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Miguel de Cervantes

Don Quijote de la Mancha Adaptación de Eduardo Alonso Ilustraciones de Victor G. Ambrus Introducción

Martín de Riquer Actividades

Agustín Sánchez Aguilar

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN Una vida de penurias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Don Quijote de la Mancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La adaptación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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DON QUIJOTE DE LA MANCHA PRIMERA PARTE 1. Que trata del famoso y valiente hidalgo don Quijote

de la Mancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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2. Que trata de la primera salida del ingenioso don Quijote 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

y la graciosa manera que tuvo en armarse caballero . . . . . . . . . De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El escrutinio de los libros y la segunda salida de nuestro buen caballero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento y la estupenda batalla con el gallardo vizcaíno . . . . . De lo que le sucedió a don Quijote con unos cabreros . . . . . . . Donde se cuenta la desgraciada aventura de don Quijote con unos yangüeses y lo que le sucedió en una venta . . . . . . . . La batalla contra los polvorientos ejércitos, el cuerpo muerto y la aventura de los batanes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La rica ganancia del yelmo de Mambrino y la libertad que don Quijote dio a muchos desdichados . . . . . . . . . . . . . . . De la rara aventura que le sucedió al famoso don Quijote en Sierra Morena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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12. El vuelo sobre el caballo Clavileño y el feliz desencantamiento

11. Los desdichados amores de Cardenio y Dorotea y el encuentro

con la princesa Micomicona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12. Que trata de la descomunal batalla de don Quijote con unos cueros de vino y otros raros sucesos . . . . . . . . . . . . . . 13. Que trata de la heroica defensa del baciyelmo con otras feroces y ruidosas batallas acaecidas en la venta . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14. Donde se cuenta la última batalla en el camino y el regreso a casa del heroico caballero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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SEGUNDA PARTE

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1. De las visitas que recibió don Quijote y la preparación de la 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11.

tercera salida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Donde se cuenta la visita de don Quijote a su señora Dulcinea del Toboso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La carreta de “Las Cortes de la Muerte” y la gran aventura del valeroso don Quijote con el bravo Caballero del Bosque . . . El encuentro de don Quijote con el caballero del Verde Gabán y la feliz aventura de los leones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Donde se cuenta la aventura de las ricas bodas de Camacho, con otros graciosos sucesos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Donde se cuenta la gran aventura del valeroso don Quijote de la Mancha en la cueva de Montesinos . . . . . . . . . . . . . . . . . Donde se cuenta la aventura del rebuzno y las adivinanzas del mono adivino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Donde se da cuenta de quién era maese Pedro y el mal suceso del rebuzno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La famosa aventura del barco encantado y el encuentro con la bella cazadora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La manera de desencantar a la sin par Dulcinea del Toboso, que es una de las aventuras más famosas de este libro . . . . . . . . La carta de Sancho Panza a su mujer Teresa Panza y la jamás imaginada aventura de la barbada dueña Dolorida . .

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de las dueñas barbadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los consejos que don Quijote dio a Sancho para gobernar la ínsula y la amorosa canción de Altisidora . . . . . . . . . . . . . . . Donde se cuenta cómo el gran Sancho comenzó a gobernar la ínsula y el temeroso espanto cencerril y gatuno que recibió don Quijote . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El gobierno de Sancho Panza y el encuentro de don Quijote con doña Rodríguez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Lo que le sucedió a Sancho rondando la ínsula y la carta que recibió su mujer, Teresa Panza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El progreso de Sancho Panza en el gobierno de la ínsula y otros sucesos que ya se verán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El fin del gobierno de Sancho y su regreso al castillo de los duques . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La descomunal batalla de don Quijote con el lacayo Tosilos y otras cosas que no hay más que ver . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De las grandes aventuras que don Quijote y Sancho encontraron a campo abierto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El encuentro de don Quijote con Roque Guinart y su solemne entrada en Barcelona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La cabeza encantada y la aventura de la hermosa morisca . . . . Que trata de la aventura más triste que sucedió a don Quijote. . La cerdosa aventura y la resurrección de Altisidora . . . . . . . . . Que trata del regreso de don Quijote a su aldea . . . . . . . . . . . .

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ACTIVIDADES Guía de lectura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Personajes y temas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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INTRODUCCIÓN

UNA VIDA DE PENURIAS

Miguel de Cervantes (1547-1616)

Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares (Madrid) en el año 1547. Era el cuarto de los seis hijos de un cirujano, oficio que consistía en practicar pequeñas curas. Incapaz de hacer frente a sus deudas, el padre de Cervantes fue perseguido por usureros y llegó a pasar una temporada en la cárcel, lo que hace pensar que la infancia del escritor debió de ser mísera y triste. Es posible que Cervantes estudiase en un colegio de jesuitas y que empezase algún tipo de estudios universitarios sin llegar a concluirlos. En 1568, publicó sus primeros versos, y al año siguiente sentó plaza de soldado en Italia, adonde se trasladó huyendo de la justicia tras haber herido a un rival en una pelea. El 7 de octubre de 1571, Cervantes luchó valientemente contra los turcos en la famosa batalla de Lepanto, en la que participó pese a que se encontraba enfermo y con fiebre. Durante el combate, recibió tres disparos de arcabuz, uno de los cuales le dejó la mano izquierda anquilosada por el resto de su vida. Cervantes intervino luego en otras acciones de guerra de menor importancia y en 1575 zarpó de regreso a España, pero la nave en que viajaba fue asaltada frente a las costas catalanas por corsarios turcos, quienes hicieron prisionero a Cervantes. El escritor fue entonces trasladado a Argel, donde sufrió un cautiverio de cinco años en el que soportó con buen ánimo toda clase de penalidades. Cuatro veces trató de fugarse en compañía de otros prisioneros, pero todas sus intentonas fracasaron. Sin embargo, siempre dio la cara y se declaró responsable de la organización de las huidas a fin de no comprometer a sus amigos ni a su hermano Rodrigo, con el que compartió el cautiverio. Por fortuna, una y otra vez le perdonaron la vida, si bien tras cada intento de

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introducción

una vida de penurias

fuga se vio sometido a una vigilancia más estricta. Finalmente, gracias a un dinero reunido con grandes dificultades por su familia, por algunos mercaderes caritativos y por dos frailes trinitarios, Miguel de Cervantes fue rescatado y pudo volver a su país en 1580. En España le esperaban a Cervantes años de miserias y penalidades. En dos ocasiones solicitó un cargo oficial en América, y en ambas le fue denegado. Por entonces escribió veinte o treinta obras teatrales, algunas de las cuales llegaron a estrenarse, y en 1584 publicó su primer libro, una novela pastoril llamada La Galatea, género de moda en Europa cuyos protagonistas eran nobles enamorados que, convertidos en pastores, daban rienda suelta a sus efusiones sentimentales. La obra primeriza de Cervantes, sin embargo, no obtuvo más que un éxito mediano. Aquel mismo año, el escritor se casó con Catalina de Salazar y Palacios, una joven que tenía diecinueve años, mientras que el escritor ya había alcanzado los treinta y siete. En 1587, Cervantes fijó su residencia en Sevilla, y desde entonces trabajó como recaudador de impuestos, con la misión de requisar cereales y

aceite. El cargo no parecía apropiado para un hombre como Cervantes, que fue excomulgado por confiscar trigo de la Iglesia y acabó en la cárcel al menos en dos ocasiones tras ser injustamente acusado de fraude. No obstante, el trabajo de recaudador le permitió conocer a fondo buena parte de Andalucía y la Mancha, lo que dejó alguna huella en su tarea literaria. Recorriendo caminos en todas direcciones, parando en ventas incómodas o en pintorescas posadas y visitando aldeas perdidas, Cervantes entró en contacto con una variopinta sociedad que retrataría a la perfección en el Quijote y en la que convivían ricachones y palurdos, castradores de puercos y titiriteros tramposos, curas de pueblo e hidalgos de aldea, mujeres hacendosas y hembras de rompe y rasga. A partir de 1603, Cervantes residió en Valladolid, por entonces corte del rey, y al año siguiente ya había acabado su obra maestra, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, cuya primera edición conocida se publicó en Madrid en 1605. El libro tuvo tanto éxito que llegó a imprimirse seis veces en aquel mismo año. Todo el mundo leía y celebraba aquella novela tan divertida, e incluso los estudiantes se disfrazaban de don Quijote y Sancho en sus fiestas y mascaradas. En pocos meses, Cervantes dejó de ser casi un desconocido y se convirtió en uno de los escritores más famosos de España. Su situación económica, sin embargo, no mejoró. En junio de 1605, cuando Cervantes se hallaba en plena gloria literaria, un caballero fue asesinado justo cuando salía de la casa del escritor, por lo que Cervantes y toda su familia acabaron en prisión. No estuvieron encarcelados más que un día, pero en el proceso que siguió los testigos pusieron de manifiesto la mala fama que rodeaba a la familia de Cervantes. De las hermanas, la sobrina y la hija del escritor, conocidas como «las Cervantas», se dijo que recibían visitas de caballeros tanto de día como de noche, lo que daba a entender que aceptaban dinero a cambio de su honor. En 1606, la corte se trasladó de Valladolid a Madrid, adonde la siguió Cervantes con su familia. En la capital, el novelista comenzó a frecuentar reuniones literarias y volvió a publicar libros, algunos escritos hacía bastantes años. Como puede comprenderse, tanto los libreros como los lectores ansiaban nuevas obras del autor del Quijote. Así, en 1613 se publicaron las Novelas ejemplares, precioso conjunto de doce relatos o novelas breves, y

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Cervantes se sentía muy orgulloso de haber participado en la batalla de Lepanto (1571), a la que calificó de «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros». En este famoso combate, un combinado de fuerzas cristianas, capitaneadas por don Juan de Austria, infligió una contundente derrota a la armada turca. Óleo del National Maritime Museum.

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introducción

Portadas de la primera edición del «Quijote» (izquierda) y de la obra apócrifa de Avellaneda. En el prólogo de este último libro, el misterioso Avellaneda injuria a Cervantes y lo acusa de tener “más lengua que mano”. El falso «Quijote» es criticado por varios personajes de la segunda parte del «Quijote» cervantino, y en especial por sus protagonistas, que se sienten maltratados por el autor de Tordesillas.

don quijote de la mancha libro titulado Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, en cuyo prólogo se insultaba airadamente a Cervantes. Se trataba de una continuación del Quijote que, aunque alguna vez tiene cierto mérito, es infinitamente inferior al Quijote auténtico. La aparición de aquel Quijote apócrifo incitó a Cervantes a acabar la segunda parte de su novela, que se publicó por fin en 1615, el mismo año en que el escritor daba a conocer un libro con obras de teatro nunca representadas. Cervantes no sólo respondió con justa indignación a los insultos de Avellaneda en el prólogo de la segunda parte del Quijote, sino que en el capítulo 59 hizo aparecer a unos caballeros que comentan el Quijote apócrifo para desacreditarlo y denunciar la usurpación cometida por su autor. Miguel de Cervantes murió en Madrid el 22 de abril de 1616, donde fue enterrado por caridad en un convento de las Trinitarias Descalzas, ya que su familia no podía pagarle el sepelio. De esa manera, Cervantes acabó su vida en las mismas circunstancias de penuria en que nació. A su muerte, el escritor dejó inédita una larga novela, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, encabezada por una impresionante dedicatoria al conde de Lemos que Cervantes había escrito cuatro días antes de morir. En ella, el novelista aceptaba su fin con ejemplar y cristiana resignación: «Ayer me dieron la extremaunción y hoy escribo ésta», decía. «El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir…, pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos».

en 1614 un largo poema titulado Viaje del Parnaso en el que Cervantes alababa desmesuradamente a los poetas de su tiempo para congraciarse con ellos. En esas obras, el escritor seguía las modas y cánones literarios vigentes en su tiempo con la esperanza de que se le considerase un buen escritor. Y es que el Quijote no le había dado a Cervantes ningún prestigio, ya que todo el mundo lo consideraba como un entretenimiento popular de escaso valor literario. Mientras tanto, el éxito de la novela no dejaba de crecer: el Quijote se reeditaba una y otra vez en España, y fue traducido al inglés en 1612 y al francés dos años más tarde. Empujado por ese éxito, Cervantes se puso a escribir una segunda parte de la novela. La tenía ya avanzada cuando a mediados de 1614, un desconocido del que sólo sabemos con certeza que era admirador de Lope de Vega y gran enemigo de Cervantes, publicó en Tarragona, y con el pseudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, un

En el prólogo de la primera parte del Quijote y en varios pasajes de la obra, Cervantes expone con toda claridad el propósito que le movió a escribir su novela: desacreditar y poner en ridículo los libros de caballerías. Con tal nombre se conocían a un tipo de narración en prosa, por lo general muy extensa, que contaba las aventuras de un valeroso caballero que vagaba por el mundo luchando contra el mal. Sus hazañas solían suceder en tierras fa-

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DON QUIJOTE DE LA MANCHA Contra los libros de caballerías

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Don Quijote de la Mancha

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la hermosura de don quijote

20 De las grandes aventuras que don Quijote y Sancho encontraron a campo abierto Cuando don Quijote se vio en campo abierto, libre y desembarazado de los requiebros de Altisidora, le pareció estar en el colmo de su dicha y con ánimo renovado para seguir la profesión de la caballería. Y volviéndose a Sancho, le dijo: —La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; vale más que los tesoros que encierra la tierra y que el mar encubre; por la libertad, lo mismo que por la honra, se puede y debe aventurar la vida. Por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque más me place a mí verme libre aquí en campo abierto que regalado en casa de los duques. En esto, se cruzaron los dos andantes con una docena de labradores que llevaban unas imágenes de santos para un retablo. Iban tapadas con sábanas, pero don Quijote pidió verlas, y quedó muy contento al contemplar a San Jorge luchando contra la serpiente y a Santiago Matamoros batallando con las escuadras de Cristo.1 —Hermanos —les dijo a los labradores—, estos santos y caballeros profesaron el ejercicio de las armas como yo, con la diferencia de que ellos fueron santos y pelearon a lo divino y yo soy pecador y peleo a lo humano. 1 A Santiago se le llamaba Matamoros porque se decía que, antes de las batallas, se les

aparecía a los cristianos que lucharon en la Reconquista.

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Y, tras despedirse de los campesinos, don Quijote le confesó a Sancho que estaba muy contento, pues el haberse encontrado con aquellas imágenes era un felicísimo agüero para el viaje que les esperaba. Pasando a otro asunto, le dijo Sancho a su amo: —Maravillado estoy, señor, del poco recato que mostró con vuesa merced Altisidora, la doncella de la duquesa. —Sucede, Sancho —dijo don Quijote—, que cuando el amor toma posesión de un alma, le quita todo temor y toda vergüenza. Por eso me declaró Altisidora sus deseos con tan poco recato. —Yo me habría rendido a la primera palabra de amor que me hubiera dicho. En cambio, vuesa merced tiene un corazón de mármol. Yo no sé qué es lo que vio esta doncella en vuestra merced, pues muchas veces me paro a mirarle desde la punta del pie hasta el último cabello de la cabeza y veo más cosas para espantar que para enamorar, así que no sé yo de qué se enamoró la pobre. —Advierte, Sancho —respondió don Quijote—, que hay dos maneras de hermosura: la del alma y la del cuerpo; la del alma se muestra en el entendimiento, la honestidad y la buena crianza, que son virtudes que puede tener un hombre feo. Y cuando se pone la mira en esa hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con mucha fuerza. Yo, Sancho, no soy hermoso, pero tampoco soy deforme, y a un hombre de bien le basta con no ser un monstruo para ser bien querido, siempre que tenga en el alma las dotes que te he dicho. En estas razones y pláticas se iban entrando por un bosque cuando, de pronto, sin darse cuenta, don Quijote se vio enredado entre unas redes de hilo verde que desde unos árboles a otros estaban tendidas. —Que me maten, Sancho, si los encantadores que me persiguen no quieren enredarme y detener mi camino. En ese instante salieron de entre unos árboles dos hermosísimas pastoras vestidas con ropas muy ricas, que llevaban los rubios cabellos sueltos por las espaldas y en la cabeza una corona de verde laurel. La edad, al parecer, ni bajaba de los quince ni pasaba de los dieciocho. Esta visión admiró a Sancho y suspendió a don Quijote. Quien primero habló fue una de las dos zagalas, que dijo a don Quijote:

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segunda parte · capítulo veinte (ii, 58)

los pastores de una fingida arcadia

—Detened el paso, señor caballero, y no rompáis las redes, que no están ahí tendidas para vuestro daño sino para nuestro pasatiempo. Luego la zagala les explicó que en aquel bosque andaban muchos señores ricos vestidos de pastores y muchas damas y doncellas como ella misma vestidas de zagalas, y que todos dormían en tiendas de campaña a la orilla de un arroyo para formar una fingida Arcadia como la de los libros.2 —Y esas redes —dijo— las tendimos para cazar pajarillos, por ver si, engañados por el color de las redes, caen en ellas al pasar. Si gustáis, señor, ser nuestro huésped, seréis agasajado. —Hermosísima señora —respondió don Quijote—, agradezco en el alma vuestros ofrecimientos. Y si estas redes ocuparan toda la redondez de la tierra, buscaría yo nuevos mundos para pasar sin romperlas. Y ved que os lo promete nada menos que don Quijote de la Mancha. —¡Ay, amiga de mi alma —dijo entonces la otra zagala—, qué ventura tan grande! ¿Ves este señor que tenemos delante? Pues este caballero es el más valiente y el más enamorado del mundo, si no miente una historia de sus hazañas que yo he leído. Y este buen hombre que viene con él es un tal Sancho Panza, su escudero, cuyas gracias no tienen igual. —Así es la verdad —dijo Sancho—, que yo soy ese gracioso escudero. —¡Ay! —dijo la otra—, supliquémosle que se quede. Yo también he oído decir de él que es el más firme y leal enamorado, y que su dama es una tal Dulcinea del Toboso, a quien en toda España dan la palma de la hermosura. Poco después llevaron a don Quijote y a Sancho hasta la fingida Arcadia, donde había más de treinta personas, todas muy principales pero vestidas con galas de pastores y pastoras, que conocían la historia de don Quijote y se admiraban de verle. Puesta la mesa, que era rica y abundante, le dieron el puesto de honor a don Quijote, el cual tras la comida alzó la voz con gran reposo y dijo: —Entre los mayores pecados que los hombres cometen, está el desagradecimiento, del que yo siempre he procurado huir. Así que, para mos-

trarme agradecido, pienso apostarme dos días en el camino real y proclamar y defender con las armas que estas pastoras fingidas son las más hermosas doncellas que hay en el mundo, después de la sin par Dulcinea del Toboso. Oyendo lo cual Sancho, que con gran atención le había estado escuchando, dando una gran voz dijo: —¿Es posible que haya en el mundo personas que se atrevan a decir y a jurar que este mi señor es un loco? Díganme, ¿hay cura de aldea que hable mejor que mi amo? Se volvió don Quijote a Sancho, y encendido el rostro y colérico, le dijo: —¿Es posible, ¡oh Sancho!, que haya en todo el orbe alguna persona que diga que no eres tonto y que estás forrado de tonto, con ribetes de malicioso y de bellaco? ¿Quién te mete a ti en mis cosas y en averiguar si soy discreto o majadero? Calla y no me repliques. Y con gran furia y muestras de enojo se levantó de la silla, dejando admirados a todos los presentes, que dudaban de si estaba loco o cuerdo. Intentaron convencerle de que no retase a nadie, pero fue en vano, pues don Quijote subió sobre Rocinante, embrazó su escudo, tomó su lanza y se puso en la mitad del camino real que no lejos del verde prado estaba. Lo siguió Sancho sobre su rucio y toda la gente del pastoral rebaño, deseosos de ver en qué paraba el arrogante desafío. Puesto, pues, don Quijote en mitad del camino, hirió el aire diciendo: —¡Oh vosotros, pasajeros y viandantes de este camino! Sabed que don Quijote de la Mancha está aquí para defender que estas pastoras exceden en hermosura a las ninfas que habitan estos bosques, dejando a un lado a la señora de mi alma Dulcinea del Toboso. Y el que fuere de parecer contrario, acuda, que aquí lo espero. Dos veces repitió este desafío, sin que lo oyese ningún aventurero, pero la suerte ordenó que de allí a poco se descubriese por el camino una muchedumbre de hombres de a caballo, y muchos de ellos con lanzas en las manos, todos en tropel y con gran prisa. En cuanto los vieron, todos los pastores de la fingida Arcadia comprendieron el peligro y se apartaron lejos del camino. Sólo don Quijote, con intrépido corazón, se estuvo quieto, y Sancho Panza se escudó tras las ancas de Rocinante.

2 La Arcadia era una región de Grecia que el poeta clásico Virgilio y sus imitadores re-

nacentistas convirtieron en un espacio natural ameno y plácido donde unos pastores cultos y refinados vivían dedicados al amor, la música y la poesía.

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segunda parte · capítulo veinte (ii, 58)

el tropel de toros bravos

—¡Apártate del camino, hombre del diablo, que te harán pedazos estos toros! —gritó uno de los lanceros. —¡Para mí no hay toros que valgan, aunque sean de los que se crían en la ribera del Jarama! —dijo don Quijote—. ¡Confesad, malandrines, que es verdad lo que he publicado y, si no, conmigo sois en batalla! No tuvo tiempo de responder el vaquero, ni don Quijote de desviarse, pues el tropel de toros bravos y de mansos cabestros, con la multitud de los vaqueros que los llevaban a un lugar para una corrida, pasaron sobre don Quijote y sobre Sancho, Rocinante y el rucio, echándolos a rodar por el suelo. Quedó molido Sancho, espantado don Quijote, aporreado el rucio y no muy católico Rocinante, pero al fin se levantaron todos, y don Quijote, tropezando aquí y cayendo allí, comenzó a correr a toda prisa tras la vacada, diciendo a voces: —¡Deteneos, canalla malandrina, que un solo caballero os espera!

Pero no por eso se detuvieron los apresurados corredores. Don Quijote y Sancho quedaron tan avergonzados que siguieron su camino sin despedirse de la Arcadia fingida, y al poco encontraron una fuente donde se quitaron el polvo. Sancho sacó el condumio y comenzó a embaular en el estómago el pan y el queso que se le ofrecía, pero don Quijote estaba tan pensativo que no se acordaba de llevarse el pan a la boca. —Yo, que esperaba gloria por mis hazañas —decía—, me he visto esta mañana coceado por animales inmundos y soeces, y tanto me apena esta desgracia que pienso dejarme morir de hambre.

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segunda parte · capítulo veinte (ii, 59) —Pues yo no —dijo Sancho, sin dejar de mascar—. Coma, señor, y después échese a dormir en la yerba, y verá cómo al despertar se halla algo más aliviado. —Así lo haré, Sancho, pero más se aliviaría mi pesadumbre si, mientras yo duermo, te desviaras un poco de aquí y, con las riendas de Rocinante, echando al aire tus carnes, te dieses trescientos o cuatrocientos azotes a cuenta de los tres mil y pico que le debes a Dulcinea. —Por ahora durmamos, que eso de azotarse a sangre fría es cosa recia. Pero tenga paciencia mi señora Dulcinea, que cuando menos se piense, me verá hecho un colador. Después de la comida, se echaron a dormir en la abundosa yerba del prado y al anochecer llegaron a una venta, que así la llamó don Quijote, fuera del uso que tenía de llamar castillos a todas las ventas. Ya en la posada, Sancho le preguntó al posadero qué tenía para cenar, y el ventero le respondió que pidiese lo que quisiera, porque de todo había en la venta. —Con un par de pollos que nos asen tendremos suficiente —dijo Sancho—, porque mi señor come poco y yo no soy demasiado tragón. Le respondió el posadero que no tenía pollos, así que Sancho pidió gallina; pero el ventero dijo que tampoco tenía gallinas pero que podía pedir cualquier otra cosa, de modo que Sancho pidió ternera; pero el posadero le respondió que se le había acabado la ternera, así que Sancho pidió tocino y huevos; pero el ventero le replicó que cómo iba a tener huevos si no tenía gallinas… —¿Entonces qué es lo que tiene? —preguntó Sancho, alterado. —Dos uñas de vaca que parecen manos de ternera, cocidas con sus garbanzos, cebollas y tocino, y que están diciendo: «¡Cómeme! ¡Cómeme!». —Para mí serán —dijo Sancho—, y que nadie las toque, que yo las pagaré mejor que nadie. Se retiraron a su estancia amo y criado, y el ventero les trajo la olla para que pudiesen cenar, y entonces se oyó decir desde el aposento vecino: —Señor don Jerónimo, mientras traen la cena, leamos otro capítulo de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha. Apenas oyó su nombre don Quijote cuando se puso en pie y con oído atento escuchó lo que respondía el tal don Jerónimo:

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el «quijote» de avellaneda

—¿Para qué quiere que leamos esos disparates, señor don Juan, si el que ha leído la primera parte no puede tener gusto en leer esta segunda?3 —Porque no hay libro tan malo que no tenga alguna cosa buena. Lo que a mí más me desagrada en éste es que pinta a don Quijote desenamorado de Dulcinea del Toboso. Oyó esto don Quijote, y lleno de ira y de despecho alzó la voz y dijo: —El que diga que don Quijote de la Mancha ha olvidado a Dulcinea del Toboso, miente, y yo se lo haré entender por las armas. 3 El libro que leen los huéspedes es la continuación apócrifa del Quijote, publicada en

1614 por un enemigo de Cervantes que usó el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, natural de Tordesillas.

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segunda parte · capítulo veinte (ii, 59)

los verdaderos sancho y don quijote

—¿Quién nos responde? —dijeron al otro lado del tabique. —¿Quién ha de ser, sino el mismo don Quijote de la Mancha? —contestó Sancho. Entraron entonces al aposento los dos caballeros, y uno de ellos echó los brazos al cuello de don Quijote y le dijo: —Vuestra presencia confirma que sois el verdadero don Quijote de la Mancha, norte y lucero de la andante caballería, a pesar de lo que dice el autor de este libro, que es un tal Avellaneda. Y le puso en las manos el libro. Lo tomó don Quijote, lo hojeó, y unos instantes después dijo: —En lo poco que he visto, el autor se desvía varias veces de la verdad, como al decir que la mujer de Sancho Panza se llama Mari Gutiérrez, cuando en verdad se llama Teresa Panza. —¡Menudo historiador, que llama a mi mujer Mari Gutiérrez! —dijo Sancho. —Sin duda debéis de ser Sancho Panza, el escudero del señor don Quijote —dijo don Jerónimo—, a quien este autor moderno os pinta comedor, simple y nada gracioso, y muy distinto al otro Sancho de la primera parte. Y hasta llega a llamaros borracho con malsonantes y mentirosas palabras. —No haré yo buenas migas con ese autor si dice esas cosas… —advirtió Sancho. Los dos caballeros pidieron a don Quijote que pasase a su estancia a cenar con ellos y él les contó mientras comían el encantamiento de Dulcinea y lo sucedido en la cueva de Montesinos. Grande fue el contento de los dos caballeros, que quedaron tan admirados de los disparates de don Quijote como de su elegante modo de contarlos. Mientras tanto, Sancho compartió la olla con el ventero, que acabó borracho, y luego se pasó a la estancia de su amo y dijo nada más entrar: —Créanme vuesas mercedes que el Sancho y el don Quijote de verdad somos como nos pintó Cide Hamete Benengeli: mi amo, valiente, discreto y enamorado, y yo, gracioso, y ni comedor ni borracho. —A mí que me retrate el que quiera —dijo don Quijote—, pero que no me maltrate, o perderé la paciencia.

En estas y otras pláticas se pasó gran parte de la noche. Don Quijote contó que iba a Zaragoza a participar en las justas que allí suelen hacerse todos los años, y don Juan le dijo que el tal Avellaneda contaba que don Quijote ya había estado en Zaragoza, participando en una sortija.4 —Entonces no pondré los pies en Zaragoza —respondió don Quijote—, y así se conocerá la mentira de ese historiador moderno, y se verá que yo no soy el don Quijote que él dice. Don Jerónimo le dijo que había otras justas en Barcelona donde podría mostrar su valor y don Quijote respondió que allí iría, y luego pidió licencia para acostarse, dejando a don Juan y a don Jerónimo admirados de la mezcla de discreción y locura de que había dado muestras, y convencidos de que aquellos eran los verdaderos don Quijote y Sancho, y no los que describía el tal Avellaneda.

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4 sortija: juego caballeresco que consistía en atrapar, pasando al galope, una anilla col-

gada de una cinta.

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ACTIVIDADES

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1 GUÍA DE LECTURA El Quijote comienza con una descripción pormenorizada de su protagonista, un hidalgo de unos cincuenta años que vive en una aldea de la Mancha. Por culpa de su obsesión por los libros de caballerías, el personaje enloquece y decide hacerse caballero andante.

1.1

a) ¿Qué aspira a conseguir con sus aventuras? (p. 34) ¿En qué razones literarias se apoya su amor por Dulcinea? (p. 37) ¿Qué importancia le otorga don Quijote al lenguaje en la formación de su mundo imaginario? (pp. 36-37) La primera salida de don Quijote está marcada por la distorsión continua de la realidad. b) ¿En qué consiste esa distorsión? (p. 39) ¿Qué reacciones provoca don Quijote en quienes se topan con él, debido a la extravagancia de su indumentaria y de su lenguaje? (p. 40) Para ejercer la caballería andante, don Quijote necesita ser armado caballero. Pero, al contrario que los héroes de sus libros, no es investido en una solemne ceremonia, sino en el curso de una broma grotesca. c) Durante la vela de las armas en el corral de la venta, ¿qué sucesos nos revelan que la locura de don Quijote puede resultar muy peligrosa? (pp. 43-44) ¿Qué tiene de grotesca la investidura del hidalgo como caballero andante? (p. 46)

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Tras ser armado caballero, don Quijote vuelve a su aldea para hacerse con dinero, camisas limpias y un escudero. Por el camino, auxilia a un pastorcillo obedeciendo el precepto caballeresco que obliga a ayudar a los necesitados y desafía a unos mercaderes con la intención de homenajear a Dulcinea. Sin embargo, las dos aventuras tienen un final desgraciado. d) En el episodio del mozo Andrés, ¿qué decisión demuestra la insólita ingenuidad de don Quijote? (p. 48) Pese a sus buenas intenciones, ¿por qué es contraproducente la intervención del caballero? (p. 49) e) ¿Qué palabras de los mercaderes frustran por completo el homenaje a Dulcinea? (p. 50) ¿Cómo reacciona el protagonista tras ser apaleado? (pp. 51-52) Cuando don Quijote vuelve a casa, el cura y el barbero deciden quemar sus libros, pero, antes de entregarlos al fuego, los someten a un atento escrutinio. El pasaje constituye un original ejercicio de crítica literaria en el que Cervantes apunta algunas ideas de su credo estético. f) ¿Qué es lo que más se valora en el Tirante el Blanco? (p. 56) ¿Con qué guiño nos inicia Cervantes en su característico juego de situar en un mismo nivel a los personajes ficticios y reales? (p. 56) g) ¿Qué opinas del pretexto con que los allegados de don Quijote justifican la desaparición de los libros? (pp. 56-57) En su segunda salida, don Quijote decide contar con la compañía de un escudero, oficio que en la Edad Media era ejercido por jóvenes de la nobleza que aprendían así las técnicas de la guerra antes de conquistar el título de caballeros. Si atendemos a esa realidad histórica,

1.2

a) ¿Por qué resulta ridícula la elección de Sancho Panza como escudero? ¿Cuál es el motivo por el que Sancho acepta ese oficio? (p. 57) A poco de salir de su aldea, don Quijote arremete contra unos molinos de viento y batalla contra un vizcaíno. b) ¿Qué actitud adopta Sancho Panza durante el episodio de los molinos? (p. 59) ¿Cómo justifica don Quijote su descalabro final? (p. 62)

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c) ¿Qué detalles de la lucha contra el vizcaíno resultan de un brutal realismo? (pp. 67-68) Tras la cruda batalla con el vizcaíno, don Quijote es acogido por unos cabreros y discurre sobre la mítica Edad de Oro. d) ¿Qué valores de aquella época añora el hidalgo y cómo se relaciona su discurso con la profesión de caballero? (pp. 73-74) Al día siguiente, don Quijote y Sancho asisten al entierro de Grisóstomo, un pastor que se ha suicidado tras ser rechazado por su amada. e) ¿Cómo justifica la joven Marcela su negativa a corresponder a Grisóstomo? (p. 80) ¿Por qué podemos decir que, con la argumentación de la joven, Cervantes se anticipó a su tiempo? Tras un violento encontronazo con unos arrieros de Yanguas, Sancho y su amo acaban en una venta, donde la desaforada inventiva de don Quijote provoca una sucesión de episodios risibles. f) ¿Cómo contrastan lo real y lo imaginado cuando Maritornes se acerca a la cama de don Quijote? (p. 86) ¿Qué cadena de confusiones motiva la pelea de todos contra todos? (pp. 86-88) g) ¿Qué cómica distancia media entre las promesas de don Quijote sobre el bálsamo de Fierabrás y los ingredientes y efectos de tan mágico remedio? (pp. 90-91) h) Ya a la mañana siguiente, ¿por qué se niega don Quijote a pagar el gasto que ha hecho en la venta? (p. 92) ¿Quién y cómo paga por él? (pp. 92-94) De nuevo en camino, don Quijote confunde a dos rebaños de ovejas con dos ejércitos a los que describe con todo detalle. El pasaje es una parodia de las prolijas relaciones de batallas que ofrecían los libros de caballerías, si bien posee una innegable fuerza poética. i) ¿Qué efecto causa en Sancho el valor literario de la descripción que realiza su amo? (pp. 96-97) No obstante, ¿qué detalles ponen de manifiesto el afán paródico del pasaje?

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