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Staff Moderadora: Annabelle

Traductoras: Annabelle Andreani Mery Pixie Panchys ♥...Luisa...♥ AnnaissJ purpleliem Vero LizC Mary Ann♥ rominita2503 munieca

Correctoras: Melii Maia8 Phedre Mery Mali..♥ LuciiTamy Deydra Ann ★MoNt$3★ Vericity

Lectura Final Mery St. Clair SofiaGodiva

Diseño: HannaMarl

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Sinopsis

E

lla es casi invisible en la Escuela Willing, y eso le parece bien. Tiene a sus amigos —El fabuloso Frankie y su dulce cohorte, Sadie. Tiene su arte —y su ídolo, el no apreciado pintor del siglo diecinueve, Edward Willing. Sin embargo, es difícil ser nadie y tener un enamoramiento con el chico más popular de la escuela: Alex Bainbridge. Especialmente, cuando él es tu tutor de francés y las lecciones han comenzado ha convertirse en, bien, ciertamente algo más interesante de lo que el francés jamás ha sido antes. ¿Pero la chica invisible realmente puede terminar teniendo un y vivieron felices para siempre con el chico dorado, cuando nadie ni siquiera sabe que están saliendo? ¿Y será Ella esa chica?

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Una mirada Traducido por Annabelle Corregido por Melii

M

ira, Alex. Es bastante simple. No quiero hacer esto; tú definitivamente no quieres hacerlo. Así que…

No había notado que lentamente doblaba sus rodillas hasta que su barbilla apareció en mi línea de visión, seguida del resto de su cara. Ya no reía. Parecía bastante serio. —Ella. Sí quiero hacer esto, en serio. Ayudarte, si me lo permites. — Suspiró de nuevo. Me encontraba completamente obsesionada con sus ojos. Son de una combinación, muy guay, entre verde y bronce—. No sé lo que sucede, peor es extraño, y no debería serlo. Soy un chico decente. —Por supuesto que lo eres. —Suspiré. Y cedí. Aparentemente, mis defensas Fillites no tenían ningún valor cuando se trataba de este espécimen en particular, no importaba que él no pareciese decidirse en si yo valía la pena o no. Verdad: Sí, soy así de ingenua.

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El Comienzo Traducido por Annabelle Corregido por Melii

V

erdad (según Edward Willing): Las personas que confían en la primera vista son, o tontos o ilusos. Verdad (según Ella Marino): Me enamoré de Edward Willing la primera vez que lo vi.

Fue en el tercer día, en primer año, me encontraba un poco perdida en la biblioteca de la escuela, buscando un baño que no estuviese lleno de chicas revisando su labial. Tercer Día. Ya era claro que estaría utilizando baños secundarios al menos por lo próximos tres años, hasta ser una estudiante de último año y tener confianza. Hasta ahora no conocía a nadie, y era demasiado tímida par hablar con alguien. Así que basto esa primera mirada a Edward, con su pálido cabello que lucía como si acabase de pasar una mano por él, su camisa blanca manchada de pintura, una media sonrisa que era ligeramente perversa, y estuve enganchada. Dado que el, “Hola, soy Ella. Pareces alguien con quien me gustaría pasar el resto de mi vida,” sería totalmente loco, opté por sentarme en silencio a mirarlo. Hasta que la campana sonó y tuve que correr a la clase de Francés, olvidando completamente mis ganas de hacer pis. Edward Willing. Una vez que supe su nombre, lo demás fue fácil. Después de todo, vivimos en la época de la información. Wikipedia, Iphones, redes 4G, investigaciones que puedes hacer a miles de millas. El resultado fue que en cada momento posible durante los siguientes dos años, podía sentarme en la biblioteca a solo seis metros de distancia, sin decir una palabra, y conocer mucho de él. De todos modos, fue lo suficiente para convencerme completamente de que El Amor a Primera Vista no era un fraude. Es bastante simple. Edward coincidía con cuatro partes y media de mi lista de Si Mi Príncipe, De Hecho, Apareciera Algún Día, Sería Genial si Pudiese Reunir Estos Cinco Criterios:

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FORO’ Libros Del Cielo 1. Que se interese por el arte. Para mí es el carboncillo. Para Edward, pintura al óleo y bronce. Eso es casi lo mismo. Labios bonitos + artista = príncipe de Ella. 2. Que no le tema al amor. Él escribió, “El Amor es uno de las dos cosas por las que vale la pena morir. Todavía no he decidido la segunda.” 3. Que diga la verdad. “¿Cómo puedo creer en lo que las demás personas dicen cuando yo les miento?” 4. Sexy. ¿Por qué no? Puedo soñar. 5. Arriesgado. Que escale montañas, salte de acantilados, desafíe a los padres. Él, no yo. Le tengo pavor a una serie de cosas, incluyendo las alturas, los convertibles, polillas, y a esos comediantes que todos adoran, que se paran en el escenario y le gritan insultos a la audiencia. 5a. Arriesgado lo suficiente para darme una oportunidad. Por supuesto, ese Nro. 5 era importante. Y el problema. No importa cuanto lo adorase, no importa cuán linda pareja quizás hubiésemos sido, nunca, nunca iba a ocurrir. Para ser justa con Edward, no es como si le hubieran dado la oportunidad de conocerme. No soy estúpida. Sé que hay algunas verdades básicas cuando se trata de los chicos y yo. Verdad: Debes hablar con un chico—hablar de verdad, si quieres que él vea más allá del hecho de que no eres hermosa. Verdad: No soy hermosa. Ni muy conversadora. Verdad: Tampoco estoy segura que toda la cosa detrás del “no ser hermosa” sea muy atractiva. Y una verdad dolorosa, escrita en las piedras sobre este chico. Verdad: Edward Willing murió en 1916.

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El Libro Traducido por Annabelle Corregido por Melii

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ensarías que el almuerzo en Willing sería diferente al de otras secundarias. Que todos serían bienvenidos en cualquier mesa. Unidos por el conocimiento de que nosotros, en Willing, somos la Élite, Los Escogidos, los mejores en todos los ámbitos.

Umm. No. Por supuesto que no. El instituto es el instituto, a pesar de cuánto cueste o cuantos chicos pertenezcan a la clase alta. Y en ningún otro lado las clases sociales son tan evidentes como el comedor (los de primer y segundo año al medio día; los más avanzados a la una). Ya que, por supuesto, Willing no tiene una cafetería, o si quiera un salón de almuerzo. Era un comedor, completo con mesas de roble y paredes con ventanales, que se encuentran cubiertas con placas desde 1869, el año en que Edith Willing Castor (la tía de Edward) fundó la escuela para “preparar a las jovencitas más finas de Filadelfia para el matrimonio, el liderazgo, y para servir al mundo.” De verdad. Hasta los sesenta, el eslogan de la escuela era “Ella es una chica Willing1.” Casi 150 años, tres primeras damas, y un abogado general —sin mencionar la llegada de los chicos— después, los miembros femeninos del cuerpo de estudiantes todavía son llamadas Chicas Willing. Pensarías que alguien de los setenta se opondría a esto y lo cambiaría. Pero Willing sobrevivió los setenta de dos siglos distintos. Probablemente, todavía nos seguirán llamando Chicas Willing en el 2075. Es una escuela que cree en tradiciones, a pesar de cuán ridículas sean esas tradiciones muchas veces. Como mi almuerzo debajo de la placa que me dice que por tres años seguidos, 1948-1950, Gertrude Wharton fue la Chica Willing del Año. Y la que rememora 1919, cuando a ocho chicas se les fue otorgado el premio de Servicio Willing a los Soldados de la Guerra Mundial. De verdad. Aparentemente, hay una placa en la pared de la ventana para la Contribución Willing a la Naturaleza. Honestamente, no sé si eso es una contribución orgánica o monetaria, con todas esas familias ricas de Filadelfia 1

La traducción de Willing sería capaz o dispuesta.

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FORO’ Libros Del Cielo repartiendo su dinero como fertilizante sobre los terrenos verdes. Frankie dice que el primer nombre en la placa es Edna Moore Willing. No estoy segura de creerle. No muy lejos hay una por la Contribución Willing hacia las Artes. En la placa definitivamente se lee Willing, Moore; Frankie dice que muy bien le vendría un Marino para darle sabor a las cosas. Mayormente, desconozco lo que está escrito en las placas en medio de las ventanas. Nunca he caminado por esas mesas, sin si quiera mencionar comer allí. Así es como funciona. De la mesa 1 hasta la 4, cerca de los grandes ventanales con vista hacia el jardín: Los Fillites. El termino surgió hace unos años en una revista, usado por un periodista y alumno de Willing en un artículo titulado “La Corte Suprema: La Realeza Joven de Filadelfia.” De verdad. Los Fillites (Fil-Elites) son millonarios, arreglados y brillantes, y se mantienen juntos. Como el caviar. Son el producto de genes impecables, ortodoncia perfecta, y sushi semanal. La mayoría de los Fillites son deportistas; algunos cerebritos. Dos o tres tienen beca. Todos son un poco deslumbrantes. De la mesa 5 hasta la 8, a una hilera de las ventanas, a mitad del salón: Las abejas. Menos adinerados y hermosos que los Fillites, pero todavía queridos por la escuela debido a su alegre utilidad. Los editores del periódico y el anuario, los líderes en la obra de Shakespeare, los organizadores de los tours de estudiantes y los encargados de recoger fondos. Una vez un Chico Abeja, siempre un Chico Abeja, pero las chicas ocasionalmente se superan por tener buenas citas. La Srta. Edith probablemente lo aprobaría. De la mesa 9 hasta la 11, esquina al oeste: Las estrellas. Extra inteligentes, extra talentosos, completamente despreocupados por la moda, la cultura popular, o la movilidad social. Atletas de las matemáticas, del salón de música, equipo de debate. Absorben a las personas del último nivel, probando que el compromiso a la actividad es sincero y completo. Ama a los atletas matemáticos o vete. No hay intermedio. De la mesa 12 hasta la 13, llegando a las puertas de la cocina: Los invisibles. Willing no puede tener rechazados. Eso se vería muy mal en una escuela orgullosa de sí misma por su excelencia social y académica. Cualquiera que necesite estar solo —O tiene un visible problema de drogas, o pircings— desaparecen silenciosamente entre semestres. Aquellos que van a rehabilitación a veces regresan. Los otros no. Dejando el último nivel para aquellos chicos que escriben obsesivamente fan fiction de El Señor de los Anillos, los que no tiene

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FORO’ Libros Del Cielo suficiente dinero para tratar acné crónico en la piel, aquellos que no brillan ni encaja en ningún otro lugar. Así que como siempre, Sadie, Frankie y yo nos encontrábamos en la mesa 12, debajo de Gertrude. Por haber llegado tarde, me tocó el asiento muerto, aquel que es golpeado cada vez que un miembro del personal de la cocina sale por las puertas batientes. Escurrí mi silla por tercera vez desde que me senté, quedando con el borde de la mesa enterrado firmemente debajo de mis costillas. Es lo suficientemente difícil respirar en esta silla, sin mencionar el comer. —Entonces, ¿Qué vas a hacer con él? —susurró Sadie. El libro de historia Europea se encontraba sobre la mesa, frente a mí, con Winston Churchill ceñudo mirando hacia el techo. Él no era lindo. Alex Bainbridge, sí. El libro era suyo, con su nombre escrito en letras nítidas y acentuadas en la segunda portada. No como en el Sagrado Corazón, donde cada año esperas que te hereden un libro si rastros de queso de pizza en medio de las páginas, los estudiantes de Willing compran sus propios libros. Luego, escriben dentro de ellos. Yo no puedo hacer eso. Las monjas del Sagrado Corazón todavía me asustan, a dos años y dos kilómetros de distancia. El nombre escrito en tinta negra dentro de mi libro de historia es Erin Costantini. Nunca conocí a Erin Constantini. Se graduó en Willing antes de yo llegara, dejando sus libros usados, algunos de los cuales obtuve como parte de mi beca, y una placa cerca de la mesa 5. Había ganado dos años seguidos el premio de Deportividad Willing. El libro de Alex era nuevo, por supuesto, y lleno de marcas que no tenían nada que ver con la historia Europea. Había una nube de texto al lado de Napoleón. Stalin se preguntaba si le dieron por error un laxante. Había un número de teléfono encima del pecho de María Antonieta. Sin nombre. Me preguntaba si Amanda Alstead sabía del número de teléfono. Amanda, la reina de los Fillites para el rey Alex. Me preguntaba si era el número de Amanda Alstead. —¿Ella? —Sadie me dio un codazo. Había un botón gigante en el codo de su suéter gris. No abrochaba nada. A su mamá le gustaba desarmar alta costura japonesa. Decía que veía el modelo en “Vogue”. En Sadie, costuras rústicas y bolsillos al revés decían “Esquizofrenia” —. ¿El libro? —Se lo entregará. —Frankie inspeccionó su hamburguesa e hizo una mueca. Era del mismo color que el suéter de Sadie—. Es simple. Solo que no lo era, y Sadie lo sabía. —Tal vez, simplemente, deberías dejarlo frente a su casillero. O en la oficina —sugirió—. Ellos se lo harán llegar. Ya había terminado su almuerzo empacado (apio y ciruelas fuera de temporada provenientes de Australia) hace diez minutos, y ahora mordía las

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FORO’ Libros Del Cielo puntas de su cabello, haciendo que un mechón se alisara y oscureciera. Cuando dejó de hacerlo, el rulo volvió de nuevo a su masa de rizos castaños ligeramente enredados. Cada cuatro semanas, su madre la lleva con Alphonse (cuyo talento extremo en productos para el cuidado del cabello le brinda un innecesario segundo nombre) para tratamientos termales de acondicionamiento. Sadie regresa luciendo como si hubiese sido engrasada. Ni Frankie ni yo decimos nada, y a los pocos días después vuelve a la normalidad. Sadie pertenece a los niños ricos. Lo que significa que debería ser capaz de caminar hasta Alex Bainbridge, tenderle su libro y hacer un comentario sobre lo que es ser americano en Paris. Ella ha ido muchas veces. También conoce a Alex de básicamente toda la vida. Una vez creyó haberlo golpeado con un palito de pan cuando estaban en la guardería de Society Hill. No está segura, ambos dejaron la guardería para empezar el jardín de infancia en Madison, así que el incidente del pan debió haber sido hace al menos unos doce años. No cree que se hayan dirigido la palabra desde entonces. —Oh, por amor a Dios. —Frankie rodó los ojos debajo de su sombrero verde de copa baja. El color combinaba perfectamente con la marca VINCE pegada al bolsillo de su camisa de bolos. Para Frankie todo debe ser elegante y clásico—. Dame el libro. Se lo lanzaré. Frankie es de temer. También conversa sobre el arte postmoderno y regularmente me dice que me ama. También miente descaradamente, pero solo a las personas que no le importan, como al profesor de educación física. —¿Bádminton? —Jadeó una vez al comienzo de nuestra amistad, cuando yo asumí que había encontrado un compañero de educación física—. ¿Y arriesgar esta nariz? Es una buena nariz. Y un muy, muy buen rostro. La mamá de Frankie es coreana; su papá es un viejo modelo de Bryn Mawr. La teoría de él es que su papá también es gay. —¿Cuatro años con una chica asiática corriente que, sin ofenderla, luce como un lindo chico asiático? Luego, puff, ¿se marcha para criar cabras en California? Por favor. Extendió la mano para tomar el libro. Lo aparté. Puede que hasta lo haya abrazado un poco. Frankie gruñó. —No. No, no, no, no, no. ¡No tu también! ¿Hay alguna chica en esta escuela que no sienta algo por Alex Bainbridge? Miró hacia Sadie, quien se encogió de hombros y ofreció: —Es lindo. —Es un Neanderthal. Frankie había entrado un poco antes al sistema solar de los Fillites. Había hecho séptimo y octavo grado en Madison, entrando justo en el momento en que los chicos comenzaban a flexionar sus músculos y a notar qué zapatos era comprados en rebajas.

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FORO’ Libros Del Cielo Él me lo había explicado en primer año, cuando milagrosamente había conseguido unos pantalones de algodón D&G (ayuda tener una cintura de setenta y tres centímetros) y comentó que esa prenda hace mucho dejó de tener sus mejores días. —¿Gaysiático? ¿Pobre? ¿Un metro y nada? Podría también tener “sumérjanme-en-el-retrete” tatuado en la frente. Lo sumergieron. —Sé justo. —Todo en Sadie es ser justa y de mente abierta. Ella insiste que se debe a que es Libra. Yo lo acredito a los diez años de servir como el bate que sus padres usan para golpearse mutuamente—. En realidad, Alex nunca te metió en un retrete. Fueron sus amigos. —Oh, excelente defensa, abogada. Caso cerrado. —El enojo no te sienta bien. —Le informó. —Tampoco lo hace el pis —discutió. Entendía completamente que algo como eso sería difícil de superar, incluso luego de un par de años. Las cosas malas no se olvidan, incluso cuando terminan. O al menos se vuelve menos obvias. Podría ser el hecho que Frankie haya crecido dieciocho centímetros en dos años el motivo por el cual las burlas terminaron. O que los chicos Fillites hayan madurado un poco. Lo más probable era debido a los rumores de que el hermano de Frankie, Daniel, se había unido a una pandilla asiática. Como sea —Él no lo había olvidado. —Ah, el grupo de fans de Bainbridge. Pensaba mejor de ti, Fiorella. — Frankie no se guardaba ningún comentario para si mismo. Normalmente, admiraba eso desesperadamente. Esta vez me molestaba—. De verdad, lo hacía. ¿Por qué? Soy una simple humana. E invisible. En parte porque todavía no he superado mucho ese metro y nada. Alex era treinta centímetros más alto que yo, con cabello bronce que se elevaba al frente y una boca que se curva en las esquinas, incluso cuando no se encontrara sonriendo. —Es mejor que su obsesión con un hombre muerto —dijo Sadie gentilmente. —No mucho —Fue la respuesta quejosa de Frankie. Probablemente tenga razón. Puedo sentarme felizmente debajo del retrato de Edward en la biblioteca, puedo escudriñar la web buscando subastas que contengan sus pinturas, puedo leer y releer sus cartas y las pocas biografías sobre él, y nadie lo notaría. Este año incluso rendirá frutos: busco información para mis honores en el proyecto de historia del arte. Además, Edward era real. Todo lo que escribió y dijo era real, verdadero. No como Fitzwilliam Darcy, que por muy digno de babas que pueda ser, en realidad solamente era Jane Austen en pantalones. Y mira como muchas mujeres sueñan con casarse con él. De hecho, sé de dos chicas de la mesa

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FORO’ Libros Del Cielo 13 que hacen contribuciones regulares a una página en línea de fans de Darcy. En el almuerzo suelen leer en voz alta de allí. No está mal. En cuanto a Alex… bueno, él está vivo. Podría estirar la mano y tocarlo casi todos los días desde Septiembre hasta Mayo. En realidad, podría invitarlo al cine o por pizza, o a Marino’s, donde mi nonna le haría el calamari y mi hermano tendría que servírnoslo en una mesa de enfrente. Pero no lo haría. Más bien, no podría. El motivo era su asiento cerca de la ventana. El motivo era Amanda Alstead, y el lacrosse, y el hecho de que probablemente no coma calamares. Sé que lo más cerca que estaré de Edward Willing será un retrato y una tesis con honores. Por supuesto que sé eso. En cuanto a acariciar a Alex con mi pie debajo de una mesa con manteles rojos… Verdad: Para mí, es más fácil aceptar lo imposible que lamentar lo improbable. Probablemente, debí dejar el libro donde lo encontré, medio escondido debajo de la estatua de Samuel Windsor Willing, el abuelo de Edith (el uniforme revolucionario de guerra es erróneo; un pequeño cálculo nos dice que solo tenía nueve en 1776, pero los Willing nunca habían estado cortos en ego). Yo venía saliendo del baño de chicas del corredor Este, lo que hace que me pregunte si los baños escolares tendrán algún significado importante en mi vida. Deseo que no sea muy probable. Definitivamente, no paso mucho tiempo en ellos. Incluso en Willing, huelen a agua sucia y a ese jabón industrial rosa que no sale de los dispensadores, sin importar cuantas veces le des al botón. Además, no soy una chica de espejos. Tengo a Frankie y a Sadie para que me digan si tengo lechuga en mis dientes. No uso brillo labial que deba retocarme. Ni tengo nada que necesite Visine2. De igual manera, algunas veces salgo del cubículo o subo la mirada cuando lavo mis manos y capto mi reflejo: una pequeña, y sobresaltada persona detrás de una cortina de cabello oscuro que retira rápidamente la mirada, como avergonzada de haber sido sorprendida mirando fijamente. Esta vez, pude haber usado el baño que se encontraba cerca de la clase de matemáticas. Es decir, no tengo que hacer pis tan desesperadamente. Pero Amanda y su grupo normalmente van al baño cerca del salón de matemáticas, justo antes de mi clase. Ya que la única palabra que me ha dirigido desde primer año fue: —¡Ewwwwww! —Tiene sentido evitarla. Más allá de eso, es la Semana de Declamación (antes conocida como “Oratoria”) de chicas en Willing, lo cual significa que debemos memorizar aterradores poemas largos y recitarlos en frente de nuestra clase. La declamación tiene una pretenciosa y bizarra importancia en Willing. Como si todos nuestros éxitos futuros dependiesen de ser capaces de recordar que el amor es como un roja, roja rosa. El objetivo de la semana era Robert Frost3. Lo que significa que en los últimos días la escuela ha estado invadida de chicas 2 3

Marca de gotas refrescantes para los ojos producida por Johnson & Johnson. Poeta estadounidense. (1874-1963)

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FORO’ Libros Del Cielo nerviosas recitando: “El Camino No Elegido”. Es el poema que las Fillites y Chicas Abejas eligen. Se han estado entrenando mutuamente toda la semana, llenando los pasillos y baños con ritmos que dudo que fueran lo que Frost pretendía. Durante las semanas de Declamación, en Willing vivimos una vida como mezclando hip-hop cristiano y un musical de Broadway. Todos caminan por allí, recitando palabras desconocidas y pasadas de moda. Los pasillos se llenan de impresiones de poemas doblados en las esquinas. Brincamos un poco al caminar, como ponis corriendo: bah-dum, bah-dum, bah-dum, bah-dum. E interminables coletas rebotan por los pasillos. —Dos caminos divergieron en un bosque y yo, Yo tome el que menos se utilizaba… Bah-dum, bah-dum, bah-dum, bah-dum… Así que quise usar un baño tranquilo. Al salir, mi mirada se dirigió hacia mis zapatos, y allí vi el libro. Se encontraba cerca de los pies de Cornelius, con algunas hojas salidas de las páginas dobladas. Me incliné y lo recogí. Y eso, como diría Robert Frost, marcó toda la diferencia. Desde la mesa 12, tenía una gran vista de la mesa 2. Alex siempre se sienta allí (La mesa 1 solamente es para los Fillites de último año) normalmente en el mismo asiento, con la espalda hacia el salón, viendo por la ventana. Es el asiento de un chico guay. Dice: 

Sé que no lanzaras cosas a mi cabeza porque no te atreverías.



Al igual que hacer muecas y gestos groseros con las manos.



No me preocupa perderme nada que pueda estar ocurriendo en la habitación.



No me importa si notaste lo que llevo puesto, o que mi cabello está perfecto hoy.



Adentro nada es más interesante de lo que se encuentra afuera, lejos de la escuela.

Excepto, obviamente, Amanda Alstead, pero ella siempre se sienta con medio cuerpo al lado de Alex y la otra mitad encima de él, para que él pueda verla muy bien. Hoy, estaba sentada de lado en su silla, como siempre. Podía ver parte de la habitación (esa parte era la mesa 1, en realidad), casi todo el salón podía ver su atuendo, su perfil, y el hecho de que sus piernas colgaban de su regazo. Lo que yo podía ver de él era el perfecto triángulo de su espalda en un Lacoste verde y el pálido borde de las entradas de su cabello, la línea que dividía lo último de su bronceado veraniego y su corte de octubre. —Hola, Alex. —Compuse las palabras en mi cabeza—. Tengo tu libro… Estaría yo allí de pie, sosteniendo su libro. —Pensé que quizás querrías esto de vuelta.

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FORO’ Libros Del Cielo Nop. Sonaba como si lo hubiese robado, lo que sería bizarro, o que él me lo hubiese dado, lo cual sería ridículo. —Oye, esto estaba en el piso del pasillo de arriba, y me imaginé que quizás no supieras donde lo dejaste. La verdad siempre es buena. Él estaría perplejo por un segundo (probablemente no tendría idea que se le había caído; historia Europea era en el primer período), luego sonreiría agradecido, con sus ojos avellana brillando en las esquinas, y esa boca curvándose en esa manera tan increíblemente linda. —Guau. ¡Gracias, Ella! Ni siquiera sabía que se me había caído. ¿Ven? Y yo se lo entregaría —y si nuestros dedos se rozaban, no me quejaría— y diría—: Vi las cosas adentro. De verdad son… —Ella. —Sadie me codeó de nuevo con su botón—. ¿Vienes? —¿Umm? —¿Dónde te encontrabas? Oh, sí… —Siguió mi mirada un poco desenfocada y asintió. Del otro lado, Frankie resopló. Ella le dio un codazo. No había botón en su otra manga—. ¿Quieres practicar antes de clases? Digo, sé que no debes hacerlo; está impreso en tu cerebro. Pero hay una línea al final que simplemente no me sale. ¿Ella? Mientras miraba, Amanda deslizó sus piernas del regazo de Alex y se levantó. Mis propias piernas se sintieron un poco débiles mientras hacía lo mismo. —Te veo en clase —dije rápidamente, dejando a Sadie recordando que en “La Pared Enmendada” la línea era: Mantenemos la pared entre nosotros al irnos. Es mi poema favorito de Frost. Sin ritmos de poni, ni rimas. Se trata sobre las paredes. Caminé entre las mesas, arreglándome el cabello sobre mis hombros mientras iba. Alex se encontraba todavía sentado cuando lo alcancé. —Hola. Esto estaba en el pasillo del piso de arriba… Me quede de pie detrás de su silla. Completamente helada. Pude haberme quedado allí por un largo rato si él no se hubiese apartado de la mesa para levantarse. La silla me golpeó primero en el estómago, luego en las rodillas. Creo que hice un sonido. Solté el libro. —Oh. Oh, demonios. ¡Lo siento mucho! —Alex apartó la silla del camino y se inclinó un poco. Tenía que hacerlo para poder ver mi rostro—. ¿Te encuentras bien? Logré asentir. —De verdad. Debí haberte dado muy fuerte. ¿Estás segura que te encuentras bien? —Sí, bien —susurré.

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FORO’ Libros Del Cielo Chase Vere se rió al otro lado de la mesa. —Hermano, ella estaba justo detrás de ti. Alex lo ignoró. Me miró fijamente por un largo segundo, luego se agachó para recoger el libro. Solo que, por supuesto… —Éste es mi libro. Asentí nuevamente. —Um, sí. Lo encontré. Arriba. —Oh, de acuerdo. Iba corriendo a trigonometría. Debió haberse caído de mi mochila. Gracias. —Ya se estaba girando, olvidando rápidamente el momento—. Es Freddy, ¿cierto? Se sintió como si la silla estuviese de nuevo en mi estómago. Normalmente, el nombre no me molesta. Cuando estoy preparada, de todas maneras. Pero esta vez no lo estaba. Dejé que más de mi cabello cayera hacia delante. —Um, no—dije suavemente—. Ella. Es Ella. Me miró otra vez, luciendo confundido por un segundo. Luego se encogió de hombros. —Uh. De acuerdo. Ella. Bueno, gracias. Escuché una risita ahogada. O quizás no era ahogada, simplemente rápida y en voz baja. No quería girarme. Preferiría mejor gatear debajo de la mesa, solo que no soy tan lamentable. Me giré. Amanda no se había ido en verdad. Fue por una botella de agua. Otra cosa de Willing: podemos tomar todas las botellas de Poland Spring que queramos, e introducirlos en contendedores reciclables para ser ecológicos. Se encontraba de pie a pocos metros, rodeada de su grupo, Hannah y Anna. Las Hannandas, como las llamamos. No es que se parezcan. Amanda es lo que los chicos se imaginan cuando escuchan las palabras Masaje Sueco. Anna es morena, como yo. Hannah tiene cabello castaño dorado y una apariencia como de chica de granja en Kansas. Pero son parecidas. Rasgos perfectos, zapatos pulcros, brillo labial luminiscente, y el instinto de barracudas. Amanda mostró sus dientes. No era en realidad una sonrisa. —Vámonos —Le dijo a Alex. Él fue. Podía haber contado. A la de tres. Una… dos… Los murmullos comenzaron, seguidos del relincho. No soy lo suficientemente noble para llamarlo risa. No cuando se trata de las Hannandas. Con sus faldas y colas de caballo dando saltos detrás de ellas mientras caminaban. Bah-dum, bahdum, bah-dum, bah-dum. —…Freddy… No lo recuerdas… intenta ocultarlo… Mientras salíamos del salón, las seguí. Manteniendo una gran distancia entre nosotras mientras caminábamos.

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La Declamacion Traducido por Andreani Corregido por Melii

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ebo estar diciendo esto con un suspiro Que en alguna parte envejece y hace envejecer, Dos caminos divergieron en un bosque y yo,

Yo tome el que menos se utilizaba… Y eso ha hecho toda la diferencia. —Gracias, Hannah. Fue muy agradable. Ahora... ah... Fiorella Marino. Al frente, por favor, Fiorella. Muy bien. Cuando estés lista... —Ella. —¿Perdón? No escuche bien. —Sólo Ella, Sr. Stone. —Oh, ¿Es algo nuevo y reciente que estas intentando? —No realmente. —Lo siento, no escuche eso tampoco. Silencio, gente, por favor. La Señorita Marino está hablando. —Siempre ha sido Ella, Sr. Stone. Desde antes que viniera aquí. —Oh. Ja. Bien. Está bien, entonces. Continua. Ella. Todos los demás, silencio. ¡Ahora! —“Reparación del muro”, por Robert Frost. Algo hay que no siente amor por un muro, Que envía... um... que envía... —Está bien. Ella. Puedes intentarlo nuevamente la próxima semana. Toma asiento. Ahora. Vamos a ver. ¿Quién quiere seguir? Amanda Alstead. Bien, genial. Continúa Amanda...

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La Cicatriz Traducido por Annabelle & Vero Corregido por Melii

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ara darle crédito, Alex obviamente no recordaba por qué la gente me llamaba Freddy. Era en honor a Freddy Krueger.

No doy miedo. No soy en nada parecida al monstruo de las películas. Objetivamente, sé que ni siquiera soy fea. Es gracias a la cicatriz. La mayoría del tiempo no puedes verla. Si uso mangas, incluso las cortas, y el cuello de mi blusa no es tan bajo, todo lo que puedes ver es mi cuello. Los cuellos de tortuga la escondía casi completamente, pero la mayoría del año Filadelfia es demasiado caluroso para usar cuello de tortuga. Así que todo el tiempo dejo mi cabello suelto, e intento mantenerlo frente a mis hombros. Era conocida como una cicatriz hipertrofia e hiperpigmentada. Lo que significa que se había elevado y es más oscura que mi piel natural. En mi caso, es roja y parece un poco como una red, sobre todo mi hombro derecho, como diez centímetros hacia mi pecho derecho, y como a doce centímetros por mi cuello. Fue una quemada con agua caliente. Tenía siete años. Irónicamente, no sucedió en la cocina de Marino’s, o en nuestra cocina —la de los Marino— donde usualmente hay una olla de sopa o pasta hirviendo en la estufa. Nop. Esto era producto de una tetera eléctrica en el sótano de la iglesia. En el Sagrado Corazón hacen juegos de bingo cada cierto viernes. Los jugadores de bingo toman mucho café y té. La señora Agnelli se había tropezado con la mesa plegable, la cual se dobló. Luego el agua se volcó. Papá intentó apartarme del camino, pero no fue lo suficientemente rápido. Se quemó también, en la mano y muñeca, pero solo fue de primer grado. —No es nada —dice tristemente cada vez que habla del tema—. Nada que no me suceda cada semana frente a la estufa. Fue feo—la ambulancia y el hospital, y todo lo que vino después. Dio miedo. También todos los gritos. Algunas veces mamá y papá (¿Por qué no

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FORO’ Libros Del Cielo se te moviste más rápido, por el amor de Dios?), algunas veces papá contra la compañía de seguros (¿A qué se referían con que no cubren tratamiento cosmético extensivo, por el amor de Dios?), algunas veces yo (dolía). Al final dejó de doler, aunque aún es sensible al tacto. Nonna había dejado de rezar sobre eso, y mamá y papá habían dejado de discutir sobre el asunto. No había ningún tratamiento cosmético extensivo. Extensivo significaba costoso, y son diez mil dólares que nadie posee. Creo que papá tuvo una reunión con algunas de las personas más importantes del Sagrado Corazón. Luego nunca habló sobre ello. Todos estos años después, puedo imaginar por qué había ido y lo que había sido dicho. —Entendemos que la lesión de tu hija debe ser frustrante, Ronnie. —Lo habrían llamado Ronnie, no Sr. Marino—. Pero ya que ni la mesa, ni la tetera eran propiedad de la iglesia… ¿Demanda? Bueno, eres consciente de que poseemos diecisiete abogados… El Padre Sánchez y la Sra. Agnelli vienen muy seguido, siempre con galletas. La Sra. Agnelli ofreció vender su Cadillac de 1986 para darnos el dinero. El Padre Sánchez aún busca alguien que haga tratamientos a láser gratis. Creo que es por eso que papá aún acude a misa. Pero sólo en las festividades. Yo no voy muy seguido tampoco, pero eso tiene que ver más con las cosas que la Iglesia no quiere que haga que con la quemadura en sí. Nonna aún va todos los días, y mi hermana, Sienna, en diciembre tendrá su boda allí. La vida continúa. Incluso para una niña tímida que se volvió aún más tímida luego de quemarse. En otra historia, la valerosa heroína llenaría su guardarropa con blusas de cuellos bajos y colecciones organizadas de ropa suelta para la sala de quemaduras del Hospital de Niños. Pongo franelas sobre mi bañador cuando vamos a la costa. Dejé de usar vestidos de verano. Intentaba ser compasiva con lo de Freddy. Después de todo, la cicatriz era bastante horrenda y grande para ese entonces. Yo he crecido, ella no. Creí que el asunto de Freddy sería olvidado cuando conseguí mi beca en Willing y salí del Sagrado Corazón. Por supuesto que ocurrió. Tengo mis teorías sobre cómo el nombre me había seguido. La más agradable era que la ciudad en realidad no era tan grande. Es un pueblo para esos de nosotros que vivimos casi en el centro. No lo escucho tan seguido desde el primer año, cuando todos en Willing debían probarlo. No es algo que espere. Y en serio, de verdad que no me gustan las sorpresas. Lo cual me hizo ir a casa al final de un inesperadamente catastrófico día. No hay sorpresa que encontrar allí.

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FORO’ Libros Del Cielo Me detengo primero en el restaurante. Marino’s ocupa los dos primeros pisos del edificio; hay tres apartamentos arriba de él. Mi papá y el tío Ricky crecieron en uno. Cuando se casaron, cada uno se mudó a uno de los otros dos. Mi abuela se quedó, aún luego de que Poppa muriera, al igual que la loca señora de al lado, y mamá se cercioró de quedarse con las acciones para que así ella y papá pudiesen comprar la casa. Finalmente, hace cuatro años Nonna se mudó con nosotros. Mi hermano, Leo, se mudó a su apartamento. Ricky y su esposa se mudaron más abajo en la calle, y mi hermana tomó su apartamento. El tío Ricky se queda en el ático del tamaño de un clóset cuando Tina lo echa de su casa. Mi familia no cree en nada a larga distancia. O en silencio, tampoco. El sonido me golpeó antes de incluso abrir completamente la puerta trasera de la cocina. —Así que me encuentro sentado allí, tratando de silenciosamente comer un bol de cereal —El tío Ricky le gritaba a nadie en particular por encima del sonido del lavaplatos industrial—. Y ella comienza a discutir conmigo sobre unos benditos calcetines… —…seis cajas de tomates ciruela, y un kilo de orégano seco… —Papá le grita al teléfono. Él y Ricky se parecían bastante —bajos, fuertes y con serias narices Romanas— pero Ricky todavía tiene todo su cabello. El estrés, dice papá—,…de acuerdo, de acuerdo, hecha uno de esos también, pero asegúrate de que esté bueno… Leo entró por las puertas de servicio, con las cejas fruncidas en la manera que su última novia le había dicho que lo hacía parecerse a Johnny Depp. —El Sr. Donato quiere más pepperoncini en su antipasto. —Leo odia servir las mesas, especialmente cuando Sienna era la anfitriona. Planea encargarse del restaurante cuando papá se retire. Ella ha estado planeando su boda por un año y no le molesta mostrarles buques y muestras de ligas a los clientes para obtener su opinión—. Y hay un idiota de Society Hill que dice que no tiene mozzarella. —¡Taci4, Leonardo! ¡Cuida tu lenguaje! —Lo regañó Nonna con una cuchara de madera. Se encontraba de pie sobre una caja de leche frente a la gran estufa, como hace cada vez que prepara salsa. Leo sonrió y se movió solo lo necesario para que la cuchara lo esquivase y lo golpeara en el brazo. Si hubiese fallado completamente, Nonna subiría la caja y lo intentaría de nuevo, y por muy animada, de verdad no debería estar subiendo y bajando de cajas—. Lléva su pepperoncini a Salvatore y al otro caballero una insalata mista cortesía de la casa. —Golpeó de nuevo su trasero y volvió su atención a la salsa. Técnicamente, papá es el dueño de Marino’s. Nonna sabe eso; ella misma se lo vendió. Solo le encanta ignorar ese hecho. No creo que a él le importe, está más feliz cuando los clientes están felices. Ricky no tiene ningún 4

Calla en Italiano.

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FORO’ Libros Del Cielo interés en encargarse de un restaurante familiar de quince mesas en Filly del sur. Siempre ha tenido grandes planes, el más reciente incluye a Top Chef — Hace audiciones para cada temporada— y mudarse a Nueva York. A Nonna le gusta pararse en la cocina y decirle a todos qué hacer. El sistema funciona. —¡Eh, Rinaldo, debes poner más anchoas en esa puttanesca! ¡Ancora5! —Como énfasis, Nonna golpeó su cucharón contra uno de los grandes coladores guindados en la estación de trabajo, haciendo que se tambalearan un poco. —Seguro, Ma. —Con el teléfono entre su oreja y hombro, papá lanzó un puñado de fettuccines frescos a una olla hirviente, detuvo el movimiento del colador y armó un plato con un trozo de bacalao. Fred Astaire en un delantal manchado—. ¡Leo! —Mientras Nonna no miraba, deslizó el contenedor de las anchoas unos cuantos centímetros más cerca de la estufa. Considérenlas añadidas—. ¡Leo! —…así que le dije, cuando llegue a Nueva York, Padma Lakshmi no me reprochará mi jodida ropa interior… —¡Un poco de servicio por aquí! —Grita papá—. No, no es contigo, cariño. Mi hijo pone a todo el mundo a esperar por su camarero. Ahora, ¿prometes que esos huevos estarán frescos? Me mantiene despierto por las noches pensando en la E. coli… Pensé en retroceder silenciosamente. Pero eso desviaría el propósito, que era ser vista. De otra manera, alguien iría hasta la casa a buscarme, y probablemente querría platicar. Necesitaba hacer una aparición para luego poderme ir a casa para, a regañadientes e impotentemente, revivir en paz todo el día una y otra vez. Me di valor y caminé sobre la alfombra color miel del suelo. Me vieron. —¡Hola, Ell-a! —El tío Ricky se acercó con una cuchara. Probé ajo y fresa. —Mmm —Logré decir. —¡Eso no está bien! —Regañó papá—. No, no tú, cariño. El camarón que tengo por hija. Piensa que puede alimentarse con puro pan. ¡Las chicas de Harvard comen su cena! Vi como se estiraba para alcanzar un sartén. Sabiendo que me alimentaría con algo costoso y sin atractivo, y probablemente de pescado, me le adelanté llenado un tazón de la olla con zuppa di giorno. Luego hice las rondas, besándolo a él, al tío Ricky, y a Nonna, quien me pinchó las mejillas, fuertemente, como siempre, luego comencé mi escape. Por entre las ventanas de la puerta entre la cocina y el comedor, pude ver a Sienna balanceándose hacia nosotros. Quería irme antes de que... 5

Más.

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FORO’ Libros Del Cielo —¡Usted encuentre la salida, muchas gracias! —Entró por las puertas como una fuerza de la naturaleza, con masas de cabello rizado y pestañas, y su trasero como el de J. Lo metido de una muy ajustada falda negra. Ella es la anfitriona los jueves y domingos, y en noches como estas, cuando el tío Ricky y la tía Tina están peleados y ella se rehusaba a venir a trabajar—. ¡Todos nos estamos volviendo grises ahí afuera! —Alguien en el comedor debió haber dicho algo gracioso porque hubo una ola de risas—. Usted es el cachorro, Sr. Donato —dijo Sienna sobre su hombro, y luego entró para comprobar su labial y ropa. Me dio una rápida mirada y rodó los ojos—. ¿Te mataría ponerte un poco de rímel? Podrías ser una mamacita si solo lo intentaras… Está bien, está bien —Murmura cuando papá, Ricky y Nonna le echan una mirada que pretendo no ver—. Sólo digo. Todos tienen sus propios métodos de querer arreglarme. El de papá normalmente involucra a la comida. El de mamá son blusas adornadas con brillos falsos que curarían mi invisibilidad en Willing de formas decisivas e infortunadas. Los de Sienna involucraban vagas amenazas de cambios de imagen. —Oye, no te me escapes —Demandó cuando caminé un poco hacia la puerta trasera—. Tengo fotos de zapatos que combinan con los vestidos de las damas de honor. Solo dime cuál te gusta más. Por fortuna, cuando hay opciones, Sienna hace un círculo en marcador rosa alrededor de su preferencia. Hace mucho más simple mi participación. Leo volvió con el plato de ensalada “sin” mozzarella. —Mira eso. El imbé… —Nonna siseó—. El idiota se comió casi todo, y luego la devolvió. Odio a estos tipos. Oye, demente, hay personas esperando ser sentadas. —Esperarán. —Sienna llevó un tazón de menestrón a la oficina de atrás. Pude ver a nuestra madre, con su traje color magenta y sin sus tacones del mismo color, frunciendo hacia una pila de papeles en el escritorio frente a ella. Normalmente, está en el trabajo desde las ocho hasta tarde, mostrándole a las personas casas que, la mayoría de las veces, no compran. Últimamente ha estado por aquí más, estudiando las cuentas e intentado convencer a papá que camarones y filetes para ciento cincuenta invitados en una boda no era excesivo. Miré como Sienna cambiaba la sopa por un brillante catálogo. Lo que sea que haya dicho, probablemente algo sobre unos zapatos, le brindó una gran sonrisa. Se parecen mucho, mamá y Sienna, pero no somos exactamente una familia increíblemente exótica. Yo soy como la fase al final de una oración, lo último de la línea. Todos tenemos el cabello y ojos oscuro de los Marino, incluso mamá, que nació siendo una Palladinetti y tiene aspiraciones de ser pelirroja. Todos somos bajos, aunque Leo jura que mide 1, 78, y que tiene músculos. Incluso Leo y papá. Eructamos cuando comemos apio, cantamos decentemente, y nunca hemos tenido nuestros nombres en una placa ni una sola vez. Hay millones de familias como la nuestra entre al menos veinte cuadras.

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FORO’ Libros Del Cielo —Ella —Llama mamá desde la oficina—. ¿Usaste de nuevo esos vaqueros andrajosos para ir a la escuela? No es de extrañar que todavía no hayas tenido… Oh, de acuerdo, Sienna. Ya lo entendí. ¿Ella? Ven. Debes ver estos zapatos. ¡Son para morirse! Justo ahora, no creía poder soportar fotos de tacones llenos de diamantes. Con mi tazón en mano, salí. —¡Quédate, quédate! —Llamó papá—. Salmón. ¡Es comida para el cerebro! —¡Anchoa! —gritó de nuevo Nonna. Cerré la puerta tras de mí. Caminé por el estacionamiento de cuatro autos del restaurante hacia nuestro patio, rodeando la cama de rocas y estanque vacío de peces koi que mamá había insistido en poner en su período Zen. Personalmente, extraño el césped sin cortar y el patio de cemento. Era bueno para mojarse debajo de los rociadores en el verano. Desde el frente, la casa es básicamente igual a todas las de la cuadra: estrecha, de tres pisos, de ladrillos abajo y vinilo blanco arriba. Papá no le había hecho caso a la abuela cuando sugirió la idea de cambiar las columnas del porche por pilares griegos. Pero siguiendo aún con el tema, había puesto en el frente un gordo trío de materos de piedra pulida completo con ninfas contorneadas. Nunca recuerda regar las flores que planta, así que normalmente siempre hay un grupo de hierbas malas frente al romero que Nonna había cultivado. Adentro todo era beige y rosa, con los cojines de toile que habían causado mucho cólera hace tres años, y la ocasional estatua azul de Madonna que, sí, Nonna ponía. Mi habitación era rosa, de ese rosa irritante, rosa típico de las princesas, hasta que comencé en Willing y tuve mi primera clase de arte con la Srta. Evers. Le dio una mirada a la acuarela que había hecho de la rosa que nos había asignado y rió. En una muy buena manera. Luego me dio un bloc del papel más blanco y grueso que había visto, una caja de lápices de carbón, y me envió a pasear por los pasillos. —Sé valiente al pensar. —dijo. Ahora mi habitación está en blanco y negro. —¡Sfortuna!6 —Murmura Nonna cada vez que mira por la puerta—. No hay buena fortuna en esta habitación. Pero le gustan mis dibujos, que remplazaron el rosa del papel tapiz de flores, y ella misma es parcial al negro. No ha usado ningún otro color desde que llegó de Calabria hace quince años (Oh, esta ciudad. ¡Tan sucia!). Nonna está obsesionada con la suciedad, American Idol, y la mala suerte. Ya que mi cumpleaños en el 17 de Marzo, está convencida de que nací con la mala suerte guindando de mi cuna. De acuerdo con ella, el hecho de que a penas mido 1, 53 es gracias al Malvado Numero 17. Mamá dice que debía nacer el veinte —de abril— y esa era la causa de ser tan 6

Desgracia en Italiano.

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FORO’ Libros Del Cielo pequeña como un camarón. Papá dice que considerando el hecho de que solo pesaba 1 kilo y 360 gramos en ese entonces y ahora peso 47, debería considerarme una campeona del crecimiento. A mamá también le gusta mencionar que Nonna no llega a los 1, 65 ni en los tacones negros que usa para ir a la iglesia. De acuerdo a mamá, yo era un perfectamente hermoso y pequeño renacuajo. De acuerdo con todos, Nonna se enfurecía cada vez que alguien me llamaba bebé hermosa. —¡Malocchio, malocchio7! —le gritaba a los doctores, enfermeras, y amigos que visitaban, apresurándose a contrarrestar sus bien intencionados cumplidos (y aparentemente, mal de ojo), agitando los cuernos protectores —Era su meñique y anular hacia arriba, con los otros dedos doblados— sobre mi pequeña cabeza. —Como un arrugado Ozzie Osbourne con vestido —murmura mamá. Mamá y Nonna no congenian demasiado. Bueno, ambas están completamente convencidas que cuando se trata de papá, ellas van primero. Y me aman con el mismo combo de altas expectativas e intensa, pero equivocada, utilidad, apoyándose en mí como estantes de libros disparejos. Por un lado está mamá: —¡Es un diamante en bruto! Todos pueden verlo. Huesos hermosos. Tan inteligente como ninguna otra cosa, con potencial absolutamente interminable, solo necesita un poco de esfuerzo… Habla en su voz de agente de bienes raíces. No creo que pueda evitarlo. Por otro lado está Nonna: —¡Bellissima! Bella, bella Fiorella. ¡No, no, no morada! Siempre verde como la primavera… Pasa bastante tiempo diciéndome lo bella que soy. Aparentemente, ahora que el daño estaba hecho no había problema. Pone todo su extraño cuerpo de cuarenta y un kilos detrás de la palabra, así que siempre suena como si estuviese escupiendo, maldiciendo. Esa es Nonna. Creo que piensa que si lo dice con suficiente fuerza, se convertirá en realidad. O yo me lo creeré, como la ropa del emperador. A Nonna no le importan las cosas falsas. Su bolsa favorita es una que le compró a un hombre en la calle, que también vendía inciensos y píldoras dietéticas. Es recto y negro, lo suficientemente grande para tragarse a personas pequeñas, y ella pretende no notar que la placa metálica al frente dice Frada. De acuerdo con Nonna, si ella lo cree y a Dios no le molesta, todo está bien. Tiene fotos de Jesús, el Papa, y de Robert De Niro sobre su cama. Yo tengo mis bocetos, mayormente de arquitectura —Como cornisas, pedimentos y ventanales sobresalientes, aunque últimamente he estado en una fase de aldabas ornamentales, y la parte de arriba tiene bastantes ojos 7

Mal de ojo en Italiano.

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FORO’ Libros Del Cielo y bocas abiertas que cubren dos paredes. Sobre mi escritorio tengo un poco de Edward. Hay muchas impresiones de su trabajo, pero solo hizo dos autorretratos (una está en la librería de Willing), y solo una ha sido reproducida, en un cartel de exhibición en un museo. Es mi pieza favorita, un retrato pintado en bronce. Aquí está la cosa. El autorretrato de Edward en la escuela fue como una primera cita. Durante ella dijo todo lo que quería que yo pensara sobre sí mismo: que era guapo, sexy, confiado. Todas verdades, pero esas son solo las cosas obvias. No todo el panorama. Cuando encontré el bronce, ya había leído la colección de sus cartas que la nieta de Edith había publicado luego de su muerte. Eso fue después en nuestra relación. Lo conocía. El bronce era un Edward completamente distinto, era un Edward con verrugas y todo. Estaba mayor, como diez años mayor. Con la misma frente amplia y cabello grueso, mostrándose de nuevo. Los mismos ojos un poco entornados; la pintura hacía que me preguntara si Edward no iba por la vida luciendo un poco adormecido, y eso probablemente hacía que muchas mujeres se sintieran muy bien despiertas. Pero hay líneas poco profundas junto a sus ojos bronce, y unas más profundas delineando su boca, la cual es más delgada que la de la pintura, y muy triste. Lo cual tiene sentido cuando ves que en el medio de la pieza, la parte más importante, era áspera, con un hueco en el medio de su pecho, donde su corazón estaría. Es llamada El Hombre Devastado, con la fecha de 1899, que fue el año en que su esposa murió. Diana. Nunca pudo superarla. Me gusta el bronce. Es verdadero. Ahí, él es verdadero. —¿Todas las vidas apestan? —Le pregunté al sentarme en la silla de mi escritorio. Noté que la pintura blanca de mi cuarto comenzaba a desconcharse. El rosado volvía—. ¿O sólo al tuya? —La vida apesta —Estuvo de acuerdo. Habla con un pequeño acento inglés, incluso aunque él no… bueno, no lo era—, Aunque creo que si yo pude sobrevivir diecisiete años luego que mi corazón fuera arrancado del pecho, tú puedes sobrevivir otros nueve meses hasta la graduación. —Lo crees, ¿verdad? Yo no estoy tan segura. —Lo de Frost no salió muy bien, es cierto. —Ni siquiera vayas allí —Le advertí—. No puedo ni pensar en eso todavía. —De acuerdo. ¿Cómo está el clima? —Es decir, sabía que lo vería en clases —Dejé caer mi cabeza contra el escritorio, con un muy merecido golpe seco—. Lo veo en cada clase de inglés. Pero hoy, luego de… —¿Luego del inoportuno momento Freddy? —No vayas allí. No quiero hablar de eso.

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FORO’ Libros Del Cielo —De acuerdo. —Edward se encogió de hombros. En verdad, sí tenía hombros. —Es tan lindo. Y, ya sabes, presiento que es agradable, incluso aunque esté saliendo con Cruella De Vil... Y los dibujos... Lo siento —Ofrecí—. Probablemente no debería estar hablando de otro chico. —Entiendo completamente —Edward es muy comprensivo—. Además, estoy devastado. No tengo corazón que darte. Y el caballero Bainbridge es muy talentoso. La sirena fue bastante impresionante. —Sí, lo fue. —Habían dos páginas sueltas en el libro de Alex. Estaban cubiertas de figuras increíbles e irreales: animales seductores vestidos como celebridades de los cuarenta, personas fantasmas que parecían que viniesen de impresiones xilográficas japonesas, y una sirena sin terminar, con increíble cabello alborotado y docenas de escamas en forma de lágrimas, la mitad de ellas estaban llenas de figuras más pequeñas: peces, cámaras, aviones—. Quería decirle cuán increíble eran sus dibujos, pero me congelé completamente. —Eso no es sorpresa. —Gracias. ¿Por qué me molesto en hablar contigo? —Porque puedes hacerlo, supongo —Fue su respuesta—. Yo no te asusto. —Deberías. Tienes un hoyo gigante en tu pecho. —Eso es lo que te gusta de mí, cariño. —Tal vez —Concedí. Edward no había necesitado palabras para decirle al mundo lo que sentía por Diana—. Entonces, ¿Qué hago con respecto a Alex? —Habla con él. —Sí, de nuevo, gracias. ¿Cómo comienzo? —¿Con un “Hola”? —Majestuoso. ¿Y luego? Edward suspiró. —Por amor a Dios, Ella, eres una chica inteligente. Piensa en algo. ¿Qué fue lo que Evers dijo? Sé valiente. Dile a Alex que sus dibujos te recuerdan a Suzuki Harunobu, Hieronymus Bosch, y a Hilary Knight en uno solo. —Oh, eso me haría sonar guay y normal —Mis dedos trazaron el borde de la cicatriz que subía debajo de mi oreja—. Es inútil. Soy inútil. —Por supuesto. Ríndete ahora. —No estás ayudando —dije—. ¿Por qué no puedes ser adorable y darme apoyo, y decir todas las cosas correctas? Edward se encogió de hombros nuevamente. —Tú prefieres la verdad. Además, soy una cabeza de metal. ¿Qué esperas?

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FORO’ Libros Del Cielo Era justo, aunque pensarías que las conversaciones imaginarias con objetos deseosos serían mucho más agradables.

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FORO’ Libros Del Cielo

El Juego Traducido por Mery St. Clair Corregido por Melii

E

stá bien. Cantar primero, ¿Acaso prefieres Verdad o Reto? Cantar, ¿verdad? —Frankie había escaneado la multitud en Chloe. Aparentemente, vio algo que le gusto, porque sabía que su canto —su entusiasmado y plano canto— Podría llamar la atención de todo el mundo en la habitación. No reconoce que él no es Sinatra. “Creemos en la importancia de bailar bien” me informó una vez, hablando por los millones de homosexuales quienes podrían o no estar de acuerdo. “Cantar bien no es obligatorio. Todo es cuestión de presencia”. Yo casi nunca canto en público, por las razones esperadas (Cobardía, cobardía, cobardía, y más cobardía), y porque, entre el buen canto de Sadie y todo lo de Frankie, sólo deseo desaparecer otra vez. Cuando estoy entre Sadie y Frankie es cuando soy casi visible. ¿Por qué me lío con esto? Para mí, Chloe tiene más que ver con venir a comer y pasar el rato con mis amigos. Para Frankie, esto es mucho más. —Verdad o Reto —dije antes de tomar mi primera cucharada de sopa. —Por favor —murmuró. No sé si esto es porque yo acostumbre elegir VoR y casi nunca escojo Reto, o porque el tipo delgado y con barba de chivo en el micrófono está riendo y cantando: “¡Ups!... I Did It Again”. Nos giramos a Sadie para romper el empate. —Verdad o Reto —dijo ella, sorprendiéndome un poco. Normalmente y comprensiblemente está del lado de Frankie en este tipo de cosas, dado que es una pacificadora y es más probable que él se ponga de mal humor que yo. Luego disculpándose, agrega—: Me muerto de hambre. Si no como comenzaré a llorar. Frankie puso mala cara, pero sólo durante unos segundos. Cuando se trata de Sadie y comida, él es un príncipe. Sobre todo cuando su dieta no va bien, lo cual es siempre. —Ensalada griega —dijo, deslizando el plato frente a ella—, tiene tan pocas calorías que las quemas al digerir. En serio. Asentí estando de acuerdo. Sadie sonrió (No es tonta, pero tiene una gran habilidad en creer en las hadas y magia cuando es importante) y tomó una gran porción de ensalada en su plato.

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FORO’ Libros Del Cielo Chloe es un restaurante griego, con karaoke, y es nuestro lugar favorito para pasar el rato por tres muy buenas razones. 1. La comida es barata y decente. 2. Las canciones para karaoke son muchas. 3. Nadie de Willing viene aquí. Nos habíamos arreglado para estar en nuestra mesa favorita —una lejos del escenario, tanto como fuera posible. El escenario es una gran tabla de madera levantada sobre un montón de bloques de cemento, lo suficientemente espacioso para poner un micrófono y un cantante (O poeta, un comediante, o un maestro de ceremonias, dependiendo la noche) cómodamente. No es raro que una canción pegajosa inspire a otros clientes a subir al escenario, pero tampoco es raro que haga que no deseen hacerlo, especialmente si el cantante actual canta la canción “¡Stop! In the Name of Love” y los clientes no están para nada entusiastas. —Dios, dispárenle —murmuró Frankie, tomando un trozo de pan y señalando al escenario—. O dispárenme. Sadie, claramente sintiéndose más alegre con un poco de comida en el estómago, fingió dispararle con el dedo índice—. Verdad o Reto. —Verdad. Estoy comiendo. —De acuerdo —Ella chupó una aceituna pensativamente, luego agregó—: Si pudieras cometer un grave delito, quiero decir un crimen que podría darte varios años en la cárcel, y pudieras seguir adelante después de haberlo cometido, ¿Qué sería? —Oh —Frankie entrecerró sus ojos contemplando posibilidades—. Me gusta la pregunta. Una excursión al departamento de hombres en una tienda exclusiva, ¿Quizás? ¿Una lenta y dolorosa muerte a ciertos funcionarios políticos? ¿Pagar con un cheque falsificado? No sé que elegir. Ah. Lo tengo. Robaría el collar con el Diamante de la Esperanza. —Está maldito —Le dije—. Todo el mundo quien ha sido su propietario ha tenido una muerte terrible. —No me importa. Lo quiero. —¿Por qué? —Sadie estaba genuinamente exactamente algo que podría usar un hombre.

curiosa—.

No

es

—Absolutamente cierto. Quizás lo mantenga guardado en una caja de zapatos. O enviarlo como donativo a Haití. Nadie podría saber donde estuvo, o quien fue la brillante mente criminal que fue capaz de hurtarlo. Eso podría ser el eterno “¿Quién?”. Tengo que darle algo de crédito a Frankie; sus respuestas nunca son aburridas. VoR, siempre que lo jugamos, tiene dos reglas: no mentir nunca, y no hacer retos que podrían causarte una humillación siguiéndote hasta tu vida adulta. Puesto que sólo somos tres, somos bastante buenos en no salirnos de

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FORO’ Libros Del Cielo los límites. Después de dos años, hemos conseguido ser bastante creativos. Uno pensaría que con conocernos todo este tiempo ya sabríamos todo el uno del otro, haciendo que el juego fuera poco entretenido. Sabemos casi todo el uno del otro. Pero al mismo tiempo, cada uno esconde algo de los demás, eso mantiene el juego VoR más refrescante. Como: Frankie exagera. Todo. Así que VoR nos ayudó de buena manera a Sadie y a mí para saber si realmente se topo con Marc Jacobs, como dijo, después de ir a un viaje a Nueva York (No, pero lo vi saliendo de un restaurante), o si se besó con el chico lindo que trabajaba en la tienda de tatuajes (Sí, pero el chico lindo tenía un novio). También es la única manera en que nosotras sepamos algo sobre su vida en casa. Él nunca lo dice voluntariamente. Cuando responde nuestras preguntas, incluso pareciera que las palabras arden en su boca, y parece más forzado cuando se trata del lado oscuro de su hermano. Y Sadie esta desesperadamente curiosa sobre Daniel. Por supuesto, Frankie casi siempre elige Reto. Y la única vez que Sadie trató de retarlo a que nos dijera lo peor que Daniel había hecho en su presencia, gruñó: —Esto no es guay. Ni un poco —Y se levanto y salió de Chloe. Nos esperaba en la escuela a la mañana siguiente, y no nos dijo nada, por lo cual no nos hemos atrevido a decir o preguntarle sobre su gemelo desde entonces. Cuando Frankie hace un reto, es útil saber que en el fondo él es tan tímido e inseguro como cualquier otra persona. Sí, su pasatiempo favorito es bailar frente los espejos con ropa que no puede permitirse salir. Es verdad que canta con frecuencia y entusiasmo en Chloe. También caminó directamente hacia un grandioso chico en una heladería la semana pasada y pidió su helado favorito. Resultó que el chico era un chico, (No estaba en el closet, como Frankie dice comúnmente), pero se aventuró a acercársele, eso requiere valor. Y después de todo, había sido un reto. Probablemente no lo hubiera hecho a no ser porque lo retamos. El precio de ser rechazado es demasiado alto. Mientras que Sadie, en VoR, nos ayuda a saber que le gusta y saber sus planes para el futuro. Ella no es, naturalmente, locuaz, y nadie afuera de nuestro círculo se acerca a ella. Solía a ir con un terapeuta (Uno de Filadelfia, por supuesto), pero su madre puso un alto cuando Sadie se negó a decirle lo que ocurría en las sesiones. La Sra. Winslow es bastante narcisista. Sadie probablemente no necesite ni la mitad de terapia que su madre —O la mayoría de las personas que conocemos. Es bastante centrada. Pero aún así, le gusta que le preguntemos sus planes. Nunca le retamos a hablar con chicos extraños. La única cosa que le asusta más que ese concepto es estar desnuda frente a alguien. ¿Y yo? Cuando se trata de un reto, en las raras ocasiones que he tenido que hacerlo, cualquier cosa es posible. Confío en que mis amigos no me humillen; Se divierten haciéndome hacer cosas que involucran escalar.

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FORO’ Libros Del Cielo —La vida es corta —A Frankie le gusta anunciar con gran solemnidad, mientras yo examinó las paredes, árboles, y estatuas patrióticas cuando las escalo—, ¡Y tu también lo eres! Las verdades son a menudo un lobo vestido con piel de oveja, con tanta lana mullida que oculta el peligro. Cosas como, “Si un genio te concede tres deseos, pero todos implican sexo…” o “Si tuvieras que confesarle tus más grandes miedos a Amanda Alstead, ¿Cuáles serían?” VoR y Edward son mi terapia. Lo cual significa que Frankie y Sadie pueden preguntar cosas terriblemente brutales. Pero interesantes. Algunas veces VoR es divertido; algunas veces es indiscreto. Algunas veces es nuestra manera de saludarnos, “¿Cómo estás?” no está en nuestros diálogos comunes. Bueno, de acuerdo, quizás en Sadie, pero ella es demasiado centrada, y algunas veces cuando dice alguna palabra extraña y no sabemos lo que eso significa, ella se molesta. —¿Por qué crees que terminamos aquí, juntos? —preguntó Frankie una vez cuando nos sentamos en el almuerzo de la mesa 12. Incluso los invisibles tienen su mesa, y para sentarte en el 13 debes de tener una admisión de… bueno, algo. Cuando comencé a señalar mi cicatriz, él apartó mi mano—. No. No, no, no. Es porque tenemos vidas internas interesantes. Ellos—señaló hacia los Fillites—, no la tienen. No estoy segura de si eso es totalmente cierto. Es decir, todos debemos tener una vida interesante. El pensar que ellos no la tuvieran era demasiado escalofriante. Pero sé lo que él quiso decir. Se la pasan en las redes sociales, enviando mensajes en las clases y hablando en secreto de todo el mundo, y cosas de poco interés. Con los Fillites, todo es apariencias. Frankie esperó hasta que el siguiente cantante comenzara su interpretación de “You Oughta Know” antes de girarse hacia mí. —¿Verdad o Reto? —Siempre pregunta, sólo para recordarnos a todos —Con amor, por supuesto— que soy una completa cobarde. —Verdad. Suspiró, pero es evidente que ya lo esperaba. —Cinco cosas que encuentres digno de adoración en Alex Bainbridge, y si mencionas sus ojos, voy a vomitar. —Difícilmente adoraría… —Cinco. No cuentan sus ojos. Ahora. —Bien —Pensé por un segundo—. Uno: Parece ser realmente un chico medio decente. Frankie resopló. —¿Medio decente? Que halagador. —Oh, détente. Muy bien, entonces. Parece realmente agradable —A pesar de la novia Cruella De Vil—. Dos: Parece un Dios cuando juega lacrosse. ¡Ah! No pongas tus ojos en blanco. Nosotras, como chicas, estamos genéticamente programadas para babear ante la combinación de gracia y

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FORO’ Libros Del Cielo poder. ¿Correcto? —Miré a Sandie por apoyo. Ella asintió con suficiente entusiasmo como para que su cabello se balanceara salvajemente. Me volví de nuevo a Frankie, quien, podía decir, estaba ya en modo sarcástico. —Antes de que me lance ese falso sermón, Sr. Hobbes, le recordaré que usted ha admitido sentirse atraído por David Beckham, Roger Federer, y Gene Kelly —Quien está tan muerto como Edward Willing. —Como sea. ¿Tercero? —Tercero. Has visto sus dibujos. ¿Necesito explicarlo? —No —admitió de mala gana Frankie—. Estoy de acuerdo. —Gracias. Ahora, cuatro… Cuatro... No era algo para dejarme perpleja, pero estaba renuente a decirlo. No quería compartir el hecho de que observar a Alex en acción, o siquiera verlo en los pequeños pupitres de la escuela, no hechos para personas altas, me hacían quedarme un poco sin respiración —y un poco furiosa (Sobre todo conmigo misma) ya que Alex Bainbridge no estaba dentro de mi liga. No quería mirarlo durante la escuela. En parte, porque mirarlo era también mirar a Amanda, quien me regresaba la mirada con una combinación entre diversión y desprecio, como si yo fuera un estorbo. Freddy… Freddy… Freddy. Pero tenía que mirarlo, impotente, después lo había visto darle un puñetazo juguetón a Chase en el brazo. Alex Bainbridge podría ser un poco maravilloso. —¿No puedes hacerlo? —Frankie me sacó de mis pensamientos—. Retiro mi pregunta. Él no es un espécimen digno de adoración. Podría haber estado de acuerdo. Sin duda hubiera sido la cosa más fácil para mí. Normalmente soy una gran fan de darme por vencida. Pero no esta vez. —Me es difícil elegir entre todas las opciones —Me eché hacia atrás—. ¿Cuál es tu problema con él? Incluso admitiste que nunca ha sido desagradable contigo. Entonces, ¿Qué es? Frankie hizo esa mueca de molestia, sus labios presionados juntos y sus ojos entrecerrados. —Soy yo quien hace las preguntas, mi dama. La próxima vez que yo elija Verdad, usted podrá hacer su pregunta, no malgaste mi tiempo en sandeces. Finalice la lista. Si puede. —Bien. Bien. Su impresionante sonrisa. Y su dinero. Si yo tuviera ese dinero, podría hacer cualquier cosa… cualquier cosa que quisiera. Acababa de quebrantar las reglas, si no es algo peor. He mentido. No es todo el dinero que los Bainbridge tienen lo que me abriría el mundo para mí, pero eso me importaba. Pude ver a Sadie y Frankie mirándome fijamente, tratando de decidir si me creían o no. Pero lo dejaron pasar. Sadie es rica y,

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FORO’ Libros Del Cielo no es su culpa, no podría realmente entenderlo. Frankie, viniendo de una familia incluso con menos dinero que la mía, si lo hace. —Verdad o Reto —Frankie le ofreció a Sadie. Decidí no mencionar que era mi turno de preguntar. —Reto —Sadie no temía a los retos cuando comía. —Canta. Algo viejo. Decente. Y quiero decir decente. Ella asintió, y siguió comiendo. —Estoy pensando en “Every Rose Has Its Thorn.” —Oh, Dios —Se quejó Frankie—. Demasiado sensible. No creo que pueda manejar tanta sensiblería por esta noche. Además, es una canción terrible. —A ti simplemente no te gusta nada grabado después de los setenta —dijo ásperamente Sadie. —Incorrecto. Muy incorrecto. No me gustan las cosas terribles grabadas después de 1970. A ti solamente te gustan canciones malas —Hizo una rápida mueca de disgusto—, baladas tristes, deprimentes. Canciones como: “I Never Love a Man the Way I Love You” o “Try a Little Tenderness”… —Esas son de los sesenta. —Estoy seguro de que Christina Aguilera ya las destrozo en concierto. —¿Qué hay de “I Want to Know What Love Is”? —Voy a vomitar, Sadie. Realmente lo haré. Todo es tan deprimente. Nop. —Tú no eres quien cantará —Señaló Sadie razonablemente. Frankie parpadeó. —¿Y tu punto es? —Bien. ¿“You Don’t Have to Say You Love Me”? —Excelente elección. La madre de Sadie la había vestido de nuevo. Era un vestido que parecía un saco sin forma con un dobladillo artísticamente decorado. —Parece una vieja solterona rodeada de gatos —dijo tristemente Frankie mientras Sadie subía los escalones del escenario. Era cierto. Consiguió un puñado de aplausos. Otros clientes asiduos. Todo el mundo iba con sus listas de reproducción listas. La mesa detrás de nosotros estaba llena de chicos hablando en voz alta. “Pobres niños novatos” Había mencionado Frankie después de ver sus identificaciones falsas y sus camisetas enormes. Como siempre, nadie era demasiado lindo para él. Así que cada vez era más y más fuerte las risas y voces de ellos. La música comenzó. Los universitarios se quejaron al escuchar la melodía. Los ignoramos. Ellos eran mayores y borrachos, y nosotros éramos

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FORO’ Libros Del Cielo pequeños (yo), cobardes ante la confrontación (yo, otra vez), y racionales (Frankie). Sabíamos lo que estaba por venir. —When I said I needed you —comenzó Sadie. La tranquilizad llegó tan de repente que no hubo ningún ruido. En el momento en que cantó—, You said you would always stay —El único sonido era el leve zumbido de los chicos detrás de nosotros hablando en voz baja. Aquí está la cosa. Cuando Frankie sugiere Aretha o Dusty Springfield o incluso Adele a Sadie, eso es lo que quiere decir. Porque cuando Sadie canta, todo el mundo escucha. Su voz es profunda y aterciopelada, y me hace pensar en bares llenos de humo en la década de 1940 como en Casablanca, donde todo el mundo vestía de blanco y bebía champaña. Por supuesto, no tengo ni la menor idea de si los bares de 1940 eran así como en Casablanca, pero si da una idea de cuan impresionante es Sadie cuando canta. Te atrapa. Ella parece bonita, también. Hace esa cosa donde inclina su cabeza y medio cierra sus ojos y tiene el micrófono muy cerca de su boca. Cuando canta, los chicos la observan y ocasionalmente sus ojos parecen vidriosos. He visto casos donde a mitad de la canción se levantan a aplaudirle mientras canta media nota. Luego, ella regresa a nuestra mesa, y el momento se fue totalmente. Sadie no ha tenido una cita desde… bueno, desde que nació, desafortunadamente. No lo entiendo. Es fabulosa. Ciertamente no es fea. Tiene una piel perfecta, las mejores cejas que he visto, y no importa cuánto ella y su madre insistan en lo contrario, tiene un cuerpo completamente decente. Robusta, absolutamente, pero sólo en los lugares correctos. Pero viste esos vestidos que parecen sacos, y cuando no está cantando, supongo que eso es lo que los chicos ven. La única vez que le sugerí tener una cita, lo único que hizo fue darle a mi cuello una larga mirada. No creí que se tratara de la misma cosa, pero tenía su punto. —You don’t have to say you love me… Sadie podría superar en una competencia musical a todos los estudiantes de Willing, haría que todos se levantaran de sus asientos en el auditorio y le aplaudieran. Pero no lo haría. No en una competencia en Willing. Ella pone su corazón en los tres minutos de la canción sobre el escenario de Chloe y luego lo deja allí. —Sabes —sugerí en voz baja a Frankie durante una larga pausa en la lirica—. Quizás esta canción no es tan buena como tú crees. Quiero decir, ella esta diciéndole a algún tipo que no tiene que decir que la ame mientras regrese a casa. ¿Ese es el mensaje que nosotros queremos enviar? Frankie tomó un trozo de pan. —¿Quién es “nosotros”? ¿Y quién eres tú, la Hada de la Censura? Esta es una gran canción. Solo escucha. Lo hice. Todo el mundo lo hizo. Algunos chicos en la habitación parecían haber sido drogados. Por supuesto, alguno probablemente lo

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FORO’ Libros Del Cielo estaban; este no es un lugar de renombre, después de todo, pero un par de ellos se relajan con la voz de Sadie. —Por Dios, Marino, ¿No quieres sentir eso? —Frankie golpeó el tenedor contra su plato—. ¿Amar tanto que ni siquiera te importe si él te corresponde? ¿Amar tanto a alguien que el orgullo sale por la ventana? — Cuando conseguí interesarme en el hueso de mi aceituna, suspiró—. Y no cuenta tú triste, triste cosa con Edward Willing. —Él no se iría —argumenté, tratando de defenderme. —No vendría, tampoco. —Bien. —La virginidad no es una gran virtud en nuestro mundo, mi amiga monja. Quizás no, pero nadie había expresado mucho interés en la mía recientemente. Hubo un chico, Dieter, un estudiante alemán de intercambio el primer año, quien paso nueve sorprendentes semanas detrás de mi, pidiéndome una cita antes de ignorarme por otra chica. Y también estuvo Bryan, a quien conocí durante mi último verano en la Costa. Tenía su cabello como zanahoria y llevaba camisas de cuello alto y manga larga porque era propenso a quemarse la piel. Salí con él un par de veces. Me envió un correo electrónico desde su casa en Jersey, diez palabras con al menos seis errores ortográficos. No le respondí. Lo tomé como nuestro rompimiento. No hablé mucho hasta que Sadie se dejó caer en su asiento. —Sublime —Le dijo Frankie, y ella brillaba un poco, porque si bien él podría exagerar, tampoco mentía. Luego dijo—: Mi turno. Se levantó de su lugar, hizo su cabello expertamente hacia atrás para llamar la atención de todos a su perfecto rostro, y escuché un silbido detrás de nosotros. Miré sobre mi hombro hacia la mesa llena de chicos guapos. Ninguno me era familiar, pero parecían ser del gusto de Frankie: Dioses Nórdicos, todos rubios y ojos azules. —Esto va para ti, Marino —dijo Frankie, y mi atención regreso al escenario. Sí, lo hizo. Las primeras notas de “Like a Virgen” llegaron, y segundos después, Frankie imitaba a Madonna. Se salvo de parecer sobre actuado por el hecho de que él no cantaba mal. A nadie le importaba, y después de las primeras miradas curiosas, nadie miró mi rostro sonrojado. Porque, por supuesto, Frankie no cantaba para mí. Cada palabra, cada guiño, cada sonrisa y movimiento de cadera era para uno de los chicos que estaba detrás de nosotras. En el segundo verso, casi la mayoría de la audiencia cantaba con él. Él terminó con gritos de agradecimiento y apreciación. Se despidió mientras caminaba de regreso a nosotras, sus ojos deslizándose una y otra

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FORO’ Libros Del Cielo vez hacia los chicos lindos. Una vez sentado, cruzó cuidadosamente en la mesa y nos miró con expectativa.

sus

manos

No había duda de lo que quería. Estaba silencioso y elocuente para que lo retáramos. Somos buenas amigas. —¿Verdad o Reto? —preguntó Sadie. Fingió pensarlo. —Ah… reto. Sadie fingió pensarlo también. —Te reto a que le pidas su número de teléfono —dijo con entusiasmo serio. Señaló discretamente—, a ese lindo rubio. —Él me parece conocido —dije. —¿Lo conoces? —Por supuesto que no. —Muy graciosa —Se inclinó hacia mí, hasta que sus labios estuvieron a centímetros de los míos—. ¿Bien? —Un poco de ajo. —Una pastilla —murmuró—. ¿Doctor? Sadie ya estaba en ello. De su enorme bolso (Balenciaga, uno que su madre odia), sacó un paquete de dulces de menta. También podías ver una caja de pañuelos, banditas, agua embotellada, y bocadillos nutritivos. Frankie tomó su píldora, nos enseñó sus dientes para que revisáramos si tenía espinacas, y luego estuvo en acción. Se movía como un gato. En menos de treinta segundos, se encontraba sentado al lado del objeto de su deseo. —Observo —dijo Sadie con asombro—. Observo y tomo notas, y aún no lo puedo aprender. —Yo tampoco. —admití alegremente. —Tiene algo que ver con el hecho de que es hermoso. Tiene que haberlo. De lo contrario, tendré que darme por vencida. Apreté su mano. —Por supuesto que hay más. Frankie… es… bueno, él es… —Frankie —dijimos al mismo tiempo. Reímos, ambas teníamos mala suerte, y comimos el resto de nuestros platillos. Frankie es hermoso. También era peligroso, como vidrios rotos, pero feroz y carismático, y lejos de los confines de Willing, él brillaba. Especialmente cuando conoce un nuevo Sr. Quizás. Frankie adora tener citas. —¿Comprarías un par de zapatos sin probártelos y sin saber son de tu talla? —Exigió. A él le gustan los zapatos, también. Pero la verdad era que Frankie estaba realmente buscando un buen par. ¿No lo hacemos todas?

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FORO’ Libros Del Cielo —Va a suceder —anunció Sadie, como lectora de mente y la eterna optimista que es. Las palabras apenas salieron de su boca, mi respuesta apenas se formaba cuando Frankie se deslizó en su asiento, unos diez minutos antes de tiempo. Parecía destrozado. —Oh, cariño —Sadie puso un brazo alrededor de él—. Claramente, es poca cosa para ti. —Ni siquiera era demasiado guapo —Fue mi contribución. —Él es comida chatarra mientras tú eres comida gourmet —Sadie es muy buena con las analogías de comida. ¿Quién podía culparla? Frankie nos miró con concentración. —¿Qué? —preguntó vagamente. —Eres mucho para él —dijo Sadie, apartándose el cabello de su frente—. Obviamente está loco. —No me rechazo. Apenas nos presentábamos antes de que me marchara. —¿Por qué? —Sadie yo exigimos al unisonó—. ¡Parece un Dios Nórdico! —agregué. —Lo sé. Lo sé… Es solo que su nombre es Biff —gimió—. ¡No puedo salir con alguien llamado Biff! Le di una palmadita a su espalda. En el escenario, uno de los chicos universitarios acababa de hacer sonar “U Cant Touch This”.

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La Puerta Traducido por Andreani Corregido por Melii

E

rase una vez, antes de que Willing fuera una escuela, una casa. No la casa de Willing; ellos siempre vivieron en Society Hill, hasta que las distintas y diversas sucursales se trasladaron a la línea principal y la vasta superficie cultivada. La casa-que-se-convirtióen-una-escuela fue construida por un hombre de South Philly llamado Vittore Palladinetti, quien hizo una fortuna en ferrocarriles de construcción. Literalmente, los construyó. Comenzó como un obrero y terminó por poseer una gran parte del Ferrocarril Reading (Monopoly, ¿Alguien?). Compró el equivalente de toda una cuadra de la ciudad y construyó su mansión de cuatro pisos, sesenta y dos habitaciones, completándola con un acre de jardines italianos, un aviario para su hija, y un teatro de cien asientos, para su esposa amante de la ópera. Poco más de un año después de mudarse, Vittore enfermo de gripe — probablemente por una de las queridas aves su hija—, y murió. Su esposa y su hija se mudaron, se casaron, cambiaron de apellidos, y así, mientras que yo pude haber sido una estudiante en la escuela de Palladinetti, lo cual habría sido fríamente irónico, ya que mi mamá es descendiente del mucho menos exitoso hermano de Vittore, Beppo, ¿Verdad? Edith Willing la limpió, desinfecto, y esta mañana de miércoles en octubre, yo estaba sentada en el piso, fuera de lo que alguna vez habían sido el dormitorio de la hija de Palladinetti, y ahora era el salón de Lengua Romance de Regina Pugh Willing, dibujando la puerta. Es una copia de una puerta de bronce de la abadía en Roma, llena de ángeles y demonios que parecen que están teniendo una gran fiesta. Abajo, sonó la campana del período. Es realmente un gong antiguo que vive en el salón de atrás. La secretaria de la escuela tiene que dejar su oficina cada hora para golpearlo con un palo enorme y acolchonado. Se pone orejeras de construcción para hacerlo. Es fuerte. Un par de veces al año, estudiantes sin sentido del humor, lo roban hasta que está claro que a nadie realmente le importa. Ellos siempre lo devuelven. Hasta entonces, la Sra. Maus alegremente utiliza un cuerno de chivo. Creo que le gusta ver a las personas cerca de ella saltar.

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FORO’ Libros Del Cielo No me molesté en moverme cuando sonó el gong. Tenía doble AP8 — Lo que significa que tengo que dibujar, para tener créditos, durante dos períodos consecutivos. La Sra. Evers muchas veces me permite hacer dibujos propios en los días cuando considera que no podría beneficiarme lo que está haciendo el resto de la clase. Cada cierto tiempo, intenta hacerme dibujar personas. —Sabemos que puedes hacer puertas, Ella. ¿Por qué no pruebas con las caras? Hay cosas fascinantes detrás de ellas, también. Apuesta a que cualquiera al que le preguntes estaría encantado de sentarse para que tú… Creo que le gusta emparejar a las personas, o al menos intenta ayudarme a ampliar mis horizontes sociales. Es una ex debutante de Carolina del Norte que se parece a Jessica Simpson. La odiaría, salvo que es una pintora increíble y un ser humano decente. Así que asiento y sonrió y salgo para encontrar una ventana interesante para dibujar. Supongo que los ángeles tienen caras, incluso si estás son demasiado pequeñas para dibujarlas, por lo que estuve medio honrada por su sugerencia. Estaba medio empezando un ala, cuando la puerta se abrió de golpe, vomitando una multitud mixta de estudiantes de segundo y los de último año hacia el pasillo. Algunos todavía hablaban en francés. Muchos revisaron instantáneamente en sus iPhones, comunicándose con sus mejores amigos de salones del piso inferior o al final del pasillo. Se supone que no debemos sacar cosas electrónicas durante la jornada escolar. Sí, claro. Quisiera decir con confianza que 250 de 311 de los alumnos de Willing pueden mandar mensajes de texto sin mirar el teclado. Me encogí lo más que pude, doblando mis piernas y empujándome contra la pared. Aún así, fui aventada y pisada un par de veces por los inconscientes que mandaban mensajes de texto. Uno de ellos se detuvo por un segundo. —Oh, bueno, lo siento. No te vi —Ofreció. El resto sólo siguió caminando. Mi humilde clase 2A de francés se reúne en el sótano. Traté de tomar italiano, sin éxito, cuando estaba en primero. —Parece estar más bien... er... bueno, no exactamente... bien —dijo cuidadosamente el Sr. Donaldson, mi Asesor de primero, cuando vio mi lista de solicitud del curso—. El objetivo es aprender un nuevo idioma. ¿No? Bueno, tal vez, pero ellos no obligaban a todos los Fillites, que había pasado su verano en Provence desde su infancia, a tomar francés. Y mi italiano es casi inexistente. De acuerdo con mi papá, eso es lo que pasa con los nietos de inmigrantes italianos. Él y todos sus hermanos entienden el italiano, al escuchar a los que hablan alrededor de ellos, pero ninguno de ellos lo habla. Siena habla Gucci; Leo tiene un arsenal bastante decente de insultos Sicilianos. Llegué a Willing sabiendo un montón de nombres de Advance Placement, clases inmartidas a estudiantes de último año, normalmente son clases avanzadas de materias que pueden ayudar en los exámenes de admisión a universidades. También cuentan como créditos extras. 8

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FORO’ Libros Del Cielo comida y un par de maldiciones. Pero el Sr. Donaldson anuló la solicitud de italiano. Supongo que simplemente asumió que ya estaba influenciada. Supongo que es porque mi apellido es Marino. Llamaron a Frankie a la Oficina una vez en primer año para pedirle que le informara a un repartidor de mantelería que había agujeros en varios de los manteles. —Era vietnamita —Frankie murmuró al regresar—. Ni siquiera hablo suficiente coreano como para tener una conversación acerca de mantelería. Les dije que me llamaran si alguna vez necesitan alguien para traducir Sánscrito. Eso hará pensar sus cabezas un rato. Por supuesto, Frankie no habla Sánscrito, tampoco. Toma Español. Su apellido es Hobbes. Debió a ver sido por sus ojos. El último de la clase de francés se coló por el pasillo. —Oye, tengo uno para ti. —Anunció un delgado Chico Abeja, vestía una falda a cuatros y unos zapatos Timberlands—. ¿Cómo los tacaños terminan con sus notas suicidas? —¿Cómo?—preguntó alguien cumplidamente. —¡J'ai le cafard!9 Hubo tantos gemidos como risas. Una chica, que ya llevaba su equipo de fútbol, empujo al bromista con su hombro. Cuando se dirigían hacía la esquina, al final del pasillo, me medio levante del suelo. Necesitaba cerrar la puerta para poder empezar a dibujar de nuevo. De repente, ahí estaba Alex Bainbridge, enmarcado por el jugueteo de los ángeles. Me congelé. Ni siquiera miro hacia donde yo estaba agazapada. —Merci, Madame sobre su hombro—. Salut11

Grey10 —dijo

—Ejem. Monsieur Bainbridge. ¿Salut...? Alex rodó sus ojos, sabiendo que la Sra. Grey no podía verlo en la puerta, ponderado por el código de fuego, comenzando a cerrarse detrás de él. —Pardonnezmoi, madame. Au revoir12. —Très bien. Au revoir13. Alex sonrió y arrojó su mochila sobre su hombro. Bostezando abiertamente. No es de extrañar que pierda libros. Entonces, se volvió hacia mí, y de repente sentí que un foco se había encendido. Tragué. Y me puse nerviosa. Él parpadeó.

Es una expresión en francés que se utiliza para decir que una persona tiene depresión. “Gracias, Señorita Grey.” 11 Es una manera muy informal de saludar y despedirse en francés. 12 “Perdóneme, señorita. Hasta luego.” 13 “Bien. Hasta luego.” 9

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FORO’ Libros Del Cielo —Rayos... uh... —Pude ver las ruedas girando. Había pasado, después de todo, casi una semana—, Ella. No te había visto. Quiero decir, lo hice, me imagino, pero pensé que eras... —Señala vagamente al final del pasillo. Hay bustos y estatuas de pie por todas partes en Willing. Los Willings, por supuesto, eran patrocinadores de las Artes. Algunas de las esculturas son realmente hermosas: dioses y diosas y ocasionalmente miembros de la familia. Otras son bastante escalofriantes. Hay un agrietado Vulcano14 en el pasillo fuera del laboratorio de biología que hace que la gente camine un poco más rápido. Por un segundo, me pregunté qué tipo de estatua pensó Alex que yo era. —¿Vas a pasar? —Me preguntó justo antes de que el silencio se volviera ensordecedor. Se dio la vuelta para alcanzar uno de los pomos. Se supone que los chicos en Willing deben ser amables. La mayoría de ellos no lo son. —Oh, no —Conseguí decir finalmente—. Yo estoy... um... sentada...— Señalé el piso bajo mi trasero, como una completa idiota, y lentamente me volví a sentar—. Bueno, dibujando. La puerta —Hundí rápidamente mi hombro derecho y bajé mi barbilla, movimiento que he perfeccionado desde hace mucho tiempo para asegurarme de que mi cabello cubre mi cara y mis ojos. Alex llevaba puesto unos Adidas de gamuza que parecían retro. Uno de ellos estaba desatado. —Dibujando la puerta. Claro. ¿Dibujas un montón de puertas? Verdad: Sí. —Um... bueno, sí. Puertas, ventanas. Barandillas —Me oí decir a mí misma, pero era demasiado tarde, por supuesto. Ella Marino. Fenómeno. Ella dibuja ventanas. Levanté la mirada y esperé para que se marchara. O rodara sus ojos, o lo que sea. Él los entrecerró. Luego, se giró para mirar la puerta. Tocó un demonio bailando. —Wow. Genial. No puedo creer que nunca lo noté antes. ¿Es igual por dentro? Me encogí de hombros. —No sé. Estoy en la clase de francés del sótano. Debería saberlo. Chica italiana. —¿Sí? ¡Sonno davvero allergico ai palle15! —Volvió a girarse para verme y me sonrió, claramente encantado con sí mismo. Hay tantas partes de Alex Bainbridge para mirar. Pero esa boca, la forma en que se curva en las esquinas... Casi me mató a decirle: —Lo siento. No tengo idea lo que acabas de decir.

En la mitología romana, dios del fuego y los metales, hijo de Júpiter y Juno y esposo de Venus. 15 Él trata de decir “Soy alérgico a las nueces”, pero en la pronunciación es algo como “Soy alérgico a los cojones” 14

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FORO’ Libros Del Cielo —¿Sí? Mierda. Es todo recuerdo de nuestro viaje a la Toscana hace unos años. Mi madre me hizo decirlo, como, mil veces hasta que lo tuve dominado. Significa, “Soy alérgico a las nueces”. —Oh. ¿Lo eres? —Sí. No del tipo de alergia en el que entro en un shock anafiláctico y muero, pero me pongo muy enfermo. Así que, ¿Es mi acento? Quiero decir, por lo que no pudiste entender. —En realidad, no entendí otra cosa que “Sonno”—admito—. Y alérgico, pero eso fue porque suena como en ingles. —Espera. Pensé que dijiste que eras italiana. Y aquí vamos. —Una abuela llegó aquí. Todo el mundo es de la vieja escuela South Philly. Decimos sólo el menú en italiano —Lo que me dio una idea bastante buena por la cual Alex le decía a la gente a que era alérgico, no era por la que él pensaba que era. No sé que esperaba, pero no era otra sonrisa asesina. —He oído eso. Mi madre es de Ucrania. Puedo nombrar trece tipos de vodka, pero no mucho más. —¿No hay palabras para almendras homicidas? —¿Quién es esta chica? Casi preguntó en voz alta. Charlando con Alex Bainbridge como si no fuera la gran cosa. Tuve la sensación de que no la reconocería en un espejo. —Ni una. La única vez que estuve allí, comimos carne y patatas. Todo el tiempo. Pero, hombre, la comida en Italia... Impresionante, ¿Verdad? —Nunca he ido. —Pero...—Pareció pensar mejor de lo que iba a decir—, irás. —Lo haré —E hice otra cosa tan completamente diferente a mí que me mareé un poco. Compartí algo que sólo, tal vez, tres personas sabían acerca de mí—. Está en la cima de mi lista de cosas que hacer antes de morir: Ir a Florencia. Por el arte. —Genial. ¿Y qué más? —¿En Florencia? Bueno, supongo que me gustaría ver… —No. En la lista. ¿Qué otra cosa está en ella? Es una lista larga y en ocasiones noble, pero, por supuesto, todo lo que surgió en mente fue el mencionable y aburrido: Cortar mi cabello corto alguna vez, y el humillante: Perder mi virginidad. —Oh... uh... París —Conseguí decir, que está en algún lugar en el numero veinte—. Me gustaría ir a París. —Por el arte —Su boca se curvó. Bueno, no. Por las luces, cafés y chicos con suave cabello oscuro y sensuales acentos, pero no iba a decir eso en voz alta. Tan sólo asentí.

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FORO’ Libros Del Cielo Luego, porque parecía algo que podía hacer bien entonces, pregunté: —¿Qué significa “J'ai le cafard”? Alex me miró fijamente. —¿En serio? —Francés en el sótano —Le recordé. No mencione que yo estaba, mejor, arreglándomelas bien en francés del sótano, y sólo porque Sadie, de Francés 3, insistía en revisar mis deberes—. ¿Y? —Significa que tienes la tristesse16 —Cuando no consiguió más que un atisbo de mí, repitió—: ¿En serio? —No pretendía ser grosero, solo un poco burlón—. Melancolía. The blues17. —Ah —Me pregunté si el Chico Abeja generalmente no tenían sentido del humor, o solo intentaba llamar la atención—. Está bien. —Por supuesto que literalmente también significa que tienes una cucaracha. —Ah —dije una vez más—, Está bien. Alex recargo un brazo en la pared, por encima de mi cabeza y se inclinó hacia adelante, encerrándome entre sus piernas y la pared. Había un pequeño desgarre en forma de L, en la rodilla izquierda de sus jeans. A través de él, sólo pude ver un parche de piel sombreada. Él olía como a suavizante y hierba fresca. —¿Lo haces?—preguntó. —¿Qué hago...? —Avoir le cafard.18 Me reí. No pude evitarlo. —No. —Eso es bueno —dijo—. Eso es bueno. Si todo pensamiento racional no hubiera huido de mi cerebro, habría descubierto que él le estaba echando un vistazo a mi dibujo. Probablemente, lo habría cubierto. Así que, simplemente tragué mientras él se inclinó aun poco más y señaló uno de los demonios que había esbozado. —Especialmente ese. Parece que va a saltar sobre ese Ángel —Ambos saltamos cuando su mochila se resbaló de su hombro. La atrapó justo antes de que me golpeara en la frente. Vi la esquina de un libro tambalearse precariamente en la solapa abierta—. Tengo que irme —dijo, retirándose de la pared, lejos de mí. —He visto los tuyos —Salió antes de que pudiera pensar.

Tristeza en francés. Se refiere a una expresión en francés que en ingles se dice “Having the blues” (Nuevamente haciendo referencia a estar deprimido). 18 Estás deprimida. 16 17

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FORO’ Libros Del Cielo —¿Mis qué? —Sonaba un poco alarmado, y me imaginé lo que él estaba pensando. Que yo había estado espiando en el vestuario o algo. —Tus dibujos. Los que están en tu libro de historia. —¿Qué? —Son buenos —dije—. No, increíbles. Como Suzuki Harunobu. O Utagawa Kuniyoshi, quizás. La sirena, especialmente, con todos los detalles. Pero moderna. Con todas las pequeñas imágenes. Realmente, me gustó el cohete... De pronto, me estaba mirando como si fuera una cafard19. Me callé, rápido, pero era demasiado tarde. —Son privadas. —Correcto —Comencé, ese sonido corriendo tranquilo por mis oídos. Uno que se convertiría en un rugido, las Cataratas del Niágara de la humillación—, no lo hice… —¿Qué demonios? ¿Revisaste mis cosas? No importaba que yo no lo hubiera hecho, que los papeles hubieran caído del libro y que hubiera sido casi imposible no verlos. No puedo soportar cuando la gente se enoja así, cerrándose como ostras o puertas de un congelador. Me dan ganas de doblarme y desaparecer. —Lo siento —susurré—. No fue mi intención… —Claro. Como sea. Tengo que irme. Lo siento, lo siento, lo siento, lo... Fue el peor momento imaginable. Hasta que se volvió incluso peor. —Oye, Romeo. Te he estado llamando, como cinco minutos. ¿Perdiste tu teléfono otra vez? Amanda Alsted desfilaba por el pasillo, con sus caderas y su cabello oscilando. Un medio paso detrás de ella estaban, como siempre, Anna y Hannah. Todas ellas se deslizaron hasta hacer una impresionante parada junto a Alex. Podría decir que en el instante que Amanda me vio, su sonrisa vaciló por un nanosegundo, luego se hizo más marcada. —Oh. Tú. ¿Te caíste?—preguntó, tan dulce. —Estoy sentada. Alguien, Anna o Hannah, como si importara, sofocó una risita. —Sentada. Estaaaa bien —Hannah, angelical en un suéter blanco, me apunto con su nariz—. Las cosas están un poco... ¿Difícil para ti estos días? Los pies de Alex todavía estaban tan cerca que podía haber chocado sus dedos con los míos. Él no dijo nada. Cuando me atreví a levantar la

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Cucaracha.

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FORO’ Libros Del Cielo mirada, vi que él ni siquiera me miraba. Estaba mirando a la pared. Luciendo aburrido. Amanda arrojó su cabello hacia atrás, mostrando una columna de perfecta piel pálida. —Sabes, si necesitas hablar sobre... problemas, he trabajado en la línea de crisis en la escuela desde el primer año. Casi pude ver a la burbuja gráfica sobre la cabeza de la diosa del mal: el conocimiento es poder, y lo sé todo. No podía pensar en una sola persona en la que podría confiar menos. Con las Hannandas en el mundo, no era de extrañar que hablara con Edward. —Todo es completamente confidencial cabello, más piel perfecta.

—Otro lanzamiento de

—Estoy bien —conseguí decir, las dos palabras salen dolorosamente a través de mi apretada garganta. —Porque errores como drogas y alcohol —Comenzó a decir, como si yo no hubiese hablado—, ... lo que sea... puede tener consecuencias perjudiciales aún más que la simple pérdida de funciones de memoria y motrices. Es decir, puedes echar a perder toda la vida con algunas malas elecciones. Como hablar con mi novio. Entendí eso. —Estoy bien —repetí. —Como sea. Sólo intento ayudar —Intercambió miradas con su dúo de asistentes. ¿Qué esperaba, que intentara ser amable con un perdedor? —. Vámonos. Odio este pasillo. Es como sacado de una mala película de terror. Se fueron, Alex y el Hannandas. Anna no había dicho una sola palabra. No fue de sorprender. Anna no me ha hablado en más de dos años, desde nuestro primer día en Willing. Lo cual no sería sorprendente para nadie en la escuela, tampoco, a menos que se enteraran que Annamaria Flavia Lombardi y yo nos habíamos conocido desde la infancia y habíamos, a través de nuestros años de secundaría en el Sagrado Corazón, incluso sido muy buenas amigas, parte de un grupo de una media docena niñas que se movían como una feliz manada lanuda. Incluso cuando el negocio de construcción de su papá comenzó una proliferación y su mamá llegó un día le recogerla de la escuela en una brillante Escalade enorme, seguimos siendo a amigas. Hicimos las pruebas para entrar a Willing juntas, bromeamos acerca de quemar nuestros uniformes del Sagrado Corazón en el bote de basura del patio. Entonces, el julio antes del primer año, Annamaria desapareció. Resultó que ella estaba en Loveladies, en la costa de Jersey, en su nueva casa de una cuadra con cinco habitaciones en la playa, a dos calles de la casa frente a la playa de los Alsteads, con ocho dormitorios. En septiembre, fue

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FORO’ Libros Del Cielo Anna Lombardi quien llegó a Willing, bronceada y delgadísima, pagando el total de la matrícula y ocupándose de chismes. Sospecho que fue Anna que trajo "Freddy" a Willing. Por supuesto, no puedo probarlo y nunca le preguntaré, pero es la única explicación que tiene sentido. En una escuela donde casi todo el mundo tiene un montón de dinero, los chismes son la moneda asesina. Anna dejó a tras a South Philly y a su pasado tan fácilmente como su falda a cuadros del Sagrado Corazón. Y lo quemó todo, como pasar por encima de un puente, sin voltear ni una sola vez hacia atrás. Ella no miró hacia atrás, —ninguno de ellos lo hizo— mientras se alejaban, Amanda se enroscó alrededor de Alex y sus compinches siguiéndolos detrás. ¿Por qué mirarían? No había nada que ver.

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La Historia Traducido por Pixie Corregido por Melii

E

l Incompleto: Vida y Arte de Edward Willing. Por: Ash Anderson.

Prensa de la Universidad de Pennsylvania, 1983: 7 de Septiembre Hotel Ritz Paris Queridísima Primavera12, ¿Qué plagas bíblicas caerán sobre mí si escribo una carta maldiciendo a mis padres? ¿Tendríamos cucarachas en nuestro sótano? ¿Huracanes arrancando las tejas de nuestro techo en agosto? ¿Agua saliendo de nuestras cañerías? Pero, espera, ¡Ya tenemos todas esas cosas! Lo deberías saber bien, habiendo dibujado casi todo con tus pinceles. La tía Edie, por supuesto, levantó sus cejas y no dijo nada13. Oh Filadelfia, qué adversidades domesticas se encuentran debajo de tus majestuosos edificios. Así que, al demonio con ellos, mi amor. Soy enteramente serio. ¿Por qué debería importarte que mis padres piensen que tú estás por debajo de mí14? Lo sabemos mejor, tú y yo. Sabemos que eres para mí lo que el champagne es a la cerveza —superior en todas sus formas. Si, sé que a tú corazón blando le gustaría que todo sea flores y gatitos juguetones, pero mi naturaleza es tal que pensaré en avispas y pulgas. Que dúo perfecto somos, Amada Tren, totalmente incompatibles de formas tan complementarias. ¿Y qué importa si mi padre odia tu falta de fortuna? Que afortunado es que generaciones de matrimonios infelices le hayan dado a mi familia más dinero de lo que posiblemente pueda ser bueno. Hay ironía, también, en mi madre, menospreciando tu falta de habilidades domésticas cuando no ha

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FORO’ Libros Del Cielo hecho más que arreglar una flor en veinte años. Hay una ama de llaves, una criada y una pariente pobre o dos, para hacer todo por ella, incluyendo, me imagino, enfrascarse en un diccionario de sinónimos para encontrar las palabras adecuadas para expresar su desaprobación. No hay palabras suficientes en el cielo y la tierra para expresar mi devoción. ¿Debería probar con unas pocas, querida Post16? ¿Inmensurable, mítica, vertiginosa? ¿Desmesurada, feroz, naranja? ¿Apasionada? ¿Ocasionalmente un poco doloroso? Me despierto cada mañana, deseando que estuvieras a mi lado. Luego paso la mejor parte de la mañana, deseando que tú desearas estar a mi lado cuando despierte. Si, si, lo sé, y te ruego que me perdones si me sentí algo menos impaciente. Diciembre está muy lejos. Mi amor, mi amor, es eternamente tuyo. Edward (Del archivo privado Willing, cortesía del Museo de Arte Moderno Sheridan-Brown, Filadelfia. Reproducido con permiso.)

Notas Capítulo 11 (cont.) 12En

sus primeras cartas a Diana, Edward se dirige a ella con una variedad de nombres, incluyendo “Primavera”, “Penélope” y “Taxi”. No hay documentación o clave, y la mayoría de las sugerencias, incluida esa en la cual los nombres eran derivados de historias del día de periódicos (Hearst 1946), han sido desacreditadas. En las cartas de ella, de antes y durante su matrimonio, Diana a menudo se dirigía a Edward como “Querido Patán”. Diana Drummond era descendiente de una respetable familia escocesa. Hacia mediados del siglo diecinueve, sin embargo, la fortuna de la familia había sido tan empobrecida que su padre, James, un tercer hijo, eligió emigrar. Aterrizo en Filadelfia en 1864 y, en sociedad con Scot Gordon Gibson, se convirtió en almacenero. Para 1912, Drummond y Gibson’s, bajo el mando de los hijos de los fundadores, era la tercer tienda de comestibles más grandes en la Costa Este (ahora, como D&G, tiene más de mil doscientas tiendas, en ocho países), pero en 1887 aún era un pequeño, si exitoso, negocio local. Diana Drummond, de dieciocho años en ese entonces, tomo un puesto como maestra de arte en la escuela fundada por la tía de Edward, Edith Willing Castor. Se asume que ella y Edward se conocieron ese año durante una de sus visitas a su casa en Filadelfia del extranjero. Para enero de 1889, su compromiso era oficial, para el inocultable malestar de sus padres. En una carta a su hermana, Maude Pugh Willing, se referían al padre de Diana como “ese vendedor de pescados”. 13 14

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Ver12

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FORO’ Libros Del Cielo 16

Ver12

*** (Del articulo “Diamonds on the Muse” en la Revista Jouel, Número 137, Septiembre de 1999) “…En la primavera y verano de 1889, Willing estaba en Francia. Mientras la mayoría de las once semanas las pasó en Aix-en-Provence, estudiando con Cézanne, se quedó por un período en el Hotel Ritz en Paris. Fue durante ese tiempo, adquirió un brazalete de platino con diamantes de veinte quilates de Cartier. Mientras las grabaciones de Willing muestran que Edward compro varias piezas finas para su esposa durante el transcurso de su matrimonio, mayormente de proveedores tales como Tiffany en New York y J.E. Caldwell en Filadelfia, el brazalete era claramente su pieza favorita. Aparece prominentemente en seis retratos de Diana Willing (incluyendo, quizás el más notable, el escandaloso Troie), pintados por su esposo, así como también en numerosas fotografías. A la muerte de su esposa en 1899, Edward le dio el brazalete a su sobrina Julia Drummond Jones, quien subsecuentemente se mudo a California. En 1954, fue adquirido en una venta privada por la leyenda del beisbol Joe DiMaggio como regalo para su esposa, la actriz Marilyn Monroe. Aparece en muchas fotografías de la pareja durante su breve matrimonio, y ocasionalmente en Marilyn después de eso, y permaneció en su posesión hasta su muerte en 1962. Como parte de su patrimonio, fue legado a su amigo Lee Strasberg, y es parte de la colección que será vendida en una subasta de Christie’s, en New York, el próximo mes. Se espera que la puja comience en setenta mil dólares. “Marilyn estaría horrorizada”, una amiga cercana de la actriz que desea permanecer sin nombrar, insistió por teléfono desde su casa en Beverly Hills. “Ella nunca tuvo la intención de que sus cosas fueran vendidas, ¡Especialmente no para beneficiar a la esposa de Lee! Marilyn específicamente pidió que sus pertenencias fueran distribuidas entre sus amigos. Me prometió un anillo de Cartier, de la colección de diamante…” —En serio, ¿Todo se trata del dinero? —Le pregunté a Edward más tarde esa noche, mientras trataba, otra vez, de pensar en algo de escribir sobre Paris para mi asignación, algo que no mostrara cuan mediocre era mi Francés y no hiciera obvio, una vez más, que yo era una de oh, quizás, cuatro estudiantes en Willing que nunca había estado allí. Dio una corta risa. —Ya lo creo. Y la pasión, ocasionalmente. Todos los grandes actores de la historia, y todos los viles, aparentan haber sido motivados por uno u otro.

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FORO’ Libros Del Cielo —Oh, vamos. ¿Todo? —Es estudiante de historia, Srta. Marino —señaló con su barbilla la desordenada pila de papeles que había empujado a un lado de mi escritorio a favor de Paris—. ¿Qué dice eso? —Soy estudiante de historia del arte —Lo corregí—. Y este es mi proyecto final, el cual, me siento obligada a recordarte, es todo sobre ti. —Tu elección —respondió de inmediato—.Con toda esa gloriosa obra que es le maître Cézanne… C’est dommage20 —Fingió hacerme creer que yo podría haber hecho mejor uso de mi tiempo y mis opciones. Pero no hay nada modesto sobre Edward. Estoy convencida de que le hace gracia que esté escribiendo sobre él, incluso si su expresión no lo demuestre—. Trata de todas maneras. La tía Edie siempre encontraba historias de innecesaria gran importancia, especialmente si había algún Willing involucrado de alguna forma. Estoy seguro de que te lo suministrarán en esa escuela. —Bien. ¿Qué hay de 1066? La Batalla de Hastings. —Muy fácil, Ella. Francia quería Inglaterra, y toda la riqueza que traería. —¿La Proclamación de Emancipación? —Noble como lo era Lincoln, todo se reducía al hecho de que el Sur no podría sobrevivir sin la mano de obra esclava. La Proclamación solo liberaba a los esclavos del Sur, después de todo. Pensé por un segundo. —El aterrizaje lunar. Te pillé. —¿Qué? ¿Crees que fue una exploración por el bien de la humanidad o fue algo más que trata del dinero? —No recaudamos dólares lunares estos días —dije secamente. —Ah, pero la NASA y la Casa Blanca no tenía forma de saber eso hace cuarenta años. Supongo que ellos tenían visiones de centros turísticos vacacionales con suites privadas propiedad de Aristóteles Onassis y Bill Gates. —Bill Gates tenía, como, mi edad en ese entonces. Era una incógnita. —¿Tu punto? —Bostezó Edward. —¿Qué sabes sobre 1969, de todos modos? Fue después de tu época. —Yo lo sé todo —Me dio esa sonrisa suya de ojos dormilones —. Amor o dinero, me temo. —Genial —suspiré, incapaz de no pensar en Alex y viajes a Europa y las Hannandas con sus carteras de Prada—. Las dos cosas que no muestran indicio alguno de llegar nunca a mi camino. Dispárame ahora. —No puedo, querida muchacha. Sin armas. Además, aún si tuviera la habilidad, jamás haría tal cosa. Sería vil. Y… 20

Es una lastima.

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FORO’ Libros Del Cielo —¿Y? —Ah, Ella. Apreciándote como lo hago yo, no hay pasión en mis sentimientos. —Amor o dinero —zumbé. —Amor o dinero —Concordó Edward.

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El Menu Traducido por Pixie Corregido por Phedre

M

i hermana me enseño el mejor truco. Cuando el vendedor no está mirando, haces marcas con el plumón en la parte delantera de todos los demás, así nadie más los comprará. Quiero decir ¡Qué embarazoso sería que alguien más llegara al baile usando el mismo vestido! De esta forma, sé que seré la única. —Dios, yo no tendría las agallas. ¿Qué pasa si te atrapan? La Fillite, con el marcador en la mano, se estremeció. —Tendría que pagarlos todos con la tarjeta de mi papá, pero entonces no podría comprarme los Manolos… Ella y sus impresionadas amigas se dirigieron hacia el pasillo. Frankie golpeo su casillero cerrado con una fuerza innecesaria —Alucinante —musitó—, Todo ese dinero, y no pueden comprar una idea. A nuestro alrededor, había un murmullo de excitación casi tangible. El tema para el Baile de Otoño había sido anunciado en la asamblea. Directo desde la mente de las intrépidas Abejas que conforman el comité del baile, este año en Halloween, estaremos todos oficialmente en El armario de Davy Jones21. Durante las siguientes dos semanas no habría descanso para los cansados. Más de una Abeja (chicas y chicos), por no mencionar un par de estrellas e incluso un puñado de Fillites, iban a trabajar como hormigas para preparar la escuela. En lo que a Sadie, Frankie y a mí nos concernía, la mejor parte de todo era que, durante la semana previa al baile, no habría clases de gimnasia. Aparentemente, al Comité de Decoración le iba a llevar todo ese tiempo convertir el gimnasio en un paraíso subacuático. —Corríjanme si me equivoco —nos dijo Frankie, seguro de que nunca lo hacía—, pero… ¿no es El armario de Davy Jones la antítesis de un paraíso subacuático, con todos esos marineros ahogados y demonios marinos? Antigua leyenda pirata donde Davy Jones es un demonio que se adueña de los marineros caídos al mar y los encierra es su “armario” que representa el fondo del mar. 21

53

FORO’ Libros Del Cielo De hecho, no era un mal tema para un baile de Halloween. Era infinitamente mejor que el del año pasado, Sleepy Hollow22, también elegido por la brigada de fans de Johnny Deep, y que resultó ser un desastre táctico, con muchos estudiantes de primer año sin cabeza golpeándose unos a otros. Esto nos trajo a la mente piratas fantasmas, esqueletos y pez sapos. Pero hasta ahora, todas las conversaciones eran sobre el contrabando de ron en la escuela (los chicos Fillite del último año) o los disfraces de sirenas (no menos de treinta chicas a lo largo del espectro social). Lo que significaba, claro, que estas chicas aparecerían en los minúsculos vestidos brillantes que parecían estar últimamente en cada escaparate o, más probablemente, con diminutos tops de biquinis adornados y diminutas faldas brillantes. Me pregunté qué afortunada boutique tendría el record de marcas con plumón, algo así como la alternativa de Willing a cubrir árboles con papel higiénico en Halloween. —¡Oh Dios! —gimió Sadie—. ¡Trajes de baño! Este iba a ser el tercer año que ella intentaría, sin mucha suerte, mantener a su madre desinformada de que habría un Baile de Otoño. Pero no había duda de que la Sra. Winslow obtendría la información de alguna manera, probablemente dentro de las seis horas siguientes al anuncio. No importaba que ella estuviera en el Caribe. Estaba conectada. Por la mañana, estaría al teléfono con alguien en Nueva York o Paris o Milán, buscando el disfraz perfecto para su hija. El último, fue una replica histórica exacta de un vestido del siglo XVIII, adecuado para la gentileza del Estado de Nueva York, nada menos. Poseía una peluca, corsé y un trasero acolchado. Sadie, con picores e incapaz de respirar, por no mencionar comer, beber o sacudir su extendido trasero, había pasado las cuatro horas del baile sentada en un oscuro rincón. Yo, llevando un vestido blanco, de cuello alto, andrajoso y salpicado con sangre y un velo (la novia del Jinete sin Cabeza), me senté con ella. Frankie había tenido una cita, un guapísimo chico rubio que había conocido en Festival del Orgullo, y que vino vestido como Cupido, con poco más que unos bóxers blancos. (—¿Qué? —lo defendió Frankie—, ¡Ponían querubines a todo en 1790!) —Me conseguirá una cola hecha de auténticas escamas de pescado —predijo ahora Sadie, solo bromeando a medias—, y con su propio estanque flotante. O un genuino traje japonés de pescadora de perlas de Okinawa. Por una vez, ¿no podría el tema ser solamente Halloween? Podría hacer de bruja. Ser bruja es fácil. —Bruja no es lo suficientemente sexy —dije, mirando como Amanda sostenía dos recortes de papel con forma de concha delante de sus senos, (1999) Película dirigida por Tim Burton y protagonizada por Johnny Deep ambientada en el año 1799. El cobarde agente Ichabod Crane es enviado por sus superiores a la aldea Sleepy Hollow, un lugar donde un asesino en serie decapita a sus víctimas. Al llegar allí, los aldeanos le cuentan la leyenda de un caballero sin cabeza que deambula por los alrededores y que es el culpable de los asesinatos. 22

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FORO’ Libros Del Cielo haciendo que cada chico en un radio de seis metros comenzara a jadear, y reclamando tempranamente su dominio de sirena. —Se una sirena. Frankie empujó su gorra de tela vaquera hacia atrás y de hecho, dio un silbido —Marino, eres brillante. Eso es exactamente lo que Sadie debería ser. Una Sirena. —¿Y qué aspecto tienen las sirenas? —demandó Sadie, algo suspicaz. —Sirenas —dijimos Frankie y yo al mismo tiempo —¡No, no! Sin fruncir el ceño —La regaño él—. Lo importante es lo que hacen. Teléfono, por favor —Él le tendió la mano. Sadie dio una mirada furtiva alrededor del pasillo. Los tres cuidadores interinos estaban ocupados acosando a las Abejas por contrabando de celulares. Nosotros, como era habitual, éramos invisibles—, Oh, por favor. Son las tres y treinta y tres. ¡Teléfono! —Sadie le pasó su iPhone. Segundos después, Frankie lo agitaba en nuestras caras con un ademán —.Voilà. Sirenas. Él lo había buscado en Wikipedia. Algunas eran bellas mujeres con los senos de Amanda Alstead y colas de sirenas. Algunas eran bellas mujeres con alas plumosas y sin nada de colas. Algunas, aparentemente, eran manatíes. —Genial. Seré un manatí. Puedo usar mi propia ropa —Sadie estaba llevando el suéter gris otra vez. Yo no estaba segura de si realmente bromeaba sobre el disfraz—, Al menos seré capaz de respirar. —Cállate —Frankie agitó la mano hacia a ella para que guardara silencio y leyó en voz alta —. El único propósito de las sirenas era encantar. Al escuchar sus voces, los hombres irremediablemente se arrojaban al mar, y solo les importaba el sonido de la última nota mientras se ahogaban. Tú, señora, debes ser una sirena. —Sin cola —dijo firmemente Sadie—. Sin canto. —¿Y qué clase de sirena poco convincente es esa? —demandó Frankie. Ella le ofreció una sonrisa sin rastro de humor. —Preguntado y respondido, consejero. Frankie rodó sus ojos. —Alucinante. ¡Eh tú, Marino! —Me dijo—, ¿Vas a seguir la ruta del cobarde? ¿O, por un segundo, considerarás mostrar ese pequeño cuerpo ardiente? Trabajarás esa cola. —No —La idea de desnudar cualquier parte de mí era casi cómica. Pensé en un vestido de cuello alto, salpicado con sangre y un velo—. ¿La Novia de Davy Jones? —¿Para que me molesto? —protestó Frankie. El torpe impulso de Frankie por salir de allí, fue frustrado sin esfuerzo por un trío de chicas populares del último año que pasaban caminando. Como todo el mundo, hablaban sobre el baile. —Mientras mantengamos la música

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FORO’ Libros Del Cielo fuera de las manos de Adam… ¡Eh! ¡Tal vez podamos tener a la Marmota de Genghis Khan para tocar! —O los Razor Apples. ¡Qué enfermo sería eso! —¡Edith enloquecería! Conocía a la chica del medio, alta y bonita, con mechas de un dorado metálico en su cabello y broches de bandas sobre toda su cartera de Union Jack. No reconocí ninguno de los nombres de las bandas. Ella, sin embargo, sí me reconoció a mí. Se detuvo. —Hola, Ella. —Hola, Cat. —¿Cómo va la vida con Edward? —Complicada —respondí—. ¿Y qué tal tú con JMW? —Incompleto. Gracias por preguntar —Rió y se despidió con la mano mientras seguían. Cat Vernon y yo teníamos juntas Historia del Arte avanzada. Ella está haciendo su proyecto final sobre los retratos de J.M.W Turner. —Él no hizo suficientes —me dijo alegremente cuando una vez sugerí que quizás podía estar confundiendo un pintor llamado Turner con otro. Cat es la clase de persona que es amable, incluso con la gente que dice cosas increíblemente estúpidas sobre ella. También es la clase de persona que no encontraría necesario mencionar que la familia de su novio es dueña de varias pinturas de Turner, incluyendo dos retratos. Yo solo lo sabía porque la escuche explicándole a la Srta. Evers de dónde provenían las imágenes. No creo que ella tenga conversaciones con Turner. No parece de ese tipo. Y tiene a su novio inglés. —…estoy pensando que quizás debemos ir como The Monkees23 —Le estaba anunciando a sus amigas —. Ya saben, Davy Jones, Mickey Dolens… Oh, what can it mean, to a daydream believer and a homecoming queen...—cantó mientras doblaban en la esquina. Ella podía cantar. Lo que claramente no la perturbaba en lo mas mínimo. Envidiaba a Cat. Quería ser Cat. El último año, ella y sus amigas vistieron pijamas de seda para el baile de Sleepy Hollow. Se veían un poquito dormilonas y totalmente glamourosas, como las estrellas de cine de los años treinta. No se lo habría admitido a ninguno de mis amigos, pero había disfrutado los dos últimos Bailes de Otoño en los que había estado. Era un poco como mirar el show antes de los Oscar: la realeza de Hollywood caminando por la alfombra roja en los mejores vestidos y esmóquines. Solo

Banda de rock creada en 1965 cuyo cantante principal David Thomas Jones usaba el nombre artístico de Davy Jones. 23

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FORO’ Libros Del Cielo que yo estaba mirando una extraña combinación hipnotizantes de disfraces para niños y la noche de apertura en el Met24. Ahora el pasillo estaba lleno con una mezcla de TGIF25 y ganas locas de fiesta. Mientras caminábamos hacia las puertas delanteras, escuché fragmentos de conversaciones de la gente, sobre los planes para el fin de semana. —…fiesta en la casa de Harrison…padres están en Múnich… —…mirar Teigh Bowen en You Tube. ¡Oh Dios mío, es tan lindo! —¡The Razor Apples están tocando en La Rotunda! —Tengo que conseguir algunos condones. —…bañador de Rag&Bone en oferta… Sadie, Frankie y yo haríamos lo que veníamos haciendo casi cada semana: ir a Java Company por café y bagels. Tal vez a Chloe’s y a Head House Books. Desmenuzar la última cita de Frankie con él, cuando tenía una. Domingo en el museo de arte si podía arrastrar a uno o a ambos conmigo. De lo contrario, solo nos tiraríamos en frente de una de las numerosas pantallas de plasma de los Winslow. —¿Siquiera han escuchado sobre lo The Razor Apples? —pregunté. Nada. —Rag & Bone, sin embargo… —Frankie suspiró—, Ah, que daño fabuloso podría hacer con la tarjeta de platino del papá de Rica y Sin Ideas. Tiendo a no pensar mucho sobre eso, la música que nunca hemos escuchado o la ropa que no podemos permitirnos. A Frankie le gusta el extraño lado sarcástico, pero sé que va más allá de eso. Sé que su castillo de ensueño incluye un enorme vestidor con una estantería con suéteres de suelo a techo. Sadie mantiene su boca cerrada. Tampoco está muy preocupada por eso, pero sabe que es mejor no decir nada. Hay poco en la vida más repugnante que escuchar “¡Dios, no me puede importar menos lo que me pongo!” de una chica llevando zapatos de cuatrocientos dólares y un reloj Cartier. —¿Alguien quiere ir a Calle Sur? —preguntó Sadie mientras salíamos al exterior—. Mataría por una porción de Lorenzo’s. La madre de Sadie estaba en St. Bart’s por otros diez días. Sadie estaba quedándose con su papá, que, entre el trabajo y una cadena sin fin de novias mucho más jóvenes, raramente llegaba a casa antes de las once. Su habitual método de alimentar a su hija durante estas visitas era dejar billetes de veinte dólares y menús para llevar dispersos en el mostrador, sin uso, de la cocina. Su madre, después de cada viaje, se embarca en una diatriba de una semana sobre cómo cada vez que Sadie se queda con su padre, gana dos kilos y medio. Esta vez, el Sr. Winslow persuadió a cualquier insecto con el que estaba saliendo en aquél momento para llenar la nevera. 24 25

Museo Metropolitano de Arte. Thank God It´s Friday (Gracias a Dios es Viernes).

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FORO’ Libros Del Cielo —Fue solo medio kilo la última vez —se quejó Sadie —. Y lo perdí en tres días. He estado subsistiendo a base de pollo grillado de Lean Cuisine durante dos semanas. Necesito pizza. Habría ido, pero estaba en quiebra. Y por más que Sadie siempre estaba feliz de pagar, realmente, realmente odiaba dejarla hacerlo. Frankie respondió antes que yo dijera nada. —No puedo. Es noche de cena familiar. Mamá está haciendo chap chae, y se pondrá como un basilisco si no estoy allí. La madre de Frankie es conocida por sus cenas familiares incluso si solo puede conseguir tener a sus dos hijos en un mismo sitio una o dos veces a la semana. No es que Frankie y Daniel no se quieran; lo hacen. Es solo que sus vidas son completamente diferentes. Frankie tiene a Willing, a mí, a Sadie y su lista de chicos lindos. Daniel va a la escuela pública, sale a zonas de la ciudad en las que jamás he estado, y tiene…bueno, nunca estaré segura de qué tiene debajo de los tatuajes y además también algunos amigos poco fiables. Sadie lo miró esperanzada, pero todos sabíamos que no iba a haber invitación. La mamá de Frankie es una persona muy reservada; son una familia reservada. He estado en su apartamento solo una vez. Es realmente pequeño, aterradoramente limpio, y el cuarto que Frankie y Daniel compartían olía como un taxi. —Desagradable, lo sé —murmuró Frankie, frunciendo su nariz. Yo no había dicho nada—. Dan fuma; Mamá grita. Luego rocía todo con ambientador. Nos fuimos poco después a Chloe’s. Las cenas familiares para nosotros suceden exactamente dos veces al año: Acción de Gracias y Navidad. El resto de los días, Marino’s está abierto, y la mayor parte de la familia está ahí, junta, sirviendo la cena a las familias de otras personas. Los dos días de vacaciones dónde nos juntamos, inevitablemente involucran muchos Marinos y varios Palladinettis, comiendo demasiado y por lo menos, tres buenas competiciones de gritos, que no son necesariamente de enojo. Con Acción de Gracias acercándose, esperaba pacientemente que este fuera finalmente el año en el que no tuviera que volverme a sentar en la mesa de los niños. Sadie pasó la última Navidad en un spa ayurvédico26 con su madre, que le regaló una inscripción en un gimnasio y un pendiente de diamante Om. —Tuvimos lentejas para dos —fue todo lo que Sadie necesito decir sobre el tema. Sentí pena por ella. —Ven conmigo. Estoy segura de que papá te hará una pizza.

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“La ciencia de la vida larga y feliz” Tipo de medicina/creencia del tipo new age.

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FORO’ Libros Del Cielo No es que yo tuviera alguna prisa por llegar a casa. Los planes de la boda habían ido a toda marcha la semana pasada, junto con el drama. Eso me había llevado a salir corriendo por la puerta trasera del restaurante antes de huir a casa por un sándwich de mantequilla de cacahuete con mermelada y el silencio. Nos quedamos en la escuela el tiempo suficiente para que conjugara, terriblemente despacio, muchos verbos irregulares en Francés y algunos regulares (Elle a le cafard . . .), para que Sadie hiciera su tarea de matemáticas, y para que Frankie y yo copiáramos la mayor parte de ella. En el momento en el que Sadie y yo llegamos a mi calle, el aire era frío y la pizza, muy atractiva. Para variar, todo en Marino’s parecía remarcadamente pacífico. Como siempre, la cocina recibió a Sadie con entusiasmo. —¡Serafina! —gritó papá, el mote que había inventado para ella y que la hacía reír. Él estaba picando una enorme pila de ajos con una velocidad imprudente que siempre hacía que mis dedos se tensasen. Pude ver una hilera de bolas de masa descansando en el mostrador detrás de él, y una ya aplastada dentro de un molde. —Estás de suerte —le dije a ella. Y luego, dirigiéndome a mi padre confesé—. Sadie necesita pizza. La están matando de hambre en su casa. —Criminales —dijo él, haciendo una mueca y poniéndose a picar más fuerte—. Tengo que alimentar al cerebro joven. Así que, ¿qué desean, damas? ¿Salchichas y hongos? ¿Albóndigas? ¿Pimientos? Soy una chica de ajo-y-espinaca, con un ocasional y no divulgado antojo de anchoas. Sin embargo, los ojos de Sadie se habían abierto como platos ante la mención de albóndigas, por lo que me encogí de hombros. —Lo que tú quieras —dije. Vagó por la estación de ingredientes y le echó un vistazo como si estuviera salpicada por diamantes de Tiffany. —Albóndigas —dijo felizmente—. Y cebollas y aceitunas y extra queso. —Hecho —En menos de un minuto, papá tenía la pizza en el horno. —¡Eh! ¿Eso era para mi mesa? —Leo vino desde atrás, cargando una polvorienta botella de vino blanco que limpió rápidamente con una toalla—, Ellos querían pepperoni. Papá estaba radiante. —Tienes a alguien para comprar el Grizzo ¡Buen chico! —Tomó la botella de Leo y le dio una limpieza más exhaustiva—. Esta pizza es para las chicas. Están hambrientas. Tu mesa no sabrá la diferencia entre cinco minutos y diez. Leo se encogió de hombros. Aún era lo suficientemente temprano como para que todo el mundo estuviera tranquilo y animado, y Sienna no estaba en la cocina. —Hola, Sadie—saludó Leo.

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FORO’ Libros Del Cielo Sadie apresuradamente tragó una pequeña bola de mozzarella que papá le había pasado. —Hola, Leo —Tosió y se sonrojo. Leo es un chico bastante lindo. —Say-dee —El tío Ricky se abalanzó, agitando un cargado y chorreante tenedor frente a ella—. Mi nuevo ravioli. ¡Prueba! —Ella lo hizo, y masticó lenta y reflexivamente. —Mmm —dijo—. Es verdaderamente una combinación única. Um. Carne de res, romero y… ¿Queso azul? —adivinó. Ricky sonrió—. Y algo más… solo que no puedo… —¡Calabaza! —Alardeó él—. En una salsa de higo y hongos silvestres. Son raviolis para el otoño. ¡Voy a quitarte el puesto Rocco DiSpirito27! Sadie adoraba venir al restaurante. Desde su punto de vista, podía entender el porqué. Todo el mundo estaba contento de verla, y nadie actuaba como si el que ella se llevase comida a la boca no fuera nada más que algo muy, muy bueno. Discretamente, sacó una ramita de romero de su boca. Papá chasqueo la lengua. —Raviolis de calabaza —suspiró—. ¿Quién ordenará eso aquí? Aún así, estaba arriba de todo en el tablero de los especiales del día. Es un problema que tienen papá y Ricky. Raro está bien, mientras tenga buen sabor. Si nadie lo ordena, o alguien se queja, se irá para siempre. O hasta que llame Top Chef. Hasta ahora, el sistema ha funcionado. La pizza de salmón ahumado con queso crema y alcaparras se convirtió en parte del menú y una de las favoritas del vecindario. La Manicotti rellena con almejas, espárragos, y peras asadas nunca será vista de nuevo. —¡Mira las ramitas de romero en la mezcla! —Papá llamo a Ricky, que frunció el ceño y lo apartó, entonces inmediatamente comenzó a mezclar las hierbas para la próxima preparación. —Bella Sarah —Era el turno de Nonna. Apretó las mejillas de Sadie, no muy fuerte, luego le dio una mirada de arriba abajo y suspiró—. Tu mamá es una hermosa mujer —dijo con tristeza—, pero no tiene idea de cómo ayudar a su hermosa hija. Comida de verdad y nada de esta tonta… —Aleteó sus manos, incapaz de encontrar una palabra para el desastre de chaqueta de lona marrón que usaba Sadie. Parecía como un cruce entre a una camisa de fuerza y una tienda del ejército. —Sí, signora —Sadie ha pasado tiempo suficiente con su abuela para conocer la respuesta más rápida y útil. —Y tú —Nonna giró sus afilados ojos hacia mi—, en esos vaqueros. Se ven como si le pertenecieran a Leonardo. —Es la moda, Nonna. Se los llama jeans Novio —expliqué. 27

Chef italo-americano afincado en Nueva York y famoso por su cocina de fusión.

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FORO’ Libros Del Cielo —Novio. ¡Magari! Debemos de ser muy afortunadas —Apretó mis mejillas, fuerte, su manera de suavizar las palabras—. ¡Demasiada sal! —dijo regañando a Ricky, y volvió a su lugar a eviscerar pollos. Sadie y yo nos quedamos fuera del camino durante los siguientes cinco minutos, robando mozzarella y mirando la acción, tal como era. Sienna se acercó una vez por un plato de antipasto y una revisión de su brillante pintalabios. Evidentemente, estaba molesta por algo, pero no parecía querer hablar del tema, y yo no iba a estropear la relativa tranquilidad preguntando. Ella salió y Leo regresó, encantado de anunciar que su mesa estaba acabando, con gusto, la última botella de Grizzo, una de las menos exitosas compras de vino de Ricky. —¡Adiós, orina de caballo! —cantó papá mientras levantaba un puñado de cáscaras de camarones a modo de saludo. —¡Eh! —objetó Ricky, pero era, como mucho, una protesta con poco entusiasmo. Papá sacó nuestra pizza del horno, crujiente y burbujeante. Sadie parecía a punto de desmayarse. Hasta mi boca se estaba haciendo agua. Esperamos solo lo suficiente para que la deslizara en un plato y nos metimos en la oficina para comer en paz. Mamá era la anfitriona de una casa abierta en un edificio de una antigua escuela que había sido convertida en condominios. —¡Simplemente ya no los construyen así! —La escuche comenzar su rollo hacia un potencial cliente en el teléfono—. Un clásico en piedra y acero, actualizado pero no renovado hasta que sea irreconocible para el habitante moderno de la ciudad. Lo que significaba que era un enorme, feo y viejo fuerte que, sin importar cuanta madera de color claro o cobre le pusieran, sería helado en invierno, sofocante en verano, e incluso el más sombrío de los burócratas no habría querido quedárselo. Las unidades no se venderían durante seis meses, cuando el constructor bajara el precio y saqueara la compañía de bienes raíces. Ya había acabado media pizza cuando el teléfono de Sadie chilló, diciéndole que tenía un mensaje de texto. Suspiró y deliberadamente miró a lo lejos buscando su cartera. Si un mensaje de texto llega a una chica normal de dieciséis años, rebuscaría en su bolso como loca lanzando por los aires cualquier pintalabios que se cruzara en su camino. Pero ni Frankie ni yo tenemos mensajes de textos ilimitados en nuestros teléfonos (—Era vivir sin timbres y politonos o conseguir un empleo —explico él—. Pan comido. Sin politonos), así que cuando oímos ese sonido, Sadie supo que era uno de su padres. Dejó su porción de comida a la mitad (un poco triste, un poco culpable) se limpió las manos, y sacó su teléfono.

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FORO’ Libros Del Cielo —¡Oh, fabuloso! —suspiró otra vez —Me reclaman. Papá tiene una cena con Russell Tarrant en Le Bec Fin más tarde y me quiere allí. Nuevamente, una adolescente típica, invitada al restaurante más famoso de la ciudad y con un actor dos veces ganador del Oscar… haría volteretas hacia atrás. O al menos le entraría una prisa vertiginosa para probarse seis diferentes opciones de vestuario y el último maquillaje milagroso. En cambio, Sadie se veía como si acabara de descubrir que las duchas del gimnasio no tenían cortinas. —Sadie, ¿Cómo es que tu padre conoce a Russel Tarrant? —pregunte. Su papá conoce a un montón de gente con nombres que aparecen en las noticias, pero habitualmente no son celebridades internacionales a los que la reina ha nombrado caballero recientemente. —Oh, eran compañeros de habitación en Cambridge el año que papá pasó en Inglaterra —Miraba los restos de pizza con ansias y yo pensé en cenar con una estrella de cine con un poquito de anhelo. Nos sobresaltamos un poco mientras la voz de Sienna, conocida por cortar acero sólido, tronaba a través de la puerta cerrada.—¡Joder! ¡No me puedo creer esto! Había estado ignorando deliberadamente el ligero levantamiento de voces que venía de la cocina. No es infrecuente que una competición de gritos comience cualquier noche. Y cuando Tina está como anfitriona y Sienna tiene que atender mesas, está casi garantizada. Tina estaba siendo anfitriona. Ella es una versión de treinta y cinco años de Sienna, solo que rubia. El mismo pintalabios cegador, el mismo gusto en la ropa, el mismo completo desinterés por la opinión ajena sobre cualquier cosa. Se odian. —¡Me odias! —se lamentó Sienna. No era la voz de Tina la que respondió, sino la de papá. —Oh, no. No estoy jugando a ese juego contigo. ¿Tienes idea de cuánto me costarán cincuenta kilos de filetes? ¿Y ahora quieres langosta? —¡Pero es mi boda! Papi… —¡No me llames Papi, princesa! ¡Ya tengo cinco mil dólares en el agujero por el maldito hotel, sin mencionar los dos mil por el vestido, y cada vez que me doy la vuelta, tú y tu madre han añadido un nuevo invitado, dama de honor o crustáceo! Antes que nada, papá estaba gritando. Casi. Segundo, estaba diciendo palabrotas. Incluso maldecir es un tema de pelea para él. Dejé mi pizza y debatí la mejor ruta para un escape clandestino. He visto el vestido. Bonito, de una forma princesa Disney, dieciocho metros de tul, pechos con forma de misiles... Sienna se veía delirantemente

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FORO’ Libros Del Cielo feliz en él. Estaba hermosa. Cuanto menos se diga sobre los vestidos de las damas de honor, mucho mejor, decidí al ver el satén púrpura. —¡Sin langostas! —grito él. Hubo un dramático alarido, seguido por el golpe de la puerta trasera. Cuando me asomé, era como una foto. Todo estaba congelado. Papá estaba de pie, asomado a una gigantesca olla de pasta, con la cara roja y frunciendo el ceño, la cuchara de madera blandida como una espada. Leo y Ricky se habían retirado a la puerta de entrada del refrigerador. Nonna miraba al cielo, y Tina caminaba a través del comedor, sonriendo un poquito. Nadie parecía en lo más mínimo preocupado o avergonzado por el hecho de que el exabrupto de Sienna podría, posiblemente, haberse escuchado desde la acera. Nuestros dramas tienden a desarrollarse en la cocina, ocasionalmente para el entretenimiento de los clientes, la mayoría de los cuales ya han escuchado todo antes. No hay tal cosa como la privacidad cuando eres un Marino. No tanto en nuestro pequeño rincón de Filadelfia, pero nada en absoluto en nuestra familia. Cuando tuve mi primer periodo, cuando entré a Willing, cuando Dieter me dejo por la chica yo-soymucho-mejor, es allí donde se conocieron las noticias, porque es donde estaba todo el mundo. Todo quedó quieto por un instante, entonces papá suspiro y bajó la cuchara. Tina volvió al comedor, dejando la puerta balanceándose con un golpe ahogado detrás de ella. Ricky regresó a sus hierbas, y la vida continuó. —Ella, agarra una camiseta y un delantal —ordenó papá—, y toma la última mesa de tu hermana. Aún están esperando para ordenar y Leo ya no puede encargarse de más. —Papá, no… —Ella, por favor. No era verdaderamente una petición. Cuando Marino’s nos necesitaba, todos contribuíamos. Solo que yo odiaba cuando contribuir involucraba atender mesas. Tenía que anotar las órdenes para no olvidarlas, era terroríficamente torpe con platos calientes, y para más humillación, tenía que pedirle a alguien que trajera el vino o la cerveza cuando los clientes lo pedían, porque aún no tenía dieciocho, y es ilegal para los menores servir alcohol. —¿Puedo ayudar? —pregunto tranquilamente Sadie. Lo decía en serio. —¡Dios, no! —Le alcancé su cartera y le di un suave empujón hacia la puerta trasera—. Sálvate. Ve a comer caracoles con Russel Tarrant. —No, en serio… —Ve. Hablaremos mañana. Se fue. Me arrastre a través de la oficina y tome uno de los uniformes de repuesto de Leo de su cubículo. Él no es un tipo grande, pero era lo

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FORO’ Libros Del Cielo suficientemente grande como para que termine dejando los botones sin abrochar, envolviéndolo a mi alrededor y atándolo en la espalda. Eficiente, pero problemático. Aunque pudiera abrochármelo todo, el cuello no podría esconder todas las marcas. Peor que eso, para atender mesas había que llevar cola de caballo. Sin argumento. Ya lo había intentado antes. —¡Lo sé, lo sé! —Papá finalmente me ha gritado—. ¡Pero el departamento de salud no entiende de vanidades! Recogí mi cabello, estilo gitano, sobre mi hombro derecho, y esperé que los clientes no fueran mirones. Normalmente no lo son. De hecho, diez minutos después de ordenar, estoy segura de que la mayoría de los comensales no podrían reconocer a su camarero en una fila. Somos invisibles. Estoy acostumbrada a eso. —Mesa tres —dijo animadamente Leo mientras pasábamos por la puerta de entrada de la cocina—. Mejor tú que yo. Apestan a cuero de Mercedes. No es nada raro que en Marino’s haya gente de Society Hill o Rittenhouse Square. De hecho, muchos se han convertido en habituales. Hemos estado en Lo Mejor de Filly dos veces en los últimos tres años (Mejor Berenjena al Parmesano hace dos años, Mejor Lugar Para Comer Mientras Se Sintoniza Tony Soprano el año pasado.) Lo lógico sería pensar que la animadversión de Leo por atender a ricos Filadelfianos habría sido templada por años de buenas propinas. Pero lo cierto es que los únicos que dejaban propinas abundantes eran los que trataban de probar lo igualitarios y generosos que eran y que parecían querer decir: —Por debajo de la calle South, Por encima de la calle South… ¿Cuál es la diferencia? Muchas diferencias, de hecho, y son inevitablemente los que te lo ponen más difícil, solo para demostrar lo importantes que son sus gustos: sin manteca, manteca fresca, Bolognesa vegetariana… —Oh ¿no tienes Château du Cochon del 63…? Por supuesto, los habitantes de Sout’ Philly son igual de malos poniendo dificultades, pero dejan mejores propinas. La última vez que vino con sus hermanos, el papá de Anna Lombardi le dejó a Sienna cincuenta dólares por una cuenta de ciento veinte. Pero también hace que Nonna haga su lingüini fresco, casi directamente en la mesa, para asegurarse de que ella no intente darle pasta de la tanda de la tarde. Las dos personas que pude ver claramente mientras me acercaba a la mesa no parecían haber venido a South Philly muy a menudo, ciertamente no por comida. Ella parecía que no comía. Y también me resultaba vagamente familiar. Su esposo, tenía dientes de un blanco cegador y ella, un brillante cabello rubio blanquecino. Ambos llevaban relojes de pulsera combinados que, estaba segura, costaban más que nuestros dos autos. El comensal número tres estaba oculto tras el alto menú. Todo lo que pude ver

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FORO’ Libros Del Cielo era un par de grandes manos. Coloqué una canasta de pan fresco a su alcance. —Hola, bienvenidos a Marino’s —dije en mi mejor ¿No Es Esto Encantador? voz —. ¿Puedo traerles algo de beber? El comensal número tres emergió tras el menú. —¿Ella?

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FORO’ Libros Del Cielo

La Disculpa Traducido por Pixie Corregido por Phedre

o estaba usando maquillaje y llevaba la camisa de mi hermano.

N

—Alex. Hola —Solo salió ligeramente chillón.

El hermoso rostro de la mujer se rompió en una sonrisa, y de repente, supe exactamente quien era: Karina Romanova, co-presentadora del noticiero vespertino de Canal Cuatro. Vista sonriendo en miles de televisores y anuncios de quioscos de autobuses. Esposa de Paul Bainbridge: actual representante de Estados Unidos y candidato al Senado. Madre de Alex. —¡Se conocen! —dijo alegremente, con suficiente acento ucraniano en su voz fuera de pantalla para hacerla sonar sexy y un poco exótica—. Y nosotros que pensábamos que estábamos eligiendo de “Lo Mejor de Filly”. —Yo…eh…no lo sabía —Los ojos de Alex se movieron de sus manos a mi cicatriz escondida, bueno, mayormente escondida. Hice que mi hombro se inclinara, muy automáticamente, preguntándome si él podía ver mi piel, y si sus padres podían ver mi incomodidad. Después de todo, mi último contacto con Alex había sido… tenso. Me pregunté qué adjetivos estaban deslizándose a través de su mente mientras sus padres lo miraban expectantemente. Esta es Ella. Ella es, um…bueno, rara, una inadaptada social, intrusiva en el mejor de lo casos, y una potencial acosadora-psicótica. Pero se supone que los chicos de Willing deben ser muy corteses. Y Alex, después de todo, era el chico del póster para la escuela. —Mamá, papá, esta es Ella… —Miró el menú, y vi la pequeña bombilla imaginaria parpadear—, Marino. Ella va a Willing también. Su padre, que, me di cuenta en ese momento, tenía los ojos y mandíbula de Alex, tendió una mano grande. —Paul —dijo, esperando pacientemente que yo dejara mi anotador y bolígrafo para poder estrechársela—. Es un gran placer conocer a una Marino.

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FORO’ Libros Del Cielo Como si supiera algo sobre nosotros. Como si fuéramos importantes. Por un segundo, me sentí importante, y entendí exactamente porque él iba a ganar ese asiento en el Senado en dos años. —Gracias. Encantada de conocerlo, también. —Karina —Ella quiso estrechar mi mano también. Tenía un agarre decente, pero sus huesos se sintieron como una clavija delgada contra los míos. —Así que ¿te gusta Willing? —Villink. Sonaba mejor así. Soy una Chica Villink. —Me encanta —respondí por hábito—, quiero decir, es Willing. —Mmm —No estaba segura de si me creyó, pero entonces, estaba bastante segura de que no le importaba de una forma u otra. —Bien. Bien —Paul me sonrió—. Gran escuela. Solo genial. Aunque, cerca de la época de exámenes, pensarías que estamos enviando a nuestro hijo a un reformatorio por la forma en que se queja y gime. Me las arreglé con la risa esperada y dirigí una mirada a Alex. No se veía particularmente avergonzado por la jovialidad estudiada de su papá. Supongo que cuando dicen papá es jovial en una escala nacional, no lo estarías. Alex aún no había mirado directamente a mi rostro. —¿Vives cerca de aquí? —preguntó Karina. —Al lado. —Ah, por lo que Willing es la escuela del barrio. Que conveniente. Bueno, sí. Excepto que no muchos chicos del barrio pueden tomar ventaja de esa conveniencia. Quizás no sepan eso, los Bainbridge mayores. Quizás genuinamente creían que había espacio, dinero e interés suficiente para llevar un montón de niños de South Filly dentro del enrarecido mundo de Willing. Eso, o ellos asumieron que éramos simplemente una gran familia feliz (Soprano, Corleone, Scarfo…) por aquí, con un montón de dinero sucio flotando alrededor. O quizás eran simplemente educados. Noté que ninguno preguntó si Alex y yo éramos amigos. La mayoría de los padres lo haría. Pero no una reportera y un político. Ellos conocen cada peligrosa y cargada pregunta en el libro. Más allá de eso, no podía imaginar que fuera más obvio que, no, Alex y yo no éramos amigos. Sonreí. Cortésmente. —Así que, ¿alguna bebida para empezar? Karina pidió agua con gas; Paul quiso una cerveza alemana que combinara con su comida italiana. Me pregunté si podía conseguir que Leo la sirviera sin sonreír satisfecho. Me giré hacia Alex. —Una Coca Cola. Por favor —añadió, mirando más allá de la punta de mi nariz.

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FORO’ Libros Del Cielo —Creo que probablemente deberíamos ordenar —Karina dio un discreto vistazo a su reloj. Preparé mi anotador—- ¿Cómo es el ravioli especial? —Delicioso —mentí automáticamente. Bueno, no mentí, precisamente. A Sadie pareció gustarle. —Mmm. Bueno. Creo que ordenaré una insalata mista. Aderezo a un lado, por favor —Tenía la gracia de verse arrepentida y ligeramente compungida. Me giré al papá de Alex. —Tendré un ravioli especial —anunció, dejando su menú con un ademán—, con la sopa del día. La sopa del día era zanahoria al curry. No exactamente un esperado de Tony Soprano. Así que aquí hay algo que todos deberían saber acerca de los comensales y los restaurantes de familia italiana. Pedir lo obvio. En las raras ocasiones en que Sadie, Frankie y yo nos abstuvimos de Chloe’s por el restaurante Calle Sur, Sadie inevitablemente pedía algo que simplemente no debía estar en un menú de un restaurante. Osso bucco, lenguado de almondine, mollejas. Siempre se decepcionaba. ¿Yo? Sándwich de queso grillado y tomate al trigo acompañado con papas fritas, cada vez. —¿Cómo sabes que no te gustará, si ni siquiera lo pruebas? —Me regañó Sadie. —Si, Francés. Ten algo de pan y mermelada —Es el útil refrán de Frankie. Verdad: He visto mollejas en su estado natural. Dame pan y queso cualquier día. En común entre restaurante y restaurante italiano: Los asiduos tienen sus favoritos; los comensales inteligentes van por lo clásico. Las personas complacientes ordenan los especiales. Me giré hacia Alex. —Minestrón. Por favor. Y spaghetti carbonara. Chico listo. Chico listo que aún no me ha mirado a la cara. Crecer en South Filly no es gran cosa, dar y recibir órdenes de gente que tú conoces. Podría haber cualquiera de los niños Giordano detrás del mostrador en la panadería; la mejor amiga de mamá desde siempre corta su cabello. Los Ryan, bajando la calle, manejan todo nuestro seguro, y yo compro demasiadas cosas innecesarias para camuflar los tampones cuando Sam Nguyen está en la caja registradora de la farmacia de sus padres. Sé que hay una división al norte de Calle Sur. Tus amigos no son nunca jamás tus servidores. Pero entonces, Alex no era realmente mi amigo. —En camino —dije alegremente. Y me fui hacia atrás, de regreso a mi familia.

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FORO’ Libros Del Cielo Mantenemos los muros entre nosotros. Le di la orden de comida a papá. Había debatido no decir nada, pero no pude. —Persona de interés —le dije. Es un código. Hablar como policía para los sospechosos; Marino para los asiduos, sospechosos de ser críticos de restaurantes, y cualquiera que pudiera estar en una posición de ayudar a herir la reputación del restaurante. Todos reciben buena comida en Marino’s, las personas de interés reciben lo mejor. Me irritó un poco, darle la designación a la familia de Alex. Pero soy pragmática. Una buena palabra de Paul y Karina podría traer negocios adicionales. Y mientras más negocios adicionales obtengamos, por menos dinero tendré que rogar, pedir prestado, o robar para la universidad. —¿Quién? —preguntó papá mientras escaneaba la orden. —Karina Romanova de Canal Cuatro y el Congresista Bainbridge. Con su hijo. Dejó salir un silbido. —Bien. Bueno para nosotros —Luego—. ¿Olvidaste algo aquí, cariño? Hay solo dos entradas. —Ella es flaca —expliqué, entonces, antes de que papá pueda dar una opinión familiar sobre mujeres que comen ensaladas sin aderezos para cenar, le conté al tío Ricky—. El Congresista pidió el ravioli. —¡Demonios! —río, de hecho frotó sus manos, y volvió a la acción. La harina voló. —Que el Cielo nos ayude —murmuró papá bajo su aliento—. Ahora, llévales un plato de antipasto, a cargo de la casa… —¡Papá, no! —¿Qué? No podemos dejar que Comosellameanova se siente allí solo con una pila de lechuga. Confía en mí, tomará un pimiento, mordisqueará algún prosciutto, y todo estará bien en el mundo. No exactamente. Karina no tocaría el plato, con su carne, queso y aceitados pimientos; sabía eso. Y allí estaría, sentado en la mesa delante de La Familia Más Bella de Filadelfia, como un regalo de un campesino al rey. Siempre es un cerdo en los cuentos de hadas, transportado desde el patio del agradecido sujeto y trotando a la colina para convertirse en un prosciutto real. —Papá… Cerré mi boca. No podía decirlo. Mi papá no es un campesino, y no es un chupamedias. Es un tipo decente que piensa que un estómago vacío lleva a una cabeza vacía. Miré mientras hábilmente arreglaba los pimientos, las anchoas, la mozzarella, creando un bonito mosaico en el plato. Mientras añadía el salame, agarré una cerveza fría y un vaso y se los agité a Leo, quien estaba de regreso al comedor.

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FORO’ Libros Del Cielo —No puedo —contestó—. Sobrecargado como ves —Lo suficientemente cierto. Tenía platos llenos hasta la mitad de sus brazos, y dos órdenes más saliendo—. Jesús. Sienna y su m… —¡Leo! —Scusi, Nonna —Pero aún así se las arreglo para dejar salir una buena y tranquila maldición, o dos, mientras regresaba cautelosamente a través de las puertas tambaleantes. —Aquí. Lo tengo —Tina tomó la cerveza y el vaso de mi—. ¿Los conoces? Asentí. —Ella luce como si la mantequilla no se derritiera. Pero su niño…—Ella frunció los labios de un color rosa brillante—. ¿Todo eso y una bolsa de bastones de tofu frito? Tuve que sonreír un poco ante la imagen. —No. Él no es…él no actúa como… —No estaba completamente segura de porque lo estaba defendiendo. No había sido exactamente el Príncipe Encantado de las Órdenes para Cenar. Pensándolo, no podía completamente responder por Alex siendo el Príncipe Encantado de Nada. Excepto mi propia pequeña fantasía Villink—. Tal vez. —Lindo, sin embargo. —Si. —¿Si? —No tengo idea de que vio Tina en mi rostro. Algo—. Aww, dulzura —suspiró—, ¿Quieres que sacuda un poco la cerveza de Papi? —No —respondí—,pero gracias por la oferta. Tomé una bandeja de bebidas y agregué el Pellegrino de Karina. El dispensador de Coca-Cola escupió un pálido líquido marrón hacia mí. Luego siseó. —Y típico. El jarabe está bajo. ¿Les dirías que la Coca-Cola está en camino? —Seguro —Tina hábilmente levanto la bandeja a la punta de sus dedos. Era una mesera de tragos en Delilah’s antes de casarse. Como era obvio, conoció a Ricky allí. No hablaría mucho del trabajo en absoluto, pero le diría a cualquiera que escuchara que Ricky se veía tan incomodo cuando vino de una despedida de soltero, que ella sabía que él tenía que estar bien. No sé si el club la había contratado por su agilidad, o si ella lo había aprendido ahí, pero podía, probablemente, esquivar un bombardeo de balas mientras sostenía dos bandejas cargadas sobre su cabeza. A mí se me caen los paños de cocina. Es por eso que raramente me dan algo pesado, caliente, o de valor para cargar. Normalmente, papá hubiese cargado la máquina de soda. Debo subirme en una caja y el jarabe es pesado. Pero él estaba en el depósito,

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FORO’ Libros Del Cielo obteniendo la panceta especial Solo Para la Realeza, de cualquier grieta en la que la esconde. Mientras yo luchaba con la máquina, tratando de que la bolsa de jarabe encajara en su lugar, la puerta golpeó otra vez. —Um… ¿Perdón? Casi derramo un galón de jarabe de Coca-Cola sobre el piso. Me caí de mi caja, pero al menos aterricé en mis pies. Alex estaba parado en la puerta, mitad adentro, mitad afuera de la cocina. No me veía. Me enderecé en mi posición. —¿Puedo ayudarte? —Ricky estaba más cerca. Tenía tanta harina encima que su cabello era gris. —Yo…eh, quería hablar con Ella. —Ve a la parte trasera. Enviaré… Tina, que aparentemente no se había ido a ningún lado aún, rápidamente golpeó a Ricky en la nuca con su mano libre. —¿Qué? —Él no tenía ni idea. Tina sí. Probablemente podía escuchar mi corazón tronando del otro lado de la cocina. —Allí está ella —le dijo a Alex, apuntando. Luego, me miró y sacudió su barbilla hacia la puerta trasera—. Ve. Tomaré la mesa —Recogió el antipasto y empujó la puerta con su trasero haciendo un rápido cha-cha, con los brazos levantados y caderas pivotando, con Leo para evitar la colisión. Tina puede ser una pe…, y es de alta manutención en cada forma posible. También es propensa a hacer preguntas como si los vegetarianos pueden comer galletas de animales. De hecho, una vez le preguntó a Frankie qué tiraban los asiáticos en las bodas, dado que los americanos tiraban arroz. Él dijo que exámenes de matemática triturados. Pienso que ella le creyó. Pero es sorprendentemente inteligente en lo que se refiere a las vidas amorosas y complicadas de las personas (en los últimos seis meses, predijo correctamente dos matrimonios y tres divorcios entre los asiduos de Marino’s), y normalmente es bastante amable conmigo. Tomé la insinuación. Encajé la válvula en el jarabe, presioné el botón, y un minuto después, tenía dos vasos de Coca Cola en la mano. —Vamos —le dije a Alex, cruzando la cocina y empujando la puerta de malla abierta—. Se está más fresco aquí. Me siguió hasta el pórtico. Alguien había barrido; el pequeño estacionamiento estaba libre de hojas y los usuales menús para llevar del restaurante Thai de la misma calle. Había una camioneta Porsche apretada al lado de la Buick de Luccheses. Asumí que pertenecía a los padres de Alex. Me senté a la derecha, por lo que él no tuvo otra elección más que sentarse a mi izquierda. Lo hizo. Llevaba el mismo Lacoste que el día de la desastrosa proclamación. Podía ver una hilera de migas de pan bajando en

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FORO’ Libros Del Cielo el frente. Nonna se toma su pane seriamente. Lo hornea en una piedra en el horno de pizza y lo vaporiza mientras se está cocinando, como si fuera una especie de extraño helecho tropical. El resultado es bastante sorprendente. La corteza se rompe como cristal, pero el centro es tan suave que casi no tienes que masticarlo. Alex se agachó y descansó sus brazos cruzados en sus rodillas. El pórtico no es muy alto. Con sus piernas flexionadas, sus rodillas estaban casi al nivel de sus hombros. Se veía como un paraguas humano realmente hermoso. —¿No vas a meterte en problemas por esto, verdad? —preguntó. —No —Le alcancé su Coca Cola y recé silenciosamente para que no esté si gas—. Estaré bien por un par de minutos. No tenía idea de que más decir. Así que bebí. Un poco dulce, pero plenamente efervescente. Como pensé que probablemente debería ser. Energética. Alegre. Cívicamente cuidada y amante de los pasteles. —Realmente no sabía que este lugar era de tu familia —dijo luego de un minuto—. Fue la revista Filly. Mis padres buscaban autentica comida italiana. Son conocidos por la autenticidad. —¿El mejor lugar para comer sintonizando a Tony Soprano? Hizo una mueca. —Lo haces sonar tan…cursi. —Si, bueno, ¿qué podemos hacer? La gente como… —me detuve. La gente como tú piensa que estamos todos ligados a la Mafia—...la idea del viejo South Filly. Los manteles a cuadros y las uvas de plástico. Hombres con sombreros. Tenemos fotos de esas de cuando mis abuelos abrieron el restaurante. —¿Alguna vez tuvieron un robo aquí? ¿Ves? Suspiré silenciosamente. —No en toda mi vida —Entonces, dado que me estaba sintiendo no muy elocuente, y ¿Qué quieres, Alex? era un poco demasiado Frankie y para nada Ella, pregunté—: ¿No debería tu mamá estar en el estudio o algo? —La están enviando a D.C. para entrevistar al presidente de Rusia, así que está esta noche no. Si ella está en casa y papá está en casa y no tienen ningún evento, salimos a cenar. —¿Sucede a menudo? —Lo suficientemente a menudo. Una vez al mes o algo así. Les gusta jugar a la familia feliz. Oh, me estaba muriendo por preguntar, ¿No son una familia feliz? Lo sé, por supuesto que sé que el dinero no es suficiente, pero tiene que ayudar.

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FORO’ Libros Del Cielo No puedo imaginarme ni remotamente cómo es posible ser infeliz pudiendo hacer viajes a Florencia. —¿Solo eres tú?—pregunté—. ¿Sin hermanos? —Solo yo. Las figuras públicas deben tener al menos uno. Los hace ver confiables —Dio una veloz mirada a mi rostro y rió—. Estoy bromeando. Confía en mí, no puedes creer la mayor parte de lo que digo. No tenía absolutamente ni idea de que decir a eso. Verdad: Quiero gente que diga la verdad. Verdad: Si, soy así de inocente. —Los hermanos son…complicados —dije—. Conociste a mi hermana. —No realmente. Escuché a tu hermana. Quiero decir, no fue mi intención escuchar, pero era un poco difícil no hacerlo… Y allí estaba, de repente, el elefante en la habitación. Nos quedamos completamente quietos. Alex miró su muñeca, como si estuviera controlando el tiempo. Solo que no llevaba un reloj. Finalmente, suspiró. —Mira, yo… uh… cuando me contaste que habías mirado mis cosas. No…no debí… ¿Qué pasa con esas dos palabras -Lo siento- que convierten a chicos articulados en idiotas balbuceantes? Es decir, Te amo, lo entiendo. Esa es una difícil, exponiéndote a ti mismo completamente desnudo ahí afuera. Ni siquiera le he dicho eso a un chico. Otro chico que no sea Frankie o mi papá, de todas formas. ¿Pero lo siento? Lo digo veinte veces al día. A Nonna, cuando no puedo enfrentar un desayuno de tres platos a las siete de la mañana, a la media docena de personas con las que me tropiezo en mi frenética carrera esas ocho cuadras a la escuela. A Sadie, por tener que copiar su tarea de algebra por, como, milésima vez porque no llegué a hacer la mía. Todavía estoy esperando que Leo se disculpe por destrozar mi bicicleta hace tres años. Lo perdoné eventualmente. Montar en bicicleta por el medio de la ciudad es un poco como jugar a la Ruleta Rusa con un autobús. Aún así, hubiese sido lindo haber tenido un lo siento en lugar de una letanía de excusas. Me di cuenta que esperaría por siempre. Dicho eso, yo estaba lista para dejar a Alex descolocado en, oh, cerca de un segundo. —Sí —dije. Luego—. Siento haber mirado. O visto, supongo. No espié tu libro. Las páginas se cayeron. —Sí. Más o menos me di cuenta de que eso podía haber sido lo que sucedió —Raspó un talón contra el cemento—- El libro se cayó de mi bolso de nuevo…y, bien… Y, bueno, ahí estaba él, perdonado.

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FORO’ Libros Del Cielo —Cierres —dije—. Uno de los mejores inventos. Tu mochila tiene uno; lo he visto. —Ves mucho, Saltamontes. Parpadee hacia él. —Vamos. ¿Kung Fu? —Soltó sus rodillas y deslizó ambas manos a través del aire en un espiral—. ¿El monje Shaolin luchando contra la injusticia mientras busca a su hermano perdido hace mucho en el Viejo Oeste? Sacudí mi cabeza. —Nop. Lo siento. —Triste. prosperidad.

Apuesto

a

que

tampoco

reconocerías

Larga

vida

y

—Nop. —¿Cómo lo sé? Mi papá me metió en las series de TV de los setenta. Es terriblemente brillante. O brillantemente terrible, quizás —Se había relajado y se veía monumentalmente complacido con la televisión de los setenta, con él mismo o con algo. Eres terriblemente hermoso, Alex Bainbridge. Me las arreglé para mantener eso para mí misma pero… —Eres realmente bueno —Esa se me escapó—. Tu dibujo, quiero decir. Se encogió de hombros. —No realmente. Además, ¿Qué diferencia hace? No es como si fuera a hacer algo con ello. ¿Cuál es el punto…? —Hizo una mueca—. Cielos, lo siento. Probablemente estás encabezando para el MoMA28 a través de la Sorbona y Bennington. —UNY, sí soy muy, muy afortunada —Sonreí, dejándolo descolocado. Todavía no podía hacerme a la idea de que estaba bromeando con Alex Bainbridge—. Después de eso, ni idea. ¿Tú? —Yale, después Ley Powell29 —No Con suerte o Espero o siquiera, Si todo sale como es decretado. —Guau. Debe de ser muy lindo estar tan seguro con tu camino —No quise sonar sarcástica. Realmente no—. Sin hambre por lo artístico en tu futuro, eso es seguro. Dejando de lado los ocasionales comentarios estúpidos sobre la Mafia, Alex no es tonto. —Debe de ser lindo estar tan segura en tus convicciones. Sin caminos bajos de la moral para ti, eso es seguro. Me sentí sonrojar, sentí ese Incremento de Sangre de Humillación comenzar. Pero entonces me di cuenta que tonta era toda la cosa. Suspiré. 28 29

Museum of Modern Art (Museo de Arte Moderno). Rama del derecho basada en el Memorándum de Lewis Powell Jr.

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FORO’ Libros Del Cielo —Supongo que me tomo el arte muy seriamente. No dijo nada por un largo momento. Luego asintió. —Eso está bien —dijo—. Yo…no puedo. Hubo una suave tos detrás de nosotros. Me giré para ver a Tina enmarcada en la mitad superior de la puerta —Salió tu comida —le dijo a Alex. —Oh. Si. Bien. Supongo que debo entrar. —Si —No podía pensar en ningún posible universo donde envolverme alrededor de sus rodillas para mantenerlo en su lugar sería interpretado como otra cosa más que psicótica. —Muy bien —Se desdobló del pórtico, un metro ochenta de esplendor, y de hecho, extendió su mano. Por un segundo pensé que quería estrechármela. Me levanté hasta la mitad antes de darme cuenta que se estaba ofreciendo a ayudarme a hacerlo. Qué caballeroso. Qué raro. Me puse en cuclillas allí, impotente, me senté de nuevo un poco, entonces me di cuenta cuan increíblemente estúpido debe verse eso, comencé otra vez. Para el momento en que finalmente tome su mano, estaba casi de pie, y si no la hubiera soltado inmediatamente, me hubiese visto incluso más ridícula de lo que me sentí. —Así que, te veré el lunes, tal vez —anunció—. En el piso o en algún lugar. —No es improbable —Me las arreglé para decir—. Puedo ser encontrada a menudo en los pisos —Lo que sea que eso signifique. Hice una mueca internamente. Luego agravé la idiotez—. Miré una maratón de Brady Bunch30 una vez cuando tuve faringitis estreptocócica. Él se rió. —Buen intento, Saltamontes, pero no los dados —Mantuvo la puerta de malla abierta para mí y me siguió a la cocina. —Gracias —le dijo a una Tina flotando. Asintió con la cabeza a mi padre y a Ricky, y caminó a través de la puerta tambaleante hacia el comedor. Me quedé parada en el medio del piso, insegura de que hacer. Tina me dio un apretón en mi muñeca mientras pasaba. —Tengo que volver. Veré si necesitan algo. —Gracias. Tina me remplazó por un rato, y nadie comentó. Los Bainbridges pidieron su cuenta temprano. Sin café, sin postre. Observamos a través de la puerta trasera como Karina deslizaba sus delgadas piernas en el Porsche. Sitcom americana de principios de los ’70 que contaba la historia de una familia ensamblada. 30

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FORO’ Libros Del Cielo —Apuesto a que nunca ha visto nada como el interior de uno de los cannoli de tu Nonna —dijo papá un poco triste. —Los cannoli de Betcha nunca vieron el interior de esa —dijo Tina con un bufido. Me contó más tarde que Paul Bainbridge dejó una propina de treinta dólares sobre una comida de ochenta dólares. Me dio cinco dólares de ella.

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La Oportunidad Traducido por Pixie Corregido por Mali..♥

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o me importan los lunes, más de lo que es absolutamente necesario, de todas formas. Después de Historia, que ocasionalmente disfruto, y Francés, que très no, tengo doble clase de Arte. El estudio de Arte no ha sido cambiado como en cien años. Los pisos están maltratados, chirriantes y cubiertos con tantas capas de pintura seca que se ve como Jackson Pollock Estuvo Aquí31, menos las colillas de cigarrillos. Aparentemente, las generaciones pasadas de las Chicas de Arte de Willing habían arrojado sus cigarrillos por la ventana de azulejos en vez de en el piso. —Eran más distinguidas —Me dijo Cat Vernon una vez, apuntando hacia la ventana junto a su caballete. Las colillas se fueron, pero hay marcas de quemaduras, diseminadas como manchas de leopardo, sobre la superficie de terracota. Cat no estaba a la vista. De hecho, el estudio de Arte estaba desierto excepto por mí y una estudiante del último año vestida de Juicy cuyo espacio estaba siempre lleno con dibujos de vaporosos vestidos coloreados con lápices. Estaba en su camino a Paris, había escuchado que le dijo a la Señora Evers, tan pronto como la tinta en su diploma estuviera seca. Aparentemente, había un lugar esperando por ella en Dior. Me ignoró, como siempre. Normalmente, no me importaba, pero estaba discretamente muriendo por preguntarle si mi labial era muy rosa. Ella lo sabría. Tengo un bosquejo de mi puerta en frente mío. Un pequeño demonio estaba volviéndome loca. Seguía saliéndome lindo, en vez de amenazante. Las esquinas de su boca seguían curvándose de una forma inequívocamente adorable. Pensé en borrarla otra vez, pero no podía molestarme en dibujar otra sonrisa despreciable que realmente no lo era. La verdad sea dicha, solo mataba el tiempo hasta el final del período, cuando podía salir al pasillo nuevamente.

Jackson Pollock fue un pintor americano cuyas obras abstractas se caracterizaban por estar compuestas por manchas de pinturas. 31

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FORO’ Libros Del Cielo La puerta del estudio se abrió de un golpe. La Chica Dior ni se acobardó. Estaba escuchando Europop demasiado fuerte a través de sus auriculares que se veían como perlas. La Sra. Evers vino dando zancadas a lo largo del piso, botas con tacones de casi ocho centímetros chasqueando en el piso. Se veía como Miss Carolina del Norte. Siempre se ve como Miss Carolina del Norte, pero esta vez era Miss Carolina del Norte después de saber que Miss Alaska tenía el mal hábito de la heroína y no haría su camino a Las Vegas este año. —Yo —anunció con una sonrisa de mil watts—, ocasionalmente me sorprendo por mi propio ingenio —Sospecho que mucha gente es sorprendida por su propio ingenio—. Vamos, Ella. Estoy esperando — Golpeaba su pie en el piso y me miraba expectante. —¿Cuán ingeniosa eres? —pregunté obedientemente. Esperé por el bah dum ching. Medio que esperé que me dijera que ella había finalmente arreglado con los directores convertir el polvoriento salón de trofeos en una galería de Arte. Ha estado tratándolo desde que llegó a Willing. Nadie cree que sucederá alguna vez. El polvoriento pasado triunfa sobre los collages hechos con envoltorios de condones. En cambio, escuché: —Soy tan ingeniosa que te conseguí un pase tras bastidores al Archivo de Willing. Tuve un escalofrío. Nadie va al Archivo de Willing excepto ocasionales septuagenarios del Louvre o candidatos a ser doctorados en Yale. El archivo pertenece al Museo Sheridan-Brown de Arte Moderno. Es completamente, ferozmente, inasequible al público general. No conozco a nadie que haya estado allí. Me imaginaba una bóveda con paredes de acero en algún lugar a nueve metros por debajo del museo, donde archivistas tenían que someterse a escáneres de retina o axilas para abrir las puertas. Aparentemente, la voluntad de Edward era un poco vaga en cuanto a lugares. Asumiría que él no había esperado morir a los cincuenta y tres. Sin embargo, sucedió, el contenido de su biblioteca personal estaba en el S-B. Sus libros estaban allí, los libros que había comprado y tenido y quizás leído mientras se sentaba al lado de Diana al anochecer. Sus papeles estaban allí, también. Algunas cartas para Diana. Algunas de Cézanne en francés, y unas series de Edith Wharton que se suponía debían de ser tan vaporosas que una demanda sin fin las mantenía permanentemente bajo llave. —¿Y? —La Sra. Evers todavía golpeaba el piso con su pie. —Pero ellos nunca dejan entrar a estudiantes —No desde que tres chicas de Willing accidentalmente activaron el sistema de riego directamente sobre el set de libros antiguos de primera edición. Eso fue hace treinta años—. ¿Cómo…? —Mentí —Solo que sonó como “Sho mentee”, acompañado por una sonrisa que insinuó que Miss California, Texas y Rhode Island quedaban

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FORO’ Libros Del Cielo afuera, también—. Les dije que estabas haciendo algo de reconstrucción preliminar para una cooperativa estudiantil sobre la retrospectiva entre UArts, la escuela Willing, y, deje entrever, la Fundación Maude Pugh Willing. Que, tal como sucede, están cargadas. De hecho, casi tenía sentido. El rédito triunfa sobre el polvoriento pasado cada vez. Aun así, esta era yo. —¡Pero no sé nada sobre ninguno de esos! — admití miserablemente. —Entonces, fíngelo. La miré boquiabierta. —Ella, conoces a Edward Willing mejor de lo que su madre lo hizo. Recita algunos detalles sobre su inspiración y visión. Y nadie será el sabio. Es todo sobre el dinero en el mundo de los museos, de todas maneras —Aleteó sus manos hacia mí—. Ve y usa Google. Memoriza un par de nombres de administradores. Trabaja en una expresión de completa ignorancia para ser usada cuando seas cuestionada sobre cualquier cosa relacionada con el dinero. Por el amor de Dios, arréglatelas como puedas. Maxine Rothaus está esperándote en el archivo el miércoles a las cuatro. —Este miércoles. No… —Absolutamente. Puedes comenzar a agradecerme profusamente ahora. —Gracias —Iba a ir al Archivo Willing—. ¡Gracias! —Iba a caminar justo por los sagrados pasillos en mis desgastadas Chucks y jeans, para sentarme junto a un libro de primera edición —asumiendo que los restauraron. Caminaría hacia cualquier guardia de seguridad que estuviera en la puerta y demandara admisión. No me dejarían en el umbral. —No estoy segura de poder. Es decir, tengo dieciséis. No soy nadie… —Ella —La Señora Evers me miró severamente—, Si tú no aprendes a carpe el diem32, lo serás, más que ciertamente Nadie, algo menos que un Alguien. Ahora lárgate. Tengo que hablar con Lucinda aquí sobre gouache33. Me largué. Tenía que ir a encontrar a Frankie que, al menos, me diría que vestir. Mi guardarropa haría que cualquier sugerencia sea discutible, pero sugerir lo haría feliz. Lo encontré en su usual rincón de pre almuerzo de lunes en la curva de las escaleras principales. Estaba en un completo esplendor otoñal: cárdigan camel, polo rayada, pantalones de franela gris con el dobladillo arremangado sobre mocasines vintage. Ese día me las había arreglado para esquivarlo hasta ese momento. No había querido explicar el labial. O la 32 33

Carpe Diem: Locución latina cuyo significado es Aprovecha el día. Gouache: Aguada, es una acuarela opaca.

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FORO’ Libros Del Cielo máscara de pestañas. O los jeans pitillos que había tomado de la ropa sucia de Sienna y que lavé bajo el amparo de la oscuridad, combinado con un jersey de cuello alto negro que, una excursión por la secadora lo había vuelto, para ser honesta, de una talla demasiado chica. Pero esta noticia sobre el Archivo Willing triunfó sobre todo eso. Me dio una cuidadosa mirada. —Bueno. Me senté a su lado, apuntando a ser casual. Debí haber apuntado mi trasero. Me senté en su libro de geometría. —¿Bueno, qué? —Ni siquiera. El día en que te conviertas en una buena mentirosa será el día que te dejaré por una de las Hannandas. —Tengo una cita en el Archivo Willing. Diré esto por Frankie: Él presta atención. —¿El, completamente-fuerade-los-limites-lugar-para-enterrar-tu-cara-en-los-viejos-calzones-de-Edward, Archivo? —Lindo. Pero si, ese mismo. La Sra. Evers me hizo entrar. —Era hora de que alguien lo hiciera —Golpeó un hombro contra el mío—. Realmente odio pinchar tu burbuja, Fiorella, pero Edward está un siglo atrasado para apreciar la vista de tus ajustados jeans. Así que dime que sucede. Me retorcí un poco. —¿Qué clase de idiota crees que soy? —Suspiró—. Te ves bien, pero estoy preocupado por la inspiración. —No es gran cosa. Es algo de maquillaje. —Cuando quiero que un chico me mire, sé lo que debo hacer. Para ti, es algo más. Es una gran cosa. Escarbó en su bolso por un pañuelo real. Usualmente, los encuentra en tiendas vintage, gritando a través de los pliegues en sus cajas sin abrir. Sadie y yo le compramos un set nuevo en Brooke Brothers para su cumpleaños el último año. Costaban quince dólares cada uno. Compré dos; Sadie los otros diez. Frankie había tenido que usar uno (reverentemente) para secar sus ojos. Este espécimen era viejo y suave, con un monograma en forma de J en una esquina. —Lo hace interesante —Me dijo una vez, luego de encontrar una caja con un monograma en forma de M por cuarenta centavos en una venta en la acera—. ¿Era Max o Michael? Quizás Marco… —Aquí —dijo ahora—. Tienes labial hasta la mitad de tu barbilla. Humillada, fregué mi rostro. Frankie extendió su mano, con la palma hacia arriba. —Muy bien, vamos a hacerlo —Saqué el labial de mi bolsillo—. No es realmente mi cosa, señora, pero desde que he visto lo que sucede cuando no usas el espejo… —Estoy segura que ayudó que él estuviera agarrando mi rostro, pero se dio cuenta como un profesional—. Tenías un espejo.

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FORO’ Libros Del Cielo —Lo tenía. No tengo remedio. —Tal vez. Abre —Entrecerró los ojos mientras rellenaba mi labio superior—. No me gusta esto. —¿El color? Sabía que era muy rosa… —Quieta. Te mancharás. El color está bien. Mejor para Sienna, estoy seguro… —Echó una mirada a su obra—. No me gusta que estés haciendo esto por él. —No empieces. Te conté lo amable que fue. —En insoportable detalle. Me recordé que Frankie había sufrido algunas serias humillaciones de mano de los chicos Fillite. Y me di cuenta que no importaba que Alex no había sido uno de los portavoces. Había estado ahí. Y no lo había detenido. —Fue a buscarme —ofrecí, una pequeña indicación, tal vez, de que este era un chico Fillite que había crecido haciendo lo correcto. —Le daré ese punto. Podría haber chupado sus spaghettis e irse — Frankie cerró la tapa del labial—. Te ves muy bonita…—Giró el labial y leyó—: Tienes que estar bromeando. ¿Baya Ponzoñosa? Como sea. Estoy seguro de que Alex Bainbridge estará de acuerdo. —Gracias. —Cuando quieras. Solo ten esto en mente, si puedes, por favor. Sé que te ves bonita todos los días, con o sin lo productos con nombres ridículos. —San Francis —bromeé, sintiéndome deleitosamente ponzoñosa en el resplandor de su aprobación—. Demasiado bueno para este mundo. —Eso es justo lo que Connor dijo —El chico más reciente de Frankie. Se conocieron en una tienda de libros. —¿Connor, el del reino de la fantasía de la tienda de libros? Detrás de nosotros la campana sonó. Frankie comenzó a recoger sus cosas. —Cuidado. Sus fantasías no involucran Fillites de una dimensión u hombres muertos. Lo golpee en la punta de su perfecta nariz. Odia eso. —¿Cómo lo sabes? Quizás tiene algo por los Fillites muertos de una dimensión. —Hablando de… Los primeros alumnos del penúltimo y último año fluyeron por el pasillo para ir a almorzar. La mayoría eran Estrellas al principio; tenían comida para atragantarse, reuniones a las que asistir. Sin darme cuenta de que estaba haciéndolo, me incliné hacia adelante, esperando. Primero vi a Chase Vere. En parte porque vestía una sudadera de un color naranja vibrante con la insignia de Princeton salpicada en el frente. No era secreto hacia donde aspiraba ir. En parte, también, porque sin tener en cuenta lo que estaba buscando Chase, sus ojos se posaron en mí. A fuerza

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FORO’ Libros Del Cielo de hábito, me encontré mirando a otro lado, pero no antes de verlo guiñarme un ojo. Para el momento en que volví a mirar, él estaba empujando a otro jugador de lacrosse y sin mirarme en absoluto. De cualquier forma, no era que me importara. Alex estaba un metro detrás de él, viniendo derecho en mi dirección. Me levanté. Sería demasiado fácil perderme completamente en la muchedumbre, especialmente para alguien como yo; podía ver el momento de reconocimiento en su rostro. Sonreí, levanté mi mano y comencé a saludar. Otro miembro de su pequeño equipo lo empujó desde atrás. Alex se giró y dijo algo que hizo a todos reír. Me recordaron al ruidoso juego que nos hacían jugar en sexto grado los ineptos maestros de gimnasia —donde todo aquel que era atrapado tenía que unirse de manos y moverse como una unidad, tragando hambrientamente a los lentos de pie (o ansiosos por unirse al aplastamiento) a su paso. Yo estaba crónicamente entre los lentos, pero los juegos pasaban enteros cuando podía quedarme en los bordes del gimnasio y no ser consumida. Siempre había alumnos que estaban aterrorizados de acercarse a mí arrugada piel cuando estaba a punto de ser tragada, y ello traía burlas consigo. Tuve una muy buena vista del perfil de Alex mientras pasaba, rodeado de sus amigos. Estaba lo suficientemente cerca para ver que se había afeitado recientemente y apresuradamente. Había un corte en la esquina de su mandíbula, sanando, pero lo suficientemente nuevo para ver que dolía un poco. Puede que me haya quedado allí por demasiado tiempo, con la mano levantada a mitad de camino como una estatua religiosa, si Frankie no me la hubiera bajado gentilmente y sostenido. Se paró detrás de mí, vibrando con ira. —Ese no es un hombre honorable, Fiorella. Sin pensar, levante mi mano libre hacia mi cuello. Pero estaba usando un jersey de cuello alto y mi cabello estaba suelto. No había nada para ver, y todo lo que las puntas de mis dedos encontraron era la rígida punta debajo de mi mandíbula. —No hagas eso —siseó Frankie—. No te atrevas. No es la cicatriz y absolutamente no eres tú. Dejé caer mi mano. —Sí, claro —Me hundí contra él un poco. Para ser tan delgado como es, Frankie es verdaderamente sólido—. Nunca soy yo. Sentí su suspiro contra mis omóplatos. —“Somos jóvenes; nos encontramos con decepción tras decepción” —Déjame adivinar —dije—. Viejo proverbio coreano.

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FORO’ Libros Del Cielo —Sí, claro. Pat Benatar. “El Amor Es un Campo De Batalla”34 Me reí. Tuve la sensación de que podría llorar después, pero no allí y en ese entonces. —Gracias. —No lo menciones —Frankie envolvió su brazo libre a mi alrededor por lo que mi barbilla se apoyó en su frente—. Suficiente, ¿entendido? Eso fue suficiente de Alex Bainbridge… para todos nosotros. ¿Lo prometes? —Sí. Lo prometo.

En el original Love Is A Battlefield, canción de 1983 interpretada por la cantante Pat Benatar. 34

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El Archivo Traducido por Panchys Corregido por Mali..♥

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o había escáner de retina o un guardia de seguridad. Sólo una mujer pequeña, redonda, detrás de un escritorio, en la entrada trasera del museo, que, cansadamente, registró mi nombre en una lista escrita a mano y me hizo señas por un largo pasillo. — Ascensor para el tercer piso, habitación 312. Así que nada de viaje a las entrañas del edificio, tampoco. Frankie había planeado un imaginario conjunto para mí, con cuidado. Lamentablemente, no tenía un vestido asimétrico de punto o botas. Así que, en su lugar, llevaba una falda. De lana gris, aburrida y con comezón, incluso usaba las medias que siempre guardaba entre la ropa interior de sólo-cuando-lo-demás-está-sucio, en el fondo de mi cajón. Mis tacones resonaban fuertemente sobre la madera de color claro del tercer piso, haciéndome estremecer mientras caminaba. Pasé una serie de puertas, indistinguibles, salvo por sus números pintados en dorado: 302, 308. 312. El Archivo Willing. Tomé una respiración profunda y llamé. Esperé, mi corazón latía con fuerza. Y esperé. Volví a llamar. Al otro lado del pasillo, una puerta se abrió. —¡Oh, por Dios! Yo estoy aquí. Ella estaba definitivamente allí, una Amazona de 1.80 metros en un vestido de lana negra con un dobladillo dramáticamente desigual. —¿Eres tú la exploradora Willing? —En el segundo que me llevó tratar de decidir exactamente cómo responder a eso, ella agotó su paciencia—. Dios, los estudiantes y sus brillantes ideas. Odio los presupuestos. Desapareció en la oficina. Me paré justo donde estaba, probablemente buscando la idea más completa de como me sentía. —Bien, entonces. —Estaba de vuelta, acechando hacia mí, en piernas interminables y botas altas. De cerca, pude ver que era probablemente de la edad de mi madre, sólo que no tinturaba el cabello gris, y tenía líneas alrededor de la boca y sus cejas parecían suficientemente profundas como para soportar un palillo de dientes. Parecía haber sido hermosa una vez,

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FORO’ Libros Del Cielo antes de que se enojara—. Soy la Dra. Rothaus. Este, desafortunadamente, es mi dominio. Giró la llave en la cerradura de la habitación 312, abrió la puerta con una reverencia. Se veía como una sala de almacenamiento de Willing. La luz se filtraba a través de una sola pequeña ventana alta. En una pared, una estantería de libros desde el piso al techo, se hundía un poco, bajo el peso de cientos de libros. Un par de antiguos-cajones-de-almacenamiento-de-archivos-ydocumentos se asentó en el centro del piso. En un rincón, un sofá de cuero competía por el espacio, con un mullido sillón y una mesa lacada en negro. Se volvió extraño. Lo que se parecía mucho a un atizador de la chimenea, se apoyaba en un escritorio de caoba, con una esquina rota. Un reloj de bronce, al parecer pesado, ocupaba una cuarta parte de la superficie. Estaba hecho de ninfas gordas, de aspecto petulante y marcando el ritmo con siseo un poco molesto de click-click. Me pregunté si la Dra. Rothaus venía todos los días para darle cuerda. Me pregunté si alguien entraba aquí. Todo estaba cubierto por una fina película de polvo. —Yo… yo… —Estaba sin palabras. —¿Esperabas algo más, quizás? —dijo la Dra. Rothaus desdeñosamente. Luego—, Dios, estudiantes. No se trata de Rembrandt35 aquí. Miré a la pantalla de la chimenea negra y los morillos, el gran taburete con un gato tallado, la alfombra polvorienta debajo. Era una pequeña Familia Addams, en realidad. No estaba segura exactamente lo que esperaba. Fuego, tal vez, por lo menos algo más de él. Estantes y cajas de cartón con archivos. Libros dispuestos en filas de colores. Fotos enmarcadas cubriendo las paredes: mapas antiguos de Italia, acuarelas de Cézanne, que Edward había traído de Francia, sus propios cuadros de Diana. La única cosa en la pared, además de los estantes, era un gran extintor rojo de fuego. La Dra. Rothaus debe haber leído la dirección de mi mirada, o pensamientos. No me habría sorprendido. —El legado era de los contenidos de la biblioteca de Edward Willing —dijo escuetamente—, y no incluyen las pinturas. Aquellas fueron… a otros lugares. —Su expresión ya de desaprobación se hizo aún más apretada con la palabra. Como si a otros lugares fuera infierno, o extranjero, o Museo de Arte Moderno. —No puedo ni siquiera empezar a imaginar lo que pensaste que podrías encontrar aquí. Pero eso es tu problema, no el mío. Tienes acceso a los cajones. —Se refirió a un conjunto—. No retires nada que esté con una cubierta protectora. Supongo que puedes mirar los libros, pero asegúrate de

Rembrandt Harmenszoon van Rijn fue un pintor y grabador holandés. La historia del arte le considera uno de los mayores maestros barrocos de la pintura y el grabado, siendo con seguridad el artista más importante de la historia de Holanda. 35

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FORO’ Libros Del Cielo volver a ponerlos donde los encontraste. Son las cuatro con diez. Salgo a las seis y media. Habrás terminado a las seis. ¿Dónde están tus guantes? Con la cabeza dándome vueltas, me miré las manos. Se veían más pequeñas de lo habitual, e incluso en la penumbra pude ver que no había logrado frotar el carbón desde el lado de mi dedo índice. —No hace frío fuera… —Guantes de Archivo. Para la manipulación de objetos. No me digas… —Dejó escapar un suspiro exasperado—. Voy a buscar algunos. Es tu responsabilidad remplazarlos. —Correcto —logré decir—. Gracias. —Vagaba en la habitación y comencé a poner mi bolso sobre la mesa. Un silbido tranquilo de la Dra. Rothaus me urgió a ponerlo en el suelo. —Puedes sentarte allí. —Hizo un gesto a un escritorio mucho más pequeño con una silla adjunta, la cual parecía pertenecer a una escuela de caridad de Dickens. —¿Eso era de Edward? —Le pregunté, tratando de imaginarlo ahí. Incluso en fotografías formales, siempre se veía relajado, suelto. —Eso es de una venta en San Ignacio. Lo compré. La gente tiene que sentarse en algún lugar aquí. No en el sofá, claramente, o en la silla de cuero de gran tamaño. Había algo un poco malévolo acerca del antiguo mostrador. Me imaginé que estaría trabajando en el suelo. —Regresaré con tus guantes. No toques nada hasta que los tengas puestos. Miré a mi alrededor, un poco desesperada. ¿Por dónde empezar? ¿Los archivos? ¿La fila superior de los libros…? La Dra. Rothaus volvió demasiado rápido. Pensé en brujas. Me estiró un par de guantes blancos de algodón y luego preguntó—: ¿Qué es lo que estás buscando? Todo lo que había atiborrado retrospectivamente del artista comprimió por mi mente: los temas perdurables y renacimiento estético, los ingresos por licencias. Había escrito una línea, Frankie la había perfeccionado. Yo la iba a decir, si hacía esa pregunta. —Estoy buscando el meollo, la quintaesencia del arte Americano Post-Impresionista visto a través de los ojos de uno de sus pintores más prominentes. En cambio, dije: —Estoy buscando al verdadero Edward Willing. Se quedó de pie durante un minuto con los brazos cruzados, con el ceño fruncido hacia mí. Luego se encogió de hombros. —Bien. Dejó la puerta abierta al salir. Noté que dejó la puerta de su oficina abierta, también. Así podría mantener un ojo sobre mí, sin duda, en caso de que decidiera tomar los libros y correr con ellos.

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FORO’ Libros Del Cielo Me quedé inmóvil por un minuto, absorbiendo todo. No era lo que yo esperaba en absoluto. Y Edward no había sido ningún tipo de ayuda. —Dios mío, ¿Cómo debo saber lo que hay allí? Lo que sea que quedaba después de mi recopilación sobre una familia descendiente, asumí… Lo primero que hice fue sentarme en el sofá. El cuero viejo crujió lo suficientemente fuerte como para hacerme retroceder. Pero valía la pena correr el riesgo de que la Dra. Rothaus regresara por sentarme donde Edward se había sentado alguna vez. Sólo que no me sentía muy importante. Sólo fría y escurridiza. Pasé los dedos sobre el brazo. Hay un famoso cuadro de Diana tendida en un sofá, pero ese era de seda de damasco azul. Podría pensar en una pintura de otro sofá, la señora John Girard Hamilton, una mujer joven y bonita, pero no particularmente-de-aspecto-feliz, en un vestido de terciopelo color rosa. A Edward le gustaba el aire libre. Incluso sus retratos eran usualmente al aire libre. La verdad, es que yo no podía imaginarlo en esta sala. Me puse los guantes de archivos. Eran suaves y olían a diario. Luego me levanté y me dirigí a los archiveros. Parecía el lugar más probable para encontrar algo que pudiera usar en mi investigación. Parecía el único lugar donde era probable encontrar algo útil. De rodillas en frente de la más grande de las cajas, deslicé el cajón de arriba lentamente. Dentro, pude ver los archivos, separados por delgados separadores de madera, marcados por año. Pasé mi dedo sobre la parte superior: 1885, 1886, 1887. El último archivo en el cajón era de 1890. Fue el año en que Edward pintó Across the Delaware (adquirida en 1961 por Jacqueline Kennedy y ahora cuelga en el vestíbulo de la Casa Blanca), el año en que se casó con Diana (Abril), y el año que casi la convirtió en una viuda en su prolongada luna de miel (Mayo), cuando sobrestimó la temperatura del agua en los acantilados de Brontallo, Suiza, y tuvo que ser sacado, casi inconsciente y con hipotermia, desde el agua, por un par de turistas de paso, de Noruega, en un bote de remos. Deslicé una página de en medio de la colección. Estaba escrita en papel cebolla amarillo, una serie de líneas descoloridas. Con el corazón golpeteando, lo acerqué a mi cara y comencé a leer. Estimado Sr. Willing, Gracias por su carta del 3 de diciembre. Estoy muy contento de informarle que hemos conseguido localizar a siete de los diez artículos que usted solicitó. Disponibles como sigue: 6 botellas de Mouton Rothschild, 1877 12 botellas de Margaux, 1893

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FORO’ Libros Del Cielo 7 botellas de Yquem. 1895… Fue por ello. Era una gran cantidad de vino. Lo que significaba casi nada para mí. Lo puse en la parte delantera del archivo y elegí otro papel. Estimado Sr. Willing, Adjunto encontrará una factura para el mes de Noviembre… Doce metros de muselina de la India… Estimado Sr. Willing, escribo con mucha humildad para describirle los esfuerzos caritativos que prevemos para el año siguiente… …Estoy a su disposición, señor, todos los días de este mes. Y mientras estoy pensando sobre el asunto, ciertamente no digo que no debería, generosamente, ofrecerme patrocinar a miembros de su club… Por lo que pude ver, la mayor parte del archivo eran listas de compras, facturas, notas de mercader, de obras de caridad y escuelas locales y arribistas, todos queriendo algo de Edward, normalmente dinero o tiempo. Ninguno era particularmente interesante, aunque despertó mi curiosidad una nota del Zoológico de Filadelfia sugiriendo que el tigre no era del todo fiable alrededor de los seres humanos, tal vez el Sr. Willing consideraría un leopardo para su pintura. Había sido un animal doméstico hasta el fallecimiento (natural) de su dueño y podría, si no está bien advertido, subir en el regazo de una persona, ronroneando, y cayéndosele la baba abundantemente. Saqué una hoja de papel de desecho (las Estrellas pasaban mucho tiempo enviando correos electrónicos a la escuela sobre el reciclaje) de mi bolso e hice una nota en la parte en blanco: “¿Leopardo en la Dama del Nilo?” No era mi favorito, Cleopatra Esperando el Regreso de Marco Antonio. Era un poco abrumador, cargados de oro e imágenes de serpientes y, por supuesto, el leopardo. A Diana no le había gustado la pintura, ya sea, al parecer, fue ella quien le dio el apodo de Dama del Nilo. Me pregunté si el leopardo había babeado sobre ella. Ninguno de los documentos eran personales, pero eran de Edward y algunos eran especiales, si uno sabía sobre su vida. Había un billete del Hotel Ritz, de París, en abril de 1890, y otro de Cartier, dos meses después de un par de aretes de perlas de Tahití, que Diana estaba usando en mi fotografía preferida de ellos: feliz y bronceada de forma visible, incluso en blanco y negro, sosteniendo langostas en una playa en el estado de Maine. —Insisto en dejarlos ir. —Diana escribió en una carta a su sobrina—. Edward estaba

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FORO’ Libros Del Cielo siendo muy malvado. Quería una cena de langosta, pero yo no podía tolerar comer un modelo semejante. Añadí “Langostas, pendientes, Playa de Trouville, ¿1898?” a mi hoja. Había un recibo de medias de seda de Londres (Junio) y otra para “pantalones de ciclismo” en Nueva York (Julio). Me prometí decirle a Frankie que Edward había pagado setenta y cinco dólares por tres trajes de lino de encargo y seis dólares por un par de sombreros de paja. Era justo el tipo de cosas que él agradecería. Una hoja con un dibujo en ella me hizo recuperar el aliento, antes de darme cuenta que no era obra de Edward. Era el diseño de un sastre, un cuadro de un gran abrigo que parecía un oso en posición vertical. Tenía la esperanza de que Edward no hubiera comprado uno. Puse el papel en la parte posterior del archivo. Estaba decepcionada, pero terriblemente sorprendida, para encontrar más de lo mismo en mi análisis rápido de la gaveta de abajo. En otra ocasión, me permitiría leer cuidadosamente, pero incluso si lo hiciera, tenía la sensación de que estaría más que encantada al informarme. Miré el feo reloj. Eran cuarto para las seis. —Muy bien, Edward, ¿Dónde estás? —le pregunté en voz baja. Particularmente, no quería que la Dra. Rothaus me escuchara conversando con el aire vacío. Siempre había tenido sentido hablar con Edward sólo cuando lo miraba a la cara. De lo contrario, me parecía un poco demasiado loco, incluso para mí. Me levanté y me dirigí a la estantería. —¿Quieres saber algo? —Era el estribillo de mi padre mientras crecía—, consigue un libro. —Por supuesto, él es anterior a Google, pero se me quedó grabado. Bajé un libro azul encuadernado en piel del tamaño de una lápida. Recordando las palabras de la Dra. Rothaus, noté el lugar exacto. No es que probablemente se me olvidara cual era de todos modos, pero no parecía haber un gran orden en las cosas. Sostenía Geografía del Sureste de Pensilvania: Un Estudio del Gobierno, que había sido apilado en la parte superior de Mitología Teutónica, en la parte superior de Investigaciones Experimentales Sobre la Filosofía de los Colores Permanentes. Abrí Geografía. Estaba lleno de grandes mapas de secciones pequeñas del estado. Lo puse de nuevo y escaneé los estantes más cercanos. —Vamos a hablar sobre tu gusto por la lectura de los materiales más tarde, Sr. Willing —murmuré. Era una colección bastante aburrida. La A.B.C. Guía para Hacer Grabados en Pigmentos Permanentes. El Arte de Utah. Musgos y Plantas, Una Introducción a Sus Estudios, con Matices en Recolección y Preservación. Ni siquiera me producía un estremecimiento considerar Una Cuenta de los Usos y Costumbres de Italia, con Observaciones Sobre los Errores de Algunos

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FORO’ Libros Del Cielo Viajeros, con Respecto a Dicho País. Pensé que la gente había estado haciendo chistes incluso en 1768. Edward había sostenido estos libros, me recordé. Los había abierto, aprendido de ellos. Tal vez hubiera caído dormido mientras los leía. Tomé Las Manos: Su Mecanismo y Dotaciones Vitales, entre las mías, pero hacía frío y tenía las esquinas afiladas. Entonces, me encontré con un pequeño libro de bolsillo, de poesía y ficción. Jane Eyre. La isla del tesoro. La casa de la alegría de Edith Wharton. No he leído ese, pero he leído Verano, sobre el sexo y el anhelo y el crecimiento. Fue publicado en 1917, el año después de que Edward murió. En la primera carta de Edith a él, lo había hecho imprimir, ella habla de ello. Por lo menos, está hablando probablemente de ese libro. Traté de recordar la carta. —Estoy consumida por esta compulsión intensa para contar una ficción verdadera. —Había escrito. ¿O era “una ficción honesta”? Pasé cuidadosamente a través de La casa de la alegría. No había cartas escondidas en el interior, pero en la página 89, encontré una nota en el margen. —Qué cierto —leía. No podía estar segura, pero pensé que probablemente se refería a la línea de “La alquimia realmente consiste en ser capaz de convertir el oro de nuevo en otra cosa.” Mi búsqueda cambió. Ahora, con cuidado, desplegué cientos de páginas y me encontré con notas. La mayoría eran palabras sueltas: “Listo,” “Basura,” “¡Ah!,” Pero a veces había más. Descubrí “Leer a Diana, pref. en la cama,” firmado junto a un poema de Ezra Pound llamado “El pescado y la sombra.” Había una mención de una mujer y la cama, pero lo importante al parecer, era en francés: —Qu'ieu sui avinen, Ieu lo sai. —No entendí una palabra de francés. O el poema, para el caso. La notación era bastante obvia. Podía sentir cómo me sonrojaba un poco mientras ponía el libro de vuelta, pero no antes de que hubiera copiado la línea en mi hoja de notas. Luego volví y me puse en medio de la habitación. Había algo ahí para mí. Tenía que haberlo. —Déjame adivinar. —Hice un trompo para encontrar a la Dra. Rothaus de pie en la puerta—. Estás teniendo una decepción grande. —Arrastró las palabras, con un poco de disgusto. Pensé en mentir, pura y simplemente. Pero como estaba medio decepcionada, con un lado de la auto-compasión, sólo me encogí de hombros. —No es lo que yo esperaba, pero eso no quiere decir que no estoy encontrando cosas interesantes. Recostó un hombro fuerte contra el marco de la puerta. —¿Qué tan bien crees que conoces a Willing?

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FORO’ Libros Del Cielo Supuse que “Puedo charlar con él, en mi habitación, con bastante regularidad” no era la respuesta correcta. —Bastante bien. Él es mi artista favorito. —Mmm. Lindo, ¿No? —¡Precioso! —Tomé la línea, gancho y plomo. La Dra. Rothaus rodó sus ojos. —Dios, devoto. —Suspiró—. Déjame darte algunos consejos para tu futuro, niña Willing. Si idolatras a alguien, mantente alejado de su lugar de residencia. Nunca vas a ver lo que quieres ver. Cualquiera que sea el bien que producen, están habitualmente en otro lugar, y siempre hay una mancha de caca en el inodoro. Ahora vete a casa. Es hora de cerrar. Recogí mi mochila. Dio un paso atrás para dejarme salir de la habitación. Unos pocos metros por el pasillo, me detuve. —Gracias —dije. —¿Por qué? —preguntó bruscamente—. ¿El consejo? —Por dejarme entrar —le dije—. Estar aquí fue… un honor. Resopló y cerró la puerta con un chasquido. *** —Tenía un punto, ya sabes —comentó Edward unas horas más tarde—. Innecesariamente crudo, tal vez, pero acertado. Nuestros personajes públicos con frecuencia no coinciden con nuestros seres privados. Tú, de todas las personas, debe saber eso. —Esto no es acerca de mí —dije malhumorada—. Se trata de la necesidad de encontrar más información acerca de la forma privada. Algo que no sepamos ya. —Tengo los pies terriblemente feos. —No era lo que tenía en mente. Y probablemente falso de todos modos. Edward bajó la mirada hacia el espacio vacío debajo de su caja torácica. —Probablemente. Entonces, ¿qué tienes en mente? —Una carta, tal vez. De Diana. Algo que conecte tu amor con tu trabajo. —Prefiero pensar que lo hice a través de mis pinturas. —Tú lo hiciste. Quiero decir, eso es lo que me atrajo a ti, en primer lugar. Bueno, no, fue tu sonrisa, probablemente, pero ayudaron los cuadros. Es sólo que tengo que saber más acerca de tu musa. —¡Ah, querida Ella, la musa del artista es el ego! Nada más.

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FORO’ Libros Del Cielo —No quieres decir eso. Te casaste con Diana, porque ella te hacía sentir como nadie en el universo hizo o pudo. Él asintió con la cabeza. —Ella era extraordinaria. —Pero no todo el mundo lo vio. Su familia se volvió loca. La mitad de sus amigos dejaron de invitarlos, al menos por un tiempo. —Su pérdida. Ella era una mujer que se presenta una vez en la vida. —Y… —Yo estaba en una buena racha—. Tus ventas aumentaron dramáticamente después de su matrimonio. —Ah, ahora eso no se pone de pie en una tesis, y tú lo sabes. Mis ventas se incrementaron después de mi programa de 1902 en la academia, y más después de mi muerte. No era la historia de amor, tal vez, tanto como el final de la misma. Por supuesto, me lo imaginaba, pero odiaba decirlo en voz alta. No lo hice. —Tú has leído mis cartas, Bella Ella. Según tú, la tienda del museo pone a la venta la sexta edición de la versión ilustrada que mi sobrina puso en conjunto. Es una verdad muy simple: la gente como tú es mejor si ha sufrido un poco. Vincent van Gogh no tendría la mitad de tantos calendarios y tazas de café si hubiera sido más tranquilo en cuanto a sus demonios. Me incliné a estar de acuerdo, aunque creo que van Gogh era un pintor bastante sorprendente. Yo nunca le mencioné eso a Edward, especialmente desde que el Retrato del Doctor Gachet de van Gogh, se vendió por ochenta y dos millones de dólares, y el Sheridan-Brown de Edward por cuarenta y dos mil. —Se podría pensar que la filosofía podría haber dado al traste con algunas de las cosas de Freddy Krueger. —Reflexioné, inclinando la mandíbula hasta que sentí el tirón de la cicatriz. —Y así podría ser, si alguna vez dejaras entrever que te duele. Me inclino a estar de acuerdo con eso, también, pero hay un límite. — Así que debería empezar a ir sin tirantes. —No seas maleducada. No tienes que mostrar tu dolor literalmente. Insistes en que eres una artista, Ella. Se una artista. Usa tus alegrías y tus traumas. Dime ¿A cuánto se vendió el Autorretrato con la Oreja Vendada de Vincent? —Cuando yo mantuve mi boca cerrada, se encogió de hombros—. Está bien. Simplemente estoy sugiriendo que podría ser sólo un poco menos de auto-protectora. Muestra algo de la cicatriz. —Hablas como Frankie. —Por supuesto que sí. ¿Por lo tanto…? —Una cicatriz hipertrófica, hiperpigmentada es fea. Un corazón roto es irrevocablemente hermoso y poético. —La ruptura no es agradable. —dijo Edward, un poco bruscamente—. Yo no la recomiendo.

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FORO’ Libros Del Cielo —Sí. Lo siento. Él soltó un gruñido. —¿Qué es lo que quieres, Ella? —Lo que tenías —le contesté en voz baja—, con Diana. Esa conexión una-vez-en-la-vida, que lo hace todo bueno. —Está bien. Pero te das cuenta de que para ser amado así, tienes que dejar que el caballero tenga la suerte de verte. Quiero decir, de verdad verte, con las cicatrices y todo. —Sí, Edward, soy plenamente consciente de ello. —Pero no quieres que nadie realmente te vea. Me tenía allí. —Bueno, no. —Buena suerte con eso, entonces —dijo, y luego bostezó y cerró los ojos, diciéndome que la conversación había terminado.

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La Critica Traducido por Panchys Corregido por Mali..♥

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e La Correspondencia Recopilada de Edward Willing, editado, mejorado y con ilustraciones por Lucrecia Willing Adamson. Compañía Henry, Filadelfia, 1923: La Ausencia Hace Crecer el Cariño

23 de octubre El Hotel Plaza Mí querida, Pues bien, es reiterado. El Museo Metropolitano procederá a la compra de Cleopatra. Puedes enviar tus abundantes gracias al Sr. F. W. Rhinelander por su inestimable ayuda. Almorcé con él hoy y presentó a su nieta, Edith Wharton, quien se encuentra de visita. No es especialmente bonita, pero es bastante intuitiva y lee demasiado bien. Ella prefiere el diseño de jardines, creo yo, al arte, y salpica en poesía y prosa. No está del todo bien, ella y su esposo van a regresar a Europa pronto, espera, por lo que puede tomar algunas citas médicas en Francia. Nos recomendó varios balnearios desde los cuales te podrías beneficiar. ¿Vamos a París la próxima primavera? Por supuesto que estarás bien para entonces. Estoy de acuerdo en que el Dr. Tapper es mucho más inteligente y sensible que muchos de su profesión. Si él le dice que no estás bien para pasar a través de Wissahickon en este tiempo, debe desistir todos los días con su golpetazo. Tus pulmones son frágiles, mi amor. Yo no me arriesgaría. El amor es una de las dos cosas por las que vale la pena morir. Todavía tengo que decidir la segunda. Sin duda, no son los hongos de colores. Estaré en casa tan pronto como se resuelva este asunto, sin duda no más de una semana. Mi madre se queja de que no puedes cenar con ella. Bien por ti. Ten piedad de la nueva esposa de Hamilton y toma el

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FORO’ Libros Del Cielo té. Regaña a la cocinera, por favor. No puedo enfrentar otro plato de mollejas. Con todo mi amor siempre, Edward *** Desde Incompleta: La Vida y Obra de Edward Willing, por Ash Anderson. Imprenta de la Universidad de Pennsylvania, 1983: La exposición de la Academia de Abril 1902, marcó un cambio notable con respecto al estilo de Willing. En lugar de las pequeñas pinceladas y colores iluminados por el sol, tan característica de sus obras anteriores, esta colección fue más audaz y más oscura. Perdidas, también, estaban sus representaciones familiares de personas solteras. Un crítico local escribió: Mientras que uno podría esperar o bien la total ausencia o la presencia abrumadora de la difunta señora Willing en esta colección, se podría, tal vez, justificar el sentirse sorprendido por la ausencia total de cualquier gente. Es como si Willing hubiera extirpado todo el contacto humano desde su ámbito, la búsqueda de su musa en lugar del plano gris del río Schuylkill, o los cantos rodados del Valle Wissahickon. Si bien no hay duda de que el trabajo de Willing ha sido, a través de los años, alternativamente tolerable y sin inspiración, su pérdida lamentable de poco más de dos años podría inspirar un poco de latitud simpática. Sin embargo, por mi parte, me fui de la exposición porque me sentía muy desanimado y ligeramente abrumado. (9) Por los próximos tres años, Willing viajó mucho (véase el capítulo 20), y completó los ocho paisajes abstractos que únicamente llegaron a ser conocidos como la serie Elysium. (10) El único retrato conocido de aquella época era un encargo de un amigo de la familia Willing, el coleccionista de arte y filántropo John Girard Hamilton, antes de la muerte de Diana. Como sería de la esposa de Hamilton, las sesiones se aplazaron como es comprensible, y la pintura no se terminó hasta mediados de 1905. Para el resto de su vida, Willing pintó muy pocos retratos, aunque reanudó el uso de modelos para estudios de cifra en algún momento en 1906… Notas Capítulo 19 (cont.) (9)Stuyvesant Gumm, The Filadelfia Inquirer, 17 de abril de 1902. Gumm no era amable en sus comentarios sobre Willing y, de hecho, una vez lo llamó públicamente un “gay pervertido de mierda.” (10)Un término algo irónico, ya que los títulos: Limbo, Lujuria, Gula, Avaricia, Ira, Herejía, Violencia y Fraude son una reminiscencia de Los Círculos del Infierno de Dante. Si bien no hay pruebas directas de su

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FORO’ Libros Del Cielo presencia allí, Traición se supone que se ha perdido en la Galería Jordan Cooper, incendiada en diciembre de 1905.

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La Magia Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Mali..♥

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stá bien, gente. Estoy lanzando toda la precaución al viento. Tomando un salto de fe. Y suponiendo que terminaron de leer Los viajes de Gulliver. Pensé en sacudir las cosas un poco, alterar el status quo, por así decirlo, y probar algo nuevo. Vamos a relajarnos aquí y a escuchar sus... criticas. Al igual que en el Book Review36 del New York Times. Díganme lo que piensan... ¿Alguien?... ¿Alguien? Sí, genial, Alexander. Tú critica. —Fue algo carente de magia, Sr. Stone. —¿Cómo dices? —Bueno, esta clase se llama el mundo mágico. Por lo tanto, si tuviera que componer una critica, creo que tendría que empezar, "Para un libro destinado a representar un reino mágico, le falta algo de magia." —Sr. Bainbridge, yo esperaría tal insensibilidad de algunos de tus... compañeros, ¿verdad? Pero tú sueles ser un caballero de la sensibilidad. —Gracias, Sr. Stone. Pero estoy siendo totalmente serio. Los viajes de Gulliver es a lo mejor una historia de aventuras. Tal vez no es exactamente la más salvaje y audaz... pero, de todos modos. No es mágica. Es sólo una sátira, más o menos dirigida al gobierno. Nos dice lo estúpida e ineficaces que las cosas realmente son. Bueno, algunas de las personas a cargo están hablando en realidad de cosas inexistentes, pero eso no es magia. Eso es sólo Washington. —Tranquilos, gente. Sí, sí, muy inteligente. ¿Y tu punto, Alexander? —Mi punto es este. En lo mágico, es todo acerca de la manera que las cosas podrían ser. ¿No? Si sólo las miramos un poco diferente. Y sobre esa sensación de que todo el mundo ha sido, no sé... repintado. O totalmente al revés. —Sigo sin captarte. Por lo tanto...

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Es una crítica literaria en la que un libro es analizado según su contexto, estilo y merito.

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FORO’ Libros Del Cielo —Por lo tanto, tal vez, Sr. Stone, y lo digo con todo respeto, deberíamos estar leyendo El Señor de los Anillos. O American God37. Harry Potter. Algo donde la magia este... bueno, presente. —Ah. Por supuesto. Harry Potter. Créeme, sé cómo todos se sienten ante algo más viejo que ustedes, pero establecido y clásico no implica necesariamente difícil y sin valor. —Créame, Sr. Stone, lo escucho. Pero, ¿no sería razonable pensar que si sigue la misma lógica, nuevo y diferente no implica automáticamente inferior y sin valor? —Alégrate, Sr. Bainbridge. Vamos a leer El Rey Arturo más adelante. Y nuestro próximo tema es La Tempestad de Shakespeare. Oh, gente. Vamos. Se trata de playas y monstruos. Cosas geniales. Simplemente geniales...

Es una novela de Neil Gaiman. El libro fue publicado el 19 de junio de 2001 por Headline en el Reino Unido y por William Morrow en los Estados Unidos.) 37

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La Pregunta Traducido por ♥...Luisa...♥ y rominita2503 Corregido por LuciiTamy

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hloe’s estaba lleno, incluso para un sábado. Sadie y yo tuvimos que conformarnos con una mesa cerca de la parte de atrás. Sabíamos que Frankie se quejaría, pero no había mucho que pudiéramos hacer al respecto.

—Queso frito —dijo Sadie, sin molestarse siquiera con el menú—. Moussaka, tiramisú, y algo con montones y montones de aceitunas. —Así de mal, ¿eh? —Hoy —me informó—, me he comido una taza de sopa de miso y tres hojas de algas tostadas. —Su madre estaba de vuelta—. Ella me peso. —Oh, Sadie. —Realmente, me hizo pararme en la balanza en su cuarto de baño. Después de que ella se pesara en él. —La señora Winslow tiene una de esas básculas que se ven en los consultorios médicos. Te dice hasta los gramos. —Oh, Sadie —Le dije de nuevo. —Adivina. —No, no quiero… —No el mío, tarada. El de ella. —No quería hacer eso tampoco. —Um. ¿Un veinticinco...? —Sadie resopló. —Como si... Es raro verla molesta de esta manera. Cuando Sadie grosera y sin sentido del humor, es grave. Nunca sé muy bien qué decir para hacerla sentir mejor, por no hablar de todo. Ese es su dominio. Gracias a Dios, Frankie llegó justo entonces, una bolsa de papel en su mano. Se dejó caer en su silla con un resoplido. —¿Ya que eligieron hasta atrás, no podrían haber conseguido una mesa en el callejón? —No había visto la cara de Sadie. Bendita ignorancia momentánea. Sacó un par de clásicos zapatos wingtips de la bolsa y

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FORO’ Libros Del Cielo examino un talón de cerca—. Es bueno —anunció después de un minuto—. Esquizofrénico, pero bueno, nuestro buen amigo Stavros. Stavros estaba, por el momento, en algún lugar en los recovecos del edificio, cocinando. Cuando estoy en Chloe’s, tiendo a no pensar en esas manos haciendo mi souvlaki y tsatsiki sosteniendo las suelas de los zapatos de otras personas. Cuando ninguna de las dos dijo nada, Frankie levantó la mirada. Y suspiró. —Correcto. —Con los más suaves movimientos, dejó los zapatos debajo de la mesa y juntó las manos en la cima—. ¿Quién? —Eché la cabeza hacia Sadie. —Adivina cuánto pesa mi madre. —lo desafió. Él no se perdía nada. —Tu madre es una vaca. Una vaca flaca, para estar seguros, pero sin embargo una vaca. —Eso le valió el fantasma de una sonrisa. —Cincuenta y tres kilos —dijo Sadie tristemente—. Toda mojada. Todavía podía ver sus huellas de cuando salió de la ducha. — Frankie me miró. —Control de peso —musité. —Ah. Bueno, ¿Le enviamos una nota anónima que diga que Marino aquí pesa siete kilos menos que eso? —Ella es talla extra chica Mi madre es una chica —Ahí nos tenía—. Me dijo que parezco una patata. —Eso —Frankie se quebró—, podría ser imperdonable. —Es cierto. —¡No lo es! —Más allá del hecho de que, en su chaqueta de tela sin forma, Sadie realmente parecía un poco como una patata, los dos odiábamos a su madre muy fuertemente en ese justo momento. Frankie se inclinó hacia delante y tomó sus manos entre las suyas. —¿Verdad o Reto? —Frankie… —¿Verdad o Reto? —repitió, una orden que, sabíamos, Sadie sería incapaz de desobedecer. —Verdad. —Está bien. ¿Quién murió e hizo a tu madre el árbitro de todo lo que tiene que ver con nada? —¿Qué? —Ella parpadeó—. ¿Qué tipo de verdad es eso? —Una muy importante. —Tiró de ella hasta que quedaron casi nariz con nariz—. En serio. Por mucho que me duela decirlo, tu madre tiene un gusto bastante de mierda... —Soltó las manos de Sadie, haciendo comillas con sus dedos, justo en frente de su cara—. Regalos, hombres, hombres,

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FORO’ Libros Del Cielo ropa, música, hombres, comida, y crítica constructiva. Todas las cosas que importan. ¿Fiorella? —Eres perfecta. —Le dije a Sadie, y hablaba en serio. Ella volvió a resoplar. Frankie resopló de nuevo. —Está bien —dijo—. Puede que nunca tomes nuestra palabra para eso. Pero vamos a dejar una cosa clara, ¿de acuerdo? Los estudios en curso de la cita de tu madre, muestran que tiene chuecos los dientes, y falso bronceado. —¡No es cierto! —Lo es. Lo cual nos dice todo lo que necesitamos saber acerca de su gusto. Por lo tanto... ¿Fiorella? —Eres perfecta —Le dije. Sadie negó con la cabeza, pero estaba sonriendo. —Están locos. —Lo que sea. —Frankie escaneó de pies a cabeza a la Chloe original, la hija de Stavros. Ella usa labial negro, odia las tablas de espera, y está haciendo su doctorado en enfermedades infecciosas. Trato de no pensar en eso cuando me está entregando mi comida. —Su orden, Srita. Winslow. —Moussaka —dijo Sadie casi de inmediato. Entonces, un poco triste—. No. Espera. Brochetas de pollo. Falafel Y una ensalada griega. —Hizo una pausa, abría y cerraba la boca, y luego añadió—: Extra feta. —¡Adelante, chica! —Chloe señaló su aprobación con el puño levantado, y pisando rápidamente hacia la cocina. Sadie suspiró y apoyó la barbilla en la mano. Su pelo se deslizó hacia adelante sobre su rostro. —Entonces, ¿por qué todo tiene que ver con la comida?—Me exigió—. Tu familia está constantemente tratando de alimentarte. La mía de matarme de hambre. Tu madre —le dijo a Frankie—, le da a cada cena familiar la importancia de Acción de Gracias. Todo es sobre comida, comida, comida. —Pero no es así. —No estaba de acuerdo, tratando de no lamentar la pérdida de la musaka—. La comida es sólo una herramienta conveniente. —Herramienta conveniente. —Frankie me estaba mirando con la diversión apenas contenida—. Dilo. —Mira. Lo que pasa con la comida es que no podemos vivir sin ella, ¿No? Quiero decir, salvo una vida con intravenosa, tenemos que comer. —Ojalá no lo hiciéramos. —Sadie suspiró—. Cada día, desearía decir no. Admitir que soy débil, abstenerme, y ser delgada un día a la vez. —Estiré la mano para apretar la suya. —¡Oh, Sandie! Creo que dices no con más frecuencia de lo que de todas formas deberías. Debido a que tus padres te lo dicen. Debido a que las revistas te lo dicen. Porque es todo sobre el amor o el dinero.

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FORO’ Libros Del Cielo —Está bien, Fiorella. ¿Has estado bebiendo? —exigió Frankie. —El amor o el dinero —insistí—. Todo es sobre el amor o el dinero. ¿Revistas? Todo sobre el gasto de dinero. Champú. Coches. Vestidos talla dos. Y Sadie dijo: mi familia, la tuya... Quiero decir, Marino no esta realmente interesado en la comida, se trata de dinero. ¿No? Y la mamá de Frankie trata de hacer que sus hijos se queden quietos para que ella pueda amarlos. —Estoy intrigado. —Frankie se cruzó de brazos—. No puedo esperar hasta que le expliques a Sadie cómo su madre a lo Joan Crawford38 se ajusta a la teoría. —Si la comida es amor, estoy jodida. —Estuvo de acuerdo Sadie. —Demasiado rica o demasiado delgada. —Suspiré—. Alguien famoso dijo eso. Nunca puedes ser demasiado rica, ni demasiado delgada. —La duquesa de Windsor. —Frankie inclinó su cabeza, pensativo—. Puedes estar en algo. El rey Inglés renunció al trono para estar con ella. Perra flacucha. Muy parecido a tu madre allí, Sadie. —¿Así que estás diciendo que mi madre piensa que nadie me va a querer si no estoy flaca? —No. —Él puso su mano sobre la mía, y sobre la de ella—. En realidad no. Ella no puede imaginar cómo alguien podría amarla si no lo fuera. — Sadie nos dio miradas cariñosas, y un tanto exasperadas. —Estás loco. El amor o el dinero. Nada es tan simple. —Claro que lo es. —Por lo tanto, Fiorella la Sabia. Hora de la Verdad. —Esta es la variación de Frankie en Verdad o Reto, donde llega a preguntar y responder. Ni Sadie ni yo hemos estado tan enamoradas de un Inicio de Verdades como él—. ¿Lista? —Está bien. —dije de mala gana. Es mejor simplemente acabar de una vez. —Así que, si todo es el amor o el dinero, ¿qué es Alex Bainbridge? — Parpadeé. —¿Qué? —Es un pedazo de mierda, Ella. Mira a través de ti como si fueras un fantasma, pero tú todavía tienes una cosa por él. —Yo no… —Ni te atrevas. Has pasado toda la semana esperándolo. Entonces, ¿qué es? Realmente me gustaría saber. ¿Amor o dinero? —¡No he estado esperando por él! —Repliqué. Ah, pero lo hacía, en cada pasillo, en el almuerzo, cuando me sentaba en el borde de la clase de Fue una actriz estadounidense. Fue una de las pocas superestrellas de la época muda en adaptarse al cine sonoro en Hollywood. 38

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FORO’ Libros Del Cielo Inglés—. Y si lo hago, es sólo para poder mirar hacia otro lado en primer lugar. —Frankie puso los ojos en blanco. —¿Te consigo un cubo de agua? —¿Por qué? —Tus pantalones están en llamas. —De hecho, miré mi regazo. —¡Oh, muy divertido! —Le disparé a Sadie una mirada cuando ella se río. —Escucha, Bainbridge.

Mentirosa-Mentirosa,

lo

prometiste. Basta

con

Alex

El juego de la verdad no es para estar cómodo, lo sé. Frankie también lo sabe, y por un segundo pequeño, pequeñito, yo lo odiaba sólo un poquito por saber dónde meter el alfiler. Lo fulminé con la mirada. —¿Cómo pasó esto de ser sobre la mamá de Sadie a un asalto a mi honestidad, eh? —Se encogió de hombros. —Te amo, Fiorella. No tenemos nada de dinero, cariño. Pero tenemos amor. —Nunca he sido capaz de odiar a Frankie por más de un segundo. —Cristo. ¿Quién murió? —Todos nos sobresaltamos un poco. Daniel Hobbes estaba allí, junto a la mesa, cerniéndose sobre nosotros, y nadie lo había visto llegar. Sadie rápidamente se fue con sus ojos abiertos y siguió. Frankie sonrió. —¿Qué estás haciendo aquí? —Con la misma gracia felina que me sobrecoge de Frankie, Daniel enganchó una silla y se deslizó en ella, todo sin mirar, como si no hubiera movido un músculo. —Ax fue arrestado y, sin nuestro guitarrista, no hay ninguna sesión. Estaba en mi camino a casa y pensé que estarías aquí. Parecía un buen lugar para comer como cualquier otro, aunque la compañía podría dejar mucho que desear. Son un trio bastante aburrido. —¿Quién te preguntó? —Frankie disparó de nuevo—. Puedes tomar tú no invitación y tu lamentable cara de culo y esas cosas y meterlo en otros lugares—Puede ser vertiginoso el afecto que Frankie y Daniel se aventuraban el uno al otro. Las pocas veces que he estado en presencia de Daniel, le he oído decir tal vez dos cosas buenas a su hermano. Pero nunca se me ocurrió por un segundo que fueran fieras, inquebrantables, y completamente correspondidas. La gente asume que son gemelos idénticos. —Son los ojos. —decía Frankie, tirando dardos afilados. Bien, así que más allá del hecho de que él está convencido de que el mundo no asiático piensa que todos ellos son iguales, las diferencias son más sutiles. O lo serían, si no fuera por la tinta y accesorios. Tienen los mismos pómulos asesinos y el pelo negro espeso y resbaladizo que requiere una cantidad impresionante de gel Hollywood, la misma boca esculpida. Daniel es más alto, pero a Frankie le gusta el gel, por lo que agrega unos dos centímetros de pelo. Frankie parece que podría

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FORO’ Libros Del Cielo romper tu corazón un poco. Daniel parece que podría rasgarlo de tu pecho, aún latiendo, y morderlo. —Entonces, ¿Por qué tienes que venir aquí para conseguir una cerveza? —Las palabras seguían pendiendo sobre su cabeza como una burbuja de dibujos animados cuando Chloe apareció. Nuestra comida no estaba a la vista. En realidad, ella bateo sus pestañas hacia él. —Una cerveza de barril —ordenó. La vi vacilar, dar un paso atrás y luego hacia delante otra vez. Era un baile que había visto hacer a camareras con Daniel antes. Identificación o no identificación, ¿valía la pena arriesgarse a tener su desaprobación? O, en este caso, ¿la licencia de licor de Stavros? Vi su silenciosa batalla con temor. Daniel esperó, pacientemente, dándole a Chloe una media sonrisa que no fue una expresión amable, mostrando los colmillos, que son ligeramente más largos que los dientes de ambos lados. Lo hace parecer aún más felino que en lo que realidad parece. —Oh, adelante. Pídele la identificación —dijo Frankie con cansancio—. No le importa. —No, no. Está bien. Estaré de vuelta... —Y se había ido. Daniel enseñó más dientes. —Bien, hermano. —¿Qué? Estás repugnantemente orgulloso de esa ID. —Daniel se echó a reír. —Lo estoy —admitió—. Lo estoy totalmente. Empujó sus mangas, mostrando varias pulseras de cuero fino y la punta de color rojo y negro de una cola de dragón justo por encima de su codo derecho. En realidad, nunca he visto la cabeza. Esta en la espalda de Daniel, Frankie nos dijo una vez, entre los omóplatos. —Por lo tanto, mis niños, ¿Qué pasa? —Estamos tratando de averiguar cómo hacerle una extracción de malos gustos masculinos a la cabeza de Ella. —explicó Frankie. —Mátalo —dijo Daniel casualmente—, así ya no tendría que pensar en él, pero no dejes que ella esté cerca, ya que puede atravesarse entre la bala y su amado y morir también. Eso sería una vergüenza. Esta es la cosa acerca de Daniel. Siempre me ha asustado un poco. No me molesto en intentar ocultar la cicatriz, estoy convencida de que puede verla a través de la ropa. No es que me mire con lascivia. No es un lascivo. Él tiene dos expresiones faciales: frío y divertido. También tiene un segundo tatuaje, en el interior de su muñeca izquierda, que se ve exactamente igual que cómo esperarías que se viera la marca de una pandilla. Frankie nunca ha dicho una palabra acerca de ese tatuaje. O mucho acerca de los amigos de su hermano. Quiénes tienen nombres como Ax y pasan tiempo bajo custodia policial.

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FORO’ Libros Del Cielo Aquí hay otra cosa acerca de Daniel. Fascina por completo a Sadie. Ella se inclinaba hacia delante, la boca un poco abierta, observando cada movimiento que hacía. Chloe estaba de vuelta con su cerveza en un pestañeo. Él lo aceptó con una sonrisa lenta, más amplia que la que tenía, buscando un poco aturdirla, mientras ella acortaba la distancia entre las mesas. Tomó un largo trago y movió la cabeza. —Hombre, que buen lugar. En el escenario, una chica flaca cantaba a su manera "Hey There Delilah". —Linda puerta, Ella. Miré de nuevo a Daniel. Hizo un gesto hacia mi regazo. —Oh. —Dibujo en mis pantalones, cuando no tengo papel. Mi autobús se había quedado atascado detrás de un camión de basura, justo en frente de una iglesia antigua—. Gracias. —No estaba segura de cómo me sentía acerca de Daniel mirando mi muslo, aunque había reconocido el boceto por lo que era. —Aquí. —De repente, él tenía una bota en el peldaño de la silla, las piernas abiertas, una apretada contra la mía—. Dibuja algo. —Oh, por favor —murmuró Frankie de su otro lado. Negué con la cabeza. —No tengo un lápiz. Sadie rápidamente desapareció debajo de la mesa. Podía oír el ruido metálico de la Marc Jacobs con asas de cadena y tenía un presentimiento de que en un segundo le preguntaría: —¿Tinta azul o negra? —No te atrevas, Sadie —dijo Frankie alegremente—. Ella no quiere escribir en la entrepierna de mi hermano. Es cierto que no quería. Excepto que ya había tenido la visión más clara de cómo se vería un pequeño portal italiano endiablado en el degastado vaquero... —Muy bien —dijo Daniel, deslizando el pie de mi silla. Pero en realidad parecía decepcionado. Por un segundo, de todos modos—. ¿Supongo que hay comida viniendo? —La hay —respondió Frankie—. Estoy seguro de que llegará un infierno mucho más rápido si tú haces tu cosa de chico vampiro con Chloe otra vez. —Tsk, tsk. Los celos. Se enseñaron los dientes el uno al otro. Fue aterradoramente bonito. —¿Qué ordenaste? —preguntó Daniel. Frankie le dijo—: Aún no lo he hecho. Estaba a punto de hacerlo. —

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FORO’ Libros Del Cielo Su hermano echó un vistazo a la habitación buscando a Chloe. Ella ya estaba en camino otra vez. —Spanakopita39. —le gritó a ella—. Calabacín frito. Y un pedazo de ti. —Rió y se dirigió a la cocina, haciendo caso omiso de una docena de manos que se movían y varios molestos—. Listo. Frankie rodó los ojos. Daniel se echó a reír y tomo la mitad de su cerveza. Al otro lado de la mesa, Sadie estaba encorvada en su chaqueta, viéndose desinflada. La chica que cantaba terminó con aplausos corteses. Un pálido cliente habitual, con barba de chivo tomó su lugar y se lanzó con "Buffalo Soldier". Daniel se levantó y se cernió sobre Sadie. —¿Cantas? —¿Lo siento? —¿Quieres. Cantar. Conmigo? Durante una cuenta de cinco, no pasó nada. Entonces, miles de alhelíes tristes en un millar de danzas fuertes fueron redimidos en ese momento. Sadie positivamente se ilumino. —Sí —dijo, sentada con la espalda recta—, quiero. —Está bien. —Comenzó a ir hacia el escenario—. Quítate la chaqueta. Ella hizo una pausa a mitad de camino de su asiento. —¿Qué? —La chaqueta —dijo sobre su hombro—. Está malditamente fea. Vi como Sadie se congeló. —Vamos, Sadie. Estoy envejeciendo aquí. Sadie se deslizó la chaqueta por los hombros. Se quedó en sus codos un segundo, luego lo dejó caer en la silla. Debajo, llevaba pantalones vaqueros y un suéter de cachemira de color rojo. Se veía aterrorizada, mortificada, y muy bien. —Excelente —dijo Daniel—. Vamos. Ella se dobló un poco, pero después se marchó. Frankie agarró la cerveza de Daniel y tomó un sorbo. Arrugó la nariz y la deslizó de nuevo donde había estado. Ninguno de nosotros consume alcohol, en realidad, pero de vez en cuando, Sadie toma una botella de champán de los muchos envases de su madre. Frankie no rechaza las cosas caras. Toma un sorbo con gozo reverente, y luego, inevitablemente, tiene un momento Fred Astaire o, Frank Sinatra. Mi favorita es "The Way You Look Tonight". A Sadie le gusta "Someone to Watch Over Me". —Él le sacó su chaqueta. En menos de diez segundos. —Frankie sacudió la cabeza—. Que Dios la ayude si él intenta sacarle otra cosa. —Oh, no. Él no lo haría... Tú no se lo permitirías... Spanakopita es un pastel salado griego relleno de espinaca troceada, queso feta (a veces mezclado con ricota, que es más barato), cebolla o cebolleta, huevo y condimentos varios. 39

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FORO’ Libros Del Cielo —Para que conste, yo estaba bromeando. Pero trata de darles solo un poco de crédito, si quisieras, por favor. Mientras él y Sadie esperaban su turno, unas veinte miradas femeninas se pegaron a Daniel. Yo sospechaba que los chicos lo miraban, también, no importa lo bien que me parecía que Sadie se veía. —Sin embargo, contesta la pregunta... —continuó Frankie, llegando a tocar mi muñeca—, La verdad: ¿Qué pasa con los chicos que son malos para ti? ¿Eh? Y no me refiero sólo a ti. Me refiero a todas las chicas de otro modo inteligentes, que han deseado a un hombre que sólo las usa y después las tira, o incluso que no llama cuando dice que lo hará. Es alucinante. —De acuerdo. San Francisco —le respondí a esto—. Quien tiene un excelente historial con... —¡Ah! Cuidado —Frankie me advirtió, entrecerró los ojos, dándome la mano—. Es posible que desees pensar antes de terminar la frase. Yo podré no haber encontrado al hombre perfecto, pero nunca, jamás, iría por el Sr. Que-hay-en-tu-pensamiento. —Ay. ¡Caliente, caliente, caliente! —Un humeante plato fuerte remplazó a la cara de Frankie en mi línea de visión. Chloe golpeó la calabaza frita sobre la mesa, siguiendo con la spanakopita. Luego se examinó las manos vacías y rosadas con gravedad—. ¿Algo más? —¿Los kebabs40 de pollo? —dijo Frankie—. Ensalada. Falafel41. —Oh. Sí. —Chloe miró la silla vacía de Daniel. Suspiró—. Correcto. —Le dio a Frankie una palmadita distraída en el hombro y se alejó. —¿Y bien? —exigió. Cogí una servilleta de papel arrugada y la agite en señal de rendición. —Tengo hambre. Me dirigió una larga mirada, y luego cogió un trozo de calabacín. — Ay... Caliente. —Conozco a Frankie, yo sabía que era un alivio temporal. Hubo un chillido desde el micrófono—. Si ellos cantan “Endless Love” o “No Air”, estoy renegando de los dos. No lo hicieron. Cantaron "I Got You, Babe" y fue increíble. Daniel mantuvo sus ojos en Sadie casi todo el tiempo, como si le estuviera cantando sólo a ella. Y, a diferencia de Frankie, Daniel puede cantar. Para las primeras líneas, Sadie mantenía la boca abajo, oculta por su cabello extrañamente elegante y pesado. Entonces, el corazón fabuloso de Sadie, entró en acción y se enfrentó a él, barbilla arriba, y le correspondió nota por nota. El aplauso fue atronador. Y pasaron unos buenos minutos antes que nadie se atreviera a subir al escenario.

Kebab o döner kebab significa "carne a la parrilla" en persa. Faláfel o falafel es una croqueta de garbanzos o habas cuyo origen se remonta a los tiempos de la Biblia y se originó en algún lugar del subcontinente indio. 40 41

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FORO’ Libros Del Cielo Los aplausos los siguieron, de vuelta a nuestra mesa, en el culo del mundo. En lugar de caminar delante de ella en esta ocasión, Daniel dejo ir a Sadie primero. Uno de sus brazos en su hombre, pero sin tocarle la espalda, protegiéndola de sus ávidos fans. Él se las arregló para verse bien y un poco divertido, como era su costumbre. En el momento que Sadie llegó a la mesa, se había replegado un poco. Pero estaba sonriendo, y dejó su chaqueta fuera y mantuvo algo del brillo, incluso cuando una modelo con cara de palote se movió hasta la mesa y le susurró a Daniel, hasta que él se fue con ella. Ellos cantaron "No Air". Frankie se quedó fuera del escenario por una vez, aún cuando Daniel lo abandonó por la comida. —Sé cuándo quedarme sentado —dijo Frankie, agitando un tenedor cargado de pollo, por primera vez en la dirección de su hermano y luego hacia la habitación—. Esta noche voy a dejarlos que vean y anhelen. Mantuve mi cabeza abajo y mi boca llena. No quería los agudos ojos de Frankie y su lengua centradas en mí más de lo necesario. Era mucho más fácil con Daniel ocupando la mitad de los alimentos y la mayor parte del aire. —¿Que hay con Ella? —Se preguntó, cuando todo se había ido, excepto la guarnición de perejil—. ¿Cuándo vamos a tener el placer de sus estilos vocales? —Yo no canto. —Quieres decir que no quieres cantar —corrigió Sadie. Traté de ser caritativa con su traición, se pone descerebrada alrededor de Daniel—. Ella canta muy bien. —Estoy seguro de que lo hace. —Daniel apuntó con el vaso de cerveza en mi dirección—. De hecho, apuesto a que podría matar totalmente "Don´t Stop Believin". —Una canción que es en realidad uno de mis placeres culpables. Creo que probablemente lo sabía. Luego, me susurró—: Cobarde. En otra historia, la pequeña heroína valiente habría golpeado la mesa con ambas manos, haciéndola tambalearse un poco. A continuación, habría levantado las dos manos, arrancado la bufanda larga de su cuello, la barbilla alta y la cicatriz, en el centro de atención, se encaminaría hacia el estrado, daría un salto, y asesinaría a la audiencia con su versión perfecta de "Respect". O tal vez " Single Ladies ", por pura satisfacción. En esta versión, le di a Daniel lo que yo esperaba fuera una mirada asesina y me puse a doblar mi servilleta. Él fue, como es lógico, imperturbable. —¿Puedo hacerte una pregunta? Suspiré. —¿Mi respuesta a esa pregunta haría alguna diferencia? —Nada en absoluto.

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FORO’ Libros Del Cielo —Está bien —me quejé—. Pregunta. —No tenía que responder. No era mi Verdad. —¿Por qué hay carreteras interestatales en Hawai? Lo miré boquiabierta. —¿Esa es tu pregunta? —No. —Se inclinó hacia atrás en su silla, apoyando un pie en la otra rodilla—. Esa es una pregunta. Mi pregunta es la siguiente: ¿Cuál es la única cosa que deberías preguntarte, antes de involucrarte con alguien? —¿En serio? —¿Me veo serio? Tal vez no serio, pero vagamente mortal. Sin embargo, era una pregunta muy interesante, sobre todo viniendo de Daniel Hobbes. Pensé por un segundo. —¿Va a hacerme feliz? —¿Tú crees? —preguntó Daniel, luego se estiró y se puso de pie—. Me voy de aquí. ¿Quién viene? Nos llevó a casa en su jeep destartalado. Olía a humo y a canela, incluso con el agujero, del tamaño de un plato, en la parte posterior, que permitía pasar ráfagas constantes de aire frío. Daniel y Frankie van escuchando Be Cruel, la banda de ska que toca covers de Elvis, que Frankie ama y Daniel tolera. Tenía la esperanza de que fueran capaces de convencer a Sadie de que vaya con ellos. Yo no tenia ganas. Había tenido suficientes covers mediocres para una noche, y más que suficiente de Daniel y sus feromonas embrutecedoras. Condujo con una mano en la parte inferior del volante y la otra buscando a través de una pila de CD etiquetados a mano. A mi lado, en la parte trasera, Frankie tenía su sombrero de Panamá sobre la frente, deliberadamente sin mirar. En frente, Sadie estaba teniendo un gran momento de antaño. Daniel encontró algo que le gustaba y lo metió en el reproductor, que enseguida lo escupió hacia afuera. —Pon tu mano aquí — le dijo, guiándola—. Sostenlo hasta que arranque. —Ella lo hizo, lo hizo, y una guitarra llorando empezó a competir con el viento y el motor. —Marmot de Genghis Khan —gritó a Daniel sobre el ruido—. Estarán tocando en la Granja el próximo sábado. Deberías venir. Sería, y lo digo con todo respeto, bueno para ti. Ninguno de nosotros ha mencionado que el siguiente fin de semana, estaríamos ocupados. Todos lo sabíamos. Y de, todos modos, Daniel probablemente también lo sabía por Frankie. Mi reloj marcaba las 1:10 cuando encendí la luz en mi habitación. Estaba tranquila por llegar a casa tarde, pero no demasiado tranquila. Sabía que mi padre estaría medio despierto, escuchándome. Estaba siempre cansado después de un sábado por la noche en el restaurante, pero, en realidad, no iba a dormir hasta que estuviese seguro de que estaba en casa.

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FORO’ Libros Del Cielo Mi ropa olía a pollo asado y cera de zapatos. Los puse en mi cesto, saqué una camiseta de chef de primera, regalo del tío Ricky, para dormir y saqué mi disfraz de confianza de la parte trasera de mi armario. Lo haría. La sangre pintada parecía lo suficientemente fresca como para la novia de Davy Jones. A decir verdad, parecía mucho mejor para mí que cuando había llegado, prístino, dos años antes. —Destrózalo. Píntalo. ¡Llévalo a su funeral! —Mi prima Alyssa replicó cuando tiró el vestido, brillante y perfectamente conservado en su bolsa de transporte, en el suelo, al lado de mi cama—. Solo no dejes que un hombre te prometa una maldita cosa cuando lo lleves puesto. ¿Lo juras? Le juré. Entonces lo rayé, lo pinté y lo usé en el Baile de Otoño. Había decidido no ir a éste en un primer momento. Pensé que no podía soportarlo, las sirenas ondulantes y sus socios de piratas borrachos. Pensé que no sería capaz de sentarme con Sadie y Frankie y mirar a Alex bailando con Amanda, sus conchas aplastadas contra su pecho, sus manos sobre su cola de lentejuelas. Había cambiado de opinión, en algún momento, en el medio del lugar de Chloe. Triste, podía admitirlo, incluso asustada. No estaba dispuesta a sucumbir a la cobardía. El vestido de novia rallado era pesado en mis manos. Pensé que podría añadir un anclaje de papel y una cadena este año, tal vez unas pocas estrellas de mar marchitas. Las perlas negras habrían sido un buen detalle, pero las perlas en la casa sólo estaban en la gargantilla de boda de mamá. Ha habido más perlas, falsas, en el spray de encaje vertical que había sobre su velo. Más aún, cosidas en sus guantes de encaje, sin dedos. No es culpa de ella, pensé que cada vez que pasaba la fotografía de su boda en la sala de estar. Eran los años ochenta. —¡Oh, ese vestido! Mi abuela estaba en mi puerta, en la óptica de un peludo traje de leopardo. No era su estilo, pero un vistazo en la vidriera de Victoria's Secret y ella se había enamorado. Fue, según ella, exactamente el traje que Robert De Niro se había puesto en el ring de boxeo en Raging Bull. —Hola, Nonna. ¿Te desperté? —Oh, no. Estaba viendo a Steven Tyler en el Saturday Night Live. —Se dirigió a mi habitación, dando al vestido el mal de ojo—. Mala suerte, eso. —Sólo para Alyssa. —Hmph. ¿Tú tienes otra fiesta? —El Baile de Otoño —le dije—. Nuestro baile de Halloween. —Ah. ¿Tienes un muchacho con quien ir? —Por supuesto. Frankie.

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FORO’ Libros Del Cielo Suspiró y se sentó en el borde de mi cama. Sus pies colgaban unos quince centímetros del suelo. —Me gusta tu Frankie, pero no va a hacer lindos bambini42 con usted. —Nonna… —Bueno, ¿es verdad? No. —Se inclinó hacia adelante—. Ahora, ese chico con voz agradable y la madre huesuda. Él podría hacerlo. Suspiré. —Podría hacer un montón de cosas, Nonna. —No soy uno de ellos—. Bailar conmigo, no es uno de ellas. —A él le gustaba mi pane43. —Así es. A él le gusto. —Y tú. Le gustas. —Nop. Eso no es así. —Hmph. Tienes todas las respuestas acerca de los muchachos. Eso me hizo sonreír. —Al parecer, ni siquiera sé las preguntas correctas. —¿Quién lo hace? Incluso los reyes no saben las preguntas correctas. Eh, ¿sabías que hay una historia de amor entre un rey y una reina en tu historia? Aquí. —Ella dio unas palmaditas en la cama. —Sube, cucciola44. Yo te la contaré.

Niño en italiano. Pan en italiano. 44 Cachorra en italiano. 42 43

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FORO’ Libros Del Cielo

El Cuento Traducido por Annaiss Corregido por LuciiTamy

E

sto, bellissima —comenzó Nonna—, es una historia de amor verdadero…

—Los Costas, nosotros hemos nacido del mar y muy orgullosos, muy orgullosos. De padre a hijo, construyeron sus barcos y siguieron a los peces. Mi bisnonno45, el padre de mi nonno46, es el más orgulloso de todos. Él es el único hijo de una madre viuda del rey del mar. Pero él es… ppfftt… —Nonna dejó escapar un suspiro y agitó sus dedos sobre su cabeza—. Basso47. Piccolo48. Cuando era joven, sus tíos y primos tenían miedo de llevarlo a bordo. Pensaban que la más pequeña de las olas o los más grandes tono… tono… ¿Qué es? —Atún. —Si. Palabra tonta. Un atún lo volcaría del bote. Pero nadie lo hace menos. Ah, te ríes, ríete. Vamos, ríete. No son mucho más grandes que él. Él es tan pequeño, pero está orgulloso, porque sus velas del barco son más altas que las olas y pronto traerá la mayoría de los peces. Como el oro, que lo hace rico. Y cuando un hombre se hace rico, tiene que pensar en el matrimonio, o las mamás del pueblo pensaron en ello por él. ¿Capisci49? Sonreí. —Sí, lo entiendo. “Es una verdad universalmente reconocida que un hombre soltero en posesión de una buena fortuna debe estar en busca de esposa”. —¡Ah, si! —Nonna asintió con la cabeza, encantada—. Austen. Tan inteligente. —¿Usted conoce Orgullo y prejuicio? —Pregunté. Me jaló la oreja—. ¡Ay! —¿Crees que eres la única que tienes cerebro en esta familia? ¿Eh? Ah, Darcy. Mi bisnonno es tan hombre… Bien, ríete de nuevo. No es tan guapo, yo pienso, sino simplemente orgulloso. Se pavonea por la plaza con sus zapatos nuevos. Se compra un carruaje. Pero él también les da a los Bisabuelo Abuelo 47 Bajo 48 Pequeño 49 ¿Entiendes? 45 46

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FORO’ Libros Del Cielo pobres, a la iglesia, también. Él es amable con sus hermanas; es un amigo para muchos. Él es raffinato50, un caballero. ¿Y la chica que él elije? ¿Hmm? ¿Hmm? —No sé, Nonna. ¿Elizabeth Benedetto? —¡Ah! —Nonna dio una palmada contra su rodilla. Rebotó silenciosamente sobre su felpa de leopardo—. Elisabetta. Elisabetta, hija de un hombre que trabaja en otro barco. Elisabetta quien tiene muchas hermanas y quien está destinada a la iglesia si no se casa. No recuerdo el apellido de su familia, si es que alguna vez lo supe. Tal vez Benedetto. ¿Por qué no? Bueno, no importa. Lo que importa es que nadie entiende por qué Miguel Ángel Costa elige a esta chica. Nadie puede… oh, la palabra… para hablar de alguien: descrivere. —¿Describir? —Si. Describir. Nadie puede describirla. Pequeña, ellos piensan. Café, tal vez. Tal vez no tan bonita, pero no fea. Sólo una chica. Se sienta en el dique remendando redes que su familia no posee. Ella es rara, también, sus vecinos piensan. Piensan que es ella quien deja algunas conchas y piedras lisas cuando ha terminado con las redes, ¿Por qué a ella? ¿Por qué esta rara, una don nadie en un vestido feo y con pies sucios? «Miguel Ángel le envía regalos con sus primas. Un camafeo, pañuelos de seda, un buen par de guantes. Otra vez, la risa. En ese entonces, no te reirías por el regalo de los guantes, piccola. Oh, ustedes, chicas ahora. ¿Qué quieren? ¿Correos electrónicos y ePods? —Es iPod, Nonna. —Como sea. Ves, esa es una palabra que conozco. Ahora, Elisabetta devuelve los pequeños regalos. Así que mi bisnonno envía regalos más grandes: perlas, metros de tela de seda, un caballo. Esos, también, ella no aceptará. Y la gente comienza a mirar y preguntar: ¿Quién es ella, esta don nadie, para negarse? Sin dinero, sin belleza, ni un apellido de familia. Eres una tonta, le dicen. Acepta. ¡Acepta! «Y mi orgulloso bisnonno no entiende. Él puede tener a cualquier chica de la ciudad. Así que otra vez, recoge los regalos y se los queda, y la buscan en el caballo. Pero Elisabetta no puede ser encontrada. No está en la casa de su padre o en la plaza o en el malecón. Miguel Ángel teme que se haya ido al convento. Pero no. Mientras se para en el malecón, un ave marina, una gaviota, se posa en su hombre y le dice… —Nonna… —¡Shh! El pájaro le dice que siga al delfino… ¿dolfin? ¡Delfín! Así que él mira, y allí, un delfín con su cabeza sobre el agua le dice: “¡Sígueme!” «Así que lo sigue, el saco de regalos pare Elisabetta en su espalda, como un vendedor ambulante, el caballo detrás de él. El delfín lo lleva 50

Refinado

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FORO’ Libros Del Cielo alrededor de la bahía hasta una playa, y ahí está Elisabetta, su viejo vestido cubierto de arena, sus pies descalzos, sólo dibujando círculos en la arena. Ella comienza a correr, pero Miguel Ángel le llama. “¿Por qué?” Le pregunta. “¿Por qué se esconde? ¿Por qué no acepta mis regalos?” ¿Y ella dice…? Había estado luchando para retener un bostezo durante un tiempo. — No tengo idea. “¿Estoy enamorada de otra persona?” Nonna resopló lo suficientemente como para sacudir el colchón. — ¿Con quién? No hay nadie como Miguel Ángel. ¡Él es el rey del mar! ¿Enamorada de alguien más? Bah. —Está bien. Muy bien. Díme lo que ella dijo. Nonna se inclinó hacia mí, sus ojos brillantes. —Ella le dice: “Usted no me ve.” Y mi bisnonno, dice: “¡Por supuesto que la veo! Cada día la veo por el dique. La veo en mi mente, también, en las perlas y pieles y sedas. Así que, aquí, aquí le ofrezco éstas cosas.” ¿Y ella dice…? —“¿Gracias?” —¡Per carita51! —“No, ¿gracias?” —Ah, Fiorella. ¡Creo que usted no es la hija de mi hijo! Rifletti52. Use su cerebro bien. —Nonna… —Ella dice: “¡Usted no me ve!” Y ella lo aleja. No estaba segura de sí entendía su punto. Una chica normal con ropa andrajosa que va a acabar de monja si no se casa. A lo largo viene un tipo decente con dinero, prometiéndole que la llevará lejos de todo… ¿Qué no era ahí cuando terminaba con un Y Vivieron Felices Para Siempre? —Así que… —Nonna metió cada una de sus manos en las mangas de su bata de leopardo—, Miguel Ángel, se va. Por días y noches se mantiene alejado de Elisabetta. Las otras chicas, las chicas más lindas, tienen esperanza de nuevo. Y luego, ahí va una vez más, llevando sólo su nonno de cristal viejo —su telescopio— y una bolsa de higos. Estos los pone a sus pies. “La veo,” le dice. “Cada día, durante meses, la veo. La veo. Donde usted se sienta, el mar está en calma y los delfines nadan cerca de usted. Veo que su red remendada parece un encaje de una dama. La veo bailar bajo la lluvia antes de correr a casa. Veo el mosaico que deja disperso para rehacerlo una y otra vez, piu bella que el oro y perlas. Usted es piu bella que cualquier otra reina del mar. «“Usted no necesita de seda o perlas. Ya lo veo. Pero son de usted si así lo desea. Soy suyo si así lo quiere. Si le gusta lo que ve.” Él le da el cristal. Ella lo toma. Luego pregunta: “¿Qué pasa con los higos?” Mi bisnonno se ríe. 51 52

Por caridad Reflexiona

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FORO’ Libros Del Cielo “Puede que tome tiempo para que usted se dé cuenta si le gusto. Traje el almuerzo.” Nonna se golpeó la rodilla de nuevo, claramente encantada con el humor de Miguel Ángel. Me tragué otro bostezo. —Si, Nonna. Es una buena historia. —No me pude resistir—. Pero… ¿una gaviota hablando? ¿Un delfín de guía? Eso como que se pasa de la verdad, ¿no le parece? Nonna se encogió de hombros. —Toda la verdad, no toda la verdad, ¿realmente importa? Mi nonno, Guillermo, vino a Miguel Ángel y Elisabetta, y después a mi papá Euplio a él, luego a mí, a tu padre, a ti. —Ella puso sus pies en el suelo. Después me pellizcó la mejilla. Duro—. Buona notte53, bellissima. —Está bien, Nonna. —Bostecé y tiré de la manta hacia arriba. Dibujé patrones abstractos de remolino por todas partes cuando redecoré mi habitación. Eran un poco ópticos cuando estaba cansada—. Buona notte. Mientras me quedaba dormida, la oí rebuscar entre mi armario de ropa al lado de mi puerta. Reorganizando de nuevo, pensé. Ella hace eso cuando mamá no puede verla. Ambas doblan las cosas completamente diferentes.

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Buenas noches

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FORO’ Libros Del Cielo

El Foso Traducido por Annaiss Corregido por Deydra Ann

N

o hay muchos salones de clase en el sótano de la escuela. La mayor parte de éste es para el almacenamiento y las utilidades. En cuanto a uso de los estudiantes, el cuarto oscuro está allá abajo, junto con el anuario y periódico escolar. Lugares que no requieren de mucha luz o son utilizados por los estudiantes, que son tan felices de estar allí, que nos les importa. La única iluminación proviene de las luces fluorescentes y lo que se filtra desde el pasillo, a través las puertas. Por lo general, me lleva casi diez minutos en Francés perder mi concentración por completo. Esta vez, me tomó menos. Estábamos aprendiendo el tiempo pasado imperfecto, el cual, además de ser completamente incomprensible, en teoría describe una acción la cual fue incompleta, insatisfactoria, o se repite una y otra vez. Era yo, Sadie, y Frankie, en versión europea. —Ah, si j’étais riche! —Mademoiselle Winslow (prima lejana de Sadie, descendiente directo de Abigail y John Adams, que se parece a un Bulldog francés) recitó—.: ¡Si tan sólo fuera rica! —Nous croyions aux contes de fées. —Creíamos en los cuentos de hadas. —Vous cherchiez… —Usted está buscando… Para cuando ella tiene a todos en el proceso de arrivaient en alguna parte, yo estaba en otro lugar por completo. Algún elfo malévolo de la oficina había arreglado mi horario para este trimestre. En realidad, probablemente era sólo el subalterno de oficinas, que no escuchaba campanas, silbatos o el estruendo de una caja registradora ante el nombre de Marino. Para darme Inglés, con todos los Fillites, después de que acababa de almorzar en la Mesa 12 —y Francés antes del almuerzo, cuando me estaba muriendo de hambre, era un poco malvado, por lo que a mí respecta. Ante el creíamos en los cuentos de hadas, había pensando rápidamente en su bolsa de higos.

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FORO’ Libros Del Cielo —¿Mademoiselle Marino? No registré que las palabras se referían a mí, hasta que el Chico Abeja, detrás de mí, resopló y pateó la parte detrás de mi silla. —¡Ella! —Oui, mademoiselle?54 —Dormez vous?55 —Ah… oui?56 Hubo una oleada de risas en el aula. Mademoiselle Winslow cruzó los brazos sobre su pecho. Tenía un barco de vela en la parte delantera de su suéter. —D’accord. D’accord. Avez-vous de bons rêves?57 Me tomó un segundo. Después sentí la sangre atacando mi cara. —No. Non. Digo. No estaba soñando… revoluciones. Algunas personas ni siquiera se molestaban en amortiguar su risa para ese entonces. La boca de Mademoiselle Winslow se adelgazó, dándole un aspecto más de rana que de perro. —Vous me parlerez après la classe — espetó—. Compris?58 Lo entendí. Apenas. Me iba a quedar después de clase. Le tomó un tiempo llegar a mí. Esperé miserablemente en mi asiento mientras que la corriente de estudiantes de primer año, todos los cuales eran más competentes que yo en el idioma, decían sus au revoirs 59y aceptaban sus bien faits60. No creo que haya recibido un “bien hecho” por un profesor de francés. Arte, absolutamente. Matemáticas y ciencia, a veces. Inglés, por supuesto, antes del Sr. Stone. —Así que, Ella —Mademoiselle Winslow se dejó caer pesadamente en la mesa junto a mí—. Así, así. —La historia es que ella vivió en París un año entre Vassar y viniendo a trabajar a Willing. Aparentemente, cogió el hábito francés de repetir las palabras de allí, y se ha aferrado a él con fuerza desde entonces—. ¿Qué vamos a hacer contigo? Sentí sonrojarme nuevamente. —Lo siento mucho, Mademoiselle. Tengo cosas en mi mente y no estaba prestando atención. No volverá a suceder. Casi parecía comprensiva cuando respondió—: Sucede todo el tiempo, Ella.

Sí, ¿señorita? ¿Estás durmiéndote? 56 Ah… ¿sí? 57 De acuerdo. De acuerdo. ¿Tienes lindos sueños? 58 Hablarás conmigo después de la clase. ¿Entendido? 59 Adiós 60 Bien hecho. 54 55

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FORO’ Libros Del Cielo Eso no era justo, pero tenía una leve sensación de que tal vez si mantenía la boca cerrada sólo obtendría un regaño antes de que me dejara ir. —¿Éstas cosas son algo que podrías compartir conmigo? —preguntó. Probablemente no. Negué con la cabeza. —Está bien. Está bien. —Tocó con su fina punta del dedo el escritorio—. ¿Has pensado en hablar con el consejero? Con Amanda Alstead, ¿la de esmalte de Chanel Rouge-Noir y corazón negro? Me estremecí. Estaba a punto de confesar y admitir que era sólo hambre y cansancio, cuando añadió—: Mira, Ella, no puedo obligarte a hablar con nadie, pero no puedo mentir. Estás tambaleándote al borde de una C-menos, y mientras que eso sea aceptable para ti, no lo es para mí. Así que vamos a llegar a un acuerdo. Ya estamos casi en noviembre. Esperaré para darte una calificación a mitad del trimestre; y tú harás el trabajo. D’accord? Estaba dispuesta a jurar por Frankie y mi primer hijo para salir de este foso en particular. Mataría a mi padre, y posiblemente mi beca, si obtenía una D en cualquier clase. —D’accord. —Excelente. Tengo unos alumnos de segundo año que ayudan a alumnos de mis estudiantes de 1A. Creo que tan sólo una hora a la semana podría hacer una diferencia, proporcionándole que tú hagas el esfuerzo. —Bien. —Podía hacerlo. Podía soportar una hora a la semana con una Estrella, quien me cuestionaría sobre conjugaciones y probablemente trataría de recluirme al Club de Francés. Hacen un cabaret cada año, el cual consiste en un montón de camisetas de rayas, mimos y unos como Liza Minnelli cantando en un micrófono. Suspiré—. Voy a hacer el esfuerzo. Lo prometo. —Mademoiselle Winslow parecía satisfecha—. ¿Puedo ir a comer ahora? S’il vous plaît?61 —Reunte primero con el tutor. Hay uno aquí, esperando para usar el aula. —Señaló hacia la puerta. Tan pronto como me volví, mi estómago se contrajo. Incluso a través del cristal manchado, no había duda de quién estaba allí, incluso desde atrás. Por supuesto. Tendría que ser… —Oh, no. No —susurré. Entonces, antes de que pudiera detenerme, dije—: ¿No puede encontrar a alguien más? Mademoiselle Winslow parpadeó, sorprendida. —¿Por qué? Oh, no estaba a punto de responder esa pregunta. —Tiene que haber algo más que pueda hacer. Leeré Dumas. Escucharé a Celine Dion. Me uniré al Club de Fans de Johnny Depp. Él vive en Francia…

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¿Por favor?

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FORO’ Libros Del Cielo —Ella. Estás actuando tontamente. —El paciente bonhomía62 (Frankie ama usar esa palabra para Dean Martin; no tuvo nada que ver con ninguna aptitud francés oculta de mi parte) había desaparecido, siendo remplazado por una especie de esnobismo con una pizca dulce de impaciencia—. Es sólo un chico que puede hablar bien el francés. No debes dejar que tu procedencia te haga sentir… —No creo fue su intención mirar mi cuello—, en desventaja. De hecho, sentía el dolor de las lágrimas en la parte trasera de mi garganta y tragué con rabia. Ella no había tenido la preocupación de que yo pudiera tener la más pequeña de las razones para no querer aprender francés de Alex Bainbridge. Todo era sobre el dinero. Entonces lo hizo mucho peor. —Tienes una ventaja —dijo alegremente—. Es mucho más fácil desarrollar la facilidad en una lengua románica si ya sabes otra. Capisce?63 Me sonrió alegremente. Sólo llámeme Scar Fascia, pensé. —Entonces. —Posó sus dedos sin esmalte en las rodillas—. Por lo tanto, Ella, teniendo en cuenta que podría ser la diferencia entre el fracaso y tu futuro, ¿qué será? Mi estómago gruñó. —Higos y atún, aparentemente —contesté. Los ojos de Mademoiselle Winslow se abrieron más de lo normal. Antes de que pudiera explicar que sólo se me había escapado, que no estaba siendo una listilla y no es que hubiera importado, probablemente, ella gritó—: ¡Alex! Entrez!64 Él pasó por el umbral, pareciendo demasiando lindo y alegre de estar en un sótano. —…tu me fais chier, il me fait cheir…65—Estaba diciendo poco a poco a un chico de primer año detrás de él. —¡Alex! —Mademoiselle Winslow logró parecer indignada y encantada al mismo tiempo—. ¡En serio! Él sonrió y se encogió de hombros. Entonces me vio y continuó sonriendo. —Hola. —Sebastián, puedes esperar con Ella en el pasillo mientras hablo con Alex durante un minuto. —Mademoiselle Winslow ahuyentó al chico. Me levanté a seguirlo—. Ni se te ocurra desaparecer —ordenó severamente—. Y cierra la puerta detrás de ti. Colgué mi bolso sobre el hombro y seguí a Sebastián. Él era aún más bajo que yo, se recargó contra la pared en un estilo desafiando-lagravedad, lo que lo hacía parecer aún más pequeño. —¿Está Alex ayudándote también? —preguntó después de unos minutos en silencio. Afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento. ¿Entendido? 64 ¡Entra! 65 Tú me molestas… él me molesta… 62 63

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FORO’ Libros Del Cielo —No. —No era una mentira si lo decía en serio—. ¿Es un buen tutor? — No pude dejar de preguntar. La cara del chico se iluminó. —¡Increíble! Me está enseñando todas las palabras guays. Voy a patear traseros. No. Je démonterai —se corrigió, y luego se río. —¿En Francés 1A? —pregunté. No pretendí ser crítica; sólo sonó como una victoria vacía. —Chamonix66. —Fue su respuesta—. Vamos para las vacaciones de invierno y mis padres quieren que converse. Afortunadamente, la puerta se abrió de nuevo y Mademoiselle Winslow y Alex salieron. Ella me dio una palmadita en el hombro y se dirigió por el pasillo en sus zuecos de color azul marino. Alex retiró a Sebastián de la pared, jalándolo de su camisa. —Adelántate. Estaré allí en un segundo. — Cuando Sebastián, claramente encantado con ser tratado como uno de los chicos, no se movió, Alex le mostró sus dientes—. Dépêche-toi!67 Sebastián se fue. Alex se volvió hacia mí, con la enorme sonrisa del gato de Cheshire. —No —dije. —¿No, qué? —No, no me vas a enseñar todas las palabras guays para que vaya a Chamonix y participe en conversaciones. —Bien. —Se inclinó hasta el punto de poder ver las débiles pecas en su nariz y oler su chicle de menta—. Chamonix es tan 1990. Todos van a Courchevel68 hoy en día. Giré sobre mis talones y comencé a alejarme. —Por Dios, Ella. —Corrió detrás de mí—. ¿Cuál es tu problema? Conversacional, mi trasero. Hablar contigo es como bailar alrededor de una fogata con zapatos de papel. Me detuve. —¿Qué se supone que significa eso? —Es una expresión que a mi Ucraniana babushka69 le gusta. Te lo explicaré en nuestra primera sesión de tutoría. Fruncí el ceño ante su camisa. Ésta tenía lo que parecía un hombre cabalgando sobre un delfín, en lugar de un cocodrilo o el jugador de polo. —No habrá ninguna sesión de tutoría. —Winslow parece pensar lo contrario. Chamonix es una población y comuna francesa, en la región de Ródano-Alpes, departamento de Alta Saboya, en el distrito de Bonneville. 67 ¡Apúrate! 68 Courchevel es una estación de esquí situada en los Alpes franceses, en Valle Tarentaise, Saboya, región de Rhône-Alpes. 69 Literalmente, significa “abuela” en ruso. 66

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FORO’ Libros Del Cielo —No sería la primera cosa que malinterpreta —murmuré. Soltó un suspiro. El delfín se tambaleó, pero el pequeño hombre se sostuvo fuerte. —No quieres reprobar francés, ¿verdad? Eso sería una seria admisión de debilidad de una chica italiana. Casi sonreí. En su lugar, dije—: Olvídate de eso. Voy a comprar el “Aprende francés en diez fáciles lecciones” en línea. Problema resuelto y Winslow nunca volverá a ser la sabia. —Sí. Buena suerte con eso. Entonces, ¿Qué te parece este viernes? No tengo práctica. —Cuando negué con la cabeza, preguntó—: ¿Qué es? Soy un buen tutor. Pregúntale a Sebastián. Estaba enseñándole como decirles a los chicos odiosos franceses que apestan. Eso me hizo reír un poco. —Mira, Alex. Es bastante simple. No quiero hacer esto; tú definitivamente no quieres hacerlo. Así que… No había notado que lentamente doblaba sus rodillas hasta que su barbilla apareció en mi línea de visión, seguida del resto de su cara. Ya no reía. Parecía bastante serio. —Ella. Sí quiero hacer esto, en serio. Ayudarte, si me lo permites. — Suspiró de nuevo. Me encontraba completamente obsesionada con sus ojos. Son de una combinación, muy guay, entre verde y bronce—. No sé lo que sucede, peor es extraño, y no debería serlo. Soy un chico decente. —Por supuesto que lo eres. —Suspiré. Y cedí. Aparentemente, mis defensas Fillites no tenían ningún valor cuando se trataba de este espécimen en particular, no importaba que él no pareciese decidirse en si yo valía la pena o no. Verdad: Sí, soy así de ingenua. —Bien. Así será. Viernes, después de clases. Nos podemos encontrar aquí. Podía imaginar la cara de Amanda cuando nos pillara en las profundidades oscuras de la escuela. —No. —De acuerdo. En tu casa. —¡Dios, no! —¿Siempre haces todo tan complicado? —preguntó—. No, no me respondas eso. ¿Quieres venir a mi casa? Eso sonaba factible. Si estuviéramos en su casa, podría irme cuando quisiera. —Está bien. Mientras observaba, se dejó caer graciosamente de espaldas en el suelo. —¡Por fin! Pasé por encima de él y me dirigí a las escaleras. ***

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FORO’ Libros Del Cielo —Hay un rumor de que el Club Barsky de Química, esta cultivando algunas bacterias feroces en el laboratorio. —Frankie me informó unos minutos más tarde, después que le contara el ultimátum de Mademoiselle Winslow y mis prontas-tutorías con Alex—. Apuesto a que podríamos entrar y conseguir una buena dosis de algo. Así podrás negarte a la tutoría. Podría ser un poco de conjuntivitis, podría ser lepra… —Tomó un gran bocado de su taco. —¡Frankie! —Sadie lo regañó—. Eso es terrible. —Ella ya había terminado su manzana. Se volvió a mí—: Si se trata de esto o reprobar Francés, bien, no lo sabes; Alex podría ser justo lo que necesitas. —Oh, sí, él es un príncipe —murmuró Frankie—. Abso-jodido-lutamente garantizado para ser un hombre y hacer lo correcto. Con eso, él se acercó y me robó papas fritas. Ya se había comido la bolsita de almendras que Sadie había decidido tenían demasiada grasa. Aparentemente, ella y yo estábamos obsesionadas con nuestra apariencia. Me pregunté si estaba a punto de estar a merced del chico que miraba a través de mí o el chico que me miraba como si nunca hubiera sufrido en absoluto. *** —Honestamente, ustedes dos. —Fue la respuesta de Edward. Le quité las migajas de galletas a mi carpeta de tareas; necesitaba una merienda después de haber dado la mayor parte de mi almuerzo—. Niños tontos. ¿No saben que la forma en que se ven no tiene nada que ver con la forma en que realmente se ven? La belleza está al alcance de la mano. Pregúntele a Holbein70. O Bobby Brown71. —Pensé que la Belleza estaba en el Interior —dije con cansancio. Tenía un dolor de cabeza y tres páginas de francés para traducir. —Ese es Keats72. No soy demasiado aficionado de Keats. Si no hubiera muerto tan poéticamente temprano, la gente se hubiera dado cuenta que no era exactamente lo que pensaban que era. —Lo mismo se podría decir de ti —le respondí. Estaba un poco molesta por el comentario de “niños tontos.” —Oh, tan inteligente. ¿Cuál es el peor escenario posible?, ¿debes darle al chico Bainbridge una oportunidad?

Hans Holbein fue un pintor alemán que nació en Augsburgo (Baviera) en 1465 y murió en Issenheim (Alsacia) en 1524. 71 Bobby Brown fue una de las mayores estrellas del R&B a finales de los 80 y principios de los 90, popularizando el estilo musical New Jack swing, estilo que acercó al gran público con su álbum Don't be cruel y convirtió en la tendencia dominante en el R&B de principios de los 90. 72 John Keats fue uno de los principales poetas británicos del Romanticismo. 70

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FORO’ Libros Del Cielo —Bien, Dios mío. Déjame ver. —Enumeré algunas de las posibilidades con los dedos—. Humillación, humillación, mortificación y humillación. Edward resopló. —Qui craint de souffrir, il souffre déjà de ce qu’il craint73. —¿Y qué significa eso? —Lo reconocí de la segunda página de mi tarea. —Bueno, Dios, querida Ella. Tendrás que preguntarle a tu nuevo tutor, ¿no? —dijo con voz sedosa. Justo antes de que se volviera a emular a un trozo de metal.

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Quién teme a sufrir, sufre de lo que teme.

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FORO’ Libros Del Cielo

La Lista Traducido por purpleliem Corregido por Melii

M

e compré unos guantes de algodón, al día siguiente, en Blick. En realidad no me quedan bien; la única talla disponible era grande. Me sentía como el Espantapájaros en los libros de Oz, torpe y vestido con lo que nadie mas quería. Había dejado de lado las faldas. Estaba de vuelta en pantalones vaqueros. La Dra. Rothaus los ignoró, pero le dio a los guantes una inclinación de cabeza casi aprobatoria cuando me dejó en el archivo. —No pensé que fueras a volver. Hice una pausa, el segundo guante a mitad de camino. —¿Por qué? —La mayoría de las personas no lo hacen. Pasan unas horas siendo abrumados por esto —Aleteó una mano por los estantes caídos y la variada colección de muebles—, y deciden que no van a encontrar nada de valor. Me estremecí. Me había decidido por lo mismo, más o menos. Me dio una leve sonrisa. —¿Tu también? —Estoy aquí. —Unas pocas horas entre las posesiones de Edward era una cosa buena en sí misma. Más allá de eso, la idea de tener que llamar y explicar a Maxine Rothaus que no venía era infinitamente más terrorífico que un poco de decepción provocada por libros aburridos. Ella estaba usando un suéter texturizado en color gris que parecía una cota de malla y un collar de perlas de vidrio opacas que eran fuertes reminiscencias de dientes humanos—. He vuelto. —Lo hiciste. —Se apoyó en el escritorio, sus brazos de cota de malla cruzados sobre el pecho—. ¿Por qué? —¿Por qué? ¿Para ser honesta? —Absolutamente. Se honesta. —Estoy un poco obsesionada con Edward Willing y un poco desesperada por encontrar material para mi proyecto de honores. —Bueno, creo las dos. Verdad: A pesar de la impresionante cantidad de mentiras que digo en mi vida, día a día, no soy particularmente buena en ello. Tratar con mi maestra de francés es una cosa, ella viste pantalones con pequeñas ballenas. Pero estaba convencida de que la Dra. Rothaus podía oler una

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FORO’ Libros Del Cielo mentira desde diez palabras de distancia. Me encontré a mí misma sintiendo lástima por los hijos que pudiera tener. Me los imaginaba como figuras en la sombra con una excelente postura y la habilidad para declamar. Inclinó su larga nariz y me miró. —Llamé a la Fundación Willing. —Oh. —Mi estómago se hundió. —Es curioso. No tenían idea de quién eras. —No —dije tristemente—. Ellos no lo sabrían. Lo siento. Agité una punta suelta del dedo nerviosamente y esperé. Me imaginé que merecía lo que sea que viniera. Por supuesto, habría sido suficientemente humillante para el guardia de la recepción haber rehusado mi entrada. Suficientemente humillante para mí, de todos modos. No estaba segura acerca de la Dra. Rothaus. Miré al collar nuevamente y decidí que quizás pensaba torturarme. Me miró con los ojos entornados. —Bien. Probablemente debería irme ahora —dije, empezando a quitarme los guantes. No saldría con mis manos de espantapájaros. —Probablemente —Fue su respuesta suave—, a pesar de que eliminarías completamente la posibilidad de encontrar algo útil aquí. Me detuve con los dedos enredados. —¿No me va a echar fuera? —No. No aún, de todos modos. Y para que conste, no delaté tu pequeña farsa a la gente de Willing. —¿Por qué? —No podía dejar de preguntar. —No me agradan —dijo secamente—. Creen que su dinero los hace importantes. Y un chimpancé conoce más acerca de arte. Por otro lado, reorganizaste completamente 1899. Hice una mueca. —Lo siento. —¿Lo haces? ¿Por qué? Todos los periódicos fueron puestos de nuevo boca arriba, lado derecho hacia fuera y escalonados, por lo que no estuvieron todos hacinados. Estuvieron incluso en orden cronológico. O eres compulsivamente ordenada. —Le dio un rápido vistazo a mis pantalones vaqueros llenos de tinta y a mi descolorido cuello de tortuga con cejas levantadas—. O eres reverente. De algún modo, veneración no se parecía mucho a un crimen. —Además —la Dra. Rothaus agregó—: dejaste tus notas —Se acercó detrás de ella y levantó una hoja de papel azul en el mostrador. Cuando lo levantó, pude ver el mal dibujado local de submarinos del volante de Fall Ball de cara hacia mí. Metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó un par de gafas de lectura de marco de bronce. Las abrió al estilo en que se abre una navaja, con un chasquido de su muñeca y las empujó hacia su nariz—. Langostas —leyó—. Pendientes. ¿Playa de Trouville? —Entonces—, ¿Rosas y

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FORO’ Libros Del Cielo verano Wharton? —Me estudió por un largo momento—. En realidad pareces conocer a tu Willing. De todas las cosas que escondo, esa no es una de ellas. —Lo hago. Ahora sus cejas se alzaron. —Eso sonó a orgullo. ¿Pintura favorita…? —¿Pintura? Odalisque —dije. —En serio. Su no-desnudez desnudo. Interesante. Lo era, para mí. La pintura más famosa de Diana de Edward es Troie, donde la pintó como Helena de Troya: desnuda excepto por el brazalete de diamantes y el zarcillo ocasional de pelo castaño rojizo. Ha causado un gran revuelo en su exposición. Al parecer, Millicent Carnegie Biddle se desmayó al verlo. No era exactamente a lo que estaba acostumbrada a ver cuando se sentaba frente a la señora de Edward Willing cada pocas semanas, bebiendo té de tazas de porcelana china. Odalisque fue más audaz en su camino, e infinitamente más interesante para mí. La mayoría de los pintores post-impresionistas hicieron una odalisque, o una chica harén, reclinada en un sofá o la alfombra, prometiendo con sus ojos que lo que fuera que les hicieron a los hombres, lo hacían bien. Una odalisque era material casi obligatorio. Pero a diferencia de cualquiera de ellos, Edward había pintado su tema —Diana— cubierta desde el cuello hasta los tobillos, en una gasa con brillo. Cubierta, pero aun así, el máximo objeto de deseo. —¿Por qué esa? —preguntó la Dra. Rothaus. —No lo sé. —Oh, por favor. No vayas con eso de la adolescente tonta. Sabes exactamente por qué te gusta la pintura. Ilumíname y articúlalo. Me sentí a mi misma comenzar el ubicuo encogimiento de hombros. — Está bien. Todo el mundo está ocultando algo. Creo que hay una pregunta interesante ahí. —¿Qué están ocultando? Negué con la cabeza. —¿Hace alguna diferencia? —Ah. —Una esquina de su boca se levantó. Me atrevería a llamarla una sonrisa—. Eso es interesante. Pero tu pieza Willing favorita no es una pintura. —Cómo… —Titubeaste cuando te pregunté. Permíteme adivinar… ¿El hombre devastado? —Cómo… —Eres una mujer joven. Y —La Dra. Rothaus se apalancó fuera de la mesa—, pasaste por el archivo 1899. Conozco el archivo.

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FORO’ Libros Del Cielo —Pero pensé que no le gustaba estar a cargo de él —Su vaga aprobación me estaba haciendo audaz. —¿Quién dice que lo hago? —Volteó una esquina arrugada en la alfombra en su lugar con la punta del pie de un zapato—. Soy la experta mundial sobre la influencia de Cézanne en los pintores americanos de los primeros años del siglo XX. Edward Willing fue solo uno de muchos. Quería este trabajo, venia con él. Por supuesto, los bibliotecarios obtienen los papeles interesantes. Junto con todos mis deberes curatoriales, obtengo el kitsch. Tuve que preguntar. —¿Están sus cartas a Diana escaleras abajo? Ella suspiró. —¿Qué pasa con las chicas y las cartas? Mi marido me deja mensajes en el espejo del baño escritos con jabón. Totalmente no permanente. Realmente maravilloso… —Se interrumpió y frunció el ceño. Hubiera pensado que parecía un poco avergonzada, pero no pensé que la vergüenza estuviera en su repertorio—. De todos modos. La mayor parte de la correspondencia entre los Willing se encuentra en colecciones privadas. Él tenía sus cartas con él, en París, cuando murió. En un acto noble, pero equivocado, en última instancia, su abogado las envió a su sobrina. Quien las puso en un horrible libro que ella ilustró. Su hijo las vendió para financiar la publicación de seis libros de poesía aun más horribles. Confío en que hay un círculo del infierno para los poetas terribles, que profanan el arte. —He visto los libros de poesía en la biblioteca —le dije—, los que tienen pinturas de Edward en las portadas. No me atreví a leerlos. —Chica lista. Supongo que cosas peores se han hecho, pero no muchas. Por supuesto, hubo ese espantoso espectáculo de televisión para niños que hacia moverse uno de sus paisajes. Pusieron canguros en él. Canguros. En el este de Pennsylvania. —He visto ese, también —admití. Lo odiaba—. Lo odié. No tanto como la naturaleza muerta, donde Tastykakes sustituyó una naranja con una magdalena, o el retrato de Diana vestida con un sujetador de deportes Playtex, pero casi. —Oh Dios. Trato de olvidar lo del sostén. —La Dra. Rothaus se estremeció—. Bueno, supongo que lo hacen mucho peor que los pintores muy famosos. Pobre Van Gogh. Todos esos anuncios de ayuda auditiva. —Sí. —Compartimos un momento de silencio, por respeto a la oreja de van Gogh. Entonces, después de haber esperado tanto tiempo como pude, le pregunté—: ¿Alguna sugerencia...? Se encogió de hombros. —Willing no mantuvo mucho después de 1899. Lo que tenemos son fragmentos, en su mayoría, basura que sus familiares encontraron, porque estaban en la otra cara de las facturas o en correspondencia comercial. Pero... —Acechó uno de los armarios. El cajón del archivador inferior rallado resonó mientras lo sacó—. He encontrado este en el archivo de 1902, pegado a un recibo de raquetas de nieve. Había

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FORO’ Libros Del Cielo escrito la dirección de un crítico por el otro lado. Hay un rumor, dicen que el crítico una vez encontró un montón de estiércol en su escalón de enfrente, pero nunca lo he visto verificado. De todos modos. —Me dio una sola hoja de papel amarillenta, provista de una mangua de archivo claro—. Esto tendría que hablar contigo... ¡No así! ¡Sujeta los bordes! Me sonrojé y sostuve los bordes. La escritura era familiar: en negrita y de punta, la tinta se desvaneció un poco a índigo. Stuyvesant Gumm, se leía. 1966 calle Spruce. Todo alrededor de la escritura eran pequeñas líneas en relieve. La l de “calle” se topó con un desgarro que había llegado a través del otro lado del papel. Le di la vuelta. Edward había escrito: 1) Ella roncaba como un oso. 2) Dejó sus zapatos en el centro de la pista y justo delante de la puerta. 3) Pensó que era divertido poner espárragos y frijoles en el menú para entretener a mis padres. 4) Insistió en que la col rizada era buena para mi digestión. 5) Insistió, más firmemente, que los solitarios paseos bajo la lluvia eran buenos para mi temperamento. 6) Escondió el chocolate. 7) Tiene pies como de ganso. 8) Llenó mis bolsillos del abrigo, conLa lista se detenía ahí, la ultima palabra terminando en una barra y con una mancha. —Wow —dije. La Dra. Rothaus estaba claramente menos conmovida. Estaba recogiendo pelusa invisible de su suéter. —Nunca he sido capaz de decidir si es increíblemente romántica o si es solamente muy lamentable. Para mi no había comparación. Todo lo que podía pensar era que Edward estaba tan devastado, que estaba siendo confortado al recordar las cosas buenas, las cosas acerca de Diana que él amaba. Eso, probablemente, era la única forma en que podía pasar ese día en particular enfocándose en las cosas que no tenía. Así se lo dije. La Dra. Rothaus resopló—: ¿Cómo iba a saber que te ibas a poner toda rapsódica acerca de esa lista? Dios, la juventud. ¿Estas enamorada o solo eres una molesta romántica en general? —Ninguna —dije—, solo pienso que esto es asombroso. Sosteniendo la lista rompecorazones de Edward, sentí ganas de llorar. Bien, el tiempo del mes no ayudó, pero sentía mucha lastima por mi misma. Nonna diría que se trataba de una maldición, me imaginé que debí haber sido una bailarina de tres tiempos llamada Ginger, en una vida pasada, para merecer donde estaba en esta época. Adorar a un tipo sin latido cardiaco,

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FORO’ Libros Del Cielo todo a menos de dos kilómetros de uno vivo, que no tenía absolutamente ningún interés en hacer que mi corazón lata un poco más rápido. —¿Por qué es asombroso? —La voz aguda de la Dra. Rothaus me sacó de mi partido de compasión—. Para tomar prestada una página de tu libro, ¿hace alguna diferencia quién era Edward Willing como artista? ¿O podrían posiblemente ser sólo tonterías sentimentales? Pensé que tal vez habría podido ser una buena maestra. Si no hubiera ahuyentado diferentes opiniones, o solo de cualquiera, quien tuviera una de Willing. O, tal vez, yo solo estaba lamentablemente agradecida de ser capaz de tener una conversación real con alguien acerca de Edward. —Pienso que él pintó del modo que lo hizo —respondí—, porque tenía algo perfecto con Diana. Me preparé para su siguiente visión mordaz y casi me caigo cuando se acercó a acariciar mi mano. Su anillo de boda era una pesada banda de oro martillada que probablemente podía clavar uñas. —Nada más que el café ocasional es perfecto —dijo, no sin amabilidad—. Permíteme compartir algo de sabiduría, chica Willing. Las relaciones son como el guacamole. Aplastas una molesta deformidad e inmediatamente otra aparece. Me pareció bien intencionado, sin embargo, así que pensé que podría ser un buen momento para informarla. —Um, mi nombre es Ella. Marino. —Oh, sé quien eres, señorita Marino —replicó—. ¿Voy a mencionar de nuevo que la Fundación Willing no lo hace? —No, Dra. Rothaus —dije tímidamente—. No hay necesidad. —Excelente —La Dra. Rothaus se encabezó a la puerta—. Puedes llamarme Maxine. Buena suerte encontrando algo que no tengo. Y no llores sobre los materiales. *** Tres horas más tarde, lancé la mochila en mi silla de escritorio en casa. —No digas nada —le dije a Edward—. Hoy me metí a través de otro archivo de minucias mortales. No quiero saber que tú probablemente olías a vino tinto y queso azul. ¡Ah! —Levanté una mano—. Ni una palabra. Estaba cansada, hambrienta y comenzaba a entender por qué todos los curadores que alguna vez conocí eran todos gruñones. Me quité la chaqueta y caminé hacia el armario. Estaba colgada al frente al centro, un flujo largo de satén de algodón azul pálido. Reconocí las sábanas de la redecoración pre toile de mis padres, así como tomé en cuenta que no era ropa de cama. Era claramente un vestido. Me acerqué para tocar la parte superior drapeada y el plisado intrincado.

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FORO’ Libros Del Cielo —Bonito, ¿eh? Salté unos centímetros —¡Nonna! Estaba parada en mi puerta de entrada, sonriendo como un gnomo demente. —Para tu baile bajo el agua. —Se ve como… una toga. —Toga, —Olfateó mientras atravesaba la habitación para sacar el vestido del gancho—, es para los chicos en las fiestas tontas. Esto es para una diosa. —Lo sostuvo enfrente de mí—. Serás Salacia, diosa romana del agua. Seguía viéndose como una toga, y no una muy grande, aunque casi alcanzaba el piso. Mis piernas estarían cubiertas lo que seria algo bueno, excepto que, aparte de que pasara un poco de demasiado tiempo sin depilarme, no tenía mucho problema con mis piernas. No sabía que esto no fuera a funcionar. Solo no tenia idea en el momento, de cómo iba a hacer para que no sucediera. —Esto es terriblemente... increíble por tu parte, Nonna. Ella rodó sus ojos. —Ai, dieciséis años, con la boca inteligente y esa seguridad. ¿Crees que acabo de leer la Biblia? Una diosa, ella se divierte más que una santo. —¡Nonna! —¡Ah! —Me dio un codazo en el centro del pecho con el dedo medio—. Muy divertido, sí, pero un mal final si piensas que es para mantener el corazón de un niño que quiere sólo jugar. Salacia, ella dejó a Neptuno perseguirla y perseguirla para probar que su corazón era verdadero. No discutí. Mi comprensión de la mitología greco-romana es inestable, a lo sumo, y se deriva principalmente de los libros de Percy Jackson. Tenía mis dudas acerca del corazón de Neptuno, pero me imaginé que no seria inteligente mencionarle eso a mi abuela. Pasé una mano por el plisado perfecto. —Es increíble, Nonna. Yo simplemente no creo que… —No pienses. Pruébatelo. Por mí. Si no te gusta, no lo uses para el baile. Una vez más, me mordí la lengua. ¿Cual era el punto en tratar de explicar que gustarte algo y usarlo en público tenia casi nada que ver una cosa con la otra? —Está bien. Me lo probaré. Ella estaba ya de camino fuera de la puerta. —Volveré. Mientras me quitaba mis pantalones vaqueros y mi suéter, pensé rápidamente. Me imaginé que podía hacerla feliz y aun así estar cómoda en mi vestido de novia rallado. Lo guardaría en mi casillero; podía dejar la casa como la novia de Neptuno y llegar al gimnasio como la novia de Devy. Sadie

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FORO’ Libros Del Cielo ayudaría. Probablemente Frankie no, pensé mientras me desabrochaba el sujetador. Él estaría del lado de Nonna todo el camino. Abrí la puerta de mi armario y levante la bata de baño del gancho para poder ver por el espejo. Usualmente no hago eso cuando estoy desvestida. Pero estaba distraída. Hay un momento que todo el mundo conoce, cuando bajas la mirada a tu camisa blanca y te das cuenta de que has derramado refresco o yema de huevo o salsa de espagueti en ella. Esta ese flash de negación, seguido de la constatación de que la camisa esta probablemente en ruinas y que ciertamente nunca será la misma. Entonces, para algunas personas es: “Bueno, así es la vida. Sigue adelante”. Sigo sin haber alcanzado ese punto con la cicatriz. Recta, puede verse como una especie de huella de mano cerrada, como algo infernal que estaba detrás de mí, me agarró del hombro con un puño enorme, y me estruja. No la enfrento completa, usualmente, sobre todo no desnuda de la cintura para arriba. Una vez, en luna azul, me pararé de perfil, de lado izquierdo hacia el espejo. Si pongo mi cabello detrás de mi hombro y obtengo el ángulo correcto, todo lo que puedo ver, es lo que pudo haber sido: una piel suave, cuello alargado, senos de los que de hecho hubiera estado orgullosa. Como dije, no me molesto a menudo. No dejo a nadie mirar o bien, si me es posible evitarlo. Porque casi tanto como la propia cicatriz, odio las mentiras: —¡Oh, se ve mucho mejor que antes! —Cariño, no es tan mala como piensas que es. —Créeme, nadie está mirando. —¡La cicatriz no tiene nada que ver con lo que eres! Si, seguro. La gente que pasa el día entero con huevo en la camisa, al llegar a casa hace la prenda una pequeña bola y la tira a la basura, incluso sabiendo que hay un bote grande de blanqueador por encima de la lavadora. Me volví de espaldas al espejo y deslicé el vestido de Nonna sobre mi cabeza. Le debía mucho, especialmente teniendo en cuenta el esfuerzo que había hecho. Había cosido una especie de media manga en el lado derecho, pero estaba diseñada para cubrir la parte superior de mi brazo. La tela llegaba a mi hombro, un nudo intrincado que se detenía justo debajo de mi oreja y luego envuelto abajo a través de mi pecho, dejando a mi brazo izquierdo desnudo. Había unido unos de los cordones de oro de los días de pre decoración toile sobre la espalda. Cuando lo até tirando arriba algunos de los materiales, la falda cayó al piso en una elegante columna.

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FORO’ Libros Del Cielo —Oh. Oh, Fiorella. Molto carina74 —Nonna había regresado. Se detuvo en la puerta, sus dos manos sobre su corazón—. Eres hermosa. Me volví a regañadientes para hacer frente a mi reflejo de nuevo. Lo poco de maquillaje que me había puesta eso mañana se había ido y probablemente debí lavarme el cabello esa mañana y, las puntas de mis calcetines rayados, se estaban asomando por debajo de la orla azul. Pero me veía bien. Tal vez incluso un poco mejor que eso. El vestido ciertamente escondía la cicatriz. Seguía sin poder usarlo en el baile pero… —Grazie75, Nonna. Es hermoso. Entró a la habitación arrastrando los pies, agarró mi mano y la apretó hasta que se abrió plana, la palma hacia arriba. —Tu nonno me dio esto el mes antes de que muriera. Ahora te lo doy a ti. El calor provenía de su agarre. Lo sentí y supe lo que era antes de mirar. —Nonna, no puedo. Es tu collar Tiffany… —Es tuyo ahora, mi niña del mar. Dobló los dedos cerrados, me pellizcó duro la mejilla y volvió a salir de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Abrí mi mano y la cadena se deslizó entre mis dedos. El colgante de plata de estrella de mar brillaba suavemente. Se veía completamente diferente contra el beige cálido de mi piel de lo que siempre lo hizo frente a los rígidos vestidos negros de Nonna. Había parecido demasiado caprichoso en las ocasiones en que había llevado puesto, un peculiar y poco práctico regalo de un marido que no había vivido para verla usarlo. Nunca pensé acerca del hecho de que, como Estella Marino, ella era literalmente estrella de mar. Que mi abuelo tuvo. —Supongo que no tengo muchas opciones ahora —dije en voz alta. —Lo admirable, querida Ella —Vino la respuesta de Edward—, es que alguna vez pensaste que la tenías.

74 75

Muy lindo Gracias

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La Isla Traducido por purpleliem Corregido por LuciiTamy

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or lo tanto, ¿lo importante es el comienzo de La Tempestad? ¿Alguien? Sí, Chase.

—Bueno, es una isla. Usted sabe. Al igual que en Lost76, con un montón de gente que estuvo allí primero y luego el grupo que naufragó, luchando. —Cierto, ¿Y…? —¿Y… qué? —De acuerdo. Tal vez debería ser mas especifica. Vamos a hablar de por qué el lugar fue importante para la historia de amor de MirandaFerdinand. ¿Nadie? ¿Que hay acerca de ti, Ella? —¿Honestamente? Es todo. Quiero decir, ella ha estado en la isla casi toda su vida. Es su mundo. No conoce nada más. Entonces de pronto, es rodeada de todas estas personas que son como alienígenas… —Shh, tranquilos. Dejemos a Elena llevar esto. Continua, Ella. —Así que, bueno, ella ve a Ferdinand y es amor a primera vista. Pero, ¿qué si ellos hubieran sido del mismo mundo o qué si ella hubiera conocido más hombres además de él? Prácticamente tenían que enamorarse, ¿no? De lo contrario, toda la historia se cae a pedazos. ¿Pero y qué si hubieran tenido más información acerca uno del otro? ¿O qué si hubieran estado en Nápoles cuando su padre era el duque? —Una buena pregunta. Has estado en Nápoles. Imagínala quinientos años atrás. ¿Ha hecho una diferencia? —Nunca he estado en Nápoles Sr. Stone. Pero sí, en cualquier parte habría sido totalmente diferente. No es acerca de Italia, es acerca del aislamiento y libertad y querer más de lo que tienes. —Cierto, cierto. Pero… estaba tan seguro. ¿No hablaste acerca de Vesubio cuando leímos Los Últimos Días de Pompeya? —Creo que tal vez me está confundiendo con alguien más. —No, no. Estoy casi seguro que eras tú, ¿no eras? Fue una serie de televisión estadounidense que emitió American Broadcasting Company (ABC) entre 2004 y 2010, hasta completar un total de seis temporadas. La serie narra las vivencias de un grupo de personas en una isla tras sobrevivir a un accidente aéreo. 76

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FORO’ Libros Del Cielo —No, no era. —Oh, ahora, Ella. Recuerdo claramente algo acerca de los aspectos purificantes del fuego… oh. —Aspectos equivocados, Sr. Stone. —Cierto, cierto. Por supuesto, mi error. Muy bien, no ha pasado nada. Por lo tanto, sobre las islas…

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El Bano Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Melii

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l señor Stone es un imbécil. —Ese fue el saludo de Alex cuando me encontró en el salón la tarde del viernes.

—Probablemente. —Concordé, haciéndome palanca fuera de la esquina donde había estado esperando, en nerviosa Hannanda alerta, hasta que él apareciera—. Pero no creo que él pueda ayudar. —Generoso de tu parte. —Alex osciló la mochila del hombro izquierdo hacia el derecho, entonces, como si fuera la cosa más natural del mundo, tiró de la mía fuera de mi mano. Estuve demasiado sorprendida para detenerlo. Giraron unas cuantas cabezas a medida que avanzábamos. Me hubiera encantado reunirme con él a una cuadra de la escuela, pero había precedido a mi cobardía, deslizando una nota en mi casillero en la mañana. “Vestíbulo, 3:15”. No hice caso de las miradas cuando Alex abrió la gran puerta delantera para mí, mi bolsa fuertemente sujetada colgando de su muñeca. Pensé que cualquier especulación sólo duraría el tiempo que tomáramos para poder salir a la calle en frente de la escuela. Para entonces, por lo menos un: —Espera. Espera. ¿Alex Bainbridge se fue con Freddy Krueger? —Se habría encontrado con un—: Sí. Está en su tutoría de francés. Winslow lo está obligando. Porque él le hubiera dicho a Amanda, y Amanda le hubiera dicho a quien fuera que le importara. Esa es la cosa acerca de Willing: Siempre hay alguien feliz de hacerte saber exactamente cuál es tu lugar. Empecé a girar hacia la parada de autobús más cercana. Alex se volvió hacia el otro lado. —Suivez-moi77 —ordenó. Así que lo seguí—. Bon. Je pensais que nous irions78. —Alex. —Se detuvo. —Ella. —No hagas eso, lo de la inmersión. —Mais, c'est très important79. 77 78

Sígueme. Bien. Pensé que lo harías.

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FORO’ Libros Del Cielo —Alex. —Ella. —Por favor. Sé que haces esto con otros perdedores lingüísticos, pero me hace sentir como si debiera tener una gran P de “Perdedor” pintada con labial en mi frente con alguna caligrafía francesa cursiva. —¿A menudo te contemplas decorándote de esa manera? —Me echó un vistazo hacia abajo. Yo llevaba el cuello alto de Siena de nuevo, pero mis propios jeans. Con un gran caballo de mar azul de la fuente del museo de arte que iba desde la rodilla hasta el pliegue de mi muslo. —Sí —admití—. Lo hago. —¡Quelle horreur!80 —declaró, sus ojos redondos en señal de falsa angustia. —Casse-toi81. —Soltó una carcajada que sonó como un sello. —Très bien, Mademoiselle Marino82. ¿Tienes más? —Un par. Frankie me dio una copia de cómo ofender a los franceses cuando me las arreglé para conseguir una B en el 1B el año pasado. —Bueno, yo nunca intercambio insultos en una primera cita. No soy esa clase de hombre. Pero después de dos o tres... —Me gustó que él hubiera dicho "cita", en lugar de "sesión de tutoría." Incluso si no fuera una por completo y él no lo dijera en serio. No podía evitarlo. Él tintineaba sus llaves en la mano mientras caminaba. —Ya sabes, te he buscado por todos los pisos. No has estado dibujando en nuestra puerta. —Por supuesto, no había una cosa nuestra. A menos, por supuesto, que se refiriera a nuestra como en "Nosotros visitamos Francia con regularidad suficiente como para estar en francés 5.” —Pensé que debería rendirme —dije brevemente. —¿Por qué? —Debido a que miraste a través de mí. Porque podría ser lamentable, pero no soy estúpida. Porque se lo prometí al muchacho aquel que nunca me decepciona. —No había manera de que se convirtiera en la forma en la que quería. —Es una lástima. —Sí. —Habíamos llegado a una playa de estacionamiento. Alex se detuvo. —¿Conduces a la escuela? —exigí. Me hizo un gesto delante de él a través de la ruptura de la cerca.

Pero es muy importante. ¡Que horror! 81 Vete a bañar 82 Muy bien, señorita Marino. 79 80

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FORO’ Libros Del Cielo —No todos vivimos a cinco cuadras de distancia —disparó él. —Son ocho, en realidad. —Está bien, ocho. Y a veces camino. Me imaginé el tramo comprendido entre Willing y Society Hill, donde sabía que vivía, en algún lugar cerca de Sadie. Era una gran distancia, y no una particularmente escénica, sobre todo a las siete y media de la mañana. —¿Sí? ¿Cuándo fue la última vez? —No respondió de inmediato, a la cabeza ahora entre los coches aparcados. Pasó junto a un jeep grande que todavía tenía sus placas de distribuidor, un Lexus de baja altura y de dos puertas, y un rápido BMW negro, todos parecían justo el tipo de coches que él poseería. —Abril del año pasado —admitió finalmente—. Pero ha estado lloviendo mucho, así que eso tiene que contar algo —Se detuvo junto a la puerta del copiloto abollada de un viejo Mustang de color verde—. Su coche, mi señora. —¿En serio? ¿Este es tu coche? —La puerta hizo un sonido terrorífico cuando la abrió. —Está limpio —espetó, y me di cuenta que había perdido por completo mi punto de vista. —Es increíble. Y así era. Conozco un montón de nada sobre los coches, pero sí sé que el día más triste de la vida de mi padre fue el día en que vendió su Mustang 1972 a su sobrino, Paulie. Lo había comprado de su propio tío, el propietario original, y pasó diez años de sábados por la mañana aspirando el piso y puliéndolo. Había fotos de él, la cabeza llena de cabello y una sonrisa enorme, apoyado en el capó del auto de carreras rayado o sacando la cabeza por la ventana del lado del conductor. Había una foto de la parte trasera, "Recién Casados”, escrita con jabón en la ventana, latas de cintas pegadas atrás mientras llevaban a mis padres para su luna de miel en Atlantic City. El de Alex era aún mayor de lo que el de mi padre había sido, y en forma visible más áspero. Pero, como él dijo, estaba limpio y era muy, muy guay. Se lo dije. Él sonrió. Luego ordenó—: ¡El cinturón de seguridad! — Mientras guardaba las mochilas en el asiento trasero. Yo estaba intentando obedecer. Ya había explorado el auto buscando la cinta de seguridad. El clip donde yo esperaba que estuviera, al lado de mi cadera izquierda en el asiento. —Oh, sí. Me olvidé de mencionar que esto un cinturón de seguridad. — Metió la mano por encima de mí, con su brazo rozando mi pecho, su pelo apenas rozando mi pómulo mientras ponía el cinturón en la grieta entre el asiento y la puerta. Me quedé sin aliento. Y me sobresalte un poco cuando él empujó las piezas con un fuerte chasquido.

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FORO’ Libros Del Cielo —Piezas antiguas —Se disculpó. Partes temblorosas, pensé, mientras mis entrañas se calmaron. Un poco. —Lo encontré —Me dijo, acariciando el volante con afecto. Era de plástico duro, con abolladuras—. Es un Coupe GT 68, sólo dos dueños antes que yo. Lo voy a restaurar durante el verano. —¿Tu solo? —Me gustaría. No, hay un tipo en el oeste de Filadelfia que se especializa en Fords. Pero quiero hacer algo por mí mismo. Cualquier cosa que él me enseñe. —Pensé en hablarle de mi padre y su '72. No lo hice. —Mira. —Tocó el odómetro—. Sólo ochenta y cinco mil millas. Y — añadió con evidente orgullo—, es una radio AM. Sólo AM. —Empujó uno de los botones saltados. Escuchamos estática antes de girar el dial. Una difusa canción de Real Thing llegó a través de los altavoces. Es uno de los favoritos de Frankie. Me senté de nuevo, preguntándome lo qué Frankie diría sobre el coche. Había sido inhabitualmente reservado, distante, cuando mencioné que las sesiones de tutoría, de hecho, serían en la casa de Alex, nada menos. —Mientras el equipo entero de Lacrosse no piense que pueden conseguir una cita contigo después... —Fue más o menos todo lo que dijo sobre el asunto. Sadie entró, después de una pausa larga y pesada—: Creo que su casa es un IM Pei83 —Le había prometido mandarle un e-mail si sucedía algo interesante. Le dije a Frankie—: Me aseguraré de que estés CC84 con el equipo. Había unos pequeños par de palos de Lacrosse cruzados colgando del espejo retrovisor de Alex. Los toqué y giré en un círculo tambaleante. —¿Cómo está yendo la temporada? —pregunté. Parecía una conversación segura: su deporte. —Está bien. Estamos tres y dos hasta el momento. Pero Chase podría estar fuera durante unas pocas semanas. Tiene tendinosis. —Eso es muy malo —murmuré. En lo que a mí respecta, la ausencia de Chase Vere sólo podía ser una buena cosa. Alex me lanzó una mirada rápida, pero no respondió. Condujo en la manera en que parecía hacer de todo: sin problemas, con confianza, con un pequeño esfuerzo visible. Navegamos hasta la calle Broad, el asfalto rugoso, vibrando a través de mi asiento, las paredes de piedra blanca del palacio municipal que se avecina. Hay algo bastante impresionante sobre la entrada en Center City desde el sur de Filadelfia, algo impresionante y alentador y hermoso aún.

Es un arquitecto estadounidense de origen chino. Nació en Cantón, en China. Significa "copia de carbón". Cualquier persona incluida en el campo CC: del mensaje recibirá una copia del mismo cuando lo envíes. 83 84

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FORO’ Libros Del Cielo Hay una estatua de William Penn, fundador del estado, en la parte superior del Ayuntamiento. Durante cien años, no había nada en la ciudad que se pudiera construir que fuera más alto que el sombrero de Billy. Entonces, uno a la vez, grandes edificios se elevaron. De cristal azul, acero negro, arcos y capiteles. Pero de alguna manera, Billy siguió siendo visible desde una docena de diferentes ángulos, de todo el camino en mi barrio. Esperé mientras Alex giró justo al lado de la calle Broad. Cada vez que Leo y su unidad cerca del círculo de amigos del Ayuntamiento, gritan, "Boner" Tiene que ver con una de las manos de Billy y cómo se ve la estatua desde determinados puntos de vista. Incluso Frankie ha sido conocido por saludar de mano. Me emocioné cuando Alex no dijo nada. Nos dirigíamos al Este ahora. Los grandes edificios comerciales pasaron para dar paso a los más pequeños, a continuación, a las casas solamente, y luego a casas grandes. Alex dirigió el coche por una calle estrecha, y luego otra, esta vez llena de altos muros de ladrillo y grandes puertas de garaje de madera. Jugueteó con la caja de plástico unido a la visera, y una de las puertas rodó lentamente, abriéndose para revelar el Porsche que había visto en el restaurante y suficiente espacio para estacionar el Mustang a su lado. —Papá estará en DC durante toda la semana —dijo mientras subíamos—. Así que puedo utilizar el garaje. Aparcar es un infierno por aquí. —No sabía si poner los ojos en blanco o simpatizar. —¿Esta tu mamá en casa? —Realmente no sabía lo que sentiría al ver a Karina Romanova en su propia casa. La Verdad: me preocupaba cómo se sentiría ella acerca de verme en ella. —¿Por qué te preocupa que pueda estar aquí? —¿Por qué lo haría? —Alex me dio una mirada extraña mientras empujaba una pequeña puerta a un patio de ladrillos. —No, ella está en el estudio hasta la medianoche. Somos tú, yo, y el equipo de lacrosse. —Me veía con una claridad increíble en la enorme pared de vidrio que era toda la parte trasera de la casa. Yo era pequeña, oscura y helada. —Estás bromeando, ¿verdad? —Junto a mí, el reflejo de Alex me miraba dos veces más grande y justo igual que siempre. —Bromeas, ¿No? —Asentí con la cabeza. Es evidente que no con bastante énfasis. —Cristo, Ella. ¿Quién crees que soy? —Suspiré. Honestamente, no lo sabía. —Creo que es probable que un tipo estupendo, Alex. Pero vamos a decir la verdad aquí. En realidad no nos conocemos.

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FORO’ Libros Del Cielo —Oh, vamos. Hemos ido juntos a la escuela por dos años y medio. He estado en Marino... —Se detuvo. Suspiró—. Está bien. Muy bien. Así que vamos a cambiar de tema. Ahora. —Y abrió la puerta de su casa. Era enorme, incluso para el barrio. Era sorprendentemente moderna, sobre todo para el barrio, todos los techos de catedral y grandes extensiones de suelo de piedra. Todo era de acero y granito y vidrio. Noté una obra de Calder —una docena de hojas como placas de metal negro unidas por alambre de plata— sobre la mesa del comedor blanco brillante. Las sillas eran de plástico negro Eames. Cuando miré más allá del comedor en el salón palaciego, vi un sofá de cuero y acero, que probablemente tenía un gemelo en el MoMA85. Este lugar era el sueño de una chica moderna y rica. No me gusta. —Bonita casa —Le dije cortésmente. —Gracias —dijo Alex de plano, y abrió el camino a la negra y cromada cocina—. Personalmente, creo que es como vivir con demasiada comodidad. —Oh, no. No lo es... —Lo observé, y apretó un botón en la parte frontal de la deslumbrante y brillante nevera. Un panel se deslizó hacia arriba, mostrando cuatro grifos. Alex arqueó una ceja—. Oh. —Sí. Nunca se sabe lo que está al acecho. Por lo tanto, puede que te interese el agua normal, agua con gas, el té verde helado, o ¿Coca-Cola Light? O... —Abrió la puerta con un gesto, mostrando un espacio que parecía casi tan grande como el congelador en el restaurante. Estaba sorprendentemente vacío, a excepción de...—, Coca-Cola regular, leche, leche de soya, jugo de uva, limón, soda italiana, y tres tipos de champán, que, por mucho que me gustaría ofrecerte, no son para las primeras citas, tampoco. Me sentía más en mi zona de confort aquí de lo que él podría haber imaginado. Se parecía mucho al frigorífico de la madre de Sadie, desde la botella de yogur sola y sin grasa hasta las aceitunas verdes, y sin abrir, envueltas en papel aluminio, la caja de trufas de chocolate belga que alguien, algún invitado desubicado, había traído como un regalo. Señalé la soda de limón. —Chica inteligente —dijo Alex. Me entregó la botella, y luego metió la mano en un armario cercano para dos vasos. Mi corazón tartamudeó dos veces, primero, cuando estuve a punto de dejar caer uno, que era muy pesado, luego otra vez cuando me di cuenta de que el vaso costaba mucho más que mi mesada. Por el momento, todo lo había agarrado con fuerza, Alex había descubierto una bolsa de patatas fritas de soja gourmet en la parte de atrás

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Museo de Arte Moderno.

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FORO’ Libros Del Cielo de lo más alto del armario. —Mi madre resiste la tentación —dijo secamente—. Lo siento. Me comí todos los Doritos. —No es un problema. —En mi casa, tengo que estar parada en la plataforma superior de la escalera para llegar a los Doritos, Milanos, y mantequilla de maní. Mi madre resiste la tentación, también. —Adelante y hacia arriba. —Con mochilas y chips de soya en la mano, Alex se dirigió hacia la parte delantera de la casa. Se encontraba en silencio, ninguno de los sonidos de la calle a los que usualmente estás acostumbrado cuando vives en una ciudad. Podía oír cada leve gemido de mis Chucks en el suelo de mármol. Estaba sólo unos pocos grados demasiado frío, demasiado. Al igual que un museo. Me hubiera gustado haber deambulado un poco, como en un museo. Había esculturas esparcidas por el piso de abajo, incluyendo la burbuja reclinable de tamaño natural que estaba vertiginosamente segura que tenía que ser un desnudo de Moore. Había cuadros, también, que estoy segura eran originales y no tenían precio, probablemente, y probablemente de artistas contemporáneos famosos. No es mi fuerte. Subimos un enorme escalón de las escaleras, y otro. Y otro. Alex abrió una puerta a la luz brillante, cálida bienvenida, y un olor muy débil de calcetines. Se trataba claramente de su habitación. Aquí, todo era de colores y un poco de desorden: la cama grande, baja, hecha, pero, evidentemente, a toda prisa, un único zapato deportivo en el centro de la pista, documentos no identificados y novelas gráficas dispersas en el mostrador/escritorio que corría toda la longitud de una pared. Había una enorme televisión incorporada, y un pequeño cubo que sostenía un iPod Bose, aún más pequeño. Era la habitación de un niño rico. A mí me gustó. Alex se encogió de hombros de su chaqueta y la echó sobre la cama. Cuando llegó a la mía, traté de recordar si había tomado el tampón del bolsillo. Lo imaginaba volando por la habitación. Pero Alex colgó la chaqueta con cuidado sobre la parte de atrás de su silla de escritorio. —Está bien. Primero lo primero. Tres cosas que no quieres que yo sepa de ti. —¿Qué? —Lo miré boquiabierta. —Tú eres la que dice que no nos conocemos. Así que vamos a ir al grano. Ah, pero esto era muy fácil: 1. Estoy usando mi más vieja y más fea ropa interior. 2. Creo que tu novia es mala y debe ser destruida. 3. Soy una criatura mentirosa, ladrona que habla con los muertos y piensa que debe ser tu novia, una vez que la mencionada se encuentre fuera de la imagen.

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FORO’ Libros Del Cielo Me imaginé que era casi todo. —No creo… —No tiene que ser embarazoso o mayor —Alex me interrumpió—, pero tiene que ser algo que te cueste un poco compartir. —Cuando abrí la boca para oponerme otra vez, me apuntó con un dedo largo en el centro de mi pecho—. Se abrió la caja de Pandora. Así que siéntate. Había una silla de terciopelo, con forma divertida, cerca de mis rodillas. Me senté. La silla rápidamente se amoldo a mi trasero. Supuse que eso significaba que era cara, y no peligrosa. Alex se dejó caer sobre la cama, colocando a su lado su codo doblado y la cabeza apoyada en su mano. —¿No puedes ir primero? —pregunté. —Se abrió la caja... —Vale, vale. Que estoy pensando. —Me dio unos treinta segundos. Entonces: —Tiempo. —Tomé un respiro. —Tengo una beca completa en Willing. —Una cosa que Verdad o Reto me ha enseñado que no se puede ser demasiado orgulloso y aun así esperar obtener nada valioso de este proceso. —Siguiente. —Estoy aterrorizada de un montón de cosas, como los relámpagos, conducir con cambio de marchas, y nadar en el océano. —Su expresión no cambió en absoluto. Él acaba de tomar mis respuestas. —La última. —No te voy a hablar de mi ropa interior —murmuré. Se echó a reír. —Lamento escuchar eso. ¿Ni siquiera el color? —Quería fruncir el ceño. No pude. —No. Pero te diré que me gustan las anchoas en la pizza. —¿Eso se supone que es consuelo por ocultar la información sobre ropa interior? —No es mi preocupación. Pero tú dime algo, ¿es algo que confesarías por todo el comedor? —Probablemente no —Concordó. —No lo creo. —Me acomodé más profundamente en mi silla. No escapó a mi atención que, una vez más, me sentía muy relajada en torno a este chico. Una vez más, no me hizo especialmente feliz—. Tu turno. Pensé en mi promesa de Frankie. Esperaba en silencio que Alex me dijera algo para que me gustara aunque sea un poco menos. Estaba lista.

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FORO’ Libros Del Cielo —Lloré mucho durante mi primera vez en el campamento, mis padres tuvieron que venir a buscarme cuatro días antes. —Yo nunca fui a un campamento. Siempre me pareció un poco idílico para mí. —¿Cuántos años tenías? —Seis. ¿Por qué? —¿Por qué? —Me imaginé a un muy pequeño Alex en una camisa de Spider-Man, abrazando el conejo raído, ahora sentado en la plataforma por encima de su equipo. Suspiré—. Oh, ninguna razón. Siguiente. —Odio Titanic, The Notebook, y Twilight. —¿Qué piensas de Ten things I hate about you? —Oye —me espetó—. Yo no hice preguntas durante tu turno. —No, no las hiciste. —Estuve de acuerdo gratamente—. Contesta, por favor. —Está bien. Me gustó Ten Things. ¿Satisfecha? —No, en realidad. —Alex —dije tristemente—, ya sea que no tengas totalmente ni idea acerca de lo que quiero saber de ti, o tu próxima revelación sea que tienes una reacción desagradable a la kriptonita. —Me miraba como si le hubiera hablado swahili. —¿De qué estás hablando? —Sólo llámenme Lois. Negué con la cabeza. —No importa. Continúa. —He sido conocido por bailar delante del espejo —Se encogió un poco—, Thriller. Y ahí estaba. Alex ya sabía que yo era una cobarde, sin un centavo, con una predilección por el pescado apestoso. Yo sabía que él era oficialmente adorable. Se levantó de su codo e hizo girar sus piernas alrededor hasta que estaba sentado en el borde de la cama. —Y en esa nota humillante, ahora te haré traducir las palabras en francés del cuarto de baño. —Cogió un fajo de papeles del suelo—. Tengo estas hojas de trabajo. Son excelentes para los verbos irregulares... —Hoy no. —Me lanzó una mirada y mantuvo los documentos arrastrando los pies. —Está bien —dije—. D’accord. Pas de papiers aujourd’hui. S’il vous plaît, Alex. Je... je fais les choses la dernière fois86. —Prochaine87. Muy bien. Sin necesidad de papeles actualmente. Por favor, Alex. Yo... Hago las cosas la última vez. 86

87

Próximo.

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FORO’ Libros Del Cielo —¿Qué? —La prochaine fois —corrigió—. La próxima vez. Dernière fois es "la última vez”. Ni siquiera voy a empezar en el uso de tu verbo. —De acuerdo. La dernière... lo siento... prochaine fois. ¿Cómo se dice “te estoy pidiendo”? —Je t'en supplie —respondió. Entonces—: Eres consciente de que para hablar mejor francés, en realidad tienes que hablar francés. —Oui, monsieur. Sin embargo, la Torre Eiffel seguirá en pie la semana que viene, y las papas fritas francesas seguirán siendo americanas. —Belgas. —Suspiró Alex—. Las papas a la francesa se iniciaron en Bélgica. Mira, yo no voy a obligarte a trabajar. Es tu elección, y no es mi trabajo. —La próxima semana —le prometí—. Te lo prometo. —Correcto. —Se frotó la nuca, empujando su cabello en una cola de pato poco gracioso—. Bueno, está bien. ¿Qué tal una película? — Funcionaba para mí. —Claro. —Se levantó, cruzó la habitación y abrió un cajón debajo de la televisión. Dentro había quizá un centenar de películas. Me quedé impresionada. Hasta que un gruñido—: No —Y abrió el cajón al lado de él, mostrando otras cien. Por aquel entonces ya estaba simplemente resignada, y retorciéndome más en mí asiento, esperando. Encontró lo que buscaba. Me dio una breve visión de la cubierta de cartón mientras cargaba el disco. Era inconfundible. —¿Parque Jurásico? ¿Vamos a ver Parque Jurásico? —Así es... en francés. —Un rato después, mientras que el abogado horrible salía corriendo del T-rex en el Porta-Potty88, apodado "Aidez-moi! Aidez-moi!89“, detrás de él, Alex pulió la última sabrosa tofu y suspiró feliz. —¡Me encanta esta película! —Tuve que admitir que también a mí. En el momento en que todo había terminado, que había aprendido todas las palabras correctas para todos los dinosaurios (más o menos igual como lo fueron en Inglés), y las variaciones múltiples de "¡Ayuda, por el amor de Dios!", lo que podría venir siendo muy útil para alguna vez en alguna de las actividades que me asustaban más. También pasaban las cinco. Tiempo de irme. Me desprendí de la silla, dejando una huella claramente de la forma de Ella, y recuperé mi chaqueta. Recorrí las varias puertas cerradas en la periferia de la habitación. —Um... ¿Cuarto de baño? —Alex señaló hacia las escaleras.

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Portable toilets - Baños portátiles ¡Ayúdame! ¡Ayúdame!

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FORO’ Libros Del Cielo —Piso de abajo, la primera habitación de invitados a la derecha. —Me dio una sonrisa brillante—. Mi baño está estrictamente restringido para las chicas. Me pregunté si mentía, si Amanda llegó a usarlo. Bajé las escaleras hacia un baño de revista perfecto. Orine. Me lavé las manos y olí la vela Diptyque. Dos veces. Sadie me había comprado una vez, un perfume de lavanda, después de que ella me sorprendió yendo de vuelta a su cuarto de baño tres veces para oler la de ella. Estaba en mi camino hacia la puerta cuando vi el dibujo. Era tal vez de ocho centímetros cuadrados, en un marco de oro labrado. Había visto unos como esos antes, en libros y museos, estudios rápidos para el placer, o para grandes obras. El Museo de Arte de Filadelfia cuenta con alrededor de una docena en la pantalla. Este era un desnudo femenino, visto desde atrás, sentado en lo que podría haber sido un tocador. Ella se cepillaba el pelo largo. Era claramente el trabajo de Edward, un modelo distinto al de Diana. Diana era larga y angular. Esta mujer parecía más pequeña, y sólo los dedos de los pies tocaban el suelo debajo de la banqueta acolchada. Era más suave, también, más redondeada. Había algo escrito a lápiz en la esquina inferior, manchada y descolorida. Me incliné hasta que mi nariz estaba pulsada casi contra el cristal. Narnia, parecía. Debo haber mirado fijamente durante mucho más tiempo de lo que parecía. Un toque en la puerta me hizo saltar. —¿Ella? —Un segundo más tarde—. Um... ¿Ella? ¿Estás bien ahí dentro? —Alex lucia la cara roja y sobresaltada cuando tiré la puerta abierta. Más aún cuando le agarré la muñeca con ambas manos y tire de él al cuarto de baño. En otro tiempo, podría haber tenido la cara igualmente roja. Sin duda habría sido incómodo, aunque no fue de mala manera. Pero por el momento, estaba demasiado ocupada en una parte diferente de mi cabeza. Lo solté y señalé el boceto. —Esa es una Willing. —¿En serio? —No se mostró particularmente impresionado. Más aliviado de que no me había caído y golpeado la cabeza o tenido algún percance similar. —Edward Willing. Tienes que saber quién es Edward Willing. —Miró más allá de mí. —Un pintor de Filadelfia. De principios del siglo XX, ¿no? Estuve en la clase de historia del arte el año pasado, ya sabes. —No lo sabía. En realidad no. —¿En serio? —Me senté en la parte trasera. Tú te sentaste en frente. Nunca vi tu cara durante la clase, pero recuerdo que discutías con Evers sobre Dalí. Recuerdo. No te gusta Dalí.

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FORO’ Libros Del Cielo —No mucho. —¿Si te gusta este tipo? —Sí. —Tomé un respiro—. Sí. Así es. Y tienes uno de sus bocetos. En tu cuarto de baño de invitados. —Lucía atrapado. Por lo menos tanto como yo hubiera esperado que lo hiciera. —Ella, mis padres compran lo que les dice su decorador que compren, y lo mostrarán en la sala que les diga que aparezca. —Miró de nuevo—. Este de hecho pudo haber salido de la casa de mi abuela, la mayoría de cosas viejas salieron de allí. —¿Hay más de Edw… de las piezas de Willing? —Me sentía mareada ahora. Alex me lanzó una mirada de disculpa. —No. Estoy bastante seguro de que no las hay. Pero hay un Picasso en la sala de estar. Y un muy, muy pequeño Matisse en el estudio. —Alargó ambas manos, como si me estuviera ofreciendo... todo, tal vez—. Mira, voy a mover este ahora. Voy a ponerlo en algún lugar más visible... —Busco por el marco. Pero yo se lo impedí. —No. No puedes. Sin embargo, gracias. —Claro. —Me di cuenta, entonces, mientras bajaba la mirada con el ceño levemente fruncido. Estaba de pie casi pecho a pecho con Alex Bainbridge, en un espacio muy pequeño. Retrocedí un paso y choqué con el inodoro. —Me debería ir —dije, un poco temblorosa—, debo llegar a casa. —Correcto. —Siempre educado, me dejó salir en primer lugar—. La semana que viene... La próxima semana, podemos tener nuestra sesión de tutoría aquí. Hablaremos de arte. O accesorios de baño. Te puedes sentar ahí arriba —Señaló el mostrador—, al lado del Willing. —Ahora, fuera del baño, y a unos metros de distancia de él, yo podía reír. —Está bien. Antes de que empieces a pensar que soy obsesiva y loca, tiene que haber algo, o la señal de algo, que te haga a ti lucir ridículo. —Él no perdió nada. —La señorita Winslow con un tutú. No... —Parecía un poco ridículo cuando dijo—: El Hombre Araña contra el Doctor Octopus. Julio de 1963. —Eso es un cómic, ¿verdad? —Suspiró. —Oh, Ella. —Entonces—. Vamos. Te llevaré a casa. —No tienes que… —Sí, lo sé. El sol se ponía cuando se detuvo en frente de mi casa. No había luces encendidas, pero podía ver en el restaurante. Ya estaba ocupado, Sienna y

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FORO’ Libros Del Cielo Leo estaban en dos mesas. Salí del coche y cerré la puerta. Luego me eché hacia atrás a través de la ventana. —Gracias por traerme. Fue muy amable de tu parte. —No te preocupes. Dado que estoy aquí, tal vez iré por Geno para un queso y carne. —Negó con la cabeza—. Viste lo que había en mi refrigerador. —Lo hice. Alex... —Podría invitarlo. Sería tan fácil. Una pizza, algunos de los tallarines de Nonna...—, pasé un rato agradable —dije. Cobarde, me regañaba—. No lo esperaba. —Sí, bueno, no puedes vencer a un buen ataque rapaz. La próxima vez, antes de empezar, te voy a mostrar mi colección francesa de cómics... —Movió las cejas hacia mí de una manera pervertida—. Entonces vamos a trabajar. —Está bien —Estuve de acuerdo—. Me parece bien. —Empecé a caminar por la acera. En lugar de ir a casa, me decidí ir a Marino. Ofrecer algo de ayuda. Papá lo agradecería. —Oye, Ella. —Me volví. —¿Sí? —Te veré mañana. —Debí tener la mirada perdida—. En el baile — agregó. —Oh. Sí. Nos vemos mañana. —Me volví hacia el restaurante. —Oye, Ella. —¿Sí? —J’ai passé un très bon moment, aussi90. —Cuando me lo quedé mirando otra vez, soltó un bufido—. Trabájalo. Lo hice, pero no antes de que se hubiera alejado. Había tenido un muy buen tiempo, también.

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También pase un gran momento.

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El Baile Traducido por ♥...Luisa...♥ & Munieca Corregido por Vericity & Deydra Ann

E

l suelo estaba lleno de algas, serpentinas de crepé y piratas en descomposición. O al menos eso parecía. La mitad de la población masculina de Willings se pavoneaba en camisas con volantes, pañuelos en la cabeza y maquillaje horrible. Aunque, para ser justos, algunos de los rostros contorsionados tenían más que ver con el esfuerzo, que con el pegote de vestuario de la tienda. Algunos chicos necesitan concentrarse muy duro si querían mover sus extremidades para trabajar con la música. Se veía como "Thriller" encontrándose con Titanic. Por supuesto, la otra mitad era cegadora. Como se predijo, reinaron las lentejuelas. Además, como se predijo, el traje de la elección fue una especie de falda (cuanto mas corta sea, mejor) combinada con un top de bikini (lo mismo). Vi, desde mi asiento en el borde del gimnasio, al tímido profesor de física vestido con un traje de espuma de caballito de mar teniendo una discusión, y meneando los argumentos en sus dedos, con una sirena sobre el tamaño de sus conchas. No pude oír lo que decían, pero los gestos de la mano, decían un montón. El maestro ganó; la Chica Concha se marchó en una rabieta. Se detuvo a mitad de camino del suelo para hacer un enojado movimiento Hokey-Pokey91 de la pierna para separar un trozo de papel de algas alrededor de su tobillo. Un grupo de mate-atletas la observaron con curiosidad. Uno, que llevaba lo que parecía un verdadero traje de buzo antiguo, incluso trató un movimiento experimental de su propia pierna antes de que otro le diera un codazo en silencio. —¿Teddy Roosevelt? —sugerí. Sadie y yo habíamos estado tratando de averiguar el traje del segundo mate-atleta durante unos minutos. Llevaba un traje de estilo 1930, con el pelo cuidadosamente peinado hacia abajo, y luciendo un bigote falso. —No hay gafas. Y no puedo ni siquiera empezar a imaginar la relación entre la bodega de Davy Jones92 y Teddy Roosevelt. —Sadie se arrancó un pelo de oro y suspiró.

Hokey Pokey, también conocido como el Cokey okey , TOKEY hokey , o Cokey Cokey , es una danza de la participación con una melodía distintiva de acompañamiento y letra estructura. Es bien conocido en los países de habla Inglés. 92 Legendario pirata de historias marinas. 91

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FORO’ Libros Del Cielo Tal vez su madre no había rematado su triunfo del Jinete sin Cabeza, pero no fue por falta de determinación. Lo que la señora Winslow no había logrado en la creatividad (que había ido por el camino de sirena), lo había hecho en los detalles. La falda de cola era de cuentas intrincadas y bordadas en una docena de tonos de azul y verde. Era bastante sorprendente. El problema era el corpiño: no es un bikini, pero no mucho mejor en cuanto a Sadie se trata. Era verde, muy bajo y con bordes de aspecto de vieiras93 que causan picazón. Se las arreglaba para estar cubierta por la peluca, pero eso era un problema en sí mismo. Era enorme, compuesta por cientos de tirabuzones en un rubio metálico. Para colmo, el traje incluía una brillante corona de tres puntas y un tridente de seis pies, con piedras y algas terminadas en seda. —Sadie —Había preguntado en voz baja, cuando ella apareció en mi casa, temblando y enredada en su peluca—. ¿Por qué no... —Sólo dile ¿en donde puede meterse su tridente? Pero eso habría sido malo. Sadie cede y lleva los trajes, porque es infinitamente más fácil que luchar—, vienes al lado y vamos a ver si Sienna tiene un chal que puedas pedir prestado? —Sienna ha sido dama de honor en once ocasiones. Tiene un chal de imitación para cada ocasión. Partimos para el baile con Sadie envuelta en brillante plata, Nonna saludando desde el pórtico. A Nonna le gusta Halloween, pero traza la línea en un disfraz, a pesar de que ha sido conocida por asustar a los niños pequeños mientras se cierne sobre ellos en su marcado negro, gritándoles que se acerquen por M&M’s. Dentro de la hora, Sadie y yo estábamos sentadas en los bordes del Willings paraíso/infierno bajo el agua, viendo el espectáculo y teniendo un tiempo no-malo. Lo hacía bien con mi traje de diosa del agua y Sadie lidiaba con ello. A diferencia de años anteriores, parecía más resignada que molesta. Para mí, el tridente a un lado, se veía bastante bien. Al ver mi disfraz, ella había realmente aplaudido y gritado. —¡Oh, Ella, eres hermosa! Cuando nos reunimos con Frankie en el jardín de rosas de la escuela, había dejó escapar un silbido. —Muy bien, Marino. Les hice señas a los dos fuera, murmurando—: Es sólo un vestido. —Un vestido hecho sólo para mí por una amorosa, engañada, abuela madrina y el cabello y el maquillaje a una hora de dolor en las manos de una hermana determinada. —¡Siéntate y deja de lloriquear ya! —gruñó Sienna, mientras me retorcía el pelo en espirales largos, sueltos y transfería el contenido de una

Los pectínidos, conocidos popularmente como vieiras, son una familia de moluscos bivalvos, emparentados de cerca con las almejas y las ostras. 93

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FORO’ Libros Del Cielo docena de botellas y tubos en mi cara—. ¿Ves? —Me había exigido al final, arrastrándome por delante de su gran espejo—. ¿Ves? Era sólo yo. Sólo que, aunque tenía que admitir, no del todo. Me veía más suave, brillante, un poco luminosa. Ahora, a la luz de cientos de faroles de barco falsos, todavía podía ver el resplandor de la crema fragante o lo que sea que Siena había frotado en mis brazos. A veinte metros de distancia, Frankie se retorcía con elegancia con la música, sus pantalones de campana balanceándose con él. Su cita, vestido con un traje de marinero de época coincidente, no era tan gracioso, pero era igual de bonito. —Exceso de Naval —Frankie había explicado los uniformes a la llegada—. Estamos “no preguntes”… —“No digas” —terminó Connor. Él se veía bien. No decía mucho: “no digas” lo personificaba. Pero claramente le gustaba bailar, al igual que a Frankie, y le hizo un cumplido a Sadie por sus zapatos, los cuales eran sandalias de peces-con-escamas-de-lentejuelas Jimmy Choo (Frankie los identifico en un latido), y muy geniales. —¿Tal vez un joven Jacques Cousteau… ? —Sadie seguía trabajando en el chico del traje—. Pero eso seria simplemente tonto. Quiero decir, ¿un traje…? Oh. No. Aparentemente, nuestro escrutinio no le había pasado desapercibido. Teddy-Jacques-Quien-quiera-que-sea, venía hacia nosotras, con una amplia sonrisa bajo el bigote que, noté, se estaba soltando de una esquina. —¡Buenas tardes, señoritas! —Era un estudiante de último año, pensé. Nosotras no habíamos tenido ninguna clase juntos; era AP de todo, pero pensé que recordaba haberlo visto durante la Actuación Nocturna en primavera, parte de un grupo a cappella. Hicieron una canción de los Black Eyed Peas, muy bien, de hecho. Era lindo también, en una pálida y larguirucha manera—. Walter Elias Disney —dijo con una reverencia—. A su servicio. —¿Walt Disney? —Sadie estaba obviamente muy intrigada para ser tímida—. ¿Um…? Él sonrió y agitó el brazo por el espectáculo detrás de él con una reverencia. —Los múltiples talentos de Johnny Depp a un lado, es discutible si nada de esto habría tenido lugar sin mí. Me pareció que lo más apropiado sería hacer acto de presencia. Asentí con la cabeza. —Voy a comprar eso. Se inclinó de nuevo, pero sus ojos se quedaron en Sadie. —¿Quieres bailar? —Oh. Yo... Oh. —Varias emociones inundaron su cara en un instante: el terror, el placer, la incertidumbre, y por qué-infiernos-no. Me lanzó una

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FORO’ Libros Del Cielo mirada. Le hice un gesto rápido, contundente. Yo estaría bien. Ella absolutamente debería bailar—. Claro —dijo. Y se fueron. Los vi durante unos minutos. Sadie lo hizo bien, a pesar de la pesada falda. Ella observa Dancing with the Stars religiosamente. Walt no era malo, o bien, no se agitaba demasiado. Dijo algo que la hizo reír. Parecía increíble. Cerca de allí, Frankie y Connor hacían una versión decente del “Swim” de los años sesenta. Recorrí el mar de piernas ondulantes y las caras felices por, bueno, nada interesante. No pasó mucho tiempo. Los Fillites se encontraban en el centro de la pista de baile, un grupo feliz de pelo brillante, dientes centelleantes y piel expuesta. Las chicas estaban en bikinis y faldas adornadas con brillo. Los chicos vestían camisas blancas sueltas, abiertas a un punto que hubiera sido ridículo en cualquier otro momento, pero que ahora parecía apropiadamente pícaro. Vi a Ana y Hannah, de púrpura y aguamarina, entonces a Chase, que llevaba un parche en el ojo y un arete de oro resplandeciente. No fue difícil encontrar a Alex, era el más alto del grupo. Tuve un vistazo de su camisa blanca y su mandíbula cuadrada, pero se enfrentaba a la multitud, lejos de mí. No pude ver a Amanda en absoluto. Me levanté. Un par de piratas flacos me miraban especulativamente. Un alhelí que, especialmente sin una pared, era un blanco fácil 94. Tratando de mirar como si tuviera un destino, bordeé el suelo. Pensé que podría hacer un circuito lento, para luego volver y bailar durante unos minutos con Frankie y Connor. Sabía que Frankie estaría encantado, a él le gusta verme bailar en la misma forma que disfruta enviarme a subir árboles. Había hecho una cuarta ronda, cuando me encontré frente a un grupo de chicos Abejas. Traté de rodearles, pero me encontré enredada en un traje de pulpo. —Um. ¿Perdón? —No precisó ninguna respuesta. No pasó mucho tiempo para averiguar por qué. Amanda Alstead estaba en su línea de visión directa. Estaba haciendo la danza universal de las chicas seguras: los brazos sobre la cabeza, los ojos cerrados, las caderas ondulantes al que era el ritmo del momento. Sus brazos en alto, sus conchas haciendo su propia danza. Era, sin duda, fascinante. Observé durante un minuto, preguntándome si alguna vez tendría las agallas para moverse así en frente de una persona, por no hablar de varios cientos. Me preguntaba si yo aún tenía la capacidad. Parecía una cinta de seda sobre cojinetes de bolas. Cuando mi ego no podía soportarlo más, miré por encima de ella. Ahí, por supuesto, estaba Alex. Él no miraba a Amanda. Estaba mirando por 94

Hace un juego de palabras, en ingles wallflower. Wall se traduce como pared

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FORO’ Libros Del Cielo encima de su cabeza, recorriendo su aburrida mirada por la habitación. Antes de que pudiera alejarse, se encontró con la mía. No sonrió, ciertamente no hizo ademan. Pero no miró hacia otro lado. Y yo no tenía absolutamente ninguna idea de qué hacer. —¡Oye, Ella! Alguien me empujaba desde atrás. Me volví para encontrarme a mí misma, cara a cara, con la mascota de Willing. La camiseta de la pista lucía una familiar abeja estilizada. Somos los Willings Hornets, pero la imagen no cambió cuando lo hizo el nombre (hasta la llegada de los chicos, los equipos de voluntarias eran, lo creas o no, los Zumbidos); fue grabado en demasiadas superficies. Éste había sido provisto de un casco de tinta de buceo y aletas. El resto del conjunto incluía una máscara de buceo, un par de medias brillantes para correr, y la pièce de résistance95: un suspensorio con lentejuelas en la cintura. Dentro de todo, era el gato de Vernon. Me eché a reír. No pude evitarlo. —Muy inteligente, ¿eh? —Ella sonrió—. El contenido de la bodega de Davy Jones. —Detrás de ella, un par de sus amigos estaban vestidos de manera similar. Todos parecían alegres y relajados—. ¿Qué estás haciendo, errante? Ven. Vamos a bailar. Se bajó la máscara hasta los ojos y entrelazó su brazo con el mío. Entonces, suavemente, pero con firmeza, dejando a un lado a los chicos todavía jadeando, me hizo entrar al centro de la pista con un grupo de estudiantes gritones de último año. Había una chica pirata y un chico vestido como Neptuno, pero ninguna sirena entre ellos. Bailé. Le di la espalda a Amanda e hice mi propio medio movimiento de brazos. Incluso oscilé por un minuto con un lindo estudiante de último año vestido como una langosta. La multitud de Cat estaba ruidosa y animada, y nadie me miró como si no perteneciera justamente donde estaba. En el momento en que el tercer baile había terminado, estaba mareada y sudando un poco. Todos los demás en el grupo saltaron, justo en la siguiente canción; Neptuno fue haciendo pogo96 por todo lo que le valía la pena. Le dijo adiós a Cat y me escapé de la pista de baile. Mientras me dirigía hacia la puerta lateral, vi a Frankie y Connor, ahora haciendo un sincronizado baile marino de moviendo-ala, rozando-pies. Tenían un público agradecido. Más allá de ellos, Sadie estaba todavía con Walt. Parecía absolutamente el mejor momento para desaparecer por un rato. Estaba sintiendo el impulso. Sabía que la mayoría de las aulas estaban cerradas, ya sea por los profesores sospechosos o desde el interior por una pareja con una sola cosa en mente. El plato fuerte. Baile que consiste en saltar y chocarse en grupo unos contra otros al ritmo de la música en un concierto. 95 96

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FORO’ Libros Del Cielo No había manera de que la Sra. Evers tuviera la sala de arte abierta. Pintura disponible era demasiada tentación para el mal, incluso en una noche que no incluía bromas de Halloween. Por esa razón, cuando ella no estaba allí, la habitación era cerrada herméticamente y con llave. Por esa razón, le dijo a un selecto grupo de estudiantes, donde se encontraba escondida la llave. Yo era uno de los pocos. Cinco minutos más tarde, armada con un cuaderno de dibujo fresco y un puñado de lápices de carbón, estaba en mi camino hacia una puerta lateral, al patio de ladrillos que se extendía a lo largo del sur del edificio. Pasaba de largo los jardines. En el claro de luna, las ensombrecidas barandillas y las urnas ornamentales, adquirían formas nuevas e interesantes. Me instalé en un escalón de piedra y comencé a dibujar. Conforme pasaban los minutos, las imágenes extrañas tomaban una forma satisfactoria: la curva de una aleta en el aire vacío, los mensajes que parecían dientes… —Me preguntaba dónde estaba la verdadera fiesta. —Di un salto, enviando mi lápiz en una línea clara a través de la página. Alex estaba a dos metros de distancia, a un molesto escalón de mí, las manos metidas en los bolsillos de unos pantalones que parecían demasiado Emos: negros y apretados—. Lo siento —dijo—. No tenía intención de asustarte. —No me asustaste —jadeé, la mano izquierda pegada a mi pecho—. Sacaste toda la mierda de mí con el susto. ¿Con quien te criaste? ¿Lobos? En realidad sonrió. —Has conocido a mis padres. ¿Qué piensas? —No iba a tocar eso. Sólo me encogí de hombros. —¿Por qué no estás dentro? —Me preguntó después de unos segundos. —Hacía demasiado calor —mentí, cerrando mi cuaderno de dibujo con toda la indiferencia que pude—. Opresivo. ¿Por qué no estás tú? —Era demasiado... Dios, no lo sé. Angustioso es una buena palabra. Un poco de aire fresco parecía una buena idea —Miré más allá de él, aliviada de no ver a nadie más allí. —¿Todo por ti mismo? Eso es... valiente. —Sus cejas se levantaron. Por un segundo, pensé que iba a dar la vuelta y marcharse. En su lugar, sacó las manos fuera de los bolsillos y señaló un escalón. —Grandes palabras para una persona pequeña. ¿Puedo sentarme? Tragué saliva. —Claro. Lo hizo, para terminar con sus codos apoyados en los muslos y la rodilla derecha no del todo en contacto con la mía.

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FORO’ Libros Del Cielo El silencio duró el tiempo suficiente para que fuera incómodo. Pero no le iba a ayudar con su charla. No soy muy buena en eso, en el mejor de los casos. Sentada, casi muslo con muslo, con un tipo que me convirtió mentalmente en un pretzel, era ni de lejos una buena circunstancia. —Así que... Toda una escena esta noche. —Él sacudió la barbilla hacia la puerta abierta del patio. La música era lo suficientemente fuerte como para que yo pudiera oír al cantante destrozando las palabras de "Beyond the Sea". El original es uno de los favoritos de Frankie. Supuse que probablemente estaba entrelazado extasiado con Connor en este momento, en un baile lento. Lo que era bueno por varias razones, entre ellas el comentario sarcástico que me lanzaría si me sorprendía charlando con Alex Bainbridge. —Sí —Estuve de acuerdo. —Típico en Willing. —Lo es. —Bueno —y preguntó—: ¿Qué esperas? Era tan obvio que era una pregunta retorica que, obviamente respondí. El impulso de la verdad que sentía parecía más fuerte cerca de este chico, mi instinto controló todo. —Esperaría que estuvieras bailando. —Su expresión era inescrutable a la débil luz. —¿Es eso una invitación? —No. Una observación. —Se encogió de hombros. —Está bien. Necesitaba un descanso. Fue bueno mantener un ojo sobre Chase mientras vomitaba una quinta parte de ron barato en los chicos del cuarto de baño o seguía a las chicas al cuarto de baño. —Casi le sonrío y le digo acerca de los baños de Willing y yo. En su lugar, un impulso verdaderamente horrible e irresistible me tuvo anunciando: —Amanda se ve muy guapa esta noche. —Tu también. —Curiosamente, sentí que mi aliento se entrecortaba en mi pecho, y por un segundo largo, horrible, pensé que podría llorar. Agarré bien la parte superior de mi libreta, concentrándome en la cuadernación de metal en espiral donde se clavó en la piel. —Es un disfraz genial —dijo—. ¿Una ninfa de agua? —Diosa del mar —le contesté en voz baja—. Romano. —Hmm. —Alex miraba hacia fuera, al jardín ahora, luciendo tan a gusto que salí del nudo del pretzel. ¿Podría realmente ser tan fácil para él? ¿Decir cosas como esas sin pensar? ¿Sin querer nada en absoluto? —Demasiadas sirenas esta noche. No es que tenga nada en contra de las sirenas. Las sirenas son ardientes. Quiero decir, tú has visto mi dibujo.

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FORO’ Libros Del Cielo Asentí con la cabeza. —Tu sabes —continuó—, ese día en la sala, cuando comparaste mis cosas con las de los artistas japoneses… Asentí con la cabeza de nuevo, a pesar de que él ahora estaba mirando hacia los jardines oscuros y no a mí. —Suzuki Harunobu y Kuniyoshi Utagawa. Eran en el siglo XVIII y en el siglo XIX maestros del grabado de madera… —Ella —me interrumpió él—. Sé quiénes son. —Oh. —De hecho, tengo un par de impresiones originales de Kuniyoshi. —Oh. Guau. Guau. —Se encogió de hombros. —No son tan raros. Lo que realmente estoy esperando conseguir es una de la serie “Princesa Tamatori”. ¿Lo conoces? —Cuando negué con la cabeza, explicó—: Sabes que él hizo todas estas ilustraciones para libros y cuentos populares. ¿Verdad? Como algunos dibujos animados o novelas gráficas. La princesa Tamatori se pone en marcha para recuperar una perla de agua del Rey Dragón. Ella tiene que luchar contra él, y todas estas criaturas locas en su camino de regreso. Así que tuve esta idea para una novela gráfica sobre... —Su voz se apagó. —Una sirena —terminé por él. —Sí. Ninguno de los dos dijo nada durante un minuto. Luego: ―Tus dibujos son realmente, muy buenos —dije en voz baja—. Deberías hacer ese libro. Gruñó. —¿Alguna vez has oído hablar de un novelista gráfico rico? —¿Alguna vez has oído hablar de un abogado feliz? —Le respondí, menos sorprendida que divertida por lo mucho que Frankie y Sadie me habían contagiado en dos años. No dije: Tú ya eres rico, que habría sido demasiado Frankie y no Sadie sin ningún motivo. —¿Quién sabe? —Alex suspiró, y dejó la pregunta retórica. Desde el interior, pude escuchar las primeras notas de Come Sail Away—, ¿Por qué es —preguntó después de unos cuantos compases—, que siempre tocan estas canciones en los bailes de esquizo? Empieza poco a poco, por lo que todos estamos emocionados, luego, alcanzan rápidamente la mitad, así que terminas sintiéndote como un idiota total, tratando de decidir qué hacer. Una persona siempre elige seguir haciendo la cosa lenta... —Y el otro retrocede y comienza a bailar.

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FORO’ Libros Del Cielo —¡Exactamente! Has estado allí —dijo, sonriendo. No mencionaría que para mí allí siempre había sido el asiento de alhelí—. A mi papá le encanta esta canción. Era mi turno de sonreír. —Lo mismo sucede con el mio. —Así que… —¿Así qué? Golpeó mi rodilla con la suya. —¿Quieres bailar? ―Estás bromeando, ¿verdad? Incluso a la luz limitada, parecía ofendido. —No lo estoy. En un segundo, se había levantado. —Vamos. Vamos a bailar rápido al principio y más lento cuando la música se acelere. —Lento... —Estaba totalmente distraída por la imagen de los dos en el suelo. No, aparentemente, por las mismas razones que él. —Voy a hacer un Quasimodo —dijo él, flexionándose y torciéndose a la del jorobado de Notre Dame por lo que estaba más cerca de mi altura—. Vamos, Ella. Es sólo un baile. —Está bien. —Esta vez, lo tengo bien. Con mi trasero firmemente plantado aún en el escalón, extendí la mano y tomé su mano. No la aparté una vez que estuve de pie. De hecho, me aferré a él por lo que probablemente fue un tiempo demasiado largo; él fue quien se apartó. No estoy segura de por qué pensé que en realidad podría suceder. Fue probablemente todo la cosa novedosa de la madera/gráfica japonesa. Él me tenía con Kuniyoshi. Sólo llegamos hasta el pasillo interior de la puerta. —¡Hey, hombre! —Los dos nos volteamos. Chase Vere caminaba hacia nosotros, tambaleándose un poco y sonriendo. —¿Dónde estabas? Acabo de hacer una serio Technicolor vomitando. —Bien por ti —respondió Alex. Metió un brazo protector frente a mí cuando Chase se detuvo dando bandazos a un metro de distancia. Sentí un leve olorcillo de alcohol y algo aún menos agradable. —Oh. Oye —Chase entornó los ojos hacia mí—, tu. —Ella —dijo Alex con fuerza—. Su nombre es Ella. —Está bien, seguro. Ella. —Chase asintió. Esta vez, su mirada fuera de foco hizo un lento deambular desde mi cabeza a los pies. Se volvió a

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FORO’ Libros Del Cielo descansar sobre mis pechos, que, descubrí, no era de ninguna manera preferible a mi cicatriz—. Ella se ve sexy. —Jesús, Vere… Cualquier otra cosa que Alex iba a decir, se perdió mientras Chase hizo un giro un poco tambaleante, y gritó por el pasillo. —¡Lo encontré! Con la chica rara. Sólo que esta noche ella está sexy. —Vere, tú idiota. —Alex se volvió hacia mí—. Lo siento mucho. Está perdido. —Está bien. Tan solo me iré. Ahora. —Las había visto, Alex, no porque estaba frente a mí. Las Hannandas habían doblado la esquina y caminaban hacia nosotros, un trío feroz usando bonitas lentejuelas y feas expresiones. —¿Qué está pasando? —Exigió Amanda, con los ojos brillando de Alex hacia mí y de regreso. —Nada —le contesté de forma automática, incluso sabiendo cuando las palabras salieron de mi boca, que probablemente no debería haber dicho nada en absoluto. Por todas las veces que había jugado y reproducido la escena del salón del almuerzo en mi cabeza, por todas las veces que me había imaginado cómo podría haber sido si Alex no me hubiera ignorado, si se hubiera detenido y dicho hola, o incluso acabara de reconocer mi existencia, me estremecí cuando anunció—: Ella y yo estábamos caminando de vuelta al baile. Ni siquiera tuvo que decir que en realidad planeábamos bailar. Las cejas de Amanda se dispararon, sus fosas nasales se dilataron. Por un instante, parecía un caballito de mar muy enojado. —¿Quién hubiera pensado que tenía un cuerpito tan dulce? Cubre la parte mala, yo así lo haría —murmuró Chase. Entonces, casi en el mismo aliento—: ¡Oh, hombre, voy a vomitar de nuevo! —Espero que te duela —murmuró Alex, aún cuando se estaba moviendo, empujando a Chase de forma rápida y eficiente hacia la puerta del jardín. —No aquí, imbécil. —Ellos desaparecieron en las sombras. Un momento después, los inconfundibles sonidos de arcadas se filtraron a través de la música. Empecé a arrastrarme lejos. No tuve la oportunidad. Amanda fue hacia mí, los ojos entrecerrados, efectivamente fijándome a la pared. Anna y Hannah marcharon detrás de ella. Pensé en chacales, mirando la muerte. Amanda se detuvo a pocos centímetros de mí. Era lo suficientemente alta como para intimidad. —Mira, Freddy Krueger, si yo pensará que existiera una posibilidad entre tropecientos que incluso Alex te habría elegido en una pesadilla, no podría decir esto tan amablemente. Pero lo siento por ti, así que voy a darte

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FORO’ Libros Del Cielo un tip —La p era fuerte, dura. Se acercó, tan cerca que pude ver el pintalabios pálido con brillo apelmazado en las comisuras de su boca—. Esta cosa que tienes por él solo te hace ver como la perdedora más triste del mundo. ¿De verdad crees que tuviste la más mínima oportunidad con él? ¿Lo hiciste? No le respondí. Tal vez un “no” la hubiera satisfecho. Tal vez no. —Eres asquerosa y un monstruo —me espetó, los sonidos duros, haciéndome estremecer—. No perteneces a este lugar. Vuelve a tu vecindario. ¡Verte me da asco! Cualquier chica que siempre ha estado cara a cara con otra chica enojada, especialmente una infinitamente con más maldad y posición social, sabe correr. Es innato, desde los conejos a los babuinos. No se metan con la hembra alfa. Ella abrirá tu garganta. Así que salí corriendo, pero sin antes recibir un vistazo a la cara de Anna. El segundo antes que ella se girara, parecía como si alguien la hubiera abofeteado. Es curioso comprobar que no me hizo sentir mejor. Llegué a la pista de baile justo cuando el tiempo de la canción cambió. A mi alrededor, las parejas se tambaleaban, claramente atrapados en el dilema lento/rápido. Encontré a Frankie y Connor fácilmente. Eran una columna blanca, sólida, en el centro de la pista, envuelta una alrededor de la otra y moviéndose apenas. Le di unos golpecitos en el hombro a Frankie. —Me voy —le dije. —¿Qué? ¿Por qué? Pero yo ya estaba caminando. ―Asegúrate de que Sadie llegue a casa —le dije sobre mi hombro. Me alcanzó rápidamente. —Oye. ¿Qué pasó? —exigió, con los dedos tratando de encontrar los míos y tirando de mí para que me detuviese. —Nada. —Cuando él entrecerró los ojos hacia mí, yo suspiré. ―Hannandas. Nada importante. Sólo quiero irme. —Vamos a irnos, también —declaró—. Vamos a caminar a casa, luego volvemos por Sadie. —Hizo un gesto con la barbilla hacia un lado. Ella estaba sentada con Walt y sus amigos. Se reían. —No puedes caminar a casa sola. Bufé. —Es Halloween en el sur de Filadelfia. Las calles están llenas de pequeños demonios y sus padres. Me acordé de cuando tenía tal vez ocho, en un traje de hada de nylon, caminando junto a Anna María Lombardi en su vestido de princesa también inflamable, nuestras madres detrás, a unos tres metros, charlando como si se hubieran conocido de toda la vida, porque ellas lo hacían. —Si me atacan, será por un grupo de duendes pequeños buscando un dulce a cambio.

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FORO’ Libros Del Cielo Por un segundo, pensé que Frankie iba a discutir. Luego se encogió de hombros. —Está bien. Llámame cuando llegues a casa. Me fui antes de que pudiera cambiar de opinión. Detrás de mí, me pareció oír que alguien me llamaba. No me detuve. Una vez en la calle, recogí mis faldas y corrí, apenas deteniéndome en las intersecciones para ver los coches. Incluso a esa hora, había trato-o-dulce, todavía afuera. Esquivé unos cuantos fantasmas, esquivé madres charlando, y estuve en casa en cuestión de minutos. La casa estaba a oscuras, la luz del pórtico apagada. Pensé que Nonna había dejado su entrada para ir al restaurante. Era un sábado, la necesitarían en la cocina. No encendí ninguna luz en la casa. La ventana de mi habitación es visible desde la cocina y la oficina del restaurante. Pensé que mis padres estaban allí, y no quería que supieran que ya estaba en casa. Su decepción sería tangible. Me quité los zapatos y busqué el lazo en la cintura. Pero no desaté el nudo. En su lugar, me senté en mi escritorio, todavía vestida completamente. Mi celular estaba allí. Tenía un mensaje de voz. Era Sadie, gritando en contra de la música. —¿A dónde fuiste? Ví... pensé que había visto... —Todo lo que dijo a continuación se había perdido—. Quieres que me vaya, está bien. Jared quiere... afuera. ¡Llámame! No lo hice. No llamé a Frankie, tampoco. Le envié un mensaje de texto. No pensaba que fuera a quejarse de la carga. Llegué a casa bien, escribí. Dile a Sadie. XO. XOOXOOXOOX, envió de vuelta. Apagué mi teléfono. Por encima de mí, Edward me miraba, su expresión indescifrable en la oscuridad. —Un joven excelente, tu Frankie —dijo. —Así es. Lo es. —Agotada de repente, crucé los brazos sobre la mesa y dejé caer mi cabeza sobre ellos. —Oh, Ella. Me gustaría que hubieses tenido un mejor momento en el baile. —Olvídalo —murmuré. Asquerosa. Freddy. Monstruo—. No es como si ella y yo fuéramos a ser mejores amigas. —No me refiero solamente a Amanda. Por supuesto que no lo hacía. —Voy a intentar —gemí en el hueco de mi codo—. ¡Oh, Señor, voy a tratar de seguir adelante!

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FORO’ Libros Del Cielo —Eso suena más bien dramático, incluso para ti. —Es Styx97 —le dije—. Después de tu tiempo, antes que el mío. No sé todas las palabras, pero estas valen por el momento. Y para que conste, estoy siendo irónica, no dramática. —Si tú lo dices. Lo ignoré. —He tenido mi última queja sobre Alex Bainbridge. Lo digo en serio. Frankie tenía razón. ¿Cuántas señales necesito de que nunca, jamás vamos a tener... nada... antes de que lo entienda? Obviamente, no importa que nos relacionemos con las mismas canciones esquizo setenta. O que podemos hablar de antiguos grabados en madera japoneses. O que cuando se sienta a mi lado, me quita el aliento. Podrías pensar que cuenta mucho, ¿no? Edward entiende el concepto de las preguntas retóricas, por lo que continué. —Ni siquiera quiero aventurar una conjetura sobre lo que hace que el pulso de Amanda aumente, pero me apuesto lo que sea que no es Alex. Y él sigue con ella. No va con ella, pero al parecer siente que le pertenece. Explica eso, por favor. ―Oh, Ella. Nosotros los hombres no siempre somos los mejores en mirar más allá de... er... ―Tetas, Edward. Puedes decirlo. Amanda Alstead es toda tetas y cabello rubio. Más allá de eso, no puedo ver una sola cosa de ella que sea especial. —Porque no hay una sola cosa. Más allá de lo... em, evidente. Tú, en cambio, eres una criatura con una infinidad de encantos. ¿Debo enumerar por orden alfabético o de arriba hacia abajo? Fruncí el ceño hacia él. —Ya sabes, estás empezando a sonar un poco demasiado como Frankie y Sadie, mi iluso coro griego. —Sí, bueno, más bien pensaba que eso es para lo que los amigos son. —No se supone que eres mi amigo —murmuré—. Se supone que debes ser mi príncipe azul. —Ejem. —Los labios esculpidos de Edward se comprimieron en una línea sombría—. ¿Me has mirado últimamente? Se supone que debo ser sorprendente e incluso un poco atemorizante. —Nop. Tampoco. —Descansé mi barbilla en mi antebrazo—. Para mí, eres perfecto. Eres leal y fiable y completamente carente de sorpresas. —¿Eso es algo bueno?

Styx es una banda de rock progresivo estadounidense y AOR, formada en Chicago, Illinois, en 1961 como “The Tradewinds”. 97

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FORO’ Libros Del Cielo —Absolutamente. —Le dije—. Es una cosa excelente. No quiero más sorpresas, nunca. —Difícilmente un objetivo admirable. —Tal vez no. —Concordé—. Pero agradable. Entre toda la rara noche, he encontrado algo nuevo a que temer. Novias malignas. —Ahora, Ella. No puedes ir por ahí teniendo miedo por siempre. —Oh, sí, sí puedo. En cuanto a Amanda Alstead se refiere, puedo. Edward inclinó la cabeza y me miró por un momento. Pareció molesto. —¿Por qué insistes en tener estas conversaciones conmigo cuando ignoras todo lo que tengo que decir? Fue una muy buena pregunta. —Está bien. —Me senté con la espalda recta y doblé mis manos en mi regazo. Hora de la verdad—. Adelante. En esta noche en que celebramos los misterios de la vida y la muerte... Di algo profundo, algo sorprendente. Hubo un largo silencio. Entonces: —Boo —dijo Edward. —Gracias, Sr. Willing. —No hay de qué, señorita Marino. Estoy a tus órdenes.

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La Mujer Traducido por Vero Corregido por ★MoNt$3★

D

ecidí que el lunes después de Halloween sería un buen día para faltar a clases. No a todas ellas. Eso habría provocado una llamada a casa, y no me encontraba con ánimos de explicar a mis padres por qué prefería no ir a la clase de Inglés del Sr. Stone, con Chase y las Hannandas, otra vez. Así que fui a Historia, donde presté poca atención, Francés, donde no presté nada de atención y luego Arte. Convencí a la Sra. Evers de que: A) Me beneficiaría del tiempo al aire libre, y que; B) Debería ser excusada del resto de las clases, porque me atrasé con el archivo y tenía que estar allí lo antes posible. No tengo ni idea de si me creyó. Me escribió un justificante de todos modos. Por lo tanto, mucho antes de que sonara la campana del almuerzo y de cualquier posible encuentro con Alex o Amanda, iba de camino a Sheridan-Brown98. Podría haber ido de compras, podría haber ido a casa. Podría haber ido a cualquier parte. Pero sin Sadie o Frankie, todo era igualmente aburrido. Además, pasamos juntos todo el domingo, bebiendo demasiado café, en la Compañía Java y comiendo Cinnabons99 de contrabando en la habitación de Sadie. Mi repentina salida del baile había llevado, sorprendentemente, poca explicación. Una historia tergiversada de un encuentro con Alex en el pasillo, un breve resumen del atemorizante momento de perra-psicópata de Amanda, la sugerencia de que Chase Vere es infrahumano, y luego me dejaron sola. Probablemente, no lo habrían hecho, pero aceptaron mí noquiero-hablar-de-eso. Posiblemente, porque no había más asuntos que tratar. Frankie necesitaba analizar el final de su cita. —Sí, él me besó, sólo una vez, ¿Eso significa que está viendo a alguien más? ¿Es "Cena con la abuela" un código para algo? ¿Crees que sus dientes son demasiado brillantes? —Sadie pensó que posiblemente podría hacerlo, pero no, realmente, no había tenido un rato muy agradable con Jared Walt, Sheridan-Brown: Es una galería de arte. Cinnabons: Es una cadena americana de kioscos de repostería. Su especialidad principal es el rollo de canela. También es conocida por vender cafés de diferentes sabores con crema y licuados. 98 99

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FORO’ Libros Del Cielo y no me importa si llamaba, pero no podría llamarlo, de ninguna manera. Todo esto mantuvo, efectivamente, la atención lejos de mí. Todavía seguía sufriendo ligeramente por ese cuarto Cinnabon, mientras tomaba el ascensor hasta el piso de archivo. Podría haber ido a casa por una botella de ginger ale100 y una tarde de programas de televisión. Inevitablemente, al menos una habría sido sobre chicas que aman a chicos muertos o chicos vivos a los que sus novias quisieran ver muertos. Siempre era así. Pero, a pesar de todos mis defectos, no soy perezosa. Mi proyecto a largo plazo sobre Edward era apenas una mancha en el papel, y diciembre llegaría más rápido de lo que debería. Quería tener realizado un muy completo esquema antes de las vacaciones de invierno. Hasta ahora, tenía la mitad de un título: El hombre devastado por: Edward Willing (algo, algo, Diana, algo). Pensé que tendría mucho tiempo para trabajar en esa parte. Escuché la música cuando me encontraba a mitad del pasillo del tercer piso. Era débil, pero no tan débil, para que no pudiera distinguir un salvaje redoble y una serie de gritos. Unos, pensé, eran las guitarras, los otros, humanos. Traté de caminar en silencio, para poder escuchar. No pensaba que estuviera recibiendo la letra correctamente. “Under armadillo, we are green. . . Under armadillo, we scream.” Haciendo a un lado las palabras, no era mala. Podía imaginarme a Cat Vernon y sus amigas bailando en un club. Un poco de Red Bull, una ferviente, pero mediocre, banda de apertura, y esto podía incluso parecer bastante bueno. El sonido se hacía más alto, cuanto más lejos iba por el pasillo. Continué, sin poder creer la evidencia, pero, sabía, que no era realmente una alternativa. Vi la puerta de la oficina de Maxine entreabierta. A través de ella, podía escuchar la música. “Kick me in a hairy pot” Y la vi sentada detrás de su escritorio. Hoy llevaba un par de lentes gruesos de montura negra, con dramáticos bordes afilados. Me quedé en el umbral, indecisa sobre si debería golpear. Esperé. La letra me dejó demasiado curiosa. “. . . under armadillo, feed me the rubber boots. Whenever you kick me, I know we’re green roots . . .” Me di por vencida y llamé a la puerta desde el marco. Ella se sobresaltó visiblemente, luego dio un golpe a un botón de su teclado. La música se cortó a la mitad de armadillo. —Oh —dijo al verme—. Ella. Ginger Ale: (o Refresco de Jengibre) es una bebida refrescante, sin alcohol, de origen inglés fabricada con jengibre, limón, agua y azúcar. 100

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FORO’ Libros Del Cielo —Hola. —Respondí, luego esperé, mi rostro ligeramente inclinado hacia su computadora. No pasó mucho tiempo. —La banda de mi hijo —dijo Maxine rígidamente—. Son llamados La Marmota de Genghis Khan. —Oh. —De hecho, los había escuchado nombrar, lo que ya quería decir algo—. He oído hablar de ellos —dije—. Y soy bastante despistada en lo que respecta a la música local. La gente que conozco en Willing piensa que son geniales. —¿En serio? —Por un momento, su rostro se iluminó con placer y pensé que era orgullo—. Han recibido algo de interés por parte de un par de sellos independientes. Por supuesto, es un negocio duro la industria discográfica. Me imaginé que cualquier cosa que Maxine Rothaus llamara duro lo era, de hecho, vicioso e ilegal y con tendencia a comer su propia juventud. —Van a conseguir un contrato. —Le dije. —Es justo el tipo de cosas que mi generación quiere escuchar. —Como si supiera algo de eso. Pero me pareció, precisamente, el tipo de garantía que su generación se tragaría. Golpeó otra tecla con un ademán. —Dame tu dirección de correo electrónico. Te voy a enviar su demo. Lo hice. Incluso tarareó un poco mientras escribía. Cuando terminó, cruzó las manos sobre la mesa y me miró casi agradablemente encima de sus gafas. —Así que, ¿Qué esperan encontrar hoy en día?, y ¿Hay alguna manera de que pueda ayudar en los próximos tres minutos? Tengo una conferencia telefónica con Berlín. Tienen una fotografía de Man Ray101 original, que podrían considerar vendérnosla. Pensé en los ojos incorpóreos y de mirada filosa. —No parece ser... —¿Demasiado bueno para ser verdad? En realidad, parecía exactamente lo suyo. —Yo iba a decir de buena posición. Se encogió de hombros. —Man Ray era de Filadelfia. Además, habló más alemán que el curador Dadá. Entonces, ¿Cuáles son tus planes?

Man Ray: Nacido Emmanuel Rudzitsky, (Filadelfia, Estados Unidos; 27 de agosto de 1890 París; 18 de noviembre de 1976) fue un artista estadounidense impulsor de los movimientos dadá y surrealista en Estados Unidos. 101

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FORO’ Libros Del Cielo En realidad, no tenía ninguno. No creía que debía hablar de ello. Pensé que, probablemente, Maxine tenía planificadas de antemano visitas al baño en coreografiadas eficientes. —Voy a revisar los archivos una vez más, por si hay algo que se me haya pasado por alto. A menos que haya más... —dije esperanzada. Sonrió ligeramente, pero sacudió la cabeza. —Incluso, si tuviera el tiempo y el deseo de llevarte a la planta baja, nada que yo pudiera mostrarte sería de mucha utilidad. Su sobrina puso la mayor parte de lo que tenemos en ese libro horrible, y, créeme cuando te digo, que hay una razón para que el resto nunca fuera publicado. Es mortalmente aburrido. —Estuvo a punto de disculparse cuando dijo—: No puedo permitir que manejes las cartas de Cézanne102. Además, están en francés, el cual me has dicho que no hablas. La mayoría de las cartas de Wharton103 están en francés, también, aunque no te las mostraría incluso si pudiera. —¿Demasiado subido de tono? Soltó un bufido. —Demasiado estúpido. —Para ser una mujer brillante en los demás aspectos, al parecer, se desconcertaba por completo con el sexo—. Cuando escribió sobre él, fue mojigata y completamente, con perdón de la expresión, chiflada. Entre nosotras, las cartas a Willing son descuidadas y aburridas. Las partes subidas de tono se leen como los viejos cosmopolitans ahora. El resto son sólo sonrisas tontas y regaños por no haber escrito de ese modo. —Por supuesto que él no lo hizo. Amaba a Diana Maxine barrió un pedazo de papel de su escritorio con un revés rápido. —Oh, por amor de Dios. —Resopló—. El corazón de los adolescentes. —Metió la mano en el cajón de su escritorio y sacó una llave de madera unida a una banda del tamaño de una regla, con un anillo. Escrito a mano a lo largo de la madera decía: RETORCERÉ SU PESCUEZO COMO A UN GANSO. La Maldición de la Tumba, 6º Dinastía de Egipto. —Tráelo de vuelta, cuando estés lista para salir. —Pensé que podría haber visto el destello de una sonrisa, mientras añadía—: ¡No lo pierdas! — Luego se volvió hacia la pantalla de su ordenador, dejando clara la despedida tanto como podía. Paul Cézanne: Fue un pintor francés postimpresionista, considerado el padre de la pintura moderna, cuyas obras establecieron las bases de la transición entre la concepción artística decimonónica hacia el mundo artístico del siglo XX, nuevo y radicalmente diferente. 103 Edith Wharton: Fue una escritora y diseñadora estadounidense. Nació en una familia rica que le proporcionó una sólida educación privada. Combinó su privilegiada posición con un natural ingenio para escribir novelas y relatos, que destacaron por su humor, carácter incisivo y escasez de acción narrativa. 102

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FORO’ Libros Del Cielo No tiré de su puerta al cerrarla detrás de mí. Me quedé en la sala durante un minuto, a la espera. La música no regresó otra vez. Me metí en la sala de archivos y equilibré cuidadosamente la llave sobre la manija de la puerta. Luego sopesé mis opciones. Había invertido bastante en los archivadores. No es que no disfrutara de la cuenta de la sastrería, pero no me decía nada que no supiera ya. Una hora más tarde, con las razones absolutamente comprobadas, deslicé el último cajón cerrado, me senté en el suelo polvoriento y tuve un buen momento de Lo-siento-por-mí-¿Y ahora qué? Mis ojos se posaron en las estanterías. No era optimista, pero no tenía tiempo de sobra y, especialmente, ningún otro lugar donde quisiera estar. Decidí ser valiente, animarme, cruzar la línea. Me gustaría empezar desde abajo en este mismo momento. La mayoría de los libros allí, descubrí rápidamente, eran como los que había en la parte superior izquierda: viejos, oscuros y aburridos. El calor y la luz: Un libro de texto elemental, teórico y práctico. La Teoría de los Colores de Goethe. Caminatas instructivas a lo largo de Londres y los pueblos colindantes, preparados para entretener la mente y mejorar la comprensión de la juventud. De vez en cuando, me convenzo de que la porción de mi cerebro, sobre el que tengo control, podría caber en una cáscara de pistacho. Teniendo en cuenta de no enviar ningún mensaje, llevo mis ojos justo al descolorido lomo de cuero verde del libro La Flora de Santa Cruz y las Islas Vírgenes de Heinrich-Franzfrigging-Alexander. A continuación, el amor, de los franceses, seguido por las novelas de Alejandro Dumas. Está bien, me empecé a sentir de mal humor y un poco triste, pero pensé que, al menos, podría tener un giro suave a través de esto. ¿A quién no le gusta un buen mosquetero o tres? El libro fue intercalado con firmeza entre Las Claves Analíticas, El género y especie de Los musgos del Norte de América, y el completo diccionario Inglés-Ruso de A. Alexandrow, que me hacía especular sobre los terribles crímenes que pudo haber cometido en contra del amor y la paz, en una vida anterior, para haberme ganado por mí misma ésta. Llegué a los de Dumas. Cuando comencé a sacarlos, mi reloj quedó atrapado en la unión deshilachada del diccionario Alexandrow. Antes de que pudiera atraparlo, se había inclinado de la plataforma, aterrizando a mis pies, con un estrépito, que sonaba como si hubiera sido hecha por un cañón. Mi corazón dio un vuelco, la columna se había agrietado. Había roto uno de los libros de Edward. Empecé a agacharme y, a continuación, me quedé paralizada, segura de que había oído el chasquido de tacones en el pasillo. Él me perdonaría; Maxine, seguramente, no lo haría. Pero fue sólo el reloj de la ninfa, que sonaba anormalmente fuerte en el aire inmóvil. La escena era inquietantemente familiar: un libro pesado tendido en el suelo, algunos papeles sueltos debajo. Uno pequeño había caído boca abajo a treinta centímetros de distancia. Sus bordes deshilachados, en bruto,

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FORO’ Libros Del Cielo como una vieja novela. Recogí el primer libro, con las hojas sueltas debajo de él. Cuando volví por el papel más pequeño, me di cuenta de que era una fotografía. Le di la vuelta y sentí el chisporroteo de mi pulso. Era Edward. No era joven, pero todavía hermoso, su pelo grueso y ondulado, su mandíbula firme. Se encontraba sentado en el suelo, sobre un paño, en una especie de parque o jardín, podía ver lo que parecía una hilera de arbustos de peonías detrás de él. Usaba una camisa con mangas, un brazo apoyado sobre la rodilla flexionada, la otra pierna estirada hacia fuera delante de él. Sonreía. Pero no a la cámara. Seguí su mirada hacia la figura a su lado. Era una mujer, vestida con una blusa y una falda plisada que flotaba, muy de la primera década del siglo XX. Incluso sentada, me di cuenta que tenía una bonita forma redondeada, con curvas como un violín. Al igual que una foto de Man Ray. El rostro de la mujer quedaba completamente oculto por la ancha ala y plumas de aerosol de su sombrero. Pude ver parte de un nudo de pálido cabello. Era imposible saber a ciencia cierta, entre el blanco y el negro, pero supuse que era rubia, en vez de cabellos canosos. El cabello rubio de Edward tenía el aspecto brillante de siempre. Entonces lo enfrentó. Incluso en el perfil, podía leer las expresiones. Era felicidad, adoración. Lo conocía. Había visto docenas y docenas de fotografías, ocupando su vida. Había visto la alegría casi ridícula en su foto de compromiso. El orgullo, arrogante y adolescente, en la forma de portarretratos de la boda. Sabía cómo se veía junto a Diana sobre la pasarela de un barco con destino al Caribe. ¿Cómo la miraba en el jardín de la casa de Aix-enProvence, Cézanne? Esta foto no era de ese jardín. Esta foto no era de Diana, o bien, este cabello había sido de brillante color caoba oscuro, de las hojas de otoño húmedo. Pude haberme detenido allí durante mucho tiempo, la imagen de la otra mujer que Edward claramente había amado, se apoderó de mis dedos. Sin embargo, el diccionario se hizo muy veloz en mi otra mano. Sabía lo que debía hacer. Sin lugar a dudas, lo correcto era meter todo de nuevo en el interior del libro y entregárselo a Maxine con una disculpa y un: ¿No es increíble? Me senté en el suelo otra vez. Había tres hojas de papel dobladas que recogí junto con el libro. No abrí ninguna de ellas al principio. En su lugar, revisé cuidadosamente para encontrar cualquier otra cosa que pueda estar escondida en el interior, toda una hazaña, teniendo en cuenta que el diccionario tenía varios cientos de páginas. Finalmente, con el corazón todavía a un ritmo un poco demasiado rápido, desdoblé la primera hoja. Había cinco palabras allí, en una letra familiar: Mi Amada, debo expresarme.

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FORO’ Libros Del Cielo Llegó un poco más lejos en la segunda hoja: Mi adorada, cuán importancia del secreto.

confuso

encuentro

estar

sin

palabras.

La

La última sólo decía: Lo sueño, Dorogaya104. Miré hacia la puerta que había cerrado detrás de mí, la llave aún en equilibrio. Me pregunté si Maxine estaba en su oficina. Poco a poco, me puse de pie. Luego metí el dorso del diccionario justo en el estante, donde había estado. Puse la fotografía y las cartas interrumpidas en mi bolso. El corazón me martilleaba tan fuerte ahora, que pensé que seguramente era audible, caminé fuera del archivo. Me permití un suspiro de alivio cuando, temblorosa, vi el cristal esmerilado de la puerta de Maxine a oscuras, sin luz brillando detrás de él. Llamé de todos modos. Cuando no obtuve respuesta, empujé la llave debajo de la puerta. La encontraría cuando terminara con Man Ray. Luego caminé, rígida, pero no demasiado rápido, por el final del pasillo, en el ascensor, y más allá de la mesa de seguridad, donde el guardia apenas levantó la vista. Cuando regresé, encontré la casa vacía. Aun así, cerré la puerta de la habitación detrás de mí. Luego, me dirigí tambaleante a mi escritorio. La almohadilla, que había tomado de la sala de arte, el sábado por la noche, estaba allí. Al abrirla, elegí el boceto más completo: la base de la urna que, en la oscuridad, había tomado la forma de una criatura del mar, mitad pez,; las mitades bestias mitológicas, habían sido tan populares en el siglo XVI, en los mapas del mundo. Los cartógrafos habían marcado las aguas donde se encontraban con las palabras: Aquí Los Monstruos. Arranqué el dibujo y lo pegué en la pared, por encima de Edward, cubriendo su imagen. No podía enfrentarlo todavía. Ignoré por completo la débil protesta. Ahora, Ella. No sabes la historia completa… Diana se había ido… El corazón seguía latiendo. La callé dentro de mi cabeza. Odiaba esa canción. Bajé mi bolso, con su contenido incriminatorio, al suelo y a mí sobre mi silla. En automático, encendí mi laptop, abrí la carpeta de correos. Había tres nuevos e-mails. Uno de ellos me informó que tenía dos millones de dólares esperando por mí en un banco búlgaro. Todo lo que tenía que hacer para reclamarlo era enviar mi nombre completo y dirección, junto con mi cuenta de ahorros y números de Seguro Social, dentro de las próximas veinticuatro horas.

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Dorogaya: Mi querida, mi amada en ruso.

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FORO’ Libros Del Cielo El siguiente era de Frankie, para mí, para Sadie, y una dirección desconocida que, me temía, podía ser de Connor. De: [email protected] Para: [email protected] [email protected] [email protected] Fecha: 2 de Noviembre Asunto: Las diez razones (Principales) de por qué los chicos apestan. 1. Ellos (no yo) huelen a queso parmesano, tienen sabor a atún y tienen pelos en todos los lugares incorrectos. 2. La cima de la lista de "Por favor, Dios, dame…" son: Músculos. Seguido por grandes objetos metálicos, pequeños aparatos electrónicos, y miembros del elenco de Baywatch 2015. 3. Están todos convencidos de tener un gran sentido del humor y buen gusto. 4. Los únicos con buen gusto musical, tienen un gusto horrible en la forma de vestir. Los únicos con buen gusto en la ropa comen Stilton. Los únicos que saben que significa Korean BBQ, nunca han escuchado de Dusty Springfield. 5. Están obsesionados con el gel y el cabello brillante. 6. Si hay algo que odian de ellos mismos, se vuelven completamente fóbicos de ello en otras personas. 7. Guardan los mensajes de texto de otras fiestas, y luego se enojan contigo por husmear cuando le preguntas sobre eso. 8. Te persiguen como si fueras tequila sobre ruedas, luego cuando te consiguen, te dejan como una lata vacía de Colt. 9. Sólo quieren lo que no pueden tener. 10. Mienten. No había hablado ni con Frankie ni con Sadie en veinticuatro horas. Algo debió haber ocurrido entre, haberlos dejado en estado de híper glucemia, alrededor de las cinco, y... —revisé la hora en que había recibido el correo— cuatro de la mañana, algo no iba bien. Debía haber recibido el primer correo electrónico de la mañana. Sin embargo, nuestro router inalámbrico está en el apartamento de Leo. Lo apaga por accidente, al menos doce veces a la semana. Inevitablemente, me he olvidado de cargar la batería de mi teléfono.

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FORO’ Libros Del Cielo Pensé en llamar a Frankie en ese mismo momento, pero me di cuenta que todavía estaría en química, probablemente provocando pequeñas explosiones por todo el lugar. El último e-mail era de Maxine Rothaus. Sin saludo, sin mensaje, sólo un archivo MP3, con la etiqueta "LOCM". Hago doble clic en él. Unos segundos más tarde, el grito familiar llegó a través de los altavoces. Miré donde se había instalado en iTunes. Suficiente de los armadillos. El título de la canción era: Our Mad Cold Love . 105

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Nuestro Loco y Frío Amor.

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FORO’ Libros Del Cielo

El Consejo Traducido por Vero Corregido por Vericity

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e La correspondencia recopilada de Edward Willing, editado, mejorado y con ilustraciones de Lucrecia Willing Adamson. Henry Altemus Company, Filadelfia, 1923.

Consejo de un artista para un hombre joven: 31 de Marzo, 1916 Chestnut Hill, Belvoir Mi Querido Mellon, Lo mejor sobre el consejo, es que se puede escuchar o tener en cuenta a voluntad. El porqué de que tu madre me haya elegido para impartir mi dudosa sabiduría sobre cómo podrías vivir mejor tu vida, todavía está por verse, pero sospecho que tiene algo que ver con el hecho de que estoy, en la actualidad, en Filadelfia, con una exposición en la Academia, mientras tú estás en México —jugueteando como un salvaje—, como ella lo expresó. Cualquiera que sea la razón, voy a hacer lo mejor posible. En primer lugar, mi joven amigo, voy a decir esto: cambia tus calcetines y calzoncillos diariamente. Por si no tienes, he encontrado un poco de café molido en uno de los bolsillos de una bolsa de malla, es una cosa maravillosa. Ah, pero la temible Sra. Mellon no quiere que te aburra con esas pequeñeces. No, quiere que te diga cómo ser un gran hombre y artista. Preferiblemente, mucho más cerca de casa. Por lo tanto, voy a aconsejar, de la forma más concisa y útil, como pueda hacerlo, en este momento de privilegio. Yo digo, ve a Europa siempre que sea posible, y nunca solo. Yo mismo estaré partiendo a París la próxima semana. Bebe todo lo que quieras, pero evita fumar en el estudio. No va bien con la esencia de trementina. Sé paciente y amable con tus modelos, mantenlos no más de un año, y despídelos con firmeza. Compra cosas

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FORO’ Libros Del Cielo francesas. Todo. Excepto, tal vez los automóviles. Estoy más bien enamorado de mi Packard Twin Six106. Nunca concedas entrevistas, e, inmediatamente, desecha toda la correspondencia de cualquiera con quien no quieras ser visto en público (¡Confío en que quemarás esto tan pronto como hayas leído la última línea!). No socialices con las personas que desean hablar de su trabajo. Tu vida no es tu arte, incluso si tu arte es tu vida pero entiende que ningún patrón, curador o crítico lo aceptará nunca. Entiende que nada es para siempre. Nuestras pasiones, nuestras palabras, nuestras pinceladas sobre lienzo, bien pueden acabar sus días pudriéndose en un ático abandonado. Usa buenas sábanas. Come higos. Por Dios Santo, no regreses antes del verano. Tu amigo, Edward Willing “La belleza es verdad, verdadera belleza y,”—eso es todo lo que conoces sobre la tierra, y todo lo que necesitas conocer. —Keats.

Packard Twin Six era un automóvil de lujo y parte de la marca creada por el fabricante estadounidense Packard Motor Car Company de Detroit, Michigan, y luego por la Studebaker-Packard Corporation de South Bend, Indiana. 106

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FORO’ Libros Del Cielo

El Comienzo Traducido por Andreani Corregido por Deydra Ann y Vericity

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rankie giró de un lado a otro varias veces frente al espejo de tres caras. —No tengo absolutamente nada de trasero.

A unos pocos metros de distancia, una mujer, cuyo aterciopelado vestido de diseñador le quedaba como un envoltorio de salchicha, dio un divertido resoplido. —Cariño —dijo, asomándose por encima de un exhibidor de playeras de doscientos dólares—. Llevo esperando cuarenta años para decir esas palabras. Frankie caminó lentamente hacia ella, en sus calcetines y pantalones de Alexander McQueen. Metió las manos en los bolsillos, estirando más la tela y sacando su trasero. —Honestamente. ¿Esto es lo que quiere? Ella tardó unos cinco segundos en sonreír, y suspirar al mismo tiempo. — No, supongo que no. Él se dio la vuelta, se recargo y le comunicó, de manera conspiradora: —No hay una camiseta en la tierra que valga la pena. Ella bajó su mirada hacia el algodón azul claro en sus manos. —Tienes razón. —La volvió a colocar—. Y con esa cara, amorcito, podrías tener el culo de un rinoceronte y nadie se daría cuenta. Sólo para que lo sepas. —¿Qué sabe ella? —Murmuró cuando ella había salido—. ¿Qué cosa buena ha hecho este rostro por mí? Aparentemente, Connor no había estado lo bastante disponible como él quería. Al parecer, aparte del baile, el malabarismo era uno de sus talentos. —No puedes saber eso —dijo suavemente Sadie. —Oh, sí, puedo. Quiero decir, es un chico, ¿Verdad? No hay mucho que se le pueda decir a un chico cuando hace una declaración así. Por lo que sólo caminamos, rápidamente, hasta que estábamos frente a los hombros delgados de Frankie, animándolo. —Voy a terminar solo —Gimió.

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FORO’ Libros Del Cielo —¡No en algún universo concebible! —Una de las mejores cualidades de Sadie, es la capacidad de decir "¿Estás loco?" con dulce convicción y palabras más agradables. —Voy a terminar solo en un apartamento de una sola habitación sobre una tintorería. —¿Una tintorería? —Él podría haber dicho un bar. —Ofrecí. —Cierto. —Admitió. Frankie continuó. —Voy a terminar solo, en un apartamento de una sola habitación, sobre una tintorería, con un gato. Que me morderá. —Oh, Frankie… —Voy a terminar solo, en un apartamento de una habitación, sobre una tintorería, con un gato que morderá y se meará en mi closet lleno de suéteres con polillas. —Bueno, tal vez —dijo Sadie, abrazándonos a los dos—. Pero los suéteres serán Dolce & Gabbana. —Una de sus otras fabulosas cualidades es que, debajo de la dulce convicción, tiene sentido del humor. Frankie rió. Luego dio un suspiro que pude sentir a través de mí. Sabía que también lo había sentido Sadie. —Él me gusta —dijo, muy tranquilamente—. Realmente me gusta. Y pensé que sentía lo mismo. Malinterpreté, torcí y distorsioné todo lo que sucedió entre nosotros, para que encajara en mi pequeña fotografía. Dios, me creí mi propia publicidad. Qué estúpido, ¿Cuán increíblemente estúpido fue eso? —No fue estúpido. —Presionó Sadie—. Esperanzador. Y si no somos eso, ¿Cuál es el punto? Ella, ayúdame a salir de aquí. Yo quería. Realmente lo hacía. Pero todo lo que podía pensar, era el hecho de que en casa, exactamente donde lo puse en mi bolso, tenía la evidencia de que Edward me había decepcionado. Me guardaba eso para mí, al menos por el momento. Torciéndolo, para que se ajustara a mi pequeña fotografía. Creo que no podría soportar la total falta de sorpresa por parte de Frankie de que un chico, incluso uno muerto, me había decepcionado, o la simpatía de Sadie. No sobre mi propia ira. Porque, simple y sencillamente, no vale la pena mirar a otra mujer como esa, no cuando se ha conocido al amor de tu vida y le das una seña obscena a la gente que te rodea para que pudieras estar con ella. No está bien, incluso si estaba muerta, porque yo, Ella, realmente quiero creer que a veces el amor lo vence todo, y, a veces, algunas cosas, son para siempre. Verdad: Sí, realmente soy ingenua. —Eres perfecto. —Le dije a Frankie. Y lo dije en serio.

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FORO’ Libros Del Cielo Sadie y yo lo esperamos para que se quitara los pantalones. Una vez fuera del vestidor, cubierto de la ropa que no le gustó, insistió en regresarla prolijamente a sus perchas, envolvió un brazo firmemente alrededor de los hombros de Sadie y la guió hacia la escalera mecánica. —Es tiempo, cariño. —Oh, Frankie, no… —Elegiste reto —Le recordó. —Lo hice. —Aceptó, tristemente, subiendo a la escalera—. Tienes razón. No había sido completamente justo, por parte de él, comenzar el juego en el medio de Neiman Marcus. El rey de Prussia Mall, un millón de kilómetros de venta al por menor, es la idea de muchas personas como la terapia perfecta. ¿Yo? Si me dieran a elegir, optaría por nadar con tiburones en lugar de eso. Pero hoy se trata de Frankie. —Así que —dijo—, elegiré tres conjuntos, de pies a cabeza. Tú te los probarás. —Bien. —Sadie apretó su chaqueta alrededor de ella. Esta era de un fangoso púrpura y tenía una tercera manga cosida en la espalda—. Pero si eliges algo parecido a eso —apuntó hacia un diminuto vestido de tartán, al cual parecía faltarle toda la espalda—, lloraré. —Ten fe. —Respondió, con una sonrisa ligeramente torcida, y la arrastró hacia la ropa deportiva femenina—. ¿Cuál es nuestro deporte? — dijo, debido a un pequeño letrero en la pared—. No tengo ni idea. Diez minutos más tarde, Sadie se dirigía al vestidor con los brazos llenos de colores otoñales y la mirada como si estuviera dirigiéndose a un precipicio. Frankie y yo nos hundimos en una de las dos sillas que había repartidas por todo el almacén. —Muy bien —dijo en el minuto que me senté—. Verdad o reto. —No es justo. Tú ya tuviste tu turno. —Corrígeme si me equivoco, pero esta pequeña excursión fue para hacerme feliz. Suspiré, sabiendo que ya había perdido. —Tienes razón. —¿Te perece que estoy feliz? —Se desinfló, visiblemente, en su asiento y bajó las esquinas de su boca. Parecía un espantapájaros muy bonito—. ¿Bien? —No, Sr. Hobbes, no te ves feliz. —Así que...

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FORO’ Libros Del Cielo Pasé mis ojos por los estantes que nos rodeaban. Parecía haber mucho de selva y naranja. —Si digo “reto”, vas a hacerme poner algo que tenga impresión de leopardo, ¿Verdad? —Podría hacerlo. —Si digo “verdad”, ¿Prometes no hacer ninguna pregunta más sobre Alex? —No lo haré. Después de toda la insistencia de Frankie, de que él nunca quería volver a escuchar nombrar a Alex Bainbridge, había sido un poco implacable tratando de obtener detalles acerca de la tutoría y sobre el encuentro en el baile. Era como si intentara atraparme en algo. Que aún no hubiese mencionado el hecho de que, en exactamente veinticuatro horas más, estaré conjugando nuevamente. Había dado el mínimo de información, especialmente después de, tan hipócrita que es, Frankie hizo tales dramáticas mociones mordaces por mi descripción al Mustang, que un comprador que pasaba preguntó si ella debía llamar al 911. Así que me abracé. —Reto. Las cejas de Frankie se levantaron. —Bien. De acuerdo, entonces. — Analizó el piso—. Te reto a que te pares junto a ese maniquí de allá y listes las cinco mejores canciones de amor no correspondido de todos los tiempos. El maniquí, por supuesto, se encontraba en un pedestal. Miré nerviosamente alrededor, pero no había una vendedora a la vista. Estaban todas en la sección principal de diseñadores, siguiendo a las personas que, a diferencia de nosotros, probablemente robarían o comprarían. Me subí. Entonces pensé por un minuto. —Uno —dije—, “Wicked Game”, Chris Isaak... Dos: “Someone Like You” por Adele... Um... —¿Qué tan difícil podría ser? Tres canciones más sobre el amor no correspondido. Es la columna vertebral de la música country, friki alternativa y los blues—. Ah. Tres: “You Don’t Have to Say You Love Me”, Dusty Springfield. —Excelente. —Aprobó Frankie. Eché un buen vistazo al maniquí. Tenía una peluca de platino de niño holandés y llevaba un suéter naranja recortado, una falda corta y botines rojos muy altos. Supongo que ella se veía elegante, pero no entiendo completamente su look. ¿Jane de la selva urbana? ¿Preppy con una racha traviesa? ¿Desesperada, pero nada serio?—. Kanye West, “Love Lockdown”. —Este soy yo vomitando aquí, señora. —Bien. "You Oughta Know”, Alanis Morissette. —Mejor. Ligeramente. Pensé en Edward y Alex. Pensé en Chloe, en todas las chicas etéreas con ojos prominentes y dientes salidos, que se levantaban y cantaban lo que

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FORO’ Libros Del Cielo ninguno de nosotros jamás quiso decir en voz alta: que a veces no importa cuántas pestañas o dientes de león soples, no importa cuánto tu corazón se despedace y bofeteé tu rostro, simplemente no va a suceder. —“I Can’t Make You Love Me”, Bonnie Raitt. —Oh, Fiorella. Lo fulminé con la mirada mientras me bajaba. —¿Fue esa una encantadora lista para tu beneficio o el mío? Frankie agarró mi mano y, cuando no la aparte lo suficientemente rápido, me jaló a su regazo, donde él envolvió sus brazos tan estrechamente alrededor de mí, que yo no pude escapar. A veces su fuerza todavía me sorprende. Me hizo cosquillas en la mejilla con su nariz. —No me odies sólo porque soy odioso. —Nunca lo hago. Así está la cosa. Frankie ha recibido muchos golpes en su vida. Nunca se queda abajo por mucho tiempo. —¡Discúlpenme! —La gemela malvada del maniquí nos lanzaba una mirada asesina desde sus altos botines de tacón. Su insignia NM nos dijo que su nombre era Victoria—. ¡Ustedes no pueden hacer eso aquí! —dijo. —¿Hacer qué? —Contestó Frankie, jugando con su acento. Abrió y cerró su boca, entonces chilló: —¡Besuqueándose! Sentí a Frankie preparándose para burlarse. —Estábamos besuqueándonos, ¿Gatita? —Preguntó—. Pensé que estábamos a punto de copular como conejos No pude evitarlo; Me reía a carcajadas. La boca de Victoria se comprimió en una línea pálida. Todo esto podría haber terminado con nosotros siendo escoltados fuera de las puertas de la tienda por los guardias. Sadie, como tantas veces, lo consiguió, momentáneamente, nos salvó de nosotros mismos. Ella salió del vestidor y se plantó delante de nosotros. Ignorando completamente a la vendedora enojada, murmuró: —¡Parezco una calabaza tallada! Frankie tomó la chaqueta, falda y la camisa. —No lo pareces, pero podría estar teniendo un momento de exceso de Michael Kors. Esto no bastaría para una cita. Quítatelo. —Me dio un codazo y luego agregó—: Listo. Hasta la última puntada de ella. Tan pronto como Sadie estuvo de vuelta en su propia ropa y abrigo, lo que obtuvo un reacio ceño de respeto por parte de Victoria; al parecer ni siquiera en Neiman Marcus llevan esa línea, nos fuimos. Sadie lo hizo mejor en la segunda elección de Frankie, un vestido de suéter, con labios impresos de Betsey Johnson, pero no lo compró.

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FORO’ Libros Del Cielo —¡Sólo vamos a ver una película! —Protestó—. Además, Jared no es... no… —Señala sus caderas—. Es práctico, sensato y tranquilo. —¡Oh, Dios mío! —Frankie estampa ambas palmas al lado de su cara y se vuelve hacia mí—. ¡Sadie tiene una cita con un Prius! Tenía que invocar a la santidad de Verdad o Reto antes incluso de poder meterla en Urban Outfitters. —A veces te quiero menos que otras. —Murmuro, mientras él llenaba sus brazos con sus últimas opciones. —No, no lo haces —dijo alegremente y la mandó a cambiar. Frankie me guió, a través de la tienda, a la sección de suéter. Sostuvo un henley blanco que parecía demasiado pequeño, incluso para mí. —No. —dije. El siguiente fue un pequeño cárdigan negro con adornos de los cincuenta. —Absolutamente no. Él bufó, pero continuó. Un segundo más tarde, saltó al ataque, sonriente, con uno apretado de cuello de tortuga con rayas azules y blancas. —Marino... —No. —¿Por qué? —Demandó, sorprendido—. Es exactamente lo que cada chica en París está usando ahora, si no lleva uno exactamente igual. — Señaló en mi pecho—. En negro. Esta absolutamente hecho para ti. Nuevamente pregunto, ¿por qué? —Porque... —Es exactamente lo que cada chica en París está usando ahora, y no necesitas recordarme que no soy ese tipo de chica—. Estoy en bancarrota, y esto, esta… —Con cuarenta por ciento de descuento. Vamos Ella, es una señal. —Sí. Detente. —Tomé el suéter de sus manos y lo doblé prolijamente en tres partes—. ¿Verdad o verdad? Recargó su cadera en el borde de la mesa. —Dispara. —¿Para quién me estas vistiendo? Me refiero, ¿En serio? Los tres hombres que no están relacionados conmigo y juegan alguna parte en mi vida, ahora mismo, son, y utilizaré tus términos aquí, engendro de la Sociedad del Infierno, muerto como la rencilla y marica como un murciélago de fútbol. —Muy poético. —Muérdeme. —Hombre equivocado —dijo Frankie, cansadamente—. Eso sería la inclinación del engendro del infierno.

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FORO’ Libros Del Cielo Mostré mis dientes. —Así que, ¿Frankie? ¿Para quién es esto? —Agité el suéter—. Simplemente no entiendo. —Lo sé, saltamontes —dijo tristemente—. Lo sé. Parpadeé varias veces. —Donde… —Eso fue la más lejos que llegué. Sadie había salido del vestidor. Llevaba vaqueros estrechos, una ligera blusa sin magas, metálica, y un suéter del estilo de un chico. Todavía parecía Sadie, solamente que en la versión de revista. —¡Oh, Sades! —Casi dislocó mis pulgares, fui muy entusiasta al levantarlos—. Te ves increíble. —Oye —Graznó cuando Frankie alcanzó la espalda del suéter—. ¡Oye! —Él había arrancado la pequeña etiqueta de la cadena de plástico—. No lo voy a comprar… —Sí, lo harás. O lo haré yo. Todo. —No tienes nada de dinero. —Le recordó Sadie, súbitamente, pareciéndose mucho más a la vieja Sadie: preocupada y un poco culpable. —Muy poco —Aceptó—. Ahora ve a buscar tu bolsa y tu ropa al vestidor. Usará las nuevas. —dijo al hombre detrás del mostrador. Luego, se dirigió a Sadie nuevamente—. ¿Quieres arrancarle tú las otras etiquetas, o lo hago yo? Sadie desapareció, nuevamente. El dependiente expectante. —¿Eso será efectivo o crédito? —Preguntó.

me

sonrió,

Bajé la mirada hacia mis manos. Aun seguía sosteniendo el suéter de rayas. —Efectivo, supongo. —A mi lado, Frankie dio un gruñido poco presumido—. Podemos vivir sin ti, yo sé. —dije. —Por supuesto que pueden. Pero, ¿Por qué? Yo estoy aquí para youse, Marino, forevah y evah. Una hora y media, y un par de botas de Frye después, Sadie miraba las opciones de alimentos. —Creo que elegiré sushi. Frankie y yo habíamos decidido dividir un hoagie de albóndigas. No era de mi papá, pero era seguro. Había algo acerca de la combinación entre centro comercial/pescado crudo que simplemente parecía mal. —Sadie. —Comencé, pero no tenía el corazón. Frankie sí. —Un hoagie. —Cuando ella protestó, él le dio su ojo de reptil—. ¿Nunca has oído de la salmonella? Y no me refiero al plato del tío de Ella que nombró en su honor. Pensamos que eso podría haber sido lo que mató las posibilidades de Top Chef de Ricky el año pasado. Muy malo. Nombre desastroso aparte, realmente ha sido bastante bueno. Frankie nos compró una orden extra de papas fritas. •••

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FORO’ Libros Del Cielo —Muy bien, tres cosas y una de ellas tiene que ser en francés. Estaba de vuelta en la silla rara; y Alex tumbado en la cama. Esta vez, junto con el refresco de limón, había dos bolsas de Doritos, en el piso, entre nosotros. Él había tenido una esperando. Yo había traído otra. —No creo que esto sea lo que Mademoiselle Winslow tenía en mente. —Le digo. Verdad: A pesar de mis buenas intenciones por mantener feliz a Frankie y mis esperanzas viniéndose abajo, había estado esperando por esto toda la semana, esperaba que Alex no lo olvidara. Había pensado y repensado cosas inteligentes que habría podido decir. Otra verdad: no quería sonar como si lo hubiera estado deseando toda la semana y pensando en replantearme lo que decir. Verdad final: sí, soy así de lamentable. —Winslow quiere que aprendas esto —Agitó unas hojas engrapadas—, y eso. Señaló el libro en mi regazo. Cincuenta conversaciones en francés. Era uno de nuestros libros de texto. Me había quedado en la decimoséptima: Mon hamster a mangé trop de fromage. Il a mal au ventre maintenant.107 —El resto es el método de Bainbridge. —¿Tienes un método? —Patentado y probado. Agité el libro. —¿Incluye hamsters codiciosos de queso, con dolor de estómago? Él asintió. —Absolutamente. La conversación en francés no es nada sin roedores y queso. ¿Hay algo vergonzoso en tu pasado que tenga que ver? —No puedo pensar en nada. —Tant pis. —¿Y eso significa que...? —Fuhgeddaboudit. —Tradujo, sonriente. Suspiré. —¿Las personas hacen chistes rusos en tu presencia? —¿Cómo haces que cinco rusos acepten cualquier cosa? —¿Cómo? —Le pregunté. —Disparándole a cuatro de ellos. Pensé por un segundo. —No estoy segura de que sea divertido. 107

Mi hámster comió demasiado queso. Ahora tiene un dolor de estómago.

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FORO’ Libros Del Cielo —No hacen muchos chistes rusos en mi presencia. —Debo iniciar mi lista de tres cosas, ¿eh? —Sí. Sería bueno. Hice algunas traducciones rápidamente en mi cabeza. —Je n ' ai jamais lu Huckleberry Finn, Beloved, ou Moby Dick. —Ella, nadie ha leído Moby Dick. El francés fue aceptable, pero en cuanto a las revelaciones, eso apestó. —Ah, pero hay una parte deux. Tres de esos libros estuvieron el año pasado en mi clase avanzada de lectura estadounidense obligatoria. —Bromeas, ¿verdad? —¿Ves? —Refinadamente, quité las migajas de Dorito de mis dedos—. Cambia tu percepción de mí, ¿no es cierto? —No, quise decir: "¿Que es una revelación?” Puedes hacerlo mejor. —Tal vez. —Estuve de acuerdo—, pero es aún temprano en el juego. Su habitación tenía dos ventanas abuhardilladas y una claraboya. Debo haber estado de frente al oeste, porque él se veía rodeado por una aureola del sol, del final de la tarde. Esto hacía que su pelo brillase como bronce real y sombreaba sus facciones. Esto hizo todo más fácil de alguna manera. —Dos: Anna Lombardi y yo solíamos ser muy buenas amigas antes de que fuéramos a Willing y de repente ya no lo éramos. Lo dije rápidamente, uniformemente. No era un alegato de simpatía, sólo una explicación, una verdad. —Nous avons été amies108 —añadí—. Listo, esas son dos en francés y utilizando pretérito perfecto, no menos. No pude ver su expresión claramente. Sentí que fue mucho tiempo antes de que dijera algo. —Ella...—Luego, se detuvo—. ¿Qué pasó? ¿Entre tú y Anna? —¿Excepto el hecho de que soy una chica pobre. Con problemas de moda. ¿Que dibuja pomos? No tengo idea. Alex se inclinó hacia adelante. Ahora podía ver su rostro. Se veía molesto. —¿Por qué haces eso? ¿Rebajarte a ti misma? —Yo no... —Tonterías. Pude sentir mis mejillas flameando, y mis hombros curvarse hacia adentro. 108

Hemos sido amigas.

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FORO’ Libros Del Cielo —No. —Cierto. No. Simplemente no, conmigo, de todas formas. Me gustas más vivaz. No pude evitarlo; eso me hizo sonreír. —¿Realmente acabas de decir “vivaz”? —Lo hice. Es una buena palabra. —Es una antigua palabra, utilizada por abuelos y piratas. —Uff. —Alex suspiró. —Afróntalo. Simplemente eres un chico anticuado. —Lo que sea. ¿Tres...? —Tres —dije y cambié de idea durante un pensamiento—. No he podido decidir si Willing es lo segundo mejor que me ha ocurrido jamás, o lo segundo peor. —¿Qué son los primeros? —Nop. Uh-uh. No es para que lo preguntes, Alexander Bainbridge, si no para que lo reveles. Había vaciado su vaso y lo rodaba entre sus manos. —Tuve todas estas graciosas admisiones planeadas, pero has cagado mis planes. Oye. No pongas esos grandes ojos heridos conmigo. Es lindo, esa cosa de Bambi que haces, pero está más allá del punto. Ahora tengo que repensarlo. —Tú no... —Tranquila. Uno: mi nombre no es Alexander —Se sentó derecho y se dio un golpe en el pecho. —Menya Zavut Alexei Pavlovich Dillwyn Bainbridge. No Alexander. No creo que nadie fuera de mi familia lo sepa. —¿Ni siquiera Amanda? —Salió antes de que pudiera detenerlo. —Ni siquiera Amanda —Se estiró por un refresco—. Dos —murmuró mientras lo vertió—, ojala más gente supiera que Amanda y yo no somos una pareja y menos gente sabe que ella me botó temporalmente durante el verano por un salvavidas en Loveladies llamado Biff. —Mientras yo procesaba eso, terminó—: Tres. Fracasé totalmente en los PSATs. —Oh. Bueno, ¿No es el punto de las pruebas preliminares ayudarte a aprender a hacerlo bien en las siguientes? —Dile eso a mi papá. Ha decidido que ahora estoy a punto de reprobar el intentituto. —Vamos. Estoy segura de que él sabe que es sólo una prueba de preparación. —Lo que sabe —Alex me corrigió—, es que el camino Yale, seguido por la carrera de Leyes y la empresa familiar, esta en la cuerda floja.

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FORO’ Libros Del Cielo No tenía ni idea qué decir. En mi familia, lo que queramos hacer, siempre y cuando consiga sacarnos de la cama cada mañana y satisfacer a nuestras almas, es considerado simplemente espléndido. Y eso procede de varias generaciones que han luchado para pagar la hipoteca. No podía imaginar ser capaz de darle a mis hijos: todo y luego exigirles que sigan el mismo camino que yo hice. —Así que, dos veces por semana tengo mi propio tutor —dijo resumidamente—. Quien, confía en mí, hace que mi padre parezca como un malvavisco. Y en esa nota... —Recogió el fajo de lecciones de francés de nuevo—, vamos a empezar con el imperfecto, utilizado para expresar acciones que son… —Incompletas, incumplidas o repetidas una y otra vez. —Me desplomé en la silla rara—. Que yo sepa. Al final de la muy imperfecta sesión, Alex me dio un total de diez minutos en el baño de abajo antes de aparecer. Todo lo que había averiguado era que la chica sin rostro de Edward tenía pies anchos, y la decoración de los Bainbridge tenía una preferencia por el verde que podría merecer una intervención. —Probablemente podría darte la estúpida cosa —Alex señala la imagen cuando llega—. Y mis padres nunca se darían cuenta. Respingué interiormente. —No puedo abogar por ti debido a robo —Le dije—. No importa que tan noble sea la intención. Sabía que tenía que averiguar qué hacer con la fotografía y las cartas. Más allá del hecho de que no creía que quisiera tener nada que ver con ellas, robarlas, probablemente, hubiera sido lo peor que jamás había hecho. ¿Algo que no quiero que nadie sepa, Alex? Soy una romántica irremediable, ex desilusionada con tendencias de culpabilidad por robo. Pero si fui un éxito en la parte verbal de las PSATs. Por la forma en que lo vi, tenía tres opciones: 1. Podía darle las cosas a Maxine. —Oye, mira lo que encontré—. Confesar robo era opcional y, probablemente, no muy inteligente. 2. Podría regresarlas al libro y fingir que nunca existieron. 3. Podría destruirlas. La opción dos sonaba simplemente maravillosa. —Por lo tanto, tengo curiosidad —Alex me arrastró desde mi agradable contemplación de cobardía, de vuelta al cuarto de baño. Se apoyó contra la pared, con los brazos cruzados, sus pies casi tocando los míos—. ¿Qué es eso de que te gusta tanto este chico? Busqué cosas de él. Es bueno, pero nada fuera de lo común.

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FORO’ Libros Del Cielo Lo que una semana tan diferente hace a los ideales. Sentí que mi defensa de Edward se quedaba un poco atrapada en mi garganta. —Me gustan sus retratos. Realmente veía a las personas. Era su gran fuerza, esa intensidad. Alex inclinó su barbilla hacia la imagen. —No parece crudo, pero ella podría ser cualquier chica con un buen culo. —Cuando lo fulminé con la mirada, descruzó sus brazos rápidamente y levantó sus manos en rendición—. Oye, todo lo que quiero decir, es que si tuviera todo eso de, realmente ver a alguien, no es ese el ángulo que elegiría. No importaba cómo lo vieras, probablemente tenía razón. —Probablemente estas en lo cierto —dije. Se inclinó. El pequeño espacio, repentinamente se hizo mucho más pequeño. —Quédate conmigo, Grasshopper. Yo nunca te llevaré por el camino equivocado. ••• A medianoche, estaba todavía en mi escritorio. El dibujo aún detenido sobre la cara de Edward. No había escuchado más de sus débiles protestas, recientemente. Tenía mi maltratada copia de La Colección de Trabajo de Edward Willing abierta delante de mí. Por supuesto, no cada una de las piezas que hizo aparecía allí, pero es una colección bastante completa. El libro en sí no ha sido impreso desde hace veinte años. Durante la mayor parte del tiempo en primer año, lo leí en la biblioteca de la escuela, bajo el retrato de Edward. Amazon y todo el dinero de mi decimoquinto cumpleaños, finalmente hizo mía una de las copias. Lo he leído tantas veces, que el lomo está a punto de ceder. Esta vez, mi búsqueda fue muy específica. Edward utiliza decenas de modelos para sus pinturas: mujeres, hombres, viejos, jóvenes, amigos, estudiantes. Buscando una rubia en particular. La encontré primero en la página 279. Mujer #6, 1906. Era una acuarela, sólo una figura sentada, anónima y amorfa. Hubo otra acuarela en la página 298: Verano, 1907. Ella tenía su rostro enterrado entre brazos llenos de flores. Ese mismo año, fue la figura central, sobre una bicicleta, en un gran óleo llamado Boathouse Row. La encontré como una envuelta Eurydice, 1908, en una serie llamada Wissahickon, 1910, donde ella se sentaba en el borde de un montón de rocas diferentes y, una vez más, Marina, Marseilles, 1914. En ese, se encontraba sentada en la playa, mirando hacia el puerto lleno de barcos de pesca y más allá. No era el mejor trabajo de Edward. Los paisajes del mar nunca lo fueron.

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FORO’ Libros Del Cielo La había pintado por lo menos ocho años. Ella había estado viajando con él a Francia. Sólo Diana había aparecido en tantas pinturas, en múltiples ubicaciones. Arranqué el dibujo de la pared. —Mentiroso. Edward parecía más devastado de lo habitual. —Es una palabra terrible, viniendo de ti. —Sí. —Y no enteramente razonable. —Tú tuviste un romance con esta... Mujer número 6... ¿Hubo otras cinco? ¿Siete, ocho y más? Cuando no respondió, agité la (ciertamente pequeña) recopilación de Edward esparcida sobre mi escritorio. —Ella no es mencionada en ninguna parte. ¿Porque lo hiciste? ¿La mantuviste en secreto para tu entretenimiento privado? —Tsk, Ella. —Oh, no, no vengas con todo eso de lo correcto y la desaprobación conmigo. ¿Fue que ella no era lo suficientemente elegante para tu círculo social? ¿O que sólo sabías que traicionaba Diana… con ella? ¿Cuál es su nombre, de todos modos? No respondió, sólo me miró con su expresión de angustia. —Busqué dorogaya. No es un nombre. Es un cariño ruso. No hay ninguna mención que pueda encontrar en cualquier lugar que tenga algo que ver contigo y una rusa. Así que, ¿Quién era ella? ¿Una modelo? ¿Era sólo una de esos clichés? No respondió a eso tampoco. —Creía en ti —le dije—. Tengo este proyecto estúpido, todo planeado en tú musa, cómo Diana te hizo el pintor que eras. Cómo fue todo sobre el amor. —¿No decidimos que todo es sobre amor o dinero? Todo. —Oh, cállate, Edward —Exclamé—. Ahora no sé qué pensar de ti. Él suspiró. —Estoy un poco confundido aquí. ¿Qué es lo que te molesta tanto? ¿Que podría haber tenido una relación clandestina deliberadamente con esta persona que estaba socialmente por debajo de mí? ¿O que no dediqué los últimos diecisiete años de mi vida solo en un duelo desesperado por mi esposa? —Yo... Yo... —Descubrí que no tenía una respuesta rápida. No tenía ninguna respuesta.

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FORO’ Libros Del Cielo —Necesitas averiguarlo, querida niña. Estuviste contando con este apasionado, ampliamente investigado, impecablemente escrito papel para que fuera tú entrada a la NYU. Lo había hecho. Lo hice. —Y —la voz siguió—, realmente necesitas regresar la foto y las cartas al Museo. —Oh, genial. Gracias. ¡Dime algo que no sepa ya! Edward me miró, tristemente, desde su cuadro. —Pero no puedo hacer eso, Ella. Eso es lo único que nunca he podido hacer. Y ese pequeño bocadillo fue el glaseado. Porque lo había sabido desde el principio. Edward no podía decirme nada que yo no supiera ya. El Edward Willing real había muerto. Mi Edward era un producto de mi imaginación. Y mientras que tenga una imaginación muy buena, no puedo conjurar la verdad. Tampoco si es verdad o no. —Puedes contar con que yo siempre estaré aquí —dijo la cabeza de metal en la postal—. Más allá de eso... No voy a ofrecerte mucho. —Sí —dije tristemente—. Eso también lo sé.

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La Comunicacion Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por ★MoNt$3★

De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 17, 9:57 p.m. Tema: Lo siento. No puedo hacer francés mañana. —Alex. De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 18, 7:12 a.m. Tema: Bien. De acuerdo. De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 21, 4:41 p.m. Tema: Re: Bien. Ella: No me siento muy bien, en realidad. Bueno, mejor ahora, pero pasé un par de días seriamente feos… vamos a decirles "malos." Mi madre está convencida de que fue el sándwich de atún que tenía para cenar el jueves. Personalmente, creo que fue algo que comí en la escuela, pero no voy a decirle eso. La culpa por ser un padre ausente la tendría en el teléfono con Svichkar.

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FORO’ Libros Del Cielo Ahora estoy recibiendo una comida diferente de tres platos de Ucrania entregada todas las noches. El Pollo Kiev no es lo que la cocina de la escuela cree que es. De todos modos, realmente siento mucho lo del viernes. Creo que voy a verte después de Acción de Gracias. Nos vamos mañana por toda la semana. Iré al viñedo de Martha con la otra familia política. Un montón de charla sobre pavo. —Alex. De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 21, 8:25 p.m. Tema: Ahora, lo siento. Alex: Me siento mal. Es probable que te sientas peor. Mi abuela piensa que las conservas de atún son un desastre esperando a suceder. Solía pararse en la puerta de la nevera y hacía símbolos de protección con una mano en los restos de atún sobre la cazuela de mi mamá. Nosotros ya nunca más guardamos Starkist109 en casa. Que tengas un gran AG110. —Ella. De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 22, 12:05 a.m. Tema: Aquí va uno para ti. Toc, toc. De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 22, 10:34 a.m. Tema: Um. . .

Es un importante productor, distribuidor y comercializador de pescados y mariscos de alacena y congelados en los Estados Unidos. 110 Acción de Gracias. 109

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FORO’ Libros Del Cielo ¿Quién es? De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 22, 10:56 a.m. Tema: Re: Um. . . Atún. De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 22, 11:34 a.m. Tema: Re: Re: Um. . . ¿Atún quién? De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 22, 9:02 p.m. Tema: Re: Re: Re: Um. . . Atún calla esa radio. ¡Estoy tratando de dormir aquí!111 De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 22, 11:32 p.m. Asunto: Suspiro. Muy bien. Ya que estamos en el tema. . . P. ¿Cuál es el pescado favorito del zar de Rusia? R. Sardinas, por supuesto. P. ¿Qué hacen el hijo de una presentadora de noticias de Ucrania y un congresista de EE.UU. para comer en la cena de Acción de Gracias en una isla frente a la costa de Massachusetts? R. ¿? —Ella.

En ingles: Tuna down ya radio. I’m’ a tryin’ to sleep here! Hace un juego de palabras intraducible al español con la palabra, Atún —Tuna— y la palabra bajar —Turn down—. 111

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FORO’ Libros Del Cielo De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 23, 9:59 a.m. Asunto: AG. R. Republicanos. Nah. Estoy seguro de que vamos a tener toda la comida tradicional: pavo relleno y puré de papas. Espero que pastel de manzana. Nuestros anfitriones tienen un cocinero que se encarga de tus demandas, pero la isla es un poco limitada en cuanto a ir de compras. Siete de nosotros probablemente pasaremos la mañana en un barco, y luego tendremos una comida civilizada. Mi predicción es Pictionary112. Ganaré. ¿Y tú? —Alex. De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Noviembre 23, 1:11p.m. Asunto: Re: AG. Alex: Voy a tener mi pavo —será uno, pero de alguna forma estará perdido entre el fettuccini de calabaza, las alcachofas rellenas de chorizo, el ajo con judías verdes, y al menos cuatro tipos de lasaña, por no mencionar la batata y el pastel de chocolate cannoli ricota —con al menos cuarenta miembros de mi familia más cercana, la mayoría pasarán toda la comida gritándose el uno al otro. Algunos estarán realmente peleando, probablemente acerca de fútbol. Tengo la esperanza de estar sentada con los adultos. No es una cosa segura. ¿Cómo es el viñedo de Martha? He oído que es magnífico. He oído que es preferida por tipos presidenciales, pasados y presentes. —Ella.

Pictionary es un célebre juego de mesa creado por Rob Angel, que consiste en adivinar una palabra o frase a través de un dibujo hecho sobre papel. Gana el jugador o el equipo que más palabras o frases adivine. 112

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FORO’ Libros Del Cielo De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: 23 de noviembre, 5:28 p.m. Asunto: ¿Puedo tener AG contigo? ¿Por favor?? Hay un vuelo a las 6 a.m. fuera de la isla. Puedo estar de regreso en Filadelfia para el mediodía. Nunca he tenido Acción de Gracias con más de cuatro o cinco personas. Sólo un niño con otros dos chicos. Mi abuela recibe generalmente la cena en el Club de Caza. No le gusta el pavo. El año pasado tuvimos el salmón escocés. Me gusta el salmón, pero… El viñedo es bastante grande. La casa en la que nos vamos a quedar se encuentra en Chilmark, que si no fueras tan lamentablemente ignorante sobre el tema de la televisión extinta, sabrías que es la cuna de Fox Mulder Fox113. Puedo ver la flota pesquera de Menemsha por la ventana. ¿Has oído hablar de Blues Menemsha? Debo llevarte una camiseta. Todo el mundo tiene perros negros, prefiero llevar un buen pescado en el pecho. P. ¿Cómo se llama un pez sin ojos? R. Fsh114. Fuimos en barco esta tarde y de hecho vi una ballena jorobada. Ve las fotos abajo. Esa protuberancia de color grisáceo en el agua lleno de baches es una aleta. Un fotógrafo no soy. Al parecer, ellas se han ido por la época y partieron al Caribe. Es demasiado frío para nadar aquí, pero increíble en el verano. Te juro que fui empujado por una tortuga de mar aquí el pasado 04 de julio, pero nadie me cree. ¿Hay alguna posibilidad de guardarme un cannoli? —A. De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: 23 de noviembre, 8:43 p.m. Asunto: Algunos barcos. Alex: Sé quién es Fox Mulder. Mi madre veía Los expedientes X. Dice que era porque le gustaban los argumentos de la historia espeluznante. Creo que le William Mulder es un personaje ficticio interpretado por el actor David Duchovny en la serie de televisión Expediente X. 114 Es un juego de palabras intraducible, donde Alex le pregunta: —What do you call a fish with no eyes? —La palabra eyes, se pronuncia similar a la letra i, y ya que le falta un ojo, él le quita la i a su respuesta. 113

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FORO’ Libros Del Cielo gustó David Duchovny. Trató con Californication115, pero no creo que su corazón estuviera en él. Creo que se lo está pegando a la abuela, quien ha decidido que es el trabajo del diablo. Ella dice que la música más actual, también lo es, pero Dios ayude a cualquiera que se interponga entre ella y American Idol. La ballena borrosa era muy linda, aunque sí es un poco difícil de identificar. El perfil del hombre entre la ballena y tú en la tercera foto era muy familiar, también un poco borrosa. No voy a preguntar. No, no. Tengo que preguntar. No quiero preguntar. Mi madre ama los trajes de su esposa. Busqué en Google. Hay tiburones en la costa de la Viña. Grandes tiburones blancos. Te creo acerca de la tortuga. ¿He mencionado que hay tiburones, no? Voy a Surf City por una semana todos los veranos con mis primos. Puedo comer mucho helado. Juego golf en miniatura… no muy bien. No me quejo sobre la arena en mis panes para hot dogs o en mis sabanas. Incluso paso bastante tiempo en la playa, para conseguir arena en más lugares incómodos. No nado. Quiero decir, yo podría, si quisiera, pero me imagino que si estuviéramos destinados a compartir el agua con los tiburones, también tendríamos unas cuantas filas adicionales de dientes. Te voy a guardar un poco de cannoli. —Ella. De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: 24 de noviembre de 12:44 a.m. Asunto: Shh. Fiorella… Sí, Fiorella. Lo busqué. Esto significa flor. Lo cual, si se combina con Marino, significa Flor del Mar. ¿Qué tiburón se atrevería a tocarte? No voy a hacer mención de la incómoda arena, por difícil que sea de resistir. Tampoco pienso en ti en un bikini —Nota mental: No pienses en Ella en bikini bajo ninguna circunstancia. Nota de mí mismo: ¿Estás j…damente bromeando?— Muy bien. Dos piezas de información para ti. Uno: Nuestro anfitrión tiene una excelente bodega y mi madre es Europea. Queriendo decir que no me fastidia el vino ocasional.

Californication, era una Serie de televisión Estadounidense de que inició su emisión en el 2007. Está protagonizada por David Duchovny y Natascha McElhone . 115

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FORO’ Libros Del Cielo Dos: Nuestra anfitriona dice que le des las gracias a tu madre. La mayoría de la gente dice cosas desagradables sobre sus trajes. Tres: Tenemos una casa un poco cerca de Surf City. Tal vez voy a estar ahí cuando estés allí. Lo mejor será que quemes esto después de leerlo. —Alexei De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: 24 de noviembre, 8:09 p.m. Asunto: Feliz Día de Gracias. Alexei: Considérala quemada. No te preocupes. No estoy mostrando tus mensajes de correo electrónico a nadie. Asunto de seguridad nacional, por supuesto. Bueno, me tuve que sentar en la mesa para adultos. En medio de mi tataratatara tía Jo, que tiene noventa y tres años y es sorda, y su hija, JoJo, que repetía conversaciones de todo el mundo para mí. De manera escandalosa. La comida era genial, a pesar de la lasaña de arándano de mi tío Ricky. De hecho, habría sido un perfecto AG, si las Águilas no hubieran estado jugando con los Jets. Mi primo Joey —del otro lado de la familia— vive en Hoboken. Su hermana se casó con un chico de Filadelfia. Comenzó como un animado debate a través de la mesa: Jets contra Águilas. Terminó con Joey lanzándose encima de la mesa hacia su cuñado y mi abuela diciendo oraciones en voz alta a Santa Brígida. Por lo menos, creo que era Santa Brígida. Es difícil de decir, ya que hablaba italiano. Me sorprendió tratando de congelar media docena de cannolis. Me gritó. Al parecer, las cáscaras se ponen realmente empapadas cuando se descongelan. Supongo que podrás tener uno fresco cuando regreses. —F / E De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: 26 de noviembre Asunto: Hola. Sólo pensé comprobar y asegurarme de que no fueras abatido por una bacteria de pavo sin escrúpulos.

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FORO’ Libros Del Cielo De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: 27 de noviembre Asunto: A: Realmente espero que no lo fueras.

De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: 27 de noviembre Asunto: Alex…

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El Mensaje Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Maia8

1. “Ejem. Sé que odias los lunes, madame, pero elegiste el absolutamente día equivocado para hacer novillos. O estar enferma. Sí, supongo que es vagamente posible que estés realmente enferma. De todos modos, aquí estamos en el almuerzo, Sadie y yo, siendo testigos de un total desorden social. Tu amigo Alexander Bainbridge está sentado en la mesa de costumbre, pero de cara a la habitación. Amanda Alstead está sentada en una mesa. O, mejor dicho, sentada más o menos sobre un muchacho mayor Fillite, cuyo nombre no es importante. Una joven muy agradable en la mesa de al lado, ya sabes, la que escribe sobre el señor Darcy, acaba de informarnos que Amanda dejó a Alex durante las vacasiones. En el Día de Acción de Gracias, no menos. Por e-mail. Es imposible saber cuánta verdad tiene el rumor, pero yo diría que bastante. Tenemos una bolsa grande con siete dólares de palomitas de película aquí. Pensé que te gustaría saber. Llámame.” 2. —¿Ella? —Mi padre apareció en mi puerta, sosteniendo una bandeja con una servilleta cubriendo la parte superior de la misma—. ¿Cómo estás, cariño? —Cubrí mi teléfono con un pañuelo de papel. No es que importara. Contra todos los dibujos negros sobre la colcha, se mezclaba más o menos. —Bien. —Todavía no te ves muy bien. —Dejó la bandeja sobre el escritorio—. Bonita, pero no demasiado bien. Te he traído sopa. Era minestrone, y olía muy, muy bien. Él y mi madre no habían sospechado nada cuando les dije que estaba enferma. (“Apenas cruzó el umbral el fin de semana”, se lamentó mamá. “No es de extrañar que parezca una cáscara vacía.”) Ella fue a trabajar, tras las vagas amenazas de Macy. Papá había tratado de darme de comer. Tenía hambre, pero pensé que podría descubrirme si comía más de la mitad de un trozo de pan tostado. Mi estómago se quejaba ahora. Definitivamente me sentía

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FORO’ Libros Del Cielo como una cáscara vacía. Sólo la parte de ella que tenía que ver con la comida. —¿Quieres hablar al respecto, cariño? —Papá sujetaba un tazón y una cuchara, y me miraba, como solía hacer cuando corría hacia la cocina del restaurante, llorando, porque me había estrellado en los escalones de entrada del Greco con la bicicleta. Una vez más. —No lo creo —Le contesté, tomando la sopa—. No es gran cosa. —Y yo tengo un puente para venderte. —Suspiró—. ¿Qué tal si te hago preguntas, y tú respondes las que quieras? —Está bien. —No podía decirle que no, no cuando su rostro y el olor de los tomates calientes me recordaban que nunca había llorado por más de un minuto una vez que entraba en la cocina con él. —Bien. —Giro la silla del escritorio hacia la cama y se sentó, con las manos sobre las rodillas. Había dos largas manchas, de color verde en la parte delantera de su delantal, una a cada lado donde se había frotado los residuos de albahaca de las manos. Podía oler, detrás, el minestrone—. ¿La escuela? —No. —¿Un chico? —Sí, en parte. —¿Un novio? —Sus cejas se juntaron volviéndose una. Rápidamente le aseguré: —No. —Ah. Pero tú quieres que lo sea. —Un poco. —Y él ciego, estúpido, y, probablemente, loco como una ardilla, no siente lo mismo. —Sonreí un poco ante la indignación paterna. —No. Tal vez. No sé. Ese es el problema. Yo. . . no puedo confiar más que en lo que creo que sé. —Mi padre no dijo nada durante unos segundos, sólo se sacudió un poco en su asiento. —¿Te acuerdas de cuando solías querer que te llevará al museo cada domingo? —Me sonrió de nuevo—. Siempre querías mirar las pinturas holandesas de bodegones116. —¿Qué puedo decir? Me gusta un buen plato de comida. Yo odiaba los que tenían los conejos muertos.

Naturalezas muertas: es una obra de arte que representa objetos inanimados, generalmente extraídos de la vida cotidiana, que pueden ser naturales (animales, frutas, flores, comida, plantas, rocas o conchas) o hechos por el hombre (utensilios de cocina, de mesa o de casa, antigüedades, libros, joyas, monedas, pipas, etc.) 116

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FORO’ Libros Del Cielo —Tampoco eran mis favoritos, cariño. Pero realmente amabas esa habitación, con todas sus cosas excéntricas. La rueda de la bicicleta atascada en un taburete, el mingitorio. —La sala de Marcel Duchamp. Guau. No he estado allí en años. —Tomé un sorbo de sopa de minestrone. Era perfecta. —Sí, y esa pintura muy famosa. Ya sabes, esa en la que solías pararte en frente durante más tiempo. —“Desnudo bajando una escalera”. —Esa misma. Yo nunca la vi, el desnudo. O la escalera, tampoco. Vi un montón de formas de color marrón en una fila. Pero tú... tú miraste y miraste. Cada vez que estábamos allí, me hacías leer el título en voz alta. Entonces, un día, me agarraste la mano. No sé, tenías tal vez seis. Eras como así… — Puso la palma de su mano en el aire a la altura de su cintura—. Pequeña, pero hombre, que tenías un buen apretón. “¡Lo veo, papi! ¡Veo al desnudo bajando las escaleras!” —Sonrió—. Tardaste unos meses más en aprender que desnudo no significaba cada persona en una pintura. Sorprendiste a algunos. Dios, eras una pequeña cosa fantástica. —Casi había terminado la sopa. Todavía me sentía hueca, pero mucho más viva—. De todos modos, aquí está el punto... —Llegó y tiró de una oreja. Sus dedos eran de color púrpura. Pesto y la remolacha en el menú, supuse—. Tenía un punto... Ah, cierto. Tú, mi pequeño camarón fantástico, sabías lo que había en frente de ti. Tal vez no era obvio, pero estuviste allí hasta que todo se aclaró en tu mente y frente a tus ojos. —Dio una palmada en las rodillas y se levantó—. Ese fue mi punto de vista. Pero, ¿Qué sé yo de eso? Me gustan las fotos de melocotones que parecen duraznos. —Él tomó la taza y la cuchara que yo tenía—. ¿Bien? —Um… —No me refiero a la sopa, cariño. —Lo sé. —Así que… —tomó la bandeja y se dirigió hacia la puerta—, digiérelo. —No te refieres a la sopa. —¿Ves? Sabes lo que crees que sabes. —Me dejó galletas de chocolate como postre. Oí el pitido de la máquina contestando en la cocina. Nonna siempre bajaba el volumen (“¡Al igual que las voces de los muertos, esa caja horrible!”). Teniendo en cuenta el hecho de que ella es la única persona que pasa tiempo real en la cocina de la casa, los mensajes pueden esperar mucho tiempo para ser contestados. —Ella —Me llama papá—. Un chico llamado Alex dejó un mensaje. ¿Quieres que lo borre…? —Mi teléfono dio un vuelco al piso cuando me enredé en la manta tratando de salir de la cama. 3.

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FORO’ Libros Del Cielo —Ella, um, es Alex. Espero que éste sea el número correcto. Tuve que conseguirlo de una guía telefónica muy vieja. Habría conseguido tu número de celular de Sadie Winslow, pero. . . bien, cada vez que me acercaba a ella hoy, Frankie Hobbes mostraba los dientes. Da un poco de miedo, aunque sea tan flaco… como sea. No estuviste en inglés hoy. No estuviste en ningún lugar en el que pudiera verte. Um. . . llámame. Estaba pensando que podría ir...

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El Beso Traducido por Munieca y ♥...Luisa...♥ Corregido por Maia8

M

i armario no cerraba. Empujé. Me incliné sobre él. Finalmente, noté que la manga de mi bata de baño bloqueaba el pestillo. Cuando abrí la puerta para hacer frente al problema, la mayoría de la ropa que me había probado y rechazado cayó sobre mis pies. Recogí mis jeans, dos de los suéteres de Siena, y una de sus faldas devueltas. A ella le daría un ataque si lo viera, pero pensé que tendría más de un ataque si metía sus cosas debajo de la cama. Alex llegaba tarde. Lo agradecí. También me sentía increíblemente nerviosa, y había puesto rímel en mis ojos. Parpadeé un montón mientras hacía una última comprobación. En realidad, todo se veía muy normal, incluyéndome a mí. Me limpié la mayor parte de la máscara y todo el lápiz labial. Llevaba puesto el nuevo cuello alto azul y blanco que Frankie me había hecho comprar. Pensé que me veía muy poco francesa. Entré en la sala y miré por la ventana del frente por vigésima vez y me dije a mi misma “relájate” por quincuagésima vez. No puede ser saludable, este sin aliento, tonto, y palpitante estado en el que había estado sumida desde que lo había llamado y dejado un mensaje y él me había llamado de vuelta, y estoy convencida de que podía escuchar los latidos de mi corazón a través del teléfono. Todo para que yo pudiera correr hasta mi habitación como un hámster con crack, tropezando con los pantalones vaqueros sucios y tratando de averiguar dónde había caído el sostén de ayer. —Oh, por el amor de Dios —Me regañé a mí misma, citando a Frankie—. Es sólo una sesión de francés. Es sólo una sesión de francés, con un chico lindo. Es sólo una sesión de francés, con un chico lindo que ya no tiene una novia, que, borracho, me envió un correo electrónico acerca de mi nombre, y que me hace sentir como si me hubiera tragado una oruga. —Pensé que tal debería sentarme. El capó del coche de Alex apareció a la vista a las 5:09. Me lancé fuera de mi habitación, bajé las escaleras, y luego tuve que apoyarme en el sofá por un segundo para calmarme. Entonces, me puse justo detrás de la puerta, contando lentamente hasta diez antes de abrirle, justo después

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FORO’ Libros Del Cielo de que él hubiese tocado. No debería parecer demasiado ansiosa, ahora, ¿verdad? —Hola —dijo. —Hola. —¿Qué otra cosa podía decir? El clima se había vuelto realmente frío durante las vacaciones. Llevaba puesto un gran chaquetón negro con símbolos rusos en los botones. Traté de recordar si alguna vez había conocido el mundo de Rusia por un “hola”. No lo creía. Él esperó pacientemente durante un minuto, y luego preguntó—: ¿Está bien, si entro? Me sonrojé y retrocedí. No tenemos un vestíbulo de entrada. Alex caminó unos pasos en nuestra sala de estar. Me imaginaba lo que veía: el juego de sofás de tres piezas (color beige, ligeramente sucio, con algunos cojines floreados), la escena de la playa en colores pastel (gaviotas en una cerca rota de las dunas) en la pared, la estatua de la Madonna de Nonna (azul brillante). Por un segundo fugaz, me dio vergüenza. Entonces, de repente, no importaba. Era lo que era y no iba a cambiar hasta que mi madre tuviese otra abeja en su cerebro y decidiera ir al Sudoeste Elegante con madera en bruto y cráneos de vaca. —Puedo... ¿guardarte eso? —Le pregunté, señalando a la bolsa de papel en la mano. Alex miró hacia el otro lado de la repisa de la chimenea. Las columnas eran copias de los pilares del Coliseo en Roma. Son grandes. —Oh, sí. Es pierogi117.De Svichkar. Probablemente frío. Parece... Oh, mierda. Fue algo realmente estúpido de traer, ¿No? Mi mamá tiene esta cosa de no llegar con las manos vacías. Tiré la bolsa de sus manos. —Es perfecto. Merci beaucoup, monsieur Bainbridge. —Je t'en prie, Mademoiselle Marino118. Bueno, así que es sólo la manera semiformal de decir “de nada” en francés, pero cualquiera que diga que el italiano es el idioma del romance, es probablemente italiano. Me llevé la bolsa a la cocina y la puse sobre el mostrador, entre la frescura-garantizada-por Handi-Vac (“ponga la comida en la bolsa, aspire el aire...”) que mamá compró en el Home Shopping Network y la jarra de galletas pintada a mano de Nonna (“¿Qué, crees que permanecerán allí el tiempo suficiente para echarse a perder?”), que llevaba con ella desde Calabria. Está decorada con hojas de higuera y, por alguna razón, con pescado. Nunca miré demasiado de cerca

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Pierogi: plato típico de la cocina polaca, parecidos a los ravioles. Je t’en prie, Mademoiselle Merino: Por favor, señorita Marino.

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FORO’ Libros Del Cielo cuando hice incursiones; los peces que componen el mango siempre parece que me dan la grave malocchio119. Abrí la nevera para conseguir el refresco de limón en espera. Miré de nuevo a la bolsa de papel y sonreí. Había esperado Doritos. Esto fue mucho mejor, aunque un poco menos apetecible. —¿Quieres un pierogi? —Le dije. —Realmente no —dijo Alex en respuesta. Luego, agregó—: Quiero decir, son buenos, y si quieres uno... —¿Galletas? —Excelente. Conseguí un plato para galletas. Para evitar el ojo de pez, di la vuelta a la tapa otra vez en mi mano. Había un librito pintado en el interior. Nunca había pensado en eso antes. Ahora me miraba de cerca. Y volví a mirar. Esta vez, en lugar de un diseño bonito, vi a una M, entrelazada con una E, rodeado por un C. Michelangelo Costa, pensé en un bisabuelo de Darcy de Nonna. Y Elisabetta. Por otra parte, sólo podrían haber sido los padres de Nonna: Magda y Euplio. Puse algunas galletas en el plato, equilibré un par de vasos de plástico altos sobre el cuello de la botella, y volví a la sala de estar. Alex se puso justo en frente de la repisa de la chimenea, inclinado hacia adelante, su nariz a pocos centímetros de una imagen mía. —Oh, Dios. ¡No mires eso! Fue en el recital de fin de año de mi único año de clases de ballet. Yo tenía seis años: piernas flacuchas, una enorme brecha donde mis dos dientes delanteros habían estado recientemente, y un traje de abejorro. Nonna había hecho todo lo posible, pero no era mucho lo que se podía hacer con un spandex amarillo y negro y un trasero de abeja. Papá había encontrado una de esas bandas elásticas para la cabeza con antenas unidas. Me encantaban las antenas. Mientras más entusiastas mis jetés120, más rebotaban. Por supuesto, también había rebotado mi pequeño pecho plano fuera de mi traje tantas veces durante el recital en sí, que apenas me había movido en absoluto, víctima de la modestia abrumadora de los seis años de edad. Ahora, mirando a la niña que había sido, deseaba que alguien le hubiera dicho que no se preocupara tanto, que dentro de un año, ese suave, delgado, hombro desnudo se convertiría en la pesadilla de su existencia. Que ella era absolutamente perfecta. —Bonitas rayas —dijo Alex casualmente, enderezándose.

Malocchio: mal de ojo, es una creencia popular supersticiosa según la cual una persona tiene la capacidad de producir mal a otra persona sólo con mirarla. De esta persona afectada se dice que "está ojeada, o que le echaron mal de ojo, o el ojo encima". 120 Jeté: paso de ballet. Rebotan sobre un pie y luego sobre el otro. 119

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FORO’ Libros Del Cielo Eso dolió. No debería haberlo hecho —era sólo una foto—, pero lo hizo. No sé qué esperaba que me dijera sobre la imagen. No era eso. Pero entonces, no esperaba la amplia sonrisa que se extendió por su cara cuando consiguió una buena mirada en mí, tampoco. —Aquellas —Anunció, señalando una foto de mi papá con su peinado mullet apoyado contra el capó de su Mustang—, son rayas bonitas. Eso — señaló a la abeja—, es seriamente lindo. 121

—Estás loco. —Murmuré, increíblemente satisfecha. —Sí, bueno, dime algo que no sepa. —Tomó la botella y el plato de mí—. Me gusta saber que tienes un poco de vanidad en alguna parte. —Se puso de pie, las manos llenas, mirando expectante y completamente hermoso. La realidad de la situación no había sido verdaderamente tan real antes. Ahora, cuando comencé a subir las escaleras a mi habitación, con Alex Bainbridge detrás de mí, me di cuenta. Llevaba a un chico, a este chico, a mi espacio muy personal. Entonces, él comenzó a cantar. —Eres tan vanidoso, apuesto a que piensas que esta canción es sobre ti. Tú eres taaan vanidoso... —Tenía una voz bastante buena. Era una canción de radio AM verdaderamente excelente. Y así como eso, estaba oficialmente En lo Profundo: 1. Interesado en el arte. (Yo, el carbón vegetal; Él, tinta de color) 2. No tiene miedo del amor. Había estado con Cruella de Vil por un largo tiempo. 3. O diciendo la verdad. “Tres cosas que te cueste confesar.” 4. Caliente. Al igual que, hermoso. 5. Atrevido. Tiburones. Océano. Nada donde Aquí hay Monstruos. Inciso 5a. Lo suficientemente atrevido como para tener una oportunidad conmigo. ¡Oh!, ese, siempre el problema en Si Mi Príncipe, De Hecho, Apareciera Algún Día, Sería Genial si Pudiese Reunir Estos Cinco Criterios. Pero tenía una cosa cuando se trataba de Alex, que nunca había tenido con Edward. Esperanza. Bueno, eso y un e-mail borracho. Así que, subimos las escaleras. En su casa había cuadros subiendo las escaleras. La mía tiene... Sí, las imágenes de la escuela. Sienna, Leo, Ella. Sienna, Leo, Ella. Algunas escuelas diferentes, de más de una docena de años. Sienna luciendo bella e insatisfecha, incluso a los seis. Leo en segundo grado con los últimos vestigios de un ojo negro de una pelea que había tenido con tres estudiantes de cuarto grado. Yo con un incisivo menos y el Mullet: es un peinado que se caracteriza por ser corto en la parte superior del cráneo y largo en la zona de la nuca. Fue un peinado popular en hombres y mujeres en la década de 1980. 121

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FORO’ Libros Del Cielo pelo en dos trenzas. Sienna hermosa y aburrida, con enormes pendientes que había comprado con el dinero de su duodécimo cumpleaños, y que mi padre continuaba amenazándola con fundir. Leo con el pelo gelificado. Yo con mi pelo sobre la mitad de mi cara y cubriendo completamente el cuello. Sienna con tetas y pálida sombra de ojos rosa. Leo con un pendiente que papá fingía no ver. Yo con mi pelo sobre la mitad de mi cara y cubriendo la mayor parte de mi pecho. Esta vez, Alex no dijo nada. Sin embargo, hizo una pausa en la impresión a tamaño real, enmarcado, que ocupaba la mayor parte del descanso. —Guau. Esa fue una manera de decirlo. —A mi madre le gusta Klimt —Le expliqué. Tenía este, “El beso”, en posavasos, un bolso de mano, y un juego de té que se había comprado por su vigésimo aniversario de bodas. No era que el pintor Klimt le gustara, tanto como, la combinación de lotes y lotes de pintura metalizada y una mujer de pelo rojo en los brazos de un hombre de pelo oscuro. “Soy yo y tu papá”, solía decir ella para nuestra angustia colectiva. Los niños pequeños no quieren ver a sus padres besuqueándose. Los niños mayores realmente no quieren verlo. —Oye, si sigues rodando tus ojos, Sienna Donatella —chasquearía—, se quedarán así. ¡Y a ver si encuentras a un tipo que te bese! —El Tommy de Sienna es un buen tipo. Esta de acuerdo con el hecho de que ella quiere tanto oro metálico en su futuro hogar como sea posible. —Edward Willing lo llamó “La monstruosidad más bella de la historia del arte” —Le dije a Alex—. Lo vio en Viena, un año después de que fuera pintado. Nunca he sido capaz de decidir si le gustó. —A todo el mundo le gusta “El Beso” —Fue la respuesta de Alex. Yo no estoy tan segura. Pero sé que mi madre estaría de acuerdo por completo. Tenía una media docena de versiones, mucho más pequeñas, enmarcadas. Las pone en las casas que organiza para la venta, convencida de que nadie puede resistirse a un poco de oro y besos. Ahora, de pie bajo nuestra hermosa monstruosidad, no pude dejar de pensar que si Alex fuera a darme un beso, se vería así: yo pequeña y dichosa y apegada, él mucho más alto, envolviéndome completamente. Aparté mi cara roja mientras me dirigía por el pasillo. Mi habitación es un cuarto del tamaño del suyo. Se sentía aún más pequeña con él en la misma. —Siéntete como en tu...

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FORO’ Libros Del Cielo Había dejado caer pesadamente la merienda en mi escritorio, depositado su mano en mi silla, y ya recorría la habitación, mirando a las paredes. —Guau —dijo de nuevo, mirando a un cuarteto de aldabas victorianas hechas para parecerse a manos—. Genial. Eres seriamente buena. —Se quedó mirando, durante mucho tiempo, en el único estudio que había puesto arriba de “La puerta de la Sala de Lenguas Romances Willing: el diablo burlón”—. Yo pondría eso en mi pared —dijo. No había dicho nada mientras hojeaba, tragando negaciones automáticas de mis habilidades.

todas las

Él se volvió y me sonrió, viéndose exactamente igual que un pequeño demonio. No es de extrañar, ya que era esencialmente su rostro en miniatura. —Esta es la parte donde remueves la tachuela y me das la imagen. Para siempre. —¿Hablas en serio? —No estaba segura. —Sí, Ella. Lo digo en serio. —Así que quité la tachuela y le entregué la imagen. La enrolló con mucha suavidad y la metió en el bolsillo de su chaqueta. Entonces, se acercó a mirar por mi ventana. —Ese es el restaurante, ¿verdad? —Sí. —¿Ese es tu papá? Fui a pararme a su lado. Irradiaba calor. Fue una distracción. —Um... Sí. Y mi mamá. —Ella blandía un pedazo de papel. Papá se había retirado los bolsillos del pantalón por lo que destacaban a ambos lados de su delantal, como orejas de ratón—. Mi hermana y mi mamá quieren platillos de mar y tierra122 en la boda. Mi papá no quiere pagar por ello. Ha sido una larga batalla, y estamos a último momento. La boda es en tres semanas. Mamá alzó las manos en el aire y se alejó. Papá cogió un cuchillo de chef muy grande y se puso a trabajar en cortar una berenjena. Alex le dio la espalda a la ventana y se apoyó en el alféizar. —Sólo por curiosidad, ¿Saben que estoy aquí? —Sí. —Mi madre sabía, de todos modos. La mención de un profesor de francés fue la excusa para no ir de compras. —Puedo entender que confían en que no harás nada inapropiado. No podría decir si hablaba en serio. Supongo que no.

Platillo de Mar y Tierra: plato de comida que consta de carne de res y mariscos o pescado. 122

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FORO’ Libros Del Cielo —Por supuesto. De hecho, mi madre probablemente te pagaría para hacer algo que haga que ellos confíen en mí un poco menos. —Eché un vistazo a la cara. Parecía un poco aturdido. —Oh, no. No quise decir... O tal vez sí. Pero Alex empezó a alejarse de mí, las manos levantadas. —Está bien. —J'étais stupide123. Se sentó en el borde de mi mesa de trabajo, pasando muy cerca del biscotti. —Yo no diría eso. Sin embargo, el uso del imperfecto está mejorando. —Justo lo que siempre he querido —dije con tristeza—, mejorar la imperfección. —Mira, Ella... —Bajo la mirada a sus manos, abriendo y cerrando los puños. Esperé. Creo que hay un malentendido aquí... Eres una chica agradable y todo, pero... Me gustas mucho, pero realmente no me gustas... Las inconfundibles notas de No Stop Believin, en versión electrónica, de repente llenaban la habitación, seguidas por el tratamiento visual y sonoro de mi teléfono, vibrando su camino a través de mi escritorio, hacia la cadera de Alex. Me lancé sobre él. En un momento de claridad de cabeza, tendría tan sólo que apagarlo. Tal como iba la cosa, me las arreglé con un “lo siento” para Alex antes de abrirlo de un tirón. —¿Estás muerta? —Exigió Frankie desde el otro extremo. —No. —Me alejé de Alex, que muy cortésmente fingía estar interesado en los biscotti. —¿Estás todavía enferma? —No —Admití. —Por supuesto que no. Bueno, iré a verte. —¡No! —Me encogí cuando Alex se sobresaltó un poco. Tomé un respiro—. Dios, no. No lo hagas. El centro de la boda es aquí. Sienna te hará atar alpiste en pequeñas bolsas de color púrpura. Hubo una larga pausa. —¿Estás bien, Marino? —Sí —Me las arreglé. —Hora de la verdad. ¿Dónde estabas hoy? 123

J'étais stupide: Fui una estúpida.

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FORO’ Libros Del Cielo ¿Puedo hacerlo? ¿Podría realmente utilizar la palabra calambres con Alex Bainbridge de pie a tres metros de distancia? Sólo podía imaginar cómo sonaría la verdad. Aquí, en la cama, escondida porque pensé que fui la reina de todos los tontos enviándole correos a Alex Bainbridge durante las vacaciones, y ni siquiera puedo decir sobre esto porque lo he prometido... Pero está bien, o quizá no, porque él está aquí ahora, en mi dormitorio. A punto de decirme que fui la reina de todos los tontos. Claro. Adelante. Ustedes dos pueden unirse por encima de mi idiotez. —El archivo. —Le dije, dando un paso más, como si unos pocos metros fueran a hacer alguna diferencia—. Mira, tengo que irme. Te llamaré más tarde. —¿Me lo prometes? —Por supuesto. Te quiero. —Te quiero, también. —Apagué mi teléfono antes de meterlo en el bolsillo—. Frankie —Le dije. Como si a Alex le importara. —¿Sabe que estoy aquí? —No salió el tema. —Alex se encogió de hombros. Dejando claro que no le importaba. —No es el tipo más amigable. Podría serlo. Después de aquella mala broma que le hicieron años atrás. Tal vez yo no hubiera estado allí, pero creía cada palabra de las historias de Frankie. Y sabía que le había costado algo revivirlas. Así que no lo hice. —Sólo tienes que conocerlo. —Le dije en su lugar. —Correcto. —Alex asintió con la cabeza. Claramente, a él no le importaba—. De todos modos, quiero decir... Sé que has oído hablar sobre Amanda y yo. Quiero decir, todo el mundo ha oído hablar de que nos separamos —Esperé, de pie, la estatua todavía en el centro exacto de mi habitación—. Es sólo que la historia que circula no es toda la verdad. Pensé que merecías eso. —Su mirada se encontró con la mía, pero sólo por un segundo antes alejarse. —Ah, ¿Quieres sentarte? —Se iba poniendo aún peor. No servía de mucho haber sido precedido por las variaciones de "Toma asiento." Pensé en las oficinas de los directores y sillas eléctricas. Me pregunté qué podía decirle para sacarlo de eso. Alex me estudió por un segundo. —Te ves asustada. No va a doler mucho. Te lo prometo. —Tengo miedo de muchas cosas, incluso del miedo, ahora ex novias, tiburones, pitbulls, y las probabilidades de ser alcanzada por un rayo. La posibilidad de que Alex pudiera hacerme daño, incluso involuntariamente, una vez más era petrificante. —Está bien. —Logré decirle.

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FORO’ Libros Del Cielo —Está bien. Por lo tanto, aquí está la cosa. Amanda y yo acabamos de separarnos desde hace unos pocos días. Todo el mundo piensa que es temporal... —Tal vez si él no hubiera hecho una pausa para tomar una respiración, no la hubiéramos oído. Pero como así fue, el crujido del suelo fuera de mi puerta entreabierta llegó en voz alta y clara. Alex se disparó como si lo hubieran pinchado con un palillo agudo. Crucé la habitación en un sólo aliento y abrí la puerta. Nonna, a medio camino por delante de mi habitación y claramente en dirección a las escaleras, parecía algo salido de una historieta. Tenía los hombros encorvados, había levantado un pie del suelo, y se encogía. —Oh, Fiorella. ¡Lo siento! En un universo alternativo, otra Ella intentaba desesperadamente tranquilizar a su abuela gritando que no había pasado nada, que no había puesto en peligro su alma inmortal, y sería una cosa muy buena, por favor, si el revólver de papá estuviera de nuevo en su caja polvorienta. En éste, Nonna tenía un dedo como arma en su propia sien. Se metió el dedo pulgar y puso los ojos en blanco. No sabiendo qué más hacer, me hice a un lado. —Um... Nonna, este es Alex Bainbridge. Alex, esta es mi abuela... — Entró en la habitación con la mano extendida. —Buongiorno, señora Marino. Piacere di conosceria. —Ella respondió con una risa encantadora y un torrente de italiano. Cogí "bienvenida" y "salchichas". Por supuesto, podría haber sido un error de ambos. Alex escuchó atentamente y luego le dirigió una sonrisa torcida. —Scusi, señora. Yo no hablo italiano. Bueno, no mucho, de todos modos. Acabo de practicar un par de frases para... um... la práctica. —Ah —Nonna pellizcó la mejilla de Alex, no demasiado duro—, no importa. Me tienes en buongiorno. Ahora, ven, ven. Fuimos, Nonna liderando el camino, a través de la casa, a través del patio, y la cocina del restaurante. El auto de mamá no se encontraba en el lote. Me imaginé que había dejado de estar de mal humor por las langostas o los zapatos. El lunes es siempre una noche tranquila. Leo limpiaba la máquina de café expreso y maldecía en voz baja. Es la única cosa que odia más que servir mesas con Sienna. Ni siquiera levantó la vista cuando entramos. En su estación, Ricky tenía hasta en los codos carne de salchicha picada. Lanzó a Alex un amistoso. —¡Oye, chico! —Y volvió al trabajo. —Este es Alex —Le dije a todo el que quisiera—, de Willing. —Papá seguía con el cuchillo grande. Le dio a Alex una larga mirada. Entonces, dejó el cuchillo, se limpió las manos en el delantal, y le extendió una. —Ronnie Marino. —Alex casi saltó hacia adelante para tomarla.

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FORO’ Libros Del Cielo —Alex Bainbridge. —Él hizo una pequeña mueca de dolor, y pensé que mi padre le había apretado. —Sí. El chico congresista. Lo recuerdo. —No pensé que se hubieran cruzado esa noche. Pero papá no se olvida mucho de lo que sucede en su restaurante. —Tuvimos una cena increíble —Le dijo Alex. Mientras que empezaba a preocuparme de que pudiera lanzarse a la clase de adulación que no funciona en mi padre, su rostro tenía un aspecto un poco torpe y anunció—: He soñado con un plato de antipasto. —Y eso fue todo. —¿Tienes hambre? —Preguntó mi padre. —Estoy muerto de hambre. —Respondió Alex —Bien. —Papá cogió el cuchillo de nuevo—. Ella, descubre lo que al joven caballero le gustaría comer, y todo estará bien en el mundo. —¡Siéntate! —Ordenó Nonna, empujando a Alex por detrás. Todo lo que se veía de ella era un destello de falda negro detrás de las rodillas. —Raviolis de remolacha púrpura. —Anunció el tío Ricky a la sala—, relleno con chorizo, albaricoques secos y queso Asiago. —Prueba. —Ordenó Nonna, con una mano en el medio del pecho de Alex ahora para hacer que se sentara en uno de los taburetes de acero inoxidable, y en la otra lleva un crostini. Ella los hace todas las tardes con el pan ciabatta de ayer, y varía según la cobertura. Esto se parecía sospechosamente a una pasta de anchoas, el puré de frijoles y el ajo. Delicioso, pero no lo primero que le entregaría a un invitado. Él lo tomó. —¿Así que un hombre de ravioles? —Preguntó Ricky. —Um, sí, claro. —Respondió Alex, con la boca llena de pan muy crujiente y la mano que había levantado para evitar que la miga se pulverizara—. Suena como algo muy suyo... bueno. —No es bueno, mi amigo. Es para morirse. Un clásico en ciernes. Por lo tanto, ¿Alguna vez has visto Top Chef...? —Tina asomó la cabeza por la puerta del comedor. —Yo, Leo, ¡Tienes una mesa! Pon tu trasero en marcha. —Ella espió a Alex—. Hola. Qué quieres saber. —Sus ojos se fijaron en mí por un segundo—. ¿Bolsa de papas fritas? —me preguntó. Me encogí de hombros. —Lo que sea. ¡Leo! —Corrió por el suelo, moviendo los granos de café de sus manos. —¡Oye! —Espetó papá—. Acabo de secar. —Leo agarró un trapo de cocina y miró más allá de la torre de rizos de Tina. —Son los Nguyen —Le susurró a ella—. Han estado aquí todos los malditos lunes por diez años, como de la familia. ¿Simplemente no podías

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FORO’ Libros Del Cielo preguntarle lo que quieren comer? —Tina se encogió de hombros y se examinó una uña escarlata. —No es mi trabajo, dulzura. Leo se marchó para conseguir un delantal fresco. Tina volvió a entrar en el comedor. Diez segundos más tarde, se podía oír su risa con los Nguyen, que invariablemente ordenaban ensaladas César y linguini alle vongole. Se oyó un ruido fuerte mientras papá picaba un puñado de almejas en una sartén. Fue seguido por un ruido y un silbido. Giré hacia Nonna. —¡Aiee! San Lorenzo—Saltaba en su lugar, con una mano en el hueco de la otra—. Tan estúpida. —Papá ya se encontraba a mitad de camino a través de la cocina. —Mamá, ¿Estás bien? Ella le indicó que retrocediera con su codo. —Sí, sí. Cogí una olla caliente. Tú regresa a tu vongole. Tú... —Me llamó—, ve a buscarme un poco de hielo en una toalla y miel. ¡Presto! Ah, tan estúpido... Me quedé helada. Nunca había visto a Nonna tanto como para poner un dedo del pie en la cocina, y mucho menos a sí misma quemándose. De repente, me acordaba de la urna y los gritos y el dolor punzante, gritando... —Fiorella. —La voz de Nonna cortó a través de mi memoria. Tenía la mano izquierda, sujeta a mi hombro. Ella agitaba las dos manos hacia mí—. Estoy bien, piccola. Mira. —Una de las palmas de su mano quedo un poco rosa. Eso fue todo lo que pude ver. Dejé escapar el aliento en un silbido débil—. El hielo, ahora. Y la miel. Le lancé una mirada a Alex. Él estaba congelado, medio masticando, y observando la escena, los ojos muy abiertos. Le dediqué una sonrisa que era probablemente más una mueca y me dirigí a la despensa. A pesar de mi calma, me tomó demasiado tiempo encontrar la miel. Alguien la había puesto en el estante más alto, detrás de un frasco de un galón de aceitunas. Terminé yendo a la escalera dos veces por separado. Cuando volví a la cocina, mi corazón casi se detuvo. Papá se encontraba inclinado sobre la mesa de trabajo de acero inoxidable, sobre un montón de camarones, casi enfrente de la cara de Alex. Llevaba un cuchillo nuevo, este era pequeño y muy afilado. —¿Lo entiendes chico, o debo decirlo de nuevo? —Exigía. Alex parecía más nervioso de lo que jamás lo había visto. Pero sólo por un segundo. Entonces, su rostro se endureció, y golpeó con las palmas sobre la mesa. —Ya lo tengo —dijo. Se puso manos a la obra y tomó el cuchillo. Momentos más tarde, evisceraba camarones con mucho entusiasmo y un poco de habilidad. Papá se volvió y me sorprendió con la boca abierta. Él inclinó la cabeza en señal de advertencia obvia. Crudo, repulsivo, resbaloso: Esta fue la tarea que le había dado al chico que llevé a su cocina, y yo no iba a interferir.

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FORO’ Libros Del Cielo Pobre Alex. Lo probaban para un cargo que él ni siquiera quería. Le di a Nonna el hielo y dejé la miel delante de ella. Ya había recogido un par de paños de cocina limpios y un cuchillo de mantequilla. —¿Quieres que te acompañe a la casa? —Pregunté. —No, no. Pongo esto en mi mano, y todo estará bien. —Ella en realidad untaba miel sobre su palma, luego puso el hielo con una toalla envuelta sobre él—. Tu muchacho va a hacer el camarón. Tú ve a la ropa. Los muchachos harán el resto. —Los muchachos, cuarenta y tres y cuarenta y ocho, respectivamente, se movían un poco más rápido que de costumbre, pero todo volvió a la calma y alegría. Alex levantó la vista del camarón. —Mi mamá solía hacer eso, ponerme miel cuando tenía pequeños rasguños. Decía que previene la infección. —¿Funciona? —Pregunté. Alex sonrió. —Quién sabe. Por lo general, iniciaba con Neosporin. —Leo —gritó papá—. ¡Estas ensaladas no se van a servir solas! Ah, hola, Huong. —Era la señora Nguyen a mitad de camino a la cocina—. ¡Ah! No es una casualidad. Siéntese señora, y espere al camarero. ¡Leo! La Sra. Nguyen saludó y se fue, Leo entró, recogió las ensaladas, y la siguió. Diez segundos más tarde, se podía oír a todos riendo. Otra familia hizo otro pedido. Luego otra, y otra, y la noche se puso en marcha. Estaba ocupado, sobre todo para un lunes. Tina se dignó a servir las órdenes y tomar las propinas que venían después. Doblé las servilletas y los manteles y verifiqué a Alex cuando podía. Ricky y papá hicieron lo que hicieron. Nonna supervisaba desde un taburete alto. Alex pasó de eviscerado de camarón a limpiar hongos. Pobre chico. Ellos realmente le dieron el trabajo sucio. No se quejó, por supuesto. Más que eso, era un poco increíble con mi familia. Era una víctima muy buena cuando su relato alegre y orgulloso obtuvo carcajadas y no simpatía. Al parecer, había estado diciéndole a la gente que era alérgico a la clase de frutos secos que no tienen nada que ver con la comida. Al parecer, su madre no había leído la traducción inglésitaliano muy cuidadosamente lo suficiente. Nonna, decidida a rectificar la situación, le dio la palabra italiana para todo en la cocina entera. Las repitió con alegría. Discutió con Ricky respecto a la mala temporada de los Filis y estuvo de acuerdo con papá de que las Águilas se veían bien para el Súper Bowl. Se comió todo lo que alguien ponía delante de él. Incluyendo el, sí, bagna cauda, cuyos ingredientes principales son las anchoas, el ajo, y las sardinas, y algunos ravioles morados. Papá golpeó a Leo en la cabeza cuando él se echó a reír. Leo dio a Alex media hogaza del pan de Nonna directamente salido del horno.

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FORO’ Libros Del Cielo Sentada junto a él, tenía mi segundo plato de sopa del día, y, sí, bagna cauda en la bandeja, no quería que la noche terminara. Tan simple como eso. Porque, si uno ignora el hecho de que estábamos en medio de una cocina fuerte, rodeados de mi familia, que los dos estábamos llevando delantales manchados y olía como el camarón, casi podría ser una cita. Por lo menos, con su cara llena y apestosa y rellena con pan caliente, Alex no podría dejarme. O lo que un hombre hace con una chica con la que no está saliendo. Dejémosla bajar fácil, supongo, si es un buen tipo. A las 10:15, los últimos clientes se fueron. Papá, siempre un paso por delante, tenía siete budines con un poco de chocolate, en el horno. Nos los comimos con el caramelo de fresa que la Sra. Nguyen había dejado para nosotros. Papá no dejó que Alex ayudara con la limpieza. Alex trató de rechazar el dinero que papá le ofreció. —¡No me insultes! —Replicó papá—. Esta es una empresa familiar. — Alex perdió la sonrisa, tratando de meter los billetes doblados en el bolsillo—. Ahora, te vas a casa con tu familia antes de que crean que has escapado para unirte a un circo. Tú —señalándome—, a la cama. Estás enferma. ¿Te acuerdas? Por supuesto que me había olvidado. Di una pequeña tos. Puso los ojos y me hizo señas fuera. Me moví mucho más lentamente mientras Alex salía de la rutina que tenía cuando él entro en ella. Pensé que tenía algo que decir que yo no quería oír, y traté de pensar en alguna forma de que pudiera preguntarle simplemente sin hablar, por favor, sin sonar sombría o ligeramente demente. Lo acompañé a su coche. El Sr. Greco había subido a una escalera y aflojaba la bombilla en la farola de nuevo. Se quejaba de que brillaba justo en su habitación. De modo que desactivaba la luz, pero enviaba un equipo para arreglarlo, y todo comenzaba de nuevo. Ha estado sucediendo durante años. Los Greco son buena gente, especialmente la señora Greco. Si ella está en casa cuando los electricistas llegan, les lleva café y donas. Alex abrió la puerta del coche. —Bueno, buenas noches —dijo alegremente—. Gracias por la cena. —Oh. Cierto —Di medio paso atrás hacia la casa—. No hay de qué. —Ella. —¿Sí? —Tienes que estar bromeando. Estaba bastante oscuro donde estábamos parados. No sé cómo sus manos se encontraron con las mías tan rápido, pero un segundo yo me encontré pensando en lo mucho que no quería darle las buenas noches, y al siguiente en contra de su pecho, de pie sobre los dedos del pie con los pies entre los suyos.

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FORO’ Libros Del Cielo —¿Estás bien? —Preguntó él, su aliento a chocolate caliente contra mi frente. —Sí —contesté, mi propia respiración viniendo en pequeños saltos rápidos—. Sí. —Bueno. Tengo algo que decirte. —Esperé. —No me gusta la pintura de Klimt —dijo—. Realmente la odio. Entonces, me arropó en su abrigo, con su rostro justo encima del mío y sólo hubo un beso que importara.

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La Mentira Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Mery St. Clair

N

o quería jugar. Frankie se encontraba de humor por alguna razón, y cuando Frankie se encuentra de humor, puede ser un poco malo. Sadie, por el contrario, brillaba un poco, y ni siquiera había subido aún al escenario de Chloe. Tuvo una segunda cita con Jared la noche anterior. Le fue bien. Eché un vistazo rápido a mi teléfono. No hay ningún mensaje, pero no esperaba uno. Mis planes ya habían sido hechos. Lo que realmente necesitaba era ver la hora: 08:37. —¿Por qué no te vas ya? —dijo Frankie mordazmente—. No queremos detenerte. —Tengo un montón de tiempo. —Les dije que tenía que estar en casa, que los planes de boda comenzaban a ir a toda marcha. Ambas declaraciones eran ciertas, hasta cierto punto. Todo trataba de la boda en estos días. Pero la verdad era que me mantenía al margen tanto como me fuera posible. Mi resplandeciente vestido morado de dama de honor y zapatos estaban listos, y realmente no me importaba lo que estaría en última instancia en el menú. Pero tenía que ir a casa. Alex me recogería allí. Durante dos semanas, nos hemos reunido cuando podemos. Lo cual, por desgracia, han sido cuatro cortas veces: tres en su casa, una vez en la mía, hablando un poco del francés para después pasar a un largo rato de besos. Tuvimos un pequeño interludio furtivo en una sala de música vacía en la escuela, pero estuve demasiado nerviosa para realmente disfrutarlo. En casa, nuestros dedos y labios se entrelazaban. En la escuela, apenas y hablábamos. Todavía era demasiado nuevo, demasiado extraño, tal vez, hacerlo público. Seguía convencida de que despertaría para descubrir que había imaginado todo el asunto. —Sades —Le dije, señalando el pepperoncini que probablemente no comería—. Verdad o reto. —Verdad. Estoy comiendo —Ella y Frankie comían, yo no. Alex había dicho algo sobre ir a comer, por lo que esquivaba la ensalada en mi plato.

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FORO’ Libros Del Cielo —Está bien —Tenía que ser una buena, algo que ella realmente deseará compartir con sus dos mejores amigos. Tenía que hacer una buena acción para compensar el hecho de que les ocultaba grandes secretos a mis amigos en las últimas dos semanas—. Cinco años a partir de hoy. ¿Dónde, exactamente, quieres estar? Sus ojos se iluminaron. A Sadie le encanta este tipo de preguntas. —Oh. Guau. Déjame pensar. De diciembre, acercándose a la Navidad. Voy a tener veintiuno... —Desmayada en el árbol con una botella de Jack, la mitad de un pollo asado del 7-Eleven, y un gato que se caga en tus zapatos —Frankie pareció inmune a nuestras mortales miradas—. Oh, espera. Ese soy yo. Lo siento. Opté por ignorarlo. —Cinco años a partir de este día, Sadie. Echó un vistazo rápido entre Frankie y yo. —¿Puedo pedir tiempo extra? —No —dije—. Continúa. —Está bien. Cinco años. Voy a estar en Nueva York visitándolos a ustedes, porque, a pesar de que la Universidad de Nueva York es fabulosa, estaré la mitad de mi último año en la facultad de Clásicos en Cambridge, tratando de decidir si quiero ser un psicólogo o un chef de repostería. Tú — dijo con severidad a Frankie—, te la pasarás bebiendo champán con tu novio, un rubio de Helsinki124 que diseñará para Tory Burch. ¡Ah! No digas nada. Es mi futuro. Puedes elegir a un diseñador diferente cuando se trate del tuyo. Quiero que me haga regalos de Tory —Se volvió hacia mí—. Vamos a estar bebiendo champán, hablando en medio de la Galería Gagosian, porque es la noche de la inauguración de tu primera exposición individual. Y todas tus obras se van a vender. —Interrumpió la oración para comerse una aceituna negra. —Te amo —Le dije. Luego agregué—: Pero no dices nada de ti. —Oh, pero claro que sí —Difirió, regresó su atención a la ensalada—. Es exactamente donde quiero estar. Aunque… —sonrió sobre un tomate—, podría tener al siguiente David Beckham esperándome en casa. —El próximo David Beckham es un galés de casi dos metros llamado Madog Cadwalader. Tiene dientes torcidos y piernas chuecas. —¿En serio? —Preguntó Sadie. Frankie soltó un bufido. —No. En realidad no. —¿Qué pasa con ustedes esta noche? —Exigí antes de que pudiera detenerme. Ellos se dieron la vuelta, muy lentamente, hacia mí. —No es nada, contigo? ¿Hmm? 124

Ciudad de Finlandia.

solo bromeamos. ¿Por qué no nos dices qué pasa

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FORO’ Libros Del Cielo —No hablábamos de mí. —¿No? —Frankie puso los dedos sobre la mesa—. Bueno, algo no está del todo bien en estos días, Marino. Y no soy sólo yo quien se ha dado cuenta. ¿Sadie? —Oh. Bueno, yo no lo sé... sí... tal vez… —Así que, ¿qué es? —Exigió Frankie—. No estas comiendo, te has saltado más clases en el mes pasado que en los últimos dos años, y no has mencionado a Edward Willing en tres semanas. —Odias cuando hablo de… —Más de tres semanas, señora. Y eso es sólo el tiempo que he llevado la cuenta. Es raro, y estamos preocupados. ¿Sadie? —Sadie se retorcía y miraba su suéter. Era azul, estrecho, y de su nuevo guardarropa. Era obvio que tampoco era una de las elecciones de su madre. —Umm... sí. Tal vez un poco. —¿Ves? —Frankie señaló hacia Sadie con ambas manos—. Ella está completamente distraída y lo notó. —Frankie —Quería extender mi mano través de la mesa y tocarlo, pero no lo hice. No creo que pudiera aceptar mi apretón, se apartaría—, no hay absolutamente nada malo conmigo. ¿Sí? —Sí —Se echó hacia atrás y cruzó los brazos sobre su pecho. Por un segundo, fue exactamente igual que Daniel, cínico, aburrido, y capaz de morderte—. Bueno, es divertido —dijo arrastrando las palabras—. Creo que mientes con todos tus dientes. Se formó un nudo en mi estómago. —¿Por qué? —Porque —dijo con calma—, en todo el tiempo que te conozco, nunca dijiste una vez esas palabras. —¿Qué palabras? —No hay nada malo conmigo. —Oh, no… —Nunca. Eres una letanía andante de defectos imaginarios. Así que… —Frankie descruzó sus brazos y apoyó sus codos sobre la mesa. Sé lo que vendrá. Lo que hará. Me estudió juntando sus manos—. ¿Verdad o Reto? —Es el turno de Sadie de preguntar. —Ella pasa. —Me espetó. —Oye —Protesté. —Hola. —Sadie agitó una mano entre nosotros—. Tal vez podamos hablar de esto mañana.

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FORO’ Libros Del Cielo —Podemos —dijo Frankie, concordando sospechosamente—, pero yo quiero hacerlo ahora. Por lo tanto, aquí está la pregunta, Marino. ¿Qué…? —Reto. —¿Disculpa? —dijo. —Reto. Voy a tomar un reto. —¿En serio? —Exigió. —Mientras que no tome diez minutos o más. Me tengo que ir —Todo lo que quería, en realidad, era marcharme. Frankie no dijo nada o hizo algún movimiento durante un tiempo. Sólo me miró. Entonces, finalmente, parpadeó, bajó las manos y se encogió de hombros. —Canta. —Oh, vamos… —Canta —Repitió—. Ya sabes cómo. O date por vencida. —Eso, pensé, sería tan fácil. También se rompería algo precioso. En todo nuestro Verdad o Reto, ninguno de nosotros se rindió en un desafío. —Sadie. ¿Cantas conmigo? —Ella asintió con la cabeza, pero Frankie la señaló acusadoramente. —No lo harás. Marino, es su reto. —Casi pisoteé mi camino hacia el escenario. Nic Stavros, hijo, se encontraba a cargo de la máquina de karaoke. Sus cejas se arquearon cuando me vio. —La primera vez. No lo era, en realidad. Frankie me había forzado a hacer un dúo en el cumpleaños de Sadie. Cantamos —sorpresa, sorpresa— "Feliz Cumpleaños" de los Beatles. Podríamos haber sido abucheados, pero resultó que un jugador de equipo de los Flyers celebraba su cumpleaños ese día, también, así que terminamos compartiendo el escenario con cuatro jugadores borrachos de hockey, dos fanáticas, y un admirador de Ringo. A la multitud le encantó. —Tengo que hacer esto —Murmuré—. Puedo hacer esto. —No me di cuenta que temblaba hasta que Nic me tocó la mano. —¿Quieres un consejo? —Claro. —Elige una de estas —Pasó a una página maltratada—. Y aprieta fuerte los botones. No sabía si hablaba en serio acerca de los botones —sospechaba que probablemente lo hacía— pero me había dado una página llena de canciones populares, que a todos les suelen gustar. Pensé en "Good Riddance", "Forget You" y "Here’s a Quarter, Call Someone Who Cares." Sólo que no sabía ninguna, y no eran realmente a las que se adhería Frankie. Bueno, tal vez sólo un poco.

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FORO’ Libros Del Cielo —Puedo hacer esto. —Me dije. —Acaba con ellos. —Fue el comentario de Nic mientras yo subía al escenario. Le eché una mirada a la cara enfurruñada de Frankie, antes de colocar la mirada en el fondo de la sala. Podría hacer esto, porque cuando terminara, me podría ir. La música empezó. Me golpeó la señal. —You walked into the party like you were walking onto a yacht125... No iba mal. Un poco vacilante en algunas partes, pero mi voz era confiada. —I bet you think this song is about you, don’t you?126 Cuando terminé, un grupo de chicas y su multitud aplaudió con fuerza en la parte de atrás. Sadie silbaba, con sus dos dedos en la boca, el truco que siempre he querido ser capaz de hacer. Lo usa para detener taxis y para Chloe. En las raras ocasiones en que me encuentro en un taxi, Sadie está ahí, también, así que me imagino que voy a vivir sin esa habilidad en particular. Fue muy agradable, sin embargo, escucharla aplaudiendo cortés. Frankie, noté mientras dejaba el micrófono en su posición normal, me miraba con los ojos entrecerrados, aplaudiendo tan despacio que podía medir el silencio entre los latidos. Me sentía varios centímetros más alta cuando me bajé del escenario. ••• —. . . y cayó como una roca. Bam. —Oh, hombre. ¿Qué hiciste? —¿Qué podía hacer? —Me encogí de hombros—. Me quedé allí, hice una reverencia, y salí corriendo. Iba tarde para encontrarme contigo. Alex frotaba suavemente mi rodilla desnuda. Arremangué los pantalones sobre mi pierna para mostrarle el hematoma ya floreciendo allí. —Yo te hubiera atrapado —dijo, deslizando los dedos en mi pierna y haciendo a mi interior sentirse como gelatina. —No es probable, galán. El escenario no es muy alto. —Tengo que ver ese lugar alguna vez. —Claro. Sabía que lo diría, de alguna manera. Yo no lo llevaría allí. No podía, por muchas razones. No es que pudiera incluso imaginarlo sentado allí mientras la gente canta malos covers en un escenario de madera contrachapada, con la comida olorosa.

125 126

Entraste en la fiesta como si estuvieras caminando en un yate... Apuesto a que piensas que esta canción es sobre ti, ¿no?

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FORO’ Libros Del Cielo Estábamos sentados en el sofá grande, de cuero y agradable olor en su habitación, con mis piernas entrelazadas con las suyas, un plato equilibrado en mi regazo. Nos detuvimos en Hikaru, en el camino de mi casa a la suya. He caminado por allí muchas veces para dirigirme a Head House Books o Hepburn, la tienda de ropa vintage en la calle. Pero el sushi no es una parte importante de mi vida, Frankie y yo, votamos inevitablemente en contra de Sadie a favor de ir a cenar en Calle Sur. Ella siempre se ofrece a pagar. Siempre le digo que no es el punto. Incluso si medio lo es. —¿Qué hay bueno? —Preguntó Alex mientras escaneaba el menú. Entonces dijo—: Sólo pez globo. —Y después de un momento—, Me lo voy a comprar. No había oído hablar de la mayor parte de las opciones: congrio, pargo. Y vi el jurel, abulón y pulpo sin una pinta atractiva. —Um. ¿Tempura? —Sugerí, pensando que no podía ir muy mal, muy mal con algo crudo y frito. Él negó con la cabeza. —¿Lo pide una chica a la que le gustan las anchoas? —Compartió una sonrisa de simpatía con la camarera, y luego procedió a ordenar pulpo, jurel, y diferentes tipos de atún. Crudo. —No comeré eso —le dije en la habitación mientras él tendía sus palillos, tomando una rodaja de pulpo que tenía tentáculos visibles. Había estado muy bien con el atún (Soy la tátara-tatara-nieta del rey del Atún del Mar, después de todo), pero tenía que trazar un límite. —Confía en mí. Vamos. Se una chica valiente. Abre. Duh. No soy una chica muy valiente. Pero abrí la boca y deje que me alimentara. —Mmm. —¿Ves? Es comida excelente. —En realidad, era como comer un borrador de lápiz. Con un vago sabor a pescado. —Delicioso. —Logré decir después de masticar mucho. —Está bien. Muy bien. Me doy por vencido. —Alex comió el resto del pulpo y la mayor parte del jengibre encurtido en salsa. Luego quitó la bandeja de mis muslos. Enganché la última pieza de jengibre antes de que se fuera de mi alcance. Eso me gustó. —Así que, ¿Qué haremos ahora? Oh, las posibilidades. Moví las cejas. Se echó a reír. —Sí, absolutamente —Estuvo de acuerdo—. Pero primero... tres cosas... —Cada vez que estábamos juntos, intercambiábamos revelaciones y hacíamos un poco de francés. No era por lo general lo primero, pero con el tiempo llegamos a hacerlo—. Eres un enigma envuelto en un misterio —Se burló de mí una vez más—. Y estás reprobando francés. —De todas las cosas

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FORO’ Libros Del Cielo que soy, no creo que enigmática sea una de ellas. Pero me gustó que usara la palabra. Así que me apoye en el brazo del sofá y pensé. —No sé qué quieres saber. —Bueno, eso es fácil. Todo. —No. No es cierto. Nadie quiere saber todo acerca de... —Me encontré buscando la palabra adecuada. ¿Su novia? ¿Su alumna con beneficios? No estábamos en la etapa de sustantivos. No estoy segura de reconocer el nuestro tipo de relación—, otra persona. El misterio es bueno. Tamborileó con los dedos en mi muslo. —Tal vez sí. Tal vez no. Pero voy a dejarlo pasar. Qué tal esto: Si abriera el cajón superior de tu armario, ¿Qué encontraría? —¿Hablaremos de mi ropa interior otra vez? —Sólo en detalle gráfico —Tiró de mi rodilla dolorida, pero no en el hematoma—. Tengo cambio suelto e historietas muy antiguas en el mío. Algunas personas tienen revistas o fotografías o premios. . . —Está bien, está bien —Suspiré—. Ropa interior —Le dije—. Dos trajes de baño, viejos, y un archivo de revistas. —¿Por...? —Las imágenes las saco de revistas. —Sí, gracias. Me he dado cuenta. ¿Qué hay en ellas? —Me retorcí un poco y contemplé la mentira. Viajes, zapatos, consejos maquillaje… —En su mayoría imágenes de modelos con el pelo corto —confieso finalmente—. Es una especie de meta. Alex enredó un mechón de cabello alrededor de su dedo. —Me gusta tu pelo —dijo en voz baja—, pero creo que te ves muy bien con todo lo que hicieron con él. Aquí está la cosa. Parecía que hablaba en serio, y como si hubiese sido la cosa más natural del mundo decirlo. Parpadeé. —Está bien —dije—. ¿Quieres saber algo sobre mí que yo realmente no quiero decirte? ¿Qué tal esto? No lo entiendo. Esto. Detesto no hacerlo. Me gustaría ser el tipo de chica que sale con chicos como tú, como si fueran mi derecho soberano de vida. Pero no lo hago. —Sí, también creí eso —Soltó mi cabello y puso su mano en mi cintura, por lo que el pulgar estuvo en contra de mi piel. Me estremecí—. Esta es mi primera revelación de la noche. Un día, no hace mucho tiempo, sólo estaba sentado en el comedor, digiriendo, pensando en mis propias cosas, literalmente. Tratando de decidir si la segunda hamburguesa había sido una buena idea y si debía romper con mi novia de un año y medio. Entonces, traté de ponerme de pie, y, de repente, apareció una chica muy bonita en el suelo y mirando mí libro como si hubiera sido cubierto con basura…

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FORO’ Libros Del Cielo —No lo hacía. —Sí. Lo hacías. Así que allí te vi, con esa cara increíble y tu cabello que olía a flores, y los dibujos en tus pantalones. Me gustó mucho eso. —Te gustaron mis jeans. —Entre otras cosas. Pero, cielos, Ella. Después de eso, si no me hacías sentir como si tuviera el coeficiente intelectual de una piedra, tus amigos me miraban como si me arrastraran de debajo de una. Ni siquiera voy a entrar en lo que, obviamente, piensas de mis amigos. —Chase Vere es un idiota. —Chase Vere ha sido mi amigo desde que teníamos nueve. Oye —dijo cuando yo hice una mueca—, lo que pasa con nuestros amigos es asunto de ellos y no nos preocupemos demasiado sobre lo que piensan los demás, ¿No? Entendí el punto señalado, pero no puedo evitar preguntar—: ¿Tienes amigos que no sean Fillites? Me miró ceñudo. —No me gusta esa palabra. Realmente la odio. —¿Por qué? —Le pregunté, realmente confundida. Señalé la habitación, con sus muebles de cuero y aparatos electrónicos—. Encaja. —También los Speedos127, pero no quiero usar esos, tampoco —Se me quedó mirando con los ojos entrecerrados—. Vamos a probar esto: dime algo que realmente te gusta de mí. Me acurruqué en su regazo. —Me gusta todo de ti. —Menos mis amigos y el estatus socioeconómico. Levanté la vista hacia él. —¿Estás loco? —No, Ella, no estoy loco. —No sabía si creerle. Parecía un poco triste. Sentí un tirón de preocupación. —Me gusta tu boca. —Susurré, trazando sus labios con mi dedo, deteniéndome en una de las esquinas—. Entre muchas cosas, muchas otras. La boca era un buen comienzo. Me gusta especialmente lo que hacía con ella. Tanto es así que no me di cuenta de lo que sus manos hacían hasta que sentí el aire frío. —Alex… —Vamos, Ella. Déjame. Por favor. —Me deslicé lejos de él, empujando sus manos. Mi suéter cayó de nuevo a mi cintura. —No. Solo… no. 127

Traje de baño para hombres extremadamente ceñido. Lo utilizan los nadadores.

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FORO’ Libros Del Cielo —Vamos a ver si lo entiendo. Puedo tocar. Aquí. —Su palma estaba caliente, incluso a través del algodón tejido—. ¿Pero no puedo mirar? ¿Está un poco arruinado, no es cierto? —Tal vez, pero esa soy yo. Suspiró. —Vas a tener que dejarme ver en algún momento. —No era tan seguro, pero guardé eso para mí misma. —No esta noche. —O mañana o después de mañana o despuésdespués de mañana. —Está bien. —Envolvió ambas manos alrededor de mi cintura y tiro de mi hasta que estuve rodeada por él de nuevo—. Pero todavía tienes que decirme una tercera cosa. Sólo has dicho dos esta noche. Traté de pensar algo ligero e inocuo. No fue fácil, con sus manos sobre mí y mi dolor en la rodilla de nuevo. Todo lo que podía pensar era en el hecho de que, como el piano o el francés, la mentira era más fácil cuanto más se practica. —Voy a cambiar… —dije. —No hagas eso —dijo Alex en mi pelo. Después me abrazó y me colocó suavemente debajo de él, sus rodillas enredándose con las mías, sus brazos curvados alrededor de mi cabeza—. No cambies. Verdad: Cuando me besó de nuevo, no me importó ser una buena persona. Me sentí increíble.

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La Esquina Traducido por LizC Corregido por Melii

S

adie me sorprendió en la escalera cuando salí de Francés. —¿Y bien? —Ochenta y siete. —Balanceé el examen frente a ella.

—¡Yuju! —En realidad, rebotó de arriba hacia abajo por un segundo. Por un examen de Francés—. ¡Yuju, tú! ¡Yuju, Alex! —Sí, bueno —Dediqué toda mi atención a doblar el perfectamente a la mitad—. Es un comienzo.

papel

—Es una B+. Vamos, vamos a celebrar. Tengo unas reales y verdaderas galletas Famous de Calle Sur, en mi almuerzo. Las iba a compartir con Jared, pero ¿Cuántas veces un mejor amigo saca buena calificación Francés? —Merci, madeimoselle. Sin embargo, deberías compartirlas con el chico lindo. Tengo que ir a una clase de carbón en el estudio de arte. —¿Necesitas ayuda? —Sades, estás vestida de blanco —Era en serio—. Te ves muy bien. Jared tiende a correr dentro y fuera del comedor; tenía mundos Willing a conquistar todos los días. Pero se aseguró de detenerse en la puerta al salir y darle un enorme abrazo a Sadie, una floreciente reverencia de saludo. Ello detuvo el tráfico. Me giré para mirar al otro lado. —No querrás perderte el almuerzo —le dije, y le di un empujón muy útil. —Pero, Ella, de verdad. No es gran cosa. Amigos... Me fui para el otro lado. —Esto no es exactamente lo que tenía en mente cuando estuve de acuerdo en perderme el almuerzo —dijo Alex, malhumorado, cuarenta minutos más tarde. Se movió incómodo y trató de ver lo que hacía. Le devolví la mirada en sumisión. —Espera.

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FORO’ Libros Del Cielo La sala de arte está por lo general vacía los jueves por la tarde, excepto por mí. La Sra. Evers se va temprano y cierra con llave. Por supuesto, soy uno de los pocos a los que les confió la Ubicación Secreta de la Llave. A pocos metros de donde me encontraba sentada en un taburete, Alex se plantó en la antigua silla que utilizamos para dibujar figuras. Es una reliquia, probablemente a partir de los años Palladinetti: de caoba astillada y polvoriento terciopelo, lo poco que queda de relleno, sobresaliendo de un millón de agujeros. Probablemente fue lujoso alguna vez. Ahora es como sentarse en una tabla ligeramente maloliente. Pero quería esbozar a Alex, como tantas veces lo vi, recostado, con la cabeza apoyada en una mano, escuchando o hablando, o persuadiéndome a que ponga el vaso abajo, ya, Ella, y ven aquí. —No me gusta esto —Se quejó. Se había estado quejando desde que me deslicé de la mesa diez minutos antes, dejándolo en ella. —Sólo un poco más. Sé que no es tu sofá, pero no es tan malo. Hizo una mueca. —Huele a perro mojado. Pero lo que quería decir es que no creo que me guste posar. ¿Cómo sé que no me vas a dar una panza de cerveza o un tercer ojo? —Siempre he pensado que un tercer ojo sería muy útil. —Me imaginé a la miniatura de arte India del Cat Vernon que me introdujo a un imaginario Alex azul, con múltiples brazos. Era, probablemente, justo lo que esperaba—. ¿Y en qué universo sería para mí, ni de lejos, una razón convincente para darte cualquier tipo de entraña que sea? Vas a tener que confiar en mí, Sushi Boy. No acostumbro a hacer bosquejos de personas. Demasiados ángulos. Pero este era Alex, viniendo a través de mi lápiz: las pequeñas elevaciones en las esquinas de su boca, el bulto casi invisible en su nariz donde una pelota de lacrosse errante tomó un rebote divertido (“Estaba en las líneas laterales; me tomó un año entero convencer a mi madre que no tenía la necesidad de usar un casco las 24/7…”), los delgados músculos en su brazo doblado. Tenía bastante claro el hecho de que no siempre tendría al original, por eso aseguraba una copia. —Baja el lápiz, ya, Ella. Ven aquí. —Cinco minutos. —Sólo tenemos diez antes de que finalice el período. —Por lo que tendremos cinco cada uno. —Pero dejé de dibujar y reposé el cuaderno de bocetos en mis rodillas—. Voy a ir al museo de arte mañana. ¿Quieres venir conmigo? Tienen algunas buenas impresiones japonesas en madera. Quería hacer una visita a la colección Willing. Había pasado mucho tiempo. Nada de lo del Sheridan-Brown había sido útil. Pensé que intentaría la Casa Grande. Pero lo que realmente pensaba era la habitación silenciosa, escondida en las profundidades del museo, con la casa de té japonesa real.

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FORO’ Libros Del Cielo Era uno de mis lugares favoritos para ir en el museo, con su suelo de piedra guayl y agua corriendo. Se sentía privado, aunque no lo era. Quería estar allí con Alex. —Ojala pudiera, pero tengo algo que hacer. —Se sentó derecho y rodó sus hombros. —¿Así que no te veré mañana? —No después de la escuela. Pero vamos a hacer algo el sábado, ¿No? ¿Tal vez en mi casa? —¿Nada de padres otra vez? Se encogió de hombros. —Últimos días de la sesión del Congreso para mi papá. Mamá está haciendo un trabajo sobre las compras navideñas. ¿Estamos? —Por supuesto. Pero nada de sushi. —Lo que tú quieras —dijo—. ¿Por favor podrías venir aquí ahora? Deslicé un trozo de tejido protector sobre mi dibujo y di la vuelta al libro cerrado. Un trozo de papel rayado azul se deslizó hacia fuera, la línea que había copiado del libro de poesía de Edward. —Oye. Traduce esto para mí, Monsieur Bainbridge. Puse el cuaderno de bocetos en mi taburete y me uní a él en la silla. Él me tiró en su regazo y leyó sobre mi cabeza. —“Qu'ieu sui avinen, leu lo sai.” “Que soy guapo, lo sé.” —Muy gracioso. —Muy cierto —Sonrió—. La traducción. Eso es lo que dice. A la antigua. Pensé en la anotación de Edward en la página, el recordatorio de leer el poema a Diana en la cama, y puse mis ojos en blanco. Eres tan vanidoso. Apuesto a que piensas que esta canción es sobre ti... —Los chicos y sus egos. Alex tomó mi cara entre sus manos. —Que tu est belle, tu le sais. —Oh, no soy… —Shh. —Me hizo callar, y se inclinó. La primera campana llegó demasiado pronto. De mala gana aflojé mis manos en su camisa y pasé las manos por mi cabello. De inmediato metió ambas manos en él y lo desordenó de nuevo. —Para. —lo regañé, pero sin mucho esfuerzo. —Tengo física. —Me dijo—. Estamos estudiando la interacción débil. Intercalé su mano abierta entre las mías. —No sabes absolutamente nada acerca de eso. —No te apresures en aceptar lo obvio. —Me regañó burlonamente—. La interacción débil, en realidad, puede cambiar el gusto de los quarks.

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FORO’ Libros Del Cielo El gusto de las peculiaridades, pensé, y recordé vagamente algo acerca de ser encantada. Me había sentado a través de un período de introducción a la física, antes de pasar a biología básica. Me había olvidado de la mayor parte de eso, tan pronto como aprobé la materia. —Me tengo que ir. —Alex me empujó a mis pies y siguió—. La última persona en llegar a clase siempre se sale con la primera pregunta, y no leí nada. —Ve —le dije—. Tengo historia. Por definición, llegamos tarde a historia. —Ja, ja. Te hablaré más tarde. —Me besó de nuevo, luego se fue, cerrando la puerta silenciosamente detrás de él. Me colgué la mochila encima de mi hombro y tomé mi cuaderno de bocetos. En el momento en que había cerrado la habitación y re-escondido la llave en la antigua lámpara de pared, él se había ido hacia rato. Podía escuchar el golpeteo de pies y voces en otra parte del piso, pero el pasillo se hallaba vacío a mí alrededor. No hay mucho en el pasillo a excepción de las salas de arte y un baño de chicas, que por lo general está vacío, excepto por la ocasional Fillite de ultimo año o dos utilizando un teléfono prohibido (al parecer, la recepción era excelente y el único maestro en torno era al que probablemente menos le importaba). Me dirigí a ello. Llegué justo cuando las Hannandas y Chase Vere daban vuelta a la esquina. Hubo un momento de dispersión cuando Anna trató de cubrir su iPad con un libro de texto y yo traté de decidir si debería dar la vuelta y correr en sentido contrario. Luego Chase levantó la vista. —Hola. Freddy. —Me saludó con afabilidad. En el segundo que le tomó a las Hannandas darse cuenta de quién era yo, y que no era exactamente una amenaza para el nuevo juguete, hice todo de un paso hacia atrás. —Fenómeno. —Amanda arrugó su nariz ante la imaginaria fetidez en su imaginación. Tomé una decisión rápida y comencé a caminar delante de ellas. En un mundo de lucha o huida, era la que tenía plumas. Ella entró en mi camino. —Pensé que te dije que te mantuvieras alejada de mí, zorra. —Su repertorio era sin duda a la vez limitado y predecible, pero esa comprensión no la hacía menos aterradora—. ¿Me estás acosando? No hay ninguna razón para que estés en este corredor. Me miró expectante. No había planeado decir nada, pero me pareció necesario. —Estaba en la sala de arte. —Le ofrecí. Con él, no lo dije. No sé si fue que inconscientemente, levanté mi barbilla, o si había algo en mi voz que su modo de ataque detectó. Cualquiera sea la razón, los ojos de Amanda se entrecerraron, y su sonrisa se convirtió en serio malvada. Antes de que pudiera pensar en protegerme a mí misma, su brazo salió como una flecha, rápido como una serpiente, y agarró mi cuaderno de

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FORO’ Libros Del Cielo bocetos. Fui tras él, pero Chase, maestro de defensas como es, me bloqueó con una mano. Amanda ya volteaba bruscamente a través de las páginas, doblándolas mientras se alejaba. Era como si supiera lo que buscaba. Y entonces lo encontró. —Oh. Por. Dios. Eres un bicho raro. —Se rió, como un relinche y ruidosamente—. ¡Eres peor que un acosador! Ella levantó la imagen de Alex. Sentí que la sangre se desvanecía de mi cara, mis manos vacías apretándose en puños. —Por supuesto que voy a copiarlo y publicar esto. Cuando Alex lo vea… —Devuélveselo. Fue una cara o cruz de quien quedo más sorprendida, Amanda o yo. Las dos terminamos viendo con la boca abierta a Anna. Sostenía en alto el iPad, su rostro completamente en blanco. En otra historia, la heroína intrépida hubiera rociado la mente controlada de Annamaria Lombardi con recuerdos de su pasado, sin tregua, insistiendo en que era buena en su interior. Que todo lo que tenía que hacer era recordar. Luego, por supuesto, el rojo brillante se desvanecería de los ojos de Annamaria con su mente controlada. Se transformaría, literal y figurativamente, y aplastaría a la Malvada Amanda antes de derrumbarse a la tierra, irrevocablemente debilitada por el veneno con el que había sido alimentada durante tanto tiempo. Sus últimas palabras sería una petición de perdón y: “Siempre tuvimos la fresa…” —Siempre fue una perdedora. No puede evitarlo. —Anna empujó el iPad hacia Amanda, quien automáticamente lo tomó. En ese instante, Anna sacó mi libro de la otra mano de Amanda y me lo pasó a mí. No me miró en absoluto—. Vamos. La invitación a la fiesta de Harrison está en YouTube. Él esconde alguna estúpida cosa de contraseña en un video, y tenemos que encontrarlo. Adam dijo que va a poner a un portero fuera, y es la última fiesta antes de las vacaciones. Amanda no se movió de inmediato. Pero entonces tiró su cola de caballo, hizo la cosa de las fosas nasales una vez más (me pregunté por qué nunca me había dado cuenta exactamente de lo mucho que se parecía a un caballo), e inclinó el iPad en mi dirección. —En caso de que lo dudes, podría arruinar tu vida tan fácilmente. — Tocó la pantalla con una brillante uña en bronce—. Unas pocas líneas en Facebook que te acompañarán para siempre. —Entonces, como si hubiera estado hablando del tiempo, se encogió de hombros y me dio la espalda—. La señal apesta aquí. Entremos. Tú. —le dijo a Chase—, puedes esperar. Entraron en el cuarto de baño, Anna y Hannah en sus lugares. La puerta se abrió con un pesado golpe. Y seguí sin pasmarme.

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FORO’ Libros Del Cielo Desafortunadamente, Chase rondó por delante. Entró en mi camino, obligándome a detenerme, de espaldas a la pared. —Hombre, pensé que ustedes se pelearían como gatos. —Anunció con una sonrisa—. Ella no te quiere, Freddy. Si supiera que pasas el tiempo con Bainbridge, te habría despedazado. Te apareces donde Harrison con él mañana por la noche, y me quedaré de pie atrás para observar. Inclinó la cabeza y me miró con los ojos inyectados un poco en sangre. —Sabes lo que estás haciendo, ¿No? No le respondí. —Bueno, él te está ocultando un pequeño y sucio secreto. Es ese pequeño cuerpo ardiente, ¿Verdad? Quiero decir, ¿Qué otra cosa podría ser? Con eso, se me acercó, en realidad lanzó las dos manos hacia fuera como un monstruo de dibujos animados. No sé si realmente me hubiera agarrado. Quizás no, pero no importaba. Le pegué con el cuaderno de bocetos, golpeando su codo izquierdo lo suficiente para mandarlo tropezando a su derecha. Soy pequeña, pero tenía la ventaja de la sorpresa. A medida que pasé junto a él, lo golpeé de nuevo, esta vez en la cadera. No esperé a ver lo rápido que recuperaba el equilibrio. Corrí, por los pocos metros de pasillo y rodeando la esquina. Casi directo a Frankie. Se encontraba de pie en medio del pasillo, clásicamente peligroso, desde el sombrero de fieltro al abrigo negro y el arma que tenía apoderada en las dos manos. —¿Estás bien? —Preguntó, incluso mientras él daba un paso por delante de mí, para ver dónde acababa de estar. Oí el ruido de una puerta cerrarse bruscamente. Chase, pensé, yendo al baño de las chicas con las Hannandas. —Sí —dije, después de un segundo inestable—. Gracias. Frankie no me miró mientras regresaba el extintor de incendios a su sujetador en la pared. —Nunca pensé que te vería armado. —Intenté aligerar el momento. Funcionó como un globo de plomo. Frankie sólo frunció el ceño y metió la mano en un bolsillo interior por uno de sus usuales pañuelos. Solía utilizarlos para limpiar algo, el polvo tal vez, de sus manos. —¿Crees que me iba a enfrentar a tres malévolas chicas con las manos vacías? Pensé que una buena explosión de esta cosa cerca de sus Uggs conseguiría moverlas rápido hacia el otro lado. Después pensé que simplemente podría arrojárselo a la cabeza de Vere. —Mi héroe. —Le dije. Lo decía en serio. Se encogió de hombros. —Resulta que no me necesitas. Pero entonces, decidiste eso hace un tiempo, ¿Verdad?

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FORO’ Libros Del Cielo —Por supuesto que te necesito. Eres mi mejor amigo. —Es una clase de declaración interesante teniendo en cuenta las circunstancias, ¿No te parece? Podría haberme hecho la tonta. Pero con Frankie, sólo habría empeorado las cosas. —¿Cuánto escuchaste? —¿Cuánto preferirías que no lo hubiera hecho? —Disparó él—. Lo he oído todo. No… —Guardó el pañuelo—, he visto y oído todo, empezando con Alex Bainbridge silbando todo su camino por el pasillo, cerrando la cremallera de sus pantalones mientras lo hacía. —¡Él nunca se abrió la cremallera! —Protesté, antes de darme cuenta de que Frankie sólo había sido sarcástico. Y que estaba muy, muy enojado—. Lo siento. —No me importa realmente. —Frankie… —¡Ah! —Me dio la Mano—. Vine a buscarte para ver si querías caminar hasta historia, me quedé para salvar tu trasero, y ahora me estoy yendo. — Hizo un giro en marcha sobre sus talones y echó a andar. Lo alcancé y agarré su muñeca con ambas manos. Él me dejó detenerlo, pero no se dio vuelta. —No pensé que lo entenderías. Lo odias. Además, me hiciste la promesa… Él hizo un gesto con su mano libre y soltó: —De ninguna manera, Ella. De ninguna manera te voy a dejar que le des la vuelta a esto y lo pongas en mí contra. Tú me conoces. Me conoces. Él no decirlo ha hecho un daño infinitamente mayor que romper una promesa medio estúpida. O incluso una completamente estúpida. Como prometer llamarme de vuelta, oh, un par de docenas de veces más o menos, y simplemente no hacerlo. He visto un montón de veces a Frankie enojado. Incluso una vez o dos conmigo, cuando había tenido un buen momento de autocompasión o derramado algo en su viejo casimir. Pero nunca lo había visto así. —Puedo imaginar cómo se ve... —Comencé. —¿Cómo se ve? —Sacudió la cabeza con incredulidad—. Conociéndote, no tienes ni idea. Así que déjame decirte cómo se ve. Parece que optaste por mentirme, y a Sadie, por abandonar por completo la amistad y el honor por... ¿Qué? ¿El privilegio de estar disponible para las llamadas calientes de Alex Bainbridge? —No quieres decir eso. —¿No quiero? ¿Qué es lo que crees que vas a obtener de él, Ella? ¿Un asiento en la mesa del almuerzo de los Fillite? ¿Una cita para la fiesta de graduación? ¿Pequeños niños con buenos dientes y narices pequeñas? — Torció la boca—. Tal vez quieras reconsiderar esas expectativas, porque desde donde estoy parado, no lo veo acompañándote entre los salones, y

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FORO’ Libros Del Cielo mucho menos a casa de tus padres. Afróntalo —dijo con frialdad—. Vere decía la verdad. Eres un pequeño sucio secreto.

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El Frio Traducido por Mary Ann♥ Corregido por Melii

V

i a Frankie caminar lejos de mí, su cuerpo tan rígido que sabía que si me lanzaba en su espalda, podría rebotar antes de que pudiera poner mis brazos alrededor de él para sostenerlo. En una larga lista de buenas salidas, esa era una de sus mejores. Me salté historia. Y Educación Física. Y algebra. Y de verdad no fui a clase, ellos no lo notaron esta vez. Los profesores de Willing son famosos por perdonar la semana antes del invierno o del descanso de verano. Los exámenes eran terminados, la mitad de los estudiantes estaban ya listos para su viaje de esquí en los Alpes o listos para irse. Pero entonces, también era muy probable que mis padres recibieran una llamada telefónica de la oficina del director. Yo era una chica Willing dispuesta a tomar el riesgo. Fui hacia el museo, un día antes de lo planeado, y todo por mí misma. Por el último par de años, siempre empezaba por el mismo lugar. Era una habitación pequeña, más parecido a un pequeño pasillo, frente a una de las galerías impresionistas. Eso siempre me ha molestado. Quiero decir, incluso en mis momentos —centrados en Edward—, sabía que él merecía una gran habitación. La ventaja en la habitación Willing, es que suele estar vacía. Hay dieciocho imágenes en ella: siete lienzos y once dibujos a lápiz. Hay dos bronces, también, un par de bustos sobre los pilares. Tomé un asiento entre ellos, en el banco más limpio del lugar. El guardia del museo, de pie en la entrada entre esta sala y la siguiente, probablemente esperaba un descanso. Sabía que nadie iba a atraparme por salir de la escuela, especialmente, no en un museo. (“¡Oye, tú! ¡Que crees que estás pensando, pasando el rato en una institución cultural! ¡Espera a que tus padres se enteren de esto!”) Pero todavía me sentía un poco nerviosa. Más que eso, me sentía triste y bastante miedosa. Verdad: Ya había hecho un daño real a mi relación con Frankie, y no tenía idea de cómo iba a solucionarlo. Esconderse en el museo parecía como un perfecto comienzo. Tenía obras de Edward cerca de mi regazo. Habían gastado más o menos su utilidad. Todas las pinturas del museo, excepto una, en la que había: una escena de la salida del sol —sobre el agua— que ni siquiera yo,

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FORO’ Libros Del Cielo una devota, pensó rayar en OTT. Sin título, la pancarta que acompañaba el cartel de lectura, 1901, REGALO DE UN DONANTE ANONIMO, 1942. Alguien que no quería la pintura en la pared, tal vez, y no quería su nombre en el museo. Yo nunca había prestado mucha atención de dónde vino la colección antes. Esta vez, lo hice. Las pinturas eran variadas, tres compradas por el museo, incluyendo una de los ciclistas en Boathouse Row, que la tenían en primer plano. Dos retratos de la belleza de Willings, fueron regalos de la familia. Muy arrogante, siempre pensé, donar una pintura de ti mismo al mayor museo de América. Otra retrato, la bella, infeliz de la señora John Girard Hamilton en su color rosa, era parte de una gran colección que había llegado al museo. Y, por supuesto, era una de las donaciones anónimas. Todos los once dibujos eran del mismo origen; eran, con triste sofá Lady, de la finca de Vera H. Erasmus, quien, por las fechas de adquisición, había muerto en 1997. Yo tendría que saber de ella, esta mujer quien fue una fan de Edward. Los bronces, titulados simplemente como Madre y Niño, habían sido suyas también. Mi libro sugería que eran Mary and Murray, la hermana y el sobrino de Edward. Él había sido amable. Había visto fotografías de Mary and Murray Girvan. Ellos no eran tan bonitos. Por supuesto, Edward no había sabido que algunos años después ellos harían cosas terribles con sus documentos personales. En cuanto a los propios bocetos, que eran un montón variados y abarcaron los últimos quince años de su vida. Dos de ellos eran de los perros, tres de lo que parecía un jardín (siempre me había gustado la del banco de piedra), y seis eran de Ella. Por primera vez, me di cuenta que era la misma mujer en todas ellas. Nunca había pensado mucho en eso en las visitas anteriores, sólo supuse que eran diferentes modelos, algunas con ropa, algunas con vestidos, algunas visiblemente más viejas y más delicadas. Ahora podía ver las similitudes en la curva de su cuello, la línea de su brazo, la cadera y el perfil. Ninguna de ellas era de una cara. Ninguna tenía nombres. Ninguna fecha. Sólo la palabra estudio. Se lee como un comando, aunque sabía que sólo se refirió al hecho que ellos eran rápidos bocetos de lo que sería un largo trabajo. Pero ahora, por primera vez, me di cuenta que ninguno de los bocetos eran de Edward. Sabía de las pinturas de Edward — las que habían sido catalogadas, de todos modos. Estos no se trataban de estudios para otros trabajos. Eran como instantáneas, pequeñas piezas de su vida después de Diana. O de lo que fuese su vida con ella. Verdad: Edward había pintado a esta mujer con amor. Verdad: Él nunca mostró la cara de ella. Probabilidad: Ella era su sucio secreto. Revisé las notas que había hecho. No eran muchas. Unas cuantas fechas, una rápida descripción de los bocetos, adquisición de información.

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FORO’ Libros Del Cielo No tenía idea de cómo iba a ayudar. Parecía que Edward no había dejado, deliberadamente, cualquier pista sobre su identidad, que no sea el arte mismo. —Una conexión impopular era suficiente para él, ¿Crees? —Le pregunté al bronce de Mary encima de mí—. Si los Fillites te asustan ahora, sólo imagínate como fueron hace mil años atrás. Sin sorpresa, ella no contestó. El guardia, sin embargo, me dio una mirada de arriba abajo. Una pareja entró a través del pasadizo. Eran más viejos que yo, cerca de los veinte tantos, ambos rubios, ambos llevaban antiparras nerdy negras y botas y ropa de lienzo que me recordaban al armario de Sadie —sólo que más adecuado para los que lo llevaban. Sostenían un mapa del museo entre ellos, hablando en voz baja en un lenguaje desconocido. No entendí mucho, sólo interrogativo. “¿Villink?” y me pregunté si ellos eran rusos. No lo creía. El lenguaje me sonaba más a Germánico, tal vez holandés. Ellos claramente nunca habían oído de Edward Willing. Vinieron a mirar. Yo los observé. La mayoría de las personas van a través del museo como lo hacen en Macy’s: ojos amplios, deteniéndose sólo si hay algo que realmente llama su atención. Estos dos miraban todo. Claramente, a ellos les gustaba la pintura de la bicicleta. Sip, holandés, decidí. Él estaba a unos pasos por delante cuando llegó a mi pintura favorita de allí. Diana y La Luna. Fue sorpresa –sorpresa- de Diana, enmarcada por una gran ventana, la luna dominando el cielo exterior. Ella sentada en el alféizar de la ventana, vestida con un abrigo de gasa que podría haber sido ropa de dormir o un asentimiento hacia su homónima diosa. Ella se veía hermosa, por supuesto, y feliz, pero, si tú la mirases más de un segundo, podrías ver que su sonrisa tenía una curva de burla y una de sus manos, en realidad, envuelta en el marco exterior. Pensé que parecía que podía mover las piernas sobre el umbral y saltar, convertirse en una palomilla o un búho o un solo de viento, incluso antes de que ella estuviera completamente fuera de la sala. Pensé que miraba, también, como si estuviera retando al espectador a venir. Y al menos intentarlo. El chico holandés no dijo nada. Sólo alzó su mano. Su novia intervino. Se quedaron así, frente a la pintura, por un largo minuto. Luego, él estornudó. Ella buscó en su bolsillo y sacó un pañuelo de papel. Él lo tomó y, sin soltarse, hizo una sorprendente gracia con una sola mano. A continuación, se desplomó el tejido y buscó alrededor por un bote de basura. No había uno a la vista. Ella tendió su mano libre; él pasó el tejido y ella lo metió otra vez en su bolsillo. Yo quería vomitar. En cambio, tuve el sorprendente pensamiento de que realmente quería que alguien hiciera eso: poner mi Kleenex usado en su bolsillo. Parecía como una declaración de algo muy grande.

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FORO’ Libros Del Cielo Finalmente, ellos terminaron su exanimación de Diana y siguieron su camino. No había mucho más, sólo los arrogantes Willings y la salida del sol exagerada. Se acercó a examinar los bronces. Ella vio mi libro: —Disculpa. ¿Conoces a este artista? Íntimamente no parecía como una verdad más. —Bastante bien — contesté. —¿Era él famoso aquí? —No mucho. —Me gusta —dijo ella, pensativamente—. Tiene…oh…la palabra… ¿Personalismo? —¿Personalidad? —Le ofrecí. —¡Sí! —dijo ella, encantada—. Personalidad. —Él llegó detrás de ella sin mirar. Su novio inmediatamente entrelazó sus dedos con los de ella. Se fueron, desplegando el mapa de nuevo, ella charlaba animadamente. Creo que le contaba que él tenía personalidad. Puede que ellos podrían bien haber tenido la exhibición de la información sobre sus espaldas. “PAREJA.” HOLANDESES COMTEMPORANEOS. CORTESIA DEL ESTADO DEL AMOR, PARA EL PLACER DE VISUALIZAR (O NO) DE TODOS Y CADA UNO. Verdad: Cuando Alex y yo nos reunimos —en su casa, mi casa, las aulas vacías de la escuela, no había nadie alrededor. Verdad: Él estaba feliz de estar conmigo. Probabilidad: Él simplemente no quería que nadie supiera eso. Me pregunté qué haría la noche siguiente y por qué no me contó. Harrison Kinuye, del video de YouTube y el portero eran parte del círculo de los Fillites. Él era del equipo de lacrosse. Él y Alex eran amigos. Me preguntaba si Alex iría a la fiesta. Sacarme de la ecuación, habría sido casi una certeza. Recogí mis cosas y me moví. Las Galerías Impresionistas, parecía estar lleno de parejas turistas: jóvenes y modernos y claramente de lugares lejanos que yo nunca podría ver. Sólo había dos personas en mi sala de Duchmap, un par de mujeres de edad avanzada, con suéteres de lana a juego, de pie, hombro a hombro, frente a “Desnudo descendiendo por una escalera”. —Vamos a París —dijo una, soñadoramente. La otra, rápidamente, sacó un Droid y tamborileó con los dedos. — Marzo. —Perfecto.

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FORO’ Libros Del Cielo Yo podría haberles dicho que Duchmap se había convertido en un americano, un neoyorquino. Pero eso podría haber traído envidia. Yo quería recoger mis cosas e ir a París, también. Subí los escalones hacia el jardín de té reconstruido, donde expulsé cualquier posibilidad de Zen por un grupo de escolares, cada uno emparejado con otro, así ellos no podían perderse. Porque eso es, quien está en un museo de arte a mediodía en un frío viernes, justo antes de Navidad: ancianas de lana, aburridos chicos escolares, y amantes en día festivo. Me di por vencida. Así que ni siquiera tenía 3 años cuando me metieron a empujones en mi abrigo y me pusieron en marcha. Todo el mundo conocía las escaleras. La película de Rocky los hizo famosos. Aquí siempre hay unos cuantos corredores o turistas jugando, solo para decir que ellos podían. Durante un día frío, las escaleras parecían atestadas. No parecían estar por cualquier deportista o turista, sino por personas cerca de mi edad. En la mayor parte, ellos iban abrigados, capas de ropa de camisetas térmicas o sudaderas, todo en grandes gorros tejidos. Ellos se dirigían hacia las escaleras, dando vueltas, en el nivel superior, en grupos de cinco o seis años, encorvados en las balaustradas. Podía sentir algo en el aire —no una amenaza, pero una excitación palpable. Me moví silenciosamente a un lado, donde tenía una vista tanto de la plaza, como de las escaleras, y esperé. No pasó mucho. A lo lejos, un reloj dio la hora. Frente a mí, la plaza estalló. Cincuenta personas mayormente hombres, de repente tenían monopatines en sus manos. Ir en monopatines está sumamente prohibido en el museo. No me había dado cuenta de los bolsos de deporte y otras bolsas, que eran ahora rápidamente plegadas en sí mismas. Con una serie de gritos y estrépitos, los internos estaban apagados. Algunos fueron por abajo de las rampas de piedra que flaqueaban las escaleras, yendo a una velocidad vertiginosa, brincando entre los niveles. Increíblemente, un puñado de personas intentaron los mismos pasos, volando cada aterrizaje y a continuación otro salto. La mayoría hizo el descenso en una combinación de tablas y corriendo en grandes saltos. Algunos cayeron en saltos; unos más se desviaron y cayeron, tratando de evitar golpear entre sí y otros en las escaladoras. Algunos de los caídos me miraron mal. Pero, en un parpadeo, estaban persiguiendo tablas o finalizando sus descensos. Vi a una, una chica con docenas de trenzas volando debajo de su casco, tomando la rampa final. Ella parecía casi fluida cuando despegó, una mano en la tabla al salir disparada. Luego, chocó el pavimento en la parte inferior, con un golpe audible, se desvió bruscamente hacia la derecha, y desapareció de mi vista. La parte de atrás de su sudadera con capucha decía "¡SÍ!" A través de

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FORO’ Libros Del Cielo enormes letras y apliques amarillas. Una gran Sí a. . . lo que sea. Todo, tal vez. Estúpido, sí, probablemente, todo el esfuerzo había sido estúpido. Peligroso, por supuesto. Pero en cuanto la valentía y la alegría se fueron, fue bastante sorprendente. En ese momento, la seguridad salió a la plaza, el show se acabó. Sabía que había una pareja de internos en los arbustos debajo, curándose lo que yo esperaba no fueran malas heridas. Nadie los delató. ¿Quién incluso podría pensar en eso? Todavía era muy temprano para ir a casa. Terminé en Pat’s King of Steaks, un usual feliz lugar, donde me compré una Coca cola y un sándwich de queso. Mi vaso tenía imágenes de bastones de caramelo por toda ella. La Navidad había llegado a Filadelfia más o menos el día después de Halloween. Aún quedan tres semanas para el final, y la carta de Santa y los renos de Santa pegados a las ventanas parecían a punto de llamar a un año nuevo. A pesar del frío, me senté en una de las mesas en la acera. Se sentía como un bloque de hielo debajo de mi trasero. Me estremecí, pero me quedé afuera. —¡Oye, Chica Loca! Grité. —Oye, Precioso —o— Einstein —Y no se movió. Pero esta vez me tenía en el "Loca". Vaya usted a saber. Miré al otro lado de la acera para ver la cara de Daniel, tanto como la de Frankie, enmarcado en la ventana de su Jeep. Sentí un triste pequeño tirón en mi pecho. —Estás consciente de que sólo está a diez grados por ahí fuera ¿No?— Preguntó. Me encogí de hombros—. ¿Vas a reunirte con alguien? —No. —Admití. —Entonces, espeluznante.

entra.

Tus

manos

parecen

de

cera.

Enserio,

es

Bajé la mirada, a la mano agarrando el deslumbrante alegre vaso. Tenía razón. También salió a abrir la puerta del lado del pasajero para mí. Me puse un poco encantada, hasta que señaló a mi queso y carne a medio comer, en su envoltura de papel marchito. —No llevarás esa cosa en mi coche. Es una abominación. Miré el cigarrillo que él había dejado en la cuneta. Hizo la cosa de sus dientes. Arrojé mi comida fría en la basura, sabiendo que no la hubiera comido de todos modos. El interior del Jeep no era mucho más caliente que afuera. —Aquí. —Daniel tomó su chaqueta de cuero negro y me la tendió. Era pesada y olía un poco como a galleta quemada. Se encendió por encima de mi propio abrigo; las mangas fueron hasta mis dedos—. Pareces como congelada…

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FORO’ Libros Del Cielo —No digas eso. —dije mientras me acomodaba en el asiento estropeado. —No tienes idea de lo que iba a decir. —Disparó de regreso, sonriendo—. ¿Algo huele a podrido en el estado de Marino? —¿Y preguntas eso por…? —¿En serio? Son las cuatro de la tarde, y en vez de estar con Sadie y mi hermano o en casa, comiendo algo colorido, estás sentada sola aquí. No es exactamente muy difícil de deducir. ¿Algo que compartir? —¿Tengo que hacerlo? —Había un hueco reconfortante en el asiento. Me acurruqué en él, con abrigo y todo. —No. —Había un par de guantes de lana gruesa en el tablero. Daniel me los pasó, luego se apartó de la acera—. Te llevaré a casa. Estoy en camino a dejar unas cosas en Fishtown. Miré alrededor; el asiento del Jeep estaba lleno con cajas de cartón selladas. Parecía que habían sido cargadas en un apuro. También había un folleto de música. Y una envoltura vacía de un condón. Tal vez era porque yo llevaba sus cosas, o sólo porque él se encontraba allí y se veía solo suficiente como mejor amigo. —Háblame de tu novia —dije. La música, sorprendentemente irlandesa y tradicional, sonaba tan alta que tuve que gritar un poco. —No tengo novia. —Cierto. Daniel me miró suficientemente tiempo para hacerme retorcer, y apenas evitó atropellar a una abuela que cruzaba frente a la luz con su carrito de compras. —¿Disculpa? Suspiré. —Déjame adivinar. Ella es tan alta como tú y se ve como si pasara su tiempo libre en un sostén de encaje y alas de ángel. —Jesús, Ella, ¿Qué había en ese vaso? —¿Qué? Los chicos como tú siempre tienes novias como esas. Extendió la mano y apuntó al tablero. Le llevo dos intentos, pero la música paró. —Suena bien para mí, pero no hay novia… Lo capté, un poco tarde. Aparentemente soy lenta en esa forma. — Ah. Capté ahora. —Me di una palmada en mi frente. Fue insatisfactoriamente en silencio, su guante era grueso—. Despacio. De acuerdo. —Te ves como una chica normal, pero la verdad es…. Le di la mano. Parecía tonta con su guante. —Verdad: Soy completamente una chica normal. Hay un montón de nosotras alrededor. Siempre lo he sido.

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FORO’ Libros Del Cielo Aquí está la cosa sobre el sur de Filadelfia. Mi parte de él es pequeña. Daniel ya giraba en mi calle. Había un equipo eléctrico arreglando la luz frente a los Grecos. Ellos tomaban donas. Faltaba la mitad de camino antes de que Daniel se detuviera. Me quité su abrigo y los guantes. —Gracias. —Le dije. —Oye. —Rápido como una serpiente, se inclinó en el asiento del pasajero y metió su mano, deteniendo el cierre de la puerta—. ¡Oye! Tengo algo que decirte. —Por supuesto. Dispara. —De nada. —dijo. —¿Eso era? —No. Eso es algo. Esto es… —Me inmovilizó con esos ojos casi-negros y no tuve absolutamente duda en cuanto a por qué su chica invisible subió, felizmente, a la parte trasera del Jeep con él—. ¿Estás escuchando? —Claro. —Un poco hipnotizados, tal vez, pero sin funcionar. —No hay una sola cosa normal en ti, Chica Loca. —Cerró la puerta con un chasquido y se fue. —Él está en lo correcto, sabes. —Edward decía casi antes de que entrara a mi habitación—. Tuve que deslizarme a través de la casa sin necesidad. No había nadie en casa. —Sus afirmaciones han perdido un poco de valor estos días, Sr. Willing. —Tú sabes. —Repitió. Tiré mi abrigo sobre la cama. El decorado blanco y negro de mi colcha estaba interrumpido por una mancha púrpura ahora, el resultado de un interludio de paz con jugo de uva, convirtiéndose en un combate de lucha libre suave. La mancha era del tamaño de la palma de mi mano y la forma, pensé, un caimán. Alex insistió en que era un mapa de Italia. Más tarde, nosotros habíamos goteado el resto del jugo en las páginas gruesas de mi cuaderno de dibujo, la búsqueda de imágenes en las manchas, como las manchas de tinta de Rorschach utilizados en psicología. —Bien. —Había dicho en respuesta a mi pagoda, oso hormiguero y Vikingo—, el veredicto está. Tú estás loca. Las imágenes fueron añadidas a mi pared, manchas de color. Había escrito en ella nuestras elecciones. Vikingo (E), piña (A). Linterna (E), queso (A). Corona (E), tarta de cumpleaños (A) estaban encima de mi escritorio, encima de Edward. Me volví hacia mi computadora. Me había embriagado alegría. Tengo un correo electrónico.

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FORO’ Libros Del Cielo De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: Diciembre, 15, 3:50 p.m. Asunto: Deberías aceptar… Martes. Te recogeré a las 10:00 a.m. No preguntes. No le digas a nadie. —Alex —Ah, el subterfugio. —Vino de encima del escritorio. —Cállate, Edward —dije. Por mucho que odiara la sensación de guardar secretos, odio ser uno más.

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La Fiesta Traducido por LizC Corregido por Melii

N

o había portero fuera de la casa de Harrison Kinuye, sólo un Fillite de ultimo año apoyándose en una urna de piedra enorme. Se levantó cuando llegué a la puerta.

—Hola. —Me saludó, enviando nubes de aliento condensado y gases de cerveza—. Pensé que iba a vomitar. —Está bien —dije. Al parecer, eso le complació, porque abrió la puerta para mí con una torpe reverencia. Estaba dentro. Así de simple. Me había pasado todo el camino preocupada pensando que no iba a conseguir pasar más allá de la puerta. Había visto el video de YouTube de Harrison (hábilmente publicado bajo el complicado nombre “Fiesta de Harrison Kinuye”) tres veces, para estar segura de la contraseña. Todo el vídeo consistió en Harrison sosteniendo un pedazo de papel con la dirección, la fecha y la hora de la fiesta. Por supuesto, leído hacia atrás, pero eso no era un gran reto, y sospechaba que no fue deliberado de su parte. En la marca del segundo dieciocho, abrió la boca y dejó escapar un eructo masivo, haciéndose eco. Todo se desvaneció negro. Había tenido miedo de que esa fuera la contraseña y que tendría que eructar para entrar. La música era ensordecedora. No podía creer que no la había oído desde el exterior. Pero me imaginé que esa es la forma en que iba con estas casas. Harrison, en realidad, no vive del todo lejos de mí… tal vez siete cuadras, pero sólo había cuatro casas en la suya, todas con puertas y jardines delanteros. Ninguno de ellos tocaba al de sus vecinos. Podemos ajustar nuestros relojes para el tema del Canal 6 de las Noticias de las Once en Punto que traspasa las paredes de los Grecos todas las noches. La sala se abría en un salón enorme. Había muchas caras conocidas: en su mayoría Fillite de primer año y ultimo, pero vi a unos pocos estudiantes de segundo año, también, e incluso un puñado de Abejas. Una de ellas revoloteaba alrededor de Chase Vere. Me alejé de inmediato. Él parecía bastante involucrado y bastante intenso. Escaneé la habitación. Todo el mundo parecía estar teniendo un gran momento. El chico que me dejó entrar hablaba ahora intensamente a un grupo de mis compañeros de clase, agitando una botella a medio llenar de

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FORO’ Libros Del Cielo algo claro. Se la ofreció a una de las chicas. Cuando ella se la llevó para dar un trago, me di cuenta que era Hannah. Me estremecí y me metí detrás de un conveniente chico de segundo. Donde sea que Hannah se encontraba, Amanda y Anna no estarían lejos. Había un grupo bailando, con la música absurdamente escandalosa en una esquina. Estaba bastante segura de que Amanda se encontraba en el centro del mismo. No vi a Alex. Es cierto que había muchas cosas que probablemente me perdí, siendo baja y estando medio oculta, pero también empezaba a pensar que tal vez esta había sido una persecución salvaje y una idea realmente estúpida. Él no estaba allí. Me sentía increíblemente incómoda y ya no muy valiente. Vagando por el piso de abajo, al parecer sin fin, me asomé a una guarida, un armario, y lo que parecía un completo gimnasio. Había dos puertas cerradas, pero pensé que lo que sea que haya detrás de ellas no era de mucho interés para mí. Él no estaba allí. Ya era hora de irse a casa. Nada de Alex, nadie a quien conociera lo suficiente como para charlar, y todavía usaba mi abrigo de todos modos. Por desgracia, estaba completamente perdida. Me encontré en la cocina. Tenía dos veces el tamaño de la del restaurante, con muchos aparatos, más brillante. Había seis kilómetros de mostrador. Algunas pocas personas sentadas en él, pero no había un tostador o una cafetera o un tarro lleno de cucharas de madera, que coincidieran con algún indicio de que algo de cocinar o comer, en realidad se llevara a cabo allí. El barril abollado en el centro de la habitación parecía fuera de lugar, como yo me sentía. Harrison tenía a cargo la llave. —Hola, Ella. —Me saludó, viéndose para nada sorprendido de verme allí—. ¿Cerveza? —Um... no —dije, sorprendida de que él supiera mi nombre—. Gracias. Se encogió de hombros y le entregó un vaso de plástico a una chica de último año que andaba revoloteando. —Hay otras cosas allí. —Él hizo un gesto con la barbilla hacia el fregadero. Vi unas cuantas latas de Coca-Cola solitarias y un manojo de apio en una cama de hielo. En realidad no pensaba quedarme. —Gracias —dije de nuevo, y me dirigí a otra puerta. Esta condujo a una sala comedor con una mesa que fácilmente podía albergar a veinte. Seis Abejas estaban agrupadas en una esquina, jugando Quarters sobre la superficie brillante. Más allá de ellos, pude ver el pasillo y el agraciado barrido de una escalera. Mientras observaba el desfile de pies subiendo y bajando, un par familiar de Adidas de gamuza gris aparecieron a la vista. Sintiendo frío de repente, fui a su encuentro. Amanda acababa de golpear el último escalón con Alex detrás de ella. Ella me vio primero. Sus ojos se entrecerraron peligrosamente. Probablemente habría dado un paso atrás, pero un grupo de chicas me

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FORO’ Libros Del Cielo empujó por detrás, dirigidas al juego Quarters. Tenía una opción: mantenerme firme, o ir dando tumbos hacia adelante, probablemente terminando a los pies de Amanda. Me mantuve firme. —¿Estás jodiéndome? —Ella se cernía sobre mí—. ¿No entiendes las leyes básicas de la naturaleza? No eres nada. Tú no existes. Pensé en la chica de la patineta, quien había dado a conocer su existencia de manera audaz e impresionante. Entonces, pensé en la amante de Edward, quien nunca llegó a mostrar su cara. —¿Es tu naturaleza ser desagradable? —Me oí preguntar—. ¿O conseguiste que te la implantaran? No era mi línea; sino la de Frankie. A todos nos gustaba muchísimo antes, y salió tan bien ahora. No miraba el pecho de Amanda deliberadamente. Pero mi valentía simplemente fue hasta ello, y todavía seguía un escalón arriba. —¡Perra! —Espetó ella, y, levantando una mano con garras, se lanzó fuera del escalón. Chase estuvo allí antes de que tocara el suelo, con un brazo deslizándose alrededor de su cintura. —Vamos, princesa —dijo alegremente, cargándola fuera—. Vamos a bailar. Ella le propinó algunas patadas y silbidos, pero él era más grande y, pensé, estaba borracho. No vi a dónde fueron. No me importaba. Alex bajó el último par de escalones. —¿Qué estás haciendo aquí? —Buscándote. —Era esa cosa de la honestidad que sacaba de mí. —¿Por qué? Esa era más difícil, no para responder, sino para decir en voz alta. — ¿Podemos hablar de esto en alguna parte que no sea aquí mismo? Se encogió de hombros. —¿Quieres una cerveza? —No. —Bien. Yo tampoco. Vamos. —¿Vamos a dónde? —Pregunté. Él tenía su mano en mi espalda y me impulsaba por el pasillo. —A otra parte. —Sacó su abrigo negro, ruso, de una pila en el vestíbulo—. ¿A menos que te quieras quedar...? —No. —Bien. Por lo tanto… Un minuto más tarde estábamos en la acera. Se puso un gorro de lana y se abrochó la chaqueta. Esperaba que él alcanzara mi mano, pero no lo hizo. Sólo empujó sus manos de vuelta en los bolsillos.

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FORO’ Libros Del Cielo —Buena fiesta —dije, aplazando lo inevitable. —En realidad no. Lo hace cada vez que sus padres están fuera del país. Dado el sonido de ello, eso era a menudo. —¿Quién limpia? —Los Kinuyes tienen mucho personal. Están acostumbrados a ello. —Típico. —Murmuré. Alex me lanzó una mirada. —Oye. No te enojes conmigo. No hago fiestas en mi casa. Empezó a caminar hacia la Calle Sur. Me apresuré a alcanzarlo. —¿A dónde vamos? —Eso depende. Responde a la pregunta original. ¿Por qué has venido a buscarme? Dejando la verdad a un lado, no parece tener mucho sentido mentir. Había venido a buscarlo. Fue encontrado, y plenamente consciente de ello. —Quería saber si estabas allí, si eso era lo que hacías que no me querías decir. —¿Por qué simplemente no preguntaste? —¿Me habrías invitado a venir? —Antes de que pudiera contestar, espeté—: No lo habrías hecho. Tú no quieres que nadie sepa de nosotros. Yo sólo... necesitaba verlo por mí misma. Se detuvo en seco. Pude ver su aliento en el frío aire… cortas bocanadas agudas. —Sabes, Ella, si hubieras dicho cualquier otra cosa… que me extrañabas y que querías verme, o incluso que estabas celosa de... no sé de qué podrías estar celosa… sería una cosa completamente diferente. Me daría mucho gusto. Pero esto... esto es una mierda. En ese momento, sentí que algo se escapaba. Un muy distintivo e inconfundible sentimiento. —Sin embargo, no te ves exactamente muy contento de verme, al estar ahí. Él soltó un gruñido. —No hagas eso. No trates de cambiar esto. Te encontré en la parte inferior de las escaleras, mirándome como si te hubiera meado por encima del pasamano. Conozco esa mirada, Ella. Es muy familiar. —Estabas con Amanda. —No estaba con Amanda. Usaba un cuarto de baño arriba. Ella me esperaba cuando salí. No… —Negó con la cabeza cuando abrí mi boca—. No voy a decirte lo que dijo. No es asunto tuyo. Pero te diré que toda la conversación se llevó a cabo en medio de un pasillo y duró unos tres minutos. —¿Le has dicho acerca de nosotros?

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FORO’ Libros Del Cielo —No. Mi corazón dio una bala de cañón bastante decente. —Así que tenía razón. Empezó a caminar de nuevo, rápido. Tuve que correr para alcanzarlo. —Realmente no quieres que nadie sepa. —Insistí. Se detuvo de nuevo. No podía mirarlo a la cara, así que miré hacia abajo, a nuestros pies. Entre nosotros, tallado en la vereda, se encontraban las palabras Calle Bainbridge. Estaba segura de que era una señal; sólo que no sabía de qué. —Lo que no quiero —dijo firmemente—, es restregarle en la cara a Amanda el hecho de que en menos de una semana después de separarnos, ya me había involucrado con otra persona. Puede que no te agrade… podría no culparte; pero ella solía gustarme mucho. ¿Qué clase de imbécil sería yo si fuera a transmitir el hecho de que la dejé por otra persona, eh? —Especialmente alguien como yo. —Respondí. Leí en alguna parte que las mujeres tardan más que los hombres en poner fin a una discusión. Que estamos casi garantizadas a decir algo que podríamos lamentar, sólo porque estamos decididas a hacer nuestro punto. Estaba decidida a hacer mi punto—. Alguien por debajo de la esfera de los exclusivos Fillite. Alex sólo me miró durante lo que pareció un tiempo muy largo. Después suspiró. —Realmente no lo entiendes, ¿Verdad? Yo siendo un snob, lo cual no soy, no es la cuestión. Es el hecho de que en realidad crees que podría tener algo acerca de ser snob. —¿Qué se supone que significa eso? —Esto significa, Fiorella Marino, que sólo la persona que piensa mierdas de ti, eres tú. Eso es muy triste. Entonces me tocó, me tiró en un abrazo. Justo cuando empecé a envolver mis brazos alrededor de su cintura, se apartó. Un taxi esperaba en la acera junto a nosotros. No lo había visto hacerle señas. Alex abrió la puerta. Subí y me deslicé a un lado, esperando a que se deslizara junto a mí. No lo hizo. Le entregó al conductor diez dólares y le dio mi dirección. —Nos vemos más tarde —dijo, y me dejó dentro. A medida que el taxi se alejaba, me di cuenta que ninguno de los dos había mencionado el martes. No tenía idea de siquiera iba a aparecer. No tenía idea de si acababa de botarme en la esquina de la calle que comparte su nombre.

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La Solucion Traducido por Mary Ann♥ Corregido por Melii

De: Quién es Quién, Señoras de Pennsylvania, ed. Lee Addison Elkins. Imprenta Elkins, 1958: Erasmus, Vera Hamilton (Señora Harold N. Erasmus) Fecha de Nacimiento: Filadelfia, Noviembre 6, 1912. Hija del señor John Girard y Marina (Kulikovsky) Hamilton. Estudió en la escuela Agnes Irwin y en la Universidad de Pennsylvania. Casada con Harold Norton Erasmus, en Marzo 11, 1935; hijos: Thomas, Lillian, Edward, Alice. Afiliaciones: Club de Bellotas, Cosmopolitan Club, Las Hijas de la Revolución Americana, la Sociedad Nacional de las Damas Coloniales de América. Patrona de la escuela Willing, Filadelfia, y el Instituto Barbara Ryan para la Mujer, Bryn Mawr. Miembro del Consejo de Administración de numerosas organizaciones, incluyendo el Ateneo de Filadelfia, la Biblioteca Pública de Filadelfia, la Sociedad Histórica de Pensilvania, y el Museo de Arte de Filadelfia. Dirección actual: c/o la Embajada de Estados Unidos, de Moscú. Dirección permanente: Sélavy, Bryn Mawr. Apagué el ordenador y volvía a mis libros. De incompleta: La Vida y Arte de Edward Willing, por Ash Anderson. Imprenta de la Universidad de Pennsylvania, 1983: Encargados del funeral de Edward Willing, Cementerio Père Lachaise, Enero 20, 1916. Fotografiado: Edith Wharton (primer plano), Gaston Leroux, Phillip J. Addison, Sin identificar. La Mujer (en velo), Pablo Picasso… —Muchas personas vinieron —dije, levantando la vista del libro. —Era enero en París —replicó Edward—. ¿Qué otra cosa tenían que hacer? Estudié la imagen lo mejor que pude. Era borrosa, negra y blanca, y el libro no era de un impreso costoso. —Esperaba que Edith Wharton fuera más bonita. —Bueno, yo esperaba a Picasso con tres narices, por lo cual nunca se sabe —Giró el hombro, como si estuviera aliviando en una torcedura—. Tengo que decir, Ella, es agradable tenerte voluntariamente hablándome otra vez.

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FORO’ Libros Del Cielo —Es probablemente temporal. —Como debería ser. ¿Has aprendido lo que querías aprender? —Tal vez —toqué la foto en el libro—. Creo que esta es Marina Hamilton, ¿no? —Edward no contestó—. Por supuesto —suspiré—. No me vas a dar respuestas. ¿Qué hay de esto, entonces? Voy a hablar. Tú escuchas. Asiente con la cabeza si algo suena bien. Le dio una pequeña sacudida de su barbilla. Tomé aire y comencé. —Después de que Diana murió, pintaste un retrato de la nueva esposa de un amigo. Era joven e infeliz —Miré, pero Edward no se movió—. Te enamoraste —Todavía nada—. Creo que ella era rusa. Tú la llamaste “Dorogaya” —Pensé que lo vi retroceder ante eso, pero podría haber sido sólo la bombilla fundida parpadeando de la lámpara de escritorio—. Es lo que llamas la persona que tiene tu corazón. Es por eso que fue amor y no sólo una aventura. Eso y la foto que encontré de los dos. Creo que los bronces en el museo son de Marina y su hija, Vera, no de tu hermana y tu sobrino. Creo que tal vez el de Vera era suyo. Dudo que alguna vez pueda probarlo, pero me imagino que si yo lo encontré, puedo encontrar fotos de ella, tal vez incluso conocer a sus hijos. Llamó a uno Edward. ¿Coincidencia? Tal vez. Hay un Edward Erasmus que viven en Radnor. Apuesto a que es él. —De todos modos, creo que Marina viajó contigo a Europa. Ella podría o no podría haber dejado a su marido. Estoy bastante segura de que estuvo contigo cuando murió. También estoy bastante segura de que ella te hizo feliz. En las últimas fotos de ti, se te veía. Espero que el hecho de que no sabes su nombre o hablas de ella o muestras su rostro, por el amor de Dios, fuera una cuestión de discreción y no de vergüenza. Y realmente creo que la hacías feliz. Él parpadeo ante esto. Estaba segura de que lo vi parpadear. —¿Es importante? —Debería serlo. Toda de nosotros, las niñas invisibles, merecen esto por lo menos. —Así que, ¿crees que Alexei Bainbridge te va a hacer feliz? Me encogí de hombros. —No tengo ni idea. Podría haberlo jodido con él. Te diré esto, sin embargo, Frankie me hace feliz. Lo mismo sucede con Sadie. No quiero besuquearme con cualquiera de ellos, pero los amo hasta la muerte. —¿Tienes que usar esas palabras en mi presencia? —Lo siento. Pero. Verdad: Estás muerto como la semilla. Edward suspiró. —Tienes razón. Tienes toda la razón. Así que supongo que será mejor que vayas a dormir, querida Ella. Es tarde. Y, al igual que decía la famosa frase, "mañana...'"

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FORO’ Libros Del Cielo —¿Es otro día? Gracias, Scarlett O'Hara. —En realidad —frunció el ceño hacia mí—. Yo iba a decir: “Mañana viene. Mañana trae, el mañana trae amor, en la forma de las cosas”. —¿Shakespeare? —pregunté. —Queen —disparó él—. No tan bueno como 'Bohemian Rhapsody' o 'Fat Bottomed Girls", pero sin duda poética. —Buenas noches, Edward. —Buenas noches, niña encantadora. Apagué la luz y me metí en la cama. —Oh. De todas formas… —¿Sí? —Creo que me di cuenta de por qué llamaste a Diana de todos esos apodos. “Primavera”, “Cabina”, “Poste”... —¿Sí? —Son todas las cosas que esperas. Creo que Diana estaba haciéndote esperar, y te fue volviendo loco. ¿Estoy en lo cierto? —Oh, Ella. Sabes que yo no puedo decirte eso. Sin embargo, te dejo con un más hermoso castaño… —¿Todas las cosas buenas que vale la pena esperar? —Realmente me gustaría que me dejarás terminar esta noche el pensamiento. Iba a decir, "No hay nada como la cosa real, nena'". —Marvin Gaye —le dije. —El primero y el único.

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La Raya Traducido por Ro0 Corregido por Melii

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legó el martes. Él se presentó.

Estaba lista, en caso de que él lo hiciera, y esperando en la ventana a las nueve cuarenta y cinco. Fueron unos largos quince minutos. Revisé mi teléfono tres veces. Frankie seguía sin devolver mis llamadas. Alex no había llamado para cancelar. Entonces, su coche apareció, y mi corazón empezó a dar pequeños latidos felices. No quería hacerlo esperar; estaba abriendo la puerta principal antes de que él saliera del coche. Él dio la vuelta para abrir la puerta del pasajero. —Hola —fue todo lo que dijo. Me subí. —Hola. Ninguno de los dos dijo algo mientras él tomaba la Calle Onceava y manejaba al norte. Quería desesperadamente hablar con él, decir algo inteligente y sexy y misterioso todo al mismo tiempo. —¿Volviste a la fiesta? —pregunté finalmente. Me dio una mirada de soslayo—. Sólo pregunto. —Fui a casa. ¿Enojada? ¿Aliviada? ¿No sintiendo nada en absoluto? —¿Duermes bien? —Como un muerto —me dijo. Verdad: Lo que de verdad deseaba desesperadamente era saber que todo entre nosotros estaba bien. Pero aquí está la cosa. Si no puedes preguntar directamente, si tienes que zafarte e insinuar y esperar a que la otra persona lo haga por ti, realmente no deberías preguntar. Me callé. Durante cuatro cuadras. Luego: —¿Dónde vamos?

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FORO’ Libros Del Cielo Esto trajo una media sonrisa. Un lado de su boca se curvó. —Me preguntaba cuánto tardarías en preguntar —Miró su reloj—. Tres minutos. —¿Así que…? —Así que, vas a tener que esperar un poco más. Aquí —Él hizo su incomprensible movimiento con las estaciones de radio, y llegó la estática—. Encuentra algo. Pasé algunas estaciones que gritaban las palabras “¡Metas!,” “¡Espíritu!,” y “¡No en mi casa!,” lo que me dijo que era religión, deportes, o política. La estación internacional tenía a una pareja haciendo una versión de “Low” en lo que yo creía era japonés. Me quedé con Elvis cantando sobre mentes desconfiadas y esperé que no hiciera a Alex pensar demasiado sobre la escena en la casa de Harrison. De repente, las vigas azul-cielo del puente a Nueva Jersey estaban frente a nosotros. Alex se dirigió hacia allá. Metió la mano bajo su abrigo, el cual se hizo bola en el asiento de al medio, y sacó una bolsa de Macy’s. — Para ti. Era suave. Mi corazón dio su pequeño salto otra vez. Mire la bosa y me imaginé cachemir. Me lo imaginé enrollándolo gentilmente alrededor de mi cuello y usando las puntas para atraerme hacia él… Un tejido de nylon con estampado de camuflaje se deslizó en mi regazo. Lo levanté con la punta de mis dedos. Era un traje de baño: técnicamente de una pieza pero compuesta por muchas piezas pequeñas, unos pocos triángulos de varios tamaños, manteniéndose juntos por lo que parecían ser anillos. —Es un traje de baño —dije, lo que no era realmente obvio. Los pañuelos de Frankie tapaban más—y eran más agradables de mirar. —Sí, lo es. —Déjame salir. —Ella… —¡Hazte a un lado y déjame salir! —Estamos en la mitad del puente de Ben Franklin. ¿Qué es lo que vas a hacer, saltar? Mi giré en mi asiento para mirarlo. Estaba concentrado en la pista a nuestro lado. Un remolque del tamaño de Florida lanzo una onda al interior, haciendo que el coche se sacudiera y vibrara. —¿Ésta es tu venganza por lo de esa noche? —pregunté inestable—. ¿Humillarme de la manera más efectiva posible? Calle despejada, Alex se desvió a la derecha. Él no se había afeitado esa mañana. Se veía un poco duro. Hermoso, pero duro. Y cansado.

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FORO’ Libros Del Cielo —Mira —dijo—, Sé que no es algo que hubieras elegido ni en mil años, pero las opciones son muy limitadas en diciembre. Y si decía que la excursión de hoy requería un traje de baño, ¿habrías venido? —Cuando no respondí, gruñó—. ¿Lo ves? Estábamos fuera de la carretera, conduciendo entre las calles vacías del centro de Camden. Podía ver Filadelfia justo cruzando el río. Quería irme a casa. —Ibas a necesitar un traje de baño —continuó—. Éste parecía que te quedaría —Le eche un vistazo. Era sólo una talla más grande—. No te miraré. Lo juro. No te veré con eso puesto. Nadie te verá con eso. Se dirigió hacia un estacionamiento y tomó un lugar. El cartel sobre la entrada decía ACUARIO AVENTURA. Cuando lo mire de vuelta, estaba sacándose la camisa con una mano y bajándose la pretina de los jeans con la otra. Vi cuadros verdes y un cordón amarrado. —También estoy usando uno. No podía ni remotamente imaginarme un escenario que me hiciera sentir nada más que destruida. —Fuera —se inclinó sobre mí y abrió la puerta del coche. Me llegó una ráfaga de aire frío—. Te estoy llevando a nadar con tiburones. *** —¿Hace cuánto tiempo alimentaron a estos tiburones? —preguntó el tipo a mi lado. Alex y yo estábamos en una habitación pequeña con un pizarrón, una animada rubia empleada del acuario, y tres tipos de Rutgers que ganaron el premio de Navidad de su fraternidad. Cumpliendo la promesa de Alex, nadie me había visto en mi minúsculo estampado. Otra chica animada me había pasado un traje de buzo y me había apuntado el vestuario. Así que mientras escuchaba lo básico de la etiqueta del tanque de tiburones, estaba completamente tapada desde mis tobillos a mi mandíbula en neopreno azul. Los chicos de la fraternidad seguían echando vistazos cuando creía que ni yo —ni Alex— estábamos mirando. Me hizo sentir un poquito mejor. La promesa de Alex de que no me tenía que meter al agua si no quería también ayudó. Me había sacado del auto hacia el acuario. —Puedes hacerlo —Me persuadió. —Sí —respondí pensando un poco en el patinador y más en “fíngelo hasta que lo logres”—, puedo hacerlo. —Ayer —respondió la chica alegre a alimentación—. Créeme. No están hambrientos.

la

pregunta

sobre

la

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FORO’ Libros Del Cielo Quería saber exactamente cómo sabía eso. ¿Les preguntó a los tiburones? —Está bien —dijo alegremente—. Vamos a bucear. Los cinco de nosotros la seguimos a una piscina poco profunda. Unos pocos metros más allá estaba el tanque de los tiburones. Se veía mucho más pequeño de lo que lo hacía desde los puntos de vista privilegiados en los que había estado en mis visitas al acuario. Y los tiburones se veían mucho más grandes. De hecho, hicieron que se vieran como un estanque estilo koi. —Ese es un tiburón toro —pero otro empleado del acuario, esta vez un tipo optimista, señaló al más pequeño (sí, claro) uno que estaba acechando cerca de la orilla del tanque. Me acerqué a Alex. Él sonrío y puso su brazo alrededor de mi cintura. Eso consiguió meterme a la piscina de práctica. Estaba fría. —Bien —anunció nuestro guía—, respiren profundo, luego muerdan fuertemente la boquilla… Me tomo unos pocos minutos y una buena cantidad de agua poco atractiva bajando por mi garganta y subiendo por mi nariz. Alex, por supuesto, lo manejó como si hubiera buceado toda su vida. Lo que, me di cuenta, era bastante probable—en el Pacífico, el Caribe, el Mediterráneo… Aun así lo hice más rápido que los chicos de fraternidad, los que parecía disfrutar de “bombardear,” o soplar fuertemente para disparar el agua del tubo. Finalmente, todos pasamos la inspección. —¿Lista? —preguntó Alex cuando estábamos a la orilla del tanque. El cariñoso y sus amigos estaban al otro lado. No me eso sentir mucho mejor. Veo Animal Planet. Los tiburones se mueven rápido. —Dime otra vez por qué estoy haciendo esto —susurré. —Porque tú querías —me susurró de vuelta Alex—. Enfrenta tus miedos, Saltamontes, y serás libre. Ahora, adentro. —Oye —uno de los chicos de fraternidad preguntó mientras yo me metía al tanque—. ¿Los tiburones siempre comen peces que están ahí adentro con ellos? Había docenas de peces más pequeños revoloteando en el tanque entre los tiburones. —Claro —llegó la respuesta—. Pero no muy seguido. La plataforma en la que estábamos tenía una pared baja que nos separaba de la parte central del tanque, pero también tenía espacios del tamaño de un tiburón a lo largo. Mientras esperábamos, justo debajo de la superficie, uno de los tiburones toro empezó a nadar cerca. Me tensé. A mi lado, Alex estaba inclinado hacia delante, sus brazos asegurados contra la pared para mantenerlo adentro, pero la cabeza y los hombros lo más lejos

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FORO’ Libros Del Cielo posible. Se dio vuelta para enfrentarme. Es difícil sonreír con un gran tubo atascado en tu boca, pero él se las arregló. La estaba pasando muy bien. Me moví unos cuantos centimetros. Por incontables minutos, vimos a los tiburones y a los peces moviéndose en espiral a través del agua del tanque. Empecé a calmarme, casi, casi convencida de que era realmente el tipo de chica que puede nadar con tiburones. Y entonces, un trío nadó directamente hacia nosotros. Se quedaron ahí, balanceándose un poco para seguir moviéndose, pero nunca acercándose más que a unos pocos metros. Pensé en las Hannandas. El tiburón del medio hizo un círculo cerrado, terminando con su hocico un brazo de distancia con la cara de Alex. Agarré su brazo y él lo empujo, una sólido barrera entre yo y una muerte segura. El resto del tiempo en el tanque, me dejo estar ahí, presionada contra su omóplato, su brazo hacia atrás curvado a mí alrededor. Lo sabía, incluso si era sólo por estos pocos minutos, él se pondría entre mí y una Hannanda rapaz sin pensarlo dos veces. Nearby, uno de los sobrexcitados chicos de fraternidad empezó a mover sus brazos en círculos. Había perdido el equilibrio y ahora se tropezó directo sobre la pared. En un segundo, el buzo con nosotros agarró su tobillo y lo jaló de vuelta. Los tiburones, en vez de estar atraídos por el movimiento, como lo estaban en cada una de las películas de medio bajo el agua, miraron de reojo e inmediatamente volvieron la cola, yendo al otro lado del tanque. Se quedaron ahí y no regresaron. Los amigos del culpable lo golpearon cuando salieron del agua —Suave movimiento, idiota —murmuró uno—. Aguafiestas. —Oye —fue la réplica del de cara rojo—, al menos puedo decir que espanté a un tiburón. Se fueron a molestar a otra vida marina. Estaba temblando un poco, no solamente por frío, y el horror de un traje de baño se había atravesado firmemente en mi trasero. Estaba lista para vestirme otra vez. Por supuesto, Alex tenía más planeado. —Mantarrayas —dije, casi resignada, mientras miraba dentro de la piscina poco profunda a la que estábamos siendo guiados—. Me vas a meter en un estanque con —leí el cartel— Mantarrayas de nariz de vaca. —Mira, sin púas —apuntó Alex. Luego puso una cubeta de peces en mis manos—. Vamos. Aparentemente, eran familiares de las rayas. Habían rodeado a Alex en un segundo, aleteando sus alas en el fondo de la piscina y sobre él, como si llamaran su atención, casi podía escucharlos gritar “¡Yo, yo, yo!” Alex se estaba riendo y echando al agua pedazos de pez. Desaparecieron inmediatamente. Algunas de las rayas hicieron pequeños contorneos, como cachorros felices.

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FORO’ Libros Del Cielo —Vale—admití finalmente—. Son algo tiernos. —Son increíbles —dijo, mirando como un niño que recién hubiera encontrada un cachorro debajo del árbol de Navidad, y extendió su mano. La tome, intestinos de pez y todo, y me metí con él. Terminamos de alimentar a las rayas bastante rápido. Me sobresalte las primeras veces y termine botando el pez. Pero entonces me acostumbre al movimiento suave en mis dedos. —Besos —dijo el guía. Era el mismo que llamo a los tiburones toro “cariñosos.” Esta vez no pensé que estaba completamente loco. Una vez que toda la comida se había ido, Alex y yo nos deslizamos hasta la orilla de la piscina, donde seríamos capaces de sentarnos y observar. Una raya grande seguía chocando con mi tobillo. Trate de salirme de su camino. Me siguió, chocándome otra vez. Cambié de dirección; y también lo hizo. —Lo siento, amigo —le dije—. No tengo más. —Oh, él no quiere comida —me informó el guía—. Ese es Ferdinand. Baje la mirada a la sorprendente encantadora cabeza, con sus grandes ojos y hocico curvado. —Déjame adivinar. A él simplemente le gusta flotar y oler las algas. —En realidad, le gusta todo el mundo. Es un amante. Ese fue mi día, rodeada de cariñosos, besadores y amantes. Y Alex. Nos sentamos con nuestra comida en el agua. El resto de las rayas se dieron cuenta rápidamente que no había más comida para ellos, y se movieron graciosamente alrededor de la laguna. Ferdinand, sin embargo, se quedo cerca de mis pies, aleteando y empujando. Me agaché y acaricié su espalda tentativamente. Se sintió un poco como sandalias: firme y flexible y un poco áspero. Ferdinand dio lo que parecía un inconfundible contorneo de alegría y empujo por más. —Reconoce una diosa empujándome con su brazo.

del

mar

cuando

la

ve

—dijo

Alex,

—Es una raya —repliqué—. Su cerebro es del porte de un maní —. Pero secretamente estaba muy, muy complacida. Estaba genuinamente triste al salir de la piscina. Los tiburones… bueno, era mejor sin los tiburones. Pero Ferdinand me había encantado. Hablamos de todas las cosas sin importancia en el camino de vuelta a la ciudad: sobre los chicos frenéticos de la fraternidad, las rayas que aleteaban, el olor a pescado que las mediocres duchas no habían podido quitar de nuestra piel. El viaje de vuelta a casa fue mucha más rápido que el de ida. Alex se detuvo al frente de mi casa pero no apago el motor. —¿Entras? —pregunté.

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FORO’ Libros Del Cielo —No creo que… —Alex. Por favor. Sólo unos minutos. Él miro el parabrisas por un largo rato, sus manos apretadas en el volante. Finalmente, él dijo: —Realmente no me puedo quedar mucho. Papá está en casa, y todos vamos a ir a ver a mi abuela. Nos bajamos del coche y nos dirigimos a la casa. —Entonces, es otra noche de cena familia “Lo mejor de Filly” escoge: Patsas. Aparentemente es el “lugar para tener algo que ni Zorba podría pronunciar.” Mis manos estaban temblando, pero puse la llave en la cerradura y abrí la puerta. Como siempre, él me dejo pasar primero. Tenía otras cosas que decir, pero empecé con, —Ordena la moussaka. Hojas de parra, spanakopita, y uno ensalada con los montones de feta. —Suenas como una experta en el lugar. —Nop. Solo una chica que sabe sobre restaurants. Confía en mí. Los regulares piden sus favoritos; los clientes inteligentes van por lo clásico. La gente complaciente ordena los especiales. —Buen consejo. ¿Así que…? —Así que —me pare un poco más derecha—, ven arriba conmigo. —Ella, de verdad no puedo. —Sólo tomara algunos minutos. Sabía que la casa estaría vacía. Papá y Nonna estarían en el restaurant. Mamá había salido con Sienna, teniendo el turno final para torturar a la gente de las flores y a la banda y cualquiera que no fuera lo suficientemente afortunado para estar involucrado con el día mismo de la boda. Camine delante de Alex hacia mi habitación. No pude mirarlo mientras desenrollaba mi bufanda y desabrochaba mi abrigo. Le seguí dando la espalda mientras tiraba de mi suéter sobre mi cabeza. Me deje puestos los jeans, y el sostén pálido de encaje que compré unos días después de que él me besara y que nunca había usado. Giré mi cabello en un moño suelto. Me di vuelta. —Esta soy yo —le dije—. Esta es quién soy. Entonces, cerré mis ojos. No podía verlo mientras él me miraba. No supe cuánto tiempo me quedé ahí, escuchando el golpeteo de mis latidos en mis orejas y nada más. Un momento. Luego mi piso crujió. Alex estaba un paso más cerca de mí, pero aun así más cerca de la puerta.

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FORO’ Libros Del Cielo —Así que… —dije temblorosamente. —Así que… Tome un respiro. —¿Estamos bien? Lo que quería, todo lo que quería, era que el avanzara todos esos pocos pasas y me metiera en su abrigo como lo había hecho antes. No estaba pensando mucha más que eso. Quizás porque sabía que no iba a pasar. —Ni siquiera sé que significa bien —dijo—. “Bien.” Nunca hemos estado bien. Hemos estado mezclándolo. Quiero decir… maldición… Gracias. Por mostrarme. Sé que te costó. Pero Jesús, Ella, realmente no quiero sentir como que constantemente tengo que reasegurarte cosas que debes saber por ti misma. Es agotador y toma toda… No lo sé… satisfacción… acabo de decir lo que siento. Cuando termino, se paro en la mitad de la habitación, con la mirada baja y miserable. Ninguno de los dos dijo algo por mucho tiempo. —Mira, tengo que irme. Yo… te llamaré. —Está bien —dije, y lo deje ir. Escuche sus pasos en las escaleras y golpe sordo de la puerta cerrarse tras él. Recogí mi suéter con dedos entumecidos. Me lo puse, al revés al principio. Luego me acurruqué en mi cama y lloré.

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El Cannoli Traducido por Cielo Zafiro Corregido por Melii

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ra cara o cruz, que era peor: que yo estaba sentada en la cafetería de Anthony, famoso por sus postres, con una caja llena de cannoli de Nonna en mi bolso en el suelo, o que el cannoli en el plato delante de mí no eran de Nonna. Ella me habría dicho algunas palabras bien escogidas, a pesar del hecho de que yo no lo había tocado. Era parte de una ofrenda de paz. Frankie me hacía trabajar por el perdón. Había tomado varios días, un millar de mensajes telefónicos y un seriamente sobrevaluado Vogue Hommes International empujado a través de su buzón para llevarlo incluso a hablar conmigo. Él estaba sentado en la mesa frente a mí ahora, con los brazos cruzados sobre el pecho (para ser justos, hizo mucho al usar ese suéter de cachemira en particular; cubría la reparación del agujero de polilla en el punto del cuello en V), frunciendo el ceño un poco. Empuje los cannoli otro milímetro hacia él. Eran con chispas de chocolate, sus favoritos. —Así que metí la pata dos veces —Terminaba mi historia de culpa y pena—. Edward no me importa mucho ahora. Éramos demasiado diferentes para que al final funcionara —Le eche una mirada a la cara enfurruñada de Frankie para ver si lo encontró divertido. Al parecer, no. Suspiré y me fui por la honestidad—. Alex… me llegó de repente. El dedo de Frankie salió como una flecha y agarró un poco del relleno del cannoli. Resistí el impulso de arrojarme sobre la mesa y abrazarlo hasta que chilló. —Los tiburones eran buenos —reconoció, y ni siquiera muy a regañadientes—. Loco pero bueno. —Si. Y Ferdinand. Te lo voy a presentar en algún momento. Frankie arrugo su perfecta nariz. —Voy a pintar mi raya como una cartera de piel de zapa, gracias. Me reí. No es que me gustara la idea de Ferdinand como un accesorio, pero estaba tan feliz de tener a mi Frankie de vuelta. Él leyó mi mente y agitó un dedo, con la punta llena de cannoli, hacia mí. —Ah. Aun no estás perdonada, madame. Me hundí en mi silla. —Lo siento —dije en voz baja—. Realmente lo siento. Si pudiera volver atrás y hacerlo de cualquier otra manera, la primera cosa que haría es decirte todo lo que pasaba.

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FORO’ Libros Del Cielo —Hmph. —Frankie le dio un mordisco a los cannoli, delicadamente se limpió la boca, tomo un sorbo de café, se limpió la boca. Y examinó el techo de lata pintada. Luego las filas de estantes de madera. La mayoría tenía bolsas de café, se podía oler desde la calle. Había un escaparate de listones y dulces junto a nosotros que era parte de la celebración (rojo y blanco y rayas verdes) y en su mayoría de Italia (rojo y blanco y rayas verdes). Esperé. Conocer algún lugar que no sea uno de nuestros lugares de reunión habituales le había parecido una buena idea. Sadie ya se había ido, en su trayecto a Londres con su padre. Pasarían la navidad en un castillo. —Me voy a congelar —dijo mientras me abrazaba fuertemente, despidiéndose (ella ya había escuchado mi historia abreviada del robo y la angustia, me abrazó con fuerza y me dijo que devolvería los documentos a Sheridan-Brown)—, pero al menos voy a comer comida de verdad —La pegajosa novia insecto se había ido, y hasta que encontrara un remplazo, el papá de Sadie se comportaría como un niño normal de cincuenta años con una hija adolescente. Le había comprado a ella un cinturón para navidad. Tenía un corte de cuero negro para parecerse a la filigrana. Se lo había puesto en ese momento. Ella prometió usarlo en Londres. Ahora, frente de mí, Frankie regresó su atención hacia la calle exterior. Hacía más calor de lo que había hecho recientemente, suficiente como para que las personas fueran de compras a pie, pero felices. Quedaban tres días de compras hasta navidad, alrededor de veintiséis horas hasta la boda. Ella estaba en un spa con mamá, con la esperanza de perder esos dos kilos de golpe en el vapor. Yo había tenido que tomar medidas extremas para evitar ser arrastrada a lo largo. En lo que a mí respecta, reunirme con Frankie era un millón de veces más importante, aunque resulto ser igual de doloroso. Nada había tambaleado a Sienna y a mamá hasta que tome las tijeras de Nonna y amenacé con cortar mi pelo. Incluso había sacado mi artículo de la revista fuera para demostrárselos. —No insistan —advertí—. No seré la dama de honor por primera vez con un cabello picado. Se fueron sin mí. Frankie me miraba ahora. Apenas había tocado mi cabello en la mañana; ni siquiera lo había lavado. Tomé una segunda ducha a media noche, sin embargo, me preguntaba si aún olía como al tanque de tiburones del día anterior. —¿Recuerdas cuando dije que no te necesitaba? —Pregunté. Él levantó una ceja—. Me equivoque. No encuentro palabras para expresar que tan equivocada estaba. —Intenta. —Espectacularmente mal —dije—. Terriblemente. —Por favor.

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FORO’ Libros Del Cielo —Muy bien, estupendamente. Horriblemente. Catastróficamente. —Le di mí mejor humilde sonrisa—. ¿Me perdonas? Él rodó los ojos. —Debería haberte comprado un diccionario de sinónimos para navidad. Tenía su regalo en mi bolso (una corbata de lazo que podría o no haber pertenecido a Dean Martin, cortesía de eBay) y tenía una vaga sospecha de que el gran bulto en el bolsillo de su chaqueta era una bufanda multicolor que me había hecho babear en Urban Outfitters. —Sigo pensando que Bainbridge es en asco —añadió—. He estado ahí, ya sabes. A las afueras del lugar donde vivían, queriendo entrar. —Lo sé. —Eres mejor que eso. —Se eso también. —Un poco, de todos modos. Pensé que Frankie era increíblemente muy valiente en un centenar de maneras. Él se inclino hacia delante y luego, tomó mis manos entre las suyas. — Estoy aquí para ti, cariño. Por siempre y para siempre. —No importa que tan estúpido me comporte. —No presiones. Y no me mientas más. Ahora, ¿Qué vas a hacer con las cosas de Edward? *** —No quería mostrártelo hasta que hubiera hecho una pequeña investigación… —Deslicé el diccionario ruso sobre el escritorio de Maxine. Las cartas y fotos fueron colocadas cuidadosamente en la cubierta, como si nunca hubieran estado fuera. Yo había ido al archivo para asegurarme de que todo estuviera en orden, y luego volver a la oficina—. Pero estoy bastante segura de que hay un artículo que no puedo escribir. Maxine saco sus gafas de lectura y leyó las tres cartas parciales. Luego analizó el bosquejo de la estructura para lo que sería mi tesis de honores y, esperaba, de un artículo de revista de arte. Estudió la fotografía, luego miró mi bosquejo de nuevo. —No puedo ni siquiera imaginar por qué alguien se preocuparía de algo como la vida sexual de Edward Willing, pero… —Ella se encogió de hombros—. La gente lo hace. Ingeniosa investigación, Ella. Convincente, aunque intrínsecamente basado en un marco de suposiciones inestables — Se puso de pie con todos los papeles en la mano—. Espera aquí. Salió de la habitación. Entre los tacones de sus botas, altas como el cielo y moño elegante, ella apenas supera el marco de la puerta. Yo le quería preguntar si había recibido la fotografía de Man Ray. Pensé que probablemente era una pregunta retórica. Yo no podía imaginar que

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FORO’ Libros Del Cielo alguien no le daría exactamente lo que ella quería, tan pronto como fuese posible. Esperé un poco nerviosa. Había una gran posibilidad de que supiera que no estaba diciendo toda la verdad, pero entonces, de alguna manera, pensé que no le molestó tanto. Ella parecía un poco del tipo “el fin justifica los medios”. Era la primera vez que estaba en su oficina sin ella allí, amenazándome para que me esté quieta. Aproveché la oportunidad para echar un vistazo alrededor. No había mucho allí: una estantería alta de madera, el escritorio, las dos incomodas sillas que los invitados tienen que aguantar. Me atreví a levantarme de mi asiento para tener una mejor vista de la fotografía enmarcada en la estantería. Apenas reconocí a Maxine. Llevaba una camisa blanca y sonriente. Ella estaba afuera, también; parecía que estaba sobre una tarima de madera en el bosque. A un lado de ella estaba un hombre alto, flaco, con las cejas locas y los ojos deslumbrantemente azules. A su otro lado había un hombre más joven, tal vez un par de años mayor que yo. Tenía las cejas locas de su padre y sus ojos eléctricos. Gran parte de su cara estaba cubierta por un pelo en punta de color azul y negro. Tenía un aro atravesando su labio inferior. Los tres tenían sus brazos alrededor del otro. Todos ellos tenían grandes y tontas sonrisas en sus caras. —Día del trabajo el año pasado en los Poconos —dijo Maxine detrás de mí—. Dios, los mosquitos. —Ustedes parecen… una familia realmente buena —Lo decía en serio. —Lo somos. Ahora… Ella desplegó un montón de papeles sobre el escritorio. Vi la foto y las cartas, cada uno guardado en su propia funda de plástico. El resto eran fotocopias y mis notas. Maxine separó un juego de copias de cada carta y la fotografía. Ella escribió algo, luego me pasó las páginas a mí. Ella había escrito, “Encontrado por Ella Mariano”, junto con el nombre del diccionario, la fecha actual (lo suficientemente cerca, pensé), y su firma. —Espera —me dijo—. Voy a poner el original en la caja fuerte del departamento por el momento, pero si alguna vez alguien intenta argumentar su procedencia… —Gracias. —Tenía dos cosas más que hacer, entonces yo estaría fuera de ahí por las próximas dos semanas. Me senté muy recta—. Um. ¿Me ayudarías en el artículo? Sé que es probable que tengas demasiadas cosas que hacer, pero creo que realmente podría marcar la diferencia en mí. —Oh, Ella, yo no hago ese tipo de cosas… —Está bien, entiendo totalmente —le dije rápidamente, y salté sobre mis pies. La última orden del día estaba en la segunda silla. Lo puse sobre la mesa delante de ella—. Felices fiestas.

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FORO’ Libros Del Cielo Ella se asomó dentro de la caja, y luego me miró. Por un segundo, me pregunté si había roto alguna regla de negocios o la propiedad cultural. — ¿Hecho en casa? —Exigió. —Mi abuela. Se asomó de nuevo y se quejo en voz baja. —No sé si te odio o te quiero en este momento. —Cerró la caja con firmeza—. Por supuesto que voy a supervisar tu artículo. —Los cannoli no pretendían ser un soborno. Yo sólo… pensé que te gustarían. -—Estoy segura de que lo haré —dijo secamente—, un buen negocio. Tanto como no me gustaran las doce horas extras en la caminadora. — Entonces su rostro se suavizó—. Gracias. Que delicia. Lo que había empezado a decirte acerca de la mentoría es que no suelo hacerlo. Aparentemente asusto a los estudiantes. Pero estaría encantada de ayudarte en la manera que pueda. Era mi turno de darle las gracias. Añadí. —No me asustas. —¿En serio? —Me miraba sobre el marco afilado de sus gafas. —Bueno, tal vez un poco —admití—. A veces. —Excelente. Ahora sal de aquí. Tengo una cena que preparar. Mi hijo traerá a su nueva novia a casa. —Por primera vez, vi en su mirada algo menos que absoluta confianza—. ¿Supongo que no sabes nada acerca de cocinar con sustitutos de queso vegano? Nos estremecimos juntas. —¿Recetas de Google? —Sugerí. —Lo hice. —¿Y? —Tal vez vallamos a cenar afuera. —Buen plan —Concordé y salí corriendo. Yo tenía mi propia cena con la cual lidiar. Me preguntaba si podría escapar con jeans. Probablemente no. Lo primero que hice cuando llegué a casa fue virar mi ejemplar marcado de la fotografía de Edward sobre mi escritorio. Entonces, tomé la postal del hombre devastado. —Bueno, todo salió muy bien —dijo Edward desde mi mano. —Así es. —Me senté y apoyé la postal en posición vertical contra mis libros—. Gracias. —¿Por qué? —Por ser real, supongo. —Estoy bastante segura de que este artículo sobre tu vida me hará entrar a la NYU. Que, cuando se piensa en ello, es un regalo bastante grande, viniendo de un tipo que nunca he conocido, quien ha estado muerto por cien años.

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FORO’ Libros Del Cielo Edward sonrió. Era agradable de ver. —El placer es mío, querida niña. Debo decir que me gusta esa chispa de confianza en ti. —Ya era hora, ¿eh? —Sí, bueno. ¿Has perdonado al chico Bainbridge? —¿Por…? —Por ocultarte. —Él no lo hacía. Yo era la que se estaba ocultando. —Le di una mirada a Edward antes de que pudiera regodearse—. Sí, sí. Tú siempre has sido muy sabio. Pero esto no es acerca de mí perdonando a Alex, ¿verdad? Tenía gracia que mirara un poco avergonzado. —Supongo que no, ¿Y qué? —Así que, creo que fuiste un buen chico, Edward. Creo que probablemente le hubieras dicho al mundo como te sentías por ella si hubieras podido. Si ella no se hubiera casado, tal vez, o si hubiera vivido más tiempo. Creo que tal vez todas las fotos que tomaste de ella eran tu declaración pública. ¿Qué te parece? ¿Puedo escribir eso? ¿Es esa la verdad? —Oh, Ella —Tenía la cara triste de nuevo, tal y como había sido fundido en bronce. Pero era un poco agridulce ahora, no como de un corazón roto—. Daría mi brazo derecho para poder responder esa pregunta para ti. Tú sabes que lo haría. —Tú no tienes el brazo derecho, Sr. Willing. Y el izquierda tampoco — Tomé la tarjeta de nuevo—. Olvidado —Le dije—. Tengo esto cubierto. Metí a mi hombre devastado dentro de mis obras recopiladas. Estaría allí, si yo quería. Tal vez Edward Willing volverá a estar de moda otra vez, y tal vez volveré a enamorarme de él otra vez. Mientras tanto, tenía que hacerle frente a otro chico. Me senté delante de mi computador. Me tomó treinta segundos escribir el e-mail a Alex. Luego tardé un par de horas—a veces mirando fijamente, a veces estimulándome, una cena de ensayo interminable en Ralph’s, y un especial de navidad producida por Simón Cowell y Nigel Lythgoe con Nonna y palomitas de maíz— para enviarlo.

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La Recepcion Traducido por Mery St. Clair y Annabelle Corregido por Melii

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a banda estaba tocando “Pajaritos a Volar”. Al menos setenta y cinco Marinos, Palladettis, y Farnesses —por no mencionar algunos Grecos, Nguyens y Ryans— se encontraban en la pista de baile sacudiendo el cuerpo como si su vida dependiera de ello. En medio de todos, hermosa y resplandeciente en un vestido blanco, la nueva Sra. Thomas Farnese aleteaba distraídamente. Yo me encontraba sentada en esta canción. Planeaba morirme sin alguien me grababa aleteando en esta canción. Eran solo las nueve en punto y ya me sentía cansada. Pasé la primera mitad del día con Bridezilla, que no fue de mucha ayuda, para las dos Nona se tomaba un Xanax (Quien sabe donde lo consiguió, pero sospecho que con Sam Nguyen), y para cuando entramos en la limosina a las tres, Sienna molestaba a Grace Kelly de gran forma. Todo estuvo bien, si te gusta esa clase de cosas. La sesión de fotos fue una pesadilla, dado que la niña de las flores y la de los anillos comenzaron a patearse la una a la otra con sus nuevos, duros zapatos, y el fotógrafo no tenía paciencia para eso, no, yo no iba a peinar mi cabello para atrás para que pudiéramos ver mi hermosa cara, así que supéralo. La cena estuvo bastante bien. Ahora la fiesta estaba en su máximo esplendor. Después del “Baile del Pollo” siguió “No es Fácil ser Verde” de la Rana Rene, Kermit y el Sr. Ryan cantaban en cada oportunidad que tenían, especialmente el día de Columbus. Algo sobre estar orgullosos de ser irlandés, a pesar de que los Connellys, Donnellys, y Metinezes (Ella es de Galway128) estaban en desacuerdo. Muy cerca, entrelazados y balanceándose al ritmo de la música, estaban mis padres. Los pillaba bailando de vez en cuando en la oficina del restaurante con la radio encendida. Mamá había pasado el día alternando entre sonriendo y sonando su nariz. La tía Gina se la paso yendo al baño para retocar su maquillaje. Papá parecía orgulloso y aliviado. No había

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Ciudad de Irlanda.

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FORO’ Libros Del Cielo dudas de que él ama a Sienna más que su vida, pero creo que sería buena idea que checara la presión de su sangre. —Entonces, Leo será el siguiente —dijo Nonna sentándose a mi lado. Vestía de negro, como siempre, pero tenía una máscara en el cuello—. Sólo espero que con esta chica no. La última novia de Leo era una maestra de prescolar, la cual debería tener a toda la familia encantada, ¿verdad? Pero no era del tipo de prescolar donde los niños aprenden a pintar, y los maestros usan tinta especial. Creo que la Venus de Milo en el brazo de Julie se ve increíble. Nonna estaba convencida de que la tinta de los tatuajes se mete demasiado profundo en la piel, así como que el mercurio en la tinta causa un daño cerebral. Quizás ella no sabe que Leo tiene una boca tatuada en su nalga derecha. Ahora, quizás Leo no es el mejor argumento contra el daño cerebral por los tatuajes, pero que el cielo los ayude cuando Nonna sepa su secreto. Estaba dándole mal de ojo a la banda llena de tatuajes. En realidad, son los amigos de Julie; El bajista trabaja con ella, enseñando a niños pequeños como hacer ruido. Hasta ahora, no le había prestado mucha atención. Sabían quien era Sinatra y Dino, y con humor decidieron tocar la versión rock de The Chicken. Nonna y yo nos quedamos sentadas por unos minutos. Deseé que Sandie y Frankie estuvieran aquí, pero ella estaba en Londres, y Frankie se rehúsa a ir a alguna boda. —Pobres enfermos que no saben que firman su muerte por contrato — dijo—. No hay dudas en que el porcentaje de divorcios es del 50%. No me hubiera importado tener a Alex cerca, pero al menos pensaba en él, lo cual era mejor. Dijo que llamaría. Y aunque fue un cliché, una mentira conveniente, tenía dos semanas hasta que regresáramos a la escuela. Quizás podría resolver esto para entonces. Salté cuando la banda comenzó la siguiente canción. Era rápida, fiera y bastante pegadiza. No era Sinatra. El cantante brincaba detrás de su micrófono. Luego, el tipo del teclado tuvo un solo rápido. Presté atención, no por lo que cantaba, pero fue porque conocía esa voz. Él estaba dándome la espalda y se encontraba parcialmente oculto por una de las luces que Sienna insistió que era totalmente requerido para las bodas en estos días. Pero conocía esa voz. Dejé a Nonna con mi prima Alyssa y caminé al otro lado del salón. Eso tomó un tiempo. Muchas personas querían admirar mi vestido o pellizcar mi mejilla. Para cuando vi claramente el rostro del chico, la canción había terminado. —Gracias, regresamos en diez minutos —Informó la voz del cantante a la multitud. Uno de los amigos de Leo se detuvo con el DJ. Pasé después del tecladista. Lo encontré afuera, fumando detrás de la limo. —Daniel.

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FORO’ Libros Del Cielo Levantó la mirada. —Ella, me pregunté si me pillarías —Me ofreció un cigarro. Le di una mirada molestan; él sonrió. —¿Está es tu banda? —pregunté. Analizándolo bien, ninguno de ellos parecía como si se llamara Ax. —Nop, pero voy a la escuela con la hermana del cantante. A un integrante le cayó mal la cena de navidad de ayer. Toqué con ellos anteriormente. —¿Bodas? —Esto definitivamente no era lo esperado. —Normalmente en clubs, pero lo último fue una fiesta judía. Los músicos tienen que comer, también —agregó, un poco molesto. —Lo siento —Quería alejarme del humo, pero imaginé que eso lo insultaría—. Pensé que tocabas la guitarra. —Guitarra, piano un poco de violín, pero te mataré si se lo cuentas a alguien. Ese era un secreto de Daniel. Obviamente —el violín era un punto importante— no lo conocía del todo bien, pero parecían aguantar la situación un poco mejor que Frankie. —Tu secreto esta a salvo conmigo. Se encogió de hombro, diciéndome que no le importaba realmente. Luego dijo—: Lindo vestido. —¿Desde cuando comencé a gustarte un poco…? Él puso su expresión seria. Pude ver porque eso usualmente funcionaba. —Me gustas, Ella. ¿Quieres hacer algo cuando esto termine? —Tentador —dije—. No, quise decir eso. Pero no, gracias. No soy buena compañía estos días. —Estás bien —dijo en voz baja, dejando salir el humo—. Estarás bien. —Sí —me estremecí. Era frío afuera—. Debería entrar. —Deberías —El frío no parecía importarle en lo más mínimo, ni siquiera usaba una chaqueta sobre su camisa de vestir blanca. Me di la vuelta para irme. —Oh, creo que ya sé la respuesta, por si acaso. —¿La respuesta a qué? —La pregunta. La pregunta que deberías preguntarte antes de involucrarte con alguien. No era “¿Podrá él o ella hacerte feliz?” se trata de “¿Sacaré lo mejor de mí, estando con él? —Era “Algo en él o ella” —corrigió Daniel, claramente molesto, luego agregó—: Nop. De ninguna manera. No fui yo quien te preguntó eso, Marino. Yo nunca sería tan Emo. —Claro que no. Pero eres un chico listo. —Me despedí con la mano—. Abraza a Frankie de mi parte.

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FORO’ Libros Del Cielo —Lo haré. Oye, ¿Alguna petición para la banda? —Don’t Stop Believin —grité de regreso. Él rodó sus ojos—. Tengo curiosidad, en el último coro de la canción, dice en serio las palabras: ¿“I cut my chest wide open”?129 —Sip. Seguido por, “They come and watch us bleed. Is it art like I was hoping now?” Avett Brothers. Es demasiado asqueroso para ti. —No tienes ni idea —Le dije. Ni un poco. Me perdí cuando cortaron el pastel. Regresé cuando todos tenían sus platos vacíos y Sienna se frotaba sus cejas. Nunca fue mi parte favorita de la noche, cuando la novia y el novio se embarran de pastel el uno al otro su cara. Estoy con Frankie; puede ser un inició extraño. Me serví un trozo sin la cubierta morada y encontré un asiento en la orilla de la multitud. La tía Jo estaba dormitando en su silla. La banda no había regresado todavía. Celine Dion se escuchaba en el fondo. Me senté y puse toda mi atención en mi pastel. —¿Quieres bailar conmigo? Sabía que tenía algo de pastel en mi nariz. Alex se inclinó y lo limpió con su pulgar. —¿Y bien? Sólo pude tartamudear. Tenía la boca llena, también. Me levanté, tragué, y acepté la servilleta que me ofrecía. —Estás aquí. —Estoy aquí —concordó como si fuera lo más común que decir—. Me colé a la boda de tu hermana, espero que a ella no le importe. —No le importa. Vestía de traje. Uno traje de verdad, con una corbata y saco. — Supongo que no es rentado. Sonrió un poco. —No, es mío. Lindo vestido. Bajé la mirada al ajustado vestido morado que mi hermana escogió. Al menos tenía el cuello estilo mandarín y mangas. —Es estilo oriental —había anunciado ella orgullosamente—. Parece un estilo de Berenjena —fue lo que Frankie dijo. Mi vestido oriental no era parecido al vestido sin strapless de mi prima Vanesa. Ella si parecía una berenjena. —Te ves hermosa —dijo Alex, pero la esquina de su voz estaba curvada. —Bueno, tú te ves… como… —suspiré—. De acuerdo, te ves muy, muy bien. —Luego dije otra vez—: Estás aquí. —Estoy aquí. Slight Figure of Speech - The Avett Brothers, "Corté mi pecho dejandolo abierto, vienen y nos observan sangrar, ¿Es este el arte que yo esperaba?" 129

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FORO’ Libros Del Cielo —¿Por qué? —Te extrañe —dijo simplemente. —Sólo han sido cuatro días. —Cuatro muy, muy largos días. Pero tu correo ayudo —Alargó su brazo hacia mi mano—. Ahora, ¿Bailaremos o no? Lo hicimos, y no fue tan complicado como pensé que sería. Estuve siguiendo el ritmo que él marcaba, y encajamos bastante bien. La canción terminó muy pronto. —Entonces… —dijo Alex. —Entonces. —Podemos quedarnos si quieres… o hacer lo que tu quieras. Pero tengo otra sugerencia. Vayamos a ver el amanecer. Me pareció una buena idea. Excepto… —Son apenas las diez. Y hace frío afuera. —Confía en mí. —dijo. —De acuerdo. Fui a decírselo a mi papá. Estaba sentado solo en la mesa principal, recostado en su silla, con algunos botones de su camisa desabrochados y estoy bastante segura de que su corbata pronto desaparecería. Había una copa con líquido ámbar en frente de él. Papá bebía whisky únicamente en bodas y funerales. El resto del tiempo, era estrictamente un hombre de una cerveza. Parecía feliz y un poco mareado. —Papá, me voy. —¿Sí? ¿Tienes otra fiesta? —Algo así. Llegaré a casa algo tarde, ¿vale? Buscaremos un lugar para ver el amanecer. Ni siquiera parpadeó. —¿Tienes tu teléfono? —Aquí esta —Lo saqué del pequeño bolso morado que Sienna dio a las damas de honor como regalo. Aparentemente, la hermana de Tommy conocía a alguien quien salía con alguien de Kate Spade. —Bueno. Necesitaras dinero —Sacó su billetera. Me ofreció cuarenta dólares—. Es suficiente. —Es suficiente, gracias papá. —Ella —Sostuvo en mi mano, y me jaló para un beso con esencia a whisky en mi frente—. Diviértete. Sé cuidadosa. No esperaré despierto. Probablemente no lo haría, por primera vez. Mientras íbamos caminando al estacionamiento, Alex me tendió su chaqueta. No era mucho más cálido dentro del auto. —Dale unos minutos, —dijo, jugando con las ventanillas.

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FORO’ Libros Del Cielo Nos alejamos del |hotel. —¿Cómo me encontraste? —pregunté. —Fácil. Busqué en el directorio del colegio y llamé a Frankie Hobbes esta mañana. —¿Tú qué? —Él estuvo bien, solo me llamó “idiota” dos veces. Hice una mueca. —Lo siento. —No te preocupes. Lo merecía desde su punto de vista. —Se encogió de hombros—. Mejorará. Para el verano, solo me llamará una vez de forma negativa. Me di cuenta que no nos dirigíamos a la ciudad, sino más dentro en Nueva Jersey. —¿A dónde vamos? —Al este. A donde amanece el sol. —¿En serio? Aceleró, no muy fuerte, y en realidad comencé a sentir un poco de aire tibio. —Has estado en Long Beach Island, ¿cierto? Me lo dijiste en un e-mail. —Sí, la ciudad del Surf. —Tenemos una casa en Barnegat Light. Pensé en ir ahí. Tomaremos el desayuno en algún sitio y regresaremos. ¿Te parece bien eso? La playa. A finales de diciembre. En la noche. —Estoy completamente bien con eso. —Entonces… —dijo. —Entonces… —¿Estamos bien? —Eso creo —respondí—. Espero que estemos mucho mejor que eso. —Sí, igual yo. Esto es lo que sucede con el camino hacia la isla. La mayoría de él es una larga línea recta, por medio de los Pinos Barrens. Alex no tuvo que cambiar mucho los engranajes. La cosa con los asientos de un solo cojín es que también hay un cinturón de seguridad en el medio. Me quedé la mayoría del viaje pegada a su lado, con su brazo rodeando mis hombros. LBI es un lugar totalmente distinto en el invierno. Casi no hay autos, y son muy pocas las luces en las ventanas de las casas. Reconocí algunos lugares al que habíamos ido: el pequeño mercado, el sitio de pizzas y el campo de golf miniatura, todos cerrados por la temporada. Alex señaló al Restaurante de Scojo. —Abren temprano. Podemos tomar allí el desayuno. Seguimos conduciendo. El distrito de la renta más alta, pensé. Las casas eran más grandes, con solo pocas en las cuadras. Cuando parecía que casi estábamos fuera de la isla, Alex giró a una pequeña calle. Condujo

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FORO’ Libros Del Cielo hasta el final y se detuve en la entrada. Se inclinó hacia atrás, tomó lo que parecía ser su mochila, y luego salió del auto. Solo una luz alumbraba el porche. Había esperado algo enorme, moderno con muchísimos ventanales de vidrio y paredes color pálido. En vez de eso, caminamos por un camino de piedra hacia un techo de tejas verdes, oxidadas. No era exactamente una casa pequeña; vi un segundo piso y un desván, pero era rara y genial. Las tablas de madera en la entrada chillaban cuando caminábamos sobre ellas. —No me hubiera esperado esto —le dije a Alex. Él se había detenido a encender el termostato. Pude escuchar el boom del horno encendiéndose. —Fue construida en 1890 por el capitán de un braco. Mis abuelos la compraron cuando papá era un niño. Mamá la odia. Sigue suplicándole a papá que la destruya y construya algo nuevo. Dirigió el camino hacia una gran sala de estar. Podía oler cedro y cuero, y solo un ligero olor a humedad. —No lo hará, ¿verdad? —Nunca. —Encendió una lámpara de vidrio de plomo que parecía tan vieja como la casa—. No sé tú, pero tengo que quitarme este traje. Me levanté, en medio del salón con mi vestido morado, zapatos estúpidos y su chaqueta, y me congelé. —Vamos —tendió su mano. Esperé un largo rato. Luego la tomé. Éste era Alex. Confiaba en él. Conté seis puertas en el segundo piso, todas abiertas hacia habitaciones oscuras. Alex señaló una. —La mía. —luego me dio un pequeño empujoncito hacia otra—. Mamá mantiene un montón de cosas en el closet para los invitados. Elige lo que quieras. Encendió la luz, iluminando una moderna cama con una vieja manta con diseños, y algunas piezas de inmueble que no coincidían, pero aun así eran hermosas. Cuando me giré, él ya se encontraba caminando por el pasillo, silbando. Así que me dirigí al closet. Un “montón de cosas” resultaron ser franelas, shorts, sandalias, sudaderas, e incluso una pequeña pila de suéteres de cachemira. Estudié uno con atención. No tenía ni un hueco hecho por polillas. Simplemente era… uno de más. Iba a usarlo, no cabía duda. —Vuelve abajo cuando estés lista —llamó Alex luego de un minuto. Miré mi reflejo en el espejo de cuerpo completo. Los suéteres eran una talla demasiado grande, la camisa (Pez azul de Menemsha, leí contenta la parte delantera) más que eso. Pero el suéter se sentía como el paraíso, y estaba cómoda. Encontré a Alex agachado frente a la chimenea de piedra, jugando con palos y cerillas.

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FORO’ Libros Del Cielo Miró alrededor y sonrió. —Excelente. —Por la parte trasera de su suéter, se podía leer Menemsha Blues—. Ahora hagamos algo de fuego. —Golpeó su pecho al estilo cavernícola y encendió lo que parecía un soplete miniatura—. Oye. Harrison va a dar una fiesta de Año Nuevo. ¿Ya tienes planes? —Nop —dije, sintiéndome un poco emocionada por la pregunta. Me preguntaba si Sienna no había dejado nada interesante en su closet. —Bien. Caminé hacia la puerta de vidrio que parecía nueva. Afuera todo se veía oscuro. Alex alcanzó la perilla frente a mí. —Solo por un segundo —dijo. Caminamos hacia el final del suelo chirriante. Él se quedo de pie con su pecho pegado a mi espalda, y sus brazos a mí alrededor. Era lo suficientemente frío para que mi nariz doliese, y mis pies se encontraban congelados, pero quería quedarme justo aquí donde me encontraba, por un largo rato, respirando el olor del océano. —Ahí está el faro —señaló. Podía ver una alta sombra. Luego la luz en la cima brilló—. En el día, puedes ver hacia el agua. —Es increíble. —Regresaremos. Cuando quieras. Me gustaba como sonaba eso. De vuelta adentro, su fuego comenzaba a chirriar. —De acuerdo. — Frotó sus manos—. Acción. —En dos minutos, ya había apilado cojines y un par de mantas de los sofás, y había hecho como una especie de nido frente al fuego. Luego tomó su mochila—. Aperitivos. Casi esperaba ver una botella de vino o algo parecido. En vez de eso, sacó un termo. Seguido de una bolsa de mashmallows, una caja de galletas dulces, y, por supuesto, suficientes barras de chocolate para alimentar a un ejercito pequeño. —¡S’mores!130—dije felizmente. —Y cocoa. Siéntate. —Esperó a que estuviera en medio del nido, luego desapareció por una puerta. Escuché algunos chasquidos y sonajas. Cuando regresó, traía consigo una bandeja con tazas, servilletas, y pinchos con tres puntas de verdad. —Estas bromeando, —me burlé cuando me tendió uno—. ¿En serio tienes implementos para hacer s’mores? —Rostízalos, luego te ríes. Al final no me reí. Tampoco conversamos por un rato. Luego de la cena en la boda, solo pude comer tres s’mores. Alex comió ocho. También Es un postre hecho en una fogata noctura tradicional de Estados Unidos y Canadá, que consiste en un malvavisco tostado y una capa de chocolate entre dos trozos de galleta Graham. 130

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FORO’ Libros Del Cielo se tomaba muy en serio sus malvaviscos, girándolos y examinándolos hasta que estuvieran perfectos, parejamente marrones. Yo solo esperaba que se encendieran en el fuego y asumía que estaban listos. Finalmente, llenos y felices por todo el azúcar, colapsé contra las almohadas. Esperé que Alex se uniera a mí. En lugar de eso, apartó lo que quedó hacia un lado, limpió cuidadosamente sus manos, y regresó a buscar en su bolso. —Tengo algo que mostrarte. Se lanzó a mi lado y me tendió un bloc de dibujos. Lo abrí. Y vi la sirena. Estaba dibujada en tinta de colores, detallada exquisitamente; cada escama tenía un pequeño dibujo en ella: una pirámide, un cohete, un pavo real, una oveja. Su torso tenía un patrón en rojo, como un tatuaje o un coral. Tenía una fina hebra de alga alrededor de su cuello, con una estrella sosteniéndola en el medio y su cabello era un manojo de sueltos rizos negros. Tenía mi rostro. Giré la página. Y otra y luego otra. Había una criatura de lucha que era mitad humana, mitad octópodo. Explorando una cueva y montando un tiburón. Riéndose y acariciando una manta raya que se encontraba en sus piernas. —La llamo Cora Lia por el momento, —me dijo Alex—. Pensé en Corella, pero sonaba como una vajilla barata. —Es… increíble. —Es una fiera. Peleando con el malo Rey Dragón del Mar y sus subordinados. Tracé el tatuaje rojo en su pecho. —Esto es hermoso. Alex entendió el brazo hasta mi suéter, jaló el cuello suelto de la camisa fuera de mi hombro. No lo detuve. —A mí se me parece a un coral. Me tocó, luego, la yema de su pulgar trazó las líneas de la cicatriz. Se sintió extraño, en parte por la diferencia del tejido, pero más porque en los últimos años, las únicas manos que me habían tocado allí habían sido las mías. Aparté el bloc cuidadosamente. —Supongo que no veo lo que ves tú. —Es una lástima, porque yo te veo perfectamente. Me acurruqué en él. —Tal vez tú eres exactamente lo que necesito. —¿No hay ninguna duda? —Escondió su rostro en mi cuello. No lo detuve—. Entonces… —¿Entonces? —Mataremos un par de horas, veremos el amanecer, comeremos panqueques, y tú conducirás a casa. —¿Qué?

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FORO’ Libros Del Cielo Lo sentí sonreír contra mi piel. —Logré que nadaras con tiburones. Lo que sigue en la Lista para Conquistar tus Miedos es conducir un auto sincrónico. ¿Cierto? —Una cosa a la vez —dije. Luego—: Oh. Haz eso otra vez. En otra historia, la intrépida heroína habría salido corriendo a surfear, sin importarle la hipotermia. Ella habría conducido el Mustang a casa, habría hecho una cita para cortarse el cabello, habría contado chistes en un show, y habría bailado en el observatorio del edificio del Empire State. Pero ésta era yo, y yo me movía a mi propio ritmo. Verdad: Mi historia comenzó hace cien años. Todavía hay tiempo.

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Fin Traducido por Annabelle Corregido por Melii

De: [email protected] Para: [email protected] Fecha: 19 de Diciembre, 6:54 p.m. Asunto: Tres Cosas 1. Verdad: Le tengo pavor a un número de cosas embarazosas, incluyendo las Norias de los parques de diversiones, los clavos oxidados, estar sola, y estar con alguien. 2. Verdad: Estoy trabajando en ello. 3. Reto: Dame una oportunidad, Alex Bainbridge. Qu’ieu sui precieuse, Ieu lo sai131.

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Siempre será precioso, aunque sea una oscura moneda.

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