El cultivo de soya y sus repercusiones en Bolivia

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El cultivo de soya y sus repercusiones en Bolivia Ing. Renato Valenzuela B.

Un adecuado manejo del cultivo de soya puede no solamente hacer rentable un establecimiento agrícola sino también puede ayudar a la recuperación de suelos desgastados. El cultivo de soya, al

igual

que

leguminosas,

es

otros

con

capaz

plantas

de

captar

nitrógeno del aire a muy bajo costo e incorporar este nutriente al sistema de producción. El nitrógeno es uno de los elementos que las plantas requieren en más cantidad y por ello está dentro del grupo

de

principales.

los

llamados

nutrientes

Es indispensable para el

funcionamiento de los sistemas vivos, ya que está presente en la molécula de todos los aminoácidos, piezas con las que se construyen las proteínas.

La Foto 1: Plantas de soya bombeando incorporación de este nitrógeno barato nitrógeno al suelo. Siembra directa sobre ayuda tanto a recuperar y mejorar la

excelente cobertura de pastura de corte. Campo experimental de ANAPO – Zona Este. Verano 2005-06.

fertilidad de los suelos como a mantener la fertilidad de campos recién habilitados para cultivo.

Por otro lado, el grano de oro, que como tal es conocido el grano de soya, por sus excelentes cualidades nutritivas cuenta con una demanda sostenida a nivel mundial que lo han convertido en uno de los principales commodities agrícolas. Sus derivados están presentes en un sin número de productos que conforman la

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dieta alimenticia diaria humana y animal en el mundo entero.

Además, en

Bolivia, el crecido interés por su cultivo también se debe a las ventajas financieras que cuenta por formar parte de una de las cadenas de producción más desarrolladas en el país como es la cadena oleaginosa.

Sus ventajas en el manejo de los suelos, su gran calidad alimenticia, su mercado y sus posibilidades financieras hacen de la soya una excelente opción en la agricultura mecanizada de Bolivia.

Nitrógeno del aire y su aprovechamiento Tanto la producción de fertilizante químico nitrogenado como la fijación biológica recurren a la mayor fuente de nitrógeno en la naturaleza que es el aire, donde cerca del 80% es nitrógeno gaseoso.

En el cultivo de soya, el aprovechamiento de este magnífico recurso ocurre cuando, una vez que germinan la semillas, bacterias específicas

(Bradyrhizobium

japonicum)

hacen contacto con los pelos radiculares de las plántulas, ingresan por ellos infectando células corticales de la raíz e inducen su deformación en estructuras especializadas… llamadas nódulos, que no son otra cosa que estructuras donde se multiplican y alojan grandes concentraciones de estas bacterias fijadoras de nitrógeno.

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Fotos 2 a 4: Secuencia de formación del nódulo: a) penetración de los rhizobios por un pelo radical; b) inducción de deformación de la corteza de la raíz; c) inicio de formación del nódulo.

En

los

nódulos

transformadas

estas

en

bacterias

bacteroides

se

alimentan de los carbohidratos que produce

la

planta

durante

la

Como

tienen

un

aeróbico

toman

el

fotosíntesis. metabolismo

nitrógeno del aire presente en los intersticios molécula

del

suelo,

altamente

rompen estable

la del

F

nitrógeno gaseoso y la transforman en Foto 5: Nódulos en simbiosis con una planta de soya.

Hacienda Paraíso.

iones de amonio gracias a una enzima FINO. Verano 2005-06. presente en los bacteroides denomi -

Industrias Oleaginosas

nada “dinitrogenasa”. Más tarde el nitrógeno es incorporado a productos fácilmente asimilables, como los ureidos, que se vuelcan al sistema vascular de la planta favoreciendo así su nutrición. En el mejor de los casos todo el nitrógeno que la soya necesita puede provenir del aire gracias a la FBN realizada por los bacteriodes al interior de los nódulos.

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La mayor o menor o menor cantidad de este nitrógeno fijado esta obviamente en función a la calidad simbiótica que realiza la planta con las bacterias fijadoras de nitrógeno. Para el caso de la soya las bacterias especificas son del género Bradyrhizobium japonicum. Es factible proveerlas al cultivo a través del uso de inoculantes al momento de la siembra. Foto 6: Fotografía electrónica de una bacteria fijadora de nitrógeno.

Estos inoculantes deben estar elaborados con bacterias de probada eficiencia en los campos locales de producción, tener una concentración que permita llegar a la semilla con al menos 500.000 células vivas, almacenamiento y transporte adecuados. Condiciones de baja temperatura durante su comercialización ayudan a mantener la calidad de los inoculantes alargando su periodo de uso.

Actualmente existen en Santa Cruz dos plantas de elaboración de inoculantes rizobiaceos legalmente establecidas que tienen la capacidad de cubrir ampliamente la demanda local y que cumplen con los requisitos exigidos según Resolución Ministerial No. 208/90 del 01 de noviembre del mismo año.

La institución encargada de controlar, lote a lote, la calidad de estos productos en el departamento de Santa Cruz es la Oficina Regional de Certificación de Semillas. Las últimas campañas solo ha recibido muestras de los inoculantes FERTIMAX.

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Valorizando la fijación biológica de nitrógeno FAO (1984) reporta las cantidades de nitrógeno fijado por cultivos leguminosos para grano y forraje. Para soya indica que estas pueden ser de 60 a 168 Kg de nitrógeno por hectárea por año. Hungria, et al, (2001) citan “Reportes de investigación con el isótopo de nitrógeno (15N), que cuantifica con precisión la contribución de N al suelo, permiten asegurar que las tasas de fijación de este cultivo se sitúan entre 60 a 250 kg de N por hectárea”. En esa misma publicación los autores muestran con sus ensayos de cuantificación que la contribución del complejo simbiótico soya/bradyrhizobium oscila entre 109 a 250 Kg. de N/ha., representando del 70% al 80% del nitrógeno total acumulado por las plantas.

La soya es un grano rico en proteínas; se estima que el nitrógeno contenido en el grano representa un 6.5% de su peso. Los investigadores recién mencionados indican que para cada 1000 kg de grano producido se necesitan 80 kg de nitrógeno: 65 que se exportan del campo con los granos y 15 que quedan en raíces, tallos, hojas y vainas. Podemos valorizar esta necesidad considerando que esta se cubriría totalmente por el aporte de fertilizantes químicos.

La urea es el fertilizante químico que aporta más

nitrógeno (un 46% de su peso) y en forma más barata (320 dólares/tonelada). Producciones normales de 2 tn/ha demandan por hectárea unos 160 kg de nitrógeno, los que equivalen a casi 350 kg de urea o 112 dólares. Además, si tomamos en cuenta que la eficiencia de aprovechamiento de la urea por las plantas es de un 50 %, necesitaríamos unos 700 kg de urea por hectárea (a un costo de 244 dólares) para reponer el nitrógeno exportado en los granos.

Aun sin considerar otros costos, 244 dólares por hectárea representan casi todo el valor de mercado de esas 2 toneladas de grano: 290 dólares a 145 dólares/tn. Esto quiere decir que reponer el nitrógeno extraído en los granos con fertilizantes químicos es económicamente inviable y también que, en definitiva, el cultivo de soya en forma sostenida solo es económicamente posible por el aporte de nitrógeno barato: el ya presente en el suelo + el capturado del aire vía fijación biológica de nitrógeno.

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Foto 8: Cultivo de soya produciendo con nitrógeno del aire. Hacienda Curichi, Empresa Cereales del Este. Verano 2005-06.

Y también, cuando hablamos del ahorro del nutriente mas importante para la vida humana, animal y vegetal, cual es el nitrógeno, nos basamos en la afirmación de que para cada tonelada de grano se requieren 80 kg de nitrógeno (Campo, R. J., 2000). Como ejemplo, Bolivia el año 2001 ha exportado de sus campos 1.246.495 toneladas de soya (INE). Si con el uso de inoculantes se hubiese logrado toda esa producción con nitrógeno proveniente del aire habríamos ahorrado 99.720 toneladas de nitrógeno del suelo. En urea (46% de nitrógeno, valuada en 320 dólares por tonelada) estos valores significan unos 69 millones de dólares o el 24.3% del valor de las exportaciones de soya y derivados de ese mismo año (INE).

Si ajustamos estos cálculos a una aseveración más conservadora que plantea que la soya estaría solamente aprovechando un 50 % de su requerimiento en nitrógeno gracias a la fijación simbiótica (Nakasato, R. et al. 2004), entonces, el ahorro es del orden de 35 millones de dólares, pero estaríamos alargando al doble la capacidad productiva de los suelos al evitar que el nitrógeno se convierta en un elemento limitante para la rotación.

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Por tanto si la soya es capaz de “atrapar” nitrógeno de la atmósfera gracias a las bacterias que se proveen a través de los inoculantes (cuyo costo es bien bajo comparado a los otros insumos necesarios para este cultivo), entonces, gracias al grano de oro, estamos incorporando al suelo restos de tejido vegetal que, luego de su descomposición, estarían apoyando al mantenimiento de la fertilidad natural de los campos habilitados para cultivo.

La soya al ser parte de la rotación y mejorar o mantener la fertilidad de nitrógeno de los suelos alarga la productividad de los campos, rentabiliza el establecimiento agrícola, genera ganancias para el sistema social involucrado en la finca y, lo que es más importante, genera recursos para la nación, pues no solo se beneficia Santa Cruz o los productores naturales o afincados en Santa Cruz, también se beneficia toda la cadena distributiva desde el lugar de la cosecha hasta los puertos de exportación pasando por los sectores de transformación.

Por tanto, la poca atención a esta ventaja natural (Fijación Biológica de Nitrógeno) o la utilización de inoculantes de baja calidad, que inclusive pueden acarrear alta concentración de contaminantes, no representan otra cosa que una cada vez mayor pérdida de la capacidad de producción de los suelos, pérdida en la credibilidad de los modernos recursos tecnológicos de producción agrícola y un abuso a los productores en la región de Santa Cruz en Bolivia.

REFERENCIAS:

Campo, Rubens José & Hungria, Mariangela; 2000. Compatibilidade de uso de inoculante e fungicidas no tratamento de sementes de soja. Embrapa Soja. Circular Tecnica No 26. FAO – Food and Agriculture Organization of the United Nations. 1984. Legume inoculants and their use. Hungria, Mariangela; Campo, Rubens José & Carvalho Mendez, Iêda. 2001. Fixação Biológica do Nitrogênio na Cultura da Soja. Embrapa Soja.

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INE – Instituto Nacional de Estadística – Bolivia. www.ine.gov.bo Nakasato, Roberto; Acosta Caballero, Mauricio; Mitinori Utiamada, Carlos; Navarro, Julio Cesar; Uriona, Edwin; Porcel, Mario & Cabrera, José Antonio (editores). 2004. Fundacruz. Boletín técnico de la soya, Santa Cruz, Bolivia. Boletín No 03.

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