La capa de ozono en crisis

La capa de ozono en crisis GREENPEACE MÉXICO La capa de ozono de la Tierra es esencial para la vida tal y como la conocemos. Esta suerte de escudo pr...
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La capa de ozono en crisis GREENPEACE MÉXICO

La capa de ozono de la Tierra es esencial para la vida tal y como la conocemos. Esta suerte de escudo protector absorbe la mayor parte de la peligrosa radiación ultravioleta-B, proveniente del Sol y aísla completamente a la Tierra de la radiación mortal uv-c. Cualquier degradación en esta capa protectora permite la entrada a la Tierra de más UV-B, que incrementa directamente la incidencia de cáncer en la piel y las cataratas en los ojos, debilita el sistema inmunológico, reduce las producciones agrícolas, deteriora los ecosistemas oceánicos y disminuye las reservas pesqueras. En pocas palabras, la capa de ozono tiene un importante papel en la protección de todos los ecosistemas de la Tierra, la salud humana, la producción de alimentos y la industria. En la estratosfera, el ozono se crea y se destruye constantemente en ciclos naturales. Sin embargo, las sustancias agotadoras del ozono (SAO) creadas por los seres humanos alteran este balance, destruyendo más ozono del que es creado, con lo que se "adelgaza" esta capa protectora. Uno de los grupos más grandes de SAO está formado por los clorofluorocarbonos (CFC), ampliamente utilizados como refrigerantes, solventes, espumas y aerosoles. En 1974, los profesores Sherwood Rowland y el mexicano Mario J. Molina confirmaron que cuando los CFC irrumpen y se descomponen en la atmósfera liberan átomos de cloro, responsables directos de la degradación de la capa de ozono. Los átomos de bromo liberados de los halones y el bromuro de metilo tienen el mismo efecto. Ambos científicos recibieron el Premio Nóbel de Química en 1995, por "su labor en la química atmosférica, particularmente con respecto a la formación y descomposición del ozono". La capa de ozono ubicada sobre la Antártida se ha adelgazado constantemente desde que comenzaron las mediciones, a principios de los 80. El frío extremo y las nubes polares acentúan el problema en esa región. Desde mayo de 1985, la Inspección Británica de la Antártida reportó una disminución dramática en los niveles de ozono sobre la Antártida en cada primavera, fenómeno al que se llamó "agujero en la capa de ozono". El área cubierta de tierra bajo la zona degradada de la estratosfera en el hemisferio sur se incrementó en más de 20 millones de kilómetros cuadrados a principios de los 90 y ha variado entre 20 y 25 millones desde entonces. En la primavera antártica (de agosto a noviembre) de 1998, el agujero de ozono se extendió sobre un área que sobrepasó los 26 millones de kilómetros cuadrados, y cubrió algunas áreas pobladas. Mientras, en el Ártico la NASA reportó los "niveles más bajos de ozono medidos entre finales de marzo y principios de abril" en 1997, fueron 40 por ciento más

bajos que el promedio de las medidas observadas en marzo entre 1979 y 1982. De hecho, la degradación del ozono en el Ártico ha sido peor a la esperada. La crisis de la capa de ozono continuará muchas décadas. Predicciones científicas anuncian que niveles sin precedente de adelgazamiento de la capa de ozono ocurrirán entrando el siglo 21 y decrecerán a los niveles preindustriales a mediados del mismo siglo. En abril de 1998 científicos de la NASA precisaron el periodo de deterioro de la capa de ozono de los años 2000 a 2005 a aproximadamente el 2020, debido a que el calentamiento global está acelerando la desintegración de la capa de ozono de la Tierra. Nuevas predicciones indican que la disminución en los niveles de ozono dejará un "severo agujero de la capa de ozono en el Ártico", una triple incidencia de radiación uv en el hemisferio norte, que la duración y gravedad de este agujero se incrementará y que la "recuperación de la capa de ozono de la Tierra puede llevarse a cabo mucho más tarde de lo que actualmente se espera".' Riesgos en la salud Cada 1 por ciento del deterioro del ozono equivale a un mínimo de 2 por ciento de incremento en la radiación UV-B. Los científicos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) predicen que una disminución constante del 1 por ciento en el ozono resultará en 2 por ciento de aumento de cáncer en la piel. El peligro de que la radiación Uv provoque cáncer de piel seguirá por lo menos los próximos 100 años. La radiación UV-B implica otros riesgos de salud como enfermedades de los ojos y el debilitamiento del sistema inmunológico. La exposición excesiva a los rayos UV-B pone en peligro cultivos, bosques, plantas, así como a la vida silvestre y marina. La radiación UV se ha incrementado con respecto al nivel de los años 70: • 7% en latitudes medias del hemisferio norte durante el invierno/primavera. • 4% en latitudes medias del hemisferio norte durante el verano/otoño. • 6% en latitudes medias del hemisferio sur a lo largo de un año. • 130% en la primavera de la Antártida. • 22% en la primavera del Ártico.2 El Protocolo de Montreal, un paso adelante A mediados de los años 80, los gobernantes del mundo comenzaron a preocuparse por el impacto de las actividades humanas en el deterioro del ozono. En marzo de 1985, en la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, coincidieron en la necesidad de limitar el uso de las sustancias adelgazadoras del ozono.

El Protocolo de Montreal fue concluido en septiembre de 1987; tiene un apartado sobre sustancias que deterioran la capa de ozono y lo han firmado más de 160 países. Las medidas de control enlistadas en el Protocolo han sido revisadas continuamente, con especificaciones sobre las fechas en que las sustancias degradadoras deberán ser paulatinamente eliminadas, y sobre nuevos químicos que han sido incorporados. El cambio a los HCFC, un paso atrás Como resultado de las limitaciones que el Protocolo de Montreal impuso al uso de los CFC, las industrias del mundo decidieron adoptar los hidrofluorocarbonos (HCFC) como sustitutos de los CFC. Sin embargo, aunque los HCFC tienen un potencial de deterioro del ozono más bajo que sus predecesores, continúan afectando la capa de ozono, pues pese a tener una vida atmosférica corta, son altamente destructivos por su fuerte efecto inmediato. Más allá de Montreal El Grupo de Evaluación Científica del Deterioro del Ozono de 1994, del PNUMA, plantea que uno de los pasos significativos para acelerar la recuperación de la capa de ozono es eliminar los HCFC para el año 2004. Los científicos estiman que 5 por ciento de la pérdida acumulativa de ozono podría evitarse con esta medida. Hoy los esfuerzos de los países industrializados se enfocan a los HCFC, antes considerados suplentes de los CFC. Las Partes del Protocolo de Montreal se han comprometido a que los HCFC sean usados como sustitutos directos de sustancias generadoras del deterioro del ozono, sólo donde no haya opciones ambientalmente más apropiadas. La Unión Europea publicó un Esquema de Regulación en julio de 1998, y llama a sus miembros para que aceleren el proceso de eliminación de los HCFC para el 2015. La legislación prohíbe la producción de equipos de refrigeración con HCFC para el 2004. HFC, otro sustituto, nuevo problema En 1998 el mundo se sorprendió al saber que los antiguos culpables del deterioro del ozono, los HCFC, podrían contribuir indirectamente al calentamiento global a través de productos derivados generados en su elaboración. Por ejemplo, un derivado del HCFC-22 es el HFC-23, un gas de invernadero muy fuerte, con un

potencial de calentamiento global (CWM) de más de 10,000 veces el del co2. Hay en la actualidad 135 mil toneladas de esta sustancia en la atmósfera, que equivalen a 1.6 billones de toneladas de co2. La industria ha introducido como sustituto de los CFC, los hidrocloroflurocarburos (HFC). El más comercializado es el HFC I34a, utilizado en el aire acondicionado de los automóviles, casas, oficinas y en la refrigeración de supermercados y aparatos domésticos. Los aparentemente inofensivos hidrofluorocarbonos (HFC) son potentes gases de invernadero y por ello contribuyen al calentamiento global. Cambio climático El cambio climático es una de las amenazas más grandes al futuro de la humanidad y del ambiente y es causado por el calentamiento progresivo de la atmósfera a través de los gases de invernadero que atrapan y retienen el calor. Con el aumento de las temperaturas llegarán efectos adversos como: • Tormentas, sequías e inundaciones más frecuentes e intensas. • Incremento en los incendios forestales, de arbustos y praderas. • Nuevas variedades y mayor abundancia de plagas. • Cambio en los modelos de las enfermedades humanas y en la diseminación de enfermedades tales como la malaria y la peste bubónica. • Pérdida de tierras costeras, creando cientos de millones de refugiados ambientales. • Severos disturbios a las fuentes de alimento humano, acuáticas y terrestres. • Colapso de la industria mundial de seguros y otras instituciones financieras expuestas al mismo problema. El Protocolo de Kyoto sobre Cambio Climático ha incluido a los HFC entre los seis gases cuyas emisiones serán reducidas por los países industrializados. Dinamarca ha tomado el liderazgo en la eliminación de los HFC, registrándolos en la lista oficial de sustancias no deseables de la Agencia Danesa de Protección Ambiental (1998) y anunciando que los HFC serán eliminados en los próximos 10 años. La contribución del calentamiento global en los ciclos de la vida de una sustancia repercute en el deterioro continuo de la capa de ozono. Se estima que los efectos atmosféricos del cambio climático retrasarán la recuperación de la capa de ozono, por lo menos 20 años —hasta el año 2020. Ambos grupos de refrigerantes químicos, los HCFC y los HFC contribuirán a este efecto. Los refrigerantes naturales

La palabra "natural" se emplea para describir soluciones en las técnicas de refrigeración y aire acondicionado. De hecho, hay cinco soluciones, cada una con distinta área de aplicación: agua, aire, bióxido de carbono, amoníaco e hidrocarburos, que poseen un impacto directo al ambiente mucho más bajo y son opciones igual o más eficientes que los fluorocarbonos en condiciones apropiadas. El agua y el aire han sido agentes enfriadores por siglos. En la actualidad hay sofisticados sistemas de evaporación y aire acondicionado (EAC) y soluciones basadas en el "ciclo del aire". El amoniaco se ha convertido en el refrigerante más efectivo y comúnmente usado, tanto en la tecnología de compresión como en los sistemas de absorción (agua /amoníaco). Los hidrocarburos fueron introducidos como refrigerantes en los años 20 y su empleo se ha incrementado. En los sistemas de refrigeración comercial, los hidrocarburos son, relativamente, una nueva tecnología y actualmente se están comercializando en Alemania y Suecia, donde sistemas de refrigeración que operan con hidrocarburos como el propano y propeno han sido instalados. La tecnología de los hidrocarburos para el uso doméstico está empezando a tomar su lugar en Europa y países en desarrollo como Argentina y China. En 1996, el criterio para obtener el permiso ambiental de la Unión Europea se extendió para incluir la ausencia de los potentes gases de invernadero en los refrigerantes y espumas aislantes. Esto significa que únicamente los sistemas basados en hidrocarbonos son adecuados para otorgarles el permiso. Si la disminución de la destrucción del ozono, a corto y largo plazo es un objetivo serio, no puede mantenerse el papel que juegan los HCFC. La acción decisiva para eliminar la producción y el consumo de estos químicos a corto plazo es esencial para reducir la recarga de compuestos de cloro en la atmósfera tan rápido como sea posible. El principio ambiental imperativo y precavido nos dicta una eliminación radicalmente acelerada de los sistemas de refrigeración que contienen CFC y HCFC. Tal acción de cambio no debe resultar en un producto equivocado, o una solución ambientalmente insostenible, como los HFC. Las opciones para el enfriamiento y aire acondicionado provenientes de los refrigerantes naturales deben emplearse a gran escala. Los hidrocarburos en México Desde 1995, Greenpeace realizó un gran esfuerzo para promover el uso de los hidrocarburos en los sistemas de refrigeración y aire acondicionado. Trajo de Alemania dos refrigeradores "greenfreeze" y a un técnico experto. Se realizaron presentaciones con la autoridades de comercio y ambiente, e, incluso, se llevo a cabo una presentación en la planta de Mabe en la ciudad de Querétaro. Por otro

lado, la agencia de asistencia tecnológica alemana GTZ ofreció al Instituto Nacional de Ecología el apoyo para la realización de varios talleres técnicos sobre el servicio con hidrocarburos y el proyecto fue rechazado. La promoción de los hidrocarburos por parte de Greenpeace pretendía evitar que se introdujeran a México de manera masiva los HCFC y HFC, y procurar que pasáramos a una tecnología ambientalmente más sana. Además, los gases hidrocarburos no tienen ninguna patente y serian más baratos si se produjeran de manera masiva. Sin embargo, el Instituto Nacional de Ecología, en especial, la Unidad de Protección de Ozono, se negó a reconocer que los hidrocarburos eran una opción, argumentando que su uso como refrigerantes aumentaría el consumo energético de los equipos. Este argumento fue rebatido con informes técnicos y con un estudio de eficiencia con un refrigerador comercial realizado en el Instituto de Investigaciones Eléctricas, que demostró un menor consumo cuando el equipo tenía como refrigerante hidrocarburos en vez de CFC. La industria química, que mantiene el control sobre la patente de los CFC y el mercado mundial de refrigerantes desde 1930, ha utilizado todas sus influencias y poder para evitar que los hidrocarburos, gases sin patente, sustituyan una parte importante del mercado de los CFC. Estas empresas lograron que los acuerdos internacionales les permitieran el tiempo suficiente para desarrollar los HCFC y HFC para sustituir a los CFC y de esta manera mantener el control mundial de los gases refrigerantes. En el caso de México, el poder accionista de las empresas General Electric y Whirpool en las industrias fabricantes de refrigeradores Mabe y Acros ha impedido que los refrigeradores "greenfreeze" se fabriquen en México y ha significado que cientos de miles de dólares otorgados por el fondo del Protocolo de Montreal se hayan destinado ya a la introducción de gases como los HFC y HCFC, que tienen serias implicaciones sobre el cambio climático y sobre la capa de ozono, además de entrar ya en regulaciones para la restricción de su uso en el futuro próximo.

Traducción: Jazmín Roldán. Notas 1 Drew Shindell, David Rind y Patrick Lonergan (NASA Goddard Institute for Space Studies and Centre for Climate Systems Research, Columbia University), "Incremento de la pérdida de ozono estratosférico polar y el retraso eventual de la recuperación debido al aumento de concentraciones de gases de invernadero", Nature, vol. 392, 9 de abril de 1998. 2 INEP 1998: "Evaluación de efectos ambientales del deterioro de la capa de ozono, 1998". Resumen, 19 de agosto de 1994.

Este informe fue realizado por Martina Krueger, coordinadora de la campaña internacional de Greenpeace para el Clima, con la colaboración de Alison Campbell, Blair Palese, Rupert Posner y Alejandro Calvillo.