(Inspirado en el mito de Pandora)

1. Odette salió de la cabina y avanzó entre todos los males que hacían de aquel un lugar desgraciado. Ella se creía preparada, fuerte, pero en ese mom...
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1. Odette salió de la cabina y avanzó entre todos los males que hacían de aquel un lugar desgraciado. Ella se creía preparada, fuerte, pero en ese momento se sintió asustada y frágil, como si su cuerpo estuviese hecho de arcilla, deseó entonces no haber sentido curiosidad por aquello, allí no había nada bueno… solo podía recurrir a la esperanza. (Inspirado en el mito de Pandora)

2. En aquel camino los asaltadores habían encontrado por fin la víctima más adecuada. Un joven solitario, en apariencia cansado y aterrado. Cubierto de sudor y ensangrentado, aunque no herido. Estaba desorientado; claramente aquella era la única vez que había pisado esos caminos. Los bandidos desenvainaron sus malgastadas armas y se lanzaron a su mejor empresa en varios meses. El joven, sabiendo que no estaba en condiciones de enfrentarse a ellos, cerró los ojos, sacó el único objeto que portaba en su zurrón y, cuando los gritos de horror cesaron, volvió a guardar su preciada reliquia y continuó su camino. (Inspirado en el mito de Perseo y la cabeza cercenada de Medusa)

3. Era un día nublado y allí estaba ella, en su habitación, acabando la maleta para aquel viaje al que estaba obligada a ir. Se despidió de su madre, quien, impotente, la miraba con lágrimas en los ojos, sabiendo que no podía hacer nada para que ella se quedara. La joven cerró la puerta de su casa y caminó hasta el final de la calle donde la esperaba un hombre que sería con quien compartiría los siguientes seis meses de su vida. La atenta mirada de su madre seguía cada movimiento que hacía su pequeña; ésta se giró para ver el rostro apagado de su madre una última vez, quien le susurró, con un hilo de voz apenas audible: -Tranquila, mi pequeña Perséfone, te estaré esperando(Inspirado en el mito de Deméter y Perséfone, el rapto de Perséfone por Hades y la sucesión de las estaciones)

4. Alex era una chica que no destacaba mucho, su único problema eran ellas, esas chicas que siempre se metían con ella, la insultaban, le pegaban, se metían con su cuerpo… Alex nunca se había preocupado por su cuerpo pero cansada de no dar importancia a los insultos comenzó a pensar en ello. Pasaban los días y cada vez comía menos, lloraba y se daba asco. A medida que su peso bajaba ella seguía viéndose mal, ya no solo apenas comía, también vomitaba. Lo único que la aliviaba eran los cortes, así era feliz, así el dolor no se centraba en su cabeza, cada corte era un alivio para ella. Cada día estaba más apagada, sus mejillas ya no eran rosas y su piel se había vuelto pálida y sin vida. Asi mes tras mes, con cada kilo que perdía intentando alcanzar la “perfección” iba enredándose en una tela de araña. Fue desvaneciéndose hasta que no quedo nada, pero ahora era feliz, ya no sentía dolor. Aracne desafió a Atenea recibiendo un castigo por intentarse creerse mejor que los dioses. Aquellas chicas recibieron el dolor que Alex sintió por orgullosas y destrozar una vida. (El desafío de Aracne).

5. EL INTREPIDO NAVEGANTE: Un marinero sale con su barco hacia un mar abierto, tenebroso y poco conocido. Los viejos marineros le han advertido de los peligros que encontrara en su travesía, pero él firmemente agarrado al timón se siente capaz de afrontar todos los peligros. Cuando llega a mitad de su viaje encuentra la isla de las sirenas que son mitad mujer mitad pez; con sus dulces cantos atraen a los marineros hasta la rocosa costa de la isla para que naufraguen. El marinero consciente de que no podrá resistirse a sus dulces cantos se ata fuertemente al mástil del barco y gritando por poder liberarse pasa de largo por la maldita isla. Cuando recobra la cordura, retoma su rumbo y llega feliz a su destino.

(Inspirado en el Viaje de Ulises)

6. Hefesto no era nadie, pero cuando su madre lo arrojó por un acantilado, empezó a ser alguien. Cayó a las orillas del Tíber, donde se encontró a Rómulo y Remo y llegó a ser el rey de toda Asia Menor, poco después, fue asesinado por su propia madre volviendo a ser nadie para siempre. Microrrelato inspirado en el mito de Hefesto y de Rómulo y Remo.

7. Los efectos del “Alcohol” Al fin tras los esfuerzos, los exámenes, presiones, estrés… Al fin habíamos tomado el vuelo a aquella isla de lujuria desenfreno, fiesta. Simplemente éramos de ese grupo de amigos que cuando pueden se reúnen y se van de vacaciones a disfrutar y yo, siempre, actuando como el padre de todos ellos y encima seré yo el merecedor de esto, cuando cuantas cosas peores ellos hicieron y yo tonto de mí que por un día de desenfreno perdí mi vida en ello.

Aquella isla nos tenía maravillados, sol, playa, fiestas, mujeres, alcohol… ¿El paraíso? No sabíamos bien donde nos estábamos metiendo, a pesar de las ultimas desapariciones de hombres en la isla no nos pareció preocupar... Una de aquellas noches salimos de fiesta, en uno de esos bares de ambiente conocí a una mujer que bailaba sola en la pista. Tras charlar me invito a dar un paseo y acepte (A pesar de no conocerla ni una hora, sería que me hipnotizó o simplemente fueron las copas). Nos acercamos a la playa no muy lejos de allí.

Nos tumbamos en la arena y allí comenzó a pedirme que me metiera con ella en el agua, ¿Cómo no pude contenerme cuando ella comenzó a cantar con su voz angelical? Nos metimos en el agua sin ropa, y cantó una vez más; su cara se había transformado y su cuerpo igual, mientras se acercaban a mí sus amigas también en el agua, puedo recordar y sentir sus últimas palabras recorriéndome el cuerpo quitándole a este la esencia de vida, “Tranquilo, todo saldrá bien, cierra los ojos y déjate llevar” dijo al tiempo que se me nublaba la mente y mis ojos caían una vez más…

Inspirado en el mito de las Sirenas.

8. Allí estaba Juan delante de su clase, contando a sus alumnos otra más de sus historias, de las que muchas veces toda su familia había sido castigada. Decía que él, a pesar de no poder entrar en su país, no se arrepentía de nada de su pasado. Aquel día, en ese preciso instante, mientras hablaba en su clase, le comenzó a sonar el móvil, no tuvo más opción que salir de clase. Esa llamada parecía importante, un número extraño le llamó... ¡Oh no!... le hacían una propuesta..."si desmientes todas las acusaciones que has hecho hacia el Estado tu y toda tu familia podéis volver a entrar en el país", como iba desmentir todas aquellas acusaciones a cual más verdadera, él solo quería lo mejor para su país, al cual él tanto amaba. No quería eso, si lo hacía iría en contra de su forma de ser. No lo dudó, contestó que no lo haría. Cuando llegó a casa su familia estaba contenta haciendo las maletas. Si Pedro, su hermano pequeño, desmentía todas las acusaciones podrían volver al país. Juan lo único que pensó fue que todo su trabajo hacia la mejora de su país, se había esfumado de la noche a la mañana. (Basado en el mito de Prometeo).

9. Yo con la cabeza al frente, intentando no mirar atrás, no ver si está bien para poder pasar el resto de la vida junto a ella, me veo débil y en un último momento me giro, me giro y la pierdo, como cuando la perdí una primera vez. Pero esta vez el inframundo es para siempre. (Inspirado en el mito de Orfeo y Eurídice)

10. Después de muchas décadas alimentando al furioso Minotauro de mi padre, apareció un valiente y apuesto príncipe, Teseo, del que me enamoré a primera vista. Teseo no era como todos los demás, tenía una gran valentía y estaba dispuesto a matar al Minotauro. Mucha gente pensaba que era imposible, pero yo, cegada por el amor que tenía hacia él, decidí ayudarle para que pudiera escapar del laberinto, una vez que hubiera matado al Minotauro, y más tarde escaparíamos juntos, lejos de mi temible padre. Todo salió como lo acordado, pero un día, después de nuestra fuga, desperté sola en una isla, aun sigo sin saber por qué me había abandonado. A día de hoy estoy casada con Dionisio, que se enamoró de mí desde el primer día. Yo aparento estar bien, pero todavía le sigo recordando. Estoy condenada a ser una infeliz el resto de mis días. (Inspirado en el mito de Teseo y el Minotauro/ Teso y Ariadna)

11. MITO: Notaba su presencias tras de mí, sus pasos sonaban en mi cabeza, me atormentaban, deseaba salir de ahí, huir, esconderme en un lugar seguro, lejos de allí. Aquel siniestro hombre cada vez estaba más cerca, ¿querría hacerme daño? ¿Qué querría de mí? ¿Mi amor? Fuera cual fuera el motivo por el cual me perseguía no me gustaba, no me gustaba nada. Estaba aterrada, podría ser un hombre bueno, pero ¿y si no? ¿Y si era un mal hombre? ¿Y si tenía malas intenciones conmigo? Tendría que quedarme con la enorme intriga porque no podía quedarme, no podía arriesgarme, no, no podía. Así que en cuanto vi aquel gran árbol me escondí tras él hasta que este extraño hombre se alejó. Ahora no puedo dejar de pensar en ¿quién sería? ¿Qué querría de mí? ¿Me seguirá buscando?

12. Era un domingo de invierno, ella estaba frente a la chimenea, estaba pensando cómo sería estar toda la vida con él, cómo serían sus caricias, sus besos mañaneros, sus “buenos días perezosa”, sus abrazos al verla llorar. Pensaba en cómo sería su próximo cumpleaños, en su aniversario, en las horas que les quedaban juntos, riendo, besándose, queriéndose… pero al igual que Orfeo en el inferno, con una mirada hacia atrás en ese mismo instante se acabó todo. Nadie podía describir la pena que ella sintió al comprender que le había perdido para siempre, desde la boda, desde aquel terrible accidente. Sus mejillas quedaron arrasadas por las lágrimas y miró al fuego, hasta que la última llama se apagó, al igual que su felicidad. (Orfeo en el infierno)

13. Había sido una fantástica tarde en la orilla del mar. El sol se escondía, tímido, bajo la infinita marca que separa lo terrenal de lo divino, y, casi como una respuesta, el mar se enrabietaba agitando sus aguas contra las duras rocas que componían el acantilado. Era ya la hora de volver a casa, poder dormir tranquilos mientras en nuestras mentes perduraba aún el sonido del vaivén de las olas. Ella había decidido tumbarse en los asientos traseros del coche, mientras recorríamos el camino de vuelta a nuestro hogar. Yo, recordando lo mucho que adoraba verla dormida, como un delicado y frágil capullo justo antes de que al alba se abra y muestre todo su esplendor, volví la vista atrás para contemplarla. Fue entonces cuando la imprudencia que cometí en aquel momento se cobró su parte, haciendo que otro vehículo que venía en dirección contraria impactara contra nosotros. Yo apenas tenía magulladuras, pero ella se había llevado toda la furia del golpe, y en ese mismo instante, se debatía entre la vida y la muerte. Intenté reanimarla, pero sin éxito, y para cuando llegaron los enfermeros ya era demasiado tarde. Inspirado en el mito de Orfeo y Eurídice.

14. No me dio tiempo a gritarle que no se diera la vuelta, que aun uno de mis pies se encontraba bañado por la sombra de un sauce. Iba distraída con la preciosa música que tocaba con su lira cuando atisbé que estaba girando la cabeza para mirarme, pero cuando abrí la boca las palabras se hicieron un nudo en mi garganta y entonces supe que era demasiado tarde. De repente noté como si una mano gigante me rodeara y tirara de mí hacia el sofocante agujero del que acababa de salir y todo se volvió negro de nuevo, la oscuridad volvió a envolverme en su tenebrosa manta. Sentía que caía en un pozo interminable, sin rumbo fijo, mientras pasaban ante mis ojos imágenes de todo lo que había perdido, de lo que podría haber pasado si él no se hubiera girado a mirarme movido por su deseo de verme, si me hubiera dado tiempo a impedírselo o si hubiera sido más rápida en exponerme a los rayos del sol. Retuve su imagen mirándome por última vez, ya que no quería olvidarle, sabía que no podría volver a verle. Empecé a notar que el aire estaba viciado y mis ojos se fueron cerrando, la imagen empezó a difuminarse y sentí que ahora empezaba la eternidad que pasaría allí encerrada, entre almas, demonios y sufrimiento, de fondo oí una risa grave y burlona, la risa de Hades. Inspirado en el mito de Orfeo y Eurídice.

15. Sigo sin entender cómo me sigo enganchando a una cosa tan simple y a la vez tan compleja; simplemente es un reflejo. Un reflejo que me atrapa y que tal vez no me deja ver la realidad. Y ahí estás tú, aguantando día a día todo lo que puedes. Lo siento, pero no puedo despegarme de algo que llena el vacío que alguien ha dejado, por algo que no me asegura la felicidad. Moriré si hace falta, con tal de que entiendas que, de verdad, me quiero, y no te quiero a ti. (Inspirado en el mito de Narciso y Eco)