ESPIRITUALIDAD VICENTINA

Jean- Pierre Renouard C.M. 1

1. Lo Previo

UNA ESPIRITUALIDAD EXTRAÍDA DE SU FUENTE Miremos al Hijo de Dios: ¡qué corazón tan caritativo! ¡Qué llama de amor! Hermanos míos, si tuviéramos un poco de ese amor, ¿nos quedaríamos con los brazos cruzados? ¿Dejaríamos morir a todos esos que podríamos asistir? No, la caridad no puede permanecer ociosa, sino que nos mueve a la salvación y al consuelo de los demás.

¿Quién ha amado en esto al prójimo más que tú? Viniste a exponerte a todas nuestras miserias, a tomar la forma de pecador, a llevar una vida de sufrimiento y a padecer por nosotros una muerte ignominiosa; ¿hay amor semejante? Para establecer entre nosotros por su ejemplo y su palabra la caridad con el prójimo.

A los misioneros – Conferencia del 30 de mayo de 1659- SV XI,4, 554

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Comentario El camino que San Vicente toma para vivir del Amor de Dios pasa por el Amor que Cristo manifiesta hacia nosotros En nuestras reuniones de conferencia, ¿por qué no pasar un poco más de tiempo con el Evangelio, en particular con los episodios en los que Jesús interviene en la vida de la gente y la transforma? « ¿Si tú estuvieras en mi lugar, qué harías Señor? » Tenemos que hacernos incondicionales del Evangelio a la manera de San Vicente y del Beato Federico que decía: « La única norma que hay que establecer para los actos humanos, la única ley que debe regirlos, es la ley del amor » (a Auguste Materne, 19 de abril de 1831)

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2. Lo Inevitable

DESDE DIOS HACIA EL HERMANO

¡Cómo he de inflamarme en amar a aquellos con quienes vivo, edificando a mis propios hermanos por el ejercicio del amor e impulsándoles a que practiquen los actos que de él emanan!

(SV 4, 553 y 563)

¿Cómo se la daremos a los demás, si no la tenemos entre nosotros? ¿cómo vamos a esperar poder llevar este amor por todo el mundo? No se puede dar lo que no se tiene Sé tú, Señor, nuestro agradecimiento por habernos llamado a este estado de vida de estar continuamente amando al prójimo, sí, a este estado y profesión de entrega a este amor 4

COMENTARIO Cinco vías de amor siempre actuales, que podemos expresar de esta manera 1. Vivir la reciprocidad: “Hacer a los demás lo que razonablemente quisiéramos que nos hicieran” Y por tanto, “No contradecir a nadie” 2. Ser tolerante: “Soportarnos las imperfecciones unos a otros». Observen estas palabras de San Vicente: “Si lo estudiamos bien, encontraremos que en gran medida estamos a cargo de los que nos frecuentan.”. 3. Que los que sufren sean nuestros preferidos: “¡Cómo! ¡Ser cristiano y ver a su hermano afligido, sin llorar con él, sin estar enfermo con él! Esto es no tener caridad; es ser cristiano en apariencia; es no tener nada de humanidad; es ser peor que las bestias”. 4. Colocarse en la simpatía. Situarnos en el honor, en el respeto. Con la humildad necesaria, pues ella es “un verdadero producto de la caridad” 5. Finalmente, dar “testimonio del afecto”: “Debemos darnos a conocer unos a otros, esos otros a los que amamos cordialmente”. 5

3. La Vocación

DESDE EL HERMANO, HACIA EL POBRE Tenéis que pensar con frecuencia que vuestra principal empresa y lo que Dios os pide particularmente es que tengáis mucho cuidado en servir a los pobres, que son vuestros señores. Sí, hermanas mías, son nuestros amos. Por eso tenéis que tratarlos con mansedumbre y cordialidad, pensando que por eso os ha puesto juntas y os ha asociado Dios, que por eso Dios ha hecho vuestra Compañía. Tenéis que tener cuidado de que no les falte nada en lo que vosotras podáis, tanto para la salud de su cuerpo, como para la salvación de su alma. ¡Qué felices sois, hijas mías, por haberos destinado Dios a esto, para toda vuestra vida! . (A las Hijas de la Caridad. SV IX, 1, 124-125) 6

COMENTARIO Los dos ejes del servicio: verlos y evangelizarlos. El verdadero servicio está ahí, entre esos dos ejes: buscarlos y alcanzar su corazón. Este culto al pobre, esta obsesión del pobre en nuestra vida, conduce a una verdadera mística del pobre Este nos llama a hacernos pobres de corazón nosotros mismos, pues es el lector de nuestras vidas. Si nos es difícil ponernos en contacto con él, es que estamos lejos de él. Nos empuja a una atención sostenida a las exigencias concretas de su servicio: competencia, trabajo, puesta al día, disponibilidad, acogida, vida fraterna Nos lleva a una vida de fe perfecta para encontrar a Cristo en él. Vida de oración sostenida, incluso cuando es difícil, contacto cotidiano con el Evangelio, reflexión apostólica en equipo, todo ello para no confundirnos de objetivo. Hay que descubrir a Dios 7

4. Sociedad y Conferencias HACIA LOS POBRES, JUNTOS Encontré algunos grupos de mujeres y Dios me dio este pensamiento: « ¿No se podría intentar reunir a estas buenas señoras y exhortarles a entregarse a Dios, para servir a los pobres enfermos?» Se fundó luego una Caridad en San-Nicolás-du-Chardonnet, luego en San Benito, donde había algunas buenas mujeres, a las que Dios les dio tal bendición, que desde entonces comenzaron a unirse y a juntarse casi sin darse cuenta… En las misiones, me encontré con una buena joven aldeana que se había entregado a Dios para instruir a las niñas de aquellos lugares. Dios le inspiró el pensamiento de que viniese a hablar conmigo. Le propuse el servicio de los enfermos (A las Hijas de la Caridad. SV, IX, 1, 201-202) 8

COMENTARIO

La amplitud y la urgencia de las llamadas que percibe San Vicente, le orientan siempre hacia respuestas de tipo comunitario. Así, Sacerdotes y Hermanos de la Congregación de la Misión. El 4 de septiembre de 1626, cuatro cofrades se asocian y forman la primera comunidad y se unen para la Misión De la misma forma, las Hijas de la Caridad se organizan con vistas al Servicio y es interesante ver que ellas se convierten, de hecho, en una realidad comunitaria Y Federico Ozanam y sus compañeros no lo perciben de otra manera. Quiere un trabajo en comunión. Hacer equipo, ser solidario con la conferencia a la que pertenecemos, esto es lo que asegura a los pobres, eficacia, aplicación y autenticidad de servicio. Pues se trata de actuar con tenacidad y eficiencia 9

5. El espíritu de caridad

JESUCRISTO Y EL POBRE (SV,IX,2, 914-91) Existe cierta Compañía, cuyo nombre no me viene ahora a la memoria, que llama a los pobres nuestros señores y nuestros amos; y tienen razón, pues ellos son los grandes señores del cielo

Esto es lo que os obliga a servirles con respeto, como a vuestros amos, y con devoción, porque representan para vosotras a la persona de Nuestro Señor, que ha dicho: “Lo que hagáis al más pequeño de los míos, lo consideraré como hecho a mí mismo” No sólo hay que tener mucho cuidado en alejar de sí la dureza y la impaciencia, sino además afanarse en servir con cordialidad y con gran dulzura, incluso a los más enfadosos y difíciles Una buena palabra que salga del corazón y se diga con el debido espíritu será suficiente para llevarles a Dios Hay que decirles siempre alguna cosa por el estilo para llevarlos a Dios. No decir muchas cosas a la vez, sino ir poco a poco dándoles la instrucción que necesitan

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COMENTARIO

Nosotros somos los intermediarios de la caridad del Cristo que se acerca a cada persona, a la manera del Buen Samaritano. Jesús se hizo cercano a los hombres y, en particular, al pobre. Vicentino es el hombre de la misericordia Oímos venir la voz de Federico, el beato que habla a los pobres: « Vosotros sois nuestros amos y nosotros seremos vuestros servidores, vosotros sois para nosotros las imágenes sagradas de este Dios que no vemos, y no sabiendo amarle de otra manera, le amaremos en vuestras personas» (A Louis Janmot – 13 de noviembre de 1836) 11