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Kafka, en el laberinto de su dolor.1 Julio Woscoboinik

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“El arte vive en la misma calle que la vida, aunque en un sitio diferente; el arte que alivia de la vida, sin aliviar de vivir…” Fernando Pessoa

“¿Cómo puede ser culpable un hombre —se pregunta Josef K, en El Proceso— que no tiene capacidad de opción? Es Kafka mismo quien da una respuesta que resulta clave para la comprensión de su vida y de su obra: “Nada se afirma con tanta rapidez en la mente como un sentimiento de culpa sin fundamento no se lo puede eliminar mediante ninguna fórmula de arrepentimiento o redención”3. También en El Proceso y a poco de la insólita notificación de un “procedimiento” tan extraño por parte de la “Justicia”, expresa: “El asunto no puede tener mucha importancia. Lo deduzco del hecho de que soy acusado pero no puedo hallar ni la más mínima culpa por la que se me pueda acusar. Aunque también esto es accesorio; la cuestión principal es saber de quién viene la acusación. ¿Qué autoridad instruye el procedimiento?” Es una calumnia, pero… ¿de quién? De nuevo, un “sentimiento de culpa sin fundamento” (Kafka. 1914). El absurdo de sentirse culpable sin el registro de ninguna culpa consciente, implica esa otra culpa que brota desde lo más profundo, del inconsciente. Freud al respecto, escribe que decir la palabra “sentimiento” inconsciente es contradictorio; es decir tener conciencia de... . Un oxímoron lo expresaría como conciencia inconsciente de culpa. Freud anota que la denominación “sentimiento inconsciente de culpa” es incorrecta psicológicamente, por eso prefiere hablar de “necesidad de castigo”, expresión de angustia frente al superyo (1924 p. 172). Y en Psicología de las masas y análisis del yo: “el sentimiento de culpa (y el sentimiento de inferioridad) puede comprenderse como expresión de tensión, entre el Yo y el Ideal” (1921 p. 124). Este sentimiento de culpa sin fundamento y vivenciarse como “vergüenza del mundo”, lo llevan por el sendero, desconocido y tortuoso de la necesidad de castigo. Y no un castigo menor: es la muerte misma. Entonces, ¿sólo queda vivir torturado, esperando la condena? Algo de la pulsión de vida se le impone como creación reparadora y catártica: escribir, escribir, escribir, buscando alivio a sus obsesiones. 1 Trabajo presentado en el XLVIII Congreso Internacional, Praga 2013. 2 [email protected] / Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. 3 Gustav Janouch: Conversaciones con Kafka. Ed. Fontanella. Barcelona 1969. Citado por Teodosio Muñoz Silva en Espéculo, Revista de Estudios literarios de la Universidad Complutense de Madrid, 2000. Dato obtenido por Internet.

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Escribir un Diario; escribir una extraordinaria correspondencia con muchachas con las cuales nunca podrá concretar un vínculo amoroso; describir su realidad interna, conflictiva y temerosa, proyectada en una sociedad burocrática, también fragmentada, contradictoria y paradojal. Proyectarse en personajes desamparados, en sujetos condenados, en animales repulsivos. Una reflexión de su madre, Julie Lowy, a los 75 años, ya después de la muerte de Kafka (1924), nos ubica en hechos que entendemos muy tempranamente traumáticos para el pequeño Franz: “Al cabo de 2 años de haber nacido Franz tuve otro hijo, Georg. Era un niño hermoso y fuerte pero murió de sarampión a los 2 años. Luego llegó el tercero, Heinrich, que muere a los 6 meses de otitis. Cuando Franz tiene 6 años empiezan a nacer las hijas” (Wagenbach. 1999). Es recién en los últimos años de su vida, que Julie intuyó que esas muertes habían sido circunstancias muy duras y penosas, también para su primogénito. ¿Estará aquí el “corazón” de un sentimiento de culpa inconsciente -“de culpa sin fundamento”-: haber ‘matado’ en la fantasía de un pensamiento mágico a sus dos hermanitos, que venían a desplazarlo y a despojarlo de su madre para siempre?. El escrito de la madre sigue: “Mi abuelo materno, era un hombre que se había criado en el judaísmo estricto, era talmudista” (…) “Mi madre, la única hija, murió a los 28 años de una epidemia de tifus, dejándome a mí que tenía tres años huérfana y a tres hermanos varones”4. Estas referencias a la orfandad de Julie Lowy dan pie a conjeturar que la falta de una figura materna de identificación hubiera podido manifestarse en ciertas fallas de su propia función materna: falta de comprensión hacia el hijo mayor y a la vez, no saber cómo mediar en la natural rivalidad del hijo para con el padre. Franz describe a su madre como una “mujer dócil, de carácter tranquilo y obediente”, sometida, según le había relatado “una antigua niñera”. “El niño —afirma Wagenbach— creció bajo la tutela de cocineras, nodrizas y criadas” (1999). Hubo una gran diferencia respecto al nivel socio-cultural de las familias de origen: el abuelo paterno había sido carnicero, y la madre, de una familia judío-alemana de buena posición y muy espiritual. En el afán de superación, los padres inscriben a Franz en escuelas de Praga donde se enseñaba y hablaba sólo alemán, imponiéndole expresarse y escribir en este idioma, tan alejado del checo cotidiano. Kafka escribirá todos sus libros en alemán. Volviendo a la temática central, las vivencias culposas inconscientes de Franz frente a esas circunstancias traumáticas de sus primeros años, las mismas se constituyen en tema recurrente. Lo subraya de manera muy directa en Carta al padre (1919/1920): “…Como padre, has sido demasiado fuerte para mí, sobre todo si tenemos en cuenta que mis hermanos varones murieron de pequeños y mis hermanas llegaron bastante tarde, de modo que tuve que parar yo solo el primer golpe, pese a ser demasiado débil para ello” (p. 805). Esta Carta al padre no es de lectura fácil. Sus expresiones, llenas de resentimiento —podríamos hasta calificarlas de despiadadas— muestran un tipo de vínculo padre-hijo 4 Wagenbach, 1999: Franz Kafka, una biografia. Primer Tomo de las Obras Completas de Kafka. Madrid, Galaxia Gutemberg, 1999.

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sumamente duro, difícil de sobrellevar desde la vivencia de Kafka. A punto tal que no pudo entregársela él mismo y pidió a la madre que fuese su portadora. Pero ésta, después de conocer su contenido, tampoco pudo hacerlo y la Carta nunca llegó a su destinatario. Resulta interesante: lo consciente aparece como la mala relación con sus padres, a cuya crianza acusa por todos sus problemas. Los sentimientos de “culpa sin fundamento”, “lo inconsciente” sólo se puede analizar con mas claridad en El Proceso, leyendo ciertas referencias, sin duda oníricas, a dos niños balanceándose, y a tantos otros. Relaciones agresivas e intolerantes con el padre asoman claramente en un cuento de 1912, La Condena, al que le dedicaremos un análisis en profundidad más adelante. Por su acusación de una severidad extrema del padre, no es difícil inferir que hayan aparecido en Franz niño, fuertes fantasías homicidas también hacia el mismo, así como a los hermanitos menores. Fantasía universal, más notoria en los primogénitos, pero que en el caso de Kafka, tiene dolorosa confirmación con la muerte de ambos niños, dejándolo como hijo único durante seis años. Estas circunstancias lo llevarán —al igual que al personaje de “Crimen y castigo” de Dostoievski 5— a una búsqueda desesperada de castigo: “construcción” de un destino de pesares y sufrimientos. Es lo que surge de su Diario, de su correspondencia y de sus cuentos. Siempre, el pensamiento de una muerte condenatoria, pero a la vez, liberadora. Es posible que otras motivaciones se anuden a esta problemática, pero importa enfatizar que en ese odio fratricida debe haber influido la temprana edad en que ocurrieron esas muertes. Fácil decir dos muertos pero tratemos de imaginar la realidad del sufimiento familiar extremo frente circunstancias tan dolorosas. La pérdida inesperada, el silencio ominoso, el llanto incontenible, los rituales funerarios y la aflicción culposa… El descubrimiento temprano de la muerte. En la confirmación de esta escena recordemos lo que Freud —que también había sufrido de chico la muerte de su hermanito Julius— les dice a sus “hermanos” judíos de la filial vienesa de la B’nai B’rith6, en abril de 1915: “Los filósofos han aseverado que el enigma intelectual que le planteaba al hombre primordial el cuadro de la muerte, lo obligó a reflexionar y devino el comienzo de toda especulación. Yo creo que los filósofos piensan en esto demasiado… filosóficamente; descuidan los motivos eficaces primarios (…). No fue el enigma intelectual ni cualquier caso de muerte, sino el conflicto afectivo a raíz de la muerte de personas amadas, pero al mismo tiempo también ajenas y odiadas lo que puso en marcha la investigación de los seres humanos. De este conflicto de sentimientos nació, ante todo, la psicología” (Freud. 1915). En el caso de Kafka, nace la escritura como verdadera obsesión catártica. En su anhelo de restablecerse de los desgarros padecidos, busca aislamiento y soledad. Forja 5 Guillermo Hernando Sánchez Trujillo investiga El Proceso en paralelo con Crimen y Castigo de Dostoievski. Sostiene que, a la manera de un palimpsesto, Kafka habría utilizado la estructura de esta novela como guia para los diferentes capitulos de El proceso. Sánchez Trujillo trabaja actualmente en la Universidad Autónoma de Medellín, Méjico. 6 Club judío de Viena, filial de una organización mundial, al que Freud perteneció durante gran parte de su vida.

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un universo propio que se transformará, ya adulto, en creación literaria. Su intimidad está impregnada de desolación En ella vive, en ella escribe. La desea, se convierte en su “voluntad”. De aquí, el reconocimiento que el mejor momento de su existencia fue la temporada de completa soledad en Zürau, lugar de descanso, alejado de la ciudad. En 1922, y todavía a los 38 años, este aislamiento llega a un punto crítico: él mismo se inquieta y hasta duda de su salud mental. Estas expresiones llevan a pensar en un drama interior de desgarros y sufrimientos: no hay salida, no hay salvación. En el final, la locura… o la muerte. En la ratificación de nuestra conjetura, acudimos también a un escritor argentino, Ernesto Sábato. Refiriéndose a la situación traumática de un hermano muerto mientras la madre cursaba su embarazo, lo expresa dolorosamente en una de sus últimas obras Antes del fin. Se refiere a este hecho en un capítulo que titula llamativamente: Donde se hacen y deshacen los destinos (1998). La obra narrativa de Kafka tiene distintas expresiones: lo onírico, lo simbólico y siempre lo autobiográfico. La frustración, el dolor y la queja presiden sus escritos, alambicados y paradojales, provocando no solo un asombro inquietante; también vivencias de lo ominoso. “Mi inclinación a describir mi onírica vida interior ha desplazado al reino de lo accesorio, todas las demás cosas” (Kafka. 1914). El eje de su vida en la escritura “dejó vacías todas aquellas capacidades: el gozo del sexo, la comida, la bebida, la reflexión filosófica, la música. Adelgacé en todas esas direcciones” (Wagenbach. 1999). Hay una reflexión de Kafka que resume su pensamiento y a la par, explica su éxito entre los lectores existencialistas: “No existe el tener, sino sólo un ser, sólo un ser exigente hasta el último aliento, hasta el ahogo”. Esto lleva a preguntarnos por qué los ahogos. ¿Nivel de autoexigencia? ¿Por qué en sus escritos aparecen tantas referencias a ventanas (das Fenster)? ¿Como salida del ahogo? ¿Encuentro mediatizado con el afuera? ¿Escape contrafóbico? ¿Vínculo de un solitario con el mundo y otras personas? Otro término que Kafka repite con insistencia —lo señalan muchos de sus críticos literarios— es Aufhebung: derogación, abolición, revocación. Se trata en realidad de una fórmula de lo negativo. Precisamente, en su trabajo La negación Freud alude a esta especial dinámica: “La denegación es una Aufhebung de la represión, pero no por ello una aceptación de lo reprimido” (1925). Y en el comentario sobre este escrito, en los Seminarios de Lacan, Hyppolite recuerda que en la dialéctica de Hegel, esta palabra quiere decir a la vez negar, suprimir, conservar y, en el fondo, levantar. “Presentar al propio ser bajo el modo de no serlo, de eso es de lo que se trata verdaderamente en esa Aufhebung… El que habla dice: Esto es lo que no soy” (Lacan. 1978). Reflexiones apropiadas para intentar conocer los aspectos contradictorios de Kafka. Como lo señalé, lo autoreferencial en Kafka es una constante. De manera incesante trata de encontrar los orígenes de su malestar. De aquí nace la acusación al padre: la severidad de su trato y cómo él se sentía frente a su estrictez y sus exigencias. No sólo lo expresa en Carta al padre. También en “La Condena” y metafóricamente en su cuento-pesadilla:

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Metamorfosis, o como él la tituló, La Transformación. Aquí, su personaje —Gregor Samsa— despierta transformado en un bicho monstruoso, que produce rechazo y asco. (Entre paréntesis, en alemán la palabra usada por el autor para designar ese bicho inmundo es Ungeziefer. La misma se aplicaba popularmente, en esos momentos, para describir a los judíos como seres nefastos, parásitos de la sociedad). (La Sagrada Familia y la Metamorfosis de Kafka. Carmen Malarée, Letralalia. 162). Sólo a través de la necesidad de castigo que lo acompañó toda la vida y padeció en forma tan profunda —cada párrafo de su Diario refleja una sensibilidad exacerbada— se puede entender el encierro laberíntico, su mundo críptico y complejo, su autoestima tan en menos al igual que en Samsa. Todo lo obliga a alejarse, todo lo “empuja” a la soledad, (Kafka. 1914). Expresión de un masoquismo tanático, Kafka se autoflagela, y autocompadece, convirtiendo esas situaciones en condición de su existencia.

La condena

Son numerosos los literatos y críticos literarios que estudian las obras de Kafka, pero muy pocos los que se han detenido en este cuento. No así en El Proceso sobre cuya obra se ofrecieron infinitas interpretaciones “las que —según Giorgio Agamben— acentúan su carácter profético-político (la burocracia moderna como mal absoluto) o teológico (el tribunal es el dios supremo) o biográfico (la condena es la enfermedad por la que Kafka se sentía afectado)” (Agamben. 1998). Al día siguiente de haber escrito el cuento, Franz anota en su Diario (23 de setiembre de 1912): “Esta historia de La Condena la he escrito de un solo tirón en la noche del 22 al 23, desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana. Ese terrible esfuerzo y la alegría de ver cómo la historia iba desarrollándose ante mí, cómo iba avanzando sobre las aguas. Varias veces en esta noche mis espaldas cargaron con mi peso. Cómo pueden decirse todas las cosas, cómo para todo, para las más extrañas ocurrencias, hay dispuesto un enorme fuego, en el cual se consumen y renacen. Apagué la lámpara; luz diurna. Esos débiles dolores de corazón. Ese cansancio que desapareció mediada la noche”. Su satisfacción por el logro hace que entre “en la alcoba de las hermanas. Y lo lea en voz alta (…)”. “La convicción confirmada de que al escribir mis novelas me encuentro en deshonrosas hondonadas del escribir. Sólo así puede escribirse, sólo con esa cohesión. Así, con esa total apertura del cuerpo y del alma”. La mañana, en la cama. Los ojos cada vez más claros. Muchos sentimientos acarreados mientras escribía: por ejemplo: la alegría de tener algo tan bello para la Arcadia (revista editada por Max Brod). Y agrega algo sorprendente: “naturalmente, he pensado en Freud” (Wagenbach. 1999). Años más tarde, al leer la traducción al checo que hiciera Mílena Jerenská, Kafka le escribe: “La traducción de la frase final es muy buena. En ese cuento cada frase, cada palabra, cada música —si se me permite decirlo así— está relacionada con el temor; la herida se abría por primera vez, durante una larga noche(…)” (1999).

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Por estas razones hemos elegido este cuento. Por su temática, en “total apertura de cuerpo y alma”. Escrito en 1912, pocos días después de La contemplación y dos años antes de La Transformación (Metamorfosis), está dedicado a F. Suponemos que se trata de Felice Bauer, joven a quien acababa de conocer en la casa de Max Brod y que se convirtió en amor y gran estímulo para escribir 7. Es de destacar que primero escribe La Condena y dos años más tarde comienza El Proceso, una de sus novelas más conocidas y objeto de numerosos estudios8.

La condena comienza así

“Era una mañana de domingo en una primavera magnífica. Georg Bendemann, un joven comerciante,(…) Acababa de terminar una carta a un amigo de su juventud que se encontraba en el extranjero…”. El joven Georg Bendemann está contento (señalemos que Georg había sido el nombre del primer hermano de Franz, fallecido a los 2 años). La carta va dirigida a un amigo que se había ido a vivir a Rusia hacía ya tres años. En tanto, había fallecido la madre, por lo que vivía solo junto a su padre, ya anciano. Enterado que su amigo seguía soltero, había evitado darle noticias de su próximo compromiso con Frieda Bradenfeld. (¿Frida Bauer?) y, por fin, decide hacerlo en esta carta. Posiblemente, temor a que su amigo hubiese sentido celos o envidia. Georg Bendemann —Kafka— no visualiza que estos sentimientos bien podrían ser una expresión proyectiva de sus propios afectos. Con la carta en el bolsillo va hasta la habitación del padre para comentarle su propósito. No había entrado en la misma hacía meses. Con el mismo sólo tenía contactos en el negocio, donde almorzaban juntos. De noche, cada uno se sentaba con su periódico en el cuarto de estar. A no ser que Georg, como ocurría con cierta frecuencia, se reuniera con amigos o tuviese que salir. Hasta aquí todo transcurre en un clima primaveral. Georg se extraña al ver la habitación de su padre a oscuras, a pesar del hermoso y soleado día. Lo percibe triste y a más, dolorido, por lo que lo trata con el mayor de los cuidados. Le sugiere la presencia de un médico e incluso le ofrece su habitación por considerarla más confortable. De pronto y sorpresivamente, este curioso comentario del padre desatará la tragedia: -“Georg, que no me engañes. Es una nimiedad, no tiene la menor importancia, de modo que no me engañes. ¿Tienes de verdad ese amigo en San-Petersburgo? Georg se sorprende, se desconcierta pero aún así, se arrodilla junto al padre quien continúa, burlón: 7 Años más tarde, cuando su relación era con Milena, borró esta dedicatoria. 8 De estructura onírica y laberíntica, en El proceso los tribunales de la “Justicia” funcionan en un edificio que parece más un conventillo habitado por familias y muchos niños. Los jueces casi no aparecen ni tampoco el procedimiento judicial. Pero la condena llega para Josef K. sin explicitación alguna: la muerte en manos de dos individuos con cuchillos de carniceros y en un lugar no precisamente dedicado a las ejecuciones.

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-“No tienes ningún amigo en San Petersburgo. Siempre has sido un bromista y ni siquiera ante mí has sabido contenerte. ¿Por qué habrías de tener un amigo precisamente allí? —trasunta un tono despectivo, inferiorizante— No puedo creérmelo”. Mientras, Georg había conseguido sentarlo y quitarle cuidadosamente la ropa. Incluso se reprocha haberlo descuidado. Lo lleva en brazos a la cama. Pero extrañamente, una terrible sensación de ahogo se apodera de él: nota que el padre juguetea con la cadena del reloj que cuelga de su propio cuello, casi hasta ahorcarlo. No puede acostarlo pero finalmente lo acomoda. Todavía el padre pregunta: “¿Estoy bien tapado?” Y a la respuesta positiva de Georg: “¡No! exclamó el padre y su respuesta chocó con la pregunta. Luego apartó la manta con fuerza tal, que por un instante la desplegó del todo en el aire”. Se puso de pie sobre la cama. Sólo con una mano se apoyaba ligeramente en el techo... -“Querías taparme, lo sé, chiquillo mío, pero sigo sin estar tapado. Y aunque sean mis últimas fuerzas, son suficientes y demasiado para ti. ¡Claro que conozco a tu amigo! Hubiera sido el hijo que desea mi corazón (…)”. Más adelante prosigue: -“Y en este momento, mi señor hijo ha decidido casarse. Porque ella se ha levantado las faldas… porque se ha levantado así las faldas esa boba asquerosa”… “y para poder disfrutar con ella en paz has profanado la memoria de tu madre, has traicionado al amigo y has metido en la cama a tu padre para que no pueda moverse, pero ¿puede moverse o no?”. Georg no pudo evitar decirle: ¡Comediante! Pero a la vez, temiendo hacerle daño se detiene, “muerde su lengua”. El padre se inclinó, pero no se cayó. Viendo que Georg no se acercaba como había esperado, volvió a erguirse. -¡Quédate dónde estás que no te necesito! Piensas que tienes todavía la fuerza suficiente para venir aquí, y solamente te contienes porque así lo deseas, ¡No te equivoques! Yo sigo siendo el más fuerte, (pensamos: inmadura competencia con el hijo) “tu madre me ha trasmitido su fuerza, he iniciado una espléndida relación con tu amigo y tengo a tu clientela en el bolsillo! -¡Cuélgate del brazo de tu novia y sal a mi encuentro, si te atreves! ¡La barreré de tu lado y no te imaginas cómo! Georg hizo una mueca de incredulidad. El padre se limitó a asentir con la cabeza, ratificando la verdad de sus palabras. -¡Cómo me has divertido hoy cuando has venido y me has preguntado si debías contarle a tu amigo lo del compromiso! ¡Ya lo sabe todo, tontorrón, lo sabe todo! Yo le escribía porque olvidaste quitarme el recado de escribir. Por eso ya no viene desde hace años, lo sabe todo cien veces mejor que tú mismo. Tus cartas las estruja con la mano izquierda sin haberlas leído, mientras sostiene las mías con la derecha. -¡Lo sabe todo mil veces mejor! gritó… . -¡Cuánto tiempo has tardado en llegar a la madurez! Tu madre tuvo que morir sin poder disfrutar de esa alegría; tu amigo se está consumiendo en su Rusia, hace tres años ya estaba amarillo como un cadáver, y yo, ya ves cómo estoy. ¡Para algo tienes ojos! -De modo que me has estado espiando -gritó Georg. El padre, en tono compasivo e incidental, dijo: -Probablemente hayas querido decirme esto antes. Ahora ya no viene al caso. Y en voz más alta:

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-Ahora ya sabes pues, lo que había además de ti, porque hasta hoy, solo has sabido cosas de ti mismo. Cierto que eras un niño inocente, pero aún más cierto es que no eras más que un ser diabólico. Por eso escúchame bien: ¡yo te condeno a morir ahogado!” Georg aceptó la condena sin defenderse: “Salió del portal de un salto, algo le impedía cruzar la calzada en dirección al agua. Ya estaba aferrado a la baranda como un hambriento a la comida. Saltó por encima como el excelente atleta que, para orgullo de sus padres, había sido en sus años juveniles. Aún se sostuvo un instante con manos cada vez más débiles, divisó entre los barrotes de la baranda un autobus que cubriría fácilmente el ruido de su caída. Exclamó en voz baja: “Queridos padres, os he querido siempre, pese a todo”, y se dejó caer. En ese momento atravesaba el puente un tráfico realmente interminable”. En carta a Felice (2/junio/1913), comenta: “Mi intención al sentarme a escribir tras un domingo tan desdichado —se refería a aguantar la familia del cuñado— era describir una guerra, un joven debía ver desde su ventana cómo una muchedumbre avanzaba a lo largo de un puente, pero luego, ya manos a la obra, todo me salió distinto. Una cosa importante antes de terminar: la última palabra de la anteúltima frase debe ser ‘caer en el vacío’ y no ‘caer’ (Wagenbach. 1999). Es evidente y cruelmente asombrosa, como Kafka describe la infinita rivalidad del padre anciano, tan celoso y posesivo que esclaviza a su hijo. Resulta difícil entender cuanto de resentimiento y dolor puede esconder un padre para condenar de esta manera tan impulsiva a su hijo. También, la actitud del hijo para aceptar la condena de esta manera. De nuevo, culpa y castigo. Interpretado en el marco de lo edípico, habría un entrecruzamiento de pulsiones destructivas tanto parricidas como filicidas. Al aceptar la condena, Georg matándose, mata al padre. Llama la atención que estén ausentes las mujeres. Sólo son nombradas por el padre: a la madre, para afianzar el sentimiento culposo; a la novia, para describirla en forma procaz y obscena. En ese recorte de Franz creemos hallar un complejo vínculo homoerótico sadomasoquista. “Así caen bajo la represión ambas mociones, odio al padre y enamoramiento de él — escribe Freud en “Dostoievski y el parricidio”— “Hay una cierta diferencia psicológica, consistente en que el odio al padre es resignado a consecuencia de la angustia frente a un peligro exterior (la castración); en cambio, el enamoramiento del padre es tratado como un peligro pulsional interior que, empero, se remonta en el fondo también a idéntico peligro exterior” (1928). Tal vez por esto, podemos comprender el sufrimiento de Franz y su autocondena que lo llevan por el sendero del castigo a la somatización tuberculosa y a su muerte9. La sensibilidad de Franz es extrema y sus quejas esconden varios motivos. Diríamos que 9 En carta a Mílena (sin fecha) había escrito:“Pensaré sólo en la explicación que encontré en aquel entonces para mi caso y que puede ser apropiada para muchos casos. Ocurrió que el cerebro no pudo soportar más las preocupaciones y dolores que le habían sido impuestos. Y entonces dijo: “me doy por vencido”, pero si alguien sigue interesado en mantener la unidad, que me alivie, recoja parte de mi carga, así tiraremos un poco más”. Y entonces se presentó el pulmón. Sin duda tenía poco que perder. Estas tratativas entre cerebro y pulmón, que se cumplieron sin mi conocimiento, pueden haber sido terribles”.

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se hunde en la desesperación sin saber, a ciencia cierta, el verdadero por qué. En El Proceso también sorprende la instantánea aceptación de la condena como la hubiese esperado y deseado. Asombra la intuición psicológica de Kafka. El 11/2/1913 escribe en su Diario, en carta a Felice: “Con ocasión de estar corrigiendo las pruebas de imprenta de La Condena, voy a anotar todas las correlaciones que se me han vuelto claras de esta historia, en la medida en que las tenga presentes. Es necesario, ya que, como un auténtico parto, esta historia ha salido de mi, cubierta de suciedad y mucosidades y yo soy el único cuya mano es capaz de llegar hasta su cuerpo y tiene ganas de hacerlo”. Y continúa de forma que aclara la vinculación personal en esta historia: “Georg tiene el mismo número de letras que Franz. En el apellido Bendemann, el mann es solo un reforzamiento de Bende.(…) Bende tiene el mismo número de letras que Kafka y la vocal e se repite en los mismos lugares que la vocal a en Kafka. Frieda tiene el mismo número de letras que Felice y la misma inicial, Brandenfeld tiene la misma inicial que Bauer y mediante la palabra Feld también cierta relación en cuanto su significado”. En “Dos cartas de Kafka sobre la educación de los niños” (Brod. pp.247) comentando a Swift y su cuento Gulliver, Franz coincide con que “entre los seres humanos es a los padres a quienes menos hay que confiar la educación de los hijos”. y agrega: “el egoísmo — verdadero sentimiento paterno— no reconoce límites”. Señala las distintas razones que hacen que los padres proyecten en sus hijos, sus propios infortunios y deseos. Alude así al Yo ideal en el proceso narcisístico. “De ahí el egoísmo que termina esclavizando al hijo: lo destruye por amor”. Estos conceptos se traducen en La Condena como más tarde en “Carta al padre”. Podemos interpretar La Condena como una pesadilla. Kafka se califica “ciudadano de ese otro mundo” que es la vida onírica. Y no como visitante transitorio: Kafka era un residente de ese otro mundo de deseos y fantasmas, de situaciones incomprensibles y paradojales. “El sueño revela la realidad. Este es el horror de la vida, lo terrorífico del arte” y también: “El verdadero botín se halla solamente en la profundidad de la noche. Cierto: no duermo, no podré más que soñar”.

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Resumen

A partir de la expresión de Kafka en El Proceso acerca de la culpa: “nada se afirma con tanta rapidez en la mente, como un sentimiento de culpa sin fundamento no se lo puede eliminar mediante ninguna fórmula de arrepentimiento o redención”, intentamos comprender la obra y la vida de este autor. Singular definición de culpa inconsciente. Y clave de sus conflictos, de sus dolores psíquicos. A partir de aquí, indagamos el posible origen de esa culpa en las relaciones del pequeño Franz con sus padres y con la desgraciada historia de dos hermanitos menores que fallecen, uno, a los dos años y otro, a los seis meses. Franz queda solo hasta los seis años en que nace la primera hermana. Luego vendrán dos más. Franz nació en Praga el 3 de julio de 1883. Pulsión de vida mediante, estudia y se recibe de abogado en 1906. En 1910, a los 27 años, empieza a escribir su Diario. En 1912 conoce en la casa de su amigo Max Brod a una joven berlinesa, Felice Bauer, de la que se enamora y con la que mantiene una copiosa correspondencia. Esto parece estimular su vocación y ese mismo año escribe La Condena, Metamorfosis y El Fogonero. Hemos elegido para indagar psicoanáliticamente La Condena ya que, según sus propias palabras, hay en este cuento, una “total apertura del cuerpo y del alma”. Visitado por multitud de escritores, muy pocos se detuvieron en esta obra. Escrita “de un solo tirón” en la vigilia de una noche entera, su contenido y sus propios comentarios, nos acercaron al interés por su análisis. Alli aparecen la culpa y el castigo en el vínculo con su padre. En la ficción del cuento no figuran las mujeres y en este recorte de Franz, creemos hallar un complejo vínculo homoerótico sadomasoquista con el padre. Años después, Kafka escribirá la dolorosa “Carta al padre”. En realidad, conjeturamos que en esa relación tan conflictiva, hubo básicamente, una falla en la función materna. Y así como Lacan plantea la necesidad de una Función Padre que pueda operar un corte en el vínculo simbiótico madre-hijo, asi entendemos que una madre débil no pudo ejercer su función en el sentido de comprender y “cortar” esa relación de gran control y exigencia, celotípica y absorbente, del padre hacia el hijo. A través de este cuento, se analizan aspectos de la vida afectiva del autor que murió despreciando todo lo que había escrito, sin enterarse de la repercusión internacional de su obra. Más aún, llegamos a definir ciertas circuntancias ominosas como “kafkianas”. Cada autor está en su obra. “El estilo es el hombre” (Buffon).

Descriptores:

TRAUMA TEMPRANO / CULPA / NECESIDAD DE CASTIGO / RELACIÓN PADRE-HIJO / RELACIÓN MADRE-HIJO

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Summary Kafka in the labyrinth of his pain

In ‘’The Trial’’ Kafka writes: “nothing is stated so quickly in the mind, as an unfounded sense of guilt, which cannot be eliminated by any formula of remorse or redemption”. Starting from this expression about guilt, we try to understand the work and life of the author. This is a Singular definition of unconscious guilt, and a key to its conflicts of his psychics pains. From here on, we investigate the possible source of this guilt in the relation that Franz had with his parents and with the unfortunate story of two younger siblings who died, one at the age of two years, and the other at the age of six months. Franz’s an only child until age six, when his sister is born. Then, two more siblings were born. Franz was born in Prague on July 3, 1883. Life drive studied and graduated as a lawyer in 1906. In 1910, at age 27, he started writing her diary. In 1912 he meets a young Berliner, Felice Bauer, at the house of his friend Max Brod. Kafka falls in love with her and maintains a copious correspondence. This seems to encourage his vocation and on the same year he writes ‘’The Judgment’’, ‘’ The Metamorphosis’’ and ‘’The Stoker’’. We have chosen to psychoanalytically investigate ‘’The Judgment’’ because, in his own words, there exists in this story a “total opening of the body and the soul”. Kafka was visited by many writers, but few paid attention to this work which was written in an entire night. For these features, the content and Kafka’s own comments, we were interested in its analysis. In this book, there appear the guilt and the punishment in the bond with his father. The fiction of the story does not include any women. Because of this attitude, we believe to find a resort homoerotic and sadomasochistic bond with the father. Some years later, Kafka writes the painful ‘’Letter to My Father’’. In fact, we conjecture that in that relationship so conflictual, there was a failure in the maternal function. While Lacan poses the need for Father Role which can operate as a cut in the symbiotic relation mother-child, we understand that a weak mother could not exert its function in the sense of understanding and “cut the relationship of great control, exigency, jealous and absorbent, from the Father to the son. Through this story, we analyze aspects of the affective life of the author that died despising everything that he had written, unaware of the international repercussions of his work. Furthermore, we define some circumstances ominous as “Kafkian’’. Each author is in his work. “Style is the man’’ (Buffon).

Keywords:

EARLY TRAUMA / GUILT / NEED OF PUNISHMENT / FATHER-SON RELATIONSHIP / MOTHER-SON RELATIONSHIP

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Revista de Psicoanálisis | Tomo LXX | N° 1| 2013

Resumo Kafka, no labirinto da sua dor

A partir da expressão de Kafka em O Processo acerca da culpa: “nada se afirma com tanta rapidez na mente, como um sentimento de culpa sem fundamento- não se o pode eliminar por meio de nenhuma fórmula de arrependimento ou redenção”, tentamos compreender a obra e a vida deste autor. Singular definição de culpa inconsciente. E chave de seus conflitos, de suas dores psíquicas. A partir de aquí, indagamos a possível origem dessa culpa nas relações do pequeno Franz com seus pais e com a desgraçada história de dois irmãos mais jovens que morrem, um deles, aos dois anos e o outro, aos seis meses. Franz fica só até os seis anos em que nasce a primeira irmã. Depois virão mais dois. Franz nasceu em Praga a 3 de julho de 1883. Pulsão de vida de por meio, estuda e se forma de advogado em 1906. Em 1910, aos 27 anos, começa a escrever seu Diário. Em 1912 conhece na casa de seu amigo Max Brod uma jovem de Berlin, Felice Bauer, pela qual se apaixona e com a que mantém uma copiosa correspondência. Isto parece estimular sua vocação e esse mesmo ano escreve La Condena , Metamorfosis e El Fogonero. Escolhemos para indagar sicanaliticamente La Condena já que, segundo suas próprias palavras, há neste conto, uma “total abertura do corpo e da alma”. Visitado por uma multidão de escritores, muito poucos se detiveram nesta obra. Escrita “de um só puxão” na vigília de uma noite inteira, seu conteúdo e seus próprios comentários, nos aproximaram ao interesse pela sua análise. Ali aparecem a culpa e o castigo no vínculo com seu pai. Na ficção do conto não figuram as mulheres e neste recorte de Franz, acreditamos encontrar um complexo vínculo homoerótico sadomasoquista com o pai. Anos depois, Kafka escreverá a dolorosa “Carta ao pai”. Em verdade, conjeturamos que nessa relação tão conflitiva, houve basicamente, uma falha na Função Materna. E assim como Lacan coloca a necessidade de uma Função Pai que possa operar um corte no vínculo simbiótico mãe-filho, assim entendemos que uma mãe fraca não pôde exercer sua função no sentido de compreender e “cortar” essa relação de grande controle e exigência, celotípica e absorvente, do pai para o filho. Através deste conto, analisam-se aspectos da vida afetiva do autor que morreu desprezando tudo o que tinha escrito, sem chegar a saber a repercussão internacional de sua obra. Ainda mais, chegamos a definir certas circunstâncias ominosas como “kafkianas”. Cada autor está em sua obra. “O estilo é o homem”. (Buffon)

Palavras chaves

TRAUMA PRECOCE / CULPA / NECESSIDADE DE CASTIGO / RELAÇÃO PAI-FILHO / RELAÇÃO MÃE-FILHO

Julio Woscoboinik

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