El Control Consciente y Constructivo del Individuo

Frederick Matthias Alexander (1869-1955) El Control Consciente y Constructivo del Individuo 1ª edición de Constructive Conscious Control of the Indiv...
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Frederick Matthias Alexander (1869-1955)

El Control Consciente y Constructivo del Individuo 1ª edición de Constructive Conscious Control of the Individual en 1923; traducción revisada en 2012 de la edición de 1992 Traducido por Conchita Forn

Introducción de Patrick J. Macdonald a la edición de 1987 Mucha gente piensa que la educación proporciona una mejora continuada, pero mientras que todo el mundo parece estar de acuerdo en que debemos tener más educación, no parece haber mucho acuerdo sobre el tipo de educación que se necesita. Alexander señaló que lo vital en la educación es que se debe enseñar a la gente a no seguir destruyéndose a sí misma mediante el mal uso de sí misma al pasar por alto lo esencial que él había descubierto o más bien, redescubierto. Creemos que nuestro siglo es el más instruido, aunque la violencia y la crueldad no están disminuyendo y aunque existen muchas teorías sobre lo que está mal, las soluciones a menudo parecen defraudar. Adquirir información y conocimiento puede que no nos beneficie tanto, si no los usamos mediante un ser que funcione bien e integrado. Alexander postuló que el uso correcto era esencial para sobrevivir. En un tiempo fue instintivo y efectivo mientras las necesidades de la vida no cambiaban; pero con el ambiente rápidamente cambiante que empezó con la civilización, la coordinación del hombre empezó a vacilar; las demandas llegaron a él más rápidamente, pero sus respuestas no cambiaron con la misma rapidez. El hombre se apartó de la naturaleza. Alexander nos ofrece los medios para utilizar nuestra inteligencia para redirigirnos a nosotros mismos hacia una respuesta correcta para vivir, permitiendo un mayor crecimiento. Aldous Huxley escribió en The Saturday Review of Literature: “El descubrimiento fundamental de Alexander fue éste: existe en los hombres y en todos los otros vertebrados, un control primario que condiciona el uso correcto de todo el organismo. Cuando la cabeza está en cierta posición respecto al tronco, entonces (es un hecho empírico) el organismo psicofísico entero funciona con su mejor capacidad natural. Cuando, por una razón cualquiera, se alteran las relaciones correctas entre cabeza, cuello y tronco, el organismo psicofísico pasa a usarse inadecuadamente.”

“Mal” y “fracaso” son sinónimos en la mente de los jóvenes y por tanto, pone obstáculos a su desarrollo. Alexander señaló que intentar hacerlo “bien” es una trampa en la que muchos de nosotros caemos enseguida, porque intentamos hacerlo sin investigar lo que realmente ocurre en el intento. Lo que generalmente ocurre es que hacemos exactamente lo mismo, pero con tensión extra; en otras palabras, lo hacemos como antes sólo que peor. La herencia suprema del hombre (frase de Alexander y título de su primer libro) es la habilidad de elegir si actuar de una forma u otra, o no actuar en absoluto. Si realmente vamos a hacer lo necesario, debemos cambiar el concepto “normal” de lo que tiene que hacerse y elegir los medios por los cuales actuamos de una manera diferente, coordinada y apropiada. El profesor John Dewey dijo: “La técnica del Sr. Alexander guarda la misma relación con la educación que la educación misma con todas las otras actividades. Contiene según mi criterio, la promesa y la potencialidad de la nueva dirección necesaria en toda educación.”

El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Introducción de Patrick J. Macdonald a la edición de 1987 Aprender a cambiar nuestros patrones habituales de pensamiento, ocupa tiempo y esfuerzo y puede ser difícil, pues el cambio es lo que disgusta a la mayoría de la gente y es lo que tiende a evitar en lugar de agradecer o buscar. La educación sobre cómo aprender y no sólo qué aprender, puede llevar a aumentar el conocimiento. La excesiva confianza en el pensamiento y el razonamiento puede ser un obstáculo en el camino hacia la verdad y según mi experiencia, enseñar a intelectuales no es necesariamente más fácil; ellos suponen que saben cómo aprender, pero a menudo no lo saben ya que encuentran dificultad en detener su razonamiento para permitir, en cambio, ocupar su lugar a una experiencia completamente nueva y desconocida. Este libro, el segundo de los cuatro libros de Alexander, trata sobre educación en ambos sentidos, amplio y reducido. Mi padre, el Dr. Peter Macdonald, después de haber sido ayudado por Alexander con una serie de clases, entendió del todo que Alexander no daba a la gente que venía a él, tratamiento médico de ninguna clase, sino que lo que les daba era reeducación mediante un proceso que desarrolla el conocimiento de su comportamiento. En 1923, dijo en la conferencia de la BMA, sección de Medicina Neurológica y Psicológica: “Su trabajo (de Alexander) debería ser incorporado en la educación de nuestros jóvenes como medicina preventiva”. PATRICK J. MACDONALD Londres, diciembre de 1986

Introducción del profesor John Dewey El principio y el procedimiento establecidos por el Sr. Alexander, son actualmente una necesidad crucial. Curiosamente, esta es la verdadera razón por la que son difíciles de entender y aceptar. Pues aunque no hay nada esotérico en su enseñanza y aunque su exposición está hecha en el inglés más sencillo, sin palabras técnicas, es difícil para cualquiera comprender toda su fuerza sin haber tenido una verdadera demostración práctica del principio funcionando. E incluso entonces, como sé por propia experiencia, su completo significado va asentándose en uno lentamente y van descubriéndose nuevos significados continuamente. Como no puedo añadir nada a la clara y completa exposición que ha dado el mismo Sr. Alexander, se me ha ocurrido que la forma más útil de hacer esta introducción, es intentando explicar dónde yacen las dificultades para entender este principio. La dificultad principal, como he dicho, radica en el hecho de que sea tan necesario. La contradicción aparente de esta afirmación es precisamente, un ejemplo del círculo vicioso que es señalado frecuentemente y tratado ampliamente en las páginas del texto. El principio es tan necesario porque en todos los asuntos que conciernen al propio individuo y a su conducta en la vida, hay una percepción sensorial y un criterio defectuosos y menoscabados, tanto de nosotros mismos como de nuestros actos que acompañan a nuestros mecanismos psicofísicos mal ajustados. Es precisamente esta conciencia pervertida la que tenemos al leer y comprender las páginas del Sr. Alexander y la que nos pone difícil el entender sus afirmaciones, así como su existencia, causas y efectos. Estamos tan acostumbrados a esto que lo damos por supuesto. Constituye, como él ha demostrado tan claramente, nuestra pauta de lo que es correcto. Influencia cada observación, interpretación o juicio nuestros. Es el factor que interviene en todos nuestros actos y pensamientos. Consecuentemente, sólo cuando los resultados de las clases del Sr. Alexander han cambiado la percepción sensorial que uno tiene y han proporcionado un nuevo nivel, de forma que las condiciones antigua y nueva pueden compararse, uno alcanza la fuerza concreta de su enseñanza. A pesar de todo el contenido de la enseñanza del Sr. Alexander, es éste el que hace prácticamente imposible para cualquiera llegar hasta él, al principio, con otra idea en el fondo que la de obtener algún alivio o remedio específico. Incluso después de adquirir un considerable grado de experiencia con sus clases, es muy posible que uno valore su método meramente por los beneficios específicos recibidos, aun cuando reconozca que estos beneficios incluyen un cambio emocional y una forma diferente de ver la vida. Sólo cuando el alumno llega al punto de poner toda su atención en el método del Sr. Alexander en lugar de en sus resultados, se da cuenta de la constante El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Introducción del profesor John Dewey influencia de su percepción sensorial. La perversión de nuestra conciencia sensorial de nosotros mismos ha llegado tan lejos, que nos falta criterio para juzgar las doctrinas y métodos que declaran tratar con el ser humano individual. Oscilamos entre la confianza en teorías generales plausibles y la confianza en testimonios de la obtención de beneficios específicos. Oscilamos entre la credulidad extrema y el escepticismo completo. Por otro lado, estamos listos para aceptar todas las reivindicaciones hechas en defensa de panaceas cuando van acompañadas de testimonios de beneficios personales y curas. Por otro lado, el público ha visto ir y venir tantas de estas panaceas que, con razón, se ha vuelto escéptico sobre la realidad de cualquier principio nuevo y diferente de fomentar el bienestar humano. Actualmente, el mundo está inundado por varios sistemas de eliminar enfermedades de las que la carne humana es heredera, como los sistemas de ejercicios para corregir la postura, métodos de curación mental, psicológica y espiritual, de forma que salvo cuando una ola emocional está recorriendo el país, la simple sugerencia de que haya una verdad fundamental en un principio poco familiar, es como tener la sensación de que una persona más, razonablemente sensible a muchas cosas, ha caído en otro de los “curalotodo” que tanto abundan. Se preguntará: “¿Cómo puede la enseñanza del Sr. Alexander diferenciarse de estos otros sistemas?” “¿Qué seguridad hay de que no sea más que uno de ellos, que quizá funcione mejor para unas personas y peor para otras?” Como réplica, si se señala los resultados beneficiosos específicos de la enseñanza del Sr. Alexander, se le recuerda a uno el hecho de que poner testimonios de esta clase puede hacerse a favor de todos los otros sistemas. El punto pues, a decidir es: ¿Qué valor tienen estos resultados y qué valor tiene juzgarlos? O también, si es una cuestión de teorías detrás de los resultados, la mayoría de los sistemas se han elaborado razonadamente y reivindican un respaldo científico o espiritual. Entonces, ¿en qué consideración fundamental difieren de estos, los principios y consecuencias de la enseñanza del Sr. Alexander? Son buenas preguntas y me parece que, probablemente, lo mejor que esta introducción puede hacer es sugerir algunos criterios simples con los que poder juzgar cualquier plan. Ciertas preguntas pueden sugerir el camino con el que encontrar estos criterios. ¿Es un sistema primariamente terapéutico, curativo, que quiere eliminar sufrimientos que ya existen o es de naturaleza fundamentalmente preventiva? Y si es preventiva más que meramente correctiva, ¿es de ámbito específico o general? ¿Trata con la “mente” y el “cuerpo” como cosas separadas entre sí o trata con la unidad de la individualidad del hombre? ¿Trata con alguna porción o aspecto de la “mente” y el “cuerpo” o con la reeducación del ser completo? ¿Quiere obtener resultados directamente tratando los síntomas o trata con las causas de las malas condiciones presentes, de tal forma que cualquiera que sean los resultados beneficiosos obtenidos, lleguen como una consecuencia natural, al menos, podría decirse, como subproductos de un cambio fundamental de tales causas condicionantes? ¿Es el modelo educativo o no-educativo una característica? Si el principio subyacente dice ser preventivo y constructivo, ¿opera desde fuera instalando algún sistema de seguridad automático u opera desde dentro? ¿Es fácil y barato o exige las energías intelectuales y morales de los individuos afectados? Si no se trata de lo último, ¿qué es esto, después de todo, sino un modelo que depende finalmente de algún truco o magia, que al curar un problema seguro que deja tras sí otros problemas (incluyendo fijaciones, inhibiciones, relajaciones, disminución de potencia de control estable e inteligente), al no tratar con causas sino sólo dirigir su operación a diferentes canales y cambiar los síntomas visibles por otros más sutiles e imperceptibles? Cualquiera que tenga en mente preguntas como las anteriores mientras lee el libro del Sr. Alexander, tendrá pocas dificultades en distinguir entre los principios subyacentes a su método educativo y aquellos de los sistemas con los que podría ser comparado y confundido. Todo buen plan debe probar su bondad, tanto respecto a las consecuencias concretas como a los principios generales. Lo que olvidamos a menudo es que estos principios y hechos no pueden ser juzgados separadamente sino relacionados entre sí. Además, mientras que cualquier teoría o principio puede ser juzgado finalmente por sus consecuencias prácticas y debe ser verificado experimentalmente mediante observación de cómo funciona, para justificar que una afirmación es científica, debe proporcionarse un método que haga evidente y observable cuáles son las consecuencias; y este método debe ser tal que garantice que las consecuencias observadas surgen realmente del principio. Y yo afirmo sin vacilar que, medida por esta regla, esto es, la de un principio que en la práctica produce consecuencias definidas y verificables, la enseñanza del Sr. Alexander es científica en el más estricto sentido de la palabra. Cumple los dos requisitos. En otras El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Introducción del profesor John Dewey palabras, el plan del Sr. Alexander satisface las demandas más exigentes del método científico. El principio o teoría del Sr. Alexander y las consecuencias observadas de su aplicación, se han desarrollado a la vez y en la relación más íntima. Ambos han surgido de un método experimental de actuación. Nunca ha elaborado una teoría para su propia causa. Este hecho ha sido ocasionalmente, una desilusión para las personas “intelectuales” que han caído subconscientemente en el hábito de depender de las galas de la terminología técnica. Pero la teoría nunca se ha apoyado en las necesidades del procedimiento empleado ni en los resultados verificados experimentalmente. Utilizando un poder de observación extremadamente sensible, él ha anotado los cambios reales ocurridos en los individuos en respuesta a los medios que él ha empleado y ha relacionado estos cambios con los reflejos habituales del individuo, anotando las reacciones debidas a la aparición de los malos hábitos establecidos, con mucho más cuidado incluso que las consecuencias beneficiosas más obvias obtenidas. Cada una de tales respuestas indeseables ha sido tratada como si se planteara un problema, a saber, el de descubrir algún método con el cual poder inhibir la aparición de estas reacciones instintivas y las sensaciones asociadas a ellas y en su lugar, poner en escena aquellos actos que proporcionarán una base para las percepciones sensoriales correctas. Cada paso del proceso ha sido analizado y formulado, cada condición alterada y cada consecuencia positiva o negativa, favorable o desfavorable, que se emplea como medio para desarrollar el procedimiento experimental, ha sido desarrollada aún más. Naturalmente, el uso de este método desarrollado ha proporcionado continuamente nuevo material de observación y análisis completo. Este proceso de desarrollo simultáneo de principios y consecuencias, utilizados como medios para probarse los unos a los otros, literalmente no tiene fin. A medida que el Sr. Alexander utilice el método, habrá un proceso que tenderá continuamente hacia la perfección. Nunca más se llegará a un nivel de perfección final como lo hace cualquier procedimiento científico experimental genuino, con su teoría y hechos que lo sostienen. Lo más llamativo de la enseñanza del Sr. Alexander es la sinceridad y cautela de reconocer que nunca ha apoyado su formulación en hechos demostrados. Por tanto, es obvio que los resultados obtenidos por la enseñanza del Sr. Alexander, están en un plano completamente diferente del de aquellos obtenidos por los diferentes sistemas que han estado tan en boga hasta que han sido desplazados por otra corriente de moda y publicidad. Muchos de ellos reivindican sistemas “curativos” y otros fenómenos específicos como evidencia de que están construidos sobre principios correctos. Incluso para medicamentos patentados pueden aportarse numerosos testimonios. Pero las teorías y los hechos concretos en estos casos, no tienen una relación genuina entre ellos. Ciertas consecuencias, las “buenas”, son seleccionadas y hechas públicas, mientras no se hace ningún intento de descubrir si ha habido otras consecuencias. Las “buenas” son creídas del todo a ciegas. No existe un método con el que se pueda demostrar qué consecuencias, si las hay, resultan del principio invocado o si son debidas a otras causas. Pero la esencia del método científico no consiste en sacar consecuencias a lo bruto; consiste precisamente en poner los medios para analizar las consecuencias en detalle. Consiste en los procesos por los cuales las causas que se usan para explicar las consecuencias o efectos, pueden ser analizadas completamente para demostrar que realmente producen estas consecuencias y no otras. Por ejemplo, si un químico señala por un lado, un grupo de fenómenos concretos ocurridos al hacer un experimento y, por otro, un grupo de principios y teorías generales elaboradas razonadamente y entonces procede a afirmar que las dos cosas están relacionadas y por tanto los principios teóricos producen los fenómenos, él hará el ridículo. Estaría claro que el método científico ni siquiera había empezado; quedaría claro que él no había ofrecido más que una afirmación. El Sr. Alexander ha desalentado persistentemente la petición de “curaciones” o cualquier otra forma de fenómeno extraordinario. Incluso ha desalentado guardar registro de estos casos. Además, si no se hubiera dedicado con toda su alma a hacer una demostración de un principio (una demostración en el sentido científico de la palabra), habría tenido enseguida su momento de fama entre los vendedores de milagros. También se ha mantenido lejos de crear un impresionante espectáculo de terminología científica y técnica de Fisiología, Anatomía y Psicología. Esa carrera también habría sido fácil y un método seguro de atraer seguidores. Como consecuencia de esta sinceridad y rectitud, mantenidas a pesar de grandes dificultades, sin desviarse por la atracción de la fama y el éxito exterior, el Sr. Alexander ha demostrado un nuevo principio científico sobre el control del comportamiento humano, tan importante como cualquier principio que nunca antes haya sido El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Introducción del profesor John Dewey descubierto en el dominio de la naturaleza exterior. No sólo esto, sino que su descubrimiento es necesario para completar los descubrimientos hechos sobre la naturaleza no humana, si estos descubrimientos e invenciones no han de terminar convirtiéndonos en sus sirvientes y en herramientas inútiles. Un científico sabe bien que sin importar cuán extenso y cabal sea su razonamiento teórico y cuán definitivamente lleve a una conclusión particular, él no estará capacitado para afirmar una conclusión hasta que haya observado realmente el hecho y hasta que sus sentidos hayan entrado en acción. Respecto a la conducta humana distintiva, nadie antes del Sr. Alexander ha considerado siquiera, qué clase de observación sensorial se necesita para probar y deducir principios teóricos. Ni mucho menos, los pensadores en este campo han desarrollado una técnica para tener el material sensorial necesario bajo control definitivo y útil. Recurrir a la sugestión, a lo inconsciente y a lo consciente, es por definición, evitar la tarea científica; igualmente, los sistemas de ejercicio puramente físico han negado toda consideración a los métodos por los cuales sus faltas son observadas y analizadas. Cuando se tiene la necesidad, por algún contratiempo concreto, de entender el significado de nuestros pensamientos y juicios sobre nosotros mismos y nuestra conducta, siempre volvemos a caer en nuestra antigua sensación de lo que está “bien”, como el Sr. Alexander ha señalado tan claramente en sus escritos. Pero esto sólo significa concretamente que lo que sentimos nos es familiar. Y mientras tengamos malos hábitos que necesiten reeducación, lo que es familiar para nuestra sensación y en nuestros actos, sólo puede ser un reflejo de los malos hábitos psicofísicos que operan en nosotros. Naturalmente, esto es precisamente como si un científico mediante un proceso de razonamiento, hubiera llegado a creer en la teoría de Copérnico y entonces para comprobar su razonamiento recurriera precisamente a aquella observación, sin añadir ni alterar nada, que ha llevado a los hombres a la teoría de Tolomeo. El avance científico depende manifiestamente del descubrimiento de condiciones para hacer nuevas observaciones bajo condiciones diferentes; en otras palabras, con métodos para descubrir por qué, como en el caso del científico, hemos tenido y confiado en observaciones que nos han llevado a error. Después de estudiar durante varios años el método del Sr. Alexander en la práctica real, me arriesgaría a decir que ha aplicado a nuestras ideas y creencias sobre nosotros mismos y sobre nuestros actos, exactamente el mismo método de experimentación y producción de nuevas observaciones sensoriales, como pruebas y medios de desarrollar el pensamiento, que han sido la fuente del progreso en las ciencias físicas; y si en cualquier otro plan se ha hecho un uso así de la percepción sensorial de nuestras actitudes y actos, si con ello se ha desarrollado una técnica para crear nuevas observaciones sensoriales de nosotros mismos y si se ha puesto completa confianza en estos descubrimientos, nunca he tenido noticia de ello. En algunos planes ha habido una llamada directa a la “conciencia” (que registra meramente malas acciones); en otros, esta conciencia ha sido olvidada completamente y en su lugar se ha confiado en los ejercicios físicos, rectificaciones de la postura, etc. Pero el Sr. Alexander ha descubierto un método para detectar de manera precisa las correlaciones entre estos dos miembros, físico y mental, del mismo todo y para crear una nueva conciencia sensorial de nuevas actitudes y hábitos. Es un descubrimiento que completa todos los descubrimientos científicos y los hace accesibles, no para abandonarlos sino para que la humanidad los utilice en fomentar nuestro crecimiento constructivo y nuestra felicidad. Nadie negaría que nosotros mismos participamos como un agente, en cualquier cosa intentada y hecha por nosotros. Esto es un axioma. Pero a lo que es más difícil prestar atención, es a lo más próximo a nosotros mismos, lo que es más constante y familiar. Y “eso” tan próximo es precisamente, nosotros mismos, nuestros propios hábitos y modos de hacer las cosas, como agentes condicionando lo que es intentado o hecho por nosotros. Gracias a la ciencia moderna, hemos dominado extensamente el uso de cosas como herramientas para conseguir resultados con otras cosas. El resultado no es otro que un estado universal de confusión, descontento y rivalidad. La herramienta principal en el uso de todas las otras herramientas (o sea, nosotros mismos), en otras palabras, nuestra propia disposición psicofísica como condición básica de nuestro empleo de todos los medios y energías, aún no ha sido estudiada como instrumentación central. ¿No es muy probable que este fracaso sea la explicación de por qué al dominar las fuerzas físicas, por las que nosotros mismos hemos estado dominados durante tanto tiempo, finalmente nos hemos vuelto incompetentes para dirigir la historia y el destino del hombre? El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Introducción del profesor John Dewey Creo que nunca antes ha habido una conciencia tan clara como la que existe hoy, del fracaso de todos los remedios y fuerzas externas al hombre individual. No obstante, una cosa es enseñar la necesidad de volver al hombre individual como el agente último de cualquier logro del género humano y la sociedad colectiva, que puede conseguir dejar de necesitar enderezar esta última condición que cualquier humanidad masificada puede alcanzar. Otra cosa es descubrir el procedimiento concreto por el cual puede ejecutarse esta tarea, que es la mayor de todas. Y esta cosa indispensable es justamente lo que el Sr. Alexander ha conseguido. No se podría haber hecho el descubrimiento ni perfeccionado el método de proceder, sin tratar con adultos que se encontraban defectuosamente coordinados. Pero no se trata de un método curativo; es uno de educación constructiva. Su verdadero campo de aplicación es el de los jóvenes, la generación en crecimiento, para que ellos puedan llegar a poseer, lo antes posible en la vida, un nivel correcto de percepción sensorial y juicio de sí mismos. Una vez que una parte razonablemente numerosa de una nueva generación llegue a estar debidamente coordinada, estaremos seguros por primera vez, de que los hombres y mujeres del futuro serán capaces de sostenerse sobre sus propios pies, dotados de un equilibrio psicofísico satisfactorio, para encajar con presteza, confianza y alegría, en lugar de con miedo, confusión y descontento, los golpes y avatares de su ambiente. JOHN DEWEY

Prefacio Ha habido una insistente demanda de este libro desde hace tiempo, particularmente de los lectores americanos de La herencia suprema del hombre y como agradecimiento he querido contribuir a nuestro conocimiento merecedor del estímulo escrito que he recibido de un amplio círculo de lectores, de la prensa y de los científicos de Australia, Inglaterra y Norteamérica. Este montón de correspondencia es de gran interés para mí, pues cada carta contiene una petición de mayor aclaración en algún punto o puntos en particular, de especial interés para el remitente de la carta. Naturalmente, es realmente imposible responder todas estas dudas en este libro, pero en lo posible, pondré ejemplos prácticos para mostrar de forma general, el principio o principios fundamentales implicados en esas preguntas, con la esperanza de que estos ejemplos ayuden a mis corresponsales a entender mejor el lado práctico de sus problemas. Tengo material suficiente para varios volúmenes y al hacer la selección, he estado influenciado por la importancia relativa del asunto en cada parte de mi tema. Por tanto, será fuente de satisfacción para cualquier lector que pueda estar desilusionado al respecto, saber que he dado la debida consideración a esta parte esencial de mi trabajo. En La herencia suprema del hombre he expuesto mi tesis junto con los procedimientos y ejemplos prácticos y a juzgar por la correspondencia recibida de mis lectores, el camino ha quedado despejado para una nueva perspectiva y para el deseo de una comprensión mejor de los medios por los cuales vivir la vida sanamente, en medio de las experiencias y rápidos cambios del siglo veinte. En este libro estoy más deseoso de responder a preguntas tan repetidas como: “¿Por qué nuestros instintos son menos fiables que los de nuestros antepasados?” “¿En qué etapa de la evolución del hombre empezó este deterioro?” “¿Cuál es la causa de nuestra inquietud actual individual y nacional?” “¿Puede usted establecer los principios que nos permitirán decidir los mejores métodos de educación para nuestros niños?” “Evidentemente su concepto de control consciente, coordinación y reeducación difiere del usual; si es así, ¿explicará usted la diferencia en su próximo libro?” Soy de la opinión de que si consigo responder a estas preguntas, habré dado un paso adelante importante para ayudar a aclarar, de una vez por todas, las dudas de cualquiera que en medio de la inquietud e insatisfacción mundial, busque honestamente la verdad en medio del montón de métodos, sistemas, “curas” y tratamientos en las esferas llamadas “física”, “mental” y “espiritual”. En relación con esto, es importante notar que los entusiastas de estos variados métodos, señalan los excelentes resultados específicos (esto es, según su idea o concepción de resultados) que apoyan sus discusiones o creencias; pero el hecho es que, a pesar de estos resultados asociados al esfuerzo humano durante los pasados quinientos años en todas las esferas de actividad terapéutica y curativa, el nivel de percepción sensorial, de la coordinación general y del uso fiable de los mecanismos del organismo ha ido disminuyendo gradualmente y sigue haciéndolo, con El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Prefacio las graves condiciones asociadas que hoy son tan evidentes. Intento tratar con un amplio rango de afirmaciones y principios de los expertos en estas esferas, aceptados más o menos en general, en un intento de demostrar a mis lectores cómo llegar a una decisión definitiva y fiable sobre qué método, sistema o “cura” puede resultar satisfactorio. Hasta cierto punto, simpatizo con todos los trabajadores de las esferas “física”, “mental” o “espiritual”, pues creo que“hay más cosas en el cielo y en la tierra (…) de las soñadas en nuestra filosofía.”1, pero siempre me ha parecido que el primer deber del hombre era y sigue siendo, entender y desarrollar aquellas potencialidades que pertenecen a la esfera de sus actividades aquí en la tierra. Por esta razón intento en este volumen, adherirme a mi primer modelo de ejemplo práctico, esforzándome en lo posible en dar una demostración de mis afirmaciones y argumentos. Me aventuro a predecir que esta fórmula demostrará cada vez más, ser la regla y no la excepción a medida que progresemos hacia un plano de guía-control consciente y constructivo. Tiene dos ventajas sobre otras fórmulas. En primer lugar, obliga al filósofo o maestro a dar al mundo procedimientos prácticos que pueden ser aplicados a las actividades reales de la vida, en lugar de conclusiones teóricas que, demasiado a menudo, no tienen sentido práctico en la vida. En segundo lugar (y esto es de la mayor importancia), transfiere su trabajo desde el dudoso campo de la opinión individual o colectiva, hasta el campo más fiable de la conclusión demostrable, teniendo en cuenta que debe dedicar años de trabajo e investigación al proceso valioso, pero difícil, de convertir en uso práctico todas y cada una de sus ideas (opiniones) originales. Este es un proceso de años, pero si al final de cada experimento da al mundo sólo aquellas ideas que ha conseguido reducir a procedimientos prácticos, desechando todas las demás, estará haciendo una gran contribución a la humanidad: estará ofreciendo experiencias prácticas en un campo en el que durante siglos poco se nos ha ofrecido, aparte de opiniones personales. Como la tesis de La herencia suprema del hombre desarrolla volumen a volumen, se verá que cubre el terreno que ha sido allanado o desbastado, según sea el caso, por los numerosos combates de los afines a las diferentes teorías que contribuyen prácticamente, a la separación en lugar de a la unidad de las potencialidades humanas; y que en el lado constructivo, proporciona principios fundamentales para la condición de unidad que, como todos estamos de acuerdo, debería ser inseparable de los procesos de la vida. El meollo de este libro representa un esfuerzo por demostrar que los mayores problemas de la actual condición de inquietud individual y nacional, necesitan para resolverse de un reconocimiento, no sólo de su unidad sino también de la unidad de las causas subyacentes. Esta referencia a mi tesis me proporciona un comienzo apropiado para exponer ante mis lectores, la dificultad que he encontrado en mis intentos por exponer de forma suficientemente clara y directa, los resultados de mis experiencias en campos poco familiares. Esta dificultad está en el hecho de que la descripción adecuada de estas experiencias, con el propósito de la aplicación práctica, necesita de palabras nuevas y de más amplio significado que el de las que disponemos. Es obvio que la palabra (o palabras) más apropiada elegida para trasmitir una idea, resultará inadecuada para expresar el conjunto, después de que un elemento nuevo se haya añadido a la idea. En tal caso, nos vemos forzados a utilizar o bien una palabra (o palabras) inadecuada, o bien a fabricar una con la intención de expresar adecuadamente la idea ampliada. La ampliación de ideas es la avanzadilla del avance humano. La transmisión del conocimiento de las ideas ampliadas mediante palabras habladas o escritas, necesita urgentemente del reconocimiento del hecho de que las ideas ampliadas necesitan palabras nuevas que expresen adecuadamente, tanto el pensamiento o pensamientos originales como los nuevos pensamientos implicados. Este libro es, en realidad, el segundo volumen de La herencia suprema del hombre y lo he titulado El control consciente y constructivo del individuo. En él ofrezco argumentos constructivos y un plan constructivo y el hecho de que me haya permitido libremente la crítica destructiva, no afecta esta afirmación, pues una consideración de las necesidades y propósitos de este libro, revela finalmente que esto es una necesidad. Se verá que mi crítica está dirigida, únicamente, a lo que 1 Nota de CF: William Shakespeare, Hamlet, acto I, escena 5, línea 168.

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Prefacio yo considero un obstáculo para nuestro progreso hacia un plan constructivo de vida y educación. La preparación de la transcripción de este libro ha resultado ser una tarea muy difícil, en la que he necesitado considerable asistencia y aprovecho esta oportunidad para expresar mi gratitud al profesor John Dewey por las valiosas sugerencias que hizo tras leer el manuscrito; a mis ayudantes, las Srtas. Ethel Webb e Irene Tasker por su valiosa ayuda y su incansable devoción al trabajo de revisar y preparar la transcripción para su publicación; al Dr. Peter Macdonald y al Reverendo W.G. Pennyman por ayudarme leyendo el manuscrito y su crítica; a la Srta. Mary Olcott por hacerse cargo de la responsabilidad de la corrección de las galeradas; y a las Srtas. Edith Lawson y Carla Atkinson por su ayuda con las galeradas y mecanografiado. Con todos y cada uno de ellos tengo una profunda deuda de gratitud. F. MATTHIAS ALEXANDER 16 Ashley Place, Westminster, Londres

Prefacio a la edición de 1955 El género humano está hoy acorralado. En el mundo fuera de sí mismo, sus planes y modelos no han funcionado como él esperaba. Teorías y creencias sostenidas fielmente han suspendido el examen de la práctica real. Por eso no es irrazonable concluir que incluso si las bases de esas teorías y creencias fueran firmes, la reacción del hombre al ponerlas en práctica le ha llevado a error y al consiguiente fracaso. Una cosa es cierta. Cada paso en el puente entre la teoría con sus creencias asociadas y la práctica depende del elemento humano, pues es la naturaleza de la reacción del individuo ocupado en hacer este puente (ejecutar el plan o teoría), lo que determinará la medida del éxito o fracaso. Por tanto, la consideración más importante al construir el puente entre la teoría y la práctica, es el aspecto del individuo, particularmente el aspecto sensorial. La forma de uso y funcionamiento de los mecanismos psicofísicos responsable de sus reacciones al hacer las actividades requeridas para construir este puente (como para todas sus actividades) depende de la naturaleza del registro de sensaciones y experiencias y cuando este registro es fiable, las creencias y juicios resultantes lo serán también, pero no en caso contrario. La gran estimación que tengo de la parte desempeñada por el sensorio humano en el uso y funcionamiento de sí mismo, quedará clara en este libro, pues sus cuatro partes están dedicadas a la percepción sensorial en relación con el desarrollo evolutivo del hombre, el aprender a hacer y la felicidad. En un pasaje interesante de mi libro El uso de sí mismo, Sir Arthur Eddington señala que la creencia religiosa se basa en la experiencia, pero sigue admitiendo que “hay algo de ilusión” y que no “toda experiencia debe tomarse como valor de curso legal”. Por tanto, puede ser interesante y valioso considerar el uso y funcionamiento del sí mismo humano que hace posible el registro de la experiencia en la que se basan las creencias religiosas y otras creencias. Es cierto que sin el funcionamiento del sensorio humano, este registro no sería posible y por tanto, se verá lo completamente esencial que es que el sensorio humano funcione como un registro fiable, para minimizar el efecto de la ilusión sensorial en la formación e imposición de la validez de las creencias de las que dependen nuestro juicio de la realidad. La naturaleza de este funcionamiento determina la naturaleza de este registro y esta, a su vez, determina la naturaleza de la experiencia sobre la que se basa la creencia y es por tanto, precursora de todo lo que finalmente aceptamos como realidad según nuestro juicio. Si los líderes de la vida religiosa en el pasado y los profetas hubieran dado el reconocimiento debido a esto al imponer la naturaleza y valor de las experiencias sobre las que deben basarse su religión y otras creencias, sus seguidores no habrían caído tan frecuentemente en el error de confundir ilusión con realidad. En cambio, podrían haber tenido experiencias desconocidas muy lejos del presente límite de la concepción humana de la experiencia, al igual que pasaron de lo inconsciente a lo consciente al cambiar y mejorar el uso y funcionamiento del sí mismo humano. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Prefacio a la edición de 1955 En relación con esto, creo que puede ser de interés general el siguiente pasaje de El pensamiento y carácter de William James2 de Ralph Barton Perry que muestra la actitud de William James hacia la experiencia sensorial. El profesor Perry escribe: “Al hablar primero de la sensibilidad de James, no me refiero a su susceptibilidad al sentimiento o emoción sino a la agudeza de sus sentidos, la prolijidad y riqueza de la experiencia que recibe a través de ellos y la prominencia de esa experiencia y de su motivo subyacente en su vida como un todo. ... Sus escritos psicológicos testifican su discriminación de las sensaciones orgánicas. Teniendo una alta dotación sensual y estando ávido de experiencia sensorial, no es sorprendente que él hubiera sentido que tal experiencia transmitía la auténtica revelación de la realidad. Es la callada pero fundamental premisa de toda su metafísica, que él sólo puede hablar con autoridad del universo que está más a tono sensitivamente con esto. La metafísica es una aprehensión de la realidad en su aspecto más próximo y vital, o un escuchando para oír 'el pulso latir'. Cuando dijo que 'no encontraba motivo para sospechar siquiera, la existencia de ninguna realidad de más alta denominación que la clase distribuida, enfilada y corriente de realidad en la que nosotros, seres finitos nadamos', estaba poniendo su última confianza en el sensorio humano.”

Esto es particularmente interesante para mí porque un miembro de la profesión médica, un amigo íntimo de William James, se ha interesado lo suficiente en mi trabajo para persuadirle de venir a dar clases conmigo en Londres. Desdichadamente, circunstancias repentinas interfirieron con este plan, así que no tuve el placer y el honor de contarle entre mis alumnos. Para mí esto ha sido una gran pena, pues por lo que este amigo me ha contado, no había duda de que se podía haber hecho mucho para ayudarle a aumentar su experiencia, con recursos que contribuirían a recuperar la integridad de los procesos sensoriales que estaban más o menos dañados y proporcionar los procesos psicofísicos que activarían su “alta dotación sensual” bajo control consciente, permitiéndole así construir el puente entre el modo de vida instintivo y el consciente. Me atrevo a afirmar esto gracias al conocimiento que he ganado con la evolución de mi técnica, primero enseñándome a mí mismo y luego en mi larga experiencia enseñando a los demás. A medida que mi técnica evoluciona, se hace cada vez más claro que con sus procedimientos se puede entrar en contacto con lo desconocido, porque la condición mejorada del funcionamiento psicofísico conseguida, no es el resultado de trabajar para un fin (lo conocido) concebido y dirigido previamente, sino que emerge como resultado indirecto del empleo de medios razonados por los cuales se alcanzan las condiciones mejoradas en el uso de sí mismo (lo desconocido). Este resultado no se obtiene induciendo el autohipnotismo o por pura casualidad, como por ejemplo, al entrar en contacto con una influencia externa, personal o de otra clase, o por la posesión de alguna aptitud natural (reacción habitual) apropiada para producir cierto resultado deseado. En todos estos casos, se confía en el instinto en lugar de en el pensamiento y en los procesos de razonamiento, mientras que “razonando desde lo conocido hacia lo desconocido” como en mi técnica, se confía en el empleo consciente de medios que cumplen leyes biológicas, fisiológicas, etc. conocidas por nosotros; también la observación de fenómenos de causa y efecto puede verificarse según el estricto método científico, para que como el Dr. Dewey escribe en su Introducción, “las causas que se usan para explicar las consecuencias o efectos, pueden ser analizadas completamente para demostrar que realmente producen estas consecuencias y no otras”. Hoy no conozco a ninguna persona que dude de que si el hombre ha de evolucionar en la dirección correcta, debe salvarse el hueco entre el control instintivo y el consciente de sí mismo, para salvar “el espacio entre la teoría idealista y la práctica real”. Durante los últimos cincuenta años, he tenido la experiencia única de ayudar a hombres y mujeres en muchos caminos de la vida a hacer esto, empleando sus procesos de razonamiento consciente para cambiar y mejorar su sensorio humano y así pasar de las experiencias conocidas (erróneas) a las desconocidas (correctas) del uso de ellos mismos. Además y lo más importante, el prerrequisito para cada paso de este proceso fue la recuperación de la integridad del sensorio humano, sin el cual un ser humano no podría registrar la experiencia para poder 2 Volumen II, páginas 682-3, citado por gentileza de Brown & Co., Boston, 1935.

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Prefacio a la edición de 1955 comprobar su validez. La perfidia de la percepción sensorial de la gente de nuestro tiempo es demostrable y resultará ser extrema por la cantidad rápidamente creciente de gente afligida por tendencias llamadas “mentales” y criminales. Poca gente aceptaría como íntegras las experiencias que les relatara cualquier persona que fuera un caso llamado “mental” y por la misma razón debemos ser sensatos y no aceptar “por la cara” las experiencias de nadie o confiar implícitamente en el juicio y las conclusiones basadas en estas experiencias, si no tenemos una buena razón para creer que el sensorio de esa persona es una guía íntegra para el funcionamiento y el registro de impresiones. Resumiendo, lo anterior lleva al punto de fricción entre los partidarios de la ciencia y los de la religión; los de la ciencia encontrándolo mal porque quieren la “verificación operativa” de las experiencias de lo desconocido sobre lo que la fe religiosa se basa, y los partidarios de la religión proclaman que muchas de sus experiencias, aunque no sean verificables objetivamente, no deben por ello ser rechazadas por los científicos, pues no son menos reales. Ruego seriamente que se preste una consideración imparcial a la educación que he defendido, para conseguir experiencias desconocidas en la mejora del uso de sí mismo. Es una educación igual para adultos que para niños y trata sobre la mejora de la naturaleza de su percepción sensorial como entrenamiento esencial para un registro más íntegro de otras experiencias cualesquiera que puedan tener, minimizando así su riesgo actual de caer en el error incluso si ellos heredan unas “dotes sensibles altas” como las que el profesor Perry nos cuenta que poseía William James. Es cierto que la dependencia de la reacción instintiva cubre las necesidades del reino animal; pero la crisis mundial de nuestros días sirve para demostrar que tal dependencia ya no cubre las necesidades del hombre cuando intenta trasladar a la práctica sus teorías idealistas para su propia mejora, crecimiento y progreso. F. MATTHIAS ALEXANDER16 Ashley Place, London, S.W.1.

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EL CONTROL CONSCIENTE Y CONSTRUCTIVO DEL INDIVIDUO Dedicado a la memoria de mi madre

1ª parte: La percepción sensorial en relación con el desarrollo evolutivo del hombre 1.1 La guía-control subconsciente es insuficiente para los rápidos cambios de la vida civilizada En interés de los lectores que puedan no estar familiarizados con la tesis de mi primer libro, La herencia suprema del hombre, quiero señalar que los argumentos allí establecidos afirmaban que los seres humanos no pueden progresar satisfactoriamente en la civilización, mientras permanezcan dependientes de la guía-control subconsciente (instintivo); esto es debido a que en la civilización (un plan de vida en el que los cambios ambientales han ocurrido y continúan ocurriendo más deprisa que en la etapa incivilizada) la continua dependencia del hombre precisamente de esta guía-control subconsciente ha provocado, directa o indirectamente, el desarrollo gradual de imperfecciones y defectos en el uso del organismo humano. El efecto de estos rápidos cambios sobre una criatura que hasta entonces sólo había experimentado cambios ambientales lentos y graduales y aún se guiaba y controlaba subconscientemente, difícilmente pudo resultar peligroso considerando que muchos de sus instintos3, como consecuencia de estos cambios, siguieron siendo útiles, mientras que muchos de los nuevos instintos que se desarrollaron durante su rápido intento de alcanzar las nuevas demandas de la civilización, demostraron no ser fiables. La falta de fiabilidad aumentó con el paso del tiempo, hasta que una minoría observadora se dio cuenta del gradual pero muy serio deterioro que, desgraciadamente, reconocieron únicamente como deterioro físico, e intentaron corregir mediante “ejercicios físicos” aquello que debió ser considerado un momento psicológico en el desarrollo humano. Para todos aquellos preocupados por la urgencia de los problemas actuales, el interés en lo anterior se centra en el hecho de que el hombre ha sido y sigue siendo incapaz de adaptarse con suficiente rapidez a los cambios cada vez más rápidos que provoca el plan de vida que llamamos civilización. Creo que en general, se admite que los resultados del intento del hombre para adaptarse a este plan de vida, como se manifiesta hoy en el aspecto general del organismo de la criatura humana y en la aplicación de este organismo a todas las actividades de la vida, son insatisfactorios y mayoritariamente frustrantes. Sólo es necesario leer los periódicos para darse cuenta del aumento de crímenes, del desequilibrio del pensamiento humano y su actividad en todas las esferas, de los métodos de “ensayo y error” de nuestros dirigentes en sus esfuerzos de reforma en política, condiciones sociales, industria, religión y educación, para estar firmemente convencidos del fracaso relativo de nuestro plan de vida y de la negligencia de las diferentes instituciones implicadas. Entonces, para llegar a las conclusiones correctas relativas al fracaso relativo del hombre para adaptarse satisfactoriamente a las condiciones cambiantes de la civilización, será necesario hacer un examen y comparación de los procesos evolutivos conseguidos en la etapa salvaje y aquellos que son operativos en la etapa civilizada actual. 3 La palabra “instinto” se utiliza en este trabajo para indicar los hábitos establecidos, heredados o desarrollados. Como escribí en La herencia suprema del hombre (capítulo 2.4): “Defino instinto como el resultado de las experiencias psicofísicas subconscientes del hombre acumuladas en todas las etapas de su desarrollo, que continúa con nosotros hasta que, individual o colectivamente, alcanzamos la etapa del control consciente”.

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La guía-control subconsciente es insuficiente para los rápidos cambios de la vida civilizada En este punto, quiero aclarar el sentido en el que utilizo la palabra psicofísico. El término psicofísico se utiliza aquí y en todos mis trabajos para indicar la imposibilidad de separar las operaciones “físicas” y “mentales” en nuestra concepción del funcionamiento del organismo humano. Como escribí en La herencia suprema del hombre4, “en mi opinión las dos deben considerarse enteramente interdependientes e incluso más firmemente entrelazadas de lo que implica tal frase.” Por consiguiente, utilizo el término actividad psicofísica para indicar todas las manifestaciones humanas y mecanismo psicofísico para indicar el instrumento que hace posible estas manifestaciones. Sin embargo, no debe considerarse que la actividad psicofísica implica siempre una acción y reacción iguales de los procesos a los que se refiere, porque, como espero demostrar, la historia del desarrollo de las etapas del hombre revela manifestaciones de actividad humana que, en ciertas etapas muestran una preponderancia del lado llamado “físico”, mientras en otras etapas la preponderancia está en el lado llamado “mental”. Me veo forzado a utilizar las palabras “físico” y “mental” aquí y en todos mis argumentos porque no hay otras palabras que expresen adecuadamente las manifestaciones de la actividad psicofísica presentes en las diferentes etapas y no en el sentido de que lo “físico” y lo “mental” puedan separarse. Quiero además aclarar que cuando uso la palabra “mental”, debe entenderse que representa todos los procesos o manifestaciones que se reconoce generalmente que no son enteramente “físicos” y viceversa, la palabra “físico” representa todos los procesos o manifestaciones que se reconoce generalmente que no son enteramente “mentales”.

1.2 Comparación del proceso evolutivo en los estados salvaje y civilizado En primer lugar, es importante recordar que los procesos relativos al desarrollo operaban muy despacio durante las etapas evolutivas5 del animal y del salvaje; incluso los expertos nos aseguran que al proceso evolutivo le costó millones de años producir al animal y no digamos al salvaje. Cada nueva etapa de desarrollo fue el resultado de las experiencias sufridas por la criatura en el proceso de satisfacer sus nuevas y diferentes necesidades aparecidas durante su progreso desde la etapa salvaje a la civilizada, y probablemente fueron necesarios años de repetición de estas experiencias para establecerlas como lo que se entiende por instinto, pues en un plano subconsciente de desarrollo, la repetición continuada es esencial para el establecimiento de la precisión instintiva. Obedeciendo a la ley fundamental de la supervivencia, el animal y el salvaje estaban obligados día a día, a utilizar sus mecanismos para asegurarse la comida y bebida necesarias para su existencia y para desbaratar los planes de sus enemigos comunes. Los procesos evolutivos asociados con estas variadas experiencias, esenciales para la existencia y el desarrollo continuados del organismo, aseguraban aquella relativamente deseable combinación en la actividad humana, de un uso adecuado y correcto6 del organismo psicofísico como un todo, junto con un uso adecuado, al mismo tiempo, de las partes de ese organismo. Esto significó que la criatura alcanzó la etapa de desarrollo a la que nos referiremos como el principio de la civilización, dotada con mecanismos que funcionan subconscientemente siguiendo los dictados del instinto, que era producto de experiencias obtenidas en una etapa anterior en relación con los procesos evolutivos que hemos descrito. En esta temprana etapa, la criatura podía cubrir satisfactoriamente las demandas que se le hacían, mediante el uso subconsciente de los 4 Nota de CF: capítulo 1.4. 5 La palabra “evolución” se utiliza en este libro para indicar todos los procesos implicados en el avivamiento de las potencialidades de la criatura en las diferentes etapas de crecimiento y desarrollo, y que son necesarios para obtener el éxito en sus intentos de satisfacer las diferentes necesidades de un entorno siempre cambiante y alcanzar un plano de control consciente y constructivo del organismo del individuo. 6 Cuando utilizo términos como “adecuado” y “correcto” en relación con la forma de utilizar el organismo psicofísico, debe entenderse que indican las condiciones de funcionamiento psicofísico que son las mejores en un momento dado, para el funcionamiento del organismo como un todo.

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Comparación del proceso evolutivo en los estados salvaje y civilizado mecanismos necesario, pues sus necesidades permanecían prácticamente iguales en un entorno raramente cambiante, y en este entorno relativamente estático era capaz de cubrir satisfactoriamente una necesidad mediante las fuerzas lentamente operativas a sus órdenes. Pero los intentos de la criatura de satisfacer las demandas de la etapa civilizada, pedían un grado de desarrollo de sus potencialidades cada más alto. Aquí su problema principal surgió del hecho de que su entorno continuaba cambiando a un paso cada vez más rápido y que estos cambios trajeron consigo un desarrollo más rápido de nuevas necesidades. La respuesta al estímulo resultante de estas nuevas necesidades, debía ser una respuesta mucho más rápida que ninguna otra en su experiencia previa, para poder progresar en el crecimiento y desarrollo bajo el plan de la civilización, incluyendo necesidades cada vez mayores y pidiendo una velocidad correspondientemente aumentada de la respuesta a los estímulos. Además (y esto es de la mayor importancia), las demandas sobre los procesos psicofísicos, llamados generalmente procesos mentales que le eran relativamente poco usuales, estaban destinadas a aumentar muy rápidamente, mientras que las demandas sobre los procesos psicofísicos, llamados generalmente procesos físicos que estaban relativamente muy desarrollados en ella, estaban destinadas a disminuir y sus esferas de actividad a volverse realmente cada vez más limitadas con el paso del tiempo. Estas experiencias indican que para cubrir satisfactoriamente las nuevas demandas de la civilización, era esencial que el hombre adquiriera un nuevo modo de dirección-control de los mecanismos del organismo psicofísico como un todo, mecanismos que en la etapa salvaje habían mantenido, por necesidad, un alto grado de coordinación para poder utilizarlos para asegurar la comida diaria de la criatura y para alcanzar las grandes demandas “físicas” de este modo de vida. Esto sirve para indicar que en algún periodo de su proceso evolutivo, la criatura humana debe haber alcanzado un momento psicológico para pasar del plano de control subconsciente al consciente. El cambio desde un plano de control subconsciente a uno consciente, habrá involucrado un conocimiento por parte del hombre, de los medios por los cuales sería capaz de dominar una dirección-control consciente de razonamiento de sus mecanismos psicofísicos en todas las actividades. Con este conocimiento, la criatura humana habría tenido alguna oportunidad de cubrir satisfactoriamente las necesidades en aumento de su entorno siempre cambiante y de dominar un crecimiento y desarrollo continuos del organismo mismo, ese maravilloso instrumento psicofísico que tiene en sí mismo las potencialidades para satisfacer tales demandas. Desdichadamente, el proceso de razonamiento de “los medios por los cuales” para la obtención de sus “fines”7, evidentemente no fue establecido adecuadamente como un hábito en la criatura humana en este momento psicológico de su desarrollo, ya que una consideración de “los medios por los cuales” relativos a su 7 Debido a las numerosas preguntas recibidas de los lectores de La herencia suprema del hombre, creo que muchas personas no tienen claro lo que significan las expresiones “medios por los cuales” y “obtención del fin”. Para intentar aclarar el significado, señalaré que siempre que una persona quiere alcanzar un “fin” particular (incluso si este “fin” es el desarrollo de potencialidades o la erradicación de defectos, peculiaridades o mal uso) su procedimiento estará basado en uno o dos principios que he llamado principios de la “obtención del fin” y de los “medios por los cuales”. El principio de la “obtención del fin” es un procedimiento directo por parte de la persona que se esfuerza en alcanzar el deseado “fin”. Este procedimiento directo está asociado con la dependencia de la guía-control subconsciente, llevando, en los casos en que hay presente una mala coordinación, a un uso insatisfactorio de los mecanismos y a un aumento de los defectos y particularidades ya existentes. El principio de los “medios por los cuales”, en cambio, es una consideración razonada de las causas de las condiciones presentes y un procedimiento indirecto en lugar de directo por parte de la persona que se esfuerza en alcanzar el deseado “fin”. Este procedimiento indirecto es aquella actividad psicofísica asociada a la guía-control consciente constructiva y al consiguiente uso satisfactorio de los mecanismos que establecen las condiciones esenciales para el aumentado desarrollo de potencialidades. Bajo estas condiciones, los defectos, peculiaridades y mal uso probablemente no estarán presentes en el organismo. En relación con esto quiero que se entienda que en este libro utilizo el término guía-control consciente para indicar, principalmente, un nivel a alcanzar más que un método para alcanzarlo.

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Comparación del proceso evolutivo en los estados salvaje y civilizado desarrollo bajo las condiciones del salvaje, le habrían llevado a la debida consideración de estos “medios por los cuales” relativos a un desarrollo satisfactorio bajo condiciones civilizadas y entonces se habría dado cuenta de que las demandas que se le hacían en la etapa civilizada debían necesariamente ser diferentes de muchas maneras, de aquellas que se le hacían en la etapa salvaje. Si bien era deseable que el cambio desde el plano de control subconsciente al consciente hubiera tenido lugar, es evidente que el hombre no había alcanzado ese estado avanzado de la evolución que le habría hecho posible efectuarlo. Sin embargo, la experiencia nos dice que con el avance de la civilización, las condiciones han cambiado continuamente volviéndose cada vez más complejas y el método psicofísico fundamental del hombre para adaptarse a esas condiciones cambiantes ha permanecido igual, con los resultados insatisfactorios y frustrantes a los que me he referido.

1.3 Complejidad y complicaciones de la vida civilizada La gente intenta justificar las dificultades de la vida civilizada diciendo “¡La vida es tan compleja!”. Esto significa que aunque es consciente de la presencia de una ansiedad y una tensión indebidas, en su mayor parte está preparada para aceptar la situación y, consecuentemente, vivir con la convicción de que una complejidad creciente es el resultado natural de la vida civilizada. En lo que falla es en reconocer que esta condición es el resultado de los mal meditados intentos propios o ajenos, de conseguir un fin para superar las dificultades encontradas durante el proceso de la civilización. Esto sirve para demostrar cómo el egoísmo del ser humano corriente se ha desarrollado fuera de toda proporción con respecto al grado de esfuerzo provechoso que puede legítimamente reclamar para sí mismo. Sin embargo, este hecho raramente parece alcanzar su esfera de conciencia y de ahí lo improbable de que reconozca sus propios defectos individuales, lo que le habría llevado a intentar alcanzar ese estado deseable de conciencia y razonamiento, en el que habría nacido en él la convicción de que La falta, querido Brutus, no está en las estrellas, Sino en nosotros,

no está en la complejidad del plan de la civilización sino en nuestra actitud irrazonable hacia sus demandas, una actitud asociada con una dependencia continuada de la guía-dirección subconsciente en nuestros intentos de “obtener el fin” para alcanzar esas demandas. La condición prevaleciente de ansiedad y tensión provocada por estos intentos, daña al organismo como una unidad y si sigue aumentando tan rápidamente como en el pasado, probablemente puede predecirse que minará nuestras reservas como la peor forma de desarreglo orgánico y perversión cinestésica. Verdaderamente, podríamos decir que ya se ha alcanzado un peligroso estado de perversión y engaño, cuando los intentos de resolver todos los problemas de la vida parecen demandar complejidad en lugar de simplicidad de procedimiento. Incluso alcanzamos un estado en el que los más simples “medios por los cuales” se vuelven de la más difícil ejecución. Un ejemplo muy interesante en relación con esto, ocurrió en mi experiencia como maestro: un hombre muy conocido por sus logros científicos tuvo grandes dificultades durante varios días con un simple problema práctico de psicomecánica concerniente a su reeducación; cuando vino a clase una mañana me dijo: “Ahora ya sé cuál es nuestro problema. ¡Este trabajo suyo es demasiado simple para nosotros!”. De hecho, la complejidad introducida innecesariamente en el acto de vivir en general, es igualada únicamente por la complejidad con que nos formamos individualmente en nuestros intentos por alcanzar logros en esferas específicas como por ejemplo, en la esfera de la educación (en su sentido más amplio, en aprender algo o en aprender a hacer algo) y también en cualquier proceso autodidacta. Todos los actos relacionados con aprender algo o aprender a hacer algo, demandan actividad psicofísica y el grado de eficiencia en estas esferas depende, en cada caso, del nivel de la criatura en el empleo satisfactorio del sí mismo

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Complejidad y complicaciones de la vida civilizada psicofísico en la ejecución de estos actos. Por ejemplo, el niño o adulto imperfectamente coordinado8, probablemente no podrá alcanzar el nivel de funcionamiento efectivo disfrutado por el niño o adulto satisfactoriamente coordinado. El primero tendrá dificultades que no asediarán al último. En el caso del niño o adulto imperfectamente coordinado, puede decirse que tiene serias complicaciones en sus psicomecanismos; en otras palabras, el funcionamiento mecánico de las estructuras del organismo es incorrecto y por lo tanto, las complicaciones y dificultades son inevitables. Por lo contrario, en el caso del niño o adulto satisfactoriamente coordinado, el funcionamiento mecánico de las estructuras del organismo no es complicado sino complejo, en el sentido en que aunque hay presentes un gran número de factores o medios relacionados entre sí (como las diferentes partes en el mecanismo del motor de un automóvil), el acto de utilizarlos (como el acto de conducir un coche o cualquier otra máquina que funcione bien) es uno y simple. La actividad psicofísica satisfactoria depende de estructuras psicomecánicas que son complejas, pero cuyo funcionamiento mecánico no resulta complicado hasta que el mecanismo se estropea. Tomemos por ejemplo, el simple acto de aprender a escribir. En el caso del alumno mal coordinado medio, estarán presentes ciertos factores (en cuyo detalle entraremos más tarde) que dificultarán aprender a escribir, volviéndolo un proceso relativamente complicado. Por muy experto que sea el maestro, el alumno no posee el equipamiento psicofísico que le permitiría sacar partido de las instrucciones que le dan. Su primer intento de seguir las instrucciones revelará defectos y los siguientes intentos, nuevos defectos. Cada petición del maestro para que haga algo y cada orden para que no haga otra cosa, significa la creación de una serie de actos psicofísicos específicos hacia el “fin” concreto (aquí, aprender a escribir). Esto significa que aunque puede conseguirse el “fin”, el resultado como una unidad no será tan satisfactorio como debiera, pues nada se habrá hecho durante la reeducación en un sentido general para corregir las condiciones de mala coordinación relacionadas con el uso y el control de los mecanismos utilizados en el acto de escribir. En el esfuerzo por superar los impedimentos correspondientes, el maestro construye para el alumno un procedimiento complicado para obtener el “fin” específico. El acto de escribir necesita una direccióncontrol correcta en el uso de los dedos, muñeca y brazo, y el nivel de éxito alcanzado en estos particulares depende del uso coordinado de los mecanismos en general.9 El uso coordinado del organismo significa que hay un control satisfactorio de un mecanismo complejo. En un razonado plan de vida, la criatura humana estaría disfrutando de un uso coordinado de todo el organismo y relativamente, no tendría que salvar impedimentos como los que hemos indicado. El alumno tendría a sus órdenes un organismo psicomecánico satisfactorio, es decir, poseería el equipamiento psicofísico necesario para la pronta asimilación de las instrucciones del 8 La palabra coordinación se utiliza generalmente en un sentido estrecho y limitado, como con las palabras relajación, reajuste, reeducación. En vista de lo cual, considero necesario dar una idea del sentido más amplio con el que se la utiliza en este trabajo. Utilizo la palabra coordinación, tanto en su concepto como en su aplicación, para comunicar la idea de coordinación en un sentido general y no específico. La coordinación específica de cualquier parte específica del organismo, tal como los músculos del brazo o de la pierna, puede conseguirse mediante un procedimiento directo, durante el cual, no obstante, nuevos defectos en el uso del organismo en general serán ciertamente cultivados, mientras otros ya presentes se volverán más pronunciados. Estas perniciosas condiciones no se cultivarán si la coordinación específica se consigue mediante un proceso indirecto que incluye, en primer lugar, la coordinación general del organismo psicofísico, es decir, una condición integrada en la que todos los factores continúan teniendo un uso psicomecánico satisfactorio. Esta distinción entre lo específico y lo general se aplica también a los términos reajuste, relajación y reeducación como los utilizo en este libro, pues con la reeducación general los defectos específicos son erradicados en el proceso. 9 Como escribí en La herencia suprema del hombre (capítulo 1.7) en relación con el dibujo: “Cualquier observador atento y aplicado que vea el movimiento y la posición de los dedos, mano, muñeca, brazo, cuello y cuerpo en general de esos niños durante los diferentes intentos de dibujar líneas rectas o curvas, no podrá dejar de notar la falta de coordinación entre esas partes. Probablemente los dedos intentarán hacer la tarea del brazo, la espalda estará encorvada, la cabeza girada hacia un lado. En resumen, las energías están siendo proyectadas a partes del mecanismo que tienen poca o ninguna influencia en la ejecución del deseado acto de dibujar y el mero despilfarro de la proyección de tales energías por sí solo es casi suficiente para anular el propósito pretendido.”

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Complejidad y complicaciones de la vida civilizada maestro y si esas instrucciones fueran correctas, su asimilación permitiría al alumno razonar los “medios por los cuales” llegar al “fin” deseado, lo que se conseguiría del modo simple y fácil característico de todo buen logro.

1.4 Reconocimiento y satisfacción de las necesidades esenciales relativas al progreso evolutivo Anteriormente he intentado señalar la urgencia de los problemas relativos al progreso evolutivo de la criatura humana (una urgencia generalmente aceptada) y puede ser útil en este punto considerar los “medios por los cuales” psicofísicos de tal progreso. El progreso evolutivo satisfactorio necesita un avance continuado en la actividad psicofísica individual, de etapa en etapa de cultura y desarrollo. El primer deseo o necesidad relacionada con esto, es aquel deseo o necesidad individual que es el estímulo para el desarrollo de aquellas potencialidades psicofísicas que permiten a la criatura lograr satisfactoriamente las demandas de los procesos esenciales para satisfacer la necesidad. El adecuado desarrollo de estas potencialidades, connota un nivel satisfactorio de uso coordinado del organismo. Es obvio que una persona que está satisfecha con su posición actual en el plano evolutivo, con sus actuales ideas, opiniones, modo de vida etc., no tendrá el deseo ni sentirá la necesidad de cambiar las condiciones que, consciente o subconscientemente, juzga satisfactorias. Todo avance se asocia, sin embargo, con el descubrimiento y la aceptación de ideas, principios, modos de vida, etc. nuevos para el individuo. Nadie que tenga el deseo de continuar viviendo influenciado únicamente por experiencias psicofísicas pasadas y que recusa conscientemente buscar y adquirir nuevas experiencias, puede esperar ningún avance real en el plano evolutivo. En tal caso están presentes obstáculos tales como poca perspectiva, rigidez, miedo indebido a cambios psicofísicos, falta de razonamiento en la esfera de la guíacontrol, etc., que tienden todos ellos a evitar al sujeto concebir, ver o aceptar nada fuera de sus experiencias actuales, siendo estas experiencias la suma total de las experiencias heredadas (representadas por sus instintos de raza), más sus relativamente limitadas experiencias personales de la vida diaria. El establecimiento de las condiciones psicofísicas aquí señaladas, significa que en la actividad diaria de la criatura humana se han desarrollado subconscientemente, unos cuantos vicios en el uso de sí mismo y como resultado, tarde o temprano, muchos individuos se darán cuenta de la presencia de algunos defectos. Es probable que sólo uno entre veinte de esos defectos alcance alguna vez la esfera consciente y no sólo el individuo continúa existiendo dentro de una zona de peligro de defectos psicofísicos de la que él no es consciente sino que, a su vez, estos impiden su progreso.

1.5 La mente dispersa reconocida como defecto. Su relación con la supervivencia El defecto que el individuo reconoce es aquel que interfiere con sus actividades inmediatas fuera de sí mismo, por ejemplo al leer o cuando intenta aprender algo o aprender a hacer algo y de hecho, el defecto que se ha reconocido que interfiere más que otros, es aquel que concierne a su falta de habilidad para, como diría él, “centrar su mente” en el trabajo particular del que se ocupa en ese momento; en otras palabras, el defecto que se conoce como “mente dispersa”.10 Pero, ¿qué es la “mente dispersa”? Para intentar responder esta pregunta, empezaremos considerando los procesos psicofísicos relativos a la dirección-control de la criatura humana en la muy importante esfera de su supervivencia. 10 Nota de CF: o “pérdida de atención”.

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La mente dispersa reconocida como defecto. Su relación con la supervivencia Al principio de las cosas, todo crecimiento y desarrollo seguramente fue el resultado de una toma de conciencia11 de la necesidad. El crecimiento y desarrollo de la criatura están y siempre han estado asociados a nuevas experiencias que provocan nuevas actividades. Estas actividades (la respuesta a algún estímulo o estímulos) resultan de la conciencia de alguna necesidad o necesidades dentro o fuera del organismo, siendo esenciales para el proceso evolutivo la presencia y el reconocimiento de la necesidad. El reconocimiento de una necesidad denota un estado de conciencia de la necesidad y la actividad primaria (o actividades) como respuesta a esta conciencia de la necesidad o necesidades, provoca nuevas experiencias en las esferas de dirección-control. El proceso evolutivo depende de la repetición continuada de estas experiencias primarias o grupo de experiencias, dando como resultado de esta repetición el establecimiento de un uso (o lo que se denomina hábito o instinto) y la satisfacción de la necesidad o necesidades. En relación con la teoría de la actividad consciente en las primeras etapas del desarrollo de la criatura, nos fijaremos en el momento en que un par de ojos, por ejemplo, se volvió una necesidad. Es bien concebible que después de tomar conciencia de esta necesidad, el crecimiento y desarrollo de los órganos de la vista durara más de mil años. También es concebible que cuando los ojos se hubieron desarrollado, se necesitó un esfuerzo consciente, quizá de años, para abrir los párpados12 e igualmente para cerrarlos y que la repetición consciente de este esfuerzo, semana tras semana, mes a mes y año tras año pudo provocar que esta función de los párpados se volviera habitual y subconsciente y se convirtiera en ese maravilloso patrón de uso del que ahora disfruta la criatura. Pocas dudas puede haber de que la necesidad más fundamental de la criatura fue su supervivencia (tomando la palabra en su sentido más amplio), ya que la criatura ante todo necesitaba protección y conservación durante sus intentos de satisfacer sus necesidades específicas. Esta necesidad de supervivencia reclamaba aquella dirección-control satisfactoria con la que, en esta esfera, encontramos equipados a animales y salvajes, y más considerando que debido a las circunstancias particulares, la respuesta a cualquier estímulo nacido de una necesidad sería satisfactoria en las esferas de direccióncontrol, esto es, habría una respuesta que permitiría a la criatura emplear los para ella más satisfactorios “medios por los cuales” asegurar el “fin” esencial, su supervivencia. Muchos de nosotros advertimos la maravillosa precisión en el uso del organismo manifestada por los animales y los salvajes en las diferentes esferas familiares de actividad relativa a su supervivencia. La criatura civilizada no manifiesta nada parecido al grado de precisión en el empleo del organismo en las esferas de actividad relativas a su supervivencia. En otras palabras, el ser humano civilizado no disfruta del mismo patrón de dirección-control efectiva que el salvaje y el animal y es la carencia en la criatura humana de este adecuado patrón, lo que se manifiesta como un defecto en alguna esfera de actividad y, como he dicho, el defecto más frecuentemente reconocido en la esfera del aprendizaje de algo o de cómo hacer algo, es el conocido como “mente dispersa”. Existe una conexión muy próxima entre el defecto que se reconoce como “mente dispersa” y el defecto que se manifiesta como una respuesta gravemente debilitada a un estímulo para un acto (o actos) de supervivencia. Para ver claramente esta conexión, sólo hemos de considerar los procesos psicofísicos correspondientes a estos dos defectos para darnos cuenta de que en ambos casos los procesos son los mismos. Pues la carencia en la criatura humana de un modelo adecuado de dirección-control, es la raíz de estos dos defectos que se manifiesta, en un caso en la amplia esfera de la supervivencia y en el otro, en la esfera específica de aprender algo o aprender a hacer algo. 11 Puede que muchos lectores no estén de acuerdo conmigo en este punto, pero veremos que lo único necesario para mi argumento es reconocer el lugar que ocupa la necesidad, el requerimiento de un nuevo modo de relacionarse con el entorno, por lo que el resto de mi argumento no se ve afectado por creer o no en ello. 12 Me doy cuenta naturalmente de que la sensibilidad a la luz, así como los ojos, se desarrollaron mucho antes de que hubiera párpados.

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La mente dispersa reconocida como defecto. Su relación con la supervivencia Un acto de supervivencia es la respuesta a un estímulo (o estímulos) resultante de una necesidad fundamental y la respuesta apropiada depende de la direccióncontrol satisfactoria de los mecanismos psicofísicos comprometidos en el acto o actos para la supervivencia. Un intento de aprender algo o de aprender a hacer algo, es la respuesta natural a un estímulo (o estímulos) resultante del deseo o necesidad de aprender algo o de aprender a hacer algo y una respuesta apropiada depende de la dirección-control satisfactoria de los mecanismos psicofísicos comprometidos en el acto de aprender o aprender a hacer algo. Por lo tanto, los procesos correspondientes a los actos relativos a la supervivencia o a aprender algo o aprender a hacer algo, son precisamente los mismos, de lo que se deduce que si en la esfera de la supervivencia la dirección-control no es satisfactoria, la respuesta a los estímulos relativos a la necesidad de supervivencia tampoco lo será; y por la misma regla, si en la esfera de aprender y aprender a hacer, la dirección-control no es satisfactoria, la respuesta a los estímulos relativos al deseo o las necesidades relacionados con los actos de intentar aprender algo o aprender a hacer algo tampoco lo serán y esta respuesta inapropiada se manifiesta diariamente en ese defecto tan común en nuestro tiempo, llamado “mente dispersa”. Ahora hemos llegado al punto en el que debemos considerar el origen de la concepción que nos llevó a dar a esta manifestación particular el nombre de “mente dispersa”. Una persona decide aprender algo o aprender a hacer algo. Esta decisión da lugar inmediatamente a una serie de actividades de los mecanismos psicofísicos correspondientes, siendo de vital importancia para obtener un resultado satisfactorio, aquellas relativas a la dirección-control, que en este ejemplo es la habilidad de aprender algo o aprender a hacer algo. Cuando la persona tiene éxito, no llega a ser consciente del defecto de la “mente dispersa” ya que el éxito de su intento significa que su concepto del acto a efectuar implica el empleo de los apropiados medios por los cuales conseguir su deseado “fin”. En este caso, las actividades de los mecanismos psicofísicos implicadas en su intento, serán el resultado de la dirección-control satisfactoria. Por otro lado, cuando una persona no tiene éxito en su intento de aprender algo o aprender a hacer algo, ese fracaso significa que hay defectos en su idea del acto a realizar, en el sentido de que esta idea no implica el empleo de los apropiados medios por los cuales conseguir su deseado “fin”. En este caso, las actividades de los mecanismos psicofísicos implicadas en su intento, serán el resultado de la dirección-control no satisfactoria, resultando un uso mal dirigido de los mecanismos psicofísicos y de ahí su incapacidad de mantenerlos operando en los apropiados medios por los cuales conseguir su deseado “fin”. Todo el procedimiento es un intento de comunicar nexos a lo largo de líneas de comunicación que no son fiables, dando como resultado un defecto que alcanza la conciencia de la persona corriente como una incapacidad de atender o de mantener la mente en lo que se tiene entre manos y de ahí que se le llame “mente dispersa”. De hecho, el uso defectuoso de los mecanismos responsable de tales condiciones, no puede ser descrito adecuadamente como “mente dispersa” ya que es la manifestación de una perniciosa y mal dirigida acción y reacción, no sólo en relación con aquellos procesos comúnmente llamados mentales, sino con la totalidad del organismo psicofísico. La manifestación de esa condición de coordinación imperfecta va asociada a una sensación (percepción sensorial) no-fiable relativa a la dirección-control no satisfactoria, la cual, durante su desarrollo, ha debilitado gradualmente la respuesta de la criatura humana a los estímulos en la esfera de la supervivencia. En relación con esto es importante recordar que la criatura salvaje dependía principalmente de la sensación en las esferas de dirección-control y, como su sensación (percepción sensorial) era relativamente fiable, las actividades dirigido-controladas estarían entonces asociadas a una respuesta al estímulo para la supervivencia creciente. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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La mente dispersa reconocida como defecto. Su relación con la supervivencia La criatura civilizada también depende principalmente de la sensación en las esferas de dirección-control, pero como la sensación (percepción sensorial) en su caso se ha vuelto perniciosamente indigna de confianza, las actividades dirigido-controladas se van asociando entonces cada vez más a una respuesta al estímulo de la supervivencia debilitada. Todo esto apunta a un debilitamiento general de las fuerzas de dirección-control psicofísicas de la criatura humana,13 un debilitamiento que ha sido alcanzado gracias a que el hombre ha continuado dependiendo de la guía subconsciente en sus intentos por alcanzar las demandas del plan de la civilización y ha continuado confiando en instintos que han sobrevivido a su utilidad y a la guía perniciosa de sensaciones defectuosas (sentido). Una experiencia sigue a otra en las actividades de la criatura humana, algunas de estas experiencias son satisfactorias, pero la mayoría son insatisfactorias, lo que hace que la criatura pueda quedar satisfecha por el momento sólo para quedar luego insatisfecha con los distintos resultados de lo que va intentando; las experiencias psicofísicas correspondientes no dan confianza a los intentos que puede verse forzada a realizar en el futuro para alcanzar las demandas de la civilización. Cuando tales condiciones están presentes en la criatura humana, el éxito es difícilmente posible; en cambio, el fracaso será el resultado casi seguro incluso aunque para conseguir sus propósitos, aplique el tiempo considerado necesario para asegurar el éxito. La consecuencia natural de sus experiencias de fracaso o fracaso relativo es que, con el tiempo, empezará a tomar en consideración la causa o causas correspondientes a estas experiencias y esta consideración es de especial interés para nosotros porque prácticamente siempre la lleva a la misma conclusión, que su fracaso se debe a la “mente dispersa”. Sigamos ahora su consideración de los hechos en detalle. Decide aprender algo o aprender a hacer algo y procede, como ella diría, a “poner toda su atención” en su trabajo, de acuerdo con lo que ella entiende con esta frase. Pero pronto descubre que su “mente” no está “centrada en su trabajo”, que ha estado más ocupada en alguna otro línea de pensamiento. Entonces hace un esfuerzo especial, como ella diría, para “mantener su mente” en la tarea original que tiene entre manos. Es muy probable que nunca haya considerado los “medios por los cuales” necesarios para tal esfuerzo, pues si lo hubiera hecho, probablemente se habría dado cuenta de que no tiene control sobre los medios por los cuales un esfuerzo especial de esta clase demostraría ser satisfactorio. Sea como fuere, el hecho es que a pesar de todos sus esfuerzos por “poner toda su atención” en lo que está haciendo, se repite el proceso que ella cree que es la “mente dispersa”, con el resultado de que después de cierto número de repeticiones de esta experiencia, se convence de que la causa de su fracaso es su incapacidad para “poner toda su atención” en lo que está haciendo. Pensemos ahora en el desastre psicofísico indicado aquí, que significa que la criatura humana ha alcanzado ese estado peligroso en conexión con el empleo de sus mecanismos psicofísicos, cuando la respuesta a un estímulo que nace de una necesidad no es efectiva sino errática y produce un estado de confusión. Está ampliamente reconocida la seriedad de esta incapacidad de la criatura humana para “poner toda su atención” en lo que está haciendo y este reconocimiento ha 13 El hecho de que un individuo exhiba una dirección-control satisfactoria en una actividad en particular, no contradice esta afirmación; realmente sólo sirve para darle más fuerza como intentaré demostrar en las páginas de este libro. En relación con esto, he encontrado demasiado a menudo en mi trabajo profesional, que una persona considera que una experiencia psicofísica es muy satisfactoria mientras que yo, como experto, sé que en realidad no es satisfactoria. En tal caso, la experiencia supuestamente satisfactoria es una experiencia ilusoria y dañina que la persona implicada siente y cree que está bien cuando realmente está mal. De hecho, la experiencia no es satisfactoria, pero ella no lo sabe; y así cuando después se siente insatisfecha, no atribuye su insatisfacción a sus propias experiencias psicofísicas sino a otras personas, circunstancias, “algo está mal en alguna parte”, siempre creyendo que la causa está fuera en lugar de dentro del organismo.

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La mente dispersa reconocida como defecto. Su relación con la supervivencia llevado a la adopción casi universal de lo llamado concentración14 como la cura para la “mente dispersa”. Desdichadamente este remedio, como demostraré más adelante, es una manifestación psicofísica más dañina y engañosa, y ha sido adoptado sin ninguna consideración a sus efectos sobre el organismo en general o de los procesos psicofísicos implicados en lo llamado “aprender a concentrarse”.

1.6 Consideración del mecanismo del organismo psicofísico humano en relación con las actividades llamadas de aprender y aprender a hacer Lo precedente servirá para señalar que en la esfera de aprender algo o aprender a hacer algo (en relación con todos los actos psicofísicos), hay un importante problema a resolver si vamos a progresar hasta aquel grado de funcionamiento y uso psicofísicos, que nos permitirá alcanzar satisfactoriamente las demandas siempre crecientes de una civilización avanzada. Hemos visto como el nivel de funcionamiento de los actos psicofísicos depende de la concepción y ésta influye sobre la dirección-control de los mecanismos correspondientes, así que es esencial tomar en consideración este asunto tan importante de la concepción, o sea la comprensión de lo que deseamos aprender o aprender a hacer y también esa actividad psicofísica mediante la cual podemos llegar a nuestras concepciones sobre aprender y aprender a hacer. Luego consideraremos los mecanismos del organismo psicofísico en relación con la actividad llamada aprender algo. Primero, para cada forma de actividad psicofísica debe haber un estímulo. Considerando la respuesta a este estímulo, recordaría a mis lectores que no separo las operaciones (manifestaciones) “mentales” y “físicas” en mi concepción de la manera (“medios por los cuales”) de funcionar el organismo humano. ¿Cómo podemos demostrar que la respuesta a cualquier estímulo es totalmente “física” o totalmente “mental”? Por un lado, en las esferas consideradas ordinariamente puramente físicas (la ejecución de actos “físicos”) el nivel de funcionamiento depende (1) del grado de corrección de la concepción del acto a ejecutar, y (2) del grado de empleo coordinado de las órdenes o direcciones de guía-control y de los mecanismos necesarios para llevar a cabo las actividades, esencial para los correctos medios por los cuales poder ejecutar el acto. Por otro lado, en las esferas consideradas ordinariamente puramente mentales, el nivel de funcionamiento depende (1) del grado de fiabilidad de la guía-dirección sensorial en el uso de los mecanismos implicados en conducir el estímulo primariamente responsable de los procesos psicofísicos relativos a la idea, y 14 Interesa recordar que el reconocimiento del defecto llamado “mente dispersa” es muy anterior a la concepción de la concentración como un remedio. Debo remitir a mis lectores al capítulo sobre la concentración para una discusión más amplia sobre esta importante cuestión. Por ahora me limitaré a señalar que no estoy poniendo objeciones a la concentración en el sentido en que implica que ocurran una serie de cosas, que se desarrollan simultáneamente convergiendo hacia una consecuencia común, una forma de concentración que está presente en los procesos correspondientes a las manifestaciones psicofísicas del niño normal que juega, del artesano competente y del artista embargado en su trabajo y que simplemente implica una condición de coordinación. En cambio, la forma de concentración a la que estoy poniendo objeciones es aquella que implica fijación en una cosa, “centrar la mente” en un objeto, justamente por la misma razón por la que yo ponía objeciones a ese concepto de educación que la gente parece justificar al considerar que el propósito esencial del procedimiento educativo es asegurar los “fines” mediante métodos específicos (“obtención del fin”) independientemente de los medios por los cuales los mecanismos psicofísicos son utilizados en general, durante el intento de obtener esos “fines”.

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Consideración del mecanismo del organismo psicofísico humano en relación con las actividades llamadas de aprender y aprender a hacer (2) del grado de coordinación alcanzado en el uso de todo el organismo. Si se alcanza el nivel más alto del llamado funcionamiento físico, debe haber uso coordinado del sistema muscular mediante guía-dirección-control coordinada por procesos también llamados mentales, que incluyen acción y reacción de la unidad psicofísica y un nivel adecuado permanente del funcionamiento vital del organismo. Del mismo modo, como estoy preparado para demostrar más tarde, si se alcanza el nivel más alto del llamado funcionamiento mental, debe haber uso coordinado de aquellos procedimientos implicados en el uso coordinado del llamado yo físico, que incluyen acción y reacción de la unidad psicofísica y un nivel adecuado permanente del funcionamiento vital del organismo.15 Por tanto está claro que ninguna actividad humana puede decirse que sea totalmente “física” o totalmente “mental”, sino que toda actividad humana, en cualquier esfera, es una actividad psicofísica; el nivel de funcionamiento individual, tanto el llamado mental como el físico, queda determinado por el grado de uso coordinado del organismo en general; el nivel de uso coordinado queda a su vez determinado por el grado de empleo coordinado de los procesos psicofísicos correspondientes. Ahora, la actividad psicofísica es simplemente la respuesta a algún estímulo (o estímulos) recibido por el canal de los sentidos, por ejemplo del oído, la vista, el tacto, la sensación, etc., y la naturaleza de la concepción resultante y de la respuesta, nuestra reacción psicofísica, quedarán determinadas por el nivel de funcionamiento psicofísico presente. De ahí se sigue que el proceso de la concepción, como todas las otras formas de actividad psicofísica, es un proceso que viene determinado por nuestra condición psicofísica en el momento en que se recibe el estímulo (o estímulos) particular. Todos sabemos que la idea que el hombre tiene de su presente o futuro financiero u otras condiciones en la vida es muy diferente cuando está en un momento bueno y feliz, de la que tiene en un “bajón”. De nuevo la idea del desastre o de un golpe de suerte en la vida será muy diferente en el caso de un hombre que disfruta de buena salud, de la del hombre debilitado por la mala salud.16

1.7 Influencia de la percepción sensorial sobre la concepción en toda actividad psicofísica Esta dependencia del proceso de concepción con respecto a la condición psicofísica general, es un factor de la máxima importancia. Ya que, como afirmamos, si todos esos llamados procesos mentales son principalmente el resultado de experiencias sensoriales en acción y reacción psicofísicas, será obvio que en nuestra idea de cómo emplear las diferentes partes del mecanismo en los actos cotidianos, estamos influenciados principalmente por procesos sensoriales (sensación). Entonces debemos recibir un estímulo a través de algo que oímos, algo que tocamos, o algún otro agente exterior; en cada caso, la naturaleza de nuestra respuesta, tanto si se trata de un movimiento real, una emoción o una opinión, dependerá de la actividad asociada, en acción y reacción, de los procesos relativos a la concepción y al sensorio y otros mecanismos responsables de la “sensación” que experimentamos. A lo largo de mi trabajo me referiré a esta actividad asociada como percepción sensorial. 15 Todos nos damos cuenta, por ejemplo, de que un hígado perezoso no ayuda a la mejor utilización de los poderes “mentales” y conocemos gente que gracias a malos hábitos de exceso de permisividad, han llegado a tener desórdenes de hígado o riñón y entonces sus procesos de razonamiento se han visto seriamente dañados y los de rememoración prácticamente arruinados. Si por alguna razón, el funcionamiento vital de los mecanismos y órganos físicos es inadecuado, el organismo como un todo, se va envenenando gradualmente, resultando una interferencia gradual con los procesos de rememoración. 16 Se suele clasificar a este último como pesimista y al primero como optimista.

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Percepción sensorial

1.8 Percepción sensorial Esta percepción sensorial es el factor del que depende el bebé, como el animal, para guiarse en sus primeros intentos subconscientes de utilizar las diferentes partes del mecanismo, dependiendo el éxito de estos intentos del grado de fiabilidad de la percepción sensorial del niño y afirmo que donde encontramos defectos, peculiaridades, etc., en el niño de muy tierna edad, incluso en sus primeros intentos de gatear, ponerse de pie, andar, etc., la presencia estos defectos se debe a que los procesos instintivos de tales niños no son fiables. Es mi propósito intentar demostrar a lo largo de este libro, la certeza de esta afirmación, que se basa en los resultados de la experiencia educativa de muchos años; y también demostrar que estamos preparados, en los casos en que los procesos instintivos no son fiables, para restaurar la percepción sensorial a aquel nivel de fiabilidad del que depende el funcionamiento adecuado de todos los procesos psicofísicos. Un entendimiento amplio de la percepción sensorial, de su enorme influencia para bien y para mal en el desarrollo de la criatura y de su futuro apoyo al progreso del género humano, es pues de la mayor importancia para todos, pero especialmente para aquellos interesados en la educación, tanto en el sentido de la educación en nuestras escuelas, como en el más amplio a nivel mundial. La percepción sensorial, desde nuestro punto de vista, tiene un significado mucho más amplio del que generalmente se le atribuye. Pero será suficiente en este punto establecer que, incluso tomado en su sentido más limitado, incluye todas las experiencias sensoriales que llegan a través de los canales de la vista, oído, tacto, sensación, equilibrio, movimiento, etc., y que son responsables de la acción y reacción psicofísicas de todo el organismo. Si levantamos un brazo, movemos una pierna o si hacemos cualquier otro movimiento del cuerpo o de las extremidades, nos guiamos principalmente por nuestra percepción sensorial o, como mucha gente diría, por nuestras sensaciones. Esto se aplica al probar la textura de un trozo de ropa entre nuestros dedos o al evaluar el tamaño, el peso, la distancia, etc., de hecho, en el empleo de los mecanismos “físicos” en los procesos de oír, ver, andar, hablar y en todas las otras actividades de la vida.

1.9 El humano y la máquina inanimada comparados y contrastados La función de la percepción sensorial quedará clara para nosotros, si nos paramos un momento y consideramos el organismo humano como una máquina y comparamos sus procesos mecánicos con los de una máquina inanimada. La fiabilidad de ambas máquinas depende del nivel de fiabilidad de su dirección, propulsor, motor y otros mecanismos, siendo el factor director el primer responsable del funcionamiento coordinado de los otros factores mecánicos y del mejor resultado práctico. Pero la diferencia más importante entre las máquinas animada e inanimada radica, desde nuestro punto de vista, en la calidad y la función de sus respectivos mecanismos de control. En la máquina inanimada, el mecanismo de control está limitado por la naturaleza fija de su propia constitución y por ciertas condiciones fijas de los otros mecanismos sin los cuales no puede operar. En la máquina animada, nuestro organismo psicofísico humano, el mecanismo de control es un maravilloso proceso psicofísico mediante el cual puede hacerse un uso casi ilimitado de las diferentes unidades que constituyen el total, de forma que una vez puede ordenarse un uso correcto y otra uno incorrecto. Este proceso psicofísico es ese factor esencial en el desarrollo humano satisfactorio que llamamos percepción sensorial. Cuando funciona adecuadamente, esta percepción sensorial tiene un amplio campo de operación y nuestra habilidad para alcanzar nuestras máximas potencialidades depende de su grado de fiabilidad. Siendo así, será obvio para el observador casual que si vamos a continuar desarrollándonos satisfactoriamente, nuestra percepción sensorial del funcionamiento de los mecanismos relacionados con los movimientos de nuestros cuerpos y extremidades en las actividades diarias, debe ser fiable. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Percepción sensorial no-fiable, un defecto universal

1.10 Percepción sensorial no-fiable, un defecto universal Desdichadamente, podemos probar mediante demostración práctica con cualquier persona, adulto o niño, que la percepción sensorial de la gente de nuestro tiempo es más o menos poco fiable y en la gran mayoría de los casos positivamente engañosa. Los lectores de La herencia suprema del hombre probablemente ya estarán convencidos sin necesidad de demostración. Si no lo están y se toman la molestia con la ayuda de algún amigo de probarse a ellos mismos, a la vista de los resultados seguro que se convencerán. Consideremos el caso de una persona que persiste en echar la cabeza atrás siempre que intenta poner los hombros atrás. Pídale que ponga la cabeza hacia delante sin mover los hombros y verá como, por regla general, incluso cuando adelante la cabeza como se le pide, también moverá los hombros. Pídale que ponga la cabeza hacia delante mientras el profesor sujeta sus hombros y el alumno, por lo general, pondrá la cabeza hacia atrás en lugar de hacia delante. En casi todos los casos, sea el alumno adulto o niño, el intento de cumplir esta simple petición será insatisfactorio por la interferencia del alumno con el ajuste general y el uso del organismo y extremidades, debido a la percepción sensorial no-fiable. Similarmente, si se le pide al alumno que vuelva las puntas de los pies hacia fuera, mi experiencia es que en lugar de poner el peso del cuerpo en los talones para levantar la primera parte de los pies para girarlos, por regla general pondrá el peso en las almohadillas de los pies y aún intentará levantar la primera parte de los pies o bien, juntará sus talones en lugar de girar los dedos. Señálele los errores al alumno y éste como si se diera cuenta de la percepción sensorial errónea responsable de estos errores, mirará a sus pies para intentar ver como moverlos correctamente. De nuevo, hay muy pocas personas que, al pedirles una cosa tan simple como abrir la boca, no echen la cabeza atrás, con la idea de levantar la mandíbula superior, como si eso fuera posible. Eso demuestra que nunca han considerado el uso psicofísico de los músculos y otros mecanismos implicados en este acto. Si lo hubieran hecho se habrían dado cuenta de que hay procesos subconscientes operando continuamente que mantienen la boca cerrada y, consecuentemente, lo primero que hay que hacer es volver estos procesos no operativos y así relajar la tensión muscular correspondiente para permitir a la mandíbula caer. De hecho, es común que la mandíbula caiga en el caso del idiota que está a menudo con la boca abierta; se sabe que si un boxeador recibe un golpe en la cabeza lo suficientemente fuerte para perder el control, su mandíbula cae por sí misma y frecuentemente permanece caída por un tiempo considerable. Cuando le pido a un alumno que me permita separar su mandíbula inferior de la superior, generalmente aumenta instintivamente la tensión que mantiene la mandíbula inferior fija. Como he señalado frecuentemente, hay un enorme derroche de energía en estas constantes e irracionales tensiones. Muchos, cuando por primera vez son colocados cara a cara con el hecho de que la percepción sensorial de la mayoría de la gente de nuestro tiempo es más o menos poco digna de confianza, se sienten desusadamente perturbados, especialmente cuando se dan cuenta de que este factor fundamental en la actividad humana ha sido prácticamente ignorado por nuestros expertos en educación y otras esferas en sus intentos de reforma del plan de civilización.17 17 Es verdaderamente un hecho espantoso pedir al ser humano corriente que lo reconozca y cuando en mi esfera profesional me he visto obligado a hacérselo a mis alumnos, he leído en sus caras las diferentes ideas, opiniones y sentimientos evocados por mi explicación. A menudo, ha sido evidente que me han mirado como a un enemigo. Por ejemplo, estaba discutiendo recientemente este punto con un amigo profesional quien una vez negó que nuestra percepción sensorial no fuera fiable, y me preguntó, “¿Por qué debería la Naturaleza permitir que nos equivocáramos en algo tan esencial?” Yo le dije que le contestaría a esto si él, por su parte, me explicaba primero por qué la Naturaleza debería evitar que nos equivocáramos, visto que en los procesos del desarrollo de la criatura en la civilización, hasta los más simples fundamentos de la naturaleza han sido ignorados. Para mí estaba claro que mi afirmación original había sido una ofensa para mi amigo y que su pregunta era más una reacción emocional que el resultado de un proceso racional y, como él admitió luego, nunca había pensado en esa cuestión de la percepción sensorial no-fiable hasta que yo le hice darse cuenta de este asunto y aún no estaba de acuerdo con alguien que, como él sabía, no sólo había estado considerando este tema durante más de treinta años, sino que además, durante más de veinticinco había

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Percepción sensorial no-fiable, un defecto universal La verdad es que no hemos dado suficiente importancia a este asunto esencial. Simplemente hemos actuado en la presunción, por la usual vía subconsciente, de que si tenemos una potencialidad como la de la percepción sensorial (sensación), debe ser fiable por definición.

1.11 Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial Ahora trataré de exponer ante el lector, ciertos hechos relativos a las etapas evolutivas de la criatura humana, cuando se presentaron condiciones psicofísicas que causaron el gradual deterioro de la percepción sensorial, indicando las posibles causas de este deterioro de nuestra sensación y de todos los demás sentidos.18 Confinaré esta consideración del desarrollo del hombre a tres etapas: (1) la etapa en que era guiado principalmente por la percepción sensorial; (2) la etapa en que desarrolló la habilidad de inhibir en esferas específicas y estaba todavía lo que llamamos “físicamente en forma”; (3) la etapa en que había desarrollado más este poder de inhibición en esferas específicas, pero había reconocido un grado menor de forma “física” que necesitaba un remedio.

1.11.1 Etapa I: Etapa incivilizada. Grado de percepción sensorial fiable y mantenimiento de condiciones satisfactorias Todos conocemos el alto grado de percepción sensorial (asociada a todas las experiencias sensoriales correspondientes a las actividades psicofísicas generales esenciales para una existencia saludable) de la etapa incivilizada comparado con el de la civilizada. En la etapa que estamos considerando, la condición satisfactoria de la criatura salvaje se mantenía gracias al uso constante de los mecanismos en las limitadas esferas de actividad relacionadas con producir comida, bebida y refugio, y con la supervivencia frente al hombre y otros enemigos. Bajo tales condiciones y en esta etapa de la evolución, la guía subconsciente cubría satisfactoriamente sus necesidades inmediatas. Ignoraba los medios por los cuales utilizaba sus mecanismos en las más sencillas actividades diarias y esta ignorancia no era importante en esta etapa. La razón no hay que buscarla lejos. En este periodo primitivo, el grado de coordinación y la percepción sensorial que le acompaña eran relativamente altos en ambos sexos y las necesidades de la vida incivilizada no reclamaban la continua adaptación a los rápidos cambios que demanda la vida civilizada. De hecho, la coordinación y desarrollo físicos del salvaje, como los del animal con el que se encontraba diariamente, habían alcanzado en este periodo un estado excelente. Esto justifica que creamos que la criatura que se sostiene sobre dos pies, heredó de sus predecesores que andaban a cuatro patas, un organismo bien desarrollado y saludable (y seguro que hay pocas dudas sobre esto) y podemos suponer que se alcanzó el estado humano en una condición de salud que puede ser descrita como relativamente buena.19 estado profesionalmente involucrado en demostrar prácticamente a sus alumnos el hecho de que sus percepciones sensoriales no son fiables. 18 Los factores que permiten el establecimiento de la percepción sensorial fiable y mejorar continuamente su nivel, han sido señalados en La herencia suprema del hombre. El ejemplo sobre la técnica de labranza puede sugerir el tipo de experiencias humanas responsables de esa temprana interferencia con el nivel de funcionamiento y uso de los mecanismos psicofísicos que reduce el nivel de fiabilidad de la percepción sensorial. Véase en La herencia suprema del hombre , capítulo 2.5: “Guía-control consciente en la práctica”. 19 Esto no excluye la posibilidad de que la criatura experimentara ocasionalmente dolores o penas, o incluso que sufriera enfermedades específicas, pero exceptuando estos problemas concretos, el grado usual era el normal. En relación con esto es significativo que el hombre primitivo siempre piensa en la enfermedad como algo análogo a la

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Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial Desde entonces, durante un lento crecimiento de miles de años, esta criatura humana fue construyendo, segura y gradualmente, el uso y desarrollo de la llamada parte física en un entorno en el que los cambios raramente ocurrían y que cuando ocurrían eran relativamente lentos y así sus actividades consistirían generalmente, en la repetición diaria de la misma serie de actos para los que el nivel de dificultad permanecía más o menos igual. Pero el uso y desarrollo de la llamada parte mental, habían sido relativamente limitados en un entorno en el que su principal esfuerzo diario consistiría en cazar los animales, pájaros o peces que constituían su abastecimiento diario de comida, una actividad para la que su instinto era una guía tan segura como la de sus predecesores. Con este nivel relativamente alto de uso y desarrollo de la parte “física” y el asociado desarrollo del organismo en general, su experiencia de la enfermedad debió ser correspondientemente pequeña; pero siempre que caía enfermo o sufría una lesión, pocas dudas puede haber de que aplicaría como remedio alguna hierba o raíz específica que él sabría que poseía las cualidades curativas necesarias.20 Este acto sería una reacción subconsciente al estímulo resultante de la sensación de enfermedad, exactamente de la misma manera que el acto de buscar su comida diaria era una reacción subconsciente al estímulo resultante de la sensación de miedo y, gracias a que él poseía un organismo mecánico que trabajaba con precisión mecánica, el proceso instintivo servía a su propósito. La cura “específica” en estas circunstancias era continuar con las demandas sanas y naturales. Ya que el proceso subconsciente automático y de lento desarrollo llamado instinto le guiaba en su vida diaria cuando se encontraba bien, así el mismo proceso misterioso pero limitado le indicaría el remedio necesario y específico cuando estaba enfermo, mediante la única parte de su organismo que ya estaba altamente desarrollada, esto es, su percepción sensorial, lo que significa que, en este caso, sus sentidos del gusto y el olfato trabajarían en coordinación con su estómago y sus procesos digestivos.21 Así vemos que, tanto cuando estaba sano como cuando estaba enfermo, la guía subconsciente del instinto era fiable en la rutina prácticamente incambiable de su vida diaria y así gracias a una percepción sensorial fiable, el hombre no tuvo necesidad de recurrir a procesos directivos más elevados.

1.11.2 Etapa II: Etapa civilizada primitiva. Desarrollo de la inhibición razonada y principio del fin del dominio del instinto como factor de control Con el paso del tiempo, el razonamiento fue iluminando cada vez más la existencia obtusa y limitada de la criatura, lo que queda demostrado por el hecho de que empezó a fabricar toscas armas y a construir refugios primitivos. Este proceso de razonamiento estaba destinado a crecer y desarrollarse a través de miríadas de herida de flecha, la magulladura producida por una piedra, etc., esto es, como procedente específicamente del exterior; y la técnica del hombre-medicina es la de extraer las substancias extrañas que han entrado; si hace sudar al paciente, por ejemplo, es para que expela alguna sustancia extraña. 20 Así vemos que el hábito de “tomar algo” para una enfermedad tiene un origen muy primitivo. Este hábito lleva naturalmente a la aparición del hombre-medicina. Pues uno de los primeros canales por los que el hombre dirigiría el desarrollo de su inteligencia, sería el descubrimiento de los medios de remediar o aliviar sus enfermedades o desarreglos físicos. Esto llevó, tarde o temprano, a producir hombres y mujeres que se dedicarían exclusivamente al estudio de tales remedios y de las enfermedades humanas para las que necesitaban los remedios. 21 Es interesante aquí llamar la atención sobre el hecho de que hasta el día de hoy, la mayoría de la gente bajo condiciones similares está más o menos dominada por su percepción sensorial y la demostración práctica de que esta percepción sensorial se ha deteriorado recae en la dificultad, conocida demasiado bien por los trabajadores del campo de la sanidad, para persuadir al paciente de suprimir ciertas comidas o bebidas específicas que él ya sabe que han causado y siguen causando su enfermedad. Lo mismo ocurre cuando un doctor recomienda alguna comida o bebida que sabe que será beneficiosa para su paciente, pero que no agrada al sentido del gusto del paciente. En nueve de cada diez casos el consejo del doctor será ignorado e incluso cuando es seguido, lo será probablemente sólo porque el doctor ha hecho una presión considerable sobre el paciente. Eso significa que el paciente ha permitido que sus procesos de razonamiento estén dominados por su deteriorada percepción sensorial.

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Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial operaciones de construcción evolutiva, correspondientes a las nuevas y variadas experiencias relacionadas con su progreso hacia un plano más alto. Con cada avance y cada cambio que hizo en su entorno, empezó a poner en práctica una inhibición razonada que le permitió, con ciertos límites bien definidos, superar o modificar para sus propios propósitos los deseos y tendencias de los mecanismos sensoriales de los que hasta entonces había dependido completamente para entender y dirigir. El desarrollo y uso de su proceso de razonamiento marcaron la diferenciación del hombre primitivo de los animales inferiores, pero también marcaron (y esto es incluso más importante desde el punto de vista de la historia evolutiva del hombre) el “principio del fin” del dominio del instinto como factor de control en la actividad humana, tanto que desde este periodo en adelante, el hombre ya no pudo vivir y progresar satisfactoriamente sólo mediante la guía subconscientemente. Veamos ahora como sus recién despertados procesos de razonamiento trabajarían en la nueva esfera. En las primeras etapas de su emergencia desde el estado salvaje, cualquier cambio que tuviera lugar en su entorno fue lento y gradual y las consiguientes demandas sobre sus nuevos procesos directores más desarrollados, serían consecuentemente pequeñas. No obstante, a medida que la civilización avanzaba, lentamente al principio, pero incrementándose rápidamente con el paso del tiempo, el hombre debió enfrentarse cada vez más a situaciones nuevas e inexperimentadas que le exigirían un mayor uso de sus procesos de razonamiento. Esto era exactamente lo contrario de lo ocurrido en la primitiva etapa salvaje donde, como hemos visto, las condiciones necesitaban un desarrollo relativamente más alto de la llamada parte física que de la llamada mental. Por lo tanto, es concebible que las nuevas condiciones de la civilización necesitaran un aumento relativamente alto del uso y desarrollo de la parte “mental” del hombre comparado con el de la parte “física”. Pocas dudas puede haber también de que en esta etapa, él no quedaría insatisfecho por los resultados de este proceso de cambio y que continuaría recibiendo, desde dentro y desde fuera, más estímulos para sus actividades “mentales” que para las “físicas”. Cuanto más progresara alejándose del estado salvaje, más frecuentes se volverían esos estímulos y más urgente sería su necesidad de manejar nuevas situaciones, con el resultado de verse forzado cada vez más a desarrollar sus procesos de razonamiento con la constante inhibición de sus deseos naturales, para alcanzar las demandas de una sociedad joven y en desarrollo y hacer los ajustes necesarios de los complejos requerimientos de una sociedad que avanza. El hombre había llegado ahora a la etapa en la que había dejado tras de sí el entorno que le era familiar y al que sus limitadas experiencias le habían adaptado, y como sus nuevas experiencias inevitablemente ampliaron su camino, se vio enfrentado a una de las mayores dificultades experimentadas en su progreso evolutivo con base subconsciente, esto es, la de adaptarse rápidamente a un entorno que continuaba cambiando cada vez más deprisa y así provocaba continuamente nuevas experiencias psicofísicas. Él se adaptó, naturalmente, a estas nuevas condiciones mientras su percepción sensorial fue más o menos fiable, pues sino no hubiera podido sobrevivir; pero lo hizo de la misma manera como se había adaptado siempre, esto es, fiándose ciegamente de la guía subconsciente del instinto que había servido a sus primitivos antepasados en su entorno particular. Por lo tanto, parece que en el curso de su civilización, el hombre supuso subconscientemente que estaba completamente equipado para cualquier nuevo procedimiento de la vida como por ejemplo, serrar, arar, cortar, etc. e incluso para ocupaciones que, con el paso del tiempo, obligaban a trabajar cada vez más en posiciones difíciles o que provocaban entumecimiento. No obstante, debemos recordar que en esta etapa primitiva estaba completamente justificado que el hombre pensara que si recibía, tanto desde el interior como desde el exterior, un estímulo para desempeñar alguna nueva tarea, efectuar alguna nueva evolución o adoptar alguna nueva posición al efectuar una clase particular de trabajo, podría con toda probabilidad conseguir su propósito con impunidad. Hasta entonces no había ocurrido nada que le pudiera hacer sospechar que su percepción sensorial no era fiable o que su grado de coordinación no era satisfactorio o que al adaptar sus mecanismos a nuevas actividades de una forma específica, podía estar dañándolos de forma general y así, ir cayendo gradualmente en un deterioro general. Hasta entonces en todas sus actividades, como por El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial ejemplo la caza y la pesca de sus días salvajes, él estaba acostumbrado a fiarse de la guía subconsciente de su percepción sensorial y así continuó confiando en esta misma guía para el uso de sí mismo en todas las nuevas y variadas ocupaciones de la civilización. Esto demuestra que, aunque había desarrollado sus procesos de razonamiento hasta el grado de inventar toscas armas, herramientas, etc., durante las etapas primitivas de su progreso hacia la etapa civilizada, no aplicó estos procesos de razonamiento a la dirección de sus mecanismos psicofísicos en el uso de sí mismo, en las diferentes actividades de cada día. Con sus procesos de razonamiento así limitados en su uso y sin conciencia todavía de ninguna clase de deficiencia física, no parece que el hombre pudiera haber tenido siquiera una ligera idea subconsciente de que su instinto estuviera en ningún modo afectado en el nuevo ambiente y en medio de las nuevas experiencias de civilización, o que nunca perdería una fracción de ese uso “físico” y ese desarrollo satisfactorios de los que su raza había disfrutado durante incontables años, que eran por tanto su herencia y que él nunca dudó pasaría a sus sucesores. Si lo hubiera pensado, se habría dado cuenta de que su instinto estaba construido sobre muy limitadas experiencias, obtenidas en la etapa incivilizada cuando el crecimiento era lento y los cambios raros y así, no podía esperarse que ese instinto satisficiera las demandas de un modo de vida en el que el crecimiento era mucho más rápido y los cambios más frecuentes e imprevistos. También se habría dado cuenta de que muchos de sus instintos estaban siendo utilizados cada vez menos como antiguamente y consecuentemente, se estaban volviendo cada vez menos fiables. Entonces hubiera sido obvio para él, que para satisfacer los requerimientos de su nuevo y cambiante entorno, debía utilizar una guía-dirección nueva y que, para construir esta nueva guía con la rapidez que sus necesidades demandaban, debía recurrir al razonamiento para reemplazar al instinto (el coproductor de desarrollo lento) en el uso de sus mecanismos psicofísicos. En otras palabras, se habría dado cuenta de que su primitivo equipo psicofísico debía pasar del plano subconsciente al consciente en la guía-dirección. Los siglos pasaron trayendo con ellos un mayor uso de los procesos de razonamiento del hombre. Desdichadamente, él continuaba restringiendo este uso de sus procesos de razonamiento a la consideración de la relación de “causa y efecto”, “medios y fines” en relación con sus actividades en el mundo exterior, tanto social como físico y falló al aplicar este razonamiento a la consideración de la relación de “causa y efecto”, “medios y fines” en relación con el uso de su organismo psicofísico. Al mismo tiempo, el uso de sus mecanismos llamados físicos estaba siendo gradual pero firmemente interferido, en parte debido al cambio de un nivel de uso diario a uno de relativa inactividad, pero principalmente debido al fallo de sus instintos para satisfacer las demandas que las actividades de la nueva vida hacían sobre ellos. El resultado del fallo de los instintos del hombre para satisfacer las nuevas y variadas demandas de la civilización, no se manifestaría de golpe. Es razonable suponer que al emerger el hombre de la etapa salvaje, su instinto aún funcionaba satisfactoriamente y era poco necesario tomar medidas curativas teniendo en cuenta su estado de salud relativamente bueno. Hasta entonces, su llamado yo físico, al estar más desarrollado, había sido el factor de guía-control en la actividad humana. Hoy está casi al alcance del poder humano darse cuenta de que las experiencias de millones de años se han dedicado a este desarrollo llamado físico. Las experiencias que el hombre ha obtenido en el llamado lado mental fueron, en comparación, infinitesimales. A partir de ahí, esta criatura inquieta e inquisitiva, dotada de maravillosas potencialidades y desarrollando su llamado lado mental en mayor grado que el llamado físico, continuó progresando en la dirección que llamamos civilización con cada vez mayor velocidad. Pero sus instintos de raza no le habían equipado para tan brusco choque psicofísico, tan tremenda preponderancia del llamado lado mental, así que llegó a la nueva etapa sin aliento, aturdido, desorientado por la falta de graduales experiencias psicofísicas como ocurrió durante su primer crecimiento.22 22 Lo anterior indica que (1) la actividad psicofísica razonada y consciente debe reemplazar a la actividad no-razonada y subconsciente en los procesos relativos a hacer los cambios demandados por el siempre cambiante entorno de la civilización; (2) estos cambios deben ser hechos más rápidamente que hasta ahora para cumplir esta demanda satisfactoriamente; y (3) con el paso del tiempo, habrá el correspondiente avivamiento en esta esfera de actividad psicofísica.

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1.11.3 Etapa III: Etapa civilizada posterior. Reconocimiento de una deficiencia seria que fue llamada deterioro físico Finalmente llegó el momento en la historia del hombre, en el que cierto número de personas se dio cuenta de algunas deficiencias serias, y la adopción de “ejercicios físicos” como remedio prueba que pensaron que esta deficiencia era un deterioro “físico”. El reconocimiento de la reducción general del bienestar iba a acompañar al género humano desde entonces y a través de las distintas etapas del progreso de la civilización. Escribo “iba a acompañarle” a propósito, porque es lo que hizo. También escribo que no debió y no lo habría hecho, si el hombre se hubiera dado cuenta de que esta sensación de deficiencia era la señal de que él había alcanzado un momento psicológico en su carrera y que le había llegado el momento de recibir su gran herencia, es decir, pasar de la etapa animal subconsciente a su crecimiento y desarrollo en etapas cada vez más altas de comprensión (razonamiento consciente) del uso de sus mecanismos psicofísicos. Desgraciadamente, el hombre no reconoció el verdadero significado de esta señal de peligro, ya que continuó con el experimento de guiarse a sí mismo subconscientemente, incluso cuando este experimento ya había demostrado fallar y le demostró con signos inequívocos “que corra el que leyere”.23 Ciertamente se prestó algo de consideración a esta situación. Se reconoció un deterioro en el llamado lado físico tras ninguna experiencia previa conocida del género humano, e incluso pudo haberse sentido cierto beneficio gracias a aumentar el uso y el desarrollo de los llamados procesos mentales. Pero el punto que voy a aclarar es que donde hubo este desarrollo desigual fue donde había habido un proceso de coordinación inadecuado, un proceso de hecho completamente opuesto a la coordinación y que ha continuado, con pocas excepciones, en los seres humanos hasta nuestros días. Verdaderamente, desde sus comienzos, el proceso de la civilización tendió a ampliar el campo de las llamadas actividades mentales y a reducir el campo de las llamadas actividades físicas, y sobre una base de guíacontrol subconsciente, este proceso supuso con el tiempo un mayor desarrollo del llamado lado mental, pero a costa de un gradual deterioro del llamado lado físico acompañado de un deterioro del nivel de percepción sensorial. Pero debe recordarse que gracias a la interrelación y la interdependencia de los mecanismos y potencialidades del organismo en los procesos que llamamos vida humana, cualquier deterioro en el llamado lado físico, con el tiempo deberá afectar seriamente al llamado lado mental. La ampliación de las esferas llamadas de actividad mental, no denota necesariamente un crecimiento de sana actividad “mental”.24 Esto ha quedado demostrado por las experiencias del hombre en la civilización hasta nuestros días, una declaración nacida a raíz de los acontecimientos de 1914-18 y 1939-45. De hecho, el proceso de la civilización ha ido de la mano de una dañina interferencia en aquellos procesos de coordinación de los que depende el crecimiento satisfactorio del organismo psicofísico del hombre. Siendo así, se sigue que desde que el hombre entró en la etapa civilizada, el crecimiento humano sobre esta base subconsciente quedó limitado a ser desigual y En pocas palabras, la dificultad fundamental nace de los siguientes hechos. El hombre incivilizado dependía de la guía-control subconsciente y probablemente se necesitaron cientos de años para hacer cambios simples ya que la actividad subconsciente es muy lenta de respuesta al estímulo de la necesidad de cambio. El hombre civilizado aún depende de la guía-control subconsciente igual que en la etapa incivilizada (la tragedia de la civilización); pero aunque él permaneció satisfecho con la forma de direccióncontrol mediante la cual se habían hecho los cambios hasta entonces, parecería que empezaba a estar insatisfecho con el tiempo ocupado en hacer los cambios. El mayor desatino civilizado que ha cometido, es que no se ha dado cuenta de que una adecuada aceleración de la respuesta a los estímulos, nacida de la necesidad de algún cambio relativamente rápido, necesita de la aceleración correspondiente en las esferas de dirección-control en el uso de los mecanismos psicofísicos correspondientes, lo que sólo es posible en el plano del control consciente y constructivo. 23 Nota de CF: cita de la Biblia, libro de Habacuc 2:2; significa que está tan claramente explicado que incluso los no-expertos pueden entenderlo. 24 Lo “mental” continuó creciendo incluso después de haber sido reconocido un deterioro en el yo “físico” y ese deterioro provocó, como si dijéramos, el crecimiento de una rama del árbol cuyo peso desequilibró al árbol, inclinándolo demasiado en una dirección, perjudicando seriamente a las raíces responsables de su equilibrio y su saludable crecimiento.

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Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial desequilibrado, y este desarrollo desequilibrado marcó el principio de una nueva era en la existencia humana. Marcó el principio de una interferencia con el uso coordinado de sus mecanismos como un todo y, particularmente, con aquellas coordinaciones musculares tan esenciales para su bienestar “físico”.

1.12 Interferencia con el uso coordinado del mecanismo psicofísico y la correspondiente disminución del nivel de percepción sensorial En el estado salvaje, la guía-control instintiva iba asociada a un uso coordinado del mecanismo humano y a la guía mediante la sensación (percepción sensorial) fiable que le acompaña. Como hemos visto, esta vieja guía instintiva perdió gradualmente su utilidad bajo las nuevas condiciones y así se volvió más o menos inadecuada, pero el hombre continuó poniendo en ella la misma confianza implícita que en los días incivilizados. El resultado inevitable fue una interferencia con el uso coordinado de su mecanismo psicofísico, junto con una disminución progresiva del nivel de funcionamiento general y del nivel de percepción sensorial, intensificándose el mal por el hecho de que al librarse a sí mismo a la ciega guía subconsciente conectada para todo con el uso de su organismo psicofísico, continuó dependiendo de una sensación que se iba deteriorando progresivamente, con el resultado de que hoy representa quizás el tipo de criatura humana peor coordinada que ha habido nunca en la historia de la humanidad. Ahora podemos entender cómo esta interferencia gradual con los mecanismos psicofísicos de coordinación del hombre, causarían la aparición de un buen número de alarmantes y desagradables síntomas y de hecho, el deterioro de la criatura humana llegó a alcanzar un punto en que la necesidad de un remedio se volvió excesivamente urgente. El hombre se enfrentaba ahora con una situación nueva para su experiencia y que le exigía no sólo una respuesta, sino también una rápida respuesta. El problema se complicó por el hecho de que la criatura humana sobre la que recayó esta urgente demanda, ya estaba mal coordinada y había adquirido, debido a la rapidez con que había conseguido sus experiencias, una rapidez hasta entonces desconocida para el organismo humano, el hábito de reaccionar a los estímulos de un modo poco fiable, mejor dicho, casi temerario. Entonces, cuando cayó sobre el hombre esta insistente y urgente necesidad de encontrar un remedio para sus males, comprenderemos la confusión que acompañaría necesariamente su primera experiencia en tomar una decisión relativamente apresurada, sobre un problema nuevo de psicomecanismos, un problema además, que no se le había presentado hasta que él alcanzó un grado avanzado de mala coordinación psicofísica. Sólo tenemos que imaginar tal experiencia repetida indefinidamente, (1) la sensación creciente de deficiencia, (2) la urgente necesidad de un remedio, (3) la precipitada respuesta improvisada, para darnos cuenta de que este estado alterado25 no conduce al empleo de procesos de razonamiento. Todos recordamos la reacción del Sr. Carlyle bajo similares circunstancias, cuando al oír que su amigo Henry Taylor estaba enfermo, se aturulló y se lanzó a la calle con un frasco de medicina que creía que había ayudado a la Sra. Carlyle, sin considerar la naturaleza del problema de su amigo y sin tan siquiera conocer el contenido del frasco. Si un hombre tan capaz, viviendo en una civilización llamada avanzada, actuó en un momento psicológico de forma tan irrazonable, no podemos sorprendernos de que el ser humano pobremente guiado subconscientemente de un periodo primitivo, cuando se enfrentó al problema de su deterioro, se lanzara de la misma forma irracional a encontrar una “cura”. Por lo que sabemos, adoptó subconscientemente la forma de “curación” que los instintos habían dictado a sus antepasados anteriormente, sin reconocer que esta forma de “curación” ya no servía para las circunstancias de su vida, debido a las demandas siempre 25 Ahora es fácil de ver como, bajo estas condiciones, pueden establecerse líneas de comunicación no-fiables, con las acciones y reacciones psicofísicas insatisfactorias asociadas, que tendrán aquel efecto general sobre la cinestesia que, con el tiempo, llevará a hábitos fijos o fobias tan comunes hoy en día y tan erróneamente llamados nervios o neurastenia.

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Interferencia con el uso coordinado del mecanismo psicofísico y la correspondiente disminución del nivel de percepción sensorial cambiantes de la civilización y sin ninguna consideración al efecto de estos cambios sobre su organismo.26 Al igual que en una etapa primitiva de la evolución en la que la forma de “curación” intentada por el hombre primitivo fue siempre una específica, guiándole el instinto en la elección de la baya o raíz específica, para aliviar algunos males o daños específicos, ahora el hombre siguió, por lo que sabemos, el ejemplo de sus menos desarrollados antepasados y trató su problema de forma específica. Reconociendo que su nivel de bienestar había disminuido y que su desarrollo muscular también estaba deteriorándose continuamente, decidió que su pérdida de salud era debida a un deterioro en su desarrollo muscular. Pero vio este deterioro sólo como un deterioro en su desarrollo muscular, no como un deterioro en su coordinación psicofísica general y una interferencia en su percepción sensorial, es decir, con el ajuste general del organismo junto con un desplazamiento de los órganos y vísceras vitales, causando presión e irritación serias y dando como resultando un buen número de síntomas desagradables y alarmantes.27

1.13 El remedio específico elegido para contrarrestar una mala condición general Debido al limitado ámbito del funcionamiento de sus procesos de razonamiento, su conclusión debió ser que sus deficiencias generales se debían a deficiencias musculares específicas y este concepto estrecho y erróneo le llevó directamente a la idea del desarrollo muscular mediante ejercicios específicos, ejecutados en momentos específicos, con el propósito de desarrollar músculos específicos. Es evidente que tal proceso no puede comprobar adecuadamente el deterioro de la coordinación en general, ni los desajustes y desplazamientos a los que me he referido. Para ilustrar esto, empecemos con lo que podría llamarse la “concepción del levantamiento de pesas” como remedio. Verdaderamente fue un remedio tosco28 y bien propio de la etapa evolutiva en la que el instinto estaba deteriorado y los procesos de razonamiento sólo se empleaban en esferas limitadas. La era de los ejercicios de levantamiento de pesas fue reemplazada por la forma más dura de gimnasia, en la que se hacían ejercicios muy duros. A estos primitivos ejercicios mecánicos les siguieron otros menos duros y luego un número creciente de máquinas destinadas a ponerse de moda entre los entusiastas del culturismo. Esta forma particular de desarrollo muscular, pasó por varias fases, pero es evidente que los resultados siguieron sin ser satisfactorios. Como quiera que consideraran que aún no habían encontrado el remedio correcto, o que el rápido deterioro de la condición psicofísica del hombre quedaba fuera del alcance de la mejor máquina de musculación para remediarlo, al menos una cosa es cierta, que todos se dieron cuenta de que los resultados eran desalentadores y que el deterioro continuaba a pesar de todos los esfuerzos para controlarlo. Por consiguiente, se hicieron cambios en los métodos. La gimnasia sueca se puso de moda y también diferentes tipos de ejercicios y aparatos utilizados para efectuar estiramientos musculares de todo tipo y las subsiguientes experiencias relacionadas con la postura, calistenia, danza plástica, respiración profunda, “la docena de ejercicios de calistenia” y otros métodos específicos que no pueden, evidentemente, ser considerados satisfactorios, como la 26 Nota de CF: ... Oyendo que Henry Taylor estaba enfermo, Carlyle se precipitó de Londres a Sheen con un frasco de medicina que había mejorado a la Sra. Carlyle, sin tener la menor idea de qué padecía Henry Taylor o para qué servía el medicamento. BARON TENNYSON, Alfred Lord Tennyson - Una memoria 27 Desdichadamente, la poca visión aquí señalada todavía es mantenida por muchas de nuestras autoridades en Fisiología y Anatomía, con los resultados evidentes. Sólo es necesario ver los movimientos de muchos expertos en Fisiología y Anatomía para darse cuenta de la futilidad de su conocimiento desde el punto de vista práctico. El conocimiento del funcionamiento anatómico y fisiológico ordinario de músculos específicos, no habilita a nadie para reeducarlos o coordinarlos en general, en los actos de cada día y es de sentido común y práctico que debe cuestionarse el valor de cualquier conocimiento o principio. 28 En La herencia suprema del hombre señalé la gradual modificación que ha tenido lugar en estos ejercicios de desarrollo muscular, una modificación que aún sigue actualmente.

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El remedio específico elegido para contrarrestar una mala condición general búsqueda del “gran desconocido” que aún continúa. Otro grupo de gente, convenciéndose a ellos mismos de que la civilización nunca sería un modo de vida para el ser humano, decidieron que podían ver la luz en su larga “oscuridad física” y llegaron a la conclusión de que el remedio estaba en “la vuelta a la naturaleza”, a la “vida simple”. Y así tenemos el espectáculo de estos seres humanos simples y poco evolucionados intentando realmente volver a las escenas de los primitivos triunfos de sus prehistóricas limitaciones, donde imaginan que todas las experiencias serán suficientemente invariables y de lento desarrollo para sus capacidades actuales en el plano subconsciente al que ellos tan tenazmente se aferran. La imagen del hombre primitivo en su entorno duro pero natural, resulta ser un estudio interesante para aquellos que han superado esa etapa; pero el espectáculo del hombre civilizado intentando volver al ambiente de sus antepasados prehistóricos sería motivo de risa, si no fuera por lo trágico de una idea tan desagradable para nuestro orgullo intelectual.

1.14 Ciertos errores de juicio en la elección del hombre de los “ejercicios físicos” como remedio para una deficiencia fundamental Ahora lo que deseo recalcar es que, a través de la larga búsqueda de remedio para su deterioro, el hombre pasó por alto algunos factores muy importante, factores que aún no son tenidos en cuenta hoy por la mayoría de la gente en su búsqueda de la salud y mejoría general. En primer lugar, el hombre pasó completamente por alto el hecho de que el mecanismo sensorial del que hasta entonces había dependido enteramente como guía en la actividad en general, ya no resultaba preciso y que por tanto, ya no se podía fiar únicamente de la sensación, es decir, de la guía subconsciente instintiva, para realizar satisfactoriamente los actos ordinarios de la vida. El hecho de que durante un tiempo los “ejercicios físicos” fueran considerados necesarios, demuestra que deben haberse desarrollado imperfecciones de gran magnitud y la razón de ello, como repito, es que la disminución gradual de los registros de los sentidos para continuar guiando a los hombres apropiadamente, en el uso de ellos mismos en las actividades de la vida, finalmente ha llevado a una etapa avanzada de mala coordinación del organismo psicofísico humano. Por tanto, era claramente irrazonable suponer que los “ejercicios físicos” de cualquier tipo conseguirían ninguna mejoría duradera o fundamental de esta condición insatisfactoria, cuando la persona para ejecutarlos estaría guiada por la misma percepción sensorial imperfecta y engañosa, cuya dependencia fue el origen de la condición que deseaba remediar. Además, durante la ejecución de “ejercicios físicos” bajo estas condiciones, habría un desarrollo real de su condición de mala coordinación original y estaría seguro de encontrarse con nuevos y muy frustrantes problemas psicofísicos.29 Estos problemas realmente afloraron y desde entonces se han complicado más y aquí me gustaría reiterar que, aunque no puede decirse que no se tengan del todo en cuenta hoy día, sigue sin comprenderse su importancia real casi por completo, ya que la mayoría de la gente no se da cuenta de que los seres humanos aún están impulsando un mecanismo mal ajustado y dañado a lo largo de la difícil ruta de la vida moderna, mientras confían en la guía de una percepción sensorial imperfecta y a veces engañosa. En segundo lugar, al elegir los “ejercicios físicos” como un remedio para su deterioro, el hombre no tuvo en consideración que su cuerpo era una pieza de maquinaria muy delicada y altamente coordinada, por lo que debía haber muchas causas, además de la debilidad muscular, contribuyendo a su condición deteriorada; es más, que los mismos ejercicios no guardaban ninguna relación con las necesidades de su organismo, tanto en las actividades físicas como durante los periodos de descanso que son una parte importante del día (un punto constantemente pasado por alto por los entusiastas de la “cultura física”). Si nos preguntamos a nosotros mismos por qué el hombre pasó por alto estos importantes puntos, la respuesta puede iluminar muchos de nuestros propios 29 En la 2ª parte de este libro he tratado con algunos de estos problemas que aparecen en la esfera educativa y en otras esferas de la vida.

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Ciertos errores de juicio en la elección del hombre de los “ejercicios físicos” como remedio para una deficiencia fundamental problemas actuales. Indudablemente fue porque él estaba apuntando exclusivamente al método de “curación” y no al de prevención. En los términos de mi tesis, su atención estaba puesta en el “fin” que estaba buscando (su mejoría “física”) y no en los razonables medios por los cuales poder alcanzar este “fin”. Si hubiera podido pensar en su cuerpo como en una máquina intrincadamente construida que es lo que es, habría visto en su condición de deterioro, no únicamente un deterioro de su desarrollo muscular sino un deterioro de su coordinación psicofísica general, acompañado de una interferencia con el ajuste general del organismo y de una disminución general del nivel de su funcionamiento. Entonces se habría dado cuenta de que su deterioro debía ser, simplemente, el síntoma de algún fallo en el funcionamiento de la maquinaria y que toda la máquina necesitaría ser reajustada antes de poder trabajar coordinadamente de nuevo. Lo habría tratado como habría tratado cualquier otra máquina (su reloj, por ejemplo) que no funcionara bien. Si su reloj se adelantara media hora un día y al siguiente se parara, o si la manecilla pequeña girara a la misma velocidad que la grande, no se habría fiado de su exactitud si quería coger un tren y, mejor aún, no se habría puesto a arreglarlo sin orden ni concierto. En lugar de eso, lo habría enviado a un experto que con su conocimiento del correcto funcionamiento de la maquinaria habría arreglado cualquier parte gastada o rota y reajustado el mecanismo de nuevo. El relojero le habría sugerido entonces probablemente, como medida preventiva, un repaso periódico para poder ver cualquier desgaste y si fuera necesario, reparar las partes dañadas o cambiarlas por unas nuevas. Mediante este comportamiento razonable, se podría prevenir cualquier desajuste de la maquinaria como el que había hecho del reloj una guía no-fiable.30 Sin embargo, no podemos sorprendernos de que el hombre no razone de la misma manera cuando se trata del deterioro de su propio mecanismo. Sus procesos de razonamiento sobre el cuidado de sus propios mecanismos y su bienestar general, no han sido empleados para nada al mismo nivel que con los mecanismos de la naturaleza externa. Él decidió que había descubierto un defecto “físico” para el que debía encontrar un remedio y hay pocas dudas de que tan pronto como concibió la idea del “remedio”, cualquier otra consideración posible fue excluida, incluso la causa o causas del deterioro “físico” o los principios psicofísicos correspondientes o (incluso habiéndose encontrado la causa o causa) los medios por los cuales podía asegurarse el “fin” (remedio) deseado. En pocas palabras, su decisión fue el resultado de un procedimiento subconsciente y por tanto no razonado y no el de la reflexión razonada consciente. Como ya hemos señalado, difícilmente podía esperarse un resultado diferente en esta etapa primitiva del desarrollo del hombre, viendo que incluso hoy, en el siglo veinte, se hace frente al problema de la mala forma psicofísica con el mismo “remedio” primitivo, tanto en la teoría como en la práctica.

1.15 Procesos de razonamiento consciente del hombre aplicados a actividades externas pero no a su organismo psicofísico Debemos enfrentarnos al cierto pero desagradable hecho, de que el hombre civilizado nunca ha progresado personalmente (es decir, en sí mismo) como ha avanzado en asuntos externos a él. Aunque ha razonado los medios por los cuales puede controlar y utilizar en su propio beneficio las diferentes fuerzas que ha descubierto en el mundo exterior, no ha aplicado este principio del razonamiento en lo que concierne a su propio organismo. Ha dejado esta pieza fundamental de su maquinaria psicofísica, la más sutil, de funcionamiento más delicado que la más intrincada máquina fabricada por el hombre,31 a la guía subconsciente de su percepción sensorial, sin tener en cuenta que esta percepción sensorial se estaba volviendo, como hemos visto, cada vez menos fiable con el ostentoso avance de la civilización. 30 Debemos fijarnos de nuevo en la diferencia que existe entre la maquinaria humana y la inanimada. La máquina humana en un estado de uso coordinado y adecuado, posee en sí misma el poder de crecimiento y desarrollo de cada parte del mecanismo muscular y puede hasta cierto punto evitarse en el ser humano, una condición parecida a la de una maquinaria inanimada, gracias a la facultad de la naturaleza de proporcionar y reparar, bajo buenas condiciones, los tejidos usados y gastados. 31 Es bien conocida la pasión por la mecánica de los chicos de nuestro tiempo. ¡Qué fácil sería dirigir este interés al conocimiento de sus propios mecanismos!

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Procesos de razonamiento consciente del hombre aplicados a actividades externas pero no a su organismo psicofísico Todos estamos familiarizados con la palabra sacrilegio y conocemos los actos que se engloban en esta categoría. Pero por lo que yo sé, la palabra aún no ha sido aplicada al uso del organismo psicofísico de la criatura humana. Sin embargo, ¿no es un sacrilegio que durante las experiencias de la civilización en los últimos dos mil años, el organismo psicofísico humano haya estado dirigido y empleado en las actividades de la vida de forma subconsciente e irracional, con el resultado de que se han desarrollado y establecido distorsiones y defectos? Se ha interferido perniciosamente en el ajuste de la maravillosa maquinaria psicofísica, como en las coordinaciones que juegan un mayor papel en el funcionamiento de esta maquinaria, resultando de esta interferencia una disminución del nivel de funcionamiento general del organismo. Érase una vez, cuando el cuerpo y las extremidades del ser humano eran “la materia y la forma”, una inspiración para el escultor y el pintor, y un disfrute mirarlos como “cosa bella” y simétrica. Sin embargo, ahora los organismos de la mayoría de la gente pueden describirse como más o menos mal formados, desajustados y asimétricos. La torpeza y falta de gracia han substituido a la gracia y poesía en movimiento, las extremidades bien formadas han perdido su forma y los mecanismos psicofísicos no son utilizados ventajosamente sino desaprovechadamente. *

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Resumiendo, hemos visto como, en su elección de “ejercicios físicos” como remedio para lo que reconoce como deterioro físico, el hombre pasa por alto algunos hechos importantes. En primer lugar, no tiene en cuenta el hecho de haber desarrollado una percepción sensorial no-fiable que no es ya, por tanto, una guía fiable en su actividad psicofísica. En segundo lugar, no piensa en su cuerpo como en un mecanismo coordinado y por lo tanto, se extravía al elegir un remedio específico para una mala condición específica, en lugar de apoyarse en principios preventivos generales con los que poder restablecer y mantener la condición de coordinación del mecanismo psicofísico completo. Sobre todo, no aplica a su problema el gran principio del que yo afirmo que depende el progreso satisfactorio de la civilización humana, esto es, el principio de pensar en los razonables medios por los cuales puede alcanzarse cierto fin, como opuesto al antiguo plan subconsciente de trabajar ciegamente con un “fin” inmediato. Podemos ahora comprender claramente el proceso fundamental que se ha ido formando en la criatura humana desde tiempos primitivos y sigue formándose hoy día en la mayoría de la gente que en ciertos momentos psicológicos, aún actúa de la misma manera que sus antepasados de las llamadas Edades Obscuras, y al enfrentarse a problemas similares, todavía trabaja subconscientemente por sus “fines” inmediatos (la idea de la “curación”) en lugar de pensar en los razonables medios por los cuales poder conseguir los deseados “fines” (la idea de la prevención). Es cierto que están teniendo lugar algunas modificaciones aquí y allá. Deseo admitir que una pequeña minoría intenta realmente analizar sus propios casos y los de otros, en lo relativo a enfermedades e imperfecciones; pero como demostraré más tarde, todos ellos intentan “curar” mediante un remedio específico en lugar de tratar cada problema desde una base general. Esto se aplica también a las diferentes formas de la llamada curación mental que se ha puesto de moda recientemente incluyendo la Ciencia Cristiana, Autosugestión, Nuevo Pensamiento, etc. Son simplemente, una reacción a la primitiva idea de “cultura física”, pero como las reacciones de todas las criaturas que están controladas subconscientemente, es la reacción de un extremo al otro. Parecería que en la mayoría de nuestros intentos de progreso en el plano subconsciente, tendamos a movernos de un extremo al otro sin reconocer el peligro al que somos arrastrados hasta que, metafóricamente, somos golpeados en la cabeza por alguna fuerza de la naturaleza imprevista y desconocida que nos detiene. Quizá entonces desandamos el camino, pero sólo para empezar otra vez ciegamente en otra dirección, hasta llegar al otro extremo (un proceso que lleva a la sobrecompensación), cuando la Naturaleza interviene de nuevo y nos fuerza una vez más a llamar al alto. Nuestro progreso bajo la guía subconsciente se parece al de un hombre perdido en el bosque que, olvidándose de aquellos signos que de no estar emocionalmente trastornado no podrían escapar a su observación, da vueltas y vueltas en círculo y tras una larga y triste experiencia se encuentra en el El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Procesos de razonamiento consciente del hombre aplicados a actividades externas pero no a su organismo psicofísico mismo lugar del que partió. Esa tendencia a tomar los atajos estrechos y traidores en lugar del gran y amplio centro del camino, se debe a su hábito de lanzarse de un extremo al otro, un hábito que como he señalado, parece ir de la mano de la guía y dirección subconscientes, que es un fallo relativo como ha demostrado nuestro plan de civilización.

1.16 El pernicioso concepto de división del organismo psicofísico Todavía hay otro aspecto del caso que quiero ahora adelantar, ya que resume todos los errores que los seres humanos han cometido al intentar resolver el problema de vivir en la civilización, mientras continúan apoyándose en la guía subconsciente. Al adoptar “ejercicio físicos” y los diferentes métodos de “curación mental” como remedios específicos para los males humanos, el hombre hizo un intento arbitrario de separar el organismo psicofísico en partes que él definió como cuerpo, mente y alma.32 Entonces, separar cualquier organismo en partes y esperar luego que funcione satisfactoriamente, es una proposición irrazonable, como irrazonable sería por ejemplo, esperar obtener los mejores resultados de cualquier otra máquina separando el mecanismo de transmisión del mecanismo de explosión y dirección. Es probable que esta concepción irrazonable tenga su origen en esa condición emocional y confusa, que es responsable de la mayoría de los actos y creencias irrazonables y que generalmente se encuentra asociada, de una forma u otra, con el miedo. El confuso estado al que el hombre fue arrastrado en sus primeros 32 En La herencia suprema del hombre me esforcé en no dejar espacio para la duda de que baso mi filosofía y práctica en la unidad de las potencialidades del hombre, las cuales hasta ahora, han sido diferenciadas y representadas como “cuerpo”, “cuerpo y mente” o “cuerpo, mente y alma”. Las palabras “mente” y “alma” son de uso tan común como la palabra “cuerpo” y todos hemos sido culpables de utilizarlas. Ahora sabemos algo sobre el cuerpo, algo tangible; pero ¿qué conocemos realmente sobre el “alma”? ¿Y sabemos algo más sobre la “mente” de lo que sabemos sobre el “alma”? Aún quedan expresiones relativas a la “mente” en continuo uso, como por ejemplo “tener en mente”, “conservar en la mente” algo, o cuando hablamos de “mejorar la mente” o de “desarrollar o formar una mente” o de la actitud “mental” de una persona o progreso “mental”, control “mental”, hábitos “mentales” o de una persona que sufre un problema “mental”. Las páginas de La herencia suprema del hombre y también las de este libro, abundan en argumentos y ejemplos sobre los dañinos resultados que siguen a los esfuerzos de la gente dotada de percepción sensorial no-fiable, cuando intenta seguir instrucciones escritas u orales, con el ánimo de erradicar defectos o peculiaridades en el uso de sus mecanismos psicofísicos. Ahora es posible adquirir algún conocimiento tangible del funcionamiento de estos mecanismos; entonces, si los intentos de mejora y desarrollo en una esfera en la que podemos tener algún conocimiento tangible pueden tener resultados dañinos, cuánto más daño puede hacer cualquier intento de seguir instrucciones específicas como “mantén en la mente” o “pon la mente” en algo, cuando no tenemos ningún conocimiento tangible del funcionamiento de lo que llamamos “mente”. Y cuando alcanzamos el punto en que queremos sugerir la posibilidad de “desarrollar o formar una mente”, debemos seguramente estar tan lejos de una realización de hechos concreta, como de haber alcanzado los límites del misticismo. La historia de los esfuerzos del hombre en cada etapa de su desarrollo, es buena prueba de los malos resultados que se originan siempre que la criatura humana intenta responder a uno o varios estímulos debidos a su concepción de una frase que representa un fenómeno intangible. ¿Cómo podría ser de otra forma? ¿Cómo le es posible llegar a poseer medios por los cuales tangibles que le aseguren un “fin” intangible? Por tanto, se comprenderá que tengo una razón especial para dar tantos ejemplos concretos en mis libros. Aquí tenemos algo demostrable fácilmente, procedimientos prácticos y libres de aquellos fenómenos intangibles, que demasiado a menudo son inseparables de lo que se conoce como discusión “mental” o “espiritual”. Si no fuera por la tragedia mundial que representa, casi podría uno divertirse con los esfuerzos de aquellos que intentan rasgar el velo del “más allá”, mientras siguen ignorantes de las potencialidades humanas que pueden descubrir en sí mismos. ¿No es razonable suponer que el conocimiento de los medios por los cuales poder desarrollar y emplear continuamente de la mejor forma posible estas potencialidades, es el camino hacia actividades satisfactorias en otros planos de la vida? Seguro que el género humano debe al menos entrar en la gran herencia terrenal, el plano consciente evolutivo, antes de dedicar tiempo y energía a aquellos campos de especulación y duda sobre el “país desconocido de cuyo linde ningún viajero vuelve”.

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El pernicioso concepto de división del organismo psicofísico intentos de encontrar una “cura” para su deterioro psicofísico, estaba naturalmente ligado y asociado a sus miedos originales. Pues el miedo ha sido la compañía constante del hombre desde tiempos muy tempranos, tanto si el miedo era un miedo sano como uno insano dependiendo de las condiciones implicadas; en cualquier caso, fue una forma de enfermedad para la cual, la poco evolucionada criatura no podía encontrar una “cura”. La ley primaria que ordena que una criatura debe alimentarse de otra, el impacto de nuevas experiencias e incluso la ignorancia de simples leyes de la Naturaleza, fueron responsables de esto. No había escape. Toda criatura humana o no, vivía constantemente en espera de un ataque de su enemigo natural. Nuestro pequeño canario, cuyos tatara tatarabuelos fueron pájaros cautivos, aún mira de lado a lado con rapidez ansiosa después de picar cada semilla, igual que su más primitivo antecesor. Es fácil entender cual sería el efecto del trueno, por ejemplo, cuando fue oído por primera vez por la criatura primitiva, cuya existencia dependía de una reacción apropiada al estímulo del miedo, e imaginar su aterrado aspecto cuando el relámpago iluminó por primera vez ante sus ojos. No puede haber duda de que desde las etapas primitivas, la reacción del hombre a tales miedos fue buscar refugio en lo sobrenatural. También los hombres civilizados que no han rezado en años, que incluso han ridiculizado la práctica de la oración, se sabe que en las circunstancias de un naufragio se han arrodillado y rezado instintivamente. En tales casos, el miedo manda sobre sus convicciones, el viejo primitivo subconsciente recupera el poder y ellos probablemente caen de rodillas sin darse cuenta. Así le ocurre al hombre primitivo. Ofuscado y aterrado por el trueno y el relámpago, caería y escondería su cara en las manos musitando, incoherentemente quizás, a “algo”. Tarde o temprano, cuando el paroxismo del miedo ha empezado a pasar, apartará las manos de su cara y es concebible que el primer árbol o piedra que encuentre su aterrada mirada le parezca que es el poder que le ha rescatado de algún destino horrible. A partir de ahí se desarrollaría la talla de imágenes en madera y piedra y los diferentes ritos religiosos que nos son familiares. No nos pararemos a considerar todas las etapas que intervienen en este desarrollo, pero nos fijaremos en la Era Cristiana y veremos de que forma se manifestó el miedo primitivo. Vemos que, aunque los miedos del hombre se modificaron en el caso del trueno y el relámpago y otros terrores a los que ahora ya se había acostumbrado, estos no fueron menos agudos en esferas nuevas y poco familiares. Y tras este miedo original a lo desconocido, una nueva forma de miedo había aparecido en él, asociada al desarrollo unilateral que había tenido lugar en el organismo humano. Porque el desarrollo psicofísico desequilibrado provoca un equilibrio insatisfactorio en todas las esferas y el equilibrio insatisfactorio siempre va asociado al miedo. Como hemos visto, desde que el hombre entró en la etapa civilizada, ha estado desarrollando más rápidamente el llamado lado mental, mientras que en el llamado lado físico había un deterioro real. Por tanto, estuvo desarrollando dentro de sí mismo dos fuerzas, una trabajando contra la otra, hasta que casi fue como si hubiera desarrollado dos entidades separadas, la “física” y la “mental”. Fueron las demandas conflictivas de estas “entidades separadas”, lo que provoco la interferencia en el equilibrio psicofísico y produjo en él la condición de miedo interior a la que me refiero y a la que hoy a menudo se llama “nervios”.33 Este nuevo miedo, realmente miedo a sí mismo, se desarrolló gradualmente hasta que su presencia fue reconocida como un problema urgente y está en manos del hombre la solución de este problema al que nos enfrentamos, un concepto que veremos es el más dañino, considerado en relación con su progreso evolutivo. La concepción a la que me refiero es la de la separación del organismo humano en partes, a las que se ha llamado alma, mente y cuerpo. Aquellos que se desviaron con esta separación, obedeciendo a su propia concepción arbitraria e irracional, intentaron desarrollar cada una de esas tres partes llamadas alma, mente y cuerpo, independientemente y no sólo eso sino también hacer una distinción de clase, como si la hubiera, entre ellas, siendo este último procedimiento una nueva versión de un “hábito de pensamiento” asociado a otras esferas. Seguramente, para aquellos que creyeron en esta separación, su conocimiento del proceso de la Naturaleza 33 La presencia del miedo siempre significa una condición de conflicto. El hombre que interiormente tiene miedo, exteriormente se comporta aparentando valentía. Similarmente, no hay duda de que este miedo interno induce en ciertas naciones, la manía de llevar armas y el ataque en masa de acuerdo con su instinto de horda.

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El pernicioso concepto de división del organismo psicofísico también debió haberles indicado el lugar en orden de importancia que el cuerpo debía ocupar y su relación con las otras partes de la serie, llamadas mente y alma. Los que han seguido el argumento hasta este punto, reconocerán los siguientes hechos: (1) las reglas morales, sociales y otras conductas ya establecidas en la etapa llamada Era Cristiana eran el resultado de concepciones humanas; (2) los seres humanos responsables de estas concepciones eran, ellos mismos, el producto de las experiencias psicofísicas correspondientes a un intento subconsciente de pasar de una etapa primitiva en el progreso evolutivo que llamamos etapa incivilizada, a una etapa mas adelantada que llamamos etapa civilizada; (3) durante esta transición, el uso-desarrollo del hombre del lado llamado mental había tenido lugar en un grado mucho más alto proporcionalmente que el del lado llamado físico y debido a que en el lado llamado físico, su uso-desarrollo ya habían alcanzado un nivel alto, las posibilidades de futuro desarrollo en aquel lado (lo que entonces se entendía por desarrollo) no eran tan grandes como en el aún casi sin desarrollar lado llamado mental. Además, en el nuevo modo de vida había relativamente menos demanda sobre el primero y una demanda creciente sobre el último; (4) en la esfera de la civilización, con el uso-desarrollo nuevo y creciente del lado llamado mental, había una correspondiente disminución gradual en el usodesarrollo del lado llamado físico, comparado con aquellos periodos primitivos en los que el hombre vagaba por llanuras y montañas en busca de su comida y otras necesidades diarias; (5) éste fue el comienzo de una nueva era en la experiencia de la criatura llamada hombre. Fue el comienzo de una interferencia con el uso-desarrollo coordinado del organismo psicofísico. De todo ello se concederá que hasta cierto punto, los procesos llamados físicos al ser los más desarrollados, constituían el factor principal y la guía en la actividad humana. Es más, en un espacio de tiempo relativamente corto, los procesos interdependientes relativamente inutilizados, pero más rápidamente desarrollados, llamados “mente” fueron exaltados a un lugar más alto que el “cuerpo” en la economía humana, sólo para ser substituidos por aquellos que a los interesados gustaba llamar “alma”, de los que sabían menos aún que lo poco que sabían de la “mente” y su funcionamiento. La propia concepción de una separación y distinción de clase entre “cuerpo, mente y alma” indica la presencia permanente de un potente estímulo, que sólo podía emanar de una condición de desequilibrio en alguna dirección. Por lo que podemos saber, el pobre cuerpo calló en desgracia por culpa de “las tentaciones de la carne” resultado natural de una condición de mala coordinación y si podemos juzgar por las leyes y costumbres especiales que se formularon, el principal resultado de esta condición desequilibrada parece que se habría manifestado en la esfera sexual. Sino ¿por qué esta esfera tuvo que ser seleccionada particularmente para condenarla, viendo que la satisfacción de las necesidades y deseos del sistema reproductivo es tan esencial como la satisfacción de las necesidades y deseos de los sistemas digestivos y asimilativos para la buena salud del individuo y de la raza y que los resultados de satisfacer los deseos y necesidades sensoriales de estos tres sistemas son normales y saludables, mientras su uso sea moderado y no abusivo? El daño producido por comer demasiado sólo es igualado por el de beber demasiado y seguramente, en los últimos análisis el abuso del acto sexual se iguala con uno de ellos o con ambos. Un hombre o un animal con una dieta insuficiente no muestra deseos particulares de tener relaciones sexuales. De hecho, por regla general ocurre lo contrario. Verdaderamente, esta idea de “separación” en el organismo humano era una concepción puramente arbitraria, formada para encajar con ciertas premisas estúpidas que los seres humanos, probablemente con toda honestidad y docilidad de espíritu, habían aceptado y hecho una ley dentro de sí mismos, esforzándose por cumplir lo que ellos consideraban eran las demandas esenciales del ideal religioso. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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El pernicioso concepto de división del organismo psicofísico Esto llevó naturalmente, a esa concepción terrible y devastadora que hizo que hombres y mujeres castigaran la carne para acortar, si lo hubiera, el camino al Cielo a través de lo más fundamental de su ser primitivo. Pero aún no se había alcanzado el límite de destrucción forjado por este proceso de disección. A medida que progresaba el proceso llamado educación, este principio de una distinción de clase dentro del organismo crecía y se desarrollaba. Junto con el crecimiento de la educación, se cultivó la idea de que la falta de conocimiento en esferas específicas era el factor que debía determinar si una persona podía ser clasificada como ignorante o no. Un hombre podía ser un puntal glorificado, una persona con un prodigioso sentido común o incluso una criatura racional e inteligente, pero si no estaba versado en toda la parafernalia que constituye el currículo de las universidades, escuelas y colegios de su tiempo, sería clasificado de ignorante. A continuación siguió la más estúpida de todas las concepciones sobre educación formadas por los seres humanos controlados subconscientemente, una concepción compañera de la idea de distinción de clase, o sea, un más o menos creciente desprecio hacia aquellos que, a pesar de sus dones naturales, fueron clasificados como ignorantes y especialmente hacia aquellos cuyo trabajo hacía más demandas sobre el yo llamado físico que sobre el yo llamado mental (es decir, desde el punto de vista educativo), junto con una completamente absurda y exagerada admiración por aquellos que trabajaban en profesiones en las que se pensaba que las demandas eran casi exclusivamente “mentales”.34

1.17 Necesidad de unidad y simplicidad Sólo hemos de considerar estos hechos para darnos cuenta de cuanto se han alejado los hombres de uno de los fundamentos de la vida. Pues, como ya hemos indicado, en el principio de las cosas debe haber habido unidad y fue un extraño error de razonamiento lo que permitió a los hombres hacer una falsa división del organismo, que sólo podía desarrollarse satisfactoriamente como una unidad psicofísica indivisible. Estaba discutiendo recientemente este y otros asuntos similares con un amigo científico quien me hizo la siguiente pregunta: ¿Por qué hemos pasado por alto estos puntos importantes durante tanto tiempo? En respuesta le dije esa frase ahora de uso tan corriente: “La vida se ha vuelto tan compleja”. En mi opinión, tenemos aquí la clave de todo el asunto y me aventuro a predecir que antes de que podamos ovillar la madeja terriblemente enredada de nuestra existencia actual, debemos llegar a un PARO total y volver a la vida simple y consciente, creyendo en la unidad como base de todas las cosas y actuando en forma práctica de acuerdo con las leyes y principios implicados. En medio de una tragedia mundial como la que estamos presenciando en el momento presente, una tragedia que parece haber aumentado de intensidad en lugar de disminuir, desde la declaración del Armisticio y el trabajo de los constructores de la paz, seguro que corresponde a cada individuo parar (lo digo en todo su sentido), considerar cada partícula de supuesto conocimiento, particularmente el conocimiento “psicológico”, derivada de su educación general, su formación religiosa, política, moral, ética, social, legal y económica y preguntarse a sí mismo llana y directamente: ¿Por qué me creo estas cosas? ¿A través de qué proceso de razonamiento llegué a estas conclusiones? Si somos claros y directos con nosotros mismos en relación con nuestras apreciadas ideas e ideales, la respuesta puede provocarnos primero una sacudida, incluso 34 Ésta es sólo una de las muchas pruebas que poseemos de que la idea de distinción de clase yace en la raíz profunda del aspecto humano y que, a pesar de todos los esfuerzos que puedan hacerse mediante legislación u otros medios externos en contra de esta idea, seguramente permanecerá como convicción de una forma u otra, con defensores y abogados, hasta que el género humano haya alcanzado la etapa racional de la guía-control consciente del individuo. Hasta que se alcance esta etapa, es imposible lograr los ideales que identificamos con las palabras democracia, libertad, etc.

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Necesidad de unidad y simplicidad a algunos de nosotros casi una conmoción. Pues nacerá la verdad en nosotros, de que mucho de nuestro supuesto conocimiento no ha sido conocimiento real y demasiado a menudo, la preciada verdad una quimera. Muchos de nosotros podemos despertar al hecho, de que la mayoría de nuestras apreciadas ideas e ideales no son el producto de ningún razonamiento, sino de procesos irracionales llamados impulso, emoción desequilibrada y prejuicio, es decir, de ideas e ideales asociados a una condición psicofísica en cuyo desarrollo la percepción sensorial no-fiable ha jugado un papel principal.

1.18 Necesidad de substitución en todas las esferas de los métodos de “curación” sobre una base específica por el principio de prevención sobre una base general Como hemos visto, la percepción sensorial no-fiable ha estado y aún está asociada a la disminución general del estado de salud del género humano. Consecuentemente, la toma de decisiones, las concepciones y pensamientos del hombre han estado y aún están condicionados por esta percepción sensorial nofiable y aún le llevan, como en el pasado, a conclusiones y decisiones erróneas en el planteo de los nuevos problemas con los que se está enfrentando continuamente. No podemos encontrar un ejemplo mejor de concepciones erróneas que llevaron a un juicio desequilibrado asociado con la percepción sensorial no-fiable, que en la elección del hombre de una “cura” específica en el principio de “obtención del fin”, esto es, los “ejercicios físicos”. Fue su errónea estimación del valor relativo de los principios de prevención y “curación”, lo que le permitió hacer esta elección y así, descuidar el principio de los “medios por los cuales” implicado en todo procedimiento preventivo. Tenemos evidencia de un juicio desequilibrado similar en todas las otras esferas concernientes al intento de mejora del individuo y las decisiones y opiniones erróneas resultantes del juicio desequilibrado en estas esferas, son análogas al error que comete el hombre al elegir una “cura” específica en su intento de ir contra corriente en el deterioro general. Cada generación ha caído en el mismo error y así ha creado una pesada carga para la siguiente, ya que la necesidad de “curación” ha aumentado y continúa haciéndolo a un paso que claramente amenaza poner tal carga sobre los individuos de generaciones venideras, como para echar abajo el poder de resistencia humana. Si los métodos que han llevado a esta situación indeseable, son revisados alguna vez por los individuos sobre los que recaerá el deber oneroso de cargar con el plan llamado civilización, probablemente seremos descritos por ellos como pobres seres humanos dirigidos subconscientemente, precipitándose disparatadamente de un extremo a otro del lamentable páramo de espantos del siglo veinte. Tal revisión proporcionará pruebas abundantes del disminuido nivel de percepción sensorial fiable en los seres humanos de nuestro tiempo, lo que ha causado su desequilibrio en muchas direcciones y consecuentemente, los ha hecho errar experimentando ciegamente en muchas esferas. El desastre ha seguido a tales experimentos en química y máquinas mortales, por ejemplo, exactamente de la misma manera que habría seguido a las actividades de los niños provistos de pólvora y cerillas. El historiador de dentro de uno o dos siglos, podrá encontrar pruebas del estado psicofísico de la gente del siglo veinte, lo que demostrará que han progresado poco en el plano evolutivo respecto al hombre de la Edad de Piedra, mientras por otro lado, sólo tendrá que referirse a las actividades de los años 1914-18 y 1939-45 para convencer al más escéptico, de que los seres humanos de nuestro tiempo han desarrollado una nueva forma de maldad y brutalidad, que sobrepasa a los mayores esfuerzos del hombre prehistórico. No obstante, debemos decidir en este momento hacer una retrospección como la que he sugerido; no podemos dejar de ver que ha llegado sin duda, un momento psicológico en la experiencia del hombre, para una amplia consideración del principio de prevención en su más completa aplicación a las necesidades humanas (en todas las esferas “física”, “mental” o “espiritual”), como se nos presentan en la crisis mundial actual. La investigación demostrará que la cantidad de energía humana dedicada a la prevención y “curación” en el siglo veinte en todas estas esferas, bien puede decirse que es de nueve a uno a favor de la “curación”. Que esto sea así después de miles de años de supuesta civilización, debe hacernos reflexionar. Pues la idea de buscar y adoptar una “cura” específica tiene su origen, como hemos visto, en las experiencias de un tipo de criatura humana poco desarrollada, perteneciente a un periodo primitivo del desarrollo humano. Corresponde a una El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Necesidad de substitución en todas las esferas de los métodos de “curación” sobre una base específica por el principio de prevención sobre una base general visión de la vida estrecha y limitada, ya que representa un intento por parte del hombre de obtener un “fin” inmediato sin considerar nada más. Por tanto, nos enfrentamos al hecho hasta ahora casi no reconocido, de que nuestra adopción del principio de “curación” con sus procedimientos asociados de “obtención del fin” como bases de nuestros intentos de reforma en todas las esferas, significa que el fundamento de demasiadas de nuestras apreciadas ideas y creencias es hoy el mismo que aquel con el que se crearon los procedimientos instintivos de nuestros antepasados primitivos, cuando ellos buscaban una “cura” en alguna hierba o baya específica. Por otro lado, un plan de vida en el que la prevención es el primer principio, no obliga a buscar un “fin” inmediato; su aplicación, en cambio, es una amplia base constructiva sin límites, humanamente hablando y es el producto de un plan concebido conscientemente y ejecutado conscientemente; en pocas palabras, es la concepción de un tipo altamente desarrollado de criatura humana.

1.19 Ejemplo I No voy a detener a mis lectores con los ejemplos tan obvios de la falta de razonamiento asociada a todos los métodos de “curación”. Daré tres ejemplos, empezando por el llamado la “cura del hígado”. Un hombre se siente mal y ha sufrido ciertos síntomas durante un año o más. Finalmente consulta a su médico y se le dice que tiene un hígado perezoso. Se le ordena que tome unos granos de calomelanos o alguna otra droga y se va a casa con la convicción de que ahora todo irá bien. Ya tiene su “remedio” y el plan es bien simple. Si los síntomas vuelven a aparecer, todo lo que tiene que hacer es tragarse el número de granos prescritos de su droga. Esto es aplicable a toda la lista de tales “curas”. En este punto pediría a mi lector que no juzgue mi punto de vista hasta que haya colocado la evidencia ante él. Nosotros, la gente del siglo veinte, estamos orgullos de ser una raza que razona; sin comparación, hemos empleado los procesos de razonamiento en muchas más esferas que nuestros parientes de hace muchos siglos. Siendo así, ¿por qué los procesos de razonamiento han sido relativamente poco empleados, en relación con aquellos problemas de cuya solución depende nuestro bienestar presente y futuro? Consideremos, por ejemplo, cómo razona la persona de nuestro ejemplo en relación con su hígado perezoso y su remedio de calomelanos. Se comprende que cuando tenga un ataque agudo siga las instrucciones de su doctor, tome sus granos de calomelanos y así se libre de lo que él considera una crisis. Pero ¿por qué la cosa acaba aquí en lo que a él personalmente concierne? Probablemente hacía bastante tiempo que sabía que tenía un problema y ahora la autoridad médica le ha confirmado que su hígado está indebidamente inactivo. De hecho, él ya lo suponía llegando a esta conclusión por la presencia de ciertos síntomas y por el conocimiento de que su vida sedentaria y su permisividad con ciertas comidas y bebidas, que son particularmente gratificantes para su percepción sensorial nodemasiado-fiable (en este caso particular, el sentido del gusto), son los responsables de haber causado el problema. Siendo así, uno esperaría que mostrara algún reconocimiento inteligente de la situación real. En su caso, no requeriría ningún grado especial de razonamiento permitirle aceptar los hechos evidentes. Pero desdichadamente, él no piensa en el momento de la crisis. Sólo se preocupa por “curarse” de su enfermedad específica y así en el siglo veinte, continúa actuando en el principio de la “obtención del fin”, un procedimiento que era excusable en sus predecesores de hace cuatro mil años. Él nunca ha aplicado ni a sí mismo ni a las dificultades encontradas en la esfera del bienestar psicofísico, ningún otro principio que el de trabajar por un “fin” inmediato. En estas esferas, nunca ha adoptado el plan de razonar primero los medios por los cuales de sentido común para asegurarse un “fin”. ¿Por qué debía hacerlo ahora? Simplemente es una El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Ejemplo I persona controlada subconscientemente, para quien los procesos de razonamiento relacionados con esto están en espera. No obstante, un hecho interesante es que al descubrir que la droga aplicada, en este caso el calomelanos, no remedia el problema de su hígado, probará otra droga y otra y así seguirá a pesar de los numerosos fracasos. Esto sirve para demostrar que dentro de un estrecho margen está preparado para hacer cambios, por ejemplo para razonar que si el calomelanos falla, la podofilina puede resultar ser el elixir del hígado. Pero está atrapado en la “idea de curación” de la Edad de Piedra por su confianza en las drogas y eso sigue siendo cierto para uno de los hábitos más dañinos que ha heredado como instinto de raza. Piense por un momento en la peligrosa naturaleza del proceso de creación indicado en el ejemplo anterior en el que tenemos un hombre, supuestamente avanzado, aferrándose a métodos primitivos de “curación”, en lugar de adoptar el único principio altamente desarrollado que la criatura humana razonable puede concebir o tolerar, el amplio gran principio de prevención. Si en todas sus decisiones, sus procesos de razonamiento no hubieran estado limitados por ese estrecho margen, debería habérsele ocurrido que su problema de hígado era la señal de que algo había ido mal con la maquinaria de su organismo completo, una concepción que le habría llevado a considerar los procesos de guía-control correspondientes. Pues cuando una máquina, animada o inanimada, ha desarrollado defectos mecánicos, esta máquina no funciona con su máximo rendimiento y con el uso continuado de la máquina, estos defectos no sólo se vuelven cada vez más pronunciados sino que realmente aumentan en número. Por lo tanto, es obvio que tan pronto como se descubren los defectos mecánicos, deben emplearse todos los medios posibles para recuperar el máximo nivel de funcionamiento mecánico. Para conseguirlo se necesita conocer los principios del motor, ajuste, guía-control del mecanismo. En el caso de los mecanismos humanos, es necesario un conocimiento de los principios psicofísicos correspondientes a su uso coordinado y este conocimiento implica la posesión de una percepción sensorial fiable. Pues en todos los casos de deficiencias llamadas mentales y físicas, hay presentes imperfecciones y defectos en el uso del organismo psicofísico. Si los registros sensoriales de este organismo hubieran seguido siendo fiables en la civilización, ¿cómo podrían haberse desarrollado estas imperfecciones y defectos en una persona satisfactoriamente coordinada? Y si los registros sensoriales son tan poco fiables y tan defectuosos que una persona puede desarrollar imperfecciones y defectos en las actividades ordinarias de la vida, ¿qué puede esperarse como resultado de sus actividades terapéuticas y en otras áreas,35 si continúa estando guiado por los mismos registros sensoriales imperfectos que le han engañado y continúan engañándolo cada vez? No está lejano el momento en que estos hechos serán ampliamente reconocidos y entonces será obvio que en cuanto decidamos hacer algo para eliminar una imperfección o defecto psicofísico, lo primero será adquirir gradualmente una percepción sensorial fiable durante un proceso de reeducación, reajuste y coordinación sobre la base de la guía-control consciente constructiva.

1.20 Ejemplo II Desdichadamente, este importante punto es pasado por alto en todas las esferas curativas, de forma que los métodos paliativos y de “obtención del fin” prevalecen y un buen ejemplo de esto puede encontrarse en el campo de la Medicina. No obstante, en todo lo que sigue a partir de aquí quiero dejar claro que no dejo de apreciar el valor de la Medicina en campos especiales o los buenos resultados que provienen de la diestra práctica de la Medicina en estos campos. Pero me gustaría sugerir, que sería posible para la Medicina proporcionar en el futuro beneficios mucho mayores a la humanidad que los que está proporcionando en el 35 Muchos de mis lectores pueden poner objeciones a estos argumentos y hacer referencia a algún defecto o imperfección que eliminaron en alguna ocasión, con o sin ayuda, según sea el caso. Estoy listo para admitir esto, pero afirmo que en el proceso se habrán cultivado muchos otros defectos e imperfecciones. De hecho, estoy preparado para demostrarlo si el objetor se somete él mismo o ella misma a un examen, mientras él o ella demuestra el proceso seguido para la “curación”. De paso debo mencionar que estos exámenes se hacen mientras el sujeto permanece vestido.

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Ejemplo II momento presente, si ampliara tanto el campo de la cirugía como el de la consulta, para incluir en ambos el más amplio plan de la prevención. Tomemos por ejemplo, la operación de extirpar el apéndice o la de colón. El trabajo del cirujano consiste en extirpar estos órganos en los casos en que encuentre una condición de deterioro que justifique su conclusión de que la presencia de estos órganos es dañina o incluso peligrosa. Luego veremos que en esta dimensión, el campo de la cirugía está confinado en estrechos límites. Al cirujano se le pide que examine un órgano que está funcionando imperfectamente y si de su examen concluye que se ha alcanzado cierto grado de deterioro del órgano en particular, él efectúa una operación. Bajo este método de procedimiento, se da poca consideración a la causa o causas de la interferencia general con el funcionamiento de la totalidad del organismo, una interferencia de la que el deterioro específico del apéndice o del colon, es únicamente un síntoma. Ni tampoco se tiene en consideración, por regla general, el hecho de que la operación, aunque hábilmente ejecutada, no restaure aquel grado de percepción sensorial necesario para el reajuste y el uso coordinado de los mecanismos, mediante el cual se restablecería la actividad vital adecuada y haría a la víscera desprendida recuperar su posición normal y saludable en el tronco. Este punto no queda afectado de ningún modo por el hecho de que una operación puede tener un éxito completo, desde el punto de vista de la extracción perfecta de un órgano cuyo estado deteriorado es peligroso para el paciente. El paciente se recupera de la operación, pero aún así, ¿qué consecuencias tiene esto? Es cierto que el paciente ha salido de una crisis que podría haber sido fatal, pero nos enfrentamos de nuevo al mismo viejo principio de “obtención del fin”. El apéndice estaba mal, se extirpó el apéndice y el paciente se recupera de la operación. Sin embargo, no se ha hecho nada para producir un cambio en el funcionamiento de los mecanismos psicofísicos y el funcionamiento general, que prevendría que continuara el funcionamiento imperfecto que causó el problema específico que hizo necesaria la operación. Este funcionamiento imperfecto original no sólo continúa, sino que está obligado a volverse cada vez más imperfecto con el paso del tiempo y tarde o temprano, es casi seguro que aparecerán otros síntomas peligrosos (debidos al funcionamiento imperfecto en aumento), cuando se tenga que recurrir al mismo remedio paliativo (cirugía) para compensar en una nueva dirección. En el reconocimiento estos hechos está la oportunidad del médico de pasar del estrecho campo de la curación, a los mayores logros que le están esperando en el amplio y extenso campo de la prevención.

1.21 Ejemplo III Otra forma de tratamiento a la que me gustaría dedicar atención es el Psicoanálisis. Este método ha disfrutado de cierta publicidad en los años recientes, pero a pesar de las “curas” que se le atribuyen, estoy preparado para demostrar que se basa en el mismo principio de “obtención del fin” específico que los métodos menos modernos a los que quiere reemplazar. Como ejemplo pondré el caso de una persona que sufre de algún miedo irrazonable y va a un psicoanalista para que le ayude a librarse de él. Supondremos que en el curso del análisis, largo o corto según el caso, el profesional y el paciente juntos deshacen el nudo y deciden que el origen del miedo está en algún acontecimiento o serie de acontecimientos que tuvieron lugar en el pasado, desataron indebidamente el reflejo del miedo del paciente y establecieron una “fobia”. En mor a nuestro ejemplo diremos que se ha hecho una “curación”. No obstante, ¿qué significa esta “curación”? ¿Dónde está el cambio fundamental en la condición psicofísica del paciente? Antes de poder contestar estas preguntas, debemos tomar en consideración el hecho de absoluta importancia sobre el que llamé la atención al principio de este libro, esto es, que eso llamado actividad mental es un proceso gobernado por nuestra condición psicofísica en el momento en que se recibe el estímulo particular. Siendo así, es obvio que la razón por la que una persona es víctima de algún miedo irrazonable, es que su condición de funcionamiento psicofísico general en el momento en que recibe el estímulo cuya reacción es el miedo, está por debajo de un nivel normal y satisfactorio.36 Pues si su condición de funcionamiento general fuera normal, su reacción al estímulo sensorial particular sería una reacción normal y no una “fobia” irracional. 36 Todo el mundo sabe que una persona sufre más infecciones (resfriados, etc.) cuando está hundida, es decir, en una condición psicofísica más o menos disminuida.

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Ejemplo III De ahí se sigue entonces, que el paciente de nuestro ejemplo debe haber estado por debajo del nivel de funcionamiento psicofísico normal en el momento del establecimiento de la “fobia”, es decir, él debe haber estado afectado por una condición de cinestesia viciada, resultado de la coordinación imperfecta, ajuste imperfecto y percepción sensorial no-fiable y engañosa. Entonces, la pregunta que debo hacer de nuevo es: ¿qué puede hacer el desenredante procedimiento del psicoanálisis para remediar estos serios defectos del funcionamiento psicofísico general? ¿El psicoanálisis tal como se practica, restablecerá una percepción sensorial fiable en el paciente y coordinará y reeducará sus mecanismos psicofísicos en general? Ciertamente que no. La condición psicofísica que permitió el establecimiento de la primera fobia, permitirá el establecimiento de otra. Lo único que se necesita es el estímulo. Por lo tanto, el método del psicoanálisis como otros métodos de tratamiento sobre una base subconsciente, es un ejemplo de un intento de “obtención del fin” de efectuar una “curación” de un problema específico por medios específicos, sin prestar consideración a la necesidad de restablecer un nivel satisfactorio de funcionamiento psicofísico general y de percepción sensorial.

1.22 Defecto fundamental en nuestro plan de civilización: una falta de reconocimiento de la importancia del principio de prevención sobre una base general Es el reconocimiento en la práctica del principio de prevención, lo que hace posible el avance del hombre hacia etapas cada vez más altas de evolución y abre por fin, las mayores posibilidades para las actividades y logros humanos. He ilustrado e insistido tanto en este punto, porque quiero hacer énfasis en lo que en mi opinión constituye un defecto fundamental del plan de la civilización de al menos dos mil años, esto es, que en todos los intentos de reforma o mejora en las esferas concernientes al bienestar de la criatura, la energía humana ha sido y sigue siendo gastada principalmente, en la adopción de planes basados en métodos de curación específica, en lugar de en el principio de prevención. Durante muchos años, me he esforzado en exponer este punto de vista ante los que me han consultado, pues he visto que con cada nuevo alumno, después de hacer mi diagnóstico de las malas condiciones que presenta, explicar su causa o causas actuales y describir los procedimientos prácticos que debo adoptar para remediar esas malas condiciones, generalmente se me pregunta “¿Ha curado alguna vez un caso como el mío?” Como respuesta señalo que yo no intento “curar” nada ni a nadie.37 Yo simplemente miro al sujeto que tengo delante como a una máquina 37 Mientras escribo estas palabras, puedo imaginar a mis lectores haciéndome, tarde o temprano, la siguiente pregunta, “Entonces, si usted aboga por un plan de vida fundado en el principio de la prevención, ¿por qué ha continuado trabajando en una esfera más o menos curativa?” La respuesta es simple. En primer lugar, el principio de prevención debe aplicarse a niños a muy temprana edad; y segundo, hasta hoy ha sido imposible crear una demanda suficiente para la reeducación psicofísica fundamental que haría que hombres y mujeres jóvenes la estudiaran para convertirse profesionalmente, en maestros en la esfera preventiva. Esto implica que su trabajo debe limitarse a niños y el lector verá entonces la dificultad con la que nos encontramos. Nos enfrentamos con la ley inevitable de la oferta y la demanda. Primero los padres han de estar ellos mismos convencidos de la necesidad de la reeducación psicofísica fundamental y del valor de la técnica que yo ofrezco, antes de que confíen a sus hijos el tiempo necesario y en número suficiente como para crear una demanda que haría posible a hombres y mujeres jóvenes, tomarse el trabajo en un sentido profesional y financiero. Hasta ahora lo que los padres han dicho ha sido, “Primero lo probaremos nosotros mismos; luego si usted puede 'curar' nuestros defectos psicofísicos, tomaremos en consideración el asunto con nuestros hijos.” Es inútil que yo proteste afirmando que yo no “curo” nada. Responden: “¿Se da cuenta? Aceptar su trabajo como base de la educación de nuestros hijos significa para nosotros un cambio completo de todas nuestras ideas y métodos; particularmente significa empezar de cero y olvidarnos de todo lo que hasta ahora se nos ha enseñado como bueno, así que no podemos injerir en la educación de nuestros hijos sin probar primero su trabajo en nosotros mismos.” Algunos de mis defensores científicos no son menos insistentes en estos puntos. Bajo estas circunstancias, el lector entenderá que me veo forzado a trabajar con adultos en la esfera llamada curativa, con la esperanza de que ellos puedan ayudarme en mis esfuerzos por ganar un amplio reconocimiento de la necesidad de reeducación en una base general y aplicar medidas preventivas con los niños. En el momento en que hayamos creado entre los padres una demanda de maestros del trabajo en interés de los niños, se habrá resuelto la primera parte del problema, la oferta; la demanda estará ahí y con el tiempo el tipo correcto de hombre y mujer llevará el trabajo. Anhelo y estoy listo para dedicar el resto de mi vida y

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Defecto fundamental en nuestro plan de civilización: una falta de reconocimiento de la importancia del principio de prevención sobre una base general estropeada, que es lo que es, noto los mecanismos mal utilizados, la dirección y control sensoriales incorrectos y a la luz de mi experiencia me pregunto, “¿Puede arreglarse esta máquina, mejorar el funcionamiento mecánico, construir una dirección-control sensorial nueva y satisfactoria, restaurar una condición bien coordinada del mecanismo psicofísico como un todo?” En otras palabras, en lugar de intentar eliminar síntomas específicos directamente (método de “curación”), me esfuerzo en conseguir un reajuste del organismo como un todo, de forma que los síntomas en cuestión desaparezcan en el proceso y no vuelvan a aparecer si se mantienen las nuevas condiciones (principio de prevención). Esto implica en el caso de algunos alumnos un largo proceso, ya que significa una construcción gradual de un uso psicofísico nuevo y satisfactorio, y la cooperación de los alumnos en este proceso debe basarse en la aceptación razonada que no a ciegas, de los principios correspondientes. Si al final de nuestra conversación considero que hay alguna duda por parte del futuro alumno, le ruego que lea mi libro, estudie los principios allí establecidos y entonces, si él comprende y cree en esos principios, le sugiero que venga a pedir mi ayuda, pero no en caso contrario. Con toda seriedad le pido que no venga simplemente porque crea que puedo “curarle” algo. Estoy dispuesto a admitir que a veces algo se “cure”, lo que generalmente se entiende por “curar”, pero el caso de la “curación” excepcional por cualquier medio (tanto por un tratamiento médico, por sugestión, transferencia o cualquier otro método, acompañadas como están estas “curaciones” por miles de fracasos) no puede justificar que ninguna persona razonable intente o prometa una continuidad de “curaciones” en esas líneas. Sostengo que hemos alcanzado una etapa de nuestro desarrollo en la que todos los intentos de eliminar la causa o causas del sufrimiento, que no se hagan dentro de la esfera de acción del procedimiento práctico razonado, deben, en el más amplio sentido, ser abandonados definitivamente y que ahora ya debemos haber superado aquella etapa de ignorancia y estrechez de miras que permite a la criatura humana considerar por un momento la idea de milagro. El trabajador del milagro y los abogados de los métodos de “curación” han tenido el campo libre durante más de dos mil años; pero a pesar de ello, ha habido un aumento gradual de malestares y los síntomas y complicaciones relacionados con ellos y por tanto, un aumento correspondiente de la necesidad de “curación”. Incluso afirmaría que en mi opinión, el hecho de que el hombre no se guíe por sus procesos de razonamiento en los problemas relacionados con su bienestar, es el responsable de su trágico progreso en la civilización. La crisis de 1914 sirve para mostrarnos que ha liberado fuerzas que no es capaz de controlar y por las cuales, millones de sus congéneres han sido barridos de la tierra y parece como si el hombre simplemente estuviera preparando el camino de su propia extinción a menos que aquellas energías que en el pasado han sido dirigidas por cauces peligrosos en el mundo exterior, sean dirigidas y controladas en el futuro por procesos de razonamiento que primitivamente eran empleados para el uso de su organismo psicofísico. Este horrible recrudecimiento de la barbarie se mantiene por el momento refrenado, pero como un fuego cuyos rescoldos han sido enfriados con agua exteriormente, un proceso que ha servido simplemente para intensificar el grado de calor de las brasas encerradas en la costra remojada, tarde o temprano reavivará las llamas.38 Cada brasa que en nuestra analogía representa a un ser humano individual, debe ser separada de las demás y si queremos prevenir otro estallido violento, debemos tratar cada brasa de forma que sea tan difícil encenderla como sería encender una piedra. Un tratamiento similar de la criatura humana individual, basándose en el control consciente y constructivo, la acercará a una etapa de desarrollo evolutivo en el que la experiencia adquirida aunque relativamente pequeña para lo que debería ser, a preparar maestros para los niños. Este plan no carece sin embargo de dificultades, si el tipo correcto de hombre o mujer debe ser inducido a hacer el trabajo. Unas cuantas personas en Inglaterra y Estados Unidos han estado trabajando conmigo con el fin de establecer una escuela así. Todos nos damos cuenta del daño que podemos hacer a la causa si intentamos conseguir este fin rápidamente, a costa de preparar sólo a aquellas personas que son capaces de soportar la carga económica durante los años necesarios de formación, sin tener en cuenta el nivel al que hayan desarrollado en su caso las potencialidades psicofísicas que provoca la formación de un maestro. Tal intento sólo puede terminar con un fracaso comparativo y en el largo camino retrasará mucho la amplia aceptación de los principios implicados. 38 Estas palabras escritas tras la guerra de 1914-18, han renacido por los sucesos de 1939-45.

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Defecto fundamental en nuestro plan de civilización: una falta de reconocimiento de la importancia del principio de prevención sobre una base general las masas al juntarse, ya nunca exhibirán los rasgos inflamables asociados al instinto de manada. Por tanto, queda claro que nuestros primeros esfuerzos para permitir al hombre emerger de las profundidades en las que ahora se debate y de las que mucha gente hoy cree que no puede librarse, deben dirigirse al establecimiento en el individuo de una percepción sensorial fiable, mediante la guía de razonamiento consciente, para prevenir así la repetición de los desastres que hasta ahora se han asociado con las actividades de hombres y mujeres cuyos juicios, opiniones y políticas se han basado más en una sensación deteriorada que en el razonamiento. Por ejemplo, parémonos un momento a pensar en lo irrazonable de continuar con un plan de vida bajo el cual al niño, el adulto del futuro, se le permite desarrollar gradualmente imperfecciones y defectos de forma que al alcanzar la adolescencia, obliga a adoptar algún tratamiento curativo para intentar erradicar las imperfecciones y defectos que, bajo un razonable plan de vida, nunca se habría permitido que se presentaran. Bajo tal razonable plan de vida, el principio de prevención sería la base fundamental de la educación del niño, lo que significa que en lo relativo al bienestar del niño, se habrían tomado medidas preventivas desde el principio. El intento de tratar con una forma de educación basada en el principio de prevención, lleva a muchos temas de discusión y probablemente me obligará, para que sirva de ejemplo, a describir las evoluciones técnicas, un procedimiento que visto así parecería como si animara a la gente a adherirse al plan de vida “curativo” y a descuidar el preventivo. Pero quiero aquí librarme de la responsabilidad de cualquier daño serio que invariablemente sigue al intento del ser humano corriente, controlado subconscientemente, de seguir instrucciones escritas de algún ejercicio, práctica, etc., con la intención de erradicar un defecto o imperfección. Ya he señalado en La herencia suprema del hombre que aunque una persona pueda tener éxito en erradicar algún defecto o imperfección específica con esos métodos, estará cultivando en el proceso un buen número de otros defectos y, en lo que sigue, espero dejar clara la razón de este hecho generalmente no reconocido. Pues la deficiencia fundamental base de todos los defectos, imperfecciones y peculiaridades psicofísicos humanos, es una percepción sensorial imperfecta y a menudo engañosa, y hasta que se recuperen aquellas condiciones en las que la percepción sensorial (registro sensorial) vuelva a ser una guía más o menos fiable, todos los ejercicios son un peligro positivo. Una percepción sensorial fiable es pues esencial y procederemos a considerar la parte que este inestimable don humano debe jugar en cualquier plan educativo razonable y satisfactorio. Por tanto, dedicaré el resto de este volumen a examinar el papel desempeñado por la percepción sensorial en el proceso llamado educación, tomando esta palabra en su más amplio sentido, ya que la trágica evidencia a nuestro alrededor deja claro que a pesar de la influencia de nuestra pasada educación, no hemos sido capaces de contener el rápido progreso del deterioro psicofísico humano. Intentaré demostrar mediante ejemplos prácticos, que el establecimiento de una percepción sensorial fiable debe ser el fundamento de la educación de niños y adultos en lo que llamamos el acto de aprender y aprender a hacer, o en la ejecución de todas las actividades que constituyen las ocupaciones y distracciones a lo largo del día.

2ª parte: Percepción sensorial en relación con aprender y aprender a hacer 2.1 Educación y reeducación Nunca antes en la historia se había mostrado tal interés general por la educación (tomando esta palabra en su más amplio sentido) como el manifestado hoy día. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Educación y reeducación Las experiencias de la Guerra y de la inquietud mundial que las ha seguido, han hecho que hombres y mujeres pensantes empiecen a cuestionarse la validez de las largamente apreciadas creencias en todos los campos y sobre todo en el de la educación. Artículos sobre los defectos de los métodos educativos aparecen con regularidad en nuestros periódicos y debido a esta predominante insatisfacción, se aboga por toda clase de nuevos métodos, de tal forma que el estado de confusión e incertidumbre del que somos conscientes en el mundo exterior, aparece igualmente en el mundo educativo. Este estado de confusión e incertidumbre experimentado en la aplicación práctica de las teorías educativas, tiene su paralelismo en lo que experimentamos al intentar decidir sobre el mérito o demérito de cualquier sistema particular y por eso hasta ahora, tales decisiones han permanecido dentro del ámbito de la duda en la opinión del individuo, que demasiado a menudo se forma subconscientemente y se basa principalmente en los resultados. En el esfuerzo por aclarar lo que en mi opinión constituye la causa fundamental de esta condición generalmente caótica, me gustaría empezar haciendo hincapié en un hecho que, aunque bien conocido, ha sido prácticamente desestimado en todas las formas de educación pasadas y presentes e incluso en todos los negocios con nuestros compañeros en cualquier campo. El hecho es que cuando queremos transmitir a alguien una nueva idea mediante la palabra escrita u oral, es decir, enseñarle algo, la persona que desea utilizar la actividad psicofísica que llamamos aprender algo, debe primero hacerse su concepción de lo indicado por esas palabras escritas u orales y su uso práctico de la nueva idea estará condicionado por esta concepción. Esto se aplica también a intentos similares mediante cualquier proceso educativo autodidacta. De lo que se deduce que en la esfera de adquirir conocimiento, especialmente conocimiento psicofísico, este asunto de la concepción de la persona particular de las palabras escritas u orales es de la mayor importancia, pues es la construcción que el aprendiz, adulto o niño, coloca sobre lo que oye o lee, lo que determina cómo serán sus acciones o la tendencia de sus opiniones. Los actos del maestro corriente y los métodos de enseñanza corrientes, se basan en el supuesto de que la concepción del alumno de la nueva idea es idéntica a la del maestro, utilizando aquí los términos “maestro” y “alumno” en el más amplio sentido posible. Cualquiera que haya tratado prácticamente con niños, sabrá cuan frecuentemente la frustración y el fracaso en sus estudios o en cualquier otra cosa, son debidos a que no comprenden exactamente lo que se les pide. Las experiencias de la vida cotidiana están tachonadas de ejemplos de malentendidos, no sólo en asuntos triviales sino también en temas de gran importancia y considerándolo en sentido amplio, creo que debemos decir honradamente que la mayoría de estas experiencias constituye una larga serie de malentendidos específicos y generales, y nos lleva a la conclusión de que cuando ocurre el malentendido, se encuentra presente un factor (o factores) que obstaculiza e interfiere con el proceso de razonamiento, un proceso inseparable de lo llamado entendimiento o “concepción mental”. No obstante, no nos damos cuenta del todo del significado del hecho, de que el intento de una persona de hacer uso práctico de una nueva idea está condicionado por su concepción de la palabra escrita u oral, hasta que lo conectamos con el hecho más lejano de que esta concepción, a su vez, está condicionada por el nivel de funcionamiento psicofísico del individuo, estando este nivel a su vez influenciado por el nivel de percepción sensorial; en otras palabras, que la exactitud o no de la concepción del individuo, depende del nivel actual de funcionamiento psicofísico y de percepción sensorial. En mi opinión, es nuestra total desestimación de este hecho fundamental lo que está en la raíz de toda la confusión e incertidumbre tan predominantes hoy en el campo de la educación y por ello, en toda esfera de la vida práctica. Pues si lo anterior es cierto, podemos ver en seguida como es de esencial que en el asunto de trasmitir e impartir conocimiento (en otras palabras, en educación), deberíamos ser capaces de disponer de un alto nivel de funcionamiento psicofísico en todo el organismo, asociado a aquel crecimiento y desarrollo que permite el aumento progresivo, tanto de este nivel como del nivel de percepción sensorial; y es más, para llegar a sólidas conclusiones sobre los fundamentos en los que debe basarse cualquier modelo de educación, debemos primero tomar en consideración el nivel de funcionamiento psicofísico del ser humano al que vamos a educar, tanto hoy como en lo que esperamos sea un futuro progresivo. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Educación y reeducación Desgraciadamente, un nivel satisfactorio de funcionamiento psicofísico para lograr lo que se conoce como progreso “mental”, no se ha considerado esencial ni en el modelo educativo primitivo ni en los modelos sucesivos adoptados por el hombre mientras dependía principalmente de la guía-control subconsciente. Incluso hoy día, este factor esencial no parece ser así considerado, pues en este sentido los modernos métodos educativos son tan deficientes como los de generaciones anteriores. Lo serio de esta posición se hace patente al tomar en consideración el hecho de que en los últimos doscientos años, el nivel de percepción sensorial en la gran mayoría de la gente ha disminuido peligrosamente, con el resultado de que el género humano se ha vuelto en general, cada vez más imperfectamente coordinado y ha desarrollado defectos serios. A pesar de ello, los maestros y creadores de los sistemas modernos, como aquellos de tiempos primitivos, están aún intentando ayudar a los individuos a progresar hacia un nivel más alto de desarrollo “físico” y “mental”, mientras los dejan depender de experiencias subconscientes para la guía-control, sin ninguna consideración o, incluso, comprensión del daño que resulta del intento de obedecer instrucciones dadas por personas que están guiadas, a su vez, por una percepción no-fiable y a menudo engañosa. Por lo tanto, el problema al que nos enfrentamos es que hoy, los seres humanos a educar cargan ya con una cinestesia más o menos viciada, una condición en la que las reacciones psicofísicas son anormales y dañinas. La educación satisfactoria es incompatible con las reacciones anormales y dañinas y por tanto, una técnica de aprendizaje, para ser satisfactoria, debe ser tal que trate las necesidades de aquellos acosados por defectos variados y más o menos serios, en el empleo de los mecanismos psicofísicos responsables de las reacciones insatisfactorias y dañinas. Intentaremos ahora subrayar algunos de estos defectos e indicar las dificultades que presentan tanto para el maestro como para el alumno, en cualquier intento de enseñar o aprender algo, y empezaremos considerándolos en relación con las actividades del niño en la escuela. Me gustaría señalar primero que aunque puede haber un gran número de padres que no necesitan coacción para enviar a sus hijos a la escuela, la idea de que el niño debe ir a la escuela es a menudo una idea preconcebida para ellos, no una convicción razonada. Probablemente, muy pocos padres han prestado la debida consideración al efecto de enviar un niño a la escuela, a parte de que debe ser educado. Para la mayoría de la gente, el proceso educativo es el medio por el cual el niño adquiere conocimiento y es corregido en todos aquellos temas en los que se cree que está mal. Esta creencia generalmente es el resultado de la experiencia combinada de su maestro y de sus padres, estando el primero influenciado por los últimos, ya que todos los padres tienen ideas más o menos fijas sobre las necesidades presentes y futuras del niño y eligen la escuela de acuerdo con sus ideas sobre este particular.39 También tienen ideas definitivas sobre los procesos que tendrán lugar, a pesar del hecho de que ellos nunca tuvieron la experiencia que podría justificarlos por mantener esas opiniones fijas. Además, a pocos padres se les ocurre considerar si en este proceso de “educación” (por ejemplo, en ciertas direcciones específicas), los reflejos del miedo del niño no serán indebida y peligrosamente excitados por el mandato de que siempre debe intentar “hacerlo bien”40 y que hacerlo mal casi es una desgracia; ni que los maestros a veces, ni siquiera saben como prevenir que el niño adquiera el peor uso psicofísico de sí mismo mientras está de pie o sentado al pupitre o a la mesa estudiando sus lecciones o haciendo sus otros deberes; ni que con los métodos de empollar y otros medios adoptados para aprender, se está cultivando una condición psicofísica dañina (un resultado reconocido es la pérdida de memoria), que en nuestro tiempo se ha desarrollado hasta un punto tan serio, que ha pavimentado el camino para 39 Aquí debo decir que en una civilización constituida apropiadamente, basada en un principio de control consciente, los padres se prepararían mediante entrenamiento y experiencia para conocer las necesidades de sus hijos y lo más importante, sabrían como satisfacerlas si fuera necesario. 40 La idea de “bien” casi siempre va asociada al resultado y no al método. Sólo tenemos que asistir a cualquier clase desde este punto de vista para darnos cuenta de que las órdenes que el niño recibe, tales como “siéntate recto”, “habla claro”, “respira hondo”, “no hagas ruido al andar”, etc. son todas instrucciones específicas de “obtención del fin” que raramente incluyen los correctos medios por los cuales podría seguirlas. Sólo cuando las instrucciones incluyen los correctos medios por los cuales, el proceso de seguirlas incluye el uso satisfactorio de los mecanismos psicofísicos apropiados.

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Educación y reeducación la explotación de la gente educada mediante distintos métodos como los “sistemas de memorización”, etc.41 Véase el capítulo 3.4 sobre “Memoria y sensación”.

En el tema de enviar los niños a la escuela, debemos darnos cuenta de que cualquier excitación indebida de los reflejos del miedo en la rutina diaria del trabajo escolar, tiene un efecto muy serio sobre los procesos respiratorios42 que están tan fuertemente unidos a las emociones y cuando además consideramos el efecto perjudicial sobre estos procesos del uso defectuoso del organismo43 durante el estudio en los pupitres y sillas escolares (pues en el estudio, como en el sueño profundo, los procesos respiratorios reducen su actividad al mínimo), al estar de pie, andar y de hecho al colocarse en cualquier postura ordinaria, nos enfrentamos con un problema que ningún modelo de base subconsciente resolverá. Pues cuando aparecen en el niño condiciones dañinas como las mencionadas, se verá que constituyen un factor que obstaculiza todas sus actividades generales. Por ejemplo, al intentar mejorar su escritura se desarrollarán nuevos defectos en el uso general de los mecanismos psicofísicos y los defectos existentes tenderán a volverse más pronunciados. Es obvio que el conocimiento adquirido de esta forma, se ha adquirido a costa de una interferencia con el control general y particularmente, con el uso de aquellos mecanismos psicofísicos de los que depende el control respiratorio. En estas condiciones, el niño no dispone del equipo psicofísico esencial para aprender algo en buenas condiciones. La gradual disminución de la respiración y otros procesos vitales durante el estudio es, sin duda, uno de los obstáculos que produce la condición de ensoñación (a menudo llegando casi al estupor) a la que es arrastrada la gente de la “clase intelectual” estudiante y ortodoxa. Puedo admitir que hay una minoría firmemente creciente de padres que quieren para sus hijos algo más que leer y escribir, sumar etc. y que dirán que lo que desean para ellos es un “desarrollo completo e integro”. También admito que ha habido cambios y modificaciones en ciertas esferas educativas, mientras en otras se ha intentado contrarrestar supuestos males o defectos. Desgraciadamente, estos intentos son a menudo puramente una reacción de un extremo a otro. Pero a parte de esto, el defecto fatal en todos estos ejemplos de reformas intentadas en un plano subconsciente es que han estado y siguen estando basadas en el principio de lo específico y no en un desarrollo general, y que cualquiera que sea la forma que tome el intento en una escuela en particular, nos encontraremos con que no ha sido elaborado considerando el organismo del niño como un todo, ni reconociendo el hecho de que el niño de hoy no empieza su vida con el nivel de coordinación y percepción sensorial de, digamos, hace doscientos años.44 Sus mecanismos psicofísicos no son ni remotamente tan fiables, ni su ingenuidad a cierta edad tan grande como la de ellos en lo relativo a los actos psicofísicos de su manera de vivir en la práctica. Como resultado, cuando el niño corriente alcanza la edad 41 Todos estos sistemas encuadrados en el principio “específico” o de la “obtención del fin”, están privados de los fundamentos del desarrollo psicofísico satisfactorio. Por ejemplo, en relación con la pérdida de memoria, lo siguiente es muy interesante. Todos sabemos que un hígado perezoso no ayuda al buen uso de los poderes “mentales” y conocemos gente que gracias a sus malos hábitos de permisividad ha alcanzado un estado de desorden hepático y renal a la vez que sus procesos de razonamiento están seriamente alterados y es consciente de una temporal pérdida relativa de memoria. Hechos como estos sirven para recordarnos la interdependencia de la actividad “mental” y “física”. Si el funcionamiento vital de los mecanismos y órganos “físicos” es inadecuado, el organismo gradualmente se envenena poco a poco y la maquinaria “mental” gradualmente se va haciendo menos eficiente. En tal caso, es muy difícil entender de que modo misterioso el sistema de memorización corriente, puede permitirle a uno remediar los desórdenes “físicos” indicados y, si no lo hace, un buen resultado es altamente improbable. 42 Como escribió Byron: “Breathless as we stand when feeling most”. – La emoción nos deja sin resuello. 43 Este uso defectuoso será incluso más pronunciado al utilizar los brazos en los actos corrientes de la vida, particularmente en los actos de escribir, dibujar, etc. El brazo que reposa sobre la mesa o pupitre se utilizará equivocadamente como soporte del cuerpo y el brazo, mano y dedos ocupados en los movimientos necesarios para el acto de escribir también serán críticables, siendo el resultado dañino para el organismo del niño como un todo; de ahí el serio obstáculo en el progreso del acto de aprender caligrafía y, en muchos casos, haciendo prácticamente imposible conseguir un resultado satisfactorio. 44 He llamado la atención sobre este hecho en La herencia suprema del hombre.

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Educación y reeducación escolar, ya tiene establecidos algunos malos usos del mecanismo psicofísico, lo que constituye una seria dificultad que contraría al más atento maestro.45 Cualquiera que tenga dudas sobre esto se convencerá visitando cualquier escuela acompañado de un experto capaz de señalar los defectos de los que hablamos y de indicar la influencia de estos defectos sobre todo el organismo en la actividad diaria. La jefe de una importante escuela preparatoria vino a consultarme con la esperanza de encontrar alguna solución para lo que ella, acertadamente, consideraba el problema de la escuela. Me dijo que a pesar de haber adoptado en esta escuela todos los métodos más recientes que proporcionaban condiciones ambientales apropiadas, actividad al aire libre y oportunidad de “libre expresión”, el problema seguía sin resolver mientras la urgencia por resolverlo se hacía cada vez más evidente para todos los implicados. Admitió que hasta que leyó La herencia suprema del hombre , no había podido entender por qué la actividad al aire libre no servía para prevenir o erradicar los defectos y deficiencias físicos en los niños, que habían motivado tan seria consideración. ¿Pero de qué sirven las condiciones higiénicas, la vida al aire libre, un ambiente muy mejorado, las “actividades libres” y los “ejercicios físicos” mientras se le permite realmente al niño al que se va a proporcionar un “desarrollo integral” bajo estas condiciones, utilizarse a sí mismo durante sus actividades de maneras que interfieren, en gran medida, en los mecanismos psicológicos de sus procesos respiratorios que funcionan casi al mínimo de su capacidad, a pesar del hecho de que sus profesores estarán de acuerdo unánimemente, en que el funcionamiento correcto de estos procesos es el elemento más vital en el desarrollo del niño?46 La demanda casi universal de entrenamiento físico o ejercicios físicos en las escuelas, de reeducación postural, ejercicios respiratorios, etc. que hacen padres, maestros y todos los implicados, es la admisión de que hay una gran necesidad en esta dirección, pero desgraciadadamente, estos métodos no proporcionarán la ayuda necesaria. Los efectos dañinos de las experiencias psicofísicas de los niños obtenidas durante el estudio, no pueden ser remediados mediante la ejecución de los movimientos propios de cualquier forma de ejercicio, entrenamiento, postura, calistenia, etc. pues los defectos resultantes de estas experiencias psicofísicas diarias son las manifestaciones de una máquina mal ajustada e imperfectamente coordinada y guiada-controlada por una percepción sensorial engañosa y por lo tanto, funcionando mucho más cerca de sus mínimas que de sus máximas capacidades. El problema aún se complica más ya que había y continúa habiendo un continuo aumento de las demandas educativas hechas sobre el niño, supuestamente inalcanzables en la presente etapa de civilización. Pues el aumento del grado de mala coordinación presente en el niño, continúa al mismo ritmo que las dificultades a superar en cualquier intento de erradicar defectos, mientras que al mismo tiempo, el grado de dificultad que el niño encontrará en relación con sus lecciones u otras actividades, estará en concordancia con el grado de funcionamiento imperfecto general. Esto significa de nuevo que el niño, para asegurarse el éxito, debe necesariamente dedicar cada vez más tiempo a esas materias, con el resultado de que aumentan las demandas que se hacen sobre él, lo que implica más horas de trabajo y mayor esfuerzo y el aumento de las complicaciones que estas demandas implican. ¿Cómo pueden los mecanismos psicofísicos del niño cumplir estas demandas satisfactoriamente, cuando funcionan más cerca de sus posibilidades mínimas que de sus máximas? ¿Y qué sucederá si las demandas educativas continúan aumentando mientras las posibilidades psicofísicas del niño continúan disminuyendo, como seguramente harán si los defectos que produce el uso mal coordinado del sí mismo psicofísico no son erradicados, en lugar de poner en marcha un proceso de desarrollo genuino en un plano de control consciente en el uso 45 Como escribió un maestro: “Nadie que observe cuidadosamente las características predominantes de la presente generación puede dejar de notar: (1) Imperfecciones alarmantes de la psique, como por ejemplo, defectos en el raquis, mala postura, mala coordinación de los músculos en los actos corporales, menor estatura, etc. (2) Grandes limitaciones en el campo puramente mental, como son el dominio de una idea fija, incapacidad de entender y respetar otros puntos de vista, no comprender la esencia de la libertad, etc. Todo esto es sintomático de alguna causa subyacente.” 46 Sobre el fracaso de los “ejercicios físicos” y el entrenamiento para erradicar tales defectos si están presentes, debo referir al lector a La herencia suprema del hombre. Es posible demostrar que incluso si por suerte se logra erradicar un defecto, muchos otros, a menudo más dañinos, se cultivaran durante el proceso de erradicación.

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Educación y reeducación del organismo? Debemos recordar también, que todo intento por parte del niño de hacer algo o de adquirir conocimiento hace una demanda psicofísica y que los esfuerzos del niño, vistos desde una base general y no una específica, siempre estarán en armonía con el nivel de funcionamiento psicofísico de su organismo. Cuando están presentes en el niño condiciones peligrosas tales como las indicadas antes, el maestro al intentar remediar defectos específicos (como por ejemplo, en la forma de escribir del niño), debe tener en cuenta el nivel del uso psicofísico general del niño, pues en caso contrario, el resultado será no sólo el del desarrollo de nuevos errores en el uso, sino también una tendencia a fortalecer otros usos imperfectos establecidos con anterioridad. Se sigue por tanto, que en aquellos casos en los que el mecanismo psicofísico es imperfecto y funciona más o menos inadecuadamente, no podemos esperar los mejores resultados en la cesión o en la adquisición de conocimiento. Hay una falta de coordinación de las partes del organismo implicadas en el proceso llamado educación, tal que todos los intentos de aprender algo o aprender a hacer algo (y esto se aplica igualmente a todos los procesos autodidactas), contribuyen a cultivar nuevos defectos psicofísicos y no pueden dejar de exagerar los antiguos. Los primeros esfuerzos del niño por aprender algún tema simple que forma parte del currículo, tienen una base específica; es decir, desde un principio se planea el trabajo del niño siguiendo líneas de “obtención del fin”, enseñándole cosas específicas de forma específica y enseñándole a intentar obtener estas cosas específicas; y mucho antes de alcanzar la edad de la adolescencia, se habrá establecido este procedimiento de “obtención del fin” asociado a una mala actitud psicofísica hacia la aceptación de nuevas ideas y nuevas experiencias y, demasiado a menudo, con un serio deterioro de la memoria. Cuando estos defectos y deficiencias están presentes, constituyen dos obstáculos que explican la incapacidad general de la mayoría de adultos para adquirir conocimiento.47 El conocimiento sirve de poco en sí mismo; lo que tiene valor es relacionar lo que sabemos y lo que se nos presenta cada día con el aspecto de nuevas ideas y nuevas experiencias, y esta habilidad para relacionar es inseparable de los procesos relativos a la rememoración. En otras palabras, el valor del conocimiento recae en nuestro poder de utilizarlo asociado con el mayor conocimiento que nos llegará al aumentar los años de experiencia y al sustituir el instinto y aquello que el profesor Dewey llama “arrebatos emocionales” por razonamiento. Por tanto, nuestra primera consideración en todas las formas de educación, debe ser la de asegurar para el niño el nivel más alto posible de funcionamiento psicofísico durante sus intentos de dominar los diferentes procesos que constituyen el modelo educativo. De este modo, el niño tendrá un buen comienzo y lo más importante, continuará mejorando sus condiciones junto con sus esfuerzos como alumno en todas las demás esferas de actividad. El programa educativo que defendemos es uno amplio, que no sólo cubra las necesidades de la criatura humana en la etapa actual de su evolución sino también, sus necesidades futuras cuando pase de la etapa actual de guía-control subconsciente hacia las etapas evolutivas progresivas que llevan a una etapa de civilización cada vez más alta. El examen del avance del hombre en este sentido necesita considerar (1) el plano de conciencia alcanzado en su reconocimiento del uso psicofísico incorrecto del organismo y en el empleo de ese organismo en toda actividad psicofísica en la vida cotidiana; (2) su habilidad para aceptar de buena gana una idea nueva y en desarrollo, una vez se haya convencido de su valor y de su superioridad sobre las antiguas y largamente apreciadas ideas, asociada a un agudo deseo de las nuevas experiencias que van de la mano de ideas nuevas y en desarrollo y del grado de desarrollo psicofísico que le permitirá sacar provecho de estas experiencias; 47 Me doy perfecta cuenta de los esfuerzos que se hacen en el currículo escolar para enlazar y relacionar materias que antes se enseñaban como materias separadas, o para agrupar varias materias alrededor de una idea central, como la enseñanza de la historia en relación con el teatro, las matemáticas y la carpintería, la naturaleza con las clases de dibujo, etc. Pero de nuevo esto es una correlación específica y no afecta a lo que yo planteo que es la necesidad de coordinación del organismo del niño como un todo y el uso coordinado de este organismo en cada actividad e interés de la vida.

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Educación y reeducación (3) su habilidad para adaptarse a los rápidos cambios ambientales de la civilización, con beneficio en lugar de detrimento o perjuicio para el sí mismo psicofísico; (4) su habilidad para evitar el miedo de perder su trabajo, cualquier que sea su profesión, negocio o empleo e intrépidamente hacer el cambio necesario en todo aquello cuyos principios fundamentales crea que son deficientes; su habilidad para hacer los ajustes necesarios que son esenciales para la aceptación y asimilación de conocimiento nuevo y comprobado, mientras sigue con su trabajo. Lo anterior sirve para subrayar los principios dignos de ser considerados en primer lugar, en todas las formas de educación que cubran satisfactoriamente las necesidades presentes y futuras de la criatura humana. Pocas dudas hay de que el conocimiento del uso satisfactorio y adecuado del organismo es de la mayor importancia, pues depende de este uso satisfactorio y adecuado el éxito que tendremos en cubrir las demandas que se hacen sobre nosotros en la educación y en las otras esferas de actividad. La consideración de los principios relativos a cualquier plan educativo lleva naturalmente a la consideración de la técnica, los medios por los cuales deben aplicarse estos principios, y en las páginas de este libro tratamos sobre la técnica a emplear al poner en práctica los principios que he subrayado en el trabajo de reeducación, coordinación y reajuste en un plano consciente. En este punto es necesario recordar que todos los métodos de enseñanza en base subconsciente están formulados en el principio de que el alumno sufre de algún defecto, imperfección o peculiaridad que necesita ser erradicada, él debe hacer algo (generalmente con la ayuda de un maestro) para erradicar el defecto o defectos. El maestro en una base subconsciente cree en este sistema de manejar los defectos. Su trabajo es enseñar al alumno a hacer algo para erradicar su defecto, significando ese “hacer” para el alumno, simplemente, ejecutar una serie de movimientos físicos de acuerdo con la concepción que tiene el alumno de las instrucciones del maestro. El hecho de que el maestro fracase en esta tentativa en la gran mayoría de los casos puede molestarle, pero no mina su confianza en sus métodos ni cambia su actitud hacia su premisa original. Él puede señalar algunos éxitos, pero desdichadamente, carece de aquella perspicacia y no ha alcanzado aquel estado deseable de cautela que le abrían revelado el hecho de que su éxito es uno puramente específico y que en el proceso de erradicar el defecto particular, ha permitido al alumno cultivar otros más dañinos que el original y de los que, maestro y alumno por igual, permanecen felizmente ignorantes. Por otro lado, todo el procedimiento de enseñar en un plano de control consciente y constructivo se basa en el principio opuesto, es decir, que aquellos que han desarrollado una condición en la cual la percepción sensorial (sensación) es más o menos imperfecta y engañosa, no pueden esperar tener éxito en remediar esta condición, fiándose para guiarse de esta misma sensación engañosa en sus esfuerzos en reeducación, reajuste y coordinación, o en sus intentos de corregir algo que saben que está mal en el organismo psicofísico. Pues en cuanto el niño o adulto intenta efectuar algún acto psicofísico, ese uso de sí mismo que es la manifestación de sus instintos heredados y cultivados (es decir, de sus hábitos) se vuelve el factor dominante. De lo que se sigue, que si un alumno está más o menos mal coordinado, el uso del sí mismo psicofísico será imperfecto y por tanto más o menos dañino. Esto significa que él estará lleno de defectos, que su percepción sensorial (sensación) de lo que está haciendo será engañosa y que en cuanto haga un intento de corregir estos defectos, aún se perjudicará más como consecuencia de la carencia de guía correcta mediante percepción sensorial fiable. El significado de todo esto en lo que respecta a la educación se completa si seguimos nuestro argumento un paso más. Pues si lo anterior es cierto (y yo afirmo que se puede demostrar prácticamente), se deduce que en el caso de un niño que tiene dificultades para desempeñar alguna actividad simple o que padece algunos defectos o imperfecciones, no sirve de nada y ciertamente es irrazonable, que sus maestros le pidan que haga algo con el ánimo de ayudarle a superar su dificultad o para erradicar sus defectos, porque (y esto es lo que se pasa por alto en todos los métodos de reforma o remedio con los que yo he contactado) la única guía en la que confiar que tiene el niño para hacer algo siguiendo las instrucciones del maestro, es la misma muy engañosa guía subconsciente (percepción sensorial noEl Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Educación y reeducación fiable) que fue el instrumento que provocó el desarrollo y el establecimiento de los defectos en un principio. Pues todos los defectos e imperfecciones son síntomas de una condición de mala coordinación y mal ajuste, una condición que siempre se verá que va de la mano de la posesión de una percepción sensorial no-fiable. Del mismo modo encontraremos que cuando existe una condición de percepción sensorial no-fiable en el niño o adulto (y todo lo que aquí esta escrito se aplica aún con más fuerza al adulto), también estará presente una condición de una forma u otra de mala coordinación y algún ajuste incorrecto. Así pues, cualquier intento efectuado por el niño que está imperfectamente coordinado, de utilizar su percepción sensorial no-fiable como guía en su esfuerzo por hacer algo obedeciendo indicaciones para corregir un defecto, está condenado a dar como resultado alguna forma de actividad mal dirigida acompañada de un acrecentamiento del defecto o imperfección original y de un desarrollo indebido de los reflejos del miedo. Esto nos enfrenta a la necesidad de una técnica educativa que supere esta dificultad y una tal técnica implica la manipulación correcta por parte del maestro, para proporcionar al alumno experiencias en percepción sensorial en las esferas de reeducación, reajuste y coordinación. Además, para dar estas experiencias sensoriales satisfactorias, el maestro debe él mismo estar en posesión de un mecanismo sensorial fiable y haber ganado la experiencia en reeducación y coordinación que se requiere para un reajuste satisfactorio del organismo. Pero en relación con esto debe siempre quedar claro, que las experiencias sensoriales correctas a adquirir mediante esta técnica no pueden ser descritas por escrito u oralmente al ser de carácter práctico. Como respondió un amigo mío, conocido científico, a una pregunta sobre este tema: “No podemos describir la cinestesia más que lo que podemos describir la sensación del sonido. Sólo podemos escribir los símbolos del sonido, las notas musicales, por ejemplo.” Es necesario recalcar este punto, ya que es constantemente pasado por alto. Por ejemplo, mucha gente me ha dicho con benévola sonrisa de entendido: “Ya sabe, su libro La herencia suprema del hombre, es un trabajo muy inteligente.” Cuando les pregunto por qué, siempre me dan la misma respuesta: “Porque usted nos da lo suficiente para que nos interesemos en su teoría y nos deja en el punto en que nos damos cuenta de que debemos asistir a sus clases.” Lo que me ha ocurrido siempre, una y otra vez es que, después de explicarle cuidadosamente al alumno que necesita reeducación debido a su falta de percepción sensorial fiable y de demostrarle prácticamente que él realmente estaba desarrollando defectos peligrosos porque se estaba guiando en sus movimientos por una “sensación” engañosa, el alumno se vuelve hacia mí y dice: “Por favor, póngame algunos ejercicios que pueda practicar en casa.” Por este motivo, he recalcado en mi libro la cuestión de que la manipulación es necesaria para el desarrollo y establecimiento de la percepción sensorial fiable en el caso de individuos que han desarrollado defectos, porque en todo lo que se hacen a sí mismos con los métodos usuales de remediar estos defectos, se guían a sí mismos por una sensación no-fiable, aumentando así las experiencias incorrectas que siempre resultan de la guía mediante percepción sensorial no-fiable. A pesar de todo lo que he escrito sobre esto, todavía se me ha criticado por “guardarme cosas”, ¡porque en mi libro no doy instrucciones ni pongo ejercicios que la gente pueda hacer ella sola en casa! En tales circunstancias, siempre señalo que no seré culpable en esta etapa de mi experiencia educativa, de aumentar el montón de literatura sobre el tema de los ejercicios o de cargar con la gran responsabilidad de las consecuencias dañinas, que son el resultado seguro de la práctica de ejercicios siguiendo instrucciones escritas, por parte de personas cuya percepción sensorial no es fiable y a menudo es positivamente engañosa. Así pues, la técnica en la que estamos interesados ha sido desarrollada completamente con la premisa de que si algo está mal en nosotros, es porque nos hemos guiado por una percepción sensorial no-fiable que lleva a experiencias sensoriales incorrectas que producen actividades mal dirigidas. Estas actividades mal dirigidas se manifiestan en el uso del mecanismo psicofísico en todas las actividades de la vida en general y de muchas formas distintas, según nuestras idiosincrasias individuales. Están influenciadas por y asociadas con nuestras concepciones incorrectas, nuestra percepción sensorial imperfecta, nuestros reflejos del miedo indebidamente excitados, emociones y prejuicios incontrolados y nuestros mecanismos imperfectamente ajustados. Estos desarreglos psicofísicos en el proceso de formación, son los precursores de una actitud psicofísica hacia la conducta en la vida en general, que debe ser considerada pervertida y debido a que estas actividades mal dirigidas están tan íntimamente conectadas con esta actitud pervertida, representan un problema de gran dificultad tanto para El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Educación y reeducación el maestro como para el alumno, en cualquier tentativa de trasmitir o adquirir conocimiento, particularmente en el uso satisfactorio de los mecanismos psicofísicos. Debo ahora continuar considerando este problema en relación con la concepción incorrecta.

2.2 Concepción incorrecta Sobre la concepción, el primer paso es convencer al alumno de que sus actividades mal dirigidas presentes son el resultado de la concepción incorrecta y la percepción sensorial (sensación) imperfecta. Ahora quiero avisar a aquellos que no tienen experiencia en este tema, que por regla general, no se convencerá de esto al alumno sólo mediante discusión y argumentación. A menudo el alumno asegurará a su maestro, verdaderamente, que entiende el argumento y desde su punto de visto puede que sea cierto. Pero por mi experiencia, sólo hay un modo de que el maestro pueda convencer realmente a un alumno de que su sensación le está desorientando cuando empieza a hacer un movimiento y esto es mediante demostración sobre el propio organismo del alumno. Debe utilizarse un espejo para que el alumno, en lo posible, también pueda comprobarlo visualmente. El siguiente punto importante es inculcar en el alumno la necesidad de escuchar atentamente las palabras del maestro y tener bien claro el significado que estas palabras intentan transmitir, antes de que él trate de actuar según ellas. Esto puede parecer un axioma, pero de hecho, es en este punto en el que chocamos contra una roca que incluso a un profesor muy experimentado, puede hacer zozobrar. Pues siempre, la concepción del alumno de lo que su maestro está intentando trasmitirle con palabras estará de acuerdo con su (del alumno) formación psicofísica.48 Por ejemplo, si el alumno tiene ideas fijas en alguna dirección particular, estas ideas fijas deben inevitablemente limitar su capacidad de “escuchar atentamente” (una capacidad que damos por supuesta), es decir, de recibir las nuevas ideas tal como el maestro está intentando trasmitírselas. En este sentido, un maestro tratando las deficiencias de un caso particular, debe tener en consideración las concepciones fijas del alumno, pues sino estas complicarán mucho el problema tanto para el maestro como para el alumno. Algunas de estas ideas fijas se encuentran en el caso de casi todos los alumnos; ideas fijas por ejemplo, sobre lo que constituye el método correcto o el incorrecto de ponerse en el trabajo como alumno; ideas fijas sobre la necesidad de concentración si cree que el buen resultado es prestar atención a los esfuerzos del alumno y del profesor; también la creencia fija (basada en la guía subconsciente) de que para corregir un defecto del alumno, se le debe enseñar a hacer algo para corregirlo en lugar de enseñarle, como primer principio, como evitar (inhibir) hacer lo erróneo. El maestro experimentado en el trabajo de reeducación, puede diagnosticar a simple vista el grado de influencia sobre él de estas concepciones, por la expresión y utilización de los ojos del alumno y en cada paso de la educación, debe tomar medidas preventivas para contrarrestar esta influencia. Es absurdo intentar enseñar a una persona que está en una condición más o menos agitada o incluso ansiosa. Debemos tener la condición calmada propia de una persona cuyos procesos de razonamiento están en funcionamiento. La lista anterior de ideas fijas puede incrementarse muchísimo. Las peculiaridades de las concepciones fijas, como las de la forma de escribir, difieren mucho entre las personas y la forma que toman depende, como en el caso de la escritura, de la formación psicofísica individual.49 Una experiencia educativa de más de veinticinco años en la esfera psicofísica, me ha proporcionado un buen conocimiento real de las dificultades psicofísicas que entorpecen el camino de muchos adultos necesitados de reeducación y coordinación y, como resultado de esta experiencia, no dudo en afirmar que las ideas y 48 En este sentido puede decirse ciertamente que un alumno oye sólo lo que quiere oír, porque lo que quiere es decidir mediante reglas fijadas por sus hábitos actuales. 49 Todo lo que se dice aquí sobre concepciones fijas se aplica tanto al maestro como al alumno.

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Concepción incorrecta concepciones fijas del alumno son la causa de la mayor parte de sus dificultades. Ahora voy a tomar de mi experiencia educativa, algunas de estas concepciones fijas porque están muy extendidas y tienen efectos de largo alcance y muy dañinos sobre la vida en general; empezaré con el hábito establecido en la mayoría de los alumnos que han sido educados en una base subconsciente y a los que ya me he referido antes, que intentan corregir un defecto haciendo algo distinto.

2.2.1

Primer ejemplo: “Hacerlo bien”

Supongamos que una persona decide que tomará lecciones de reeducación con cierto maestro y llega a su primera lección. El maestro procede primero a indicar al alumno el resultado de su diagnóstico de las peculiaridades psicofísicas, errores y defectos del alumno que él propone tratar de erradicar y en segundo lugar, los medios por los cuales se va a efectuar la erradicación. Invariablemente, lo que ocurre es que cuando el maestro termina su explicación, el alumno se habrá formado su propia concepción (a menudo diametralmente opuesta a la de su maestro) de los hechos revelados y a menos que sea una persona muy inusual, ya habrá llegado a una decisión de acuerdo con sus ideas preconcebidas, (1) sobre la causa o causas fundamentales de los hechos revelados; (2) sobre los fines que se obtendrán eliminando estas causas; y lo más importante de todo, (3) sobre los medios que él adoptará para conseguir esos fines. En la última decisión estará influenciado por su creencia fija de que para asegurar el fin que desea, su primera obligación es hacer algo (lo que él entiende por “hacer”) y hacerlo bien (lo que él entiende por “hacerlo bien”). Esto no es sorprendente ya que es probable que todos sus maestros anteriores hayan infundido en él, desde sus primeros días, la idea de que cuando algo está mal, él debe hacer algo para tratar de corregirlo. Después de esto, se le habrá dicho que si es concienzudo siempre intentará hacerlo bien y no mal, así que este deseo de “hacerlo bien” se habrá vuelto una obsesión de la cual, como en muchos otros asuntos, su conciencia debe estar satisfecha.50 Tan pronto como el maestro observa que el alumno (siguiendo su idea fija) se prepara para hacer algo que cree apropiado para conseguir el fin que desea, indicará al alumno que al tratar de remediar sus defectos “haciendo algo”, confía en su propio juicio, pero que este juicio (el del alumno) no debe ser escuchado pues se basa en sus experiencias sensoriales incorrectas anteriores. Entonces el maestro aconsejará al alumno dejar de confiar en su propio juicio en estos asuntos y en su 50 Si lo pensamos bien deberemos admitir que en tales asuntos, la insistencia de una persona en satisfacer la conciencia es, demasiado a menudo, puramente un intento de descargarse de responsabilidades. Ella tiene conocimiento de ciertas maneras ortodoxas de manejar sus dificultades. Su propia experiencia de estas maneras es que la mayoría de las veces han fracasado. Pero aún argumenta que si las prueba y fallan, al menos lo ha hecho lo mejor posible. En otras palabras, intenta satisfacer su conciencia y no su inteligencia racional. Abraza esta forma de enfrentarse al trabajo porque es el camino fácil. Si alguna vez se detiene a razonar y basa su juicio en la experiencia ganada desde el conocimiento de sus fracasos anteriores, tendría que descartar estos planes ortodoxos y buscar unos nuevos. Este no sería el camino fácil. Sería el camino difícil. Esto significaría entre otras cosas, una disección dolorosa de sus peculiaridades psicofísicas, defectos, prejuicios, excesos sensoriales y estos son para ella una manifestación de su mal estado lo mismo que la enfermedad del hígado y riñón lo son en el caso del borrachín. Para dar una oportunidad a su hígado y riñones, el borrachín debería dejar de beber vino, pero él no tiene el control para hacerlo. Lo mismo ocurre con el alumno de nuestro ejemplo. Sabe que ciertos hábitos psicofísicos son los responsables de su estado, pero estos hábitos se han convertido en parte de él; ellos recurren a su sensación pervertida y así él no hará el esfuerzo de dejarlos.

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Concepción incorrecta lugar, obedecer las nuevas instrucciones y permitir al maestro que le dé mediante manipulación las nuevas experiencias sensoriales correctas. No obstante, la idea de dejar de hacer lo equivocado (como medida preliminar en reeducación) apenas influye nada en el alumno medio, quien en la mayoría de los casos sigue intentando “hacerlo bien” a pesar de su experiencia y de todo lo que el maestro pueda decir.51 Hay muchas razones para esto, la principal de ellas en mi opinión es el hecho sobre el que ya he llamado la atención del lector, es decir, que en nuestra concepción de cómo utilizar las diferentes partes de nuestros mecanismos, nos guiamos casi exclusivamente por una sensación que es poco o nada fiable. Adquirimos el hábito de hacer cierto acto de cierta manera y experimentamos cierta sensación asociada a ello que reconocemos como “correcta”. El acto y la sensación particular asociada a él se convierten en uno solo en nuestro recuerdo. Sin embargo, si algo nos hace cambiar nuestra concepción sobre la manera de efectuar el acto y si adoptamos un nuevo método de acuerdo con nuestra nueva concepción, experimentamos una nueva sensación al efectuar el acto que no reconocemos como “correcta”. Entonces nos damos cuenta de que lo que hasta este momento hemos reconocido como “correcto” es incorrecto. Por ejemplo, supongamos que el maestro, intentando cambiar alguna mala condición del alumno, le pide doblar las rodillas. El alumno, pensando sólo en lo que el maestro le pide (el “fin”) y deseando hacerlo bien (lo que él entiende por “hacerlo bien” en relación con el acto de doblar las rodillas), dobla las rodillas y las dobla como siempre las ha doblado, esto es, con una enorme cantidad de tensión y presión innecesarias, interfiriendo con su equilibrio, acortando la raquis52 (aumentando la curvatura, etc.), endureciendo el cuello y así logra su objetivo (doblar las rodillas), pero a costa de una tensión indebida y menoscabo en el uso del organismo. No estoy diciendo, naturalmente, que el alumno sea consciente de todo esto. Probablemente él nunca ha pensado cómo (los “medios por los cuales”) efectúa actos como “doblar las rodillas” y aunque sabe en términos generales que algo está mal en él (sino sería improbable que hubiera buscado un maestro) no ha asociado este “algo está mal” con algo que él mismo ha estado haciendo, esto es, con sus propias actividades mal dirigidas. Por eso, cuando dobla las rodillas en respuesta a la petición del maestro, no es consciente de que nada esté mal en su manera de hacerlo. Las dobla como está acostumbrado a hacerlo siempre. Esto le satisface, le parece bien a él. Ahora supongamos que el maestro, después de llamar la atención del alumno sobre la manera tan desventajosa en que se ha utilizado a sí mismo durante el proceso de doblar las rodillas, le ayuda un poco (en cuyos detalles entraremos en los apartados siguientes) y consigue inducirle a doblar sus rodillas lo más eficientemente posible en el uso general de sus mecanismos. Cuando esto ocurre, el acto de doblar las rodillas se vuelve a todos los efectos en lo que a este alumno se refiere, un acto nuevo que causa una sensación nueva. Esta vez el acto no es como él está acostumbrado y por eso lo siente mal hecho. De aquí en adelante, cada vez que la concepción de doblar las rodillas llegue al alumno (tanto en respuesta a las direcciones de su maestro como por su propia iniciativa), tiene que elegir entre doblarlas al modo antiguo (es decir, con gran desventaja para sí mismo) y “sentirse bien” o cambiar la manera de efectuar la acción y “sentirse mal”. Como una niña dijo, lo que es excepcional, cuando se le explicó este punto en relación con algo que estaba haciendo, “¡Oh, ya veo! Si siento algo, debo sentirme mal. Si no me siento mal, no debo sentir nada.” Desdichadamente, el alumno adulto medio a diferencia de la niña, no “ve” o si lo hace, no actuará en consecuencia. Realmente, debemos enfrentarnos al hecho de que al alumno, por regla general, no le gusta una sensación nueva; en algunos casos está positivamente asustado de ella. Una “sensación” nueva le produce inseguridad cuando la experimenta en relación con actos que toda su vida ha estado acostumbrado a asociar con una sensación diferente. Esta sensación de inseguridad es especialmente marcada en relación con mantener el equilibrio en los actos de 51 Está tan poseído por la idea de “cura específica”, que acepta el principio de prevención (inhibición) con tan poco interés que lo ignorará en el noventa y nueve por ciento de los casos. 52 Véase más adelante el capítulo 2.8 “Aclaración”.

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Concepción incorrecta estar de pie, andar, etc., de acuerdo con la sensación de nueva adquisición.53 Y así, cuando un alumno se enfrenta a la alternativa de utilizar sus mecanismos mal y “sentirse bien” o usarlos bien y “sentirse mal”, es propenso a lo que llamamos perder la cabeza, no se para entonces a pensar (es decir a inhibir) y vuelve a caer en “sentirse bien”. Éste es sólo un ejemplo de la dificultad tanto para el alumno como para su maestro, creada por las concepciones incorrectas y las actividades mal dirigidas del alumno en ciertas direcciones, en cualquier tentativa de trasmitir o adquirir conocimiento en la esfera psicofísica. En un caso como el que hemos citado, las ideas fijas del alumno sobre lo que está “bien” y lo que está “mal” en ciertas condiciones producirán una detención. ¿Pues cómo pueden darse experiencias nuevas y correctas a un alumno que en todos los movimientos que hace, trabaja subconscientemente para reproducir ciertas sensaciones a las que se ha acostumbrado mientras crecía y que le gustan? La situación es tal que ningún maestro, por muy experto que sea, puede manejarla satisfactoriamente y de la cual el alumno posiblemente no puede desembarazarse hasta que deja de tratar de hacer las cosas bien, esto es, deja de trabajar ciegamente hacia sus fines y en cambio, da oportunidad a los nuevos medios54 que le ha proporcionado su maestro, mediante los cuales puede obtener sus fines.

2.2.2

Segundo ejemplo: Hacer las cosas “a su manera”

Trataré ahora una concepción igualmente fija e irrazonable que es común en muchos alumnos que necesitan reeducación y coordinación, a saber, sus ideas fijas sobre lo que pueden y no pueden hacer. Naturalmente, su criterio sobre estos puntos sólo puede estar basado en sus engañosas experiencias previas, pero a pesar de este hecho, no están dispuestos a cambiar sus ideas ni siquiera cuando su maestro les ha demostrado prácticamente que su criterio sobre estos puntos no es fiable. Ahora, parecería razonable que cualquier alumno que decide tomar lecciones con un maestro porque cree que éste puede ayudarle a salvar alguna dificultad, confiaría en este maestro sobre si él es capaz o no de hacer lo que se le pide en un punto particular. Pero a menudo ocurre lo contrario. Pues si un maestro durante una lección debe pedir a un alumno que haga algo, que es una de esas cosas que antes de que él asistiera a clases estaba convencido que no podía hacer (es decir, su dificultad), el alumno inmediatamente se plantará. Puede que él no se oponga abiertamente a seguir las nuevas instrucciones que le han dado, pero lo que es lo mismo, hará lo que llamamos una “reserva mental” al recibirlas. La razón de esto es que él cree subconscientemente, que sabe más que su maestro sobre las cosas que puede o no puede hacer. Así que cuando recibe las instrucciones, empieza a ejecutarlas según su propio plan (esto es, a “su manera”) y tan atento está a este plan, que las nuevas instrucciones no alcanzan su conciencia, es decir, no hacen en él la debida impresión requerida para efectuarlas satisfactoriamente y ni siquiera para recordarlas exactamente. Es bastante curioso que la confianza de un alumno en “su manera” de hacer las cosas no se altera lo más mínimo por el hecho de que “su manera” nunca ha funcionado bien en el pasado y, como su maestro se cuida de señalarle, nunca funcionará bien en el futuro, por la simple razón de que “su manera” es esencialmente mala para su propósito, que de hecho, lo que él cree que es una “dificultad” no es una dificultad en sí misma sino simplemente el resultado de “su manera” de hacer el trabajo. Además, el maestro indicará que cualquier razón que pueda haber tenido en el pasado para aferrarse a “su manera” de hacer las cosas ya no existe porque la ayuda práctica que el maestro es capaz de proporcionarle le coloca a él en una posición completamente nueva respecto a su “dificultad”; así que todo lo que tiene que 53 Aprovecho para señalar que en los casos en que una persona desarrolla una “fobia” en relación con cruzar las calles, viajar en tren, cruzar puentes o espacios abiertos, estar solo en una habitación, alarmarse indebidamente por ruidos ordinarios, etc., está presente en esta persona una seria condición de equilibrio psicofísico insatisfactorio que justifica la susceptibilidad al estímulo particular responsable de la “fobia”. 54 El tema de estos nuevos medios se tratará en el siguiente capítulo.

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Concepción incorrecta hacer es dejar de intentar salvar su dificultad a “su manera” y en cambio recordar y seguir las nuevas instrucciones mediante las cuales obtendrá el resultado que desea. No podemos decir que se trate de una proposición irrazonable, si hemos admitido una vez que debe confiarse en que un maestro sabe más que su alumno sobre el tema particular del que se trate. En mi experiencia, no obstante, el alumno que ha sido educado mediante métodos subconscientes no se siente atraído, por lo general, por esta forma de razonamiento cuando se enfrenta a una “dificultad”. Y así resulta que, aunque un maestro pueda demostrar a un alumno una y otra vez que nunca será capaz de hacer lo que intenta hacer mientras no cambie sus “medios por los cuales” conseguirlo, (es decir, “su manera” de hacerlo), el alumno seguirá intentando salvar su dificultad a “su manera”.55 Igualmente, aunque un maestro pueda asegurar a su alumno una y otra vez, que sólo si adopta los nuevos medios que le ha proporcionado, será capaz de hacer fácilmente lo que él siempre ha creído que no podía hacer, el alumno no hará ningún intento de adoptar el nuevo medio. Él seguirá de hecho, intentando hacerlo bien “a su manera” y siempre lo hará mal. Y lo que es aún más irrazonable, después de cierto tiempo empezará realmente a preocuparse porque se da cuenta de que no adelanta, que “su manera” no funciona. ¿Puede algo ser más irrazonable? Supongamos que un hombre emprende un camino y que llega a un lugar en el que la carretera se divide en dos. Al no conocer el camino, elige entre las dos la carretera equivocada y se pierde. Le pregunta el camino a alguien con quien se encuentra que le dice que retroceda hasta el cruce y tome la otra carretera que le llevará directamente a su lugar de destino. ¿Qué diríamos si oyéramos que el hombre había vuelto al cruce como le habían indicado, pero allí decidiendo que sabía más después de todo que su consejero, había tomado otra vez su antigua ruta perdiéndose de nuevo y repitiendo lo mismo, no una o dos veces sino una y otra y otra vez? Aún más, ¿qué diríamos si oyéramos que él estaba terriblemente preocupado porque continuaba perdido y no parecía estar más próximo a llegar a su destino? Puedo ver la mirada de escepticismo del lector mientras lee esto y se dice a sí mismo que él, de ninguna manera podría ser culpable del crimen de no intentar hacer verdaderamente lo que sabe que él puede hacer o de no dejar de tratar de hacer lo que la experiencia de horas, días (no ya de años) le ha demostrado que es imposible hacer en su caso particular. Esto es más o menos lo que ocurre en el caso de cada alumno, incluso con aquellos considerados los más inteligentes, con mejor educación, los mejor preparados científicamente y esto sirve para fortalecer mi convicción de que los principios básicos de los métodos educativos actuales son erróneos. Verdaderamente, parecería que nuestros sistemas educativos, nuestros métodos de preparación en los campos científico y profesional, han contribuido realmente a cultivar y establecer el defecto al que me he referido. Llamar a esto un defecto es utilizar una palabra que es inadecuada para expresar la pérdida enormemente grande de la mitad de nuestra dotación psicofísica original, por el progresivamente decreciente uso del valioso proceso llamado inhibición. Y repito que la pérdida relativa de esta potencialidad tan valiosa se debe principalmente a los principios erróneos que son la base de nuestros métodos de enseñanza en todas las esferas. Los responsables de estos métodos no se han dado cuenta de la importancia de equilibrar la balanza en cada esfera de la vida entre el deseo de hacer (voluntad) y la habilidad de reprimir y comprobar este deseo (inhibición). Las palabras “voluntad” e “inhibición” se utilizan constantemente en estas páginas y deseo aclarar en este momento que se utilizan meramente como nombres de dos actos, respectivamente, voluntad como el acto de responder a algún estímulo (o estímulos) con una acción psicofísica (hacer) e inhibición como el acto de rehusar responder a algún estímulo (o estímulos) con una acción psicofísica (no hacer). En otras palabras, voluntad se utiliza para nombrar lo que pensamos hacer e inhibición para nombrar lo que nos negamos a hacer, esto es, para nombrar lo que deseamos refrenar, lo que deseamos prevenir. 55 Debe señalarse que en ejemplos como el que estamos discutiendo, el “modo correcto” del alumno es el modo incorrecto. El modo correcto (es decir, el modo correcto del maestro) es el último que jamás sería reconocido por el alumno como “modo correcto”, porque este modo correcto no ha estado todavía entre las experiencias del alumno.

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Concepción incorrecta No estamos interesados aquí en ninguna controversia sobre el problema de cuando voluntad e inhibición son manifestaciones diferentes con la misma fuerza, o incluso sobre lo que esta fuerza es, no más que el ingeniero que usa la electricidad como un poder para un fin particular, está interesado en lo que es la electricidad. Profetizamos, no obstante, que antes de que hayamos adquirido conocimiento exacto sobre lo último, posiblemente habremos resuelto lo primero mediante aquel conocimiento adquirido conscientemente que llega a nosotros a través de la comprensión práctica de nuestras potencialidades psicosensoriales, de las que depende un nivel cada vez más alto de funcionamiento psicofísico humano. Entonces, en el sentido correspondiente a un proceso que le permite a uno detenerse, un proceso relativo no a los “fines”, buenos en sí mismos, sino a los medios por los cuales pueden conseguirse estos “fines”, yo mantengo que hay falta de inhibición en todas las esferas. En ninguna esfera, sin embargo, la falta de desarrollo de la inhibición está cargada de tanto peligro como en los asuntos relacionados con el uso real del mecanismo psicofísico en las actividades de la vida cotidiana, pues la falta de este desarrollo tiende a producir en el individuo un estado de funcionamiento psicofísico desequilibrado en todo el organismo. Verdaderamente, todos nuestros métodos de preparación educativa producen rigidez en lugar de movilidad en el uso educativo. Entonces, no hay que sorprenderse de que los adultos en los que estas condiciones psicofísicas han quedado establecidas en la infancia, manifiesten en lo concerniente a sus actividades, una carencia casi total del sentido común más corriente, asociada a la percepción sensorial no-fiable.

2.2.3

Tercer ejemplo: No vernos a nosotros mismos como los otros nos ven

Quizá el más sorprendente y a la vez más patético ejemplo de error humano, es el de la actitud de la criatura humana hacia sus propios defectos psicofísicos, inferioridades, peculiaridades, etc. por un lado y hacia sus méritos, superioridades y dones naturales por el otro. “Para ti tu propio yo es verdad” es un inspirado incentivo cuando el desarrollo psicofísico coordinado de la criatura humana ha alcanzado un punto en el que este yo no puede ser embaucado por sus sensaciones. Como sorprendente ejemplo en este campo del error humano, consideraremos la actitud del tartamudo hacia las cosas que él cree “buenas” o “malas” en sí mismo, cuando se enfrenta con el problema práctico de hablar en la vida cotidiana. El caso que explico es sólo un ejemplo de los muchos que ha habido en la experiencia de este escritor durante sus investigaciones de los últimos treinta años. El alumno, en este caso particular, tartamudeaba mucho, pero hizo rápidos progresos durante su lección y en un espacio de tiempo inusualmente corto fue capaz de hablar sin ningún signo de tartamudeo siempre que hablara despacio. Llegó al punto de poder mantener una conversación con su maestro sin ser molestado por sus antiguos defectos, cuidando de pronunciar las palabras despacio y deliberadamente. El maestro dijo entonces, “Quiero que hable del mismo modo en que me está hablando a mí ahora, en sus conversaciones a lo largo de todo el día.” De repente el alumno se puso nervioso perdiendo temporalmente su nuevo y desarrollado control y reincidió en su antiguo modo de tartamudear, mientras replicaba, “¡Oh, no puedo hacerlo; todo el mundo se daría cuenta!” Ahora, si intentamos analizar la condición de una persona que puede hacer en serio un comentario como éste (y el alumno era completamente sincero en lo que decía), veremos que su nerviosismo le provoca una recaída a una condición asociada a su mala coordinación previa, con la que se ha acostumbrado a hipnotizarse a sí mismo cuando de sus defectos y peculiaridades se trata. Intentaremos explicar esta observación diciendo que él se había acostumbrado tanto a las condiciones de su tartamudeo, que ya nunca le preocupaba lo que “todo el mundo” pensara de ello o incluso, que él había decidido ignorar el hecho desagradable de que tartamudeaba y de este modo se había engañado a sí mismo pensando que nadie en “todo el mundo” notaba sus contorsiones.56 De este modo había llegado a tal 56 Éste es el engaño opuesto al de la persona que se vuelve sensible a una peculiaridad relativamente inapreciable. Por ejemplo, un alumno se exagerará a sí mismo una peculiaridad relativamente menor e inapreciable hasta tal punto que se vuelve tan sensible a ello que imagina que donde quiera que va, la gente se lo queda mirando al darse cuenta de ello, cuando el defecto es tan leve que ningún extraño se daría cuenta. He señalado en el capítulo 2.7 titulado “Errores y engaños del individuo” de la segunda parte

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Concepción incorrecta estado de percepción sensorial defectuosa y permisividad autohipnótica, que toda su perspectiva estaba patas arriba. Ya no veía las cosas como eran y cerró la comunicación con el razonamiento cuando de la conciencia de sus defectos se trataba. Entonces fue capaz de persuadirse a sí mismo de que la condición normal sería visible, mientras la anormal pasaría desapercibida. Para esto confiaba casi completamente en su sensación pervertida. El punto sobre el que debemos hacer hincapié en particular, es que la condición de engaño y autodecepción indicadas en este ejemplo se verá que está más o menos presente en toda la gente imperfectamente coordinada y que tiene una percepción sensorial no-fiable.

2.2.4

Cuarto ejemplo: “Mal aspecto”

En relación con la percepción sensorial no-fiable y con las ideas o concepciones pervertidas sobre lo que está “bien” o “mal” cuando se trata de los usos de la criatura humana de sus propios mecanismos, el siguiente es un ejemplo muy significativo. Una niña que no había sido capaz de andar correctamente durante varios años, fue llevada al escritor para un diagnóstico de los defectos en el uso de los mecanismos psicofísicos responsables de su estado más o menos tullido. Entonces se solicitó que se hiciera una demostración a los presentes de la parte de manipulación del trabajo (la niña, naturalmente, era el sujeto a manipular) para que ciertos reajustes y coordinaciones pudieran asegurarse temporalmente, para demostrar junto con el diagnóstico, las posibilidades de reeducación en una base general en un caso como éste. Desde este punto de vista la demostración fue un éxito. Al término de la sesión, el cuerpo de la niña estaba relativamente enderezado, es decir, sin las torsiones y desviaciones que habían sido tan visibles cuando ella entró en la habitación. Al terminar, la niña miró a su madre y le dijo en un tono indescriptible: “¡Oh mami, él me ha puesto torcida!” ¡Verdaderamente hay aquí motivo de reflexión para todo aquel interesado en algún intento de erradicar defectos psicofísicos! Según el juicio de esta pobre niña, su encorvamiento era derechura, su percepción sensorial de su condición de “estar torcida” era tener “buen aspecto”. Imagine por tanto, cual sería el resultado de su intento de “ponerse recta” haciendo algo por sí misma, como siempre ha intentado y siempre ha sido incitada a intentar hacer, mientras practicaba ejercicios correctivos siguiendo las indicaciones y bajo la guía de un maestro. ¡No hay que asombrarse de que todos los intentos de enseñarle acabaran en fracaso! La consideración de lo anterior no puede sino llevarnos a pensar en cual habría sido la condición psicofísica de la niña al llegar a la adolescencia, si para ayudarla se hubieran utilizado los métodos ortodoxos de enseñanza en todos los campos. La observación de la niña es una prueba positiva de que en lo referente a sus defectos, sus ideas y concepciones estaban dominadas por su percepción sensorial y que esta percepción sensorial no sólo no era fiable sino que era realmente engañosa. Sus experiencias sobre el funcionamiento de su organismo eran consecuentemente, experiencias incorrectas y dañinas y como su juicio en estos asuntos era el resultado de estas experiencias, no hay que asombrarse de que su juicio de lo que estaba bien o mal en su caso fuera, no sólo prácticamente inútil sino que constituía un peligro positivo para su desarrollo futuro. Si en tales casos, un niño no es reeducado y coordinado en una base de control consciente, no podrá adquirir una nueva y fiable percepción sensorial y careciendo de esto, crecerá empleando para guiarse sensaciones engañosas y que lo serán aún más con el paso del tiempo. Las experiencias incorrectas y el mal juicio estarán asociadas con esta guía engañosa de los mecanismos en el funcionamiento del organismo y todo este esfuerzo en las diferentes esferas de las actividades de la vida estarán en concordancia con este funcionamiento. *

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de La herencia suprema del hombre , los efectos dañinos que pueden seguir a los intentos mal dirigidos de una persona de disimular o cambiar características que ella cree que son menoscabos muy serios de su apariencia, pero que comparadas con otros defectos realmente serios que ella pasa por alto completamente, son realmente peculiaridades menores.

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Concepción incorrecta Lo que se ve claramente en todos estos ejemplos, es que las concepciones que están influenciadas principalmente por la percepción sensorial no-fiable, actuando y reaccionando subconsciente y dañinamente en los procesos correspondientes, son concepciones incorrectas y que en estos casos, la percepción sensorial nofiable va de la mano de experiencias incorrectas y engañosas del funcionamiento psicofísico. Y cuando recordamos que (como vemos en el caso de la niña del último ejemplo) nuestro juicio se basa en la experiencia, debemos ver también que cuando esta experiencia es incorrecta o engañosa, el juicio resultante está forzosamente desencaminado y lejos de la realidad. Por tanto, hemos de reconocer que nuestras peculiaridades sensoriales son el fundamento de lo que pensamos lo mismo que de nuestras opiniones y que de hecho, el noventa por ciento de las opiniones que tenemos son más el resultado de lo que sentimos57 que de lo que pensamos. También nuestros defectos emocionales están relacionados con nuestras peculiaridades sensoriales, así que la mínima perturbación en estas direcciones, puede temporalmente arrojarnos a una zona peligrosa58 en la que prevalecen serias condiciones psicofísicas incontroladas. Ahora podemos ver cuan lejos nos ha llevado esta línea de pensamiento. Pues el hecho que emerge de todas estas consideraciones es que generalmente, nuestra aproximación a la vida, nuestras actividades, creencias, emociones, opiniones, juicios en cualquier esfera, están condicionados por las concepciones previas, las cuales están asociadas al uso individual de los mecanismos psicofísicos y condicionadas por el nivel de fiabilidad de nuestra percepción sensorial individual. Este es el gran hecho del que deben darse cuenta nuestros líderes de todas las esferas de las actividades humanas, educativa, religiosa, moral, social, política y demás, antes de que pueda haber ningún “surgimiento” de la criatura humana fuera de las caóticas condiciones actuales. Todos pensamos y actuamos (excepto si somos forzados a hacerlo de otro modo) de acuerdo con las peculiaridades de nuestro aspecto psicofísico particular. Leemos cada mañana un periódico en particular porque creemos en la política de ese periódico y podemos leer en él lo que queremos leer; cultivamos la amistad de la gente que piensa como nosotros e ignoramos o competimos con aquellos que no lo hacen; el predicador atrae a la iglesia sólo a aquellos que quieren ir a la iglesia; empezamos a leer un libro, pero en cuanto llegamos a un punto con el que no estamos de acuerdo, nuestra más o menos pervertida cinestesia no puede controlar los impulsos que, una vez puestos en movimiento, nos dejan fuera de comunicación con nuestra razón. A pesar de todo, se escriben libros, se dan conferencias, se hacen sermones y se hacen discursos con la creencia de que las ideas que se exponen por estos medios pueden ser asimiladas satisfactoriamente por oyentes y lectores y que las buenas ideas deben por tanto ser trasmitidas para el crecimiento del género humano en las esferas de actividad social, religiosa, política y demás. Estamos bien confundidos. Pues como hemos visto, nuestra habilidad para asimilar una idea nueva y poco familiar o para superar nuestros prejuicios sobre nuestras apreciadas ideas y creencias, depende de nuestra concepción individual de tales ideas y creencias, y esta concepción está condicionada por el grado de coordinación psicofísica individual y de la fiabilidad de la percepción sensorial. Si este hecho no hubiera sido pasado por alto, escritores, conferenciantes, predicadores, oradores, etc. hace tiempo que habrían demostrado algún interés práctico en los medios por los cuales sus oyentes y lectores podían alcanzar un nivel de funcionamiento del organismo psicofísico, que les permitiera asimilar satisfactoriamente nuevas ideas y enseñanzas. Pues me pregunto, ¿cómo aquellos que han 57 La única conclusión razonable es que si encontramos en la gente opiniones tan variadas y conflictivas sobre un mismo punto o un tema serio, es debido a que las opiniones de la mayoría de la gente son manifestaciones de sus peculiaridades sensoriales (sensación) más que de sus procesos de razonamiento. Es verdaderamente alarmante que el razonamiento juegue un papel tan poco importante en la mayoría de las opiniones que tenemos y en nuestro juicio sobre cosas importantes. Por esta razón nos encontramos en tal espantosa confusión después de dos mil años de esforzarnos por alcanzar un mejor nivel de funcionamiento psicofísico, esfuerzo que era de esperar que llevara a una era de buenos deseos, unidad universal, tolerancia y mutuo entendimiento. 58 Sólo se necesita de cierto número de repeticiones de experiencias dañinas como aquellas a las que se hace alusión arriba, para provocar una u otra de las diferentes fases que situamos dentro de la zona de la demencia. Muchas fases de este desarrollo de demencia temporal van acompañadas de manifestaciones físicas violentas.

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Concepción incorrecta desarrollado una condición de percepción sensorial no-fiable (con todas las experiencias, creencias y juicios incorrectos que ahora sabemos que van inevitablemente asociadas a esta condición) asimilan satisfactoriamente ideas que no encajan con estas experiencias? Aprehensión correcta y percepción sensorial fiable van de la mano.59 La masa está hecha de individuos y la percepción sensorial fiable no puede conferirse en el principio de la enseñanza masiva o mediante precepto o exhortación. Sólo puede hacerse mediante enseñanza individual y trabajo individual. Es más, la gente masificada puede ser gobernada por el “instinto gregario” y debemos ayudar al hombre a salirse de esa influencia lo antes posible y para este fin debemos tener desarrollo consciente e individual.

2.3 Percepción sensorial imperfecta Así pues, el problema que se nos presenta es encontrar un medio por el cual una percepción sensorial fiable pueda desarrollarse y mantenerse en todo el organismo y la base de mi argumento es que tanto en educación como en reeducación, esto debe conseguirse en cada caso mediante la confianza del individuo en la guíacontrol, no subconscientes sino conscientes y razonados. Pues nos encontramos con que la criatura humana sujeta a los actuales procesos de civilización, desarrolla defectos e imperfecciones en el uso del organismo, incluso en casos en los que una percepción sensorial fiable ya ha existido en una base subconsciente, mientras que en la gran mayoría de los casos, cuando los defectos ya se han desarrollado, vemos que no se pueden asegurar resultados satisfactorios si durante el proceso no se va adquiriendo gradualmente una nueva y fiable percepción sensorial. Casi todas las criaturas humanas civilizadas, han desarrollado una condición en la que la percepción sensorial (sensación) es más o menos imperfecta y engañosa y de eso se sigue naturalmente, que no puede confiarse en ella en la reeducación, reajuste y coordinación o en nuestros intentos de corregir algo que sabemos que está mal en nuestro sí mismo psicofísico. Por tanto, la conexión60 entre defectos psicofísicos y guía sensorial incorrecta debe ser reconocida por el maestro en el trabajo práctico de reeducación. Este reconocimiento hará imposible para él esperar que un alumno sea capaz de efectuar satisfactoriamente ningún nuevo acto psicofísico, hasta que se hayan establecido las nuevas experiencias correctas en percepción sensorial. Trataré ahora de exponer lo más claramente posible, el modelo general que yo defiendo en relación con el desarrollo de la percepción sensorial fiable, estableciendo primero los principios en los que el modelo se basa y poniendo después un ejemplo que mostrará la aplicación de estos principios al trabajo práctico de coordinación y reeducación. Primero el modelo reclama en particular por parte del maestro, un reconocimiento del casi alarmante dominio de los procesos psicofísicos del alumno por una percepción sensorial incorrecta, durante el intento de ejecutar cualquier actividad psicofísica. Por tanto, es de importancia primordial que el maestro reconozca y se esfuerce por hacer que su alumno ponga atención al hecho de que su percepción sensorial (la del alumno) no es fiable y durante los procesos involucrados en la ejecución del trabajo práctico del alumno, debe cultivar y desarrollar en él la nueva y fiable percepción sensorial de la que depende un nivel de coordinación satisfactorio. Con este fin, el modo de proceder es el siguiente. El maestro, una vez hecho el diagnóstico de la causa o causas de las imperfecciones o defectos que el alumno ha desarrollado en el uso incorrecto de sí mismo, utiliza una manipulación experta para dar al alumno las nuevas experiencias sensoriales necesarias para el uso satisfactorio de los mecanismos correspondientes, mientras le da las órdenes o direcciones de guía correctas que son la representación mental de las nuevas 59 Como me escribió un amigo, miembro de la profesión médica: "Cada vez estoy más convencido de que la gente sólo puede aprender lo que ya sabe". 60 El reconocimiento de esta conexión vital marca el punto de divergencia entre métodos de enseñanza de base consciente y de base subconsciente.

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Percepción sensorial imperfecta experiencias sensoriales que está intentando desarrollar mediante su manipulación. Este procedimiento constituye los medios por los cuales el maestro hace que el alumno pueda prevenir (inhibición) las actividades mal dirigidas causantes de sus imperfecciones psicofísicas. En este trabajo, el proceso inhibitorio debe ocupar el primer lugar y seguir siendo el factor principal en todas y cada una de las nuevas experiencias que se obtendrán y quedarán establecidas durante el cuidado y desarrollo de la percepción sensorial fiable de la que depende un nivel de coordinación satisfactorio. Con este propósito (esto es, la prevención de actividades mal dirigidas) el maestro desde el principio, explica cuidadosamente al alumno que su papel en la clase es completamente diferente del asignado habitualmente a los alumnos en otros métodos educativos. Le dice al alumno que al recibir las direcciones u órdenes de guía, él no debe intentar seguirlas; en cambio, él debe inhibir el deseo de hacerlo en el caso de todas y cada una de las ordenes que se le dan. En su lugar debe proyectar las órdenes de guía tal como se le dan, mientras su maestro al mismo tiempo, mediante la manipulación, hará los reajustes necesarios y obtendrá las coordinaciones necesarias, haciendo de este modo para el alumno el movimiento o movimientos particulares necesarios y le proporcionará la percepción sensorial fiable y la mejor oportunidad posible para conectar las diferentes órdenes de guía antes de intentar ponerlas en práctica. Esta concatenación de las órdenes o direcciones de guía es muy importante, pues es la representación mental de aquella relación de las partes del organismo que constituye lo que llamamos coordinación. El objetivo de la reeducación en una base general, no es conseguir una serie de posiciones o posturas correctas, sino un uso coordinado de los mecanismos en general, en todo momento y con cualquier propósito. El segundo punto a destacar en relación con la técnica que estamos defendiendo es que las direcciones u órdenes de guía dadas al alumno, se basan en cada caso en el principio de dejar de trabajar ciegamente en la persecución de un “fin” y en atender en cambio a los medios por los cuales puede alcanzarse este “fin”. Ya hemos considerado este principio en su aplicación general, pero estoy impaciente por recalcarlo otra vez en este momento porque es de suma importancia, tanto que el alumno acepte este principio como que lo aplique a su propio trabajo en la reeducación, pues por ningún otro método puede él sacar el mejor provecho de sus viejos hábitos subconscientes y construir conscientemente la nueva y mejorada condición que está ansioso por conseguir. Si pensamos un momento, veremos la razón de todo esto. Si el alumno piensa en cierto “fin” como deseable y empieza a perseguirlo directamente, él ciertamente hará la misma serie de acciones que está acostumbrado a hacer en condiciones semejantes. En otras palabras, seguirá su procedimiento habitual y si éste resulta ser un mal procedimiento para su propósito (y el hecho de que necesite reeducación demuestra que éste es el caso), reforzará las experiencias incorrectas relacionadas con esto al utilizar su procedimiento una vez más. Si por lo contrario, el alumno se detiene a sí mismo de empezar de su forma habitual (inhibición) y procede a reemplazar sus antiguos medios subconscientes por los nuevos medios conscientes que su maestro le ha dado y que por tanto, él tiene todas las razones para creer que le proporcionarán el deseado fin, habrá dado el primer y más importante paso hacia la ruptura de un hábito y hacia ese control constructivo, consciente y razonado que lleva al dominio de la situación.61 Así queda grabado en el alumno desde el principio como preliminar esencial para un trabajo próspero que debe negarse a trabajar directamente para obtener su “fin” y mantener la atención enteramente en los medios por los cuales puede asegurarse este fin. En el ejemplo que pondré enseguida, se verá que se deja a la discreción del maestro si en un caso particular de evolución, se debe explicar o no al alumno de antemano cual es el “fin” por el que él y el maestro están trabajando. Pero en cualquier caso, se hace todo lo posible por convencerle de que el “fin” no es importante debido a: 61 Esto se aplica igualmente a la ruptura del hábito en cualquier esfera de actividad.

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Percepción sensorial imperfecta (1) el conocimiento del maestro de los correctos medios por los cuales poder obtener el “fin” particular; (2) las correctas aprehensión y repetición consciente de las órdenes de guía o direcciones relativas a estos “medios por los cuales” por parte del alumno; (3) la manipulación del maestro quien, con sus expertas manos, proporciona al alumno la percepción sensorial fiable resultante de tales órdenes directivas, y por tanto es meramente una cuestión de tiempo62 conseguir el deseado fin. En otras palabras, al alumno se le pide que se preocupe de los “medios” y el “fin” se cuidará a sí mismo. De esta forma, se le quita al alumno toda responsabilidad por el resultado final. No tiene “fin” por el que trabajar y por tanto, nada que hacer bien. Todo lo que se le pide cuando recibe una orden de guía, es escuchar y esperar; esperar porque sólo esperando puede estar seguro de evitar reincidir en sus viejos hábitos subconscientes, y escuchar para aprender a recordar gradualmente y relacionar las órdenes de guía, que son la representación mental de los medios por los cuales que el maestro está empleando para obtener el deseado “fin”. En otras palabras, se le pide adoptar conscientemente un principio de prevención como base de su trabajo práctico y dejar todo lo demás en manos del maestro. Desde cualquier punto de vista de sentido común, parece ahora que este procedimiento, al relevar al alumno de toda responsabilidad sobre los resultados, le evitará también toda tensión y ansiedad; y aquellos alumnos que están satisfechos de no saber cómo ponerse bien a sí mismos y desean por tanto seguir tranquilamente dándose ciertas órdenes de guía o direcciones al dictado del maestro y dejándole a él toda responsabilidad sobre capacitarlos para conseguir el resultado deseado, pueden obtener las nuevas y correctas experiencias sin tensión y con un aumento gradual de la sensación de poder y control. Pero el maestro experimentado en el trabajo de reeducación en una base general, es bien consciente de las dificultades que los alumnos se ponen realmente a sí mismos en este procedimiento, pues la llamada inmediata del hábito instintivo es tan insistente que si el alumno no aprende a resistir esa llamada utilizando y desarrollando su poder de inhibición, está casi seguro de volver a caer en su antiguo y peligroso hábito de perseguir ciegamente su “fin”, lo que significa que olvida proyectar sus órdenes directivas (los “medios por los cuales”) y recae otra vez en la guía mediante su percepción sensorial no-fiable y engañosa (sensación). Y en mi experiencia raramente he encontrado alumnos adultos que se dieran cuenta de la necesidad de prevenirse a sí mismos de recaer en sus antiguos hábitos subconscientes a pesar de que se les demuestre esta necesidad una y otra vez. Muy pocos además, tienen alguna idea de como darse a sí mismos una orden de guía o dirección sin hacer ningún intento de ejecutarla. No separan la orden que se les pide que den, del acto o actos de los que es precursora. Así, tan pronto como se les pide que den cierta orden continua, impulsivamente entran en acción de acuerdo con su uso inconsciente habitual de las partes correspondientes. Esta recaída en viejos hábitos es justamente lo que el maestro pide al alumno que prevenga, pues hace imposible desde un comienzo el buen resultado de todas las experiencias que el maestro se esfuerza en reemplazar por las nuevas y correctas, y en cambio refuerza todas las experiencias incorrectas asociadas por el alumno con este uso de las partes. Tomemos por ejemplo, el caso de un alumno que se ha acostumbrado a tensar los músculos del cuello en todas sus actividades diarias. El maestro se lo indica y le explica que este hábito de tensar el cuello ha ocurrido porque él está intentado hacer con el cuello las funciones de otras partes de su mecanismo psicofísico, así que no se trata de un defecto aislado sino conectado con otras imperfecciones dañinas del uso de sí mismo. El cuello tenso, de hecho, es meramente un síntoma de 62 En relación con esto, la cantidad de tiempo que puede necesitarse para el proceso de reeducación antes de que las experiencias nuevas y correctas puedan quedar establecidas, ha resultado ser un tropiezo para algunos investigadores; pero de nuevo, si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que la habilidad para romper con los hábitos que a veces llevan establecidos mucho tiempo, depende de ciertas aptitudes y condiciones naturales del alumno y especialmente del nivel de agudeza de su percepción sensorial y del desarrollo de su habilidad de inhibir.

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Percepción sensorial imperfecta mala coordinación general en el uso de los mecanismos y cualquier intento directo de relajarlo significa que lo trata como una “causa” y no como un “síntoma” y así el intento se convertirá en un fracaso relativo si no se restablece un uso coordinado satisfactorio de los mecanismos en general. Luego el maestro explica que como la percepción sensorial del alumno no es fiable63, es improbable que pueda hacer algo por sí mismo para remediar estos defectos, pero que si inhibe su deseo de tensar el cuello y se da a sí mismo las órdenes de guía o direcciones para relajarlo, el maestro podrá mediante la manipulación efectuar tal reajuste general de su cuerpo que como resultado, su cuello se relajará. Si tras esta explicación, el alumno se da a sí mismo la orden de relajar el cuello (es decir, inhibe el deseo de tensarlo), su maestro, provisto del necesario conocimiento y experiencia, podrá asistirle proporcionándole aquellas condiciones generales de las que depende la relajación del cuello. Si en cambio el alumno se olvida de inhibir y así, cuando se le pide que ordene a su cuello relajarse, intenta relajarlo por medios directos (es decir, de acuerdo con su idea de relajarlo), en su intento él hará exactamente lo que siempre ha hecho con su cuello (es decir, tensarlo) o pondrá a una o más partes o quizá a todo su organismo, en condición más o menos colapsada y hasta que deje de intentar relajarlo por medios directos, el maestro por muy experto que sea, poco podrá hacer para conseguir aquellas condiciones que llevan a un estado satisfactorio de relajación del cuello. Otra dificultad que se ponen los alumnos a sí mismos, tiene relación con dar las órdenes de guía o direcciones. Ellos hablan a veces como si fuera algo nuevo y extraño pedirles que se den órdenes a sí mismos, olvidando que lo han estado haciendo subconscientemente desde sus primeros días, incluso antes de ser capaces de estar de pie sin ayuda ni mucho menos de moverse. Lo que es nuevo en el modelo que estamos considerando es que al alumno se le pide que se dé órdenes conscientemente, producidas por la consideración de las necesidades de un uso razonado del organismo, no subconsciente sino consciente, es más, órdenes y direcciones cuyo empleo satisfactorio depende del claro entendimiento del alumno de que (1) estas órdenes hay que darlas, pero no ejecutarlas (inhibición) y (2) hay que seguir y ejecutarlas realmente. Para aclarar esto, supongamos que el maestro le pide al alumno que se siente. Si el alumno obedece la orden y se sienta sin más, se habrá guiado para hacerlo por la percepción sensorial no-fiable establecida en relación con la ejecución del acto de que se trata; es decir, él repetirá simplemente su usual manera defectuosa subconsciente de sentarse. El objeto de su reeducación es erradicar tales errores psicofísicos y así, cuando se le pide que se siente, inmediatamente dice “No” y se da a sí mismo la orden de no sentarse, inhibiendo la actividad mal dirigida hasta ahora conectada con el acto, un procedimiento que previene la permisividad con las antiguas faltas subconscientes. Evitada la antigua actividad defectuosa por los procesos que acabamos de indicar, el alumno procederá entonces a poner atención a las diferentes órdenes de guía o dirección que el maestro considera esenciales para la dirección-control correcta de aquella psicomecánica (los “medios por los cuales” correctos) implicada en el uso satisfactorio del organismo como un todo en el acto de sentarse. Estas son las órdenes que finalmente deben ser ejecutadas por el alumno. Se sigue pues, que las órdenes que se han de dar pero no ejecutar, son aquellas que si se ejecutaran provocarían el habitual uso defectuoso de los mecanismos. Pueden llamarse “órdenes preventivas”. Todas las órdenes que siguen a las órdenes preventivas han de ser ejecutadas (al principio por el maestro), pues si la técnica de aprendizaje es fiable, tales órdenes corresponderán a los medios por los cuales correctos que aseguran el uso nuevo y coordinado del mecanismo. Ya he señalado que los niños desde el primer momento de la vida escolar en adelante manifiestan una carencia de desarrollo inhibitorio y el hecho de que en 63 En relación con esto, es significativo que el alumno cuya percepción sensorial en relación con el uso de su organismo es menos fiable (por ejemplo, el alumno que “siente” que su cabeza se mueve hacia delante cuando la está poniendo cuidadosamente atrás), es el más reticente a creer que él no sabe realmente lo que está haciendo consigo mismo y que a pesar de todas las reconvenciones, persistirá en intentar ejecutar las órdenes él mismo en lugar de inhibir este deseo y permitir al maestro ayudarle a ejecutarlas.

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Percepción sensorial imperfecta muchos casos aprendan a obedecer órdenes a la primera,64 sin pararse a considerar “el por qué y el cuándo”, es un factor que contribuye a esta peligrosa condición. Como consecuencia de este entrenamiento temprano, muchos alumnos se han acostumbrado tanto a reaccionar rápida y subconscientemente a cualquier indicación que reciben o a cualquier idea que les llega, que esta reacción rápida e irreflexiva se ha vuelto en ellos un hábito que les resulta difícil romper. Y así, cuando los alumnos insisten en que dar órdenes es una dificultad, lo que quieren decir en realidad es que debido a su largamente establecido hábito de reaccionar rápida e irreflexivamente a una orden, un hábito alimentado por años de entrenamiento, les resulta difícil detenerse, esperar, contenerse para sólo dar órdenes y decir “No” cuando llega el impulso de ejecutar las órdenes. En otras palabras, les resulta difícil no querer ser obedientes, no querer hacerlo bien, no trabajar directamente hacia su fin. No obstante, como en el caso de la mayoría de las dificultades humanas, la dificultad radica no en la cosa misma, sino en “romper el hábito”, la tolerancia que no sólo impide el progreso del alumno sino también, si persiste, le hace imposible alcanzar su fin deseado. Se verá que el éxito de un alumno en conseguir un fin dependerá siempre de su reconocimiento práctico del hecho de que sólo atendiendo continuamente a los “medios por los cuales” esenciales para conseguir alcanzar su “fin”, puede asegurarse un resultado satisfactorio. Esto se aplica igualmente, (1) cuando el alumno está en las primeras etapas de su trabajo, en las que se le pide simplemente dar órdenes y dejar la ejecución de estas órdenes a su maestro; (2) cuando ha alcanzado una etapa posterior en la que bajo la supervisión del maestro, va desarrollando gradualmente una percepción sensorial fiable en la que puede confiar para ejecutar las órdenes por sí mismo; o (3) cuando trabaja por sí mismo fuera de clase, en sus actividades ordinarias. Nuestra anterior discusión sobre la inhibición nos lleva a la consideración de la capacidad del individuo para esperar (inhibir)65 antes de reaccionar a un estímulo (o estímulos) para perseguir algún “fin” en la vida ordinaria y puede ser interesante explicar algunos hechos relacionados con las experiencias sobre esto de gente que toma lecciones para hablar, respirar, cantar, etc. Mucha gente que necesita lecciones para hablar, tiene tendencia a hablar demasiado deprisa y no hace pausas entre las frases. Naturalmente, esta tendencia debe ser corregida, pero en el trabajo de reeducación en un plano consciente no intentamos corregir la tendencia directamente, sino que confiamos, en cambio, en el uso de ciertos “medios por los cuales” que indirectamente llevarán al resultado deseado. Así, en lugar de decirle al alumno que se detenga en ciertos lugares, el maestro le señala que él boquea al final de sus frases y que está aspirando o “sorbiendo aire” por la boca y se esfuerza en hacer que el alumno se dé cuenta de que estos malos hábitos son el resultado de sus concepciones subconscientes incorrectas sobre el acto de respirar y el uso incorrecto de los mecanismos psicofísicos de cuyo uso correcto depende la respiración satisfactoria. De esto se deduce que en todo uso vocal, el alumno debe tener una concepción correcta de la naturaleza del acto de la respiración, junto con una comprensión consciente y razonada de los principios básicos del uso correcto de la psicomecánica del acto de respirar, antes de hacer ningún intento de poner estos principios en práctica. Al llegar a este punto, el maestro estará justificado para pedir al alumno que se detenga, que espere al final de cada frase al hablar o leer (o al final de cada frase al 64 Sé que me dirán que si ha de enseñarse a los niños a inhibir en el sentido en que yo uso la palabra, es decir, la prevención de actividades mal dirigidas, se necesitará tanto tiempo para esta parte del trabajo que no podrán seguir sus estudios. Los niños me han dicho más de una vez a este respecto: “No puedo pararme así en la escuela. Nos dicen que nos apresuremos.” En respuesta, lo único que puedo decir es que el tiempo dedicado a enseñar a los niños a inhibir los impulsos para una actividad no razonada de la que más tarde se convertirán en esclavos, no es tiempo perdido sino en realidad ahorrado. 65 Este “esperar” es para darle tiempo de comprender y recitar conscientemente las órdenes que son la representación mental de los medios por los cuales correctos para conseguir su fin.

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Percepción sensorial imperfecta cantar) y que se niegue a volver a inspirar hasta que haya inhibido la guía-dirección subconsciente habitualmente incorrecta relativa al acto de inspirar (que en este caso es responsable de los usos incorrectos del mecanismo, como diagnosticó el maestro) y además haya substituido estos usos imperfectos por las nuevas órdenes conscientes correctas que permiten el uso cada vez más satisfactorio. El maestro entonces le pide que efectúe: (1) Un acto inhibitorio, inhibiendo “su manera” de inspirar, en otras palabras, previniendo o reprimiendo según sea el acto, la mala guía-dirección subconsciente que constituye el mal hábito que ha creado al tomar aliento al final de cada frase. (2) Un acto volitivo, dándose a sí mismo ciertas órdenes que son los medios por los cuales irá cultivando gradualmente un acto más apropiado de inspiración, antes de intentar pasar a la siguiente frase. Ahora, en relación con el acto anterior, seguramente el alumno pondrá la objeción de que si se detiene para dar las nuevas órdenes antes de hablar, atraerá una molesta atención sobre él, ya que tendrá que esperar tanto rato entre las frases que su forma de hablar parecerá lenta y pomposa. Pero esta objeción sólo significa, que él no se ha dado cuenta de que su antiguo hábito de respirar sonoramente por la boca en lugar de por la nariz y de atropellar sus frases, eran defectos perceptibles para los demás aunque él apenas se hubiera dado cuenta de ello. Él pondrá rápidamente objeciones a la nueva manera de hablar que él cree que llamará molestamente la atención sobre sí mismo y también a las nuevas instrucciones, porque al ejecutarlas se ve obligado a romper con hábitos que le eran familiares y por tanto le satisfacían; pero no será tan rápido en observar los defectos de su antiguo modo de hablar. No obstante, una vez se le enseñe a actuar de acuerdo con las nuevas instrucciones, sus defectos irán desapareciendo gradualmente, pues habrá aprendido a prevenir el mal uso de los mecanismos responsable de estos defectos. El tiempo necesario para dar primero las órdenes preventivas de detención y espera al final del esfuerzo vocal y en segundo lugar las órdenes correctas de dirección-control relativas a los procesos concernientes al acto respiratorio, constituirán la pausa necesaria entre las frases. Después de esto, es simplemente cuestión de tiempo el que las actividades resultantes de la serie de experiencias psicofísicas detalladas arriba, funcionen continuadamente ya que ahora son dirigidas conscientemente y estarán a partir de entonces bajo la guía-control consciente constructiva del alumno. La misma dificultad se encuentra en cualquier alumno que respira mal en cuanto empieza a practicar el canto. Este alumno está tan preocupado por su “fin” (cantar) que le parece fastidioso esperar a tomar aire apropiadamente. Él también “aspira” y “sorbe aire” por la boca en lugar de hacerlo por la nariz y, por regla general, audiblemente. Es improbable que tales defectos puedan ser erradicados o que pueda prevenirse la aparición de nuevos defectos por esos procesos que encontramos asociados con los “ejercicios respiratorios” o las lecciones de “respiración profunda”. Pero si el alumno de enfrenta a sus dificultades, es decir, a su condición de mala coordinación general, mediante la reeducación en un plano de control consciente y constructivo, puede ser ayudado a superarlos aprendiendo primero a resistir su deseo subconsciente de “tomar aliento” al final de cada frase (acto inhibitorio) y en segundo lugar, a dar las órdenes de guía y direcciones relativas a la psicomecánica correcta de la respiración (acto volitivo). Este alumno probablemente también pondrá la objeción de que no puede parar, por la razón de que si para no puede mantener el ritmo de la canción. Naturalmente, esta objeción no se sostendrá más que la anterior pues una vez ganado el control necesario, la pausa requerida para la inhibición y para dar las necesarias órdenes de guía será sólo momentánea. Pero incluso si suponemos, por consideración al argumento, que la objeción es cierta, ¿qué utilidad tiene ahorrar tiempo si con ello los principios principales esenciales para cantar bien, es decir, los relativos al uso correcto y adecuado de los mecanismos psicofísicos correspondientes a la respiración, son tratados en la práctica como factores secundarios y están siendo mal utilizados realmente? El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Percepción sensorial imperfecta En todas estas consideraciones debemos recordar que para adquirir un funcionamiento psicofísico satisfactorio, aunque la velocidad llegue como resultado de la experiencia necesaria en el uso correcto de las partes correspondientes, un uso correcto difícilmente puede resultar de la velocidad adquirida a costa de un uso incorrecto de aquellas partes. Ahora que he indicado los principios básicos del modelo general que yo defiendo, en relación con el desarrollo de una percepción sensorial fiable, voy a seguir con la descripción en detalle de una de las maniobras técnicas66 que utilizo en mi enseñanza. Lo pongo como ejemplo de cual debe ser la actitud del alumno hacia el trabajo práctico en relación con el cultivo y desarrollo de la nueva percepción sensorial durante los procesos implicados en la ejecución de la maniobra, pero particularmente, como un ejemplo de los medios por los cuales podemos desarrollar una percepción sensorial fiable de la llamada “tensión física” mínima; pues en esta esfera de la percepción sensorial, el problema más difícil de resolver en la mayoría de los casos, tiene que ver con el asunto de desarrollar un registro correcto de la debida y apropiada cantidad de la llamada “tensión muscular” necesaria en cada momento dado. Naturalmente, no es posible decirle al alumno en términos relativos, su particular grado de tensión muscular mínima requerida en cada momento particular. Además, incluso si esto fuera posible, ¿qué probabilidad hay de que el alumno podrá registrar este mínimo con exactitud, cuando el principal factor en el que confiará para guiarse (esto es, su percepción sensorial) no es fiable, es inexacto y a menudo positivamente engañoso? He conocido casos en los que un alumno fracasaba en reconocer la diferencia de tensión muscular cuando sus brazos colgaban sueltos en sus costados, como en el acto de andar, o cuando los utilizaba para efectuar un acto que requiere tensión extrema. Entonces, la cuestión de tratar el asunto del grado correcto o incorrecto de “tensión física” es, desde el punto de vista del maestro, probablemente el problema más difícil de resolver en el modelo que estamos considerando. Está claro que este problema no puede resolverse mediante la técnica consistente en la ejecución de “ejercicios físicos”, ya que el mayor peligro que implica la ejecución de ejercicios asociados a sistemas de cultura física, postura, etc., recae en el hecho de que esta dificultad fundamental relativa a la tensión muscular ha sido ignorada. Si alguna vez se quiere diseñar un plan de desarrollo mediante ejercicios que han de ejecutarse siguiendo instrucciones escritas u orales, sin ayuda manipulativa, este problema tendrá que ser resuelto satisfactoriamente. Afirmo no obstante, que en su aplicación particular a la evolución que voy a describir, este problema ha sido resuelto y de un modo muy práctico y que la exposición de esta parte de la técnica demostrará ser de gran interés para el estudiante. Se presta especial atención a este respecto, a las instrucciones dadas al alumno en el ejemplo siguiente respecto al trabajo a hacer con sus manos y brazos, asociado con un cuerpo más o menos coordinado y particularmente, a la posición de sus dedos, muñecas y codos al colocarlos sobre la silla como se le indica. Añadiría que la correcta ejecución de esta evolución reclama el uso coordinado del cuerpo, piernas y brazos y del sistema muscular en general; reclama en particular, su uso coordinado durante el movimiento de adelantar el cuerpo y durante el acto de poner las manos en posición sobre la parte superior del respaldo y también durante el trabajo final a hacer por manos y brazos en esta posición. Quiero que se entienda con toda claridad que cuando escribo brazos, piernas, manos, pies, etc., siempre implico su uso coordinado con el cuerpo como un soporte coordinado. Verdaderamente deberíamos decir en este sentido, que el cuerpo representa el tronco de un árbol y los brazos las ramas. Debe entenderse con claridad que en lo que sigue, se ha exagerado que el alumno presta especial atención a los principios básicos expuestos por su maestro antes de intentar seguir cualquier instrucción que le dé.67 Si lo hace así, la mayoría de las experiencias que el alumno recibe serán experiencias correctas que ayudan al 66 La primera descripción de esta evolución fue publicada en 1910. 67No es posible naturalmente, dar aquí todas las instrucciones detalladas para cada caso porque estas instrucciones varían de acuerdo con las tendencias y peculiaridades de cada alumno particular. No obstante, un maestro experimentado debe ser capaz de proporcionar estas instrucciones en la aplicación práctica de la técnica para cubrir las necesidades

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Percepción sensorial imperfecta desarrollo de la confianza y la continuidad de los procesos para erradicar los defectos.

2.4 Aclaración En el desarrollo técnico de sentarse es necesario utilizar ciertas frases empleadas en la enseñanza de la técnica, frases que considero necesitan comentario, visto que no siempre expresan adecuadamente lo que yo quiero decir y que además, no puedo defender que sean exactas mediante demostración. El lector preguntará con razón, entonces por qué las uso. Los lectores de La herencia suprema del hombre68 recordarán que cuando usaba la frase “posición de ventaja mecánica”, señalé que lo hacía así porque no encontraba otra mejor y mencioné que había pedido ayuda a bastantes amigos científicos y literarios. He hecho lo mismo en relación con las frases que viene a continuación. Como ya he afirmado, me parecen inadecuadas, pero con la presencia de un maestro para demostrar en persona lo que significan, sirven para el propósito. Las frases son:

2.4.1

Acortar la columna vertebral

Un objetor podría decir justamente, que esto es prácticamente imposible, pero nos referimos al uso de la columna y uno de los defectos más comunes entre los seres humanos hoy día, es una curvatura indebida de la columna en el uso de sí mismo en los actos de la vida cotidiana y naturalmente, eso provoca un acortamiento de la estatura. Como demostración práctica, tome una hoja de papel y después de colocarla sobre otra hoja más larga coincidiendo el canto superior, dibuje una línea a lo largo del canto inferior de la hoja de encima para que quede marcada su longitud en la hoja de abajo. Ahora curve la hoja superior levantándola sin despegar su extremo superior de la otra hoja. Se verá entonces que el extremo inferior del papel no llega a la línea dibujada.69

2.4.2

Alargar la columna vertebral

Lo siguiente servirá para demostrar que si modificamos la curvatura de la columna, tendemos a alargarla. Por ejemplo, volviendo a la prueba anterior, si eliminamos la curvatura de la hoja superior y la volvemos a colocar como estaba inicialmente, alcanzará la línea, demostrando que durante el experimento ha funcionado el proceso de alargamiento.

2.4.3

Relajar el cuello

Hay una gran confusión por parte del alumno cuando intenta obedecer direcciones para relajar alguna parte del organismo. En la enseñanza ordinaria, alumnos y maestros están bien convencidos de que si alguna parte del organismo está demasiado tensa, ellos pueden relajarla, esto es, hacer el relajamiento por medios directos. Se están engañando, pero es difícil convencerlos de ello. En primer lugar, si tienen la suerte de librarse de la tensión específica, lo será mediante el colapso parcial de las partes correspondientes o de otras partes, posiblemente incluso por un colapso general de todo el organismo. En segundo lugar, es obvio que del caso individual. Debemos aprender para esto a diferenciar entre las variaciones del arte de un maestro y los principios de la técnica de enseñanza que está siendo empleada. 68 Nota de CF: capítulo 2.2, punto 2-d, nota. 69 Nota de CF: Un experimento similar con una cartulina aparece en La herencia suprema del hombre, capítulo 2.4, como nota al pie.

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Aclaración si alguna parte del organismo está indebidamente tensa, es porque el alumno está intentando hacer con ella el trabajo de alguna otra parte o partes, a menudo un trabajo para el cual es bastante inadecuada.

2.4.4

Cabeza adelante-arriba

Esta es una de las frases más inadecuadas y a menudo confusas utilizadas como medio de transmitir nuestras ideas con palabras y es una instrucción peligrosa de dar a cualquier alumno si el maestro no demuestra primero su significado proporcionándole al alumno, mediante manipulación, las experiencias exactas involucradas.

2.4.5

Ensanchar la espalda

Esta instrucción va a la par de la anterior en sus defectos, cuando se la considera una frase para transmitir una idea que esperamos el alumno construya correctamente, si es dada por un maestro que no es capaz de demostrar lo que quiere decir reajustando el organismo del alumno para que puedan provocarse las condiciones deseadas. Lo que realmente ocurre es que se produce un cambio muy marcado en la posición de las estructuras óseas del tórax (particularmente visibles desde detrás) y también un alargamiento permanente de la cavidad torácica, con un aumento sorprendente de la movilidad torácica y la mínima tensión muscular de todos los mecanismos implicados.

2.4.6

Soportar el cuerpo con los brazos

Se da esta instrucción al alumno cuando está sosteniendo el respaldo de una silla, estando sentado o de pie, para dar al maestro la oportunidad de asegurar al alumno más rápida y fácilmente ciertas experiencias esenciales en una etapa particular de su trabajo de coordinación. Los distintos detalles de los medios por los cuales se conseguirá el uso adecuado de los brazos y el cuerpo, no pueden ser puestos por escrito para cubrir las necesidades de cada alumno, pues varían con cada pequeño progreso en la etapa. Por esta razón, las “posiciones correctas” o “posturas” no tienen lugar en la enseñanza práctica de la técnica utilizada en el trabajo de reeducación defendido en este libro. Una posición correcta o postura indica una posición fija y una persona mantenida en una posición fija no puede crecer, como nosotros entendemos crecer. La posición correcta hoy no puede ser la posición correcta una semana más tarde para cualquier persona que esté avanzando en el trabajo de reeducación y coordinación.

2.4.7

Ensanchar los brazos mientras soportan y levantan el cuerpo

Esta es la más decepcionante de la lista de instrucciones que hay en estas páginas. En primer lugar, si se ejecuta sin asistencia de manipulación, es una instrucción contradictoria visto que si ensanchas los brazos, tal como se entiende este acto en general, el cuerpo descenderá en lugar de levantarse. La tendencia del alumno en este movimiento es contraer indebidamente los músculos interiores de la parte superior del brazo, un procedimiento que interfiere con el trabajo que el maestro quiere hacer. Esto debe ser evitado y un maestro diestro puede utilizar las instrucciones anteriores con éxito para este fin.

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Aclaración

2.4.8

Manos sobre el respaldo de la silla

Ahora pasaremos a nuestra prueba. SE PIDE AL ALUMNO QUE SE SIENTE EN UNA SILLA SEGÚN LOS PRINCIPIOS Y LA TÉCNICA ESTABLECIDA ESPECIALMENTE PARA EL ACTO DE SENTARSE Y PONERSE DE PIE en La herencia suprema del hombre.70 Cuando esté sentado con la espalda apoyada en el respaldo de la silla, se coloca otra silla delante de él, con el respaldo hacia él. SE PIDE ENTONCES AL ALUMNO DAR LAS SIGUIENTES ÓRDENES PREVENTIVAS: Para la dirección-guía correcta, SE LE PIDE QUE ORDENE AL CUELLO RELAJARSE, QUE ORDENE A LA CABEZA DESPLAZARSE HACIA DELANTEARRIBA PARA ALARGAR LA COLUMNA. Aquí debe quedar claro que en la manipulación previa y el resto del trabajo hecho con la técnica, el alumno se habrá familiarizado teórica y prácticamente con la Orden I. Es capaz de dar ciertas órdenes correctamente y también de efectuarlas. En esta prueba, se le explica que la orden dada debe ser meramente preventiva, un deseo proyectado sin ningún intento por parte del alumno de ejecutarla efectivamente. EL MAESTRO REPERIRÁ LAS ÓRDENES Y CON SUS MANOS PROCEDERÁ A LLEVAR EL CUERPO DEL ALUMNO SUAVEMENTE HACIA DELANTE DESDE LAS CADERAS. Es importante notar aquí que la persona imperfectamente coordinada tiende a acortar su estatura y llevar la cabeza atrás al hacer este movimiento hacia delante. Entonces, si el alumno no recuerda esta tendencia subconsciente a acortarse y no atiende a las nuevas órdenes directivas que contrarrestarán esta tendencia subconsciente, su viejo hábito será demasiado fuerte para él y al primer toque del maestro para llevar su cuerpo hacia delante, aunque este toque sea tan ligero que no movería un tablero de una pulgada de grueso y la misma altura y anchura del torso del alumno, este último empezará a moverse hacia delante a razón de, digamos, un setenta y cinco por ciento de respuesta subconsciente a su viejo hábito y sólo un veinticinco por ciento de respuesta consciente a las nuevas órdenes de dirección-guía. Esta última estimación es demasiado liberal en la mayoría de los casos, pues por regla general, el más ligero toque libera las viejas actividades sensoriales asociadas subconscientemente en la concepción del alumno del acto de “moverse hacia delante”, siendo este un “fin” que el alumno, a pesar de todas las advertencias en contra, ya ha decidido y está tan dominado por la idea de “moverse hacia delante” (su “fin”) que las nuevas órdenes directivas conscientes ya no se proyectan. En cambio, las viejas órdenes directivas subconscientes asociadas a sus malos hábitos y a su percepción sensorial no-fiable permanecen al poder y así, en lugar de ordenarle al cuello relajarse, la cabeza adelante-arriba para asegurar el alargamiento necesario, realmente echará la cabeza atrás, tensará el cuello y tenderá a acortar su columna al curvarla indebidamente, de acuerdo con su viejo hábito fijo de moverse hacia delante. Estos errores particulares van acompañados en mayor o menor medida, por una tensión indebida e incorrecta de las piernas y otras partes del organismo y también, por una tensión en las articulaciones de la cadera, culminando el uso engañoso de las partes en una pérdida de energía completamente desproporcionada a los requerimientos de la prueba. Cuando esto ocurre, el maestro debe señalar al alumno que no ha comprendido bien lo que se le pide y debe hacer otra vez toda la exposición frente al alumno, desde todos los ángulos posibles, hasta que esté seguro de que el alumno entiende que las órdenes primarias que se le pide que dé, son órdenes preventivas y que si él da estas órdenes preventivas (inhibición de las viejas actividades mal dirigidas) y entonces procede a dar las nuevas órdenes, su columna conservará su mayor longitud posible (sin acortarse) mientras el cuerpo se moverá hacia delante desde las caderas, fácil y satisfactoriamente sin interferir con la posición relativa general del torso (salvo en el ángulo), exactamente como una puerta se mueve en sus goznes. 70 Nota de CF: final del apartado 2.8.1.

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Aclaración ENTONCES EL MAESTRO VOLVERÁ A PEDIRLE AL ALUMNO QUE DÉ LAS ÓRDENES Y CON SUS MANOS EFECTUARÁ PARA ÉL LA EJECUCIÓN DEL MOVIMIENTO REAL, para el cual estas órdenes son la representación mental. A veces se puede sugerir que el alumno mismo pida al maestro que mueva su cuerpo hacia delante por él, mientras él (el alumno) da sus órdenes o direcciones. Cuando el maestro queda satisfecho porque el alumno está poniendo la atención debida a las órdenes directivas hasta ese momento y ha ganado la debida apreciación de su valor relativo como factores primario, secundario y siguientes, y cuando también las experiencias sensoriales correctas hechas posibles gracias a la ayuda del maestro mediante reajuste y reeducación han sido suficientemente repetidas, el alumno puede dar el paso siguiente en la evolución. Es esencial en cada paso del trabajo que el alumno tiene que recitar las órdenes desde el principio, porque estas órdenes primitivas constituyen los medios por los cuales puede darse con éxito el siguiente paso. Al darse órdenes a sí mismo, el alumno debe en cada ocasión empezar con las órdenes primarias antes de pasar a las órdenes secundarias y así sucesivamente. EL ALUMNO DEBE AHORA DE NUEVO ORDENAR AL CUELLO RELAJARSE, LA CABEZA ADELANTE-ARRIBA MIENTRAS EL MAESTRO CON SUS MANOS ASEGURA AQUELLA POSICIÓN DEL TORSO EN LA QUE LA ESPALDA PUEDE DECIRSE QUE SE ENSANCHA. Estas órdenes deben repetirse muchas veces y continuar con ellas MIENTRAS EL MAESTRO TOMA EL BRAZO DERECHO DEL ALUMNO CON SUS MANOS Y LO MUEVE HACIA DELANTE HASTA QUE LA MANO DEL ALUMNO ESTÁ POR ENCIMA DE LA PARTE SUPERIOR DEL RESPALDO DE LA SILLA. DEBE ENTONCES PEDÍRSELE AL ALUMNO QUE REPITA LAS ÓRDENES DEL PRINCIPIO DE ESTE APARTADO Y LUEGO QUE SOSTENGA EL PESO DE TODO EL BRAZO PARA QUE EL MAESTRO LIBERE SUS MANOS DEL BRAZO SOSTENIDO. Debe tomarse gran cuidado en vigilar que el alumno no interfiera con los mecanismos del torso al hacer el esfuerzo de sostener el peso del brazo. Esta interferencia puede tener lugar de varias maneras, pero siempre significa que el alumno ha olvidado sus órdenes y ha vuelto a atender a uno u otro de sus hábitos subconscientes. Lo que aquí es esencial, es un uso coordinado de los brazos y la única manera por la que puede asegurarse de esto es, primero, dando las necesarias órdenes preventivas y luego, recitando las series de nuevas órdenes dadas por el maestro, en las que el movimiento de los brazos está conectado con el uso de las otras partes del cuerpo. Si el alumno no ha interferido con el mecanismo del torso al hacerse cargo del peso del brazo, SE LE PEDIRÁ NUEVAMENTE QUE AGARRE EL BORDE SUPERIOR DEL RESPALDO DE LA SILLA SUAVE Y FIRMEMENTE, MANTENIENDO LOS DEDOS TAN rectos COMO SEA POSIBLE Y APOYADOS PLANOS CONTRA LA PARTE FRONTAL DEL RESPALDO DE LA SILLA, MANTENIENDO TAMBIÉN EL PULGAR LO MÁS RECTO POSIBLE SUJETANDO LA PARTE TRASERA DEL RESPALDO DE LA SILLA, CON LA MUÑECA LIGERAMENTE CURVADA HACIA DENTRO HACIA LA IZQUIERDA. Naturalmente, el maestro ayudará al alumno en lo posible, con estos movimientos de la mano. No obstante, si como ocurre a menudo, el alumno deja de continuar dándose las órdenes y así interfiere con los mecanismos del torso durante el movimiento del brazo hacia la silla, se debe pedir al alumno que empiece de nuevo desde el primerísimo paso de la prueba y debe continuarse así hasta que se haya asegurado un resultado satisfactorio. Este principio debe aplicarse en cada prueba de este trabajo de reeducación y reajuste. Debemos darnos cuenta aquí de que durante este trabajo, tiene lugar un proceso de formación, de formación sensorial fundamental, en una base general y no específica. Quizá esto quedará más claro si utilizamos la analogía de la construcción con ladrillos, pues los procesos relativos a esta formación sensorial fundamental necesitan el uso de órdenes directivas igual que los procesos de construcción ordinarios necesitan utilizar ladrillos. AHORA SE PEDIRÁ OTRA VEZ AL ALUMNO QUE ORDENE AL CUELLO RELAJARSE, LA CABEZA ADELANTE-ARRIBA Y EL MAESTRO El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Aclaración REPETIRÁ SU ESFUERZO ANTERIOR PARA ESTABLECER AQUELLA CONDICIÓN DEL TORSO Y LA ESPALDA ESENCIAL PARA EL TRABAJO SATISFECTORIO DEL BRAZO, MIENTRAS REPITE CON EL BRAZO IZQUIERDO DEL ALUMNO LA PRUEBA QUE ACABA DE EJECUTAR CON EL DERECHO, PARA QUE EL ALUMNO TERMINE AGARRANDO EL RESPALDO DE LA SILLA CON LA MANO IZQUIERDA DEL MISMO MODO COMO HA ESTADO SOSTENIÉNDOLA CON LA DERECHA, dando el maestro en este movimiento la ayuda que el considere necesaria a la luz de su experiencia. Resultará que en éste, como en cualquier otro paso del trabajo, un alumno necesitará más ayuda que otro. Un alumno puede necesitar ayuda en una parte del movimiento, el siguiente la necesitará en otra parte, y así sucesivamente. Incluso en algunos casos puede ser necesario que el maestro preste la misma ayuda al alumno para levantar el brazo izquierdo como la prestada para levantar el brazo derecho. En todos estos asuntos, debe dejarse la decisión a la discreción del maestro. Para obtener éxito, las experiencias correctas en percepción sensorial deben seguir a las órdenes de dirección-guía correctas. Mediante la repetición de este proceso, el alumno alcanza un nivel en el que puede confiar en sí mismo. En este punto, SE PEDIRÁ AL ALUMNO QUE RECONSIDERE LOS DIFERENTES medios por los cuales HA PODIDO LLEGAR A ESTA ETAPA DE SU TRABAJO Y QUE REPITA ORALMENTE LAS ÓRDENES DE DIRECCIÓN-GUÍA EXACTAMENTE EN LA SECUENCIA EN QUE SU MAESTRO SE LAS HA DADO COMO FACTORES PRIMARIO, SECUNDARIO, ETC. Así el maestro podrá examinar la exactitud o no del alumno con esto. Mientras el alumno repite las órdenes, debe conservar la condición coordinada que ha sido asegurada durante la ejecución de la prueba. Cuando el maestro queda satisfecho con el éxito del alumno hasta este momento, debe continuar dándole las órdenes de guía adicionales y proceder a ayudarle a ponerlas en práctica durante el final de la prueba. Las nuevas órdenes directivas son las siguientes. Se pide al alumno que: (1) CONTINÚE SOSTENIENDO EL RESPALDO DE LA SILLA MANTENIENDO LOS DEDOS BIEN ESTIRADOS DESDE LAS PRIMERAS ARTICULACIONES DE LOS DEDOS HASTA SUS PUNTAS, CON LOS PULGARES Y DEDOS PLANOS CONTRA EL BORDE SUPERIOR DEL RESPALDO DE LA SILLA COMO SE INDICABA ANTES. (2) PERMITA A LA MUÑECA DEL BRAZO IZQUIERDO CURVARSE HACIA DENTRO, HACIA LA DERECHA Y A LA MUÑECA DEL BRAZO DERECHO CURVARSE HACIA DENTRO, HACIA LA IZQUIERDA. (3) PERMITA AL CODO IZQUIERDO CURVARSE HACIA FUERA, HACIA LA IZQUIERDA Y AL CODO DERECHO CURVARSE HACIA FUERA, HACIA LA DERECHA. Para que el alumno pueda sostener el borde superior de la silla manteniendo los dedos y muñecas en la posición indicada arriba, ÉL DEBE RECITAR TODAS LAS ÓRDENES DIRECTIVAS QUE SE LE HAN DADO PREVIAMENTE Y QUE YA HA REPETIDO ORALMENTE A SU MAESTRO. La intención del maestro ahora es proporcionar al alumno las experiencias necesarias para un suave tirón del antebrazo desde los dedos y para ello SUJETARÁ LOS CODOS DEL ALUMNO Y LOS DIRIGIRÁ HACIA AFUERA Y LIGERAMENTE HACIA ABAJO y a continuación, le proporcionará las experiencias sensoriales necesarias para DIRIGIR LA PARTE ALTA DE LOS BRAZOS (POR ENCIMA DEL CODO) LEJOS UNA DE LA OTRA (EL BRAZO DERECHO HACIA LA DERECHA Y EL BRAZO IZQUIERDO HACIA LA IZQUIERDA), DE TAL MODO QUE EL ALUMNO QUEDARÁ SOSTENIENDO EL TORSO CON LOS BRAZOS. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Aclaración SE PEDIRÁ AHORA AL ALUMNO QUE CONTINÚE SOPORTANDO EL TORSO DE ESTE MODO Y QUE CONTINÚE RECITANDO SUS ÓRDENES, mientras el maestro ajusta el torso para que los grandes músculos “elevadores” de la espalda sean utilizados coordinadamente con las otras partes del organismo, para proporcionar el uso de los mecanismos respiratorios que los hará funcionar al máximo rendimiento en la etapa particular de desarrollo alcanzada día a día. El éxito en esta parte de la prueba provocará un cambio en la condición de la espalda que sería descrito por cualquier observador como “ensanchamiento de la espalda”. Estas órdenes son los medios por los cuales puede conseguirse un uso de los mecanismos asociado a un reajuste satisfactorio de la espalda, que hará que las costillas flotantes se muevan libremente y así tiende a desarrollar la máxima capacidad intratorácida y a establecer el uso más eficiente del mecanismo de la respiración tanto durante las horas de sueño como de vigilia. En mi opinión, es oportuno indicar aquí algunos de los obstáculos que según mi experiencia educativa, se encontrarán presentes en mayor o menor grado en el caso de cada alumno, durante el intento de coordinación en esta etapa del movimiento. Por ejemplo, la tensión muscular utilizada al usar los dedos y los brazos es casi siempre dañina e innecesaria. Muy frecuentemente, esta tensión indebida de los músculos del brazo evitará realmente que el alumno utilice para nada sus dedos de la mejor manera para sostener la silla. Incluso he conocido casos en los que el alumno sin darse cuenta, mantenía los dedos lejos del respaldo. Esta tensión indebida se nota particularmente en el caso de los músculos contráctiles del brazo en la región del bíceps y en la de los músculos pectorales superiores, mientras que en un estado adecuado de percepción sensorial estos músculos permanecerían más o menos relajados durante el movimiento y la mayor parte del trabajo recaería en los músculos del lado opuesto del brazo y de la espalda (principalmente en los dorsales anchos). Entonces éstos serían los principales ejecutores del acto y permitirían tanto la máxima actividad de los procesos respiratorios con el mínimo esfuerzo, como un incremento de la capacidad torácica acompañado de una mayor amplitud del arco costal (capacidad vital incrementada). Otros obstáculos pueden aparecer en el primer intento del alumno de empujar suavemente con los brazos. Al hacerlo, alguno de los dedos o todos ellos se doblarán y las muñecas se curvarán hacia fuera, exactamente lo contrario de la acción indicada por las órdenes o de lo deseado. Este fracaso en efectuar las órdenes dadas se debe principalmente a que la percepción sensorial del alumno en el tema de la debida y apropiada tensión muscular es tristemente inadecuada. Esto nos lleva directamente a considerar los medios que hemos adoptado para poder desarrollar una percepción sensorial fiable en el alumno, los medios por los cuales seremos capaces de ejecutar esta prueba con el mínimo de tensión muscular. En relación con esto, la atención del lector se dirige especialmente a lo siguiente: Si el alumno efectúa el acto de tirar con el antebrazo y presta atención al ensanchamiento de las partes superiores de los brazos, mientras continúa reconociendo como factor de primera importancia el mantener los dedos estirados y las muñecas curvadas hacia dentro, se ejercerá la tensión mínima. En cuanto el alumno interfiere en la posición de los dedos o muñecas (en el último caso, tendiendo a curvarlas hacia fuera en lugar de hacia adentro), esto indicará que se ha superado el punto de tensión muscular mínima. Debe recordarse aquí que la posición del alumno en este acto es la ideal para verse las manos y muñecas. Así, si el alumno mira con cuidado cualquier tendencia hacia los movimientos incorrectos descritos arriba, éstos pueden ser corregidos en cuanto aparecen. Pero tenemos aquí de nuevo uno de los numerosos ejemplos de una persona que se abstiene de hacer algo que sabe que puede hacer (en este ejemplo, mirar las manos, los “medios por los cuales”) y en cambio prefiere confiar en el viejo método fortuito de “intentar hacerlo bien” guiado por su sensación y a pesar del hecho de que en cada experiencia en la que ha tomado la “sensación” como guía, ha visto que no es fiable e incluso que es engañosa. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Aclaración

2.4.9

Importancia del proceso de inhibición

Acabo de enterarme de una interesante objeción a la importancia que doy al proceso de inhibición como factor primario y fundamental en la técnica del modelo que yo defiendo y la objeción consiste en que este uso de la inhibición provocará una represión dañina en el individuo implicado. Procederé a demostrar que tal objeción es el resultado de una incomprensión total de los procesos psicofísicos fundamentales implicados en la aplicación de los principios preventivos utilizados en mi técnica. Ha habido y sigue habiendo una tendencia creciente a intentar liberar a los niños de cortapisas externas indebidas, tanto en casa como en la escuela, con la idea de prevenir aquellas represiones dañinas que se suponía eran el resultado de las inhibiciones asociadas con la imposición de las características represoras de los métodos menos modernos. Esta idea está concebida sobre una base específica y curativa y es generalmente aceptada, particularmente en escuelas en las que se está haciendo un esfuerzo por crear condiciones ambientales y de ocupación para cubrir las necesidades de los alumnos. Los puntos que deseo sobresaltar en relación con esto son: (1) que este proceso de inhibición se emplea en relación con ideas asociadas directamente con la obtención de “fines”, siendo estas ideas la respuesta a un estímulo (o estímulos) que surge de algún deseo o necesidad primaria, y (2 y esto es de suma importancia) que el estímulo (o estímulos) para inhibir esta respuesta viene de fuera y se fuerza el proceso de inhibición en el alumno. Esto significa que se frustra su deseo como consecuencia de la obediencia a una orden de una autoridad exterior y esto podría provocar las condiciones emocionales alteradas asociadas a lo que se conoce como represión. Pero el proceso inhibitorio de mi técnica tiene poco en común con eso a lo que se acaba de hacer referencia. Pues la idea relativa a la inhibición en mi técnica está concebida en una base general y preventiva y el proceso de inhibición correspondiente se utiliza principalmente en conexión con ideas disociadas de algún intento directo de obtener un “fin”, pero asociadas en su lugar a aquel procedimiento indirecto inseparable de la aplicación práctica del principio de los medios por los cuales puede obtenerse un fin. Estas ideas son la respuesta a un estímulo (o estímulos) que surge de un razonado conocimiento consciente constructivo y de la aceptación por parte del alumno de los principios relativos a los “medios por los cuales”, y como el procedimiento relativo a la aplicación de estos principios incluye la prevención de actos de “obtención del fin” cuya ejecución está asociada con actividades mal dirigidas, se sigue que la aceptación del alumno de la necesidad y eficacia de tal procedimiento incluye también su aceptación del principio de inhibición de deseos primarios relativos a tales actos de “obtención del fin”. Entonces esto significa realmente que en la aplicación de mi técnica, el proceso de inhibición, es decir, el acto de negarse a responder al deseo primario de alcanzar un “fin”, se convierte en el acto de responder (acto voluntario) al deseo razonado consciente de emplear los medios por los cuales poder conseguirse este “fin”. Por tanto en este caso, el estímulo para inhibir viene de dentro y no se fuerza el proceso de inhibición en el alumno. Esto significa que el deseo o deseos del alumno serán satisfechos, no frustrados y que estarán presentes condiciones emocionales deseables y otras condiciones psicofísicas que no producen lo que se conoce como represión en cualquiera de sus formas.71 La tendencia de la gente en un plano subconsciente a hablar y actuar sin pensar o reflexionar, es una manifestación particularmente marcada cuando se haya presente un estímulo inusualmente potente de aquellos procesos relativos a lo que se conoce como prejuicio y desajustes emocionales. A todos son familiares las 71 Hay muchas personas que se enorgullecen de su autocontrol, que son en realidad víctimas de la esclavitud a un “fin” fijo, esto es, no se controlan a sí mismas parándose a pensar en los “medios por los cuales” apropiados a sus “fines”, sino que excluyen todo aquello que no esté de acuerdo con los “fines” que ellos han decidido que son buenos y correctos. Ellos mismos pueden afirmar que su control es puramente autoimpuesto y no externamente impuesto, pero para otras personas es manifiestamente una forma de rigidez. Por otro lado, el control resultante de pararse a razonar los medios por los cuales pueden conseguirse los fines deseados, no está asociado a aquella rigidez que es inseparable de la esclavitud de ideas y creencias preconcebidas e irrazonables, o de reglas sobre lo correcto y apropiado en conducta y actuación.

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Aclaración frases “¿Por qué no piensas antes de actuar?”, “¡Piensa antes de hablar!”, etc. Cuando las actividades de la criatura humana estén en un plano de control consciente y constructivo, habrá alcanzado un nivel de desarrollo y uso de los procesos de inhibición (como los descritos en la técnica que yo defiendo), que le permitirán aplicar en la práctica de sus actividades en el mundo exterior, los principios relativos a los procesos de inhibición que ha aplicado al uso del sí mismo psicofísico, con beneficio acumulado en ambos campos de aplicación. En relación con esto, explicaré un incidente que creo que es de particular interés y pertinente para demostrar la aplicación de la técnica utilizada en el trabajo de reeducación en una base general, a los modos de vida prácticos y también la analogía que existe entre los procesos de “asociación” (de ideas) durante las lecciones y los procesos de asociación con la experiencia de la vida diaria que se consiguen durante aquellas lecciones. También lo explico para demostrar el valor fundamental del principio de inhibición implicado. Un alumno mío, un escritor, había estado seriamente enfermo durante algún tiempo y había llegado finalmente al punto en que ya no podía seguir con su trabajo literario. Después de terminar su último libro, pasó por una crisis que se describió como un “derrumbamiento”, con el resultado de que incluso unas pocas horas de trabajo la provocaban gran fatiga y lo llevaban a un estado de depresión penosa. Así pues, desde el comienzo de sus clases le estipulé expresamente que debía parar y hacer un descanso al final de cada media hora de escritura y debía entonces hacer quince minutos de trabajo en reeducación respiratoria o bien dar un paseo al aire libre antes de ponerse a escribir de nuevo. Una tarde vino a clase inusualmente deprimido e irritado y en respuesta a mis preguntas, admitió que aquella mañana se había consentido dedicarse a su trabajo literario desde las nueve hasta la una sin hacer un descanso, a pesar de que yo le había estipulado que debía hacer frecuentes descansos. Le señalé que si él había estado con su trabajo durante cuatro horas sin un descanso, no podíamos sorprendernos del desafortunado resultado, ya que como le expliqué, durante el pensamiento profundo como en el sueño, la actividad de los procesos respiratorios se reduce al mínimo, un mínimo muy dañino en su caso debido a su poca capacidad torácica, siendo esta condición uno de los síntomas de su derrumbamiento. “Pero no soy capaz de parar una vez que estoy en mi trabajo”, dijo mi alumno. Le sugerí que si era así, podía deberse a alguna falta de control por su parte. Mi alumno objetó: “¿Pero seguro que debe ser un error interrumpir un hilo de pensamiento?” Le respondí que mi experiencia me demostraba que ese no era el caso, que al contrario, por lo que yo podía ver, debería ser tan fácil interrumpir un trabajo que requiere pensar y recuperarlo después, como puede serlo continuar pensando mientras se da un paseo, a pesar de todas las interrupciones de la atención y que esto era posible no sólo sin perder el hilo sino también con beneficio acumulado para el individuo implicado. Con todo esto, yo estaba en realidad preparando el camino con un objetivo especial, concretamente, intentar demostrar a mi alumno la analogía existente entre el punto en cuestión y su dificultad en cumplir ciertas partes simples de la técnica en sus clases por su aversión a parar. Deseaba convencerle de que obtener el control en las simples evoluciones psicofísicas con las que estábamos ocupados durante las clases, significaría tarde o temprano, obtener el control en las esferas prácticas de su vida cotidiana. Mi alumno había fracasado en hacer esta conexión de suma importancia entre su trabajo en reeducación y sus otras actividades y por tanto, se le había escapado completamente la conexión entre la dificultad que él experimentaba para “parar” en sus lecciones y para “parar” en medio de su trabajo literario. No obstante, en esto él sólo era un caso más entre las miles de personas bien educadas e inteligentes que al manejar una situación, fallan en hacer una asociación de ideas obvia y así pierden las más importantes conexiones entre los diferentes factores del caso. En este ejemplo particular, mi alumno había hecho las conexiones necesarias entre la dificultad que tenía en “parar” en sus clases y en “parar” en sus otras actividades y este reconocimiento le había dado un nuevo significado y por tanto, un estímulo añadido al esfuerzo psicofísico del cual depende el resultado con éxito de la técnica.

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Mecanismos respiratorios

2.5 Mecanismos respiratorios Probablemente encontraremos el mejor ejemplo práctico de la necesidad de experiencias sensoriales correctas en la guía-control, si consideramos la percepción sensorial en relación con los psicomecanismos de la respiración. Está universalmente admitido que hay efectos dañinos en el uso de los mecanismos respiratorios y el correspondiente deterioro de la capacidad y movilidad del pecho de la gran mayoría de la gente. La ciencia médica describe ciertos tipos de niños como nacidos con una “necesidad respiratoria baja” y lo que esto realmente significa es que cuando el niño nace está más o menos imperfectamente coordinado y su organismo está funcionando mucho más próximo a su mínima que a su máxima capacidad. Esta condición de inadecuado funcionamiento vital, se presenta en la gran mayoría de hombres, mujeres y niños de hoy día y está comúnmente asociada a lo que llamamos “mala respiración”. Decimos que una persona “respira mal” o que “respira defectuosamente”. Pero debemos recordar que lo llamado “mala respiración” es sólo un síntoma y no una causa primaria de su mala condición de salud, pues el nivel respiratorio depende del nivel de uso coordinado general de los mecanismos psicofísicos. Por eso, lo que deberíamos decir en tales casos no es que una persona “respira mal” sino que está mal coordinada. La verdad es que cuando nos referimos a esta condición de mala coordinación como “respirar mal”, estamos confundiendo una mala condición general con un defecto específico y la concepción del acto respiratorio que hace posible este error y que afecta incluso a nuestro modo de expresarlo, nos proporciona un nuevo ejemplo del dominio de nuestra tendencia general hacia el principio de “obtención del fin”. Este principio de “obtención del fin” es de nuevo dominante cuando se decide que una persona de la que se dice que “respira mal”, necesita “ejercicios respiratorios” específicos o “lecciones de respiración”. Veremos que en esto, como en tantas otras esferas, se crea un círculo vicioso. En el intento de aclarar esto, debemos tomar en consideración los principios fundamentales sobre los que se basan estos ejercicios respiratorios (llamados usualmente ejercicios de “respiración profunda”) o “lecciones de respiración”. Tomemos cualquier libro sobre respiración escrito por un autor científico o por un experto en voz o en “cultura física” y leamos las instrucciones sobre los ejercicios que defiende. Démonos también la oportunidad cuando sea posible, de estar presentes cuando los desafortunados niños o adultos están dando una clase de respiración o están efectuando sus ejercicios respiratorios en un gimnasio. Entonces quedará demostrado que todos los procesos implicados se dirigen a una mejora específica y no general y aunque la gente culpable de enseñar “ejercicios respiratorios” puede diferir en detalles de método, toda ella basa su trabajo en el mismo principio específico de “obtención del fin”. Ahora voy a proceder a detallar los procesos implicados. Se pide al alumno que haga una respiración profunda. Puede pedírsele también que efectúe algún movimiento “físico” al mismo tiempo que hace la respiración profunda, con la idea de que la ejecución del movimiento ayudará a aumentar la expansión del pecho. Aunque es un hecho científico que toda tensión “física” tiende a provocar rigidez torácica (del pecho) y falta de aliento (carencia de control respiratorio), dos condiciones que deben ser evitadas en lo posible por tales alumnos en sus intentos de pasar de condiciones que son sintomáticas de la mala respiración a aquellas que aseguran el funcionamiento satisfactorio de la respiración. Será necesario que el profano mire al alumno (o alumnos) cuidadosamente durante sus intentos de seguir las instrucciones escritas u orales sobre “respiración profunda”. Los defectos y peculiaridades específicas a notar durante el proceso ya se establecieron en La herencia suprema del hombre. Aquí queremos referirnos sólo al uso general defectuoso del organismo psicofísico durante estos intentos. Para centrarnos debemos referirnos al hecho de que el alumno o el maestro o ambos, deben haber reconocido ciertas manifestaciones peligrosas que necesitan algún remedio del tipo de la “respiración profunda”, etc. De ahí la decisión de emplear la “respiración profunda” como remedio. Estas manifestaciones peligrosas serían el resultado de ciertos usos psicofísicos incorrectos del organismo. Esto indicaría que la percepción sensorial en la esfera de guía-control de los mecanismos psicofísicos relativos, debe haberse vuelto no-fiable y defectuosa y en el presente ejemplo, en lo que a la observación del maestro y del alumno concierne, ciertos defectos en el uso de los mecanismos de respiración, deben haber sido El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Mecanismos respiratorios particularmente notables. Aquí tenemos un caso claro de ciertos usos incorrectos establecidos de los mecanismos, asociados a una condición de guía-control sensorial no-fiable y cualquier esfuerzo por remediar estos usos incorrectos mediante procesos tales como “respiración profunda” o “lecciones de respiración”, es meramente un intento de corregir una condición defectuosa general de los psicomecanismos mediante un remedio específico. En otras palabras, es un intento de corregir los usos imperfectos mediante la ejecución de ejercicios, estando asociada la guía-control de esta ejecución con la misma percepción sensorial imperfecta que ya estaba establecida cuando empezaron las clases. Esto significa que con la práctica continuada de los ejercicios, los defectos originales en el uso general de los mecanismos se volverán cada vez más pronunciados y lo que es peor, aumentarán en número. Puede argumentarse que como resultado de las lecciones, aumenta la medida del pecho del alumno, que él “se siente mejor”, etc. Estamos dispuestos a admitir que esto puede ser así. Pero debido a su percepción sensorial no-fiable, lo que él siente puede que sea un engaño. Entonces, ¿de qué le sirve al alumno “sentirse mejor” si aún se le deja con una percepción sensorial defectuosa para guiarlo en todas sus actividades, tanto en sus momentos de vigilia como en sus horas de sueño? Es sólo cuestión de tiempo que el infortunado alumno se despierte de su sueño descubriendo que ha desarrollado otras varias condiciones serias. Debo indicar aquí que estas condiciones serias aparecerán tarde o temprano, por la carencia en estos casos de una guía fiable de percepción sensorial, así como por la falta de la coordinación psicofísica con la que va asociada, la cual continuará aumentando mientras estas condiciones estén presentes. Todos conocemos personas que dicen que han mejorado su medida de pecho con la práctica de ejercicios. El escritor ha examinado a muchos de ellos en el curso de treinta años de investigación profesional. En la mayoría de los casos, el supuesto incremento de capacidad pectoral se ha debido principalmente, al desarrollo muscular en el exterior de la estructura ósea del pecho, en otros casos a alguna deformación o deformación cultivada durante los procesos correspondientes, más que al uso coordinado del sistema psicofísico asociado con un incremento real de la capacidad torácica (interior del pecho).72 Y ocurre lo mismo en el caso de aquellos que te dicen que se “sienten mejor” como resultado de estos ejercicios, pues para el observador experto es obvio que el hábito de “aspirar” (sorber aire), la contracción de las aletas de la nariz, la depresión de la laringe y el uso defectuoso del organismo asociado a la práctica de ejercicios que los acompaña, deben, tarde o temprano, causar problemas serios de nariz, oídos, ojos y garganta. En otras palabras, los representantes de estos ejercicios respiratorios actúan en persecución directa de su “fin”, olvidándose de lo peligroso de los medios por los cuales intentan conseguir este “fin” y de los muchos malos usos que están cultivando durante el proceso. Esta forma de proceder, como hemos visto, es completamente opuesta a la que es la base del proceso de reeducación, reajuste y coordinación en una base general consciente. A continuación consideraremos la aplicación de este proceso para el uso satisfactorio de los mecanismos psicofísicos. Empezaremos considerando los principios psicofísicos fundamentales del acto de respirar. En el curso de esta consideración se verá que la respiración muchas veces se omite del principio primario y que por tanto, es incorrecto y peligroso hablar de “enseñar a una persona a respirar” o de “dar lecciones de respiración o de respiración profunda”. Tal estímulo en la persona controlada subconscientemente, induce proyecciones de todas las órdenes de guía incorrectas establecidas, asociadas a procesos respiratorios imperfectos o inadecuados; en otras palabras, este estímulo pone en acción todos nuestros malos hábitos respiratorios. Respirar es ese acto psicofísico mediante el cual el aire es introducido y expelido de los pulmones de la criatura. Los pulmones son una parte extremadamente interesante de nuestra anatomía. Son dos sacos que contienen una red de celdas capaces de contraerse y expandirse, con pasillos de aire y vasos sanguíneos tan asociados y entrelazados que el oxígeno contenido en el aire, al entrar en los pulmones puede ser absorbido a través del tejido de los vasos sanguíneos desde las celdas y los pasillos de aire, mientras el anhídrido carbónico (venenoso) pasa a través de este tejido desde los vasos sanguíneos hasta las celdas de los pulmones 72 Un interesante engaño, común entre maestros de ejercicios respiratorios, es el de confundir un incremento en el desarrollo muscular en las paredes del pecho con un incremento de la capacidad torácica.

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Mecanismos respiratorios para ser expulsado de los pulmones. La estructura ósea del tórax (pecho) está formada por las vértebras de la columna, las costillas y el esternón; las costillas que están sujetas al esternón y a la columna vertebral son mucho menos móviles que las que no están sujetas al esternón, que son las más móviles conocidas como “costillas flotantes”. Los pulmones están encerrados dentro de la cavidad ósea del tórax de la que el diafragma es el suelo y la única entrada es a través de la tráquea (garganta). Desde la primera inspiración hay en los pulmones una presión del aire más o menos constante (presión atmosférica), pero no hay ninguna presión del aire fuera de los pulmones. La presión del aire es suficiente para vencer la elasticidad del tejido de las celdas de aire y aumentar su tamaño cuando no sufren la presión de las paredes del tórax directamente sobre el saco pulmonar. No obstante, los pulmones están sujetos a esta presión ejercida por las paredes del tórax durante la contracción y a la disminución de esta presión durante la expansión de la cavidad torácica. La presión que puede ser ejercida por las paredes del tórax en el exterior del saco pulmonar es mucho mayor que la que resulta de la presión atmosférica (presión del aire) dentro de los pulmones. Así cuando deseamos lo que se llama “tomar aire” (inspirar) todo lo que tenemos que hacer es reducir la presión ejercida sobre los pulmones por las paredes del pecho y emplear aquellas coordinaciones musculares que aumentan la capacidad de los pulmones (capacidad del pecho incrementada), con lo cual se provoca un vacío parcial en las celdas pulmonares del que se aprovecha la presión atmosférica aumentando el tamaño de las celdas y con él, la cantidad de aire en los pulmones. Entonces, si queremos exhalar el aire (espirar), simplemente hemos de incrementar la presión sobre los pulmones contrayendo las paredes del tórax, con lo cual se vence la presión atmosférica ejercida dentro de los pulmones y así se fuerza al aire a salir de ellos. Debe recordarse que en todas estas contracciones y expansiones, el suelo de la cavidad (diafragma) desempeña su papel moviéndose arriba o abajo en simpatía con el ajuste particular del tórax óseo. Considerar lo anterior servirá para convencer al lector de que si alguien desea, tanto por su propio esfuerzo como con la ayuda de un maestro, asegurar el control y desarrollo máximos de la respiración, lo único que tiene que hacer es ser capaz de dirigir el funcionamiento máximo de los mecanismos psicofísicos relativos a la expansión y contracción satisfactorias de las paredes de la cavidad torácica (pecho). Ni siquiera es necesario pensar en tomar aire; de hecho, es más o menos peligroso hacerlo mientras estén presentes las condiciones psicofísicas que necesitan reeducación en una base general. Entonces, el meollo de la cuestión está en cómo conseguir este control de la expansión y contracción del pecho como decíamos y así incrementar permanentemente su capacidad y movilidad. La respuesta a esta pregunta necesita una amplia consideración de los factores psicofísicos primario, secundario y demás involucrados. Naturalmente, el estímulo más potente para el uso de los mecanismos respiratorios es la necesidad de una adecuada provisión de oxígeno y de la eliminación del anhídrido carbónico (venenoso) de la sangre. Pero no debemos pasar por alto el hecho de que en cualquier intento del alumno por conseguir el control deseado y el incremento de capacidad torácica, el uso incorrecto del alumno de los mecanismos involucrados es un obstáculo y así, para intentar corregir tal uso imperfecto, lo primero a considerar debe ser prevenir las actividades psicofísicas responsables de este uso defectuoso mediante el desarrollo y empleo de la habilidad del alumno para inhibir. Esto demanda por parte del maestro, un diagnóstico correcto de los numerosos malos hábitos del alumno relacionados con el acto de respirar en la vida cotidiana y un amplio entendimiento de las imperfecciones de la percepción sensorial, concepción, ajuste y coordinación manifestadas en estos malos hábitos. Como resultado del diagnóstico, el maestro continuará explicando al alumno por qué en este caso son necesarios ciertos reajustes y coordinaciones mejoradas y le hará considerar razonadamente los medios por los cuales pueden asegurarse estos reajustes y coordinaciones mejoradas. Con este fin, el maestro primero enumerará las órdenes de guía o direcciones preventivas que el alumno se dará a sí mismo para inhibir las sensaciones de guía engañosa relacionadas con el uso defectuoso de los mecanismos responsables de lo que llamamos malos hábitos respiratorios. El maestro debe asegurarse de que el alumno recordará estas órdenes de guía o direcciones en la secuencia en que deben ser empleadas. Una vez hecho esto, el alumno puede empezar a practicar el trabajo de prevención. Esto significa una serie de experiencias repetidas por parte del alumno que consiste en negarse a intentar el “fin” y en pararse positivamente para pensar en los errores originales señalados por el maestro y negarse a repetirlos. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Mecanismos respiratorios Por ejemplo, supongamos que un alumno tiene un deseo especial de incrementar su capacidad pectoral. Este deseo actúa como un estímulo para los procesos psicofísicos correspondientes y pone en acción todas las sensaciones de guía-dirección no-fiables asociadas a su idea establecida de expansión pectoral. Entonces, la única manera de poder él prevenir que los viejos hábitos subconscientes lleven la voz cantante, es negarse a actuar con esta idea. Esto significa que tan pronto como surge la idea o deseo, él se detiene definitivamente y se dice a sí mismo: “No. No voy a hacer lo que me gustaría hacer para aumentar mi capacidad pectoral porque si hago lo que yo siento que la aumentará, sólo usaré mis mecanismos como los he usado antes y ¿qué consigo con ello? Sé que los he estado utilizando incorrectamente hasta ahora, si no ¿por qué necesito estas clases?” En otras palabras, él inhibe su deseo de actuar. Naturalmente, el maestro debe decidir cuándo el alumno en su trabajo, puede pasar de la etapa preventiva a la siguiente. Debe entonces proceder a enumerar para el alumno las nuevas órdenes en relación con las sensaciones de guía satisfactorias sobre el uso correcto de los mecanismos correspondientes. El alumno debe repetir y darse a sí mismo estas nuevas órdenes de guía mientras el maestro, mediante la manipulación, le asiste para asegurar el reajuste y coordinación correctos (el “fin” deseado), asegurando así una serie de experiencias satisfactorias que deben repetirse hasta que los malos hábitos son erradicados y las nuevas y correctas experiencias los reemplazan y quedan establecidas. La repetición de estas experiencias correctas es todo lo que se requiere para establecer un uso apropiado de los mecanismos psicofísicos coordinados necesarios, cuando se quiere asegurar un aumento o disminución de la capacidad torácica (pecho) con el mínimo de esfuerzo y con precisión matemática. El incremento de la capacidad torácica (pecho) indicada, disminuye la presión en el exterior del saco pulmonar y provoca un momentáneo vacío parcial en los pulmones. Este vacío se llena de aire rápidamente, como consecuencia de la presión atmosférica ejercida en el interior de las celdas pulmonares y este proceso aumenta la cantidad de aire en los pulmones, constituyendo el acto que llamamos “tomar aire” (inspiración). La maravillosa eficiencia de la máquina respiratoria, cuando se usa bien, se vuelve evidente cuando nos damos cuenta de que sólo tenemos que continuar empleando los mismos medios por los cuales aseguramos el aumento (expansión) para asegurar la disminución (contracción) de la capacidad torácica, lo que significa que durante el proceso de contracción de las paredes del pecho se ejerce tal aumento de presión en los pulmones que se supera la presión del aire interior y consecuentemente el aire es expelido, constituyendo este proceso la “espiración”; la espiración y la inspiración previa constituyen el acto completo de la respiración. Cuando queda establecido un satisfactorio uso coordinado de los mecanismos relativos a los actos de inspiración y espiración, el maestro puede proceder a ayudar al alumno a emplear este uso coordinado en todo esfuerzo vocal. Como se señaló en La herencia suprema del hombre73, debe empezarse con la vocalización susurrada, preferiblemente con el sonido de la vocal “A”, pues esta forma de uso vocal tan poco utilizada en la vida cotidiana, raramente se asocia a malos hábitos psicofísicos ordinarios de vocalización. Por esta razón, el maestro empezará ayudando al alumno a hacer la espiración con una “A” susurrada. Esto necesita del conocimiento de los “medios por los cuales” psicofísicos, del uso del organismo en general y de los actos de abrir la boca, usar los labios, lengua, paladar blando, etc. estando los mecanismos vocales libres de tensión y esfuerzo y con este fin se utiliza una técnica concreta. El proceso previene aspirar y “sorber aire”, la depresión indebida de la laringe y la tensión indebida de los músculos de la garganta, los órganos vocales y el cuello. También previene que se levante indebidamente la parte frontal del pecho durante la inspiración, su indebida depresión durante la espiración y también muchos otros defectos que se desarrollan en cualquier persona imperfectamente coordinada que intenta aprender a “respirar” o la “respiración profunda”, etc. guiada por la percepción sensorial no-fiable que siempre está asociada a una condición de coordinación imperfecta del mecanismo psicofísico.

73 Nota de CF: final del apartado 3.4.1.

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Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos

2.6 Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos Poca duda puede haber de que el proceso de razonamiento tiende a desarrollarse más rápidamente y a alcanzar un nivel más alto, en una persona cuya actitud hacia la vida puede describirse como tranquila y reflexiva. En una persona así, los procesos psicofísicos llamados hábitos están gobernados por la moderación y sus procesos inhibitorios están adecuadamente desarrollados en todos los campos de actividad. Su uso no se limita a esas relativamente pocas esferas en las que se consideraba necesario establecer tabúes, durante los periodos primitivo y último de la lucha del hombre con los problemas que aparecen en las diferentes etapas del proceso de civilización. En estas esferas, ha habido un desarrollo dañino y exagerado de los procesos inhibitorios, provocando a menudo que las virtudes casi se convirtieran en vicios, mientras en otras esferas ha habido correspondientemente, una carencia dañina del proceso de inhibición, particularmente en aquellas esferas relacionadas con el uso de los mecanismos psicofísicos en la actividad práctica. Esto representa un uso desequilibrado de este maravillosos proceso de inhibición y tiende a producir como resultado general, un estado de funcionamiento psicofísico desequilibrado en todo el organismo y a establecer aquello a lo que solemos referirnos como proceso del “reflejo indebidamente excitado”. Esta condición psicofísica desequilibrada de la criatura humana civilizada, es visible en muchas esferas de actividad y el niño de hoy día está más predispuesto a los factores que favorecen esta condición que sus padres o sus antepasados. Así pues, este niño empieza su escolarización con un equipamiento relativamente pobre por la banda de la inhibición. Ahora, voluntad e inhibición son inestimables derechos de nacimiento de la criatura humana y deben ser desarrolladas igualmente, como si fueran cogidas de la mano; pero desde el primer momento de la vida escolar del niño hasta la adolescencia, la formación74 que recibe tiende a interferir con su desarrollo equilibrado y así, constituye otro factor en el cultivo de aquellos defectos y anormalidades psicofísicos que producen las condiciones desequilibradas a las que ya nos hemos referido. Los reflejos del miedo indebidamente excitados, las emociones incontroladas, los prejuicios y los hábitos fijos son factores que retrasan todo desarrollo humano. Necesitan nuestra seria atención, ya que van unidos a todos los procesos psicofísicos utilizados en el crecimiento y desarrollo en un plano subconsciente. De ahí que cuando se alcanza la adolescencia, estos factores que retardan ya hayan aparecido en mayor o menor grado y los procesos entonces establecidos en el uso psicofísico contribuirán en el desarrollo continuado de esos factores que retardan. Este es el caso particular de una persona que se esfuerza por aprender algo que necesita de experiencias nuevas. Sólo es necesario mirar a los alumnos adultos en las clases para darse cuenta de que en la gran mayoría de los casos, emociones más o menos incontroladas son un rasgo llamativo en sus esfuerzos por seguir las nuevas instrucciones correctamente. Mire la expresión fija de estos alumnos, por ejemplo, sus movimientos espasmódicos incontrolados y su tendencia a aguantar la respiración por colocarse en una mala postura y ejercer una tensión exagerada como la que emplearían al ejecutar agotadores actos “físicos”. En muchos casos habrá una torsión de los músculos de boca y mejillas o de los dedos. En cada caso, el estímulo de estas actividades mal dirigidas es la idea o concepción del alumno de que debe hacer correctamente cualquier cosa que el maestro le pida y como hemos visto, en el plano subconsciente el maestro insiste en esto. El maestro de reeducación en un plano consciente, no demanda esto de sus alumnos, pues sabe por experiencia y debe enfrentarse al hecho de que, en los casos en que hay un funcionamiento imperfecto del organismo, un individuo no siempre puede hacer correctamente lo que se le pide. Él puede “querer” hacerlo, puede “intentar una y otra vez” hacerlo, pero mientras los psicomecanismos con los que intenta seguir las direcciones de su maestro no trabajen satisfactoriamente, cada intento que haga de seguir las indicaciones de su maestro “correctamente” (tratar de hacerlo bien) terminará en un fracaso relativo. Pues como insistimos siempre, al hacer estos intentos el alumno sólo puede confiar en su propio juicio sobre lo que es correcto y como su juicio se 74 El gran número de “no” al que algunos niños están sometidos y la obediencia implícita esperada de ellos en la escuela y en casa, no afecta mi reflexión de que los niños de hoy día manifiestan una seria carencia en la parte inhibitoria en toda actividad que implique el uso del organismo psicofísico.

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Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos basa en la dirección incorrecta y la percepción sensorial engañosa, permanecerá en el círculo vicioso de sus viejos hábitos mientras intente seguir las indicaciones “correctamente”. Puede parecer paradójico que la única posibilidad del alumno de tener éxito no está en “intentar hacerlo bien” sino en lo contrario, en “querer hacerlo mal” (mal, esto es, de acuerdo con cualquier idea suya). En relación con esto, es más importante recordar que cada “intento” fracasado no sólo refuerza los malos viejos hábitos psicofísicos del alumno asociados a su concepción de un acto particular, sino que implica al mismo tiempo, nuevas experiencias emocionales de desánimo, preocupación, miedo y ansiedad, de forma que las malas experiencias y el proceso reflejo excitado indebidamente que conllevan estas experiencias, se convierten en uno solo en el conocimiento del alumno; “se alimentan de ellos mismos” y cuanto más concienzudamente el maestro y el alumno siguen con este plan, peor se vuelve la situación para ambos. Por esta razón y como he señalado, el maestro en un plano consciente no espera que el alumno efectúe “correctamente” un acto nuevo que necesita nuevas experiencias, sino que mediante la manipulación, proporciona al alumno las nuevas experiencias, repitiéndolas hasta que quedan establecidas. Verdaderamente, como hemos visto en el capítulo 2.3, no se le pide al alumno que haga ningún intento en absoluto de conseguir el “fin”, sino que aprenda gradualmente a recordar las ordenes de guía o direcciones que son los precursores de los medios por los cuales se conseguirá el fin algún día. Puede que no sea hoy, mañana o pasado mañana, pero ocurrirá: el alumno podrá entonces repetir el acto con precisión matemática cada vez y bajo cualquier circunstancia, pues aquellos impedimentos como los reflejos del miedo indebidamente excitados, las emociones incontroladas y los prejuicios fijos no se habrán desarrollado durante el proceso acabado de describir. Verdaderamente, un proceso en el que no se pide al alumno que efectúe ningún acto hasta que su maestro ha preparado el camino elevando el nivel de percepción sensorial y la coordinación psicofísica del alumno hasta aquel estado satisfactorio que le permitirá efectuar el acto fácilmente, es un proceso que asegura que las experiencias del alumno serán, con raras excepciones, experiencias satisfactorias que proporcionan confianza y no están asociadas a aquellas alteraciones emocionales que tienden hacia el funcionamiento mínimo en lugar del máximo. La relación de todo esto con la importante cuestión de la habilidad para “no perder la cabeza” en momentos críticos, es clara y puede ser interesante aplicar los puntos que hemos desarrollado anteriormente a actividades tales como los juegos y otras acciones en las que se requiere habilidad y lo llamado “atención mental”. En relación con esto oímos constantemente expresiones como las siguientes: “Al principio no lo hacía del todo mal, pero cuanto más juego peor lo hago”. Un escritor de la prensa remarcaba que es una característica curiosa del golf que “cuanto más sabe uno (...) más difícil parece volverse esto”; y otro escribía que un conocido profesional había “confesado (...) que el golf se había vuelto casi demasiado para él”. Naturalmente, todo esto se aplica igualmente a otros juegos, pero he elegido el golf para mi ejemplo porque los que escriben sobre golf, al comentar algunos de los incidentes ocurridos durante los partidos en los dos últimos años aproximadamente, han recalcado inconscientemente la existencia del problema que yace bajo estas afirmaciones y del que estoy tratando en el presente libro. Por ejemplo, han comentado el fracaso de cierto experto al efectuar algún golpe simple estando bajo una tensión inusual y en un momento en el que el éxito dependía de no desperdiciar la ocasión; han señalado la tendencia de algunos jugadores a confundirse y adelantar sus golpes ansiosamente para “acabar de una vez”; “verdaderamente decepcionante” es la descripción de uno de esos incidentes, palabras que serán repetidas por muchos que han tenido experiencias igualmente decepcionantes en otros asuntos distintos del golf. Se nos dice que todo es cuestión de nervios y cosas así. Indudablemente es un caso de excitación indebida de los reflejos del miedo por parte del jugador; por ejemplo, miedo a fallar un golpe que sabe que no suele fallar y no debe fallar. Como un alumno me dijo una vez en la primera entrevista: “Siempre estoy dándole vueltas a cosas que sé que puedo hacer y cuando llega el momento, no puedo hacerlas”. El hecho es que en todos nuestros procesos de aprender cosas, los reflejos del miedo son indebida y dañinamente excitados por los métodos de enseñanza utilizados, los cuales nos exigen cosas que no podemos cumplir. Así durante un tiempo obtenemos malos resultados, con el desarrollo indebido y dañino de procesos reflejos emocionales que como hemos visto, acompañan inevitablemente estos intentos fracasados. Continuamos practicando con directivas equivocadas, de forma que nuestras experiencias con éxito son pocas y nuestras experiencias sin El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos éxito muchas. Intentamos en una base subconsciente, desarrollar un golpe particular y con cada fracaso en dar el golpe adecuadamente, el uso imperfecto de los mecanismos psicofísicos se hace más dominante. Experiencias así son las que provocan decepción, excitación indebida de los reflejos del miedo y serias alteraciones emocionales y en esta última etapa del proceso, no se hace nada al respecto para anular estos efectos de las experiencias psicofísicas cultivadas durante las primeras etapas. Estas alteraciones emocionales eran causa y efecto de una condición psicofísica desequilibrada, de un estado de ansiedad y confusión y poca duda puede haber de que cualquier circunstancia que sea más o menos inusual, producirá una repetición de la misma condición psicofísica alterada, como la experimentada por el sujeto durante sus primeros esfuerzos para dar el golpe. Pero por otra parte, debemos recordar que sólo la pequeña minoría de expertos en cualquier tema conoce realmente cómo conseguir efectos y resultados75, por ejemplo en el caso del golf, cómo dan sus mejores golpes. Por eso cuando algo los pone directamente “fuera de juego”, experimentan considerable dificultad, a cualquier nivel, en volver a estar listos. Sólo teniendo una concepción clara de lo que se requiere para una ejecución con éxito de cierto golpe u otro acto, combinado con un conocimiento de los medios por los cuales psicofísicos pueden alcanzarse estos requerimientos, hay una posibilidad razonable para ellos de conseguir seguridad y confianza durante la ejecución. Aquí referiría a mi lector a mi primer volumen76, donde se trataba con cierta extensión este punto en relación con el golf y no tengo gran interés en hacerlo de nuevo, ya que lo que había escrito allí tuvo el apoyo de un golfista distinguido como es el Sr. John Duncan Dunn,77 un hecho naturalmente, de gran satisfacción para mí. Allí intenté dejar claro que el éxito de cualquier proceso particular en golf, como por ejemplo, “seguir la bola”, debe depender primeramente de la condición general de desarrollo psicofísico y del control presentes, porque un jugador cuya percepción sensorial está mal de alguna manera, no puede seguir satisfactoriamente las indicaciones que se le dan. Pues el preliminar indispensable para tener éxito, es una percepción sensorial fiable que guiará al jugador particular en su esfuerzo de alcanzar y mantener durante el golpe, un nivel adecuado de coordinación en el uso general de su mecanismo. Este uso general satisfactorio es esencial para el uso específico satisfactorio. Por casualidad o buena suerte, un hombre puede dar un buen golpe sin haber alcanzado un buen nivel en el uso general de sí mismo, pero nunca puede estar razonablemente seguro de repetirlo y las experiencias asociadas a este estado de incertidumbre no ayudan a que crezca la confianza, sino al desarrollo de reflejos del miedo indebidos y serias alteraciones emocionales.78 Debemos darnos cuenta de que si un individuo quiere alcanzar esa etapa satisfactoria de progreso en la que puede estar razonablemente seguro de conseguir su “fin”, debe observar aquellos principios que implican confiar en todas las actividades en los medios por los cuales puede obtenerse un “fin”, independientemente de si durante el curso de estas actividades, la ejecución es correcta o incorrecta. La aplicación de estos principios en cualquier esfera de aprendizaje, significa que 75 Lo mismo se aplica al experto cantante que no sabe como canta, al igual que los líderes políticos y sociales de nuestro tiempo no saben que están mucho más influenciados en sus decisiones y acciones por sus prejuicios y “arrebatos emocionales” que por sus procesos racionales. 76 Nota de CF: La herencia suprema del hombre, capítulo 2.4. 77 Autor del ABC del golf. Conversaciones íntimas sobre golf (Dunn y Jessup). 78 Lo siguiente, extraído del Times del 29 de octubre de 1921 (la cursiva es mía), es un delicioso cuento que muestra la falacia de esperar que los alumnos sean capaces de corregir algún defecto, si no se les proporcionan antes los medios por los cuales poder corregirlos: “Paseándome por el recorrido, me crucé con dos caballeros de edad que jugaban un hoyo corto. El primero dio un buen golpe dentro del green. El segundo no lo hizo así. Exclamó: '¿Podría ningún hombre cuerdo creer que pudiera pasar esto?' El Nº 1 dijo complaciente: 'Podría arreglarlo en un minuto.' 'Me gustaría que lo hicieras', respondió el Nº 2. 'Bien, lo haré', dijo el Nº1. Y yo esperé aguantando la respiración, pensando que finalmente iba a descubrir el secreto de todo buen golpe. 'Tú pierdes de vista la bola'. Una decepción más en una amarga vida de decepciones, pues sabía que yo, como mucha otra gente en el mundo, a menudo 'pierdo de vista la bola' y saberlo no me hace jugar mejor. Murmuré: '¡Oh Nº 1, Nº 1! ¿De qué demonios me sirve que me diga eso? Debe decirme qué es lo que hago con mis malditos brazos y piernas mientras subo para que lo hagan tan mal al bajar. No es tan buen entrenador como pensaba, Nº 1'; y me alejé afligido.”

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Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos durante las clases, el maestro debe ser capaz de cubrir las necesidades del alumno en el campo de la percepción sensorial fiable, proporcionándole día a día las experiencias necesarias hasta que queden establecidas. Ninguna técnica que no cumpla las condiciones aquí indicadas, demostrará ser adecuada para reeducar a un alumno en una base general, en un plano fiable de actividad consciente. Cuando se alcanza este plano, el individuo llega a confiar en sus “medios por los cuales” y no se distrae pensando si las actividades correspondientes saldrán bien o mal. ¿Por qué iba a hacerlo viendo que la confianza con la que hace su tarea es una confianza nacida de las experiencias, la mayoría de las cuales son experiencias de éxito no asociadas a reflejos del miedo sobreexcitados? Esta confianza está reforzada además por su confianza en la fiabilidad de su percepción sensorial que asegura que cualquier interferencia con el uso coordinado de sí mismo, llegará a su conciencia tan pronto como ocurra (sagacidad). Esta concienciación es en realidad, un estado de sagacidad aguda que ha sido desarrollada durante el proceso de reeducación y coordinación en una base general y la confianza asociada con ella no va a abandonarle en momentos de crisis. Es cierto que puede salirse del buen camino, pero sabe que esto será sólo momentáneo, pues está seguro de su sagacidad que, como va asociada a la percepción sensorial fiable, no le fallará en tales situaciones de crisis sino que demostrará ser su guía protectora y fiable; pues este estado de sagacidad significa que en tales momentos será capaz de recordar, de razonar y de juzgar (esto es, de evaluar la situación, como diríamos) y el juicio resultante, basado en experiencias asociadas con la percepción sensorial fiable y no asociado a reflejos del miedo indebidamente excitados, será a su vez un juicio sólido y fiable. A este asunto de los reflejos del miedo indebidamente excitados, se ha hecho referencia en el capítulo 2.1 sobre educación y aquí quiero discutir los procesos utilizados en los exámenes hechos a los niños en relación con esto. En algunas escuelas se hacen exámenes mecánicos especiales para descubrir las potencialidades y cualidades de los niños y puntuarlos de acuerdo con ellos. El organismo joven y sin desarrollar del “aparato mental” del niño, es y ha sido puesto en el potro de tortura y su estatus intelectual y probablemente su destino educativo, dependen del resultado de estos exámenes que se supone son una guía fiable, no sólo como línea de procedimiento a seguir en cuanto a los detalles de su educación escolar, sino también de la carrera particular para la que estará mejor adaptado cuando llegue a la adolescencia. Una maestra me explicó recientemente una experiencia personal interesante en relación con esto. Visitaba una escuela moderna en la que un psicólogo estaba ocupado en examinar en los niños las cualidades de exactitud, control muscular, observación, etc. Fue llevada a una pequeña habitación aparte, donde se hacían estos exámenes. Un niño de siete años estaba esperando allí para hacer el examen de “control”. El niño había mostrado varios síntomas descritos como “nervios” y el examen a hacer era para permitir a las autoridades escolares prescribir un currículo para sus necesidades especiales. El examen se hizo de la siguiente forma. Se colocó un aparato eléctrico frente al niño. Consistía en una placa metálica en la que había dos filas de agujeros circulares cuya medida disminuía gradualmente desde el tamaño de la moneda de dos euros hasta uno muy pequeño. Se pidió al niño que tocara el centro de cada agujero con un pequeño puntero metálico parecido a un lápiz. Si se equivocaba y tocaba el borde del agujero al intentar acertar en el centro, se encendería una luz. Me explicó que el niño estaba realmente en un estado de terror nervioso y cuando recibió la instrucción, “Ahora debes intentar tocar el centro de cada agujero sin tocar el borde, pues si no se encenderá la luz”, se puso tan excitado por el miedo ha equivocarse que su mano se paralizó y todo su cuerpo se puso indebidamente rígido y tenso al hacer el primer intento. Por tanto fue incapaz de controlar su mano para encontrar el centro del primer agujero, tocó el borde y se encendió la luz. Aún más asustado por esto, aún más angustiado por no hacerlo mal otra vez, siguió de agujero en agujero, encendiendo la luz cada vez, dándose cuenta de que cada error que cometía era anotado por el “examinador”, contra él, pensó, de modo que cuando llegó al último agujero estaba en una condición de excitación indebida. Es obvio que un examen bajo tales condiciones emocionales, no era un examen fiable de su control o una guía verdaderamente fiable para nadie que deseara estimar sus potencialidades y cualidades en general. Verdaderamente estoy preparado para demostrar que nueve de cada diez niños que se someten a un examen, están imperfectamente coordinados y que un gran número sufre defectos psicofísicos muy serios. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos Sobre el asunto de los exámenes, como el organismo humano es una máquina animada, deseo ahora que el lector piense en una máquina inanimada, digamos un automóvil. ¿Intentaría una persona cuerda probar un automóvil en la carretera estando seguro de que algunas partes importantes del mecanismo estaban mal ajustadas? Y si resultara estar tan loco como para hacerlo con una máquina mal ajustada, ¿esperaría calibrar el nivel de funcionamiento de ese modelo de coche en particular por el resultado de estas pruebas? Ningún mecánico tomaría en consideración estas proposiciones irrazonables ni por un momento. Pero desdichadamente, en el campo de la educación no prevalece la misma idea que en él de la mecánica. Domina el principio de la “obtención del fin” y en la esfera de la actividad psicofísica en consideración, el proceso de razonamiento juega poco papel. Si lo hubiera jugado, el psicólogo experto en pruebas hubiera exigido que el niño debía estar en un estado satisfactorio de coordinación y ajuste, antes de consentir hacerle un examen sobre sus potencialidades. Entonces estaría tratando con un organismo psicofísico funcionando adecuadamente y los exámenes hechos en estas condiciones probablemente podrían ser de alguna utilidad en lo concerniente al crecimiento, desarrollo y futura carrera del niño. En lo que al niño imperfectamente coordinado concierne, su primera necesidad es ser reajustado y coordinado en un plan de control consciente, hasta que el nivel de funcionamiento del uso psicofísico del organismo sea el adecuado. El organismo funcionará entonces tan próximo al máximo como es posible y las potencialidades para mejorar el funcionamiento continuarán a medida que el niño se desarrolle gradualmente, hasta aquel nivel de guía-control consciente en el uso psicofísico, que permite las condiciones esenciales para el desarrollo más completo de las potencialidades latentes. *

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Todos hemos oído ejemplos de proezas maravillosas hechas por gente en cierto estado emocional, de “curaciones por la fe” efectuadas cuando el sujeto de estas “curaciones” está en un estado psicofísico incontrolado y peligroso análogo a las condiciones asociadas a la embriaguez y que a veces se aproxima a la locura benigna. Por ejemplo, el escritor conoció a un hombre que nunca llevaba a cabo nada bueno en su vida particular hasta que estaba medio borracho. También conoce a un pintor de carruajes que es incapaz de trazar una línea recta satisfactoriamente, si no está completamente bajo la influencia del alcohol. Todos podemos poner ejemplos de hombres y mujeres que han hecho actos notables mientras estaban en un estado emocional descontrolado, en el cual eran un peligro para ellos mismos y para los de su alrededor. Se envía a los hombres a la batalla en estado de semiembriaguez para que sus controles puedan estar temporalmente relajados y durante siglos se ha utilizado bandas de música en el combate para provocar esta condición emocional de control debilitado. “Confundir mediante el instinto” es un procedimiento bastante estúpido, pero deliberado para inducir en los seres humanos por medios artificiales (tales como los procesos utilizados en los métodos de “curación por la fe”, autosugestión, resurgimiento religioso, etc.) una condición de control debilitado, en la que la inteligencia y el razonamiento son substituidos por emociones incontroladas y que puede ser descrito como un insulto incluso para una inteligencia muy poco desarrollada. Todos los implicados alcanzan el límite de la locura al utilizar tales medios para conseguir sus propósitos y las experiencias psicofísicas correspondientes sólo tienen que ser suficientemente repetidas para traer de cola a la demencia. En todos estos ejemplos, es operativo el principio de la “obtención del fin” y la gente sujeta a estas experiencias antinaturales y dañinas estará más o menos influenciada por ellas el resto de su vida, pues las fuerzas incontroladas que dirigen el desenfreno en estas ocasiones, raramente pueden ser dominadas de nuevo y se recrudecen poco o mucho en otras esferas de actividad, convirtiéndose frecuentemente en manifestaciones peligrosas, culminando a veces en tragedia. No hay que asombrarse de que después de la experiencia de 1914-18 y 1939-45 nos enfrentemos a fuerzas incontroladas peligrosas en la actividad humana, ¡que antes de las guerras sólo se manifestaban en una pequeña minoría! Cuando el individuo está dominado por sus emociones incontroladas, hasta un débil estímulo le hará a menudo permitirse actividades peligrosas, llevándolo temporalmente a experiencias propias del estado psicofísico que llamamos “locura”. La repetición de tales experiencias es el principio de la formación de lo que llamamos un hábito, en este caso el hábito de la actividad psicofísica desequilibrada y desdichadamente, como todos sabemos, no cuesta mucho tiempo que un mal hábito se establezca.79 Los llamados trucos 79 La preocupación es uno de estos malos hábitos, que una vez establecido, es muy difícil eliminar. Una característica curiosa de este hábito es que en ciertos casos, aunque se

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Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos “mentales” son trucos puramente “psíquicos” y sabemos bien que si los consentimos, pronto se convierten en un hábito y consentir un mal hábito tiende a desarrollar otros, con un rápido incremento en el grado de tolerancia. En el tema de los malos hábitos y la falta de control que provocan, debemos reconocer el hecho de que no puede esperarse que la criatura humana ejerza control en las diferentes esferas de su actividad, si no está en posesión de una percepción sensorial fiable y de un uso adecuado de los mecanismos psicofísicos involucrados. La gente que carece de control, resultará estar imperfectamente coordinada y su percepción sensorial no ser fiable y ninguna forma de disciplina u otra influencia exterior puede asegurar aquel nivel apropiado de funcionamiento psicofísico sin el cual el individuo no puede poseer un nivel satisfactorio de control, dentro o fuera del organismo. Cuando un ser humano manifiesta esta falta de control, necesita ser reeducado en una base general, para poder recuperar la percepción sensorial fiable junto con un empleo satisfactorio de los mecanismos psicofísicos. Los procesos de esta forma de reeducación necesitan el razonamiento de los “medios por los cuales” de cualquier fin, no en una base específica sino general y con el uso continuado de estos procesos de razonamiento, los impulsos incontrolados y los “arrebatos emocionales” dejarán de dominar gradualmente y finalmente serán dominados. Entonces no se reclamará al organismo satisfacer estas ansias insanas que encontramos asociadas a la percepción sensorial no-fiable y engañosa (cinestesia pervertida). El hecho es que el principio de razonar en una base general los medios por los cuales conseguiremos nuestros “fines”, implica simplemente un procedimiento de sentido común. El sentido común en una expresión muy familiar y todos tenemos nuestra idea particular de lo que significa. Conocemos mucha gente que señalaría que la opinión individual puede diferir tanto en el significado de sentido común como lo hace en asuntos religiosos, políticos, sociales y educacionales. Por tanto, explicaremos nuestro punto de vista sobre el sentido común poniendo un ejemplo en el que la criatura humana no parece tener sentido común. El hombre que está convencido de padecer desórdenes digestivos y de hígado y sabe que la causa de esto es su permisividad con el alcohol o por comer demasiado y aún continúa permitiéndose cualquiera de estos hábitos a pesar del desaliento y sufrimiento resultantes y a pesar de que su consejero médico le asegura que la moderación le devolverá de nuevo al camino hacia la buena salud, no puede decirse que actúa de acuerdo con el sentido común. El lector puede decir que el hombre no puede abstenerse de tomar alcohol o de comer demasiado y puede ser ventajoso considerar esta incapacidad del hombre para actuar de acuerdo con los dictados del sentido común. En primer lugar queda claro, que él había reconocido el hecho de que estaba enfermo. El hecho de haber consultado a su consejero médico demuestra que el estímulo (o estímulos) relacionado con esto había alcanzado su conciencia y no queda duda de que estaba preparado para tomar la medicación o llevar a cabo la forma de tratamiento prescrita con la condición de que ésta no interfiriera con su hábito de permisividad con el alcohol o de comer demasiado. Pero naturalmente, no podía asegurarse la deseada recuperación de la salud mediante tal procedimiento irrazonable. El hábito es siempre el obstáculo y en este caso, la medicación y el tratamiento eran poco importantes si no se podía erradicar el mal hábito de permisividad con el alcohol o de comer excesivamente. Esto nos lleva a considerar las actividades psicofísicas de las cuales el llamado hábito es una manifestación. En el caso de una persona dotada con un nivel apropiado de coordinación psicofísica, la moderación será la regla y el exceso será la excepción a la regla. La persona mal coordinada será el caso inverso en mayor o menor grado, en una o más esferas, pues el hábito del exceso se irá estableciendo gradualmente más firmemente, con la demasiado frecuente repetición de la tolerancia de los deseos sensoriales pervertidos relacionados, en este caso, con comer y beber, haciendo entonces de la permisividad la regla y no la excepción. puede eliminar la causa de la preocupación y el sujeto puede admitir que la causa ha desaparecido, la supresión de la causa no suprime el estado “mental” que el sujeto declaraba ser la causa de la preocupación. De hecho, la persona ha desarrollado el hábito de preocuparse, un estado en el que ella misma elabora el estímulo de la preocupación.

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Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos Para continuar nuestra consideración, investigaremos como ha cultivado el hábito del alcohol el sujeto de nuestro ejemplo. Que hablemos de cultivar este hábito presupone que hubo un tiempo en la historia del hombre en que no tenía el hábito de tomar alcohol en tales cantidades que causaran daño al hígado y otros desórdenes internos. No obstante, los hechos relativos a sus razones para empezar a tomar alcohol en exceso en algún momento particular de su vida, no nos ayudarán mucho aun cuando estuviéramos seguros de ellos. El punto importante a recordar para nosotros es que su percepción sensorial no era fiable y estaba pervertida y su organismo psicofísico estaba en un estado insatisfactorio de coordinación, de forma que él gradualmente fue quedando dominado por aquel sensorio pervertido resultante de la permisividad excesiva al alcohol y otras tolerancias y por las condiciones de desaliento y debilidad que le siguen. Estas últimas condiciones son unos de los estímulos más potentes que provocan la repetición de los excesos en intervalos cada vez más frecuentes, contrarrestando otra vez esta repetición durante un tiempo las condiciones de desaliento y debilidad provocadas por la renovada permisividad. Desdichadamente, el proceso es uno que “se alimenta de sí mismo” así que el grado de sensorio pervertido aumenta rápidamente, hasta que el funcionamiento del organismo queda totalmente desmoralizado. Casi es cierto que en las etapas primitivas de sus experiencias alcohólicas, el sujeto no estaba enterado de su carencia de coordinación y percepción sensorial satisfactorias. De hecho, es improbable que él alguna vez hubiera prestado consideración a su condición psicofísica. Simplemente había tomado alcohol ocasionalmente, como tomaba muchas otras cosas de comer y beber, no pensando nunca que esto pudiera convertirse en un hábito ni sospechando siquiera que él careciera de la habilidad para continuar bebiendo sólo ocasionalmente o para dejar de hacerlo si así lo deseaba. Esto revela a que grado puede desarrollarse subconscientemente el egoísmo en la criatura humana, hasta convertirse en un potente factor que influencia los procesos asociados con conclusiones subconscientes e irrazonables tales como la alcanzada por el sujeto de nuestro ejemplo, sobre su habilidad para continuar bebiendo ocasionalmente o dejar de beber. Si hubiera intentado conscientemente buscar las premisas correctas con las que hacer sus deducciones y si su esfuerzo hubiera ido acompañado del éxito, habría descubierto el grado insatisfactorio de su funcionamiento general y esto le habría hecho darse cuenta de que debía, por algún medio, asegurarse de que su nivel de coordinación psicofísica y percepción sensorial era satisfactorio, antes de permitirse sacar conclusiones siquiera medianamente egoístas, sobre su habilidad para vencer sus malos hábitos. Si hubiera hecho un análisis así de los factores psicofísicos implicados, debiera haber llegado a la conclusión de que en el tema de romper un hábito, el nivel de percepción sensorial es el factor más importante. Su deseo creciente por el alcohol llegó probablemente muy paulatinamente, lo mismo que la correspondiente disminución de su nivel de coordinación y percepción sensorial. Así la gratificación experimentada al satisfacer el ya anormal deseo, pronto dominaría los procesos psicofísicos que en caso contrario, podrían haberse ejercido en el terreno del razonamiento y sentido común y él podría entonces haber llegado a considerar las consecuencias de permitirse a sí mismo convertirse en una víctima del hábito del alcohol. En todas las experiencias de esta clase, llega un momento en que la persona implicada se ve forzada a reconocer los efectos dañinos de un hábito así y entonces, muchas veces hace un esfuerzo para vencer el deseo y para erradicar el hábito. Pero con demasiada frecuencia ocurre que el esfuerzo es demasiado débil o que las directivas seguidas son imposibles. Por ejemplo, algún amigo bienintencionado puede incitar al hombre a utilizar el llamado “poder mental” para combatir y controlar su deseo, pero el deseo es un deseo sensorial y los procesos llamados de “poder mental” ya hace largo tiempo que han sido dominados por la percepción sensorial pervertida asociada a este deseo y por tanto, su esperanza de salvación recae en el restablecimiento de su percepción sensorial a aquella condición normal que no encontramos asociada con el deseo anormal e insano. En La herencia suprema del hombre80 hice referencia a aquel estado degenerado del organismo, en el que la criatura humana deseará una forma de satisfacción sensorial a través de dolor real. En el caso de los excesos alcohólicos, cada ocasión de permisividad va seguida de sufrimiento, incluso de sufrimiento intenso, pero ni siquiera eso actúa como disuasivo. Debemos por tanto darnos cuenta de la enorme influencia del deseo sensorial pervertido en la criatura humana y reconocer que el desarrollo satisfactorio del control de sus procesos psicofísicos, es imposible sin aquella percepción sensorial fiable que acompaña a los deseos sensoriales normales. 80 Nota de CF: final del capítulo 1.5.

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Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos Un punto más. Los deseos y necesidades fundamentales deben ser satisfechos; si no lo son, serias consecuencias aparecerán tarde o temprano y el hecho de que el intento de satisfacer deseos y necesidades lleve a muchos individuos a la permisividad en abusos y excesos, no afecta esta conclusión. Abuso y exceso están siempre asociados a la anormalidad y la anormalidad es debida a condiciones anormales en el funcionamiento psicofísico del organismo y esto se aplica al tema de abuso y exceso en comer, beber y en relación con otros deseos y necesidades cualesquiera. Abuso o exceso es un intento de satisfacer una necesidad o deseo originalmente normal que se ha vuelto anormal y mientras este deseo o necesidad anormal persista, es inútil negarle a un hombre los “medios por los cuales” satisfacer sus excesos y abusos. Nuestras energías deben, en cambio, aplicarse a intentar erradicar las condiciones anormales responsables del exceso o abuso y así restablecer el funcionamiento psicofísico normal del organismo y la percepción sensorial fiable que asegura el mantenimiento de la normalidad de nuestros deseos y necesidades.

2.7 Equilibrio psicofísico La carencia de una condición satisfactoria de equilibrio psicofísico en todas las actividades humanas, es una de las manifestaciones más llamativas del funcionamiento imperfecto del organismo. El uso subconsciente defectuoso de los mecanismos psicofísicos presente en nuestra educación y otras esferas, favorece el aumento gradual de esta condición de equilibrio defectuoso. Parece como si generalmente esto se dé por hecho, viendo que esperamos tener un equilibrio defectuoso a cierta edad, igual que contamos con el desarrollo de un abdomen blanducho y protuberante. Que la perfección se consigue con la práctica seguramente pone fin a nuestra discusión; por eso también parece evidente que algo debe estar mal en la práctica del acto de caminar. El hecho es que la gente anda sin una idea clara de las órdenes de guía-control que dirigen el control y ajuste satisfactorios de los mecanismos psicofísicos del acto de andar. De ahí que, cuando se encuentran presentes uno o más defectos en el funcionamiento de estos mecanismos, incluso aunque las personas que los padecen puedan conocer su causa o causas, sean incapaces de recuperar otra vez aquel nivel de percepción sensorial fiable que les permitiría erradicar estos defectos. Esto necesita un proceso de reeducación en una base general que restablecerá el funcionamiento satisfactorio en todo el organismo y así asegurará un aumento continuado del nivel de equilibrio psicofísico correcto para toda la vida. En lo siguiente me esforzaré por demostrar que casi con cada intento de corregir alguna imperfección psicofísica supuesta o real, se desarrollan nuevos defectos que tienden a hacer disminuir el nivel de equilibrio psicofísico. En relación con esto, es un hecho interesante, pero muy desafortunado, que esta condición insatisfactoria se desarrolla en el sujeto junto con el deseo de apresurarse indebidamente, siendo éste un esfuerzo subconsciente para compensar las crecientes carencias de equilibrio y control. En casos extremos de falta de equilibrio, esta manifestación es más pronunciada. El sujeto toma conciencia primero de una debilidad o dificultad que afecta su equilibrio general al andar y sin hacer ningún intento por descubrir la causa o causas de su recién reconocida debilidad o dificultad, procede a, como él diría, intentar “andar correctamente”, es decir, a caminar sin la ligera inestabilidad de la que es consciente. Pero el hecho de haberse desarrollado esta debilidad o dificultad, demuestra que las sensaciones de guía y las coordinaciones psicofísicas generales del organismo del sujeto, son defectuosas. Por tanto, es obvio que todos los esfuerzos dirigidos subconscientemente por su parte para “andar correctamente”, es decir, más establemente, serán efectuados con las mismas sensaciones de guía defectuosas y los mismos mecanismos imperfectamente coordinados y no puede por tanto, tener éxito. Debe recordarse que durante todas estas experiencias de “prueba-error”, los reflejos del miedo están siendo indebidamente excitados por el miedo a caer y por la general falta de fiabilidad e incertidumbre de los procesos psicofísicos que se emplean durante esos esfuerzos dirigidos subconscientemente. Pensando en el proceso completo, encontraremos que se desarrollarán las condiciones psicofísicas más dañinas, las cuales pronto se manifestarán en otras esferas de funcionamiento psicofísico y muy a menudo culminarán finalmente en alguna crisis seria. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Equilibrio psicofísico Es fácil describir el desarrollo de esta falta de equilibrio en la esfera que usualmente se considera “puramente física”. Vamos a tomar como ejemplo el caso de un chico que comúnmente sería clasificado como un buen andador. Supondremos de se lesionó a la edad de, digamos trece años al caerse de un caballo, al caerse por unas escaleras o al tener cualquier otro accidente que hizo que necesitara ser tratado por un doctor y estar confinado en la cama durante un tiempo. Es obvio que su lesión y el cese de sus actividades ordinarias, producirán en el paciente una condición de debilidad más o menos generalizada y también dificultades específicas permanentes relacionadas con las partes lesionadas de su organismo. El resultado es que en el momento psicológico en el que el paciente haga su primer intento de volver a andar, se manifestarán ciertas dificultades que él inmediatamente procederá a salvar “intentando andar correctamente”, como él entienda eso. Su intento de andar “correctamente” debe necesariamente serlo en el plano subconsciente de “prueba-error”, pues es casi seguro que nunca ha sabido cómo anda, nunca ha tenido la más mínima idea de las órdenes de guía relacionadas con las coordinaciones esenciales para el acto de caminar y para el desarrollo del equilibrio satisfactorio.81 Será necesario aquí analizar los procesos psicofísicos implicados en su esfuerzo, pues tales esfuerzos necesitan un nivel bastante alto de funcionamiento coordinado del organismo. La experiencia nos ha demostrado que este nivel de funcionamiento no está a disposición de una persona que ha pasado por las experiencias relacionadas con una lesión, con el consiguiente tratamiento y la recuperación gradual hasta llegar a lo que llamamos, la etapa de convalecencia. El éxito real es prácticamente imposible como explico a continuación. Estos intentos de andar se harán en un momento en el que el sujeto es consciente de la debilidad de todo su organismo, de una pérdida de control relativa, de una interferencia con el equilibrio psicofísico y de una falta de confianza junto con toda una serie de esperanzas y miedos sobre lo que él será o no capaz de hacer, asociada de nuevo a miedos que tienen su origen en el sufrimiento resultante de sus intentos subconscientes incorrectos de utilizar partes que han estado lesionadas. Toda esta combinación de condiciones psicofísicas, constituye un conjunto de experiencias que son nuevas comparadas con aquellas presentes en el momento del accidente. Cada intento subconsciente de andar, hace conscientes deficiencias, sensaciones extrañas y a veces alarmantes y tiende a aumentar las dificultades reales, por ejemplo las relacionadas con el uso correcto del organismo psicofísico en general del que depende “andar correctamente”. Quedará claro entonces, que el intento de andar correctamente mediante guía subconsciente, sería meramente un intento de volver al hábito o a los hábitos establecidos para el acto de andar antes del accidente. Este modo de andar era instintivo y un proceso instintivo particular es el resultado de ciertas condiciones psicofísicas que operan, como decimos, por instinto. Al cambiar estas condiciones se interfiere rápidamente con la fiabilidad del trabajo del instinto particular. Este ejemplo nos proporciona una espléndida prueba práctica de una necesidad determinada que precisa de nuevas experiencias en el uso psicofísico: el deseo del chico de caminar. El estímulo para hacer esto produce una respuesta inmediata que implica a los procesos relativos a la guía-control subconsciente habitual, pero que para su eficiencia dependen de un nivel determinado de funcionamiento coordinado del organismo. Desdichadamente, este nivel ha disminuido debido a sus experiencias relacionadas con el accidente y la maquinaria psicofísica no trabaja tan satisfactoriamente como antes; de hecho, en la mayoría de estos casos funciona muy insatisfactoriamente. El sujeto puede comparar los resultados de sus esfuerzos presentes con aquellos anteriores a su lesión. La comparación es muy mala y él es consciente de ello. Esto simplemente provoca que “intente con más fuerza”, como él diría, “andar correctamente” y en una base subconsciente, no tiene más alternativa que continuar con el nada inteligente método de “prueba-error”. 81 El lector pensará probablemente en el caso de algún amigo que ha intentado “caminar adecuadamente” tras una lesión y que ahora camina satisfactoriamente SEGÚN ÉL. Lo que yo afirmo es que el sujeto no es capaz de juzgar si su uso de los mecanismos psicofísicos al caminar es satisfactorio o no. Es bien cierto que cualquiera con conocimiento experto de esta conexión podría señalar ciertos defectos dañinos en el uso de sí mismo del sujeto que son el resultado combinado de la lesión, las experiencias variadas del tratamiento y la recuperación y los intentos de “caminar”, todos los cuales son indicadores de la debilidad comparativa, una sensación de interferencia con el equilibrio y una pérdida general de control.

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Equilibrio psicofísico Ahora describiremos las experiencias del procedimiento basado en los principios de reeducación en una base general consciente que habrían garantizado el éxito en el caso anterior. En primer lugar, no deberíamos permitir al sujeto intentar “andar correctamente” hasta que mediante manipulación, se le hubieran proporcionado las experiencias correctas en el uso general de los mecanismos psicofísicos y se hubiera familiarizado bien con la guía y órdenes de control correctas que le asistirían garantizando los medios por los cuales debe usar los mecanismos en cada intento de andar correctamente. El reconocimiento de la debilidad o dificultad, sería la señal para un examen de los mecanismos psicofísicos implicados en el uso del organismo como un todo, lo que a su vez nos permitiría notar los defectos y peculiaridades en el uso de estos mecanismos en el arte específico de caminar. La técnica que defendemos demanda en la práctica que el sujeto cese de intentar mejorar su forma de andar. Para ello intentaríamos convencerle mediante demostración de que sus esfuerzos por mejorar su forma de andar “confundiéndose mediante el instinto”, no sólo son fútiles sino también muy absurdos. Por el mismo proceso (demostración) se le mostraría que, tan pronto como recibe el estímulo de andar, debe empezar su trabajo terapéutico utilizando sus poderes de inhibición para evitar el uso de la errónea guía-dirección subconsciente asociada a su concepción de “caminar”. En relación con esto, se le explica que es el uso de las órdenes de guía subconscientes incorrectas dadas a los mecanismos implicados con el acto de andar, asociado a la percepción sensorial no-fiable, lo que ha provocado la utilización imperfecta de los mecanismos, dando como resultado la debilidad y dificultades con las que nos encontramos. Cuando el sujeto está más o menos familiarizado con estas experiencias inhibitorias, continuamos haciéndole aprender las nuevas y correctas órdenes de direcciónguía que con la ayuda de la manipulación, conseguirán el uso satisfactorio de los mecanismos en posición sentada, prona o cualquier otra. Estas experiencias deben repetirse hasta que quede establecida la nueva y fiable percepción sensorial y para entonces habrá tenido lugar un cambio real en el uso de los mecanismos psicofísicos del organismo en general, lo que proporcionará una condición satisfactoria de coordinación y ajuste. Cuando se ha asegurado la necesaria mejora de las coordinaciones y ajustes generales, los procesos que hemos explicado serán más o menos conscientemente operativos y su resultado será la correspondiente mejora del equilibrio al caminar. El lector debe comprender que los detalles de estos procesos (diferentes para cada caso) no pueden ser aquí establecidos y que además desde la primera clase, el ánimo del maestro sería hacer que el alumno fuera consciente de lo que debe o NO debe hacer y proporcionar al alumno la ayuda que le permitirá algún día empezar a aplicar los principios, no sólo a sus intentos de caminar sino también en mayor o menor medida, a todos los actos de su vida cotidiana. En otras palabras, no se enseña al alumno a efectuar nuevos ejercicios o a adoptar nuevas posturas para un momento dado del día, mientras continúe utilizando, a su antigua manera, sus mecanismos defectuosos y sus sensaciones no-fiables de guía durante sus otras actividades, sino que se le muestra CÓMO debe comprobar el uso más o menos incorrecto de estos mecanismos en las actividades generales de su vida cotidiana. Un aumento en la falta de equilibrio en la esfera llamada “física” va siempre acompañado de la correspondiente falta de equilibrio en las esferas llamadas “mentales”. Y en cualquier consideración de fenómenos “mentales” y “físicos” debe recordarse que en nuestra actual etapa de evolución en el plano subconsciente, la respuesta a cualquier estímulo o estímulos es al menos un setenta y cinco por ciento de respuesta subconsciente (principalmente sensación) contra un veinticinco por ciento de respuesta de otro tipo, siendo esta estimación de la proporción de respuesta subconsciente probablemente demasiado baja. Cuando todos aquellos interesados en la educación y en la conducta en la vida en general, se den verdadera cuenta de estos hechos, habrá alguna posibilidad de la realización de aquellos ideales loables para elevar al género humano, deseados por los líderes de las esferas social, religiosa y política.

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Percepción sensorial en relación con las necesidades del hombre

3ª parte: Percepción sensorial en relación con las necesidades del hombre 3.1 “Conocerse a uno mismo” Aquellos que se han parado a pensar en el rumbo actual del esfuerzo humano en las esferas política, social, industrial, etc. reconocerán que nuestro tiempo está “descoyuntado” y muchos admitirán que las gentes que viven en este tiempo descoyuntado, están en mayor o menor grado incomunicadas con su razonamiento. En medio de esta inquietud e incertidumbre, los individuos que componen la masa de gente están peleando ciegamente por su mejoría individual, sin ningún conocimiento claro de la causa o causas de sus dificultades o de los principios fundamentales que al aplicarlos constituyen los adecuados medios por los cuales pueden prevenirse o superarse estas dificultades. “Hombre, conócete a ti mismo” es un viejo axioma, pero en mi opinión lo más fundamental es “Hombre, conoce tus necesidades”. Naturalmente, se puede afirmar que quien se conoce a sí mismo conoce sus necesidades y que conocer sus necesidades implica conocerse a sí mismo, pero la afirmación no se aplica a la gran mayoría de los seres humanos cuya percepción sensorial no es fiable. Hemos visto que la percepción sensorial fiable es esencial para aquel crecimiento y desarrollo psicofísico coordinado de la masa de gente y siendo así, para garantizar este crecimiento y desarrollo de la masa, es esencial disponer de los “medios por los cuales” reconocer y satisfacer las necesidades reales del individuo. Desdichadamente, nuestros intentos de proveer y satisfacer estas necesidades en las esferas educativa, social, política, económica, industrial, religiosa, etc. han demostrado ser hasta ahora, más o menos un fracaso y esto es debido en gran medida al hecho de que nuestros esfuerzos en una base subconsciente se han dirigido principalmente a desarrollar métodos de enseñanza, tratamiento, conducta, guía-control para cubrir las demandas de la masa, en lugar de hacer la primera aplicación del principio o principios que implican una aplicación individual en una base consciente. Lo anterior nos lleva a considerar los planes para el desarrollo y esfuerzo humanos en los planos consciente y subconsciente de la vida y de las posibilidades relativas de avanzar en cada uno de esos planos. En el plano subconsciente, el plan ortodoxo ha sido y sigue siendo intentar erradicar los defectos y peculiaridades “físicas” mediante cultura física, ejercicios, etc. y las deficiencias e idiosincrasias “mentales” mediante los diferentes cultos de entrenamiento “mental”, sistemas específicos para el desarrollo de la memoria, la voluntad, etc. La investigación demostrará que las deducciones concernientes a la adopción de tales métodos se hicieron desde premisas equivocadas, ignorándose el principio fundamental de guía-control consciente en el desarrollo y crecimiento de la criatura. Además se demostrará que cuando se emplean los métodos “físicos” y “mentales”, cualquier beneficio aparente lo será en una esfera específica e irá acompañado del cultivo de defectos dañinos que maestros y alumnos ignoran, pero que tarde o temprano se revelarán a sí mismos y gradualmente se convertirán en hábitos establecidos. El progreso en los años recientes del conocimiento llamado “psicológico” no deja lugar para la duda de que los seres humanos ignoran, demasiado a menudo, sus más llamativos defectos psicofísicos, peculiaridades y tendencias que en algunos casos no han alcanzado, como decimos, la esfera de la conciencia. Antes de que podamos hacer un intento real de alcanzar un estado satisfactorio en el entendimiento de esto, es decir, de conocernos a nosotros mismos, debemos cultivar en relación con nuestro desarrollo psicofísico, un uso creciente del proceso de razonamiento en esfuerzo consciente y, habiendo alcanzado un nivel satisfactorio de reajuste y coordinación mediante el establecimiento de una percepción sensorial nueva y fiable, debemos proceder a poner en práctica este uso consciente y satisfactorio del mecanismo psicofísico en cada acto de la vida cotidiana. El lector que está familiarizado con los principios de la técnica especial que ha sido desarrollada para cubrir estas demandas, se dará cuenta de que “conocerse a El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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“Conocerse a uno mismo” uno mismo” es parte del progreso y un conocimiento que crecerá en armonía con el desarrollo de la guía-control psicofísica consciente. Este conocimiento formará los cimientos del acto de vivir en todas las esferas y así será cuando la educación y el desarrollo general de los niños se construyan sobre los principios del control consciente y constructivo. Sobre este principio podemos continuar elevando el nivel de “conocerse a uno mismo” y que sepamos, éste es el modo más seguro de elevar el nivel de cualquier cosa y de garantizar resultados satisfactorios en todas las esferas de aprendizaje. Un amigo mío que quería impresionarme con su derecho a ser considerado una autoridad en la Psicología más moderna, admitió que basaba su reivindicación en su conocimiento íntimo de la historia humana que había adquirido con el estudio largo y cuidadoso de los trabajos de historiadores eminentes. Esta creencia le proporcionaba tal satisfacción que no pude encontrar el modo de sugerirle que la historia real del esfuerzo humano como guía de la Psicología moderna, aún no ha sido escrita por los historiadores, de hecho que acaba de empezar y que no me arriesgo a especular sobre la fecha de su posible terminación. Cuando escribo sobre el esfuerzo humano, quiero decir esfuerzo humano individual en relación con el desarrollo y crecimiento individual y por tanto, de cualquier historia real de esfuerzo humano debemos eliminar la crónica de las actividades humanas en guerras y otras esferas en las que el hombre está dominado principalmente por el instinto de horda, donde el ejemplo, sea bueno o malo, o la orden de una persona es seguida inmediatamente por el resto como una irracional y estúpida masa automática. Estoy bien dispuesto a admitir que la historia de los seres humanos en guerras y otras esferas de actividad masificada es de gran interés para mucha gente, pero es de interés o valor infinitesimal, particularmente en lo que al futuro del hombre concierne, si se compara con el esfuerzo individual de la criatura luchando cada día por encontrar una solución a las dificultades de carne y hueso que conciernen directamente a su bienestar. Estas dificultades son la consecuencia natural de sus esfuerzos por adaptarse a las condiciones psicofísicas siempre cambiantes y de sus intentos para evolucionar desde la etapa incivilizada a la civilizada, de acuerdo con su concepción subconsciente primitivamente establecida del desarrollo educativo y general. Esto es igualmente cierto del desarrollo cotidiano y de las experiencias generales de hombres y mujeres ordinarios en cada campo de actividad humana, pues estamos acosados en el funcionamiento del organismo psicofísico de cada individuo, por fuerzas competitivas y que desorganizan, considerando que estamos desarrollando procesos llamados “mentales” a un paso rápidamente creciente nunca antes experimentado, mientras intentamos emplearlos junto con los procesos llamados “físicos” que durante años han sido controlados y dirigidos cada vez menos satisfactoriamente, siendo el resultado una disminución del nivel de coordinación psicofísica. La larga lista de dificultades cotidianas que nos acosan ahora sólo es igualada por la serie de esperanzas rotas que han seguido a cada “obtención del fin” específico dirigido subconscientemente, de intentar conseguir una solución a estas dificultades. Cada fracaso se “alimenta de sí mismo” y el método de “prueba-error” del mono le va unido persistentemente a pesar de su fracaso en la mayoría de esferas civilizadas. Ahora voy a tratar desde este punto de vista, sobre ciertos sistemas de educación y desarrollo que atraen la atención pública en este momento y que están diseñados para afrontar ciertas dificultades y defectos y me esforzaré en demostrar que las esperanzas de los implicados no pueden estar justificadas, porque estos sistemas están concebidos sobre una base específica y porque los procesos involucrados en su aplicación práctica, confían sólo en la experiencia subconsciente para la dirección-control. Hemos alcanzado una etapa de nuestra evolución, en la que debemos negarnos a considerar los méritos o deméritos de ningún nuevo sistema de educación o desarrollo que no esté construido sobre una base consciente. Uno de estos sistemas ha sido adoptado en años recientes por alguna gente de Inglaterra y Norteamérica como una forma nueva y valiosa de educación; pero como sus principios son simplemente aquellos empleados por los adiestradores de circo de los tiempos de nuestros abuelos para entrenar caballos que hacen números con música, cambiando de pie al ritmo de la música, etc., en una discusión del desarrollo psicofísico general en una base de control razonado, puede ser dejado fuera de consideración y desechado sin más comentario. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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“Conocerse a uno mismo” Otro sistema aclamado como movimiento nuevo y progresista, es bien conocido por la especial pretensión hecha en relación con su valor en el desarrollo de los sentidos de la vista, sensación, gusto, oído, tacto, etc. en los niños pequeños. Una serie de materiales o juguetes educativos sirve a la técnica en su intento de cultivar los sentidos; pero cualquiera que observe las clases de niños trabajando, se dará cuenta que se trata de nuevo, de un desarrollo específico y no de uno general como se pretende en esta técnica, un error fatal si consideramos la interdependencia de lo que ha sido diferenciado como “mental” y “físico” en el organismo humano. Es bien posible que un niño, utilizando este material, gane cierta facilidad en el uso de sus manos o un desarrollo específico, digamos, del sentido del tacto. Pero si al hacer los movimientos necesarios en la actividad particular en que está ocupado, confía en la guía de una percepción sensorial imperfecta en el uso general de su organismo, se debe deducir que cualquier mejora específica del sentido del tacto irá acompañada de un uso de su mecanismo psicofísico que, imperfecto en su inicio, se volverá cada vez más imperfecto cuanto más lo ejercite o cuanto más absorto82 esté en trabajar subconscientemente para su objetivo. Aunque puede tener lugar una mejora específica en una dirección, en el proceso se cultivarán muchos más defectos serios en el uso de sus mecanismos como un todo. He tenido la experiencia de que niños que han tenido un entrenamiento especializado como éste en sus primeros años, han mostrado un número mayor que el usual de defectos e imperfecciones psicofísicos, que su percepción sensorial ha sido menos fiable de lo usual y cualquiera que haya seguido mi argumento desde las primeras páginas, verá que la causa debe ser que ningún desarrollo específico ha sido buscado y conseguido en una base subconsciente. La interdependencia de lo “mental” y lo “físico” y del mecanismo muscular en general en los actos psicofísicos, hace tiempo que fue reconocida en teoría y todavía siguen de moda métodos educativos que pretenden un desarrollo específico.83 En relación con esta cuestión del desarrollo específico de un sentido en particular, es ahora un hecho bien reconocido que el sentido de la vista, por ejemplo, está muy afectado por los “tirones musculares” del organismo en general y esto se aplica a todos los sentidos. Durante muchos años, hemos tenido la demostración práctica de la mejoría en el sentido de la vista de los alumnos que han sido reeducados y coordinados en una base general de control consciente. En todos los casos esta mejoría ha seguido a la mejoría general en el uso coordinado de todo el organismo. Este es el punto que siempre debe ser recalcado por aquellos que defienden la necesidad de la reeducación y coordinación en una base general contra la necesidad de reeducación y coordinación en una base específica. La persona de vista defectuosa tendrá un buen número de otros defectos psicofísicos y la reeducación en una base general debe preceder cualquier intento de reeducación específica. Esto se aplica al caso de la persona con uso defectuoso de los órganos del habla, uso defectuoso de brazos o piernas o cualquier otro defecto, peculiaridad o carencia. En el caso de los niños, si fueran reeducados y coordinados en un plano de control consciente, los maestros que trabajan en el campo de la educación y en otras esferas, nunca encontrarían con la técnica el setenta y cinco por ciento de las imperfecciones sensoriales y dificultades corrientes. No requiere ningún grado especial de inteligencia darse cuenta de la gran cantidad de tiempo y energía que se ahorraría, si adoptáramos el principio comprensivo y constructivo del que aquí se trata y lo aplicáramos a todas las formas de desarrollo y crecimiento general humano, en nuestros intentos de garantizar una civilización progresiva. El niño adecuadamente coordinado en un plano de control consciente, poseerá un mecanismo psicofísico que contribuirá al funcionamiento máximo en todas las esferas, según el nivel de coordinación alcanzado. En tales condiciones, el maestro puede sacar del niño lo mejor que su organismo psicofísico particular 82 Véase más adelante el capítulo 3.3 sobre la concentración. 83 Un ejemplo sorprendente puede mencionarse en relación con la reeducación. Hace unos cuarenta años, científicos bien conocidos reconocieron en Francia el valor de la reeducación y adoptaron formas de reeducación en una base específica en lugar de general y tengo entendido que esto sigue en vigor hoy día. Este principio ha sido tratado en La herencia suprema del hombre y aquellos que conocen los hechos y argumentos empleados, apreciarán el valor relativo del desarrollo general frente al específico, al igual que en cualquier clase de tratamiento.

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“Conocerse a uno mismo” funcionando adecuadamente, es capaz de dar y puede también confiar en una mejoría más o menos creciente, sin la indebida excitación de los reflejos del miedo y sin un esfuerzo innecesario. Por otro lado, piense en cual sería el dañino efecto psicofísico en un niño acosado por todos los impedimentos resultantes de una condición de mala coordinación, si al aprender a escribir, por ejemplo, coge el lápiz para usarlo por primera vez y lo sujeta con dedos tensos y agarrotados, siendo éste el resultado de una peligrosa condición de tensión y esfuerzo en el uso general del organismo psicofísico. Incluso si el maestro no le indica directamente al niño que su uso del lápiz no es como debería ser, el niño probablemente será consciente de la falta de control y de estar por debajo del nivel ordinario de éxito en su escritura. No obstante, tarde o temprano el maestro se esforzará en mejorar la escritura del niño y puede tener éxito hasta cierto punto, pero será un resultado muy pobre si lo comparamos con el nivel que podría haber obtenido si el niño hubiera sido antes reeducado y reajustado y así habría podido sostener el lápiz sin las imperfecciones generales a las que me he referido. Ya he establecido que estoy preparado para demostrar que cuando se emplean los métodos usuales en una base subconsciente para establecer una condición o para erradicar una falta o defecto, se desarrollan un buen número de otros diferentes, a veces más dañinos que el que está en proceso de erradicación. Así, en etapas periódicas de nuestro intento de progreso y desarrollo, nos enfrentamos con nuevas y crecientes dificultades que necesitan ser erradicadas y que, de hecho, hemos cultivado en el proceso educativo y en otros procesos. Ahora debo señalar diferentes intentos que se han hecho en el proceso educativo para contrarrestar por medios específicos las influencias a la larga de ciertas peculiaridades y defectos, manifestaciones que se han desarrollado gracias a este mismo proceso educativo. Pensando un poco, el lector podrá descubrir las complicaciones en desarrollo inseparables de tal proceso. De hecho, este proceso se vuelve operativo tan pronto como el niño empieza a ir a la escuela. Pues las experiencias obtenidas en la escuela, demasiado a menudo llevan a complicaciones si desde el principio, el niño funciona próximo a su mínimo en lugar de a su máximo. Los métodos de entrenamiento, etc. provocan ciertamente complicaciones, como consecuencia de los numerosos intentos específicos hechos para remediar los muchos defectos o carencias reconocidas en los esfuerzos del niño, muchos de cuyos defectos sin embargo, no se habrían manifestado si el funcionamiento psicofísico del niño hubiera sido satisfactorio cuando entró en la escuela. Por tanto, el establecimiento de esta condición debe ser la primera consideración en cualquier plan educativo saludable. Intentar educar a un niño imperfectamente coordinado tratando de forma específica sus defectos o carencias específicas, es un proceso irrazonable, especialmente si tomamos en consideración la parte importante que juega el proceso de imitación en la vida del niño. A continuación consideraremos este punto.

3.2 Imitación El proceso psicofísico llamado imitación parece ser operativo en mucha gente en alto grado comparado con otros procesos fundamentales. Todos somos conscientes de esta aptitud, como la llamamos, en nuestros seres queridos y la imitación subconsciente de las características de los demás es un factor que juega un gran papel en el desarrollo, crecimiento y también en el uso de nuestro sí mismo psicofísico individual. Daré prueba abrumadora no sólo de la aptitud natural e inclinación subconsciente a imitar sino también de las dañinas consecuencias que pueden resultar de la imitación; ahora consideraremos algunos de los factores principales responsables de los resultados decepcionantes que se originan en el ejercicio de esta aptitud natural en la civilización. Este libro trata sobre los defectos, peculiaridades, usos imperfectos, etc. del organismo psicofísico humano; es más, aquí se afirma que la mayoría de la gente está acosada en mayor o menor grado por estos defectos, mientras que en cierto número de personas, estos defectos son tan extremos que puede decirse que constituyen una condición de deformidad en la criatura humana. Aquí yace la causa de los resultados decepcionantes y dañinos que siguen a la imitación. Pues el proceso de imitación no se pone en marcha si no hay nada llamativo a imitar y el estímulo principal para la imitación llega de nuestra percepción subconsciente o consciente, El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Imitación de alguna característica o algunas manifestaciones sorprendentes de otra criatura humana y tales manifestaciones son, por regla general, las manifestaciones de defectos o peculiaridades psicofísicas. En todas las esferas de la vida actual, los peligros consecuencia de la imitación individual de los defectos o peculiaridades de los demás, son muy grandes y por tanto, es de suma importancia que estos peligros sean eliminados o por lo menos, minimizados en todas nuestras actividades de aprender o aprender a hacer, particularmente cuando la gente está relacionada como maestros y alumnos; es el hecho de que maestros y alumnos estén en contacto, como por ejemplo en escuelas e institutos, lo que hace posible el proceso de imitación. La mayoría de los niños en la escuela, manifiestan defectos en el uso de sí mismos en los actos ordinarios de la vida (en un gran número de casos, defectos muy serios) y se utiliza todo tipo de ejercicios y remedios para intentar erradicar estos defectos. Además con muy pocas excepciones, los maestros utilizados en estos remedios y en otras áreas en nuestras escuelas, están ellos mismos demasiado a menudo acosados por formas exageradas de los mismos y de otros defectos o peculiaridades. Si los maestros son merecedores del nombre, ciertamente sus alumnos estarán influenciados por ellos en más de un sentido y muchos alumnos tenderán subconscientemente a imitarlos. Ahora, como ya he señalado, las manifestaciones más llamativas de estos maestros, demostrarán ser los estímulos más potentes para los procesos de imitación del alumno. Tales manifestaciones como por ejemplo, las peculiaridades de las calidades de una voz, en la manera de abrir la boca, de usar los brazos o la mala pronunciación, la producción vocal o el uso de las diferentes partes del organismo al estar de pie, caminar, sentarse, etc., de hecho, todos los defectos o peculiaridades manifestadas como características llamativas de los maestros, resultarán ser los estímulos más potentes para la aptitud de imitación del alumno. Darse cuenta de las serias consecuencias de todo lo anterior, nos convencerá de que todos los maestros que manifiestan defectos y peculiaridades que son el resultado de su propia percepción sensorial no-fiable y del uso inapropiado de su organismo psicofísico, son un mal ejemplo para sus alumnos (verdaderamente un peligro real) y que la posibilidad de acumular resultados psicofísicos satisfactorios, tanto para el alumno como para el maestro, está seriamente disminuida por este impedimento, esto es, la adquisición de defectos y peculiaridades por imitación. En cualquier campo de aprendizaje en una base subconsciente, debemos enfrentarnos al hecho de que alumno y maestro están imbuidos con la idea errónea de que el alumno, viendo al maestro hacer algo con buen resultado, será capaz de copiarlo y que también le salga bien. El alumno está bien convencido de ello y el maestro está seguro de que si enseña al alumno a hacerlo como él (el maestro) cree84 que lo hace él mismo, conseguirá que el alumno pueda hacerlo bien. Es más, muchos de nosotros sabemos que si un alumno en algún arte es enviado a ver a un gran artista, como se hace a menudo, para que pueda aprender algo que le ayude en su arte particular, el alumno casi invariablemente queda más impresionado por algunas características del artista que pueden ser clasificadas como faltas que por sus “mejores dones”. Estas características son consideradas por el alumno como factores esenciales para su propia mejora en la actuación, pero la experiencia demuestra constantemente 84 Consideremos el caso de un cantante que por culpa de los problemas de garganta, se ve forzado a retirarse del escenario y se convierte en un maestro de canto. Puedo recordar dos ejemplos así, en que los cantantes se vieron forzados a retirarse por esta causa y al oír sus esfuerzos vocales muchas veces antes de su retirada, no se necesitaba ser un profeta para estar seguro de que eso sucedería. Pues ninguna garganta humana ni sus accesorios podrían resistir el abuso al que estaban sometidos por la tensión, el desplazamiento de la laringe y las torsiones del pecho y del abdomen, debidas al uso imperfecto de los mecanismos psicofísicos, de cuyo uso apropiado depende la condición normal de las partes específicas nombradas. Cuando esta misma gente se puso a enseñar, procedieron a su vez a impartir a sus alumnos dentro de su capacidad, los métodos de canto o respiración en los que ellos mismos creían. Sólo podemos suponer que creían que sus métodos eran correctos porque eran los que ellos mismos habían adoptado cuando aprendieron a cantar y habían continuado practicando hasta el momento en que se pasaron a la enseñanza y el hecho de que ambos perdieran la voz por continuar equivocadamente con estos métodos, nunca había llegado a su conciencia. Pues en caso contrario, ¿cómo se habrían atrevido a intentar pasar a otros los métodos que les habían causado tanto daño a ellos mismos? El poder de la criatura humana para hipnotizarse a sí misma, en ninguna parte es tan evidente como en ejemplos de idiosincrasia humana como estos.

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Imitación que esta creencia es errónea. En primer lugar, las características pueden ser faltas que el genio del artista particular puede desafiar. Es posible que el artista tenga éxito a pesar de ellas en lugar de gracias a ellas.85 Pero incluso si las características que el alumno quiere imitar tuvieran valor, el único modo por el que el alumno podría hacer uso práctico de ellas sería, primero estudiando el empleo general del organismo de la persona a imitar, de quien las características nombradas son manifestaciones especiales, segundo siendo él mismo reeducado para así ser capaz de conseguir el mismo uso general del organismo para lo bueno y lo malo, según el nivel de un uso como el que disfruta el experto que ha elegido imitar.

3.3 Concentración y la proyección de órdenes sostenida (continua) Al considerar las experiencias descritas en el capítulo anterior relacionadas con el uso consciente de los procesos de imitación, pocas dudas quedan de que esta concepción del empleo de la imitación implica intentos específicos de obtener un “fin”, en otras palabras, se seleccionan manifestaciones específicas para una imitación específica, y así el proceso de imitación se convierte en uno de “fijación en cuestiones u objetos específicos”, esto es, de lo que se conoce como “concentración”. Este concepto de concentración es desastroso y restrictivo si tenemos en cuenta el uso que se hace de la palabra en la práctica y por las manifestaciones dañinas que siguen a la intención de una persona de “concentrarse”; estas dañinas manifestaciones se vuelven más exageradas cada vez según el grado con el que el maestro crea necesario instar al alumno a desarrollar esta dudosa adquisición. ¿De dónde sale esta idea de “concentración”? ¿En qué etapa del proceso de educación se la considera necesaria? Poca duda cabe de que la concepción y uso de la concentración surge del deseo del fácil, espontáneo y saludable disfrute asociado a aquel uso del organismo considerado afortunado y que es característico de gente que se dice “presta toda su atención” a cualquier cosa que desee hacer. Sin embargo, no se ha caído en la cuenta de que sólo los niños cuyo organismo psicofísico funciona imperfecta e inadecuadamente, manifiestan síntomas de “mente dispersa” como la falta de espontaneidad, observación, curiosidad, etc., dando por supuesta naturalmente, una razonable proximidad del maestro. Poca duda cabe de que el niño de, digamos, hace doscientos años, nacía con instintos relativamente fiables, necesidad respiratoria adecuada y todo el equipo psicofísico necesario para conseguir un desarrollo satisfactorio si el proceso educativo se adoptaba en un plano de control consciente, esto es, trabajando sobre el principio de los “medios por los cuales”. Desgraciadamente, éste trabajaba en un plano subconsciente, esto es, sobre el principio de “obtención del fin”, y los efectos dañinos del empleo de este principio de “obtención del fin” crecieron muy rápidamente hasta que en cierta etapa del proceso educativo, el niño mostró entre otros defectos una falta de atención o, como decimos, “mente dispersa”. Cuando este defecto llamado “mente dispersa” aumentó tanto que reclamaba un remedio, ¿qué resultaba más natural para los expertos educadores, dirigido-controlados subconscientemente y por lo tanto, dominados por el principio de “obtención del fin” que intentar contrarrestarlo mediante alguna idea que “mantuviera la mente” (atención) en un tema o en un plan?86 La palabra “concentrar” según el diccionario significa “reunir en un centro o punto lo que estaba separado; disminuir el volumen de una cosa haciéndola más densa”, siendo esta última la acepción generalmente aceptada de la palabra. Aquí pues estaba el remedio. Como todos sabemos, ha sido aplicado durante muchísimos años y hoy día es un clamor universal de acuerdo con la creencia 85 Desdichadamente, esta tendencia puede notarse en todos los campos de aprendizaje. Por ejemplo en los deportes. S.H. Smith se agachaba en un golpe en remolino; Gore era conocido por adelantarse en el golpe; Doherty por su uso del agarre fijo, etc. Estas características han sido imitadas por otros jugadores con la idea de mejorar su propio juego, pero de nuevo la experiencia ha demostrado constantemente que esta idea está equivocada por la razón dada anteriormente. 86 El reconocimiento del defecto de la “mente dispersa” y el remedio adoptado para ello, tiene su paralelismo en el primer reconocimiento del deterioro “físico” y el remedio aplicado. El falso principio en que se apoyan ambos remedios es el mismo.

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Concentración y la proyección de órdenes sostenida (continua) universal de lo que la persona particular concibe como “concentración”. Póngase a buscar una persona que no crea en la concentración y los resultados de su investigación le convencerán de la validez de la afirmación anterior. Hable del tema con un amigo y por consideración al argumento, dígale que usted no cree en la concentración que, de hecho, usted cree que su práctica tiene efectos dañinos. Casi seguro que se le harán observaciones del tipo, “¡Pero claro que debemos concentrar nuestra mente en lo que estamos haciendo!” “¿Cómo podemos mantener la mente en lo que estamos haciendo si no nos concentramos?” “Es natural que uno ansíe hacerlo lo mejor posible y seguramente, el buen resultado depende del poder de concentración que uno tenga.” Etc. También la gente le dirá que no puede trabajar bien excepto en perfecto silencio, que cualquier interrupción corta el hilo del pensamiento y aportará muchas otras cosas para defender su fe en la concentración. Sólo hay un modo satisfactorio de terminar con tales argumentos. El maestro que ha trabajado en una base de control consciente, utiliza la demostración psicofísica en su intento de convencer y en este tema en particular, estamos preparados para convencer a cualquiera que pueda y quiera fiarse de sus ojos durante la demostración. Las afirmaciones y argumentos sobre las actividades psicofísicas no son aceptados si las personas que las hacen no pueden dar una demostración práctica de su certeza, mientras ponen en evidencia que ellas mismas están al mismo tiempo en comunicación con su razonamiento. Entonces, para hacer la demostración, fíjese en las manifestaciones psicofísicas de la persona que cree en la concentración durante los actos de leer, escribir, pensar o durante la ejecución de cualquier otra de las numerosas actividades cotidianas. Primero observe la tensa expresión de los ojos, una expresión de ansiedad y desasosiego que denota la presencia de reflejos del miedo indebidamente excitados; en algunos casos los ojos pueden estar torcidos y la expresión entera es la conocida como mirada fija autohipnótica. Entonces dirija su atención a la expresión general de la cara y pase luego a las manifestaciones del cuerpo y extremidades. Notará un grado indebido y dañino de tensión en todo el organismo. ¿Cómo podría ser de otro modo si el sujeto, en lugar de razonar conscientemente sobre la causa (o causas) que ha contribuido a desarrollar estos defectos, está haciendo un esfuerzo subconsciente (por el método de “pruebaerror”) para subyugar un conjunto de imperfectas proyecciones llamadas “mentales” y tensiones “físicas” con otro conjunto aún más poderoso? Por ejemplo, suponga a una persona en el hábito de efectuar cierto acto, por ejemplo, sentarse en una silla, con una gran cantidad de tensión innecesaria y suponga que su maestro se lo indica y razona con ella los medios por los cuales puede efectuarse el acto sin esta tensión innecesaria, proporcionándole las direcciones (serie de órdenes) necesarias para este fin y la percepción sensorial fiable que demanda la ejecución satisfactoria de las órdenes. Suponga además que el alumno, en lugar de seguir estas direcciones tan simples en el orden en el que se le han dado, empieza a, lo que él llama, “concentrarse” en ellas. ¿Qué es lo que está haciendo realmente? De un modo específico, se estará concentrando en una orden y relativamente desatendiendo las otras, mientras, de un modo general, estará subyugando el nuevo conjunto de órdenes conscientes que se le pide que dé, relacionadas con el acto de sentarse en una silla, con un conjunto aún más poderoso de órdenes de acuerdo con su concepción de los requerimientos del acto de concentración. Siendo esta última una forma irrazonable de proceder por su parte, todo lo que consigue es reforzar todas sus viejas actividades mal dirigidas conectadas subconscientemente con el acto de sentarse, mientras tira por la borda las nuevas direcciones razonadas para este acto. Hace todo eso como si hubiera un estado de guerra civil en el interior de su organismo, con la tensión y esfuerzo añadidos que siempre acompaña esta condición. El asunto queda aún más claro en el caso del alumno al que se pide que esté sentado tranquilamente y que no haga nada mientras el maestro mueve alguna parte de su cuerpo por él. En mi experiencia, tan pronto como se pide al alumno que no haga nada, mostrará inmediatamente todos estos signos de tensión y fijación de la atención que muestra cuando se le pide que haga algo y que hemos aprendido a asociar con cualquier intento de concentración. Señálele esto al alumno y nueve de cada diez veces responderá, “¡estoy intentando no hacer nada!” Él cree verdaderamente que tiene que hacer algo para no hacer nada. ¡Hasta este extremo podemos ser conducidos por nuestra fe en la concentración! Todo este asunto en más instructivo como demostración del peligro de aplicar un remedio específico a un defecto psicofísico como el de la “mente dispersa”, que tiene su base en un uso imperfecto del mecanismo psicofísico en general. Cuando una persona ha desarrollado la “mente dispersa”, se encuentran presentes una condición de percepción sensorial no-fiable y esa tensión y esfuerzo indebidos durante las actividades psicofísicas que siempre van asociados a la coordinación El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Concentración y la proyección de órdenes sostenida (continua) imperfecta. Para un sujeto en estas condiciones, cualquier intento de aplicar un remedio específico está cargado de peligro. En un plano de control consciente, puede escaparse de estos peligros, pero prácticamente nunca en una base subconsciente. Ahora veamos el efecto restrictivo de lo llamado “concentración”. Aquellos que son bastante afortunados o desafortunados para decidirse a actuar como maestros, están bien al tanto de todas las dificultades para encontrar un adulto que pueda, como decimos, pensar en más de una cosa a la vez o efectuar satisfactoriamente cualquier maniobra que requiera el uso coordinado de tan sólo dos partes del organismo. El uso coordinado de las diferentes partes durante cualquier maniobra necesita la proyección consciente y continua de órdenes a las diferentes partes implicadas, dando continuadamente la primera orden correspondiente a la guíacontrol de la primera parte del acto, mientras se proyectan las órdenes correspondientes a la segunda parte del movimiento y así sucesivamente, tantas órdenes como sean necesarias (dependiendo su número de las exigencias de los procesos correspondientes a un movimiento particular). Generalmente, al intentar utilizar dos o más partes en el trabajo correctivo, la primera proyección finaliza con el uso correcto o incorrecto de las partes correspondientes al primer movimiento. Esto se aplica a todas las demás proyecciones correspondientes a las otras partes del movimiento y es otro ejemplo de esfuerzo concentrado conectado con un procedimiento basado en el principio de la “obtención del fin”. Por otro lado, la proyección consciente y continua de órdenes necesita una actitud razonada con amplitud para que el sujeto tenga no sólo una concepción clara de las ordenes esenciales (“medios por los cuales”) para ejecutar correctamente un movimiento particular sino que pueda también proyectar estas órdenes correctamente relacionadas entre sí, dando como resultado de las series coordinadas de órdenes, un uso coordinado del organismo. De lo anterior resulta que un uso imperfectamente coordinado del organismo humano, no está asociado a la actitud razonada ampliamente y a los beneficios acumulados que acabamos de indicar. Y como mucha gente ha desarrollado un uso más o menos imperfectamente coordinado del mecanismo, lo que implica confiar en el principio de la “obtención del fin”, no es sorprendente que tantos alumnos tengan el hábito de proyectar órdenes no meditadas y desconectadas, esto es, órdenes que no han sido razonadas desde el punto de vista del uso coordinado de las diferentes partes implicadas y cuyo resultado es, por tanto, un movimiento mal coordinado. Entonces, cuando este alumno viene para hacer el trabajo correctivo en un plano consciente y se le pide que proyecte continuamente una serie de órdenes conectadas, encuentra naturalmente gran dificultad en romper el hábito que se ha formado de atención discontinua y de guía-dirección subconsciente y fortuita. De hecho, se verá que por regla general, un alumno no tiene la concepción de relacionar las diferentes partes del movimiento y sus correspondientes órdenes. Él puede, como digo, dar las órdenes o direcciones primarias requeridas para la primera parte del movimiento, pero tan pronto como se llega a este punto, ya no intenta continuar con las órdenes primarias en asociación con lo requerido para la segunda parte del movimiento, aunque se le señale una y otra vez lo esencial de la conexión entre estas dos partes. La razón principal es que él cree que no puede “hacer que su mente soporte” más de una cosa cada vez. Como él dice: “no puedo pensar tantas cosas a la vez”. Esto está completamente de acuerdo con la definición de concentración dada más arriba, pero significa una decepción por su parte porque, naturalmente, él ha estado “haciendo que su mente soporte” muchas cosas a la vez subconscientemente toda su vida, pues si no no habría podido hacer sus actividades cotidianas más simples. Un ejemplo sencillo aclarará las cosas. Supongamos a una persona que ha estado sentada y se levanta para hablar con un amigo que entra en la habitación. El estímulo para levantarse desde la posición sentada llega a él y su respuesta al estímulo es su decisión de levantarse. Inmediatamente que toma la decisión, las órdenes correspondientes al hábito bien establecido de levantarse del asiento son proyectadas hasta los mecanismos psicofísicos implicados y ejecuta el acto de levantarse terminando en la que él llama “posición de pie”. Supongamos además que esta persona se entretiene en una conversación ordinaria o en una discusión científica con su amigo durante, digamos, media hora. En lo que a nuestro sujeto concierne, está absorto en los requerimientos de la discusión; de hecho, él le dirá que debe concentrarse en el tema de la discusión para hacerlo lo mejor posible. Lo que a nosotros nos interesa es considerar los medios por los cuales él permanece de pie y de los cuales él no es y nunca ha sido consciente. Ya hemos hecho referencia a las proyecciones asociadas a su decisión de ponerse de pie y estas El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Concentración y la proyección de órdenes sostenida (continua) proyecciones deben mantenerse hasta que él tome una decisión diferente, como por ejemplo, moverse a otra posición. Entonces quedará claro que durante el proceso de desarrollo subconsciente, la criatura humana también ha desarrollado la habilidad de mantener proyecciones continuas de órdenes. Por tanto, la insistencia en la necesidad e importancia de mantener las proyecciones en el trabajo de coordinación y reeducación, se basa no en un nuevo sino en un muy antiguo principio fundamental del desarrollo humano. El interés de todas estas consideraciones radica en el hecho de que esta creencia común en la concentración, va de la mano de la aceptación del principio de “obtención del fin”, así como en contra del principio de pensar clara y juntamente los medios por los cuales un “fin” puede garantizarse y de “hacer que la mente soporte” tantos asuntos (proyecciones continuas de órdenes) como sea necesario para el propósito. La tendencia psicofísica completa de la persona que cree que la concentración es esencial para tener éxito y la adopta y desarrolla como una práctica en sus esfuerzos en las diferentes esferas de actividad, es “hacer que su mente soporte una sola cosa”. Justamente esto encaja en el principio de “obtención del fin” y es antagónico al principio de los “medios por los cuales”, que necesita la habilidad de “hacer que su mente soporte” una docena o más cosas si es necesario y que implica que varias cosas vayan todas a la vez y converjan hacia una consecuencia común (proyección continua de órdenes). En el ámbito de la actividad cotidiana, encontraremos que según la opinión del noventa y nueve por ciento de las personas, considerar los “medios por los cuales” en relación con el uso del sí mismo psicofísico resultará ser un obstáculo o una interferencia. Esta gente cree que no puede atender a dos cosas a la vez, esto es, a ellos mismos y a su trabajo, negocio o profesión al mismo tiempo. Parece que nunca se les ha ocurrido que el sí mismo psicofísico es el instrumento o máquina mediante la cual ellos desempeñan su negocio o profesión satisfactoriamente y por tanto, que su nivel de éxito en su negocio o actividad profesional estará en armonía con el nivel de funcionamiento de su instrumento o máquina. Siendo este instrumento o máquina los medios por los cuales ellos podrán ejercer su negocio o profesión satisfactoriamente, se sigue que es esencial prestar la debida atención al funcionamiento de este instrumento o máquina para la debida y satisfactoria atención de su negocio o profesión. Por tanto, la confesión de que son incapaces de manejar a la vez estos dos importantes e interdependientes procesos psicofísicos que van juntos, es equivalente a admitir que prestar la debida atención a los medios por los cuales ellos pueden conseguir sus “fines” los volverá incapaces de atender a estos “fines”, ¡lo cual es absurdo! Verdaderamente, tal confesión establece la etapa en el plano evolutivo en el que el género humano, como masa, está actualmente. Ciertamente no es una etapa muy avanzada, cuando tomamos en consideración las potencialidades de la criatura humana y el hecho de que en el desarrollo del animal y del salvaje los dos procesos concernientes al uso del sí mismo de la criatura y al uso de ese sí mismo en las actividades de la vida, son interdependientes. En un mundo en el que la persona ordinaria no sólo cree en lo llamado “concentración” sino que lo practica, la concepción de la palabra en sí misma y de su aplicación práctica estará en armonía con los defectos psicofísicos del individuo implicado, quien al darse cuenta de ciertos defectos, cree que lo que él entiende por “concentración” los eliminará. Una vez que ha adoptado estos procesos restrictivos, no es sorprendente que le parezca imposible hacer o pensar más de una cosa a la vez. La dañina condición psicofísica establecida entonces, no ayuda a tener una condición satisfactoria de funcionamiento completo. En cambio, aquellos de nosotros que hemos visto el progreso de alumnos que han sido reeducados en una base general, tenemos una prueba concluyente de que para una persona es posible aprender a poner la debida atención continuamente, es decir, “mantener la mente” en los “medios por los cuales” del uso satisfactorio de los mecanismos psicofísicos, mientras emplea estos mecanismos durante la vida cotidiana, tanto si se trata de un negocio, vida profesional o cualquier otra ocupación y con el resultado deseable de desarrollo continuo en la salud psicofísica general. La máquina humana es capaz de hacer muchas cosas a la vez y en aquellos casos en los que una condición de coordinación psicofísica unificada es operativa (una condición en la que el proceso de concentración verdadera está presente), el sujeto ignora la operación del proceso de concentración al igual que ignora la del proceso de coordinación. De hecho, es improbable que esta persona se haya parado a pensar en la necesidad de concentrarse; no habrá tenido necesidad y así no habrá considerado un proceso que requiere atención especial en su El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Concentración y la proyección de órdenes sostenida (continua) aplicación. Las condiciones adecuadas de coordinación y las manifestaciones de la criatura coordinada a la que me he referido, representan una forma de concentración que no pude alcanzarse “pensando en la concentración” o diciéndole a otro que piense en ella (lo que también significa que uno no puede estar “concentrado” en este sentido de la palabra). Todo este libro está dedicado a la exposición de la falacia de pedir a cualquier persona imperfectamente coordinada que intente erradicar un defecto o peculiaridad mediante instrucciones orales o escritas. Es cierto que cualquier persona que no puede concentrarse, en el sentido de poner la debida atención al asunto entre manos, es una persona imperfectamente coordinada. Pedirle a una persona así que supere su fracaso en concentrarse “concentrándose” o “aprendiendo a concentrarse” según su concepción de estos actos, es provocar una dañina y artificial división de la personalidad. Lo que se necesita es el restablecimiento de una condición satisfactoria de coordinación psicofísica en una base general, lo que implica el uso de los verdaderos procesos de concentración.

3.4 Memoria y sensación Los maestros de muchas escuelas, a juzgar por sus opiniones, están completamente enterados de la creciente falta de atención por parte de los niños; parece que están desusadamente molestos por esta falta de atención y dicen que los niños, “no pueden concentrarse”; pero no parecen estar tan molestos por el aumento de la llamada “pérdida de memoria”. Posiblemente aún no están tan enterados de esto como debieran. Poca duda hay de que estos maestros no conocen el hecho de que aprender a “concentrarse” y los esfuerzos psicofísicos subsiguientes relacionados con el acto de la “concentración” tiende a interferir con los procesos de la memoria (tomando esta palabra en su más amplio sentido), con el resultado de que se registran impresiones desiguales, restrictivas y a menudo inadecuadas. Hoy día mucha gente reconoce su creciente “pérdida de memoria” y se hacen muchos intentos mediante sistemas de memoria, cursos de entrenamiento mental, etc. para ayudar a la gente educada para recuperarse un poco. Aquí de nuevo nuestro interés recae en el hecho de que estos sistemas se basan en el principio de “obtención del fin” y ninguno de ellos ha intentado (no más que en el caso de la “mente dispersa”) asociar la manifestación del defecto en particular (en este caso, la “mala memoria”) con otros defectos psicofísicos que como se verá están asociados a éste. En una etapa de nuestro desarrollo en la que lo que llamamos “pérdida de memoria” es, en mayor o menor grado un defecto general, nos corresponde a nosotros considerar las condiciones psicofísicas implicadas y también los diferentes usos imperfectos de los mecanismos psicofísicos que provocan el desarrollo de estas condiciones. La memoria es la impresión registrada como resultado de algún estímulo o estímulos. La cualidad de permanencia de la impresión depende de ciertos procesos psicofísicos correspondientes al registro de impresiones y la eficacia de estos procesos a su vez, de la condición psicofísica general y especialmente del grado de percepción sensorial presente en el caso particular. El ambiente también influencia estas condiciones de acuerdo con el nivel de funcionamiento psicofísico presente en el momento del registro de la impresión, mientras que otro factor es la habilidad poseída por el individuo correspondiente, para enlazar el conocimiento o la experiencia provocada por un estímulo o estímulos dados, con el conocimiento y experiencias ya adquiridos. Como sabemos, nuestros hábitos de vida son la manifestación de nuestro funcionamiento psicofísico y este funcionamiento gobierna nuestros hábitos registrando impresiones en la memoria e influenciando todas nuestras actividades. Poca duda puede haber de que el hábito creciente de leer el periódico y literatura ligera y el declive que le acompaña en la lectura de libros o cosas para ser retenidas como conocimiento valioso, vienen acompañados de dañinos hábitos psicofísicos que hoy día están afectando seriamente la memoria humana, en mayor o menor grado según el nivel de funcionamiento psicofísico del individuo considerado. La gente estudia y confía en ciertos libros que tratan sobre la impresión en El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Memoria y sensación la memoria, porque con ello esperan adquirir conocimiento duradero. Como regla, meramente leen de pasada lo publicado en periódicos, revistas, etc. sin hacer el menor esfuerzo por memorizarlo. De igual manera, simplemente ojean las noticias del día y registran sólo la impresión más ligera. Esto probablemente les sirve para ese día o semana, pero en un mes, posiblemente la cosa estará confusa y al cabo de un año la impresión puede estar borrada completamente. Este hábito de quedarse con impresiones ligeras de la lectura, lo repiten diariamente millones de personas que raramente leen un libro para estudiar, una forma de lectura que consigue el registro de impresiones definitivas y duraderas. “Leer de pasada”, es decir, recibiendo sólo impresiones ligeras de lo que se lee, es un hábito peligroso que si se consiente, se establece rápidamente y muy pronto la persona afectada se da cuenta de una creciente pérdida de memoria en todas las esferas. Todos sabemos que lo que llamamos “pérdida de memoria”, es un defecto más o menos general en el proceso de recordar y recuperar conocimiento, que se ha vuelto cada vez más marcado durante los últimos veinte o treinta años y parece que, como la locura y otros males que nos acosan, es un defecto que si no se corrige a tiempo, puede minar la utilidad de nuestros procesos psicofísicos. Pues el razonamiento depende de la asociación de hechos recordados con otros datos que son el estímulo o estímulos de los procesos correspondientes; así cuando la memoria falla, se interrumpirá el proceso del razonamiento satisfactorio. Como vamos a tratar sobre los efectos de ciertos hábitos sensoriales relacionados con la memoria, será útil considerar la interdependencia y la acción y reacción de la percepción sensorial y la actividad llamada “mental”. La idea transmitida por la voz de una persona, llega a la conciencia de otra a través del sentido del oído y la palabra escrita a través del sentido de la vista; también tenemos todos los estímulos recibidos a través de los sentidos del tacto (sensación), gusto, olfato, etc. En términos generales, parecerá que nuestros sentidos juegan el papel principal en todos los procesos de memoria y razonamiento, de hecho, en la gran área de la actividad psicofísica. El nivel de funcionamiento en los procesos anteriores de razonamiento y memoria dependen pues, directa o indirectamente, del nivel de funcionamiento de la percepción sensorial. El lector puede, naturalmente, poner ejemplos de proezas excepcionales de memoria hechas por gente de esferas específicas; pero la experiencia del escritor de estos casos, es que la excelencia en una esfera se verá igualada por la carencia en todas las demás. De hecho, los casos a los que me refiero son simplemente anormales. Uno de los más interesantes que he conocido personalmente, fue el de un hombre joven cuya anormalidad se manifestaba en el manejo de horarios y similares. Si le pedías que buscara un tren con un destino particular a las, digamos, tres en punto, él pasaría la página, buscaría el tren concreto recorriendo con la vista arriba y abajo la lista de los horarios de salida y durante este vistazo aparentemente de pasada por el horario, memorizaría toda la lista. Tres meses más tarde, si le pedía que me recitara los trenes de la lista con salida entre las dos horas que usted eligiera, podía estar seguro de recibir una respuesta correcta. Pero este hombre cuerdo se olvidaría del paraguas en el autobús, iría a comprar cualquier artículo corriente de uso doméstico y olvidaría lo que había ido a buscar volviendo sin él. De hecho, en el modo de vida general y considerando un nivel ordinario de inteligencia humana, él era una persona muy deplorable.87 Tenemos aquí un claro ejemplo de una proeza notable de memoria en una esfera específica, acompañada de memoria y razonamiento defectuosos en la actividad general, una condición que, como 87 Me gustaría insistir aquí en que debemos tener cuidado con valorar demasiado la inteligencia que se manifiesta sólo en alguna área específica. Debe siempre hacerse la valoración sobre las actividades inteligentes de la criatura humana en una base general en el proceso de la vida y utilidad general. El especialista genuino, por ejemplo, siempre debe ser primero un versado profesional general en la esfera de negocio, profesión o actividad general, pues un crecimiento satisfactorio como especialista necesita un crecimiento y desarrollo continuo de aquellas experiencias que sólo el generalista puede tener. Este importante asunto de los valores relativos correctos es de suma importancia y si vamos a establecer una base sólida para futuras valoraciones, debemos considerar primero los “medios por los cuales” del acto, en lugar del acto mismo. ¿Qué utilidad tiene efectuar un acto para el desarrollo llamado “intelectual” o “físico” del hombre, si con ello el hombre se perjudica?

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Memoria y sensación puedo afirmar por conocerlo en persona, en este caso estaba asociada a la percepción sensorial engañosa. Poca duda hay de que muchos de los primitivos malos hábitos que dan como resultado lo que llamamos “pérdida de memoria”, son cultivados realmente durante los diferentes procesos en todas las formas de educación. Esto queda más marcado en aquellos procesos de enseñanza en los que al alumno se le pide que efectúe algún acto “físico”. Por eso, ahora que hemos sido suficientemente irrazonables como para forzar a todos los infortunados niños en edad escolar, independientemente de su nivel individual de percepción sensorial, a aprender entrenamiento “físico” o a hacer ejercicios, debemos esperar que la mayoría desarrollen con más rapidez la “pérdida de memoria” que en años anteriores. Como estoy preparado para demostrar la certeza de estos argumentos ante cualquier cuerpo científico o inteligente de hombres y mujeres, he decidido poner este ejemplo del área de la enseñanza. Si el lector se toma el trabajo de estar presente en la escuela, instituto o en cualquier clase al aire libre de gimnasia, entrenamiento o deporte y observa cuidadosamente, notará que cada uno de los niños o adultos está ocupado principalmente en esforzarse en aprender las instrucciones del maestro mediante la ejecución “física” de pequeñas partes de estas instrucciones que le son especialmente atractivas y está tan concentrado y absorto en esta parte de la ejecución que se olvida de cualquier otra parte de las instrucciones dadas por el maestro. Sólo tiene que preguntar al alumno para ver que esto es cierto; un experto en reeducación psicofísica sólo tiene que observar la expresión de los ojos del alumno y algunas otras manifestaciones para estar bien seguro. El siguiente es un incidente relacionado con esto, ocurrido recientemente durante una clase de reeducación dada por el propio escritor. Se pidió al alumno que escuchara ciertas instrucciones simples sobre el uso de los labios, lengua y mandíbula en este orden. (Naturalmente, ya se había hecho el trabajo necesario para el uso coordinado general del organismo durante esta técnica.) La primera vez que se dieron las instrucciones fue obvio que, antes de que el maestro terminara de hablar, el alumno estaba tratando de memorizarlas tal como se le daban, mediante un proceso (sensorial) “físico”, es decir, intentando “sentir” las instrucciones al tiempo que eran dichas, en lugar de adquirirlas mediante un proceso de memoria (lo que llamamos, “usar la memoria”). De nuevo se pidió al alumno que escuchara las instrucciones y que no intentara hacer ningún movimiento con las partes correspondientes. Se le pidió simplemente que se preocupara sólo del proceso de memorizar las instrucciones. Después de darle las instrucciones por segunda vez, el alumno estaba de nuevo muy ocupado haciendo ciertos movimientos del cuello, labios y mandíbula. Se le preguntó entonces por qué hacía estos movimientos. Respondió enseguida “estoy intentando hacer algunas de las instrucciones”. Se le explicó entonces que el método que utilizaba no era el modo correcto y satisfactorio de realizar las instrucciones; que en su lugar, las instrucciones debían ser primero memorizadas y que sólo después de hacer esto habría alguna posibilidad de efectuarlas en la esfera psicofísica y entonces, sólo si comprobábamos que las instrucciones incluían los medios por los cuales correctos, se ejecutaría el acto. Las instrucciones orales alcanzan nuestra conciencia a través del sentido del oído, las instrucciones escritas a través del sentido de la vista, la acción y reacción resultantes están influenciadas por el nivel de funcionamiento psicofísico general del organismo. Pero como el nivel de funcionamiento psicofísico en el niño o adulto ordinario de nuestro tiempo, es inadecuado, la criatura entra directamente en una zona de peligro en cuanto intenta cualquier actividad que necesite nuevas experiencias psicofísicas. En gran número de casos, el nivel de este funcionamiento ha descendido tanto que los individuos correspondientes puede decirse que están perpetuamente dentro de esta zona peligrosa, pues sus sensaciones de guía no son fiables y a menudo peligrosamente engañosas. Es muy comprensible que cualquier estímulo al ser transmitido por la percepción sensorial hasta la conciencia, está influenciado por las condiciones psicofísicas presentes y no queda la menor duda de esta influencia en la reacción que le sigue. Todos conocemos las diferentes reacciones de la gente al mismo estímulo o estímulos. Entonces, cuando las condiciones psicofísicas están asociadas a sensaciones de guía (percepción sensorial) no-fiables, defectuosas o engañosas, evidentemente no podemos esperar un nivel adecuado de funcionamiento psicofísico general en las llamadas “actividades mentales”. Es raro el razonamiento saludable y amplio en una persona cuya percepción sensorial no es fiable, en otras palabras, cuya cinestesia puede decirse que está pervertida. El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Memoria y sensación Volviendo a nuestro ejemplo. Los hechos establecidos sirven para demostrar que el alumno, al ponerse a trabajar del modo que lo hizo, seguía un plan preconcebido para intentar memorizar las instrucciones. En su concepción, el acto de memorizar era mucho más un acto “físico” que “mental” y si en su caso el funcionamiento psicofísico hubiera estado en ese nivel alto que dirige una relación sensorial fiable, el plan del alumno podría haber tenido éxito; en relación con esto, el hecho más interesante de toda la experiencia queda por establecer. Pues la mañana siguiente a la clase, cuando se le pidió que repitiera las instrucciones, dijo “No puedo recordarlas ahora”. He aquí la prueba de que el plan preconcebido del alumno de memorizar sus instrucciones intentando sentirlas, había fallado pues ¿cómo podía ser de otro modo considerando la percepción sensorial tan imperfecta que tenía a su disposición? El hábito de intentar efectuar un acto antes de que las órdenes de dirección-guía correspondientes hayan sido memorizadas está, en tal caso, asociado a un uso inadecuado de los procesos de inhibición comparados con los de volición; por lo tanto, cuando el alumno se enfrenta cara a cara con las nuevas experiencias psicofísicas, sus procesos inhibitorios no son efectivos. Esto significa que está cultivando gradualmente dentro de sí mismo, una condición psicofísica desequilibrada en la cual las impresiones llamadas “mentales” que recibe durante el acto de aprender, son indebidamente débiles y poco fiables. Para restablecer el equilibrio en un caso así, es necesario primero desarrollar una inhibición (prevención) consciente y razonada. Con este fin, la persona afectada debe aprender a decir “No” a cada estímulo de actividad psicofísica hasta que ha tenido tiempo de considerar cuales son los medios por los cuales puede alcanzarse el fin que desea y entonces debe repetir y memorizar las órdenes correspondientes a estos medios, antes de emplearlos en guiar-dirigir los mecanismos esenciales para el acto psicofísico particular a efectuar.88

3.5 Complejidad y complicaciones en relación con estrés y tensión Muy a menudo se nos dice que la causa de la mayoría de nuestras dificultades, es la creciente complejidad de las demandas de la vida en la etapa actual de la civilización. Es mucho más acertado decir que nuestras dificultades reales nacen de la adopción casi universal en la vida práctica, del principio poco evolucionado de la “obtención del fin” en nuestros intentos de cubrir estas demandas, cuyo resultado es que cultivamos en nosotros una condición de tensión y esfuerzo (que en nuestra ignorancia vemos como algo externo a nosotros), en un esfuerzo subconsciente y estúpido por adaptarnos al entorno siempre cambiante de lo que llamamos una civilización avanzada. Primero tenemos tensión y esfuerzo dentro de nosotros mismos, esto es, en el funcionamiento de los mecanismos psicofísicos al emplearlos para satisfacer las necesidades del organismo, en el mantenimiento de las condiciones de salud y en la actividad general. Los errores y defectos en la esfera de la psicomecánica indicados por lo anterior, son el resultado de la dependencia de principios poco firmes y desencaminados sobre nuestro desarrollo y crecimiento individual. Luego tenemos la tensión y esfuerzo de lo que tan a menudo describimos como “lucha por la vida”, “complejidad de la vida”, etc.; en otras palabras, la tensión y 88 Recientemente hemos visto alzarse y caer la reputación de un sistema que pretendía que podía restablecer la buena memoria por medios específicos considerados dones “mentales” que estaban, no obstante, muy por debajo de las entusiastas expectativas de cualquier persona que aún disfrutara de un estado temporal de cordura o que poseyera un conocimiento razonable de los fundamentos de los procesos psicofísicos esenciales para la memorización satisfactoria. En este caso particular, la rápida ascensión y caída de este sistema alimenta la reflexión especialmente sobre los elogios que los propietarios de este sistema publicaban de vez en cuando, firmados por hombres y mujeres, algunos de ellos reconocidos líderes del pensamiento de nuestro tiempo. Desdichadamente no podemos pedir a estos hombres y mujeres que se presenten para obligarles a justificar estos elogios a un sistema que, después de todo, no era más que “gimnasia mental” o series de ejercicios ejecutados siguiendo instrucciones definidas, que ignoraba totalmente aquellas condiciones psicofísicas generales de la persona afectada y cuál era la causa o causas de los defectos “mentales” y de los cuales estos líderes del pensamiento eran ellos mismos totalmente ignorantes. El ciego sigue guiando al ciego en el siglo veinte como en los tiempos de las cavernas, pero el proceso trae consigo resultados más desastrosos ahora que los que eran posibles en aquellos tiempos primitivos de esferas más limitadas de actividades psicofísicas del hombre.

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Complejidad y complicaciones en relación con estrés y tensión esfuerzo ocasionados por nuestro empeño en hacer funcionar la compleja maquinaria de la vida en general creada por el hombre, en las esferas social, industrial, política, educativa, religiosa y moral. Estas dos esferas de tensión y esfuerzo que hemos indicado, siempre se deben considerar como inseparables, viendo que nuestra vida social, educativa, industrial, política, religiosa y moral depende para su existencia de las experiencias de nuestra vida psicofísica individual. Los falsos principios aplicados al acto de vivir, en ambos casos, son enteramente responsables de estas condiciones dañinas de tensión y del estado alterado que predomina en este mismo momento. Si los profetas, filósofos y líderes del pasado hubieran reconocido este hecho, habrían mostrado poseer un análisis claro y perspicaz. Que no lo hicieran así es de lo más desafortunado y a este hecho podemos atribuir la creciente tendencia hacia la desunión en lugar de la unidad, hacia la insatisfacción en lugar de la satisfacción, hacia la enemistad y la discordia en lugar del compañerismo y la paz, constituyendo la suma total de estas condiciones presentes una etapa insatisfactoria en lugar de una satisfactoria en la evolución humana. Encontramos inquietud en todas partes, inquietud en los hombres, mujeres y niños que es atribuida a los “nervios” o a cualquier otro síntoma y lo más alarmante de todo esto es que es una inquietud creciente. Las raíces venenosas y penetrantes del cáncer de la desunión continúan extendiéndose y ya han causado deterioro y en muchos casos han desmoralizado realmente las partes vitales de nuestra vida psicomecánica al igual que nuestra vida social e industrial y las dificultades para aplicar los principios para conseguir la unidad son ya alarmantes. Es universalmente aceptado que necesitamos unidad en todas las esferas y todos estamos acostumbrados al grito “unidos venceremos, divididos perderemos” y esto puede aplicarse universalmente al esfuerzo humano satisfactorio. Además, en casi todas las esferas de actividad humana (en religión, en educación, en el plan social, en política, en los sindicatos, etc.) encontramos una tendencia creciente hacia la desunión. Revise la historia del esfuerzo humano durante los últimos siglos y considere la causa o causas del aumento en el número de sectas en la esfera de la religión, en el número de los diferentes sistemas educativos y de reforma social, en el número de partidos políticos y probablemente lo más llamativo de todo, el incremento en la tendencia a adoptar, bajo banderas sindicales, medidas y principios que impiden la unidad. Es obvio concluir que la causa o causas de la desunión creciente en todas las esferas, se debe a algún defecto o defectos serios en los fundamentos de estas instituciones hechas por el hombre. Si sus principios hubieran sido firmes, su aplicación habría tendido a la unidad y el hecho de que la gente directamente afectada no permaneciera fiel al valor relativo de los principios que habían decidido aplicar, es ciertamente la admisión de su debilidad. Siendo así, no podemos dejar de reconocer el hecho importante de que un crecimiento alarmante de la desunión lleva a complicaciones en la actividad humana aquí indicada y las complicaciones siempre van asociadas a la actividad mal dirigida. Si continuamos con nuestro sistema de vida actual, la vida aún será más complicada dentro de cien años y cada vez lo será más, posiblemente hasta que se alcance tal grado de complicación que ¡ya no nos quede tiempo para vivir! Lo anterior sirve para indicar que los procesos irrazonables que conducen a las dañinas complicaciones de la esfera educativa, son más grandes en todas las demás esferas de la vida. Encontraremos el paralelismo al fracaso de nuestros métodos de enseñanza en nuestros intentos para progresar en las esferas social, política, industrial, religiosa, etc. donde a menudo el remedio es peor que la enfermedad. Por ejemplo, cuan absurdos son los intentos de “elevación del hombre” en la esfera industria, cuando estos están asociados a aquella concepción desmoralizadora que ha conducido a la disminución del nivel de los esfuerzos cotidianos del hombre al mínimo posible y así, a la disminución del nivel de funcionamiento psicofísico individual en la esfera laboral. Todos somos conscientes del efecto psicofísico de entregarnos al máximo en nuestras labores diarias y queda poca esperanza para la persona que ya no es capaz de obtener satisfacción y felicidad de esta fuente. De nuevo, en la esfera de la política, ¿qué puede ser más estúpido que la actitud partidista ordinaria que conduce, como lo hace, a manifestaciones indeseables individuales de engaño, prejuicio, egoísmo y “arrebatos emocionales”? Es una conducta irrazonable y deshonesta la de negar el apoyo o denunciar medidas que uno cree correctas y de valor para la humanidad, simplemente porque podrían ser defendidas por el partido político al que uno no pertenece. Bajo el plan actual, política y engaño son interdependientes. Para conseguir ser reelegido, el individuo recurrirá a formas de engaño con las que no se humillaría en otros ámbitos de la vida, particularmente haciendo promesas que no tiene la menor intención de cumplir y que sus electores, si utilizaran su capacidad de razonamiento, a menudo sabrían que no puede cumplir. Todavía están en una etapa de la evolución en la que la razón está dominada por el instinto de horda y así son arrastrados El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Complejidad y complicaciones en relación con estrés y tensión por su oratoria, su personalidad o ambas cosas. Los efectos dañinos de las actividades de individuos dotados de serios y a veces anormales defectos psicofísicos, están presentes en todas las esferas de la vida y debemos enfrentarnos al hecho de que no es la gente que no está dispuesta a hacer daño a sus congéneres la que está hoy retrasando el reloj de la civilización sino por el contrario, es esta gente mal orientada que dedica su vida a elevar a sus compañeros mientras ellos mismos permanecen bajo la influencia de emociones pervertidas y prejuicios. La historia de nuestro plan social en las esferas de la industrialización, política, religión, educación, medicina, etc. de los últimos trescientos años, es del mayor interés en el tema de la actitud de aquellos relacionados con intentos de reforma, organización, avance y unidad, pues estos intentos invariablemente resultarán ser específicos y de “obtención del fin”, consiguiendo, aún cuando el “fin” especifico se alcance, que nuevas complicaciones conduzcan a conflictos sociales y males diversos. Si vamos a eliminar el desequilibrio que hay en estas direcciones y avanzar satisfactoriamente, debemos elevar gradualmente el nivel de coordinación psicomecánica y pasar a una etapa de control consciente y constructivo que irá asociada al establecimiento de los principios de los “medios por los cuales” en lugar de los principios de “obtención del fin”.

4ª parte: Percepción sensorial en relación con la felicidad La nota característica de la verdadera felicidad suena cuando el niño sano está entretenido haciendo algo que le interesa. Puede ser la niña que lava y seca sus tazas de té o viste y desviste a su muñeca, o el niño que está fabricando un tren de juguete o un carro con un trozo de madera y una cuerda o montando cualquier juguete moderno que una vez completado será un caballo, un puente o un modelo de alguna máquina que funcionará. El niño siempre se siente atraído por la maquinaria; verdaderamente, descubrir “cómo funciona” es el deseo natural de todo niño sano y es por tanto muy significativo que en las escuelas en las que se han hecho experimentos en reeducación en una base general, los niños se hayan interesado más en este trabajo que en cualquier otra de sus actividades escolares. No tardan en reconocer que las máquinas más interesantes son ellos mismos y su interés natural en la mecánica encuentra su mejor objetivo en el proceso de su propia reeducación. Nuestra experiencia ha sido que este interés, un interés inteligente en el funcionamiento de sus propios mecanismos psicofísicos, crece firme y ampliamente. Pues los procesos psicofísicos que preceden y acompañan el deseo del niño de adquirir conocimiento del funcionamiento mecánico de la maquinaria inanimada, son los mismos que los necesarios en una actividad relacionada con la adquisición de conocimiento del uso adecuado de sus propios mecanismos. Debería ser obvio para todos los implicados que en cualquier proceso de crecimiento y desarrollo del niño o adulto, la experiencia en el empleo de los mecanismos del organismo psicofísico debe preceder a toda otra experiencia mecánica, y cualquier otra experiencia ganada posteriormente en la esfera de la experimentación mecánica inanimada aumentaría entonces materialmente en valor. Se nota la expresión de interés, felicidad y satisfacción que exhibe el niño cuando uno le ha ayudado a entender89 por primera vez que tener el cuello indebidamente tenso, quizá con la cabeza echada demasiado atrás, no es en absoluto culpa de su cuello sino que esto se debe al hecho de que está intentando hacer con los músculos del cuello lo que debería hacer con otros mecanismos. No podemos olvidar las manifestaciones tan poco habituales como satisfactorias del niño cuando llega a ser capaz de inhibir,90 esto es, decir “No” a algún estímulo 89 Naturalmente, la manipulación del maestro le habrá proporcionado previamente la percepción sensorial fiable correspondiente. Para una explicación detallada, véase el capítulo 2.7, “Percepción sensorial imperfecta”. 90 El comportamiento del niño cambia cuando aprende a inhibir su deseo de responder a cierto estímulo antes de ir a dar las nuevas órdenes o direcciones predecesoras de los medios por los cuales puede conseguirse el “fin” particular que desea. Este cambio de expresión fue muy evidente en el caso de una niña que había desarrollado los más pronunciados malos hábitos en el uso de su organismo psicofísico y tenía lo que llamamos una expresión “apocada” al empezar la clase. En cierta etapa de su reeducación, desarrolló un reconocimiento consciente de las experiencias nuevas y correctas conseguidas gracias a la manipulación del maestro y fue capaz de inhibir, es decir, decir “No”

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Percepción sensorial en relación con la felicidad de la actividad mal dirigida (que en el último ejemplo era decir “No” a su deseo subconsciente de echar la cabeza atrás y tensar el cuello) y entonces, con una expresión nacida de la confianza, dar las órdenes o direcciones que son el resultado de una concepción razonada de sus correctos “medios por los cuales”, contribuyendo todo el proceso a prevenir la sobreexcitación de los reflejos del miedo. La experiencia nos ha demostrado que los niños están desusadamente interesados en el funcionamiento de su propia maquinaria psicofísica cuando los procedimientos utilizados son los de la reeducación en una base general y consciente. Encuentran un nuevo interés en todas las actividades en las que pueden aplicar y mejorar el uso de sí mismos y su felicidad al descubrir, por ejemplo, que pueden mejorar sus juegos mediante una dirección general consciente de ellos mismos (algo bien diferente de las direcciones específicas habituales que reciben en los entrenamientos), es una felicidad que aumenta con su mejoría psicofísica. Me esforzaré ahora en demostrar que la falta de felicidad real manifestada por la mayoría de adultos hoy día, se debe al hecho de que experimentan, no una mejoría sino un deterioro continuo en el uso del sí mismo psicofísico. Esto va asociado con aquellos defectos, imperfecciones, rasgos indeseables de carácter, disposición, temperamento, etc. característicos de la gente imperfectamente coordinada que batalla con la vida acosada por ciertos desajustes del organismo psicofísico, que realmente están provocando condiciones de irritabilidad y presión, tanto en horas de sueño como de vigilia. Mientras los desajustes permanezcan, estas malas condiciones aumentarán día a día, semana a semana y alimentará ese estado psicofísico insatisfactorio que llamamos “infelicidad”. No es de extrañar que bajo estas condiciones, la persona afectada se vuelva cada vez más irascible e infeliz. La irritabilidad no es compatible con la felicidad y la criatura humana ha de emplear este organismo ya irritado en todas las actividades psicofísicas requeridas por un modo de vida civilizado. Ésta es la razón de que cada esfuerzo hecho por la criatura humana cuyo organismo está ya en una condición irritada, contribuya a irritar aún más a la criatura y entonces, si esto sigue así, sus posibilidades de ser feliz disminuyen. Es más, sus experiencias de felicidad se vuelven de duración aún más breve, hasta que finalmente se ve forzada a refugiarse en un estado de infelicidad, una condición psicofísica tan pervertida como aquel estado de enfermedad que la gente alcanza cuando experimenta una forma perversa de satisfacción al sufrir dolor, como suele decirse, al “disfrutar de la mala salud”. Esta perversión está relacionada con aquellos rasgos puramente animales que pueden acompañar condiciones mórbidas y que se hacen indebida y dañinamente manifiestas en aquellos estados de excitación inusual y marcado desaliento, cuando el razonamiento del individuo no está presente y está dominado por sus impulsos emocionales. Simplemente tenemos que considerar las experiencias de la criatura humana, afligida por las condiciones de irritación y presión a las que ya nos hemos referido, en su intento de emplear este organismo irritado de un modo general en sus actividades de la vida, para reconocer que incluso sus experiencias ocasionales de felicidad serán de duración indebidamente corta y tenderán a serlo más con el tiempo. No importa si estas experiencias se obtienen en la esfera del reposo, trabajo, ocio, placer, deportes o educación general; en todas estas actividades, obstáculos como la irritación y la presión permanecen más o menos igual. Esto significa que experiencias que sólo contribuirían a irritar a una persona en posesión de un nivel relativamente alto de percepción sensorial y de mecanismos psicofísicos adecuadamente coordinados, con toda seguridad irritarán mucho más a una persona que ya está acosada por la irritación y la presión, como consecuencia de la peligrosa condición de percepción sensorial no-fiable en el uso del organismo que hemos indicado. Además, una persona así se irritará con experiencias que no tendrían el menor efecto sobre una cuya percepción sensorial fuera fiable. al estímulo que antes disparaba toda la serie de movimientos incorrectos y dañinos. Cuando descubrió esto, o sea, que diciéndose “No” a sí misma podía EVITAR que sus malos hábitos problemáticos y largamente establecidos llevaran la voz cantante, todo su comportamiento cambió y con una confianza completamente nueva para ella, procedió a darse a ella misma las direcciones que le permitirían hacer de la nueva y coordinada manera (los “medios por los cuales” correctos) el movimiento que ella se había impedido a sí misma hacer en su antigua manera mal coordinada. El hecho de que ella no sólo pudiera pensar sino además CONTROLAR LOS MEDIOS POR LOS CUALES podía alcanzar su “fin” (en lugar de precipitarse a él ciegamente en su antiguo modo subconsciente) la libró de la timidez que había sido el rasgo sobresaliente en su caso y con el gradual desarrollo del control, la antigua expresión “apocada” dio paso a una de confianza y felicidad.

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Percepción sensorial en relación con la felicidad La condición psicofísica de la persona afligida por la irritación y la presión es tal, que todos sus esfuerzos en cualquier dirección terminarán en mayor o menor grado en fracaso, comparados con los esfuerzos de aquellos que no están así afligidos y probablemente no existe un estímulo peor para provocar la irritabilidad de la persona afectada que el fracaso (tanto relativo como completo), ni nada que pueda tener un efecto peor sobre nuestras emociones, respeto por uno mismo, felicidad o confianza, de hecho, sobre nuestro temperamento y carácter en general. Sólo hay que fijarse en la expresión y comportamiento general de alguien que tenga éxito en la vida y de alguien que sea un fracasado; de alguien que haya tenido éxito en cualquier acto simple, en trabajo, deportes o en aprender algo y de alguien que haya fallado relativa o completamente. Si nos fijamos en cualquiera de ellos en los días en que sus esfuerzos han tenido un éxito relativo, el menos observador de entre nosotros se convencerá de la notable influencia del éxito y de cómo contribuye a la felicidad. Mire al niño en sus primeros esfuerzos, antes y durante sus días escolares o las experiencias de los adultos en las actividades cotidianas en cualquier esfera, y observará que cuando emplean su organismo con buen resultado, dominan la felicidad y la satisfacción. La confianza nace del éxito, no del fracaso y nuestros procesos educativos y en el arte de vivir en general, deben basarse en principios que nos permitan estar seguros de los medios por los cuales apropiados que pueden garantizar un fin, para que así predomine un alto porcentaje de aquellas experiencias satisfactorias que desarrollan la confianza, contra un pequeño porcentaje de experiencias insatisfactorias que contribuyen a minar nuestra confianza y nos hacen infelices. Un conocido especialista médico me envió uno de sus pacientes para un diagnóstico. Entonces me llamó para discutir los detalles de mis conclusiones y cuando le señalé que su paciente sería un alumno difícil de reeducar como consecuencia de su condición emocional inusualmente desequilibrada y su estado de peligrosa irritabilidad, él me advirtió: “Debo decirle que él está amargado por un fracaso relativo a su trabajo profesional”. Para ilustrar estos puntos, trataremos sobre las experiencias prácticas de la criatura humana en los campos del ocio y los deportes, porque podemos suponer que allí, de algún modo, actuará de acuerdo con los dictados de sus propios deseos y apetencias en la anticipación de aquellas experiencias psicofísicas que producen felicidad. Todos conocemos la anticipación del placer e incluso su suave y alegre excitación, asociada a anteriores experiencias de nuestros amigos que practican golf, tenis, críquet, fútbol y otros deportes y formas de diversión. Esta anticipación del placer nace del hecho de asociar las manifestaciones que llamamos felicidad con la permisividad a estas actividades y poca duda puede haber de que deberíamos ser capaces de conseguir una felicidad permanente y una satisfacción creciente al aumentar nuestra experiencia en cualquier deporte o forma de diversión, mientras pongamos nuestros esfuerzos personales de cualquier tipo, en la práctica del deporte. Pero a pesar de esto, sabemos que en la mayoría de casos y en contra de lo esperado, las manifestaciones de alegría tienden a disminuir en lugar de aumentar con la acumulación de experiencias prácticas en estas formas de diversión. Que este sea el caso con la mayoría de nosotros, demuestra seguramente que algo está radicalmente mal en el uso de nuestros mecanismos psicofísicos y en la aplicación de estos mecanismos a las demandas del deporte o diversión particular. La razón de esto quedará clara si intentamos establecer las experiencias psicofísicas en acción y reacción resultantes de una decisión personal de jugar, digamos, golf. Consideremos el caso de cualquier persona corriente (no el de una persona excepcionalmente bien dotada para el golf) y observémosla en su primera lección con su entrenador, sea profesional o no. En primer lugar, casi podemos asegurar que la percepción sensorial del alumno será más o menos poco fiable e irá asociada a un uso imperfectamente coordinado de sus mecanismos psicofísicos y en segundo lugar, que él nunca habrá sido reeducado en una base general. Desdichadamente, esto también se aplica al entrenador, lo cual significa que en ambos casos, su conocimiento del uso de los mecanismos psicofísicos que van a utilizar en la clase, es el resultado de experiencias subconscientes insatisfactorias e incluso dañinas. Podemos suponer que ellos tienen poco conocimiento consciente del uso de estos mecanismos, tanto en el campo de la teoría como en el de la práctica, e incluso que este poco lo será en una base específica. No se da la debida consideración a la verdadera relación de “causa y efecto” en una base general sobre el funcionamiento de estos mecanismos y como veremos, la mayoría de los efectos (síntomas de alguna “causa” o “causas”) que tienen la suerte de reconocer, no serán tratados por ellos más que como “causas” y manejados de acuerdo El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Percepción sensorial en relación con la felicidad con el principio de “obtención del fin”. Por ejemplo, estamos muy acostumbrados al tipo de instrucciones que el entrenador da al alumno para “sujetar el palo”, “mantener la vista en la bola” y todas las otras cosas que el alumno debe o no debe hacer con las diferentes partes de su organismo en un momento dado. Ahora quedará claro para cualquier espectador con un conocimiento del empleo satisfactorio de los mecanismos psicofísicos en una base general, que el alumno particular será incapaz psicofísicamente de efectuar adecuadamente un buen número de las instrucciones específicas que se le han dado para superar sus dificultades y verdaderamente, que cualquier intento por su parte de seguir estas instrucciones en el principio de “obtención del fin”, con la práctica dará como resultado un aumento y no una disminución de sus dificultades. Es de conocimiento general que la mayoría de los jugadores no pueden mantener la vista en la bola, pero ni el alumno ni el entrenador son conscientes de los obstáculos psicofísicos fundamentales relacionados con este fallo. Es imposible en el ámbito de este libro, discutir estos factores en detalle en relación con el golf y en lugar de ello, me propongo tratar sobre el intento del alumno de seguir las instrucciones del entrenador, desde el punto de vista de la fiabilidad de la percepción sensorial y de la coordinación en una base general. Y como preliminar quiero señalar que en el plan de enseñanza del que la clase que estamos viendo es un ejemplo, nada se hace para dar ayuda práctica al alumno en este sentido. El entrenador es ciertamente incapaz de hacer un diagnóstico satisfactorio en el asunto de la percepción sensorial y probablemente no sabe si el alumno está bien coordinado en una base general o no; en cualquier caso, es un hecho que él no intenta hacer un diagnóstico en este sentido. Meramente supone que si le da al alumno ciertas instrucciones, le dice qué hacer y qué no hacer, ha cumplido concienzudamente con sus deberes como entrenador. Además debería conocer perfectamente, que en el recorrido hacia “arriba y abajo de la oscilación” del palo, por ejemplo, un buen número de las instrucciones separadas que ha dado a su alumno ha de ser ejecutado por un buen número de diferentes partes del organismo. Es más, debería saber que todas estas instrucciones deben estar unidas entre sí (esto es, el alumno debe ser capaz de pensar y hacer más de una cosa a la vez) y que todas las diferentes partes del organismo deben ser utilizadas “simpáticamente”; deben, lo que llamamos, “trabajar juntas”. En otras palabras, el entrenador debe saber que debe haber coordinación en el empleo de todos los mecanismos implicados y a pesar de ello, no le proporciona al alumno los medios por los cuales puede conseguir esta necesaria coordinación de una base general en el uso del sí mismo psicofísico. Pero ya hemos señalado y estamos preparados para demostrar, que la gran mayoría de la gente de nuestro tiempo está en mayor o menor grado imperfectamente coordinada. Si esto es así, ¿cómo es posible que el alumno coordine este organismo psicofísico en una base general para ejecutar las instrucciones específicas del entrenador de golf, este primer día de clase o cualquiera de los siguientes, mientras no haya recuperado un nivel satisfactorio de coordinación general por algún proceso de reeducación que restablecería un nivel fiable de percepción sensorial? Por lo tanto, por lo dicho anteriormente, queda claro que el alumno cuyas clases estamos viendo, está mal equipado para ejecutar las instrucciones del entrenador satisfactoriamente y ahora vamos a seguirle a través de las experiencias resultantes de los diferentes esfuerzos que hace para ejecutar estas instrucciones en su condición mal equipada. Podemos suponer que después de dar el primer golpe, el entrenador habrá notado algún error o errores particulares de los que advertirá al alumno e igualmente podemos suponer que el alumno (trabajando en el plan de “obtención del fin” y permitiéndose en este proceso lo que él llama “concentración”) empezará a concentrarse en las diferentes correcciones sugeridas por el entrenador sobre el error o errores que le ha indicado, tras lo cual dará otro golpe, es decir, “lo volverá a intentar”. Se verá que en este segundo intento, el alumno ya ha decidido que una u otra de estas correcciones es la más importante y así procederá a concentrarse especialmente en ella con la práctica exclusión de las demás y repetirá este proceso en cada intento subsiguiente. Ahora, aunque es muy posible que mediante este plan de concentrarse en las correcciones, pueda conseguir erradicar alguna falta o faltas específicas, el punto que El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Percepción sensorial en relación con la felicidad quiero destacar de nuevo es que habrá conseguido este fin a costa de pasar por alto otras correcciones igualmente importantes, como consecuencia de haberse concentrado sólo en una cada vez. Entonces, mediante este proceso de concentración, como hemos señalado en un capítulo anterior, probablemente habrá aumentado su lista de faltas. No sólo esto sino que además, el proceso psicofísico implicado es inseparable de la sobreexcitación de los reflejos del miedo y gradualmente, crea un estado emocional que dificulta el progreso del alumno en el juego y se convierte en una fobia establecida que no sólo influenciará su juego peligrosamente, sino que dificultará todas sus otras actividades. Una cosa es cierta, que si una persona imperfectamente coordinada hace un esfuerzo subconsciente para ejecutar instrucciones específicas como éstas con las que ahora tratamos, el resultado total debe ser insatisfactorio. La mayoría de sus experiencias psicofísicas serán experiencias peligrosas, ya que deben contribuir a minar su confianza en sí mismo y esta falta de confianza que nace de una conciencia de completo o relativo fracaso, servirá para añadir aún otro factor más de dificultad a la situación con la sobreexcitación de los reflejos del miedo y el desarrollo de condiciones emocionales dañinas asociadas a un estado de infelicidad relativa. Uno de los mayores factores en el desarrollo humano es la creación de una forma de confianza que es el resultado de aquel método de aprendizaje en el que se entregan al alumno los correctos medios por los cuales alcanzar su fin antes de que haga ningún intento de obtenerlo. Por este método, el intento que hace tendrá mayor o menor éxito desde el principio y una serie de experiencias psicofísicas satisfactorias en lugar de insatisfactorias le seguirá y con ellas esa confianza inteligente y ese estado de felicidad asociados inmediatamente, que es la “conquista consumada” del ser humano en un plano consciente. En una civilización como la nuestra, en la que la inquietud, la infelicidad y la falta de interés en las cosas reales de la vida se manifiestan notablemente en el género humano, todos nuestros esfuerzos deben ser para permitir a la criatura humana conservar el interés y la satisfacción exhibidas por el niño saludable cuando utiliza adecuadamente su organismo; y además, para crear las condiciones en las que el crecimiento satisfactorio, con todo lo que este proceso implica en las manifestaciones psicofísicas fundamentales, continuará a través de la vida y en el que será imposible el estancamiento que acompaña los hábitos psicofísicos fijos y los usos de “obtención del fin” específicos del organismo psicofísico. El empleo consciente de los mecanismos psicofísicos en una base de coordinación no específica sino general en todos los actos de la vida, constituye un problema intelectual real y sin fin de control constructivo que en lugar de destruir, desarrolla el interés y el placer intelectual general incluso en actos ordinarios como los de “sentarse” y “estar de pie”. Tomemos por ejemplo, el tantas veces repetido acto de “sentarse”. En este acto, la persona subconscientemente controlada, tan pronto como toca la silla, en lugar de permitirle que la soporte, procede a lo que ella llamaría “sentarse”, esto es, a hacer ciertos movimientos y alteraciones innecesarias en el ajuste y condición general del organismo con aquel uso imperfecto de los mecanismos que emplea subconscientemente para sentar a sí misma (“sentarse”). Esto significa que ha efectuado el acto de “sentarse” de acuerdo con su concepción subconsciente de ello. En otras palabras, se ha “hundido”, como decimos, y cuando llega a esta condición imperfectamente coordinada, el proceso de sentarse ha terminado para ella en lo que a su conocimiento concierne. Sigue olvidándose del mal uso de sus mecanismos y de la irritación y presión asociados a la mala postura que ha asumido subconscientemente y que, desgraciadamente para ella, le parece natural y confortable. Igualmente, al ponerse de pie “siente” la manera de levantarse y repite la misma permisividad subconsciente de sus hábitos automáticos relacionados con el acto de levantarse y una vez se ha “puesto de pie” el proceso ha terminado para ella en lo que a su conocimiento concierne. En ambos casos ella finaliza un proceso psicofísico que, en realidad, nunca debe finalizarse. Verdaderamente, su nivel de conocimiento relacionado con esto es inadecuado igual que su percepción sensorial no es fiable y las condiciones psicofísicas aquí señaladas son inseparables de la falta de interés y falta de placer general en los actos ordinarios de la vida. En cambio, cuando una persona se sienta o se pone de pie de acuerdo con las exigencias del control consciente y constructivo, el proceso implica un estado El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Percepción sensorial en relación con la felicidad adecuado y continuo de atención creciente al uso de los mecanismos, de forma que en cuanto se hace un uso incorrecto de estos mecanismos, la persona afectada se da cuenta de ello e inmediatamente substituye el uso incorrecto por uno correcto. La conciencia creciente de esto, contribuye cada vez más a la consecución satisfactoria de acuerdo con los “medios por los cuales” razonados y satisfactorios, y connota un proceso continuo que introduce un interés especial y un placer en los actos más ordinarios de la vida.91 Los procesos psicofísicos fundamentales conscientes no terminan; son continuos y por tanto connotan crecimiento y desarrollo reales. Esto se aplica a todos los actos de la vida y el establecimiento de los usos psicofísicos asociados a los procesos de control constructivo y crecimiento continuo aquí implicados, es inseparable de aquella manifestación psicofísica que llamamos “felicidad”. Son procesos que resultan de la aplicación de los principios de los “medios por los cuales” y no de la aplicación de los principios de “obtención del fin” asociados a aquellos intentos específicos característicos del esfuerzo humano en un plano subconsciente que son adoptados en la persecución de lo que llamamos “placer”. Aquí tenemos la explicación de la creciente necesidad entre la gente controlada subconscientemente, de placer específico, con todos los defectos de intranquilidad y exceso que la acompañan, comparado con aquella felicidad duradera con su acompañante sentido de satisfacción y alegría asociado a la moderación y control general. Desdichadamente, se nos ha enseñado que todos los actos ordinarios de la vida más necesarios y por tanto repetidos más a menudo, deben ser automáticos e inconscientes; por esto se han vuelto indiferentes. La condición psicofísica aquí indicada es una que induce estancamiento en el organismo y como esta es una condición que se vuelve cada vez más pronunciada con la edad, gradualmente perdemos la capacidad de poner interés consciente y obtener placer de aquellas actividades normales y útiles de la vida en la esfera de hacer, oír, ver, etc. Poca duda hay entonces de que tarde o temprano buscaremos satisfacción en actividades menos normales y menos útiles y nos crearemos una necesidad indebida y dañina de excitaciones y estimulaciones específicas o de algún otro placer específico. Todos nuestros esfuerzos en el campo de la educación deben ser para crear las condiciones para que el crecimiento continúe a lo largo de la vida, condiciones en las que el estancamiento que acompaña a los hábitos fijos será imposible. Entonces no encontraremos como ocurre ahora, hombres y mujeres realmente asustados de retirarse del negocio o profesión con la que se han ganado su subsistencia y adquirido competencia, porque no tienen interés en hacer nada más y no pueden adaptarse a una nueva forma de vida. Esta tragedia es una de las características más común y más aguda de nuestra vida moderna y se verá que en tales casos, los individuos afectados tienen tan poco control de sus mecanismos psicofísicos (salvo en ciertas esferas limitadas), que no pueden emplearlos en una esfera completamente nueva sin experimentar la forma más angustiosa de funcionamiento psicofísico. Un estudio de esta cuestión nos demostrará que los procesos de razonamiento y de acción en la persona corriente subconscientemente controlada, que ha alcanzado la edad próxima a la jubilación de su negocio o trabajo profesional, revelan la tendencia a ir hacia atrás y depender cada vez más de métodos automáticos de procedimiento. La mayoría de hombres y mujeres al llegar a esta edad se han convertido en meros autómatas, repitiendo día tras día la misma serie de actividades psicofísicas y limitándose progresivamente a ellos mismos dentro de ciertas esferas de actividad, cada vez más a medida que pasa el tiempo mientras, al mismo tiempo, los defectos e imperfecciones en el uso general de los mecanismos de los que depende esta actividad, se vuelven cada vez más pronunciados. Esto significa que al aproximarse a esa edad, generalmente se está cultivando una condición de deterioro y estancamiento en todo el organismo, la peor preparación posible para la nueva forma de vida, que se perpetúa92 cuando un hombre o una mujer se retira de su negocio o profesión. Esto explica por qué tantos hombres y mujeres se 91 Como escribí en La herencia suprema del hombre (apartado 1.6.4): “Cuando se ha conseguido el control consciente verdadero, un 'hábito' nunca necesita hacerse fijo. No se trata en absoluto de un hábito real, sino de una orden o serie de órdenes dadas a los controles subordinados del cuerpo, órdenes que serán ejecutadas hasta ser revocadas.” 92 Sólo hay que fijarse en la actitud de la gente en general hacia las circunstancias, incluso en el área doméstica, que obligan a cambios en sus hábitos de vida, para darse cuenta de que tienen una concepción exagerada e incluso dañina de los sufrimientos o incomodidades que tienen que soportar por esta alteración del curso automático de su existencia doméstica.

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Percepción sensorial en relación con la felicidad viene abajo cuando dejan de trabajar. Alguien ha dicho, refiriéndose a la monotonía del ambiente en el que la criatura humana vive y se mueve, que la monotonía es el lecho mortuorio de la existencia. ¿Pero qué hay de la monotonía dentro del sí mismo psicofísico de la criatura humana, una monotonía causada por el cese gradual de aquellas sensaciones producidas por las nuevas experiencias que acompañan al crecimiento y la movilidad dentro del organismo desde el nacimiento? Verdaderamente, ésta es la monotonía en su forma más dañina pues va de la mano de un grado creciente de estancamiento en la totalidad del organismo. Por ejemplo, reconocemos el peligro del estancamiento de nuestras células, cuando los procesos concernientes a la reparación de tejidos dañados dejan de funcionar; cuando ocurre esto, el estancamiento que le sigue es análogo al que ocurre al cesar las sensaciones por las nuevas experiencias explicado antes y ambas formas de estancamiento producen monotonía e infelicidad. Otra forma de monotonía resulta de “saber” por haber crecido; de la concienciación de que hemos dejado de crecer. Cuando un hombre llega al momento en que decide que “conoce” el tema, decide consciente o subconscientemente que ya no le queda nada por aprender y pronto empieza a perder lo que sabe; cuando se da cuenta de que “ha crecido”, ha alcanzado una etapa en la que ya ha empezado a entontecer aquellas potencialidades de crecimiento que antes tenía y que podría haber tenido hasta el final. Aburrimiento, monotonía y descontento siguen rápidamente al establecimiento de esta condición. También vemos que la gente que está satisfecha de “saber”, es la gente menos observadora y al mismo tiempo la más infeliz y descontenta. Mucha gente admitirá que darse cuenta, demasiado a menudo no es lo mismo que anticiparse, pero esto de nuevo es consecuencia de las condiciones psicofísicas presentes. Si darse cuenta no es sólo equivalente sino incluso a veces aventaja a la anticipación, nuestro plan psicofísico de desarrollo debe ser fundamentalmente uno de crecimiento continuo y de nuevas experiencias y consecuentemente, nunca alcanzamos el momento en que podemos decir que hemos terminado de aprender. Esto connota una anticipación continua de nuevas experiencias de crecimiento y desarrollo, para que el reconocer una nueva experiencia del funcionamiento psicofísico no produzca una sensación de finalidad con la consiguiente perdida de interés, sino que sea una indicación clara de haber dado un paso adelante en crecimiento y desarrollo lo que es nuevamente un punto de apoyo para la nueva etapa de avance y así sucesivamente. Las nuevas experiencias relativas al funcionamiento progresivamente mejorado de la criatura humana indicadas antes, dependen primeramente de un entendimiento creciente, desarrollado conscientemente, de las operaciones relativas a la dirección-control del organismo psicofísico en general durante las horas de vigilia y de sueño. William James nos sugirió que debemos levantarnos cada día en búsqueda de la salud. Esperamos llegar más lejos, pues disponemos de una técnica que ofrecer a este respecto, que permitirá a la criatura humana seguir aumentando el nivel de aquella condición del funcionamiento psicofísico que incrementa la salud, y las experiencias resultantes del uso de esta técnica nos llevan al convencimiento de que el deber más importante de la criatura humana en nuestra actual etapa de vicisitudes evolutivas, es la del continuo cultivo individual del fundamental control consciente y constructivo del organismo psicofísico humano y sus potencialidades. Es cierto que el hombre ha hecho una aplicación especial del llamado control consciente en el empleo de sus poderes de razonamiento en lo relativo a “causas y efectos”, “medios y consecuencias” fuera del organismo humano, pero este intento de control específico del entorno no ha resultado ser un control fiable de consecuencias reales; nuestra experiencia parece demostrar en cambio, que cuanto más continuemos aplicando esta forma de “control consciente” no-fiable, peor estaremos. Mi experiencia con la aplicación práctica de la técnica que he descrito, me convence de que si vamos a dominar un control consciente fiable del entorno y un razonamiento satisfactorio en relación con “causas y efectos”, “medios y consecuencias”, debemos ser capaces primero de dominar el control consciente y constructivo fundamental del organismo psicofísico individual. Esto necesita de un nivel de funcionamiento psicofísico cada vez más alto, que a su vez necesita un El Control Consciente y Constructivo del Individuo

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Percepción sensorial en relación con la felicidad entendimiento satisfactorio y creciente y el uso consciente de los maravillosos mecanismos correspondientes. Este proceso dota a la criatura humana de una esfera de actividad psicofísica de posibilidades casi ilimitadas donde hasta ahora, había mostrado las peores formas de actividad irrazonable y subconscientemente dirigida.

Conclusiones: Actitud psicofísica A lo largo de este libro, he tratado sobre varios defectos, peculiaridades, deficiencias y usos imperfectos del organismo psicofísico humanos, que tienden a aumentar durante los procesos de crecimiento y desarrollo y demasiado a menudo se establecen como “malos hábitos” mucho antes de alcanzar la adolescencia, siendo la suma total de las experiencias correspondientes, el fundamento de la llamada “actitud mental”. Para la criatura humana, el funcionamiento del sí mismo psicofísico y el empleo de este sí mismo en las actividades diarias es “lo primordial” y sólo aquellos que poseen la llave del almacén de sus experiencias psicofísicas, heredada o adquirida, pueden alcanzar aquella etapa de conocimiento de sus reacciones psicofísicas a los estímulos que justifica una visión optimista de cualquier esfuerzo que pueda hacerse para la superación del hombre. El conocimiento al que me refiero, es aquella comprensión de los procesos psicofísicos presentes en las diferentes etapas de crecimiento y desarrollo de la criatura humana, responsables de las manifestaciones cuyo propio entendimiento es esencial para cualquier consideración satisfactoria de “causa y efecto”, primariamente con respecto a las actividades relativas al desarrollo de la misma criatura humana y secundariamente, con respecto a sus actividades fuera de sí misma al aplicarlas al acto de vivir en el complejo entorno de experiencias sociales, religiosas, políticas, morales, educativas, industriales, etc. en la civilización. La criatura humana continúa abalanzándose de un extremo la otro por el principio de “obtención del fin” en su intento de reforma o mejora “física”, y lo que acabo de indicar sobre lo que es necesario para el entendimiento de “causa y efecto” primaria y secundariamente, es de la máxima importancia en esta relación y en cualquier valoración de modelos para la elevación de la criatura humana que demuestren ser satisfactorios permanentemente. ¿Qué probabilidad hay de que alguno de estos modelos de reforma consiga algo más que hacer las condiciones más caóticas, hasta que los individuos afectados hayan sido reeducados en una base general y reorganizados como una unidad psicofísica? Pues en el último análisis, es la reacción individual de la criatura a los estímulos resultantes de la concepción individual de aquel modelo de reforma lo que cuenta, incluso aunque el modelo en sí mismo, pueda considerase satisfactorio. Esto nos hace volver al tema de la concepción ya descrito y con el que nos hemos esforzado en demostrar que sólo en un estado de actividad coordinada en el que el organismo está funcionando cerca de su máximo, podemos esperar algo próximo a una concepción satisfactoria de ideas o experiencias nuevas y desconocidas. De ahí la necesidad de tener un entendimiento primario de la “causa y efecto”, relacionado con el funcionamiento del organismo mismo. Pues sólo después de haber resuelto este problema en el individuo, podemos pasar con seguridad a la consideración secundaria de “causa y efecto” relacionada con los problemas cotidianos. Sólo entonces tendremos justificación para afirmar que las reacciones del individuo a los estímulos, serán reacciones de una criatura humana controlada, cuyo empleo de los procesos de razonamiento en las actividades de la vida, previene la excitación indebida y dañina de los reflejos del miedo y las emociones, especialmente cuando se ve en la necesidad de manejar aquellas situaciones o problemas nuevos y desconocidos que son la consecuencia natural de todos los procesos que contribuyen al avance en el plano evolutivo.

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