EL CATEQUISTA, LA CATEQUESIS Y EL KERIGMA. A LA LUZ DE LA EVANGELII GAUDIUM

EL CATEQUISTA, LA CATEQUESIS Y EL KERIGMA. A LA LUZ DE LA EVANGELII GAUDIUM EL ANUNCIO DEL KERIGMA EN LOS PROCESOS EVANGELIZADORES QUE ANIMAMOS 1 ...
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EL CATEQUISTA, LA CATEQUESIS Y EL KERIGMA. A LA LUZ DE LA EVANGELII GAUDIUM

EL ANUNCIO DEL KERIGMA EN LOS PROCESOS EVANGELIZADORES QUE ANIMAMOS

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Los hijos de tus opresores vendrán a ti encorvados, y los que te despreciaban se postrarán a tus pies: te llamarán Ciudad del Señor, Sión del Santo de Israel. (Is 60, 14)

¿CÓMO ANUNCIAR EL KERIGMA AL HOMBRE Y LA MUJER DE LA CIUDAD? Antes de tomar la decisión de elegir uno de los tres seminarios propuestos, he leído detenidamente los textos para la reflexión. Confieso que me sentí apabullada por la cantidad de preguntas que me quedaron sin respuestas honestas y sinceras. Todas y cada una requería una reflexión profunda, una mirada amplia y serena, que nos ayude a salir de nosotros mismos para apreciar amorosamente al otro, a la vez reconocernos parte de una realidad muchas veces frustrante, y bajarnos de cierto narcisismo pastoral sin dejarnos abatir por un “cruel mundo sin Dios”. Elegí, al final, este “rincón de pensamiento”, porque lo vi como el que más me podía aportar sobre “el anuncio del Evangelio en el mundo actual”, motivo de la Exhortación Evangelii Gaudium de nuestro Papa Francisco. ALGUNAS APROXIMACIONES Intentaré acercarme a los conceptos del título de este trabajo, que me permitan desarrollar la reflexión hacia algún intento de respuesta, ciertamente limitada, solo avalada por una experiencia de larga, activa y agradecida vida. El lugar.... LA CIUDAD, y especialmente, la ciudad de Buenos Aires, donde nací y vivo. Como toda gran ciudad, ofrece una seductora cercanía con todas las novedades y una diversidad infinita de funciones y actividades. Lo público y lo privado, los límites y la finitud se entremezclan hasta hacer difícil distinguirlos. La velocidad y el tiempo se disputan protagonismos Semillero de oportunidades, en ella conviven codo a codo la precariedad y el lujo, la segmentación y el privilegio, la incomunicación, el anonimato y la libertad, la primavera y el otoño Es mito, ilusión, deseo, desencanto, tristeza y rechazo. La ciudad es un símbolo ambiguo. Es la Babilonia que se embriaga con la sangre de los justos, y es la Jerusalén, esposa del Cordero y que abre a todos sus brazos. Es un signo de los tiempos, y ámbito de discernimiento de otros signos. La ciudad es el lugar donde todo puede suceder, y sucede. Nuestra ciudad acoge dentro suyo otras ciudades que llamamos “barrios”, pequeños mundos con sus propias identidades y dinámicas, que originan nuevos lenguajes y estilos de convivencia. Participa de la danza global de las ciudades del mundo, siendo igual y distinta que las otras grandes ciudades, pero única, justamente porque lo igual y lo distinto se integran en un nuevo “ser ciudad”. Los que caminan el lugar Más que del hombre y la mujer de la ciudad, trataré de esbozar lo que es la llamada ”mentalidad urbana”, resultado de la complejidad descripta rápidamente más arriba. Es una forma de pensar, de actuar, marcada por la suficiencia, el poder, el prestigio, la competencia, quizás producto de la mayor tasa de escolaridad y las posibilidades de acceso a las ofertas laborales, culturales, etc. La movilidad continua pasa a ser motivo de orgullo... ¿Quién tiene más cosas que hacer, quién va más rápido? No tengo tiempo....estoy a full, son expresiones comunes, algo así como “un sello de distinción”. Doloroso es comprobar las contradicciones de enfoques y criterios de acción en la dinámica compartida del espacio-ciudad, entre los habitantes de los distintos barrios. La convivencia de lo multicultural hace 2

que la interpelación mutua sobre pertenencia, identidad, espacios, vínculos, sea cada vez más compleja, más inasible y generadora de conflictos. Esta “mentalidad urbana” la encontramos en el hombre y la mujer de la ciudad, en mayor o menor grado. Cada uno de nosotros pone su parte, aún desde la pasividad e indiferencia, y ronda muchas veces la tristeza de la falta de sentido de lo que hacemos, y de la vida misma. No se libran los fieles de nuestra iglesia de lucir alguna de estas pinceladas. Recuerdo las palabras del entonces Cardenal Bergoglio, en su charla “Cristo y el hombre de fin de siglo”. Hablaba del “cristiano burgués”, del “cristiano de salón”, del “vaciamiento de las palabras”, de “inflación de palabras”, de una vivencia del cristianismo como peso cultural y no como una fuerza que da vida. El mensaje... Lo llamamos kerigma. Es el anuncio de Jesús en cuanto Mesías Esperado. Su fin es despertar la fe, y adquiere el carácter de diálogo al ser proclamado invitando a la respuesta. Percibo el kerigma como el relato apasionado de una experiencia vital, que comparto para hacer fiesta con ella. Es un acto de comunicación, su núcleo central es el proceso pascual, acontecimiento de salvación que se hace eficaz por la acción del Espíritu. El Kerigma o mensaje, tiene un mensajero, el “heraldo”, el que proclama con fuerza, el que le da forma, revela, llama, y su condición de testigo avala su palabra. Cuando el mensajero se debilita, la respuesta también se opaca, hablando humanamente. Desde la perspectiva de la fe, sabemos que la gracia es superabundante y nada se pierde. Como acto de comunicación, el kerigma tiene modos, lugares y tiempos. El Nuevo Testamento nos cuenta, como lo señala Santiago Silva Retamales: • El modo: charlando y enseñando Hch 4,18, dialogando o conversando familiarmente Hch 20,11, o argumentando, discutiendo Hch 17, 2.17, persuadiendo Hch18,4 y 19,18. • El tiempo empleado: larga conversación, Hch 15,32 • El lugar: en las ciudades Mt 11.1, en las sinagogas, Hch 9,20, entre nosotros 1 Tes 2,9, en la Decápolis Mc 5, 20, entre los gentiles Gal 2,2,en todo el orbe, Mt 24,14, en toda la creación Col 1,23 y aun en el desierto Mt. 3,1 • La convicción del mensajero que declara enfáticamente, Hch 28,23. El lenguaje privilegiado es la palabra, y se concentra en el destinatario iniciando un diálogo que enciende y acongoja el corazón, que se pregunta; “¿qué es lo que hay que hacer?”... La reflexión... Bienvenida una reflexión sobre las prácticas. Bueno sería reflexionar constantemente sobre las prácticas, para conocer lo que hay que sacar, o sumar a nuestras interioridades. Para esto, se necesita coraje, porque hay inconvenientes dentro nuestro, cerca nuestro y en las lejanías también, para reconocer la realidad y asumirla. Tenemos construcciones mentales difíciles de deconstruir, desvalorizaciones y miedos para remontar. Lo primero que acontece, en el tiempo, son los hechos concretos. Ante una situación nueva, tal como les sucedió a los apóstoles, las cosas hay que hacerlas. La reflexión sobre esas decisiones, el análisis de aciertos y errores, de causas de unos y de otros, nos permite elaborar una teoría, o una sistematización de la práctica.

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Sistemas, métodos, teorías, si no son revisadas regularmente, llegan a cristalizarse. Si esperamos el cambio de siglo para hacerlo, nos convertimos en autómatas siguiendo un programa, un método, correctamente pero sin vida. A veces hay que cambiar los nombres, porque la carga semántica influye en las apreciaciones del método. A veces se cambia el nombre, conscientes del problema, pero la práctica permanece siendo la misma. A veces... tenemos que convertirnos las personas. A esta altura del discurso, tendría que enumerar y comentar “cómo se anuncia el kerigma en los procesos evangelizadores que animamos”, y me encuentro con algunas dificultades que trataré de expresarlas brevemente: Contemplando al catequista. El catequista parroquial, obrero de la catequesis, parte de su enorme fe, se apoya en el libro, sigue al párroco, transmite lo aprendido. Seguramente hay una elite que ha leído y aplica las clarísimas palabras de la exhortación del papa Francisco, puntos 163 al 168, pero no es así en la mayoría. ¿Está todo mal? De ninguna manera. La Gracia abundantísima sigue corriendo a raudales. El catequista escolar, realiza su misión igual que los parroquiales, con el detalle que tiene menos libertad, menos participación, y un clima menos comunitario, con obligaciones administrativas para las cuales no siempre está preparado. ¿Comunica “correctamente” el kerigma? ¿Nos animamos a decir, en forma absoluta, que no es eficaz? El catequista egresado de Seminarios Catequísticos: en la ciudad de Buenos Aires hay varios seminarios, a cargo de la arquidiócesis o de congregaciones, algunos de ellos especializados, con distintos estilos según contextos e historias. La riqueza que esto representa influye en los estilos de comunicación del Mensaje. Mirando desde el kerigma: Veo que es un acto de comunicación de una novedad maravillosa, pero las miradas no siempre coinciden con la mía, porque para algunos, • lo ofrecemos a una sociedad sorda en un lugar inhóspito. Una misión sin sentido .... Para otros, en el otro extremo, • su solo anuncio transforma y trae la salvación de los que la reciben. Luego, prediquemos y todos se salvarán.... Y en el medio. • Una novedad que queremos compartir porque nos hace felices..... Si nos decidimos por la conjunción que une ”Y”, en lugar de la que excluye “O”, asumiremos la realidad, evitaremos un espiritualismo desencarnado, y en un diálogo entre nosotros, con los decires de los pastores, las ciencias humanas, y la Palabra como luz, criterio central, encontraremos los caminos, el lugar, el modo, para cada circunstancia. El anuncio del kerigma en ese ámbito y con esas personas, entre las cuales estamos cada uno de nosotros, no puede darse de una sola manera. Es una bella letra a la que le ponemos nuestra propia música que varía su ritmo con el contexto. En cuanto a las mediaciones.... En el anuncio del kerigma urbano, hay un juicio que me atrevo a decir unánime, que afirma como prioritario, insoslayable, fundamental, el encuentro personal. Agrego con los mismos calificativos, aceptar que la Palabra de Dios prima sobre los catecismos, y la lectura de los signos de los tiempos.

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El Encuentro: no voy a insistir en su significado. Todos sabemos que un encuentro toca el corazón. Este es un tiempo de esperanza, que está en nuestras manos. Y es buen momento para encontrarnos con el Papa Francisco leyendo y releyendo EG, en un tiempo largo, trabajado, intenso y tranquilo. Aceptar que la Palabra de Dios prima sobre el catecismo: en una real jerarquía de verdades, para no perderse en la maraña de hablar ”más de la ley que de la gracia, más de la Iglesia que de Jesucristo, más del Papa que de la Palabra de Dios” (EG 38). Con este regreso de la iglesia al Evangelio, ¿podremos vivir esta bella Palabra sin exceso de glosas? La lectura de los signos de los tiempos. en búsqueda de los medios adecuados para acercarnos a los desafíos de esta realidad, “sin prohibiciones ni miedos” (EG 33). Otras reflexiones aventuradas... Percibo que el Kerigma, la catequesis y la misión nunca debieron separarse. Siento que es el resultado de nuestro afán de explicar todo, de definir exactamente cada cosa, “para no caer en el error”. Rastrear los significados puede ayudarnos a identificar lo propio de cada palabra, pero también para darnos cuenta que, en las prácticas, no sobrevive un hecho sin el otro. Solamente si se totalizan en el interior de cada persona los distintos elementos propios de cada concepto, se darán en las prácticas de la misma manera. Los encuentros regionales y nacionales de Pastoral Urbana, nos ofrecen conceptos y panoramas que recojo como importantes para estas sencillas líneas de trabajo: El barrio es “instrumento urbano de homogeinización y moralización”. Es el lugar donde se hace más posible “romper la asimetría, reconociéndonos parte de lo mismo”, para avanzar, aunque sea lentamente, hacia lo más abarcativo, y poder pensar globalmente actuando localmente. Porque es en el contexto donde la Palabra se hace carne y es eficaz. En ocasión del III Congreso Nacional de Catequesis, el ISCA realizó un aporte que considero profético. En el punto 69, imaginando una “catequesis que viene”, anuncia una catequesis más ocasional. Fundamenta este concepto en la desestructuración institucional y cultural, en la realidad sumamente compleja y cambiante. Voy a resistir la tentación de transcribir los párrafos, para obligar al lector a leer los documentos completos, tanto el del ISCA como los de Pastoral Urbana. La vocación del catequista misionero no es una revelación espectacular y fantástica, sino una bella voluntad de servicio al Reino que hemos leído en los sucesos de la vida como un camino “prediseñado” por el Señor. ¿Podremos admitir que en muchas oportunidades el “llamado” no puede ser respondido? Porque una vocación verdadera implica responsabilidad, capacitación, conciencia de realidad, eficacia, entrega, y si recordamos lo que dicen los Evangelios (Lc 10 a los 72, Lc 9, 1 y ss, a los 12, .Mt. 10, Mc 6, 7 y ss), caminaremos entre los lobos. Si el catequista no es acompañado en su proceso de crecimiento, permanece en la mediocridad En cuanto a verlo desde su ministerio, es decir, su condición de servicio, enviado por la iglesia, bueno sería verificar a qué iglesia sirve, si es a la Iglesia del Señor, el Reino de Dios, o a la iglesia estructura, que no quiere perder de vista al catequista para que no diga nada distinto a lo que ella afirma. ¿CÓMO TRANSMITIR EL MENSAJE AL HOMBRE Y LA MUJER DE LA CIUDAD?

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Pregunta que solo puedo alcanzar con otras preguntas: ¿lo hemos probado todo? ¿o lo confundimos con la transmisión de dogmas y conceptos? ¿tenemos en cuenta la condición simbólica del ser humano? ¿y el obrar misterioso del gesto que va dejando huellas? ¿el arte, la música? ¿el humor? Con respecto a los “tipos de kerigma” que nos presenta el padre Scheinig en el texto de reflexión, el encuentro, como salida hacia el otro, lo siento como algo espontáneo, que brota de adentro, y se da en la vida cotidiana y en las acciones de la pequeña comunidad parroquial o grupo de referencia. No me considero con la suficiente preparación para analizar y proponer acciones sorpresa, momentáneas, ocasionales, dirigidas al pueblo. y que puedan impactar de alguna manera. Me parece que serían un tema a pensar, organizar y convocar por los responsables de la pastoral, al cual responden los fieles. Apuesto, eso sí, a las acciones sociales permanentes, a ese trabajo de hormiga en el consorcio, la cooperadora escolar, en la junta de vecinos, etc. en el marco de la participación ciudadana, construyendo el Reino de Dios en cada acción comunitaria, social y política, como instrumentos de paz y de justicia. Apuesto a un instrumento de evangelización poco usado: la Doctrina Social de la Iglesia. Apuesto a mirar dentro nuestro y comprobar que no sabemos de lo que somos capaces de hacer, hasta que lo hacemos. Apuesto a: HACER LO QUE HIZO JESÚS, EN MEMORIA SUYA De lo que sí estoy segura, es en el modo de hacerlo. Como San José, guardián de los otros, soñando y desapareciendo. Como el samaritano, pero también como el posadero, que confía, se hace cargo compartiendo responsabilidad, aunque nadie lo pone como ejemplo. Como los que se arriesgan a descolgar al amigo paralítico por el techo porque quiere que se sane. Como los pescadores que, aun sabedores y experimentados en su oficio, preguntan, al venir del fracaso, dónde tender sus redes. Como el Señor, que después de devolver la vida a la niña, se preocupa tiernamente por ella pidiendo que le den de comer. Como María, que sale rápido, sirve y canta. Sabiendo que la semilla crece mientras nosotros dormimos. Beatriz Bartolini de Carriego Bibliografía: Evangelii Gaudium Exhortación Apostólica S.P.Francisco Monseñor Jorge Bergoglio: Cristo y el hombre de fin de siglo. Espacio de Pastoral Urbana de Méjico.100 palabras para evangelizar la ciudad. Dios habita en la ciudad, Jorge R.Seibold S.J. El kerigma neotestamentario, Santiago Silva Retamales Un nuevo paradigma para la Evangelización, Jaime Alberto Mancera Casas Andares y signos de este tiempo en la ciudad, Virginia Azcuy

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