El evangelio, buena noticia para el educador

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Author: Ana Rojo Ávila
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EDUCACIÓN

El evangelio, buena noticia para el educador Existe una lectura salesiana de la Buena Noticia y de la Biblia, así como existe una lectura psicoanalítica del evangelio, una lectura feminista o una lectura materialista inspirada en el marxismo. La pregunta de Jesús: ¿Quién dicen ustedes que soy yo? es siempre de actualidad. El hombre de Nazaret será, según las épocas, un revolucionario, un romántico, un comunista, un libertador, un superstar, un hebreo devoto, etc. Una lectura crítica, que tenga en cuenta los estudios científicos, es evidentemente necesaria siempre para no hacer decir al texto cualquier cosa y para llegar hasta la persona concreta e histórica de Cristo.

El Evangelio es único y el mismo para todos. Sin embargo, cada uno lee los textos sagrados según su propia sensibilidad. El educador salesiano tiene como telón de fondo el proyecto educativo salesiano en el que se ha comprometido: “Ser juntos, en la Iglesia, signos y portadores del amor de Dios para los jóvenes, especialmente los más pobres”. El educador salesiano privilegia ciertos textos, porque inspiran directamente su modo de ver y de encontrar a los jóvenes. De la contemplación de Cristo con los ojos de Don Bosco nace una experiencia espiritual que alimenta una práctica pastoral, la cual posee su marca específica bien identificable.

El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas. Si llega a sus manos una perla de gran valor, vende cuanto tiene, y la compra. Mateo 13,45 Encuentre este y otros artículos en: www.boletinsalesiano.info BS Don Bosco en Centroamérica

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La educación: una alegría por descubrir Las abejas son atraídas por los campos de flores. Buscan en el corazón de las flores lo que necesitan para su miel. De igual modo, Dios es atraído por la tierra, que es un gran campo con hombres, y él busca en sus corazones lo mejor que tienen. Las parábolas del Reino van a lo esencial: El comerciante de perlas finas y el tesoro escondido (Mt 13,44-45). El Evangelio no nos dice lo que debemos hacer, sino que nos habla de Dios.

Una perla que buscar Si la educación es de verdad un reino, entonces debe empezar por ahí, por ese descubrimiento extraordinario: que Dios considere al hombre como una perla fina, o como un campo que esconde un tesoro. Para liberar ese tesoro, Dios está dispuesto a renunciar a todo: Jesús abandona todos sus “privilegios” que tenía como Dios para hacerse hombre, a fin de hacer brotar en cada uno la miel del Reino. En la educación, todo comienza por una alegría por descubrir. Es esta

alegría la que pone el impulso. La parábola dice: “lleno de alegría”. La educación tiene algo de apasionante. Se comprende que Don Bosco haya puesto la alegría al centro de su sistema educativo. Adquirir este tesoro exigirá ciertos sacrificios y renuncias, pero lo esencial es esta alegría del buscador de tesoros. JLB

Dios es una abeja

Educar y creer, un mismo acto ¿Los niños, los jóvenes son el tesoro de la Iglesia, el tesoro de nuestras comunidades cristianas? No parece tan claro. Hay quienes los consideran un estorbo. ¿Son el tesoro de nuestra sociedad? No parece evidente. Para Don Bosco la búsqueda de ese tesoro se le aclaró un día. La marquesa Barolo lo puso entre la espada y la pared: o escoge a sus niñas internas o a los muchachos de la calle. La marquesa representa la voz de la razón; ella no era la mujer autoritaria que la tradición salesiana ha difundido. Si Don Bosco narra este

episodio con fuerza, es porque en esta ocasión no sólo tomó conciencia de su pasión por “sus jóvenes”, sino que tomó conciencia de que Dios le confiaba personalmente ese tesoro. Lo que siguió le dio la razón, aún cuando tuvo que pagar el precio. Lanzarse a la educación es hacer un acto de fe. No se hace eso sin una cierta convicción o sin una decisión.

El hombre que lo descubre lo vuelve a esconder y, de tanta alegría, vende todo lo que tiene para comprar ese campo. Mateo 13, 44 8

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El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. «Me siento agradecido y feliz con la educación salesiana: estar siempre alegres. Yo quisiera seguir los pasos de esta educación y así ayudar a otros jóvenes, en especial a los de bajos recursos, como lo hacía Don Bosco con sus oratorianos.»

EDUCACIÓN Se hace por causa de un tesoro. La educación es un campo, es decir un medio, un terreno donde hay una alegría que tomar. Don Bosco comenzó por el patio de juego y su clima de alegría; pero tenía en mente conducir a los jóvenes a la iglesia, donde descubrieran en qué medida ellos eran la alegría de Dios. Estas parábolas no son fantasías. En los tiempos de Jesús se narraba historias de tesoros descubiertos por

casualidad en la tierra. Nada de extraño en un país atravesado durante siglos por ejércitos que obligaban a la gente a huir, después de haber escondido sus pertenencias con la esperanza de recuperarlas al regreso; pero no todos regresaban, y el tesoro quedaba allí, hasta que fuera descubierto por casualidad. El punto fuerte de esta narración culmina en la descripción de lo que hacía el descubridor con su tesoro:

casa lujosa, buen matrimonio, etc. Jesús no dice nada de eso. Entonces podemos imaginarlo: Dios no echa mano al tesoro, sino que deja al joven la tarea de hacerlo producir. Se puede continuar con la parábola de la semilla que crece (Mc 4,26-29) o de la levadura que hace fermentar la masa (Mt 13,33), o también el grano de mostaza (Mt 13,31-32).

nos por el último, por el que ha recibido menos al comienzo? La palabra clave, para el educador cristiano, no es “eficacia”, sino “fecundidad”: hacer brotar lo que un joven tiene dentro, aún cuando sea poca cosa.

es preciso hacer un acto de convicción y de fe.

El Reino comienza con un grano

Cuando Jesús escogió un árbol para representar el Reino, no vio el árbol grandioso, el paisaje inmenso, ni siquiera un gran campo. Es evidente que un cedro del Líbano daría mayor abrigo a muchos más pájaros que el arbusto de mostaza. Pero Jesús escogió un huerto y la más pequeña de las semillas, porque lo que le interesa es que el arbusto de mostaza ofrezca abrigo un día a algunos pájaros. Dios no escoge a los superdotados. Don Bosco dijo a Bartolomé Garelli: “¿Qué sabes hacer?” No se le obliga a un canario a tocar trombón. Pero si sabe silbar, entonces que lo haga de todo corazón. Es una característica, una constante en toda la historia de la Iglesia la fascinación de los cristia-

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Junto a las parábolas del tesoro, encontramos las que explican que el Reino llega por lo más pequeño. Los tesoros de Dios no son lingotes de oro, sino lo pequeño y débil de este mundo.

Y de “poca cosa” abundan los casos. Si se trata de la familia, se dirá: este niño ha tenido un mal día, es un retrasado, tiene problemas. Si es la escuela: es un fracasado. Si es la Iglesia: son jóvenes que la miran con desconfianza, que no se animan a entrar, que la rechazan. En casos así, lo positivo no aparece evidente;

Quienes crean el Reino son un puñado de levadura Pero, ¿si se escoge a quien tiene menos, sin duda habrá que darle más? ¿Cuánto? Este es con frecuencia nuestro reflejo “maternal”. Pero entonces, ¿estaré a la altura? ¿Seré tan inventivo como para hacerle comprender la materia? ¿Tendré la paciencia y la habilidad necesarias para mantener el diálogo? ¿Cuento con la suficiente energía para eso? Sin duda. No lo neguemos. Pero al mismo tiempo, Jesús dio a enten-

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der que un poco de levadura basta para hacer fermentar una gran cantidad de masa: tres medidas de harina, es mucho, y el puñado de levadura parece ridículo a su lado. Es cuestión de escoger bien el principio activo que va a hacer fermentar esa masa. Con frecuencia, en educación, basta una palabra apropiada, un gesto bien escogido, impregnado de afecto real. Jesús dio a entender que los grandes planes, las empresas colosales no son las más fecundas.

«Me ha gustado la confianza que le entregan los educadores a los jóvenes, su dedicación, la disciplina que forma la personalidad, la enseñanza académica y el apoyo deportivo y espiritual.»

¿Cómo mirar un campo? En nuestras Biblias, las parábolas van precedidas con frecuencia por un título. La elección de éste es en sí revelador. Alguna es titulada “parábola de la cizaña”, poniendo así lo negativo en primer plano, y sólo eso. Otras dicen “la cizaña y el trigo”. ¿Por qué no preferir “el trigo y la cizaña”. A quien le gustan los títulos sensacionalistas escogerá el tono dramático: “sabotaje a un campo”. En la misma parábola, la atención de los trabajadores escandalizados se centra en la cizaña: ellos hablan de su indignación y de su deseo por hacer desaparecer ese escándalo. La mirada de Jesús sobre el Reino es completamente positiva.: “Un hombre sembró buena semilla en su campo”, es un enemigo el que sembró la cizaña. Como educador, no actúa precipitadamente. Es preciso esperar a la cosecha para quemar la cizaña y recoger el trigo. El tiempo otorgado para vivir es el de la misericordia y de la paciencia, no el del juicio. Nuestra época, sus medios de comunicación, tienen la tendencia a focalizar la atención sobre el mal: todo lo que no va en la Creación, en las sociedades, en los individuos. De este modo, no ven el bien, o la gracia, que sobreabunda. El mal

impresiona, fascina, escandaliza, pone en cuestión toda la bondad, la escamotea. Pareciera que una de las características del hombre es el ver el mal antes de descubrir el bien. Todos tenemos dentro un pequeño inquisidor que nos hace detectar rápidamente los peligros de la cultura, de un avance tecnológico, de un cambio en los valores. Muchos adultos son sensibles a lo que no funciona en los jóvenes, a lo que asusta en ellos. La juventud se mira como un “problema”.

El bien y el mal están mezclados Preferiríamos las situaciones puras, asépticas…, pero un exceso de higiene se vuelve problemático. Los médicos, reflexionando sobre sus tratamientos, descubren que la medicina crea enfermedades. Las medicinas rehabilitan los microbios y otros bacilos. Esta voluntad de pureza tiene consecuencias trágicas: la creación de ghetos escolares bajo el nombre de pretendidos derechos de los superdotados, los pueblos obsesionados por la pureza étnica o la pureza cultural. Felizmente, otros descubren la fuerza creadora de la mezcla de culturas. En educación, nos gustaría separar los buenos de los malos; la basura hay que echarla a la puerta de la clase, a la puerta de la escuela, a la puerta de la sociedad, no queda más

Crece, llega a ser arbusto y los pájaros del cielo se posan en sus ramas. Lucas 13, 19 10

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El reino de Dios se parece a un grano de mostaza que toma un hombre y lo siembra en su jardín.

EDUCACIÓN que la cárcel. Impacientes, castigamos a todo el mundo, preferimos ser injustos con los inocentes para estar seguros de no fallar con los culpables. Pero Dios escogió hacer brillar su sol sobre malos y buenos.

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Es un excelente ejercicio, para educadores y padres, comenzar por considerar las oportunidades que trae toda nueva situación, dejar el examen de los riesgos para un segundo momento. Los inventos, la evolución, los cambios, no suceden al azar: reflejan habitualmente una mejoría, buscan una ventaja, prometen completar un deseo con frecuencia auténtico. La claridad y lucidez de juicio se deben aplicar también a lo positivo.

Corresponde al educador valorizar lo positivo.

Levadura

Don Bosco invitaba a los salesianos a no quejarse de su tiempo. Y entre las raras citas de la Escritura que encontramos en la exposición de su pedagogía, “el sistema preventivo”, él se inspira directamente en Isaías para invitar a una mirada positiva sobre los jóvenes: “Jesucristo no apagó la mecha humeante ni quebró la caña rota. Ese es el modelo para ustedes.”. Una característica de la espiritualidad salesiana es ser acogedora de las culturas.

Las mujeres hacen con frecuencia mucho con poco. Basta ver a las Hijas de María Auxiliadora en Etiopía que han cavado un pozo para que las mujeres de la aldea no tengan que caminar kilómetros para buscar agua. Ahora bien, alrededor del pozo se platica, se habla de los niños, del marido, de los problemas del día. Basta estar allí

Toda realidad humana está mezclada: paja con trigo, humo con fuego, bien y mal…Pero Dios ha sembrado el bien al comienzo, para que fructifique al final. Reconocemos que la frontera entre el bien y el mal pasa por el interior de cada uno, y que nuestras sombras acompañan nuestras cualidades. Con el Evangelio, añadimos: “levadura mezclada con la masa”, porque la levadura no está hecha para ser preservada. Y todavía más: “semilla confiada a toda clase de terrenos”. Porque ese sembrador no es un agricultor o un ingeniero agrónomo. Él siembra con generosidad

manifiesta y aún con derroche. Todos los terrenos reciben buena semilla, no sólo el buen terreno, que produce ciento, sesenta o treinta por uno. Jesús no hace de otro modo: confía su palabra a los enfermos, a los pecadores. Tira su semilla aun en el camino para los pájaros… Después de todo, también ellos deben comer, tienen el derecho de existir. Por las pequeñas parábolas del Reino Jesús nos hace saber que Dios cree en el hombre, en nuestras capacidades de hacer el bien. Es normal: él ha creado el bien. No se puede educar a partir de la desconfianza: el educador es aquel que cree en la capacidad que cada joven tiene para hacer el bien. Para Don Bos-

para deslizar una indicación de higiene, dar ánimo, un principio educativo. Y a partir de allí se pone en marcha todo un proceso de desarrollo…O si no, una pequeña cabaña roja en medio del mercado de Kara, en Togo: cuando tengan cinco minutos de respiro, las muchachas esclavas que trabajan en el mercado llegan allí a confiar sus problemas, a abrir el espíritu. Un proceso de alfabetización comienza. co, un joven nunca está totalmente arruinado, siempre hay un enganche de bondad desde el que puede surgir el bien.

El sembrador En el evangelio y en la tradición judía, la siembra es claramente una metáfora de la palabra, aún cuando no excluye otros significados. Don Bosco vio a Cristo como el que predica el evangelio, e imitar a Cristo es imitar su ardor en proclamar el mensaje de alegría que Dios nos dirige. Eso era tan importante para él que lo puso como su principal petición el día de su primera misa. Las Memorias del Oratorio citan: “Una piadosa creencia dice que el BS Don Bosco en Centroamérica

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Señor concede infaliblemente la gracia que el nuevo sacerdote le pide cuando celebra su primera misa; yo pedí ardientemente la eficacia de la palabra, para poder hacer el bien a las almas. Me parece que el Señor escuchó mi humilde oración”. Don Bosco tuvo el don de la palabra eficaz en sus predicaciones, en sus buenas noches, en esas palabras que deslizaba al oído de sus muchachos o que escribía en papelitos, y en numerosos escritos. En la actividad salesiana, el educador es un comunicador, y la comunicación social es una dimensión inseparable de la educación

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«Aprendí a amar a mis semejantes, a vivir en un ambiente saludable, amigable. Quiero poner este don en la comunidad salesiana.»

El sembrador En el evangelio y en la tradición judía, la siembra es claramente una metáfora de la palabra, aun cuando ésta no excluye otros significados. Don Bosco vio a Cristo como el que predica el evangelio, e imitar a Cristo es imitar su ardor en proclamar el mensaje de alegría que Dios nos dirige. Era tan importan-

te para él que la convirtió en su principal petición el día de su primera misa. Las “Memorias del Oratorio citan: “Una piadosa costumbre dice que el Señor concede infaliblemente la gracia que el nuevo sacerdote le pide al celebrar su primera misa; yo le pedí ardientemente la eficacia de la palabra para poder hacer el bien a las almas. Me parece que el Señor escuchó mi humilde oración”.

El bien y la virtud son inmortales

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En la parábola del trigo y la cizaña, el maestro se comporta como alguien que sabe o que cree que el bien es más grande que el mal. John Steinbeck, en su bello libro “Al este del Edén”, que se inspira en la historia de Caín y Abel, repite en todos los tonos que el hombre está atravesado por el mal y la violencia, pero que el bien es más grande que el mal en el hombre. Samuel, uno de los personajes claves afirma con una fórmula fuerte: en contra de nuestras creencias, el bien, la virtud son inmortales; en cambio, el mal hay que estarlo resucitando sin cesar.

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El Buen Pastor Don Bosco, que escribió mucho, no comentó los evangelios. Sin embargo, una imagen fuerte aparece recurrente en sus escritos, cuando habla de pedagogía; es la figura del Buen Pastor. Desde el sueño que tuvo a los nueve años, esta figura está presente: Juan Bosco vio una pastora y un pastor que le explicaban que sólo por la dulzura y no por la brutalidad podrá cambiar las bestias salvajes en mansos corderos. La tradición salesiana ha meditado esta figura y la ha introducido en las Constituciones de la congregación renovadas en el Capítulo General Especial de 1971. El Rector Mayor actual, Pascual Chávez, la desarrolla a su vez en una carta reciente dirigida a los salesianos. La figura del Pastor está muy presente en los Evangelios, y especialmente en contextos relacionados con la acción educativa. Así, Jesús queda impresionado por las turbas que

están sin pastor (Mt 9,35) y, por tres veces, repetirá a Pedro que le confía el rebaño (Jn 21,15-19). Eso enlaza con textos mesiánicos del Antiguo Testamento (Jeremías, Ezequiel, etc.). Es desde allá que viene el hermoso término de “pastoral”, que designa la acción educativa, hecha de solicitud, que conduce a Dios y que expresa por excelencia la misión de los obispos, sucesores de los apóstoles.

El Pastor “conduce hacia afuera”: él educa Es en el texto del Buen Pastor, y sólo allí, que aparece, en la traducción latina, el término “educere”, de donde proviene nuestra palabra “educar”, que significa “conducir

afuera”. Educar es tomar a los hombres y conducirlos hacia un espacio de libertad, abrirles el porvenir. Jesús propone al hombre dejar su país, para llegar a ser camino y adquirir una Tierra Prometida. En la evocación del evangelista Juan (10,1-2), el pastor se transforma en puerta. Esta imagen dice mucho cuando se conoce la costumbre de entonces: el pastor se acostaba a través del portón de cierre o en el suelo del redil. Por consiguiente, el ladrón debería pasar sobre su cuerpo para entrar, o saltar el muro; lo cual delataría su malicia. Pero también la oveja debe pasar sobre el pastor si quiere salir. El educador debe con frecuencia jugar el rol de protector contra los peligros de fuera, y llega hasta proteger al joven contra sí mismo.

Una presencia benévola La imagen del rebaño implica automáticamente la idea del espíritu gregario. Jesús elimina claramente este prejuicio cuando afirma: “Yo conozco a mis ovejas y mis ovejas me BS Don Bosco en Centroamérica

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El pequeño esclavo que libera las relaciones

«El ambiente positivo y agradable del colegio es muy diferente del que yo venía. Aprendí a compartir todo en grupo.»

Esta personalización de la relación aparece también en la parábola de la oveja reencontrada (Lc 15, 3-7) que trastrueca los criterios de prioridad: lo cuantitativo, tan frecuentemente afirmado como sacrosanto en la democracia (la cantidad más grande – la masa) es reemplazada por lo cualitativo: la predilección por

el que está en peligro de perderse y que puede (debe) ser salvado. En el gesto de tomar la oveja sobre la espalda, el educador salesiano ve con agrado uno de los pilares del sistema preventivo de Don Bosco, con la razón y la religión: el cariño, que debe ser palpable, sensible.

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conocen”. En Valdocco, a pesar del gran número de jóvenes residentes, cada muchacho se sentía conocido y amado personalmente por Don Bosco, a tal punto que todos estaban convencidos de ser sus preferidos. Tenían la impresión de que él leía en sus frentes. Este conocimiento era el fruto de una presencia típicamente salesiana, presencia física, personal, afectuosa y preventiva, que está a la base de la acción salesiana. Gusto de encontrarse en medio de los jóvenes, que está bien lejos de ser una presencia policíaca represiva.

¿Quién es este pequeño esclavo, del que todo el mundo se preocupa? Hay algo de hermoso y de conmovedor en ese episodio que pone lo socialmente más pequeño al centro de todas las relaciones. Gracias a él, el orden de precedencia va a ser totalmente desordenado. Empezando por el centurión, que se preocupa por su esclavo y se pone a su servicio. Es algo desacostumbrado. Ruega a los notables judíos que vayan como sus embajadores donde Jesús. De este modo, notables judíos se desplazan y van a “rogar” a Jesús en favor de un extranjero, un pagano; peor aún, el enemigo romano, aún cuando se trata de un bienhechor de la comunidad judía. Amigos del centurión se desplazan a su vez. En fin, según la versión de Mateo (8,5-13), el oficial en persona se desplaza. De ordinario, Jesús enseña con parábolas que provocan la admiración de sus oyentes; esta vez, es el centurión quien hace de la vida militar una parábola de la fe, dejando a Jesús admirado. Pero que todo el mundo se moleste (los rangos sociales son trastocados) por un pequeño esclavo, ¿no es el verdadero motivo que provoca la admiración de Jesús? (Lucas 7,1-10)

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gente en Italia en el siglo XIX, dio a su nuevo método el nombre de sistema “preventivo” – porque busca la manera de prevenir la necesidad del castigo poniendo al niño en un entorno en el cual él/ella se ve capaz de ser lo mejor que uno puede ser. Es una manera agradable, amable e integral de abordar la educación.

Sistema Preventivo de Don Bosco San Juan Bosco fue un educador excepcional. Su inteligencia aguda, su sentido común y su profunda espiritualidad le llevaron a crear un sistema de educación capaz de desarrollar la persona en su totalidad – cuerpo, corazón, mente y espíritu.

Valora en su justo punto el crecimiento y la libertad mientras coloca al niño en el centro mismo de toda la empresa educativa. A fin de distinguir su método del sistema educativo de represión vi-

Crea un clima capaz de hacer salir de dentro (educere) lo mejor de cada niño, que le predispone a mostrarse claramente tal como es, que ayuda al joven en la adquisición de hábitos que le permitirán optar por todo lo que en la vida es bueno, saludable, alegre y prometedor. “Don Bosco realiza su santidad personal en la educación” (Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 5). De esta experiencia surge su praxis pastoral y su estilo pedagógico. Vida espiritual, compromiso apostólico, método educativo son tres aspectos de una única realidad: el amor, la caridad pastoral que unifica y mueve toda la existencia: ser en la Iglesia signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes.

La Razón El término “razón” destaca, según la visión auténtica del humanismo cristiano, el valor de la persona, de la conciencia, de la naturaleza humana, de la cultura, del mundo del trabajo y del vivir social, o sea, el amplio cuadro de valores que es como el equipo que necesita el hombre en su vida familiar, civil y política. En la encíclica Redemptor Hominis recordé que “Jesucristo es el camino principal de la Iglesia; dicho camino lleva de Cristo al hombre”.

Es significativo señalar que ya hace más de un siglo Don Bosco daba mucha importancia a los aspectos humanos y a la condición histórica del individuo, a su libertad, a su preparación para la vida y para una profesión, a la asunción de las responsabilidades civiles en clima de alegría y de generoso servicio al prójimo. Formulaba tales objetivos con palabras incisivas y sencillas, tales como “alegría”, “estudio”, “piedad”, “cordura”, “trabajo”, “humanidad”. Su ideal de educación se caracteriza por la moderación y el realismo. En su propuesta pedagógica hay una unión bien lograda

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“Este sistema descansa por entero en la razón, en la religión y en el amor” (Don Bosco).

«Me resultó novedoso el sistema preventivo de Don Bosco; me parece un método muy bueno, el más lógico que he visto.» BS Don Bosco en Centroamérica

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Resumiendo, la “razón”, en la que Don Bosco cree como don de Dios y quehacer indeclinable del educador, señala los valores del bien, los objetivos que hay que alcanzar y los medios y modos que hay que emplear. La “razón” invita a los jóvenes a una relación de participación en los valores captados y compartidos. La define también como “racionabilidad”, por la cabida que debe tener la comprensión, el diálogo y la paciencia inalterable en que se realiza el nada fácil ejercicio de la racionalidad. Todo esto, evidentemente, supone hoy la visión de una antropología

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entre permanencia de lo esencial y contingencia de lo histórico, entre lo tradicional y lo nuevo. El Santo ofrece a los jóvenes un programa sencillo y contemporáneamente serio, sintetizado en fórmula acertada y sugerente: ser ciudadano ejemplar, porque se es buen cristiano.

actualizada y completa, libre de reducciones ideológicas. El educador moderno debe saber leer con atención los signos de los tiempos, a fin de individuar los valores emergentes que atraen a los jóvenes: la paz,

la libertad, la justicia, la comunión y participación, la promoción de la mujer, la solidaridad, el desarrollo, las necesidades ecológicas.

dirección espiritual; para algunos, respuesta a la vocación de consagración especial -¡cuántos sacerdotes y religiosos se formaron en las casas del Santo!-, y para todos, la perspectiva y el logro de la santidad.

revelado cuanto recibe, vive y da. Este aspecto de trascendencia religiosa, base del método pedagógico de Don Bosco, no sólo puede aplicarse a todas las culturas; puede también adaptarse provechosamente a las religiones no cristianas.

(Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 10).

La Religión El segundo término –“religión”- indica que la pedagogía de Don Bosco es, por naturaleza, trascendente, en cuanto que el objetivo último de su educación es formar al creyente. Para él, hombre formado y maduro es el ciudadano que tiene fe, pone en el centro de su vida el ideal del hombre nuevo proclamado por Jesucristo y testimonia sin respeto humano sus convicciones religiosas. Así, pues, no se trata de una religión especulativa y abstracta, sino de una fe viva, insertada en la realidad, forjada de presencia y comunión, de escucha y docilidad a la gracia. Como solía decir, los “pilares del edificio de la educación” son la Eucaristía, la Penitencia, la devoción a la Santísima Virgen, el amor a la Iglesia y a sus pastores. Su educación es un itinerario de oración, de liturgia, de vida sacramental, de

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Don Bosco es el sacerdote celoso que refiere siempre al fundamento

(Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 11)

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El educador auténtico, pues, participa en la vida de los jóvenes, se interesa por sus problemas, procura entender cómo ven ellos las cosas, toma parte en sus actividades deportivas y culturales, en sus conversaciones; como amigo maduro y responsable, ofrece caminos y metas de bien, está pronto a intervenir para esclarecer problemas, indicar criterios y corregir con prudencia y amable firmeza valoraciones y comportamientos censurables. En tal clima de “presencia pedagógica” el educador no es visto como “superior”, sino como “padre, hermano y amigo”. En esta perspectiva, son muy importantes las relaciones personales. Don Bosco se complacía en utilizar el término “familiaridad” para definir cómo tenía que ser el trato entre educadores y jóvenes. Su larga experiencia le había llevado a la convicción de que sin familiaridad es imposible demostrar el amor, y que

sin tal demostración no puede surgir la confianza, condición imprescindible para el buen resultado de la educación. El cuadro de objetivos, el programa y las orientaciones metodológicas sólo adquieren concreción y eficacia si llevan el sello de un “espíritu de familia” transparente, o sea, si se viven en ambientes serenos, llenos de alegría y estimulantes. A propósito de esto conviene recordar, por lo menos, el amplio espacio y dignidad que daba el Santo al aspecto recreativo, al deporte, a la música y al teatro o –como solía decir- al patio. Aquí, en la espontaneidad y alegría de las relaciones, es donde el educador perspicaz encuentra modos concretos de intervención, tan rápidos en la expresión como eficaces por la continuidad y el clima de amistad en que se realizan. El trato, para ser educativo, requiere interés continuo y profundo, que lleve a conocer personalmente a cada uno y, simultáneamente, los elementos de la condición cultural que es común a todos. Se trata de una inteligente y afectuosa atención a las aspiraciones, a los juicios de valor, a los condicionamientos, a las situaciones de vida, a los modelos ambientales, y a las tensiones, reivindicaciones y propuestas colectivas. Se trata de com-

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En fin, desde el punto de vista metodológico, el “amor”. Se trata de una actitud cotidiana, que no es simple amor humano ni sólo caridad sobrenatural. Denota una realidad compleja e implica disponibilidad, criterios sanos y comportamientos adecuados. El amor se traduce en dedicación del educador como persona totalmente entregada al bien de sus educandos, estando con ellos, dispuesta a afrontar sacrificios y fatigas para cumplir su misión. Ello requiere estar verdaderamente a disposición de los jóvenes, profunda concordancia de sentimientos y capacidad de diálogo. Es típica y sumamente iluminadora su expresión: “Aquí, con vosotros, me encuentro a gusto; mi vida es precisamente estar con vosotros”. Con acertada intuición dice de modo explícito: lo importante es “no sólo querer a los jóvenes, sino que se den cuenta de que son amados”.

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El amor

«Mi experiencia salesiana ha sido enriquecedora, gratificante e inolvidable. He aprendido cómo amar a las personas y a mí mismo. La educación académica ha sido excelente. El ser salesiano está en mí.» prender la necesidad urgente de formar la conciencia y el sentido familiar, social y político, de madurar en el amor y en la visión cristiana de la sexualidad, de la capacidad crítica y de la conveniente ductilidad en el desarrollo de la edad y de la mentalidad, teniendo siempre muy claro que la juventud no es sólo momento de paso, sino tiempo real de gracia en que construir la personalidad. También hoy, aunque en contexto cultural diverso y hasta con jóvenes de religión no cristiana, tal característica constituye uno de los muchos aspectos válidos y originales de la pedagogía de Don Bosco. (Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 12) BS Don Bosco en Centroamérica

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Pedagogía

Una Metodología Pedagógica El Sistema Preventivo es también una metodología pedagógica caracterizada por: · la voluntad de estar entre los jóvenes compartiendo su vida, mirando con simpatía su mundo, atentos a sus verdaderas exigencias y valores; · la acogida incondicionada, que se convierte en fuerza promocional y capacidad incansable de diálogo; · el criterio preventivo, que cree en la fuerza del bien que hay en todo joven, aún en el más necesitado, y trata de desarrollarla mediante experiencias positivas de bien; · la centralidad de la razón, que hace razonables las exigencias y las normas; que es flexibilidad y persuasión en las propuestas; de la religión, entendida como desarrollo del sentido de Dios innato en cada persona y esfuerzo de evangelización cristiana; del amor, que se expresa como un amor educativo que hace crecer y crea correspondencia; · un ambiente positivo tejido de relaciones personales, vivificado por la presencia amorosa y solidaria, animadora y promotora de actividades de los educadores y del protagonismo de los mismos jóvenes; · con un estilo de animación, que cree en los recursos positivos del joven.

Una Experiencia Espiritual (Espiritualidad)

Esta propuesta original de evangelización juvenil parte del encuentro con los jóvenes donde éstos se encuentran, valorizando el patrimonio natural y sobrenatural que todo joven lleva consigo, en un ambiente educativo cargado de vida y rico en propuestas; se actúa a través de un itinerario educativo que privilegia a los últimos y a los más pobres; promueve el desarrollo de los recursos positivos que tienen y propone una forma particular de vida cristiana y de santidad juvenil.

El Sistema Preventivo encuentra su fuente y su centro en la experiencia de la caridad de Dios, que previene a toda criatura con su Providencia, la acompaña con su presencia y la salva dando la vida.

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Este proyecto original de vida cristiana se organiza alrededor de algunas experiencias de fe, opciones de valores y actitudes evangélicas que constituyen la Espiritualidad Juvenil Salesiana (EJS). «Estudiar con los salesianos es lo mejor que he tenido en mi vida. El colegio ha moldeado mi conducta.»

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Una Propuesta de Evangelización Juvenil (Pastoral)

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Este artículo en formato PDF en: www.boletinsalesiano.info

Esta experiencia dispone al educador para acoger a Dios en los jóvenes, convencido de que en ellos Dios le ofrece la gracia del encuentro con Él y lo llama a servirle en ellos, reconociendo su dignidad, renovando la confianza en sus recursos de bien y educándolos para la plenitud de la vida. Esta caridad pastoral crea una relación educativa a la medida del adolescente y del adolescente pobre, fruto de la convicción de que toda vida, aún la más pobre, compleja y precaria, tiene en sí misma, por la presencia misteriosa del Espíritu, la fuerza de la liberación y la semilla de la felicidad.

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Vivir el Sistema Preventivo

Había trabajado antes con religiosos y con el gobierno. Pero mi formación había sido más teoría que contacto personal. El mes mariano y la famosa Crea-J marcaron los primeros acercamientos a las actividades de los jóvenes como nuevo miembro de los docentes salesianos, un orgullo que sigue patente. El reto de educar y demostrar capacidad me asustó, a pesar de contar con alguna experiencia en el campo: también había laborado en el área contable en una maquila, como comerciante en pequeño y como orientador en un orfanato de San Vicente de Paul. Pensar en la grandeza de Don Bosco y trabajar para sus destinatarios me obligó a informarme sobre ese nuevo estilo educativo, pues estaba fascinado y decidido a no tirar la toalla. Pronto escuché

sobre los pilares del sistema preventivo: razón, amor y religión. Comprendí que el cansancio al terminar el día no valía la pena si los alumnos no lo percibían como fruto del amor.

Agradezco al Padre Salvador Cafarelli por haber confiado en mí. Don Bosco tuvo un sueño a los nueve años y fue iluminado por Jesús y María. A mis nueve o doce años yo no conocía a Don Bosco, pero también tuve un sueño: encontrar un lugar en el mundo donde hacer huella. A esta altura de mi vida me cuesta creer, en medio del estrés y la violencia, en un humilde hogar y con una responsabilidad religiosa, lo que ha significado para mí la “amorevalezza” (cariño) salesiana. Ha valido la * El Salvador; 40 años; pena involucrarme en casado; una hija; tres tí- los sentimientos de los tulos universitarios en muchachos cuando alciencias de la educa- guno de ellos me conción; ministro extraordi- fiesa que piensa suicinario de la eucaristía; darse, que “ha metido diez años como profesor la pata”. Ha valido la salesiano; animador de pena jugar, cantar, baila escuela de padres del lar con ellos, o enojarColegio Don Bosco. me porque no rinden o

porque no puedo lograr que funcionen según las exigencias académicas o familiares. Me siento orgulloso cuando alguien que no tiene la suerte de trabajar en educación piensa que estoy loco y no cree que existe la magia de poder decir mucho sin palabras, pero sí con la presencia, sin olvidar sonreír, corregir en el momento oportuno. Y sin descuidar la mirada hacía el futuro, ya que mis alumnos me juzgarán cuando sean hombres. Declaro que soy feliz en la casa de la alegría de Don Bosco.

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Lo primero que escuché en los “Buenos Días” del 7 de mayo del 1995 fue “Buenos Cristianos y Honrados Ciudadanos” dicho por un pequeñito de tercer ciclo que actuaba como maestro de ceremonias en una celebración mariana del Colegio Don Bosco. Inmediatamente después me presentaron al alumnado como el nuevo maestro de ciencias.

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ARÍSTIDES ALFEO ALVARADO AYALA *

«He conocido la vida de Don Bosco y me he acercado a María Auxiliadora, nuestra maestra y guía. He aprendido la alegría de ser joven.» BS Don Bosco en Centroamérica

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TEMA DEL MES

SERGIO CHECCHI Cuando en noviembre de 1831 Juan Bosco, muchacho de 16 años, se puso en camino hacia Chieri para iniciar allí sus estudios de bachillerato, lo acompañó un amigo suyo de la misma edad: Juan Filippello. Mientras caminaban, Bosco contaba al compañero muchas cosas que había aprendido en la escuela, en la iglesia y en la vida, todo salpicado de oportunas reflexiones. Tras dos horas de andar, se sentaron a descansar un poco, y Bosco seguía contando. A un cierto punto, Filippello lo interrumpió: “¿Vas a estudiar y ya sabes tantas cosas? ¡Pronto llegarás a ser párroco!” Juan Bosco le respondió prontamente: “¿Párroco? No, querido Filippello, yo no seré párroco. Voy a estudiar porque quiero consagrar mi vida a los muchachos”. Sacerdote sí, pero no párroco. Juan Bosco no será párroco, será sacerdote para los jóvenes, sacerdote educador. Pasaron diez años. Don Bosco ya tenía veintiséis, ya era sacerdote. Le ofrecieron diversos empleos: ser profesor en casa de una noble familia genovesa, ser capellán en la aldea de Murialdo, ser vicepárroco de Castelnuovo. Don Bosco no aceptó ninguno; sentía que no era ésa su vocación. Entró al Colegio Eclesiástico para estudiar Teología Moral y entrenarse en el ministerio sacerdotal. Entre tanto, comenzó la obra del Oratorio. Cuando, pasados tres años allí, tenía que despedirse del Colegio Ecle-

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siástico, lo llamó su director Don Cafasso y le dijo: “Ya ha acabado usted sus estudios; ahora, a trabajar, porque la cosecha es abundante. ¿A qué se siente más inclinado?” Y le indicó tres empleos: “¿Qué elige? ¿No se inclina más a una cosa que a otra?” “Mi inclinación – contestó Don Bosco – es hacia la juventud”. Continuó Don Cafasso: “¿Qué es lo que llena en este momento su corazón, qué se agita en su mente?” “En este momento me parece encontrarme en medio de una multitud de muchachos que me piden ayuda”. Y nuevamente rehusó los empleos que le ofrecían; no podía aceptarlos, lo habrían apartado de su dedicación a los jóvenes. Y siguió entregado a su misión educativa entre los muchachos del pueblo. Entre tanto, oficialmente era el director espiritual de las obras sociales de la marquesa Julieta de Barolo. Eso le facilitaba un lugar donde vivir y un cierto sueldo. Pasaron dos años. Un día lo llama la señora marquesa y muy seria le dice: “Estoy muy contenta de usted. Pero me preocupa su salud; usted no puede seguir con la dirección de mis obras y estar al frente de esos muchachos abandonados. Dedíquese a lo que realmente es su obligación y suspenda en absoluto su preocupación por los chicos. ¿Qué me dice a esto?” “Señora marquesa, – contestó Don Bosco –, usted tiene dinero y encontrará fácilmente a otros

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Don Bosco, inseparablemente sacerdote y educador

sacerdotes para sus obras. Pero yo no puedo abandonar a mis muchachos. Mi vida la tengo consagrada al bien de la juventud”. Y fue despedido. También los colaboradores lo abandonaron. Don Bosco se quedó solo, en la calle y sin sueldo, con sus cuatrocientos muchachos. Solo; pero conservaba su tesoro: los jóvenes. Desde muy pequeño, Juanito Bosco quería ser sacerdote. Mientras cuidaba la vaca en el potrero, leía y leía. A los amiguitos que lo invitaban a dejar el libro e ir a jugar, les respondió: “Déjenme, porque quiero estudiar y hacerme sacerdote”. Sacerdote, pero ¿sacerdote para qué? Cuando a la edad de nueve años tuvo su primer sueño-visión, no se le dijo que sería sacerdote, pero se le indicó el campo en que trabajaría: “No con golpes, sino con la mansedumbre y la caridad deberás ganarte a estos tus amigos. Ponte, pues, ahora mismo a enseñarles la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud”. Cuando a la mañana siguiente contó el sueño, escuchó de sus hermanos diversas interpre-

EDUCACIÓN taciones; pero la mamá algo intuyó: “¡Quién sabe si un día serás sacerdote!” Sacerdote en medio de aquella multitud de chiquillos que jugaban, peleaban y blasfemaban. Cuando más tarde Juan estaba en Castelnuovo cursando la escuela primaria, a menudo veía pasar al párroco y se le acercaba para saludarlo. El buen sacerdote devolvía el saludo con seriedad y cortesía, y continuaba su camino, sin decirle jamás una palabra afable al muchacho. Juan se sentía mal; después se desahogaba con su mamá: “Si yo fuera sacerdote, haría muy diversamente: me acercaría a los niños, los llamaría a mi lado, les diría una buena palabra, les daría buenos consejos y me entregaría por completo a procurar su eterna salvación”. Juan Bosco entró al Seminario en 1835. Una de sus primeras impresiones fue que los superiores no se acercaban a los alumnos, casi no se les veía; los seminaristas les tenían cierto temor. Escribe Don Bosco recordando aquellos días: “Esto avivaba en mi corazón los deseos de ser cuanto antes sacerdote para meterme en medio de los jóvenes, estar con ellos y ayudarlos en todo”. Llegados a este punto, nos preguntamos un poco desconcertados: ¿Cuál fue, al fin, la vocación de Don Bosco: la de sacerdote o la de educador? O, al menos, ¿cuál de ellas fue primero? ¿Cuál fue la que inspiró toda su vida y su actividad? Porque uno podría sentirse llamado al sacerdocio sin ninguna inclinación por las tareas educativas; otro, por el contrario, podría sentirse atraído por el ideal del educador y nada por la misión sacerdotal. ¿Quién no ha conocido a óptimos párrocos entregados al bien de su rebaño, atendiendo asociaciones y movimientos, pero que no sintonizan con los jóvenes? ¿Y quién no ha conocido a buenos papás y mamás, profesores y maestras, con excelentes cualidades pedagógicas, que no son sacer-

dotes ni han deseado serlo? Son dos vocaciones distintas, dos misiones. Pero en Don Bosco las dos emergieron juntas, las dos se fundieron en una sola vocación: ser sacerdote al servicio de la juventud. Desde muy pequeño quiso ser sacerdote y siempre quiso serlo para los muchachos. Hemos oído lo que Juan contestó a sus compañeritos de pastoreo, a su amigo Filippello, a su mamá Margarita, a su confesor Don Cafasso, a su bienhechora la marquesa Barolo: ¡sacerdote para los jóvenes!

chos de las periferias de Turín, muchachos pobres, solos, analfabetos, desarraigados, explotados, expuestos a la delincuencia, potenciales presas de sectas políticas o religiosas. Por eso repitió varias veces: “He prometido a Dios que hasta mi último aliento será para mis pobres jóvenes”.

Pero, ¿por qué exactamente sacerdote? ¿No se puede ser buen educador sin ser sacerdote? Ciertamente. Pero Don Bosco miraba en profundidad, miraba más adentro de lo que normalmente hacen los educaEn sus sueños Don Bosco siempre dores. Para él el muchacho no es sose veía como sacerdote en medio de lamente cuerpo, no es solamente jóvenes en peligro. Su delicia era cerebro, ni solamente necesidad de confesar a los muchaafecto e inserción sochos, predicarles, ju- “Si yo fuera sacerdote, cial; es también, y sobre gar y dialogar con todo, imagen de Dios, ellos, aconsejarlos y haría muy diversamente: hijo de Dios, redimido orientarlos. Nunca se me acercaría a los niños, por Cristo, llamado a la sintió sacerdote “geamistad con los llamaría a mi lado, les eterna nérico”. Nunca perDios. Don Bosco toma mitió que nada lo ale- diría una buena palabra, al muchacho en toda su jara o distrajera de los les daría buenos consejos rica complejidad y sabe muchachos. Para esproporcionarle pan y tar dedicado a ellos, y me entregaría por com- estudio, juego y capaDon Bosco rehusó pleto a procurar su eterna citación profesional, empleos, cargos y tícanto, música y teatro, salvación”. tulos honoríficos. Lo amistad y clima de fadecía: “Yo aquí con ustedes me sien- milia. Pero también le ofrece el cato bien, mi vida realmente es estar tecismo y la palabra de Dios, el percon ustedes… Yo por ustedes vivo, dón de los pecados y el pan de la por ustedes estudio, por ustedes tra- Eucaristía, el amor materno de Mabajo; por ustedes estoy dispuesto in- ría Santísima y la invitación a la sancluso a dar mi vida”. Desde Roma tidad. Todas cosas que la educación les escribía: “Cerca o lejos, yo pien- iluminista y laicista había olvidado, so siempre en ustedes; ustedes son con grave mutilación de las necesiel único afán de mi corazón. Y el no dades y anhelos más profundos de verlos ni oírlos me causa una pena los muchachos. Todas cosas que sólo que no pueden imaginarse. Mi de- el ministro de Dios puede darles con seo más ardiente es verlos felices ese poder divino que tiene de enaquí en la tierra y en la eternidad”. trar hasta lo más profundo del corazón, allí donde el muchacho se enDon Bosco valoraba la juventud, cuentra consigo mismo y con Dios, sabía que es la edad decisiva del donde gesta el arrepentimiento y las hombre, edad hermosa pero frágil, grandes decisiones. generosa pero expuesta, cuando se toman las grandes decisiones de la Así quiso ser Don Bosco: sacerdotevida: “La juventud – escribía – es la educador, educador-sacerdote. Eso porción más delicada y valiosa de la fue gratuito don de Dios a Juanito sociedad”. Pero conocía también la Bosco, pero también lúcida opción triste condición real de los mucha- de vida del mismo Don Bosco. BS Don Bosco en Centroamérica

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TEMA DEL MES

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Pasé un año tratando de adecuarla a la realidad quetzalteca, y el día 6 de mayo hacían su promesa de la etapa “amigos” 36 jovencitos y 6 más promesaban como “animadores”.

Televisión:

Los Clubes “Domingo Savio” Una experiencia pedagógica antigua que se renueva más que un peligro moral RODOLFO GUZMÁN

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En un “viajecito” a Chile, que se alargó casi dos años y medio, tuve esta experiencia educativa que ahora comparto con los amigos del Boletín Salesiano, en parte como un acto de gratitud a nuestro hermanos salesianos de Chile y como un gesto de compartir lo aprendido. En mi estancia por aquellas tierras andinas el P. Carlos Ordóñez me encargó el Club Domingo Savio del Colegio “El Patrocinio de San José”... Aquí por nuestras tierras yo conocía la experiencia de los “Amigos de Domingo Savio” que promovía el Hno. Fernando Murillo (grupo que sé que tiene un enorme fuerza en Masaya, Nicaragua). En Chile el Club Domingo Savio (CDS), es una asociación de comunidades de vida, de alrededor de 10 – 15 integrantes según edades y etapas de crecimiento, en torno a

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la figura de Domingo Savio a quien se desea imitar en su experiencia de crecimiento humano y santidad de vida. Esta asociación nació en Chile en la década de los 70’s para niños y adolescentes con el objetivo de acompañarlos en su caminar, proponiéndoles los valores de la Espiritualidad Juvenil Salesiana. Por dos años participé como animador religioso y fue una experiencia tan formativa que incluso la presenté como un trabajo de síntesis en el Catecheticum de Santiago. Participé en algunos encuentros de los Clubes de todas las obras y un magno campamento en el campo escuela scout de “Picarquín”. Fue la oportunidad privilegiada para conocer más a los niños y a los jóvenes chilenos, para conocer una parcela del campo de trabajo de la Pastoral Juvenil, capitaneada por el hoy Obispo de Arica P. Héctor Vargas Bastidas, sdb. Traté de implementar en el Liceo Guatemala esta experiencia pedagógica del asociacionismo salesiano.

¿Qué tiene de excepcional este nuevo grupo? Esa es la pregunta que el o la joven que está en el MJS de una comunidad salesiana se debe estar haciendo al leer estas líneas. Es sencillo; es un pasito para animar el asociacionismo juvenil al interno de los colegios. Hoy vas por muchos colegios y te encuentras reunidos en los grupos gente venida de todos los colegios –y eso es bueno, nuestra espiritualidad es patrimonio de toda la Iglesia- pero los que menos gozan de la experiencia espiritual salesiana son muchas veces los propios estudiantes salesianos, una queja que escuchaba en mis andanzas en la pastoral juvenil inspectorial y –ojo- dicha por los mismo salesianos. Por otro lado, se trata de recuperar la figura de Domingo Savio, específicamente, su experiencia apostólica de adolescente en medio de sus coetáneos, rescatar los dichos de Don Bosco en referencia a que la santidad es un llamado de Dios que pasa por el hecho de transparentar ese deseo de “estar siempre alegres” y en manifestar el querer ser un buen “traje para el Señor”, en palabras más actuales: descubrir que la santidad juvenil es posible. Me admira el entusiasmo con que los chicos del Liceo han acogido esta experiencia, la perseverancia en las reuniones, la responsabilidad en las tareas asignadas. Han superado el temor de “hacer el bien, bien” y la lucha por hacerse de espacios de protagonismo, pero también de espacios físicos. Así que les cedimos la segunda planta de la Biblioteca y allí instalaron el CLUB, con mesas de ping-pong, televisor, nintendo, sala de juegos, sala de estudio, cubículos para reuniones, etc. Además hay muchos signos de pertenencia: pañoleta, botón y carné.

EDUCACIÓN

No nací educadora:

la vocación salesiana me hizo educadora ELIZABETH SÁNCHEZ LÓPEZ, FMA * La vida pasa pronto…”es como un soplo”, dice el Salmista. Así, 41 años siendo educadora de jóvenes, también pasaron rápido, tan rápido y en tan densos trabajos, actividades y responsabilidades, que nunca tuve tiempo para descifrar cuáles requisitos tenía para esta vocación. Sin embargo, mi vida en las aulas, mi entrega a enseñar no correspondieron a disposiciones casi genéticas para la educación, como sucede con otras personas: en mi familia han sido otras las profesiones escogidas; la docencia no estaba en las preferencias de mis padres y hermanos. A mí, Dios me tenía reservado el inestimable don de la vocación salesiana y, a través de ella, me señaló un específico camino para realizarla, y que yo acogí con entusiasmo: ser educadora de muchas adolescentes y jóvenes. De esta forma Jesús no me escogió porque podía educar sino, más bien, me preparó porque me había escogido. El no escoge a los preparados, sino que prepara a los escogidos. Fueron muchos y sacrificados mis años de estudio universitario. Después de la Primaria y Bachillerato en el Colegio María Auxiliadora, durante los 6 años en la Universidad de Costa Rica en la carrera de Filología y 4 de estudio en el Teologado .Salesiano. Tuve que llevar, en forma simultánea, estudio y trabajo: por la mañana Profesora y por la tarde o noche discípula en la Universidad.

Estos estudios me proporcionaron una amplia y segura cultura con la que pude alimentar las mentes de mis alumnas. Me fui volviendo hábil en la enseñanza de la Lengua Española y la Catequesis. Sin embargo, mi verdadera escuela, el campo real de mi graduación fue el contacto diario, día a día, con las jóvenes que, año con año, la Providencia de Dios me confió. La enseñanza del Español y la Catequesis a muchachas de 15 y 17 años me ayudó a asomarme a innumerables corazones juveniles, a sondear sus cualidades y riquezas para sacarlas a flote, a intuir el camino que podía hacer el mal en ellas y prevenirlo, a escrutar su futuro y darles alas para que lo pudieran alcanzar. A través de la educación procuré ser artista: manejar el pincel que pinta la vida de una joven y utilizar el cincel que lima sus asperezas, es todo un arte… difícil arte que, en muchas ocasiones, no tiene nada de populista, no coincide con la búsqueda de la propia imagen, es un arte que produce frutos a largo plazo, pero los produce.

Todavía recuerdo mis miedos y titubeos cuando, el primer año de Profesión Religiosa, sin experiencia pedagógica y sin estudios universitarios, con 20 inexpertos años de edad, la obediencia me pidió hacerme cargo de asistenta de 130 preadolescentes. Nunca dominé del todo la impetuosidad de las más inquietas, que se aprovechaban de mi inocencia para hacerme verdaderas travesuras Pero tampoco olvidaré los ratos amables que he compartido con ellas, sus risas de pícaras cuando hoy día, exitosas profesionales, madres de familia orgullosas de su hogar y cariñosas exalumnas, en reuniones de grandes aniversarios, me relatan las travesuras que yo no logré descubrir. Pero salen a luz, también, las enseñanzas que nunca olvidaron. ¡Bendito sea Dios que saca siempre el bien y comprende nuestras debilidades! Me pregunto hoy: ¿valió la pena haber dedicado 41 años a la educación?, ¿me siento satisfecha de haber gastado 8 y, en algunas veces, 12 horas del día, compartiendo con preadolescentes, colaborando en construir el futuro de estas jóvenes?...

Sí valió y vale la pena porque, para mí, fue la forma de evangeliza* Hija de María Auxiliadora. ción a la que Dios y Costa Rica. 68 años de edad. Don Bosco me dieron Profesora de Español, Filosofía oportunidad de colay Catequesis durante 41 años, borar. simultáneamente 15 años Directora en Quezaltenango y En mis casi 48 años de Costa Rica. Pasé los mejores Vida Religiosa he tenimomentos de mi vida dirigien- do que combatir mudo Oratorios en nuestras chos combates, he tecasas. Trabajo actualmente en nido que saltar muchos la Casa de la Virgen, Obras obstáculos, la lucha ha Sociales de Sor María Romero sido diaria pero, al fien catequesis, consejería nal de la carrera, como espiritual y ayudas varias. dice San Pablo, se gana la corona. BS Don Bosco en Centroamérica

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