Factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer

REVISIÓN rias, se comparó con placebo en tres ensayos multicéntricos, aleatorizados y doble ciego que incluyeron a 1.052 pacientes con epilepsia parc...
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REVISIÓN

rias, se comparó con placebo en tres ensayos multicéntricos, aleatorizados y doble ciego que incluyeron a 1.052 pacientes con epilepsia parcial no controlada con otros fármacos. Los resultados demostraron que era eficaz a partir de una dosis de 150 mg/día y que había una clara relación dosis/respuesta hasta los 600 mg/día. En esta última dosis, la pregabalina producía una reducción de la frecuencia de crisis de 44,3-54% que resultaba muy significativa frente al grupo placebo (p ≤ 0,0001). Asimismo, la tasa de respondedores era de 43,5-51% (p ≤ 0,001). En uno de estos estudios, el 12% de los pacientes tratados con 600 mg/día de pregabalina no sufrieron crisis durante el último mes de tratamiento, mientras que otro estudio demostró su eficacia cuando se administró en dos tomas al día. Estudios posteriores confirmaron los resultados de los primeros ensayos. Los efectos secundarios observados con mayor frecuencia han sido: mareo, somnolencia, ataxia, astenia y aumento de peso. En estudios controlados, el porcentaje de retiradas por efectos secundarios fue del 15,3% para quienes tomaban pregabalina frente al 6,1% en los tratados con placebo. Conclusión. Sus favorables propiedades farmacocinéticas, su tolerabilidad generalmente buena y su destacable eficacia convierten a la pregabalina en una atractiva incorporación al ya extenso arsenal disponible para el tratamiento de las epilepsias focales. [REV NEUROL 2005; 40: 609-13] Palabras clave. Efectos adversos. Eficacia. Epilepsia. Nuevos fármacos antiepilépticos. Pregabalina. Revisión.

nistrada em dois ou três tomas diárias, comparou-se com o placebo em três ensaios multicêntricos, aleatórios, que incluíram 1.052 doentes com epilepsia parcial não controlada com outros fármacos. Os resultados demonstraram que era eficaz a partir de uma dose de 150 mg/dia e que havia uma clara relação dose/resposta até aos 600 mg/dia. Nesta última dose, a pregabalina produzia uma redução da frequência de crise de 44,3-54% que se tornava muito significativa face ao grupo placebo (p ≤ 0,0001). Mesmo assim, a taxa de respostas era de 43,5-51% (p ≤ 0,001). Num destes estudos, 12% dos doentes tratados com 600 mg/dia de pregabalina não sofreram crises durante o último mês de tratamento, enquanto que outro estudo demonstrou a sua eficácia quando se administrou em duas tomas diárias. Estudos posteriores confirmaram os resultados dos primeiros ensaios. Os efeitos secundários observados com maior frequência foram: tontura, sonolência, ataxia, astenia e aumento de peso. Em estudos controlados, a percentagem de suspensões por efeitos secundários foi de 15,3% para aqueles que tomavam pregabalina face a 6,1% nos tratados com placebo. Conclusão. As suas favoráveis propriedades farmacocinéticas, a sua tolerância, geralmente boa e a sua destacável eficácia convertem a pregabalina numa atractiva incorporação ao já extenso arsenal disponível para o tratamento das epilepsias focais. [REV NEUROL 2005; 40: 609-13] Palavras chave. Efeitos adversos. Eficácia. Epilepsia. Novos fármacos antiepilépticos. Pregabalina. Revisão.

Factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer J.L. Barranco-Quintana, M.F. Allam, A.S Del Castillo, R. F.-C. Navajas ALZHEIMER’S DISEASE RISK FACTORS Summary. Aim. In this review we present and discuss the main risk factors for Alzheimer’s disease (AD) reported by epidemiological, genetic and biochemical studies. Development. The most frequently mentioned factors are: 1. Age. It is the principal marker for the disease risk; 2. Sex. It is estimated that the prevalence of AD is higher in women than in men; 3. Genetics. Although the genetic role has been demonstrated, there is an important genetic heterogeneity; 4. Tobacco. Various studies have found a protective effect, however this effect could be attributed to survival bias; 5. Alcohol. The regular consumption of alcohol was associated with reduced incidence of AD, especially with wine consumption; 6. Family history of dementia. Nearly 40% of persons with AD have family history of dementia; 7. Non steroidal antiinflammatories (NSAIDs). The use of NSAIDS could help in reducing the symptoms of the disease or even avoid them; 8. Craneoencephalic trauma. The role of the craneoencephalic trauma is controversial; 9. Education. The increase of AD in low education persons was published; 10. Diet. The consumption of antioxidants in diet o in supplementary forms appears to be neuroprotector. Conclusions. The grand variety of published epidemiological studies with different methodology makes it difficult to find homogeneous results. This leaves us controversial impressions about how to prevent the disease. [REV NEUROL 2005; 40: 613-8] Key words. Age. Alzheimer’s disease. Antioxidants. Craneoencephalic trauma. Genetics. Review. Sex. Tobacco.

INTRODUCCIÓN La enfermedad de Alzheimer (EA) es una demencia degenerativa primaria de origen desconocido que se inicia de manera gradual y progresa con lentitud. Suele debutar con pérdida de Aceptado: 25.10.04. Cátedra de Medicina Preventiva y Salud Pública. Facultad de Medicina. Universidad de Córdoba. Córdoba, España. Correspondencia: Dr. Mohamed Farouk Allam. Cátedra de Medicina Preventiva y Salud Pública. Facultad de Medicina. Universidad de Córdoba. Av. Menéndez Pidal, s/n. E-14004 Córdoba. Fax: +34 957 218 573. E-mail: [email protected] © 2005, REVISTA DE NEUROLOGÍA

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memoria, a la que se le añaden con el paso del tiempo otros déficit cognitivos, como son: apraxia, afasia, desorientación, disfunciones sensoriales e incapacidad para el razonamiento, lo que conlleva un deterioro del individuo en todos los sentidos [1,2]. Esta enfermedad es la causa más frecuente de trastorno mental en el mundo occidental y constituye entre el 60 y el 75% de todas las demencias [1]. Su incidencia y prevalencia se incrementan casi exponencialmente con el envejecimiento. Se calcula que, para la población occidental mayor de 64 años, la prevalencia de las demencias está entre el 5 y el 10%, mientras que en España se cree que puede oscilar entre el 4 y el 16%. La incidencia mundial y española es de 1/100 personas al año [1,3].

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Esta tendencia al incremento en el número de casos y en las cifras globales de prevalencia de las demencias, en general, se debe a la mejora en el diagnóstico de esta entidad y a la mayor supervivencia de los enfermos; pero, sobre todo, se debe al envejecimiento progresivo de la población, a pesar de que un tercio de la población con EA no acude nunca al médico y, por tanto, no se diagnostica, ya que los síntomas se identifican como propios del envejecimiento [4]. Existen estudios estimativos que indican que la prevalencia de la EA se multiplicará por 3,7 en los próximos 50 años; sin embargo, la incidencia de las demencias y de la EA permanecerá constante por grupos de edad a lo largo del tiempo [5]. A esto hay que unirle la tremenda carga que supone el cuidado de los enfermos, tanto desde el punto de vista social como económico [6] Se trata ésta de una enfermedad multifactorial, heterogénea e irreversible que requiere la conjunción de factores genéticos, no necesariamente los mismos en los diferentes grupos poblacionales y étnicos, y de factores ambientales para su desarrollo. El sustrato básico puede ser un envejecimiento neuronal acelerado no contrarrestado por los mecanismos compensatorios normales. Los factores genéticos predispondrían al padecimiento de la enfermedad y modularían la edad de inicio de la clínica; los factores ambientales actuarían como favorecedores o desencadenantes de los síntomas. Esta revisión presenta y discute los principales factores de riesgo (FR) de la EA aportados por los diferentes estudios epidemiológicos, genéticos y bioquímicos. EDAD La edad es en la actualidad el principal marcador de riesgo de la enfermedad, de tal forma que la prevalencia de la enfermedad se duplica cada 5 años a partir de los 60 años de edad; pasa del 1% entre los 60 y los 65 años al 4,3% a los 75 años, hasta llegar al 28,5% a los 90 años [7]. SEXO Se dan estimaciones de prevalencia de EA mayores entre las mujeres que entre los hombres (2:1), aunque probablemente esto pueda deberse más a una mayor expectativa de vida que a FR específicos relacionados con el sexo [8]. Por el contrario, se ha demostrado una capacidad protectora de los estrógenos en las mujeres premenopáusicas, ya que los estrógenos influyen sobre las enzimas colinérgicas y el factor de crecimiento nervioso y, además, actúan como antioxidantes [8-11]. Al mismo tiempo, los estrógenos, y en concreto el 17 β-estradiol, previene la muerte celular inducida por el péptido β amiloide [12]. GENÉTICA Si bien se ha demostrado la asociación entre factores genéticos y EA, todo parece indicar que existe una importante heterogeneidad genética. Los marcadores genéticos de esta enfermedad que se conocen actualmente son de dos tipos [1]: – Determinantes. Se trata de mutaciones de ciertos genes, cuya presencia determina inexorablemente la aparición de la EA. Se transmiten de manera autonómica dominante, con una alta penetrancia y son responsables de la enfermedad hereditaria, de inicio precoz (entre 35 y 55 años), que afecta a algunas familias. Afortunadamente, son mutaciones muy infrecuentes y, por tanto, responsables de muy pocos casos. Las más fre-

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Tabla I. Asociación entre la enfermedad de Alzheimer y el tabaco en estudios epidemiológicos seleccionados. Año de publicación

Tipo de estudio

Riesgo Intervalo de estimado confianza del 95%

Graves et al [17]

1990

Casos y controles

0,88

0,67-1,15

Broe et al [18]

1990

Casos y controles

0,76

0,44-1,31

Katzman et al [19] 1989

Casos y controles

0,27

0,11-0,61

Ott et al [20]

1998

Cohorte

1,70

1,00-2,40

Wang et al [21]

1999

Casos y controles

1,1

0,50-2,40

Tabla II. Asociación entre la enfermedad de Alzheimer y el alcohol en estudios epidemiológicos seleccionados. Año de publicación Lyndsay et al [25] 2002

Tipo de estudio

Riesgo Intervalo de estimado confianza del 95%

Cohorte

0,68

0,47-1,00

Maia et al [62]

2002

Casos y controles

0,69

0,40-1,20

Tyas et al [29]

2001

Casos y controles

0,64

0,24-1,69

cuentes son las que afectan al gen que codifica la presenilina 1 (PS-1), ubicado en el cromosoma 14, que pueden ser responsables de hasta el 70% de las formas familiares de inicio precoz. Otras mutaciones afectan al gen del cromosoma 21 que codifica la proteína precursora del amiloide (PPA), y al gen que codifica la presenilina 2, ubicado en el cromosoma 1. – Predisponentes. Su presencia aumenta el riesgo de padecer la EA. Destaca el alelo ε4 del gen que codifica la apolipoproteína E (gen APOE), ubicado en el cromosoma 19 [13]. Este gen, a su vez, posee tres alelos (ε2, ε3 y ε4), que pueden presentarse en homocigosis o heterocigosis y determinan las tres isoformas de esta apolipoproteína: apo-E2, apo-E3 y apo-E4. La posesión del alelo ε4, especialmente en homocigosis, se ha asociado a un mayor riesgo de EA [9], aunque la magnitud de este exceso de riesgo todavía no se ha determinado con precisión: los riesgos relativos estimados para el alelo ε4 en heterocigosis con respecto al alelo ε3 varían entre 1,5 y 5, mientras que en homocigosis oscilan entre 5 y 40. En un metaanálisis realizado por Rubinsztein et al [14], se ha estimado un riesgo relativo de 3,18 para la presencia del alelo ε4, en relación con el alelo ε3, especialmente para los casos de inicio tardío. En España [15] se identificó el alelo ε4 en el 44% de los pacientes con la EA, frente al 24,5% detectado en controles sanos, con una odds ratio ajustada de 2,34. Álvarez et al [16] estiman una prevalencia del alelo ε4 casi cuatro veces superior en los casos de EA que en los controles (47% frente al 12,5%). Por otra parte, en casi todos los estudios se ha constatado que la presencia del alelo ε4 se asocia a un adelanto en el inicio de los síntomas, si bien no parece afectar al curso de la enfermedad una vez iniciada. Es ciertamente atrevido cuantificar el riesgo atribuible poblacional asociado al alelo ε4, dadas las discrepancias en la valoración de su prevalencia y fuerza de asociación con la EA. Así, la proporción de casos atribuibles a este alelo oscila entre el 14 y el 65%. Lo que parece claro es que no justifica la mayoría de los casos familiares de esta enfermedad.

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FACTORES DE RIESGO DE ALZHEIMER

Tabla III. Asociación entre la enfermedad de Alzheimer y el traumatismo craneoencefálico (TCE) en estudios epidemiológicos seleccionados. Año de publicación

Tipo de estudio

Riesgo Intervalo de estimado confianza del 95%

Tyas et al [29]

2001

Casos y controles

1,59

0,63-4,01

Maia et al [62]

2002

Casos y controles

6,25

0,66-50,00

Fleminger et al [39] 2003

Casos y controles

1,58

1,21-2,06

Plassman et al [44] 2000 (TCE moderado)

Casos y controles

2,32

1,04-5,17

Plassman et al [44] 2000 (TCE grave)

Casos y controles

4,51

1,77-11,47

Tabla IV. Asociación entre la enfermedad de Alzheimer y la educación en estudios epidemiológicos seleccionados. Año de publicación Lyndsay et al [25] 2002

Tipo de estudio

Riesgo Intervalo de estimado confianza del 95%

Cohorte

0,97

0,94-0,99

Karp et al [63]

2004

Casos y controles

3,4

2,00-6,00

Launer et al [7]

1999

Casos y controles

1,83

1,17-2,88

Letenneur et al [64]

2000

Cohorte

1,78

1,27-2,45

TABACO Diversos estudios han encontrado un efecto protector [17-19]; sin embargo, este efecto protector puede deberse a un sesgo de supervivencia. Mientras que Ott et al [20] comprobaron que este efecto desaparecía en los pacientes que presentaban el alelo ε4, en otros [21,22], sin embargo, no se ha hallado relación alguna entre el tabaco y la EA; pero sí se ha observado que la mortalidad de los enfermos fumadores es 3,4 veces superior a la de los no fumadores, lo que apoyaría el sesgo de supervivencia como explicación de la asociación protectora previamente detectada. La dirección de la relación entre el tabaco y la EA [23] permanece poco clara en la actualidad. Los resultados de los recientes estudios de cohortes [7,21,23] sugieren que haber fumado se asocia con un riesgo aumentado de padecer EA en el futuro, sobre todo en los pacientes que todavía fumaban en el momento de incluirse en el estudio. Sin embargo, estos estudios tienen la limitación de ser muy pocos y con un número de participantes muy pequeño; por ello, tendrá que contrastarse con estudios de cohortes con un número mayor de participantes –multicéntricos– (Tabla I). ALCOHOL El consumo regular de alcohol también se ha asociado con una menor incidencia de EA, especialmente el consumo de vino [2426]. Sin embargo, Rao et al [27] sugieren en su estudio que lo que produce el consumo de alcohol es un debut a edades tempranas de la EA. Del mismo modo, otros estudios [17,18,21,28, 29] no han hallado relación entre esta variable y el posterior desarrollo de EA. En un estudio reciente [24], se postula que el resveratrol, un polifenol natural que se encuentra principalmente en el vino tinto parece tener efecto cardioprotector y quimioprotector, y evita la acción del β-amiloide sobre las células cerebrales (Tabla II).

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HISTORIA FAMILIAR DE DEMENCIA Alrededor de un 40% de los sujetos afectados de EA presentan una incidencia familiar de demencia, que alcanza el 50% si los afectados son muy longevos (85-90 años). Se constata un sensible aumento del riesgo de padecer demencia (entre dos y siete veces) entre los familiares de los afectados con EA –sobre todo, en casos con comienzo antes de los 70 años–. Puede, incluso, plantearse la posibilidad de la realización de cribados para determinar la posibilidad de heredar esta enfermedad [30]. Sugerida la relación en los estudios de prevalencia [31,32], no ha llegado a demostrarse en los estudios prospectivos, o bien se ha limitado a los familiares en primer grado [19]. Esto podría explicarse en los estudios descriptivos por diferentes motivos: – Al ser los controles hospitalarios, es más probable que, en caso de que existan múltiples casos familiares, al menos uno se ingrese en el hospital. – Los pacientes con varios familiares afectados recuerdan mejor la presencia de demencias en la familia que los que debuta en ellos la enfermedad. ANTIINFLAMATORIOS NO ESTEROIDEOS En la producción de EA se han implicado mecanismos inflamatorios e inmunitarios, de ahí la creencia de que el uso de antiinflamatorios, en general, y de antiinflamatorios no esteroideos (AINE), en particular, puede ayudar a disminuir la sintomatología de la enfermedad, e incluso evitarla. La actividad antiinflamatoria de los AINE reside en su capacidad para inhibir la enzima ciclooxigenasa, la cual convierte el ácido araquidónico en prostaglandinas; además de que determinados AINE (indometacina e ibuprofeno, entre otros) reducen la producción de amiloide Aβ42 –principal causante del daño cerebral–, independientemente de la actividad frente a la ciclooxigenasa. A pesar de la existencia de múltiples estudios con diferentes resultados en cuanto al efecto protector de los AINE frente a la EA, en un reciente metaanálisis [33] se afirma que el uso de AINE disminuye el riesgo de desarrollar EA, hallazgo consistente con un gran estudio longitudinal [34]. Este efecto protector [33] es mayor cuando la duración de la administración de los AINE es mayor de 12 meses que cuando la administración es entre 1 y 12 meses –motivo que puede explicar la falta de efecto protector en algunos de los estudios publicados–, y se llega [35] a sugerir que el tiempo de exposición necesario para obtener un beneficio completo sería de dos años, y que estos AINE se deberían administrar a lo largo de un período concreto antes de padecer la EA, que puede finalizar incluso varios años antes del desarrollo de ella. Además, se sugiere que la administración preventiva de los AINE se debería realizar en los pacientes menores de 85 años para poder ser efectiva. Esta protección se debería, además de al efecto antiagregante plaquetario, a la disminución de la toxicidad celular al reducir el glutamato (COX-2) [36], a la inhibición de los radicales libres producidos por la COX-2 intraneuronal, a la reducción del β-amiloide inicial y el depósito en el cerebro. Sin embargo, esta hipótesis no la sostienen Gasparini et al [37]. La diversidad entre los diferentes estudios se podría deber a: – Puede ser que el uso de AINE ayude a la actuación y prevención de determinados factores todavía desconocidos frente a la EA. – Puede que los AINE sean sólo efectivos para disminuir la

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EA en aquellos pacientes típicamente incluidos en los estudios [38], con inflamación crónica, artritis, etc. – Puede que exista un sesgo de publicación. TRAUMATISMO CRANEOENCEFÁLICO El papel que puede desempeñar el traumatismo craneoencefálico (TCE) en la patogénesis de la EA es controvertido, ya que, si bien existen estudios epidemiológicos que implican al TCE como FR para el posterior desarrollo de EA [39-42], existen otros en los cuales no se llega a esta afirmación [7,18,31,43]. Del mismo modo, existen discrepancias en cuanto a la presencia del gen ApoE ε4 y el posterior desarrollo de la enfermedad [39,44-47]. Lo que sí se ha podido demostrar es que las personas portadoras del alelo ε4 de la apolipoproteína E presentan una menor respuesta después de un TCE, y un mayor riesgo de demencia tras los traumatismos crónicos, como los que se dan en los boxeadores (Tabla III). EDUCACIÓN Se ha publicado el incremento de la EA entre las personas con menor educación [7,19,47]. Katzman [19] propuso que la educación debe aumentar las reservas cerebrales e incrementar la densidad de sinapsis neocorticales. A esta hipótesis se le une el efecto positivo de la actividad mental prolongada a lo largo de toda una vida [48]. También se ha considerado la educación como una medida de la inteligencia, la cual estaría relacionada inversamente con el riesgo de padecer EA [49]. Sin embargo, esto puede deberse a su sesgo de detección, puesto que se detectaría más tardíamente en las personas con mayor nivel educativo. Sin embargo, todos estos hallazgos deben interpretarse con cautela, ya que existe la posibilidad de la existencia de factores de confusión no medidos que sean responsables de esta asociación (Tabla IV). DIETA Suplementos vitamínicos antioxidantes (vitaminas E y C) El consumo de antioxidantes, bien en la dieta, o bien a través de suplementos dietéticos, parece ser neuroprotector y puede mitigar el declive cognitivo relacionado con la edad. Así, la vitamina E y la vitamina C son compuestos de la dieta que funcionan como recicladores antioxidantes de radicales libres tóxicos. La vitamina E (liposoluble) es un antioxidante que protege a los ácidos grasos poliinsaturados de las membranas y otras estructuras celulares de la acción de los radicales libres, actúa en diversos sistemas enzimáticos y participa en la agregación plaquetaria. La vitamina C (hidrosoluble) existe en dos formas: el ácido ascórbico y el ácido deshidroascórbico. Entre las funciones de la vitamina C destaca la de ser un potente antioxidante que participa en los sistemas enzimáticos de detoxificación. Si bien ambas se han relacionado con un posible efecto protector en diferentes enfermedades, éste no se ha demostrado todavía. En el estudio de Zandi et al [50] se concluye que se obtiene una reducción de la prevalencia y de la incidencia de la EA cuando se administran suplementos de vitamina E y C de manera conjunta, y no se encuentra reducción en la incidencia de EA cuando se usan por separado ni cuando se utilizan otros complejos multivitamínicos. A este estudio se le unen en sus

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hallazgos otros cuatro estudios prospectivos, que mantienen el efecto protector del uso de estas vitaminas en el posterior desarrollo de la EA [51-53]; sin embargo, otros estudios no encuentran esta relación inversa [54,55]. Si bien en el estudio de Morris et al [53] la relación inversa se daba en aquellos con el alelo ε4, en el estudio de Engelhart et al [52] esta relación inversa se daba en los fumadores actuales. Ácidos grasos poliinsaturados También teniendo en cuenta los factores dietéticos, se ha relacionado el consumo semanal de pescado y de otras fuentes alimenticias de ácidos grasos ω3 con una reducción del riesgo de padecer EA [56]. Los resultados de este estudio muestran que quienes consumían pescado al menos una vez por semana presentaron un 60% menos de riesgo de desarrollar la enfermedad neurológica que los que rara vez consumían pescado. La ingesta total de ácidos grasos poliinsaturados ω3 también se asoció con un menor riesgo de EA, en concreto del 70%, tras ajustar por otros factores. Restricción calórica Desde una visión global, analizando la incidencia de la EA en relación con la ingesta calórica diaria, los países en los que la ingesta diaria de calorías es baja, como por ejemplo China y Japón, presentan una incidencia de EA menor que aquellos en los que esta ingesta es mayor. En los últimos años han aparecido diversos estudios que relacionan la ingesta calórica con el posterior desarrollo de la EA [55,57-59]. Mattson [60], en su estudio, sostiene la hipótesis de que manteniendo una concentración baja de homocisteína se pueden proteger los vasos cerebrales y prevenir la acumulación de ADN dañado en las neuronas y los vasos cerebrales, así como prevenir el estrés oxidativo y el acúmulo del amiloide β mediante tres mecanismos: evitar la oxidación de las proteínas, la oxidación del ADN y la peroxidación de los lípidos. Sin embargo, esta hipótesis debería confirmarse con los pertinentes estudios en seres humanos. La concentración de homocisteína aumenta con los años, puesto que se duplica entre los 40 y los 90 años. Los dos factores dietéticos que afectan a la concentración posterior de homocisteína son el ácido fólico y la ingesta calórica. Existe una relación inversa entre la concentración de ácido fólico y la ingesta calórica, y la concentración de homocisteína. Seshadri et al [61] consideran que un aumento de 5 μmol/L incrementa el riesgo de padecer EA en un 40%, y esta relación es independiente de otros posibles FR, como pudieran ser la edad, el sexo, el genotipo APOE, la concentración plasmática de vitaminas y otras covariables. CONCLUSIONES La diversidad de los resultados en los estudios encontrados puede deberse a los siguientes hechos: – La existencia de sesgos de publicación, de manera que sólo se publicarían los estudios en los que se encuentra asociación. – La presencia de factores de confusión y sesgos, que pueden ser más significativos en los metaanálisis de los estudios de observación que en los metaanálisis de los ensayos clínicos aleatorizados. Así, los estudios de casos y controles tienen un riesgo especial de sesgo de selección de los pacientes, que pueden decantar la medición hacia el FR que se mide. La mayoría de los estudios de casos y controles mantienen

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FACTORES DE RIESGO DE ALZHEIMER

que existe un efecto protector del FR medido, mientras que en los estudios de cohortes existe mayor variabilidad de resultados. Sin embargo, en los estudios de cohortes podemos encontrarnos con un sesgo de recuerdo. – Diferentes metodologías en los estudios, tanto en la exposición como en el ajuste de los factores de confusión, así como no realizarse siempre éstos, por la importancia de los FR de la EA. – Tamaño de los estudios. Existen muy pocos estudios con un tamaño de la muestra suficientemente amplio como para inferir conclusiones a partir de él.

En definitiva, lo que se pretende con todos estos estudios es determinar los FR modificables de la EA, para, una vez conocidos, intentar evitarlos mediante estilos de vida saludables. Si bien, como se ha comentado anteriormente, la gran diversidad de estudios epidemiológicos realizados, y con diferente metodología, hacen que en realidad no se lleguen a encontrar resultados homogéneos y se creen al mismo tiempo luces y sombras sobre cómo prevenir esta enfermedad que cada día afecta a más personas en nuestro medio, tanto por el padecimiento de la enfermedad como por sus cuidadores, con la patología que les acompaña.

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FACTORES DE RIESGO DE LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER Resumen. Objetivo. Esta revisión presenta y discute los principales factores de riesgo (FR) de la enfermedad de Alzheimer (EA) aportados por los diferentes estudios epidemiológicos, genéticos y bioquímicos. Desarrollo. Los FR más citados son: 1. Edad. Es el principal marcador de riesgo de la enfermedad. 2. Sexo. Se dan estimaciones de la prevalencia de la EA mayores entre las mujeres que entre los hombres. 3. Genética. Si bien se ha demostrado la asociación entre factores genéticos y EA, todo parece indicar que existe una importante heterogeneidad genética. 4. Tabaco. Diversos estudios han encontrado un efecto protector; sin embargo, este efecto protector puede deberse a un sesgo de supervivencia. 5. Alcohol. El consumo regular de alcohol se ha asociado con una menor incidencia de EA, especialmente el consumo de vino. 6. Historia familiar de demencia. Alrededor de un 40% de los sujetos afectados de EA presentan una incidencia familiar de demencia. 7. Antiinflamatorios no esteroides (AINE). El uso de AINE puede ayudar a disminuir la sintomatología de la enfermedad e incluso a evitarla. 8. Traumatismo craneoencefálico. Su posible papel es controvertido. 9. Educación. Se ha recogido un incremento de la EA entre las personas con menor educación; 10. Dieta. El consumo de antioxidantes, bien en la dieta, o bien a través de suplementos dietéticos, parece ser neuroprotector. Conclusiones. La gran diversidad de estudios epidemiológicos realizados, con diferente metodología, hacen que en realidad no se lleguen a encontrar resultados homogéneos, lo que crean al mismo tiempo luces y sombras sobre cómo prevenir esta enfermedad. [REV NEUROL 2005; 40: 613-8] Palabras clave. Antioxidantes. Edad. Enfermedad de Alzheimer. Factores de riesgo. Genética. Revisión. Sexo. Tabaco. Traumatismo craneoencefálico.

FACTORES DE RISCO DA DOENÇA DE ALZHEIMER Resumo. Objectivo. Este estudo apresenta e discute os principais factores de risco (FR) da doença de Alzheimer (DA) baseados nos diferentes estudos epidemiológicos, genéticos e bioquímicos. Desenvolvimento. Os FR mais citados são: 1. Idade. É o principal marcador de risco da doença; 2. Sexo. Existem estimativas que apontam para o predomínio da DA nas mulheres comparativamente aos homens; 3. Genética. Se a associação entre os factores genéticos e a DA for devidamente demonstrada, tudo parece indicar que existe uma importante heterogeneidade genética; 4. Tabaco. Diversos estudos encontraram um efeito protector; sem dúvida, este efeito protector pode dever-se a um desvio de força da sobrevivência; 5. Álcool. O consumo regular de álcool tem sido associado a uma menor incidência de DA, especialmente com o consumo de vinho; 6. História familiar de demência. Cerca de 40% dos sujeitos afectados pela DA apresentam uma incidência familiar de demência; 7. Anti-inflamatórios não esteróides (AINE). O uso de AINE pode ajudar a diminuir a sintomatologia da doença e inclusivamente a evitá-la; 8. Traumatismo crânio-encefálico (TCE). O papel que pode ter o TCE é controverso; 9. Educação. Foi divulgado o aumento da DA entre pessoas com menos estudos; 10. Dieta. O consumo de antioxidantes quer através da dieta, quer através de suplementos dietéticos, parece ser neuroprotector. Conclusões. A grande diversidade de estudos epidemiológicos realizados e com diferentes metodologias, fazem com que na realidade não se chegue a encontrar resultados homogéneos, criando ao mesmo tempo alguma controvérsia quanto ao modo de prevenir esta doença. [REV NEUROL 2005; 40: 613-8] Palavras chave. Antioxidantes. Doença de Alzheimer. Estudo. Factores de risco. Genética. Idade. Sexo. Tabaco. Traumatismo crânioencefálico.

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