DOS VIAJEROS MEXICANOS EN EUROPA A FINES DEL SIGLO XVII

DOS VIAJEROS M E X I C A N O S E N E U R O P A A FINES D E L SIGLO XVII Lino GÓMEZ CAÑEDO Academy of American Franciscan History E s P R O B A B L...
3 downloads 0 Views 2MB Size
DOS VIAJEROS M E X I C A N O S E N E U R O P A A FINES D E L SIGLO XVII Lino

GÓMEZ

CAÑEDO

Academy of American Franciscan History

E s P R O B A B L E que hayan sido muchos los mexicanos que visit a r o n E u r o p a durante el siglo XVII, porque l a m o v i l i d a d de l a gente era ya entonces bastante m a y o r de lo que solemos imaginarnos. Pero pocos de ellos — p o r l o que sabemos— dejaron constancia de sus impresiones p o r escrito, y menos aún las d i e r o n a conocer por medio de l a imprenta. E s t a sola circunst a n c i a justificaría que nos ocupásemos de las dos relaciones d e viaje que constituyen el objeto del presente estudio. U n a de ellas fue impresa varias veces y p o r añadidura está escrita e n verso. L o s autores de estas relaciones fueron los franciscanos criollos fray José de Castro y fray José de Ledesma, quienes en 1688-1689 y 1697-1701, respectivamente, viajaron de México a R o m a en el desempeño de comisiones de su orden. A m b o s siguieron, en líneas generales, l a m i s m a ruta, desempeñaron actividades similares y tuvieron ocasión de observar casi los mismos escenarios. A pesar de las limitaciones que les imponía su carácter de religiosos, el campo de sus experiencias fue relativamente a m p l i o , como veremos, y en algunos casos tuvieron oportunidades especiales. S i bien los juicios de estos viajeros n o pueden calificarse de m u y agudos, n i de alta calidad las estrofas en que uno de ellos los expresó, creo que se trata de dos testimonios apreciables. Representan probablemente opiniones m u y generalizadas tanto entre las minorías educadas como entre las clases populares: los dos frailes eran individuos calificados, c u l t u r a l y jerárquicamente, dentro de su orden, y dado el carácter p o p u l a r de ésta tuvieron que haber estado en estrecho contacto c o n el pueblo. Expondré, pues, cuanto he logrado saber sobre estos dos curiosos viajeros y analizaré brevemente el contenido de sus relatos. 117

118

L I N O G Ó M E Z CAÑEDO

I FRAY

A.

J O S É DE C A S T R O Y S U

Viaje de América a Roma

Noticias biobibliográficas

E l padre Castro nació en l a c i u d a d de Zacatecas el año de 1648. Tenía veintidós años cuando, en 1670, entró en l a orden de S a n Francisco, en el convento de su c i u d a d n a t a l . Probablemente había cursado ya, para entonces, el ciclo de estudios humanísticos o de gramática, pues e l cronista A r l e g u i nos dice que después de haber hecho l a profesión — l o que debió ser en 1671, tras e l obligado año de noviciado— l o destinaron sus superiores " a los estudios de l a filosofía y sagrada teología, en que salió tan aventajado que, habiendo tenido esta p r o v i n c i a sujetos eminentes e n todas facultades, si no excedió igualó a l o menos a los sujetos más doctos de l a p r o v i n c i a " . Conviene advertir que A r l e g u i escribía antes de 1737, unos veintiséis años después de l a muerte de nuestro viajero, a q u i e n pudo m u y bien haber c o n o c i d o ; p o r otra parte, le dedica u n a biografía de tres páginas, u n a de las más extensas que contiene su crónica. Esto parece demostrar que el padre Castro gozó de verdadero prestigio entre sus correligionarios. Añade A r l e g u i que e l ingreso en l a orden de S a n Francisco le había sido profetizado a Castro p o r fray J u a n de A n g u l o , u n ex m i n e r o , tío d e l célebre d o n J u a n Ignacio de Castoreña y Urzúa, pero se trata a l parecer de u n a distracción del cronista, pues e n otra parte de l a m i s m a o b r a atribuye t a l profecía a otro franciscano llamado fray José de M e n d o z a . Castro escribió l a v i d a d e l mencionado fray J u a n de A n g u l o , como veremos. A r l e g u i nos transmite también e l dato de que Castro, a 1

2

3

1

L a fecha

de

nacimiento del joven

Castro

está calculada con

base en la nota necrológica, donde se dice que falleció el 5 de marzo de 1711, a los 63 años de edad. A esta nota me referiré más adelante. Que tomó el hábito en 1670 lo dice Arlegui, 2

ARLEGUI, 1851, parte quinta, cap. 20. E n este lugar da Arlegui

un resumen biográfico del padre Castro. Seguiré este resumen en las páginas siguientes, si no advierto otra cosa. Véanse las explicaciones sobre siglas y referencias al final de este artículo. 3

Así lo hace en el cap. 13 de la parte quinta de su Crónica ( A R -

LEGUI, 1851).

dos

119

viajeros mexicanos

pesar de l a brillantez c o n que había terminado sus estudios mayores, prefirió dedicarse a l "ejercicio espiritual de l a c u r a d e a l m a s " antes que a l a enseñanza y actividades literarias. A este f i n aprendió l a lengua m e x i c a n a y obtuvo el puesto de ministro doctrinero en e l real de Charcas. " E n este santo e m pleo —escribe A r l e g u i — se ejercitó algunos años con edificación y consuelo de los feligreses, que le amaban tiernamente c o m o a su pastor y padre verdadero, sin perdonar p a r a el consuelo espiritual de sus ovejas e l c a m i n a r continuamente las p r o l o n gadas distancias de aquella feligresía, que es de las más penosas de l a p r o v i n c i a , pues se ofrecen cada día en ella confesiones que distan de l a cabecera treinta y seis l e g u a s . " A l parecer, volvió a C h a r c a s después de su viaje a R o m a , no sé s i de asiento o de visita: el 2 de enero de 1691 firmaba en el c o n vento de Santa María de las C h a r c a s u n parecer aprobatorio de u n sermón predicado p o r fray J u a n de S a n M i g u e l . A fines de 1683 —sigue diciendo A r l e g u i en el mismo c a pítulo— fue l l a m a d o p o r sus superiores p a r a que enseñase teología a los jóvenes religiosos de l a provincia, "que l a aumentó c o n muchos y doctísimos ministros". Alternó esta actitud c o n l a predicación, en l a que fue también eminente. E n su l u g a r registraré algunos de sus sermones impresos. Debe haber perm a n e c i d o en este puesto hasta 1687 en que fue designado como proministro p a r a asistir a l capítulo general de l a orden que debería celebrarse a l año siguiente en R o m a . L o s ministros provinciales de América estaban dispensados de asistir a estos capítulos generales, pues ello les obligaría a permanecer ausentes de sus puestos durante m u c h o t i e m p o ; en su lugar, cada prov i n c i a n o m b r a b a a u n religioso c o n e l carácter de proministro. C o m o era natural, el n o m b r a m i e n t o recaía siempre en u n i n d i v i d u o de especial distinción. L o s detalles de su viaje a R o m a los veremos a l e x a m i n a r el relato e n verso que hizo d e l mismo. "Después de haber vuelto de R o m a —prosigue A r l e g u i e n el capítulo que vengo u t i l i z a n d o — quedó de comisario p r o v i n c i a l de esta p r o v i n c i a [de Zacatecas] p o r ausencia que hizo de ella e l p r o v i n c i a l que l a gobernaba; pero como el que aspira solamente a l a rígida observancia de su instituto de todo se recela, precaviendo los peligros d e l gobierno y mando, temeroso o de nue l a p r o v i n c i a lo o c u p a r a en su gobierno o de marearse con los aires de l a v a n i d a d d e l m u n d o , o lo que más cierto es, 4

5

4

ARLEGUI, 1851, parte quinta, cap. 20. 3 Describe esta edición MEDINA, 1907-1912, ra, p. 82.

120

LINO

GÓMEZ

CAÑEDO

deseoso de l a soledad y retiro, se pasó a v i v i r a l a Santa C r u z de Querétaro por el año de 1700." Este párrafo pudiera hacer pensar que el padre Castro permaneció poco tiempo en Zacatecas al regreso de su viaje romano. L a verdad es que siguió m o r a n d o en su p r o v i n c i a madre durante diez años largos, pues su regreso debe haber tenido lugar en 1689: el 20 de junio de este año se le dio despacho de embarque por l a C a s a de Contratación, en S e v i l l a , así que pudo m u y bien llegar a México antes de terminar el año. Entre esta fecha y su incorporación a l colegio de misiones de l a Santa C r u z de Querétaro desempeñó el padre Castro en su p r o v i n c i a de Zacatecas otras funciones, además de l a de comisario prov i n c i a l que refiere el cronista A r l e g u i . N o i n d i c a A r l e g u i cuándo o c u p ó este cargo de "comisario p r o v i n c i a l " n i quién fue el ministro provincial a l que sustituyó en su ausencia. Es probable que haya sido fray Martín de Urízar, el cual, según el mismo A r l e g u i , había sido elevado segunda vez a l provincialato el 14 de febrero de 1689. S u ausencia temporal de l a provincia pudo deberse a l desempeño de u n a comisión superior en otra parte de l a N u e v a España o fuera de e l l a : por ejemplo, l a visita canónica de alguna de las provincias franciscanas. Urízar era persona de prestigio y sabemos que le fueron encargadas tales visitas en Michoacán y G u a t e m a l a . P o r otra parte, las relaciones entre él y el padre Castro eran estrechas, com lo indica el hecho de que este último dedicase a Urízar l a edición de su Viaje, según veremos. A o a r t e de esta comisión, l a p r o v i n c i a de Zacatecas nombró a l padre Castro su cronista. A r l e g u i no menciona esto en el resumen biográfico que vengo siguiendo, pero alude a ello en otras partes de su crónica. E n u n a ocasión, ponderando l a erudición e ingenio de Castro, llega a confesar que " a no valerme de sus luces, andaría a oscuras en esta historia". Encuentro que se le dio el título de cronista por vez p r i m e r a en l a Vida del siervo de Dios fray Juan de Ángulo y Miranda, español cristiano, religioso le^o del Orden de Menores de la Regular Observancia de la Provincia de los Zacatecas (México, por doña María de Benavides, v i u d a de J u a n de R i b e r a . 1695), p u b l i c a d a a expensas de d o n J u a n Ignacio de Castoreña y 6

7

8

0

A G Í , Contratación, leg. paralelo en leg. 5451.

5 5 4 0 A , lib.

7

ARLEGUI, 1851, parte q u i n t a , cap.

8

ARLEGUI, 1851, parte segunda, cap.

3o.

22. 1.

f o l . 376.

U n registro

DOS VIAJEROS MEXICANOS

121

Urzúa. sobrino del biografiado. C o m o adelanté y a , A n g u l o y M i r a n d a había sido minero antes de hacerse franciscano; en l a o r d e n ejerció el oficio de limosnero y quizá empleó en favor de l a m i s m a parte de sus caudales, pues su biógrafo le atribuye l a edificación de l a iglesia del convento de Sombrerete y de l a c a p i l l a de S a n A n t o n i o en l a iglesia de San Francisco de Z a c a tecas. E n ésta fue sepultado a l fallecer en el año de 1644. S u biografía p o r Castro lleva las acostumbradas censuras aprobatorias, entre las cuales figura l a de fray Agustín de V e t a n c u r t ( M é x i c o . 6 de junio de 1 6 9 5 ) . E l mismo año de 1695 predicó el panegírico de santo D o m i n g o de Guzmán en su iglesia de l a c i u d a d de Zacatecas, en l a fiesta del santo (4 de agosto) : el sermón fue publicado a l año siguiente e n M é x i c o . N o he h a l l a d o h u e l l a alguna, de sus actividades durante los anos siguientes hasta su incorporación a l colegio de misiones de Querétaro ( 1 7 0 0 - 1 7 0 1 ) . Este colegio había sido establec i d o en 1683 p o r u n grupo de franciscanos venidos de España bajo l a presidencia de fray A n t o n i o Llinás, u n mallorquín con p r e v i a y l a r g a residencia en Michoacán. F u e el primero de esta institución que hubo en América y puede considerársele c o m o el seminario del que salieron todos los que h u b o posteriormente a lo largo del continente. S u finalidad era l a renovación cristiana mediante l a predicación de misiones populares y e l incremento de las misiones entre infieles. Castro conocía seguramente desde sus orígenes a este original instituto. L a s misiones predicadas p o r los primeros de estos misioneros habían tenido resonancia en todo el pa's. U n a de las más famosas de estas misiones fue precisamente l a de Zacatecas en 1687. P o r otra parte, el padre Castro participó, como hemos visto en el capítulo general de R o m a (1688) en el que fueron aceptados formalmente los estatutos que dos años antes había dado a los colegios el p a p a Inocencio X I . Estaba, pues, e l padre Castro bien familiarizado c o n el nuevo instituto apostólico. N o es 9

10

11

9

1 0

D e s c r i t a p o r MEDINA, 1907-1912, n i , p . 129. MEDINA, 1907-1912, n i , p . 148.

1 1

A r l e g u i (1851, parte q u i n t a , cap. 20) dice que l a incorporación tuvo lugar " p o r e l año de 1 7 0 0 " ; pero tuvo que ser en 1701 si es cierto que vivió " c a s i " diez años en dicho colegio, como se dice en l a nota n e c r o l ó g i c a , s e g ú n la c u a l murió el 5 de marzo de 1711. Por sus f i r m a s en e l l i b r o de misas, sabemos q u e era m i e m b r o d e l c o l e g i o en agosto

de

1702.

LINO GÓMEZ CAÑEDO

122

extraño que, a l i g u a l eme otros religiosos celosos, se haya sentido atraído por sus propósitos y l a v i d a austera de sus m i e m b r o s . "Puesto en el retiro del colegio apostólico de l a Santa C r u z de Querétaro, se hizo cargo de las nuevas obligaciones de m i sionero apostólico, abstrayéndose ante todas las cosas de l a com u n i d a d de los del siglo, como que conocía, con su talento profundo y espíritu desengañado, que nunca hicieron buen maridaje los ejercicios y tareas de las misiones con visitas familiares y continuadas de seglares, punto que debían tener impreso en sus corazones los operarios de tan santo ministerio, pues muchas veces se malogran los sudores de las misiones por éstas tan dañosas familiaridades, pues como dijo u n discreto de nuestro siglo, yo tendré por u n san Pablo a l predicador que solamente viere e n el altar confesionario y púlpito". Siguiendo en esta vena, añade que "de l a oración salieron las saetas penetrantes de amor divino que colocó en su Aljaba apostólica, que anda impresa, de donde los misioneros de aquél y otros apostólicos colegios h a n disparado tantas contra los vicios, que solas ellas eran suficientes p a r a convertir u n m u n d o entero, a no estar por las c u l pas tan obstinado. C o m p u s o también l a v i d a del venerable padre Angulo". 12

13

S i A r l e g u i quiso decir que nuestro padre Castro compuso esta última obra mientras residía en el colegio de Querétaro ya vimos que no fue así, pues d i c h a obra había sido ya p u b l i c a d a en 1695. Respecto de l a Aljaba apostólica, no parece que se le pueda atribuir como tal al padre Castro, sino que en ella fuer o n incluidas algunas "canciones a los asuntos que se predican en las misiones compuestas éstas por el M . R . padre fray Joseph de Castro, ex-lector de teología, padre de l a provincia de Z a c a tecas y predicador apostólico de dicho colegio [de Querétaro]",

1 2

H a b l a n d o de l a misión de 1687 en Zacatecas, escribe E s p i n o s a : "Calló el R . padre Escaray muchas cosas con su modestia; éstas dejó escritas el M. R. padre fray José de Castro". ESPINOSA, 1964, l i b . i , cap. 20. N o es seguro si hace referencia a lo que Castro dejó escrito en l a crónica del Colegio de Querétaro o a lo que escribió p a r a l a de su p r o v i n c i a de Zacatecas, pero en cualquier caso deja en claro que nuestro parare Castro conoció muy bien a los misioneros de Q u e rétaro. Según veremos, fue cronista tanto de su p r o v i n c i a como del colegio. 1 3

A R L E G U I , 1851, parte quinta, cap. 20. A esta biografía de fray J u a n Ángulo y a dejo hecha referencia.

DOS VIAJEROS MEXICANOS

123

c o m o se lee en l a portada de l a edición de l a Aljaba de que disp u s o el p a d r e fray José D i e z y fue impresa en M é x i c o el año de 1 7 0 8 . E l padre D i e z había sido u n o de los fundadores del m e n c i o n a d o colegio de Querétaro, en el que nuestro padre Castro se h a l l a b a incorporado desde principios de siglo, según q u e d a y a dicho. A u n q u e reciente, era ya u n miembro respetado del mismo e n 1702, c o m o lo demuestra el hecho de habérsele encargado el sermón i n a u g u r a l de l a ampliación del crucero y reedificación del templo de l a Santa C r u z , obras sufragadas por el famoso mecenas d o n J u a n Caballero y O c i o ; el sermón fue impreso aquel m i s m o año en México, con u n a dedicatoria a Caballero y O c i o p o r el cronista fray Isidro F . de E s p i n o s a , E n enero de 1707 volvió el padre Castro a Zacatecas como u n o de los fundadores del colegio de misiones erigido en l a vec i n a v i l l a de Guadalupe, pero no tardó en regresar a l de Querét a r o . L a causa, según A r l e g u i , habría sido el concurso de seglares y huéspedes que concurrían a l colegio de G u a d a l u p e , lo que "no se h e r m a n a b a bien con el retiro que apetecía n i con l a abstracción que prescriben las bulas apostólicas a los que mor a n en los colegios apostólicos". Esta interpretación de A r l e g u i resulta u n poco extraña y hasta inverosímil, teniendo en cuenta que el superior de Guadalupe era entonces n a d a menos que el venerable padre M a r g i l ; es más verosímil que el cronista zaca14

15

16

1 4

MEDINA, 1907-1912, n i , p. 286-87. E n esta edición se advierte que fueron añadidas " l a V i a Sacra y copiosas canciones a los asuntos que se p r e d i c a n en las misiones, compuestas éstas —subrayo— por el M . R . padre fray Joseph de Castro, ex-lector de teología . . .", etc. E n l a tercera edición de l a Aljaba (México, 1731) y en l a cuarta ( M é x i c o , 1785) figura u n soneto-advertencia relativo a estas adiciones que dice así: " E n l a segunda impresión de aquesta A l j a b a / que se hizo el año de ocho se i m p r i m i e r o n , / treinta y cuatro canciones, y éstas fuer o n / de u n religioso que en Querétaro m o r a b a . / Éste fray José Castro se n o m b r a b a . / E n l a impresión se pusieron otras canciones que añad i e r o n / de otro poeta también que a D i o s a l a b a . / M u c h a s saetas también v a n añadidas/ y canciones antiguas a v i v a d a s / porque a mejor metro v a n r e d u c i d a s / y por u n misionero son sacadas,/ del colegio de Querétaro; aplaudidas,/ por ser a l a V i r g e n P u r a consagradas". 1 5

H a y u n ejemplo de este sermón en B N M / C L , v o l . 1144. L o describe MEDINA, 1907-1902, n i , pp. 333-34. 1 6

A r l e g u i ( 1 8 5 1 , parte quinta, cap. 20) dice que volvió a Z a c a tecas en 1703, c o m o fundador — u n o de ellos—> del colegio de misiones

124

LINO GÓMEZ CAÑEDO

tecano perteneciera a l sector de su provincia que no veía con simpatía el establecimiento de los misioneros en G u a d a l u p e . Debió ser durante esta segunda estancia queretana cuando el padre Castro fue nombrado cronista del colegio de l a Santa C r u z . S u antecesor en el oficio, fray José Diez, se d a b a todavía en í 708 el ü'tuio de "escritor" del Colegio, término que se a p l i caba también a l cronista. E n cualquier caso, consta que el padre Castro no sólo tuvo el nombramiento de cronista sino que escribió u n tomo de l a "Crónica del colegio", aunque ésta haya quedado inédita. A r l e g u i dice que escribió "parte de l a crónica de los venerables varones de aquel santo colegio". D i c e también que estuvo ocupado "en el ejercicio de las misiones" —misiones populares entre fieles, supongo, no entre infieles—- "enseñando a l mismo tiempo en las consultas que se ofrecían... las materias más difíciles y arduas de l a teología canónica, y c o n su ejemplar y religiosa v i d a los puntos más delicados de l a teología mística". N o puedo detenninar cuándo y dónde escribió sus Varias poesías a lo divino, de las que existe u n a reimpresión ( M é x i c o , 1746). N i Beristáin n i M e d i n a vieron alguna edición anterior, y tampoco l a h a visto q u i e n esto escribe. Beristáin m e n c i o n a sin indicar fecha, unas Lamentaciones a la Virgen Dolorosa, que M e d i n a identifica con las citadas "poes'as a lo d i v i n o " , entre las cuales se encuentran cincuenta décimas a l a V i r g e n de los D o lores. Castro se muestra en ellas el fácil versificador que veremos en el Viaje, ñero con l a m a y o r unción religiosa que pedía el tema. Véase l a p r i m e r a de estas décimas: 17

de Guadalupe; pero el cronista Espinosa, que conoció al padre Castro y convivió con él, afirma que el regreso de éste a su ciudad natal fue en 1707, escogido como uno de sus compañeros por el primer guardián del colegio de Guadalupe, fray Antonio Margil. Éste, que en Costa Rica —en

se hallaba

las misiones de la Talamanca— regresó rápida-

mente a su colegio de Querétaro. "Entró —escribe Espinosa-— el de 7 0 7 , y por el mes Zacatecas". Uno

de

esta ocasión, y no

año

de enero se puso el V . padre en camino para sus

compañeros fue

el padre Castro,

antes —-puntualiza Espinosa— fue

por

"que

en

morador

55

de aquel nuevo colegio . ESPINOSA, 1964, lib. v, cap. 3 0 ) . 1 7

ESPINOSA, 1964, lib. v, cap.

crónica (lib. i , cap. 4 )

3 0 . Espinosa utiliza en la misma

"lo que comenzó a trabajar como cronista de

este colegio". E n un inventario manuscrito del antiguo archivo de dicho

colegio, letra H

}

No.

11, se lee:

" U n tomo de crónica de este

apostólico colegio, compuesto por el R. padre fray Joseph de Castro".

LOS

VIAJEROS

125

MEXICANOS

Hoy vuestras lágrimas canto, hermosísima María, pues del mundo fue alegría el que en vos fue tierno llanto. Dame para asunto tanto mucha luz, dulce Señora, para que con voz sonora pueda m i musa explicar, engolfada en tanto mar, las penas de tanta aurora.

;

Y la c u a r t a : Náufraga ya y sin farol quedáis en aquel diluvio, de ardiente dolor versubio, porque os faltó vuestro sol. N o miráis ya su arrebol, toda os convertís en mar, y los ojos, sin mirar como llegan a perder todo el oficio de ver, sólo os sirven de llorar. Incluye también esta obra cien redondillas a las llagas de san Francisco, de las cuales copio las dos siguientes (85 y 8 6 ) : Sois pelícano oriental, rasgado el pecho a m i ver. que águila no queréis ser sólo por no ser caudal. Si os digo Fénix, ignoro si m i alabanza os agravia, que no queréis ser de Arabía porque es la tierra del oro.

T e r m i n a c o n el siguiente acto de contrición: Esos brazos abiertos, padre mío, y rotas esas manos liberales, señales ciertas son en que confío

que vertiréis piedades a raudales: ya se acabó, Señor, mi desvarío, convertiréis en bienes tantos males, pues por salvarme me mostráis abiertas en pies, costado y manos cinco puertas. 1 9

18

Medina dice que poseía un Acto de contrición por nuestro padre Castro, "reimpreso" en México por Jáuregui, sin año. E n las Poesías a lo divino se incluye un "Acto de contrición", que ocupa las páginas 26 a 46: una composición muy aceptable. Quizá fue reimpresa aparte.

126

LINO GÓMEZ CANEDO

N o supo A r l e g u i l a fecha de l a muerte del padre Castro, contentándose c o n decir que acaeció en Querétaro "después d e l a ñ o de 1708", a l a edad de "setenta años poco menos". P o r fort u n a , se conserva su nota necrológica en el " L i b r o de los m u e r tos" del colegio de Querétaro, según l a c u a l falleció allí e l 5 de m a r z o de 1711, a los 63 años de edad. " V i n o p o r m o r a d o r a este santo colegio —prosigue d i c h a n o t a — y l o fue p o r cuasi diez años c o n ejemplo grande, por su m u c h a h u m i l d a d ; fue varón m u y literato, celoso de l a más p u r a observancia, y de sólidas virtudes, y en su feliz muerte resplandecieron las de l a fe y esperanza, c o n grande edificación v consuelo que experimentó l a santa c o m u n i d a d " . E s t a nota y a l a utilicé p a r a a q u i l a t a r fechas biográficas del padre Castro a lo largo d e l presente estud i o . L o que añade A r l e g u i es que falleció de hidropesía, l o c u a l -—escribe— "le previno anticipadamente l a m a l i c i a del achaque, p a r a que se dispusiese p a r a l a última j o r n a d a c o n todos los sacramentos, que habiéndolos recibido c o n muchas lágrimas y tern u r a exhortó a todos c o n su natural elocuencia a l más fervoroso séquito de las virtudes, a l celo más abrasado de l a prosecución de las misiones y a l a más rígida observancia de nuestro seráfico instituto; y como su eficacia era tanta, p r o r r u m p i e r o n todos en copiosas lágrimas, contemplando que les faltaba l a luz que ilustraba sus entendimientos en l a dirección de sus dudas y espíritus, y que carecían de u n espejo en sus acciones, c o n que regalaban sus operaciones religiosas". Descartada su frondosidad literaria, este párrafo coincide en sustancia con l a n o t a necrológica transc r i t a más arriba, y ello indicaría que n o se trata de fraseología r u t i n a r i a , antes revela probablemente l a b u e n a m e m o r i a que el cronista mantenía de quien fue acaso su maestro. E n Querétaro había sido discreto del colegio — o sea, consej e r o d e l guardián, cargos a los que se llegaba p o r voto secreto de toda l a c o m u n i d a d — en octubre de 1703 y de nuevo en 1709. 19

20

B. El V i a j e de América a R o m a V i s t o quién fue su autor, pasemos a l examen del libro que constituye el objeto p r i n c i p a l de este estudio. Y a vimos también cuál fue l a ocasión d e l v i a j e : representar a l a p r o v i n c i a franciscana de Zacatecas — a que pertenecía el padre C a s t r o — en el capítulo general de l a orden que se celebró en R o m a el año de 1 9

"Libro de los muertos", fol. 5, en A C Q , letra I.

2 0

Esto consta por el Libro de decretos, conservado en A C Q .

DOS

VIAJEROS

MEXICANOS

127

1688. L o s antecedentes intelectuales y literarios del autor e x p l i c a n su interés en narrar tal peregrinación, y de hacerlo en verso. L a historia bibliográfica del libro no está del todo clara. P a rece que tuvo tres ediciones: u n a en E u r o p a y dos en M é x i c o . L a edición europea — h e c h a en España— p u d o ser l a siguiente, q u e describo según ejemplar que conserva l a Biblioteca N a c i o n a l de M é x i c o [Fondo reservado: R / 8 6 1 . 3 GAS. V.) : " V i a g e de América a R o m a / que hizo y escrivió e l / M u y R e v e r e n d o Padre F r a y Joseph / de Castro, L e c t o r actual de T e o l o g í a / Proministro y Padre de l a Santa P r o - / v i n c i a de nuestro P a d r e S a n Francisco de Z a c a - / t e c a s / / Q u e dedica / a l M u y R e v e r e n d o P a d r e / F r a y M a r t i n de U r i z a r , L e c t o r J u b i l a - / do, C a l i f i c a d o r del Santo O f i c i o , E x - V i s i t a d o r de las Provincias de M i c h o a - / c á n y G u a t e m a l a , E x - V i c a r i o P r o - / v i n c i a l de l a de Z a catecas, etc.". S i n lugar n i año. Signaturas A - Y de 8 páginas c a d a una. P o r t a d a vuelta en blanco. 3 fols. de dedicatoria. M e d i n a (Biblioteca hispano-americana, n i , p. 368, n o . 1 8 3 5 ) , utilizando a Beristáin y a G a l l a r d o , supone que esta e d i ción europea se hizo de 1689 a 1690, pero sin averiguar l u g a r alguno. P o r m i parte, n o he podido hallarla en n i n g u n o de los repertorios españoles, aunque debe tenerse en cuenta que los publicados sobre l a i m p r e n t a en M a d r i d —donde p u d o haberse publicado—- no alcanzan hasta las fechas mencionadas. E x i s t e n , en cambio, p a r a Sevilla, pero no registran el Viaje. E l autor, a su regreso de R o m a , entró en España por l a frontera de Irún, visitó el país vasco y bajó por Burgos a M a d r i d . Allí se detuvo por bastante tiempo, como veremos, y pudo haber hecho i m p r i m i r su libro, que t e r m i n a con el relato de las visitas hechas a poblaciones cercanas a l a c a p i t a l ; de l a continuación d e l viaje h a c i a el sur, p a r a embarcarse, nada dice. P o r l o tanto, m e parece M a d r i d el lugar más verosímil de l a primera i m p r e sión del libro. Respecto de l a fecha hay que corregir, en c u a l q u i e r caso, a M e d i n a : tuvo que ser en 1689, pues en j u n i o de este año estaba y a el padre Castro a punto de salir de regreso p a r a México. C l a r o que p u d o haber dejado encargada l a i m presión y que le remitiesen después los ejemplares, pero no me parece verosímil. Él m i s m o dice que hizo i m p r i m i r su relato c o n e l f i n de n o tener que referir a c a d a uno de sus amigos las peripecias del viaje; era natural, por lo tanto, que hubiese procurado traer el libro impreso consigo. Beristáin da noticia de otra edición hecha en México por Francisco Rodríguez L u p e r c i o , sin fecha, pero M e d i n a le d a c o m o probable l a de 1690, describiendo así l a edición:

128

LINO

GÓMEZ

CANEDO

" V i a j e de América a R o m a , que hizo y escribió- el M . R . P. F r . Joseph de Castro, L e c t o r de Teología, P r o - M i n i s t r o y Padre de l a Santa Provincia de N . P . S . Francisco de Zacatecas. Impreso en l a E u r o p a y por su original reimpreso en México por F r a n cisco Rodríguez L u p e r c i o ; México, 1690, 8?".

M e d i n a {Biblioteca, m p. 409, no. 1921) cree que el Viaje 5

del padre Castro puede ser l a m i s m a obra que l a titulada Via-

je de D . Desiderio del Final, experto caballero ( M a d r i d , 1694), l a cual registra Méndez en su Noticia de la vida y escritos del P. Flores (p. 128). Y se extraña de que n i S a n A n t o n i o en su Bibliotheca n i Givezza en su Saggio l a registren. ¿Pero hay en realidad alguna base para tal identificación? P a l a u , en su Manual, bajo "Castro", recoge esta noticia de M e d i n a , pero bajo

" F i n a l (Desiderio d e l ) " anota: Viaje de la famosa villa de Madrid . . . a ia ciudad de Roma ( M a d r i d , D o m i n g o García, 1664). Y ésta es u n a noticia de p r i m e r a m a n o pues P a l a u cita el ejemp l a r que v i o . Parece, pues, que Méndez y M e d i n a se equivocaron. E l Viaje conservaba su interés m u c h o después de muerto su autor pues en 1745 se hizo u n a tercera reimpresión del mism o . L a describo según u n ejemplar conservado en l a Biblioteca N a c i o n a l de México (Fondo reservado) que procede del " N o v i ciado de S a n Fernando", como se advierte en l a hoja de guarda: " V i a j e / de América/ a R o m a , / Q u e hizo y escribió/ E l M . R . P . / F r . Joseph de C a s t r o , / L e c t o r de T h e o l o g i a , P r o - / M i nistro y Padre de l a Santa P r o v i n c i a de N . P . S . Francisco/ de Zacatecas, / / Impreso en l a E u r o p a , y por su original reimpreso en México por Francisco Rodríguez L u p e r c i o ; y / ahora nuevamente reimpreso por l a / V i u d a de D . Joseph Rodríguez de H o g a l . A ñ o de 1745". C o n s t a de 156 páginas, más dos hojas sin número con tres composiciones poéticas del autor en honor de l a reina María L u i s a de Orleans, esposa de C a r l o s I I . L a p r i m e r a composición v a precedida de l a siguiente n o t a : "Habiéndose hallado en la corte el autor, en ocasión de l a fatal pérdida de l a reina, acompañó a los Cisnes de E u r o p a con esta expresión de su justísimo sentimiento". L a reina murió efectivamente en 1689. Estas c o m posiciones faltan en l a edición dedicada a l padre Urízar, que se supone l a o r i g i n a l ; en cambio, en l a de 1745 falta l a dedicatoria a l padre Urízar. L a ausencia de las composiciones poéticas en h o n o r de l a reina pudiera ser otro i n d i c i o de que l a primera edición se terminó en dicho año poco antes del regio deceso, por l o que y a no hubo tiempo de agregarle los homenajes poéticos de nuestro viajero.

MEXICANOS

129

Pero veamos ya el contenido del libro. E n primer lugar conviene advertir que no se traía de u n a obra literaria de subido valor. Quizá no se pueda i r más lejos, a este respecto, de lo que fue Beristáin en su tiempo a l escribir que el Viaje "está en verso castellano curioso y festivo". Podría añadirse que se muestra erudito, conocedor de los clásicos y, entre los españoles, especialmente de Q u e v e d o . T r a t a alguna vez de i m i t a r a éste en el m a nejo de l a sátira, aunque, por supuesto, se queda m u y lejos. A l gunas veces su desenfado cae en lo vulgar y carece de verdadera gracia. Pero esa clase de poesía abundaba mucho en su tiempo y en este sentido puede decirse que se h a l l a a l a a l t u r a de l a época, con pocas excepciones en el medio donde, él se movía. D e vez en cuando nos ofrece incluso alguna modesta perla. T a m poco es tan rico en noticias como fuera de esperar: quizá el m i s m o género poético lo coartó algo en l a transmisión de sus observaciones. Pienso que l a prosa hubiera sido u n instrumento más eficaz. S i n embargo, como testimonio encierra considerable v a l o r : representa probablemente l a reacción típica de u n m e x i cano de su tiempo ante las experiencias que le deparaba u n a peregrinación sin d u d a extraordinaria. V a m o s a seguirlo en a l gunas de sus etapas. F i e aquí cómo empieza: Aquel filósofo andante, el gran Diógenes Laercio, se retrajo a una tinaja y se metió a recoleto, después de haber visto el mundo, con aquel nomines quaero: y de todas las provincias dio razón en un volumen que por docto y por d i s c r e t o en urna privilegiada los atenienses pusieron. Ya pues que en lo andante sólo al gran filósofo excedo, ya que él me ha excedido tanto en sentencias y dialectos, para solos mis amigos hago este breve cuaderno con parte de lo que he visto y parte de mis progresos. Añade que no hablará m u c h o de las maravillas de E u r o p a , por temor de que parezcan ficciones, pues

LINO GÓMEZ CANEDO

130

. . .los indianos tenemos en la grande Europa fama de que de los países nuestros muy hiperbólicos somos, y lo afirma en un soneto, en que a una dueña describe, el erudito Quevedo. Designado p a r a representar a su p r o v i n c i a religiosa e n el capítulo general de R o m a , recorrió los reales de minas de Z a c a tecas, Sombrerete y otros, donde los mineros le proveyeron generosamente p a r a su jornada. C o n espíritu práctico —aunque aparentemente no tan franciscano— p o n d e r a l a importancia de l l e v a r dinero en los viajes. A l f i n , se puso en c a m i n o h a c i a Veracruz. E l año de ochenta y siete con mis despachos completos, salí a primero de abril de San Luis Potosí, centro de cariños y de agrados, tierra que parece cielo. 21

Para México partí, muy cuidadoso entendiendo hallar alguna noticia de embarcación en el puerto. Allí me detuve mucho, siéndome preciso hacerlo, pues nos faltaron navios. Pasamos de allí y llegamos a la Vera-Cruz, y creo que al purgatorio, ya que no puede ser el infierno. Comencé luego a sudar, saliendo de cada pelo no un kilo sino un gran N i l o .

2 1

Este elogio hace suponer que el padre Castro vivió por cierto tiempo en San Luis. Quizá fue allí donde ejerció la enseñanza, pues era un centro de estudios de la provincia de Zacatecas. Además, su estancia en Charcas tuvo que relacionarlo con San Luis.

DOS VIAJEROS MEXICANOS

131

V i la playa y baluartes, piezas, tiros y pedreros, que toda esta ciudad es Etna, flegra y mongibelo, vesubios y todo cuanto presume tocar a fuego. Écheme al agua en un bote, y introducido a botero, fui al navio San Antonio, sólo por reconocerlo. Para embarcarme traté de disponer los conciertos a que más que a un matrimonio salieron impedimentos. Entre estas disposiciones me dejó m i compañero que, acosado de calor, en un barquillo pequeño, un brinco tiró a L a Habana. A gozar de aquel rescoldo me quedé en aquel convento con otros muchos vocales, de Michoacán y San Diego Guadalajara y Manila, y otros ciertos caraqueños. 22

Después de tantos bochornos las cosas se compusieron, y el pasaje concertamos por trescientos mosqueteros, que es lo mismo en buen romance que exhibir trescientos pesos. E n la nao San Antonio una cámara nos dieron donde vide muchos votos sin escuchar un reniego.

2 2

Supongo que se refiere a los franciscanos de Venezuela que se dirigían al capítulo general. No era cosa rara que los venezolanos utilizasen la ruta de Veracruz para sus viajes a Europa, aprovechando el tráfico comercial entre dicho puerto y el de L a Guaira.

132

LINO

GÓMEZ

CAÑEDO

Era el bajel genovés de los que llaman de asiento, ocupado en conducir muchas partidas de negros, y: así en él fuimos tratados como cautivos morenos. Iba cargado ele azúcar y de tabaco habanero, y grande carga de tinta, y otros géneros diversos, Iban cincuenta cañones con que escribiese sus hechos, pues tinta no le faltaba, ni plana, que el golfo inmenso es una plana de vidrio, mientras se muestra sereno. Estaba el señor bajel coronado de pedreros, con sus salivas de plomo, que escupen bocas de fuego; y doscientos vizcaínos eran almas de aquel cuerpo A veinte y tres de septiembre salimos d e l quemadero

O sea, de V e r a c r u z . Los azotó el norte durante l a noche v . . . " L o s reverendos v o c a l e s / probaron m u y bien el serlo,/ pues echaron p o r l a b o c a / lodos los mantenimientos". 23

Sigue narrando las incidencias de l a navegación, las tormentas, su p r o p i o miedo y el de u n valc?iciano que se había hecho el valiente. Refiere las - incidencias de l a pesca de u n tiburón, que rompió varios anzuelos pero cayó a l f i n . También cayo a l agua u n marinero, pero fue rescatado. L a noche del día de san Jerónimo — 3 0 de septiembre—-- los azotó u n a terrible tormenta, pero después , , «

2 3

tenían

Sus compañeros delegados al capítulo general, q u e , como tales, voz e n aquella asamblea.

DOS

VIAJEROS

MEXICANOS

133

Navegamos felizmente, dando gracias a los cielos, y después de veinte días vimos el deseado puerto de la c i u d a d de L a Habana, y de regocijo llenos dio fondo nuestro n a v i o escandalizando el viento con alegre artillería, subiendo sus broncos ecos a p u b l i c a r nuestro gusto. Veloces c o m o unos truenos, grímpolas y gallardetes al aire se descogieron, cuando a nuestras salvas i b a r n los castillos respondiendo. V i m o s las tres fortalezas, admirables en extremo, el M o r r o altivo, l a P u n t a y la F u e r z a , que son frenos para el orgullo enemigo.

E n L a H a b a n a hallaron a otros compañeros de capítulo que esperaban e l barco. Pasaron algún calor, pero no tanto como en V e r a c r u z , y pudieron comer frutas frescas ele l a tierra, Buena c i u d a d es L a H a b a n a , pero tiene algunos peros, que jamás se le m a d u r a n , y así siempre son acedos. L o primero, nada limpio se come, y esto l o pruebo porque todo cuanto guisan es, con perdón, p u r o puerco. L a s aves a n d a n m u y caras, tienen altísimo vuelo, y c o m o a n d a n p o r las nubes, • alcanzarlas no podemos.

Apenas había carne de carnero —sigue diciendo— aunque sí s o b r a de cangrejos' . L a gente era toda "peje de puerto", ejercitada solamente en pelar al forastero. T o d o era m u y caro, pero a b u n d a b a n m u c h o los dulces. Famosos los del convento de S a n t a C l a r a , donde les trataron m u y b i e n : c o n tanto dulce sal i e r o n " c o n grado de colmeneros". E s t u v i e r o n casi u n mes en L a H a b a n a , mientras el navio reparaba sus desperfectos. N o p u dieron r e a n u d a r el viaje hasta el mes de noviembre, a

5

134

LINO GÓMEZ CANEDO A diez deste mes salimos por el canal habanero, y con la salida, al fin, quedamos en verdad frescos. Así que nos vio en el golfo el rey de los ventisqueros, el Eolo vagabundo, mil bravatas escupiendo, desembainó sus nordestes, que en figura de jiferos tiraban terribles tajos a los italianos cedros.

L a travesía atlántica fue lenta y fatigosa, los navegantes batidos ñor las tormentas e inmovilizados por las calmas. Después de sesenta días casi se les habían agotado los víveres. Pasaron la navidad en el mar, con sólo unas "habas duras" por alimento. Pero en esto apareció la isla de Fayal, en las Azores. Los portugueses les recibieron muy bien, "generosos y atentos", con muchas salvas de artillería. Castro y sus compañeros franciscanos se fueron al convento de su orden, donde hallaron asimismo excelente acogida. Mientras tanto, la nave se aprovisionaba de gallinas, aceitunas, pan fresco, higos, pasas y lechones. Los habitantes eran gente pobre; vivían en tugurios,..incluso el "lusitano hinchado/ y gobernador isleño/ con sus magnates.../ cual otro rey Evandro". en un "estrecho agujero". Pero la tierra abundaba en trigo, gallinas, carneros y vino, aunque éste no del mejor. Padecieron todavía otra tormenta antes de dar vista a tierra española, en San Lúcar, por no haber podido entrar en Cádiz. L o primero que avistaron fueron las torres del santuario de la Virgen de Regla en Chipiona. a la que saludaron con cañonazos. Poco antes habían avistado a cuatro navios y el San Antonio se preparó para el combate, sospechando que fuesen moros, pero resultaron ser ingleses, que entonces tenían paces con España. Sufrieron otro susto al entrar en el puerto de San Lúcar, pues la Quilla del barco tocó en la barra y se creyeron perdidos. Por fortuna, no fue así. Los aduaneros eran, por lo visto, como han sido siempre —o como los hemos visto siempre— y los molestaron a conciencia. Todos en el puerto creían que indiano equivalía a millonario y ponían todo su ingenio en despojarlo. Esperaron casi un mes para poder sacar sus petacas, "esperando de arrancarnos/ para sacarlas, el cuero./ Pero no les valió el arte,/ que contra sus pedimentos/ y terribles sacaliñas/ hay un humilde no tengo./ Y si aprietan las clavijas,/ hay un soberbio no quiero".

DOS VIAJEROS MEXICANOS

135

Mientras los guardias rapantes detenido me tuvieron, v i el buen puerto de San Lúcar, su población y conventos. Es grande, aunque está muy pobre; tiene terribles venteros que tiran a degollar a los míseros talegos. Son de las bolsas indianas muy tenaces barrenderos, esponjas de mexicanos, con más manos que Briareo para recibir la mosca, y como diestros barberos la vena del arca sangran y quitan a uno el pelo. Conocí allí nuevos modos de encantar a los dineros, pues parece que lo sacan por arte de encantamiento, y así es menester conjuro para poder defenderlos. Describe l a visita de l a nave y cuenta las astucias de los fun­ cionarios. Siempre los hay — d i c e — que proclaman su devoción a san Francisco, dando como p r u e b a que conocen a los padres tal y c u a l . . . T o d a cautela es poca. A l f i n , salieron a S a n Lúcar. A l g u n o s siguieron por e l G u a ­ d a l q u i v i r a Sevilla, pero nuestro viajero-poeta tenía bastante con los noventa y cuatro días de m a r y tomó el camino de tierra. P a r t i e n d o de S a n Lúcar e l 5 de febrero, hizo noche en Jerez de la Frontera . . . donde v i los caballeros que en unos rocines flacos contra un toro macilento estaban haciendo suertes con conveniencia y sin riesgo, porque el toro estaba atado con unos cabos bien gruesos y los caballeros iban del toro siempre tan lejos, que no pudiera tocarlos aunque el mísero becerro disparara artillería de veinte libras de peso.

136

LINO

GÓMEZ

CANEDO

Toreaban de fantasía por actos de entendimiento; a éstos sin duda llamó el muy agudo Quevedo los lectores del toreo, porque de palabra matan más toros que hombres han muerte de Hipócrates el nombrado los mal entendidos textos. V i la plaza de Jérez y sus balcones parejos, pero como iba de paso no pude mirar más de esto. Y así las demás grandezas que dicen que tiene dentro, porque estén entre algodones me las dejo en el tintero. Siguió a Sevilla por DOS Hermanas, "que asi se l l a m a u n l u g a r / tan escabroso y austero.! que mejor que dos hermanas/ pudo llamarse dos suegras". Llegué a la insigne Sevilla, su Giralda descubriendo, y al ver sus fuertes murallas y edificios muy soberbios, tuve mucho regocijo. V i su Betis lisonjero, caudaloso y apacible, gigante de vidrio crespo que sustenta en sus espaldas vasos grandes y pequeños, bajeles, barcas y botes, y aquel puente de maderos firme entre tanta inconstancia y entre tantas aguas quieto. Desde allí me fui al instante a nuestro grande convento, y me dio gusto el mirarlo, porque es hermoso en extremo. Pasé como quince días en Sevilla, y miré en ellos algunas cosas notables, dignas de muchos aprecios.

DOS

VIAJEROS

137

MEXICANOS

V i l a insigne catedral., a d m i r é el hermoso alcázar, la feria, q u e es u n portento de riquezas y de alhajas de costosísimos precios. Partió de Sevilla en coche de alquiler, junto con dos compañeros. Pasaron por C a r m o n a y Écija, Córdoba y Andújar, de las que no dice nada especial, probablemente por haber pasado de largo. L o mismo le sucedió con T o l e d o , cosa que lamenta m u c h o y de paso nos dice l a causa de tanta p r i s a : 2 4

Sentí e n aquella jornada que, c o n llegar a T o l e d o , n o v i sus grandezas muchas, porque el señor carrocero nos arreaba corno a machos, y e n queriendo detenernos, nos multaba en muchos reales; c o n que sus multas temiendo, nos salimos s i n m i r a r m á s que sus torres y techos, y a l bello y g a l l a r d o T a j o ,

que i b a entonces m u y soberbio, porque eran las lluvias muchas y estaba de gorja el cielo, y p a r a sudar tenía todos los poros abiertos, el signo Piscis aguado y a n d a b a A c u a r i o despierto, d e r r a m a n d o sus tinajas".

Las lluvias eran tantas que el coche se atascó como a dos leguas de M a d r i d y no fue posible sacarlo del atolladero. Se a n i m a r o n a buscar refugio en u n pueblo que se veía como a m e d i a legua. Resultó ser Alcorcón, "donde forman los pucheros/ que descienden a M a d r i d / por l a línea de Barrientes". N o había mesón, y l a necesidad de los viajeros llegó a tal extremo "que eché menos u n v e n t e r o / y de verlo y encontrarlo/ tuve i n f i n i tos deseos".

Consiguió

visitar T o l e d o a l regreso de R o m a ,

según

veremos

138

LINO GÓMEZ CANEDO Sucedióme lo que a Baco, que los ladrones temiendo, se emboscó por no encontrarlos en un áspero desierto, y en fin, se perdió el pobrete, y no hallando pasajero a quien preguntar la senda daba gritos voz en cuello: vengan señores ladrones, que aquí llevo seis dineros, enseñaranme el camino y más que carguen con ellos.

Ocurrióseles que podría haber algún "hermano" de l a orden y preguntaron por él. Recibiólos con gran cariño, y esto hace que nuestro poeta intercale u n canto a san Francisco, cuyo n o m bre y hábito podían más que el dinero, el coche y los cocheros. F u e posible, a l f i n , desatascar el coche por medio de bueyes, y reemprendieron el viaje h a c i a M a d r i d ^ a donde llegaron en tres horas.

25

Corte del monarca excelso, Carlos Segundo, y entramos mil grandezas advirtiendo, por la Puente Segoviana, de coches y caballeros, de galanes y de damas, de grandes y mucho pueblo, que estaban mirando el río Manzanares muy soberbio con las lluvias repetidas de que más iba creciendo. T o m a r o n tierra en u n a posada y de allí se fueron a l convento : supongo que a S a n Francisco el G r a n d e , residencia del comisario general de Indias y donde existía el llamado " C u a r t o de Indias". Permaneció pocos días en M a d r i d , pues se acercaba l a fecha del capítulo general; sin embargo, " v i en ellos — d i c e — 25 "Hermano" o "hermana" llamaban a la persona amiga y bienhechora de los frailes, a quien por esto se le había dado "carta de hermandad". E n recompensa, les ayudaba en trances como el presente. No tenían ningún carácter religioso; ni siquiera se identificaban, de por sí, con los terciarios seglares, aunque en la práctica es posible que lo fuesen casi todos. Los franciscanos, que vivían en gran parte de limosna, utilizaron mucho esta práctica.

DOS VIAJEROS MEXICANOS

139

a nuestro rey,/ guardias y acompañamientos,/ y reinas, y fui n o t a n d o / en M a d r i d u n m a r i n m e n s o / que si quisiera p i n t a r l o / a u n q u e hiciera u n libro entero/ no acertara a describir/ n i sus sombras n i sus lejos". P o r hallarse enfermo, salió en litera camino de I t a l i a . Pasé por aquel emporio de agudezas y de ingenios, Alcalá, digo, la insigne, a quien Henares risueño, sierpe de cristal, circunda con torrente lisonjero. V e n e r ó en Alcalá el cuerpo de san D i e g o y continuó hacia Aragón, cuyo c l i m a le pareció el peor de los conocidos en E s paña; y también las personas: Aquí es la gente escabrosa, son desabridos los ceños, las voces desapacibles, naturales indigestos. Es poquísimo el agrado que advertí en todo aquel reino: algún planeta espinoso le influye desabrimientos. Sin pecto". noble y bierno.

embargo, C a l a t a y u d le pareció de "bello y poblado asE n Fresno se encontró con u n vejete que se preciaba de h a b l a b a doctoralmente de los más altos negocios de goSe refirió también a l capítulo de los franciscanos. Dí jonos que se daría el generalato nuestro a un reverendo Copons y a otro Guzmán reverendo

26

y ya COLCIUSOS los cuentos

nos preguntó nuestros nombres. Dije que yo era Copons y el otro Guzmán el Bueno. 2 6

Fray José Copons, catalán, y fray Fernando de Guzmán, andaluz, eran dos franciscanos españoles que habían desempeñado cargos importantes en el gobierno central de la orden. A l parecer, "sonaban" entonces como candidatos ai generalato, pero ninguno de ellos lo alcanzó, ni entonces ni más adelante.

140

LINO

GÓMEZ

CANEDO

E l pobre hombre hizo grandes demostraciones de contento porque tales personas honraban su casa. L e s pidió puestos p a r a algunos franciscanos conocidos suyos, cosas que otorgaron con largueza . . . Llegamos a Zaragoza, cabecera de aquel reino; es muy hermosa ciudad, tiene edificios perfectos. V i allí a la sagrada imagen del Pilar, cuyos portentos son conocidos del orbe y atendidos con respeto. Lámparas setenta y cinco, de exquisita hechura y precio, a l a vista de María están de continuo ardiendo . Arden seis muy grandes cirios anee su sagrado aspecto, que son siete estrellas fijas de aquel breve firmamento. 1

V i también el templo augusto al que llaman el Asseo [La seo] es edificio famoso. Y el puente que está oprimiendo la gigante espalda al Ebro, jayán hermoso de plata, caudaloso, altivo y crespo. De Zaragoza salí buscando el condado excelso de Cataluña y llegamos a Lérida lo primero. Es moderada ciudad, gran parte está por los suelos, arruinada, y preguntando la causa me respondieron que cuando estuvo el francés dicha ciudad poseyendo, la destruyo el rey de España para echarle de allí dentro. Allí vi el funesto campo en que batalla se dieron el ejército español y el francés; y allí un buen viejo, que fue en aquel tiempo soldado, me contó que allí murieron más de catorce m i l hombres.

DOS VIAJEROS MEXICANOS

141

Verdad es que los de Francia plaza y más gente perdieron, y de allí se recobró el condado todo entero, que el de Francia había ocupado por infame tradimento. 27

V i lugares derrotados que España fue destrayendo, porque nuestros enemigos no hiciesen fuertes en ellos, quedando deshabitados, y hay sólo algunos cimientos que da lástima mirarlos. Porque el país es ameno. P o n d e r a los hermosos campos que fue recorriendo hasta llegar a Barcelona. Es ciudad muy populosa. Allí estuve cinco días, lo más selecto advirtiendo, y fue estar un solo instante. el muelle, que es obra heroica, fui a la atarazana luego, donde galeras fabrican

y hay variedad de instrumentos para lanzarlas al agua, de fierros y de maderos. V i la rica platería: es maravilla, es portento, ver tantas joyas y plata con singulares esmeros, tanto oro y riqueza tanta, que parece que allí dentro las minas están, y que

la puede dar a otros reinos.

2 7

Esto fue consecuencia del tratado de los Pirineos (1659) que restableció la paz entre Francia y España después que el propio m a riscal Conde, virrey francés en Cataluña, había fallado en su propósito de mantener allí el dominio de Francia.

142

LINO GÓMEZ CANEDO V i la hermosa vidriería, cosa de notable aseo, donde en tan frágil materia imitan los vidrieros aves, plantes y animales con repetidos remedos. V i la hermosísima lonja, el numeroso comercio, las fábricas suntuosas de templos y de conventos. V i concursos numerosos, muchos barcos en el puerto, y estaba medio turbado el vulgo por el suceso de paidanos y soldados, que estaban todos opuestos, y no fue poca inquietud la que causaron sus pleitos.

,

N o p u d o visitar el santuario de Montserrat, aunque .pasó a l pie de su montaña. Siguiendo el camino de F r a n c i a , entró en Gerona; plaza de osados guerreros, pues allí cuatro m i l hombres, con mucho valor y esfuerzo, a diez y seis m i l franceses la plaza les defendieron, matándoles la mitad y ganando por trofeo cuatro estandartes franceses, que colgaron en el templo de San Narciso, y los vi de las techumbres pendiendo. Vese el sepulcro del santo, que está con bello ornamento," y lámparas muy costosas ante sus aras luciendo. T r a s p u e s t a l a frontera c o n F r a n c i a , se internó en el Roseilón, "condado que fue en u n t i e m p o / de nuestra querida E s paña". C e l e b r a su riqueza. L o s guardias n o le dejaron entrar e n Perpiñán, por ser español: cosa que le indignó pues los franceses vivían y viajaban libremente p o r España. Calificó de grosero e l trato que le d i e r o n aquellos franceses o "gabachos". Per-

DOS VIAJEROS MEXICANOS

143

piñán le pareció u n a p l a z a en estado de guerra, vista desde fuera. Sintió m u c h o n o ver los "dedos del B a u t i s t a " , que allí se conservaban. E n N a r b o n a los guardias —aunque estaban borrachos y c a n tando con sus "voces de terneros' — fueron más corteses y le dejaron entrar; l o m i s m o le sucedió en otros pueblos de F r a n c i a por donde fue pasando. C o n el f i n de celebrar la semana santa e n u n convento, se encaminó a M o n t p e l l e r , donde, haciéndose entender en latín, pidió hospedaje. E m p e z a r o n por darle celda estrecha, pero después fue p e o r . . . 5

Lleváronme al refectorio, por mal nombre según pienso, pues nunquam reficiuntur, y es su trato muy ratero. Allí viernes n i cuaresma se permite comer huevos; comen hierbas muy cocidas y migas de pan moreno, con dos muy leves sardinas y un vinillo claro y tenuo. Esto hay en el refectorio, no se cómo están refectos. F u i a la iglesia y v i que en ella no había puesto monumento; no v i con decencia altar, y después fui conociendo que esto pasa en toda Francia, pues no hay templo de provecho; las lamparillas de cobre, de palo los candeleras, Esta pobreza de l a semana santa francesa — n i lavatorio h u b o el día de jueves santo— le hizo recordar los ricos o r n a m e n tos que se encuentran en cualquier pueblo de las Indias — c u a l q u i e r a de ellos podría prestárselos a M o n t p e l l e r — y l a gravedad c o n que se celebraban los actos de culto en España. Se lo manifestó así a u n caballero francés y éste le replicó que, en cambio, las posadas francesas eran superiores a las españolas en c o m o d i d a d y l i m p i e z a , cosa que admitió e l mexicano, pero respondiendo que c a d a c u a l hacía las cosas a su m o d o : "el francés c u i d a mesones/ y adorna e l español templos". Salió m a l h u m o r a d o de M o n t p e l l e r y fue a pasar l a pascua en Aviñón, c i u d a d pontificia sobre el R ó d a n o , cuyos edificios

144

LINO

GÓMEZ

CANEDO

p o n d e r a m u c h o . E l R ó d a n o le pareció más grande que c u a l q u i e r a de los ríos vistos hasta entonces. V i o el sepulcro de los papas, "que el francés l l a m a Pantero" ( ? ) . Siguieron p o r " C a r p e n t r o " (Carpentras) a los Alpes, e n c u y a subida se perdió el mozo de muías tomando p o r unos cerros en los que sufrieron u n a aparatosa ca'da, por fortuna sin consecuencias graves. A l c a n z a r o n l a c i m a p o r u n l u g a r l l a m a d o Montgenevre. que él castellanizó en M o n g i n e b r a : Monginebra la llamaron, que éste es su nombre en efecto. Allí debe de tener su palacio el cano invierno, allí el Aquilón su alcázar y su morada los cierzos, labrada toda de escarchas, nieves y apretados hielos. Q u e d ó tremendamente impresionado p o r l a blancura de l a nieve y l o escabroso de l a bajada h a c i a Saboya. L e parecía imposible que se pudiese pasar sobre l a nieve, pero v i o que allí sabían hacerlo m u y bien c o n ayuda de unos instrumentos de madera que dice l l a m a b a n "ramasas" (ramasses). E r a n m a nejados c o n gran destreza, incluso p o r mujeres fuertes y enérgicas : Estos se llaman ramasas, fabricados de maderos con sus asientos de tablas, firmes, constantes y recios. Allí sientan ai que pasa,

y muy bien armados ellos, de botas, zamarro y guantes, por aquel despeñadero se arrojan con la ramasa, y siempre entre nieve envueltos, van por la nieve rodando y al pasajero teniendo del cabo de l a ramasa. Saboya les recibió bajo u n verdadero diluvio, siendo a b r i l . C o m o mexicano, n o podía saber que en ciertas regiones de E u r o p a corre el dicho " a b r i l aguas m i l " . Turín le encantó, especialmente sus galerías de p i n t u r a d e las que hace u n a descripción bastante minuciosa, e n l a que demuestra conocimiento y apre-

DOS VIAJEROS MEXICANOS

145

c i ó d e los asuntos mitológicos. P o r V e r c e l l i , llegó a Milán, que también describe y a d m i r a . Siguió p o r Plasencia ( P i a c e n z a ) , B o l o n i a (donde visitó los sepulcros de santa C a t a l i n a y santo D o m i n g o ) y F a e n z a , tomando el c a m i n o de A n c o n a c o n el f i n de visitar el santuario de L o r e t o . L o describe todo c o n muchas reminiscencias clásicas. D a n d o l a vuelta h a c i a R o m a , pasó p o r Asís, donde p u d o a d m i r a r los templos sobrepuestos de S a n Francisco, y entrever, desde el templo medio, l a c r i p t a que g u a r d a b a los restos d e l santo. Bajó a l a Porciúncula en Santa María de los Ángeles, a l a q u e cantó c o n fervor como a cabeza de l a orden. P o r F o l i g n o , Spoleto, T e r n i y Civittá Castellana llegó a l a vista de R o m a el l de m a y o de 1688, pero no p u d o entrar en l a c i u d a d porque e l c a r d e n a l protector dispuso que los capitulares no lo hiciesen hasta el tiempo del capítulo general, que debía comenzar en l a v i g i l i a de Pentecostés. T u v o nuestro viajero-poeta que resignar­ se a esperar e n l a hostería de Ponte M i l v i o , comiéndose los deseos de ver las maravillas de l a C i u d a d E t e r n a . O c u p ó su t i e m p o en ordenar las notas de su viaje. C u a n d o , a l f i n , pudo entrar, su curiosidad y asombro no t u v i e r o n límite. L a s maravillas que contemplaba no le pare­ c i e r o n inferiores a cuanto había leído en los autores clásicos y modernos. E l visitante era sin d u d a hombre culto. Describe minuciosamente los museos del V a t i c a n o , y a l a biblioteca le d e d i c a más de dos páginas. M u e s t r a especial conocimiento de l a mitología y le interesaron m u c h o las obras de arte que en ella se i n s p i r a r o n . L e fascinaron las grandes fuentes: 9

H a y admirables fontanas con salvajes que, escupiendo cristales, hacen hermosos aun sus mismos bultos feos. E n algunas, elefantes están las aguas vertiendo, en otras, bellos caballos, y las hiias de Nereo, y Náyades coronadas por conductos muy estrechos, desmenuzando cristales, vierten en mansos destellos.

D e l capítulo general no dice m u c h o . Se celebró en A r a c o e l i , donde o t r o r a p r o m u l g a b a sus decretos el César —observa— y entonces se encontraba el convento central de los franciscanos.

146

LINO GÓMEZ CANEDO

H u b o gran concurso de vocales — l a orden contaba entonces c o n unos ochenta m i l frailes en todo el m u n d o — y " g r a n c o n cordia de lenguas". Supongo que lo dice porque todos se entendieron e n latín, o quizá también por el acuerdo que reinó e n sus decisiones. Pero no revela interioridades de lo sucedido d e puertas adentro: obligación del secreto en algunas cosas y discreción, sin duda, pero se m e antoja que también falta de interés por las muchas pequeneces que siempre hacen perder el tiempo e n asambleas y congresos. Dos veces v i o a l p a p a Inocencio X I , u n pontífice a l que seguramente deseaba conocer de manera particular pues era quien había aprobado los colegios apostólicos de Propaganda F i d e (1686) y les dio estatutos que fueron aceptados por l a orden e n aquel capítulo general de 1688. E l padre Castro fue u n gran simpatizante de estos colegios y murió como m i e m b r o d e l primero que hubo en América: el de l a Santa C r u z de Q u e rétaro. Después del capítulo, h u b o de permanecer todavía u n mes y seis días e n R o m a , / " q u e tanto me detuvieron/ los italianos c u riales/ c o n sus m u y largos adessos". C o m o era costumbre, llevab a negocios p a r a tratar en las oficinas de l a c u r i a pontificia, y los curiales, burócratas a l f i n , le dieron largas c o n las sacrosantas palabras adesso, adesso, ahora, ahora. Todavía quiso visitar Frascati p a r a ver l a v i l l a y jardines Borghese, de los que dice maravillas. B i e n provisto de jubileos y reliquias, salió de R o m a el 23 de j u n i o , de los ítalos huyendo, amigos de los cuatrines y no tan amigos nuestros. Es gente toda embebida en hechizar los dineros, el arte de bien vivir, lo saben de verbo ad verbum. Sigue p i n t a n d o donosamente a los italianos. P o r V i t e r b o , Sena, F l o r e n c i a —cuyas obras de arte admiró—, Pisa y su famosa torre, llegó a l puerto de L i o r n a ( L i v o r n o ) donde alquiló u n a falúa c o n siete remeros y en ella fue costeando p o r V i a r r e g g i o , hasta G e n o v a , ante cuyo floreciente comercio recuerda las palabras de Q u e v e d o : "que en Indias nace el dinero,/ muere en l a potente España,/ y G e n o v a le d a entierro". R e e m b a r c a d o en su falúa, pasó a l a vista de Saona y desembarcó en S a n M a u r i cio ( P o r t o M a u r i c i o ) , hospedándose

DOS VIAJEROS MEXICANOS

147

. . . en casa de un hostero, que me dio more italiano macarrones y fideos, comida tal que jamás no la pruebo n i la apruebo, aunque ellos la alaban mucho y del español puchero hacen más ascos que suelen los judíos de un torrezno. Continuó p o r m a r a N i z a y después tomó tierra en Nagaya ( ? ) , donde, a l parar en casa de u n "mesonero sacerdote", dio nuevamente rienda suelta a sus sentimientos antifranceses. P o r Sanaye prosiguió su navegación hasta M a r s e l l a y allí le conmovió e l espectáculo de los galeotes en las galeras reales, que c a n t a b a n p a r a engañar sus penas. D e j a n d o allí l a falúa, siguió el c a m i n o de tierra por Sanchemas ( ? ) , Arles, Carcasona, T o l o s a , T a r b e s y P a u , cuyos campos encontró amenísimos, pero no ahorró las invectivas contra los venteros franceses. E n Perigord hospedóse p o r equivocación en u n a posada de judíos y, a l advertirlo, pasó gran susto, rehusando toda c o m i d a y atrancándose de noche p o r dentro en su cuarto, prejuicio que es digno de n o t a en hombre de su c u l t u r a . E n B a y o n a un penoso incidente no hizo más que echar leña a l h o r n o de su antipatía h a c i a los franceses. L o s guardias lo detuvieron y llevaron ante el gobernador, q u i e n —según nuest r o viajero— lo recibió groseramente, pero le dio, a l f i n , un pasaporte p a r a entrar en España. L o m a l o fue que tanto el guía c o m o los aduaneros franceses n o fueron más atentos que el gobernador, y el m e x i c a n o abandonó F r a n c i a de muy mal hum o r . E n España, p o r el contrario, todo le pareció b i e n : atentos los vecinos de Irún, bello S a n Sebastián, "que es famosísimo p u e r t o , / m u y fuerte y m u y bien p o b l a d o , / m u y apacible y ameno". Pasó dos días en D u r a n g o , cuyos habitantes halló m u y afectos a l hábito de S a n Francisco — n o en v a n o es l a p a t r i a de fray J u a n de Zumárraga— y desde allí, dice, "llegué a l curioso B i l b a o / y su hermosura n o expreso,/ porque es sabida de todos". E n V i t o r i a , su próxima etapa, pudo conocer l a música y danzas populares vascas pues estaban en unas fiestas de la V i r g e n : le encantaron. P o r M i r a n d a de E b r o y Briviesca pasó a Burgos, de cuyos monumentos hace grandes ponderaciones. E n el c a m i n o h a c i a V a l l a d o l i d , en p l e n a l l a n u r a castellana,

148

LINO GÓMEZ CANEDO

observó c o n curiosidad a los labradores en las eras: l a cosecha ele trigo, dice, hab'a sido copiosa aquel año. D e V a l l a d o l i d dice q u e es donde los reyes tuvieron su corte antigua, y quedóse con los humillos de serlo. V i su bien pulida plaza, de la de M a d r i d remedo, que de lo que fue conserva ciertos memoriones muertos. Allí está el nombrado Ochavo y su calle de Plateros, espaciosa y bien sacada, mas dicen que está sintiendo que de gorra hayan entrado en ella los sombrereros. V i al muy alegre Espolón donde van a coger fresco, con licencia de las ollas, los señores cazoleros; al buen Pisuerga gigante y al buen Esgueva pigmeo, que en el Espolón se juntan. También visitó a l a V i r g e n de S a n L o r e n z o , y por T o r d e s i llas y O l m e d o continuó su viaje a M a d r i d . Afortunadamente, los salteadores que a veces aparecían en el paso del G u a d a r r a m a n o se h i c i e r o n presentes esta vez y nuestro viajero-poeta pudo llegar a M a d r i d sin contratiempos. N o había embarcación p a r a las Indias v esto le permitió conocer mejor a l a capital de l a monarquía y visitar algunos lugares vecinos — e l Escorial, Aranjuez, T o l e d o — cuyas maravillas no había podido admirar l a vez p r i m e r a , y en el caso de T o l e d o se lamenta de ello. Pero si bien se hallaba en el "dulce centro/ de l a poderosa España,/ que es M a d r i d , felice asiento/ de nuestro augusto m o n a r c a , / segundo Carlos egregio", poco dice e n detalle de l a mism a , n i tampoco de T o l e d o , E l Escorial y A r a n j u e z : Con la larga detención más despacio fui advirtiendo de la corte el mare magnum. E l grande palacio regio, el Escorial, obra digna, de tan generoso dueño.

D O S VIAJEROS MEXICANOS

149

E n Arajuez el Retiro, y aquel sitio tan ameno que hay en l a C a s a de C a m p o .

V i despacio el gran ornato de la iglesia de Toledo, y de otras grandezas muchas adquirí conocimiento. Y

aquí t e r m i n a s u poética empresa. Y habiendo de España visto lo más suntuoso y selecto, lo más bello y primoroso, y l o más digno de aprecio, quise hacer punto redondo en este apunte pequeño, que para romance basta.

Sus versos se habían i d o engarzando a todo l o largo d e l a j o r n a d a : " U n o s se h i c i e r o n e n Indias,/ otros e n e l m a r se hicier o n , / algunos e n nuestra España,/ otros e n el francés reino . . . " . E n l o que p u d i e r a ser u n indicio d e que imprimió allí mismo e l libro, añade: Dirán que cómo me animo a imprimirlos, si confieso su poquísima cultura, y al reparo respondiendo digo que ha sido esta audacia nacida de un mal ejemplo, porque he advertido en España muy malos versos impresos y gritados por las calles de muchas ciegas y ciegos, y entre ellos podrán ser reyes éstos, si son sólo tuertos. L a p u l l a no tiene n a d a d e intención anti-españolista, p o r supuesto. E l D o e t a - v i a i e r o era u n c r i o l l o con h o n d a nostalgia de su " q u e r i d a Zacatecas", pero hondamente p a t r i o t a de l a "grande España", y hasta quizá u n poco patriotero. N o hay en su obra l a m e n o r h u e l l a d e resentimiento contra los g a c h u pines. C r e o que n i siquiera emplea u n a sola vez l a p a l a b r a , o alusión v e l a d a del m i s m o o p a r e c i d o signo.

150

LINO

GÓMEZ

CANEDO

II F R A Y JOSÉ D E L E D E S M A Y S U Itinerario historial

E N L A SECCIÓN de manuscritos de l a Biblioteca d e l Congreso en Washington m e sorprendió, hace años, encontrarme c o n e l relato del viaje de u n mexicano que, a fines del siglo XVII, fue de su p a t r i a a R o m a visitando de paso algunas naciones de E u r o p a . D i c h o relato tiene p o r título: Itinerario historial—Viaje que hizo de la América Septentrional a la Europa el M. R. padre fray Joseph de Ledesma, hijo de la santa provincia de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo de Michoacán en la Nueva España, lector de sagrada teología y proministro para el próximo capítulo general de su religión, que se ha de celebrar en la santa ciudad de Roma el año de MDCC". E s u n v o l u m e n de 177 folios —muchos de ellos dañados por e l agua— e n formato octavo. Perteneció a las bibliotecas de A n d r a d e y Fischer, e n cuyos catálogos figura, respectivamente, c o n los números 2197 y 1900. A l a vuelta de l a portada aparece el nombre de José de l a R o s a que corresponde probablemente a u n impresor que trabajaba e n l a c i u d a d de México durante l a p r i m e r a m i t a d d e l siglo XIX. Supongo que fue quien poseyó el manuscrito antes que A n d r a d e y Fischer. A l realizar las primeras búsquedas sobre el manuscrito y su autor supe q u e existía otro ejemplar e n poder d e l difunto licenciado Ignacio H e r r e r a Tejeda, de Querétaro, pero n o he podido consultarlo. Por fortuna, pude examinar ligeramente e l manuscrito de l a Biblioteca d e l Congreso y he i d o reuniendo algunos datos sobre su autor. L o s expondré a continuación.

A.

Noticias biográficas del padre Ledesma

Algunas nos suministra él mismo e n l a portada de su o b r a : como era uso e n las de aquel tiempo, contiene e l esqueleto de l a biografía del autor: franciscano de l a p r o v i n c i a de M i c h o a cán, profesor q u e había sido de teología y ahora — c o m o u n a especie de remate de su carrera— designado para representar a su p r o v i n c i a e n e l capítulo general de l a orden, comisión que suponía u n honroso viaje a E u r o p a . Otros datos autobiográficos se encuentran e n el Itinerario historial, aparte de las incidencias d e l p r o p i o viaje que veremos más adelante. E s t a fuente nos i n f o r m a , p o r de pronto, que e l padre L e d e s m a e r a

DOS VIAJEROS MEXICANOS

151

n a t u r a l de C h a m a c u e r o (hoy C o m o n f o r t ) , donde vivían aún sus padres y parientes cuando partió p a r a E u r o p a . S u n o m b r a m i e n t o c o m o proministro para el capítulo general tuvo lugar e n e l capítulo p r o v i n c i a l de 1696, en que terminó su m a n d a n d a t o el padre fray Pablo Sarmiento. D i c h o capítulo p r o v i n c i a l fue presidido por el comisario general de l a N u e v a España, fray M a n u e l de M o n z a v a l (1695-1699 Pero he conseguido reunir otras noticias. E n el capítulo D r o v i n c i a l intermedio de 1692 (Querétaro, 6 de diciembre) el padre L e d e s m a había sido nombrado catedrático de filosofía p a r a el colegio de Celaya, que era el centro de estudios más importante de l a p r o v i n c i a . Procedía de u n centro de m e n o r categoría — e l de V a l l a d o l i d , hoy M o r e l i a — , donde el año anterior figuraba entre los tres catedráticos de teología que enseñaban en aquel estudio. E n aquel convento había sido n o m b r a d o predicador por el capítulo intermedio de 1690 ( Q u e rétaro, 14 de enero) : p a r a dicho ministerio estaba examinado y aprobado desde 1685. E n C e l a y a no tardó en ser p r o m o v i d o a u n a cátedra de teología. L a desempeñaba y a en 1694, y fue confirmado en la m i s m a por el capítulo intermedio celebrado e n agosto de 1695. Seguía en d i c h o cargo el 2 de septiembre de 1696, cuando fue designado proministro. Y p o r el momento siguió figurando entre los tres lectores de teología de aquel estudio, si b i e n no firmó las actas correspondientes, i n d i c i o quizá de que se hallaba ausente. E n el capítulo intermedio o congregación p r o v i n c i a l de 1698 (Querétaro, 1º de febrero) no figura entre los lectores de teología de C e l a y a ; como veremos en seguida, había emp r e n d i d o y a el c a m i n o de E u r o p a . Pero su nombre reaparece en las actas del definitorio p r o v i n c i a l a 30 de mayo de 1701: en esa fecha fueron aceptados por l a p r o v i n c i a varios títulos que le habían sido concedidos en el curso de su viaje a España y R o m a . E l p r i m e r lugar, el de predicador general otorgado p o r el ministro general saliente fray M a t e o de S a n Stefano. y en segundo lugar el de "padre de p r o v i n c i a " y regente de estudios de C e l a y a , que había obtenido del comisario general de Indias, fray A l o n s o de B i e d m a . L o s dos primeros, por lo menos, eran meramente honorarios —pequeñas condescendencias con l a v a n i d a d — pero solían llevar consigo alguna ventaja material. P o r otra parte, los religiosos designados p a r a u n a misión delic a d a como l a de representar a su p r o v i n c i a en el capítulo general de l a orden, eran, de ordinario, personas de distinguido mérito.

LINO GÓMEZ CANEDO

152

E n noviembre de 1705 fue confirmado en el cargo de guardián del convento de su pequeña patria — C h a m a c u e r o — que e r a también p a r r o q u i a importante administrada p o r los franciscanos. E l hecho de haber sido " c o n f i r m a d o " supone u n nombramiento anterior, quizá fuera de capítulo, probablemente e n 1703 o 1704. A esto se reduce cuanto he logrado saber acerca de este segundo viajero mexicano que en las postrimerías d e l siglo y e n los meros inicios del XVIII hizo el prestigioso y entonces fatigoso giro de E u r o p a . E s probable que ulteriores investigaciones tanto en el archivo de l a p r o v i n c i a de Michoacán c o m o e n e l p a r r o q u i a l de C h a m a c u e r o ( C o m o n f o r t ) fructifiquen e n algunos datos nuevos, como también p u d i e r a aparecer algún manuscrito de sus lecciones, pero lo dicho basta p a r a darnos u n a idea del personaje. E l examen del Itinerario historial nos permitirá a m p l i a r l a u n poco. 28

B. El Itinerario historial o viaje a l a E u r o p a D e j o y a indicadas las características externas del manuscrito que he podido examinar. E n cuanto a l a c a l i d a d de su contenido podría decirse, en general, que se trata de u n relato sencillo, sin pretensiones literarias de n i n g u n a clase. Pero esto quizá no disminuye su v a l o r como testimonio. Parece el reflejo sincero de lo que v i o y pensó de u n a importante parte de E u r o p a que tuvo el raro privilegio de recorrer. L a m e n t a b l e mente, el estado d e l manuscrito hace difícil, o casi imposible, l a consulta de varias de sus partes, y p o r otra parte yo no he p o d i d o estudiarlo c o n l a detención que hubiera deseado. Intentaré, sin embargo, hacer u n resumen de lo que contiene. S u autor salió de C e l a y a el 17 de diciembre de 1697. P o r Apaseo y Querétaro llegó a l a " i m p e r i a l c i u d a d de M é x i c o " , donde hizo los trámites necesarios p a r a su embarque con l a ayuda del p r o c u r a d o r general de los franciscanos, fray B u e n a ventura de A r m a o l e a . E l 2 de enero le fue concedida p o r el virrey conde de M o c t e z u m a licencia p a r a embarcarse, y el 16 del mismo mes salió de l a c a p i t a l r u m b o a V e r a c r u z . T o m a n d o l a calzada de l a P i e d a d , fue a comer a C h a l c o en l a venta de u n vizcaíno, "que le dio de comer en vascuence y a mis cabalga2 8

Todos estos datos están tomados del Libro becerro de la p r o v i n cia de Michoacán, v o l . I, fols. 319, 342, 3 4 6 ; v o l . II, fols. 4v, 16, 26v, 47v-48, 58; v o l . III, f o l . 75, en A C e l .

DOS

VIAJEROS

MEXICANOS

153

duras en jerigonza; sólo en ajustar l a cuenta a su m o d o . . . n o estuvo tan tartamudo". Siguió por Riofrío a Puebla, c i u d a d q u e describe y elogia m u c h o . E l 23 de enero estaba en A m o z o c y fue a d o r m i r en l a venta del Piñal. Siguiendo por N o p a l u c a , h i z o noche en l a venta de Martínez, a l lado de u n cerro l l a m a d o B e r n a l , tan alto, dice, que es el primero que se descubre desde el m a r viniendo de España. L a próxima noche durmió en Perote, y desde allí siguió a Jalapa, y el L e n c e r o , p r i m e r a venta de tierra caliente. P o r L a R i n c o n a d a , arribó a Veracruz. "Estas ventas —escribe— son cosa de risa. L a posada es de u n o s sacos con techos de paja, l a c a m a de unos barejones, l a c o m i d a sobre n a d a l i m p i a , m u y p o c a y m u y c a r a ; y acabóse l a venta." H a c e u n a descripción interesante de V e r a c r u z , hirviendo en a c t i v i d a d y m o v i m i e n t o durante los días previos a l a p a r t i d a de l a flota. Pasó allí l a semana santa, si bien dice que a d virtió su llegada por el calendario, no p o r l a solemnidad de las funciones litúrgicas. S i n embargo, l a procesión del santo sepulcro le pareció maravillosa. L a flota que se disponía a zarpar estaba compuesta por nueve navios, convoyados por tres de l a a r m a d a de Barlovento, m a n d a d a ésta p o r d o n Andrés del Pez. V a r i o s navios de l a flota habían sufrido m u c h o durante l a l a r g a " i n v e r n a d a " de veinte meses en u n puerto donde l a b r u m a hacía estragos. Según nuestro viajero, "sólo u n n a v i o de C u b a y u n navio campechano [ambos de l a administración de u n capitán vizcaíno l l a m a d o A g u i r r e ] están de provecho. Ajusté m i pasaje en el navio campechano, que aunque es nuevo y sin experiencia, por ser éste el p r i m e r viaje, me llevó los ojos l o fornido y fuerte de su fábrica". E n total, tomaron pasaje en a q u e l l a flota hasta veinte franciscanos, varios de ellos delegados, c o m o el padre Ledesma, a l capítulo general que dos años después, en 1700, i b a a celebrarse en R o m a . L a despedida de l a flota tuvo lugar el 15 de mayo. H u b o u n a misa a l a V i r g e n del R o s a r i o en Santo D o m i n g o , c o n asistencia de los proministros y custodios de las provincias franciscanas que partían p a r a el capítulo general; por l a tarde, la imagen de l a V i r g e n fue l l e v a d a en procesión hasta el muelle. L a salida debía ser el sábado 17, pero h u b o de aplazarse porque el gobernador no podía f i r m a r los pliegos de contaduría a causa de hallarse excomulgado p o r haber extraído a u n reo que había buscado asilo en el h o s p i t a l . . . A l f i n , se dio l a orden de salida p a r a el 24 de m a y o de 1698.

LINO GÓMEZ CANEDO

154

" C ú p o m e por rancho —escribe el padre L e d e s m a — u n c a m a r o t e a l a banda de babor, inmediato a l a capilla, m u y de m i gusto, y , por estar fuera de l a V e r a c r u z , e n m i estimación m e j o r que u n palacio. Tenía bastante capacidad p a r a meter u n a c a m a , u n a caja grande, u n b a r r i l de vizcocho blanco, u n a p e t a q u i l l a de chocolate y algunas medicinas." E l calor en V e r a c r u z había sido insoportable, e igualmente los mosquitos y el r u i d o . . . L a flota empezó a dejar el puerto e l día 25, pero no estuvo toda e n m a r abierto hasta e l 28. A q u e l l a s naves estaban a merced d e l viento. E n 22 de j u n i o se h a l l a b a n frente a L a H a b a n a . H i c i e r o n allí l a espera acost u m b r a d a . Ledesma hace u n a descripción de l a c i u d a d desde e l folio 16. L a travesía atlántica fue larga, pues no llegaron a Cádiz hasta e l 22 de septiembre. E n t r e sus observaciones de navegante, que n o son muchas, nos ofrece u n interesante vocab u l a r i o náutico (fols. 156 ss). E n Cádiz se encontraron con u n a expedición de misioneros p a r a Caracas, que estaba siendo despachada. P o r el Puerto de S a n t a María, C h i p i o n a y S a n Lúcar de Barrameda, y desde allí navegando p o r el G u a d a l q u i v i r llegó nuestro viajero a Sevilla, de cuyos monumentos hace u n a descripción llena de entusiasmo. Siguió p o r Córdoba, Andújar, Sierra M o r e n a y Alcalá de Henares, a c u y a univers i d a d , colegios y v i d a estudiantil d e d i c a los fols. 33-36. Estaba allí el 3 de noviembre de 1698. Continuó a M a d r i d , "epílogo del m u n d o , común p a t r i a de todos". E n este tono, enumera las cosas que le l l a m a r o n l a atención (fols. 36-37). Siguiendo su c a m i n o a Barcelona, visitó G u a d a l a j a r a y Zaragoza, a l parecer m u y de prisa. E n cambio, estuvo u n a larga temporada en B a r c e l o n a , de l a que d a muchas noticias. Debía ser predicador notable, porque le invitaron a predicar en muchas partes. E l 12 de septiembre de 1699 salió p a r a G e n o v a y desde aquella c i u d a d continuó hasta R o m a por Milán — d o n d e estuvo muchos días— Boloña, L o r e t o y otros lugares de Italia. Estuvo asimismo en Nápoles. E n R o m a v i o a l p a p a — I n o c e n c i o X I I — e l 14 de mayo de 1700. E l 17 de junio, terminado e l capítulo general de los franciscanos y despachados otros asuntos que se le habían encomendado, emprendió e l viaje de regreso, siguiendo fundamentalmente el camino de i d a : L i v o r n o , Génova, Saona, M a r s e l l a , 29

2 9

L a lista de los misioneros que formaban esta expedición puede verse en mi obra sobre la provincia de Santa Cruz de Caracas. ( G Ó M E Z CAÑEDO,

1974,

I,

p.

66).

DOS

VIAJEROS MEXICANOS

155

B a r c e l o n a , M a d r i d . Desde l a capital de España continuó a S e v i l l a y de allí a Cádiz, lugar de su embarque. E l 21 de marzo de 1701 estaba de vuelta en V e r a c r u z . S u viaje a E u r o p a había d u r a d o casi tres años.

S O N M U C H A S las reflexiones que cabría hacer tanto a propósito de los autores c o m o de sus relatos: lo u n o inseparable de l o otro. Tomarían p o r rumbos m u y varios, según el criterio de c a d a eventual lector. D e las mías, insinué algunas en el curso de este trabajo, y no quiero añadir n a d a sobre l a materia. Prefiero ofrecer los dos relatos como simples testimonios históricos: testimonios de c ó m o se viajaba entonces, de u n a mental i d a d determinada, de lo que interesaba a dos mexicanos de v i s i t a e n E u r o p a , y de cómo éstos juzgaban a las gentes y costumbres de aquellos países. E l resto lo dejo p a r a otros, o quizá p a r a o t r a ocasión.

SIGLAS Y R E F E R E N C I A S ACel ACQ AGÍ BNM/CL

Archivo de la provincia franciscana en Celaya. Archivo del Colegio de Querétaro. Archivo General de Indias, Sevilla. Biblioteca Nacional, México, Colección Lafragua.

ARLEGUI, José de 1851

Crónica de ta provincia de N. S. P. Sun Francisco de Zacatecas. México.

BERISTÁIN DE SOUZA, José Mariano 1883

Biblioteca hispano-americana septentrional, 2a. ed. Amecameca 3 vols, s

CIVEZZA, Marcellino da 1979

Saggio di bibliografía geográfica, storica, etnográfica sanfrancescana. Prato.

ESPINOSA, Isidro Félix de 1964

Crónica de los colegios de Propaganda Fide de la

156

LINO

GÓMEZ

CANEDO

Nueva España, Lino Gómez Cañedo, ed. Washington, A c a d e m y of American Franciscan History. GÓMEZ CAÑEDO, Lino 1974

La provincia franciscana de Santa Cruz de Caracas: Cuerpo de documentos para su historia (1513-1837). Caracas, Academia Nacional de la Historia, 3 vols.

MEDINA, José Toribio 1898-1907

1907-1912

Biblioteca - hispano-americana go de Chile, 7 vols.

(1493-1819).

La imprenta en México — 1539-1821, Chile, 8 vols.

Santia-

Santiago de

PALAU Y D U L C E T , Antonio 1948

Manual del librero hispanoamericano: Bibliografía general española e hispanoamericana desde la invención de la imprenta hasta nuestra nuestros días, 2a. ed. Barcelona.

SAN ANTONIO, Juan de 1732-1733

Bibliotheca universalis Franciscana. Madrid, 2 vols.

Suggest Documents