EL RENACIMIENTO DEL CUENTO EN EL SIGLO XIX

EL RENACIMIENTO DEL CUENTO EN EL SIGLO XIX 1.-Introducción El cuento es uno de los géneros narrativos más antiguos. En su origen era literatura de tra...
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EL RENACIMIENTO DEL CUENTO EN EL SIGLO XIX 1.-Introducción El cuento es uno de los géneros narrativos más antiguos. En su origen era literatura de transmisión oral. Actualmente, la palabra se emplea para aludir a dos tipos de narración que tienen en común su brevedad: 1.-El cuento folclórico o tradicional, que es una narración breve de hechos imaginarios y poco verosímiles, protagonizada por personajes arquetípicos (hadas, duendes, elfos, gigantes, brujas, etc) y con un argumento sencillo. La transmisión oral provoca múltiples variantes 2.-El cuento literario, firmado por un autor y difundido por escrito en una sola versión. Edgar Allan Poe, uno de los primeros escritores que teorizaron sobre la creación literaria explica que el cuento busca producir un efecto sorprendente al final, que es lo primero que Poe escribía. Para que el cuento consiga este efecto ha de ser leído sin interrupciones, lo que limita su extensión. Ya en el siglo XX el escritor argentino Julio Cortázar reflexiona sobre las características del género. Éstas son sus palabras: En mi caso, el cuento es un relato en el que lo que interesa es una cierta tensión, una cierta capacidad de atrapar al lector y llevarlo, de una manera que podemos calificar casi de fatal, hacia una desembocadura, hacia un final. Aunque parezca broma, un cuento es como andar en bicicleta: mientras se mantiene la velocidad, el equilibrio es muy fácil, pero si se empieza a perder velocidad, ahí te caes, y un cuento que pierde velocidad al final, pues es un golpe para el autor y para el lector. Para mí el cuento es un texto continuo y cerrado sobre sí mismo que exige un alto grado de perfección para que sea eficaz. No quiero decir perfección artificial, hecha desde afuera, sino perfección interna. Ahora, esa perfección interna del cuento el escritor tiene que ayudarla y completarla con una versión idiomática perfecta; es decir, el lenguaje tiene que ser implacablemente justo. No puede haber adjetivos de sobra en un cuento. No puede haber indecisiones, a menos que eso forme parte de la intención del cuento. Es decir, el cuento tiene que ser un poco como el soneto en la poesía. Tiene una especie de definición formal, muy justa, muy precisa, en mi opinión. La novela es todo lo contrario.

2.-Antecedentes. Los cuentos más antiguos aparecen en Egipto en torno al año 2000 a.C. A pesar de que los autores griegos y romanos también escriben cuentos (Esopo, Ovidio y Apuleyo) , los principales focos de las historias que, durante la Edad Media, se difundieron por toda Europa fueron Oriente medio, con Las mil y una noches, o la India: en España se tradujo a lengua romance el Panchatantra bajo el título de Calila e Dimna. Cuentistas europeos destacados durante la Edad Media fueron Don Juan Manuel, con El Conde Lucanor, Giovanni Boccaccio con El Decamerón y Geoffrey Chaucer con Cuentos de Canterbury.

En los siglos XVI y XVII, se denomina “novela” (del italiano “novella” a la narración breve. Ese el es sentido que le da Miguel de Cervantes a sus Novelas ejemplares, quien dice de sí mismo que es el primero que ha novelado en lengua castellana, es decir, que es el primer autor que ha utilizado argumentos originales en este género literario. En el siglo XVIII predomina el cuento filosófico y didáctico, cultivado, entre otros, por Voltaire. 3.-El renacimiento del cuento en el siglo XIX 3.1.-El cuento durante el Romanticismo. 3.1.1.-El cuento folclórico El Romanticismo impulsó en la primera mitad del siglo XIX el renacimiento del cuento literario. El interés de los autores románticos por la literatura oral y popular, unido a su facilidad para evadirse de la realidad y a su defensa del nacionalismo, les empuja a descubrir en los cuentos tradicionales de transmisión oral lo que ellos llaman de una forma vaga e imprecisa el "espíritu del pueblo". En Alemania, los hermanos Grimm recopilaron las narraciones folclóricas y las publicaron en un volumen titulado Cuentos para la infancia y para el hogar donde se puede leer la historia de Blancanieves, la de La bella Durmiente, las dificultades en el bosque de Hansel y Gretel, y las peripecias de Juan sin miedo. Por esta misma época el danés Jean Christian Andersen escribe cuentos para niños como El patito feo, El traje nuevo del emperador, La reina de las nieves, El soldadito de plomo o La sirenita. Ya a finales del siglo XVII el francés Charles Perrault había escrito los Cuentos de mamá gansa donde se incluyen relatos como Caperucita Roja, La Cenicienta, El gato con botas o Pulgarcito. Por su parte el italiano Collodi publica Pinocho en el siglo XIX. 3.1.2.-El cuento literario. 3.1.2.1.-Edgar Alan Poe. Paralelamente a este interés por el cuento foclórico, el siglo XIX es el siglo de la consolidación del cuento literario, a lo que contribuye grandemente el escritor norteamericano Edgar Allan Poe. Este autor nació en Boston el 19 de enero de 1809 y fallecido en Baltimore en 1849. Cultivó la poesía, la narrativa, el periodismo y el ensayo. Máximo exponente del Romanticismo norteamericano, dejó una espléndida producción creativa y una lúcida obra teórica que anticipan algunas de las tendencias literarias posteriores, como el Simbolismo poético, la novela policíaca o el relato de terror. A pesar de estas intuiciones geniales y de la indiscutible calidad de sus escritos en verso y en prosa, la obra de Edgar Allan Poe no fue bien entendida por sus compatriotas hasta que, muchos años después de su trágica desaparición, algunos de los grandes escritores simbolistas europeos (con los franceses Baudelaire, Mallarmé y Valéry a la cabeza) reivindicaron sus

aciertos; ya en el siglo XX, los estudios que le dedicaron otros poetas y críticos (como T. S. Eliot y Allen Tate), sumados al interés que despertó su figura y su obra entre los psicoanalistas seguidores de Freud (entre ellos, la propia discípula del maestro vienés, Marie Bonaparte, o el célebre psiquiatra francés Jacques Lacan), contribuyeron definitivamente a elevar a Edgar Allan Poe a la categoría de arquetipo universal del escritor romántico atormentado y sombrío, precursor de la figura decadente del poeta maldito que habría de abundar en Europa a finales del siglo XIX y comienzos de la siguiente centuria. Su única novela extensa lleva por título La historia de Arthur Gordon Pym y fue publicada en 1838. Las peripecias marítimas del protagonista en su viaje hacia el Polo Sur ejemplifican las teorías de Edmund Burke sobre lo sublime, según este teórico romántico la emoción más intensa que un ser humano puede experimentar. Dentro de la producción literaria de Edgar Allan Poe destacan los poemas, como El cuervo, y los cuentos, donde este autor bucea sobre los aspectos más oscuros del alma humana: la crueldad, la venganza, el alcohol, el miedo. En el volumen titulado Cuentos de lo grotesco (1840) aparecieron algunos de sus cuentos de terror más conocidos: Ligeia, El corazón delator, El gato negro, La caída de la casa Usher. Poe escribe relatos policíacos protagonizados por Auguste Dupin, probablemente el primer detective de la moderna novela policíaca. Los títulos son Los crímenes de la Calle Morgue, La carta robada y El misterio de María Roget. 3.2.-El cuento durante el Realismo y el Naturalismo. Cuando el Realismo se difunde por toda Europa, los cuentos siguen teniendo la vigencia que tenían en el Romanticismo. Los temas, en ocasiones, siguen siendo los mismos. La propensión de autores realistas como Dickens por lo grotesco y macabro muestra las fronteras poco claras que es este género existe entre Realismo y Romanticismo. Entre sus rasgos marcadamente realistas destaca el fiel reflejo de la realidad, la intención crítica o de manifiesta denuncia, la presencia de un narrador omnisciente y las descripciones exhaustivas. 3.2.1.-Anton Chejov (1860-1904) Durante su época de estudiante colaboró en revistas de humor, escribió crónicas de sucesos, reseñas teatrales, cuentos e incluso novelas de terror. Parte de estos relatos se integraron en su primer libro Cuentos de Melpomene. Los personajes que protagonizan estos relatos suelen ser seres humillados con los que Chejov se muestra implacable: los escribanos, los camareros, los modestos funcionarios se humillan hasta que se les presenta la oportunidad de convertirse en déspotas y tiranos.

Al terminar los estudios, Chéjov ejerce la Medicina en diversos hospitales de la provincia de Moscú mientrs sigue escribbiendo y mejorando su técnica. Saber escribir es saber tachar, afirma. Los relatos más notables de Chéjov fueron escritos en la década de los 90. En ellos aparecen hombres de voluntad vencida que toman conciencia de su fracaso y de su envejecimiento. Uno de estos personajes, que se eleva a la categoría de símbolo, es el viejo profesor de Una historia tediosa. En la primavera de 1890 Chejov, aquejado de tisis, emprende un viaje a la isla de Sajalín, en el océano Pacífico. Cuando en 1892 apareció su relato La sala nº6, los lectores lo interpretaron como una representación a escala de la vida en Rusia. Su viaje al Pacífico originó las crónicas tituladas La isla de Sjalín. En esta época se refuerza su oposición a las ideas de Tolstoi: El sentido práctico y la justicia me dicen que en la electricidad y el vapor hay más amor hacia el hombre que en la castidad y en la abstinencia". En 1892 adquirió una tranquila villa al sur de Moscú. Allí desarrolló una gran actividad cultural, prestó ayuda médica gratuita, edificó escuelas y creó bibliotecas. Sus relatos de este periodo tienen como protagonistas a hombres de nobles aspiraciones que van corrompiéndose por la influencia del ambiente provinciano en el que está sumergidos hasta degradarse totalmente. Son personajes que compran la felicidad por medio de la pérdida de la inocencia y con degradación moral e intelectual. Sus vidas son monótonas y carecen de esperanza. Destacan los cuentos La casa con mansarda y El hombre enfundado. En 1899 publica una de sus obras maestras, La dama del perrito. Chejov también escribió obras teatrales entre las que destacan El jardín de los cerezos y Tío Vania. 3.2.2.-Guy de Maupassant Discípulo de Flaubert y frecuentador de los círculos cercanos a Zola, Maupassant es uno de los grandes narradores del Naturalismo francés. Compartía con estos escritores su pesimismo sobre la vida y sobre las relaciones humanas. El hombre es, en su opinión, una bestia escasamente superior a las demás. Maupassant niega la intervención de la Providencia divina en los actos de los hombres y concibe el universo gobernado por un conjunto de fuerzas ciegas y desconocidas. En consonancia con estas ideas, la obra de Maupassant presenta las distintas variedades que adopta la crueldad humana. El éxito obtenido con sus primeras obras le permitió no solo vivir de la pluma, sino también poder realizar sus sueños: el lujo, la inagotable actividad amatoria, los largos y solitarios viajes por mar en su yate y el ingreso en la buena sociedad de Cannes y de París, donde ganó fama de seductor inveterado.

En sus relatos siguientes temas:

Maupassant

trató

fundamentalmente

los

a)La guerra. Su primer cuento importante, ambientado en la guerra francoprusiana de 1870, en la que había participado en su juventud, es Bola de sebo (1880), donde presenta el sacrificio de una prostituta juzgada hipócritamente por los mismos burgueses a quienes ha salvado. A este seguirán otros cuentos sobre el mismo tema, entre los que destaca Mademoiselle Fifi. En ellos, el autor acentúa ingredientes como la locura, el sexo y la violencia, dentro de su visión pesimista de la vida. Sus cuentos de guerra están llenos de héroes anónimos, prostitutas más patrióticas que los orondos burgueses, dementes que desafían a la muerte con una heroicidad inesperada, campesinos que ejecutan al enemigo con escalofriante frialdad. Sobre todos estos cuentos planea la condena del belicismo, pero Maupassant jamás expresa un juicio de valor sobre el absurdo, el horror o la injusticia de la guerra. De Flaubert aprendió a mantener oculta la voz del narrador. Maupassant deja hablar a sus personajes y nos muestra escenas para que nosotros, lectores, saquemos nuestras propias conclusiones. b) El amor y el erotismo. En los cuentos galantes (Un día de campo, por ejemplo) encontramos el mundo parisiense de las pequeñas burguesas insatisfechas por su matrimonio que buscan otros placeres marginales, las damas de la alta sociedad que intentan evadirse del aburrimiento, las mantenidas. Las aventuras ilícitas y el adulterio son los temas principales. Para Maupassant, el matrimonio es una institución social que pone trabas a la felicidad, una carga estúpida con la que comienza inevitablemente el desamor. Los cuentos eróticos suelen estar ambientados en ciudades de provincia o en un entorno rural y con frecuencia están protagonizados por unos personajes que le fascinan: las prostitutas. La casa Tellier es un buen ejemplo de este tipo de cuentos c)Cuentos fantásticos. En ellos predomina la locura, lo irracional, el miedo, la neurosis la obsesión por la soledad, la muerte, en forma de suicidio o de asesinato. En esta línea están títulos como El Horda o El miedo). Encontramos aquí a un autor que, en el final de su carrera se obsesiona por lo invisible, por la angustia y por la soledad, y en cuya mente anida la idea fija del suicidio. Se manifiesta aquí la progresiva locura del autor. Maupassant es también el autor de seis novelas, entre las que destacan Una vida (1883), que narra la enternecedora historia de las desventuras de una mujer casada, y Bel Ami (1885), que explota el tema del arribismo social en el personaje de un periodista sin escrúpulos. En definitiva, puede afirmarse que el cuento renace durante el siglo XIX con un estilo ecléctico que supone la combinación de influjos tanto de tipo romántico como realista. Es la madurez del género.