III CERTAMEN DE CUENTOS INFANTILES BERTA PALLARES

III CERTAMEN DE CUENTOS INFANTILES “BERTA PALLARES” CABRERIZOS – FEBRERO 2014 CATEGORÍA A Hasta 8 años LA NIÑA EXTRANJERA Había una vez una niña ...
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III CERTAMEN DE CUENTOS INFANTILES “BERTA PALLARES”

CABRERIZOS – FEBRERO 2014

CATEGORÍA A Hasta 8 años

LA NIÑA EXTRANJERA Había una vez una niña llamada Bárbara que tenía ocho años y vivía en Inglaterra. Un día, Bárbara fue al colegio y su profesora les dijo a los niños: - Hoy vamos a aprender una poesía que se llama “Ayer fui al Zoo”. La leyeron y la aprendieron. Les gusto mucho. Cuando se acabó el colegio Bárbara se fue al parque y jugó con sus tres mejores amigas: Alexandra, Casandra y Kate. Jugaron al pilla pilla, al escondite y después del parque la madre de Bárbara le compró un furby. Era de color azul y le gustó mucho. Bárbara ya tenía casi toda la colección de furbys, sólo le faltaba el color azul. Ahora ya tenía toda la colección enterita. Un día los llevó todos al colegio para enseñárselos a sus amigos y cuando llegó a casa se dio cuenta de que le faltaban tres furbys, el color morado, el color blanco y el color coral. ¡Mamá, papá, me han robado! Los padres de Bárbara fueron corriendo donde ella estaba y le preguntaron qué es lo que le había pasado. Me han robado tres furbys en el colegio y ahora estoy muy triste. Sus padres le dijeron que no se preocupase y que ya los encontrarían. A la mañana siguiente, cuando Bárbara llegó al colegio, se encontró que los furbys que ella creía que se los habían robado en realidad los tenían sus tres mejores amigas: Alexandra, Casandra y Kate. Ellas habían encontrado los furbys en el colegio y los habían recogido para Bárbara. Bárbara se dio cuenta de que se había equivocado al pensar que alguien le había robado sus furbys. Desde entonces fueron las mejores amigas del mundo.

Miranda Iglesias Alonso (7 años)

SÚPER PATATA Y EL MAR DE LA PASTA Súper Patata navegaba por el Mar de la Pasta en busca de nuevas aventuras. De repente, en el horizonte, vio un objeto con catorce cañones, siete en cada lado. Era el gran portaviones de uno de sus grandes enemigos: el Duque de los Espagueti. Súper patata y su tripulación se lanzaron al abordaje. Hubo una gran batalla. Saltó mucho tomate por los aires (en el mundo de la comida el tomate era la sangre). -

¡Sólo podemos ganar nosotros! – exclamó un soldado.

-

¡No podréis con nosotros! – gritó otro.

Al final solo quedaron dos de ellos: el Duque de los Espagueti y Súper Patata. Hubo bastantes choques. Pasaron muchas horas hasta que Súper Patata dio un golpe tan fuerte con su mandoble que ambos perdieron las espadas, que cayeron al mar. Segundos después, empezaron una pelea a puñetazos. Súper Patata lanzó su Rayo Patata y paralizó a su contrincante. En ese momento llegaron fuerzas a favor del Duque de los Espagueti (muchos se quedaron en la bodega por si acaso acababan con los demás). Pero sucedió algo que nadie se esperaba: llegó el Gran Calamar, otro enemigo de Súper Patata. El Gran Calamar quería vengarse de él por lo que le había hecho en una anterior aventura. En un instante se zampó de dos bocados el barco del Duque de los Espagueti. A los soldados, a Súper Patata y al Duque de los Espagueti les dio tiempo a saltar al mar. El Gran Calamar solo quería a Súper Patata, de modo que con uno de sus grandes tentáculos le agarró y se lo llevó a su guarida. Ya en la guarida del Gran Calamar empezaron otra batalla: Súper Patata versus el Gran Calamar. Se desarrollaron escenas de ataque y defensa, la energía de ambos era increíble. El Gran Calamar utilizó su ataque tintorro demasiadas veces y eso tuvo consecuencias desagradables para él: se quedó sin tinta en su reserva. Aprovechando aquella circunstancia, Súper Patata se lanzó al ataque. Tan fuerte fue el choque que el Gran Calamar cayó al mar y se ahogó. -

¡Adiós al Gran Calamar!

Súper Patata, contento de haber cumplido su cometido, construyó un nuevo barco y consiguió una nueva tropa.

Miguel Ramos Martín (8 años) Cuento Ganador

LA OSA POLIS Érase una vez, una osa polar llamada Polis. Polis vivía en Alaska. Ella se dio cuenta que su barriga se hacía cada vez más grande .Entonces, sintió unas pataditas en su barriga .No había duda, estaba embarazada de dos meses. Polis invernó seis meses hasta que llegó el parto .Le enseñó a defenderse y le educó .Le llamo... Álex. Un día, la mamá tuvo que salir de la cueva a buscar comida, y dejó a su osito un ratito, no podía tardar, porque el osito tenía que mamar. Como todos los ositos pequeños, estaba impaciente y salió para ver si su mamá venía. De repente, un águila se le acercó y se lo llevó volando a su nido. Entonces, en un descuido del águila, Álex se escapó trepando hacia abajo del árbol. Se escondió en una cueva y se pasó toda la primavera durmiendo .Cuando se despertó, se dio cuenta de que estaba en el bosque de Tailandia. Álex, estaba sorprendido y sentía miedo. Le habían trasladado unos hombres porque el osito estaba enterito de barro, y se confundieron con un osito pardo, y no debía estar ahí. Los osos pardos viven en el bosque. Álex caminaba y caminaba, sin parar... Álex vio a un Koala que le dijo: -¿No eres muy pequeño para andar solo en el bosque? - Sí - dijo Álex - pero es que no encuentro a mi madre -. - Vaya, yo conocía a una Polis, pero era blanca, es una osa polar, y tú eres un oso pardo. -¿Qué es un oso pardo?-pregunto Álex - Un oso pardo es el animal más temible del bosque y no es blanco...es marrón dijo el Koala como enfadado -¿Cómo te llamas? - Me llamo...Elvis - Me gusta ese nombre.-dijo Álex Se divirtieron mucho y se hicieron buenos amigos. Un día de mucho calor fueron a un río y el koala se tiró desde lo alto de un árbol e hizo bomba. Pero Álex, que le gustaba poco el agua, metió un dedito de la pata, resbaló y se cayó de lleno al río. -Ah, que fríaaa estaaa.-dijo Álex

-Oye Álex, que es lo que te está pasando...te estás volviendo blanco-dijo el Koala Entonces se dio cuenta que lo que le había dicho Álex era verdad, era un OSO POLAR¡¡¡¡ Los guardabosques lo vieron y rápidamente lo trasladaron a Alaska. Álex abrazó a su madre al verla en el hielo, cuando de repente, una bolita blanca salió de atrás de su mamá, y dijo: -Mira, este es tu hermano, y se llama Loki.Había pasado tanto tiempo, que tenía un hermano, y vivieron felices y comieron perdices.

Joel Pujol Marchán (8 años)

PILI LA TENISTA Érase una vez en una ciudad vivía una niña llamada Pili. Pili era diferente porque tenía una discapacidad llamada Síndrome de Down, pero le gustaba mucho el tenis. Un día decidió que era hora de probar si podía jugar al tenis, ya que ella pensaba que su discapacidad no iba a poder con ella. Al principio le costó muchísimo porque tuvo, primero que aprender a leer y a escribir, a saber dónde está la derecha y la izquierda y muchas cosas más, pero Pili pensaba que tenía que demostrarle a la gente que aunque tengas una discapacidad, si lo intentas, puedes conseguirlo. Un día Pili aprendió todo eso y entonces sus padres le dejaron jugar al tenis de competición para ir probando. Lo hizo tan bien que consiguió su primera medalla. Entonces Pili fue consiguiendo más medallas y al final fue la primera del mundo y con eso demostró a las personas que aunque se tenga un problema puedes llegar a conseguir muchas cosas y si lo intentas, tus sueños se harán realidad.

Claudia Parra Crespo (7 años)

EL COLEGIO ENCANTADO Un día de febrero, la clase de 3ºD estaba sola en el colegio, no había ningún profesor y todos los niños estaban asustados. De repente, a una niña llamada Alejandra se le ocurrió una cosa: “Nos dividiremos en dos grupos, primer grupo: Amanda, Álvaro, Mirella, Ágata, Raquel, Elena, Sergio, David y Manuel. Segundo grupo: Irene, Pablo, Alejandra, Carmen, Sandra, Mario, Javier, Alonso y Mikel”. El primer grupo se fue a la clase de 5ºD para ver si había un móvil para llamar a la policía y no encontraron ningún teléfono. El segundo grupo se fue a secretaría, pero de repente se escuchó: “¡Aaah!... Se reunieron todos en el pasillo muertos de miedo y Pablo se dio cuenta de que faltaba Álvaro. Para que no volviera a desaparecer nadie a Manuel se le ocurrió otra idea: “Ahora iremos todos en un grupo” y fueron a la clase de 1ºD. “¡¡Buuuuu!! Saltó Álvaro con la cara pintada de rojo y con tiza en las manos. Decidieron quedarse a dormir, pusieron las mesas alrededor de ellos e Irene propuso: “Quien tenga la mochila blandita le servirá de colchón y de almohada”. Pero de pronto se oyó “toc, toc, toc, ¿hay alguien ahí?” Corrieron todos y vieron a sus padres y a sus madres. ¡Qué alegría verlos! y se fueron todos a sus casas a dormir.

Irene Rosado García (8 años)

EL DUENDE TIRITÓN El duende Tiritón sólo sale en primavera porque salen las flores y él se lo pasa muy bien jugando con las flores. Una vez salió en invierno porque quería ver que pasaba. Esperó un rato y empezó a nevar. Se sorprendió de la nieve y buscó una amiga duende de invierno. La encontró y jugaron a tirarse bolas de nieve. Tiritón tenía mucho frío y ya se acostumbró y fue un duende de nieve.

Ana Sánchez Santero (5 años)

LA AVENTURA DE DINO Y CLARA Dino y Clara vivían en la selva con sus padres Juan y Patricia. Un día, sus padres se fueron a pescar y Dino y Clara salieron a explorar la selva. Se encontraron a un tigre feroz que no les atacó porque conocía a un búho sabio que le había dicho que no se podía comer a los habitantes de la selva. Se hicieron amigos y le llamaron Feroz. Feroz les dio un paseo por la selva montados en su espalda. Vieron un mono que estaba saltando en una rama de un árbol, un hipopótamo que estaba pescando con los dientes, etc. Cuando regresaron sus padres no los encontraron y empezaron a buscarles por la casa. Como Dino y Clara tenían un reloj, se dieron cuenta de la hora y dijeron a Feroz que les llevara a su casa a dormir porque tenían sueño. Sus padres les vieron montados en el tigre y les preguntaron que dónde habían estado. Dino les contestó que Feroz les había llevado a dar una vuelta por la selva y que era amigo suyo. Luego, como era tarde, cenaron pronto y se fueron a dormir. El tigre se fue con su manada y quedaron el quince de agosto porque era el cumpleaños de Dino y el veinticuatro de septiembre porque era el cumpleaños de Clara.

Manuel Sánchez Santero (7 años)

LAS AVENTURAS DEL DETECTIVE SABUESO Bidá se levantó y fue corriendo a casa de su amigo Manchitas. Los dos llamaron a Rosita. Y los tres se reunieron en su cobertizo. Bidá pensó: “Hoy es otro miércoles sin hacer nada” Manchitas le leyó el pensamiento y dijo: “A lo mejor en el banco del pueblo hay alguna novedad” – propuso. Y los tres se fueron al banco. Cuando llegaron buscaron al Señor Wolf, el subdirector del banco. Lo encontraron en un cuartillo con solo una puerta, amordazado y atado con grandes cuerdas. Manchitas, sin pensarlo dos veces, se abalanzó a morder las cuerdas pero... justo detrás de ellos estaba un ladrón camuflado de negro, ¡pero no llevaba armas!. Rosita y Bidá lo distrajeron mientras Manchitas mordía las cuerdas. Una vez que Wolf estuvo desatado y el ladrón en la calle, Bidá le preguntó a Wolf: -¿Cómo has llegado a esta situación? Wolf no respondió y Manchitas cambió de tema. Wolf les prometió que les ayudaría a pillar a ese mostrenco. Los tres perros se fueron al fuerte. Una vez allí Bidá escribió en su libreta: ¿Por qué el ladrón no tenía armas? Los tres se fueron a la ciudad a investigar el caso. Rosita, como siempre, se quedó en el salón de belleza. Al cabo de una hora Manchitas y Bidá encontraron unas huellas misteriosas que conducían al banco. Bidá volvió a escribir en su libreta la nueva pista: Las huellas misteriosas conducen nada menos que al banco. Bidá y Manchitas las siguieron y entraron en el banco, ¡las huellas conducían a la mesa del director Baxter! Pero en la mesa no había nadie. Por su instinto encontraron una habitación por la que continuaban las huellas. Manchitas usó sus polvos para identificar huellas dactilares y la persona correspondía al ¡Señor Baxter! Bidá escribió en su libreta: Culpable-Sospechoso=Señor Baxter. Los dos fueron a avisar a Rosita pero cuando iban a salir del cuartillo se encontraron al otro lado de la puerta al Sr. Baxter con el disfraz de ladrón en la mano. Bidá le preguntó: - ¿Por qué amordazaste al Sr. Wolf?

En ese momento aparecieron Rosita y Wolf y éste le preguntó: - ¿Por qué lo hiciste? Baxter respondió: - Porque tú tienes amigos que te quieren y pensé que aunque yo soy el director mi jefe no me deja despedirte. Por eso intenté ensuciar tu nombre. Y lo habría conseguido de no ser por estos perros entrometidos.

Carmen Merchán Ramos (8 años)

CATEGORÍA B De 9 a 12 años

LA TELE QUE PERDIÓ SU MAGIA Érase una vez una tele mágica que encantaba a niños y mayores. Estaban todo el día viéndola, desde que se levantaban hasta que se dormían. Los niños veían dibujos animados, los mayores veían documentales, películas de cine... Un día la tele se encendió ¡pero no vio a nadie! Se levantó, miró a un lado y vio que los niños estaban jugando al fútbol en un campo con una hierba verdísima que les aplaudía mientras daban patadas al balón. Miró a otro lado y vio que las niñas estaban saltando a la comba en el jardín de enfrente, que tenía unos árboles preciosos y el viento les susurraba canciones en sus saltos. Y se enteró que los mayores estaban fijos en su peor enemigo: el ordenador. Todo a su alrededor estaba lleno de distracciones: tablets, móviles, bicicletas de montaña... que no dejaban que se acercaran a ella, ¡había perdido su magia! - ¿Pero qué estaba pasando, por qué nadie me hace caso? – se preguntó ella. Así pasaron los días y mientras los mayores hacían trabajos con el ordenador (que también era mágico) ella, sin que nadie se enterara, le sacaba la lengua a éste. Pero se sentía mal porque ya no se acordaba de porqué estaba enfadada con él. Sólo sabía que desde 2010 estaban... ¡¡¡ENFADADOS!!! Entonces, esa misma noche, decidió despertarlo e intentar hacer las paces con él. De repente, se le vino una idea a la cabeza. Como era grande pensó que le iba a poner un video pidiéndole perdón. Fue un vídeo súper bonito. La tele le hizo una fiesta con globos y una gran tarta en la que ponía: “Perdón, te quiero”. Llamó al ordenador, que se enfadó mucho porque le habían despertado; pero se llevó una sorpresa enorme y estaba tan contento que se puso a gritar y a buscar música en internet. - ¡Aaaaah! ¡Qué divertido! Todo esto me encanta – gritó él. Y la tele respondió: - Menos mal. Porque me ha costado mucho montarla. Mira, se que estamos enfadados pero me gustaría que nos perdonáramos. - Vale, pero... ¿oye, tú te acuerdas de por qué estamos enfadados? - No, esperaba que tú me lo dijeras. - Ja, ja, ja- se rieron los dos. Los dos se perdonaron y se abrazaron y rieron con todos los demás aparatos y lo más importante, nuestra amiga tele descubrió que no siempre debía ser el centro de atención.

Cuando la veían ella se alegraba. Cuando hacían otras cosas también porque aunque no estaban con ella, ya tenía otro amigo: el ordenador. A veces hablaban de los videos más populares de You Tube y otras de las mejores series de la tele. A veces sabía más la tele y otras veces sabía más el ordenador. La tele recuperó su magia y además encontró la amistad, y vivió feliz para siempre.

Sara Jiménez González (10 años)

EL IPAD MÁGICO Érase una vez un niño muy travieso y juguetón cuyo nombre era Diego, le gustaba mucho el fútbol, el béisbol, el boxeo, el tenis y el baloncesto. Sus padres eran divertidos, graciosos... pero él no se conformaba con lo que tenía, siempre les decía a sus padres: “me podéis comprar una tablet, un ipad, un móvil...” Los padres de Diego siempre le compraban los caprichos que quería y un día pensaron que lo que quisiera se lo tendría que comprar él. Un día el padre se lo comentó a su hijo: - Hijo, tenemos que hablar de una cosa seria, desde este mismo instante vas a comprar las cosas tú con tu dinero, para ganar dinero tendrás que portarte bien, haces lo que te digamos... y luego tu madre y yo, pensaremos qué recompensa te llevarás esa semana, y así desde ahora en adelante. Cuando tuvo 16 años y había ahorrado bastante dinero quiso comprarse algo. Al día siguiente fue a una tienda de aparatos electrónicos y cuando vio el ipad nuevo que habían sacado que era un modelo carísimo sacó todo el dinero y se lo dio a la dependienta. La chica le dijo que costaba menos de lo que le había entregado y se puso contentísimo porque pensó que costaría mucho más de lo que tenía, y empezó a mirar para su ipad un USB, unos cascos... Escogió una funda para el ipad y puso todo el dinero en el mostrador. La dependienta le dijo: - No se lo digas a nadie que hemos tenido esta conversación porque este ipad es mágico. El chico se quedó tan asombrado que casi le da un patatús y dijo: - ¿Cómo? como si no hubiera entendido nada de que nadie supiera nada de este asunto. - ¡Silencio! exclamó la chica, esto tienen que quedar entre nosotros. Cuando Diego volvió a casa empezó a observar el ipad que había comprado para ver si tenía algo mágico a simple vista, pero nada, se descargó algunos juegos y cuando entró en el primero, que se llamaba “Minecraft”, quiso estar en el juego. Al instante no sabía dónde estaba, abrió los ojos y estaba todo oscuro. - Estoy en la nada – dijo, y se puso a llorar. Cuando ya habían pasado cinco minutos empezaron a aparecer unos recuadros con dibujos dentro. El chico exclamó: - Oh, no estoy en el juego pero por otra parte esto va a ser una pasada.

De repente apareció una chica esbelta, alta, delgada... - Hola ¿cómo te llamas? Mi nombre es Diego. - Yo me llamo Violetta, encantada de conocerte. Al instante Diego se percató de que ya conocía a aquella muchacha y al final se dio cuenta que era una chica famosísima que había hecho conciertos, una serie... -¿Cuál es tu sueño? Le preguntó Diego a Violetta. - Ya lo tengo todo, no necesito nada y ¿cuál es el tuyo? - Ser cantante, y tú ¿eres la cantante y actriz de Violetta Martina Stoessel? - Por supuesto, yo me encuentro aquí por dos cosas. La primera es porque he comprado un ipad mágico según la dependienta, me he bajado el juego “Minecraft” y he deseado estar aquí, por supuesto aquí estoy y, lo segundo, estoy buscando a un cantante para la serie. - ¡Podría ser yo! He compuesto muchas canciones y las he cantado en público. - No me basta, tengo que comprobar que eres bueno cantando. En cuanto salgamos de aquí te llevaré a mi camerino y me cantarás una canción que habrás compuesto. Pensaron cómo salir y por fin a Diego se le ocurrió una idea: - Verás, en este juego cuando vences a todos los monstruos ganas la partida, a lo mejor podríamos intentarlo para salir de aquí. Antes de que empezara la partida se pusieron unos trajes especiales para no recibir golpes muy fuertes. Cuando salió el primer monstruo Martina en vez de gritar exclamó: - Franchesca, ¿qué tal? desde la última escena de Violetta no nos hemos vuelto a ver. - Estoy haciendo la lucha de los monstruos para intentar salir de aquí porque he comprado un ipad mágico y fíjate, creo que nos ha pasado lo mismo. Estoy aquí con algunos compañeros de rodaje: Jorge, Camila, Andrés y Natalia. Pero entonces, si no hay monstros, ¿cómo vamos a salir de aquí? - Ya lo sé, voy a cantar, porque es otro remedio para ganar la partida, que eso también a veces funciona, exclamó Diego. Y empezó a cantar una canción que había compuesto él llamada “Yo soy así”. Cuando acabó la canción los chicos/as de Violetta se quedaron impresionados y decidieron darle el puesto que faltaba en la serie. Diego no se lo podía creer, iba a trabajar con su ídolo en una serie juntos. Al cabo de un minuto empezó a rodearles una

luz amarilla y al instante aparecieron todos en el camerino de Violetta, Diego llamó a sus padres para que no se preocuparan por él. Cuando llegaron al camerino de Violetta le dieron un abrazo y Diego les comentó que de ahora en adelante se conformaría con todo porque es que completamente lo tenía todo: unos padres que le querían mucho, su sueño hecho realidad... Y se dio cuenta de que no necesitaba un ipad, un móvil, una tablet. Y nunca más se quejó de lo que no tenía.

Elena Colorado González (10 años)

LAS VACACIONES DE MI PADRE Nadie del autobús lleva puesto el cinturón, yo sí, por si acaso. Observo la concentración que tiene el conductor en la carretera, intento copiar todos sus movimientos; hago que muevo el volante hacia la izquierda, acelero, freno poco a poco y el autobús para; he llegado a mi casa. Seguro que mi padre conduciría mejor que el conductor si siguiera teniendo el coche, pero mis padres dicen que andar es más sano, y lo que ellos dicen va a misa. Entro en casa, mi madre me ayuda a quitarme la chaqueta y hablamos sobre que tal me ha ido en el colegio, cuando la conversación termina se dirige a la cocina para continuar preparando patatas cocidas por enésima vez. Yo la sigo. Para sorpresa mía, mi padre está poniendo la mesa. Él es muy alto y como sólo le llego a la altura del ombligo, tengo que mirar hacia arriba para verle los ojos, le pregunto que por qué no está trabajando, él se sorbe los mocos con un pañuelo y antes de que conteste mi madre le acaricia disimuladamente la espalda y continúa haciendo la comida. Mi padre me dice que está de vacaciones. Ahora mismo tengo una sonrisa grandísima porque eso significa que tendremos playa, helados, piscina. Las vacaciones de mi padre se hacen cada vez más largas, pero veo algo raro en ellas. No hemos ido a la playa, con lo mucho que me gusta a mí hacer castillos de arena. Mi padre ya no sale de casa, utiliza un pijama viejo que le regalaron los reyes hace mucho, ya no se pone camisas ni vaqueros. Últimamente lee mucho el periódico, ya que no tenemos internet, él busca algo que llama ofertas de trabajo, noticias relacionadas con su empresa o algo así. Imagino que se preguntará cómo le irá a la empresa ahora que él está de vacaciones. Estas vacaciones no son como las que yo quería, ya entiendo porque no hemos ido a la playa, estaba claro; mi padre vendió el coche. Cuando mi madre me abraza en el sofá oigo su respiración, y a veces sus sollozos, lo mismo pasa con mi padre, él llora también. Espero que no sea por mí, a lo mejor son adivinos y saben que hoy la profe me ha reñido. Acabo de terminar un dibujo para mamá, ya que hoy es su cumple. Sostengo el dibujo con las dos manos y me lo escondo detrás. Cuando estoy a punto de dárselo, alguien llama a la puerta. Esperaré a que se vayan y se lo daré. Mientras tanto, me asomo por la ventana, son dos hombres muy bien vestidos, llevan trajes oscuros con corbatas y sujetan con fuerza sus maletines. Ellos les entregan a mis padres unos

papeles y se van. Cuando mis padres entran no parecen ellos, sus ojos lloran. Como no me gusta verlos llorar, me voy a mi habitación con mi dibujo. Los hombres oscuros con maletines han venido ya varias veces, siempre que vienen mis padres lloran y se ponen muy tristes. Creo que esos hombres traen malas noticias, pero no se cuales. Aunque he oído decir a mis padres algo sobre nuestra casa, a lo mejor como les gusta mucho nuestra casa se la quieren quedar… Hay un concurso de cuentos en mi ciudad y mi profe nos ha dicho que quien gane irá a Disneyland París y como yo quiero ir, me voy a presentar. He terminado el cuento en clase y lo he llamado: “Los hombres oscuros”. No me hago muchas ilusiones porque mis compañeros dicen que se presenta toda España y eso es mucha gente. Poco a poco me doy cuenta de que en mi casa empiezan a faltar cosas y la nevera está cada vez más vacía. Ahora se porque mis padres están tristes y porque el buzón está lleno de cartas, lo que pasa es que se nos está acabando el dinero. Hoy ha sido el mejor día de mi vida, mi profe me ha dicho que he ganado el concurso, y eso quiere decir que me voy a Disney Land con mi familia. No es una broma porque me han dado un papel en el que pone mi nombre en grande y algo más sobre Disney… He llegado a casa, hemos comido patatas cocidas y cuando el silencio se ha adueñado de la cocina, he aprovechado y se lo he dicho a mis padres, ellos me han dicho entre otras muchas cosas bonitas que están orgullosos de mí. Poco a poco se acaba este día tan fantástico. Lo he pensado mucho y sin consultarlo con mis padres he decidido cambiar mi viaje por alimentos que llenen mi nevera para dejar de comer patatas. Ha pasado una semana desde que coloque carteles en el colegio que ponían: “Hola, me llamo Héctor tengo 7 años y cambio un viaje a Disney Land por alimentos para llenar mi nevera.” Gracias. Alguien ha llamado a casa muy temprano sigo aún en la cama, no quiero bajar todavía, tengo sueño. Mi madre no tarda en abrir y en llamarme a pleno pulmón. Cuando bajo, la casa está llena de gente que debo haber visto en la puerta del colegio porque me suenan sus caras, ellos han venido en una furgoneta repleta de comida. Mis padres me abrazan con toda su fuerza, siento que están felices, ellos me quieren mucho. Por primera vez yo también lloro, pero de una manera diferente que nunca me

había pasado; lloro de alegría y pienso que por fin el día acabará bien; hoy no comeremos patatas y los billetes a Disney están todavía sobre la mesa.

Blanca Martín Hernández (12 años) Cuento Ganador

UN GIRO INESPERADO - ¡Qué bien! Ya es sábado. Exclamaban todos los chicos y chicas de mi clase, algunos ya estaban hablando para quedar el fin de semana. Pero yo pensaba en otras cosas. Nos juntamos como todos los días algunas de mis amigas para irnos andando a casa. Ricky hoy estaba distanciada, no le apetecía hablar con nadie. Me preocupé, siempre había sido una niña muy animada, pero hoy no parecía la misma. Carlos, su mejor amigo, estaba en una esquina con ella intentando animarla todo lo que podía. Pero no daba resultado, parecía angustiada. Me acerqué a ella, caí al suelo y me apoyé en su hombro, con voz de niña pequeña le dije: - ¿Cómo es que hoy estás tan aburrida? Esto no puede ser. Nada, ni movió un solo dedo. Al día siguiente la invité a dormir a mi casa. Ella vino algo más entusiasmada. Por la noche estuvimos hablando. Por la noche Ricky me despertó y con voz muy seria me dijo: - He hecho algo muy estúpido Vanesa. Yo, sin saber que decir, le pregunté: - Y ¿me lo puedes decir? - Sí, pero prométeme que me ayudarás sea como sea y no se lo dirás a nadie. - Te lo prometo. - Creo que estoy embarazada, mañana tengo cita con el ginecólogo. - ¡¿Qué?! - Es de Carlos, todavía no se lo he dicho. - Pero, ¿qué dices?. ¡Estás loca! Al día siguiente la acompañé al ginecólogo, le hicieron ecografías y lo demostraron. Estaba de tres meses. Yo, atemorizada de perder a mi amiga, hablé muy seriamente con ella. - ¡Ricky, tienes que tomar una decisión! O tienes el bebé con dieciséis años o abortas. Y nadie tendrá que saber nada de todo esto. Tú verás. - No sé, tener un hijo a nuestra edad es muy fuerte. Pero tampoco quiero perderlo. - Mi hijo no es y, por lo tanto, no es mi decisión.

Ricky desapareció unos meses. Y me preocupé muchísimo. Pero me llamó un día como cualquier otro. Me dijo que quería quedar para volver a vernos. Yo acepté sin pensarlo, no sabía qué decisión había tomado. Pero pronto lo descubriría. Quedamos en un bar del pueblo. Y allí apareció con un carrito, donde una criaturita, con ojazos verdes y pelo rubio dormía como un angelito. Me sorprendí al ver aquel bebé y a su madre, ésta estaba muy cambiada desde la última vez que la vi. - Hola, así que has tenido el bebé. - Sí, no podía dejarlo. La he llamado Vanesa. - ¿En serio? Le has puesto el nombre por mí. - No podía hacer menos. - Vanesa, no puedo seguir con ella. Sólo como y duerme y yo no me puedo pasar toda la vida así. De su bolso sacó una pistola, todo el mundo de aquel local se calló y la miraron con temor. - Ricky, ¿qué haces? - Lo siento. Y se puso delante de la cabeza aquel objeto que en menos de un segundo dejaba sin vida a un ser humano. - Adiós, cuídala muy bien. Y acabada esta frase apretó el gatillo de la pistola. Su cadáver cayó al suelo con los ojos abiertos y sus manos rígidas. Así acabo la vida de mi mejor amiga. Y dejándome a cargo de su hija me rompió el corazón. Pensé varias veces en darla en adopción. Pero no podía, su madre me la había encargado a mí, con diecisiete años.

Jimena Blázquez Mateos (10 años)

UN VIAJE HACIA LA LIBERTAD En un pequeño hogar vivía un ratón. Su madriguera estaba junto a una perrera. En ella había muchos perros y gatos. La perrera era de un viejo señor que trataba muy mal a los perros, les gritaba y les tiraba la comida. Un día el ratón vio como les trataba de mal. Se sentía mal por los perros, les quería ayudar, pero no sabía cómo. Esa misma noche, cuando volvió a casa después de estar con su familia, el ratón vio un anuncio en el que ponía: “Exterminadores de plagas”. El pensó que podría pasar lo mismo con su familia, entonces se decidió, empezó a planear cómo liberar a esos pobres animales. A la mañana siguiente tenía un plan listo, tenía que conseguir la llave de las jaulas en las que estaban los perros y gatos, pero no sabía cómo. Las llaves las llevaba aquel señor tan grande y peligroso para él, además pesarían demasiado. Paseando por el parque vio una golondrina posada en la rama de un árbol. Pensó que aquella ave podría coger las llaves y abrir las jaulas. Entonces se subió en aquella rama y le preguntó: - ¿Me podrías hacer un pequeño favor? La golondrina, muy orgullosa, le contestó: - Depende de qué se trate ese favor. El ratón le dijo: - Es un poco peligroso, tienes que coger al vuelo unas llaves del dueño de la perrera. La golondrina, muy asustada, dijo: - ¡Ni hablar, no voy a arriesgar mi vida por unos cuantos chuchos! El ratón dijo: - Yo tampoco lo voy a hacer. Escucha mi plan, yo le morderé el dedo gordo del pie y mientras me persigue, tú le quitarás las llaves. La golondrina, más tranquilizada, aceptó. Esa misma tarde el ratón fue a avisar a los perros, les dijo que al día siguiente les sacaría de allí y huiría con todos hacia la libertad. Todos estaban de acuerdo con él y se prepararon para el día siguiente. Por la mañana, el ratón fue al parque y se encontró con la golondrina. Le contó su nuevo plan y se montó sobre ella. Volaron hasta la perrera y allí se separaron. La golondrina se metió por el conducto de ventilación y subió al despacho donde estaba el

señor en su vieja mecedora roncando profundamente. La golondrina se apresuró, cogió las llaves y abrió una pequeña ventana. El ratón entró y con cuidado de no hacer ruido se subió al pie del señor y le metió un buen bocado en el dedo gordo del pie. El viejo señor dio un brinco y empezó a correr rápidamente persiguiendo al ratón por el edificio. La golondrina abrió la puerta de la jaula más pequeña, que era la de un pequeño minino negro. Él le pidió ayuda para abrir las otras jaulas. Rápidamente ya estaban todas las puertas abiertas, excepto la salida. La golondrina le dijo a un gran perro mastín que abriera la puerta. El perro la abrió, el ratón apareció corriendo y detrás iba el viejo hombre. Cuando vio a todos los perros y gatos se dio la vuelta y echó a correr. El ratón escapó con todos los perros y gatos hacia la libertad.

Marcos Escudero Ollero (11 años)

EL BOSQUE MÁGICO Un día, en una aldea llamada Lantila en el Polo Norte, era el cumpleaños del primo de unos niños que vivían en la aldea. Se dieron cuento de que no tenía regalo para Louis, que así se llamaba su primo. Su madre, que tenía cosas que hacer, no podía ir a comprar el regalo ni al cumpleaños de su sobrino; les dijo a sus doce hijos que tendrían que ir ellos solos a la tienda, también le dijo al hermano mayor llamado Diego que no hablaran con desconocidos por el camino y así los dejó marchar. En el camino llegaron a un cruce y por eso le preguntaron a un leñador por dónde tenían que ir. Les indicó un pequeño sendero a su izquierda y por allí se fueron. Pero el leñador les mintió, en realidad se encaminaban hacia un tenebroso bosque a las afueras de la aldea. Allí se perdieron ya que el camino se cortaba y no supieron retroceder. Ya casi desesperada Laura, la más pequeña de todos, se sentó en una roca a descansar y un portón de granito se abrió y apareció una cueva. Sergio, el más valiente, entró en la cueva y descubrió que en realidad era la entrada a un reino de elfos. ¡Resulta que eran los de Papá Noel! Los niños, más tranquilos, entraron. Un elfo le preguntó a Clara qué hacían y ella le contó la aventura que habían tenido. El elfo, muy amable, les dio un juguete de los que había fabricado, luego los llevó a su aldea y allí les dieron algo de comer y cobijo para pasar la noche. Su madre se asustó mucho al ver que sus hijos no llegaban a casa pero ella sabía que estarían bien ya que eran lo suficiente responsables. Al día siguiente, los niños salieron a tomar un poco de leche de coco y galletas que era el desayuno favorito de los elfos. Por la tarde se despidieron de ellos y con el juguete que les dio aquel elfo se fueron a su casa ya que sabían que su madre estaría preocupada. Cuando llegaron, su madre les dio un abrazo a cada uno y les dijo que debían irse al cumpleaños de su primo. A la vuelta le contaron a su madre lo ocurrido en el bosque y le dijeron que si podían volver. Su madre les dijo que sí y se encaminaron hacia el bosque. Allí les sucedió lo mismo, Laura se volvió a sentar en aquella piedra y entraron.

Se hicieron muy amigos de los elfos y volvieron a jugar muchas veces. Todos los años, una semana antes de la Navidad, los niños desaparecen de la aldea y van a ayudar a sus amigos los elfos a fabricar los regalos para Papá Noel.

Carlota Montero Colorado (9 años)

LA DETECTIVE MELODY Hola, yo soy Melody, la detective de la clase de 6º de Primaria. No soy muy famosa, ni lo quería, ni que me admiraran como a mi contrincante Anaïs, niña rica de la clase y la envidia del resto de las niñas. Bueno, dejemos ese tema para luego, os voy a presentar a mi familia. Es un poco cutre comparada a otras familias pero es mi familia y la quiero mucho. Mi madre se llama Sonia y mi padre se llama Juan. Vivimos muchas aventuras en mi casa como jugar al ajedrez (sólo nos lleva dos horas) y lo más emocionante es hacer deberes (no sé cómo no salto de alegría). Como todas las niñas tengo que ir a la escuela, estudiar, hacer los deberes...y ese tipo de cosas y eso no mola para nada, y qué decir de los exámenes sorpresas, olvidarte algo en casa...al grano, el caso es que desapareció un libro. - Este será mi caso- pensé, y no tardé en actuar, parecía “Rayo McQueen”, pregunté por todas partes pero ni rastro. Asi que busqué pistas y encontré un rastro de letras y números, los seguí y adivinar quién fue, era Anaïs. Qué raro, quién no se lo esperaba ya que al niño que le robó el libro estaba sacando mejores notas y le estaba quitando protagonismo. Y por fin hora de salir de aquí, ¡recreooo!, me fui con mis amigos los pringados que a veces me dejan tirada pero luego me lo recompensan. - ¿Te has enterado detective Melody? – me dijo Jackson, el niño que me gustaba. - ¿De qué? – contesté yo. - Le han robado a Anaïs – dijo. - Y que más da, seguro que ha sido ella misma para llamar tu atención porque le gustas a todas las chicas – le contesté sin darme cuenta de lo que decía. - Dice que te pagará lo que sea. Y, otra cosa, si le gusto a todas ¿te gusto a ti? – me dijo en plan chulo. - Me pagará lo que sea ¿eeeehhh? Luego hablamos Jackson. Y sin sentido me fui. Me encontré a Anaïs en clase llorando y me dijo que sus padres la matarían si no lo encontraba y le dije que le costaría diez pavos. - Te los doy si los encuentras rápido – me dijo ella en tono de que no me va a pagar ni un céntimo.

- ¿Cómo que los? Solo uno, si no veinte pavos baby – le contesté yo. - Sí, me tienes que buscar mi mochila y mi camiseta divina de la muerte – me dijo. Me dirigí a objetos perdidos y ahí estaba la camiseta (que desastres somos todos los niños de esta edad). Luego fui a todos lados en busca de la mochila y tuve la sensación de que era una trampa, pero entonces ¿por qué me pagaría? ¿y por qué lo hace? Las preguntas se quedaron en mi cabeza y nadie me las quitaba hasta que tuve una brillante idea que lo podía resolver (o eso pensaba). Me dirigí a la clase y encontré un tornillo igual a los que usa la mochila de Anaïs. Eran las cuatro de la tarde nadie estaba en el colegio de Barcelona, sólo Jackson, Anaïs y yo. Y no sé si estaban para reírse de mi o no. De repente vi que Anaïs tenía su mochila y la dije: - Me has mentido, tienes tu mochila y entonces ¿para qué me llamas? Ella salió avergonzada porque estaba Jackson. El plan fue un éxito ¡¡¡yujuuuu!!! - Oye Melody, ¿lo de antes....? Le interrumpí e hice el baile de la victoria, ahí he ganado y nadie puede conmigo. Él me dio un beso sin saber explicarse, fue muy tierno, eso lo admito. - Mi primer beso – pensé. - Sólo quería decirte si te gustaba – lo decía nervioso pero avergonzado. - Sí – le contesto yo. - También puedo darle celos a Anaïs – pensé – y así mato dos pájaros de un tiro.

María Cañas del Río (11 años)

EL LAGO AZULADO Todo empezó una tarde de vacaciones de verano. Héctor era un niño de ojos azules, era muy gracioso y estudioso. Vivía en Roma, Italia. Como todas las vacaciones, sus padres y él van París. Pero este año, iba a ser diferente. Su madre le había dicho que se iría a ir a Sobión de Pabena, en Ciudad Real. Se iría solo con su perra, Roca, porque allí vivían sus tíos Laura y José. Una vez en Sobión de Pabena, sus tíos le enseñaron la casa. Era enorme, junto a una granja con todo tipo de animales, hasta tenían un perro que se llamaba Tino. Roca y Tino se hicieron muy amigos. Sus tíos decidieron ir a comer a un restaurante que se llamaba “La sonrisa”, donde se comía muy bien. Luego, aprovecharon a enseñarle el pueblo. No era muy grande ni muy pequeño. Por la tarde, fueron a la piscina natural (el río). No había casi niños, uno o dos. Uno que estaba cerca de ellos parecía muy solo y triste. Héctor se acercó y le dijo: - Hola, me llamo Héctor, ¿y tú? - Hola, yo me llamo Alejandro. - ¿Vienes a darte un baño? - Vale. Ahora, Héctor y Alejandro, se lo pasaban muy bien, y no querían irse cuando fue la hora de marcharse. Cuando llegaron a la casa, Roca y Tino se lo pasaban genial. Cenaron y vieron una película, Harry Potter y la piedra filosofal. Luego, se fueron a dormir. A la mañana siguiente, le despertaron los gritos de unos niños que jugaban por ahí. Bajó a desayunar. Había un montón de comida en la mesa, todo tipo: fruta, zumos, tortitas, cereales, leche, tostadas, galletas… podría seguir diciendo más, pero nos tiraríamos años. Luego, salió y le dio la comida a Roca. Sus tíos, estaban fuera con los animales. Fue hacia ellos y les ayudo a coger los huevos de las gallinas, cepillar a los caballos y ordeñar a las ovejas. También, salió a correr con Roca y Tino por el pueblo y de paso, cogió el pan. Casi toda la gente (o toda) se preguntaban qué hacia ese niño por allí, porque en otro pueblo muy cercano había un niño que se parecía mucho a él, (los dos pueblos se llevaban muy mal) y la gente se metía con él. Al final, sus tíos tuvieron que ir a solucionar el problema, porque si no, se tiraban piedras.

Después, cada día, iba a correr con los perros a un bosque que rodeaba el pueblo. En él había un lago. Llamaban al lago el lago azulado, porque era muy transparente. Un día, corriendo por allí, se paró a tomar aire y una especie de mano, viscosa y verde le agarró y le tiró hacia el lago. Cada vez, iba más abajo. Por más que quisiera, no podía subir hacia arriba. Mientras bajaba, oía a los perros ladrar. Héctor se decía para así mismo, que se ahogaría y no podría respirar si no subía. Pero no ocurría nada, Héctor no se ahogaba ni nada. Siguió bajando, hasta el fondo y cuando llegó, no se podía creer lo que veían sus ojos. Había una ciudad sumergida, pero no solo había peces, los habitantes de aquella ciudad, eran personas. Podían respirar gracias a unas bolas de chicle. La gente, salía de sus casas para ver a Héctor. Nunca recibían visitas del exterior. Una niña, guió a Héctor hasta una especie de palacio en el que le contó la leyenda de aquel lugar extraño y que estaban esperando una persona del mundo de arriba para ayudarles y que él era el elegido. Le dijo que tenía que traerles una piedra que se encontraba en una cueva en la que no se sabía lo que había. Cuando se la llevara, esas personas podrían ser otra vez normales y volver al mundo exterior. Héctor, se fue a casa. Sus tíos estaban muy asustados, pero cuando le vieron llegar, se despreocuparon. No les contó nada de lo que había pasado, porque no le creerían. Al día siguiente, Héctor, en vez de ir a correr con los perros, fue a casa de Alejandro a pedirle una bici. Luego, Héctor se fue hacia la cueva donde se encontraba la piedra. Dejó la bici a la entrada y encendió la linterna. Menos mal, que llevaba una linterna, porque había un agujero grande. La saltó, y por poco se cae. El pie izquierdo, se le fue y no lo apoyó en la tierra, pero se consiguió salvar. Siguió caminando, y lo que después se encontró, fue un camino sin salida. Se puso a buscar una, pero no vio ninguna. Desesperado, se iba a ir, pero entonces, vio jeroglíficos por las paredes. Al principio, no los entendía, pero luego supo que decían: - “Si estás buscando la piedra, corre hacia la pared de tu izquierda, pásala, y la encontrarás. Héctor decía que se iba a estampar, pero viendo que no le quedaba otra solución, fue corriendo y la traspasó. Al otro lado, había un camino estrecho, lo siguió y llegó hasta el vacío. Enfrente de él, brillaba una lucecita azul, la piedra. Encontró una cuerda cerca, no se le daban muy bien los lanzamientos de lazo. Pero lo intento, y al tercer intento lo enganchó. Pasó al otro lado y cogió la piedra. Entonces, se abrió otro

pasadizo que llevaba hasta la luz. Salió y se dirigió hasta el lago. Se tiró, fue hasta el fondo y la niña allí le esperaba. Le dio la piedra. La niña, llamó a todos los cuídanos para que fueran al palacio. Cuando estuvieron todos, les froto la piedra en el brazo para que todos volvieran a ser normales y subir al exterior. Como ya no podían respirar allí abajo, subieron a la superficie y fueron felices para siempre. Cuando la niña se acostumbró a la vida del exterior, se hizo muy amiga de Héctor. Con el paso de los años, se casaron. Comieron perdices y nos dieron con los huesos en las narices.

Isabel Martín Rodríguez (11 años) Accésit “Cabrerizos Educa”

EL GRAN MISTERIO DE LAS CHICAS ¡Hola! Me llamo Noelia, pero todos mis amigos me llaman Noe. Tengo diez años y voy a la clase de 5ºC con mis mejores amigas: Andrea, Lola, Nina y Alba. A nosotras nos encanta descubrir cosas nuevas pero sobre todo resolver nuevos misterios juntas. Desde hace un año y medio tenemos un club formado por nosotras cinco llamado “Punto de misterio”, se llama así porque cada caso que abrimos siempre lo cerramos, de ahí la palabra punto y, de misterio, porque los casos suelen ser misteriosos. Hoy, después de salir de clase y hacer los deberes, vamos a reunirnos las cinco porque Andrea nos tiene que contar una cosa. El final de la última hora ya ha llegado y por fin nos vamos a casa a comer. Después de tres horas ha llegado el momento de ir a casa de Andrea para que nos cuente de qué se trata el asunto tan importante. A la puerta de su casa estaba Andrea esperándonos con muchas ganas a todas. Entramos en su habitación y dejamos la puerta cerrada con mucho cuidado de que nadie nos escuchase. Entonces nos sentamos en un corro y Andrea en voz muy bajita nos contó lo siguiente: - He encontrado un mapa en el parque y hay un camino que va desde un sitio hasta otro que resulta ser donde está la cruz. Ahora os enseño el mapa pero antes vamos a merendar. Después de la merienda fuimos a la habitación de Andrea, ella abrió con mucho cuidado el cajón de su mesilla y cogió el mapa. Después de que nos lo enseñara estuvimos todas calladas pensando en lo que podía ser hasta que Nina dijo: - ¿Y si es el mapa de un tesoro? – pero no creímos que fuera eso y entonces Lola dijo: - Como no sabemos lo qué es, ¿Por qué no vamos a averiguarlo? A todas nos pareció buena idea pero ya era muy tarde por lo que decidimos quedarnos jugando e ir mañana. Después de un rato nos fuimos cada una a nuestra casa. Al día siguiente en clase estábamos deseosas de irnos ya a casa para luego quedar e ir todas juntas. En el recreo decidimos la hora en la que íbamos a quedar y el sitio al que iríamos. Por fin acabamos y nos fuimos a casa. Pasadas tres horas fuimos al sitio y todas juntas nos dirigimos al punto de salida que resultaba ser la iglesia. El

mapa nos estaba dirigiendo hacia el colegio y exactamente allí nos llevó, todavía nos quedaba una buena parte del camino. Eran las seis y media y ya estaba un poco oscuro, ahora estábamos en correos pero a Alba le llamó su madre porque se tenía que ir ya para su casa, decidimos seguir al día siguiente. Cuando llegué a casa me dijeron que íbamos a cenar con mis tíos a un restaurante, antes fuimos a dar una vuelta. Después de la cena y una vez en casa, me puse el pijama y me fui a la cama ya que estaba cansada de todo lo que había hecho hoy. A la mañana siguiente no había colegio, me llamó Andrea para queda y decidimos quedar a las cinco en correos. Yo llamé a Nina y a Alba; Andrea llamó a Lola. Me puse a desayunar, a hacer la cama, a vestirme y prepararme, etc. Llegó la hora de comer y al acabar subí a mi habitación y me puse a leer un rato, después me puse a ver la tele en el salón. Ya llegaron las cinco menos diez y me fui. Cuando llegué a correos estaban también mis amigas, nos pusimos manos a la obra, seguimos las instrucciones del mapa y llegamos a la carnicería. Luego, por fin, llegamos al sitio del tesoro, ese sitio era el parque y la cruz señalaba debajo del tobogán amarillo pero ya estaba desenterrado. Estuvimos buscando bien cuando, de repente, se acercaron unos niños pequeños y nos dijeron que el tesoro ya no estaba porque había sido el cumpleaños de Iván, uno de los niños, y habían hecho una búsqueda del tesoro pero ya lo había desenterrado. La madre de Iván nos explicó que el mapa se le había caído al organizar el juego. Después de que nos contaran todo les dimos las gracias a todos por decírnoslo y nos fuimos. - ¡Pero cómo no se nos habrá ocurrido! – dijo Alba. Entonces, entre risas, nos fuimos hablando todas juntas.

Lucía Chaves Sánchez (10 años)

EL DUENDE Y LA PRINCESA HADA Érase una vez un duende llamado Rico y una princesa hada llamada Bluny. Se conocieron por casualidad, pero enseguida se hicieron amigos de aventuras. Os voy a contar su primera gran aventura: Un día temprano, cuando todo el mundo aún dormía, cada uno se escapó de su casa y coincidieron en un parque cercano al bosque. Allí, viendo el amanecer, se presentaron y empezaron a hablar de lo que habían hecho. ¡¡¡Ja, ja, ja!!! Se rieron. Se pasaron largo rato contándose sus sueños de aventuras que les gustarían vivir. Así pues decidieron emprender juntos una: ir a explorar el bosque encantado que había al lado del parque. ¡Qué nervios! Entraron terriblemente aterrorizados. De pronto, ¡¡aaahhh!! Una sombra negra gigante estaba delante de ellos; se abrazaron y poco a poco iban avanzando hasta que consiguieron ver que era una rata sucia, fea y con colmillos. Sin pensarlo Rino buscó un palo, lo agarró con fuerza y se puso a dar y dar golpes hasta que la aplastó. Al girarse vio que Bluny había desaparecido ¡había caído en un agujero! Rino intentó sacarla pero no pudo sujetarla y los dos cayeron al fondo. Cuando llegaron abajo vieron muchas hormigas gigantes y de color rojo, ¡peligro!, tenían que esconderse. Vieron una lechuga enorme y allí se quedaron observando. La hormiga reina estaba contando a su ejército un plan para dominar el reino de las hadas y duendes. Rino y Bluny quedaron asombrados y nerviosos intentaron encontrar una salida, pero nada. Se escondieron dentro de la lechuga a pensar. De pronto, notaron que rodaban, las hormigas estaban sacando las lechugas al bosque porque las iban a utilizar como escudos para protegerse en la batalla. Emocionados por ver la luz corrieron sin parar hacia sus casas. No pudieron contar nada a nadie porque les riñeron y les castigaron a estar dos días encerrados en sus habitaciones. Una vez pasado el castigo, Bluny se reunió con su amigo Rino y juntos fueron en busca de la mejor amiga de Bluny, Sisi, la encargada del mantenimiento del castillo. Estaba limpiando los cristales cuando los vio correr todo nerviosos. - ¿Qué os ocurre?

Los dos a la vez se pusieron a hablar y Sisi no les entendía hasta que ya se tranquilizaron y uno a uno contaron la aventura y lo que habían descubierto y escuchado. Sisi se preocupó bastante pues con gigantes corrían peligro. Pensó y pensó hasta que se le ocurrió un plan. Habría que inundar el reino con el agua del mar y así acabarían con las horripilantes hormigas. Llamó a su amiga Mixy, una sirena, y le ordenó que trajera agua al reino y lo inundara. Y así hizo. Las hormigas se acercaban y quedaron alucinadas al ver tanta agua cuando salieron del bosque. La reina, enfadada al ver que su ejército se echaba para atrás, les ordenó tirarse al agua y avanzar fuera como fuese. Desde la torre del castillo Rino, Bluny y Sisi alucinaban, no daban crédito a lo que veían. Bluny tuvo otra idea: ¡congelar el agua! Todos la aplaudieron. - ¡Congélalas con tu magia! Lanzó su hechizo con todas sus fuerzas y toda el agua se congeló, quedando atrapadas las hormigas rojas. ¡¡¡Bieeennn!!! Gritaron y saltaron todos. Funcionó la magia y el reino de duendes y hadas quedó libre de las maléficas y terroríficas hormigas gigantes que el mar se llevó muy lejos cuando el agua se descongeló.

Sandra Domínguez Barba (9 años)

LOS RATONCITOS FELICES Érase una familia de ratones que vivía en el País de los Agujeros: la familia Ratoncín. Era muy pobre y apenas podían alimentar a sus hijos, Plin y Plan. Plin y Plan eran dos ratoncitos muy inquietos. Plin era rubio y Plan moreno. Un día, al salir del colegio, Plin dijo: - Tengo una idea, ¿por qué no vamos a la fábrica de quesos y cogemos algunos para nuestros padres? Mamá lleva varios días sin comer y con los quesos se pondrá bien. -¡Vale! – dijo Plan. Al llegar a la fábrica se encontraron a dos gatos en la puerta y tuvieron que ir por la parte de atrás. Después de algunas dificultades consiguieron entrar. - ¡Madre mía, cuántos quesos! ¡Hay miles! Mira Plin, ese es el más grande. Entraron en el queso y una vez dentro comieron y comieron hasta que sus barrigas estuvieron llenas. Al instante saltó la trampa y el queso salió por la chimenea a tal velocidad que casi salieron fuera de la Tierra. - ¡Mira Plan, se ve todo muy pequeño! - ¡Tengo hambre! - Pues come, es un queso muy grande. Comieron y comieron y el queso se iba haciendo más pequeño hasta que se dieron cuenta de que les faltaba poco para caer y así sucedió. Milagrosamente cayeron en el pajar de su casa. - ¡Hay que bien! No nos ha pasado nada. - Mira mamá, te traemos unos quesos para que te pongas buena. - Gracias hijos, sois muy buenos. Hace un instante tuve un sueño y se ha cumplido.

Antonio Ruiz Villuendas (9 años)

LA REINA SIN CORAZÓN Hace mucho tiempo, en un reino muy lejano, vivía una reina. Todos en su reino eran bondadosos, los árboles cantaban y los animales hablaban. La reina, por el contrario, era malvada. La leyenda dice que nació sin corazón y está en el monte más alto. Tenía dos hijos y una hija pequeña. Un día les mandó a buscar su corazón pues el reino se quería revelar por su crueldad. Los hermanos partieron al monte más alto del reino. La niña era valiente pero prudente y los chicos eran creídos y maleducados, sin embargo se creían que ellos conseguirían el corazón y su hermana era incapaz. Tras andar, se encontraron a un samaritano que pedía agua. Los hermanos le empujaron pero la chica le ayudó a levantarse y le ofreció agua de su cantimplora. - Gracias – dijo el hombre. - Eres muy amable y por eso toma esto – le ofreció una llave y la muchacha la cogió. - Gracias a usted buen hombre – le dijo la chica. Los hermanos prosiguieron su camino. Los chicos miraron a la chica con desprecio. - Yo cogeré el corazón y me haré rey – dijo el mayor. - No, yo me haré rey – dijo el mediano. - Lo que sí está claro es que tú no serás reina – dijeron ambos riéndose. La niña se sintió ofendida pero no le importó y siguió su camino. Tras rato caminando llegaron a la cima del monte donde había una mujer vestida de blanco. - Hola, habéis llegado muy lejos y eso es difícil. - ¿Dónde está el cofre? – preguntó descortés el mayor. - Sólo si tenéis la llave. Los chicos se miraron, no sabían de lo que hablaba. - Yo la tengo, me la dio un hombre a cambia de agua – dijo la chica. De pronto, un cuervo pasó por allí y se posó en el suelo, luego se convirtió en un hombre: el samaritano. - Creo que sólo se merece abrir el cofre aquel al que le dieron la llave ya que los otros le ignorasteis – dijo mirando a los chicos. La chica se saco la llave del bolsillo y la metió en el cofre, al abrirlo vio el corazón todavía palpitante de la reina. La chica se sobresaltó.

- Ya podéis iros – dijo la mujer. Chasqueó los dedos y los jóvenes se encontraron en el castillo. La chica entregó el corazón a su madre. Nada más tocarlo la reina se volvió amable, sus ojos ya tenían ese brillo. - Hija, me has traído mi corazón y tus hermanos no han sido capaces de ser amables y tú si, por eso tú serás la reina. La reina se quitó la corona y se la puso en la cabeza a la chica. Todos adoraban a su nueva reina. Más tarde la antigua reina murió y a pesar de que la chica quedó destrozada seguía siendo la misma. Respecto a sus hermanos se les castigó siendo campesinos para toda su vida por su crueldad. Y todos fueron felices para siempre.

Clara Pérez Álvarez (11 años)

EL TESORO DE LA HIDRA Esta historia se remonta al año 85 a.C., en la antigua Turquía. En aquella época, mucha gente era pobre. Ese era el caso de Arthur, un chico joven que vivía con su familia en Kitnass, un poblado cercano a la capital. En él, todas las familias eran pobres, excepto una: la del gran Visir Omar, que vivía en un palacio con su hija y con su mujer. A 5 millas de la aldea, había un lago rodeado de árboles frutales, de plantas exóticas y de hermosos animales, como pavos reales, ardillas y garzas. En el interior del lago había un tesoro formado de esmeraldas, monedas y joyas. El único problema es que en el lago vivía además otra criatura, una hidra de Lerna, un monstruo acuático con cien cabezas, capar de romper el acero más duro con sus dientes. Un día, cuando Arthur estaba recogiendo madera para leña, llegó a casa un mensajero de Omar que llevaba una carta para la familia residente en esa casa. La carta decía que debían pagar el alquiler del mes anterior en dos días o les quitarían la casa. Cuando Arthur llegó a casa, encontró a su madre llorando. Cuando le contaron lo sucedido, decidió que iría al día siguiente para vencer a la hidra y recuperar el tesoro. Su madre intentó quitarle esa idea de la cabeza con frases como: “muchos guardias del Visir han ido pero no han vuelto” o “ni siquiera el mejor guerrero de toda Turquía, con la mejor armadura, ha conseguido volver, con el botín o sin él”. Pero Arthur ya se había decidido. A la mañana siguiente cogió la espada de su padre y el escudo de madera reforzado de la familia y se dirigió al lago. Al llegar, sus ojos se maravillaron al ver tal fauna y flora que albergaba el lago. Ya en la orilla, vio el reflejo dibujado en el agua cristalina y, al fondo del lago, el brillo de las monedas. No se lo pensó dos veces, agarró la espada y llamó a la hidra. Ésta respondió con un feroz rugido, mientras salía del agua. Arthur dio un paso para atrás sin perder firmeza. La hidra intentó darle un coletazo, pero erró, lo que le dio a Arthur oportunidad para atacar y cortarle la cola. Y así lo hizo. La hidra, enfurecida, le asestó un mordisco en el brazo. El combate se prolongó durante horas, hasta que a la hidra sólo le quedaban tres cabezas y Arthur estaba sin escudo y dañado de un brazo. El chico, cansado, hizo un último esfuerzo por cortarle las piernas, y después, las cabezas. Eran las nueve de la noche cuando Arthur volvía a casa con todo el tesoro. Había sido un día duro, pero la recompensa fue algo que valió la pena. Su familia no

volvió a pasar hambre. Y es más, en el 55 a.C., el Rey de Turquía fue Arthur, el hombre que de joven se arriesgó y consiguió ganar.

Joaquín Macarro Sánchez (11 años)

CATEGORÍA C A partir de 13 años

CONTENTO POR FIN Hola a todos: soy un gallo y me llamo Sansón. Ahora puedo contaros mi historia porque soy feliz y vivo contento y agradecido de todo lo que tengo. ¡Yiuju....! En otros tiempos estuve amargado, insatisfecho y, ¡necio de mí!, por no apreciar las cosas buenas que tenía, que eran muchas, estaba disgustado. (¡Qué alcornoque!) Con mi pico pequeño, mis alas redondas y mis patas cortas y con espolones, envidiaba a la cigüeña que tenía todo lo contrario. En la granja donde siempre he vivido nunca me faltó de nada: mucho espacio en un corral nuevo con cobertizos para resguardarme de la lluvia o la nieve, aire y sol. Y abundante comida que Marta, la gentil chica de la granja, nos traía puntualmente cada mañana. En el centro del corral había un altozano con muchas escalerillas metálicas para nuestro recreo y ejercicio. Yo me encaramaba a lo más alto y desde allí veía la torre de la iglesia del pueblo donde no podía faltar el nido de la cigüeña. Ésta acudía volando para dar el alimento a sus hijuelos. Era alta y esbelta, con el pico muy largo y las patas larguísimas, color escarlata, su plumaje blando como la nieve tenía las plumas remeras orladas de negro azabache. Cuando iba volando desplegaba sus alas majestuosas y surcaba los aires con un porte tan distinguido que provocaba mi admiración y mi deseo de ser como ella y, aunque esté feo decirlo, mi envidia. Es más, a lo lejos se divisaba un arroyuelo y allí la veía de vez en cuando, con las patas dentro del agua, para cazar ranas y algún pequeño reptil para alimentar a sus hijos. Y a mí, aquello me resultaba una cosa estupenda. En el corral, todas mis compañeras las aves, incluidos los patos, me daban esquinazo, por mi amargura y mis desplantes. - ¡Hay que ver cómo está Sansón! No hay quien lo aguante. ¡Qué carácter!, decían todos mis colegas. Y si alguna vez querían saber qué me pasaba les daba la brasa diciendo: “Yo quiero ser una cigüeña”. (Y a mis espaldas se mondaban de risa). Una noche, especialmente tranquila y silenciosa, me quedé profundamente dormido con la cabeza debajo del ala y soñé, ¡vaya si soñé! Soñé que era una cigüeña y como tal tuve que hacer infinitos viajes llenos de cansancio para buscar el propio sustento y el de aquellos tres cigoñinos, que eran mis hijos y estaban en el nido con el pico siempre abierto en demanda de algo con que saciar su hambre. También tuve que

estar las horas muertas dentro de aquella charca para pescar ranas y culebrillas. Y lo que es peor, padecer después la soledad de ver el nido vacío pues mis pichones muy grandecitos, estuvieron listos para emprender el vuelo de invierno hacia tierras cálidas pues había que emigrar cada año al norte de África para poder seguir viviendo. En estos viajes, largos y penosos, muchas de mis compañeras perdían la vida pero si no emigraban, morían seguro. Y volver otra vez por febrero o marzo y vuelta a construir el nido acarreando, entre vuelo y vuelo, pesados materiales. (¡Toma del frasco, Carrasco!). Aquel año sufrí tremenda angustia al ver que mi nido había desaparecido de la torre de la iglesia, pues estaban reparando el tejado. Como es de mal agüero destruir los nidos de cigüeñas, me lo habían trasladado al quinto pino, sobre una base metálica en lo alto de un poste. ¡Aquello fue el colmo de los colmos! Tal fue mi sobresalto que, dando un fuerte aleteo, desperté y pude comprender que ser cigüeña no era ninguna ganga. Y aquella madrugada emití mi más sonoro y jubiloso quiquiriquí. Desde entonces comencé a apreciar las muchas y buenas cosas que tenía. Todas las que os he contado y muchas más, a ser agradecido y a no codiciar lo que no estaba a mi alcance. Y quedé curado para siempre de aquellas quimeras. Empecé a pasear por el corral mi erguido talle cubierto con mi librea de colores irisados y metálicos pero en plan humilde y positivo, sin arrogancia. Así todos mis compañeros volvieron a acogerme de buen grado y a demostrarme su amistad y su afecto. ¡Miel sobre hojuelas! Y ahora soy feliz pues bien he comprendido que todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes y que aquellos deseos míos de ser cigüeña no eran más que necedades y pamplinas filipinas y que lo más bonito es conformarse y ser agradecido. Lo pilláis ¿no es así?

Eumelia Sanz Vaca (75 años) Cuento Premiado

CÉSAR EL AVENTURERO En la Ría de la Perla Mimosa vivía plácidamente nuestro amigo César con sus padres, su hermano Pedro y su hermana Mar, arropados por toda la colonia de esponjas marinas. Ya llevaban instalados en aquellas aguas desde la década de los sesenta, cuando sus padres procedentes del Mediterráneo se habían trasladado a las costas gallegas en busca de un fitoplancton mejor. Toda la familia Spongia estaba llena de contento, no era para menos, rodeados por los parques naturales de las Islas Atlánticas, cuyas azules y cálidas aguas les ofrecían una rica alimentación y unos fondos marinos llenos de paisajes indescriptibles, repletos de jardines con plantas y flores sin comparación. Y rodeados por amigos de todas las especies habidas y por haber en aquel bello rincón. La vida, como digo, transcurría mansamente, pero ya se sabe como dice el refrán: “Hijos criados trabajos doblados, y casados, multiplicados”. Y esto era igual de cierto para el ser humano como para la especie espongiforme. Podría transcurrir todo suave como una esponja sin espículas, pero César tenía la cabeza llena de sal, de pájaros o de serrín, como se entienda mejor. Y haciendo honor a su nombre, puesto en recuerdo de un décimo tatarabuelo que fuera renombrado aventurero y estuviera acompañando a los soldados romanos en la época del emperador Tito. Que poniéndose el mundo por montera o el mar por chistera, saliera del Mare Nostrum dejándose aterrizar en tierra firme para poder vivir nuevas experiencias y fantásticas existencias. Así fuera nombrado Copón Victorioso pues sirviera de copa para saciar la sed de todo un ejército triunfante. Saboreara las mieles de licores exquisitos, los dulces labios de bellas y delicadas damas lo besaran. Disfrutara de grandes brindis en fiestas llenas de esplendor. Bailara al son de la música sobre las mejores mesas y manteles. Se dejara acompañar de princesas rubias y morenas y vibrara de emoción al compás de bailarinas danzando al tenor de una canción. Todas sus andanzas quedaran reflejadas en el fondo del mar, grabadas por finas olas en la Piedra de la Sabiduría que se situaba en el Museo del Coral, referente para las esponjas de todos los tiempos, que apreciaran el saber y la cultura y se quisieran culturizar y César quería rememorar las andanzas de su osado pariente y pasar así a los anales de la historia moderna de toda su especie. Fuera en un viaje fin de carrera, al finalizar sus estudios de música acuática, en los que era una eminencia. Sabía inspirar y expirar el agua contra las rocas y acantilados, sacándoles unos sonidos de gran orquesta sinfónica. Fuera allí, en

el Museo del Coral cuando César conociera a fondo la historia pormenorizada de su antepasado explorador y supo detalles del final de sus días, cuando viejo y cansado de tanta aventura su décimo tatarabuelo volviera para descansar definitivamente en el mar que lo viera nacer. Allí surgieran sus ansias de volar fuera del nido. Bueno, de salir a nado del arenas. Sus padres le decían por activa y por pasiva que lejos del mar no era un lugar adecuado para vivir una esponja con futuro... Que allí estaba su sitio, al lado de los que le querían bien... Que no había lugar en el mundo más bonito que aquella ría... Pedro, que era el polo opuesto a su hermano, parecía una roca de pegado que estaba a su lecho de algas verdes cual rey en su trono: - Tienes ganas de complicarte...yo de aquí no me muevo ni por casualidad. Mar tampoco tenía intención de largarse, le gustaba nadar al estilo onda marina, pero siempre cerca del lugar. Ella le decía: - César, haz caso de papá y mamá, que aún eres joven y no calibras bien las consecuencias de irte de casa y encima fuera del mar que no es tu lugar y mil peligros extraños te pueden acechar. De nada valieron las advertencias de cuantos le amaban, César quería seguir los pasos de su décimo tatarabuelo y salir a descubrir mundo y nada le hizo desistir de su empeño. Por eso, diciendo adiós, dejó que las olas lo arrastrasen a la orilla, para dejarse pescar y comenzar a vivir historias de ensueño como su décimo tatarabuelo. Pronto se dio cuenta de que quizás se precipitara en su decisión. Aquel humano lo metió al montón dentro de un cesto de cordón. Después lo vendió al por mayor al mejor postor, a un señor de una empresa de fabricación que lo lavó, perfumó y desinfectó hasta la intoxicación. A continuación lo introdujeron dentro de unas bolsas de material transparente, plástico dijeron, que casi lo dejan sin respiración. Por un instante pensó que vería mundo, pero fue una falsa ilusión, pues pasó a una caja de cartón, a un transporte de camión y por último a una tienda cerca del malecón. De moverse nada, si no quería llevar un pisotón. Luego lo compró una familia sin corazón que lo puso a trabajar sin compasión, en el baño noche y día para frotar la negrura del carbón, venga a tragar agua con jabón, en un cuarto de baño de “cocón” con un ventanuco pequeño para la ventilación. Pensó allí morirse sin consolación. Pero una gaviota que en la ventana se posó sus penas escuchó con atención y tomó una sabía decisión:

- Si quieres yo te puedo ayudar, si con mi pico te logro atrapar, con tu familia has de regresar y esta pesadilla para ti ha de rematar, cuando estés al calor del hogar, lugar del que nunca debiste marchar. - Mis padres seguro que con un festín te han de agasajar. Y así fue como César logró retornar. Sus padres y hermanos siempre a la orilla del mar lo iban a esperar. Cuando por fin lo vieron llegar miles de abrazos se dieron sin poderse separar. No le quisieron regañar, pues vieron con alegría que la aventura le hiciera madurar y valorar toda la felicidad que cada día al lado de los suyos podía disfrutar. Colorín colorado, César aprendió la lección, que las cosas de más valor son las que salen del corazón y que los delirios de grandeza son la mayor torpeza que cualquier especie puede albergar. Con esta sabia moraleja este cuento se acabó.

Mª José Rodríguez García (53 años)