Asociación de Salesianos Cooperadores Región Ibérica

3.1.3.- El trabajo del Cristiano

Septiembre 2011

3.- Un seglar 3.1.- La vocación y la misión del laico. 3.1.1.- La vocación del laico 3.1.2.- El Cristiano y la familia 3.1.3.- El trabajo del Cristiano 3.1.4.- El Cristiano y la realidad sociopolítica 3.1.5.- El Cristiano en el territorio y en la Iglesia local

TEMAS DE FORMACIÓN INICIAL 3.- UN SEGLAR 3.1.- LA VOCACIÓN Y LA MISIÓN DEL LAICO Región Ibérica

3.1.3.- EL TRABAJO DEL CRISTIANO

3.1.3.El trabajo del Cristiano OBJETIVO - El trabajo es un componente fundamental de la persona humana. En el trabajo alcanza el desarrollo de sus capacidades. Para un cristiano, además, tiene una dimensiones diferentes en cuanto a la comprensión y perspectiva.

REFERENCIAS Bíblicas «Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: "Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra". Dijo Dios: "Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento"» (Gn.1,28-29). «Con el sudor de tu rostro comerás el pan» (Gn.3,19). «Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho» (Gn.2,3). «Además, cuando estábamos entre vosotros os mandábamos esto: si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Porque nos hemos enterado que hay entre vosotros algunos que viven desordenadamente, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A esos les mandamos y exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan» (2Tes.3,10-12).

Culturales “Si eliges desempeñar el trabajo que más deseas, no volverás a trabajar otro día en tu vida” Confucio

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3.1.3.- EL TRABAJO DEL CRISTIANO “Es sabio entre los hombres aquel que ve el descanso en el trabajo y el trabajo en el descanso” Bhagavad-Gita

PVA Estatuto art. 4, 8, 11, 19 Reglamento art. 5, 7

DESARROLLO Documento para la reflexión 1. La Palabra. Antiguo y Nuevo Testamento El AT destaca que el trabajo es digno del hombre, porque Dios mismo trabaja “Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que todo estaba bien” (Gen 1,31) y descansa “Dios bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en Él había descansado de toda la obra de su actividad creadora” (Gen 2,3). El trabajo, que Dios mismo no desdeña, sino del que se siente satisfecho, es bueno en sí mismo. Es tarea del hombre completar la obra iniciada por Dios, porque es Dios mismo quien pone la creación en manos del hombre, asociándolo así a su obra creadora. Se reconoce en el trabajo un instrumento para que el hombre desarrolle la imagen de Dios “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó” (Gen 1,27). Antes del pecado, Dios le encarga trabajar “El Señor Dios tomó al hombre y le puso en el jardín de Edén para que lo cultivase y lo guardase” (Gen 2,15). Desaparecida la primitiva armonía en la creación, a causa del pecado, el trabajo se convierte en realidad dura; adquiere el carácter de castigo; se subraya el cansancio y la fatiga inherentes al trabajo, la tensión en las relaciones humanas y en la relación del hombre con el cosmos. “Con trabajo sacarás de la tierra tu alimento todo el tiempo de tu vida…Con el sudor de tu frente comerás el pan” (Gen 3,17s) Por otra parte, el trabajo representa un deber moral inculcado por Dios al hombre, incluso antes del pecado “Dios los bendijo y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, poblad la tierra y sometedla: dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y cuantos animales se mueven sobre la tierra” (Gen 1,28). Para Israel, el trabajo es una obligación: «Del trabajo de tus manos comerás» (Sal 128) El NT no cambia, sustancialmente, las enseñanzas del AT. Los Evangelios nos hablan de la inserción de Jesús en el mundo del trabajo; procede de la clase trabajadora y toma parte en el trabajo cotidiano (Mc 6,3; Mt 13,55). Sus discípulos son también trabajadores y son llamados por Jesús mientras trabajan (Mc 10,28). Son muchas las sentencias de Jesús sobre el trabajo y su simpatía por la laboriosidad y fidelidad en el mismo (Mt 20, 116; 24,45-51; 25, 14-30; Lc 19,12-27). Sin embargo, frente al trabajo, el Evangelio asume un significado «revolucionario». Jesús se presenta como libertador del hombre, de todos los condicionamientos históricos,

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3.1.3.- EL TRABAJO DEL CRISTIANO económicos, sociales, anunciando la llegada del Reino de Dios. También Pablo ejerce un trabajo y está orgulloso de vivir de éI, y lo exige en las comunidades cristianas, apreciándose en sus escritos una visión estática y ascética del mismo (1 Cor 7; 2 Tes 3,10)

2. El Magisterio La Encíclica «Rerum novarum» de León XIII (1891) es el primer gran documento de la Iglesia que asume explícitamente como reflexión la situación de los obreros, iniciando la doctrina social de la Iglesia. Recomienda a los trabajadores que desempeñen seriamente sus obligaciones, que no se entreguen a actos de violencia; y a los patronos les invita a «respetar la dignidad de la persona humana», asegurándoles una retribución justa y poder cumplir los deberes religiosos; defiende el derecho de asociación. Muchos le tomaron por un loco que se metía donde no debía. En esta misma perspectiva se sitúa la Encíclica «Quadragesimo anno» de Pío XI (1931). Sin embargo, la «Mater et magistra» de Juan XXIII (1961), supone una gran novedad, al afirmar no sólo el derecho al trabajo, sino también, que permita el desarrollo pleno de la persona. Es el Concilio Vaticano II quien marca una nueva actitud cristiana frente a la historia, la técnica y el trabajo. La «Gaudium et spes» (1965) presta una atención particular al trabajo: se reconoce la actividad humana como compromiso en la construcción del mundo y como perfeccionamiento del hombre, como humanización del mundo y aportación a la creación de una tierra nueva y un cielo nuevo. Después del Concilio, Pablo VI plantea, en la «Octogésima adveniens» (1971), la necesidad de suscitar en la sociedad una nueva conciencia del trabajo y de sus problemas. Por último, la Encíclica «Laboreen exercens» de Juan Pablo II (1981), realiza una reflexión profunda sobre el trabajo humano, considerado como «dinamismo fundamental de la existencia humana» Como resumen de la Doctrina Social de la Iglesia algunas exigencias éticas a destacar son:

a. Compromiso de humanización La orientación fundamental de la ética cristiana implica hacer del trabajo una realidad personal y personalizadora; ocupa un puesto específico en el plan de la salvación del hombre y del mundo. Es un deber que transciende la dimensión utilitarista. El trabajador toma conciencia de su propia vocación y la realiza concretamente.

b. El derecho al trabajo El derecho al trabajo es un aspecto fundamental de la vida humana. Se recuerda «la obligación de prestar subsidios a favor de los desocupados», y es una responsabilidad en el compartir.

c. El salario justo Defender el derecho al salario justo es defender el derecho del trabajador a una vida digna. La remuneración en todos sus aspectos: prestaciones sociales y derechos particulares, seguridad social de los trabajadores y de su familia, asistencia sanitaria, derecho al descanso y a las vacaciones, a la pensión y al seguro de vejez.

d. El ocio v el tiempo libre

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3.1.3.- EL TRABAJO DEL CRISTIANO Los momentos de descanso, de cultura y de culto, de ocio y contemplación, son también esenciales para la humanización del hombre. Una de las tareas fundamentales de la ética cristiana del trabajo es dar un significado constructivo y personalizador al tiempo libre.

3. Reflexión teológica en el siglo XX Siguiendo los pasos del Magisterio, los teólogos a principios del s.XX comienzan a tratar el tema del trabajo: “El trabajo es la continuación del acto creador… que ahora quiere que por nuestro propio esfuerzo todas la fuerzas de la Naturaleza nos estén subordinadas” “Ser grande es hacer todo con grandeza: engrandeciendo lo pequeño y poniendo a su altura lo grande” (Sertillanges, c1920, Deberes) “El trabajo es un factor múltiple de desasimiento (liberación) para cuantos se entregan a él sin rebelarse, con fidelidad…implica esfuerzo, victoria sobre la inercia…el hombre solo escapa al aburrimiento con la «creación»”. “En nombre de nuestra fe, tenemos el derecho y el deber de apasionarnos por las cosas de la Tierra…Exploremos todas las murallas. Intentemos todos los caminos. Escrutemos todos los abismos” (T. de Chardin, 1927, El Medio Divino) Pío XI, en los años 30, decía que en el siglo XIX la Iglesia había perdido a las clases trabajadoras. Por ello fue el impulsor y promotor de la Acción Católica. En los años 40 y 50 la Acción Católica en sus diversas ramas, pero principalmente la JOC (Juventudes Obreras Cristianas) fueron el fermento cristiano dentro del mundo del trabajo. “Es un deber buscar, en lo posible, un trabajo que contribuya efectivamente al bien de nuestros hermanos; un trabajo que nos interese y al cual podamos darnos con alegría; un trabajo que nos forme y que nos eleve” (Godin, c1950, Levadura en la Masa) También por esta época, los nuevos movimientos eclesiales centrados en el mundo (Opus Dei, Comunión y Liberación,…), el personalismo de Mounier, y la gran obra “Hacia una Teología del Trabajo” (1955) del dominico francés M.D. Chenu, iniciadora de un nuevo camino, fueron elementos donde el trabajo tuvo gran importancia. Hubo también intentos fallidos, como el de los curas obreros en Francia.

4. Planteamiento Cristiano Actual La creación, gesto de alianza y de liberación. Dios ha creado creadores o co-creadores que colaboran con Él en su obra. Son aliados. A través de su acción sobre el mundo es como el hombre se descubre, se valora, se supera. Al edificar el mundo, el hombre se edifica a sí mismo. Al crear, el hombre se libera de las fuerzas de la Naturaleza, deja de estar a su merced. Humanización y espiritualización. Con su trabajo el hombre humaniza y espiritualiza el universo. Haciendo esto, se descubre a si mismo, su capacidad creadora y se hace más hombre. Servicio a los hombres. La acción del hombre en el mundo y sobre el mundo no tiene solamente el objetivo de la perfección personal, sino que debe servir a la colectividad. El progreso pone en juego la solidaridad y la responsabilidad. Sin caer en la utopía, la comunidad de trabajo se orienta en el sentido del Reino. Trabajando por el progreso de la colectividad humana se trabaja “por el bien auténtico de la humanidad según el designio de la voluntad divina” GS 35. El trabajo va edificando la comunidad humana, va tejiendo su historia. Pertenece a los designios de Dios. Cristo, al final del trabajo. La transformación del mundo a través del hombre está al servicio de la humanidad. Cristo ha elevado el sentido de esta acción, con la orientación

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3.1.3.- EL TRABAJO DEL CRISTIANO hacia el Reino y hacia el Padre. Sin la caridad, este proceso caerá en la injusticia, el egoísmo y la desorientación. Cristo nos revela en el trabajo es un servicio de amor a nuestros hermanos, y que la humanidad, haciendo fructificar el universo, se prepara para entrar en un mundo nuevo. El acceso a la bienaventuranza del Reino pasa por la cruz del trabajo cotidiano. Progreso terreno y Reino de los Cielos. El progreso humano, como tal, no tiene que confundirse con la historia de la Salvación; pero contribuye a la unificación de la humanidad. Los hombres, ayudados por el Espíritu, realizan juntos, aquí abajo, en la esperanza del mundo futuro, la obra de Dios, su Reino.

5. ¿Hacia dónde va el trabajo hoy? Las perspectivas del mundo del trabajo hoy apuntan a un horizonte de esperanza. Ojalá se confirme y se amplíe este camino de humanización, y que con el tiempo, todas las empresas lo adopten. Las tendencias destacables en este momento son: Cambio del enfoque. Los departamentos han pasado de ser de Personal a Recursos Humanos, de nóminas a incentivos, de promociones a desarrollo de personal,… Las personas han pasado a ser el valor fundamental de la compañía y hay que cuidarlo. Cultivar los valores. Las empresas se han dado cuenta de que sin objetivos claros (misión) y sin valores comunes no es posible desarrollar un proyecto común y de éxito. Los valores consolidan, aúnan. Creatividad. Se apoyan los sistemas que promueven la creatividad: delegación, trato no jerárquico, buen ambiente de trabajo,… Estar a gusto en el puesto de trabajo es productivo. Conciliación. Flexibilidad de horarios, guarderías, beneficios para la familia,… se van haciendo poco a poco habituales en las empresas. El bienestar familiar favorece a la empresa. Al final, lo que ha ido recomendado la Iglesia durante el s.XX, se va asumiendo por las empresas como económicamente interesante, y como un proyecto propio a poner en marcha.

Pautas para la reflexión - ¿Cómo vivís cada una vuestro trabajo? ¿Qué podéis hacer para integrarlo en vuestra vida? - En nuestro ambiente, ¿el trabajo es visto y vivido como un servicio al hombre o prevalecen otras "éticas" del trabajo? - ¿Cómo se puede hacer crecer y madurar la conciencia profesional del trabajador? ¿Qué se podría hacer a este respecto en la comunidad eclesial? - ¿Qué "reglas" no coherentes con la dignidad del trabajo y del trabajador encontramos en el mundo del trabajo? ¿Cómo corregirlas? - En nuestro territorio, ¿existen formas de explotación del trabajador? ¿Cuáles? ¿Cómo combatirlas? - ¿Qué incidencia tiene la desocupación en nuestro territorio? ¿Qué iniciativas se podrían tomar a nivel de comunidad civil y de grupos eclesiales para favorecer,

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3.1.3.- EL TRABAJO DEL CRISTIANO sobre todo entre los jóvenes, la orientación y la inserción en el mundo del trabajo y para crear nuevas oportunidades ocupacionales? - Nuestros "estilos de vida" son coherentes con la concepción autentica del desarrollo o habría que corregirlos? ¿Qué podemos hacer en nuestras comunidades eclesiales para educarnos y educar a la promoción del verdadero desarrollo? - La "cuestión ecológica", además de las opciones políticas, ¿no nos pide también opciones personales y familiares coherentes? ¿Qué aportaciones pueden dar en este sentido los movimientos y grupos de opinión?

PARA DOCUMENTARSE – OTROS RECURSOS Materiales - Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, nn.35; 64; 69; 71. - Concilio Vaticano II, Lumen et Gentium, n.36. - Juan Pablo II, Laborem Exercens, nn.5-6; 8-9; 18-20; 25. - Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis, nn.28; 34. - Juan Pablo II, Centesimus Annus, nn.31-32; 34-37; 41; 43. - Catecismo de la Iglesia Católica, nn.2427-2428; 2431-2436. - A.C.S., Comentario Oficial al R.V.A., pág.121-128 (10). - Benedicto XVI, Veritas in Caritate, 2009

Bibliografía - Plan de Formación Inicial. Carpeta 2. Fascículo 2. Tema 3. Asoc CCSS. Conf. Nacional. Madrid 1993. - El Hombre y sus problemas a la luz de Cristo. René Latourelle. Sígueme. Salamanca 1984. - El Desempleo y el Futuro del Trabajo, David Sheppard/ Rafael Díaz-Salazar (Eds.), Sal Terrae (Presencia Social 23). Santander 1999 - Vida y trabajo. Un desafío espiritual, Anseelm Grün, Sal Terrae (Proyecto 96). Santander 2007. - Visión cristiana del trabajo, Agapito Tapiador, BAC (Cuadernos 31), Madrid 1980 - El evangelio del trabajo, José María Guix Ferreres, BAC (Cuadernos 69), Madrid 1983

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3.1.3.- EL TRABAJO DEL CRISTIANO

Documentos Vida Provechosa El mundo está cambiando. Los lugares de trabajo están cambiando. Hemos evaluado la manera en que hemos vivido nuestra vida durante los pasados 50 años y nos hemos dado cuenta de que un trabajo ético sin ética conduce a la corrupción. Una meta sin una misión no nos lleva a un lugar importante. Una vida sin un trabajo basado en valores tiene poco valor. A pesar de algunas buenas intenciones, estamos contemplando más de un 50% de divorcios, una crisis de abuso de sustancias y una baja autoestima epidérmica. Ahora nos hemos percatado que no es suficiente con subsistir: queremos una vida de verdad. A lo que aspiramos es a un equilibrio, a una armonía entre nuestras vidas personales y profesionales que nos lleve a sentirnos satisfechos y plenos, no vacíos y fracasados Consultora Privada

La vida y el Trabajo Vida y trabajo son hoy dos realidades cada vez más contrapuestas. Con frecuencia el trabajo devora el tiempo de que disponemos, dejándonos cada vez menos tiempo para la vida privada. Incluso el que nos queda en casa está cada vez más condicionado por las preocupaciones de la vida profesional. El trabajo arruina nuestra salud y roba calidad a nuestra vida. Nuestras relaciones con el cónyuge o el compañero, con los niños, con los amigos, se resienten como consecuencia de ello. Sencillamente no nos queda suficiente tiempo y energía para cultivarlas. Cualquier persona que ejerce una profesión conoce la tensión entre profesión y vida. Pero son sobre todo las personas con responsabilidades empresariales y los directivos quienes están cada vez más condicionados por su trabajo. No tienen la sensación de vivir bien, pero tampoco son capaces de salir del círculo vicioso del estrés excesivo. Lo cierto es que junto al trabajo es necesario un ámbito donde sencillamente podamos vivir y sentirnos vivos. Y esta vida puede y debería transmitirse también al trabajo. Pero si nos sentimos vivos sólo después del trabajo y no mientras trabajamos, hay algo que funciona al revés. Lo que está en cuestión en primer plano no es sólo cómo se puede vivir bien a pesar del trabajo, sino más bien el modo en que el compromiso profesional puede contribuir al

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3.1.3.- EL TRABAJO DEL CRISTIANO desarrollo personal y puede enriquecer así también la vida privada. Pero, por otro lado, también me he encontrado continuamente con personas para las cuales la vida y el trabajo no estaban en modo alguno separados. Se sentían vivas en el ejercicio de su profesión. Ésta era para ellas una parte esencial de su vida. Y, sin embargo, no estaban absorbidas por el trabajo hasta el punto de no poder gozar de la vida. Estas personas no sufrían la tensión entre profesión y vida, sino que la utilizaban para sentirse a gusto en los dos ámbitos. Así pues, la cuestión es cómo se puede llegar a semejante «tensión equilibrada». Para mí, la espiritualidad es un buen camino para afrontar los problemas de cada día. Son cada vez más las personas –y sobre todo las que tienen responsabilidades profesionales– que descubren hoy que la espiritualidad puede ayudarlas a realizar su trabajo y a afrontar los desafíos sin sobrecargarse. No obstante, la espiritualidad en la vida profesional sigue permaneciendo, como antes, en la sombra. No se habla del tema. La gente no quiere parecer beata. Muchos tienen miedo de hablar de lo que realmente los motiva porque no quieren hacerse vulnerables. Prefieren actuar como si no pasara nada. Son sobre todo las personas con cargos de responsabilidad las que se quejan del peso que hace recaer sobre ellas su puesto. ¿Cómo puede ayudarlas la espiritualidad? ¿No se convertirá para ellas únicamente en una carga más? La espiritualidad, tal y como yo la entiendo, no es un esfuerzo añadido a mi trabajo, sino más bien una fuente de la que puedo beber para realizarlo mejor y más fácilmente. Es una fuente que me regala energía para mi actividad cotidiana. Precisamente cuando me siento sobrecargado, cuando estoy agobiado y oprimido, el camino espiritual me ayuda a entrar en contacto con la fuente refrescante del espíritu divino que brota dentro de mí y me fortalece, reanima y purifica. Después de todo, el trabajo no debería determinar nuestra vida y mucho menos impedirnos vivir. Anselm Grün

La presión ¿Cómo debemos responder a la presión a que nos vemos sometidos desde fuera? Para muchos resulta insoportable, y ello se manifiesta sobre todo en la incapacidad de conciliar el sueño. De noche se despiertan sobresaltados o son perseguidos por la presión también en los sueños. Y permanecen despiertos cavilando acerca de lo que deben hacer, pero no se les ocurre nada. La presión es, sencillamente, excesiva. Existen formas de afrontar la presión. En primer lugar, no tiene ningún sentido negarla. Está ahí, sin más. No sirve de nada cerrar los ojos: hay que afrontarla. Pero al mismo tiempo es importante mantener la distancia interior de las exigencias a que nos vemos sometidos y que hemos de transmitir a otros. Hay que decidir autónomamente en qué medida se han de satisfacer las expectativas de los superiores y en qué ocasiones es mejor relativizarlas. Por otro lado, no se debe ejercer sobre los demás la misma presión. Es mejor considerar detenidamente de qué otro modo se pueden obtener mejores prestaciones, lo cual no siempre tiene que exigir ulteriores presiones. A menudo, lo que hace falta para tener más éxito es un poco de fantasía y de creatividad. Esto repercute positivamente también en los colegas y compañeros de trabajo, porque todos se sienten satisfechos por los resultados cuando éstos se consiguen sin que nadie sea despedido y sin necesidad de hacer horas extraordinarias. La sensación de ser oprimidos o explotados desaparece.

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3.1.3.- EL TRABAJO DEL CRISTIANO Asimismo, la presión puede estimular la creatividad. Entonces constituye un desafío positivo. Por el contrario, cuando la presión pende como una espada de Damocles sobre un directivo y todo su departamento, los paraliza y les infunde miedo. A menudo, los compañeros de trabajo caen enfermos, y su rendimiento es cada vez menor. Jesús nos muestra cómo afronta él semejante presión cuando los fariseos le llevan a la adúltera. Cualquiera que sea su respuesta a la alternativa que le presentan los fariseos, saldrá perdiendo. Así se sienten también muchos directivos: hagan lo que hagan, saldrán perdiendo ante los superiores o ante los subordinados. Perderán el puesto o se harán impopulares entre estos últimos. ¿Qué hacer? Jesús aquí se limita a abstraerse. Se inclina hacia el suelo y se pone a escribir en la tierra. Podríamos decir que practica una «tormenta de ideas». Y por el simple hecho de abstraerse, de pronto se le ocurre una solución creativa. Se pone en pie y responde a los fariseos con una frase a la que nadie puede oponerse: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra» (Juan 8,7). Como Jesús, también nosotros, en una situación semejante, tenemos que sustraernos a la presión y pasar a un nivel más profundo. Allí entramos en contacto con la fuente creativa que hay en nuestro interior. Y de allí afloran a veces soluciones que –sometidos a presión desde arriba y desde abajo– no esperábamos. Después del trabajo, una breve meditación podría ser una ayuda para liberarme, con la espiración, de la presión de la jornada laboral. De este modo puedo volver a casa, no abatido, sino con la cabeza bien alta. El ritual me pone en contacto conmigo mismo. Estoy en armonía, en sintonía conmigo mismo. Cuanto más estoy en mí y me siento a mí mismo, tanto menos determinado estoy por la presión. Si en los rituales cotidianos percibo cada vez más ese espacio libre interior, puedo afrontar la presión que me espera en el trabajo, pero con deportividad. La presión no me atenaza, sino que respondo a ella de un modo personal. Anselm Grün.