Historia de un borreguero

Manuel Robles Blanco

HISTORIA DE UN BORREGUERO

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MANUEL ROBLES BLANCO EL TORNO, OCTUBRE 2005

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Historia de un borreguero

Manuel Robles Blanco

HISTORIA DE UN BORREGUERO Manuel Robles Blanco

Introducción.Los protagonistas de esta historia son tío Ezequiel, que era un ganadero importante que vivía en El Torno y tenía un gran rebaño de ovejas, que las guardaba un pastor que era manco y se llamaba Ángel Robles, para ayudarle a las tareas del pastor acudía muchas

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noches a la majada su hijo Manuel Robles que entonces era un niño y ahora relata en este trabajo como era la vida del pastoreo de ovejas por aquellos años que van de 1950 a 1960.

Aquí comienzo mi relato: Cuando yo tenía siete años mas o menos, mi padre compró un pequeño rebaño de ovejas a un hombre de El Torno que se llamaba “Tío Augusto seis dedos”, porque este hombre se había hecho muy mayor y como no podía cuidarlas se las vendió a mi padre y mi padre me enseñó a mi como guardarlas. Al año siguiente mi padre se puso a servir con un hombre rico de El Torno que se llamaba “Tío Ezequiel el Jarrampla”, la tarea de mi padre era guardar un rebaño grande de ovejas que tenía y entonces me iba yo con mi padre para ayudarle a guardarlas. ---------OOOOOO-------

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Capítulo primero.- El pastor

Aquí empieza la historia de mis andanzas como borreguero, fue un año que llovió mucho, especialmente en el invierno. Mi padre ganaba poco dinero, pero, ganaba un lote de comestibles, cada semana, que eran los siguientes: -

Siete panes Once kilos de patatas ( Una arroba) Un litro de aceite Medio kilo de sal Un cuarto kilo de pimentón de La Vera

También le pagaban los pastos de unas cuantas ovejas que tenía mi padre de su propiedad en el rebaño grande. 4

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Yo como era pequeño, iba por las tardes, después de salir de la escuela a llevarle un poco de comida al sitio donde paraban las ovejas para dormir. La comida que sobraba la preparaba mi madre para comerla en casa el resto de la familia. También le ayudaba a recoger las ovejas por las noches y hacerle compañía porque tío Ezequiel quería que por las noches se quedaran las ovejas en las redes para ir estercolando las fincas, de la gente que quería que durmiesen sus ovejas en los olivares o cercados. A las personas que le contrataban para dormir las ovejas en sus fincas, tío Ezequiel les cobraba un buen dinerito, porque el estiércol de las ovejas era muy bueno.

--------00000----Capítulo segundo. Las redes donde dormían las ovejas El sistema que tenían las ovejas para dormir por las noches y poder ir estercolando las fincas consistía en unas redes de cordeles y unos palos aguzados por una punta para clavarlos entre las redes y la tierra; siempre se procuraba hacerlo cuadrado para que las cuatro esquinas se pudiesen sujetar mejor. A los palos de las esquinas se le sacaba un cordel y se le ataba a una pared o a un árbol y si eso no era posible se pinchaba un palo en el suelo y servía de tensor, y de esta forma era difícil que se saliesen las ovejas de la red. Por aquellos tiempos había muchos lobos por esta zona porque había mucho ganado y cuando tenían hambre los lobos atacaban a los rebaños de día o de noche.

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Entonces tío Ezequiel mandó hacer un chozuelo de madera para que durmiera mi padre junto a la red con las ovejas y así poder espantar a los lobos si se acercaban por la noche. Este chozuelo era de tablas de madera y en él solo cabía una persona y también pesaba muy poco porque había que transportarlo con las caballerías de unas fincas a otras cuando se iban las ovejas a dormir a otras fincas. Yo como era pequeño me acostaba en el chozo a los pies de mi padre, aunque para dormir era muy incómodo porque todo era muy pequeño para los dos y al mismo tiempo se pasaba mucho frío y no te podías revolver de un lado para otro. ---------00000--------

Capítulo tres. Los ataques de los lobos

Estando en una finca situada en el paraje de “Los Baños de la Guarrapa”, una noche de invierno con mucho viento y agua, era una noche de perros, pero para los lobos fue una noche muy buena para ellos porque atacaron a las ovejas que estaban en la red y a 6

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mi padre y a mí nos cogieron dormidos por el mal día que habíamos pasado. Tío Ezequiel tenía dos perros para guardar las ovejas , una perra que se llamaba “Leona” y un perro que se llamaba “Navarro”, la perra era muy friolera y las noches malas se iba a los refugios de los animales porque allí hacía menos frío o a las casas de heno. El perro era muy bueno, pero era muy joven de edad, aún así, cogió un lobo por delante y le hizo pasar el río, mientras tanto el otro grupo de lobos atacaron a las ovejas . Por muy pronto que mi padre quiso salir del chozuelo a defender a las ovejas, los lobos ya habían matado a dos ovejas y se habían llevado una cordera. Yo sentía toda la trastienda que tenía mi padre con las ovejas y los lobos y por el miedo y el mal tiempo que hacía no salí del chozuelo hasta que vino el día y mi padre me dijo: “ Vamos a almorzar que después tienes que ir al pueblo a decir a tío Ezequiel lo que ha pasado y que venga a recoger las ovejas muertas”. Me puse a caminar hacia el pueblo, un poco triste y preocupado, porque no sabía como iba a reaccionar tío Ezequiel, cuando llegase a su casa y le diera la noticia. Cuando llegué a su casa y se lo conté, me dijo: “ No te preocupes Rabadán que no ha pasado nada, voy a por el caballo y nos vamos a donde está tu padre y me traigo las ovejas que han matado los lobos”. A la noche siguiente, cuando me fui con mi padre otra vez, lo primero que hicimos cuando encerramos las ovejas, fue atar la perra a la esquina de la red y preparar la lamparilla bien atizada de aceite y torcía, también preparamos dos palos bien fuertes. “Esta noche nos vamos a divertir”, dijo mi padre. Y yo sonriendo y con mucha ilusión porque iba a ser la primera vez que iba a ver lobos. Después de cenar nos acostamos los dos en el chozuelo, pero yo no me dormía , pero me estaba muy callaldito. Para ori cualquier ruido de los perros.

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Serían las once o las doce de la noche, cuando los perros empezaron a ladrar y mi padre y yo salimos del chozuelo lo más pronto que pudimos, allí hubo de todo pero, lo más importante que fue es que no se llevaron ninguna oveja ni ningún cordero, al llegar el día me dijo mi padre: “ Así es la vida del pastor”. -------00000----Capítulo cuarto. Historia de pastores

Avanzando el invierno, fuimos a una finca situada en el paraje llamado “ La Moraleja”, y una noche después de cocinar la cena mi padre me contó la siguiente historia: “ Había una vez un señor que había cogido con un perro un conejo y estaba cociéndole en un caldero y de momento llegó un pobre a la puerta del chozo a pedir una limosna y éste le dijo, cueza y cueza la caldereta que al pobretón no le tocará nada , asín se lo repitió dos o tres veces, pero el pobretón no se iba, y éste le dijo: “ Como no te hagas amigo del perro, te va a ir mal, porque el conejo lo ha cogido el perro, la carne va ser para mí, y los huesos serán para el perro, cuando vio que ya estaba cocida la cena, la puso a reposar, en esto vio el pobre que el pastor se quedó dormido, entró con mucho cuidado al chozo, se cogió el caldero con el guiso de conejo, se fue con el hacia la calle y se subió con el caldero a un roble a comérselo, en esto que despertó el pastor y vio que no estaba el caldero, salió muy enfadado hacia la calle, cogió la callada y se puso a caminar en busca del pobre y se encontró el perro debajo del roble donde estaba el pobre

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Escondido, le pegó un palo al perro, y le dijo, anda que vamos a lo que vamos , y te enredas a comer bellotas del roble. Una vez que se aleja el pastor por el camino buscando al pobre, el pobre se baja del roble y le pone en el caldero una nota que dice lo siguiente: “ Ahora que me aproveche la cena y a ti que te amargue la situación y te sirva de buen escarmiento” Yo le dije a mi padre: “ Que bien se le estuvo al pastor, por ser avaricioso y no querer compartir la cena con el pobre” Entonces mi padre me dijo lo siguiente: “Cuándo te encuentres en una situación como esta, abre la puerta que si es un pobre te dará compañía y si te pide algo y lo puedes dar se lo das , porque se encuentra en peor situación que tú y si entra una persona y habla y habla y empieza a pedirte cosas , no le escuches es que viene a cachondearse, el solo se irá por si mismo, y una vez que se vaya le dices, ¡Qué le vaya bien amigo!. ------OOOOOO........

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Capítulo quinto. El raboteo

Ya se está terminando el invierno y llega el día de San José, que es el día 19 de marzo y este día es especial para el amo de las ovejas, porque es el día del raboteo de los corderos, se corta el rabo a las corderas y al mejor cordero que se deja para semental y también se señalan las corderas con unos cortes en las orejas, para saber al rebaño que pertenecen en caso de pérdida en el campo, porque estas corderas serán las futuras ovejas así como el semental que se aparta. Unos días antes mi padre me había explicado por qué se hacía este trabajo. Cuando llegó ese día ya estaba yo por la mañana en la majada esperando a que llegase tío Ezequiel y una vez que llegó le dijo a mi padre: “ Ángel prepara un corral pequeño mientras yo miro las corderas y el cordero para semental”

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Una vez que los miró, empezó a sacar una a una del rebaño y pasándolas al corral pequeño, cuando comprendió que ya tenía bastantes corderas apartadas, empezó el trabajo; primero cortaba un poco de rabo y yo los cogía y los metía en un saco; después se les cortaba un trocito de oreja para que quedasen marcadas para el resto de su vida. La señal de las ovejas de tío Ezequiel era la siguiente: A la oreja derecha se le cortaba un trozo que pareciera una uve y los ganaderos decía que era la señal de una jorca y en la oreja izquierda por delante de la oreja se le cortaba un trozo que hiciera la forma de una “U” y los ganaderos decían que era una muesca. Estos trocitos de orejas los cogía yo y los echaba en un cacharro, a los rabos se les pelaba la lana y se los llevaba tío Ezequiel, porque decía que guisados con tomate y arroz estaban muy buenos y los trocitos de oreja me los daban para mí para que los asase en una sartén y de tan ricos que estaban que no lo probé porque pasó que según se iban calentando en la sartén se salían de ella y no me quedó ninguno así que me quedé con las ganas de probarlos, pero en fin una experiencia más. ------ooooo------Capítulo sexto. Los corderos

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Ya entrada la primavera, Manolo empezó a disfrutar de las ovejas y de los corderos, porque había mucha comida en la dehesa y los corderos corrían de un lado para otro, jugando y retozando, y también se hacían grupos pequeños de diez o doce y se ponían a retozar entre ellos y yo me divertía mucho viéndolos jugar de aquella manera. Pero esto duró poco tiempo porque un día llegó el amo y le dijo a mi padre que iba a venir un señor que se iba a llevar los corderos porque se los había vendido. Mi padre no ya me lo había explicado por qué se vendían los corderos, era para sacar dinero, para pagar los pastos de las ovejas todo el año y si sobraba dinero se ahorraba para otra ocasión que fuese necesaria. También mi padre me enseñó a echar cuentas para que aprendiera de memoria como se podía vender el ganado y cobrar su dinero y también me hacía escribir en el morral y en los zajones con la punta de la navaja, me escribía cuentas de sumar, restar, multiplicar y dividir y también me contaba alguna otra historia relacionada con la escritura y en una de ellas me explicó cosas del escritor Cervantes, porque daba la casualidad que era manco como mi padre y me decía que Cervantes escribía con una pluma de un ave que se llama ganso y a mi me dijo: “ Yo te enseñaré a escribir con la punta de la navaja que es más difícil todavía” Ahora cincuenta años después todavía escribo como el primer día que él me enseñó. Así que cuando llegó el día que el amo vendió los corderos y vinieron a por ellos solo me quedó un poco de disgusto. Y ahora paso a otra historia más. ---------00000------Capítulo séptimo. El queso de oveja

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Al vender los corderos las ovejas se cargaron de leche y mi padre lo pensó enseguida y me dijo: “Cuando vengas mañana por la tarde con el burro a traerme la comida, también te traes en las alforjas cinco o seis botellas de cristal y cuando encerremos las ovejas en la red, las vamos a ordeñar y cuando te vayas por al mañana te llevas la leche para casa para que madre haga queso, que el queso de oveja es muy bueno” Tenía razón mi padre el queso era tan rico que me acuerdo ahora como si lo estuviese comiendo ahora mismo. Este plan lo estuvimos haciendo unos ocho o diez días hasta que se enjutaron las ovejas . ----------000000------Capítulo octavo. El esquileo Ya avanzada la primavera por el mes de junio llegan las fechas del esquileo, y llegó una cuadrilla de esquiladores portugueses, para proceder al esquileo de todo el rebaño. Los esquiladores venían de esquilar rebaños en las dehesas da la Baja Extremadura y ellos poco a poco iban avanzando esquilando rebaños hasta llegar a las zonas de la Alta Extremadura, y luego ya regresaban a su país. El esquileo eran unos días muy especiales para todos los pastores. El día antes de empezar el esquileo, tío Ezequiel avisó a mi padre que preparase por al mañana un buen caldero de migas para que almorzasen bien los esquiladores que iban a esquilar a las ovejas. Esquilar significa cortarles la lana que las ovejas han producido durante un año. Todo estaba preparado para cuando llegasen los esquiladores. Al fin llegaron y a mí me hizo mucha ilusión ver a tantos hombres y cada uno venía montado en un burro. Una vez que llegaron nos pusimos a almorzar las migas que había hecho mi padre y a beber el buen vino de pitarra que trajo tío Ezequiel. Al terminar el almuerzo se empezó el trabajo, lo primero que dijo tío Ezequiel fue: “ Ángel, tráeme la oveja más gorda que está jorrá, o sea, machorra, que la vamos a matar para hacer la comida del mediodía” Ya se empezó el trabajo del esquileo y el proceso era el siguiente: 13

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Zacarías el hijo de tío Ezequiel, agarraba oveja por oveja, la ataba las dos manos y una pata y se las iba pasando a los esquiladores, para que las fuesen cortando la lana y mi padre las cogía cuando ya estaban esquiladas y las iba pasando a otro corral y tío Ezequiel las iba contando y en la cuadrilla de esquiladores el mas mayor de ellos cogía la lana de cada oveja la envolvía y hacía un vellón que era casi redondo como una pelota y a mi me hizo mucha ilusión porque pensaba que iba a poder jugar con él. También para mí había un trabajo que era lo siguiente: Cuando un esquilador hacía un corte en la piel de alguna oveja y le hacía una herida iba yo y le echaba un poco de pasta desinfectante que se llamaba moreno, esta pasta era de ceniza de carbón vegetal que tenían los herreros en las fraguas. También fue una cocinera para hacer la caldereta de la carne de la oveja que se había matado. La cocinera era la hija de tío Ezequiel que se llama Angelines y lo guisaba muy bien. La hora de la comida fue para mi una sorpresa ver un caldero tan grande y con tanta carne y tan bien guisada. Había mucha animación y buen ambiente entre todos los que estábamos realizando aquel trabajo. Hubo un rato de tertulia para apurar el buen vino que había en la bota. Luego ya dijo tío Ezequiel: “Vamos muchachos que hay que terminar la tarea”. Ya avanzada la tarde se terminó el trabajo, y una vez terminado el amo pagó a los esquiladores por su trabajo y cogieron sus burritos y se fueron camino de Navaconcejo en busca de algún otro rebaño para esquilar. El amo y el hijo cargaron en los caballos las sacas que llenaron de vellones de lana y se fueron caminando hacia el pueblo, mi padre se quedó guardando las ovejas y Angelines y yo fuimos caminando detrás de los caballos contando lo bien que lo habíamos pasado aquel día. -------oooooo--------

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Capítulo noveno. El sesteo Se termina la primavera y entramos en el verano, por esas fechas de junio hace mucho calor y las ovejas salen a comer muy temprano por la mañana para que cuando llega el calor de mediodía puedan irse a las sombras de los robles. Antes pasaban por la garganta de la Puria para beber y ya pasaban a sestear a la sombra de unos robles muy grandes que había por aquella zona. El sesteo duraba más o menos desde las once de la mañana hasta las cinco de la tarde y en ese tiempo libre que tenía me daba tiempo a ir a algún huerto que estaba cerca de allí, que eran La Canaleja o Los Chorrillos, par a trabajar algo y recoger las frutas y verduras que hubiese y de paso regar las plantas y los árboles. Otras veces me bajaba al río Jerte a bañarme y coger algunos peces, cuando regresaba pasaba por la finca de un rebollaliego que tenía sembrado tabaco, pimiento y sandías y siempre que me veía el rebollaliego me daba una sandía y me decía: “ Toma esta sandía para cuando llegues a donde están las ovejas te la comas y des las cáscaras a las ovejas que le gustan mucho” También como hacía mucho calor nos acostábamos el sereno en el suelo con una manta debajo y mirando hacia el cielo, donde mi padre me contaba varias historias, para que me durmiese porque estaba el suelo muy duro, algunas de esas historias las voy a contar ahora. -------0000000-----Capítulo décimo. El lucero del alba Mi padre siempre me decía: “Cuenta las estrellas” y contando me dormía, ya de madrugada , me despertaba y antes de ser de día sale una estrella muy grande y yo le preguntaba a mi padre: ¿ Por qué es esa estrella tan grande?

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“Te lo voy a decir”. Eso no es una estrella es un lucero y cuando sale las personas que trabajan en el campo con bueyes, caballerías o burros se levantan al salir ese lucero para echar de comer a los animales, para que cuando sea de día estén bien alimentados y puedan desarrollar el trabajo del campo. Ya no os cuento mas historias para no cansaros.

-------00000-----Capítulo undécimo. Fin de la historia Se termina el verano y empieza la toñá, empieza a refrescar y también se termina la comida para las ovejas, cuando se las saca de la red empiezan a correr de un lado para otro en busca de las bellotas que hayan caído por la noche de los robles, corrían tanto que alguna vez me quedaba sin ver ninguna oveja, a mí las lágrimas se me caían porque tenía miedo que se extraviasen, hasta que un día me dijo mi padre: “ Hijo, no llore que esto se va a terminar; Hoy mismo me voy a casa de tío Ezequiel y le voy a decir que busque otro borreguero, que nosotros ya no podemos guardar mas las ovejas”. Y así lo hizo fue al pueblo a decírselo a tío Ezequiel, y este le contestó, “ Está bien, hoy mismo ha venido a mi casa un borreguero de Nava concejo buscando trabajo y se llama Juan Tierno, así que si quieres desde mañana mismo te puedes marchar” Así lo hizo mi padre y ya se presentó por la mañana el nuevo borreguero y se quedó guardando las ovejas a este pastor le vendimos las ovejas que tenía mi padre en el rebaño de tío Ezequiel, que eran ovejas de escusa. Mi padre se puso a trabajar en los huertos que teníamos en el campo y yo volví otra vez a la escuela. Y así termina el relato de mis recuerdos del año que viví de borreguero siendo un niño muy pequeño.

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Esta historia ha sido escrita en La Lanchilla en octubre de 2005.

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