JESUS, UN MESIAS DIFERENTE

Guido Jonquieres C. sj JESUS, UN MESIAS DIFERENTE E l mesianismo es una forma de la esperanza. Forma arcaica, si se quiere, pero notable expresión ...
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Guido Jonquieres C. sj

JESUS, UN MESIAS DIFERENTE

E

l mesianismo es una forma de la esperanza. Forma arcaica, si se quiere, pero notable expresión de un anhelo fundamental

de la humanidad.

"El deseo de vivir en un mundo perfecto es constante en todos los grupos humanos; está inscrito de manera explícita o implícita en las doctrinas religiosas, filosóficas, políticas, que pueden llegar a ser inspiradoras de actividades cuya finalidad es sustituir el orden presente, intolerable, por un mundo renovado, justo y feliz".

Así comienza María Isaura Pereira de Queiroz la introducción de su obra ya c1ásrca Historia y etnología de los movimientos mesiánicos (1l. Muchos, en efecto, son los movimientos mesiánicos aparecidos en el mundo, sobre todo en ambiente judea-cristiano o influenciado

por el cristianismo, pero tam-

bién fuera del ámbito de nuestra fe. Entre los varios mesías, ¿qué sitio le corresponde a Jesús? ¿Ser uno de tantos, el mejor de todos, o un caso aparte? El presente artículo quiere dar a estas preguntas una respuesta que sea suficientemente exacta y esclarecedora poro ~recisar lo que esperamos de Cristo y dinamizar nuestras con· duetos. No nos interesa el debate académico en sí mismo. Lo que atrajo nuestra atención hacia el terreno del mesianismo es la convicción de tener ahí un enfoque apropiado de nuestra fe, porque la fe cristiana no pertenece tanto a la historia de las ideas, al campo de las sistematizaciones intelectuales o religiosas, como al universo de la creatividad histórica, de las transformaciones de la vida humana. Buscamos, pues, aclarar

un poco cuál es la esperanza que nos habita y hacia qué metas orienta

nuestra acción. Para ello, nuestro método será mucho más descriptivo que especulativo.

( 1)

Siglo XXI editores,

México, 1969.

36

l.

GUIDO

JONQUIERES

¿QUE ES UN MOVIMIENTO MESIANICO? En la sociología contemporánea, dos nombres sobresalen entre los estudiosos

del mesianismo, los de Roger Bastide y de su alumna María Isauro Pereira de Queiroz. Aparte de Henri Desroche. El libro de esta última, que hemos citado más arriba, sido calificado

ha

de "obra maestra" por el propio Profesor Bastide. Esto nos autoriza

a usarlo como punto de referencia. la autora recopila diez años de investigación e interpreta

los resultados. Sus

estudios, dedicados primero y en forma directa a los movimientos blancos del Brasil, se extendieron después a los casos históricos de Israel, Europa y América del Norte, y a los casos etnológicos de América del Sur, Africa y Oceanía. Sus conclusiones podrán siempre ser objeto de reevaluación

(aquí mismo vamos a relativizar

algunas), pero

representan por ahora lo meior que tenemos. l.

Los movimientos mesiánicos Según lo habra indicado ya Max Weber,

los movimientos mesiánicos son un

caso particular dentro del conjunto de las religiones de redención. Además van ligados con la idea "milenarista"

de un fin del mundo actual después del cual se instaurará

una Edad Feliz y eterna; por lo tanto son nuevamente un caso particular milenarismo: "Alguien -un

héroe, un mensajero divino-

en el mundo la sociedad perfecta"

dentro del

tendrá por función instaurar

(1).

'En el origen del mesianismo (y del milenarismo), se encuentra siempre una frustración. En su centro, "la

promesa de un mundo profano

nuevo, contrapartida

de la vida cotidiana mezquina e in¡usta que es el lote del grupo; tal promesa es la consecuencia de las frustraciones y las reivindicaciones de una colectividad"

(3). Max

Weber habló justamente del Israel tardro como un "pueblo paria"; en otros casos, se trata sólo de un grupo paria, o incluso de un grupo no paria

que reacciona en

forma milenarista o mesiánica a una crisis de mutación social o a un estado de anomio (4). Por eso, Henri Desroche vincula el mesianismo con la categoría del fracaso. la respuesta mesiánica a tales situaciones es religiosa, pero nunca puramente religiosa. Por cierto, el mesías "puede instaurar un orden nuevo, puesto que habla en nombre de la autoridad

más elevada, la autoridad

divina"

(5), pero el fin que

se propone y propone a sus seguidores es socio-político o socio-económico. El mesianismo es un modo que tienen ciertas sociedades "para instaurar lo que definen como socialmente justo" (6), y los movimientos mesiánicos han sido presentados con razón como "movimientos arcaicos de agitación social" (7). Pueblos que no tienen el len-

e e

2)

Op. cit.,

3)

P. 20.

e

4 )

Se entiende

e e

5) 6) ( 7)

p. 21. por anomia

P. 147. P. 342. Citado p. 293.

un estado

de descomposici6n

social

en el cual ha fenecido

toda

ley.

JESUS, UN MESIAS DIFE~ENTE

37

guaje apropiado para una solución de otro tipo, usan la religión como medio para el cambio social. Desde luego, no cualquier

religión

ni cualquier

sociedad se presta para

la

formación de una corriente mesiánica. Por el lado de la religión, hace falta "el tema del retorno o de la resurrección de divinidades antropomórficas"

individuales o co-

lectivas (8); por el lado de la estructura social, un ordenamiento

según el sistema

de linajes o familias ampliadas y no de clases sociales (9). Notemos aún que la promesa mesiánica o milenarista y la función mesiánica se dirigen a colectividades donde "cada uno está enlazado con todos y todos están enlazados con cada uno" (10). En resumen, "tres elementos indispensables forman miento mesiánico y lo hacen específico: una colectividad

la base de todo

movi-

descontenta u oprimida,

la

esperanza en la venida de un emisario divino que debe enderezar los entuertos que aquélla sufre, y la creencia en un paraíso al mismo tiempo sagrado y profano" (1l). ¡Pero otra característica del mesianismo, implícita en lo anterior, debe ser subrayada: se trata de una "tentativa consciente de transformar la realidad social" (12), Los individuos que se adhieren al movimiento "no buscan una huída a lo imaginario, abandonando

la acción, como se ha pretendido con excesiva frecuencia; por el con-

trario, se utiliza la acción para modificar la realidad"

(13). Dicha modificación será

más bien de tipo restaurador si predomina en la sociedad global un dinamismo cíclico, o subversivo y revolucionario si predomina un dinamismo de tipo evolutivo y lineal (14). Sin embargo, los movimientos mesiánicos no son nunca absolutamente ni conservadores ni revolucionarios; son más bien intermediarios entre el dinamismo cíclico y el dinamismo evolutivo, con cierta ambigüedad

inherente (15).

y

Cualquiera sea el grado de modificación de la sociedad pretendido zado, el mero hecho de querer transformarla

alcan-

hace suponer que sólo se producen mo-

vimientos mesiánicos en sociedades que no consideren inmutable el orden de cosas establecido. Los movimientos mesiánicos, primitivos u occidentales, suelen pasar por fases sucesivas según un orden fijo, susceptible de repetirse en forma cíclica: un tiempo de espera, con formación o vigorización de la leyenda o mito; luego aparición del mesías y formación del grupo mesiánico: el mesías actúa en forma extraordinaria se vuelve sagrada;

nace una nueva solidaridad

pués de un tiempo de peregrinación,

( 8) (9) (10) (11) (12) (13)

P. 232. P. 22. Ibidem. P. 33. P. 292.

(14) (15)

Ver p. 268. Ver p. 308.

P. 291.

o hermandad;

el grupo se sedentariza;

y

su vida

eventualmente,

des-

luego, al morir el

38

GUIDO

JONQUIERES

mesías, la decepción suspende el movimiento pero no la creencia mesiánica que podrá resurgir en otras circunstancias favorables (16). En el momento de la formación del grupo, un movimiento meSlanlCOse caracteriza siempre por una estratificación en tres niveles: el mesías, sus apóstoles y la masa de los adeptos; por su parte, el mesías goza de una autoridad crata (17).

2.

absoluta: es un autó·

Los mesías Un mesías es un personaje redentor, es decir, "el que proporcionará

colectividad

a una

la satisfacción de las exigencias que formula, y en tal calidad formará

una sociedad nueva" (18). Para ello ha nacido, encarnación o emisario de la divini· dad, o es inspirado de repente. Debe demostrar su elección por Dios gracias a milagros o conductas fuera de lo común (19); lo importante es que domine fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas. Así escapa al orden establecido y puede subvertirlo; sus órdenes no se juzgan ni se discuten de un punto de vista racional o tradicional;

tiene

un derecho indiscutible a su posición eminente. Más cercano al profeta que al sacerdote, el mesías se distingue de aquél por ser un organizador;

no puede contentarse

con gritar advertencias, sino que "organiza

leyes a sus adeptos",

funda una "teocracia

su reino", "dicta

carismática".

Para ello precisamente, le hace falta al mesías un vigoroso carisma personal, injertado en una fuerte personalidad extensión y la importancia

y un mínimo de cultura (20). En realidad,

"Ia

que tomará el movimiento estarán siempre directamente

enlazadas con la personalidad del mesías" (21).

11. EL MESIANISMO DE ISRAEL: El caso histórico más conocido, entre los mesianismos, es desde luego el caso israelita. La misma palabra meslas es la palabra hebrea que se ha traducido al griego por christos (cristo) y corresponde al castellano ungido, ungido con óleo consagrado. Al comienzo, designaba al rey. El mesianismo propiamente tal, en el sentido sociológico de la palabra,

presentado en nuestra primera parte, es en Israel un fenómeno

tardío, de cuando el pueblo judío ya no tenía reyes.

(16) (17) (18) (19) (20) (21)

A menos que "retroceda hacia el dominio de lo imaginario" en forma de simple leyenda o cuento, como en el caso de Federico Barbarroja, en Alemania, en la Edad Media. Ver pp. 278-279. Ver pp. 248, 276. P. 326. Para lo que sigue, ver pp. 326-333. Estas pueden no calzar con las reglas morales, como en el caso del "fraile" José María, en Brasil, que había recibido la orden divina de dormir con dos niñas de 10 y 11 años (1). En general, los mesías pertenecen "a una especie M. 1. Pereira d. Queiroz, op. cit., p. 333.

de

¡nt.!ligentsia

de

las clases

inferiores".

JESUS, UN MESIAS

l.

39

DIFERENTE

Rasgos que corresponden al esquema anterior La religión en Israel es eminentemente una religión de redención; esta temática

invade todo el Antiguo Testamento. Primero el hecho redentor era un acontecimiento del pasado, objeto de celebración: la liberación de Egipto, 'El Exodo, con la Alianza subsecuente entre Dios (Yahvé) e Israel. También la promesa hecha a David por el profeta Natán, de que su familia reinaría para siempre (2 Sam. 7), era considerada en el Reino de Judá como parte de la intervención salvadora de Dios y expresión de la Alianza. Pero con el tiempo, la infidelidad del país) llevó a los profetas a orientar

de los reyes de Judá (y de Israel en el Norte la atención del pueblo santo hacia el por-

venir. Así el profetismo provocó una escatologización

progresiva de la fe de Israel

(22). Olvídense del pasado, dice el Segundo Isaías, Yahvé va a retomar su obra desde el comienzo (Cf. Is. 43, 18-21). Esta esperanza que al principio acontecimientos próximos (por ej., Is. 7, 14-16), amplió

vislumbraba

más tarde sus horizontes a

lo universal y a una renovación más radical, aunque análoga a la antigua creación y a la primera intervención salvífica (por ej., el Segundo Isaías, y más aún Is. 56,1; 58,8,10 ss.; 62, 1-3, 11, etc.). Pero el aspecto "milenarista" cobró su máximo vigor en los apocalipsis extrabíblicos

de este anhelo

(23),

que fueron escritos después

del año 170 antes de Cristo y hasta el primero o el segundo siglo de nuestra era (24). La desilusión y la frustración desempeñaron ciertamente un papel en la formación de esta esperanza, tanto en la época de los reyes, como dijimos más arriba, como en el período

posterior

al Destierro, cuando Israel, pueblo

paria,

sometido

sucesivamente al yugo persa, al helenístico y al romano, llegó incluso a un grado descomunal de exasperación.

Así se explican

el levantamiento

manos Macabeos y las trágicas insurrecciones de alrededor

exitoso de los her-

del 70 y del 130 de

nuestra era. El Mesías o salvador

esperado era presentado por los profetas como hijo

de David o nuevo David, ya que la promesa de Natán era "la fuente histórica y la legitimación de todas las esperanzas mesiánicas" (25). Si bien ellos mismos procedieron a su idealización

(por ej., Is. 9, 5-6; 11, 1-9), los apocalipsis desarrollaron

más tarde, y en una línea relativamente independiente, la figura del Hijo del hombre (o partir de algún pasaje de Ezequiel y sobre todo de Dan. 7), personaje celestial con bastantes rasgos míticos que el libro

de Henoc llama a veces expresamente

mesías (26):

(22)

(23)

Ver Gerhard von Rad, Thélogie de "Ancien Testament, 11, pp. 99 ss. Esta obra existe en versión castellana de la editorial Sígueme. Se entiende por escatologia la atención brindada al momento del fin del tiempo (o del fin de la propia vida) y a lo esperado para entonces. Ver por ej. Is. 49, 10.

(24) (25)

Citaremos más adelante algunas de G. von Rad, op. cit., 1, p. 271.

(26)

Ver

Georges

Auzou,

la Danse

devant

sus

expresiones

"Arche,

pp.

relativas 324

ss.

al

Mesías.

40

GUIDO

JONQUIERES

"Desde el pnnclplo el Hijo del hombre estaba escondido, y el Altísimo lo preservaba en la presencia de su poder, y lo reveló a sus elegidos.

y la asamblea de los elegidos y santos será plantada, y todos los elegidos estarán ante él en aquel día ...

y el Señor de los espíritus vendrá sobre ellos y con aquel Hijo del hombre comerán y se dormirán y se levantarán por siempre jamás, y serán vestidos con vestimenta de gloria, y ésa será vestimenta de vida de parte del Señor de los espíritus; y vuestra vestimenta no envejecerá, y vuestra gloria no pasará ante el Señor de los espiritus" (Henoc 62, 7-8; 14-16),

Hasta aquí vemos suficientemente ilustrados los tres elementos de base de los que habla M. 1. Pereira de Queiroz: "una colectividad descontenta u oprimida,

la esperanza en la venida de un

emisario divino que debe enderezar los entuertos que aquélla sufre, y la creencia en un paraíso al mismo tiempo sagrado y profano". Además, durante toda su historia antigua, Israel fue un pueblo estructurado en familias ampliadas, sin aparición de clases sociales, condición necesaria al desarrollo de un mesianismo. Y el tema del retorno, aunque no constituido en un mito consistente, se asoma por varios lados: en el anuncio de un nuevo David, en la creencia en el Hijo del hombre escondido por Dios, en la espera, que atestiguan los evangelios, de un regreso de Elías, no como mesías pero sí como anunciador de los últimos tiempos, etc. Por fin, muchos textos, en especial textos mesiánicos, se prestan para una interpretación en singular y en plural, dificultad

que sólo queda

resuelta en la hipótesis de un fuerte sentido de incorporación del pueblo a su mesías. Es también un hecho conocido que los profetas, si no pensadores anteriores, inclinaban a Israel hacia una concepción evolutiva y lineal del tiempo, mientras los apocalipsis judíos, retomando una interpretación sapiencial, parecen haberse orientado nuevamente hacia una concepción determinista (27), lo que corresponde a la ambigüedad del fenómeno mesiánico y deja cabida para una realización

restaura-

dora y conservadora del mismo, o para una apertura revolucionaria de sus tendencias. G. von Rad contrasta el "determinismo histórico" subyacente a los apocalipsis con la corriente predominante del Antiguo Testamento, en la que cada generación se sabe llamada a ser nuevamente Israel por cuenta propia, de manera creadora, y en la que las relaciones entre Yahvé y su pueblo son sumamente evolutivas, en razón de las infidelidades

de Israel. Nada de inmutable, pues, en la mentalidad

(27) G. V9n Rad, 9p. cit., 11, pp. 265-269.

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DIFERENTE

41

histórica predominante del antiguo pueblo judío (28). Sin esta condición, no habría nacido en él el mesianismo. En concreto, éste último tomaba, en las postrimerías de la era precristiana, un cariz netamente nacionalista y restaurador: "iQué bello es el Rey Mesías que debe surgir de la casa de Judá! Se ciñe el lomo y parte a combatir contra sus enemigos y mata a reyes y potentados. Enrojece los montes con la sangre de sus muertos y blanquea los cerros con la grasa de sus guerreros. Sus ropas estilan sangre; parece lagarero" (29). Escribe Georges Auzou: "Se aspiraba nuevamente al restablecimiento de un reino a la manera de David, pero que sería resueltamente hostil a todo lo que no fuera judío, xenófobo a todo trance, deseoso de una exaltación nocional que compensara con creces todos los sufrimientos experimentados, vengara al pueblo elegido de todas sus humillaciones y se saldara por la aniquilación radical de las "naciones" confundidas todos como enemigas de Dios" (30). No tenemos suficiente constancia de las fases por las que pueda haber pasado el mesianismo israelita en su período más "caliente",

pero no podemos dejar de

ver que surgieron varios mesías en los siglos primero antes de Cristo y primero y segundo de nuestra era; y que la desilusión dejada Judas el Galileo

por algunos, como Teudas o

(31) no impidió que sobreviviera la creencia y rebrotara el movi-

miento hasta la rebelión, en 132, de Bar Koceba, en quien el gran rabbi Aqiba reconoció el auténtico Mesías, gracias a sus milagros. Y aun el fracaso de éste último dejó lugar para la reaparición En cuanto a estratificar

de mesías judíos muy posteriores (32). en tres niveles su grupo mesiánico, es evidente que

el mesías más grande surgido en Israel, Jesús, lo hizo en forma deliberada

al cons-

tituir y enviar en misión al grupo de los Doce, sin dejar por eso de verse rodeado de un grupo mucho más amplio de discípulos. Por fin el hecho de que Israel esperaba en su mesías a un redentor se reconoce en toda la tradición profética: el Mesías reuniría al Resto de Israel y lo llevaría al reposo (33). Más cerca de Cristo, volvemos a encontrar la misma esperanza tanto en el pasaje de Henoc, que citamos más arribo, como en el Benedictus(Lc. El éxito inicial de un mesías como Bar Koceba

(28)

Así

(29)

Targum palestino (es decir, Auzou, op. cit., p. 327. G. Auzou, op. cit., p. 323.

(30)

lo ve

también

M. 1. Pereira

de Queiroz,

traducción

op.

aramea

y

1,68-79).

el hecho que los romanos hayan

cit.,

p. 41.

con

paráfrasis

rabínica)

(31) Hech. 5, 36-37; los menciona también el historiador judío Flavio (32) Ver M. 1. Pereira de Queiroz, op. cit., pp. 44-45. (33) Ver ls. 4,3 y la nota correspondiente en la Biblia de Jerusalén.

Josefo.

de

Pentateuco.

Citado

por

42

GUIDO

necesitado muchas batallas

para reducirlo, indican fehacientemente

JONQUIERES

la personalidad

y el carisma de ese líder. Y ¿para qué recordar que el impacto histórico de un personaje tan modesto como Jesús es inconcebible sin cualidades aún superiores? "EI 'misterio' de Jesús no es una creación más o menos artificial de las generaciones posteriores. Está enraizado en el comportamiento del Nazareno, totalmente entregado a su tarea humilde, pero convencido de disponer para esa misión de una autoridad excepcional, que tiene su origen en Dios" (34). 2.

Rasgos discordantes en el mesianismo de Israel La excepcional

repercusión del "misterio de Jesús" y su novedad dentro del

contexto histórico y sociológico del mesianismo se ven como anunciadas de antemano, o al menos posibilitadas,

por algunos aspectos singulares de las representaciones

mesiánicas de Israel. En primer lugar

cabe señalar cómo, antes de la formación

de la imagen

del Hijo del hombre, en la cual "10 figura del Mesías se eleva hacia la trascendencia" (35), el origen de la esperanza mesiánica israelita no se ubica en un sistema de representaciones míticas, sino en una experiencia

histórica, la del reino exitoso

de David. No se espera la vuelta o resurrección de un héroe divino, sino a un descendiente carnal

de David, en la línea de la promesa hecha por Natán.

Ciertos

empréstitos al lenguaje de corte de todo el Oriente, como el llamar "hijo de Dios" al rey o mesías, no significan

la creencia en una generación

Egipto, sino en una adopción

jurídica e histórica, en una intimidad

permiten al mesías "gobernar

mitológica,

como en

espiritual,

que

por cuenta de Dios" (36).

Pero no sólo David, el "mesías" típico, es un personaje histórico, sino que la Biblia nos ha conservado de él una presentación casi contemporánea muy alejada de las idealizaciones posteriores. Lo que llama la atención del lector atento de la historia de la sucesión de David es, además de su carácter profano y no sacral, la humillación que sufre el rey, expulsado, despojado de su trono y de sus esposas, separado

del Arca de la Alianza

por su propio

hijo rebelde Absalón,

antes de

poder volver victorioso para que se realice la profecía acerca de su descendencia. Como lo observa G. van Rad, "se trata ya del Ungido doliente" autores posteriores, al idealizar

la figura

de David, no borraron

monio, hicieron posible que resurgiera con brío y fecundidad

(37). Ya que los ese antiguo testi-

la fuerte imagen pri-

mitiva del mesías. Y así fue. El Segundo Zoca rías, en el período persa, pudo nuevamente presentar al Mesías como un humilde, haciendo sin duda la síntesis entre la

(34) (35) (36) (37)

E. Trocmé, op. cit., p. 170. Hans Conzelmann, Théologie du Nouv.eu Von Rad, op. cit., 1, p. 278. Id., pp. 275-276.

Testament, p. 86.

JESUS, UN MESIAS

DI FERENTE

tradición mesiánica propiamente

43

dicha y los poemas isaianos del "Siervo doliente

de Yahvé" (38). Otro rasgo que diferencia

el mesianismo de Israel desde temprano es su

elevado contenido moral. Ya en el Deuteronomio (hacia 620), el Ungido típico David los mandamientos

es presentado como "el ;usto perfecto que guardó

con todo su

corazón" (39). No podemos pensar por lo tanto que el futuro Mesías vaya a ser un personaje de moralidad dudosa. los signos que se esperarán de él no serán elegidos arbitrariamente; no podrán escapar a toda referencia racional y tradicional. Si pasamos del mesías en persona al contenido de los anuncios globales en los que su figura se inserta, no podemos menospreciar la importancia del tema del Juicio. Por cierto, otros mesianismos se caracterizan

por su condenación del mundo

descarriado y su voluntad de separación de los elegidos. Pero, al lado de esa idea,

la visión escatológica

de Israel, el Día de '