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EL DÍA, domingo, 26 de julio de 2015

del domingo

NICOLÁS FLAMEL, la peripecia vital del alquimista que, según la tradición, desveló el secreto de la piedra filosofal. !6/7

revista semanal de EL DÍA

25 JULIO 1797, UNA GESTA DESCONOCIDA

DOS TESTIMONIOS INÉDITOS DEL IMPACTO SOCIAL DE UN EPISODIO HISTÓRICO !!!

Texto: Daniel García Pulido (de la Tertulia Amigos del 25 de Julio) Para ti, Alejandro, que te dejaste hechizar por el atrayente y bellísimo influjo de unos momentos intensos que marcaron nuestro pasado, definen nuestro presente y acaso se perfilen como parte de tu futuro.

A

Introducción

l llegar las fechas conmemorativas de julio de 1797, sin duda la página más célebre de nuestros anales insulares, acuden a nuestra memoria y a nuestro recuerdo más cercanos todos los acontecimientos, personajes y escenarios vinculados a ese trascendental suceso, revisados y reconocidos una y otra vez, con incansable pasión, por infinidad de estudios e investigadores. No cesan de desfilar ante nosotros figuras de la talla del general Antonio Gutiérrez, del contralmirante Horacio Nelson, del teniente Francisco Grandi Giraud o del capitán Thomas Troubridge, entre otros, bajo la sombra de los desaparecidos castillos y rincones de la ciudad, de la arboladura de los navíos de línea, entre la densa humareda de los disparos, el eco impetuoso de innumerables cañonazos y la recia pulcritud de los uniformes, los despachos militares, las banderas... Ante nuestra mirada renacen imágenes vívidas de aquellos momentos trascendentes del ayer, pero hemos de reconocer que todo ese entramado histórico, absolutamente fascinante y fascinador por sus causas, características y consecuencias, adolece de manera evidente, en su vertiente de conocimiento del componente humano, de ese matiz social y cercano del habitante de a pie, de las reacciones emanadas y emitidas por los propios habitantes que veían quebrantada su calma de forma tan brusca y amenazante. Al no habernos llegado sino testimonios deslavazados de información sobre la reacción de la población ante tan devastador evento (1), la visión que se ha ido construyendo sobre la Ges-

ta ha descansado en una narrativa epopéyica de hazañas innegables, de meritorias heroicidades, de errores y aciertos estratégicos que conformaron la realidad a grandes rasgos de unos instantes en los que se decidía la suerte de las Islas y de España en el transcurso de la guerra; y todo ello ha dejado al margen las señas del sufrimiento, la tensión y el desconcierto de un pueblo anónimo que quedaría marcado por la magnitud de un acontecimiento de primer orden. Las líneas que prosiguen nacen con el propósito de contribuir en cierta medida a conocer mejor esa realidad intangible de las sensaciones, de las percepciones, de los temores vividos en 1797, asociados siempre de forma tan íntima e indisoluble a la esfera de los sentidos y creencias más propias e intemporales, sentidos y creencias que nos acercan a aquella y a cualquier época de nuestra Historia de una forma que pocos testimonios consiguen. Hallazgo de dos cartas inéditas Para alcanzar el anhelado objetivo de adentrarnos en ese espacio adscrito a la subjetividad de los habitantes con-

!!! Cartas a las que hace alusión el texto.

tamos con la fortuna de dar a conocer el contenido de dos misivas contemporáneas de los hechos, inéditas hasta hoy en día según nuestras pesquisas (2), cartas que a pesar de su brevedad y concisión son sumamente interesantes, en especial dentro de ese ámbito referido al plasmar de forma fehaciente sesgos del estado anímico que atenazaba a la población de toda Tenerife en aquel entonces. El objeto de ambos textos es informar a un tercero (Mateo Fernández de Salazar, vecino de Adeje) (3) sobre los acontecimientos acaecidos en el puerto de Santa Cruz de Tenerife durante las jornadas del asalto británico, y mientras una, escrita desde La Sabinita (Arona) el mismo 25 de julio de 1797 fue redactada por Claudio Yusti, la segunda de ellas, de mayor tamaño, aparece signada cinco días más tarde, el 30 de julio, desde la localidad de La Orotava por José de Llarena y Mesa. El primero de los suscriptores, Claudio Yusti, posiblemente hijo del comerciante genovés Francisco Yusti –asentado en Santa Cruz de Tenerife desde 1759 y dueño de una mercería desde 1765– (4), era ayudante mayor

del regimiento de milicias de Abona y había ingreso en el horizonte de las armas como cadete a través del regimiento de infantería de Navarra el 9 de mayo de 1765. Tras haber ascendido al rango de subteniente en febrero del año siguiente, sirvió posteriormente en Andalucía, tierras norteafricanas, Galicia e Hispanoamérica, alcanzando la categoría de teniente y de primer ayudante, esta última en agosto de 1785 (5). El segundo de los remitentes, José Domingo de Llarena y Mesa, nacido en La Orotava el 15 de octubre de 1718, fue gobernador de armas de la isla de La Gomera, director del Jardín Botánico de La Orotava, y contrajo nupcias con Teodora Flavia de Franchi y Llarena, con quien tuvo 3 hijos: María de la Concepción, Ignacio María y Fernando. Persona vinculada íntimamente a la esfera cultural, fue socio miembro de la RSEAP lagunera en 1777, y amigo personal de José de Viera y Clavijo (6). Análisis del contenido de las cartas La primera de las peculiaridades que salen a la luz tras la paciente lectura

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de estas misivas es la cuestión de los diferentes “tiempos” o velocidades en que todas y cada una de las diferentes localidades de la isla de Tenerife vivieron esta serie de hechos cruciales. Ante la precariedad de las redes viarias y de los sistemas de comunicación de finales del siglo XVIII en el Archipiélago no sorprende que Claudio Yusti afirme desde Arona, el propio día 25 de julio, cuando ya se celebraba la victoria en el puerto santacrucero, que había recibido noticia de “que el 22 se hallaba bloqueado Santa Cruz por los ingleses” y que solo el día antes, el 24 de julio, su superior, el coronel Antonio Francisco de Franchi y Ponte “había tenido noticias por un propio que le despacharon de La Orotava” acerca de los primeros desembarcos en la zona de Valleseco. Asociado a ese desfase cronológico, del que se lamenta el propio Yusti en el transcurso de su misiva, aparece todo un cúmulo de noticias, avisos y contraavisos que evidencian el estado de nerviosismo en el que se vivía desde el interior de la isla lo acaecido en Santa Cruz de Tenerife. Si por un lado “decían [que] habían hecho desembarco en el Valleseco, que queda por detrás de Paso Alto pero que no se aseguraba esta noticia”, poco después la confusión alcanza una magnitud desorbitada pues llega a incluir “que en el Puerto estaban 6 [barcos]”, haciéndose eco de un posible avistamiento de la escuadra inglesa efectuado por algunos comerciantes del Puerto de la Cruz durante el 21 de julio. Este último supuesto, que fusiona información con temores infundados, fue desmentido a renglón seguido por el mismo Claudio Yusti: “Hoy en la misma ermita hablé con un hombre del Realejo que salió ayer y dice que no hay tal cosa de 6 barcos”. Los rumores corrían como regueros de pólvora por todo el territorio insular mezclando hechos reales con suposiciones emanadas del imaginario popular, figuraciones que acrecentaban hasta límites indecibles el eco de los diferentes registros recogidos. Pruebas de este distorsionamiento subyacen cuando Yusti afirma, por un lado, que el número de embarcaciones que tomaron parte en el primer desembarco ascendía a la exagerada cantidad de “61 faluchos” o, de una manera más plástica y visible, cuando recoge que “otro [paisano] dijo ayer que el castillo de San Andrés lo habían arruinado”. La queja sobre esta situación de incomunicación aparece patente en el texto, evidenciando esa diferente percepción del espacio/tiempo que se vivía entre la plaza fuerte de Santa Cruz y los diferentes enclaves poblacionales de Tenerife, y queda reforzada con una interesantísima alusión a la práctica pastoril como medio efectivo de envío/recepción de noticias entre el norte y sur de la isla. Según su testimonio, “lo cierto es que del [día] 22 en que se pasaron los oficios a los alcaldes hasta hoy 25 han mediados 4 días, y en ellos nada se ha sabido, ni correr la voz que por solo los pastores se podía cundir y

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se cunde en 4 horas” (7). Uno puede imaginarse con relativa facilidad el estado de emergencia que se viviría en los pagos y localidades de Tenerife –caso de La Sabinita (Arona), donde residía Claudio Yusti–, donde este ayudante mayor no dudó en tomar la iniciativa, ante la falta de indicaciones por el alto mando, de decir al “alcalde que [los] paisanos y milicianos no salieran de sus casas, y [así como] las bestias y cargas para que al toque de campanas se juntaran en la iglesia”. Esas cuatro jornadas que corrieron desde el día 22 hasta el 25 de julio debieron de ser un auténtico sufrimiento para la mayor parte de las familias, absolutamente ajenas a los hechos que acontecían invariablemente a unas decenas o cientos de kilómetros de distancia, teniendo como escenario la bahía de Santa Cruz de Tenerife. Introduciéndonos en los entresijos del hecho bélico, sobre los registros y referencias que del propio combate se fueron conociendo por parte de la población con el paso de los días es fiel reflejo la misiva de Llarena Mesa. Siguiendo los preceptos de la inmensa mayoría de los testimonios epistolares contemporáneos, no duda en reflejar fielmente el número de embarcaciones y botes participantes en el asalto británico: “Estos eran cuatro si contamos entre ellos uno de 50 pues los tres eran de 74, además de tres fragatas de 28 y 36, de una bombarda y de un cúter, con multitud de botes o lanchas”. Tras hacer mención de los puntos de desembarco de las tropas británicas en la costa santacrucera –”el muelle, Carnicerías, San Telmo, etc.”–, cita que el número de atacantes debía rondar la cifra de “1.500 hombres, cuando menos”, guarismo que obtiene –como nos refiere puntualmente– “por buenos conductos” y deja testimonio rotundo de que “el fuego que se les hizo de la plaza fue vivísimo y acertado”. Llarena Mesa llega a precisar que la artillería santacrucera destrozó en el mar “cuatro o cinco lanchas”, al tiempo que en la orilla perdieron otras “14 o 15” embarcaciones, diferenciando ambas circunstancias de forma clara y taxativa, y resulta curioso la incertidumbre que siembra respecto al hundimiento del cúter: “También aseguran echaron a pique el cutér o balandra de orden que a lo menos [roto] [traía] 150 hombres aunque no falta quien los haga crecer hasta 300”. Los intentos por apropiarse del hundimiento de esta embarcación llegaron al extremo de constituirse en motivo de pleito e infor-

!!! Firma y rúblrica de José de Llarena y Mesa.

mes sumarios al respecto, tal y como se ha documentado extensivamente en las Fuentes Documentales del 25 de Julio (8). Otro de los lugares comunes o puntos de coincidencia con otros relatos de la Gesta emerge al tratar acerca del número y calidad de las bajas, tanto españolas como foráneas: “Ignoramos el número fijo que tuvieron de muertos: unos los apoyan a 200, otros los hacen subir a 1000. Su almirante perdió un brazo y les matamos uno de sus más famosos capitanes (9) y algunos otros oficiales. De los nuestros dicen murieron pocos más de 20”. La lectura de este breve fragmento subraya nuevamente algo que ha surgido de manera indirecta en más de una ocasión en otros testimonios narrativos acerca del evento histórico: la inmensa mayoría de la población ignoró totalmente que el protagonista principal del asalto británico era el entonces célebre Horacio Nelson y solo el paso del tiempo, con la lectura de los diferentes relatos impresos, acuñó la relevancia y magnitud del héroe invasor. No podemos dejar de reseñar el parecer de Llarena Mesa respecto al momento y circunstancias de la terminación del enfrentamiento –”se hizo y firmó la capitulación que todavía ignoramos con particularidad”–, dejando entrever cierto desencanto al no tenerse noticia exacta y rigurosa de los puntos que conformaban el proceso de finalización pactada del combate, un desencanto que tiene incluso visos de crítica cuando afirma en otro pasaje que “han habido entre el comandante inglés y el nuestro excesos de política y urbanidad y recíprocos regalos”. Conclusiones La publicación íntegra de la transcripción de ambos testimonios pretende ser una de las colaboraciones de la Tertulia de Amigos del 25 de Julio en el marco de la celebración del 218º aniversario de este episodio bélico, ofreciendo nuevo material para el análisis, estudio e investigación de un suceso que trasciende la esfera castrense, histórica, incluso la de las efemérides, para adentrarse en el patriotismo humilde de las emociones, de las inquietudes y de las más intensas sensaciones. Transcripción normalizada [Carta A] Julio 25 / [17]97. Respondida. Paisano y amigo. Habiendo ido hoy a misa a Arona supe que por ese alcalde se había despachado a este unas cartas de oficio firmadas de dos escriba-

nos del Cabildo, en que el 22 se hallaba bloqueado Santa Cruz por los ingleses, e igualmente unas cartas para el coronel Franchy, que fue a dársela a el Valle, diciendo eran del Real Servicio, y el hombre de la casa de la asistencia del dicho coronel le dijo que me las trajiera a mí como orden que había dejado por haber marchado aquella tarde a La Orotava y dijo que él a La Sabinita no venía, y se volvió con las cartas. Estimaré a Vm. vea qué cartas son y las recoja y con el dador me las mande que despacho a ello, haciendo que el alcalde lo castigue por no haberlas dejado. Ayer de mañana me escribió dicho Franchy que había tenido noticias por un propio que le despacharon de La Orotava que en el Valle de San Andrés estaban los navíos y 61 faluchos, y que decían habían hecho desembarco en el Valleseco, que queda por detrás de Paso Alto pero que no se aseguraba esta noticia, y que en el Puerto estaban 6 y soltaron 36 lanchas que habiéndoles cogido el día se retiraron. Hoy en la misma ermita hablé con un hombre del Realejo que salió ayer y dice que no hay tal cosa de 6 barcos. Otro dijo ayer que el castillo de San Andrés lo habían arruinado. Lo cierto es que del 22 en que se pasaron los oficios a los alcaldes hasta hoy 25 han mediados 4 días, y en ellos nada se ha sabido, ni correr la voz que por solo los pastores se podía cundir y se cunde en 4 horas, y lo más es que oficio de S.E. no se ha recibido, ni la más leve noticia, y también es cierto que continuamente están haciendo escuadras, desembarcos y otras noticias que ponen en movimiento; y a más de la remisión de las cartas, dígame Vm. qué es lo que sabe de cierto, sin retardo, y mande a su afectuoso, que sus manos besa. Claudio Yusti [firmado rubricado] Aquí dije a el alcalde que paisanos y milicianos no salieran de sus casas, y las bestias y cargas para que al toque de campanas se juntaran en la iglesia y que despachara a una a La Laguna. Llame Vm. al sargento Javier y que dé la orden a los milicianos para lo mismo”. [Carta B] “Mi amigo y dueño: con justa razón desea vmd. [ilegible] [comu]nique noticias individuales de la invasión de los [ilegible] [eje]cutarlo malogrado que fue el desembarco de tropa [ilegible] 22 en El Bufadero (entre el Valle de San Andrés y Valle [ilegible] [co]gieron su gente y estuvieron dando bordos hacia Candelaria [hasta] el 24 en cuyo día se les unió otro navío de línea: estos eran cuatro si contamos entre ellos uno de 50 pues los tres eran de 74, además de tres fragatas de 28 y 36, de una bombarda y de un cúter, con multitud de botes o lanchas. En la noche del 24 al 25 estuvieron bombardeando el castillo de Paso Alto que no recibió daño alguno habiéndose acercado desde el 24 todas [las] 9 embarcaciones a tierra y fondeado para proteger el desembarco de tropas, que se verificó en la madrugada del 25 por el muelle, Carnicerías, San Telmo, etc, en número de 1.500 hombres, cuando menos. El fuego que se les hizo de la plaza

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fue vivísimo y acertado; les echaron a pique cuatro o cinco lanchas y les destrozaron 14 o 15 y también aseguran echaron a pique el cutér o balandra de orden que a lo menos [roto] [traía] 150 hombres aunque no falta quien los haga crecer hasta 300. Qué crecida la mortandad de [ilegible] tierra multitud de ellos y se esparcieron [ilegible] algunos de los cuales había acertados cañones [ilegible] que les causaron el mayor destrozo. Santa Cruz [ilegible] de 1 a 2. A las 4 de la madrugada del 25 [ilegible] era [ilegible] vocinglería, golpes de cañón y de fusil de los [ilegible] viéndose arrollados, notablemente disminuidos y en el [ilegible] pudieron últimamente reunirse en la plaza de Santo [Domingo] y apoderarse de este convento; pero desengañados del malogro de la empresa pusieron bandera parlamentaria. Cesó el fuego. Fueron llevados dos jefes de la expedición con los ojos vendados a presencia del general después de haber pretendido y negádose la entrega de los caudales del Rey, y todo el valor del navío de la China y no sé si algo más. Se hizo y firmó la capitulación que todavía ignoramos con particularidad pero sí sabemos que ellos ofrecieron no hacer daño con su escuadra durante la presente guerra ni a esta isla ni a alguna de las otras y que el general les concedió los honores de la guerra, y embarcarse con sus fusiles y demás armas, sus prisioneros, etc, como se ha verificado con la mayor exactitud. Ignoramos el número fijo que tuvieron de muertos: unos los apoyan a 200, otros los hacen subir a 1.000. Su almirante perdió un brazo y les matamos uno de sus más famosos capitanes y algunos otros

oficiales. De los nuestros dicen murieron pocos más de 20, entre ellos [roto] un oficial hijo de Fernández Uriarte, don [ilegible] Rooney, correspondiente de Barry en Santa [Cruz] [ilegible]. Concluida la [ilegible] el tratado por los jefes y embarcada la tropa [ilegible] [descarga]dos sus fusiles al mar según se había capitulado [ilegible] con todo honor, música, etc, por en medio de la nuestra que es[taba] en dos filas. Han habido entre el comandante inglés y el nuestro excesos de política y urbanidad y recíprocos regalos. Esta escuadra es una división de la que bloquea a Cádiz, de donde llegó sobre Santa Cruz en 4 días. Da por noticia que por dos noches inmediatas a su salida se estaba bombardeando la plaza de Cádiz, en la que habían causado algún daño. En el mismo día de nuestra gloriosa victoria se cumplieron 301 años de la conquista, desde cuya época no se ha verificado acción tan plausible. En todos los pueblos se han hecho y quedan haciendo funciones repetidas para dar gracias a Dios y a Santiago y San Cristóbal por tan inestimable beneficio, además de 3 noches de luminarias y regocijos públicos. Aquí tiene Vm. cuanto apreciable [roto] adquirir por buenos conductos. Es regular [ilegible] sin tardanza una exacta relación [ilegible] particularidad que ignoramos o que se [ilegible] con variedad. Ayer entró en Santa Cruz un barco [ilegible] con 4.000 fanegas de trigo, que apresó el osado falucho [ilegible] [t]amaño como un comino, que ha traído ya a Santa Cruz distintas otras presas. Sírvase Vm. leer esta al Antonio Ezquerro, quien escribo en esta ocasión repitiéndole las gracias que ya le había dado por me-

dio de Vm. por su condescendencia en tenerme la mulita en los terrenos de la casa y demás favores que le he merecido. Precísame mucho este animalito por lo que agradeceré a Vm. procure remitírmela en la primera ocasión que se presente oportuna, de que venga alguna persona de su confianza. Mis hijos devuelven a Vm. afectuosas expresiones y queda siempre a su obediencia para cuanto guste mandarle a su afectuosísimo y seguro servidor, que besa sus manos. José de Llarena y Mesa [firmado rubricado]. Sor. D. Matías Fernández [Salazar]”.

!!! Firma y rúbrica de Claudio Yusti.

NOTAS 1. Los autores contemporáneos que prestaron mayor énfasis y atención en reflejar en sus escritos la huella del impacto social del trascendental episodio bélico fueron, sin lugar a dudas, el comerciante Juan Aguilar y el propio alcalde santacrucero, Domingo Vicente Marrero. Véase ONTORIA OQUILLAS, P./ COLA BENÍTEZ, L. / GARCÍA PULIDO, D. [1997]: Fuentes Documentales del 25 de Julio de 1797. Santa Cruz de Tenerife: Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. pp. 58–65 y 123–172.

2. Originales custodiados en la BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA. Fondo MIGUEL TARQUIS: caja 34 – carpeta 1. Ambas misivas figuran escritas sobre una superficie de papel maltratado y visiblemente arrugado, con sensibles pérdidas de texto por manchas de humedad, especialmente la fechada en la jornada del 30 de julio. 3. Con total seguridad puede decirse que la segunda de las cartas, fechada el 30 de julio, era para ese destinatario al figurar el nombre de “Matías Fernández [de Salazar]” en ella. 4. Información facilitada amablemente por la investigadora Ana Pérez Álvarez. 5. Universidad de La Laguna. Fondo Dacio Victoriano Darias y Padrón. Apuntes de expedientes militares. S.f. 6. FERNÁNDEZ de BETHENCOURT, Francisco [1952–1967]: Nobiliario de Canarias. [Edición por Juan Régulo Pérez et alii]. La Laguna: 7 Islas. Tomo I, p. 338; Tomo IV, pp. 984–985. 7. Esta interesantísima referencia a los pastores y su modo tan rápido y eficaz de comunicación parece estarnos hablando claramente de la existencia de la técnica de silbado en el campo tinerfeño, algo que ya adelantara, entre otros, el médico e investigador Juan Bethencourt Alfonso. 8. Véase Fuentes Documentales del 25 de Julio de 1797. Relatos de José Marrero (pp. 173–176) y de Vicente Rossique (pp. 204–212). 9. Se refiere al capitán Richard Bowen, auténtica promesa de la Marina Real británica.

MONUMENTOS DEDICADOS AL CONTRAALMIRANTE NELSON Y AL GENERAL GUTIÉRREZ !!!

Texto: Ana María Díaz Pérez (doctora en Historia del Arte. Miembro de la Tertulia Amigos del 25 de Julio)

S

on muchos los países que han enaltecido la figura de sus héroes militares de los que tenemos paradigmas muy conocidos en todo el mundo. Así hicieron los franceses con Napoleón Bonaparte, los italianos con Giuseppe Garibaldi, etc., al ensalzar las gloriosas hazañas bélicas de estos épicos personajes con monumentos de mayor o menor grandiosidad, pero con la misma intensidad emocional. Incluso los más sencillos memoriales, en ocasiones, suponen un esfuerzo económico añadido para poder perpetuar la imagen de los actores de la más real cinta del celuloide, la Historia. Se acaban de cumplir 218 años de la Gesta del 25 de Julio, victoria de Tenerife, sobradamente conocida, sobre uno de los marinos europeos más famosos, durante la cual un disparo del

cañón “El Tigre” le arrebató el antebrazo derecho en la capital tinerfeña. Hoy nos centraremos, por tanto, en las efigies dedicadas al perdedor, Horacio Nelson (Norfolk, 1758 – Batalla de Trafalgar, 1805), y al vencedor, Antonio Gutiérrez (Burgos, 1729 – Santa Cruz de Tenerife, 1799). Así pues, con nuestra imaginación, viajemos hasta Londres. Allí, en la catedral de San Pablo, cuyos planos se deben al arquitecto Christopher Wren, se celebraron las exequias de Nelson, y en este espacioso templo barroco se halla, además de su tumba, un monumento a su memoria (1808-1818), realizado en mármol y diseñado por el escultor neoclásico John Flaxman (York, 1755 - Londres, 1826), en el que apreciamos la figura del navegante, uniformado y con la mano izquierda encima de las amarras, introducidas por el arganeo y adujadas, en las que se apoya el áncora, todo

!!! Busto del General Gutiérrez en Santa Cruz de Tenerife.

ello sobre una base cilíndrica en la que se inscribieron los nombres de sus victoriosas luchas navales: Copenhague, Nilo y Trafalgar, bajo los que aparecen deidades del mundo clásico, en relieve, que han sido identificadas por distintos autores como dioses del mar desprovistos de ropa, conjunto en el que hemos advertido que la divinidad del medio apoya su brazo izquierdo encima de una esfinge egipcia a la vez que porta la cornucopia o cuerno de la abundancia en la mano de ese lado y un haz de espigas en la opuesta, símbolos de prosperidad. Esta parte inferior de la obra está flanqueada, en el costado siniestro –desde la óptica del observador– por Britania, representada por una figura femenina que nos recuerda a Minerva, diosa de la guerra, de la sabiduría y de las artes, acompañada de dos cadetes de la marina que, al mostrárselos al combatiente, elevan

sus respectivas cabezas al objeto de dirigirle la mirada; mientras que en el costado diestro está presente uno de los emblemas del país, el león, echado, alegoría de la fuerza. Al pie de todo este grupo escultórico puede leerse una reseña que hemos traducido del inglés: “Erigido con cargo al Estado a la memoria del Vicealmirante Horacio, Vizconde Nelson, K.B.”, para grabar sus espléndidos e inigualables logros durante una vida dedicada al servicio de su país y finalizada en el momento de la victoria en una gloriosa muerte en la memorable acción del cabo de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805. Lord Nelson nació el 29 de septiembre de 1758. La batalla del Nilo se libró el 1 de agosto de 1798. La batalla de Copenhague el 2 de abril de 1801. Nos trasladamos ahora a la plaza de Trafalgar, en la que encontramos uno de los momentos conmemorativos más emblemáticos de la ciudad. Sobre un cuadrado pedestal, cuyos laterales están ocupados por cuatro placas alusivas a escenas de las batallas ganadas por

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Nelson: cabo de San Vicente (1797), Nilo (1798), Copenhague (1801), y Trafalgar (1805), realizadas en bronce extraído de la fundición de las armas que habían aprehendido a los franceses, se alza una columna de granito, de estilo corintio, que mide casi 50 metros, con los elementos que la configuran: basa, fuste estriado y capitel a base de hojas de acanto, siendo el material de estas últimas también el bronce, metal procedente esta vez de la fusión de cañones británicos. Encima de este soporte aparece el contralmirante en una estatua que sobrepasa los 5 metros de altura, delante de las enrolladas cuerdas, ataviado con el uniforme de la Armada británica y afianzando su mano izquierda en una daga. A pesar de la lejanía visual se puede vislumbrar la falta de la mitad de la extremidad superior en la manga derecha. Se trata de una majestuosa obra de principios de la década de los cuarenta del siglo XIX (1840-1843) proyectada por el arquitecto William Railton (Inglaterra, 1801-1877), mientras que los enormes leones yacentes, un diseño del escultor y pintor de animales Edwin Landseer (Londres, 1802 – 1873), son un añadido posterior (1867). Los artistas han sido muy fieles a la Historia y, como hemos podido comprobar, al ser obras posteriores al fracasado intento de ocupar Tenerife, siempre lo han figurado manco, así lo hemos visto en los dos trabajos escultóricos ya analizados en los párrafos anteriores. Regresemos con la mente a Santa Cruz de Tenerife, ciudad que tenía pendientes un par de reconocimientos relativos a este triunfal episodio, de manera que a iniciativa de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, y aprovechando la conmemoración de los dos siglos del mismo, el 24 de julio de 1998 se erigió el Monumento a los Héroes de la Gesta, que, trazado por los arquitectos Juan Manuel Palerm Salazar y Leopoldo Tabares de Nava, e instalado frente a la plaza de España, consistió en una pirámide truncada de hormigón armado, de 4 metros de alto, rematada por una escultura de bronce, que, según la descripción de su artífice, el afamado escultor grancanario, miembro de número de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel y Premio Canarias de Bellas Artes e Interpretación 2008, Manuel Bethencourt Santana (La Habana, 1931-S/C de Tenerife, 2012), representa a la mujer –de 3´5 metros de altura– que emite un grito mirando hacia el cielo y, plantada ante el invasor, defiende la raza en el instante del parto, la propia subsistencia y la de los suyos, su libertad amenazada, y a la que se le denominó “Coraje”, precisamente para destacar el valor con que nuestros paisanos se enfrentaron a la flota asaltante. Se completa el monumento con las siguientes piezas, también de bronce: el escudo de la capital tinerfeña, la nómina de los 24 tinerfeños fallecidos, de igual forma que los medallones de Nelson y Gutiérrez, acompañados de los respectivos fragmentos entresacados de las mutuas cartas que se intercambiaron, constando

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incluso la relación de las instituciones y empresas copartícipes en la erección de este memorial. Mas sucedió que la ubicación de esta construcción piramidal no era la más adecuada, pues, de acuerdo con la opinión del que fuera hasta hace unos días nuestro presidente, José Manuel Ledesma Alonso, estorbaba para el normal transcurso de la Vía Litoral, por lo que hubo de retirarse en mayo de 2011 a un almacén con el propósito de volver a emplazarla, ahora en las proximidades de la avenida 25 de Julio, no sin antes haberse barajado otras ubicaciones. Pero la crisis económica que venimos atravesando ha ocasionado una espera más larga de lo previsto. Aunque nunca es demasiado el agradecimiento a todos los que defendieron nuestra urbe del ataque inglés, y especialmente a los que perdieron su vida en el transcurso del mismo, se había hecho, en cierta medida, justicia con ese aguerrido grupo de habitantes, pero quedaba pendiente un recuerdo que

!!! Monumento a Nelson en Trafalgar Square, Londres. Foto Jonay Toledo Carrillo.

!!! Nelson en San Pablo

perpetuase en solitario al dirigente de las maniobras tácticas con las que impidió que en Canarias ondeara para siempre la bandera de Gran Bretaña Nos desplazamos entonces hasta el busto del general burgalés Antonio Gutiérrez, localizado entre la confluencia de la vía homónima, la de Candelaria y la de Imeldo Serís. Ahí se yergue, a iniciativa de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, el busto de bronce del otro protagonista de esta histórica circunstancia, Antonio Gutiérrez, sobre una oblonga base pétrea. Esta pieza escultórica, copia de la existente en el Museo de Historia Militar-Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias, establecimiento de Almeyda–, ajustada a la pintura realizada por Luis de la Cruz y Ríos que se guarda en las Casas Consistoriales, fue descubierta el 14 de mayo de 1999, fecha en la que se cumplían los doscientos años del fallecimiento del invicto militar. El escultor catalán Francisco Cid Gestí lo representó con peluca de sendos bucles laterales y recogida en la nuca con una trenza, modelo castrense habitual en la época; asimismo, en el espacio del tórax que este tipo de obra permite, observamos las piezas de su vestimenta: el plegado cubrecuello, la chorrera de la camisa, la abotonada chupa y la casaca provista de tres botones en cada una de las solapas, sin olvidar la venera de la Orden de Alcántara. En una cartela situada a sus espaldas aparece, en el anverso, inscrito bajo el escudo de esta ciudad: “Santa Cruz de Santiago de Tenerife a D. Antonio Gutiérrez (17291799). Comandante General de las Islas Canarias, vencedor de Nelson el 25 de Julio de 1797”, en tanto que el reverso contempla los nombres de los colaboradores, a saber: Mario Rodríguez Fumero, Tertulia Amigos del 25 de Julio, la Cámara de Comercio, Industria y Navegación, Compañía Auxiliar del Puerto S.A., Asociación de Consignatarios del Puerto, Canarias Explosivos, S.A. y Harinera de Tenerife, S.A. En cierto modo, se había saldado la deuda con este valiente caballero. Pasó el tiempo y se cambió al lugar en el que en estos instantes se exhibe, a escasos pasos de su ubicación inicial (1999). Recientemente, un acto incívico echó por tierra el busto y hoy, después de haber sido restaurado en los

talleres Bronzo, se muestra de nuevo en su emplazamiento, gracias al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, que sufragó los gastos para devolver a la pieza su estado original. Los británicos honraron la memoria de uno de sus compatriotas más universales, sin embargo, fue el propio Horacio Nelson el que encumbró el nombre de Tenerife, en esta ocasión unido indisolublemente al de Antonio Gutiérrez –ganador también de interesantes batallas, tales como Malvinas (1770) y Menorca (1782)– y al de nuestro noble pueblo canario; ya lo anotó el ínclito Nicolás Estévanez, ministro de la Guerra durante la Primera República española, cuando escribió esta elocuente poesía: “Cuanto más alta se ponga / de Horacio Nelson la estatua, / más alto verán los siglos / el nombre de mi Nivaria. / Y dado que sus laureles / Reverdecen en mi Patria / Y su gigante columna / Es un templo a nuestra fama, / Elevemos la memoria / del marino de Britania / Y al par de su ilustre nombre / El de las Islas Canarias”. En conclusión, tal como reza en el Himno de la lucha canaria, canción interpretada por nuestro grupo folclórico más internacional, Los Sabandeños, “el grande perdió y el chico ganó”, pero este acontecimiento es mucho más importante en tanto en cuanto fue la primera y única gran derrota del célebre oficial de marina inglés, por lo que pensamos que esta proeza debería ser valorada como una de las efemérides españolas de mayor trascendencia. En este sentido, la Tertulia Amigos del 25 de Julio lleva una veintena de años resaltando este considerable triunfo con idéntico tesón. BIBLIOGRAFÍA - ARENCIBIA DE TORRES, Juan: Calles y plazas de Santa Cruz de Tenerife. Su historia y sus nombres. Santa Cruz de Tenerife, 1996. - DÍAZ PÉREZ, Ana María y DÍAZ PÉREZ, Antonio: PREMIO en la IX Edición de los Premios de Educación e Inventiva, modalidad de Enseñanzas Medias y Educación Secundaria (1997) por haber dirigido el trabajo “EL RECUERDO DEL 25 DE JULIO DE 1797 EN LA HISTORIA, EL ARTE Y EL URBANISMO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE” (Inédito). - Enciclopedia Universal Ilustrada Europea Americana. Espasa Calpe, S.A., Madrid, 1994 (tomo XXXVIII) y 1995 (tomo XLIX). - Gran Enciclopedia Espasa. Espasa Calpe, S.A., Madrid, 2002, Vol. 14. - PIJOÁN, José y GAYA NUÑO, Juan Antonio: SUMMA ARTIS. Historia General del Arte europeo de los siglos XIX y XX. Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1996, Vol. XXIII. - The New Enciclopaedia Britannica, 1986, Vols. 7, 8 y 12. ARTÍCULOS DE PRENSA - COLA BENÍTEZ, Luis: “Las dos banderas inglesas de Santa Cruz de Tenerife”. La Prensa (El Día), 9 de febrero de 1997. - GARCÍA PULIDO, Daniel: “Apuntes inéditos acerca de una herida histórica”. El Día, 25 de julio de 1996. - HERNÁNDEZ-ABAD GONZÁLEZ, Lorenzo: “El cañón El Tigre y el Centro de Interpretación de la Gesta”. La Prensa (El Día), 19 de julio de 2015. - ONTORIA OQUILLAS, Pedro: “Monumento de la Gesta del 25 de Julio de 1797”. El Día, 20 de julio de 2002. - ONTORIA OQUILLAS, Pedro: “El busto al General Gutiérrez”. La Opinión, 2 de agosto de 2010. - ONTORIA OQUILLAS, Pedro: “El 25 de Julio y el General Gutiérrez”. Diario de Avisos, 21 de julio de 2015.

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CLAVES DEL CAMINO

La curiosa historia de Nicolás Flamel LAS RAREZAS DE UN ALQUIMISTA

Definido por Fulcanelli como “el más famoso y popular de los filósofos franceses”, la figura del escriba y alquimista Nicolás Flamel ha pasado a la historia como la del hombre que supuestamente logró culminar la gran obra y conseguir la tan ansiada piedra filosofal. Su serena biografía se ve súbitamente agitada cuando cae en sus manos un misterioso y críptico libro, con el que, al parecer, logra transmutar la materia en oro permitiéndole desarrollar a partir de entonces una intensa actividad caritativa. !!!

a maldiciones y grandes amenazas dirigidas a quienes, sin ser sacerdotes o escribanos, osaran fijar sus ojos en el manuscrito.

Texto: José Gregorio González

“M

ira bien este libro, Nicolás. Al principio no entenderás nada acerca de él, ni tú ni cualquier otro hombre. Pero algún día verás en él lo que ningún hombre podrá”. Estas fueron las lapidarias y proféticas palabras que pronunció la figura angelical con la que una noche soñó Nicolás Flamel, después de años de lectura y de frustrados ensayos alquímicos. La alquimía, precursora de la química, perseguía objetivos tan diversos como la salud y la vida eterna, el desarrollo espiritual o la transformación en oro de la materia impura. No debió de ser cosa del azar que en aquel lúcido y revelador sueño el ángel se acercara a su cama portando precisamente un libro, ya que desde su infancia nuestro protagonista, nacido hacia el año 1330 en el seno de una humilde familia, había encontrado en los libros una valiosa e inagotable fuente de conocimiento, al punto de orientar su vida hacia ellos convirtiéndose primero en escribano público y después en copista y librero. A pesar de que su vida fue siempre discreta y humilde, su éxito como escribano le permitió establecerse con cierta holgura en París, donde llegó a contar con varios empleados, casándose con la que sería su inseparable y fiel compañera, Dame Peronelle, una viuda unos años mayor que él a la que Flamel siempre alabó por su virtuosa discreción. Es posible que el librero francés hubiese olvidado aquel extraño sueño o lo tuviera por un simple delirio cuando, en el año 1357, un desconocido le abordó en su tienda, visiblemente necesitado de dinero, ofreciéndole un libro que el alquimista reconoció al instante como el de su sueño. Por dos florines había adquirido la obra que cambiaría su vida convirtiéndolo en uno de los personajes de referencia del esoterismo renacentista. Él mismo ofrece una descripción minuciosa del volumen en su obra autobiográfica El libro de las figuras jeroglíficas, escrita a principios del siglo XV, refiriéndose al mismo como “un libro dorado, muy viejo y de buen tamaño. No estaba hecho de papel y pergamino como suele suceder con los demás, sino con cortezas de tiernos arbustos. Sus tapas eran de fino cobre, graba-

!!! Retrato de Nicolás Flamel.

do con letras y figuras extrañas. Creo que podían ser caracteres griegos o de otra lengua antigua similar, pues no sabía leerlas, pero no eran letras latinas o galas, pues de esas entiendo un poco”. Las hojas de este misterioso libro estaban agrupadas en tres grupos de siete folios, separadas por una hoja en blanco grabada con un críptico diagrama, pre-

sentándose en su conjunto numeradas en la parte superior y escritas con letras latinas de bello trazo y vivos colores. La primera página no dejaba lugar a dudas sobre la autoría de aquel manuscrito, pues en gruesos y claros caracteres se podía leer “Abraham el Judío, Príncipe, sacerdote, levita, astrólogo y filósofo”, dejando paso a continuación

El sabio cabalista Canches La historia de Flamel es de película. A pesar de sus profundos conocimientos alquímicos y de su fluida relación con otros hermetistas de su tiempo, fue incapaz de descifrar aquel documento, tarea que al parecer le obsesionó por espacio de veintiún años y que le llevó incluso a copiar fragmentos y colgarlos en los cristales de su comercio hacía el exterior, con la frustrada esperanza de que alguien pudiera aportarle alguna pista. Tras estos años de cauta espera y ante la ausencia en Francia de sabios judíos que pudieran ayudarle al haber sido estos expulsados, decidió probar suerte en España y buscar un cabalista que le orientara, escudándose para ello en un peregrinaje a Santiago de Compostela. La coartada le permitiría pasar desapercibido y no levantar sospechas entre los suyos, llevando consigo copias de algunas de las páginas del misterioso libro. Aunque sus indagaciones fueron infructuosas, la clave de su búsqueda aparecería en su viaje de retorno, cuando, en la ciudad de León, se topó con un comerciante francés que le puso sobre la pista de un reconocido erudito hebreo conocido como el Maestro Canches. El anciano identificó al instante a Abraham el Judío como un venerable sabio conocedor de los misterios de la Cábala, perteneciente a una legendaria élite para la que no existían secretos sobre la faz de la Tierra. Gracias a sus conocimientos pudo descodificar el material que portaba Flamel y de común acuerdo decidieron regresar juntos a París para completar la traducción del resto del material. Sin embargo, la búsqueda de ambos se frustró cuando Canches, anciano y enfermo, moría tras siete días de agonía en Orleans. Con todo, las páginas descifradas fueron suficientes como para guiar a Flamel durante los siguientes tres años en la descodificación de todo el libro, objetivo que alcanzó y que le permitió, ciñéndose estrictamente al método descrito por Abraham el Judío, transformar media libra de mercurio en plata el 17 de febrero de 1382. Dos meses más tarde, el 25 de abril, lograba el sueño de todo alquimista: conseguir en presencia de su esposa la transmutación del oro, una manifestación material de la

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EL DÍA, domingo, 26 de julio de 2015

CLAVES DEL CAMINO transmutación espiritual que al parecer experimentó nuestro protagonista durante el proceso, circunstancia que ponía de manifiesto la doble condición de la alquimia y de la propia naturaleza de la piedra filosofal. A partir de ese momento y sin abandonar su modesto y discreto modo de vida, Flamel desarrolló junto a su esposa Pernelle una intensa labor filantrópica, fundando hospitales, restaurando capillas, iglesias y cementerios, colaborando en el mantenimiento de instituciones benéficas o adquiriendo casas y fincas que en algunos casos alquilaba con precios irrisorios a personas necesitadas, o por cifras que le permitían continuar con esa actividad benéfica sin necesidad de recurrir al proceso alquímico. Y es que, aun dominando la transmutación y obteniendo con ella un oro puro, “mucho mejor que el oro corriente, más suave y maleable”, el proceso sólo lo quiso materializar en tres ocasiones. Como era de esperar, la generosidad del alquimista llamó la atención de muchos desatando todo tipo de especulaciones, al punto que el rey Carlos VI envió a un miembro de su Consejo de Estado, Cramoisi, a investigar al copista parisino sin que pudiera encontrar nada anómalo ni hacerse con el secreto de su desconcertante riqueza. Hasta el momento de su muerte, en 1418, acaecida años después de la de su esposa, Flamel puso especial cuidado en ser representado en aquellos templos o edificios cuya construcción o restauración había financiado, como el Cementerio de los Santos Inocen-

tes por el que tanto gustaba pasear, sembrando de jeroglíficos muchas de sus propiedades. Sobre la pesada losa de su tumba, conservada en el Museo de Cluny, hizo grabar un sol sobre una llave y un libro cerrado, rodeado de otras figuras que a los ojos de los iniciados atestiguaban que se había llevado con él el gran secreto. Ello no impi-

!!! Casa de Flamel en París.

LA LEYENDA DEL INMORTAL La Biblioteca Nacional en París conserva diversos documentos originales de Nicolás Flamel que, a pesar de los matices legendarios o la lectura metafórica de algunos pasajes de su biografía, confirman la existencia real del personaje y la celeridad que alcanzó, al punto que historiadores como Louis Figuier recuerdan cómo se mantuvo hasta el año 1789 la costumbre de venir a rezar por él a la iglesia de Saint Jacques la Boucherie, muy cerca de la casa en la que habitó y que sigue en pie, en señal de agradecimiento por su labor caritativa al donarle sus bienes. Es imposible no relacionar sus 21 años de búsqueda con los arcanos del tarot o su viaje a Compostela con una alegoría del camino iniciático. E igualmente imposible es saber si realmente el libro de Abraham el Judío existió o sólo fue una licencia literaria del alquimista, aunque las pistas sobre el mismo lo sitúan en manos del Cardenal Richelieu, tras cuya muerte desaparece, aunque para entonces sus grabados ya habían sido copiados. Aunque son varios los puntos que resultan desconcertantes en la vida de Flamel, hay uno que destaca: el de su supuesta inmortalidad, creencia que se revitalizó en 1719, cuando el arqueólogo Paul Lucas publicó “Voyage dans la Turquie”. En esta obra, Lucas, por entonces bajo las órdenes de Luis XIV, narra su encuentro en Broussa con un misterioso filósofo turco que le habla de la piedra filosofal y su efecto para alargar la vida humana miles de años, poniendo sorprendentemente a Nicolás Flamel y a su esposa como ejemplo viviente de ese portento. El hecho de que aquel místico conociera la vieja historia de su compatriota, asegurando que este seguía vivo transcurridos 300 años desde su supuesta muerte, desconcertó tanto al aventurero y científico francés que recogió el incidente, contribuyendo con ello una vez publicada su obra a alimentar la leyenda y a promover nuevos registros en las propiedades de Flamel y sus descendientes.

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dió que durante siglos decenas de personas buscaran tanto el libro como restos del polvo de proyección para lograr transmutar el oro, invadiendo y dañando sus propiedades y profanando su tumba. Esto último ocurrió, por ejemplo, en tiempos del Cardenal Richelieu, personaje que sintió una gran fascinación por la alquimia y la figura de Flamel llegando a encarcelar a un descendiente de este, conocido por Dubois, que a pesar de alardear de saberes alquímicos ante el mismísimo Luis XIII, fue in-

capaz de enseñar al famoso y poderoso clérigo los secretos de la transmutación, a pesar de que, según la leyenda, este llegó a poseer el libro de Abraham el Judío. El hallazgo de los ataúdes vacíos de Perenella y Flamel confirmaron las sospechas de quienes aseguraban que con la piedra filosofal la pareja también había accedido a la inmortalidad, fingiendo sus muertes, preparando sus falsos funerales y borrando todas sus huellas para retirarse juntos a algún lugar de la India en compañía de otros inmortales.

CHAXIRAXI, TERRITORIO DEL MISTERIO La iniciativa Canarias Territorio del Misterio, creadora de itinerarios y rutas temáticas enfocadas a mostrar el patrimonio de leyendas, hechos insólitos y misterios potenciales que siembran nuestra geografía, afronta nuevos destinos. El próximo 7 de agosto fija su atención en la Villa de Candelaria, con la historia de Chaxiraxi como eje vertebrador. Hoy por hoy, los historiadores continúan considerando un enigma la forma en la que una imagen cristiana, con su significado y simbología mariana, terminó siendo aceptada y tratada con reverencia en un contexto sagrado por la antigua sociedad guanche. Ese proceso, más allá de los respetuosos límites de la fe, convierte a Chaxiraxi–Virgen de la la Candelaria en un atractivo acertijo para quienes quieran conocer sus múltiples entresijos. Los lugares sagrados de la advocación mariana ya tenían esa consideración sacra antes de la entrada en escena de la afamada talla, un aspecto de la historia heterodoxa de la Candelaria que podrás conocer en detalles si nos acompañas en este viaje al pasado. ¿Sabías que el primer templo de la Virgen era un centro ceremonial guanche? ¿Es cierto que las procesiones de ángeles vistas en las playas cercanas a Candelaria se han relacionado con un grupo de caballeros templarios refugiados en Tenerife? ¿Qué conexión simbólica existe entre la Virgen de Candelaria y ciertas estrellas importantes para los guanches? ¿Sabías que existe un objeto en Candelaria que, de acuerdo con la creencia y la tradición más antigua, permite viajar de forma instantánea a lugares distantes? ¿Quién fue la Iluminada de Candelaria y qué hacía de esta mujer un personaje tan importante? De todo ello se hablará en este paseo alternativo por Candelaria el próximo 7 de agosto. Plazas limitadas. Más información en [email protected] y WhatsApp: 628.368.842

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domingo, 26 de julio de 2015, EL DÍA www.eldia.es/laprensa

Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 990

¿Qué es eso de la psicología del deporte?

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ada vez más, por suerte, se habla de términos psicológicos, mentales, ligados al mundo del deporte y la actividad física sin que exista tabú al respecto. Recientemente, sólo por citar algunos ejemplos, el motociclista Jorge Lorenzo hablaba del miedo y la falta de confianza que sufrió en la carrera de Assen de 2014 al pasar por la curva 13, la misma en la que se había caído el año anterior; asimismo, Rafa Nadal admitía, tras perder en el Masters 1000 de Miami ante Verdasco, que estaba jugando con muchos nervios durante muchos momentos, y que en los puntos decisivos jugaba con mucha ansiedad. A raíz de casos como los anteriores, es cada vez más frecuente la intervención de psicólogos deportivos en los medios de comunicación, lo cual hace visible nuestra importante labor en el contexto deportivo. Pero, ¿cuál es el rol del psicólogo en el ámbito de la actividad física y el deporte? En primer lugar, es fácil relacionar la psicología del deporte con el rendimiento deportivo. Ejemplos como los anteriores de deportistas mediáticos que han incorporado el entrenamiento en habilidades psicológicas en su rutina para mejorar el rendimiento y alcanzar el éxito deportivo son quizá la faceta más conocida del papel del psicólogo deportivo. A comienzos de 2011, Novak Djokovic, actual número 1 del mundo en tenis y reciente ganador de Wimbledon, tuvo una racha de 41 victorias seguidas, durante la cual ganó el Open de Australia y varios masters 1000. Entre las causas de su mejora, Djokovic aprendió a manejar la ansiedad, trabajó la concentración en el juego y mejoró su gestión de las emociones (todos recordamos cómo al fallar algún punto fácil se desesperaba y terminaba por desquiciarse a sí mismo, y en muchas ocasiones esto le llevaba a “borrarse” del partido), gracias al entrenamiento mental. Por lo tanto, en este ámbito se debe enfatizar que el trabajo se orienta al desarrollo constante de las capacidades y habilidades psicológicas, sin asumir que exista un déficit previo, del mismo modo que se trabajan la fuerza o la velocidad aunque no exista carencia. Pero en el alto rendimiento el trabajo psicológico no se limita a ayudar a competir al máximo nivel y conseguir los éxitos deportivos, sino que todo deportista profesional debe ir creando un proyecto de vida futuro, para evitar el vacío que supone en muchas ocasiones la retirada, especialmente si ésta se adelanta por motivos físicos. En este punto, la función del psicólogo del deporte es primordial para guiar y ayudar al deportista a diseñar su futuro. Otro ámbito en el que cada vez es más frecuente la presencia del psicólogo es en el deporte base y en la iniciación deportiva, donde uno de los objetivos es la formación, pero también

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Texto: Iván Pérez Carlos (psicólogo, máster en Rendimiento Deportivo y Salud, vocal de Psicología de la Actividad Física y el Deporte del COP Santa Cruz de Tenerife. www.gruposhine.com) la promoción de hábitos de vida saludables, el desarrollo del bienestar y el disfrute, el aprendizaje de habilidades sociales o la mejora de la imagen corporal y la autoestima. En nuestro país, es de destacar en este campo el Sevilla F.C, que cuenta en su cantera con un equipo de psicólogos deportivos que trabaja desde las categorías inferiores, buscando, además de la mejora deportiva, un desarrollo personal centrado en valores, así como un apoyo académico para los deportistas. A nivel local, hay que mencionar otros proyectos similares que se están realizando, como la iniciativa “Buen Rollito”, del Cabildo de Tenerife y la Federación Tinerfeña de Fútbol, para erradicar los comportamientos violentos en el fútbol base de Tenerife, o el proyecto “Golea Educando” que se lleva a cabo en la U.D. Longuera Toscal en colaboración con Grupo Shinè con el objetivo de apoyar a entrenadores y familiares para que favorezcan el desarrollo sociopersonal y deportivo de los jugadores. En este ámbito, por supuesto, se realiza un trabajo con los menores, pero también con los técnicos y monito-

res, padres/madres, y demás integrantes del equipo deportivo. Se busca, en definitiva, que el deporte y el ejercicio físico constituyan un medio de aprendizaje y diversión para los menores practicantes y evitar escenas como la ocurrida en un campo de fútbol de Gran Canaria hace 2 años, cuando un niño de tan solo 5 años tuvo que separar a un entrenador y a un árbitro que discutían sobre el césped. Una imagen y unas palabras que lo dicen todo: “No discutan, que quiero jugar”. Beneficios de la práctica deportiva Por otro lado, es necesario destacar los efectos beneficiosos producidos por la actividad física regular, tanto desde el punto de vista físico como psicológico. Los beneficios psicológicos han sido probados en población normal, así como en el tratamiento de trastornos psicológicos tales como la depresión, en trastornos emocionales o en adicciones. Es aquí donde el rol del psicólogo deportivo emerge a la hora de diseñar programas de actividad física con fines terapéuticos y/o de salud que faciliten la iniciación y la adherencia, y eviten en la medida de lo posible el abandono. Dentro de

este ámbito se podrían encuadrar también la práctica de la actividad física en poblaciones con necesidades especiales (como los ancianos, las personas con alguna discapacidad o los menores en riesgo de exclusión social), la práctica deportiva como parte del tratamiento de problemas biomédicos (diabetes, obesidad, etc.) y la prevención e intervención sobre conductas de riesgo para la salud (vigorexia, anorexia, dopaje, etc.). Por último, el psicólogo deportivo tiene un rol importante también en muchas empresas y organizaciones deportivas, en las que colabora en la gestión de eventos y proyectos deportivos, actuando en funciones que abarcan desde la mejora en la atención al ciudadano a la promoción de programas de actividad física para poblaciones determinadas (mujeres con cáncer de mama, menores con obesidad, etc.) o la valoración de la satisfacción percibida de los usuarios de las instalaciones deportivas. Por tanto, es necesario desterrar la idea de que al psicólogo, en general, y al psicólogo deportivo, en particular, se acude únicamente cuando se tienen problemas, ya que, como hemos visto, son múltiples las funciones que realizan, destacando el desarrollo de las habilidades psicológicas, la formación de los menores en valores a través del deporte o la promoción del deporte y actividad física como un hábito de vida saludable.