad.

No deseo con esta intervención pintar un panorama negro, desconocer las virtudes del periodismo boliviano, pero este foro me pareció el lugar indicado para exponer aspectos que merecen ser debatidos. Salvador Romero Pittari

La falta de mundaneidad que a veces encontramos en los medios, perjudica presentar la noticia, los hechos en un contexto comparativo. De igual manera dificulta al público apreciarlos y obrar con información útil. Mi comentario traté de hacerlo en términos muy generales. No me referí exclusivamente al país. Aunque algunos ejemplos fueron tomados localmente, otros son tendencias que se manifiestan también afuera. Mis afirmaciones no me las inventé, salieron de la exposición de ustedes mismos y, por supuesto, las percibí asimismo antes. La pretensión de actuar de conciencia, de guía de la sociedad la señalé, en otras oportunidades. Respecto a esas percepciones del oficio evidentemente, el periodista, consciente o inconscientemente, cree en ellas, lo han repetido acá, y pienso que lo sienten. Una cosa es informar y que de esa información se produzca una toma de conciencia, otra es partir con la información pretendiendo que uno va a concientizar o guiar a los demás. Son dos acciones no sólo distintas sino incompatibles.

Rvdo. José Gramunt De Moragas DIRECTOR DE LA AGENCIA DE NOTICIAS FIDES

LA ARROGANCIA

Con relación al poder político, tampoco me lo inventé. Cierto en esta y en otras sociedades los periodistas están empezando a tener

No hay duda de que hay una autocomplacencia, un afán de protagonismo de los periodistas en lo que se refiere a su papel político. Y esto plantea un tema de gran actualidad: la brecha creciente entre las instituciones políticas e incluso la llamada clase política, y la socidad civil.

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La sociedad civil va obteniendo sus propios medios de sobrevivir y progresar, independientemente de lo que haga el Parlamento, el Gobierno o los políticos. ¿Será éste un signo de madurez de la sociedad civil o de envejecimiento de las instituciones políticas?.

No sé si hay cierta lejana similitud entre ese ejemplo y la actitud de una gran parte del público que, de alguna manera, confía en que ‘inventemos opinión’ los que hemos elegido este oficio. Este hecho que los sociólogos deberán estudiar, puede explicar la imagen de arrogancia que algunos nos atribuyen a los periodistas.

¿O será porque el ‘pueblo soberano’ declina de su soberanía?. El politólogo francés Georges Burdeau sostiene que el pueblo delega su soberanía no sólo a sus mandantes elegidos, sino que declina en favor de los políticos el trabajo de pensar sobre los problemas nacionales. De ahí el distanciamiento entre los políticos y el pueblo. De una forma similar, el público confía a los periodistas el trabajo de analizar los acontecimientos políticos. Existen unos señores que - no sabemos muy bien por qué - hemos asumido la función de pensar y analizar periódicamente los acontecimientos nacionales y mundiales. El hecho de que somos leídos o escuchados no deriva tanto de que digamos o escribamos grandes ideas, sino en que cumplimos con nuestro oficio de captar el tema de interés general, sentarnos frente a la computadora, desarrollarlo y dar nuestra opinión. La mayoría de la gente no tiene tiempo para ello. Tiene que ocuparse de su propio trabajo y de su familia. Y por esto, en cierto modo, ‘delega’ el ejercicio de analizar la actualidad en quienes se dedican a este oficio. No quisiera que esto sonara a autocomplacencia. También nosotros nos equivocamos.

Salvador Romero Pittari

Nuestra sociedad civil también opina con independencia de la prensa, y opina sobre ella. Lo que pasa es que no se expresa posiblemente en los medios, pero la opinión está hecha, si no escuchen ustedes los juicios que se hacen sobre la prensa aquí y allá, se van a dar cuenta que hay una opinión, si bien no difundida en la televisión, la radio o los periódicos.

Quiero traer aquí un ejemplo. Los intelectuales de la España del XIX y principios del XX, se mantenían interesados principalmente en cuestiones literarias, jurídicas o teológicas, mientras que Europa estaba volcada sobre la investigación científica y el desarrollo técnico e industrial. Ante aquella diferencia entre España y los países más desarrolados de Europa, el genial y paradójico Don Miguel de Unamuno largó el conocido exabrupto: “¡Que inventen ellos!". 85

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A N E X O

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LEY DE IMPRENTA 19 - ENERO - 1925

Art. 1.Todo hombre tiene el derecho de publicar sus pensamientos por la prensa, sin previa censura, salvo las restricciones establecidas por la presente ley.

DECRETO SUPREMO 17 - JULIO - 1920

Art. 21.- El Cuerpo de Jurados se compone de cuarenta individuos en las capitales de Departamento y de veinte en las Provincias, que serán elegidos por los Concejos y Juntas Municipales, respectivamente, prefiriéndose a los abogados más notables, miembros de Universidad y propietarios con residencia fija en el lugar.

LEY DE IMPRENTA DE 19 DE ENERO DE 1925 DR. BAUTISTA SAAVEDRA Presidente de la República Por cuanto el Congreso Nacional, ha sancionado la siguiente ley: EL CONGRESO NACIONAL

Art. 23.- Las funciones de jurado son incompatibles con las de Presidente y Vice-Presidente de la República, Ministro de Estado, Prefecto, Vocal de Corte, Fiscales, Jueces y funcionarios de Policía. Art. 28.- Corresponde al Jurado el conocimiento de los delitos de imprenta, sin distinción de fueros; pero los delitos de injuria y calumnia contra los particulares, serán llevados potestativamente ante el Jurado o los tribunales ordinarios. Los funcionarios públicos que fuesen atacados por la prensa en calidad de tales, sólo podrán quejarse ante el Jurado. Más, si a título de combatir actos de los funcionarios públicos, se les injuriase, difamase o calumniase personalmente, podrán éstos querellarse ante los tribunales ordinarios. Cuando los tribunales ordinarios conozcan de delitos de prensa, aplicarán las sanciones del Código Penal, salvo que el autor o persona responsable diera ante el Juez, y por la prensa, satisfacción plena y amplia al ofendido, y que este acepte los términos de la satisfacción, con que quedará cubierta la penalidad.

D E C R E T A : Queda suprimido el Art. 29. Art. UNICO.- Se declara Ley del Estado el Reglamento de Imprenta, dictado por la Junta de Gobierno, en 17 de julio de 1920, con las siguientes modificaciones:

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Los Arts. 37 y 38 formarán un solo artículo.

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Art. 39.- El Juez de Partido mandará citar a los jurados y suplentes, señalando día, hora y lugar para el juicio de imprenta. Los jurados nombrados sólo podrán excusarse por enfermedad u otro impedimento legítimo debidamente comprobado, a juicio del Presidente, de acuerdo con los jurados sorteados asistentes. Art. 40.- Si legalmente citados, faltaren sin causa justa, se les impondrá una multa de veinte a cuarenta bolivianos, sin recurso alguno, en el día.

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LA PAZ, a 9 de Enero de 1925. (Fdo.) José Q. Mendoza.-David Alvéstegui.-León M. Loza, S.S. Bernardo Navajas Trigo, D.S.-F. Capriles, D.S. POR TANTO la promulgo para que se tenga y cumpla como Ley de la República. Palacio de Gobierno.-LA PAZ, a 19 de enero de 1925. (Fdo.) B. SAAVEDRA. F.Iraizós.

Art. 61.- Siempre que el Presidente permitiese el desorden, etc. Es conforme: J. Arturo Eduardo, Oficial Mayor de Gobierno y Justicia. Art. 64.- Inciso 3.- Publicar las vindicaciones y defensas de las personas ofendidas en el mismo periódico, cobrando media tarifa del establecimiento. Esta inserción se hará en cuanto a la persona ofendida o a su encargado, que la reclame dentro del término de la prescripción.

D E C R E T O

S U P R E M O

DE 17 DE JULIO DE 1920

Art. 66.- En ningún caso podrá decretarse la clausura de una imprenta. Art. 70.- Todas las actuaciones se harán por el Secretario del Juez de Partido, y gozará por cada juicio, ante el Jurado, de la suma de Bs. 10.-, abonables por la parte que pierda. Art. 73.- Quedan derogadas la Ley de 17 de Enero de 1918, Decreto Supremo de 22 de Febrero del mismo año y todas las disposiciones que estuvieren en oposición a las de la presente Ley, etc.

Art. 1.Todo hombre tiene el derecho de publicar sus pensamientos por la prensa, sin previa censura, salvo las restricciones, establecidas por la presente ley. Art. 2.Son responsables de los delitos cometidos por la prensa o por cualquier otro modo de exteriorizar y difundir el pensamiento: 1

Los que firmen como autores una publicación;

Comuníquese al Poder Ejecutivo, para los fines constitucionales.

2

Los directores de diarios, revistas y publicaciones periodísticas;

Sala de Sesiones del Congreso Nacional.

3

Los editores.

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Si los que aparecieran firmando una publicación como autores de ella no fuesen personas jurídicamente responsables, o no tuviesen la solvencia necesaria para responder por los delitos denunciados, será el director, y en su defecto, el editor, el responsable. A falta de éstos, y en todos los casos, las responsabilidades penales o pecuniarias recaerán sobre las personas numeradas en el Art. 1, siempre que sean distintas de aquellos. La responsabilidad de las personas señaladas no es conjunta ni mancomunada, sino sucesiva, y se establece en el orden determinado.

impresas en el exterior son responsables aquellos que las pusiesen en circulación. Art. 7.No hay delito de imprenta sin publicación. Se entiende realizada la publicación, cuando se distribuyen tres o más ejemplares del impreso, o ha sido leído por cinco o más individuos, o se pone en venta, se fija en un paraje, se deja en un establecimiento, se remite por correo u otros casos semejantes. Art. 8.-

Art. 3.Los diarios, revistas y publicaciones periodísticas, consignarán en sus primeras páginas, pena de ser considerados como clandestinos, los nombres de los editores y directores responsables. Para ser director o editor responsable es necesario estar en el goce de los derechos civiles. Art. 4.Los folletos, libros, cuadernos, papeles u otras publicaciones eventuales llevarán al pie de ellos, el nombre del establecimiento y el del editor propietario. Las publicaciones que no llenen este requisito se considerarán clandestinas. Art. 5.La clandestinidad de un establecimiento de impresión o de una publicación, será penada con una multa de doscientos a quinientos bolivianos, que se aplicará a los propietarios, administradores o editores. La responsabilidad penal de los delitos cometidos por publicaciones clandestinas recaerá mancomunadamente sobre los propietarios, administradores y editores del establecimiento donde se hubiere hecho la publicación.

El secreto en materia de imprenta es inviolable.

Art. 9.El editor o impresor que revela a una autoridad política o a un particular el secreto del anónimo, sin requerimiento del juez competente, es responsable, como delincuente, contra la fe pública, conforme al Código Penal. Art. 10.- Se delinque contra la Constitución en los escritos que se dirijan a transtornar, destruir o inducir a su inobservancia, en todo o en parte de sus disposiciones. Art. 11.- Se delinque contra la sociedad, en los que comprometan la existencia o integridad de la Nación, o expongan a una guerra extranjera, o tiendan a trastornar la tranquilidad y orden público, o inciten o sostengan conmociones o desobediencias a las leyes o a las autoridades, o provoquen la perpetración de algún delito, o sean obscenos o inmorales.

Art. 6.Son responsables de las transcripciones, para los efectos penales de esta ley y para los de propiedad literaria, los directores de publicaciones y a falta de éstos, los editores. De las publicaciones

Art. 12.- No se comete delito, cuando se manifiestan los defectos de la Constitución o de los actos legislativos, administrativos o judiciales, con el objeto de hacer conocer sus errores o la necesidad de su reforma, siempre que no contengan ofensas de otro género.

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Art. 13.- Se delinque contra las personas, individuales o colectivas, en los impresos que las injurian directa o indirectamente, sean o no falsas las imputaciones injuriosas.

Art. 20.- La acción penal se prescribe en cuatro meses, corridos desde el día de la publicación del impreso; y en los clandestinos, desde que hubiesen llegado a conocimiento de la autoridad. Si el ofendido estuviere fuera de la República, el término correrá desde su regreso a ella.

Art. 14.- Nadie puede ser admitido a probar la verdad de hechos difamatorios, sino contra los funcionarios públicos o gerentes de sociedad anónima o en comandita por acciones sobre imputaciones relativas al ejercicio de sus funciones. La prueba de los hechos imputados pone al autor al abrigo de toda pena, sin perjuicio de la que corresponde por la injuria que no fuere necesariamente dependiente de los mismos hechos. Art. 15.- Las penas por delitos cuyo conocimiento corresponda exclusivamente al Jurado, son pecuniarias, y en ningún caso pueden exceder de cuatrocientos bolivianos. Art. 16.- Los delitos calificados de personales, obscenos o inmorales, se castigarán con una multa de cuarenta o doscientos cuarenta bolivianos. Los delitos contra la sociedad o la Constitución, de ochenta a cuatrocientos bolivianos.

Art. 21.- El Cuerpo de Jurados se compone de cuarenta individuos en las capitales de Departamento y de veinte en las Provincias, que serán elegidos por los Concejos y Juntas Municipales, respectivamente, prefiriéndose a los abogados más notables, miembros de Universidad y propietarios con residencia fija en el lugar. Art. 22.- Para ser jurado se requiere tener vecindad en el lugar, y estar en el ejercicio pleno de los derechos civiles y políticos. Art. 23.- Las funciones de jurado son incompatibles con las de Presidente y Vice-Presidente de la República, Ministro de Estado, Prefecto, Vocal de Corte, Fiscales, Jueces y funcionarios de Policía. Art. 24.- Son excusas para ser jurado las designadas en el Art. 13 de la Ley Orgánica de Municipalidades de 21 de Noviembre de 1887.(Hoy Ley Orgánica de Municipalidades, de 10 de Enero de 1985).

Art. 17.- En los delitos de que conozca el Jurado, sólo podrá imponerse pena corporal a los que no puedan exhibir la pena pecuniaria, computándose cada día de reclusión por el valor de Bs. 3.20.

Art. 25.- En caso de ausencia indefinida, muerte, inhabilitación o empleo incompatible de un jurado, la Municipalidad nombrará inmediatamente otro procurando que nunca esté incompleto el número.

Art. 18.- Son faltas de imprenta las contravenciones a cualesquiera de las disposiciones de esta ley, no comprendidas en la clasificación de delitos.

Art. 26.- Los jurados son inviolables en el ejercicio de sus funciones, y sólo son responsables por concusión o soborno, ante los tribunales comunes.

Art. 19.- Las faltas de imprenta se castigarán con una multa que no exceda de ciento sesenta bolivianos.

Art. 27.- Los delitos de calumnia e injuria contra los particulares, quedan sujetos a la penalidad del Código, y su juzgamiento pertenece

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a los tribunales ordinarios, a no ser que el ofendido quiera hacer valer su acción ante el jurado.

Art. 33.- La denuncia o querella se hará por escrito, ante el Juez de Partido, quién mandará citar en persona o a domicilio al autor, editor o impresor, si fueren diferentes, al Fiscal y partes interesadas, señalando día, hora y lugar para el sorteo de jurados.

Art. 28.- Corresponde al Jurado el conocimiento de los delitos de imprenta, sin distinción de fueros; pero los delitos de injuria y calumnia contra los particulares, serán llevados potestativamente ante el Jurado o los tribunales ordinarios. Los funcionarios públicos que fuesen atacados por la prensa en calidad de tales, sólo podrán quejarse ante el Jurado. Mas, si a título de combatir actos de los funcionarios públicos, se les injuriase, difamase o calumniase personalmente, podrán éstos querellarse ante los tribunales ordinarios. Cuando los tribunales ordinarios conozcan de delitos de prensa, aplicarán las sanciones del Código Penal, salvo que el autor o persona responsable diera ante el Juez y por la prensa, satisfacción plena y amplia al ofendido, y que éste acepte los términos de la satisfacción, con que quedará cubierta la penalidad. Art. 29.- Compete también conocer a los tribunales ordinarios, de las calumnias e injurias al Jurado, de las faltas de imprenta y de las acciones civiles procedentes de los juicios por jurado. Art. 30.- No hay reciprocidad en las injurias o calumnias inferidas por la prensa; y el jurado no podrá conocer, a un mismo tiempo, de dos publicaciones respectivamente injuriosas o calumniosas. Art. 31.- La acción penal por delitos y faltas de imprenta corresponde al Ministerio Público. La denuncia a cualquier individuo. Art. 32.- La querella por delitos personales sólo compete al ofendido, y en caso de ausencia o muerte, a cualquiera de sus herederos o deudos.

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Si no concurriese al juicio ninguna de las personas responsables, el Presidente del Jurado o el Juez ordinario nombrará un defensor del establecimiento denunciado, para los efectos de las responsabilidades pecuniarias. Art. 34.- Si el impreso fuese clandestino, el Juez de Partido, deberá antes del sorteo, practicar todas las diligencias necesarias para su averiguación, a requerimiento del fiscal y sin recurso alguno. Art. 35.- En el caso previsto por el Art. 14 de esta ley, deberá el Juez de Partido recibir a prueba, en pro y contra, con el término perentorio de ocho días y todos cargos, citándose a los interesados. Vencido el término, procederá al sorteo según el artículo siguiente. Art. 36.- En el sorteo se procederá de este modo: el Juez de Partido, a presencia de los citados, si estuviesen presentes, y en público, insaculará en una urna las papeletas que sostengan los nombres de todos los jurados leyéndolas en alta voz el secretario una por una. El querellante o cualquiera de los ofendidos, o en su defecto, un individuo del público extraerá hasta veinticuatro papeletas que se anotarán por el orden numérico. El denunciante u ofendido podrá recusar hasta seis, sin exponer causal alguna; igual derecho tendrá el denunciado o persona responsable. Cuando fueren varios los denunciados, dividirán entre sí el uso del derecho de recusación; lo mismo harán los ofendidos. Los doce primeros, no recusados, formarán

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el tribunal; y serán suplentes los seis que sigan en numeración. A falta de ellos, se sortearán del mismo modo otros doce, de los cuales podrá cada parte recusar tres, quedando los seis de los restantes por suplentes.

de votos, a quien pasará las pruebas producidas en el caso determinado por el Art. 14 de esta ley, y declarando instalado el jurado, se retirará.

De todo se sentará actas circunstanciales. Art. 37.- El Juez de Partido mandará citar a los jurados y suplentes, señalando día, hora y lugar para el juicio de imprenta. Los jurados nombrados sólo podrán excusarse por enfermedad u otro impedimiento legítimo debidamente comprobado, a juicio del Presidente, de acuerdo con los jurados sorteados asistentes. Art. 38.- Si legalmente citados, faltaren sin causa justa, se les impondrá una multa de veinte a cuarenta bolivianos, sin recurso alguno en el día. Art. 39.- Se tendrá por inasistente al que no concurra a la hora citada, y al que abandonare su puesto antes de terminado el juicio. Art. 40.- Siempre que por cualquier causa no hubiere suficiente número de jurados en el día y hora señalados, se postergará el juicio para el siguiente, y así en lo sucesivo hasta que se organice el tribunal. Art. 41.- Reunidos los doce jurados, prestarán juramento ante el Juez de Partido con esta fórmula: “Juráis y prometéis por Dios y esta señal de cruz, juzgar en justicia y con absoluta imparcialidad, según vuestra libre conciencia e íntima convicción, sin dejaros conducir por ningún interés, odio, afección ni pasión alguna”. Cada Jurado responderá uno por uno: -”Si, lo juro”.

Art. 42.- El Presidente del Jurado declarará abierto el juicio, y advertirá a las partes que no pueden decir nada contra el respeto debido a las leyes, y que deben expresarse con decencia y moderación. Advertirá igualmente al público que no es lícito hacer manifestación alguna de aprobación o desaprobación y mandará leer los Arts. 56, 57, 58 y 59. Art. 43.- El fiscal hará una relación suscinta de la causa. Art. 44.- El secretario leerá el impreso denunciado, el escrito de denuncia, los artículos de esta ley que se suponen infringidos y las piezas de los autos que mandare leer el Presidente a solicitud de los interesados. Luego informarán sucesivamente el querellante o acusador o su defensor, y el acusado o su defensor; el fiscal fijará sus conclusiones. No habiendo querellante, el fiscal hará primero la acusación. Se permitirá la réplica y contraréplica. Art. 45.- Cuando el juicio deba abrirse sobre hechos difamatorios imputados a los funcionarios públicos o gerentes de sociedad anónima o en comandita por acciones en el ejercicio de su cargo, el Juez de Partido hará citar con anterioridad a los testigos para su comparecencia, y en lo demás se procederá con arreglo a las disposiciones de los Arts. 233 y siguientes hasta el 249 de la Ley de Procedimiento Criminal compilado.-(Se refiere al abrogado de 6 de Agosto de 1898).

Luego hará nombrar un presidente del seno del Jurado, a pluralidad

Art. 46.- En sesión secreta se discutirá y resolverá, por mayoría absoluta de votos, inclusive el Presidente, sobre estas cuestiones: 1.-

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¿N.N. es o no culpable del delito acusado? 2.- ¿Hay circunstancias agravantes? 3.- ¿Hay circunstancias disminuyentes?.

Art. 53.- El proceso se pasará al Juez de Partido para que mande cumplir la pena conforme al Art. 67 de esta ley.

Art. 47.- En caso de ser dos o más los delitos acusados, la primera pregunta recaerá sobre cada uno de ellos.

Art. 54.- En caso de presentarse recurso de nulidad, después de notificada la sentencia, el Juez de Partido tramitará la demanda y la elevará a la Corte Suprema para los fines del caso.

Art. 48.- La votación se hará indudablemente contestando cada uno a la pregunta general. En seguida pasará el jurado a aplicar la pena en proporción a la gravedad declarada. Cuando se declare que hay circunstancias agravantes, se impondrá la pena en razón ascendente, desde la mitad del máximum hasta el máximum de la pena señalada en los Arts. 15, 16, 17, 18 y 19 de esta ley. Si por el contrario, declarase que existen circunstancias atenuantes, se impondrá la pena en escala descendente desde la mitad del máximum hasta el mínimum de las penas señaladas en los citados artículos.

Art. 55.- El juicio por jurados sólo podrá ser secreto, cuando la publicidad pueda causar escándalo u ofender las buenas costumbres y perturbar el orden público. Art. 56.- Si uno de los contendores perturbase el orden de la audiencia, cometiese desacato a la autoridad del tribunal o injuriase, el Presidente lo llamará al orden por primera vez, y por segunda mandará su arresto requiriendo al fiscal para su juzgamiento. Art. 57.- Si el público hiciese manifestaciones de aprobación o desaprobación, el Presidente llamará al orden por primera vez; por segunda, mandará el arresto de los culpables, y por tercera ordenará su expulsión, celebrándose la sesión a puerta cerrada.

Art. 49.- En casos de empate, se estará a lo favorable. Art. 50.- La declaración del Jurado será firmada por todos los jurados, sin salvar los votos de los que hubieran diferido en la sentencia y no dará lugar a recurso alguno. Art. 51.- Cuando el tribunal estuviere reunido ocho horas seguidas, podrá suspenderse el juicio para continuarlo y terminarlo precisamente en el día inmediato.

Art. 58.- El Presidente podrá requerir la fuerza pública en caso necesario. Art. 59.- Siempre que el Presidente permitiese el desorden, contra lo prevenido en esta ley, pagará una multa de diez y seis a cuarenta bolivianos, a juicio del Juez de Partido, a denuncia hecha por el Ministerio Público o cualquier individuo. (Ley No. 1469 de 19 de Febrero de 1993: Ley del Ministerio Público).

Art. 52.- Luego que se firme la sentencia, continuará la sesión pública, y cualquiera de los jurados leerá el veredicto en voz alta y el Presidente declarará disuelto el Tribunal.

Art. 60.- La falta u omisión de las prescripciones de cualquiera de los siguientes Arts. 34, 35, 36, 2o. parte del 37, 41, 43, 44, 45, 48

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y 49 de esta ley, dará lugar al recurso de nulidad que debe interponerse dentro de los tres días siguientes al de haberse pronunciado la sentencia. El juez de partido, previo traslado a la otra parte que deberá contestarlo dentro de otros tres días, remitirá el proceso por el primer correo a la Corte de Casación.

Art. 65.- Las formalidades de la prueba testimonial y penas imponibles a los testigos inasistentes sin justa causa, serán, en su caso, las prescritas en la Ley del Procedimiento Criminal. (Abrogado 6 de Agosto de 1898).

Art. 61.- Los impresores pueden ser personas responsables, llenando las condiciones exigidas por los Arts. 1 y 4 de esta ley. Art. 62.- Son obligaciones de los editores responsables y en su caso de los impresores: 1

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Conservar los manuscritos garantizados, durante el tiempo señalado por el Art. 20; Conservar una colección ordenada de todas las publicaciones hechas por el editor o por la imprenta; Publicar las vindicaciones y defensas de las personas ofendidas en el mismo periódico, cobrando media tarifa. Esta inserción se hará en cuanto a la persona ofendida o a su encargado, que la reclame dentro del término de la prescripción.

Art. 63.- El impresor no podrá rehusar a precio corriente la edición de ningún escrito, sino cuando sea ofensivo a su persona, a un pariente suyo dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, o a su protector, o cuando tenga motivos fundados de decencia, o cuando el autor o editor no ofrezca garantía suficiente. Esta obligación no comprende al editor responsable de un periódico. Art. 64.- En ningún caso podrá decretarse la clausura de una imprenta.

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Art. 66.- El producto de las multas impuestas por los delitos y faltas de imprenta, será empozado en el Tesoro de la Municipalidad respectiva, para que ésta lo aplique a obras de beneficencia. Art. 67.- Impuesta una multa, se pondrá inmediatamente en conocimiento del Prefecto, para que la realice, y también de la Municipalidad, para que haga los requerimientos que sean necesarios. Art. 68.- Todas las actuaciones se harán por el Secretario del Juez de Partido, y gozará por cada juicio, ante el Jurado, la suma de Bs. 10.abonables por la parte que pierda. Art. 69.- La edición de la Constitución del Estado, de los Códigos vigentes, de las compilaciones de leyes y de las colecciones oficiales en general, bajo cualquier denominación, requiere para ser legar, la licencia previa del gobierno. Art. 70.- La contravención a lo dispuesto en el precedente artículo, dará lugar a que los impresos sean secuestrados, imponiéndose además una multa proporcional si se hubiese dado ya a la circulación algunos ejemplares. Art. 71.- Quedan derogadas la Ley de 17 de Enero de 1918, Decreto Supremo de 2 de Febrero del mismo año y todas las disposiciones que estuvieren en oposición a las de la presente ley, cuya numeración de artículos será la única que deberá citarse en lo sucesivo. (Art. 228.-

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La Constitución Política del Estado es la ley suprema del ordenamiento jurídico nacional, los tribunales, jueces y autoridades la aplicarán con preferencia a las leyes, y estas con preferencia a cualesquiera otras resoluciones.- Constitución Política del Estado de 2 de Febrero de 1967).

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