ESTUDIO SOBRE LOS MIGRANTES IBEROAMERICANOS

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Índice 1.Panorama de las migraciones iberoamericanas...................................................................................... 3 1.1 Quiénes son y dónde se localizan los migrantes iberoamericanos ................................................3 1.2 Los españoles en América Latina...................................................................................................... 5 1.3Los latinoamericanos en España........................................................................................................ 8 1.4 Los latinoamericanos en otros países de la región......................................................................... 10 2Procesos migratorios por país................................................................................................................ 13 2.3Países de atracción.......................................................................................................................... 15 2.4La emigración desde los países latinoamericanos ........................................................................... 60 3.La cuestión cultural: el fenómeno migratorio en tres países latinoamericanos .................................... 67 ............................................................................................................................................................. 67 3.1Interpretando las migraciones externas desde la perspectiva intercultural .................................... 67 3.2El nivel de organización institucional y el rol de las colectividades latinoamericanas en el proceso de integración cultural.......................................................................................................................... 68 3.3El origen social y étnico como obstáculos en las relaciones interculturales .................................... 68 3.4Las relaciones interculturales en la actualidad en el sistema educativo .......................................... 70 4.Síntesis y conclusiones........................................................................................................................... 71 Bibliografía............................................................................................................................................... 73

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El objetivo de este estudio es presentar un panorama lo más actualizado posible de la migración internacional en Iberoamérica, de manera de contribuir al Programa IBER RUTAS, “Fortalecimiento de rutas de derechos e interculturalidad en la migración iberoamericana” para el fortalecimiento de un espacio común, programas y acciones en el campo de las migraciones, de modo de incluir la temática en la agenda iberoamericana. Este programa se propone el resguardo de la diversidad cultural, la interculturalidad y los derechos culturales como parte esencial de los derechos de los migrantes para su integración positiva. En la primera parte se presenta la evolución de los flujos de cuatro grupos migratorios: los iberoamericanos en conjunto, los españoles en América Latina, los latinoamericanos en otros países de la región y los latinoamericanos en España. Conviene aclarar que para lograr un panorama actualizado de los tres primeros se requiere contar con la información de los censos de todos los países de América Latina de la ronda 2010. Como muy pocos países tienen ya disponible estos datos, el análisis obligatoriamente se refiere a la situación alrededor del año 2000. En cambio, para España se dispone de datos del Padrón Municipal de Habitantes hasta el año 2011, por lo que es posible mostrar el escenario actual de los latinoamericanos en ese país. En la segunda parte se analiza la situación migratoria de los 14 países seleccionados para este estudio: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, España, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Se distinguen los países que son receptores: Argentina, Chile, Costa Rica, España, República Dominicana y Venezuela, para los que se profundizan las tendencias y características sociodemográficas de sus inmigrantes. Luego se aborda el tema de la emigración para los 14 países y en ambos enfoques, cuando existe información disponible para la ronda de censos y encuestas de 2010, se presenta un panorama actualizado. Por último, se analizan las relaciones entre los grupos de migrantes y nativos desde una perspectiva intercultural, procurando explorar en tres países que tienen una población inmigrante de gran magnitud, Argentina, Brasil y Costa Rica, el rol de las comunidades de migrantes en el proceso de integración socio-cultural, las posibilidades o no que se abren al proceso de integración en función del origen social y étnico de los migrantes y las particularidades que presenta este fenómeno en el ámbito educativo.

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1. Panorama de las migraciones iberoamericanas En las últimas décadas se han intensificado los movimientos migratorios de los iberos latinoamericanos, perfilándose dos patrones predominantes: uno referido a los intercambios dentro de la Región y otro extra regional, que se dirige mayoritariamente hacia los Estados Unidos y a España. Desde el descubrimiento de América es posible distinguir cuatro etapas de la evolución de la migración internacional latinoamericana: la primera que se inicia con la Conquista y termina con la Independencia de las naciones latinoamericanas; la segunda – desde fines del siglo XIX y los primeros treinta años del siglo XX- donde se destaca la masiva inmigración de ultramar y cuando particularmente América del Sur recibe una cuantiosa cantidad de inmigrantes europeos; la tercera se caracteriza por el predominio de la migración interna, mayoritariamente hacia las grandes ciudades y es acompañada por movimientos fronterizos que complementan los movimientos internos. La cuarta etapa, que se inicia en la década de 1960, introduce cambios notables en los patrones migratorios que se van acentuando con el tiempo y pasan a ser predominantemente de emigración hacia Estados Unidos y otros países desarrollados. A partir de 1990, los destinos se amplían emergiendo España como un importante receptor alternativo. Paralelamente se van también diversificando socialmente los flujos migratorios, que en un principio estaban compuestos mayormente por profesionales y técnicos, para ir incorporando sectores medios, trabajadores calificados y no calificados, mujeres y jóvenes con expectativas que no lograban concretar en sus países de origen. A lo largo de la historia, las migraciones internacionales estuvieron estrechamente vinculadas al desarrollo de los países latinoamericanos, reflejando hasta la actualidad los desequilibrios económicos, sociales y políticos entre países y regiones. Estos movimientos han constituido una fuerza de cambio que repercute tanto en las sociedades de origen como de destino. Cuando se trata de movimientos operados entre países de la Región, la migración puede funcionar como un mecanismo que dinamiza los procesos de integración regional al fortalecer los vínculos laborales, culturales y económicos entre los países involucrados. La emigración que se dirige hacia fuera de la Región, predominantemente conocida como sur- norte – aunque los datos recientes sugieren que se han ido diversificando los destinos- puede

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tener consecuencias de distinto carácter en los países emisores: por un lado, la pérdida de profesionales, técnicos y otros trabajadores de alta calificación en cuya capacitación invirtieron los países de origen. A esto se agrega la creciente emigración de jóvenes en los últimos años, que plantea nuevos interrogantes acerca de las modalidades peculiares de esta migración, sobre su impacto demográfico y económico, así como la necesidad de abordar dimensiones relativas a la identidad, la transculturación, la transformación de las familias de origen, entre otros aspectos. Por otra parte, las sociedades emisoras pueden recibir beneficios asociados con el envío de remesas, que en varios países latinoamericanos constituyen una fuente de ingresos importante para amortiguar la pobreza, y otros beneficios relativos a la internacionalización del conocimiento. A continuación se presenta la evolución de los flujos de cuatro grupos migratorios: los iberoamericanos en conjunto; los españoles en América Latina; los latinoamericanos en otros países de la región y los latinoamericanos en España. Conviene aclarar que para lograr un panorama actualizado de los tres primeros se requiere contar con la información de los censos de todos los países de América Latina de la ronda 2010. Como muy pocos países tienen ya disponible estos datos, el análisis obligatoriamente se refiere a la situación alrededor del año 2000. En cambio, para España se dispone de datos del Padrón Municipal de Habitantes hasta el año 2011, por lo que es posible mostrar el escenario actual de los latinoamericanos en ese país. Esta limitación se ha procurado superar en el capítulo correspondiente a la situación migratoria de los países seleccionados para este estudio, en los casos en que ya existe información disponible de su último censo o de encuestas nacionales.

1.1 Quiénes son y dónde se localizan los migrantes iberoamericanos Entre los migrantes iberoamericanos predominan notoriamente los nacidos en América Latina, que constituyen el 85 por ciento alrededor del 2000. El resto está conformado con cuotas similares por españoles y portugueses, como se aprecia en el gráfico 1. Una particularidad de la localización de los migrantes iberoamericanos es su alta concentración en pocos países de destino: entre Argentina, España y Venezuela absorben más de las dos terceras partes (Ver gráfico 2).

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Nótese que esta distribución es el resultado combinado de procesos migratorios de distinta índole y que se produjeron en distintos momentos históricos: por un lado, la antigua inmigración de españoles a América Latina, y por otro, la más reciente emigración de latinoamericanos a España.

Gráfico 1. Composición de los migrantes iberoamericanos por región o país de origen alrededor de 2000

Fuente: Maguid y Salinas Ulloa (2010) con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional, CEPAL, 2006

Gráfico 2. Composición de los migrantes iberoamericanos totales por país de residencia, alrededor de 2000

Fuente: Maguid y Salinas Ulloa (2010) con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional, CEPAL, 2006

Las mujeres son mayoría entre los migrantes iberoamericanos y este predominio lo comparten los nacidos en América Latina y en España. En el cuadro 1 se presenta el impacto de la inmigración total y de iberoamericanos en los países del universo considerado alrededor del año 2000. En el conjunto de estos países la presencia de inmigrantes iberoamericanos dentro de la población total es reducida, de apenas el 1%. Esta relación se mantiene en la mayoría de los países.

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Cuadro 1. Países iberoamericanos. Porcentaje de inmigrantes y de iberoamericanos sobre la población total y sobre el total de inmigrantes en cada país de presencia alrededor del 2000. Fuente: Maguid y Salinas Ulloa (2010) con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional, CEPAL, 2006 e Instituto de Estadísticas de España (INE)

Sin embargo, en algunos países estos inmigrantes alcanzan una representación más significativa: en Costa Rica, donde la población total a esa fecha era pequeña (3,8 millones), tienen el mayor impacto ya que constituyen el 7 por ciento. En otros países de mayor tamaño poblacional, como Argentina y Venezuela, representan entre el 3 y el 4 por ciento y en España algo más del 2 por ciento (aunque como se verá más adelante, actualmente tienen una presencia mucho mayor (5 %) debido al incremento de la llegada de latinoamericanos a partir de principios del siglo XXI. En Paraguay, que no es un país receptor de migrantes, llegan a constituir casi el 3 por ciento de su población debido en parte a que los hijos que tuvieron los paraguayos que retornaron desde Argentina en ese país son contabilizados como inmigrantes, lo que puede considerarse como el “rebote migratorio de la segunda generación”. Lo que interesa destacar es que la presencia de iberoamericanos es predominante, ya que representan el 61 por ciento del total de inmigrantes y superan holgadamente este porcentaje en la mayoría de los países. Entre los países de América Latina, se alejan de este patrón México, donde la mayoría de los inmigrantes provienen de Estados Unidos, y República Dominicana, cuyo contingente más numeroso proviene de Haití. En España, en 2001 constituyen el 41 por ciento de los inmigrantes, ya que los marroquíes son la corriente mayoritaria y también recibe inmigrantes de otros países europeos como Alemania, Francia y el Reino Unido.

1.2

Los españoles en América Latina Ya se señaló que entre las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX

se produjo una masiva inmigración de ultramar hacia América Latina. Durante este período la inmigración tuvo un papel preponderante en el desarrollo poblacional, económico, social y cultural de las sociedades receptoras. 7

De los 14 millones de europeos llegados durante ese período, la mitad lo absorbió la Argentina y una tercera parte Brasil; otros países receptores de cuotas significativas fueron Venezuela y Uruguay (Lattes y Rechinni de Lattes, 1992). Argentina, además de ser el principal receptor, es el país donde la inmigración de ultramar tuvo mayor impacto poblacional, llegando a constituir el 30 por ciento de su población en el censo de población de 1914 (Maguid, Arruñada y otros, 1997). La mayoría de los inmigrantes provenían del sur de Europa – 38% de Italia, 28% de España y 11% de Portugal -cuyo destino casi exclusivo fue Brasil- y, en menor medida del Cercano Oriente y de Asia (Villa y Martinez, 2002). Estos movimientos fueron incentivados por políticas claramente definidas para atraer a los inmigrantes frente a la necesidad de poblar extensos territorios y consolidar los nuevos Estados nacionales. Así, el liberalismo dominante abrió las fronteras, aunque en forma selectiva, privilegiando a las personas de origen europeo. La crisis de los años 30’s y la segunda guerra mundial provocaron una disminución de estos flujos; luego en el período de posguerra, se produce una segunda y última oleada aunque de menor magnitud que la anterior. Dada la antigüedad de esta migración, la población española en América Latina fue disminuyendo progresivamente por efecto de la mortalidad y de la no renovación de estos flujos. Gráfico 3 Cantidad de nacidos en España en América Latina 1980-2000

691.745

458.274

296.188 0 100.000 200.000

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300.000 400.000 500.000 600.000 700.000 1980 1990 2000

Fuente: Elaboración propia con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional, CEPAL, 2006

En el gráfico 3 se observa esta tendencia: entre 1980 y 1990 el stock de españoles se redujo un 34 por ciento y entre 1990 y 2000 un 35 por ciento, al totalizar a inicios del presente siglo 296.000 personas. Este mismo efecto se refleja en su envejecida estructura por edades, como se verá más adelante. Los españoles se asentaron fundamentalmente en Argentina, Venezuela, Brasil y México. En el gráfico 4 se observa que de acuerdo a los censos de población de la ronda de 2000, estos cuatro países absorben al 89 por ciento, siendo Argentina el destino privilegiado, que concentra al 44 por ciento de los españoles inmigrantes. Como muestra el gráfico 5 la pirámide de edad de los originarios de España presenta una forma totalmente invertida, con una gran proporción que supera los 60 años. Así, el 64 por ciento tiene más de 60 años y el porcentaje en estas edades es más alto entre las mujeres (67%) reflejando la mayor esperanza de vida femenina. Gráfico 4. Migrantes españoles en América Latina. Distribución por país de residencia alrededor de 2000.

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Fuente: Maguid y Salinas Ulloa (2010) con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional, CEPAL, 2006

Gráfico 5. Migrantes españoles en América Latina. Estructura por sexo y edad alrededor de 2000. Fuente: Maguid y Salinas Ulloa (2010) con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional, CEPAL, 2006

La antigüedad de esta inmigración se refleja claramente en su estructura etaria, al punto que la abrumadora mayoría tiene a inicios de este siglo más de 50 años: 83 por ciento de los varones y al 86 por ciento de las mujeres. Como se dijo, y gracias a la mayor esperanza de vida femenina, las mujeres son mayoría y entre los que tienen 60 años y más llegan a representar el 54 por ciento. Los españoles en América Latina después de la crisis de 2008 España dejó de ser un país de emigración para convertirse, a partir de la década de 1990 en un fuerte polo de atracción de inmigrantes procedentes de distintos continentes: de África, de Europa del este, de América Latina y también del resto de Europa occidental. A partir de la crisis económica de 2008 surgen varios interrogantes: ¿Continuarán llegando inmigrantes desde América Latina? ¿Retornarán muchos de los que ya viven allá a sus países de origen? ¿Comenzarán a emigrar los propios españoles? En nuestro caso el interrogante es si los españoles volverán, como sus ancestros, a emigrar hacia América Latina. Como no hay datos actualizados sobre el tema, el interrogante continúa vigente. De todas maneras, es casi imposible que esos nuevos flujos adquieran la magnitud de los que llegaron a inicios del siglo XX. Resulta interesante conocer cómo se visualiza esta situación en España. Al respecto el diario El País del 24/07/2012 publica una nota titulada: ¿Hora de hacer las maletas? Un repaso a las oportunidades que hay fuera. En la misma se dice que con una tasa de desocupación cercana al 25% y sin perspectivas de mejorar, para muchos españoles la opción es emigrar.

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Forzados ante la imposibilidad de encontrar empleo, en el primer semestre del año 40.625 ciudadanos emigraron a otros países, un 44,2% más que en 2011. En la nota periodística se señala que el primer destino de esta “diáspora” es Europa por su cercanía, por la libre circulación de personas y porque hay países que ofrecen gran número de salidas profesionales. En relación al resto del mundo, la nota señala que los países de América Latina, son más cercanos culturalmente, tienen economías emergentes y grandes núcleos de inmigración española. Argentina, Venezuela, Brasil, Cuba y México concentran casi la mitad de los residentes nacionales en el mundo. Continúa diciendo que algunos de ellos tienen una amplia demanda de empleo, como Brasil y México, y en menor medida Chile, Colombia, Argentina y Perú. Destacan que es más fácil emigrar a Argentina, México o Perú que a Brasil y Chile por los visados. Nótese que esta nota periodística estima que un total de 46.600 españoles se fueron del país durante el año pasado, una cifra ínfima que apenas representa el 0.1 por ciento de la población total de España.

1.3

Los latinoamericanos en España Como se dijo, durante la década de 1990 surge España como nuevo destino alternativo a

los Estados Unidos para los emigrantes latinoamericanos. La llegada de nuevos flujos de originarios de América Latina a ese destino se da en un contexto inmigratorio caracterizado por la aceleración, la diversificación de los orígenes (africanos, sudamericanos y de Europa del Este) y el aumento de la situación de irregularidad de su residencia. Los latinoamericanos, y con mucho mayor protagonismo los de América del Sur, contribuyeron a este incremento notable; como resultado, actualmente, a inicios de 2011, constituyen casi el 37 por ciento del total de inmigrantes en España. A diferencia de mexicanos, centroamericanos y caribeños, que continuaron dirigiéndose a Estados Unidos, los sudamericanos protagonizaron un cambio notable al dirigirse mayoritariamente a ese país europeo y en menor medida a su destino tradicional, los Estados Unidos, durante los primeros años del nuevo milenio. Seguramente el escenario de la región y las ventajas comparativas de España la consolidaron, al menos hasta la última crisis económica mundial, como destino alternativo.

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La emigración de latinoamericanos responde a condiciones fuertemente expulsoras en sus países de origen, más allá de que otros factores favorezcan la elección de uno u otro destino. El modelo de desarrollo de la mayoría de los países latinoamericanos emisores de mano de obra, en lugar de generar oportunidades de desarrollo económico y social, ha profundizado las desigualdades sociales, la precarización laboral y el desempleo (CEPAL, 2001). Al origen estructural común de esta emigración, se suman factores específicos en cada uno de los países emisores que explican la intensificación y temporalidad de los flujos. De acuerdo a Cerrutti y Maguid (2011) la emigración sudamericana hacia Estados Unidos tuvo su auge durante la década de 1970 cuando se duplica entre 1970 y 1980. Luego, durante las dos décadas siguientes el ritmo de crecimiento desciende1, para luego incrementarse en los primeros años del siglo XXI. Entre el total de nacidos en América Latina y El Caribe, los mexicanos continúan siendo mayoría (56%), seguidos por los caribeños que representan un 17 por ciento y, los centroamericanos y sudamericanos que comparten una cuota similar, entre el 13 y 14 por ciento. La emergencia de España como destino alternativo puede verificarse en el gráfico 6, donde aparece el stock de migrantes sudamericanos en Estados Unidos y en España en diferentes fechas. El ritmo de crecimiento en España supera ampliamente al de Estados Unidos (aunque conviene tener presente que cada destino parte de una base muy diferente en relación a la cantidad de inmigrantes inicial). Así, durante la década de 1990, los sudamericanos pasaron de 1 millón a 1,9 millones en Estados Unidos, lo que implica un incrementaron del 87 por ciento mientras que en España crecían en un 342 por ciento, al pasar de 160.500 a 708.700. Es decir que no alcanzaron a duplicarse en el primer país mientras aumentaban más de 4 veces en España. En los primeros 8 años de este siglo las diferencias se profundizan: de acuerdo al Padrón Municipal de Habitantes, el total de sudamericanos en España se triplicó entre 2001 y 2009 frente a un crecimiento de sólo 1,4 veces en Estados Unidos, lo que se tradujo en una reducción de la distancia entre los contingentes en ambos países. Nótese que la tasa de crecimiento anual en ese período es casi 5 veces más baja en Estados Unidos (3,4 versus 14,5 en España).

Gráfico 6. Estados Unidos y España. Evolución de la cantidad de sudamericanos 1990-2009. 1 Con base en CEPAL/CELADE (2006), crece un 77% entre 1980 y 1990 y un 87% entre 1990 y 2000.

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Fuente: Cerrutti y Maguid (2011) y Maguid y Martinez (2009)

La distancia entre los contingentes en ambos países se fue atenuando ya que en 1990 era 6 veces mayor y en 2000 eran casi tres veces más en Estados Unidos; en cambio, en 2009, de acuerdo a los datos de la American Community Survey (ACS) los nacidos en América del Sur son 2,6 millones en Estados Unidos, cifra que muestra que superan solo en un 20 por ciento a los residentes en España a principios de ese mismo año (2,1 millones). Otro aspecto a destacar es que la presencia femenina es levemente superior entre los que se dirigieron a España (en 2009 era de 54 % en España frente a un 52% en EEUU). En el país europeo, y como se verá con mayor detalle más adelante, excepto entre los argentinos y uruguayos, en todos los colectivos las mujeres son mayoría. De acuerdo a Maguid y Martínez (2009), todos los países de América del Sur participaron en la conformación del nuevo patrón de emigración hacia España, incrementando sus efectivos con mayor intensidad en el país europeo que en Estados Unidos. Las consecuencias de este comportamiento se verifican al observar el gráfico 7 donde aparece el stock de los principales contingentes sudamericanos en ambos países en 2009. Gráfico 7. Cantidad de inmigrantes sudamericanos en Estados Unidos y en España por país de nacimiento. 2009

Fuente: Fuente: Cerrutti y Maguid (2011) y Maguid y Martinez (2009)

En 2009, la mayoría de los países estudiados, con la excepción de los colombianos -que históricamente fueron el contingente sudamericano más numeroso en Estados Unidos-, los peruanos y los brasileños, presenta un número superior de emigrantes en España, en vez de en los Estados Unidos. Los argentinos en España superan en un 80 por ciento a sus connacionales en Estados Unidos; los bolivianos en un 200 por ciento, los uruguayos en un 110 por ciento, los ecuatorianos en un 16 por ciento y los venezolanos alcanzan cuotas similares en ambos destinos. El aumento en España lo comparten también los originarios de Paraguay, quienes históricamente se dirigían casi exclusivamente a la Argentina.

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Los resultados mencionados reflejan que, al menos hasta la eclosión de la crisis económica de 2008, se fortaleció la tendencia hacia la conformación del nuevo sistema migratorio Sudamérica-España, iniciado a mediados de la década de 1990. Un interrogante es si fue realmente un destino alternativo para los mismos grupos sociales que antes emigraban a Estados Unidos o si se convirtió en un destino complementario para nuevos sectores que se incorporaron masivamente a los movimientos migratorios para dirigirse a España. Al respecto, Maguid y Martínez (2009), al comparar las características sociodemográficas y educativas de los sudamericanos en Estados Unidos y en España a inicios del siglo XXI, concluyen que ya en 2001, independientemente del origen, todos los grupos denotan porcentajes mayores –de al menos el doble- con educación superior en Estados Unidos que en España 2. Estos resultados sugerirían una emigración más selectiva a Estados Unidos, que podría asociarse a mayores posibilidades de superar las restricciones para la entrada y permanencia por parte de los más educados.

La elección de España como destino alternativo de la creciente emigración sudamericana, al menos hasta 2008, encuentra sus raíces en una serie de factores. Por un lado, el hecho de que Estados Unidos endureció su política migratoria y las medidas de control después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, que al dificultar la entrada y permanencia de los migrantes, habrían favorecido la elección de países desarrollados más permeables. Por el otro, y fundamentalmente, es el propio escenario español el que juega un papel decisivo en la elección de ese destino. Así, la llegada de nuevos flujos de latinoamericanos a España adquiere relevancia en el marco de un proceso de intensos cambios económicos, sociales y demográficos que se inicia a fines de los 70, donde se destaca el rápido descenso de la fecundidad y el aumento de la esperanza de vida junto a la ampliación del sistema educativo, en especial para las mujeres, y la incorporación de éstas al mercado de trabajo. Su alto crecimiento económico generó una demanda en sectores de actividad específicos que abasteció la mano de obra inmigrante, como la construcción para los varones y los servicios de cuidado y doméstico para las mujeres (Ver Cerrutti y Maguid, 2012).

2 Únicamente los argentinos y peruanos acortan la distancia, con cuotas un 30 por ciento superiores en el primer país. Los argentinos y venezolanos tienen los mayores porcentajes con ese nivel y, en el otro extremo, los ecuatorianos muestran el perfil educativo más bajo en los dos destinos.

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Con el aporte de los sudamericanos, el aumento del total de migrantes de América Latina a España fue impresionante, como refleja en el gráfico 6 donde se presenta el total de nacidos en América Latina en 1991, 2001 y 2011. Gráfico 8 Cantidad de nacidos en América Latina residentes en España. 1991-2011

Fuente: Elaboración propia con base en Censos de Población 1991 y 2001 Y Padrón Municipal de Habitantes de España 2011.

Entre 1991 y 2001 se cuadriplicaron y durante la primera década del milenio aumentaron 3 veces para totalizar casi 2 millones y medio. La consecuencia de estos cambios se expresa en su presencia creciente entre los nacidos en el extranjero y también en la población total de España: pasaron de representar un 25 por ciento entre los extranjeros y un mínimo 0,5 por ciento entre la población total, a constituir en 2011 el 37 por ciento y el 5 por ciento respectivamente. También aumentaron considerablemente los flujos originarios de África, particularmente de Marruecos y de Europa oriental. Por eso a inicios de 2011 los inmigrantes totales alcanzan una representación del 14 por ciento en relación a la población de un país que aumentó con un ritmo muy inferior al de la inmigración. En el gráfico 9 se observa que el colectivo con mayor presencia, dentro de los latinoamericanos, es el de los nacidos en Ecuador (20%), seguido por los colombianos (15%), argentinos (12%) y bolivianos y peruanos con un porcentaje similar (8% cada uno). Estos cinco orígenes concentran a casi dos tercios de los migrantes latinoamericanos en España.

Gráfico 9 Migrantes latinoamericanos en España. Distribución por país de nacimiento en 2011

. Fuente: Elaboración propia con base en Padrón Municipal de Habitantes al 1 de enero 2011.

Los brasileños, los dominicanos y los venezolanos comparten cuotas del 6 por ciento, los cubanos del 4 por ciento y les siguen paraguayos y uruguayos, quienes representan entre un 3 y un 4 por ciento. Los originarios de Chile y México se reducen a alrededor del 2 por

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ciento, los hondureños del 1,3 por ciento y el resto de los países tiene una presencia mínima, inferior al 1 por ciento. La estructura por edades de varones y mujeres latinoamericanos, que se presenta en el gráfico 10, refleja claramente el carácter laboral de estas migraciones. El 87 por ciento de los hombres y el 88 por ciento de ellas tienen entre 15 y 64 años. En los dos sexos la mayoría se concentra en edades jóvenes y centralmente activas: un tercio tiene entre 24 y 35 años y casi un cuarto entre 35 y 44 años. Las mujeres fueron y son mayoría entre los migrantes latinos en España con una presencia que se mantuvo alrededor del 55 por ciento desde 1991 hasta la fecha más reciente y, como se señalara únicamente las argentinas y uruguayas escapan a este patrón. Como se verá con detalle en el punto correspondiente a España, como país de inmigración, los colectivos de los distintos países latinoamericanos presentan diferencias tanto respecto a la antigüedad de su migración como a su nivel educativo y a las modalidades de inserción en el mercado de trabajo español. Gráfico 10 Migrantes latinoamericanos en España. Estructura por sexo y edad 2011 (1).

Fuente: Elaboración propia con base en Padrón Municipal de Habitantes al 1 de enero 2011. La información del Padrón corresponde a los nacidos en países latinoamericanos que no tienen la ciudadanía española, que son la mayoría.

Los latinoamericanos en España después de la crisis de 2008 Ahora corresponde preguntarse si la crisis mundial de 2008 estaría revirtiendo la tendencia producida durante los primeros años del milenio, debido a que la situación económica provocó un cambio drástico en las perspectivas para los inmigrantes (Reher y Requena, 2009; Maguid y Cerrutti, 2012). De acuerdo a datos recientes de la OCDE (2012) la evolución de la economía española ha sido más que desfavorable. Mientras entre los años 2003 y 2007 las tasas anuales de crecimiento del Producto Bruto Interno español oscilaron entre un mínimo interanual de 3.1% en 2003 y 4% en 2006, posteriormente dichas tasas fueron del 0.9% en el 2008, -3.7% en el 2009 y -0.1 en el 2010. 16

Maguid y Cerrutti (2012), en un estudio en el que analizan los cambios operados como resultado de la crisis, señalan que los inmigrantes que fueron en buena medida bienvenidos pasaron a sufrir las consecuencias de la recesión económica y de la falta de empleo con la crisis económica internacional. Como consecuencia se ha atenuando la llegada de latinoamericanos a España y en algunos colectivos incluso las tasas de crecimiento entre 2008 y 2011 resultan negativas: argentinos, bolivianos, brasileños chilenos, uruguayos. Todos estos colectivos exhiben una caída en el número absoluto de personas que tiene lugar en distintos momentos: para los bolivianos y chilenos a partir del 2009 y, para el resto, argentinos, brasileños y uruguayos en el 2010. Al observar los cambios operados en los niveles de actividad, empleo y desocupación se concluye que el aumento de la desocupación no se explica por la mayor presencia de población económicamente activa, sino –como era de esperar en función de la magnitud de la crisis económica- por la destrucción de puestos de trabajo tanto para los españoles como para los inmigrantes. En 2011, la tasa de desocupación de los españoles era de 18,2 por ciento para los varones y del 19,3 por ciento para las mujeres. Los latinoamericanos sufrían con mayor intensidad el desempleo con tasas de 29,3 y 24,3 respectivamente; no obstante se encontraban en mejor situación que otros grupos de inmigrantes como los africanos y europeos extracomunitarios. Las diferencias por sexo sugieren que aunque las mujeres denotaban mayores tasas de desocupación antes de la crisis, el impacto de la misma ha sido más fuerte entre los varones; su alta concentración en actividades de servicio doméstico y de cuidado pareciera haberlas resguardado en parte de la crisis, ya que en esas actividades aún no ha disminuido la cantidad absoluta de ocupados (Maguid y Cerrutti 2012).

1.4

Los latinoamericanos en otros países de la región Conviene recordar que, desde una perspectiva histórica, pueden identificarse al menos

tres facetas de las migraciones de los originarios de América Latina: 1) hasta mediados del siglo XX, y particularmente hasta 1930, la mayoría de los países del continente americano fueron destino para la migración transoceánica proveniente especialmente de Europa; 2) a partir de la

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década de 1960, se inicia una emigración permanente y cada vez de mayor intensidad desde los países de América Latina y el Caribe hacia países desarrollados, principalmente Estados Unidos y Canadá, que luego va diversificando sus destinos al convertirse España y otros países europeos en receptores de esta población; 3) una migración intrarregional entre países vecinos presente a través del tiempo y de magnitud moderada, pero en progresivo ascenso, donde Argentina, Costa Rica, Venezuela y, más recientemente, Chile han sido los principales destinatarios de migrantes. El caso de México y de los países de Centroamérica es particular ya que han tenido una emigración muy alta hacia Estados Unidos durante las últimas décadas, por su proximidad a ese país del norte. De acuerdo al informe de la OCDE, CEPAL Y OEA (SICREMI, 2011) “La tendencia a emigrar persiste y además no se han registrado movimientos significativos de retorno a los países de origen, a pesar de la complicada situación económica que persiste en Estados Unidos y en España –los principales países receptores de los flujos migratorios de América Latina y el Caribe– y de los diversos incentivos y programas emprendidos por los gobiernos para fomentar el retorno de los nacionales en el exterior”. Como se dijo, desde la década de 1990 los latinoamericanos y, en especial los originarios de América del Sur, comenzaron a emigrar a España en cantidades significativas. Esta situación ya se vio reflejada en su distribución dentro de los países iberoamericanos en la ronda de censos de 2000. No obstante, como muestra el gráfico 11, la gran mayoría de los movimientos se producen dentro de la Región: el 77 por ciento reside en otros países de Latinoamérica y el 23 por ciento restante en España.

Gráfico 11 Nacidos en América Latina según país de residencia alrededor de 2000. Fuente: Maguid y Salinas Ulloa (2010) con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional, CEPAL, 2006

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Así, a inicios del siglo XX casi tres millones de latinoamericanos vivían en países de América Latina distintos al de su nacimiento (2.870.000 personas), como aparece en el gráfico 12. El mayor incremento de estos movimientos intrarregionales se produjo durante la década de 1970, cuando aumentaron en un 60 por ciento. Luego, durante los 80´s aumenta pero más atenuadamente y retoma un ritmo más alto durante la última década del siglo XX, en que la cantidad de estos migrantes crece un 24 por ciento. Gráfico 12 Cantidad de latinoamericanos en países de América Latina. 1970-2000 (en miles) Fuente: Elaboración propia con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional. Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA) CEPAL, 2006 Notas: (1) No se incluyen como países de residencia Cuba y Haití porque sólo se disponen de resultados para las rondas de 1970 y 1980. (2) No hay datos para Colombia, Ecuador y Belice. Tampoco para el censo de Honduras, ya que en este último caso la información no está desagregada por país de nacimiento (3) No hay datos para Bolivia, El Salvador, Nicaragua. Tampoco se incluye el censo de Honduras de 1988 ya que el mismo se tomó en consideración para la ronda censal de 1990. La información de los censos de Colombia (1985) y República Dominicana (1981) no se ha incluido porque no aparece desagregada por país de nacimiento (4) No hay datos para Costa Rica. No se incluye el censo de República Dominicana (1993) porque la información no aparece desagregada por país de nacimiento. Para Honduras se consideró el censo de 1988, para Uruguay el de 1996 y para Nicaragua el de 1995. (5) No hay datos para Belice, Colombia, El Salvador, Nicaragua, Perú y Uruguay.

La mayoría de estos migrantes se dirigieron a la Argentina, que absorbió alrededor de 2000 al 35,6 por ciento. El segundo país receptor es Venezuela que recibió a una cuarta parte (25,8%) y el tercer lugar corresponde a Costa Rica, país donde reside el 9,5 por ciento de los migrantes intrarregionales (Ver gráfico 13). Paraguay, Brasil y Chile, respectivamente, absorbieron alrededor del 5 por ciento, pero hay que tener presente que en caso de Paraguay, muchos de los que aparecen contabilizados como inmigrantes son los hijos que tuvieron en Argentina los paraguayos que retornaron a su país. Por su parte, Bolivia, Ecuador, México y República Dominicana se acercan a un escaso 3 por ciento del total de migrantes latinoamericanos que se movieron dentro de la región. Gráfico 13 Migrantes latinoamericanos en América Latina. Distribución por país de residencia alrededor de 2000. Argentina; 35,6

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Brasil; 4,9 Chile; 4,6 Costa Rica; 9,5 Paraguay; 5,3 Venezuela; 25,8 Resto; 14,3

Fuente: Elaboración propia con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional. Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA) CEPAL, 2006

Gráfico 14. Migrantes latinoamericanos en América Latina. Estructura por sexo y edad alrededor de 2000. Fue Fuente: Elaboración propia con base en Observatorio Demográfico No. 1 Migración Internacional. Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA) CEPAL, 2006

La juventud de estos migrantes contrasta claramente con el envejecimiento de los españoles en América Latina. Como refleja el gráfico 14, tanto los varones como las mujeres se concentran en las edades centralmente activas (15 a 64 años), indicando el carácter netamente laboral de esta migración. Más aún, el 72 por ciento tiene entre 20 y 59 años.

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Las migraciones intrarregionales a principios del siglo XXI Resulta imposible conocer los cambios producidos en los movimientos de los latinoamericanos entre países de la Región porque para ello sería necesario contar con los datos censales de todos los países involucrados de la ronda del 2010. Si bien parte de ellos ya han realizado los censos de esta ronda, los datos todavía no están disponibles. Debido a estas carencias, el informe SICREMI (2011) sobre la Migración Internacional en las Américas brinda resultados para los años 2006 a 2009, basados en los registros de Permisos de Residencia permanente y temporal para 7 países de América Latina: Argentina, Chile, Ecuador, El Salvador, México y Uruguay. Los mismos deben ser tomados con cautela ya que provienen de registros administrativos que, además de no actualizarse con altas y bajas, obviamente no cubren a los migrantes irregulares. De acuerdo a esta información concluye que para 2009, se registró en total un flujo de ingreso de 460.290 inmigrantes en el conjunto de esos siete países, entre los cuales Argentina y Chile son los dos principales países de destino de migrantes regionales. Los inmigrantes regularizados representan un bajo porcentaje de la población total en Colombia, El Salvador, México y Uruguay. En cambio, Argentina y Chile tienen la inmigración más significativa de América Latina, a razón de cinco y tres inmigrantes por cada mil habitantes respectivamente. La inmigración continuó siendo predominantemente intrarregional, ya que entre el 70% y 90% de la inmigración en Argentina, Chile, El Salvador, Ecuador, México y Uruguay se originó en Latinoamérica, generalmente proveniente de países vecinos.

2

Procesos migratorios por país El 78 por ciento de los iberoamericanos reside en América Latina, algo más del 20 por

ciento en España y solo el 2 por ciento en Portugal. Se han seleccionado catorce países para este estudio: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador España, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, donde en total residía alrededor del año 2000 más del 95 por ciento de los iberoamericanos, como muestra el recuadro 1. De ellos se pueden considerar como países de inmigración a Argentina, Chile, Costa Rica, España, República Dominicana y Venezuela, para

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los que se describirá el perfil de sus inmigrantes y emigrantes. En cambio, para el resto se abordarán únicamente las características de la emigración.

RECUADRO 1 Países de residencia seleccionado s

Porcentaje sobre el total de latinoamericanos más españoles

Argentina España Venezuela Costa Rica Paraguay Brasil Chile México Ecuador República Dominicana Bolivia Total

27,5 22,6 20,0 7,3 4,1 3,8 3,6 2,1 2,0

Una particularidad de la localización de los migrantes iberoamericanos es su alta concentración en pocos países de destino: entre Argentina, España y Venezuela absorben al 70% del total de migrantes latinoamericanos y españoles. Al mismo tiempo pueden distinguirse los países que atraen población: Argentina, Chile, Costa Rica, España, República Dominicana y Venezuela, del resto que pierden población notoriamente como resultado de una alta emigración. Por otra parte, los países predominantemente receptores ejemplifican la gran variedad que existe, tanto en relación a la antigüedad de los flujos que reciben como a su composición por origen.

Así, hay países de atracción como Argentina, Chile y 2,0 España donde están representadas distintas 1,9 nacionalidades y otros, cuyos inmigrantes provienen de uno o dos países predominantes, como es el caso Venezuela (colombianos), Costa Rica 96,9 de (nicaragüenses) y República Dominicana (haitianos).

Fuente: Observatorio Demográfico CEPAL-CELADE y Censo de Población de España 2001. (1) No hay datos de la ronda de censos de 2000 para Colombia, Perú y Uruguay

2.3

22

Países de atracción

ARGENTINA Hasta mediados del siglo XX, la Argentina se destaca por el papel que jugaron las migraciones internacionales, procedentes de Europa, en el crecimiento, composición y distribución espacial de su población, en la configuración de su fuerza de trabajo y en general en el desarrollo social y cultural de la misma. A partir de mediados de la década de 1960, junto con la disminución de la migración de ultramar comienzan a delinearse dos fenómenos novedosos: el cambio en la composición de la migración externa, que pasa a ser casi exclusivamente de países vecinos, y la aparición de saldos negativos de argentinos. Así, al mismo tiempo que la Argentina se va conformando como el corazón de un subsistema regional de migración en el cono sur (Balán, 1992), adonde confluyen, en forma creciente durante las últimas décadas, trabajadores de Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay y más recientemente de Perú, también se constituye en proveedor de mano de obra que se dirige principalmente a Estados Unidos y, en los últimos años, a España y otros países europeos. No obstante esta reciente y notoria diversificación de los destinos, un patrón que continúa persistiendo es la presencia significativa de personas con elevada educación entre el contingente de emigrantes argentinos3, situación que tiene evidentes implicancias en la discusión acerca del brain drain - brain gain4. Esta doble pertenencia -como expulsora hacia el sistema migratorio del Norte y como receptora en el pequeño subsistema regional - constituye un aspecto peculiar de una sociedad que todavía actualmente se auto percibe como fruto de la inmigración europea.

3 Cacopardo, Maguid y Martinez (2007); Maguid y Martinez (2009); Cacopardo y Maguid (2009).

4 Bajo el enfoque del “brain gain” se ha implementado políticas de vinculación con científicos del exterior y fomentado su aporte a la construcción en Argentina de una sociedad del conocimiento que los incluya, como las encaradas por el Programa Raíces de la SECyT. Las mismas pueden llegar a favorecen el desarrollo local y dinamizar el mercado laboral con la incorporación de nuevas tecnologías, productos y servicios.

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Inmigración Los movimientos de población originaria de los países vecinos tienen un neto carácter laboral y una larga tradición histórica, produciéndose desde hace larga data en espacios transfronterizos integrados por compartir modalidades económicas, sociales y culturales. Luego, y especialmente a partir de la década de 1960 los flujos migratorios limítrofes se dirigen cada vez más hacia el Área Metropolitana de Buenos Aires o Gran Buenos Aires, que es actualmente el principal lugar de destino de los mismos y se constituye en el centro del subsistema migratorio del Cono Sur de América Latina. A pesar de los vaivenes de la economía Argentina la inmigración laboral proveniente de los países limítrofes continuó abasteciendo una demanda de empleo generada básicamente por el sector informal. Los estudios realizados para investigar el papel de los trabajadores limítrofes y sus modalidades de inserción en los mercados de trabajo a partir de los Censos de Población y de la Encuesta Permanente de Hogares5 muestran la persistencia de patrones de inserción selectiva de los migrantes limítrofes en determinados segmentos del mercado de trabajo, especialmente en la construcción, industria textil, de confección y calzado, comercio al por menor y servicio doméstico y su papel adicional para desempeñar puestos de trabajo no cubiertos por la población nativa a causa de sus bajas remuneraciones y malas condiciones de empleo. Particularmente, en relación con los inmigrantes bolivianos y paraguayos que llegaron al Área Metropolitana antes de la crisis económica de fines de 2001, Maguid y Bruno (2010) concluyen que tanto las modalidades de inserción laboral de estos colectivos, como sus posibilidades de movilidad ocupacional -respecto al trabajo desempeñado en el país de origenestán condicionadas por la configuración de la demanda sectorial para cada sexo, que caracterizó el funcionamiento económico del aglomerado, independientemente de su capital humano. Evolución de los flujos migratorios 5Marshall (1983); Maguid, 1990, 2001; Cerrutti y Maguid, 2005; Maguid y Arruñada, 2005; Benencia, 2007; Maguid y Bruno (2010).

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Como puede verse en el cuadro 1 los nacidos en el extranjero representan actualmente el 4,5 por ciento de la población total de Argentina. Conviene recordar que en 1930, como resultado de la masiva inmigración de ultramar, llegaron a constituir casi la tercera parte. Entre ellos, predominan los iberoamericanos gracias a la presencia de latinoamericanos – mayoritariamente de países vecinos y de Perú- que conforman el 94 por ciento del total de inmigrantes de países de Ibero América. La progresiva extinción de los españoles –debido a la mortalidad y a la no renovación de sus flujos- explica esta situación.

Cuadro 1 Argentina. Porcentaje de nacidos en el extranjero y de iberoamericanos en diferentes fechas censales. 1980-2010

extranjero sobre población total Nacidos en países de Iberoamérica sobre total de nacidos en el extranjero (1) Nacidos en países de América Latina sobre total de iberoamericanos (2)

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Nacidos en España sobre total de iberoamericanos 1980 27.947.446 6,8 58,9 66,6 33,4 1991 32.615.528 5,0 64,7 78,5 21,5 2001 36.260.130 4,2 76,7 88,5 11,5 2010 40.117.096 4,5 86,7 94,0 6,0 Año Población total Porcentaje de:

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(1) No incluye a los nacidos en Portugal (2) En 2010 corresponde al total de americanos Fuente: CEPAL/CELADE, Programa de Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA);INDEC, Situación y evolución social, Síntesis N° 4, 1998 e INDEC, Censos Nacionales de Población, hogares y Vivienda 2001 y 2010

La llegada de originarios de Paraguay, de Bolivia y de Perú ha venido aumentando significativamente en las últimas tres décadas y con mayor intensidad en el período más reciente. Así, los paraguayos se incrementaron un 70 por ciento al totalizar 550.700 personas en 2010; los bolivianos un 49 por ciento (en 2010 son 345.000) y los peruanos denotan las más altas tasas de crecimiento, ya que aumentaron 5 veces entre 1991 y 2001 para continuar haciéndolo a un ritmo algo menor aunque importante (79,9%) durante la última década (Ver gráfico 1 y cuadro 2). En cambio, los chilenos y uruguayos han venido decreciendo desde 1991 indicando que se ha detenido la llegada de estos orígenes. Los españoles, italianos y los inmigrantes del resto de países, la mayoría europeos, también decrecen pero en este caso, al tratarse de flujos antiguos, se debe fundamentalmente al efecto de la mortalidad. Estas diferencias en el comportamiento de acuerdo al país de nacimiento se reflejan en cambios en la representación de cada origen, como se observa en el gráfico 2.

Cuadro 2 Argentina. Incremento de la cantidad de inmigrantes por país de nacimiento. 19912010 Fuente: CEPAL/CELADE, Programa de Investigación sobre Migración Internacional en América Latina e INDEC, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010.

Gráfico 2. Argentina. Composición de la población nacida en el extranjero, 2001 y 2010

Los paraguayos y bolivianos son los que tienen mayor presencia, con cuotas que aumentaron entre 2001 y 2010 para alcanzar el 29 y el 19 por ciento respectivamente. Por su parte, los peruanos

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quienes en 2001 eran la séptima nacionalidad en orden de importancia, en 2010 pasan al cuarto lugar, superando en número a los uruguayos, españoles e italianos.

Antigüedad de la inmigración En el gráfico 3 se aprecian claramente las diferencias en la antigüedad de la migración de españoles y latinoamericanos. El 88 por ciento de los primeros llegó antes de 1991, mientras que más de la mitad de los provenientes del “resto de América” que incluye a los peruanos, colombianos y ecuatorianos fundamentalmente, vino a la Argentina durante la primera década de este siglo. La distribución según período de llegada de los migrantes de países limítrofes refleja la presencia histórica de esta migración y su permanencia hasta la actualidad.

Las diferencias de acuerdo al país de procedencia se muestran en el gráfico 4, donde se destacan los peruanos, entre quienes la mitad arribó entre 2001 y 2010. Por su parte, los paraguayos y bolivianos comparten cuotas similares de llegados en el período más cercano. Como se dijo, los flujos de chilenos y uruguayos aminoran desde 1991 y en la década reciente llegó una proporción pequeña de entre el 7 y el 11 por ciento. Gráfico 4. Argentina Inmigrantes limítrofes y del Perú por país de nacimiento según período de llegada.2010

Características socio demográficas de los inmigrantes Las mujeres predominan entre los latinoamericanos y entre los españoles, como se visualiza en el gráfico 5. En el caso de estos últimos la presencia femenina se eleva a un 57 por ciento, debido a que ellas tienen una mayor esperanza de vida que los varones. La mayoría femenina se mantiene entre los originarios de todos los países limítrofes y de Perú, alcanzando su máxima expresión entre los brasileños (58%) y entre paraguayos y

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peruanos, con porcentajes del 55 por ciento. Las bolivianas recién se equiparan a sus connacionales varones en 2010, ya que hasta esa fecha los hombres eran mayoría (gráfico 6).

En relación a la composición por edad, los españoles se alejan claramente de los latinoamericanos por su concentración en edades adultas mayores: un 61 por ciento de los varones y un 70 por ciento de las mujeres tienen 65 años y más; además son los que denotan la menor proporción en edades activas, como muestra el gráfico 7. Gráfico 7 Argentina. Nativos e inmigrantes iberoamericanos según grupos de edad por sexo. 2010

Los migrantes limítrofes, como se dijo, estuvieron presentes a lo largo de la historia y continúan renovando sus flujos, sin embargo ellos tienen porcentajes inferiores a los nativos con menores de 15 años porque conforman una población que no se renueva con los nacimientos ya que los hijos que tienen en el territorio nacional son argentinos y por lo tanto son contabilizados como nativos. Cuando se observan las diferencias de acuerdo al país de origen en el gráfico 8, se comprueba que los que continúan incrementando su llegada, como los bolivianos, paraguayos y peruanos, son los que denotan cuotas en las edades económicamente activas que superan ampliamente a la de los argentinos y, como contracara, los menores y los de 65 años y más tienen menor presencia. Una vez más se destacan los originarios de Perú por su altísima proporción en edades activas (86,6%) y la escasa representación de los mayores (3,7%). Gráfico 8 Argentina. Inmigrantes limítrofes y de Perú según grandes grupos de edad por sexo y país de nacimiento. 2010

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Como muestra el gráfico 9, el perfil educativo del total de migrantes es más bajo que el de la población argentina. Las diferencias más marcadas aparecen en los niveles extremos: por un lado, la proporción que no superó la escuela primaria es más del doble entre los migrantes y, por otro, la cuota con estudios superiores o universitarios es menos de la mitad. 13,7 6,1 47,6 38,0 24,0 22,3 14,7 33,7

0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 Migrantes sudamericanos No migrantes Universitaria Sec. completa PC y Sec. incompleta Hasta primaria incompleta

Gráfico 9 Nivel de educación alcanzado. Total aglomerados urbanos. 2006

30

Fuent Fuente: Maguid, A. Cuadernos Migratorios Sudamericanos, Capítulo 4, OIM, 2011 con base en Encuesta Permanente de Hogares 2006, INDEC

Entre el conjunto de mujeres migrantes hay una proporción más alta con estudios superiores/universitarios que entre los varones y esta superioridad femenina aparece en todas las regiones cuando se trata de las mujeres nativas. Conviene destacar que hay una proporción significativa de migrantes mujeres y varones que estaría en condiciones de acceder a ocupaciones manuales calificadas, ya que alrededor del 38 por ciento tiene al menos estudios secundarios completos. El carácter laboral de la inmigración procedente de los países latinoamericanos (predominantemente de los limítrofes y Perú) se expresa en altas tasas de actividad de mujeres y varones, que superan a sus congéneres nativos. De acuerdo a Maguid (2011), en 2006 el 89 por ciento de los varones migrantes económicamente activos y el 63 por ciento de las mujeres participaban en el mercado de trabajo. Su inserción es segmentada y existen verdaderos nichos sectoriales que absorben a los inmigrantes. En 2010, Baer, Benitez y Contartese (2012) muestran, al igual que estudios anteriores, que los varones se concentran en la construcción en primer lugar, luego en el comercio al por menor y en tercer lugar en la industria textil. Las mujeres tienen como empleo preponderante el servicio doméstico y luego el comercio. La mayoría de los varones desempeñan ocupaciones calificadas de carácter operativo y en segundo término ocupaciones no calificadas (69% y 17% respectivamente en 2006), mientras que las mujeres, debido a su concentración en el servicio doméstico, presentan una cuota mayor en actividades de baja calificación (57%) y casi un tercio de ellas desarrolla tareas operativas calificadas. En ambos sexos entre un 11 y un 13 por ciento trabaja en ocupaciones técnicas o profesionales (Maguid, 2011). CHILE 31

Durante la década de 1990 Chile se destaca porque protagonizó cambios significativos: por un lado, experimentó un aumento considerable en el número de inmigrantes, que si bien sigue siendo inferior a la cantidad de chilenos que emigraron a otros países del Cono Sur y al exterior de la Región, refleja el mejoramiento de su situación económica y sugiere que podría constituirse en un receptor importante en la Región. Esta tendencia se mantuvo a lo largo de la primera década de este siglo. Inmigración Históricamente entre los inmigrantes a Chile, los argentinos tenían un predominio notable. Sin embargo, en el período más reciente, además de un aumento de la inmigración, se produce una creciente diversificación de los países de origen, fundamentalmente latinoamericanos, como se verá más adelante. Lamentablemente, los últimos datos censales disponibles corresponden al Censo de Población de 2002 ya que el correspondiente a la ronda de 2010 se realizó en julio de 2012. Evolución de los flujos migratorios A pesar de haber venido creciendo, la presencia de inmigrantes con respecto a la población total de Chile todavía es baja, como muestra el cuadro 1. Los oriundos de otros países latinoamericanos han sido los protagonistas del aumento y constituyen el 93 por ciento de los iberoamericanos. Al igual que en todos los países de América Latina, los españoles disminuyen para constituir a inicios del 2000 solo un 6,5 por ciento. En el gráfico 1 y en el cuadro 2 se puede observar quiénes entre los inmigrantes latinoamericanos en Chile son los que han crecido más notoriamente. Cuadro 1. Chile. Porcentaje de nacidos en el extranjero y de iberoamericanos en diferentes fechas censales. 1982-2002

Fuente: CEPAL/CELADE, Programa de Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA); INE, IX Censo Nacional de Población y IV de Vivienda, 1982.

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Gráfico 1. Chile. Cantidad de inmigrantes por país de nacimiento. 1982, 1992 y 2002. Fuente: CEPAL/CELADE, Programa de Investigación sobre Migración Internacional en América Latina (IMILA) e INE, IX Censo Nacional de Población y IV de Viviendas, 1982.

Si bien los argentinos fueron y continúan siendo el colectivo más numeroso, se reduce su ritmo de crecimiento entre 1992 y 2002. En cambio, los peruanos y ecuatorianos se distinguen por su intenso crecimiento en ese período: los primeros aumentaron 5 veces y los segundos se cuadriplicaron. Los bolivianos también siguen este patrón pero con un crecimiento más moderado; los brasileños lo bajan notablemente y los originarios del resto de América Latina mantienen una tendencia de crecimiento alta en los dos períodos, ya que prácticamente se duplican en cada uno de ellos. Cuadro 2. Chile. Cantidad de inmigrantes por país de nacimiento. 1982, 1992 y 2002

Fuente: CEPAL/CELADE, Programa de Investigación sobre Migración Internacional en América Latina (IMILA) e INE, IX Censo Nacional de Población y IV de Viviendas, 1982.

Como resultado de estos cambios se modifica la representación de cada origen entre los inmigrantes en 2002, como refleja el gráfico 2. Los argentinos si bien continúan siendo mayoría (26%) diez años antes tenían una presencia mayor (30%). Los peruanos, que antes compartían cuotas similares con los bolivianos, pasan a constituir la segunda nacionalidad en importancia con un 21 por ciento, seguidos por los bolivianos y ecuatorianos en proporciones muy cercanas del 6 y 5 por ciento respectivamente.

Gráfico 2. Chile. Composición de la población nacida en el extranjero. 2002 Fuente: INE, XVII Censo Nacional de Población y VI de Viviendas, 2002

Antigüedad de la migración Cuando se observa el período de llegada de los inmigrantes de los principales países de origen (grafico 3), se confirma que la mayoría de los inmigrantes llegaron a lo largo de la década de 1990. Lamentablemente, el porcentaje de casos ignorados es muy alta, pero aunque

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estos casos correspondieran a períodos anteriores a 1991, la concentración en el último período se mantendría como dominante. Más de la mitad del total de inmigrantes llegó entre 1991 y 2002. Entre los peruanos y ecuatorianos, el porcentaje asciende al 74 por ciento y entre los del resto de América a un 60 por ciento. En cambio, argentinos y bolivianos presentan cuotas más reducidas indicando que se trata de flujos de mayor antigüedad. Gráfico 3. Chile. Nacidos en los principales países de origen de los inmigrantes por período de llegada. 2002. Fuente: INE, XVII Censo Nacional de Población y VI de Viviendas, 2002

El estudio presentado en el Perfil Migratorio de Chile (OIM, 2011), indica que tanto la Encuesta de Hogares CASEN, como el registro de visas del Departamento de Extranjería y Migraciones (DEM, 2010) dan cuenta que los inmigrantes peruanos conforman actualmente el

colectivo migratorio con mayor presencia, reemplazando al colectivo argentino: 30% según CASEN 2009 y 37,1% de acuerdo a DEM 2010 para la inmigración peruana y 22,7 % o 17,2% para la argentina respectivamente) (ver cuadro 3). Cuadro 3: Chile. Distribución de los inmigrantes con mayor presencia. 2009 y 2010. CASEN2009 ) CASEN 2009

DEM 2010 (estimación)

Perú

64.279

30,1%

130.859

37,1%

Argentina

48.522

22,7%

60.597

17,2%

Bolivia

16.710

7,8%

24.116

6,8%

Ecuador

8.082

3,8%

19.089

5,4%

Colombia

14.908

7,0%

12.929

3,7%

Resto del mundo

61.296

28,7%

104.754

29,8%

Total

213.797

100,0%

352.344

100,0%

Fuente: OIM (2011) Perfil Migratorio de Chile con base en Departamento de Extranjería y Migraciones (DEM, 2010) y Encuesta de Hogares CASEN (2009).

También señala que las encuestas de hogares realizadas en 2006 y 2009 identifican tres situaciones: a) se incrementa de manera sostenida el contingente de peruanos, que en poco tiempo pasan a ser la mayoría entre los nacidos en el extranjero; b) en los últimos años 34

aumenta la población colombiana; que pasan de representar solo el 2 por ciento en 2006 al 7 por ciento en 2009 y c) hay un incremento moderado, de la migración boliviana, que en 2002 constituían el 6 por ciento y en 2009, para la CASEN conforman un 8 por ciento .

Características socio demográficas de los inmigrantes Excepto entre los argentinos, que tienen cuotas iguales de cada sexo, entre los originarios de los países con mayor presencia predominan las mujeres. La presencia femenina es más marcada entre los peruanos, ya que alcanzan al 60 por ciento y luego entre bolivianos, ecuatorianos y brasileños con porcentajes del 54 por ciento. Además, los peruanos son el único colectivo que refleja un proceso de feminización de la migración hacia Chile, entre ellos la presencia de ellas aumenta significativamente entre los dos períodos observados.

Gráfico 4. Chile. Porcentaje de mujeres entre inmigrantes nacidos en el extranjero por país de nacimiento. 1992 y 2002

Fuente: INE, Censos Nacionales de Población 1992 y 2002

La distribución por grupos de edad, además de reflejar el carácter laboral de las migraciones, también se vincula con la antigüedad de los flujos, como se visualiza en el gráfico 5. Así, los que llegaron más recientemente, como los peruanos seguidos por los ecuatorianos, son los que denotan una mayor concentración en las edades potencialmente activas. Esta concentración es más marcada entre las mujeres que entre sus compatriotas varones, involucrando al 88 por ciento de las peruanas y al 80 por ciento de las ecuatorianas. Por su parte, los bolivianos y brasileños también presentan estas diferencias de género y cuotas elevadas tanto entre los varones como entre las mujeres. Entre los argentinos, en cambio, no se da esta situación y el porcentaje baja a alrededor del 60 por ciento en ambos sexos.

35

Gráfico 5. Chile Composición de los inmigrantes iberoamericanos según grandes grupos de edad por sexo. 2002 Fuente: INE, XVII Censo Nacional de Población y VI de Viviendas, 2002

Vale la pena destacar que los argentinos de los dos sexos son los que tienen entre sus filas la mayor proporción de menores de 15 años (31 por ciento) sugiriendo una migración de tipo familiar y asimismo muestran una cuota no despreciable con 60 años o más, resultado de la antigüedad de su migración. Entre los brasileños y ecuatorianos también es importante el porcentaje de menores. Pero el caso de los provenientes de Ecuador, que constituyen uno de los contingentes que ha llegado más recientemente a Chile, su composición por edades refleja más directamente la edad que tenían al producirse el movimiento migratorio. El carácter familiar de su migración se expresa en el hecho de que tienen un porcentaje significativo de menores (22% los varones y 17% las mujeres) dando cuenta de que se trasladaron con sus hijos. Por su parte, la alta proporción de inmigrantes españoles con 60 años o más indica la antigüedad de su llegada. Entre los latinoamericanos, llama la atención el caso de los bolivianos, tanto varones como mujeres, que denotan porcentajes superiores al resto en el grupo de mayor edad. Esta situación sugiere que se trata de movimientos que tienen antigua data. En relación con el nivel de escolaridad, la encuesta de hogares CASEN indica que tanto en 2006 como en 2009 los inmigrantes tienen un nivel de educación más alto que el de la población chilena (13 y 10 años respectivamente). Se destaca la cantidad de años de estudio de los argentinos, ecuatorianos, colombianos y peruanos y principalmente de los originarios del resto de Latinoamérica. Ya el censo de población 2002 había mostrado que el 77 por ciento de los ecuatorianos y peruanos tenía más de 10 años de escolaridad, el 56 por ciento de los argentinos y entre los bolivianos el 54 por ciento, todos porcentajes superiores al correspondiente a la población local chilena (49%). Como contracara, los argentinos, ecuatorianos y peruanos tienen porcentajes con menos de 4 años de estudio bastante inferiores al de los nativos de Chile. Diferente es la situación de los originarios de Bolivia que tienen una cuota similar a los nativos con 10 años o más de educación y muy superior en los niveles más bajos, con menos de 4 años de estudio (14,7 %).

36

Gráfico 6. Chile. Años de escolaridad población migrante y no migrante de 18 años o más. 2006-2009.

Fuente: Elaboración propia a partir de CASEN 2006-2009.

El mismo estudio señala las altas tasas de participación en el mercado laboral de los inmigrantes y, en el caso de los bolivianos y peruanos, su inserción segmentada en sectores de baja calificación y en empleos de mayor precariedad, tales como trabajo doméstico, comercio informal y construcción. En cambio, los argentinos y muchos de los ecuatorianos presentan una distribución sectorial y ocupacional más heterogénea. A diferencia de otros países receptores, los varones inmigrantes no tienen como destino privilegiado la construcción y las ramas de actividad donde se insertan varían de acuerdo al origen. Los argentinos trabajan principalmente en transporte y comunicaciones (29%) y en servicios comunales y sociales (29%); entre los peruanos el 43 por ciento se concentra en servicios comunales y sociales; los bolivianos muestran altos porcentajes en la agricultura (33%); los colombianos trabajan mayoritariamente (43%) en comercio al por mayor y menor, restaurantes y hoteles y, casi la mitad de los ecuatorianos en servicios comunales y sociales (49%). La mayor concentración se observa en el caso de las mujeres y particularmente de las peruanas entre quienes más del 70 por ciento trabaja en el servicio doméstico, según el censo 2002. COSTA RICA El escenario centroamericano protagonizó cambios notables en sus patrones migratorios desde fines de los 70´s. Los movimientos forzados de amplios sectores de la población (desplazados, refugiados y repatriados), como consecuencia de los conflictos armados de la década de 1980 y parte de la siguiente, refuerzan las condiciones de inequidad que siguen operando como factor indirecto de expulsión. Estos movimientos difíciles de cuantificar por su carácter masivo y abrupto fueron desapareciendo a medida que se

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implementaban los acuerdos de paz en Nicaragua (1990), El Salvador (1992) y Guatemala (1996). De acuerdo a los censos de la ronda de 1970, cerca de 140.000 personas se movieron dentro de la región. Alrededor de 1980 y 1990 la cifra se redujo a 96.000. Sin embargo, los datos censales no reflejan los movimientos forzados, que tuvieron una magnitud impresionante durante los años 80’s. ACNUR estima que alrededor de dos millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares, ya sea trasladándose a otro lugar dentro de su propio país o fuera del mismo (Maguid, 2009). Al mismo tiempo se produjo un incremento notable de la emigración extra regional en la mayoría de los países centroamericanos que se dirigió principalmente a los Estados Unidos. En 1990 el 5 por ciento de los centroamericanos residían fuera de la región y el porcentaje se eleva al 10 por ciento entre los salvadoreños (OIM, 2003). En este contexto, Costa Rica emerge como una excepción notable por su continuidad democrática desde 1948 y por mantenerse como país receptor de inmigrantes regionales 6. Inmigración Costa Rica es uno de los principales países receptores de migrantes en América Central. La afluencia de inmigrantes es fundamentalmente de origen intrarregional y la mayoría proviene de Nicaragua. Al mismo tiempo, los movimientos internacionales comprenden también al turismo, que constituye uno de los sectores más dinámicos de la actividad económica nacional. Tradicionalmente, las áreas fronterizas de Costa Rica fueron el escenario de un importante volumen de movimientos de carácter temporal, asociados al desarrollo de actividades agrícolas que históricamente requirieron el aporte de mano de obra transfronteriza. A estos movimientos se fueron sumando otros de carácter más permanente que se fue dirigiendo cada vez más al Área Metropolitana de San José. Los principales orígenes de los inmigrantes a Costa Rica han sido los países vecinos y predominantemente Nicaragua.

6 Belice y Panamá también reciben inmigrantes, pero en menor cantidad. En Belice la mayoría son guatemaltecos, salvadoreños y hondureños y, en Panamá de Colombia y de países asiáticos como China y Taiwán (OIM, 2003).

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Evolución de los flujos migratorios Como muestra el cuadro 1, el impacto de la migración internacional se duplicó ente 1984 y el año 2000 y siguió aumentando hasta la actualidad en que los nacidos en el extranjero representan el 9 por ciento de los algo más de 4,3 millones de personas que habitan en ese país. Sin embargo, y de acuerdo al informe de la Dirección General de Migración y Extranjería (2011), la tasa de crecimiento de los inmigrantes descendió de un promedio anual de 7,5 por ciento en el período 1984-2000 a 2,4 por ciento para el período siguiente (2000-2011). Tanto en 2000 como en 2011 los iberoamericanos constituyen casi el 90 por ciento y, entre ellos, prácticamente todos provienen de América Latina ya que los españoles tienen actualmente un peso insignificante, del 0,6 por ciento. En el gráfico 1 y el cuadro 2 se verifica la notable hegemonía de los originarios de Nicaragua, país que limita con Costa Rica por su frontera norte. Cuadro 1. Costa Rica Porcentaje de nacidos en el extranjero y de iberoamericanos en diferentes fechas censales. 1984-2011. Año

Población total

Porcentaje de: Nacidos en el extranjero sobre población total (1)

Nacidos en países de Ibero América sobre total de nacidos en el extranjero (2)

Nacidos en países de América Latina sobre total de iberoamericanos (3)

Nacidos en España sobre total de iberoamericano s

1984

2.416.809

3,7

84,9

98,0

2,0

2000

3.810.179

7,8

89,8

99,4

0,6

2011

4.301.712

9,0

89,8

99,4

0,6

(1) En 2011 no se incluyen los casos para los que se ignora si se trata de nativos o nacidos en el extranjero. (2) No incluye a los nacidos en Portugal. (3) En 2011 el total de nacidos en España se obtuvo aplicando al total de extranjeros la misma proporción de españoles presentes en el total de extranjeros en el Censo 2000 Fuente: CEPAL/CELADE, Programa de Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA); INEC, IX Censo Nacional de Población 2000 y X Censo Nacional de Población y VI de Vivienda 201 1.

Cuadro 2. Costa Rica. Incremento relativo de los cinco colectivos con mayor presencia. 19842011.

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País Total Nicaragua Colombia Estados unidos Panamá El Salvador Otros países

Crecimiento relativo (%) 1984-2000 2000-2011 233,7 393,4 252,5 77,1 114,5 -0,3 59,4

30,2 27,1 181,3 66,4 9,5 8,1 26,2

Fuente: CEPAL/CELADE, Programa de Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA); INEC, IX Censo Nacional de Población 2000 y X Censo Nacional de Población y VI de Vivienda 2011

Entre 1984 y 2000 los nicaragüenses se quintuplicaron y, en la década más reciente continuaron aumentando pero a un ritmo menor. Los colombianos son los que exhibieron el incremento más notable al aumentar casi 2 veces en el último período intercensal, si bien atenuaron su impronta migratoria. En realidad, excepto en el caso de los nacidos en Panamá, el resto de los países de origen atenuaron su nivel de crecimiento durante la última década. end_of_the_skype_highlightingComo resultado no se producen cambios relevantes en la presencia de cada grupo migratorio entre 2000 y 2011 como se aprecia en el gráfico 2. Los provenientes de Nicaragua continúan siendo mayoritarias (287 766), y representan el 75 por ciento del total de inmigrantes residentes en el país, sin mayor cambio porcentual desde el 2000 (76%). Gráfico 2. Costa Rica. Composición de la población nacida en el extranjero. 2000 y 2011.

Por su parte, el peso relativo de quienes llegan de otros países muestra un aumento moderado, en especial de los colombianos (4 %) y de los estadounidenses (4 %). Si a estos se 40

agregan los originarios de Panamá (3%) y de El Salvador (3%), resulta que las cinco primeras nacionalidades comprenden casi al 9 por ciento de los nacidos en el extranjero. No se dispone de información sobre el período de llegada del último Censo de Población de 2011 para conocer la antigüedad de la migración. Características socio demográficas de los inmigrantes Las mujeres han ido ganando presencia durante la última década y en 2011 eran mayoría entre los nacidos en América del Sur y en el resto de Centroamérica, gracias al aumento de la migración femenina entre los nicaragüenses (gráfico 3)

Como se aprecia en el gráfico 4, la progresiva feminización de las migraciones no se produjo con igual intensidad en todos los colectivos de origen centroamericano. La presencia femenina aumenta y es notoria entre los hondureños, donde ellas representan el 58 por ciento y es significativa entre los salvadoreños (55%) y nicaragüenses (53%). Los originarios de Guatemala tienen cuotas similares de cada sexo; casi lo mismo sucede con los panameños y los originarios de Belice son los únicos que tienen una escasa presencia de las mujeres.

La información sobre la estructura por edad sólo está disponible para el año 2000 y se presenta en el gráfico 5. El carácter laboral de la mayoría de los inmigrantes se comprueba al observar que alrededor del 75 por ciento de las mujeres y varones nicaragüenses están en las edades potencialmente activas; entre los inmigrantes del resto de América Central y de Sudamérica (mayoritariamente de origen colombiano) es todavía más alta esta proporción. El hecho de que el 18 por ciento de los nicaragüenses sean menores sugiere que ellos y ellas o bien han podido migrar con sus hijos o, dada la antigüedad de su traslado, han podido reunificarse con su familia. Respecto al nivel de educación, de acuerdo a la información del Censo de Población de 2000, la población inmigrante en su conjunto ha completado más años de estudio que los nativos (ver cuadro 3), pero esta ventaja se debe a los nacidos en Estados Unidos y en otros 41

países que no se ubican en Centroamérica. Así, cerca de la mitad de los colombianos tienen 13 o más años de estudio aprobados. Como contraste, entre los nacidos en Nicaragua únicamente un 5 por ciento logra ese nivel y dos tercios tienen 6 o menos años de estudio, es decir hasta primaria completa, lo que los coloca en una situación desventajosa respecto a los nacionales. Gráfico 5. Costa Rica. Composición de los inmigrantes según grupo de edad por sexo. Año 2000

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Fuente: INEC, IX Censo Nacional de Población 2000; Maguid y Salinas (2010)

Cuadro 3 Costa Rica. Población de 25 años y más. Distribución relativa según años de estudio aprobados. 2000 Fuente: Fuente: Proyecto SIEMMES-OIM con base en información del Instituto Nacional de Estadística y Censos de Costa Rica y CEPAL-CELADE, Proyecto IMILA. Censo Nacional de Población 2000.

Los datos de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples del Instituto Nacional de Estadística y Censos de Costa Rica (INEC) indican que en 2008, más de una tercera parte de los ocupados inmigrantes se insertaban en los servicios, aunque no es posible identificar en qué tipo de servicios7. En segundo lugar se insertan en la agricultura (18 %); luego en la construcción (15 %), en el comercio (13%) y con proporciones similares en la manufactura y en restaurantes y hoteles (9 %) respectivamente. La mayoría desempeña ocupaciones no calificadas (42 %) y de calificación operativa (19 %). ESPAÑA 7 No es posible identificar en qué tipo de servicios y esta categoría incluye servicios muy diferentes: Electricidad, gas y agua; Transporte; Actividades financieras e inmobiliarias; Administración Pública; Enseñanza; salud; servicios comunitarios y servicio doméstico.

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El caso de España merece un tratamiento especial porque protagonizó los cambios más notables en los años recientes. A partir de la década de 1990 España ha dejado de ser un país de emigración para convertirse en un fuerte polo de atracción de inmigrantes procedentes de distintos continentes: de África, especialmente de Marruecos; del este de Europa, de América Latina, mayoritariamente de Ecuador, Colombia, Argentina, Bolivia y Perú y también del resto de Europa occidental, particularmente del Reino Unido. De acuerdo a Cerrutti y Maguid (2011) la llegada de nuevos flujos de latinoamericanos a España se da en un contexto inmigratorio caracterizado por la aceleración, la diversificación de los orígenes y el aumento de la situación de irregularidad de su residencia. Los sudamericanos fueron uno de los grupos que más contribuyeron a este incremento notable; como resultado actualmente constituyen la tercera parte del total de inmigrantes en España. Durante los primeros años del nuevo milenio, ellos protagonizaron un cambio en sus patrones de emigración extra regional al dirigirse mayoritariamente a ese país europeo y en menor medida a su destino tradicional, los Estados Unidos. Pareciera que el escenario de la región y las ventajas comparativas de España la consolidaron, al menos hasta la última crisis mundial, como destino alternativo. La emigración de sudamericanos, que se agudiza durante las últimas décadas responde a condiciones fuertemente expulsoras en sus países de origen, más allá de que otros factores favorezcan la elección de uno u otro destino. El modelo de desarrollo de la mayoría de los países latinoamericanos emisores de mano de obra en lugar de generar oportunidades de desarrollo económico y social ha profundizado las desigualdades sociales, la precarización laboral y el desempleo (CEPAL, 2001). Al origen estructural común de esta emigración, se suman factores específicos en cada uno de los países emisores que explican la intensificación y temporalidad de los flujos. La elección de España como destino alternativo de la creciente emigración sudamericana, al menos hasta la eclosión de la crisis en 2008, encuentra sus raíces en una serie de hechos. Por un lado, pueden haber contribuido los cambios en la política migratoria y el endurecimiento de las medidas de control en Estados Unidos con posterioridad a los hechos del 11 de septiembre de 2001, que al dificultar la entrada y permanencia de los migrantes, habrían favorecido la elección de países desarrollados más permeables. Por el otro, y centralmente, es el propio escenario español el que juega un papel decisivo en la elección de ese destino. En ese sentido, la llegada de nuevos flujos de 48

latinoamericanos a España adquiere relevancia en el marco de un proceso de intensos cambios económicos, sociales y demográficos que se inicia a fines de los 70, donde se destaca el rápido descenso de la fecundidad y el aumento de la esperanza de vida junto a la ampliación del sistema educativo, en especial para las mujeres, y la incorporación de éstas al mercado de trabajo. Su alto crecimiento económico generó una demanda en sectores de actividad específicos que abasteció la mano de obra inmigrante, como la construcción para los varones y los servicios personales -doméstico y de cuidado- en el caso de las mujeres. Inmigración Como se dijo, a fines de los 90´s aparece un quiebre notable en el mapa migratorio sudamericano al emerger España como el principal destino alternativo. Este fenómeno se evidencia en el significativo incremento del stock de nacidos en América del Sur: el total registrado en 2011 alcanza a 2.456.375 personas, cifra que triplica a la registrada en el censo de 2001 y es casi 12 veces superior a la del censo de 1991. En España, desde 2001, los sudamericanos son mayoría y los migrantes originarios de Ecuador, Colombia y Argentina representan casi el 70 por ciento de los sudamericanos, seguidos por venezolanos y peruanos. Lo que interesa destacar es que, como se verá más adelante, esta tendencia se acentuó marcadamente durante los primeros años del milenio, con el aumento sostenido, no solamente de los originarios de estos cinco países sino también de otras nacionalidades, como bolivianos y paraguayos (quienes históricamente se dirigían casi exclusivamente a la Argentina). La crisis de fines de 2008 tuvo profundas consecuencias en la economía española y por supuesto impactó en el mercado de trabajo, donde hubo una importante destrucción de puestos de trabajo. Esta situación plantea una serie de interrogantes acerca del impacto de la crisis en las condiciones de vida de los migrantes y en la probabilidad de su retorno a los países de origen. La información más reciente indica que los inmigrantes de todos los orígenes sufren con mayor intensidad la desocupación, que de por sí es muy alta entre los españoles, pero no hay muestras de un retorno masivo (Maguid y Cerrutti, 2012).

Evolución de los flujos migratorios

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El impresionante aumento de la llegada de inmigrantes en la primera década de este siglo se expresa claramente en el impacto poblacional que alcanzan en 2011 cuando representan el 14 por ciento en relación a la población de un país que aumentó con un ritmo muy inferior al de la inmigración (cuadro 1). Nótese que en ninguno de los países de atracción latinoamericanos la inmigración tiene semejante impacto, el que resalta aún más en España porque su población de más de 47 millones de habitantes, es muy superior a la de esos países. Casi la totalidad de iberoamericanos han nacido en América Latina, principalmente en Sudamérica, ya que los portugueses solo representan un 5 por ciento del conjunto. Cuadro 1 España. Porcentaje de nacidos en el extranjero y de iberoamericanos en diferentes fechas censales. 1991-2011

Fuente: Elaboración propia con base en INE, España. Censos Nacionales de Población y Viviendas 1991 y 2001; Padrón Municipal de Habitantes 2011.

El crecimiento de la migración de latinoamericanos hacia ese país se refleja en el gráfico 1, donde se presentan los datos por región de origen en 1991, 2001 y 2011. Ellos son los que protagonizan los mayores aumentos entre las tres fechas y únicamente son los originarios de países de la Comunidad Europea, quienes al crecer más durante los últimos diez años, logran alcanzarlos en la fecha más reciente. Luego se verá la evolución anual que revela el estancamiento de los flujos producido después de la crisis de finales de 2008. Gráfico 1 España. Cantidad de inmigrantes por región de nacimiento. 1991-2011 Fuente: Elaboración propia con base en INE, España, Censos Nacionales de Población y Viviendas 1991 y 2001; Padrón Municipal de Habitantes 2011

En el gráfico 2 y en el cuadro 2 se detallan el volumen y el nivel de crecimiento de cada país de origen. Los ecuatorianos, que constituyen el colectivo con mayor presencia, crecieron a niveles extraordinarios: más de 100 veces entre 1991 y 2001 para duplicarse entre esa última fecha y

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2011. Le siguen los colombianos, que aumentaron 19 veces en el primer período y también más que se duplican en el segundo. La tercera nacionalidad en importancia corresponde a los argentinos, quienes muestran ritmos de crecimiento muy inferiores a los grupos anteriormente citados, pero que se duplican primero y aumentan 3 veces durante la primera década de este siglo, debido probablemente al efecto de la profunda crisis económica en Argentina a fines de 2001. Se destaca el elevadísimo crecimiento de los bolivianos, quienes sólo eran 1.662 personas en 1991 y llegan a sumar 202.657 en 2011 gracias a que crecen 8 veces en el primer período y más de 15 veces a inicios del presente siglo. Con este comportamiento logran superar en cantidad a los peruanos y colocarse como la cuarta nacionalidad entre los latinoamericanos en España. Gráfico 2 España. Cantidad de inmigrantes latinoamericanos por país de nacimiento. 19912011 Fuente: Elaboración propia con base en INE, España, Censos Nacionales de Población y Viviendas 1991 y 2001; Padrón Municipal de Habitantes 2011

También llama la atención el altísimo incremento de la migración paraguaya, que antes se dirigía casi exclusivamente a la Argentina, porque crece 42 veces entre 2001 y 2011. Los venezolanos, dominicanos y brasileños les siguen con cantidades bastante parecidas, aunque sus pautas de crecimiento son diferentes. Los originarios de Venezuela, quienes en 1991 eran la segunda nacionalidad después de los argentinos, posponen su lugar en 2011 debido a que crecieron a un ritmo menor. En cambio, los dominicanos aumentaron 6 veces entre 1991 y 2001 para continuar haciéndolo el período siguiente. Por su parte, los brasileños también muestran incrementos significativos principalmente en el último período. Cuadro 2 España. Cantidad e incremento relativo por país de nacimiento. 1991-2011

Fuente: Elaboración propia con base en INE, España, Censos Nacionales de Población y Viviendas 1991 y 2001; Padrón Municipal de Habitantes 2011

Pero si se analiza la evolución de estos flujos año a año, a partir del gráfico 3, aparecen variaciones particulares de cada grupo migratorio y lo que es más interesante la retracción de

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algunos colectivos después de la crisis. Antes de los cambios reflejan, entre otros factores, la incidencia de los cambios ocurridos en las políticas y medidas migratorias del país receptor. No obstante los datos del Padrón Municipal de Habitantes están sobre estimados porque no se actualizan con las bajas en el caso de retorno al país de origen. Es decir que cuando se visualiza estancamiento o descenso, seguramente este es mayor que el reflejado por el padrón. Los ecuatorianos se destacan por su cantidad e impresionante aumento entre 2000 y 2004. A partir de enero de ese año y meses después de que se comienza a exigir visa 8 a los ciudadanos de ese país, y hasta 2007 se atenúa el crecimiento y luego retoma la tendencia ascendente. Pero entre 2009 y 2010 se estabilizan y ya en 2011 disminuye levemente el stock reflejando el impacto de la crisis de fines de 2008. El grupo que les sigue en magnitud, los colombianos, presenta el máximo crecimiento entre 2000 y 2003 para luego estabilizarse y aumentar nuevamente entre 2007 y 2009. En este caso el visado comenzó a regir en enero de 2002, dos años antes que para los ecuatorianos. El stock se mantiene prácticamente igual entre 2010 y 2011. Gráfico 3. España. Evolución de la cantidad de inmigrantes latinoamericanos por país de nacimiento. 1998-2011 Fuente: Elaboración propia con base en INE, Padrón Municipal de Habitantes de España 1998-2011

Los bolivianos muestran la pendiente ascendente más pronunciada y persistente, aunque más tardía que el resto, ya que comienzan a crecer fuertemente recién entre los años 2003 y 2004. En el año 2007 España comienza a requerir visa a quienes provienen de dicho país, situación que junto a la crisis económica determina que entre 2008 y 2011 disminuye en número absoluto y que sea uno de los colectivos que más inmediatamente fue afectado por la crisis9. Ellos, junto con los paraguayos, son los que habían llegado más recientemente a España y sus condiciones documentarias y laborales los hacían más vulnerables que al resto.

8 Diario Oficial de la Unión Europea del 13-03-2003: REGLAMENTO (CE) No 453/2003 DEL CONSEJO de 6 de marzo de 2003 por el que se modifica el Reglamento (CE) no 539/2001: “Los Estados miembros aplicarán la obligación de visado respecto a los nacionales de Ecuador a partir del 1 de junio de 2003”.

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Los argentinos, a quienes no se les exige visado y además tienen la cuota más alta con ciudadanía europea, denotan el pico de aumento mayor entre 2001 y 2005, período que corresponde a los años mas duros de post-crisis en su país de origen, para estabilizarse después y disminuir su cantidad desde 2010 en adelante. Los peruanos tenían una cierta presencia en España ya en 1998; a ellos se les comenzó a exigir la visa en 1992, tienen una tendencia ascendente suave hasta 2009 y entre 2010 y 2011 se produce un estancamiento. A los venezolanos, brasileños, uruguayos, paraguayos y chilenos no se les requiere el visado. No obstante, los originarios de estos países denotan una evolución diferente. Los venezolanos, que eran el cuarto origen con mayor presencia hasta 2006, al mantener luego un suave y parejo ritmo de crecimiento son superados por bolivianos y peruanos. Los nacidos en Brasil aumentan significativamente entre 2004 y 2008. Los paraguayos, quienes durante ese mismo lapso han crecido a un ritmo asombroso, aunque todavía son un grupo minoritario, ascienden levemente después de la crisis. Por su parte, el stock de originarios de Uruguay que era casi similar al de los chilenos hasta 2003, comienza a superarlo a partir de 2003 por mantener un mayor ritmo de crecimiento y, al igual que los chilenos, acusa las repercusiones de la crisis ya que se atenúa la cantidad de ambos contingentes a partir de 2010. En síntesis hay seis colectivos que disminuyen en número después del 1 de enero de 201010: argentinos, bolivianos, brasileños, chilenos, ecuatorianos y uruguayos. Como se dijo puede asumirse que el descenso es mayor que el reportado por estos datos. La consecuencia de estos cambios se expresa en la composición de los inmigrantes de acuerdo a la región y al país de origen (gráficos 4 y 5) Grafico 4 España. Composición de la población nacida en el extranjero por regiones., 2001 y 2011

9 Diario Oficial de la Unión Europea del 30-12-2006. Reglamento (CE) No 1932/2006 del Consejo de la Unión Europea: “Los Estados miembros impondrán la obligación de visado a los nacionales bolivianos a partir del 1 de abril de 2007”

10 Los datos del Padrón Municipal corresponden al 1 de enero de cada año.

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Fuente: Elaboración propia con base en INE, España, Censos Nacionales de Población y Viviendas 1991 y 2001; Padrón Municipal de Habitantes 2011

Grafico 5 España. Composición de inmigrantes latinoamericanos por país de nacimiento. 2001 y 2011

Fuente: Elaboración propia con base en INE; Censos Nacionales de Población y Viviendas 1991 y 2001; Padrón Municipal de Habitantes 2011

En 2001 los latinoamericanos eran mayoría (37,7%) entre el total de inmigrantes, gracias al aporte de los sudamericanos (32,6%). En 2011 comparten esta posición con los provenientes de países de la Comunidad Europea con cuotas de alrededor del 36 por ciento, debido a que los europeos crecieron con mayor intensidad en el último período Los oriundos de África, que son el tercer grupo en importancia reducen su representación levemente y, los que muestran un descenso más notorio son los europeos extra-comunitarios que reducen su cuota a menos de la mitad. En cuanto a la composición de los latinoamericanos por país de origen, casi dos tercios suman entre los cuatro orígenes más numerosos: ecuatorianos, colombianos, argentinos, bolivianos y peruanos en ese orden. Mientras que en 2001 el cuarto lugar lo ocupaba Venezuela (8%), el quinto Perú (6%) y luego Cuba y República Dominicana, en 2011 el impresionante aumento de los originarios de Bolivia los coloca en el cuarto lugar con un porcentaje levemente superior al de los peruanos (8,3% y 8,1% respectivamente). Los paraguayos, que a inicios de este siglo casi no tenían presencia, logran representar un 3,6 por ciento en 2011. La presencia venezolana se reduce a un 6 por ciento mientras que aumenta levemente la de los dominicanos. Antigüedad de la migración La fuerza de la inmigración a España durante los primeros años de este siglo se refleja en la distribución por período de llegada de los principales grupos migratorios que aparece en el gráfico 6, con base a la Encuesta Nacional de inmigrantes de 2007 (ENI, 2007), aplicada antes

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de que estallara la crisis. En todos estos colectivos, más de dos tercios de los inmigrantes llegaron entre 2000 y 2007. Los argentinos y uruguayos son los que tienen mayor antigüedad, con proporciones significativas antes de 1988. Los peruanos, colombianos y ecuatorianos recién empiezan a llegar después de esa fecha pero la gran mayoría lo hizo en el período más reciente. Los bolivianos son los que expresan más fuertemente la inmigración reciente ya que un 96 por ciento llegó después del año 2000.

Gráfico 6 España. Período de llegada de inmigrantes internacionales por países seleccionados.2007

Fuente: Cerrutti y Maguid (2011) con base en ENI 2007 Características sociodemográficas de los inmigrantes La presencia femenina es contundente entre los inmigrantes latinoamericanos en España. Excepto argentinos y chilenos, en todos los colectivos las mujeres son mayoría (ver gráfico 7). Las mujeres paraguayas son las que logran la mayor representatividad, el 69 por ciento; les siguen las brasileñas y dominicanas con cuotas del 62 por ciento; luego las bolivianas, colombianas y mexicanas con el 58 por ciento y finalmente las cubanas, venezolanas, peruanas y ecuatorianas que representan entre el 52 y el 55 por ciento entre los originarios de esos países. En un trabajo reciente sobre las interrelaciones entre migración, familia y género, Cerrutti y Maguid (2010) señalan que “las posibilidad de que el traslado se realice en forma asociativa/familiar o de manera independiente, dando lugar a la conformación de familias divididas o transnacionales, difiere no solamente de acuerdo al sexo, los rasgos educativos y la situación documentaria, sino también y fundamentalmente con la situación familiar previa a la migración. Si bien existen diferencias en la situación familiar antes de partir y en las formas de migrar de varones y mujeres, la comparación entre los distintos colectivos arroja singulares contrastes”. 55

Los argentinos son los que tienen las mayores posibilidades de realizar su migración como proyecto familiar involucrando a todos los miembros. En el otro extremo se sitúan los inmigrantes bolivianos. Ellos llegaron a España más recientemente y sólo una ínfima proporción cuenta con ciudadanía europea. Se trata de inmigrantes que llegaron más jóvenes pero también con responsabilidades familiares: dos tercios de las mujeres y algo más de la mitad de los varones tenían hijos cuando llegaron a España. Sin embargo, dos tercios dicen haber llegado solos o con conocidos y cerca de la mitad de quienes tenían pareja llegaron sin su cónyuge. Colombianos y ecuatorianos se encuentran a mitad de camino, aunque con mayores semejanzas a la situación de los bolivianos que de los argentinos. La mitad de los colombianos y algo más de la mitad de los ecuatorianos tenían hijos cuando llegaron a España. Sin embargo, sólo tres de cada diez colombianos y una proporción algo inferior de los ecuatorianos llegaron a España con toda o parte de la familia con la que convivían. En cuanto a las diferencias de género durante la iniciación del proceso migratorio, las mujeres no sólo tienen mayores responsabilidades familiares sino que entre ellas no es nada despreciable la proporción de las que teniendo hijos no tenían pareja antes de partir. Esta situación que incluye a casi una de cada cuatro de inmigrantes ecuatorianas y a una de cada cinco de colombianas y bolivianas, habla claramente de la necesidad económica como motivación de la migración de estas madres. La gran mayoría de ellas, como se indicó, llegará a España sin sus hijos. A medida que aumenta su estadía en España, las probabilidades de que los inmigrantes se reunifiquen con sus hijos varían entre mujeres y varones y entre los colectivos migratorios. De este modo, al mirar la conformación actual de la familia se manifiesta claramente que la separación de las familias por la migración se extiende para muchos hasta el presente: cuatro de cada diez inmigrantes bolivianos tienen parte de su familia de procreación aún residiendo en Bolivia (41 por ciento), y entre los colombianos y ecuatorianos tres de cada diez (28 y 30 por ciento, respectivamente) frente a sólo el 12 por ciento de los argentinos. La maternidad y paternidad a distancia, particularmente cuando se trata de la separación de niños pequeños (014 años), es para estos tres colectivos una dolorosa realidad, más aún si se tiene en cuenta que entre el 70 y el 87 por ciento de las madres y padres tienen hijos en esas edades. La proporción de madres que teniendo hijos pequeños, tiene hoy en día al menos uno de ellos en su país de origen es alarmante en el caso de la comunidad boliviana (53 por ciento) y bastante elevada en 56

el caso de las ecuatorianas y colombianas (28 y 25 por ciento, respectivamente). Entre los padres la situación es aún más acentuada. Gráfico 7 España. Porcentaje de mujeres entre los latinoamericanos. 2011. 52,0 57,2 48,8 58,4 53,6 68,9 62,3 53,7 61,5 54,9 51,5 57,0 49,3 67,3 55,5 0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0 Ecuador Colombia Argentina Bolivia Perú Paraguay

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Brasil Venezuela Republica Dominicana Cuba Chile México Uruguay Resto latinoamericanos Total latinoamericanos

Fuente: Elaboración propia con base en INE, Padrón Municipal de Habitantes 2011.

La composición por edades también refleja si la migración fue solitaria o familiar. En el gráfico 8, que gracias de la información de la ENI permite reconstruir la edad que tenían los inmigrantes al momento de llegar a España, se comprueba que los sudamericanos emigraron mayormente siendo jóvenes, es decir entre 15 y 34 años. El porcentaje varía entre alrededor de la mitad (para uruguayos y argentinos) y prácticamente dos tercios (en el caso de bolivianos y ecuatorianos). Colombianos y peruanos se encuentran en una situación intermedia. La migración de carácter familiar está más presente entre los inmigrantes argentinos y uruguayos que tienen la proporción más alta de personas arribando cuando pequeños, es decir menores de 15 años. El porcentaje de niños y niñas inmigrantes es casi el doble que en cualquier otro grupo, situación que sugiere un tipo de migración familiar, como se comprueba mas adelante. Si bien la representación de adultos mayores (60 años y más) al momento de la migración es muy reducida en todos los grupos, entre argentinos, uruguayos y peruanos se observan los porcentajes más elevados (que en ningún caso superan el 5%). Entre argentinos, colombianos y ecuatorianos, los tres grupos más numerosos, no se detectan diferencias significativas por sexo en los perfiles etarios de los migrantes al momento de la partida. En otras palabras, varones y mujeres emigran a edades similares. En los otros colectivos se manifiestan algunos matices aunque de ninguna manera pronunciados. Entre los bolivianos, las mujeres emigran a edades algo más tempranas que los varones, mientras que entre uruguayos y peruanos se da la situación contraria.

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Gráfico 8. España, inmigrantes sudamericanos clasificados por grupos de edad al momento de llegar y país de origen. Colectivos seleccionados, 2007.

Fuente: Cerrutti y Maguid (2011) El cuadro 9 muestra la edad que tienen en 2011, una vez transcurrido varios años de su llegada. La juventud de los inmigrantes contrasta con el alto nivel de envejecimiento de los españoles, quienes tienen una cuota del 17 por ciento de su población con 65 años y más. Gráfico 9 España. Distribución según grupos de edad de los latinoamericanos por país de nacimiento. 2011 Fuente: Elaboración propia con base en Padrón Municipal de Habitantes 2011.

Excepto los argentinos, chilenos y uruguayos, en los demás contingentes más del 70 por ciento tiene entre 20 y 49 años. Los bolivianos y paraguayos denotan su menor antigüedad con porcentajes elevados de jóvenes de 20 a 34 años; entre estos últimos más de la mitad tiene está en ese grupo de edad. Los brasileños también tienen una proporción importante de jóvenes, indicando que continuaron migrando en el período más reciente. En relación al nivel de educativo alcanzado, los datos de la ENI muestran que efectivamente los inmigrantes sudamericanos difieren en su composición educativa, y por ende social, de acuerdo a su origen. Argentinos 11 y peruanos presentan ventajas respecto a los otros grupos ya que alrededor de un tercio completaron la educación superior o universitaria frente a menos de un 20 por ciento en todos los otros grupos. Bolivianos, uruguayos y colombianos comparten cuotas similares de personas con dichos niveles de educación formal. Gráfico 10 España. Inmigrantes de los países latinoamericanos según máximo nivel educación 2007. (Población 18 años y más) 11 Entre los argentinos llama la atención que las mujeres superan ampliamente los niveles educativos de sus pares varones. Entre ellas cuatro de cada diez al menos completaron el nivel terciario o universitario mientras que entre los varones la proporción es del 28 por ciento.

59

Fuente: Cerrutti y Maguid (2011) con base en ENI 2007

En el otro extremo al de los argentinos, se sitúan los ecuatorianos con la menor proporción de migrantes en el nivel más elevado. Estos últimos son también quienes presentan la mayor proporción de personas que como máximo han alcanzado el primer ciclo de la educación secundaria (44%). Nuevamente y de manera sorprendente, los uruguayos son el segundo grupo con niveles educativos bajos: cuatro de cada diez no supero el primer ciclo del nivel secundario. Otro aspecto interesante que puede conocerse gracias a la ENI es la situación documentaria de estos colectivos, que muestra el gráfico 11. Los argentinos y uruguayos, gracias a sus antepasados europeos son los que tienen la mayor proporción con la ciudadanía europea. Esto también se verifica para los venezolanos, aunque no aparecen en el gráfico. Una vez más los bolivianos son los más desfavorecidos ya que más de la mitad no tiene residencia; en cambio, los demás grupos han logrado regularizar su situación migratoria. Gráfico 11. España. Distribución de los inmigrantes de los países latinoamericanos con mayor presencia según situación documentaria. 2007

Fuente: Cerrutti y Maguid (2011) con base en ENI 2007

Los inmigrantes tienen tasas de actividad superiores a los nativos dado el carácter laboral de estos movimientos. La modalidad de la inserción ocupacional presenta diferencias asociadas a la antigüedad migratoria, al nivel de educación y a la situación migratoria. El gráfico 12 indica que existen nichos sectoriales para los inmigrantes que configuran una inserción segmentada en el mercado laboral español, con variaciones de acuerdo al género y al origen. Para los varones de todos los contingentes la pauta común es que el sector que concentra la proporción de mano de obra más elevada es la construcción, aunque el grado de concentración difiere de acuerdo al origen. De acuerdo a Cerrutti y Maguid (2011, páginas 7679 ), “Para los bolivianos, ecuatorianos y colombianos aparece como el nicho dominante, que supera ampliamente las cuotas que se insertan en otras actividades, absorbiendo a casi la mitad de los dos primeros y al 35 por ciento de colombianos. Estos resultados revelan el auge 60

de la construcción en España hasta la crisis de 2008 y, por eso, estos tres grupos que son los que llegaron más recientemente encontraron este nicho como puerta de entrada laboral. Los bolivianos y ecuatorianos se destacan por tener un espectro sectorial más reducido -entre el 78 y 72 por ciento respectivamente se concentra en solo tres ramas: Construcción, Industria y Agricultura- y por ser los únicos que tienen presencia en actividades agrícolas. Los peruanos, colombianos y uruguayos muestran una situación intermedia y una distribución que no difiere marcadamente, donde las tres ramas más significativas concentran alrededor del 60 por ciento. Estos dos grupos tienen en común, que además de trabajar en la construcción, se insertan en la industria, en transporte y comunicaciones 12, el comercio – básicamente en comercio al por menor-, en hoteles y restaurantes, y en actividades financieras e inmobiliarias. Los originarios de la Argentina logran tener acceso a un espectro sectorial más amplio y en consecuencia una menor segmentación: entre ellos el porcentaje que absorben las tres principales ramas de actividad – construcción, hoteles y restaurantes y comercio- se reduce al 51 por ciento. Esto sucede porque además de insertarse en las ramas que comparten los peruanos, colombianos y uruguayos, tienen una cuota cercana al 10 por ciento en la Administración pública, educación, salud y otros servicios sociales, seguramente debido a la mayor representación entre ellos de inmigrantes con mayor antigüedad, con ciudadanía y con alto nivel de educación. En el mundo laboral femenino también se detectan marcadas diferencias en las formas de inserción de acuerdo al origen. La mayor diferencia en el porcentaje que se desempeña como trabajadora doméstica se observa entre bolivianas y argentinas: dos tercios de las primeras se aglutinan en actividades de los hogares frente a un 14 por ciento de las segundas. Como resultado, las originarias de Bolivia logran cuotas reducidas, del 10 por ciento, únicamente en otras dos ramas de actividad: Hoteles y restaurantes y Actividades financieras e inmobiliarias, en contraste con la mayor diversificación sectorial de las argentinas que se reparten con proporciones de parecidas y de alrededor del 17 por ciento en otras 4 ramas (Actividades financieras e inmobiliarias, Comercio, Administración pública /Educación/Salud y otros servicios sociales y en Restaurantes) .

12 Los nacidos en Uruguay no tienen una cuota significativa en esta rama.

61

Hoteles y

Gráfico 18. España. Distribución de los ocupados según rama de actividad por sexo. 2007 Varones

Mujeres

Fuente: Cerrutti y Maguid, 2011 con base en ENI 2007.

“Las uruguayas comparten también esta característica de mayor diversificación y menor concentración en el servicio doméstico. Llama la atención que las peruanas muestren una distribución sectorial más restringida que las colombianas y ecuatorianas (y que sus coterráneos varones). Ellas se concentran, luego del servicio doméstico, en solo dos sectores: la Administración pública/Educación/Salud y otros servicios sociales y en Hoteles y Restaurantes. Las mujeres de Colombia y Ecuador, en cambio, logran proporciones significativas en otras tres ramas: el Comercio, la Hostelería y las Actividades financieras e inmobiliarias”. En relación a la calificación ocupacional, los varones se concentran en ocupaciones manuales calificadas, particularmente entre bolivianos y ecuatorianos. Los argentinos tienen la proporción más alta que trabaja como técnico o profesional universitario, la cual duplica la de los uruguayos y al menos cuadriplica la del resto. Los varones de este origen presentan una inserción polarizada ya que suman un 33 por ciento en los tres grupos de mayor calificación – Directores y gerentes, Técnicos y Profesionales universitarios y de apoyo- porcentaje que prácticamente iguala la de los trabajadores manuales calificados. Por su parte, peruanos y uruguayos presentan proporciones significativas también en ocupaciones en hoteles y restaurantes y los últimos como técnicos o profesionales de apoyo. Las ocupaciones a las que acceden las mujeres son todavía más acotadas que las de los varones, con la excepción de las argentinas. Tres cuartas partes de las bolivianas, el 41 por ciento de las peruanas y más de un tercio del resto trabajan como empleadas domésticas.

REPÚBLICA DOMINICANA

62

La República Dominicana constituye un caso ejemplificador de un país que comparte las dos caras de la migración internacional: es al mismo tiempo receptor y expulsor de población. Por un lado,

la migración haitiana hacia la República

Dominicana constituye el

entro de las migraciones en el Caribe insular, sistema migratorio laboral más importante d tanto en relación a la

magnitud de personas involucradas como al tiempo en funcionamiento

de casi un siglo. Por otro, la emigración de dominicanos fundamentalmente a Estados Unidos y en segundo lugar a España se incrementa desde la segunda mitad del siglo XX y continúa haciéndolo en los primeros años del siglo actual. Así, la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples que levantó la Oficina Nacional de Estadística dominicana en 2007 da cuenta de que el había sido

9,2% de los hogares dominicanos tenía por lo menos a una persona que

miembro residente de ese hogar y estaba viviendo de manera permanente en el

extranjero. a. Inmigración

La migración de haitianos a la República Dominicana data de hace más de un siglo. No obstante, todavía persiste un alto grado de desconocimiento de su magnitud, dinámica y características sociodemográficas y económicas de estos migrantes. Esta situación se debe a que a lo largo de la historia de estos movimientos prevaleció en el país receptor una política restrictiva respecto a esta inmigración que incluso llegó a deportaciones masivas y exterminio de haitianos durante la dictadura de Trujillo. Esta situación provocó que los inmigrantes haitianos se ocultaran a la hora en que se realizaron los relevamientos poblacionales desde el Estado, ya sea censos de población o encuestas a los hogares. Todavía persisten las deportaciones y la imposibilidad de que estos inmigrantes regularicen su situación migratoria por lo que la mayoría están indocumentados; incluso sus descendientes nacidos en República Dominicana no logran obtener su documentación por una reforma reciente a la Constitución Nacional que establece el criterio del ius sanguis para los hijos de los extranjeros. Las políticas discriminatorias y la xenofobia de algunos grupos llevaron

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a que se manejen cifras sumamente exageradas de la cantidad de haitianos (desde 1 a 2 millones, en una población total de alrededor de 10 millones) que superan ampliamente la cifra estimada para el total de emigrantes haitianos, muchos de los cuales se dirigen a Estados Unidos, además de a República Dominicana. De acuerdo a la publicación del Ministerio de Trabajo, Observatorio del Mercado Laboral Dominicano (2011), los cambios del

modelo económico,

de una economía agro-exportadora a

una de servicios abierta hacia el exterior, generó una amplia movilidad de la fuerza laboral dominicana y una migración hacia el exterior que ha dejado espacio a la mano de obra inmigrante, mayormente de origen haitiano. Evolución de los flujos migratorios En ese mismo documento se señala que desde la época colonial se producían movimientos entre ambos países, principalmente en las áreas de frontera dominico-haitiana, en donde se producía una activa circulación de personas entre localidades limítrofes y procesos de asentamiento de diversos tipos. Se distinguen varias etapas de los movimientos migratorios desde Haití, que comienzan a articularse a principios del siglo con la expansión de la economía agroexportadora y la progresiva hegemonía de las corporaciones azucareras. El comienzo de la inmigración laboral haitiana de manera masiva corresponde a los períodos de la simultánea ocupación militar estadounidense de Haití (1915-1934) y República Dominicana (1916-1924). “En Haití los interventores estadounidenses desestabilizaron la agricultura campesina, reprimieron los movimientos campesinos de resistencia y provocaron la emigración, sobre todo a Cuba y República Dominicana. En la República Dominicana los interventores propiciaron la segunda expansión azucarera, el control de parte de los conglomerados estadounidenses de esa actividad, la concentración de vastos terrenos por las corporaciones azucareras y contribuyeron a consolidar y reordenar el sistema inmigratorio estacional de trabajadores” (Páginas 9 y 10 Ministerio de Trabajo, Observatorio del Mercado Laboral Dominicano, 2011). Luego esta inmigración sufre vaivenes vinculados con las políticas internas de ambos países, con las relaciones bi-nacionales de cada etapa y con acontecimientos internacionales,

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como la crisis de 1930 y la segunda guerra mundial que provocaron la disminución de los flujos Haití-República Dominicana. Durante los gobiernos del dictador Rafael Leónidas Trujillo, desde 1930 hasta su asesinato en 1961, se establecen restricciones, deportaciones y hasta la matanza de haitianos en 1937. Con posterioridad, desde mediados de los 80´s hasta mediados de los 90´s se producen cambios políticos y económicos en ambos países: la caída de la dictadura de los Duvalier, padre e hijo, que había durado casi treinta años en Haití, que culminó en una crisis política y económica de ese país y por otro lado, en República Dominicana se produce la crisis del sector agroexportador y la emergencia y expansión de los nuevos ejes de acumulación, las industrias de zona franca y el turismo. Estos cambios contextualizan el aumento de la inmigración haitiana, sobre todo durante la década de 1990, así como la diversificación sectorial de su inserción laboral, que disminuye en las actividades agrícolas de la industria azucarera y va progresivamente aumentando en otros sectores, como la construcción, otras actividades urbanas servicio doméstico, el transporte y el turismo -

el comercio ambulante, el

y en otros cultivos agrícolas diferentes a las

plantaciones de azúcar, como el cultivo del banano y tabaco. Lamentablemente, todavía no están disponibles los datos del Censo de Población de 201013. En cuanto a las estimaciones de la cantidad de inmigrantes en República Dominicana puede decirse que el Censo de Población de 2002 registró 647.741 personas nacidas en el extranjero, pero solamente se conoce el país de nacimiento para el 15 por ciento ya que hubo un 85 por ciento de no respuesta. Con estas enormes limitaciones debe observarse la escasa cantidad de nacidos en otros países que captó este censo: 96.233 de los cuales 61.863 eran nacidos en Haití, lo que representa el 64,3 por ciento del total de nacidos en el extranjero con país declarado. 13 En agosto de 2012, la Oficina Nacional de Estadísticas, con el apoyo del Fondo de Población de Naciones unidas, está levantando la Encuesta Nacional a Inmigrantes (ENI), cuya metodología innovadora permitirá entrevistar a los inmigrantes que residen en cualquier tipo de lugar habitado (viviendas, obras en construcción, locales no destinados para habitación, casillas de guardas, etc.) Además, el trabajo conjunto con las Organizaciones de inmigrantes y con ONG´s e iglesias que trabajan con ellos se espera que logre que respondan sin los temores a ser identificados por la Dirección de Migraciones..

65

Por su parte, la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2007 (Informe General de ENHOGAR, 2007) tuvo una mejor captación de esta población inmigrante. Así, se registraron cerca de 205.000 inmigrantes, de los cuales el 78 por ciento eran de origen haitiano. No obstante, en el mismo Informe, la Oficina Nacional de Estadística señala que “la cifra del año 2007 puede estar

subestimada debido a la conducta de ocultamiento que tienen

los inmigrantes de Haití, para evitar ser detectados por las autoridades migratorias. En entrevistas en profundidad realizadas a directivos de organizaciones no gubernamentales y de las iglesias que brindan asistencia a los haitianos, se manifestó que una de las estrategias seguidas por los haitianos era la permanente movilidad residencial en función de las oportunidades de trabajo, así como también residir dentro de los establecimientos de trabajo, los cuales no forman parte del marco muestral de la ENHOGAR-2007. Por esta razón, se espera que la población inmigrante sea mayor a la encontrada en esta encuesta” (Página 90, ONE, Informe General de ENHOGAR, 2007). Conviene aclarar que uno de los lugares donde habitan estos inmigrantes no cubiertos por la Encuesta son las obras en Construcción. En el cuadro 1 se aprecia el enorme predominio de los haitianos entre los inmigrantes (78%) y luego, muy lejos de ellos están los nacidos en Estados Unidos (11 %) y los sudamericanos (5 %). Cuadro 1: República Dominicana. Distribución relativa de los nacidos en el extranjero por país de nacimiento. 2007 País de nacimiento

Total

Haití Estados Unidos España Sud América Centro América y otros Norte América Otros Caribe Otros Europa Asia Fuente: ONE, ENHOGAR 2007

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100.0 78.0 11.4 2.0 4.8 0.3 1.1 2.0 0.4

La misma Encuesta muestra que la presencia femenina es muy escasa entre los inmigrantes, en su mayoría haitianos, ya que el 58 por ciento son varones. La distribución por edades muestra una concentración en las edades centralmente activas (un 37 % tiene entre 15 y 29 años y un 32 % tiene entre 30 y 59 años) y aparece un porcentaje significativo de menores de 25 años que representan un 23 por ciento, como contraste con los mayores de 60 años que se reducen a un 8 por ciento. En cuanto a la antigüedad migratoria, el 29 por ciento había llegado hace menos de 5 años; el 18 por ciento entre los 5 y los 9 años y, el 29 por ciento hace más de 10 años, existiendo una alta proporción con período de llegada desconocido (24%). En el cuadro 2, que reproduce el publicado por la ONE a partir de la ENHOGAR 2007, pueden verse distintas características de los inmigrantes y de sus hogares. El 63 por ciento de los inmigrantes residía en el área urbana y mayoritariamente en el Distrito Nacional y Santo Domingo, y el 37 por ciento en el área rural. Cuadro 2: República Dominicana. Características de los inmigrantes y de los hogares. 2007. Características Total general CARACTERÍSTICAS GEOGRÁFICAS Zona Urbana Rural Estrato Distrito Nacional y Santo Domingo Otras ciudades de 100 mil y más habitantes Resto urbano Rural

Inmigrantes 204,948

Porcentaje 100.0

128,504 76,444

62.7 37.3

63,539 29,299

31.0 14.3

35,666 76,444

17.4 37.3

Hombre Mujer

71.6 58,175

28.4

146,773

Nivel educativo del jefe o jefa del hogar Ninguno o inicial Básico o primario Medio o secundario Superior o universitario 67

52,998 93,830 33,705 22,445

25.9 45.8 16.4 11.0

Post Grado

1,970

1.0

Quintiles de riqueza Grupo más pobre Segundo grupo Grupo intermedio Cuarto grupo Grupo más alto

87,547 38,377 24,621 18,541 35,862

42.7 18.7 12.0 9.0 17.5

Fuente: ONE, ENHOGAR, 2007

El 71,6 por ciento de ellos vivía en hogares con jefe varón. Respecto al nivel educativo, es alarmante que casi en el 72 por ciento de los hogares el jefe o la jefa tuviera como máximo educación primaria o básica. Asimismo el nivel de pobreza de estos hogares se refleja en que el 43 por ciento pertenece al grupo socioeconómico más bajo.

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA Junto con Argentina, Venezuela fue uno de los países de América Latina que recibió mayores contingentes de inmigrantes de ultramar entre fines del silo XIX y las primeras décadas del siglo XX. De ahí la presencia de españoles y portugueses sobrevivientes de aquellos movimientos. Entre los inmigrantes latinoamericanos, los colombianos llevan el protagonismo desde hace larga data. También Venezuela tiene como contracara un importante volumen de emigrantes en Estados Unidos y, aunque en menor medida, también en España. a. Inmigración

La llegada de latinoamericanos y en particular de colombianos tuvo su máxima expresión durante la década de 1970, cuando prácticamente se triplicó el stock de inmigrantes de ese origen. A ello contribuyeron, además de los conflictos armados en Colombia, las transformaciones asociadas al aumento de los precios del petróleo en Venezuela, país que adoptó políticas de reclutamiento de inmigrantes profesionales y trabajadores especializados durante los 70’s. En esa década las condiciones de casi pleno empleo y las altas retribuciones a

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los profesionales y técnicos contribuyeron convertirlo en un país de atracción (Pellegrino, 2003). Durante la “década perdida” de 1980 hubo una disminución de la migración intrarregional, que afectó a Venezuela así como a la Argentina. Evolución de los flujos migratorios Al observar los cambios en el impacto de los inmigrantes en la población total de Venezuela (cuadro 1), se comprueba que la magnitud de las corrientes que llegaron durante la década de 1970 hicieron que el censo de población de 1981 registrara que los inmigrantes representaban el 7 por ciento del total poblacional, porcentaje más alto de la serie histórica. En esa fecha los iberoamericanos constituían el 82 por ciento de los inmigrantes y dentro de ellos, si bien los latinos eran mayoría, todavía tenían una presencia no menor los españoles y portugueses. Luego estos dos orígenes van perdiendo importancia debido a la mortalidad mientras los latinoamericanos aumentaban su representación. Por ahora sólo está disponible del último censo de población de 2011 la proporción que representan los extranjeros en la población total, que se reduce a un 4,2 por ciento. Cuadro 1. Venezuela. Porcentaje de nacidos en el extranjero y de iberoamericanos en diferentes fechas censales. 1981-2011 Año

Población total

Nacidos en el extranjero sobre población total

Porcentaje de Nacidos en nacidos en países de países de Iberoamérica América sobre total de Latina sobre nacidos en el total de extranjero (1) iberoamericanos

Nacidos en España sobre total de iberoamericanos

Nacidos en Portugal sobre total de iberoamericanos

1981 14.516.735 7,4 82,0 73,0 16,4 10,6 1990 18.105.265 5,7 81,3 79,3 12,5 8,2 2001 23.054.210 4,4 85,9 85,1 8,7 6,1 2011 27.150.095 4,2 … … … … (1) Incluye a los nacidos en Portugal Fuente: CEPAL/CELADE, Programa de Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA); INE, Primeros resultados Censo 2011.

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El gráfico 1 y el cuadro 2 muestran la cantidad de inmigrantes de cada origen y el alcance de su crecimiento en las tres últimas décadas del siglo XX. Los colombianos se destacan por su magnitud (alcanzan la cifra de 608.691 personas en 2001) y porque no detuvieron su crecimiento, que fue algo más alto durante los años 90´s ya que la década anterior fue la de la crisis de la deuda. Los oriundos de Perú y Ecuador les siguen lejos en importancia y crecieron a un ritmo similar. En cambio, argentinos, chilenos, bolivianos y dominicanos pareciera que dejaron de llegar a Venezuela porque disminuye su cantidad entre 1990 y 2001. Lógicamente, los españoles y otros europeos van decreciendo en el tiempo por tratarse de grupos envejecidos y de una migración que no se ha ido renovando. Llama la atención el aumento de los africanos que aunque todavía conforman un grupo reducido (14.559 en 2001) crecen más de 4 veces entre 1990 y 2001.

Grafico 1. Venezuela. Cantidad de inmigrantes por país de nacimiento. 1981, 1990 y 2001.

Fuente: OIM, Perfil Migratorio de Venezuela-Informe final. 2012

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Cuadro 2 Venezuela. Cantidad y crecimiento de la población nacida en el extranjero por país de nacimiento. Censos de 1981, 1990 y 2001.

Fuente: OIM, Perfil Migratorio de Venezuela-Informe final. 2012

Como resultado de la magnitud de cada origen, los colombianos son mayoría ya que representan el 60 por ciento. Les siguen los españoles, portugueses e italianos que todavía tienen cuotas entre el 7 y el 5 por ciento. Entre los latinoamericanos, después de Colombia aparecen muy lejos, los nacidos en Perú y en Ecuador (que representan el 4% y el 3% respectivamente), mientras que es mínima la presencia de los otros migrantes intrarregionales.

Gráfico 2 Venezuela. Composición de la población nacida en el extranjero, 2001

Fuente: Perfil Migratorio de Venezuela - Informe final. Con base en: 2001: INE, XIII Censo General de Población y Vivienda, Tabulaciones Básicas;

Antigüedad de la inmigración

Lamentablemente y como sucede para otros países, los datos censales de 2001 sobre antigüedad de la migración tienen un alto porcentaje de ignorados. No obstante, el gráfico 3 refleja claramente las tendencias observadas. Los originarios de países europeos han llegado en su mayoría antes de 1970. La mayor parte de los latinoamericanos durante la década de 1970, aunque algunos como los originarios de Cuba, Colombia, Ecuador y Perú presentan una proporción significativa que llegó entre 1990 y 2001. Vale la pena destacar la llegada más reciente de los originarios de China.

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Gráfico 3. Venezuela. Población nacida en el extranjero según período de llegada al país 2001.

Fuente: Perfil Migratorio de Venezuela-Informe Final, 2012 con base en INE, Censo Nacional de Población y Vivienda 2001.

Características sociodemográficas de los inmigrantes La presencia femenina no sobresale entre los iberoamericanos, quienes en conjunto denotan cuotas parejas de varones y mujeres en 2001. Son los originarios de República Dominicana los que tienen una alta presencia femenina, ellas constituyen el 61 por ciento de estos inmigrantes. Otros grupos con mayoría de mujeres son los colombianos y ecuatorianos (ver gráfico 4).

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Gráfico 4. Venezuela. Porcentaje de mujeres entre los nacidos en el extranjero por país de nacimiento. 2001 49,8 52,2 44,5 51,7 47,9 60,6 49,7 47,2 42,6 0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0 100,0 Total Colombia Perú Ecuador Chile República Dominicana Resto América

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España Otros países

Venezuela, 2001 Fuente: INE, Censo General de Población 2001, Venezuela.

Como se muestra en el gráfico 5, los varones y mujeres de todos los colectivos de América Latina presentan una altísima concentración en las edades potencialmente activas (15 a 64 años) indicando, una vez más, la motivación laboral de estos movimientos. Al mismo tiempo, tienen una proporción reducida de menores de 15 años y de adultos mayores, lo que esboza una migración bastante reciente y de tipo individual ya que muy pocos han migrado con sus hijos menores o han podido reunificarlos en Venezuela. Lógicamente, los españoles, por su antigüedad, tienen un alto porcentaje con 65 años y más.

Gráfico 5 Venezuela. Composición de la población nacida en el extranjero por sexo según grupos de edad. 2001

En cuanto al nivel de educacion de los inmigrantes de cada país, en el gráfico 6 se reflejan las marcadas diferencias según el origen. Entre los nacidos en América Latina, tanto los varones como las mujeres de Chile y Argentina denotan la mayor proporción con 10 años o más de estudios, seguidos de cerca por peruanos y después por los cubanos.

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En el colectivo con mayor presencia, los colombianos, esta proporción se reduce a menos de un 30 por ciento lo que los coloca en una situación desventajosa incluso respecto a los ecuatorianos y dominicanos. Gráfico 6. Venezuela. Porcentaje de población inmigrante con 10 años o más de instrucción aprobados según sexo por países seleccionados. 2001.

Fuente: Perfil Migratorio de Venezuela-Informe Final, 2012 con base en INE, Censo Nacional de Población y Vivienda 2001.

El perfil educativo de los colombianos tiene consecuencias en su inserción laboral: aunque más de un tercio trabaja en ocupaciones operativas calificadas, ellos son los que tienen la mayor cuota desempeñando trabajos no calificados frente a una muy reducida que lo hace como profesionales o directores/ gerentes (ver gráfico 7). Como aparece en el gráfico 8, la mayoría de los contingentes latinoamericanos con mayor presencia en Venezuela trabaja como empleado u obrero, aunque su grado de asalarización no es tan alto como la que denotan los inmigrantes en otros países. Esto se debe a que también hay una proporción relevante que lo hace como cuentapropista. Por otra parte, al tener solo resultados para el total de ambos sexos, la cuota de colombianos y ecuatorianos en el servicio doméstico (12%) debe observarse con recaudos porque seguramente es mucho más alta entre las mujeres. Gráfico 7 Venezuela. Distribución de los inmigrantes ocupados segun grupo de ocupación. 2001

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Gráfico 8 Venezuela. Distribución de los inmigrantes ocupados segun categoría ocupacional. 2001

2.4

La emigración desde los países latinoamericanos14 A continuación se presenta la cantidad de emigrantes de los 14 países seleccionados

para este estudio en Estados Unidos y en España en 2010 y 2011 respectivamente y, para el caso de la migración intrarregional sólo se dispone de los datos de la ronda de censos de 2001. En ese sentido el volumen de esta migración no es comparable con la de los dos países extra regionales y podría están sobre o subestimada. Recién cuando se disponga de datos de todos los censos de alrededor de 2010 de los países de América Latina se podrá conocer la cantidad efectiva. EMIGRANTES DE ARGENTINA

Grafico 2. 1 Argentina. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

Como puede verse en el gráfico 2.1 los argentinos han preferido emigrar a España durante la última década y como resultado la cantidad de este origen en el país europeo es casi dos veces (un 70% mayor) que el que está en Estados Unidos en 2010. La migración intrarregional es mayor que la que se dirige a Estados Unidos y menor que la que se dirigió a España, aunque la cifra corresponde a alrededor del 2000 y en consecuencia puede estar sobre o subestimada. De acuerdo a los datos de IMILA para alrededor del 2000, la mayoría de los argentinos estaban en Paraguay, Chile, Brasil, Bolivia y Uruguay, es decir en los países limítrofes. Pero esta estimación está sesgada por el hecho de que los hijos que los 14 El análisis demográfico de las comunidades de emigrantes latinoamericanos fue realizado en el punto 2.1 de este mismo capítulo, referido a la inmigración en España.

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originarios de estos 5 países tuvieron en la Argentina antes de volver a su lugar de origen, son contabilizados en los censos como originarios del país de nacimiento. O sea que hay muchos argentinos que en realidad son hijos de migrantes de retorno. EMIGRANTES DE BOLIVIA Gráfico 2.2 Bolivia. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000. Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

Los bolivianos tienen como destino preferido a otro país de América Latina, con un 30 por ciento más que en España. El país preferido es la Argentina, donde actualmente hay muchos más bolivianos que en 2000, de acuerdo a la información de su último censo de población de 2010, por lo que se puede asumir que es más alta aún su predilección por moverse dentro de la región (gráfico 2.2) Ya se mencionó el fenómeno novedoso del incremento de inmigrantes bolivianos en España a partir de los primeros años de este siglo. Esta tendencia se traduce en que actualmente hay un 60 por ciento más en España que en Estados Unidos.

EMIGRANTES DE BRASIL Gráfico 2.3 Brasil. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

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Los brasileños continuaron eligiendo a Estados Unidos como su principal destino. En 2010 los que residían en ese país eran 2 veces y media más que los que lo hacían en España y el doble de los que habían emigrado a otro país latinoamericano alrededor de 2000. El contingente en otros países de la región era superior ya a inicios de este siglo que los que viven en España diez años después. En este caso el principal destino intrarregional es Paraguay y en segundo lugar la Argentina.

EMIGRANTES DE CHILE

Gráfico 2.4 Chile. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

Los chilenos tenían como destino principal a otros países latinoamericanos. En este caso el número que migró dentro de la región alrededor del 2000 es 4 veces más alto que el registrado en España en 2011 y 3 veces superior al de Estados Unidos en 2010. Los emigrantes intrarregionales se localizan mayoritariamente en Argentina, aunque como se señaló en la parte de inmigración de ese país la llegada de chilenos se detuvo a partir de 1990 e incluso disminuyó el stock en 2010.

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EMIGRANTES DE COLOMBIA

Gráfico 2.5 Colombia. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

Los colombianos muestran cifras muy elevadas de emigrados en el resto de Latinoamérica, en Estados Unidos y en España. No obstante, su migración histórica a Venezuela produce un enorme stock en ese destino, que contribuye al volumen de la migración intrarregional; estos emigrantes en 2000 casi duplican a los que están en España y es un 12 por ciento mayor que los que viven en Estados Unidos.

EMIGRANTES DE ECUADOR

Gráfico 2.6 Ecuador. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

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La cantidad de emigrantes ecuatorianos que en 2011 reside en España es levemente superior a la de por si elevada cifra que lo hace en Estados Unidos y es casi 9 veces más alta que la correspondiente a los emigrantes intrarregionales. En América Latina, pero muy alejadas de las magnitudes anteriores, el principal destino es Venezuela y en segundo lugar Chile.

EMIGRANTES DE REPÚBLICA DOMINICANA

Gráfico 2.7 República Dominicana. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

La ubicación geográfica de la República Dominicana, muy próxima en El Caribe a Puerto Rico y no lejos de Estados Unidos, contribuye a explicar la preferencia de sus emigrantes por ese país del norte. Los dominicanos en Estados Unidos alcanzan una cifra 6 veces mayor que la correspondiente a España, aunque como se vio, en este último país han tenido una presencia creciente, con mayoría de mujeres. Los principales países de destino en América Latina son Venezuela y Panamá.

EMIGRANTES DE COSTA RICA

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Gráfico 2.8 Costa Rica. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

La emigración no es un fenómeno demasiado relevante para Costa Rica ya que sus emigrantes apenas representan el 2 por ciento de su pequeña población. La gran mayoría (casi 82.000 emigrantes) residían en 2010 en Estados Unidos. La reducida cuota en el resto de América Latina se reparte entre Nicaragua y Panamá, ambos países que limitan con Costa Rica. El sesgo de considerar costarricenses a los hijos de los emigrantes retornados a esos dos países porque los tuvieron en territorio de Costa Rica, provoca una sobre estimación de emigrantes (lo mismo sucede con los registrados como argentinos en Paraguay y en Chile).

EMIGRANTES DE PARAGUAY

Gráfico 2.9 Paraguay. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, Censo 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000. Nota: La cantidad de inmigrantes paraguayos en Estados Unidos fue tomado de Censo 2010, que indaga origen hispano y no país de nacimiento, debido a que en la American Community Survey 2010 no están desagregados los inmigrantes nacidos en Paraguay.

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Los paraguayos tienen como principal destino a la Argentina y, como se vio anteriormente, su volumen es bastante mayor al mostrado en el gráfico 9.1 porque se incrementaron notablemente entre 2001 y 2010 en ese destino. Si bien el destino histórico y casi exclusivo era ese país limítrofe, vale la pena destacar que gracias a su aumento en España durante los primeros años de este siglo, actualmente tienen casi 90.000 emigrantes en ese receptor europeo.

EMIGRANTES DE URUGUAY Gráfico 2.10 Uruguay. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000. Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000

La emigración de uruguayos viene de larga data y a pesar de que su volumen es reducido ha tenido un impacto importante en la sociedad de origen. Dado que se trata de una población pequeña la emigración es un componente importante de su escaso crecimiento poblacional al punto de que en determinados períodos llegó a producir más pérdidas que la mortalidad. De acuerdo a Pellegrino (1995), Uruguay ha tenido por décadas una “cultura emigratoria”, originada en que la visión de futuro y expectativas de progreso entre los jóvenes se ve limitada por la cortedad del territorio entre otros factores. Los uruguayos tenían como destino principal a su vecina Argentina, por eso el predominio de su volumen intrarregional. No obstante que estos flujos se atenuaron a partir de la década de 1990, todavía la mayor parte de sus emigrantes viven en ese destino. Entre las opciones fuera de la Región, España es la primera con un stock que supera en un 70 por ciento al de Estados Unidos. EMIGRANTES DE VENEZUELA Gráfico 2.11 Venezuela. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

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Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

Venezuela es uno de los países que ejemplifica más notablemente su doble carácter de receptor – fundamentalmente de colombianos – y de expulsor de una cantidad significativa de emigrantes. La mayor parte de los que se fueron residen en Estados Unidos y en segundo lugar en España. En el primer país la cantidad supera levemente a la de España pero es dos veces y media más alta que la de migrantes intrarregionales. Entre los principales destinos en América Latina se encuentran su vecina Colombia y con cifras mucho menores el Uruguay (situación que podría deberse a los emigrantes colombianos

y uruguayos, que retornaron a sus países de origen con hijos nacidos en

Venezuela). EMIGRANTES DE MEXICO Gráfico 2.12 México. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

México constituye el mejor ejemplo de un país donde la emigración, además de ser notoriamente predominante es de tipo unidireccional, ya que el país exclusivo de destino es su vecino del Norte, Estados Unidos. Hay casi 12 millones de mexicanos en Estados Unidos en 2010, que representan más del 10 por ciento de la población total de México. El peso de la emigración contrasta fuertemente con la mínima presencia de inmigrantes que totalizan 961.121 personas según el censo de población mexicano de 2010, menos del 1 por ciento de su enorme población.

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EMIGRANTES DE PERÚ Gráfico 2.13 Perú. Emigrantes internacionales en Estados Unidos 2010, España 2011 y América Latina circa 2000.

Fuente: USA Census Bureau, American Community Survey 2010; España, Instituto Nacional de Estadística, Padrón Municipal 2011; CEPAL/CELADE, Investigación sobre la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), ronda censos 2000.

Los peruanos en el exterior se concentran en Estados Unidos con algo más de 400.000 personas en ese destino, cifra que duplica a los que emigraron a España o al resto de América Latina. A principios del siglo, el principal país receptor dentro de Latinoamérica es la Argentina, y el número de inmigrantes peruanos en ese destino se ha incrementado significativamente en 2010. Luego aparecen Chile y Uruguay como receptores de estos migrantes.

3. La cuestión cultural: el fenómeno migratorio en tres países latinoamericanos15 Las Ciencias Sociales en general y la Sociología con especial énfasis, han dedicado y dedican parte de su extensa producción en torno a las desigualdades sociales. Desde enfoques teóricos diversos, desde los hemisferios norte y sur, con una impronta más empírica unos, más teórica otros, el tratamiento de las desigualdades ha sido y es relevante para la literatura 15 En este capítulo, elaborado a partir de información secundaria obtenida a partir de documentos y bibliografía, se apelará a referencias empíricas de tres países: Argentina, Brasil y Costa Rica. Representan a los subcontinentes sudamericano y centroamericano, con sus diferencias culturales, históricas, migratorias, climáticas y geopolíticas, entre otras. Argentina y Brasil con una fuerte tradición migratoria, dentro de la cual la de origen latinoamericano ha sido y es motivada por cuestiones de pobreza y búsqueda de mejores respuestas en el mercado laboral. En Costa Rica, si bien actualmente las razones son muy similares, hay una tradición reciente basada en razones políticas y en menor medida climática.

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sociológica. La desigualdad ha tenido, como objeto de estudio, diferentes estrategias de abordaje, como inherente a las clases sociales y su conflictividad, como expresión de la acumulación de la riqueza y la concentración del poder tanto al interior de los países como en el marco de las relaciones internacionales, como resultado de la dinámica del mercado de trabajo, como obstáculo de acceso a la instrucción y capacitación profesional, entre otras estrategias. Sin embargo, menos extensa y variada es la producción sociológica referida a la diversidad étnica y menor es, aún, la que trata la desigualdad desde las relaciones interculturales. Con este artículo pretendo involucrarme en esta problemática. Para ello, se parte aquí de un supuesto que refiere a la configuración de un complejo proceso social, económico y político en el que intervienen cuatro factores. En primer lugar, huellas históricas e ideológicas que hacen a la identidad nacional de la sociedad como totalidad. En segundo lugar, el Estado implementando políticas cuyo objetivo es administrar la diversidad étnica y haciéndolo en la escuela primaria y secundaria como políticas socializadoras, en la justicia como políticas sancionadoras de los ilegalismos, en las fuerzas de seguridad como políticas represivas y en distintos organismos de gobierno como políticas reguladoras de las diferencias. En tercer lugar, los mercados nacionales e internacionales como reproductores del sistema capitalista, dinamizando los procesos migratorios y las grandes concentraciones de población en condiciones de marginación y contribuyendo a consolidar una sociedad de clases organizada con criterios de exclusión y fomentando cada vez más la existencia de poblaciones en niveles extremos de privación económica y marginación social y creando para los sectores medios, alternativamente, ciclos de estabilidad e inestabilidad económica. Y en cuarto lugar, los medios masivos de comunicación como reproductores y legitimadores de la naturalización de este complejo proceso.

3.1

Interpretando las migraciones externas desde la perspectiva intercultural

Un extranjero es portador de señales que le otorgan identidad, que lo diferencian, su lenguaje, sus características fenotípicas, sus rituales religiosos, sus costumbres tanto cotidianas como eventuales, etcétera. Sin embargo, ese extranjero se constituye en migrante externo, cuando se reconoce como tal o cuando produce señales que lo identifican y que se expresan a través del tiempo en diferentes ámbitos que recorre, por ejemplo el laboral, el vecindario, la

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escuela u otras instituciones. Pero hay otro conjunto de características propias de su condición que no se traducen en señales, en otras palabras, que no adquieren visibilidad. Se trata de la ruptura parcial o total de los lazos que construyera en su lugar de origen, al diseño de nuevas estrategias de vida cotidiana en la sociedad receptora, a la reconsideración de su organización familiar, a la búsqueda de condiciones y espacios que le permitan preservar su identidad nacional o étnica, a la percepción de la diversidad no como categoría de análisis sino como marco que establece los límites entre lo nativo o local y lo extranjero, en fin todas aquellas características invisibles a la mirada de la sociedad hospitante pero, que junto a las características reconocibles, a las señales, hacen de ese actor social un migrante externo. Este amplio y variado conjunto de atributos condicionan sus diferentes modos de relacionarse, no solo porque lo orientan, y a veces, lo determinan en sus diferentes modos de producir, sino porque, además, lo posicionan frente al otro y frente al nuevo marco institucional e histórico en el que se encuentra involucrado. Su condición de migrante conlleva la necesidad de construir nuevos lazos, que suelen estar afectados por los espacios, instituciones, momentos y la estructura de clases en que se configuran, para solo mencionar algunas de las grandes categorías sociales espacio-temporales que lo contienen, condicionan o disciplinan. De este modo, el migrante va integrándose a esa trama densa de relaciones sociales y dentro de ellas a las particulares relaciones interculturales. Incursionar en este concepto implica abordar significados e interpretaciones diferentes atravesadas por distintas tradiciones o campos del conocimiento: al respecto se hace referencia a un tipo de relación social que se da en el marco de la diversidad sociocultural, quizá sea ésta la única referencia consensuada, universalmente aceptada. A partir de aquí es necesario ser conceptualmente explícito. Desde una perspectiva liberal o neoliberal se pueden concebir las relaciones interculturales como portadoras de coexistencia y consensos entre sistemas culturales diferentes, como una madura expresión de los tiempos que tocan vivir. Desde otra perspectiva, que antagoniza con la liberal, por ejemplo la que expresa García Canclini (2006: 125) “interculturalidad remite a la confrontación y el entrelazamiento, a lo que sucede cuando los grupos entran en relaciones e intercambio (…) implica que los diferentes son lo que son en relaciones de negociación, conflicto y préstamos recíprocos” y desde un enfoque similar a éste, pero más determinante y conectado a una perspectiva histórica, Wallerstein (1988) considera que las relaciones interculturales son uno de los principales factores intervinientes en la actual crisis en el mundo, más aún, otorga una gran centralidad a la conflictividad étnica para interpretar la crisis del sistema mundial. 86

El fenómeno de las migraciones externas y la diversidad nacional o étnica que ellas generan son inherentes a todas las sociedades contemporáneas, más aún, podríamos decir que son habituales, fácilmente reconocibles o, en términos durkheimianos, manifestaciones normales de nuestro tiempo. Pero este complejo fenómeno conlleva una característica que lo identifica, referirse a la diversidad nacional o étnica implica reconocer la existencia de diferencias culturales, las que a su vez advierten acerca de articulaciones de diferente tipo – armónicas o conflictivas- entre los colectivos migrantes y los colectivos nativos. La cuestión intercultural se ha constituido en un tema de atención ineludible por parte de los Estados. El concepto de diversidad es de uso muy extendido y reiterado en cuestiones vinculadas a las migraciones, como así también a estudios sobre xenofobia, discriminación o prejuicio. Sin embargo, lo extendido y reiterado de su uso no evita su polisemia. En un sentido, remite a la existencia de diferencias entre las partes que componen un todo. Se reconoce que una sociedad, una institución o un grupo social son culturalmente diversos, cuando están integrados por actores sociales de orígenes étnicos, nacionales, regionales, etcétera distintos, cuando no componen un todo culturalmente homogéneo sino que se lo identifica como culturalmente plural o heterogéneo. En estos casos se considera que dicho agrupamiento social es una expresión del pluralismo cultural, en el cual la diversidad no es una condición generadora de conflictos, contrariamente, esta consideración representa una mirada positiva y armónica de la diversidad cultural. Pero, desde otra perspectiva, el concepto de diversidad cultural puede asociarse al disenso, quizás, en una interpretación más dinámica incluye la diferencia, pero en condiciones inestables, no armónicas. Considerar la diversidad como disenso, y no como integración equilibrada de actores sociales diferentes, implica aceptar que esas diferencias se posicionan como contrarios. Es posible seguir considerando al todo culturalmente heterogéneo, pluralista, pero en tensión. La primera de las consideraciones formuladas apunta a una expresión equilibrada, armónica, de las diferencias, la segunda explicita que éstas coexisten en un estado de inestabilidad, de desequilibrio. Ahora bien, una tercera consideración del concepto de diversidad cultural reconoce la diferencia entre las partes, acepta la relación entre ellas como inestable, pero señala, además, que el núcleo que articula al todo crea condiciones tales que las partes confrontan desde condiciones desiguales. No hay una tensión entre pares, entre iguales, como es el segundo caso que he mencionado, sino que es la desigualdad entre ellos la que otorga sentido a esa diversidad. Más aún, la diversidad cultural se la identifica por la confrontación entre desiguales, por la asimetría, por 87

las relaciones de poder que atraviesan a los actores involucrados. En este caso diversidad no se homologa a diferencia sino a desigualdad, por ejemplo, de oportunidades, de participación en el mercado de trabajo, de acceso a servicios de salud, educación o vivienda, de derechos, etcétera. Wieviorka (2002: 226) plantea en el mismo sentido que “la diferencia cultural se combina con fuertes desigualdades sociales (…) las dos dimensiones –la social y la culturalparecen reforzarse mutuamente”. En las dos primeras consideraciones, el concepto de diversidad es enriquecedor, potencia las relaciones entre los individuos, en la última consideración instala un escenario de lucha, de antagonismo, de apropiación material y/o simbólica. Ahora bien, la noción de tensión, tanto integrando relaciones simétricas como de dominación, es portadora de dos tipos diferentes. Hay un conjunto de tensiones simbólicas vinculadas a las costumbres, la religiosidad, las tradiciones. Se ubican aquí todas aquellas tensiones surgidas a partir de la presencia de un código social y cultural que divide lo que debe ser de lo que está desviado, que predica acerca de los ilegalismos a través de un discurso disciplinador. Son tensiones que contienen antinomias del tipo propio-ajeno, argentinidadextranjeridad, nuestra cultura-culturas extranjeras, identidad nacional fuerte-identidad nacional débil, etcétera. Son tensiones que ven en la mezcla de culturas un obstáculo al fortalecimiento de la identidad de un pueblo, a la construcción de su identidad nacional. Se encuentran en estado latente y no son fáciles de observar, denunciar ni identificar. El discurso multiculturalista, difundido principalmente en el mundo occidental, que admite, enaltece, la diversidad de culturas proponiendo políticas que finalmente promueven la discriminación y según García Canclini (2006: 178) “prescribe cuotas de representatividad en museos, universidades y parlamentos, como exaltación indiferenciada de los aciertos y penurias de quienes comparten la misma etnia o el mismo género”, se ha naturalizado como discurso y en tanto tal no acompaña, no aprueba, ninguna expresión discriminatoria basada en las diferencias culturales, es un discurso que levanta las banderas de la tolerancia intercultural pero, patéticamente, no se reproduce en políticas profundamente antidiscriminatorias. Este discurso expresa lo que se debe decir sobre los “otros”, lo que está permitido decir socialmente sobre lo ajeno, deslegitimando cualquier expresión discriminatoria, pero no ha construido políticas acerca de cómo erradicar las motivaciones y las condiciones que hacen que las representaciones sociales discriminatorias sigan vivas, latentes, pero vivas. Es por ello que las tensiones simbólicas, si bien desautorizadas por el discurso multiculturalista, están vigentes, 88

expectantes y en estado de pureza. Ante cualquier escenario que las autorice, cualquier hecho político o económico que ubique a los extranjeros en algún lugar conflictivo, real o especialmente construido, frente a la sociedad receptora, podrá transformar estas tensiones simbólicas en acto. A un segundo conjunto de tensiones interculturales las llamaré económicas. Estas tensiones surgen como consecuencia de la participación de nativos y migrantes en el mercado de trabajo, en el sistema productivo y a sus diferentes modos de apropiación de bienes y servicios. Son más fácilmente observables que las simbólicas, suelen formar parte del discurso del poder político de turno y de algunos medios de comunicación. Suelen manifestarse en discursos desde el poder político, las fuerzas de seguridad, corporaciones empresarias y gremiales y desde algunos medios, en torno a la culpabilidad de los migrantes externos respecto a los altos índices de desocupación y pobreza, crisis en los servicios hospitalarios y educacionales públicos por excesiva prestación a poblaciones migrantes, presencia o aumento del delito, ocupación indebida de los espacios públicos, deterioro en el valor de la tierra o la vivienda en ciertas áreas rurales o urbanas, etcétera. Son tensiones con anclajes en la realidad cotidiana, en lo inmediato, más que referirse a lo que debe ser, como es el caso de las simbólicas apela a la ecuación de ganancias y pérdidas materiales, a lo riesgoso de la presencia del “otro”, a la competencia entre “nosotros” y los “otros”. Se reitera el modelo de las antinomias propio-ajeno, argentinidad-extranjeridad, seguridad-inseguridad, pero referidas a cuestiones tratadas como objetivas, resultantes de descripciones de lo que se percibe como realidad y que son utilizadas como fundamentación racional de la tensión intercultural. Cuando se dice del migrante externo que es un ilegal, que ha llegado para ser explotado, que trabaja “por la mitad de precio” o que “no tiene condiciones de trabajador”, no hay conciencia de que se le inferioriza, estigmatiza, se asume, contrariamente, que se está haciendo una caracterización adecuada al sujeto descrito, equivalente a la realidad, más aún, se considera que tales características son empíricamente comprobables, irrefutables. En las tensiones simbólicas se advierte acerca de su estado latente, en las tensiones económicas advierto acerca de su naturalización que, si bien son visibles se decodifican como normales, aceptables, propias de la realidad en que se vive. Ambos conjuntos de tensiones se intersectan de modo tal que las económicas legitiman a las simbólicas, observándose muy lejana la posibilidad de tomar conciencia acerca de la grave conflictividad en el tratamiento de la diversidad cultural. Este estado tensional de las relaciones interculturales, con algunos 89

contenidos latentes y otros naturalizados, consolida cada vez más el modelo dicotómico de los excluidos y los excluidores, modelo que es portador de una confrontación de base simbólica y otra económica. Es un modelo en el que las relaciones interculturales se constituyen en relaciones sociales de dominación, con dominados y dominadores, pero escindido de la conciencia colectiva, de modo tal que las diferencias entre unos y otros se transforman en desigualdad, en relaciones asimétricas, legitimadas, institucionalizadas. Esta escisión de la conciencia impide ver que la diversidad es portadora de vulnerabilidad, hay cuestiones socialmente aceptadas acerca de las diferencias nacionales y étnicas, que deberían ser tratadas como socialmente vulnerables, me refiero, entre otras, a la idea de que la mezcla de culturas debilita la llamada identidad nacional o que el ingreso de extranjeros al mercado de trabajo local es perjudicial para los trabajadores nativos o que la condición de indocumentado (término que prefiero al de ilegal) se asimila a desviado, marginal o que los niños migrantes son niños limitados intelectualmente o con retrasos de aprendizaje, etc. En este modelo de dominación los diferentes padecen no solo por su condición étnica o nacional sino también, como expresa García Canclini (2006), porque son “desempleados, pobres, migrantes indocumentados, homeless, desconectados”. Luchan para que “no se atropelle su diferencia ni se los condene a la desigualdad, en suma, ser ciudadanos en sentido intercultural”. La cuestión intercultural, en Latinoamérica, forma parte de su propia identidad, de su historia como de su presente, lo cual le otorga un status preferencial al momento de analizar social, económica y políticamente esta extensa área del continente. Más aún, no se puede, desde cierta mínima dignidad académica en el campo de las ciencias sociales, estudiar la realidad latinoamericana sin dar cuenta de esta cuestión. Sin embargo, esto no significa que esté ante un fenómeno simple, todo lo contrario, se trata de una cuestión compleja y atravesada por diferentes circunstancias. En primer lugar, la interculturalidad latinoamericana es el resultado de procesos endógenos en el que participan los pueblos originarios o indígenas de la región, con sus particularidades y sus trayectorias, pero en el que participan, también, pueblos latinoamericanos, tanto originarios como no, que migran entre países y es el resultado, además, de procesos exógenos que se constituyen con la llegada de pueblos externos a la región, quienes lo hicieron con sus culturas, sus historias, sus identidades. Hay países donde predomina la participación de unos y hay países donde la influencia intercultural se debe principalmente a los otros. Todas estas circunstancias tienen más de 200 años, se

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inician antes de la independencia de los pueblos latinoamericanos y les otorgan señales que aún hoy están vigentes y hacen a las identidades nacionales. En segundo lugar, la interculturalidad latinoamericana tiene una extensa y variada trayectoria. Los pueblos migrantes, tanto latinoamericanos como externos a la región, en el pasado como en el presente se han expresado en defensa de los derechos sociales, económicos y políticos que les son propios y mantienen una permanente demanda para ser considerados ciudadanos. Tanto unos como otros, han luchado y luchan, además, por salir de la pobreza, de la marginalidad, por no formar parte de los pueblos vulnerables. En tercer lugar, en varios de los países de la región, esta cuestión no forma parte de la agenda política pública. En todo caso, si lo es, resulta de las demandas de los pueblos migrantes, de sus permanentes luchas y reivindicaciones. Una parte de los gobiernos latinoamericanos no han instalado el debate en torno a esta cuestión ni ejecutan políticas que contemplen los intereses de estas colectividades, todo lo contrario, varios de ellos elaboran discursos y diseñan prácticas, solo, cuando es necesario responder a demandas y, en algunos casos, el silencio y la indiferencia son las respuestas utilizadas. Otros gobiernos han incluido en sus agendas la cuestión migratoria de origen latinoamericano, han mejorado el marco normativo contribuyendo al fortalecimiento de las relaciones interculturales, han generado programas de integración, etcétera. La cuestión intercultural en Latinoamérica es, entonces, heterogénea en cuanto a su composición y dinámica, recibe diferente tipo de tratamiento por parte de los gobiernos y se presenta con perspectivas diferentes. Dentro de este marco general se ubican los casos argentino, brasileño y costarricense con sus especificidades, sus conflictos y sus políticas. El simple uso de los conceptos “interculturalidad” o “relaciones interculturales” remite a considerar la cultura no como algo estático, encerrada en sí misma, sino como un campo en el que las culturas son portadoras de fronteras permeables. Esta misma permeabilidad hace de la cultura, como dice Duarte Dantas (2012:18) “un proceso permanente de construcción, deconstrucción y reconstrucción que, en tiempos de rápidos desplazamientos y constante contacto intercultural, se torna extremadamente dinámico”.

3.2

El nivel de organización institucional y el rol de las colectividades latinoamericanas en

el proceso de integración cultural

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Las colectividades extranjeras suelen darse diferentes tipos de organización social y política en los países de acogida. Este modo de institucionalizarse tiene un origen lejano en el tiempo y se expresa de diferente manera y adquiere distintos niveles de organización. En algunas oportunidades una misma colectividad está representada por diferentes organizaciones que no mantienen vínculo alguno entre sí, más aún pueden hasta relacionarse conflictivamente. Las organizaciones pueden diferenciarse porque representan a migrantes de diferentes etnias o diferentes regiones del mismo país, pueden también diferenciarse porque realizan actividades de distinto tipo, como es el caso de asociaciones cuya actividad pública principal es el deporte y/o a la cultura y/o al esparcimiento y/o la defensa de los derechos de sus representados y pueden diferenciarse según los objetivos y estrategias que implementan al servicio de sus connacionales. En este sentido, se advierten tres tipos de asociaciones: aquellas cuyos objetivos es preservar y difundir sus costumbres como modo de fortalecer su identidad nacional contribuyendo, además, a su difusión y reproducción en sus descendientes, muchas veces nacidos en el país de acogida. El segundo tipo de asociación tiene como objetivo orientar y asistir a los migrantes recién llegados, contribuyendo a una más eficaz y eficiente inserción en el nuevo medio. Y el tercer tipo de asociación tiene como objetivo fortalecer la red de relaciones sociales entre sus connacionales evitando su dispersión, contribuyendo de este modo a preservar sus derechos y consolidar la fuerza de sus reclamos cada vez que sea necesario. En un nivel más complejo de organización, hay colectividades que organizan redes de instituciones y llegan a formar una federación que las agrupa y representa. En estos casos, la federación tiene un carácter, fundamentalmente, político. Pero de una forma u otra, federadas o no, las organizaciones de los migrantes en instituciones que los representan, hacen visibles sus culturas porque a través de su producción cultural se reconocen, fortalecen su identidad, mantienen sus hábitos, costumbres y creencias, emiten señales a la sociedad receptora y se constituyen en un actor social que interactúa, que debate, que reclama y que se propone como parte de esa red de relaciones sociales integrada por nosotros y los otros. No siempre la integración a esa red es armónica e igualitaria en acceso a derechos, no siempre se le reconoce ciudadanía al extranjero pero siempre la participación en esa red es portando la cultura, su producción, sus manifestaciones, como expresiones que identifican y marcan las diferencias. En este sentido, la exposición de la cultura, garantizar su visibilidad, adquiere un carácter

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político que se fortalece en la medida que las organizaciones ganan en representatividad y legitimidad entre sus adherentes. En Argentina la colectividad paraguaya ha logrado un tipo de organización que articula diferentes instituciones y que tiene en FEPARA (Federación de Entidades Paraguayas en la República Argentina) la expresión que contiene y representa a todas ellas. Se trata de un sistema vertical que concentra en la Federación la máxima representación social y política de los paraguayos en el país. Si bien la colectividad boliviana tiene, también, su federación – FACBOL, Federación Asociaciones Civiles Bolivianas-, creada en 1995, no ha alcanzado a incluir a todas las asociaciones de bolivianos en la Argentina, más aún, con el tiempo va perdiendo representatividad. La chilena es la tercera y última colectividad latinoamericana que cuenta con una federación en este país –FEDACH, Federación de Asociaciones Chilenas-. Las restantes colectividades –brasileña, uruguaya, peruana, etcétera- integran distintas organizaciones, pero no han alcanzado una forma federativa de relacionarse. De alguna manera, la tendencia hacia la atomización asociativa de algunas colectividades las debilita al momento de tener que confrontar por reivindicaciones o demandas ante el estado nacional o los estados provinciales. Las federaciones y la mayoría de las asociaciones tienen su sede en el Área Metropolitana de Buenos Aires, reproduciendo la concentración demográfica de sus connacionales en Argentina. Desde las asociaciones, y en menor medida desde las federaciones que tienen objetivos más políticos, hay una permanente preocupación de proponer a sus representados actividades culturales que implican puentes con sus naciones, con sus pueblos, como es el caso de mantener activo en la comunicación el uso del idioma guaraní para la comunidad paraguaya y los diferentes idiomas asociados a sus diferentes etnias al interior de la comunidad boliviana. Estas asociaciones se expresan, además, por medio de la organización de reuniones, actos, festividades, etcétera. La gastronomía, los bailes con ritmos propios de sus naciones, de sus pueblos, de sus etnias y algunas actividades lúdicas y deportivas, suelen ser las expresiones más frecuentes. Una preocupación institucional muy presente, principalmente entre sus dirigentes, es la de preservar el uso del idioma y de las costumbres entre sus descendientes nacidos en la Argentina. En estas generaciones perciben una predisposición asimilacionista que pone en riesgo el mantenimiento de la identidad comunitaria. Para caracterizar las organizaciones de migrantes latinoamericanos en Brasil es necesario advertir que la mayoría de estos migrantes están localizados en el sudeste del país, 93

por lo tanto, allí es donde se encuentran estas instituciones: San Pablo y Curitiba son las dos ciudades en las que se han radicado y desde allí operan. Las dos corrientes migratorias demográficamente más presentes son la boliviana y la paraguaya. A diferencia del caso argentino, la colectividad boliviana ha logrado una mayor fortaleza organizativa que la colectividad paraguaya. En San Pablo se encuentra la Casa de la Cultura Boliviana y en Curitiba el Centro Cultural Boliviano do Paraná, ambas asociaciones con una importante convocatoria comunitaria. Contrariamente, en San Pablo no hay una organización muy inclusiva y representativa de la colectividad paraguaya y si la hay en Curitiba donde se encuentra la Casa Paraguaya. La diferencia entre ambas colectividades se expresa en una mayor presencia boliviana en torno a producción cultural. Uno de los ejemplos es el Festival Folklórico de Etnias de Paraná, actividad que se realiza desde hace más de 50 años en el Estado de Paraná y en el que participan representantes de diferentes comunidades de migrantes en Brasil, de origen europeo, asiático y africano y, sin embargo, sólo la colectividad boliviana, entre las de origen latinoamericano, tiene una permanente y activa presencia. Esta colectividad produce expresiones de la cultura de sus diferentes regiones, principalmente, del chaco-amazónico, de oriente y de la región andina. Una de las festividades más importantes que celebran en San Pablo es el 24 de enero de cada año, en torno a la celebración de la Pachamama realizando el ritual de la challa. En relación con la cuestión religiosa, se congregan, en la misma ciudad en el mes de agosto, para brindar su devoción a Nuestra Señora de Copacabana. La situación en Costa Rica es diferente a los casos de Argentina y Brasil. En primer lugar, parte de los migrantes latinoamericanos están en calidad de refugiados, en este sentido, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Costa Rica es uno de los principales países receptores de población refugiada en América latina y el Caribe. Esta condición le da a la presencia de organizaciones de migrantes un carácter diferente y pone al fenómeno de la interculturalidad en un lugar más complejo para su desarrollo. En segundo lugar, la gran mayoría de los migrantes latinoamericanos provienen de un solo país: Nicaragua. Dentro de este marco, Costa Rica ha creado desde 2005 las Juntas Directivas de las Asociaciones de Desarrollo, organismos radicados en los vecindarios y que fomentan la participación social de los vecinos y lugar para debatir y elevar las demandas que consideren necesarias en torno a la prestación de los servicios públicos, defensa de los derechos ciudadanos, etcétera. Hay 445 asociaciones que están abiertas a la participación de ciudadanos 94

costarricenses y extranjeros. Sin embargo, la participación de estos últimos es muy poco significativa. Si bien éste podría ser un espacio interesante para dinamizar y fortalecer el vínculo intercultural, no se visualiza como tal, probablemente porque migrantes y nativos no ven allí una posibilidad empíricamente factible de avanzar en ese sentido. El hecho de que la migración nicaragüense en Costa Rica, como expresa Delgado Montaldo (2008: 68), desde hace una década aproximadamente tenga en la cuestión laboral una de las principales causas, “ello no implica que una cantidad considerable de inmigrantes también se haya desplazado por razones políticas o por desastres naturales”. A partir de la presencia de refugiados, como señalara más arriba, el perfil de las asociaciones, como sus objetivos, se caracterizan más por cuestiones vinculadas a los derechos humanos y la solidaridad que por cuestiones vinculadas a la cultura. En ese sentido, los nicaragüenses se han dado un tipo de organización que se expresa, por ejemplo, en el Bloque de Organizaciones Migrantes Nicaragüenses en Costa Rica, que incluye, entre otras, a Nicaragua Sin Fronteras, la Asociación de Nicaragüenses por la Democracia, etcétera. Las asociaciones del tipo que se describiera para Argentina y el sudeste brasileño no son protagónicas en el caso de Costa Rica.

3.3

El origen social y étnico como obstáculos en las relaciones interculturales

En páginas anteriores se expresaba que no hay un único modo de articular o relacionar culturas. Este proceso puede gestarse armónicamente, integrando culturas, pero puede constituirse conflictivamente por medio de relaciones sociales atravesadas por fronteras, visibles algunas y/o invisibles otras. El lugar de las asociaciones de colectividades extranjeras referidas en el punto anterior suele consolidarse en algunas oportunidades aportando a la integración, a la consolidación de las propias identidades nacionales y étnicas y, en otras oportunidades, asumen un rol conductor de la resistencia a las fronteras y obstáculos que impiden una articulación armónica e igualitaria en el acceso a derechos y la participación social, económica y política. Se hará referencia en adelante a este punto acerca de esta expresión conflictiva, a veces manifiesta y otras latente, que suele involucrar a las asociaciones pero que, finalmente, padecen los propios migrantes. Cuando se analizan materiales producidos en investigaciones propias como en otros documentos relacionados con la cuestión migratoria en Argentina, Brasil y Costa Rica, merece destacarse que hay un modo de referirse al migrante externo que se basa en un discurso 95

generalizador del “otro”. Podría mencionarse algún hecho o suceso anecdótico donde el sujeto sea individualizado, personalizado, donde las referencias sean sus características específicas y particulares, sin embargo, es muy frecuente que el sujeto gramatical del discurso sea el origen nacional. Por lo tanto, se habla de “los bolivianos”, “los paraguayos”, “los nicaragüenses”, etcétera, o “bolita” y “paragua” en Argentina o “caballo paraguayo” en Brasil, entre otras denominaciones estigmatizadoras. Cuando esto ocurre el individuo pierde su condición de persona autónoma, única, para constituirse en una categoría o tipo de sujeto, para constituirse en una generalización. La mirada del nativo le ha expropiado sus atributos individuales asignándole un conjunto de atributos del colectivo nacional o étnico al que pertenece. Este acto de expropiación y asignación es un acto en el que se construye una representación del otro a partir de condicionantes generales, mutilando sus condicionantes particulares. De alguna manera, se trata de una mirada profética debido a que el vínculo con el extranjero se constituirá a partir de aquellas categorías que el nativo tiene incorporadas a priori, respecto del origen nacional del migrante. El extranjero en tanto individuo ha dejado de ser una unidad completa y única para constituirse en la parte de un todo, en otras palabras, está asediado por todas aquellas características, por todos los atributos, que configuran la identidad de su origen nacional según la mirada que porta el nativo. No tiene posibilidad alguna de hacerse de un “lugar”, de elegir libremente su “lugar”, el suyo es el “lugar” de sus raíces, la distancia que él mantenga con su origen no cuenta para el nativo. En este sentido, Bauman (2003) apela a un concepto que resulta muy sugerente, el “pecado de los orígenes equivocados” o “pecado original”, refiriéndose a esa marca que denota de dónde proviene el sujeto y que lo limita, lo determina fuertemente. Haga lo que haga, se esfuerce por integrarse o asimilarse a la comunidad receptora, estará siempre condicionado, marcado, por su origen nacional. Bauman agrega, “el pecado de los orígenes equivocados –el pecado original- puede rescatarse en cualquier momento y convertirse en un cargo contra los más conscientes y devotos de los ‘asimilados’. El examen de admisión nunca es un examen final; no puede aprobarse de forma definitiva”. Esta mirada sobre el otro no solo detecta las diferencias, no solo reconoce que hay un otro distinto al nosotros, culturalmente distinto, históricamente distinto, fenotípicamente distinto, etcétera, sino que hace de esas diferencias un sistema de jerarquías, un sistema de inclusión-exclusión que crea condiciones acerca de las diferentes áreas de participación social o específicamente institucional de unos y otros. Calvo Buezas (1996) considera que este tipo de 96

diferencias no son biológicas, no son naturales, sino que configuran “siempre un fenómeno histórico sociológico”, que muta la diferencia social y cultural en desigualdad económica y social. En otras palabras, se decodifica al migrante externo como sujeto inferior, trasgresor, ilegal, en sujeto desviado de la normalidad, de lo esperado. Desde esa mirada profética se instala, entonces, la idea de ilegalidad, indocumentación, acerca de algunos de los migrantes. La idea de ilegalidad modifica el lugar del “otro”. Apelar a este concepto modifica al sujeto, dado que no se lo prejuzgaría ni señalaría como portador de determinados estigmas, en otras palabras, no se trataría de un sujeto pasivo víctima de un discurso discriminatorio donde el sujeto activo es el emisor, sino que se constituye él mismo como un sujeto activo que eligió, optó por transitar el espacio de la ilegalidad, de la trasgresión. El discurso que califica de ilegal al extranjero, más allá de la coincidencia o no con su status jurídico, logra apelar a una señal que pareciera depender más del sujeto aludido que de quien es portador del discurso. Es una señal que tiende a tratar como objetiva y verdadera la condición del otro, eludiendo mostrarse como resultado de caracterizaciones particulares de quien lo dice; más que una señal impuesta al otro, se convierte en una señal que éste porta “naturalmente”. Apelar a la ilegalidad implica señalar al otro como incumpliendo con la normativa a la cual debe someterse todo habitante del territorio en cuestión. Referirse a los extranjeros ilegales es referirse a un tipo de extranjero: aquel que decidió incumplir la ley. Desde otra perspectiva Halpern (2009:301) plantea que “las amenazas de expulsión de los mal llamados indocumentados -o peor llamados ilegales- actúan como sistemática presión y sometimiento contra cualquier resistencia que se pueda generar contra ese sistema”. De una forma u otra, en estos discursos la antinomia se traslada desde el eje nativo-extranjero hacia el eje legal-ilegal, expresando que la diferencia no está en la condición nacional ni étnica sino, fundamentalmente, en la condición de ilegalidad que asume el migrante, en el supuesto incumplimiento con la norma. En este sentido, Alvarez Dorronsoro (1993) plantea que “en los Estados modernos, la distinción entre quienes tienen la condición jurídico-política de ciudadanos y quienes no disfrutan de ella engendra una diferenciación cargada de consecuencias prácticas en los planos político, social, económico e ideológico”. En este marco representacional del otro, resultado de la intersección de lo que Bauman llama el pecado de los orígenes equivocados con el incumplimiento de la normativa, con la ilegalidad, se constituye un núcleo fuerte en torno al cual se construyen diferentes representaciones estigmatizantes de los migrantes. A partir de aquí se diseñan los perfiles 97

propios del migrante, perfiles que conllevan señales estigmatizadoras. A partir de aquí se instalan entre la población nativa preguntas tales como, ¿por qué tratarlos como iguales? ¿por qué solidarizarnos con ellos? Esta mirada que se constituye como profética es excluyente, se puede arriesgar como interpretación de este tipo de discurso, que se teme que el comportamiento desviado del extranjero domine sobre el comportamiento del nativo. Dentro de esta perspectiva, y al interior de este núcleo, excluir permite revertir el supuesto proceso de dominación al que pudiera verse el nativo sometido, en tanto a la vez que se lo evita, se controla al otro, circunscribiéndolo a un espacio aislado y estigmatizado. En este sentido, cuando se habla de exclusión se hace referencia a una forma de decir, de pensar y de actuar coercitivamente sobre el otro. Coercitiva entendida como una expresión disciplinadora, regularizadora del otro. Las acciones con las cuales se excluye no tienden solo a separar, excluir es además limitar, acotar, obstaculizar, en otras palabras, es pautarle un orden. El sujeto excluido es un sujeto limitado en sus posibilidades de participación social, política y económica, su lugar está por afuera de las fronteras entendidas como muros inviolables. Excluirlo es coartarlo en su posibilidad de sujeto libre, con derechos y obligaciones. El excluido está, existe, hasta puede convivir con su excluidor, pero limitado en sus capacidades de elección. En este sentido, Bauman (1997) señala que “los estados nacionales privilegian ‘la condición de nativo’ y construyen sus sujetos como ‘nativos’. Favorecen y refuerzan la homogeneidad étnica, religiosa, lingüística, cultural. (...) Los nacionalismos promueven la uniformidad.” Concebir la fortaleza identitaria de un pueblo a partir de la homogeneidad o uniformidad es una concepción intolerante hacia el diferente, es percibir la otredad a través de un espejo, en otras palabras es concebir al otro como uno mismo. Se configura, entonces, un modo de representarse al migrante externo como el reverso de la figura del ciudadano nativo, de manera tal que la sola presencia de aquel o su interacción social cotidiana se asume que pone en riesgo la naturaleza de este último, lo desdibuja, lo debilita. Quijano (2000: 202) señala al respecto que “en otros términos, raza e identidad racial fueron establecidos como instrumentos de clasificación social básica de la población”. Por ello, apelar a la defensa de una sociedad culturalmente homogénea, uniforme y disciplinada, diseñada y construida desde la perspectiva del nativo, es el reaseguro, la barrera, que aísla la amenaza de la mezcla con quienes representan la ilegalidad, la inferioridad, la diferencia que contamina y desnaturaliza.

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En los tres casos abordados en este informe se configuran escenarios diferentes, tanto desde el marco regulatorio como desde la presencia de fronteras u obstáculos en las relaciones entre nativos y migrantes latinoamericanos. Desde comienzos de 2004 Argentina cuenta con la Ley de Migraciones Nº 25.871, la cual constituye un logro muy destacado en materia de política migratoria y ofrece un marco legal favorable a la presencia y participación de las colectividades extranjeras, en tanto se señala la necesidad de un mayor respeto a los derechos humanos de los migrantes. En este sentido, Mármora (2004: 64) señala que la ley “presta una especial atención a la integración cultural, social y laboral de los inmigrantes que ya están establecidos en el país. Esto último se plasma en la igualdad de acceso a los servicios sociales, a la educación, a la salud y a la información sobre sus derechos y obligaciones”. Como programa de regularización complementario a la Ley de Migraciones, en abril de 2006, se implementó el Programa Nacional de Normalización Documentaria Migratoria

o “Programa Patria Grande”,

mediante la Disposición N° 53253/2005, cuyo objetivo fue la regularización de la situación migratoria y la inserción e integración de los extranjeros residentes en situación irregular en el país. Si bien el marco regulatorio argentino contribuye firmemente a otorgar ciudadanía a la población migrante, se constituye como condición necesaria pero no suficiente para garantizar que las relaciones sociales entre nativos y migrantes no se encuentren atravesadas por fronteras y obstáculos. Coincidiendo con Mármora (2004: 65), debe advertirse que “la imagen del inmigrante –ahora latinoamericano- está asociada para algunos sectores de la sociedad a la competencia desleal en el mercado de trabajo, a la inseguridad o al uso abusivo de servicios de salud o de educación.” A continuación se presentan algunos testimonios seleccionados de algunas investigaciones realizadas en Argentina.

“Lo que ha llegado de países limítrofes, de países latinoamericanos, nos trae como consecuencia un problema serio porque no tienen capitales, porque no tienen condiciones de trabajadores, vienen para ser explotados, se venden por nada.” (Varón, 30 años, secundario completo, empleado de comercio)

“Porque en realidad no viven, para mí subsisten y son, como te dije antes, esclavos de otros de arriba.” (Mujer, 42 años, contadora pública) “Cruzan la frontera porque están muertos de hambre. Acá tienen escuela para sus hijos, hospitales. ¿Y ellos qué nos dan a cambio? (Mujer, 28 años, secundario completo, desocupada)

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“Si acá fuéramos respetados por las autoridades que nos gobiernan no permitirían que los extranjeros hagan de nuestra ciudadanía lo que los extranjeros quieren, nadie los controla, trabajan en negro, no pagan impuestos, nadie sabe a qué vinieron,…” (Varón, 46 años, secundario completo, empleado de banco) Se reconoce la diversidad, las diferencias culturales, pero se promueven relaciones asimétricas, que preservan al nativo, que lo distancian del migrante. Este ocupa un lugar, se lo reconoce, existe, pero sometido a condiciones (controles, disciplinas) que establecen límites (obstáculos) a su participación social, económica y política en los ámbitos de la educación, la salud, el trabajo, etcétera. Cuando el extranjero incursiona, transita estos ámbitos, es percibido como quien sustrae un lugar, se apropia indebidamente (hace lo que no debe) de los beneficios de un servicio público, entorpece. El nativo se considera víctima de ese comportamiento invasor, el extranjero adquiere la dimensión del agresor. Regular ese tránsito, poner freno a esa invasión, requiere de estratégicos dispositivos de control que evite ese hacer en libertad. Para ello se cuenta con diversos recursos, uno de ellos es adherir la condición de migrante a la de sujeto ilegal (fuera de la ley, trasgresor) o indocumentado (sin señales que lo identifiquen, que lo reconozcan), otro recurso estratégico es asignarle atributos peligrosos (ser portador de enfermedades, trasmisor de epidemias, estar ligado al delito, etc.), ante los cuales es imprescindible poner distancia y advertir a los pares acerca de la necesidad de adherir a esta decisión, otro recurso es asignarle atributos que, si bien no son peligrosos, invitan al rechazo (molestas prácticas de convivencia, de higiene, de alimentación, etc.) y un cuarto recurso es considerarlo no apto para el desempeño de tareas intelectuales y/o manuales, carente de habilidades y destrezas, poseedor de un conocimiento inapropiado para “aquí y ahora”. En todos los casos el migrante es identificado, señalado, y queda a distancia. Señalar y alejar son dos acciones que se intersectan, potenciando una relación asimétrica entre unos y otros, estableciendo fronteras, definiendo territorios. En Brasil, país de destino de varias poblaciones de migrantes latinoamericanos, la ley N° 6815 o Ley de los Extranjeros promulgada por la dictadura en 1980, momento en el que el extranjero era una amenaza a la seguridad nacional, a pesar de varias modificaciones sufridas, define en la actualidad la situación jurídica del extranjero y crea el Consejo Nacional de 100

Inmigración, entre otras cuestiones afines. Sin embargo, cabe destacar que el gobierno brasilero viene realizando esfuerzos en el sentido de mejorar el marco regulatorio referido a la población migrante. La Comisión Nacional de Inmigración y el Ministerio de Trabajo han tenido un rol protagónico a partir del cual el gobierno, en julio de 2009, ha enviado al Congreso Nacional una nueva ley migratoria, que si bien aún no ha sido promulgada, se basa en la defensa de los derechos humanos de los migrantes. Además, Brasil tiene acuerdos bilaterales con algunos países del MERCOSUR, principalmente con Bolivia, Argentina y Uruguay, y ha suscripto un acuerdo regional (Acuerdo de Residencia) mediante el cual se facilitan los traslados entre los países del MERCOSUR y estados asociados y agiliza el proceso de regularización migratoria. Los estados de Paraná y San Pablo –ambos en el sureste de Brasil- son lugares de destino de las migraciones de origen boliviano y paraguayo. Esta última ha demandado de su gobierno mayor protagonismo y compromiso en la defensa de sus derechos como migrantes residentes en Brasil, ante diferentes actos que consideraron discriminatorios. Relacionando diferentes evidencias empíricas de las migraciones latinoamericanas en Brasil mencionadas a lo largo de estas páginas, se observa que la comunidad boliviana, sea por haber alcanzado un mayor grado de organización institucional, sea por tener una mayor exposición cultural pública, sea porque ambos gobiernos han celebrado en los años recientes convenios que atienden la cuestión migratoria, sea por otros factores que no tienen la visibilidad suficiente, a diferencia de la comunidad paraguaya tiene una presencia que expresa su identidad nacional y étnica, más allá de posibles expresiones discriminatorias de la sociedad receptora. Costa Rica cuenta con una nueva Ley de Migración y Extranjería –Ley N° 8764-desde el 1 de marzo de 2010 que ha mejorado las condiciones para la regularización de los migrantes, sin embargo, la principal crítica que se hace desde diferentes instituciones, tanto locales como extranjeras, es el alto costo que resulta muy dificultoso asumir por poblaciones que en su mayoría perciben bajos salarios o se insertan en condiciones inestables en el mercado de trabajo. Por ejemplo, el costo para obtener la cédula de residencia supera en un 35% el salario de una empleada doméstica y representa el 75% del ingreso mensual de un peón agrícola, ambas actividades propias de la población migrante en este país. Sin lugar a dudas, el costo del trámite se ha constituido en el principal obstáculo para la regularización de los migrantes. Otras de las objeciones a la Ley que se están realizando desde ámbitos académicos y desde instituciones defensoras de los derechos humanos, se refieren a que permite la 101

detención de los extranjeros por tiempos prolongados sin el correspondiente respeto al procedimiento judicial, según quienes objetan, y que habilita la intervención del poder ejecutivo en cuestiones que son del ámbito exclusivo del poder judicial. Como se señala en otra parte de este informe, la principal migración es la nicaragüense seguida por la colombiana. Los primeros son los que padecen las condiciones de mayor exclusión social porque, como colectivo, son portadores de mayor vulnerabilidad económica y por constituirse en una colectividad mucho más numerosa que la colombiana adquieren mayor visibilidad urbana y rural. Según Delgado Montaldo (2008: 70) “la presencia de guetos de inmigrantes acarrea una estigmatización de parte de la población nativa hacia esos nuevos ciudadanos. Algunos autores señalan, partiendo del análisis de los procesos de identidad nacional, que se trata de la identificación de ‘otros amenazantes’ o sencillamente, de una población ‘no blanca’, siguiendo la metáfora del discurso liberal del blanqueamiento con el que se idealiza el ser costarricense”. La posibilidad de integración cultural de la colectividad nicaragüense es, por el momento, muy remota. La combinación de su condición de extranjeros, pobres y “no blancos”, los ubica en un lugar marginal, social y económicamente vulnerables. Si bien con variantes que fueron señaladas en las páginas anteriores, en los tres países no hay un explícito ni implícito reconocimiento de la identidad del otro. Cuando no se reconocen sus rituales, sus costumbres, su religión, su historia, sus expectativas, sus necesidades, etcétera, y se lo identifica como extraño, como desviado, se instala una estrategia desde la sociedad receptora que condiciona el modo de relacionarse de estos dos actores sociales. Siguiendo a Manuel Castells (1998: 28), se entiende por identidad al “proceso de construcción del sentido atendiendo a un atributo cultural, o un conjunto relacionado de atributos culturales, al que se da prioridad sobre el resto de las fuentes de sentido”. Reconocer la identidad del otro implicaría reconocer las diferencias tal como están dadas, implicaría aceptar que unos y otros configuran y participan en un espacio diverso, que integran un mundo intercultural armónico, cohabitable para diferentes fuentes de sentido. Sin embargo, este reconocimiento no siempre es posible, suelen construirse relaciones sociales en las que se diluye la identidad del “otro”, se desdibujan las señales que lo identifican como diferente a “nosotros”, el “otro” queda ausente de sentido. Es el caso en el que al identificar a alguien como boliviano la representación social resultante está desconectada de cualquier atributo cultural, histórico o geográfico de Bolivia para constituirse con atributos que hacen a otras 102

cuestiones, como por ejemplo asociar “boliviano” a lento, de bajo desempeño intelectual, sometido, etcétera, o es el caso cuando la identificación con lo “nicaragüense” da lugar a atributos asociados a la explotación, a lo no deseado, y no a su origen nacional y cultural. Este proceso de identificación se constituye sobre el cimiento del no reconocimiento de la identidad nacional y cultural del “otro”. Diluir la identidad, ignorar las señales que otorgan sentido a la presencia del extranjero, es otro recurso estratégico a partir del cual se configuran relaciones sociales de dominación en el ámbito de la interculturalidad. En este modo de relacionarse la sociedad receptora resignifica al migrante externo, estigmatizándolo y ubicándolo en el mundo vulnerable de los marginados. El migrante se fortalece cuando logra preservar su propia identidad nacional y cultural, para desde allí confrontar con la población nativa. Es importante tener presente que, mayoritariamente, las poblaciones migrantes actuales, como las que llegaron en décadas anteriores, pertenecieron y pertenecen a los sectores socioeconómicos más desfavorecidos. Esta condición es en sí misma portadora de vulnerabilidad y marginalidad independientemente del origen étnico del sujeto en cuestión. Es por ello que cuando se niega la identidad del “otro” o cuando se evita la mezcla cultural maximizando las distancias entre unos y otros, se genera un fenómeno doblemente vulnerable e, inexorablemente, se lo condena a la marginalidad y se le impide participar en los ámbitos social, económico y político. Apelar a la noción de relaciones interculturales implica considerar las diferencias culturales pero, también, las desigualdades económicas y políticas. No hacerlo significa adoptar una mirada multiculturalista liberal que, como bien dice Diaz Polanco (2007: 173, 174) “el multiculturalismo se ocupa de la diversidad en tanto diferencia ‘cultural’, mientras repudia o deja de lado las diferencias económicas y sociopolíticas (…). Evita cualquier consideración o política relativa a la redistribución, cuya sola entrada denunciaría la desigualdad y apelaría a relaciones igualitarias”. Es necesario destacar que la presencia del migrante externo suele no ser rechazada en forma manifiesta, hay un deber ser que la acepta pero bajo condiciones de dominación, de distancia, con fronteras que delimitan los territorios, generalmente, virtuales. Se le impone el respeto a un código moral hegemónico (Benhabib, 2005), como código único, normal y verdadero, deberá sentir la pertenencia al medio hospitante, deberá dejar de pensar en su medio de origen. Su sentir y su pensar deberán disociarse de su identidad nacional y cultural, deberá re-construir su identidad, deberá apelar a nuevas fuentes de sentido. Por otro camino se llega al mismo lugar, se constituye una trama de relaciones sociales desiguales, de 103

dominación. Excluir no implica eliminar, extinguir, excluir implica interpretar lo diverso como desigual a partir de un código dominante que, en tanto tal, da cuenta del “otro” en calidad de dominado, carente de toda posibilidad de participar y decidir. Ese código hegemónico es moral porque se basa en criterios de verdad y normalidad, implementándose dispositivos de control para garantizar su cumplimiento. De esta manera, queda legitimado el pasaje de la inferioridad biológica a la diferencia cultural. A partir de entonces, la argumentación racista ya no se encuentra en los atributos naturales del grupo “racizado”, diría Wieviorka, sino en su cultura. Y como dice el mismo autor, para que haya racismo tiene que haber, frente a la presencia del otro, algo más que la defensa cultural como tal. Para que se concrete hace falta la idea de una cultura inherente a la persona misma, la idea que cada ser humano nace con una cultura y que la misma no puede adquirirse. Hace falta, en este mismo sentido, la convicción de que la cultura remite a un pasado común del que algunos forman parte y otros no. Esta imposibilidad en la adquisición de la cultura hace inviable la integración entre seres humanos nacidos bajo signos culturales –y nacionales- diferentes. En estos tres países, aunque en diferente grado y a pesar de los distintos marcos normativos, las respectivas sociedades civiles no han logrado desprenderse de esta idea de que la cultura identifica el origen y que la mezcla cultural debilita la identidad nacional. En palabras de Balibar, confunden su origen nacional con un supuesto origen étnico, único e irrepetible, que los clasifica y jerarquiza frente a los otros.

3.4

Las relaciones interculturales en la actualidad en el sistema educativo

El rol socializador de la escuela instala a esta institución como uno de los espacios más significativos para el estudio de las relaciones interculturales. Como señala Romero (2004:20), “la escuela ha tenido un papel estratégico y decisivo en la construcción de (…) ideas y creencias relativas a la nación, el estado, la historia, el habitante, el ciudadano, la ley, la comunidad, la raza”. El mismo autor expresa, para el caso argentino, que “el tema de las migraciones fronterizas está considerado en los manuales desde una perspectiva autocentrada”, articulándose con el prejuicio racista. En ese sentido, Balibar y Wallerstein (1991) señalan que la escuela, junto a la familia, desempeñan un papel central en la constitución del discurso de la raza, son fieles reproductoras de la mirada de la sociedad civil. Desde esta perspectiva entiendo la escuela como una institución permeable y reproductora de valores y creencias en torno a los conceptos de ciudadanía, diversidad cultural y acceso a derecho. De cómo se 104

articule con estos conceptos una red interpretativa de las diferencias, surgirá, necesariamente, la noción de otredad. Los estados de armonía, tensión o conflicto al interior de las relaciones interculturales se encuentran influidos, aunque no determinados, en la vida cotidiana por cómo la escuela desempeña su rol. Inés Dussel (2003: 124) sugiere que existe una gran oportunidad para trabajar desde las instituciones educativas en el campo de la interculturalidad, “muchas veces la denominación de diverso es una antesala a cuestionar la capacidad (y el derecho) de ser educado de ciertos niños y a la ponderación de las diferencias como deficiencias o déficits. (…). Se instala una sospecha que se ubica entre la capacidad del alumno de ser educado o se desplaza hacia los familiares como contexto que incapacita. (…). Que haya sujetos que pueden educarse depende de lo que hagamos con ellos en la escuela, no sólo de lo que haga la familia o la sociedad: depende de cómo los recibamos y los alojemos en una institución que los considere iguales, con iguales derechos a ser educados y a aprender”. A continuación se presentan algunos testimonios obtenidos de investigaciones realizadas con docentes de escuelas argentinas. “Lo tenés que dejar a él de lado hasta hacerte un tiempo para poder volver a explicarle lo mismo o directamente seguís con la clase y bueno, te olvidás. Yo lo que veo es que me cuesta llegar más a esos chicos, yo no puedo estar encima de ellos diciéndoles ‘¿entendiste?’, entonces se terminan perdiendo, no podés saber si el chico te está siguiendo, si realmente entendió. Y como tenés que contener al resto del curso...” (Docente de escuela secundaria pública) “Los padres tienen el pensamiento de la subsistencia y acá lo logran. Es lo único que les interesa.” (Docente de escuela primaria pública) “Llegaron dos paraguayos que no sabían hablar…Yo no me iba aponer a enseñarles a hablar y escribir porque en ese momento tenía en el curso 32 chicos. Tenía 30 argentinos que tenían que aprender. Entonces yo trabajo para el grupo, para la mayoría.No considero que por uno o dos tenga que retrasar a 30, o sea, yo tengo esa postura.” (Docente de escuela primaria pública) “Los bolivianos tienen esta cuestión de utilizar a sus hijos como para conseguir...Para mendigar, dar lástima.” 105

(Docente de escuela primaria privada religiosa) “El que viene es el más bajo de la sociedad. Lo más rata.” (Docente de escuela primaria privada religiosa) “Algunos compañeros discriminan a otros. Las autoridades se enteran y en lugar de tomar cartas en el asunto es como que no te hagas problema, si éstos total están de paso, de todos modos este grupo no me interesa, no duran, están dos años y después se van y tenés otra población, igual, del boliviano... Pero no duran más de dos años o tres años. Es muy poca la población que llega a quinto año desde primer año. Que se instalan y permanecen en el país, quiere decir que no están aceptados, entonces vuelven a su país o vagarán por distintos colegios. Entonces como el nivel cultural o de aprendizaje no es óptimo, yo veo que se terminan yendo también.” (Docente de escuela secundaria pública) En estos testimonios se puede observar con facilidad cómo se califica negativamente al extranjero: se considera que tienen como objetivo la subsistencia, lo provisorio, lo pasajero, tienen dificultades para comunicarse y comprender, por lo tanto no merecen ser atendidos, utilizan a los hijos como estrategia para mendigar y los que han migrado son los menos calificados. Este modo de referirse al otro no termina en una mera descalificación o desacreditación, es un procedimiento que lo ubica, además, como trasgresor confrontado con el deber ser, a la vez que conlleva una fuerte sanción moral sobre el desacreditado, en tanto son argumentos que sostienen la necesidad de posicionar al otro en un lugar inferior, excluido, el lugar de la mendicidad, de lo transitorio, del no merecer ser atendido en su demanda o necesidad. Su lugar de desviado o trasgresor legitima, justifica, la presencia de relaciones de dominación. Son relaciones necesarias en tanto marcan la diferencia entre lo que debe ser y lo que trasgrede. Resulta interesante observar, además, que los calificativos utilizados para con los migrantes externos omiten muy frecuentemente apelaciones referidas a sus orígenes nacionales o étnicos. En otras palabras, poco o nada se dice respecto de sus características identitarias, como por ejemplo su tradición, su religión, su historia, sus costumbres, etcétera, más aún, si se las menciona son un componente más de descalificación o son percibidas como 106

amenaza, pero no como atributos distintivos y valorados o reconocidos como propios del origen nacional o étnico. Coincidiendo nuevamente con Wieviorka (2002), se puede afirmar que este tipo de omisión revela que no solo el migrante es posicionado en un lugar trasgresor sino que, también, es sometido a un proceso de disolución de su identidad nacional y étnica. “Ya solo existen bajo la mirada de los dominadores, (…), están llamados o bien a disolverse, o bien a retraerse bajo formas cuyo sentido mismo se pierde; o bien, incluso, a afirmarse, pero siempre en una relación viva con la sociedad más amplia”. En estos testimonios subyacen dos cuestiones encubiertas por diferentes referencias a los migrantes, que le otorgan un matiz teórico complementario a consideraciones anteriores. En primer lugar, se habla de la diversidad como desigualdad y en segundo lugar, se señala la disolución de la identidad del otro, el oscurecimiento de las señales nacionales y étnicas que identifican y diferencian a ese otro actor social llamado migrante externo. Estas dos características otorgan una gran dramaticidad a la diversidad cultural, en la medida que se diseña un escenario en el cual, por un lado, hay un actor social favorecido en esta distribución social y económica de roles, portador de una identidad nacional y étnica reconocida y, por el otro, hay un actor social desempeñando el rol del dominado, señalado como trasgresor, culpabilizado, y con una desdibujada identidad, a veces irreconocible. Diversidad es, en este caso, desigualdad, confrontación, dominación. En Brasil, y particularmente en la ciudad de San Pablo, la presencia de alumnos bolivianos y paraguayos, y en menos medida peruanos, se da en varias escuelas que reclutan entre los sectores más vulnerables socioeconómicamente. Una de las barreras que deben vencer estos niños y jóvenes es la idiomática, la cual potencia la presencia de comportamientos estigmatizantes entre los docentes y pares de origen brasileño. Desde distintas asociaciones de extranjeros se entiende que el fortalecimiento en el conocimiento del idioma brasilero por parte de niños y jóvenes latinoamericanos, contribuirá a mejorar la comunicación y orientará las demandas que puedan formularse desde estas comunidades, contribuyendo a agilizar el camino hacia la integración social y cultural. En Costa Rica, como en alguna medida ocurre en Argentina y Brasil, los mecanismos de integración cultural, el acceso a derechos y oportunidades, pasa por el sistema educativo como por el filtro a que son sometidos los migrantes nicaragüenses y colombianos, en su incorporación al mercado de trabajo. Delgado Montaldo (2008: 88) señala que “al estar cada vez más mermadas las funciones centralizadas y organizadas por el Estado en detrimento de 107

las leyes del mercado, es este último, en conjunto con los procesos educativos –estos sí bajo la batuta del Estado-, los que emergen como instrumentos centrales para integrar a los inmigrantes a la sociedad costarricense”.

4. Síntesis y conclusiones A lo largo de la primera parte de este estudio se han abordado las tendencias y principales cambios de la migración internacional de los iberoamericanos procurando brindar un panorama global y a la vez particularizado que refleje la situación actual y sus antecedentes históricos. Al respecto, tanto los movimientos dentro la Región de América Latina y el Caribe como los que se dirigen a Estados Unidos o a Europa, fundamentalmente a España, continúan mostrando un alto dinamismo y presencia que debiera colocar a las migraciones en un tema central de las agendas internacionales de los países involucrados. En lo que atañe a los iberoamericanos, y a los tres grandes grupos de migrantes bajo estudio (los latinoamericanos en España, los latinoamericanos dentro de la Región y los españoles en América Latina), puede concluirse lo siguiente: •

Entre los migrantes iberoamericanos predominan notoriamente los nacidos en América

Latina, que constituyen el 85 por ciento alrededor del 2000. El resto está conformado con cuotas similares por españoles y portugueses. •

Una particularidad de los migrantes iberoamericanos es su alta concentración en pocos

países de destino: entre Argentina, España y Venezuela absorben más de las dos terceras partes. Hay que tener presente que esta distribución es el resultado combinado de procesos migratorios de distinta índole y que se produjeron en distintos momentos históricos: por un lado, la antigua inmigración de españoles a América Latina y, por otro, la más reciente emigración de latinoamericanos a España. •

Entre las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se produjo una

masiva inmigración de ultramar hacia América Latina, proveniente mayormente de Europa. Durante este período la inmigración tuvo un papel preponderante en el desarrollo poblacional, económico, social y cultural de las sociedades receptoras. Dada la antigüedad de esta migración, la población española en América Latina fue disminuyendo progresivamente por efecto de la mortalidad y de la no renovación de estos flujos. Los españoles se localizaron en

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Argentina, Venezuela, Brasil y México, países que en conjunto absorbieron al 89 por ciento de los españoles, siendo Argentina el destino privilegiado, que concentra al 44 por ciento. •

Respecto a la migración extra regional, a fines de la década de 1990 surge España como

un importante destino alternativo a Estados Unidos, básicamente para los sudamericanos. Seguramente los vínculos históricos con España, su alto crecimiento económico y las ventajas comparativas de ese país frente a las restricciones migratorias en Estados Unidos después del 11 de setiembre confluyeron para alentar este proceso. En 2009, la mayoría de los países estudiados, con la excepción de los colombianos -que históricamente fueron el contingente sudamericano más numeroso en Estados Unidos-, los peruanos y los brasileños, presenta un número superior de emigrantes en España. •

El gran interrogante refiere a las consecuencias de la crisis de 2008 en este proceso. Se

señaló que los inmigrantes que fueron en buena medida bienvenidos pasaron a sufrir las consecuencias de la recesión económica y de la falta de empleo con la crisis económica internacional. Como consecuencia se ha atenuando la llegada de latinoamericanos a España y en algunos colectivos incluso las tasas de crecimiento entre 2008 y 2011 resultan negativas: argentinos, bolivianos, brasileños, chilenos y uruguayos. •

En relación con la migración intrarregional, se observa que a inicios del siglo XX casi tres

millones de latinoamericanos vivían en países de América Latina distintos al de su nacimiento. El mayor incremento de estos movimientos intrarregionales se produjo durante la década de 1970, cuando aumentaron en un 60 por ciento. Luego, durante los 80´s aumenta pero más atenuadamente y retoma un ritmo más alto durante la última década del siglo XX, en que la cantidad de estos migrantes crece un 24 por ciento. •

La mayoría de estos migrantes se dirigieron a la Argentina, que absorbió alrededor de

2000 al 35,6 por ciento. El segundo país receptor es Venezuela que recibió a una cuarta parte (25,8%) y, en tercer lugar corresponde a Costa Rica, país donde reside el 9,5 por ciento de los migrantes intrarregionales. •

El análisis de la inmigración en los principales países de Iberoamérica que son receptores,

permite visualizar distintos perfiles: desde países, como Argentina, España y Chile, donde confluyen contingentes de distintos orígenes hasta Costa Rica, Venezuela y República Dominicana, donde los inmigrantes proceden casi exclusivamente de un solo país vecino. •

Por último, la mirada de la importancia de la emigración en cada uno de los países

seleccionados también generó ejemplos muy diversos. México, que ejemplifica un tipo de 109

emigración que exclusivamente se dirige a un único país, Estados Unidos, así como Costa Rica y República Dominicana, que muestran un patrón análogo. Por otro lado, países en los cuales sus emigrantes tienen varios destinos, aunque con distinto peso en los tres ámbitos considerados: Estados Unidos, España y el resto de América Latina. A lo largo de la historia, las migraciones internacionales estuvieron estrechamente vinculadas al desarrollo de los países latinoamericanos, reflejando hasta la actualidad los desequilibrios económicos, sociales y políticos entre países y regiones. Estos movimientos han constituido una fuerza de cambio que repercute tanto en las sociedades de origen como de destino. En lo relativo a la interculturalidad, en Argentina, Brasil y Costa Rica este fenómeno asume características diferentes según quienes son los actores involucrados, cómo se involucran en la sociedad receptora, qué nivel de organización se dan, cuál es el marco normativo que regula su involucramiento, etcétera. Sin embargo, y más allá de las diferencias, en los tres países los puentes entre el deber ser y la práctica cotidiana evidencian obstáculos y fronteras que no pueden ser obviadas. Las condiciones político-económicas internacionales actuales han generado apropiadas condiciones para el surgimiento y desarrollo de representaciones sociales estigmatizadoras. En este sentido, las metáforas orgánicas surgidas de categorías biológicas han invadido el discurso colectivo, con lo cual se ha constituido una jerarquización natural entre los unos y los otros. El capitalismo, en la actualidad, ha modificado la dinámica del sistema productivo, creando mecanismos de expulsión más severos que en décadas anteriores. Ya no solo la pelea, la lucha, es por estar más arriba, evitando caer en los niveles sociales y económicos más bajos, sino que además, se lucha por estar adentro, evitando quedar afuera de toda posibilidad de participación, en otras palabras, evitando ocupar el vulnerable lugar del excluido. Por lo tanto, abordar la cuestión cultural como inherente a las migraciones internacionales conlleva incorporar en el análisis las dimensiones política y económica, no hacerlo implicaría construir una mirada sociológicamente sesgada sobre un fenómeno que deja huellas en la constitución y dinámica de las sociedades actuales. A modo de conclusión, podría señalarse que, por un lado, es necesario que las políticas y acciones migratorias faciliten la regularización de la situación documentaria de los inmigrantes en los países receptores y su acceso igualitario a los derechos sociales, económicos y culturales. Asimismo, que consideren el fortalecimiento de los vínculos con sus emigrantes y 110

la formulación de acuerdos bi y multilaterales para garantizar estándares adecuados de calidad de vida. Por otro, y no menos importante, es conveniente que los Estados se planteen la urgencia de promover el desarrollo y reducir las desigualdades económico-sociales en sus países, para que su población tenga el derecho de elegir entre migrar o permanecer en su país de origen.

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