EL ESCEPTICISMO EN MEDICINA

SEMANARIO FARMACEUTICO 361 EL ESCEPTICISMO EN MEDICINA (ESTUDIO MÉDICO-SOCIAL POR D. E L O Y DE ACTUALIDAD) (i) BE JARANO Doctor en Medicina ...
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EL ESCEPTICISMO EN MEDICINA (ESTUDIO

MÉDICO-SOCIAL

POR

D. E L O Y

DE ACTUALIDAD)

(i)

BE JARANO

Doctor en Medicina y Licenciado en Ciencias f í s i c o - q u í m i c a s

EXCMO. SR.: La moda, que es, según dice Monlau, la veleidad aplicada á ios caprichos del gusto, no sólamente ejerce influjo en nuestro modo de vestir, sino que también trasciende á nuestra manera de pensar, imprimiendo carácter en las aficiones literarias de cada época. Hace unos cuantos años, los trabajos científicos de la índole del que voy á someter á la ilustrada censura de V . E., versaban principalmente sobre cuestiones de Filosofía ó de Moral médica: E l grado de certidumbre en Medicina, La eutanasia. Deberes del médico con la humanidad, Influencia de la educación y las costumbres en la salud-pública, L a experiencia en Medicina, etc., etc., eran los temas predilectos y hasta obligados de los que, como yo, aspiraban al honroso grado de doctor en nuestra facultad. Las corrientes del día van por otro camino, y, estos discursos se ocupan hoy generalmente de monografías patológicas, procedimientos operatorios, estudios terapéuticos y otros asuntos análogos, cuyo desenvolvimiento entraña, de seguro, mayores dificultades, y por consecuencia mayor mérito que ios trabajos meramente especulativos. Por eso mismo, por las dificultades inherentes á la resolución de un problema patológico, operatorio ó terapéutico, acerca del cual poco podría yo decir por cuenta propia, he preferido desempolvar añejas usanzas y sacar del arca de! olvido una de aquellas tesis filosóficas que tan del gusto fueron de los doctores que hoy peinan respetables canas, y que á mí, con ser joven, me atraen también con fuerza irresistible. Los estudios filosóficos sobre la Medicina se miran hoy con un desdén, en mi concepto, inmerecido: arrastrados por el empirismo de nuestros estudios, prescindimos de la filosofía, como si en las ciencias de hechos no fuese necesario filosofar para encontrar en el fondo de los mismos las ideas que los explican: hemos olvidado que la filosofía es nuestra madre, y que Hipócrates nos dejó dicho: Medicus enimphilosofhus est I)eo cequalis', resultando de estos desvíos de la humana inteligencia, que el médico, por descender demasiado al terreno de los hechos, no logra idealizar la realidad, como el filósofo no logra tampoco realizar la idea por remontarse excesivamente á la región de los principios. E l filósofo sin biología no es bastante práctico; el médico sin filosofía no es bastante teórico (2). (1) A s i lo calificaba nuestro distinguido amigo en Junio de 1884; hoy ha adquirido triplicado valor esta calificación, por lo que nos hemos decidido á publicar en nuestra Revista este interesante trabajo. (2) Nieto Serrano: Di.soií'sos acarfemcos.

JULIO 19 DE 1885.—AÑO X I I I , NÚM. 42.

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Y como yo entiendo que hoy necesitamos tanto ó más que en los pasados tiempos los estudios filosóficos, voy á romper con las costumbres de la época y á salir por los fueros de la tradición en este punto concreto de las tesis doctorales, sin que me arredre, antes bien, complaciéndome la idea de ser motejado de tradicionalista; como entiendo que el tradicionalismo es una necesidad en todos los órdenes de la vida social, toda vez que llena una importante función histórica; como sé que esta función no es hoy, como antes era, la de galvanizar cadáveres, ni resucitar utopias, sino ia de contribuir con una oposición prudente y una divergencia razonada á hacer más seguro, consciente, estable y definido el progreso, no tengo inconveniente, antes me huelgo mucho, en aparecer como tradicionalista en este asunto, como no lo tendría, ni lo tengo tampoco, en ser tradicionalista en otros muchos, porque estoy convencido de que el olvido lamentable en que hoy yace la tradición en Medicina, es una de las causas que más poderosamente contribuyen á que la ciencia de Hipócrates no ha^a adquirido todavía el grado de esplendor y lustre á que la hacían acreedora y á que la prepararon los brillantes trabajos de aquel sublime viejo, fundador y padre de la Medicina. Contando con vuestra venia, y creyendo contar también con la favorable disposición de vuestro ánimo que mi pobre trabajo necesita para merecer los honores de la ilustrada aprobación de V . E., voy á entrar de lleno en el desenvolvimiento de mi tema, que versa sobre EL ESCEPTICISMO EN MEDICINA

«Para estudiar y practicar convenientemente la Medicina, es menester conocer su importancia; y para conocer su importancia verdadera, es necesario creer en ella.» Estas palabras con que el célebre médico y filósofo francés, Dr. Cabauis, encabeza su grande obra sobre el Grado de certidumbre en Medicina, entrañan un sentido profundo y constituyen la base moral de toda la práctica de nuestro arte; porque es indudable, que tanto en el orden ético, como en el físico, nadie sin verdadera fe y creencias puede dedicarse con el celo, afición, desinterés y perseverancia necesarias al estudio de la ciencia ó arte que profesa. Pero si esto es innegable, no lo es menos, y el mismo Cabanis lo reconoce en su citada obra, que no basta que el médico esté convencido de la eficacia de su arte, sino que es preciso que también el enfermo reconozca esta eficacia y tenga confianza en quien le prodiga sus cuidados. El anciano de Coó, en cuyas inmortales obras hay que buscar el embridn de todas las grandes ideas que hoy animan el mundo médico, ya nos dejó dicho en sus sublimes Aforismos que en todo problema patológico era necesario considerar tres inseparables factores: el médico, como ministro de arte, con el conjunto de conocimientos que posea y con su amor á la verdad y á la ciencia; el enfermo, con su energía vital, su confianza en el médico y su docilidad para someterse á los medios que éste prescriba; y la naturaleza

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exterior, con el influjo de los agentes cósmicos que actúan sin cesar sobre la economía, modificándola en sus actividades, lo mismo en el estado fisiológ-ico que en el morboso (1). No es, pues, de ahora, es de todos los tiempos, la necesidad siempre sentida de que enfermos y médicos, fieles y sacerdotes alimeuten en su alma la salvadora esperanza en los recursos y en la eficacia de la más humanitaria y noble de las ciencias; como no es de ahora tampoco, sino de todas las épocas, edades y naciones, el que existan espíritus heréticos, que en Medicina, como en todo, promuevan el cisma y prediquen la negación y la duda, esparciendo la desconfianza 3/ los recelos sobre el valor de sus beneficios y sobre la certidumbre que alcanzan los principios en que se apoya la difícil ciencia de curar. Dos siglos antes de Jesucristo, cuando más floreciente estaba la doctrina hipocrática de la escuela de Coó, el mal espíritu de Pirrón, de aquel filósofo que ha pasado á la posteridad con el poco honroso título de Scepticorum fater, logró marchitar, ya que destruir no pudo, la exuberante vida que, gracias á las sobrenaturales intuiciones del isleño Asclepiade, germinaba arrogante en el campo todavía reducido y aun no deslindado de la Medicina; y rota desde entonces la valla que contenía los espíritus á respetuosa distancia de aquella inmortal obra que no alcanzaban á comprender ni á medir, dividiéronse los discípulos de Pirrón en zetéticos, escépticos, eclépticos y aporécticos, y cada cual, imitando las máximas de su digno maestro, dudó de lo que bien le parecía, creando un escepticismo universal tan desconsolador como estéril. Y menos mal que, reaccionando después sobre sí mismas algunas de aquellas inteligencias extraviadas, supieron sacar partido de su gran caída y metodizaron la duda, haciendo de ella nn punéo de partida, no un final de jornada, como la entendían los pirronianos, y contribuyendo con esto á restaurar y aun á perfeccionar el edificio médico que casi lograron destruir; porque es indudable que si la duda, como sistema y como fl%, es demoledora y estéril; en cambio, como principio y como método, constituye un elemento de verdad y un germen de progreso que somos los primeros en reconocer. No va nuestra protesta dirigida contra Sócrates, filosofando con la duda por método: esta duda, con tendencias á la afirmación, la consideramos como una favorable disposición de espíritu para alcanzar la verdad y distinguirla de los espejismos de la fantasía; nuestras censuras se dirigen á la duda sarcástica, híbrida y estéril de los pirronianos, que sólo conduce á la negación absoluta de las verdades más esplendorosas. Mas como no entra en nuestro plan, ni conduce á nuestro objeto el trazar la historia del escepticismo filosófico, toda vez que lo que nos proponemos es sólamente estudiar el escepticismo contemporáneo que, por lo que á la Medicina respecta, tiene caracteres propios y exclusivos, no es necesario que hagamos largas excursiones al socorrido campo de la historia, bastando á nuestro propósito dejar (1)

Dr, Santero: Prolegómenos clínicos.

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sentado que la llaga médico-social de que nos estamos ocupando tiene tanta antigüedad como la ciencia misma, y que no es por tanto, como algunos suponen, el fruto de la perversión y de la i n gratitud de nuestro siglo. No: el desconocimiento de los beneficios y de los progresos de la Medicina; las dudas que acerca de su certidumbre y eficacia existen entre el público y entre los mismos médicos; los ataques violentos de que está siendo víctima por parte de aquéllos que tienen más por qué callar, y cuyo tejado es de vidrio débil comparado con el nuestro; las agresiones salvajes contra los médicos en tiempos de epidemia; los fanatismos y preocupaciones de un vulgo insensato que deifica y erige altares al charlatanismo más soez y á la ignorancia más supina, en tanto que levanta un calvario para los mártires de la abnegación más santa y del heroísmo más sublime; la suprema injusticia, en fin, con que sojuzga y trata á la Medicina y á los médicos, no es un invento del siglo xix. (Se continuará.)

Bibliografía. E L CÓLERA MORBO ASIÁTICO, conocimiento de tan g r a v í s i m a enfermedad y método sencillo, etc., por D . Juan Cuesta y Okerner, Director de L a Correspondencia Médica.—Madrid, 1885: u n folleto de 90 páginas, 1 peseta.

A la amabilidad del autor debemos dos ejemplares de la obra cuyo título es el que encabeza estas líneas, y de la cual hemos de decir hoy cuatro palabras á nuestros habituales lectores. Ocúpase de un asunto que embarga hoy la atención del orbe con motivo de la aparición en nuestra querida patria del devastador viandante del Ganjes, acerca del cual hace una sucinta descripción en lenguaje correcto, si bien desprovisto de carácter técnico en atención á que se encuentra destinado por el autor al público ajeno á la Medicina, por cuya razón ha prescindido de él con el objeto de poder ser entendido, dividiendo su obra en cinco capítulos: en el primero hace una breve reseña histórica de la enfermedad en sus diferentes invasiones al continente europeo; en el segundo da la descripción del mal en sus diferentes períodos y el método curativo del mismo cuando se carece de médico ó cuando éste no puede acudir desde el primer momento, ó sea en su primer período: en este capítulo se manifiesta el autor contrario á la existencia del ataque fulminante, opinión que no se encuentra conforme en un todo con la nuestra, y que hoy no combatimos por no haber asistido coléricos, y la cual respetamos por proceder de compañero tan práctico en el tratamiento de dicha dolencia; excusado es manifiesta!' que el tratamiento de expresado padecimiento y que aconseja el autor, se halla constituido á base de opio y sus preparados, por ser este agente medicamentoso el único que cuenta en las diversas epidemias que han asolado á Europa mayores y más legítimos triunfos; en el tercero hace algunas consideraciones acerca

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de ¡a higiene individual ó privada, y que recomienda á sus lectores, insistiendo sobre el sudor que ha de procurarse en tiempo de epidemias, y el cuidado solícito acerca de las diarreas llamadas por Guerin premonitorias; en el cuarto da preceptos de higiene pública, entre los cuales recomienda las cuarentenas y el aislamiento; en el quinto y último trata del método curativo del cólera, capítulo trasladado á este folleto de la obra de Patología interna del autor y edición del 73. Sigue á lo anterior las prescripciones de la Academia de Medicina, dadas en Octubre del 65, y por último, las nociones y preceptos de la Junta Municipal de Madrid de Julio del 84. Como se ve, la obra de que nos venimos ocupando es d é l a s más completas que se han dado á luz hasta el presente con el fin de propagar el conocimiento de tan devastador padecimiento, si bien se nota en ella una deficiencia con relación á la profilaxis: nos referimos á que nada dice en su folleto de los interesantes trabajos de nuestro sabio Ferrán sobre inoculaciones preventivas, falta que disculpamos por el público á que se destina el folleto. No terminaremos sin recomendar á nuestros ilustrados lectores la adquisición de la obra y sin dar nuestros plácemes al autor. L i c . CELESTINO MARTÍN DE ARGENTA. San B a r t o l o m é de Bejar 8 Julio del 85.

Asuntos ETER

científicos. OXALICO

E l Dr. W . Tohardzon indica en el último número del Asclepiade un nuevo uso quirúrgico del éter oxálico (C6 H10 Ó4). Se prepara este éter, ya poniendo en digestión á 50° durante diez horas, partes iguales de ácido oxálico y alcohol absoluto y conduciendo los vapores del éter á un condensador, ó ya calentando una parte de dicho ácido deshidratado con seis de alcohol absosoluto, destilando y purificándole. Este éter á la temperatura ordinaria es líquido, incoloro, de olor agradable, pero de sabor picante. Hierve á 183°, su peso específico = 1,090. Se disuelve en agua en la proporción de 4 por 100 de su volumen. Es muy soluble en éter etílico y alcohol. La manera con que se conduce este éter en presencia del agua y de los álcalis es particular. La primera, después de cierto tiempo, le transforma en alcohol y ácido oxálico; los segundos dan origen á alcohol también y oxalatos alcalinos. E l amoniaco forma con él, alcohol y oxamida C2 N2 H4 02. Su densidad es muy considerable para poderle emplear en inhalaciones, pero puede administrarse por vía hipodérmica. E l autor admite que empleado de este último modo, debe descomponerse por la sangre alcalina, y que por otra parte, su acción locaf debe ser narcótica á consecuencia de la absorción del alcohol

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puesto en libertad. Además los oxalatos alcalinos que se formen deben ejercer una acción especial. En realidad, este éter parece obrar localmente,' es poco soluble en agua y la sangre para ser absorbido con rapidez; es descompuesto donde se introduce, y actúa, es muy posible, sobre este punto solo. Coagula las materias albuminóideas y determina la formación de una escara indolente, sin desórdenes aparentes, excepto alguna vez, cuando la cantidad i n yectada es muy considerable. En el sentido estricto de la palabra, el óter oxálico es un destructor local de los tejidos, pero no un cáustico; se apodera del agua de éstos, y descomponiéndose, separa sus componentes, con los cuales se combinan los nuevos productos que se originan, alcohol y oxalatos. La superficie destruida se deseca como si estuviera también falta de vida. E l éter oxálico promete prestar grandes servicios en aplicaciones, sea con un pincel, sea con aguja perforada, para determinar la mortificación de las excrecencias vasculares morbosas. En el tratamiento de las de mal carácter puede reemplazar con ventaja á otros agentes empleados hasta el presente. (Ghem. aud. Drug.y 25 Mayo 1885.)

DE LOS OLEATOS E N L A S E N F E R M E D A D E S DE L A P I E L ,

por M . H . 8telwagón. De todos los oleatos, el de mercurio es el más usado en la América. Su principal aplicación es en el tratamiento de la sífilis; su uso cómodo, así como eficaz, y es sobre todo mil veces más apropiado que el antiguo ungüento napolitano simple ó doble. Se prepara la disolución de mercurio en el ácido oleíco al tercio. La siguiente prescripción es perfectamente recomendable: Oleato h i d r a r g í r i c o Acido oleíco Cerato simple

,

15 gramos. 10 — 15 —

Prepárese s. a. u n g ü e n t o . Para friccionar con una porción del volumen de una avellana de esta pomada.

Como sea este ungüento más irritante que el napolitano, conviene variar el sitio de su aplicación, y como es absorbido mucho mejor y más rápidamente, no habrá necesidad de emplearle hasta el momento oportuno, evitando en cuanto posible sea elegir para su aplicación regiones en que la piel sea muy fina. Se practicarán las fricciones suavemente y con moderación sobre las erupciones, ya empleando la fórmula anterior, ya modificándola como sigue: Oléalo de mercurio Manteca benzoinada

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parte. —

Este oleato de mercurio está indicado en todos los casos de afecciones cutáneas, en las cuales se aconseja emplear la pomada de precipitado rojo, precipitado blanco ó de calomelanos. Con-

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veoientemente atenuado puede sustituirlas muchas veces con ventaja. Toda ingurgitación, induración ó hipertrofia ganglionar simple es favorablemente influenciada por aplicaciones débiles del oleato de mercurio. La enfermedad pedicular de la cabeza y el pubis se corrige bien con el uso de la solución de oleato de mercurio al 25 por 100. El oleato hidrargírico puede asociarse ventajosameute á otros oleatos. El oleato de, zinc está llamado á sustituir á la pomada de óxido de zinc; éste puede presentarse cuando está puro bajo la forma de un polvo blanco impalpable, untuoso, comparable al polvo de j a bón. Se disuelve, sin privarle de su transparencia, en el ácido oleíco y cuerpos grasos fundidos al baño maría. La siguiente fórmula parece llamada á sustituir con ventaja la pomada ordinaria de óxido de zinc. Oleato de zinc Acido oleico Petróleo Cerato simple

)

..'....i aa 5 aa 15

grramos-

Puede emplearse este oleato bajo la forma pulverulenta: Polvo de oleato de zinc Talco de Venecia Almidón

,

) ( aa 15 gramos10



Para espolvorear las partes inflamadas por el eritema, impétigo, eczema húmedo, etc. El oleato de plomo es de color blanco amarillento, un poco más duro y frágil que el emplasto de cerusa; mezclado al ácido oleíco ó á la vaselina, puede sustituir con ventaja á la pomada de litargirio de Hebra. Se conserva indefinidamente. E l oleato de U&mnto es utilizable sobre todo cuando se busca su efecto tópico calmante, como en los eritemas, quemaduras leves, dermatitis simples. E l oleato de aluminio es un adhesivo astringente y ligeramente estimulante. El oleato de cobre, de color verde sombra, puede servir para la preparación de una pomada astringente muy estimulante y antiparasitaria. El autor no puede lisonjearse de su uso en el impétigo de cuero cabelludo á pesar de su reputación; prefiere en mucho al oleato de mercurio. El color verde de este oleato es una de sus grandes desventajas. E l oleato de hierro, el de arsénico, el &eplata, no tienen hasta el día una utilidad manifiesta. E l oleato de quinina parece llamado á sustituir las lociones de quinina en la alopecia, calvicie, seborrea del cuero cabelludo; pero las observaciones son aún poco numerosas, incompletas, y por consiguiente no prueban nada. ( B u l l . gener. de Therap. Feb. 1885.)

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Noticias

varias.

UNA EXPLICACIÓN.—Sin duda extrañarán nuestros constantes lectores no hayamos dicho ni digamos nada relativo á los medios preventivos y curativos de la enfermedad reinante en algunas de nuestras provincias, recomendemos éstos ó aquéllos, emitamos opinión acerca de unos ú otros. Este silencio obedece á una convicción profunda nuestra, y es, que la anarquía que dolorosamente reina en cuanto se refiere á la epidemia hoy por desgracia extendida por gran parte de la Península, y amenazando invadir provincias hasta ei presente libres de ella, es causa de peligros y conflictos que contribuyen poderosamente á aumentar sus estragos. Los profesores médicos por una parte, la prensa política por otra, los explotadores de la desgracia, el industrialismo imperante, el orgullo y la indisciplina de unos y otros, á lo que hay que sumarla plaga de los fanatismos de diversas especies y una ignorancia supina recubierta de oropel para deslumbrar, están produciendo dolorosos frutos. En manera alguna nos permite nuestra conciencia contribuir en poco ó en mucho al acrecentamiento de este mal tan grave si no más que la misma epidemia. Para demostrar cuánta razón nos asiste al expresarnos de este modo, queremos que con ios periódicos en la mano se nos conteste á esta pregunta: ¿Qué enfermedad ocasiona tantas víctimas en España? Seguros estamos que se nos remitirán de quince á veinte diagnósticos, opiniones y nombres. Lo que sí podemos afirmar con gran dolor, que hasta la fecha (12 de Julio) han fallecido en España de tan terrible enfermedad 14,163 individuos. Esta cifra á principios del verano, dice más que cuanto nosotros pudiéramos aducir para acousejar la prudencia, el más exquisito cuidado para acudir desde el primer momento al médico, y que éste, echando á un lado opiniones y teorías más ó menos deslumbradoras, se inspire en la medicina tradicional para someter á un racional tratamiento al enfermo que demande su auxilio. Proceder de otro modo es entregarse al azar, si acaso no merece otro calificativo más duro, es suicidarse. Por estas razones, repetimos, ni publicamos nada relativo á medios profilácticos, ni tratamientos, ni fórmulas, etc., etc. Después que pase el peligro, tiempo tendremos de juzgarlo todo é indicar lo que el experimento concienzudo haya enseñado ser útil. Por estas razones también dejamos de contestar ciertas apreciaciones infames de los que sostienen el intrusismo; tiempo vendrá en que, Dios mediante, las destruyamos con la verdad. NUEVO PERIÓDICO.—Hemos recibido el segundo número, no el primero que suplicamos, del Boletín de la Olinica Oftalmológica del Hospital de Santa Cruz de Barcelona, elegante y bien redactada revista mensual, dirigida por el Dr. J . Barraquer é ilustrada con fotografías. No dudamos obtendrá excelente acogida como lo esperamos y merece, deseándole luengos años de existencia. Corresponderemos á su visita.