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LUIS ALBERTO DE CUENCA, el traductor de este cuento, es doctor en Filología clásica, poeta, traductor y ensayista. Desde 2010 es miembro de la Real Academia de la Historia.
ROBERTO I NNOCENTI Y
PERRAULT
ROBERTO INNOCENTI nació en 1940 cerca de Florencia. Es autodidacta y su obra es reconocida en todo el mundo. En 2008 se le concedió el prestigioso premio Hans Christian Andersen de ilustración por su contribución a la literatura infantil.
CENICIENTA
CENICIENTA
CHARLES PERRAULT fue un escritor francés del siglo XVII cuyos cuentos y adaptaciones de cuentos populares están entre los mejores y más leídos de todos los tiempos.
P ERRAULT
Y
ROBERTO I NNOCENTI
Publicado en 2000 por Creative Editions, un sello de The Creative Company 123 South Broad Street, Mankato, MN 56001, EE UU
Traducción del cuento original en francés de Charles Perrault: Luis Alberto de Cuenca Dirección editorial: Elsa Aguiar Coordinación editorial: Teresa Tellechea © de las ilustraciones: Roberto Innocenti, 1983 © Ediciones SM, 2012
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Cenicienta
Charles Perrault Ilustrado por Roberto Innocenti Traducción de Luis Alberto de Cuenca
Había una vez...
Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con la mujer más altiva y orgullosa que se haya visto nunca. Tenía, de un marido anterior, dos hijas de su mismo carácter y que se parecían a ella en todo. El marido tenía, de un matrimonio previo, una hija, pero de una dulzura y una bondad sin parangón: las había heredado de su madre, que había sido la mejor persona del mundo. Nada más celebrarse la boda, la madrastra dio rienda suelta a su mal carácter: no podía soportar las buenas cualidades de aquella niña, que hacían a sus hijas aún más odiosas. Puso a su cargo las tareas más ingratas de la casa: tenía que fregar platos y escaleras, limpiar la habitación de la señora y las de las señoritas, sus hijas.
La joven dormía en una buhardilla, sobre
las personas de la alta sociedad. Nuestras
un viejo jergón, mientras sus hermanas
dos señoritas fueron también invitadas,
lo hacían en habitaciones entarimadas,
pues figuraban mucho en sociedad.
donde tenían camas a la última moda
Estaban encantadas con la invitación
y espejos en los que se podían ver
y muy ocupadas en elegir los vestidos
de cuerpo entero.
y los peinados que mejor les sentarían.
La pobrecilla lo soportaba todo
Esto suponía más trabajo para Cenicienta,
con paciencia y no se atrevía a quejarse
pues era ella quien planchaba la ropa
a su padre, que la hubiese reñido,
y quien almidonaba los puños
porque su mujer lo dominaba
de las camisas. Las dos hermanas
por completo. Cuando terminaba
no hablaban de otra cosa que no fuese
de trabajar, se iba a un rincón
cómo se vestirían.
de la chimenea y se sentaba entre los rescoldos y las cenizas, por lo que su hermanastra mayor la llamaba
–Yo me pondré el vestido de terciopelo rojo y mi aderezo francés –dijo la mayor.
Culo de Ceniza. La menor, que no era
–Pues yo –dijo la menor– llevaré
tan grosera, la llamaba Cenicienta.
una falda sencilla, pero, para compensar,
Sin embargo, Cenicienta, aun vestida
me pondré mi capa de flores doradas
con harapos, era cien veces más hermosa
y mi broche de diamantes, que no deja
que sus hermanastras, aunque estas
indiferente a nadie.
fueran magníficamente vestidas.
Llamaron a la mejor sombrerera
Sucedió que el hijo del Rey dio
y Mademoiselle de la Poche se ocupó
un baile, al que invitó a todas
de maquillarlas.