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Hablando en Lenguas 102 Anotaciones Hablando en Lenguas Los poderes milagrosos del Espíritu Santo permitieron a los primeros Cristianos llevar a ca...
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Hablando en Lenguas Los poderes milagrosos del Espíritu Santo permitieron a los primeros Cristianos llevar a cabo grandes y poderosas obras. Una de las obras mas maravillosas del Espíritu fue la de hablar en «lenguas» por los apóstoles en el día de Pentecostés, así registrado en Hechos 2:1-11. Parte del texto se lee como sigue: «Y de repente vino del cielo como un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.» ¡Este fue un gran milagro! Si los hombres pudieran hablar en lenguas hoy día sería tan milagroso como lo fue en Pentecostés, porque hablar en lenguas sería tan imposible hoy día como lo fue hace diecinueve siglos, sin la intervención directa del Espíritu Santo. ¿Qué Era Hablar En Lenguas? ¿Qué se quiere decir por «hablar en otras lenguas»? Un estudio cuidadoso del texto no dejará duda en cuanto al significado Bíblico y propósito de hablar en «otras lenguas.» El texto, Hechos 2:6,8, claramente declara que la multitud estaba «confusa, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.» Concluyeron: «¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?» En este texto hablar en lenguas no era un asunto de hablar un lenguaje desconocido para alguno, sino que fue la capacidad, por medio de la guía del Espíritu Santo, para hablar un lenguaje que era conocido y entendido por el oyente, pero desconocido para el que habla — un lenguaje que nunca había conocido o hablado antes. El texto revela que hubo al menos quince diferentes países, o provincias, representados en la audiencia que escuchó a los apóstoles hablar en «lenguas,» por tanto, algunos quince lenguajes o dialectos diferentes. Las personas de cada uno de los países los escucharon hablar en su propia lengua nativa. Benson’s Commentary, Vol. 4, página 687, declara: «Estos discípulos no sólo nunca habían aprendido algunos de estos lenguajes, sino que no habían aprendido algún lenguaje extranjero...La mayoría de ellos nunca habían escuchado tanto de alguno de estos lenguajes hablados, o tenido alguna idea de ellos...No hablaron ahora y entonces una palabra de alguna otra lengua, o tartamudeado algunas frases partidas, sino que hablaron cada lenguaje que hablaron como fácil, correcta, y elegantemente, como si hubiera sido su propia lengua madre: porque cualquier cosa que fue producida por el milagro fue de la mejor clase.» El hecho de que el gran milagro de hablar en lenguas por los apóstoles, capacitando a cada hombre para escucharlos «hablar en su propia lengua,» fue llevado a cabo, hizo que la multitud se maravillara y se confundiera. Ningún Sonido Ininteligible Los apóstoles predicaron el evangelio a más de 3000 personas representando al menos quince naciones diferentes, y los oían hablar cada uno en la lengua que había nacido (v.8). Cuando ellos hablaron en lenguas, estas no eran una jerigonza, una conglomeración de sonidos ininteligibles. Hablaron palabras que trajeron convicción a los corazones de las personas. «Al oír esto, se compungieron de corazón» (Hch. 2:37), la palabra divina revelada. ¿Los Hombres Hablan En Lenguas Hoy Día? Muchas personas, y no pocos líderes religiosos, se han tornado tan confusos acer-

Hablando en Lenguas ca de la posibilidad de hablar en «lenguas.» Algunos afirman hablar en «lenguas desconocidas.» Es completamente evidente que los hombres hoy día no pueden hablar en «lenguas» como lo fue hecho en los tiempos del Nuevo Testamento. ¿Dónde está el hombre o mujer que puede hablar quince idiomas diferentes que nunca ha escuchado o aprendido? Sería hoy día tan sorprendente como lo fue en Pentecostés, para un hombre predicar a una audiencia de quince nacionalidades diferentes y cada hombre escuchar y entender en su propia lengua, o lenguaje, en la que nació, no obstante el hablante nunca había conocido las diferentes lenguas. ¡Eso sería tanto un milagro como lo fue en Pentecostés! Si hay hoy día personas que pueden hablar en «lenguas» como en aquellos tiempos del Nuevo Testamento, podría sugerir un lugar más oportuno para hacerlo así. ¿Por qué no ir ante la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York y predicar el evangelio a los representantes de las naciones del mundo? Si uno pudiera hablar en «lenguas,» por el poder del bautismo del Espíritu Santo, podría hablar de tal manera que todo hombre de toda nación podría escuchar y entender en su propio lenguaje nativo. El arreglo para tal reunión no es irreal. Si puede ser encontrada una persona que pudiera hablar verdaderamente hablar en «lenguas» estoy seguro que los arreglos podrían ser hechos a causa de que estas habilidades en las comunicaciones sería tan sorprendente que las Naciones Unidas y el mundo le darían la bienvenida. No dudo que toda estación de radio y TV en el mundo querría transmitir a tal «hablante de lenguas» sin cargo porque sería una «ejecución extraña, sorprendente y asombrosa.» Si una persona que afirma hablar en «lenguas» diera la seguridad de su poder y habilidad para hablar en «lenguas,» y ofreciera voluntariamente sus servicios, una extensa audiencia mundial para escuchar el mensaje en su propio lengua nativa sería provista. El Poder Por el Bautismo del Espíritu Santo El bautismo del Espíritu Santo era la fuente del poder milagroso que capacitó a los apóstoles para hablar «en otras lenguas» (Hch. 2:2-4) - «Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.» El antecedente de «fueron todos» y «que hablasen,» es apóstoles, así declarado en el último versículo del primer capítulo de hechos. Los apóstoles, por tanto, fueron los que recibieron esta medida bautismal del Espíritu Santo: «Y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen,» el texto lo declara en el versículo 4. El Espíritu Santo se aseguró de que esa identidad no fuera equivocada: «Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos» - recuerde, «ellos,» los apóstoles - (v.3). De este texto concluiremos que cada uno de los apóstoles, que estaba hablando «en otras lenguas,» fue identificado por la lengua «como de fuego,» que se asentó sobre su cabeza, todo lo cual hizo que la multitud que se reunió se sorprendiera. No puede haber duda de que los apóstoles fueron los ellos que recibieron el bautismo del Espíritu Santo y los que hablaron en «lenguas» porque en el versículo 7 es dicho, «¿No son galileos todos estos que hablan?» Los apóstoles eran todos Galileos. Los ciento veinte discípulos, también presentes, no eran todos Galileos. Hablaron Según el Espíritu Les Daba Que Hablasen De este texto bajo consideración (Hch. 2:4), debemos concluir que los apóstoles fueron «llenos del Espíritu Santo» antes de que pudieran hablar «en otras lenguas.» Además, hablaron «según el Espíritu les daba que hablasen.» Nuevamente cito de Benson’s Commentary, Vol. 4, página 687. «Ellos no hablaron

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de algún pensamiento previo, sino ‘según el Espíritu les daba que hablasen’ - él los suministró con el tema, también como el lenguaje.» ¿Dónde está la persona hoy día a quien el Espíritu Santo ha identificado como uno para «hablar en otras lenguas» por medio de señalarlo milagrosamente con una «lengua como de fuego» asentada sobre su cabeza? ¿Dónde están las personas hoy día que pueden hablar en «otras lenguas,» lenguajes que nunca han conocido, mensajes que nunca han conocido, «según el Espíritu les daba que hablasen»? Debe ser concluido que los hombres no hablan en «lenguas» hoy día, como en los tiempos del Nuevo Testamento, porque los hombres no reciben la milagrosa medida bautismal del Espíritu Santo, como lo hicieron los apóstoles en los tiempos Bíblicos; tampoco son hombres divinamente guiados en la entrega de un mensaje como lo fueron los apóstoles quienes hablaron «en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.» El Don de Lenguas Demos más consideración a los textos refiriéndose al don de hablar en lenguas. Acorde a Hechos 10:44-46, los Gentiles, que recibieron el don milagroso del Espíritu Santo, , «hablaban en lenguas, y magnificaban a Dios.» En Hechos 19:6 está revelado: «Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban.» Pregunta: ¿El poder milagroso del Espíritu Santo, que lo capacitará a uno para «hablar en otras lenguas» y profetizar, ha sido impartido a cualquiera hoy día a través de la imposición de las manos de los apóstoles, especialmente ahora que los apóstoles han estado muertos por cerca de 2000 años? Si no, ¡entonces nadie tiene el don milagroso del Espíritu Santo, a través de la imposición de las manos, para hablar en lenguas! Diversos Géneros de Lenguas El apóstol declaró en 1 Cor. 12:10, que habían «diversos géneros de lenguas.» El asunto de hablar en lenguas por poder milagroso del Espíritu evidentemente incluía diferentes dones, poseídos por diferentes personas, para propósitos diferentes. Acorde a los ejemplos en el Nuevo Testamento al menos dos propósitos primarios están revelados: ese de la revelación divina y el de la edificación. Parece que en algunos casos el don de «lenguas» capacitaba a uno para interpretar las «lenguas» (1 Cor. 14:26-28). No obstante, parece que otros debían ser sus propios intérpretes (1 Cor. 14:5,13). Mientras la iglesia del Señor crecía en los tiempos del Nuevo Testamento algunas congregaciones estaban compuestas de hombres y mujeres de diferentes nacionalidades, que poseyeron los dones milagrosos de «diversos géneros de lenguas» por un tiempo, también como otros «dones espirituales» (1 Corintios, capítulo 14). La estimación de Pablo del valor de hablar en «lenguas,» mientras la iglesia se volvía más madura, fue revelada cuando él dijo: «Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?» (1 Cor. 14:6). El apóstol concluyó, «Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida» (1 Cor. 14:18-19). Hablando en Lenguas, Resucitando al Muerto, Sanando al Enfermo Del estudio de las Escrituras es evidente que a aquellos que ejecutaron obras milagrosas del Espíritu se les prometió: «En mi nombre echarán fuera demonios...tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y

Hablando en Lenguas sanarán» (Marcos 16:17-18). Pregunta: 1. Si uno puede hablar en lenguas hoy día, ¿puede «beber cosa mortífera» y no le hará daño? 2. Si uno puede recibir el bautismo del Espíritu Santo y hablar en lenguas hoy día, ¿puede él «imponer sus manos sobre los enfermos, y se sanarán» de una enfermedad incurable? 3. Si uno puede hablar en lenguas por el poder milagroso del Espíritu Santo, ¿no podría él por el mismo poder «resucitar los muertos»? 4. Si uno está apto para recibir el bautismo del Espíritu Santo y hablar «en otras lenguas,» como algunos lo hicieron en la iglesia en Corinto, ¿no sería él apto para profetizar, o hablar por revelación divina, «según el Espíritu le de que hable»? Las Lenguas Desconocidas y el Intérprete En 1 Cor. 14:2,22, Pablo escribió: «Porque el que habla en lengua extraña (Versión Moderna) no habla a los hombres, sino a Dios.» Además, el apóstol dijo, «De manera que las lenguas sirven de señal, no para los creyentes, sino para los que no creen.» La pregunta es, ¿habrá siempre una lengua extraña? La inferencia es que si uno habla en una lengua que no es entendida por el hombre, entonces está será una lengua extraña. Aún cuando Dios la entendía, esta no sería de valor para los hombres. El mero hecho de que Pablo dice que las «lenguas son por señal, no para los creyentes, sino para los que no creen,» es evidencia de que las «lenguas» eran para el beneficio del hombre. Si para «los que no creen,» entonces hablar en lenguas no sería una lengua «extraña» hablada para Dios sin el entendimiento del hombre. El apóstol concluyó, «Así también vosotros, si por la lengua, no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire» (1 Cor. 14:9). Además, ¿por qué debiera haber la necesidad de un intérprete si hablando en «lenguas» no era para los hombres que debían beneficiarse de lo que escucharan? No podemos entender plenamente el completo significado de hablar en lenguas en los tiempos del Nuevo Testamento, ya sea para convertir al pecador, o para edificar la iglesia, ¡pero dos cosas son ciertas! Una: hablar en lenguas fue hecho por poder directo y milagroso del Espíritu Santo. Dos: el hablar en lenguas era definitivamente para el beneficio del hombre quien inteligentemente entendió lo que fue dicho. Hablar en lenguas fue una asociación milagrosa con la revelación divina. ¿Hablando en Lenguas Para Dios o el Hombre? ¿Estaban dirigidos los mensajes de aquellos que hablaron en «lenguas» en los tiempos del Nuevo Testamento a Dios o al hombre? Algunas personas, que afirman hablar en lenguas, afirman que hablar en lenguas en los tiempos del Nuevo Testamento era un asunto de hablar a Dios y no al hombre. Este argumento es ofrecido como prueba de que los hombres hablan en «lenguas» hoy día. Es obvio que nadie entiende a aquellos que declaran hablar en «lenguas,» y, acorde al argumento de ellos, nadie está supuesto a entender por qué ellos están hablando a Dios y no al hombre. Consideremos el asunto. La declaración del apóstol, «no habla a los hombres» (v.2), indica que el hablar no era entendido por los hombres, no que no estaba determinado para ser entendido por los hombres. El contexto refuta completamente la idea de que «hablar en lenguas» estaba dirigido para Dios y no para el hombre. Pablo ciertamente declara que el propósito primario de las «lenguas» era para el beneficio de los «incrédulos» (v.22). La declaración del apóstol de que el hablar era «sino a Dios» simplemente indicó que tal «hablar en lenguas,» bajo aquellas circunstancias, serían entendidas únicamente por Dios y no por el hombre. Acorde a Pablo esto refutaría el propósito de hablar en «lenguas.» El apóstol concluyó, «Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire» (1

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Cor. 14:9). Hablar en lenguas, fuera a Dios o al hombre, era un don milagroso, fuera por el poder de la medida bautismal del Espíritu Santo, como en Hechos, capítulo 2, o por la imposición de las manos de los apóstoles, como en Hechos, capítulo 8, o el capítulo 19. En 1 Cor. 12:7-10, Pablo definidamente declaro que estas administraciones milagrosas del Espíritu incluyeron la palabra de sabiduría, los dones de sanidades, el hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritus, hablar en lenguas, y la interpretación de lenguas. Si las lenguas continúan hoy día, entonces los milagros ciertamente no han cesado y estas otras administraciones milagrosas del Espíritu deben estar en evidencia exactamente tanto como el hablar en lenguas. ¿Dónde está la persona que definidamente tiene sabiduría sobrenatural, que recibe revelaciones divinas de Dios en el cielo? Si tal persona pudiera ser encontrada, entonces los hombres inspirados de Dios falsificaron cuando declararon que el evangelio de Cristo, la palabra de Dios, es la revelación completa y final de Dios para el hombre. El apóstol escribió: «Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo» (Gál. 1:6-8). ¿Dónde está la persona con los dones de sanidad, que pueda sanar una enfermedad incurable, limpiar los leprosos, y levantar los muertos? Donde quiera que usted encuentre personas que puedan sanar enfermedades incurables, levantar muertos, y hablar por revelación divina, como en los tiempos del Nuevo Testamento, usted también podrá encontrar a aquellos que puedan hablar en lenguas. Si encuentra a uno, encontrará al otro. La declaración de que las lenguas están dirigidas a Dios, antes que al hombre, y de que usted no puede entenderlas, no harán diferencia. Si usted no podía entender las lenguas de ellos, podrá ciertamente entender y ser convencido si ellos verdaderamente sanaron un cuerpo enfermo con lepra, o resucitar a una persona de la muerte. Usted tampoco lo encontrará por que los milagros han cesado. Las Lenguas Por Señal Demos más consideración a los textos referentes al don de hablar en lenguas. En 1 Cor. 14:22, el apóstol dijo que «las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos.» Acorde a Hechos 10:44-46, los Gentiles, que recibieron el don milagroso del Espíritu Santo, «hablaban en lenguas y magnificaban a Dios.» Los hermanos Judíos, que acompañaron a Pedro, «...se quedaron atónitos...porque los oían...» y entendían, así como las personas en Pentecostés escucharon y entendieron lo que los apóstoles hablaban en lenguas (Hch. 10:23,44-46; Hch. 2:6-11). Si no hubieran entendido, ¿cómo pudieron haber sabido que aquellos hablando en lenguas estaban hablando de «las maravillas de Dios» y «magnificaban a Dios»? El hablar de ellos en lenguas, lenguajes desconocidos para el hablante, pero entendidos en los lenguajes nativos de los oyentes, era una señal para confirmar la Palabra de Dios (1 Cor. 14:22; Heb. 2:3-4). Dios «daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios» (Hch. 14:3; Juan 20:30-31; Marcos 16:17-20). Las Lenguas No Para La Devoción Personal Las señales milagrosas incluyendo las «lenguas,» no eran para el beneficio de aquellos que tenían los dones, sino para los incrédulos y los oyentes. Si todos pudieran tener el don milagroso de las lenguas, entonces todos debieran buscar el don milagroso de la profecía, el don sobrenatural de la sabiduría, que Pablo declaró que era más grande que las lenguas (1 Cor. 14:5). ¿Por qué estar contento con un don menor e ignorar el don más grande? Además, si alguien buscara el don de «lenguas» para su propia devoción, inspiración y edificación personal, al mismo tiempo debería

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buscar el don milagroso de la «interpretación,» porque sin este don, las palabras en una lengua serían inservibles comparadas a las palabras entendidas — ¡diez mil a cinco! (1 Cor. 14:5,13-19). Si el don de lenguas era para el beneficio personal de un individuo y de su relación con Dios, entonces no habría uso para el don de interpretación. En los tiempos del Nuevo Testamento las personas que hablaban en lenguas eran individuos de circunstancias especiales, quienes por el poder milagroso directo del Espíritu Santo, hablaron para el beneficio de los demás y no de ellos mismos. El Evangelio de Una Vez Por Todas El lenguaje inspirado de Judas es prueba de la cesación de los milagros. El declaró, «Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me he visto en la necesidad de escribiros, exhortándoos a que contendáis ardientemente por la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez por todas» (Judas 3, Reina-Valera, 1977). Ciertamente no puede haber duda acerca de la afirmación en este texto, de la completa revelación de la voluntad de Dios. La teoría de la revelación adicional progresiva está condenada, más allá de la duda, y Pablo añade a eso que la maldición del Dios todopoderoso reposa sobre todo aquel que pervierta, añade, o quite de la palabra de Dios (Gál. 1:7-9). Hubo un período de revelaciones para los santos y aquellas revelaciones fueron confirmadas por medio de las señales y milagros ejecutados por los santos, pero los milagros no son necesarios ni son ejecutados hoy día. Judas exhorta que debemos contender «ardientemente» por la «fe que ha sido transmitida a los santos de una vez por todas,» queriendo decir que la fe del evangelio fue una vez y para todo el tiempo dada a los santos. Un Camino Más Excelente Estas obras milagrosas del Espíritu Santo nunca fueron designadas para ser permanentes en la iglesia. Fueron dadas en la infancia de la iglesia para durar hasta que «venga lo perfecto.» Habiendo amonestado a los Corintios a anhelar los «dones mejores,» Pablo añadió, «...Mas yo os muestro un camino aun más excelente» (1 Cor. 12:31). De todos los dones en la iglesia en Corinto, algunos se «acabarían» y algunos permanecerían. El apóstol hace las comparaciones en estas palabras: «Si yo hablase en lenguas humanas y angélicas,» sin duda, refiriéndose a los «diversos géneros de lenguas» del capítulo 12:10, «y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía;» sin duda, la fe milagrosa del capítulo 12:9, «de tal manera que trasladase montes, y no tengo amor, nada soy» (1 Cor. 13:1-3). En estos versículos el apóstol da una valuación del valor del amor sobre los dones milagrosos. Debe haber una razón. Los dones del Espíritu eran transitorios; se «acabarían.» El amor era superior en contraste a los dones milagrosos que no son permanentes, incluyendo los «diversos géneros de lenguas,» porque el amor «permanece» para siempre. Los Milagros — Tiempo Limitado — Cesaron Es un hecho incontrovertible, revelado en las Escrituras, que los dones milagrosos del Espíritu debían cesar. Pablo declaró, «El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará» (1 Cor. 13:8-10). El apóstol enfáticamente declaró, «se acabarán,» «cesarán,» «acabará.» Las profecías, las lenguas, y la ciencia (la sabiduría sobrenatural, por supuesto) todas cesarían al mismo tiempo. ¡Han cesado!

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Hablando en Lenguas Crecimiento Completo — Los Milagros No Necesarios Con el acabamiento de la revelación del evangelio, la iglesia había crecido de la niñez a la madurez. Pablo ilustró este hecho por medio de comparar la niñez con la madurez (1 Cor. 13:11). De la niñez a la madurez, la profecía y la ciencia sobrenatural eran fragmentarias e imperfectas, por tanto, el acompañamiento infantil de los dones de los milagros, las lenguas, y la palabra de sabiduría. Ellos fueron dados únicamente en parte. Ahora que la consecución de «cuando venga lo perfecto,» eso que «es en parte» se «acabará.» El apóstol Pablo, además, describió la duración del período milagroso de la iglesia y el propósito de los dones espirituales, incluyendo el hablar en lenguas, en Efesios 4:11-14. Declaró: «Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.» La iglesia está ahora completamente crecida, habiendo obtenido la «unidad de la fe» — ahora un «varón perfecto.» Al tiempo de la escritura de Santiago 5:14-15, la sanidad era practicada, en el año 60 D.C. En el 64 D.C., Pablo recomendó la medicina para Timoteo. En el 65 D.C., Pablo dejó a Trófimo enfermo en Mileto. Los milagros llegaron a un fin. No tenemos registro de algún milagro o sanidad, tal como hablar en lenguas, siguiendo a la destrucción de Jerusalén en el 70 D.C. Los libros del Nuevo Testamento escritos después de la destrucción de Jerusalén incluyen 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan, escritos en el año 96 D.C. No hay registro de milagros y dones espirituales siendo practicados o ejecutados en la iglesia en estas epístolas. No puede haber duda acerca de esto. Los milagros, que habían sido dados para confirmar la palabra de Dios, ya habían cesado. Parece evidente que los milagros se habían vuelto limitados, o aun, habían cesado, durante el tiempo de vida de aquellos que ejecutaron milagros, como está señalado en el caso de la recomendación de Pablo de medicina para Timoteo, y, el hecho de que dejó a Trófimo, su compañero de viaje, enfermo en Mileto. Sin temor de una afortunada contradicción, podríamos concluir que después de la muerte del último apóstol y la muerte de la última persona sobre quien un apóstol había impuesto sus manos, nunca ha habido otro milagro ejecutado, a través del instrumento hombre, sobre esta tierra. Con la revelación del evangelio completa, establecida, y confirmada su validez perpetua, debe ser aceptado sin adiciones o sustracciones: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Tim. 3:16-17). «Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése si tiene al Padre y al Hijo» (2 Juan 9). Cuando los hombres afirman hablar en lenguas, por el poder del Espíritu Santo, ¡tal cosa es una negación del poder y validez del evangelio! ¡No hay otro evangelio! Pervertir el evangelio, o predicar otro evangelio, aunque se afirme ser revelado del cielo, es estar maldecido por Dios. El apóstol inspirado concluyó: «Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema» (Gál. 1:6-9).