Dr. Heriberto Díaz Coutiño Ejemplo de Tenacidad y Humanismo En memoria

Dr. en I. Horacio Ramírez de Alba Cronista de la Facultad de Ingeniería

En el año de 1965 Heriberto Díaz Coutiño, oriundo de Tuxtla Gutierrez, Chiapas, se trasladó a Toluca para estudiar ingeniería civil en la UAEM. Se pagó sus estudios de diversas maneras, por ejemplo enseñando artes marciales, por un tiempo se hizo cargo de la cafetería de la Facultad de Ingeniería asociado con su compañero y amigo de toda la vida Emilio Zamudio Cíntora. Participó como dibujante en varios proyectos, por ejemplo auxilió al ingeniero José Yurrieta en la propuesta para un vitral que debería cubrir el patio poniente del Edificio Central de la UAEM, proyecto que finalmente no se pudo realizar. Por origen y convicción fue partidario de las causas populares y defensor de la gente necesitada, se involucró en actividades que le ganaron respeto entre sus paisanos y compañeros de estudios pero enemistad y encono entre los poderosos. De esta manera, siendo estudiante de ingeniería civil, participó en los acontecimientos de 1968 que desembocaron en la tragedia de Tlatelolco, a consecuencia se le privó de la libertad. Ni sus familiares y amigos ni las autoridades universitarias en turno pudieron indagar de su paradero, prácticamente desapareció por varios años y se temió lo peor. Es importante mencionar que Heriberto Díaz Coutiño no gustaba de comentar sobre ese episodio de su vida, se escribe esto sin su consentimiento esperando que no sea motivo de disgusto para él, solamente se busca que los universitarios actuales, principalmente los estudiantes, se enteren de que el movimiento del 68 no resultó ajeno a esta Universidad, aspecto que de otra forma quedaría en el total olvido.

Finalmente, pasados cinco años de total injusticia para él, fue liberado quedando muy afectado física y emocionalmente, pero en lugar de estancarse en el pasado tuvo la entereza de regresar a Toluca para continuar sus estudios de ingeniero civil que concluyó con éxito en agosto de 1983 al presentar la tesis: “Procedimiento para conservación de superficies de rodamiento de caminos rurales bajo condiciones de escasez de capital” dirigida por el Mtro. Ángel Albiter. Sin duda un logro sobresaliente que sin embargo no resultó suficiente para él y poco tiempo después continuó sus estudios de posgrado, concluyendo la Maestría en Construcción de Estructuras en esta misma Facultad. Esto le valió obtener por oposición una plaza de maestro de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Sinaloa en Culiacán, donde logró la categoría de titular como profesor de ingeniería civil. Años después regresó a esta Facultad becado por dicha universidad para estudiar el Doctorado en Ingeniería en su área de énfasis de Estructuras, que culminó con éxito en 1998 con la tesis “Estudio del Concreto Maya” cuyos resultados han sido publicados en medios nacionales e internacionales. Fue en esta etapa cuando se dio tiempo de pintar el mural “Nuestras Raíces” en el Auditorio de la Facultad que después se le impondría el nombre de Ing. José Yurrieta Valdés. El mural lo pintó con la ayuda del Ing. Guadalupe Roque Hernández,

a

la

sazón

estudiante

de

maestría.

La

obra

cubre

aproximadamente 30 metros cuadrados, se realizó con pintura acrílica sobre muro seco y representa una alegoría al desarrollo de la cultura y la tecnología en México con énfasis en la ingeniería civil desde su pasado prehispánico. Tiene una composición lineal con contrastes, con una lectura de izquierda a derecha. Al principio se señala el carácter tectónico y volcánico del territorio así como su marcada influencia en la cultura y el desarrollo de la ingeniería, el autor eligió el ejemplo de la Cultura Cuicuilca que fue sepultada por la erupción relativamente reciente del Volcán Xitle, sobrecoge observar a las víctimas que se presentan en el mural con temor y actitud de ruego; deja intuir o relacionar los desastres recientes por terremotos intensos. En seguida se muestra una visión esplendorosa de las culturas antiguas herederas de la tradición olmeca representada por una gran cabeza de piedra siendo labrada por un escultor de baja estatura y fornido, se enfatiza la expansión de la cultura por las

migraciones y por consiguiente la importancia de los caminos, dos personajes sirven para intensificar la intención del autor, son hombre y mujer representados de espaldas en plena marcha hacia lo desconocido cargando sendos fardos sin faltar las simbólicas flores. El autor se detiene en la Cultura Maya que hace sobresalir por los colores brillantes que utilizó y que de alguna manera delata su propia admiración por esta cultura de la cual siempre se sintió parte. Surgen de la selva magníficas construcciones principalmente grandes y elegantes templos con altas cresterías. La escena la domina un personaje poderoso con intrincado y elegante tocado adornado de jade, se le ve visualizando sus proyectos constructivos y dialoga con el maestro constructor, mientras un acompañante tiene listo el códice donde registrara los acontecimientos. El constructor de forma estoica y orgullosa muestra los adelantos en las construcciones donde además de grandes templos se ven caminos (sacbé) y cisternas (chultún), se observa una cuadrilla de trabajadores emparejando una calzada por medio de una gran roca de forma cilíndrica, llama la atención el detalle de un trabajador que asoma de la boca de un chultún en su etapa final de construcción; en lontananza se distinguen puentes cruzando majestuosos ríos, así como puertos y grandes embarcaciones resaltando la reconocida habilidad de los mayas para construir y navegar. El cielo en esta escena es claro y la luz intensa que simboliza progreso, contrasta con la parte anterior y la siguiente donde un cielo gris y encapotado, así como el ambiente de tragedia, presagian la caída del mundo antiguo. Se puntualiza esta parte con la conquista representada por la lucha de un Guerrero Jaguar contra un europeo a caballo, mientras un Guerrero Águila caído es llorado por una mujer demacrada que simboliza el dolor de todo el pueblo mexica: “la llorona”. En los detalles se hace patente la admiración del europeo al ver los cúes (templos). En seguida se precipita la época colonial donde se sobresale la esclavitud en la explotación de las minas y construcciones diferentes simbolizadas por las arcadas para acueductos, herencia romana. Termina el mural con una rápida visión del presente y el futuro con grandes presas y puentes, la luz de la gran ciudad mirando al futuro simbolizado por un satélite artificial cruzando el cielo. En resumen, según lo señaló el autor, el tema es una síntesis del desarrollo cultural y tecnológico de nuestro país. El mural “Nuestras

Raíces” fue inaugurado en abril de 1997 por el entonces rector M. en D. Marco Antonio Morales Gómez. Se añade que la obra la realizó como una contribución pues Heriberto Díaz Coutiño no cobró ni un centavo a la Facultad ni a la Universidad. Este Mural es ahora un símbolo no sólo de la Facultad sino de la Universidad toda. Su obra pictórica comprende murales, pintura de caballete, grabados y dibujo En alguna ocasión se le escuchó decir que durante los duros años que pasó recluido y aislado del mundo se enseño a pintar, de acuerdo a sus propias palabras: -para no volverme loco-. Además del mural que realizó en la Facultad de Ingeniería de la UAEM creó otros dentro de los que destaca el realizado en la Facultad de Ciencias Químicas y Biológicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa. En este caso se trata también de una composición horizontal donde los las escenas llenas de dramatismo salen al encuentro del observador que no puede quedar sin escuchar las voces del pasado y el reto a ser parte de la historia. En este mural que intituló “Canto a la vida y a la salud” se observa como el hombre antiguo discurre entre la superstición y el saber, en una catarsis dolorosa como un parto se libera y es guiado por la propia luz de sus conocimientos.

Se

destacan

escenas

impactantes como

las

grandes

mortandades por la peste. A partir de los alquimistas recrea los grandes momentos de las ciencias químicas y médicas pero también incluye detalles que dejan ver la contribución de la ingeniería y la tecnología, pero todo teñido de humanismo y solidaridad. En efecto el mural es un canto a la vida pero sin olvidar la muerte. Después de concluir sus estudios de doctorado, regresó a Sinaloa para continuar su labor docente y de investigación. En el presente año (2012) se le declaró una hepatitis muy severa que minó su salud, estando ya enfermo manifestó su deseo de acudir a esta Facultad para platicar ante un grupo de estudiantes sobre aspectos de la ingeniería, así como de los motivos y símbolos del mural que dejó como un legado a su Alma Mater, sin embargo, como estaba muy débil se pospuso la realización de este deseo hasta que se recuperara. Lamentablemente no se pudo dar esta circunstancia ya que el 30 de octubre de este año, en su natal y querida Chapas, murió a causa de su

enfermedad. Este escrito se hace pues tratando de interpretar lo que al Dr. Heriberto Díaz Coutiño le hubiera gustado trasmitir a la comunidad de esta Facultad: la admiración y respeto por las culturas antiguas, el orgullo de ser parte de la ingeniería civil y el afán de buscar solución a los problemas que afectan a los más necesitados. Al haber tenido la fortuna de trabajar en varios proyectos conjuntos y ser uno de sus muchos amigos que tuvo en varias partes del país, agrego que nos deja una lección de valor y perseverancia, admiración por saber llevar con magníficos resultados dos ramas de la cultura aparentemente ajenas: la profesión de la ingeniería y el arte de la pintura. Y, por si fuera poco, una vida completa dedicada a mostrar y demostrar la solidaridad por sus semejantes. Sin duda Heriberto Díaz Coutiño es ejemplo de tenacidad y humanismo, queda él, como su Mural, en un lugar destacado en la historia de la Facultad de Ingeniería de la UAEM.