ISil Ulli PARA LA APERTURA

LEIDO E N L A ISil U l l i PARA LA A P E R T U R A DEL k II POR EL DOCTOR I. liiflp Sandtez y fus? PROFESOR INTERINO DE LA ASIGNATURA ANATOM...
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LEIDO E N L A

ISil U l l i PARA LA A P E R T U R A DEL

k

II

POR EL DOCTOR

I.

liiflp

Sandtez

y fus?

PROFESOR INTERINO DE LA ASIGNATURA

ANATOMÍA QUIRÚRGICA, OPERACIONES, APOSITOS Y VENDAJES EN LA.

FACULTAD LIBRE DE MEDICINA.

SAL/V M A N C A : Imp. y Lit. t m o s f é r i c o s ; el calor es i n t e n s í s i m o y puede llegar á m á s de 46° c e n t í g r a d o s á l a sombra y á m á s de 70° al sol, como sucede en el Ecuador. Si el hombre soporta tan elevada temperatura es porque la t r a s p i r a c i ó n abundante produce enfriamiento, que neutraliza el calor que le c i r c u n d a , conservando el que le es propio. Las regiones c á l i d a s ocupan el p r i m e r lugar en el lujo de vida y v e g e t a c i ó n : á r b o l e s corpulentos y seculares, graciosas cuanto esbeltas palmeras, los eucaliptus y captus de i n m e n s a altura, m a n glares que extienden sus ramas por las riveras de los rios sirviendo de sosten á extensas g a l e r í a s de plantas trepadoras, colibrís, papagayos, guacamayos y otras aves m i l engalanadas con todos los cambiantes del iris, forman panoramas que nos recuerdan la A r cadia boreal de Julio Verne. Allí l a naturaleza ofrece con profusión el añil, a z ú c a r , canela, cacao, t é , café, tabaco y otras plantas arom á t i c a s que los habitantes buscan con avidez c o m o condimentos de s u a l i m e n t a c i ó n poco nutritiva; mas como c o m p e n s a c i ó n existen numerosas causas desfavorables á la salud del h o m b r e . En aquellas comarcas, l a vida se dirige á l a periferia excitando el tegumento en grado exagerado; los ó r g a n o s interiores languidecen tanto m á s , cuanto mayor es la e x c i t a c i ó n externa; las digestiones son pesadas; los pulmones funcionan con poca actividad, de lo cual resulta que la sangre, excitante general de la o r g a n i z a c i ó n , no se arterializa convenientemente y por lo mismo las funciones nutritivas son imperfectas; mas como á la vez el calor determina u n movimiento c e n t r í f u g o , el sistema nervioso periférico se halla

sobre-

excitado constantemenle, r a z ó n por que los instintos e r ó t i c o s se adelantan, el h í g a d o suple á los pulmones, desalojando el exceso de carbono que

suministran

los alimentos respiratorios y que

no puede ser eliminado á causa de la poca e n e r g í a de aquellos; el temperamento de estos habitantes es por lo general bilioso. Cuando al calor a c o m p a ñ a la humedad, las facultades intelectua-

— 10 — íes y funciones afectivas se encuentran como adormecidas porque l a humedad siempre es agente debilitante.

E n el Asia m e r i -

dional, y en otros puntos de igual temperatura, el c l i m a i m p r i m e en sus moradores el c a r á c t e r de servilismo: a r r á s t r a n s e á los p i é s del que j u z g a n su Señor; i g n o r a n lo que

es Patria; son d é b i l e s ,

desidiosos, indiferentes á su independencia, viven dominados por el despotismo que les conduce á considerar á sus jefes como h i jos del s o l , y el fanatismo les arrastra hasta el sacrificio sobre l a tumba de sus d u e ñ o s . Conforme nos acercamos á la línea ecuatorial, los hombres pierden su

vigor, s u e n e r g í a ;

son notables por

su inercia y vida muelle; su debilidad muscular se refleja

en la

pereza y negligencia; les disgustan los ejercicios violentos, á m e n o s que e s t é n acostumbrados

á l a vida n ó m a d a y errante como los

Arabes. Sus ideas son poco fijas; su i m a g i n a c i ó n es móvil, viva é impresionable y les lleva á l a c o n t e m p l a c i ó n y amor de lo maravilloso; exagerados en sus pasiones,

se entregan á l a p o l i g a m i a ,

ios celos les impelen al crimen y la gloria les convierte en h é r o e s : la vida afectiva se difunde á u n grado inconcebible. Así se ha dicho que el Oriente, cuna del g é n e r o humano y origen de todas las religiones, ha sido l a tierra c l á s i c a de todos los El calor de los T r ó p i c o s engendra propensión á

melancolía,

recuerdos.

tristeza, tanta

dominar como á servir, s e g ú n las circunstancias

que rodean á sus habitantes. E l salvaje americano, fuerza material, obliga á l a desgraciada

mujer á

valido de su

lodo g é n e r o de

trabajos, mientras que él solo piensa en fumar y dormir. L a feracidad del suelo le suministra fruto abundante sin necesidad

de

cultivo relativamente á l a p o b l a c i ó n . L o s i n d í g e n a s de aquellos l u gares tienen en general corta estatura,

sus cabellos son negros,

la barba poco poblada, l a piel t e ñ i d a de u n color oscuro, de que me o c u p a r é m á s adelante,

y todo s u aspecto revela la atonía

general de su organismo que nos da r a z ó n d é l a mayor mortalidad: en Bombay hay u n a defunción por cada veinte individuos; m á s de l a mitad que en E u r o p a . Sin embargo, la humanidad recibe del

clima la equitativa c o m p e n s a c i ó n ,

pues si bien l a vida es corta,

t a m b i é n disfruta mayor n ú m e r o de agradables impresiones en un espacio de tiempo m á s breve, y la fecundidad nivela

y cubre los

vacíos producidos por la furia destructora, á l a manera que los terrenos v í r g e n e s rodean de exuberante

vejetacion á los

vetustos

troncos que á n t e s ofrecieron a l e g r í a y verdor á la comarca. Causa asombro á los viajeros encontrarse en las regiones tropicales a l g ú n padre rodeado de ciento y m á s hijos. E l excesivo calor, cuando se e s t á mucho tiempo expuesto á él, dá lugar á congestiones cerebrales, delirio, m a n í a que llega hasta el suicidio.

Las estaciones eligen sus víctimas predilectas: en el

invierno y primavera las r á p i d a s y bruscas alteraciones lógicas ocasionan bronquitis, p l e u r e s í a s , t é t a n o y convulsiones que arrebatan

pneumonías,

meteorotisis, el

en breve tiempo á los indí-

genas con preferencia; a l p a s o q u e l a s hepatitis, alteraciones del tubo digestivo, d i s e n t e r í a , intermitentes perniciosas, el cólera y la liebre amarilla, reinantes en el verano y el o t o ñ o , son el azote de los extranjeros, pues que sacrifican á las dos terceras partes de los que arriban á aquellas remotas zonas. Y es digno de estudio que en los deltas de los tres rios mayores del m u n d o nacen los tres grandes males que diezman la h u m a n i d a d : el Nilo origina la peste, el Ganjes es l a patria del c ó l e r a , y el Missisipí produce la liebre a m a r i l l a . Las endemias de los p a í s e s cálidos merecen t a m b i é n los tristes honores de ser mencionadas: l a elefantiasis de los á r a b e s tiene su residencia en las Barbadas,

en Ceilan y en Africa l a hepatitis

y la d i s e n t e r í a ; el c ó l e r a morbo devasta las feracísimas

márgenes

del Ganjes: el grano de Alepo ó Yans reside en el Brasil y la G u yana; las d e r r a a t ó s i s rebeldes y el tifus icterodes, vómito negro ó sea c ó l e r a americano ejercen su d e l e t é r e a acción en las costas del m e d i t e r r á n e o mejicano, e x t e n d i é n d o s e hasta los 48° de latitud N . y 27° latitud S. Se ha observado que el Otoño, la temperatura de 20°, la humedad, los vientos del S. y el estado eléctrico, ó mejor d i -

— 12 — cho, el ozono atmosférico favorecen el desarrollo de tan cruel enfermedad; sin embargo, l a altura del terreno á 994 metros sobre el nivel del mar y el interior de los continentes no consienten su destructora i n v a s i ó n . Si alguna vez, trasponiendo los mares, se lia presentado en el Africa occidental, en E s p a ñ a , l a Italia y el Sur de Francia,

n u n c a ha alcanzado m á s allá de los 51° latitud N . del

continente europeo. Aunque algunos entusiastas de las provincias americanas no se atreven á resolver acerca de las causas de mortalidad y todo lo esperan del progreso civilizador y por consiguiente de l a Higiene, es evidente que organismos depauperados por el c ú m u l o de poderosos excitantes y alimentos de escasa n u t r i c i ó n ; que reciben constantemente efluvios p a l ú d i c o s que se desprenden de sustancias en p u t r e f a c c i ó n aglomeradas por copiosas lluvias; l a intemperancia, sus h á b i t o s consuetudinarios y l a molicie lian de pagar á l a parca el funerario contingente. Algo y mucho pueden conseguir con los preceptos h i g i é n i c o s ; pero n u n c a h a b r á n de eludir l a influencia del clima en sus m ú l t i p l e s manifestaciones. Los climas fríos se extienden desde los 55° de latitud hasta el Polo, en donde puede decirse que todo el a ñ o es invierno. Las nieves constantes,

las lluvias, el deshielo, la oscuridad de largas

noches, los dias de p á l i d a é indecisa l u z , que m á s se asemejan al crepúsculo

que

al pleno dia iluminado por los vivificantes y

alegres rayos del sol, los caracterizan; las sorprendentes

cuanto

m a g n í f i c a s auroras boreales i l u m i n a n y embellecen por cortos i n tervalos aquellos desiertos de hielo. L a Naturaleza ha provisto á los animales de resistentes

pieles guarnecidas de espeso pelo

y de gruesas capas de grasa para sufrir aquella a t m ó s f e r a g l a cial. Todo es m o n ó t o n o y triste en las regiones polares, y hasta las aves e s t á n vestidas de plumaje ceniciento ó pardo. Al acercarnos á los Polos la vejetacion es casi nula; rudimentarios l i q ú e n e s y de humilde aspecto son los ú n i c o s representantes

de la vida.

E l estado fisiológico de sus habitantes es opuesto al de los ante-

— 13

_

riores; las funciones nutritivas se verifican con actividad; en cambio la vida periférica es apenas perceptible; l a e x h a l a c i ó n c u t á n e a es casi nula, la biliar poco e n é r g i c a , pues que el h í g a d o no ha de suplir la a c c i ó n p u l m o n a r corno en los climas c á l i d o s . L a vida se reconcentra en los ó r g a n o s interiores, de aquí que sean e n é r g i c o s , de l i m i tada i m a g i n a c i ó n , j u i c i o recto, g é n i o arisco, constantes, sufridos, y disfrutan los atributos del temperamento

s a n g u í n e o . E l frío fa-

vorece el desarrollo del individuo, si bien cuando nos

acercamos

al Polo parece que lo aniquila y como que sorprende las funciones o r g á n i c a s ; los moradores de la Laponia y Groenlandia soporta n una vida menguada,

son de muy reducida estatura, la a c c i ó n

muscular es casi nula y sus funciones de r e l a c i ó n yacen como aletargadas; l a d i g e s t i ó n es poderosa, en t é r m i n o s que se nutren i m punemente con carnes crudas, focas y aceite de ballena para r e sistir el frió tan intenso de aquellos p a í s e s . Así se concibe que los Esquimales puedan vivir bajo sus chozas de hielo á 30° y 40° bajo 0. (Parey) Malte-Brun dice, al tratar de estos desgraciados, « q u e son toscos, superticiosos, e s t ú p i d o s , desvergonzados y constituyen u n pueblo despreciable por sus c o s t u m b r e s . » Si nos alejamos del Polo y estudiamos localidades menos frías, veremos que los

naturales

son de elevada estatura en general, valientes hasta la temeridad, robustos, belicosos y fecundos; para ellos l a quietud es u n estado violento. No hay que e x t r a ñ a r que Tito Livio admirara el valor de los antiguos Iberos y C á n t a b r o s , que si fueron vencidos, n u n c a se resignaron á l a t i r a n í a de los Romanos, llegando las madres á degollar á sus hijos antes que consentirlos esclavos. E n las regiones de baja temperatura de l a América, la libertad es el ídolo de los pueblos; m m c a

se someten á l a servidumbre, díscolos y bravos

siempre se hallan dispuestos á luchar por su independencia; exceso de vida interior y su imperturbable serenidad

el

desarrolla

sublimes rayos de valor y en ellos el h e r o í s m o es habitual. Virey afirma « q u e si queda u n asilo á l a civilización, á la independencia, » á l a s m á s nobles esperanzas del g é n e r o humano, es sin disputa en

_

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»esas regiones valerosas que no han encorvado su frente al yugo ))de la esclavitud y de la molicie del Oriente o del Asia y á

quienes

»los rigores del clima d e f e n d e r á n siempre contra la indolencia y » e m b r u t e c i m i e n t o del despotismo. L a Rusia, no hay que dudarlo, )>llegará á brillar t a m b i é n por l a libertad; esperemos esto del c l i m a , » m á s b i e n que de las instituciones a s i á t i c a s . » E l suelo estéril exige constante trabajo para suministrar medios de subsistencia á los numerosos consumidores que disponen de menos campo relativamente que los anteriores. Mayor longevidad y mortalidad menor coinciden con la fecundidad que se encuentra contenida en límites m á s estrechos que en los otros paises, h a b i é n d o s e

observado que la existencia difiere

s e g ú n l a edad, raza y aun estatura de los individuos. E n la desastrosa retirada de Rusia en 1812 por el ejército f r a n c é s , los primeros que

s u c u m b i e r o n fueron, s e g ú n La-Rey, los hombres de alta

estatura, y los Hannoverianos y Alemanes fueron peor tratados por el rigor de la e s t a c i ó n que los Italianos, E s p a ñ o l e s y Portugueses. A d e m á s de la c o n g e l a c i ó n , tan frecuente

en los climas extre-

madamente fríos, se presentan c á l c u l o s urinarios, sobre todo en í s l a n d i a , por l a a l i m e n t a c i ó n muy azoada y por l a grande actividad del aparato urinario que suple á las exhalaciones c u t á n e a s ; son t a m b i é n frecuentes los c á n c e r e s , oftalmías, congestiones cerebrales y pulmonares,

l a lepra llamada Spedalsked muy c o m ú n

en

Crimea y las afecciones t o r á c i c a s agudas. Los climas templados son los de predilecta c o n d i c i ó n para la mayor d u r a c i ó n de l a vida, pues e s t á n al abrigo de las sobreexcitaciones enervadoras del sol tropical y de los efectos l e t á r g i c o s de los Septentrionales. Se extienden entre los 33° ó 35° y los 55° de latitud austral y boreal; su vejetacion es fecunda, variada y en ella se desarrollan multitud de s é r e s organizados. E l calor y el frió a l ternan, las estaciones extremas

e s t á n separadas por otras inter-

medias; aunque se observan con frecuencia oscilaciones t e r m o m é tricas y b a r o m é t r i c a s , el t r á n s i t o de unas á otras de estas estaciones

es lento, gradual, insensible, sin que el organismo se resienta, ú consecueneia de profundas

alteraciones m e t e r e o l ó g i c a s ; las p e n -

dientes de sus grandes cordilleras, b a ñ a d a s por el sol y refrescadas por la humedad, e s t á n muy pobladas; sus caudalosos rios surcan, nutren y vivifican el suelo. Las diferencias individuales obedecen á l a s exigencias c l i m a t o l ó g i c a s de las localidades, al r é g i m e n , h á b i tos, costumbres y grado de cultura de sus habitantes, a s e m e j á n d o se éstos á los de las zonas t ó r r i d a ó glacial s e g ú n se acercan m á s ó m é n o s á unas ú otras. De lo expuesto debemos concluir que si la fecundidad no es tan excesiva como en los climas cálidos,

en

cambio la vida es m á s larga, ocurren menos defunciones y estos paises siempre e s t á n m á s poblados que los anteriores. A d e m á s de los climas, ejercen notable influjo sobre el hombre la altura á que se encuentran los pueblos y l a extructura g e o l ó g i c a del terreno. Los templos de Esculapios, primera escuela de Medicina, fueron edificados en colinas ó puntos elevados: Vitrubio, legislador y regulador de l a Arquitectura, dice que la p r i m e r a condición de salubridad de u n edificio debe s e r l a s i t u a c i ó n en lugares altos. Tito Livio, admirando la Ciudad eterna, edificada sobre siete colinas, cree que su c o n s t r u c c i ó n fué sugerida por i n s p i r a c i ó n divina; las escuelas de Salerno y del Monte Casino, debieron gran parte de su celebridad á su i n s t a l a c i ó n en la cima de pintorescas m o n t a ñ a s . Se ha observado que la cumbre de las cordilleras preserva de las endemias y epidemias, porque el aire analizado no contiene p r i n cipios que alteren su c o m p o s i c i ó n ; lo contrario sucede en los l u g a res bajos y en los valles profundos

que, saturados de humedad,

vician la a t m ó s f e r a y sostienen enfermedades

e n d é m i c a s , como el

bocio, cretinismo y las escrófulas con sus variadas evoluciones. Ya en la a n t i g ü e d a d c o m p r e n d i ó E m p é d o c l e s la necesidad de r e s p i rar aire puro: habiendo observado que las fiebres malignas hacian estragos en estaciones determinadas en que

soplaban los vientos

en una m i s m a d i r e c c i ó n , m a n d ó cerrar l a garganta ó valle entre dos montes por u n muro de mayor altura que las casas de Agrigen-



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to y c o n s i g u i ó que su pueblo se salvara de las p e r i ó d i c a s defunciones que le hubieran exterminado; debe observarse, sin embargo, que á p r o p o r c i ó n que ascendemos sobre el nivel del mar, todas las funciones se dificultan por el enrarecimiento del aire, llegando á producir en las grandes excursiones a e r e o s t á t i c a s dificultad de respirar, hemorragias y las consiguientes alteraciones que causa la menor p r e s i ó n a t m o s f é r i c a . Las provincias que descansan en terrenos primitivos son menos fértiles y de menos p o b l a c i ó n ; los terrenos terciarios ó sean los d^ sedimento moderno fosilífero son abundantes en p o b l a c i ó n y r i queza; los primeros, aunque menos ventajosos para la civilización, ofrecen m á s praderas, m á s rios, m á s m o n t a ñ a s , y en sus mismas desigualdades encuentran los habitantes medios de defensa, baluartes naturales para rechazar invasiones e x t r a ñ a s . Una vez m á s advertiremos que el Autor de todo lo creado no abandona

ningún

pais y que distribuye por todas partes las riquezas con que nos b r i n d a el planeta que habitamos. E l color negro del ensortijado cabello, así como el del iris, también negro en los paises tropicales, que forman contraste con el cabello b l o n d o , rubio y ojo azul de las regiones del Norte reclama breves palabras acerca de la c u e s t i ó n , largo tiempo controvertida por los naturalistas, sobre el influjo del clima en el colorido de la piel que h a dado lugar á la división de las razas humanas en dos, una b l a n c a y otra negra con las graduales intermedias, la amarilla ó m o n g ó l i c a y la aceitunada ó atezada. Aunque se ha pretendido que la r a z a negra

depende de los climas tropicales y la blanca de

ios polares, no puede menos de llamar l a a t e n c i ó n que u n a y otro se encuentran y propagan en todas las latitudes. E l mayor n ú m e r o de naturalistas e s t á n conformes en que no existe relación entre los grados de calor, la intensidad de la luz y el color de la piel. Virey, ya citado, pregunta: «si el color de la piel es debido á l a influencia •• »de los climas y de la luz ¿por q u é el cafre no blanquea en E u r o »pa1> ¿Por q u é non una negra engendra en nuestros climas hijos

»tati tiznados como él? Los colonos holandeses que habitan las tier»ras del Cabo de Buena Esperanza hace m á s de trescientos a ñ o s j »viven como los Hotentotes, pero sin emparentar con ellos, c o n ))servan el color blanco de su tez. ¿ P o r q u é es el H ú n g a r o m á s mo»reno que el Suizo y el Grison, que habitan bajo el mismo p a r a »leío?» «Si á la influencia del clima se debiera el color de la piel se ha »llarian las regiones polares pobladas de gente blanca, los p a í s e s »medios de individuos m á s ó menos atezados y cuajada de negros »la zona t ó r r i d a ; sin embargo, en muchos sitios se observa, lo c o n t r a r i o . Los Negáis amarillentos y feos viven en l a vecindad de las » h e r m o s a s y b l a n q u í s i m a s Georgianas, Circasianas y Mingrelianas: »el Siberiano tiene la tez ahumada, mientras que el Europeo, m á s » c e r c a n o al Mediodía, la tiene b l a n c a . » Sin negar en absoluto la i n fluencia

del c l i m a en el color de la piel, habremos de concederle,

con César Cantú y el mismo Virey, alguna aunque p e q u e ñ a parte, cuya o p i n i ó n se confirma comparando l a p o b l a c i ó n r u r a l y l a de los grandes centros y aun las partes del cuerpo expuestas á las i m presiones

atmosféricas

y las cubiertas por los vestidos. Pero la

raza negra no sólo se distingue de la blanca por lo y a dicho, sino t a m b i é n por l a c o n f o r m a c i ó n de su cabeza, los rasgos típicos del semblante, el punto de l a base del c r á n e o en que se encuentra el agujero occipital, las corbaduras de la c o l u m n a vertebral, la mayor longitud relativa de los

miembros t o r á c i c o s , la d i s p o s i c i ó n de l a

pelvis, el instinto penetrante que compensa su exigua inteligencia y el vigor o r g á n i c o que resiste grandes y continuados trabajos m a teriales, á pesar de su admirable sobriedad, cuyas

diferencias

constituyen otras tantas cuestiones de Antropología que aun no ha resuelto la ciencia. A los orientalistas, exploradores científicos y misioneros incumbe l a decisiva r e s o l u c i ó n , porque si bien las n a ciones cultas se apresuran en estos tiempos á devolverles l a libertad, que siempre debió ser respetada, pues que la esclavitud es contraria al derecho natural y á la caridad cristiana, falta aun la

18 — s a n c i ó n general que la emancipe de l a tiranía

y l a prepare

el

asien-

to al lado de l a raza b l a n c a en el gran banquete de la h u m a nidad. L a satisfacción

de las necesidades

t a m b i é n se halla sujeta al

clima, que á su vez produce los frutos adecuados á los individuos que le pueblan. E n l a clasificación zoológica basada sobre las facultades digestivas, el hombre ocupa el t é r m i n o

medio; es o m n í -

voro: puede alimentarse y se alimenta de sustancias animales y vegetales. L a a n a t o m í a y fisiología comparadas demuestran

esta

verdad hasta el extremo de conocer, sin temor de e q u i v o c a c i ó n , pollos temperamentos y por el aspecto exterior de los sugetos, habida c o n s i d e r a c i ó n al s e x o , ' e d a d , profesión y d e m á s atributos

indivi-

duales, l a clase de alimentos y bebidas á que su d i s p o s i c i ó n peculiar le obliga. No de otra manera pudiera gozar del privilegiado cosmopolitismo que, entre los muchos dones que recibiera de l a Naturaleza, le hace superior al resto de l a C r e a c i ó n . Como los alimentos y las bebidas sean los agentes funcionales de l a constante actividad o r g á n i c a , han de corresponder en cantidad y calidad

al sostenimiento de aquella y c o n s e r v a c i ó n de la

vida, i d e n t i f i c á n d o s e por numerosas y no siempre conocidas modificaciones con nuestros sólidos y l í q u i d o s , c o n s t i t u y é n d o s e en parte integrante de nuestros tegidos. P o r esto se ha definido como alimento «todo cuerpo susceptible de reparar las p é r d i d a s continuas d é l a e c o n o m í a a s i m i l á n d o s e á n u e s t r o s ó r g a n o s . » E n los climas cálidos predomina el sistema nervioso á expensas de los aparatos de n u t r i c i ó n , y el calor m á s ó menos ocasiona continuo desgaste por l a t r a s p i r a c i ó n

graduado

c u t á n e a ; ios a l i -

mentos vegetales y las bebidas frescas s u b á c i d a s llenan cumplidamente las aspiraciones

fisiológicas

del instinto. Kl pan y el arroz

son el p r i n c i p a l alimento de los p a í s e s meridionales. Los Indios los Turcos y Chinos prefieren el arroz á nuestro pan, sin embargo que muchas localidades abundan en trigo. Z i n m e r m a n n sostiene que los alimentos del reino vegetal son m á s convenientes al hombre



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que la carne, porque la mayor parte de ellos son de naturaleza m á s a n á l o g a á la de nuestros humores, considerados en el verdadero estado de salud, y es constante que se vive m á s tiempo no comiendo carne; el c a r á c t e r es, con aquella a l i m e n t a c i ó n , m á s dulce, m á s h u mano, pero el individuo es menos apto para los trabajos y para una vida muy ocupada. No debe por lo tanto causar e s t r a ñ e z a que P i t á g o r a s diese la preferencia á los alimentos del reino vegetal sobre las carnes; que los Terapeutas, abundando en estas ideas,

se

contentasen con pan y un poco^de sal y agua; los antiguos Griegos no comian m á s que vegetales y tributaron honores divinos á Pelagio por haberles e n s e ñ a d o á comer bellotas. «Aparte de la i d o l a tría y religión mahometana, el arroz, las frutas, verduras, leche y manteca, es la a l i m e n t a c i ó n d é l o s p a í s e s cálidos. Aunque hayamos de disentir de l a opinión de Z i n m e r m a n n que, como y a hemos dicho, consideraba m á s a n á l o g o s á nuestros humores las sustancias v e getales (pues que el a n á l i s i s q u í m i c o é h i s t o l ó g i c o ha venido á demostrar lo contrario) es indudable que

conoció c i e n t í f i c a m e n t e l a

influencia de los c l i m a s ' respecto á los alimentos. Ellos proveen i l la sangre de principios que reemplazan á los que pierde c o n s t a n temente por l a t r a s p i r a c i ó n , son moderadores de la gran susceptibilidad del sistema nervioso terminal y favorecen l a d i g e s t i ó n . L a s plantas a r o m á t i c a s de que suelen a c o m p a ñ a r sus comidas, excitan la superficie digestiva, despiertan las facultades intelectuales, y el aceite esencial en su r á p i d o t r á n s i t o á través del organismo, facilita la exhalación del ácido c a r b ó n i c o que le agovia y, al evaporarse, contribuye al equilibrio t e r m o m é l r i c o . E n todas partes se hace uso de las bebidas fermentadas, y p a r ticularmente de las a l c o h ó l i c a s , que causan vigorosa i m p r e s i ó n en los centros nerviosos y que funciones

con frecuencia perturban todas

las

de r e l a c i ó n , cuyo estado lleva el nombre de e m b r i a -

guez. Tan poderosos

excitantes sobre l a superficie digestiva, de-

tonan su a c c i ó n sobre el cerebro, precipitan la circulación y favorecen las combustiones o r g á n i c a s . Estas bebidas e s t á n proscritas

— 2a - en las localidades ardientes y si algunos

individuos procedentes

de otras regiones han querido seguir el r é g i m e n animal a c o m p a ñ a d o de los a l c o h ó l i c o s , no solamente

han puesto en peligro su

existencia con terribles sufrimientos,

sino que muchos han su-

cumbido;

numerosos ejemplos encontramos en los Ingleses, que

trasladados á la India, no han precavido las funestas

consecuen-

cias de la mesa b r i t á n i c a . Montesquieu ha dicho que la embriaguez causa en el hombre el frenesí en los paises cálidos y le hace e s t ú pido en los climas frios. Sin embargo, en algunas localidades del Mediodía

pueden

tomar cortas

cantidades de aguardiente, por-

que sus efectos fisiológicos son a n á l o g o s á los de los aceites esenciales de las plantas a r o m á t i c a s que quedan expresados; se abusa, a d e m á s de la

pero si

embriaguez, se observa un estado de se-

d a c i ó n , profunda debilidad con p o s t r a c i ó n de fuerzas, temblores, convulsiones, delirium tremens j hasta la imbecilidad. L a vida activa, los ejercicios constantes, el desarrollo de los ó r ganos digestivos, que caracterizan á los que viven m á s ó menos p r ó x i m o s á los Polos, les impone l a necesidad de animal y de

bebidas alcohólicas en grandes

alimentación

cantidades relativas

para sostener el fisiológico equilibrio entre la vida de r e l a c i ó n , entorpecida por el frío, y la de n u t r i c i ó n , siempre exigente. Así es, que sino existiesen otras muchas diferencias c l i m a t o l ó g i c a s

que

caracterizan al hombre, la dietética b a s t a r í a por sí sola para distinguir á u n L a p o n é s de un Malabar, á u n Alemán de u n J a p o n é s . E n aquellos paises, de escasa p r o d u c c i ó n , la vida colectiva é i n d i vidual ha de ser tan laboriosa como las fuerzas físicas é intelectuales lo consientan. La pesca, caza y d e m á s ejercicios activos entretienen su vida potente, como necesarios para resistir el frió enervador y facilitar las continuas evoluciones y afinidades de la q u í m i c a viviente. A la resistencia de l a vida nutritiva y al constante movimiento deben los Septentrionales la i m p u n i d a d con que soportan las bajas temperaturas,

hasta dormir impunemente so-

bre l a nieve; así como t a m b i é n las

enormes cantidades de a l i -



S í -

menlos fibrinosos y aguardientes,

que en otro caso serian

alta-

mente nocivos. E n los vestidos se observan t a m b i é n notables diferencias: en los climas fríos son de preferente y necesario uso los vestidos de lana,

porque, como malos conductores del calórico, conservan el

natural y se oponen á las p é r d i d a s que exige el equilibrio

con el

circundante que habia de dificultar las funciones y basta suspenderlas y aniquilarlas, como se observa en l a asfixia por el frió y en la c o n g e l a c i ó n . Por esto en las inmediaciones d é l o s Polos se c u bren con las pieles de los animales y sólo así pueden arrostrar las inclemencias de tales regiones. E n los climas cálidos las personas vegetales,

cultas se cubren con telas

ligeras, de color claro, para que los rayos solares

se

reflejen y se debilite su a c c i ó n radiante. Se observa que las gentes r ú s t i c a s y fallas de i n s t r u c c i ó n , como los salvajes, viven en c o m [)leta desnudez, pues que se limitan á cubrirse ciertas partes que el instinto les s e ñ a l a . Resulta, pues, que en las zonas tropicales son h e r b í v o r o s , en las del Norte c a r n í v o r o s y en las intermedias ó templadas o m n í v o ros;

e n t i é n d a s e sin embargo, que todo es relativo á la c o m a r c a ,

sexo, edad, c o n s t i t u c i ó n

g é n e r o de vida, costumbres, h á b i t o s y

profesión ú oficio a que se dedican Por lo expuesto se viene en conocimiento de l a aptitud intelectual y disposición afectiva, típicas en unos y otros climas. L a poesía, m ú s i c a , pintura, baile, juego

y el amor, caracterizan á los

meridionales; al paso que el cultivo de las Ciencias de profunda m e d i t a c i ó n y constante o b s e r v a c i ó n es atributo de los que habitan bajo el oscuro cielo polar. Los primeros, inconstantes, veleidosos, sensuales,

obedecen á las primeras impresiones que su exaltada

i m a g i n a c i ó n les presenta m á s ó menos exageradas; los segundos reflexivos, constantes, escrupulosos en sus determinaciones, buscan el primero y verdadero deleite intelectual; por lo que tanto r o m o los unos sobresalen en las artes lit erales, los otros dominan

las ciencias

filosóficas,

las industrias y el estudio de las Ciencias

naturales. L o s que pertenecen á los climas templados h a b r á n de ocupar u n t é r m i n o m e d i o entre los anteriores, si bien han de sobresalir en su manera de ser a s e m e j á n d o s e á unos ú otros

según

las localidades y mejor aun s e g ú n las estaciones, que representan en bosquejo el m á s fiel trasunto de los referidos climas. Si todo lo manifestado no acreditase hasta la evidencia l a certeza de la tesis, pudiera llamarse en su apoyo y c o n f i r m a c i ó n el^fionumental libro de H i p ó c r a t e s sobre Los aires, aguas y lugares en que expone la influencia de los climas, estaciones y circunstancias topográficas

sobre la c o n s t i t u c i ó n del hombre (libro que i n s p i r ó

á Montesquieu su tratado del E s p í r i t u de las Leyes y á Cabanis las Relaciones entre lo físico y lo moral) el del Régimen, del m i s m o autor en que, considerando al hombre compuesto de agua y fuego, examina los diversos modificadores h i g i é n i c o s relativamente á la facultad de desecar ó humedecer; Celso y (xaleno, que d á n reglas relativas á l a s edades, estaciones, alimentos y bebidas; el testimonio del candoroso cuanto ilustrado Baglivio, que en sus escritos termina con la frase «scribo sub solé r o m a n o » que representa un tratado completo de climatología; l a d e s c r i p c i ó n

que el autor de

la Soledad hace de los Alpes, á cuya c o n t e m p l a c i ó n sus ratos de melancolía;

dedicaba

ocio como lenitivo á sus desgracias y á s u pertinaz cuantos autores han escrito de higiene,

etiología y t e r a p é u t i c a de las enfermedades;

profilaxis,

las noticias que nos

suministran las expediciones científicas de eruditos viajeros; la concienzuda referencia de tantos hombres de a b n e g a c i ó n que, con la imperturbable serenidad valor de los h é r o e s ,

de á n i m o que les caracteriza, con el

con la convicción de la fé, emplean muchos

a ñ o s en difundir por las m á s apartadas regiones el elemento c i v i l i zador del Cristianismo; y por ú l t i m o , dad

la observación

de actuali-

de nuestros b e n e m é r i t o s militares que regresan á la madre

patria desde las provincias americanas á donde el honor les c o n dujera para defender l a integridnd nacional, y en cuyos organis-

— 23 — MÍOS se ven fotografiados los numerosos peligros que han arrostrado, siendo patenteslas profundas alteraciones o r g á n i c a s producidas poi* el ingrato clima de nuestra,

cantada p o r los poetas, Perla do

Occidente. Averiguada la influencia de los climas,

dos palabras sobre las

modificaciones con que la Ciencia puede contrarestar nocivos sobre el hombre. Sabido es que el aspecto

los efectos

climatológico

de las localidades viene mejorando en todos los p a í s e s civilizados en conformidad con los adelantos científicos. S i é n d o l o s

princi-

pales agentes climatológicos l a disposición del terreno, sus productos y la a t m ó s f e r a , la mano del hombre los interviene con gran provecho de la h u m a n i d a d . L a d e s e c a c i ó n de los pantanos, las grandes plantaciones, l a dirección de los rios, l a industriad l a agricultura, la elección

de

puntos en que edificar, l a policía m é d i c a , l a urbana y las acertadas disposiciones de

la A d m i n i s t r a c i ó n constituyen

el fundamento

higiénico. L a Geología, l a Física y l a Química,

e s t á n conformes en

que

la v e g e t a c i ó n es abundante manantial de riqueza y de salud: como agente

oxigenante purifica l a a t m ó s f e r a , nos suministra frutos,

materias textiles, de c o n s t r u c c i ó n ,

combustibles y , atrayendo la

lluvia, fertiliza campos que en otro caso serian p á r a m o s de soledad y de muerte. E n el vecino reino, confinando con nuestras

provin-

cias del Norte, existe u n a extensa comarca conocida con el n o m bre de las Landas, que por los pantanos

y escasa v e g e t a c i ó n era

foco permanente de infección, por lo que no l a habitaban

otras

gentes que modestos pastores, que l a mayor parte del a ñ o guardaban sus ganados subidos en zancos y d e s p u é s de vida corta y m i serable, eran v í c t i m a s de fiebres malignas; pero las acertadas disposiciones de la autoridad francesa, l a convirtieron en ameno y saludable vergel, que con el producto de los pinos plantados beneficia

en millones de francos al Estado. L a buena dirección de los rios y su canalización, a d e m á s de i m -

_

24 —

pedir que las aguas formen lagunas en sus m á r g e n e s , suministra riego á extensas riveras,

desarrolla la industria por medio de

tabricaciones variadas y dá impulso al comercio, facilitando el trasporte y las comunicaciones. La agricultura, tan necesaria al sostenimiento

general de los

pueblos, explota los primeros elementos climatológicos y recibe de la corteza terrestre ó p i m o s frutos, indispensables á la c o n s e r v a c i ó n de la vida, y que influyen

en la salud, bienestar,

longevidad y

progreso de las generaciones. Las industrias, el comercio y las artes no existirían si los componentes del c l i m a no fueran dominados por las ciencias experimentales que, en su marcha progresiva, todo lo invaden y someten á la voluntad h u m a n a . Para cohonestar la influencia c l i m a t o l ó g i c a , la higiene demanda l a indispensable p r o t e c c i ó n de las disposiciones administrativas y á estas debemos que hayan desaparecido de los pueblos cultos los desoladoras epidemias que, en los ú l t i m o s siglos, llenaron de luto y c o n s t e r n a c i ó n al continente europeo. De aquí surge la necesidad de la Ciencia, centinela avanzado contra las asechanzas del clima. ¿Es conveniente modificar el c a r á c t e r y costumbres de los pueblos cuando dependen

de la influencia

mos de creer con algunos

filósofos

climatológica? Si h u b i é r a -

que el estado salvaje es m á s

ventajoso al hombre que el de civilización; si, seducidos por las bellas

imágenes

de Juan

Jacobo

Rousseau y por la magnífica

d e s c r i p c i ó n que éste y otros hacen de la vida salvaje

comparada

con la social, h u b i é r a m o s de admitir que la primera es la que puede hacernos felices, el hombre se abandonaria á los instintos de su o r g a n i z a c i ó n ; pero está dotado de u n cerebro pensador, y si hubiese sido criado para vivir corno

los d e m á s animales ¿para q u é la

inteligencia? E l cultivo de é s t a , o lo (pie es lo misino, la Ciencia ha colocado al hombre el primero en la escala zoológica; de otro modo quedaría al nivel de los irracionales; viviría y m o r i r í a como é s t o s . Nada

importa que algunos, ulanos de su saber, j u z g u e n el estado salvaje como el bello ideal á que el s é r humano

debe aspirar y del

que, s e g ú n ellos, nunca debió salir. Si se considera feliz en medio de los bosques, es porque ignora las ventajas que reporta la vida social. ¿Qué es el estado salvaje? Una continuada série de trabajos y dificultades para proporcionarse lo indispensable con que satisfacer sus imperiosas necesidades;

de lo cual resulta el m á s triste

abandono de sus semejantes cuando por la edad, defectos

físicos

ó enfermedades no se bastan á sí propios. E l hombre en sociedad recibe p r o t e c c i ó n y amparo

y j a m á s niega la humanitaria h o s p i -

talidad á los necesitados. Como el cultivo de la inteligencia sea causa predisponente de las afecciones nerviosas, Rousseau, p o n i é n d o s e en c o n t r a d i c c i ó n consigo mismo, dice que «si estamos destinados á vivir sanos, el hombre que medita es u n animal d e p r a v a d o ; » pero ultrajando á s u vasto entendimiento, no fija la a t e n c i ó n en que, si l a civilización es causa de numerosos males, en cambio nos proporciona mayores bienes y recursos para combatir aquellos. L a vida social e s t á m á s conforme ella debe dirigirse nuestra

con l a naturaleza, y h á c i a

especie. Convendremos con Montes-

quien en que, cuando e l e a r á c t e r y las costumbres dependientes de los climas no sean perjudiciales á l a sociedad ó al individuo, no hay r a z ó n para modificarlas; deben, por el contrario, respetarse? pero si son de tal í n d o l e que, en u n tiempo m á s ó menos largo, han de p r o d u c i r graves trastornos en la salud ó en el bienestar de los mismos, e s t á n los legisladores en la estrecha obligación de combatirlos por medio de sabias leyes, fundadas

siempre en los

preceptos h i g i é n i c o s y para cuyo buen cumplimiento es i n d i s p e n s a b l e la m á s esmerada

siempre

é i n t e l i g e n t e e d u c a c i ó n de la i n -

fancia, puesto que es un hecho, por d e m á s sabido, que el i n d i v i duo, cuando llega á hombre, es, no precisamente lo que debiera ser, sino lo que le obligaron á ser los encargados de e n s e ñ a r l e y d i rigirle en sus primeros

pasos.

Por esto los que se dedican á la ense-

— 2G —

fianza, no sólo

deben conocer [os preceptos de

moral; es necesario a d e m á s que sepan

la m á s severa

la relación í n t i m a que

existe entre la manera de ser física del hombre, sus funciones afectivas y sus facultades p s í q u i c a s ; y que, teniendo p r é s e n l e las c o n diciones individuales, sociales y c l i m a t o l ó g i c a s en que cada uno y la colectividad se halla, se identifiquen con la juventud para m o d i ficar el c a r á c t e r , i n s p i r a r l a s mejores costumbres y fomentar aque_ líos ramos del saber que m á s provechosos sean para el individuo y reporten mayores bienes para la sociedad, atendidas la'S condiciones c l i m a t o l ó g i c a s . E n u n terreno estéril n u n c a p r o g r e s a r á la agricultura; las ventajas

que hayan de ofrecernos ios mares exigen

determinados conocimientos que no son aplicables á los c o n t i n e n tes; las artes y l a industria carecen de oportunidad si el pais no suministra las primeras materias y el comercio no puede hacerse contraviniendo los elementos c ó s m i c o s . L a ciencia,

limo

Sr., es u n a : l a recibimos del Autor de todo

lo existente; desarrolla nuestras facultades; nos guia en la m a r c h a progresiva de los conocimientos; contiene al instinto en sus justos l í m i t e s ; nos provee para la existencia material; ensancha el h o r i zorile de l a vida afectiva; nos hace conocer todo lo que nos rodea; nos recuerda el Nosce te ipsum de los antiguos; nos eleva sobre los d e m á s seres; nos sostiene en el breve t r á n s i t o terrenal; y nos manifiesta el m á s allá á que fuimos destinados; pero hasta que le consigamos, h a b r á de existir la mutua reciprocidad entre todos jos componentes del universo. Cuanto pueda

impresionar al h o m -

bre ejerce tal influencia sobre el m i s m o , que se ha de convertir en parte integrante de su personalidad, ha de caracterizar su presente y decidir s u p e r v e n i r . R e p e t i r é , pues: el hombre es p r o d u c to d é l o que come, bebe, respira y siente.. No m o l e s t a r é m á s al Ilustre Claustro y escogido auditorio que siempre ha contribuido á solemnizar esta fiesta con la g a l a n t e r í a que distingue á esta renombrada

Ciudad. Pero antes de abando-

nar esta tribuna, que ocupo acaso p o r última vez, s é a m e p e r m i t í -

iU) dirigir una frase de reconoeiinienio á las E x c e l e n t í s i m a s Corporaciones populares. Trece a ñ o s han Irascurrido desde que el egregio v a r ó n , a l u m no y maestro

de esta Escuela, al que todos conocemos, dió fór-

m u l a legal á la e n s e ñ a n z a libre, cuya necesidad se hacia sentir en España,

que no habla de permanecer indiferente al progreso de

las Ciencias y particularmente de las naturales, adelantos

á l a iniciativa

que deben

sus

individual, base principal de la cultura

alemana. L a E x c m a . Diputación provincial c o m p r e n d i ó la i m p o r tancia de tan benéfica r e s o l u c i ó n , y de acuerdo con la Universidad , no solo facilitó á la juventud el estudio de las carreras que se h a bían suprimido, sino que a m p l i ó las sostenidas por el Estado. E l Excmo. Ayuntamiento, subvencionado por aquella C o r p o r a c i ó n , v i e ne sosteniendo á las Facultades de Medicina y Ciencias físico-químicas y el Gobierno de S. M . ha

sancionado los acuerdos de ambas

Corporaciones, nombrando de Reíd ó r d e n á todos los Profesores con el c a r á c t e r de interinos. E n el breve espacio de tiempo en que se han puesto en p r a c i i e a l o s dos m é t o d o s de e n s e ñ a n z a es m á s eficaz el movimiento científico y literario; las aulas se hallan m á s concurridas; los elenlentos de i n s t r u c c i ó n se multiplican y, para honra de esta Escuela, a d e m á s de los muchos Profesores que se distinguen en todos los ramos de la a d m i n i s t r a c i ó n por sus conocimientos adquiridos en la m i s m a , hombres ilustres, dedicados algunos á la e n s e ñ a n z a oficial y que han alcanzado los primeros puestos de l a Nación, se han investido en ella al amparo de las nuevas disposiciones, de grados a c a d é m i c o s que nos hacen recordar las pasadas glorias de