"El Enigma Femenino: Entre El Mito Y El Deseo"

"El Enigma Femenino: Entre El Mito Y El Deseo" (*) Buenos Aires - Agosto De 1993 Cristina Calcagnini La feminidad es un camino en el que se atravies...
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"El Enigma Femenino: Entre El Mito Y El Deseo" (*) Buenos Aires - Agosto De 1993

Cristina Calcagnini

La feminidad es un camino en el que se atraviesan por un lado, el dolor de ya no ser, como dice el tango, y la queja: ¿qué he hecho para merecer esto?, y por otro la proclama feminista por la supuesta igualdad sexual. Cualquiera que se diga mujer, desde las heroínas de las tragedias griegas hasta las indomables de la vida moderna, puede reconocerse en algún momento de su vida, atormentada por estas cuestiones. El cine, el teatro, la literatura brindan su aporte, abordando a su manera el enigma femenino. Famoso enigma que nos interroga especialmente cuando escuchamos a mujeres apresadas fantasmáticamente en el dolor, en el sufrimiento, en la queja. Freud se preguntaba, ¿qué quiere una mujer?. Lacan interrogaba: ¿qué sabe una mujer sobre su goce? Entre el querer y el saber ubico una pregunta sobre el sufrimiento. Sufrimiento que se nos plantea en la clínica a la manera de un jeroglífico, que dice del padecer de un cuerpo, en el que se recorta la geografía de un goce indecible. El sufrimiento tiene su lenguaje, es un decir encarnado en el sufrimiento, que escribe con signos que muchas veces no sabemos leer. Como si estuviera escrito en el cuerpo y que toma valor de jeroglífico.. Evoco aquí el decir de una mujer aquejada gravemente de un cáncer terminal, que me preguntaba para que tenemos un cuerpo, ¿por qué hace falta dormir, comer, respirar? .ella decía que no quería filosofar pero insistía con su pregunta ¿qué es un cuerpo?

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El decir encarnado en el padecimiento de un cuerpo no tiene el mismo estatuto que el decir velado del síntoma histérico, donde precisamente se despliega la estructura del inconsciente. Dolor, queja, reclamo feminista, distintos modos de mostrar la economía de un goce que no cesa de no escribirse. Cara real del enigma femenino que interroga al sujeto. ¿Es un mito el enigma femenino? ¿o es un modo de abordar una de las facetas que en el imaginario subjetivo toma la pregunta por, qué es una mujer? Los mitos son modos de bordear la imposibilidad de dar respuesta a preguntas fundamentales del sujeto. ¿Cuál es el mito al que hago referencia en esta ocasión? El mito de la diosa blanca, la musa inspiradora de los poetas y a quien ellos rinden culto,y es trabajado extensamente por Robert Graves. Un breve recorte:..."la diosa blanca toma distintos nombres: la Luna, Cardea, Cranae, Artemisa. Es una mujer esbelta con nariz ganchuda y rostro cadavérico, labios rojos, ojos pasmosamente azules y larga cabellera rubia. Se transforma subitamente en cerda, yegua, zorra, burra, comadreja, sepiente, lechuza, y tigresa, sirena, o bruja repugnante.En algunos relatos aparece como la dama blanca, y en las antiguas religiones desde Gran Bretaña hasta el Caúcaso como la diosa blanca. No hay poeta desde Homero en adelante que no haya registrado su experiencia de ella. Se podría decir que la prueba de la visión de un poeta es la exactitud de su descripción de la diosa blanca y de la isla en la que gobierna. El motivo de que los pelos se ericen, los ojos se humedezcan, la garganta se contraiga, la piel hormiguee y la espina dorsal se estremezca, cuando se lee un verdadero poema es que es necesariamente una invocación de la diosa blanca, o musa, la madre de toda vida, el antiguo poder del terror y la lujuria, la araña, o la abeja reina, cuyo abrazo significa la muerte. El relato más completo e inspirado acerca de la diosa en toda la literatura antigua está contenida en El asno de oro, de Apuleyo donde Lucio la invoca en medio de su miseria y degradación espiritual y ella aparece respondiendo a su súplica y le dice:...Yo soy madre y natura de todas las cosas, señora de todos los elementos, principio y generación de los siglos, la mayor de los dioses y diosas del cielo, que dispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del cielo y las aguas saludables del mar y los secretos lloros del infierno. A mí sola y una diosa honra y sacrifica todo el mundo de muchas maneras de nombres.

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...Vengo en persona a favorecerte y ayudarte, por eso deja ya estos lloros y lamentaciones, aparta de ti toda tristeza y fatiga, que ya por mi providencia es llegado el día saludable para ti..." (1) Este mito poético de La Diosa Blanca, con los diferentes nombres que va tomando es el que se va a recrear en el mito religioso de la Virgen María. La inmaculada, la que por obra y gracia del espíritu santo ha de concebir un hijo sin ser tocada. Se trata de La mujer, la que no existe. Cito a Lacan: ..."Cómo saber si como lo formula Robert Graves, el padre mismo, el padre eterno de todos nosotros, no es más que el nombre entre otros de la Diosa Blanca, aquella que su decir se pierde en la noche de los tiempos, por ser la diferente, otra siempre en su goce, al igual que esas formas de infinito cuya enumeración sólo comenzamos, al saber que es ella la que nos suspenderá a nosotros..." (2) Si bien pareciera que en este recorte Lacan habla de la Diosa Blanca como una referencia a la muerte, tambien nos permite pensar que es uno de los nombres del padre. La Diosa Blanca es una manera de imaginarizaciòn humana. Pero en tanto tal, ella no existe, entonces no sólo no hay La mujer, sino que una mujer se define por ser no toda fálica, jugando en lo real el significante de la falta en el Otro. El hombre cree en ella en tanto la recrea en su mito individual neurótico, y por lo tanto retorna en el padecimiento del síntoma. Es por eso que Lacan reitera que para el hombre la mujer es un síntoma. En la fantasmática femenina, el mito de la diosa blanca se despliega de diferentes maneras. En el despertar sexual, la virginidad se plantea en algunas mujeres como un altar sostenido como tributo del amor al padre, en otras aparece como un emblema denigratorio, y pueden recurrir a distintos métodos para hacer caer su virginidad. Ambas circunstancias dan cuenta de que para una mujer hacer caer de su pedestal a la virgen es una pesada carga. Corte en lo real del cuerpo, marca que la atraviesa y que ha de ser resignificada en diferentes momentos de su vida. Precio que debe pagar para iniciar el acceso a la feminidad.

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Una película , The piano, traducida como La lección de piano, me permitió avanzar en este sentido. ¿Cuál es la lección de piano? Es precisamente esa, en la que una mujer por la vía del trueque, que el deseo de un hombre le propone, accede a su propio deseo. El piano, objeto invalorable para la escucha del Otro, es el objeto a perder, no hay opción, la lección es la elección. El piano o la vida. Hermosa escena final, muy bien lograda, que muestra precisamente que la única elección posible es perder ese objeto valioso, la música del Otro, para poder hacer lugar a su propia música, su propia voz. Esa que el amor y el deseo por un hombre logró hacer vibrar. Toda mujer tiene su precio reflexionaba un analizante, él también tiene que poder pagar para acceder a ella, el precio de la castración. Otro analizante planteaba su desencuentro real con las mujeres. Las que le gustan no le dan bolilla, finalmente a las que sí logra conquistar las desestima, porque no gusta de ellas. En una circunstancia, decepcionado por la no correspondencia de su amor por una mujer, cuidadosamente elegida, plantea que hubiera deseado que ella no dijera nada, que no hablara de eso, que no abriera la boca para mostrarle que no lo deseaba. Rapidamente aparece en escena otra mujer, y me comenta que si bien no la desea como a la anterior, a modo de justificación dice que si no tiene una mujer en la cabeza se vuelve loco. Desear a una mujer supuestamente lo ordena, sin embargo en el encuentro fallido con ella se angustia y escapa cuando se entera de que era virgen. Desencuentro angustioso allí donde esperaba a una mujer, tomo consistencia la virgen, la toda.Lacan en R. S. I nos plantea que "Dios es la mujer vuelta toda. Ella no es toda. En el caso en que ella existiera por un discurso que no sería el del semblante tendríamos el existe uno que dice no a la función fálica, el Dios de la castración. Este es un anhelo del hombre, un anhelo que existe de las mujeres que ordena la castración . El fastidio es que no las hay."(4) La mujer como uno de los nombres del padre, como plantea Lacan, es un nombre a perder a perpetuidad. En tanto toda ella no habla. Es por eso que el hombre desea más de una vez que ella no abra - Página 4 de 5 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados

su bella boca. Escucharla implica correr el velo, hacer caer la ilusión que la endiosa. Hablar para una mujer implica romper el enigma. Hacer caer a la mujer como toda, barrarla, es pagar el precio de acceso al deseo. El sufrimiento, el dolor, la queja, la protesta feminista, son los ecos de la imposibilidad de hacer existir a La mujer, a La diosa. El goce en juego del enigma encarnado, goce masoquista, compromete jeroglíficamente el cuerpo obturando la posibilidad de acceso al goce femenino. El goce femenino del que nada se sabe, precisamente porque se siente y eso sí lo sabe una mujer y como suele sospecharse no le pasa a todas. El goce femenino, goce de la falta, el goce del más allá del falo comparable al de los místicos, es ese goce adicional, suplementario respecto de lo que designa como goce la función fálica.(3) Se trata de interrogar, en otro momento cual es la relación entre el goce masoquista y el goce femenino. BIBLIOGRAFIA Robert Graves, La Diosa Blanca. Editorial Losada. (2). Lacan, El despertar de la primavera. En Intervenciones y textos 2. Editorial Manantial. J. Lacan, Seminario 20, Aun. Editorial Paidós. (4) J. Lacan, R.S.I clase del 11-3-75

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