LA CASA DE BERNARDA ALBA

SOLUCIONARIO LA CASA DE BERNARDA ALBA Federico García Lorca Solucionario a cargo de Elisabetta Sarmati AUSTRAL EDUCACIÓN Solucionario: La casa de ...
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SOLUCIONARIO

LA CASA DE BERNARDA ALBA Federico García Lorca Solucionario a cargo de Elisabetta Sarmati

AUSTRAL EDUCACIÓN

Solucionario: La casa de Bernarda Alba

Por Elisabetta Sarmati En este solucionario sólo se da respuesta a las preguntas cerradas, el resto de preguntas, en las que en la formulación ya se sugieren pistas y orientaciones precisas, se dejan al buen criterio del profesor de la asignatura.

2. Actividades para trabajar durante la lectura 2.1. Análisis estructural. ¿Puedes señalar los pasajes en que se hace referencia a un tiempo narrativo no representado directamente en las tablas?

En La casa de Bernarda Alba las coordenadas espacio-temporales presentan una rebuscada economía de medios. Toda acción narrativa se desarrolla en un único espacio, que es el verdadero protagonista de la obra: la casa; y en un marco temporal compacto: algunos días de un caluroso verano. El primer acto tiene lugar en las últimas horas de una mañana en una pulcra habitación del interior donde se reúnen las mujeres del pueblo para asistir al duelo del difunto Antonio Benavides; el segundo se desarrolla en otra habitación blanca del interior alrededor de las tres de la tarde, después de la siesta; el tercero en el patio interior de la casa al anochecer (momento propicio en la dramaturgía lorquiana para el desencadenante de la tragedia). Se trata de una división temporal que sólo de forma aparente respeta la prescripción aristotélica, puesto que las tres secuencias están colocadas en una ilusoria progresión cronológica (de mañana, de tarde y de noche), pero en realidad pertenecen a días distintos en un arco temporal posiblemente de algunas semanas. A partir de estos espacio y tiempo «cerrados», la acción dramática se expande hacia otros acontecimientos no representados en escena, sino evocados o recuperados retrospectivamente por las protagonistas. Entre las acciones dramáticas que no suceden en las tablas, hay que destacar a lo largo del tercer acto, las recurrentes visitas nocturnas de Pepe el Romano, pretendiente de Angustias, la mayor de las hermanas

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Alba; que es, además, el amante de la joven Adela y pretendido por Martirio. Se trata de un personaje ausente en el escenario de La casa y, al mismo tiempo, omnipresente en los pensamientos y en las obsesiones de sus habitantes; es el verdadero catalizador de los deseos de estas mujeres, condenadas al largo enclaustramiento de ocho años impuesto por la matriarca Bernanda a sus hijas tras la muerte de su segundo marido. Si la casa/calabozo domina la escena con el diálogo y los enfrentamientos de sus moradores, en ella entran ecos de un mundo exterior que alimentan los anhelos de la libertad vedada de las hermanas recluidas, una libertad privilegio exclusivo de los hombres. Estos ecos del exterior se manifiestan en breves paréntesis líricos y narrativos, por ejemplo: -

En el episodio de Paca la Roseta («se la llevaron a la grupa del caballo hasta lo alto del olivar», p. 67).

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En los cantos de los segadores que vuelven del trabajo y las murmuraciones sobre sus amores mercenarios con la mujer vestida de lentejuelas (acto II), de la historia de la hija de la Librada que «tuvo un hijo no se sabe con quién [...] y para ocultar su vergüenza lo mató» (p. 101).

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En el cuento de los requiebros de la Poncia con Evaristo Colorín (acto II).

Son relatos de pasiones elementales, instintivas y naturales, que no pueden albergar en la casa (o sea en la escena), que es espacio símbolo de la represión sexual.

En el texto no están presentes unas coordenadas geográficas precisas. Se habla sólo de un «drama de mujeres en los pueblos de España». En tu opinión, ¿por qué Lorca, aunque advierte que su obra tiene la intención de «un documental fotográfico», no deja referencias a un lugar y a un tiempo concreto? La génesis de La casa de Bernarda Alba parece surgir de un contexto sociogeográfico real: una aldea de la provincia de Granada y una familia colindante con una propiedad de los Lorca. Sin embargo, a pesar de que podamos mencionar esta referencia geográfica, y que exista una clara intención realista en la obra (recordada también por Adolfo Salazar, amigo del poeta, en la revista cubana «Carteles» (1938: 2

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30): «Cada vez que terminaba una escena venía corriendo inflamado de entusiasmo: “Ni una gota de poesía —exclamaba—. ¡Realidad! ¡Realismo puro!”») es evidente que el mundo dramático representado en La casa de Bernarda Alba tiene al mismo tiempo un alcance mítico y que, por lo tanto, La casa no es obra esencialmente localista. Lorca trabajó para que su última tragedia trascendiera más allá del localismo, como demuestra que sustituyera el subtítulo primitivo presente en el manuscrito autógrafo: «Drama de mujeres en un pueblo andaluz de tierra seca», por una localización más amplia e indeterminada: «Drama de mujeres en los pueblos de España». En La casa, la dimensión realista —evocada también en la advertencia («El poeta advierte que estos tres actos tienen la intención de documental fotográfico»)— transciende totalmente el cuadro de costumbres, para adquirir una significación universal. La ausencia de referencias espaciales reconocibles confirma el propósito de conjugar la intención realista con su transfiguración simbólica. Se trata de un «realismo poético». En La casa, el destino trágico encarnado por las mujeres de la familia Alba remite a cuestiones de carácter claramente universal, y no regionales, como el «conflicto entre realidad y deseo» y la «frustración existencial», que vertebran toda la obra lorquiana. 2.2. Análisis lingüístico a) ¿Qué recurso está utilizando el poeta en cada caso?

1. ¡Lengua de cuchillo! Metáfora 2. ¡Mala puñalada te den, mosca muerta! ¡Sembradura de vidrios! Metáforas 3. ¡Calla y no me hagas hablar, que si hablo se van a juntar las paredes unas con otras de vergüenza! Hipérbole 4. ¡Silencio digo! Yo veía la tormenta venir, pero no creía que estallara tan pronto. ¡Ay, qué pedrisco de odio habéis echado sobre mi corazón! Metáfora 5. Yo no quería. He ido como arrastrada por una maroma. Hipérbole 6. Es un pozo de veneno. Ve que el Romano no es para ella y hundiría el mundo si estuviera en su mano. 1. Hipérbole metafórica. 2. Hipérbole 7. Pepe el Romano es un gigante. Todas lo queréis. Pero él os va a devorar. Hipérbole 3

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8. Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. ¡Le quiero! Símil 9. No a ti, que eres débil: a un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la fuerza de mi dedo meñique. Hipérbole 10. Ahí fuera está, respirando como si fuera un león. Símil

b) Busca en el texto las siguientes palabras y, con la ayuda del Diccionario de la lengua Española de la Real Academia, escribe su significado: http://www.rae.es/recursos/diccionarios/drae),

almirez: Mortero de metal, pequeño y portátil, que sirve para machacar o moler en él. bardas: Cubierta de sarmientos, paja, espinos o broza, que se pone, asegurada con tierra o piedras, sobre las tapias de los corrales, huertas y heredades, para su resguardo colorín: Pájaro muy común en España, que mide 12 centímetros de longitud desde lo alto de la cabeza hasta la extremidad de la cola, y 23centímetros de envergadura. Tiene el pico cónico y delgado, plumaje pardo por el lomo, blanco con una mancha roja en la cara, otra negra en lo alto de la cabeza, un collar blanco bastante ancho, y negras con puntas blancas las plumas de las alas y cola, teñidas las primeras de amarillo en su parte media. Es uno de los pájaros más llamativos de Europa. Se domestica fácilmente, canta bien, y puede cruzarse con el canario. holanda: Lienzo muy fino de que se hacen camisas, sábanas y otras cosas. lupanar: casa de prostitución moaré: Tela fuerte que forma aguas. sarmentosa: Que tiene semejanza con los sarmientos. Sarmiento: vástago de la vid, largo, delgado, flexible y nudoso, de donde brotan las hojas, las tijeretas y los racimos. En el texto metafóricamente significa mujer áspera, difícil, huraña. 4

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tranco: Palo grueso que se pone para mayor seguridad, a manera de puntal o atravesado detrás de una puerta o ventana cerrada.

3. Actividades para trabajar después de la lectura 3.1. Cromatismo y simbolismo. Identifica ene el texto la presencia de colores y símbolos. Qué función tienen? Blanco y negro: En línea con la advertencia puesta en epígrafe donde la obra se presenta como un documental fotográfico, en La casa predominan dos colores: el blanco y el negro. El blanco de los gruesos muros de la casa y del ajuar que bordan las hijas es símbolo de castidad y virginidad. Recordemos que el mismo apellido Alba (del latín albus = blanco) remite a la obsesión de Bernarda por las apariencias. En casos contados el blanco supone un desafío y rebelión a la moral vigente, como la figura del caballo garañón que se recorta en la negrura de la noche («ADELA: El caballo garañón estaba en el centro del corral.¡Blanco! Doble de grande. Llenando todo lo oscuro», p. 109), de la enagua blanca con la que Adela sale a las tablas en una de las acotaciones finales (p. 113), y de la oveja que María Josefa lleva en los brazos (p. 113). En los tres casos el blanco contrasta con el entorno oscuro que ensalza, por contraste, su valor simbólico). El negro (de las mujeres vestidas de luto y de sus abanicos) y la ausencia de otros colores, exceptuado el abanico verde y rojo que Adela pasa a su madre inadvertidamente y el verde del traje que se pone para salir al corral, acentúa el clima claustrofóbico de la casa e impregna todo el ambiente de una atmósfera mortífera. En efecto la obra se abre con el duelo de Antonio Benavides y se cierra con el suicidio de Adela. Verde: El vestido verde con el que Adela se viste a los pocos días de haber muerto su padre, así como el abanico verde y rojo, simbolizan su vitalismo y su rebeldía a las rígidas normas sociales. En Lorca el color verde está siempre cargado de un fuerte simbolismo, a menudo ligadoal erotismo y a la muerte (v. el Romance sonámbulo).

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Bastón: El bastón es el elemento que sirve para configurar la personalidad de Bernarda, ya desde su primera aparición en la escena. Lo agita para llamar la atención a sus hijas, y con él a veces las golpea. La vara es símbolo de la autoridad y del poder absoluto que ella ejerce en la casa. Cuando Adela se lo arrebata y lo parte en dos al final del acto III, ésta demuestra su rebelión a la autoridad materna y al poder represivo de la moral tradicional que Bernarda encarna. Bernarda sustituirá el bastón con la escopeta, con la que sale en busca de Pepe el Romano. Caballos: El caballo es un elemento recurrente en la obra de García Lorca. Se trata de un símbolo polivalente: en La casa, el caballo «garañón» (semental) que cocea contra el muro de la cuadra representa la fuerza del deseo sexual y al mismo tiempo su represión. Hace referencia a la condición en la que viven las hijas de Bernarda. Agua estancada: En La casa, Bernarda habla de su pueblo como «este maldito pueblo sin río, pueblo de pozos», (p. 63). En Lorca, el agua que no desemboca, en sus múltiples representaciones ( pozo, aljibe, etc.) es símbolo de frustración y de muerte. Luna: También frecuente en la poesía lorquiana, por su fuerza seductora y presagio de muerte (v. el Romance de la luna luna). Sin embargo, en La casa, la luna no aparece con significación simbólica.

3.2. Temas de debate a) Reflexiona en torno a las siguientes afirmaciones de Bernarda y a su profundo sentido de la clase a la que pertenece: «Los pobres son como los animales; parece como si estuvieran hechos de otras sustancias». «Pero las olvidan [las penas] delante de un plato de garbanzos». «¡Mi sangre no se junta con la de los Humanes mientras yo viva! ¡Su padre fue gañán!» «Obrar y callar a todo. Es la obligación de los que viven a sueldo». «No tenemos [confianza]. Me sirves y te pago. ¡Nada más!»

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Ya desde su primera aparición en la escena, Bernarda manifiesta un fuerte orgullo de casta y un profundo desprecio hacia las clases más humildes: los pobres, los sirvientes y los gañanes: «Los pobres son como los animales; parece como si estuvieran hechos de otras sustancias», (p. 60); «Obrar y callar a todo. Es la obligación de los que viven a sueldo», (p. 98). Bernarda pertenece a la aristocracia rural de los terratenientes. Por pertenecer a una clase medio-alta, mantiene una actitud de superioridad con respecto a sus vecinos. No permite que sus hijas tengan novios porque: «No hay en cien leguas a la redonda quien se pueda acercar a ellas. Los hombres de aquí no son de su clase. ¿Es que quieres que las entregue a cualquier gañán?», (p. 68); por eso rechaza también a Enrique Humanes que pretende a la mano de Martirio: «¡Mi sangre no se junta con la de los Humanes mientras yo viva! ¡Su padre fue gañán!», (p. 97). En realidad el tema de la injusticia y de la estratificación social no atañe sólo a las clases altas. La obra presenta un mundo fuertemente jerarquizado a todos los niveles, como se puede constatar en la apertura de acto I, en el comportamiento de la Criada con respecto a la mendiga que viene a pedir sobras. Aquí se da la primera muestra de insolidaridad humana, falta de empatía y de ejercicio de poder del más fuerte sobre el más desamparado: «MENDIGA:Vengo por las sobras.(Cesan las campanas)./CRIADA Por la puerta se va a la calle. Las sobras de hoy son para mí./MENDIGA: Mujer, tú tienes quien te gane. Mi niña y yo estamos solas./CRIADA También están solos los perros y viven», (p. 56).

b) Las hijas de Bernarda no convienen en un mismo parecer o sentimiento. Sabrías resaltar las característica de cada una? ANGUSTIAS Angustias es la mayor de las cinco hermanas Alba. Tiene 39 años y es hija del primer matrimonio de Bernarda. Pepe el Romano la pretende, ya que que Angustias es la heredera única del patrimonio materno (mientras los pocos bienes de Antonio María Benavides se repartirán entre Bernarda y las otras cuatro hijas). Fiel reflejo del nombre que lleva, Angustias vive constantemente preocupada («Debía estar contenta y no lo estoy»): alberga dudas acerca los sentimentos de Pepe, puesto que, además, 7

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éste es es objeto del deseo y de la pasión de sus hermanas. Las continuas alusiones a visitas nocturnas de su Pepe a su hermana menor Adela la ponen en alerta, alimentando el clima de sospecha: «Yo creo, madre, que él me oculta muchas cosas» (p. 108). Sin embargo, a pesar de ser un pesonaje con poco atractivo, por su falta de encantos («MAGDALENA: Angustias [...] está vieja, enfermiza [...] si con veinte años parecía un palo vestido, ¡qué será ahora que tiene cuarenta!», p. 73), muestra cierto carácter, no aceptando la moral tradicional y protestando frente a la autoridad materna: «Yo tengo derecho a enterarme» (p. 100) protesta cuando Martirio le roba el retrato de Pepe, en contra de la voluntad de Bernarda de ignorar/posponer el asunto.

MAGDALENA Magdalena, de treinta años, es la primera hija de Bernarda a la que se hace referencia en la obra. En el primer acto se dice que se desmayó durante la misa de difuntos y llora la muerte de su padre. Probablemente el nombre se remite exactamente a la iconografìa de la santa, representada a menudo llorando arrepentida a los pies de Cristo. Junto con Amelia manifiesta una actitud más sumisa con respecto a las demás hermanas, sin embargo ella también sufre y maldice su condición de mujer, condicionada por limitaciones y restricciones impuestas por la moral tradicional y con el miedo al «qué dirán»; por eso no quiere casarse: «Sé que yo no me voy a casar. Prefiero llevar sacos al molino. Todo menos estar sentada días y días dentro de esta sala oscura», (p. 64). Es capaz de empatía y ternura hacia su hermana menor, a la que no considera una rival potencial, al contrario de Angustias y Martirio: «¡Pobrecilla! (Por Adela). Es la más joven de nosotras y tiene ilusión. ¡Daría algo por verla feliz!», (p. 71).

AMELIA De 27 años es, sin duda, la más ingenua, timorata y dúctil entre las hermanas y la menos conflictiva en la relación con Bernarda. Teme su reacción y avisa a sus hermanas que tengan cuidado en lo que dicen y hacen, porque Bernarda podría 8

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enterarse: «¡Si la hubiera visto madre!», (p. 71); «¡Si te ve nuestra madre te arrastra el pelo!», (p. 73); ¡«Ay! ¡Creí que llegaba nuestra madre!», (p. 82). Vive su condición de mujer reclusa con total resignación. Bondadosa y solidaria (defiende a la joven Adelaida de las murmuraciones, pp. 69-70), se preocupa por la salud de Martirio («¿Has tomado la medicina?», p. 69; «Desde que vino el médico nuevo estás más animada», p. 69) y que Magdalena no caiga al tener los zapatos desabrochados (p. 71).

MARTIRIO Martirio (24 años), la penúltima de las cinco hermanas, vive en competición con Angustias y con Adela su pasión por Pepe el Romano. Roba el retrato de Pepe a Angustias y lo esconde entre sus sábanas (pp. 92-94), vigila a Adela y denuncia a su madre su último encuentro nocturno con Pepe el Romano («¡Estaba con él! ¡Mira esas enaguas llenas de paja de trigo», p. 119), desencadenando la tragedia final. Es un personaje con un fondo de hipocresía, que defiende la moral establecida si ella no está implicada en el asunto: defiende la moral establecida: («¡No es ese el sitio de una mujer honrada!» (p. 138); «Ese hombre sin alma vino por otra. Tú te has atravesado», p. 138). Llega incluso a unirse a la dura condena de su madre contra la hija de la Librada: «BERNARDA: Sí, que vengan todos con varas de olivo y mangos de azadones, que vengan todos para matarla» [...] MARTIRIO: «Sí, y vamos a salir también nosotras» (p. 102). Celosa, vengativa y enfermiza, hubiera podido casarse con Enrique el Humanes, pero Bernarda se opuso. Poncia la define como «enamoradiza» (p. 97) y la juzga muy severamente: «Esa es la peor. Es un pozo de veneno. Ve que el Romano no es para ella y hundiría el mundo si estuviera en su mano», pp. 112-113.

ADELA Es el personaje más entrañable de la obra. Es la más joven (20 años) y la más hermosa de las cinco hermanas. Instintiva y pasional, actúa sin preocuparse de las consecuencias de sus acciones. Ya desde el principio, entrega a Bernarda un abanico con flores rojas y verdes, infringiendo el código del luto durante el duelo de su padre y, a los pocos días, saldrá al corral con un vestido verde de fiesta. Su vitalismo y su deseo 9

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de libertad («¡Ay!, ¡quién pudiera salir también a los campos!», p. 138) le impide aceptar el encierro prescrito por su madre («No me acostumbraré! Yo quiero salir!», p. 46) y su rebeldía contra la autoridad materna se manifiesta también en un nivel simbólico al romper el bastón que Bernarda exhibe en la escena. Sin embargo, frente a la imposibilidad de cambiar su destino, se suicida. Es una heroína trágica.

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