El estado de la pobreza

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Transcripción del catalán al castellano del artículo publicado en DONES, la revista de la Asociación de Mujeres Periodistas de Cataluña (ADPC), en verano de 2010.

El estado de la pobreza La pobreza no es sólo la falta de los ingresos y los bienes prácticos para sobrevivir, sino también la ausencia de opciones y oportunidades para alcanzar un nivel de vida digno. En el mundo, alrededor de 1.400 millones de personas viven con menos de 1,25 dólares al día. Las más afectadas son, como casi siempre, las mujeres. Por Anabel Herrera Texto general Cuando el 12 de enero a las 16.53 hora local el terremoto llegó a Haití, no sólo se llevó la vida de miles de personas, sino que destruyó el 60% del Producto Interior Bruto en sólo 35 segundos, en palabras del primer ministro, Jean Max Bellerive. La catástrofe, una de las más graves de toda la historia de la humanidad, no fue fortuita. Está más que demostrado que la pobreza agrava los desastres naturales, i Haití, con sólo nueve millones de habitantes, es el país más pobre de América Latina. Tanto, que repartir la ayuda humanitaria fue toda una odisea porque los damnificados del terremoto se confundían con las personas que ya vivían en una situación de precariedad y pobreza antes de la tragedia. Si repasamos los antecedentes entenderemos el porqué. Haití escenifica el desastre de un siglo de intervenciones militares y represión. La imposición de un modelo económico neoliberal, con sus políticas de libre comercio, permitió, por ejemplo, la entrada masiva de alimentos básicos, que condujo a la ruina y la desestructuración del país. Como gran parte de la población vivía del campo, tuvieron que emigrar a grandes ciudades como Puerto Príncipe, la capital, que no estaba preparada para multiplicar por diez sus habitantes; de aquí su hacinamiento. A todo ello hemos de sumar una absoluta falta de políticas ambientales. Según datos de la ONU, la tala indiscriminada de árboles para la obtención de carbón vegetal y leña ha hecho que la deforestación afecte al 9% de la superficie del país. Las consecuencias inmediatas más importantes son dos. En primer lugar, la erosión del suelo, que hace que no haya árboles y que cada tormenta tropical o huracán cause inundaciones y avalanchas de loco. Y en segundo, la falta de acceso al agua potable, que afecta al 63% de la población, según UNICEF, propicia que las enfermedades infecciosas se propaguen con mayor facilidad. Qué entendemos por crisis Mientras los gobernantes haitianos piensan cómo sacar a todo un país de la pobreza, los de los países desarrollados diseñan sus políticas para frenar los efectos de la crisis financiera. Hablan de hipotecas, del aumento del paro y de la caída del consumo. Estamos tan acostumbrados a justificar cualquier problema con la crisis que no nos 1

hemos dado cuenta de que cada día mueren 25.000 personas en el mundo a causa del hambre. Eso sí que es una crisis. Para la directora general de Intermón Oxfam, Ariane Arpa, “los brotes verdes de la recuperación económica no han llegado a los países más pobres, que están hoy sufriendo de manera muy virulenta la depresión global”. Uno de los motivos principales de esta situación es el sistema ineficaz de gobernanza internacional, según declaró públicamente Jacques Diouf, el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO): “Existen programas, proyectos y planes generales que esperan tan sólo la voluntad política y los recursos para hacerse operativos”. “Los líderes mundiales reaccionaron con contundencia a la crisis económica y financiera y consiguieron movilizar miles de millones de dólares en un plazo de tiempo muy corto. La misma acción enérgica es necesaria para combatir el hambre y la pobreza”, aseguró Diouf. En realidad, los líderes políticos sí que están comprometidos con la lucha contra la pobreza, al menos en teoría. En el año 2000, los Gobiernos y los Estados firmaron la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas, que marcaban los ocho Objetivos del Desarrollo del Milenio, el primero de los cuales es, justamente, “erradicar la pobreza extrema y el hambre”. En concreto, lo que se pretende es reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas con ingresos inferiores a un dólar. A pesar de las buenas intenciones, las cifras nos demuestran que de aquí a cinco años no habremos conseguido el objetivo ni de lejos. Y eso que los expertos calculan que en realidad se podría conseguir simplemente invirtiendo 50.000 millones de dólares anuales adicionales. La pobreza en el mundo El estudio de Martin Ravallion, director del Grupo de Investigaciones sobre el Desarrollo del Banco Mundial es, desde hace años, el más completo que existe sobre el estado de la pobreza en el mundo. Según las actualizaciones más recientes, durante los últimos 25 años la pobreza ha afectado más de lo previsto al mundo en desarrollo, pero también se han alcanzado avances considerables hacia la reducción de la pobreza en general. Vayamos por partes. Hasta el año 2005, se entendía que una persona se encontraba por debajo de la línea de la pobreza si vivía con menos de un dólar al día. En esta situación se encontraban aproximadamente mil millones de personas alrededor del mundo. A partir del año 2005, se ha vuelto a recalcular la línea internacional de la pobreza, que ahora se sitúa en 1,25 dólares al día debido al incremento del coste de vida. Y el resultado ha sido que el número estimado de pobres en los países desarrollados ha aumentado en 400.000, es decir, que se sitúa en 1.400.000 personas. Si echamos un vistazo a la pobreza por regiones, veremos que en Asia oriental, la más pobre del mundo en 1981, se pasó de un 80% de la población que vivía con menos de 1,25 dólares al día al 20% en 2005, debido, principalmente, a la reducción de la pobreza en China. En Asia meridional, también disminuyó del 60% al 40% en el mismo período, aunque no ha sido suficiente para reducir el número total de personas pobres 2

en la región, que llegaba a alrededor de 600 millones en 2005. En África al sur del Sáhara, en cambio, el número de personas pobres prácticamente se ha duplicado, de 200 millones en 1981 a 390 millones en 2005. En los países de ingreso medio se trabaja con la línea de pobreza media de dos dólares al día en precios de 2005, establecida para todos los países en desarrollo. Según este parámetro, desde 1981 la tasa de la pobreza disminuyó en América Latina y en Oriente Medio y Norte de África, pero no suficiente como para reducir el número total de personas pobres. “En 2015, cerca de 1.000 millones de personas todavía vivirán con menos de 1,25 dólares al día. Y muchos de los que superaron la línea de la pobreza de 1,25 dólares al día entre 1981 y 2005 todavía serán pobres de acuerdo con los niveles de los países ricos o, incluso, de ingreso medio”, afirma Ravallion. A medida que nos acercamos al año 2015, es necesario evaluar las necesidades de los países en desarrollo unos cuantos unos cuantos años más allá. El pronóstico para 2020 sugiere que 826 millones de personas (el 12,8% de la población de los países en desarrollo) vivirán con 1,25 dólares diarios o menos, y que habrá casi dos millones de pobres si se recurre a la línea de la pobreza de dos dólares diarios. Los cinco años adicionales dejarían a África del sur del Sáhara sin conseguir todavía los Objetivos del Milenio en relación con la pobreza. La pobreza en nuestro país La pobreza acostumbra a asociarse a los países en desarrollo, en los cuales la desnutrición, el hambre y la falta de agua potable a menudo son un desafío cotidiano. Pero lo cierto es que la pobreza y la exclusión social también se dan en Europa. Si atendemos a las cifras de Cáritas, la pobreza afecta a 80 millones de europeos. A nivel estatal, ocho millones de personas viven en la pobreza en España y un millón y medio de españoles se encuentran en situación de alta exclusión social y pobreza severa. Según Sebastián Mora, el secretario general de esta entidad, “la crisis económica ha acentuado gravemente los datos, y ha provocado que las personas que antes gozaban de una situación normalizada vivan ahora de forma muy compleja económicamente”. “La pobreza y la exclusión social son una injusticia social que afecta a la dignidad de las personas y vulnera los derechos humanos de forma inadmisible en una sociedad que dispone de recursos y de riqueza suficientes para todos”. Por eso, tanto Cáritas como otras organizaciones sin ánimo de lucro, consideran que los modelos sociales de los Gobiernos, con iniciativas como los Objetivos del Milenio o el Año Europea contra la Pobreza y la Exclusión Social, que se celebra este año, no son suficientemente ambiciosos. En Cataluña, por ejemplo, la Federación Catalana de ONG para el Desarrollo (FCONGD) denuncia que la Generalitat haya recortado drásticamente la partida presupuestaria para cooperación en 2010 en más de 10 millones de euros, lo que supone un 21% menos que el año anterior.

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Una reciente encuesta encargada por la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD) revela que un 86,4% de la población en Cataluña estaría de acuerdo con que la Generalitat dedicara parte de los recursos a la cooperación con países empobrecidos, a pesar de la crisis. La ciudadanía muestra su solidaridad y el Gobierno parece ignorarlo. Es lo que dicen desde la FCONGD: “Reivindicamos el reconocimiento de la cooperación al desarrollo como una política pública capital e irrenunciable del Gobierno, por su carácter redistributivo global. Porque es de justicia, por responsabilidad moral y porque si somos responsables de las causas que provocan la crisis, también tenemos que ser responsables en su solución”. La feminización de la pobreza Ya sean europeas, africanas o asiáticas, las mujeres son las grandes perjudicadas por la pobreza, ya que representan el 70% de los 1.400 millones de personas que viven con menos de 1,25 dólares al día. Además, la brecha que separa a los hombres de las mujeres atrapados en el ciclo de la pobreza no ha dejado de crecer a lo largo del último decenio, fenómeno que se conoce como “la feminización de la pobreza”. Así lo reconoce el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que destaca grandes desigualdades respecto a los hombres, como por ejemplo que, de los 550 millones de trabajadores pobres que hay en el mundo, 330 (el 60%) son mujeres; o que la diferencia de salarios en algunos países se sitúa entre el 30% y el 40%; y también que por cada 100 niños que hay sin escolarizar, 117 niñas tampoco lo están. No hay duda de que algunos aspectos de la pobreza están vinculados al género. Si existe un porcentaje superior de mujeres que sufren diferentes formas de pobreza es porque no disponen de acceso igualitario a la educación, a los medios de producción y a la propiedad y control de los bienes, que en muchos casos se combina con la falta de igualdad de derechos en el entorno familiar y social. Según un informe de la FAO elaborado en 2004, la población femenina, a pesar de que constituye casi el 44% de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo y produce la mayor parte de los alimentos básicos en África, en estos lugares no tiene derecho a la propiedad y se la considera un objeto de trabajo, donde se la explota más que a los hombres y por menos dinero. La supeditación a los maridos y la dependencia familiar tiene consecuencias muy negativas para la vida de las mujeres en los países en desarrollo. En primer lugar, implica imposibilidad de acceder a la educación. En las familias pobres, se acostumbra a dar prioridad a la educación y formación profesional de los hijos varones, relegando a las hembras a un papel secundario en el cual sólo pueden trabajar para contribuir a la escolarización de sus hermanos. El analfabetismo implica la imposibilidad de conocer los propios derechos. Pasa lo mismo con la alimentación. Si no hay suficientes alimentos para toda la familia, siempre se prioriza a los niños a las niñas a la hora de comer. El hambre y la falta de educación aumentan también la vulnerabilidad de las mujeres en materia de salud, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y abusos sociales y familiares. De los 17 millones de mujeres entre 15 y 49 años que viven con VIH/Sida, el 98% viven en países en desarrollo. Además, más de medio millón 4

de mujeres mueren cada año por causas relacionadas con el embarazo, el parto o los abortos. Los hospitales y centros sanitarios, en la mayoría de casos, no se encuentran cerca de los núcleos rurales, donde viven las personas más necesitadas. Los conflictos bélicos dificultan que las mujeres puedan llevar una vida sana. La violencia sexual, a menudo, se utiliza como arma de guerra. Según el informe de Amnistía Internacional Mujeres, violencia y pobreza, las mujeres que viven en la pobreza “están más expuestas a convertirse en el blanco de ciertas formas de violencia por disfrutar de un estatus social menos elevado que otras mujeres y porque sus maltratadores saben que es menos probable que denuncien los abusos o pidan ayuda”. Es lo que pasaba en la República Democrática del Congo, según otro informe de 2004 de esta entidad, donde se calcula que cinco chicas o mujeres eran violadas cada minuto; después, sus maridos las repudiaban o las maltrataban porque consideraban que habían consentido la violación. En Haití, antes de la tragedia del terremoto, más de 100.000 niñas de las zonas rurales de entre 6 y 17 años estaban empleadas en el servicio doméstico porque sus progenitores no se podían hacer cargo de ellas; muchas de ellas estaban expuestas a los abusos físicos y a la violencia sexual. “Las mujeres que sufren violencia pierden ingresos y ven afectada su capacidad de ganarse la vida”, concluye el informe Mujeres, violencia y pobreza de Amnistía Internacional. El papel económico de las mujeres La desigualdad económica entre hombres y mujeres no es sólo cosa de los países en desarrollo. En los países industrializados, hoy en día, se contrata más fácilmente a los hombres, no hay igualdad salarial y el acceso a los altos cargos es más difícil para las mujeres. Para Kirsten Latrich, secretaria regional de Mujer y Cooperación de Comisiones Obreras (CCOO), la precariedad en el trabajo va unida directamente a la pobreza en estos casos. Aunque muchas mujeres tengan un trabajo, no ganan para vivir de forma digna. Esta situación, juntamente con las dificultades para hacerse cargo de los hijos, es la que propicia que muchas dejen de trabajar. En los países industrializados, las madres solteras constituyen ya una parte desproporcionada de los más desfavorecidos. Así pues, la potenciación del papel económico de la mujer se presenta como un factor determinante para salir del ciclo de la pobreza. Una de las estrategias más populares para erradicar la pobreza y la exclusión social es la concesión de microcréditos. Se trata de pequeños préstamos que se invierten en el autotrabajo de las mujeres. El Banco Mundial, a través de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), es el principal proveedor de fondos de donantes para servicios sociales básicos en los 79 países más pobres del mundo. Otorga préstamos –a mujeres y también a hombres- sin cargo de intereses, a devolver en un plazo de entre 35 y 40 años y con un período de gracia de 10 años. Los préstamos se destinan a educación primaria, servicios básicos de salud, provisión de agua potable y saneamiento, etc., para preparar el camino para el crecimiento económico, la creación de trabajo, el aumento de los ingresos y la mejora de las 5

condiciones de vida. Así es como se ha conseguido que, en Bangladesh, el número de niñas que asiste a la escuela secundaria se triplique en 15 años. O que las comunidades rurales de Vietnam se hayan transformado gracias a un nuevo servicio eléctrico que cubre a 2,7 millones de personas. O también que Armenia asentara las bases de un sistema judicial moderno con la renovación de 12 juzgados y un programa informático para la gestión de los casos. Son pequeños granos de arena que contribuyen, poco a poco, a la gran tarea de erradicar la pobreza en el mundo. RECURSOS La trampa del género. Mujeres, violencia y pobreza. Amnistía Internacional, 2009. Disponible en: www.amnesty.org/es/stayinformed/publications/books/la-trampa-del-genero Coordinadora española de ONG de Cooperación al Desarrollo (ONGD-España). www.coordinadoraongd.org Banco Mundial: www.bancomundial.org

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Biotecnologías para los campesinos pobres El objetivo de las biotecnologías, tanto las convencionales como las modernas, tendría que reorientarse en beneficio de los campesinos pobres en los países con pocos recursos y no de los agricultores ricos en países desarrollados. Eso es lo que concluyó la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en una conferencia celebrada recientemente en México. Para el director general adjunto de este organismo, Modibo Traoré, “las biotecnologías no han tenido todavía un impacto significativo en la vida de la gente en la mayoría de países en desarrollo porque existe una falta de tecnologías, normativas y capacidades técnicas adecuadas y provechosas, juntamente con la infraestructura para su desarrollo, evaluación y despliegue”. En las últimas décadas, las biotecnologías han avanzado mucho y han generado numerosas innovaciones, sobre todo en el campo farmacéutico y en la agricultura. Son las responsables, por ejemplo, de las variedades híbridas de arroz en África que han conseguido doblar el rendimiento de este cereal, del uso de la inseminación artificial para elevar el rendimiento de las vacas lecheras en Bangladesh y de los métodos basados en ADN para detectar enfermedades de los camarones en India.

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La cruda realidad Según cifras de la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación): 6

25.000 personas (criaturas y adultos) mueren todos los días por hambre y causas asociadas. Más del 60% de las personas con hambre crónica son mujeres. 907 millones de personas, sólo en los países en desarrollo, sufren hambre. Según la Coordinadora Española de ONG de Cooperación al Desarrollo (ONGDEspaña): Cerca de 30.000 menores de edad mueren cada día por la pobreza en el mundo. 14 de cada 100 personas sufren hambre de forma permanente. 75 de cada 100 personas que sufren hambre son productores de alimentos (pequeños agricultores, campesinos sin tierra o pescadores). Sólo un 1% de la tierra pertenece a las mujeres y no obstante cultivan el 80% de su superficie.

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Un año para luchar contra la pobreza La Unión Europea es una de las regiones más ricas del mundo, y a pesar de ello, el 17% de los europeos no disponen de los recursos necesarios para cubrir sus necesidades básicas. Para promover un modelo social que contribuya al bienestar de los individuos y al desarrollo económico de Europa se ha declarado este 2010 como el Año Europeo de la Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social. Los objetivos principales de la iniciativa son: El reconocimiento del derecho fundamental de las personas que se encuentran en situación de pobreza a vivir con dignidad y ejercer un papel activo en la sociedad. La promoción de la cohesión de los grupos sociales más vulnerables, como las víctimas de discriminación, las personas con discapacidad, las criaturas y las familias en situación de extrema pobreza. La responsabilidad compartida y la participación colectiva e individual para incrementar el papel de todos los actores públicos o privados en la lucha contra la pobreza y la exclusión social. El compromiso y la acción política de los Estados miembro y de la Unión Europea y la intensificación de todas las acciones emprendidas en todas las instancias del gobierno. El Año Europeo de la Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social se materializará en campañas de sensibilización de la opinión pública, iniciativas innovadoras y creativas, encuentros, debates y estudios. Más información en: www.2010againstpoverty.eu

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Mapa de la página 15:

La pobreza extrema en el mundo El primero de los Objetivos del Milenio es reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de personas con ingresos inferiores a 1 dólar al día. Este mapa del estado mundial de la pobreza muestra las personas que vivían con menos de 1,25 dólares hasta 2005.

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