LA ADAPTACION A LA ESCUELA INFANTIL

LA ADAPTACION A LA ESCUELA INFANTIL DOCUMENTO DE APOYO A LAS FAMILIAS ¿QUÉ SUPO E ADAPTARSE A LA ESCUELA? Cualquier adaptación a cualquier lugar o nu...
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LA ADAPTACION A LA ESCUELA INFANTIL DOCUMENTO DE APOYO A LAS FAMILIAS

¿QUÉ SUPO E ADAPTARSE A LA ESCUELA? Cualquier adaptación a cualquier lugar o nueva situación y en cualquier edad supone un cierto grado de dificultad. Este es mayor en los niños más pequeños porque supone quizás, una de sus primeras grandes experiencias de cambio y por llevar aparejado la separación de la madre y de las figuras de apego de la familia. Como los profesionales de la escuela somos conscientes de ello, intentamos adaptarnos a las necesidades de los niños-as y hacemos lo posible para suavizar y hacer este tránsito de la forma que tenga menos coste afectivo para ellos-as. Por ello la escuela dispone de una programación general llamada “el periodo de Adaptación” ,que es completada cada año de forma particular para cada aula, dicha programación es elaborada por cada tutora en función de las características del grupo que va a llevar durante ese curso y es preciso que sea flexible porque debe adaptarse a las características particulares de cada niño . Se trata de un momento muy especial, que debe ser cuidado con esmero . Pues se están sentando las bases del desarrollo emocional, que les va a permitir ser mas autónomos ayudándoles a crear un carácter mas maduro y psicológicamente más sólido. Con la incorporación del niño-a a la escuela se posibilitará que tengan que buscar nuevas estrategias de relación, de confianza, de autoestima, de consuelo interno. En la escuela los niños-as se van a hacer mas fuertes y autónomos, aprendiendo a anticipar y prevenir los sucesos de su vida cotidiana. Realmente si permitimos que todo esto ocurra, el niño-a va a madurar. Esto no significa que no pasen un momento de crisis, pero se tratan de crisis - manifestadas o no en forma de llanto o de rechazo a venir al cole - que les permitirán poco a poco crecer, manifestar su carácter y en definitiva socializarse. Para ello es clave seguir las indicaciones de los profesionales y la programación que la escuela, con mas de 25 años de experiencia, ha ido elaborando para este periodo. Nuestro hijo-a necesita que canalicemos de forma adulta nuestras respuestas emocionales y las de nuestro entorno ( abuelos , tíos, padrinos, etc.). No olvidemos que la angustia, sólo genera angustia. Confiemos en la capacidad de nuestros hijos e hijas para aprender de esta nueva situación y para adaptarse, a su ritmo, a esta nueva vivencia. Nosotros podemos acompañarle y darles nuestra comprensión; pero no debemos caer en la trampa de hacer lo más fácil dándole lo que piden o dejándoles tomar las decisiones. Ellos aún no tienen perspectiva para decidir que es lo mejor a largo plazo. Debemos recordarnos a nosotros mismos que tarde o temprano ha de enfrentarse a este tipo de vivencias de separación; por lo que es mejor que sea en un entorno programado pues es imposible mantenerlo siempre protegidos en una burbuja de cristal. Crecer siempre es un esfuerzo… pero si se consigue… merece la pena. Si ponemos bien esta primera piedra conseguiremos que nuestros hijos-as sean más abiertos y tengan más y mejores estrategias en su relación con el mundo.

El primer contacto significativo para el niño en relación con la Escuela suele ser la Fiesta de Acogida.

LA FIESTA: Es la primera oportunidad para el niño-a de conocer en un ambiente relajado y alegre su aula, su educadora y su cole. Por eso tenemos que procurar que, durante esta Fiesta, el niño-a conozca a otros compañeros de su aula, repetirle sus nombres y que se vaya familiarizando con ellos, que descubra los espacios de su nueva clase, del patio de recreo, los juguetes , así como a la educadora y al resto del personal del centro. Antes de su incorporación definitiva es conveniente ir hablándole del colegio, de la escuela y de las personas que aquí trabajan (sobre todo el nombre de la que va a ser su educadora),así se va haciendo a la idea y siente que es un paso importante para él, en que los padres están contentos y en el que se espera que él esté feliz. Es el primer contacto con el colegio y conviene que salga bien. “Ya es mayor”. Le prepararemos esos días sus fotos, su mochila, su carpeta, su jarrita para el agua , toallas y, en general, las cosas que en la reunión previa a la fiesta ha pedido su educadora y nos ha dado por escrito en un folleto. LA E TRADA ESCALO ADA: Creemos que es ventajosa para los niños-as, a pesar de que suponga un lío para nosotros-as y para las familias. Esta entrada paulatina hace que la educadora pueda mantener en un primer momento una relación mas individualizada, les reciba y les ayude acompañándoles individualizadamente en este momento de cambio (Por ello es muy importante que los primeros días lleguéis puntuales a la hora que se os dice, pues si os juntáis con otros niños y su familia, no se pueden atender con la debida atención las necesidades que surgen en estos primeros momentos cruciales). Poco a poco, ésto no será necesario. Notareis que casi a diario se irá alargando el tiempo de estancia .Esto permite atenuar la angustia que puedan experimentar si se sienten solos o antes de que se acostumbren y sepan, por la rutina, que la familia “siempre” va a volver a por ellos. Parte de la angustia que vive el niño no está generada porque no le guste la escuela, sino porque no anticipa que la familia va a volver y siente lo que llamamos la “angustia de abandono”; sin embargo, alargando los tiempos poco a poco permitimos que muchos de los niños se den cuenta de que la familia volverá, lo que les permite despreocuparse y centrarse en los juegos y en el ambiente estimulante que intentamos crear en el centro para ellos. Así antes casi de que se den cuenta o se aburran, ya han vuelto sus padres a por ellos y, se logra la seguridad de la anticipación de la vuelta. Así en unos pocos días pueden estar ya familiarizados para entrar en la siguiente fase: Comer en el Centro. Se pasa después a la siguiente y definitiva etapa: quedarse a dormir la siesta. Para llegar a este momento, el niño-a ha de sentirse relajado y confiado. No olvidemos que esos son requisitos indispensables para que el sueño produzca sus beneficiosos efectos. Finalmente es preciso respetar las horas estipuladas de salida. Así, si se dice “mama esta a punto de llegar o viene pronto”, en función de la hora que se os ha pedido que vengáis, el niño confiará y verá que realmente es así. ¿ OS ACEPTARÁ?:

A casi todos los niños les cuestan estos cambios, aunque nos consta que, a la larga, suponen un paso adelante en la construcción de su personalidad, con madurez y bases sólidas. No hay una regla básica, ya que no existen dos niños iguales. Hay algunos que no lloran nunca, otros lloran sólo el primer día, los hay que lloran a la semana de estar aparentemente bien integrados en la vida del colegio y no haber mostrado ningún síntoma de rechazo. A veces se presentan durante estos días de adaptación cambios de carácter o rabietas, o bien problemas con el sueño o con la comida, y no faltan los que se apegan mas a su chupete o a alguno de sus objetos de consuelo. En definitiva, unos tienen reacciones extremas y otros no tienen ninguna. Todo ésto nos va a hablar sobre el lenguaje de cada uno-a, su forma de comunicarse con el mundo y las estrategias que va tanteando para controlar el entorno, la manera de relacionarse o de solucionar sus problemas. Por ello es importante observarlos sin angustia, comprenderles y ayudarles a crear formas sanas de adaptación con el mínimo coste psicológico y de ansiedad. Estas son “sus formas”; las de cada uno-a. Ni mejores ni peores que las de otros. Por ello hay simplemente que conocerlas, pero sin compararlas con las de otros niños o niñas y menos aún hacerles comentarios comparativos . Recordemos que muchas veces estas demostraciones no suponen un rechazo a la escuela propiamente ni a su personal. La escuela puede que les guste; pero temen principalmente separarse de la madre, o de la familia, o de su figura de referencia. Esta separación ha de llegar tarde o temprano y nuestro trabajo es conseguir que traspase parte de “este sentirse seguro en la casa” a la escuela y que la educadora pase a convertirse pronto en su primera figura de referencia fuera del ámbito familiar. De este modo pronto se acercará a ella para pedirle refugio, apoyo y consuelo ante cualquier situación de inseguridad. ¿COMO HEMOS DE HACERLO?: Es preferible que la persona que traiga al niño-a los primeros días, sea la que mejor pueda transmitirle sensación de calma dentro del núcleo familiar . Esta persona ha de contagiar tranquilidad y seguridad, sin demostrar dudas y sin caer en cualquier tipo de manipulación que el niño-a pueda desplegar para salirse con la suya o ponernos en un aprieto haciendo ver quién tiene la autoridad: si la educadora o la persona que lo trae. Al principio, los momentos de dejarlo han de ser muy breves, evitando así posibles conflictos. No se ha de ceder, ni aun durante el camino, a cualquier tipo de chantaje ni a su negativa a ir al centro argumentando cualquier excusa. Si un día cedemos estaríamos alentando su rechazo , le daríamos de alguna forma la razón y seria un reforzante para que a la próxima vez tampoco quisiera venir y pusiera aun mas énfasis en su negativa. Si el niño-a aparenta síntomas de enfermedad, lo mejor no es dejarlo en casa eso días sino llamar al centro diciendo que se va a ir al medico, llevarlo a consulta y si no hay nada que impida su asistencia ir al cole, pues conviene que estos primeros día a no ser por causa realmente justificada no romper el ritmo de incorporación y así no se alarga innecesariamente el proceso de adaptación a la Escuela Infantil. Una vez en el colegio se siguen una serie de rutinas que irán ayudando al niño a integrar la entrada a la escuela en su vida cotidiana: Saludar a quien esté en la puerta, dejar su cochecito, colocar su mochila en la percha del pasillo, entrar en el aula y saludar a su profesora y a sus compañeros-as. El acompañante preguntará al principio cuál es la hora de volver a recogerle y después, si el niño nos lo pide, despedirnos de él y salir del aula pronto para evitar reacciones emocionales descontroladas que pueden hacerle vivir con ansiedad estos momentos o contagiar a otros niños-as . No se deben

alargar las despedidas, pues esto les hace recordar a su propia familia si aún están en fase de adaptación. Normalmente, poco a poco, el niño irá aceptando el consuelo del adulto y disminuirán sus reacciones de rechazo a la separación (rabieta, tristeza o llanto ). Si el familiar está angustiado puede quedarse en el vestíbulo o en la sala de profesores, donde el niño-a no lo vea y pedir a alguien del personal de la escuela que compruebe como está. Otra posibilidad es que le familiar se vaya, y llame a media mañana o al rato y preguntar cómo va el niño-a. Estad seguros que siempre se os dará una respuesta sincera, pues nuestro interés es que estéis informados de lo que realmente pasa y establecer vínculos de confianza con las familias. La respuesta de los niños-as es variable. Puede que se quede tranquilo y que a la hora de salir al patio vuelva a sentir angustia, pues se encuentra ante un espacio nuevo o viceversa; pero poco a poco irá descubriendo ámbitos de juego que harán que la escuela sea un lugar para divertirse y relacionarse. No obstante, debéis saber, que la presencia de personas conocidas o familiares en la valla del patio puede despertar la angustia del niño-a o la de los compañeros que, al ver a un adulto de lejos, pueden confundirlo con algún familiar , provocando su respuesta emocional. Avisando a las familias que acercarse a hablar con ellos a través de la valla, lejos de calmarles, puede provocar en ellos un efecto contrario angustiándoles, sobre todo al principio. Si al volver de la escuela, el niño no quiere responder a nuestras preguntas ni hablar de ella, es mejor dejarlo e incluso evitar que vecinos y amigos le agobien preguntándole por algo que si no es por su propia iniciativa, nos está manifestando que de momento prefiere no recordar. Es mejor dejarle que lo vaya integrando internamente y sin agobios, a su ritmo. El/ ella nos irá dando la pauta. Si comienza la conversación y nos cuenta cosas, entonces si que será interesante preguntarle y darle pie para que nos cuente sus experiencias en el colegio. Podemos ponerle en la mochila los primeros días algún juguete que tenga especial significado para él/ella: un peluche, un muñeco, u objetos como gasa, chupete o cabecera, … las educadoras se lo daremos, en el caso de que lo pida, si vemos que eso le tranquiliza y le es útil como objeto de transición entre la casa y la escuela. Con el paso de los días procuraremos que no los necesite y se queden en la mochila hasta que se habitúe a aquellos de que disponemos en el Centro.

ACTITUD DE LAS FAMILIAS: Esta es la pieza clave para culminar con éxito un buen periodo de adaptación. En la medida en que los miembros de la familia confíen en que el niño está en buenas manos, que se siente a gusto con nosotros-as y que, aunque le cueste al principio, como tantas cosas en la vida, no se olvide que el colegio es su lugar natural de estar y que le permite relacionarse, socializarse, tener nuevos modelos de conducta, aprender cosas nuevas, madurar, establecer nuevos vínculos y amistades. El colegio es el lugar en el que están en manos de profesionales interesados en que sean personas autónomas, sólidas emocionalmente y maduras. Si las familias tienen claro todo lo anterior y nos comunican sus dudas para que podamos solventárselas, el niño también vivirá esta confianza básica hacia la escuela ,

porque le habrá sido transmitida casi sin palabras. Si, en cambio, hay fuerzas en la familia que piensan que es demasiado pequeño aún, que creen que no es el momento de llevarlo a la escuela, que desconfían de los servicios o del personal que en ella presta su labor, el niño percibirá este recelo inconscientemente y generará una mayor dificultad en su periodo de adaptación. Terminamos diciéndoos que disponéis en el centro de la atención del Psicólogo, de la Directora y de las tutoras del aula, para pedir una entrevista individual que os ayude a solventar cualquier duda o resolver cualquier problema que este viviendo vuestro hijo-a. La colaboración entre todos es lo ideal para favorecer el crecimiento de los niños y niñas que es en definitiva lo que nos importa. EL PSICOPEDAGOGO DEL C.E.I. “PAJARICO” de AGUILAS LORENZO-ANTº HERNANDEZ PALLARES.

El período de iniciación en la Escuela Infantil "El miedo al abandono" Por Fanny Berger Marzo, 2007 Toda etapa nueva despierta distintos miedos. El miedo es una emoción fuerte ante un peligro real o imaginario. La causa puede ser racional o irracional. Cuando el niño lo siente no influye el hecho de conocer si el peligro es fantaseado o real. El niño miedoso siente que no tiene recursos internos para afrontar el peligro. Su temor es alimentado por su imaginación a través de pensamientos negativos. Si ve un perro y le teme, se imagina que lo morderá o agredirá. Sus pensamientos aumentan el temor hacia el animal. Si bien puede existir un peligro real, la imaginación aumenta la tensión. Si se imaginara jugando con el perro, se calmaría. La imaginación es al miedo como el oxígeno al aire. Todos los seres humanos tienen temores, sólo cambia el contenido de los mismos que varían según la etapa del desarrollo emocional en que se encuentren. La diferencia radica en lo que cada uno hace frente a ellos. Los bebés tienen miedo a los ruidos fuertes. A los siete u ocho meses tienen miedo a los extraños. En el preescolar tienen miedo a la oscuridad, a los animales feroces y al abandono. El niño en edad escolar tiene miedo al fracaso. A los siete años aparece el miedo a la muerte, a los ocho años el miedo a animales pequeños y al descontrol. El adolescente tiene miedo al rechazo, sobre todo del sexo opuesto, tiene miedo a engordar y a que su físico se deforme. Todos los niños en todas las culturas tienen miedo a perder el amor de sus progenitores, es decir, a no ser amados. El miedo más común de los niños pequeños es el miedo o la ansiedad que sienten cuando tienen que separarse de sus padres. Este miedo se presenta en todas las culturas y en todos los niños. El niño teme ser abandonado

por sus progenitores y está relacionado con el miedo a perder el amor de sus padres. Siente que si lo abandonan es porque no lo aman. ¿Que sucede en realidad? Alrededor de los siete meses comienza a manifestar la angustia al extraño. Empieza a reconocer a su madre, y cuando ella está ausente, se angustia. Un bebé, a partir de dicha edad, llora cuando no ve a su mamá, siente temor de que ella lo abandone y que lo haya dejado de amar. Cuando la madre regresa, el niño la ve y se calma porque se da cuenta de que no fue abandonado. Esto se puede observar en los primeros días en el centro infantil o con una niñera nueva. A continuación, mostraremos varios pasos a seguir cuando los padres dejan los primeros días a sus hijos en los centros educativos de enseñanza inicial: 1 Respirar y calmarse. Los gritos y llantos de los niños son normales. 2 Te quedas con tu maestra,(nombrar su nombre) que te va a cuidar y enseñar a dibujar, pintar, etc. 3 Despedirse de los hijos y partir sin dudas. 4 Trasmitir en forma tranquila y segura que mamá o papá se va y vuelve. La frase más importante es: ?Me voy y volveré. Siempre voy a volver?. Esta frase le calma el miedo al abandono 5 Se van y no regresan. Los pequeños llorarán y gritarán, pues es una forma de presionar para que los padres regresen. 6 Es imposible evitar la tensión y el llanto ante la partida, pero al tranquilizarlos e irse le dan la oportunidad de enfrentar esa situación. Lo importante es que no sucumban a los llantos y no mostrar dudas en eso, pues hay padres que vuelven y tratan de consolar a sus hijos. ¿Qué debemos evitar hacer? * No amenazar con frases tales como: Si no te callas, te dejo para siempre. Cállate o no te quiero más. * No mostrar ambivalencia o dudas en el momento de la despedida. * No decirles: No tengas miedo, pues es normal que el niño lo sienta. Al pasar los días, la angustia por la separación decrece, aunque hay niños más lentos en adaptarse. Si pasa el tiempo y la conducta del niño permanece, es una señal de que algo está sucediendo en su desarrollo emocional. Lo contrario, la falta de angustia, también es una alarma. El niño pequeño que no llora ante la separación nos indica que no se angustia ante la ida de sus seres queridos. No importa su edad, pero si tiene cuatro años y es la primera vez que va a la escuela es normal que llore. En cambio, si tiene la misma edad pero va a la guardería desde el primer año de su vida, es significativo que llore al tercer año de concurrir al centro educativo. Luego del período de adaptación es de esperar que cesen las lágrimas.

Los llantos nacen de la rabia y la frustración ante la partida de sus progenitores. También se mezclan con la tristeza en esos momentos dramáticos para los pequeños en los que temen haber perdido a sus padres. Si éstos sucumben ante los gritos y regresan, los niños aprenderán que manifestando ese comportamiento obtendrán lo que desean. En un futuro emplearán los llantos y gritos para conseguir otras cosas que quieran. Las maestras, en las instituciones educativas son de gran importancia en estos momentos tan llenos de angustia. Es necesario que el niño y su familia visiten el centro educativo con anterioridad, realicen alguna actividad en conjunto, padres, niños y maestros. Este encuentro posibilitará el conocerse y así los padres confiarán en que sus hijos estarán bien cuidados. Es conveniente recordarles que si bien sus padres se fueron al trabajo, o a su casa, ellos van a volver a buscarlos. Esto calma a los niños. Los maestros tienen la función de contención y sostén de la angustia que sienten sus alumnos. Luego de repetir que sus padres volverán, el niño podrá ocuparse en una actividad constructiva . De la forma en que el niño enfrente su miedo a ser abandonado, resolverá o no, otros tantos miedos que se le presentarán a lo largo de su vida. Los educadores si aceptan lo que sienten los chicos y tratan de realizar alguna actividad los ayudaran a sentir y enfrentar el miedo al abandono.