EL CABALLO Y EL JINETE

EL CABALLO Y EL JINETE LA FAMILIA SEGÚN LACAN LA SUBVERSIÓN DEL PSICOANÁLISIS La enciclopedia francesa fue concebida por el gobierno galo en los alb...
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EL CABALLO Y EL JINETE

LA FAMILIA SEGÚN LACAN LA SUBVERSIÓN DEL PSICOANÁLISIS

La enciclopedia francesa fue concebida por el gobierno galo en los albores de la ominosa década de los años treinta como un vínculo de la filosofía de las luces con las necesidades de la cultura, en una época amenazada por las fuerzas regresivas que invadían el continente europeo desde Italia y Alemania; fue confiada al historiador Lucien Lefebvre y éste tuvo la idea de dedicar todo un tomo, a lo que recibiría el nombre de la vida mental; dicho tomo, el octavo, se lo encomendó Lefebvre a uno de los teóricos de la psicología contemporánea , Henri Wallon, quien a su turno se rodeó de pensadores como Janet, Dumas, Pichon y Minkowski y de los representantes de la corriente psicodinámica, Daniel Lagache y Jacques Lacan. Pichon se encarga del tema general del psicoanálisis, Lagache aborda la sexualidad y Lacan acapara el tema de la familia que cubre toda una sección de la obra. Lacan tituló su ensayo Los complejos familiares en la formación del individuo. El tomo correspondiente apareció en 1938, dos años después del congreso internacional de Marienbad donde Lacan enunció por primera vez su famoso Estadio del espejo derivado de La experiencia del espejo de Wallon. Lo que para Wallon es sólo una prueba del nivel de desarrollo psicomotor del infante, momento del paso de lo imaginario y simbólico, en Lacan es un concepto de desarrollo teórico y doctrinal de grandes alcances en el que explota los términos imaginario y simbólico con mayor fecundidad que su original propulsor, quien se mueve en los terrenos de la dialéctica hegeliana de la conciencia, mientras que él, aunque igualmente hegeliano, está pensando, todavía, con la categoría Freudiana de lo inconsciente. 1 El trabajo de Lacan sobre la familia produce un texto muy condensado, de estilo si se quiere críptico, que nos sorprende con la subversión de los conceptos freudianos, no para refutar a Freud sino para rescatar el espíritu igualmente subversivo de un pensamiento que se condena a sí mismo a soportar la carga inhibitoria de la referencia frecuente a lo biológico como fuente de 1

Elizabth Roudinesco, histoire de la psychanalyse en france. 2 (parís: Seuil, 1986) 156- 157.

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cientificidad. Es una doble subversión de la cual daremos cuenta, paso a paso, siguiendo la edición hecha por Navarin en 1984.2 Desde la introducción titulada La institución familiar, Lacan enfrenta el problema del encuadre biológico dentro del cual se mueven los seres humanos y plantea las posibles consecuencias lógicas que de ese hecho se derivan. Toma el toro por los cueros y se refiere de entrada a la apariencia, tal como lo hace Marx en el primer renglón del primer capítulo del primer tomo de El Capital: “La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un inmenso arsenal de mercancías y la mercancía como su forma elemental” 3, a su turno Lacan en el primer renglón de la introducción dice: “La familia aparece a primera vista como un grupo natural de individuos unidos por una doble relación biológica4, no es casual que se comience citando la apariencia, en textos que se proponen desmontar el escenario de una ideología; cumplen la exigencia Kantiana de ponerse en el lugar del otro y convocar sus argumentos mas fuertes. ¿Qué mejor razón para defender el contexto naturalista de la familia que la doble relación biológica, que define Lacan como la de la reproducción y la supervivencia física, en la que se asentaría el desarrollo de la familia humana? El conocimiento no se limita a la constatación de hechos, requiere la interpretación y el establecimiento de los contextos que los hacen posibles. Debemos por lo tanto mencionar, con Lacan, en primer lugar que la reproducción no obedece a una intención procreativa, cuando hablamos de los seres vivientes, con excepción del hombre, sino a un conjunto de estímulo que cíclicamente los obliga a aparearse; en segundo lugar la conducta de los adultos durante la crianza; no sólo está determinada por las condiciones reales del ambiente físico inmediato, sino regulada por estímulos que inhiben la agresividad hacia el intruso recién nacido e impulsan los cuidados y la defensa contra el peligro; el primer peligro, en el reino animal, para la cría, es el progenitor que la puede devorar, o destrozar si no recibe la señal específica que controla la agresividad; las conejas sordas devoran a sus crías, lo saben todos los cunicultores. Tampoco en el mundo animal los comportamientos sociales de los

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La edición en español, Homo Sapiens de 1977 contiene pasajes verdaderamente ilegibles. Karl Marx, El capital ( Bogotá: Editorial fondo de cultura económica, 1976.) El destacado es mío. 4 Jaques Lacan, “les complexes familiausx,” en Bibliotheque des Analytica, ed. Navarin ( París: Diffusion Seuil, 1984)11. 3

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adultos dependen de la crianza que lo hizo sobrevivir, sino de una evolución condicionada por nuevos instintos. Muy distinto es el panorama humano, en dónde observamos una constante interacción entre formas sociales y técnicas de crianza; la reproducción humana no depende del estímulo cíclicos sino de normas y ritos culturales; la supervivencia no se deriva de inhibiciones fisiológicamente adaptadas, sino de condiciones ecológicas y demográficas, muy bien establecidas por antropólogos contemporáneos como Marvin Harris, de la Universidad de Columbia, quien en numerosos y profundos ensayos nos explica con brillante lógica y abundantes pruebas la manera de interpretar las infinitas variables de conducta cultural adaptadas a condiciones ecológicas específicas. Gracias a estos estudios sabemos que la interacción entre lo ecológico y lo cultural es lo que puede explicarnos fenómenos como la guerra, la antropofagia, la supremacía masculina y el infanticidio femenino y no la pretendida instintividad natural que la cultura supuestamente reprime. Hay una coincidencia de Marvin Harris con Lacan, así no se hayan leído mutuamente, en lo que se refiere a la historicidad del complejo de Edipo. Después de haber explicado la guerra como fenómeno cultural y origen de ciertas formas de la familia que desarrollan en unos casos y no en otros la supremacía masculina, acompañada o no de misoginia, Marvin Harris afirma en Caníbales y Reyes:5 “Aunque este drama (el edípico) podría parecer una pura simpleza, la investigación antropológica ha demostrado que existe una aparición extendida aunque no universal de pautas psicodinámicas que se parecen a las competencias edípicas, al menos en el sentido mínimo de una hostilidad sexualmente cargada entre los hombres de la generación mayor y la más joven y de envidia del pene entre las mujeres.” Bronislaw Malinowski señaló que incluso entre los matrilineales y avuncolocales habitantes de las islas Trobriand existen las rivalidades adípicas, aunque no exactamente en la forma en que Freud había anticipado, ya que la figura de autoridad durante la infancia es el hermano de la madre más que el padre. Indudablemente, Freud apuntaba a algo, peor por desgracia, sus flechas causales lo hacían hacia atrás. Sería pura simpleza la idea de que la situación edípica es provocada por la naturaleza humana en lugar de serlo por las culturas humanas. No es extraño que la 5

Harris, Marvin, Caníbales y reyes (Barcelona: Salvat 1986)

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situación edípica esté tan extendida. Todas las condiciones para crear temores de castración y envidia del pene están presentes en el complejo de supremacía masculina : en el monopolio masculino de las armas y en la educación de los hombres para la valentía y los papeles combativos, en el infanticidio femenino y en la educación de las mujeres para que sean recompensa pasiva de la actuación masculina, en el prejuicio patrilineal, en el predominio de la poligamia, los deportes masculinos competitivo, los violentos ritos de los varones púberes, la impureza ritual de las menstruantes, en el precio de la novia y en muchas otras instituciones centradas en torno al hombre”6. Después de otras consideraciones Harris agrega: “todo esto conduce a una conclusión : el complejo de Edipo no fue la causa de la guerra; la guerra fue la causa del complejo de Edipo (recordemos que la guerra misma no fue la causa primera sino un derivado del intento de controlar las presiones ecológicas y reproductora)”. 7 Compárese esto con lo que dice Lacan : “El complejo de Edipo, expuesto, en vista del número de relaciones psíquicas que comprende, en más de un punto de esta obra, se impone aquí a nuestro estudio – puesto que él define más particularmente las relaciones psíquicas en la familia humana – y a nuestra crítica en tanto que Freud da a este elemento psicológico el nivel de forma específica de la familia humana y le subordina todas las variaciones sociales de la familia. El orden metodológico aquí propuesto, tanto en la consideración de las estructuras mentales como de los hechos sociales, conducirá a una revisión del complejo que permitirá situarlo en la historia de la familia paternalista y avanzar en el esclarecimiento de la neurosis contemporánea.” 8 Si desde 1938 Lacan podía hacer afirmaciones que han sido respaldadas a posteriori por la antropología contemporánea es porque tenía muy claro que la supervivencia del hombre depende de la comunicación, vale decir, de la transmisión cultural de pautas de comportamiento. Esto es cierto aún en las primerísimas fases de las funciones maternas, concretamente desde la lactancia. El carácter histórico de dichas funciones, y de lo que se ha llamado amor materno, también lo ha demostrado la investigación de la filósofa francesa Elizabeth Badinter, hecha pública en su libro

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Ibid;80- 81. Ibid; 81 8 Lacan, les complaxes familiaux, 49. 7

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L´amour en plus – histoire de I´ amour materne – XVII – XX Siecle. 9 Este libro nos anuncia su contenido al comienzo de su prefacio:”1780 : El teniente de la policía Lenoir constata, no sin amargura, que de los veintiún mil niños que nacen anualmente en París, solamente mil son nutridos por su madre. Otros mil, privilegiados, son lactados por nodrizas en sus domicilios. Todos los demás abandonan el seno materno por el domicilio más o menos lejano de una nodriza mercenaria. Numerosos son los niños que morirán sin haber conocido jamás la mirada de su madre. Aquellos que regresaran algunos años más tarde bajo el techo familiar descubrirán una extranjera : aquella que les ha dado a luz. Nada prueba que esos reencuentros hayan sido vividos en la alegría, ni que la madre haya doblado la ración para satisfacer una necesidad de ternura que nos parece hoy natural. Al leer las cifras del teniente de policía de la capital no podemos carecer de interrogantes. ¿Cómo explicar este abandono del bebé en una época en que la leche y los cuidados maternos representan para él una mayor probabilidad de supervivencia? ¿Cómo dar cuenta de tal desinterés por el infante, tan contrario a nuestros valores actuales? ¿Las mujeres del antiguo régimen han actuado así siempre? ¿Por qué razones la indiferente del siglo XVIII ha mutado en madre pelícano en el siglo XX? Extraño fenómeno esta variación de actitudes maternas que contradice la extendida idea de un instinto inherente igualmente a la hembra y a la mujer”10 Esta historicidad posible del amor maternal lo inscribe de lleno en la cultura desde sus primeras manifestaciones y lo saca de raíz de la biología, como también lo aleja de las abstracciones teóricas que aluden la referencia a lo concreto de una estructura. Esta estructura es lo que anuda el sentido, el cual por lo tanto sólo se dará como trabajo de denudamiento y no de desnudamiento y revelación, como quieren esencialistas metafísicos. Por supuesto, siendo el hombre un ser de cultura y no de naturaleza, la estructura donde se le encuentra es la de la palabra porque es por ella “que hace de esta tierra su morada”. La estructura familiar se teje y articula como despliegue y ejercicio de una autoridad que rige el destino individual, organiza los ritos, genera los mitos, establece los intercambios y regula la 9

Elizabeth Badinter, L´amour en plus. (París: Flammario, 1980) Ibid; 25-26

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reproducción;. en otras palabras, la familia es un sistema de autoreproducción basado en la autoridad; Lacan nos muestra desde las primeras páginas de su trabajo sobre ella, que no son directas ni sencillas las implicaciones psicológicas que resultan del modo como está articulada la autoridad de la familia en el devenir de la criatura humana. Para Marx no son los individuos los que se reproducen sino las clases sociales, para Lacan lo que se reproduce es un orden que permite la transmisión de la cultura.11 La transmisión de la cultura es la transmisión institucional de un sistema jerárquico basado en la constricción de niño por el adulto, a la cual “el hombre debe una etapa original y las bases arcaicas de su formación moral” 12. Este proceso es presidido por la lengua, “bien llamada materna”, porque, “ella preside los procesos fundamentales del desarrollo psíquico, la organización de las emociones según tipos condicionados por el ambiente que es la base de los sentimientos según Shand”; más ampliamente ella transmite estructuras de comportamiento y de representación cuyo juego desborda los límites de la conciencia” 13. Vemos pues cómo en 1938 comienza a esbozarse en el pensamiento de Lacan un sistema de causalidad que nos remite mucho más a la configuración de matrices interdependientes o paralelas que al juego y evolución de fuerzas psíquicas aisladas; es el orden de causalidad que conduce necesariamente a la afirmación de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Pero decir que el inconsciente está estructurado como un lenguaje es decir que no hay instancias fuera de él; es darle todo el peso al hecho de que las instancias psíquicas se denominen mediante un juego de pronombres, juego que en francés, y Lacan lo aprovecha, permite diferenciar la instancia propiamente dicha (moi) y el sujeto que habla (je), sujeto que existe en tanto mortal y en gran medida reflejo de su propia imagen especular. En español tenemos que atenernos al contexto para saber si se trata del yo (je) que adviene donde ello era o del yo (moi) que se opone al ello en el juego de las instancias. No sólo el nacimiento y la supervivencia se dan en el seno de la familia, también la muerte, y entre uno y otro allí se desarrollan las emociones, los sentimientos, el pensamiento, y la personalidad. En 11

Lacan, Les complexes familiaux, 13. Ibid; 12. 13 Ibid; 13 - 14 12

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el curso de esta trayectoria el hombre dejará una descendencia que portará y retransmitirá un código de señales que circunscriben la unidad de los diferentes linajes, aquellos de los cuales él proviene y aquellos de los cuales él será tronco. Podemos y debemos prescindir de todo recurso a la genética, aún a título metafórico, para dar cuenta de lo psíquico; podemos afirmar sin vacilaciones que no hay genes psíquicos, ni herencia social; la familia, estructura de la reproducción humana, confirma permanentemente el aserto de Freud: nada de lo vivido por una generación queda oculto para las siguientes generaciones, éstas lo recibirán como leyenda, mito, ritual o en las mismas normas de filiación y parentesco que presiden los intercambios intra e interfamiliares. Predisposiciones psicológicas que lindan con lo innato, las mama el niño no sólo del pecho sino de la lengua materna; debido a esa precocidad de la influencia del lenguaje se llega a confundir lo innato con lo familiar, confusión que el psicoanálisis tiene la misión de deshacer y no de alimentar con desviaciones biologizantes. Igualmente Lacan señala con certeza y con sabios apoyos en Malinowski, Rivers y Durkheim, que la identidad entre la familia biológica y la familia conyugal contemporánea es solamente numérica, no es estructural. La familia conyugal es un resultado de la historia y no una evolución, tranquila o violenta, desde míticas formas primitivas promiscuas y dominadas por lo instintivo, que en la realidad nunca han existido, desde que el hombre es hombre. El comienzo del hombre es la prohibición y la ley. La familia primitiva anticipa los rasgos esenciales de la familia moderna, siempre regidos, lo hemos dicho, por el establecimiento de la autoridad, ya sea desde un orden de descendencia paterno o materno. Si nos olvidamos de todos los mitos de origen, en los cuales denunciaba Marx un refinado mecanismo de desconocimiento, que consiste en remitir a unos comienzos imaginarios lo que no se quiere aceptar y explicar como perteneciente a una estructura actual, en el caso de su investigación el individualismo burgués, podemos observar que entre más primitiva es la organización social, menos respetuosa de los vínculos naturales es la familia y más complicadas sus leyes de parentesco. El verdadero transito histórico de lo que podemos llamar familia primitiva a la familia occidental moderna, se dio con la institución del matrimonio; esto es lo que Lacan afirma basándose en la historia, pues él pretende darle un contenido histórico a la familia conyugal, que llegó a producir un objeto para el psicoanálisis, el neurótico. 36

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Después de esta consideraciones generales sobre la familia, Lacan aborda lo que será la clave de su primer desarrollo teórico estructuralista frente a las concepciones energéticas de los descubrimientos freudianos : el complejo, concepto que nos permite asumir lo concreto de la psicología familiar. Nos da en el desarrollo de este tema un brillante ejemplo de buena crítica, oponiendo a un autor su propio pensamiento, señalando las contradicciones en su evolución teórica y haciendo avanzar el conocimiento de los fenómenos que se pretende explicar, liberando la fecundidad de los conceptos creados por el autor original, en este caso Sigmund Freud. El principal problema que se plantea al psicoanálisis para salir de los modelos biológicos de explicación, sin caer en la trampa de la sociología, es el de que el concepto de instinto no se sostiene como elemento básico de teorización; por eso el mismo Freud tuvo que crear el concepto de complejo; el concepto de instinto fracasa porque el objeto al que se refiere se escapa de la naturaleza. Al elegir la palabra para su nuevo concepto el psicoanálisis rescata del latín el participio pasado del verbo complecti complector, enlazar o abrazar, sentido que se extiende a abarcar.14 Complexus es la forma latina original que se conserva intacta en otras lenguas europeas y en español deriva a complejo, como lo que ha abarcado y enlazado elementos diversos, incluso dispares o si se quiere antagónicos, en una unidad estructural. Textualmente Lacan define el complejo como lo que “une en una forma fija un conjunto de reacciones que pueden interesar a todas las funciones orgánicas desde la emoción hasta la conducta adaptada al objeto”. 15 En Lacan el complejo tiene una forma desarrolla una actividad, en lo cual sigue fielmente a Freud cuando utilizó por primera vez el complejo en la descripción del Edipo. La forma representa la realidad diferenciada de una fase dada del desarrollo emociona y cognoscitivo, la cual vincula de una manera específica al infante a la estructura familiar. La actividad del complejo se da en la reactualización de lo vivido y fijado cuando el individuo se enfrenta a una objetivación superior de la realidad; en otras palabras, la actividad del complejo anunciaba lo que sería para Freud el 14 15

Joan Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana ( Gredo, 987) Lacan, les complexes familiaux, 22.

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hallazgo más sorprendente en el curso de su develamiento de lo psíquico, la compulsión de repetición; lo inaudito de la repetición inagotable de conductas que eternizan el sufrimiento, y apuntan a la destrucción, le inspiró a Freud la inaudita denominación de instinto de muerte, inaudita por la flagrante contradicción en los términos que encierra esta formulación que pretende explicar la muerte definiéndola como instinto. Lacan se propone resolver dicha contradicción dándole al concepto de complejo todo su poder esclarecedor, derivado de su configuración estructural. Lacan inscribe la actividad del complejo en un proceso dialéctico, cuando hay una carencia en la relación objetiva actual, el complejo llena dicha carencia, pero crea así un conflicto con lo real, el cual obliga a la búsqueda de una nueva forma de relación objetiva. En la conceptualización de Lacan encontramos relaciones objetivas y no objetables porque no se definen como intercambio de catexias sino de formas que tienden a la construcción cognoscitiva de una situación dada, la cual le permite al sujeto un avance en el desarrollo de la personalidad. De nuevo vemos como el orden cultural subvierte el orden natural, marcado por la rigidez de los engramas instintivos, y desemboca en la infinita variabilidad de posibilidades de la cultura. A pesar del esfuerzo de Freud para hacer del instinto un apoyo científico de su teoría que la inscribiría en el campo de las ciencias naturales de su tiempo, es más con el concepto de complejo, extraído de la realidad social de la familia burguesa, como pudo convertir en ciencia los hechos descubiertos en el seno de dicha familia y de paso aclarar lo poco de instintivo que funcione aún en el comportamiento humano. Lacan confronta punto por punto el complejo y el instinto : “1. La relación de conocimiento implicada en el complejo frente a la connaturalidad de organismo y ambiente, en la cual quedan suspendidos los enigmas del instinto; 2. La tipicidad general de complejo en relación con las leyes de un grupo social frente a la tipicidad genérica del instinto en relación con la fijeza de la especie; 3.El proteísmo de las manifestaciones del complejo que, bajo forma de equivalentes de inhibición, de compensación, de desconocimiento, de racionalización, expresa el bloqueo delante de un mismo objeto, frente a la estereotipia de los fenómenos del instinto, cuya activación, sometida a la ley de todo o nada, permanece rígida a las variaciones de la situación vital”. 16

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Ibid; 24.

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Aunque Freud introdujo el complejo como intrínsecamente inconsciente, las definiciones que nos da Lacan son tan amplias que no excluyen la posibilidad “que el sujeto tenga conocimiento de lo que representa”17 pero reconoce que los efectos psíquicos en los que interviene, actos fallidos, sueños y síntomas escapan de un orden de causalidad inscrito en la conciencia. Lacan capta el impasse a que puede conducir la oposición entre consciente e inconsciente, que Freud resolverá con la invención de un nuevo concepto, el de imago, que da cuenta de lo paradójico de una “representación inconsciente”. Se debe establecer el carácter revolucionario de nociones como complejo e imago que nos proyectan más allá de las simples oposiciones binarias y sacan a la familia del campo de los estudios morales para hacerla objeto de análisis concretos. Lacan también hace el aporte de una definición generalizada que permite incluir los fenómenos conscientes de estructura similar “tales como los sentimiento en los que es preciso ver complejos emocionales conscientes, los sentimientos familiares son a menudo la imagen invertida del complejo consciente. Igualmente en las creencias delirantes el sujeto afirma un complejo como una realidad objetiva”. 18 Se propone pues Lacan la tarea de estudiar los complejos, imagos, sentimientos y creencias “en su relación con la familia y en función de desarrollo psíquico que organiza desde el infante educado en la familia hasta el adulto que la reproduce”.19 Adelanta este trabajo extendiendo el alcance del término a situaciones y momentos que él llama dialécticos porque se resuelven en progresos del desarrollo psíquico mediante sublimaciones y objetivaciones cognoscitivas. Nos presenta Lacan en orden cronológico los siguientes complejos y las imagos correspondientes : el complejo de destete y la imago del seno materno, el complejo de intrusión y la imago del semejante; estudia igualmente dentro de este contexto la fase del espejo, el complejo de Edipo y las imagos alternadas y combinadas de la madre y el padre; el complejo de castración se incluye aquí como un componente del Edipo. El complejo del destete

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Ibid. Ibid; 22. 19 Ibid;25. 18

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No simplemente la suspensión de la lactancia sino todo el período desde el nacimiento hasta que dicha suspensión le da un contenido objetivo al malestar que caracteriza al infante, es lo que comprende este complejo en la definición de Lacan; comienzos en la vida marcados y señalados por la prematuración y la insuficiencia orgánica como bien lo observó Freud. Pero en la descripción lacaniana estos hechos alcanzan una dimensión dialéctica y un contenido dramático que va mucho más allá del concepto de trauma; aún más : se constituyen en problemas que no quedan resueltos, y por lo tanto, llegarán a exigir desarrollos innovadores de la teoría, sobre todo como desnaturalización de los fenómenos de la lactancia y como ingreso del lactante a la historia. En la historia se ingresa por un desequilibrio que no padecen los otros mamíferos, porque el estado intrauterino no es un paraíso, vivencia que sólo puede darse como añoranza, sino “un equilibrio autoregulado fisiológicamente entre el organismo materno y el organismo fetal,” el nacimiento es una ruptura del equilibrio pero no un trauma porque no hay yo para sufrirlo en su dimensión, que es necesariamente psicológica; el feto está integrado al organismo materno y goza de su eficiencia, cuando se desprende queda convertido en larva humana que se instala en un malestar continuado, el cual fijará indeleblemente sus significantes en el psíquismo, articulados a la imago del seno materno, forma primordial de la madre para aquél que todavía no habla pero ya está nombrado por el lenguaje como ser de cultura más que de naturaleza, un ser inscrito en la historia y con el cual comienza una historia. A pesar de las apariencias denunciadas por Lacan desde el primer párrafo de su ensayo, apariencias fundadas en lo genérico de los fenómenos de esta primera etapa de la vida y en la intervención de un aparato especializado fisiológicamente en la nutrición del recién nacido, el complejo que abarca todos los hechos suscitados por la lactancia y su suspensión, está articulado, como los demás complejos, en el campo de la cultura, y es ajeno al instinto; el reflejo de succión, manifestación pretendidamente incontrovertible de la naturaleza, no garantiza, ni siquiera a nivel de mamífero, la supervivencia de la criatura humana; mucho menos podría ser fundamento constitutivo de humanidad; quien defiende la pertenencia a la naturaleza de la lactancia y el destete en el hombre, no tiene en cuenta que el instinto regula fisiológicamente por sí sólo la forma y el período durante el cual la hembra alimenta a su cría; en cada especie es algo estricta y genéticamente 40

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determinado; no así en la relación entre madre y lactante humanos, en ella no interviene la fisiología para determinar la forma o el momento de la interrupción, interviene en cambio la costumbre, sometida a todas las variaciones individuales posibles, la necesidad, en cada caso individualmente considerado, el condicionamiento social y económico, y hasta la moda se impone sobre lo natural, todo resumido en lo que podríamos denominar ideología de la crianza. Tampoco vemos en el animal las consecuencias que se observan en el hombre por causa del destete, consecuencias que, nos recuerda Lacan, pueden ir “desde las anorexias llamadas nerviosas, hasta las neurosis gástricas pasando por las toxicomanías orales”.20 En este clima de crisis en el que el niño vive su aparición en el mundo, Lacan señala la imposibilidad del no recurso a la dialéctica hegeliana para superar las trabas que al pensamiento le oponen la intervención de determinismos mecanicistas basados en el juego de pretendidas fuerzas psíquicas. Lo que hay es una ambivalencia, pues no puede haber elección donde no hay yo, polos opuestos de aceptación y rechazo del destete que se condensan en la imago del seno y se resuelven en un movimiento de progreso que “convierte en intención mental lo que era tensión vital”. Esta ambivalencia, nos dice textualmente Lacan, “a partir de las crisis que aseguran la continuidad del desarrollo, se resolverá en diferencias psíquicas de un nivel dialéctico cada vez más elevado y de una irreversibilidad creciente. La prevalencia original cambiará muchas veces de sentido y de ahí que podrá sufrir destinos muy variados pero siempre inscribirá su tiempo y tono propios y los inscribirá en crisis o categorías renovadas de las que cada uno dotará lo vivido”. 21 El empleo del verbo en futuro, cambiará, dotará, inscribirá, nos introduce en el tema de la construcción de imago del seno materno como un proceso en el cual sólo las experiencias ulteriores dan forma y contenido representable en la consciencia, pues la vivencia original se da antes de toda posibilidad de ella. Es el a posteriori freudiano utilizado por Lacan con toda la fuerza de sus conocimiento de la dialéctica. Lo que esta antes son las sensaciones y el malestar o el placer que lo acompaña. sensaciones exteroceptivas, propioceptivas e interoceptivas que aún a los doce meses permanecen en gran medida incoordinadas. 20 21

Ibid; 27. Ibid;28.

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Durante la lactancia no hay, propiamente hablando, reconocimiento del cuerpo propio, ni noción de lo que es exterior a él. Las primeras unidades perceptivas se constituyen a partir de las sensaciones que desde la madre llegan al infante. Así el rostro humano comienza a tener valor preferencial. La reacción al rostro, señala Lacan es muy precoz, aún anterior a una buena coordinación de los movimientos oculares, de ahí que la constitución de esa presencia pueda, con el tiempo, llegar a tener la dimensión de trauma causal de neurosis, y se justifica el calembour poético de Claudel al escribir conaissance en vez de connaisance, es como si en español escribiéramos co- nacimiento en vez de conocimiento, el poeta descubre la identidad entre conocimiento y adaptación afectiva; a ello va ligado el fenómeno de la sonrisa, significante de satisfacción y plenitud, inexplicable desde la teoría de los instintos, pero explicable si pensamos en configuraciones que se van cargando de sentido en la relación del que no habla, infans, con el otro del habla y de los cuidados que transforman el malestar en placer. En cuanto a las sensaciones propioceptivas determinadas por la succión y la presión sabemos que ingresan a las representaciones mentales como otro tipo de ambivalencia cognoscitiva; el que absorbe puede ser absorbido, es lo que informa por vía propioceptiva el abrazo materno. De nuevo aquí Lacan pone en tensión la teoría freudiana al negarle el carácter de autoerotismo a la marca que deja en el cuerpo del bebé la fuerza materna que lo manipula : “No hablaremos aquí con Freud de auto – erotismo, puesto que el yo no está constituido, ni de narcisismo, puesto que no hay imagen del yo; menos aún del erotismo oral, por que la nostalgia del seno nutricio, sobre la cual se ha equivocado la escuela psicoanalítica, no revela el complejo de destete sino a través de su reorganización por el complejo de Edipo.” Canibalismo “pero canibalismo funcional, inefable, a la vez activo y pasivo, siempre sobreviviente en los juegos y palabras simbólicas, que en el amor más evolucionado, recuerdan el deseo de larva – reconoceremos en esos términos la relación a la realidad sobre la cual reposa la imago materna.”22 Lacan afirma que la escuela psicoanalítica se ha equivocado al constituir la nostalgia del seno materno como deseo oral, porque lo oral no es un intercambio sensorial boca- seno que deja su marca de placer en el psiquismo; lo oral es una negación del tiempo que 22

Ibid;30.

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anula la espera y los plazos; la vivencia se inscribe en una ley de todo o nada: está el objeto y somos uno con él (“canibalismo funcional”) o no está y nos disolvemos en la angustia (malestar del despedazamiento corporal). Lo interoceptivo es un caos : asfixia del nacimiento que reconoceremos siempre en la angustia, exposición a la temperatura relacionada con la desnudez y malestar laberíntico que demanda acunamiento. Esta es la triada que rige los primeros seis meses de vida humana marcados por un tono penoso que puede llegar a convertirse en trauma pero que no se origina en un trauma de nacimiento como quería Rank; ya se dijo: donde no hay yo ¿cómo hablar de trauma? El malestar es el resultado de la necesidad de recuperar la organización tónica intrauterina, perdida en el momento del parto. Pérdida y necesidad de recuperación se sintetizan también en la imago del seno que habita para siempre la fantasía y el sueño del hombre. Pasados los seis meses, que podemos llamar duros, del malestar, las insuficiencias e impotencias del infante se prolongan aún gracias al retraso inaudito de la dentición y de la marcha en la especie humana, retraso que la habría hecho desaparecer si viviera en el puro reino de la naturaleza. Esta prematurez de nacimiento humano reconocida desde Freud por todos los psicoanalistas, y sus consecuencias explican la generalidad del complejo como algo independiente de lo contingente del destete fisiológico, el cual remite a todas las vivencias que se desarrollan en el desprendimiento del cuerpo de la madre, como al verdadero destete que se articula con ese oscuro objeto del deseo que ningún objeto real, ningún cuidado materno puede reemplazar. Es el fondo de lo que se ha dado en llamar pesimismo freudiano : no hay remedio para el malestar ni del destete , ni de la cultura, porque este último tampoco es el resultado de la renuncia instintiva sino desenlace dialéctico del primero. la imago del seno materno rige la vida emocional del hombre y genera el deseo, en el sentido freudiano, sentido que denomina el objeto causal correspondiente como radical e irreparablemente perdido e inscrito en la ambivalencia que subyace en su estructura dialéctica, la cual se manifiesta en su expresión psíquica. Solo a la mujer, sostiene Lacan, le está reservado de alguna manera realizar la compensación, restablecer el equilibrio perdido, colmar sus carencias, al ser ella misma madre; en el abrazo y la contemplación del hijo, queda su propio malestar subsumido, incluyendo los dolores del parto. Sin la necesidad, por consiguiente, de recurrir a 43

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instintos maternales podemos comprender por qué, si no median desviaciones culturales históricamente dadas o perturbaciones graves de la vida afectiva, la madre es propensa a no abandonar el niño y garantizarle la supervivencia aún a costa de sí misma; de esa imago originaria del seno proviene la intensidad y duración del sentimiento materno y la fuerza con que se vincula a él el infante, hasta el punto de darnos la sensación de lo extemporáneo, de lo anacrónico, de lo que se repite con una fidelidad esclerosada que nos lleva a pensar como a Freud en la muerte. Pero Lacan reconociendo la genialidad de la intuición Freudiana, no se deja atrapar en la contradicción en los términos de la formulación de un instinto de muerte. Lacan piensa en la muerte a que conduce un fracaso de la sublimación de la imago del seno materno, sublimación necesaria para el desarrollo de nuevos vínculos sociales, ligados al progreso de la personalidad; si no hay sublimación la imago que es originalmente salvadora se convierte en factor de muerte. Textualmente, “Que la tendencia a la muerte sea vivida por el hombre como objeto de un apetito es una realidad que el análisis hace aparecer a todos los niveles del psiquismo; esta realidad, cuyo reconocimiento como carácter irreductible le pertenece al inventor del psicoanálisis, pero la explicación que él ha dado en términos de instinto de muerte, por deslumbrante que sea, resulta contradictoria en los términos; es de tal manera verdad que el genio mismo en Freud, cede al prejuicio del biólogo que exige que toda tendencia se relacione con un instinto. Pero la tendencia a la muerte, específica el psiquismo del hombre se explica de manera satisfactoria por la concepción que desarrollamos aquí, a saber, que el complejo, unidad funcional de ese psiquismo, no responde a funciones vitales sino a la insuficiencia congénita de dichas funciones.”23 Lacan pone el acento en el drama, el desenlace puede ser la muerte, “bajo la forma original que le da el destete”, en un reencuentro con la imago en toda suerte de suicidios orales directos o bajo el revestimiento de la enfermedad.” De nuevo podemos prescindir del instinto para explicar lo genérico de la tendencia, basta con reconocerla en la práctica cultural que interpreta toda muerte como retorno al seno materno en toda sepultura y en los ritos que la circundan. Lacan da otra dimensión a los descubrimientos psicoanalíticos, subvirtiendo el determinismo pulsional en favor de una causalidad que integra el sufrimiento en la historia social, desde la cual retorna como sentido al individuo, el 23

Ibid; 33.

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LA FAMILIA SEGÚN LACAN

cual encuentra en la cultura las formas con las que puede revestir sus conflictos, los escenarios para sus tragedias imaginarias, que a veces suelen reproducirse en lo real. Pero no sólo en la muerte se reencuentra el individuo con la imago del seno materno, también en la necesidad de un hábitat que debe otorgar protección, seguridad, tranquilidad y felicidad; igualmente sucede con el recurso al grupo y en la dependencia de la familia; superar tal dependencia es sublimación del destete que se manifiesta en la capacidad de separarse emocional y económicamente del apoyo doméstico. Hegel, citado por Lacan, señala que el individuo que no lucha por ser reconocido por fuera del ámbito familiar, nunca alcanza antes de la muerte, la personalidad. Podríamos darle una forma más fuerte a esta afirmación observando que la muerte en el suicidio es muchas veces el nacimiento de quien no ha podido nacer hacia la vida, retenido en la imago del seno materno. Para concluir su innovadora presentación del complejo de destete Lacan nos dice que la “saturación del complejo contribuye al sentimiento familiar; su liquidación deja las huellas donde se le puede reconocer : es esta estructura de la imago la que continúa siendo la base de los progresos mentales que la han reorganizado. Si es preciso definir la forma más abstracta de hacerse presente, la definiríamos así : una asimilación perfecta de la totalidad al ser. Bajo esta fórmula de aspecto un poco filosófico, se reconocerán esas nostalgias de la humanidad que se presentan como espejismos metafísicos de la armonía universal, abismos místicos de la función afectiva, utopía social de una tutela totalitaria, todas salidas de la obsesión del paraíso perdido de antes del nacimiento y de las más oscuras aspiración a la muerte.” 24

El complejo de intrusión Y la fase del espejo

Al crear este complejo con todos los eventos que emergen de la relación del niño con el hermano, y al mismo tiempo determinan dialécticamente la relación del hombre con el semejante, Lacan 24

Ibid; 35.

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fórmula una tesis tan revolucionaria como la que se sintetiza en la afirmación freudiana de una culpa que precede a la falta en vez de ser su consecuencia; tesis que desarrolla la paradoja de un delincuente por sentimiento de culpa. La paradoja lacaniana afirma que los celos están antes que el semejante y contribuyen a su constitución, porque los “celos son el arquetipo de los sentimientos sociales. … El complejo de intrusión representa la experiencia que realiza el sujeto primitivo, a menudo cuando ve uno o más de sus semejantes participar con él en la relación doméstica, dicho de otra manera cuando conoce hermanos.” 25 En la elaboración de las consecuencias teóricas de esta definición se verá más claramente el papel fundamental de la cultura como determinante del valor afectivo, económico y social de los diferentes miembros de una familia, en el seno de la cual todo individuo que llega se ve compelido a jugar el papel de heredero o el de usurpador. En la descripción de estos destinos, y reconociendo de paso los aportes de M. Klein en la comprensión de los procesos de identificación, Lacan llega a conclusiones propias que subvierten la teorización espontánea, puesto que establece que “los celos no obedecen a una rivalidad sino a una identificación que está en el origen no sólo de la sociabilidad sino del conocimiento en tanto que humano” 26 En primer lugar la elaboración lacaniana tiene en cuenta el experimentos que consisten en colocar frente a frente niños que frisan entre los seis meses y los dos años de edad y no están separados entre si por más de dos meses de diferencia. Lo que se ve, si se cumple exactamente esa condición, es la adaptación de posturas y gestos, o una repetición alternada o serial de provocaciones y respuestas. De ahí deduce Lacan que cada uno de los sujetos percibe la situación como si tuviese un doble desenlace, una alternativa. En otras palabras: se bosqueja el reconocimiento de un otro como objeto en la identificación mental con él. Si el rango de separación de edad de los participantes en la experiencia es mayor de dos meses la confrontación produce con frecuencias reacciones que pueden ser de “alarde, seducción o despotismo”.27 La experiencia clínica que aporta Lacan a la observación le permite afirmar que “aunque ahí figuran dos participantes, la relación que caracteriza a cada uno de ellos se revela a la observación no como conflicto entre 25

Ibid; 26. Ibid. 27 Ibid; 37. 26

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dos individuos, sino en cada sujeto, como conflicto entre dos actitudes opuestas y complementarias, y esta participación bipolar es constitutiva de la situación misma.” 28 La sorpresa de todo observador desprevenido constata que nuca se puede precisar en rigor quien es espectador y quien se da en espectáculo, quien seduce y quien es seducido, quien domina y quien se somete29 porque cada sujeto “confunde la parte del otro con la suya propia y se identifica con él” 30 Sin embargo es aún mayor la sorpresa al observar que cada sujeto puede aislarse en su juego, ser sólo para sí y reducir el otro a cero, vale decir aniquilarlo. Sólo es posible comprender esto si aceptamos que el otro se percibe en un contexto imaginario, como nos sucede con tanta frecuencia en nuestras experiencias mal llamadas de pareja; generalmente vivimos y actuamos con la imagen del otro, no con el otro, pero la imagen del otro fundida en la propia; probablemente la fusión no es completa pero hay un difuminado entre las dos imágenes, la propia y la del otro, donde se borran los límites. Todos los fenómenos de la relación con otro se condensan en lo que llama Lacan “imago del semejante”, condensación que es posible porque “la imago del otro está ligada a la estructura del cuerpo propio y más especialmente por sus funciones de relación” afincadas en “una cierta similitud objetiva” 31 Esta ambigüedad de lo afectivo entre el amor y la identificación que reencontramos permanentemente en los adultos, sobre todo en la muy bien estudiada por Freud, pasión celosa, y que procede del primitivo carácter homosexual de la relación con el hermano, se reconoce “en el poderoso interés que el sujeto presta a la imagen del rival : interés que aunque se afirme como odio, es decir como negativo y aunque esté motivado por el objeto pretendido del amor, no parece menos sostenido por el sujeto de la manera más gratuita y más costosa y a menudo domina a tal punto el sentimiento amoroso mismo, que debe interpretase como el interés esencial y positivo de la pasión.”32 Estas afirmaciones están alimentadas por el detenido estudio que Lacan ha realizado de la paranoia en su tesis de grado, en la cual estableció que las formas máximas de agresividad psicótica se desarrollan no contra un rival sino como forma particular de la negación del interés por el otro; se quiere aniquilar el 28

Ibid. Ibid; 37-38. 30 Ibid;38 31 Ibid. 32 Ibid;39. 29

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interés por el otro aniquilando al otro. Freud elabora por este fenómeno la siguiente proposición : “yo no lo amo, yo lo odio.” Tan crítico como Marx de la transposición metafórica y abusiva de las teoría darwinianas de lucha por la vida y selección natural a contextos completamente ajenos, se queja Lacan de una teoría psicoanalítica que no se diferencia radicalmente de tal ideología veladamente moralizante, cuando el psicoanálisis tiene instrumentos que le permiten comprobar cotidianamente que no es la defensa de la nutrición lo que hacía palidecer al famoso niño de pecho traído a colación por San Agustín, como observación precoz del odio al hermano de leche 33 sino la identificación con lo que el otro está viviendo. Uno de esos instrumento es la concepción freudiana del sadomasoquismo, la cual establece que la agresividad es simultáneamente actuada y sufrida. Pero si es el enigma del masoquismo el que llevó a Freud a darle a la muerte un instinto, es el mismo enigma el que hace que Lacan reconozca “el momento dialéctico en que el sujeto asume por sus primeros actos de juego a ese malestar, lo sublime y lo supere” 34, como tan bien lo vio Freud en el juego de su nieto descrito en el más allá del principio del placer como sublimación de las primeras separaciones de la madre. El doble que representa el otro nos reintroduce en el malestar auto –infligido del destete; es un proceso dentro del cual la imagen del otros nos “fija en uno de los polos del masoquismo primario.”35 La violencia que de ahí surge no se relacionada con la lucha por la vida, es la afirmación determinante de la teoría lacaniana. “La imagen del hermano no destetado, no atrae una agresión especial sino porque ella repite en el sujeto la imago de la situación materna y con ella el deseo de la muerte, este fenómeno es secundario a la identificación.”36 Los problemas de identificación se le plantearon a Freud a partir del descubrimiento del Edipo, pero M. Klein y Lacan, cada uno en su propia teorización, han encontrado que la identificación entra a jugar un papel fundamental en la construcción del psiquismo desde períodos muy precoces en la vida del individuo. Lacan teorizó y resaltó la función de la identificación en lo que él llamó la fase del espejo. Esta fase corresponde en el tiempo al período que comienza con la declinación del destete, entre los seis y los doce 33

Confesiones, I, VII Lacan, les complesxes familiaux, 40. 35 Ibid. 36 Ibid, 34

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meses. Lacan encuentra en el fenómeno de reconocimiento en el espejo una doble significación : la referente a la realidad del sujeto, de la cual la imagen se constituye en símbolo y la referente a su valor afectivo ilusorio, ilusión constitutiva de la relación con el otro, siempre reflejo de la forma humana. Las dos significaciones desarrollan niveles correlativos de la inteligencia y sociabilidad. En su descripción Lacan califica la experiencia como “intuición iluminativa...sobre el fondo de una inhibición atenta, revelación repentina del comportamiento adaptado (gesto de referencia a cualquier parte del propio cuerpo); después derroche jubiloso de energía que señala objetivamente el triunfo; esta doble relación deja entrever el sentimiento de comprensión bajo una forma inefable.”37 Si el niño goza descubriendo la unidad proyectada de su cuerpo en el reflejo especular es por que la incoordinación de sus sistemas de autopercepción lo inscriben en una vivencia de cuerpo fragmentado, despedazado, que se extiende al espacio circundante por la torpe motricidad que lo relaciona con él. De ese mundo del que saca al niño el espejo, nos quedan múltiples vestigios que el análisis ha revelado, “en las fantasías de desmembramiento, de dislocación del cuerpo, entre las cuales las de castración no son sino imagen valorizada por un complejo particular.” 38 El júbilo es por consiguiente anticipación de identidad con el cuerpo y derivada de tal identidad se da la unidad mental, como triunfo de una tendencia salvadora que se expresa en un ideal encarnado en el doble, o imago del semejante. “El mundo propio de esta fase es pues un mundo narcisístico”, nos dice Lacan, antes de introducirse en una tercera discrepancia con Freud, después de las señaladas en relación con la teoría de los instintos en general y con el instinto de muerte en particular. “Al designarlo así (como narcisístico) no evocamos solamente su estructura libidinal con el mismo término al cual Freud y Abraham, desde 1908 han asignado un sentido puramente energético de investimiento de la libido sobre el cuerpo propio; queremos también penetrar su estructura mental con el sentido pleno del mito de Narciso; sentido que indica la muerte: la insuficiencia vital de la que ese mundo ha salido; o la reflexión especular: imago del doble que le es central; o ilusión de la imagen: ese mundo lo vamos a ver, no 37 38

Ibid;43. Ibid;44.

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contiene al prójimo.” 39 Esta afirmación radical se basa en el mismo hecho ya mencionado de que el sujeto no se distingue de la imagen misma; la imagen es también una intrusión, denominada por Lacan “intrusión narcística”, que será indispensable para la configuración del yo. El mundo no contiene al prójimo sino como “mandamiento”: amarás a tu prójimo como a ti mismo, en el cual se reconoce que el amor es una reflexión, un espejismo.” El yo es por consiguiente el producto de una alienación de cuya estructura no escapará nunca, y por ello derivará hacia pulsiones sado-masoquistas y escoptofílicas que Lacan considera “destructoras del otro, en su esencia”. 40 En otras palabras, también de Lacan, “el yo se constituye al mismo tiempo que el prójimo en el drama de los celos” 41. Es un drama cuyo desenlace es de doble faz : o se sale de la realidad a través del objeto materno reencontrado y aniquilando al otro, o se encuentra un objeto nuevo reconocido como otro para la lucha o el acuerdo, elevado a la categoría de prójimo y objeto socializado. Así de nuevo confirma Lacan que “los celos humanos se distinguen de la rivalidad vital inmediata, pues forman su objeto más que lo que éste los determina.”42 Estos logros se alcanzan durante los tres primeros años de vida, edad en la que se consolidan junto con la objetividad que va a desarrollar el conocimiento. En dicha objetividad Lacan insiste mucho a lo largo de su texto porque en este momento de su teoría no cuenta aún con el concepto de lo simbólico como forma que integra la superación de lo imaginario con el conocimiento de la realidad. Pasamos por alto por ahora una serie de referencias que hace Lacan en el texto en relación con la psicopatología y la forma del complejo de intrusión para adentrarnos en su concepción del complejo de Edipo.

El complejo de Edipo. Para Freud el complejo de Edipo ilustra la forma específica de la familia humana y le subordina todas las variaciones sociales posibles. Lacan va seguir otro desarrollo que permitiría situar en la historia a la familia paternalista. 39

Ibid;44-45 Ibid;45. 41 Ibid. 42 Ibid;46. 40

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En el esquema del complejo de Edipo descrito por Freud es básico saber que el impulso que lleva al niño a desear al progenitor del sexo opuesto es frenado por la propia imposibilidad de realización del deseo, pero el niño no puede dejar de atribuir la imposibilidad a la presencia del progenitor del mismo sexo. En la realidad los padres, o los adultos que lo representan, “sólo han intervenido, y no siempre para impedirlo, en la culminación masturbatoria de las pulsiones que se orientan edípicamente.”43 Lacan también tiene en cuenta que, ya sea accidentalmente o por intuición, el niño sabe, y organiza en su fantasía ese saber, lo que está prohibido; convierte entonces al progenitor del mismo sexo en un modelo de trasgresión simultáneamente con su percepción de él como agente de la prohibición. 44 Aquí tenemos otra vez la dialéctica funcionando, pues hay una tensión y una resolución que desplaza el interés cognoscitivo hacia el mundo y el niño mismo a la escuela. Es lo que Freud denominó ingreso a la etapa de latencia; etapa que sería resultado de la represión del Edipo y de la sublimación de las pulsiones sexuales que lo acompañan. Según Lacan, en este momento de su evolución teórica, la represión estaría a cargo del superyo y la sublimación estaría inspirada por la conversión de la imago del padre en ideal del yo. 45 La medicina denunciada aquí por Lacan se ha caracterizado por enunciar los prejuicios que sólo conciben lo psíquico como epifenómenal, “vale decir como ineficaz para dar cuenta de los accidentes del individuo.”46 Frente a esos prejuicios Lacan sostiene que “lo único que puede informar sobre las facetas de la personalidad es el análisis detallado de la historia edípica”. Gracias a dicho análisis pudo Freud dar cuenta de “desarrollos tan importantes para el hombre como los de la represión sexual y el sexo psíquico... sometidos a la regulación y a los accidentes de un drama psíquico de la familia, lo cual 43

Ibid,,,50. .Ibid. 45 Ibid; 51. 46 Ibid; 52. 44

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proporciona la más preciosa contribución a la antropología de la agrupación familiar, especialmente el estudio de las interdicciones que el grupo formula universalmente y que tiene por objeto el comercio sexual entre algunos de sus miembros. Así Freud formula una teoría de la familia. Fundada sobre un disimetría que apareció en las primeras investigaciones, en la situación de los dos sexos respecto del Edipo.” 47 La disimetría es la que existe entre el Edipo del niño y el de la niña. En el varón el Edipo sería seguido por el complejo de castración y en la mujer por la envidia del pene. Por demasiado conocida omitimos la descripción de la teoría del Edipo y abocamos la cuarta discrepancia que en este estudio aparece en relación con la concepción freudiana. Freud tiende a considerar la castración como un valor real inherente a un temor inspirado por el prototipo de la represión, el padre. “Es por esta vía”, sostiene Lacan, “que Freud hace el salto teórico del cual hemos señalado el abuso en nuestra introducción: de la familia conyugal que observaba a través de sus pacientes a una hipotética familia primitiva concebida como una horda que un macho domina por su superioridad biológica, acaparando las hembras núbiles. Freud se funda en el vínculo que constata entre los tabúes y la observancia respecto del totem, alternativamente objeto de inviolabilidad y de orgía sacrificial. Imagina un drama de asesinato del padre por los hijos seguido de la consagración póstuma de su poderío sobre las hembras por los asesinos prisioneros de una insoluble rivalidad : acontecimiento primordial de donde, junto con el tabú de la madre saldría toda una tradición moral y cultural.” “Aún si esta construcción”, continúa Lacan, “no estuviera arruinada por las peticiones de principio que comporta –atribuir a un grupo biológico la posibilidad que se trata justamente de fundar, del reconocimiento de una ley- sus premisas pretendidamente biológicas en sí mismas, a saber la tiranía permanentemente ejercida por el jefe de horda, se reducirían a un fantasma cada vez más incierto a medida que avanza nuestro conocimiento de los antropoides. Pero sobre todo de la huellas universalmente presentes de una estructura matriarcal de la familia, la existencia en su área de todas las formas fundamentales de la cultura, y especialmente de una represión a menudo muy rigurosa de la sexualidad, manifiestan que el orden de la familia humana tienen fundamentos que se sustraen de la fuerza del macho.” 48 Para los antropólogos contemporáneos 47 48

Ibid. Ibid;55.

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no es necesario recurrir, como lo hace aquí Lacan, al mito de matriarcado inspirado en Bachofen para probar que la institución de la familia no se origina en la horda salvaje liderada por un macho dominante. La supremacía masculina se origina según Harris en la guerra y la guerra “no es expresión de la naturaleza humana, sino una respuesta a las presiones reproductoras y ecológicas.49 Por consiguiente se puede afirmar que los “jefes de hordas salvajes” no están en el origen de la familia humana sino que son el resultado de desarrollos particulares de su historia, cualquiera que haya sido la forma originaria de dicha familia. Para Lacan es fundamental, y lo va ser durante toda su teorización, destacar la triangularidad que rompe la relación binaria original niño-madre inscrita en lo imaginario narcisista para darle paso a un libre juego de identificaciones y oposiciones que estructuran la relación con la realidad. En ese triángulo se da la interacción entre los procesos de maduración sexual y la forma del complejo, puesto que si la maduración sexual desencadena el complejo, también es cierto que este va influir sobre los alcances de dicha maduración, en ocasiones determinando en vez de un progreso una regresión, a la que es más proclive el varón por los efectos que sobre él tiene la imago materna, mientras que la niña al cambiar de objeto en el curso del Edipo se desprende más fácilmente de tendencias primitivas de acento marcadamente narcisístico. Se confirma ahí “la influencia del complejo psicológico sobre una relación vital” y “es así como verdaderamente contribuye a la constitución de la realidad.”50 Cuando el análisis no puede dar cuenta de todas las infinitas variantes de la evolución progresiva y regresiva de la sexualidad y de los respectivos efectos mentales y de personalidad y tiende a confundir presiones vitales con pruebas morales, Lacan lo atribuye al privilegio del dinamismo sobre la estructura. Por ejemplo dice que si la represión de la sexualidad se hace apoyar sobre la fantasía de castración...”y la doctrina la relaciona con una amenaza real, es ante todo porque Freud, genialmente dinamista para reconocer las tendencias, permanece cerrado, por el atomismo tradicional, a la noción de la autonomía de las formas; es así como al observar la existencia de la misma fantasía de castración en la niña pequeña o de una imagen fálica de la madre en los dos sexos, se ve impelido a explicar esos hechos por precoces revelaciones de la dominación 49 50

Harris, caníbales y reyes,67. Lacan, les complexes familiaux, 57.

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masculina, revelaciones que conducirían a la pequeña a la nostalgia de la virilidad y al niño a concebir la madre como viril. Génesis que para encontrar fundamento en las identificaciones requeriría el uso de tal sobre carga de mecanismo que necesariamente parece errónea.” 51 Lacan apartándose de la ortodoxia psicoanalítica considera que la fantasía de castración y sus derivados esta determinada por las vivencias que preceden a la constitución misma del cuerpo como propio, antes por consiguiente, “de toda amenaza del adulto, y no depende del sexo del sujeto y determina más bien las fórmulas de la tradición educativa. Representa la defensa que el Yo narcisístico, identificado a su doble especular, opone a la renovación de la angustia que en el primer momento del Edipo, tiende a quebrantarlo; la crisis no es causada tanto por la irrupción del deseo genital en el sujeto como por la reactualización del objeto materno. A la angustia despertada por este objeto, el sujeto responde reproduciendo el rechazo masoquístico con el que ha superado su pérdida primordial pero opera según la estructura adquirida, es decir en una localización imaginaria de la tendencia. 52

Continua Lacan: “tal génesis de la represión sexual no deja de tener referencias sociológicas : se expresan en los ritos mediante los cuales los primitivos manifiestan que esta represión tiene que ver con las raíces del vínculo social: ritos de fiesta, que para liberar la sexualidad designan bajo su forma orgiástica el momento de la reintegración afectiva con el todo; ritos de circuncisión que por sancionar la madurez sexual manifiestan que la persona no accede a ella sino al precio de una mutilación corporal.”53 En palabras más sintéticas podemos afirmar que la fantasía de la castración como origen de la represión está condicionada por el juego de lo imaginario, y la madre es el objeto que la determina. Esta fórmula es subversiva respecto del orden de causalidad manejado por el psicoanálisis en 1938 y libera el concepto de represión de la reminiscencia moral que se esconde en la teoría que la fórmula como fuerza que se opone a la pulsión y por ende a la trasgresión de las normas. La represión en el contexto lacaniano no

51

Ibid; 59. Ibid;61. 53 Ibil. 52

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es fuerza sino necesidad de unificación del psiquismo para escapar al malestar heredado de la prematurez del nacimiento humano. Esto nos introduce al tema de la sublimación de la realidad en la concepción que ilustra este texto sobre la familia. Se basa necesariamente en el papel de la identificación a otro nivel del ya estudiado. Dejando de lado la doctrina del narcisismo secundario, Lacan sostiene que lo que aparece en un primer enfoque es la antinomia de las funciones que juega en el sujeto la imago parental; de una parte ella inhibe la función sexual de otra parte la imago preserva esta función bajo la forma de un desconocimiento, en el sentido estrictamente freudiano según el cual la percepción es admitida por el yo pero desconectada del conjunto de la conciencia. Entre la represión y el desconocimiento se abre paso a una identificación, ya no con el objeto del deseo sino, en el triángulo edípico, con el objeto que se opone al deseo. “La identificación, de mimética se vuelve propiciatoria... pero en este paso hacia la realidad el objeto primario del deseo parece escamoteado”. 54 Y agrega Lacan: “Este hecho define para nosotros la originalidad de la identificación edípica: Nos parece que indica que, en el complejo de Edípo no es el momento del deseo el que elige el objeto en su nueva realidad, sino el momento de la defensa narcisística del sujeto.”55 Esto significa que el objeto de la identificación en el Edipo juega el papel del doble, primera forma de identificación de donde emerge el yo. Es un refuerzo narcisístico frente a los objetos originarios y sus amenazas imaginarias, derivadas de la representación de un cuerpo despedazado implicado en el complejo del destete. Todo lo que ha expuesto el texto lacaniano basta para darnos cuenta que la dirección de su pensamiento apunta al reconocimiento de la imago del padre como elemento central de la organización del psiquismo en el hombre que surge de la familia conyugal contemporánea. Sobre todo por que sería la imago del padre la principal responsable del destino de la sublimación, y esto no es efecto del machismo sino del hecho que la imago materna está cruzada por identificaciones arcaicas, en los dos sexos, y en cambio la imago paterna se carga con el ideal del yo en los dos sexos, y es el ideal del yo, el agente principal de la sublimación. La contraprueba de esta aserción la encuentra Lacan en las consecuencias perturbadoras que tiene 54 55

Ibid; 63. Ibid.

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para el hijo, en su progreso hacia la realidad, la muerte del padre o el deterioro de su imagen. La causa decisiva del poder de la imago paterna sobre el desarrollo psicológico se nos presenta en el hecho, derivado de la familia paternalista, de la concentración en una sola imago, la paterna, de las funciones de represión y sublimación. En las familias matrilocales o avuncolocales, como las estudiadas por Malinowski en Oceanía y en las cuales el hombre cuando se casa va vivir en la casa de la novia cuyo tío (avunculus) ejerce la autoridad, esas funciones están divididas entre el tío materno como agente de represión o guardián de los tabúes y el padre que al encargarse solamente de la iniciación de los ritos y los oficios, y de la incitación de la audacia, queda como exclusivo representante del ideal del yo, y por consiguiente del proceso de sublimación. La consecuencia de esta división del trabajo dentro del Edipo es la total ausencia de neurosis y la casi total ausencia de la creatividad individual en beneficio de formas estereotipadas de la moral y del arte puramente sociales. Resume Lacan : “el impulso de la sublimación es dominado por la represión social cuando esas dos funciones se separan.”56 Muy hegelianamente Lacan considera que la antinomia, anudada en una sola imago, de la fuerza de la represión y el impulso sublimatorio que debe sobrepasarla, le asegura al complejo de Edipo su fecundidad creadora. En sus palabras : “las condiciones del conflicto funcional del Edipo, reintegran en el progreso psicológico la dialéctica social engendrada por ese conflicto. 57 No podría ser de otra manera, dentro de una concepción histórica del complejo de Edipo que ve en el paso de un matriarcado primitivo a la autoridad centrada en el padre de una apertura del vínculo social y en la interdicción de la madre, “un ideal de promesa.” 58 ¿Qué promesa estaría en juego? Según Lacan es la hecha a Abraham por la renuncia a ritos de sacrificio humano, que en ocasiones revestían la forma de una escenificación en lo real de la crueldad de las autopercepciones de desplazamiento y enterramiento en vida, correspondiente al período de dependencia total de la madre (período que sería la inspiración del mito de matriarcado primitivo propuesto por Bachofen y acogido por Lacan); estos sacrificios eran a veces presididos por divinidades maternas. 56

Ibid; 66. Ibid; 67. 58 Ibid; 68. 57

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El pueblo judío habría sido elegido como sostenedor del patriarcado en “contra de la seducción irrepresible de esa culturas.” Esta visión la encontramos también en Thomas Mann (José y sus hermanos) quien presenta a Jacobo como un paladín no sólo en lucha contra el politeísmo pagano sino principalmente enemigo de corruptoras divinidades femeninas patrocinadoras de sensualidad (cultos lunares) y crueldad (mitos de descuartizamiento de un dios llorado por la esposa madre). La religión hebraica sostiene la promesa y el pacto con lo paterno; la civilización romana impulsa las formas jurídicas de las “exigencias de la persona y la universalización de los ideales paternalistas” que hace posible dichas exigencias. A la descripción de este proceso histórico agrega Lacan lo que para él lo lleva a su culminación. “Dos funciones en este proceso se reflejan sobre la estructura de la familia misma : la tradición, en los ideales patricios, de formas privilegiadas de matrimonio la exaltación apoteósica que el cristianismo aporta a las exigencias de la persona. La iglesia ha integrado esta tradición en la moral del cristianismo, poniendo en primer plano, en el vínculo de matrimonio, la libre elección de la persona, haciendo así franquear a la institución familiar el paso decisivo hacia su estructura moderna, a saber, la secreta reversión de su preponderancia social en provecho del matrimonio. Reversión que se realiza en el siglo XV con la revolución económica de donde han salido la sociedad burguesa y la psicología del hombre moderno.”59 “Estas son en efecto las relaciones de la psicología del hombre moderno con la familia conyugal que se proponen al estudio del psicoanalista; este hombre es el único objeto que él ha sometido verdaderamente a su experiencia, y el psicoanalista reencuentra en él el reflejo psíquico de las condiciones más originales del hombre ¿puede pretender curar sus desfallecimientos psíquicos sin comprenderlo en la cultura que le impone las mas alta exigencias, sin comprender así mismo su propia posición frente a este hombre en el punto extremo de la actitud científica?”60 Vemos pues cómo Lacan recurre una y otra vez a la dialéctica, estableciendo un correlato de la crisis históricas que hacen avanzar la sociedad con las crisis de las cuales surgen el hombre y sus objetos. Es una teoría de la subversión permanente o subversión creadora que hace que el hombre surja de la constricción y contra la 59 60

Ibid;69. Ibid; 69 –70.

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EL CABALLO Y EL JINETE

constricción impuesta por las imagos del complejo. Esta continua subversión genera “la progresiva realización en el carácter.”61 Solo ahí debemos buscar y no en la herencia, el origen de los hombre eminentes, de las “encinas” de las que habla León de Greiff. “Es por realizar lo más humanamente el conflicto del hombre con su angustia más arcaica, es por ofrecerle el campo cerrado más leal donde puede medirse con las figuras más profundas de su destino, es por poner al alcance de su existencia individual el triunfo más completo contra su servidumbre original, que el complejo de la familia conyugal crea los logros superiores del carácter, del bienestar y de la creación”62 concluye Lacan.

Pleno alcance del sentido revolucionario del psicoanálisis logra Lacan en los párrafos finales de su ensayo. Concentra en los dramas de la familia un poder formativo que sobrepasa “toda racionalización educativa”. Es por ello que no puede de dejar de considerar, dialécticamente de nuevo, que puede haber “una declinación (de la imago paterna) condicionada por el retorno al individuo de los efectos extremos del progreso social, declinación que se marca sobre todo en nuestros días por estos efectos: concentración económica, catástrofes políticas.” 63 Esto que fue escrito por Lacan en 1938 se mantiene vigente, con eficacia creciente, hasta el día de hoy y será más verdadero en las próximas décadas. El psicoanálisis mismo es producto de esta crisis histórica. El psicoanálisis es una creación del fin del siglo XIX que se proyecta al fin del siglo XX con la lucidez de sus descubrimientos sobre la estructura de la familia para denunciar dónde se agota y tara la dialéctica de las sublimaciones : “Madrinas siniestras instaladas en la cuna del neurótico, la impotencia y la utopía encierran su ambición. Sea porque ahogan en él las creaciones que espera el mundo al que adviene, sea porque en el objeto que propone a su rebelión desconoce su propio movimiento.” 64 La impotencia y la utopía son el resultado final de la declinación de la imago del padre promovida por el mismo orden social que la llevó a su máxima exaltación. El psicoanálisis o acepta la subversión teórica permanente que propone Lacan o queda bajo el amparo de las fatídicas madrinas, vale decir la impotencia de la utopía.

61

Ibid; 70. Ibid; 71. 63 Ibid; 72. 64 Ibid; 73. 62

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LA FAMILIA SEGÚN LACAN

NOTA Lacan dedica una segunda parte de su ensayo sobre la familia a estudiar los complejos familiares en su relación con la psicopatología, pero por tratarse de un tema completamente especializado prefiero no incluir aquí el estudio crítico de esa parte y dedicarle otro ejercicio de lectura que se publicará por separado.

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