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. Yo seguia esperando. El espíritu, a\";'zor y despierto, erectaba sus antenas ell busca riel detalle, Mis ojos se comíar. la negrul'a exttrior, mientras esperaban qu.e Jorge pasara hada el comedor, Ii:l lápiz, el papel y yo esperábamol!l a Jorge. -Se emborrachó--dije al fin, por tirar algur18 palabra que germinara en a(juel zumbido diáfano. y no fue estéril. -¿Se emùonachó?-me preguntó Octavio con marcada n'pn>!1sión, Parece que no ]0 conocieras, Mi'lagro será que no ande por los alrededores de aquella cas:; buscando lo que nunca encontrará. A mi vez contradije: -¿ N a le oíste sus prop&sitos de esta mañana? El jamás volverá por allá. -Te digo que ha vuelto y que volverá. Más aún: 'Puedo ,¡urade Que en este momento fuma el quinto cigarrillo y mira por centésima vez a la ventana de la casa donde vive esa señora. Y ya puedes apuntar 6

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ni ljl1itará valor alguno. Oda\Î() mr. !"Ilir:;;:! COll la más plana innifel'encia \' t:ontemp]:!h,~ l:on ugoudo irterés fI Jápi~ Y el papel

qllP jl1.nr" d m: p"'l'dan

esperar.

, ApÚni.al: ,·me anImÓ suc.HrólI. De alii de esa im bée il l'(Jnda pllede,; tirar la .1cbrH tipi olvillo que il'Ù a teJ'milllll ('on la última pabbJ'a de t\l T,I)\ l".a, TÚ lus Ill,'.'!rá" pOl' camincs de amorcs tibius; Ii la iglesia irá" ('uJ¡ e!iJ;-1 .v iuéj,{u a otros menos públicos santuarios; dCRIJué:l, má;:; turde, má, aún, uien puede" ens/;!ñal'te Call !lU:; hUa;! o ::illS nieto!;, o dibujar ante el oju bn\.lu del lector una de esas Cl'uees eJefanciacas de tiempo y de catolicism;}, en cu,ya transversal se lee. ¡;(Jmn en IllS exanp-Üc;; llovela, ciel ochodentoH, la pa Jauril que hurgá ('l depósito de la~ lágrimas: María. Complacido de su discurso Y de mi naciente enojo, ¡;e l'l!ía totalmente; miraba UIlO de los desnudos fijo!; en la pareù, llegaba hasta la ;Juerta, huudia la cabeza ~ll I; renllllillU exterior de sombras ~ son:Jus, y tor nata a mi Indo, ~liJurienle, complacid0 de HU discurso \' de mi naciente enojo •

. y o,

--

a,Ku,z¡¡ua la sensibilidad por una de esas inasibles ideas que extravían la pupila y la clavan casi con dolor sobre cualquier objEto que no se ve, apenllis oi el disCLl!sO de Octavio me embarqué en el eco ru mántico ~. I'eeorri por LIll moment:) el rio lírico de las IlOVC[hS que él llamó del ochociento~, exangües y pue rilefl es verdad, pero no tan turbias e imbéciles coml' las que faurican los colaboradores de c'i-erto¡; dillrioli,(

RP;~TREPO

.JARAMILLO

inodoros, ni tan peligrosas por su caros resultadoa como muchas que nos envia la mad're España, hijas de algunos dl: 81l!! hijos invertidos. A.quella ,;oche no yino Jorge, y yo apena pru>

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ni can~ay il,l'TI I.:n cJue ¡"é['Q

~rp.¡:,. :'O:ól'>:J,

complacido cie SL:,S d:Sl:UrSOfl me l:l1enta sU paseo, pienso yo en qne jamás debí comunicarle mís proyectos, ni echarle l'Ecima 18 inquietud que con ellos consig-uió. Y él, a5cno a mis pensamientos actuales, estú empei1ado en mostrar frente a mis ojos hasta el último pedazo ne t'crra quc via ayer, con la mi~ma cruel insistrncia del comerciante que des'plie:ra sus d'iferentes tllp'~es, csperr.ndo que nuestros ojos vayan a clavarse sobre la r"meada trabazón de alR'uno de elJos, para inmed::ltnmente separarlo y di=cu~ir su precio Yll Ql'.e no ott incl.i~cutible calidad, y ahor¡¡. mientras

T:mbién p:lr un momento logró Octavio que yo clami ;:tendán sobre un trc.zo del jal'din en;;'l~O aue me de8r.:ribía en ese momento con feroz com;)!:o:..:':r,c·Ia y en cuyo centro, como vivo surtidor de bellez:!, culocab:>. ,1118 linclísim2 veran:?ante. clara r ardida baj') ::1' sombril-!a enorme. Yal~:

Lrégo. huérfano de apuntes pr.ra mi novela, 0)'f;,nnnd tan triste y peli~rosa ·~omo la ciel cl'onista qt'~ al cerrarse la ed'ic:én pendiente de él !legó con l:B cl!artillas en blanco, me decía serio, severo. poniendo en la voz el Hlma que no tenían las palabras: No olvides anotar que tiene la mandíbu]¡' inrerior dura, alargada en prognatísmo casi bestial. --Eso es ridículo-contestaba yo, pinchado por la 11

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desazón nueva que este entrometimiento engendrar en mi.

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~omenzaba

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---.Pero es cierto. No lo puedes negar. Y es alllo que explica la severidad taciturna de Jo-rge. ~i La severidad taciturna! ¿ Plel'oqué S8Vleri, de :iH~ letras, su accnto. ~u poder rec~nstructivo y

rVQcùdor. Nada. Fuc un momento un pedazo de espíritu ;delJO y perdidD (Jl'.e erlcontranl{)~ de pronto y Clue no::! hace pensar i:lEguirlamente en una palabra, P::\r:t ¡¡tahar por asombJ'arno.; de no oírla o de oírl» mal. Ge vel' sus letras dispersas, bin vida ni valor a con otro valor y otra vi·da que nunea tuvieron, que nunca le conocimos; cuando las vocales llenas saben a ceniza y a gOrdura burguesa y las líquJdas .se vuel ven filos de luz, de sonido mE-nor, de algo muy romántko y è6bil que se nos va muriendo en la boca, que ~c :10S !lev,a la palabra de.strozada y nos rlejll con ('1 espí,itu eriZ8¡lo d~ misterio quieto . .-Di6genes. Diógenes. ; Qué nombre más raro! ---Tan raro como su locura de ~oI. como mi locurn extrll.fia . Gabriel abrió más sus ojOR azules y con ellos, ]im'l;o~, ~ comprensivos, prep:untó a ,Targe: i. y de dónrle sacas tll le·cura extraña? . -No ·sé, nero JI1 :-';Ulto h01lda ~' antigua en mí. Te ju\'o que ella tien" mt's añOR de lOR que ha vivido m; (:I1('r]1o. Dur;»'::' mucha" genenleiones me ha quemallo y il veces 1.;ng-o la sensación fí~icH de haberla 1'Ívido desde.~ig-Ios atrás. cuando mis antepasados ernn morc1idos 1)0\' el sol en lOf) jarales lejanos y virgE'T'es () cllar:do. pícal'o~ rnetidD8 a frailes, viajaban 2ó

RE2lTRF.PO

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por secretas pas8vías desde SU convento hasta el garito oscuro y humoso, vigilado por alguaciles malna' ciào8. Pensan-do en esa mí locura, me be vi.sto vivir (lesae aquellas arrugada8 edades, haber estado transitoriamente en el vientre de mi ma.dre y luégo venir a 'Ser la materialÜ:aci6n robusta de un sueño espanta' ble que nunca ~(o deja conocer. Frente a 108 ojos buidos de Gabriel se fui' cntrando resuelto y enrojecirlo en ese maelstrQm de vid-a qu~ siempre tratara de evitar. Rápido, hambriento, es' jfuazando año.s, corrió hada atrás. Recordó lOB diaB tontos. santos, vividos en la escu.eJa y la casa, aleg'l'a
r.

A

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TRFlS

cie modo atroz e inevitable, Todos est')tj años poùrido;! IUiI giento t:omo duro caminar de fieras que van Jl1.;J~die!ldo SU pe:uuñu bisulca en mi t!spíritu abland:lI:Jo por los viajes, Y entonces tengo un placer doloro"o én volver a hacerlc sombra a Di{}genes para. !¡~:e me immlte 8oezmente, o en tirarle piedl'RS a Lf:J· '[,l:t¡¡::;, rI bobo, o en comulg:H por primera vez p.n.ra. ',~ue n1P den medallas y bizcoehos benditos, Y es tdste \'oJve¡' fi matar a Mico, aquel bobú raro que pe,sc6 llUH feliz neumonía en la charca clonde la hicimos eue!" r.ierta tarde escuálida, y otra VeZ, frente a Gabriel bello y asombrado, vio n Lnquitas y a Mico y a toda la legión de las llamados el bobo en cada pu.eblo: fala.nje de invertidos y soli· tarios del seJo.."'tomancl~amiellto, carne gen\;ralmente prófuga de seminarios y de mallos mu)' devotas, pervertida por ~racía de esa sensible desv;ación que da el latín aprendido con fines religiosos; o.scuro uata116n de gentes cuya ed.ad se pierde en el rostro deg· lT'...Rsculinizado y en cuyos espíritus viven el genio y la. i,:iotez en desconcertante ayuntamiento, ha-sta que un âía, cuando menos se espera, caen destrozados como hs troncos que pudren el invierno. ios IlLStros y las inrvl1s, haciel,do crecer las pupilas espantadas de los vecinos y casi ertloqu,eciendo con sus misteriosas enfermedadei:l y muertes a los médicos de la aldea, cuy,a. ciencia tiembla de miedo ante esas humanidades podridas de genio y de pecado que estranguló una justicia ocu.lta y terrible. 118 pobre c'abezA de Gabriel lie dobl6 aplastada por"

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ese horizonte que acababa de abrirle la palabra de Jorge. Este. cansado, avergonzado, desvió la vista hacia los árboles frescos y bellos, que lentamente fu.eron trazando en su espíritu alborotado simétricas barras de sombra dulce y amiga. Salieron. Ya ]a noche andaba por los huecos recónditos y por los tejados en declive. Había un vaho cálido, grueso, que caía como lenguas de fuego sobre las cab€zas delici osas de las paseantes. Jorge la sintió pos'arse en la suya, afiebrada. Miró a Gabriel. miró a un.a de las deliciosas caminantes, y tu.vo asco hondo de sí: su alma, subiendo desde ignotos y feos subterráneos. vino a inquirir]e con una de eSaS preguntas afirmativas !Ii por ventura no era é] uno de los llamfl.do~ el bob(l en cad~. pueblo.

CAPI'l'ULO SEXTO

'r0da~ lus almas del círcub reunido aquella noche .I. r:~":ch~ cS~:lban envar(lfas, altll.s, en octavas mayur"s e .Ji jmpo~ih!es de sostener, oyendo la qu.e toclo~ Jo~ e::Jpíritu3 y los cuerpos, hartos de cerveza, habldan y gritaban, En el ~írculo, por canal]/i oportunidad ùe la hora, ha bi;> cles 1'.on,ères de esos ç ue tienen 1a fl.' erte y no CEC;ISa cualidad de nburrirnos y eanSarno;; hasta el c:~eCSJ, 1e dibujo. de elle raro dibujo_ y entonces uno de 108 hombres, pequeño. de mirar :\¡:tuto veía el dibujo y leia: " .... eontinuaré mi verso desolado; tú lo pue-des oír porque has pecado .... " y coreadfls todos por el hombre robusto Y serio, me

señnlnban -j

y

decían:

Lo cogimos,

lo cogimG8!

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} dp:'1PO dt' soltar tOlla" las esclusas de mi in· df.~·lj~¡l"¡ón .\. dd"r (-orrer frente a llgtedes 1·1 espeso ;trJ'0Yo de \'ocablo:; que ni HUll el diccionario de la At':ldt·mia lop:ra "opol'tal'. Haya ~erenjdad y dolor. y quù la l·('~il,!J)ac-ión. es:> matndora de' ~1Imas, se3 cor. n08otl'OS,

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¡\Ii capitulo ljuinto. mi pu.eril audacia de so] y de androg-inia. cse capítulo que tallé expresamente para los hombres gordo;; y la~ Reñoritas intocadas, ha sido hollado bajo el lúpiz o mejor. bajo la ¡wzUña rIel entrometido. Todo la l[lll' d¡.if de Gabriel-que er¡¡ bello, (¡ue te' nía ojos azules y quince años, que crecía hondamente \.'H el corazÚn dt' .Jorge--ha sido :-,uprimic:lo eon verdadera rabia ,;., ¡¡n(lrÚ~i¡,(). con eile celo exagerado de los ljue abomin'lll fi(~ramentc de la in\'e¡'"ión ¡lara evitar :;c grueso gel'undio terminal. lie log'l'ado leer un p,'dazo de n~rs(),s, eriptor no quiso o 110 !'e('{lJ'dó borrar:

que su tras'

"¿,t:'n amor que >le va? ¡'Cuántos se han ido! Otro amor volverá .... " y. frallcament~. me nace ('ierta desesperación agudn al con::;iclerRr mis afane~ .Y trabajos para escribir una hovela que mi intruso corrector quiera rematar eon el imhér.il, inopOl'tunismo de esos versos misera' bles. Da dolor, da ira, dan ganas de conseguir un buen punch- de acuerdo ('011 los impúbere~ de hoy- --p.ara defender a uofetones nuestra querida e inútil lihertad de pensar y deci~ Después de todo e;;te trabajo de compara('iólJ y repusición, h€ de averiguar quién e,,; el que ha mereci' do mi \'enganza, Y lo sabré. Y ustedes lo sabrán,

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TTI.lY ha \'lIc110 Octaviu. Trae t:1l la,; ojos un interés S()"P~'('!iI1So.Ha permanecido lin rato miranùo el des' ¡Itd,) fijo ('11 la parel1. Todo ,\u l'uerpo, untado de gra\é j]!difelencia, da la ser,,;a(:iÚn ele la ignorancia compIeu, \"olunturia. tcnaz. '¡,lIa" sabido algo't--me ,ll'egunta cun \"oz indifeJ'l'nte.

-- ?\"ada, nuda-Ie

he replicaelo

con igllal

dÜ;plicen-

l'la,

y !il,: dos palab]'as han m.lerto miserablemente 1:1 desl1udez dl' mi et\;\rto. Y de clla:;. (le ::;u souido

en hel'ho ('adíwcr. e~tá r,ul:iendo lin silenl:io espeso, terrihk, Ili rd mi~Jl1o :t1canz;¡ a perfilar con precisión. Luégo, pa r~l matado, me l't'pliea rápido:

--Lo

]¡;ll'(~ l'on

mucho

gusto.

E,lal'é alerta.

\" llli('lltl',t~ llc!l:a la 1al'de mi deseo inÍltil sigue Caminando soln(~ la impaèÍ{'nc;ja y la f'Ur:osilhld, ágil r \'ivu. t::mj,(,ña¡]o en ¡¡Iumbr ••r los O_~l'·Ul'OS camino,; pÚr tJ"!l:lr elllrnré ~"g"llido de mis in[ortUJ.ados lectores.

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MIL

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Recuerdo haber dicho a ustedes que Jf)r¡re es un muchacho flaco, de rostro anodino donde hay dos ojos disputado, pOI' IR muerte y la idiotez. Y ahora vengo :: cOlll'il'mar]o plenamente. Acabo de verla con detenimien10. ~e ha sentado junto a mí. en esta silla curvada ra. Por lo visto usted quería que en lu.gar de fantasear linda C inútilmente. q\lC ('5 una de \:Is piedras angulares de la l·iteratura, y de mostrar al desn-udo ciel':as :mdrog-inias y ciertos estigmas que graba la. tiej'¡'a en SlIS hijos, me rledicara a preparar una de esa,~ novelas qu.e cada año repuntan por todas las liùrerías y por los centros de moralidad, chillonas y ,'aeías c;omo cascabel dc feria, aconsejadaras y bibli(':lS como bs leyenùas de esas remedios que perióimpotencia o el mal rie piedra; una de esas novelas ¡Jic;.mente llO!\ envía norteamérica para combatir la ;lpla~tantes donde siempre hay cierto recién llegado cuya "garra filurln y rapaz viene a arrebatarn08 a Hoa de nueRtras más cándida.:; palomas", paloma que ,',m no ,'searon easas y cas¡¡S alineadas, almas y almas enanas, JoJores y dolores arracimados.' Pasaroll como dioses velludos sobre el erizado crá' 108

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neO del monte, como ancestrales hijo,s de la caverna rugieron en la oquedad del robledal augusto. Y floreció la \"ida bajo la plar.ta rp.cía cie los titanes,

*** Lia vuelve de la iglesuca soporosa. Vuelve de dar ¡;("racias a su Dios, porque la escuela marcha sobre rieles de esperanza y caridad, porque ella sabe enseñar y sus peq'ueñas dis'cípulas qui€ren aprender, ¡Qué hermo~a es Lía, con la levedad airosa de su porte, con la rabia de sus labios y la pureza de sus dientes, de e~os dientes donde brilla un relámpago de oro que mata como flecha de sol ! j Qn{ hermosa es Lia! y él, e! león arÎs:co y fuerte, la ha visto, Y a sus plantas ha dejado su cornón adorador de lianas y r!'g-:¡tos. Y sus treinta y cinco años aullan como la iauría ind6mita que allá arriba rompe la serenidad :1 ~rolpE'" de' ladrido, Y es'piritu fiero y nervatura granitica sr han tornado gráciles y dulces, y por su alma revuel;¡ la ilmlÎón con aletea de plumón cálido. -Seria reina mía y de mis selvas y abismos de mi ('asona y mis perros. Verla bajo los robles en las tardes que mueren con una oración de luz, mirar la danza de 10'- 3stros n;¡cientes en Sil.S ojos. ver el espíritu del dia debatiéndose agónico en su cabello irisado; sentir el resbalar de su sangre por la red embrujada de las \'enas, como los arroyos q'.le rezan al silencio en-

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tre _.,¡:.8US

cau,ceS limpisimos, s~nos haga temblar

SUS

.;. do ... ¡Es muy hermosa

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y morir

cuando la gl{lria de su corpiño bienaventura-

Lía!

*** j'Pobre león mútilo de las altura!! albasl jPobre encina atierrada por el aletazo del huracán! j Pobre torrente ciego, sepultado en la inmensidad de cálidos arenales! Nada valieron su ruda franqueza, su gallarda valentia y su humildosa dulzura. Nunca el pueblo hubiera tolerado que el más satánico de los perros co' mulgara con la más rútila de las hostias. Mientras ella entreg-3 su cuerpo y quizá su alma al señorito de la parroquia, él. ceñudo, fiero en su acerado orgullo herido, torna al nido salvaje, vecino de las nu' beso al cubil ag-reste enclavado en el abrupto cráneo del monte. Lleva fuego en las entrañas y amarga espuma en 108 labios. Trágicos embates doblegan su alma recia, cual la tempestad que en noches locas sacude el corawn de la se.Jva y arrastra su carro estrepitoso por el robledal desarraigado. -j Tan pequ.eña, tan leve, y entró en la piedra de mi p~ho como la bala que silbando rasga y al aquietarse mata, como esa cuchilla de los cielOS que guillotina troncos de abarcadura en mi montaña enorme! ¿ Y para qué, Dios de justicia, seguirá corriendo mi 110

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vida? ¡, Para qué sigue ga·lopando el río que se tragará el arenal sediento? ¿,Para qué vive el perro cojo ? ¿ Por qué no mu.ere el águila desalada? ...

*** Allá están esos malditos voloteando sobre el abismo. negro y tembloroso embud'o do ... y él, que los copia en la zos de vidrio, no puede-j brazo de velludo acero .... Mayo de 1922.

sepultureros del aire reEn espíral sombría, en van bajando, van bajanimpasibilidad de sus ojam·os mío !-alzar el roto

HORAS

cabé

A

de roer la polvosa

poesía-"A la bienamada" En ese instante una con rápidO mordisco en' el

-y comenc'é a desnudarme.

voz afilada vino a herirme corazón. ~spére, espére - dijo la voz, ¿Para qué tánto afán? y sill aguardar respuesta cerró la puerta y fU.e a sentarse con su cinismo en la silla curvada. -j Pero éste es el descaro más enorme que he vis· to! logré hablar. Oiga, señor, VOy a permitil'me darle una ligera clase de urbanidad: la medianoche es la hora más impropia para hacer visitas, antes de éstas debe uno anunciarse, y antes de entrar, debe golpear iJl!avemente en la puerta. Además ... -Hoja, hola. ¿ De verdad, usted cree en Carreño y en Tu Jia Ospina? ¿ De verdad? Oiga una cosa: yo creí · dulces, A los nueve año~, orgu !laso dentro de nueva y más amplia jndllm~mtaria, fue llevado a hacer la primera ~omunjón, No se sabe si la montaña podrá infundir g'1':1yes peru'dog y por Jo mismo puede asegurarse que las faltas de Ricardo no asombraron ni regocijaron a su confesor, Al menos éste se mostró impasible yab~()Ivió en volandas a su nuevo penitente, dejándole

caer un padrenuestro

reconcHiatJl una cinctl,er.tena de Avemarías. Luégo re-posuba en e'l burdo lecho; y ya donnido, su cabeza burbujeaha pensamientos tan grandes, como los del día muerto: dentro de su espíritu estrecho rodaban en c'onfuso hacinamiento vacas y terneros, arroyos y colinas, como bajo el sol del mediodía rodaba su cabeza entre colinas y arroyos, vaeas y terneros,

III Era un postmeridio caluroso y traqueante de vida. Lo!! rayos de sol, como si bajaran horadando planchas al rojo, rebotaban en acribi11amiento de flechas enlo' .qu,ecidas. La sabana rebrillaba en fiestas de colores saltarines; los árboles se alzaban cual campesinos eso' trepitosamente bordados de pedreria invalorable; beso tias y ganado,s, en descansada vida, jugaban a fi16so.fos y académicos, tendidos en muel,les sillones de 'hierba y "ubicndo hasta la boca graves meditacionc:'¡ que hacían dormie las montañas lejana.s; más allá, en salto mortal desde altísimo peñón, el río sacudía con or·gullosu c1'Ín irisada; la savia vivífica galop:aba en

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los troncos, asomaba en los botones y robu'stecía las mazorcas del maizal adulto. :Ricardo, el lazo enrollada en el brazo. caminaba perezMnmente, aniquilpdo por aquel recio tremar del sol y de la vida. Miró la cascada y 'hubo placidez telepátka en sus ojos, rec'ordó los charcos serenos de f,rcscura y hubo atracción ,del agua en su cuerpo abo' chornado. !Re'f'oo,lvi6no importunar tan pronto a los becerros y tomó e! sendero de la quebrada. Bajo un suribio reposó u,n momento; luégo. en traje de Adán, revolucionó las OI'03S amip'3's del remansiO, y chapoteó y brincó en el agua com'o si un dio.s alocado la poseyera. Después siguió por el arroyo hacia abajo, busc'ando algo para calmar la debilidad traída por el baño. Frutas de toda especie fueron llevadas por Ricardo al abismo donde antes fuera rey el maíz. Sin embargo, aquellas guayaba's rechonchas no se dejaban alcanzar, y la gula y la dificultad las pedían sin d'Hación. Y entonces el muchacho, ágil como las ardillas de 'su finca, sU,bió a la más alto del árbol y se hartó, cómodamente dislocado entre las ramas. de los apetecidos frutos. Ya voldaa tierra cuando diviiSó un nido oculto entre la compacta ramazÓn. Y aquí brincó el diablo tra vieso de todo rapaz. Dejara él de tener doce años ¡J'j, no cogiera aquél objeto y la de'sbaratara brizna por brizna. Con una hábil maniobra del lazo, el abanico de la rama se recoge y se acerca hasta la mano del muchacho. Pero j oh tristeza!, con el rudo embate el nido se desquicia de sus débiles bases y por entre dos 125

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brazos se escu rre y cae en mitad de la corriente. Y corno Ricardo está vestido. y acaba de bañarse y aquella agua verde oscU.ra tiene mil ojos que mirar¡ como los salteadores de caminos. deja 1a malograda presa il merced del movimiento de avance. De pronto se alza un leve chi11ido y del fondo de la hojarasca surgen Jos pinzas grises por fuera y amari11as por dentro. que se abren y se cierran con desesperación. Ricardo, hecho !ln rnmplet0 idiota. siF,'ue con paso lent:'} e1 Clll" so del agua que arrastra el pequeño barco habitado. No tiene un 8010 movimiento de C'ompasión ni de heroicidad. Por RU rostro pasmado se extiende la som·' bra de imbecilieJ;¡d y tÍlnidez QUr. paraliza al que vo comenzar un incendio y no. pide auxilio, al que ve matar un prójimo indefenso y spUa los labios, al que o)'e rodar el carro de la tormenta divina y se agazapa y se encoge como el armadi110 en su concha. Para qué !le cayó ... parecetlecir con todo su cuerpo indiferente. El barquichuelo llega a un cbarco dormido, y orlado de leves espumas y Jlp.vado por los giros de la corriente, da dos o tres vueltas, y entonces bumedecido y asaltado por el agua comienza a hundirse, mientras el pico amarillo se alza desesperado en la ir,mensidad del remanso. l'n pequeño ho,-\uete se abre. el T,ido, vira tambaleante. y Rkardo ve por última ocasión las dos pi·nzas Ilj{ón¡casque desaparecen rápidamente.

y entonceS, ante el hecho consumado, cuando· pasa la realidad y la concier,cia se erecta en muda acusación. hay en el rapa:;ç no un g€sto de remordimiento ode pena. sino un relámpago de visión rútila y gran diosa,- relámpago encendido quizás en su. alma pOor el 126

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resplandor lejano de algúr, pariente muerto en olor de noesia: mira el ciel" intensamente azul, mira el agua ;¡~c,:inn.y le parcce ver que 80bre el pequeñísimo remoli 110 se de.qgonzan el- infinit o. de arriba y el infinito de abajo, y CJue en trágico doblamiento la vida íntegra cual dispHatado racimo de serC8 y de cosas, s~ flecha por el embudo rumoroso de las aguas ,

IV

·Cuando el cuerpo de Ricardo había desambulado veinte años por "L~ Estrella", su. alma tenía h misma edad de aquella noche en que vio el velón de seha chirriador y maloliente sostenido por la mano agitada de SU padre, Y una tarde aquella alma pequeñina se asomó a los ojos de Ricardo y le dijo BOBamen-

te: -Tu hermano mayor se callÓ; Manuel Arroyave, aquel amigo íntimo con quien ibas siempre al pueblo, también se casó, 'J'ienes veinte añoB; Matilde, la exhuberante vecina, cumplió ya los diez y seis; ella no tiene novio y tit estás -virgen en amores. Parece que te gn.riaque a ti. y en medio de aquellos sueños tergiversados, el perro volvía a caminar lentamente por medio de los árbol,es g¡raves, hasta 'que ,se hundía aHá a la Jejos en esa desesperadora 'raya de luz que tienen todas las perspectivas vegetales y los cuadros de lOrSpintores incapaces de conregÜ'r a la testaruda naturaleza. y por muchos dias y por muchas nOClhes,como en los atribulados lieds de.la Europa nórdica, yo vi al perro oscuro saHr de la ca..~a.qu,eestaba hundida en la f:rente de la '¡¡anura martir.izada por dolores terribles, caminar lentamente -con los á¡rbOrlesa lado y lado y luégo hundirse, dando la vueha y la revuelta desde absurdos círculOrs pitagóricos, en el tel1l'O,rde mis pupi,las clavadas sobre un remolino de juv~mtud qu.e el día tiraba malditamente al peñón estéril de mis sueños. Mi madre, que mucho quería a,l perro, me dijo cierta tarde gorda de crepúscuJo: -;iciado mucbo a él. Cualquier dia se puede morir y .... No ai más. No quise oir más. ",OuaIquier dia se pu'ede morir!" ¿ Por qué la suerte moe dejó clavar ese ,pOl"qu.ea mí se me asignó el sérel yo jovi,¡¡]de èilte loco . Yo río su risa y ca~to, sus horas felices, y con sus pies tre: veces alados danzo sus más bri'llantes pensamientos" Soy yo quienquis4era rebelarm~ contra e-sta fatigosa existencia. Tercer yo: Y qué decir de mí, cabalgadura del arnot, flamígeraantorcha de la pasión salvaje y de los fantásticos deseos. Soy yo, el yo enfermo de amor, quien quisiera rebelarme contra e~te loco. -

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