"El Analista Como Lugar Elaborativo De Goce"

"El Analista Como Lugar Elaborativo De Goce" (*) Reunión Lacanoamericana De Psicoanálisis. Buenos Aires. 2013.- Ana Casalla “…el análisis se disting...
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"El Analista Como Lugar Elaborativo De Goce" (*) Reunión Lacanoamericana De Psicoanálisis. Buenos Aires. 2013.-

Ana Casalla

“…el análisis se distingue entre todo lo producido con el discurso hasta entonces, por enunciar lo siguiente, hueso de mi enseñanza: que hablo sin saber. Hablo con mi cuerpo, y sin saber. Luego, digo siempre más de lo que sé”(1) Al terminar una hora de control me surgió un comentario que es por donde voy a empezar hoy. Se trataba de un analizante joven que hacía poco comenzaba su tratamiento. Un joven con accesos de violencia y adicto, como lo pinta su madre, según el analista que trae el caso (2). Esta era un tipo de consulta que pedida por la madre, no parecía interesar al joven con la consecuente preocupación del analista por la no implicación subjetiva de su paciente. Quiero decir que esa supervisión y esa consulta –por demás típica de esta época- me llevó al finalizar el trabajo de control a decir, con alegría, algo así como que esto lo enseña el pase y luego ¿el pase sirve para algo no? Eso dije y eso quiero traer ¿qué tenía que ver con eso el pase? : Un comienzo de tratamiento, una consulta del lado de los acting y la adicción. Es una interrogación que me lleva a los efectos del análisis en cualquier experiencia psicoanalítica, en el control, el análisis o en el pase. Me planteo que se produce una y otra vez un pasaje que hace al fin, a la finitud, haciendo diferencia con la infinitización del análisis. Efectivamente el pasaje de analizante a analista y de analista a analizante, actualizados permanentemente en la cura no son ajenos a que haya final de la transferencia. Una y otra vez en la cura el analizante se verá confrontado a qué tienes que ver vos con aquello de lo que te quejas. Su responsabilidad deseante. Pero esto no le atañe sólo al analizante, también el analista está cercado por la consecuencia de tomar una dirección u otra en la cura, también su responsabilidad deseante. Me pregunto muchas veces ¿qué nos guía? ¿Qué es la dirección de la cura? ¿Dirigimos? Diría que sin duda si nos dejamos llevar por el inconsciente. De lo que se trata, nos dice Lacan, es de estar enamorados del inconsciente y no del SSS y eso es un efecto del análisis. El tema acá no es sólo que el SSS se produce por una necesidad estructural porque el saber sobre el sexo falta. El tema del analista es no prolongarse ni eternizarse allí, identificado a la

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idea de un desciframiento total. El encuentro con lo ilegible en transferencia se plantea de continuo en la cura: ninguna interpretación, ninguna lectura es totalmente abarcativa, como no lo es lo simbólico respecto a lo real. El analista se presta a la transferencia si puede estar sostenido por la función del SSS aunque si se presta también a destituirse de ahí, se presta al acto. Se presta a un movimiento que va a ir llevando al final de la transferencia, porque marca que el SSS no es a través de su propia dificultad: él también habla con su cuerpo, y eso no es una abstracción. Como consecuencia, marcas ineliminables en el inconsciente del cual el analista forma parte en el dispositivo van tomando lugar en la transferencia: que el SSS no es, se produce en la singularidad de cada análisis, no es un semblante de no saber. Y es en la medida -como decía- que habla con su cuerpo que pone en juego la castración y la lega a la cura, pone en juego el no saber por la vía del acto, del decir como acontecimiento, no como palabras. Es en esto que él no es el SSS. Cada vez que en el acto el analista se destituye del SSS que lo ubica como un Otro del saber, cada vez que, “no es eso”, un nombre de a, al mismo tiempo se agujerea el ser de goce que sostiene al Otro mediatizado por el fantasma. Lo cual escritura singularidad. El analista está con su decir implicado en esa nueva escritura, en la medida en que toma sobre sí el fracaso del SSS agujerea el “a” y no sabe nada de eso (3), consecuente agujereamiento del goce fantasmático, consecuente escritura de finitud. De modo que quisiera hablar de fin de análisis a través del análisis, de los efectos del análisis y voy por aquello que me surgió: por qué dije, esto me lo enseñó el pase y luego, por qué tan contenta digo, para algo sirve el pase ¿no? La alegría simplemente fue y lo es hoy también dejarse guiar por lo que surgió, por el inconsciente. Como un modo de apostar por un trabajo sobre los efectos en cada uno, lo cual es vivificante. Si no las enseñanzas de Lacan son letra muerta, el fin de análisis queda relegado a un momento idealizado y el pase reducido a los informes. Esto de la alegría posiblemente se haya jugado –en tanto el psicoanálisis es nuestro quehacer- con algo que se nos produjo en el control con el analista en cuestión y que no quiero dejar pasar. Me parece que es lo que hace sensible el cuerpo al psicoanálisis. Caso y controlLo primero es decir que el analista toma lugar en la transferencia cuando le dice al paciente una clave: “lo que pasa es que vos querés hacerla razonar (a tu madre) y eso no está en ella” Aporta una clave al analizante que le posibilita saber respecto a la madre, a quien desde ahora la nombrará loca. Lo siguiente que quiero recortar es una secuencia: Alertado por una llamada de la madre el analista llama a su paciente (M) quien le dice angustiado mientras deambulaba solo por la - Página 2 de 5 Copyright 2013 - EFBA - Todos los derechos reservados

calle: “hago mal a la gente, mejor es desaparecer” Recién ahora, después de estas últimas sesiones se puede escuchar-situar ese dicho implacable como una sutura imaginaria en respuesta a un padre que no le da salida. Vuelvo atrás para relatar una escena anterior: en una pelea con la madre, ésta llama al padre, de quien está separada. Él acude aunque no saca a su hijo de la égida materna, sino al contrario lo culpabiliza, le tira la madre encima diciéndole: no le hagas mal a tu madre y la respuesta del paciente es una acusación al padre: le grita por las infidelidades y desaparición del padre, quien termina la escena pegándole a M. Resultado de lo cual, la madre echa al hijo de la casa quien se va a vivir a lo de la novia. Ahora sí vuelvo a la escena en la cual el paciente deambula solo y desencajado por la calle, esto ocurre y lo subrayo, después de la pelea con la novia que lo desaloja de su casa. Es en este contexto, desalojado y culpabilizado por ella que le vuelve esa frase bajo la forma de un imperativo de goce: yo hago mal a la gente, debo desaparecer. Es esta una vertiente superyoica del dicho del padre, pero en la que se le hace carne el “hago mal a la gente, mejor es desaparecer”. Hay algo anonadante para el saber, operado por un padre que le dificulta la salida. Ahora ya no es el padre, es desde lo real del goce que le vuelve la frase que se le hizo cuerpo. Sigue a esto un período de trabajo en el análisis, luego se enamora y empieza a sufrir un síntoma de impotencia. Recién ahora y después de asociar su impotencia a “es algo que no resolví con mi ex” podría escucharse otro modo del analizante. Sin embargo o por eso mismo, es acá que el analista viene al control con la inquietud de si será que con esta asociación se reitera la no implicación subjetiva de su paciente y pregunta si entonces M se quiere escapar. Vemos que la decisión del analista no es perpetuarse en el sentido que ya venía establecido en la transferencia ya que, al ofrecerse como analizante de su experiencia en el control, se ofrece a la lectura de su propia asociación, lo que hace de guía en el análisis: ¿es acaso que la asociación marca en el analista un deser de allí donde esperaba a su analizante? ¿Es acaso una complicación, incluso una embestida contra el SSS, un síntoma que viene de lo real? Efectivamente, es a partir de este quiebre que se orienta la escucha hacia otro lado: ¿de qué goce amenazante quiere escapar en ese desencuentro con la mujer? ¿Qué cifrará esa deserción del pito en el pasaje de una mujer a otra que lo impulsaría a volver a la ex? No se puede volver atrás. Hay algo que quedó, un resto: lo que no resolvió con su ex. Esa es la vía, el encuentro con un Otro que lo envía a un goce que no se sabe lo que quiere decir pero que le impide pasar “buenamente” de una mujer a otra. Sembrar el semblante, ir para el lado del síntoma, sin amortiguarlo, ni tampoco a la culpa por lo que no se resolvió. Es lo que asocia, le creemos ese saber, un saber a caer en el devenir de la cura –no es automáticopuesto que en el lugar de la verdad podría hacer enigma agujerear ese estigma materno de que “él –como el padre- hace mal.” Pero esto recién comienza, darle lugar, dirigir creyendo - Página 3 de 5 Copyright 2013 - EFBA - Todos los derechos reservados

que el saber lo tiene él y que en su núcleo hay algo suelto que no sabe ¿Cómo se las arregla él con eso, ahí donde pasa de una a otra? Se arregla fallando la potencia sexual y esto sí tendría que ver con el pecado del padre. La cura trae ese cuestionamiento permanente al analista sostenido por el SSS porque el tema es la salida para el sujeto, su marca de deseante siempre solapada detrás de la marca subsumida al deseo del Otro. Eso entró al análisis –en este caso- bajo la forma del síntoma como efecto de la cura, como veíamos recién, lo cual le plantea al analista el quiebre del modo transferencia en que se venía y lo concierne. Por eso viene a control. “Somos responsables entonces, en un sentido preciso, de hacer lugar al saber hacer del analizante, su propio arte, su singularidad. O para decirlo con Freud: “...el analista debe...respetar die Eigen Art (el arte propio) del paciente” (4). Pareciera que la única posibilidad de hacer lugar al arte propio del analizante es no sólo seguirlo en la asociación libre, sino posibilitar además que el SSS no es, lo cual tiene que ver como veíamos con el deser del analista cada vez. En este caso el analista sale de ahí -de donde lo ha puesto el analizante en la transferencia- a través del trabajo sobre su pregunta en el espacio de control. Esto nos da una arista del pase, de los dispositivos analíticos cuando de la responsabilidad de la que se trata es del analista que no invade con sentido sino que hace lugar a lo ilegible, porque él también está como analizante de la propia experiencia, por eso lo trae al espacio de control. Damos así permeabilidad al pasaje, ya que en eso: pasaje de analizante a analista y de analista a analizante quien no está enamorado de su inconsciente yerra, los no incautos yerran. No se trata de ninguna ciencia ni de ninguna técnica, se trata de una posibilidad que es efecto del análisis del analista. Es que hay que soportar caer de la transferencia como “a”, ser deshechado cada vez que se riza el rizo. Lo que se produce permanentemente en la experiencia analítica. De ahí que el analista es deshechado por su acto de cierto lugar –a donde lo llevó el SsS- que precipita escritura en lo real de eso que se deshechó. Como lo experimenta, no lo puede leer, es una consecuencia de prestarse al acto, lo cual hace del analista un lugar elaborativo de goce. Y es el cuerpo el que efectúa el límite de lo cifrable, el hablar sin saber. Articularlo así tiene la consecuencia insoslayable de que hay un afecto irreductible al efecto interpretativo, un inanalizable que podría tomar relieve como la marca de deseante de cada uno (5), diciéndolo con Freud el Eigen art. De ahí que es dando permeabilidad al pasaje de analista a analizante y de analizante a analista que la cura puede, desde el inicio ir hacia el die eigen art (el propio arte) de cada sujeto. Sólo la permeabilidad del pasaje posibilitaría las múltiples maneras de ser nombrado en la cura, recorriendo que el SSS no es. Para cada transferencia, para cada tiempo, adviene singularidad con cada analista-analizante. - Página 4 de 5 Copyright 2013 - EFBA - Todos los derechos reservados

NOTAS: (1) Jacques Lacan: “Redondeles de cuerda” en El seminario, Libro XX: Aún. Editorial Paidos, Barcelona, 1985, pag. 144 (2) Agradezco a Álvaro López el haberme facilitado el caso que uso en este trabajo y sobre todo el haberse prestado al trabajo. (3) Jacques Lacan, de la clase del 4 de junio de 1969 del Seminario “De Otro al otro”-Editorial Paidos. (4) Así citaba Adriana Missorici a Freud, en su artículo “Encontrar la estética, del sentido a la orientación a lo real” Sigmund Freud: La Técnica psicoanalítica, en Esquema del psicoanálisis. Vale aclarar que Haydée Heynrich me acercó la precisa traducción de Eigen art del alemán: a la manera, o a mi manera como la célebre canción que canta Frank Sinatra. (5) Ürsula Kirsh lo dice así: marca que lo atraviesa como deseante en el Informe de pase de la Efba en Abril de 2013. Por mi parte digo es lo que me enseñó el pase y que Lacan trabaja extensamente en sus últimos seminarios bajo el “hay del Uno”.

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