En domingo 16 de octubre de 2005

Un grupo de emigrantes ecuatorianos y argelinos observando un partido de fútbol en el cauce de Turia. FOTO: FERRAN MONTENEGRO

6-7

ENTREVISTA

Joan Lerma

Domingo de inmigrantes

El cauce del Turia de Valencia, las playas urbanas, el casco antiguo y la Ciudad de las Ciencias son los escenarios elegidos por miles de inmigrantes (mayoritariamente sudamericanos, pero también asiáticos y africanos) para pasar sus domingos, transformando así un espacio que paulatinamente han ido abandonando los valencianos. Para los extranjeros se trata de una buena alternativa, aunque lamentan no tener cerca sus familias.

4-5

GASTRONOMÍA

8

«Seguro que no seré candidato a la alcaldía de Valencia»

HISTORIA

El Anuario Gastronómico de Antonio Vergara

La deuda de Valencia con Lázaro Cárdenas

Segunda entrega de una guía imprescindible para conocer lo que se cuece en la gastronomía autóctona.

La Universitat de València se une al homenaje al ex presidente de México.

FERRAN MONTENEGRO

2/3 En domingo 16 de octubre de 2005 SOCIEDAD

LA POBLACIÓN INMIGRANTE RECUPERA EL OCIO DOMINICAL EN LAS CIUDADES VALENCIANAS

Fiestas de nostalgia e integración Los miles de inmigrantes que pueblan Valencia han incorporado a sus costumbres los largos paseos de domingo por el centro de la ciudad o por lugares tan emblemáticos como el cauce del río y la Ciudad de las Ciencias. Sustituyen así a una población valenciana que paulatinamente ha optado por los viajes de fin de semana o las segundas residencias. José Parrilla ■ VALENCIA FOTOS: FERRAN MONTENEGRO

UILLERMO, Gisella y el pequeño David han aprovechado el día de descanso para para salir a pasear por la plaza de la Virgen de Valencia. Guillermo, el padre, lleva una tarrina de helado y David, un cucurucho. No llevan ropas ostentosas, pero se nota que van de domingo. Ésta es una de las muchas familias que desde hace unos años ocupan el centro de la ciudad, el cauce del río, la playa o la ciudad de las ciencias cuando el calendario está en rojo. Si antes esa costumbre era patrimonio de los valencianos, ahora el panorama es muy distinto. Son las familias de inmigrantes, mayoritariamente sudamericanos, los que han tomado el testigo del paseo, el deporte y, en menor medida, el aperitivo. Son

G

los cambios que acompañan a una sociedad demográficamente muy cambiante. «Generalmente salimos a pasear por el Ayuntamiento o por la Ciudad de las Ciencias», comenta Guillermo, un ecuatoriano que lleva afincado en Valencia 5 años y que ha visto nacer aquí a su hijo, de tres. También acuden, de vez en cuando, a la iglesia de Orriols, donde residen, o a cualquier otro sitio del barrio. «Lo importante —afirman— es sacar al niño a pasear y también salir nosotros algo después de toda la semana trabajando». Se trata, en cualquier caso, de una sensación agridulce, porque es en estos días cuando más echan de menos a la familia, a la que a veces tardan años en ver. «Allí todo era muy distinto. Los domingos se aprovechan para ver a tu gente o para comer con ellos. Eso es lo que más se echa de menos», ase-

Fabiola, Fabián y su hija Fabiana disfrutando del descanso en Valencia.

El acecho de los rateros L centro de la ciudad es cada vez más patrimonio de los extranjeros: de los inmigrantes y de los turistas, que a veces sólo se distinguen por el guía que levanta un paraguas o un abanico marcando el itinerario. Esta combinación también ha llevado consigo el incremento de la delincuencia, de personas nativas o foráneas que aprovechan la candidez de los paseantes para timar o robar. Según explicaron los camareros de unos de los bares de la plaza del Ayuntamiento, «los robos son constantes, los domingos y los lunes y los martes y todos los días». Generalmente se trata de mujeres extranjeras, casi siempre del este, o menores sudamericanos y españoles que roban al descuido, dicen. Para acabar con esta situación, las fuerzas de seguridad ya han tomado medidas y eso se nota en la importante presencia policial, pero los establecimientos de ocio piden más presión. Con españoles o con inmigrantes, quieren domingos tranquilos. ■

E

JOSÉ PARRILLA

Guillermo, Gisella y el pequeño David en la plaza de la Virgen de Valencia.

Fabiola, inmigrante ecuatoriana: «En mi país tengo a la Virgen del Cisne y aquí a la Virgen de los Desamparados»

gura Gisella, quien tiene en Ecuador a otro hijo de nueve años. Antes de que se desborde el cucurucho de David, la familia retoma su paseo normal y se encaminan hacia la basílica y la catedral. Ellos no han decidido entrar, pero es habitual ver en misa de doce a españoles que ritualmente acuden a esta eucaristía mezclados con inmigrantes, mayoritariamente mu-

jeres, que mantienen su devoción cristiana. «En mi país tengo a la Virgen del Cisne y aquí a la Virgen de los Desamparados», comenta Fabiola, otra inmigrante ecuatoriana a la que también sorprendimos paseando por la plaza de la Virgen junto con Fabián y la pequeña Fabiana, que aún no ha cumplido los tres años.

Los días de fiesta son también días de nostalgia, de recuerdo de la familia que dejaron al otro lado del océano En su caso, el paseo por el centro no es su mayor afición dominical. Ellos han nacido en Esmeralda (Ecuador) y en muchas ocasiones optan por ir a la playa, sobre todo en verano, o a la Ciudad de las Ciencias. También son habituales del cauce del río, pues Fabián participa en un equipo de fútbol y los fines de semana tiene partido. Precisamente el río y el fútbol son los dos grandes atractivos de los inmigrantes los días de domingo. Como ya es sabido, cientos de extranjeros ocupan por las tardes un amplio tramo del viejo cauce para compartir deporte, música, bebida y muchas otras cosas que en ocasiones han molestado a los vecinos. Puede decirse que es el gran lugar de encuentro de los inmigrantes, sin distinción de nacionalidades, estado civil o sexo. «Vengo aquí para ver algo. No son el Real Madrid o el Barcelona, pero veo algo», repite un argelino solitario mientras contempla los lances de un encuentro. Cerca de él, sentados en el respaldo de un banco, hay, no obstante, un grupo de latinos más entusiastas. Dos de ellos comparten el auricular de un reproductor de MP3, beben largos botes de cerveza y no dejan de meterse con los futbolistas, buenos conocidos suyos, parece. Cuando se les pregunta qué escuchan responden con indiferencia. «Merengue, bachata, la música nuestra», dice el más joven de ellos. Al parecer, eso es lo que hacían también en su país, donde el fútbol y la música son las grandes diversiones. También la bebida, aunque en muy contadas ocasiones pisan un bar. Tanto ellos, como las familias que hay a su alrededor o las que se aproximan por el puente de Serranos, llevan consigo bolsas de supermercado repletas de botes y de comida preparada para pasar la jornada. «Nosotros podríamos ir a los bares, porque aunque las cosas están más caras que en nuestro país, también tenemos un salario mejor», explica uno de ellos. «Lo que pasa —matiza— es que preferimos mandar dinero a nuestras familias. Aquí si no controlas se te va todo el dinero y no te llega». Antes de terminar la conversación preguntan si vamos a poner mal a los inmigrantes que van al río y se limitan a dar la mano. Ninguno de ellos quiso dar su nombre de pila. Aunque no lo confesaron, desconfían de todo el mundo, temen, sobre todo, a la policía. Muchos de ellos aún viven, trabajan y se divierten bajo la amenaza constante de la ilegalidad.

Carlos Marzal COMPLICIDADES

El metrónomo de Leningrado produce siempre vértigo. No hay ninguna disciplina más triste. Cualquiera que se dedique a su pasión no puede dejar de sentir una mezcla de pasmo y melancolía, de repugnancia y asombro. La historia, lo que llamamos historia –que no es más que un relato aproximado de la realidad, una ficción urdida con nuestras suposiciones y certezas- consiste en todo lo que el hombre es y puede llegar a ser, todo lo que ha hecho y todo de lo que es capaz: una mezcla de horror y gloria. Hay ciudades destinadas por las circunstancias a convertirse en símbolos. En símbolo de símbolos, a veces contrarios. San Petersburgo es una de ellas. Símbolo del poder zarista, símbolo de la revolución de Octubre, símbolo de la resistencia heroica del hombre frente a la peste de la guerra. Yuri Shashkov, Presidente de la

D

ESDE julio de 1941 hasta enero del 44 las tropas de la Wehrmacht, comandadas por el general von Leeb, sitiaron, como es fama, la ciudad de Leningrado. Pocos días después de iniciar el ataque, los jerarcas nazis emitieron unas arrogantes tarjetas de invitación para una cena de gala en el Hotel Astoria, frente a la catedral de San Isaac. Pero ese banquete de la victoria jamás se celebró. Durante casi 900 días la ciudad resistió los bombardeos, el hambre, el frío de más de 40 grados bajo cero, las epidemias. Parece probado que en los peores momentos del asedio no fueron infrecuentes los casos de canibalismo. Los cálculos de los recientes historiadores cifran los muertos del cerco de Leningrado en más de un millón. El conocimiento de la historia

PUBLICACIONES

Asociación de Hispanistas de San Petersburgo, nos condujo a un grupo de poetas españoles a visitar el Museo del Cerco. Era el último día de nuestra visita en el país. Lo dejamos para el final porque estaba cerca del aeropuerto de Pulkovo. Se trata de un monumento sobrio, subterráneo –como un refugio antiaéreo, como una tumba-, de mármol rosado, sin ninguna estridencia, sin baladronadas. Cuelgan las banderas de las divisiones que combatieron a los nazis. Hay una lámpara de tímida luz por cada día del asedio, unas pinturas murales alegóricas. Unos cuantos recuerdos: el mendrugo de pan de 125 gramos, hecho con celulosa y con lo que se pudiese añadir, que fue la ración alimenticia en los peores momentos; el papel de las casas, el cuero de los cinturones, que se hervían en la sopa. Los pequeños detalles verdaderos dan la medida del espanto mejor que las grandes cifras. El visitante del Museo escucha durante la visita un tictac que no cesa. Es el ruido del metrónomo que escucharon los habitantes de Leningrado, día y noche,

difundido en las calles por la megafonía. Si se aceleraba el ritmo significaba la inminencia de un bombardeo y la necesidad de ponerse a cubierto. Día y noche. Una metódica medición de la vida y la muerte. Una armónica gradación de lo inarmónico. Shostakovich compuso su Séptima Sinfonía durante el cerco y también oyó ese metrónomo. En el Museo sonaba con un eco antiguo, como los viejos discos de baquelita, con una afonía metálica que helaba la sangre y que encontraba una mímesis extraña en los latidos del corazón. Yuri Shashkov recordaba entre brumas un relato de su madre. Un desconocido la perseguía por una calle desierta, tal vez para matarla y devorarla después. Ella huía a la carrera. Cuando se giró un instante después para ver dónde estaba, el desconocido yacía sobre la nieve, muerto de hambre. El metrónomo de Leningrado sigue sonando día y noche. Ya no anuncia la inminencia de un ataque aéreo, pero continúa midiendo el curso de la historia.

NUEVA EDICIÓN DE LA AGENDA DEL MEDIO AMBIENTE

Cita con el medio ambiente Tomás Gorria ■ VALENCIA ILUSTRACIONES: ORTIFUS

ESDE hace unas semanas, coincidiendo con el inicio del curso, los estudiantes de Secundaria de la provincia de Valencia han empezado a recibir la Agenda del Medio ambiente que edita la Universitat de València, una guía impulsada por el Servicio de Seguridad, Salud y Calidad Ambiental, que se distribuye gratuitamente entre los estudiantes preuniversitarios.

D

La agenda combina su aspecto funcional e informativo con el de la conciencia por el respeto al medio ambiente La agenda ha sido coordinada por el fotógrafo y biólogo José María Azkárraga y se ha convertido en un clásico editorial que se espera cada principio de temporada, ya que este es su séptimo año consecutivo y puede darse como consolidada. La publicación ha sido diseñada por Jerónimo Arjona, (un diseño editorial atractivo visualmente y funcional al tiempo) y esta impregnada por el peculiar trazo y

la singular ironía de Antonio Ortiz Ortifus,en las ilustraciones que salpican sus páginas. La edición de este año, presenta algunas novedades en relación con anteriores. Se ha optado por un formato más manejable y es la primera vez que se edita únicamente en valenciano. Este año ha sido la Universitat de València la que ha asumido en solitario su publicación, en cumplimiento de uno de los objetivos básicos incluidos en sus Estatutos, como es “la defensa ecológica del medio ambiente”, rompiendo el tradicional patrocinio compartido entre las universidades públicas de Valencia (las anteriores también estaban patrocinadas por la Universidad Politécnica y la CAM). Por otra parte, la publicación continúa con su apuesta por la concienciación medioambiental y, como es lógico en estos tiempos, tiene en el tema del agua su argumento central. El número que ha empezado a distribuirse también reflexiona sobre el cambio climático y las tensiones entre el territorio y la población, en un tono crítico con las actuaciones de la administración valenciana en los temas medioambientales, sobre todo en cuestiones como los parques temáticos o

los proyectos de reordenación urbanística, relacionados con los proyectados campos de golf. La agenda no renuncia a su funcionalidad y también sirve para organizar las semanas de año académico, ofreciendo toda la oferta académica de la Universitat de València, así como textos de profesores de la Universidad y recomendaciones sobre el estado del medio ambiente tanto en el ámbito global como en el local.

4/5 En domingo 16 de octubre de 2005 Arroz «socarrat» de pieles y tripas de bacalao con brotes de coliflor socarrada, de Enrique Dacosta, de El Poblet, restaurante que alcanza la máxima calificación (9,25) en la selección de los 54 notables. Bajo estas líneas, arroz marinero meloso, de Raúl Aleixandre (Ca Sento), destacado entre la selección de arroces del Anuario.

dedicado a la cata ( des vinos y cavas val alizada por Andrés tor de la ‘Guía de lo nos de España’, o e nominado Perfiles y concebido como «h los profesionales de Antoni Albalat, po go escribe sobre los cluyendo, claro está y húmeda vaqueta». lo selecciona las ca nos restaurantes en interés gráfico (posib de las pocas cosas a m pliar), antologia de gastronómicas... y mic, firmado por Sa

Juan Mari Arzak y Antonio Vergara hojean el anuario el dia de su presentación.

Los lectores de En domingo ya conocen a Antonio Vergara. En semanas alternas pueden disfrutar de su prosa periodística, tan brillante como provocativa, que gravita en muchas ocasiones entre dos de sus pasiones confesadas; la gastronomía y el cine. La segunda edición del anuario gastronómico de Gratacels, que en su primera entrega se convirtió en el éxito editorial valenciano del pasado año, introduce muchas claves cinematográficas en el relato de lo mejor y lo más destacable de la gastronomía valenciana.

El anuario de Vergara T. G. Ortega ■ VALENCIA FOTOS: LEVANTE-EMV

«El médico me ha dicho: deje de beber. Ya no bebo. Ahora pongo el whisky en el congelador, lo convierto en cubitos y me los como.» (Dean Martin en Bésame tonto, de Billy Wilder) A cita que encabeza este artículo es una de las que anteceden a una de las reseñas de los denominados notables (una seleccion de los mejores restaurantes valencianos) y sintetiza bien el espíritu del libro: erudición y sentido del humor, marca de la casa de Antonio Vergara. El anuario, con prólogo del gran cocinero Juan Mari Arzak, amigo personal de Vergara, agrupa a cerca de una veintena de importantes escritores de gastronomía que analizan y valoran múltiples aspectos de la cocina de la Comunidad Valenciana, desde los restaurantes más innovadores a los

L

que conservan las mejores tradiciones, de las ofertas arroceras en sus innumerables variedades, a las ollas de las comarcas de montaña, los gazpachos del interior o los guisos de pescadores. Son más de 300 fichas de restaurantes y platos los que se compendian en el Anuario Gastronómico 2006, a lo largo de las diversas secciones de esta publicación: los establecimientos más

notables, los mejores arroces y fideos (se han seleccionado hasta 70), la cocina marinera, las ollas del Maestrat y de la Montaña alicantina, los bares de tapas, los restaurantes orientales y étnicos, los fashion y cool, las mesas más dignas por menos de 25 euros o las pastelerías y horchaterías. Asimismo, se mantiene el recetario de Clara Millo, 44 recetas de los platos más típicos de la cocina de la Comunidad Valenciana y se incluye, también, una sección cartográfica y un índice exhaustivo. El Anuario Gastronómico 2006 cuenta con un centenar de páginas más respecto del anterior (en total alcanza 564 páginas) e incorpora secciones nuevas como las dedicadas a los all i pebres, los guisos de barca, los pucheros valencianos o los embutidos y las carnicerías más destacables MÁS NOVEDADES. En la presente edición la guía sobrepasa las fronteras de la Comunidad Valenciana y ofrece una relación de los mejores (en opinion del crítico) restaurantes de otros territorios de España, tales como Cataluña, (El Bulli, el primero de la lista, con la mayor puntuación de la publicación; 9,75) La Rioja, el País Vasco, Navarra, Madrid, Baleares o Castilla-La Mancha. Otra de las novedades más relevantes la constituye el apartado

Cita con la alta cocina N tan sólo dos ediciones, la cena de presentación del Anuario Gastronómico de Antonio Vergara se ha convertido en el principal acontecimiento gastronómico valenciano y en uno de los hitos sociales y culturales más relevantes de la Comunidad. La cena del pasado lunes demostró ante todo que Enrique Dacosta (El Poblet de Dénia) y Raúl Aleixandre (Ca Sento de Valencia) no son los únicos jóvenes restauradores que están revolucionando la alta cocina valenciana. No están solos. Otros jóvenes como Ricard Camarena (Arrop de Gandia), Enrique Campos (Ad-Hoc hotel de Bétera), Antón Cañellas (Ampar-Hospes hotel de Valencia) y Vicente Torres (La Sucursal de Valencia) configuran un presente culinario que puede consolidar a la Comunidad Valenciana como una nueva potencia gastronómica. La cena fue regada por algunos de los mejores caldos de la Comunidad, situados ya en primera línea internacional como el Santa Rosa de Enrique Mendoza, El Sequé de Laderas

E

Equipo de cocineros que realizó la cena de presenta Valenciana en el restaurante La Sucursal: Ricard C Campos. Debajo, los vinos servidos en la

(Los 24 granlencianos) reProensa, auos mejores vil capítulo dey semblanzas, homenaje a a el comedor». oeta y micólocaracoles, iná, «la carnosa .. otro capítuartas de algufunción de su blemente una mejorar y ame secuencias hasta un cóanti Tena, que

A juicio del Anuario, Valencia, con 120 establecimientos seleccionados, es el lugar de mayor concentración de alta culinaria. Sin embargo, Alicante, con 70 establecimientos, es la que cuenta con un mayor nivel gastronómico territorial. narra las aventuras de Ibn Razin y el Séptimo de Caballería durante una incursión en territorio navajo. También en el diseño editorial ha habido cambios. El diseño original de T. Gorria ha sido objeto de cierto restyling, conservando la estructura básica, pero remozando (helvetizando) la tipografía y optimizando la jerarquía gráfica. La portada, obra de Pepe Canya, es todo un ejemplo de eficacia comunicativa y de diseño gráfico, como puede observarse en la imagen de la misma que ilustra este reportaje. Todo ello, además de la reseña de los 54 notables, los arroces y los fideos, la cocina marinera, las barras y las tapas, la cocina estética, frutos y productos, comer por menos de 25 euros, dulcería, recetario... Un producto que compromete la entrega siguiente; mejorarlo no será tarea fácil.

Jorge Bucay DÉJAME QUE TE CUENTE

Aprender a escuchar

U

N paso en nuestro camino de superación personal, podríamos definirlo como «aprender a escuchar» y comienza para muchos, aunque parezca mentira, con un movimiento sencillo pero muchas veces poco entrenado; «empezar» a escuchar. No hablo solo de hacer una pausa en lo que digo y permitir que mientras tomo aire el otro se de el lujo de decir algunas palabras. No me refiero a la búsqueda más o menos concentrada en su parlamento de algunas palabras que sirvan para enlazar «con arte» mi propio argumento. No apoyo la idea de vivir cada conversación como un encuentro con un partenaire que aporta pequeños bocadillos para permitirme explayar mi pensamiento. Estoy hablando de escuchar. Estoy hablando de la activa y comprometida escucha que analiza y comprende sin alharaca ni desprecio lo que haya de acuerdo y de desacuerdo en lo que me dice otro. Dice Hugo Pratter en su libro «Palabras a mi mismo»: …nadie esta equivocado, cuando mucho a alguien le falta un pedazo de información. Y claro, sin esa información, su equivocación parece acertada. Bueno sería, en todos los casos donde no estoy interesado en mostrarme superior (que deberían ser el cien por cien de los casos…) bueno sería digo, prestar atención a lo que el otro dice y sostiene para poder

ación del Anuario Gastronómico de la Comunidad Camarena, Vicent Torres, Antón Cañellas, Enrique a cena, que aparecen en la selección del Anuario. de Pinoso, Maduresa del Celler del Roure, el Rafael Cambra 02 o el Vicente Gandía Generación 1, así como el cava de Dominio de la Vega. A la cena de presentación del Anuario acudieron primeras figuras del panorama gastronómico nacional, como los cocineros Juan Mari Arzak, Igor Zalakaín, Joan Roca, Manuel de la Osa y Jaume Subirós, así como críticos de prestigio como Rafael GarcíaSantos y respetados empresarios como Juli Soler (del Bulli de Roses). ■

ILUSTRACIÓN: ELISA MARTÍNEZ

recibir así el pedacito de información que me falta. Si esto parece tan obvio porqué nos cuesta tanto abrirnos a la comunicación sincera y abierta. Porque a veces nos resistimos tanto a abrir nuestro oído y nuestro corazón a lo que muchos, a veces todos, nos dicen. Me parece que se debe a que para nosotros los latinos la comunicación tiene algunos desafíos adicionales. Por un lado dada nuestra manera de ser, los que vivimos en ciudades más o menos pobladas estamos rodeados de personas que hablan como si fueran expertos en casi todo. Vecinos heróicos protagonistas de hazañas impensables solo sabidas por ellos mismos. Y por otro también cargamos con una terrible combinación de necedades. Una cierta tendencia generalizada a enamorarse del propio discurso en combinación letal con una resistencia a aceptar nuestros errores. El resultado es previsible después de lo hablado: Estamos demasiado encerrados en nuestras creencias y le damos convicción de certeza absoluta o simplemente no queremos enterarnos de algunas verdades. Déjeme que le cuente una historia que últimamente cuento con demasiada frecuencia. En un lejano reino había una vez un rey despótico y cruel.. El pueblo vivía oprimido por los alguaciles que él designaba y agobiado por los recaudadores de impuestos, que les quitaban las pocas monedas que po-

dían obtener vendiendo sus cosechas, sus vinos o sus trabajos manuales. Una mañana, la última del verano, un grupo de cientos de súbditos se reunieron en la sala de audiencias pidiendo ser recibidos por el rey. Venimos- le dijeron - por primera y última vez a pediros algo. Queremos ser ejecutados al amanecer. El rey se sorprendió, nunca antes había pasado algo así. De hecho hacia mucho que el rey no decapitaba a nadie y hasta los verdugos se habían quejado de su falta de trabajo. Por los pasillos hablaba de que el rey perdía poder… Animado por esta oportunidad el rey dijo que complacería el pedido, pero allí mismo se armo una batalla campal porque todos querían ser los primeros en morir. El rey no pudiendo controlar la situación y terminó echó a todos de la sala. Confuso mandó a buscar al anciano sacerdote del templo,

Estoy hablando de la activa y comprometida escucha que analiza y comprende sin alharaca ni desprecio lo que haya de acuerdo y de desacuerdo en lo que me dice otro

hombre sabio y respetado, para preguntarle porqué su pueblo se peleaba por ser ejecutado. El anciano evadía la pregunta y hablaba ambiguamente. El rey se dio cuenta de que no quería responderle. Llamó a los guardias y lo llevó al sótano para azotarlo hasta que hablara. Dicen las escrituras- confesó el anciano escupiendo sangreque el primero que muera ejecutado este otoño, resucitará de inmediato y será inmortal. —¿Inmortal? ¡Mientes! —dijo el rey ordenando que lo vuelvan a golpear. —Está en las Escrituras —dijo el viejo - puedes pedir el libro y leerlo tu mismo, no me golpees más por favor Inmortal, pensó el Señor Feudal. Lo único que el dictador temía era la muerte y aquí estaba la posibilidad de vencerla. Inmortal, volvió a pensar... El Señor no dudó un momento, pidió papel y pluma y en ese mismo momento ordenó su ejecución, para la primera hora del día siguiente… Cuando al salir el sol, el tirano fue ejecutado según su propia orden, todo el mundo supo que el hacha había liberado definitivamente al pueblo. Una pregunta circulaba por las calles del pueblo que festejaba el fin de la tiranía- ¿Como podía ser que el rey se hubiese creído el estúpido cuento de la inmortalidad? El anciano sacerdote tenía la respuesta. - Lo creyó porque deseaba demasiado que la mentira fuera cierta.

6/7 En domingo 16 de octubre de 2005 Joan Lerma (Valencia, 1951) ex presidente de la Generalitat y actual portavoz socialista en el Senado, explica en esta entrevista que su proyecto de Ciutat de les Ciències, luego transformado por el Partido Popular en Ciutat de les Arts i les Ciències, tenía la función de dotar de mayor capacidad tecnológica a la sociedad valenciana. Señala que el texto pactado entre socialistas y populares para reformar el Estatuto lo mejora cualitativamente y cuestiona que el catalán hable de nación. «La forma de expresión de la gente es a través de la democracia y sus representantes. Eso no lo acaban de comprender muchos catalanes, y es el problema que hace que a veces choquen las opiniones», dice. Manuel Muñoz ■ VALENCIA FOTOS: FERRAN MONTENEGRO

ENTREVISTA

La conversación se desarrolla a media mañana en el tranquilo comedor, a esas horas vacío, de un restaurante próximo a la sede socialista de Valencia, en las inmediaciones de las Torres de Serranos. Joan Lerma enciende un habano, que fuma durante la entrevista. Viste chaqueta azul marino impecable que, como el pantalón gris y los mocasines negros, parece acabada de estrenar. La camisa es azul a rayas y la corbata, de seda, es discretamente estampada y también azul. Lleva gafas montadas al aire y peina con raya a un lado su abundante cabello, casi completamente blanco. Habla lentamente, con un tono de voz muy bajo, y desvía con frecuencia la mirada del entrevistador. Pide un café solo y luego repite. —¿Por qué no fue usted a la inauguración del Palau de les Arts? Estaba invitado, ¿no? —Sí, sí. La Ciutat de les Ciències, ahora «de les Arts i les Ciències», es algo que nosotros concebimos desde varios puntos de vista. Primero hacía falta una actuación urbanística importante para una zona industrial muy deteriorada de la ciudad de Valencia. Pensábamos que la iniciativa pública debía impulsar algún tipo de actuación que tirara de la iniciativa privada para hacer posible su regeneración. Pensamos en una actuación que fuera también un avance en el proceso de modernización de la ciudad. Miramos diversas opciones y la que más nos gustó, que era similar, era la de La Villette, de París. Teníamos una so-

Joan

Lerma Ex presidente de la Generalitat. Portavoz socialista en el Senado

«Nuestra Ciutat de les Ciències pretendía dotar de más capacidad tecnológica a nuestra sociedad»

ciedad muy potente, con mucha iniciativa, pero al mismo tiempo muy anclada en la industria tradicional. El proceso era intentar modernizar el tejido industrial. La política del Consell era el avance en materia tecnológica de todo lo que eran nuestras actividades tradicionales. Se trataba no de hacer eso en lo que hoy se ha convertido la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que es una especie de parque de atracciones, sino una actuación que dotara de más capacidad tecnológica a nuestra sociedad, de ahí que se llamara Ciutat de les Ciències, para que los valencianos, desde pequeños, pudieran ir familiarizándose con la tecnología. Por eso estuvimos inicialmente en relación con la Universidad hablando antes de lo que tenía que ser el contenido. —También estaba la torre. —Efectivamente. Tenía una componente muy importante desde el punto de vista de la sociedad de la

información y la comunicación, que era una torre de telecomunicaciones, con una gran singularidad porque habría sido la imagen de Valencia, como ahora es la Ciutat de les Arts i les Ciències. Y habría permitido que todas las industrias interesadas hubiesen tenido su papel. Se autofinanciaba, en el sentido de que las empresas de telecomunicaciones estaban en el proyecto e interesadas en pagar también la construcción. Eso habría permitido que hubieran desaparecido muchas antenas de telefonía móvil de los edificios y que las señales de televisión hubiesen sido mucho mejores. —Pero el PP cuestionó primero el proyecto y lo transformó después —Se empezó a trabajar en esta vía, pero en el año 95 hubo el cambio de Gobierno y el PP se encontró con un gran proyecto en marcha que yo creo que quiso romper, en el sentido de decir: «Este es un proyecto de los anteriores; no vamos a seguir , tenemos que hacer un proyecto nuevo, diferente». Lo primero que hizo fue paralizar el proyecto. Se perdieron unos recursos porque estaban en obras muchas cosas ya, y a continuación cambió el proyecto sustancialmente, al sustituir la torre por el Palau de les Arts y transformar el nombre. Después ha ido derivando, porque han hecho una cosa que es bonita y gusta a la genete, como el Oceanogràfic. En definitiva derivó lo que era un proyecto tecnológico y de modernización en un parque de atracciones. No es que me parezca mal; está muy bien tener un gran Palau de les Arts, está muy bien tener el Oceanogràfic y está muy bien el conjunto en general. Tiene un sentido diferente y creo que menos justificado desde el punto de vista de la utilización del dinero público. El dinero público es para intentar compensar desigualdades y para hacer cosas que la iniciativa privada no va a hacer pero son necesarias. —No me ha llegado a decir usted por qué no fue a la inauguración. —Bueno, ya fui a la inauguración de L’Hemisfèric, prácticamente después de perder las elecciones. Pero no reconocí ahí el proyecto que nosotros habíamos hecho, que yo pensaba que era mejor y más positivo. En ese sentido, preferí no estar. Sin ánimo de criticar tampoco; es una cuestión personal. —¿Le gusta a usted cómo ha quedado el texto pactado de reforma del Estatuto valenciano? —El objetivo fundamental del Estatuto era elevar el nivel cualitativo de la autonomía valenciana. A pesar de que se tramitó por la vía del artículo 143 de la Constitución porque la UCD se empeñó, aunque teníamos todos los apoyos necesarios para hacerlo por la vía del 151… —Pero ustedes acabaron diciendo que sí… —Claro, porque estuvo bloqueado mucho tiempo. Nuestro Estatuto inicialmente estaba entre los primeros. Podía haberse tramitado después del vasco y el catalán y antes que el andaluz, pero UCD intentó taponar aquello, reconducir la situación y pasarlo al 143. Jurídicamente pudo hacerlo por las mayorías exigidas, pero no desde el punto de vista competencial. Tramitamos un Estatuto por la vía del 143 con las competencias del 151. Pero

a pesar de ello quedaba la impresión de que había unas autonomías que eran más que nosotros. A lo largo de estos años se ha demostrado que todos podían acceder a lo mismo. Había que poner al día el nivel cualitativo del Estatuto y pienso que el objetivo fundamental de la reforma debía ser por un lado este y por otro actualizar el Estatuto a las circunstancias actuales. Desde el punto de vista cualitativo creo que ha quedado bien con la propuesta que se hace. Lo habían centrado mucho en la capacidad de disolución de las Cortes por el presidente, y ese elemento está recogido. Faltaba un requisito. Los estatutos del 151, una vez aprobados se han de someter a referéndum, y en este caso también se ha introducido, aunque es para la próxima reforma. La segunda parte ya son las competencias. Aquí por mor de la política del PP no se ha llamado así pero queda clara la voluntad de plantear una agencia autonómica propia. También hay unas competencias de justicia que se han ido ampliando a lo largo de estos años, que se quiere plantear una forma de actuación desde la Generalitat. Se intenta agilizar el funcionamiento de la justicia. Esas cosas están contempladas y la reforma mejora el Estatuto. —El proyecto de reforma del Estatuto catalán dice que Cataluña es una nación. El texto vigente hablaba de nacionalidad histórica,que es la expresión que utiliza ahora el proyecto de reforma valenciano. ¿Qué diferencia hay entre una cosa y otra? —El Estatuto valenciano también lo decía antes, aunque de manera diferente. En aquel momento la Constitución hablaba de nacionalidades históricas con referencia no a las que lo eran, sino a las que habían tenido estatuto con la República. Como los ciudadanos españoles son muy igualitarios pensaban que el estado de las autonomías no debía tener privilegios. A partir de que algunos hablaban de nacionalidad histórica todos los demás prácticamente han ido modificando los estatutos en el mismo sentido. Para ser nacionalidad histórica o no uno tiene que acogerse a la voluntad de la gente, que se expresa en referéndum, en elecciones o a través de sus representantes. En estos momentos



El dinero público es para intentar compensar desigualdades y para hacer cosas que no va a hacer la iniciativa privada pero son necesarias.

“ todos los representantes de Cataluña pueden decir que son una nación, pero todos los de Murcia también, y no hay por qué a unos decirles que sí y a otros que no. Eso sería varas de medir diferentes. Una vez hemos accedido a la democracia, la forma de expresión normal de la voluntad de la gente es a través de la democracia y sus representantes. Eso no lo acaban de comprender muchos catalanes, y es el problema que a veces hace que choquen las opiniones. —¿Habría que quitar entonces el término nación del Estatuto catalán? —La Constitución se refiere al término «nación» para hablar de España y cuando la elaboración de la Constitución se acudió a una expresión novedosa, que era «nacionalidades y regiones» por entender que había unos que tenían más voluntad autonómica que otros. Pero la Constitución expresa una fórmula que garantiza a todos la tranquilidad: «Dentro de la indisoluble unidad de la nación española». En este momento romper una pata del acuerdo sin contar con la otra es muy complicado. —¿Será usted candidato a la alcaldía de Valencia?

Carmen Amoraga [email protected]

PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS

C

todas las reglas del buen columnista, que me las sé, que conste, voy a dedicarle este artículo a uno solo de mis lectores. No diré tu nombre por pura delicadeza poética, pero desde aquí te lo digo, amigo lector: haz el favor de no volver a escribirme para decirme que Teresa Viejo es la mejor periodista de España, la más elegante, la más discreta, la perita en dulce de las presentadoras, la que ha levantado su revista, la que dignifica su programa y la que ilumina el panorama humano y literario con su libro sobre los ONTRAVINIENDO

—No, seguro que no. —Pero ¿no le gustaría? —Ese es un tema ya muy debatido. Yo no soy candidato a la alcaldía de Valencia. He sido presidente de la Generalitat muchos años, he estado en la política valenciana mucho tiempo y ahora toca que haya otra gente. Valencia es una ciudad que da mucho gusto representar y tiene muchas posibilidades, pero no es mi papel. Corresponde a una persona que tenga el apoyo de la organización y que sea capaz de tensionar Valencia para llevarla hacia la modernidad. En este momento tiene un impulso pero también muchas rémoras. —¿Quién tendrá que ser? ¿Rubio? ¿La sorpresa? —Sorpresa no debe ser en ningún caso. La persona que sea candidato a la alcaldía por el partido socialista tiene que ser conocida con suficiente tiempo para que la gente sepa cuáles son sus planes y que sea capaz de impulsar la ciudad. No puede ser una sorpresa de última hora. Eso lo cumple bien Rubio, que es el que tiene más apoyo. Si hubiera otra persona que Rubio, que es el responsable de la ciudad, pensara que es el mejor, Rubio mismo la pro-

hombres. Un poco de piedad, hombre de Dios. Piensa que una se deja la vida en sus artículos, que se pasa quince días pensando qué va a escribir, sobre qué, cómo, por qué, para qué. Ponte en mi lugar: sin llegar a ser García Márquez, una también escribe para que la quieran más. A veces, no te lo niego, fantaseo con la idea de que, después de leerme, mis jefes (los jefes de otros, incluso) se den cuenta de que soy una columnista cojonuda y me manden llamar a su despacho para subirme el sueldo, la categoría, el ego; pero la realidad, amigo lector, es dura para un columnista. Como dice Elvira Lindo, aquí el que no vale para nada más se hace columnista, y así nos va, que parece que la mitad nos hemos sacado el título en una academia a distancia, no te digo más. Una desgracia, chico. Te crees que vas a hacer carrera, y nada. Porque de más está que te diga que la llamada del lobo

En estos momentos, todos los representantes de Cataluña pueden decir que son una nación, pero todos los de Murcia también, y no hay por qué a unos decirles que sí y a otros que no.



Seguro que no seré candidato a la alcaldía de Valencia. Rubio me supone una garantía, y creo que tiene un proyecto para esta ciudad.

alfa del periódico nunca se produce, pero, por lo menos, me queda el consuelo de mi relación con los lectores, mi feedback, tú me entiendes, amigo, porque me has leído: que si se ponen cachondos, que si Bin Laden está escondido en Picanya, que la hiperidrosis es un drama desconocido y espantoso, que para cuándo mi próxima novela (para pronto, espero, por cierto). Conectar el ordenador, leer los correos, y que la moral suba hasta la estratosfera es todo uno, te lo digo con el corazón en la mano. Incluso tú, una vez, me mandaste un email manifestando tu disgusto porque hacía varias semanas que no me leías e incluso me decías que enviarías una carta al director reclamando mi presencia. Qué tiempos aquellos, cuando Teresa Viejo no se había interpuesto entre nosotros. Que yo no digo que no sea la mejor, ojo, que para gustos colores, aunque a mí me hacía más gracia cuando presentaba el sorteo de la primitiva los jueves por la noche en la segunda

pondría. Me supone una garantía y creo que tiene un proyecto para esta ciudad. —En 1997, antes del congreso del PSPV que ganó Romero por muy escasa diferencia usted renunció a presentarse a la reelección como secretario general. ¿Se ha arrepentido alguna vez? —No. No estoy satisfecho del resultado, pero de haberme retirado, sí. Creo que después de 13 años de presidente de la Generalitat y 18 de secretario general, había llegado el momento de cambiar. Si me quedaba en la dirección del partido y en la oposición al Consell se habría hablado más de lo que nosotros habíamos hecho que de lo que hacía el Gobierno de entonces. —Se l e criticó la decisión de irse de ministro a Madrid. ¿Cree usted que hizo bien? —Si me hubiera quedado, cada vez que hubiera salido Zaplana a defender una cosa, lo que nos habría sacado es lo que habíamos hecho nosotros. Habríamos discutido de pasado y no de futuro. —¿No es difícil de entender el cambio que han hecho en unos años de un plan hidrológico muy ambicioso a mantener la postura contraria? —Lo que proponíamos inicialmente era unir prácticamente todas las cuencas, y las que se iban de un lado llegaban de otro, había aportes. El Partido Popular rompió eso para hacer únicamente la aportación de una cuenca y sin ningún consenso. Desde que nosotros estábamos en el Gobierno hasta ahora hay una conciencia medioambiental más acentuada. Y no sólo conciencia; también directivas europeas con toda claridad. Ahora no era posible aquel proyecto, y mucho menos el del PP. Nosotros somos conscientes de que continúa habiendo necesidades de agua sobre todo en Alicante y estamos intentando sacar adelante un proyecto que dota de agua sin perjudicar a nadie. —¿Qué piensa del pacto urbanístico que reclama el PP? —Creo que es una cosa que correspondería pedir a la oposición, porque el Gobierno tiene el Diari Oficial para ejecutar la política urbanística. Está haciendo cosas que ve que claramente no de deben hacer y quiere el aval de la oposición para seguir haciéndolas.

cadena, no me preguntes por qué. Pero si me lo preguntas, te lo digo: porque a lo mejor también fantaseaba con ella y me figuraba que repetía uno tras otro los mismos números que tenía yo en mi boleto. En fin, ya sabes cómo acaban mis fantasías: en el cubo de la basura. Así que, amigo, lector, imagínate cómo se me queda el cuerpo después de leer tus emails, porque tú sabes, pillín, que no es la primera vez que me hablas de Teresa. Yo es que soy muy insegura, y aunque la culpa de todo lo que nos pasa siempre es de los demás, tranquilo: esta vez no es culpa tuya. Es culpa de mi madre, que se puso de cólico y de parto al mismo tiempo y te puedes imaginar el cisco que se montó. Y yo se lo digo a ella: mamá, te quiero, le digo, pero la culpa de que yo siempre me sienta una mierda la tienes tú, que quién te mandaría comer pisto a punto de salir de cuentas. Se lo digo a ella como te lo digo a ti: sin rencor. Sólo para que lo sepas. Un beso.

Última En domingo 16 de octubre de 2005 HISTORIA

EL HOMENAJE A CÁRDENAS RECUERDA A LOS EXILIADOS VALENCIANOS EN MÉXICO

México y Valencia

El rector José Puche (primero por la izquierda) con un grupo de amigos, Ciudad de México, 1956.

Entre veinte mil y veinticuatro mil españoles llegaron a México en los años inmediatos al final de la guerra. De entre ellos —con apellido ilustre o sin él—, los valencianos fueron numerosos. El reciente homenaje tributado a Lázaro Cárdenas hace justicia al importante papel que México jugó en el recibimiento a los exiliados. Salvador Albiñana * ■ VALENCIA FOTOS: LEVANTE-EMV

L

L 4 noviembre de 1940, en

la ciudad francesa de Montauban, falleció Manuel Azaña. Aquella muerte anunciada –al tiempo que crecía el acoso de los agentes franquistas-, tuvo como escenario una habitación del Hôtel du Midi, convertido en efímera Legación de México. Al día siguiente, ante la negativa del régimen de Vichy a que la bandera republicana cubriera el féretro del ex-presidente español, el diplomático Luis I. Rodríguez ofreció la bandera de México. «Para nosotros –replicó al Prefecto- será un privilegio; para los republicanos, una esperanza, y para ustedes una dolorosa lección.» Detrás de ese respetuoso gesto estaban las instrucciones de Lázaro Cárdenas, que para entonces concluía su período presidencial, un período a lo largo del cual se amplió la tradición del derecho de asilo que hoy es patrimonio moral de México. Valga el recuerdo de exiliados de nota como León Trotski, y el de tantos españoles y latinoamericanos que encontraron refugio y pudieron rehacer allí sus vidas. Ese peculiar sudario de Montauban no fue el primero ni sería el último de los episodios que dieron cuenta del apoyo del Gobierno y de amplios sectores de la sociedad mexicana a la República española. A poco de iniciada la sublevación de julio de 1936, llegaban al puerto de Cartagena veinte mil fusiles Mauser y varios millones de cartuchos mexicanos que de algo sirvieron en el frente madrileño durante el dramático invierno de ese año. También en la Sociedad de Naciones pudieron escucharse voces mexicanas como las de Narciso Bassols o Isidro Fabela – «nuestro mejor amigo en Ginebra», a juicio de Juan Negrín- denunciando la falacia de la «No Intervención.» Con idéntico sentido –mostrar afecto e interés-, llegaron artistas y escritores como David Alfaro Siqueiros –que dictó alguna conferencia en la Universidad de Valencia-, Silvestre Revueltas, o el muy joven Octavio Paz, que muchos años después –en Valencia, en 1987-, recordaría vivamente su visita a la desolada Ciudad Universitaria de Madrid. A las armas y las letras pronto se

añadió la hospitalidad. En junio de 1937 atracó en el muelle de Veracruz el vapor Mexique, en el que viajaban 456 niños españoles. Fueron conocidos como los «niños de Morelia», capital del estado de Michoacán y sede de la Escuela Industrial España-México que los acogió y donde iniciaron una experiencia de vida que, en ocasiones, produjo tristes casos de desarraigo. Algo más entrado el año, Juan Simeón Vidarte, subsecretario de Gobernación, llegó a México con una misión confidencial: tantear la actitud de las autoridades mexicanas en el supuesto de que la República resultara derrotada. «Puede usted decir a su gobierno –fue la respuesta de Cárdenas- que los republicanos españoles encontrarían en México una segunda patria.» Esa segunda patria no aguardó la derrota. En agosto de 1938, y atendiendo una propuesta de diplomáticos y escritores como Daniel Cosío Villegas, Genaro Estrada -por un tiempo embajador de México en Madrid-, o Alfonso Reyes -figura muy vinculada al mundo cultural español-, se creó La Casa de España en México con el propósito de acoger a intelectuales y artistas como José Gaos, José Moreno Villa, Gonzalo Lafora o Enrique Díez-Canedo, entre muchos otros. En 1940, la Casa, bajo la presidencia de Reyes, se convirtió en El Colegio de México, una institución académica que pronto alcanzó –y ha sabido mantener- un merecido renombre. La ayuda que México ofreció a los republicanos españoles fue pródiga, diversa y también dilatada en el tiempo. Es de justicia, pues, reconocerla y dar una vez más las gracias, como ha sucedido días pasados en Madrid, y, más discretamente, en Valencia, en el homenaje al presidente Lázaro Cárdenas del Río. No puede decirse lo mismo del exilio –también homenajeado ahora-, víctima sin duda de los miedos de la transición democrática española. De los miedos y -¡ay!- de la cicatería. Recuérdese a Josep Renau, a quien se le crearon en Valencia unas expectativas profesionales que la realidad pronto se encargó de desmentir. Regresó a Berlín, donde falleció en 1982. Entre veinte y veinticuatro mil españoles llegaron a México en los años inmediatos al final de la guerra. De entre ellos –con apellido ilus-

Lázaro Cárdenas, presidente de México entre 1934 y 1940.

Especiales vínculos tiene la Universidad de Valencia, siquiera sea porque fue José Puche Álvarez, rector durante la guerra civil, quien estuvo en México al frente del Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados.

tre o sin él-, los valencianos fueron numerosos. Para recordarlos, sirva la mención del provecto Rafael Altamira, o de los adolescentes José Puche Planás y Tomás Segovia. Especiales vínculos con esa historia tiene la Universidad de Valencia siquiera sea porque fue José Puche Álvarez, catedrático de Fisiología y Rector durante la guerra civil, quien –comisionado por Negrín-, estuvo en México al frente del Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles. En los años setenta, la Universidad incorporó su retrato a la

galería de rectores, y recordó su amplia obra científica, política y cultural con diversos estudios, y también restaurando el acervo bibliográfico del Ateneo Español de México que Puche colaboró a fundar y del que fue Director. Pero no todo -por suerte-, ha quedado en impecables ejercicios de restitución de la memoria, o de devolución patrimonial, como sucedió con la biblioteca de Max Aub, depositada en la Universidad y recuperada por el escritor, como puede leerse en su libro La gallina ciega. Ha habido y sigue habiendo algo más que pompa conmemorativa. En tal sentido, justo es mencionar los convenios que la Universidad de Valencia ha suscrito con la Universidad Nacional Autónoma de México, con otras universidades en Ciudad Victoria, Veracruz, Puebla, Toluca o Cuernavaca, y con diferentes instituciones académicas del estado de Michoacán –cuyo interés ha renovado la reciente entrevista entre el Rector Francisco Tomás Vert y el Gobernador Lázaro Cárdenas Batel. Este es, sin duda, un modo tan razonable como provechoso de agradecer aquella solidaridad de México con España, una noble manera de procurar que ese hilo tan fino, ese delgado junco que nos une y nos separa –del que habló Pedro Garfias en su poema «Entre España y México»-, no se quiebre nunca. * Profesor de Historia de la Universitat de València