EL UNIVERSO TIENE UN MENSAJE PARA TI

EL UNIVERSO TIENE UN MENSAJE PARA TI EL UNIVERSO TIENE UN MENSAJE PARA TI ESTE ES UN LIBRO SENCILLO Y AMENO, CON EL QUE ESPERO PODER ACLARAR ALGUNA...
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EL UNIVERSO TIENE UN MENSAJE PARA TI

EL UNIVERSO TIENE UN MENSAJE PARA TI ESTE ES UN LIBRO SENCILLO Y AMENO, CON EL QUE ESPERO PODER ACLARAR ALGUNAS DE TUS DUDAS SOBRE EL MÁS ALLÁ, SOBRE LO QUE PASA DESPUÉS DE LA MUERTE Y SABER ENTENDER LOS MENSAJES QUE NUESTROS GUÍAS ESPIRITUALES NOS DAN.

DIANA DAHAN SANTOS

Primera edición: marzo 2015 © Derechos de edición reservados. Editorial Círculo Rojo. www.editorialcirculorojo.com [email protected] Colección Autoayuda © Diana Dahan Santos Edición: Editorial Círculo Rojo Maquetación: Germán Fernández Martín Fotografía de cubierta: © Fotolia.es Diseño de portada: © Antonio López Galdeano Producido por: Editorial Círculo Rojo. ISBN: 978-84-9095-667-0 DEPÓSITO LEGAL: AL 270-2015 Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna y por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor. Todos los derechos reservados. Editorial Círculo Rojo no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas. «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).» IMPRESO EN ESPAÑA – UNIÓN EUROPEA

Dedicado a MI MARIDO SERGIO, POR SU APOYO INCONDICIONAL y ayuda en la redacción de este libro, Y A LUISA, POR SU EMPUJE Y APOYO.

ÍNDICE Prólogo........................................................................................... 11

Introducción................................................................................... 15 Historia nº 1: Diana, el despertar................................................ 21 Historia nº 2: Paquito y sus cigarros........................................... 27 Historia nº 3 :Gloria. Un caso de posesión............................... 51 Historia nº 4: Noelia, la fuerza del amor.................................... 55 Historia nº 5: El bien y el mal..................................................... 59 Historia nº 6: La preocupación................................................... 61 Historia nº 7: Ana.......................................................................... 63 Historia nº 8: Isabel y las carolinas............................................. 69 Historia nº 9: Eva y su hermana................................................. 73 Historia nº 10: Amalia y su alma................................................. 77 Historia nº 11: Josefa y las marismas.......................................... 81 Historia nº 12: María y su hija..................................................... 85 Historia nº 13: Diana y Sergio..................................................... 91 Historia nº 14: Diana y los animales........................................... 95 Historia nº 15: Lidia y Egipto...................................................... 97 Historia nº 16: Manolo y su oportunidad................................. 101 Historia nº 17: Carla y su coche................................................. 103 Historia nº 18: Rosa y Luisa........................................................ 107 Historia nº 19: Manoli y su prometido...................................... 113 Historia nº 20: Lina y su perro................................................... 119 Historia nº 21: Marta y el dinero................................................ 125 Historia nº 22: Alfredo y el chequeo espiritual........................ 131 Historia nº 23: Andrea y su padre.............................................. 135 Epílogo........................................................................................... 139

P R Ó L O GO

Conocí a Diana en época de vacaciones. La Costa Brava es una fuente natural de energía y por ello mi cuerpo, de forma anual, me reclama inexorablemente que la recarga se produzca. Las vacaciones son un oasis para el cuerpo y la mente, que en medio de la vorágine diaria de nuestro sinvivir, se convierten en imprescindibles para todos. Lo que no sabía es que en el verano de 2013 conocería a Diana en ese paraíso marítimo que es la playa de Palamós. Era el último día de mi estancia allí y tuve la suerte de que me hiciera un hueco en su agenda. Todo fue casual, a partir de una conversación con mi osteópata de Playa de Aro, que es la que hace que la reparación de mi cuerpo sea total; me explicó su experiencia con Diana, a pesar de su escepticismo sobre estos temas. Diana entra de forma natural en la parte más íntima de nosotros mismos, porque tiene acceso a lo secreto de no sé qué dimensiones. Lo primero que uno se pregunta interiormente antes de ir a verla es si habrá algún tipo de «fraude» o engaño en la sesión a 11

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realizar, pues la conexión con otras dimensiones no es un servicio corriente o habitual, pero al ver a Diana, sus ojos transparentes, la luz de su rostro y la dulzura de su voz, te das cuenta de que estás allí porque alguien te quiere decir algo y cualquier duda desaparece al instante. En mi percepción coincidió, además, que el tono de su voz es idéntico al de una gran amiga mía, muy espiritual, y ese fue el punto clave de la conexión inicial que continuamos manteniendo. En escenarios como los que viví en esa sesión, mi actitud natural es de observadora de los hechos y las personas, y os puedo decir que Diana me cautivó desde el principio. Mi visita no obedecía a nada en concreto, soy investigadora por naturaleza y estaba abierta a una nueva experiencia, pero puedo decir que fue sorprendente desde el minuto uno. El primer contacto que me facilitó Diana fue con mi padre y la certeza de que el contacto se había producido fueron unas contraseñas que ella me dijo que solo mi padre y yo sabíamos. Me dio luz en aspectos de mi vida que necesitaban guía y que realmente me han sido de gran ayuda. Pero lo curioso fue ratificar a través de Diana que mi abuela Conxita, con quien siempre me he sentido conectada espiritualmente, se erigió en mi guía y protectora para acompañarme en mi camino. Todos sus contactos con mis seres próximos trajeron respuestas ciertas que reconocí y acepté como un regalo de la vida. Fue tan fuerte la certeza del momento que integré a Diana en el círculo de mis guías, para que o bien de forma personal o

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a través de las conversaciones que sostiene con seres de otra dimensión me ayudaran en la toma de mis decisiones y en la escucha de mi corazón. Nuestra relación, por tanto, ha sido continuada desde ese primer encuentro, formando parte de mi día a día, siendo la fuente y el canal de contacto con todos aquellos guías que sirven para dar luz y respuesta a muchas de mis dudas diarias. Si ella me lo permitiera, me honraría poder decir en estos momentos que entre nosotras hay una amistad en estado puro. Gracias, Diana, por ofrecer al mundo tus dones, que nos ayudan tanto a comprender la vida y el porqué de muchos de nuestros actos y decisiones. LIS

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I NTRO DU C CIÓN SI ERES SORDO Y NO OYES EL SONIDO, NO SIGNIFICA QUE EL SONIDO NO EXISTA…

Hola, mi nombre es Diana, soy vidente, médium y canalizadora, lo he sido toda mi vida, aunque durante muchos años, tantos como más de 20, lo he «ocultado», a causa de la sociedad en que vivimos, ya que, por desgracia, la mayoría de las personas no creen que pueda existir otro mundo paralelo al nuestro. Así viví durante tantos años, pero mis experiencias con el mundo espiritual seguían ocurriendo, hasta que decidí dedicarme de pleno a ello y poder ayudar a las personas en este plano… Este libro es una recopilación de mensajes del mundo espiritual, sin más pretensión que lo podáis entender de una manera plana y sencilla, compartir con todos vosotros mis experiencias, videncias y los mensajes que los seres de luz me transmiten, mensajes entendibles a niños y mayores, mensajes que os hagan comprender lo que ocurre cuando morimos y después de la muerte, porque ¿cuando fallece un ser querido, todavía lo sentimos a nuestro alrededor…? Experiencias del día a día en mi consulta, con mensajes de seres fallecidos a mis consultantes, que nos pueden servir a todos… absolutamente. En mi consulta o en mi vida diaria, obtengo mensajes de seres que ya no tienen cuerpo físico, mensajes directos para mis 15

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consultantes y mensajes generales para que la humanidad pueda entender lo que ocurre a nivel espiritual, así que decidí plasmarlo en este libro. Ojalá hubiera podido tener un libro de estas características años atrás, me hubiese ayudado tanto a entender tantas cosas… Son tantas las personas que reciben mensajes o señales del mundo espiritual y no los logran entender… Una frase que durante años de mi vida he ido repitiendo más veces de las que desearía, pero es así es que vivimos en un mundo terrenal, en el que también cabe lo espiritual. Espiritual tanto a nivel personal (crecimiento interno) como espiritual, a nivel de que vivimos rodeados de almas, almas que no encuentran su paz, almas que nos cuidan, nos protegen, almas que desean fervientemente comunicarnos mensajes, mensajes para nuestro bienestar, para nuestra vida, nuestra tranquilidad, mensajes para que reconduzcamos nuestra vida en otra dirección, mensajes para calmar nuestra propia alma y mente, y cómo no, lo más ansiado de ellos es poder darnos los últimos mensajes, directrices, explicaciones o lo que ellos consideren apropiado para darnos paz a nosotros, y sobre todo para darnos paz al alma (el alma es nuestra energía, nuestra esencia más profunda, no tiene edad, en ella están todos los recuerdos y bloqueos, tanto negativos como positivos, de todas nuestras vidas anteriores). También están estas almas que solemos llamar «errantes», son las almas que no aceptan dejar el plano terrenal, son las almas codiciosas, materialistas… Hablaremos de ellas más adelante. Pensemos también que muchas almas en paz con ellas mismas tampoco dejan este plano, sienten que deben cuidar a una o más personas, cuando este no es su deber. Nuestro deber en 16

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la tierra es intentar por lo menos ser conscientes de que, aunque somos seres humanos con nuestros defectos y carencias, debemos intentar, en la medida de lo posible, dejar todos nuestros asuntos terrenales a nivel de amor y alma hacia todas las personas que nos rodean, sobre todo familiares directos e indirectos, «solucionados», y así cuando nos llegue el momento de la muerte, poder morir en paz, no tener miedo de dejar nuestro cuerpo físico y elevar nuestra alma sin miedos. Los espíritus, o seres de luz, nos acompañan constantemente a lo largo de nuestra vida, algunos de ellos, cómo no, son los que conocemos como los ángeles de la guarda… (o guías espirituales). Los guías espirituales son energías muy elevadas, limpias, carecen de nombres, categorías o sexo. Con mis años de experiencia, y dialogando con ellos a diario, cada día tengo más seguridad de que ellos son una ampliación de nuestra alma, de nuestro ser más limpio y elevado, no intoxicado, que tal y como denomina su propio nombre, están aquí para guiarnos, para ayudarnos, no para solucionarnos la vida, librándonos de problemas o enfermedades, ya que todo lo que nos pasa y pasará en esta vida terrenal lo hemos pactado antes de nacer, todo… absolutamente todo: defunciones, hijos, parejas, amantes, traslados, accidentes, etc. Estos aspectos y otros son necesarios para el camino evolutivo de nuestra alma, esta vida no es ni más ni menos que la representación teatral del guion que planificamos antes de encarnarnos y venir a este mundo Nuestros guías espirituales, me refiero a ellos en plural, ya que personalmente he visto hasta tres guías espirituales acompañando a una sola persona, nos acompañan durante toda nuestra vida, están a nuestro alrededor, dándonos mensajes…, guiándonos…, sin perder su afán, aunque nosotros no logremos escucharlos.

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Cuidado con los guías, tenemos dos guías: el de la luz y el de la oscuridad, es muy importante saber o percibir con qué guía estamos conectados; el oscuro intentará por todos los medios hacerse pasar por nuestro guía de luz; de esta manera, le abrimos inconscientemente las puertas de nuestra alma y persona, permitiendo equivocadamente e inconscientemente que esa energía se enlace con la nuestra. Así, esa energía negativa se alimenta de nuestra energía, debilitando nuestra aura hasta que «enfermemos» y permitiéndole cada vez más el control sobre nuestras emociones y pensamientos. A lo largo de los años, han sido y son tantas y tantas las personas que me dicen que están conectados con sus guías espirituales, que les hablan, les dan mensajes, les halagan, etc. ¡¡No, amigos!! Tu guía espiritual nunca te dirá palabras amables al oído, ni te dirá lo bien que lo haces, ni te dirá que estás extremadamente protegido y no necesitas conectar con «Dios». Todas estas «conversaciones» pertenecen a las energías densas, inflan el ego y, precisamente el ego, está directamente relacionado con las energías del bajo astral. Tu guía espiritual no te habla al oído, te hace sentir, sientes directamente en tu alma lo que te hace bien o que te hace mal, lo que te conviene y lo que no, el camino correcto o incorrecto, etc. ¡Recuerda, se siente, no se escucha! Han sido muchos años de aprendizaje conmigo misma, de cerrar mis puertas a la negatividad, a la densidad, para saber y sentir realmente que estoy conectada con los guías de luz, tanto los míos como los de mis consultantes; cada día de mi vida «limpio y enlazo» mis energías para conectar con los guías espirituales. Hay que comprender que en nuestros pensamientos están muchos de estos mensajes, pero no les hacemos caso, pensamos que son tonterías… 18

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¿Cuántas veces nos han invitado a algún sitio y vamos por compromiso?; en el momento de recibir la invitación, el primer pensamiento que nos viene es el de «… uf, no me apetece…» o cuando se van los hijos al colegio, por ejemplo, y las madres se quedan con un poquito de angustia ese día. Luego, resulta que cuando llegan a casa, vuelven con algún problema, o con un brazo roto… Esos son dos ejemplos de lo más sencillos para llegar a comprender que el primer pensamiento que nos llega suele ser de nuestro guía espiritual, él siempre está a nuestro lado. A veces actúa de una manera un poquito más radical… Vamos a poner otro ejemplo: Imaginemos que tenemos un trabajo estable, en el que cobramos un buen sueldo, pero siempre hay polémicas a nuestro entorno, acechándonos…, siempre hay problemas con los jefes, o simplemente discusiones con tus compañeros. Cuando llegas a casa, estás tan irritado por tu día laboral que no te encuentras a gusto con la familia…, y así un día tras otro… Simplemente, te están llegando mensajes de que ese no es tu lugar, ese no es el trabajo que tienes que seguir realizando… Te ponen trabas y te pondrán todavía más trabas hasta que todo salte de una manera u otra para que marches de este sitio… Si te está pasando esto, nadie dice que dejes tu trabajo actual ya, pero ábrete al universo, intenta escuchar sus señales, que te aseguro que son muchas, tu guía espiritual se encargará de que sepas qué camino debes escoger, simplemente con esas señales a las cuales todos debemos estar atentos. Te pueden llegar por amigos o conocidos, que te propongan alguna idea o algún negocio…, te pueden llegar, cómo no, por noticias en la tele, te pueden llegar por algún libro que estés leyendo… Hay tantos caminos para las señales que simplemente relájate, abre tu alma y todo te llegará en la medida y el momento adecuado.

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HISTORIA DIANA,



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E L D E S P E R TA R

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s voy a contar una historia, la mía propia… Como antes os he explicado, toda la vida he estado conectada con los seres de luz, pero yo, ni caso…, yo, a lo mío, trabajar, adquirir una vivienda, etc., en fin, lo «normal» en este mundo occidental. Lo curioso del caso es que casi cada día recibía mensajes de mi guía espiritual, me decía que no iba por el camino establecido para mí, que tenía y debía dedicarme a enlazar el mundo terrenal con el mundo espiritual. En fin, que yo ni caso… Lo gracioso es que cuando iba a visitar a algunas videntes, ellas siempre me decían lo mismo, que mi guía espiritual ya me había comunicado hasta la saciedad (señales que llegan por terceras personas) y siempre, siempre, terminaban diciéndome que yo tenía que dedicarme a lo mío. Que soy vidente, canalizadora, médium…, que debía dedicarme a esto… En fin, estas eran mis visitas con las videntes, pero yo a lo mío…, oídos sordos, aunque interiormente lo sabía, pero ¿cómo iba a cambiar mi vida laboral de un plumazo? ¿Cómo iba a tirarme a la piscina sin un poquito de agua dentro? Uf, solo de pensarlo me entraban escalofríos, así que yo a lo mío…

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Pero, ¡ay!, amigos lectores, os puedo asegurar que cuando tenemos una misión concreta en esta vida, que todos la tenemos, la acabaremos realizando, porque nuestro guía espiritual nos empujará hasta conseguirlo… Yo, en estos últimos diez años, tenía un negocio, un negocio ya establecido entre los habitantes del pueblo en donde estaba ubicado, con una clientela fija, y además, un boca a boca maravilloso, que hacía incrementar las ventas, es verdad que en ese periodo, deje casi totalmente mi vida espiritual a un lado… ¡Mi guía espiritual se enfadado y mucho! Así que de repente las cosas cambiaron, también debido a la crisis económica, y empecé a preocuparme por seguir adelante, mi guías espiritual me hablaba, me decía que tenía que dejarlo y dedicarme a lo mío, a canalizar, a enlazar el mundo de los difuntos con los vivos, a pasar mensajes de un plano a otro… ¿Pero cómo? ¡Con todas las deudas económicas que tengo! ¡No puede ser! ¡Tengo que seguir con mi negocio! Y sí, durante un tiempo las ventas remontaban y luego volvían a caer en picado… y allí volvían los mensajes de nuevo: «Deja esto y dedícate a tu misión en esta vida». Hasta que un día, me enfadé, y hablando con él en un tono un poco más alto de lo habitual, le dije: «¡Vale, venga! ¡Pero me tienes que buscar un local o despacho para pasar las consultas!» (yo me medio reía en mi fuero interno, ya que durante ocho años había estado buscando adquirir un local de propiedad para mi negocio y no lo encontré). Así que le pedí que me echara una mano, que en mi casa no podía pasar consultas y lógicamente tampoco podía pagar el alquiler de un local… Y sucedió lo increíble… Di voces y en cuarenta y ocho horas me llamó mi amiga Ka para decirme que había encontrado un despacho de dos plantas que le gustaría compartir, y que si sabía de alguna persona de confianza… ¡Me quedé atónita! 22

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No podía ser…, qué va…, qué casualidad (os recuerdo, amigos, que la casualidad no existe… existe la causalidad…, que no son sino los hilos que va formando nuestro camino y que nos lleva de una cosa a otra). Le contesté que justamente estaba buscando una sala o despacho para pasar mis consultas, así que, si no le importaba, que de momento no buscase a nadie más, que me interesaba. ¡No podía ser! En solo dos días ya tenía una opción de un local, cuando durante ocho largos años no encontré absolutamente nada, ningún local para mi anterior negocio. Estipulé con Ka que yo llamaría al día siguiente al teléfono de contacto para ver qué tal las condiciones y tratos. Llamé (sin muchas esperanzas, la verdad) y lo cierto es que nos quedamos anonadadas las dos. En primer lugar, resulta que cuando llamé, descolgó un señor, cuya voz me era muy familiar, pero no comenté nada, seguí hablando con el hombre, hasta que, sorpresa…, casualidad (hilos que nos llevan de una cosa a otra), el dueño del local era ¡mi gestor! El gestor que durante más de diez años llevó los papeles de la colchonería. No me lo podía creer… Resulta que nos alquilaron el local a un precio más que asequible. A ella, a Ka (diseñadora gráfica), en su sala superior, le instalaron parqué, nos arreglaron cuatro desperfectos sin importancia…, nos dieron una carta de colores para escoger en qué color queríamos pintar las diferentes estancias del local… Nos lo pintaron enterito…, todo eso sin pagar ni pedir absolutamente nada, y, encima nos dieron las llaves un mes antes de lo previsto, y nos empezaron a cobrar el alquilar al mes siguiente. ¡Un mes gratuito! En ese momento realmente me di cuenta de que tenía que cerrar el negocio por el que tanto había luchado, y volver a em23

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pezar desde cero en lo que durante años me daban señales de que era a lo que me tenía que dedicar… Pero, ¡Dios mío! Al comprometerme y firmar el contrato del nuevo local, debía cerrar mi negocio. Tenía un mes escaso para atar todos los cabos, empezando, claro está, por que tenía un contrato de alquiler en mi negocio que no finalizaba hasta un año y medio más tarde… Debía vender todos los artículos que tenía tanto en la tienda como en el almacén… (era una colchonería) No se venden colchones a diario, aparte de que mis productos eran de alta gama y disponía tan solo de un mes y medio… ¡Horror! Me desequilibré totalmente pensando que había cometido una locura al aceptar y firmar el contrato con el otro local; ¿cómo decirle al dueño del local actual que me marchaba…? Que en un mes cerraba… El dueño del local actual estaba en su pleno derecho de pedir una indemnización por incumplimiento de contrato. Pero, amigos, cuando uno está en sintonía con su yo superior no existen impedimentos. Le pedí a mi guía espiritual que intercediera de la manera que él considerara más efectiva para ayudarme en el proceso. Recordad que nuestro guía espiritual nos lleva, no nos pone la solución enfrente de nuestros ojos, pero como siempre digo, «estate atento, alinea tu alma con tu espíritu, y verás respuestas claras». Como por «arte de magia», encontré un abogado que le hizo entender muy amablemente al dueño de la colchonería que yo tenía que irme en un mes, y a ver cómo podríamos arreglar el tema de la penalización de manera justa para las dos partes. Cuando mi abogado me comentó que habían tenido la reunión y que estaba a la espera de su contestación, le dije: «Jaume, va a ser muy complicado, conozco perfectamente a este señor, y es

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bastante avaro, con lo cual me veo en tribunales» (la mala costumbre que tenemos casi todos de adelantar acontecimientos… , ¿os suena?). En dos días obtuvimos la respuesta del dueño. No ponía reparos en absolutamente nada, no me iba a reclamar nada, solamente se quedaría con la fianza del local…, ¡nada más! Yo no me lo podía creer y mi abogado creo que todavía a día de hoy no sale de su asombro. Repetía: «No lo entiendo, no lo comprendo…». Pero yo sí lo comprendí, y no paraba de darle gracias a mi guía espiritual . Segundo punto…, ¿cómo iba a vender todo mi género en menos de un mes? Puse el típico cartel de «liquidación por cierre» y se vendió más de lo que yo me esperaba, pero aun así, veía que el tiempo apremiaba y me iba a quedar con un género que además no tenía espacio físico para guardar. Me relajé, volví a pedir la mediación de mi guía espiritual, con unas técnicas especificas, y le dije: «Bueno, ya que me has hecho llegar hasta donde estoy, por lo que te estoy muy agradecida, ayúdame con el género (lo pedí con sentimiento, con pasión)». Iban pasando los días, se iba vendiendo el género, pero se acercaba peligrosamente la fecha de entrega de llaves. ¡Mi estado anímico estaba empezando a alterarse! ¡Dios, ¿qué haría yo con el género sobrante?! Al cabo de un par de horas, entró un señor por la puerta, una persona con una energía agradable y equilibrada, le pregunté qué necesitaba, en qué podía ayudarlo, a lo cual me contestó que quería hacerme una proposición… ¿Qué proposición? Me explicó que tenía una colchonería en otra ciudad, y que la semana anterior, acudiendo a una comida familiar, pasó por delante de mi tienda, vio el cartel de liquidación y se percató de 25

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que el género le podría interesar. Me propuso llegar a un acuerdo económico, justo para los dos, y se quedaría con todo… ¿Os podéis imaginar mi cara de asombro? Seguro que no… Yo todavía me río cuando me acuerdo de esta situación. Total, llegamos a un acuerdo económico y le ofrecí que también podía quedarse con todos los expositores de la tienda, detalle que me agradeció, acordamos un día de entrega y, finalmente, dos días antes de la entrega de llaves, me libré de todo el género. ¡Increíble! ¡Todo esto en apenas un mes! Amigos lectores, no os podéis llegar a imaginar lo que puede hacer la intervención divina. Sí, así son las señales… Nos llegan por todos lados, hasta una simple «conversación en la pescadería» puede ser una señal, solo debemos estar atentos. Así son las señales, a veces más radicales y a veces más sencillas, pero siempre están. Solo se trata de no obsesionarnos con ellas, nos llegan a todos por igual, de una manera u otra. Bueno, debo hacer un inciso sobre este tema: las señales nos pueden llegar distorsionadas en según qué situaciones y hay que saber escucharlas.

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HISTORIA PA Q U I T O



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Y SUS CIGARROS

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odos sabemos, que las drogas y el alcohol no son buenos… Esto no es ninguna novedad, pero os voy a contar un caso que me pasó con Paquito. Resulta que Paquito fumaba porros de marihuana habitualmente. Un día de verano, estábamos en una terraza y esta persona estaba fumando su «cigarro especial», cuando de repente, al cabo de estar un rato hablando, vi que, por encima de su cabeza, se abría un canal de luz, en el que saltaban hacia arriba unos rombos de color dorados... Yo jamás había visto esto antes, y preguntándome qué debía ser, seguidamente vi que entraban por su canal unas formas negras (energías negativas… o, mejor dicho, seres de la oscuridad). Los rombos dorados saltaban una vez tras otra hacia arriba para expulsarlos, la verdad es que lo conseguían, pero alguna de las formas negras entraban en su canal. Lo que os quiero explicar con esto es que cuando tomamos sustancias nocivas, automáticamente debilitamos nuestra energía, nuestra aura y damos paso a que el lado oscuro entre en nuestra aura, cuerpo y, lo que es peor, en nuestra mente, lo

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que conlleva comportamientos no habituales en nosotros y, con el tiempo, si estos hábitos persisten, llevará a posesiones físicas. Es imposible que al consumir sustancias de este tipo podamos escuchar a nuestro guía espiritual, ya que la información está distorsionada. Cuando hablamos de posesiones, no hablamos de las típicas películas llevadas al cine (aunque siempre tienen un punto de veracidad). Yo escuché hace años por televisión a un psiquiatra, que explicaba que muchas personas que están ingresadas en centros de salud mental, no eran ni más ni menos que casos de posesiones en diferentes grados… ¡Cómo podía ser que difundieran una información así por televisión y no le dieran más repercusión! Es así, las almas errantes que no quieren ir a la luz buscan volver a sentir los placeres mundanos en cuerpos que no les corresponden… De aquí deriva, por ejemplo, el peligro de hacer una ouija. La ouija es un tablero compuesto por el abecedario, los números del cero al nueve y un «sí» y un «no». Este tablero puede prepararlo uno mismo o comprarlo. Sobre este tablero se coloca un vaso de cristal en medio del mismo. Las personas allí reunidas colocan cada uno de ellos un dedo de la mano sobre el vaso. A partir de aquí hay un protocolo a seguir, para tener la «convicción» de con quién estamos conectados, quién nos da las respuestas a nuestras preguntas moviendo el vaso. Digo convicción entre comillas, ya que, habitualmente, las energías que se conectan con la ouija son del bajo astral, energías densas y oscuras, que contestarán a la perfección a las preguntas y dudas formuladas; estas energías saben las respuestas a todas nuestras dudas y preguntas, haciéndose pasar por familiares o amigos difuntos. En este punto es donde les abrimos la puerta a esta dimensión. 28

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El año pasado, por Navidades, paseando con mi marido, disfrutando de la magia especial de esta época festiva, y mirando escaparates, de repente, en la vitrina de una juguetería vimos varios juegos de mesa, entre los cuales estaba expuesto como «juego de mesa» ¡la ouija! ¡Nos hemos vuelto todos locos de golpe! ¡Señores, no es ningún juego! La ouija es extremadamente peligrosa. ¡Cómo pueden venderlo como juego de mesa! Os voy a explicar en qué consiste y cuáles son sus peligros: Como ya os he explicado antes, vivimos en un mundo terrenal, en el cual estamos físicamente y podemos tocarnos e interactuar entre nosotros, pero no estamos solos. Nuestra energía, nuestra vibración, nuestro cuerpo, nuestra persona… conviven conjuntamente con otros seres, seres desencarnados, seres de luz y seres del bajo astral. Estos seres se mantienen en su plano, en su sitio, cercanos a nosotros, pero sin invadir nuestro espacio personal. Bien, las velas (usadas para peticiones) y, sobre todo, la ouija son puertas, puertas directas al bajo astral. ¡Cuidado! Imaginaos que estáis en casa, un domingo por la tarde, viendo una película, acompañados por vuestra pareja e hijos, plácida tarde de televisión y palomitas, y de repente llaman a la puerta… ¿Abriríais la puerta de buenas a primeras sin ni siquiera mirar por la mirilla para saber quién hay al otro lado? ¡A que no! La ouija es esa puerta, una puerta que no podemos controlar, que no tiene mirilla, que no sabemos quién hay al otro lado, y aun así, la abrimos, y de golpe entra una energía, una energía fría, oscura y densa. ¡Y feliz! Feliz porque después de tantos días, meses o años llamando a diversas puertas, por fin, alguien abre, y ahí la tene-

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mos, a esta energía negativa, queriendo gozar, vivir y disfrutar de nuevo de los placeres del mundo terrenal, y qué mejor manera de hacerlo que volviendo a esta dimensión, a este plano, con la puerta abierta de par en par. Y ya nada vuelve a ser igual, esta energía puede actuar de muchas formas distintas, ella escoge…, el mundo está en sus manos… y los que le han abierto la puerta son sus «sirvientes» o «alimentos». Sirvientes, porque, de alguna manera, esta energía densa y oscura, a la cual se ha «invitado» a entrar por la puerta grande, se cree y se siente con derechos sobre nosotros (las personas presentes en la ouija). El primer derecho (y peor) sería la posesión, la energía entra dentro del cuerpo energético de una de las personas trastocando y manipulando sus emociones y decisiones, haciendo que sus actos ya no sean los mismos de antes de efectuar la ouija. El segundo acto sería que la energía se quedara dentro del espacio donde se realizó la ouija; pongamos un ejemplo clásico: Los padres se van de fin de semana, y el hijo se queda en casa con unos amigos. ¿Qué hacen? Una ouija para pasar el tiempo, para investigar, para divertirse, como experiencia, etc. Total, proceden a este peligroso «juego», conectan con seres del bajo astral (sin saberlo), preguntas, contestaciones, risas…, al cabo de un rato se cansan y terminan el «juego». También hay un protocolo de cierre, pero no siempre se lleva a cabo, y, la verdad, aunque se haga, si la energía ha traspasado la puerta dimensional, ya da igual cómo se haga el cierre. Comentan la jugada, y después de risas e historias de miedo (típico en estos casos), les vence el sueño y se dirigen finalmente a tumbar sus cuerpos y disfrutar de horas de dulce y reparador sueño…

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¿Reparador sueño? ¿Estamos seguros? Pues no, tal vez la primera, segunda, tercera noche, sí sean «normales», mejor rectifico, todas las noches serán normales, con la diferencia de que en esta casa, donde días antes se realizó la ouija, se encuentra un espíritu, una energía del bajo astral que ya ha vuelto al mundo terrenal que tanto ansiaba, pero que igual que nosotros, también necesita alimentarse, claro está, pero no de alimentos físicos, sino de energía, necesita energía para mantenerse en este plano. ¿Y de quién se alimenta? En este caso, de las personas que viven bajo el techo donde se hizo la ouija. Es aquí donde estas personas se convierten en el «alimento» de estas energías. A medida que se alimentan de nuestra energía vital, nuestra energía va disminuyendo, nos sentimos más cansados y desganados de lo habitual, enfermamos y bajo este espacio (donde se realizó la ouija), las energías se transforman en oscuras y enfermizas, llegando a enfermar toda la energía de la casa… Os voy a explicar un caso que viví en primera persona, mi primera (y única) experiencia con la ouija. Justo acababa de cumplir dieciocho años, había conseguido, después de mucho esfuerzo, comprar un coche. ¡Mi primer coche! Un utilitario de tercera mano, que a mí me parecía el vehículo más maravilloso, cómodo y bonito del mundo, que «dormía» en la calle cada noche. Vivía con mis padres en una urbanización bastante apartada y solitaria, en la cual solo había movimiento los meses de verano, ya que acudían todos los demás vecinos para disfrutar de sus segundas residencias. Nuestra calle en concreto no era muy larga, con una placita al final, llena de arbustos y árboles; en invierno solo la casa de 31

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mis padres estaba habitada, realmente daba miedo, apartada de la civilización, sin vecinos, sin farolas que alumbraran la calle, solitaria y en medio del bosque. Pues bien, en este sitio pernoctaba mi coche, sin seguridad ninguna. Nos juntamos en casa unos amigos para cenar y charlar aprovechando la ausencia de mis progenitores. Después de la cena, a Mario se le ocurrió una brillante idea. —¿Hacemos una ouija? —lanzó al aire Mario. Nadie contestó, a lo cual me alegré mucho, pero María, mi querida María, era todo oídos y contestó: —¡Anda! Pues estaría bien… ¡Venga! ¡Vamos a hacerla! Recuerdo mirar a María como si no la conociera y decirle: —María, por dios, ¡qué dices! ¿Te has vuelto loca? No tuvo tiempo de responderme; los allí reunidos aplaudieron la propuesta de Mario. Así que yo, sin quererlo ni buscarlo, me vi involucrada en una ouija; sabía que no podía ser bueno, pero pensé: «Va…, seguro que ni se mueve el vaso, se aburrirán y en media horita todos hacia sus casas…». Qué poco podía imaginar el vuelco que tomaría la situación: Recuerdo la hora como si fuese ayer, eran las ocho de la noche, noche de invierno, negra y fría, dispusieron un tablero de ouija, nos sentamos todos en la mesa del comedor (en total éramos seis personas), y colocaron el vaso preparados para comenzar con la ouija; todos los allí presentes posaron sus dedos sobre el vaso menos yo. Yo no quería, no me atraía nada este espectáculo, pero allí estaba, sentada, todos mis amigos mirándome, esperando a que yo también participara en esta sesión, pero no quise, les dije que 32

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no, que yo no, que no contaran conmigo, que no era buena idea seguir con la ouija, que podíamos y estábamos a tiempo de parar esto. Hicieron caso omiso a mis palabras, decidieron empezar, no sin antes darme bolígrafo y papel. —Tú serás la que escriba —dijo Mario. Por lo visto, al no querer participar directamente en la ouija, Mario había decidido que yo iría enlazando las letras que el vaso señalaba en el tablero para formar las palabras; de esta forma —según Mario—, ellos podrían estar más relajados al no tener que estar pendientes de ver qué palabras formaba el vaso. —Vale. —Pensé que eso no sería tan malo… Mario llevaba la sesión, y yo recuerdo hacer dibujitos en el papel, pensando en cómo les iría a mis padres y que la próxima vez marcharía con ellos. Mario me despertó de golpe de mi ensoñamiento. —¡Diana! ¡Quieres estar al tanto y escribir las palabras que señala el vaso! —Vale, de acuerdo —contesté sin muchas ganas, y me dispuse a hacer de «apuntadora». Ellos preguntaban, la ouija contestaba, y yo apuntaba… Así estuvimos casi una hora, hasta que Andrés (un chico del grupo) separó su dedo del vaso, se levantó de la silla y se encaminó hacia el baño. Mario se le quedó mirando atónito durante unos segundos, parpadeó y le gritó: —¡Andrés! ¿Qué haces? Andrés se giró, le miró y simplemente le contestó: —Voy al baño…

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Mario le estaba explicando que cuando haces una ouija no puedes levantarte de la mesa así sin más, que había que pedirle permiso a la ouija… Andrés, en plan jocoso, le pidió permiso a la ouija desde la lejanía del tablero, a lo cual el espíritu que movía el vaso le dijo que sí, que tenía permiso. María aprovechó la ocasión para «pedir permiso» para salir a la terraza a fumar un cigarro (dentro de casa estaba prohibido fumar). ¡Denegado! Por lo visto, el espíritu dijo que no… Que nadie más podía levantarse de la mesa. «Vaya rollo», pensé, «creo que tardaré un poco más de media hora en ir a dormir…». Mario comentó que Verónica (el nombre del espíritu con el cual habían contactado) seguramente se había enfadado porque Andrés se había levantado sin pedir permiso. Andrés volvió del baño, se sentó en la mesa, dispuso su dedo sobre el vaso y Mario dijo: —Vale… Ahora pedimos permiso para que María salga a fumar. Así lo hicieron, pero… resulta que la tal Verónica ya no era tan amable, nos mostró su verdadera cara y nos echó un buen pulso. En primer lugar, dijo, a través del vaso de la ouija, que de la mesa nadie se iba a mover, que no daba permiso ni para salir a fumar y mucho menos para abandonar la sesión… Yo no salía de mi asombro, ya que era la que iba escribiendo lo que Verónica marcaba. Pensé que esto era una broma, que no iba a ir a más, pero no fue así.

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Mario le preguntó directamente a Verónica qué pasaba, por qué no les dejaba levantarse de la mesa. La respuesta de Verónica nos dejó helados a todos: —Porque poseo maldad —contestó Verónica. Y a partir de este momento, todo cambió… La tal Verónica resulta que era un espíritu burlón (los espíritus burlones son energías que se hacen pasar por otras; por ejemplo, pongamos que alguien está en una sesión de ouija, creyendo estar comunicándose con su abuela Berta, pero resulta que no es la abuela con quien comunica, sino con un espíritu burlón, que toma la identidad de Berta, en este caso para poder pasar la puerta y entrar en esta dimensión). Los espíritus burlones no siempre son amables, y menos en la sesión de ouija, que para ellos es llegar a la meta de una carrera (pasar la puerta que nosotros les abrimos) y harán todo lo posible por ser los primeros. Bien, en este caso Verónica pasó todos los «supuestos filtros» que Mario había establecido, pero por lo visto nos engañó a todos, ¡y de qué manera! Consiguió pasar «la puerta» y allí estaba Verónica, en casa de mis padres, controlando toda la situación, a todos nosotros, seis personas sentadas alrededor de una mesa, con un tablero de ouija en medio de la mesa, un vaso posado encima, y todos nosotros mirándonos unos a otros, mirando a Mario, esperando alguna solución proveniente de él, pero no… Personalmente, cuando vi a Mario bajar la cabeza, supe que estábamos perdidos, estábamos en manos de un espíritu maligno, que no podíamos ver ni sentir y que nos acechaba desde nuestra misma dimensión…

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Estaba «en casa»…, mejor dicho, estaba en mi casa…, más concretamente en el comedor. Era una estancia de unos veinte metros cuadrados, compuesta por la mesa del comedor, ocho sillas de madera, sofá más butaca y algunos muebles auxiliares; lo más llamativo del comedor era la chimenea. La chimenea era de piedra, piedra de río, y no era la típica chimenea pequeña, todo lo contrario, ocupaba una de las paredes del comedor, tenía medidas estándar, pero las piedras abarcaban toda la pared a modo de decoración; realmente era lo más llamativo de toda la casa. Estábamos todos sentados en la mesa, cuando de repente empecé a escuchar ruidos, provenían de fuera de la casa (os recuerdo que era una calle solitaria), más concretamente del coche…, ¡de mi coche! —¡Ay, Dios! —exclame—. ¡Me están robando el coche! Estábamos todos sentados alrededor de la mesa, escuchando claramente los portazos seguidos del coche, abrían y cerraban las puertas sin parar… Me levanté de golpe para dirigirme hacia afuera… ¡Me estaban robando el coche! No me lo permitieron. Ana, una de las chicas, me cogió la muñeca, me miró fijamente a los ojos, pidiéndome que me sentara, que recordara en qué situación nos encontrábamos y que no podíamos abandonar la mesa… ¡Mis ojos iban a salirse de sus órbitas! ¡Alguien estaba pegando portazos en mi coche y yo no podía salir ni levantarme de la mesa! Pero Ana me dio una idea: —Diana, pregúntale a Verónica qué está pasando con tu coche…

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Ciertamente, la idea de Ana no era descabellada, no me hizo ninguna gracia, pero al oír que en la calle alguien seguía dando portazos a mi coche, decidí que sí, que alguien de la mesa le preguntara a Verónica quién estaba golpeando mi coche de esta manera (recordad que yo era la apuntadora, así que no podía formular la pregunta directamente). Mario hizo la pregunta, a lo que Verónica contestó enfocando el vaso muy lentamente letra por letra: —Robar —contestó Verónica—, nadie está robando tu coche… Soy yo… Estoy divirtiéndome con él… Creo que sobran las palabras, los golpes de portazos eran cada vez más fuertes, nosotros sentados en la dichosa mesa sin poder levantarnos, yo releyendo lo último que había dictado Verónica. Todo me estaba pareciendo una pesadilla, pero no… , no lo era… En un momento determinado, Mario se levantó de la silla, cabreado, harto de la situación, despotricando a diestro y siniestro y entre palabras y gritos cogió un cigarrillo y el mechero, encaminándose hacia la terraza para tranquilizarse, pero ocurrió algo que nunca mientras viva se me borrará de la mente. Mario, encaminándose hacia la terraza, pasó por delante de la pared de la chimenea y en ese momento se le cayó el mechero de la mano, se agachó para recogerlo y justo en ese momento, el vaso (el del tablero de la ouija) le pasó a la altura de la cabeza a una velocidad de vértigo. No se veía el vaso, solo se apreciaba una línea blanca hacia la cabeza de Mario… Si Mario no se llega a agachar a recoger el mechero, ahora mismo no estaría vivo. Más de uno se preguntará cómo salió el vaso despedido y quién se lo tiraría con tan mala fe a Mario. ¡Pues nadie! ¡Nadie físico! Estábamos todos sentados, alrededor de la mesa, mirándonos entre nosotros al saber que Verónica estaba «jugando» 37

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con mi coche, nadie estaba tocando el vaso, el vaso estaba encima del tablero… y de golpe, el vaso empezó a girar solo haciendo una «o» sobre el tablero, él solito… y del tablero despegó hacia Mario. ¿Castigo por levantarse de la mesa sin permiso? No lo sé… Solo sé que el vaso se estampó en la pared de piedra y no se rompió, se quedó en el suelo, de lado… Mario recogió el vaso, lo puso sobre la mesa y lo rompió con la ayuda de un atizador de la chimenea (es una herramienta de hierro para mover las ascuas del fuego) —Muerto el perro se acabó la rabia —espeto con desespero. Y allí terminó mi primera y última experiencia con una ouija, o eso creía yo… Se marcharon todos, era ya muy tarde, y pensé en que era hora de ir a dormir y que todo esto quedaría en una anécdota. Poco podía imaginar que era solo el principio de una larga pesadilla, llena de miedos e impotencias por mi parte… Pasé lo que quedaba de noche más o menos durmiendo, me levanté al día siguiente e inicié mi rutina diaria, pensando de vez en cuando en la experiencia del día anterior, pero por la noche ya ni me acordaba… Me fui a la cama, estaba leyendo una apasionante novela cuando, de repente, un fular, que estaba posado en la puerta del armario (la puerta estaba un poquito abierta), empezó a moverse… Pensé que era un efecto óptico, seguí leyendo sin dejar de mirar por el rabillo del ojo al fular, cuando, al cabo de unos veinte minutos, los extremos del fular empezaron a levitar (imaginaos el fular posado en el alto de la puerta del armario con los dos extremos colgando por cada lado de la puerta, y que venga una persona y coja cada extremo y lo levante en el aire).

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No di tiempo a mucho más, mi imaginación fue más rápida que los hechos en sí e imaginé el fular por los aires, volando hacia mí, ahogándome… No me paré a pensar…, salí descalza, en pijama, y dormí (por decir algo) toda la noche en el coche… ¡Dios mío! ¡¿Qué estaba pasando en casa?! Al día siguiente, entré en casa y todo parecía estar tranquilo. Pensé que, tal vez, lo había imaginado. No… no lo había imaginado, era verídico… y allí me asusté de veras. Llamé a Mario para comentarle la jugada, a lo que me contestó que no pasaba nada, que seguramente eran energías residuales de la ouija y que en un par de días pasaría… —Vale —le contesté—, si tú lo dices… Pero no lo veía claro… Y no me equivoqué… Volví a casa, hice mis tareas cotidianas, sin pensar más en lo paranormal, hasta que sonó el teléfono. Upss…, era mi madre, diciendo que volverían a casa unos días más tarde de lo previsto, alargaban sus días de descanso sin ni siquiera imaginar todo lo que estaba ocurriendo en casa. Llegó la noche, me fui a la cama, leí la novela y me quedé dormida profundamente… Al amanecer, me despertó un ruido habitual, al cual no le prestas atención, el sonido de la cadena del depósito de agua del váter; lo típico, te levantas por la mañana a hacer tus necesidades y tiras de la cadena. Hasta aquí todo correcto y normal… si no fuera porque en casa ¡no había nadie! ¡Solo estaba yo! Me desperté de golpe, eran las seis y media de la mañana, hacía frío y estando sola en casa «alguien» tiraba constantemente de la cadena del váter…, ¿qué podía hacer yo? Pues armarme de valor. 39

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Me levanté de la cama, abrí la puerta del dormitorio (no sin miedos) y me dirigí hacia el baño, abrí la puerta con sumo cuidado (todavía no sé por qué) y entré. Iba descalza, así que no me faltó mucho tiempo para darme cuenta de que mis pies sentían frío, un frío húmedo; al bajar la vista, vi que estaba pisando agua, todo el suelo del baño estaba con un par de dedos de agua… «Qué mala pata», pensé, «lo que faltaba, ahora va y hay un reventón». Me vestí, fui hacia el pueblo y finalmente conseguí dar con un fontanero para que viniera a casa ese mismo día a arreglarlo. Pepe, así se llamaba el fontanero, era un hombre de unos cincuenta y cinco años, vital, jovial y muy bromista. Entró en casa y se dirigió al baño con su caja de herramientas contando chistes; «al fin una persona positiva en casa», pensé yo. Estaba en la cocina, cuando de repente Pepe apareció en el umbral de la puerta. —Diana —me dijo pepe—, ven un momentillo, acompáñame al baño. Me quité el delantal, me sequé las manos y me dispuse a seguir a Pepe (pensando en la factura, en lo que costaría el reventón). Pero no…, resulta que Pepe no encontró ningún reventón, ninguna fuga, absolutamente nada. Me dijo textualmente con su alegría: —Niña…, yo sé que tú has venido a buscarme con razón, ya que el suelo del baño estaba lleno de agua, pero, Diana, con todos mis años de experiencia nunca me había encontrado con esto. ¿Sabes qué, Diana? Volveré mañana con un colega para ver si encuentra explicación a esto. —Y finalizó diciendo lo siguiente—: Niña, esto parece cosa de fantasmas. Lo que me faltaba por escuchar…

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Le di las gracias, le pagué el desplazamiento y le dije que no viniera al día siguiente, que no iba a estar, que ya le llamaría yo en unos días… ¿Para qué iba a volver…? Ahora resulta que Verónica estaba ya manipulando energías físicas de casa, y eso sí que era peligroso… Me senté, respiré hondo y dije: «Vale, se terminó, hasta aquí hemos llegado, Verónica, no te voy a retar, ya que sé de sobra que me ganarías, pero ya no te tengo miedo, ahora estamos tú y yo, este plano no te corresponde, no es el tuyo, y una de las dos tendrá que salir de esta casa». Volví a respirar, me levanté y, en este mismo momento, cambié mi energía, reforcé mi campo magnético y astral para que ella no pudiera acercarse a mí y perjudicarme, y para eso debía dejar mis miedos atrás. Y los dejé… Y Verónica lo sabía… Desde ese mismo día empezó su guerra particular contra mí, para desbancarme y volver a tomar el control de la situación a través de mis miedos… (cuando sentimos y tenemos miedo, nuestra aura y campo energético se debilitan, pueden ser segundos, incluso décimas de segundos, pero en este tiempo, las energías del bajo astral tienen tiempo más que suficiente para introducirse un poquito en nosotros). Esa misma noche, estaba viendo una película en la televisión (quiero recordar que las televisiones de años atrás no eran planas como las de ahora, era la típica televisión que las madres, y sobre todo las abuelas, decoraban con un tapete de ganchillo y alguna figura o retrato encima de ella; vamos, que era un mueble más…). Encima del típico tapete de ganchillo había un jarrón pequeño con una hoja de palmera en miniatura y un par de flores de tela. De repente, me pareció ver que algo del jarrón se movía, no hice mucho caso, y seguí viendo la película hasta que 41

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ya era tan evidente que algo extraño pasaba encima de la tele que no pude más que fijarme en el jarrón… Resulta que la hojita de palmera se iba moviendo sobre ella misma. Daba una vuelta, daba otra, hasta que fue girando constantemente sin parar. Yo, sentada, miraba y observaba atentamente hasta que me levanté y le grité a Verónica: «¡Basta, vete a tu plano y déjame tranquila!». El jarrón se cayó al suelo, se rompió y allí acabó el tema…, de momento… Recogí los restos, los tiré a la basura y sin más volví a sentarme a mirar la televisión… Esa noche no pasó nada más y pasaron unos días. Hasta llegué a pensar que por fin se habrían acabado, que ya todo había vuelto a la normalidad… Una semana después del altercado con el jarrón, puse una lavadora, programa corto y agua fría (al igual que la tele, la lavadora de aquellos años solo tenía un botón para regular la temperatura del agua: agua fría, botón hacia la derecha, agua caliente, botón hacia la izquierda). Al cabo de un rato, fui al baño (allí estaba la lavadora) a lavarme las manos. Cuando vi el botón hacia el lado izquierdo (caliente), dude por un momento y lo volví a poner en agua fría. A los veinte minutos, volví al baño y el botón estaba otra vez en agua caliente; ahí ya me mosqueé, sabía perfectamente que lo había puesto en agua fría, así que me planté delante de la lavadora, volví a poner el botón en agua fría y recuerdo perfectamente que dije en voz alta: «Bueno, a ver qué pasa con el botón de las narices», y justo en ese momento el botón viró hacia el agua caliente, solito…, sin que nadie lo tocara… Mejor dicho, nadie físico. «¡Verónica, ya es suficiente! ¡Para ya!», grité enfurecida. Y de repente, el tambor de la lavadora se abrió, con la ropa dentro dando vueltas, envuelta en el agua del lavado, giraba y

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giraba, y no salió ni una sola gota de agua… Cerré la puerta del tambor de un golpe, salí de casa, cogí el coche y me dirigí directamente hacia un lugar donde nunca pensé que iría, fui a la iglesia, mejor dicho, a la rectoría, en busca del cura. ¡Necesitaba ayuda! Llamé a la puerta y me abrió una señora mayor, muy amable, le pregunté por el cura, le comenté que era una urgencia, pero, por desgracia, no estaba en este momento; me dijo que sería mejor pasar al día siguiente por la mañana, después de la primera misa, que seguro que lo encontraría. Pensé que no pasaría nada hasta el día siguiente y me fui a casa. Mis padres llegarían al cabo de una semana justa, y tenía que zanjar el tema de una vez por todas… Todo marchó bien hasta la hora de la cena… Estaba sentada en la mesa del comedor, cenando y viendo la televisión, cuando de repente la ventana del comedor se abrió de golpe, no me hizo ni pizca de gracia, pero me levanté y la cerré; al cerrarla, se abrió la otra ventana de golpe… Ya me cabreé y más cuando resultaba que en la calle no hacía nada de viento, no se movían ni las hojas de los árboles. Me volví a sentar, continué cenando cuando de nuevo se abrieron las ventanas de golpe, con tal fuerza que las hojas tocaban la pared, ya no pude más, era Verónica de nuevo, ya estaba cansada, no le dije absolutamente nada, me levanté, dejé la cena encima de la mesa, la televisión encendida, cogí las llaves del coche, y, aunque era tarde, me encaminé hacia la casa del cura. Llamé a la puerta y esperé, nadie contestó, volví a llamar, nada…, llamé de nuevo, y sí…, me abrieron la puerta, era la misma señora amable de la mañana, se me quedó mirando sin entender mucho qué hacía yo allí. Antes de que pudiera abrir la 43

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boca, le cogí las dos manos y le supliqué ver al cura, ya que era extremadamente urgente… No le dio tiempo a contestarme que detrás de ella aparecía el cura, preguntando qué estaba pasando. La señora se giró para contestarle, pero no la dejé, me adelanté a ella diciéndole que tenía que ayudarme, que era muy urgente, que mi casa estaba embrujada… Después de pensarlo unos segundos, finalmente invitó a la señora a retirarse y nos quedamos los dos hablando, le expliqué todo, absolutamente todo, desde el primer día que hicimos la ouija hasta hacía un momento, cuando las ventanas se abrían solas. Recuerdo sus palabras, claras y nítidas: —Diana, tienes un espíritu dentro de tu casa y debe marcharse. —Eso mismo pensaba yo… Por eso estaba allí, esperando su ayuda. Me pasó la mano por la cabeza y me hizo esperar. Volvió al cabo de unos minutos, abrigado, y mirándome a los ojos me dijo: —Vamos, Diana, acompáñame a tu casa… Llegamos a mi casa en un abrir y cerrar de ojos; a mí no se me quitaba la sonrisa del rostro, pensando que el fin de mis males había llegado. Me quedé esperando en el coche mientras el cura hacía sus oraciones y exorcismos con agua bendita; al cabo de una hora aproximadamente, el cura salió de casa y me dijo que todo estaba «limpio», que Verónica ni siquiera se le había rebotado… —¡Perfecto. Al fin todo volverá a la normalidad! Lo dejé en su casa, no sin antes darle un millón de gracias y volví a casa, cantando, feliz y alegre. 44

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Aparqué el coche, abrí la puerta de casa, encendí la luz y vi que en el suelo de la cocina estaban las patatas y cebollas del cesto de mimbre, me extrañó, pero al momento recordé que el cura había estado allí, y seguramente habría tropezado sin darse cuenta. Me duché y, estando en mi dormitorio desvistiéndome, de repente la puerta del armario se cerró de golpe. Eso no era la corriente…, era Verónica. Allí estaba, allí seguía, no se había marchado. Ya no me quedaban más puertas que tocar que la mía propia, era el momento de hacer lo que durante tantos años había esquivado, era el momento. Era mi momento. Me senté en la cama, respiré hondo, hice mi ritual de conexión con otras dimensiones, me protegí, y allí estaba ella, allí estaba Verónica, en mi dimensión, mirándome fijamente, riéndose de mí. No bajé la guarda ni un solo momento, seguí mirándola, hablando con ella, preguntándole qué pasaba, qué quería y qué demonios seguía haciendo en mi casa. En este momento fue cuando ella se rio de veras, con más ganas que nunca, se rio de mí y del cura, diciendo que no se me ocurriera volver a traer a nadie más para sacarla de allí, no pensaba irse, estaba muy a gusto conmigo, decía que mi energía le atraía enormemente, al mismo tiempo que me profesaba un extraño respeto (recordad que Verónica nunca me había asaltado personalmente, pudiendo hacerlo). Entre dimensiones y conversaciones, se me plantó delante mi guía espiritual (alguna vez lo había visto físicamente, pero no tan de golpe). —Diana —me dijo—, todavía no sabes quién eres, sabes la fuerza que tienes, pero no te lo crees; esto no es una prueba más en tu vida, es la prueba… Es tu momento de actuar, tienes 45

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la fuerza y la protección para apartar a este espíritu de tu vida y de este espacio, pero recuerda…, no puedes hacerle daño… Ella está perdida, no puedes ni debes juzgarla, ayúdala y te ayudarás a ti. Yo te ayudaré, yo te guiaré, esta será tu primera «limpieza», prepárate, escucha bien y actúa…, porque te esperan muchas más en el futuro… Seguí «conectada» y fui siguiendo las instrucciones de mi guía espiritual, hasta que me encontré en una dimensión diferente a la terrenal. No sabría bien cómo explicarlo, estaba sentada en mi cama, pero seguía viéndome en otra dimensión, también sentada en mi cama, fue una sensación extraña, hasta que entendí que para poder limpiar espacios o personas debía hacerlo en otra dimensión y limpiar todas y cada una de las dimensiones (vivimos en el plano terrenal, pero hay más dimensiones que condicionan nuestra forma de vivir, ya que nos desplazamos constantemente sin ser conscientes hasta en nueve planos distintos ). Al efectuar limpiezas energéticas, me voy moviendo por varias dimensiones, en las cuales el cuerpo físico carece de densidad, se evapora, solo quedan las almas, pero con el conocimiento mental de esta dimensión. Allí estaba con Verónica, ella me miraba, su energía ya no era la misma, ya no era tan prepotente ni tan altiva, así que, siguiendo uno de los protocolos que me enseñó mi guía espiritual, le exigí que hablara para que yo pudiera entender por qué no se iba de casa. Verónica me explicó que hacía mucho tiempo que estaba esperando para volver al plano terrenal, lo había intentado de varias formas, hasta que vio a seis ingenuos sentados alrededor de una mesa y supo que este sería su momento. Y lo aprovechó a través de la puerta abierta a hacer la ouija, ella se coló y se creció, se reía de todos nosotros y sobre todo de mí. Decidió que-

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darse conmigo, según ella, porque vio en mí una luz muy brillante y sabía que podía permanecer en este plano gracias a mi energía. —Verónica —intercedí—, dijiste textualmente que poseías maldad, ¿por qué he de creerte ahora, dónde está la Verónica desafiante? Verónica me contestó que estando yo en mi plano, ella tenía más fuerza, pero al pasar yo a su dimensión, ella estaba desarmada, yo mandaba a través de la energía de mi guía espiritual. Aproveché el momento para preguntarle qué había pasado con el cura. Verónica me contestó que, efectivamente, el cura había hecho bien su trabajo, pero no con la consistencia que requería; ella simplemente se había escondido y al marcharse él, ella había vuelto. Ciertamente, todos conocemos casos de exorcismos hechos por curas especializados del Vaticano, son trabajos realizados por personas que solo se dedican a esta rama, tienen oraciones y aguas benditas específicas, logran traer a esta dimensión a los demonios que atormentan a tantas personas, sacarlos de ellos y después, ellos seguirán su protocolo con estas energías. En mi caso, yo me desplazo a otra dimensión para sacar las energías negativas que hay dentro de las personas o ambientes… Y allí estaba yo, en la misma dimensión de Verónica, mirándola, hasta que de golpe me encontré frente a frente con su energía más profunda, con su alma, un alma con sentimientos encontrados, con mucho sufrimiento. Verónica me enseñó imágenes de su desgarradora vida y entendí el porqué de «yo poseo maldad». Era su propia amargura, 47

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amargura por unos hechos terroríficos. Verónica era en vida una ama de casa con tres hijos. Hasta aquí todo normal, si no fuera porque era toxicómana y su marido alcohólico, tenía tres niños pequeños, una niña de cinco años y dos mellizos de unos tres años; pasaban frío y hambre. Un día, Verónica dejó a los niños en casa y se fue a buscar su dosis diaria, el marido no estaba en casa, ella pensó: «Voy, me compro la dosis y vuelvo a casa… No puede pasar nada». Así lo hizo Verónica, se encaminó hacia el lugar donde compraba la droga, y allí mismo se la inyectó, con la contrariedad de que se quedó dormida; se despertó al cabo de un par de horas, totalmente colocada, y se fue hacia su casa. Antes de llegar vio mucho movimiento de policías y bomberos, pero siguió caminando hacia su vivienda, hasta que de repente una vecina corrió hacia ella impidiéndole el paso, con la cara desencajada… Había tres cuerpecitos sobre el asfalto, eran los hijos de Verónica. Por lo visto, aburridos de estar solos en casa, abrieron la puerta del balcón para jugar con un conejo que tenían allí, y nadie sabe qué ocurrió, pero el final fue trágico, allí estaban los niños, sus cuerpos, aplastados encima del asfalto, habían caído de un sexto piso. Verónica lo vio todo desde la lejanía, le faltaba el aire, y de repente se desplomó y murió. Su debilitado corazón se paró en este momento, su alma se perdió, no encontró el camino ni hacia la luz ni hacia sus hijos (recordad que iba drogada). Estuvo años deambulando, buscando la luz, pero Verónica estaba conectada con la oscuridad, y por allí deambulaba, totalmente perdida. Miré a mi guía espiritual, que estaba detrás de ella escuchando su relato, y me dijo que debía liberarla de tanto dolor, 48

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debía cerrar sus puertas hacia la negatividad y conectar a Verónica con la energía de Dios y de su yo superior (debía conectar estas energías) con la suya propia: esta era la única manera que tenía Verónica de encontrar a sus hijos, de ir hacia la luz. Seguí las indicaciones de mi guía espiritual, y poco a poco, durante muchos días, iba a esa dimensión, limpiaba y abría los caminos de Verónica hacia la luz, hacia sus hijos, siempre con las indicaciones de mi guía, hasta que al cabo de veintiocho días fui a hacer mi trabajo, cuando ya no la vi. Verónica ya no estaba, solo estaba mi guía espiritual, con una sonrisa que aún le iluminaba más (si eso era posible). Me dio las gracias y me dijo que Verónica era libre, se había ido a la luz y se había reunido con sus hijos… Le contesté que las gracias se las daba yo a él por enseñarme y ayudarme, y que me había encantado la experiencia, me sonrió y se fue… Esa noche, en mi cama, ni leí ni puse la televisión, estuve repasando mentalmente todo lo ocurrido desde el primer día hasta esa misma noche, en la que me di cuenta de que imperaba una extraña paz en casa, el ambiente era más ligero, más plácido, no tan denso… En estos momentos entendí lo que me dijo mi guía días atrás: «Ayúdala y te ayudarás». Así fue, nunca más hubo fenómenos paranormales en casa, y Verónica se despidió de mí, se presentó en sueños sonriendo, acompañada de sus hijos y dándome las gracias ¡Gracias a ti, Verónica! Al hacer una ouija, abrimos puertas a otras dimensiones, a energías del bajo astral…, una puerta peligrosa, porque no sabemos qué hay al otro lado, y la mayoría de las veces quienes

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entran son almas sedientas de volver a sentir con cuerpo físico (es un tipo de posesión). No significa que la persona cambie de un día para otro, pero sí notaremos cambios sutiles de su personalidad, hasta llegar, en el peor de los casos, a una transformación total de la misma. No debemos asustarnos ni obsesionarnos con este tema, pero debemos pensar que es tan real como que el sol sale cada mañana.

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HISTORIA GLORIA. UN



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CASO DE POSESIÓN

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e conocido casos de posesiones realmente espeluznantes, como el de una señora mayor, llamada Gloria, que estaba totalmente equilibrada, y, según su marido, después de ir un día de excursión, en un pueblo no muy cercano a su localidad, pasearon por la vía de un tren abandonada… Al cabo de un tiempo, notó cómo su esposa estaba cambiada, pero lo achacó a la edad, hasta que la cosa fue a más. De golpe y porrazo, Gloria dejó de reconocer a su familia y amigos más cercanos; lógicamente fueron al médico, quien diagnosticó alzhéimer. Hasta aquí, correcto y comprensible, sobre todo por la edad de la señora…, pero resulta que la hija de esta última no lo veía tan claro, y buscando y preguntando llegó hasta el lugar donde estábamos mi marido y yo. Gloria se pasaba el día en su casa, sentada al lado de la chimenea, sin fuerzas y cabizbaja. Y el pobre marido, que no entendía nada, se dedicaba a cuidarla día y noche con todo el amor del mundo. El primer día que nos invitaron a tomar café en su casa, Gloria al vernos se levantó del sillón de un respingo. La 51

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hija y el marido se quedaron atónitos al ver cómo esa persona que apenas podía levantar un brazo para comer, se hubiera levantado tan de golpe, como una niña de quince años… Muy sencillo, lo que llevaba dentro (la posesión) sabía perfectamente quiénes éramos nosotros… Sabía que podía llegar al extremo de sacar esta energía de ese cuerpo y liberar a esa pobre señora (qué inteligentes son, pero cómo se delatan ellos mismos). Gloria se puso agresiva con nosotros y empezó a decir cosas que nadie entendía, su mirada cambiaba cuando nos observaba; así, para no forzar una situación desagradable, decidimos marchar y volver otro día. La siguiente visita que les hicimos fue un poquito más de lo mismo, con la diferencia de que al encontrarse «acorralada» la energía que dominaba a Gloria empezó a hablar y finalmente explicó que un día la señora y su marido paseaban al lado de las vías de un tren, las mismas vías donde años antes, una mujer, abandonada por su marido, sin familia directa, sola, desesperada y angustiada, esperaba el tan ansiado regreso de su amado; sus días eran monótonos, y grises, y en un día de ofuscación total decidió terminar con tanto sufrimiento, se tiró a la vía en el momento justo en que el tren pasaba, muriendo en el acto, pero su alma quedó atrapada en ese sitio, durante años. El alma deambulaba, perdida (las almas de las personas que atentan sobre su propia vida no encuentran el reposo, quedan perdidas), hasta que vio a una pareja cogida de la mano, rebosando amor a los cuatro vientos; justamente esa energía de amor tan envolvente hizo reaccionar al alma errante y se acercó a Gloria para sentir y alimentarse de esa maravillosa energía. Lo que no se esperaba es que Gloria se desmayara. Justo en este momento se apoderó de su cuerpo, entró en ella, poseyéndola de una forma total; no estaba dispuesta a salir de ese cuerpo de ninguna manera, quería y necesitaba volver a sentir el amor y el cariño de una pareja, 52

Diana Dahan Santos

así que después de mucho hablar con la familia decidimos que lo mejor era dejarlo como estaba, ya que Gloria, al ser de una edad avanzada, probablemente no aguantase la experiencia de expulsar esa posesión (quiero dejar bien claro que no hago exorcismos físicos, sino limpiezas del alma, que es donde se encuentra toda nuestra esencia y la información de esta y otras vidas; es como desatascar una chimenea (nuestra alma) para que en esta vida actual pueda volver a fluir y a sentir). Una pena, la verdad…

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HISTORIA NOELIA,



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LA FUERZA DEL AMOR

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tro caso de posesión era el de Noelia, una chica joven, inteligente, culta, pero que en su juventud había tonteado demasiado con drogas. Se rehabilitó y pasó a ser una persona totalmente integrada, hasta que se enamoró locamente de un muchacho y fue correspondida. Al cabo de un tiempo, Noelia empezó a notar cambios esporádicos en su comportamiento y forma de pensar, no le dio más importancia hasta que la cosa fue a más, tenía muchas y fuertes peleas con su pareja, cuando se amaban profundamente. Cada vez que Noelia iba a la cocina y cogía un cuchillo, su primer pensamiento era clavárselo a su amado. Con el tiempo, las peleas eran cada vez más fuertes y su marido le decía que cuando se peleaban no era ella, que se transformaba, que le cambiaba la mirada… ¿Qué era lo que estaba pasando? Noelia, como mujer perspicaz que era y es, buscó ayuda y llegó a mí, tenía un grado de posesión bastante avanzado, una posesión que la quería al cien por cien, pero, claro, había un «contratiempo», que era su marido.

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El universo tiene un mensaje para ti

La energía que la estaba poseyendo intentaba de todas las maneras posibles separar a esa pareja como fuera, con intentos de suicidio incluidos, cuando ella amaba la vida como nadie… , pero ese ser maligno que la estaba poseyendo la quería para él solito; si no podía ser viva, sería muerta, pero él quería su energía de una manera u otra… Pero, ay…, la fuerza del amor es la más potente que hay, y eso fue lo que la salvó, por los pelos, pero la salvó. Fue una experiencia muy traumática para ella, pero finalmente al cabo de unos cuantos meses, después de una buena limpieza energética, está limpia, feliz y sigue con su pareja…, así que, enhorabuena, y ¡viva el amor! Sí, amigos lectores, las posesiones están a la orden del día, nos guste o no, pero sigamos recordando que hay varios niveles de posesión, y siempre se está a tiempo de «limpiar» a estas personas. Esta posesión, en concreto, venía de sus años de perdición con drogas y hombres… En una de mis canalizaciones, se presentó la abuela de una consultante, para darle mensajes a su nieta… Lo curioso del caso es que en medio de nuestra conversación se «entrometió» otro ser, de nivel más elevado a los que yo llamo maestros ascendidos, para darnos un mensaje… Los mensajes no tenían nada que ver con la abuela, sino que eran mensajes de que nos fuéramos preparando, que el mundo terrenal iba a cambiar para todos nosotros, debido a que en el nivel energético se estaba preparando una «guerra» entre el bien y el mal, entre el lado positivo y el lado negativo…, o sea, en pocas palabras, que el «ejercito del mal» estaba captando soldados (los soldados son nuestras almas), para que sus tropas fueran cada vez más fuertes y poderosas, allí estaba la respuesta del porqué de tantas posesiones. 56

Diana Dahan Santos

Sin ir más lejos, cuando me encargan el trabajo de limpiar el alma de algunas personas, cada vez me encuentro con más almas que tienen un grado de posesión, a veces más cogidas y otras menos, pero lo están. Suerte que tenemos las herramientas necesarias para limpiar estas almas, aunque a veces signifique tener que lidiar con el lado oscuro, que no siempre está dispuesto a dejar ir a sus captados. Pero como yo siempre digo…, el bien, el amor, la luz…, siempre pueden contra el lado oscuro.

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HISTORIA EL



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BIEN Y EL MAL

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ás de uno de vosotros se habrá quedado un poco extrañado al leer lo de la guerra entre el bien y el mal… Aquí os dejo el mensaje recibido por los seres de luz, refiriéndose a este tema. Al hablar de guerras, a todos nos vienen a la mente los bombardeos, genocidios y demás barbaridades, sobradamente conocidos por todos…, pero ¿qué es una guerra a nivel energético? Simplemente es hacer que las personas se deshumanicen cada vez más (esto ya está ocurriendo), intentar que las acciones negativas, como violaciones, iras, locuras, falta de comunicación, prepotencia, altivez, ansias de poder y dinero, etc., sean cada vez más fluidas en nuestras vidas, ¿para qué? ¿A cambio de qué? A cambio de que si «perdemos la cabeza», perderemos nuestra alma. Nuestra alma pasará a «manos del lado oscuro», estaremos totalmente desestabilizados, nos agobiaremos por problemas sin importancia y nos llegará el insomnio, con lo cual nos des-

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equilibraremos todavía más, creando un estado anímico más bajo de lo normal; a consecuencia, nuestra aura también se debilitará… Y allí está el lado oscuro, esperando pacientemente que todo esto suceda, para, de esta manera, estar al acecho como un vampiro, y alimentarse de nuestra energía…, debilitándonos cada vez más, y haciéndose él cada vez más fuerte… ¿Os podéis imaginar lo que es esto con millones de personas…? Sería un caos, nos convertiríamos en cuerpos sin almas, cuerpos errantes esperando «órdenes» del lado oscuro y obedeciéndolas como robots… ¿Os imagináis qué mundo sería este? Sí, sí, ya sé que más de uno pensará que esto parece ser el guion de una película de ciencia ficción, pero para desgracia nuestra, no es ni será una película…, será una realidad si no lo impedimos. Y es tan fácil poner freno a esto como ser fieles a nosotros mismos, a nuestro amor, amor hacia nosotros mismos (es lo más importante); si nos amamos como seres de luz que somos, irradiaremos esta misma luz hacia todo lo que nos rodea, personas, animales, plantas, el aire que respiramos, etc. Todo, absolutamente todo lo que hacemos y pensamos, debe estar proyectado por esa luz y ese amor que somos nosotros mismos, ¡somos esencia pura! ¡Solo debemos creérnoslo! Ese amor, el amor que conlleva alegrías, ternuras, risas, sonrisas, eso es lo que puede cambiar nuestro mundo, nuestra tierra… Esa tierra en la cual vivimos, esto, amigos lectores, es lo que transforma las energías negativas en positivas. 60

HISTORIA LA



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P R E O C U PA C I Ó N

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o hace mucho, en una canalización, me avisaron textualmente de lo siguiente: «¡Dejad de preocuparos tanto por las cosas mundanas de la vida, que la vida es el alma de cada uno, que debemos abandonar los estereotipos, que si somos más altos, más bajos, más gordos o feos… y que dejemos ya de compararnos y de competir!». Este mundo se está yendo al garete porque estamos perdiendo y hemos perdido la humanidad personal y profunda de cada alma; como ya he dicho antes, se está preparando una guerra a nivel energético; por eso se está muriendo tanta gente de forma traumática y a tantas más se les está yendo la «cabeza» por momentos… (ofuscación mental). Se está haciendo una limpieza en la que solo las personas equilibradas a nivel energético no sufrirán estos cambios tan drásticos que nos acechan... Se espera un cambio energético en el planeta y las personas que en ella vivimos. Va a ser un mundo totalmente nuevo a nivel de almas. Deberemos acostumbrarnos a mirar dentro de cada persona, porque dentro de un tiempo, veremos la verdadera fealdad de cada uno… Fealdad a nivel de alma… Eso da que pensar, ¿verdad? 61

HISTORIA



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ANA

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n una de mis consultas, estaba con Ana, y entre charla y consulta, se presentó una energía que nos hizo saber que era su difunto padre (digo que nos hizo saber, porque nunca se presentan diciéndome directamente quiénes son… Me van dando pistas para que el consultante los pueda identificar, o bien, cuando el consultante está bloqueado, entonces, ellos, las energías, me dan informaciones directas que solamente ellos pueden saber, para que podamos identificarlos). Total, que la energía de este señor era muy fuerte y positiva, le dio los mensajes pertinentes a Ana, la cual se emocionó profundamente, pero ella le pidió que, por favor, se fuera a descansar, que ya no le tocaba estar errando por la tierra, y que estuviese tranquilo. La energía del padre de Ana le contestó con firmeza lo siguiente: «Cuando tú empieces a vivir, entonces yo me iré a descansar». Ana se quedó impactada con esta contestación; le dije, resumiendo, que lo que le quería transmitir su padre era simplemente que empezara a disfrutar de la vida y no se preocupase 63

El universo tiene un mensaje para ti

tanto por cosas que no tienen importancia. Así quedó la conversación sobre este tema. Ana volvió varias veces a mi consulta, pero un día después de una sesión, en la cual yo le dije que me alegraba, que su aura había cambiado, que se había reforzado y que energéticamente estaba muy fuerte…; de repente, se presentó de nuevo la energía de su padre; yo me quedé un poco desconcertada, ya que veía a su padre al lado de lo que yo en ese momento definí como una «tubería muy blanca». Ana se me quedó mirando, atónita, pero es que su padre no hablaba, no decía nada, tan solo nos miraba, sonreía y allí estaba, al lado de esa extraña «tubería blanca». Después de unos minutos, que nos parecieron mucho más debido a lo «cómico» de la situación, el padre de Ana decidió explicarnos qué hacía allí con esa «tubería blanca». Nos explicó que cuando falleces, antes de abandonar el cuerpo físico, tienes una (o varias) muerte anterior. Os lo transmitiré tal y como él lo hizo. Pocos seres humanos, por no decir ninguno, estamos preparados para la muerte (en países orientales es diferente, muchos están toda la vida preparándose para su muerte). Normalmente, antes de desencarnarnos, tenemos por lo menos una experiencia de liberación del alma. Muchas personas, días o semanas, antes de fallecer, «deliran», ya que estando solos en su dormitorio, de repente, empiezan a hablar con alguien… Esos «alguien» son familiares, amigos o conocidos ya fallecidos que «bajan» al plano terrenal para ayudar a las personas a liberar su alma. Algunas veces estos seres se llevan a la persona moribunda a dar un «paseo» para que puedan ver y sentir lo que les espera al otro lado, y normalmente en pocos días la persona abandona definitivamente su cuerpo… 64

Diana Dahan Santos

Concretamente «el paseo» nos lo detalló de la siguiente manera: Vives (el alma) en un piso antiguo, frío, con humedades, sin luz, sin calefacción, con vecinos ruidosos (tu cuerpo), y, en la acera de enfrente hay un edificio nuevo, luminoso, recién pintado, con vistas a la naturaleza, niños riendo…, y todos los vecinos son viejos conocidos, familiares, amigos. De vez en cuando, te vienen a buscar y te llevan a tu nueva vivienda, pero tú…, vuelves a tu piso antiguo y decrépito, donde tantos años llevas viviendo y tan a gusto te encuentras… Al cabo de un tiempo, los vecinos (amigos, familiares…) llaman de nuevo a tu puerta y te acompañan al piso nuevo; te encuentras más a gusto que la primera vez que lo visitaste, pero vuelves de nuevo al viejo piso. Hasta que un día, sin decir nada, te mudas al edificio soleado, luminoso y armónico. De esta manera tan bonita nos explicó el padre difunto de la consultante de qué manera se realiza la transición del plano terrenal al plano espiritual. Tenemos pequeñas «muertes» antes de la definitiva, en donde el alma sale del cuerpo acompañado por personas conocidas para que el impacto de la desencarnación definitiva no sea impactante. Más abajo os explicaré un caso personal de esta experiencia. A partir de esto, el alma va a un lugar muy luminoso, es un sitio que el padre de Ana nos definió como si fuese un mar en calma, En este lugar hay «un tubo» de luz brillante, muy brillante; ese tubo siempre está allí presente. Las almas son las que escogen ir hacia esa luz o no. No importa que en vida se haya sido buena persona o mala, la luz está allí presente para todos;

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El universo tiene un mensaje para ti

la diferencia es que las almas que allí se encuentran, y a las que les cuesta pasar a un nivel más elevado, ya sea por carga emocional hacia un ser querido o por querer acompañar a su manera a alguna persona todavía encarnada, tienen una especie de «protección», están como en una cúpula de luz, que las independiza un poco de las otras almas que divagan y, por codicia u otras cargas emocionales, no van a la luz… Las otras, las almas más «espesas», debido a querer seguir aferradas al mundo terrenal por codicia, pueden tardar bastante más en ir hacia esa luz, o quizás nunca vayan. Estas almas son las que desean fervientemente volver a sentir los «placeres de la vida terrenal». Aquí radica el peligro de hacer sesiones de ouija, por ejemplo. En estos actos, lo que hacemos, tal vez sin darnos cuenta, es abrir una puerta, una puerta al más allá, en la que no sabemos qué o quién pueda entrar… Es muy peligroso, como explicamos antes más profundamente. Según esta alma (el padre de Ana), no existe el purgatorio tal y como lo conocemos, nos contó que el purgatorio está aquí, en nuestra vida cotidiana; todos hemos cometido errores y los seguiremos cometiendo, ¡cómo no, somos humanos! Y estamos aquí para evolucionar y aprender. Pero tenemos constantemente la oportunidad de rectificar nuestros actos; si no, nos los llevaremos a otra encarnación, a otra vida. Cuando morimos, no importa lo que hayamos hecho, bueno o malo, no existe el infierno o el paraíso; a la hora de dejar el cuerpo físico, todos, absolutamente todos, vamos al mismo sitio. La diferencia es la densidad de nuestra alma al dejar nuestro cuerpo físico, acceder con más o menos rapidez a la luz. Al fallecer, se abren dos canales: el canal oscuro y el canal de luz. En el canal de luz están todas las personas y animales con 66

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los cuales hemos tenido experiencias maravillosas en vida o sentimientos de mucho amor. Nos están esperando, y todos nosotros estamos preparados a nivel de alma para coger el camino de la luz. Por contrapartida, está el canal de la oscuridad, de las energías densas, estas energías que se alimentan de nosotros, que nos «necesitan» y que intentan por todos los medios captarnos en el momento de nuestra muerte. Todos nosotros estamos preparados para ir hacia la luz, hay seres de alta vibración que nos esperan y nos ayudan a pasar esa puerta, pero debemos estar seguros en vida de tener nuestra alma del lado de la luz, y no de la oscuridad, para que este tránsito sea más fácil… Hay muchas formas de tener nuestra alma del lado de la luz: - Pensamientos positivos (está demostrado que los pensamientos positivos elevan nuestra energía vibracional). - Intentar no juzgar. - No criticar. - No tomar drogas. - Tener proyecciones mentales específicas (no permitir que la mente divague). - Reír. - Conversar. - Jugar. - Estar en contacto con la naturaleza y el aire libre. Y…, si os apetece, podéis recitar esta oración una vez al día en voz alta. Es mágica y poderosa. 67

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(Canalización) Yo pertenezco a Dios, mi alma pertenece a Dios, mi cuerpo pertenece a Dios, yo soy de Dios Padre, Dios es mi guía, renuncio a todo lo que no es divino, renuncio a todo lo que no es divino, renuncio a todo lo que no es divino, vibro a través de la vibración de Dios padre, hablo a través de la vibración de Dios Padre, amo a través de la vibración de Dios Padre, siento, a través de la vibración de Dios Padre, actúo, a través de la vibración de Dios Padre, yo soy de Dios Padre, Dios es mi guía, renuncio a todo lo que no es divino, renuncio a todo lo que no es divino, renuncio a todo lo que no es divino. Os la recomiendo, si la recitáis en voz alta (o baja) cada día de vuestra vida, veréis cómo cambia vuestra vibración.

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HISTORIA ISABEL



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Y LAS CAROLINAS

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tro caso que me impactó muchísimo fue el de Isabel, una consultante que vino a verme, entre otras cosas para «contactar» con sus seres fallecidos. Ella quería hablar con su padre y su hermana. Su padre se presentó, pero su hermana no; en cambio sentí una energía muy potente masculina. Al describírsela, ella reconoció a su marido, fallecido hacía cuatro años. Isabel, de alguna manera, se sentía muy mal, muy sola desde la muerte de su esposo, a lo cual él le comunicó que lo mejor fue que se hubiera muerto en el momento en que falleció, ya que en ese momento todavía estaba «bien», que su enfermedad había pasado a su sangre, y que todo hubiese ido mucho peor a nivel de sufrimiento para todos… Isabel asintió con la cabeza y me confirmó que, efectivamente, su esposo tenía un cáncer de huesos y en los últimos tiempos había pasado a la sangre, pero murió antes de que se desarrollara. El esposo de Isabel le comunicó a través de mí varios mensajes que calmaron el alma de Isabel, pero lo más bonito e im69

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pactante fue que, en un momento de la consulta, él se puso al lado de Isabel, sosteniendo con sus dos manos un ramito de flores, unas flores que yo pude distinguir claramente, ¡eran carolinas! Un tipo de flor campestre, de un bonito color amarillo, y con los pétalos como grasientos… Le dije a Isabel que su marido estaba posicionado a su izquierda con esas flores en las manos. Isabel, llevada por la emoción, se llevó las manos a la cabeza y se echó a llorar, explicándome que, en vida, su marido se iba a un huerto de vez en cuando y con la llegada de la primavera le llevaba asiduamente un ramito de flores amarillas: ¡le traía a Isabel un ramito de carolinas! Isabel no se lo podía creer. El marido de Isabel, fallecido cuatro años antes, allí estaba, con un ramo de carolinas entre sus manos, pidiéndole a su mujer que, cuando pudiera, llevase un ramito de las mismas flores a su tumba. Isabel se «desmontó» entre la alegría y la felicidad de poder comunicarse con su marido y con esas pruebas tan íntimas entre los dos… Pero allí no terminó la cosa; en un momento, vi cómo el marido de Isabel le acariciaba la mejilla. Sin darle pistas, le pregunté qué sentía en su cuerpo (no le mencioné su rostro, sino su cuerpo), a lo cual ella me contestó que notaba un hormigueo y calor en una de sus mejillas (la misma donde tenía su marido puesta la mano). Le dije a Isabel que era la mano de su marido que la estaba acariciando. Isabel, cómo no, se puso a llorar desconsoladamente (era la primera vez desde la muerte de su marido que notaba su presencia física directamente).

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Los dejé solos, salí del despacho durante un rato, y en este espacio de tiempo, Isabel estuvo hablando y despidiéndose de su marido, con la tranquilidad que no tuvo en el momento de su fallecimiento. Uf…, qué bonito… Esas cosas son las que hacen que mi trabajo sea pleno. No hay muchas palabras, por no decir ninguna, que puedan explicar momentos tan profundos. La liberación para las almas en estos casos es enorme, se abre un canal energético de amor y de bondad entre las personas físicas y las energías desencarnadas, llenando sus vidas y energías de calma, liberación y bienestar, tanto para los difuntos, que se desatan de cadenas emocionales, como para los consultantes, que encuentran paz y sentido a la vida.

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HISTORIA E VA



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Y SU HERMANA

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n otra ocasión, se presentó en mi consulta Eva, una jovencita de solo veintiún años, que quería saber su futuro. Bien, como es costumbre en mí, no suelo permitir que me den información, solamente les pregunto cuando se cruzan las energías (al traer fotos de otras personas, suelen cruzarse las energías). Antes de empezar, percibí la presencia de una energía que la acompañaba, y que venía por parte de su madre. Eso lo vi claro…, pero fui incapaz de definir si era una energía de tía, abuela… Le pregunté a Eva, y ella me contestó que su madre estaba viva, su abuela materna también, que la única que había fallecido era su abuela paterna, a lo cual le contesté que no, que venía por parte de madre. Intente comunicarme con esa energía, pero no pude, no me contestaba; entonces detecté un dato, pude percibir que era una energía de hermandad. Le pregunté a Eva si en la gestación de su madre venía con alguna hermana que hubiese muerto. Eva, sorprendida, me contestó que no a esa pregunta, pero que un tiempo antes de quedarse su madre embarazada de ella, había tenido un aborto y el feto era una niña.

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¡Pues bien, allí estaba la energía de esa niña! Una energía que iba acoplada al cuerpo físico y energético de Eva. Esta energía estaba ubicada físicamente en la espina dorsal de Eva. Después de comentárselo, me confirmó que prácticamente, desde que tiene uso de razón, le duele esta parte de la espalda y nunca había conseguido que se le paliara, ni con medicación ni con masajes (ahora, Eva empezaba a entender, entre risa y estupefacción, el tema de su dolor de espalda). Le pregunté si era cierto que sentía una relación de amorodio llevada al extremo con su madre; ella me confirmó que sí. Le pregunté por qué tenía impulsos y pensamientos suicidas. Eva se quedó paralizada, diciéndome que estas emociones eran muy profundas, y que sí, que a menudo lo pensaba, pero que no lo entendía, que tenía veintiún años, trabajo, salud, amigos, vamos…, que no entendía cómo podían caber pensamientos de este tipo en su vida. Ella misma se hacía cruces y no lo entendía… Bien, llegados a este punto, le expliqué a Eva lo que pasaba. Le dije que la energía de su hermana (que, recordemos, no llegó a nacer) estaba totalmente acoplada a ella, que muchas de sus emociones y actuaciones no le correspondían, que no eran suyas, sino de esa energía, sobre todo las emociones relacionadas con su madre y con los pensamientos suicidas. Le expliqué que la energía de su hermana se estaba apoderando de ella, tanto de su mente como de su cuerpo físico; por el motivo que fuera, quería vivir y sentir a través de ella… Entre explicación y explicación, me di cuenta de que Eva estaba blanca, callada y con los ojos fuera de sus órbitas… Le pregunté si quería parar un rato y le di un vaso de agua. Eva me lo agradeció, pero no, no quería parar, comentó que a partir de ese momento habría un antes y un después en su vida. Al fin,

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Diana Dahan Santos

lo entendía todo, entendía muchas actuaciones de su vida personal, ahora todo le cuadraba y notaba que se había quitado un peso de encima (había llegado a pensar que se estaba volviendo loca). A estas alturas, la energía de su hermana estaba molesta, después de tantos años se había sentido descubierta y no le gustaba. Eva todavía no lograba entender cómo podía ser que su «hermana» mandara sobre ella. Pero mandaba, sí, y mucho más de lo que ella misma se imaginaba, hasta tal punto que le pregunté a Eva si le gustaban los nenúfares… Eva, sorprendida por la pregunta, me contestó que no, vamos, un no rotundo. Entonces le pedí que me explicara por qué había comprado una planta con un nenúfar… Ahí sí que Eva se sorprendió. —¿Cómo puedes tú saber esto? —me preguntó Eva… —Tu «hermana» me lo está contando —contesté—. Por lo tanto, esta planta que tú piensas que has comprado, ¡no era del todo decisión tuya! Date cuenta de hasta qué punto tus pensamientos y acciones no son del todo tuyos… Eva me explicó que, efectivamente, el día anterior fue al mercado y compró una planta, que llevaba un pequeño nenúfar de decoración insertado en la tierra, pero ¿cómo podía ser que fuera la energía de su hermana muerta la que le incitara a comprar esa planta? Pobre Eva, no salía de su asombro, pero al final, tras un rato de calma emocional, me pidió una limpieza. La limpieza trata de separar las energías de estas dos almas, cada una debe estar en su plano, para poder avanzar individualmente. Así lo hice; tras un par de meses, Eva volvió a visitarme, totalmente cambiada, ¡feliz con sus propios pensamientos y ac75

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tuaciones!, sin más dolores de espalda y, además, contentísima, ya que había perdido nada más y nada menos que ocho kilos. En fin, el tema de los kilos yo no lo quise atribuir a la limpieza… Vamos, sería la primera vez que al hacer una limpieza energética, alguien hubiese adelgazado, pero en su caso fue así. Sí, amigos lectores, cuando conseguimos separar esas almas que no nos corresponden, que no siguen sus caminos, nosotros nos liberamos de una gran carga energética y emocional, y se nos abre un sinfín de caminos delante de nosotros, que hasta ahora permanecían cerrados, debido a esos embotellamientos energéticos, y les permitimos a estas energías seguir su camino, su evolución, sea la que sea, encarnarse de nuevo, evolucionar en planos superiores, etc.

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HISTORIA AMALIA



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Y SU ALMA

Otro caso, diferente eso si, fue el de Amalia Amalia, una mujer separada, con dos hijos, negocio propio, guapa, simpática y culta no levantaba cabeza desde hacía unos diez años. Vino a verme a la consulta. Resultaba que un señor (por darle nombre) le había hecho una magia negra (no es una palabra que me agrade, pero por desgracia existe). Amalia no sabía qué hacer, lo había probado todo, hasta oraciones realizadas por unos grupos de personas que ansiaban ayudarla, pero nada daba resultado. Así que, un día quedamos en su casa para charlar. Allí estábamos en su terraza cuando de repente (eso es lo que yo estaba esperando) se presentó la energía de este hombre que le había hecho el trabajo. Este hombre está vivo, pero las energías de los vivos también se presentan, y más en este caso, que él sabía perfectamente que estábamos hablando de él.

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El universo tiene un mensaje para ti

Le comenté a Amalia que a su lado se encontraba este hombre; le definí físicamente como era él; Amalia confirmó mis datos y con cara de repugnancia le dijo que se fuera, que no quería saber nada de él y que la dejara tranquila ya de una vez para todas. La energía de este hombre empezó a reírse, diciéndole que ella había aceptado un pacto entre ellos dos. Yo miré a Amalia y ella me lo negó verbal y físicamente… Este hombre, su energía, volvió a reír sarcásticamente, diciéndole a Amalia que una noche le arrebató un trozo de su alma fuera del cuerpo de ella, y que en otro plano Amalia accedió a ese pacto. Volví a mirar a Amalia y esta vez asintió con la cabeza con resignación, comentándome que recordaba este episodio, pero que ella pensaba que había sido un sueño; mejor dicho, una pesadilla… Bien, no sin antes unas cuantas amenazas por parte de ese hombre, valoramos el tema de limpiarla de este pacto y de este hombre. Después de ignorar una y otra vez las amenazas, decidí tirar adelante con este encargo, nada fácil… Expliqué a Amalia los pros y los contras de la limpieza energética; por supuesto, los pros eran muchos más y los contras no eran nada que no pudiera subsanar con paciencia y mucho amor (los contras, entre otras cosas, son por ejemplo que al hacer las limpiezas energéticas y romper los pactos, normalmente, las energías negativas me amenazan a mí o a mi familia, y me hacen pasar alguna que otra noche un poco espesa…, pero con amor todo se soluciona; recordad que el amor puede con absolutamente todo). En los temas de limpiezas de espíritus o energías negativas, jamás se conseguirá nada actuando a la fuerza o dictatorialmente; eso también nos vale para la vida cotidiana. Y así, día a día, con la limpieza energética, Amalia fue avanzando en su vida, poco a poco, sin prisa; todo se volvió a reco78

Diana Dahan Santos

locar en su sitio, consiguió que su ex le comprara la parte de la casa que a ella le correspondía, pudiendo así liquidar unas deudas que le preocupaban, pasando por cambiar ella físicamente. Le nació una luz muy especial en el rostro, que todavía a día de hoy la acompaña, y, cómo no, lo más difícil e increíble para ella… Amalia volvió a encontrar el amor; después de diez años de soledad, se le volvieron a abrir las puertas. No fue fácil, la verdad…, ya que este hombre estaba totalmente poseído por energías oscuras. La verdad es que su amo y señor es Lucifer, y él actuaba a expensas de ese ser… Qué duro debe de ser para él… Nos guste o no vivimos en un mundo en el que las energías negativas están siempre a nuestro acecho… Cuidado con las noches; inconscientemente, mientras dormimos, hacemos viajes astrales (el alma sale del cuerpo y viaja por esta y otras dimensiones). Algunas veces nuestra alma se encuentra con otras almas y hacen pactos, de los cuales no somos conscientes, pero estos pactos vuelven a la dimensión terrenal en cuanto nuestra alma retorna al cuerpo físico. ¡Y se materializan! Igual que cerramos cada noche las puertas de casa para que no entre ningún ladrón, debemos hacer lo mismo con nuestra alma. Cerrarla y protegerla de «los ladrones» es tan sencillo como decir lo siguiente justo antes de dormir o en el momento de ir a la cama: «Dejo mi alma en manos de Dios». Con esta sencilla frase, nuestra alma queda protegida…

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HISTORIA J O S E FA



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Y LAS MARISMAS

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osefa, una señora que no entendía mucho de estos mundos espirituales, vino un día a verme a la consulta.

Comenzamos la visita y, en un momento dado, le comenté que ella, por las noches, realizaba viajes astrales inconscientes, le expliqué que un viaje astral era que el alma abandonaba el cuerpo físico para viajar en otros niveles de existencia, a otras dimensiones, otros planos Josefa lo relacionó como un sueño, y así quedó la explicación. Cuando le expliqué que en estos viajes astrales, ella, su alma, se iba hacia las marismas negras a visitar a esclavos que ella tenía allí, se me quedó mirando atónita, sin entender absolutamente nada. ¿Qué marismas eran esas? ¿De qué le estaba hablando? —Josefa —le dije—, en esta vida y en otras hacemos pactos con demonios y tú, en esta, sales de tu cuerpo por la noche para ir a visitarlos… Yo creo que Josefa, si no fuera porque se quedó pegada a la silla del susto, habría salido corriendo del despacho… En fin, terminé la consulta y allí quedó esta información. 81

El universo tiene un mensaje para ti

Al cabo de unos días, Josefa me llamó para hacerle una limpieza energética, nada de limpiar magias negras, solo una limpieza para abrir caminos (son limpiezas para hacer que todo fluya mejor en nuestro día a día, quitando pactos con negatividades, ansiedades, miedos, etc.). Procedí a la limpieza, y todo iba bien hasta que di por concluido el trabajo por mi parte. Siempre estoy en contacto con las personas a las cuales hago limpiezas, y al cabo de unos dos meses recibí una llamada de Josefa… —¡Diana! ¿Sabes lo que me pasó anoche? Me acordé de ti a las cinco de la madrugada. Tuve un sueño muy extraño, muy raro —iba diciendo ella—, fue una experiencia realmente vivencial, ¡parecía más que un sueño! —¿Un viaje astral? —pregunté. Después de unos segundos de silencio, Josefa me explicó su «sueño». —Estaba durmiendo —relataba ella— y de repente noté, percibí, como que me iba «hacia abajo», y, de golpe, me encuentro en un sitio muy oscuro, lleno de almas o personas a las cuales iba a ver, que ya las conocía, y les decía que tenían que seguirme, que tenían que ir hacia arriba, hacia la luz, y dejar la oscuridad. De golpe apareció un hombre muy grande, al que no pude ver el rostro y me dijo: «Josefa…, hola…, ¿qué haces? Debes volver con nosotros…, que allí arriba te están engañando». »Yo les decía a mis «amigos» que tenían que seguirme, que tenían que venir conmigo y dejar este sitio, pero aparecía de nuevo el hombre de antes y volvía a repetirme: «Josefa…, vuelve con nosotros, que arriba te están engañando, nosotros aquí te daremos todo lo que deseas…, y justo en este momento me desperté, Diana». 82

Diana Dahan Santos

—¡Ay, Josefa! —le dije yo—. ¿Es que no te recuerda a algo este episodio que me cuentas? —Sí —me contestó ella. Pero el día que me explicaste esto pensé que, bueno, te habrías equivocado, pero ¡Dios mío, lo he vivido yo! —Bien, Josefa —contesté—, no te preocupes, lo importante es que te hayan dicho que volvieras con ellos; esto significa que hemos cortado el cordón umbilical con este demonio… Bien, amigos, esto os lo cuento para que tomemos conciencia de que los pactos con el diablo existen, pueden ser conscientes o inconscientes, pero son reales; cuando dormimos y nuestra alma sale de nuestro cuerpo, no sabemos dónde va, y algunas veces hacemos estos pactos sin ser conscientes. Por eso, es muy importante que cuando vayamos a dormir, dejemos nuestra alma en las manos protectoras de Dios. Es curioso que yo, como la mayoría de vosotros y con perdón, nunca creí en Dios, en este Dios que nos enseñaron de pequeños, de que debíamos ir a la iglesia, de que si no hacíamos las cosas correctamente nos castigaría, etc., así que yo personalmente creo que le di la espalda en muchas ocasiones, hasta que con el tiempo, en mis consultas, no tuve más remedio que rendirme a la evidencia de que realmente Dios sí que existe, tal vez no de la manera en que nos enseñaron (o sí), pero en mi caso particular, cuando estoy en mi despacho, veo más claro cada día que solamente existen dos energías: la blanca y la negra. O sea, Dios y Lucifer. Y os puedo asegurar, amigos lectores, que es así: o estás con una banda o estás con otra, así que mejor estar del lado de Dios.

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HISTORIA MARÍA



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Y SU HIJA

V

ino a verme María con alegría y con fotos de toda su familia y amigos.

Estábamos hablando de su marido —estaba muy preocupada por su salud—, cuando su guía espiritual me obligó a coger la foto de su hija… Bueno, pues nada, se lo comenté a María y le dije que la prioridad era su hija Lucía… Le dije a María (entre otras informaciones) que su hija Lucía había hecho una ouija alrededor de los catorce años de edad… , que ella no quería participar, pero que de alguna manera la habían obligado, y que debido a esa ouija había entrado en contacto con energías oscuras, que la llevaban atormentando desde ese día (habían pasado diez años). El lado oscuro quería a Lucía, quería su energía y su fuerza, por lo que avisé seriamente a María de que fuera con cuidado, ya que en el aura de Lucía veía claramente que la energía del suicidio la rondaba… María se echó a llorar. Efectivamente, su hija había intentado quitarse la vida en tres ocasiones, pero, por suerte, siempre la habían encontrado en el último momento. 85

El universo tiene un mensaje para ti

También le dije a María que su hija Lucía oía voces y la tocaban en la cama cuando ella estaba durmiendo. María me explicó que, efectivamente, su hija Lucía había pasado una época en la cual escuchaba voces, pero que se había terminado, había estado en tratamiento psiquiátrico durante unos meses, y me dijo rotundamente que su hija ya no escuchaba voces, porque lo sabría ella. Decía que Lucía se lo habría comentado. Y su hija no le había dicho nada, y lo de la ouija, como que lo dudaba… Sí era cierto que la paz ya no reinaba en su hogar, todo eran peleas y tristeza, y la energía de la casa era de lo más densa y oscura… Esto era debido a la energía oscura que acompañaba a Lucía desde hacía más de diez años. Estas energías oscuras no tienen prisa para nada, viven de nosotros, de nuestra energía y vitalidad, les encanta provocar discusiones, ya que de esta manera manipulan nuestra mente. El primer paso para hacerse más fuertes y con más poder se da cuando la oscuridad entra en nuestra mente y nos manipula, debemos ser muy cautos; os voy a poner el ejemplo de Lorena. Lorena es una excelente profesora de yoga, equilibra muy bien su lado espiritual con su lado terrenal, como bien dice ella: si hemos decidido reencarnarnos en esta sociedad, es que algo debemos aprender (equilibrio). Su trabajo personal es conseguir mantener esta armonía en su día a día. ¿Por qué? Llegó un momento en que Lorena se cerró al mundo externo, se cerró su vida social. ¿El motivo? Cuando Lorena salía con sus amigas, ellas siempre terminaban hablando, comentando y, lo peor, criticando a unos y a

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otros… Lorena no se sentía a gusto entre dimes y diretes, no se sentía bien, se limitaba a sonreír cuando la miraban, pero nunca entró en estas temáticas ni contestó a ningún critiqueo… Notaba que después de estas reuniones se iba a casa con una sensación de pesadez en su energía y no dormía bien hasta por lo menos pasados unos días. Así sopesó la situación y decidió no salir con sus amigas. Poco a poco, sin darse cuenta, Lorena se ciñó a su trabajo, marido e hijos. Cuando acudió a mi consulta, lo primero que comunicó su guía espiritual fue lo siguiente: «Lorena, no puedes ni debes vivir en una jaula de oro. Tienes que tener vida social, no te has encarnado en una montaña lejana para dedicarte a la contemplación. No en esta vida. Desafortunadamente, hay muchas personas ligadas a habladurías, criticar la vida de los demás, no son conscientes de que todo lo que chismorrean es lo que deben arreglar en su propia vida… Sobre todo, nunca debéis juzgar las emociones y decisiones de terceras personas. Cada uno de vosotros tiene un camino y aprendizaje diferente; es su camino y es su aprendizaje». Lorena asintió con la cabeza, y su guía espiritual siguió transmitiéndonos mensajes. «Hay un tipo de personas que necesitan nutrirse de chismes, dimes y diretes, para más tarde contarlo en público de forma notoria; se sienten bien. Las personas que a su lado se encuentran, mientras hablan y hablan, miran con “admiración” (es lo que cree la persona que explica los chismes), pero cuidado…, esta persona que parlotea sin parar sin ser consciente está siendo utilizada por energías del bajo astral, están manipulando su mente para, de esta manera, poder alimentarse de su energía vital. Pero no termina aquí… Las personas que la rodean “escuchándola” y participando en esta cháchara también están al acecho de las energías densas; 87

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estas energías se cuelan en las energías vitales de estas personas, intoxicando el aura…». —Esto es lo que te ocurre, Lorena… Esto es lo que sientes… Por eso te encuentras densa y no consigues descansar, tu aura está tocada. Pero puedes y debes cortarlo. ¡Cuando empiecen con los critiqueos, simplemente levántate con cualquier excusa y márchate! Llegará un momento en el que, estando tú presente, ya no chismorrearán, y si lo hacen, será tan poco que ni te llegará a afectar… »Debes aprender a lidiar con las dos energías, también es tu aprendizaje. La manera de ser fuerte frente a las energías del bajo astral son nuestros pensamientos y decisiones… Al día siguiente recibí una llamada de María, diciéndome que había hablado largo y tendido con su hija, la cual le confirmó que efectivamente, con trece años, estando de campamento, sus compañeros hicieron una ouija; ella no quería participar, pero prácticamente la obligaron. Nunca habló de este tema con nadie, ya que se asustó con fenómenos paranormales que ocurrieron en esa sesión… María no daba crédito a lo que estaba escuchando, y sí, actualmente, Lucía escuchaba voces, pero no le había comentado nada a su madre para que no la volvieran a llevar al psiquiatra; la cosa no terminaba allí… Lucía le dijo a su madre que unos días antes estaba en la cama durmiendo, y sintió cómo alguien levantaba la colcha, se metía con ella en la cama y la tocaba, así que a petición de María hice una limpieza energética a Lucía… No fue fácil, pero se consiguió. Lucía dio un cambio radical en pocas semanas. María, su madre, se hacía cruces por este cambio tan repentino en su hija. 88

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Lucía no solamente cambió su forma de vestir (volviéndose más femenina), sino que encontró trabajo, siguiendo con sus estudios superiores, con muchas ganas e ilusión. Pero lo más importante es que, aunque los primeros días de la limpieza, Lucía lo pasó bastante mal, ya que por la noche las entidades oscuras la atormentaban —hasta el punto de estar ella tumbada en su cama y ver a una entidad oscura amenazándola y diciéndole que ella tenía la culpa de todo lo malo que le pasaba a su familia—, ciertamente, Lucía fue fuerte, muy fuerte y Lucía está fuerte y es feliz… Concienciada de todo lo que ha pasado y cuál era el origen de todos sus males, nunca más tuvo pensamientos suicidas… Recordadlo, amigos, la luz siempre, siempre, puede con la oscuridad. Aunque a veces no veamos la luz al final del túnel, existe, es real y siempre está a nuestro alcance. A veces hasta yo me tengo que parar a respirar cuando doy según qué tipo de informaciones… Dios mío, ¿cómo pueden interferir de esta manera las energías oscuras en nuestra vida y entornos? A veces parece de ciencia ficción, pero no, es real, y mucho; de la misma manera que las energías de nuestras vidas pasadas vuelven a esta —mejor dicho, nos acompañan en la transición de encarnación de una vida a otra—, todos los pactos que hacemos, consciente o inconscientemente, juramentos, etc., que no llevamos a cabo en la vida en la cual hicimos esta petición, nos acompañarán durante vidas y vidas… Por eso es tan importante tener mucho cuidado con nuestras actuaciones cotidianas, y cómo no…, con nuestras palabras… Las palabras tienen una fuerza energética muy potente que traspasa dimensiones… 89

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Uno de los pactos más frecuentes es el del matrimonio católico, la unión de dos personas en que el cura los bendice diciendo «marido y mujer hasta que la muerte os separe». ¿Os suena? ¡A que sí! Y yo digo…, si nuestra alma no tiene edad ni tiempo, nos reencarnamos una vida y otra, solo cambiamos de traje (el cuerpo físico), entonces… ¿de qué muerte hablamos? ¿De esta vida… de la próxima… la otra…? No existe el tiempo energético…, por Dios…, qué peligro… Imaginaos, os casáis, aceptáis estar junto a vuestro marido o mujer hasta que la muerte os separe, pero resulta que no sois felices junto a esta persona, y os la encontráis una vida tras otra, vidas llenas de desdichas emocionales a nivel de parejas…, ¿firmaríais? ¡A que no! Cuando mis amigos se casan por el rito católico y me piden consejo, siempre les digo una cosa: «Mientras el sacerdote dice lo de hasta que la muerte os separe…, vosotros en voz baja o mentalmente, decid lo siguiente: somos marido y mujer hasta que la muerte nos separ e; mientras, disfrutamos de estos cuer pos físicos y en esta vida». ¡Corto y conciso!

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HISTORIA DIANA

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SERGIO

Un ejemplo que os puedo dar es mi propia experiencia… Desde que conocí a mi marido Sergio, aparte de la felicidad y el amor que nos embriagaba y nos sigue acompañando, siempre tuve un miedo terrible de perderlo, de que se muriera… Esta sensación me acompañó durante años, era un verdadero tormento. Cuando Sergio se marchaba a trabajar, siempre le decía que me llamara cuando llegara, lo mismo que cuando terminaba su jornada laboral y volvía a casa. No era normal, yo era consciente, pero no podía apartar el temor de perderlo; fue una época dura a nivel emocional para mí. Hasta que decidí hacer una regresión. Las regresiones son terapias realizadas por terapeutas cualificados, en los que bajo una relajación muy profunda, te llevan conscientemente a otras vidas, episodios que te han marcado negativamente, para poder solventarlos y liberarnos de esta carga en esta vida actual… Benditas las regresiones terapéuticas. Bárbara, una estupenda terapeuta suiza, experta en regresiones, me recibió en su casa, era una señora dulce y firme al 91

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mismo tiempo. Me hizo sentir bien, me explicó que intentaríamos empezar desde el momento de antes de mi concepción, nacimiento, y con suerte podríamos llegar a experimentar alguna vida pasada. Todo esto, Bárbara me lo iba explicando mientras yo sacaba mi chuleta del bolso… ¡Una vida! ¡Pero si yo iba con diecisiete preguntas existenciales para mí, qué había que resolver con regresiones! Cuando Bárbara vio mi chuleta se rio con ganas, sobre todo al ver mi cara de estupefacción. Ella, muy dulcemente, me explicó que no todo el mundo está preparado para bucear en vidas pasadas tan alegremente. —Bueno —contesté yo con una sonrisa—, Bárbara, estamos tardando, empecemos ya. La verdad es que hubo conexión entre ella y yo desde el primer momento. Empezamos la sesión a las doce del mediodía y cuando me preguntó si tenía alguna duda más, o quería ir a otra vida, miré el reloj y ¡eran las seis de la tarde! ¡Seis horas buceando en vidas pasadas! Bárbara me guiñó un ojo y me dijo: —¿Qué tal, Diana? ¡Me has dejado estupefacta! En total has hecho doce regresiones, y estás tan fresca… ¡Felicidades…! En fin… a lo que iba, entre otras cosas, quería saber qué me pasaba con Sergio, con mi miedo a perderlo, y salió…, ¡y tanto que salió! Resulta que en las doce vidas en las cuales buceé con la ayuda de Bárbara, en todas, absolutamente todas, la energía de Sergio me acompañaba. En una vida estábamos en una guerra, éramos militares; en ese caso, él era una mujer que luchaba en el frente, 92

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era guapísima, la recuerdo morena, con sus trenzas y su rostro de niña pícara, yo me vi en forma de hombre, rudo, con barba, y sin ningún sentido del humor… Como era de esperar, Sergio, encarnado con la energía de esa mujer tan preciosa, me dejó, se marchó con otro hombre… En otra vida, yo era una adolescente que practicaba magia y rituales, hasta que me cogieron y quisieron quemarme en la plaza del poblado en el cual vivía junto a mi familia. Mi madre en esa vida, con tal de evitarlo y salvarme la vida, me llevó a la fuerza a un convento, donde ingresé hasta mi muerte. Cómo no…, ¿quién era el sacerdote? Pues Sergio… Allí estaba su energía de nuevo. Este sacerdote se encaprichó de mí y me convertí en su amante durante años, pero tampoco pudimos acabar juntos en esa vida… Otra más… Esta regresión y la próxima fueron las que más me impactaron. Sergio, en esa vida, era mi hijo, tendría unos ocho años y estaba muy enfermo. Yo, su madre, era una mujer grande, con un delantal enorme de color marrón que trabajaba en una taberna, llena de hombres borrachos y maleducados, pero yo aguantaba por mi hijo. Una noche, después de la taberna, regresé a casa y allí estaba mi hijo (Sergio) muy malito, con mucha fiebre. Recuerdo que lo abracé fuertemente entre mis brazos, le dije que no se preocupara, que podía marcharse en paz, que siempre, siempre, estaría junto a él, que jamás lo dejaría, y en ese momento falleció… Podría explicaros unas cuantas regresiones más de vidas anteriores junto a Sergio, en las cuales siempre nos perdíamos uno al otro, de una manera u otra, pero al revivir todas estas vidas (seguro que hay muchas más), se cortan esas energías, esos mie93

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dos y, realmente, funciona… Funciona de tal manera que, desde el día siguiente a la regresión, nunca más me preocupé de esa manera insana por Sergio. Fue un cambio impresionante, totalmente positivo para mi vida y, por supuesto, para Sergio…, más tranquilidad, y de eso hace ya unos largos años. La terapia regresiva es uno de los tratamientos más completos a todos los niveles que he experimentado, entiendes el porqué de tus bloqueos, al mismo tiempo que los sanas… Fantástico.

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Y LOS ANIMALES

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tra regresión que hice fue por un motivo muy concreto que me atormentaba: el sufrimiento que siento hacia los animales y por qué siempre llegaban a mí animales enfermos. Desde que tengo uso de razón, he padecido por los animales. Todas las mascotas que me han acompañado a lo largo de mi vida eran encontradas o recogidas con traumas o enfermedades y, cómo no, allí estaba yo para darles amor y paz (mis padres se encargaban de los gastos de veterinarios). Al hacerme mayor, decidí no tener más mascotas (para no sufrir), pero de una manera u otra siempre acababa disfrutando de la compañía de uno u otro de estos maravillosos seres… Perritos y gatos enfermos, pájaros heridos, hasta tengo un caballo (fue maltratado) que si no fuera por mi amor hacia él y los cuidados que goza en la hípica donde reside, ya estaría en otro plano Así que un día, quise saber el porqué. Por qué todos los animales que se acercaban a mí y disfrutábamos de un tiempo más o menos largo de viaje juntos, siempre estaban enfermos…

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Decidí hacer una regresión para conocer y sanar el principio de este sentimiento. Concreté día y hora, me preparé para esta regresión, y al cabo de aproximadamente veinticinco minutos, con la ayuda de la terapeuta, ya pude saber el porqué. Me «vi» en una vida anterior, experimentando en un laboratorio con animales. ¡Horror! Yo, que no puedo ver un animal sufriendo, resulta que experimentaba con ellos (obviaré detalles). Así que, en esta vida estoy o estaba pagando el «karma» de haber hecho daño a tantos animalitos. Digo estaba, ya que a raíz de la terapia regresiva, se sanan muchos aspectos, en mi caso concreto, sigo amando y sufriendo por los animales, pero a un nivel distinto, sin tanta implicación, por lo menos implicación dolorosa para mí… ¡Imaginaos hasta qué punto nos acompañan las energías de nuestras vidas pasadas en esta! Tened en cuenta que todas las personas (y animales) que forman parte de nuestra familia actual y amigos han estado junto a nosotros en otras vidas, es un ciclo que se repite, las almas se vuelven a reencontrar, encarnadas en otros cuerpos…

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HISTORIA LIDIA

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EGIPTO

s comentaré el caso de una consultante. Lidia vino a verme un precioso día de primavera…

Entre unas cosas y otras más o menos terrenales, su guía espiritual le dieron un mensaje bien explícito: «Lidia, hoy entenderás el porqué de tu caos emocional». Resulta que el guía espiritual de Lidia le explico que, en su vida anterior, había vivido en Egipto, que había sido una sacerdotisa que se encargaba de ayudar a los moribundos a pasar de un plano a otro. Por lo visto, según relataban sus guías, Lidia era muy buena en su trabajo, tan buena que, por lo visto, muchas veces se le presentaban almas de personas ya fallecidas, buscando en ella el camino hacia la luz. De esta manera, Lidia, prácticamente, dedicaba, en esas transiciones, muchas horas al día. La reputación de Lidia creció y creció hasta que un día fueron a buscarla. Por lo visto, un señor muy importante estaba a punto de fallecer, vivía a muchos kilómetros de la casa de Lidia, pero le su-

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plicaron que les acompañara, que ese hombre no quería fallecer sin su ayuda, sin su transición, así que Lidia recogió unas pocas ropas y les acompañó. Al llegar a la casa, efectivamente, aquel hombre estaba esperándola para fallecer con tranquilidad, con la seguridad de que su alma no quedaría perdida en la tierra… Lidia hizo su rito particular, y ese mismo día se realizó la transición. Como agradecimiento, la familia le insistió a Lidia en quedarse a cenar y a dormir; ella lo agradeció y se quedó. Lo que no sabía Lidia es que este sería su último trabajo… Efectivamente, en esa cena la envenenaron. La familia de aquel hombre poderoso y adinerado pensaba que ese debía ser el último trabajo de transición de Lidia. Así creían ellos que el alma de su familiar sería más puro en la otra dimensión. Total, que asesinaron a Lidia, y, cómo no, nuestra Lidia actual, la de esta vida, ha venido a este mundo con una pequeña problemática… Atrae irresistiblemente a todas y cada una de las almas errantes que se encuentra. Sí, tal y como lo leéis, Lidia ha vuelto a este mundo con la energía de su vida en Egipto. De su ayuda de pasar almas de un plano a otro, y sin saberlo ella, sin ser consciente, todas las almas se le adhieren de una forma u otra, esperando una transición que Lidia no puede hacer, ya que en esta vida actual es secretaria… Cuando su guía espiritual le dio toda esta información, se sintió sorprendida, pero inusualmente no era un tema tan extraño para ella. Me comentó que no sabía por qué desde pequeña no quiso acercarse a un cementerio; ella no sabía por qué, pero le daba la sensación de que le perseguían las almas de los

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difuntos. Al ser pequeña, este hecho careció de importancia, pero hoy en día Lidia tiene cuarenta y seis años y seguía sin acercarse a los cementerios. Digo seguía, ya que le enseñé qué hacer para lidiar con amor, con el mundo espiritual… Parece que funcionó, ya que lo último que sé es que se atrevió a visitar por fin la tumba de su abuela… El momento de la muerte es extremadamente importante. Si estamos en paz con nosotros mismos, si somos conscientes de que vamos a morir, nuestra transición se efectúa con normalidad; si, por lo contrario, nos envenenan, como el caso de Lidia, no cerramos las conexiones de la vida en la cual morimos; por lo tanto, en ocasiones nuestra alma se reencarna con «puertas» abiertas en otras vidas.

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HISTORIA MANOLO



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Y S U O P O R T U N I DA D

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anolo es un chico que vino a mi consulta como acompañante de otra persona, ya que no creía en estas energías y acompañaba a una amiga suya para, según él, desmontar este mundo espiritual lleno de mentiras… Se sentó, estuvo escuchando atentamente la sesión de su amiga y, al finalizar, me pidió hora para venir él. Me dijo que los mensajes que le había pasado a su amiga no los conocía nadie; algunos eran muy personales como para que yo ni siquiera pudiera intuirlos, así que, tal y como me dijo textualmente, me daría una oportunidad… le cité para el día siguiente. Fue una sesión complicada, ya que Manolo no hacía más que ponerme trabas para impedir mi trabajo. Hubo un momento en que pensé: «¿Qué hace este chico sentado delante de mí?». Al momento, mi guía espiritual me dijo: «Está aquí porque lo necesita, tal vez su mente no entienda, pero su alma sí, así que sigue».

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Seguí con la sesión hasta que el guía espiritual de Manolo le dio un mensaje muy preciso que hizo que cambiara su postura corporal y fuera todo oídos. —Manolo —le dijeron—, debes cuidar tu salud, debes dejar de fumar y cambiar tu alimentación. En una vida pasada tuviste cáncer, cáncer de estómago; esta enfermedad se desarrolló estando tú preso, te quedaban siete años para ser libre, pero decidiste suicidarte para acabar con tanto sufrimiento… »En esta vida, has vuelto a traer esta energía de enfermedad, y cómo no, te quedan siete años de condena que decidiste cortar en la otra vida. ¿Te suena de algo, Manolo? Yo, a medida que iba transmitiendo el mensaje a Manolo, pensaba… «Dios mío, ¿cómo puede el guía espiritual de esta persona transmitirle estos mensajes tan profundos…? ¡No entenderá nada!». Me quedé mirando a Manolo, el cual estaba mirándome fijamente con expresión de sorpresa y cabreo al mismo tiempo. Decidí no hablar, preferí que fuese él quien hablase primero, para no interferir en sus pensamientos, y después de pedirme un vaso de agua me dijo lo siguiente: —Diana…, increíble. Tengo que analizar todo lo que me has dicho, pero así, a priori, entiendo cosas…, mejor dicho, ¡entiendo todo! Manolo me explicó que desde pequeño tenía problemas estomacales (como muchas personas), pero en estos momentos de su vida, con cuarenta y dos años, no podía comer según qué alimentos, ya que le producían unos terribles ardores. Lo que más le preocupaba era que últimamente comiendo frutas también se resentía de estos ardores tan molestos. Le comenté que hiciera caso, que no fuera tonto, le dije a Manolo que cuando los guías decían que cuidado con esto o con lo otro, era un aviso de que todavía disponíamos de tiempo para rectificar… Le conté el ejemplo de Carla… 102

HISTORIA CARLA



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Y SU COCHE

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arla pidió hora para ella y su madre. Vinieron al despacho, enseguida me di cuenta de que Carla era especial, tenía esa luz de fuerza interior muy desarrollada; entre unas informaciones y otras le dije a Carla que la veía con un coche nuevo, un coche negro… Carla me contestó que esto era totalmente imposible, que estaba en paro, sin trabajo, y no era viable la compra de un vehículo. Bien, Carla, yo veo este coche en tu vida… A Rita, su madre, su guía espiritual le dijo que debía perdonar a todas y cada unas de las energías negativas que se habían cruzado en su vida, sobre todo al padre de su hija (el perdón puede ser energético, con sentimiento durante por lo menos veintiún días; no hace falta que sea físico). Por lo visto, estas energías estaban intercediendo negativamente en el físico de Rita, pudiendo llegar a transmutar en una enfermedad, tal y como le informaron sus guías: cáncer de ovarios. Así se lo comuniqué.

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Son informaciones no muy gratas, pero me veo en la obligación de transmitir este tipo de mensajes también. Rita y Carla marcharon y no supe más de ellas hasta unos dos años y medio después. Carla me llamó para concretar una consulta. Me alegró volver a ver a Carla. Entre unas cosas y otras, me comentó que el día que vino con su madre se fueron del despacho sin creer en nada de lo que su guía espiritual le transmitió; hablaron entre ellas, diciendo que yo no podía dar informaciones como que Rita tendría un cáncer si no arreglaba sus emociones con las energías masculinas, y que vaya vidente era yo, al decirle a Carla que la veía con un coche nuevo… Cuando Carla terminó de explicarme todo esto, le pregunté que cómo me había vuelto a pedir hora. Carla me dijo que hacía unas semanas que había comprado un coche negro, y que mientras firmaba las letras de la compra, de repente se acordó de lo que le había dicho tiempo antes, pero también me comentó que su madre estaba ingresada en el hospital, a punto de operarse…, de un cáncer de ovarios… Esto fue lo que le expliqué a Manolo, lo entendió y decidió ir al médico con más tranquilidad (nuestro guía espiritual jamás nos darán pautas o informaciones que no tengan arreglo). ¿Os acordáis del tema de la cárcel? En la otra vida, a Manolo le quedaban siete años de condena, que no se consumaron ya que se quitó la vida. En esta vida, Manolo tuvo problemas con la justicia lo bastante importantes como para que le pidieran una condena de siete años de cárcel. ¡Qué casualidad! Justo los mismos años que le quedaban por cumplir en la otra vida…

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Así es, nuestras vidas pasadas tienen mucho que ver con nuestra vida actual. Todo lo que no cerramos en otra vida, lo traemos a esta, con la contrariedad de que no nos acordamos, así que la terapia regresiva funciona para sanar heridas de otras vidas… Tal y como dicen en China: «No existe la enfermedad, sino los enfermos». Para la cultura asiática, las enfermedades por sí no existen, son energías negativas creadas en nuestro pensamiento, son energías de conflicto (con nosotros mismos u otras personas) no sanadas en nuestra mente… En definitiva, la energía negativa sale de nosotros, de nuestras emociones, y se posa en nuestra aura, hasta que después de darnos no pocos avisos, florece en forma de enfermedad. Cuanto menos caso hagamos a las señales, más fuerte será la enfermedad, más nos parará en todos los sentidos para que recapacitemos y arreglemos facetas de nuestra vida.

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HISTORIA ROSA

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LUISA

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ace unos días me llamó una señora para pedirme hora en la consulta.

Por teléfono me comentó que vendría con su hermana, ya que querían saber quiénes les acompañaban y si podían ponerse en contacto con sus seres fallecidos. Por supuesto, accedí a su petición, no sin antes comentarle a Rosa que muy gustosamente les haría de enlace entre los dos planos, siempre y cuando sus seres queridos se presentaran (este es un tema que me gusta dejar claro: si vienen, paso los mensajes, si no se presentara nadie de otro plano, nunca les llamo, deben venir ellos libremente; forzar una comunicación con el otro plano es, desde mi punto de vista, peligroso). Después de esta pequeña explicación telefónica, Rosa me dijo que igualmente vendría con su hermana Teresa, que en el caso de no presentarse ningún familiar estarían encantadas de recibir los mensajes de su guía espiritual. De esta forma, concretamos día y hora. Llegado el día, llamaron a la puerta de mi consulta y allí estaba Rosa con su hermana Luisa. En un principio, debían venir 107

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con su otra hermana, con Teresa, pero por lo visto esta última no pudo en el último momento, por lo que Luisa se presentó en su lugar. Se sentaron y noté que Rosa, una señora de mediana edad, estaba un poco nerviosa, estuvimos charlando un rato de temas triviales, hasta que le dije: —Rosa, aquí hay muchas personas esperando comunicación, debes ayudarme a saber quién quiere hablar contigo o tu hermana Luisa. Luisa estaba sentada junto a su hermana, de brazos cruzados, un poco escéptica, situación que yo entiendo perfectamente, y más en un primer momento, que no sabes hasta qué punto es seria la persona que tienes sentada enfrente. Así que empezamos la consulta… —Rosa…, aquí hay varias personas, ayúdame un poco, porque no entiendo nada… De momento solamente se dejan ver, pero no hablan. Hay dos personas mayores, que intuyo que son tus padres, cogidos de la mano, pero detrás de ellos hay un grupo de hombres, vestidos con ropas militares; vienen con tus padres, pero no son familiares suyos… »Rosa…, yo capto que tus padres lo pasaron realmente muy mal en la guerra, les marcó de una manera muy fuerte, y aun siendo difuntos, esa energía bélica les sigue persiguiendo… Rosa asintió con la cabeza, diciendo que sí, que efectivamente no me había equivocado. —Pues bien, no te preocupes que después hablamos con ellos, ya que aquí hay más personas que quieren comunicarse. »Rosa, Luisa, vamos a ver… aquí hay un chico joven, un hijo me dice, pero yo no acabo de ver la relación con vosotras…

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En eso, que ellas dos se quedan mirando atónitas y me dicen casi al unísono: —Sí, Diana…, es normal que veas a un hijo, pero no es nuestro, es de nuestra hermana Teresa, es su hijo, nosotras somos sus tías, pero mi hermana no ha podido venir hoy… —Detrás de este chico, hay un señor que me dice que es tu marido, Rosa… No hizo falta esperar respuesta, ya que Rosa se sumió en un profundo llanto. El marido de Rosa estaba encantado y feliz de poder comunicarse por fin con su esposa, comunicarse, como decía él, de una manera que ella pudiera escuchar con sus oídos, ya que el pobre hombre, desde que falleció, hacía unos quince años, no había dejado ni un solo instante de hablar y acariciar a su esposa… El marido de Rosa me comentó, entre otras cosas, que eran una pareja que se había amado muchísimo toda la vida y que eso no había cambiado para nada, que él la seguía amando y esperando, que no se preocupara, que recordaran lo que habían creado juntos y que dejara ya de pensar en cosas que la dañaban a ella. En ese instante, Rosa levantó la mirada, me miró con extrañeza, diciéndome que no sabía a qué se refería su esposo con este último comentario. Miré a su esposo y me explicó que años atrás habían intentado separarlos como pareja; por lo visto era un matrimonio que creaba envidias, y Francisco (el marido difunto de Rosa) le dijo textualmente: —Rosa, ¿recuerdas cuando nos quisieron separar, cuando tuvimos aquella crisis tan fuerte, que tú pensabas que yo te en-

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gañaba con otra? Pues no…, eso no pasó jamás. Solamente fueron habladurías, así que, por favor, deja ya este tema. Solamente he estado contigo y con nadie más. De repente, Luisa se descruzó de brazos, abrió la boca estupefacta y me dijo: —¿Cómo puedes saber eso? —Luisa, no es que yo lo sepa, es que me lo está diciendo tu cuñado… A partir de este momento, Luisa ya no se cruzó más de brazos… Rosa no cabía en sí de gozo por el solo hecho de saber que su marido estaba allí a su lado. El marido de Rosa le siguió pasando mensajes. En algunos, Rosa reía y en otros se emocionaba, pero con felicidad; lo que más gracias nos hizo a todas fue que Francisco, en un momento dado, enseñó sus zapatos, limpios, limpios. Yo, extrañada por esa imagen, se lo conté a Rosa; en ese momento, se pusieron a reír las dos ¡hasta que se les saltaron las lágrimas! Resulta que el marido de Rosa era un hombre extremadamente pulcro, y, en vida, si tenía alguna cita, intentaba ser siempre muy puntual, pero… si no tenía los zapatos limpios no iba a ninguna parte, antes los limpiaba y llegaba tarde a su cita…, ¡pero con zapatos limpios! Y siendo difunto, todavía nos enseñaba los zapatos limpios, fue un momento divertido y relajado para Rosa y su hermana. Pero Rosa seguía triste por la muerte de su marido, se sentía culpable. 110

Diana Dahan Santos

Francisco le dijo: —Rosa, amor mío, tú sabes que yo tenía que haberme muerto mucho antes de cuando morí, pero tú, Rosa, con tus rezos diarios, para que no me muriera, conseguiste que pudiera darte un tiempo más de mi vida, aunque fuera postrado en la cama: tú lo pediste y yo te lo regalé. ¿A que no lo sabías? —le dijo Francisco a Rosa en tono risueño. —Pues si… —Y te doy las gracias también por el día en que me cogiste la mano y me diste permiso para marchar; así lo hice, marché de mi cuerpo enfermo, pero sigo estando a tu lado… Ciertamente, sobran comentarios, fue una sesión muy bonita. Lo que sí quería es hacer un pequeño inciso… A las personas moribundas debemos dejarlas ir. Una persona puede estar en coma, pero su alma se comunica con nosotros; un enfermo de alzhéimer es exactamente igual, pueden perder la cabeza, la memoria, no reconocernos, pero las almas se comunican. Si lloramos, nos lamentamos constantemente en el lecho de un ser querido, impedimos que esta alma se vaya, y es más doloroso para todos y para ellos… Ya sé que es fácil decirlo fríamente, pero es así: ellos se aferran a la vida terrenal, a nosotros y a nuestro dolor. Bueno, después de este «pequeño» inciso, seguimos con la consulta de Rosa y Luisa… Rosa ya había recibido todos los mensajes de su difunto marido, pero Luisa, su hermana, estaba ansiosa por saber quién 111

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quería ponerse en contacto con ella. Y, efectivamente, había tres energías que querían contactarla: una energía era masculina, pero no de su familia, esa energía me mostraba un árbol precioso. Una mimosa… Cuando se lo comuniqué a Rosa, con una sonrisa me dijo que sí, que era un amigo suyo llamado Juan, que había fallecido años atrás, y que sentía especial predilección por las mimosas. La otra energía era de una amiga suya que había muerto de un tumor cerebral. Y la tercera, la más fuerte, era de su madre, la madre de ambas en ese caso, pero necesitaba hablar con su hija Luisa, así que iniciamos la comunicación. La madre no conseguía descansar en paz, ya que se sentía culpable de todo lo malo que había pasado en la vida de su hija, se culpaba, explicándole que lo pasaron especialmente mal en la guerra, que les había marcado muchísimo, que habían pasado mucha hambre y que para poder dar de comer a sus hijos (Luisa entre ellos) había tenido que pasar personas por la frontera de los Pirineos hacia Francia, que le pagaban por ello, y que por eso no había podido estar tan pendientes de sus hijas (allí entendimos todas estas personas vestidas con uniforme que la acompañaban; era una señal de agradecimiento). Luisa, a partir de estas explicaciones y unas cuantas más, entendió muchas cosas: su madre le expresó el amor tan grande que sentía por ella, y que nunca le había demostrado en vida; lo mejor es que Luisa lo percibió. Nunca se puede culpar a nadie de los actos, ya que todos somos consecuencia de nuestros hechos pasados. Luisa lo entendió y lo sintió.

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HISTORIA MANOLI



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Y SU PROMETIDO

T

uve el privilegio de tener en consulta a Manoli, una gran mujer, con mucho carácter, pero perdida emocionalmente. Me dijo que su prometido, Luis, estaba en coma tras haber sufrido un aparatoso accidente de coche. Estaba realmente mal, muy mal, no le daban a Manoli ninguna seguridad de que, si Luis despertase del coma, no tuviesen que inducirlo médicamente a un nuevo coma (el coma de este señor no era inducido en el momento de la consulta). Bien…, contacté con el alma del prometido de Manoli. ¡Fue increíble! Manoli y Luis estuvieron «hablando». Él le dijo los motivos por los cuales no quería volver, no quería darle más trabajo a ella, ya que su rehabilitación podía durar de dos a tres años, en los cuales necesitaría ayuda prácticamente para todo, y que por eso su alma estaba en un momento de duda, no sabía si quedarse (despertar) o irse (morir). Manoli, al escucharlo, se enfadó con él, y con mucho sentimiento le dijo a su prometido que de eso nada, ¡que cómo se le podía ocurrir! Le amaba y quería casarse con él…

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El universo tiene un mensaje para ti

Estuvieron hablando un rato más y se despidieron. Manoli me llamó al día siguiente para comentarme que los médicos habían notado «mejoras» en el estado de Luis desde que estuvieron comunicándose; algo bueno había pasado en Luis, en su alma y su energía, pasando a su cuerpo físico. Luis «despertó» pocos días después de la sesión con Manoli, se casaron y tiempo después Manoli le comentó la sesión conmigo y lo que estuvieron hablando, Luis le contestó que pensaba que había sido un sueño, no era consciente de nada, pero le resonaba como un sueño… Por favor, a las personas en coma, hay que hablarles, darles un motivo para volver, ellos nos escuchan, su alma escucha… Un caso contrario a este fue el de Raquel. Llegó a mí a través de Manoli (se conocían del hospital). Raquel tenía a su marido en coma, un chico joven de treinta y tres años, estaba desesperada, ya no sabía qué camino tomar, tenían dos niñas pequeñas (Sheila y Alejandra) y Carlos (su marido) no respondía… Raquel estaba ansiosa, me miraba buscando respuestas, realmente sus nervios la superaban, la invité a sentarse, y después de un ratito de charlar sobre temas triviales, se tranquilizó, me pidió ayuda desesperadamente, necesitaba respuestas, no entendía por qué Carlos no respondía a los tratamientos. Mientras Raquel hablaba, detrás de ella había un chico joven fuerte, alto, era Carlos, allí estaba en mi consulta, miraba a Raquel con una energía de amor y cariño enorme, la cogió por los hombros e iba diciendo que no con la cabeza. Se lo expliqué a Raquel, le narré todo lo que estaba viendo, hasta que Carlos se separó levemente de ella y habló, no fue fácil, le costaba, le faltaba la fuerza, así que le dije:

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Diana Dahan Santos

—Carlos, no te preocupes, tienes tiempo, te ayudaré a pasar tus mensajes y que puedas comunicarte con Raquel. Cuando quieras, Carlos… Carlos permitió que viera su imagen real, estaba destrozado físicamente, me entraban escalofríos solo de verlo (omitiré detalles); le pregunté a Raquel qué le había ocurrido a Carlos. Carlos era comercial, el día del accidente, la rueda de su coche pinchó, Carlos aparcó como pudo en el arcén, se puso el chaleco reflectante, se apeó del coche para cambiar la rueda y justo entonces pasó un camión y lo arrolló… Desde ese día (hacía cuatro meses), Carlos estaba en coma. Ahora entendía por qué lo veía tan destrozado. Le pregunté si quería transmitir algún mensaje a su mujer e hijas, y su respuesta fue un sí rotundo… Raquel abrió los ojos como platos, deseando poder comunicarse con su marido en coma. Carlos inició la conversación, calmó a Raquel, le fue detallando vivencias de ellos como pareja, recordando momentos felices, sobre todo los nacimientos de sus hijas. Carlos no paraba de repetir que Raquel y sus hijas le habían salvado la vida, una vida oscura en la cual él conoció la verdadera y bella vida al conocer a Raquel, que culminó con el nacimiento de sus hijas. Carlos hablaba, sonreía, lloraba de felicidad (al igual que Raquel), cuando de repente el diálogo cambió de matiz. Carlos se puso serio, su semblante pasó de la alegría al dolor, se lo comuniqué a Raquel, y ella bajó la cabeza y le pidió a su marido sinceridad. Carlos se estaba despidiendo, Raquel lo sabía, pero aun así quiso escucharlo… Carlos le dijo que había intentado «volver» hacía unas cinco semanas (Raquel asintió con la cabeza), lo había intentado por ella y por sus hijas, pero justo antes de

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volver a su cuerpo entubado, lo pararon (familiares de él) y le dijeron que tenía permiso y que podía volver a fusionarse en su cuerpo físico, pero que debía saber y aceptar que su vida nunca volvería a ser la misma de antes del accidente. Carlos podía «despertar», pero para Carlos, el precio era demasiado alto, para él y para sus hijas. Pasaría de ser una persona activa y deportista a estar atado a una silla de ruedas (sus piernas ya no respondían), ciego de un ojo, con visión reducida del otro, y lo más grave para Carlos: debido a todo lo ocurrido, padecería ataques epilépticos… Con este panorama, Carlos decidió que no quería volver, no lo consideraba un acto egoísta, sino de liberación hacia su mujer y sus hijas… Raquel lo entendió, lo comprendió y le «dio permiso» para marchar. Terminaron llorando los dos, hablaron durante un rato más, y antes de terminar la sesión, Raquel le pidió el último favor a Carlos… —Carlos, no te marches antes de que las niñas puedan despedirse de ti, solo te pido esto, hazlo por ellas. Carlos asintió con la cabeza, sonrió y se fue a vigilar su cuerpo físico… Raquel tenía una extraña sensación de paz, dolor y felicidad; charlamos un poco más sobre la sesión y Raquel se fue de la consulta con una gran sonrisa en su rostro… Al cabo de una semana, Raquel me llamó, me explicó que tres días después de la consulta habló con sus hijas para explicarles que irían a ver a papá al hospital para despedirse de él por si acaso… En ese momento, Sheila, su hija pequeña, tapó con su manita la boca de su madre y riendo le dijo: —Mamá…, papá vino a noche a verme, me dijo muchas cositas bonitas, también me dijo que hoy iríamos a darle un besito 116

Diana Dahan Santos

muy grande las tres, que ya no lo veríamos más por casa, pero volvería a verlo por las noches… Raquel siguió diciéndome que fueron al hospital, las dejaron estar a las tres juntas en la habitación, se cogieron de las manos y unieron las manos de Carlos en este último acto de amor hacia él, estuvieron hablando una a una con él, recordando momentos felices, cantaron, le besaron y Carlos se fue al cabo de un par de minutos… ¡Sin palabras de nuevo!

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HISTORIA LINA



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Y SU PERRO

L

ina, una señora de ochenta y seis años, viuda de un ser estupendo llamado Roberto…

Roberto partió un día sin más, se encontró mal, un poco de mareo y, puff, falleció… Fue duro para toda la familia, ya que era una gran persona, de ese tipo de personas que nunca quisieras que se marcharan de tu lado, pero llegó su momento y no sufrió. En cambio, Lina, su esposa, era una persona dura, la cara opuesta de su marido. Lina fue menguando su salud poco a poco hasta que cuando faltaba un mes y medio para partir, cayó en picado, ya no era ella, ya no conocía a nadie. Le costó mucho dejar su cuerpo, se aferraba a la vida, con la misma fuerza que le había acompañado toda su vida, hasta que un día, estando yo en la casa con el resto de la familia, le dije a su hijo… —Tu madre no pasará de hoy. Marta, hija de Lina, al oírme, me dio la razón, alegando que era el peor día que la veía físicamente, ojos hundidos, piel gris, frialdad térmica… La verdad es que todo indicaba que sería su 119

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último día en la tierra, así que les aconsejé que se despidieran de ella, no importaba que no pudiera oírles, el alma si escucha, y necesita este bagaje emocional para transitar hacia el otro plano con mas ligereza Yo estaba en la habitación cuando su hijo (amigo íntimo nuestro) se despedía de ella, y le dije: —Pablo… Hoy no va a ser el día. —¿Por qué? —me preguntó Pablo… —No se quiere ir, se aferra a la vida terrenal, tiene miedo, y no estamos solos en la habitación, está tu padre cogiéndole la mano, diciéndole que se vaya ya con él. También hay una monja muy bajita (luego supe que era conocida de ella) y tres personas más (que luego resultaron ser amigos ya difuntos de Lina), pero lo que más me extrañó fue la visión de un perro, un perrito de color negro, que andaba por la habitación… Extrañada, se lo comenté a Pablo y a Marta, y entre risas me dijeron que era Sultán, el perro de su madre de hacía más de cuarenta años… ¡Hasta el perrito estaba allí! Nunca nos podemos imaginar quién vendrá a buscarnos en nuestro lecho… En fin, al ver que Lina seguía en cama, decidieron entre todos que lo mejor para ella sería que estuviese en una residencia, con cuidados, veinticuatro horas al día. Encontraron una muy bonita, totalmente nueva, con buen ambiente y un estupendo equipo. Trasladaron a Lina a su nuevo hogar, y… cosas de la vida… , o la muerte…, Lina solamente duró dos días y una noche. El motivo, muy simple: la familia estuvo con ella el primer día del ingreso, pero por la noche estuvo en su cama, sola, acompañada

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Diana Dahan Santos

por un equipo médico que la supervisaba, pero no había nadie que la despertara con mucho amor para que comiera, para que bebiera o simplemente para saber cómo estaba. En esa habitación, nadie la retenía emocionalmente, y su alma pudo al fin hacer el viaje hacia otro plano. Muchas veces, sin darnos cuenta, retenemos a nuestros seres queridos en este plano. A la persona moribunda, debemos facilitarle la transición. Esta familia estaba totalmente volcada en Lina, día y noche, atendiendo sus necesidades antes que Lina pidiera. Qué «casualidad» que la única noche en la cual no había ningún familiar para atender a Lina, su alma pudo finalmente abandonar su cuerpo físico y descansar. Esto me recuerda el caso de Sandra. Sandra vino a mi consulta para hablar con sus seres queridos. Era rubia y menudita, pero era todo nervio. Cuando conseguí que se calmara, le dije que había dos energías que la acompañaban. Una de las energías había muerto suicidándose, Sandra me dijo que sí…, que era su tía… —La segunda energía que te acompaña, Sandra, es más fuerte, murió de un tumor cerebral. Allí Sandra se quedó blanca, no respiraba (la verdad es que me asusté). Le serví un vaso de agua y le pregunté si quería seguir… —Por favor, Diana…, sigue…, es mi marido. —Y se echó a llorar desconsoladamente… Estaba realmente afectada y emocionada, me contó que su marido hacía cuatro años que había muerto de un tumor cerebral, se lo llevó en diez meses, y Sandra, aun teniendo un hijo al que cuidar, no levantaba cabeza, estaba sumida en una profunda depresión. 121

El universo tiene un mensaje para ti

Sandra necesitaba sentir a su marido, saber que era él quien le transmitía mensajes, calmar su dolor…, ¡necesitaba creer! El marido de Sandra me miró, sonrió y empezó a hablar, le recordó a Sandra cómo se conocieron, cuánto se amaban, y me mostró una bonita imagen de ellos dos, en una playa de noche mirando las estrellas y hablando; se lo expliqué a Sandra (pensando que tal vez eran unas vacaciones) cuando volvió a llorar de nuevo, esta vez era distinto… Lloraba y reía al mismo tiempo, me pidió más agua y le pregunté a Sandra si es que su marido me estaba relatando unas bellas vacaciones juntos…, pero no…, resulta que ellos dos regentaban un chiringuito de playa y cuando terminaban su jornada laboral (solía ser muy tarde), preparaban una mesa en la terraza, cenaban y miraban las estrellas, hablando y hablando… Sandra no se lo podía creer… Su rostro se iluminaba a cada momento… Le dijo a Sandra que las cortinas rojas de la habitación ya estaban pasadas…, que eran viejas y que las cambiara… Sandra no salía de su asombro… En un momento de la conversación entre ellos dos, le dije a Sandra que su marido estaba de pie, feliz, y sostenía algo verde entre sus manos con mucha ilusión, pero no sabía lo que era, aunque decía que ella sí lo sabría… Después de pensar durante un par de minutos, Sandra saltó de la silla, riendo a carcajadas… —¡Es un jersey verde! El primer regalo que le hice… Sandra no paraba de emocionarse, esta vez de alegría… Después de lágrimas de felicidad, Sandra se puso seria. —Diana —me dijo—, quiero hacerle una pregunta.

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Diana Dahan Santos

—Dime, Sandra. —Por favor, Diana, pregúntale por qué me hizo lo que me hizo… El día de su muerte estuve con él en el hospital todo el día… El único momento en que bajé a fumar un cigarrillo, se fue… se murió… Le expliqué lo que ya he narrado antes: el alma de este ser tenía que marchar, pero no podía, Sandra no le dejaba, y el único momento en que ella salió de la habitación, él aprovechó para desencarnar y descansar…

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HISTORIA M A R TA



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Y EL DINERO

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arta, una chica joven de unos treinta y tres años, me llamo un día muy preocupada.

—Diana, por favor, necesito verte en consulta, me pasan cosas muy extrañas… Le pedí que no me diera más información (me gusta que mis consultantes lleguen «vírgenes» a mi consulta, sin tener yo informaciones previas) y le di hora. Cuando Marta entró en mi despacho, me encontré con una mujer fuerte, decidida y desconfiada, me comentó que había consultado a muchas videntes para saber lo que le pasaba a ella y a su familia, y que venía recomendada por una amiga suya, pero un poco escéptica y a la defensiva. Le di dos besos y la invité a acomodarse en la silla. Marta me enseñó fotografías de sus hijos, marido y demás familiares, cuando en un instante, vi una figura negra muy grande detrás de ella. Al momento supe lo que le pasaba… —Marta, creo que tengo la contestación a todos vuestros males. Detrás de ti, te acompaña un demonio. Tú misma le 125

El universo tiene un mensaje para ti

abriste la puerta haciendo una sesión de espiritismo hace ya unos cuantos años, pero como para ellos el tiempo no existe, aquí lo tienes, acompañándote a ti y, no sé bien por qué motivo, a uno de tus dos hijos. Marta, todavía con las fotos en una mano, se me quedó mirando, extrañada y colapsada. —¡Perdona, Diana, ¿qué estás diciendo? ¿Qué tonterías son estas?! —Bueno, Marta, soy un poco brusca hablando, lo sé, pero eso no quita que lo que esté diciendo es real, y te diré más: el día que hiciste esa sesión había en la habitación mucho color azul, no sé lo que es, pero predominaba el color azul. Marta dejó las fotografías encima de la mesa, me miró muy seriamente y dijo: —Diana…, ¡me estás asustando! Efectivamente, hice una sesión de espiritismo, pero de eso hace dieciséis años. Le expliqué lo que ya sabéis de sobra… —Marta, el tiempo no existe en estos niveles, no importa que haga dieciséis días o dieciséis años, esa energía está contigo… Marta se iba rascando la frente, cambiando las expresiones de su rostro, sin mirarme, apretando los labios, con lo cual me preocupé por su estado emocional (a menudo ocurre que una energía oscura al verse descubierta interfiere en la energía física del consultante, llegando a provocar mareos y algunas veces mucho frío y temblores). —Marta —pregunté—, ¿te encuentras bien? ¿Tienes fuerzas para seguir? —Sí, Diana…, estoy bien, no te preocupes. Simplemente estaba intentando recordar hechos de ese día concreto y, efecti126

Diana Dahan Santos

vamente, había color azul, tanto como que hicimos la sesión en el suelo de una casa vieja, ¡y el suelo era de baldosas azules! ¡Dios, ¿cómo lo puedes saber?! —No importa… Lo importante es sacarte a ti y a tu familia este enlace negativo que tenéis con esta energía… Os está afectando a todos los niveles, tanto a ti como al resto de tu familia. Estuve con Marta ese día mucho tiempo, diciéndole en qué afectaba esta entidad en su vida y la de su familia; ella, a medida que yo le daba la información, no daba crédito a lo que oía, pero al mismo tiempo afirmaba constantemente con la cabeza. Cuando terminó la consulta, Marta me miró fijamente a los ojos, diciéndome: —Al fin encuentro un sentido a todo el caos en el que vivo, necesito digerir toda la información que me has dado y hablar con mi marido; nos volveremos a ver, Diana, necesito que me quites ese lastre que llevo encima. Nos despedimos no sin antes charlar un buen rato. Al cabo de pocos días, Marta me llamó: —Hola, Diana, estamos asustados con todo lo que me dijiste, pero he hablado con mi marido y queremos hacer la limpieza; confiamos en ti. —Bien, Marta, ningún problema, empezamos mañana mismo. Al día siguiente empecé con la limpieza energética de ella y toda su familia, y por supuesto su casa, ya que en el apartamento había sucesos extraños, además de un frío helador en la habitación de su hijo. Como siempre, no fue fácil, pero tuvo sus resultados en todos los aspectos. Tras unas semanas de empezar con la limpieza, las cosas empezaron a cambiar, ¡y de qué manera! 127

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Resulta que Marta y su marido tenían serios problemas económicos, hacía más de seis meses que no pagaban la cuota de la hipoteca, y estaban a punto de embargarles el piso. Los padres de su marido eran personas con una situación financiera desahogada, pero jamás les habían ayudado en nada, ellos no sabían por qué y eso afectaba seriamente a la relación de Daniel con sus padres. Marta llevaba meses buscando trabajo, pero por un motivo u otro no encontraba nada, no lo entendía, una chica joven, de buen ver, culta y con muchas ganas de trabajar…, pero no había manera, parecía que una mano negra le arrebataba los trabajos en el último momento. Daniel, una persona sobradamente preparada en todos los aspectos, tanto culturalmente como físicamente, cuando lo conocí, se estaba preparando para unas oposiciones, pero mientras trabajaba de camarero en un restaurante, donde abusaban de él. Daniel empezaba su jornada laboral temprano, sin saber nunca a qué hora terminaría la misma. Jamás tenía un horario fijo, cosa habitual en hostelería, pero en el caso de Daniel, además de dejarse la piel en el restaurante, recibía un trato humillante por parte de su jefe, por no hablar de un sueldo irrisorio para un padre de familia, haciendo horas extras que nunca cobraba. Con este panorama, empezamos la limpieza. A Daniel le importaba mucho la tranquilidad y seguridad de su familia, deseaba fervientemente cambiar de oficio, pero su mujer Marta no encontraba nada. Él no lo entendía… ¡Llevaba nueve años buscando trabajo! Les expliqué que tuviesen paciencia, que todo se arreglaría. En cuanto yo consiguiera deshacer esa energía negra que les acompañaba, las cosas cambiarían. 128

Diana Dahan Santos

Ellos confiaron en mí, y yo confié en ellos, sabíamos que poco a poco todo volvería a su sitio, como efectivamente ocurrió… Al cabo de unos pocos meses de empezar la limpieza, Marta me llamó emocionada; al fin había encontrado trabajo, ¡la habían llamado! No había ni hecho falta que saliera a buscarlo, la llamó su antiguo jefe, para volver a contratarla. ¡No cabía en sí de gozo! En su vida familiar todo se estabilizó, como por arte de magia. En Navidad recibieron dos sobres con dinero, uno por parte de la abuela de Marta y el otro… de los padres de Daniel. Era la primera vez en años que les regalaban algo, y ellos sin pedirlo. Recibieron una cantidad importante de dinero que necesitaban urgentemente, fue un regalo caído del cielo… Pero el matrimonio seguía con los problemas por la falta de pago de la hipoteca, cada vez subían más las cuotas debido a los intereses, y ellos veían que el banco terminaría embargándoles el piso. Intentaron renegociar la hipoteca, pero antes debían poner al día todos los impagos. Era una cantidad importante, que ellos no tenían, así que desistieron y empezaron a buscar otro sitio para vivir, con la preocupación de que, aunque el banco se quedase con su piso, ellos deberían seguir pagando la deuda. Así que les pasé una oración para que por lo menos pudieran pagar esa deuda y renegociar la hipoteca… ¡Increíble! Marta me llamó al cabo de unas semanas. —¡Diana! —Estaba exultante—. ¡No te lo vas a creer: mi suegro —al que nunca le importaron sus problemas— y mi hermana —con la cual apenas tenía relación— nos dejan la cantidad exacta de dinero para poder pagar la deuda y renegociar la hipoteca! ¡Increíble, ¿no?! 129

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—No, Marta, no es increíble, teníais esa energía oscura que os obstaculizaba en todos los sentidos. Ahora, esta entidad oscura ya no está en vuestras vidas, y ahora todo se está colocando en su sitio, no te preocupes, que seguramente habrá más sorpresas… Y así fue, no hace mucho recibí una llamada de ella, feliz y agradecida. —Diana, esto funciona, no te lo vas a creer… Han llamado a Daniel de una empresa en la que trabajó hace muchos años… Lo han llamado ellos a él, ¡con la crisis que hay! ¿No te parece increíble? —No, Marta, no me parece increíble, cuando consigues librarte de la oscuridad, entonces la luz brilla con más fuerza si cabe…

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HISTORIA ALFREDO

A



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Y E L C H E Q U E O E S P I R I T UA L

Alfredo lo conocí hace unos años, vino a mi consulta para hacer unas preguntas sobre su negocio, familia, proyectos,

etc.

A partir de nuestra primera cita, Alfredo decidió venir cada año para hacer, como decía él, un chequeo espiritual… Es una gran persona, con una energía tremenda dentro de su alma, pero que no entiende ni conoce. Esa energía le saldrá algún día, de hecho, ya está saliendo, pero Alfredo tapona sus canales energéticos debido a su mente, es muy mental, y esto a mí me hace mucha gracia, ya que sé perfectamente que tomará sí o sí de alguna manera su camino espiritual… Alfredo acudió como cada año a mi consulta. Estaba sentado delante de mí, nervioso por su empresa y economía, y, empezando a preguntar por esos temas, cuando de repente le dije: —Alfredo…, ¿qué ha pasado…? Deja de preguntarme ahora por tu empresa, lo miraremos más tarde…, pero dime, ¿dónde estuviste hace unos cuatro meses? 131

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Él, lógicamente, se me quedó mirando, con los ojos fuera de las órbitas, diciéndome: —Diana, no me líes…, vengo con preguntas concretas y tengo prisa… Al verme mirando detrás de él, se serenó y me dijo: —Vale, Diana, tú ganas, ¿qué está pasando? ¿Qué estás viendo? Volví a mirarlo a los ojos. —Alfredo, tienes contigo un espíritu detrás… Lo llevas contigo desde hace unos cuatro meses, y no es bueno para tu vida… Me está diciendo que en el avión de vuelta hubo un disturbio. También me comunica que fue tu padre en otra vida, y que hicisteis un pacto en el astral para volver a encontraros en esta vida a nivel energético… Me dice que fue un hombre avaricioso, sin emociones ni dignidad, pero en un momento de su vida, decidió dar un cambio radical e ingresó en un monasterio, optando por una vida austera y religiosa, hasta el día de su muerte. Alfredo no sabía si reír o irse directamente, pero estaba ansioso por saber más. —Diana —comentó Alfredo—, hace cuatro meses estuve de vacaciones en Israel, estuvimos haciendo un tour con mi esposa, y en Jerusalén sentí unas emociones muy profundas y extrañas, pero no le di más importancia. Efectivamente, como bien dices, en el avión de vuelta, hubo un altercado con tres chicos que se pelearon, así que soy todo oídos; por favor, sigue… —Alfredo, este ser está demasiado apegado a ti, a tu energía… y eso no es lo correcto. Me dice que desde que volviste del viaje, te duele la pierna derecha, tienes ardores estomacales,

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Diana Dahan Santos

la empresa no va bien y para colmo estás a punto de separarte de tu esposa… Alfredo asintió con la cabeza, pero seguía sin entender mucho… —Diana, ¿qué es todo esto? No entiendo qué hace este personaje en mi vida, y qué tiene que ver con mi salud, mi empresa y mi esposa. Miré al espíritu, esperando respuestas, y las tuve. Explicó que debido al pacto que habían hecho en el astral, se habían vuelto a encontrar para estar juntos a nivel energético, claro, para este ser era lo normal, pero para Alfredo o cualquier otro mortal no es en absoluto lo habitual. Debido a que la energía de este ser era de austeridad, se la pasó a Alfredo… De esta forma, entendimos por qué desde hacía unos cuatro meses, todo pegó un bajón importante para él, la empresa pasó de tener ingresos a pérdidas, de ser feliz en su matrimonio a pensar seriamente en separarse de su esposa, y de tener una salud equilibrada a tener achaques. Alfredo lo entendió todo de golpe. Procedí, a petición suya, a limpiar esa energía que tanto le afectaba en todos los sentidos, y al cabo de unos días, Alfredo me llamó contentísimo, diciéndome que parecía increíble. Volvía a estar en comunicación con su esposa, la empresa dio un giro importante a nivel de pedidos, que le permitieron sanear su economía, y ya no tenía ardores estomacales… Sí, amigos, hasta yo aprendo cada día más, cuando me comunico con seres energéticos… Otra vez los pactos…

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HISTORIA ANDREA



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Y S U PA D R E

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ace aproximadamente unos tres años, apareció una señora por mi consulta. Andrea venía acompañada de su hermana Maribel; ambas querían hablar con el padre difunto; por supuesto, el padre se presentó y resultó ser encantador; estuvo pasando mensajes a sus hijas, recordándoles viejos tiempos, en los cuales estaban todos juntos y añorando tiempos pasados, entre emociones y algunas que otras risas (ya que este ser mantenía intacto su sentido del humor). De repente «se puso serio», tenía un mensaje concreto para una de sus hijas, para Andrea. Le dijo textualmente que fuera con mucho cuidado en su matrimonio, que cuidara más su vida conyugal… Andrea me dijo que estaba completamente equivocada, que ella y su marido eran un matrimonio unido y fortalecido; cada domingo iban a la iglesia y absolutamente nada ni nadie podría con el matrimonio, que ya habían vencido muchos obstáculos y eran absolutamente felices… Terminada la sesión, Andrea se marchó del despacho mirándome con cierta extrañeza y pensando Dios sabe qué… A pesar de ello, sentía gran curiosidad porque había reconocido las ca-

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racterísticas de su difunto padre a través de los diversos mensajes que ella y su hermana habían recibido en la sesión. Al cabo de unos meses, volvió a pedir otra visita con su hija Natalia; la joven quería comunicarse con su abuelo… Natalia reconoció en cada uno de los mensajes recibidos la energía de su querido abuelo, no dejó de sollozar en toda la sesión y se sintió muy aliviada al reconocer que había algo más después de la muerte y que su abuelo seguía estando a su lado. Tras finalizar la conversación entre Natalia y su abuelo, este último, mirando fijamente a su hija Andrea, le volvió a repetir que cuidase de su matrimonio, porque se avecinaban problemas. Andrea volvió a mirarme con incredulidad, me dio dos besos y se marchó acompañada por su hija. Pasaron unos meses más hasta que Andrea me llamó de nuevo para pedirme hora de consulta. Volvía acompañada de Natalia, estaba muy exaltada preguntando, por favor, si su padre la podía ayudar para decirle qué es lo que estaba pasando en su matrimonio, que su marido estaba realmente extraño y ella no entendía nada… Mientras Andrea hablaba conmigo, su difunto padre apareció a su lado y le dijo textualmente: «Cuidado, hija, tu marido está enganchado a páginas pornográficas en el ordenador…». Recuerdo perfectamente que mientras transmitía estas palabras, ellas no podían dar crédito a lo que estaban escuchando. Yo pensaba de nuevo que Andrea no iba a dar ningún tipo de credibilidad al mensaje, pero esta vez tanto su hija como ella estaban más receptivas a los avisos que transmitía su padre. Andrea me llamó al cabo de una semana para decirme que entre su hija y ella habían conseguido entrar en el ordenador de su marido y que efectivamente, tal y como había comunicado la energía del padre de Andrea hasta la saciedad, el padre de la

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Diana Dahan Santos

joven y marido de Andrea estaba totalmente enganchado a páginas de contenido pornográfico de Internet, estuvieron revisando las cuentas bancarias y se dieron cuenta de las cantidades de dinero usadas en este tipo de páginas… Fue terrible cuando el marido de Andrea fue descubierto… Hoy en día, gracias a los mensajes recibidos por el padre de Andrea, este señor buscó ayuda para curar esta adicción; no fue un camino fácil para ellos. Consiguió tras un arduo tratamiento librarse de esta adicción. Actualmente, vuelven a ser una pareja feliz y unida.

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EPÍLOGO

Diana os podría continuar relatando historias fascinantes que rodean su trabajo diario, contribuyendo con ello a dar a conocer y profundizar sobre la propia evolución cuando el traspaso de las almas inicia nuevos caminos. A ella le resulta difícil terminar este recuento de historias por una razón muy fácil de entender: sus vivencias son permanentes, porque se trasladan de un plano a otro con la misma facilidad del que nos cuenta la película de cine que vio ayer. Quien vive en la inmanencia, no tiene noción del principio y fin de las cosas. El propio contenido de su quehacer diario genera mucho escepticismo, hay que reconocerlo. Yo no voy a entrar en un debate sobre el tema, solo reto al lector a que lo pruebe y luego opine por sí mismo. Por muy alto que sea vuestro grado de escepticismo, no va a poder resistir a la autenticidad de Diana y, si contactáis con ella, os daréis la oportunidad de comunicaros con vuestros seres traspasados.

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El universo tiene un mensaje para ti

Mientras uno lee cada uno de los relatos que componen este libro y llega a su lectura final, la curiosidad le embarga por todas las historias que se han quedado en el tintero. Pidamos a Diana, tras la lectura de este libro y ayudando a su difusión, que empiece a escribir el próximo para deleitarnos con sus contenidos y poder tener lectura para «las mil y una noches». Los que quieran contactar con ella, pueden dirigirse a: [email protected] Lis

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Este libro se terminó de imprimir en Almería durante el mes de marzo de 2015