EL CINE COMO TRANSMISOR DE VALORES

EL CINE COMO TRANSMISOR DE VALORES Mª Ángeles Almacellas Bernadó Escuela de Pensamiento y Creatividad Actualmente vivimos en un mundo eminentemente a...
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EL CINE COMO TRANSMISOR DE VALORES Mª Ángeles Almacellas Bernadó Escuela de Pensamiento y Creatividad

Actualmente vivimos en un mundo eminentemente audiovisual. Los medios de comunicación, como internet, la televisión y el cine, ejercen una gran influencia sobre nosotros: orientan nuestros gustos -en gran parte por la fuerza de la publicidad-, y crean opinión. Condicionan también nuestras creencias fundamentales, las que nos llevan espontáneamente a adoptar ciertas actitudes y realizar diversas acciones. En circunstancias normales, trabajamos todos los días a lo largo de un mes sin percibir ninguna remuneración porque “creemos” que el último día recibiremos nuestro salario. Sólo en el caso de que se advierta alguna inestabilidad en la empresa nos cuestionamos nuestra “creencia”, nos sentimos incómodos y adoptamos una actitud hostil. Estas “creencias” básicas que están en el origen del comportamiento no surgen como consecuencia de una actitud gregaria ni de falta de reflexión, sino del hecho de estar insertos en una tradición cultural, no vivir aisladamente sino en la experiencia de la comunidad a la que pertenecemos. Pero, hoy día, los medios desacreditan muchas de las creencias que los niños adquieren en el seno de la familia y en la escuela. Inmediatamente les transmiten otras contra las que los educadores poco tenemos que hacer. En consecuencia, uno de los grandes retos de nuestro tiempo consiste en aprender (y luego enseñar a otros) a ser espectadores críticos, hábiles para descodificar el lenguaje de la imagen y conscientes de los mensajes que recibimos diariamente. Ahora bien, por otro lado, la imagen cinematográfica encierra en sí misma un enorme potencial formativo, de tal modo que su eficacia no se reduce a procurar evasión, sino que constituye un inestimable recurso para llevar a cabo, por lo menos, tres grandes tareas educativas: 1) Formar espectadores críticos capaces de analizar los “mensajes” y los recursos de los medios de comunicación. Con ello nos ponemos alerta ante la incalculable fuerza de la manipulación; 2) Descubrir los procesos humanos básicos, es decir, qué actitudes llevan al hombre a su plenitud y cuáles, por el contrario, lo agostan como persona; 3) Descubrir el sentido de la vida, es decir, comprender que para alcanzar lo realmente valioso hay que elevarse al nivel de la creatividad.

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1) Formar espectadores críticos Para cumplir el primer objetivo –formar espectadores críticos-, recordemos la genial película protagonizada por Jim Carrey El show de Truman (una vida en directo)1, que constituye una crítica mordaz al fenómeno de la televisión y pone al descubierto los mecanismos de los que se vale el medio para fascinar a los espectadores. Narra la historia de Truman Burbank, cuya existencia se ha convertido en una popular serie de televisión. Truman ignora que su ciudad, es, en realidad, un inmenso plató creado por un realizador, director y productor. Todo es falso: la ciudad, los vecinos, sus propios padres, Meryl, su mujer, Marlon, su mejor amigo... Todos son actores y extras. Finalmente, descubre el engaño y lucha por su libertad. Truman parecía un hombre feliz. Todo cuanto le rodeaba era un mero montaje televisivo en el que se le había asignado el papel de marioneta llevada por el productor, aunque el “protagonista” nunca se había planteado la naturaleza del mundo en el que vivía, pues la fuerza persuasiva de la televisión es tal que “aceptamos la realidad del mundo tal como nos la presentan” –como nos dicen en la película-. Más aún, cuando le surgen las primeras dudas -“Creo que me están manipulando”-, le invade un sentimiento de angustia porque su entorno se le vuelve ajeno y hostil, pero no le es fácil liberarse del montaje y llega a pensar que se está volviendo loco. Sin embargo, su propio creador afirma que, si Truman estuviera verdaderamente decidido a descubrir la verdad, no podrían impedírselo. A riesgo de la propia vida -es decir, de perder todas las seguridades en que está pasivamente instalado-, Truman decide correr el riesgo de ser él mismo. Esto supone elevarse del nivel de los objetos, al que está reducido, al nivel de la creatividad, para pensar y decidir por sí mismo. Del sótano en que estaba recluido, sube con esfuerzo hasta el jardín y se lanza a mar abierto hacia el horizonte de la libertad. Por primera vez en 30 años se corta el programa: la lucha por la libertad impide la manipulación. Afronta con coraje presiones y peligros y consigue alcanzar la empinada escalera que simboliza el salto de nivel. A la fuerza del medio televisivo (¡Estás en la televisión, en directo ante todo el mundo! -le grita el productor-) se opone la fuerza de la persona libre: Truman saluda como en el programa, vuelve la espalda y se va. Y el programa -la manipulación- se corta para siempre. Vivimos una época de gran incomunicación en las familias, en los barrios, en el trabajo, en la escuela. Esta situación se intenta paliar con la presencia de la pequeña pantalla en la vida cotidiana. La televisión lo llena todo. Ha sustituido las charlas familiares alrededor de la mesa e, incluso, muchos niños la tienen en su dormitorio. Pero no podemos olvidar que

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el hombre es un ser de encuentro, que se desarrolla como persona creando formas de unidad de alto valor. Cuando permanece aislado, encapsulado en sí mismo, se siente desvalido, “descentrado” de lo que sería su realidad de hombre. Seguir las series televisivas puede dar sensación de compañía, pues los personajes se hacen familiares, pero esto es engañoso. No es una relación reversible; sólo es contacto visual y, además, con una realidad ficticia. Las viejecitas que abrazan el cojín con la imagen de Truman, los guardas del aparcamiento, las camareras... son el prototipo del espectador pasivo, que se distrae, ríe y llora con el espectáculo, por el que toma partido apasionadamente. Pero, en realidad, no hay tal historia. Ni la información aparentemente más objetiva es totalmente fiable porque la imagen también miente. Analizar adecuadamente El show de Truman y ver por dentro las posibilidades arteras de los medios frente a la actitud pasiva e inerme de los espectadores nos pone alerta para no dejarnos aletargar ni manipular.

2) Descubrir los procesos humanos básicos La siguiente tarea formativa que podemos llevar a cabo a través del cine, descubrir la lógica interna de los procesos humanos básicos, constituye un tema fundamental para la educación en valores, que debe afrontarse desde la infancia2. La Ética estudia las actitudes que conducen al hombre a su desarrollo personal o bien a su destrucción. Las obras cinematográficas de calidad describen ambos procesos de forma concreta. Nos distraen porque nos permiten inmergirnos en la trama de otras vidas, a menudo apasionantes. Pero bajo la sucesión de hechos que constituyen el argumento, se despliega todo un tejido de “ámbitos de vida”, enlazados entre sí en una lógica interna, que puede ser constructiva o destructiva. Descubrir esta lógica tiene un gran poder formativo porque nos permite discernir el carácter y las consecuencias de ciertas actitudes. El análisis de grandes obras de cine puede arrojarnos torrentes de luz sobre lo que es nuestra realidad personal y lo que hemos de hacer para llevarla a plenitud. Para penetrar en el tema profundo de la película, tenemos que verla su totalidad, sobrevolando las distintas escenas y siguiendo atentamente su articulación interna. Vistas de

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(The Truman show). Escrita por Andrew Nicol. Dirigida en 1998 por Peter Weir. Interpretada por Jim Carrey, Laura Linney, Noah Emmerich, Natascha McElhone, Holland Taylor y Ed Harris, en los principales papeles. 2 Cf. M. Ángeles Almacellas y Teresa Piscitello, Educar la Inteligencia. Descubrimiento de los Valores a través de la Literatura y el Cine, Editorial Galeón, Córdoba (Argentina), 2000. Alfonso López Quintás, Cómo lograr una formación integral. El modo óptimo de realizar la labor tutorial, San Pablo, Madrid, 1996. El cine como transmisor de valores..........3

este modo, las películas no quedan limitadas a la narración de una historia ajena a nosotros, sino que nos descubren formas de orientar la existencia, y el desarrollo lógico de los procesos humanos básicos. Constituyen toda una lección de sabiduría y, por tanto, encierran un enorme valor formativo. Un material a propósito para cumplir este objetivo es la obra de Walt Disney Pinocho, adaptación del cuento de Carlo Collodi Le avventure de Pinocchio. El tema de la película es el lento, esforzado y laborioso proceso que sigue un ser humano hasta convertirse en una persona de verdad. Pinocho surge de la relación creativa de Geppetto con la madera, y es acogido en un lugar de encuentro, en un verdadero hogar. Se le advierte de la existencia de peligros y de cuáles son las exigencias que debe cumplir para poder llegar a ser un niño de verdad, es decir, para ser persona en plenitud, porque el hombre es un ser libre que debe forjarse a sí mismo. Para el muñeco de madera empiezan una serie de aventuras en las que comprueba que dejarse llevar de los impulsos y deseos inmediatos, sin detenerse a reflexionar sobre ellos y jerarquizarlos en virtud del Ideal -ser un niño de verdad- acarrea consecuencias nefastas. Finalmente, ante el peligro que corren los seres que le aman, sale de sí, de su egoísmo, para entregarse a la maravillosa aventura de encontrarse con ellos. Así es como despierta del letargo en el que estaba sumido por su entrega a todo tipo de vértigos y alcanza su Ideal: ser persona en plenitud. Entregarse a un proceso de vértigo se paga a un precio muy alto. Supone avanzar por el camino contrario del que nos lleva a pleno desarrollo y, por tanto, a la felicidad. Implica deformarse como persona. Por eso a Pinocho le crece la nariz, le salen orejas y rabo de burro. Por el contrario, el proceso de éxtasis o encuentro es un largo camino de aprendizaje y ascesis que conduce al pleno desarrollo personal. Es muy exigente, pues supone el olvido de los propios intereses egoístas de obtener ganancias inmediatas, pero al final lo da todo. Cuando Pinocho llega valiente y esforzadamente ante su padre, se siente avergonzado por su deformidad y está sinceramente arrepentido. Pero Geppeto, que tanto le quiere, está contento porque ha recuperado a su hijo, y esto le basta. La actitud bondadosa de uno que se ha regenerado por amor y de otro que le perdona y acoge generosamente les da fuerza a ambos para intentar liberarse. Corren mil peligros perseguidos por la malvada ballena Monstruo, unidos por un mismo ideal de amor. Gepetto sólo quiere que Pinocho se salve, y éste quiere salvar a Gepetto. El muñeco protagonista del cuento se deja fascinar por el señuelo engañoso del manipulador y, tras un primer momento de diversión eufórica, se siente triste, angustiado, El cine como transmisor de valores..........4

desvalido, deformado y con las salidas cerradas. Sin embargo, es capaz de arrepentirse y adoptar la postura heroica del que ama de verdad: arriesga la propia vida por amor desinteresado a su padre. En ese gesto de entrega generosa pierde la vida, pero gana el sentido de la misma; pierde la vida en cuanto al nivel de los objetos, pero la gana en lo referente al nivel de la creatividad. En realidad quien ha muerto es el títere sin personalidad que se dejaba manipular y reducir al nivel de los meros objetos. Su proceso de formación ha terminado. Ya no es un muñeco de madera ni tiene deformaciones, sino que es «un niño de verdad» porque ha orientado debidamente su vida hacia la solidaridad inspirada en el amor. La última consecuencia es el encuentro verdadero, que convierte su casa en un hogar lleno de amor, paz y felicidad.

El proceso de vértigo y las enormes dificultades para salir de él quedan también de manifiesto en la película protagonizada por Sandra Bullock, 28 días3. Es la historia de una periodista de éxito adicta al alcohol, al tabaco y a las “pastillas”. El día de la boda de su única hermana sufre un accidente al conducir en estado de embriaguez y es obligada a entrar en un centro de rehabilitación. Allí va a tener que convivir con un grupo de personas, víctimas, como ella, de la entrega al vértigo del alcohol. Finalmente se replantea toda su vida y sus relaciones, especialmente con su novio y compañero de diversiones y excesos. Un análisis riguroso de esta película con los jóvenes permite que vean por dentro, con toda su lógica implacable, las terribles consecuencias del abuso del alcohol. Realizar personalmente esta experiencia a través de la trama de la película tiene un extraordinario valor formativo para ellos, especialmente en la época que nos ha tocado vivir, cuando estamos tan alarmados ante el fenómeno del consumo de alcohol por parte de jóvenes e incluso niños. Para obtener esos buenos resultados, evidentemente, es preciso aplicar una metodología adecuada. En primer lugar hay que darles unas “claves de interpretación” de la película, es decir, previamente hay que enseñarles a: 1) distinguir los dos niveles más elementales de la realidad en la que se mueve el ser humano: a) el nivel 1, de los meros objetos, que implica una actitud egoísta atenida exclusivamente a lo inmediato, útil y placentero, y b) el nivel 2, de la creatividad, que supone una apertura generosa al entorno, y la capacidad de ostentar señorío sobre las presiones externas y las pulsiones internas, orientando, así, la vida hacia un ideal valioso;

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(28 days). 2000. Escrita por Susana Grant. Dirigida por Betty Thomas. Interpretada por Sandra Bullock, Viggo Mortensen. El cine como transmisor de valores..........5

2) conocer el desarrollo lógico de los procesos humanos básicos: a) qué consecuencias entraña adoptar actitudes de vértigo, propias del nivel 1, aunque al principio nos otorguen dominio y placeres, y b) qué frutos reporta elevarse al nivel de la creatividad y lanzarse a alas desplegadas a un proceso de éxtasis.

Al contemplar la historia de la joven alcohólica, comprueban, en la experiencia real de unas vidas, a dónde les pueden llevar sus propias actitudes de jóvenes despreocupados. Les hace replantear su irreflexión y su gregarismo cuando beben o se drogan por la presión del grupo y del ambiente general, sin pararse a medir las consecuencias de sus actos. De este modo, la película supone una “catarsis” para los espectadores, mucho más eficaz que todas las advertencias y los consejos que podamos darles los educadores. Por otra parte, la relación de la protagonista con el novio, del que finalmente se separa, les da también qué pensar a propósito de la diferencia entre el amor sincero y abnegado, que siempre busca el bien del amado, y las relaciones interesadas en las que, como en ese caso, bajo una capa de ternura, no se busca más que saciar unos instintos o llenar absurdamente un tiempo vacío de sentido.

3) El sentido de la vida El análisis de los procesos humanos nos lleva indefectiblemente a descubrir que para llenar nuestra vida de sentido debemos elevarnos al nivel de la creatividad, tal como aparece en la película A propósito de Henry4. Narra la historia de un famoso y brillante abogado que, a causa de graves heridas en el cerebro, pierde la memoria y no puede hablar ni moverse. El largo y duro proceso de rehabilitación al que debe someterse da a su vida un giro total. Henry Turner, el protagonista, aparece como un hombre soberbio y arrogante: considera todo lo circundante como simple objeto a su servicio. Vive encapsulado en sí mismo, sólo pendiente de la eficacia de su trabajo en beneficio propio. Tiene cuanto desea: fama, comodidad, poder de disposición sobre cosas y personas. Parece sentirse colmado, lleno, rebosante. Es la imagen del triunfador. Pero esa exaltación altanera del yo envilece al hombre y le impide ser realmente creativo. La creatividad supone fundar modos de encuentro con las realidades del entorno, y el encuentro sólo es posible entre realidades que se respetan mutuamente y colaboran en la tarea de lograr su pleno desarrollo. Henry no respeta a nadie ni es respetado: a su mujer le es

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(Rearding Henry). 1991. Guión de Jeffrey Abrams. Dirigida en 1991 por Mike Nichols e interpretada por Harrison Ford, Annette Bening, Bill Nunn, Mikki Allen y Donald Moffat.

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infiel con una compañera de trabajo; entre su hija de 11 años y él no hay ningún lazo de ternura; su “amigo” y socio es el amante de Sarah, su mujer; sus relaciones sociales son todas ficticias e interesadas, en realidad no tiene amigos en el verdadero sentido de la palabra.. Puede parecer que Henry lo tiene todo, pero, en el fondo, vive sumido en la insondable soledad de su yo egoísta. Sus acciones tienen “significado” -ganar dinero, tener poder, ser ensalzado...- pero carecen de sentido. La vida de Henry Turner está vacía de sentido. Una noche, un atracador dispara sobre él y le hiere gravemente. Logra sobrevivir pero sufre una anoxia que le causa daños en el cerebro. Cuando despierta del coma profundo en el que estaba sumido, empieza para él una larga etapa de rehabilitación de dudosos resultados. Sin embargo, la amnesia le permite “partir de cero en ciertos aspectos” -en palabras del neurólogo que lo atiende-. Es como si la vida le ofreciera una segunda oportunidad. No queda nada de su soberbia y su vanidad. Es un pobre enfermo, que, en su desvalimiento, depende totalmente de su fisioterapeuta y de su familia. Su mujer y su hija lo acogen con generosidad, respetan sus limitaciones y colaboran con él para superarlas. A su vez, él se convierte en el esposo tierno y en el buen padre que jamás había sido antes. Se ofrecen mutuamente sus posibilidades y se enriquecen los tres como personas y como familia. En su vida anterior, las relaciones que establecía con su entorno eran lineales, respondían al esquema “acción-pasión”. Él dominaba y los demás eran objetos a su servicio. Ahora, sus relaciones son reversibles, suponen “apelación-respuesta”, que son las que permiten lograr modos muy valiosos de unidad. Establece vínculos de amistad muy sólidos y fecundos con el fisioterapeuta, de amor generoso con Sarah, su mujer, y de ternura filial con su hija. De este modo, su vida se llena de sentido. A partir de estas experiencias de encuentro, Henry comprende que lo importante en la vida no es realizar acciones que reportan ganancias inmediatas, fama y poder, sino las que crean vínculos fecundos entre las personas, aunque exijan sacrificios y renuncias.

Otra excelente película, El hijo de la novia5, encierra el mismo mensaje: Rafael Belvedere, el protagonista, vive totalmente dedicado a su negocio -un restaurante fundado por su padre-. Nunca ha tenido un ideal auténtico que oriente su vida, lo que le ha supuesto, entre otras cosas, un fracaso matrimonial, no tener amigos y no haber sabido dedicar tiempo a ver crecer a su hija. Elude un verdadero compromiso con su novia -a la que, sin embargo,

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quiere- y “no tiene tiempo” para ir a ver a su madre, ingresada en un geriátrico aquejada del mal de Alzehimer. Desgarrado internamente por sus equivocaciones, siente nostalgia de una vida menos absurda, pero está atrapado en su propio torbellino de prisas y egoísmo. Parece que ama pero, finalmente, sólo desea que lo dejen en paz. Sin embargo, un infarto de miocardio le hace afrontar la posibilidad de la muerte, lo cual le lleva a preguntarse seriamente por el sentido de la vida, y a cambiar de actitud. No sin esfuerzo, del nivel del egoísmo y el utilitarismo, da el salto al nivel del encuentro generoso con los seres de su alrededor y encuentra la felicidad.

Elevarse de nivel En ambas películas -A propósito de Henry y El hijo de la novia-, en un primer momento parece que el nivel 1, el del dominio y la retracción egoísta, ofrece todas las ventajas -triunfo, poder, libertad...-. Sin embargo, ni Henry Turner ni Rafael Belvedere son felices. Una circunstancia especial les hace cobrar conciencia de la vaciedad de su vida y uno y otro deciden elevarse al nivel de la creatividad. Por el contrario, Guido, el joven librero italiano, protagonista de esa indiscutible obra de arte que es La vida es bella6, es un hombre creativo y generoso en su vida cotidiana. Él y su hijo son deportados a un campo de concentración alemán, pocos meses antes de concluir la segunda guerra mundial. Dora, su mujer, los sigue, por amor, en el mismo tren. Ese mundo inimaginable del holocausto nazi es el escenario del más cruel de los reduccionismos, en el que las personas, privadas de su dignidad y de toda luz de esperanza, llegan casi a perder hasta el instinto de supervivencia. Pero Guido sabe bien que el sentido a la vida no se lo da el tener cosas -ni aun esa tienda de libros que tanto había deseado- sino amar incondicionalmente. En el nivel 1, si uno pierde lo que tiene, se queda sin nada y a merced de los poderosos; en el nivel 2 se da la inmensa riqueza de la verdadera libertad y el amor oblativo, que nadie nos puede robar. La vida es bella en medio de los mayores horrores si está consagrada al bien de los demás. Un infame campo de concentración se convierte en el marco de una conmovedora historia de amor y entrega generosa. Guido olvida todos sus sufrimientos y se esfuerza entusiásticamente, en hacer que su hijo sobrevuele la situación infrahumana a la que están sometidos.

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2001. Guión de Juan José Campanella y Fernando Castets. Dirigida por Juan José Campanella. Interpretada por Ricardo Darín, Héctor Alteiro, Norma Aleandro, Eduardo Blanco, Jimena Nolile y Natalia Verbeke. El cine como transmisor de valores..........8

La misma búsqueda de sentido por elevación aparece en la película basada en hechos reales, Camino al paraíso7. Durante la segunda guerra mundial, un grupo de mujeres son conducidas por las fuerzas japonesas a un campo de prisioneros de Sumatra,. En medio de los horrores que les toca vivir -privaciones de todo tipo, crueles tormentos, persecución y muerte-, algunas optan por pactar con el enemigo y poder, así, sobrevivir, aun a precio de envilecerse, mientras otras, la mayoría, prefieren mantener su libertad interior. Para superar su penosa situación, mujeres de distintas procedencias y creencias se unen solidariamente en una empresa altamente creativa, cual es la formación de un coro. A través de la estremecedora y durísima historia de Camino al paraíso, comprobamos que lo realmente valioso, aquello que llena nuestra vida de sentido, no son ni los objetos que poseemos –en ese caso el jabón, las sábanas, la comida-, sino los valores que alcanzamos elevándonos al nivel de la creatividad y orientando nuestra vida con referencia a un ideal altamente valioso. El valor es por principio deseable, y lo auténticamente deseable para el hombre es la realidad que mejor promociona sus posibilidades humanas y que lo hace más plenamente hombre. Por eso es de suma importancia que lo que se desea sea analizado a la luz de ese valor último y excelso, para no lanzarse vertiginosamente a la búsqueda de lo apetecible o de lo que nos urge y nos acucia, sin una visión totalizadora de nuestra realidad personal. De lo contrario, si nos quedamos en la primera figura chata que nos invita a poseerla, porque de momento nos parece grata o útil aunque no sea más que para conservar la vida, como sucede en la película, en realidad nos encaminamos hacia nuestra propia destrucción personal, peor, sin ninguna duda, que la misma muerte física. De ahí que, en la historia de Camino al paraíso, las mujeres que se venden como prostitutas para el club de oficiales, a cambio de salir del campo de concentración y disfrutar de una serie de comodidades elementales, en realidad corren peor suerte que las que deciden elevarse al nivel de la creatividad, a pesar de los sufrimientos y del grave riesgo incluso de muerte. La directora del coro intenta evitar que una de ellas acceda a quedarse en el club de oficiales japoneses, ofreciéndole elevarse al nivel de la creatividad. “¿Me estás pidiendo que renuncie a comida y jabón y Dios sabe qué más para morirme de hambre y cantar?” -le replica la joven- “Eso te pido” -responde la directora-. En el nivel 1, su propuesta resulta absurda y grotesca, pero si nos elevamos de nivel, está llena de sentido, es decir, es totalmente “sensata”. Le pide que renuncie a lo inmediato porque, a pesar de su necesidad perentoria, sólo es valioso si se integra en un proyecto de vida superior. Lo que está 6

(La vita è bella). 2001. Escrita por Roberto Benigni y Vicenzo Cerami. Dirigida por Roberto Benigni. Interpretada por Roberto Benigni, Nicoletta Braschi y Giorgio Cantarini en los principales papeles. 7 (Paradise Road). 1997. Guión y dirección: Bruce Beresford. Interpretada por Glenn Close, Pauline Collins, Cate Blanchett, Frances McDormand y Julianna Margulies. El cine como transmisor de valores..........9

en juego no es la alternativa entre horrores y comodidades -de este modo, la elección no sería dudosa-, sino entre el sentido o el sinsentido de la vida personal. Así entendemos que la muchacha, aunque llorando de pánico y rabia, decida renunciar a todas las ventajas inmediatas y preservar su dignidad personal. Es impresionante ver, en la película, el contraste entre el aspecto depauperado y desvalido de las prisioneras-, y el gesto de gozo en sus rostros, todas unidas en su entrega a la música. Y en una escena sobrecogedora, el coro de prisioneras, entusiasmadas a pesar del miedo, entona la “Sinfonía del Nuevo Mundo” del compositor checo Antonín Dvořák.

El ideal de la unidad Para alcanzar lo realmente valioso hay que elevarse al nivel de la creatividad y orientar nuestra vida con referencia a un valor último y excelso que constituye el ideal. Crear unidad es el ideal auténtico del ser humano, el que lo eleva a lo mejor de sí mismo. Tiene sentido todo cuanto nos conduce a ese ideal, mientras que lo que nos aleja de él carece de sentido, constituye, por tanto, una “in-sensatez”. El gran Chaplin lo plasmó perfectamente en esa joya del cine universal que es El gran dictador8 La película es una lectura de la realidad de una Europa herida en su raíz por el falso señuelo del ideal del eterno progreso (“Saber más para poder más; poder más para tener más; tener más para disfrutar más”), que llevó a un grupo de hombres a pretender detentar un poder absoluto y buscar su propio provecho en detrimento de los demás. Recordemos unos párrafos del libro de Adolf Hitler Mi lucha (Mein Kampf), escrito hacia 1924: “La ideología nacional racista ve el valor de la humanidad en sus elementos raciales de origen. En principio consideran el Estado sólo como un medio hacia un determinado fin y cuyo objetivo es la conservación racial del hombre. De ninguna manera cree, por tanto, en la igualdad de las razas, sino que por el contrario, al admitir su diversidad, reconoce también la diferencia cualitativa existente entre ellas. Esa persuasión de la verdad le obliga a fomentar la preponderancia del más fuerte y a exigir la supeditación del inferior y del débil, de acuerdo con la voluntad inexorable que domina el universo”. “El porvenir de nuestra política exterior (se orienta hacia el Este), en el sentido de la adquisición de la tierra necesaria para nuestro pueblo alemán”. Charles Chaplin, guionista, director y protagonista, captó todo el ámbito de dominio, injusticia y opresión de aquel momento, y lo plasmó en forma de parodia. Al final de la 8

(The great dictator) Escrita y dirigida por Charles Chaplin. 1940. Con Charles Chaplin, Paulette Goddard, Jack Oaki, Reginald Gardiner, Maurice Moscovich, Billy Gilbert, Henry Daniell, Grace Hayle, Carter de Haven y Emma Dunn.

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historia, el barbero, confundido con el dictador Hynkel, pone de relieve la lógica interna del desarrollo de los acontecimientos que provocaron la desolación de la vieja Europa. “En el mundo hay sitio para todos. La buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia la miseria y las matanzas. Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado nosotros. El maquinismo que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que máquinas necesitamos humanidad. Más que inteligencia tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros” El ideal ajustado al ser humano, el que le orienta a la plenitud es el ideal de la unidad y la solidaridad entre todos los hombres. Cualquier otra actitud es destructiva para el ser humano, como la experiencia pone de manifiesto en la película. En consecuencia, sigue reflexionando Chaplin, debemos hacer caso omiso a quienes pretenden manipularnos en su propio provecho, y optar decididamente por el amor generoso:

“En el capítulo 17 de San Lucas se lee “El reino de Dios está dentro del hombre”, no de un hombre ni de un grupo de hombres, sino de todos los hombres, en vosotros. ¡Vosotros, el pueblo, tenéis el poder, el poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad! ¡Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer esta vida libre y hermosa, de convertirla en una maravillosa aventura! ¡En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos! ¡Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres trabajo, y dé a la juventud un futuro y a la vejez seguridad! Con la promesa de esas cosas las fieras alcanzaron el poder. ¡Pero mintieron! ¡No han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán! Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. ¡Luchemos ahora para hacer nosotros realidad lo prometido! ¡Todos a luchar para libertar al mundo, para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia! ¡Luchemos por el mundo de la razón, un mundo donde la ciencia, donde el progreso nos conduzca a todos a la felicidad!”. No es necesario que una película contenga valores o criterios morales para que sea éticamente provechosa, siempre que sea de calidad y sepamos interpretarla. El espectador “entra” en la historia y la piensa, la revive empatizando con los personajes, entiende su lógica interna, busca alternativas, y esa experiencia de vida le da luz para comprender su propia realidad. En el caso de niños y jóvenes, el cine es un instrumento extraordinario para la educación en valores. Si les enseñamos a captar la honda vida humana que encierran las historias que contemplan en la pantalla, les enseñamos al mismo tiempo a interpretar la vida en general, y, por consiguiente, a reflexionar sobre sus propios conflictos vivenciales y conocer El cine como transmisor de valores..........11

con precisión qué leyes rigen su crecimiento personal. Con ello les hemos pertrechado adecuadamente para saber prever las consecuencias de sus actitudes y de sus acciones. El que sabe prever puede prevenir y, por tanto, evitar todo tipo de riesgos y errores. De este modo, está en condiciones de orientar acertadamente su vida hacia el ideal del encuentro y la solidaridad y alcanzar, así, su plenitud personal y las más altas cotas de felicidad.

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